Poesia

COLECCI~NDXRIGIDA POX AMADO ALONSO y GUZLLERMO DE TORRE Publicodor: MIGVELA. CAMINO:EL PAISAJE, EL HOMBRE Y SU CANCI6

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COLECCI~NDXRIGIDA

POX

AMADO ALONSO y GUZLLERMO DE TORRE

Publicodor: MIGVELA. CAMINO:EL PAISAJE, EL HOMBRE Y SU CANCI6N (Chacayaleras), SAM DE IBAREZ: CANTO. HORA CIEGA. RAFAEL ALBERTI: POESfA (1938-1942). ENTRE EL CLAVEL Y LA ESPADA (1939-1940). PLEAMAR (1942-1944). ARTVROCAFDEVXLA: CANCIONES DE LA TARDE. Josi PBDRONI: EL PAN W E S T R O . FRANCISCOLUIS BERN~RDEZ: POEMAS ELEMENTALES. EL BUQUE. POEMAS DE CARNE Y HUESO. JULIO HERRERA Y REISSXG:POESfAS COMPLETAS. (Estudio prcliminar por Guillemo de Torrr.) C~NRADO NA& ROXLO: EL GRILLO. CLARO DESVELO. PEDROSALINAS: PoEsfA JUNTA. OLIVERIOGIRONDO: PERSUASI6N DE LOS DfAS. EMILIO FRUGONI: LA ELEGfA UNANIME. ANTONIOP ~ R E VALIENTE Z DE MOCTEZUMA:SOL E N LA NIEBLk HQRACIO REGA MOLINA: RAfZ Y COPA (Antologia). JUVENAL ORTIZ SARALEGLII:LAS DOS N m A S Y OTROS POEMAS. F E R M ~ESTRELU N GUT~RREZ:NOCTURNO. GONZ~LEZCARBALHO:SOLO E N EL TIEMPO. LUIS CAN& LIBRO E N ESPERA. SOLEDAD. EUGENIOJULIO IGLESIAS: VICENTBBARBIERI: NirMERO IMPAR. JORGE LUIS BWGES: POEMAS (1922-1943). RICARDOE. MOLINARI:MUNDOS DE LA MADRUGADA. ALPREDOR. BUFANO: COLINAS DEL ALTO VIENTO. DELMIRAAGUSTJNZ: POESfAS COMPLETAS. (Erfudio preliminor por A. Zum Felde.) PABLO NEKUOA: RESIDENCIA E N LA TIERRA. JUAN R A M ~ N J m b ~ e z : ANTOLOJfA POFTICA. PEDROPRADO: NO MAS QUE UNA ROSA ANTONIO APARICIO: F&SULA DEL PEZ Y LA ESTRELLA. ALBERTOURETA: ANTOLOGfA PO~TICA.

I

ANGEL

CRUCHAGA SANTA M A R ~ A

ANXOL S E L E C C I ~ N Y P R ~ L O G OD E PABLO NERUDA

E D I T O R I A L L O S A D A , S. A . BUENOS AIRES

Adquiridos 10s derechos exclusivos. Queda hecho el depbsito que previene la ley nhm. 11.723 Copyright by Editorial Losada, S. A. Buenos Aires, 1946

IMPRESO EN L A ARGENTINA IMPRESO EN LA ARGENTINA

N I el que impreca c o n salud de forajido, ni el que llora con gran sometimiento quedan fuera de la casa de las musas pcuesias. Per0 aquel que rie, e'se estd fuera. L a residencia de las seEoras musas est6 acolchada de tapices agrios y comzinmente v a n las Damas aderezadas de doloroso organdi. Duras y cristalinas, como verticales y sdlidas aguas son las murallas de la vivienda solemne. Y las cosechas de sus jardines no dan el resultado del veran0 sino que e x j o n e n la obscurtdad de su misterio. Bsta es la manera y sacrificio de comenzar a frecuentar las estancias de Angel Cruchaga y de Santa Maria y el m o d o de troipezar con sus nzimeros ange'licos y digerir sus obstinados y lzigubres alimentos. 9

C o m o un toque de campanas negras, y con temblor y sonido diametral y augur las palabras del md'gico cruzan la soledad de Chile, tomando de la atmdsfera substancins diversas de supersticidn y lluvia. Devoluciones, cornfiras, edad, lo b a n fransfigurado, vistikndolo cuda dia lunar con un ropaje md's sombrio, de tal manera, que, repentinamente visto e n la N o c b e y e n la Casa, siniestramente despojado de atributos mortales pareceria, sin duda, la estatua erigida en las entradas del gran recinto. C o m o anillos de la temperatura del advenimiento del alba del dia del otoKio, 10s cantos de Angel se avecinan a unos llenos de belada claridad, con cierto temblor extraterrestre y sublunar, vestidos con cierta Pie1 de estrellas. Como vagos cajones de bordados 31 pedrerias casi abstracfos, a u n enredados de fulgurantes bvillos, productores de u n a tristeza insana, parecen adaptarse de inmediato a lo previsto y presentido y a lo antiguo y amargo, a las raices turbiamente sensibles que agujerean el ser, acumulando alli sus dolientes necesidades y su triste olvido. Esos cajones d u k e s y fenomenales de la poe'tica de Angel guardan sobre todo ojos azules de mujeres desaparecidas, grandes y frios como ojos de extraGos peces, y capaces a u n de dar miradas tun largas corn0 10s arcoiris. Substancias definitivamente estelares, cometas, ciertas estrellas, lentos fendmenos celestes b a n dejado alli un olor de cielo, y a1 mismo tiempo gastados materiales decorativos, como espesas alf ombras destruidas, amarillentas yosas, viejas direcciones, delatan el paso muy inmdvil del tiempo. Las cosas del imperio sideral tdrnanse femenina10

