PIURA, Apuntes para Su Historia-1

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Presentación. Introducción.

Contenidos

La toma de Piura por los Chalacos Las montoneras de Chalaco de 1883 Anexo N° 1 Chinos en Huancabamba. La peste bubónica en Piura. Actividad N° 2 Las primeras huelgas en Talara. Piura durante la Primera Guerra Mundial. Negritos: la huelga de 1916. La huelga petrolera de 1917. Anexo N° 3 Valdelomar en Piura. Las subsistencias en Piura en 1919. La huelga de 1922 en Negritos y Lagunitos. Actividad N° 4 La ley de conscripción vial en Piura. Anexo N° 5 La conscripción vial: abusos en Catacaos. Anexo N° 6 Anexo N° 7 La semifeudalidad en las hacienda ayabaquinas. El gamonalismo en las haciendas piuranas. La conscripción vial en Ayabaca. La ley de vagancia en Ayabaca. Actividad N°8 Ciudadanos al servicio de los señores. El impuesto a la chicha y la protesta de las chicheras. Anexo N° 9 La conscripción militar en Piura. Actividad N° 10 La crisis de 1929 en Piura. Talara 1931: Estado de sitio y represión. Anexo N° 11 Anexo N° 12 Anexo N° 13 La Base El Pato. Talara : un feudo de la IPC Actividad N° 14 Haciendas: yanaconas y servidumbre. El cepo. El Partido Socialista del Perú y los yanaconas Sinforoso Benites en Las Lomas. Anexo N° 15 3

Anexo N° 16 Anexo N° 17 Anexo N° 18 Escolástica Ramírez y Guillermina Gallegos en el imaginario del campesinado ayavaquino. Actividad N° 19

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INTRODUCCION

El presente libro centra su atención en los conflictos sociales en la Región Piura ocurridos entre las dos últimas décadas del siglo XIX y las cuatro primeras del siglo pasado. Conflictos ocasionados por las relaciones sociales de producción establecidas por los gamonales piuranos y por las empresas extranjeras que establecieron los enclaves petroleros en la provincia de Talara. La temática fundamental de esta obra está referida a una parte de la historia de las luchas sociales del campesinado por la defensa de las tierras comunales y por las mejoras de las condiciones de trabajo en las haciendas semifeudales ; y por las luchas de los obreros petroleros en las empresas imperialistas de la Internacional Petroleum Company y en la Lobitos Oilfields en la conquista de sus justas reivindicaciones. Iniciamos la exposición de estos temas, con la toma de Piura por los montoneros Chalacos en enero de 1883, acontecimiento histórico que sintetiza la crisis social del país en esa época. Existen suficientes elementos para sostener que este movimiento campesino tuvo como propósitos: la defensa de las tierras de la comunidad, deponer a las autoridades pro iglesistas y establecer un gobierno popular para continuar la resistencia contra las tropas chilenas. En esta coyuntura originada por la guerra del salitre, evidenciamos la presencia de coolie chinos en las haciendas de Huancabamba, para sustituir a los campesinos yanaconas. Un espacio importante está destinado al estudio de las principales huelgas de los obreros petroleros. Los años de movilización y organización obrera permitió la conquista de algunos derechos y el florecimiento de los ideales de justicia en la conciencia de los trabajadores. Luchas sociales que desbordaron las reivindicaciones laborales de los trabajadores para exigir al Estado la recuperación de la soberanía y dignidad nacional. Lecciones de sindicalismo y nacionalismo que pasaron a formar parte de la historia del movimiento obrero peruano. En estas páginas revaloramos la participación de Martín Chumo, Sinforoso Benites y Alejandro Taboada, auténticos líderes de la clase trabajadora. En el caso del campesinado, centramos nuestro interés por conocer la esencia de las relaciones semifeudales predominantes en las haciendas de nuestra serranía y las distintas formas de explotación y violencia generadas por el gamonalismo. En ese contexto, enfatizamos el estudio de las principales medidas implementadas por el gobierno de Augusto B. Leguía Salcedo contra el campesinado: la Ley de Conscripción Vial, la Ley de Vagancia y la Ley del impuesto a la chicha. Asimismo, se resalta la resistencia de los campesinos yanaconas a las diversas formas de explotación y violencia impuesta por los gamonales. Constituye también nuestro objeto de estudio algunos acontecimientos de la historia mundial que incidieron de manera significativa en la historia de la sociedad piurana en el período antes mencionado, especialmente, la Primera Guerra Mundial y la crisis del capitalismo en 1929 en nuestra región. 5

Debemos señalar que la Historia de Piura en su versión oficial privilegió el estudio de la época colonial y de la coyuntura de la independencia. Su discurso fue una exaltación a lo hispano. Esta historiografía olvidó la presencia nefasta de la Internacional Petroleum Company y la prepotencia de los agentes del gamonalismo. Olvido sospechoso que conspiró contra la memoria colectiva de los piuranos y piuranas. Esta historia ha presentado una lectura segregacionista de nuestro pasado histórico: invisibilizó la presencia de los indígenas, del campesinado y de los obreros/as como actores activos de la región, de la historia y de la geografía. Invisibilidad insólita, con aires de conspiración de silencio. Esa forma de manipular la Historia ahondó los prejuicios y los sentimientos contrarios entre nosotros mismos. No permitió que tengamos una imagen de nosotros mismos, generando desencuentros que ocasionaron una crisis en nuestra identidad. Es falso, completamente falso, la etopeya negativa que hizo Enrique López Albújar acerca del poblador piurano. Este escritor afirmaba que el algarrobo, la arena, la chicha y el clima caluroso, influían negativamente en la psicología de los piuranos. Caracterizaba a los piuranos como hombres conformistas, reacios a las actitudes altruistas y a las nobles rebeldías. La información histórica que presentamos en este libro, refuta categóricamente la afirmación del autor de “Matalaché”. Los obreros petroleros nunca se resignaron ante los abusos e injusticias fomentadas de las empresas extranjeras, en complicidad con los distintos gobiernos. Las huelgas de los obreros casi siempre fueron reprimidas de manera violenta y sangrienta. Fue la clase trabajadora de estos asientos petroleros quien inició la lucha por la conquista de algunos derechos ciudadanos y por la Dignidad Nacional. Asimismo, los campesinos, pese a los inconvenientes se opusieron a la explotación, a la expoliación, a la violencia, que le aplicaron los distintos agentes del gamonalismo. Jornadas de lucha que aun perduran en la memoria colectiva de los ex trabajadores petroleros de los enclaves imperialistas y de los campesinos, ex colonos de las haciendas. El presente libro no solamente pretende llenar el vacío de información que debilita y dificulta el desarrollo de la historia regional en nuestro medio; sino que, además intenta contribuir en el conocimiento de nuestro pasado y en el fortalecimiento de nuestra identidad histórica. En nuestro intento de reconstruir parte de la historia de las luchas de los petroleros y de los campesinos yanaconas hemos tenido que escuchar la voz de estos protagonistas. Para ello, se ha consultado parte de la información que contiene los periódicos, memoriales y pliegos de reclamos que conserva el Archivo Regional de Piura; y recorrer algunas comunidades de la sierra piurana para recoger los testimonios orales de campesinos, actores sociales que no fueron tomados en cuenta por la historia oficial. Asimismo, resulta evidente el nexo inseparable que existe entre Historia y Literatura. La relación de estas materias suscita un proceso integrador en el 6

conocimiento de la realidad histórica. En el estudio de la Historia de nuestra región, la literatura Regional es una vía que posibilita el conocimiento de nuestras raíces históricas y contribuye de esta manera en la formación de nuestra identidad. Convencidos de que la enseñanza-aprendizaje de la Historia en la escuela constituye un factor fundamental en la formación y consolidación de la conciencia e identidad de los pueblos, hemos creído conveniente prepara este libro para que sea utilizado a manera de Guía por los maestros y maestras de los últimos grados de estudios de educación secundaria y de los primeros años de educación superior de nuestra región. Esperamos que la acogida a este libro se exprese en la aplicación que de estos temas realicen los docentes en el aula. Agradezco de manera especial a la empresa RAISAPP EIRL por las facilidades y cuidados en el proceso de diagramación de este libro y a la Derrama Magisterial, mi testimonio de mi renovada gratitud por el valioso auspicio, aporte que hizo posible esta publicación. El autor.

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Las Montoneras de Chalaco de 1883. En el año ochenta y tres se vinieron los chalacos y vivando la comuna más de ochocientos serranos entraron a sangre y fuego y pisotearon los muertos sus caballos desbocados Junto al jefe Domador estaba Juan Seminario se peleaba por la tierra en aquellos días trágicos cuando por primera vez ondeó la bandera roja en esta América hispana. …

Teodoro Garcés Negrón. Poema “Los Seminarios de Piura” Uno de los antecedentes más importantes de las montoneras de 1883 relacionado al problema agrario lo encontramos en las asonadas y disturbios ocurridos en Morropón en 1868. La hacienda de Morropón de propiedad de los hermanos Teodomiro y Pedro Arrese y Paredes había extendido sus linderos a costa de las tierras de las comunidades de Santa Catalina de Mossa, Tamboya y Tamango. En 1857 los campesinos en defensa de las tierras comunales promovieron un expediente de deslinde, sin mayor éxito. Toribio Seminario arrendatario de este latifundio había expulsado a varios colonos de este fundo. El 27 de enero de 1868 una montonera conformada por ex colonos de las haciendas de Morropón, Bigote y Salitral atacaron e incendiaron la hacienda de Morropón. También incendiaron las haciendas de Pabur, Monte de los Padres y Chapica. Saquearon y quemaron las viviendas de Juan León Seminario, Administrador de la hacienda de Morropón; de Ramón Romero, Gobernador del distrito, y la de Toribio Seminario. Entre los montoneros destacan Gervasio Orejuela, Florentino Távara, Felipe Palacios y Juan Manuel Carnero. En Polvazal los montoneros quemaron un establecimiento de algodón y cuarenta cuadras de cerco de madera de algarrobo de propiedad de Pedro Arrese y Paredes y de Carlos Artemio del Valle. Augusto Seminario propietario de la hacienda de Pabur acudió en auxilio de su hermano Toribio, a pedido del Gobernador de Morropón. Hubo varios enfrentamientos entre montoneros y contra montoneros.(1) Otro hecho relevante que incidió en la toma de Piura por parte de los chalacos está relacionado con la presencia de las tropas chilenas en Morropón ocurrida en octubre de 1882. Sobre este hecho tres años después el hacendado Pedro Arrese y Paredes afirmaba: “Durante 8

la ocupación chilena se hizo creer al enemigo, por algunos espíritus mezquinos y envidiosos de nuestra fortuna, que los chalacos que se habían posesionado de Morropón representaban un bando patriota que después de los desastres de San Juan de Miraflores sostenían aún el pabellón nacional. El invasor prestó oídos a esta noticia, y habiendo enviando un fuerte destacamento de la fuerza que tenía en Lambayeque, desalojaron a los chalacos y, en reparación de la falta de éstos, nos impusieron a nosotros un cupo de cinco mil soles de plata que fue inmediatamente satisfecho”(2) Sobre el mismo acontecimiento Wilfredo Kapsoli nos presenta otra versión. Al respecto este historiador sostiene que las tropas chilenas que se encontraban en Lambayeque en la persecución de las montoneras que merodeaban los pueblos de Jayanca y Olmos, llegaron a las haciendas de Bigote, Buenos Aires y Morropón, e impusieron cupos a los propietarios de estos fundos. (3) En su intento de invadir Chalaco los chilenos fueron rechazados en la quebrada de Pambarumbe, lugar que hoy en día se conoce como la Quebrada de la Guerra. Las motivaciones Este movimiento campesino tuvo como propósitos: la defensa de las tierras de la comunidad, deponer a las autoridades pro iglesistas y establecer un gobierno popular para continuar la resistencia contra las tropas chilenas. El historiador piurano Miguel Maticorena Estrada escribe: “Los chalacos junto a su reclamación agraria, deseaban aniquilar al Prefecto. Deseaban deponerlo por no hacer caso a su demanda contra los hacendados de Morropón y porque se había descubierto que ya no obedecía a Montero sino a Iglesias . O sea estaban en contra del Plan de Montan de hacer la paz con cesión territorial. Una forma de nacionalismo popular como había sucedido en otros departamentos peruanos” (4) Hay suficientes argumentos para sustentar que este movimiento social no fue una acción anárquica organizada y conducida por bandoleros. Fue algo diferente. Las montoneras de chalaco de 1883, fue un movimiento cuya connotación política tuvo motivaciones que superó el contexto regional y nacional. Cito aquí a Maticorena: “El movimiento campesino de 1883 muestra una triple motivación local, departamental e incluso internacional. El problema económico social agrarista se confunde con la crisis nacional originada por la Guerra del 79. Se entrecruzan instancias locales o agrarias, políticas nacionales, incluso el eco doctrinal de la Comuna parisina” Luego sostiene: …, no fue una simple aventura de bandidaje sino un movimiento en el que confluyen la reivindicación agraria y una actitud frente a la paz con Chile propuesta por Iglesias, más un eco popular de la Comuna de París de 1871” (5) Los chalacos toman Piura. En enero de 1883 ante la falta de atención a sus reclamos por parte de las autoridades los chalacos al mando de Vicente García, Santiago Palacios y Juan Seminario y León marcharon hacia Piura. En el trayecto incendiaron haciendas y destruyeron los cepos que utilizaban los hacendados para castigar a los campesinos, negros y chinos. En la madrugada del 28 de enero los montoneros de chalaco ingresaron y tomaron posesión de la ciudad. El terror y pánico se apoderó de la población. Se luchó en las principales calles de 9

la ciudad. Los montoneros en retirada con Vicente García se refugiaron en la casa de Manuel Frías, ubicada en la esquina Libertad y Apurimac. Por orden del Prefecto Fernando Seminario y Echeandía Váscones se prendió fuego a la vivienda porque los montoneros no se rendían. Juan Seminario y Vascones, padre del montonero victimado en una carta dirigida al General Lizardo Montero narra la forma sangrienta de cómo fue debelado este movimiento. Según Seminario las atrocidades que cometió el Prefecto superó largamente los daños y destrozos ocasionados por los chilenos. (6) _____________ (1) Archivo regional de Piura. Causas Criminales. Legajo 257. Exp.5592. Año 1868. (2) MACERA, Pablo. Parlamento y Sociedad en el Perú. Pág.72. Recurso presentado por Pedro Enrique Arrese y Paredes solicitando a la Asamblea Constituyente rechazar el proyecto de expropiación de la hacienda de Morropón. 16 de marzo de 1885. Las palabras en cursiva son nuestras. En esta cita se deja entrever la posición de los terratenientes frente a la invasión chilena. Para los hacendados la ocupación de Lima significó la culminación de la guerra y estaban preocupados por la agudización de los conflictos internos; y algo ma´s, estaban atemorizados por una posible reedición de la Comuna de París de 1781. Véase Wilfredo Kapsoli “Lambayeque en la coyuntura de la Guerra del Pacífico” En: La Guerra del Pacífico. Volumen II Lima. UNMSM 1984. (3) KAPSOLI ESCUDERO, Wilfredo. Op. Cit. Pág.87. (4) MATICORENA ESTRADA, Miguel. La Comuna y los Chalacos de Piura en 1883. pág 2 (5) Idem. Pág 1 (6) Carta de Juan Seminario y Vascones al general Almirante Lizardo Montero.

Oleo que se encuentra en la Casa Museo Grau. En este cuadro el pintor busca perennizar la obra política del Prefecto Fernando Seminario y Echeandía Vascones. Para unos fue un exterminador de montoneros, para otros, representaba el orden y la autoridad.

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LA TOMA DE PIURA POR LOS CHALACOS “... lo que el niño Pasión López nunca olvidó fue la llegada a Chalaco de la expedición punitiva encabezada por el Prefecto y las atrocidades que cometieron como escarmiento...” Miguel Gutiérrez.

Piura en el contexto de la guerra. La Guerra con Chile trastocó la estructura económica de la sociedad piurana. En 1882 se aceleró el proceso de consolidación de la gran propiedad de la tierra. La transferencia de la pequeña propiedad campesina favoreció a los latifundistas. Este hecho coincidió con la ocupación chilena que generalizó el cobro de cupos de guerra. En octubre de ese año, los chilenos impusieron cupos a las haciendas de Bigote, Buenos Aires y Morropón. En Bigote exigieron 153 animales vacunos, en Buenos Aires y Morropón cobraron 2500 pesos en cada hacienda. Si bien es cierto que la ocupación chilena en Piura afectó económicamente a todos los sectores sociales, fueron los campesinos los más perjudicados. Después de la guerra se agudizó el conflicto entre hacendados y campesinos por el control de la tierra. Los latifundistas mantienen su hegemonía económica y política y en consecuencia se consolidó el gamonalismo. La crisis originada por la Guerra del Pacífico agudizó los conflictos sociales. Hubo enfrentamientos entre los distintos grupos sociales y entre las fracciones de los sectores dominantes. El distanciamiento entre Lizardo Montero, Presidente elegido, y Miguel Iglesias, apoyado por los chilenos, dividió a los hacendados piuranos.

Los chalacos ocupan Piura. Uno de los conflictos sociales más violentos de la historia de Piura en la época republicana, lo protagonizaron los chalacos cuando ocuparon esta ciudad. Las montoneras1 de Chalaco fue un movimiento social motivado por el reclamo de tierras a los dueños de la hacienda de Morropón, de propiedad de los hermanos Teodomiro y Pedro Enrique Arrese y Paredes. Esta hacienda extendía sus linderos a costa de las tierras de la comunidad campesina San Fernando de Chalaco. Esta protesta campesina devino en un movimiento político para obligar al prefecto Fernando Seminario y Echeandía a nombrar los representantes del departamento para la Asamblea de Arequipa, como lo solicitaba el General Almirante Lizardo Montero.

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Agrupación armada conformada por individuos de diferentes grupos sociales dirigida por un caudillo, a veces, desclasado o marginal pero que tiene un estatus relativamente elevado a nivel regional o local.

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Recreando la historia de este movimiento social, Miguel Gutiérrez en su obra “Hombres de Caminos” señala que la toma de Piura tuvo como propósitos: la defensa de las tierras de la comunidad, deponer a las autoridades pro iglesistas y establecer un gobierno popular para continuar la resistencia contra las tropas chilenas. En enero de 1883 ante la falta de atención a sus reclamos por parte de las autoridades, los chalacos al mando de Vicente García Córdova y Juan Seminario y León marcharon hacia Piura. En el trayecto incendiaron las casas haciendas y destruyeron los cepos que utilizaban los hacendados para castigar a los campesinos, negros y chinos. En la madrugada del 28 de enero los chalacos ingresaron y tomaron posesión de la ciudad. El terror y el pánico se apoderó de la población. Se luchó en las casas y en las calles de la ciudad. El movimiento fue develado sangrientamente por la gendarmería dirigida por el Prefecto Fernando Seminario. Los montoneros chalacos en retirada con Vicente García a la vanguardia se refugiaron en la casa de Manuel Frías, ubicada en la esquina La Libertad y Apurímac; lo que hoy es el zanjón del Centro Cívico, por orden del Prefecto se prendió fuego a la vivienda porque García y sus montoneros no se rendían. Solo así la gendarmería pudo dominar el último reducto de los chalacos. La memoria colectiva del pueblo piurano conservó por mucho tiempo el triste recuerdo de este horroroso episodio; conocido como La Casa Quemada. Refiriéndose a la forma sangrienta de cómo fue develado este movimiento, Juan Seminario y Váscones padre del montonero victimado escribe: ¨ Al segundo día 29 se presentó otro cuadro horrible, en la cárcel se habían depositado 30 prisioneros, y de dos en dos fueron sacados y fusilados en el patio del cabildo. En los días siguientes al que tomaban lo fusilaban, a más de los que han muerto y mueren con frecuencia bajo el martirio y azote. La tropa de D. Fernando a los pocos días apareció sobre Morropón y Chalaco para exterminar a los desafectos. Han sido desatadas furias del averno: el saqueo, la flagelación, el asesinato, el incendio de casas y comercio de tanto infelices, forman un cuadro que deja atrás la barbarie de la Edad Media...¨2 Según el autor de esta cita las atrocidades que cometió el ex prefecto superaban largamente los daños y destrozos ocasionados por los chilenos. Asimismo, una nota publicada en un diario de la capital sindicaba al ex prefecto Fernando Seminario como el principal responsable del horroroso carácter que tuvo la guerra civil en nuestro departamento. Agrega la nota, que bajo su administración hubo saqueos, incendios y asesinatos de prisioneros.3 Dos años más tarde. Los diputados Genaro Carrasco y Manuel Barriga presentaron un Proyecto de ley sobre la expropiación de la hacienda de Morropón y la venta de sus tierras, en subasta pública, a favor de la comunidad de Chalaco o de cualquier otro postor. Esta proposición fue desestimada por las Comisiones de Justicia y Hacienda del Congreso. 2 3

Carta de Juan Seminario y Váscones al general – Almirante Lizardo Montero. Diario ¨ El Comercio ¨ viernes 5 de abril de1895.

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Una década después, el Concejo Provincial de Piura expresaba al ex Prefecto la “gratitud de esta ciudad por el bien que le hizo salvando el honor, la vida y la propiedad de sus habitantes”.4 En 1925 los diarios de la localidad publicaban diferentes opiniones sobre este conflicto. Un periodista del diario La Industria escribía: “Día terrible de ansiedad y espanto el que Piura pasará cuarenta y dos años ha ser atacada la ciudad por la horda de Chalacos así llamados por pertenecer sus miembros al pueblo de Chalaco y lugares circunvecinos. Aprovechando estos de la anarquía reinante en el país a consecuencias de nuestros desastres nacionales levantaron una partida, perfectamente armada con el pretexto de disputar a la hacienda Morropón la propiedad de unos terrenos que según ellos, pertenecían a la comunidad (...) No fue un movimiento revolucionario con fines políticos, como aseverara reciente un diario local. Fue un movimiento comunista dirigido por personas de instintos perversos, quienes para soliviantar más los ánimos de los habitantes de esas regiones, gente maleante en su mayoría, hiciéronles creer que la única manera de conseguir el fin que perseguían era derrocar a las autoridades constituidas, haciéndose justicia por mano propia. ¨5 Días después el mismo diario publicaba la siguiente nota: “En relación con el artículo del colaborador F.H. que sobre la entrada de los Chalacos a Piura publicada en nuestra edición hemos recibido dos cartas firmadas por A.T.P. en las cuales se afirma que el movimiento de enero de 1883 no tuvo el carácter comunista que se quiere darle, sino que por lo contrario, respondió a un profundo anhelo de justiciaacrecentado por las exacciones de los gamonales de entonces que trataban de apropiarse por medios vedados de los terrenos pertenecientes a la comunidad de Chalaco”. 6 Existen suficientes elementos para sostener que este suceso no fue una acción anárquica propia del bandolerismo. Fue algo diferente. Se trató de un movimiento con cierta connotación política cuya repercusión tuvo un alcance a nivel regional.

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Diario ¨ La Industria ¨ 25 de enero de 1925. Pág. 3 á. Idem. El subrayado es nuestro. 6 Idem. 30 de enero de 1925. Pág. 3á. 5

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Local del Cabildo de Piura – 1883

Anexo 1* PARTIDA DE DEFUNCIÓN DE JUAN SEMINARIO Y LEON 1883 enero 28. Se presentó D. Ramón León participando del fallecimiento de D. Juan Seminario y León, hijo de D. Juan Seminario y Váscones y Da. Dominga de León y Alba/ 29 años blanco –soltero –hacendado, muerto de un balazo que recibió en el tiroteo que ha tenido lugar con las fuerzas de Chalaco. Testigos: D. Jacinto Morales, D. Juan Alvarado Nota – Los cuarenta y tantos fusilados, en el cuartel por órdenes del prefecto D. Fernando Seminario, no han podido ser apuntados porque no se saben sus nombres, así como los demás muertos en la casa incendiada y en el combate. A todos se les ha dado sepultura. Piura, enero 30 de 1883 Juan Antonio Campos, Inter-cura de la Matriz

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Fuente: Parroquia San Miguel Arcángel. Libro de Defunción Nº 13 Folio 258 s/n.

