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Plazaola, Juan. “Vivencia estética (Segunda parte, cap. II)” en: Introducción a la estética. Bilbao. Universidad de Deus

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Plazaola, Juan. “Vivencia estética (Segunda parte, cap. II)” en: Introducción a la estética. Bilbao. Universidad de Deusto. p. 283-307 1. Acuerdo entre los sentidos y el espíritu La experiencia estética inicia por los sentidos, pero no se limita a esa experiencia sensible, va más allá. “Lo que llamamos bello es eso que impresiona nuestros sentidos, eso que empieza cautivando los ojos y los oídos, produciendo sensaciones deleitosas en nuestro aparato muscular” (p. 283) “Ante la belleza tenemos la conciencia de que son facultades profundas de nuestro yo las que quedan colmadas y que este hecho es precisamente lo que caracteriza el placer de la belleza, discriminándolo de otros deleites sensibles, y por eso aceptamos la distinción que Kant estableció entre lo agradable y lo bello” (p. 284) “la contemplación artística una actividad en cierto modo inversa a la operación mental del conocimiento puro; en éste, el objeto es percibido cuando se le reduce a sus rasgos esenciales; cuando se le descompone, se le desvitaliza y se le desensibiliza; en cambio, en la contemplación estética, aunque el comienzo sea idéntico, el proceso es inverso: «la intuición estética se detiene en esa imagen primera, no va más adelante, y es la imagen la que queda sola en la conciencia” (p. 285) Se da una fusión de lo sensible y lo inteligible 2. Un itinerario desde el asombro a la contemplación - Inicia con el asombro Aristóteles afirmó que la filosofía comienza en la imagen sensible14 y en el asombro. Es la imagen sensible la que nos «asombra». -

El asombro constituye un fenómeno psíquico que es ruptura y llamamiento. El asombro es ese cambio de actitud que se produce en mí convirtiéndome de hombre práctico en hombre contemplativo En toda vivencia estética hay esta primera fase emotiva y estimulante, que es ruptura del ritmo cotidiano en que transcurre nuestro vivir pragmático. La vivencia de la Einfühlung

el Louvre para contemplar despacio a la Venus de Milo. “Analicemos esta experiencia. Tras el asombro de la primera mirada, parados de frente ante la estatua alzada sobre su pedestal, la observamos lentamente. Sabemos que estamos ante un bloque de mármol «coralítico» que representa a la diosa del amor. Pero muy pronto lo que «contemplamos» no es ya un bloque de mármol, ni una diosa, ni un cuerpo femenino. Estamos viendo «otra cosa». Lo que nosotros vemos no es un cuerpo de mujer, puesto que no «reparamos» en que le faltan los brazos; ni es un trozo de mármol, puesto que no nos 1

importa ya que el material esté herido y erosionado. Ni nos interesa verificar si la estatua representa a Anfitrite, como algunos han pretendido, o a Afrodita, como cree la mayoría. Precisamente ciertas melladuras del mármol (el pie restaurado, las muescas en el pecho, en el vientre y en el peplo deslizante) y ciertas carencias, que serían sustanciales en un cuerpo humano, no son obstáculo para que se detenga nuestra mirada y en ella quede nuestro espíritu sumido en contemplación admirativa. Lo que contemplamos en ese mármol, en ese cuerpo, es un conjunto de datos sensibles e imaginarios; la tersura de ciertas superficies, la ondulación de ciertos planos, la plenitud de ciertos volúmenes, la fuerza sugestiva de ciertas imágenes asociadas, se han constituido y unificado en un nuevo y único objeto de percepción, algo cualitativo que es ahora el centro de nuestra atención. Ese «orden cualitativo» se nos presenta como exigiendo una complementación, una coherencia con nuevas percepciones. Empezamos a girar en torno a la estatua. Nuestro yo observador se hace activo en esta nueva fase de su itinerario contemplativo: observa, presupone, compara, relaciona, exige, verifica... Así vamos formando el «objeto estético» de nuestra contemplación. Incluso nuestro yo personal se siente identificado con ese conjunto armonioso de percepciones que le absorbe16. Es lo que los estetas llaman la Einfühlung: nuestro yo se ve transportado a otra edad, a otro mundo; a un mundo mítico de una Grecia fabulosa, primaveral, radiante; nuestro cuerpo se siente henchido de juventud, de fuerza y pujanza vital, de serenidad olímpica, de armonía y de belleza. La representación de las cualidades que estamos contemplando es tan vívida, que la consideramos realizada en el material que tenemos delante aunque la visión directa de éste no nos autorice a ello. Así, la Venus de Milo, con sustanciales mutilaciones y con melladuras en varios miembros, no nos parece necesitar nada para ser perfecta y completamente bella” (p. 288-290) - fase final de esta experiencia, el gozo nos inunda en la pura contemplación. “Lo que contemplamos es un objeto puramente representado imaginariamente, un objeto ineficaz e inofensivo que sólo existe para la apariencia.” “el objeto estético no me empuja a nada exterior a él, constituye un mundo por sí mismo. El contemplador se convierte en mirada (o[yiς genovmenoς), como dice Plotino hablando de la belleza inteligible; se identifi ca con el objeto contemplado: «la parte de sí misma con la que el alma contempla se hace una sola cosa con el objeto contemplado” (p. 290) En conclusión: -

