poemas para taller escritura no creativa

Escritura no-creativa Confrontados con una cantidad sin precedentes de textos disponibles, el problema ya no es escribir

Views 60 Downloads 2 File size 204KB

Report DMCA / Copyright

DOWNLOAD FILE

Recommend stories

Citation preview

Escritura no-creativa Confrontados con una cantidad sin precedentes de textos disponibles, el problema ya no es escribir más; en cambio, tenemos que aprender a manejar la vasta cantidad ya existente. Cómo atravieso ese matorral de información –cómo lo administro, cómo lo analizo y cómo lo distribuyo– es lo que distingue mi escritura de la tuya. La crítica literaria Marjorie Perloff ha comenzado a emplear el término genio no-original para describir esta tendencia emergente en la literatura. Su idea es que, a causa de los cambios generados por la tecnología y por Internet, nuestro concepto de genio –la figura romántica, aislada– se ha vuelto obsoleto. Una noción contemporánea de genio tendría que enfocarse en nuestro manejo de la información y nuestra capacidad de diseminarla. Perloff ha acuñado un término, moving information, que significa tanto el acto de mover información de un lado a otro como el acto de ser conmovido por ese proceso. Plantea que el escritor de hoy, más que un genio torturado, se asemeja a un programador que conceptualiza, construye, ejecuta y mantiene de modo brillante una máquina de escritura. Lejos de ser una aceptación nihilista, resignada –o aun de franco rechazo– de una supuesta «esclavitud tecnológica», esta literatura «no-creativa» está imbuida de un sentido de celebración, posee una mirada entusiasta hacia el futuro y entiende este momento histórico como lleno de posibilidades. (…) Estos escritores funcionan más como programadores que como escritores tradicionales, y abren así posibilidades de escritura; se toman en serio la máxima de Sol Lewitt: «Cuando un artista utiliza la forma de arte conceptual, significa que todo el plan y todas las decisiones se hacen con anticipación, y la ejecución es un asunto secundario. La idea se convierte en la máquina que genera el arte». [L]a cultura parece estar adoptando lo digital y toda la complejidad que implica –con la excepción de la escritura, que en su mayoría continúa aliada a la promoción de una identidad estable y auténtica a toda costa. No digo que esta escritura deba desecharse: ¿quién no se ha conmovido por unas memorias magníficamente escritas? Sin embargo, tengo la sensación de que la literatura –con un potencial infinito de rangos y expresiones– está atascada; tiende a tocar la misma nota una y otra vez y se confina al más angosto de los espectros, lo que da una práctica anticuada, incapaz de participar en los debates culturales más vitales y emocionantes de nuestro tiempo. Me parece este un momento muy triste: la pérdida de una gran oportunidad para que la creatividad literaria renazca de maneras que apenas podemos imaginar. El secreto: la supresión de la expresividad es imposible. Hasta cuando hacemos algo tan «nocreativo» como transcribir unas páginas nos expresamos de varias maneras. El acto de elegir y recontextualizar dice tanto sobre nosotros como nuestro relato sobre el cáncer de nuestra madre. Y es que nunca se nos ha enseñado a valorar semejantes decisiones. El éxito se encuentra en saber qué incluir y, más importante todavía, qué excluir. Si toda instancia de lenguaje puede transformarse en poesía con solo recontextualizarla (una posibilidad muy emocionante), entonces quien recontextualice palabras de la forma más rica y convincente será juzgado como el mejor. (…) Quizás las obras literarias funcionen, a menudo sin autor ni firma, como los memes en la Web, propagándose como incendios salvajes durante un periodo corto solo para ser suplantadas por la oleada que sigue. Aunque el autor no muera, quizá comencemos a ver la autoría de una manera más conceptual: tal vez los grandes autores del futuro sean aquellos que puedan escribir los mejores programas con los cuales manipular, analizar y distribuir prácticas de lenguaje. KENNETH GOLDSMITH, Escritura no-creativa

