paugam - formas elementales de la pobreza.pdf

LAS FORMAS ELEMENTALES DE LA POBREZA Rrrlna Regente, 5-bajo Apdo. 667 'X1~3-SAN SEM.3TIA1 Serge Paugam LAS FORMAS EL

Views 23 Downloads 1 File size 14MB

Report DMCA / Copyright

DOWNLOAD FILE

Recommend stories

Citation preview

LAS FORMAS ELEMENTALES DE LA POBREZA

Rrrlna Regente, 5-bajo Apdo. 667 'X1~3-SAN SEM.3TIA1

Serge Paugam

LAS FORMAS ELEMENTALES DE LA POBREZA Traducción de María Hernández

Alianza Editorial

Título original: Les formes élémentaires de la pauvreté

Reservados todos los derechos. El contenido de esta obra está protegido por la Ley, que establece penas de prisión y/o multas, además de las correspondientes indemnizaciones por daños y perjuicios, para quienes reprodujeren, plagiaren, distribuyeren o comunicaren públicamente, en todo o en parte, una obra literaria, artística o científica, o su transformación , interpretación o ejecución artística fijada en cualquier tipo de soporte o comunicada a través de cualquier medio , sin la preceptiva autorización.

© Presses Universitaires de France, 2005 © de la traducción : María Hernández Díaz, 2006 © Alianza Editorial , S. A., Madrid, 2007

Calle Juan Ignacio Luca de Tena, 15; 28027 Madrid; teléf. 91 393 88 88 www.alianzaeditorial.es ISBN: 978-84-206-4867-5 Depósito legal: M . 565-2007 Fotocomposición e impresión : Fernández Ciudad, S. L. Coto de Doñana, 10. 28320 Pinto (Madrid) Printed in Spain

SI QUIERE RECIBIR INFORMACIÓN PERIÓDICA SOBRE LAS NOVEDADES DE ALIANZA EDITORIAL, ENVÍE UN CORREO ELECTRÓNICO A LA DIRECCIÓN: alianzaeditorial @ anaya.es

Para Héléne y Raymond

ÍNDICE

INTRODUCCIÓN ............................................................................................ Problemas de medida ....................................................................................... Objeto de estudio ............................................................................................ Una dinámica decididamente comparatista ......................................................

13 14 16 20

PRIMERA PARTE FUNDAMENTOS Introducción ........................................................................................................

29

1. NACIMIENTO DE UNA SOCIOLOGÍA DE LA POBREZA ..................... Tocqueville y Marx frente al pauperismo .........................................................

31 32

El relativismo de Tocqueville ....................................................................... Marx y la cuestión de los supernumerarios ................................................... La aportación determinante de Simmel ............................................................ La pobreza como objeto sociológico su¡ géneris ........................................... La función social de la relación de asistencia ................................................

32 42

2. LA RELACIÓN SOCIAL CON LA POBREZA ............................................ La pobreza asistida y sus desviaciones ...............................................................

63 64

50 51 55

10

LAS FORMAS ELEMENTALES DE LA POBREZA

La experiencia de la descalificación social ..................................................... Valor en el mercado de trabajo e intensidad de los vínculos sociales .............

64 67

Las bases de la relación social con la pobreza .................................................... Representaciones sociales variables ............................................................... Experiencias contrastadas .............................................................................

73 74 79 81 81

Los factores explicativos ... ...... ... .... . ... . .............................................................. Desarrollo económico y mercado de trabajo ................................................ Forma e intensidad de los vínculos sociales .. ................................................ El sistema de protección y de acción social.. . ... . ................. . ....................... ...

85 90

Tipología .........................................................................................................

96

SEGUNDA PARTE VARIACIONES

Introducción ........................................................................................................

105

3. LA POBREZA INTEGRADA ........................................................................ Un estado permanente y reproducible ............................................................. La pobreza como herencia ........................................................................... Una pobreza perenne ................................................................................... La familia : una cuestión de supervivencia ........................................................ El principio de la convivencia familiar ......................................................... La fuerza de la solidaridad familiar ............................................................... Valores familiares y práctica religiosa ...........................................................

107 108 109 110 117 118 122 125

Economía informal y clientelismo .................................................................... Ser pobre en el Mezzogiorno ....................................................................... Un sistema de acción social clientelista ........................................................

130 130 137

4. LA POBREZA MARGINAL .......................................................................... Una pobreza casi invisible ................................................................................ La reducción de la esfera asistencial .............................................................. Los olvidados del crecimiento ...................................................................... La estabilidad de las representaciones ...............................................................

139 141 141 145 153

»¿Pero ¿dónde están los pobres?» .................................................................. La »pobreza vencida» .................................................................................. Una noción discutida... ................................ . ............. . ........ . .................. . ... .

154 157 161

El riesgo de estigmatización ............................................................................. El lenguaje de la inadaptación social ............. ............................................... Una intervención social individualista .........................................................

166 167 170

5. LA POBREZA DESCALIFICADORA ........................................................... El retorno de la inseguridad social ...................................................................

175 177

La representación de la pobreza como caída ................................................. El miedo ala exclusión ................................................................................ La nueva cuestión social en Francia y Gran Bretaña .....................................

178 180 185

ÍNDICE

11

Las nuevas formas de descalificación espacial ................................................... La imagen del gueto ..................................................................................... Las zonas urbanas «sensibles» ....................................................................... La constitución de una identidad negativa ................................................... La experiencia del paro y del aislamiento social... ..... ... ... ... ..... . ...... . ... ... ...... .. .... Cúmulo de desventajas ................................................................................ Fragilidad de los lazos sociales ......................................................................

187 187 191 195 199 200 203

Respuestas inciertas ......................................................................................... La multiplicación de objetivos y de actores .................................................. Los límites de las políticas de inserción o de acompañamiento social ...........

208 210 214

CONCLUSIÓN: Ciencia y conciencia de la pobreza ...........................................

219

APÉNDICE: Cómo ven los europeos la pobreza ..................................................

235

NOTAS ...............................................................................................................

261

REFERENCIAS BIBLIOGRÁFICAS ..................................................................

281

ÍNDICE ONOMÁSTICO.. ....... . ........... .. .................. . ............................... . ........

293

ÍNDICE ANALÍTICO ........................................................................................

297

INTRODUCCIÓN

Todas las sociedades han tenido una idea más o menos concreta de lo que eran y de lo que querían ser. Las sociedades modernas son las primeras que pretenden adquirir un conocimiento científico de sí mismas. La sociología tiene por vocación ser la conciencia de unas sociedades lo bastante ambiciosas o imprudentes para ofrecerse a la observación indiferente y a la curiosidad sin límite.

RAYMOND ARON, «Ciencia y conciencia de la sociedad», Archives européennes de sociologie, 1, 1, 1960, p. 1.

¿Qué tiene en común la pobreza entre los distintos países de Europa, la pobreza de los barrios conflictivos de nuestras ciudades y la pobreza de las zonas rurales, la pobreza de los años sesenta y la actual? Éstas son las preguntas que dan lugar a este libro . Preguntas sencillas en apariencia pero más complejas cuando se trata de responderlas de forma concreta y argumentada. En el fondo , ¿de quién y de qué hablamos realmente cuando hablamos de pobreza? La reacción espontánea al abordar esta pregunta es comenzar definiendo quiénes son los pobres para contarlos , estudiar cómo viven y analizar la evolución de su situación en el tiempo . Los economistas y estadísticos intentan siempre dar una definición sustancialista de la pobreza. Me parece útil empezar recordando brevemente los problemas metodológicos a los que se han enfrentado los investigadores en este campo y, a falta de resolver estas dificultades , intentar superarlas esbozando un marco analítico susceptible de prestarse a las comparaciones en el espacio y en el tiempo.

14

LAS FORMAS ELEMENTALES DE LA POBREZA

Problemas de medida ¿Cuántos son? Esta pregunta la he oído en innumerables ocasiones, prácticamente cada vez que doy una conferencia sobre la pobreza. Se impone como algo previo a cualquier reflexión, como si fuera inconcebible hablar de este tema sin intentar cuantificar a los pobres. A menudo, para tranquilizar a la audiencia, empiezo diciendo que existe una abundante documentación sobre la medición estadística de la pobreza' y que no serán cifras lo que les falten. Pero hay que saber apreciar lo que valen y lo que pueden enseñarnos del fenómeno de la pobreza. La mayoría de los trabajos en este campo se basan en una idea relativa de la pobreza, sabiendo que es difícil, por no decir imposible, definir de una vez para siempre un umbral absoluto. Podemos distinguir al menos tres enfoques para medir estadísticamente la pobreza: el enfoque monetario, el enfoque subjetivo y el enfoque por las condiciones de vida. El primero es el más extendido. Tiene en cuenta el conjunto de los ingresos del hogar e intenta definir el umbral mejor adaptado. Éste corresponde a un porcentaje determinado de los ingresos medios o de la mediana de ingresos. La norma actual en Francia y en Europa es cuantificar el umbral del 50 o del 60% de la mediana de ingresos y considerar pobre el hogar en el que los ingresos por unidad de consumo sean inferiores a dicho umbral. Calcular los ingresos por unidad de consumo supone tener en cuenta el tamaño del hogar y determinar una escala de equivalencia. Durante muchos años, el INSEE (Instituto Nacional de Estadística y Estudios Económicos) ha utilizado la escala de Oxford, que consiste en atribuir al primer adulto del hogar 1 unidad de consumo, al resto de los adultos 0,7 unidades de consumo y a los niños menores de 14 años 0,5 unidades de consumo. Muchos creen que este método de definición de la escala no se adapta a la estructura actual de consumo, ya que subestima las economías de escala de los hogares puesto que la vivienda se ha convertido en el primer elemento presupuestario en lugar de la alimentación y el vestido. Sin embargo, el precio de la vivienda aumenta más despacio con el tamaño del hogar que los gastos en alimentación y vestido. Por ello el aumento de las necesidades con el tamaño del hogar es sin duda hoy en día inferior al de otros tiempos. Por ello los estadísticos se muestran de acuerdo sobre la necesidad de revisar a la baja los coeficientes de 0,7 a 0,5% para los

INTRODUCCIÓN

15

adultos y de 0,5 a 0,3 para los niños menores de 14 años. Esta escala de equivalencia se designa hoy con la expresión «escala de la OCDE modificada». Está claro que esta decisión, justificada por la reflexión metodológica basada en datos objetivos, no elimina completamente la parte arbitraria y ambigua de los criterios elegidos. Además de que el cambio de una escala a otra tiene importantes consecuencias en el número y características de los hogares considerados como pobres y existe, por tanto, un desafío social y político en la definición de este método, conviene subrayar que la elección se basa en hipótesis imposibles de comprobar y que reflejan, ante todo, los prejuicios del estadístico. Las nociones de necesidad y bienestar, indispensables para la definición de la escala, son relativas. El estadístico debe argumentar que las economías de escala dependientes del tamaño del hogar son idénticas según los sitios o habría que entrar en análisis sutiles para los que no se dispone de datos suficientes. Lógicamente debería tener en cuenta el papel de la economía doméstica en el cálculo del coste del niño; sin embargo, ese tipo de evaluación no puede llegar fácilmente a un resultado que se integre en la definición de una escala. Por otra parte, las escalas se elaboran en función del modelo del individuo racional. El propio hogar se caracteriza siempre por un sistema único de preferencias en el que se considera que todos los miembros tienen el mismo nivel de bienestar, lo que no deja de ser una hipótesis sin duda inevitable pero en parte exagerada Z. El enfoque subjetivo de la pobreza pretende soslayar este tipo de problemas. No se refiere ya al juicio del experto, sino a la opinión de la persona encuestada sobre su propia situación financiera y su bienestar. Preguntas como «,consigue llegar a fin de mes?» y «,con qué presupuesto mínimo debe contar una familia como la suya para cubrir simplemente sus necesidades?» sirven como referencia al estadístico para definir un umbral subjetivo de pobreza. Este método se estableció en los años sesenta 3 y ha sido objeto de numerosos trabajos en el curso de los últimos anos'. Se trata de un método que nos permite tener en cuenta el aspecto positivo que puede suponer para una familia el hecho de tener hijos. Sin embargo, siempre suscita críticas contundentes. Sus contrarios le reprochan ser demasiado sensible a la formulación de las preguntas, especialmente si se utilizan idiomas distintos y se intenta hacer comparaciones internacionales: por ejemplo, la expresión «desa-

16

LAS FORMAS ELEMENTALES DE LA POBREZA

hogo» puede no tener el mismo significado en todos los países. Este método tampoco permite precisar cómo definen los encuestador su campo de referencia cuando se les pide que se definan respecto a «una familia como la suya»: ¿Se trata de un hogar con la misma profesión, el mismo número de hijos, que vive en el mismo barrio? Finalmente, para definir estadísticamente la pobreza, otros autores prefieren basarse en un enfoque en términos de condiciones de vida. Abundan en la idea de que no es la falta de un determinado bien material elemental lo que permite definir la categoría de pobres, sino el cúmulo de desventajas. El sociólogo inglés Peter Townsend elaboró con esta idea el concepto de deprivation a partir de varios indicadores como la falta de bienestar material o de posibilidad de participación en la vida social 5. La fragilidad de este enfoque radica en la dificultad de definir de forma totalmente objetiva estos indicadores. Para limitar la posibilidad de desviaciones subjetivas, los defensores de este enfoque intentan elegir criterios conformes a la definición de bienestar y participación social de la mayoría de la población. Townsend definió 12 categorías de deprivation: alimentación, vestido, calefacción, electricidad, equipamiento del hogar, condiciones de la vivienda, condiciones de trabajo, salud, educación, entorno, actividades familiares, ocio y relaciones sociales. Este enfoque sigue siendo objeto en la actualidad de muchos trabajos de investigación y discusiones metodológicas sobre la forma de calcular este tipo de índicé. Algunos autores han intentado comparar los diferentes métodos de medida de la pobreza. Stéfan Lollivier y Daniel Verger, por ejemplo, elaboraron tres escalas para clasificar los hogares franceses según los tres aspectos monetario, subjetivo y de condiciones de vida. Después de aislar la misma proporción (alrededor del 10%) de hogares «pobres» a partir de cada una de las escalas, comprobaron que la coincidencia era sólo parcial: mientras que la cuarta parte de la población se ve afectada al menos por uno de los tres aspectos de la pobreza, sólo un 6% presentan dos, y un 2% los tres simultáneamente 7.

Objeto de estudio La definición monetaria de la pobreza es refutada desde hace muchos años. Ya en 1978 Jean Labbens consideraba este enfoque no sólo arbi-

INTRODUCCIÓN

17

trario, sino simplista : « Cuando hablamos de riqueza y de pobreza hay que evitar tomar el signo por la realidad. El dinero y los ingresos son signos. No siempre son engañosos, pero engañan . Pueden estar sometidos a fluctuaciones periódicas y temporales que no afectan , o afectan muy poco , a la posición que ocupa una persona , al poder que dicha persona tiene o adquiere en el conjunto de la sociedad 8». Pasar de la noción de falta de dinero o de bienes a la noción de ausencia de poder -o de imposibilidad de adquirirlo- en el conjunto de la sociedad supone en sí mismo un salto considerable en la reflexión al plantear la cuestión de la inferioridad social . En los últimos años este debate se ha reabierto debido a la propuesta de Amartya Sen de considerar la pobreza no a partir de los niveles de consumo e ingresos , sino a partir de las capacidades (capabilities) de las personas de tener acceso a ellos'. En su opinión, la pobreza se entiende mejor por la «penuria de capacidades », es decir, más por la imposibilidad de las personas de elegir lo que les parece bueno para ellas que por la falta de satisfacción de las necesidades fundamentales. De ello deduce que lo que hay que distribuir de forma equitativa no son los ingresos, sino las capacidades para desarrollar realizaciones (human functionings) y poder llevar una vida digna que merezca la pena vivirse . Sen invita a los economistas a tener en cuenta no sólo los bienes materiales , sino la libertad de expresión, la dignidad, el respeto de sí mismo y la participación en la vida social en general -dicho de otra forma, todo lo que contribuye a hacer del individuo un ser social integrado y reconocido. Esta definición innovadora enriquece el enfoque descriptivo de los pobres integrándolos en una reflexión teórica a la que hay que reconocer su fundamento . También admite que lo que percibimos como privación pueda variar considerablemente de una sociedad a otra. Pero no resuelve los problemas de medición de la que en parte es tributaria. Más bien al contrario , los hace más complejos . El enfoque descriptivo de los pobres choca casi inevitablemente con el carácter relativo y en parte arbitrario de los métodos considerados. La sociología de la pobreza no puede reducirse a un enfoque descriptivo y cuantitativo de los pobres. Debe preguntarse sobre la noción misma de pobreza. Para los sociólogos , el razonamiento en términos binarios que consiste en comparar las características de los pobres con las del resto de la sociedad es equívoco 10 . La definición de un umbral de

18

LAS FORMAS ELEMENTALES DE LA POBREZA

pobreza, por muy elaborada y precisa que sea, siempre resulta arbitraria. Tomemos un ejemplo: en el umbral del 50% de la mediana de ingresos por unidad de consumo (unos 600 € al mes) en 2001 había en Francia un 6% de personas en situación de pobreza, es decir, 3,6 millones, pero en el umbral del 60% de la mediana de ingresos por unidad de consumo (unos 720 € al mes) los pobres representaban un 12,4% de la población, es decir, más del doble y en total 7,2 millones de personas ". Basta pues con cambiar ligeramente el umbral oficial de pobreza para que cambie radicalmente el porcentaje de población afectada. Este resultado demuestra que existe una gran concentración de hogares alrededor del umbral de pobreza y que éste contribuye a establecer una brecha radical en un conjunto de personas que, en realidad, viven en condiciones probablemente similares. Esto no significa que haya que abandonar los indicadores estadísticos de la pobreza. Veremos incluso que pueden ser útiles cuando se comparan países o regiones. Sin embargo, es fundamental no limitarse a este enfoque. Mientras que la cuantificación de los pobres supone para el sentido común una premisa para la reflexión, para el sociólogo puede suponer un verdadero obstáculo epistemológico en el sentido de que le lleva a un punto muerto y le evita preguntarse sobre el sentido mismo de la pobreza. La cuestión fundamental que debe plantearse el sociólogo es muy simple: ¿Qué es lo que hace que un pobre en una sociedad determinada sea pobre y nada más que pobre? Dicho de otra forma, ¿en qué consiste el estatus social de pobre? ¿A partir de qué criterio esencial una persona se vuelve pobre para los demás? Georg Simmel, a principios del siglo xx, respondió a la primera pregunta de forma clara y directa, aunque ya otros antes que él habían esbozado una respuesta'`. Para Simmel, es la ayuda que una persona recibe públicamente de la colectividad lo que determina su estatus de pobre. Recibir asistencia es la marca identificativa de la condición de pobre, el criterio de su pertenencia social a una capa concreta de población. Un estrato que inevitablemente está desvalorizado puesto que se define por su dependencia respecto a todos los demás. Recibir asistencia, en este sentido, es recibir todo de los demás sin poder integrarse, al menos a corto plazo, en una relación de complementariedad y reciprocidad respecto a ellos. El pobre que recibe la ayuda debe aceptar vivir, aunque sea temporalmente, con la imagen negativa

INTRODUCCIÓN

19

que le devuelve la sociedad, y que termina interiorizando, de no ser útil, de formar parte de lo que a veces se llama los «indeseables». Intentaré mostrar en el primer capítulo de esta obra el alcance sociológico de esta definición y de este análisis de los pobres. De momento recordemos lo que en mi opinión es el postulado del análisis sociológico de la pobreza : cada sociedad define y otorga un estatus social distinto a sus pobres cuando decide ayudarlos. El objeto de estudio sociológico por excelencia no es pues la pobreza, ni los pobres como tales , como realidad social sustanciada, sino la relación de asistencia -y por tanto de interdependencia- entre ellos y la sociedad de la que forman parte . Esta perspectiva analítica equivale a hacer un estudio comparado de los mecanismos de designación de los pobres en las distintas sociedades, a estudiar las representaciones sociales que están en su origen y que las legitiman, y además a analizar la relación que los pobres establecen con el sistema de ayudas del que son tributarios y, de forma general , las pruebas que tienen que pasar en esta y otras circunstancias de la vida cotidiana. Después de esta reflexión conceptual sobre el sentido de la pobreza, podemos reformular las cuestiones que se plantearon al principio de la introducción. Estudiar cómo se puede comparar la pobreza en Francia y la pobreza en otro país europeo o la pobreza en los años sesenta con la del año 2000 equivale a investigar : 1) si las representaciones sociales en el origen de la elaboración de la categoría de pobres son semejantes; 2) si esta categoría constituye en cada sociedad un grupo social marginal o, por el contrario , un grupo amplio y difuso ; 3) si el tratamiento social de la pobreza adopta formas similares y si contribuye de forma sistemática a estigmatizar a los pobres; 4) si los pobres de cada país suman desventajas y continúan desprovistos de medios de acción o si, por el contrario , consiguen superar sus dificultades adaptándose y participando en la vida social ; 5) si las condiciones económicas, sociales y políticas que intervienen en la definición de estatus social de los pobres son semejantes. He necesitado varios años para responder a estas preguntas . Sólo con una perspectiva decididamente comparatista podía conseguirlo. Sin embargo , realizar una investigación de este tipo supone no sólo obtener fuentes comparables , sino además producir otras nuevas , lo que no es realmente factible en programas de investigación que implican a muchos

20

LAS FORMAS ELEMENTALES DE LA POBREZA

equipos. Este libro continúa mis dos primeras obras publicadas a principios de los años noventa, La disqualíication social" y La sociétéfrancaise et ses pauvres 14. Estas investigaciones se referían únicamente a Francia, y sentía la necesidad de lanzarme a las comparaciones internacionales. Reconozco que nunca pensé en aquella época que me harían falta tantos años para conseguirlo. A decir verdad, esta investigación comparativa, que ha durado casi una década, se ha hecho por etapas. Se divide en cinco programas europeos de investigación sucesivos. Este libro se ha nutrido de cada uno de ellos. Por eso me parece útil presentarlos.

Una dinámica decididamente comparatista El primer programa se inició en 1993 en el Centro de estudios de ingresos y costes tras una encuesta nacional sobre los perceptores del RMI (Revenue minimum d'insertion - Ingresos mínimos de inserción) y un estudio sobre la precariedad y el riesgo de exclusión en Francia 15. Se trataba de analizar la pobreza desde la perspectiva de la descalificación social en Europa. Este estudio lo realizó Eurostat con el apoyo de la Comisión de las Comunidades Europeas. El objetivo era iniciar una primera investigación sobre el cúmulo de desventajas en Europa para poder formular una hipótesis sobre la comparación del proceso susceptible de expulsar, por etapas, a distintas franjas de la población hacia la esfera de la inactividad profesional y la asistencia. Para estudiar las características nacionales del proceso de descalificación social se tuvieron en cuenta tres dimensiones: los modos de regulación del mercado laboral, la intensidad de los vínculos sociales y el grado de intervención del Estado de bienestar. Este estudio fue realizado por un grupo de investigadores europeos'. Después del recuento crítico de las fuentes estadísticas disponibles ", el trabajo consistió en elaborar indicadores similares para cada país. Era realmente imposible, teniendo en cuenta la diversidad de las fuentes recogidas, elaborar exactamente los mismos indicadores para cada país. En las encuestas multidimensionales utilizadas, las preguntas raramente se planteaban de la misma forma en los distintos países. Cada una de las fuentes tenía sus puntos flacos y la precisión en la definición de los indicadores no podía ser siempre igual. En algunos casos

INTRODUCCIÓN

21

hubo que recurrir a aproximaciones . Sin embargo , a pesar de estas dificultades , el trabajo emprendido colectivamente permitió elaborar 12 indicadores. Estos indicadores abarcaban la mayoría de los campos que se tienen en cuenta en las encuestas multidimensionales: empleo, ingresos, condiciones de vivienda y equipamientos, salud, vida conyugal y familiar, relaciones sociales y, finalmente , los problemas de la juventud . Entre las fuentes estadísticas elegidas, las informaciones relativas a estos campos no siempre existían de forma simultánea, para cada individuo encuestado , en particular en los países del sur, Italia y España. Para realizar el máximo número de cruces en los mismos individuos , los investigadores tuvieron que elegir la fuente más completa, es decir, la que abarcaba más campos al mismo tiempo. Una vez elaborados los indicadores , se hizo un primer análisis estadístico . Se cruzaron los indicadores de cada país y se hizo un test de correlación para cada tabla . El campo de explotación se limitó a la población en edad de trabajar incluyendo únicamente a las personas ocupadas y a los desempleados. Estos resultados permitieron obtener puntos comunes , pero también grandes diferencias de un país al otro. Entre las convergencias observadas, algunas no eran sorprendentes . La precariedad profesional, en el sentido de inestabilidad en el empleo y el paro, se correlacionaba de forma positiva con la fragilidad de los ingresos y la pobreza de condiciones de vivienda. La probabilidad de vivir sin cónyuge o de estar separados era mayor en todos los países para aquellas personas con una situación precaria en el mercado de trabajo. La inestabilidad del empleo y el paro reforzaban , por otra parte , la dependencia respecto a las transferencias sociales y el riesgo de padecer problemas de salud. Las divergencias más manifiestas entre las sociedades europeas se referían a la intensidad de los vínculos sociales. La precariedad de la situación respecto al empleo . no tenía correlación con la fragilidad de la sociabilidad familiar y de la red de ayuda privada en todos los países. En España y los Países Bajos, los parados no tenían menos relación con sus familias que las personas con empleo . En Italia incluso tenían más. En estos mismos países , además de Dinamarca, la red de amigos o de ayuda privada parecía densa , incluso para las personas que se enfrentaban a numerosas dificultades . Por el contrario , en Francia, Gran Bre-

22

LAS FORMAS ELEMENTALES DE LA POBREZA

taña y Alemania la experiencia de la inestabilidad del empleo y del paro iba acompañada claramente de una pobreza de naturaleza relacional. Se podía pues plantear la hipótesis de que el proceso de descalificación social era más radical que en los demás países europeos. Era evidente que este análisis tenía demasiadas limitaciones para obtener resultados definitivos sobre las características nacionales del proceso de descalificación social '$. Los resultados, aunque revelaban correlaciones muy fuertes, debían examinarse con prudencia. Al realizar este trabajo, mi intención, así como la de los comanditarios de Eurostat, era sobre todo sugerir pistas de reflexión para trabajos futuros, en particular sobre el uso del panel europeo de hogares cuyo lanzamiento estaba previsto en esa época. El segundo programa de investigación comparativa trataba del análisis de los modos de tratamiento de la pobreza y de la exclusión en Europa. Este estudio pudo realizarse gracias a la financiación del Ministerio de Trabajo francés. El objetivo era comparar los sistemas de garantía de recursos y las políticas de inserción en el mercado de trabajo destinadas a las poblaciones desposeídas y amenazadas de exclusión. El estudio partía de la constatación del gran cambio de los modos de intervención social en las poblaciones desfavorecidas en los últimos años en los principales países europeos. Se trataba pues de interpretar sociológicamente estos cambios y examinar sus efectos en la estructura social. Este estudio suponía la utilización de varios tipos de datos: datos cuantitativos para el análisis de poblaciones al cuidado de la colectividad (fuentes administrativas o datos de encuestas, incluidas las longitudinales); datos cualitativos (entrevistas); otras fuentes como los debates parlamentarios. La explotación de los datos ha permitido comparar estructuras y servicios suministrados a las poblaciones excluidas o amenazadas de exclusión del mercado de trabajo; las poblaciones en cuanto a acumulación de desventajas; la articulación de las diferentes políticas implantadas y sus efectos'. Este estudio comparativo requería en primer lugar la presentación de estos sistemas, cuya antigüedad y principios de funcionamiento difieren en cada país. Pero, más allá de la descripción necesaria, la comparación de experiencias de ingresos mínimos garantizados suponía el análisis al mismo tiempo de cómo se había planteado la cuestión de la pobreza en las diferentes sociedades, qué importancia le habían dado, qué me-

INTRODUCCIÓN

23

dios habían desarrollado para atajarla y, por último , qué soluciones preconizaban para hacer frente a las posibles dificultades . Del análisis se extrajeron tres factores diferenciadores: el primero se refería al principio de la categorización de los pobres ; el segundo , al grado de descentralización del Estado de bienestar; por último, el tercero , a la importancia de la cobertura del sistema de protección social . A continuación se profundizó en la comparación entre Francia y Gran Bretaña mediante 2° una estancia en enero de 1995 en la London School of Economics y la reflexión con el conjunto de investigadores de este programa continuó hasta la edición de un libro colectivo resultado de esta investigación 21.

El tercer programa es realmente el más ambicioso . Continuaba el estudio de carácter exploratorio realizado en el marco del CERC para Eurostat y la Comisión de las Comunidades Europeas . Se trataba de un programa de tres años que coordiné junto a Duncan Gallie a partir de 1996 y en el que participaron varios equipos 22. Las perspectivas de estudio comparativo se habían multiplicado puesto que disponíamos de una nueva fuente -el panel comunitario de los hogares, cuya primera oleada se había realizado en 1994 entre muestras representativas de cada país de la Unión Europea. Este programa de investigación partía de la constatación de que las situaciones de precariedad económica y social en Europa eran distintas y que podían acumularse progresivamente . Retomaba las hipótesis de mis anteriores trabajos sobre la descalificación social . Su objetivo era, por una parte , analizar los cambios en la acumulación de desventajas asociadas a las distintas situaciones de precariedad de mediados de los años ochenta a mediados de los noventa y, por otra parte, partiendo de los datos longitudinales , estudiar las relaciones de causalidad entre la situación respecto al empleo , la pobreza económica, la pobreza cultural y relaciona) y las políticas sociales de cada país. Los resultados de este programa se publicaron en una obra colectiva 23. No se trata simplemente de la yuxtaposición de estudios comparativos realizados por los equipos . Contiene una interpretación de los modos de regulación del desempleo . En principio nos pareció que la experiencia del desempleo en Europa no formaba un todo homogéneo, sino, por el contrario , un fenómeno que se inscribía en las estructuras económicas , sociales y políticas concretas , que podían darle un sentido

24

LAS FORMAS ELEMENTALES DE LA POBREZA

diferente en cada cultura nacional. Estas diferencias se explican en parte por el régimen de subvenciones del paro vigente en cada país. Comprobamos que no había una relación simple entre desempleo y aislamiento social. Por el contrario, demostramos que la probabilidad de acumular desventajas dependía del modelo de regulación social del paro a partir de la relación entre, por una parte, las responsabilidades atribuidas a la esfera pública de intervención del Estado de bienestar y, por otra, las responsabilidades que correspondían a la esfera de la intervención familiar. En este libro presentaré diversos resultados de esta investigación comparativa y colectiva. Finalmente, el último estudio es algo distinto de los demás. Se trata de una encuesta sobre la pobreza y la exclusión social realizada a petición de la Comisión Europea para la que trabajé con Duncan Gallie, tanto en la idea general como en la utilización de los resultados 24. Esta encuesta se realizó sobre el terreno entre septiembre y octubre de 2001 en todos los países de la Unión Europea (entre una muestra representativa de aproximadamente 1.000 individuos en cada país). La explotación de los datos empezó en 2002 en el Lasmas, con la colaboración de Marion Selz, concretamente sobre las representaciones sociales, las experiencias vividas y las actitudes respecto a la sociedad y el Estado de bienestar. Hasta ese momento se habían hecho pocos estudios comparativos respecto a estos indicadores. Esta encuesta europea ha aportado datos muy valiosos para el análisis comparativo de la relación social con la pobreza. Este libro se basa en el conjunto de estos programas de investigación, pero no constituye una síntesis. Ninguno de ellos fundamenta explícitamente el esquema teórico de esta obra. Es el resultado de una dinámica intelectual que me ha llevado a elaborar un marco analítico específico que presento en la primera parte, especialmente la tipología de las formas elementales de la pobreza. La segunda parte es más empírica. Pretende aproximar los resultados principales de las encuestas a esta tipología para intentar validarla. Como acabo de indicar, este libro es el resultado de varios años de búsqueda. Me parece imposible dar las gracias a todas las personas que, de una forma o de otra, en un momento u otro, han contribuido a mi reflexión y me han ayudado en esta empresa de largo recorrido. Sólo pue-

INTRODUCCIÓN

25

do mostrarles mi agradecimiento general. En primer lugar a todos los profesores, investigadores e ingenieros que me han acompañado en los diferentes programas de investigación comparativa que he citado anteriormente. Mi agradecimiento más profundo. Quiero dar las gracias a Duncan Gallie, con quien he codirigido el programa sobre la experiencia del desempleo en Europa y realizado la última encuesta europea hasta la fecha sobre la pobreza y la exclusión social. Esta colaboración, científica y de amistad, ha sido muy enriquecedora. No puedo olvidarme tampoco de Franz Schultheis, con quien he hablado largamente sobre sociología alemana y los problemas de comparación internacional. Este libro presenta principalmente datos sobre Europa, puesto que se basa en gran parte en los programas europeos que acabo de enumerar. Sin embargo, quisiera subrayar que mi reflexión se ha beneficiado de la aportación de investigadores no europeos con quien he tenido el gusto de hablar. Hilary Silver me ha ayudado a conocer mejor la realidad americana sobre la pobreza y la exclusión, y deseo agradecérselo profundamente. También pienso en Maura Véras, quien me invitó varias veces a la Universidad de Sao Paulo, lo que me proporcionó la oportunidad de estudiar con su equipo y sus estudiantes el mundo de las favelas. Mi reconocimiento especial para Marion Selz por su ayuda preciosa tanto en el trabajo estadístico sobre las encuestas como en la relectura en profundidad del manuscrito. Tampoco olvido a mis estudiantes del EHESS, que han seguido desde 2001 mi seminario sobre la sociología de las desigualdades y rupturas sociales y han reaccionado con sentido crítico, generosidad y sensibilidad a las investigaciones que les presentaba. Reconocerán, creo, en este libro, el fruto de nuestras discusiones. Como siempre, he recibido consejo y críticas de Dominique Schnapper -con quien comparto una gran complicidad intelectual desde que dirigió mi tesis- y de Franlois-Xavier Schweyer. La calidad de sus comentarios, la confianza recíproca y la amistad que reinan en el «pequeño seminario» que organizamos habitualmente me han ayudado en las distintas fases de elaboración de este libro. Mi agradecimiento asimismo a Marie Gaffet por su apoyo y aliento.

PRIMERA PARTE

FUNDAMENTOS

Lo que percibimos como privación terrible puede cambiar de una sociedad a otra y, desde el punto de vista del sociólogo, estas variaciones son objeto de un estudio objetivo. Evidentemente podemos debatir sobre el modo exacto en el que nuestros juicios normativos deberían tener en cuenta estas variaciones sociales, pero la operación primordial que consiste en diagnosticar la indigencia sólo puede ser sensible a la forma en que se perciben las distintas dificultades en la sociedad en cuestión. Negar esta relación no es ser superobjetivo, sino superestúpido. AMARTYA SEN , Nuevo examen de la desigualdad.

INTRODUCCIÓN

Hay que reconocer que la pobreza no supone hoy, al menos como tal, un campo de la sociología. Es cierto que existen muchos trabajos sobre este tema, pero la mayoría de ellos derivan de otros objetos sociológicos, más limitados o, por el contrario , más amplios . Aquellos que estudian un grupo social concreto pueden hablar de la pobreza como otra característica del mismo . Los especialistas de la estratificación social se interesan por la pobreza porque explica una parte de la jerarquía social, pero no siempre constituye una parte concreta de sus estudios . La mayoría de los trabajos sobre las desigualdades sociales compara las categorías pobres con las más desahogadas, pero esta distinción raramente tiene por objeto el estudio de la pobreza propiamente dicha. Los investigadores que estudian la formación del Estado de bienestar y los modos de regulación social se inclinan generalmente hacia la pobreza , pero su intención es ante todo comprenderla desde el punto de vista de la cuestión social . Tal es la paradoja aparente de la pobreza, presente a menudo en estudios empíricos y teóricos, pero finalmente poco elaborada como objeto de estudio. Su interés radicaría en el esfuerzo de los investigadores por integrarla en un razonamiento del que finalmente tan sólo sería un elemento.

