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Informe Domiciliario De las guerras de Independencia a la consolidación del orden oligárquico Proceso de formación esta

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Informe Domiciliario

De las guerras de Independencia a la consolidación del orden oligárquico Proceso de formación estatal en Latinoamérica

En este informe buscaremos dar cuenta de los cambios y permanencias posteriores a las guerras de independencia latinoamericanas (1a), ver el impacto de las reformas liberales desde mediados del siglo XIX, teniendo en cuenta el cambio de contexto económico externo, su impacto en la conformación, presentando a México como el caso más relevante (1b); y analizar comparativamente la conformación del pacto de dominación oligárquica, en torno a la tensión centralización/descentralización, en México y Brasil (1c). Todo esto lo haremos considerando el proceso histórico de formación estatal en la región. 1a Cambios y permanencias posteriores a las guerras de independencia1 Tras las guerras, se produce una ruptura con el orden colonial. Como resultado, existe un fuerte desorden tanto administrativo, como político, y respecto a la estabilización y organización del orden y del poder. Esto adquiere significancia en el ámbito social, económico, ideológico y político. Se genera una destrucción de “un sistema completo de relaciones jurídicas, económicas y sociales” (Economía y Sociedad, 1991) . En la práctica, se da una reorganización –no desaparición- en la división de las ahora antiguas castas. Se anula la división entre “la república de españoles” y la “república de indios”, y las discriminaciones –no así en la práctica- legales. (Donghi T. H., 1991). Las comunidades logran resistir, en un primer momento, su estabilidad, y los mestizos son los más favorecidos por la independencia, al acceder a nuevos puestos de status significativo. La esclavitud comienza a perder rápidamente su arraigo, además de su eficacia. Ahora bien, estas clases bajas, sin embargo, son las más perjudicadas por la guerra en sí misma. La esclavitud será reemplazada por otras formas de trabajo asalariados en condiciones similares a la servidumbre. El desorden y militarización, el despotismo más insoportable2, da lugar a conflictos internos y guerras civiles. En el ámbito económico, se producirá una apertura de América al comercio exterior, afectando las prácticas comerciales. Principalmente aumentarán las exportaciones, pero perduran las tecnologías empleadas. (Op. Cit.) A

pesar de la independencia política,

continuara la dependencia de América respecto a las potencias extranjeras: “La ruta de Cádiz se reemplaza por la de Liverpool” (Donghi T. A., 1998). En las primeras etapas, las 1

Lo expuesto se centrará en los cambios y permanencias posteriores a la disgregación del orden colonial español y portugués, tras las guerras de independencia –y el reconocimiento de la independencia brasilera-, que toman su punto cúlmine en la batalla de Ayacucho de 1924. 2 En el orden colonial, el despotismo de la corona era ejercido sobre sectores generalmente no vinculados, o con menor contacto, con el poder político.

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potencias europeas, sobre todo Inglaterra, estarán expectantes a que se estabilice la situación latinoamericana, y en consonancia con capitales que son destinados al desarrollo de la revolución industrial, se dedicarán principalmente al comercio con América. No intervienen así capitales de inversión, y se generará –más allá de cualquier posible resistencia- un libre comercio, que perjudicará a los artesanados locales. Existirán a este respecto ciertas competencias entra las potencias, pero Inglaterra será la que se imponga con su política discreta. La situación de la balanza comercial perjudicará a Latinoamérica, y generará una fuerte dependencia de los productos importados. Pero además, se generará una dependencia económica,3 construyéndose economías en situación de enclave colonial, o bien con control nacional de la producción, como enmarcan Cardoso y Faletto. (1977, págs. 1-24) En el ámbito social, un resultado de las es la fuerte militarización. Como saldo de las guerras de independencia, se encontraba una fuerte violencia, una militarización de la vida que no podía ser desarmada. La guerra requirió de una movilización de ciertos sectores antes no incorporados a la vida política, que fueron armados, adquiriendo cierto poder militar. Con el fenómeno de los caudillos y la militarización de los conflictos que surgen, el poder, al no estar centralizado en torno al estado o alguna figura, no posee canales institucionales o de legitimidad, sino que se dirime por medios violentos. Para poder sostener esta situación, debía existir un equilibrio de armas –estos nuevos “protoestados” invertían mayormente en presupuesto militar- pero los grupos fueron de a poco independizándose de quienes organizaron la causa revolucionaria, pasando así a ser difíciles de controlar. Esto podemos conectarlo con el fenómeno del caudillismo, aunque no mecánicamente, como marca Safford: si bien los caudillos determinaban la posesión del poder, no por ello impartían mandatos ni detentaban el gobierno. La relación era más compleja, y no se puede hacer una vinculación directa entre las élites y los caudillos, debido tanto a su origen como a su comportamiento, muchas veces rebelde. (1991) El papel de la iglesia variara según las regiones, pero estará ahora sometida y subordinada al poder político civil. Se reconstruirá posterior a la revolución a través de sacerdotes europeos desconocedores de las sensibilidades locales: su apoyo popular irá perdiendo vigor –aunque hay varias excepciones, como el caso mexicano-. 3