* Esto agrega otro nivel a mi dolor y mi desolación. Es un dolor tremendo. Y es como si la agonía mental, interior, ahogara el dolor físico. Y luego me pregunto: ¿Qué son mis emociones, mis sentimientos? Sirven para alimentar mi mente, y aumentar mi dolor. Fumo cigarrillos Esperando una muerte lenta, sin aliento, y esta visión: mi mente explota, y queda una nube de humo que se disipa en la distancia. Y así terminaré, en la antecámara de un vacío total y una total desesperanza. Y ahora debo preguntarme A mí mismo: ¿Cuántas veces habré de hacerme la misma pregunta acerca de cómo me metí en este lastimoso lío— O cómo, sin yo ser una mala persona, ni feo ni deforme, me rehúyen chicas y mujeres, día tras día, año tras año? Estoy harto de oírme a mí mismo quejándome de lo mismo. Pero sigo regurgitando la misma porquería— Obvio, bloqueado como estoy—y no hay cómo huir de esta tristeza y soledad extremas. ¿Piensas que hay cómo, Tienes alguna sugerencia? Lo que pasa es que nunca estuviste en mi lugar, porque si hubieras estado sabrías que no Es tan fácil, y el hecho es que no tienes idea de lo que estás diciendo en realidad. Si alguna vez estuviste igual que yo, entonces Lo que me das es lástima, y espero que puedas salir de ese infierno, de ese crucero en soledad. El astro solitario se apaga sobre una tumba lejana de tormentas cósmicas, rayos de luz plateada y mortecina forman un signo satánico Ascendente, un meteorito que aplasta el trono divino; giran los cielos, y la muerte es Rey. Arde el fuego, el cosmos se congela, El pórtico se abre, los altares ensombrecen, la noche es un viento negro que azota, se alarga y gime en una selva melancólica— Cuán triste, frío y muerto me siento aquí, mientras oigo lamentos macabros y la añoranza me arrastra hacia lo negro de un pozo Sin fondo. En esta infinita sepultura en los extremos fúnebres y plañideros del cosmos una fuerza nocturna me abraza: dolorosa condena, Muerte próxima, sombras proyectadas sobre la luna llena, la luz estrellada del fuego infernal brilla como un rayo deslumbrante. La muerte me hallará solo en el bosque, aislado en mi reino de muerte. Tristeza total, oscuridad total, frialdad total, dolor total. ROBERTO FITTERMAN, de Esto no lo escribí yo, es una cita * ¿Vale la pena vencer cuando se puede convencer? ¿En qué se distinguen estos conceptos? ¿Cuándo una parte debe rendirse a la demostración que la otra ofrece? ¿Dónde está el límite entre los motivos legítimos y los ilegítimos? ¿Cómo que no puedo? ¿No ve que estoy haciéndolo? ¿Hay alguna salida? ¿Tengo razón o no tengo? ¿No le digo que es un buen caso? ¿Cómo me habla usted de porcentajes? ¿Cuál sería nuestra reacción? ¿Analizaríamos las variables relevantes? ¿Son adecuados los instrumentos de medición? ¿Puede una fórmula medir y compensar el dolor del alma humana? ¿Qué método existe para calcular el daño? ¿Cuáles personas? ¿Es lo mismo? ¿Cuán fuerte debe ser la opinión? ¿Qué haremos? ¿Es esto una panacea?