30

FUNDAMENTOS

El procedimiento adoptado en este libro consiste en superar la cuestión de la pobreza tal y como se aborda comúnmente para colocarla en un marco analítico más amplio. Lo que es sociológicamente pertinente no es la pobreza como tal, sino la relación de interdependencia entre la población que se designa socialmente como pobre y la sociedad de la que forma parte. El estatus social de pobre depende de esta relación de interdependencia, y propongo la hipótesis de que hay varios tipos de relación en las sociedades contemporáneas. El objetivo es compararlas. Esta primera parte intenta elaborar el marco teórico para definir varias formas elementales de pobreza. Comienza por un retorno a los textos clásicos de la sociología. El primer capítulo parte de la cuestión del pauperismo tal y como fue abordada en la primera mitad del siglo xix por varios autores, en particular por Tocqueville y Marx. Estos dos autores no elaboraron el mismo tipo de interpretación de este fenómeno. Sus análisis se integran respectivamente en una obra dominada en el primer caso por la cuestión de la democracia y la igualdad de oportunidades y, en el segundo, por la cuestión de la lucha de clases. Tanto para Tocqueville como para Marx la pobreza correspondía más a una cuestión social que a un objeto sociológico. Aunque ambos intentaron reubicar esta cuestión en la evolución de las sociedades y construir un marco analítico que permitiera interpretar el funcionamiento social en su conjunto, sin embargo no definieron explícitamente qué caracteriza sociológicamente a los pobres respecto a los demás miembros de la sociedad, ni explicaron de forma completa los modos de construcción de esta categoría y los lazos que la unen a la sociedad. Este capítulo continúa profundizando en el célebre texto de Simmel Los pobres, del que ya he hablado en la presentación de este libro y que constituye, en mi opinión, la aportación más determinante a la sociología de la pobreza. El objetivo del capítulo 2 es recordar en primer lugar las variaciones en la condición de asistido que se han estudiado en Francia y obtener las primeras conclusiones. Pretende asimismo continuar la reflexión y la dinámica de Simmel elaborando un marco analítico que explique los cambios sociohistóricos de la relación de interdependencia entre los «pobres» y el resto de la sociedad. Concluye con la definición de tres formas elementales de la pobreza.

CAPÍTULO 1

NACIMIENTO DE UNA SOCIOLOGÍA DE LA POBREZA

A diferencia de la aproximación descriptiva y sustancialista a los pobres, la sociología de la pobreza pretende dar preferencia al análisis de las formas de construcción de esta categoría social y caracterizar las relaciones de interdependencia entre ella y el resto de la sociedad. Esta perspectiva analítica nace en la primera mitad del siglo xix en el marco de la reflexión sobre el pauperismo . Aparte de los pensadores sociales y filántropos de la época que estudiaron esta cuestión basándose en encuestas precisas , dos grandes autores , considerados tradicionalmente como fundadores del pensamiento sociológico -a saber, Tocqueville y Marx-, dedicaron una gran atención al pauperismo . Aunque para tener una visión más completa del pauperismo sea indispensable consultar igualmente las obras de Buret ', Villermé 2 y Engels 3 -por citar sólo a los más célebres-, los análisis de Tocqueville y Marx marcan una primera etapa en la sociología de la pobreza. Habrá que esperar sin embargo al comienzo del siglo xx y, en concreto , a la publicación del texto de Simmel Los pobres para que se constituya verdaderamente una sociología analítica de la pobreza. Al de-

32

FUNDAMENTOS

cantarme por el estudio de la aportación de Tocqueville, Marx y Simmel a esta sociología naciente, soy consciente de que olvido a varios autores que habrían merecido especial atención. Este primer capítulo no pretende hacer una historia exhaustiva de las investigaciones de carácter sociológico sobre la pobreza. Su objetivo es determinar, a través del pensamiento de los autores clásicos, las etapas que considero fundamentales en esta reflexión sobre la pobreza.

Tocqueville y Marxfrente alpauperismo El estudio sucesivo de Tocqueville y Marx puede parecer un ejercicio banal puesto que ya se ha comparado muchas veces a estos dos autores y aún hoy siguen estando representados por corrientes de pensamiento más o menos antagonistas. Muy pocos autores han intentado estudiar de qué forma se complementan sus ideas y pueden, a pesar de sus diferencias fundamentales, explicar los fenómenos sociales. Raymond Aron es una de esas excepciones. En su Ensayo sobre las libertades les dedicó un capítulo para introducir la distinción fundamental entre las libertades formales y las reales y para intentar demostrar que las segundas, producto de la crítica marxista, más que oponerse a las primeras, las completan'. Tras las libertades, resulta tentador renovar este tipo de estudio centrándonos en la pobreza. Al retomar a estos dos autores, no pretendo tanto someterlos a un ritual como buscar lo que constituye en uno y otro la aportación más significativa a la sociología de la pobreza. Me basaré fundamentalmente en la Memoria sobre el pauperismo de Tocqueville y en El capital de Marx, especialmente en el capítulo xxiiI, que este último dedicó a la ley general de acumulación capitalista.

El relativismo de Tocqueville La memoria de Tocqueville sobre el pauperismo es bastante conocida, aunque el texto original se haya perdido 5. Fue leído por su autor ante la Sociedad Académica de Cherburgo en 1835, es decir, el mismo año de la aparición del primer volumen (tomos 1 y 2) de La democracia en

NACIMIENTO DE UNA SOCIOLOGÍA DE LA POBREZA

33

América. Téngase en cuenta que 1835 es también el año del segundo viaje de Tocqueville a Inglaterra, durante el cual se interesaría especialmente por la reforma de la ley de pobres de 14 de agosto de 1834 y sus efectos 6. Publicado ese mismo año en las Memorias de dicha sociedad, este texto se parece a una comunicación y no tiene nada que ver con una obra terminada. Tocqueville había prometido una continuación en la que habría publicado «las medidas con las cuales podemos esperar luchar de forma preventiva contra el pauperismo». Esta promesa no fue cumplida sin que sepamos realmente el motivo. Los especialistas en política social no han dejado de lamentarla. No obstante, Tocqueville había tomado ya una posición en este texto sobre los peligros que podría suponer un sistema generalizado de socorro público a los indigentes, lo que él llama caridad legal en oposición a la caridad privada, y su idea sobre este tema, a menudo retomado por los pensadores liberales, no deja ninguna duda sobre la orientación general que consideraba deseable. La Memoria sobre elpauperismo no se limita a este tipo de juicio sobre la ayuda que había que dar a los pobres. Constituye ante todo un primer intento de formulación de la cuestión social que plantea la pobreza y de su evolución en el curso de los siglos. Aunque Tocqueville no fuera el único en estudiar este fenómeno, su perspectiva es esclarecedora y se diferencia claramente de la de algunos filántropos del siglo xnc que, en nombre de una ética humanista, pretendían al mismo tiempo exhortar a los ricos a la compasión y al ejercicio de la beneficencia y moralizar a los pobres inculcándoles los valores susceptibles de «enderezarlos»'. Contrariamente a estos últimos, Tocqueville no se dedica a denunciar la fatalidad, la falta de sensatez, el abandono de los hijos, el alcoholismo y la falta de moralidad de los pobres mientras viven hacinados sin higiene en viviendas miserables 8. Comienza su ensayo exponiendo la paradoja que refleja de entrada la dificultad de definir la pobreza: Al recorrer las diversas regiones de Europa, se recibe el impacto de un espectáculo realmente extraordinario y aparentemente inexplicable. Los países que parecen más hundidos en la miseria son, en realidad, los que tienen un menor número de indigentes, y en los pueblos cuya opulencia admiráis, una parte de la población se ve obligada, para vivir, a recurrir a los dones ajenos 9.

34

FUNDAMENTOS

Esta paradoja se basa en realidad en dos ideas que parecen cercanas y que, sin embargo, no coinciden completamente. La indigencia se aplica a individuos que podemos distinguir claramente del resto de la población en función de los rasgos característicos de un estado de privación y dependencia respecto a los demás, mientras que la miseria, tal como la entiende Tocqueville en este pasaje, puede generalizarse al conjunto de una región o un país. Sin embargo, los países más miserables tienen pocos indigentes, en el sentido en que no hay individuos cuya condición social se distinga claramente del conjunto. Tocqueville compara la Inglaterra de su época con España y sobre todo con Portugal. La primera ha llevado a cabo en el siglo anterior la revolución industrial, mientras que las segundas siguen aferradas a las tradiciones de las sociedades campesinas, caracterizadas sobre todo por un débil desarrollo económico. Atravesad los campos de Inglaterra; os creeréis transportados al Edén de la civilización moderna. Carreteras magníficamente mantenidas, moradas limpias y frescas, pingües rebaños errantes por ricas praderas, cultivadores pletóricos de fuerza y de salud, la riqueza más deslumbrante que en cualquier otro país del mundo, la simple comodidad más ornamentada y más buscada que en otras partes; por doquier la imagen del cuidado, del bienestar y de las diversiones; un aire de prosperidad universal que se cree respirar en la propia atmósfera y que estremece el corazón a cada paso. Así aparece Inglaterra a las primeras miradas del viajero. Penetrad ahora en el interior de los municipios; examinad los registros de las parroquias y descubriréis con asombro inexpresable que la sexta parte de los habitantes de este floreciente reino vive a expensas de la caridad pública.

El contraste con España y Portugal es sobrecogedor: Hallaréis a vuestro paso -avisa Tocqueville- una población mal nutrida, mal vestida, ignorante y grosera, que vive en medio de campos por mitad sin cultivar y en moradas miserables; en Portugal, con todo, el número de indigentes es poco considerable. Villeneuve estima que en este reino hay un pobre por cada veinticinco habitantes. El célebre geógrafo Balbi había indicado anteriormente la cifra de un indigente por cada 90 (o noventa y ocho en la traducción española) habitantes10.

Esta observación le lleva a examinar las causas generales de este fenómeno. En su opinión , para ello hay que profundizar en la noción de

NACIMIENTO DE UNA SOCIOLOGÍA DE LA POBREZA

35

necesidad y estudiar cómo ésta ha evolucionado a través del tiempo. Tomando el ejemplo de las «tribus bárbaras» que encontró durante su estancia en América del Norte, subraya el desfase entre su pobreza objetiva y la sensación que tienen respecto a su condición: «Yo he lamentado su destino, pero ellos no lo encuentran cruel. Tumbado en medio del humo de su tienda, cubierto por vestimentas bastas, obra de sus manos o producto de la caza, el indio mira con piedad nuestras artes, considerando como una servidumbre fatigosa y vergonzosa la búsqueda de nuestra civilización; tan sólo nos envidia nuestras armas» ". Si la mirada del observador exterior no coincide con la de los autóctonos, es porque ha sido formada por otra cultura. Por eso la pobreza de los indios sólo existe si se compara con otro universo de necesidades que cambia permanentemente y por ello no puede constituir una referencia absoluta. En La democracia en América Tocqueville ya había subrayado, con ayuda de otro ejemplo, esta oposición entre la inquietud y la satisfacción permanente de los ricos y la serenidad de los pobres: Todavía hoy podemos encontrar en remotos lugares del antiguo mundo pequeñas poblaciones que han sido olvidadas en medio del tumulto universal y que han permanecido inmóviles cuando todo a su lado cambiaba. La mayoría de estos pueblos son muy ignorantes y miserables; no se inmiscuyen en los asuntos del gobierno y a menudo los gobiernos los oprimen. Sin embargo, muestran normalmente un rostro sereno y a menudo demuestran un carácter jovial. He visto en América a los hombres más libres y más ilustrados, colocados en la situación más feliz que pueda haber en el mundo; me ha parecido que una especie de nube cubría normalmente sus rasgos; me han parecido graves y casi tristes hasta en sus placeres 12.

Mediante estas observaciones, Tocqueville demuestra no sólo el relativismo cultural, sino que acierta de pleno en un problema de definición de la pobreza que le lleva a diferenciar el enfoque objetivo del subjetivo y a compararlos 13. Esta distinción suscita todavía en la actualidad numerosos trabajos, sobre los que volveremos. Tocqueville ve en el sentido que se da a la pobreza en la sociedad de su época y más aún en Inglaterra, el país más industrializado de entonces, el reverso del que se da al dinero y a la riqueza. En las notas de su segundo viaje a Inglaterra, observa que el culto al dinero se difunde en todas las esferas sociales y se convierte en el criterio determinante no

36

FUNDAMENTOS

sólo de la riqueza de las personas sino además y sobre todo de su poder, consideración y gloria. El espíritu, la virtud, parecen poca cosa sin dinero. El dinero se mezcla con los demás méritos y se incorpora en cierto modo a ellos. Colma todos los vacíos que puedan encontrarse entre los hombres, pero nada podría suplirlo 14.

Concluye por tanto que los pobres se encuentran en situaciones muy injustas. Los ingleses -dice- sólo han dejado a los pobres dos derechos: el de estar sometidos a la misma legislación que los ricos y el de igualarse a ellos comprando una riqueza legal. Aun así estos dos derechos son más aparentes que reales, puesto que es el rico el que hace la ley y el que crea, en su provecho y el de sus hijos, los principales medios de adquisición de la riqueza 15.

En toda la primera parte de su memoria sobre el pauperismo, Tocqueville se lanza a una exploración histórica, voluntariamente simplificada, de las necesidades humanas. Podemos resumir sumariamente su análisis. En el origen, las necesidades de los hombres se limitaban a los medios de supervivencia: un abrigo contra la intemperie y una alimentación suficiente. A partir del momento en que se convierten en agricultores, acceden a la propiedad de las tierras, se establecen y adquieren más garantías contra el hambre y los azares de la existencia. Descubren progresivamente otras fuentes de placer. Pero a este deseo de poseer más corresponde también el nacimiento de las desigualdades entre los hombres. Mientras que se contentaban con cazar no había ningún signo exterior de superioridad de un hombre sobre otro o de una familia sobre la otra. Pero desde el instante en que la propiedad inmobiliaria fue conocida y los hombres convirtieron las vastas forestas en ricas campiñas y fértiles praderas, desde ese momento pudo verse cómo ciertos individuos reunían en sus manos mucha más tierra de la que necesitaban para alimentarse y perpetuar la propiedad de la misma en las manos de su posteridad. De ahí la existencia de lo superfluo; con lo superfluo nace el gusto por otros goces diversos de la satisfacción de las necesidades más groseras de la naturaleza física. En este estadio de las sociedades es menester situar el origen de casi todas las aristocracias' 6.

NACIMIENTO DE UNA SOCIOLOGÍA DE LA POBREZA

37

Una propiedad territorial que se acumula, un gobierno que se concentra en pocas manos, un espíritu de conquista sin límite, éstos son los elementos principales de estas sociedades fundadas en la desigualdad que vieron nacer la Edad Media. En su rápido fresco histórico, Tocqueville se inclina hacia los siglos feudales. En el siglo xii, dice, la población sólo se dividía en dos categorías: agricultores y propietarios de las tierras. Sometidos a sus amos, los primeros tenían sin embargo casi siempre su medio de existencia garantizado: Limitados en sus deseos como en su poder, sin sufrimiento por el presente, tranquilos ante un futuro que no les pertenecía, gozaban de ese género de felicidad vegetativa del que tan difícil resulta al hombre civilizado comprender el encanto como negar la existencia 17.

Los segundos formaban la clase privilegiada que vivía en el lujo y lo superfluo , sin conocer pese a todo la comodidad y la tranquilidad: La existencia de estos últimos era brillante, fastuosa, pero no cómoda. Se comía con los dedos en bandejas de plata o de acero cincelado; los vestidos estaban cubiertos de armiño y de oro y la lencería era desconocida; se vivía en palacios en los que la humedad cubría los muros, y al sentarse usaban asientos de madera ricamente tallados junto a inmensos hogares donde se consumían árboles enteros sin difundir el calor a su alrededor 18.

Tocqueville concluye que durante la época feudal la mayoría de la población vivía casi sin necesidades y que el resto de la población experimentaba tan sólo un pequeño número de ellas: «La tierra bastaba, por así decir, a todos; en ninguna parte había comodidades, en todas el vivir»". Dicho de otra forma, a pesar de esta desigualdad social fundamental, la pobreza no estaba generalizada, y su sentido no era en ningún caso comparable al que le damos en las sociedades modernas. La pobreza de la que se habla aquí no es sinónimo de privación puesto que las necesidades son limitadas, así como la conciencia de un porvenir mejor. Sin dar una explicación, Tocqueville constata sin embargo que progresivamente van apareciendo gustos nuevos, que las necesidades se refinan. Se constituye una clase numerosa que vive de su industria, mien-

38

FUNDAMENTOS

tras que los descendientes de los nobles de la Edad Media amplían el círculo de sus placeres e inventan nuevas riquezas: «El pobre y el rico, cada uno en su esfera, conciben la idea de goces nuevos ignorados por sus predecesores» 20. Alimentados por la esperanza de una vida mejor, muchos agricultores dejan los campos para encontrar un trabajo en las fábricas que florecen en las ciudades. De este modo asistimos a los grandes desplazamientos de población que corresponden en opinión de Tocqueville a la ley inmutable del crecimiento y del desarrollo sobre la que Marx, como veremos, hará un análisis diferente. Para Tocqueville, el principio del siglo xIx se caracteriza por el desarrollo simultáneo de la riqueza y la indigencia: «En la actualidad la mayoría es más feliz, pero siempre se encuentra a una minoría lista para morir de necesidad si el apoyo del público llega a faltarle» 21. El obrero de esta época del pauperismo no tiene las garantías de supervivencia que los campesinos intentaron preservar siempre. Está sometido a los avatares de la producción y puede perder rápidamente su trabajo y sus ingresos básicos. En ausencia de recursos, sólo puede deslizarse inexorablemente hacia la miseria y la muerte: «La clase industrial, que de manera tan poderosa sirve al bienestar de las otras, se halla, pues, expuesta más que ellas a los males súbitos e irremediables» 22. Hay que dar las gracias a Tocqueville por haber relativizado la noción de pobreza. Al subrayar que las necesidades son variables de una sociedad a otra y de una época a otra de nuestra historia, se previno en cierto modo de la tentación de estudiar a los pobres de forma sustancialista. Como haría un sociólogo, estableció en esta memoria que la pobreza no existe como tal, sino respecto a un estado de una sociedad considerada como un todo. Su interés respecto al estudio de la subjetividad de los individuos y del sentido que dan a sus experiencias le llevó asimismo a adoptar una mirada ni miserabilista ni populista sobre las formas de vida más desfavorecidas. De este modo evitó el etnocentrismo de clase tan extendido entre los moralistas y benefactores de los pobres. La primera parte de su memoria acaba con una visión profética que nos admira hoy en día por su pertinencia: Conforme prosiga el actual movimiento de la civilización se verán aumentar los goces de la mayoría; la sociedad irá perfeccionándose, haciéndose más sabia; la existencia será más cómoda, más llevadera, más vistosa,

NACIMIENTO DE UNA SOCIOLOGÍA DE LA POBREZA

39

más larga; pero al mismo tiempo, sepámoslo prever, el número de quienes necesitarán recurrir al apoyo de sus semejantes para recoger las migajas de todos estos bienes, su número acrecerá sin cesar. Se podrá lentificar ese doble movimiento; las circunstancias particulares en las que se hallan inmersos los diferentes pueblos precipitarán o suspenderán su curso, pero nadie está en poder de detenerlo. Apresurémonos pues a buscar los medios de atenuar los males inevitables, ya fáciles de prever 23,

Aunque no encontremos en esta memoria una definición exacta de la pobreza como estatus social, Tocqueville, muy preocupado por el riesgo de que se desarrollara la caridad legal, identifica explícitamente a los paupers con aquellos que recibían asistencia, es decir, como precisa en el pasaje anterior, con todos aquellos que tienen necesidad de recurrir al apoyo de sus semejantes y que viven a sus expensas. Aunque no intenta explicar este fenómeno mediante una ley económica del capitalismo, como hará algunos años más tarde Marx, Tocqueville plantea sin embargo algunos hitos de la sociología de la pobreza al subrayar indirectamente que lo que distingue a los pobres del resto de la sociedad es su dependencia respecto a la colectividad; el hecho, como precisará Simmel a principios del siglo siguiente, de no ser más que «pobres y nada más que pobres». En la segunda parte de su Memoria, Tocqueville estudia la lógica de la asistencia a los pobres y adopta un estilo más crítico. Esta parte es la que suelen citar los partidarios de una reducción de la ayuda estatal a los más desfavorecidos. Toda medida que funde la asistencia legal sobre una base permanente y le dé una forma administrativa crea, pues, una clase ociosa y perezosa que vive a expensas de la clase industrial y trabajadora. Tal es, si no su resultado inmediato, al menos su consecuencia inevitable. Reproduce todos los vicios del sistema monacal, pero no de las altas ideas de moralidad y religión que a menudo allí venían a añadirse. Una ley semejante es un germen envenenado depositado en el seno de la legislación; las circunstancias, como en América, pueden impedir que dicho germen se desarrolle con celeridad, pero no destruirlo; y si la actual generación escapa a su influencia, devorará el bienestar de las generaciones por venir 24.

En este análisis se mezclan argumentos que revelan al mismo tiempo un pensamiento político, la advertencia ideológica y las consideraciones so-

40

FUNDAMENTOS

ciológicas. La crítica radical de la caridad legal pasa por una especie de idealización un poco sorprendente de la caridad privada: La limosna particular establece vínculos preciosos entre el rico y el pobre. El primero se interesa, por la buena acción misma, en la suerte de aquel cuya miseria ha emprendido aliviar; el segundo, sostenido por una ayuda que no tenía derecho a exigir y que quizá ni esperaba obtener, se siente atraído por el reconocimiento. Un vínculo moral se establece entre estas dos clases, a las que tantos intereses y pasiones concurren a separar, y, divididas por la fortuna, su voluntad las acerca 25.

Estas palabras deben considerarse en función de las ideas de la época, cuando la caridad privada se consideraba una exigencia moral. El sistema de ayudas públicas a los pobres era muy limitado y no podía compararse a las políticas sociales actuales. Algunos intelectuales conservadores contemporáneos comparten, aún hoy, el punto de vista de Tocqueville 26; sin embargo, el análisis sociológico demuestra que los más desfavorecidos se sienten tan humillados -o más- mendigando en las calles o en el metro que dirigiéndose a los servicios sociales públicos para obtener los medios de supervivencia. En la actualidad también podemos manifestar con mayor facilidad las dudas sobre la intensidad del vínculo moral que une al donante y al beneficiario en el marco de la caridad privada, puesto que este tipo de relación es frecuentemente furtiva. Pero, en su crítica a la caridad legal, Tocqueville llega a ciertas constataciones sociológicas que me parecen sin embargo justas y merecen en cualquier caso una atención concreta. Él se pregunta sobre todo por el sentido del derecho a la asistencia: Se encuentra en esa idea de derecho algo de grande y de viril que sustrae a la demanda su carácter suplicante, y sitúa al que reclama al mismo nivel del que acuerda. Ahora bien, el derecho que tiene el pobre a obtener los auxilios de su comunidad tiene esto de particular: que en lugar de elevar el corazón del hombre, lo rebaja. En los países en los que la legislación abre semejante posibilidad, el pobre, dirigiéndose a la caridad individual, reconoce, es verdad, su estado de inferioridad en relación al resto de sus semejantes; pero lo reconoce a hurtadillas y por un tiempo; desde el momento en que un indigente está inscrito en la lista de pobres de su parroquia puede, sin duda, reclamar con garantías asistencia, mas ¿qué es la obtención de este derecho sino la manifestación auténtica de esta miseria,

NACIMIENTO DE UNA SOCIOLOGÍA DE LA POBREZA

41

de la debilidad del mal andar de su titular? Los derechos ordinarios son conferidos a los hombres en razón de alguna ventaja personal adquirida por ellos sobre sus semejantes . Ésta es acordada en razón de una inferioridad reconocida. Los primeros ponen aquella ventaja en relieve y la constatan; la segunda pone a la luz esa inferioridad y la legaliza 27.

Tocqueville plantea aquí la cuestión del estatus social de las personas asistidas y concluye que éste tan sólo puede ser inferior. Cuando la identidad ya no se obtiene por la contribución directa o indirecta a la actividad productiva sino por la dependencia de la colectividad, como en el caso de los paupers, ésta viene marcada por el peso insoslayable del descrédito y se vuelve negativa. Tocqueville no matiza su opinión ni tiene en cuenta la diversidad de experiencias vividas. Tampoco subraya, por ejemplo, que las personas asistidas pueden reaccionar e intentar resistirse a ese descrédito dándole la vuelta. Aunque es consciente de que las personas asistidas pueden elaborar estrategias frente a los servicios sociales que pretenden ayudarles, no saca la conclusión de que su inferioridad, a la que es sensible, puede ser fuente de negociación identitaria y de transformación de la personalidad. Dicho esto, a pesar de estas reservas que hoy podemos hacer a partir de encuestas sociológicas más recientes , la tendencia general que Tocqueville intenta deducir sigue siendo correcta. Presiente que la asistencia a los pobres es una respuesta imperfecta y comprende su dialéctica. Los pobres asistidos serán siempre señalados públicamente y definidos socialmente por esta relación de dependencia que consagra al mismo tiempo su pertenencia a la sociedad, por el derecho que ésta les reconoce a recibir ayuda, y de su inferioridad, de su desdichada integración en lo que sólo puede ser la última capa social, a la que se estigmatiza o de la que se sospecha ser origen de todos los vicios y perversiones. En las notas de su viaje a Inglaterra Tocqueville comenta la reforma de la ley sobre los pobres de 1834 y señala que «el objetivo, no ostensible, sino real, del legislador al enmendar la antigua legislación sobre los pobres es intentar impedir al indigente que recurra a la limosna pública haciéndosela desagradable» 28. Es decir, Tocqueville no se engaña sobre el objetivo real de la asistencia a los pobres. La sospecha de que el receptor es un holgazán no es sólo consecuencia del sistema público de asistencia, sino que está presen-

-??

FUNDAMENTOS

te en la propia idea de la ayuda ofrecida, la que conduce al que la recibe de forma permanente a una descalificación social casi inexorable, especialmente si no puede demostrar su falta de aptitud para el trabajo. Dicho de otra forma, aunque Tocqueville se engaña creyendo encontrar la respuesta exclusiva en los benefactores de la caridad privada, hace hincapié en las limitaciones inevitables y la ambigüedad fundamental de la caridad oficial. En esta fase de la reflexión, Tocqueville no dice nada de la política de los enclosures en Inglaterra que obligó a los pequeños agricultores arruinados y a la población de los campos a marcharse hacia la naciente industria de las ciudades para suministrar la mano de obra necesaria con bajos salarios. En su opinión, el movimiento de población del campo a la ciudad se explica ante todo por la multiplicación y diversificación de necesidades y por la esperanza de los campesinos de encontrar mayor bienestar abandonando la agricultura. Esta explicación por la necesidad parece insuficiente. El análisis se centra en los recursos individuales de la movilidad hacia las fábricas y elude las lógicas económicas de la revolución industrial y las relaciones sociales que las caracterizan. La aportación fundamental de Tocqueville es haber visto en el pauperismo no sólo una nueva forma de pobreza, moralmente más grave y humillante que la de los pueblos desfavorecidos de los campos o alejados de la civilización, sino además la formación de un estatus social específico para los indigentes sin trabajo, sin ingresos y sin medios de recibir ayuda de su entorno. Este estatus concreto es el de asistido, que Simmel estudiará con más profundidad un siglo después.

Marx Y la cuestión de los supernumerarios Cuando Marx publica en 1867 el primer volumen de El capital tiene 49 años y numerosas obras a sus espaldas, escritos de juventud y también textos importantes como Las luchas de clases en Francia, El 18 Brumario de Luis Bonaparte, Crítica de la economía política, sin contar el famoso Manifiesto comunista, redactado junto a Engels. El capital es el libro más importante de la obra de Marx, el que mejor refleja su proyecto intelectual -a saber, explicar al mismo tiempo el modo de funcionamiento del régimen capitalista en función de su estructura social

NACIMIENTO DE UNA SOCIOLOGÍA DE LA POBREZA

43

y determinar la historia y el futuro de dicho régimen en función de su modo de producción y su organización . La cuestión del pauperismo ocupa un lugar importante en él. Marx conocía, claro está, el estudio de Engels sobre la clase obrera en Inglaterra . Marx había hecho un viaje de estudios a Inglaterra con Engels el mismo año de publicación de la obra de este último . Al igual que él, es sensible no sólo a la explotación de la clase obrera por los propietarios de los medios de producción, sino a la producción progresiva de una sobrepoblación relativa que denominará, siguiendo a Engels y otros pensadores de la primera mitad del siglo xix, el ejército industrial de reserva 29. Pero Marx no se conforma con la constatación de la separación temporal de una parte de la fuerza de trabajo, sino que busca sus causas en el funcionamiento de la economía capitalista: La población obrera, pues, con la acumulación del capital producida por ella misma , produce en volumen creciente los medios que permiten convertirla en relativamente supernumeraria . Es ésta una ley de población que es peculiar al modo de producción capitalista , ya que de hecho todo modo de producción histórico particular tiene sus leyes de población particulares, históricamente válidas . Una ley abstracta de población sólo rige, mientras el hombre no interfiere históricamente en esos dominios, en el caso de las plantas y los animales. Pero si una sobrepoblación obrera es el producto necesario de la acumulación o del desarrollo de la riqueza sobre una base capitalista, esta sobrepoblación se convierte , a su vez, en palanca de la acumulación capitalista, e incluso en condición de existencia del modo capitalista de producción . Constituye un ejército industrial de reserva a disposición del capital , que le pertenece a éste tan absolutamente como si lo hubiera criado a sus expensas . Esa sobrepoblación crea, para las variables necesidades de valorización del capital , el material humano explotable y siempre disponible, independientemente de los límites del aumento real experimentado por la población 30

Como sabemos , explica que el valor del capital viene determinado por la ecuación según la cual el capital se divide en capital constante o valor de los medios de producción y capital variable o valor de la fuerza de trabajo , que es la suma de los salarios . Pero, en su opinión, a todo capitalista le interesa , de manera absoluta , arrancar una cantidad determinada de trabajo de un número menor de obreros , en vez de extraerla,

44

FUNDAMENTOS

con la misma baratura e incluso a un precio más conveniente, de un número mayor. En el último caso la inversión de capital constante aumenta proporcionalmente a la masa del trabajo puesto en movimiento; en el primer caso, aumenta con lentitud mucho mayor. Cuanto más amplia sea la escala de la producción, tanto más determinante será ese motivo. Su peso se acrecienta con la acumulación del capital.

Por otra parte, adquiere «con el mismo valor de capital más fuerzas de trabajo, puesto que progresivamente sustituye a los obreros más diestros por los menos diestros, a los experimentados por los inexperimentados, a los varones por las mujeres, la fuerza de trabajo adulta por la adolescente o infantil». Marx concluye: La producción de una sobrepoblación relativa, o sea la liberación de obreros, avanza con mayor rapidez aún que el trastocamiento tecnológico del proceso de producción, trastocamiento acelerado de por sí con el progreso de la acumulación y la consiguiente reducción proporcional de la parte variable del capital con respecto a la parte constante. [...] El trabajo excesivo de la parte ocupada de la clase obrera engrosa las filas de su reserva y, a la inversa, la presión redoblada que esta última, con su competencia, ejerce sobre el sector ocupado de la clase obrera obliga a éste a trabajar excesivamente y a someterse a los dictados del capital. La condena de una parte de la clase obrera al ocio forzoso mediante el exceso de trabajo impuesto a la otra parte, y viceversa, se convierte en medio de enriquecimiento del capitalista singular y, a la vez, acelera la producción del ejército industrial de reserva en una escala acorde con el progreso de la acumulación social ".

La presión que ejerce el ejército industrial de reserva sobre el ejército obrero activo es especialmente fuerte en los periodos de estancamiento. El miedo al paro lleva a aceptar las peores condiciones de trabajo. Pero en los periodos de sobreproducción, la presencia de este ejército de reserva lleva igualmente a los obreros activos a moderar sus pretensiones. El capitalista se aprovecha de esto. «La sobrepoblación relativa es, pues, el trasfondo sobre el que se mueve la ley de la oferta y la demanda de trabajo. Comprime el campo de acción de esta ley dentro de los límites que convienen de manera absoluta al ansia de explotación y el afán de poder del capital.» 32 Engels refería en su Situación de la clase obrera en Inglaterra las palabras de un industrial textil a sus obreros: «Si no queréis freíros en mi sartén, podéis saltar al fuego» 33. En realidad, el análi-

NACIMIENTO DE UNA SOCIOLOGíA DE LA POBREZA

45

sis de Marx se hace eco del que Engels había desarrollado en su magistral monografía. Este último había explicado claramente de qué modo la existencia del ejército de reserva constituía un factor de competencia entre los trabajadores, que beneficiaba directamente a la burguesía: He ahí cuál es la competencia entre los proletarios. Si todos los proletarios afirmaran su voluntad de morir de hambre más bien que trabajar para la burguesía, ésta se vería obligada a abandonar su monopolio. Pero ése no es el caso; se trata incluso de una eventualidad casi imposible, y por eso la burguesía sigue mostrándose contenta. No hay más que un solo límite a esa competencia entre los trabajadores: ninguno de ellos aceptará trabajar por un salario inferior al necesario para su propia existencia. Si un día debe morir de hambre, preferirá morir sin hacer nada que trabajando. Desde luego, ese límite es muy relativo: unos tienen más necesidades que otros; unos están habituados a más comodidades que otros: el inglés que es todavía un poco civilizado tiene más exigencias que el irlandés que anda en harapos, .come patatas y duerme en una cochiquera. Pero ello no impide que el irlandés entre en competencia con el inglés y reduzca poco a poco el salario -y por ende el grado de civilización- del obrero inglés a su propio nivel34

Marx deduce de ello que los movimientos generales del salario están regulados exclusivamente por la expansión y contracción del ejército industrial de reserva, las cuales se rigen, a su vez, por la alternancia de periodos que se opera en el ciclo industrial. Esos movimientos no se determinan, pues, por el movimiento del número absoluto de la población obrera, sino por la proporción variable en que la clase obrera se divide en ejército activo y ejército de reserva, por el aumento y la disminución del volumen relativo de la sobrepoblación, por el grado en que ésta es ora absorbida, ora puesta en libertad ss

Así pues, en lugar de ver en el desarrollo industrial un proceso lineal, Marx subraya la existencia de ciclos caracterizados por la alternancia de fases de avance tecnológico.que conducen a una parte de los trabajadores al paro y fases de desarrollo intensivo que, por el contrario, necesitan una mano de obra más numerosa. De este modo, los supernumerarios no son una anomalía del sistema de producción, sino por el contrario una condición vital del proceso de acumulación capitalista. Para Marx, «les dés sont pipés» (los dados están trucados) porque el capital opera en ambos lados a la vez.