Es de considerar que no se trata de meramente emplear categorías como un pasaje de sociedades “tradicionales” a “modernas”, en países subdesarrollados, sino más bien entender la situación de estos países periféricos, que en vías a integrarse al mercado mundial, generan un cierto tipo de tensiones con las potencias centrales. (Cardoso & Faletto, 1977).

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En el ámbito político, podemos ver una situación de conflicto entre diversas regiones4, no unificadas en torno a lo que actualmente son naciones. Podemos hablar de una cierta crisis de legitimidad5, puesto que ya no existe una autoridad determinada, producto del derrumbe del gobierno colonial. A esos respectos, cada región va a proceder a la defensa de sus intereses. En este contexto, las antiguas capitales de las colonias, reclamaran el poder por considerarse herederas, de aquel que detentaban en el período colonial. Jugará un papel clave la fortaleza de cada región en torno a los recursos y poderío económico. Mientras que ciertos sectores puedan encontrarse en ventaja por la situación portuaria, otros se verán en inferioridad según su producción económica, dependiendo de cada caso. Otro aspecto del ámbito político es de la “democratización” limitada, fomentada por la militarización pero a la vez, refrenada por esta. Si bien se amplió en gran medida la participación política, sobre todo a las élites urbanas y sectores medios urbanos antes ajenos a ella, ello no garantizó una verdadera “democratización”, ni muchísimo menos. Simplemente, se amplió levemente el espectro en que se desarrollaba la política, a niveles de las propias élites. Los sectores económicamente poderosos, logran imponerse concesiones al estado 6, que ahora comienza a reducir su presupuesto invertido, y se ve sometido principalmente a los terratenientes. Se genera un ruralización y una –principalmente en los inicioscentralización del poder, siendo los terratenientes y latifundistas los que mantiene un mayor poder local, elemento que será central a la hora de constituir el pacto de dominación. Básicamente, perdura una fuerte concentración de la tierra, obteniendo los terratenientes un fuerte peso político, y los sectores urbanos son muy damnificados por la guerra. En el ámbito ideológico, continúa la dependencia ideológica con respecto a las potencias. Se plantea el problema de lograr integrar la tradición española con las nuevas tradiciones francesas, británicas y estadounidenses, de un tinte más liberal (Safford, 1991). Los sectores rurales buscaran apoyo en militares, principalmente fuerzas informales – como marca Lynch (1985)-. Existirá una supervivencia de factores del antiguo régimen al no existir transformaciones profundas ni en la organización social ni en la estructura económica.

