Para escribir y comer pescado

1 2 PARA ESCRIBIR Y COMER PESCADO… ___________________________ Bernardo Rafael Álvarez 3 Para escribir y comer pe

Views 92 Downloads 5 File size 1MB

Report DMCA / Copyright

DOWNLOAD FILE

Recommend stories

Citation preview

1

2

PARA ESCRIBIR Y COMER PESCADO… ___________________________ Bernardo Rafael Álvarez

3

Para escribir y comer pescado… © Bernardo Rafael Álvarez ©Cactus editores Primera edición virtual: Diciembre, 2015 Lima - Perú

4

Para Igor Ignacio, mi hijo menor.

5

6

«Renacerán vocablos muertos y morirán los que ahora están en boga, si así lo quiere el uso, árbitro, juez y dueño en cuestiones de lengua» (HORACIO)

7

8

HASTA LA REMACETA "No se haga de rogar, patita, y sírvase otro trago/ que aquí entre copa y copa, le quiero hacer saber/ por qué es que estoy tan triste, tan solo y amargado/que hasta la remaceta hoy me quiero poner..." Lo transcrito es parte de uno de los primeros valses criollos que asimilan la replana como medio de expresión. La replana, ese lenguaje (originalmente de delincuentes) que -como afirmó hace algún tiempo la doctora Martha Hildebrandt- "ha perdido el encanto y originalidad que tenía antaño". El vals citado fue escrito por don Mario Cavagnaro, talentoso compositor arequipeño. Habla de un drama pasional, del sufrimiento de un hombre que es desplazado del corazón de su amada porque aparece en escena un blanquiñoso (¿no suena tan actual esto, ahora que se habla mucho de "racismo"?). Empujado por "las heridas del alma", este hombre -el del vals- se entrega a la bebida

9

como una suerte de "bálsamo" y quiere beber y beber, tan desmesuradamente, hasta, prácticamente, "per-der la razón". Eso es lo que quiere decir aquella frase final del fragmento transcrito: "hasta la remaceta me quiero poner". No existe (o, al menos, nosotros no la hemos encontrado) una fuente documental que ayude a explicar el significado de esta curiosa palabra, "remaceta". Pero de lo que estamos seguros es de que se trata de un auténtico peruanismo que, ello no obstante, no llegó a ser registrado en el valioso libro, "Peruanismos", de nuestra lingüista más conocida. Tampoco se encuentra allí la voz popular "maceta" que, como sabemos, es empleada para decir "forzudo", fornido", "sólido", pero sí se la encuentra -como es lo justo- convertida en forma de "verbo adjetivado", con esta definición: "En nuestra lengua familiar maceteado equivale a fornido, 'de cuerpo sólido y macizo'" (Martha Hildebrandt. Peruanismos. Jaime Campodónico/editor,

10

1994); y, así, podemos decir: "este pata está bien maceteado". Pero, como es fácil advertir, no tiene ninguna relación (salvo fonética) con "remaceta". El único documento en que hemos encontrado esta voz es el breve y pobremente sustentado librito publicado por Lauro Pino en 1968, "Jerga criolla y peruanismos". Allí aparece esto: "Remaceta. Término que se usa en la frase Estar hasta la remaceta. Estar hasta el cien." Y, como señala el autor en otra parte, "estar hasta el cien", bien puede entenderse como "hallarse muy enfermo o en mala situación económica". Sin embargo, "estar hasta la remaceta" no es solo eso; es -como lo dijimos al principio- perder la razón, literalmente o de modo figurado, o excederse extremadamente en algo: te amo o te odio hasta la remaceta, o, repitiendo lo que dijimos ayer respecto de don Marco Aurelio Denegri: "purista hasta la remaceta". Y es por el amor que siente el personaje ficticio (pero dramáticamente real en la vida diaria) de que nos habla el vals, por "la gila más buena

11

moza del callejón", que le pide a su amigo que le acompañe en ese desmedido brindis, porque "hasta la remaceta hoy me quiero poner".

12

DENEGRI: EN TÉRMINOS DE… Al definir "Conductismo", en su segunda acepción, el DRAE dice: "Psicol. Estudio de la conducta en términos de estímulos y respuestas." En nuestra opinión y estamos segurosen opinión de psicólogos también, en esto no hay nada que discutir; todo está claro. Qué es lo que quiere decir, en otras palabras el Diccionario: que el conductismo estudia la conducta en todo cuando se refiere o relaciona a los estímulos y respuestas. El motivo de esta nota no está, pues, atado a una preocupación de carácter psicológico, sino en relación con algo que acabamos de leer en El Comercio (Lunes 26 de marzo, pág. 20), escrito por don Marco Aurelio Denegri. El ahora columnista del diario decano, expresa enfáticamente lo siguiente: "Es lamentable que la Academia haya claudicado una vez más ante la expresión del vulgo hablante y diga ahora 'en términos de', según puede verse en el DRAE 2001". Así de firme y rotundo es don Marco Aurelio, como siempre.

13

Sustenta, además de basarse en su propio e insobornable criterio, en lo escrito por el lingüista Wilson Follett (autor de Modern American Usage), quien refiere que la expresión inglesa "in terms of' (que sería el origen de la expresión nuestra) no es correcta, que "está mal". Don Marco Aurelio -purista hasta la "remaceta"recomienda oficiosa y diligentemente que, en lugar del mencionado "barbarismo" se diga "en relación con, o con relación a". Bueno, como reza el dicho popular, consejo, hasta de un conejo. Pero lo que nos parece inadmisible es que se quiera prohibir un uso que está, diríamos, masivamente generalizado (perdonen esto que parece o es una redundancia). Y nos parece también que don Marco Aurelio no ha leído, o si lo ha hecho se ha olvidado, lo que el mismo DRAE dice justa, oportuna e inteligentemente en su Preámbulo, empleando palabras del poeta romano Horacio: "el uso, árbitro, juez y dueño en cuestiones de lengua". El uso, bueno o malo, correcto o incorrecto, manda, pues. La Academia es

14

autoridad, sí, pero no autoridad imperativa ni mucho menos impositiva. Puede, si quisiera, proponer, pero, como escribe el académico Manuel Seco, el lenguaje por ser un hecho humano está "sometido a la voluntad humana; no solo la voluntad del que propone un uso, sino la del que decide seguirlo". La Academia, en este caso de la expresión "en términos de", como en todos los casos, no ha "claudicado"; afirmarlo es (lo decimos con una palabra muy grata para nuestro erudito Denegri) una barbaridad. La Academia no cumple (nadie le ha dado esa función) el papel de guardián ni de censor del idioma. Repetimos lo escrito en anterior oportunidad. "La lengua no la crean los académicos ni los escritores, sino el pueblo; y es el pueblo también quien la modifica y, eventualmente, puede hacer que desaparezca. Yo siempre he creído que la lengua es acaso lo más democrático que existe; en ella no se dan imposiciones verticales, desde arriba, sino todo lo contrario. La Academia recoge, asimila y consagra

15

expresiones que los hablantes van, cotidianamente, aceptando como útiles para la comunicación." Así que, hablando en términos del idioma, la cosa es muy clara, don Marco Aurelio.

16

ELIPSIS Especialmente en los discursos o intervenciones improvisadas de algunas personas en ceremonias familiares, es común escuchar cosas como lo que hoy escuché decir a un congresista, durante la presentación del Gabinete Ministerial en el Parlamento: "Gracias, señor Presidente. Por su intermedio, saludar a los señores ministros...". Si nos atuviésemos exactamente a lo dicho, es decir, palabra por palabra, no entenderíamos ni miércoles: "Por su intermedio, saludar..." ¿Saludar? Saludar es un verbo que aquí aparece digamos en estado virginal, en modo infinitivo, sin acción específica, no indica hacia dónde va, "qué es lo que quiere". El modo infinitivo presenta al verbo como si se tratara de un sustantivo; pone de manifiesto la idea de una acción, pero no a la acción misma: "saludar" es la acción de expresar o "mostrar a alguien benevolencia o respeto" (DRAE), pero no es el saludo propiamente dicho. Si yo

17

digo, como el congresista, "saludar a los ministros", no estoy diciendo nada, absolutamente nada específico o, yendo al punto, no les estoy, en realidad, saludando a esos dignos representantes del Ejecutivo. Sin embargo, todos, prácticamente todos, entendemos lo que este ("padre de la patria" le dicen) u otro personaje quiere expresar con esas palabras, porque de tanto escuchar frases como esa hemos terminado acostumbrándonos a ella y, finalmente, le hemos "entrado al juego". Es que aquí estamos frente a aquello que es conocido como "elipsis", pero que en casos como el del ejemplo se dan de un modo exagerado y, digamos, absurdo, descabellado. El Diccionario define elipsis como "Figura de construcción, que consiste en omitir en la oración una o más palabras necesarias para la recta construcción gramatical, pero no para que resulte claro el sentido." Es decir, eliminación de palabras que sin bien es cierto son necesarias, también son prescindibles porque su ausencia no genera trastorno en la construcción

18

gramatical ni mucho menos en el entendimiento. El DRAE nos da un ejemplo: "Juan ha leído el mismo libro que Pedro". Aquí lo que no aparece (repito: necesario pero prescindible) es "ha leído": "Juan ha leído el mismo libro que 'ha leído' Pedro". En frases como la dicha por nuestro congresista, el haber recurrido o, mejor dicho, incurrido en la elipsis dañó la construcción gramatical, pero, como ya lo dije, nos hemos acostumbrado a gazapos de esta laya, y por ello y porque solemos ser complacientes los pasamos por alto y, encima, "los comprendemos". Lo que quiso decir y debió decir es esto: "Por su intermedio quiero (o quisiera) saludar a los señores ministros", así de simple y fácil.

19

¡ZOTE! El fulano ese que con sus pachotadas (Vallejo "influyó de manera negativa en el subconsciente colectivo de los peruanos") parece haber ganado su cuarto de hora de fama dice: "Vallejo fue un maravilloso poeta". Qué genial. Qué imaginación. Parece frase de pontífice: con ella Vallejo se consagra, caracho. ¿Hay que agradecerle? Gente como este al que sospechosamente le han dado tribuna en El Comercio no merece que se le mencione. Lo único que cabe es decirle que no se meta en cosas de mayores y despedirlo con una expresión muy Vallejiana: ¡Zote!. Bien, "zote" es una interjección muy usual en Santiago de Chuco -también en mi tierra, Pallasca-; es sinónimo de "fuera", "lárgate", "zafa", "vete". Es, como se ve, una expresión rotunda, eficaz, inapelable. Nuestro poeta mayor la empleó magistralmente en el poema XVI de Trilce: "Al aire, fray pasado. Cangrejos, zote!" Aunque en el uso común de nuestros pueblos, "cangrejos" no es

20

otra cosa que "sinvergüenzas", en el poema es evidente que asume esa y otra significación que bien podría estar asociada -como señalan Marco Martos y Elsa Villanueva- a "mirar y remirar el pasado" (nótese la virtual relación que se presenta con "fray pasado" y el "caminar para atrás" que se le atribuye al cangrejo). "Cangrejos" tiene, pues, una connotación de insulto. No ocurre lo mismo (y aquí nuestra discrepancia con los autores de "Las palabras de Trilce") con "zote" que -en el poema y en el uso popular que se le da en Pallasca y Santiago de Chuco- tan solo se comporta como una contundente interjección con la que se pretende expulsar a alguien.

21

¿ADHIERO O ME ADHIERO? Muchos suelen decir cosas como esta: "Adhiero a la posición planteada por..." Con ello quieren decir: "Estoy de acuerdo con fulano de tal", "concuerdo con su opinión", "le expreso mi adhesión". Adherir es un verbo que puede emplearse tanto como transitivo como pronominal. Como transitivo significa "pegar algo a otra cosa": Adhiero esta calcomanía a la carátula de mi cuaderno. Y es como pronominal que se lo usamos cuando queremos expresar nuestro apoyo a alguien o a algo, o "convenir en un dictamen o partido o abrazarlo". Y la forma correcta de conjugarlo es anteponiendo un pronombre reflexivo: me adhiero, te adhieres, nos adherimos, se adhieren. El DRAE asume que, en realidad -como dijimos al principio-, hay quienes emplean este verbo de modo directo: "Yo adhiero a la posición de..." Por ello es que cuando lo define inserta esto: "U. m. c. prnl." Pero, la verdad es que es de mal gusto y resulta absurdo usarlo como muchos lo usan. Recomendamos, por

22

ello, lo que nos parece más sencillo y claro: "Me adhiero a los reclamos del pueblo", es decir, "me sumo a sus exigencias". O, con la frase de César Vallejo: "¡Sierra de mi Perú, Perú del mundo, y Perú al pie del orbe; yo me adhiero!"

23

TERRORISMO Un delito no es lo que a nosotros peatones comunes y corrientes- se nos ocurre llamar así, sino aquello que la ley penal ha tipificado como tal y, obvio, le ha asignado la denominación correspondiente. El terrorismo en el Perú es considerado un delito a partir de 1981 (cuando se dio el Decreto Legislativo 046), pero cuando comenzaron las acciones irracionales de Sendero en Ayacucho (con la quema de ánforas electorales en Chuschi) y en Lima (con perros colgados en postes de la avenida Tacna) ya estábamos frente a hechos que fueron promovidos para infundir terror. Y eso no es otra cosa que terrorismo, con ley que lo tipifique o sin ella.

24

LA LENGUA CULLI Los Incas, en su afán de expansión, llegaron a Pallasca. Allí encontraron una lengua extraña, el culli (o culle). Trataron -como solía ocurrir con las conquistas- de imponer su idioma, el quechua, en desmedro del que allí (y en gran parte de la región norte) se hablaba. Poco tiempo después aparecieron los conquistadores españoles. En Cajamarca mataron a Atahualpa quien antes había mandado dar muerte a su hermano Huáscar cuyo cadáver, según teoría razonablemente expuesta por algunos historiadores (especialmente Félix Álvarez Brun) fue arrojado a las aguas del río Tablachaca (antes Andamarca) que corre entre Pallasca y Santiago de Chuco hacia el mar. La imposición más rotunda y contundente, como es obvio, fue la del idioma castellano, desapareciendo prácticamente el quechua -que comenzaba a establecerse allí- y disminuido casi al exterminio el culli. Según fue constatado por lingüistas, la frágil

25

sobrevivencia de esta lengua se dio en algún caserío de la Provincia de Pallasca hasta aproximadamente la década de 1930. En la actualidad solo quedan desperdigadas muy pocas voces que se confunden con el léxico español y los vocablos quechuas que también se emplean, especialmente en los sectores campesinos. Llegó a efectuarse una lista de palabras recolectadas por algunos estudiosos y otras personas, como el obispo Martínez Compañón, el padre Gonzáles Meléndez y Fernando Silva Santisteban. Expresiones culli (que aún se emplean en Pallasca) son, por ejemplo, "chúrgape" (grillo), "cungul" (renacuajo). Pero lo particular que encontramos es una pronunciación que no es propia del castellano ni del quechua y que podemos hallarla en voces inglesas como "jam" (estrujar). Así tenemos, en culli: "muganshya" (tizón, madera incandescente pero sin flama, luz tenue) o "Conshyam" (que es un topónimo). La representación gráfica que aquí consigno es, naturalmente, aproximada (creo que la más aproximada que puede

26

haber). Son, como se ve, dicciones realmente bellas de una lengua extinguida cuyo encanto a mí, particularmente, me genera orgullo.