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CHINOS EN HUANCABAMBA El 17 de noviembre de 1849, el gobierno de Ramón Castilla promulgó la ley de inmigración, con esta medida se inició el vil tráfico de chinos.

Un poco de historia Por esa época ante el grado de postración de la agricultura del país, la clase latifundista fiel con su mentalidad esclavista exigía al Estado brazos para trabajar sus tierras. Es así, que el gobierno de Ramón Castilla promulgó la Ley General de inmigración, medida que favoreció a la inmigración china. El gobierno otorgó a los latifundistas Domingo Elías y Juan Rodríguez la exclusividad por cuatro años para importar chinos para las haciendas de Lima y La Libertad. Estos concesionarios chineros recibían del Estado 30 pesos por cada individuo que ingresaban al país. Impulsados por su pobreza extrema y atraídos por falsas promesas, los coolíes eran contratados en China por un período de 8 años. El viaje duraba 90 días aproximadamente. En la travesía morían entre ¼ y 1/3 de los inmigrantes por causas de la mala alimentación, maltratos físicos y enfermedades. A su llegada al país, en los puertos, los traficantes traspasaban los contratos a los hacendados, a quienes en adelante se debían los asiáticos.

La semiesclavitud china Al Perú llegaron cerca de 100 000 coolíes, es decir, chinos en condición de semi esclavos. Se calcula que casi el 90% de estos semi esclavos fueron destinados a la agricultura costeña donde había una expansión del cultivo del algodón y de la caña de azúcar cuyo destino era el mercado internacional. Un porcentaje menor de ellos también laboró en las islas guaneras, en la construcción de los ferrocarriles y como servidumbre.1 El coolí fue una combinación de asalariado y esclavo. Por un lado, estaba sometido a un régimen de libre contratación, no poseía instrumentos de producción y al cabo de un tiempo podía cambiar de ocupación. Pero, al mismo tiempo fue sometido al sistema de enganche. El endeudamiento y la forma de trabajo lo sometían a vejámenes de esclavo (las faltas eran penadas con castigos corporales, se les marcaba con fuego, se les perseguía si salían de la hacienda). La segunda mitad del siglo XIX fue para la costa peruana la historia de cómo se explotó a los coolíes. Por su parte los coolíes respondieron a esa situación con revueltas y levantamientos contra los abusos de los hacendados. A esta violencia estructural a la que fueron sometidos los chinos debemos agregar la discriminación racial de la que fueron objeto los asiáticos.

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RODRÍGUEZ Humberto. Los trabajadores chinos Culies en el Perú. Lima 1977.

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Chinos en Huancabamba En el contexto nacional son pocas las investigaciones que dan cuenta de la presencia de los chinos en la sierra. En el caso de la historia de Piura este tema aún no ha sido investigado. En el Archivo Regional ubicamos un expediente judicial contra un reo desconocido por la muerte del asiático Vicente Elera, ocurrida el 17 de diciembre de 1883 en la ciudad de Huancabamba. Este asiático cuya edad era de 35 años se desempeñaba como peón en el fundo de Felipe Adrianzén. Según testigos la muerte de este chino fue el trágico desenlace de un reclamo que hizo la víctima al sub prefecto don José Ramírez Porras por un caballo que le había quitado su antecesor don José López Castilla. Ramírez Porras declara: “...Horas antes de este suceso el agresor ha ido a casa de don Manuel Arméstar, de don Bacilio Ubillús a buscar cápsulas de revólver lo que manifiesta el plan que ha tenido de asesinarme el asiático (...) Pocos momentos antes de la muerte del asiático, don Estanislao Orihuela puso en mi conocimiento que los chinos tenían el plan de asesinarme, que manifiesta también que el mencionado asiático no ha procedido aisladamente”.2 Este declarante manifiesta que el asiático también amenazó de muerte al Gobernador don Santos Rodríguez. Este expediente hace referencia a una funda ocupada por varios asiáticos. Asimismo se menciona a varios chinos que se encontraban en la cárcel de esa localidad. Esto es un indicio de la presencia de chinos en esta zona de la serranía piurana. Futuras investigaciones pueden dar respuesta a las siguientes interrogantes: ¿cuáles fueron las circunstancias en que llegaron los chinos a este pueblo de la sierra?, ¿cómo se integraron a esta comunidad?, ¿cuál fue el papel económico que desempeñaron dentro de la dinámica de la estructura productiva de este pueblo?

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Archivo Regional. Leg. N°45. Corte Superior de Justicia Huancabamba. Causas criminales año 1883- 1884.

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LA PESTE BUBÓNICA EN PIURA. “La ciencia parece que tropezaba con dificultades experimentales, pues raro era el caso del enfermo que se recuperaba, ya que todos o en su mayor parte pasaban al cementerio.” Jacobo Cruz. Jorge Basadre afirma que los primeros casos de peste bubónica en el Perú aparecieron en el mes de mayo de 1903 en el Callao. Se presume que esta enfermedad había sido traída por el barco Amasis procedente de Calcuta. En el caso de Piura parece que la peste bubónica llegó por Paita por ferrocarril en los cargamentos de arroz infectado. Esta terrible enfermedad asoló a los pueblos de la región, especialmente a las comunidades de la sierra. Este flagelo en Catacaos En 1906 se produjo la primera epidemia de esta enfermedad en este distrito, causando alarma y estragos en la población. Mientras esto sucedía, los cataquenses criticaban la ineficacia de sus autoridades municipales. En un semanario de la época se lee: “Es lamentable la condición del pueblo de Catacaos, la bubónica sigue haciendo numerosas victimas, sin que el Concejo adopte ninguna medida y antes por el contrario permanece cruzado de brazos.” 1 Este terrible flagelo social estigmatizaba a los enfermos. En esa misma nota de prensa se agregaba: “Tenemos conocimientos que la peste ha invadido la parte central de población y que varias personas visibles del lugar están atacadas del mal y se están curando ocultamente.” 2 Merece destacar la participación del Dr. Antonio Ramírez Serrano, médico ecuatoriano, quien se convirtió en el símbolo de la lucha contra la peste bubónica en esa localidad. Este galeno no sólo atendió a los epidémicos, sino que además gestionó la construcción del lazareto en ese pueblo. La peste en Piura. Desde el punto de vista sanitario y cultural la población piurana no estaba preparada para afrontar este tipo de emergencia. La peste bubónica se propagaba rápidamente, generando una psicosis colectiva en la población. A la muerte de los pacientes sus viviendas y pertenencias eran incineradas. Un periodista escribía: 18

“Con motivo de haberse presentado un caso de peste en el arriero Enrique Castillo del barrio de Castilla, la Inspección de Higiene ha dictado medidas haciendo incinerar la casa donde se guareció el enfermo y desinfectar la casa donde se hospedo momentáneamente a su llegada del interior. Castillo falleció en la barraca después de su ingreso.” 3 Ante el avance de la epidemia se recomendaba a la población a mantener limpias sus viviendas, evitar la acumulación de basura y a perseguir con tezon a los roedores. La Municipalidad encargó al señor Rázuri, Inspector de Policía Municipal, efectuar las visitas domiciliaras y castigar con multas a los vecinos que carecían de hábitos de higiene en sus viviendas. Asimismo, el Concejo Provincial administraba el lazareto conocido también como la barraca municipal. Este nosocomio se construyó en el terreno que actualmente ocupa el edificio de Registro Público. En este centro de salud cada paciente era socorrido con 40 centavos diarios, con atención médica y medicinas. A pesar de ello, existía inconformidad en la colectividad piurana por el servicio ofrecido en el lazareto municipal. Interpretando ese descontento colectivo los directivos de la Confederación Obrera, El proletariado Obrero y del Club Sport Piura mediante memorial denunciaba: “Que el lazareto hecho para atender a los pestosos infunde terror al vecindario tal que se le a puesto a este Centro el nombre de Matadero ya porque los que son conducidos allí mueren casi siempre ya porque el descuido que en ese lugar existe...” 4 La peste bubónica se convirtió en nuestra región en un mal endémico hasta la segunda década del siglo pasado.

Citas. (1) Confederación Obrera “Unión y Confraternidad” Semanario El Obrero Piurano No.11 . 30 de diciembre de 1913. pág.1 (2) Idem. (3) Idem. Semanario El obrero piurano No.53. 8 de noviembre de 1914.pág.1. (4) Idem. Semanario El Obrero Piurano No. 248. 7 de diciembre de 1918. pág. 2.

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LAS PRIMERAS HUELGAS EN TALARA ENTONCES empecé a conocer a mis hermanos obreros que yacían oprimidos cuyas frentes surcadas de miedo sus labios sellados de silencio sus manos quebradas de trabajo y rellenas de callos y de sus ojos una tristeza profunda sin lágrimas Así son los obreros del petróleo que yo conozco. Emilio Saldarriaga García. Poemario: Petróleo. El tipo de relaciones sociales de producción impuestas en los enclaves petroleros de la International Petroleum Company y la Lobitos Oilfields en Talara generó una creciente polarización social expresada en sucesivas huelgas e intervenciones violentas de la fuerza pública. Según la versión de Jorge Basadre en 1913 los obreros de Talara, Negritos, Lobitos y Lagunitas realizaron una huelga. En Negritos, la empresa despidió y expulsó a 60 trabajadores. La solidaridad de los obreros de los puertos del litoral se puso de manifiesto a través del boicot declarado a los barcos de la casa Duncan Fox. La Compañía se vio obligada a incorporar a quienes había despedido. Los obreros de Talara y Negritos obtuvieron un aumento de 20 centavos en los jornales, salario integro en caso de accidentes, asistencia médica y medicinas para ellos y sus familiares. En Negritos, el 26 de mayo de 1916, ante la decisión de la Compañía de aumentar dos horas de trabajo diario, los trabajadores se declararon en huelga. En este lugar se produjo una masacre que ocasionó la muerte de cuatro personas y dejó algunos heridos. Frente a estos sucesos trágicos, los directivos de la Confederación Obrera y el Proletariado Obrero de Piura enviaron un cablegrama al Presidente José Pardo informando sobre esta masacre y responsabilizaron de estos hechos sangrientos al Prefecto accidental. Al mismo tiempo pedían justicia para las víctimas. En septiembre de ese mismo año, en Lobitos, los trabajadores exigían a la Empresa Lobitos Oilfields el cumplimiento de las cláusulas del acuerdo del levantamiento de la huelga anterior. Además se demandaba la reposición de los despedidos y la libertad de los obreros detenidos. Sin embargo ante la negativa de la Compañía de solucionar estos reclamos los trabajadores se declaran en huelga. 21

En esa oportunidad el Prefecto de Piura, Oscar Grau, hijo del Caballero de los Mares, viajó a Lobitos y se entrevistó con el Gerente Scotl e intercedió por la solución del conflicto a favor de los obreros, gesto que fue elogiado por la población del lugar. En los dominios de estas Compañías se estableció relaciones pre – capitalistas y se violó la libertad de comercio. Esta afirmación se deja entrever en una nota de prensa que explicaba las causas de la huelga de 1916, en ella se lee: “el despotismo con que se les trata, la preferencia que se da a trabajadores extranjeros sobre los trabajadores nacionales, el abaratamiento de la vida por el monopolio que hacen las bodegas puestas por las Empresas, el pago en parte del jornal semanal en fichas de circulación forzosa, dejando en la imposibilidad de acudir con dinero a sus familias...” 1

Como parias en su país En los dominios de los enclaves petroleros no regían las leyes del Estado Peruano sino de la IPC y de la Lobitos Oilfields. Estas Empresas despojaron de todo derecho civil, de toda libertad a los trabajadores y a la población. En esa región el desarrollo de la ciudadanía en la población presentó serias contradicciones. A pesar de los esfuerzos que realizaba la IPC por vender la imagen de Talara como una ciudad limpia y ordenada, las condiciones de higiene y salubridad en que vivían las familias de los trabajadores no eran las más óptimas. Un periodista de la época escribía “El barrio denominado “El Puerto” se encuentra abandonado a su propia suerte. Las inmundicias perfuman el ambiente de más de mil habitantes de obreros, temiéndose que con el verano se desarrolle una mortífera epidemia. Esta desatención muestra la indiferencia de la Empresa y de la autoridad para llevar a ese populoso lugar el bienestar y la limpieza”.2 Los trabajadores y pobladores frecuentemente eran víctimas de los abusos y de las humillaciones de las autoridades políticas y militares. José G. Peña y José Zapata Z., delegados de los obreros de Lobitos por intermedio de una carta dirigida al Prefecto de Piura, denunciaban los actos de prepotencia del oficial de Gendarmería Abel Paz contra la población civil. Los denunciantes señalaban que el referido oficial hacia despedir injustamente a los obreros; además, allanaban los domicilios de los trabajadores en altas horas de la noche “... sin respetar lechos de infelices parturientas, como son: las señoras Victoria C. de Duque, Melicia P. de Correa y casas de Julio Palomeque y de José G. Peña. Aún más señor hoy nos hayamos como seres en el ostracismo pues no se nos permite una humilde correspondencia, ni de nuestros queridos padres porque el mencionado Paz trabusca los bolsillos al marinero José S. Zavala a fin de que no traiga ni nos lleve una correspondencia familiar, amenazándole que si acaso así lo hiciere, sería despedido por petición de él”. 3

Seminario “El Obrero Piurano” 3 de junio de 1916 pag. 2 (El subrayado es nuestro) 2 Idem 14 de octubre de 1916 pag. 2 3 Ídem 05 de noviembre de 1916 pág. 3 1

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Con mucha frecuencia la Compañía despedía intempestivamente a los obreros. Además era una práctica constante de los jefes imponer castigos sin causa alguna a los trabajadores. En la IPC el 5 de agosto de 1916, el jefe de albañiles, el señor Tabiasson despidió a los operarios José Albán, Antonio Valdiviezo, Nicanor Albán y a Bernardo Gómez so pretexto de que se escaseaban los trabajos y se contrató a extranjeros. Las Compañías Petroleras extranjeras violaban los más elementales derechos de la población. Estas empresas establecieron una disciplina medieval. Cuando un trabajador, por cualquier motivo no le convenía a estas empresas, se le notificaba para que abandone la localidad. En el periódico “El Obrero Piurano” se lee: “El lunes 16 el Teniente Gobernador notifica á Morales para que se embarque en la lancha “Rosalía” que va á Paita ¡que sarcasmo! Sin duda este suelo es yanqui y no pertenece al Perú, porque así se acostumbra con todo hombre que despide la Empresa, la autoridad política lo hace desocupar el poblado” 4 Frente estos abusos los obreros se solidarizaron con los trabajadores despedidos y expulsados, y finalmente decretaron un paro el 17 de octubre de 1916. El escritor y abogado Enrique López Albújar asumió la defensa de los huelguistas de Talara y Negrito.

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Ídem

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PIURA DURANTE LA PRIMERA GUERRA MUNDIAL La guerra europea que estalló en agosto de 1914 originó una crisis en la economía nacional. El sector popular fue el más vulnerable, su situación de pobreza se agravó. Este conflicto bélico repercutió directamente en las condiciones de vida de los sectores sociales menos acomodados. Se produjo despidos de trabajadores, disminución de sueldos y salarios, crisis en la circulación de la moneda metálica y escasez de productos de primera necesidad, estos efectos contribuyeron al alza del costo de vida.

Una legislación de Emergencia Para contrarrestar los efectos de la guerra el gobierno de Oscar Benavides adoptó las siguientes medidas: a)

Promulgó leyes que prohibía la exportación y el alza indebida de los productos de primera necesidad. b) Se autorizó a los Bancos para emitir cheques circulares. c) Se decretó el despido de trabajadores. Para implementar la Ley N°. 1967 que impedía el encarecimiento de los productos de primera necesidad, el Concejo Provincial de Piura conformó la comisión integrada por los regidores Ricardo C. Espinoza y Carlos Lamadrid y por el síndico de rentas Dr. José F. Velazco. Frente al alza de precio de la harina, el alcalde Víctor M. Zapata, solicitó al senador Víctor Eguiguren gestionar en el Congreso la supresión por un tiempo determinado, o la rebaja del impuesto que pagaba este producto en la aduana de Paita; y ante las compañías nacionales de vapores la rebaja de los fletes 1. Para la población piurana las medidas del gobierno central y las ordenanzas municipales no constituían la solución del problema, solamente tenían un carácter paliativo. El problema de las subsistencias En la coyuntura generada por la guerra se evidenció ciertas contradicciones entre los distintos sectores sociales, incluso a nivel de los grupos de poder. En esta crisis los grupos sociales asumieron comportamientos condicionados por sus propios intereses. Los trabajadores agremiados en la “Confederación Obrera” no solamente apoyaron la propuesta presentada por el senador Eguiguren ante el Congreso; sino que, además exigían al gobierno la rebaja de los fletes, la liberación de los derechos fiscales y la anulación de gabelas que pesaban sobre el arroz, el azúcar, la harina, la manteca, y otros productos de primera necesidad.

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Concejo Provincial de Piura. Boletín Municipal N°. 240 30 de noviembre de 1916.

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Con el propósito de manifestar su adhesión a la iniciativa del congresista piurano la Confederación Obrera convocó a la población a un mitin en la Plaza de Armas para el domingo 23 de septiembre, a horas 4 p.m. En el periódico “El Obrero Piurano” se denunciaba que la causa del problema de la carestía y la mala calidad del pan era el monopolio que ejercía la casa MILNE, representante de la empresa inglesa London And Pacific Petroleum. El periodista escribía: “No es que el centavo y cuarto que paga el impuesto el kilo de trigo ni los cuatro centavos que gravitan como tributo en la harina importada contribuyan a aumentar por sí solos el precio del pan. Es el sol que cuesta poco más o menos el transporte del trigo desde las naves hasta los molinos, es el otro sol que cuesta el retorno al Callao, más los gastos de embarque y conducción para los lugares distantes de Lima, es la tarifa un poco alta que la casa Milne fija a sus harinas…”2. Mientras tanto, el problema de las subsistencias adquiría caracteres de alarmante gravedad. Un reportero afirmaba: “Continúan los comerciantes explotando al público con el alza injustificada y excesiva de los artículos de primera necesidad. Ya no sólo es el arroz, la manteca, las menestras, lo es también el fósforo que se vende al público a 4 centavos cajita”3.

Otra medida adoptada por los empresarios piuranos fue el despido masivo de trabajadores y la rebaja de un 40% de sueldos4.

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Confederación Obrera “Unión y Confraternidad” El Obrero Piurano N° 172 - 12 de mayo de 1917. Pág. 2 3 Ídem El Obrero Piurano N° 157 - 20 de enero de 1917. Pág. 2 4 Ídem El Obrero Piurano N° 44 - 30 de agosto de 1914.

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Por otro lado, los dirigentes de la Confederación Obrera y del Proletariado Obrero solicitaron al Alcalde interceda ante los propietarios de las viviendas para lograr la rebaja de alquileres. El Obrero Piurano, en su edición del 20 de noviembre de 1915 daba cuenta que en los asientos petrolíferos de Negritos, Talara y Lagunitos había una multitud de obreros despedidos. El periodista escribía: “La situación de esa pobre gente es desesperante, pues están vagando y puede decirse que carecen de pan y asilo para guarecerse”5 La situación de los trabajadores del Estado era delicada a consecuencia de la falta de pago de sus haberes. En un semanario se lee: “Hemos recibido la queja de algunos preceptores fiscales relacionada con la demora para pagar sus sueldos, la queja la fundan en el sentido de que la Tesorería es parcial en el pago, pues hay preceptores que están pagados hasta septiembre, mientras que a otros se les adeudan 5 y 8 meses. Esta es la tendencia para los servidores de la nación que viene a aumentar el malestar económico de sus familias, pues tienen que buscarse la vida de otra manera, ya que es ilusorio esperar el pago”6. El alza constante del costo de vida mermó la capacidad adquisitiva de los trabajadores. Por esos años no existían normas legales para establecer los salarios mínimos. Entre 1908 y 1919 los salarios nominales de los trabajadores aumentaron de 2 soles a 3 soles diarios, lo cual significó una baja de los salarios reales, si se considera que entre estas dos fechas el costo de vida aumentó en casi un 90% sólo entre 1913 y 1919. La crisis de circulación de la moneda metálica agravó aún más el nivel de vida de la población. Las transacciones agiotistas era una práctica muy frecuente entre los comerciantes. Un periodista manifestaba: “Lo que ocurre en la actualidad es sencillamente escandaloso y, como en todo, siempre la peor parte la soporta el pobre que para cambiar un billete de 5 soles forzosamente tiene que perder de 25 a 30 Cts. Lo que equivale a un descuento de 5 a 6 por ciento…”7. A inicio de la guerra los comerciantes alemanes e ingleses, germanofilos y francofilos se comprometieron formalmente a cerrar sus establecimientos la tarde del sábado hasta la culminación del conflicto. Firmaron este compromiso Hilbck y C a, Duncan Fox, F.E. Helguero, G. Artado, Carlos Schaefer, Seminario y C a. Este compromiso fue resuelto por la casa Hilbck. Esta falta de seriedad de la referida casa comercial fue tema de variados comentarios en los círculos mercantiles y sociales. En la etapa final de la guerra, ante la demanda del algodón en el mercado externo los hacendados redujeron la extensión de terrenos dedicados a pastos y sementeras en sus fundos para dedicarlas exclusivamente al cultivo de este producto. Este hecho ocasionó un doble efecto: por un lado, se estimuló la concentración de tierras, la formación de grandes propiedades por compra o por despojo; y por otro

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Confederación Obrera Semanario Nº 101 El Obrero Piurano - 20 de noviembre de 1915. Pág. 2 Ídem Obrero Piurano N° 99 - 6 de noviembre de 1915. Pág. 2 7 Ídem El Obrero Piurano N° 146 - 28 de octubre de 1916. Pág. 2 6

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El

lado, ante la escasez de los productos de pan llevar se incrementó los precios, lo que incidió en el proceso inflacionario. Cabe resaltar el efecto de la inflación en el descontento de la población. Pues durante esos años el poder adquisitivo de los trabajadores disminuyó, siendo progresivamente más precario su nivel de subsistencia.

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NEGRITOS: LA HUELGA DE 1916 “Trabajadores que reclaman y se declaran en huelga para ser atendidos y autoridades que pretenden resolver la huelga a culatazos y balazos”

El Obrero Piurano 03.06.1916 En 1916, durante el gobierno de José Pardo y Barreda, los campesinos, obreros y mineros realizaban movilizaciones sociales por las 8 horas de trabajo, aumentos salariales y otras reivindicaciones laborales. El país vivía la era de las huelgas. Es en esas circunstancias históricas cuando tuvo lugar la jornada de lucha de los trabajadores petroleros en Negritos, dirigida por el líder Martín Chumo. Recordemos esta historia

Las causas del conflicto Víctor Colina, presidente de la Confederación Obrera “Unión y Confraternidad” de Piura señalaba que las causas que motivaron la huelga fueron las siguientes:  La London Pacific Petroleum dejó de pagar las 4 horas de trabajo que la empresa utilizaba el día sábado para efectuar el pago a los obreros.  El pago en parte del jornal en fichas de circulación.  El encarecimiento del costo de vida ocasionado por el monopolio establecido por las bodegas de la Compañía.  La prohibición por parte de la empresa de que los trenes trasladen a los trabajadores de la pampa al poblado de Negritos.  La discriminación de que eran objeto los obreros peruanos en relación a los extranjeros Además, los trabajadores exigían a London Pacific Petroleum, aumentos salariales y reducción de la jornada de 12 horas.

Algo más de historia El 21 de abril los obreros de Negritos se declararon en huelga exigiendo a la Compañía Inglesa la solución a su pliego de reclamos. El 31 de mayo una multitud, conformada por hombres y mujeres iniciaron una marcha de protesta hacia Talara. Los manifestantes exigían justicia y portaban el pabellón nacional. A la altura de Punta Arenas, esto es cerca de la refinería de Talara, la tropa masacró a los trabajadores. El costo social de esta movilización fue de 4 muertos y 9 heridos, una de las víctimas fue el dirigente Martín Chumo. Un periodista del semanario “El Obrero Piurano” dejaba entrever que los funcionarios de la London Pacific Petroleum al igual que sus homólogos norteamericanos de la Cerro de Pasco Copper Corporation sobornaban a los prefectos y subprefectos de estos departamentos. De esta forma compraban la

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complicidad de estas autoridades, quienes permitían los abusos y atropellos de estas empresas. En la práctica, los funcionarios de estas compañías se constituían en las principales autoridades de facto en la región, por encima de las autoridades políticas.