¿Será el punto de partida de un acuerdo? ¿Con qué se contentan los juristas? ¿Son ignorantes o cultos? ¿Están condicionados? ¿Qué teoría mejor puede encontrarse? ¿El derecho y la moral? ¿A qué llamamos voluntad? ¿Incluye la negligencia, los reflejos, la rutina? ¿A qué llamamos efecto? ¿Es la voluntad la única causa? ¿Y el caso fortuito? ¿Qué es una fuerza mayor? ¿Cuán inmediata debe ser la consecuencia? ¿Cómo se mide la inmediatez? ¿Qué deberíamos decir de la omisión? ¿La falta de pago? ¿La desmemoria? ¿Nada ocurre porque nada ocurrió? ¿No hay manera de restringir esta excesiva amplitud? ¿Es posible juzgar los motivos? ¿Cuáles son los deberes de las personas? ¿La muerte? ¿La muerte de su familia? ¿Golpes con un palo? ¿Es bueno que los pueblos acaten sus normas? ¿Es malo negarse a cumplirlas? ¿Por qué aprueba usted ciertas conductas? MARTÍN GUBBINS, «Preguntas» de Fuentes del derecho * estoy intentando estoy intentando entender ¡ah! mi amor no tengas miedo a la carencia ella es nuestro destino mayor el amor ya está siempre falta apenas el golpe de gracia que se llama pasión SOLEDAD FARIÑA, de Todo está vivo y es inmundo * 1. 8 de junio de 1982: Esto no es una invasión. 2. 9 de julio de 1982: Esto es un cese de fuego. 3. 15 de julio de 1982: Esto es un cese de fuego. 4. 30 de julio de 1982: este cese del fuego es tenso. 5. 4 de agosto de 1982: esto no es una invasión. 6. Como gesto de humanidad les pedimos que, por favor, apilen toda su ropa y su comida y sus ollas y sartenes y sus muebles y sus niños en una bicicleta y dejen sus hogares, nuestros aviones vendrán pronto. 7. Pueden irse a Sudán. 8. Como otro gesto humanitario tenemos que cortar el agua y la electricidad para acelerar las pacíficas negociaciones. 9. ¿Qué tiene 500 mil personas y vuela? JUNE JORDAN, «El libro de chistes de Beirut»

Ejercicio de escritura: patchwriting1

» Escribe un poema solo con fragmentos (palabras, versos, líneas) tomados de los poemas que vienen a continuación: puedes elegirlos al azar, seleccionarlos a conciencia o como estimes conveniente. » Puedes trabajar en verso o prosa, cambiar la puntuación, ocupar el espacio de la página como quieras, pero intentando alterar lo mínimo posible las palabras que elijas de los poemas que tomes como material. » Puedes sacar palabras, versos o líneas de todos los poemas de este archivo, de algunos de ellos o de uno solo. » Intenta componerlo pensando en qué sientes/piensas/experimentas desde la crisis social que vivimos en Chile desde el 18 de octubre.

___________ 1

Patchwriting: reunir fragmentos de las palabras de otros para generar un texto con un tono cohesionado. Esto sigue la premisa de algunos escritores experimentales para quienes «el acto de escribir es literalmente el acto de mover el lenguaje de un lado a otro, proclamando con osadía que el contexto es el nuevo contenido» (Goldsmith). Función de cortar y pegar, que usamos todo el tiempo en celulares y computadores.

Elvira Hernández, de Meditaciones físicas por un hombre que se fue

Cuando los días son todos iguales todos repletos por el hambre el hambre se reparte en estallidos de dientes y esquirlas se repletan solos los ataúdes ajustados por el hambre el hambre se repite en hambres y desbocadas denteras entonces hay un llamado a la lucha que no asombra la ciudad recupera su pupila delirante espesor de próximos combates con trayecto de flecha los panfletos van a las esquinas van anudados como grupos de obreros más adelante más adelante van armados ya no es un misterio que las banderas rojas borran el hambre y yo me voy con ellos con mi caracol y mi revólver.

Nadia Prado, de © Copyright

Callo para escuchar el viento que golpea las olas que golpean mi cabeza que mira la montaña. En la montaña parece nevar, la nieve cae convertida en agua, el agua me arrastra, el viento cierra mis ojos y la arena me cubre. Hablo para decir lo que el viento no alcanzó a decir antes de ser desplazado por la sofocación. Todo está detenido, las hojas caen y a mitad de camino parecen pensar si seguirán cayendo. El aire me ahoga el sol se esconde yo no lo puedo mirar. El mar es amplio mirar el mar es amplio. Escucho para hablarme cuando el viento, las hojas, el suelo parecen callar. Chile es claro, oscuro, pequeño, pequeño y oscuro, claro es pequeño, oscuro es inmenso. Chile quiere decir mentira.