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Se presentarán salvedades con esto término, según cada autor, a exponer después. En el concepto, aunque con ciertas salvedades, gramsciano. Al romperse el orden colonial, se genera un vacío de poder que no es ocupado, con solidez, por ninguna fuerza política. En este sentido es que hablamos de crisis de legitimidad. 6 El emplear este término aquí no indica su consolidación, sino todo lo contrario. Queremos remarcar la debilidad para consolidar el orden estatal –como es entendido por Oslak (2003). 5

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La América española padecerá una vergonzosa comparación a la América portuguesa, que a pesar de sus divisiones, lograra unificarse (Donghi T. A., 1998). La situación de una independencia pacífica respecto a Portugal, que permite una mayor estabilidad y facilidad para mantenerse unificada, permite esta tipo de comparación con la América española fuertemente fragmentada –respecto a la fragmentación existen diferencias en los autores-. Ahora bien, sigue manteniendo las dificultades y características antes mencionadas (concentración de la tierra, dificultades en la unificación del estado, caudillismo, el papel de las potencias, etcétera). Hasta aquí lo expuesto, podemos hablar de complementariedades y coincidencias en los autores trabajados. Sin embargo, podemos plantear algunas diferencias en torno a ciertos aspectos.7 Donghi

habla

acerca

de

una

incapacidad

de

superar

la

fragmentación

hispanoamericana, más que de una “fragmentación”. La guerra de la independencia ayudará a confirmar diferencias de las naciones. Y por otra parte, coloca en más énfasis en torno a los factores externos que afectaron al proceso interno –tales como el papel de las potencias, en lo que respecta a la conformación de un mercado exportador de materias primas-, sin por ello otorgarles mayor peso causal. (1998) Por su parte, Chiaramonte considera que no se puede hablar de “regiones” o “provincias”, porque constituye la extrapolación de categorías de un estado-nación, que será solo consolidado después. Más que una desfragmentación de la América Española, podemos hablar de un intento, en algunos casos, de unificación de la misma, como medio de salvaguardar los intereses locales de cada estado. Pero no como parte, estos, de una “nación”, si no al contrario –en vez de fuerzas centrífugas, podemos hablar de fuerzas centrípetas-. Considera erróneo hablar de nacionalismos en los inicios de la Independencia (2016). Lynch, por otro lado, colocará el énfasis en el “pasado heroico nacionalista”, que ayudo a conformar las guerras de la independencia. Esto, en conjunto con conflictos y diferencias surgidas en el proceso, ayudará a consolidar el nacionalismo –si bien, en términos económicos, este nacionalismo estará fuertemente ausente (1985). 7

El análisis expuesto hasta aquí se ha centrado en el los aspectos del análisis que Lynch (Las Revoluciones Hispanoamericanas, 1985), Chiaramonte (Raíces Históricas del Federalismo, 2016) y sobre todo, Tulio Alpherín Donghi, (Historia Contemporánea de América Latina, 1998) (Economía y Sociedad, 1991) realizan sobre los cambios y continuidades, -además de otros aportes mencionados- donde no presentan serias diferencias, salvo las que serán mencionadas.

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Siendo todo esto considerado, es como se puede entender los inicios del proceso de formación estatal en América Latina. Se desarrolla, ya desde los inicios, ciertos tipos de tensiones entre las diversas fuerzas, y el peso económico será preponderante, con una influencia respecto a la situación de las potencias extranjeras y su relación con las ex colonias. Este será impactado por las Reformas Liberales. Como marca Oslak, estará muy vinculado el proceso de formación estatal, a partir de la necesidad de la conformación de un mercado interno8, para su estabilidad. En los inicios, podemos hablar de alguna forma, de “protoestados”, puesto que estos sistemas de dominación no externalizan su poder, apenas logran institucionalizar su autoridad, su control es poco definido y está muy ausente un nacionalismo que permita internalizar una identidad (2003).9

1b Las Reformas Liberales Consideradas estas condiciones, es como explicaremos las reformas liberales, de mediados de siglos XIX. Estas, como marca Safford, vendrán influidas ya por las reformas borbónicas impuestas en la época colonial, pero principalmente serán resultado de ideologías provenientes de las grandes potencias extranjeras (Ingleses, franceses, Estadounidenses), resultado de las Revoluciones Liberales en esos países (Política, Ideología y Sociedad, 1991). 10Principalmente,

estas reformas plantearán, en el ámbito ideológico las libertades

individuales, de propiedad, de comercio, que impactarán fuertemente en la propiedad eclesiásticas y comunales indígenas, que ahora serán disueltas. En términos de comercio, se generará una fuerte apertura al mercado externo, constituyendo a si una dependencia para con las potencias –se depende ahora de la exportación de materias primas, de la importación de manufacturas, y las producciones artesanales locales se ven afectadas-. Este proceso se ve claramente influenciado por los de la Revolución Industrial en Europa, donde los capitales primermundista no son invertidos en Latinoamérica, sino que se limita a un comercio, que se expandirá cada vez más. Se conforma así un reforzamiento de nuevo pacto colonial.

