POESIA IRLANDESA

SEAMUS HEANEY (Bellaghy, Irlanda del Norte, Reino Unido, 1939-Dublin, 2013), "Isla de las estaciones" [1984], / Cavando

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SEAMUS HEANEY (Bellaghy, Irlanda del Norte, Reino Unido, 1939-Dublin, 2013), "Isla de las estaciones" [1984], / Cavando Entre el pulgar y el índice la pluma gruesa descansa; cómoda como un arma. Bajo mi ventana, el limpio y áspero sonido cuando la pala se hunde en el arenoso suelo: mi padre, cavando. Bajo la vista hasta que su trasero tenso entre los macizos de flores se inclina, aparece como hace veinte años agachándose al ritmo a través de los surcos de papas donde estaba cavando. La bota tosca se acunaba en el canto, el palo contra la rodilla hacía de palanca firme. Él arrancaba los brotes altos y enterraba hondo el filo brillante Para esparcir papas nuevas que juntábamos encantados con su dureza fría en las manos. Dios mío, cómo manejaba el viejo esa pala, igual que lo hacía su padre. Mi abuelo podía recoger más turba en un día que ningún otro en la ciénaga de Toner. Una vez le llevé leche en una botella con un descuidado corcho de papel. Se enderezó para beber; luego se inclinó de inmediato cortando y rebanando con cuidado, tirando terrones sobre su hombro, cavando más y más en busca de la buena hierba. Cavando. El frío olor a moho de las papas, el chapoteo y el golpe de la turba empapada, los cortes secos del filo a través de las raíces vivas despiertas en mi cabeza. Pero yo no tengo una pala para seguir a hombres como ellos. Entre el pulgar y el índice la pluma gruesa descansa. Yo cavaré con ella. Seamus Heaney (Bellaghy, Irlanda del Norte, Reino Unido, 1939-Dublin, 2013), Death of a Naturalist,

También un perro aullaba en Wicklow esta noche in memoriam Donatus Nwoga Cuando los seres humanos repararon en la muerte, Enviaron un mensaje a Chukwu con el perro: Querían volver a entrar a la casa de la vida. No querían acabar perdidos para siempre, Como leña en brasas que se disuelve en el humo O cenizas que se lleva el viento hacia la nada. Sería mejor ver sus almas en crepuscular parvada, Graznando y regresando a su antiguas perchas, Sus aire brillantes y matinales despliegues de alas. Morir sería como pernoctar en el bosque: Con las primeras luces volverían a la casa de la vida. (El perro debía informar todo esto a Chukwu). Pero la muerte y los seres humanos dejaron de importarle Cuando, trotando, se alejó del sendero y comenzó a ladrarle A otro perro a plena luz del día, a ladrarle simplemente En respuesta desde la otra, distante, margen de aquel río. Y así fue como el sapo llegó hasta Chukwu primero. El sapo, que había acertado a oír en un principio Lo que el perro debía comunicar. "Los seres humanos -dijo(Y en esto de le dio crédito absoluto) Quieren que la muerte dure para siempre." Entonces Chukwu vio las almas de la gente en forma de aves Orientándose hacia él como manchas negras al ponerse el sol Hasta un lugar donde no habría perchas ni árboles Ni camino alguno de regreso a la casa de la vida. El pensamiento se le encendió y oscureció a un tiempo Y nada de lo que el perro lograra decir después Cambiaría aquella visión. Grandes jefes y grandes amores Bajo la luz desvanecida, el sapo en el lodo, El perro aullando la noche entera tras la casa de la muerte. El subterráneo Nos recuerdo corriendo por el túnel, Tú, envuelta en el abrigo de viaje, Y yo, un gran dios de fragata, atajándote el camino Para que no te volvieras junco O alguna flor blanca jaspeada con carmesí, Mientras el abrigo aleteaba salvaje y un botón tras otro

Salían volando y caían sobre tu rastro Entre el subterráneo y el Albert Hall. De luna de miel, bajo la luz de luna, llegando tarde a los conciertos. Nuestros ecos se ahogan en aquel corredor y ahora Vengo como Hänsel, entre las piedras bañadas de luz de luna, Recorriendo de nuevo aquel sendero, recogiendo los botones, Para terminar en una estación de luces encendidas Donde los trenes se han ido, los rieles mojados, Desnudos y tensos como yo, todo atención, Tras tus huellas, y maldito sea si vuelvo la vista.

