P. Carlos Triana: Interior Batalla

P. Carlos Triana, eudista Batalla Espiritual Batalla Espiritual © P. Carlos Triana, eudista México, D.F. Reservados

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P. Carlos Triana, eudista

Batalla Espiritual

Batalla Espiritual

© P. Carlos Triana, eudista México, D.F. Reservados todos los derechos Julio 2014 Prohibida la reproducción total o parcial de este libro, por cualquier medio, sin permiso escrito del autor.

Contenido Introducción

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I. Libres para Amar

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II. Libres para Pecar

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III. El Plan de Salvación

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IV. Satanás y su Plan de Perdición

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V. Cómo realiza su Plan Malévolo

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VI. Grados de Contagio del Diablo

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VII. El Objetivo de los Contagios Satánicos: Llevarnos al Pecado y a la Muerte

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VIII. Liberación Espiritual de Cristo con la Fuerza del Espíritu Santo

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IX. Optar por el Reino de Dios o por el reino de Satanás

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X. Batalla Espiritual

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XI. Compartiendo el Botín

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Epílogo

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Introducción

Para ser libres nos liberó Cristo (Gal 5, 1) Donde está el Espíritu de Dios allí hay libertad (2 Cor 3, 17)

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l objetivo general de esta enseñanza consiste en ayudar a entender a los hermanos de la Renovación carismática y a todos los católicos, que la vida cristiana en sí misma es un programa de liberación. Sí, la vida cristiana es una lucha, que prefiero llamar BATALLA ESPIRITUAL, y no combate espiritual como la llaman otros hermanos, porque la vida cristiana es una verdadera guerra, es decir, una batalla donde deben librarse muchos combates. No es un combate sino muchos combates. Es una batalla. La vida cristiana es una batalla espiritual contra todo aquello que nos quiere atar e impedir volar hacia Dios, contra todo aquello que nos quiere apartar de Dios e impedir hacer su voluntad, contra todo aquello que se opone a nuestra salvación. El objetivo específico es liberar la oración de liberación de la práctica supersticiosa, y ayudar a comprenderla como experiencia de fe. Batalla Espiritual

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Sí, la oración de liberación debe ser liberada de la práctica mágica, de creer que ciertos ritos o ceremonias tienen poder por sí mismos, que basta con cumplir determinadas prácticas o pronunciar ciertas fórmulas para que ya estemos liberados, u obtengamos de Dios su favor y su auxilio. Debemos liberar la oración de liberación de esta tentación de querer alcanzar la intervención divina no por la súplica y la reverencia de fe, sino por la manipulación de fórmulas y ritos. Debemos liberarla de esa mentalidad mágicosacral, que le atribuye una importancia, de algún modo mágica, a ciertas palabras, objetos y gestos a esta oración… en fin, hay que liberarla de la superstición. Hacemos oraciones supersticiosamente cuando atribuimos la eficacia a la sola materialidad de los signos sacramentales o a las fórmulas u objetos sagrados, sin tener en cuenta las disposiciones interiores (Cfr. CIC 2111, Mt 23,16). Esto ocurre cuando se piensa que rezando determinado número de veces ciertas oraciones, Dios está obligado a concedernos todo lo que le pedimos. La oración de liberación tiene que ser una experiencia de fe. La fe es la entrega a Alguien, a quien no se agrada con ritos externos, sino mediante la práctica del amor. La oración de liberación como experiencia de fe es un diálogo y una comunicación confiada y amorosa con Dios misericordioso. 6

I. Libres para Amar

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los hombres Dios nos creó libres para amar. Pero precisemos, nos creó. Con inteligencia para conocer la Verdad. Con Memoria para recordar nuestra Identidad: de dónde venimos, y no olvidar quiénes somos: imagen y semejanza de Dios. Con Voluntad para tender hacia el Bien, para amar. Los hombres fuimos creados por Dios con la hermosa facultad de la libertad para amar, esto es, para escoger la verdad que es Dios amor, para escoger vivir como imagen de Dios amor, para escoger el Bien que es Dios amor. Dios que es amor sabe de amor. Sabe que el amor requiere libertad. Solo los libres aman. A nosotros nos hizo a su imagen y semejanza, facultados con el don de la libertad, para ser como él, personas de amor, capaces de amar. De amarlo a El y de amarnos entre nosotros. Batalla Espiritual

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En una palabra, a los ángeles y a los seres humanos Dios nos hizo libres para amar, para escoger el amor. De manera primordial para amarlo a El y para amarnos entre nosotros. Dios que ama quiere ser amado por nosotros. El Amor reclama amor, el amor engendra amor. Por eso el único mandamiento del cristiano es AMA.

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II. Libres para Pecar

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lgunos ángeles, comandados por Lucifer, se pervirtieron en su libertad. En vez de usar su libertad para amar, para escoger el amor, la emplearon para odiar, para sospechar, para envidiar, para querer derribar a Dios amor. El pecado de los ángeles caídos, dice Santo Tomás, es un pecado de orgullo y de envidia. Y Dios determinó que para los ángeles, no hubiera arrepentimiento después de la caída. Entonces Satanás se volvió el Señor del mal: enemigo de Dios, “adversario” del hombre, “tentador del género humano”, “príncipe de este mundo”, “dios de este mundo” (Cfr. 2 Cor 4, 4), “padre de la mentira”, “homicida desde el principio”, en una palabra, dominador del reino de la muerte. Y este Enemigo de Dios y de los hombres, desesperado por su desgracia, para hacer más llevadera su pena, “mal de muchos consuelo de tontos”, tentó al ser humano para que también cayera y se pervirtiera. Así lo enseña el Génesis. Batalla Espiritual

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Lo tentó en su inteligencia para que no amara la verdad, para que tomara por verdad una mentira (Cfr. 2 Cor 4, 4; Ef 4, 18). Lo tentó en su voluntad para que no tendiera hacia el amor, para que no hiciera la Voluntad de Dios, para no hacer el Bien, sino para amar un mal creyendo que es un bien. Lo tentó y confundió en su memoria para que olvidara su identidad: de dónde viene, qué debe hacer, cuál es su realidad creatural, y su dignidad humana, y adquiriera una conciencia errónea de sí mismo: “puedes llegar a ser como dioses, conocedores del bien y del mal” (Gen 3, 5). Esas tres facultades constituyen nuestra dimensión espiritual. Es en esta dimensión donde está la capacidad oblativa del hombre, la capacidad de abrirse a Dios, la capacidad de descubrir la verdad, la dignidad humana, el sentido de todo, el poder hacer elecciones libres, es donde se acoge la vida de Dios. Esta parte, más profunda de nuestro ser, es la que ataca Satanás. El busca oscurecer la inteligencia, debilitar la voluntad, confundir la memoria… De esa manera busca pervertirnos para que usemos mal nuestra libertad y caigamos en PECADO, y cayendo en el pecado perdamos la gracia y nos alejemos de la comunión con Dios.

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Libres para Pecar

El hombre en su unidad personal, posee tres dimensiones interrelacionadas y complementarias, y cuando sucumbe a la tentación del Enemigo, esto repercute en: Lo espiritual: cae en pecado, se aleja de Dios, puede llegar, si persiste en el pecado, a perderle sentido de la vida, incluso a la degradación moral y pérdida de su dignidad. Lo sicológico (lo que llamamos alma o interioridad): puede llenarse de traumas, depresiones, angustias, fobias, miedos, nervios, vicios, ataduras… Lo corporal: puede experimentar problemas orgánicos: dolores de cabeza, pérdida del apetito, insomnio, problemas sexuales, parálisis, cáncer… En fin, lo que Satanás quiere es pervertirnos, hacernos usar mal la inteligencia, la memoria, la voluntad. Hacer que usemos mal sobre todo la libertad, esto es, que usemos la libertad para pecar. Lo contrario de amar no es odiar sino pecar. Amar es escoger el bien, pecar es escoger el mal. Pervertimos nuestra libertad cuando no la usamos para amar. La esclavitud del pecado Sabemos que nuestra libertad de hijos de Dios ha sido minada en sus fundamentos por Satanás con la introducción del pecado en los inicios de la humanidad. El pecado esclaviza. Y desde aquel momento, toda la Batalla Espiritual

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humanidad y la creación quedaron bajo la esclavitud del pecado. La consecuencia teológica del pecado es la separación de Dios y la pérdida de todos los bienes espirituales. Esto es la muerte. Por eso dice la Palabra que por el pecado entró la muerte en el mundo (Cfr. Rom 6, 23;Sb 2, 24; Rom 5, 12). El pecado es lo opuesto al amor. El que escoge pecar escoge alejarse de Dios que es amor. Cuando el hombre pecó hubo consecuencias: Por sí mismo él escogió la muerte, esto es, la separación de Dios, el merecer no estar en la vida que es el mundo de Dios, disfrutando sus bienes y sobre todo su presencia (“los vivos son quienes te alaban”). La muerte es lejanía de Dios que es vida. El salario del pecado es la muerte (Rom 6, 23). Dios justo determinó que el hombre muriera, que volviera al polvo de donde había salido: por haber pecado, por haber comido del fruto prohibido, “polvo eres y al polvo tornarás” (Gen 3, 19). Dios nos quiso decir que por haber escogido pecar merecemos estar lejos de El, esto es, la muerte. El pecado introduce en el mundo la gran realidad de la muerte, la separación definitiva de Dios. Y entonces el pecador, merecedor de la muerte, quedó a merced del que ya se separó definitiva e irrevocablemente de Dios, de Satanás, el “príncipe de este mundo” de pecado, el 12

Libres para Pecar

soberano de este reino de muerte, “el dios de este mundo”. El pecador sale del Reino de Dios e ingresa a ser miembro del reino de Satanás. Pero Dios misteriosamente determinó librar al hombre de las garras de Satanás: “El linaje de la mujer te pisará la cabeza”, es decir, uno del linaje de la humanidad, uno que va a nacer como hombre, del linaje de María, te va a vencer a ti hostigador que acechas a los hombres al pecado para que merezcan la muerte. Dios determinó que hubiera esperanza de salvación para los hombres. Y por eso determinó que para los hombres no hubiera arrepentimiento después de la muerte pero sí en vida.

