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'1'Olll \Vol fe La palabra pintada Traducción de Diego Mcdinu .. EDITORIAL ANAGRAMA BARCELONA . -~ '1'Olll \Vol f

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La palabra pintada Traducción de Diego Mcdinu

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EDITORIAL ANAGRAMA BARCELONA

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La palabra pintada Traducción de Diego Mcdinu

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EDITORIAL ANAGRAMA BARCELONA

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..Título de la edición original: The pain t..:d word Harpt:r 's Magazine New York, a bril 1975

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Portada: J ul io Vivas

Pri111era edición: octubre 1976 Segunda edición: noviembre 1982 Tercera edición: enero 1989

© Tom Wolfe, 1975 © E DITORIAL ANAGRAMA, S ..A., 1976 Pcdró de la Creu, 58 08034 Barcelona ISBN: 84-339-2320·X Depósilo Legal: B . 700 · 1989

Printt:d in Spain Libergraf, S.A., Constitució, 19, 08014 Barcelona

La gente no lee la prensa de la mañana, dijo una vez Marsha11 McLuhan: se sumerge en ella como en un baño caliente. ¡Gran verdad, Marsha11! Imaginad que estáis en Nueva York la mañana del domingo 28 de abril de 1974, como yo estaba, en plena inmersión en esos grandes baños públicos, esa alberca, ese balneario, ese tanque de fisioterapia regional, ese White Sulphur Springs, ese Marienbad, ese Ganges, ese río Jordán para millones de almas que es el New York Times del domingo. Inmediatamente ·.quedé sumergido, ingrávido, suspendido en las tibias profundidades de la página 19 de la Sección Segunda (Artes y Ocio), en un estado de perfecta insensibilidad, cuando de pronto ocurrió una cosa extraordinaria: ¡Algo me llamó la atención!. Había estado empezando a mecerme en una~ va corriente de color sopa de mariscos, tan cálida y adivinable como la corriente del Golfo .. . o sea, en una crítica de Hilton Cramer, director de la sección de Arte del Times, sobre una exposición cele brada

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..Título de la edición original: The pain t..:d word Harpt:r 's Magazine New York, a bril 1975

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Portada: J ul io Vivas

Pri111era edición: octubre 1976 Segunda edición: noviembre 1982 Tercera edición: enero 1989

© Tom Wolfe, 1975 © E DITORIAL ANAGRAMA, S ..A., 1976 Pcdró de la Creu, 58 08034 Barcelona ISBN: 84-339-2320·X Depósilo Legal: B . 700 · 1989

Printt:d in Spain Libergraf, S.A., Constitució, 19, 08014 Barcelona

La gente no lee la prensa de la mañana, dijo una vez Marsha11 McLuhan: se sumerge en ella como en un baño caliente. ¡Gran verdad, Marsha11! Imaginad que estáis en Nueva York la mañana del domingo 28 de abril de 1974, como yo estaba, en plena inmersión en esos grandes baños públicos, esa alberca, ese balneario, ese tanque de fisioterapia regional, ese White Sulphur Springs, ese Marienbad, ese Ganges, ese río Jordán para millones de almas que es el New York Times del domingo. Inmediatamente ·.quedé sumergido, ingrávido, suspendido en las tibias profundidades de la página 19 de la Sección Segunda (Artes y Ocio), en un estado de perfecta insensibilidad, cuando de pronto ocurrió una cosa extraordinaria: ¡Algo me llamó la atención!. Había estado empezando a mecerme en una~ va corriente de color sopa de mariscos, tan cálida y adivinable como la corriente del Golfo .. . o sea, en una crítica de Hilton Cramer, director de la sección de Arte del Times, sobre una exposición cele brada

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la Universidad de Yale con el título de «Siete -; ..::; .: Real istas», siete p intores r ealistas ... cuando fui sa~ ~ r cudido y alertado por el siguiente p~rra~o: 1.. ":) ~ ~ «El Realismo no car ece de partldanos, pero a 1 ·~;¡ ~ ..',,~.)... ~ ~ • todas luces está falto de teorías convincentes. Y -dada • ¿;......... ....._ la naturaleza de nuestro comercio intelectual con 6 ' las obras ae arte, la -carencia de -una teoría convin--', ~ ~ 9 ~} ~ente significa la falta de al~o.cru~~l: l~aE_era.....~e aunar en nosotros el conoc1m1ento de las obras ars0 ~ 2~ '-..1.. e~, le.@s y la_g>mprensión deSUS valores inmanenteS.» ..:= ~ •' ¡Por Dios, hombre!, me diréis. ¿Dejarse despertar por esto? ¿Olvidar un estado de coma tao feliz en un pequeño pozo del m ar de las palabras? Sin embargo, era perfectamente consciente de lo que estaba viendo. Comprendí que sin el menor esfuerzo había dado con una de esas declaraciones a cuya búsqueda dedicarían gus tosos toda una vida de aburrim iento los psicoanalistas y los censores gubernativos de la prensa de Moscú o de Belgrado, en resumen: el obiter dicta aparen temen te inocuo, las palabras dichas como de pasada que dan la clave. Lo que tenía ante mis ojos era, ni más ni menos, la siguiente manifestación hecha por el director de la sección de crítica del New York Times: _al contemplar una obra de arte l10Y «la carencia de una te01·ia convincente significa la falta de algo crucial». Volví a leerlo. No dec'ía «algo útil» o «enriquecedon> o incluso «extredtadamente apreciable». No, la palabra era crucial. Para abre~~rancamente, hoy día, sin_u.oa ~~ teoría gue me acompañe, no puedo v er un cuadro. e En ese momento, percibí un destello conocido como el fenómeno del ¡Ajá!, y la historia difunta

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del arte moderno me fue revelada por vez primer a. ¡Se alzó la niebla, pasó la nube! ¡Lejos ya de mis ojos .las motas y telillas, las conjuntivas inyectadas en sangre y las agonías de roedor en un laboratorio! Durante todos estos años, y estoy seg~ro de que . en la compañí> .) Greenberg empezó a visitar el estudio 76

de Pollock y a darl e consejos sobre la marcha de su trabajo. Pollock comenzó en seguida a pasar malos ratos cuando intentaba delimitar la frontera entre él mismo (el bueno de Jack) y su Re pu tación, si es que tal frontera exis tía. Era el caso típico del Artista atascado en tre la Danza de los Bohemios y la Consumación. Había in teriorizado a grandes tragos los habituales valores antiburgueses de la bohemia dur ante los días de la Depresión, cuando era un bohemio en paro y se dedicaba a extraños trabajos para sobrevivir, tales como p intar a mano las corbatas de aquella efímera m oda masculina. La Consumación fue tan fulmin ante, aquel año de 1943, que Pollock nunca fue capaz de dar el doble registro. Se quedó enmed io para siempre. He aquí su gesto arquetípico: una noche llega borracho a casa de Peggy Guggenheim durante una fiesta con cantida? de gente importante; se quita la ropa en una habitaciÓn, aparece completamente desnudo en el livingroom y se pone a orinar en la chimenea. Por otra parte, ni aquélla ni muchas otras noches dejó Pollock de ir por casa de Peggy Guggenheim, para encontrar a esta gente importante. Insistía en ir sin corbata al viejo Stork Club o al 21 para probar que podía entrar en cualquier parte gracias a lo que él llamaba ( de entrada, la frase de Greenberg pareció una visión pivota! del Moderni smo, la intuición dorada. Par a los coleccioni s tas, encargados de museo y marchantes, toda nueva ob1·a que pareciera genuinamente fea pasó a tener un cxlrai'io atractivo. En cualquier caso, si Greenberg tenía razón en cuanto al status de Pollock en el mundo del arte (y Pollock no se la negaba), también debía de tenerla en las teorías. De modo que Pollock empezó a orientar su trabajo en la dirección que éstas le marcaban. !A~e lant~! ¡M~s plana esa pintur:~! ¡Más fuli ginosa! ,Mas umform1dad por encima de todo! ¡Pero me?os huecos! (Greenberg nos enseñó que Pollock de~aba a veces huecos en el, por otra parte, > .) Greenberg empezó a visitar el estudio 76