Denise Levertov, «Agnus Dei »

Dado que los corderos son crías de la oveja; dado que las ovejas son miedosas y torpes, y no saben defenderse, porque no tienen garras ni violencia, veneno ni malicia, ¿qué es, entonces, el «Cordero de Dios»? ¿Esta hermosa criatura, que husmea con vigor las ubres de su madre; portadora de lana y de balidos, que salta por el aire contenta de existir, y que descubre atónita cuatro patas en las que aterrizar, el pasto lo único del mundo que conoce? ¿La que nos llevaríamos a jugar, adornada de cintas, aunque no dejaríamos que entrara en nuestra casa por miedo a que ensuciara el piso con sus heces? ¿Qué se oculta, terrible, detrás de estas palabras tan extrañas: Cordero de Dios que quitas el pecado del mundo: una inocencia que parece ignorancia, engendrada en la nieve manchada por la sangre que lamen los ancestros de los perros, más sagaces que todo el rebaño en su conjunto? ¿Entonces Dios, que abarca todo, está indefenso? ¿La omnipotencia ha sido reducida a un montoncito húmedo de lana? Y nosotros, temerosos, abúlicos, que queremos tan sólo echarnos a dormir hasta que la catástrofe haya llegado al clímax y arrasado con todo hasta que pasa al fin, y que queremos despertar tranquilos sin recordar el sufrimiento luego, nosotros los que, llenos de vergüenza, en nuestra mísera esperanza, buscamos que nos rescataran de las llamas, y nos dieran la dicha que creímos merecer por haberla imaginado,

¿entonces se supone que nosotros debemos proteger a este animal perversamente débil, que con su hocico insiste en tratar de encontrar leche en nosotros? ¿Debemos estrechar en nuestro corazón helado a un Dios que tiembla?

Que así sea. Ven, trapo sucio, estremecido, ven, estrella distante. Vamos a ver si algo de los hombres aún puede protegerte, chispa de Luz remota.

Gonzalo Millán, «57» de La ciudad

El aire permite la combustión. El aire es indispensable para la vida. El aire permite la respiración. El aire es el vehículo del sonido. La flecha hiende el aire. La dictadura asfixia. La dictadura ahoga. Lo ahogaron con un alambre. Murió en el ahogadero. El tirano se ahoga. El tirano está atragantado. Le palmotean la espalda. Arroja el bocado. Se mancha el uniforme de gala. Se salpican las condecoraciones. Las damas arremangan sus atavíos. Arriscan la nariz. Lo abanican. El abanico hace aire. ¡Aire! ¡Aire! El tirano nos tiene atragantados. Tenemos al tirano como una espina de pescado en la garganta. Tenemos al tirano como una astilla entre la carne y la uña. Tenemos al tirano como una mugre en el ojo. La mugre hace lagrimear a millones. Tenemos atascado en el recto al tirano. Duro terco pedazo de mierda.

George Oppen, «Sobrevivencia: infantería»

Y el mundo cambió. Hubo árboles y gente, Veredas y caminos Hubo peces en el mar. ¿De dónde salieron todas las piedras? Y el olor a explosivos Hierro erguido en el barro Arrastrándonos por todas partes en el terreno sin ver la tierra otra vez Avergonzado de vivir a medias y de nuestra miseria: vimos que todo había muerto. Entonces llegaron las cartas. Gente que nos hablaba a través de nuestra vida Nos dejaba sin aire. Llorando En el mismo barro en el terreno implacable

Alicia Genovese, de Aguas

El agua devuelve lo que no le pertenece, caparazones rotos que ya son tierra, la vértebra de una ballena como la de un dios extinto. La marea devolvió cuerpos tirados al océano, el de la madre de Ana con el oleaje, desconocida en la playa de Santa Teresita. Ana no sabía mas que el desorden, su no lugar; pero ni agua, ni playa, ni cuerpo, encalladura en un cuarto a salvo de la calle Lavalleja. María Bianco, en los huesos del nombre como un hilván, un hilo tironeado, ombligo de las cosas que devuelve: la madre a su patio, su costilla y su colonia. La memoria es un lazo despiadado, el corazón que recobra el roce de una blusa y en su perfume, un pulso de vida y muerte alternas. Pero ni agua, ni límite, ni cuerpo, cuando los mapas del mundo se desfiguraron; ni olor en el cuello del abrazo, ni piedra raspada que nombre, cuando Ana traía flores frescas a la casa de la calle Lavalleja.