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Con mercado interno nos referimos a “dentro de un territorio determinado, […] relaciones sociales capitalistas” (Oslak) Hemos empleado los atributos del estado mencionado por Oslak para entender el proceso de conformación estatal, como haremos a lo largo de toda la exposición. 10 Las reformas surgirán, centralmente, a partir de la plebe urbana, y de jóvenes de las élites urbanas instruidos – universitarios-. Deberán ir de apoco dando “combate” (aunque muchas veces, simplemente en el área de las actitudes) para que los sectores dominantes adopten estas posturas liberales. 9

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La esclavitud avanza en su abolición, si bien continúa situaciones de servidumbre. Y, en teoría, existe una disolución del sistema de castas –que en la práctica poco cambia-. Se generara una separación, en mayor o menor medida, respecto a la Iglesia. Está se verá perjudicada, tanto a nivel económico –perdida de tierras- como político –subordinación respecto a la sociedad civil-. Teniendo en cuenta estas características principales, es como haremos un desarrollo de cómo se implementaron estas reformas en México para comprender con mayor claridad el Proceso. El origen de la llamada Reforma en México, proviene de la destitución del Dictador Santa Anna durante la Revolución Liberal. A través del plan Ayutla, es como se verá aplicada. Esta reforma fue resistida por un sector conservador, y tras un período de guerra civil, se continúo su aplicación, aunque con cierto matices.11 Entre las consecuencias destacables, se realizaron reformas seculares.12 Se anuló la oficialidad el catolicismo como religión estatal, contribuyendo a la separación de la Iglesia y el estado. Se instauró el matrimonio civil. En un principio, el ejército fue afectado a través de la quita de prerrogativas. Tras la guerra civil, se redujeron drásticamente las fuerzas armadas, aunque fue un proceso dificultoso, y su influencia siguió siendo significativa. Los caudillismos –al ser reemplazados los dirigentes locales, los caciques, por hombres liberales- y otras propiedades comunales –se impulsó la propiedad individual, afectando sobre todo a la Iglesia, ya que los indígenas de los ejidos plantearon una fuerte (aunque no absoluta) resistencia a este proceso- se vieron trastocados13. Los mayores perjudicados fueron los campesinos, que vieron empeoradas sus condiciones –manteniéndose la carga impositiva de la alcabala- y perdieron o les fueron mal distribuidas las tierras. Apenas se hizo un “débil esfuerzo por aliviar […] las deudas de peonaje” (Katz, 1992). Esto produjo varios levantamientos campesinos. Los ya grandes latifundistas y terratenientes, tanto conservadores como liberales, serán beneficiados por la venta y reparto de las tierras comunales. Otros beneficiarios principales, 11

La reforma genera fuertes resistencias conservadora. Tras un período de guerras civiles (donde los conservadores cuentan con el apoyo popular, situación que destaca el arraigamiento de la cultura eclesiástica en el caso mexicano), intervendrán fuerzas europeas, Francia Inglaterra y España, pero sobre todo la primera, apoyando fuertemente a los conservadores –mostrando que la independencia política lejos estuvo alejar las relaciones o pretensiones colonialistas-. Se establece una monarquía –el Imperio de Maximiliano- que no perdurará, no logrará pacificar al país y será derrotada por los liberales. 12 Como máxima expresión del liberalismos de las reforma, se condensa la Constitución del 57 –progresista incluso para la actualidad- pero que en muchas aspectos será letra muerta. “Sueños de toda su (de los liberales) vida” (Bazant, 1991). 13 Como marca Bazant (1991, pág. 134)