CECIL DAY LEWIS / Bombarderos A través de la vaga mañana, el corazón preocupado, Un grano de sonido enterrado en el aire Comienza y crece sin advertir todavía— La temblorosa red del pescador. Se distiende la semilla, y ahora apretados pimpollos de sonidos Vibran, manteniendo sus flores triunfantes Al sol. Hay abejas zumbando entre campánulas, En el corazón se despliegan llamas escarlatas. Niños miran hacia arriba, y los olmos ornados de primavera Sacudiendo sus cabezas y marcados por el hacha. Valerosos o angustiados, pero sin suerte— Abajo, la tierra se estremece: imaginamos la pérdida. Negros como sabandijas, arrastrándose escalonados Bajo el piso de nubes, vienen los bombarderos: Los pesados ángeles, llevando daño En sus vientres desesperados por vaciarse de la muerte. Esta es la semilla que crece para la ruina, El embrión de hierro concebido en miedo. Tarde o temprano su necesidad debe ser contestada— En miedo parido y fuego crepitante. Elige entre tu niño y este embrión fatal. ¡Llevará tu culpa armas, y los hijos que deseas Serán condenados a morir por los poderes que pagaste Y rondarán las casas que nunca construiste! CECIL DAY-LEWIS (Ballintubbert, Irlanda, 1904-Hadley Wood, Inglaterra, 1972),

La casa a la orilla del mar Arena y ripio dejas como suelo y cubriendo con algas los suaves cantos rodados haces de tu casa una cámara de resonancia que magnifica el viento como un ciclón y te mantiene con la cabeza en alto y los hombros sobre el nivel del susurro marino y de la costa.

La casa con forma de huevo ¿Pagas por esta casa a precio de huevo por sus blanqueados muros limpios como una concha y la sala el lavadero y dormitorios ovalados o la doble yema del Cielo y del Infierno o los días cuando llueve y luego vuelve el Sol? La casa sobre la pálida pradera Este tronco de árbol deshojado puede ocuparse mas nunca habitarse cuando nieva en la pálida pradera y la casa más pequeña nunca vista por ti oculta a quien el lino cuida desde las mínimas ventanas para ver a los ladrones. La casa hecha de césped ¿Fueron las chimeneas armadas de piedra o es solo el lugar para el fuego en una casa hecha de césped, con sus techos de astillas, frontis para proteger del agua esta gran caja de yesca donde hacer una hoguera de cuanto has levantado y calentado por ti mismo? Michael Longley (Belfast, Reino Unido, 1939), Martina Evans / ¿Se puede confiar en los dentistas? (para Tatiana y Peter) Están los que sólo visitas una vez, como el compañero de Phibsboro, Dublín que rugió “la concha de Dios” con la pierna sobre el sillón de dentista mientras me extraía mi diente avergonzado.

O el que me dijo que mintiera sobre estar embarazada para poder tener coronas que nunca dije que quería gratis en la obra social. El hombre de Kensington que me dijo que realmente amaba a los irlandeses y se murió cinco años después dejándome de herencia un análisis de HIV. Con otros, tienes que quedarte. Pero si les pagas al final pueden querer todos tus dientes. Podrías encontrarte con la boca abierta mientras estás acostada en la silla como un cadáver con una moneda en la boca viajando hacia el inframundo. Martina Evans (Cork, Irlanda, 1962), Can Dentists Be Trusted?, Anvil Press, Reino Unido, 2004 La flora del condado de Armagh Hay nuevas flores en las colinas del sur de Armagh, nuevas torres del ejército con radares giratorios. Los tallos de color intenso de las adelfas las hacen más grandes que la planta de mi jardín. Ésas, y otras especies desgarbadas se extienden alrededor de la base de esas crestas ígneas. La botánica me lleva al norte sólo por segunda vez, para nombrar la flora de la famosa frontera norte: cómo llenan los setos de las granjas