“una cosa sólo es objeto estético cuando «subsiste sólo en relación con el sujeto que lo contempla estéticamente; no existe absolutamente en sí, subsiste sólo para la mirada que lo contempla estéticamente; y que la esencia de lo bello no consiste en algo que aparece, sino en ese aparecer» (p. 290)

Fases de la vivencia estética 1ª fase: Asombro 2ª fase: paso a la captación activa y analítica de las cualidades sensibles e imaginarias 3ª fase: la visión sintética, a la formación del objeto estético y a la contemplación casi totalmente pasiva de la forma 2

4ª fase: sentirnos al fin sumergidos por la emoción violenta y apacible en esa contemplación: el goce estético

3. Goce desinteresado -

Es un goce admirativo, no posesivo. Es un goce desinteresado

“En general, cuando Platón habla de placeres puros (propios de la vista y el oído), en contraposición a los placeres de la comida y la bebida, los relaciona con la pureza de los objetos.” (p. 291) “El interés que se excluye en el placer estético es «el interés práctico por el objeto, como ocurre cuando el objeto va a servir para otra cosa»40. La paradoja queda más aclarada cuando se acepta el lenguaje de los fenomenólogos y su distinción entre objeto real (obra de arte u objeto bello) y objeto estético: el goce no recae en aquello que aparece, sino en la apariencia misma”. (p. 295) 4. UN RAPTO DE PLENITUD VITAL LIBERADORA -

La fruición estética alcanza a veces momentos de gran intensidad. Es entonces cuando la contemplación merece el nombre de rapto Se trata de un «éxtasis» que suave o violentamente nos arranca a nuestras condiciones de vida acostumbradas y nos transporta a un plano de vida superior.(p. 295)

“Después de habernos «asombrado», después de habernos detenido a analizar el objeto, se produce —como hemos descrito anteriormente— una pausa milagrosa, en que el yo en plenitud se detiene sobre el objeto; ya no lo analiza, no lo estudia...; ya no enumera ni relaciona; simplemente lo contempla globalmente y goza de su presencia sensible, abandonándose a mil impresiones confusas y deliciosas, cuyo vaivén rítmico permitiría llamar activo a un estado que en esa última fase comporta más bien un abandono pasivo al objeto.” (p. 295) “Poesía es liberación, decía Goethe. Ante toda belleza, ante las obras de arte, quedamos de pronto aligerados, milagrosamente liberados de nuestras indigencias, de nuestras decepciones, de nuestros apetitos. Quedan superados nuestros cuidados, nuestras fatigas, las mezquindades de nuestra existencia. El gozo estético nos arrebata a este mundo, porque tiene la virtud de descubrirnos otro, iniciándonos en una forma de existencia más noble, más exultante, más serena, a la cual inconscientemente aspiramos. Por eso, los otros placeres no pueden sino ocupar la aspiración sin satisfacerla, mientras que éste colma nuestro ser espiritual, cuyas exigencias revela al mismo tiempo que las satisface; por eso es considerado como un soberano bien contra el hastío de la vida” (p. 296) 3