June Jordan, «Grand Army Plaza» ¿Por qué alguien construiría un monumento a la guerra civil? El hombre alto y yo esta noche no dormiremos juntos se podrá dormir ninguno de los dos en cualquier caso la diferencia entre amigo y amante es un problema definiciones ofensivas como hoy en día somos amigos o alguna vez fuimos amantes mientras por todos lados el fastidioso el estrellado polvo que suaviza el espacio entre nosotros es la historia que sangra a través de la camisa y de la blusa igual que la mancha de piel sobre la piedra Pero en esta tierra dura curvada por los recuerdos de unión y desunión y de hermanos muertos por la mano familiar ¿cómo miramos a la cara a un hombre a una mujer compenetrados libres que todavía buscan el beso que no los sofoque? No somos sobrevivientes de una guerra civil Sobrevivimos a nuestro amor porque seguimos amando

Carlos Cociña, de Aguas servidas

Cada vaso capilar fue incapaz de resistir la presión y se rasgó esparciendo el líquido en los pliegues cutáneos, y esto se repitió en toda la fibra afectada por el puño sobre el cual se ejercía el peso del cuerpo en el triple de su potencia. El hematoma de la cara, con sangre desparramada en los párpados y en el glóbulo del ojo, se esparció por todo el cuerpo en cada nueva presión, y las roturas fueron mayores hasta que la fuerza del flujo decayó al punto que las pulsaciones eran al ritmo del pestañeo apenas perceptible en el cuerpo amoratado. Después de todas las resistencias que no lograron amortiguar, los filamentos óseos vibraron hasta el máximo de su longitud para finalmente llegar a nivel de moléculas y estirar los espacios entre elementos; en estas vibraciones empieza la descarga que desencadenaría la desintegración de la ya quebrantable cohesión de las áreas trizadas del hueso. Se rasga la carne y no hay armonía en el balanceo. Una gota de saliva cubre lo cóncavo de una pieza de goma que, al acercarse al pedazo de piel, la absorbe en el vacío, dejando una elevación convexa y cerrada de epidermis. Los electrodos se afirman, cuando los polos se intercambian en los destellos del roce que cae de los electrones desencadenados para alcanzar al próximo, y así seguir hasta tener la posibilidad de alcanzar la tierra.

Wislawa Szymborska, «Pacto con los muertos»

Nada ha cambiado. El cuerpo es doloroso, tiene que comer y respirar, y dormir, tiene una piel delgada y justo debajo de ella, sangre; tiene una considerable cantidad de dientes y de uñas, sus huesos son frágiles, sus articulaciones moldeables. En las torturas, se tiene en cuenta todo eso. Nada ha cambiado. El cuerpo tiembla como temblaba antes y después de la fundación de Roma, en el siglo veinte antes y después de Cristo; las torturas son como eran, sólo la Tierra se ha hecho más pequeña, y cualquier cosa que pasa sucede en casa del vecino. Nada ha cambiado. Únicamente hay más gente, junto a antiguas culpas aparecieron nuevas, manipuladas, reales, momentáneas y no culpas, pero el grito con el que el cuerpo responde por ellas era, es y será un grito de inocencia, según una escala y un registro eternos. Nada ha cambiado. O sólo los modales, las ceremonias, los bailes. El movimiento de las manos protegiendo la cabeza sigue, no obstante, siendo el mismo. El cuerpo se retuerce, forcejea, convulsiona; cae derribado, contrae las rodillas, se amorata, se hincha, babea y sangra. Nada ha cambiado. Excepto el curso de los ríos, la línea de los bosques, de las costas, de los desiertos y de los glaciares. Entre estos paisajes el alma vaga, desaparece, regresa, se acerca, se aleja, extraña para sí misma, inasible, una vez segura, otra insegura, de su existencia, mientras que el cuerpo está y está y está y no tiene dónde meterse.