46

FUNDAMENTOS

Si por un lado su acumulación aumenta la demanda de trabajo, por el otro acrecienta la oferta de obreros mediante su «puesta en libertad», mientras que a la vez la presión de los desocupados obliga a los ocupados a poner en movimiento más trabajo, haciendo así, por ende, que hasta cierto punto la oferta de trabajo sea independiente de la oferta de obreros. El movimiento de la ley de la oferta y la demanda de trabajo completa, sobre esta base, el despotismo del capital 36

La intensidad de la competencia entre trabajadores, determinada por la presión que ejerce esta sobrepoblación relativa, sólo puede verse atenuada por un convenio sindical entre trabajadores ocupados y desocupados, pero este último suele tardar en realizarse, puesto que los intereses de los primeros parecen, al menos a corto plazo, oponerse a los intereses de los segundos. Decir que los indigentes forman un ejército de reserva muestra para Marx una interpretación al mismo tiempo económica y sociológica. Para él, esta población no es sólo una necesidad económica, sino que además es visible socialmente y se distingue por su situación objetiva de la población obrera. Está al margen, pero en ningún caso fuera del modo de producción capitalista. Pertenece al capital. Dicho de otra forma, el pauper es en cierto modo un discontinuo del sistema productivo cuya subsistencia no está garantizada por una relación de intercambio salarial sino por distintos recursos, como los subsidios aportados por la colectividad. Éstos no dependen de las características jurídicas de la fuerza de trabajo. No tienen conexión con las normas que regulan las relaciones salariales, pero no dejan de estar vinculados a la plusvalía global. De este modo garantizan el funcionamiento del sistema capitalista en su totalidad. Este ejército industrial de reserva puede adoptar varias formas. Marx distingue tres: una forma fluctuante que encontramos en los grandes centros industriales donde se atrae o rechaza a los trabajadores. Los obreros supernumerarios crecen pues al ritmo de la industria. Algunas ramas de la industria contratan a jóvenes trabajadores y los despiden tan pronto como se hacen adultos. Una parte de esta población emigra en busca de otro trabajo siguiendo así la emigración de capitales. Una forma latente que caracteriza especialmente al mundo agrícola cuando éste es conquistado por los avances técnicos y la acumulación de capital. La demanda de población obrera agrícola disminuye de forma que

NACIMIENTO DE UNA SOCIOLOGÍA DE LA POBREZA

47

una parte de la población rural es excedentaria. Antes de dar el salto al proletariado urbano y manufacturero, constituye en cierto modo un stock de mano de obra disponible . Por último , una forma estancada constituida por trabajadores irregulares , cuyas condiciones de vida están claramente por debajo del nivel medio normal de la clase obrera. Muchos de ellos trabajan a domicilio a cambio de salarios ínfimos y suelen proceder de los sectores de la industria en decadencia . Estas tres formas del ejército industrial de reserva no constituyen un mundo aparte, puesto que sus componentes se mezclan al menos temporalmente con el ejército activo del trabajo. Marx subraya que hay, aparte de esta reserva de trabajadores, capas todavía más inferiores de pauperismo . En su opinión , se trata de vagabundos , criminales , prostitutas , es decir, del conjunto de esferas de la sociedad que constituyen el Lumpenproletariat. Esta capa social incluye tres categorías : las personas aptas para trabajar, cuyo número se incrementa con cada crisis ; los huérfanos e hijos de paupers, los que reciben asistencia y que entrarán a su vez en el ejército industrial de reserva y se alistarán llegado el momento en las fábricas ; los fracasados , los pordioseros, los inadaptados al trabajo , las víctimas de accidentes de trabajo, los enfermos crónicos, las viudas, etc. El pauperismo constituye, en su opinión , « el hospicio de inválidos del ejército obrero activo y el peso muerto del ejército industrial de reserva» 37. De su análisis teórico y descriptivo del ejército industrial de reserva Marx obtiene una conclusión sociológica importante : la masa de pobres no es fija, y tampoco aumenta , como subrayaba Tocqueville, de forma constante , sino que ante todo refleja las variaciones periódicas del ciclo industrial . Basándose en datos precisos sobre el número de pobres que solicitan lo que él llama «limosna pública», Marx comprueba, efectivamente , que cada incremento del número de paupers está motivado por una crisis de la producción que castiga una ciudad concreta , como Londres en 1866 38, o una región entera tras la crisis del sector industrial que garantizaba hasta entonces el empleo de la mayor parte de su población . Marx señala sin embargo que hay que desconfiar de las estadísticas oficiales por el tratamiento de los pobres en el marco de las workhouses, esos «correccionales de la miseria» que le parecen , como antes a Engels, una solución bárbara, próxima a la esclavitud.

48

FUNDAMENTOS

Encontramos pues en el análisis de Marx acerca de los supernumerarios una noción fundamental que es la de ciclo industrial: a los periodos de acumulación rápida y de centralización masiva de medios de producción corresponden condiciones de vida miserables para los trabajadores (alimentación mediocre, hacinamiento en viviendas deterioradas, riesgos de enfermedades y epidemias, etc.); a los periodos de estancamiento o de bajada de la producción corresponde una progresión importante del paro y del número de pobres a cargo de los poderes públicos en formas que pueden ser inhumanas. De la existencia de este ejército industrial de reserva deriva, al menos en parte, la teoría de la pauperización, que ha suscitado numerosos debates. El análisis de Marx sobre este ejército de reserva ofrece efectivamente el elemento principal de la demostración de esta teoría. Lo que impide que suban los salarios es precisamente ese exceso permanente de mano de obra desempleada que pesa sobre el mercado de trabajo e instaura la rivalidad entre asalariados. No hay ninguna otra demostración de esta teoría en El capital. Como señaló Raymond Aron, Marx no consigue probar de forma convincente que los ingresos de los trabajadores deban disminuir a medida que aumenta la fuerza productiva 39. Sin embargo, demostró que el salario equivalía a la cantidad de bienes necesarios para la vida del obrero y de su familia, un mínimo vital que varía dependiendo de las sociedades en función de criterios que se tienen en cuenta en las evaluaciones sociales. Marx habría podido deducir por su cuenta que el nivel de vida considerado como mínimo vital tiene que aumentar en función de los progresos de la producción, lo que corresponde por otra parte con lo que ha sucedido efectivamente desde el siglo xix. Por otra parte, Marx subrayó que la tasa de explotación permanece constante en los distintos periodos. Sin embargo, el aumento de la productividad y la reducción de la jornada de trabajo sólo pueden conducir a una disminución del nivel de vida necesario si la tasa de explotación aumenta simultáneamente. Dicho esto, aunque la teoría de la pauperización haya sido desmentida por el hecho histórico del aumento del nivel de vida del obrero, Marx consiguió demostrar que el modo de producción capitalista que se basa en el recurso permanente a la mecanización tiende a llevar al paro a una parte de los obreros empleados, en una proporción que varía según los ciclos industriales. Sin protección, los asalariados des-

NACIMIENTO DE UNA SOCIOLOGÍA DE LA POBREZA

49

pedidos son sometidos a un verdadero proceso de pauperización que vale, si no para el conjunto de los asalariados , al menos para ellos. En resumidas cuentas, aunque tanto Tocqueville como Marx fueron sensibles al nacimiento y desarrollo de las clases indigentes en el curso de este periodo de pauperismo, sus análisis sólo coinciden en parte: mientras que el primero hacía hincapié en las consecuencias sociales y políticas de la dependencia de esta clase respecto a la colectividad, el segundo buscó el significado económico y el origen de este fenómeno en las relaciones de dominación derivadas de la revolución industrial. Ambos comprendieron la importancia del proceso por el que una parte importante de la población era permanentemente relegada a una situación vulnerable y desvalorizadora, pero no lo interpretaron de la misma forma. Para Tocqueville, la miseria que se desarrolla está vinculada inevitablemente al proceso de civilización que condena a una parte de sus miembros a una situación de inferioridad y dependencia y que corre el riesgo de- cuestionar la misma idea de democracia, mientras que para Marx es ante todo el resultado de la acumulación capitalista basada en la desigualdad fundamental de la propiedad y de la explotación sin límite de la clase obrera por los propietarios de los medios de producción. En realidad, estas dos interpretaciones sólo se oponen en apariencia. Son incluso, al menos en parte, complementarias. Si a Tocqueville le falta un análisis de los fundamentos económicos y de las relaciones de producción del desarrollo del capitalismo, a Marx le falta una visión completa de los efectos a largo plazo de la dependencia creciente de los pobres respecto a los poderes públicos y de la obligación que se dan estos últimos de ayudarlos en nombre de los principios de la democracia y la ciudadanía. Mientras que Tocqueville pasa casi de puntillas sobre la cuestión de la explotación de los obreros subestimando la lógica económica de la reproducción de las desigualdades, Marx no ve en la caridad legal más que una cuestión de deducción de la plusvalía general sin mayor consecuencia para los fundamentos políticos de las sociedades modernas. Dicho de otra forma, ambos abordan la cuestión del pauperismo sin conseguir integrar el hecho económico y social de la explotación de los trabajadores y el hecho político de la asistencia a los pobres como premisa del desarrollo del Estado de bienestar moderno. Recordemos que en el siglo xix la naciente sociología de la pobreza se explicaba desde esta doble perspectiva -que por otra parte no se redu-

50

FUNDAMENTOS

ce a los dos autores aquí analizados, aunque ambos tengan un papel fundamental-, que traduce no una voluntad de analizar la pobreza como tal, sino la ambición de interpretar la cuestión social de la época en su totalidad y, al mismo tiempo, el devenir de las sociedades modernas.

La aportación determinante de Simmel El texto dedicado por Georg Simmel a la sociología de la pobreza fue publicado en 1907 y reeditado en el monumental volumen que el autor consagró a su Sociología en 1908 40. Presenta distintos puntos de interés. En primer lugar, aclara los problemas de la definición de la pobreza y permite comprender los modos de constitución de la categoría de pobres y los vínculos que la unen a la sociedad entendida como un todo 41. El enfoque constructivista de Simmel es riguroso y heurísticamente fecundo: rompe con todo tipo de idea naturalista o sustancialista todavía en boga en los debates científicos y políticos actuales y arraigadas profundamente en la sociología espontánea. Si podemos considerar a Marx y Tocqueville como precursores de la sociología de la pobreza, Simmel es sin duda su fundador. Su texto abre perspectivas de teoría sociohistórica de los modos de regulación social. Simmel aborda en ella las cuestiones de la asistencia y las analiza en función de la evolución de las sociedades europeas. Con ese texto la sociología de la pobreza no se reduce a un campo específico de la sociología, sino que por el contrario remite a las cuestiones fundamentales sobre el vínculo social y pretende deducir propuestas teóricas de carácter general. Simmel intenta, por otra parte, contribuir a una teoría general de la sociedad a través del análisis de objetos empíricos diversos y aparentemente marginales. Este texto tuvo mucha influencia en la sociología americana. Inspiró trabajos sobre la marginación como los de Robert Park. El concepto teórico de «el hombre marginal», retomado a continuación por Stonequist 42, está efectivamente muy cerca del marco analítico propuesto por Simmel para estudiar, más allá de la cuestión de la pobreza, fenómenos a primera vista sin relación directa con ella como la criminalidad, la condición de extranjero o la prostitución. También podemos encontrar en los trabajos de Herbert J. Gans sobre las funciones de la pobreza en

NACIMIENTO DE UNA SOCIOLOGÍA DE LA POBREZA

51

Estados Unidos 43, cercanos a la teoría de Robert K. Merton, una prolongación del análisis de Simmel.

La pobreza como objeto sociológico su¡ géneris El lector se sentirá un poco desconcertado con las primeras páginas del texto de Simmel si espera encontrar en ellas un análisis de las condiciones de vida de las poblaciones desfavorecidas en la onda de los observadores sociales del siglo xix. El texto de Simmel es, ante todo, teórico: El hecho de que alguien sea pobre no significa todavía que pertenezca a la categoría de los «pobres». Puede ser un pobre comerciante, un pobre artista o un pobre empleado, pero sigue estando en una categoría definida por una actividad específica o un cargo.

Y añade: Es a partir del momento en que reciben asistencia, incluso cuando su situación pudiera normalmente dar derecho a la asistencia, aunque no se haya otorgado aún, cuando se vuelven parte de un grupo caracterizado por la pobreza. Este grupo no permanece unido por la interacción entre sus miembros, sino por la actitud colectiva que la sociedad como totalidad adopta frente a él 44.

De forma aún más explícita, subraya: En términos sociológicos, la pobreza no aparece en primer lugar, seguida de la asistencia -éste es más bien el destino en su forma personal-, sino que es pobre el que recibe asistencia o el que debería recibirla en determinada situación sociológica, aunque por suerte es posible que no la reciba. La afirmación sociodemocrática según la cual el proletario moderno es definitivamente pobre, pero no un hombre pobre, coincide con esta interpretación. Los pobres, como categoría social, no son los que sufren carencias y privaciones específicas, sino los que reciben auxilio o deberían recibirlo según las normas sociales. En consecuencia, la pobreza no puede, en este sentido, definirse como un estado cuantitativo en sí mismo, sino en relación con la reacción social que resulta de una situación específica 41

52

FUNDAMENTOS

Simmel profundiza en la intuición de Tocqueville. Este enfoque de la pobreza puede parecer insuficiente. Algunos subrayan efectivamente que esta pobreza institucional es sólo una dimensión de la pobreza porque no tiene en cuenta la miseria no declarada, la que se vive en silencio lejos de los organismos asistenciales, con frecuencia por miedo al deshonor social pero también por desconocimiento de los derechos a los que pueden aspirar los más desfavorecidos. Ya en el siglo anterior Eugéne Buret subrayaba que el enfoque de la pobreza por la asistencia le parecía imperfecto: En cada nación civilizada hay una miseria oficial, la que pretende aliviar la caridad pública y que nos será fácil conocer. Podemos saber cuántas personas más o menos han reclamado auxilio, cuántas lo han obtenido, cuántos desgraciados han admitido los hospitales y los hospicios. Estas cifras seguramente no nos harán conocer ni mucho menos el grado y la extensión de la verdadera indigencia, pero nos podrán servir como termómetro para medir la miseria real y latente de cada país. Este análisis le lleva incluso a la siguiente constatación incierta: «La pobreza se parece al calor: la que no se manifiesta de forma sensible es muy superior a la que se muestra hacia fuera, cuya presencia detectan nuestros instrumentos y estadísticas» 46

Pero la pobreza, tal como la entiende Simmel, no es sólo relativa, sino que está construida socialmente. Su sentido es el que le da la sociedad. Esta definición estaba implícita en Tocqueville y Marx. Simmel le da todo su alcance teórico al final de su texto. Su análisis se articula alrededor de una idea fundamental: los pobres así definidos no están fuera sino dentro de la sociedad. Ocupan realmente una posición concreta por el hecho de estar en una situación de dependencia respecto a la colectividad que los reconoce como tales y se encarga de ellos, pero están, subraya Simmel, estrechamente ligados a los objetivos de ésta. Son un elemento que pertenece de forma orgánica a un todo. Para explicar esta situación concreta Simmel pone el ejemplo del extranjero -al que volverá en otro ensayo publicado sobre la misma época. Éste está, como los pobres, materialmente fuera del grupo en el que reside. Esta forma de exclusión no sólo es relativa sino que indica sobre todo, por sí misma, relaciones de interdependencia entre las partes constitutivas de una amplia estructura social. Se trata de un modo particular de inte-

NACIMIENTO DE UNA SOCIOLOGÍA DE LA POBREZA

53

racción que une al extranjero, al igual que a los pobres, al conjunto dentro de una entidad mayor: La exclusión singular a la que la comunidad somete a los pobres a los que asiste es característica de la función que cumplen en la sociedad, como miembros de ésta en una situación especial`.

Puesto que los pobres dependen de la colectividad, se les designa a menudo, todavía hoy, como «excedentes», «inútiles para el mundo». Se sobreentiende que, si no existieran, la sociedad iría mejor puesto que en cierto modo se libraría del peso de la asistencia y podría dedicar aún más medios al bienestar de los demás. Estas imágenes son simplistas, por supuesto. Pensar de este modo es olvidar que la asistencia tiene un papel regulador para el conjunto del sistema social. Aunque los pobres, por el hecho de recibir ayuda, sólo puedan tener un estatus social desvalorizado que los descalifica, siguen a pesar de todo siendo miembros de la sociedad de la que forman, por así decir, el último estrato. A partir del momento en que el individuo pertenece a este todo, se encuentra situado de golpe en el punto final de la acción y no fuera de ésta. Si ellos (los pobres) técnicamente sólo son objetos ínfimos, en un sentido sociológico más amplio son sujetos que, como todos los demás, constituyen, por una parte, una realidad social y, por otra, se sitúan más allá de la unidad suprapersonal y abstracta de la sociedad".

Para él, la relación entre la colectividad y sus pobres o sus extranjeros contribuye a la formación de la sociedad en un sentido formal, al igual que la relación entre la colectividad y cualquier otra categoría social. Los extranjeros y los pobres no constituyen organismos aislados. Aunque puedan ser mantenidos respecto a otros grupos, se enfrentan a ellos como al grupo más amplio que representa la colectividad en su conjunto. Pero el hecho de enfrentarse implica además una relación concreta que arrastra al extranjero hacia la vida de grupo como uno de sus elementos. De este modo, la persona pobre se mantiene sin duda fuera del grupo, en la medida en que no es sino un objeto inferior de las acciones de la colectividad; pero, en ese caso, estar fuera no es en resumidas cuentas sino una forma específica de estar dentro 49.

54

FUNDAMENTOS

Dicho de otra forma, la asistencia es una parte de la organización del todo, al que pertenecen los pobres al igual que los terratenientes y las demás capas sociales. Simmel saca la conclusión de que «la colectividad de la que forma parte el pobre entra en relación con él enfrentándose, tratándolo como un objeto»50. Ante todo se propone comprender las formas sociohistóricas de la red de interdependencias entre los pobres y el resto de la sociedad en una configuración amplia que puede ser una nación entera en una fase concreta de su desarrollo. Para él, lo sociológicamente pertinente no es la pobreza ni la entidad social de los pobres como tal, sino las formas sociales institucionales que adoptan en una sociedad determinada en un momento concreto de su historia. Esta sociología de la pobreza es en realidad una sociología de las relaciones sociales. Simmel ofrece en este texto un marco histórico que podemos comparar a las teorías de las configuraciones sociales de Norbert Elias. La pobreza, tal como la define Simmel, constituye, efectivamente, un punto de aplicación casi perfecto. Podemos ver en la relación con los pobres, a través del principio de asistencia, la expresión de tensiones, posibles desequilibrios, incluso de rupturas que afectan y amenazan al sistema social en su conjunto, pero al mismo tiempo un modo de regulación que atenúa los efectos y favorece las interdependencias de los individuos y los grupos, aunque éstas se basen en relaciones desiguales y a veces conflictivas. Por otra parte, y aunque Simmel no aborda directamente en este texto las experiencias vividas de la pobreza, su análisis le lleva, lógicamente, a presentar una de las dimensiones fundamentales de la situación de los pobres que deriva de la relación de asistencia. Cuando la colectividad combate la pobreza y la considera intolerable, su estatus social se devalúa y estigmatiza. Los pobres se ven más o menos obligados a vivir su situación en aislamiento. Intentan disimular la inferioridad de su situación en su entorno y mantienen relaciones distantes con los que tienen una situación similar. La humillación les impide desarrollar cualquier sentimiento de pertenencia a una clase social. La categoría social a la que pertenecen es heterogénea, lo que aumenta aún más el riesgo de aislamiento de sus miembros. El grupo social de los pobres constituye en la sociedad moderna, en su opinión, una «síntesis sociológica única».

NACIMIENTO DE UNA SOCIOLOGtA DE LA POBREZA

55

En lo que se refiere a su significado y su puesto en el cuerpo social, posee una gran homogeneidad; pero en cuanto a la descalificación individual de sus elementos, carece de ella completamente. Es un fin común a los destinos más variados, un océano en el que unas vidas, procedentes de las capas sociales más diversas, flotan juntas. Ningún cambio, ningún desarrollo, ninguna polarización o ruptura de la vida social ocurre sin dejar su huella en la clase pobre. Lo más terrible de la pobreza es que haya seres humanos que, en su posición social, sean pobres y nada más que pobres 51.

Este análisis de la heterogeneidad de los pobres se hace aún hoy en día. Los trabajos realizados en Francia entre los receptores del ingreso mínimo de inserción y en otros países europeos entre las poblaciones que reciben asistencia 52 han llegado a conclusiones similares. El recurso a la asistencia en un contexto económico marcado por un fuerte deterioro del mercado de trabajo y un debilitamiento de las relaciones sociales se traduce en una mayor diversificación de los pobres, puesto que estos últimos, procedentes de categorías sociales diversas, pasan por la experiencia de un proceso de descalificación social que les arroja fuera del mundo del trabajo a la esfera de la inactividad y la dependencia, donde se asimilan a otros pobres que han tenido trayectorias diferentes.

La función social de la relación de asistencia Más allá del interés de este texto por constituir el marco analítico para pensar en términos sociológicos sobre la cuestión de la pobreza en las sociedades modernas, encontramos igualmente varios elementos de reflexión sobre la relación de asistencia y su función social. Simmel cita el caso de Gran Bretaña y Francia, pero se basa sobre todo en la situación de la asistencia en Alemania. Cita la ley sobre los pobres de Prusia en 1842 y la ley alemana de 1871. Sus referencias proceden del siglo xix, cuando el derecho a la asistencia estaba aún en pañales. El análisis de Simmel plantea la cuestión del tratamiento de la pobreza en el momento en que se institucionalizan los principios nacionales de la asistencia en la mayoría de los países europeos, paralelamente a las primeras tentativas de elaboración de un marco legislativo para los seguros sociales obligatorios. En el curso de este periodo de fuerte industrialización y de mejora de la cobertura de riesgos sociales, la asistencia se vuel-

56

FUNDAMENTOS

ve progresivamente residual. Sólo interviene al margen de la sociedad salarial, pero no por ello deja de ser indispensable para la regulación de ésta. Alemania estaba más avanzada que los demás países europeos. Mediante la legislación social pionera de Bismarck (1883-1889) 53, Alemania había establecido, efectivamente, un seguro social obligatorio contra los riesgos de accidente de trabajo, enfermedad y vejez, lo que representaba una transferencia importante de las categorías de poblaciones dependientes de la asistencia social a las categorías «de riesgo» a cargo del seguro social. No obstante, seguía habiendo una población asistida bastante considerable: a principios de siglo representaba aproximadamente el 3,4% de la población alemana. Esta población asistida pertenecía sobre todo a las categorías de población excluidas del beneficio de la seguridad social, organizada alrededor de la condición de asalariado. Se trataba sobre todo de mujeres y niños, y también de familias numerosas y monoparentales. Las personas asistidas podían aspirar a un derecho formal a la ayuda; sin embargo, no disponían de los medios legales para hacer valer tales derechos, mientras que las poblaciones de riesgo a cargo del seguro tenían un derecho de acceso garantizado por la ley. La estigmatización de las personas dependientes de la asistencia era, por otra parte, tan fuerte que perdían sus derechos cívicos (derecho al voto) y eran relegadas al estado de ciudadanos de segunda 54 Simmel hace un retrato desencantado de la beneficencia y la filantropía privada y pública, que no representan una finalidad en sí mismas, sino un medio para conseguir la cohesión de la sociedad y la garantía del vínculo social. En esta perspectiva sitúa la cuestión del interés del desinterés retomada muchas veces desde entonces. Esta perspectiva sociológica sobre las políticas sociales y sus funciones explícitas e implícitas, transparentes y ocultas era por otra parte bastante característica de la experiencia alemana de la época y parecía traducir las características sociohistóricas del nacimiento del Estado social en Alemania Ss Simmel analiza el principio de asistencia como una relación sociológica de base en la que examina sus diferentes elementos. De ellos retiene tres. En primer lugar, la asistencia es personal y sólo abarca necesidades particulares. Se distingue pues de otras instituciones que están al servicio del bienestar social y de la seguridad del conjunto de la población. Su objetivo es en principio sólo una franja de la población constituida por individuos aislados, contrariamente al seguro social

NACIMIENTO DE UNA SOCIOLOGÍA DE LA POBREZA

57

obligatorio, que abarca el conjunto de riesgos que corren los asalariados y sus familias. En segundo lugar, se dedica a satisfacer más al donante que al receptor. El carácter fiduciario del altruismo 56 que podemos identificar fácilmente en las formas antiguas y contemporáneas de la beneficencia privada puede aplicarse igualmente a la relación de asistencia cuando se basa en la intervención de toda la sociedad hacia una fracción de sus miembros. La asistencia, en efecto, se concede por el interés de la colectividad ante todo. Simmel toma el ejemplo de la familia y los sindicatos para ilustrarlo. Incluso en una familia se producen numerosos gestos de asistencia no por el bien del receptor, sino para que la familia no sea importunada y su reputación resulte manchada a causa de la pobreza de uno de sus miembros. La ayuda proporcionada por los sindicatos británicos a sus miembros sin trabajo no tiene por objeto aliviar la situación personal del receptor, sino impedir que los parados, por necesidad, busquen trabajo en otra parte por poco dinero, lo que daría lugar a salarios más bajos en todo el sector 17»

Los intereses de un país para asistir a sus pobres son diversos. La función de la asistencia es, en este caso, rehabilitar su actividad económica, hacerlos más productivos, preservar su energía física, reducir el peligro de degeneración de su progenitura y, por último, impedir que sus impulsos les lleven al uso de medios violentos con el fin de enriquecerse. De este modo, nos dice Simmel, «la colectividad recupera indirectamente los frutos de su donación» 58.

Por último, la asistencia es por definición conservadora. La asistencia es un factor de equilibrio y cohesión de la sociedad. Como vemos, Simmel, heredero de la filosofía nietzscheana, no reduce el fenómeno de la asistencia a su dimensión filantrópica o «humanitaria». Su enfoque macrosociológico le lleva, por el contrario, a subrayar el utilitarismo primario de la sociedad, puesto que la asistencia a los pobres es un medio para garantizar su autoprotección y su autodefensa. Si tenemos en cuenta este significado de la asistencia a los pobres, parece claro que el hecho de quitar a los ricos para dar a los pobres no tiene como objeto igualar la posición individual , ni tampoco, ni siquiera en su orientación, suprimir la diferencia social entre ricos y pobres. Al contrario, la

58

FUNDAMENTOS

asistencia se basa en la estructura social, cualquiera que ésta sea; está en contradicción total con cualquier aspiración socialista o comunista, que aboliría dicha estructura social. El objetivo de la asistencia es precisamente mitigar algunas manifestaciones extremas de diferencia social para que la estructura social pueda continuar apoyándose en esta diferenciación. Este razonamiento lleva a esta conclusión, a un tiempo trágica y realista: Si la asistencia debe basarse en los intereses de los pobres, en principio no habría ninguna limitación en cuanto a la transmisión de propiedades en favor de los pobres, una transmisión que llevaría a la igualdad de todos. Pero, puesto que este objetivo es el todo social -los círculos políticos, familiares o sociológicamente determinados-, no hay ningún motivo para ayudar a los pobres más allá de lo que requiere el mantenimiento del statu quo social 59.

Este enfoque funcionalista de la asistencia, que podríamos calificar de sistémico, se basa en una idea crítica del derecho a la asistencia. Simmel observa que el Estado se refiere al principio de la obligación de auxiliar a los pobres 60, pero, en su opinión, esta obligación no se traduce en un verdadero derecho para los pobres, puesto que estos últimos no tienen ningún recurso posible cuando se les deniega la asistencia. Pueden recibir asistencia, pero no reivindicarla. Esta crítica es, sin embargo, menos justa hoy que a principios de siglo. En la mayoría de las legislaciones sociales vigentes en Europa se han establecido procedimientos de recurso que son utilizados especialmente en aquellos países en los que la interpretación del derecho a la asistencia se deja a la apreciación subjetiva de los asistentes sociales. En los países en los que el acceso al derecho se basa en principios administrativos idénticos para todos, el margen de autonomía de los profesionales de lo social es más escaso, y los casos de recursos, menos numerosos. Sin embargo, siempre podemos preguntarnos sobre los procedimientos previstos por la ley, ya que se necesita una cultura jurídica y una aptitud para la protesta de las que carecen a menudo los pobres. Entre éstos, muchos se sienten tan humillados por tener que solicitar ayuda que prefieren renunciar a plantear un recurso en caso de denegación. Por otra parte, este derecho a la asistencia no es inamovible e incondicional. Por referencia a este principio, que procede de los derechos del hombre, la sociedad y el Estado deben actuar, pero son libres de cir-

NACIMIENTO DE UNA SOCIOLOGÍA DE LA POBREZA

59

cunscribir como quieran esta obligación dentro de los límites que se consideren compatibles con los recursos económicos y las demás orientaciones políticas . Un gobierno podría muy bien aprobar una ley que cuestionara toda o parte de una ley en favor de los pobres considerando, por ejemplo, que ésta es muy onerosa y penalizadora para la economía o que crea efectos perversos al sustituir la solidaridad familiar. En un periodo en el que el número de personas asistidas aumenta considerablemente, el equilibrio de la relación entre pobres y el resto de la sociedad se ve amenazado . El derecho a la asistencia puede limitarse , y reglamentarse más el acceso a él. Simmel muestra, por ejemplo, que el Estado pretende limitar su deber de asistencia refiriéndose al principio de obligación de prestar alimentos inscrito en el Código Civil, con el posible riesgo de sobrepasar el límite que podría exigirse desde el punto de vista moral individual . Incluso los padres con ingresos precarios deben hacerse cargo de sus hijos y viceversa aunque tengan dificultades. Sólo en caso de carencia absoluta, debe intervenir la colectividad. Esta competencia entre derecho civil y derecho social en el ámbito de las políticas de lucha contra la pobreza no es de ningún modo ocasional y arbitraria, sino sistemática y constituyente . Desde la implantación histórica de los códigos modernos , entre los que el Código Civil francés representa el modelo paradigmático , la obligación de proporcionar alimentos desempeña el papel de piedra angular del edificio familiar moderno , lo que convierte los vínculos familiares en indisolubles «en la riqueza y en la pobreza» y constituye así la base de la solidaridad en las sociedades industriales . La cuestión social, tal como se manifestó bajo la forma de pauperismo en el siglo pasado , mostró sin embargo las limitaciones de esta idea privatista de la solidaridad: la pobreza material de los más desfavorecidos va acompañada , efectivamente , de una extremada precariedad de sus situaciones familiares , lo que hace difícil, por no decir imposible , el sostenimiento de sus allegados. Para compensar los fallos de una protección social insuficiente frente a los riesgos sociales, el Estado moderno ha adquirido cada vez más la imagen de un Estado social . La relación social con la pobreza es, al mismo tiempo, un «asunto familiar» y una «cuestión de Estado». De acuerdo con el espíritu de las leyes sociales modernas, la solidaridad nacional sería secundaria respecto a la solidaridad familiar y no debería intervenir sino cuando esta última fallara , pero, en la práctica, las relaciones entre estos

60

FUNDAMENTOS

dos principios se muestran menos claras. Los distintos códigos de derecho social contienen muchos ejemplos de trasgresión del principio jurídico y sociopolítico de subsidiaridad. El uso flexible y un poco arbitrario de este principio permite a los gobiernos adaptar sus políticas de lucha contra la pobreza a las condiciones coyunturales. No es por casualidad que estos últimos redescubran y revaloricen la idea de subsidiaridad en periodos de restricciones presupuestarias y que pretendan justificar la reducción de los programas sociales en nombre de los principios morales de la solidaridad familiar, como demuestran eslóganes tales como «responsabilizar a las familias» o «to empower people». Simmel, por su parte, delimitó muy bien el desafío primordial que representa el principio de obligación de proporcionar alimentos en la gestión colectiva de la pobreza y llegó a avanzar la idea radical según la cual este principio encontraría su razón de ser histórica propiamente dicha en la voluntad de los gobiernos de delimitar el gasto público. El análisis crítico de Simmel respecto a la asistencia es sensiblemente distinto del de Tocqueville. Cuando aborda la cuestión de la asistencia privada, reconoce también que puede ser desinteresada, pero no intenta, como Tocqueville, demostrar su superioridad respecto a la asistencia pública. Los donantes intentan hacer valer en su entorno su muestra de generosidad. Dar a los pobres es ciertamente una decisión individual, pero sólo puede comprenderse si se relaciona con la interacción social que la caracteriza y motiva. El donante no actúa solo. Su acción se desarrolla en relación con otras personas u otros donantes. Dentro de una comunidad determinada, pretende obtener, aunque sea indirectamente, la aprobación y el reconocimiento de los demás, lo que es fundamental para seguir actuando con un espíritu ecuánime y solidario`. El desinterés es relativo, ya que responde siempre, al menos parcialmente, a un acto interesado. Para Simmel, «a una comunidad que se encuentra actualmente junta le gusta mantener una impresión de generosidad pródiga. Únicamente cuando la voluntad particular no se muestra con tanta inmediatez, sino que debe suponerse a través de un mandatario, dicha presunción sólo puede ser la siguiente: todos quieren aportar lo menos posible». La asistencia privada, sin embargo, no permite adaptarse fácilmente a las necesidades de los más desfavorecidos. Los partidarios de la caridad pública condenaban a finales del siglo xviii sus debilidades y preconizaban un sistema más riguroso de

NACIMIENTO DE UNA SOCIOLOGIA DE LA POBREZA

61

organización del auxilio social. Para Simmel , « la desventaja de la asistencia privada radica no sólo en el factor "demasiado poco", sino además en el de "demasiado", que conduce a la pereza , explota los medios disponibles de forma económicamente improductiva y favorece arbitrariamente a unos en detrimento de los otros» 62. El análisis de Simmel no le lleva a oponer asistencia privada y asistencia pública. Pretende superar esta división haciendo hincapié en su función social complementaria: «El Estado -en Inglaterra más claramente que en otros lugares- satisface una necesidad que es visible desde el exterior; la asistencia privada responde a sus causas individuales. Pero sólo la colectividad puede cambiar las circunstancias económicas y culturales fundamentales que producen estas condiciones » 63. La asistencia privada es, por otra parte , « un hecho social , una forma sociológica que asigna a los pobres no menos resueltamente -sólo que no tan claramente a primera vista- una posición como miembro orgánico de la vida de grupo» 64. En su opinión , la asistencia pública inglesa renuncia a saber si una persona merece recibir asistencia. El taller de trabajo es un lugar tan desagradable que sólo los que realmente lo necesitan aceptan esta forma extrema de asistencia. Su complemento es la asistencia privada: «El Estado asiste a la pobreza ; la asistencia privada, a los pobres» 6s

Por último , Simmel no se conforma con definir los elementos fundamentales de la relación de asistencia . Trata asimismo de analizar su evolución . Le llama la atención el traspaso de la comunidad al Estado a la hora de encargarse de la pobreza . Antes del desarrollo del Estado de bienestar moderno era lógico que la asistencia se ejerciera a escala local, puesto que los pobres estaban integrados en una comunidad. Antes de empobrecerse y de recibir asistencia pudieron contribuir, de alguna forma, al desarrollo de su pueblo , que en correspondencia les debía reconocimiento y protección . El desarrollo económico y las necesidades de movilidad fueron alterando poco a poco este equilibrio. Simmel concluye que desde entonces «el Estado entero debe considerarse como el terminus a quo y ad quem de todas las prestaciones» 66. «Si la ley permite a todo el mundo elegir su lugar de residencia, entonces la comunidad pierde una relación integrada con sus habitantes . Si ya no existe el derecho a denegar la residencia a miembros indeseables , no podemos exigir a la comunidad que se establezca una relación justa y solidaria en-

62

FUNDAMENTOS

tre ella y el individuo .» Por esto los pobres constituyen desde entonces una entidad dentro de otra aún mayor. Su posición en la estructura social viene determinada en parte por la relación que el Estado mantiene con ellos a través de las leyes sociales, por supuesto , pero además por los modos de intervención que éste establece para ayudarles. Con el Estado moderno la relación de interdependencia entre los pobres y el resto de la sociedad se vuelve más compleja . Supera la estructura social local y se despliega en una configuración nacional . La centralización de la asistencia tiene como efecto , dice Simmel , pasar de la visibilidad inmediata de los pobres a la visibilidad de estos últimos a través del concepto general y más abstracto de pobreza. Por este motivo las transformaciones históricas de larga duración de la relación social con la pobreza reflejan la lógica evolutiva de las sociedades occidentales actualizada fundamentalmente por Norbert Elias, cuya obra sociológica contiene numerosas afinidades con la de Simmel. Esta evolución corresponde , como sabemos , a un proceso lento pero continuo de la centralización sucesiva de toda una serie de funciones y formas de regulación social, del monopolio de la violencia legítima a la gestión burocrática de las poblaciones hasta el nacimiento de un Estado social instaurado para garantizar la protección de los individuos y la cohesión social . Este proceso histórico fue acompañado de una formalización de las relaciones sociales en general y de las formas de asistencia y de solidaridad en particular, pero conviene subrayar que no fue uniforme. Se tradujo de forma específica en cada contexto nacional, hasta el punto de que aún hoy es fácil descubrir su huella teniendo en cuenta, por ejemplo , el grado de centralización política y administrativa o la relación de fuerza entre las instituciones estatales y otros tipos de actores públicos, como las asociaciones caritativas o los sindicatos. En definitiva , seguir a Simmel a través de su sociología de la pobreza equivale a profundizar en la reflexión teórica sobre los fundamentos del vínculo social por él establecidos . Las implicaciones de su reflexión superan considerablemente , al mismo tiempo que la integran, la sociología descriptiva de los pobres y de las políticas de lucha contra la pobreza. Por esta razón este texto puede constituir aún hoy una referencia para todos aquellos que, más allá de la cuestión de la pobreza, se preguntan sobre los modos de regulación de las sociedades contemporáneas.