I

mente tibias, &an en circulos de obscura esplendidez, como cuerpos de bellas ahogadas, rodeadas de agua muerta, dispuestas a las ceremonias del poeta. Las vivientes y las fallecidas de Cruchaga b a n tenido una tira'nica predisposicidn moriuovia, b a n existido t a n pzcramente, con las manos t a n gravemente puestas e n el $echo, con tal acierto de posicidn crepuscular, detra's de una abundancia de vitrales, e n t a n pausado trhnsito corpdreo, que nzds bien semejan vegetales del agua, hzimedas e inmdviles florescencias. Colores obispales y cambios de claridad alternan e n s u moradd y estas luces duales se suceden e n perpetuo ritual. N o hay el peso ni 10s rumores de la danza e n 10s atrios ange'licos, sino la misma poblacidn del silencio con voces y mdscaras a m e n u d o tenebrosus. De un confin a otro del movimiento del aire repite sonidos y quejas e n amordazado y desesperante coro. Enf ermedades y sueGos, y sera diuinos, las mezclas del hastio y de la soledad, y 10s aromas de ciertas flores y de ciertos paises y corztinentes, b a n hallado e n la retdrica de Angel mayor lugar exta'tico que e n la realidad del mundo. S u mitologia geogrhfica y sus nombres de $lata como uetas de f u e g o frio se entrecruzan e n su piedra material, e n su zinica y f m o r i t a estatua. Y entre 10s repetidos sintomas misticos de su obra t a n desolada, siento su roce de lenta frecuencia actuando a mi alrededor con domini0 infinito. PABLO NERUDA.

Isla de Java, febrero de 1931.

11

I

MI S O M B R A

I

1

sombra en la pared parece triste, como la sornbra que dejara un muerto. iOh sombra atormentada por el padecimiento de mi vidat Cuando 10s amigos me abandonen pareceris mis ddbil y ddiente, y tendris el temblor de la agonia en el silencio azul de las callejas. Amiga que me sigues para decirme frases que me alivian, I

,

I

I5

Amiga, me conversas del brote de 10s Srboles, de las luces dolientes de las calles, de Dios, que me contempla en el florecimiento de las cosas y en 10s ojos cristianos de mi madre. ;Oh sombra atormentada la que brot6 de mi cerebro triste! Como un sueiio de Dios en el silencio de mi carne de luz y de neblina, semeja un vel0 azul, y cubre las heridas de Jesbs.

!

i I

c 16

ENla pieza he sentido la humedad de la tierra benigna, como un soplo que trajera la muerte. Es la humedad que sentiri la estrella, las almas que analizan el desenvolvimiento de las cosas en la malla indecisa del silencio. Humedad de 10s huesos que atormenta la luz y el imposible. La humedad de ser triste

17 Antologfa po6tica-2.

P

como un camino abandonado y hosco en donde se recuestan las neblinas, esas rnujeres pilidas y enfermas. En mi pieza en penumbra se doblega un soplo de humedad, como una mano fria que se acercara a nuestra carne, la mano de un espiritu que buscara la vida para disolverla entre sus dedos. Contemplo las imigenes de la pared y las encuentro tristes como sintiendo miedo de la muerte. He mirado las sombras buscando unas pupilas y en las manos frias, como un soplo he tenido temblando la onda de su alma.

18

i O H CEREBRO DOLIENTE!

I

io, la

cerebro doliente que analizas la hora, estrella, la sonrisa, y 10s tonos del dia! iOh cerebro doliente donde duerme la aurora y cantan las campanas de mi Gltima agonia!

iOh cerebro doliente, analitico y claro! iOh tim6n luminoso de una barca que boga por un mar negro y solo donde parece un faro la luna que a lo lejos resplandece y se ahoga! 19

I

iOh cerebro que exploras el campo de la nada y ahondas en la vaga neblina del misterio! TG sabes de la muerte: desgarrir tu mirada miis all6 de 10s huesos del blanco cementerio.

TG conoces lo real y lo desconocido donde el ruido enmudece y las alas empiezan donde Dios se levanta como un Brbo! florido, donde cantan 10s ingeles y las virgenes rezan.

TG que ves en la sombra las cosas imprevistas: pupilas que nos miran; astros desconocidos, blancas constelaciones sueiios de 10s artistas y virgenes que aroman paraisos perdidos.

Th has visto las pupilas de Dios sobre las cosas en la estrella que tiernbla, en la sombra que besa, en la madre que rnira, en manos temblorusas y como una aureola flotar en la tristeza. iOh cerebro doliente que analizas la hora, la estrella, la sonrisa y 10s tonos del dia! iOh cerebro doliente donde duerme la aurora y cantan las campanas de mi dtima agonia!

20

LOCURA

CUANDO estoy en el lecho con 10s

ojos abiertos diviso tu vestido de sombra y de humedad. Vienes de 10s rincones de esos cerebros muertos que dejaron de pensar.