de Pollock y a darl e consejos sobre la marcha de su trabajo. Pollock comenzó en seguida a pasar malos ratos cuando intentaba delimitar la frontera entre él mismo (el bueno de Jack) y su Re pu tación, si es que tal frontera exis tía. Era el caso típico del Artista atascado en tre la Danza de los Bohemios y la Consumación. Había in teriorizado a grandes tragos los habituales valores antiburgueses de la bohemia dur ante los días de la Depresión, cuando era un bohemio en paro y se dedicaba a extraños trabajos para sobrevivir, tales como p intar a mano las corbatas de aquella efímera m oda masculina. La Consumación fue tan fulmin ante, aquel año de 1943, que Pollock nunca fue capaz de dar el doble registro. Se quedó enmed io para siempre. He aquí su gesto arquetípico: una noche llega borracho a casa de Peggy Guggenheim durante una fiesta con cantida? de gente importante; se quita la ropa en una habitaciÓn, aparece completamente desnudo en el livingroom y se pone a orinar en la chimenea. Por otra parte, ni aquélla ni muchas otras noches dejó Pollock de ir por casa de Peggy Guggenheim, para encontrar a esta gente importante. Insistía en ir sin corbata al viejo Stork Club o al 21 para probar que podía entrar en cualquier parte gracias a lo que él llamaba (> .) Se había triunfado en el empeño por reducir el mundo del arte a unas diez mil almas sobre el planeta, los beaux 111ondes de u nas pocas metrópolis. Unas dos mil eran coleccion istas y, probablemen te, no más de trescientas en todo el mu11do compraban con regularidad el arte que se estaba haciendo (el de aquel año, el del último ai1o, el del año anterior); de esas trescientas personas, quizá noven ta vivían en los Estados Unidos. No faltaron coleccionistas valientes y patrióticos que promovieron cierta nerviosa actividad en el mercado del Expresionismo Abstracto a fina les de la década de los cincuenta, pero en general este tipo de pintura se depreció con más rap idez que un Pontiac Bonnevillc recién salido de la tienda. La reventa fue una ruina. Si exceptuamos la ocasional

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¡Ah, ingratitud, ingratitud!. .. Ars longa memoria brevis .. . Lo cierto e~a _que_lo_.?_E_Qles cionistas sóJo deseaban creer a ciegas, m archar junto a los expresionfs tas a bstractoscomo ayudantes de guerrilla a través del país de los filisteos. Y , con los artistas, creían. que el Expresionismo Abstr;;to era -la fon~p. final, g~e el arte de Ja p intura había llegado a ser por fin extra-atmosférico, del espacio exterior, de un universo de formas y colores puros. Incluso los fron terizos de Cultur burgo, los periodistas de la prensa común, comunicaron la buena nueva con fe y sin la menor reticencia. En 1949, la revis ta Lije dedicó a Pollock un reportaje de tres páginas, dos de ellas en color, con el siguiente titular: «J ACKSON POLLOCK. ¿El más grande pintor vivo de los Estados Unidos?» Todo derivaba, obviamen te, de una afirmación de Greenberg en ese sentido; Life le iden tificaba como «Un crítico de Nueva Yor k formidablemente culto». Life, Time, News¡.veek siguieron prestando su atención y sus páginas a todo color al fenómeno del Expresionismo Abstracto, con especial mención para ese aislado juego de palabras del calibre 22 que nos hablaba de «Jack el Des tiladop> (Pollock ) que hacía pocas declaraciones pero «seguía firme en su trabajo», con la manifies ta intención de explicarnos que es to era lo importante en la p intura contemporánea. Tan atenta cstaba''Ia prensa, que Harold Rosenberg, y con él Pollock, se preguntaron por qu é el Expresionismo Abstracto se vendía tan mal. «Si tenemos en cuenta su alto grado de public.idad y aceptación», d ijo Rosenberg, «apenas hay quien compre pin t ura de vanguardia». Al hablar así, Rosen-

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berg dejaba ver, lisa y llanamente, la t radicional m iopía del mundo del arte ante su propia estrategia. Por lo visto cr eía en la existencia de un público artístico, como puede haber un público literario, que debía responsabilizarse de la demanda de novedades artísticas. En otras palabras, cometía la habitual ingenu idad. Pr imero hay que asegu rarse de que el propio m undo es antiburgués, un desafío para los gus tos de la burguesía, una m ixtificación para la masa y el público, hay que asegurarse de que ese propio mundo se coloca a años luz de distancia, por talento y por sutileza, de las insensibles m ultitudes de la clase media, y en ton ces, desde el más deslumbrante de los triunfos, hay que gritar (con ultrajada música de «¿Pero-será-posible?»): ¡fijaos, ni siquiera compran nuestros productos! (Productos que, habitua lmente, se conocen como «arte de ca lidad>> .) Se había triunfado en el empeño por reducir el mundo del arte a unas diez mil almas sobre el planeta, los beaux 111ondes de u nas pocas metrópolis. Unas dos mil eran coleccion istas y, probablemen te, no más de trescientas en todo el mu11do compraban con regularidad el arte que se estaba haciendo (el de aquel año, el del último ai1o, el del año anterior); de esas trescientas personas, quizá noven ta vivían en los Estados Unidos. No faltaron coleccionistas valientes y patrióticos que promovieron cierta nerviosa actividad en el mercado del Expresionismo Abstracto a fina les de la década de los cincuenta, pero en general este tipo de pintura se depreció con más rap idez que un Pontiac Bonnevillc recién salido de la tienda. La reventa fue una ruina. Si exceptuamos la ocasional

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[ ayuda de los m useos, que compraban en nombre de la Historia, el Expresionismo Abstracto estaba en camino de convertirse en una ballena varada desde el punto de vista comercial. La explicación que me a trevo a susurr arrne cuando me quedo a solas es la de que los coleccion istas, a pesar de su ferviente deseo· de hacer bien las cosas, nunca llegaron a sentir el menor gusto por el Expresionismo Abstracto. Aquella ascensión de seis pisos por la escaler a de caracol de la Teoría dejaba exhausto a cualquiera. Una vez, oí decir a Robert Scull: «El Expresion ismo Abstracto fu e un pequeño club en la calle Décima . Nunca hubo en él. más de cien personas». Scull ha blaba como coleccionista de lo que luego fue la competencia, el Pop Art, y quizá exageraba, pero sospecho que en el fondo su cálculo era correcto. Como ocurrió con el Swdenborgismo y la Rosacruz, los promotores, los teóricos y la entregada audiencia del Expresionismo Abstracto parecen haber sido unos y los m ismos . En realidad, quién más estuvo en ello sino los viejos cenáculos de la calle Octava ... o, si hay que incluirles en la cuenta, los interioristas a quienes de verdad etzcantaba usar pinturas expresionistas abstrac tas dotadas de aquellas áreas planas (¡oh, las superficies írnegrales!) de brillantes colores que decoraban la m onótona blancura de los apartamentos en tonces de moda. Decir que el Exprésionismo Abstracto fu e un niño a quien sólo sus padres podían amar no es infravalorar en lo más mínimo a sus teóricos. Todo lo contrario; durante unos buenos quince años, s in más ayuda que la de su inteligencia y espléndido rigor y el peculiar montaje de las cosas del arte,

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proyectaron este estilo, éste su maltratado retoño, hasta hacerle ocupar el primer plano de la historia del arte.