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serán los sectores comerciantes de la capital, también de las ciudades capitales de las provincias, producto de la adquisición de tierras eclesiásticas, y de las ventajas del libre comercio14. No se desarrollo ningún tipo de redistribución de la tierra o la reforma agraria. A pesar de un intento por desarrollar la propiedad individual, y un recorte presupuestal, se profundizo el latifundismo y la presencia de funcionarios públicos, de los sectores medios. Se amplió el aparato estatal y la inversión, principalmente, en educación. Considerada esta situación, vemos la influencia en el proceso de conformación estatal, tomando el caso mexicano, de las reformas liberales. Aumentara la capacidad de externalizar su poder –es reconocida la independencia mexicana-, la identidad colectiva –producto de las guerras frente a los franceses-, y en menor medida la diferenciación del control. Las reformas sin embargo, no lograron ni estabilizar el aparato estatal, ni modernizar sustancialmente la economía. Es por eso que casi no se verá afectada la institucionalización de la autoridad. Se requiere un estado nacional que logre generar las condiciones para superar el atraso: para ello se deberá consolidar el “pacto de dominación”. (Oslak, 2003). Posteriormente a la destitución de los primeros liberales que aplican la reforma, asumirá Porfidio Díaz, quien finalizará los avances liberales, y se busca desarrollar la modernización – aquello que el liberalismo intentó pero no logró- acompañada de la ideología positivismo. Surgirán ahora, el orden, la estabilidad15 y las disposiciones necesarias para lograr conformar el estado nación, bajo un progresismo autoritario, que si bien no continuo la misma línea, sí fue consecuencia de la reforma. Bajo el mandato de Porfidio Díaz se desarrollara el pacto de dominación oligárquico.

1c La tensión centralización-descentralización, el pacto de dominación y la dinámica oligárquica Considerando lo expuesto, compararemos la situación de la conformación de la dominación oligárquica16 en México, con Brasil.

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En consonancia con la situación del mercado mundial, mencionada anteriormente. “Los problemas relativos al orden y al progreso concentraron la atención […] resumiendo la agenda de cuestiones socialmente vigentes durante la época formativa del estado” (cursiva propia). (Oslak, 2003) 16 Consideramos el término oligarquía, y sus características, tal como los considera W. Ansaldi (1994). Tanto en el caso mexicano como brasilero, se dará una violencia tanto real –represión de la oposición- como simbólica –discriminación, racismo- una participación a nivel de las élites, la conformación del mecanismos clientelares, en relación con relaciones familiares y de amistad, la orientación proeuropea, combinación de centralización y descentralización, entre otras características propias de la oligarquía. 15

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En el caso Mexicano, el impacto de las guerras de Independencia destruyó toda posibilidad de unidad centralizada. Sin embargo, la posterior unión de diversas fuerzas militares frente al frente conservador-francés, permitió una unión en civil términos federales. Con el porfiriato, se pasará a una mayor centralización, al ser Díaz eficaz aglutinando bajo su mando a los diversos caciques y fuerzas regionales (Salmerón Castro), en consonancia con la modernización estatal (Tobler, 1990). En el caso brasilero, tras la disolución del imperio a fines del siglo XIX que sin duda fue un fuerte estado centralista, que logró estabilizar y superar ciertos movimientos separatistas, surgió en la república vieja un gobierno descentralizado, liderado por los intereses del pacto Paulista-Mineiro, y como tercer actor del pacto, el estado de Río Grande do Sul. Perdió así poder el gobierno central. A la hora de conformar el pacto de dominación y de estabilizar un mercado interno, surgirán

múltiples

tensiones,

provenientes

tanto

de

conflictos

recientes

como

de

autonomismos existentes en las. El peso del poder político en ambos casos, estaba fuertemente concentrado en torno a los terratenientes –hacendados en México, fazendeiros en Brasil-. Esta concentración del poder potenciaba las autonomías regionales. Respecto