nativas, y obstruyen las zanjas, con los estambres de radar por arriba de las nuevas que giran sobre sí mismas eternamente. No queridas, no queridas, no queridas. de Scarecrow, Gallery Press, Oldcastle, Irlanda, 1998 Achill La tradición dice que Aquiles descansó aquí en una pequeña cabaña después de sus labores troyanas. Nadie sabe exactamente dónde. Las brisas marinas recorren la tierra abierta y destruyen la memoria de cómo se paró ante su glamoroso trirreme con cresta de héroe. Luego, se puso zapatos de cuero crudo mientras iba a ayudar a los hombres locales a descargar Su casco de oro fue puesto sobre la repisa de la chimenea para juntar el polvo de diez años. Se convirtió en el cuento de cómo un hombre local llamado Harry O'Deasy regresó de Inglaterra sin previo aviso. Encontró su granja en decadencia, su perro descuidado, su mejor ganado vendido, y así sucesivamente. Por supuesto que saben el resto. de Erris, Gallery Press, Oldcastle, Irlanda, 2002 Seán Lysaght (Cork, Irlanda, 1957)

PAT BORAN / Dos poemas El jardín Atrás en la luz moteada de la glorieta del jardín trasero donde las abejas son como satélites orbitando planetas de fruta, el pasto sin cortar se balancea, y de una radio se oye The Last Rose of Summer, The Young Ones, Only For You; sin reloj en la muñeca, una ramita en el puño, la vista en una hilera de hormigas negras

que avanzan a través del espacio, descaradas pero nerviosas, frenéticas pero concentradas en su objetivo final, el límite, la cima, aquello a lo que apuntan; en la escuela informal del ensueño en el último extremo del verano, ese punto ciego que el mundo ignora pero que nosotros, los chicos, conocemos tan bien, en la brecha entre árboles, en el lapso entre certezas, mantenido en suspenso en el momento, libre en su hechizo. La enfermera Aparece la enfermera y le dice al chico, Lo siento. Parece requerir toda su energía levantar su brazo fino, poner la palma abierta suavemente sobre el hombro del muchacho, como para calmarlos a ambos. Tal vez es la primera vez que cruza ese vacío, sin reloj ni joya alguna, el cabello recogido, los ojos inflamados como si nadara para estar allí temblando en la luz. Pat Boran (Portlaoise, Irlanda, 1963) Next Life, Dedalus Press, Irlanda, 2012

PATRICK PEARSE / La madre No les tengo rencor: Señor, no guardo rencor. Mis dos hijos fuertes he visto partir, quebrarse su fortaleza y morir, ellos y unos pocos, en la sangrienta protesta por una causa gloriosa, se hablará de ellos entre su gente, las generaciones los recordarán, y los llamarán los bendecidos; pero diré sus nombres para mi propio corazón en las largas noches, los pequeños nombres que fueron familiares alguna vez alrededor de mi hogar muerto. Señor, eres duro con las madres: sufrimos cuando llegan y cuando se van; Y aunque no guardo rencor, estoy agotada, agotada de mi largo penar- Y no obstante, tengo mi dicha: mis hijos fueron leales y combatieron.

[1916] Patrick Pearse (Dublín, 1879-1916), The Independent, Dublín, 20 de enero de 2016 Versión: Marina Kohon PATRICK KAVANAGH / Paz Y a veces estoy triste cuando el pasto crece en silenciosos huecos sobre las piedras y el pasto ovillo se inclina a través del bacheado camino de carretas por no ser la voz de mis compatriotas quienes ahora se paran sobre un promontorio a hablar sobre los nabos, papas, o el incipiente maíz de territorios de laderas rayadas por la victoria. Aquí la paz está aún ofertando sus peines coloridos y bufandas y cuentas de asta. Sobre un promontorio junto a un seto de boj una liebre se sienta y vislumbra un surco rastrillado hay un viejo arado dado vuelta sobre un promontorio lleno de malezas y alguien está cargando al hombro una pequeña grada a casa. De aquel país de la niñez ¿qué tontos suben para pelear con los tiranos Amor y Vida y Tiempo? Patrick Kavanagh (Inniskeen, Monaghan, Irlanda, 1904-Dublín, 1967) Collected Poems, Norton Publisher Writers and Poets, 1974

William Butler Yeats (Dublín, 1865 -Roquebrune-Cap-Martin, Francia, 1939), El regalo de Harun alRashid, Ediciones El Tucán de Virginia, Ciudad de Mëxico, 2018

Moya Cannon / Crannog

En el lugar del lago donde crece un fresno ha quedado al descubierto un anillo de piedras con la sequía del verano. No lo bastante alto como para ser una isla, contiene un disco de agua más calma en el agitado lago. Los árboles han ganado la vía férrea detrás de nosotros; más atrás, el camino va hacia el este; mientras dos líneas paralelas en el tiempo y el espacio huyen de nosotros, este círculo descubierto nos atrae.