Maximiliano Andrade, de Bonzo

¿Cómo levantar la mirada si los globos oculares en el suelo reventados por el humo se extinguieron como flama que se extingue por el hambre o por el frío o porque no existe tanto oxígeno que la mantenga prendida? la luz se declara independiente de todo dolor provocado por una imagen

Pedro Montealegre, de La palabra rabia

La peste de nombrar: erigir el mañío donde se empala a un clérigo: la peste de poner Nombre: Casa: el falo delicioso con forma de pez, poliedro, crustáceo, animal oscuro enterrado bajo tierra. Qué peste, ésta: nunca saber ¿qué punto pisas? Yo piso grava. Yo piso leche derramada de establo. Yo piso el panal en la boca de Píndaro. Tú podrás ser el tallo que quieras, el brazo que quieras, la rosa boreal, la planta sola que flota en la espuma, escarcha de la hora, visión del perro dejando su huella y diciendo: perro, la peste de ladrar, la peste de mear —poste, ciudadano— oh, la peste. Lenguaje inflado de la peste: siempre la P: releer la bitácora: el día —la crucifixión— la marca un ciempiés. El día —el crimen— lo marca un escarabajo ¿hay vida en el ámbar? El día, la coronación —ah— punto invisible: Chile presume: soy punto visible. Hola, yo me llamo Chile. Soy niña encaramada en la punta de una ola. Soy chico sentado al borde de éxtasis. Tengo esta cara y ya no la ves. Yo tengo una herida: hola, soy Peste, y me dicen Herida. Yo tengo una herida, la otra bala de Chile. Hola soy Chile, mi balido es éste ¿no se llama yo? Hola soy Yo: yo tengo un dolor, la memoria, la noria. Defíname, usted, cuántos muertos bastaron, fina y larga alcancía, bracitos de cobre, boca abierta: ah. Yo digo: ah: soy niña mirando, el volantín se pierde. Yo digo: ah: mi boca recibe: hola, moneda, me llamo Batracio: mi boca es todo –el circo es pobre. La peste del pobre ¿no te hace llorar? Yo le dije a un Pobre. Hola, Batracio, yo leo —yo— lamo textos –no huyen ¿no es milagro el cieno? Leí a Marx, y lloré. Con Trotsky lloré. Leí a Althusser —lloré y caía nieve. La nieve es leer. Me leí a mí mismo y sigo pobre. Al no saber letras, me puse a silbar. Hola, soy Letra: lloro sangre, el mendigo ¿qué letra es? Mi sangre es tinta. Ve peste de tinta, el trazado cartógrafo. La peste de ser el único punto. No lo halla ni entiende el mismo cartógrafo. Tráceme el mapa que no se ve —le dijo la niña: el profesional soñaba. El mapa existe en un país sin moneda, niña mía, tú que luces la moneda en tu boca larga, un país con medusas: la escritura entendida con la sola fotosíntesis, un gran útero, niña, donde Chile espejea lo que Pedro no. Hola soy Pedro, yo escribo esta peste —así asalto la miel: oh, la peste de Píndaro.

Blanca Varela, «Tell me the truth» dime ¿durará este asombro? ¿esta letra carnal loco círculo de dolor atado al labio esta diaria catástrofe esta maloliente dorada callejuela sin comienzo ni fin este mercado donde la muerte enjoya las esquinas con plata corrompida y estériles estrellas?