CAPÍTULO 2

LA RELACIÓN SOCIAL CON LA POBREZA

Lo más terrible de la pobreza, constataba Simmel, es ser pobre y nada más que pobre, es decir, que la sociedad no pueda definirte más que por el hecho de ser pobre. A partir del momento en que la colectividad se hace cargo del pobre, éste ya no puede pretender otro estatus social que el de asistido, puesto que la asistencia tiene una función social determinada que hace casi inevitable esta designación. La definición sociológica de la pobreza que propone Simmel corresponde en cierto modo a un tipo ideal. El propio hecho de recibir asistencia asigna a «los pobres» una carrera concreta, altera su identidad previa y se convierte en un estigma que marca todas sus relaciones con los demás . Desde el momento en que la sociedad combate la pobreza y la considera intolerable, su estatus social sólo puede desvalorizarse. Pero si los «pobres», por el hecho de recibir asistencia, sólo pueden tener un estatus social que los descalifica, siguen siendo a pesar de todo miembros de pleno derecho de la sociedad de la que forman, por así decir, el último estrato.

Definir el tipo ideal de pobreza moderna no es, sin embargo, un fin en sí mismo. Su interés es metodológico . El tipo ideal es ante todo un

64

FUNDAMENTOS

medio de conocimiento. No podemos saber de antemano si este tipo de elaboración dará fruto o no. Sólo después de comparar la realidad con el marco ideal elaborado podremos juzgar la eficacia demostrativa de éste. La investigación consiste, efectivamente, en comprobar si hay desviaciones y en estudiarlas como tales. Tras una presentación resumida de los trabajos sobre la relación de asistencia que realicé a partir de las encuestas francesas, este capítulo elabora los fundamentos y define los factores que explican la relación social con la pobreza en las sociedades contemporáneas para desembocar en una tipología de las formas elementales de la pobreza que será objeto de comprobaciones empíricas en la segunda parte de este libro.

La pobreza asistida y sus desviaciones Dos encuestas realizadas con unos cuantos años de diferencia -una local y de carácter monográfico, otra más representativa, realizada en toda Francia- me dieron la posibilidad de poner a prueba el tipo ideal de Simmel. De estas dos encuestas complementarias es posible extraer las conclusiones que se exponen a continuación'.

La experiencia de la descalificación social Cuando se hizo la primera encuesta en Saint-Brieuc entre 1986 y 1987, es decir, ochenta años después de la publicación del texto de Simmel, el aumento del número de personas que recurrían a los servicios sociales para cubrir sus necesidades era masivo y rápido. Definir sociológicamente la pobreza a partir de la relación de asistencia parecía pues heurísticamente fecundo para constituir un objeto de estudio que se adaptaba al análisis del contexto social de fin de siglo. Esta encuesta permitió verificar que el sentido de las experiencias vividas por los «pobres» que recurrían a los servicios sociales estaba relacionado con el tipo de intervención, lo que me llevó a distinguir entre tres tipos de relación de asistencia y en total siete experiencias vividas 2. Entre los tres tipos de relación de asistencia, el que corresponde a la «dependencia» y remite al tipo de «asistidos» coincide perfectamente

LA RELACIÓN SOCIAL CON LA POBREZA

65

con la definición de Simmel . Los «asistidos » se definen , efectivamente, por una relación regular y contractual con los servicios sociales. Se denominan entonces como «casos duros » por sus supuestas dificultades para valerse por sí mismos . Pero la encuesta permitió comprobar que alrededor de este núcleo central de la condición de asistido existen al menos otros dos tipos de relación con los servicios sociales : uno, hacia arriba, se refiere a una intervención puntual que se dirige sobre todo a una población en situación de fragilidad , definida por el tipo de los «frágiles»; el otro , hacia abajo , corresponde a una infraintervención dirigida a una población más marginalizada , definida por el tipo de los «marginales », con frecuencia en situación de ruptura social, especialmente respecto a la familia y las instituciones. Así pues, la categoría de «pobres» que recurren a la asistencia parecía al mismo tiempo heteróclita y ambigua . Para la colectividad, los «pobres » constituyen una categoría perfectamente determinada , puesto que está institucionalizada por el conjunto de estructuras dispuestas para ayudarlos , pero no constituye un grupo social homogéneo desde el punto de vista de los individuos que la componen. Recurrir a la asistencia en un contexto económico marcado por una fuerte degradación del mercado del empleo se traducía, efectivamente, en una creciente diversificación de los pobres , puesto que había muchos, procedentes de distintas categorías sociales , que experimentaban un proceso de expulsión hacia la esfera de la inactividad y de la dependencia, donde se les asimilaba a otros pobres con trayectorias diferentes. Esta heterogeneidad parece aún mayor cuando el análisis distingue en cada tipo de relación de asistencia diferentes tipos de experiencias vividas, siete en total : fragilidad interiorizada, fragilidad negociada, asistencia diferida, asistencia instalada, asistencia reivindicada, marginalidad conjurada y marginalidad organizada. Esta tipología elaborada tras la encuesta tenía en cuenta la estratificación de los « pobres» en parte institucionalizada por la «clasificación » de las poblaciones efectuada por los distintos servicios de asistencia -al haber determinado cada organismo más o menos su modo de intervención en función de una o varias categorías de la población consideradas como pobres- y por el sentido que los individuos enfrentados a la necesidad de recurrir a estos servicios daban a sus experiencias. La encuesta permitió comprobar especialmente que , aunque dependan de la colectividad, los «pobres» no de-

66

FUNDAMENTOS

jan de tener capacidad de reaccionar. Aunque se les estigmatice, conservan medios para resistir al descrédito que les abruma. Cuando se reagrupan en hábitats socialmente descalificados, pueden resistir colectivamente -o quizás individualmente- a la desaprobación social intentando preservar o restaurar su legitimidad cultural y, al mismo tiempo, su inclusión social. Los resultados de esta encuesta sobre el terreno llevaron a subrayar que la pobreza corresponde, hoy en día, no tanto a un estado como a un proceso. Cualquier definición estática de la pobreza contribuye a limitar en el mismo conjunto a poblaciones cuya situación es heterogénea y a ocultar la cuestión esencial del proceso de acumulación progresiva de dificultades de los individuos o de las familias, de su origen a sus efectos más o menos a largo plazo. Para dar cuenta de este fenómeno elaboramos el concepto de descalificación social. Dicho concepto explica, efectivamente, el proceso de expulsión del mercado de trabajo de franjas cada vez más numerosas de la población y las experiencias vividas de la relación de asistencia que acompaña las diferentes fases. La descalificación social pone el acento en el carácter multidimensional, dinámico y evolutivo de la pobreza. La primera edición de La disqualification sociale es de 1991. Si tuviera que reescribir este texto habría que indicar con mayor seguridad que los tres tipos de relación con los servicios sociales corresponden a tres fases diferentes de este proceso 3. Así pues, para subrayar esta idea de proceso y disipar el malentendido que subsiste a propósito de las tipologías, que desgraciadamente muchos no diferencian de las categorías empíricas, me parecería preferible hablar de fragilidad en lugar de hablar de frágiles, de dependencia respecto a los trabajadores sociales en lugar de asistidos y de ruptura del vínculo social en lugar de marginados. Verdaderamente la tipología elaborada no era una categorización estadística conforme a estratos fijos. Su mismo principio implicaba la posibilidad de una evolución en el tiempo, un paso sucesivo por distintas fases. El análisis de las siete experiencias vividas analizadas en el texto explicaba las transformaciones de las condiciones de vida y de las identidades sociales. Sin embargo, el carácter monográfico de la encuesta de Saint-Brieuc hacía necesaria en el momento de su redacción una cierta prudencia. La cuestión del paso de un tipo a otro no podía mencionarse sino a partir de un número relativamente limitado de entrevistas

LA RELACIÓN SOCIAL CON LA POBREZA

67

en profundidad en las que los encuestados habían podido expresarse sobre sus experiencias anteriores y analizar su propia trayectoria. Este análisis retrospectivo exigía que los encuestados fueran conscientes -lo que no siempre sucedía- de la evolución de su relación con la asistencia. El material era muy limitado para hacer una demostración completamente satisfactoria. Por otra parte, no me era posible demostrar que las formas de pobreza estudiadas en esta ciudad pudieran generalizarse al resto de Francia. Los trabajos posteriores fueron los que permitieron consolidar este enfoque y, al mismo tiempo, enriquecer el concepto de descalificación social.

Valor en el mercado de trabajo e intensidad de los vínculos sociales La encuesta longitudinal entre los perceptores del RMI realizada entre 1990 y 1991 por el Centro de estudio de ingresos y costes permitió verificar a gran escala la tipología elaborada en Saint-Brieuc y analizar al mismo tiempo los cambios de esta población. Se trataba de una encuesta mediante cuestionario, en tres oleadas sucesivas, realizada en nueve departamentos entre 2.000 perceptores del RMI. Tras la primera oleada de esta encuesta se diferenciaron tres tipos de perceptores del subsidio en función de su relación con el mercado de trabajo y la intensidad de sus vínculos sociales. Los perceptores próximos al tipo 1 participaban de forma incierta en la vida económica y social. Sus dificultades se explicaban por la cualificación profesional incompleta o inadaptada al mercado de trabajo. Sin embargo, no habían perdido la esperanza de encontrar o de acceder a un empleo estable. Las relaciones que mantenían con la ANPE (Agencia nacional de empleo) o con los organismos de inserción profesional les permitían conservar algún vínculo social , pero se comprobaba un debilitamiento de la sociabilidad y una tendencia a encerrarse en ellos mismos. Los perceptores próximos al tipo 2 no podían aspirar a un empleo estable, al menos en el sector competitivo de la economía, por su edad, su mala salud o su falta de experiencia profesional. Sin embargo, no estaban en una situación de completa desocialización porque se resistían a la prueba de desclasificación social movilizando los recursos de su entorno (trabajo negro, utilización racional de los servicios sociales , etc.). Las relaciones sociales

68

FUNDAMENTOS

y familiares a menudo estaban bastante reducidas, pero tenían aún en este caso un papel no despreciable en la organización de la vida cotidiana. Por último, los perceptores próximos al tipo 3 no sólo no podían acceder a un empleo, a menos a corto plazo, sino que habían perdido cualquier vínculo social o familiar. Los vagabundos y sin domicilio fijo se aproximaban a este tipo. Cada tipo de perceptor mantenía una relación específica con los servicios sociales. El primero tenía una actitud de distanciamiento respecto a la asistencia; el segundo recibía asistencia regular de los trabajadores sociales y podía firmar más rápidamente que los otros un contrato de inserción; por último, el tercero, más alejado de las instituciones en general y más desconfiado respecto a ellas, solía quedarse en la periferia del sistema de asistencia social. La encuesta confirmaba que estos tres tipos de perceptores se correspondían con los tres tipos de relación con la asistencia, que eran parecidos, si no idénticos, a los que había estudiado durante la encuesta monográfica realizada en Saint-Brieuc. Era posible deducir que el proceso de descalificación social afectaba a tipos de población que encontrábamos, en proporciones variables, tanto en el medio rural como en el urbano, en grandes ciudades y en las ciudades provincianas de tamaño medio. Las conclusiones de la primera encuesta podían extenderse pues a toda Francia. A pesar de todo, hay una diferencia entre el método utilizado para elaborar la tipología de La disqualification sociale y la obtenida en la encuesta sobre el RMI. En la primera, el sentido de las experiencias vividas por los «pobres» que recurrían a los servicios sociales se explicaba por el tipo de intervención del que eran objeto. En la segunda, el objetivo era comprobar este resultado a una escala mayor, pero además explicar no sólo el sentido de la relación con la asistencia, sino los factores estructurales de esta relación. Estos factores, que eran el valor en el mercado de trabajo y la intensidad de los vínculos sociales, no se planteaban como tales en la primera tipología; aparecían en la descripción pero no constituían, contrariamente a la segunda, un principio de elaboración de ésta. La combinación lógica de estos dos factores es la que da, a título de hipótesis inicial, la tipología de los perceptores del RMI, como se comprobó empíricamente por el tratamiento cuantitativo de los datos, en particular por el análisis factorial de correspondencias múltiples 4. Si estas dos tipologías se superponen es porque

LA RELACIÓN SOCIAL CON LA POBREZA

69

podemos observar una continuidad en el razonamiento y en la realidad. Se trata en cierto modo de una superposición de factores explicativos: • el tipo de intervención social de la que son objeto los «pobres» permite explicar la relación que mantienen con los servicios sociales y el sentido que dan a sus experiencias (búsqueda de empleo y relaciones con los trabajadores sociales) (I.a tipología); • la combinación de los dos factores «valor en el mercado de trabajo» e «intensidad de los vínculos sociales» permite explicar el tipo de intervención a la que se somete a los «pobres» y, por extensión, la relación que mantienen con los servicios sociales, el sentido que dan a sus experiencias e incluso analizar sus trayectorias en el dispositivo del RMI (2.a tipología). La encuesta entre los perceptores del RMI, puesto que era longitudinal, permitió igualmente profundizar en el conocimiento del proceso de descalificación social. Era posible profundizar en la explicación y, en concreto, pasar del análisis en términos de tipos de relación con la asistencia a un análisis de las condiciones del paso de una fase a otra de dicho proceso. Por este motivo, como he señalado anteriormente, prefiero hablar en la actualidad de fragilidad, de dependencia respecto a los asistentes sociales en lugar de asistidos y de ruptura con el vínculo social en lugar de marginales. La fragilidad corresponde al aprendizaje de la descalificación social. Las personas desclasadas tras un fracaso profesional o que no consiguen acceder a un trabajo adquieren progresivamente conciencia de la distancia que las separa de la mayoría de la población. Tienen la sensación de que todo el mundo puede ver el fracaso que les angustia. Suponen que todos sus comportamientos diarios se interpretan como signos de inferioridad de su estatus, es decir, de una incapacidad social. Cuando los parados explican en público los motivos de sus problemas, tienen la impresión de que se les considera «apestados». Cuando viven en barrios de mala reputación, prefieren disimular porque se sienten humillados si se les compara con gente cuyo descrédito conocen. Cuando se ven obligados a pedir ayuda a la asistencia social, la inferioridad que supone esta situación les resulta insoportable. Prefieren mantener las distancias respecto a los trabajadores sociales. Consideran la entrada en la

70

FUNDAMENTOS

red de asistencia social como una renuncia a un estatus social « de verdad» y la pérdida progresiva de dignidad . Estas personas creen que no han perdido todas las oportunidades de encontrar trabajo. Van regularmente a la oficina de empleo y leen las ofertas de los periódicos. Cuando perciben el RMI, quieren salir lo antes posible de esa situación. El RMI supone para ellos una ayuda transitoria que consideran una forma de indemnización por desempleo . Piensan que la integración social se basa en la actividad profesional y creen que el RMI puede atraparles en la asistencia. Son conscientes del peligro que supone acostumbrarse progresivamente a la inactividad y temen dejarse atrapar en la trampa de la renuncia total a la identidad profesional . La encuesta nos permitió constatar que estos perceptores del RMI han interiorizado el juicio moral al que se somete a los «aprovechados » de la asistencia . De hecho, en su opinión es inútil firmar un contrato de inserción que sólo consagraría los vínculos con el mundo de los trabajadores sociales y su dependencia de ellos. Prefieren buscar un empleo por su cuenta. Es sorprendente comprobar que, cuando lo encuentran , refuerzan al mismo tiempo su sociabilidad familiar. La fragilidad puede llevar a la fase de dependencia de los trabajadores sociales debido a la precariedad profesional , especialmente cuando ésta se prolonga y supone una disminución de los ingresos y un deterioro de las condiciones de vida que pueden compensarse en parte con las ayudas sociales . La dependencia es, efectivamente, la fase en la que los servicios sociales se hacen cargo de forma habitual de las dificultades. La mayoría de las personas a las que afecta han renunciado a ejercer una profesión . Si se descartan los casos en los que la asistencia está justificada por incapacidad física o mental o por invalidez, siempre es después de una fase más o menos larga de desánimo y de dejadez cuando las personas que han sufrido un cambio a una categoría inferior acuden a los asistentes sociales. Aceptan la idea de depender y mantener relaciones regulares con los servicios de asistencia social para obtener una garantía de ingresos y ayudas diversas puesto que les resulta imposible hacer otra cosa. Mientras esperaban encontrar un trabajo , adoptaban una actitud de distanciamiento respecto a los agentes encargados de ayudarles . Pero, después de muchos intentos vanos, después de hacer distintos cursos de formación sin éxito , comprueban que su esperanza de integrarse verdaderamente en el mundo del trabajo es casi nula.

LA RELACIÓN SOCIAL CON LA POBREZA

71

Muchos perceptores del RMI en situación de fragilidad que buscaban un empleo al principio de la encuesta citada declaraban un año más tarde que tenían problemas de salud que les impedían trabajar. Este deterioro de la salud, que también podemos interpretar como una justificación de numerosas dificultades, traduce en sí mismo la entrada en la fase de dependencia. Hemos podido comprobar que las personas que han tenido una evolución similar a menudo se han puesto en contacto con los trabajadores sociales y han firmado contratos de inserción. Sólo les falta aceptar las limitaciones del estatus de asistido. Comienza entonces otra carrera en el curso de la cual su personalidad se transforma rápidamente. Aprenden los roles sociales correspondientes a las expectativas concretas de los asistentes sociales. A partir de ese momento comienzan a justificar y racionalizar la asistencia de la que se benefician. Algunos padres explican que reciben asistencia, no para ellos mismos, sino para sus hijos. La aceptación del estatus de asistido se corresponde en este caso con la dedicación total del ama de casa que desea colmar de bondad a su progenitura. Otros se apoyan en la crisis económica para reinterpretar la asistencia en términos de derechos sociales permanentes aunque, en realidad, algunas ayudas se den de forma temporal y con muchas condiciones. Este modo de integración permite conservar los vínculos sociales. Los que experimentan la dependencia buscan compensaciones a sus fracasos intentando hacer valer su identidad parental, su capacidad para mantener su hogar, para ejercer diversas actividades en su vecindario (ayuda mutua, pequeños trabajos solidarios, etc.). Las relaciones que mantienen con los trabajadores sociales pueden ser cordiales en la medida en que intentan cooperar con ellos. El asistente social puede convertirse en algunos casos en confidente, aquel que comprende y busca soluciones adecuadas. Sin embargo, el estatus de asistido a menudo da lugar a frustraciones. La subvención siempre es insuficiente para hacer frente a los gastos de vivienda, de alimentación, educación y actividades de los hijos. Las familias que reciben asistencia suelen estar endeudadas 5. A esta fase de dependencia puede seguir otra caracterizada por la ruptura del vínculo social, en particular cuando las ayudas cesan y las personas se enfrentan a una serie de desventajas. Pueden salir de la última red de la protección social y conocer situaciones cada vez más marginales en las que la miseria es sinónimo de desocialización. Los que

72

FUNDAMENTOS

experimentan la ruptura conocen, realmente, múltiples problemas: alejamiento del mercado de trabajo, problemas de salud, falta de vivienda, pérdida de contacto con la familia, etc. Se trata de la última fase del proceso, el producto de una acumulación de fracasos que conduce a una gran marginalización. Al no tener esperanzas reales de salir de esa situación, estas personas tienen la sensación de que son inútiles para la sociedad. Han perdido el sentido de su vida. Buscan a menudo en la bebida la compensación de su desgracia o sus fracasos. Los trabajadores sociales que intentan reinsertarlos subrayan que el mayor problema con el que se encuentran es el alcohol o las drogas. Entre esta población encontramos personas golpeadas por rupturas sociales graves en su vida profesional y para las que la «caída» ha sido brutal y dura, pero también jóvenes en situación de desamparo físico y moral. Algunos han pasado muy rápidamente de la fase de fragilidad a la última fase del proceso de descalificación social sin ni siquiera haber conocido la dependencia respecto a los servicios sociales. El motivo principal de esta marginalización precoz es la ausencia de relaciones estables con su familia. Para los que encuentran muchas dificultades en insertarse en la vida profesional, no poder recibir ayuda de su familia les priva de una de las formas elementales de solidaridad. Aunque no siempre se cumplan las condiciones para una mejora rápida de su situación, estaríamos equivocados si creyéramos que el RMI no les ofrece ninguna posibilidad de participar más en la vida económica y social. La encuesta permitió comprobar por ejemplo que, gracias a esta ayuda, muchos pudieron recuperar una cierta dignidad. El hecho de recibir cada mes unos ingresos, aunque fueran muy modestos, era para ellos una solución inesperada. Éstos les permitían «sacar la cabeza». En primer lugar, poder comprar productos de los que se estaban privando hasta entonces. Algunos se compraron ropa que hasta entonces conseguían en las asociaciones caritativas. Pudieron cuidar más su aspecto. Estas pequeñas cosas de la vida cotidiana son esenciales en un proceso de resocialización. Pudimos comprobar asimismo que algunas personas que se habían alejado de sus familias renovaban los lazos con sus hijos o sus padres desde que recibían el RMI. Entre esta franja de perceptores más alejados del mercado de trabajo, la proporción de los que pudieron acceder a un empleo, a un curso de formación o a un contrato subvencionado fue del 25% en un año, lo que no es poco. Las actividades

LA RELACIÓN SOCIAL CON LA POBREZA

73

de interés general tienen una función de resocialización. Permitieron que algunos volvieran a tener confianza en sí mismos sintiéndose útiles para la sociedad. Si algunos perceptores del RMI consiguen recuperar toda o parte de su dignidad, esto demuestra que nada está decidido de antemano. En otras palabras, aunque las fases del proceso de descalificación social puedan encadenarse con una lógica despiadada, existe la posibilidad de reanudar los vínculos con el mundo laboral, amortiguar la «caída», encontrar compensaciones a la retirada del mercado de trabajo -en algunos casos, resistir el estigma. Estas dos encuestas son, pues, complementarias. El análisis del proceso de descalificación social que pudimos hacer sigue dependiendo, sin embargo, del lugar en el que fueron realizadas. No es seguro que, de haberse realizado en otro país, estas encuestas hubieran dado resultados semejantes. Hay que tener en cuenta también la fecha de las encuestas. Realizadas entre 1986-1987 en el primer caso y entre 1990-1991 en el segundo, se inscriben asimismo en una coyuntura económica, social y política concreta, especialmente en Francia, con la aparición de lo que se denominó la «nueva pobreza», fenómeno ligado a la degradación del mercado de trabajo y al crecimiento del número de parados de larga duración sin subsidio. Este periodo también estuvo muy marcado por el voto de la ley del RMI el 1 de diciembre de 1988. Estas limitaciones inherentes a toda encuesta nacional fueron precisamente las que me llevaron a emprender el trabajo de sociología comparada que dio lugar a este libro. Sin embargo, para analizar las variaciones sociohistóricas de la relación de interdependencia entre los «pobres» y el resto de la sociedad, hay que elaborar un marco analítico diferente.

Las bases de la-relación social con la pobreza Dada la variedad de modos de enfocar la cuestión de la pobreza, la dinámica comparativa que consiste en buscar similitudes y diferencias en los demás países a partir de la definición concreta que se da en un país como Francia teniendo en cuenta sus instituciones características corre el riesgo de llegar rápidamente a un callejón sin salida metodológico.

74

FUNDAMENTOS

Esta dinámica presenta efectivamente el inconveniente de analizar las diferencias a partir de un sistema único de pensamiento, concebido como referencia legítima -lo que es propio del etnocentrismo cultural o nacional-, en lugar de intentar comprender los fundamentos sociohistóricos de las instituciones vigentes en cada país a partir de las que se piensan y definen las categorías de la pobreza. Dicho de otro modo, la búsqueda comparativa debe intentar superar las cuestiones surgidas del debate social en un determinado país para construir un marco analítico susceptible de explicar las lógicas sociales que están en el origen y de las que se derivan al mismo tiempo la filosofía y las orientaciones prácticas de las categorizaciones específicas y de las acciones emprendidas. Para comprender las diferentes políticas de los países europeos, hay que recurrir a los análisis sociohistóricos sobre las respectivas representaciones de la pobreza, que suelen remitir a ideas contrastadas de la relación entre las instituciones del Estado propiamente dichas, las organizaciones parapúblicas y los organismos privados 6. Para definir la relación social con la pobreza y estudiar sus variaciones sociohistóricas pueden tenerse en cuenta dos dimensiones. La primera remite a las representaciones de este fenómeno y a la elaboración social de las categorías que se consideran «pobres». Puede comprenderse, al menos parcialmente, a partir del análisis de las formas institucionales de intervención social en estas poblaciones, puesto que traducen al mismo tiempo la percepción social de la «pobreza», la importancia que las sociedades dan a esta cuestión y la forma en que quieren tratarla. La segunda dimensión concierne al mismo tiempo al sentido que dan las poblaciones así definidas a sus experiencias, los comportamientos que adoptan frente a aquellos que les designan como tales y las formas de adaptación a las diferentes situaciones a las que se enfrentan.

Representaciones sociales variables Si bien los economistas y los estadísticos han consagrado innumerables estudios e investigaciones para medir la pobreza e intentar definir los métodos más adecuados para lograrlo, son más raras las investigaciones que tratan sobre las representaciones sociales de la pobreza, es decir, sobre el sentido que los individuos dan a este fenómeno en función de sus

LA RELACIÓN SOCIAL CON LA POBREZA

75

experiencias, así como de los intercambios e interacciones que caracterizan la vida en sociedad. Si, desde Max Weber, podemos considerar las representaciones sociales como un vector de la acción de los individuos, es importante estudiar de forma más profunda lo que «bulle en la cabeza de los hombres reales» 7, especialmente cuando ven e intentan explicar el fenómeno de la pobreza, ya que cada sociedad adopta políticas respecto a los pobres que contribuyen a dar un sentido concreto y una función específica a la pobreza $. Los historiadores han intentado explicar cómo se ha podido transformar la relación social con la pobreza a lo largo de los siglos 9, y los sociólogos han conseguido demostrar que las funciones explícitas o subyacentes atribuidas al sistema de asistencia a los pobres han cambiado mucho durante el siglo xx, dependiendo de las fases de desarrollo de la sociedad industrial y de la coyuntura económica. Frances Fox Piven y Richard A. Cloward han establecido, a partir del ejemplo de Estados Unidos, que la función principal de la asistencia es la de regular las erupciones esporádicas de altercados civiles durante las fases de recesión y de paro masivo. Esta función desaparece durante las fases de crecimiento económico y estabilidad política para dar paso a otra completamente distinta, que es la de incitar a los pobres a volver al mercado de trabajo mediante la reducción, a veces drástica, de las ayudas que venían obteniendo". En la primera fase, los pobres son considerados víctimas, y el reto consiste en evitar que se subleven contra el sistema social vigente; en la segunda se consideran vagos potenciales, y se defiende que sólo una política de «moralización» es susceptible de transformar sus comportamientos. Estos análisis subrayan los ciclos económicos y sus consecuencias en las formas de organización de la asistencia, pero inevitablemente engloban varias dimensiones y no tratan directamente de la percepción de la pobreza. Más allá de estos cambios en las políticas de asistencia, podemos avanzar la hipótesis de que hay una transformación de las representaciones de la pobreza. Las políticas intervienen tras los acontecimientos que marcan la opinión y modifican las percepciones.

¿Qué debemos entender por «representaciones de la pobreza»? Continuando con los trabajos de los psicólogos sociales es corriente distinguir las representaciones colectivas de las representaciones sociales" Las primeras se oponen, en la onda de Durkheim, a las representaciones in-

76

FUNDAMENTOS

dividuales y suponen una fuerte estabilidad en su transmisión y su reproducción 12. Se mantienen a través de generaciones y ejercen una coacción sobre los individuos. Las segundas implican, por el contrario, al mismo tiempo una mayor diversidad de origen, tanto en los individuos como en los grupos, y una posibilidad de evolución bajo la influencia conjunta de los mecanismos de reproducción y de adquisición en el curso de las múltiples interacciones de la vida social. La percepción de la pobreza no es inmutable -como han demostrado ampliamente los trabajos históricos-; parece, pues, preferible hablar de representaciones sociales de la pobreza más que de representaciones colectivas, aunque los dos términos se solapen en parte. Por «representaciones sociales de la pobreza» pretendo subrayar la pluralidad de estas últimas dentro de una misma sociedad y la posibilidad de su evolución en función de la coyuntura económica, social y política. Para estudiar las representaciones sociales de la pobreza en Europa se compararon varias encuestas realizadas desde mediados de los años setenta, lo que nos permitió explicar, por una parte, las principales diferencias entre los países de la Unión Europea y, por otra, las principales variaciones en un cuarto de siglo 13. Esta investigación partía de la hipótesis de que las representaciones sociales de la pobreza se explicaban, independientemente de los efectos de edad, sexo y clase, por un efecto vinculado a la especificidad nacional (efecto de país o efecto estructural) y por un efecto relacionado con la variación del mercado de trabajo (efecto coyuntural). El efecto de país traduce la parte de estabilidad que constituye lo que Durkheim denomina «base mental de la sociedad»; el efecto coyuntural traduce la sensibilidad respecto a los movimientos económicos que afectan a todas las sociedades. En 1976, fecha de la primera encuesta, la tasa de paro era inferior al 5% en la mayoría de los países europeos, mientras que en 1993, fecha de la tercera encuesta, era dos veces mayor en muchos países. Estos cambios dejan raramente indiferente a la población'de un país. Determinan, al menos parcialmente, el consumo de las familias. Entre las preguntas planteadas desde la primera encuesta de 1976 una trataba concretamente de las causas de la pobreza; permitía diferenciar dos explicaciones tradicionales y radicalmente opuestas de la pobreza: la que destaca la pereza o la mala voluntad de los pobres y la que subraya, por el contrario, la injusticia que reina en la sociedad. La ex-

LA RELACIÓN SOCIAL CON LA POBREZA

77

plicación por la pereza remite a una idea moral basada en el sentido del deber y la ética del trabajo. En esta perspectiva se acusa en cierto modo a los pobres de no cuidar de sí mismos y por tanto los poderes públicos no tienen por qué ayudarles. Según este enfoque, cada individuo es responsable de sí mismo, y sólo su valor puede evitar que conozca la pobreza. La explicación de la pobreza por la injusticia remite, al contrario, a una idea más global de la sociedad. Los pobres son ante todo víctimas de un sistema que les condena. Desde esta perspectiva, los poderes públicos tienen el deber de ayudar a los pobres para lograr una mayor justicia social. Así pues, la explicación por la pereza y la explicación por la injusticia corresponden a opiniones contrapuestas cuyo sentido ideológico y político no escapa a nadie. Dos explicaciones que tienen su historia, ya que, desde la Edad Media, las sociedades están divididas en el trato a la pobreza entre «la piedad o la horca», tomando el título de la obra del historiador Geremek, es decir, entre la tentación de eliminar a los pobres, a los que se considera perezosos, irresponsables y por tanto indeseables, y la tentación de la compasión hacia todos aquellos que no han tenido suerte y que siempre han vivido en la miseria. El estudio nos llevó a la conclusión de que las representaciones sociales de la pobreza varían en cada país, es decir, dependiendo de los esquemas de percepción política y cultural y según la coyuntura económica y social, especialmente el ciclo de desempleo (para una presentación detallada de los resultados, véase el apéndice «Cómo ven los europeos la pobreza» al final del libro). El análisis estadístico ha determinado un efecto propio del país una vez controlado el efecto de las variables vinculadas a la coyuntura del desempleo. La explicación de la pobreza por la pereza está claramente más extendida en algunos países que en otros. Pero también existe, independientemente del país, un efecto propio del desempleo. Cuando éste aumenta, la probabilidad de que las personas encuestadas, en igualdad de condiciones, den la explicación de la pobreza por la pereza disminuye sensiblemente, y cuando el desempleo disminuye, la probabilidad de dar esta explicación aumenta considerablemente. Parece que la población fuera consciente, en periodos de crisis y dificultades económicas, de que si los pobres no encuentran un trabajo no es por su culpa.

Si las causas que se atribuyen a la pobreza varían dependiendo de cada país, hay que ver en ello el efecto de las instituciones y estructuras

78

FUNDAMENTOS

que, por su inercia y autoridad, contribuyen a mantener de forma más o menos permanente en cada país «la base mental de la sociedad». Cada país se enfrenta al mismo tiempo a problemas específicos y comunes a los que intenta hacer frente con sus propios medios. Un país estará menos dispuesto a desarrollar políticas sociales ambiciosas en la medida en que sus habitantes vean en ese problema el efecto de un sistema de injusticia que condena a los más desfavorecidos a un destino común. Podemos ver pues en las diferencias sobre este punto en los distintos países el efecto de un sistema de valores inscrito en una historia y el efecto de una tradición de intervencionismo del Estado de bienestar. Cada país sigue, efectivamente, interviniendo entre sus «pobres» de forma concreta y dependiendo de unos medios variables. Recordemos, por ejemplo, que algunos países adoptaron un ingreso mínimo garantizado para los más desfavorecidos hace ya varias décadas (Dinamarca, 1933; Reino Unido, 1948; RFA, 1961; Países Bajos, 1963; Bélgica, 1974; Irlanda, 1977), que otros hace poco que aplican este sistema (Luxemburgo, 1986; Francia, 1988; Portugal, 1996) y que algunos sólo lo están experimentando local o regionalmente (España) o todavía no han elaborado una política análoga (Italia , Grecia). Cuando se analizan en profundidad estos sistemas y modalidades de intervención social, es inevitable señalar las diferencias nacionales 14 Si las causas que se atribuyen a la pobreza varían asimismo, independientemente del país, según la coyuntura económica y en particular el desarrollo del desempleo, podemos sacar la conclusión de que las representaciones de la pobreza no valen para siempre. Como todas las representaciones sociales, no son inmutables. Podemos hablar entonces de una elaboración al mismo tiempo estructural y coyuntural de la pobreza. Esta elaboración ayuda a definir globalmente en cada país y para cada época el estatus social de las poblaciones que se consideran pobres, puesto que los modos de designación que las constituyen y las formas de intervención social de que son objeto traducen las expectativas colectivas respecto a ellas . Igualmente, las experiencias vividas y los modos de adaptación de estas poblaciones a su entorno social pueden tener un efecto sobre las actitudes que las distintas sociedades, y en particular las instituciones de acción social que las toman a su cargo, adoptan respecto a ellas. En un determinado país, se pensará, a partir de distintas observaciones, que los pobres se

LA RELACIÓN SOCIAL CON LA POBREZA

79

vuelven pasivos por la ayuda que reciben y se estudiará, en consecuencia, una reducción del importe de sus subsidios. En otro se convendrá que es inútil darles más ayuda para mantener la solidaridad de vecindad y formas de resistencia y organización que los más desfavorecidos han aprendido desde siempre para sobrevivir. En otros casos, al contrario, se considerará necesario mantener e incluso reforzar el sistema de asistencia mientras tenga la función principal de permitir al país creer en sus posibilidades de reabsorber, al menos parcialmente, una deuda social para con los pobres. De forma más general, el grupo de personas reconocidas como pobres en una determinada sociedad recibirá más o menos asistencia y estará más o menos estigmatizado según unos factores estructurales que dependen en gran parte de la herencia institucional. Pero estos últimos no evitan, como hemos visto, el efecto de los factores coyunturales, lo que permite concluir igualmente que la percepción de la pobreza es evolutiva.