En los pueblos sumergidos las campanas tañen sólo para los marinos y para los crédulos, pero esta gargantilla de húmedas piedras, vestigio de una Atlantis vallada, nos toma a todos de la garganta. No sabemos qué cuentas o cuchillos quedaron atrapados en el húmedo ámbar del lago pantanoso, pero muchos de nosotros deseamos vivir en el agua y reconocemos este afloramiento de antiguos hogares de amor y pena. A una atribulada parte de nosotros le resulta familiar la gente que trazó un círculo en el agua, cargó botes con piedra y erigió una isla seca y un fuerte con todo un lago por foso. Moya Cannon (Dunfanaghy, Condado de Donegal, Irlanda, 1956), "The Parchment Boat" [1997], Aves de invierno y otros poemas, Pre-Textos, Valencia, 2015 Traducción de Jorge Fondebrider Crannog (de crannóc en gaélico, con una raíz crann, que significa árbol) es el nombre que se les dio a las islas artificiales, generalmente valladas y circulares -con un diámetro de diez a treinta metros-, que se construyeron en Irlada desde la prehistoria hasta la Edad Media, con el objeto de albergar a reyes, nobles, granjeros prósperos y, en ocasiones, grupos marginales. (N. del T.)

Michael O'Loughlin / De "Eight Poems by Mikelis Norgelis", Un poeta letón escribe una oda al capitalismo Estuvo muy bien que Pablo Neruda, Mayakovsky y todos esos camaradas escribieran sus Odas al Trabajo: tenían obreros siderúrgicos stajanovistas, choferes de tractores rojos arando suelo virgen. Pero, ¿y yo? ¿Cómo voy a elogiar al operador telefónico, al mozo del hotel boutique, al agente inmobiliario que le alquila cuartos a eslovacos? Me siento aquí ocho horas al día con mi uniforme azul en la caja registradora del Tesco’s tratando de pensar en un nombre para lo que hago en realidad. Mis compañeros de trabajo se llaman Mariska o Muhummad no sé dónde viven

no sé lo que comen. Lo único que sé es que somos sacerdotes de la casta inferior en la iglesia más grande que la historia ha visto alguna vez. La gente viene hasta el altar, ponemos las manos sobre los frutos de la tierra y se los damos a la gente que los hizo bendecidos, santificados, pagados. No, no tengo ganas de escribir una oda a la gente como yo. De todos modos, hay una fiesta en un departamento en Baggot Street y el tipo de Brasil tiene porros de los buenos. Un poeta letón lee Una visión de Yeats en el Oliver St John Gogarty * Irlanda es un país tan húmedo. Cerveza y vómito, semen y pis. En el baño de abajo una inglesa tiene sexo con dos irlandeses. Aquí arriba en la cocina, los chinos se ríen nerviosos y los lavaplatos polacos miran amenazantes. Por mi parte, estoy empezando mi descanso, así que puedo volver a Una visión de Yeats. Me gusta fumar y leer unos pocos versos y dejar que sus palabras giren alrededor de mi cabeza. Es extraño pensar que todos nosotros, –los polacos, los chinos y yo–, alguna vez fuimos niños con camisas blancas inmaculadas con pequeñas bufandas rojas alrededor de nuestros cuellos cantando canciones de Esperanza y Progreso sin saber que éramos la Bestia a la que aquí tanto temían que casi bloqueábamos la luz. Pero la Bestia está muerta y hemos salido arrastrándonos como gusanos fuera de su piel fría. Ahora mi descanso terminó, y de nuevo a trabajar. Tengo que bajar algo de cerveza, enormes barriles como píldoras de acero que hay que meter a la fuerza por la garganta de la serpiente que llena las calles de Temple Bar. Ya no hay ninguna oscuridad en el mundo. La luz brilla en cada rincón. No puedo dormir, no puedo soñar.