Locura, te sonries con una risa fuerte que no ha tenido nunca una mujer terrena y siento tus pisadas resonar en la muerte como un ruido muy dibil de un pie sobre la arena. 21

Locura, en el jardin haces crujir 10s huesos. Arrancan 10s espiritus que se acercan a verme y hay en mi un balbuceo de 10s filtimos rezos y mi espiritu sufre sin poder conocerme.

iOh 10s miembros que esperan unos ojos irreales para sentir la vida que se pudre y no sana! iOh locura, doncella de ojos espirituales, aproximame a1 sol y aroma la mafiana! iOh locura, me agradan tus movimientos finos. Tix no has sentido nunca celos de mi imposible. Das sombra a1 coraz6n cuando va en 10s caminos bajo Dios que lo mira con su rostro invisible. Locura, reverencias mi amor y te arrodillas ante mi, finamente, con la humedad del siervo y afinan mis cabellos tus manos amarillas. iOh tus manos fatales son las alas del cuervo! .

I

I

22

A VlVIR

No he visto sus pupilas ni he sentido su halago; las horas se doblegan sobre mi coraz6n y todo es tan lejano indiferente y vago que semeja mi vida un ciego en el rinc6n.

Mi silencio de seda espera la fragancia de su risa que vuela como una mariposa. tD6nde estin sus pupilas? MorirS en la distancia como pintura antigua encantada y borrosa.

23

la hora lejana y blanca de morir no se acerca a1 silencio? Seguirin las maiianas y seri una agonia cada alegre lucir del sol en 10s cristales de las pobres ventanas.

Acaso en una tarde tercamente aburrida, su silueta, en la hora doliente y desmayada deje un perfume vago de muerte y despedida, el Gltimo perfume que se elev6 en su almohada.

Y pasari a mi lads. MirarC sus pupilas: se hundirin en mi espiritu como znclas luminosas. Seri la tarde de oro. Las almas intranquilas verin la indiferencia maligna de las cosas.

Doblari lentamente la dorada cabeza y dejari un perfume y pasari sonriendo. Y seguirC viviendo. . . Y seguirC viviendo

I

24

DEL MOMENT0 drLTIM0

UNAhora imprecisa. El cerebro durniia. Quise entreabrir 10s ojos; fu6 inGtil el intento; y mi espiritu vi6 la postrera agonia de mi cuerpo, gusano frio y amarillento.

Y no temi6 el espiritu; fuC como una alegria ver la vida muridndose de refinamiento, mientras el silencio de la pieza se abria como un ataGd en la quietud del momento. 25

I

En 10s pirpados muertos senti la caridad de tus ojos azules plenos de castidad, de tus ojos mirindome en la nada perdidos,

y senti la impresi6n del irbol que se marchita. Abri6 la eternidad su b6ved.l infinita y uno a uno cayeron ante Dim mis sentidos.

26

LA VOZ QUE VIENE

Y tus ojos azules en las piginas sentirh la agonia de mi espiritu en un largo morir maravilloso. Tus ojos me verin como un mendigo que ha juntado 10s piirpados y tiembla sujetando la luz de las dsiones que en la carne se duerrnen como niiios que sienten miedo de 10s ojos malos. En tu mano mi vida fuC el maduro fruto que se desprende en el silencio.

27

Se corsumi6 mi sangre bellamente en el lento cedazo de mi sombra. Th ver6s el dolor de 10s minutos que en mis versos se agitan naufragando en un c6liz de estrellas: m cerebro, 7‘15 veris el impulso de mi vida exangue que te busca en el sigilo donde pas6 t u pie como un aroma. Para ti fud mi coraz6n un mudo que pus0 las preguntas en 10s ojos y en las manos cansadas de esperarte. Fui ddbil como el perro que se encorva y que tiene 10s ojos ahondados de pensar en las cosas.

28

DEL RUMOR OCULTO e

, l

l

SOBRE el regocijo sabio de mi virtud, de ser todo el silencio que no han violado aGn las voces terrenales ni el vuelo de la luz esperan las mortajas de mi decrepitud.

En el nocturno miedo soy huraiio y sutil y rio con las muecas que ahondan el morir y entrego mis virtudes a la luz del jardin. {Me comces aGn? Me he empezado a podrir.

29

Sobre la aldea augusta de mi serenidad tu vida se disuelve como un viento de paz y vibras en mi ser como un dCbil crista1 que agitara una mano convulsa a1 expirar.

30

HACE ruido mi sombra detris de mi cerebro y sigo por las calles hundido en el momento, y ya no me conozco, {de qui& ser6 mi cuerpo? {De alghn desconocido que vino del infierno? iOh sombra que me eclipsas! Escycho el tembloroso coraz6n de t u aliento; me muerden las araiias frias de tus cabellos.

Y creo que soy yo porque he pensado en Ti, arc0 del imposible que pasard a1 morir 31

regio de maravillas con el paso infantil y enorme y armonioso porque he sido infeliz. Y creo que soy yo porque he pensado en Ti.

No SC c6mo me llamo, ni recuerdo mi VOZ; per0 siento la tuya como algo que muri6 y la escucha mi muerte como una vibraci6n lejana y apacible del ala del Seiior. No SC c6mo me llamo ni recuerdo mi voz.

No me pierdo en las calles porque dejo mi mal, una huella de Ti, de tu serenidad. :Oh las huellas azules que esperindome estin, como todas las madres que respiran en paz y unidas de la mano me sintieron pasar! iOh las huellas azules que esperindome estin!

32

I

LOS RINCDNES

E u o s parecen 10s ancianos tristes que se quedaron ciegos, en quietitd y no hablaron con nadie.