Características del rapto estético a) Debilitamiento de la realidad práctica, lógicamente vinculado al desinterés de la fruición contemplativa. -

sustraernos a los comportamientos prácticos dictados por las necesidades de la vida, neutralizando así los estados de alma ordinarios Lo bello opera, pues, como una hipnosis, poniéndonos en un estado de indiferencia respecto a los alicientes de la vida cotidiana.

b) Exaltación del sentimiento de vida -

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“La contemplación implica una «dilatatio mentis», como decían los escritores medievales; un libre juego de imágenes, sentimientos e intuiciones dentro de ese círculo mágico creado por el objeto que ejerce su fascinación sobre el contemplador” (p. 296) “El arte y la belleza instauran un tiempo nuevo, un tiempo construido, un tiempo estilizado: el tiempo del espíritu. La creación artística y la contemplación estética nos liberan del tiempo indistinto, de la angustia y el hastío del tiempo real, de ese tiempo que nos sobra y nos falta. En la contemplación se resumen multitud de experiencias”. (p. 297) Es el único tiempo comparable a la eternidad “El artista crea tiempo. Pero este tiempo —este instante que queda coagulado en la obra de arte— es referido a un antes y a un después solamente en la contemplación. «Contemplar es leer la obra de arte siempre como conteniendo más de lo que el artista ha puesto en ella. El artista pone lo que es de él y la contemplación añade lo que es de los otros. Bach pone en su música todo Bach, pero la contemplación encuentra en ella, además, todo Palestrina y Schütz, y también encuentra lo que Bach no pudo poner en ella, es decir, las promesas de un florecimiento musical que duró cien años. La contemplación, en particular, añade a la creación su después, que el artista nunca puede poner” (p. 297)

c) Pérdida del yo. -

No es exclusivo del vivir estético, también se da en el extasis religioso, y en la vida moral Siguiendo a Santo Tomas, “ante lo bueno, el apetito descansa en la posesión del objeto; ante lo bello, el apetito no queda aniquilado, sino aquietado; descansa no en la posesión del objeto, sino en su contemplación.”(p. 299)

5. UNA VIVENCIA PRECARIA -

Gozo intenso, paradisíaco a veces. Pero también gozo precario 4

“La belleza transfigura el mundo que el hombre soporta, y esa transfiguración contiene indicios y promesas de otro mundo que no acaba de revelarse o que, momentáneamente revelado, se desvanece súbitamente. La dicha de la contemplación está penetrada por lo que el poeta llamó «la tristeza inmortal de ser divino»” (p. 300) Baudelaire: «Este admirable, este inmortal instinto de lo bello, nos hace considerar a la tierra y a sus espectáculos como un aspecto, como una correspondencia del cielo... Y cuando un poema exquisito trae las lágrimas a los ojos, esas lágrimas no son la prueba de un exceso de goce; son más bien el testimonio de una melancolía irritada..., de una naturaleza desterrada en lo imperfecto y que quisiera apoderarse inmediatamente, sobre esta tierra misma, de un paraíso revelado»” (p. 301) 6. UNA FUSIÓN DE INTUICIÓN Y SENTIMIENTO “La contemplación no es el conocimiento. Llegamos a conocer lo que ignoramos; pero sólo podemos contemplar lo ya conocido. Por eso, el conocimiento que resulta de la contemplación no es el conocimiento que teníamos cuando nos acercamos a la realidad que contemplamos. El conocimiento resultante de la contemplación y difuso en ella es un conocimiento integrador que implica al hombre entero. Si la actividad estética es considerada generalmente como una de las que más influyen en la conformación integral del hombre, es porque pone en juego todas sus potencias, aun las más secretas y profundas, vinculándolas estrechamente entre sí” (p. 302) “Detrás de toda vivencia estética está todo un acervo de conocimientos y de experiencias, todo lo que ni siquiera es explícitamente consciente. Casi nunca podremos trazar una línea divisoria entre la vivencia estética concreta y la vivencia «histórico-cultural» de la obra contemplada en cuanto perteneciente a una época, a una sociedad, a un estilo.” (p. 303) “Es también importante, para estudiar una experiencia estética concreta, la disposición psíquica momentánea en que se halla el contemplador. La percepción de la belleza no ocurre sino después de un primer movimiento de interpretación; la belleza busca y espera una mirada simpática y sólo se entrega a quien la busca y la desea” (p. 303). “La vivencia estética, aunque pueda iniciarse por un inesperado y repentino momento de «asombro», no se realiza en su fase decisiva como un «golpe de gracia» que derriba aun al resistente, como Saulo en el camino de Damasco. En estética siempre hay una preparación, más o menos consciente, ordenada a esa experiencia. La obra contemplada responde quizá a necesidades profundas que en sí estaban en estado de alerta esperando ese objeto que va a colmarme con su presencia. El visitante que busca en el Museo del Louvre la Virgen de las Rocas, va a la sala de Leonardo, porque hay en este instante en su interior un tormento, una espera, una esperanza de tal naturaleza, que le ha hecho sentir imperiosamente la necesidad de este encuentro espiritual” (p. 303) 5