Como un siervo letón del medioevo espero algo que esperar. * Oliver Joseph St John Gogarty (1878-1957) fue poeta, otorrinolaringólogo, atleta y político. Sirvió de inspiración a James Joyce para la creación del personaje de Buck Mulligan, con el cual empieza la novela Ulysses. El pub que lleva su nombre se encuentra en la esquina de Fleet Street y Anglesea Street, en el barrio de Temple Bar (N. del T.)

Un poeta letón pasa Navidad en Foley Street * Las calles están extrañamente llenas. Las familias vecinas aumentan Con nuevos miembros. ¿Qué está pasando? Afuera del Spar abierto toda la noche Una muchacha me mete la lengua en la boca Como un pez hambriento. “No tengo la ‘Alegría de la Navidad’", Dice. "¿Puedes decirme El precio de un paquete de cigarrillos?” * Foley Street (anteriormente llamada Montgomery Street o “Monto”) se encuentra al norte del río Liffey, en Dublín. En su tiempo fue una calle célebre por el número de prostíbulos y prostitutas. Su mala reputación llega hasta el presente (N. del T.)

Un poeta letón escucha canciones irlandesas ¿Qué es lo que nos hacen esas canciones las baladas de los gitanos transilvanos tangos, fados, lamentos georgianos – La música nos habla con palabras que no podemos entender, salvo uno o dos peldaños que nos llevan sobre un río de negra emoción. Como esas canciones irlandesas que oigo en los pubs o en la radio local. A algunas palabras las aprendí a reconocer, como muir para el mar. Ésa es fácil, parecida a las de las lenguas romances. Luego está crói, para corazón. Es más difícil pero no demasiado lejana de coeur y corazón. Pero, ¿qué hay de palabras como brón y uaigneas? Y mi favortia, la palabra que significa rojo: dearg extraña y contingente como nuestra sarkans letona…

¿Acaso tengo que aprender esa lengua para entender las canciones? No. Mar y corazón, tristeza y rojo, la historia es siempre la misma. Como esa chica que trabaja en el negocio de la esquina donde compro cigarrillos. No sé su nombre o nación pero sus ojos son un país que me invita a explorar su interior. Todos los días hablamos hasta que me detengo y se detiene, y sonríe y espera en el umbral mientras miro aquellas cuencas, pensando: en el centro de cada ojo un círculo de negrura, el mismo en cada mujer que alguna vez amé y luego digo adiós y me alejo. Michael O'Loughlin (Dublín, 1958), Poems 1980-2015, Stillorgan, Co. Dublin, New Island Books, 2017.Nota del Traductor:Durante más de dos años, el poeta irlandés Michael O'Loughlin mantuvo la ficción de haber traducido a un tal Mikelis Norgelis, poeta letón exiliado en Irlanda. En sucesivos números de la revista Poetry Ireland, esas "traducciones" fueron haciéndose públicas, lo que le permitó a O'Louhglin escribir sobre la realidad de su propio país, desde una perspectiva no irlandesa.Finalmente, con el título "Eight Poems by Mikelis Norgelis", e insistiendo en ser su traductor, los publicó en sus Poems 1980-2015 (Stillorgan, Co. Dublin, New Island Books, 2017)

William Butler Yeats / Nunca des tu corazón

Nunca des todo tu corazón por amor las mujeres apasionadas apenas lo considerarán si parece seguro, y ellas nunca conciben que se desgaste beso a beso; pues todo lo amoroso es sólo un suspiro, un sueño, amable deleite. Oh, nunca des el corazón completamente, por ellas, por lo que puedan decir los suaves labios, pues han entregado sus corazones al juego. ¿Y quién puede jugar lo bastante bien si está sordo y mudo y ciego de amor? Ése que lo hizo conoce el costo, porque dio su corazón entero y lo perdió. [In the Seven Woods, 1904]

William Butler Yeats (Dublín, 1865 -Roquebrune-Cap-Martin, Francia, 1939),

William Butler Yeats / Aceite y sangre

En tumbas de oro y lapislázuli cuerpos de santos y santas exudan aceite milagroso, fragancia de violeta. Pero bajo los pesados cúmulos de arcilla pisoteada yacen cuerpos de vampiros pletóricos de sangre; sus mortajas ensangrentadas y sus labios están húmedos. [The Winding Stair and Other Poems, 1933] William Butler Yeats (Dublín, 1865 -Roquebrune-Cap-Martin, Francia, 1939), Alberto Girri, Versiones, Ediciones Corregidor, Buenos Aires, 1974