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III. El Plan de Salvación

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os seres humanos quedamos heridos de muerte con el pecado original. El pecado original oscureció nuestra inteligencia, debilitó nuestra voluntad, confundió nuestra memoria (hasta olvidar que somos imagen de Dios), nos pervirtió en nuestra libertad, nos inclinó a tendencias malas, y nos avocó a la muerte y a la enfermedad que es una amenaza de muerte. “La paga del pecado es la muerte”. (Rom 6, 23). La muerte es volver al polvo, desaparecer de la presencia de Dios, no merecer la vida que es donde está Dios, donde encontramos a Dios. Dios en su infinita bondad y misericordia, ideó un plan de salvación para todos los hombres. Se trata de rescatarnos de la muerte, trasladarnos del reino de Satanás, que es oscuridad y muerte, a su luz admirable. Es un plan para re-crearnos, para hacernos de nuevo. Ese plan que se empezó a revelar en el Antiguo Testamento con el protoevangelio, llega a su culmen con Cristo en el Nuevo Testamento. En ese plan se nos cuenta. Batalla Espiritual

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3.1 Que “Dios quiere que todos los hombres se salven” (1 Tim 2, 4). 3.2 Que para salvar a todos los hombres Dios envió a su Hijo Nuestro Señor Jesucristo para que muriendo y resucitando, pagara el precio de nuestro rescate, nos liberara de la muerte, y nos trasladara del reino de las tinieblas a su luz admirable (Cfr. Jn 3, 16). Dice el ritual de exorcismos: “El Padre omnipotente y misericordioso envió al Hijo de su amor al mundo para que librase a los hombres de la potestad de las tinieblas y lo trasladase a su reino (cf. Gal. 4, 5; Col. 1, 13). Por lo tanto, Jesucristo, “primogénito de toda la creación” (Col. 1, 15), a fin de renovar al hombre viejo, vistió la carne del pecado, “para reducir a la impotencia, mediante su muerte, a aquel que tenía el dominio de la muerte, es decir, al demonio” (Heb. 2, 14) y, por el don del Espíritu Santo, transformase la naturaleza humana herida, en una nueva criatura por medio de su Pasión, Muerte y Resurrección (Cfr. 2 Cor 5, 17). En los días de su vida terrena, el Señor Jesús, vencedor de la tentación en el desierto (cf. Mt. 4, 1-11; Mc. 1, 13; Lc. 4, 1-13), expulsó por propia autoridad a Satanás y a otros demonios, imponiéndoles su divina voluntad (cf. Mt. 12, 27- 29; Lc. 11, 19-20). Haciendo el bien y sanando a todo los oprimidos por el diablo (cf. Hech. 10. 38), manifestó la obra de su salvación, para librar a 16

El Plan de Salvación

los hombres del pecado así como del primer autor del pecado, Satanás, que es homicida desde el comienzo y el padre de la mentira” (cf. Jn. 8, 44). (15). Al llegar la hora de las tinieblas, el Señor “obediente hasta la muerte” (Filip. 2, 8), repelió el último ataque de Satanás (cf. Lc. 4, 13; 22, 53) por el poder de la Cruz y triunfó así sobre la soberbia del antiguo enemigo. Esta victoria de Cristo fue manifestada en su gloriosa resurrección, cuando Dios lo levantó de entre los muertos y lo colocó a su derecha en los cielos sometiendo todas las cosas bajo sus pies (cf. Ef. 1, 21-22). 3.3 Que su Hijo envió a la Iglesia: “Como el Padre me envió, así los envío yo” ( Jn 20, 21), 3.4. Que a la Iglesia le envió al Espíritu Santo para que hiciera la misma misión de Cristo con su mismo poder. Dice el ritual de exorcismos: “En el ejercicio de su ministerio, Cristo entregó a sus Apóstoles y a otros discípulos el poder para expulsar los espíritus inmundos (cf. Mt. 10, 1.8; Mc. 3, 14-15; 6, 7.13; Lc. 9, 1; 10, 17.18-20). A ellos mismos, el Señor prometió el Espíritu Santo Paráclito, procedente del Padre por el Hijo, el cual argüiría al mundo acerca del juicio, porque el príncipe de este mundo ya fue juzgado (cf. Jn. 16, 7-11). El Evangelio atestigua que entre los signos que caracterizarían a los creyentes, se encuentra la expulsión de los demonios (cf. Mc. 16, 17). Batalla Espiritual

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Por tanto, la Iglesia ejerció la potestad, recibida de Cristo, de expulsar a los demonios y repeler su influjo ya desde la época apostólica (cf. Hech. 5, 16; 8, 7; 16, 18; 19, 12) por lo cual, en el nombre de Jesús, ora continua y confiadamente, para ser ella misma librada del Maligno (cf. Mt. 6, 13). También en el mismo nombre, por virtud del Espíritu Santo, manda de diversos modos a los demonios que no impidan la tarea de la evangelización (cf. 1 Tes. 2, 18), y que restituya “al más fuerte” (cf. Lc. 11, 21-22) el dominio tanto del universo entero como de cada hombre.” (Prenotandos del Ritual de Exorcismos). Pero como dice San Agustín, “Dios que te creó sin ti no te salvará sin ti”. Esto quiere decir que en este plan de salvación Dios pone su parte y el hombre debe poner la suya. 3.5. Que la parte que le corresponde al hombre hacer para salvarse se llama, usar la libertad para tomar la decisión del arrepentimiento y conversión a Dios, esto es, fe en Jesús, adhesión a nuestro Señor Jesucristo: “Si crees en el Señor Jesús te salvarás tú y tu familia” (Hch 16, 31). Recordemos lo dicho arriba: no hay arrepentimiento para los seres humanos después de la muerte. Por medio de la fe en Cristo, el ser humano entra en comunión con Dios aquí en la tierra, y cultivando más y más esa comunión, se encamina, ayudado por la gracia, a la comunión total y definitiva con Dios en el cielo. 18

El Plan de Salvación

Ese es el plan de Dios: que el hombre alejado de su presencia por el pecado, y condenado a muerte por el pecado, pueda entrar en comunión con él, en este mundo por medio de la fe en Cristo, y llegar a la comunión con él, en el cielo para siempre. Y todo gracias a Cristo nuestro único Salvador (cfr. Hch 4, 12), y al Espíritu que nos capacita para llevarnos al arrepentimiento y mantenernos en el camino de la conversión. 3.6. Que el hombre debe escuchar la Palabra Ahora bien para que el hombre llegue a la fe, y por tanto a entrar en comunión con Dios, se requieren dos cosas: Primero, pedir el don de la fe: la fe es un don trinitario, y los dones son para pedirlos: Es un don del Padre: “Eso no te lo ha revelado nadie de carne y sangre, sino mi Padre que está en los cielos”. Hay que pedir ese don al Padre, pues “todo don perfecto viene de arriba del Padre de las luces” (Sant 1, 17) Es un don del Hijo, él es “inicia y consuma la fe” (Heb 12, 2). Hay que pedir ese don al Hijo, como lo hicieron sus discípulos: “Señor creemos pero aumenta nuestra fe”. Es un don del Espíritu Santo (lo trae san Pablo en la lista de carismas del Espíritu en 1 Cor 12). Hay que pedirle ese gran don al Espíritu, junto con esperanza y el amor. Batalla Espiritual

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Segundo, “la fe entra por el oído” (Ro 10, 17), hay que escuchar la Palabra para que haya fe 3.7. Que para poder escuchar la Palabra, se requiere Proclamadores de la Palabra, personas que la hagan resonar por diversos medios. Para escuchar la Palabra se requiere que se anuncie, que se proclame, que se haga resonar. Estas tres cosas, orar pidiendo fe y proclamar la Palabra y escucharla para llegar a la fe y crecer en ella, es la gran dimensión de la batalla espiritual que tenemos que afrontar para vencer al Enemigo. Si no estamos atentos a engendrar la fe cristiana, a cultivarla y a hacerla crecer, entonces resurgirán las religiones ancestrales, animista y espiritistas, se instalarán los ocultismos y esoterismos, regresarán la magia, las adivinaciones, los amuletos… y todo ello en beneficio del reinado de Satanás, como ya lo estamos percibiendo.

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IV. Satanás y su Plan de Perdición

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atanás que usó mal su libertad, no para amar sino para pecar, él que se pervirtió en su libertad, pues la empleó no para la comunión con Dios sino para alejarse de él hasta perderlo, se ha empecinado en pervertirnos a nosotros. “El es un espíritu perverso y pervertidor”, dijo Pablo VI. La razón de ello estriba en que él, Satanás, y los ángeles caídos ya no pueden volver a la comunión con Dios… Porque para los ángeles no hay arrepentimiento después de la caída, Porque han tomado la decisión irrevocable de alejarse de Dios, Porque cada vez crecen más en odio hacia Dios y forman una caparazón incapaz de recibir las gracias de Dios, Porque, por sentido común, no tiene perdón lo que hicieron, siendo lo que eran y estando en la presencia santa de Dios, Porque Cristo murió por el perdón de los pecados de los hombres caídos y no de los ángeles caídos, Batalla Espiritual

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… entonces se han propuesto perversamente oponerse al plan de Dios que quiere que nosotros los hombres entremos en comunión con él aquí en la tierra y después allá en el cielo, … se han propuesto impedir que los hombres lleguemos al cielo que ellos perdieron, a donde ya no pueden ir nunca. Y para lograr su cometido, Satanás tiene un plan de perdición, contrario al de Dios que es un plan de salvación. Su plan de perdición consiste en “meter su cola” en nuestras vidas para que caigamos en la esclavitud del pecado. El demonio empuja todo hacia el pecado (Cfr. “Ef 2, 1-2); tienta a cada hombre para descubrir su punto débil y hacerlo caer y así esclavizarlo de modo progresivo en pecados cada vez más graves. Cuando más una persona peca gravemente, tanto más las ayudas de la gracia son difíciles de ver y desear. El pecado que permanece por tiempo largo y es repetido frecuentemente, deja en el interior del hombre un poder objetivo de Satanás, el cual no tiene que hacer otra cosa que mantener en su víctima sentimientos de impotencia y decaimiento hasta hacerlo morir en estado de pecado grave. Pudiendo controlarlo durante la vida terrenal; tales personas se convierten en sus instrumentos. El pecado y el vicio son pues la puerta a través de la cual el enemigo “el homicida desde el principio” entra en lo 22

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íntimo de la persona y lo pone en un estado de sujeción. En vez de la cercanía con Dios se tiene aquella del demonio, en lugar de las santas inspiraciones se tienen los malos pensamientos, el odio, la envidia, las pasiones y las depravaciones. La persona ya privada de la luz vive en las tinieblas, desesperada y engañada, tendiendo hacia los bienes falsos. Satanás se opone al plan de Dios. No quieren que Dios salve a los seres humanos caídos. Quieren que los hombres y mujeres caídos corran la misma suerte que los ángeles caídos… al fin y al cabo, debe pensar, ambos fallaron en el uso de su libertad, ambos pecaron y ambos merecen la consecuencia del pecado. Es que Satanás Está inconforme con Dios que tiene un plan de salvación con los hombres. Está molestísimo con Cristo que murió por salvar a los hombres caídos y no por salvar a los ángeles caídos. Está enojadísimo con el Espíritu Santo que actualiza la salvación de Cristo en los hombres y los inspira e ilumina para que conozcan a Cristo y se adhieran a él y se salven. Por eso dice Juan Pablo II que el Diablo ha tomado la decisión irrevocable de apartarse más y más de Dios, y que crece cada vez más en odio hacia Dios. El es un ser de odio, Dios es un ser de amor. Batalla Espiritual

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Está furioso con la Iglesia que es el cuerpo de Cristo, instrumento de salvación o si se quiere, sacramento de salvación para el mundo entero. Por eso la ataca fuertemente, pero la Iglesia permanece firme en la promesa de Jesús: “Los poderes del infierno no prevalecerán contra ella” (Mt 16, 18). No soporta la idea de que unas simples criaturas de barro puedan heredar el reino de gloria que él y los ángeles caídos perdieron (“por su mala cabeza”). Tiene envidia de los seres humanos llamados a vivir la felicidad eterna junto a Dios en el cielo. Enemigo fuerte Por eso Satanás y sus demonios se han convertido en los enemigos número uno de Dios y de los hombres. Jesús habla de un “enemigo” suyo que sembró cizaña en su campo (Mt 13, 39). San Pedro habla de nuestro Adversario el Diablo (1 Pe 5, 8). San Pablo dice que nuestra lucha no es contra nadie de carne y hueso sino contra los poderes espirituales de las tinieblas (Cfr. Ef 6, 10-17).