27

LAS PAPAS QUEMAN En realidad, yo no me explico de dónde pudo haber sacado don Marco Aurelio aquello de que la expresión “cuando las papas queman” tiene que ver con la llamada “papa sexual”? No es así. La alusión metafórica que aparece en esta frase popular tiene relación con el tubérculo que, al estar caliente, resulta difícil de ser sostenido por las manos; y cuando decimos “las papas queman” estamos refiriéndonos precisamente a situaciones insostenibles, difíciles, de las que quisiéramos liberarnos o con las que preferiríamos no hacer contacto, con las que no nos sentimos capaces de involucrarnos. En cambio, si la “papa sexual” estuviera caliente, tal circunstancia sería, más bien, cuando nos gustaría acercarnos; porque eso no es intolerable, sino todo lo contrario: es lo que buscamos, lo que nos atrae a los varones. Este debate (Denegri/Hildebrandt), como se recuerda, no es reciente; viene desde

28

junio del año pasado, cuando la doctora Martha Hildebrandt publicó en El Comercio una nota en la que habla acerca de la expresión “papa caliente” y dice, al respecto, que se trata, “sin duda alguna de una traducción literal de la más antigua expresión inglesa hot potato.” Tras esto, Denegri, en su programa de la televisión, habló con Marcela Robles y en un momento de la entrevista hizo el comentario en los términos que conocemos. Dijo que la expresión “papa caliente” no proviene de la alusión al tubérculo andino sino de la que popularmente se hace al órgano sexual femenino. Como se advierte, hasta ese momento la discusión giraba en torno a la expresión “papa caliente”. Ahí está el asunto, pues. No se trataba exactamente, en el razonamiento de don Marco Aurelio, de la expresión “las papas queman”, sino de “papa caliente”. Y, efectivamente, podría ser razonable lo que dice al respecto: papa caliente es igual a vulva de una mujer infectada 29

con una enfermedad venérea que podría dar lugar a que contagie a alguien, es decir, que “queme” a la persona que pudiera tener contacto con ella. Pero lo cierto es que cuando alguien en el uso popular- hace referencia a que una mujer tiene la “papa caliente” no alude a ninguna infección venérea, sino a la “calentura” de la fémina ardiente, deseosa de tener un encuentro sexual (y, si nos vamos al extremo, ninfómana): fulana de tal tiene la “papa caliente” (lo contrario a mujer frígida). El problema aparece cuando Denegri traslada, ahora sí, el comentario respecto de “papa caliente” a la expresión popular -que es completamente distinta- “cuando las papas queman” (“papa caliente” y “cuando las papas queman” son -no solo textualmente, sino por razón de usodiferentes). Atendiendo a la explicación que da (aludiendo a enfermedad venérea), nadie, hasta donde entiendo, se alejaría de “las papas (vulvas) calientes” (así, en plural), puesto que la probable 30

relación contagiosa (la que “quema”) se daría con una sola “papa caliente” y no con varias. ¿O es que cuando, por ejemplo, una persona va a un burdel lo hace para “encamarse” (obviamente, sin protección) al mismo tiempo con varias mujeres, eventualmente sifilíticas? No, pues. Se alejaría de una “papa caliente”, de una sola. Pero, en cambio, cuando se habla de “las papas (tubérculo) que queman” aquí sí es legítimo hablar en plural, porque puede, en un plato o en una olla, haber no una sino varias papas calientes y podemos coger más de una y, así, quemarnos las manos; y si esto ocurre, al toque las soltamos. Es decir: se da una situación insostenible. “Cuando las papas queman” es, pues, la metáfora de una situación con la que no quisiéramos involucrarnos o de la que quisiéramos liberarnos, “zafarnos”, porque “quema” como patatas recién sancochadas. El hecho de que Juan Álvarez Vita haya considerado en su Diccionario de 31

Peruanismos, para la frase “cuando las papas queman”, una explicación similar a la que Denegri defiende, no es prueba de que lo dicho sea verdad; tampoco lo es el que algunas personas “que pintan canas” se rían de la definición de la señora Hildebrandt. ¿O es que para encontrar explicaciones a frases populares cuyo origen es estrictamente anónimo, hay que documentarse con ese tipo de “pruebas”? No, pues. En estos casos, el camino es “menos académico”: funciona más eficazmente la interpretación y el sentido común. Hay mucha gente que ha celebrado la posición del señor Denegri. Me parece muy bien. Lo malo es que eso se da según parece- no solo por la simpatía que él genera en los televidentes, sino por lo antipática que resulta, en gran medida, la doctora Hildebrandt, entre otras cosas, por su confeso y convicto fujimorismo. Esto, obviamente, le quita seriedad a las cosas. Denegri me parece admirable, sinceramente lo digo. Pero creo que no todo lo que dice puede ser

32

admitido como una verdad absoluta. Por ello es que, con todo respeto, me permito exponer mis opiniones discrepantes.

33

AMAZONIA Un escritor y periodista peruano afirma (lo he leído hace unos días) que lo que llamamos Amazonía debe escribirse con minúsculas porque es un nombre común y no propio, como sierra, estepa o puna. Aquí mi comentario: Amazonía o, como algunos dicen, Amazonia (sin tilde en la i) es un nombre propio, un sustantivo. El Diccionario de la Real Acedemia Española (DRAE) solo consigna "amazonia" y "amazonio" en su calidad de adjetivos (femenino/masculino) que son sinónimos de "amazónica" y "amazónico", respectivamente. Es decir, para ser más explícito e ilustrativo, si hacemos referencia a un habitante de la región en que se encuentra el río Amazonas podemos, legítimamente, decir "hombre amazónico" u "hombre amazonio". Pero, claro, esto último no suena tan agradable que digamos debido a que no se trata de un adjetivo usual (como igualmente lo reconoce el Diccionario: adj. p. us.), y nosotros ya estamos acostumbrados a la sonoridad esdrújula 34

de la otra forma. El territorio de que hablamos es un territorio amazónico o amazonio. En esto, pues, no existe motivo de discusión. Pero si queremos nombrar con un sustantivo a la extensión verde que ahora ha sido reconocida como una de las siete maravillas naturales del planeta, tenemos que decir (aunque el DRAE no lo considere entre sus más de tres mil términos) Amazonía, porque ese es su nombre, legitimado por el uso. Otra cosa: amazonia, por ser un adjetivo (porque en verdad lo es), no es como puna, estepa o sierra (que no son adjetivos sino sustantivos). Esto debe quedar muy claro. Y, por último tratando de ser concesivos-, si se tratara de un sustantivo o nombre no propio sino común, tendría que ser también igual a "selva" (es decir, sinónimo) y, en tal sentido, sería válido decir, por ejemplo, "la amazonia africana". Y bien sabemos que, por decir lo menos, esto sería absurdo. Conclusión: el sustantivo que nombra a la región de selva que ahora es una de las siete maravillas naturales del

35

planeta, y que nos enorgullece a muchos peruanos, es nombre propio y no común, y debe escribe siempre con "A" mayúscula: Amazonía o, si se quiere, Amazonia.

36

MEDIO HERMANA ¿Shirley es la medio hermana de Joel? Hace poco un amigo nos dijo que un consultorio del idioma haría mucho bien a los conductores de nuestra televisión. Ahora nos hemos dado cuenta de que también les hace falta a los guionistas y a los actores. En la serie "Al fondo hay sitio", evidentemente siguiendo un libreto, todo el mundo -refiriéndose a "Shirley", la hermana de padre de "Joel"- dice "medio hermana", usando un absurdo y disparatado adverbio. Lo correcto es decir "media hermana". Nos explicamos. Hablar de “medio hermana” sería indiscutiblemente correcto si, por ejemplo, estuviéramos refiriéndonos a una amiga muy íntima, aquella que está cuando la necesitamos, solidaria, cariñosa, que es casi como una hermana, es decir, una medio hermana. Cosa distinta sería si fuera hija solo de nuestro padre o de nuestra madre. En este caso estaríamos hablando, sin ninguna duda, de nuestra hermana. Solo que por el hecho de no ser hija de los

37

dos seres que nos dieron la vida la llamaremos “media hermana”, ya que popularmente hemos asumido –por decirlo de alguna manera- que el “cien por ciento” de vínculo sanguíneo solo se da entre hermanos que son hijos de la misma pareja progenitora. Y, gramaticalmente, hay que entender además que un sustantivo (hermana) solo se modifica por un adjetivo, lo que no puede ser hecho por un adverbio.

38

VASO DE AGUA ¿Vaso de agua o vaso con agua? La televisión, cuándo no! Pareciera que los genios de la pantalla están empeñados en “corregir” el “mal uso del idioma”. He aquí un tema. ¿Quién no dice comúnmente, “alcánzame un vaso de agua”? Todos, desde siempre, lo decimos. Pero ahora resulta que hay quienes creen que esa es una manera incorrecta de hablar; dicen que lo que debe decirse es: “alcánzame un vaso con agua”. Y, bueno, la verdad es que ninguna de las dos es incorrecta. Solo que el significado no es el mismo. Si yo digo “un vaso con agua” estoy pidiendo que me alcancen un vaso que, efectivamente, contenga agua; con la única salvedad: no estoy precisando la cantidad de agua que quiero. Es decir, si me traen el depósito con una gota de agua o con mayor cantidad, el pedido habrá sido satisfecho y no habrá razón para el reclamo. Pero si lo que pido es “un vaso de agua”, la cosa cambia. No es que en este caso, estúpidamente, esté

39

requiriendo un vaso que en lugar de haber sido hecho de cristal se haya empleado agua para confeccionarlo. No, nada de eso. Lo que estoy pidiendo es agua pero en una cantidad que equivale más o menos a la capacidad del depósito mencionado (que es lo que se aproxima a un cuarto de litro). La preposición “de” no tiene aquí significado de posesión o de pertenencia; se usa, como dice el DRAE, “para señalar lo contenido en algo”. Pero, hay que comentar lo siguiente. Lo que indica el DRAE es muy genérico; puesto que, como ya lo hemos explicado, no se trata, así, tan ligeramente, solo de “lo contenido en algo”, sino de eso pero en una cantidad que coincide prácticamente con la capacidad de ese “algo” (el vaso, por ejemplo). Igual que como ocurre con el ejemplo del vaso de agua sucede con “balde de agua”: si queremos echar agua al fuego que amenaza con crecer y convertirse en incendio, diremos “échale un balde de agua” porque resultaría absurdo “echarle un balde con agua”. ¿Tiene usted mucha sed? Pues lo

40

que le recomiendo es que beba un vaso de agua; no un vaso con agua. Y, al menos en esto, no le haga caso a la Televisión.

41

HACE HAMBRE "¿Hace hambre?" Uf, otra vez la televisión! Repetidamente se está usando esta disparatada manera de decir que se siente hambre: "hace hambre". Incluso hay un comercial que estos días se transmite en las pantallas en que aparece la frasecita de marras. ¿A qué se debe esto? ¿Es incómodo acaso decir "tengo hambre" o "siento hambre"? Intuyo que el origen está en que hay quienes tratan de establecer una suerte de semejanza o de analogía con frases como las siguientes: "hace frío" o "hace calor". Pero tal cosa es descabellada. Cuando uno dice "hace calor" está refiriéndose a la temperatura que en ese rato reina en el ambiente, obviamente porque el cielo está despejado y el sol "quema"; es decir, en este caso, "hace calor" es una expresión digamos impersonal, que se refiere simple y llanamente al estado del clima. Sin embargo, existe lo que llamaríamos la contraparte, el "tengo calor" o "siento calor", que tiene que ver,

42

específicamente, con la sensación personal de bochorno, de quemazón, de fiebre, etc. No ocurre lo mismo con el tema del hambre. El hambre no es un "estado del clima", del "ambiente", sino una sensación de malestar producida por la necesidad de ingerir alimentos o, como dice el DRAE, "gana y necesidad de comer"; como, igualmente, pasa con la sed (¿o es que acaso, al sentir la necesidad de beber, usted diría "hace sed"?). Una sensación, una exigencia que la sentimos en el organismo o, dicho con otra palabra, que la "tenemos" en ciertos momentos. Por ello, lo indiscutiblemente correcto, es decir: "tengo hambre" o, "siento hambre". Conclusión: decir "hace hambre" no es más que una reverenda pachotada.

43

¿CEVICHE O SEVICHE? ¿Ceviche o Seviche? Acerca del origen que tiene el nombre del plato más conocido de la gastronomía peruana se han formulado diversas hipótesis y teorías. Hubo quien (Federico More) habló de que provendría de la palabra "cebo" porque en la Colonia así se llamaba, despectivamente, a ciertas comidas; la doctora Hildebrandt menciona el sufijo mozárabe "iche" como el que habría influido. El amauta Javier Pulgar Vidal encontraba el punto de partida en el quechua "siwichi" que significa pescado fresco o tierno. El DRAE hace referencia al posible origen árabe ("sikbag"); incluso en algún momento se lo identificó con "escabeche". Aunque la Real Academia Española ha aceptado una sola posibilidad ("sikbag"), lo cierto es que no está definitivamente establecido cuál es el origen real de la palabra en cuestión. Respecto de la forma de escribirlo tampoco se ha establecido una sola; es, tal vez, una de las palabras

44

que más formas de escribirse tiene, siendo todas homófonas. El Estado Peruano con "el objetivo de estimular, a nivel nacional e internacional, el consumo de este plato que se prepara en base de pescado, zumo de limón, ajo y sal" emitió una norma legal en la que declara el 28 de junio de cada año como el "Día del Seviche". Pero, en realidad, lo válido y legítimo es escribir en cualquiera de estas cuatro formas: cebiche, ceviche, sebiche, seviche. Así lo hacemos o podemos hacerlo, y así ha sido aceptado por la Academia. Como dice doña Martha, en cuestiones de la lengua el uso manda. Ah, pero si se trata del lenguado, lo que se impone es un cebiche (así, o como usted quiera escribirlo).

45

"YO SIEMPRE DOY TODO DE SÍ" A una chica de la televisión (Frecuencia Latina) cuyo apellido suena a sinceridad le escuché decir algo como esto: "Yo trato de dar todo de sí", lo cual empleando una expresión muy grata al celebrado Marco Aurelio Denegri- es una barbaridad. La bella chica -que hace un buen número de años fuera la reina del Festival de Viña del Mar- debió haber dicho: "Yo trato de dar todo de mí." Veamos lo que dice el DRAE respecto al bendito "sí" empleado por la conductora: "Pronombre personal. Forma reflexiva de la tercera persona. Usado en casos oblicuos de la declinación en ambos géneros y números, siempre con preposición. Cuando esta es con, se dice consigo." Huelgan mayores comentarios.

46

TALVEZ La Real Academia Española consagra como expresión culta el siguiente par de palabras que hemos convertido en inseparables y usamos como locución adverbial, "Tal vez", con el significado de ‘quizá", "acaso’. Y el adverbio propiamente dicho (de duda) "Talvez", es aceptado tan solo como de uso americano. Así lo dice el Diccionario Panhispánico de Dudas: "En América se emplea ocasionalmente la grafía simple talvez, aún no asentada en la norma culta." Pero prácticamente todos, usamos "Tal vez"; es decir, dos palabras para reemplazar "quizá", "probablemente", "posiblemente", "de repente", "puede ser", "a lo mejor", etc. Pero, ahora que lo pienso, en verdad se trata de un uso extremadamente absurdo. ¿Qué tiene que ver "tal" con "vez"? ¿Existe alguna relación razonable entre el adjetivo "tal" y el sustantivo "vez", que justifique la significación adverbial que le atribuimos? Pienso, sinceramente, que no. Aquí la

47

arbitrariedad de la lengua se desbordó con todo, pues, originando aquello que se conoce como "idiotismo". Por ello, desde ahora voy a escribir como escribía mi padre, empleando una sola palabra: "Talvez". Porque esta, por ser una sola palabra, tiene todos los atributos (aunque la Academia no la considere "culta") para sobrevivir como un adverbio cabal; pues, aunque la explicación etimológica nos indique que ha sido formada por una conexión descabellada de dos voces, lo que importa es el verdadero significado que, como unidad, ya le hemos dado con todo derecho en nuestro Continente. (S.E.U.O.)

48

¿LA MOTOTAXI O EL MOTOTAXI? Que se sepa, no existe una regla o norma taxativa al respecto. Veamos. Si digo bicimoto lo que estoy haciendo es referirme a una bicicleta que funciona con motor; si digo motoniveladora estoy mencionando a una niveladora que, igualmente, funciona con motor. Por lo tanto, debemos entender que el género de estas palabras compuestas es el femenino ya que la voz principal que las forma es femenina: bici (de bicicleta) en el primer caso y niveladora en el segundo, y, como se ve, no es la ubicación la que allí manda. Hay un neologismo de uso masivo y permanente: internet. Está formado por dos voces: inter, que significa "entre varios" y net, voz inglesa que significa red; o sea, "red conectada entre...varios" (claro, no son varios sino muchísimos, a nivel mundial). Si nos atenemos a la explicación dada, deberíamos decir que también corresponde al género femenino, por lo de "red"; sin embargo, por el hecho de que se trata de "net" (voz

49

proveniente del inglés en que no funciona el tema de géneros gramaticales) y no de "red", hay que entender que la situación es ambigua. Y, efectivamente, así lo acepta el DRAE (amb. Red informática mundial, descentralizada, formada por la conexión directa entre computadoras u ordenadores mediante un protocolo especial de comunicación.), y podemos decir el o la internet. Mototaxi, que es una expresión nacida en las ciudades de nuestro país, sigue el mismo rumbo que internet. Está formada por "moto" que es femenino y "taxi" que es masculino. Ambas voces tienen igual preeminencia: una moto que es taxi, o un taxi que es moto. Y no se trata, como en los anteriores ejemplos, de un taxi a motor. Es legítimo, por lo dicho, decir "la mototaxi" o el "mototaxi".

50

"¿DELANTE MÍO?" No solo en el Perú sino también en otros países se usa esta forma que gramaticalmente es incorrecta; igualmente se dice "detrás mío". Se reemplaza, de este modo, a las expresiones "delante de mí", "detrás de mí". Evidentemente el error de uso parte de un error de concepto: creer que la expresión "de mí" puede reemplazarse con el pronombre posesivo "mío", porque erróneamente a la preposición "de" se le da la calidad de posesiva -"¿De quién es esto? De mí"- cuando, en realidad, tal preposición solo puede usarse en unión con el mencionado pronombre si es que su significado es de pertenencia o, como expresa el DRAE, "denota de dónde es, viene o sale alguien o algo" ("De mí no esperes nada malo."). A lo dicho debemos agregar, recurriendo al Diccionario Panhispánico de Dudas, que, siendo "delante" o "detrás" adverbios, "no se considera correcto su uso con posesivos"; debiendo decirse delante (o detrás) de mí, delante (o detrás) de él,

51

etc. Es que, en verdad, resulta absurdo, descabellado, el empleo del posesivo, ya que el "delante" o el "detrás", por no ser sustantivos, no pueden convertirse en objetos de propiedad o de posesión: "Caballo mío" (caballo que poseo o es de mi propiedad); "delante mío" (¿poseo el "delante" o es de mi propiedad?).