Cecil Day-Lewis / Una fuerte helada Una helada llegó en la noche y robó mi mundo y dejó a este niño cambiado en su cuna- una precoz imagen de la primavera, demasiado brillante para ser verdad: blanco alilado en los cristales de la ventana, cada brizna de hierba abrigada como una candelilla, parra rusa abordando el seto. Los olmos detrás de la casa no son más olmos sino floraciones del cristal, tallos de la neblina que aún cuelga valle abajo, amorfa como la célula ciega de la cual la creación surgió. El sol observa y los campos resplandecen con diamantes de falsa primavera, prestarle este atavío nupcial por unas pocas horas a una simple campesina, ¡luego dejarla toda desconsolada con viejos embellecimientos de acónitos y campanillas de invierno! No, no aquí en medio de este contoneo y filigrana de muerte está la transformación real en curso, sino en la honda profundidad donde la escarcha, que angustia a los rígidos terrones suelta de su puño las semillas y deja que el futuro respire. Cecil Day-Lewis (Ballintubbert, Irlanda, 1904-Hadley Wood, Inglaterra, 1972), 15 poetas irlandeses, versiones de Marina Kohon (inédito)

Lorna Shaughnessy / Dos poemas Cristal El soplador agrega aliento al calor, hace girar y sopla dentro del molde hasta que encuentra la forma precisa. El vidrio fundido vibra. Toma diez años aprender qué tan profundo se puede cortar antes de que el vidrio se rompa, qué tan profundo se tiene que ir para apresar la luz. Los errores se amontonan esperando el horno, una segunda oportunidad, inestabilidad anclada por el peso de plomo. Las manzanas se endulzan en la oscuridad El crecimiento es silencioso, visible únicamente después del hecho; la cabeza del niño más grande sobre la almohada en la mañana. Lorna Shaughnessy (Belfast, Irlanda del Norte, Reino Unido, 1961), Anchored, Salmon Poetry, County Clare, Irlanda, 2015 Traducción de Jorge Fondebrider

Michael O’Loughlin / Parnell Street Vendrá la muerte y tendrá tus ojos Cesare Pavese

Ésta es mi primera dirección: aquí es donde Se abrió mi boca por primera vez. Después de medio siglo Vuelvo a estar aquí, como si la partera del Rotunda Nunca hubiese cortado el cordón. Bellas sombras, mis primeros amores Erguidas en las paradas de bus de Finglas

O protegidas en las puertas de entrada de pubs extintos. Aquí está el sótano donde jóvenes poetas Se abofeteaban unos a otros con las zarpas guardadas, Los altillos donde ensayábamos nuestras vidas Como Songs de Leonard Cohen. En los sorprendentemente bellos departamentos de los cincuenta Detrás de las fachadas georgianas, He vuelto a filmar niños Que vieron moverse estatuas religiosas: La última interpretación de los viejos dioses. Ahora los dioses se han ido Pero los hijos de aquellos niños Siguen jugando en las calles, Intrépidos e insolentes como siempre. El mundo me ha seguido de vuelta hasta aquí Como un chicle multicolor en mi zapato: Ahora vuelvo a oír cada expresión que he oído A beber cerveza por la que crucé un continente para saborear. El viejo Shakespeare Pub ahora es un restaurant coreano Pero nada ha cambiado. Hombres y mujeres Todavía se enfrentan mutuamente en mesas, tratando De reescribir la noche con un final distinto. En sueños a menudo volví aquí, buscando Mi vida, que se escondía En un callejón como un animal herido. Ahora temo que Sea aquí donde me halle la muerte, Teniendo tus ojos. Michael O’Loughlin (Dublín, 1958), In This Life, New Island, 2011 Traducción de Jorge Fondebrider