Ellos sienten la voz que se reGne como un haz de puiiales en 10s cuartos y aspiran el perfume que brota de 10s ojos virgir-ales. Antologkt po6tics-3.

i

33

iOh 10s rincones frios que vigilan como la sombra de 10s padres muertus! Ellos son 10s humildes y 10s tristes que alegra la sonrisa de 10s niiios y el claro coraz6n de las campanas.

La luz en 10s rincones se fatiga, la luz teme morir sobre el tejido ddbil y obscuro de las telaraiias.

i Oh rincones amigos, mi taciturn0 coraz6n os busca cuando la carne echada se fastidia de no sentirse dibil!

'34

SONRfE A L MUNDO

T-irdebes sonreir, tienes un hijo; yo no tengo unos ojos heredados de 10s mios exangiies y difusos.

Su cabellera rubia se sonrie sobre la luz de las debilidades. Las manos diminutas son un puente para sentir la eternidad que tiembla. “15 debes sonreir, tienes un hijo;

35

I

yo no tengo palideces y mi cuerpo disuelta la maleza de la vida ha perdido su sombra en el espejo. Yo no tengo ni sombra y me sonrio. jOh regocijo de 10s niiios blondos! iOjos azules de 10s niiios dibiles! Manos diminutas, sois el triunfo sobre mi muerte ritmica y viviente. Tzi debes sonreir, tus manos claras sintieron la alegria del retoiio como si el agua entrara por 10s dedos. Mis manos se sonrien en t u sombra como dos ciegos que a la luz volvieran. Hijo que no viniste por el tosco recinto de mi cuerpo, tus latidos 10s siento, 10s presiento temblxosos como si un miedo enorme te anudara la luz en 10s umbrales de mi vida. {Has sentido la muerte de tu padre?

36

JOB Primera edicidn 1922 Segunda edicidn 193 6

LA EVOCACIGN DE JOB

SANTO del muladar, terrible santo, tu alarido de piedra hacia el Eterno, es una torre trdmula de espanto. icon tu cilicio se arom6 el infierno!

I

Santo de Hus: tus llagas y tus manos fecundaron las rosas. Diste un ray0 de luz a 10s gusanos y hablaste del Mesias a las cosas. 39

T

Inefable profeta de Idumea, Padre del mundo, de la muerte abuelo, tu azul desgarramiento fuC una tea sumergida en la noche y en el cielo.

;Oh milenario surco del tormento, tu voz se alz6 como una espina terca hacia la amarga luz del firmamento! ;Nadie estar6 de Dios nunca mis cerca! De tu sangre celeste y melodiosa brot6 la cruz y apareci6 el Mesias que volaba como una mariposa sobre la santa hoguera de Isaias.

isanto del muladar, lepra que canta hacia 10s siglos como un bosque eterno! FuC toda melodia tu garganta. jAGn la escucha Luzbel en el infierno!

40

A LA VENIDA DE JESUS

TERRA Clara y sonora de 10s bosques profundos; sombra de Jesucristo desde el cielo tendidz, suaviza tus montaiias y tus mares jocundos, de las estrellas viene Jeshs sobre la vida.

Que se transforme en miel el coraz6n divino de 10s Srboles claros, bellos y estupefactos. Viene el navio eterno que trae el vellocino. iOh espiritu del Mundo, mostrJdle vuestros actos!

41

iOh brazos de las madres puros y transparentes, recibid a1 JesGs dulce y maravillado! iOh coraz6n inquieto de las hondas vertientes, cantad sobre la vida como un Job inspirado! Acariciad sus huellas, ioh j6venes esposas! Hasta Luzbel sonrie aclarando el infierno. Viene JesGs, hablad, oh labios de las cosas obscuras y olvidadas por el Pastor Eterno. Dolores de 10s &,boles profundos y cansados que trasudan fatigas y temblores violentos, cantad a 10s sonoros espacios estrellados que perfuman 10s ingeles y atraviesan 10s vientos. Cansancio de Luzbel; atroz monotonia

de sus cinco sentidos para el amor exhaustos; semillas sin vigor; manos en agonia que no acrecientan 10s Gltimos holocaustos. Tierra de las miserias, carne de Job vencida, prepirate a1 prodigio; florecerin tus llagas. El perfil de JesGs se incrustar&en la vida, como la madre muerta en las horas aciagas. iOh senderos del mundo, JesGs viene tranquil0 de las constelaciones infinitas y suaves! Contempladlo avanzar en un dulce sigih Mueve su coraz6n las velas de las naves. 42

L A

APARICIdN

ENun monte apacible de ramajes obscures, como aquiilos del hondo Huerto de 10s Olivos, apareci6 el Maestro de 10s momentos puros llamado por el turbio tormento de 10s vivos.

Bajo un sol quieto y fuerte, amarillo de asombro, el mundo lo esperaba, laxo de sufrimientc. Para morir queria apoyarse en su hombro como un infante rubio en la seda de un cuento.

43

I

1

E1 soplo de 10s

siglos mon6tonos y rudos no habia desgarrado su claridad de lino; mis all5 de su carne chocaban como escudos las olas de 10s mares en un rapto divino.

Por sus venas azules deslizaban 10s rios sus aguas transparentes con un rumor de rosas que deshojara el labio de gloriosos estios. En sus ojos estaban abismadas las cosas.