52

"¡BAJAN CRUZANDO!" Dice el cobrador del micro o la combi: "¡Bajan en la esquina", y el chofer, diligentemente, detiene el vehículo y enseguida algún pasajero desciende. Más allá, una de las personas que aún continúan en viaje grita desde atrás: "¡Bajan cruzando!". El conductor, que ha escuchado el anuncio, apenas termina de cruzar la avenida que atraviesa la vía por la que se desplaza el carro, frena y, ¡listo!, baja uno o bajan dos o más pasajeros. ¿Todo entendido? Todo. Pero, veamos una cosa. Lo que dice el cobrador ("¡Bajan en la esquina!") no presenta motivos de observación, porque cuando se trata, como en ese caso, de avisar que alguien -o más de una persona- va a bajar, se recurre a la conjugación del verbo en plural aludiendo también al pronombre en plural de la tercera persona (ellos) porque esa es la forma de referirse a la acción que va a realizar o que ha realizado alguien a quien no conocemos ("han matado a un delincuente"). Así ocurre también en

53

inglés. Pero si quien avisa es la misma persona que quiere bajar del vehículo, ¿por qué tiene que decir "bajan" si no está refiriéndose a otro u otros pasajeros, sino a sí misma? La forma correcta es hacerlo en primera persona: si se trata solamente de usted debería decir "bajo en la esquina" y sin van a bajar usted y sus amigos, "bajamos...". Bien. Lo que es igual o peor de grave, es el "bajan cruzando". Qué se quiere decir con este aviso, pedido u orden: decirle al chofer que un pasajero quiere bajar inmediatamente después de haber cruzado el vehículo la calle o avenida transversal, es decir, donde comienza la cuadra. Hacer esto, en principio, es una falta grave que merecería una papeleta policial o municipal, porque obvio- esa esquina no es paradero. Pero, además, si nos atenemos exactamente al mandato de la expresión dicha ("bajan cruzando") tendremos que comprender que el carro deberá detenerse antes de haber llegado a esa bendita esquina, es decir, cuando aún no ha terminado de cruzar, porque eso es lo que significa el verbo

54

"cruzar" en forma de gerundio: cruzando es la acción de cruzar sin haber concluido (gerundio: "suele denotar acción o estado durativo"-DRAE). Lo correcto, si correcta fuera la acción misma, sería decir: bajo inmediatamente después de haber cruzado la calle o avenida. Uff, pero es tan larga la frase! Nota: ¿Por qué en lugar de poner "debe decir" ponemos en esta explicación "debería...?". Por una sencilla razón: en este Consultorio únicamente se pone atención a lo que son errores, pero sin proponer ni querer imponer criterios de uso; esto le corresponde, con democrática autoridad, a los usuarios del idioma. Si el "bajan en la esquina" se impone, pues se impondrá. Nadie tiene por qué fungir de guardián del idioma, menos nosotros.

55

¿CARABAYLLO? En la zona norte de Lima se localiza un importante distrito cuyos límites son, por el norte y noreste con el distrito de Santa Rosa de Quives (provincia de Canta), por el sur con el distrito de Comas, por el este con el distrito de San Juan de Lurigancho y por el oeste con el distrito de Puente Piedra y el distrito de Ancón; su población alcanza, aproximadamente, a los ciento cincuenta mil habitantes. Se sabe que es una de los primeros distritos que creó el Libertador San Martín. Su nombre, cuyo origen se desconoce, se escribe "Carabayllo". Lo curioso es que, siendo escrito como aquí se consigna, la pronunciación que le damos es acentuando la "y", con lo que resulta, fonéticamente, así: "Carabaíllo", es decir, una palabra con cinco sílabas, teniendo, en realidad, solo cuatro. La "y", después de vocal no tiene por qué ser pronunciada como "i" acentuada (/í/); sería inadmisible, por ejemplo, que "caray" fuera pronunciado como

56

"caraí" (tres sílabas). Los lingüistas podrán, probablemente, dar una explicación precisa, acertada y con fundamento, acerca de esto. Pero nosotros creemos que, si persistimos en la actual pronunciación dada al nombre de este populoso distrito limeño, lo correcto sería que se modificara la forma de escribirlo o, de lo contrario, cambiar su pronunciación. Tarea para los especialistas.

57

¿BIZCOCHITO? No sé si se ha llegado a determinar el origen del nombre -o, mejor dicho, de los nombres- de aquel plátano muy pequeño que es sumamente agradable y cuyo sabor es muy diferente al que tienen los demás. Muchas personas le dicen "manzanito" o "bizcochito". El nombre "manzanito" muy bien podría pasar porque, si ponemos especial atención a los sabores nos daremos cuenta de que, en verdad, entre el minúsculo plátano y la manzana hay una aproximación notable. Allí podría estar la explicación. Pero cuando pasamos al otro lado, la cosa cambia. Nada tiene que ver, según parece, ni el sabor ni cualquier otra característica del pan dulce con la fruta de marras. En realidad, se trata -probablemente por confusión auditivade una deformación del nombre dado originalmente a este plátano. Hay una expresión, que creemos es muy peruana, con que solía (en pasado, porque actualmente ya casi no se escucha) aludirse a las personas y animales

58

pequeños, "menuditos", y también -más comúnmente- a un ají (variedad peruana) de ligero picor que, para variar, también es muy pequeño. El platanito de que hablamos es pues, el "plátano miscucho" y no bizcocho.

59

¿CHECAR? Lo usual en el Perú ha sido siempre emplear el verbo transitivo "chequear", es decir, examinar, controlar, cotejar. Es un verbo que proviene del inglés "to check" que significa comprobar. Y, como sin duda es obvio, su conjugación resulta muy sencilla por regular: Yo chequeo, tú chequeas, él chequea, nosotros chequeamos...Debido, según parece a la presencia de telenovelas y series mexicanas, nuestros jóvenes parecen no darse cuenta de la existencia de este sencillo, eficaz y enfático verbo; solo los mayores lo tomamos en cuenta. En un diálogo muy común entre los muchachos podemos escuchar algo así: "Kevin dice: No me enviaste lo que te pedí. Le responde Vanessa: Sí, checa tu mail y lo encontrarás." Bueno, los ejemplos dados son actuales, no solo por lo que se refiere al tema en cuestión, sino porque los nombres escogidos son los que más se escuchan en colegios y universidades. Como hemos dicho (y lo repetiremos siempre) el uso manda, y es

60

probable que "checar" llegue a imponerse en nuestra población, y no somos quienes para oponernos. Lo que queremos precisar es solo una observación e inquietud, dada nuestra ignorancia. Si chequear se conjuga tal como lo hemos señalado, ¿cuál sería (o es) la conjugación que se hace con "checar"? A ver ensayemos: Yo checo, tú checas, él checa, nosotros checamos... ¿Qué les parece? Como "Monchi" de Pataclaun, solo podríamos decir: "¡Horrible, oye!"

61

¿PEDEAR? Yo siempre he empleado el verbo pedorrear; en mi tierra, y creo que en todos o en la mayoría de los pueblos de provincia, especialmente serranos, esa es la forma de referirse al hecho de "tirar pedos". Al poco tiempo de estar en Lima supe que aquí eso no era común o que prácticamente no existía ese uso. Recuerdo que en el trabajo alguien hizo circular una de esa "cartas en cadena" en la que se proponía su multiplicación y se señalaban advertencias malignas si no se cumplía el pedido; una de esas advertencias se basaba en que alguien que no había cumplido con el reenvío se había visto, entre otros malestares insoportables, en la imposibilidad de "pedear". Yo -serranito recién bajadono me atreví a comentar que aquello me parecía un error. Pero, ahora, tantos años después, me doy cuenta de que, en realidad, esa debiera ser la manera correcta de convertir el sustantivo "pedo" en verbo: pedear. La Academia no lo considera, lo cual es explicable:

62

esta forma verbal no es común. Lo que sí aparece consignado en el DRAE es pedorrear, pero muy bien sabemos que tal verbo no significa simplemente "tirar" o echar pedos, sino echarlos repetidamente, es decir, una pedorrea; el elemento compositivo "-rrea" significa precisamente flujo, acción de manar, derramamiento (diarrea, seborrea, verborrea...). Por sentido común, creo que la Academia bien podría comprender la necesidad de considerar "pedear" como legítimo verbo derivado del sustantivo pedo; como, por ejemplo, pasa con corear que proviene de coro. Pero, eso sí, siempre que se haya verificado que su uso corresponde a un amplio sector de la comunidad lingüística de habla hispana, con lo cual quedaría establecida su real legitimidad.

63

NO ES EL MONUMENTAL DE LA "U" Hace como veinte años que lo escuché por primera vez. Lo dijo un psicólogo, profesor universitario. Y, según he podido constatar, son precisamente los psicólogos quienes lo usan con mayor frecuencia, por ejemplo cuando se refieren, entre otras cosas, al desarrollo cognoscitivo del niños que se da, según estudió Jean Piaget en etapas o fases más o menos marcadas: sensoriomotor, preoperacional, operacional concreta, operacional formal. Claro, su uso también se da en la medicina cuando, digamos, se hace referencia a cada "uno de los tres (períodos) que se observan en cada acceso de fiebre intermitente" (DRAE). Pero, como suele ocurrir con muchos sabios profesionales, las palabras silvestres (por incultas, agrestes y rústicas) casi siempre son obviadas, desdeñadas, despreciadas, ya que obvio- da "más caché" el uso de términos medio rebuscados. Entonces, se deja de lado expresiones como etapa o período y

64

se recurre al empleo de esta otra que es cuatrisílaba: estadío (como se ve: con acento en le "i"). Sugiero revisar el Diccionario a ver si la encuentran. La palabra correcta es esta que tiene tres sílabas y no lleva por ninguna parte tilde: "estadio", que -es fácil deducir- casi nadie se atreve a usar para referirse a etapas, fases o períodos por temor a confundirla con el Monumental de la "U" que también es un estadio, pero con otra significación: como recinto deportivo.

65

¿NUESTRO CASTELLANO? En verdad sería extraordinario si esto que en diálogo reciente sugirió un amigo pudiera hacerse efectivo: preservar el castellano nuestro. La realidad, sin embargo, casi siempre es adversa a los buenos deseos; Luis Cernuda, el gran poeta español la describió como "un sello de clausura sobre todas las puertas del deseo". En primer lugar es casi imposible afirmar con certeza cuál es el castellano peruano, puesto que hay más de uno, según la zona o región en que se le habla. Cada uno tiene sus propias particularidades, no solo por el "dejo" (los cantaditos de Loreto, Piura, y Cajamarca, el acentuado al final de Arequipa, el poblado de "seseos" de Puno, etc.), sino también por su léxico diferenciable. El castellano de Pallasca, mi tierra, por ejemplo, no se parece al del Callejón de Huaylas; somos ancashinos, pero hablamos diferente. En Pallasca, el Castellano tiene tres vertientes alimentadoras: El culli -lengua

66

anterior a los Incas-, el quechua y el español. Y es rico y hermoso. Tenemos expresiones como estas muy sugestivas: "muganshya", "chúrgape", "surrupear", etc., etc. Nuestro Castellano, el de cada uno de nuestros pueblos, no es una lengua "pura". En su impureza está su fortuna. Por lo demás, ninguna lengua (mientras no se demuestre lo contrario de lo que digo) es pura; las puras han desaparecido o están en proceso de extinción (el Latín y algunas o muchas aborígenes). Mi apellido es Álvarez, patrónimico de Álvaro; y, hasta donde sé, proviene remotamente de la lengua árabe. La influencia, intercambio o, si se quiere, el "colonialismo" (he puesto comillas, por si acaso) idiomático no es nada nuevo; probablemente tenga algo o mucho de perjudicial, pero es (debemos asumir esta verdad) irrefrenable, inevitable. Sin quisiéramos impedir que eso ocurra, habría la necesidad de ir contra más de un derecho; uno de ellos la libertad de expresarse (cerraríamos los canales de televisión, por ejemplo) y para que eso ocurra, ya que no podría

67

hacerse en democracia, nos veríamos caballero nomás- obligados a avalar una dictadura, con lo cual se iría al diablo todo lo conquistado. En temas de la lengua no tienen por qué intervenir los gobiernos. La Academia interviene como rectora, para -sobre la base del usoproponer, es decir, sugerir, la conveniencia de aceptar ciertas reglas como "correctas"; pero jamás imponer. En asuntos de comunicación entre personas (lenguaje, lengua, habla) la democracia se cumple a cabalidad: mayoría manda y la imposición se da de abajo hacia arriba. Los académicos aceptan, avalan y consagran lo que el uso manda. Nunca es al revés.

68

OJALÁ Se trata de una interjección que expresa el deseo de que algo suceda. Audaz, Juan Luis Guerra puso en su canción: "ojalá llueva café del cielo"; y, perverso, el grupo de Los Hermanos Yaypén, canta: "ojalá que te mueras y se abra la tierra, te hundas en ella y todos te olviden". Se trata de una de las expresiones que, sin duda alguna, debe ser la que más se emplea en la comunicación diaria, debido a que, frente a la realidad y sus carencias, lo que más ponemos de manifiesto son buenos o malos deseos. Proviene, como lo indica el DRAE "del ár. hisp. law šá lláh, si Dios quiere". Así, tal como aparecen en las frases que hemos citado, es como los peruanos la empleamos desde mucho tiempo atrás. Pero ocurre que desde México (cuándo no!) nos llegó otra modalidad de uso que nuestra gente joven, siguiendo a los personajes de la televisión (que son los primeros en "plagiar" usos ajenos, porque el esnobismo parece circular por sus venas)

69

ha asumido como suya. Ya no dicen, por ejemplo: "Ojalá apruebes tu examen", sino de esta otra forma: "Ojalá y apruebes...". ¿Qué diablos hace, entre aquella expresión de deseo y el verbo ese bendito "fonema consonántico palatal y sonoro" que, cuando no forma parte integrante de una palabra se comporta como conjunción copulativa? Nada bueno, sin duda; aquí su presencia es simple y llanamente inútil. Lo único que logra, al pegarse al "ojalá" es construir eso que conocemos como un idiotismo. Pero, claro, como en la tele el "ojala y..." fue empleado por Gisela, bacán, lo uso yo también y, así, seré admirado por los patas del barrio. Y así como el "ojalá y...", también tenemos esta otra insufrible expresión importada: "No se vale".

70

¿MARCHANTE? Veamos, caminante es el que camina ("Caminante, no hay camino, se hace camino al andar..."); ayudante, el que ayuda; hiriente, el o lo que hiere; dirigente, el que dirige; dependiente, que depende...El sufijo -nte, como lo señala del DRAE, "forma adjetivos verbales, llamados tradicionalmente participios activos", y puede tomar las formas -ante, -ente o -iente. "Significa 'que ejecuta la acción expresada por la base'; los ejemplos que hemos dado son lo suficientemente ilustrativos. Sin embargo, hay adjetivos en los que aparecen sufijos como los mencionados pero que no se presentan como "participios activos"; vemos uno de ellos: "Inmanente" ("Que es inherente a algún ser o va unido de un modo inseparable a su esencia, aunque racionalmente pueda distinguirse de ella."). Y se dan casos, también, de adjetivos con similares características que pueden prestarse a confusión semántica. Uno de esos adjetivos es el

71

que aparece al principio de esta nata como título: "Marchante". ¿Qué significado nos sugiere? Es obvio: marchante, el que marcha. No es así. Los pobladores -cientos o miles, no lo sabemos- que vienen en caminata hasta la Capital y traen como exigencia el derecho al agua y la vida, no son marchantes, aunque entre ellos es muy probable que haya más de uno. Marchante es -al menos en Argentina se le conoce como tal- "vendedor ambulante, y, repetimos, no faltará algunos que estén, en medio de la masa entusiasta y sudorosa, ofreciendo al menos sánguches y gaseosas. Pero hay, además, un significado menos agradable: "traficante", es decir, el que hace "negocios no lícitos". De estos, creemos estar seguros, no hay uno solo entre nuestros compatriotas que muy pronto porque ya están cerca de Huachollegarán a Lima para plantear sus exigencias. Ya lo hemos dicho en una oportunidad anterior, y lo repetiremos cuantas veces sea necesario hacerlo, esto que aquí señalamos se basa en lo

72

que está legítimamente aceptado, consagrado, por la Academia, y no es nuestro propósito sugerir el cambio o la eliminación de ciertos usos idiomáticos. Si adjetivos como "marchante" logran imponerse con un significado diferente al que actualmente les corresponde, caballero nomás, así será.