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LA HUELGA PETROLERA DE 1917 POETAS del Petróleo mañana

os diréis versos de esperanza de libertad ya no estará tu tierra lejana de la Patria Mañana os diréis hemos nacido en Talara y somos de la Patria. Emilio Saldarriaga García. Poemario: Petróleo

En tanto se vivía la coyuntura de la Primera Guerra Mundial y el gobierno de José Pardo expresaba su adhesión a las doctrinas del presidente norteamericano W. Wilson. En Talara, los obreros realizaban una huelga para reivindicar algunos derechos que la International Petroleum Company y la Lobitos Oilfields se negaban en reconocer. Esta medida de fuerza de los trabajadores se realizó entre los meses de abril y noviembre de 1917.

La huelga en Talara Los petroleros reclamaban a la IPC. el aumento de salarios, la construcción de dos locales; uno para el Centro Obrero y otro para una escuela, la contratación de un médico peruano, y la instalación de los servicios de alumbrado público y desagüe. En junio, mientras el paro se desarrollaba pacíficamente, cerca de cincuenta obreros sindicados como autores o instigadores de la huelga fueron puestos a disposición de la Justicia Militar. Un mes más tarde la Prefectura dispuso la detención de los dirigentes: Francisco Arcaya, Pedro Villalobos, Alejandro Trelles y otros. Por disposición del Sub-Prefecto de Paita, Leonidas Echeandía, el Juez de Paz de Talara obligó al Tesorero de la Caja de la Sociedad de Auxilios Mutuos de los trabajadores entregar las aportaciones de los socios, la misma que ascendía a S/. 1,295.25. Este dinero pasó a poder de Juan C. Murro, jefe de la Zona Militar. Según esta autoridad este fondo sería abonado a favor de la Compañía para cubrir los gastos que demandaba la reparación de los daños supuestamente ocasionados por los obreros en la huelga realizada en 1916.

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El paro en Negritos Por orden del Prefecto se dispuso la censura telegráfica en la zona petrolera, la población quedó incomunicada con el resto del país. El 18 de noviembre los huelguistas solicitaron la mediación en este conflicto a Víctor A. Colina y Luis Cabrera, Presidentes de la Confederación Obrera y del Proletariado Obrero de Piura, respectivamente. Los esfuerzos de estos dos dirigentes para dialogar con el Prefecto Ramón Valle Riestra y los directores de las Empresas Pollan, Snider y Scotl resultaron estériles. Ante la firme decisión de los petroleros de mantener su medida de lucha, la Compañía utilizó formas de violencia: arrestó obreros y expulsó a más de treinta familias. Un testigo de esos hechos manifestaba: “Salió una comisión compuesta del comisario Meyer, Mr. Porras y Alejandro García Cortes que recorría los canchones expulsando las familias de los presos y de los que no parecían por haber fugado burlando la vigilancia y expulsando también a los que se encontraban allí (…). Los expulsados fueron á refugiarse á la ranchería del puerto; pero de allí también aunque era territorio peruano eran expulsados, y se quemaban algunos ranchos que los recibían… ”1 Además se clausuró el mercado y la bodega de víveres se cortó el servicio de agua y se suprimió el gas.2

Y la huelga continuaba. El 24 de noviembre a pedido del Prefecto y de la Compañía, el Teniente Gobernador, Carlos A. Rubio publicaba un memorandum. En ese documento se comunicaba a los obreros que la Empresa reabriría sus instalaciones el día 29 de ese mes y que los trabajadores interesados a reincorporarse a sus labores deberían inscribirse. Además, la Empresa no otorgaba aumento de salario y se reservaba el derecho de admisión. Asimismo, los que no se inscribían serían notificados para que abandonen la zona.3 Los huelguistas se mantenían firmes en su posición. Ese mismo día se remitió a este buque en las mismas condiciones a otro grupo de dirigentes entre ellos el compositor Pedro Miguel Arrese. Al día siguiente en la Gobernación del distrito fueron arrestados Colina, Cabrera y los Delegados de Talara. Los detenidos, fueron conducidos al vapor de la 1

Semanario “El Obrero Piurarno” Nº 201 – 17 diciembre 1917 pag. 4 Idem Nº 181 – 21 de julio 1917 pag. 3 3 Idem Nº 201 – 17 de diciembre de 1917 pag. 2 2

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Empresa “Chira Littl” y luego pasaron en calidad de prisioneros al crucero “Bolognesi”. En su afán de quebrantar la sana rebeldía de los huelguistas, la Compañía utilizó formas de terror: se incendiaron las viviendas de los obreros. Víctor Colina nos dice: “...., desde allí vimos, desde la cubierta del buque cuando se nos sacaba al escusado, la humareda de las casas que se incendiaban para que no se asilen en ellas los que no querían inscribirse para trabajar en la Empresa”. 4

La masacre en Lobitos El 29 de noviembre la fuerza pública masacró a los trabajadores, once muertos y quince heridos fue el costo social de esta huelga según Jorge Basadre. Los dirigentes de los trabajadores responsabilizaron de esta masacre al Prefecto. En el Semanario “El Obrero Piurano” se lee: “Sr. Ramón Valle Riestra / Prefecto del departamento de Piura / Es autoridad sin igual / de mucho juicio y prudencia / que soluciona las huelgas / negando el pan al obrero / á los unos secuestrando / y asesinando á los otros / Huarahuau”5 Mientras tanto, en Piura la Confederación Obrera y el Proletariado Obrero convocaron a un mitin el cual se realizaría el 30 de noviembre, a horas 4 p.m. en la Plaza principal. Sin embargo la Sub prefectura no autorizó esta manifestación. En Catacaos la Sociedad de Artesanos Saenz Peña convocó también a un mitin para ese mismo día a las 3 p.m. en la Plaza de Armas de esa localidad. Las instituciones obreras del departamento se solidarizaron con los petroleros y rindieron homenaje póstumo a las víctimas. A su llegada a nuestra ciudad, el Prefecto fue objeto de una contra manifestación al momento de descender del tren. Los manifestantes lo pifiaron y le arrojaron piedras. Algunos señores notables lo visitaron en desagravio, y otros recogieron firmas con el mismo fin. En diciembre de ese año, Víctor Colina interpuso una querella civil y criminal contra el Prefecto Ramón Valle Riestra por abuso de autoridad y complicidad en el asesinato de obreros indefensos, exacción e incendio de sus ranchos. Ocho meses más tarde la Corte Suprema condenaba al ex Prefecto de Piura a 200 días de cárcel y lo inhabilitó por cuatro años a causa de los sucesos de Talara.

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Idem Nº 201 – 17 de diciembre de 1917 pag. 4 Idem Nº 199 – 30 de noviembre de 1917 pag. 5

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Anexo 2 Memorando * “La Empresa reabrirá sus trabajos el día 29 del presente mes, para lo cual se procederá á hacer la inscripción de los que deseen trabajar y han tenido ocupación antes de ahora en estos asientos petrolíferos siendo entendido que volverán al trabajo pero sin aumento alguno de salario. La inscripción se hará en la Gobernación del Distrito, y la Empresa se reserva el derecho de no aceptar á los que crea conveniente. Los que no deseen inscribirse y carezcan de ocupación quedan desde luego, notificados para ausentares de esta zona; contando para ello con la movilidad necesaria hasta el puerto de Paita.” Talara, 24 de Noviembre de 1917. Carlos A. Rubio Teniente Gobernador.

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Fuente: El Obrero Piurano. Confederación Obrera “ Unión y Confraternidad” Piura, 17 de Diciembre de 1917. No. 201 pág.2

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VALDELOMAR EN PIURA En 1910, a la edad de 22 años, el autor del Caballero Carmelo visitó por primera vez la tierra de Grau. Ocho años más tarde, regresó a estas cálidas tierras para dictar conferencias al pueblo piurano. Ante la inminencia de un conflicto armado con el Ecuador en 1910, el gobierno de Augusto B. Leguía dispuso la movilización del ejército a la frontera norte. En Lima al igual que en el resto del país, la juventud de manera masiva y espontánea se presentó a los cuarteles. Pedro Abraham Valdelomar Pinto, estudiante de la Facultad de la Universidad de San Marcos en compañía de otros condiscípulos se enrolaron en el Batallón Universitario. Luego fue enviado a la frontera y pasó varias semanas en los vivaques de Sullana y Zarumilla. En esa estadía El Conde de Lemus escribió las crónicas tituladas Con la Argelina al viento, artículos publicados por el Diario de Lima, y que la Municipalidad limeña premiara el 28 de julio de ese año. Valdelomar fue un artista de gran sensibilidad social. Durante su visita a las ciudades norteñas se identificó con la gente humilde y sencilla, en los auditorios de las organizaciones obreras pronunció oraciones en homenaje a la Patria y al Trabajo. Víctor A. Colina escribió: “El Joven Intelectual Abraham Valdelomar recorre en propaganda patriótica el territorio de la República dando conferencias que estrechan y vinculan las clases sociales que despiertan el sentimiento de confraternidad, que llaman la consideración de los peruanos hacia los aborígenes, hacia los parias del Perú, hacia los indios, cuya condición no ha mejorado aún a pesar del siglo de independencia y que siguen todavía víctimas de la explotación y de la tiranía de los gamonales”1 En 1918, el fundador de la revista Colónida ofreció dos conferencias en nuestra ciudad. En el periódico El Obrero Piurano se lee: “Gran Conferencia/ El martes en la noche tendrá lugar en el local de la Sociedad Obrera una conferencia dada por el notable intelectual señor Abraham Valdelomar. Quedan avisados los obreros”. 2 La segunda conferencia se realizó la noche del 24 de agosto, en el Teatro Principal. Un corresponsal de ese periódico señaló que esa noche la sala del Teatro estaba repleta de gente de toda condición social, especialmente de trabajadores también asistieron el Alcalde y el Prefecto. La actuación se inició con la presentación del escritor por parte del Presidente de la Confederación Obrera, señor Víctor A. Colina. Aún estaba presente, en la memoria colectiva de los obreros, el recuerdo de la masacre de 1917 en Talara. En alusión al nefasto papel que desempeñó el ex Prefecto Ramón Valle Riestra, en esos trágicos sucesos, Valdelomar tuvo palabras de 1

“El Obrero Piurano” Nº 233 – 17 Agosto 1918. Pág. 1 Órgano de la Confederación Obrero “Unión y Confraternidad” 2 Ídem. Pág. 2

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admiración para el Prefecto Bruno Vargas, de quien dijo que sus manos no se habían manchado con sangre de los trabajadores. El conferencista expuso una síntesis del proceso histórico peruano, a partir de la independencia hasta esos días. Refiriéndose a la infausta guerra del Pacífico, y, en clara alusión a Mariano Ignacio Prado, Valdelomar recordó que muchos representantes de los grupos de poder del país, fugaron vergonzosamente al extranjero. Y agregó que en los campos de batalla casi todos los que pelearon y murieron fueron indios y obreros. Del mismo modo, el escritor se refirió a la injusticia y discriminación que eran objeto los trabajadores. Asimismo, mencionó el problema de la semifeudalidad y el gamonalismo, categorías fundamentales que definían la situación social de la población indígena en nuestro país. El poeta finalizó su actuación con la oración a la Patria. En esa plegaria, Valdelomar nos presenta la categoría de Patria, llena de valores sociales. Concepto totalmente diferente a la definición desarrollada por el chauvinismo territorial. Finalmente, el señor Colina agradeció al escritor Abraham Valdelomar en nombre de los trabajadores el saludo enviado por los intelectuales de Lima a quienes devolvía el gesto con igual sinceridad. Después, el poeta fue llevado en hombros hasta el local de la Confederación Obrera, precedido por una banda de músicos, donde fue homenajeado por la Junta Directiva de la Sociedad. Por esa fecha, en Catacaos, El Conde de Lemus, rindió homenaje, en nombre de la juventud intelectual, al maestro quiteño Ciro Tito Andrade. El 1 de septiembre de ese año los directivos de la Confederación Obrera de Piura declararon al escritor Abraham Valdelomar Socio – Honorario.

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LAS SUBSISTENCIAS EN PIURA EN 1919 “Está visto que la Comisión nombrada para el abaratamiento está sorda y ciega y es por ello que ciertos comerciantes que especulan con los artículos de primera necesidad los están subiendo un 50 por ciento más del precio de ayer. Hoy el café y la harina solo serán artículos para los que tienen fortuna holgada”. El Obrero Piurano. 16 agosto de 1919 La Primera Guerra Mundial originó una fuerte alza del costo de vida en nuestro país, alza que se acentuó en los años posteriores a la guerra. En 1919 las condiciones de vida de los sectores medios y populares llegaron a un punto crítico.

Las Subsistencias en Piura En mayo de ese año los diarios de la localidad daban cuenta de la escasez de los productos de primera necesidad y de los elevados precios de estos artículos. La población piurana criticaba la actitud indiferente de las autoridades municipales frente este problema. Un periodista de la ciudad de Ayabaca escribía: “Día a día se siente que los artículos de primordial necesidad para la vida, van encareciéndose de la manera más alarmante (...), al extremo de no comer arroz y de prescindir del té o café, puesto que el azúcar necesaria para endulzarlos, además de estar sumamente escasa, se compra al exorbitante precio de treinta centavos libra. De la carestía del kerosene y velas, mejor es no decir nada, ya que habrá que optar por el uso de mechas de sebo y, muchas familias tendrán que evadir el recibimiento de visitas por las noches”. 1 1

Diario La Industria - 7 de abril de 1919. Pag. 3

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Por esa fecha, la libra de carne se vendía a 50 centavos, el hueso a 40 centavos, la libra de papa a 35 centavos y una calabaza se cotizaba a 20 centavos. Las multas a los malos comerciantes fluctuaban entre dos y cinco soles. En el Semanario “El Obrero Piurano” se formulaba la siguiente denuncia: “La Compañía Salinera” está expendiendo menestras a bajo precio, pero es de advertir, que la mayor parte de ella está mezclada con otra llena de gorgojo o picada, lo que viene a aumentar la ganancia a expensas de la clase pobre”.2 Finalizada la guerra, y ante la demanda del algodón en el mercado externo, los hacendados redujeron la extensión de terrenos dedicados a pastos y sementeras en sus fundos para dedicarlas exclusivamente al cultivo de este producto. Este hecho originó un doble efecto: la consolidación del latifundio por compra o por despojo; y por lado, ante la escasez de los productos de pan llevar se incrementaron los precios, lo cual incidió en el proceso inflacionario. El poder adquisitivo de la población disminuyó de manera significativa, siendo progresivamente más precario su nivel de subsistencia. A iniciativa del Alcalde de Piura, Julio Rodríguez se formó la guardia urbana, ante el temor de que en nuestra ciudad se produjesen saqueos a los centros comerciales y atentados contra la propiedad privada.

En tal virtud se acordó dividir la ciudad en cuatro sectores: norte, centro, sur y el barrio de Castilla, determinando la zona de cada uno y los jefes responsables de organizar las secciones respectivas en el orden siguiente: el sector norte comprendía hasta la calle Lambayeque, cuyo jefe era F. Hilbeck y Compañía. El sector del centro 2

Confederación Obrera Unión y Confraternidad. “El Obrero Piurano” Nº 265 19 de abril 1919 Pág. 2

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comprendía desde la calle Lambayeque hasta Ayacucho, Jefe los señores Ducan Fox y Compañía y L. Nosiglia. El sector sur comprendía de la calle Ayacucho y su jefe N. González y Compañía. 3 En Catacaos, el Alcalde García León, siguiendo el ejemplo de su homólogo piurano, decidió conformar la guardia urbana. El comité ejecutivo de esta organización estuvo integrado por los siguientes comerciantes: Ricardo Seminario y Seminario, Juan G. Mendoza, Feliciano del Campo e Inocencio Martínez. El 3 de octubre en Sullana, por iniciativa de la Sociedad Obrera Alfonso Ugarte se convocó a un mitin en la Plaza Principal, más de 2000 personas asistieron a esta manifestación y protestaron ante el Concejo Provincial por los aumentos del precio de la carne y de los productos de primera necesidad.

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Diario La Industria. 31 de mayo de 1919. Pag. 2 y 3

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La huelga de 1922 en Negritos y Lagunitos. “Negritos era un pueblo construido a la manera norteamericana; el mismo modelo sirvió para proyectar también la ciudad de Talara. Dentro de él se daba una marcada segregación racial. A diferencia de los Estados Unidos, en Negritos no funcionaba la segregación con los negros sino con los cholos peruanos” Los Pájaros Caídos. Mario Palomino ¿Cómo se vivía en estos asientos petrolíferos? En 1922 la explotación petrolera en esta zona estaba bajo el control de la London Pacific Petroleum Company. La situación de los obreros era dura y penosa. La jornada era de diez horas y los salarios miserables. Las condiciones de trabajo eran pésimas y los accidentes de trabajo eran muy frecuentes. Además, la empresa se burla de las disposiciones legales que beneficiaba a los trabajadores. Se agudizaba el problema de las subsistencias. Existía monopolio de los productos alimenticios por parte de la empresa. Los bajos salarios no eran suficientes para cubrir las necesidades de la canasta familiar. Las condiciones de la vivienda de los trabajadores eran infrahumanas. Las casas eran de madera y carecían de luz eléctrica Los obreros vivían en pabellones denominados canchones. Los campamentos obreros, con sus viviendas estrechas e insuficientes originaban el problema de la promiscuidad. Existía un déficit de vivienda, al extremo que a la muerte o despido de un trabajador inmediatamente esa vivienda era ocupaba por otro obrero. La población en edad escolar no gozaba del derecho a la educación. No existían escuelas en estos asientos petroleros. Además, los trabajadores eran visitados por sus familiares sólo los fines de semana. Juan Aldana escribe: “... los padres, hermanos y demás familiares de los trabajadores podían ingresar a los campamentos los días Viernes por la zona de Portachuelo, premunidos de un pase, junto con los comerciantes (...)Si por desgracia alguno de los familiares o comerciante se quedaba después del día Lunes en la vivienda del trabajador, éste inmediatamente era despedido, se le embarcaba con su familia y enseres en un carro de línea y se le botaba a la sección de Belén para que de allí se fuera por su propios medios a Portachelo.” (1) Los obreros y sus familiares sufrían constante los abusos y la prepotencia del Gobernador Abel Colonna , y del Jefe de la oficina central, Enrique Colonia, hermano de esta autoridad política. Los hechos que motivaron la huelga. 39

Esta huelga buscaba la conquista de algunas reivindicaciones económicas y sociales de los petroleros de estos yacimientos, fue liderada por Sinforoso Benites. El pliego de reclamos fue redactado por el profesor Cataquense José María Calle y Feliz Espinoza. Este documento consideraba los siguientes puntos: 1. Respeto a la soberanía nacional, y que se deje la entrada libre a todos los peruanos a la zona petrolera. 2. Expulsión del país de mister Jhonson, gerente de la empresa.. 3. Expulsión de los hermanos Colonia, Abel y Enrique, gobernador y jefe de la oficina central, respectivamente, por ser ingratos a la clase trabajadora. 4. Abolición del monopolio de la carne. 5. Cumplimiento de las leyes sociales que benefician a los obreros. 6. Creación de centros escolares y escuelas fiscales en las distintas secciones de la zona petrolera. 7. Abolición de las expulsiones de los trabajadores sin causa justificada y permanencia de sus familiares en la zona. 8. Pago de indemnizaciones por tiempo se servicios. 9. Proporcionar elementos de protección a los trabajadores. 10. Aumento de salarios. 11. Respeto a las ocho horas de trabajo. 12. Se entregue a sus familiares cocinas a gas y se mejore la casa-habitación. Uno de los hechos que desencadenaron esta medida de lucha fue la orden de desalojo de la vivienda que habitaba la viuda e hijos del trabajador Ventura Millán. Según los obreros esta orden fue tomada por la empresa, a través del gobernador. Los petroleros lograron algunos puntos de este pliego de reclamos, pero los dirigentes fueron victimas de represión por parte de la empresa y de las autoridades.

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LA LEY DE CONSCRIPCIÓN VIAL EN PIURA “Aunque esto no sea su espíritu, la conscripción vial no representa, práctica y concretamente, otra cosa que un arma del gamonalismo… contra el más extenso estrato social del Perú”. José C. Mariátegui.

Piura a inicios del siglo XX A inicios el siglo XX, las distintas zonas de esta parte del país no estaban debidamente integradas. La insuficiente red vial impedía la articulación entre las ciudades. El transporte resultaba una empresa sumamente difícil y peligrosa. Con mucha frecuencia ocurrían asaltos. El bandolerismo como problema social era un asunto no resuelto por el Estado. Con mucha frecuencia los diarios locales publicaban notas de bienvenida o despedida a los viajeros. De tal manera que casi medio Piura se enteraba quienes estaban de viaje. No faltaban los que públicamente ofrecían cortésmente a sus amistades sus servicios para realizar algún favor o gestión en la capital. Los viajeros se dirigían a Paita por vía ferrocarril y de allí emprendían viaje a Lima a bordo de las naves de la Compañía Peruana de Vapores. La travesía por esta ruta duraba cuatro días. En esa época en Piura, al igual que en otras ciudades de esta región, el proceso de urbanización era incipiente, las urbes como tal casi no existían. La población en su gran mayoría se encontraba dispersamente distribuida en el área rural. Las haciendas tradicionales de la sierra no estaban articuladas al mercado regional. En 1906 llegó el primer automóvil a Piura. Las empresas encargadas de ofertar a los piuranos los primeros automóviles fueron dos: A.C.Shumway Cía. y la Grabam Rowe y Co. En 1925, José Bolívar viajó de Lima a Piura en dieciocho días. En ese mismo año el Touring Club Peruano organizó la primera carrera por las rutas de estas dos ciudades. En nuestro medio, el auge algodonero coincide con la difusión del automóvil. Un periodista de un diario local después de realizar un paseo en un Ford último modelo, afirmaba: “Al cruzar velozmente las arenosas secciones del camino de Catacaos, mirábamos por un lado, el blanquísimo horizonte lejano; y por otro, el grandioso espectáculo del progreso industrial. Este se traducía en las multitudes que laboraban pacientemente los campos, en las maquinarias, y poderosos canales de irrigación, en los extensos y verdosos, sembríos de algodoneros, con sus amarillas flores y sus abultados frutos, algunos de ellos abiertos, dejando ver los blancos copos destinados a convertirse en lluvias de libras esterlinas para sus laboriosos propietarios”1.

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Diario La Industria – 15 de agosto de 1919. Pág. 3. Archivo Regional de Piura.

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Esta cita hace alusión al proceso de modernización capitalista que experimentaban las haciendas algodoneras. Modernas máquinas, infraestructuras de riego, trabajadores y capital constituían los elementos del progreso industrial. Por esa época, la presencia del capital inglés, a través del Banco del Perú y Londres en la producción algodonera era evidente.

La ley vial En su afán de modernizar la economía del país y articular las regiones, el gobierno de Leguía, el 10 de mayo de 1920, promulgó la Ley de Conscripción Vial N°. 4113. La ley establecía que todo los hombres de 18 a 60 años deberían trabajar según edad, entre 6 a 12 días al año, en la construcción y reparación de caminos y obras anexas. Se exceptuó de ello, al clero, a los militares, a los extranjeros, a los preceptores fiscales, a los estudiantes de universidades e institutos militares, a los nativos de Tacna y Arica y a los que podían pagar en dinero el equivalente a las jornadas de trabajo. En nuestra ciudad, la primera Junta Provincial de Conscripción Vial se instaló el 9 de agosto de 1921 y estuvo conformada por el Teniente Alcalde encargado de la Alcaldía, el señor Eduardo Reusche como Presidente, el Jefe Militar Teniente Coronel Víctor R. Bustamante y el Juez de Primera Instancia Dr. Otoniel T. Carnero. La oficina del Registro de Conscripción Vial de esta Junta Provincial funcionaba en la calle Arequipa 230 Altos.