Desde el monte mir6 10s limites del mundo, 10s terrenos floridos, las ciudades enormes. Ascendia del suelo un sollozo iracundo que estremecia 10s campanarios deformes.

JesGs pens6 en la dulce tierra de Palestina: armoniosa en David; potente en Salombn, y record6 su muerte en la ispera colina dando pCtalo a pitalo todo su coraz6n.

EL

CANTO

DEL

MUSGO

ELmusgo, verde como 10s pantanos alz6 la voz delgada y transparente: “Soy el campo de musgo, el campo triste que en el cielo se duerme.

Tiemblo todo cuando un alma se acerca en el silencio para no lastimarme. No amo 10s cuerpos rudos; soy tan dCbil que el paso de 10s hombres me destruye. 45

Adoro las pupilas de 10s niiios lejanos; las pupilas que son claras como yo en la maiiana; las pupilas donde el Qeo de Dios esti en suspenso.

Cuando sonrien sobre mi, sonrio y bajo el peso de sus pies me encorvo empezando a morir, y las doncellas de almas henchidas como lonas firmes por el soplo del mundo me destrozan.

Aleja, Jesucristo, a las mujeres; en la distancia las presiento bellas. Cuando se acercan tiemblo porque juntan su cuerpo a mis raices. Las adivino sobre mi, desnudas.

Alkjame de todos 10s humanos, s610 gozo la vida cuando rindo el coraz6n a1 cielo, y me adormezco en ti, JesGs. Entonces por el hondo arc0 del cielo, cruzan las sonoras alas de las aves, sumergidas en el nido profundo de la noche.

46

JesGs, adoro el a h a de 10s hombres y el alma quieta de las cosas dCbiles que no saben hablar.

Cuando estuviste en la cima del Gblgota, en la muerte me olvidaste JesGs, tu sangre eterna no abrev6 mis rakes diminutas que se amargan y sufren en la sombra, y pasarh 10s siglos y mis voces se perderkn, JesGs. iMira mi muerte!

Hazme a todo insensible. Desfallezco en la luz de la esfera. Como a un niiio que lo besaras en la frente, tiemblo.

Hazme morir bajo tus manos claras, deseo adormecerme en tus pupilas, Sabes, Maestro, jc6mo hiere el mundo!”

................................

................................ La voz del musgo se muri6 cantando.

47

! LAS

PIEDRAS

NOSOTRAS somos un dolor oculto, nuestros ojos internos estin tristes de contemplar el rostro de la muerte, inmcivilmente adusto en el silencio. Somos algo dormido para el mundo. Duras y solas en la luz del cielo soiiamos con la nube que se pierde como el ala nerviosa de 10s pijaros en una aspiracicin de llama erguida.

Temblamos con el sol sobre la carne y somos claras como las doncellas, cuando el campo esti verde, y el arroyo 48

en la lengua de Dios canta el paisaje. Nosotras somos un dolor oculto que nadie solivi6. {QuiCn sup0 nunca adivinar la angustia de 10s ojos invisibles que esperan a1 Mesias? Solas y tristes, en la luz, echadas como mendigos a la muerte estamos; el polvo del camino, santo pobre, cubri6 la desnudez de nuestro cuerpo.

Pero en nosotras como un canto dulce una visi6n del cielo permanece. Sabemos que 10s Brboles floridos sonrien a1 Seiior que 10s anima. Vemos que la montaiia es una escala para llegar a AquCl que no concluye. Nadie nos ama; la mirada tarbia del hombre es un oprobio en nuesro duelo. iSomos como 10s niiios que no lloran porque 10s vence una visi6n celeste! Tenemos la vejez del primer hombre. Hemos visto el perfil maravilloso de 10s siglos pasar contra 10s cielos como planetas que a la muerte fueran. Nosotras somos un dolor oculto que a Dios envuelve desde la miseria. iQuiCn nos redimirB de nuestro duelo amargo como el ala de un murcidago!

49 Antologla po6tiea-4. I

EL

CANTO

DEL

H U M 0

C o ~ una o cabellera me destrenzo en el viento de Dios maravillado. Soy escala de luz hacia 10s cielos y canto humilde de la tierra triste. Soy como un sueiio: nube, templo en ruinas finjo en el aire, y mi dolor se ahonda siCndolo todo a1 ascender muriendo. iOh si vinieran, a1 subir, las aves del Cristo y me llevaran en un vuelo! Tengo la vida de la gota de agua: 50

j

I

,

cielo y luz, que agoniza en un latido, tengo la levedad de un pensamiento, soy dCbil como el niiio que aGn no vive y ya muere en un limbo. Mi tristeza es delgada y astral, como una virgen que amedrentada huyera de su alma. El sol me absorbe como las arenas de 10s desiertos a1 arroyo. Viajo como 10s serafines por el cielo y me ven las estrellas y las cosas morir en el espacio. Mi tristeza cruza la vida como 10s minutos sobre el rostro de Dios, sin dejar huella . . .

51

I

L LUZBEL BAJO EL ClELO NOCTURNO

ENla siniestra sima del infierno decrepito, sin paz, Luzbel yacia. Su amargo coraz6n soiiaba en Cristo

por el encanto primitivo envuelto. Sus ojos, quietos en el cielo enorme, cogian las estrellas temblorosas y eran gotas de fuego en sus retinas que vieron 10s timones de 10s siglos hundir la eternidad maravillada.