73

¡ASU MARE! De frente al grano. Siempre me he preguntado por qué se suele escribir una muy usual, pintoresca y contundente interjección peruana, de este modo: "Asu". Carlos Alcántara, hace unos años estrenó un desternillante "unipersonal" al que le puso por nombre "Asu mare". "Mare", obviamente, es una degeneración muy familiar del sustantivo "madre". En esto, todo claro. Pero el "asu" de dónde salió, qué significado concreto puede tener. Pues no es muy difícil averiguarlo; la forma como se le emplea ayuda a entenderlo. Se trata de una interjección de sorpresa. Desde mucho tiempo atrás se se le ha venido usando no solo, individualmente, sino seguido de "diablo", "madrina", "entierro", "macho" y, claro, también "madre" o "mare". Yo he tenido -aún la tengo- una hipótesis o sospecha según la cual la manera de escribir la frase resultante sería así: "Ah su madre...", en la que, como puede advertirse, el "su" no cumple papel de adjetivo ni de nada que pudiera

74

tener un significado específico, sino simplemente -lo cual es legítimo- sirve como un conector, entre la interjección que allí aparece y el sustantivo agregado, con la única finalidad es darle énfasis a la expresión. Sea como fuere, lo cierto es que estamos frente a un peruanismo bien peruanazo.

75

RACISMO Veamos. Si, al dirigirme a una persona con rasgos andinos, le digo "Cholo de mierda!", ¿estoy incurriendo en racismo? Y si la persona a quien me dirijo tiene las características físicas de Fujimori y, por ello, se me ocurre lanzarle un "chino de mierda!", ¿qué estoy haciendo, también racismo? Y si frente a mí apareciera Karl, el marido de la cantante "Flor de Huaraz", y yo le espetara, inmisericorde, el "gringo de mierda!", ¿qué estaría haciendo, igualmente racismo? Evidentemente, ni en el primero ni en el segundo y tampoco en el tercer caso hay racismo. El decir "cholo", "chino" o "gringo" es solo una manera de tratar, que se ha convertido en un uso familiar muy común y que -asumámoslo ya- carece de connotación ofensiva. La agresión se da cuando, como en los ejemplos, nos atrevemos -con ensañamiento, alevosía y mala fe- a sumar una calificación grosera e inadmisible, como esta: "...de mierda". Hace algún tiempo escuche a la

76

directora de una ONG que manifestaba su fastidio porque al referirse a una muchacha afro-descendiente, la gente acostumbraba decir, por ejemplo, "la morena Raquel". "Por qué tienen que decir "morena", refunfuñaba. ¿También eso es racismo? En otras palabras: soy negro, pero no me digan negro; soy chino, pero no me lo recuerden; soy cholo, pero si me lo dicen, me insultan. Yo creo que, en realidad, lo que pasa con el vocablo "cholo" no es tanto la rabia -infundada, por cierto- frente a lo que se considera una reprobable muestra de racismo en quienes la emplean para dirigirse a un peruano de origen serrano. No. Lo que ocurre es que, así como casi nadie quisiera apellidarse Quispe (y sé de casos en que se han efectuado cambios de apellido), muchos no aceptan que se les llame cholos, sienten vergüenza. Así de simple. Hay todavía -a pesar de Magaly Solier y otras buenas voluntades- un resquemor frente a todo lo andino, a todo lo quechua. Se ha avanzado bastante, sin embargo, pero falta mucho. Y, no podemos

77

negarlo: una de las personas que, en el tema específico de la expresión "cholo", ha ayudado a que sea asumida con orgullo, ha sido Alejandro Toledo. Hay quienes afirman (obviamente en alusión a la etapa de la esclavitud) que "negro" es signo del oprobio. Negro es un color, simple y llanamente un color. Si yo fuera negro y considerara que realmente es "signo de oprobio", con justa razón sentiría rabia y vergüenza y probablemente querría, como hizo Michael Jackson: despigmentarme la piel; es decir, curaría el oprobio con una medicina oprobiosa. El problema, pues, no está en el uso original, remoto, que pudo habérsele dado a tal o cual término, sino en el prejuicio con que actualmente queramos emplearlo o entenderlo. Hace algunas décadas hubo en Norteamérica un movimiento (el “Black Power”, ¿lo recuerdan?) que buscaba acabar con la vergüenza racial y difundieron, como slogan, una frase significativa: "Black is pretty" (Lo negro es bello). De eso se trata: de asumir nuestros rasgos y nuestra

78

identidad, repito, con orgullo y dignidad. Cuando estemos seguros de que nuestros rasgos físicos, nuestros apellidos, el tonito al hablar, el pueblito humilde donde hemos nacido, la manera de vestirse de nuestros padres, la lengua que nos legaron nuestros ancestros, no son, para nosotros, motivo de vergüenza, sino alimento de nuestra dignidad, a partir de ese momento podremos estar seguros de que, por fin, comenzó a hacerse realidad la inclusión social. Cuando las personas, cualquiera sea su extracción social o étnica, no se sientan vulnerables ni pretendan ni acepten ser envueltas en una cápsula hermética, sabremos que todos somos iguales. Mientras haya quienes, en nombre del respeto y la inclusión, las traten como a minusválidos, con el "pétalo de una rosa", nada bueno se habrá ganado. Inclusión no es sinónimo de sobreprotección. Si algo de bueno tiene el vals que cantaba Abanto Morales, es su título: "Cholo soy, y no me compadezcas!"

79

"BETA..." Y NO "BETE..." El DRAE la define así: "Planta herbácea anual, de la familia de las Quenopodiáceas, con tallo derecho, grueso, ramoso, de uno a dos metros de altura, hojas grandes, enteras, ovales, con nervio central rojizo, flores pequeñas y verdosas en espiga terminal, fruto seco con una semilla lenticular, y raíz grande, carnosa, fusiforme, generalmente encarnada, que es comestible y de la cual se extrae azúcar." Leyendo esto, resulta un poquito difícil darnos cuenta de que se está hablando. Tratemos de ir al grano o, perdón, a la raíz ("generalmente encarnada"): se trata de una raíz abultada con apariencia de tubérculo, roja y carnosa, que se consume, generalmente cocida, en las ensaladas y particularmente en una, en la "ensalada rusa" a la cual -además de las propiedades alimenticias y de sabor que le otorga- le da su característica coloración. Ya lo adivinaron. Se trata de la remolacha, cuyo nombre más común

80

entre nosotros los peruanos, es pronunciado y escrito como "beterraga" debiendo, como es lo correcto, decirse y escribirse "betarraga". Esto por qué, porque este sustantivo proviene del nombre científico atribuido a la referida "planta herbácea anual": "Beta vulgaris". Así de simple.

81

¿CASTELLANO O ESPAÑOL? Hemos leído en una página dedicada a temas del idioma que debemos llamar "español" a nuestra lengua y no "castellano" porque este término es un arcaísmo. La verdad es que no es un arcaísmo y tampoco el DRAE lo considera así. Es probable que en muchos países no se diga "castellano" para referirse a nuestro idioma; en el Perú sí. Y es un uso actual, vigente. Los arcaísmos no son precisamente elementos lingüísticos antiguos, sino -como bien lo precisa el DRAE- anticuados; es decir, que están en desuso desde hace tiempo, que son voces pasadas de moda, propias de otra época. La lengua que usamos es nuestra, de antes y de ahora; no es anticuada, es actual. El nombre que le damos es también antiguo, pero no anticuado, porque está en uso. Se dice castellano porque nuestro idioma proviene del dialecto románico nacido en Castilla, y porque, tácitamente, "se quiere introducir una distinción respecto a otras lenguas habladas

82

también como propias en España" (DRAE). Si con el tiempo llegara a usarse solo el sustantivo "español" para referirse a esta lengua que es hablada por más de trescientos millones de personas en el planeta, la otra expresión (castellano) entonces podría "pasar de moda" y convertirse, con el tiempo, en arcaísmo, y si ello ocurriera sería legítimo. El castellano ha sufrido, es cierto (porque es como un organismo vivo), significativas transformaciones y casi diariamente se modifica por el uso; en el Perú, por ejemplo, podemos decir que hay "distintos" castellanos, cada uno caracterizado por sus propias particularidades debidas al aporte de otras lenguas. En mi tierra, Pallasca, el castellano es rico: se ha alimentado desde tres vertientes, el culli -lengua anterior a los Incas-, el quechua y el español. Cosa parecida ocurre en otros puntos del país. Y eso no significa que, por esos cambios, tenga que decirse que lo que hablamos los de Pallasca es "pallasquino" o los de Arequipa, "arequipeño". Lo que sí es válido decir

83

es "castellano pallasquino", etc. Por ahora, la situación sigue más o menos inalterable en cuanto a las acepciones: castellano y español son lo mismo, y su uso es plenamente válido.

84

¿MACHUCAR ES UN PERUANISMO? Veamos las acepciones que considera el DRAE: "1. tr. machacar (‖ golpear). 2. tr. El Salv. y Nic. pisar (‖ poner el pie sobre algo). 3. tr. El Salv. y Nic. Dicho de un ave macho: pisar (‖ cubrir a la hembra)." Como se ve, para la Academia se trata de un verbo usado solo en El Salvador y Nicaragua. Pero la verdad es que también, y desde hace mucho tiempo y es muy difundido, este verbo se usa en el Perú. Tan difundido y tan común es en nuestro país, que siempre nos ha parecido que formaba parte de acervo lexicográfico venido desde España, y aparentemente nunca nos dimos cuenta de que había nacido en este Nuevo Continente. Machucar, sinónimo de apretar (y de allí las distintas derivaciones). Pero, menos

¿será realmente considerando el

85

peruanismo? significado

Al de

"apretar", creo que sí. Juan de Arona no lo considera en su Diccionario de Peruanismos; tampoco está como jerga en el librito "Jerga criolla" de Lauro Pino. ¿Por qué no aparece en el DRAE? Supongo que por lo que dije: los peruanos no nos hemos dado cuenta de su origen. Y, por cierto, debido a ello es que los académicos nuestros no lo han tenido en cuenta ni han considerado la posibilidad de recomendar a la "ilustre corporación matritense" que lo incluya en el Diccionario. La Academia Peruana de la Lengua, de la que hasta hace poco ha sido Presidente el poeta Marco Martos, lo estará incluyendo en el proyecto de Diccionario de Peruanismos?

86

"TASHCAR" Nos hacen esta consulta: "...tenía una inquietud, me parece haber escuchado en Pallasca la palabra tashcar, quisiera preguntarle si esta palabra existe, si así fuera, qué significa. Muchas gracias.” MI RESPUESTA: César Vallejo, en Trilce LXV dice esto: "Estoy cribando mis cariños más puros./ Estoy ejeando ¿no oyes jadear la sonda? /¿no oyes tascar dianas?" ¿Qué habría querido decir nuestro poeta con aquello de "tascar dianas"? Tascar significa "Quebrantar con los dientes algún alimento duro, como una galleta" y también "Dicho de una bestia: Quebrantar con ruido la hierba o el verde cuando pace." (DRAE). Marco Martos y Elsa Villanueva, en el libro Las palabras de Trilce (SEGLUSA, 1989), consideran esta palabra en el vocabulario, sin comentarla; pero, según Angel Gavidia, tascar "equivale a romper el tiempo" 87

(esta afirmación la hace remitiéndose a otro libro de Martos y Villanueva: César Vallejo. Edición anotada con estudio preliminar y glosario. Peisa, 1987). Una explicación -creo yo- forzada. Bien, pasando a la consulta del amigo Robles, debo decir que yo no he escuchado la expresión "tashcar" en Pallasca. Al principio pensé, como Julio, que podría estar refiriéndose en realidad a "cashcar" que es una voz de origen quechua que según Gonzalez Holguin (y así la entendemos nosotros) significa "Roer hueso, o cosas duras". No es exactamente lo mismo, pero hay cierta cercanía con "quebrantar con los dientes algo duro" que, como hemos visto, también significa "tascar". Sin embargo, hay que precisar una cosa: salvo el uso -caprichoso y creo inexplicable- aparecido en el poema de Vallejo, creo que en nuestro país nadie emplea el verbo "tascar", y si nuestro amigo Robles realmente escuchó en Pallasca, a alguien decir "tashcar", probablemente se trataba del mismo verbo castellano que leemos en Trilce pero,

88

claro, dicho con la propia fonética pallasquina de origen culli, que le da al habla nuestra una inalienable dulzura de arrullo: "tashcar", como ocurre con estos hipocorísticos: ."cholasho", "gringasho", "Raulasho", "Juliasho", "Panchasho", etc. Ello no obstante, me aventuro a pensar que lo que escuchó fue "cashcar". Un abrazo!

89

"EVITAR LOS MALOS ENTENDIDOS" Lo he escuchado en la televisión y, en verdad, prácticamente todo el mundo lo dice; incluso en Internet hay diversas páginas que lo repiten. Una de esas páginas, por ejemplo, ofrece "tips" para mejorar la comunicación y así -asegura"evitar los malos entendidos". ¿Qué es lo que se quiere decir con eso de "evitar los malos entendidos"? Pues, simple y llanamente esto: tratar de impedir que, respecto de tal o cual situación o hecho, vayan a darse interpretaciones equivocadas que pudieran generar conflictos o circunstancias incómodas o de malestar. Eso es lo que se quiere decir. Sin embargo, no es eso lo que literalmente se está expresando con esa frase. Veamos: "Malos" es un adjetivo y "entendidos" es un sustantivo (ambos elementos dichos en plural). Entendido (vean en el DRAE) es sinónimo de "sabio, docto, perito, diestro"; es decir, este sustantivo, en plural, con el adjetivo "malos" antepuesto, sería: malos

90

sabios, malos doctos, malos peritos... ¿Cuál es, entonces, la manera correcta de decir, con otras palabras, que se quiere evitar interpretaciones equivocadas eventualmente generadoras de conflictos o malestares? Pues usando en la frase un solo sustantivo, "malentendido"; así: "evitar los malentendidos". Porque este sustantivo (generado por la unión de dos palabras, "mal", que es el apócope del adjetivo "malo", y "entendido", el sustantivo ya explicado), significa precisamente esto: "Mala interpretación, equivocación en el entendimiento de algo". Como solía decir mi primo y amigo Roberto Robles, en nuestros años de alumnos primariosos, "es fácil, como decir dócil",

91

¡HABLA, BATERÍA! "Batería", en el habla popular y familiar de Lima (de gran parte, según parece, y hasta en un programa de televisión) es, ahora, sinónimo de amigo ("Hola, batería!"), de "causita". Su origen, sin embargo, no es ese sinónimo precisamente. Como muchas expresiones, con significado distinto del inicial, el uso de "batería" en el sentido que ahora tiene comenzó a darse en los bajos fondos, en el lumpen y más precisamente -intuyo- en los grupos o bandas de delincuentes. Un grupo o banda de individuos "fuera de la ley" comenzó a ser llamado por sus integrantes "batería". ¿Por qué "batería"? Obviamente porque quiso (y se logró) trasladar -por analogía- al campo semántico de esos estratos sociales la primera acepción que tiene el término: "Conjunto de piezas de artillería dispuestas para hacer fuego". Como es fácil entender, una banda de delincuentes es precisamente "un

92

conjunto de piezas dispuestas para...atacar, asaltar, robar...". La primera vez que escuché hablar de "batería" en el sentido al que estoy refiriéndome, fue hace ya bastantes años, cuando un traficante de tierras de la zona de Lima Este me comentaba acerca de su propósito de organizar un "sindicato de desocupados" para "gestionar" (léase "exigir" y, más concretamente, "extorsionar") a empresarios de la construcción para que den trabajo a sus asociados. Este individuo decía sentirse seguro de lo que buscaba porque tenía a su favor a "una batería brava". Me mencionó varios nombres, obviamente todos delincuentes (uno de ellos el conocido "loco Aldo"). Pero, se me preguntará, qué tiene que ver grupo o banda con amigo o causita. Bueno, se trata de un asunto de derivación simplemente. Ocurre, por ejemplo con la ya casi desusada expresión de la jerga peruana "collera", cuyo significado es pandilla o grupo

93

íntimo de amigos; o “gallada”, que también tiene ese significado (Cf. Lauro Pino: Jerga criolla y peruanismos). Y, como sabemos, collera (o gallada) es eso, el grupo, pero también el individuo del grupo: "Juan es mi collera". ¿Estamos de acuerdo? ¡Habla, batería!

94

NO SOLO EN EL AJEDREZ: ENROCAR En nuestro país el uso del término "enrocamiento", obviamente derivado de "enrocar", nada tiene que ver con "enroque", palabra que corresponde al ajedrez. Porque, para nosotros, enrocar no solo es el "movimiento defensivo en que el rey y la torre del mismo bando cambian simultáneamente su posición", o las acciones análogas que en otro terreno suelen practicarse (enroque de ministros, por ejemplo); para nosotros también es colocar rocas en los taludes o vertientes como medida de protección o para lograr más solidez en algún trabajo de ingeniería civil o de suelos, por ejemplo. Es decir, estamos ante un verbo con dos significados: enrocar (de enroque -término ajedrecístico-; y de enrocamiento -colocación de rocas-); Y el uso de este término, por su frecuencia, ya está prácticamente legitimado. Solo falta que la Academia haga lo suyo: incluirla en el DRAE, ya como peruanismo o americanismo (porque, ojo, también en México se usa

95

"enrocamiento" con el mismo significado que le damos nosotros). Ah, y también en España (cuna de nuestro idioma y sede de la ilustre institución matritense como la llama don Marco Aurelio- el término enrocamiento es usado con acepción distinta a las consideradas por el DRAE. Allí se le ha asignado, además de "enroque", los de "inmovilidad" en el sentido de atornillarse al cargo, de incapacidad de aceptar los cambios (algo así como conservadurismo) y también el de "hacer oídos sordos" a los reclamos. Es que la comunicación de las personas no se da o ,mejor dicho, no tiene por qué darse únicamente cumpliendo las reglas o mandatos de la Academia; es, más bien, la Academia la llamada caballero nomás- a aceptar, asumiéndolo (en su debido tiempo, claro),como legítimo, el uso y los significados que los pueblos les dan a las palabras, porque sabe y está convencida -como enseñó Horacio, el poeta latino- que es "el uso, árbitro, juez y dueño en cuestiones de lengua".