Dos días más tarde, el Concejo Provincial de Piura mediante oficio disponía la instalación de las Juntas Directivas. Es así como se constituyeron las Juntas en Castilla, Catacaos, Yapatera, Sechura, Vice, Tambogrande, La Capilla y la Muñuela. Estos dos últimos, años más tarde darían origen al distrito de la Unión. En 1923 se dispone la construcción de la carretera a Chulucanas. Un año más tarde, el camino a Huancabamba y el de Catacaos a Chulliyache.

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Abusos e intransigencias En Piura, la intransigencia y prepotencia de las autoridades ocasionó el desprestigio de esta ley. Un periodista escribía: “Persecuciones, arrestos hasta de varias semanas, roturas de libretas de servicio y los abusos más graves se han cometido en nombre de la ley vial”2. Los latifundistas coludidos con las autoridades encontraron en esta ley un medio para explotar a los campesinos construyendo los caminos carreteros por sus haciendas. En un Boletín Municipal se lee: “…, la presidencia de esta Provincial oficiará a los hacendados de Ñomala y Huápalas, haciendas por las que va a pasar este camino, haciéndoles un llamamiento a fin de que sus peonadas hagan la parte de camino que corresponde a sus propiedades” 3. Asimismo, la Junta de Conscripción Vial Provincial en sesión ordinaria acordó: “… autorizar al señor Jefe Militar para que entendiéndose previamente con los propietarios de las haciendas por donde deba pasar un camino, ya sea para su construcción ó para su conservación en buen estado, se convenga en que los colonos de esa hacienda hagan el trabajo que corresponda, excluyéndolos del servicio de conscripción en otra parte…”4. Los hacendados no tenían el menor escrúpulo para proveerse de la fuerza de trabajo campesino. Se trataba de construir vías para facilitar el transporte de los excedentes de la producción y la fuerza de trabajo campesino a los mercados de la región. En ciertas circunstancias no faltó la resistencia de la población a participar en estos trabajos. Eduardo Reusche, Presidente de la Junta Provincial informaba: “Se reunieron en la Av. Grau cerca de un centenar de conscriptos y ya se les iba a conducir a trabajar al sitio designado cuando se produjo entonces la protesta (…) alegando que no es camino el que va a construir sino una obra que corresponde a la Municipalidad, según decían unos, o a la Empresa Ferrocarril de Paita según otros, y no trabajaron”5. En algunos casos, las Juntas Viales actuaron arbitraria y unilateralmente al momento de trazar y construir los caminos, causando daños y perjuicios a la propiedad privada, lo que dio lugar a denuncias judiciales por parte de los agraviados. En 1922, ante la crisis de la industria algodonera el gobierno dispuso que el servicio de conscripción vial se iniciara a partir del 1 de enero del año siguiente. Entre los meses de abril y junio de 1928 se denuncia arbitrariedades y abusos de las Juntas Provinciales Viales de Sullana y Ayabaca contra los conscriptos.

2

Confederación Obrera “Unión y Confraternidad” El Obrero Piurano N°. 501. 19 de enero de 1930. Pág. 1. Concejo Provincial de Piura. Boletín Municipal. 31 de mayo de 1922. Pág. 1. 4 Idem. Boletín Municipal N°. 404. 16 de agosto de 1923. Pág. 1. 5 Idem. Boletín Municipal N°. 369. 15 de abril de 1922. Pág. 1. 3

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En 1925 Piura fue duramente castigada por el fenómeno El Niño. Frente a esa emergencia los Presidentes de la Confederación Obrera, del Proletariado Obrero y otras Sociedades elevaron un memorial al Presidente de la República solicitando se les exima de ese trabajo durante ese año. Un año después de la crisis de 1929 los obreros y artesanos de la ciudad presentaron un memorial al Dr. Víctor M. Zapata, Alcalde y Presidente de la Junta Vial solicitando la exoneración total de las redenciones correspondiente al año anterior. En ese documento se lee: “Actualmente la penuria económica se ha acentuado mucho más en los elementos de trabajo, de la ciudad, como de los campos, pues ambos demandan trabajo sin conseguirlo, y si lo consiguen están sujetos a un mísero salario. Ante esta aflictiva situación económica, la obligación de redimir íntegramente el año pasado, constituye una verdadera iniquidad. Por esto, invocando los más altos sentimientos de Ud. y de la Junta de su Presidencia, suplicamos la exoneración total de las redenciones del años pasado…”6. La implementación de esta ley motivó movimientos campesinos, denuncias del Patronato de la Raza Indígena, del Comité Pro Derecho Indígena y el cuestionamiento profesional de la Conferencia Técnica Nacional de Carreteras. 1930.

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Esta ley fue derogada por el piurano Luis M. Sánchez Cerro, el 31 de agosto de

Confederación Obrera. “Unión y Confraternidad” N°. 501. 19 de enero de 1930. Pág. 1.

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Anexo Nº 3 Memorial que la Confederación Obrera y demás sociedades locales elevaron al Jefe del Estado solicitando la suspensión de los trabajos viales.*

SR. PRESIDENTE DE LA REPÚBLICA Los abajo suscritos, personeros de las instituciones de la provincia de Piura, á Ud. con el debido respeto decimos: Las lluvias é inundaciones, que en varios lugares de nuestra República han traído muchas calamidades y desgracias de consideración, en esta provincia han producido funestos resultados que hoy nos tienen, especialmente á los obreros sumidos en la mayor miseria y faltos de los elementos indispensables para la vida. Ellas han arruinado nuestras casas, han acarreado multitud de epidemias que hoy producen alarmante mortalidad, han paralizado el tráfico de trenes, trayendo la carestía de la vida con motivo de las enormes dificultades que hay para el transporte de los artículos de primera necesidad, ya sea de los pueblos del interior, ya de otros lugares, y lo que es peor y más grave, han disminuido notablemente el trabajo con la paralización de muchas industrias, lo que para nosotros es sumamente penoso y duro. Atravesamos, señor Presidente, en la actualidad por una crisis desesperante que es preciso salvar no solo por patriotismo, sino por humanidad, por lo cual es indispensable que contribuyamos todos y especialmente nuestros gobernantes. Ante tan crítica y lamentable situación, cuando la miseria, con su cortejo de desgracias, amenaza de muerte nuestros hogares, cuando luchamos con desesperación para conseguir el pan de cada día, cuando no contamos con la acción protectora de ninguna persona ó institución viene la ley de Conscripción Vial a llamarnos para el trabajo de caminos, es decir arrebatarnos de nuestros hogares dejándolos sin sustento ni alivio, para obligarnos á los trabajos que ella demanda. Entendemos, señor Presidente, que nuestras vidas priman sobre la obra de la Vial: En tal concepto y convencidos de que Ud. sabe aliviar las miserias de sus gobernados, mirar el porvenir con patriótica penetración, sin sacrificios inútiles como sería el nuestro; venimos á suplicar que por el término de un año, suspenda los efectos de dicha ley pues actualmente nos es del todo imposible someternos a sus disposiciones. Entendiéndolo así, tanto el Jefe Militar Departamental, como el señor Alcalde Provincial, Presidente de la Junta Vial, se han dirigido al gobierno solicitando se nos redima de ese trabajo durante un año, petición á la que sumamos la nuestra en *

Semanario El Obrero Piurano Pág. 3 Mayo de 1925. Confederación Obrera “Unión y Fraternidad”.

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seguridad de que, por las poderosas razones que dejamos anotadas é informaciones que Ud. tiene de la catástrofe, seremos atendidos por ser de justicia y equidad.

Piura, Mayo 4 de 1925.

ALEJANDRO LEÓN TORRES Presidente de la Confederación Obrera

LEONIDAS VILELA Presidente del Proletariado Obrero

PEDRO ZAPATA CHIRA Presidente de la Sociedad Meléndez

JOSÉ MERCEDES CHIRA Presidente de la Sociedad 24 amigos

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LA CONSCRIPCIÓN VIAL: ABUSOS EN CATACAOS “La historia de la aplicación de esta ley la presenta con demasiada evidencia como un instrumento o un motivo de expoliación de la raza indígena”. José C. Mariátegui. La implantación de la Ley de Conscripción Vial ocasionó excesos y atropellos contra la población indígena. Esta medida instauró la vieja mita colonial. El insistente cuestionamiento a esta ley enfatizó el carácter anti indígena de esta medida. Para muchos la conscripción vial fue un instrumento de explotación de la población indígena, un arma del gamonalismo. Jorge Basadre la denominó mita republicana.

Conflictos en Catacaos La Junta de Conscripción Vial en este distrito se instaló en el mes de agosto de 1921, su primer presidente fue el alcalde N. F. Ramírez. Los primeros acuerdos de esta Junta fueron dos: iniciar la construcción del camino carretero que conducía a Piura y para efecto de las redenciones se fijó en un sol el jornal. La aplicación de esta ley en Catacaos al igual que en otras zonas del país fue motivo de muchos abusos. Para evidenciar esta aserción basta citar la denuncia formulada por el campesino Pedro Huertas Castillo: “El gobernador don Julián Martínez me tomó preso, poniéndome el cepo, en donde estuve a todo sol y sereno hasta el lunes 27, que una amistad me alcanzó un plato de almuerzo. En la tarde de este día fui sacado del cepo y maltratado a punta pies para que me comprometiera a pagar doce soles al gobernador Correa.”1 Frecuentemente los conscriptos recibían un trato inhumano. La siguiente nota periodística de un diario local corrobora esta afirmación: “El lunes de la presente semana fue requerido el indígena Juan Máximo Zapata por las autoridades del caserío Pedregal de la circuncisión de Catacaos, para que prestara sus servicios en los trabajos viales que se realizan allí. Zapata manifestó encontrarse muy indispuesto y suplicó que se le permitiera trabajar otro día. El Teniente Gobernador Chero y el Comisario Ortiz, no accedieron a la súplica y el infeliz indígena fue llevado a la labor contra su voluntad. A poco de comenzar la tarea le sobrevino un síncope, por lo que fue conducido á la sombra de un árbol para que se repusiera, pero Zapata no daba señales de reacción, pues todo su cuerpo estaba rígido por lo cual y en vista de su estado se designó á cuatro conscriptos para que lo llevaran a su casa, en donde continuó su estado comatoso hasta las 3 de la tarde hora en que dejó de existir. Hoy a las 10 a.m. se efectuó el sepelio.”2 El cobro arbitrario por las libretas de los conscriptos era una forma de usufructo. En diciembre de 1923 se denunciaba este tipo de delito. 1 2

Diario La Industria. 30 de junio de 1927. Pág. 3á. Archivo Regional de Piura. Idem. 28 de enero de 1925. Pág. 3á.

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El 26 de junio de 1927, la paz y la tranquilidad del pueblo cataquense fueron violentamente interrumpidas cuando oficiales, guardias y personal de tropa en estado de embriaguez allanaron domicilios y atropellaron a las autoridades y vejaron a ciudadanos, so pretexto de conducir a los conscriptos viales de este distrito a trabajar en el camino de la Encantada. Los cataquenses expresaron su voz de protesta ante las autoridades piuranas y la opinión pública a través de un memorial. El Alcalde Imaz envió un telefonema al diario “La Industria” informando sobre lo sucedido. Por su parte, los dirigentes de la Confederación Obrera, El Proletariado Obrero, la Sociedad Defensora Comunidad de Catacaos, y de las Sociedades “Sáenz Peña”, San Pablo y San José responsabilizaron de estos excesos al subprefecto Valeriano Rubio y exigieron al gobierno central su destitución. Las sociedades obreras convocaron a un mitin en la Plaza de Armas de Piura para el domingo 6 de mayo de 1928 para exigir la remoción de esta autoridad. Medida que no se concretó porque la Prefectura no concedió el permiso respectivo. A los pocos meses de estos hechos, el Mayor Víctor Abad, integrante de la Junta Vial Provincial denunciaba al Subprefecto Rubio ante el Juez de Primera Instancia Dr. Enrique López Albújar. La denuncia comprendía los siguientes cargos: irregularidades en las cuentas y trabajos del camino hacia la Encantada y los sucesos de Catacaos.

Alcalde IMAZ

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LA CONSCRIPCIÓN VIAL EN AYABACA “Unos no iban a trabajar la vial a Culqui por miedo a la terciana. Y de los que regresaban, algunos venían a morir de paludismo”. Francisco Febre.

Lo anecdótico Hasta la segunda década del siglo pasado el viaje de Ayabaca a Sullana se realizaba a lomo de bestia. Don Jorge Quevedo nos dice: “EL viaje de Ayabaca a Piura duraba cuatro días o jornadas. Se salía a las siete de la mañana y se llegaba al puente Tondopa a las tres de la tarde, esa era la primera jornada. La segunda era hasta El Guineo, la tercera jornada era hasta Pedregal y la cuarta a Sullana. De allí se tomaba el ferrocarril a Piura. De Sullana a Piura se empleaba tres horas. Para las dos primeras jornadas los viajeros llevaban su fiambre. En la tercera y cuarta jornada se comía en los tambos o posadas”. En esos tiempos también existía el problema de la inseguridad ciudadana. El bandolerismo como problema social era un asunto no resulto por el Estado. Don Jorge nos comenta: “En esa época era peligroso viajar. Había bandas de asaltantes. Para ir a Piura la gente viajaba en caravana. Una caravana estaba conformada por diez a quince personas”. En 1929 arribó el primer automóvil a Ayabaca. Este vehículo era de propiedad del Subprefecto Humberto Torres. Un año más tarde llegaría el segundo automóvil a esta localidad. Nuestro informante señala: “Este vehículo ingresó a las dos de la tarde. El automóvil dio algunas vueltas por las principales calles de la ciudad acompañando la procesión de Santa Teresita. Luego se estacionó en la plaza principal. Américo Merino propietario y piloto de este vehículo fue homenajeado por las autoridades municipales. La gente, todo el pueblo celebró este acontecimiento”.

La ley vial En su afán de modernizar la economía del país y articular regiones, el gobierno de Leguía, el 10 de mayo de 1920, promulgó la Ley de Conscripción Vial Nº 4113. La Ley establecía que todos los hombres de 18 a 60 años deberían trabajar según la edad, entre 6 a 12 días al año en la construcción y reparación de caminos y obras anexas. El gobierno mediante resoluciones exceptuó a los miembros del clero, a los militares, a los bomberos, a los extranjeros y perceptores – hoy profesores-, a los 50

nativos de Tacna y Arica y a los que podían pagar en dinero el equivalente a las jornadas de trabajo establecidas. En la práctica, por su situación económica fueron los campesinos y los sectores más pobres los que tuvieron que trabajar por no poder pagar dicha suma. Para muchos historiadores la Conscripción vial fue un instrumento de expoliación de la población indígena Jorge Basadre la denominó mita republicana.

La prepotencia y los abusos. Los trabajos de la carretera Quiroz – Ayabaca se iniciaron en 1924 en un punto de la hacienda San José de Quiroz. La dirección técnica de esta obra estuvo a cargo del ingeniero Manuel Vegas Seminario. El pregonero Amadeo Espejo era el encargado de difundir en las esquinas de las principales calles el llamamiento de los conscriptos de la zona urbana. En los caseríos y comunidades eran los tenientes gobernadores y la policía los responsables de reclutar a los conscriptos. La conscripción vial se convirtió en un arma del gamonalismo contra el campesino. Silvestre Amaningo, ex – yanacona de la hacienda Cujaca, manifiesta: “Los hacendados se aprovecharon de esta ley para servicio propio. Ellos se ponían de acuerdo con el Subprefecto con el fin de que sus colonos cumplan con dicha ley. Los abusos cometidos tanto de los patrones como de las autoridades fue una cosa muy triste en el Perú. Porque en todas partes se cometían abusos sobretodo en el gobierno de Leguía fue una cosa espantosa”. Frecuentemente la Junta Vial Provincial, conformada por el Alcalde, el Juez de Primera Instancia y el Jefe Militar, se dejaba dominar por la prepotencia y la arbitrariedad de los Subprefectos. Amaningo afirma: “Se decía que tenían buenas ganancias las autoridades de aquel entonces, porque hicieron casas con el trabajo de los conscriptos. Como era obligación trabajar por la vial, también tenían que trabajar en lo que les ordenaban y esto ocurrió en Ayabaca, justamente todavía existe la casa vial”. Y luego agrega: “El Subprefecto Humberto Torres tomaba a la gente y la mandaba a trabajar a la casa vial”. La implementación de esta ley significó una explotación total. No solo se aprovechaba la fuerza de trabajo del campesino sino también sus medios de trabajo. Los campesinos de las comunidades de Marmas, Chocán y Joras en un memorial dirigido al Presidente del Tribunal Correccional de Piura expresaban: “…fuimos seiscientos hombres a trabajar en el sector de Quiroz a Culqui (…) Muchos con nuestras herramientas, llevando víveres para sostenernos durante la semana de trabajo” (1)

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Algunas compañías que se dedicaba a la construcción de caminos mediante contrato directo con el Estado también se beneficiaron con esta ley. En un diario local se lee: “El contratista Nicanor Ríos, encargado de la construcción del camino carretero a Ayabaca – en el sector Quiroz cuenta con doce hombres de las minas de Portovelo (Ecuador) más veinte hombres de la vial” (2) Los conscriptos eran trasladados a sitios lejanos de sus tierras de origen, con climas totalmente diferentes a los que estaban acostumbrados. El campesino Francisco Febre nos relata: “A la gente de aquí la notificaban para ir a trabajar a Culqui. Unos venían y otros no. Unos no iban a trabajar la vial a Culqui por miedo a la terciana. Y de los que regresaban, algunos venían a morir de paludismo”. La implementación de esta ley motivó los reclamos y las protestas de los campesinos de esa provincia. En 1924 los comuneros de Marmas y Chocán denunciaban al Presidente de la Junta Vial por los abusos y atropellos que se cometían contra los campesinos. Esta Ley fue derogada por Luis M. Sánchez Cerro, el 31 de agosto de 1930. _____________________________

CITAS (1) Diario La Industria – 30 de septiembre de 1925. pág. 3. (2) Idem. 2 de Octubre de 1929. pág. 3.

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LA LEY DE VAGANCIA EN AYABACA “… el que no tenía la libreta de ocupación lo acusaban de abigeo y era castigado con cárcel”. Silvestre Amaningo. Durante el Oncenio de Augusto B. Leguía se promulgó la Ley de vagancia cuya finalidad práctica fue el aprovechamiento gratuito de la fuerza de trabajo de los sectores sociales más pobres de la población, especialmente del campo. Una Ley contra los pobres. En enero de 1924 fue promulgada la Ley Nº 4891.- Ley de vagancia. El artículo 1º de esta ley señalaba: “Vago es todo individuo que, careciendo de bienes y rentas, no ejerce profesión, arte ni oficio; ni tiene empleo, destino, industria, ocupación lícita, ni otro medio legítimo ni conocido de subsistencia…” (1) Las personas acusadas de vagos eran arrestadas por treinta a sesenta días, durante ese tiempo eran ocupadas en alguna obra pública. El “vago” era sometido a trabajos forzados, a confinamiento o segregación indefinida, y a deportación inapelable y definitiva.

La policía era la encargada de aplicar esta ley. Esta norma legal negaba a las personas acusadas de vagancia, todo derecho, y toda garantía. Ningún “vago” extranjero o nacional podía utilizar en su favor el recurso de habeas corpus contra los arrestos, expulsiones o trabajo, que, respecto de ellos decretasen las autoridades policiales. Los hacendados, comerciantes y autoridades utilizaron para beneficio propio esta ley. Esta norma legal les facultaba firmar y sellar gratuitamente las libretas de ocupación. En la práctica, frecuentemente, condicionaban el cumplimiento de esta obligación, a la prestación de trabajo o servicio que arbitrariamente imponían a los campesinos. Los gamonales utilizaron esta ley para acosar y reprimir a los dirigentes campesinos. En 1935, Sinforoso Benites fue acusado de vago y recluido durante un año en el penal El Sexto.

Los abusos de ayer en la memoria de hoy La ley de represión de la vagancia es recordada por los campesinos como la ley de ocupación. Sobre el particular don Jorge Quevedo Rentaría, maestro de muchas generaciones de ayabaquinos nos dice: “Había una ley de la ocupación que consistía en que todas las personas deberían empadronarse para ver cual era su ocupación. Esta ley se dio en la época de Leguía” 53

Muchos comuneros recuerdan el uso obligatorio de la libreta de ocupación. Uno de ellos, don Silvestre Amaningo ex – dirigente de los yanaconas de la hacienda de Cujaca, manifiesta: “A los campesinos les dieron una libreta de ocupación. En esta libreta se escribía en que oficio trabajaba Ud. La autoridad política de la provincia y el hacendado le tenían que firmar la libreta. Era obligatorio como quien tenía la libreta electoral. El que no tenía la libreta de ocupación lo acusaban de abigeo y era castigado con cárcel” El testimonio de Francisco Febre nos refiere: “Todo ciudadano tenía su libreta de ocupación. Esta libreta era firmada por el Sub prefecto y el hacendado. A todos los ciudadanos se les exigió portar su libreta de ocupación, y al que no tenía su libreta lo consideraban como vago. Todo el mundo cargaba su libreta de ocupación” El acusado de vagancia era sometido por la autoridad policial a un proceso sumario, en el cual se le privaba de la más elemental defensa: “La policía lo detenía, le hacía su atestado policial, se le lleva a la cárcel y se disponía en que obra tenía que trabajar” Mediante esta ley: “Se realizaron algunas obras públicas y particulares (sic). Se empedraron algunas calles. El mismo sub prefecto se encargó de hacer cumplir los trabajos” En la memoria colectiva del campesinado ayabaquino, están presentes aún los recuerdos ingratos de los abusos y explotación que cometieron las autoridades y hacendados con la aplicación de esta ley. Amaningo, antiguo Benites afirma:

militante del Partido Socialista y amigo

de Sinforoso

“En esos tiempos existía mucha injusticia. El campesino era considerado como una bestia de carga. Había mucha explotación. El salario que ganaban los campesinos que eran obligados a trabajar en las obras públicas, en condición de vagos era de veinte centavos”. La Ley de vagancia, promulgada con la supuesta finalidad de solucionar el problema de la ociosidad, fue utilizada en la práctica como una buena excusa para aprovechar gratuitamente la fuerza de trabajo de la población más pobre del país, especialmente del campesino. NOTAS: (1) Ley Nº 4891 Represión de la vagancia

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La periodista Ángela Ramos realizó una campaña contra esta ley, argumentando que esta norma legal tenía un carácter discriminatorio: no se sancionaba al “ocioso” de los sectores pudientes. EL subrayado es nuestro.

El BANDOLERISMO EN PIURA. El palenque fue una aldea o asentamiento de población cimarrona.

