Escribir Para Pensar y Pensar Para Escribir

ESCRIBIR PARA PENSAR Y PENSAR PARA ESCRIBIR ¿Qué significa pensar? Pensar es una actividad que realizamos de manera natu

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ESCRIBIR PARA PENSAR Y PENSAR PARA ESCRIBIR ¿Qué significa pensar? Pensar es una actividad que realizamos de manera natural y espontánea, cada instante, cada día, todos los seres humanos de todo el mundo durante nuestra estancia efímera y pasajera en este planeta tierra. Quizás algunos se pregunten "¿Qué es pensar?", o bien, `¿Por qué pensamos?', nos parece saberlo perfectamente; pero si estamos obligados a responder nos sentimos confundidos, titubeantes, y acabamos por confesar nuestra ignorancia.     

Factores del pensamiento Sujeto pensante Proceso psíquico del pensar. Objeto Pensado Expresión de lo pensados

1.3.- Los procesos del Pensamiento Humano El pensamiento se define como la derivación mental de elementos mentales (pensamiento) a partir de las percepciones y como la manipulación y la combinación de estos pensamientos. Al pensamiento en general se le denomina algunas veces cognición. A los procesos del pensamiento se les llama, a veces, procesos cognoscitivos, y a los pensamientos se les llama cogniciones (del latín cogito, que significa "pienso"; de donde proviene también "cogitar"). El término "pensar" abarca actividades mentales ordenadas y desordenadas, y describe las cogniciones que tienen lugar durante el juicio, la elección, la resolución de problemas, la originalidad, la creatividad, la fantasía y los sueños. Son los procesos cognoscitivos los que distinguen de manera más evidente al hombre de los animales; el pensamiento superior dota al hombre de ventajas para la supervivencia que tienen paralelo, pues resolver problemas con mucha antelación y salvar abismos (con el pensamiento) mucho antes de llegar a ellos. El filósofo francés Blas Pascal llegó a la conclusión de que la cognición era el don divino del Creador de que la dignidad eterna del hombre se basaba únicamente en su capacidad de pesar. Pascal escribió que: "El hombre no es más que una caña que piensa, la caña de naturaleza más freigiL Muere de un simple regocijo, de una simple gota de agua. Pero aunque el universo conspirara para aplastarlo, el hombre seguiría siendo más noble que lo que lo hace caer, pues sabe que muere y el universo no sabe nada de la victoria que obtiene sobre el hombre". Creo que es muy importante tener el gusanillo de escribir desde muy pequeño. ¿Por qué? Porque escribir es pensar. Cuanto más escribes, más te obligas a pensar y a estructurar tus ideas.

Aún me asombra ver personas muy inteligentes, con grandes ideas, que trabajan duro pero que son incapaces de estructurar un documento. Escribir es una lógica, como la matemática —que también es un lenguaje. Cuando te enfrentas a desarrollar un argumento no puedes contarlo de cualquier manera, porque no comunicas. Escribir es decidir: qué va primero, qué cuentas, cómo lo cuentas, darle la importa de la puntuación, usar frases cortas o largas, unas palabras u otras… La comunicación es la divisa más importante de nuestro siglo. Y la escritura ocupa un lugar absolutamente determinante para dar valor a esa divisa. Cuando te encuentras con textos sin ningún tipo de estructura. Frases rotas que no te llevan a ningún sitio. Párrafos larguísimos y después otros super cortos, de una línea. O cuando lees palabras rebuscadas, tecnicismos innecesarios, o argot —normalmente en inglés para parecer que sabes mucho de un tema. Cuando tienes que leer varias veces las frases porque no eres capaz de comprender lo que estás leyendo. En definitiva, cuando un texto no fluye, más bien despista, te genera un tremendo esfuerzo para conectar con él; cuando esto pasa, la comunicación se rompe, pierde su esencia, genera hastío, desconfianza, hasta te hace sentir mal porque parece que maltrata a tu propia inteligencia. A escribir se aprende leyendo pero, sobre todo, escribiendo. Escribiendo mucho. Pero es imposible decir algo con sentido sin un trabajo previo importante sobre lo que quieres transmitir. En mi caso particular, y esto no quiere decir que esté bien ni mal, no soy capaz de abordar un documento, un informe, un artículo ni, por supuesto, una presentación en público o una reunión con cierta complejidad, sin tener a mano un papel, boli y, después, teclear. Diseño la estructura de todo lo que quiero decir. La ordeno, pienso sobre todo en los objetivos que quiero perseguir y, por último, voy rellenando. Pero el trabajo nunca acaba. Lees, relees, cambias, pones, quitas. Me obsesiona la fluidez y pienso a quién va dirigido todo el tiempo. Los textos no salen del tirón. Llevan un trabajo de reposo y fermentación muy importantes. Las ideas entran en la hormigonera de nuestra cabeza y, al menos yo, no puedo dejar de pensar en cómo ir dándoles forma hasta que encuentro una solución. Me pongo a escribir casi cuando las palabras golpean mi cabeza y me piden ya permiso para salir, acabar en un papel o en un editor de textos. Me llevo las ideas a correr, a caminar y viajan conmigo en el coche. ¿Cómo empiezo esto? ¿Cuáles son las ideas principales que rápidamente quiero transmitir y que le lleguen como una bala a mi interlocutor? Nunca dejo de hacerme preguntas y las ideas que voy teniendo las voy madurando en base a ellas. No me deja de alucinar el poco mimo, cuidado y esfuerzo que le damos a comunicar bien, a escribir bien. Informes que van a consejos de administración sin pies ni cabeza. Cifras mal escritas, mal descritas, no se sabe por qué se habla primero de una cosa, luego de otra, luego de la primera. Cuando tienes que mandar un email pasa algo similar. Se escribe a toda velocidad. No pensamos en sus objetivos, ni transmitimos qué necesitamos o queremos que haga el receptor. No sabemos bien qué hacer después. ¿No te duele ver que a veces se necesita una cadena de 20 emails para comprender algo que se resolvería con un primer email bien escrito? ¿No te duele cuando a los textos le faltan palabras, o están sin puntuar, o tienen frases sin sentido (inacabadas o ni siquiera siguen un mínimo orden)?