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El Vaticano II dice que nuestra vida es una tremenda lucha contra los poderes de las tinieblas (GS 37). Pablo VI en 1972 dijo: “El Demonio es el enemigo número uno, es el tentador por excelencia. Sabemos que este ser oscuro y perturbador existe realmente y sigue actuando; es el que insidia sofísticamente el equilibrio moral del hombre, el pérfido encantador que sabe insinuarse en nosotros por medio de los sentidos, de la fantasía, de la concupiscencia, de la lógica utópica, o de las confusas acciones sociales, para introducir en nosotros la desviación…” El catecismo de la Iglesia católica enseña que los demonios son ángeles, seres espirituales, dotados de personalidad sobrehumana, que ahora por su propia culpa, se han convertido en  enemigos de Dios y del hombre (cf. CEC. 74). Son pues criaturas, entidades espirituales, personales, inteligentes y libres.  Pues ese gran enemigo, ese misterio de iniquidad (2 Tes 2, 7) tiene dimensiones enormes: es espíritu y por tanto inteligente, conocedor, hábil, poderoso, ágil, fuerte… en cambio nosotros somos barro, claro que con espíritu, pero al fin y al cabo barro: pesados, lentos, con mente oscurecida, con tendencias a lo malo, concupiscentes… Nuestro enfrentamiento con él es mucho más desigual que el de Goliat con David. Tenemos un enemigo en frente. Y aunque David venció, lo hizo porque fue a Goliat en el Batalla Espiritual

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nombre del Señor: “Tú vienes a mí con espada, lanza y jabalina, pero yo voy contra ti en nombre del Señor” (1 Sa 17, 45). A los enemigos de tan enorme tamaño no los podemos vencer con nuestra propia fuerza, requerimos de la ayuda del Señor, del poder de Cristo, de la fuerza del Espíritu Santo. El Plan de nuestro enemigo fuerte es pervertirnos. El es un espíritu perverso y pervertidor, dice Pablo VI, terrible realidad monstruosa y pavorosa, y lo que quiere es pervertirnos: pervertir nuestra vida, la vida de la familia, nuestra sexualidad, nuestras relaciones humanas, pervertir nuestro corazón, nuestra inteligencia, nuestra memoria, nuestros actos… en una palabra pervertir nuestra libertad. El no quiere que usemos la libertad para el bien, para amar, sino para el mal, para odiar, para pelear, para pecar. El sabe que si la muerte nos sorprende así sucios, pervertidos, feos, en pecado, llenos de odio, de rencor, de maldad, sin ningún arrepentimiento y sin estar en el camino de la conversión… entonces no podremos entrar al cielo, no nos salvaremos. Al cielo nada sucio puede entrar. Pues “sin santidad nadie verá al Señor” (Heb 12, 14). Por eso ése es su plan, pervertirnos para que la muerte nos sorprenda en pecado y seamos indignos de la salvación de Dios. 26

Satanás y su Plan de Perdición

Si eso sucede, él se habrá burlado de Dios y del plan de Dios que consiste en que “todos los hombres se salven” (1 Tim 2, 4), se habrá burlado de la muerte redentora de Cristo, haciendo sentir de que de nada valió haber muerto por nosotros, y se habrá burlado del Espíritu Santo que actúa permanentemente en la Iglesia llevando la salvación de Dios a hombres y mujeres, y se habrá burlado de la Iglesia llena del poder de Dios para evangelizar y llevar a la humanidad a la salvación.

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V. Cómo realiza su Plan Malévolo

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ecordemos lo que dijo el papa Pablo VI el 29 de junio de 1972, noveno aniversario de su pontificado, al referirse a la crisis de la Iglesia: «el humo de Satanás ha entrado por alguna fisura en el templo de Dios». Satanás busca las fisuras de la persona, de la familia, de la Iglesia y de la sociedad para entrar en ellas y pervertirlas, para que su humo las penetre y las asfixie, y él pueda incrustarse en ellas. “Una potencia hostil ha intervenido. Su nombre es el diablo, ese ser misterioso del que San Pedro habla en su primera Carta. ¿Cuántas veces, en el Evangelio, Cristo nos habla de este enemigo de los hombres?”. Y el Pablo VI precisa: “Nosotros creemos que un ser preternatural ha venido al mundo precisamente para turbar la paz…” “El mal que existe en el mundo es el resultado de la intervención en nosotros y en nuestra sociedad de un agente oscuro y enemigo, el Demonio. El mal no es ya sólo Batalla Espiritual

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una deficiencia, sino un ser vivo, espiritual, pervertido y pervertidor. Terrible realidad. Misteriosa y pavorosa”. “Sabemos que este ser oscuro y perturbador existe realmente y sigue actuando; es el que insidia sofísticamente el equilibrio moral del hombre, el pérfido encantador que sabe insinuarse en nosotros por medio de los sentidos, de la fantasía, de la concupiscencia, de la lógica utópica, o de las confusas acciones sociales, para introducir en nosotros la desviación…” Este agente oscuro se incrusta en la persona humana a través de sus fisuras o grietas. Las fisuras son las fragilidades y heridas por donde entra el humo de Satanás. Pablo VI nos habla de algunas de esas fisuras: “el pérfido encantador que sabe insinuarse en nosotros por medio de los sentidos, de la fantasía, de la concupiscencia, de la lógica utópica, o de las confusas acciones sociales, para introducir en nosotros la desviación…” Enunciemos otras fisuras: Fisuras Externas 1. La cadena ancestral. Los males nos vienen a veces por heredar ciertas conductas, pensamientos y malos hábitos o vicios de nuestras generaciones anteriores. 2. Las heridas de la vida: Violación, abandono, rechazo, grandes injusticias 30

Cómo realiza su Plan Malévolo

3. La contingencia del universo: terremotos, tsunamis, plagas, inundaciones, tornados… 4. El descuido y la irresponsabilidad de otros: incendios, accidentes… 5. La maldad de los hombres: Secuestros, violaciones, robos, maleficios 6. El pecado estructural: guerras, hambruna, invasiones, desempleo, ambiciones de los políticos, malos manejos económicos, pésimas decisiones militares… 7. Las seudorreligiones e idolatría: Nueva Era, Cienciología, Umbanda y el Candomblé, santería, santa muerte, espiritismo. La vuelta a la idolatría se nos vuelve a mostrar como tentación incesante y no pocas veces consentida (Ex 32, 1ss; 1 Re 12,28ss; Jue 17,4ss). Es otra gran tentación idolátrica, el regreso de los fetiches: talismanes, amuletos, piedras, colmillos, ajos, plantas, etc escuelas pitagóricas, cabalísticas, alquimistas, gnósticas, rosacruces y templarias, masonería, teosofía, ocultismo, mal de ojo. La increíble difusión de sectas mágicas secretas, cosa sorprendente en un mundo tecnológicamente avanzado y racionalista. 8. Las grietas familiares, eclesiales, sociales: problemas económicos, celos, envidias, divisiones, autoritarismos, violencia, drogas, alcohol, abusos, injusticias… 9. El “Permiso” de Dios para que una persona sea atacada por el Enemigo (los santos). Es de aceptación común el dato revelado según la cual Dios permite al demonio ponernos a prueba ( Job 1). 10. Los emisarios de satanás, adivinos y brujos (que cubren todo el planeta, moviendo un negocio de miles Batalla Espiritual

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de millones de dólares en el mundo). La modernidad no ha vencido la superstición, y las creencias mágicas han encontrado su espacio en la red virtual de Internet. Brujos, hechiceros, adivinos, fascinadores, duendes laboriosos tienen sus sitios en el ciber-espacio: delante del computador se realizan hechizos, se participa en los aquelarres, se operan profecías, se proclaman prodigios. Internet es ciertamente la nueva frontera del esoterismo y la magia. Para los aficionados del misterio hay mucho que elegir: príncipes de las tinieblas licenciados en Academias de Alta Magia ceremonial, brujas docentes de ciencias ocultas, adivinos especializados en los rituales del rey Salomón, estudiosos de magia negra, expertos de esoterismo cósmico y neo-paganismo. Los satanistas están unidos en un mercado internacional, ligado a la Iglesia de Satanás californiano. Está también relacionado con la neo-brujería y el neo-paganismo y la magia. La magia no es un residuo oscuro del pasado sino una realidad en línea con el consumismo y una gran hipoteca para el futuro. Los “operadores mágicos” se hacen publicidad en los periódicos, en las televisoras privadas, en las revistas especializadas, en las páginas amarillas: es una lástima constatar que las televisoras del estado legitiman la astrología y el Tarot y otros esoterismos. La publicidad, se sabe, es el alma del comercio.

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Cómo realiza su Plan Malévolo

Fisuras internas. 1. Las debilidades humanas o malas tendencias, la concupiscencia humana, que son lugares de vulnerabilidad moral, por ejemplo: Tendencia a amar la violencia, a robar, a querer verlo todo, oírlo todo, saberlo todo, contarlo todo, a mentir, a celar, a ser conflictivo, a gustar lo morboso, a inclinarse a favor de la muerte, a rechazar a cierto tipo de personas, a la amargura, a la depresión y tristeza, a la venganza, al rencor… 2. La ignorancia, cegueras u obscuridades de la propia vida 3. Los comportamientos humanos inmorales generados por las malas tendencias o por las heridas de la vida: depravaciones sexuales, incestos, prácticas de concentración mental (yoga, zen, meditación trascendental…), comportamientos adictivos (droga, alcohol, pornografía, juego…), etc. 4. Mostrar interés en lo oculto que equivale a desobedecer la ley de Dios (Dt 18, 9-15): consultas de horóscopo, lectura de las manos, predicciones del futuro, jugar la tabla de la ouija, interesarse en la brujería, hechizos, el mal de ojo, las maldiciones, el espiritismo o comunicación con espíritus a través de mediums, la magia, la yoga, el péndulo, visitar clarividentes, adivinos, creer en Batalla Espiritual

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supersticiones, cargar amuletos, talismanes, manifestar tendencia hacia los encantamientos, cristales, nueva era, libros esotéricos, cines y exhibiciones impuras, violentas o satánicas, culto al Maligno, santería, vudú, la evocación de muertos, uso de oráculos, consulta de la astrología, la quiromancia, la interpretación de presagios y de suertes, los fenómenos de visión, las cartas del tarot, las miles de supersticiones, las limpias… 5. La cultura satánica. En la sociedad actual se está asumiendo una inesperada dimensión satánica, la adhesión a sectas satánicas, la participación en los ritos introducidos por éstas, la invocación de seres demoníacos,  el culto personal y solitario del demonio, y la afirmación de ideas provenientes del ambiente satanista, el pacto con el diablo, esoterismo, ocultismo (magia, espiritismo, brujería, sortilegios, maleficios, satanismo, voudou, santería, culto a la santa muerte, adivinación de toda clase… En la modernidad el diablo gradualmente pierde sus rasgos temibles y se convierte en el aliado de quien quiere el poder mágico. El satanismo hoy es hijo de la secularización y del ataque a los valores de la tradición, a la Iglesia católica y a las religiones institucionalizadas: El terreno que el pensamiento laico les ha sustraído a los teólogos está a punto de caer en manos de los nigromantes” (Italo Calvino). 34

Cómo realiza su Plan Malévolo

Es la forma extrema de transgresión y rebelión, es la búsqueda del poder mágico y el dominio sobre los otros. Muchos adolescentes, abandonados a su suerte, se atavían con la estrella de cinco puntas, la cruz invertida, el número 666, símbolo de la Gran Bestia del apocalipsis. Se hacen tatuar los nombres de los diablos, usan drogas, se rodean de símbolos oscuros, mortíferos, escuchan la música Black Metal que ensalza a los demonios, a la nada, a la disolución y las potencias de las tinieblas. Hoy en día, El diablo propone el no estar más sometido a la distinción entre el bien y el mal. Satanás siempre ha representado para sus adeptos la abolición de la ley, el logro del placer desmedido y el poder total. Estas manías conviven con el proyecto de construir un mundo nuevo libre de leyes, de represión y de toda religión institucional. El elemento erótico hace parte de los rituales que son parodias blasfemas de la oración y el culto. 6. La persistencia en una vida de pecado 7. Los dolores sufridos por las circunstancias duras de la vida Por haber tenido que enfrentar circunstancias duras de la vida: perder un hijo, sufrir agresiones físicas, por fracasos amorosos o profesionales, por frustraciones económicas…

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8. El mal uso de los Medios modernos Sin que suene a que estoy satanizando los medios electrónicos y de comunicación, debo decir que hoy Satanás tiene muchas estrategias modernas para atar a los hombres y darles muerte por medio de la cultura electrónica e incrustar su influencia en el corazón humano. Hoy el Enemigo ha hecho incursiones con éxito en muchas personas, en su mente, en su corazón, en su voluntad a través de los medios de comunicación masiva, internet, música, televisión, celulares, iphone, ipad, videojuegos, revistas, cine, discoteca, cartas, amuletos y comics. El Diablo se vale de toda clase de fisuras en nuestra vida para incrustar su humo, su influencia entre nosotros y contagiarnos. El se aprovecha de esas puertitas que se llaman sentidos, fantasía, inteligencia, memoria, voluntad para tentarnos y hacernos caer.