La voz intensa de Luzbel se alz6: “Cielo profundo, cielo de 10s ingeles; 52

ambiente de las alas y las n u b ; cisterna de 10s bdsamos eternos, mi coraz6n se alarga como un labio sediento de tu bien perseverante. Siento en la salas el temblor antiguo, la serenada luz de las estrellas es una voz de madre que suspira mis all& de mi carne tenebrosa, mis all&de mis venas carcomidas por el vicio del mundo.

Luz del cielo suavizadme 10s ojos que se mueren, haces de aristas que aguz6 el pecado. AI26 la mano para recibirte como a un fruto maduro, cielo antiguo que fuC mio en 10s ojos y en las alas. Constelaciones bajo el pie de Cristo envolvedme la vida como a un pobre que en las calles del mundo no ha116 amparo. iCirculad por mis venas cielo enorme! Necesito en mi sangre !as estrellas y a Dios sobre las manos vacilantes para besarlas a1 cerrar 10s ojos. Sobre mi coraz6n deseo el mundo para hacerlo sufrir junto a mis huesos, para hacerlo morir junto a mi muerte.”

-

F

EL CANTO DE LAS MADRES

VIENEN las madres jhvenes, pilidas y vencidas, las cabelleras sueltas a1 crepGsculo inmenso, una corriente azul para lavar heridas. Bajo el materno asombro, JesGs esti en suspenso.

Vienen las madres tiernas, delgadas como espigas. iOh trigo de sus vientres! iOh pan maravilloso de levadura eterna! iOh miel de las cantigas que perfuman a1 niiio y aclaran a1 esposo! . . . 54

i--

iOh vestiduras blancas avanzando en la hora! iOh pupilas en kxtasis que claman a JesGs! Un vasto coraz6n por la tierra sonora, limpio como un infante que cantara en la luz. Todas las frentes se alzan a1 maestro apacible; el cielo es como un vas0 femenino curvado. Como un collar de vidrio se ha roto el imposible. Oye el canto JesGs Crucificado. “Que no sufran nuestros hijos. iSeria mejor la muerte! Arroja tu paz profunda sobre sus almas celestes. Nuestra sangre te lo pide. ;Oh Dios que arom6 el pesebre y que abraz6 el universo, como una madre sonriente! Jesucristo, Jesucristo, protege nuestros retoiios porque si van a sufrir se romperin nuestros ojos. Seria mejor la muerte, mira qui dCbiles somos y ellos tienen el perfil suave aGn como tu rostro. 55

Te lo piden nuestras manos blancas, Seiior, en t u cielo; te lo pide nuestra voz, el temblor de nuestros senos, el cansancio de vivir, la red de nuestros cabellos. i Jesucristo, Jesucristo, por ellos sufren 10s huesos!

Hazlos reir, que no sepan que 10s hombres Sudan sangre, que el amor es sufrimiento, y que se muere en la tarde el coraz6n sin hallar el bilsamo que lo salve. j Jesucristo, Jesucristo, mira el dolor de tu madre!

Deja que 10s nifios jueguen con la luna y las estrellas y que sonrian a1 sol que canta sobre la tierra; deja que su algazara perfume nuestra miseria. Jesucristo, Jesucristo. {No eres un niiio que tiembla? 56

LOS

HIJOS

DE

JOB

S o ~ o hijos s de las llagas

retoftos del desaliento; llevamos la cruz del Cristo en lo intimo de 10s hesos. iNuestro canto es un puiial! que va a clavarse en 10s cielos. Nacimos crucificados como 10s largos senderos.

57

Nuestro canto es un abismo que puede tragar el orbe. Pasamos como 10s cuervos por el crista1 de la noche. Estamos junto a la muerte. Hemos llegados a los bordes de este mundo y la esperanza ha huido quidn sabe a d6nde. iPara qui luchar en van0 si nada ya nos consnela y en nuestra tGnica tosca muerden todas las estrellas como en un fruto maduro donde la muerte se hospeda! iPara qui luchar en van0 si esti maldita la tierra y Luzbel tiende sus alas de media luna siniestra!

Seiior: espejo de or0 donde se miran 10s niiios. Somos 10s hijos de Job; llevamos en el cilicio una rosa del infierno y un jazmin del Paraiso. Pasamos como rnurcidlagos obscureciendo el camino. 58

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Dinos t u muerte, sabemos que el j6bilo nos olvida y que hay ponzoiia siniestra en todas nuestras semillas. Dinos la muerte, Seiiox. jR6mpenos como a una lira! Entre tus dedos azules se ir5 sonriendo la vida.

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Avienta en el horizonte todo el mal que nos doblega y sopla tus huracanes porque pudiera la tierra podrirse con el solemne poder de nuestra miseria. j Que disuelva nuestras vida9 el viento de las estreilas!

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EL HOMBRE MARAVILLOSO

C R Upor Z ~10s caminos dolorosos mirando el agua, el Srbol y la nube. El primitivo albor de 10s sentidos le di6 serenidades de crep6sculo. Llev6 sobre 10s ojos ahondados la figura de Dios; sufri6 en las cosas y su llanto cay6 solemnemente -1igrimas de montaiia en la neblina-.

En la angustia silente de 10s Lrboies bebi6 el suplicio de la tierra toda y en 10s arroyos para bautizarse el alma, penetr6 grave y desnudo. Vueltos 10s claros ojos a la noche vibraba en las estrellas; sus oidos tensos como una cuerda recibian el canto inmenso de 1 0 3 mundos.