Escribir bien es muy productivo. Te obliga a pensar bien lo que tienes que decir. A quitar todo lo que sobra —en un texto, en la comunicación en general, lo que no suma resta. Te ayuda a ser concreto y a estructurar siempre pensando a quién va dirigido. Da igual a lo que te dediques, escribir bien te ayuda a ser mejor profesional. A reposar lo que aprendes, a transmitirlo mejor. Escribiendo bien entrenas la lógica, encuentras los vacíos, los enigmas, los puntos débiles de tus pensamientos. Si lo que dices tiene o no sentido, si es coherente. Escribir bien te ayuda incluso a dirigir mejor. A ti mismo y a los demás. Sólo redactando qué quieres conseguir en una reunión una hora antes de que se produzca, por ejemplo, ya has avanzado mucho. Y si resumes después todo lo que has logrado de esa reunión, y lo que no, comparándolo con ese mínimo texto previo, puedes avanzar de forma increíble en tu productividad y en la de tu equipo. Además, y para mí es muy importante, escribir bien te ayuda a saber leer mejor. Te fijas en cosas en las cuales no solías fijarte. Buscas la estructura del texto, la lógica, la fluidez. Aprendes de quien lo hace de forma fascinante; y lo malo es que desconfías del chapuzas. Yo he contratado a bastantes personas en mi vida. Al principio me obsesionaba su currículum. Todo lo que estudió, los idiomas e, incluso, no me fijaba mucho en su experiencia. Pero con el paso del tiempo observo que la clave está en tener unas capacidades básicas que no paran de mejorar cada día. Valoro esa capacidad insaciable por aprender y mejorar. Si a eso le unes una pasión y cuidado por escribir bien y transmitir de forma eficaz lo que se hace, al menos para mí, ese profesional tiene un plus, sin duda, muy diferencial. No pretendo, para nada, que alguien escriba como Javier Marías, Leila Guerriero o Isabel Allende. Saber usar las matemáticas de forma inteligente y comunicarlas bien, a nivel básico o intermedio, no supone que tengamos que ser matemáticos. Lo que supone es que las capacidades básicas que manejamos las entendemos bien, las usamos bien y nos apoyamos en ellas de una forma sensata. Por eso, aunque no seamos escritores profesionales, que no lo somos ni lo pretendemos, todos somos profesionales en algo, tenemos habilidades en algo. Habilidades por las que nos pagan. Si nos pagan es porque se espera de nosotros que aportemos valor. Y para aportar valor primero se tiene que comprender bien lo que hacemos. El uso del lenguaje es una divisa, como decía antes, es un catalizador que permite conectar personas, ideas, pensamientos. Jorge Wagenserg, el físico y gran escritor español, señala: “las disciplinas del conocimiento crecen por sus costuras, es decir, por interdisciplinariedad” ¿Alguien cree que esas costuras o esa capacidad de unir disciplinas distintas es posible sin un uso adecuado del lenguaje y la comunicación? Escribir bien tiene más impacto del que podemos imaginar. Los textos escritos para impresionar, frustran. Generan rechazo. Y lo peor es que hay mucho pedante creando barreras que no se dan cuenta que no suman. La gente inteligente usa lenguaje sencillo. El postureo demuestra debilidad. Un gran profesional en su campo no tiene la necesidad de impresionar con textos farragosos. Los mejores profesionales que he visto en