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VI. Grados de Contagio del Diablo

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atanás infesta, perturba y molesta a los hombres en diferentes grados: 1. La Tentación: viene lo seduce y se va. Es un primer grado de influencia en su inteligencia, en su voluntad, en su imaginación, en su memoria, en sus sentidos… 2. La obsesión interna: viene lo seduce y se queda rondando en su mente, en su voluntad, en su imaginación, en su memoria y sentidos. Es un segundo grado de influencia. La obsesión interna o del pensamiento se caracteriza por un retorno persistente de pensamientos que inducen al pecado. A menudo personas acostumbradas a vivir diligentemente en gracia e incluso asiduas a los sacramentos se encuentran con impulsos tan fuertes al pecado que no quieren en realidad cometer, pero que se presenta con una fuerza tan grande que hace pensar de no poder vencerlo, son las tentaciones extraordinarias, no por su extrañeza cuánto por el ímpetu y la continuidad obsesiva con las que se presentan. Batalla Espiritual

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Los pensamientos más graves que desaforadamente se presentan son aquellos de homicidio y de suicidio. Son tan fuertes que la persona es inducida a pensar que sólo con ceder a la presión podrá encontrar alivio. No se trata pues de un gusto por aquel pecado cuánto a la presión extraordinaria a cometerlo en la ilusión desesperada por encontrar la paz. 2.1. Se habla también de obsesión externa. Son las llamadas vejaciones. Las personas experimentan las vejaciones, advirtendo golpes, jalones, empujones para hacerlos caer o rodar por las escaleras. Pueden aparecer cortes, arañazos, picaduras como de insectos parecidos a serpiente o alacranes, los golpes además de ser sentidos, pueden quedar visibles a los ojos de tercero por los moretones y los enrojecimientos. Los daños sobre las personas pueden ser muchos: dolores repentinos de estómago, asfixia que sonrojan el rostro, casi como una mano invisible agarrando la garganta, hasta llegar a enfermedades graves. Lo inexplicable de algunos fenómenos y a menudo la insensibilidad al tratamiento médico son causa en la inmensa mayoría de los casos de un estado de agotamiento espiritual y moral capaz de llegar a la desesperación. 3. La opresión: viene lo seduce y presiona su mente, voluntad, memoria, imaginación y sentidos para que caiga en el mal. Es un tercer grado de influencia demoníaca. 4. La “posesión”, que es mejor llamar ALIENACION ESPIRITUAL MALIGNA, consiste en que el 38

Grados de contagio del Diablo

demonio viene e incrusta su influencia en la inteligencia, oscureciéndola, en la voluntad, debilitándola, y en la memoria, confundiéndola, para dominar a su antojo al perturbado. Es el cuarto grado de influencia demoníaca. Se trata del ataque más profundo que el demonio puede hacer a una persona. La persona está literalmente cercada, sitiada, y el demonio puede tener bajo control su nivel corpóreo-psíquico, que entonces actúa con las facultades de aquella persona, haciéndola mover y hablar a su agrado sin que la persona consienta mínimamente en eso. Esta terrible situación se comprueba por momentos durante un estado particular en el que a la personalidad se agrega la del demonio. La persona se dice entonces “en estado de posesión” o trance. Esta situación puede ser breve o larga, pero se caracteriza por una intermitencia con estados de normalidad relativa. Los signos de un verdadero “poseso”: • • • • •

Hablar corrientemente lenguas desconocidas, revelar cosas ocultas y lejanas, manifestar fuerzas superiores, tener una fuerte aversión a Dios y a lo santo, producir una voz grotesca de tono bajo imposible, de ser imitada por seres humanos, • conocer el futuro, • leer la mente, Batalla Espiritual

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• conocer los pecados de las personas presentes si no han sido confesados, • mostrar mucho orgullo al hablar. Algunos exorcistas dan testimonio de estos otros signos: • Entran en períodos de trance, • En la boca hay tos seca o con flema, salen espumarajos, hay vómitos y hacen funciones biológicas como si fuesen animales. Se escucha un aire fuerte que sale de la nariz. • Cambian sus posturas corporales de manera llamativa y grotesca, en forma de arco por ejemplo. • Se obsesionan con el suicidio u homicidio, tienden a herir su cuerpo o a mutilarse. • La cabeza gira, da vueltas, hay dolor y contorsiones del cuerpo. • Las manos, se engarruñan, se doblan los brazos, hay calambres, dolores y hormigueos en las piernas o en los brazos. • Se dan potentes gritos, clamores, silbidos, ronquidos, bostezos, llanto y risa a la vez. • Se llegan a dar casos de apariencia de muerte. • Aparecen olores fétidos. La “posesión” es escasa pero real, supone dos elementos esenciales: la presencia del demonio influyendo radicalmente en la mente y voluntad de la persona, hasta perturbarla interior y exteriormente, y pervertirla, y su imperio despótico sobre la misma. 40

Grados de contagio del Diablo

De cualquier modo, el caso más grave de “posesión” que pueda existir es aquel de la sumisión diabólica voluntaria (unión de sumisión a Satanás hecho con un pacto en el que la persona acepta el señorío del demonio. Se puede hacer con una firma escrita con la propia sangre retirada del cuerpo con una jeringa; con un bautismo con la sangre, siempre del propio cuerpo, dirigido al jefe con la subordinación a su mando; con la afiliación a sectas satánica por rituales apropiados, como misas negras o rituales parecidos). Inútil decir que, de estos pactos o uniones de sumisión, es difícil volver atrás. Es prácticamente imposible la “posesión”, en un bautizado que practique su fe, aunque sea en lo más elemental. 5. La infestación de cosas, lugares y animales, especialmente, realidades que han sido usados para el mal, para el pecado, como instrumentos del Maligno… El enemigo del hombre puede infestar lugares: viviendas, entornos de trabajo… con varias manifestaciones: ruidos, pasos, golpes, movimientos de objetos, huellas inexplicables, olores fétidos, sensación de miedo, frío, oscuridad… Dice santo Tomás (II Sent, d.8, p.2) que el demonio, incluso siendo incapaz de causar mutaciones sustanciales y, a fortiori, de crear una sustancia, puede desplazar hábilmente una ya existente, suspender, colisionar los cuerpos o penetrar en ellos, provocar una ilusión sensible y, con el empleo de sustancias aptas, crear sonidos, Batalla Espiritual

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olores nauseabundos o perfumes, luces, sensaciones o representaciones internas y externas, etcétera. El demonio también tiene un cierto conocimiento del futuro contingente (que no depende de la voluntad divina o humana) y la capacidad, por lo tanto, de engañar con lo que parece una profecía sin serlo. Se trata de infestaciones locales, pero no hace falta olvidar que el objetivo final siempre son los hombres. Estas infestaciones pueden ser sólo el reflejo de un ataque todavía superficial sobre las personas, pero también pueden ir acompañados de daños más graves inferidos sobre sus habitantes o alguno de ellos. Concluyamos: las personas pueden ser atacadas con una fuerte vehemencia en diversos niveles. Podemos imaginar el ser del hombre compuesto de estratos o niveles. Un nivel material, uno psíquico y moral, y otro espiritual. La acción demoníaca realiza ataques en las tres dimensiones, sabiendo muy bien que no están separadas, pero cada acción tiene en todo caso una repercusión a nivel profundo, es decir espiritual. Cuanto más Satanás influye en una persona, ésta puede padecer y llegar por desesperación, a ceder a la falta de confianza en Dios. Cuando el enemigo logra mellar las zonas de la fe, la esperanza y la caridad, entonces su victoria está cercana, porque logra así inducir en el la persona a caer en el pecado. Y cuando la persona 42

Grados de contagio del Diablo

peca y ocurre el hundimiento en el pecado, su acción es desoladora: el ser humano está herido y es inducido a pecar cada vez más gravemente y a mantenerse en el pecado. Las consecuencias se dan en todos los niveles: material, moral y espiritual. El control del demonio sobre la persona puede aumentar llegando a consecuencias cada vez más extremas. Por este motivo hablamos de gradualidad de su intervención. La gradualidad es importante porque los medios de intervención de la Iglesia son también diferentes.

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VII. El Objetivo de los Contagios Satánicos: Llevarnos al Pecado y a la Muerte

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s claro que por medio de las fisuras de las personas, de las familias, de la Iglesia, de la sociedad, el humo de satanás entra y nos contamina. Nos contamina con diversos grados de contagio, como ya vimos. Lo que ahora hay que subrayar es que con todo ese contagio lo que persigue Satanás es que caigamos en pecado. El quiere invadir este mundo de pecado. Te tienta y seduce para que peques. Te obsesiona y te presiona para que caigas en pecado: para que te mates o mates. Te aliena (“posesión”) para que te desesperes y vivas dirigido no por Dios sino a merced del Maligno Infesta tus cosas para perturbarte, atemorizarte, para hacerte caer en supersticiones, magia, espiritismo y otras idolatrías… en fin para hacerte pecar. Y como enseña la Palabra: “por el pecado entró la muerte en el mundo” (Ron 6, 23). Entonces podemos concluir que lo que le interesa a Satanás es crear un reino de pecado y de muerte. Nos hace pecar para que heredemos Batalla Espiritual

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la muerte, para que nos volvamos instrumentos de muerte, destinados a la muerte. Dice el ritual de Exorcismos: “El hombre ha sido creado a imagen de Dios “en la justicia y en la verdadera santidad” (Ef. 4, 24) y su dignidad requiere que obre según su conciencia y elección. Ahora bien, persuadido por el Maligno, el hombre abusó del don de su libertad y por esa desobediencia fue puesto bajo la potestad del diablo y de la muerte, convertido en siervo del pecado (cf. Gen. 3; Rom. 5, 12) (Trento, DS 1511-1512). En efecto, Satanás quiere producir siete muertes: 1. La muerte espiritual tuya y a través de ella. 2. La muerte espiritual de otros que se relacionen contigo (La serpiente hace morir espiritualmente a Eva y Eva a Adán…). Por eso su principal ataque es la tentación, la sugestión, la seducción, para hacernos pecar, y nos usa como tentación o como seductores para hacer pecar a los demás. Escuchemos el grito del Evangelio: “Ay del que escandalice a un menor o lo haga caer, más le valiera que le pusieran una piedra en el cuello y lo lanzaran al mar”. 3. La muerte física tuya,especialmente por medio del suicidio o de las adicciones o de las riñas…, y por medio de ti,

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El objetivo de los Contagios Satánicos: llevarnos al Pecado y a la Muerte