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[ ayuda de los m useos, que compraban en nombre de la Historia, el Expresionismo Abstracto estaba en camino de convertirse en una ballena varada desde el punto de vista comercial. La explicación que me a trevo a susurr arrne cuando me quedo a solas es la de que los coleccion istas, a pesar de su ferviente deseo· de hacer bien las cosas, nunca llegaron a sentir el menor gusto por el Expresionismo Abstracto. Aquella ascensión de seis pisos por la escaler a de caracol de la Teoría dejaba exhausto a cualquiera. Una vez, oí decir a Robert Scull: «El Expresion ismo Abstracto fu e un pequeño club en la calle Décima . Nunca hubo en él. más de cien personas». Scull ha blaba como coleccionista de lo que luego fue la competencia, el Pop Art, y quizá exageraba, pero sospecho que en el fondo su cálculo era correcto. Como ocurrió con el Swdenborgismo y la Rosacruz, los promotores, los teóricos y la entregada audiencia del Expresionismo Abstracto parecen haber sido unos y los m ismos . En realidad, quién más estuvo en ello sino los viejos cenáculos de la calle Octava ... o, si hay que incluirles en la cuenta, los interioristas a quienes de verdad etzcantaba usar pinturas expresionistas abstrac tas dotadas de aquellas áreas planas (¡oh, las superficies írnegrales!) de brillantes colores que decoraban la m onótona blancura de los apartamentos en tonces de moda. Decir que el Exprésionismo Abstracto fu e un niño a quien sólo sus padres podían amar no es infravalorar en lo más mínimo a sus teóricos. Todo lo contrario; durante unos buenos quince años, s in más ayuda que la de su inteligencia y espléndido rigor y el peculiar montaje de las cosas del arte,

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proyectaron este estilo, éste su maltratado retoño, hasta hacerle ocupar el primer plano de la historia del arte.

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1-Iola, Steinberg (Adiós, Greenb erg) (Tú tan1bi én; Rosenberg) (La aleg ría vuelYe a Culturburgo)

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•.

Andy Warhol. No hay nada más burgués que tener miedo a par·ecet· burgués .

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Andy Warhol. No hay nada más burgués que tener miedo a par·ecet· burgués .

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Podemos dejar establecido como un principio, al llegar a este punto, que los coleccionistas de ar~e contemporáneo no quieren_c_o...!!!.I?Iar: ~ifíc ilm~n­ te abstracto, ex~egto cuan~l_Q_§_l9_i!nico_ql!e_ h,lly. S iempre Ereferirán arte realista con tal de g_ue alguna autoridad les lli1rantice que es a} nuevo y b) JlO realis ta. Comprender esta contradicción es comprender lo que pasó después: el Pop Art. Un día, hacia 1963, estaba yo con el editor de una revista, un enterado total, y se me ocurrió sacar el tema del Expresionismo Abstracto, entonces me dijo, en un tono que me denunciaba como la única persona en Nueva York ignorante de la neticia: «Oye, tú, que el Expresionismo Abstracto ya está muerto. Ha terminado con él un profesor del Hunter College, un tipo llamado Leo Steinberg». Que yo sepa, Leo Steinberg no terminó con el Expresionismo Abstracto. Sólo necesitaba un empujoocito. Lo q ue sí es cierto es que Steinberg fue una de las autoridades ~- a~alaron-ergüSi() j;oreT !,2J2..Art. ,

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Podemos dejar establecido como un principio, al llegar a este punto, que los coleccionistas de ar~e contemporáneo no quieren_c_o...!!!.I?Iar: ~ifíc ilm~n­ te abstracto, ex~egto cuan~l_Q_§_l9_i!nico_ql!e_ h,lly. S iempre Ereferirán arte realista con tal de g_ue alguna autoridad les lli1rantice que es a} nuevo y b) JlO realis ta. Comprender esta contradicción es comprender lo que pasó después: el Pop Art. Un día, hacia 1963, estaba yo con el editor de una revista, un enterado total, y se me ocurrió sacar el tema del Expresionismo Abstracto, entonces me dijo, en un tono que me denunciaba como la única persona en Nueva York ignorante de la neticia: «Oye, tú, que el Expresionismo Abstracto ya está muerto. Ha terminado con él un profesor del Hunter College, un tipo llamado Leo Steinberg». Que yo sepa, Leo Steinberg no terminó con el Expresionismo Abstracto. Sólo necesitaba un empujoocito. Lo q ue sí es cierto es que Steinberg fue una de las autoridades ~- a~alaron-ergüSi() j;oreT !,2J2..Art. ,

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Jas p Esa fue una vez una cuestión de suti leza infinita. ¡Desde luego! Pero, qué tal ésta: «¿ Puede una nave espacial atravesar un de Koonin g?»

La expos ición de Jasper Johns fue una muestra Jerfccta de la nueva era de la Teoría. Presen tada ntencionada men te por su autor como una lección je arte en pinturas, se parecía a uno de esos jeroglíficos que se encue ntran en los libros de pasatiempos, puestos a la venta en los tenderetes de los superm ercados al precio de 59 centavos, que nos invitan a descifrar las fases propuestas por los dibujos:

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. ¿Pero no era un tanto inces tuosa esa tendencia del arte contemporáneo a tomar corno puntos de referencia los estilos artísticos anteriores? Si el Arte vloderno inicial fue una digresión sobre el realismo académico, el Expresionismo Abstracto una digresión sobre el Arte Moderno inicial y el Pop Art una digresión sobre el E xpresionismo Abstracto, ¿no había en todo eso algo asfixiante, tribal, c01zgénito? De ninguna manera, dijo Steinberg al formu lar uno de los grandes axiomas de la época: «Entre otras cosas, todo gran arte trata del arte». Las razones en que Steinberg apoyaba esa teoría eran más sutiles que convincentes. Sofísticas, diría yo. Hab laba de pinturas renacentistas con figuras marginales que apuntan al tema principal: (¿Lo veis? Es tán hablando de arte). Pero, de todas formas, al axioma de Stcinberg le había llegado la hora de inspirar la profunda reacción de «¡Muy bien!» por todo el mundo del arte. Las propias matizaciones del autor fueron ignoradas y el lema quedó simplem en te en «Todo gran arte trata del arte>>. Fue utilizado para fum igar todas las pequeñas dudas que, sin él, habrían. asa l taclo, en Jos años inmediatos, a los buenos creyentes. E ntretanto, Clement Greenberg y Harold Rosenbcrg come! ieron un grave error táctico. Sirnplernent~ dL'nunciaron ei .Pop Art. Fue un patinazo gigantesco. En c~pe de una \cntana. En pleno invierno se sienta en la sala en' uclto en abrigos ) mantas, con la ventana abie.:rto, } to do ello porque ·.\lwwix esta en su verja. r:.n pocas palabras ... los enterado.., disfrutaball del rcali\1110 en secreto: puro, clásico y burgués realismo de la cullura tk masas, reali::,mo de pan con choco· late, realismo para marineros de agua dulce, rca lis· mo d e ¿-;abes-que-representa, Billy? Contemplaban

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una ~llnpl iacion de Roy Lichtcns ktn, hcLI1a a pa1 tir de una ' iñcta de comic senlimcnt,tl, que mostraba a una jo,·cn pareja de cabello-; dot .1dos y labios entreabiertos en el momento de d.1rsc profundamente 1a lengua, en el momento clt.• iniciar u n beso adulto, uno de c so'i besos americanos en los que se entregad alma, con un bocadillo que l Lzaba: «Nos u t:\ '"1 os l.E.'I;T '.\1 t::-< re. .. Co \tO s r 'A l-< o Pt:RTC F· C II, R\MOS ,\L An.~ ·oo t:..\.fi· RTOI{ . .. CoMo 1\I'ID\DOTu:s o c l SlJE.~O BRU.\IOSO... Qun "-0 ' CCESIT¡\ Jlt\N RES I'l1{,\IL .. » y (¡Al diablo los sistc111a'i de sig11os !) les en-