Claudia Masin, «Esteros» En otros tiempos, a los animales de los esteros se los salía a cazar en el relumbre de la siesta, el acero del sol y de las armas caía a pique sobre el agua quieta. Ahora se los deja vivir, como una concesión graciosa, un don que el poderoso le otorga a su sirviente. Los yacarés pueden salir, como nosotros, a tumbarse el día entero en el calor, lagartos viejos y cansados que soportan mansamente el peso de los pájaros que se montan en su cuero antes de levantar vuelo de nuevo. Las pirañas, como buenas criaturas furtivas e implacables, se arremolinan en torno a los cardúmenes a esperar sin ansiedad que caiga la presa. Se les ha perdonado la vida a los zorros grises, a las corzuelas, está prohibido divertirse a expensas de su terror y de su intento desesperado e inútil de camuflarse en la maleza. Vos y yo fuimos criaturas salvajes que no corrieron la misma suerte: solo al resguardo de la mirada ajena pudimos andar al aire libre sin que una mordedura insidiosa, inesperada, nos arrancara la alegría del cuerpo. No teníamos miedo, sin embargo. Rapiñábamos el alimento que nos era negado, corríamos como locos huyendo del tiempo que ya estaba llegando, el tiempo en que seríamos separados por la ley que determina que las únicas pasiones posibles entre dos chicos –o dos hombres– son la saña, la ira, la violencia. ¿Cómo fue que escapamos, qué descuido del cazador nos dejó libres, cómo fue que en el pecho sobrevivió un amor certero como la piedra que podría habernos derribado de un solo tiro? Yo no sé cómo hacemos las personas que no estábamos destinadas a existir para mantenernos vivas. Quizás por la fuerza irreprimible que se produce al reunirnos, al dejar de ser cada uno la bestia solitaria, única en su especie, que nació preparada desde su nacimiento para ser extinguida.

Raúl Zurita, «Los pastos quemados»

i. Lloren los pastos de este valle de Cristo ii. Lloren la locura del quemarse de estos pastos Para que todos los pastos de Chile crepitando se nublen hasta el cielo y el cielo se haga allí una locura dejada sobre el valle: la pasión dolorosa de estos campos iii. La locura será así un dolor crepitando frente a Chile iv. La locura será la dolorosa Pasión de estos paisajes Desde donde Cristo se esparza crepitando sobre Chile y Chile se haga allí el «Padre Padre / por qué me has abandonado» como una locura desgarrándose sobre estos valles: la sentida Pasión que les ardía v. Porque allí verán la locura de Cristo ardiendo sobre Chile vi. Abandonados

sólo allí podremos llorar el dolor de estos paisajes

vii. Entonces ya resecos como una Pasión consumida por todo este mundo escucharemos el estridente sollozar de los quemados pastos de Chile

Anne Sexton, «Los bombarderos»

Nosotros somos América. Somos los que rellenan los ataúdes. Somos los tenderos de la muerte. Los envolvemos como si fuesen coliflores. La bomba se abre como una caja de zapatos. ¿Y el niño? El niño decididamente no bosteza. ¿Y la mujer? La mujer lava su corazón. Se lo han arrancado y se lo han quemado y como último acto lo enjuaga en el río. Este es el mercado de la muerte. ¿Dónde están tus méritos, América?

Armando Uribe, de Las críticas de Chile

1/Henos aquí, en la ratonera del país que es un gato arestiniento a la espera de vernos acercarnos al queso y roerle la cáscara para el zarpazo darnos en el cuello y en seguida comernos, y al osario. 2/Estamos no pertenecemos al país donde estamos ¡esta no es norteamérica! y sin embargo hay edificios de Wall Street (se pronuncia güólstrit), este es el caso: se produjo la quiebra de todo, el golpe universal de estado, estamos entre los escombros que quedaron, las féminas con cintas de colores se pasean con tacos aguja, sus abuelas con palillos tejen cartílagos y sus amantes de camisa con rayas ya no usan pantalones y lucen espinillas atractivas y los sexos se creen carismáticos. 3/La dictadura no fue un error, tiene apellidos, como colas de rata o lagartija, y su elenco de honor para asesinos los regocija todavía, y dura indefinidamente; no fue un malentendido sino la voluntad de pasar una lija de hierro por encima de los niños.