Experiencias contrastadas Las encuestas realizadas en Francia constataron la diversidad de experiencias dentro de la condición de asistido, diversidad que intentamos explicar a partir del proceso de descalificación social y sus diferentes fases. Sin embargo, hay muchas variaciones sociohistóricas. Estas experiencias están relacionadas con factores que dependen , al igual que las representaciones sociales, al mismo tiempo de la coyuntura y del país. En periodos de fuerte deterioro del mercado de trabajo, especialmente cuando el desempleo de larga duración aumenta mucho y afecta a una franja cada vez más numerosa de la población, ésta se ve obligada a acudir a los servicios sociales y experimentar, a veces por primera vez, la pobreza y la condición de asistido. Durante la gran crisis de los años treinta capas enteras de población , hasta entonces alejadas de la pobreza, se vieron afectadas por las consecuencias directas del hundimiento de la producción industrial y el paro. En el paroxismo de la crisis, el desempleo total afectaba casi al 18% de la población activa asalariada en el departamento del Sena, y se calcula que en ese departamento un 58% de las personas que habían sufrido el paro en esos años iba a padecerlo al menos otra vez 15. En esas condiciones, el poder adquisitivo de los obre-

80

FUNDAMENTOS

ros retrocede considerablemente y las dependencias de ayuda social, así como los albergues y los comedores sociales, ven aumentar su «clientela» a un ritmo vertiginoso . El historiador André Gueslin subraya que estos «nuevos pobres » que se encontraban en situación de dependencia durante este periodo de crisis sentían vergüenza de codearse en estas instituciones con los « verdaderos pobres», es decir, los pobres tradicionales que recibían asistencia desde hacía tiempo y que a menudo se equiparaban a casos sociales o a excluidos 1 6 Esta relación de asistencia, especialmente humillante para los « nuevos pobres », corresponde perfectamente a la que se observó en los años ochenta y noventa en las encuestas citadas anteriormente , realizadas en un periodo semejante desde el punto de vista de la crisis laboral . En épocas de fuerte crecimiento económico y de pleno empleo , la experiencia de la pobreza está menos marcada por este fenómeno de entrada masiva en las redes asistenciales. Se trata sobre todo de lo que algunos denominan «pobreza estructural», la que se reproduce de generación en generación , independientemente de la coyuntura , y que afecta en sus formas extremas de decadencia a una fracción minoritaria de la población. El efecto país influye igualmente. Puesto que la población de «pobres» no se define ni es atendida de forma idéntica en toda Europa, las experiencias pueden variar mucho de un país a otro . A niveles de vida equivalentes , recibir asistencia en una edad activa no tiene , para un individuo determinado , el mismo sentido ni se traduce en las mismas actitudes cuando reside en un país en el que el desempleo es limitado y la presión comunitaria sobre los comportamientos es fuerte que cuando, por el contrario , vive en una sociedad en la que el paro es estructural y se ha desarrollado una economía paralela . En el primer caso, el individuo es minoría y se arriesga a ser estigmatizado experimentando la sensación de no estar a la altura de las expectativas que su entorno puede alimentar respecto a él; en el segundo , está menos marginado y tiene más posibilidades de cambiar el sentido de su estatus social con los recursos materiales y simbólicos que puede procurarle fácilmente la economía subterránea . Ser pobre tampoco tiene el mismo sentido si el individuo vive en un país en el que el sistema de protección social se basa en el principio de ciudadanía y puede ofrecer una cobertura importante al conjunto de la población que si reside , por el contrario , en un país donde la protección social es de naturaleza residual . La asistencia se re-

LA RELACIÓN SOCIAL CON LA POBREZA

81

ducirá, en el primer caso, a una parte marginal de la sociedad, a menudo a una población que espera una ampliación de derechos; en el segundo será de naturaleza extensiva y podrá afectar potencialmente a franjas más numerosas y más variadas de la población.

Losfactores explicativos Tres factores distintos explican los cambios en las representaciones sociales y las experiencias vividas: el grado de desarrollo económico y del mercado de trabajo, la forma e intensidad de los vínculos sociales y la naturaleza del sistema de protección y acción social.

Desarrollo económico y mercado de trabajo El nivel de desarrollo económico desempeña un papel determinante. Como señalaba ya Tocqueville en 1835, ser pobre en un país muy pobre como Portugal en esa época no tenía el mismo sentido, para los que tuvieron esa experiencia, que ser pobre en un país más próspero, como era claramente Gran Bretaña inmediatamente después de la revolución industrial ". Todavía hoy hay que tener en cuenta esta diferencia incluso dentro de la Unión Europea, dada la desigualdad que se mantiene en los niveles de producción y los ritmos de desarrollo económico entre los países e incluso entre las regiones de algunos países. La idea de desarrollo puede comprenderse de forma diferente dependiendo de los criterios adoptados. Podemos definirla de forma restrictiva a partir de un indicador que se considera fundamental como el Producto Interior Bruto por habitante. Los países (o las regiones) suelen clasificarse en una línea única empezando por el más desarrollado. Este ejercicio permite constatar que aún hoy existen en el seno de la Unión Europea contrastes sobrecogedores. En 2004, el PIB por habitante establecido en paridad de poder adquisitivo (PPA), expresado respecto a la media de la Unión Europea (25 países) que corresponde al índice 100, sitúa en cabeza a Noruega, con un índice de 149, mientras que Portugal sólo consigue un índice 74. Entre los nuevos países miembros de la Unión Europea, varios tienen índices aún más bajos, como

82

FUNDAMENTOS

por ejemplo Bulgaria, con un 32 solamente 18. Cuando el PNB por habitante se calcula por región, es sorprendente constatar las diferencias considerables dentro de varios países. El caso más conocido es el de Italia. El norte de Italia es una de las regiones más ricas y más dinámicas desde el punto de vista de la producción económica, mientras que el Mezzogiorno es una de las más pobres. Un contraste al menos tan importante se da en Alemania desde la reunificación. La parte occidental, antigua RFA, es comparable al norte de Italia, mientras que la parte oriental, antigua RDA, sigue siendo pobre en su conjunto. Los economistas del desarrollo no se limitan a este indicador, que da una representación lineal y cuantitativa del desarrollo. Para pasar de una sociedad tradicional a una sociedad moderna, de una economía subdesarrollada a una economía desarrollada, no sólo hace falta -como diría Raymond Aron- que aumenten los ingresos por habitante, sino que el proceso de industrialización vaya acompañado de una ampliación de la enseñanza primaria y profesional y que los trabajadores adopten una actitud racional, indispensable para el rendimiento productivo'9. Muy pocas veces se consigue este cambio con suavidad. A menudo va acompañado de desigualdades y puede dar lugar a problemas sociales y psicológicos. En las encuestas que hizo en Argelia, Pierre Bourdieu estudió el proceso de adaptación a la economía capitalista y, por consiguiente, las condiciones para la aparición del homo xconomicus 20. A principios de los años sesenta observaba en la Cabilia que la moral religiosa impedía el cálculo económico. Éste debía permanecer oculto. El tiempo también se vinculaba al ciclo agrario, y las previsiones se limitaban al año. Para el campesino cabileño el dinero carecía de valor. Lo que se valoraba era el trabajo, productivo o no. En esta sociedad, organizada sobre una base tribal, la solidaridad familiar protegía siempre de la indigencia. No se intentaba saber de qué vivía la mayoría de la gente. La introducción de la moneda contribuyó a desvalorizar el trabajo no productivo y desestabilizó todo el sistema social. El trabajo se impuso poco a poco como una actividad lucrativa. El desarrollo de la enseñanza trastocó igualmente las relaciones entre generaciones. La autoridad de los ancianos, y especialmente la del padre, se debilitó en favor de los jóvenes más instruidos. Con el desarrollo capitalista apareció finalmente el subproletariado, es decir, la franja de trabajadores mal remunerados que periódicamen-

LA RELACIÓN SOCIAL CON LA POBREZA

83

te se encontraban sin trabajo, se enfrentaban a la pobreza y eran incapaces de controlar su destino: «Instalados en la inestabilidad, privados de la protección que las tradiciones seculares garantizaban al último de los aparceros, sin la cualificación ni la instrucción que podría garantizarles la seguridad a la que aspiran por encima de todo, encerrados en una existencia del día a día y en la inquietud crónica por el futuro, los subproletarios, parados y jornaleros ocasionales, pequeños comerciantes, empleados de pequeñas empresas y pequeños comercios y obreros se mantienen en la imposibilidad absoluta de calcular y de prever en un sistema económico que exige la previsión, el cálculo y la racionalización de la conducta económica» 21. En las sociedades que hoy se consideran en desarrollo, el subproletariado es generalmente masivo, en particular en las metrópolis donde viven en suburbios que ocupan vastas extensiones. Este subproletariado se renueva por la llegada incesante de población procedente del medio rural, pero se reproduce igualmente muy a menudo de generación en generación. Forma parte del paisaje ordinario de estos países, donde las desigualdades sociales son flagrantes.

La noción de desarrollo es importante para analizar una sociedad y las formas de la pobreza que encontramos en ella. Sin embargo, es preferible admitir de entrada, tras las numerosas críticas dirigidas al modelo simplista de las etapas del crecimiento de Rostow 22, que todos los países no siguen forzosamente el mismo camino y que pueden existir varios modelos. Sugiero partir de la definición, por una parte, de la sociedad industrial y, por otra, de la sociedad salarial e intentar apreciar, en la medida de lo posible, las diferencias entre estas definiciones y las realidades de las sociedades estudiadas. Una sociedad moderna se define ante todo por la organización del trabajo, por el uso de las ciencias y de las técnicas y las consecuencias económicas y sociales de esta racionalización de la producción. Raymond Aron definía la sociedad industrial a partir de cinco dimensiones: 1) la separación entre el lugar de trabajo y la empresa por una parte y la familia por otra, aunque esta separación no sea universal y siempre haya una parte no despreciable de empresas artesanales en que las dos funciones económica y familiar se confunden y suelen estar en el mismo sitio; 2) la división del trabajo entre los sectores de la economía y además dentro de las empresas según las necesidades tecnológicas; 3) la acumulación del capital; 4) el cálculo racional para obtener el precio de coste más bajo y para renovar y au-

84

FUNDAMENTOS

mentar de este modo el capital; 5) la concentración obrera en el lugar de trabajo. De acuerdo con esta definición, está claro que existen diferencias importantes entre los países y las regiones de la Unión Europea. Algunos países muestran más características de la sociedad industrial. También hay dentro de los países regiones que siguen siendo más rurales que otras y donde el artesanado y la pequeña empresa constituyen la base de la actividad económica. Podemos adelantar la hipótesis de que la pobreza adquiere un sentido distinto según se estudie en una zona próxima o, al contrario, alejada de la definición ideal típica de la sociedad industrial. El concepto de sociedad salarial me parece que complementa el de sociedad industrial. Para Robert Castel, una relación salarial comporta tres elementos: «Un modo de retribución de la fuerza de trabajo, el salario -que determina en gran medida el modo de consumo y el modo de vida de los obreros y sus familias-, una forma de disciplina del trabajo que regula el ritmo de producción y el marco legal que estructura la relación de trabajo, es decir, el contrato de trabajo y las disposiciones que lo rodean» 23. Castel diferencia la relación salarial que prevalecía al principio de la industrialización, en la época del pauperismo, de la relación salarial moderna que los economistas de la regulación denominan «fordista» 24. En su opinión, deben darse cinco condiciones para garantizar el paso de la primera a la segunda 25: 1) «una firme separación entre aquellos que trabajan efectiva y regularmente y los inactivos o semiactivos que hay que excluir del mercado de trabajo o integrar de acuerdo con formas reguladas»; 2) «la asignación del trabajador en su puesto de trabajo y la racionalización del proceso de trabajo en el marco de una gestión del tiempo precisa, estructurada, reglamentada»; 3) «el acceso mediante el salario a nuevas normas de consumo obrero, a través de las cuales el obrero se convierte en usuario de la producción en masa»; 4) «el acceso a la propiedad social y a los servicios públicos: el trabajador es un sujeto social susceptible de participar en el fondo de bienes comunes, no mercantiles, disponibles en la sociedad»; 5) «la inscripción en, el derecho al trabajo que reconoce al trabajador como miembro de un colectivo dotado de un estatus social más allá de la dimensión puramente individual del contrato de trabajo». El paro masivo y la precariedad profesional son hoy los síntomas de una crisis profunda de esta sociedad salarial que se constituyó en su forma moderna

LA RELACIÓN SOCIAL CON LA POBREZA

85

en el curso de los «Treinta Gloriosos» años que siguieron a la Segunda Guerra Mundial, crisis que afecta en nuestros días en mayor o menor medida a todos los países industrializados. Conviene sin embargo subrayar que esta sociedad salarial no se ha desarrollado de la misma manera en todos los países. En algunos, su desarrollo sólo ha sido parcial, y la economía sigue dominada por el trabajo independiente o informal y las tradiciones de la sociedad rural. Es lo que ocurre en muchas regiones del sur de Europa. Robert Castel reconoce por otra parte que el modelo de sociedad salarial no puede generalizarse a todos los países europeos: «Podemos afirmar -dice- que en los países del sur los "soportes salariales" no tienen la consistencia ni la amplitud que tienen en el norte, y que las sociedades del sur son menos "sociedades salariales" que las del Norte» 26. Hablar de crisis de la sociedad salarial no tiene pues el mismo sentido si nos referimos a una sociedad plenamente salarial o a una sociedad que sólo lo es parcialmente. Podemos avanzar ya la hipótesis de que el desempleo y la pobreza no se vivirán de la misma manera en estos dos tipos de sociedad.

Forma e intensidad de los vínculos sociales Las representaciones y experiencias de la pobreza no dependen sin embargo completamente de las condiciones de desarrollo económico. También están relacionadas con la forma e intensidad de las relaciones sociales. Las encuestas sobre la pobreza realizadas en Francia nos llevaron a subrayar la tendencia al debilitamiento, e incluso a la ruptura, de los vínculos sociales. Los primeros trabajos comparativos realizados en colaboración con varios investigadores europeos indicaban que este fenómeno no se daba en todos los países. No podemos afirmar entonces que los pobres estén más aislados socialmente que las demás categorías de la población independientemente del país en el que vivan. En algunos casos sucede incluso lo contrario: fa resistencia colectiva a la pobreza puede pasar por intercambios intensos dentro de las familias y entre ellas, así como por numerosas muestras de solidaridad de proximidad, hasta el punto de que los pobres pueden considerarse perfectamente integrados en el tejido social. El sentido de la pobreza en una sociedad determinada no puede comprenderse sin esta referencia a los vínculos sociales.

86

FUNDAMENTOS

Sin embargo, debemos ponernos de acuerdo sobre una definición de estos últimos para estudiar al mismo tiempo su entrecruzamiento y el riesgo de rupturas simultáneas o progresivas de cada uno de ellos. Podemos distinguir cuatro grandes tipos de vínculos sociales: el vínculo de filiación, el vínculo de participación electiva, el vínculo de participación orgánica y el vínculo de ciudadanía. Hablar de vínculo de filiación es reconocer que cada individuo nace en una familia y encuentra en principio en su nacimiento al mismo tiempo a su madre y a su padre, así como a una familia amplia a la que pertenece sin que la haya elegido, pero también hay que insistir en la función socializadora de la familia. El vínculo de filiación contribuye al equilibrio afectivo del individuo desde su nacimiento, puesto que le garantiza a un tiempo estabilidad y protección. Los psicólogos han demostrado que todos los niños sienten pulsiones de afecto que tienen que ser satisfechas. El vínculo de participación electiva se refiere a la socialización extrafamiliar, durante la cual el individuo entra en contacto con otros individuos a los que aprende a conocer en el marco de grupos e instituciones diversas. Para participar en la vida social fuera de la familia hay que integrarse aprendiendo a respetar las normas y las reglas anteriores. Los lugares de esta socialización son numerosos: vecindario, bandas, grupos de amigos, comunidades locales, instituciones religiosas, deportivas, culturales, etc. 27. En el curso de sus aprendizajes sociales, el individuo está limitado por esta necesidad de integrarse y al mismo tiempo sigue siendo autónomo en el sentido en que puede construirse su red de pertenencias a partir de la cual podrá afirmar su personalidad bajo la mirada de los demás. Podemos considerar la formación de la pareja como un vínculo de formación electiva. El individuo se integra por este acto en otra red familiar diferente de la suya. Amplía su círculo de pertenencia. Así como en el vínculo de filiación el individuo no tiene ninguna libertad de elección, en el vínculo de participación electiva dispone de un espacio de autonomía que le permite aliarse y oponerse. No existe, como sabemos, una alianza que no sea al mismo tiempo distinción u oposición. Dicho de otra forma, el individuo, durante esta socialización extrafamiliar, aprende a aliarse con otros, a diferenciarse e incluso a oponerse a ellos. El vínculo de participación orgánica responde también a la socialización extrafamiliar, pero se distingue del anterior en que se caracteriza por el aprendizaje y el ejercicio de una función determinada en la organización del trabajo. Según Durkheim, lo que crea el vínculo social en las sociedades modernas -lo que denomina la solidaridad orgánica- es ante todo la

LA RELACIÓN SOCIAL CON LA POBREZA

87

complementariedad de las funciones , la que confiere a todos los individuos, por muy diferentes que sean entre sí, una posición social precisa susceptible de aportar a cada uno al mismo tiempo la protección elemental y la sensación de ser útil . Este vínculo de participación orgánica se constituye por consiguiente en el marco de la escuela y se prolonga en el mundo del trabajo. Por último, el vínculo de ciudadanía descansa en el principio de la pertenencia a una nación . En teoría, la nación reconoce a sus miembros derechos y deberes y hace de ellos ciudadanos completos. En las sociedades democráticas los ciudadanos son iguales en derecho , lo que no implica que las desigualdades sociales y económicas desaparezcan , sino que se hacen esfuerzos en la nación para que los ciudadanos sean tratados de forma semejante y formen juntos un cuerpo con una identidad y valores comunes 28. El vínculo de ciudadanía es hasta cierto punto superior a los otros, puesto que se supone que debe superar y trascender todos los escollos, oposiciones y rivalidades . En las sociedades democráticas el ciudadano dispone también de derechos económicos y sociales que hacen de él algo más que una simple mercancía . Mediante este proceso de «desmercantilización», el vínculo de ciudadanía se ha ampliado en cierto modo para garantizar a los individuos una mayor protección frente a los avatares de la existencia.

Estos cuatro tipos de vínculos son de naturaleza diferente, pero tienen dos fundamentos comunes. Todos aportan al individuo la protección y el reconocimiento necesarios para su existencia social . La protección remite al conjunto de apoyos que el individuo puede movilizar frente a los imprevistos (recursos familiares , comunitarios , profesionales, sociales ...), el reconocimiento señala a la interacción social que estimula al individuo proporcionándole la prueba de su existencia y de su valoración por la mirada del otro o de los otros.

Estos cuatro tipos de vínculos son complementarios y se entrecruzan. Constituyen en cierto modo, al entrecruzarse, el tejido social que rodea al individuo. Cuando éste se presenta a alguien por vez primera, puede hacer referencia tanto a su nacionalidad (vínculo de ciudadanía) como a su profesión (vínculo de participación orgánica), grupos de pertenencia (vínculo de participación electiva) o a sus orígenes familiares (vínculo de filiación). Lo propio de la socialización es permitir que cada individuo teja, a partir de la trama que le ofrecen las instituciones sociales , los hilos de sus pertenencias múltiples que le garanticen la

88

FUNDAMENTOS

comodidad de la protección y la garantía del reconocimiento social. Pero este tejido no es idéntico para todos los individuos. En algunos casos los hilos son muy débiles, y el tejido social, muy frágil. En otros, algunos hilos son más fuertes que otros, pero el tejido no se libra de desgarrones y, poco a poco, de agujeros. En realidad, en una tela en la que los hilos se entrecruzan siempre existe el riesgo de que al romperse uno de ellos el tejido se deshilache y progresivamente, por la presión que se ejerce en el punto débil, se rompan los demás. Estos cuatro tipos de vínculos pueden ser relativamente distintos de una sociedad a otra. No obstante, en cada sociedad constituyen la trama social que precede a los individuos y a partir de la cual son llamados a tejer sus propias pertenencias al cuerpo social mediante el proceso de socialización. Aunque la intensidad de estos vínculos sociales varíe de un individuo a otro en función de determinadas condiciones de su socialización, también depende de la importancia relativa que les concedan las sociedades. El papel que desempeñan por ejemplo la solidaridad familiar y las expectativas de la colectividad es diferente en cada sociedad. Las formas de sociabilidad que se derivan del vínculo departicipación electiva o del vínculo de participación orgánica dependen en gran parte del tipo de vida y son, por tanto, múltiples. La importancia que se da al principio de ciudadanía como fundamento de la protección social no es equivalente en todos los países. En el estudio europeo sobre la experiencia del desempleo citado anteriormente, se definieron y comprobaron empíricamente diversos modos de regulación teniendo en cuenta la relación entre, por una parte, las responsabilidades atribuidas a la esfera pública de intervención del Estado de bienestar y, por otra, las responsabilidades atribuidas a la esfera de la intervención familiar 29. Puesto que existe un vínculo muy estrecho entre pobreza y desempleo, podemos referirnos a estos modelos al menos como hipótesis. Hemos distinguido tres modelos: el modelo público individualista, el modelo familiarista y el modelo de responsabilidad compartida. El modelo público individualista se basa en la hipótesis de que la sociedad en su conjunto es responsable del problema de la pobreza y, por consiguiente, del bienestar de los pobres. Puesto que estos últimos no pueden asumir la responsabilidad de su situación personal, el objetivo del sistema del Estado

LA RELACIÓN SOCIAL CON LA POBREZA

89

de bienestar es ante todo garantizar su nivel de vida. Esto implica un alto nivel de desarrollo del sistema de protección social que proporcionará asimismo recursos para garantizar una participación en la vida social independientemente de la situación de los individuos en el mercado de trabajo y frente a la familia. Dado el alto nivel de ayuda pública, la obligación normativa de las familias de hacerse cargo de sus miembros cuando están en paro o en situación de pobreza es frágil. El modelo familiarista, por el contrario, rechaza el principio básico de una responsabilidad social colectiva frente a la pobreza, pero mantiene una gran exigencia respecto a los deberes de la familia en lo que se refiere a hacerse cargo de sus miembros, en el doble sentido de familia y de red de parentesco amplia. El papel de la política pública es ante todo preservar la integridad de la familia contra todos los riesgos de cuestionamiento de su función protectora. La hipótesis implícita es una vez más que el individuo no tiene la culpa de su situación de pobreza y que tiene pues el derecho de compartir los recursos de su familia durante el periodo en el que tiene dificultades. Las responsabilidades respecto a los pobres o los parados son parecidas en este caso a las responsabilidades respecto a los hijos dependientes. Por las implicaciones cotidianas de la vida familiar y sus formas corrientes de sociabilidad, la pobreza tiene pocas oportunidades de traducirse en una reducción de las relaciones sociales en la comunidad. Por último, el modelo de responsabilidad compartida se caracteriza por la búsqueda de un equilibrio entre la asistencia a los pobres que depende de las autoridades públicas y la que depende de la familia. Es posible definir las fronteras de estas responsabilidades de varias formas. Las responsabilidades pueden ser sincrónicas y traducirse especialmente en una intervención pública para garantizar las necesidades básicas y una intervención de la familia para garantizar una protección más amplia del nivel de vida. Alternativamente, en el caso del paro, la relación puede definirse temporalmente para permitir que los recursos públicos se hagan cargo de los parados, en particular en la primera fase del desempleo, y a continuación para que los asuman los recursos de la familia en las fases siguientes. La hipótesis implícita de estos sistemas es que el individuo puede ser, al menos parcialmente, responsable de su situación. Los límites de la intervención de los poderes públicos traducen por sí mismos una especie de sospecha respecto a las personas que podrían tener tendencia a preferir el desempleo al trabajo. En vista de ello, se llama la atención sobre los posibles efectos de desincentivación que podría tener una protección sustanciosa de su nivel de vida a largo plazo. El papel residual atribuido a la familia implica por otra parte que tampoco es una responsabilidad que ésta debería asumir normalmente. En es-

90

FUNDAMENTOS

tas condiciones , el mantenimiento de la familia tiene posibilidades de ir reacompañado de fuertes presiones sobre el individuo para que acceda acceda- al mercado de trabajo . El apoyo de la familia toma la forma de un sistema de control social de los pobres y los parados . Teniendo en cuenta las condiciones restrictivas de la ayuda pública y la importancia que se da a la idea de responsabilidad potencial del individuo , hay grandes probabilidades de que la pobreza y el desempleo afecten profundamente a la identidad y se traduzcan progresivamente en una retirada de la vida social.

El estudio confirmó que el modelo familiarista está mucho más desarrollado en las sociedades mediterráneas. El modelo público individualista es característico de las sociedades nórdicas , mientras que el modelo de responsabilidad compartida refleja la situación de países como Francia, Gran Bretaña y Alemania. El riesgo de descalificación social no es pues equivalente en los distintos países. Éste es más elevado en los países que se acercan al modelo de responsabilidad compartida. En la esfera de la intervención del Estado de bienestar, la sospecha respecto a un sector de pobres y parados conduce a no tratarlos como a ciudadanos iguales . En la esfera de intervención de la familia no siempre se considera a pobres y parados como miembros de la red de parentesco con tantos méritos como los demás. Este modelo basado en la desconfianza conduce inevitablemente a reacciones defensivas y conflictivas en las relaciones interpersonales. Los resultados de este estudio permiten comprobar que el equilibrio entre los distintos tipos de vínculo social está relacionado con la estructura normativa de cada sociedad . Pero de este equilibrio dependen en gran parte el estatus de los pobres en la sociedad, la forma y la intensidad de su participación en los intercambios sociales.

El sistema de protección y de acción social Además del nivel de desarrollo económico y la importancia que se otorga a los distintos tipos de vínculos sociales, la experiencia de la pobreza puede variar asimismo de un país a otro en función del sistema de protección social y de los modos de intervención en materia de asistencia. El Estado de bienestar tiene, por ejemplo, un efecto sobre el establecimiento de la categoría de pobres de los que se encarga la asis-

LA RELACIÓN SOCIAL CON LA POBREZA

91

tencia. En los regímenes del welfare state las poblaciones salen de las mallas de la red de protección social para engrosar, de forma variable según el tiempo y el lugar, la categoría de asistidos. La generalización progresiva del sistema de protección social durante el periodo de los «Treinta Gloriosos» contribuyó a reducir la esfera de la asistencia tradicional, pero no la eliminó completamente. El número de pobres que dependen de la asistencia está relacionado en gran medida con la capacidad del Estado de bienestar para retener en la red general de protección social a las capas más vulnerables de la población. Basta con tener en cuenta el ejemplo del subsidio de desempleo para darse cuenta de ello. La mayoría de los países europeos han experimentado una evolución similar del número de perceptores de los mínimos sociales: un gran crecimiento en la primera mitad de los años ochenta con una punta hacia 1985, seguido de una estabilización y de una disminución en varios países a partir de 1988. Los primeros años noventa estuvieron marcados por un nuevo repunte. En realidad, el increttiento global del número de personas se debió, en gran medida, al deterioro del mercado de trabajo. Se observa, efectivamente, una gran semejanza entre la curva de desempleo y especialmente del paro de larga duración y la curva de los mínimos sociales. Obsérvese, sin embargo, que esta correspondencia de las evoluciones está claramente más pronunciada en los países en los que la protección a los parados por parte del sistema contributivo de protección social es escasa. Robert Salais, Nicolas Baverez y Bénédicte Reynaud demostraron que esto ya había ocurrido en los años treinta 30. El sistema francés de indemnización del paro se basaba en dos prácticas: el seguro de desempleo facultativo, de origen sindical, y la asistencia. El primero se había ido extendiendo progresivamente a todos los trabajadores, pero su desarrollo había sido limitado hasta la crisis. Frente a las consecuencias sociales dramáticas del desempleo, el gobierno favoreció el desarrollo de fondos de auxilio público que existían desde el inicio de la Primera Guerra Mundial. Su crecimiento en los años treinta fue impresionante: a finales de 1941 había 244, 593 a finales de 1932, 610 a finales de 1933, 702 a finales de 1934 y 852 a finales de 1935 31. Este crecimiento reflejaba la intervención directa del Estado y de las colectividades locales en la gestión del paro mediante la eliminación progresiva de los montepíos profesionales, por una parte, y de los institutos de beneficencia u organizaciones ca-

92

FUNDAMENTOS

ritativas, por otra. Su resultado fue una mayor visibilidad de esta nueva categoría de parados asistidos. La importancia de la población dependiente de la asistencia y la experiencia de la pobreza resultante se explican en parte por la idea global del Estado de bienestar en cada país. Para comprender las características nacionales de la relación de asistencia en Europa pueden distinguirse cuatro factores diferenciadores: la división de responsabilidades entre el Estado y los demás protagonistas, la definición administrativa de la población de la que hay que hacerse cargo, la lógica que preside la definición de las ayudas y, por último, el modo de intervención social. 1. El reparto de responsabilidades en el ámbito de la asistencia entre el Estado y los demás protagonistas, en particular los ayuntamientos, pero también las asociaciones, tiene que ver con la tradición histórica de intervención estatal de cada país. Aunque cada Estado de bienestar represente un sistema de protección social nacionalizado, en el sentido de un conjunto de derechos sociales definido a la escala de la sociedad entera y aplicable independientemente del lugar de residencia, la esfera de la asistencia ha quedado en muchos países en manos de los ayuntamientos, desde el punto de vista de la gestión de las ayudas e incluso de su definición. Muy a menudo, la generalización del sistema de protección social basado en el principio de la seguridad ha convertido la asistencia tradicional en algo obsoleto y residual hasta el punto de que el Estado ha preferido dejar, al menos parcialmente, la responsabilidad a las instancias locales, en particular en los países en los que ésta había demostrado su capacidad en este campo. Por motivos históricos la organización administrativa de la asistencia es muy desigual en Europa. En algunos casos el Estado es el principal actor en el que convergen todas las iniciativas; en otros, por el contrario, el protagonista sigue siendo el ayuntamiento 32. De ello se deriva una gran variedad de situaciones, y podemos avanzar la hipótesis de que el estatus social de los asistidos será diferente en cada país -y a veces incluso dentro de un país-, dependiendo de que este último haya confiado o no la responsabilidad a los ayuntamientos. Por otra parte, observemos que la visibilidad de la categoría de asistidos tampoco

LA RELACIÓN SOCIAL CON LA POBREZA

93

será idéntica de un país a otro, lo que puede suponer, de entrada, las diferencias nacionales que se observan en la manifestación y orientaciones del debate social sobre este fenómeno. Finalmente, la división de responsabilidades concierne también a las acciones entre el Estado y las asociaciones sin ánimo de lucro. El papel de estas últimas es distinto en cada país 33. 2. Definir el derecho a la asistencia equivale a definir administrativamente la población susceptible de aspirar a ella. Podemos distinguir dos ideas opuestas. La primera se basa en una definición unitaria, es decir, que los pobres se definen de forma global a partir de criterios que las instituciones y la sociedad consideran legítimos. Los criterios más clásicos son de orden monetario. Este enfoque necesita estudios precisos sobre la pobreza de las familias definida a partir de un umbral dado de ingresos. Los primeros países europeos en reconocer el derecho a un ingreso mínimo garantizado para los más desfavorecidos se basaron generalmente en este principio unitario y definieron una sola legislación para la población considerada pobre. La segunda se basa, por el contrario , en una evaluación de riesgos a los que se exponen ciertas capas de la población. No hablaremos entonces de la pobreza como de un todo homogéneo, sino de un conjunto de categorías sociales en situación de pobreza para las cuales parece legítimo asignar una asistencia en forma de un ingreso mínimo. Este segundo enfoque deja la posibilidad de jerarquizar las categorías definidas en función de la apreciación que se hace de la importancia de sus dificultades o de la gravedad de las pruebas que han pasado. El concepto de categorías presenta el inconveniente de dejar a algunas capas de la población fuera del derecho, puesto que para tener acceso a él hay que estar en una situación conforme a una de las categorías definidas. Si ninguna de ellas se adapta a la situación del individuo con dificultades, éste no puede recibir ayuda si no es de forma facultativa o extralegal. Estas situaciones eran muy frecuentes en Francia, por ejemplo, antes de la ley sobre el ingreso mínimo de inserción que es desde entonces la última red de seguridad para aquellos que no pueden recibir los otros mínimos sociales. El concepto unitario permite evitar esta dificultad, pero también ha demostrado

94

FUNDAMENTOS

su falta de adaptación a los casos individuales . Por este motivo los países que han adoptado este principio a menudo han dejado una gran flexibilidad a las instituciones encargadas de su aplicación para encontrar soluciones adecuadas a las necesidades concretas de las personas y familias asistidas . El concepto unitario y el concepto de categorías de población de pobres están relacionados, en realidad , con dos filosofías diferentes de la definición de ayuda. 3. Para analizar la experiencia de la pobreza hay que definir, por supuesto , las ayudas a las que puede aspirar la población que se considera pobre . En este ámbito, podemos distinguir dos enfoques distintos . El primero deriva de la lógica de la necesidad, en el sentido de que el objetivo al que se aspira es el de garantizar la supervivencia de los más desfavorecidos proporcionándoles los medios para satisfacer las necesidades elementales (alimento y vivienda en particular). Esta ambición está, al menos parcialmente, en el origen de los estudios sobre las condiciones de vida de las poblaciones pobres. La segunda idea deriva, por el contrario, de la lógica del estatus, en el sentido de que el objetivo es ayudar a los más desfavorecidos en nombre de la justicia social y del deber de la colectividad respecto a los más necesitados , sin llevar por ello a una modificación sustancial de la estructura social existente. Dicho de otra forma, la asistencia confiere un estatus social a aquellos que se benefician de ella, pero ésta debe definirse en función de otros estatus de la jerarquía y permanecer claramente por debajo del asalariado remunerado más bajo. En esta perspectiva la noción de necesidad está , por supuesto, subyacente , pero no constituye el criterio fundamental a partir del cual se toma la decisión que afecta, por ejemplo , al importe de las ayudas. Éste se decide ante todo en función de los imperativos de clasificación de los individuos , tanto por el estatus jerárquico como por la necesidad de diferenciación social . En realidad es la idea más legítima del orden social que se impone para justificar las desigualdades. La asistencia es en este caso, como ya dijo Simmel a principios de siglo, no un medio de servir a los intereses de los pobres , sino una forma indirecta de mantener el statu quo social. Los países europeos que han implantado un ingreso mínimo

LA RELACIÓN SOCIAL CON LA POBREZA

95

garantizado se han inspirado en mayor o menor medida en una de estas dos lógicas hasta el punto de que constituyen aún hoy una dimensión esencial de las diferencias nacionales de la relación social con la pobreza. 4. Finalmente, el último factor de diferenciación se refiere a las modalidades de intervención en las poblaciones consideradas pobres para permitirles acceder a las ayudas previstas. La relación de asistencia puede ser radicalmente distinta dependiendo de que las instituciones y los profesionales de la intervención social tengan autonomía de decisión respecto al marco normativo instaurado a partir del cual deban responder a la demanda de las personas que se dirigen a ellos para recibir ayuda. Podemos distinguir, efectivamente, dos formas de respuesta en este campo del trabajo social 34. La primera corresponde a una intervención burocrática: el interventor social, ya sea una institución o un individuo, se limita a aplicar escrupulosamente lo que la ley preconiza sin tener en cuenta los casos individuales . La respuesta es siempre formal e inmediata: o bien el individuo puede recibir ayuda porque corresponde a una situación prevista en el derecho social, o no puede, y en ese caso debe dirigirse a una estructura más informal, por ejemplo a la caridad. La segunda respuesta se basa en la interpretación de los casos individuales y la búsqueda de la solución más adecuada según la decisión sobre la legitimidad de la demanda. Corresponde a una intervención individualista. El papel del interventor social supone en este caso una implicación real en la evaluación de la situación. Necesita también competencias profesionales mayores que en el caso de una intervención estrictamente burocrática. Este tipo de intervención es más fácil cuando el derecho social vigente prevé una gran variedad de respuestas para cada caso particular. El interventor tendrá que buscar en una amplia paleta de soluciones posibles la que mejor convenga a cada persona. Podemos preguntarnos qué intervención respeta mejor la dignidad individual. La intervención burocrática evita en principio el riesgo de una estigmatización del individuo, puesto que su situación se trata de forma impersonal . El interventor social no juzga , se conforma con comprobar las condiciones de acceso al derecho, a menudo en

96

FUNDAMENTOS

función de un expediente administrativo preparado a veces por el propio individuo. La intervención individualista, por el contrario, hace casi inevitable la intromisión del interventor social en la vida privada y corre el riesgo de traducirse en una actitud moralizante respecto a comportamientos que este último puede considerar irresponsables o desviados respecto a su propia idea del deber social de los más desfavorecidos. Las características nacionales o locales de la relación de asistencia corresponden pues a decisiones políticas. Cada sociedad trata a su manera la cuestión de la pobreza y el estatus de pobre, y del mismo modo las experiencias que a éste se asignan dependen de ello en gran medida. En definitiva, entre los factores explicativos que utilizamos en este estudio el primero es de orden económico (desarrollo y mercado de trabajo); el segundo, de orden social (forma e intensidad de los vínculos sociales), y el tercero, de orden político (sistema de protección y de acción social). Estos tres tipos de factores se han diferenciado por necesidades analíticas, pero, en la realidad, suelen estar imbricados. Los tendremos en cuenta a la hora de elaborar una tipología de las formas elementales de la pobreza.