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d;, como digo. Por supuesto, todos sabemos que sus palabras describen el actual estado de cosas que afecta a tout le monde, en Culturburgo; pero no se trata de una situación que pueda admitirse abiertamente. Cualquier crítico ortodoxo, como Kramer, debe defender la idea de que 134

una obra de arte pueda hablar por sí misma. Por ello, en diciembre último, censuró a los en>. También hay instrucciones de fotografiar la plancha de plata cada tres meses y conservar las fotografías tomadas en un .tlbu m. La escultura se titula Retrato de Dorian Gray. La cues· tión , dice de Maria, es que la plata se empañará, y se hará cada vez más oscura e irá corroyéndose y las fotografías irán registrando todo el proceso. Cada tres meses -probablemente has· ra 1975- Bob o Spike tirarán de la cortina de terciopelo, sacmán una foto de la pieza de metal corroído y luego la pegarán ~ n el álbum. ¡Retrato de Dorian Gray! ¡SU - Me send abrumado - me explicó Scull más tarde-. Es imposible describir lo que siente un coleccionista cuando encnga algo y sale bien. Bob y Spike fueron a Nueva Jersey, al estudio de George Scgal. Sega) es famoso por sus esculturas de moldes de plástico. Bob y Spike le encargaron que les hiciese una. Así que Sega) l!mpczó a encajarlos en el plástico. Fue una experiencia un poco loca. A veces, el plástico se pegaba a la piel al secarse. Spike perdió una de sus botas de Courreges en su lucha por liberarse, v Bob ... tuvieron que quitarle sus Levi para que no se convirtiese en un molde viviente. Artífices de la historia, no hay duda. Bob y Spike decidieron presentar la escultura en una fiesta ofrecida a un par de cientos de celebridades, artistas, periodistas y directores de publicaciones. Ni siquiera conocían a la mitad de ellos . .. pero irían, claro que irían. La tarde anterior se inauguró la úl tima exposición de J asper Johns en la galería Leo Castelli , en el 4 de East 77th Strcct. Había cuatro cuadros grandes, y Bob no iba a conseguir nin172

guno de eUos. Por una sede de razones. Por un lado, tres estaban ya apalabrados para museos. Sin embargo, Bob estaba de buen humor. Spike ni siquiera apareció, pero Bob estaba de buen humor . .l¿~alería de Castelli, especialmente en una presentación como aqué a, era «el Iligau: Bastaba con ecliirillllrmiraoa -para darse cuenta. fos cuadros, sino J>Or los pimpóllos de la tura. e~ein~uno, veintidós, veintitrés, veinncuatro años, por alli, con sus pequeños montes V eneris~ bajo la dulcey melíflua presión de las ~que $ intr~n en todas las ~ras, sus serios pucnentos «c\!.ltu~es Lcoronados, . de toca-aóS Sasson ¡ñegrorofos egiP_Sios ... Jll lúbrica presencia, como l a_Qel pájaro ballena, indlfa dón~ está el mayor pez del océ~.O:J En medio de todo aquello, Bob habla con Leo Castelli. Castelü es el marchante número uno de New York en arte de vanguardia. Se trata de un hombre bajo y delgado que ronda ya los sesenta. Bob es el cliente número uno de Leo. Leo es el eterno diplomático continental, con acento salón Luis XV. Ya no es italiano, es esencialmente europeo, continental. Sus palabras se deslizan a través de una aterciopelada sonrisa mediterránea. Tiene una voz delicada, suave, ligeramente húmeda, una mezcla de Peter Lorre y primer secretario de embajada francés. -Leo --dice Bob-, ¿te acuerdas de lo que me dijiste en l:t última exposición de Jap? - Noooooooo .. . - Me dijiste ... ¡que yo era vulgar! -Bob lo dice alzando los ojos, como si Leo fuera a estar de acuerdo y ambos pudieran reír alegremente. -Nooooooo, Bob ... -¡Escucha, Leo! He de decirte algo .. . - Nooooooo, Bob, yo no .. . - Tengo que decirte algo, Leo .. . - Noooooo, Bob, yo sólo dije ... -no hay quien diga No como Castelli. Lo pronuncia como si no pudiese existir en todo el idioma palabra más halagadora para el oyente. Sus labios se fruncen en una pequeña y lubricada O y el NOOOO brota como una hilera de perlas diminutas, perfectas, de un blanco satinado ... 173

momento, allí está el enorme objeto envuelto en terciopelo. Bob tira de la cinta y el terciopelo se abre ... y allí está la plancha de plata, la plancha de plata original, y nada más. Bob mira fijamente la plancha de plata. De Maria le mira a él igual que el primer día con la Skee-Ball. -¿ De qué se trata? -dice Scull. - Mire atrás. Atrás hay una pequeña etiqueta de cromo en la que clice «cinco de noviembre de 1965, hecho para el Sr. Robert C. Scull y Sra.>>. También hay instrucciones de fotografiar la plancha de plata cada tres meses y conservar las fotografías tomadas en un .tlbu m. La escultura se titula Retrato de Dorian Gray. La cues· tión , dice de Maria, es que la plata se empañará, y se hará cada vez más oscura e irá corroyéndose y las fotografías irán registrando todo el proceso. Cada tres meses -probablemente has· ra 1975- Bob o Spike tirarán de la cortina de terciopelo, sacmán una foto de la pieza de metal corroído y luego la pegarán ~ n el álbum. ¡Retrato de Dorian Gray! ¡SU - Me send abrumado - me explicó Scull más tarde-. Es imposible describir lo que siente un coleccionista cuando encnga algo y sale bien. Bob y Spike fueron a Nueva Jersey, al estudio de George Scgal. Sega) es famoso por sus esculturas de moldes de plástico. Bob y Spike le encargaron que les hiciese una. Así que Sega) l!mpczó a encajarlos en el plástico. Fue una experiencia un poco loca. A veces, el plástico se pegaba a la piel al secarse. Spike perdió una de sus botas de Courreges en su lucha por liberarse, v Bob ... tuvieron que quitarle sus Levi para que no se convirtiese en un molde viviente. Artífices de la historia, no hay duda. Bob y Spike decidieron presentar la escultura en una fiesta ofrecida a un par de cientos de celebridades, artistas, periodistas y directores de publicaciones. Ni siquiera conocían a la mitad de ellos . .. pero irían, claro que irían. La tarde anterior se inauguró la úl tima exposición de J asper Johns en la galería Leo Castelli , en el 4 de East 77th Strcct. Había cuatro cuadros grandes, y Bob no iba a conseguir nin172