a

estos

regionalismos

es

como

se

constituirá

la

tensión

centralización/descentralización. La pugna se dará, principalmente, entre el “federalismo” – entendiéndolo como la descentralización del gobierno– que pugnará por una mayor autonomía local a la hora de conformar el pacto de dominación, frente a la centralización nacional, que busca conformar un estado nacional con mayor influencia sobre las diversas regiones. Esta tensión estará marcada sobre todo por la capacidad de negociación de las élites en el poder, tanto regionales, como aquellas en que se apoya el gobierno nacional -así como el gobierno nacional mismo-. Jugará un papel clave aquí las formas de clientelismo político: coronelismo en Brasil, caciquismo en México. En el caso Mexicano, fue en el porfiriato, por excelencia, que logró mantener la estabilidad del pacto de dominación, en torno a un gobierno centralizado, al manipular las tensiones regionales con hombres propios o equilibrando las tensiones internas locales. Además, logró, con una mezcla de represión y concesiones, subordinar, de alguna forma –o al menos, lograr controlar- cada uno de los sectores regionalistas y de oposición, tanto de sectores medios o de la Iglesia, como de la élite. Este manejo político fue posible gracias a una modernización que fortaleció la centralización del Estado Federal, y del aparato administrativo a nivel federal y estatal. Para la financiación de este proceso, se buscaron 8

rentas impositivas que no enfrentaran a la oligarquía nacional. Un fuerte medio para lograr el control, fue el permitir el enriquecimiento de las oligarquías locales –funcionando como intermediarias con el etado- a partir de las inversiones extranjeras. Se desarrolló así una nueva “clase social gobernante” (Katz, 1992), con una clara orientación proeuropea, tanto económica como culturalmente. Las tradicionales relaciones políticas, fueron ahora subsumidas bajo la oligarquía. Se produjo una “oligarquización de la sociedad”, sobre todo bajo la influencia de los Científicos (Tobler, 1990). El proceso de conformación de un mercado interno, acompañado de la entrada, ahora, de capitales extranjeros –sobre todo estadounidenses, destinados a los ferrocarriles-, cobrará ahora gran importancia en la conformación del pacto de dominación. La pax porfiriana permitió un crecimiento económico sostenido, a través de un tipo de economía “de enclave” (Cardoso & Faletto, 1977), con una fuerte dependencia. A costa de libertades políticas, se generó el desarrollo económico. En el caso brasilero, existe una fuerte preponderancia al sector burgués cafetalero paulista, lo que marcarán su influencia política: pugnará –con eficacia- por una descentralización buscando la libertad de formar un propio ejército estadual, tener propia recaudación impositiva, y contratar créditos extranjeros. Por otra parte, era fuerte la influencia del estado ganadero de Minas Geiras. Estos dos estados –luego en conjunto con Rio Grande do Sul- fueron los principales agentes de un pacto –no exento de tensiones- de dominación que los beneficiaba fuertemente -la política del “café con leche”-. Podemos hablar de un tipo de dependencia con control nacional de la producción (Cardoso & Faletto, 1977). El sistema político se sustenta en los coronéis – coroneles-, las oligarquías estatales, y el gobierno federal. Esto demarca una fuerte jerarquización vertical, y el fuerte papel de la descentralización, que permitió favorecer a los intereses locales. El clientelismo se desarrolla, en Brasil, en torno a los coroneles –quienes detentaban el poder en los municipios-. Con la particularidad de que son “suministradores de votos” (Fausto, 1991), dependen del poder político y los favores de las oligarquías estatales, y estas a su vez, de las del gobierno federal. Éste pugnaba principalmente por los intereses de las facciones dominantes, buscando controlar las tensiones locales.17

17

Todo este manejo del poder político, sin embargo, variaba según las regiones, siendo particularmente fuerte en las áreas rurales. En los tres estados centrales refrenarán el poder de los coroneles, cuando se presenten tensiones con las oligarquías locales. En otros estados, actuará más bien como un árbitro, tanto favoreciendo a uno como a otro sector.