96

¿UNA BANDA INTEGRADA POR UN MENOR? Aparece en el diario El Comercio: "Una banda integrada por un menor...". ¿Está bien dicho? Sí, está bien dicho. Una persona (como varias o muchas) puede integrar un grupo; es decir, formar parte de él. Veamos: Juan es integrante de la banda de música del Colegio Virgen de Chapi; en otras palabras: Juan integra la banda. El participante participa. El cantante canta. El caminante camina. El integrante integra. Si Juan integra la banda, significa que es integrante de esa banda; es decir, la banda está integrada por él. Y si Juan es de Chongoyape, podemos decir, sin incurrir en error, que la banda está integrada por un chongoyapano, pero si el joven músico nació en Tangamandapio diremos que está integrada por un tangamandapiano. Es que integrar no es "ser el todo" sino parte de ese todo, parte integrante o, digamos "completante". Ese todo se integra, es decir, se completa con aquel elemento o parte integrante. Algo más. Integrar es convertirse en agente o sujeto de integración, que une elementos u objetos ("¿viste cómo aquel político logró integrar a quienes siempre 97

actuaron de espaldas a los demás?"); pero también es ser objeto de esa integración, uno de los elementos sumados con el cual se conforma o completa un todo, con el cual ese todo se hace "íntegro" (los platos, como las tazas y cucharas, integran la vajilla; un hijo integra la familia). Si juan está en la banda, está integrado; si se retira, se desintegra, pero no porque se destruya sino porque se disgrega, es decir se separa de ella. La acepción que cité (“Hacer que alguien o algo pase a formar parte de un todo”) tiene que ver con una de las dos condiciones del verbo en cuestión: cuando se refiere al agente o sujeto integrador, es decir, el que "hace que algo o alguien pase a ser parte de un todo". Pero, en el otro sentido (el referido a los elementos u objetos que forman parte del todo), está esta acepción: "tr. Dicho de las partes: Constituir un todo." Y, para mayor abundamiento, he aquí te dejo lo que dice el Diccionario Panhispánico de Dudas: "2. Como transitivo, significa también, dicho de varios elementos, ‘formar [un todo]’ y, dicho de un elemento, ‘formar parte [de un todo]’:

98

«Prefiero desconocer los nombres de las personas que integraron la Comisión» (Cagigal Deporte [Esp. 1975]); «Rafael Hernández integró el grupo de pioneros que..." Y repito esta parte que es la más precisamente pertinente: "dicho de un elemento, ‘formar parte [de un todo]’. De otro modo y con otras palabras repito lo que dijiste: "El Oxígeno es componente del agua (forma parte de); es decir, el agua está compuesto por Oxígeno (e Hidrógeno). Porque ambos componen ("integran") el agua". Y en modo interrogativo: ¿El Oxígeno integra el agua, o el agua está integrada por Oxígeno? La respuesta es sí. Y, claro, no solo por Oxígeno. El Comercio no ha dicho que la banda esté integrada por una sola persona. Lo que ha hecho el diario es resaltar la circunstancia de que entre todos los integrantes de la banda de delincuentes hay uno (un integrante) que es menor de edad. Es verdad (yo también lo he visto repetidamente) que en el decano del periodismo nacional se cometen errores, tal vez muchos; pero en esto, definitivamente, no ha ocurrido tal cosa.

99

Pero volvamos a lo de la “banda”. Una banda es, necesariamente, un conjunto, una agrupación, de tres o más personas; diríamos -empleando un sustantivo tan delicado y fino como un plato de caviarun “colectivo”. En tal consideración podemos decir, por ejemplo: “En el grupo hay un menor; es decir, el grupo está integrado por un menor”. O de este otro modo: “El grupo de cinco personas está integrado por un menor de edad”; porque en el grupo hay un integrante que tiene menos de dieciocho años de edad. El solo hecho de hablar de una banda o de un grupo de personas (de decirlo expresamente y no solo insinuarlo) nos lleva a darnos cuenta de que se está haciendo referencia a una colectividad (varias personas), lo que significa que señalar a uno de sus integrantes (como lo hizo El Comercio) no desnaturaliza esa realidad, no elimina a los demás miembros o integrantes del grupo o banda; solo nos hace entender –porque es obvio, innegable, indudable, clariiiiito- que este integrante es uno más entre todos los otros miembros o elementos o integrantes de ese grupo o banda. El error –grave, por cierto, y absurdo estaría, sí o sí, en una frase como esta: “La banda está 100

integrada solo por un menor de edad”. Ahí sí, con todo derecho, podríamos tirarle barro (condenándolo irremisiblemente) al diario decano del periodismo nacional y llamarle, con justa razón (como un poeta amigo suele repetir hasta la saciedad), “periodismo de albañal”. Ser integrante de una agrupación o banda es, simple y llanamente, formar o ser parte de ella. Nada más. Y decir que una banda está integrada por un menor significa, también simple y llanamente, que entre sus miembros hay uno que es menor de edad. Repito: “hay uno que es menor de edad”. De modo parecido: si digo que en la urbanización hay una casa dorada no estoy afirmando que allí solo hay una casa; solo estoy resaltando el hecho de que, entre todas, hay una que me llama la atención. Es que integrar, pues, ya no significa (en el uso, que es, a fin de cuentas, el que manda) solamente “hacer la integridad”, sino “haber” o, mejor dicho, estar allí en el grupo, formando parte de él y, por cierto, con los demás darle integridad a ese grupo (o banda). Por eso es válido, incluso, decir cosas como esta: “Cayó menor que integraba una banda de 101

roba autos” (La Razón. Buenos Aires: 25 de abril del 2013). ¿O es que vamos a negar que ese menor integraba la banda, porque uno solo no puede integrarla? Si a las palabras les damos significados restrictivos, y nos sometemos a ellos, nos veremos obligados a constreñir, oprimir, reducir, limitar, es decir, hacer menos libre nuestro hablar y nuestro escribir.

102

BLUE JEANS Y LEVI'S Un amigo me hizo una pregunta: ¿Debe escribirse Blue jeans o bluyín? Y agregó que según don Marco Aurelio Denegri lo correcto es hacerlo en la primera forma; a esta pregunta sumó otra: ¿qué hacen los escritores de hoy? Mi respuesta fue la siguiente: Denegri es más papista que el papa. ¿Se debe escribir Blue jeans? Claro que así se debe escribir, pero cuando de lo que se trata es de respetar su original grafía, su grafía inglesa. Pero es legítimo, y así ha sucedido siempre, que en el caso nuestro, de hispanoparlantes, se castellanice o españolice las grafías extranjeras. Esto, la españolización, es dable porque corresponde al libre albedrío (la arbitrariedad) que siempre ha funcionado respecto de las lenguas y porque, además -aunque a veces lerdamente- la misma Academia termina aceptándolo, como ha ocurrido, por ejemplo con los siguientes términos:

103

esvástica, suéter, simposio, yudo, yóquey o yoqui. O sea, no hay que hacerse paltas: Blue jeans o bluyín, cualquiera de estas formas, es válida. Ahora, ¿qué hacen los escritores? Son los que en buena cuenta tratan de ir delante de los vagones de la historia, especialmente en cuestiones de la lengua. Pero, claro, hay algunos que se empeñan en mantenerse anclados en el pasado. Concluí: Revisa el DRAE. Las grafías que te he mencionado están allí; y, claro, los académicos no han tenido que esperar la autorización del buen Denegri.

*** Bueno, pues, al tratar de dar gusto a mi propia curiosidad encontré que en el video que aquí posteo aparece don Marco Aurelio reconociendo lo que la Academia ya llegó a admitir: la castellanización de Blue Jeans con esta

104

legítima forma: "Bluyín"; lo que ya aparece en el avance de la vigésima tercera edición del Diccionario. Bien! Sin embargo, quiero anotar algo adicional. Respecto de los jeans "Levi's", don Marco Aurelio señala en este video, a manera de prohibición, que no debemos decir "levis" (así, con pronunciación de palabra grave o llana: /lévis/), sino "livays" (/liváys/). No, don Marco Aurelio: con todo respeto tengo que decirle que su prohibición es inválida porque, entre otras cosas, estamos en el Perú y no en San Francisco, California, y porque agreguemos una razón más- siguiendo sus indicaciones no debiéramos decir tampoco, por ejemplo, "club", sino "clab".

105

¿SUBVERSIVO? Es cierto lo que dice usted, don Marco Aurelio. Lo felicito. Y admiro, y respeto grandemente su amplia y profunda versación en diversos temas y sus enseñanzas. Pero, la verdad, la verdad, es que muchas (casi todas, ¿o todas?) sus opiniones respecto del idioma pueden tener de todo, menos de subversivo. Estimulan el, digamos, justo respeto por el buen decir y el buen escribir, pero a veces (muchas veces, en realidad) tratan de hacernos entender que la corrección en el habla debe ser sinónimo de sometimiento a las reglas impuestas por los académicos. Y no es así, no debe ser así. La única regla válida, en cuestiones del idioma, de la comunicación, es el uso, la libertad del uso, y el entendimiento (la comprensión): si lo que hablan o escriben algunos miembros de un grupo social es entendido por los demás, significa que no existe, allí, problemas de lenguaje, de comunicación. Subver-

106

sivo, válida y legítimamente subversivo, es apostar por la libertad y, de algún modo, por la proscripción de todo aquello que sea o parezca solemne o majestuoso (de reyes o monarcas). Y, ¿quiere que le diga una cosa?, hasta la misma Academia es menos papista que usted; siguiendo las enseñanzas de Horacio, acepta que el uso es "árbitro, juez y dueño en cuestiones de lengua", como ha sido siempre y como debe ser. Ah, y algo más: la inteligencia no siempre es peligrosa o subversiva. Las ganas de ser libres, sí.

107

A PROPÓSITO DEL COMPORTAMIENTO SEXUAL EN EL ANTIGUO PERÚ Y LAS PALABRAS1 Hubo quienes consideraban que la cultura Moche era "perversa", "degenerada" debido a las representaciones sexuales en su cerámica. En sus huacos (y también en algunos de la cultura Vicus) se representaban diversas poses sexuales, pero también el fellatio o coito bucal (corneta) y el cunilingus ("sopa"); igualmente el coito anal ( o, como diría don Marco Aurelio: "per angostam viam") entre hombres y mujeres y también encuentros homosexuales ("mostaza", según los muchachos), igualmente la masturbación individual o recíproca y el exhibicionismo; también llegaron a representarse relaciones entre animales y una que otra en que aparentemente habría encuentros entre humanos y animales. Los casos de Moche y Vicus son prácticamente los únicos en el antiguo

Recomiendo el libro de Federico Kauffmann Doig, titulado precisamente "El comportamiento sexual en el antiguo Perú". 1

108

Perú; en líneas generales, los antiguos peruanos eran recatados en esto de representar iconográficamente las relaciones sexuales. Esto, sin embargo, no significa que hayan sido unos santos o cosa parecida; la "cochinadita" existió siempre. A propósito de “cochinadita”: “Cochinadita" es simplemente una suerte de sinónimo que todo el mundo (es decir, los que emplean el término) usa en tono humorístico (lo cual es legítimo, le guste o no a algunos) y con una sonrisa de por medio; nunca se le ha dado una connotación negativa, pero siempre se ha tenido el cuidado de enmarcarlo entre comillas. Por lo demás, el apelar a cualquier término para hacer referencia ya al sexo o ya a cualquier otra cosa, es signo de verdadera libertad y, como sabemos, el empleo del idioma se hace o debe hacerse siempre en libertad. Las lenguas han sido siempre lo más democrático que ha podido existir, aún a pesar de académicos.

109

Claro que hay otro nombre para referirse al acto sexual: copular. Y como decía Alejandro Romualdo, “llamen siempre a las cosas por sus nombres”. Pero, la verdad es que ninguna cosa o acto ha nacido con nombre incorporado. Y no hay un solo nombre para las cosas, para los actos. Aquí en el Perú, por ejemplo, al acto sexual se le llama muy comúnmente -diría que generalmente- no precisamente copular, sino "cachar". Hay gente a la que no le gusta esta expresión, incluso el DRAE hasta ahora no la ha asimilado con este significado. No es actualmente muy usado, pero también al acto sexual se le llamaba "joder" (Gregorio Martínez escribió hace bastante tiempo un delicioso artículo-ensayo al respecto, que fue publicado en Caretas). Otro nombre, que sí es común ahora, es "tirar"; lo usan sobre todo los jóvenes, hombres y mujeres. Creo que sobre todo en provincias, se empleaba y probablemente se usa aún, "brincar".

110

La confusión, respecto de esto o de otras cosas, siempre podrá darse en algunas o muchas personas; pero no por ello los nombres que en tal o cual estrato o grupo social se usen perderán legitimidad.

111

JODIDO O JODIENDO: ¿LA "CABECEADA" DE DON CAMILO JOSÉ CELA? Muy conocida es esta anécdota protagonizado por Camilo José Cela: "Estaba el novelista, que se desempeñaba entonces como senador, dando cabezadas en plena sesión parlamentaria cuando el sacerdote Xirinacs le hizo esta pregunta: -¿Está usted dormido? A lo que el Nobel le respondió: -Monseñor, no estoy dormido, estoy durmiendo. El religioso le replicó: -¿Es lo mismo, ¿no? -No, monseñor, son cosas distintas», explicó don Camilo: «No es lo mismo estar dormido que estar durmiendo, de la misma manera que no es lo mismo estar jodido que estar jodiendo." Efectivamente, estaba en lo cierto el escritor: no es lo mismo estar jodido que estar jodiendo. Pero la verdad innegable de esa afirmación solo sirvió

112

en la práctica para darle el toque de humor a una, digamos, media verdad. Me explico. Joder, cuando es usado como verbo transitivo significa, entre otras cosas, molestar, fastidiar: "El gobierno está jodiendo al pueblo con sus medidas económicas"; y cuando es usado como intransitivo, la cosa cambia: "Estoy jodido económicamente". En consecuencia, aquí la distinción entre participio y gerundio es clarísima. En cambio "dormir" -para el caso contado en la anécdota- es, como participio o como gerundio, un verbo intransitivo: decir estoy dormido o estoy durmiendo es lo mismo. Dormir es "estar en aquel reposo que consiete en la inacción o suspensión de los sentidos y de todo movimiento voluntario" (DRAE), y quien está "dormido" o "durmiendo", se encuentra, sin más ni más, "en aquel reposo". Probablemente (o, mejor dicho, improbablemente, porque no hay manera de demostrarlo) lo que don Camilo quiso decir es que no se encontraba en ese estado de "inacción o suspensión" de sus sentidos, es decir, que estaba despierto

113

pero a punto de dormirse, tal vez por el aburrimiento que causan algunas peroratas parlamentarias, en otras palabras: que se encontraba amodorrado (soñoliento). Dije que para el caso de la anécdota (y, claro, para la generalidad de los casos), el verbo "dormir" es intransitivo y por ello, usado como participio o como gerundio significa lo mismo. Pero también se da el carácter transitivo en otras circunstancias, y aquí la cosa cambia. Ejemplo: Cuando un mentalista, como Tony Kamo, está hipnotizando a un personaje en la televisión, es correcto decir que "lo está durmiendo". Y, como es fácil de entender, este verbo en gerundio es completamente diferente a "estar dormido". La de don Camilo es, sin duda, una de sus más geniales anécdotas, que las tiene varias, en verdad.

114

ESTOS PLURALES Por regla gramatical, el plural de los sustantivos en castellano se forma agregando al final de la palabra "s" o "es": mesa = mesas; pan = panes. Esta regla, sin embargo, no se cumple absolutamente con todos los sustantivos: ómnibus, por ejemplo, palabra a la cual -por obvias razonesno sería dable ponerle una "s" al final porque esta se duplicaría innecesaria y absurdamente ("ss"); pero tampoco procede que se le agregue "es" ya que se produciría una grave alteración fonética en el sustantivo, que daría lugar a que de ser, como es, una palabra esdrújula, se convierta en aguda: "omnibús(es)". Por ello, solo es necesario anteponerle un artículo o un adjetivo demostrativo expresado en plural (los, unos; estos, esos, aquellos). Los sustantivos a los que tampoco debe agregarse "s" o "es", son los apellidos en español (cosa que sí ocurre en lengua inglesa): "los Castillo" y no "los Castillos". Y si

115

frente a nosotros tenemos un batallón de militares en que todos tienen el grado de Alférez ¿cómo debiéramos referirnos a ellos? En plural, naturalmente; y es lo que hace todo el mundo. Pero la pronunciación de este plural es medio incómoda y por ello es que muchos dicen "los alfereces" (/alferéces/) porque "suena bien". Sin embargo, ateniéndonos a la regla (y a lo explicado respecto de "ómnibus"), la manera legítima es esta: "Alféreces". Y además de incómodo suena feo, ¿no?