guno de eUos. Por una sede de razones. Por un lado, tres estaban ya apalabrados para museos. Sin embargo, Bob estaba de buen humor. Spike ni siquiera apareció, pero Bob estaba de buen humor . .l¿~alería de Castelli, especialmente en una presentación como aqué a, era «el Iligau: Bastaba con ecliirillllrmiraoa -para darse cuenta. fos cuadros, sino J>Or los pimpóllos de la tura. e~ein~uno, veintidós, veintitrés, veinncuatro años, por alli, con sus pequeños montes V eneris~ bajo la dulcey melíflua presión de las ~que $ intr~n en todas las ~ras, sus serios pucnentos «c\!.ltu~es Lcoronados, . de toca-aóS Sasson ¡ñegrorofos egiP_Sios ... Jll lúbrica presencia, como l a_Qel pájaro ballena, indlfa dón~ está el mayor pez del océ~.O:J En medio de todo aquello, Bob habla con Leo Castelli. Castelü es el marchante número uno de New York en arte de vanguardia. Se trata de un hombre bajo y delgado que ronda ya los sesenta. Bob es el cliente número uno de Leo. Leo es el eterno diplomático continental, con acento salón Luis XV. Ya no es italiano, es esencialmente europeo, continental. Sus palabras se deslizan a través de una aterciopelada sonrisa mediterránea. Tiene una voz delicada, suave, ligeramente húmeda, una mezcla de Peter Lorre y primer secretario de embajada francés. -Leo --dice Bob-, ¿te acuerdas de lo que me dijiste en l:t última exposición de Jap? - Noooooooo .. . - Me dijiste ... ¡que yo era vulgar! -Bob lo dice alzando los ojos, como si Leo fuera a estar de acuerdo y ambos pudieran reír alegremente. -Nooooooo, Bob ... -¡Escucha, Leo! He de decirte algo .. . - Nooooooo, Bob, yo no .. . - Tengo que decirte algo, Leo .. . - Noooooo, Bob, yo sólo dije ... -no hay quien diga No como Castelli. Lo pronuncia como si no pudiese existir en todo el idioma palabra más halagadora para el oyente. Sus labios se fruncen en una pequeña y lubricada O y el NOOOO brota como una hilera de perlas diminutas, perfectas, de un blanco satinado ... 173

-Leo, be de decirte algo ... -Nooooo, Bob. Yo sólo dije que en aquella etapa de la carrera de Johns, seria un error.-. -Tú dijiste vulgar, Leo ... - - .. seda un error para un coleccionista comprar toda la exposición. -Tú dijiste que era vulgar, Leo, y ¿sabes lo que te digo? -¿Qué, Bob? -Que ... ¡tenías razón! ¡Era vulgar! Los ojos de Bob resplandecen ahora com_o_d~ jamones de !!!_egavafios;rrlunfant~áad resp,landece ahora sobre la tierra. Es una de J.as pocas veces de su vida en que Castelli responde con una mirada vada; con una estupefacción de terciopelo.

Esa noche, la noche de la gran fiesta... fue escalofriante. Para empezar, Spike se mostraba muy fría respecto a Jasper Johns; otra de sus peleas personales. Así que Johns no iba a asistir a la fiesta. ¡Pero, a disfrutar! ¿Qué otra persona puede encontrarse en situación de tener peleas con el grande de la vanguardia? En la calle hacía un frío condenado, y todas aquellas personas de smoking y vestidos de noche mini que llegaban al apartamento de los Scull , en el 1110 de la Quinta Avenida, tenían las caras heladas y al atravesar la puerta se encontraban con un sitial de terciopelo oscuro y un molde de plástico -un poco mayor que el natural- de Ethel Scull sentada, con las piernas cruzadas, y de Bob de pie, tras ella. Al lado, en el mismo vestfbulo, están los Bob y Spike reales, resplandecientes, riendo, recibiendo a todos. El apartamento se ha convertido en una galería en la que se exponen las .adquisiciones más espectaculares de Bob. Por todas partes, sobre las grandes y suaves paredes blancas, están los Kooning, los Newman, los blancos y banderas de Jasper Johns, la escultura de piezas machacadas de automóvil de John Chambeclain, el retrato que Andy Warhol hizo a Spike con

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treinta y cinco fotos ampliadas de una máquina fotomatic de la calle, del salón de juegos de la Calle 52 y Broadway, arte op de Larry Pons con manchas de color que vibran con tal fuerza que aunque apartes la vista ves literalmente las manchas frente a tus ojos. Todo esto está en las paredes del comedor. Antes había allí un cuadro como una pizarra de Rosenquist en el que se veían las huellas de unos inmensos neumáticos de automóvil ... Pero esta noche hay un cuadro de Janes Rosenquist en el techo, un cuadro de una plan ta de la vivienda. La idea original consistía en que los Scull pudieran despertarse por ~~ mañana, y mirar hacia arriba y ver la planta y orientarse para el resto del dia. Sobre la cabecera de su lecho de tamaño regio hay un «desnudo norteamericano» de Tom \'Qesselman , con dos pezones erectos clavados como cerezas maduras. Hay por allí muchas personas prominentes charlando, bebiendo, mirando: George Segal, el actor de cine, George Segal, el escultor, Leonard Lyons, el periodista; Aileen Mehle, que es Suzy Knickerbocker, la periodista; Alex Liberman; la Sra. de .facob Javits ; Robert Kintner. Larry Poons aparece con su grao pelambrera rizada colgando solemnemente, engalanado con una camisa hawaiana que lleva el dibujo de un tiburón. ¡Poonsy! Spike le llama Poonsy. Su voz es penetrante. Atraviesa el hervidero de cabezas, cuellos, smokings, dice que es una gran concesión por parte de Poonsy. Se refiere a la camisa hawaiana. Para Poonsy aquello es elegante. En algunas fiestas aparece con un niqui de manga corta y unos zapatos de fontanero llenos de manchas de pintura. Los invitados se dispersan por todas las habitaciones. GonR: la Feria Mundial. Todo el mundo deja el apartamento y baja a la calle donde hay tres autobuses, en la Quinta Avenida , que van a llevarlos a todos a la Feria Mundial. a Flushing.

La Feria Mundial se ha clausurado ya, pero el restaurante Top of The Fair aún funciona, en la cúspide de la gran torre hongo. El naufragio de la feria, los edificios semiderruidos, todo

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-Leo, be de decirte algo ... -Nooooo, Bob. Yo sólo dije que en aquella etapa de la carrera de Johns, seria un error.-. -Tú dijiste vulgar, Leo ... - - .. seda un error para un coleccionista comprar toda la exposición. -Tú dijiste que era vulgar, Leo, y ¿sabes lo que te digo? -¿Qué, Bob? -Que ... ¡tenías razón! ¡Era vulgar! Los ojos de Bob resplandecen ahora com_o_d~ jamones de !!!_egavafios;rrlunfant~áad resp,landece ahora sobre la tierra. Es una de J.as pocas veces de su vida en que Castelli responde con una mirada vada; con una estupefacción de terciopelo.

Esa noche, la noche de la gran fiesta... fue escalofriante. Para empezar, Spike se mostraba muy fría respecto a Jasper Johns; otra de sus peleas personales. Así que Johns no iba a asistir a la fiesta. ¡Pero, a disfrutar! ¿Qué otra persona puede encontrarse en situación de tener peleas con el grande de la vanguardia? En la calle hacía un frío condenado, y todas aquellas personas de smoking y vestidos de noche mini que llegaban al apartamento de los Scull , en el 1110 de la Quinta Avenida, tenían las caras heladas y al atravesar la puerta se encontraban con un sitial de terciopelo oscuro y un molde de plástico -un poco mayor que el natural- de Ethel Scull sentada, con las piernas cruzadas, y de Bob de pie, tras ella. Al lado, en el mismo vestfbulo, están los Bob y Spike reales, resplandecientes, riendo, recibiendo a todos. El apartamento se ha convertido en una galería en la que se exponen las .adquisiciones más espectaculares de Bob. Por todas partes, sobre las grandes y suaves paredes blancas, están los Kooning, los Newman, los blancos y banderas de Jasper Johns, la escultura de piezas machacadas de automóvil de John Chambeclain, el retrato que Andy Warhol hizo a Spike con