Ddbil y transparente su envoltura triste traslucia las cosas como un vidrio. En 10s jardines junto a las sonrisas perseverantes de 10s niiios, pudo llenar su sangre de sonoridades, tal un ciego en la luz del Paraiso.

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EL CANTO DEL HOMBRE MARAWLLOSO

SEGORde 10s ojos claros, regocijo y maravilla, mira las cosas humildes que claman por tu venida. Han sufrido en el silencio, y hoy contemplan tus pupilas para pedirte la muerte ies una llaga su vida!

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El dolor de 10s mortales hizo 10s caminos turbios; entristeci6 las estrellas y di6 amargura a1 crepdsculo. iEs una herida el pasado y es una herida el futuro! Es el bilsamo la muerte. iMiranos que somos tuyos! Fui por todos 10s caminos oyendo cantar las aves, las aves de Dios, jaqdellas que visitan a 10s Sngeles! y su canto era tan triste que se secaban 10s Srboles y el arroyo enternecido era un sollozo de madre. Mira las cosas, Seiior, aquellas que son humildes y que no alzan el lamento hacia el horizonte triste. Mira las cosas pequeiias que siempre quieren morirse. S610 se alegran a1 ver tus claros ojos felices.

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iQuC veneno doloroso tiene la tierra en su seno! Son un dolor 10s caminos y una congoja 10s pueblos. Todos te llaman, Seiior. iSon 10s infantes serenos que bendecian tus manos! i Senderos, niiios, labriegos!

Es el af4n de la muerte que circula por las venas. Quiere morir la montaiia herida por una estrella. Y 10s hombres estin tristes porque es la misma tristeza de Adin la que nos agobia. iYa no hay una angustia nueva!

Es el cansancio, Sefior, de este mundo, igual, solemne, con sus campanas mon6tonas, y con sus lunas de siempre. iQuC gusano de desgracia lleva la tierra en su vientre! iQuC mal de Saturn0 cae sobre 10s 6rboles verdes!

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EL C A N T O DE L A CIUDAD

SOYla ciudad maldita que la lujuria doma. Destrliyeme, Seiior, bajo tu mano fuerte. QuCmame con t u fuego como antaiio a Sodoma. S610 puede lavarme la ola de la muerte.

A mi vienen 10s hombres cansados y mezquinos con su resto de luz y su Aspera impureza. Se estrellan en mis muros 10s niufragos destinos. iNo hay jlibilo que pueda engaiiar mi tristeza! 1

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Antologia poftica-5.

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F S i de la muerte gris que trepa por 10s muros como larga culebra de amargas contorsiones. Se destilan en mi 10s momentos obscuros: Soy un antro infamante que acaricia ilusiones.

En mi juega el destino como en una taberna; la gloria y el amor florecen en 10s dados. Yo soy sobre el abismo como una playa eterna donde canta la voz agria de 10s pecados.

En mi danza procaz Salomk se desliza y exalta su lujuria 10s sentirlos obscuros. Los corazones son Snforas de ceniza que destruye la muerte entre sus dedos puros.

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Evoco a Babilonia vetusta y armoniosa que no escuch6 a Daniel, dormida en su pecado.

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que sabe que la muerte en sigilo ha llegado.

Sefior: td que pudiste alzar de 10s escombros sepulcraies a LSzaro, envuilveme en t u fuego, quiero mirar la gracia que fluye de tus hombros como se eleva el dia en el alma de un ciego.

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Toda la ambigiiedad de la tierra poseo, claridad y miseria, jardines y serpientes; y la llama de seda que brota del deseo canta en mi con la voz de todos 10s orientes.

Soy la ciudad maldita donde el juglar levanta sobre la muerte el cuerpo lacerado y siniestro. Con mi sollozo haria podrirse la garganta. iSoy una cruz enorme y en mi mueres, Maestro!

Encima de las torres donde tiembla tu veste las almas de 10s niiios juegan y su alegria es un circulo de or0 en el aire celeste. iOh niiios en la tarde, redentores del dia!

Soy la ciudad maldita que ante Luzbel se humilla. El infierno acaricia mis alas de vampiro. Tengo 10s ojos turbios y la frente amarilla. iQue nos queme, Seiior, la llama de un suspiro!

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LA

PALABRA

J E S ~ Smiraba

DE

JESOS

largamente el mundo como a un rostro silente y desolado por cuya carne camin6 la muerte. En la caverna celestial la lumbre del sol se iba pudriendo como un fruto. JesGs envuelto en su espiral de siglos fijos 10s grandes ojos en las ruinas de la tierra servil alz6 la voz. La esperaban temblando 10s escombros y las ciudades y 10s mares de oro. 68

Se adormeci6 el sollozo de la tierra y se escuch6 en la cumbre de 10s cielos latir las alas del milagro enorme. Las estrellas oian las palabras. La t6nica celeste del Maestro como la Virgen eclips6 la luna. La voz se reclin6 en el horizonte, como mano de abuelo sobre un niiio. “En el recinto de 10s corazones puse el compendio de mis universos, y en el temblor profundo de 10s bosques hice fluir la m6sica del cielo. La solemne dulzura de mi sangre vibr6 en las cosas y en el hombre. Todo se penetr6 de mi y en el latido celeste de mi sangre estuvo el irbol, el agua y la mujer maravillados. El canto de 10s rios era alegre, porque salia de mis labios claros. En las praderas verdes y jocundas di voz a 10s arbustos y en las alas de 10s pijaros puse resplandores de estrella fulgurante sobre el agua, En 10s montes adustos y tranquilos floreci6 la leyenda y el prodigio que bajan en el vuelo del crep6sculo sobre las cabelleras infantiles. Con mis manos heridas en la muerte hice las almas y 10s corazones

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y model6 en silencio la silueta amarga y temblorosa del futuro. A las madres les di mi propia sangre. En ellas muero y resucito siempre.”