mi vida; los textos que más me inspiran; los profesores que sembraron en mí la semilla del conocimiento; todas aquellas personas que me influyen y a las que admiro tienen una gran capacidad para comunicar: muestran humildad, sencillez y siempre tienen sed por seguir aprendiendo. El primer paso imprescindible para escribir es saber por qué quieres escribir y para qué quieres escribir. ¿Te parece algo demasiado evidente? Lo es. Pero a menudo nos emocionamos cuando tenemos una idea y nos olvidamos de pensar qué es lo que queremos contar. Escribir es como conducir o caminar, si sabes dónde vas lo haces de forma automática, casi sin fijarte, pero si no tienes clara la dirección necesitarás consultar un mapa. Si las indicaciones que te dan, si tu hoja de ruta no es correcta, nunca llegarás a tu destino. El concepto es ese mapa. Es lo que tenemos que revisar constantemente para confirmar que seguimos en la buena dirección. A menudo, la idea parte de una escena, de una imagen, un segundo. Algo que nos remueve o nos evoca tantas cosas que creemos que podemos desarrollar una historia en torno a ella. Quien dice una imagen dice un personaje, un diálogo, una situación, una noticia, cualquier cosa. Una película, o un libro, o una serie es mucho más que eso. No somos fotógrafos, no congelamos una imagen esperando que transmita las emociones que nos ha causado a nosotros, que cuente una historia que cada uno imaginará a su manera. Los escritores contamos la historia. Esa primera imagen formará parte de un todo. Sigo siendo obvia, pero si solo tenemos la imagen, sin el resto, no tenemos nada. EXPRESAR IDEAS Y PENSAMIENTOS POR ESCRITO El escribir es necesario en nuestra vida, sea cual sea nuestra profesión, se necesitara algún día escribir un informe, redactar una descripción técnica, comunicación virtual, entre otros. Al escribir es necesario seguir las siguientes reglas: Tomar conciencia Llevar al papel aquello que pensamos, opinamos, sentimos, creemos o nos han dicho. Comunicar; es un acto de comunicación con otro, con un ellos o conmigo (diario de vida). Conectarse con un público (ellos) con el objetivo de comunicarle hechos y acontecimientos de relevancia social, política, económica, cultural, científica, etc. deber de informar y educar respecto de ese "algo" que queremos descubrirle al lector, la redacción debe ser clara y comprensible, sin dejar espacios de duda. Para esto, debemos tener claramente establecido en nuestro cerebro lo que vamos a decir. Estamos obligados a tener la "idea clara". Al escribir, se debe:

1) Motivar al lector con el tema que propone, 2) Establecer un orden en lo que quiere transmitir, y 3) Encontrar un lenguaje común para establecer una relación "aireada" con su lector. La redacción La palabra es un símbolo parcial que nos permite, al combinarla con otras palabras, dar cuenta de un hecho o una historia. La palabra es un término que nos da la posibilidad –esta es su mayor virtud y la más feroz de sus limitantes– de recrear condiciones; en otras palabras, de aproximar al lector a lo que queremos relatar. Existen tres fases previas a la redacción: 1. Descubrimiento del tema: encontrar qué decir. 2. Disposición: ordenar lo que encontremos. 3. Elocución: ubicar las palabras adecuadas en el texto. Las etapas que se siguen al escribir son las siguientes: Para poder escribir se debe tener algo que decir y ser capaces de proporcionar un orden determinado a lo que se escribe. Tener ideas o hechos determinados que se deseen comunicar. Poner estas ideas en palabras y frases y escribirlas. Las palabras y frases han de convertirse en oraciones gramaticalmente correctas y estar de acuerdo con el uso aceptado Las oraciones han de seguirse una a otras de un modo natural reflejando el orden del pensamiento lógico. Al escribirse se debe de pensar en el impacto que probablemente causara lo escrito en quienes lo leerán. Antes de escribir: Poner en claro pensamientos e ideas antes de empezar a escribir. Ampliar el vocabulario, el caudal de palabras y frases leyendo buenos autores y periódicos de calidad o introduciéndose en charlas y discusiones de tipo intelectual que las que se limitan a los deportes, al tiempo y al precio de los productos en las tiendas. Familiarizarse con la gramática. Normas básicas y decisivas para escribir mejor

1. Ampliar el vocabulario. Se puede ampliar mediante una lectura extensiva. El estudiante universitario puede reconocer unas 150.00 palabras, pero el número de palabra que emplea corrientemente en la conversación o por escrito es, mucho menor. 2. Dominar la gramática. Aprender los principios de gramática y sintaxis. La Gramática es el estudio de las reglas y principios que regulan el uso de las lenguas y la organización de las palabras dentro de una oración. 3. Elección de las palabras. Los escritores con talento y experiencia pueden ser capaces de escribir deprisa y con fluidez, sin buscar las palabra, pero la mayoría de nosotros vemos que nuestros pensamientos no se traducen con tanta rapidez, debemos seleccionar las palabras adecuas a la personas, al contexto y a la situación en la que estemos. El lenguaje académico a de ser cuidadoso y conciso. 4. Utilizar palabras cortas y familiares. Como regla general se debe utilizar las palabras familiares en vez de poco corrientes o comunes. 5. Construcción correcta de las oraciones. Una palabra sola tiene poco sentido y su significado es variable y depende del contexto.