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treinta y cinco fotos ampliadas de una máquina fotomatic de la calle, del salón de juegos de la Calle 52 y Broadway, arte op de Larry Pons con manchas de color que vibran con tal fuerza que aunque apartes la vista ves literalmente las manchas frente a tus ojos. Todo esto está en las paredes del comedor. Antes había allí un cuadro como una pizarra de Rosenquist en el que se veían las huellas de unos inmensos neumáticos de automóvil ... Pero esta noche hay un cuadro de Janes Rosenquist en el techo, un cuadro de una plan ta de la vivienda. La idea original consistía en que los Scull pudieran despertarse por ~~ mañana, y mirar hacia arriba y ver la planta y orientarse para el resto del dia. Sobre la cabecera de su lecho de tamaño regio hay un «desnudo norteamericano» de Tom \'Qesselman , con dos pezones erectos clavados como cerezas maduras. Hay por allí muchas personas prominentes charlando, bebiendo, mirando: George Segal, el actor de cine, George Segal, el escultor, Leonard Lyons, el periodista; Aileen Mehle, que es Suzy Knickerbocker, la periodista; Alex Liberman; la Sra. de .facob Javits ; Robert Kintner. Larry Poons aparece con su grao pelambrera rizada colgando solemnemente, engalanado con una camisa hawaiana que lleva el dibujo de un tiburón. ¡Poonsy! Spike le llama Poonsy. Su voz es penetrante. Atraviesa el hervidero de cabezas, cuellos, smokings, dice que es una gran concesión por parte de Poonsy. Se refiere a la camisa hawaiana. Para Poonsy aquello es elegante. En algunas fiestas aparece con un niqui de manga corta y unos zapatos de fontanero llenos de manchas de pintura. Los invitados se dispersan por todas las habitaciones. GonR: la Feria Mundial. Todo el mundo deja el apartamento y baja a la calle donde hay tres autobuses, en la Quinta Avenida , que van a llevarlos a todos a la Feria Mundial. a Flushing.

La Feria Mundial se ha clausurado ya, pero el restaurante Top of The Fair aún funciona, en la cúspide de la gran torre hongo. El naufragio de la feria, los edificios semiderruidos, todo

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en silueta a nuestro alrededor, como un gigantesco vertedero urbano. El propio restaurante, allí en la cúspide, resulta ser una gran pieza de la elegancia Modern de los años treinta, grandes planchas de cristal, madera curvada, moqueta, y, por todas partes, panorámicas inmensas a través de las cristaleras del Queens nocturno. Scull ha reservado la mitad del gran complejo de la cúspide de la torre. incluyendo una pista de baile con el sitial de la orquesta y mesas alrededor de la pista, algo parecido al antiguo club nocturno Tropicana de La Habana, Cuba. Después de cenar, una orquesta de rock-and-roll comienza a tocar y la gente baila. La Sra. Oldenburg, una muchacha pequeña y bonita que lleva un minivestido plateado, baila el más reciente bugaJú con Robert Rauschenberg, el pintor. La orquesta toca «Hang on, Sloopy». Rauschenberg ba lucido una sonrisa toda la velada y uJuJa de vez en cuando ... Ooooooooooo --Gong-, el baile se detiene y todo el mundo es conducido a la sala de convenciones.

Allí hay una pantalla de cine y filas de asientos. Se apagan las luces. La primera película se llama Camp, de Andy Warhol. Un grupo de hombres y mujeres vestidos de etiqueta están sentados en una postura muy correcta en un desván. Uno de ellos es Jane Holzer. Un muchacho gordo, vestido como para una especie de ópera wagneriana, aparece ante ellos y hace unos saltos de ballet balanceándose y moviendo los brazos. Los hombres y mujeres vestidos de etiqueta observan muy tiesos y respetuosos. Luego sale otro muchacho gordo y hace una exhibición de yo-yo. Sale un hombre con aspecto de cantante argentino lacrimoso e interpreta una danza extravagante. La idea básica es muy divertida, todas aquellas personas vestidas de etiqueta mirando tiesas v respetuosas mientras los actores saJen y hacen insensateces. Es también exquisitamente aburrida. La gente comienza a salir de la sala de convenciones en la oscuridad hacia el Top of the Fair. 176

Así que detienen Lt pelícuJa . , ._. encienden las luces y saJe un joven llamado Roben Whitn1Jn y presenta su película, que no tiene título. l::sta es más complicada. Incluye tres pantallas y tres proyectores. Se apagan las luces. En la pantalla de la izquierda, en color, una muchacha esbelta y hermosa, una especie de pimpollo de la Cultura al desnudo, con larga cabellera prerrafaelista y un buen tostado playero, toma una ducha, volviéndose a un lado y a otro. Al principio, sale agua de la ducha, y luego algo negro, como petróJeo, y luego algo rojo, como vino. Ella ~~ntinúa girando. En la pantalla de la derecha, también en color, . hay otros hermosos pimpollos tendidos en el suelo con la boca abierta . Las caras se ven desde arriba. Comienza a caer una cascada de comida y líquido en la boca, en la cara, en las narices, en los ojos; primero es aJgo blanco y pulposo como masa de pastel, luego un líquido fino como jugo de piña, luego carne picada, hígado picado o algo así, hígado crudo, rojo y fluyente, golpeándoles la cara y hundiéndose en la boca. Pero sus sonrisas no se borran. Luego la cosa se invierte y toda la materia empieza a salirles de la boca , como si estuviesen vomitando, sólo que sus bonitos rostros no dejan de sonreír ni un instante. Mientras tanto, en la pantalla centraJ --en blanco y negronadie es capaz de decir qué demonios sucede al principio. Hay una de esas formas, esa especie de formas, bueno, abstractas, fisuras, pliegues, arrugas, aberturas, una especie de orilla y un líquido que fluye de algún lugar. Pero el conjunto no forma nada. Por supuesto podrían ser formas abstractas de las que utiliza Stand Brakhage en sus películas, o ... Pero entonces, después de unos quince minutos, mientras Beldad Cabello Negro se retuerce a la !zquierda en la ducha y Beldades Bocas Abiertas sonríen en una e terna ingestión, a la derecha, todo se aclara ... La chica que estaba sentada en el borde u orilla se levanta, y aparecen unos grandes testículos y luego el organismo empieza a defecar . La película se ha hecho, al parecer, cortando el fondo de una taza de water, poniendo una plancha de cristal y fotografiando directa'l1ente desde debajo de la taza. Beldad Cabello Negro gira en la 177

en silueta a nuestro alrededor, como un gigantesco vertedero urbano. El propio restaurante, allí en la cúspide, resulta ser una gran pieza de la elegancia Modern de los años treinta, grandes planchas de cristal, madera curvada, moqueta, y, por todas partes, panorámicas inmensas a través de las cristaleras del Queens nocturno. Scull ha reservado la mitad del gran complejo de la cúspide de la torre. incluyendo una pista de baile con el sitial de la orquesta y mesas alrededor de la pista, algo parecido al antiguo club nocturno Tropicana de La Habana, Cuba. Después de cenar, una orquesta de rock-and-roll comienza a tocar y la gente baila. La Sra. Oldenburg, una muchacha pequeña y bonita que lleva un minivestido plateado, baila el más reciente bugaJú con Robert Rauschenberg, el pintor. La orquesta toca «Hang on, Sloopy». Rauschenberg ba lucido una sonrisa toda la velada y uJuJa de vez en cuando ... Ooooooooooo --Gong-, el baile se detiene y todo el mundo es conducido a la sala de convenciones.