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Una de las primeras manifestaciones de cimarronaje en el Perú ocurrió en Piura entre 1544 – 1548, esto sucedió en el marco de la rebelión de los encomenderos contra la corona. En esa oportunidad los negros cimarrones establecieron un palenque a las afueras de la ciudad. Se tiene información que los cimarrones de Piura constituyeron familias uniéndose a mujeres indígenas. El cimarronaje, forma defensiva de los dominados durante el virreinato, es considerado como una manifestación del bandolerismo social. El historiador Alberto Flores Galindo sostiene que el bandolerismo en cierta medida, era funcional a la sociedad colonial. No atacaba a los centros de poder, ni a los mecanismos de extracción. El bandolerismo no llegó a unirse con ningún movimiento de masas, era esencialmente reformista; en el mejor de los casos se limitaba a castigar o a sancionar a los ricos, pero no buscaba su abolición como clase. (1) En el Perú, el bandolerismo más fuerte está después del siglo XVIII, muy activo desde la guerra de la Independencia (1820 -1824), las primeras décadas republicanas y con intensidad a fines del siglo XIX y en la primera mitad del siglo XX: A inicios de la república una de las tareas del ejército fue combatir a los bandoleros. En 1836, el bandolero León Escobar ingreso a la ciudad de Lima y saqueó el domicilio del Arzobispado y establecimientos comerciales. Los militares establecieron el orden y el General Vidal ante la presencia de 10 mil personas fusiló a este temible bandido. Otro bandolero que asoló la Ciudad de los Reyes en la década de los cuarenta del siglo XIX fue Pedro León. Alberto Flores Galindo escribe: “El bandolerismo y las montoneras fueron manifestaciones elementales de la anarquía política y del malestar social…Es preciso comprender que el bandolerismo puede ser una forma de protesta social, aunque espontánea y poco efectiva, y no sólo un medio desesperado de subsistencia.” (2) El bandolerismo es un problema social, cuyas causas responde esencialmente a la injusticia, la pobreza, la explotación y el abuso. Otras causas que lo originan, son la corrupción política, judicial y eclesial y la presencia frágil del Estado,. En 1868, el bandolero Sambambé participó en las montoneras de Morropón. En ese año este bandido tomó los pueblos de Sullana, Paita y Piura. Después de la guerra con Chile el bandolerismo recrudeció. Wilfredo Kapsoli señala: “ Las atormentadas clases dirigentes tuvieron que sumar a sus vigilias el problema del bandolerismo, las revueltas y los levantamientos 56

populares”.(3) Algunos bandoleros participaron en las montoneras e intervinieron en la guerra civil. Así tenemos, que Isidro Villar y Pasión López apoyaron a Nicolás de Piérola, Carmen Domador, participó en las montoneras de Cáceres. A inicios del siglo XX, el bandolero Luis Pardo tuvo un importante protagonismo en la sierra central del país. En Piura, durante la segunda década del siglo pasado el bandolerismo fue un problema que preocupaba de manera especial a los comerciantes y a los terratenientes. Una nota de prensa del semanario El Obrero Piurano a la letra decía: “Los despoblados de la provincia encuéntrense infestados por partidas de bandoleros que están cometiendo toda clase de fechorías con los comerciantes, lo que tiene en alarma al comercio… “ (4) Refiriéndose a la preocupación de Walter Ostendorf, Presidente de la Cámara de Comercio de Piura, don Jorge Moscol Urbina escribía: “Dos metas preocuparon al señor Ostendof, una que se arreglara el tránsito al interior, pues había mucho bandolero y la Comisaría de Cruz de Caña había sido suprimida.” (5) Durante la segunda y tercera décadas del siglo pasado, la prensa local con mucha frecuencia daba cuenta de los continuos asaltos y asesinatos que se cometían en los caminos de Morropón, Chulucanas, Sullana y de la serranía y exigían a la Prefectura la solución a este problema. José Antonio o Manuel Antonio Figueroa, conocido en el mundo del bandolerismo como Pajarito y Froilán Alama, alcanzaron triste fama. En nuestro departamento, este problema social fue exterminado en la tercera década del siglo XX. Durante el gobierno de Augusto B. Leguía el bandolerismo tuvo motivaciones políticas, tal como ocurrió en Cajamarca, donde algunos gamonales se disputaban el poder de la zona. Ante la ausencia del Estado en la región ciertos terratenientes apoyados por los bandoleros impusieron su voluntad política. El principal cabecilla de este enfrentamiento entre el gamonalismo serrano y el poder central fue el terrateniente Eleodoro Benel, hacendado con gran representatividad en el lugar, quien reunió a un grupo de bandidos y sembró terror en las provincias de Chota, Cutervo y Jaén. El 4 de enero de 1927, el grupo integrado por la guardia civil, la gendarmería y el ejército al mando del coronel Antenor Herrera logró derrotar a las tropas de Benel. 57

_________________________________ (1) FLORES GALINDO, Alberto. Aristocracia y plebe. (2) FLORES GALINDO, Alberto. Militarismo y la dominación británica 18251845 En: Nueva Historia General del Perú. Pág. 116. (3) KAPSOLI ESCUDERO, Wilfredo. El Perú en una coyuntura de crisis 18791883. En; La Guerra del Pacífico. Volumen I (4) Confederación Obrera de Piura. El Obrero Piurano. N°204. 5 de enero de 1918. Pág.3. (5) MOSCOL URBINA, Jorge. 100 años conquistando el desierto. Pág. 217.

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CIUDADANOS AL SERVICIO DE LOS SEÑORES “...eran pocos los que tenían libreta, pero todos estaban al mando del patrón, él les ordenaba cual era candidato que debían apoyar’’ Jorge Quevedo Rentaría. Ayabaca La historia de la ciudadanía en el sector del campesinado de los pueblos de la cuenca binacional de Catamayo Chira presenta las mismas particularidades. La economía pre – capitalista, el gamonalismo y los privilegios coloniales (latifundios, diezmos y primicias) obstaculizaron el desarrollo de la ciudadanía en el campesinado de los pueblos de la cuenca de Catamayo – Chira.

Un poco de historia: Las instituciones políticas – la división de poderes, el Parlamento representativo y la ciudadanía – que se instauraron con la república tanto en el Perú como en Ecuador fueron creadas por imitación, no surgieron como resultado de un proceso de modernización económica, social y política. En estos países, estas instituciones coexistieron con una sociedad de señores, siervos y esclavos y con una economía agraria pre – capitalista. En consecuencia, se construyeron dos Repúblicas sin ciudadanos. En la década de los cincuenta del siglo XIX los Estados de estos dos países decretaron la libertad de esclavos. Pero conservaron hasta la década del siglo pasado una estructura agraria que se desarrolló bajo las relaciones entre el latifundio y minifundio La historia republicana de estos dos pueblos ha comprobado fehacientemente que el régimen de propiedad de la tierra determinó el sistema político y administrativo de estas dos naciones. También nos ha demostrado que no es posible desarrollar instituciones democráticas ni liberales en una sociedad semifeudal. En esa perspectiva, las Constituciones Políticas vigentes hasta la primera mitad del siglo XX en estos dos países fueron suficientemente ambiguas como para negar la ciudadanía a los campesinos, Éstas presentaban restricciones que impidieron la participación política (no se concedió el voto a los analfabetos) a este sector social. Además no hubo apertura del Estado con respecto a los derechos sociales. Como si esto fuera poco, el gamonalismo invalidó toda Ley orientada a proteger al campesinado. El sistema de la hacienda tradicional predominante en esta zona * estigmatizó el origen de la ciudadanía en la población campesina. Expliquemos esta historia que transcurrió entre las décadas de los cuarenta y sesenta del siglo pasado.

Como siervos. 59

El yanaconaje en el Perú y el arrimazgo en el Ecuador fueron formas de opresión del sistema de servidumbre a través del cual se materializó la simifeudalidad. El rasgo esencial de las relaciones semifeudales consiste en el pago de la renta de la tierra mediante la fuerza de trabajo o, lo que es lo mismo, mediante la renta de trabajo. Es decir, que mientras el hacendado entregaba al campesino una parcela, la más improductiva, usualmente, el yanacona o el arrimado debía pagar a cambio de ella, con su prestación personal y la de su familia. A este trabajo campesinos como:

que se le denominaba obligación, era percibido por los

“.... una especie de propiedad sobre las personas, como una modalidad de la esclavitud que ellos – los patrones – imponían, nos obligaban a trabajar como peones, pero éramos como animales...” Manuel Guerrero Amaluza. Ecuador. “...una esclavitud. Porque estábamos bajo el yugo del hacendado, estábamos al mando de él, para todo era trabajo...” Raúl Ramírez Ruiz – Pampa Larga – Suyo. Sobre estas relaciones de producción se establecieron relaciones de subordinación. Desde una reverencia sumisa para los patrones, prácticas feudales (desalojos y quemas de casas de los arrimados y yanaconas) hasta costumbres esclavistas. Sobre esto último, Gonzalo Rojas Rojas – ex arrimado de la hacienda de Santa Ana – del cantón de Calvas – nos dice: “Y por acá abajo, por este lado de Usaime por ahí decían que habían marcado a uno al cachete, con marca de hierro para ganado ¿Por qué? Digo, para tenerlos seguros, para ser como animales, dueño de patrón de la gente....”. El cepo vestigio colonial, heredado por los hacendados, fue un instrumento de tortura que muchos campesinos aun recuerdan con cierta amargura. He aquí algunos testimonios: “En la hacienda Bellavista existió el cepo. Los patrones castigaban a los peones cuando no cumplían con las obligaciones. Los patrones pedían ayuda a la justicia, les daban una orden, les amarraban con una soga de las manos y los llevaban a un cuarto, los tenían amarrados y los castigaban” Arturo Calderón ex – arrimado de la hacienda Los Romeros – Zapatillo. “El patrón era bravo, nos regañaba porque no trabajábamos bonito. Nos castigaba, nos ponía en el cepo” Arturo Jiménez Gaona, ex yanacona de la hacienda Samanga – Ayabaca. 60

Los diezmos y las primicias fueron cargas feudales que graban la producción de los campesinos una proporción de diez a una y de siete a una, respectivamente. Lo difícil que resultaba hacer efectiva su recaudación obligó a los sacerdotes arriendar a particulares su cobró. Ventura Jiménez ex - arrimado de la hacienda de Jimbura – Amaluza – afirma: “Los diezmos y las primicias siempre se han pagado en esta zona. De cada diez uno, de cada siete una arroba de lo que se producía. El cura vendía a particulares, entre ellos a los hermanos Teófilo y César Girón”. Otro Testimonio: “Antes se pagaba el diezmo y la primicia, se daba su arroba de granos, maíz, arveja, o algún animalito, el cura los vendía y comenzaban a recoger desde el mes de Julio en tiempo de la cosecha”. José Toledo – Pampa Larga. La aplicación de la ley vial tanto en el Perú como en el Ecuador – ocasionó exceso y atropellos contra la población campesina. Carlos Suárez, ex – arrimador de la hacienda La Guatara del Cantón de Zapotillo, manifiesta: “La vial era de que había que pagar una semana de trabajo. Yo recuerdo que mi papá me mando a trabajar a la vial en esa parte de La Arama , por esos caminos por ahí nadie le daba agua, teníamos que llevar nuestra comida. Las personas que no querían ir a trabajar lo mandaban a la cárcel”. Otro testimonio: ‘’A la gente de aquí la notificaban para ir a trabajar a Culqui. Unos venían y otros no. Unos no iban a trabajar la vial a Culqui. Por medio a la terciana. Y de los regresaban, algunos venían a morir de paludismo’’ Francisco Febre. Ayabaca. En la década de los cuarenta del siglo pasado en las haciendas de la provincia de Ayabaca se generó un conflicto entre propietarios y yanaconas. Los campesinos asesorados por Hildebrando Castro Pozo y Sinforoso Benites lograron algunas reivindicaciones sociales. Dos décadas más tarde, en la provincia de Loja, los arrimados agobiados por la pobreza y la sequía tomaron las tierras de las haciendas. En esas acciones el 2 de Julio de 1968, en la hacienda Santa Ana, mueren ocho arrimados entre ellos la campesina Agripina Berrú. Posteriormente, en ambos países los procesos de reforma agraria modifico la estructura económica y con ello se originó algunos cambios sociales que influyeron favorablemente en el desarrollo de la ciudadanía en el sector del campesinado.

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EL IMPUESTO A LA CHICHA Y LA PROTESTA DE LAS CHICHERAS Un poco de historia El impuesto a este producto decretado por el régimen de Leguía resultaba no tan singular en la medida que anteriormente los municipios aplicaban este tributo. A inicios del siglo XX un periódico local publicaba un aviso municipal en el que el Alcalde convocaba a los postores en subasta pública el arrendamiento de la recaudación del impuesto a la chicha1. En enero de 1918, el Concejo Provincial de Piura mediante Decreto Municipal prohibía la venta de chicha los días sábado y domingo. Esta medida originó la protesta de las chicheras. En un semanario local se lee: “Hoy se ha llevado a cabo en la plazuela Merino una enérgica protesta de parte de las expendedoras de chicha en la ciudad, por considerar lesivo para los intereses de la clase pobre a quienes se les quita ganar el sustento de sus familias en los días sábado y domingo que se prohíbe la venta.”2 El impuesto a la chicha El 25 de enero de 1924 el gobierno de A. B. Leguía mediante Ley N°. 4901 gravó con un impuesto a la chicha elaborada en nuestro departamento. El impuesto señalado era de 50 centavos por cada botija de setenta y dos litros. Esta tasa se incrementó a setenta y cinco centavos el 1 de enero de 1926. El impuesto era recaudado por las municipalidades en sus respectivas jurisdicciones. Estas instituciones percibían el treinta por ciento de los fondos obtenidos y el setenta por ciento restante era entregado al Colegio San Miguel. Para materializar la recaudación de este impuesto el 30 de abril de 1926, el Concejo Provincial de Piura nombró a don Ruperto Garcés Albán como recaudador de este tributo, designándole como remuneración el 15% del producto recaudado, este trabajador renunció a los pocos meses. Con la finalidad de recaudar eficientemente este impuesto el Concejo Provincial de Piura en el mes de septiembre de ese año encargó a la Compañía Recaudadora de impuestos, el cobro de esta tributación. La recaudación de este tributo motivó algunas reacciones entre las chicheras y autoridades. Por el cual el cobro de este gravamen fue intermitente debido a la resistencia de las chicheras. Y ante la negativa de las “industriales”, las autoridades municipales solicitaban a la Prefectura el apoyo de la gendarmería.

La Nueva Era. Semanario Político, Literario y Noticioso. 22 de abril de 1901. Pág. 4. Archivo Regional. Piura. 2 Confederación Obrera “Unión y Confraternidad”. El Obrero Piurano N° 205. 12 de enero de 1918. Pág. 2. 1

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Mientras esto sucedía, don Francisco Pérez Rosas, director del Colegio San Miguel, exigía por escrito al alcalde provincial adoptar las medidas convenientes para efectivizar la recaudación de este impuesto3. La implantación de la ley incentivó al gremio de las chicheras a realizar dos movilizaciones de protesta. Un diario local de esa época publicaba: “Chicheras en movimiento. Ayer como hoy numerosos grupos de chicheras se han acercado a las oficinas de la Municipalidad y la Prefectura, con el objeto de protestar por el nuevo impuesto a la chicha S 1-léase-un sol-por botija que en conformidad con la ley debe cobrarse a este artículo. El grupo de hoy que llegaba a 81 pertenecientes la mayor parte a Castilla, y el resto al barrio 24 de julio de esta ciudad, se acercó después de las 4 de la tarde donde el señor Prefecto, con el objeto de presentarle el memorial respectivo”4.

Las chicheras fundamentaban su petición con los siguientes argumentos: a) el gravamen de un sol resultaba oneroso para el paupérrimo gremio; y b) en los dos últimos años se han presentado en nuestro departamento fuertes lluvias, que han malogrado los terrenos, en unos casos, y desaparecido los sembríos en otros. El Prefecto, Coronel Enrique Ruíz, informó de estos hechos al Ministro de Estado y sugirió gestionar la suspensión de este impuesto o cuando menos rebajar la tasa de gravamen a este producto 5. Además solicitó a Don Nicolás Gonzáles, Alcalde Provincial interponga sus buenos oficios para que se modifique la resolución de ese Concejo en lo referente a la ley 4901.

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Colegio San Miguel. Oficio N°. 92 del 10 de agosto de 1926. Archivo Concejo Provincial de Piura. Diario “La Industria”. 1 de mayo de 1926. Pág. 3. Archivo Regional Piura. 5 Prefectura de Piura. Oficio N° 48 del 1 de mayo de 1926 en Diario “La Industria”, 02 de mayo de 1926. Pág. 3. Archivo regional de Piura. 4

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Hay que destacar que por un lado, las dos instancias gubernamentales denegaron la petición de las chicheras; mientras que por otro lado el gobierno central exoneraba temporalmente el pago del impuesto a los exportadores de azúcar. Posteriormente, el 2 de febrero de 1927, el Concejo Provincial decreta que las chicheras deberían declarar en tesorería de la municipalidad la cantidad de chicha elaborada y el día en que se iniciaba la venta de este producto. Se estableció como multa el doble del impuesto dejado de pagar a las chicheras que se negaban a declarar. Esta medida era efectivizada coactivamente. Nuevamente el 7 y el 15 de abril de 1931, la Dirección General de Hacienda, declara improcedente las solicitudes de los gremios de las chicheras de Catacaos y La Arena para que se derogue la Ley 4901. A partir de 1932 hasta 1939, los Concejos Municipales adjudicaban el impuesto a la chicha, a los ciudadanos a través de la modalidad de remate. Esta forma de recaudación estuvo acompañada por ciertos conflictos, no faltaron las denuncias contra algunos hacendados, acusados por delito de exacción6. En las haciendas de Bigote, Salitral, Serrán, el Ala y el Chanro, se exigía la contribución de la “gallina chichera”. El hacendado de Simirís cobraba dos soles, pago que se realizaba por adelantado y en Pedregal. El hacendado usufructuaba la fuerza de trabajo de las chicheras en el cumplimiento de tareas domésticas en la casa hacienda. En enero de 1936, el gobierno reglamentó la elaboración y venta de la chicha. El 15 de agosto de 1939, el Régimen del General Oscar Benavides promulgó la Ley 8919. Con esta disposición legal se encargaba a la Caja de Depósitos y Consignaciones la recaudación del impuesto a la chicha. Esta institución debería entregar a los Municipios el treinta por ciento del producto recaudado y el 70% restante al Colegio San Miguel. En 1947, el dirigente campesino Sinforoso Benites reorganizó el sindicato de chicheras en Chulucanas7. El impuesto a la chicha tuvo vigencia hasta la década de los sesenta. En la década siguiente se cobró este tributo bajo el concepto de sisa. Actualmente las picanterías están sujetas al pago de licencia y las vendedoras informales a la cobranza del puesto ambulatorio. Durante la época Republicana, los distintos gobiernos subvencionaron, en cierta medida los gastos de las instituciones del Estado y los servicios públicos, agravando con impuestos a los sectores sociales de escasos ingresos económicos, exonerando en determinadas circunstancias a los grupos pudientes de sus responsabilidades tributarias. Esto ocurrió en momentos de relativa estabilidad social o en épocas de crisis- como ocurrió durante la guerra con Chile.

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Concejo Provincial de Piura. Oficio N° 1023 del 17 de mayo de 1933. Archivo Regional Piura. “El Pueblo”. Piura, 9 de agosto de 1947.

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En 1936 en nuestro departamento se estableció también el impuesto al gremio de lustradores de calzado. Mientras que en otras regiones del país se agravó con un impuesto a la chancaca y al guarapo. Si en Piura esta medida motivó una resistencia y protesta pacífica, en algunos pueblos de la sierra las movilizaciones indígenas tuvieron un carácter violento, tal como sucedió en Yanahuara, provincia de Caraz, en febrero de 1924. En ambos casos se incentivó a la polarización social. Debemos indicar que estas protestas sociales tuvieron un carácter local, pues no alcanzaron una articulación orgánica a nivel regional ni mucho menos nacional.

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Anexo 6 LEY N°. 4901. IMPUESTO A LA CHICHA El Presidente de la República Por cuanto: El Congreso de la República Peruana ha dado la ley siguiente: Artículo 1: Crease un impuesto de cincuenta centavos por cada botija de setenta y dos litros de chicha que se elabore en el departamento de Piura. Esta tasa se aumentará á setenta y cinco centavos desde el 1° de enero de 1925 y a un sol plata desde el 1° de enero de 1926. Artículo 2: Este impuesto será recaudado por las Municipalidades del mencionado departamento en sus respectivas jurisdicciones, debiendo percibir dichas instituciones el treinta por ciento del producto que se obtenga y entregar el setenta por ciento restante al Colegio San Miguel de Piura. Comunique al Poder Ejecutivo para que disponga lo necesario a su cumplimiento. Dado en la Sala de Sesiones del Congreso en Lima, a los veinticinco días del mes de enero de mil novecientos veinticuatro.

Guillermo Rey F. A. Mariátegui R. C. Espinoza

Presidente del Senado. Presidente de la Cámara de Diputados. Senador Secretario.

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LA CONSCRIPCION MILITAR EN PIURA “Los jóvenes conscriptos o “enrolados”que se iban para no volver eran seguramente desgraciados” César Vallejo.

Transcurrían los primeros años de la República Aristocrática cuando el gobierno de Nicolás de Piérola promulgó el 27 de septiembre de 1898 la Ley de la Conscripción Militar. En el debate de esta ley y en alusión a la discriminación social que caracteriza a la historia de nuestro país, el senador J. Emilio Luna sostenía que para el servicio de las armas por lo general se llama a los más desvalidos, a los que no tienen posición social o no tienen recomendaciones. Tres décadas más tarde, durante el gobierno de Leguía, José María Arguedas tuvo la oportunidad de contemplar por primera vez en Lima un desfile militar . Al percatarse de los rasgos étnicos que caracterizaba al personal de tropa , el escritor señaló : “Ni un solo hombre de los que llamamos blanco, “blanquiñoso” no únicamente por el color de la piel, sino por tantos otros detalles, desfiló en la tropa .La tropa, toda, soldado a soldado eran indios o negros.”1 Razón suficiente para que el tema del Servicio Militar se convierta en un tópico de la crítica progresista en nuestro medio. En la segunda década del siglo pasado los diarios locales, con mucha frecuencia informaban a la comunidad piurana sobre los hechos relacionados con la vida militar. Anualmente se realizaba en la Plaza de Armas el sorteo de los jóvenes que eran enrolados al Ejercito, para tal fin, se conformaba la Junta Conscriptora Militar , que estaba integrada por el Subprefecto ,quien la presidía , el Juez de Primera Instancia, el Jefe Militar y un vecino notable. Asimismo la prensa escrita daba cuenta de los ejercicios dominicales que realizaban los movilizables, aquellos jóvenes que realizaban el Servicio Militar Obligatorio no acuartelado. En un diario local de esa época se lee: “Al ejercicio dominical de ayer concurrieron 130 movilizables. La relación de los inasistentes ha sido enviada a la Intendencia a fin de que se les persiga y castigue conforme lo preceptúa la ley y el reglamento respectivo.”2

Literatura y realidad vida.

Y de pronto, los conscriptos perdían de golpe toda esperanza e interés por la

César Vallejo escribía: “La comitiva arrancó. Tomó la delantera, el sargento al trote. Luego, un gendarme, con el otro conscripto, Isidoro Yépez, a pie y atado a su mula. Y luego, otro gendarme, y, junto a él, Braulio Conchucos, también a pie y atado 1 2

Carta al Ejército Peruano documento literario escrito por José Diario La Industria. 25 de mayo de 1925. pág. 3 a.

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María Arguedas en julio de 1969.

a su cabalgadura. Un jalón repentino y brutal tiró de la cintura a Braulio, que habría caído al suelo de no ir amarrado estrechamente al pescuezo de la bestia y Braulio empezó a correr al paso acelerado de las mulas.”3 Esta forma literaria de recrear la realidad de los yanaconas enrolados al Servicio Militar se transforma en algo real en la afirmación del corresponsal del diario La Industria en la localidad de Tambogrande cuando señala: “Ayer han llegado a esta ciudad procedentes de Ayavaca los conscriptos de esta provincia...,vienen en estado calamitoso pues se ha tenido la inhumanidad de traerlos a pie y así seguirán hasta Piura, hoy en la tarde, cumpliendo orden expresa recibida de las autoridades de esa capital. El mal estado de los pies de varios de ellos á consecuencia de la caminata, es tal que habría sido más racional a postergar el viaje por unos días más o conseguir que lo hicieran en cabalgaduras... Tampoco traen un centavo de manera que les ha sido difícil y así casi imposible á algunos de ellos atender a su subsistencia”. 4 La situación de los conscriptos de los pueblos de la serranía piurana no difiere en absoluto de la condición infrahumana a la que eran sometidos los yanaconas enrolados de los cuales hace referencia Vallejo en su obra: El Tungsteno. En la historia republicana la conscripción militar se convirtió en un instrumento de dominación, debido a las formas compulsorias y abusivas que revistió. Frecuentemente los conscriptos eran victimas de la extorsión por parte de los gobernadores y gendarmes. La conscripción militar ha sido un abuso contra el campesinado. Por esta razón es que los campesinos en tiempo de leva o reclutamiento, fugaban y buscaban refugio en los lugares más inaccesibles, a fin de escapar de los gendarmes y autoridades. Frecuentemente los gobernadores extorsionaban a los familiares de los conscriptos, con el cobro de cupos para evitar el enrolamiento. En 1909, los comuneros de Chalaco denunciaron a Juan López García, gobernador de ese distrito por cobros excesivos para liberar a los conscriptos. En 5 1934 en Pacaipampa, el gobernador, Manuel Calle Ortega fue acusado de cobrar entre 10 y 50 soles para no enviar a los conscriptos.6 La Constitución de 1920 nominalmente reconocía a los conscriptos sus derechos civiles pero la realidad social y la práctica cotidiana se los negaban. En esa época, al igual que en nuestros días, tenía plena vigencia lo que Alberto Flores Galindo ha denominado “una república sin ciudadanos”.