Michael O'Loughlin / En esta vida i.m. Katherine Washburn Me había olvidado de que estabas muerta. Te tambaleabas de pronto en mi mente, del mismo modo en que salías trastabillando de tu taxi una Navidad, yendo de Roma a Nueva York. Pensé que eras la última de las antiguas neoyorkinas sin vergüenza de lo que sabías, siempre lista para aprender. A eso de las ocho de la mañana, en la cocina de nuestro sótano el cenicero ya estaba lleno, y el café frío en nuestras tazas

mientras hablábamos de Bukovina y de los últimos poemas de Paul Celan, Scholem y los orígenes de la Kabbalah. Afuera, seguía siendo Irlanda. Todo ese invierno, éramos como una nave espacial varada en un planeta ajeno. No una máquina plateada de Hollywood con alta tecnología, sino un viejo cubo herrumbrado de una película de bajo presupuesto. Nuestra cápsula cuarteada se llamaba “Espuma de Mar”, posada sobre las rocas de Sandycove, sus ojos regando el viento de Kish. La llamábamos “La Pequeña Gran Casa”, por todos los cuartos minúsculos detrás de la imponente fachada, y allí esperábamos la gran ola que nos elevara de las rocas. Casi nos congelamos ese invierno, mientras subía corriendo con baldes de combustible, pero nada podía cortar el frío de la herencia del aire helado, o detener la lenta caída del empapelado húmedo, que caía bajo el peso de un siglo de servil respetabilidad. Temblando en nuestra cocina, te veías como una monja medieval, o más bien, como una beguina, una sirvienta del señor en sus horas libres, con tu vestido negro y polvoriento y tu cabello de Hermana de Plymouth apretando tu Mac Powerbook como un misal de los últimos tiempos quemándote las pestañas con traducciones a medio hacer de la Antología Griega y ardientes oraciones fúnebres del Rabbi Issac da Fonseca. Dos semanas después estabas muerta. Y tuvimos que dejar esa casa girando hacia el espacio exterior, aferrándonos a escombros. Ahora ahí vive un político, y llena los cuartos con su propio aire, ignorante de lo que fue enterrado allí. Katherine: nos sentamos en el Clarence Hotel, bebiendo vodka Martinis, riéndonos de lo mucho que nos conocíamos Aunque en esta vida raramente nos encontramos.

Michael O'Loughlin (Dublín, 1958) In This Life, New Islan, Dublín, 2011

W. B. Yeats / Viaje a Bizancio I Este no es país para viejos. Los jóvenes

abrazados, las aves en los árboles -esas generaciones moribundas- entonando su canto, las cataratas del salmón, los mares repletos de macarela, lo que nada, corre o vuela, alaban el verano entero todo lo que es engendrado, nace y muere. Atrapados en esa música sensual todos olvidan los monumentos del intelecto imperecedero. II Un anciano no es sino una cosa despreciable, un abrigo en jirones sobre un palo, a menos que el alma aplauda y cante, y cante más alto por cada jirón de su vestido mortal; tampoco hay lecciones de canto, sino estudio de monumentos a su propia magnificencia; y por eso he surcado los mares para llegar a la ciudad santa de Bizancio. III Oh sabios que resisten en el fuego sacro de Dios como en los mosaicos dorados de un muro, dejen el fuego sacro, giren en la espiral y enseñen a mi alma a cantar. Consuman mi corazón; enfermo de deseo y encadenado a un animal agonizante no sabe lo que es; y recójanme en el artificio de la eternidad. IV Una vez fuera de la naturaleza no volveré a tomar mi forma corpórea de ninguna cosa natural, sino de una como las que forjan orfebres griegos de oro repujado y esmaltada en oro para despertar a un emperador soñoliento; o que posan sobre una rama dorada para cantar a los caballeros y damas de Bizancio de lo que pasó, pasa o pasará. [1928] Habla de la belleza perfecta Oh párpados nublados, tenues ojos que sueños emborronan, los bardos que se afanan de continuo por construir una belleza perfecta en sus rimas son vencidos por el mirar de una mujer y por la ociosa prole de los cielos; por ello, mi corazón se inclinará, cuando el rocío

caiga lento, hasta que Dios queme el tiempo ante los ociosos astros y ante ti. [The Wind Among the Reeds, 1899] William Butler Yeats (Dublín, 1865 -Roquebrune-Cap-Martin, Francia, 1939), Poesía reunida, PreTextos, 2010