4. La muerte física de otros: los tuyos, tus enemigos, algunos desconocidos. Esto se puede var claramente cuando Satanás entra en Judas ( Jn 13, 2 y 27; Lc 22, 3), lo lleva a entregar a Jesús a que lo maten, y lo lleva al suicidio. 5. La muerte eterna tuya, o sea, la perdición o tu condenación eterna, y por medio de ti, 6. La muerte eterna de otros, especialmente de los que comparten la vida contigo, en quienes tú influyes. 7. La muerte de Dios, la muerte de lo sagrado, que se mueran los valores, que se acaben las religiones, que se regrese a las supersticiones ancestrales, que venga el mal entendido laicismo, la brujería, la santería, lo esotérico, el satanismo… pero que desaparezca el cristianismo, el catolicismo, la moral, la ética… en fin, que muera Dios, su Iglesia y sus seguidores, que sean borrados para siempre y que muera la imagen de Dios que hay en ti y en los demás seres humanos. Bien dijo Italo Calvino: “El terreno que el pensamiento laico ha sustraído a los teólogos está a punto de caer en manos de nigromantes”. No es la miseria y la ignorancia la que empuja a las personas en el pantano de la magia sino el derrumbamiento de la fe. La soledad y el abandono en la familia son las bases por donde se difunde el satanismo y la búsqueda de experiencias esotéricas

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Ahora entiende uno mejor porqué Satanás está propagando el culto a la “Santa Muerte”. Esa es la religión moderna y pública de Satanás. Las sectas satánicas son su religión privada. Por el pecado entran las siete muertes que hemos señalado: El que peca mata la gracia de Dios en su vida. Muerte espiritual. El que induce a otros a pecar, mata la vida espiritual en los demás. El que peca está expuesto a enfermarse, a suicidarse y a morir biológicamente. El que peca y hace pecar a otros puede llegar a ser causa o cómplice de asesinatos. El que peca y muere en pecado mortal pierde la vida eterna. El que hace pecar a otros puede ser causa de que los demás pierdan la vida eterna. El que peca, al pecar y hacer pecar va destruyendo los valores, va menguando las virtudes, va cediendo al mal, va desapareciendo a Dios de su vida y del mundo. 48

El objetivo de los Contagios Satánicos: llevarnos al Pecado y a la Muerte

Por eso Satanás es ante todo tentador. Quiere hacer pecar al hombre. El sabe que lo más terrible que le puede pasar al ser humano es la perdición eterna, por eso lo quiere hacer vivir y morir en pecado, lo quiere esclavizar, atar al pecado. El sabe que perdiendo a los hombres. se burla de Cristo quien murió para salvarlos, se opone al Plan de Dios que lo que quiere es que todos los hombres se salven (1 Tim 2, 4), destrona al Espíritu Santo de su templo que son los seres humanos, y hace inútil a la Iglesia llamada a ser sacramento de salvación de la humanidad.

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VIII. Liberación Espiritual de Cristo con la Fuerza del Espíritu Santo

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uestro adversario, el diablo, hace que su humo ingrese a nosotros por las diversas fisuras y nos contagie. El hombre seducido por el Maligno usa mal su libertad. Al usar mal su libertad peca, éste es el gran mal del hombre. Y por medio del pecado hace entrar en nostros una gran cantidad de males que generan sufrimientos y dolor: las ataduras, vicios o adicciones, la enfermedad, la muerte, la ignorancia, los fracasos de la vida, el sinsentido de la existencia, la perdición eterna, Sobretodo estar y vivir lejos de Dios en este mundo, sin fe ni esperanza, y mucho menos sin amor, y perder a Dios eternamente en el más allá. Esto último es lo que pretende Satanás, su objetivo final. Batalla Espiritual

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Todos esos males sumen al hombre en un gran sufrimiento y lo llenan de un gran dolor… y de todos esos males vino a salvarnos Cristo. Nuestro Señor Jesucristo • Nos salva del pecado, perdonándonos; • Nos salva de las ataduras, liberándonos por medio de los exorcismos y liberaciones • Nos salva de la enfermedad, sanándonos de diversas maneras (por medios naturales, profesionales, espirituales, sobrenaturales…) • Nos salva de la muerte, resucitándonos, dándonos la vida nueva de su Espíritu • Nos salva de la Ignorancia, predicándonos su Palabra que es luz y verdad • Nos salva de los fracasos y del sinsentido de la vida, mostrándonos el camino de la felicidad y de la realización humana: darse a los demás en amor, perder la vida para ganarla • Nos salva de la perdición eterna, muriendo por nosotros para abrirnos la puerta de la vida, mostrándonos la puerta estrecha de la salvación, y dándonos la promesa de que por medio de él podemos llegar al Padre, él es el camino, la verdad y la vida, nadie va al Padre sino por él (Cfr. Jn 14, 6). Por eso él es nuestro salvador, en nadie hay salvación sino en él. (Cfr. Hech 4, 12). 52

Liberación Espiritual de Cristo con la Fuerza del Espíritu Santo

Jesús salva al hombre allí donde es herido, donde tiene necesidad de ser salvado: en su salud, en su integridad, en su dignidad de hijo de Dios, en su vida misma… en su cuerpo, en su alma, en su espíritu. Cristo vino a rescatarnos de la muerte. Con su muerte destruyó nuestra muerte y con su resurrección nos ha dado nueva vida, dice la Iglesia. Por eso Cristo vino a librarnos de la esclavitud del pecado, a librarnos de los castigos que merecemos por nuestros pecados, a llamarnos a la conversión y a darnos fuerza para no pecar. la paga del pecado es la muerte, mas la dádiva de Dios es vida eterna en Cristo Jesús Señor nuestro (Ro 6, 23).“Si por el delito de uno solo reinó la muerte, , por uno solo, Jesucristo, reinará la vida” (Ro 5, 17). Cristo entonces vino ante todo a librarnos del pecado. La salvación que nos trajo es ante todo espiritual. Y todas las curaciones, resurrecciones, liberaciones que hizo son signos que señalan que la salvación de Cristo ya está obrando en el mundo, que en Cristo ya funciona el paso de la muerte a la vida. Todos los milagros que hizo: curaciones, liberaciones, multiplicación de los panes, resurrecciones… son signos del reino de Dios. “Si yo hago estas liberaciones con el Espíritu Santo es porque ha llegado a ustedes el Reino de Dios” (Mt 12, 28). Sí, Batalla Espiritual

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porque el Reino de Dios es vida, y todos los milagros de Jesús son comunicación de vida. Por eso su primer grito es “¡Conviértanse!”, (Mc 1, 15), es decir, nos hace un llamado a la conversión, a dejar la vida de pecado, a dar un giro total y volvernos a Dios. El nos llama a dejar el hombre viejo lleno de pecado y maldad y a volvernos hombres nuevos con la ayuda del Espíritu Santo. El último grito suyo es “¡Padre perdónalos!” (Lc 23, 34). Su muerte en la cruz es una muerte redentora. Derramó su sangre para el perdón de nuestros pecados, para que ya la muerte no tuviera nada que ver con los pecadores arrepentidos que buscaran en él el perdón y comenzaran a vivir una vida nueva con la ayuda del Espíritu Santo. El gran deseo de Cristo es liberarnos del pecado, porque liberándonos de él nos libra de la muerte y de la eterna condenación. Su misión es “quitar el pecado del mundo” y hacernos así pasar de la muerte a la vida. E insisto, sus curaciones, resurrecciones y liberaciones no son sino signo de que su misión de hacernos pasar de la muerte a la vida está en plena función, en plena obra. Para nosotros los cristianos el vencedor único del Maligno es Cristo: 54

Liberación Espiritual de Cristo con la Fuerza del Espíritu Santo

Cristo nos libera del pecado (Mt 9,2; Jn 8,34-36; Rom 5,15.20; 6,6.17-23; 8,2; 11,26; Ef 1,7; Col 1,14; Heb 9,15); de la muerte ( Jn 5,24; 1Cor 15,26.54-57; Heb 2,14-15; 1Jn 3,14); de una ley ritualista y formalista que no salva (Rom 6,1415; 7,1-6; Gál 3,13; 4,3-5). Jesús sana o libera según sea el caso, de la enfermedad física Lc 4, 39-40; 5,13.15.25; 6,10.18-19; 8,40-48, del pecado Lc 5,20-25; 7,36-50; 15,4-31; 18,9-14; 19,1-10, del demonio Lc 4,33-37; 8,28-29; 9,37-43; 13,10-17, de la incredulidad y del miedo Lc 5,5.10; 8,25, del apego a los bienes terrenos y a la riqueza Lc 5,11.28; 12,13-21.33-34; 16,1-15.19-31, del fundamentalismo de la ley Lc 5,13; 13,10-17; 14,1-6, de la marginación por enfermedad Lc 5,12-14, del desprecio por motivos raciales, políticos o de trabajo Lc 5,27-28; 7,1-10, Batalla Espiritual

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de esclavitudes legalistas Lc 5,30-32.33-35.36-39, de ignorancia religiosa Lc 6,20-49, de la muerte Lc 7,11-17; 8,49-56, de discriminación femenina Lc 8,1-3, de discriminación religiosa Lc 7,1-10; 8,26-37; 10,22-25; 17,11-19, del peligro de las fuerzas de la naturaleza Lc 8,22-25, de necesidades materiales Lc 9,12-17, del exceso de preocupaciones Lc 10,41-42; 12,22-31, del rigor de la Ley Lc 11,46; cf. Jn 8,1-11, del peligro de perder la fe Lc 22, 31-32, de la angustia por haber pecado Lc 22,61-62, del castigo eterno Lc 23, 42-43, de la lepra Lc 5,12-13 Mc 1,40-42, de estar encorvado, encorvada Lc 13,10-17 o de la ceguera Lc 18,35-43. 56

Liberación Espiritual de Cristo con la Fuerza del Espíritu Santo

Él libera de las tinieblas, del error, de la parálisis espiritual, del dolor y de la enfermedad, del orgullo y de autosuficiencia, odios, resentimientos y rencores. Si Jesús es entonces el Salvador, el libertador de nuestras pobres almas prisioneras, está claro que el acusador, Satanás, busque oscurecer el camino de la salvación que es Cristo. Él trata de llevarnos al pecado para privarnos de la gracia redentora, se opone con todos los medios al camino de la gracia que deriva del bautismo y de los demás sacramentos. Para lograr este objetivo usa todos los medios, culturales, psicológicos y espirituales para impedir que los hombres lleguen al manantial que puede hacerlos libres. Cristo salva con un método sabio y santo en su Iglesia En todas las religiones está presente una figura que encarna el mal, el desorden, la soberbia desmedida. Los diablos son los enemigos, los opositores, personificaciones de las fuerzas oscuras hostiles al hombre. Y la forma de enfrentar a esos diablos es a través de filtros de amor, pociones contra las enfermedades, talismanes, a través de conjuros, ruegos, exorcismos, rituales de liberación, curas chamanísticas, diversas terapias esotéricas, rituales complejos de purificación, mixturas de plantas con fuertes efectos calmantes, acompañadas de curas simbólicas, de hechizos, cantos y danzas. Los Médicos de muchos lugares de Africa son a la vez adivinos y brujos. Batalla Espiritual

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Los cristianos enfrentamos las fuerzas del mal por medio del ministerio liberador de Cristo Jesús y de su Iglesia, con la fuerza del Espíritu Santo. Porque “donde está el Espíritu de Dios allí hay libertad” (2 Cor 3, 17): • La Evangelización y la formación espiritual y doctrinal que la Iglesia, en su misión de profeta, ofrece a todos los hombres. Cuando la Iglesia enseña, predica, proclama la Palabra, catequiza, ofrece el Evangelio, es Cristo quien evangeliza con la fuerza del Espíritu Santo. Y el hombre que se deja evangelizar ya está venciendo al demonio. • La vida espiritual que ella, como pueblo sacerdotal, ofrece a sus fieles. Cuando la Iglesia celebra el culto, ofrece la liturgia a los fieles, celebra los sacramentos, les hace retiros y jornadas de oración, es Cristo quien ora en nosotros, por nosotros y con nosotros, con la fuerza de su Espíritu Santo, y a través de esa oración nos bendice y libera del Enemigo. • El acompañamiento pastoral que, como pueblo de reyes, da a las ovejas y comunidades. Cuando la Iglesia acompaña a los enfermos, a los pobres, a los atribulados, a los presos, a los grupos, a las familias, a los niños, a los jóvenes, a los ancianos, a los indígenes, a las mujeres, a los migrantes, etc… Es Cristo quien pastorea a sus ovejas con la fuerza de su Espíritu Santo y las protege de las garras del lobo. 58