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César Vallejo Mendoza El Tungsteno pág. 112 Diario La Industria 4 de junio de 1919 pág. 3. 5 ADP. CSJA. Adm. 354 sn. 1909 6 ADP. CSJA. Adm.360 sn. 1934 4

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LA CRISIS DE 1929 EN PIURA Una de las crisis más profundas y agudas que registra la historia del capitalismo fue aquella que ocurrió entre los años 1928 y 1933. La crisis capitalista se caracterizó por la superproducción de mercancías que no encontraban mercados, el brusco descenso de precios, la aguda escasez de medios de pago y la bancarrota bursátil que provocó la quiebra de miles de empresas y de bancos, el descenso vertical de la producción y el despido masivo de trabajadores así como la reducción de salarios. El 24 de octubre de 1929, 16 millones de títulos (acciones, bonos, etc) lanzados a bajo precios en la Bolsa de Nueva York se quedaron sin vender. El pánico se propaló con rapidez entre los capitalistas, se cerraron los créditos bancarios y las quiebras financieras se dejaron sentir en los E.E.U.U. y en los demás países capitalistas. La crisis y sus efectos en el Perú Durante el Oncenio de Leguía se acentuó la presencia hegemónica de la inversión norteamericana en nuestro país. Nuestra economía descansaba en gran medida en las inversiones, préstamos y transacciones comerciales realizadas por los países capitalistas. El carácter dependiente de nuestra sociedad frente a estas potencias la hacía vulnerable a los cambios de la economía mundial. Pronto se dejaron sentir las severas repercusiones de esta crisis en nuestro país: disminuyeron los créditos e inversiones extranjeras, bajó drásticamente los precios de nuestros productos de exportación, disminuyeron o paralizaron las actividades productivas de las diversas empresas mineras, petroleras y agrícolas controladas por el capital extranjero. Los efectos de esta crisis en los sectores populares se manifestó en la desocupación, la reducción de sueldos y salarios, lo cual originó las huelgas y el auge de movimientos sociales. Los sectores medios, además de pequeños y medianos propietarios vieron disminuir sus ingresos y arruinar sus empresas. Esta crisis desencadenó una crisis política. En Arequipa, Luis Sánchez Cerro lideró la rebelión contra el dictador Leguía, aperturando lo que Jorge Basadre denominaría el Tercer Militarismo. En su afán de paliar los efectos de esta crisis el gobierno decretó algunas medidas, entre éstas tenemos: la instalación de las Juntas Departamentales y las contribuciones Pro- Desocupados, la creación de una serie de impuestos y se redujo las inversiones destinadas a las obras públicas. 70

Piura en los tiempos de la crisis Piura a fines de la década del 20 del siglo XX era un departamento agrario y rural. El desarrollo de las ciudades y de las industrias era incipiente. En nuestro departamento se estableció un modelo económico de exportación de materias primas. La inversión de capitales norteamericano en este sector productivo fue predominante. En el enclave petrolero de la International Petroleum Company se desarrollaron relaciones asalariadas y relaciones pre- capitalistas, a través del enganche. Las empresas de la Duncan Fox y Grace intervinieron en la exportación del algodón, aprovechando de manera indirecta el trabajo servil de los yanaconas, mediante la participación de los hacendados.

En el plano social, por esos años los gendarmes y la Guardia Civil combatían a los últimos elementos del bandolerismo. En enero de 1930 se instalaba en nuestra ciudad la Junta Departamental del Patronato de la Raza Indígena, bajo la presidencia de Eduardo Reusche. Y como rezago del leguiísmo, aún seguían vigentes las leyes de la conscripción vial y de la vagancia. Las páginas de los diarios publicaban avisos comerciales de las principales empresas, entre ellas: la International Petroleum Company, Milne & Co., Grace y Co., Duncan Fox, The Pacific Steam Navigation Company, C. Romero & Cia., F.R. Bolognesi, Arens & Lessl y de los bancos: The Royal Bank of Canada y el Banco del Perú y Londres.

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Uno de los primeros efectos de la crisis fue la fuerte caída del precio del algodón. El diario “La Industria” informaba que el precio de la paca del algodón había bajado cuatro dólares1 Los algodoneros intentaron superar esta situación aumentando la producción e incrementando relativamente las ventas de la industria local. Por esos años en Sullana funcionaba la Compañía Manufacturera Italiana de Tejidos. Asimismo, Carlos Semsch, segundo Presidente de la Sociedad Nacional Agraria solicitó al Director General de Hacienda que interceda ante las compañías navieras para que rebajen el tipo del flete del algodón de puertos peruanos a Liverpool.2 Las principales firmas exportadoras de algodón en Piura en esa época eran: Duncan Fox, F. Hilbck y Cia., C. Romero, Arens & Lessl y F. R. Bolognesi. Estas empresas eran al mismo tiempo desmotadoras y tenían sus propios acopiadores, lo que les permitía una mayor participación y control del mercado. Con la creación de las Juntas y las Contribuciones Pro desocupados se estableció con carácter extraordinario una serie de contribuciones que tuvo vigencia hasta el 31 de diciembre de 1931. Se creó un impuesto del 1% sobre los productos e importaciones y exportaciones. Esta medida motivó la protesta inmediata de los agricultores y comerciantes. La producción de panllevar descendió debido a que la reducción de los ingresos trajo consigo una disminución de la demanda de alimentos, esto incidió sobre los ingresos de los productores que proveían de alimentos a las ciudades. La situación de los yanaconas resultaba insostenible. Se les obligaba a pagar dos tipos de renta de la tierra: en dinero y en especie. Además cumplían con el pago de arriendo por el uso de agua. Esto incentivó la organización y movilización de los yanaconas bajo la asesoría del Partido Socialista. En el mes de enero de 1930 los obreros y artesanos mediante un memorial solicitaron a la Junta Vial Provincial la exoneración de las redenciones del año 1929, como argumento señalaban la penuria económica en la que se encontraban, consecuencia del “mal estado económico por el cual atraviesa actualmente este departamento. Esta crisis, detiene el desarrollo comercial y agrícola, dos fuentes de recursos de esta región y se acentúa más en las clases que viven a esperanzas del capital, como es el caso de los empleados, obreros y braseros, cuya existencia cada día es más angustiosa, pues, mientras aumentan las exigencias inaplazables de la vida, los sueldos y los salarios disminuyen”3 En diciembre de 1930 en Talara, la Federación de Trabajadores de Asuntos Petrolíferos negociaban su pliego de reclamos. Su principal reivindicación era la vigencia de las 8 horas de trabajo. Cinco meses más tarde la International Petroleum Company despidió a 200 trabajadores, y se reprime violentamente una marcha de obreros de Negritos ocasionando la muerte de cinco trabajadores. 1

Diario La Industria, 7 de noviembre de 1929, p.2 Boletín de la Cámara de Comercio, agricultura e Industria, N° 5,15 de abril de 1930. 3 Diario La Industria, 16 de enero de 1930, p.2. 2

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Aprovechando la existencia de una sobreoferta de petróleo a nivel mundial la I.P.C. implementó un lock-out (cierre) por quince días y despidió 8,000 obreros. El 11 de junio de 1931 el gobierno de David Samanéz Ocampo decretaba el estado de sitio en toda la república. Según los testigos de la época, el costo social de la represión de la huelga de los petroleros de Talara se elevó a más de 100 víctimas. El colapso de la banca también se manifestó en nuestra ciudad. En un diario piurano se publicaba el siguiente aviso: “El banco del Perú y Londres avisa al Comercio y al público y en general a su clientela del departamento que con fecha 15 de diciembre próximo se clausura su Agencia de Paita. Hasta dicha fecha la citada agencia pagará todos los depósitos que se hayan hecho” 4 Meses más tarde este banco clausuraba las Agencias de Piura, Sullana y las otras que tenían a nivel nacional.

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Diario La Industria, 30 de noviembre de 1929, p.4.

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TALARA 1931: ESTADO DE SITIO Y REPRESIÓN “Después de los sucesos acaecidos la ciudad está como un cementerio porque casi toda la población ha huido despavorida” La Industria, 15 de junio de 1931 En 1931, los enclaves petroleros de Talara realizaron despidos masivos y disminuyeron drásticamente los salarios de los obreros. Estas medidas incentivo las huelgas y la consecuente represión de la policía y de las compañías extranjeras, lo que elevó el grado de violencia y polarización social. Desde diciembre de 1930 la Federación de Trabajadores de Asuntos Petrolíferos que representaba a los sindicatos de Negritos, Lobitos, Talara y Lagunitas se encontraba negociando su pliego de reclamos. La principal reivindicación de los trabajadores era la vigencia de las 8 horas de trabajo. A pesar de que el gobierno dio un fallo a favor de los obreros, la International Petroleum Company, lo desacata y despide a 200 trabajadores. En Talara, la comisión conformada por los trabajadores Francisco Cisneros, Manuel Quinde, Néstor Gallardo y José Curo, estuvo encargada de solicitar al Prefecto de Piura, Coronel Carlos de La Jara la destitución inmediata del Comisario, el Teniente Max López y del investigador Carlos Córdova. Los integrantes de esta comisión fueron detenidos y enviados al vapor Rímac. Ante el rumor de que los dirigentes arrestados serían enviados a Lima, la multitud tomó la Comisaría y obligó al Prefecto a liberar a los detenidos. Los sucesos de Negritos En la noche del 24 de mayo los obreros de Negritos se dirigían a Talara. En la garita, ubicada en el lugar denominado "La Draga” el Comisario el Teniente Benjamín Menéndez intentó impedir la movilización de los trabajadores. Hubo disparos esa noche, lo que provocó la muerte de seis personas, entre ellos, el adolescente Encarnación Vílchez. Al día siguiente, el pueblo de Negritos le da un multitudinario entierro, y con todas las banderas de la ciudad a media asta se realiza un paro de 48 horas. Días después, la International Petroleum Company, aprovechando el exceso de producción de petróleo implementa un lock out por quince días y 8000 obreros quedan desocupados. Al mismo tiempo la Compañía exigía a las autoridades la eliminación de los dirigentes.5 En Paita, el Comité Provincial del Partido Socialista organizó una manifestación de protesta. Los dirigentes de esta agrupación política y de la Confederación Obrera enviaron un telegrama a David Samanez Ocampo, Presidente de la Junta de Gobierno, en el que se solidarizaron con los obreros y protestaron por la matanza. 5

Diario La Industria 30 de mayo de 1931

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Los socialistas denuncian la prisión de los delegados de los trabajadores y la persecución constante de la policía contra el asesor jurídico de los obreros el Doctor Luciano Castillo, Secretario General del Partido Socialista del Perú. Estado de sitio y terror en Talara La Federación de Petroleros ofició al Prefecto el acuerdo de los obreros de levantar la medida de fuerza y volver a sus centros de trabajo, pero las Empresas se negaron a reanudar las labores. El 27 de mayo, en la madrugada llegó el crucero Bolognesi y la tropa de la Marina desembarca en Talara. La Junta de Gobierno haciéndose cómplice con las Compañías extranjeras decretó el 11 de junio el estado de sitio y la suspensión de garantías. En el barrio de Chorrillos, mientras los huelguistas realizaban pacíficamente una asamblea son abaleados, ocasionando una espantosa masacre, donde se estima que murieron más de 100 personas. Un periodista de la época nos narra así estos trágicos sucesos: “...faltando unos diez minutos para las 7 de la noche se oyó un tiro por el lado de Chorrillos y luego descarga de fusilería; cuando la gente se hallaba en las calles corrió inmediatamente a sus domicilios, mientras hacían fuego dos ametralladoras que se encontraban por el portón, y la marinería y guardia de seguridad; que desde este momento un pánico profundo se apoderó de la población, siendo muy pocos los que pudieron haber presenciado lo ocurrido en las calles y como las habitaciones son de madera atravesaron las balas cuatro y cinco paredes, el pavor de las familias fue indescriptible.” 6 En esa noche de terror perdió la vida el joven dirigente cataquense Alejandro Taboada Crisanto. El historiador Jorge Basadre sostiene que el número de muertos en esta masacre fue considerable y agrega que el vapor “Chira Littl” de propiedad de la International Petroleum Company salió del Puerto con muchos cadáveres para echarlos al mar, otros cadáveres fueron llevados a los hornos de cremación.7 Más de 60 obreros, acusados de agitadores fueron detenidos en el crucero Bolognesi. Algunos de ellos fueron enviados a la isla del Frontón, otros a Madre de Dios, departamento convertido por la Junta de Gobierno, en lugar de confinamiento. Sin embargo muchos trabajadores optaron por huir. El viernes 19 de ese mes las Compañías petroleras reanudaron sus labores. El Prefecto de Piura comunicaba a la población del departamento lo siguiente: “En toda zona petrolera reina tranquilidad y orden, todos los asientos, hoy viernes a las siete y media de la mañana. El suscrito Prefecto presenció el ingreso a sus labores, que se 6 7

Diario La Crónica 15 de junio de 1931 BASADRE, Jorge Historia de la República del Perú Tomo 12 pág. 3141.

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realizó en perfecto orden, con beneplácito que la mayoría de obreros y pueblo en general que aplauden vuelta normalidad”.8 El 12 de diciembre de ese año, en sesión de Congreso, el diputado piurano Hildebrando Castro Pozo denunciaba esta masacre. La incipiente Federación de Petroleros asesorada por Luciano Castillo, Secretario General del Partido Socialista, fue disuelta y los petroleros quedaron sin organización prácticamente hasta 1945.

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Diario La Industria 19 de junio de 1931.

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Anexo N° Testimonio del Dirigente petrolero Pedro Miguel Arrese (*) (Fragmento) Un Sábado luctuoso de metralla y fusilería asesina. Como Secretario General del Sindicato de Negritos (Pedro Miguel Arrese), viajó a Lima, integrando la Delegación que llevaba la misión de discutir con los representantes de la empresa imperialista, un Pliego de Reclamos, en donde se exigía la jornada de 8 horas y un aumento general de salarios, entre los puntos principales. Consiguieron que se aprobara la mayoría de los reclamos de los trabajadores. La Internacional resentida por este triunfo de los trabajadores, empezó a hostilizar a los dirigentes sindicales, desconoció los acuerdos del Primer Pacto Colectivo mediante el cual, por primera vez, los trabajadores le arrancaban importantes conquistas, y amenazó con cerrar las instalaciones, lo cual efectivizó durante quince días, sin derecho a salario y exigiendo la represión de los líderes obreros. La Junta de Gobierno, presidida por David Samanez Ocampo que gobernaba el país por aquel entonces, obediendo los mandatos de la empresa imperialista, envía a Talara un contigente de tropa a borde del crucero “Bolognesi” y al pequeño buque

“El

Chiralittle”. Todos estos hechos precedieron a los trágicos sucesos de aquel luctuoso Sábado 13 de Junio, en el cual caen asesinados líderes sindicales y gran cantidad de trabajadores, por acción del ejército, la gendarmería y soplones de Internacional. Fue en este sangriento día que cae asesinado, el mártir Alejandro Taboada, quien fue traicionado, y centenares de trabajadores que fueron fondeados al mar, desde la cubierta del “”Chira little”. 77

Incidentes de una fuga apresurada y una aclaración necesaria. En aquel sábado trágico, los dirigentes eran buscados tenazmente, de canchón en canchón, para ser liquidados. La jauría estaba dirigida por un tal Muga, que era administrador de aduana e incondicional de la Internacional, seguido por un grupo de soplones y adulones, secundados por soldados del ejército con su respectivo jefe. (… ) Cuando Muga y sus adulones, andaban en nuestra busca, de canchón en canchón y cuando ya se había producido la masacre, la gendarmería andaba en estado de ebriedad, patrullando las calles y atemorizando a la población que huía de Talara, en caravanas, para Sullana. Nosotros estábamos refugiados en casa de la familia Mogollón; conmigo se ocultaban Julio Jorge Delgado que era el Presidente o Secretario General de la Federación de Trabajadores, Juan Hoyos, Samuel Benites, Sául Alcántara, Julio Mogollón y Romualdo Cornejo. La casa, donde nos ocultábamos, tenía por jefe de familia a un soplón de Muga; pero su esposa que era una mujer valiente y muy identificada con los trabajadores, amenazó a su esposo. Nos preguntó si teníamos alguna arma de fuego y yo le mostré un revólver que llevaba para defendernos. Luego de pedírmelo, sentenció a su marido:”Mira, si vas donde Muga a delatar a estos hombres que están bajo nuestra protección, te juro que te mato con este revólver” El marido, efectivamente, no se atrevió a delatarnos. El refugiarnos en esa casa nos salvó la vida, puesto que Muga que no dejaba casa sin registrar, cuando llegó ante la vivienda de esta familia, dijo a sus secuaces:” A esta casa, no”, porque para él era una casa de confianza, donde vivía uno de sus soplones, y no se imaginaba que allí se pudieran esconder dirigentes sindicalistas. Al día siguiente, a las diez de la mañana, decidimos abandonar la casa, previamente había cambiado de traje con uno de mis camaradas, él me prestó su terno y yo le entregué el mío. Presté una alforja a la señora y con esa indumentaria fugamos de allí. Agradecimos a la señora y nos dispusimos a salir de la vivienda; en la puerta Jorge Delgado flaqueó, tuvo temor y quiso entrar nuevamente a la casa, pero la señora no le permitió entrar ya.

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En nuestra salida de la zona petrolera, tuvimos la ayuda de algunos camaradas, como Zapata, a quien apodaban “El Empalao”, quien en la sección 45 nos brindó una gran hospitalidad. Ahora, para salir de esa zona había un gran obstáculo, que eran los reflectores de la Brea que desplazaban su iluminación por amplios sectores de la pampa que debíamos atravesar. Felizmente por dicha zona habían unos canales, por donde reptamos para evitar la luz de los reflectores. Luego, contamos con la ayuda de un ganadero, “El Cojo Gondra”, quien nos llevó a una majada, donde estuvimos unos días. Posteriormente nos dirigimos a pie hasta Miramar, pasando duras privaciones alimenticias, alimentándonos de raíces. Después de habérsenos unido Edmundo Talledo Vilela, partimos con rumbos distintos, ante un aviso de que nuestros captores nos seguían la pista. Así fue como sucedieron los hechos. __________________________ (*) Testimonio recogido por el escritor Genaro Maza Vera, publicado en la revista La Provincia, septiembre de 1982.

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Anexo N° ¿Talara es territorio patrio o no lo es? (*) “He podido darme cuenta muy de cerca de la situación topográfica del asiento petrolífero de Talara y de la vida que se lleva en esa zona tan rica, que se haya explotada por la International Petroleum Compañy. Esta población tiene más o menos alrededor de 10,000 habitantes; de esa cantidad, la quinta parte son trabajadores de la empresa. La población está dividida en cuatro categorías. La parte alta es una pequeña población canadiense residencia de los “gringos” quienes tienen todas las comodidades más exquisitas y modernas. Ningún “nativo” como ellos nos llaman pueden ingresar a esa ciudad modelo, sería una profanación. La parte baja, es otro Estado, allí existe otra clase de habitantes, los que tuvieron la osadía de casarse con peruanas. Pero por este mero hecho viven aislados, como cumpliendo un castigo. Viene después el verdadero Talara, donde puede notarse el pequeño comercio. La Aduana, es un local en ruinas, compañía y fonda de chinos. En este barrio tenemos la calle 1000 sitio deseado por los empleados nacionales. Allí llegan a vivir los empleados que se portaron bien durante 20 años de trabajo en provecho de la Empresa y en recompensa los mejoran en vivienda, con lo que ya coronaron las aspiraciones del empleado. . Después siguen los barrios populares o mejor dicho “canchones”. Este barrio cosmopolita se llama Chorrillos, donde el pobre obrero vive sin comodidad de ninguna clase. Por último tenemos el Puerto, que queda en la parte norte, es otro barrio donde viven unos cuantos pescadores. Talara está bajo el mando del Administrador Civil Gerente del Pueblo. Este es una especie de Virrey, un gamonal, que vigila a la población. Este sujeto se llama Rogelio GUIS LEIN Nadie puede ingresar a este territorio sin el permiso de este personaje, él todo los sabe y todo lo ve por medio de sus soplones. Por añadidura es Alcalde Municipal, “ad hoc” Agente Consular de varios países y el autor del obsequio de un castillo de oro al tirano Leguía. 80

El viajero que ingresa a Talara, sea por negocio o por turismo, sea por mar o tierra tiene que llenar las formalidades antojadizas de este personaje. Primero, dar nombres y apellidos, edad, raza, estado civil, misión, certificados de buena conducta, capital que trae y profesión. Segundo, no puede permanecer más de 8 días en la localidad, ni ocupar alojamiento en los “canchones” aunque tuviese familiares. Cumplido este tiempo el hotelero (chino) notifica la inmediata desocupación del cuarto, a pesar de estar al día en su pago y como todo Talara es propiedad de la International Petroleum Company no hay otro remedio que salir antes que las autoridades policiales (empleados de ellos) vengan con un camión y lo boten al “Portachuelo” (lugar donde termina la propiedad de la Empresa) Algo más triste y espeluznante, es el hecho de que los pobres obreros se ven privados de no tener al lado de ellos a sus padres o hermanos, porque no son trabajadores de la Empresa. Si por casualidad son sorprendidos, son lanzados sin compasión. Aquí las leyes peruanas no existen, nadie puede protestar, no hay las garantías del caso. Aquí la ley que domina es la Estándar Oil. He presenciado cuadros dolorosos: la forma cómo la International Petroleum Company Ltda. o sus miserables ruines empleados lanzan a familias, expulsándolas a su antojo, poniéndolas abordo o en carros, sin tener con misericordia.

(*) BRENE, Ricardo .Semanario El Obrero Piurano No 503. 12 de Octubre de 1930 Pág. 1.