7. UNA EXPERIENCIA DE PARADÓJICA COMPLEJIDAD a) interés y el desinterés “debe ser desinteresada, en cuanto que paraliza las tendencias apetitivas cotidianas, pero que, por otra parte, enriquece al hombre, colma su sensibilidad, fecunda su espíritu y es por ello profundamente deseable” (p. 306) b) lúdica y fecunda c) personal e impersonal “El sentimiento estético es personal e impersonal al mismo tiempo. Por una parte, el espectador se proyecta sentimental y simbólicamente en la obra; de tal manera, que pudiera decirse que el yo se convierte en objeto. Exageremos este extremo, y, afi liados a la Einfühlung, habremos convertido la experiencia de lo bello en una disolución de la personalidad. Pero, si observamos bien, comprobaremos también que de hecho no se me ocurre participar actu en el espectáculo, como ocurre en el deporte o en determinadas formas de teatro, y que, al contrario, en muchos casos se me exige cierto frío distanciamiento para llegar a una rigurosa experiencia estética” (p. 306) d) real e ideal. “Echa raíces en realidades sensibles, requiere y elabora materiales, reclama la percepción real de ciertas cualidades sensibles, me habla de hechos, de personas, de cosas tan reales como yo mismo. Pero, al mismo tiempo, con todos esos materiales y objetos sensibles se afirma un mundo que es ilusorio. Tengo que aceptar que estoy viendo a Mona Lisa con los ojos de Leonardo, o que estoy en el castillo del Elsinor cuando sigo los avatares del irresoluto Hamlet, o que voy a la muerte con Tristán o con Sigfried al ritmo que me marca la música de Wagner; pero, aunque «crea» esa realidad, tengo que estar conociendo y sabiendo su «irrealidad»” (p. 306) e) es una experiencia vivida individualmente, y, con todo, es inconcebible si no es como fruto de una cultura social “a los ojos del crítico, del historiador y del contemplador avisado, la obra de arte es un resumen de la sociedad y de la cultura de una época. No es el individuo, es un pueblo, un grupo social, una raza, una cultura, quien habla en esa obra” (p. 397) Conclusión “Al arte se le ha llamado «nieto de Dios» (Dante) y «vástago de la serpiente del paraíso» (L. Bloy). Profundamente enraizado en la tierra, a la que se mantiene asida con tentáculos tan firmes como la carne y la sangre, se declara espiritual y divino. Su experiencia es beatífica y añorante; proporciona instantes de suprema delicia, pero dándonos a sentir cuánto es lo que nos falta. Síntesis de un nunc y un nondum, como la religión revelada, 6

instaura un mundo de felicidad, abriéndonos los horizontes de una felicidad todavía prohibida.” (p. 307)

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