Liberación Espiritual de Cristo con la Fuerza del Espíritu Santo

La Iglesia, continuando a Cristo, en su triple misión de enseñar, santificar y acompañar (dirigir), es instrumento de Dios para la salvación del mundo. De manera concreta Cristo salva A los enfermos, con los medios naturales, profesionales, artificiales y espirituales (Unción de los enfermos, misa pro infirmis, Horas santas para pedir sanación, Rosarios de Sanación, sesiones de oración de sanación física e interior que hacen los grupos ad hoc…) A los atormentados en el alma, con los Sacramentos de la Reconciliación y Eucaristía, con la ayuda profesional de sicólogos y siquiatras, con las oraciones de liberación, de desinfestación y de exorcismos que hace la Iglesia. A los pecadores, con el Sacramento del Bautismo, de la Reconciliación y de la Eucaristía. Por tanto no hay que ir donde los pseudosalvadores: magos, adivinos, curanderos, médiums, síquicos, espiritistas, brujos…que son instrumentos de Satanás, el padre de la mentira. A estos magos, adivinadores, mistificadores hay que llamarlos falsos profetas, falsos iluminados, estrategas del demonio que están creando una especie de cultura de lo esotérico, o si se quiere mejor, con términos capitalistas, una «industria de la magia». Batalla Espiritual

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Nuestro Salvador no es Walter Mercado, ni Madame Zazú, ni Amira, ni los brujos de Catemaco, ni los charlatanes que hacen limpias, ni los adivinadoroes, ni los espiritistas, ni el hechicero de la Radio, ni el Obispo de Pare de Sufrir o de la iglesia de la “Santa Muerte”, ni los santeros… Sólo Nuestro Señor Jesucristo. “Pues no se nos ha dado otro Nombre en el que podamos ser salvados, sino el Nombre de Jesús”. (Hch 4, 12). “Dios no nos destinó a recibir el castigo, sino a alcanzar la salvación por medio de nuestro Señor Jesucristo” (1 Tes 5, 9), y “Dios no envió a su Hijo a condenar al mundo sino a salvarlo” ( Jn 3, 17).

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IX. Optar por el Reino de Dios o por el Reino de Satanás

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enemos la oportunidad de reivindicarnos. Los que hemos usado mal la libertad, mientras estemos vivos podemos reivindicarnos usando la libertad, con la ayuda del Espíritu, para optar por el Reino de Dios que nos trajo Nuestro Señor Jesucristo. Por lo tanto usarla para Renunciar a Satanás, al pecado, al mundo… y optar por el Reino de Dios que es amor… Usarla para arrepentirnos y convertirnos. Como Satanás es el Príncipe de este mundo ( Jn 12, 31;14, 30; 16, 8-11) quiere hacer de este mundo, donde están los hombres, su trono, su reinado de oscuridad, de pecado, de mal, de muerte. Para ello quiere adueñarse de todo y de todos. Quiere hacernos sus servidores, sus esclavos aquí en la tierra para luego llevarnos a su reino de oscuridad total en el más allá. Pero como Dios es el Rey de cielo y de la tierra, quiere impedir que Satanás reine, y por eso, por medio de Cristo nos trajo su reinado: “El Reino de Dios está cerca, conviértanse” (Mc 1, 15). Cristo vino a hacer vivir Batalla Espiritual

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y reinar a Dios en nuestra vida, en nuestros corazones, a hacernos siervos e hijos de Dios en este mundo para llevarnos luego a reinar con él en el más allá, en su reino de luz y de amor. Satanás es muerte como ya vimos. Hay una relación estrecha entre Satanás y la muerte. Por él entró el pecado en el mundo, pues él sedujo al hombre a pecar, lo hizo caer en la tentación. Y por el pecado entró la muerte en el mundo (Rom 6, 23) que es sinónimo de perder la comunión con Dios, estar en el mundo de la ausencia de Dios, sin su luz, sin su gracia, sin su amor, en total oscuridad. Por eso la Escritura dice que el diablo es homicida desde el principio ( Jn 8, 44). Dios en cambio es vida. El es el que nos da el ser y la vida. El es Dios de vivos. “El es el que llama los muertos a la vida y las cosas que no son para que sean” (Ro 4, 17). El es el que quiere dar vida nueva a los hombres, tanto aquí en la tierra como en el cielo. A eso vino Cristo, en nombre de Dios, a darnos vida y vida en abundancia (Cfr. Jn 10, 10) Satanás tiene una red. Es un cazador, así lo llama el Antiguo Testamento. Y el cazador tiene redes y pone trampas a sus víctimas para que caigan en sus redes, y luego darles muerte: “Él te librará de la red del cazador, de la peste destructora…” (Sal. 91,2-3, 14-15). Cristo, el Hijo de Dios, también tiene una red. El es un pescador. El ha venido a pescar hombres, pero no para 62

Optar por el Reino de Dios o por el Reino de Satanás

darles muerte sino para darles vida nueva. Los quiere sacar del charco sucio donde se encuentran para llevarlos al mar azul, al mar sin playas del cielo y darles vida abundante. El Reino de Dios es Dios. Y Jesucrito es el Reino de Dios en persona. Cuando Jesucristo anuncia que el Reino de Dios ha llegado, y cuando hace señales milagrosas para mostrar que de veras ha llegado, lo que quiere decir es que la esperada actuación de Dios en este mundo ha comenzado ya, con él y en él. Es la salvación de Dios que ha llegado para todos los hombres y la única condición es la conversión. (Mc 1, 14-15). Y los destinatarios principales de este Reino, de esta salvación son los pobres, esto es los enfermos, los pecadores, los rechazados, los necesitados, los esclavizados por el Maligno: “Si yo expulso los demonios por medio del Espíritu de Dios es signo de que ha llegado el Reino de Dios a ustedes” (Mt 12, 28). Este Reino de Dios es histórico porque es la edificación de un mundo nuevo, diferente al del demonio en esta historia, pero el Reino de Dios es también escatológico porque tiende a la salvación eterna, a la comunión con Dios definitiva en el más allá: “Acuérdate de mí cuando llegues a tu Reino. Hoy estarás conmigo en el Paraíso” (Lc 23, 42-43). El reino de Satanás es muerte, el Reino de Dios es vida. Hagamos un parangón: Batalla Espiritual

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Batalla Espiritual

El Reino de Dios

El reino de Satanás

Vida Justicia Amor Paz Luz Compasión y misericordia Alegría Santidad Espiritual Bendición Bien

Muerte Injusticia Odio Guerra Oscuridad Impiedad Tristeza Pecado Carnal, mundano Maldición Mal

Con las siguientes citas entendemos mejor lo que es el Reino de Dios: El Reino de Dios no es comida ni bebida sino justicia, gozo y paz en el Espíritu Santo (Rom 14, 17) Busquen primero el Reino de Dios y su justicia y todo lo demás se les dará por añadidura” (Mt 6, 33) “Venga a nosotros tu Reino Señor” (Mt 6, 10) Hay que recalcar que la salvación que Jesús nos trajo es ante todo una salud de orden espiritual, que consiste en liberarnos del pecado, ése es el Reino de Dios en nosotros. Se trata de sustituir el reino de Satanás por el 64

Optar por el Reino de Dios o por el Reino de Satanás

Reino de Dios. Se trata de hacer que Dios viva y reine en el corazón de las personas y del mundo, con todo lo que ello implica, y destruir el reino de Satanás que es reino de pecado que lleva a toda clase de mal, a la muerte espiritual, a la muerte física y a la muerte eterna. Precisamente todas las sanaciones y liberaciones y exorcismos de Jesús son signos que dejan transparentar el Reino de Dios que suplanta el reinado del mal. Así Jesús lo afirma cuando dice que si sana y libera del mal es porque el Reino de Dios ha llegado, está cerca (Cfr. Mt 12, 28). Todos los milagros son signos de la victoria de Cristo sobre el Maligno. Pero el hombre enriquecido con la facultad de la libertad, debe elegir entre construir el Reino de Dios que Cristo nos trajo y que nos enseñó a hacer realidad, amando, perdonando y haciendo el bien, o servir al reino de Satanás ( Jn 8, 44.47; 1 Jn 3, 8-10) que es el padre de la mentira. Se trata de escoger entre el Mal o la Verdad (1 Jn 5, 1819). Se trata de Renunciar a las seducciones del Maligno y a su entidad total, y de aceptar a Cristo en nuestra vida, él es el Reino de Dios en persona. Los servidores de Satanás, los que hacen el mal, no heredarán el Reino de Dios (Cfr 1 Cor 6, 9-10). Luchemos pues con todas nuestras fuerzas, unidos a Cristo y con la unción del Espíritu, para establecer el Reino de Dios en nuestro corazón y en el mundo. Batalla Espiritual

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X. Batalla Espiritual

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oda la vida humana y cristiana es una batalla. Esta lucha comenzó desde que el hombre pecó y durará hasta el final de los tiempos: “Toda la historia humana está de hecho traspasada por una tremenda lucha contra los poderes de las tinieblas; lucha comenzada en el principio del mundo y que durará, como dice el Señor, hasta el último día. En esta batalla, el hombre debe combatir sin descanso para poder permanecer unido al bien, no puede conseguir su unidad interior si no es al precio de grandes fatigas, con la ayuda de la gracia de Dios” (GS 37,2).   En la universal historia de los hombres persiste la ardua lucha contra el poder de las tinieblas que, comenzado en el origen del mundo, persistirá hasta el último día, según lo dicho por el Señor (cf. Mt. 24, 13; 13, 24-30.36-43)” (El que persevere hasta el final… cizaña y trigo) (GS 37, CEC 401, 407, 409, 1717). Satanás, vencido está ya por Cristo. Cristo le arrebató su dominio (Cfr. Mt 12, 28) y lo venció con su muerte y Batalla Espiritual

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resurrección (Cfr. Jn 12, 31; Heb 2, 14-15). “El príncipe de este mundo ya está juzgado” ( Jn 16, 11), Cristo lo derrotó (1 Jn 3, 8). Pero la victoria de Cristo sobre este enemigo será total en su segunda venida, su derrota total y definitiva será al final de los tiempos (Cfr. Ap 12. 12). Ahora está como amarrado, tiene cierto poder, sigue haciendo estragos en el pueblo de Dios, a pesar de que sabe que no puede triunfar, quiere que su derrota no sea tan dolorosa derrotando a algunos seres humanos, pervirtiéndolos y perdiéndolos. Por eso en este mundo tenemos necesariamente que hacer frente a ese Enemigo que nos hostiga. Este enfrentamiento es una verdadera batalla espiritual. 10. 1. Cada cristiano tiene que hacer su propia lucha Dice el ritual de exorcismos:“Los fieles, si bien han renacido en Cristo, experimentan sin embargo las tentaciones que hay en el mundo y, por lo tanto, deben vigilar en oración y sobriedad de vida, porque su enemigo “el demonio, ronda como un león rugiente, buscando a quién devorar” (1 Ped. 5, 8). A él le deben resistir firmes en la fe “fortalecidos en el Señor con la fuerza de su poder” (Ef. 6, 10) y, sostenidos por la Iglesia que ruega para que sus hijos estén protegidos de toda perturbación, tomar fuerzas por la gracia de los sacramentos, en especial, mediante la asidua celebración de la penitencia, para llegar así a la plena libertad de los hijos de Dios (Cf. Rom. 8, 21)”. 68