Tipología Una forma elemental de la pobreza corresponde a un tipo de relación de interdependencia entre una población que se considera pobre -en función de su dependencia respecto a los servicios sociales- y el resto de la sociedad. Esta definición, inspirada por Simmel, se aleja de un enfoque sustancialista de los pobres. Induce a pensar en la pobreza en función de su lugar en la estructura social como instrumento de regulación de la sociedad en su conjunto, es decir, considerada como un todo, especialmente mediante las instituciones de asistencia o acción social. Una forma elemental de la pobreza caracteriza, por una parte, la relación de la sociedad respecto a la capa de la población que parece necesitar asistencia y, por otra, recíprocamente, la relación de esta capa así designada con el resto de la sociedad. La condición de aquellos que denominamos «pobres» y sus experiencias dependen en gran medida de

LA RELACIÓN SOCIAL CON LA POBREZA

97

esta relación de interdependencia. Pero ésta cambia con la historia y las tradiciones socioculturales. Podemos distinguir tres formas elementales de pobreza: pobreza integrada, pobreza marginal y pobreza descalifzcadora (véanse las tablas 2.1 y 2.2). La pobreza integrada remite más bien a la cuestión social de la pobreza en el sentido tradicional que al de exclusión social. En este tipo de relación, aquellos que denominamos «pobres» son numerosos y no se diferencian de otras capas de la población. Su situación es tan habitual que no se habla tanto de ellos como grupo social concreto que como problema de una región o una localidad determinada que siempre ha sido pobre. El debate social se organiza alrededor de la cuestión del desarrollo económico, social y cultural en sentido general y concierne sobre todo a las desigualdades sociales relacionadas con el territorio. TABLA 2.1. Características generales Tipos ideales

Representaciones sociales

Experiencias vividas

Pobreza integrada

Pobreza definida como la condición social de una gran parte de la población. Debate social organizado sobre la cuestión del desarrollo económico , social y cultural.

Los pobres no forman una underclass, sino un grupo social amplio. Estigmatización débil.

Pobreza marginal

Pobreza perseguida. Debate social sobre la cuestión de las desigualdades y del reparto de beneficios. Visibilidad de un grupo social marginado (cuarto mundo).

Las personas con el estatus social de «pobres» (en el sentido de Simmel) son poco numerosas, pero están muy estigmatizadas. Se habla de ellas como «casos sociales».

Pobreza descalificadora

Concienciación colectiva del fenómeno de la «nueva pobreza» o de la «exclusión». Temor colectivo frente al riesgo de exclusión.

Cada vez más personas son susceptibles de ser reconocidas como «pobres » o «excluidos», pero gran heterogeneidad de situaciones y de estatus sociales. El concepto de underclass no es operativo debido a esta diversidad e inestabilidad de situaciones , pero se utiliza a menudo en el debate social.

98

FUNDAMENTOS

TABLA 2.2. Factores que contribuyen al mantenimiento de los tipos ideales Tipos ideales

Desarrollo y mercado de trabajo

Vínculos sociales

Sistema de protección social Débil cobertura social, sin ingresos mínimos garantizados.

Desarrollo económico débil, economía informal ,

Fuerza de la solidaridad familiar, protección por las

paro oculto.

personas cercanas.

Pobreza marginal

Pleno empleo prácticamente, paro reducido .

Generalización del Mantenimiento o sistema de protección disminución progresiva del recurso social , ingreso mínimo garantizado a la solidaridad para los más familiar. desfavorecidos (recurso limitado).

Pobreza descalificadora

Fuerte aumento del paro, inestabilidad profesional, dificultades de inserción.

Debilidad de los vínculos sociales, en particular en los parados y las poblaciones desfavorecidas.

Pobreza integrada

Fuerte aumento del número de perceptores del ingreso mínimo garantizado, desarrollo de la asistencia a los pobres.

En las representaciones colectivas la pobreza de la población está relacionada con la pobreza de la región y del conjunto del sistema social. Puesto que los «pobres» no forman parte de una underclass, en el sentido anglosajón, sino de un grupo social amplio, tampoco se les estigmatiza. Su nivel de vida es bajo, pero siguen estando dentro de las redes sociales organizadas alrededor de la familia y del barrio o del pueblo. Por otra parte, aunque puedan estar afectados por el paro, esto tampoco les conferiría un estatus desvalorizado. A menudo se ve compensado por los recursos que se obtienen de la economía paralela. Estas actividades desempeñan un papel integrador para todos aquellos que las realizan. Este tipo de relación social con la pobreza tiene más posibilidades de desarrollarse en sociedades tradicionales que se consideran «subdesarrolladas» o «subindustrializadas» que en las sociedades modernas. A menudo se la asocia al retraso económico que caracteriza a los países preindustriales respecto a los que disponen de un aparato productivo complejo y diversificado y los medios para garantizar a un

LA RELACIÓN SOCIAL CON LA POBREZA

99

mayor número de personas el bienestar y la protección social contra los principales riesgos . Veremos sin embargo que puede darse aún en ciertas regiones de Europa, incluso en algunas en las que se han adoptado programas de desarrollo económico y donde existen sistemas de protección social. La pobreza marginal remite , al menos en el debate social , tanto a la cuestión de la pobreza en el sentido tradicional del término como a la exclusión . Contrariamente a la pobreza integrada, aquellos a los que llamamos « pobres» o «excluidos» constituyen sólo una pequeña franja de la población. En cierto modo son , en la conciencia colectiva, los inadaptados de la civilización moderna , los que no han podido seguir el ritmo del crecimiento y las normas impuestas por el desarrollo industrial . Aun siendo residual, su situación molesta porque subraya los «fallos del sistema» y refuerza las «desilusiones del progreso» 35. Por este motivo las instituciones de acción social se esfuerzan por enmarcar a esta población a la que se considera incapaz de insertarse, tanto social como profesionalmente , sin ayuda exterior. Esta relación social se basa en la idea de que esta minoría, si se mantiene en la periferia de la sociedad global, no es susceptible de cuestionar el funcionamiento del sistema económico y social en su conjunto . Debe combatirse , pero no debe acaparar desmesuradamente la atención de los responsables económicos , políticos o sindicales . Por otra parte , el debate social no se organiza alrededor de esta franja residual de la población , sino sobre todo respecto al «reparto de beneficios » entre grupos socioprofesionales. El estatus social de las personas que se consideran inadaptadas está, por definición , muy deteriorado . La intervención social refuerza en ellas el sentimiento de estar « al margen» de la sociedad . Al estar estigmatizadas no pueden escapar realmente de la tutela que los profesionales de lo social ejercen sobre ellas . Esta relación social con la pobreza y la exclusión tiene más posibilidades de desarrollarse en sociedades industriales avanzadas y en expansión , lo que les permite al mismo tiempo limitar la importancia del desempleo y extraer fórmulas suficientes para garantizar a todos , a menudo gracias a las conquistas sindicales , una sólida protección social . Sin eliminar de forma mecánica la solidaridad de proximidad (familiar, por ejemplo ), a la larga el Estado de bienestar que garantiza un papel de protección generalizada puede ocupar su puesto de forma que el enriquecimiento general de la sociedad las hace, contra-

100

FUNDAMENTOS

riamente a las economías tradicionales, menos importantes para mantener el equilibrio social. La pobreza descalificadora remite más a la cuestión social de la exclusión que a la de la pobreza propiamente dicha, aunque los actores sociales sigan utilizando las dos expresiones. Los que llamamos «pobres» o «excluidos» son cada vez más numerosos. Se les rechaza fuera del ámbito productivo y se vuelven dependientes de las instituciones de acción social encontrando cada vez más problemas. Por lo general no se trata de un estado de miseria estabilizada que se reproduce de forma idéntica de año en año, sino de un proceso que puede implicar, por el contrario, variaciones repentinas en la organización de la vida cotidiana. Un mayor número de personas se enfrenta a situaciones de precariedad en el trabajo susceptibles de acumular varias desventajas: pocos ingresos, condiciones de vivienda y salud mediocres, fragilidad de la sociabilidad familiar y de las redes sociales de ayuda privada, participación incierta en cualquier tipo de vida social institucionalizada. La decadencia material, aunque sea relativa, y la dependencia inevitable respecto a las transferencias sociales -y sobre todo los mecanismos asistenciales- se traducen en la sensación de estar atrapados en un mecanismo que lleva a la inutilidad social. Su desvalorización social es por otra parte mayor, ya que muchos de estos individuos no han tenido una infancia miserable (como sucede a menudo con aquellos que consideramos inadaptados en la relación social de la pobreza marginal). Contrariamente a la pobreza margina/ la amplitud de este fenómeno afecta al conjunto de la sociedad y se convierte en lo que llamamos la «nueva cuestión social», amenazante para el orden social y la cohesión de los individuos. La pobreza descalificadora es una relación social con los «pobres» que genera una angustia colectiva porque cada vez más personas se consideran pertenecientes a esta categoría y muchas, cuya situación es inestable, temen que les suceda a ellas. Esta relación social concreta con la pobreza y la exclusión tiene una probabilidad mayor de desarrollarse en las sociedades que podríamos llamar «postindustriales», especialmente en aquellas que se enfrentan a un fuerte aumento del paro y de las situaciones precarias en el mercado de trabajo (fenómeno en parte vinculado a la reconversión del aparato productivo y a los cambios en las relaciones económicas internacionales), lo que se traduce en lo que Robert Castel denomina la crisis de la sociedad salarial 3ó . Por lo general, en este

LA RELACIÓN SOCIAL CON LA POBREZA

101

tipo de sociedad el papel de la solidaridad familiar, sin llegar a desaparecer, se ha atenuado: lejos de corregir las desigualdades económicas y sociales , contribuye, en realidad , a aumentarlas . Por otra parte, la economía paralela está demasiado controlada por los poderes públicos para que pueda ofrecer realmente a los más desfavorecidos un sistema de actividad estable . Lo que en las relaciones sociales que hemos denominado pobreza integrada permite amortiguar el efecto del paro se muestra menos operativo y menos organizado socialmente en la pobreza descalificadora. En vista de ello, la dependencia respecto a las instituciones de acción social es más evidente para numerosas capas de la población. Este capítulo tenía el objetivo de presentar un marco analítico que permita explicar, con una perspectiva comparatista, los cambios sociohistóricos de la relación social con la pobreza y más exactamente la relación de interdependencia entre los «pobres» y el resto de la sociedad. Esta exposición nos llevó a hacer hincapié en las representaciones sociales y las experiencias vividas de la pobreza, subrayando las diferencias observables en el tiempo y en el espacio, y buscando finalmente los factores explicativos. Esta sociología comparada de la pobreza nos condujo al análisis tipológico de las formas elementales de la pobreza.

Como ocurre con todas las tipologías basadas en tipos ideales, ésta constituye una etapa intermedia en la reflexión y el análisis sociológico. Se elaboró después de realizar encuestas en Francia y en el marco de varias encuestas comparativas . En estas últimas se obtuvieron numerosos resultados que se expondrán en la segunda parte de este libro con el fin de poner a prueba e intentar validar empíricamente estas tres formas elementales de la pobreza.

SEGUNDA PARTE

VARIACIONES

La sociología comparativa no es una rama de la sociología, es la sociología misma. ÉMILE DURKHEIM, Las reglas del método sociológico.

Si queremos que haya una ciencia cuyo objeto sea la sociedad y nada más, sólo podrá estudiar las acciones recíprocas, los modos y las formas de socialización. GEORG SIMMEL, Sociología. Estudios sobre las formas de socialización.

INTRODUCCIÓN

Esta parte trata de los estudios comparativos realizados en los últimos años (véase la presentación de estos últimos en la introducción de la obra). Estos estudios se enmarcan dentro de programas que son triplemente europeos: han sido definidos y realizados por equipos europeos, tratan sobre países de la Unión Europea y, en su mayor parte, han sido sostenidos financieramente por la Comisión Europea. Si he utilizado preferentemente datos empíricos procedentes de estas investigaciones es porque se prestaban perfectamente al estudio de las variaciones de la pobreza. Europa constituye un verdadero laboratorio de investigación para los sociólogos. Está formada por países globalmente ricos donde la instrucción y el bienestar son compartidos por la mayoría de la población. También tiene una historia y una civilización comunes de las que los pueblos extraen su identidad. Pero Europa también es tierra de contrastes. Es asombroso constatar, por ejemplo, que en los países europeos podemos encontrar los tres tipos de welfare capitalism definidos por Gosta Esping-Andersen'. El primero abarca los países escandinavos,

106

VARIACIONES

países próximos al modelo socialdemócrata, caracterizado principalmente por un sistema de protección social que tiende a la universalidad de los derechos sociales. El segundo comprende países como Alemania, Francia y Bélgica, que se suelen considerar países próximos al modelo corporativista de defensa de los intereses y derechos adquiridos. El tercero comprende al Reino Unido e Irlanda, próximos al modelo liberal en el que el Estado se limita a una intervención mínima en el ámbito de la protección social. Finalmente, el cuarto, que no se tuvo en cuenta en la tipología inicial de Esping-Andersen, pero que hoy se considera un tipo complementario 2, comprende a los países mediterráneos, cuyo sistema de protección social es residual. También existe en Europa una gran diversidad en cuanto a crecimiento y desarrollo económicos. Algunas regiones fundamentalmente rurales siguen siendo muy pobres, mientras que otras tienen una concentración mucho mayor de actividad industrial y de servicios. Es lo mismo que decir que Europa constituye un ejemplo casi ideal para las comparaciones internacionales en el sentido en que agrupa países lo bastante próximos para que sus datos comparativos tengan sentido y, al mismo tiempo, suficientemente diferenciados para justificar la tarea de comparación. Apuntemos finalmente que los investigadores europeos disponen hoy en día de medios con los que no contaban hace sólo diez años. El Panel Comunitario de los Hogares Europeos (ECHP), cuya primera oleada se realizó en 1994 en todos los países de la Unión Europea, supone a este respecto un avance considerable. Aunque los materiales empíricos utilizados en esta parte procedan en su mayoría de encuestas europeas, el caso de los Estados Unidos se ha tenido en cuenta siempre que la comparación era posible (en particular en los capítulos 4 y 5). Habríamos podido comprobar empíricamente la tipología de las formas elementales de la pobreza utilizando datos de otros países. Si no se ha hecho, no es por no haberlo pensado ni por no haber podido recoger una parte de estos datos. Simplemente me ha parecido más razonable no recargar el volumen de este libro y limitar la investigación empírica, de momento, a los datos europeos, que constituyen por sí solos un buen conjunto.

CAPÍTULO 3

LA POBREZA INTEGRADA

Antes de la ampliación de Europa, era en Portugal donde había una mayor proporción de personas en situación de pobreza monetaria. Este país sigue siendo uno de los más afectados por la pobreza, puesto que todavía hay censados aproximadamente un 20% de hogares pobres (véase el apéndice, tabla 1). Sin embargo, dentro del país hay grandes variaciones regionales, como sucede en Italia y España'. Las regiones más rurales son efectivamente más pobres que las otras. Madeira, por ejemplo, es una isla portuguesa cuyo desarrollo económico sigue siendo limitado, si no contamos el turismo, y donde los habitantes son proporcionalmente los más pobres de Portugal 2. La proporción de pobres es claramente inferior en la región urbana de Lisboa. Sin embargo, es sorprendente constatar que la proporción de habitantes de Madeira que se considera pobre, lo que denominamos pobreza subjetiva, es la más baja de todo Portugal. Es decir, en las regiones donde la pobreza es masiva y donde los pobres tienen muchas posibilidades de vivir entre pobres, la pobreza no tiene el mismo sentido. Está integrada en el sistema social y constituye por ello una forma de vivir y un destino más o me-

10

8

VARIACIONES

nos aceptado por el peso de las obligaciones. En estas regiones la pobreza parece normal. No escandaliza. Las clases medias o altas ven a los pobres como algo ajeno a ellos y al mundo en el que viven, y, por su parte, los pobres no imaginan otro destino que el suyo. En este tipo de sociedad las desigualdades suelen ser muy grandes. Las necesidades son menores porque las normas de bienestar que la población pobre toma como referencia son menos elevadas. Para calificar este fenómeno, los economistas hablan de atrición de preferencias. Tomando ejemplos semejantes a esta situación concreta de los países europeos menos desarrollados económicamente, este capítulo intentará acreditar la tesis sociológica de la pobreza integrada. Su objetivo es cotejar los numerosos datos de encuestas comparativas con el tipo ideal de la pobreza integrada elaborado en el capítulo anterior. Se trata fundamentalmente de comprobar que la pobreza tal y como se percibe y vive sociológicamente en los países del sur de Europa, y en ciertas regiones especialmente pobres se aproxima a este tipo ideal y constituye una forma concreta, estable y reproducible de pobreza. En una primera fase intentaremos demostrar que, en los países europeos económicamente más pobres, la proporción de personas pobres no es sólo más elevada, sino que la pobreza es, en las representaciones colectivas y en las experiencias vividas, un estado más duradero y reproducible que en los demás países. En una segunda fase se tratará de demostrar que la pobreza está más integrada en los países del sur de Europa debido al papel fundamental de la solidaridad familiar. Por último, tomando el ejemplo del Mezzogiorno -la región más pobre de Italia-, intentaremos analizar las experiencias de la pobreza y el desempleo en relación con la economía informal y el sistema de acción social.

Un estado permanente y reproducible En las investigaciones sobre la pobreza queda por responder una cuestión que se ha estudiado a menudo. Se trata de la relación entre dos formas características de pobreza: la pobreza que se reproduce de generación en generación como si fuera el destino y la pobreza que afecta súbitamente a personas que parecían a salvo de este problema. La primera se abate sobre las personas como una fatalidad y se traduce en la

LA POBREZA INTEGRADA

109

convicción de que no pueden hacer nada contra ella puesto que no hay ninguna otra solución que esté en sus manos o en la de su grupo de pertenencia. La segunda, por el contrario, afecta a individuos que no habían sufrido previamente la experiencia de la pobreza y que se encuentra n por ello desamparados frente a las limitaciones materiales y las inevitables humillaciones que esta nueva situación les impone. Se trata, en otras palabras, de la oposición conocida en el debate social entre la «pobreza tradicional» o «estructural» y la «nueva pobreza». ¿Cuál de estas dos formas se corresponde mejor con la realidad? Aunque en todos los países haya una proporción de población que sea pobre de generación en generación y otra que conozca la pobreza de forma esporádica, la pobreza corresponde sobre todo a una situación estable y reproducible en los países económicamente más pobres y especialmente en los países del sur de Europa. Para demostrarlo podemos basar el análisis al mismo tiempo en los datos que permiten apreciar las representaciones colectivas de la pobreza y en aquellos que permiten evaluar la intensidad de la pobreza en el tiempo.

La pobreza como herencia Podemos comprobar esta hipótesis refiriéndonos a una cuestión planteada en cuatro eurobarómetros dedicados concretamente al tema de la percepción de la pobreza, el primero de 1976, el segundo de 1989, el tercero de 1993 y por último el cuarto de 2001. La cuestión iba dirigida a personas que declaraban haber visto en su barrio o pueblo a personas extremadamente pobres, pobres o que corrían el riesgo de serlo. A continuación se les preguntaba si, en su opinión, esa gente siempre había estado en esa situación, lo que se podría denominar una pobreza «heredada», o si, por el contrario, habían caído en ella después de haber vivido de otra forma (pobreza sufrida tras una «caída»). El gráfico 3.1 permite comprobar que una gran proporción de la población preguntada en los países del sur considera la pobreza como un estado permanente y reproducible (en 2001, la proporción es del 53% en Grecia y Portugal, y del 46% en Italia y en España). La percepción de la pobreza como un fenómeno que se reproduce varía igualmente según el periodo de la encuesta. En todos los países

LA POBREZA INTEGRADA

111

Desde que los sociólogos y economistas recurren a las encuestas longitudinales, es decir, encuestas repetidas en el tiempo en la misma muestra, es posible estudiar la persistencia de la pobreza en el tiempo. Algunos investigadores han llamado la atención sobre el hecho de que la pobreza en las sociedades modernas es ante todo un fenómeno transitorio o, dicho de otra forma, que los individuos y los hogares se ven afectados de forma ocasional por la pobreza y que sólo una minoría sufre privaciones de forma permanente 3. No obstante, hay que tener en cuenta las diferencias nacionales y hacer hincapié en que la pobreza sigue siendo un fenómeno perenne en los países del sur de Europa. Los datos obtenidos en el Panel de los Hogares Europeos han permitido diferenciar en el periodo que va de 1994 a 1998, es decir, cinco años consecutivos, tres categorías: las personas que nunca han experimentado la pobreza, las personas que han conocido la pobreza al menos una vez (pobre transitorio) y las personas que han sufrido la pobreza durante más de un año (pobre recurrente). La tabla 3.1 permite distinguir cuatro grupos de países que podemos relacionar con los tipos de welfare capitalism 4. Hay una relación estadística sólida entre la intensidad de la pobreza según su persistencia en el tiempo y esta clasificación por países. En el primer grupo de países la proporción de personas en situación de pobreza recurrente es la más baja (9,5% en Dinamarca y 12,5% en los Países Bajos). En el segundo, esta proporción aumenta, y pasa al 25,5% de media. Finalmente, en el último, alcanza el 26,1 % de media con una punta de 27,6% en Grecia y Portugal. Comprobamos pues que la pobreza sigue siendo más persistente en el tiempo en los países donde subsisten zonas rurales poco desarrolladas y en las que el sistema de protección social es muy limitado. Para estudiar la intensidad de la pobreza en el tiempo también es posible basarse en la experiencia de dificultades financieras. En el Eurobarómetro 56.1 de 2001 sobre la pobreza y la exclusión social, se formuló la siguiente pregunta; «¿Cómo se las arregla con los ingresos de su hogar?». Los encuestados debían elegir entre cuatro respuestas: «Con grandes dificultades», «con dificultades», «bien», «muy bien», y a continuación se les pedía que precisaran desde cuándo tenían esa situación financiera. De ese modo fue posible conocer la duración de las dificultades financieras para aquellos que eligieron una de las dos primeras res-

112

VARIACIONES

TABLA 3.1. Intensidad de la pobreza monetaria según su persistencia en el tiempo ( periodo de 1994 a 1998) (en %) Nunca pobre

Pobre transitorio

Pobre recurrente**

Total

1."grupo: Dinamarca Países Bajos

77,7 77,4 77,9

10,6 13,2 9,6

10,7 9,5 12,5

100 100 100

2. ° grupo: Alemania Francia Bélgica

70,7 73,4 68,4 63,9

11,0 11,1 10,4 13,4

18,3 15,5 21,2 22,7

100 100 100 100

3."grupo: Reino Unido Irlanda

61,7 61,4 63,8

13,2 13,4 10,7

25,2 25,2 25,5

100 100 100

4." grupo: Italia España Grecia Portugal Europa

60,8 62,1 60,0 58,5 58,8 66,2

13,1 12,6 13,5 13,9 13,7 12,0

26,1 25,5 26,5 27,6 27,6 21,8

100 100 100 100 100 100

NOTA: El umbral de pobreza en esta tabla está en el 60% de la mediana de ingresos de cada país. La escala de equivalencia utilizada es la de la OCDE modificada (1 para el primer adulto, 0,5 para los demás adultos y 0,3 para los niños menores de 14 años). * Pobre solamente una vez en los cinco años. ** Pobre más de una vez en los cinco años. FUENTE: Panel de los Hogares Europeos, 1994-1998.

puestas. El gráfico 3.2 permite analizar las diferencias entre países y especialmente diferenciar entre países del norte y del sur. En los primeros, la mayor parte de la población que ha experimentado dificultades financieras las ha sufrido durante dos o tres años, mientras que, en los segundos, la duración de estas dificultades ha sido en conjunto más larga, puesto que es alrededor de 14 o 15 años donde encontramos en cada país la proporción mayor de población. Parece claro que la pobreza corresponde a un fenómeno coyuntural en los países del norte y a un fenómeno estructural en los países del sur. Así pues, los análisis de la intensidad de la pobreza en el tiempo efectuados a partir de datos longitudinales o a partir de esta pregunta

LA POBREZA INTEGRADA

113

Países del norte 35-

-----

3025-

Bélgica Dinamarca Alemania Occidental Alemania Oriental

-------------

Francia Gran Bretaña Irlanda Paises Bajos

20 15 10 5 0 0

2

4

6

8

10

1 12

14 16 Número de años

Países del sur

454o -

Italia España Grecia Portugal

-----

3530 .2520 15 10 5 0 0

2

T

T

T

4

6

8

T 10

-u

12

14

16

Número de años

FUENTE: Eurobarómetro , 56.1, 2001.

GRÁFico 3.2. Duración de las dificultades financieras según los países.

sobre la duración de las dificultades financieras llegan a resultados similares. El fenómeno se muestra siempre más estable y más recurrente en los países del sur de Europa. Pero, como hemos visto, es precisamente en esos países en los. que la pobreza se suele percibir como una herencia. Las representaciones colectivas coinciden con la realidad observada. Dado que la pobreza es una situación más estable en los países del sur de Europa, es posible adelantar la hipótesis de que también se reproduce más de generación en generación. Efectivamente, si los hijos se

114

VARIACIONES

socializan en un medio permanentemente desfavorecido, hay grandes probabilidades de que cuando sean adultos experimenten dificultades comparables a las de sus padres. Cuando se estudian las variables explicativas de la pobreza, no podemos separar el análisis del medio familiar de origen. En los años sesenta, a partir de sus investigaciones sobre las familias muy pobres tanto en México como en Nueva York y San Juan, el antropólogo Oscar Lewis explicaba que la cultura de la pobreza tiene tendencia a perpetuarse de generación en generación por el efecto que tiene sobre los niños. En su opinión, «cuando los niños de las chabolas tienen 6 o 7 años, ya han asimilado los valores fundamentales y las costumbres de su subcultura y no están preparados psicológicamente para aprovechar plenamente la evolución y los progresos susceptibles de producirse durante su vida» 5. Oscar Lewis subrayaba que las características de lo que él llamaba la cultura de la pobreza se traducían en el individuo en una sensación de estar marginado, de impotencia, de dependencia y también de inferioridad. Señalaba también que «la ausencia de participación efectiva y de integración de los pobres en las grandes instituciones de la sociedad es una de las características cruciales de la cultura de la pobreza. Es un problema complejo y que depende de una infinidad de factores, entre los que se pueden enumerar la ausencia de recursos económicos, la segregación y la discriminación, el miedo, la desconfianza o la apatía y el desarrollo de soluciones locales al problema» 6. Los datos de los que disponemos en las encuestas sociológicas europeas no son comparables a los que este antropólogo recogió durante varios años sobre el terreno. Sin embargo, son más representativos estadísticamente y permiten hacer comparaciones a gran escala. En el Eurobarómetro 56.1 de 2001 sobre la pobreza y la exclusión social se planteó una pregunta sobre la infancia de las personas entrevistadas, en particular sobre las dificultades financieras de sus padres cuando éstos se encargaban de su manutención y educación. La tabla 3.2 permite examinar el efecto de estas dificultades financieras en la infancia sobre las dificultades financieras de la edad adulta. Como cabía esperar, hay una gran correlación entre estas dos variables: la probabilidad de tener dificultades financieras en la edad adulta es más elevada cuando se ha vivido la infancia en un medio económicamente desfavorecido'.

LA POBREZA INTEGRADA

115

TABLA 3.2. Efectos de las dificultades financieras de los padres en la infancia por país en la probabilidad de tener dificultades financieras en la edad adulta ( regresión logística) Interacción país dificultades financieras de los padres (DFP) Países del norte Bélgica * DFP Dinamarca * DFP

Modelo 1 (con control de sexo, edady país)

Modelo 2 (con control de sexo, edad, país e ingresos)

0,69***

0,57*

0,38 n.s.

0,46*

Alemania Occidental* DFP

0,90***

0,79*

Alemania Oriental* DFP Francia* DFP Gran Bretaña* DFP Irlanda* DFP

0,31 n . s. 0,32 n.s. 0, 28 n.s . 0, 85***

0,38 n.s. 0,48* 0,21 n.s. 0,88***

Luxemburgo* DFP

0,76**

0,73**

Países Bajos* DFP

0,34 n.s.

0,27 n.s.

Finlandia* DFP

0,14 n.s.

0,16 n.s.

Suecia* DFP

0,75***

0,62***

Austria* DFP

0,46*

0,39 n.s.

0,85*** 1,00***

0,76*** 0,95***

1,01*** 1,14***

0,83*** 0,96***

Países del sur Italia* DFP España* DFP

Grecia* DFP Portugal * DFP Ingresos 1." cuartil 2.° cuartil 3." cuartil 4.° cuartil

1,63*** 0,54*** -0,15** Ref.

* P < 0,05; ** P < 0,01; *** P < 0,001; n.s.: no significativo FUENTE: Eurobarómetro 56.1, 2001.

Pero la intensidad de esta correlación es variable de un país a otro, incluso cuando se controla no sólo el efecto del sexo y de la edad (modelo 1), sino también el efecto de los ingresos del hogar (modelo 2). En los países del sur, los coeficientes. de la regresión logística son siempre muy elevados y estadísticamente significativos, lo que significa que la reproducción de las dificultades financieras desde la infancia es especialmente fuerte. En los países del norte los coeficientes son en conjunto más bajos y no siempre significativos. Es lo que sucede en Alemania Oriental, Gran Bretaña, Países Bajos y Finlandia, donde, cualquiera que sea el mo-

116

VARIACIONES

delo, el coeficiente no es significativo . Dicho de otra forma, la tendencia a la reproducción de las dificultades financieras desde la infancia es menos clara en los países del norte que en los del sur. Este fenómeno se explica en primer lugar por las desigualdades de ingresos, que son claramente mayores en los países del sur de Europa. La relación entre la parte de los ingresos totales percibidos por el 20% de la población que tiene los ingresos más elevados (quintil superior) y la parte de ingresos percibidos por el 20% de la población con los ingresos más bajos (quintil inferior) es de 6,5 en Portugal, 5,7 en Grecia y 5,5 en España, mientras que en Dinamarca es de 3, en Suecia de 3,4 y de 3,6 en Alemania 8. Una gran desigualdad de ingresos impide que una parte de la población conozca un futuro mejor y refuerza en este sentido el riesgo de reproducción de la pobreza . Este fenómeno se explica también por el desarrollo económico y las perspectivas de empleo. En los países que han tenido un desarrollo económico y social importante, como ocurrió durante los «Treinta Gloriosos», las oportunidades de promoción social eran mayores que en los países menos desarrollados, como los del sur de Europa, que fueron países de emigración. La pobreza ha correspondido y sigue correspondiendo a un destino social en los países o las regiones económicamente pobres, donde el desempleo o el subempleo son elevados y la protección social apenas se ha desarrollado. Finalmente, hay que ver en este fenómeno la explicación que adelantaba precisamente Richard Hoggart a propósito de la cultura de los medios populares en Inglaterra: «Cuando uno siente que tiene pocas oportunidades de mejorar su situación y este sentimiento no se tiñe ni de desesperación ni de resentimiento, se ve abocado a adoptar, de buena o mala gana, actitudes que hacen "vivible" ese tipo de vida, evitando ser demasiado conscientes de las posibilidades prohibidas: se tiende a representar como leyes de la naturaleza las obligaciones sociales; las consideramos parte primordial y universal de la "vida"»'. En las regiones rurales del sur de Europa la probabilidad de vivir la pobreza de forma permanente es tan grande que la población que se enfrenta a ella está mucho más habituada que en otros sitios. La pobreza representa pues un estado permanente y reproducible. Esta distinción entre pobreza coyuntural y pobreza estructural, que remite a la distinción entre país del norte y país del sur, no debe sin embargo dar a entender que la pobreza estructural sólo existe en los países

LA POBREZA INTEGRADA

117

del sur y que la pobreza coyuntural sólo afecta a los del norte. También en los países del norte hay una parte de la población que sigue siendo pobre de generación en generación y para la que las dificultades son constantes, independientemente de la coyuntura económica y social10 Las encuestas indican solamente que esta proporción es claramente inferior en los países del norte que en los países del sur y que la pobreza coyuntural es un fenómeno más extendido en los primeros que en los segundos. La pobreza tiene más posibilidades de integrarse, en sentido tipológico, en los países del sur de Europa porque es más masiva y más estable que en los países del norte. Está integrada en el sistema social en su conjunto como un elemento constitutivo de él. Pero, para que esté más integrada, debe constituir en sí misma una forma de organización social. Por ello conviene estudiar ahora el papel que desempeña la familia en los medios sociales expuestos a la pobreza.

La familia: una cuestión de supervivencia La pobreza integrada es una forma de pobreza cuyos efectos se amortiguan en parte gracias a la familia, fenómeno que corresponde al modelo familiarista de regulación del paro presentado en el capítulo anterior. Este modelo se basa en el reconocimiento social de los deberes de solidaridad de la familia respecto a sus miembros. Cuando el individuo está en situación de pobreza o sin empleo, no hay por qué culparle y tiene el derecho de compartir los recursos de su familia mientras duren las dificultades. Este sistema de solidaridad familiar se impone con mayor facilidad si coincide con una escasa intervención del Estado o de los poderes públicos para hacerse cargo de la protección social . Conviene dar aquí una definición amplia de la familia que abarca no sólo las personas que viven bajo el mismo techo, en referencia a la noción de hogar para los estadísticos y de casa para los antropólogos, y también la red de parentesco ampliada que incluye fundamentalmente a los hijos y a sus cónyuges y nietos y que corresponde tanto a la noción de filiación como a la de alianza. Partiendo de esta definición amplia, conviene demostrar aquí que los pobres pueden encontrar en los países del sur de Europa recursos en sus familias para superar, a veces durante mucho tiempo, las dificultades

118

VARIACIONES

a las que se enfrentan. Estos recursos pueden aportarse en el propio hogar, pero también otros miembros de la familia que no vivan en él. Esta solidaridad se inscribe en una idea clásica de la familia fuertemente influida por la religión. Dicho de otra forma, la integración de la pobreza en el sistema social en estos países del sur de Europa depende en gran parte de los valores familiares y religiosos que comparten los pobres.

Elprincipio de la convivencia familiar La probabilidad de vivir solo no es en sí misma un indicador de fragilidad de las redes sociales. También podemos ver en ella un índice de autonomía elegida respecto a la familia y el entorno. Esta independencia no impide mantener lazos estrechos con los parientes o amigos y no está en contradicción con una sociabilidad abierta y diversificada. Por el contrario, cuando las personas que viven solas participan muy poco en la vida social, el riesgo de aislamiento e incluso de repliegue sobre uno mismo es mayor, y podemos temer un proceso de acumulación de desventajas que pueden llevar a la exclusión, definida aquí como la última fase de un proceso de descalificación social. En realidad, la probabilidad de vivir solo varía mucho en Europa. La proporción de personas en esta situación va del 4% en España al 22% en Dinamarca' 1. Las personas por debajo del umbral de pobreza 12 viven mucho más a menudo solas en los países del norte de Europa que en los del sur. Entre los parados en situación de pobreza encontramos casi un 41 % de personas que viven solas en Dinamarca, o un 37% en Alemania, frente a un 2,2% en España y un 1,4% en Italia. Observemos también que, cuanto más deteriorada está la situación del empleo 13, mayor es la probabilidad de vivir solo en varios países: un 30,2% de los parados de más de un año están en esta situación en Dinamarca frente a un 15,2% de personas con un empleo estable, es decir, una diferencia de 15 puntos. La proporción de parados de más de un año que viven solos es igualmente elevada en los Países Bajos (23,5%), en Alemania (17,5%) y en Gran Bretaña (15,7%; véase la tabla 3.3 y el gráfico 3.2). La diferencia entre parados de más de un año y las personas con un empleo estable es aproximadamente de 10 puntos en los Países Bajos y de 8 puntos en Gran Bretaña. Esto muestra el contraste con

LA POBREZA INTEGRADA

119

TABLA 3.3. Proporción de personas que viven solas según su situación respecto al empleo y el país (en %) Empleo estable

Empleo Empleo amenazado inestable

Paro < 1 año

Paro > 1 año

Total

1.°grupo Dinamarca

15,2

12,7

19,0

29,9

30,2

16,5

Países Bajos

13,2

17,9

22,3

19,3

23,5

15,0

2.° grupo Alemania

15,1

15,0

13,1

21,1

17,2

15,4

Francia Bélgica

10,6 9,3

8,7 10,2

8,6 9,8

13,0 10,0

10,3 7,9

10,3 9,4

7,9 8,2

9,1 8,1

10,2 3,5

15,0 5,0

15,7 7,1

9,1 7,6

Grecia

6,3 3,7 5,8

6,6 3,3 4,8

1,5 1,8 6,4

2,5 1,7 4,5

2,4 1,5 3,7

5,6 3,0 5,3

Portugal

2,4

2,6

1,6

1,4

1,1

2,4

3."grupo Reino Unido Irlanda 4.° grupo Italia España

Campo: población de 18 a 65 años. FUENTE: Panel de los Hogares Europeos, 1994, 1.' oleada.

los países del sur de Europa, donde la proporción de parados de más de un año que viven solos es muy baja: menos del 2% en España y Portugal y menos del 4% en Italia y Grecia. En los países del sur de Europa los parados siguen en su familia mientras no puedan fundar un hogar. En estos casos podemos hablar de un modelo de convivencia familiar de larga duración. Estas diferencias entre países se confirman con los resultados de una regresión logística que ha permitido controlar los efectos de distintas variables: edad, sexo y nivel de educación (véase la tabla 3.4). Respecto a las personas que tienen un empleo estable (referencia del modelo), la probabilidad de vivir solo es mayor (con una diferencia estadísticamente significativa) tanto para los parados de menos de un año como para los de más de un año tanto en Gran Bretaña como en los Países Bajos y Dinamarca. Por el contrario, la diferencia es negativa para estas mismas categorías en Italia, España, Portugal y Grecia (y de forma muy significativa en este último país).