Adrienne Rich, de Un atlas del mundo difícil

He aquí un mapa de nuestro país: aquí está el Mar de la Indiferencia, barnizado de sal Aquí el río encantado que fluye del ceño a la ingle no nos atrevemos a probar sus aguas Éste es el desierto donde plantan misiles como bulbos Éste es el granero de las granjas en bancarrota Ésta es la tierra natal del héroe del rocanrol Vemos aquí el cementerio de los pobres que dieron la vida por la democracia Éste es un campo de batalla de una guerra del siglo XIX el santuario es famoso Ésta es la ciudad del mito y el relato cuando la flota pesquera se fundió aquí es donde estaban los trabajos sobre el muelle procesadoras de pescado congelado paga por hora y sin bonos Aquí hay otros campos de batalla Centralia Detroit aquí están los bosques vírgenes el cobre las minas de plata aquí los suburbios del conformismo el silencio sube como humo desde las calles Ésta es la capital del dinero y del dolor cuyas torres arden en el aire invertido cuyos puentes se derrumban cuyos niños andan a la deriva en callejones confinados entre espirales de alambres de púas Prometí mostrarte un mapa dices pero esto es un mural bueno pongamos que lo sea son distinciones nimias desde dónde lo miramos es la cuestión

Inger Christensen, de Eso

Hay almacenes de excedentes de maíz alcachofas y trigo que nunca serán vendidos con pequeño beneficio Hay cerdos que han sido engordados enfermizamente a los que se abastece por vía artificial de buen apetito Hay montones de arroz y tomates agusanados y montañas de hedionda carne corrompida Hay ministros de Agricultura y hoscos prelados que no se consideran responsables de la miseria de los hambrientos Hay suficiente pescado para todos con suficientes proteínas Hay pescado que llena las redes de los hambrientos Hay pescado para la palpitante maquinaria social que sólo hace que los saciados estén aún más saciados Hay personas que desde hace tiempo tienen brillantes conocimientos sobre el sentido común del justo reparto de beneficios Sin embargo creen que la amistad de los pueblos puede vivir de explotación discursos y aire

Paul Celan, «Nocturnamente enfaldados» Para Hannah y Hermann Lenz Nocturnamente enfaldados los labios de las flores, cruzados y triscados los troncos de los abetos, agrisado el musgo, la piedra estremecida, despertados al vuelo infinito los grajos sobre el glaciar: ésta es la comarca donde reposan aquéllos a quienes dimos alcance: no van a nombrar la hora, ni contar los copos, ni seguir las aguas hasta el dique. Están separados en el mundo, cada uno junto a su noche, cada uno junto a su muerte, hosco, desnudo, escarchado de lo cercano y lo distante. Ellos pagan la culpa que infundió alma a su origen, la pagan en una palabra que persevera injustamente, como el verano. Una palabra — tú sabes: un cadáver. Vamos a lavarla vamos a peinarla, vamos a volver su ojo hacia el cielo.

Paul Éluard, «La victoria de Guernica» I Bello mundo de miserias De la noche y los campos II Rostros benignos en llamas rostros benignos en el fondo Que rechazan la noche las injurias y los golpes III Rostros benignos para todo He aquí el vacío que los fija Su muerte servirá de ejemplo IV La muerte corazón derrumbado V Ellos los harán pagar el pan El cielo la tierra el agua el sueño Y la miseria De su vida VI Ellos dijeron anhelar la benigna inteligencia Ellos restringieron a los fuertes juzgaron a los locos Practicaron la caridad partían un centavo en dos Ellos saludaban a los cadáveres Ellos derrochaban amabilidad VII Ellos persisten ellos se exceden ellos no son de nuestro mundo VIII Las mujeres los niños tienen el mismo tesoro De hojas verdes de primaveras de leche pura Intacto En sus limpios ojos IX Las mujeres los niños tienen el mismo tesoro En los ojos Los hombres lo defienden como pueden

X Las mujeres los niños tienen las mismas rosas rojas En los ojos Cada uno muestra su sangre XI El miedo y el coraje de vivir y de morir La muerte tan difícil y tan fácil XII Hombres para quienes este tesoro fue cantado Hombres para quienes este tesoro fue arruinado XIII Hombres reales por quienes la desesperanza Alimenta el fuego devorador de la esperanza Abramos juntos el último botón del porvenir XIV Parias la muerte la tierra y el horror De nuestros enemigos tiene el color Monótono de nuestra noche Nosotros tendremos razón