Allí hay una pantalla de cine y filas de asientos. Se apagan las luces. La primera película se llama Camp, de Andy Warhol. Un grupo de hombres y mujeres vestidos de etiqueta están sentados en una postura muy correcta en un desván. Uno de ellos es Jane Holzer. Un muchacho gordo, vestido como para una especie de ópera wagneriana, aparece ante ellos y hace unos saltos de ballet balanceándose y moviendo los brazos. Los hombres y mujeres vestidos de etiqueta observan muy tiesos y respetuosos. Luego sale otro muchacho gordo y hace una exhibición de yo-yo. Sale un hombre con aspecto de cantante argentino lacrimoso e interpreta una danza extravagante. La idea básica es muy divertida, todas aquellas personas vestidas de etiqueta mirando tiesas v respetuosas mientras los actores saJen y hacen insensateces. Es también exquisitamente aburrida. La gente comienza a salir de la sala de convenciones en la oscuridad hacia el Top of the Fair. 176

Así que detienen Lt pelícuJa . , ._. encienden las luces y saJe un joven llamado Roben Whitn1Jn y presenta su película, que no tiene título. l::sta es más complicada. Incluye tres pantallas y tres proyectores. Se apagan las luces. En la pantalla de la izquierda, en color, una muchacha esbelta y hermosa, una especie de pimpollo de la Cultura al desnudo, con larga cabellera prerrafaelista y un buen tostado playero, toma una ducha, volviéndose a un lado y a otro. Al principio, sale agua de la ducha, y luego algo negro, como petróJeo, y luego algo rojo, como vino. Ella ~~ntinúa girando. En la pantalla de la derecha, también en color, . hay otros hermosos pimpollos tendidos en el suelo con la boca abierta . Las caras se ven desde arriba. Comienza a caer una cascada de comida y líquido en la boca, en la cara, en las narices, en los ojos; primero es aJgo blanco y pulposo como masa de pastel, luego un líquido fino como jugo de piña, luego carne picada, hígado picado o algo así, hígado crudo, rojo y fluyente, golpeándoles la cara y hundiéndose en la boca. Pero sus sonrisas no se borran. Luego la cosa se invierte y toda la materia empieza a salirles de la boca , como si estuviesen vomitando, sólo que sus bonitos rostros no dejan de sonreír ni un instante. Mientras tanto, en la pantalla centraJ --en blanco y negronadie es capaz de decir qué demonios sucede al principio. Hay una de esas formas, esa especie de formas, bueno, abstractas, fisuras, pliegues, arrugas, aberturas, una especie de orilla y un líquido que fluye de algún lugar. Pero el conjunto no forma nada. Por supuesto podrían ser formas abstractas de las que utiliza Stand Brakhage en sus películas, o ... Pero entonces, después de unos quince minutos, mientras Beldad Cabello Negro se retuerce a la !zquierda en la ducha y Beldades Bocas Abiertas sonríen en una e terna ingestión, a la derecha, todo se aclara ... La chica que estaba sentada en el borde u orilla se levanta, y aparecen unos grandes testículos y luego el organismo empieza a defecar . La película se ha hecho, al parecer, cortando el fondo de una taza de water, poniendo una plancha de cristal y fotografiando directa'l1ente desde debajo de la taza. Beldad Cabello Negro gira en la 177

ducha, lujuriante de aceite, Beldad Fresa sonríe lujuriante de hígado picado. Y en el centro, desciende de frente sobre las caras de las doscientas celebridades, artistas, periodistas, directores de editoriales ... un cagarro enorme.

¡Maravilloso! Las luces se encienden. Y allí están sentados todos los iluminados con sus smokings y sus trajes de noche mini en el Top of the Fair, sobre la gran extensión de luces nocturnas de la ciudad de New York, sobre la helada silueta de estercolero humano de la Feria Mundial de New York, como un rebaño de corderos bajo el cuchillo. ¡Walter de Maria! Walter de Maria está con los tambores, arriba, en el sitial de la orquesta del Tropicana, rubia madera , plantas, en aquel altillo agitando los brazos como un loco ... Walter de Maria está en la cúspide. Bob Scull lo protegió, lo ayudó, y de Maria está ahora entre los jóvenes escultores que empiezan a triunfar. ¡Blamp! Golpea endemoniadamente los tambores. En la pista, los artistas han cogido todo el equipo del Top Of the Fair. Los miembros de la banda miran desde un costado. Walter de Maria tiene los tambores, Claes Oldenbourg tiene una pandereta, su esposa Pat, la del vestido plateado, un micr6fono, y Rauschenberg otro. Steve Paxton, el amigo de Rauschenberg, el bailarín, baila y gira solo. Rauschenberg y Pat Oldenbourg aúllan al mismo tiempo por los micrófonos, chillidos destacados y absurdos -¡Sloopy!- inundando todo el edificio con cabeza de hongo de cristal que mira al Queens helado. ¿Dónde están los corderos a punto de ser degollados? Se han ido. Los autobuses han ido saliendo cada media hora, como en un servicio regular. Los artistas pop, los artistas op, los artistas primarios, se han apropiado del lugar: de Maria, Rauschenberg, Rosenquist, Sega!, Poons, Oldenburg, tienen el Top of the Fair. Larry Poons se quita la camisa hawaiana del tibur6n y descubre su niqui de manga corta color cobra de la Ford Motor Company, con la palabra COBRA escrita en el pecho unas ocho veces. Poons gira 178

por los costados de la pista de baile, con la cabeza gacha pero riendo entre dientes. Bob Scull resplandece. Spike está entusiasmada. Lanzan voces penetrantes... ¡Sf! -¡Mira a Poonsy! ¡Cuando veo a ese chico sonreír, disfruto de veras, te lo aseguro!

Bob Scu11 está sentado en una mesa, al l¡>prde de la pista de baile, resplandeciente. Rauscbenberg y Pat Oldenburg entran aullando, parodiando a cantantes de rock-and-roll, y luego alguien dice: «¡Canta la canción sucia!», y como si supiese lo que quiere decir, Pat Oldenburg comienza a cantar la Canción Sucia. Tiene el micrófono agarrado como una artista y sus piernas giran alrededor en su minitraje de noche plateado y canta. -Tienes un techo sucio, tienes un suelo sucio, tienes una ventana sucia, tienes una puerta sucia, oh sucia, sucia, sucia sucia sucia, oh sucia sucia, sucia sucia sucia ... Scull simplemente resplandece y se levanta de la mesa y coloca su silla prácticamente dentro de la pista de baile, frente a ella y se sienta ... .. . oh sucia sucia, sucia sucia sucia, sucia sucia, oh, tienes el pelo sucio, los zapatos sucios, los ofdos sucios, bebida sucia, sucio sucio sucio sucio sucio, oh, tienes la cara sucia, tienes la camisa sucia, tienes las manos sucias... Rauschenberg ulula al fondo, de Maria estalla sobre los tambores, arrebatado en alguna furia íntima y secreta, Oldenburg golpea la pandereta, Poons gira y ríe, todo el mundo mira a Scull para ver lo que hará. Scull parece considerar esto como una especie de prueba. ¡A gozar! -¡Me gusta! -dice a Pat Oldenburg. .. .Oh sucio, sucio, sucio sucio sucio, sucio sucio ... -¡Eso es muy bueno! ¡Me gusta!

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ducha, lujuriante de aceite, Beldad Fresa sonríe lujuriante de hígado picado. Y en el centro, desciende de frente sobre las caras de las doscientas celebridades, artistas, periodistas, directores de editoriales ... un cagarro enorme.