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LA BASE AÉREA EL PATO En la historia de Talara acontecieron sucesos que revelan la presencia norteamericana. La intervención del capitalismo norteamericano, evidenciada con la participación del enclave de la International Petroleum Company y la construcción de la Base Aérea Militar El Pato en el distrito de Pariñas, confirman esta afirmación. El gobierno de Manuel Prado no solamente apoyó la economía de guerra norteamericana abasteciéndola de materias primas estratégicas a precios relativamente bajos; sino que además, con el pretexto de atender las necesidades de la defensa continental, consintió que el gobierno norteamericano construyera una base aérea militar en Talara, hecho que comprometió la soberanía nacional. Convenio secreto En 1942, durante la Segunda Guerra Mundial, el gobierno peruano en el marco de la Ley 9577 firmó con el gobierno de Estados Unidos de Norteamérica un convenio para construir una base aérea militar, en las cercanías de Talara en el lugar denominado “El Pato”. Además, se autorizó el ingreso de personal de las Fuerzas Aéreas Norteamericana y la utilización de esta base por aviones de guerra de los Estados Unidos. Este convenio firmado durante el gobierno de Prado consideraba un documento secreto, suscrito en Lima el 24 de abril de ese año, entre las autoridades militares peruanas y norteamericanas y fue refrendado por nuestra Cancillería y la Embajada de los EE.UU. Se estipulaba que la vigencia de este convenio duraría mientras los EE.UU. esté comprometido en esa guerra. Asimismo, se contemplaba entre otras condiciones que a la expiración de este pacto, la infraestructura y el material de aviación quedarían en beneficio de la Fuerza Aérea del Perú. Incidente del 28 de julio La madrugada del 28 de julio de 1946, al finalizar un baile social en el Casino de Talara ocurrió un acto bochornoso. Diez aviadores norteamericanos de la base El Pato en un acto de arrogancia y prepotencia faltaron el respeto a unas damas y agredieron brutalmente al alférez de la Marina Alberto Rubio, a quien dejaron en estado de coma, por lo que tuvo que ser internado en una clínica. Las protestas El atentado del que había sido víctima el oficial de la Marina motivó la protesta unánime de los distintos sectores de la sociedad civil y por ende el gobierno de Prado fue objeto de duras críticas. El periodismo señalaba que al margen del carácter criminal de este atentado, este suceso era una cuestión de soberanía nacional. Un periodista del diario El Comercio sostenía: “… consideramos que no ha sido acertado el criterio de no haber dado a conocer al público la cesión de una base en el norte de nuestro territorio y las 82

condiciones o la forma en que se había autorizado su establecimiento. Las atendibles y fuertes razones de guardar un secreto militar no podían funcionar en este caso, ya que a todos constaba que esa cesión se había efectuado y no era posible suponer que un hecho tan difundido y tan visible pudiera quedar oculto entre los países en beligerancia. El gobierno debió haberlo anunciado en su oportunidad como debió más tarde, producido por fortuna el triunfo de las Armas de las Naciones Unidas, iniciar los pasos necesarios para que esa base militar cuyo mantenimiento ya no podía estimarse necesario fuera devuelta al país”1. Una nota de prensa del periódico “El Obrero Piurano” afirmaba que con las protestas producidas por este motivo ha profundizado el afecto por nuestra tierra y ha enraizado en nosotros el sentido del honor nacional. Ahora ya sabe el pueblo peruano que los autores del incidente del 28 de julio en Talara serán juzgados de acuerdo a nuestras leyes… Que los Estados Unidos de Norteamérica se vayan dando cuenta que los pueblos van despertando y que es hora que nos traten como naciones independientes y no como simples colonias”2. En el Congreso en sesión celebrada el 6 de agosto de 1946, el Dr. Luciano Castillo, diputado por Paita solicitó se oficie al Ministro de Relaciones Exteriores para que se informe sobre la situación de la base militar norteamericana “El Pato”. Del mismo modo, la Cámara de Senadores solicitó a este Ministro los informes correspondientes sobre este asunto. El 29 de octubre de 1946, el Embajador de los EE.UU. Prentice Cooper hizo entrega de la base aérea El Pato al Ministro de Aeronáutica, ingeniero Enrique Góngora Pareja. En un diario local se lee: “La entrega de la Base ‘El Pato’ tiene especial significado para el Perú, pues se restituye en forma completa una parte de su territorio que fue cedido mediante un acuerdo suscrito entre nuestro gobierno y el de los EE.UU. en 1942 para fines de defensa del continente americano en su lucha contra los países totalitarios. Una vez terminada la contienda, a la que el Perú se alineó desde el primer momento al lado de las naciones democráticas, era también lógico que las tropas extranjeras que han ocupado la ya citada base abandonen el territorio nacional restituyendo a la soberanía nacional una parte del territorio…”3. El gobierno peruano recibió sin costo alguno los inmuebles e instalaciones permanentes y compró los otros bienes. La construcción de la base aérea “El Pato” no era un hecho aislado. El gobierno norteamericano construyó otras bases militares en Brasil; en el Ecuador, en las Islas Galápagos y en la Península de Santa Elena. La intervención militar era una característica de la política exterior norteamericana en nuestro continente. A excepción de Argentina, que simpatizaba con Alemania, los demás Estados por su carácter dependiente se alinearon al lado de los Estados Unidos, poniendo en riesgo la seguridad continental, atentando contra la soberanía nacional de sus respectivos pueblos.

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Citado por el Diario La Industria. 9 de agosto de 1946. Pág. 1. Confederación Obrera “Unión y Confraternidad” El Obrero Piurano N°. 778. 21 de septiembre de 1946. Pág. 1. 3 Diario La Industria. 31 de octubre de 1946. Pág. 3. 2

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TALARA : UN FEUDO DE LA IPC “Que este hombre de Talara tenga una patria suya y que diga aquí nací esta es la tierra mía Este petróleo pertenece a la Patria y es de la tierra mía.” Emilio Saldarriaga García. Poemario : Petróleo Los enclaves En las primeras décadas del siglo XX, el sector externo de la economía peruana se adaptó a los requerimientos del mercado mundial, necesitado de materias primas. Se dio un fuerte impulso a la actividad agrícola de exportación, a las actividades mineras y petroleras. La inversión de capitales norteamericanos en nuestro país a través de empresas como la Cerro de Pasco Mining Company, la Northern Perú Mining, la W.R Grace y la International Petroleum Company dio lugar a una profunda modernización de la economía de exportación de materias primas bajo la forma de enclave. La I.P.C. reunía las características de un enclave: se trataba de una empresa, cuyo origen y centro de decisiones estaba en el exterior; utilizaba capital y tecnología extranjeros; su producción estaba dirigida hacia fuera. En relación con la sociedad peruana, mantenía una relativa autonomía: las leyes peruanas no regían en los dominios de esta Compañía; los funcionarios de la empresa se constituían en autoridades de piso en la región, por encima del Prefecto y Subprefecto; se vinculaba con el sistema económico interno tan sólo en el contexto de relaciones pre-capitalistas (sistema de enganche). La presencia de los enclaves en nuestro país ocasionó cambios en la estructura social. Surgieron nuevos grupos sociales que se organizaron y exigieron un conjunto de derechos de los cuales eran excluidos. El estado asumió el rol de mediador en los conflictos entre trabajadores y empleadores. En este contexto el desarrollo de la ciudadanía presenta serias contradicciones. La IPC y la violación de derechos. Pese al esfuerzo de la compañía por vender a la opinión pública la imagen de Talara, como una ciudad moderna y progresista, la I.P.C. violaba los más elementales derechos de la población. La empresa estableció una disciplina medieval. Cuando un obrero, por cualquier motivo no le convenía a la empresa o le era sospechoso, se le notificaba para que abandone la localidad. Un periodista de la época escribía: “El 84

lunes 16 el Teniente Gobernador notificó a Morales para que se embarque en la lancha “Rosalía”que va a Paita ¡qué sarcasmo sin duda este suelo es yanqui y no pertenece al Perú, porque así se acostumbra con todo hombre que despide la empresa, la autoridad política lo hace desocupar la población”4. Reiterando este tipo de denuncia, Avelino Ato Cueva señalaba: “Tuve la oportunidad de ver la expulsión de cinco trabajadores quienes fueron embarcados en un barco y arrojados a otro puerto del litoral, ¡he ahí las garantías que se dicen gozan nuestras connacionales!”5 Todo foráneo que no explicase su estadía en Talara con razones aceptables para la compañía, debería abandonar inmediatamente la ciudad. Los trabajadores no podían recibir a un familiar que viniese de fuera, sin permiso de la empresa. Don Pedro Ramírez Córdova, ex-dirigente petrolero, nos cuenta: “... las empresas: Lobitos y la I.P.C. tenían su Administración de Campamento y allí tenían su Servicio de Inteligencia. Los gringos sabían quiénes eran las personas que llegaban a visitar a determinadas familias. Si llegaba un familiar, ellos te notificaban. Una vez llegó un familiar a visitarme y al día siguiente me llamaron a la Administración y me preguntaron quién era la persona que había llegado a mi casa. Yo les dije que era una prima hermana. Me preguntaron ¿y qué tiempo se va a quedar en su casa? Yo les dije: un mes. Y me volvieron a preguntar ¿un mes? Y ¿a partir de cuándo?- Les dije a partir de tal día. Al mes me volvieron a llamar, y me dijeron: -A usted le dimos permiso un mes. Tenga usted la bondad de decirle a su pariente que por favor se vaya. La Administración de la Compañía no permite tener gente extraña...”6 Era una práctica frecuente el desalojo de familias. Un corresponsal del periódico “El Obrero Piurano” escribía: “Aquí también se han expulsado a muchas familias habiendo llegado hasta el extremo de poner los muebles en medio de la calle, aprovechando la ausencia de ellas que estaban aquí auxiliando a sus esposos”.7

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Semanario “El Obrero Piurano”Nº 150 – 4 Nov. 1916. Pág. 3 Confederación Obrera Unión y Fraternidad. Piura. 5 Idem. Nº 344 – 23 – 07- 1921. Pág. 3 6 Entrevista 07 – 04 – 2001. 7 Semanario “El obrero Piurano” Nº 250 – 21 – 12 – 1918. Pág. 1.

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Los abusos de la I.P.C. según un testigo de esa época generaba en la memoria colectiva el estigma de la humillación y la autoimagen de parias en nuestro país. Y frente a la prepotencia y tiranía de la compañía norteamericana Civilo A. Carnot preguntaba:“¿Las Empresas Petrolíferas que se sujetan sólo a su voluntad como Ley, que pagan autoridades para que sirvan conforme a sus caprichos, que en distintas ocasiones han hecho abalear al pueblo por el delito de pedir un pan más..., que han expulsado de sus canchones por cualquier pretexto frívolo al que le ha venido en gana, que han hecho incendiar so pretexto de higiene pública los ranchos donde se asilaban los trabajadores y que dicen ser los únicos dueños de aquellas regiones, tendrán algún interés por guardar la soberanía nacional en ese rincón que se llama Perú y eso será de algún interés nacional para nosotros?8 La conquista de los derechos laborales y sociales y con ello el desarrollo de la ciudadanía tuvo un alto costo social para los trabajadores petroleros. La historia registra movilizaciones como la de junio de 1931, cuya reivindicación fundamental fue la vigencia de las 8 horas de trabajo, conquista alcanzada en 1919, y que la compañía se negaba a reconocer. El desconocimiento de las leyes peruanas en los dominios del enclave de la I.P.C. creó un Estado dentro de otro Estado, situación que comprometió nuestra integridad y soberanía nacional.

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Idem

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HACIENDAS: YANACONAS Y SERVIDUMBRE La historia oficial no considera el estudio del gamonalismo y de manera sistemática se ha encargado de mantener en el olvido las aspiraciones y los movimientos del campesinado. A continuación presentamos algunos hechos que explican la deplorable situación económica y social de los campesinos en nuestra Región, durante las décadas del treinta y cuarenta del siglo pasado. Una denuncia de los yanaconas literalmente señalaba: “...obligándonos contra nuestra voluntad a prestarle trabajo en sus fundos Pajonal y Soccha lugares donde domina el paludismo.... Pero no es solamente que nos obliga contra nuestra voluntad, sino que, introduciéndose su hijo Parcemón Vásquez, sus mayordomos Felipe Elera y Vicente Mejía, que a la vez es Teniente Gobernador del fundo, junto con otros comisionados en nuestros domicilios a altas horas de la noche, con carabinas y pistolas en mano, nos capturan, nos amarran de brazos y cuellos, con sendas sogas que para el efecto llevarnos a los fundos antes mencionados para trabajar de sol a sol durante seis semanas en el cultivo y otras labores relativas al sembrío de arrozales y caña...”1 Esta cita textual que podría encontrarse en cualquier obra literaria de la corriente indígena forma parte de la demanda presentada por los yanaconas de la hacienda de Lalaquiz, del distrito de Canchaque, provincia de Huancabamba, al jefe de la Oficina de Inspección Regional del trabajo. En el sector agrario, el régimen de propiedad de la tierra determinó el carácter de las relaciones sociales. En el latifundio semifeudal existieron distintas modalidades de servidumbre. El yanaconaje fue una variedad del sistema de servidumbre a través del cual se materializó la semifeudalidad. El yanaconaje cuyo origen se remonta a la sociedad pre hispánica devino hasta la primera mitad del siglo pasado en un sistema de explotación pre capitalista. La Servidumbre Las relaciones sociales predominantes en la semifeudalidad, en términos usuales se conoce con el nombre genérico de servidumbre. El rasgo esencial de estas relaciones consiste en el pago de la renta de la tierra mediante la fuerza de trabajo, o, lo que es lo mismo, mediante la renta del trabajo. Es decir, que mientras el hacendado entregaba al campesino una parcela, la más improductiva, usualmente, el campesino debía pagar a cambio de ella, con su prestación personal y la de su familia. 1

Expediente seguido por los yanaconas contra Marcelino Vasquez Huamán, propietario de la hacienda Lalaquiz. Ministerio de Justicia y Trabajo. Causas civiles. Leg 1. Noviembre 1935.

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En las haciendas piuranas la servidumbre de los yanaconas adquirió diversas modalidades. Expliquemos algunas de ellas. a)

El trabajo gratuito y forzado. Sebastián Nonajulca yanacona de la hacienda Monte de los Padres en un memorial dirigido al Prefecto del Departamento, formulaba el siguiente reclamo: “Abolición de todo trabajo forzoso y gratuito (Actualmente estamos siendo presionados para concurrir a los diversos trabajos de la hacienda, incluso caminos y puentes, como se nos obliga sin retribución alguna”.2 En cualquier momento el hacendado disponía de los arrendatarios para servicios diversos de emergencia, mediante notificaciones perentorias, y sin ninguna remuneración. Los yanaconas que desobedecían estas ordenes eran expulsados violentamente de la hacienda, no se les daba tiempo para recoger sus cosechas, a los que se resistían le derribaban sus casas y lo dejaban a la intemperie. Alejandro Yarlequé, Manuel Zapata y Marcelino Márquez, yanaconas de la hacienda Huapalas denunciaban: “En los días pasados nos han quemado nuestras chozas en que habitamos, así como las de los arrendatarios Carmen Silva, Efraín Ramírez y Rafael Valladolid”.3 Observamos claramente que estos abusos no eran solamente tolerados por las autoridades, sino que, en ciertos casos, eran ellas las gestoras. Tal como sucedió en la hacienda de Pillo, en el distrito de Frías –provincia de Ayabaca, donde el Gobernador y los guardias civiles incendiaron la casa del yanacona Juan Lizardo Retete y destruyeron las viviendas de cinco campesinos. 4

b)

El servicio de arriería: Este servicio consistía en el traslado de los productos de la hacienda a los lugares que los hacendados señalaban. Los yanaconas de la hacienda de Pillo se quejaban de esta modalidad de prestación de trabajo: “Abolición de seis días que ocupamos en llevar seis almudes de grano de Pillo a Somate ocupando nuestras propias bestias sin remuneración alguna”. 5

2

Pliego de reclamos presentados por los yanaconas de la Hacienda Monte de los Padres contra el propietario de la hacienda. Ministerio de Justicia y trabajo. Causas civiles. Leg. 1 Setiembre de 1934 3 Exp. Seguido por los yanaconas de la hacienda Huapalas contra Eleuterio Ramos y Francisco Sojo. Ministerio de Justicia y Trabajo. Enero 1941 4 Exp. Seguido por Andrés Pintado Córdova contra el propietario de la hacienda de Pillo – Frías. Ministerio de Justicia y Trabajo. Agosto 1944 5 Memorial presentado por los yanacunas de la hacienda de Pillo, dirigido al Prefecto de Piura. Julio 1934. Ministerio de Justicia y Trabajo

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c)

El rodeo Esta modalidad de servidumbre consistía en el reclutamiento de los animales de los campesinos. El pretexto para el arreo de los animales era por el consumo de pastos de la hacienda y estos sólo podían ser liberados, por el medio del pago en dinero, por la fuerza de trabajo del dueño. Así, un pliego de reclamos a la letra decía: “Abolición de la costumbre de matar los ganados menores que penetran a los rozos debido a que los cercos están completamente destruidos (actualmente el mayordomo tiene por sport cazar estos animales por medio de sus perros y matarlos. Cuando no, los retiene vivos y exige el pago de multas caprichosas”)6

d)

El Trabajo de las mujeres En la hacienda de Simirís – distrito de Santo Domingo – Morropón – el hacendado usufructuaba gratuitamente la fuerza de trabajo de las mujeres. En un memorial presentado por los campesinos de este fundo se lee. “Las hijas de familia, por el hecho de que lleguen a tener hijo sin casarse, son obligadas a trabajar como cocineras de las peonadas que la hacienda emplea en los trabajos extraordinarios”. 7

e)

Exacciones Al interior de las haciendas algunos terratenientes realizaban de manera injusta y obligatoria algunos cobros. Los campesinos que preparaban chicha pagaban un impuesto por este producto. En las haciendas de Bigote, Salitral, Serrán, el Ala y el Chanro, se exigía la contribución de la “gallina chichera”. En la hacienda de Simirís se cobraba dos soles, pago que se exigía por adelantado. Y en la hacienda de Pedregal, a las chicheras se les exigía el cumplimiento de tareas en la hacienda. En algunos casos, se exigía a los campesinos el pago de una determinada cantidad de dinero por la muerte de los animales durante el servicio de arriería. En un memorial dirigido al Prefecto, los yanaconas exigen la:” Abolición de noventa soles que se nos cobra por cada res que se nos muere, por la casualidad cuando arreamos partida de la hacienda de Pillo a Somate”. 8

En la hacienda San Martín se cobraba multas consistentes en animales, a los campesinos que faltaban a los trabajos obligatorios, impuestos por el hacendado 6

Pliego de reclamos presentado por los yanaconas de la hacienda Monte de los Padres contra el propietario de la hacienda. Ministerio de Justicia y Trabajo. Causas civiles. Leg. 1. Noviembre 1935 7 Memorial presentado por los yanaconas de la hacienda de Simirís, dirigido al Prefecto de Piura. Ministerio de Justicia y Trabajo Julio 1934 8 Memorial presentado por los yanaconas de la hacienda de Pillo, dirigido al Prefecto de Piura. Julio 1934. Ministerio de Justicia y Trabajo

89

En las haciendas de la serranía piurana se mantenía algunas costumbres de corte feudal. Sobre el particular, los campesinos de la hacienda de Simirís denunciaban: “Todavía aquí existe el tributo de primicias al cura del distrito, quien vende este derecho al mayordomo en dinero efectivo y éste nos cobra a nosotros en productos de nuestra cosecha duplicando el valor pagado por él al cura”. 9

f)

Abusos usuales Con mucha frecuencia se cometían abusos y maltratos con los campesinos en las haciendas. En la hacienda Las Lomas, su mayordomo, Ignacio Martínez, quien además se desempeñaba como Teniente Gobernador, hirió gravemente a un yanacona que se negó a seguir prestando su fuerza de trabajo en forma gratuita. 10

Los campesinos de la hacienda de Pillo en un memorial exigían la: “abolición de flagelamientos y autonomía de la autoridad política para que no este bajo el dominio de la hacienda y garantice la vida de los yanaconas”. 11

9

Memorial presentado por los yanaconas de la hacienda de Simirís, dirigido al Prefecto de Piura. Ministerio de Justicia y Trabajo. Julio 1934 10 Memorial presentado por los yanaconas de la hacienda Las Lomas, dirigido al Prefecto de Piura. Marzo 1934. Ministerio de Justicia y Trabajo 11 Memorial presentado por los yanaconas de la hacienda de Pillo, dirigido al Prefecto de Piura. Julio 1934. Ministerio de Justicia y Trabajo

90

EL CEPO

El cepo vestigio feudal, heredado por los hacendados, fue un instrumento de tortura que muchos campesinos aún recuerdan con cierta amargura. Este tenebroso emblema de la herencia colonial fue la expresión más nefasta del gamonalismo. Este medio de castigo está presente en las páginas de algunos cuentos y novelas de la literatura piurana, también se le menciona en los memoriales que presentaron los campesinos yanaconas a las autoridades del Ministerio de Trabajo y Justicia y a la Prefectura y, hasta se hace alusión de él en la letra de la marinera El que rompe paga. En ciertas ocasiones se utilizaba el cepo para castigar la rebeldía de los campesinos yanaconas; en otras, para humillar la dignidad de los hombres del campo. Ese autoritarismo y prepotencia de los terratenientes aún perdura en la memoria de los campesinos “mayores”. Uno de ellos nos dice : “ en esos tiempos en la hacienda no había ley, en la hacienda el patrón hacía lo que quería.” Un campesino de la ex hacienda de Tejedores describe el cepo como: “ dos tablones de algarrobo, unidos por uno de sus extremos por dos gruesos ganchos de fierro y por el otro, por una argolla del mismo material donde le colocaban un candado” Y agrega : “ el hacendado mandó a construir el cepo para castigar a quienes cometían faltas en perjuicio de la hacienda. También servía para corregir a los peones que no cumplían puntualmente con acudir a realizar los trabajos que les imponía el patrón.” (1) No hay duda,

que la utilización del cepo

estigmatizó al campesinado.

Para evocar estos momentos de indignación recurrimos al testimonio que nos brinda don Leonidas Viera Calle: “ En esos tiempos de la hacienda las obligaciones de los peones eran bien estrictas. En esos tiempos no habían autoridades, alguna falta que cometían los campesinos eran los mismos patrones quienes arreglaban la situación. En esos tiempos existía el cepo. El cepo eran dos tablones de hualtaco, bien pesados, con huecos. Había cepo de la nuca, cepo de la mano y el cepo del pie. El cepo servía para castigar a los campesinos, ahí se le golpeaba, porque los hacendados eran malos y abusivos. Y si en alguna cosa que ordenaban se quedaba mal, ahí estaba la sanción” (2)

91

Por su parte, don Leonor García Valle manifiesta: “El hacendado don “Manongo”

era muy malo,

nos castigaba y nos ponía en el cepo. El

patrón era muy grosero, sino uno no lo saludaba, sacándose el sombrero, ahí mismo lo mandaban al cepo, que era el castigo y aquí a cualquiera le daban palo y veta. En los tiempos de la hacienda, la ley del patrón era la ley del

cepo. El cepo eran dos maderas de hualtaco, con

huecos, aquí se castigaba al que se portaba mal con el hacendado. Ahí se metía a los que no cumplían con las obligaciones, también a los que robaban algunas yuquitas de las tierras del patrón.” (3) Muchos mayordomos de las haciendas piuranas no dudaron en emplear el cepo, los azotes, la barra, el revólver y la quema de chozas de los campesinos yanaconas, cuando éstos se resistían a las distintas formas de servidumbre impuestas por el gamonal. Al respecto don Isabel Toledo Zapata nos narra : “ En la época de las haciendas la vida del campesino era muy triste. Se trabaja de sol a sol, había que

cumplir con las

obligaciones impuestas por el patrón, y quienes se rebelaban eran condenados al cepo, los metían al cepo y les daban veta, había gente especializada en vetear. También existía la barra. La barra era un fierro largo, más o menos de siete a ocho metros con algunas argollas en las se ponía el pescuezo. Esta barra también la utilizó el hacendado para castigar a los campesinos. Mira, yo te cuento, el peón tenía que servirle al patrón,

pues si no obedecías, venía el mayordomo con la policía y te

despojaba de tus bienes, tus cositas te las ponían en el campo y te obligaban a que te vayas de la hacienda y te quemaban tu casita. En esos tiempos la policía y

las autoridades estaban al servicio del hacendado.”

(4) El gamonalismo invalidaba las leyes que protegía al campesinado. Las relaciones semifeudales imposibilitó la formación de la ciudadanía en este sector social. Hoy como ayer la historia se repite. Como dice la canción de los Kjarkas: “La historia de nuestros abuelos parece no tener fin” . Así es. Si bien es cierto, que hoy en día ya no existe el cepo, los mayordomos, ni esas 92

formas semifeudales de sometimiento; sin embargo, en la actualidad encontramos nuevas formas y estrategias de dominación impuestas por la modernización capitalista. Asimismo, aún persisten patrones autoritarios de funcionamiento de la sociedad que hacen inviable la formación y el desarrollo de la ciudadanía en

un

amplío

sector

de

nuestra

sociedad,

especialmente

en

el

campesinado. Vivimos en un país en el que predominan las imposiciones, en la que el consenso cumple un papel relativamente secundario y en la que los mecanismos de dominación de carácter coercitivos son muy fuertes. Un ejemplo: el conflicto generado por la empresa minera Río Blanco (ex minera Majaz) en las comunidades campesinas de las provincias de Ayabaca y Huancabamba

corrobora lo que estamos

afirmando. Citas. (1)Testimonio de Leonidas Viera Calle ex yanacona de la hacienda Tejedores, vecino del caserío Puerta Pulache. Las Lomas. (2) Idem. (3)Testimonio de Leonor García Valle, ex yanacona de la hacienda de Tejedores. Caserío Puerta Pulache. Las Lomas . (4)Testimonio de Isabel Toledo Zapata, ex yanacona de la hacienda de Las Lomas.