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Respecto al clientelismo político -forma claves de dominación oligárquica en cada casoexiste, en el lado Mexicano, el caciquismo. Se desarrolla como una forma similar al caudillismo, aunque de tinte más regional y rural, como marca castro. Estos caciques “gobernaban sus provincias como si fueran reinos feudales” (Katz, 1992) y funcionaban como intermedio entre el gobierno federal y las comunidades locales, a partir del manejo de prácticas políticas y culturales propias de cada caso. (Salmerón Castro). Las tensiones que son mencionadas hasta aquí, en ambos casos, surgen exclusivamente en términos de la élite política. No son las clases subalternas, y poco participan las clases medias urbanas, sino que se trata de un pacto de dominación oligárquico (Oslak, 2003). En Brasil existe una baja participación pero –lo que es más relevante- una “fuerte dependencia del electorado respecto de las oligarquías locales” (Fausto, 1991). En México la modernización estatal no fue acompañada de una modernización social, siendo no integrados ni políticos ni socialmente los estratos bajos y medios de la población. Esto también generaba una fuerte dependencia política, social, e incluso económica, respecto a los caciques. Vemos aquí en lo expuesto, una mayor consolidación del estado -sobre todo en el caso del porfiriato mexicano- por lograr imponer una mayor institucionalización de su autoridad -en conjunto con los otros atributos de estatalidad ya mencionados-. Es decir, en estas instancias podemos hablar de la presencia de un Estado propiamente dicho. Sin embargo, a partir de una fuerte dependencia con el mercado externo, en relación con la llegada de capitales extranjeros provenientes de las potencias a Latinoamérica, podemos hablar de un estado que sigue siendo, en varios aspectos, débil. Se trata de un “estado capturado” (Ansaldi, 1994): a través de una relación con estos capitales se conformará una élite oligárquica que adquirirá beneficios tanto económicos como políticos, y en base ello es como se conjuga la relación entre centralización y descentralización de estos sectores de la élite. .

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Bibliografía Ansaldi, W. (1994). Frívola y Casquivana, mano de hierro en guante de seda. Una propuesta para conceptualizar el término oligarquía en América Latina. Bazant, J. (1991). México. In L. Bethell, Historia de América Latina (Vol. 6). Barcelona: Crítica. Bethell, L. (1984). History of Latin America. Cambridge: Cambridge University Press. Cardoso, F. H., & Faletto, E. (1977). Desarrollo y Dependecia en América Latina. Buenos Aires: Siglo XXI Editores S.A. Chiaramonte, J. (2016). Raíces Históricas del Federalismo. Donghi, T. A. (1998). Historia Contemporánea de América Latina. Alianza. Donghi, T. H. (1991). Economía y Sociedad. En L. Bethell, Historia de América Latina (Vol. 6). Barcelona: Crítica. Falleti, T., Giordano, V., & Rodríguez, G. Cuando lo nuevo no termina de nacer... y lo viejo se resiste a morir. Fausto, B. (1991). Brasil: estructuras social y política de la primera República, 1889-1930. In L. Bethell, Historia de América Latina (Vol. 10). Barcelona: Crítica. Graciarena, J. (2003). El estado latinoamericano en perspectiva. Figura, crisis, prospectiva. Graham, R. Brasil (1850-1870). En L. Bethell, Hiistoria de América Latina (Vol. 6). Cambdrige University Press. Katz, F. (1992). México: La Restauración de La República y el Porfiriato, 1867-1910. In L. Bethell, Historia de América Latina (Vol. 9). Barcelona: Cambridge University Press. Lynch, J. (1985). Las Revoluciones Hispanoamericanas. Ariel. Murilo de Carvalho, J. Desenvolvimiento de la ciudadanía en Brasil. Fondo de Cultura Económica. Oslak, O. (2003). Formación Histórica del estado en América Latina: elementos teórico-metodológicos para su Estudio. Petrone, M., & Salzman, M. (2017). Clases Historia Social Latinoamericana. Universidad de Buenos Aires. Safford, F. (1991). Política, Ideología y Sociedad. En L. Bethell, Historia de América Latina (Vol. 6). Barcelona: Crítica. Salmerón Castro, F. Caciques: una revisión teórica sobre el contro político. Tobler, H. (1990). La Revolución Mexicana - Transformación social y cambio político 1876-1940.

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