120

VARIACIONES

TABLA 3.4. Efectos de la inseguridad del empleo y del paro en la probabilidad de vivir solo (regresión logística). Referencia : Empleo estable Empleo amenazado

1."grupo Dinamarca Países Bajos 2•° grupo Alemania

Empleo inestable

B.

Sig.

B.

-0,36 0,53

***

0,05 0,58

Sig.

Paro > ]año

Paro < 1 año Sig.

B.

B.

Sig.

n.s. **

0,60 0,65

*** **

0,75 0,81

*** ***

0,07

n.s.

-0,14

n.s.

0,46

*

0,26

n.s.

Francia

-0,04

n.s.

-0,12

n.s.

0,23

(*)

0,21

n.s.

Bélgica

0,04

n.s.

0,31

n.s.

0,39

n.s.

-0,08

n.s.

0,15 0,32

n.s. (*)

0,51 -0,21

0,84 0,02

*** n.s.

0,85 0,64

***

n.s.

0,35 0,22 -0,17 0,09

n.s. n.s. n.s.

-0,77 -0,01 -0,11 0,53

n.s. n.s. n.s. n.s.

-0,30 -0,08 -0,45 -0,01

n.s. n.s. * n.s.

-0,52 -0,37 -0,95 -1,33

(*) n.s. ** n.s.

3."grupo Reino Unido Irlanda 4.1 grupo Italia

España Grecia Portugal

Campo: población de 18 a 65 años. (*)P En T Desempleo (1) B B -

-0,22* 0,25***

0,59*** 0,14* Ref. 0,17*

BT E1 E -* ET ME I ME -* ME T Nb Obs

32.441

32.441

32.441

32.441

-0,23*** -0,67*** 32.441

-2LogL

28 . 674

28 . 288

28.414

28.664

28.291

353 7

739 10

613 9

366 9

736 14

0,0001

0,0001

0,0001

0,0001

0,0001

Chi-Sq DF Prob

(1) A partir de la tasa de desempleo por país para el año de cada encuesta ( fuente : OCDE). B: Bajo ; E: Elevado; ME : Muy elevado. .(.: En disminución ; -*: Estancada ; T: En aumento. * P < 0,05; ** P < 0,01; * ** P < 0,001 ; n.s.: no significativo. FUENTE : Eurobarómetros , « Pobreza-Exclusión».

APÉNDICE

Compilación de las encuestas de 1989, 1993 y 2001

Mod. 10

Mod 6

Mod 7

Mod 8

Mod. 9

-1 ,55***

-1,34

-1,58***

-1,51***

Ref. -0,29*** -0,31*** 0,07 n.s. -0,43*** -0,20* -0,59*** -0,22*** -0,19*

Ref. 4,43*** -0,22** -0,07 n.s. -0,66*** -0,28*** -0,56*** 0,00 n.s. -0,56***

Ref. -0,37*** -0,22** -0,06 n.s. -0,53*** -0,22* -0,55*** 0,17* -0,41**

0,34*** -0,17*

0,32*** -0,11 n.s.

0,43*** -0,21**

Ref. -0,32*** -0,31 *** -0,03 n.s. -0,53*** -0,27*** -0,52*** 0,04 n.s. -0,46***

Ref. -0,33*** -0,31*** -0,04 n.s. -0,54*** -0,27*** -0,52*** 0,03 n.s. -0,47***

0,23*" 0,10 n.s.

0,23*** 0,09 n.s.

-0,15*** 0,48*** Re£

0,30** Ref. -0,23*** 0,25*** Ref. -0,41*** 0,43 0,25***

0,27*** Ref. -0,32*** 0,18 n.s. -0,12**

33.409

33.409

33.409

33.409

-0,41*** 33.409

28.325

28.161

28.237

28.172

28.141

276

441

365

430

460

10 0,0001

12 0 , 0001

12 0,0001

12 0 , 0001

17 0,0001

255

256

LAS FORMAS ELEMENTALES DE LA POBREZA

TABLA 6. Explicación de la pobreza por la injusticia ( regresión logística) Compilación de las encuestas de 1976, 1989. 1993 y 2001

Mod. 1 Constante País Gran Bretaña Bélgica Dinamarca

Alemania Francia Irlanda

Países Bajos Italia

1,11*"* Ref. 0,04 n.s. -0,61"*' 0 ,32"**

0 ,55*** 0,06 n . s.

-0,37'** 0,77***

Mod. 2 1,15*** Ref. 0,04 n.s. -0,61***

Mod 3

Mod. 5

Ref. 0,01 n.s . -0,59**'

Ref. 0,04 n.s. -0,57**'

-1,03*** Ref. 0,03 n.s . -0,61"**

0,34*** 0,57***

0,25*** 0,50***

0,05 n . s.

-0,08 n . s.

-0,38*** 0,77***

Mod. 4

-0,30*** 0,55***

0,33*** 0,52*** 0,06 n .s.

-0,39*** 0,76***

0,37'** 0,52*** -0,14*

-0,260,65***

España G recia Portugal Año encuesta

-0,270,00 n.s. 0,34***

1976 1989 1993

Ref.

2001 Desempleo (1) B

-0,33**' Ref. 0,26"

E ME Desempleo (1) En .L

0,08 n.s.

Ref. -0, 06 n.s.

En -y En T Desempleo (1) B

0,07 n.s. -0,19«**

B -*

-1,42***

B T

0,16** Ref.

EJ E

0,11 n.s.

E T

ME.t. ME -# ME T Nb Obs -2LogL Chi-Sq DF

32.441 37.044 1.088 7

32.441 36.748 1.384 10

32.441 36.793 1.339 9

32.441 37.032 1.099 9

0,28*** 0,43**' 32.441 36.750 1.382 14

Prob

0,0001

0 , 0001

0,0001

0 , 0001

0,0001

(1) A partir de la tasa de desempleo por país para el año de cada encuesta (fuente: OCDE). B: Bajo; E : Elevado; ME: Muy elevado. 1 : En disminución; -4: Estancada ; T: En aumento. * P < 0,05; ** P < 0,01; *** P < 0,001; n.s.: no significativo. FUENTE: Eurobarómetros , «Pobreza-Exclusión>^.

APÉNDICE

Compilación de lar encuestas de 1989, 1993 y 2001

Mod 6

Mod. 7

-0,96***

-1,06***

Ref.

Ref.

0,02 n. s. -0,71 ***

0,03 n.s. -0,71 ***

0,29*** 0,43***

0,30*** 0,43***

-0,02 n . s. -0,40***

0,03 n.s. -0,39***

0,64*** 0,57*** 0,01 n .s. 0,35***

0,65*** 0,54*** 0,02 n.s. 0,35***

Mod 8

Mod. 9 1***

Ref.

Ref.

Mod. 10 -1,20***

Ref.

0,04 n. s.

0,01 n.s.

-0,71*** 0,23*** 0,35*** -0,07 n.s.

-0,69*** 0,45*** 0,56*** 0,03 n.s.

-0 , 60*** 0 , 41*** 0,42*** 0,01 n.s.

-0,29*** 0,48***

-0,24*** 0,80 ***

-0,11 n.s. 0 , 63*** 0,56***

-0,16*

0,29*** -0,06 n.s.

0,53*** 0,04 n.s.

-0,07 n.s.

0,62***

0,46***

0,71***

-0,04 n.s. 0,30*** Ref.

-0,26*** Ref. 0,26*** -0,06 n.s. Ref. 0,37*** -0,12 n.s. -0,13*

0,35*** Ref. 0,56*** 0,09 n.s. 0,37*** 044*** 32.441 40.182

33.409 40.023

33.409 40.031

932 10 0,0001

1.092 12 0,0001

1.063 12 0,0001

33.409 40.088 1.027

33.409 39.960 1.154

12

17

0,0001

0,0001

257

258

LAS FORMAS ELEMENTALES DE LA POBREZA

en la necesidad de subsanar una deuda de la nación francesa para con los más pobres 6. Finalmente, observaremos que los países del sur, con la excepción de Grecia, tienen coeficientes positivos y significativos, lo que indica que la explicación de la pobreza por la injusticia está más extendida que en Gran Bretaña. Por último, cuando los indicadores del desempleo se añaden a los modelos siguientes, las tendencias observadas no se modifican. Definición de las características del desempleo y atribución de categorías para cada país en las fechas de las encuestas Tasa en el año de la encuesta

Tendencia general en los cuatro últimos años

Categoría

Baja (< 6%)

En disminución Estancada En aumento

B 1 B -4 B T

Elevada (6 < 10%)

En disminución Estancada En aumento

E L E ET

Muy elevada (> 10%)

En disminución Estancada En aumento

ME L ME ME T

En aumento: desviación positiva > 2 puntos entre las dos referencias. Estancada: menos de 2 puntos de desviación entre las dos referencias . En disminución: desv iación negativa > 2 puntos entre las dos referencias.

1976

1989

1993

2001

Bélgica Dinamarca

B T

El

ET

B T

E-

ME T

E .lB-

Alemania

BT

E -4

E-

E->

ET

Grecia

ME -* ME-4

España Francia Irlanda

ME 1 EME -*

ME T ME -* ME T

ME 1

B -* ET

Italia Países Bajos

E -4 B -+

ME -* E -*

ME -* E ->

E B-

Portugal Reino Unido

B El

B -^ ME T

B

B T

Tabla basada en datos de la OCDE.

E .l, B1

B-

APÉNDICE

259

Estos indicadores de desempleo aportan nuevamente la confirmación de la existencia de un efecto coyuntural sobre la explicación de la pobreza. Cuando el paro es elevado, la probabilidad de que las personas encuestadas den la explicación de la pobreza por la injusticia aumenta sensiblemente, y cuando el paro es bajo, disminuye igualmente de forma significativa. La tendencia del paro en los cuatro últimos años tiene una incidencia comparable. Respecto a la modalidad de referencia «desempleo estancado», el coeficiente es positivo y fuertemente significativo para la modalidad «desempleo en aumento» en el modelo 9 (0,37), mientras que no es significativo en el modelo 4. El efecto combinado de un paro muy elevado y de un aumento del desempleo en los cuatro últimos anos sobre la explicación de la pobreza por la injusticia es positivo y significativo tanto en el modelo 5 como en el modelo 10.

NOTAS

Introducción ' Para una crítica de esta literatura podemos consultar Hans-Jürgen Andref3 (dir.) (1998): Empirical Poverty Research in a Comparative Perspective, Aldershot, Ashgate, así como Béatrice Destremau y Pierre Salama (2002): Mesures et démesure de la pauvreté, París, PUF. 2 Véase Valérie Lechcne (1993): «Une revue de la littérature sur les échelles d'équivalence», Économie etprévision, 110-111, 4/5, pp. 169-182. 3 Véase Bernard M. S. van Praag (1968): Individual Welfare Functions and Consumer Behaviour, Amsterdam , North Holland Publishing Company. 4 Véase Bernard M. S. van Praag, Aldi J. M. Hagenaars y Hans van Weeren, «Poverty in Europe », Review oflncome and Wealth, 28, 1981 , pp. 345-359; Aldi J. M. Hagenaars (1986): The Perception ofPoverty, Amsterdam , North Holland Publishing Company. 5 Podemos remitirnos a dos obras de Peter Townsend (1970): The Concept ofPoverty, Londres, Heinemann , y un artículo de síntesis , « Deprivation », Journal ofSocial Polig, 16, 2, 1988 , pp. 125-146. G Véase especialmente Brian Nolan y Christopher T. Whelan (1966): Resources, Deprivation and Poverty, Oxford, Clarendon Press, y Christopher Whelan, Richard Layte y Bertrand Maitre (2002): « Persistent Deprivation in the European Union», Berlín , Schmollers Jahrbuch, Journal ofApplied Social Science Studies, 122, pp. 31-54. Stéfan Lollivier y Dan ¡el Verger (1997): «Pauvreté d'existence , monétaire ou subjective sont distinctes », Économie et statistique, 308-309-310, pp. 113-142. 8 Jean Labbens (1978): Sociologie de la pauvreté. Le Tiers Monde et le Quart Monde, París, Gallimard, p. 98.

262

LAS FORMAS ELEMENTALES DE LA POBREZA

Amarrya Sen (2000): Repenser l'inégalité, París, Seuil. ° Podemos consultar sobre este punto la tesis de Ruwen Ogien (1983) sobre la construcción social de la pobreza publicada con el título Théories ordinaires de la pauvreté, París, PUF, col. «Le Sociologue». '' Véase Rapport de l'Observatoire national de lapauvreté et de l'exclusion sociale 20032004, París, La Documentation franjaise, 2004, pp. 18 y ss. 12 Georg Simmel (1988): Les pauvres, París, PUF, col. «Quadrige» (1.' ed. en alemán, 1907). 13 Véase La disqualification sociale. Essai sur la nouvelle pauvreté (1991), París, PUF (4.' ed. actualizada en 1997; col. «Quadrige», 3.' ed., 2004). '4 Véase La sociétéfranFaise et ses pauvres (1993): París, PUF (nueva ed. «Quadrige», 2002). 15 Véase Serge Paugam, Jean-Paul Zoyem y Jean-Michel Charbonnel, Précarité et risque d'xxclusion en France, París, La Documentación fran4aise, coll. «Documente du CERC», n.° 109, 4.° trimestre 1993. 16 Este grupo incluía, aparte de mí, a Salustiano del Campo (España), Duncan Gallie (Gran Bretaña), Finn Kenneth Hansen (Dinamarca), Alberto Martinelli (Italia), Heinz Herbert Noll (Alemania) y Wout Ultee (Países Bajos). 17 Los datos utilizados procedían de las siguientes encuestas: Alemania (German SocioEconomic Panel); Dinamarca (Danish Welfare Survey); España (Estilos de vida); Francia (Encuesta condiciones de vida/situaciones desfavorecidas); Gran Bretaña (Social Change and Economic Life Initiative); Italia (Social Networks and Support System); Países Bajos (Life Situation Surveys). 18 Presenté los resultados de este trabajo en Londres en un coloquio internacional organizado por el organismo de investigación inglés Policies Studies Institute y la Comisión Europea. Esta ponencia se publicó a continuación, en una versión completa, bajo el título «Poverty and social disqualification. A comparative analysis of cumulative social disadvantage in Europe», Journal ofEuropean Social Policy, 6 (4), 1996, pp. 287-303. ' Este trabajo se hizo asimismo en colaboración con diferentes investigadores europeos: Wilhelm Breuer (Alemania), Martin Evans (Gran Bretaña), Manuel Aguilar (España), Ad Vissers (Países Bajos), jan Vranken (Bélgica), a los que se unieron después Nicola Negri (Italia) y Peter Abrahamson (Dinamarca). 20 Véase Martin Evans, Serge Paugam y Joseph Prélis, «Chunnel vision: Poverty, social exclusion and the debate on social welfare in France and Britain», London School of Economics, STICERD, documento de consulta, Welfare State Program/ 115, 1995. 2' Véase Serge Paugam (dir.) (1999): L'Europe face á la pauvreté. Les expériences nationales de revenu minimum, París, La Documentation francaise, col. «Travail et emploi». 22 Los investigadores de esta red pertenecían en su mayoría a institutos miembros del European Consortium for Sociological Research. Además de los equipos inglés y francés, coordinados respectivamente por Duncan Gallie y por mí, los otros equipos estaban dirigidos por Wout Ultee (Países Bajos), Antonio Schizzerotto (Italia), Richard Hauser (Alemania), Christopher Whelan (Irlanda), Niels Ploug (Dinamarca) y Sten Ake Stenberg (Suecia). 23 Véase Duncan Gallie y Serge Paugam (dir.) (2000): Welfare Regimes and the Fxperience of Unemployment in Europe, Oxford, Oxford University Press. 24 Esta encuesta se realizó para la unidad de «Exclusión social» de la Dirección General de Empleo. La administración y organización de la encuesta estuvieron a cargo del INRA (Europa), agencia del European Opinion Research Group. Esta encuesta correspondía en realidad al cuarto eurobarómetro dedicado a la percepción de la pobreza en Europa, tras los de 1976, 1989 y 1993.

NOTAS

263

Capítulo 1 ' Véase Eugéne Burer ( 1840): De la misere des clases laborieuses en France et en Angleterre, París, Paulin (2 t.). 2 Véase Louis-René Villermé ( 1840): Tableau de l'état physique et moral des ouvriers employés dans les manufactures de coton, de laine et de soie, París, Jules Renouard. 3 Véase Friedrich Engels (1975): La situation de la classe laborieuse en Angleterre, París, Ed. sociales ( 1.' ed. en inglés , 1845). 4 Véase Raymond Aron (1965): Essai sur les libertés, París, Calmann-Lévy. 5 La revista Commentaire lo publicó en 1983 en dos partes en los volúmenes 23 (pp. 630-636) y 24 (pp. 880-888 ) y recientemente se ha vuelto a publicar en un pequeño volumen de Éditions Allia. En mis citas utilizaré el texto de Commentaire. 6 El lector encontrará en el tomo V de las Oeuvres completes de Tocqueville el relato de su viaje a Inglaterra de 1833 y el de 1835 a Inglaterra e Irlanda ( París, Gallimard, 1958). No comparto , en este punto , la opinión de Robert Castel cuando considera que Tocqueville , en su Memoria sobre el pauperismo, no demuestra ninguna originalidad. Véase R. Castel (1995): Les métamorphoses de la question sociale. Une chronique du salariat, París, Fayard , p. 219. 8 La obra de Gérando es sin duda el ejemplo más típico de este enfoque moralizador origen de numerosas acciones para los pobres . Algunos podrán ver en ella uno de los orígenes del trabajo social . Véase Joseph-Marie de Gérando (1990): Le visiteur dupauvre, París, Jean-Michel Place ( 1.' ed., 1820). 9 Ibid., p. 631. 10 Ibid.

" Ibid, p. 632. Véase A. de Tocqueville (1986): De la démocratie en Amérique, capítulo XIII de la 2.' parte del t. 2, «Pourquoi les Américains se montrent si inquiets au milieu de leur bien-étre», París, Robert Laffont , col. «Bouquins », p. 520. '3 Obsérvese que en Eugéne Buret encontramos un análisis muy próximo al de Tocqueville. Buret distingue entre pobreza y miseria . Ve en la miseria «la indigencia, el sufrimiento, la humillación resultado de privaciones forzadas junto a un sentimiento de bienestar legítimo, que vemos a todo el mundo darse sin mucho esfuerzo y que durante mucho tiempo nos hemos dado nosotros mismos». Esta miseria que encontramos tan extendida en las ciudades industriales parece extraña a los habitantes más pobres del campo . En su opinión, «algunas clases de personas sufren la pobreza más extrema, pero no hay miseria en el sentido que damos a esta palabra. Encontramos en el campo hombres que viven en medio de la pobreza más absoluta ; no poseen casi ninguno de los instrumentos de una existencia civilizada ; mal vestidos , alojados en cabañas que no les abrigan de la humedad ni del frío, alimentándose con comidas groseras , presentan al exterior todos los síntomas de la miseria, y sin embargo este mal les es prácticamente desconocido, porque sus necesidades son tan sencillas como sus posibilidades económicas; su estómago no grita nunca de hambre, su piel endurecida por los rigores del clima raramente sufre por la falta de una vivienda o de vestidos. Los campesinos de Picardía, con sus tristes chozas de paja y tierra, son de lo más pobre: pero jamás importunan a la caridad pública, no son en absoluto miserables». Véase Eugéne Buret, De la misére des clanes laborieuses en France et en Angleterre, op. cit., t. 1, p. 115. 14 Véase A. de Tocqueville (1958): CEuvres Completes, t. V (viajes a Inglaterra, Irlanda, Suiza y Argelia), París, Gallimard, p. 63.

' 5 Ibid., p. 64.

264

LAS FORMAS ELEMENTALES DE LA POBREZA

16 Mémoirs sur le pauperisme, op. cit., p. 633. 17 Ibid.

1 " Ibid., p. 634. Ibid. 19 20 Ibid.

21 Ibid., p. 635. 22

Ibid.

23 Ibid., p. 636. 24 Ibid., p. 883. 25 Ibid. 26 Podemos citar la obra de Philipe Bénéton que denuncia , tanto en Francia como en Estados Unidos, los efectos perversos de los sistemas públicos de redistribución en favor de los pobres , y se empeña en demostrar las ventajas de la generosidad privada y del voluntariado, Le fléau du bien. Essai sur les politiques sociales occidentales, París, Robert Laffont, 1983. En Estados Unidos, esta corriente crítica respecto a la ayuda pública a los pobres está bastante desarrollada . Véase, por ejemplo , Charles Murray (1984): Losing Ground. American Social Policy, 1950-1980, Nueva York, Basic Books. 227 Mémoire sur le paupérisme, op. cit., p. 883. 28 Véase A. de Tocqueville, Euvres Completes, t. V, op. cit., p. 231. 29 Según los historiadores , esta idea de «el ejército de reserva de trabajo» parece haber aparecido por primera vez en un artículo de Northern Star el 23 de junio de 1836. 30 Karl Marx (1993): Le Capital. Critique de l'économie politique, libro 1, sección séptima, cap. XXIII, París, PUF, col. «Quadrige », pp. 708-709. En la edición de 1950 en 8 volúmenes aparecida en Éditions Sociales, el capítulo XXIII del libro 1 forma parte del tomo III. Las referencias siguientes corresponden a la edición publicada bajo la responsabilidad de Jean-Pierre Lefebvre, disponible en la actualidad en la colección «Quadrige» que se basa en la cuarta edición alemana que retoma las últimas correcciones que Marx quería hacer. 31 Ibid., p. 713. 32 Ibid., p. 717 33 Véase Friedrich Engels, La situation de la classe ouvriPre..., op. cit., p. 250. 34 Ibid, pp. 119-120. 35 Véase Marx, El capital, op. cit. pp. 714-715. 36 Ibid., p. 718.

37 Ibid., p. 723. 38 Marx cuenta que el número de pobres en Londres había aumentado en 1866 un 19,5% respecto al año anterior y un 24,4% respecto a 1864. Véase íbid., p. 733. Recordemos que dichos aumentos se volvieron a registrar en el siglo siguiente , especialmente en Francia, aunque cualquier comparación estricta de las cifras debe tomarse con precaución. A mediados de los años ochenta, por ejemplo, cuando yo realizaba encuestas sobre la descalificación social en Saint-Brieuc, pude comprobar que el importe global de los subsidios mensuales abonados a las familias desfavorecidas, en concepto de ayuda social a la infancia, aumentaba un 25% anual. 39 Sobre este punto , léase Raymond Aron (2002): Le marxisme de Marx, París, Éd. de Fallois, pp. 462 y ss. 40 Véase G. Simmel (1999): Sociologie. Études sur les formes de la socialisation, París, PUF, col. «Sociologies». 4l Agradezco a Franz Schultheis que me haya permitido reproducir aquí en parte y modificados los principales elementos que figuran en la introducción del texto de Simmel que

NOTAS

265

redactamos juntos para la edición «Quadrige » de 1998 . Las citas del texto de Simmel se refieren a esta edición. 42 Véase E. Stonequist ( 1961 ): The Marginal Man, Nueva York, Russel & Russel. 43 Véase Herbert J. Gans, «The positive functions of poverty», American Journal ofSociology, vol. 78, 2, sept. 1972, pp. 275-289. 44 G. Símmel , Los pobres, op. cit., p. 98. 45 Ibid., pp. 96-97. 46 Véase E. Buret, De la mistre des classes laborieuses en France et en Angleterre, op. cit., t. 1, p. 132. 97 G. Simmel , Los pobres, op. cit., pp. 60-61. 48 Ibid, p. 61. 49 Ibid., p. 89. '0 Ibid., p. 91.

51 Ibid., pp. 100-101. 52 Véase Serge Paugam (dir.), L'Europe face d la pauvreté, op. cit. 53 Véase F. Schultheis, « L'État et la société civile face á la pauvreté en Allemagne», en Serge Paugam (dir.), L'exclusion, l'état des savoirs, París, La Découverte , col. «Textes á l'appui », 1996, pp. 428-437. 54 Recordemos también que la técnica del «encierro forzoso» de estas categorías molestas seguía en vigor en la Alemania de Simmel (al menos en algunos Ldnder). Todavía en 1914 se contaban entre 30.000 y 40.000 personas « encerradas » por indigencia y en 1886 se realizaban razias que se tradujeron en el encierro de 20.000 pobres sólo en la ciudad de Berlín. 55 Ya en la época del « despotismo ilustrado » de Federico II se diseñó el programa de un socialismo de Estado autoritario a guisa de Estado social . En la misma época en que Francia se acercaba al derrocamiento revolucionario del Antiguo Régimen , el rey de Prusia conseguía mantenerlo transformando de forma racional el modelo del dominio patrimonial en paternalismo burocrático -protector y autoritario al mismo tiempo- moderno en lo que concierne a su base organizativa y reaccionaria en cuanto a sus principios políticos. Se puede comprender así la inspiración nietzscheana del ataque de Max Weber contra tal forma de dominación «blanda» de la masa aborregada : «Nos han dado rentas para los enfermos, heridos, inválidos y viejos. Es verdaderamente notable. Pero no hemos recibido las garantías necesarias para la supervivencia del impulso físico y psíquico ». Véase M. Weber, «Parlament und Regierung im neugeordneten Deutschland », en Gesammelte politische Schrifen, Tubinga , Mohr , 1988, p. 319. El tono pesimista de la temática weberiana del «progreso social» que se sitúa en el punto opuesto del tono característico del solidarismo francés se explica principalmente por el modo específico en que surgieron las instituciones sociales alemanas. Diseñadas , impulsadas e impuestas desde arriba , no eran sino la expresión sintomática de una sociedad sin cultura política moderna digna de ese nombre. 56 Véase S. Moscovici (1994): «Les formes élémentaires de l'altruisme», en S. Moscovici (dir.), Psychologie sociale des relations á autrui, París, Nathan, pp. 71-86. 57 G. Simmel, Les pauvres, op. cit., pp. 48-49. 58 Ibid., p. 57.

59 Ibid., p. 49. 60 La asistencia a los pobres en todas las edades y circunstancias de la vida fue elevada en Francia al rango de los deberes más sagrados de la nación por la primera Asamblea nacional en 1791, sobre la base del trabajo realizado por el Comité de Mendicidad . Este mismo principio de deuda nacional respecto a los más desfavorecidos fue recordado dos siglos después en el momento del voto de la ley sobre el ingreso mínimo de inserción.

266

LAS FORMAS ELEMENTALES DE LA POBREZA

Si Pa-reto ha estudiado asimismo esta necesidad que tienen los individuos de recibir la aprobación del grupo al que pertenecen cuando actúan en favor de los que sufren: «Los sentimientos por los que un hombre se impone un mal , para ser útil a los demás, actúan sobre los individuos que componen la colectividad, no sólo para empujarles directamente a llevar a cabo directamente determinadas acciones, sino para inducirlos a aprobarlas, e incluso a admirar a los que las realizan . De esta forma , actúan directamente sobre el individuo que se ve impulsado a realizar ciertos actos , no sólo por su sentimiento favorable a ellos, sino también y mucho más a menudo por el deseo de obtener la aprobación de los demás, de evitar la reprobación». Véase Traité de sociologie générale, Ginebra, Librairie Droz, 1968, p. 608 (1.' ed. en italiano, 1916). 122 G. Simmel, Les pauvres, op. cit., p. 82. 63 Ibid., p. 85. 1,4

Ibid., p. 87.

65 Ibid., p. 83. En cierto modo encontramos en Karl Polanyi esta oposición entre el principio de redistribución según el cual la autoridad central tiene la responsabilidad de repartir las riquezas producidas y el principio de reciprocidad , no impuesto por el poder central, que depende ante todo de las relaciones entre las personas o los grupos , basadas en el intercambio, aunque ésta sea desigual en el caso de la asistencia. Véase. K. Polanyi (1983): La grande transformation. Aux origines polítiques et économiques de notre temps, París, Gallimard ( 1.' ed. inglesa , 1944.) 1', G. Simmel, Les pauvres, op. cit. p. 62.

Capítulo 2 ' Para una presentación más detallada de estas dos encuestas y sus resultados , el lector puede consultar La disqualification sociale, op. cit., para la primera , y La société franfaise et ses pauvres, op. cit., para la segunda. 2 Véase La disqualification sociale, op. cit., tabla de la p. 50. 3 El prefacio de la tercera edición de La disqualiftcation sociale, publicada en 1994, proporciona estos argumentos. Para la comprobación empírica véase La sociétéfrancaise et ses pauvres, op. cit., tabla 1, pp. 167 y ss. 5 Los poderes públicos han definido el importe del RMI no en función de las necesidades reales de las familias pobres, sino en función del nivel del SMIC. Les parece aconsejable, para evitar un posible efecto de desmotivación para trabajar, que el importe del primero sea inferior al del segundo. Los parlamentarios que votaron la ley del RMI aprobaron por unanimidad este principio. El estatus de asistido queda, como vemos, socialmente desvalorizado . Permite evitar solamente la miseria extrema. Para una presentación de los problemas de comparación internacional en este campo, se puede consultar F. Schultheis y B. Bubeck, «Theoretical and methodological problems in intercultural comparison of the phenomenon of extreme poverties», en Paolo Guidicini y otros (dir.) (1996): Extreme Urban Poverties in Europe. Contradictions and Perverse Effects in Welfare Policies, Milán, Franco Angel¡. Véase M. Weber (1971): Économie et société París, Plon (reed. Pocket, 1995). 8 Véase H. J. Gans (1972): «The positive functions of poverty», American journal ofSociology, vol. 78, 2, pp. 275-289.

NOTAS

267

9 Podemos citar especialmente a K. Polanyi , La grande transformation . Aux origines politiques et économiques de notre temps, op. cit.; B. Geremek ( 1987): La potence ou la pitié. L'Europe et les pauvres du Moyen Age d nos jours, París, Gallimard ( 1.' ed. en polaco, 1978 ); y R. Gastel , Les métamorphoses de la question sociale. Chronique du salariat, op. cit. 10 F. F. Piven y A. C. Cloward ( 1993): Regulating the Poor. The Functions ofPublic Welfare, Nueva York, Vmtage (1.' ed. 1971). También podemos leer los trabajos de M. B. Katz (1986): In the Shadow ofthe Poorhouse. A Social History of Welfare in America, Nueva York, Basic Books , y The Underserving Poor. From the War on Poverty to the War on Welfare, Nueva York , Pantheon Books, 1989. " Véase S . Moscovici , « Des représentations collectives aux représentations sociales: éléments pour une histoire », en Denise Jodelet (dir.) (1982): Les représentationssociales, París, PUF, pp. 79-103. 12 Durkheim decía: « La sociedad es una realidad su¡ géneris ; tiene sus propias características que no se encuentran , o que no encontramos , bajo la misma forma , en el resto del universo . Las representaciones que la expresan tienen pues un contenido completamente distinto que las representaciones puramente individuales , y no podemos estar seguros por adelantado de que las primeras aporten algo a las segundas ». Véase É. Durkheim ( 1960): Lesformes élémentaires de la vie religeuse, París , PUF (1.' ed. 1912), p. 22. 13 Véase Serge Paugam y Marion Selz , «The perception of poverty in Europe since the Mid 1970s . Analysis of structural and conjunctural variation», ponencia en el Coloquio internacional de la red europea de excelencia «Changequal» sobre los indicadores sociales, París, 17-18 de mayo 2004. 14 Véase Serge Paugam (dir.): L 'Europeface á la pauvreté, op. cit. '5 Véase A. Gueslin (2004 ): Les gens de rien. Une historie de la grande pauvreté dans la France du 10( siécle, París, Fayard , pp. 73 y ss. '6 L'Fst républicain escribe en diciembre de 1931 que « esta distribución gratuita atrae a los miserables , mendigos de profesión . El trabajador honrado no quiere ser confundido con esos clientes indeseables ». Véase A. Gueslin , op. cit., p. 84. 17 Véase capítulo 1, p. 24. 's Fuente : Eurostat. 19 Raymond Aron ( 1966 ): Trois essais sur l'áge industrieh París, Plon, pp . 17 y ss. 20 Pierre Bourdieu (1966): Algérie 60. Structures économiques et structures temporelles, París, Éd. de Minuit.

21 Ibid., p. 85. xz W. W. Rostow ( 1963 Les ¿tapes de croissance ): la économique, París, Seuil ( 1.' ed. en inglés, 1960.) 23 Robert Castel , Les métamorphoses de question la sociale. Une chronique du salariat, op. cit., p. 326. 24 Citemos especialmente a Robert Boyer ( 1987): La théorie de la régulation : une analyse critique, París , La Découverte. 25 Les métamorphoses de la question sociale, op. cit., pp. 327 y ss. 26 Robert Castel , «Le modele de la "société salariale " comme principe d'une comparaison entre les systémes de protection sociale en Europe du Nord et en Europe du Sud», en Comparer les systirnes de protection sociale en Europe du Sud, París, Mire, col. «Rencontres et recherches », vol. 3, Rencontres de Florence, 1997, p. 44. 27 Podríamos subrayar aquí que este tipo de socialización deriva de la socialización secundaria en oposición al vínculo de filiación que deriva sobre todo de la socialización primaria. Sin embargo , es normal considerar que la socialización secundaria comienza en la

268

LAS FORMAS ELEMENTALES DE LA POBREZA

edad adulta y que la socialización primaria se reserva a la infancia y luego a la adolescencia. Esta oposición clásica entre socialización primaria y secundaria no corresponde a la distinción introducida aquí entre socialización familiar y extrafamiliar ; la segunda prolonga la primera completándola como una esfera que se amplía al ritmo de los aprendizajes sociales. 28 Véase Dominique Schnapper (1994): La communauté des citoyens. Sur l'idée moderne de nation, París, Gallimard, col. «NRF-Essais». 29 Véase D. Gallie y S. Paugam (dir.), Welfare Regimes and the Experience of Unemployment in Europe, op. cit. 3° Robert Salais , Nicolas Baverez y Bénédicte Reynaud (1986 ): L invention du chómage. Histoire et ransformation d'une catégorie en France des années 1890 aux années 1980. París, PUF , col. «Quadrige », 1999. 3' Ibid., pp. 132 y ss. 32 Un estudio reciente sobre la asistencia en Europa ha permitido comprobar la existencia de diversas formas de regulación local. Véase Chiara Saraceno (dir.) (2002): Social Assistance Dynamics in Europe. National and Local Poverty Regimes, Bristol, The Policy Press. Puede consultarse concretamente el capítulo 2 redactado por Enzo Mingione, Marco Oberti y José Pereirinha , «Cities as local systems » (pp. 3 5-79), y el capítulo 3 redactado por Yves Bonny y Nicoletta Bosco, «Income support measures for the poor in European cities», pp. 81-125. 33 Véase Lester M. Salamon y Helmut K. Anheier (1997): Defining the Nonprofit Sector. A Cross-NationalAnalysis, Manchester-Nueva York, Manchester Universiry Press. 34 El objetivo aquí es limitarse a las modalidades de intervención social en el ámbito del acceso a los derechos. 35 Véase Raymond Aron (1969): Les désillusions du progrts. Essai sur la dialectique de la modernité, París, Calmann-Lévy. 36 Véase Robert Castel, Les métamorphoses de la question sociale, op. cit.

Introducción a la parte segunda ' Véase Gesta Esping-Andersen ( 1999): Les trois mondes de 1'Étatprovidence. Essai sur le capitalisme contemporain , París, PUF, col. «Le Lien social » ( 1.' ed. en inglés, 1990). 2 Véase Maurizio Ferrera, «The "southern model" of welfare in social Europe », Journal ofEuropean Social Poliry, 6, 1, 1996, pp. 17-37.