93

Anexo 8

Bases a las que queda sujeto todo colono arrendatario de la Hacienda Solana PRIMERA.- Todo contrato de arrendamiento dura un año y podrá ser renovado en caso de convenir al dueño o Administrador del fundo. SEGUNDA.- EL pago de los arrendamientos será por semestres vencidos. TERCERA.- El arrendatario se compromete a responder con sus bienes habidos y por haber para el pago de la merced conductiva. CUARTA.- El arrendatario tiene obligación de concurrir a los trabajos del fundo cuando fuere notificado, salvo que esté enfermo o impedido legítimamente, o se haye exonerado de esta obligación. QUINTA.- Las mejoras quedan a beneficio del fundo, sin remuneración alguna para el propietario, aún cuando se haya rescindido el contrato. SEXTA.- Todo arrendatario queda sujeto a las ordenanzas y costumbres impuestas por al administración de la Hacienda y caso de faltamiento a cualquiera de sus cláusulas, quedará sin efecto el contrato, y la hacienda tomará inmediatamente posesión, notificando al arrendatario para su desocupación a los ocho días. 94

SÉTIMA.- Corren de cuenta del arrendatario las contribuciones que graven el contrato. Yo ................................................................... acepto el contrato de arriendo de ................................................................................ de esta Hacienda en las bases que anteceden en el presente año, por la merced conductiva de .......................................................................... anuales. Hacienda Solana, .............................................................................................................................

95

Anexo No. 9 Memorial de los colonos de la hacienda “San Martín” presentan al señor Prefecto del departamento en demanda de garantías para sus derechos de trabajadores y de seres humanos. Señor Prefecto: exponemos:

Con el debido respeto ante Ud. no presentamos y

1. Que en la hacienda “ San Martín” propiedad del señor Ricardo Seminario Arámbulu, somos arrendatarios de diversas parcelas de terreno de cultivo, cuyo arrendamiento pagamos a satisfacción del propietario y bajo las condiciones por él impuestas; 2. Que no obstante el exacto cumplimiento de esta obligación, se nos impone otras de carácter personal consistente en trabajos forzosos y gratuitos contrarios a la ley, a saber: a) Cada arrendatario tiene obligación de trabajar durante tres meses consecutivos (del 20 de septiembre al 31 de diciembre inclusive) en las diversas labores de labranza de los terrenos cultivados por la hacienda, construcción de cercos, etc., y un mes en porciones periódicas determinadas por el hacendado; b) Aparte de esto se nos obliga a trabajar los días feriados en el corte de madera, reparación de cercos, etc.;. c) No obstante estar abolido el servicio vial, se nos obliga a trabajar en la construcción y reparación de caminos y puentes, todos los días lunes y martes; d) En la construcción de dos casas para la hacienda, se ha obligado a trabajar a los arrendatarios capacitados para ello, sin remuneración alguna; e) En cualquier momento que el hacendado lo desee, dispone de los arrendatarios para servicios diversos de emergencia, mediante notificaciones perentorias, también sin ninguna remuneración; f) Caso de desobediencia a estas ordenes, los rebeldes son expulsados violentamente de la hacienda, sin darles siquiera tiempo para recoger sus cosechas, y al que se resiste le derriban la choza y lo dejan a la interperie con su familia; g) En caso de faltar a los trabajos a que se contrae el punto a) se nos impone multas consistentes en animales: una cabra, una gallina, o un chancho, según las posibilidades del multado, por cada día de inasistencia; h) A los que tenemos bestias de nuestra propiedad se nos obliga a trabajar como empleados de campo de la hacienda, a ordenes del respectivo Mayordomo, en 96

rodeo de ganado, comisiones, etc. durante todo el año, pagando siempre el arriendo respectivo por nuestra chacra; Esta angustiosa situación en que hace ocho años vivimos los colonos de la hacienda “San Martín” ha tenido que culminar en una justa actitud defensiva por nuestra parte mediante la huelga, que es la única defensa efectiva de los trabajadores; y así es como el 28 de del corriente nos hemos negado a cumplir aquellas obligaciones personales que se nos tiene impuestas para interponer nuestro justo reclamo ante el digno despacho de Ud. Señor Prefecto, a fin de que intervenga en la solución pacífica de este conflicto, haciendo justicia a nuestros derechos de trabajadores y de seres humanos , ya que ni como tales somos tratados por los medios de explotación que ligeramente dejamos anotados. Es justicia que esperamos alcanzar. Hacienda San Martín, 30 de septiembre de 1933.

Julio César Morales Maticorena (Delegado) Arístedes Tavara Nicolás Barranzuela. Marcos Gallardo. José Barranzuela. Santos López. A ruego Juan Namuche. A ruego Mercedes Cherres. A ruego Teodoro Alejos. A ruego Juan Hernández A ruego José Vargas. Siguen las firmas.

(*) Archivo Regional de Piura.

Jerónimo Seminario. José Palacios. Lorenzo López. Pascual Pacherres. José Zapata. A ruego Santos Ruíz. A ruego Manuel Zapata. A ruego Rosendo Chiroque. A ruego Tomás Chiroque. A ruego Noe Ancajima. A ruego Eugenio Lara.

Ministerio de Justicia y Culto. Inspección Regional de Trabajo. Leg.01. Año 1933-1941.

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Anexo No.10 Ordenanzas y costumbres de la Hacienda Solana. PRIMERO. Son causales de expulsión de los pisantes y colonos del feudo, las siguientes: a) Por incumplimiento en el pago de los arriendos. b) Por faltamiento de palabra u obra a cualquier representante de la hacienda. c) Por robos ó causa manifiesta de mala conducta, o reincidencia en caso de falta leves. d) Por falta de asistencia a los trabajos del fundo cuando fueren notificados, salvo causa justificada. e) Por propaganda subversiva, desacato a las órdenes de la hacienda, o contravención a las órdenes de la Policía. f) Por robo de agua para el riego. g) Por daños ocasionados por los animales de su propiedad, siendo manifiesta su culpabilidad. h) Por coger leña, romper o abrir portillos en cualquier de los cercados de la hacienda. i) Por dar hospedaje en sus casas a personas extrañas sin conocimiento de la hacienda, o que hayan sido expulsadas de ella, estando obligadas a poner en conocimiento de la hacienda de cualquier persona sospechosa o de mala conducta, mujeres casadas o hijas de familia que soliciten hospedaje. SEGUNDA. Todo padre de familia es responsable solidario de los actos de sus menores hijos en caso de faltas o de cualquier contravención a las ordenanzas de la hacienda. TERCERA. Queda terminantemente prohibido todos los juegos de azar en que se cruzaren apuestas sin la respectiva licencia de la Policía o de la Administración de la hacienda. Se excluye únicamente el juego de gallos. CUARTA. Queda terminante prohibida la venta o reventa de licor en toda la hacienda. Sólo podrá expenderse por el Almacén de esta hacienda o con expresa autorización del Administrador. QUINTA. Todo padre de familia queda obligado a manifestar a la hacienda á sus hijos varones que lleguen a los veinte años de edad. SEXTA. Está prohibido el hacer cercados sin previo permiso de la Dirección. Así mismo está prohibido golpear, coger y matar animales en cercados cuyas cercas se encuentran en malas condiciones. SÉPTIMA. Todo rozo que se quiera abrir en el campo debe ir precedido de la orden respectiva de la Administración de la hacienda. OCTAVA. Todo viviente de la hacienda está obligado a denunciar a la Dirección los robos, faltas o contravenciones que sepan ha cometido un cualquiera, y caso de no hacerlo, se le tendrá por cómplice o encubridor del contraventor. 98

NOVENA: El colono que se le encontrara en estado de beodez en los días hábiles de trabajo y que dé origen á la formación de escándalos y desórdenes, será multado con la suma de uno a cinco soles. Las multas que se cobren por este concepto se dedicarán a mejorar el local de la Escuela.

99

Anexo No 11 Acta de lanzamiento. Seguidamente siendo las cinco de la tarde del expresado día ocho de octubre de mil novecientos cuarenta y tres el señor Juez con los actuarios de su actuación apoderado del demandante don Eduardo Leigh, señor Alfredo Castro, del señor Gobernador Carlos Pasapera y Policía antes citada y del Administrador del Fundo don Filomeno Mondragón se constituyeron para finalizar esta diligencia de lanzamiento en la casa y posesión que ocupa el desahuciado Pedro Pintado ubicada en el sitio Quisual comprensión de la Hacienda Pillo no encontrándolo presente sino a la esposa Sara Córdova quien manifestó con sus familiares que no les daba su gana de desocupar el arriendo hasta que regrese de Lima su representante Andrés Pintado a quien le habían entregado los arriendos procediendo a ejercitar actos de violencia contra las autoridades que allí se encontraban pasando a los hechos con piedras y armados de garrotes (palos) con los que empezaron atacar y que felizmente mediante la zaga y enérgica actitud de la Policía se pudo contener procediendo acto seguido a lanzarlos de la casa choza con todos sus enseres en trastos prendas de ropa, útiles de cocina, ollas de barro mates y granos de maíz y arvejas, hasta dejarlos en camino público, pampa con dirección a Arrendamientos donde dijeron tenían su casa pero que se irían cuando les de su regalada gana y esto cuando su representante Andrés Pintado les ordene. También se deja constancia que en su corral se encontrara veinte ovejas, en el potrero que es materia de desahucio veinte reses y quince bestias que fueron puestas en camino público con lo que se dio por terminado la presente diligencia y firmaron. Felizandro A. Flores. Alfredo Castro. Guardia C. Romero H. Guardia Humberto Olivares. Tgo. Ramón León A. Un sello

100

Filomeno Mondragón. Cabo Toribio Rodríguez. Guardia Santiago Araujo. Tgo. N .D. Flores. Carlos Pasapera.

101

Escolástica Ramírez y Guillermina Gallegos: en el imaginario colectivo del campesinado ayabaquino. “Para el rescate de la verdadera memoria que es una memoria de la dignidad incesante, es necesario estar muy atentos a las voces más secretas de la historia o que no estén en la historia oficial, o están pero muy de pasadita.” Eduardo Galeano.

La historia oficial tergiversa la realidad del mundo andino, posterga la problemática de los hombres y mujeres del campo. No considera el análisis del latifundio ni del gamonalismo. Asimismo, en esta concepción de la historia prevale una visión androcéntrica. Es decir, el estudio, enseñanza y aprendizaje de la historia se ha considerado desde una versión masculina. Se han elegido ciertos acontecimientos, procesos y realidades históricas y se han dejado de lado otras. El androcentrismo de la historia se ha concentrado en el espacio público, centrando su análisis en el aspecto político militar (gobiernos, caudillos, guerras, etc.,) sin valorizar los estudios de la vida social, cotidiana. En la historia del mundo rural la mujer campesina tiene un protagonismo relevante. Es fácil observar la presencia y participación activa de la población femenina en el proceso productivo y en los movimientos sociales. En la década de los cuarenta del siglo pasado el movimiento campesino en la provincia de Ayabaca tuvo entre sus dirigentes a dos mujeres extraordinarias: Escolástica Ramírez Velásquez y Guillermina Gallegos Orozco. A pesar del tiempo transcurrido la memoria colectiva del campesino aún recuerda la heroicidad civil de estas dos mujeres íntegras y consecuentes con los ideales socialistas. Hacienda y servidumbre En el sector agrario el régimen de propiedad de la tierra determinó el carácter de las relaciones sociales. En la hacienda semifeudal prevaleció relaciones de servidumbre. El rasgo esencial de estas relaciones consistía en el pago de la renta de la tierra mediante la fuerza de trabajo. Es decir, el hacendado entregaba al campesinado una parcela la más improductiva, usualmente, el campesinado debía paga a cambio de ella, con su prestación personal y la de su familia. En las haciendas ayabaquinas la servidumbre del campesinado adquirió diversas modalidades: el trabajo gratuito y forzado, el servicio de arriería, el rodeo, el trabajo de mujeres, exacciones. 102

En 1946 el Partido Socialista liderado por Sinforoso Benites impulsó la formación de sindicatos en las haciendas ayabaquinas, lo que ocasionó la paralización de las labores agrícolas, conflicto que se solucionó con la firma de pactos colectivos entre el campesinado y los hacendados. Gumersindo Castro, funcionario de la Dirección General de Trabajo, explicaba las causas que originaron este conflicto en los siguiente términos: ”... la situación de miseria lamentable en que vive el indígena de la sierra , el abandono de su situación, la falta de protección y las injusticias que con él se cometen. Los indios de la sierra de Ayabaca llevan una vida de paria; los hacendados en algunos lugares han implantado un régimen de explotación feudal y primitivo, en el que el indio y colono está considerado como siervo y esclavo; obligados al trabajo bajo denominaciones diversas para satisfacer obligaciones que en la mayor parte de los casos son onerosas para los colonos indígenas.” (1) Escolástica Ramírez Velásquez. Esta lidereza campesina nació en Tulman, aproximadamente en 1880. Vivió en la comunidad de Culucán. Su carácter y figura aparecen delineados en este testimonio que nos brinda don Juan Soto: “Era de piel trigueña. Fue una mujer de buena estatura, de aproximadamente de un metro sesenta. Era de carácter fuerte y decidida. Su voz era firme. Fue muy trabajadora. Era una campesina humilde pero orgullosa. De escasos recursos económicos, por esta razón no asistió a la escuela, pero sin embargo, si sabía leer y escribir. Escolástica se vestía como toda campesina, usaba dos trenzas, sombrero. A ella le gustaba viajar en acémila, usaba cinturón y llevaba su machete y su lazo en el brazo izquierdo.” Escolástica Ramírez militó en el Comité Femenino del Partido Socialista de la provincia de Ayabaca. Realizó labor sindical y política con Sinforoso Benites por las haciendas de esta provincia de la sierra piurana. Escolástica criticaba las relaciones de servidumbre a las fueron sometidos los campesinos, porque ella también fue víctima de la opresión semifeudal que predominaba en las haciendas ayabaquinas. Al enfrentarse a los intereses egoístas de los hacendados no la amedrentó el poder de los gamonales, y por ello nunca renunció a la predica de los ideales socialistas en su recorrido por las haciendas ayabaquinas. Al respecto nuestro informante manifiesta: “ Los campesinos pensaban que ella era una salvadora y la seguían, la admiraban, en cambio la gente pudiente la rechazaban, como ocurre en la política” (2) 103

Jorge Quevedo, vecino de la ciudad de Ayabaca aún recuerda las represarías a que fue victima doña Escolástica por parte del hacendado, y nos dice: “Su casa se la quemó el propietario de la hacienda de Culucán, por esa razón ella siempre luchó contra los hacendados.” (3) Guillermina Gallegos Orozco. Don Jorge Quevedo, aun conserva en su memoria la imagen de doña Guillermina Gallegos y nos dice: ´´ Era una mujer que medía un metro cincuenta de estatura, más menos. Era delgada, color piel canela, su pelo era negro. Se vestía con vestido y pantalón. Se destacaba por su buena voz, cantaba muy bonito, tuve la oportunidad de acompañarla con guitarra en varias actuaciones, cantaba valses, tristes, propios del campesinado. Poco usaba sombrero, solamente para viajar lejos. Estudio primaria en la Escuela N° 32 de esta ciudad. Su carácter era jovial con sus amistades, pero cuando se trataba de una polémica su voz cambiaba totalmente, era fuerte en su carácter. Guillermina en cada momento trataba de levantar el ánimo a los yanaconas para que no se dejen explotar por los latifundistas. Ella pensaba que los hacendados eran unos estafadores, porque se aprovechaban del trabajo de los campesinos. Los campesinos la seguían, porque ella tenía sus conocimientos avanzados, la gente la respetaba y admiraban porque siempre asumía la defensa de los más pobres, en cambio los hacendados pensaban que ella era una mujer mala que estaba engañando a la gente. ‘’ (4) En 1946, Guillermina Gallegos Orozco como dirigente de los yanaconas de la hacienda de Vilcales exigía entre otros puntos las siguientes reivindicaciones para el campesinado: abolición del trabajo gratuito impuesto a jóvenes y mujeres , el reconocimiento de la jornada de ocho horas de trabajo, la rebaja de arriendos, etc. Guillermina militó en el Partido Socialista junto con Hildebrando Castro Pozo, Luciano Castillo, Sinforoso Benites, Andrés Pintado, Elías Algendonis Seminario, Rubén Quevedo, y otros. Guillermina al igual que otros dirigentes socialistas de esa época fue victima de la represión de las autoridades y del grupo de poder. En su incesante lucha en busca de justicia para el campesinado, se libró de numerosos atentados, siempre vivió en constante peligro. En cierta oportunidad la quisieron envenenar y en muchas ocasiones se vio obligada a huir a Cariamanga y a Loja ( Ecuador). Sin embargo, estas vicisitudes de la vida no atenuaron su amor por sus semejantes ni apagó su alegría. 104

Muerto Andrés Pintado y asesinado Elías Algendonis, Guillermina Gallegos asumió la dirigencia del Partido Socialista en la provincia de Ayabaca. Olvidada por la dirigencia del Partido, años más tarde integró el Comité Provincial de Acción Popular.

(1) Citado por Hildebrando Castro Pozo. En: El Yanaconaje en las haciendas piuranas. pág.97. (2) Testimonio de Juan Soto (3) Testimonio de Jorge Quevedo Rentería. (4) Idem.

105

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El Partido Socialista y los yanaconas A partir de los años 1931-32, el Partido Socialista, liderado por Luciano Castillo, Hildebrando Castro Pozo y Sinforoso Benites, realizo una efectiva labor de formación ideológica, de organización y asesoramiento en las luchas de los campesinos yanaconas de las haciendas piuranas. Expresando su adhesión a esta organización política los campesinos manifestaban: “ Como el Partido Socialista del Perú por intermedio de sus representantes han abierto campaña para la abolición de estas taras y servidumbre aprobiosas, que benefician a unos con notable perjuicio de otros, lo que no es justo, no legal, ni humano; convencidos de la idealidad que persigue ese partido y perteneciendo a la clase de los oprimidos, nos hemos afiliados a la referida agrupación para defendernos mejor de los abusos que cometen los que por su holgada situación económica se encuentran en un plano mejor que el nuestro.” ( 1 ) En esos tiempos para enfrentar a los gamonales se tenía que superar muchos inconvenientes: liberarse de las relaciones “ personales”, sello distintivo de la semifeudalidad, para optar por la respuesta colectiva, organizada en el Sindicato, en el Partido; defenderse de los atentados de los sicarios de los hacendados (2),

y luchar contra los agentes del

gamonalismo: los tinterillos, las autoridades políticas, policiales. No ha sido nada fácil la organización de los campesinos. Los sindicatos y los Comités del Partido Socialista, fueron fundados por Sinforosos Benites y Andrés Pintado en reuniones clandestinas y a altas horas de la noche, a la luz de lámparas de mecha. En 1932, Hildebrando Castro Pozo y Luciano Castillo presentaron ante el Congreso varios proyectos de ley. Entre éstos destacan los proyectos el “Rodeo” 110

y el “Yanaconaje”. Estos legisladores señalaban que en el Perú en ese tiempo, aún se mantenía la explotación de los indígenas bajo un régimen feudal similar a la colonia. Que los campesinos prácticamente eran unos siervos, pues carecían de derechos y beneficios sociales. Que no existía una reglamentación específica de las relaciones laborales. En cuanto se refiere al yanaconazgo, formularon los siguientes puntos centrales: Se prohibía la prestación de fuerza de trabajo al hacendado; los yanaconas tendrán libre disposición sobre el producto de las cosechas o venta facultativa al hacendado al precio de cotización de los mercados más cercanos; los yanaconas, en razón de su antigüedad, tendrán preferencia en las renovaciones del contrato; y en caso de desahucio, los yanaconas deberían recibir un pago por el valor de las plantas. El proyecto fue aprobado por el Congreso el 30 de Septiembre de 1933. Sin embargo, una fuerte presión del gamonalismo impidió su promulgación. En 1934 los yanaconas organizados en sindicatos iniciaron una huelga en las haciendas de la serranía. En sus pliegos de reivindicaciones presentado a la Inspección Regional de Trabajo los campesinos exigían: la abolición de los trabajos gratuitos, respeto de la jornada de de trabajo de ocho horas, el pago de la merced conductiva en dinero, retribución justa al trabajo de las mujeres, el funcionamiento de escuelas de educación primaria gratuitas. Frente a los reclamos colectivos de los campesinos, los hacendados fieles a su ideología racista señalaban: “ No es posible que los cholos piensen estas cosas; ellos están acostumbrados a vivir dentro de este sistema y jamás se han quejado” (3) Otros manifestaban: “ … sin el menor obstáculo ha venido desenvolviéndose la actividad del fundo; pero hace poco días que los colonos de la hacienda se niegan a pagar los arriendamientos en productos o en dinero, sosteniendo que conforme a los postulados de su partido Socialista, no están obligados a ninguna de ambas cosas i que en consecuencia, ni pagarán ni concurrirán al trabajo i que en caso de ser presionados tomarán sus medidas contra el propietario i contra mi mayordomo… (4) La reacción más frecuente de los hacendados fue acusar de agitadores a los delegados, según los terratenientes, los dirigentes manipulaban a los colonos. Algunos delegados fueron encarcelados y sufrieron las represalias por parte de los hacendados. En la provincia de Ayabaca, en la década de los cuarenta las campesinas Escolástica Ramírez Velásquez y Guillermina Gallegos Orozco, organizaron el Comité

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Femenino del Partido Socialista. Estas dos dirigentes asumieron también el cargo de Delegadas de los yanaconas de las haciendas de Culucán y Vilcales, respectivamente. A partir de la década de los cincuenta, después del fallecimiento de Hildebrando castro Pozo, el Partido Socialista pierde hegemonía dentro del campesinado. --------------------------------------(1) ARP. MJT . Legajo N° Expediente N°……………… (2) Un sicario de una hacienda acabo con la vida de Elias Algendonis Seminario, un jóven de 22 años, militante del Partido Socialista. Algendonis se interpuso entre el sicario y Sinforoso, salvando la vida del Dirigente. (3) CASTRO POZO, Hildebrando. El Yanaconaje en las Haciendas Piuranas. Pág. 30. (4) ARP. MJT. Legajo N°

Notas sobre el autor. 112

Exp. N°………

NICOLAS CUEVA PALACIOS. Licenciado en Sociología. Licenciado en Educación, especialidad Ciencias Histórico Sociales. Como educador ha ejercido la docencia en los colegios secundarios de Sapillica, Ayavaca,, José Cayetano Heredia de Catacaos, en el Instituto Superior Pedagógico de Piura, así como en los Institutos Pedagógicos Privados y Universidades de Piura. Coordinador del Programa Binacional Ecuador y Perú. Publicaciones. -

La enseñanza de la Historia: teoría y técnicas.

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Cómo aprender Historia.

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PIURA: Historia prehispánica. Texto escolar. Primer Grado de Educación Secundaria.

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Historia e Identidad Local y Regional. Textos escolares para Tercer, Cuarto y Quinto Ciclo de Educación Primaria. Distrito Las Lomas.

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Promoción Educativa Comunal. Es coautor de:

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Estudio de los niños en el Perú de los 90. Balance y Perspectivas. Región Grau.

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PIURA: Descentralización para la calidad educativa.

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Zona de estudio del Proyecto “Reaprender las costumbres comunes de los pueblos de la cuenca de Catamayo – Chira”, promovido por el Proyecto Binacional Catamayo – Chira, ejecutado dentro del contexto del Plan Binacional de Desarrollo de la región Fronteriza Ecuador – Perú, con el financiamiento de la Agencia Española de Cooperación Internacional”