116

LUCIR Leído en el diario Gestión: "Las reservas internacionales suman US$ 279,000 billones, con lo que el ratio de cobertura es 1.1 veces, cuando en el periodo 2007-08 era de 3 veces, haciendo que el país luzca más débil que muchos otros emergentes." (Martes 27 de agosto 2013, p. 20, cuarta columna; artículo de The Economist" traducido por Antonio Yonz Martínez). Veamos, los significados que se le da al verbo "lucir" (DRAE): brillar, resplandecer; sobresalir, aventajar; iluminar, comunicar luz y claridad...Ninguno tiene connotación negativa, sino todo lo contrario. Lo que puso el traductor sería equivalente, más o menos, a esto: "...haciendo que el país muestre el resplandor de su debilidad". Obviamente, no es eso lo que quiso decirse en el artículo aparecido en el periódico norteamericano, es decir, no corresponde a la traducción correcta. Sin embargo, hay que tener en cuenta una cosa. No se trata solo de un problema

117

de traducción; el uso del verbo "lucir" con el significado opuesto a aquellos que recoge el DRAE, no es aislado: muchos incurren en él. Si este uso, que adolece de incorrección, llegara a generalizarse y, digamos, imponerse, en el futuro terminaría legitimándose, como ha ocurrido con otras voces que originalmente tuvieron un significado opuesto. Por ejemplo: mariscal, que en la Edad Media era el "sirviente de los caballos" (Marh-scalc) y posteriormente se convirtió en un grado o título militar de más elevado nivel, de altísimo honor.

118

DESCHAVAR Ensayando una audaz incursión en el terreno de la semiótica y empleando, digamos, un tono medio “saussureano”, el gran Enrique Verástegui –en una nota publicada en el único número de Eros, la revista del inolvidable Isaac Rupaytrató de dar una explicación al verbo “deschavar”: “Probablemente la palabra tenga su origen más remoto en chapa, o quizá –improbablemente- en tapa. El significado puede variar o ser el mismo, pero las formas del significante proliferan en cadenas asociativas por generación espontánea. El sintagma es un círculo infinito: una estación de la finitud. Destapar, dechapar, deschavar = enseñar”. Y antes de este desarrollo conceptual, elaboró una caracterización aún más ambiciosa: “Deschavar o mejor: deschave es un juicio implacable en el habla peruana. Si queremos desenmascarar algo, lo deschavamos, vamos a deschavarlo. Lo soltamos. Si lo deschavamos hemos realizado un deber, hacemos uso de un derecho que nos

119

concierne por ley tácita. Deschave es por tanto, una categoría real para el habla peruana”. Interesante. El uso del verbo “deschavar” en el Perú tiene varias décadas; desconocemos cuántas, pero, por ejemplo, Lauro Pino ya lo había incluido en su librito Jerga criolla y peruanismos, que es de 1968. Pero, a pesar de que, por el uso que le damos, podemos considerarlo como peruano, lo cierto es que este verbo no nació en nuestro país, sino en Argentina, y su edad -¡uf!- es difícil de determinar. En un libro aparecido en 1928, Carlos Raúl Muñoz y Pérez, al que le decían “El Malevo Muñoz”, publicó unos versos que eran cantados como tango y cuyo título era “Cacho del recuerdo”, y allí encontramos esto: “Suelo a veces curda, cuando estoy de farra / deschavar cantando, mi vida ruflera…”. Antiguo, pues. Lo que expresa nuestro poeta Verástegui, al tratar de asociar el verbo deschavar con deschapar y destapar, tiene sentido

120

en realidad si consideramos los aspectos fonético y semántico propiamente dichos. Sin embargo, un estudioso como es Enrique Chiapara, autor de Glosario lunfardo, estima que el origen del verbo que nos ocupa, se encuentra en el italiano “schiavare”, cuyo significado en español es “abrir forzando”. Pero, como sabemos, el deschave forzado solo se da cuando se confiesa algo por presión externa (un interrogatorio policial, por ejemplo). Y la verdad es que el deschave (o el deschavarse) no siempre se da en esas condiciones; también se produce estimulado por la buena voluntad: una declaración de amor, por ejemplo. Es decir, también es sincerarse voluntariamente. Sea como fuere, deschavar es un verbo legítimamente asimilado por el habla peruana. Pero, ojo, también es empleado en Cuba, solo que con esta salvedad: allí se le da el significado de “comportarse con desenfado y

121

atrevimiento en determinada situación” (que, como se ve, tiene mucho que ver con aquello de ser sincero) y el DRAE lo recoge como “Deschabar” (usando “b” en lugar de “v”).

122

¡CHINO MACACO! En "El habla culta", el espacio que la doctora Martha Hildebrandt tiene en El Comercio (lunes, 19 de agosto, 2013), se dice que el término "macaco" con el que popularmente se designaba en el siglo XX a los chinos en el Perú, proviene del gentilicio de Macao. No es así: el gentilicio es macaense. El origen real de aquel apelativo está, más bien, en el nombre mismo del puerto ubicado en el sur de China. Se trata de una deformación del término evidentemente con propósito despectivo y sobre todo burlón, y tal vez queriendo asociarlo a cierto género de primates. La explicación la encontramos en Juan de Arona, el autor del Diccionario de peruanismos, pero no en esa publicación que es de 1882, sino en La inmigración en el Perú, que es de 1891. En la página 92 aparece lo siguiente: "Es curioso ver desfilar por las calles de Lima esas hileras de hombres extraños, de piel amarilla, de ropa suelta, y en quienes lo más saltante era la luenga trenza

123

prendida de la nuca, las facciones, la lengua que hablaban, y el calzado de género realzado como el coturno antiguo, por una doble y triple suela de espeso fieltro. Los mataperros los seguían gritándoles: ¡chino Macao! apodo tomado de uno de los puertos de procedencia, y que ha prevalecido hasta hoy." "Macaco" sería, en consecuencia, una corrupción de "Macao". No proviene de un gentilicio, ni mucho menos es un gentilicio. Según Lauro Pino (Jerga criolla y peruanismos, 1968) este término despectivo, "macaco", también es usado en Ecuador, México y Panamá. No nos consta.

124

NO ES UN "JEANS" Además de las famosas "combis asesinas" que ya, felizmente, están en camino a la desaparición (al menos es lo que esperamos), los vehículos que a principios de los años ochenta comenzaron a circular por las avenidas de Lima -reemplazando a los "microbuses" cuyas carrocerías eran generalmente fabricadas en los talleres de "Scania", "Morillas", etc.- fueron unos carros para transporte público, ni tan grandes como los ómnibus, ni tan chicos como las camionetas rurales. Eran, son, los carros a los que se les conoce como "minibuses" y que -muchos de ellos- son de la marca Toyota, empresa transnacional que, si no me equivoco, fue la que les dio el nombre que todos conocemos y que todos pronunciamos digamos "incorrectamente". A ese nombre que proviene de la lengua inglesa le hemos endilgado una infiel pronunciación que -¡sorpresa!- también tiene origen anglosajón. Pero con la única salvedad: esta pronunciación

125

corresponde, en "propiedad", a una palabra que designa a una marca de "Jeans". ¿Saben cuál es? Custer. Y la pronunciamos "cúster". Y el nombre correcto de los vehículos aludidos es "Coaster" y, ¿cómo suena o debe sonar? Más o menos así: "cóuster". Y no "cúster". (La pronunciación "cúster", para designar a ese tipo de carros, puede convertirse, en verdad, en un aporte peruano)

126

¿LO DIJO JOSÉ DE SAN MARTIN? Si acudimos a Google, encontraremos esta frase atribuida a José de San Martín, el Libertador: "La soberbia es una discapacidad que suele afectar a pobres infelices mortales, que se encuentran de golpe con una miserable cuota de poder". Una frase rotunda, incontestable, definitiva. Una verdad. No pongo (¡qué va!) en duda su autoría, pero si de algo estoy más seguro es de que el ilustre argentino no dijo o no escribió la frase tal como aparece en el Internet. ¿Saben o, mejor dicho, se imaginan por qué? Pues por lo siguiente: La frase de José de San Martín ha sido, digamos, "traducida" al castellano de nuestra época. El no dijo -no podía haber dicho- que la soberbia era una "discapacidad". El término es muy reciente. Tengo un diccionario de 1913 que no lo registra y tampoco aparece en mi "Pequeño Larousse Ilustrado de 1988. El DRAE lo consigna recién a partir de su edición del 2001.

127

¿SÍ? ¡NO! Escuché a alguien en la televisión que dijo esto (lo transcribo casi textualmente): "Tengo que esforzarme más y dar todo de sí". Veamos. El "sí" que empleó este muchacho (un torero español que participa en uno de esos "realitys" celestinos) es un pronombre personal que el DRAE lo define como forma reflexiva de tercera persona, y que se usa "en los casos oblicuos de la declinación en ambos géneros y números, siempre con preposición". Por ejemplo: "Le echaron agua fría en el rostro y volvió en sí". Como se ve, el sujeto aludido en el ejemplo es una tercera persona y puede corresponder a cualquiera de los géneros (masculino o femenino) y, en este caso, la preposición empleada es "en". Si se empleara (obvio, en una oración referida a otra cosa) la preposición "con", no se diría "con sí", sino "consigo". Ejemplo: "Pedro se alejó, llevándose consigo el regalo que le entregué". Como dijimos, citando al DRAE, el pronombre

128

del que nos ocupamos se emplea en la declinación en ambos números (singular y plural), como en este ejemplo: "Las chicas del seleccionado de Vóleibol dieron todo de sí". Repetimos en otras palabras: tercera persona del masculino o femenino y del singular o plural. Nunca en primera o segunda persona. Lo que el muchacho español dijo en la televisión (ojo: no es el único, porque muchos lo hacen) fue, pues una barbaridad (uso el término muy familiar para don Marco Aurelio). El uso correcto del pronombre en primera persona, para expresiones similares a la que dio pie a esta nota, es el que aparece en este ejemplo: "Me esforzaré y daré todo de mí". Y si lo que se quiere decir es algo como el ejemplo de Pedro, diremos esto: "Me alejé llevándome conmigo el regalito". Y, bueno, para la segunda persona el pronombre es "ti" y si se usa la preposición "con", será "contigo".

129

"SHILCO TORO" Un amigo escritor me preguntó, vía correo electrónico: "Me puedes decir qué significa la palabra SHILCO? De niño escuché en un pueblo del Callejón de Conchucos hablar del SHILCO TORO una canción que se tocaba en las corridas.". Aquí mi respuesta: "Te cuento. En mi provincia no se usa el término Shilco o, al menos, no recuerdo haberlo oído. Es evidente que se trata de una voz quechua. No sé cuál puede ser el sentido que le dan en algunas zonas del Callejón de Conchucos, donde has escuchado esta expresión: "Shilco toro". Quiero aventurar una explicación: Podría ser algo así como "toro puntiagudo" (aludiendo a las astas). Pero, repito, es solo una explicación lanzada al aire, sin mayor sustento, pero de algún modo relacionada con lo que paso a referir. González Holguín en su Vocabulario de la lengua quechua (1608) registra lo siguiente, lo transcribo textualmente: "Sillccuni

130

hallppini" (Rascuñar (sic) a otro o arañar); sillccuni (dar rasgos en ropa, o en carne); ssillcuscca hallpiscca (el rasguño, lo rasguñado). En Tayabamba (La Libertad) se usa el término quechua "Shilco" para nombrar a lo que conocemos como cadillo o "amor seco", que es una planta silvestre con unas semillas que tienen unas púas muy delgadísimas que se pegan a la ropa. Entre lo que registra González Holguín y la voz de Tayabamba hay creo cierta relación: el rasguño supone la acción de una suerte de "púas" que raspan (las uñas de un gato, por ejemplo). Y si hablamos de púas, la asociación con las astas del toro estaría explicada, creo yo. Pero también hay esto: el Huandoval (Pallasca) se conoce como "shillca" al "brote" que aparece en los tubérculos (papas, básicamente) que han quedado en una chacra después de la cosecha (María del Carmen Cuba: Vocabulario de Huandoval; lo cual coincide con "chillkiy" que en el quechua de Chachapoyas significa precisamente "brotar" (Gerald Taylor: Estudios

131

lingüísticos sobre Chachapoyas). En un bello huayno de Pastorita Huaracina, también se emplea esta voz: "Ay, shillco, shillco, niraq cholo...". Mi amigo el escritor replicó: "Diste en el clavo...Eso es: "Shilco toro", toro que con sus astas, rasguña, hiere la carne del torero. Yo también conozco el cadillo (shilco), pero no me convencía mucho su significado. Con lo de González Holguin, queda claro."

132

¿CONSEJO O CONCEJO? En un muro del Facebook se ha hecho esta pregunta: ¿Por qué Concejo Municipal se escribe con "c" y Consejo Regional con "s". Alguien (cuya respuesta ha sido celebrada), ha afirmado que ello se debe a que en un caso los integrantes con "consejeros" y en el otro "concejales". Veamos. Concejo (o Concejo Municipal), que es sinónimo de "ayuntamiento", de "municipio" o de "casa consistorial", se escribe con "c" no porque sus miembros sean "concejales" (Perú se escribe con "P" no porque los que hemos nacido aquí seamos peruanos, sino al revés: somos peruanos porque hemos nacido en el Perú). La explicación respecto de Consejo Regional, por razones obvias, es similar. El tema referido a la distinción que existe entre Concejo, que se escribe con "c" y Consejo, con "s", es de carácter etimológico y se aborda considerando la "lingüística histórica" o la filología. Y así tenemos que Concejo proviene del

133

latín "concilium" (ahí está la "c"), y Consejo de "consilium" (también latín). Ahora, respecto de las funciones del Concejo Municipal, que es la reunión de los miembros del Concejo, y del Consejo Regional (órgano normativo y fiscalizador de los gobiernos regionales), aparentemente son similares en cuanto a responsabilidades y atribuciones, y en tal sentido lo correcto sería que ambas corporaciones sean llamadas "consejos" porque, en buena cuenta la reunión de los miembros en cada caso se da para "dar consejos" a la autoridad (el alcalde o el presidente), tomar acuerdos respecto de decisiones que habrán de adoptarse, para el distrito o provincia en un caso o para la región en otro. El empleo de concejo" con "c"), es obvio, tiene que ver con una suerte de "inercia" motivada por el nombre de la "casa" (la casa consistorial), como a la inversa ocurre, por ejemplo, con "iglesia": del nombre de la "asamblea"

134

o "congregación de fieles" pasó a ser el nombre del edificio destinado al culto. Si decimos: la vacancia de un alcalde debe ser acordada en consejo municipal no estaríamos cometiendo ningún error sino, al contrario, esa afirmación sería acertada y dicha con toda propiedad. Pero no sería correcto decir "Concejo regional" porque en este caso no estamos hablando de un ayuntamiento, de un municipio, de una "casa consistorial".

135

MIEMBRO, NO MIEMBRA Veamos: "Miembro. (Del lat. membrum). 1. m. Cada una de las extremidades del hombre o de los animales articuladas con el tronco. 3. m. Parte de un todo unida con él. 4. m. Parte o pedazo de una cosa separada de ella. 7. com. Individuo que forma parte de un conjunto, comunidad o cuerpo moral.” (DRAE). Como se ve, la primera acepción corresponde a las extremidades “del hombre o de los animales”. Es decir, los brazos son miembros (superiores) y las piernas también son miembros (inferiores). De la acepción mencionada se derivan (por la evidente analogía) las siguientes: “parte de un todo unida con él”, “parte o pedazo de una cosa separada de ella” y también “individuo que forma parte de un conjunto, comunidad o cuerpo moral”. ¿Si los brazos (género masculino) son miembros, las piernas deberían, acaso, ser “miembras” debido al género femenino que les corresponde? No, de ninguna manera. Por ello es que las personas (o individuos, como dice el Diccionario)

136

que integran una comunidad o cuerpo moral son, igualmente, miembros, se trate de varones o de mujeres. Afirmar que “Juana y Mercedes son miembras del gremio de confeccionistas” sería –como suele decir don Marco Aurelio- una barbaridad, pues. Hay quienes consideran que, en aras de la “inclusión”, debiera proscribirse el empleo “machista” del término objeto de esta nota y de una vez por todas darse legitimidad al uso de “miembras”. Propuesta descabellada sin duda. Sería como proponer, por ejemplo, que, al referirnos a la persona de nuestra mayor confianza, aquella que nos ayuda a resolver algunos asuntos en el trabajo, digamos –si se trata de una mujer- que es, no nuestro brazo derecha (que es lo usual y correcto), sino “nuestra braza derecha”. Absurdo, completamente absurdo. Ah, pero no imposible, porque –como sabemos, y yo lo he repetido insistentemente en otras oportunidades, el uso manda y si este desagradable uso se impone –democráticamente, como siempre ocurre en cuestiones del idioma-

137

en algún momento nos chocaremos con declaraciones machistas y cacofónicas como esta: “Mi hembra es miembra del Club de Libertarios”. Por ahora, caballero nomás.