¡Maravilloso! Las luces se encienden. Y allí están sentados todos los iluminados con sus smokings y sus trajes de noche mini en el Top of the Fair, sobre la gran extensión de luces nocturnas de la ciudad de New York, sobre la helada silueta de estercolero humano de la Feria Mundial de New York, como un rebaño de corderos bajo el cuchillo. ¡Walter de Maria! Walter de Maria está con los tambores, arriba, en el sitial de la orquesta del Tropicana, rubia madera , plantas, en aquel altillo agitando los brazos como un loco ... Walter de Maria está en la cúspide. Bob Scull lo protegió, lo ayudó, y de Maria está ahora entre los jóvenes escultores que empiezan a triunfar. ¡Blamp! Golpea endemoniadamente los tambores. En la pista, los artistas han cogido todo el equipo del Top Of the Fair. Los miembros de la banda miran desde un costado. Walter de Maria tiene los tambores, Claes Oldenbourg tiene una pandereta, su esposa Pat, la del vestido plateado, un micr6fono, y Rauschenberg otro. Steve Paxton, el amigo de Rauschenberg, el bailarín, baila y gira solo. Rauschenberg y Pat Oldenbourg aúllan al mismo tiempo por los micrófonos, chillidos destacados y absurdos -¡Sloopy!- inundando todo el edificio con cabeza de hongo de cristal que mira al Queens helado. ¿Dónde están los corderos a punto de ser degollados? Se han ido. Los autobuses han ido saliendo cada media hora, como en un servicio regular. Los artistas pop, los artistas op, los artistas primarios, se han apropiado del lugar: de Maria, Rauschenberg, Rosenquist, Sega!, Poons, Oldenburg, tienen el Top of the Fair. Larry Poons se quita la camisa hawaiana del tibur6n y descubre su niqui de manga corta color cobra de la Ford Motor Company, con la palabra COBRA escrita en el pecho unas ocho veces. Poons gira 178

por los costados de la pista de baile, con la cabeza gacha pero riendo entre dientes. Bob Scull resplandece. Spike está entusiasmada. Lanzan voces penetrantes... ¡Sf! -¡Mira a Poonsy! ¡Cuando veo a ese chico sonreír, disfruto de veras, te lo aseguro!

Bob Scu11 está sentado en una mesa, al l¡>prde de la pista de baile, resplandeciente. Rauscbenberg y Pat Oldenburg entran aullando, parodiando a cantantes de rock-and-roll, y luego alguien dice: «¡Canta la canción sucia!», y como si supiese lo que quiere decir, Pat Oldenburg comienza a cantar la Canción Sucia. Tiene el micrófono agarrado como una artista y sus piernas giran alrededor en su minitraje de noche plateado y canta. -Tienes un techo sucio, tienes un suelo sucio, tienes una ventana sucia, tienes una puerta sucia, oh sucia, sucia, sucia sucia sucia, oh sucia sucia, sucia sucia sucia ... Scull simplemente resplandece y se levanta de la mesa y coloca su silla prácticamente dentro de la pista de baile, frente a ella y se sienta ... .. . oh sucia sucia, sucia sucia sucia, sucia sucia, oh, tienes el pelo sucio, los zapatos sucios, los ofdos sucios, bebida sucia, sucio sucio sucio sucio sucio, oh, tienes la cara sucia, tienes la camisa sucia, tienes las manos sucias... Rauschenberg ulula al fondo, de Maria estalla sobre los tambores, arrebatado en alguna furia íntima y secreta, Oldenburg golpea la pandereta, Poons gira y ríe, todo el mundo mira a Scull para ver lo que hará. Scull parece considerar esto como una especie de prueba. ¡A gozar! -¡Me gusta! -dice a Pat Oldenburg. .. .Oh sucio, sucio, sucio sucio sucio, sucio sucio ... -¡Eso es muy bueno! ¡Me gusta!

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Bob resplandece, Rauschenberg ulula, blamp bong... Gong ... Son las dos y media, vamos, vámonos de aquí, Poons, de Maria, Segal, Rauschenberg, Rosenquist, todos se van cogen el ascensor y desaparecen. Bob y Spike entran en el último ascensor con Johnathan y Stephen. llegan abajo y hace un frío infernal, son las dos y media y están en el centro de Flushing, en el Queens, el helado Flusbing con las ruinas troglodíticas de la Feria Mundial, un basurero helado alzándose entre la negrura . .. Y de pronto los artistas han desaparecido ... Y también el último autobús ... Es increíble ... Bob y Spike ... solos ... abandonados . .. en medio de Queens. ¡Debe ser algún estúpido error! O quizás alguien les baya dicho a los del último autobús, al último conductor: .e Ya está, no queda nadie más, arranque•, y él haya arrancado, y hayan arrancado con él todos los autobuses. Sale una furgoneta . En ella van los pocos periodistas que quedaban, la gente del Time y el Life. Desaparece. De pronto todo queda condenadamente quieto y frío. Bob Scull contempla la lechosa oscuridad del Queens y observa cómo su aliento se condensa blanco, frente a él.

EL NUEVO LIBRO DE ETIQUETA DE TOM WOLFE

Los libros de etiqueta luchan por «ponerse al día», por mantenerse a tono con las nuevas costumbres de los niveles superiores de la humanidad. El año pasado incluían secciones notables, como las normas del magreo para el elemento joven. La etiqueta del magreo; así, como suena. Etiqueta, al fin y al cabo, es sólo una serie de normas de conducta generalmente aceptadas; y deben existir normas para los abrazos de adolescentes núbiles que segregando ambarino y cálido almizcle se exploren mutuamente nódulos, lomas, carnales procesos y hormigueantes estriaci~nes en los crepúsculos de skay. Si; y esto no es más qu~ un eJem~lo. En New York se está cumpliendo una reforma radical del Ltbro de Eriqueta con motivo de dos acontecimientos : 1) La racionalización de la cortesía¡ es decir , la adaptación de la etiqueta social a fines puramente mercantiles . 2) «Nostalgie de la boue»; es decir, la adopción por parte de los estamentos superiores de las costumbres de los grados más bajos para producir un efecto especial. El nuevo Libro de Etiqueta incluirá varios apartados nuevos: La Cena con Mono Instituciones en vías de extinción: 1) El Cocktail 2) La Anfitriona

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Bob resplandece, Rauschenberg ulula, blamp bong... Gong ... Son las dos y media, vamos, vámonos de aquí, Poons, de Maria, Segal, Rauschenberg, Rosenquist, todos se van cogen el ascensor y desaparecen. Bob y Spike entran en el último ascensor con Johnathan y Stephen. llegan abajo y hace un frío infernal, son las dos y media y están en el centro de Flushing, en el Queens, el helado Flusbing con las ruinas troglodíticas de la Feria Mundial, un basurero helado alzándose entre la negrura . .. Y de pronto los artistas han desaparecido ... Y también el último autobús ... Es increíble ... Bob y Spike ... solos ... abandonados . .. en medio de Queens. ¡Debe ser algún estúpido error! O quizás alguien les baya dicho a los del último autobús, al último conductor: .e Ya está, no queda nadie más, arranque•, y él haya arrancado, y hayan arrancado con él todos los autobuses. Sale una furgoneta . En ella van los pocos periodistas que quedaban, la gente del Time y el Life. Desaparece. De pronto todo queda condenadamente quieto y frío. Bob Scull contempla la lechosa oscuridad del Queens y observa cómo su aliento se condensa blanco, frente a él.

EL NUEVO LIBRO DE ETIQUETA DE TOM WOLFE

Los libros de etiqueta luchan por «ponerse al día», por mantenerse a tono con las nuevas costumbres de los niveles superiores de la humanidad. El año pasado incluían secciones notables, como las normas del magreo para el elemento joven. La etiqueta del magreo; así, como suena. Etiqueta, al fin y al cabo, es sólo una serie de normas de conducta generalmente aceptadas; y deben existir normas para los abrazos de adolescentes núbiles que segregando ambarino y cálido almizcle se exploren mutuamente nódulos, lomas, carnales procesos y hormigueantes estriaci~nes en los crepúsculos de skay. Si; y esto no es más qu~ un eJem~lo. En New York se está cumpliendo una reforma radical del Ltbro de Eriqueta con motivo de dos acontecimientos : 1) La racionalización de la cortesía¡ es decir , la adaptación de la etiqueta social a fines puramente mercantiles . 2) «Nostalgie de la boue»; es decir, la adopción por parte de los estamentos superiores de las costumbres de los grados más bajos para producir un efecto especial. El nuevo Libro de Etiqueta incluirá varios apartados nuevos: La Cena con Mono Instituciones en vías de extinción: 1) El Cocktail 2) La Anfitriona

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