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U

I

EL PRESENTIMIENTO DEL OLTIMQ DfA

CLARO presentimiento de la muerte que hace cantar la tierra. jMoriremos! suspiran 10s cipreses. jDios nos llama! sollozan las estrellas.

La montaiia palpita extasiada en la sombra de 10s cielos, y la ciudad es una enorme herida que canta por 10s campanarios trimulos. 71

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I 1

Los arboles elevan desde la tierra fdrtil UR sollozo, y se conmueven de pavor las piedras. iEl nuevo dia no tendri retoiios!

1 I

Viene la muerte, ya sus dedos palpan 10s muros en silencio. Hace temblar la luz de las ventanas. iLa tarde se le escurre entre 10s dedos!

iViene la muerte! cantan 10s pastores en 10s valles humildes, y la bella vertiente de 10s montes quisiera eternizar la tarde triste.

La tarde triste; la Gltima campana la llora como un niiio en sus sones que son una balada de eternidad en valles de zafiro.

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F

LA

DESPEDZDA

DEL

SOL

postrera mirada grave como un lamento lanza el Sol a la tierra moribunda. En el viento canta como 10s mares una solemne voz que hace mover la tGnica de Dios.

L A

Tierra, vetusta amiga desde el dia sonoro en que el Seiior tendi6 sus pidagos de oro. En ti dejd durmiendo mis fulgores mis suaves, iluminC tus almas, hice cantar tus aves y en un abrazo loco te volviste mi sierva. 73

Me reclinC en la hierba como un niiio travieso. Me deslicC en las ondas de tus mares soberbios y floreci en las frondas. Yo fulgurC en 10s ojos de todas las doncellas y celoso despuks me enamor6 de ellas. Fui en la ciudad el brillo y el amor. Los cristales me esperaban temblando cual senos maternales a1 hijo doloroso. La ciudad fuC enjoyada por mi luz y en mi beso se sinti6 enamorada. Hoy me irC para siempre, mares, ciudades de oro: me voy como un infante alejindome y lloro. Rosas de 10s jardines, doncellas, rios, montes contempladme morir sobre 10s horizontes. Ya no serC el romero que va por 10s caminos hablindole de Dios a pobres peregrinos.

H a llegado la hora en que yo muera, oceanos azules con navios trkmulos y livianos. Yo vivir; en vosotros cuanda me vaya, quiero dormirme en vuestras olas; ya sC que asi no muero.

Y el sol mir6 10s montes y 10s mares en paz, triste como el viajero que no volveri mis, y se fuk lentamente borrando por el cielo rosado, azul, celeste y gris como un abuelo. Sobre todas las cosas se adormeci6 su voz, hasta morir disuelto en el aire de Dios. 74

1

EL

]UICIO

FINAL

SAN Juan Evangelista, tus cantos elan ciertos, ya vienen avanzando las cuencas de 10s muertos, Se cumplen tus enormes profecias obscuras. Del Brbol del misterio caen pornas maduras. Por todos 10s caminos se acercan a1 llamado 10s muertos y en 10s cielos hay un rumor sagrado y tocan 10s arcingeles las trompetas del juicio sobre todos 10s mundos. Desde su precipicio Luzbel escucha el s6n y tiembla entre sws llamas como 10s moribundos que ven 10s panoramas

de la tierra alejarse. Luzbel sueiia en el cielo primitivo y suspira: cubren su desconsuelo sus dos alas obscuras y quiere alzar su grito hacia la luz profunda y a1 sentirse maldito sobre sus hogueras desconsolado llora. Dios deshoja el jazmin de la idtima hora. iOh crineos amarillos bajo la luz postrera avanzando a1 Seiior que en el silencio espera! iOh angustia inevitable que corroe a1 malvado! iOh repulsi6n viscosa del hombre que ha pecado! iOh martirio que trepa hacia 10s cielos hondos! iOh sones arcangilicos sobre 10s crineos mondos! ;Oh mirada del padre sobre todas las cosas! Claridad de 10s niiios; amor de las esposas. iOh lamentos de Job! iHogueras de Isaias! iOh brasas de Ezequiel! iLlanto de Jeremias! i JCibilo de 10s santos! iPasmo de Sime6n y loca pedreria del sabio Salombn! iViene la hora Ciltima, la hora de San Juan! En el pavor inmenso 10s huesos hablarin. . . Valle de Josafat, camino abierto hacia lo eterno, Ciltima jornada, canto de piedra cuando todo ha muerto. iOh posada de Dios, honda posada! Borde del mundo, orilla de la muerte. iOh sueiio de San Juan en el delirio 76

donde el misterio como un sol se vierte. iAlba del cielo o alba del martirio! iC6mo brillas Seiior sobre 10s huesos de 10s que arrastran su esqueleto obscuro, osamentas roidas por 10s besos que abn tiemblan en la espera del futuro!

iOh tu claridad sobre el profundo clamor de 10s que llegan a1 llamado! En 10s tiltimos Srboles del mundo.