138

SINO/ SI NO

Este es un error en que incurren muchos poetas y escritores peruanos. Hoy día (miércoles 27 de junio, 2012) ha aparecido en el diario TROME: "Abogado dice que 'Elita' tendrá que confesar su culpa por asesinato de su mamá, sino recibirá la pena máxima." En lugar de "sino" escrito "si no".

debieron

haber

Aquí lo que dice el Diccionario Panhispánico de Dudas: "No debe confundirse la conjunción adversativa sino antes descrita con si no, secuencia formada por la conjunción si (→ si) seguida del adverbio de negación no (→ no): «¿Y quién se lo dirá, si no lo hace usted?» (Mundo [Esp.] 20.2.95); «Tu actitud conmigo es bastante rara, si no insultante: me tratas como a un niño» (Donoso Elefantes [Chile 1995]); «No sé si no es mejor que fracase este

139

encuentro» (Plaza Cerrazón [Ur. 1980]). El segundo elemento de la secuencia —la negación no— es tónico, frente a la atonicidad de la conjunción adversativa sino." Es fácil: "No es esto, sino aquello." "Si vienes, me alegro; si no, me da igual". ¿Se entiende la diferencia, no?

140

"LA DEL CULO ANGOSTO" En el Perú y probablemente en otros países, además de llamar culo a las nalgas, al trasero, a las posaderas, empleamos también la misma palabra para referirnos específicamente al sexo de la mujer, a la vagina, y también al ano o al recto. Si decimos "qué buen culo" nos estamos refiriendo al volumen impresionante de un par de nalgas bien puestas. Si, de otra forma, decimos que "Juanita le dio el culo a Fernando", lo que queremos expresar es que ella y él tuvieron un encuentro sexual, es decir, que hubo penetración; aquí, obviamente, se entiende que culo no es precisamente el par de nalgas o posaderas, sino el conducto vaginal, pudiendo ser también el anal. Ahora, cuando alguien le dice -generalmente con tono de burla o de llamado de atención o reproche- a una mujer: "No te hagas la del culo angosto", hay que entender que se trata de una suerte de frase parecida a esta: "No te hagas la estrecha". Tenemos aquí dos adjetivos: "angosto" y "estrecha";

141

es decir, ajustado, apretado. Si hablamos de nalgas como culo, quiere decir que la estrechez, la angostura, lo apretado y ajustado, se da entre ambas nalgas. Y si de lo que se habla es de vagina o de ano, la cosa también es clara: estrechez, de dichos conductos. Y, claro, si estamos diciendo que son apretados, angostos, estrechos, ajustados, la alusión que hacemos es a que no están en condiciones digamos "idóneas" para recibir o tolerar la "visita" del miembro viril; en otras palabras, que están "como vírgenes". Resumiendo: "No te hagas la estrecha o la del culo angosto" significa "No quieras hacerme creer que eres virgen". Esta expresión, naturalmente, no va dirigida así específicamente a precisar una real estrechez vaginal o anal, sino -digamos metafóricamente- a que una mujer -sabiendo lo que sabe o teniendo la experiencia que puede tener- se hace la recatada, se muestra excesivamente decente, delicada, exquisita, aquella con quien "estas cochinadas" no puede hacerse, etc. Generalmente es la mujer

142

que aparente "no saber de ciertas cosas innobles". Quien emplea esta frase está tratándole, casi directamente, de hipócrita a la mujer que tiene al frente.

143

APERTURAR Hay quienes consideran que "aperturar" es un sinónimo de "abrir" (claro, un sinónimo "incorrecto", dicen). No lo es, en realidad. Nadie dice, por ejemplo, "voy a aperturar la puerta", "voy a aperturar mi cartera". ¿Alguien ha escuchado expresiones como estas? Lo que si suele decirse son cosas como las siguientes: "Voy a aperturar una cuenta en el banco", "se apertura el acta", etc. Cuando se quiere decir "abrir una puerta" se emplea a veces expresiones como esta: "Se dio apertura a la puerta", pero jamás "se aperturó". Porque sería una barbaridad: y el pueblo, inteligente, casi siempre sabe lo que hace. La Academia no acepta esta forma verbal, al menos hasta ahora y, según tenemos entendido, muchos académicos la consideran "incorrecta" y, como tal, deleznable. Fernando Lázaro Carreter decía, irónico, lo siguiente: «Aperturado el camino, nada impide que lecturar sustituya a leer, baraturar a abaratar y licenciaturarse a licencia-

144

rse». Bueno, la verdad es que tampoco es para "abrir el camino" que se emplea el verbo de marras. El Diccionario Panhispánico de Dudas afirma tajantemente que "Su uso no está justificado y debe evitarse" y cita, entre otros, este ejemplo de uso encontrado en algún diario español: "Ordeno que esos contenedores sean aperturados y revisados" (DHoy [Ec.] 8.7.97) ". Usos como este no son los más comunes y creo que al menos en el Perú no se dan; sí, en cambio, son pan de cada día expresiones como esta que también consigna el Diccionario referido: «Ayer domingo la Cooperativa Agraria de Producción Casa Grande aperturó sus Terceros Juegos de Verano» (Comercio [Perú] 14.1.75)" (obvio, ejemplo peruano tenía que ser). Es que "aperturar" no es precisamente "abrir", sino, "dar inicio a algo". Cuando se dice "aperturar el acta" nadie está queriendo decir que el libro como tal va a desplegarse y ponerse a la vista sus páginas, sino que va a iniciarse la redacción del documento corres-

145

pondiente. Cuando uno va al Banco y decide "aperturar una cuenta", lo que quiere no es que le "abran" su secreto bancario o cosa parecida, sino que "le den de alta" como cliente de la entidad financiera, es decir, dar inicio a su relación efectiva con el Banco. Es evidente que "aperturar" es una forma verbal (un neologismo) surgida por ese afán, legítimo y a veces de mal gusto, por buscar expresiones "majestuosas": aperturar, sin duda, tiene "más caché" que el silvestre "abrir" y por eso es que -obviamente- se le prefiere para ciertas circunstancias "especiales", no para aquellas tan comunes como abrir una puerta. Bien. En situaciones como la referida al usual verbo "aperturar" no debemos decir que se trata de algo incorrecto, sino simplemente que es una forma verbal que aún no es aceptada por la Academia pero que por ser generalizado su uso, la hemos convertido en legítima. La virtual prohibición que el Diccionario Panhispánico de Dudas hace, es un exceso injustificado de celo.

146

ESPECERÍAS2 "En mi puesto vendo toda clase de especerìas", me contó orgullosa la señora Anita mientras veníamos en un microbús desde La Parada. "¿Qué cosa?", pregunté aparentando sorpresa. "Sí, pimienta, canela, clavo de olor...", respondió presurosa. "Ah, eso", continué yo; "entonces, no vende especerías, señora". "¿Cómo dice?", volvió a intervenir, ahora algo irritada. Esto ya parecía aquel comercial de celulares: "A la mina, ingeniero, y así no me jo...!". "No, señora", me puse didáctico, "lo que usted vende son especias y no especerías". "¿Especias? Atatao, qué feo", retrucó la interpelada. Comprendí entonces una cosa: a los oídos de nuestras "caseritas", la palabra

* Texto escrito y publicado inicialmente en diciembre del 2001. 2

147

especias no resulta tan agradable como especería, y es a ello que se debe la preferencia que se da a la eufonía de esta última. Sin embargo, es conveniente comprender que su uso es incorrecto. Especería es un sustantivo equivalente a librería, frutería, verdulería, etc., es decir, un establecimiento donde se venden especias. Quien tiene una librería vende libros y no librerías (lo mismo que con frutería, verdulería, etc.). Por tanto, la señora Anita -que tiene un hermoso y bien surtido puesto en un mercado de Manchay, es decir, una especerìa- lo que vende no es otra cosa que especias. Especias, una palabra que de ser empleada con más frecuencia y propiedad, seguramente resultaría tan deliciosa como el puntito de pimienta en el lomo saltado que, ojalá, me invite mi ocasional compañera de viaje, la cual -dicho sea finalmente- bajó del vehículo unas cuadras antes que yo, en el paradero "Tres Marías", no sin antes

148

dispararme este certero dardo: "Especerías, señor, ¡eso es lo que yo vendo!". Tuve que asumir una verdad irremediable: no había logrado convencerla. Su proyectil verbal, en cambio, terminó por herir y activar mi inquietud. Al llegar al paradero final, después de saludar a la "Tía Candy" y cruzarme con el flaco Efraín, corrí a mi casa en busca del diccionario, mi Pequeño Larousse Ilustrado. La sorpresa fue inmensa: Especería (o especiería) es un término cuyo uso es generalizado en América, como sinónimo de especias, y como tal se le acepta ("Amér. Especias: comprar especerías") 3 Obvia-mente yo tengo que hacer lo mismo (Vox Populi, Vox Dei). Caballero nomás: a veces se gana, a veces se pierde. Es todo, señora Anita. Buen provecho!"

Esto aparece en mi Pequeño Larousse Ilustrado, que es de 1988. El DRAE no recoge hasta ahora este uso; solo consigna lo siguiente: "Conjunto de especias". 3

149

PLAGIOS Lamento mucho la situación que describes, estimado Enrique. No he tenido acceso al número de la revista que citas, en que, según afirmas, aparece un trabajo tuyo con firma ajena, y tampoco al Cuaderno Nº 4 que publicaste en 1997. El plagio no es una costumbre nueva; tiene una edad que se pierde en el tiempo. El término habría sido originalmente asignado al secuestro de esclavos o siervos, y posteriormente asimilado para designar al acto de copiar y apropiarse de textos ajenos. Un filósofo –Heráclitoinsinuaba que Pitágoras habría incurrido en esto al decir de él que era un “acaparador de conocimientos”; de Virgilio, el gran poeta latino, se decía que tomaba “prestado” de Homero. Hace unos años, en 1995, fue acusado de plagio Camilo José Cela, el novelista español que también fue congresista y que, según se recuerda, protagonizó una pintoresca anécdota en su desempeño como político: al recibir un llamado de

150

atención por dormir en su curul, dijo que “estar dormido no es lo mismo que estar durmiendo; como tampoco era igual estar jodiendo que estar jodido”. En nuestro país, Raúl Porras hablaba que más de un escritor audaz copiaba largos párrafos suyos sin tener la delicadeza de mencionarlo; el plagio, decía, es un deporte nacional. Un prestigioso novelista nuestro, autor de una importante novela que retrata de un modo incisivo el mundo nada simpático de la clase alta limeña, tuvo que vivir hasta hace muy poco la experiencia desagradable de ver su nombre en primeras planas, no por algún merecido premio internacional, sino por una también merecida imputación: un plagio. Tengo entendido que, finalmente, la justicia lo salvó tal vez por cuestiones formales, pero de todos modos Alfredo Bryce adquirió nueva fama. El plagio al que Basadre llamaba “ratería literaria” y “vicio nacional”- , como muchas otras actividades ilícitas parece haberse institucionalizado en nuestro país. Revisemos no más las tesis

151

académicas de nuestras universidades: además de no ser elaboradas por los mismos graduandos, la mayor parte de ellas es hecha con el recurso de “seleccionar, copiar y pegar” que permite la Internet. La escritora chilena Isabel Allende escribió socarronamente en su novela Afrodita que “copiar de un autor es plagio” y “copiar de muchos es investigación”. Y aunque no sabían ni jota de autores y de investigaciones, en el colegio muchos hacían “acordeones” con tiras de papel en las que habían transcrito casi todo el cuaderno; claro que a la hora del examen no les servía de nada porque con el nerviosismo y el apuro resultaba imposible descifrar las microscópicas caligrafías. ¿Qué es lo que mueve a las personas a incurrir en el plagio? Tengo la sospecha, supongo que improbable, de que no es precisamente un ánimo perverso. Creo que tiene, más bien, una motivación que se confunde con estas tres situaciones: pereza, permanente o eventual pobreza intelectual y una discreta admiración. Pereza, porque -

152

obvio- es más fácil, menos complicado, copiar que darse el trabajo de crear; pobreza intelectual, porque cuando el cerebro “no da para más”, caballero nomás, el recurso es pedir prestado de alguien (sin que, naturalmente, este lo sepa, ni reciba a cambio al menos las gracias); admiración, porque, sin duda, se copia a quien se le reconoce algo o mucho de calidad. Sea como fuere, es inadmisible. Pero, coger sin autorización un texto completo, un folleto en su absoluta o aproximada totalidad, y simplemente borrar el nombre de su autor y reemplazarlo con el de quien prácticamente está cometiendo la apropiación ilícita, y encima sacar provecho publicitario y hasta económico, ya es algo extremadamente perverso, reprobable y vergonzoso. Es, simple y llanamente, un delito.

153

LOS ESCRITORES Y LA ORTOGRAFÍA La lengua no la crean los académicos ni los escritores, sino el pueblo; y es el pueblo también quien la modifica y, eventualmente, puede hacer que desaparezca. Yo siempre he creído que la lengua es acaso lo más democrático que existe; en ella no se dan imposiciones verticales, desde arriba, sino todo lo contrario. La Academia recoge, asimila y consagra expresiones que los hablantes van, cotidianamente, aceptando como útiles para la comunicación. Y es cierto, lo que hoy es un error mañana puede dejar de serlo debido a que se convierte en algo aceptado convencionalmente. Y, bueno pues, nadie aquí ha puesto en duda eso. Pero los errores -mientras no sean aceptados por el mayoritario consenso y, lógicamente, por la Academia que es, nos guste o no, la autoridad en estos temas- seguirán siendo eso, errores. Y quien -gran escritor o no- los use en su escritura estará simple y llanamente

154

cometiendo un error (por decir lo menos), o estará demostrando, también simple y llanamente, que, a pesar de ser un gran escritor, desconoce aspectos importantes de gramática u ortografía. Así de simple. Roberto Arlt fue un gran escritor: y lo fue por la calidad de sus obras, de su estilo, por lo descarnado de su realismo. Pero Roberto Arlt cometía garrafales errores ortográficos. Pues el hecho de que un escritor tenga altas calidades literarias (repito, literarias) no significa que sus metidas de pata gramaticales u ortográficas tengan que ser aceptadas como aciertos. No confundamos, pues. Y la verdad es que no solo él tuvo errores. Pero como decía Borges, refiriéndose a otro escritor, “Podemos corregirlo, ponerlo en línea, pero jamás podremos imitarlo, es inimitable”. Hay escritores en nuestro país que probablemente dentro de poco o de mucho lleguen o sobrepasen a la calidad de Arlt, pero que -si no lo toman a maldebieran acudir de vez en cuando a un

155

diccionario. Creo que es bueno recordar que un escritor no solo es el genio, o medio genio, que nos deslumbra con su estilo o con su extraordinaria capacidad de retratar, recrear, o crear realidades (a la manera de un deicida), sino también es una suerte de maestro que debe enseñarnos a escribir bien. Naturalmente estoy hablando de quienes escriben en prosa. No hablo de los poetas, o de la escritura de poesía; porque (esta también es una realidad), la poesía, felizmente para los que odian a los diccionarios, otorga el salvoconducto para expresiones disparatadas como "hubieron", "medias locas" y "testigas" (que he leído en textos escritos por numerosos escritores y poetas peruanos); ese salvoconducto son las "licencias", es decir, la libertad, que tiene y debe tener siempre un poeta. Tulio Mora preguntaba por qué referirse a una excepción literaria para tratar de explicar o justificar los errores. Es la verdad: de ese modo no se

156

justifica nada. Y voy a mencionar algo que es, me parece, paradigmático: El Diccionario de Dudas y Dificultades, escrito por el académico Manuel Seco. No obstante lo esclarecedor que es en casi todas las sombras que uno puede tener respecto del idioma español, allí encuentro algo que me parece jalado de los cabellos, absurdo. Al explicar acerca de "acaso", cita una frase contenida en "La ciudad y los perros", para decirnos que en nuestro país este adverbio se usa "coloquialmente" como conjunción, con el valor de "si", lo cual es simple y llanamente falso (cf. Diccionario de...Madrid, 2002. Pág. 11): no es un uso coloquial, es un uso -probablemente también equivocado por el autor o por los tipógrafos- que solo aparece en una novela. Es decir, el autor del Diccionario puso como ejemplo una expresión "excepcional" (porque solo aparece en la novela mencionada) que no corresponde al uso coloquial que según él se da en nuestro país. Es un desacierto, pues, el que comete don Manuel Seco.

157

DOMINGO POR LA TARDE EN LA CACHINA4 . -¿Por qué le llaman a esto “La Cachina”? -Porque aquí se vende ropa usada. Esa fue la respuesta enfática del vendedor de jeans desmanchados con etiqueta nueva, allí en el jirón Lampa, frente al “33”, restaurant popular y barato creado a instancias de nuestro Manuel Scorza en la época de los “populibros” que la gente compraba como pan caliente. Me puse a pensar en el origen de aquella palabra. Cachina, ¿qué es Cachina? Lo único que hasta ese momento (5 de la tarde de un día domingo) arribaba a mi mente era la certeza de que cachina es el mosto en fermentación. Y, naturalmente, asignarle el nombrecillo de marras a la venta de ropa usada 4

*Curioso texto extraviado “entre bucles, retratos y pañuelos” (setiembre, 1992), y ahora -después de veintitrés años- recuperado.