Capítulo 3 ' Las variaciones regionales de la pobreza son muy importantes en Italia. La proporción de familias pobres en el Mezzogiorno es cuatro veces mayor que en el norte . Véase Commissione di indagine sulla povertá, La povertá in Italia nel 1993, Roma, documento publicado el 14 de julio de 1994. Véase también, sobre la medida de la pobreza y las desigualdades regionales en ese país: Giovanni B. Sgritta y Gianfranco Innocenzi , «La povertá», en Massimo Paci (dir.), Le dimensione della disuguaglianza . Rapporto Bella Fondazione Cespe Bulla disuguaglianza sociale in Italia, Bolonia, Societá editrice Il Mulino, 1993, pp. 261-292. Aunque la situación en España no esté tan diferenciada entre norte y sur como en Italia, las variaciones regionales son igualmente muy grandes. En 1991, de 43 provincias, 11 tenían

NOTAS

269

una proporción de familias pobres (en función del umbral del 50% de los ingresos familiares anuales medios) entre el 30 y el 41%, mientras que la media nacional se situaba en el 19,4%. Véase Miguel Juárez (dir.), Informe sociológico sobre la situación social en España, Madrid , Fundación Foessa , 1994 (especialmente las pp . 315-334). 2 Véase Regino Soares y Teresa Bago D'Uva (2000 ): Income, Inequality and Poverty, Bratislava Seminar on Internacional Comparisons of Poverty, INSEE, pp. 159-205. 3 Desde hace unos años los especialistas en la investigación de la pobreza otorgan mayor importancia a esta cuestión de la duración . Véase Lutz Leisering y Stephan Leibfried (1999): Time and Poverty in Western Welfare States, Cambridge , Cambridge University Press. " Véase Gasta Esping-Andersen , Les trois mondes de l'Étatprovidence, op. cit. 5 Véase Oscar Lewis (1969): La vida. Une famille portoricaine dans une culture de pauvreté.• San Juan et New York, París, Gallimard , p. 802 ( 1' ed. inglesa, 1965).

6 Ibid., p. 803. Esta cuestión se ha analizado recientemente . Véase Mary Corcoran, «Mobility, persistence , and che consequences of poverty for children : Child and adult outcomes », en Sheldon H . Danziger y Robert H . Haveman (dir.) (2001 ): Understanding Poverty, Nueva York, Russell Sage Foundation , Harvard University Press. 8 Fuente: Eurostat, 2001. Richard Hoggart (1970): La culture du pauvre. Étude sur le style de vie des classes populaires en Angleterre, París, Éd. de Minuit , col. «Le Sens commun » ( 1 ' ed. inglesa , 1957). 10 Se estudiarán las causas de este fenómeno con más detalle en el capítulo siguiente. " Véase J. Middlemans y R. Paserman , «Vivre sous le méme toit . Modeles familiaux dans 1 ' Union européenne », INSEEPremii're, 43, 1996, pp. 1-4. `Z Según el umbral del 60% de la mediana de ingresos , escala de la OCDE modificada. 13 Las diferentes situaciones respecto al empleo , identificadas en esta sección , se han establecido fundamentalmente a partir de una pregunta del Panel de los Hogares Europeos sobre la satisfacción de los activos respecto a la estabilidad del empleo . Los que estaban satisfechos se consideraban como que tenían un empleo estable. Los que no estaban satisfechos, pero tenían su empleo desde hacía más de un año , se consideraban con un empleo amenazado . Los que no estaban satisfechos y tenían un empleo desde hacía menos de un año se clasificaron como con un empleo inestable. Por otra parte, los parados se diferenciaron según si estaban en paro desde hacía más o menos de un año. 14 El Instituto italiano de estadística define el norte agrupando las siguientes regiones: Noroeste , Lombardía , Noreste y Emilia-Romagna. El centro agrupa las regiones siguientes: Centro (Toscana, Umbria, Marche ), Lazio . Por último , el sur está compueso por: Abruzzo-Molise , Campania, Sur (Puglia , Basilicata, Calabria), Sicilia , Sardegna . En los análisis sobre Italia presentados en este capítulo esta clasificación se ha retomado con la excepción de la región Abruzzo-Molise, región más desarrollada económicamente que las otras del sur y que se ha clasificado en la región del centro de acuerdo con los consejos de varios expertos. 15 Véase Cécile van de Velde (2004): Devenir adulte. Sociologie comparée de la jeunesse en Europe, tesis de doctorado en Sociología , París, Institut d 'études politiques de Paris. 16 Véase Chiara Saraceno (1988): Sociologia dellafamiglia, Bolonia , Il Mulino. " Véase Duncan Gallie y Serge Paugam (dir.), Welfare Regimes and the Experience of Unemployment in Europe, op. cit. 18 Lauren Loison ha podido comprobar la importancia de la solidaridad familiar en su encuesta cualitativa entre los parados portugueses . El modo de regulación del paro en Porcaracteriza , en su opinión , por una gran exigencia respecto a las obligaciones familiares . Véase Lauren Loison (2002): L'expérience vécue du chómage au Portugal tesis doc-

270

LAS FORMAS ELEMENTALES DE LA POBREZA

toral de Sociología , Institut d'études politiques de Paris - Instituto superior de ciencias do trabalho et da empresa de Lisbonne, 2002. 19 En el análisis estadístico realizado a partir del cruce de varios indicadores pude observar la falta de correlación entre el bajo del nivel de vida y la debilidad de los lazos familiares en España e Italia ( Portugal y Grecia no figuran en este estudio por no haber dispuesto de fuentes estadísticas adecuadas). En estos países los resultados fueron similares tomando otros indicadores como la red de ayuda privada: los más pobres en el plano económico no carecían de relaciones y de posibilidades de recibir ayuda en caso de dificultad. Véase Serge Paugam , « Poverry and social disqualification. A comparative analysis of cumulative social disadvantage in Europe », Journal ofEuropean Social Policy, art. citado. 2° Las encuestas realizadas en Nápoles confirman la importancia de la ayuda familiar que reciben los parados tanto en el ámbito económico como en la búsqueda de empleo e incluso en el apoyo psicológico . Véase en particular Francesco Paolo Cerase, Enrica Morlicchio y Antonella Spanó ( 1991): Disoccupati e disoccupate a Napoli, Nápoles, Cuen. 21 Esta comprobación se basa fundamentalmente en la teoría de Mauss sobre el regalo que sigue siendo especialmente fecunda a la hora de analizar la solidaridad familiar. Véase Serge Paugam , To give, to receive and to give back: The Social Logics ofFamily Support, ponencia para la European Science Foundation Conference sobre « Inequaliry and social exclusion in Europe : The role of the familiy and social networks », Castelvecchio Pascoli, Italia, 3-7 de abril , 1998. También puede consultarse el artículo siguiente : Serge Paugam y Jean-Paul Zoyern, «Le soutien financier de la famille : une forme essentielle de la solidarité», Économie et statistique , n.° 308-309-310, 1997, 8-9-10 , pp. 120-187. 22 Véase Richard Hoggart , La culture du pauvre, op. cit.; concretamente el capítulo 3, «" Eux" et "nous"», pp . 117-146. 23 Las instituciones internacionales denuncian constantemente el trabajo infantil. Recordemos que en Francia no se limitaba solamente a las fábricas durante la revolución industrial . En las zonas rurales durante el siglo xix era habitual desear muchos hijos para que contribuyeran . « Desde el momento en que su edad se lo permitía ---explica Eugen Weberentre 5, 6 y 8 años, los niños trabajaban: cuidaban de las gallinas o de las ocas , ayudaban a vigilar el ganado, hacían recados o acarreaban cosas antes de que, hacia los 10 años, una tarea o un empleo les integrara plenamente en el mundo de los adultos .» Véase Eugene Weber (1983): La fin des terroirs. La modernisation de la France rurale, 1870-1914, París, Fayard. 24 Sobre este punto puede leerse la explicación del sociólogo de la pobreza y lector de las escrituras Jean Labbens (1997): Le dessein temporel de Jésus, París, L'Harmattan. 25 Evangelio de Lucas, 1, 49-53. 26 En lo que se refiere a la religión popular como un elemento de la forma de vida, puede consultarse a Francois-André Isambert (1982 ): Le sens du sacré. Féte et religión populaire, París, Éd. de Minuit. 27 Véase Carlo Triglia (2002 ): Sociologie économique. État, marché et société dans le capitalisme moderne, París, Armand Colin , col. «U-Sociologie». 28 Véase Enrico Pugliese (1996): Socio-économie du chómage, París, L' Harmattan (l.' edición italiana, 1993); véase en concreto el capítulo 5 , « Le modele italien du chómage». 29 Emilio Reyneri, «Italie : longue attente á l'abri de la famille e des garanties publiques», en Odile Benoit-Guilbot y Duncan Gallie , Chómeurs de longue durée, Aries , Actes Sud, 1992, p. 138. 30 Emilio Reyneri (1996): Sociología del mercado del lavoro, Bolonia, Il Mulino. 31 Según los datos de la primera oleada del Panel de Hogares de la Unión Europea, 1994.

NOTAS

271

32 Commissione di ingagine sulla povertá e sull'emarginazione , La povertá in Italia, 1980- 1994, Roma , Presidenza del Consiglio dei ministri , 1996 . Véase también Carlo Triglia ( 1992): Sviluppo sena autonomia, Bolonia , Il Mulino. 33 Véase Enzo Mingione y Enrico Pugliese , «Modelli occupazionali e disoccupazione giovanile di massa nel Mezzogiorno », Sociologia del lavoro, 1996. 34 Sobre el modelo italiano de pobreza , puede consultarse especialmente a Enrica Morlicchio (200): Povertá ed esclusione sociale. La prospettiva del mercato del lavoro, Roma, Edizioni Lavoro ; véase concretamente el capítulo 5. 35 Véase Nicola Negri , « Les failles d'un systéme localisé en Italie », en Serge Paugam (dir.), L'Europe force d la pauvreté, op. cit., pp. 255-294. " Esta constatación remite una vez más a la observación de Tocqueville cuando comparaba los pueblos miserables olvidados en medio del tumulto universal a los hombres cultivados y libres en la situación más feliz del mundo: «Los primeros , concluía, no piensan en los males que sufren , mientras que los otros sueñan sin cesar con los bienes que no poseen». Véase Tocqueville , La democracia en América, op. cit. 3' Véase Enrico Pugliese, Socio-économie du chómage, op. cit. 36 Me baso en las informaciones aportadas por Nicola Negri , « Les failles d'un systéme localisé en Italie», en Serge Paugam (dir.), L'Europeface á la pauvreté, op. cit. 39 Véase Manuel Aguilar y otros ( 1995 ): La caña y elpez. Estudio sobre los salarios sociales en las comunidades autónomas, Madrid , Fundación Foessa.

Capítulo 4 ' Obra traducida al castellano con el título La sociedad opulenta, Barcelona , Ariel, 1963.

2 Ibid., p. 300. 3 En un ensayo que tuvo una cierta repercusión en Francia cuando apareció en 1974, Lionel Stoléru consideraba que, si bien la pobreza seguía siendo un problema no resuelto mediante el crecimiento , la novedad consistía en que, en los países ricos, habíamos llegado a una situación de desarrollo en que era posible suprimirla . Véase Lionel Stoléru (1974): Vaincre la pauvreté dans les gays riches, París, Flammarion. Véase Gesta Esping-Andersen, Les trois mondes de l'Étatprovidence, op. cit. Podríamos caer en la tentación de clasificar a Gran Bretaña en este modelo , pero la idea inicial del Estado de bienestar en este país está muy alejada de él. 6 William Beveridge, Social Insurance and Allied Services. Reportpresented to Parliament by Command ofbis Majesty, noviembre 1942, Nueva York, Agathon Press, 1969. Obsérvese que este informe levantó tales esperanzas que se vendieron 70.000 ejemplares en tres horas y que su difusión alcanzó el año de su publicación la impresionante cifra de 300. 000 ejemplares. El sistema francés de protección social establecido en la misma época tiene semejanzas y diferencias importantes. Sobre este punto puede leerse el libro de Bernard Gibaud, De la mutualité d la sécurité sociale. Conflits et convergences, París, Les Éditions Ouvriéres, 1986. También puede consultarse el estudio de Nicole Kerschen, «L'influence du rapport Beveridge sur le plan franrgais de Sécurité sociale de 1945», Revue franfaise de science politique, « La protection sociale en perspective », vol. 45, 4, 1995, pp. 570-595. 8 Véase Serge Paugam, La sociétéfrancaise et ses pauvres, op. cit.; véase en particular el capítulo 1 titulado «Les "Trence Glorieuses " et la pauvreté».

272

LAS FORMAS ELEMENTALES DE LA POBREZA

9 Según Anne-Marie Guillemard , « La gestión de la forma de vida de la vejez tiene como principal objetivo atenuar la miseria de los viejos y les asigna al mismo tiempo una posición social dependiente, marginal y segregada que nadie piensa cuestionar». Véase Le déclin du social. Formation et frise des politiques de la vieillesse, París, PUF, col. «Socilogies», 1986, p. 125. 10 De acuerdo con la encuesta de ingresos fiscales de 1970 , según el umbral del 50% de la mediana del nivel de vida, Fuente INSEE-DGI, Rapport de l'Observatoire nacional de la pauvreté et de l exclusion sociale, 2003-2004, p. 26. " Véase L ?re de l'opulence, op. cit., pp. 302 y ss. 12 Ibid., p. 303. 13 Economistas , estadísticos y sociólogos realizaron en esa época numerosos trabajos sobre las desigualdades como cuenta el libro resultado de un coloquio: Darras, La partage des bénéfices. Expansion et inégalités en France, París, Éd. de Minuit, col. «Le Sens commun», 1966. " El economista Jean Fourastié se ocupó en demostrarlo en su ya clásica obra Les Trente Glorieuses ou la révolution invisible, París, Fayard, 1970. 5 John Goldthorpe y otros (1969): The Affluent Worker in the Class Structure, Cambridge, Cambridge University Press. 10 Véase Jean Klanfer (1965): L 'exclusion sociale. Étude de la maginalité dans les sociétés occidentales, París, Bureau de Recherches sociales. " Véase por ejemplo los trabajos de Colette Pétonnet (1968): Ces gens-la, París, Maspero, y de Jean Labbens (1969): Le Quart Monde. La pauvreté dans la société industrielle: étude sur le sousprolétariat dans la région parisienne, Pierrelaye, Éd. Science et service. '8 Según el título evocador del libro de Raymond Aron publicado en esa época, Les dl sillusions du progrés. Essai sur la dialectique de la modernité, op. cit. 19 Véase Jean Lebbens, Le Quart Monde, op. cit., p. 87. 20 Ibid., p. 191. 21 Marie-Catherine Ribeaud y los equipos ATD Service et science (1976): Les enfants des exclus. L 'avenir enchainé des enfants du sous-prolétariat, París, Stock. 22 Colecte Pétonnet (1979): On est tous dans le brouillard. Ethnologie des banlieues, París, Galilée, p. 16. 23 Dominique Schnapper estudia numerosos ejemplos en su libro La relation á l'autre. Au cceur de la pensée sociologique, París, Gallimard, col. «NRF-Essais», 1998. 21 Véase Héléne Beyeler-von Burg (1984): Des Suisses sans nom. Les heimatloses d'aujourd'hui, Pierrelaye, Éd. Science et service. 25 Véase Jean-Frangois Sabouret (1983): L'autre Japon: les burakumin, París, La Découverte. 26 Estadística dada por Philippe Pons (1999): Misére et crime au Japon du xvii siécle á nos jours, París, Gallimard, col. «Bibliothéque des sciences humaines», p. 128. 27 El caso de los burakumin podría compararse al de los Cagots en el suroeste de Francia, cuya exclusión dura ya varios siglos . Véase Paola Antolini ( 1989): Au-delá de la riviére, les Cagots: histoire d'une exclusion, París, Nathan. 28 Robert Castel (1978): « La "guerre á la pauvreté " aux États Unis: le statut de la misére dans une société d'abondance», Actes de la recherche en sciences sociales, 19, enero, p. 48. 29 Obra traducida al francés en 1967 bajo el título L 'autre Amérique. La pauvreté aux États-Unís, París, Gallimard.

30 Ibid., p. 17.

NOTAS

273

31 A partir de 1963, en sus conferencias impartidas en la Universidad de Berkeley (conferencias que llevaron a la publicación del Ensayo sobre las libertades en 1965), Raymond Aron subrayaba que incluso en los Estados Unidos la opulencia era sólo relativa. En su opinión, para la mayoría de las familias, seguía habiendo una gran diferencia entre el poder adquisitivo efectivo y el poder adquisitivo necesario para responder a los deseos que se consideraban normales. Él era muy sensible al análisis y las observaciones de Harrington. En esa época constató que el paro persistía en Estados Unidos en un periodo de gran crecimiento. Incluso hablaba de una «reserva de pobreza» comparable a lo que Marx denominaba un «ejército industrial de reserva». Véase R. Aron (1965): Essai sur les libertés, París, Calmann-Lévy. Hachette-Littérarures, 1998, p. 111. 32 Frances Fox Piven y Richard A. Cloward, Regulating the Poor. The Functions ofPublic Welfare, op. cit. 33 En 1990 la tasa de desempleo era del 0,5% en Suiza. Nunca ha superado el 4% en esa década. En 2004 era del 3,8%; véase fuente OCDE. 34 En el umbral del 50% de la mediana de ingresos suizos la tasa de pobreza es del 8% según la encuesta sobre los ingresos y el consumo (ERC) de 1998. Véase Oficina federal de estadística, Revenu et bien-étre. Données sociales, Neuchátel, 2002, p. 12. 35 Jean-Pierre Fragniére (1990): «La réussite ou l'exclusion?», en Pierre Gilliand (dir.), Pauvretés et sécurité sociale, Lausana, Éd. Réalités sociales, p. 182. 36 Recordemos que Zwinglio reformó la asistencia pública en Zúrich en 1526 y que Calvino hizo lo mismo en Ginebra en 1541. Véase Héléne Beyeler-von Burg, Des Suisses san¡ nom, op. cit. 3' Jean-Jacques Friboulet (2003): «La politique de l'emploi en Suisse», Commentaire, 101, primavera, p. 144. 38 Véase Francois Hainard y otros (1990): «Avons-nous des pauvres? Enquéte sur la précarité et la pauvreté dans le canton de Neuchátel», Neuchátel, Cahiers de l'Institut de sociologie et de science politique, 12, mayo.

39 Ibid., p. 164. 4° Véase Michael Harrington, L'autreAmérique, op. cit., p. 14. 41 Hay que tener en cuenta que este estudio de Neuchátel tuvo mucha repercusión mediática y política. Véase Francois Hainard (1996): «Les incidences d'une recherche sur la pauvreté au niveau des politiques publiques et des organisations caritatives», en Cantons et communes fase aux situations de précarité, Friburgo, Publications de l'Institut du fédéralisme, 18, pp. 51-62. 42 Los investigadores suizos de los centros sociales protestantes reivindican un reconocimiento de este derecho, así como la uniformidad en las condiciones de acceso. Véase Caroline Regamey y Helvetio Gropetti (1999): Minimum pour vivre. Étude de diverses normes, Lausana, La Passerelle. 43 Véase Richard Hauser (1993): Arme unter uns Teil 1, Ergebnisse und Konsequenzen der Caritas-Armutsuntersuchung, Caritas. 44 Véase el Eurobarómetro realizado en 1976 en los nueve países de la Comunidad Europea. Héléne Riffault y Jacques-René Rabier (1977): Laperception de la misare en Europe, Bruselas, Comisión Europea. 45 Véase el Eurobarómetro/Pobreza 3, La perception de la pauvreté en Europe en 1989, Bruselas, Comisión Europea, Dirección general del empleo, relaciones industriales y asuntos sociales, 1990. 46 Según el Eurobarómetro 56.1 de 2001 dedicado al tema de la pobreza y la exclusión social . Puede encontrarse un análisis de los resultados de esta encuesta en Duncan Gallie y

274

LAS FORMAS ELEMENTALES DE LA POBREZA

Serge Paugam (2002): Précarité sociale et intégration sociale, Informe para la Comisión Europea, junio. Documento traducido al inglés y al alemán , publicado y puesto en línea por la Comisión Europea en la serie de publicaciones sobre los Eurobarómetros. 47 Este resultado, comprobado independientemente del modelo econométrico utilizado, confirma la tendencia que se desprende del gráfico 3.1 del capítulo 3. 4e Véase Dramane Coester (1993): La pauvreté en Allemagne, tesina del Institut d'études politiques de Paris. Ibid., p. 27. Ibid., p. 28. Ibid., p. 30. sz Franz Schultheis (1996): «L'État et la société civile face á la pauvreté en Allemagne», en Serge Paugam (dir.), L éxclusion. L'état des savoirs, París, La Découverte, pp. 428-437. 53 Véase Wilhelm Breuer, «La pauvreté en Allemagne: un probléme résolu?», en Serge Paugam (dir.), L'Europe face d la pauvreté, París, op. cit., pp. 105-132. 54 Según un sondeo público en septiembre de 2004 en la prensa alemana, el 70% de los alemanes del Oeste estaría a favor de la reconstrucción del muro por este motivo. ss Véase Lutz Leisering y Stephan Leibfried (1999): Time and Poverty in the Welfare State, Cambridge, Cambridge University Press. 56 Véase tabla 3.1, p. 110. 57 Véase Steiner Stjerne (1985): Den moderne fattigdommen (La pobreza moderna), Oslo Universitetforlaget, citado por Peter Abrahamson (1994): «La pauvreté en Scandinavie», en Frangois-Xavier Merrien (dir.), Face á la pauvreté. L'Occident et les pauvres hier et aujourd'hui, París, Éd. de l'Atelier, p. 180. 58 Richard Titmuss (1987): «Developing social policy in conditions of rapid change: The role of social wlfare», en The Philosophy of Welfare, Londres, Allen & Unwin. 5`' Véase Peter Abrahamson, «La fin du modéle scandinave de la protection sociale?», en Serge Paugam (dir.), L'Europe face á lapauvreté, op. cit., pp. 195-220. 6' La pauvreté en Scandinavie, op. cit. 6' Citado por Finn Kenneth Hansen (1992): Social Exclusion in Denmark, Report for the Observatory on Social Exclusion, Comisión Europea. 62 Véase Henrik Tham (1990): «The persistence of social assistance in the Welfare State: The case of Sweden, 1945-1990», ponencia presentada en la conferencia sobre «Deprivation, social wlfare and expertise», Helsinki, National Board of Social Welfare in Finland. 63 Obsérvese no obstante que hay diferencias considerables en el modo de regular la pobreza en los distintos países escandinavos. 64 Véase Philippe d'Iribarne (1990): Le chómage paradoxal París, PUF, col. «Économies en liberté». 65 Véase Serge Paugam (2003): Social Precarity andAttitudes to Society and the Welfare State, ponencia en la conferencia «European Societies or European Society?», Helsinki, Euresco Conference on Institutions adn Inequaliry, 20-24 de septiembre. 66 Para una presentación más detallada, véase el apéndice «Cómo ven los europeos la pobreza», al final del libro. 67 Jacques Ion y Jean-Paul Tricart (2002): Les travailleurs sociaux, París, La Découverte, col. «Repéres», p. 69. 68 René Lenoir (1974): Les exclus. Un Francais sur dix, París, Seuil. G9 Jeannine Verdés-Leroux (1978): Le travail social, París, Éd. de Minuit. 70 Obsérvese que Jeannine Verdés-Leroux critica muy duramente las tesis de René Lenoir . En un artículo dedicado a su obra sobre los excluidos, ella subrayaba el carácter hete-

NOTAS

275

róclito y vago de las categorías utilizadas. También criticaba que «la yuxtaposición de grupos tan dispares hacía desaparecer como tal el principio de clasificación económico-política al mismo tiempo que atribuía al conjunto de grupos enumerados el matiz "criminológico" de algunos términos ». En su opinión , la indeterminación semántica de la noción de exclusión contribuye a su eficacia ideológica. «La virtud de este concepto de excluido y de todos los debates que permite -dice- es evitar la cuestión del origen de la "exclusión".» Véase Verdés-Leroux (1978): «Les exdus», Actes de la recherche en sciences sociales, 19, pp. 61-65. 71 Jacques Donzelot (1977): La police des familles, París, Éd. de Minuit.

72 Jacques Donzelot (1972): «Travail social et lutte politique», Esprit, «Pourquoi le travail social?», 4-5, abril-mayo, p. 102. 7s Una misma familia puede ser objeto de múltiples intervenciones sociales en la encrucijada de lo judicial, lo educativo y la psiquiatría, como podemos comprobar a través de las monografías de familias asistidas. Véase, por ejemplo, Jean-Pierre Nicolas (1984): La pauvreté intolérable. Biographie d une famille assistée, Toulouse, Érés. 74 Véase Pierre Boira¡ y Pierre Valarie (1985): «Le cont8le social: pratiques symboliques et pratiques sociales», en Francis Bailleau, Nadine Lefaucheur y Vincent Peyre (dir.), Lectures sociologiques du travail social París, Les Éditions Ouvriéres, pp. 45-59.

75 Franz Schultheis, «L'État et la société civile face á la pauvreté en Allemagne», op. cit., p. 433. 76 Entrevista recogida por Dramane Coester, La pauvretf en Allemagne, op. cit. n Yvar Ledemel (1997): The Welfare Paradox. Income Maintenance and Personal Social Services in Norway and Britain, 1946-1966, Oslo, Scandinavian Universiry Press. 78 La proporción de la población que recurre a la asistencia es claramente superior en Gran Bretaña que en los países escandinavos . Es lo que ocurre también respecto a países como Francia, incluso después de sumar las subvenciones de los mínimos sociales. Véase Martin Evans, Serge Paugam y Joseph Prélis (1995): «Chunnel vision: Poverty, social exdusion and the debate on social welfare in France and Britain », London School of Economics , STICERD, Documento de consulta, Welfare State Programme/115. 79 Véase Knut Halvorsen (1993): «Social assistance schemes in the Nordic Countries», en Torben Fridberg (dir.), On Social Assistance in the Nordic Capitals, Copenhague, Social Forsknings Instituttet.

Capítulo 5 ' La obra de Paul Lazarsfeld resultado de una encuesta de carácter monográfico sigue siendo hoy en día una referencia. Véase Paul Lazarsfeld, Marie Jahoda y Hans Zeisel (1933): Marienthal• The Sociology ofan Unemployed Community, Londres, Tavistock. También podemos citar los estudios de E. Wight Bakke (1940): The Unemployed Worker: A Study ofthe Task of Making a Living without a Job, New Haven, Yale University Press, y Citizens without Work. A Study ofthe Efcts of Unemployment upon the Workers' Social Relations and Practices, New Haven, Yale University Press. 2 La obra de Dominique Schnapper marca en Francia el comienzo de una nueva fase para las investigaciones sobre el paro . Véase L'épreuve du chómage París, Gallimard, 1981; nueva ed. en «Folio» , 1994. En Gran Bretaña, el primer gran programa de investigación sobre las consecuencias sociales del paro se realizó a partir de mediados de los años ochenta. Véase Duncan Gallie, Catherine Marsh y Carolyn Vogler (dir.) (1994): Social Change and the Experience of Unemployment, Oxford, Oxford Universiry Press.

276

LAS FORMAS ELEMENTALES DE LA POBREZA

3 Para un análisis más detallado de todos estos cambios y sus efectos sociales, puede consultarse Serge Paugam (2000): Le salarié de la précarité. Les nouvelles formes de l intégration professionnelle, París, PUF, col. «Le Lien social». '1 Robert Castel, Les métamorphoses de la question sociale, op. cit. $ El tema de la inseguridad social ha sido estudiado desde los primeros años ochenta. Véase Antoine Lion y Pierre Maclouf (dir.) (1982): L'insécurité sociale. Paupérisation et solidarité, París, Les Éditions Ouvriéres. 6 Véase cap. 3, p. 106. ' Véase Serge Paugam, Jean-Paul Zoyem y Jean-Michel Charbonnel, précarité et risque d'exclusion en France, op. cit. 8 Robert Castel (2003): L insécurité sociale. Qu ést-ce qu'tre protégél, París, Seuil, La République des Idées, p. 6. Véase Pierre Bourdieu (dir.) (1993): La misére du monde, París, Seuil. 1 0 Ibid., p. I1. " Serge Paugam, Le salarié de la précarité. Les nouvelles formes de l'intégration professionnelle, op. cit. `Z La precariedad del empleo y del trabajo se acumulan en el tipo de integración profesional denominada integración descalificadora. La encuesta ha permitido comprobar que este tipo está particularmente desarrollado en las empresas que han emprendido planes sociales. Los asalariados viven con la amenaza permanente del despido. Tampoco pueden valorarse con su oficio. El trabajo en sí mismo no tiene para ellos ningún interés. La única ventaja que podrían encontrar es el salario; pero muchas veces es similar al salario mínimo interprofesional incluso después de años de antigüedad. En estas condiciones, los asalariados van a trabajar sin entusiasmo y todavía más tendiendo en cuenta el mal ambiente. Saben que no tienen nada que esperar, ni de su trabajo -cuyo escaso valor ellos son los primeros en reconocer-, ni de sus jefes -a los que no siempre conocen- ni de sus compañeros. En la empresa esperan que pasen las horas, sintiéndose extraños a ellos mismos, presas de la desesperación. 13 Véase Frangois-Xavier Merrien, «Divergences franco-britanniques», en FrancoisXavier Merrien (dir.), Face á la pauvreté. L'Occident et les pauvres hier et aujourd'hui, op. cit., pp. 99-135. 14 Para comparar los términos del debate entre el periodo del Comité de mendicidad de 1790 y el debate parlamentario sobre el ingreso mínimo de inserción en 1988, véase Serge Paugam, La société francaise et ses pauvres, op. cit., cap. 2: «La dialectique de l'assistance». 15 Por lo que respecta a los trabajos recientes sobre este tema, relativos a Gran Bretaña, se puede leer especialmente: Duncan Gallie, Catherine Marsh y Carolyn Vogler (dir.), Social Change and the Experience of Unemployment, op. cit., y Lydia Morris (1995): Social Divisions. Economic Decline and Social Structural Change, Londres, UCL Press. 1' Véase Martin Evans, Serge Paugam y Alain Prélis (1995): Chunnel Vision: Poverty, Social Exclusion and the Debate on Social Security in France and Britain, London School of Economics, STICERD, documento de consulta, Welfare state programme/1 15. " La cuestión del gueto procede en gran parte de la emigración masiva de los negros americanos de las zonas rurales del sur hacia las ciudades industriales del norte en los años treinta. Véase sobre este punto la obra de sociología histórica de Douglas S. Massey y Nancy A. Denton (1993): American Apartheid. Segregation and the Making ofthe Underclass, Cambridge, Harvard University Press (traducción francesa de igual título, París, Descartes et Cie, 1995).

NOTAS

277

18 Véase especialmente William Julius Wilson (1987): The Truly Disadvantaged Chicago, University of Chicago Press (trad. francesa: Les oubliés de lAmérique, París, Desdée de Brouwer, 1994). También puede consultarse la obra de síntesis de Chapour Haghighat (1994): L'Amérique urbaine et l'exclusion sociale, París, PUF, col. «Politique aujourd'hui». Finalmente tenemos que citar el excelente estudio de Paul A. Jargowsky (1997): Poverty and Place. Ghettos, Barrios, and the American City, Nueva York, Russell Sage Foundation. 19 Citaremos sin embargo el trabajo de Monique Pincon-Charlot, Edmond Préteceille y Paul Rendu (1986): Ségrégation urbaine. Classes sociales et équipements collectifs en région parisienne, París, Anthropos. Señalemos asimismo trabajos más recientes como los de Jacques Donzelot (2004): «La ville á trois vitesses: relégation, périurbanisation, gentrification», Esprit, 3-4, marzo-abril, pp. 14-39, y de Éric Maurin (2004): Le ghetto franfais. Enquéte sur le séparatisme socia£ París, La République des Idées, Seuil. 20 La comparación en profundidad entre los barrios europeos desheredados y los guetos negros americanos encuentra por ello muchas dificultades. Para una recensión del conjunto de estos problemas, podemos consultar la ponencia de Tony Fahey (2003): «Urban spatial segregation and social inequality: A note on the potential for comparative European research», Changequal network, Manheim, 10-12, abril. Pierre Bourdieu, «Effets de lieiu», en La mis¿re du monde, op. cit., p. 159. 22 Yves Grafineyer (1994): «Regards sociologiques sur la ségrégation», en J. Brun y C. Rhein (dir.), La ségrégation dans la vine. Concepts et mesures, París, L'Harmattan, p. 86. 23 Véase Sophie Body-Gendrot (1993): Vine et violente. L'irruption de nouveaux acteurs, París, PUF, col. «Recherches politiques». 24 Loic Wacquant (1992): «Banlieus francaises et ghetto noir américain: de l'amalgame á la comparaiion», French Politics d Society, 10, 4, pp. 81-103.

2s Véase Dominique Schnapper, La communauté des citoyens Sur lidée moderne de nation, op. cit. 26 Jacques Donzelot y otros (2003): Faire société. La politique de la vine aux États-Unis et en France, París, Seuil, col. «La Couleur des idées», p. 39. 27 Aunque no existan guetos en Francia -al menos si entendemos por «gueto» un barrio homogéneo poblado por una etnia o una nacionalidad determinada-, la instalación de familias inmigrantes en los grandes conjuntos ha coincidido a menudo con la salida de las poblaciones francesas, a menudo hacia una vivienda unifamiliar. Véase Frangois Dubet y Didier Lapeyronnie (1992): Les quartiers d'exil París, Seuil. 28 Véase M. Debonneuil (1978): «Les familles pauvres d'une ville moyenne», Économie et statistique, 105, pp. 25-37.

19 Véase Serge Paugam, Jean-Paul Zoyem y Jean-Michel Charbonnel, Précarité et risque d'exclusion en France, op. cit. 30 Los encuestadores del INSEE se contratan entre las clases medias, a menudo se trata de funcionarios retirados o mujeres cualificadas que no ejercen una actividad profesional regular. 31 M. Castellan, M. Marpsat y M.-F. Goldberger (1992): «Les quartiers prioritaires de la politique de la ville», INSEE Premiére, 234. 32 Cada unidad se caracteriza por la composición socioprofesional de su población y por la actividad económica en la que trabajan las personas empleadas. Véase N. Tabard (1993): «Des quartiers pauvres aux banlieues aisées: une représentation sociale du territoire», Économie et statistique, 270, pp. 5-22.

33 Podemos citar, por ejemplo, la encuesta de Catherine Foret (1986): Trajectoires de l'exclusion. Recomposition sociale y processus de territorialisation dans l'espace d'une copropriété

278

LAS FORMAS ELEMENTALES DE LA POBREZA

disqualifrée, CNAF (Programa de investigación: vivienda, entorno, condiciones de vida de las familias). Citemos el estudio de P. Le Gales, M. Oberti y J.-C. Rampa¡ (1993), que analiza el vínculo entre la descalificación social y el espacio y los comportamientos políticos; véase «Le vote Front national á Mantes-la-Jolie. Analyse d'une crise locale á retentissement nacional: le Val-Fourré», Hérodote, 69-70, pp. 31-52. 34 Véase Serge Paugam, La disqualification sociale, op. cit.; véase especialmente la segunda parte. 35 Pierre Bourdieu señala también que, contrariamente al barrio chic que consagra simbólicamente a cada uno de sus habitantes permitiéndoles participar en el capital acumulado por el conjunto de sus residentes, el barrio estigmatizado degrada simbólicamente a aquellos que lo habitan, quienes, a su vez, lo degradan simbólicamente porque, al estar privados de todos los recursos necesarios para participar en los distintos juegos sociales, sólo tienen en común su excomunión. Véase P. Bourdieu, «Effets du lieu», en La mis?re du monde, op. cit., p. 167. 3G Véase Norbert Elias y John L. Scotson (1965): The Established and the Outsiders, Londres, Franck Cass & Co. (traducción francesa [ 1997]: Logiques de l'exclusion. Enquéte sociologique au ca'ur des problémes d'une communauté, París, Fayard). 37 Encuesta realizada por el INSERM. Véase Sylvain Péchoux (2004): Vivre dans un quartier disqualifzé. Images des lieux et images de so¡ daos le 20 arrondissement de Paris, tesis de DEA del EHESS, septiembre. 38 Véase Georges Gloukoviezoff (2004):