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El cristiano tiene que hacer su propia lucha la cual consiste en tres combates: 1. contra sus propias debilidades humanas. Son las malas tendencias con que venimos a esta vida por causa del pecado original. 2. contra las seducciones del Maligno, que quiere infiltrar su humo en nuestra vida, a través de muchas fisuras. 3. contra los hermanos con quienes convivir implica toda una lucha. Este combate se gana con amor. Antiguamente se hablaba de luchar contra tres enemigos: el mundo, el demonio y la carne. Estos tres combates se enfrentan: por medio de la vigilancia, la oración y la vida de austeridad. por medio de una vida cristiana auténtica, a través de los medios que le brinda la Iglesia: • • • • • •

liturgia, oración personal, práctica de las virtudes cristianas… celebración diaria de la eucaristía confesión frecuente dirección espiritual Batalla Espiritual

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• celebración íntegra y fervorosa de la liturgia de las horas, • examen de conciencia, • oración mental • lectio divina; • ratos prolongados de silencio y de diálogo, • ejercicios y retiros espirituales periódicos, • devoción mariana como el Rosario; • Vía Crucis y otros ejercicios piadosos; • lectura hagiográfica, • renovación anual de las promesas sacerdotales (para presbíteros, diáconos y obispos), bautismales (para todos los cristianos) y matrimoniales (para todos los casados) • • • • •

• • • •

meditación diaria un misterio de la fe; encuentro diario y personal con Jesús en la Eucaristía momento de formación doctrinal y hagiográfica; descanso debido; renovado empeño sobre la puesta en práctica de las indicaciones del propio Obispo y de la propia convicción en el modo de adherirse al Magisterio y a la disciplina eclesiástica; cuidado de la comunión y de la amistad sacerdotal Vida ascética: ayuno, sacrificios, mortificación de los sentidos… Obras de caridad y de misericordia Apostolado

(Cfr. Directorio para la Vida y Ministerio de los presbíteros 39 y 76) 70

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Por medio de la armadura espiritual Armados tenemos que “resistir al diablo” como dice Santiago (4, 7-8), y “ser firmes antes las asechanzas del demonio”, como dice Pablo (Ef 6). Y para ello, como buenos soldados y guerreros tenemos que revestir la armadura cristiana. Pues se trata de una lucha contra fuerzas invisibles y para lograr la victoria debemos revestir la armadura espiritual cristiana: “Por eso deben empuñar las armas que Dios les ofrece, para que puedan resistir en los momentos adversos y superar todas las dificultades sin ceder terreno” (Ef 6, 13). “Las armas con que luchamos no son humanas, sino divinas y tienen poder para destruir fortalezas” (2 Cor 10, 3-4). Las armas del soldado cristiano que lucha, como un gladiador, contra las fuerzas espirituales del mal son: 1. El cinturón de la verdad: el que es de la verdad escucha mi voz ( Jn 18) La verdad está en la doctrina del Señor. Se trata de recordar que los cristianos hemos sido ungidos en la verdad y no en la mentira. Vivir en la verdad implica conocer y comprender la verdad de Dios que es Cristo y ajustarnos a ella. Así como el demonio es el padre de la mentira, lo primero que tiene que tener el intercesor, el soldado que enfrenta al padre de la mentira, es la verdad en su vida. Batalla Espiritual

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El cinturón servía para sujetar, para darles firmeza y equilibrio a todas las demás piezas del equipo; no permitía que el soldado tropezara en sus propias vestimentas. Para eso sirve la verdad para no caer en las redes del demonio, que son mentira, engaño y seducción. El intercesor debe recordar que está consagrada a la verdad: “Santifícalos en la verdad: tu palabra es verdad. Como tú me enviaste al mundo, así los envío yo también al mundo. Y por ellos me consagro yo, para que también se consagren a la verdad” ( Jn 17, 17ss). Consagrar significa dar en propiedad algo o alguien a Dios, para que pertenezca enteramente a Dios. Eso equivale también a sacrificio. De modo que santificar, consagrar, sacrificar equivale a “ser puesto aparte para Dios”. En la oración sacerdotal, Jesús pide al Padre que nos consagre en la verdad, que nos haga propiedad de la verdad, propiedad suya (de Cristo), pues más adelante el texto dice: “tu palabra es verdad”, y sabemos bien que Cristo es la Palabra de Dios que contiene la verdad, y que él mismo dijo: “yo soy la verdad” (Cfr. Jn 14, 6). Entonces “Santifícalos en la verdad” es la oración con que Cristo nos consagra y nos incorpora a él que es la Palabra de verdad de Dios, y nos llama a ser siempre discípulos y ministros (misioneros) de esa verdad que se desvela en él, que es el Verbo, la Palabra de Dios.

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En otras palabras “conságralos en la verdad” significa hazlos una sola cosa conmigo, sujétalos a mí, ponlos dentro de mí. Estamos pues consagrados a Dios que es verdad y a la verdad de Dios. El Antiguo Testamento lo proclama: Dios es fuente de toda verdad. Su Palabra es verdad (cf Prov 8, 7; 2 S 7, 28). Su ley es verdad (cf Sal 119, 142). ‘Tu verdad, de edad en edad’ (Sal 119, 90; Lc 1, 50). Puesto que Dios es el ‘Veraz’ (Rm 3, 4), los miembros de su pueblo son llamados a vivir en la verdad (cf Sal 119, 30). (CEC 2465). En Jesucristo la verdad de Dios se manifestó en plenitud. ‘Lleno de gracia y de verdad’ ( Jn 1, 14), él es la ‘luz del mundo’ ( Jn 8, 12), la Verdad (cf Jn 14, 6). El que cree en él, no permanece en las tinieblas (cf Jn 12, 46). El discípulo de Jesús, ‘permanece en su palabra’, para conocer ‘la verdad que hace libre’ (cf Jn 8, 31-32) y que santifica (cf Jn 17, 17). Seguir a Jesús es vivir del ‘Espíritu de verdad’ ( Jn 14, 17) que el Padre envía en su nombre (cf Jn 14, 26) y que conduce ‘a la verdad completa’ ( Jn 16, 13). Jesús enseña a sus discípulos el amor incondicional de la verdad: ‘Sea vuestro lenguaje: «sí, sí»; «no, no»’ (Mt 5, 37). (CEC 2466). El cristiano entonces debe estar inmerso en la Verdad, vivir la verdad, decir la verdad, hacer la verdad en el amor (Ef 4, 15), respetar la verdad, dar testimonio de la verdad, como Cristo que dijo que había venido al mundo: para dar testimonio de la verdad ( Jn 18, 37). Y la verdad tiene un carácter exigente, se opone a la mentira y falsedad. San Batalla Espiritual

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Juan nos pide mantenernos fieles a la verdad (3 Jn 3), lo cual equivale a vivir en la verdad (2 Jn 4). 2. La coraza de la rectitud (Ef 6), una vida recta y justa; en otro texto se haba de la coraza de la fe y del amor (1 Tes 5, 8); es que la mejor vida recta y justa es la que se vive desde la fe y con amor. La coraza servía para proteger los órganos vitales, tales como los pulmones, el corazón y el sistema digestivo. Lo que quiere decir que debemos proteger nuestra vida, viviendo una vida recta y justa, es decir, una vida luminosa, resplandeciente, llena de toda clase de obras buenas, de obras de amor, impulsada por la fe en Nuestro Señor Jesucristo. Pues como dice Santiago, la fe debe ir acompañada de obras (Cfr. Sant 2, 17). La fe es la luz celestial y divina, participación de la luz eterna e inaccesible, destello de la faz de Dios. Con esa luz debe armarse el intercesor para enfrentar al que es todo lo contrario, al padre de las tinieblas y de la oscuridad, al pavoroso y tenebroso demonio.

También la palabra habla de la coraza del amor (1 Tes 5, 8). Esta palabra pide que el cristiano sea una persona llena de amor, pues con esta armadura podrá enfrentar al que es puro odio y rencor, al diablo. Pero el amor que Dios pide al creyente es Agapé, amor desinteresado, amor incondicional. Ese amor se llama Espíritu Santo. El es el amor del Padre y del Hijo derramado en nuestros corazones (Rom 5,5). Con el Espíritu de amor, Espíritu 74

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que siempre busca hacer el bien, en nuestra vida, podemos vencer al espíritu del mal, al espíritu del desamor. El amor echa fuera al demonio, al temor, vence la muerte. El amor es más fuerte que la muerte (Cant 8, 6) que es obra de Satanás. 3. El calzado del evangelio de la paz. Esto nos indica que el cristiano es un evangelizador, que en la medida en que anuncie el Evangelio de Cristo con su vida y con sus obras, en la medida que lleve la Palabra de Dios a los diversos caminos de los hombres, estará protegido contra el Maligno que solo tiene malaventuranzas, maldiciones, malas noticias. Lo que protegerá al creyente del contrincante malo será una vida coherente, una vida de testimonio. El calzado de los soldados era resistente, mantenía los pies bien firmes en el suelo y proporcionaba equilibrio en las luchas. Nada más resistente que una vida dedicada a anunciar el evangelio de Cristo. El cristiano debe entender que su misión fundamental es evangelizar. Anunciar y vivir el Evangelio es lo que mantiene firme a un soldado cristiano. 4. El escudo de la fe, la coraza de la fe (1 Tes 5, 8). Esto nos dice que el creyente debe ser un hombre con una profunda confianza en el Señor. Batalla Espiritual

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Un cristiano armado con la coraza y escudo de la fe entiende que la providencia de Dios conduce los acontecimientos del mundo con santidad y sabiduría y que por lo mismo merece toda adoración y amor en lo que dispone, y que todo lo dispone para bien de los que lo aman (Cfr. Ro 8, 28). El cristiano, aunque tenga pruebas, sabe en fe que al final todo saldrá bien. Hay que luchar con fe para vencer. Todo el que es hijo de Dios vence al mundo. Y nuestra fe nos ha dado la victoria sobre el mundo. El que cree que Jesús es el Hijo de Dios, vence al mundo (1 Jn 5, 4-5). 5. El casco de la salvación (Ef 6); el casco de la esperanza de la salvación (1 Tes 5, 8). Se refiere a la vida sacramental, donde se actualiza la salvación, y por extensión la vida de fe a través de los sacramentales, y la vida de oración por medio de los carismas. Pues a los sacramentos, sacramentales y carismas se les llama las misiones visibles del espíritu, por medio de ellos el Espíritu viene a nosotros y actualiza en cada uno la salvación que ya nos ganó Cristo. De manera especial y ordinara, es en cada sacramento donde se realiza, se actualiza, se vivencia la salvación de Dios dada en Jesucristo el Señor. Y de manera especial la salvación se realiza en el sacramento de la Reconciliación, donde se nos aplica la pasión, muerte y resurrección de Cristo por el perdón de nuestros pecados, y en el sacramento de la Eucaristía donde Cristo vuelve a dársenos como salvación eterna. 76

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El cristiano que vive los sacramentos, que los renueva, que los celebra, especialmente la Reconciliación y la Eucaristía, está bien fortalecidos para enfrentar las asechanzas del demonio. 6. La espada del Espíritu que es la Palabra de Dios (Ef 6, 14-17). El intercesor encuentra refugio y protección en la Palabra de Dios: “Todas las Palabras de Dios se cumplen. Son una defensa para quienes se refugian en él. No añadas nada a sus Palabras” (Prov 30, 5-6). La Palabra es un arma letal el Enemigo. Es maravillosa la comparación de la Palabra con una espada. La espada es un arma para defenderse y atacar: “La Palabra de Dios tiene vida y poder, es más aguda que espada de dos filos y penetra hasta lo más profundo del alma y del espíritu, hasta lo más íntimo de la persona” (Heb 4, 12). “Vi el cielo abierto y apareció un caballo blanco y el que lo montaba se llamaba fiel y verdadero… su Nombre era la Palabra de Dios. Le salía de la boca una espada afilada…” (Ap 19, 15). Cuando Juan describe a Cristo resucitado dice que vestía larga túnica y llevaba una faja de oro a la altura del pecho. Los cabellos de su cabeza eran blancos como la lana y Batalla Espiritual