158

resultaba absurdo si no ridículo. Los signos lingüísticos son arbitrarios y su biplanidad (sinificante/significado) solo tiene una explicación convencional. Por ejemplo, “Tacora”, el lugar donde se vende igualmente ropa usada y otros objetos “de segunda mano” en la avenida Aviación, junto a La Parada, se llama así debido a que en las inmediaciones existía antaño un establecimiento relacionado con la industria automotriz que llevaba el nombre de aquel volcán de los Andes ubicado en la frontera de Perú y Chile. Encontrar una explicación similar a lo que en ese momento era, digamos, mi objeto de curiosidad era poco menos que imposible. Hubiera querido tener contacto con el libro Peruanismos de la doctora Martha Hildebrandt que seguramente me habría ayudado a resolver el problema, pero no fue posible. Como un diamante de baja ley en medio del carbón, entre descoloridos ejemplares de Cosmopolitan y Play Boy, apareció el

159

librito “Jerga Criolla” de Lauro Pino sobre el piso de La Colmena. Por un sol cincuenta tuve en la mano una respuesta: “Cachina F. puesto de venta de ropa usada”. Y, claro, todo quedó en lo mismo. Tuve que seguir rumiando la palabrita. Ingresé en diferentes librerías (poquísimas abiertas en un día domingo) y no logré nada. Volví a La Cachina. Junto a mí, corriendo, pasó un chiquillo después de birlar una billetera. Nadie, salvo yo, se sorprendió con el pase. Esto y otras cosas más me mostraron que La Cachina no solo es ropa usada. Es una realidad compleja y delicada: lo que se puede observar allí en La Colmena, Azángaro y Lampa (Centro de Lima). Pero es también lo que no podemos ver: un trasfondo tal vez dramático (hambre material, pobreza del espíritu). Es, en líneas generales, una suerte de exacerbación de nuestra informalidad limeña.

160

Se nos ha dicho que la informalidad se manifiesta especialmente en el comercio ambu-latorio protagonizado por provincianos que empujados por la necesidad y la esperanza vienen a la Capital y se estrellan contra un paraíso de frustración. Esto es cierto, pero no es todo. Lima es informal en todo aspecto: en su arquitectura desordenada, de pronto colonial o moderna, de material noble o de quincha, ventanales de vidrio a prueba de balas o esteras inermes frente al viento y la lluvia; impecable en su presentación o deprimente. En el divertimento: rock, huayno, salsa, chicha o vals; de pronto Juan Luis Guerra y los No sé Quién y No sé cuántos o el Chato Grados. El que paga sus impuestos o el que los evade. El que derriba torres y el que las levanta; el que activa coches bomba y el que reza por la paz. Lima es “Totus Tuus” ante el Papa y es incienso alrededor de Sarita Colonia. Es informal, pero también huachafa (“Los Quispes gozan también del vacilón, ceviche en bolsa y sopa en botellón”).

161

En medio de todo esto se encuentra La Cachina. Una muestra de comercio informal que escapa a lo ya conocido: Polvos Azules, etc. Polvos Azules es: artefactos eléctricos y ropa traídos de fuera del país a través de Tacna cumpliendo, por cierto, las “formalidades” que exige el resguardo aduanero: gotas de colirio para la vista gorda; y sus protagonistas tienen una característica predominante: son provincianos mayormente provenientes de la Sierra Central. La Cachina es otra cosa. En principio, los que allí hacen su negocio no son serranos en su mayoría. El 90% está constituido por “criollos”. No pocos muestran algún tajo o chuzo en el rostro o los brazos, y probablemente (alguien nos lo comenta) hayan estadopreciosos en Lurigancho. No han traído artefactos “importados” por Tacna y no tienen por qué hacerlo. Allí donde están sentados atendiendo a sus

162

curiosos clientes, “proveedores”.

reciben

a

sus

-Ya, tío, dame cinco lucas y quédate con el bobo. -No, causita. Te doy cuatro y que-damos. Pero no solo relojes. También zapatillas, grabadoras de cassette; sacos y ternos completos “Miami Vice”; videograbadoras VHS; pelotas de ping pong; anteojos y zapatos (“¡Puta, el difunto calzaba 45!”, exclama un muchacho después de preguntar precios). Quiénes son los proveedores. Jóvenes que necesitan un sencillo y resuelven tal necesidad barateando un reloj o su camisa; choros que en madrugada de domingo después de alguna fiesta, le quitaron el saco a algún borrachín; los tradicionales ropavejeros con voz de trompeta asordinada; empleados públicos que hicieron desaparecer el engrapador de su escritorios o las calculadoras…

163

A un costado, casi escondido bajo el dintel de alguna puerta y cubierto por la mugre hedionda de su saco plomo, un hombre ofrece a los varones: “Jebe, jebe…”, y con tales preservativos una sospechosa pastillita “afrodisiaca” dizque infalible. Nadie vende dólares en La Cachina. Aunque esta actividad también informal ha dejado de ser exclusividad del jirón Ocoña, aún tiene recelo de incorporarse al lumpenizado mundo comercial de las cuadras 10 y 11 de La Colmena, 8 de Azángaro y 8 y 9 de Lampa. Ya no son las 5 de la tarde. Mi reloj Citizen bamba marca las 6 y media. Las 6 y media de la tarde de un día invernal ya es noche. Y la noche es propicia para que entre el Parque Universitario y la Plaza San Martín merodeen los homosexuales torrejas, suspirando de repente resignados por carecer de los atractivos de aquellos de la avenida Javier Prado.

164

Pegados a las mesas de ajedrez hechas de cemento delante de la Casona de San Marcos, un grupo de chiquillos sin nombre inhalan Terokal y sueltan palabras incoherentes como su origen y su vida misma. Ha llegado la hora de emprender la retirada. Pero, ¿podría alejarme con aquella duda como hueso atravesado en la garganta? El muchacho de los jeans desmanchados está juntando su merca. El señor del costado hace lo mismo, y lo primero que recoge es una estatuilla de El Quijote montado sobre un rocinante con tres patas. Aquél, al verme pasar por enésima y última vez, se acuerda de algo y me llama: -¿Sabes qué ocurre cuando en verano se usa la misma ropa todos los días? -Claro –contesto, recordando el saco del vendedor de condones-. Se ensucia. Y la mugre con el sudor… -¡Fermenta! Eso, ¿entendiste?, eso es cachina, chochera.

165

¡HABLA, CHO! La palabra no es un instrumento sonoro o gráfico que solo sirve para comunicarnos. También nos identifica. A los pallasquinos, por ejemplo, nos identifica, entre otras expresiones, el “cho”, voz que empleamos para llamar o pedir atención a alguien. Equivale a “amigo”. Se trata –en el uso actual de Pallasca- de la apócope de la palabra “cholo”, generada con propósito eufemístico. Recuérdese que, a pesar de su significación altamente respetable, la expresión “cholo” no llega aún a ser aceptada dignamente como se merece, por gran parte de la población peruana y, más bien, es usada con cierta voluntad peyorativa. “Cho” es, podríamos decir, el apelativo emblemático de Pallasca que une a todos y genera regocijo escucharlo. Sin embargo, debemos precisar que no solo en Pallasca es usada esta expresión; también lo es, por ejemplo, en Moyobamba. La diferencia radica en que en la Capital de San Martín se la emplea indistintamente para

166

varones como para mujeres 5 y en Pallasca, en cambio, es solo para dirigirse a los varones ya que para las muchachas se usa el “Chi” ("cho", por cholo; "chi", por china). Pero también tenemos expresiones como estas, entre otras, que son muy sugestivas: "muganshya" (tizón incandescente pero sin flama, y también luz tenue, débil), "chúrgape" (grillo) y "surrupear" (forma verbal pallasquina “de exportación” que significa sorber una sopa o alguna bebida caliente haciendo vibrar –“surrup, surrup…”- los labios).

5

[1] Es posible, por esto, que el origen remoto de esta expresión esté en el culli o en alguna otra lengua ya desaparecida de la zona nororiental del Perú. El cura Teodoro Gonzales Meléndez la consideró en la lista de voces culli que elaboró en 1915. Pero, repetimos, a pesar de ese posible origen, en el uso actual en Pallasca corresponde, más bien, a la apócope de la palabra "cholo".

167

Es que el habla pallasquina es, pues, muy particular y, sobre todo, bella. Quiero, aquí, reseñar algunos de los aspectos de esa particularidad. A diferencia del diminutivo empleado en las regiones centro y sur del Perú, que se forma con el sufijo “cha”, en la zona de Pallasca (y tengo entendido que en toda la extensión que abarca la sierra de los departamentos de La Libertad y Cajamarca y parte de Amazonas) se genera con el sufijo “asho”, “asha”: “cholasho”, “niñasha”. El sonido que representamos con el dígrafo “sh” se usa asimismo para darles una forma afectiva a los nombres (hipocorísticos, se les llama): César, “Shesha”; Santiago, “Shanti”; Rosa, “Rosha”; también, con similar propósito, se da la sustitución de la “r” por la “y”: Medardo, “Medaido”; Bernardo, “Beinaido”. Otra particularidad notable es la tendencia a la “economía expresiva” mediante la contracción gramatical de un verbo y el pronombre “usted” que en tal circunstancia pierde dos sonidos (“u” y “d”): diga usted, “dígaste”, venga

168

usted, “véngaste”; en el caso del verbo “decir”, se da, incluso, lo que graficamos con este ejemplo: “¿Qué diste?” (¿Qué dice usted?). Una contracción igualmente peculiar se da en “pasumañana”, que es el “pasado mañana” en que el verbo “pasado” se convierte en “pasu”); también se contraen el verbo “voy” y la preposición “a”: voy a trabajar, “voa trabajar” (“vua trabajar”). Pero la contracción mayor se da, creo, en la expresión “yasque”, en la que estarían unidos “ya” (adverbio), “dices” (verbo), “que” (conjunción): “Yasque te vas mañana, ¿dí?”. Esta expresión ("dí"), usada, como lo acabamos de hacer en el ejemplo, en forma de interrogación, cumple función fática o apelativa (forma parte de los llamados "estimulantes conversacionales"): "¿no?", "¿no es cierto?”, y lo que se pretende con ella es que el interlocutor confirme lo que se le está diciendo. En algunos verbos conjugados en primera persona plural su pronunciación que normalmente es grave o llana, pasa a ser esdrújula: no

169

vayamos a equivocarnos, “no váyamos a equivocarnos”; nos dijo que vengamos, “nos dijo que véngamos”. No se suele hacer la distinción -femenino, masculino- en el uso del dativo que precede o va como sufijo en determinados verbos; indistintamente se usa el “lo”: “señora, me alegra saludarlo”; “la vaca lo llevaré al corral”). La pronunciación de los verbos conjugados en participio pasado cuya terminación es “ado” (llegado, trabajado, cansado…) tiende a eliminar la consonante “d”: llegao, trabajao, cansao; pudiendo incluso la “o” confundirse con la “u”. Las formas “aquicito”, “allacito”, no forman parte del habla pallasquina o, por lo menos, no son comunes. Tampoco es característica del habla pallasquina el seseo al final de las palabras terminadas en “r” (amors, ayers). El castellano pallasquino tiene tres vertientes alimentadoras: además del español, están el culli y el quechua. Efectivamente: Huasharimear, por ejemplo, que es un verbo generado

170

por Huasharimo (el chismoso, el que “habla a espaldas de uno”) tiene su origen en el quechua. ¿Recuerdan ese bello huayno de Julián Rubiños que dice: “Como las aguas del río/ que corren negras y turbias/ así son los chismes que corren, negrita, / y por mí están huasharimeando…”? Pero quiero detenerme un poco en la vertiente culli. Expresiones propias de esa lengua ya extinguida son Chúrgape ya mencionada-,lacataca (el caracol, o “babosa”) y estas otras, acerca de las cuales, creo que nadie ha puesto mucha atención: Paranshyam, Mushyuquino, Conshyam (topónimos), Munshyo (el ombligo), cashyul (el choclo tostado), muganshya (tizón incandescente pero sin flama y, también, luz tenue). En el listado de vocablos culli y toponímicos que Alfredo Torero inserta en su libro Idiomas de los Andes no incluye ninguna de estas expresiones. Y a mí me parecen muy interesantes no solo por lo bellas que son sino porque ponen de manifiesto una fonética que no

171

encontramos ni en el quechua ni en el español; me refiero al sonido que yo he graficado (por ser lo más aproximado) como “shyam” que es el mismo que, por ejemplo, encontramos en el inglés “jam” (estrujar). El culli fue una lengua que se habló en gran parte del norte peruano, desde Pallasca hasta Cajamarca y en algunos pueblos de Amazonas, antes de que a esta parte del Perú llegaran los incas, quienes -sin lograr su cometido- al imponer el quechua trataron de borrar de la faz de la tierra la lengua que aquí encontraron. Los españoles –como es explicable, por cuanto su empresa fue de conquistahabrían procurado también extinguirla disponiendo, según parece, la prohibición de hablarla. Pero sobrevivió. Y hay que entender que es el culli la lengua a la que el entonces Arzobispo Toribio de Mogrovejo se refería al decir en su Diario (1594) que el cura de Pallasca, Juan de Llanos, “sabe poco la lengua linga que es la que hablan los indios que tiene a su cargo”.

172

Y, como llegó a afirmar el estudioso Paul Rivet, el empleo de esta lengua se habría dado –claro, por un muy reducido número de hablantes- hasta la década de 1940 inclusive, en algún caserío de Cabana o Bolognesi y, según alguna vez le refirió don Alipio Villavicencio al estudioso Manuel Flores Reyna, la última hablante de esta lengua fue una señora a la que se le conocía como “la viejita Ishpe”. Los lingüistas han podido contar con valioso material para sus estudios acerca del culli, gracias al trabajo recopilatorio que a fines del siglo XVIII hizo el obispo de Trujillo Juan Baltazar Martínez Compañón (“palabras escogidas…más útiles para la catequización”, según Porras Barrenechea) y a la breve lista de voces que en 1915 elaboró el cura pallasquino Teodoro Gonzales Meléndez, y que fue publicada por el francés Paul Rivet y el checo Cestmir Loukotka en 1949.

173

De la extinguida lengua culli, ahora solo quedan desperdigadas unas cuantas bellas palabras que –como una muestra de dignidadlos pallasquinos debiéramos seguir empleando con orgullo y sin tener por qué sentirnos avergonzados.

174

CONTENIDO 1. 2. 3. 4. 5. 6. 7. 8. 9. 10. 11. 12. 13. 14. 15. 16. 17. 18. 19. 20. 21. 22. 23. 24. 25. 26. 27. 28. 29. 30. 31.

HASTA LA REMACETA DENEGRI: EN TÉRMINOS DE… ELIPSIS ¡ZOTE! ¿ADHIERO O ME ADHIERO? TERRORISMO LA LENGUA CULLI LAS PAPAS QUEMAN AMAZONIA VASO DE AGUA HACE HAMBRE ¿CEVICHE O SEVICHE? "YO SIEMPRE DOY TODO DE SÍ" TALVEZ ¿LA MOTOTAXI O EL MOTOTAXI? "¿DELANTE MÍO?" "¡BAJAN CRUZANDO!" ¿CARABAYLLO? ¿BIZCOCHITO? ¿CHECAR? ¿PEDEAR? NO ES EL MONUMENTAL DE LA "U" ¿NUESTRO CASTELLANO? OJALÁ ¿MARCHANTE? ¡ASU MARE! RACISMO "BETA..." Y NO "BETE..." ¿CASTELLANO O ESPAÑOL? ¿MACHUCAR ES UN PERUANISMO? "TASHCAR"

175

32. 33. 34. 35. 36. 37. 38. 39. 40. 41. 42. 43. 44. 45. 46. 47. 48.

49. 50. 51. 52. 53. 54. 55.

"EVITAR LOS MALOS ENTENDIDOS" ¡HABLA, BATERÍA!" NO SOLO EN EL AJEDREZ: ENROCAR ¿UNA BANDA INTEGRADA POR UN MENOR? BLUE JEANS Y LEVI'S ¿SUBVERSIVO? A PROPÓSITO DEL COMPORTAMIENTO SEXUAL EN EL ANTIGUO PERÚ Y LAS PALABRAS JODIDO O JODIENDO: ¿LA "CABECEADA" DE DON CAMILO JOSÉ CELA? ESTOS PLURALES LUCIR DESCHAVAR ¡CHINO MACACO! NO ES UN "JEANS" ¿LO DIJO JOSÉ DE SAN MARTIN? ¿SÍ? ¡NO! "SHILCO TORO"¿CONSEJO O CONCEJO? MIEMBRO, NO MIEMBRA SINO/ SI NO

"LA DEL CULO ANGOSTO" APERTURAR ESPECERÍAS PLAGIOS LOS ESCRITORES Y LA ORTOGRAFIA DOMINGO POR LA TARDE EN LA CACHINA 56. ¡HABLA, CHO!

176

177

178