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como la nieve, sus ojos eran como llamas de fuego; sus pies como bronce en honro de fundición, y su voz como estruendo de aguas caudalosas: “Tenía en su mano derecha siete estrellas; de su boca salía una espada cortante de doble filo y su rostro era como el sol cuando brilla con toda su fuerza” (Ap 1, 13-18). La Palabra de Dios es pues un arma cortante, con ella hay que destruir el mal, denunciándolo; con ella hay que defenderse de las tentaciones como lo hizo Jesús en el desierto (Lc 4, 1ss). El con la espada de la Palabra se defendió del tentador y venció al demonio a punta de Palabra de Dios. Con justa razón el profeta Isaías dice que el Señor “Convirtió mi lengua en espada afilada” (Is 49, 2). En la lista de las armas aparecen mencionadas la fe, la esperanza y el amor. Son las virtudes fundamentales de la vida del cristiano. Una vida virtuosa, basada en estas tres virtudes, será un arma poderosa contra el enemigo y sus influencias. 7. Pero en una palabra, el arma fundamental del intercesor es Cristo: “Revistámonos de las armas de la luz… revistámonos de Jesucristo, el Señor” (Ro 13, 12). Los cristianos somos pues un ejército de Dios,un contingente de guerreros, de soldados armados, que luchamos contra el reinado de Satanás, y podemos apropiarnos el salmo: 78

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“Bendito sea mi Dios que adiestra mis manos para el combate y mis pies para la pelea” (Sal 143, 1). Y digo ejército de Dios porque Jesucristo es nuestro comandante, él vino a luchar contra Satanás y El, nuestra cabeza, lo venció, pero El sigue comandando esa lucha que debemos hacer los cristianos, su cuerpo místico. El es nuestro Dios Sebaoth, el Señor Dios de los ejércitos. Por eso, tomando conciencia de esto, debemos decir con el Antiguo Testamento: ¡El Señor es fuerte y valiente! ¡Es el Señor, valiente en la batalla!” (Sal 24, 8). “El Señor es un guerrero, su nombre es el Señor” (Ex 15, 3), y “Aunque un ejército acampara contra mí, no temo, aunque me hiciera la guerra me sentiría seguro” (Sal 27, 3). En fin, con las armas que se nos han dado y que debemos mantener a punto: luchemos permanentemente :“atacando y defendiéndonos en todo momento con las armas que nos proporciona la fuerza salvadora del Señor” (2 Cor 6, 6-7). 10.2. Los ministerios de discernimiento, de sanación, de intercesión y de liberación tienen que luchar por los atormentados. Las obras de todos los espíritus inmundos, seductores (cf. Mt. 10, 1; Mc. 5, 8; Lc. 6, 18; 11, 26; Hech. 8, 7; 1 Tim 4, 1; Apoc. 18, 2) fue disuelta por la obra de Cristo (cf. 1 Jn. 3, 8). Aunque “a la historia universal le invade la ardua lucha contra los poderes de las tinieblas” y “hasta el último Batalla Espiritual

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día... persistirá” (GS 37), Cristo, por su misterio pascual de muerte y resurrección, nos “libró de la esclavitud del diablo y del pecado” (GS 22), derribando su poder y librando todas las cosas de su influencia maligna. Con todo, dado que la dañosa y contraria acción del Diablo y de los demonios afecta a las personas, cosas y lugares y aparece de diversas maneras, la Iglesia, conocedora de que “estos tiempos son malos” (Ef. 5, 16), ora para que los hombres sean librados de las insidias diabólicas. Dice el ritual de exorcismos: “La Iglesia implora a Cristo, Señor y Salvador, y confiando en su virtud, otorga muchas ayudas al fiel atormentado o poseído para que sea liberado de estos males. (En los exorcismos) la Iglesia unida al Espíritu Santo, suplica para que Él mismo ayude nuestra debilidad (Cf. Rom. 8, 26) a fin de rechazar a los demonios para que no dañen a los fieles. Para que los demás vivan libres de las ataduras del Enemigo debemos ayudarles a luchar, hacer una lucha a su favor. Esta implica tres combates: 1. De prevención. Hoy más que nunca se necesita una Pastoral de Liberación Integral que se oponga a la pastoral de consolación. Nuestra querida Madre la Iglesia, la que nos guía en nombre del Señor por este mundo, y con la sabiduría del Espíritu Santo, nos dice «Todas las formas de adivinación deben 80

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rechazarse: el recurso a Satán o a los demonios, la evocación de los muertos y otras prácticas que equivocadamente se supone «desvelan» el porvenir (Dt 18,10 ; Jr 29,8), la consulta de horóscopos, la astrología, la quiromancia, la interpretación de presagios y de suertes, los fenómenos de visión, el recurso a «mediums». Todo eso está en contradicción con el honor y el respeto, mezclados de temor amoroso, que debemos solamente a Dios» (CEC 2116). «Todas las prácticas de magia o de hechicería mediante las que se pretende domesticar potencias ocultas para ponerlas a su servicio y obtener un poder sobrenatural sobre el prójimo, aunque sea para procurar la salud, son gravemente contrarias a la virtud de la religión. Estas prácticas son más condenables aún cuando van acompañadas de una intención de dañar a otro, recurran o no a la intervención de los demonios. Llevar amuletos es también reprensible. El espiritismo implica con frecuencia prácticas adivinatorias o mágicas. Por eso la Iglesia advierte a los fieles que se guarden de él. El recurso a las medicinas llamadas tradicionales no legitima ni la invocación de las potencias malignas, ni la explotación de la credulidad del prójimo» (CEC 2117). Algunos males que sufre el hombre son de orden natural: se trata de la disfunción o mal funcionamiento de la naturaleza humana, son desgastes naturales: a nivel orgánico, sicológico, espiritual y social. Esos males producen un estado de sufrimiento y hacen caer en un sentimiento de dolor. Jesús atendió a estos enfermos y los sanó. Batalla Espiritual

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Otros males que sufre el hombre son de orden preternatural (son las perturbaciones con que los espíritus malignos quieren molestar, asustar, desviar, humillar, pervertir a los hombres). Entre estos males están las tentaciones, las obsesiones, las opresiones, “las posesiones”, las infestaciones. Jesucristo atendió a estos hermanos atormentados y los liberó. 2. De reparación Se trata de practicar las oraciones de liberación y de exorcismo sobre los atormentados. Téngase en cuenta la ley: los exorcismos solo los deben practicar los obispos y a quienes ellos deleguen este ministerio. Las oraciones de liberación son intercesiones que podemos hacer todos los bautizados (en teoría) a favor de los hermanos que sufren ataques e influencias del Enemigo. Aunque en realidad solo cristianos avanzados en la vida espiritual serían los llamados a hacer estas oraciones. En mi libro “cómo orar por liberación”, se encuentran doce modelos para ello. Algunos hermanos necesitan más de una sesión de liberación para lograr la paz de su alma. 3. De acompañamiento el combate de acompañamiento consiste en no dejar al recién liberado o al que está en proceso de liberación sólo. Es necesario ir involucrándolo en una vida espiritual seria, en su parroquia, en un grupo, en un apostolado, en dirección espiritual... para que lleve una vida cristiana comprometida. 82

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Combate para la PREVENCION – Es un combate a la defensiva Se trata de la continua tarea evangelizadora de la Iglesia: estar permanentemente anunciando el Evangelio de vida, proclamando la Palabra de salvación, predicando el Reino de Dios (lo que no debe excluir un capítulo sobre el “príncipe de este mundo” y su querer reinar en los seres humanos y perderlos). “La tarea de la Iglesia es evangelizar” (EN 14), y hoy más que nunca la tarea es hacer la nueva evangelización. ¿Cómo? A los que todavía no conocen a Cristo hay que hacerles el proceso evangelizador que nos presenta Aparecida: Kerigma para que tengan un encuentro con Cristo, por medio de la escucha de la Palabra y les entre la fe: la fe viene por el oír. Conversión: a partir del encuentro con la persona de Jesús y de su Palabra, enderezar la vida donde se encuentre torcida… comenzar una vida nueva. Discipulado: empezar a seguir a Cristo, asumirlo a él como brújula, como gps, como guía, como buen pastor, como Maestro, como el Señor, como el Dios salvador de la vida, como fuente de felicidad, como camino, verdad y vida, como aquel que lleva al Padre…

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Comunión: comprometerse en la Iglesia a vivir la espiritualidad cristiana, a profesar la fe en Cristo, a celebrarla y a vivirla. Misión: dar testimonio cristiano, anunciar con la vida, con las obras, con la Palabra a Cristo salvador del mundo. A los que están fríos en la vida cristiana hay que llamarlos a la reiniciación cristiana, a volver a recomenzar, a reavivar el don de Dios, hacer con ellos una nueva evangelización. A los que se encuentran viviendo como discípulos y misioneros de Cristo en la Iglesia, seguir acompañándolos en su caminar cristiano, seguir evangelizándolos, y hacerles ver que pueden prevenir los ataques del Enemigo y enfrentarlos con fortaleza si están en un continuo proceso de evangelización y formación cristiana; de vigilancia, oración e intensa y auténtica vida cristiana. Pues Toda la vida cristiana es un itinerario de liberación del pecado y de la muerte, es una experiencia de vida nueva, es una lucha contra el diablo, contra el mal, contra el mayor mal que es el pecado. Toda la vida cristiana es un peregrinar hacia la vida eterna, hacia la comunión con Dios aquí en la tierra y hacia la comunión definitiva con él allá en el cielo.

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Toda la vida cristiana es un ayudar a Dios a cumplir su plan salvador: “El quiere que todos los hombres se salven” (1 Tim 2, 4), y hacer real moral y místicamente la salvación que Cristo ya nos ganó ontológicamente (La Iglesia está salvada, la salvó su cabeza pero esa salvación hay que hacerla vida, hay que aceptarla, hay que asumirla, hay que vivirla ya desde aquí). Toda la vida cristiana, en el sentido de vivir cotidianamente como discípulos y misioneros de Cristo, es el mejor combate contra el Enemigo. La mejor oración de liberación es vivir la vida cristiana. • Vigilancia con oración y sobriedad de vida Ayuno y sacrificios, • Oración personal y comunitaria, jornadas de oración y de silencio, vigilias, • retiros, peregrinaciones, ejercicios espirituales • Liturgia, Sacramentos, especialmente Eucaristía y Reconciliación • Palabra, lectio divina • Acompañamiento espiritual • Devociones, especialmente mariana • Sacramentales • Obras de caridad y misericordia • Apostolado

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En este combate lo más importante es ANUNCIARLES LA PALABRA A TODOS, para que la Palabra sea escuchada de manera que a unos les nazca la fe, otros la reaviven, y algunos más la hagan crecer en sus vidas, pues “la fe viene por el oír” (Ro 10, 17). Con razón la Palabra es llamada en la Biblia “La Espada del Espíritu” (Cfr. Heb 4, 12). Es que es la gran arma con la que podemos defendernos y atacar al Enemigo. Está en la lista de armas que aconseja san Pablo tener como cristianos para enfrentar a los espíritus de las tinieblas (Cfr. Ef 6). Y en verdad Cristo, venció a Satanás con la espada del Espíritu, la Palabra, en el desierto (Cfr. Lc 4, 1 ss). Combate para la REPARACION – Es un combate a la ofensiva. En una palabra, la vida del cristiano es la lucha constante contra el maligno con los medios de la salvación donados por Cristo a su Iglesia: desde bautismo en adelante todo concurre para la liberación. Cuanto más recurrimos a la gracia tanto más el enemigo infernal, ya derrotado (ontológicamente) por Cristo, es derrotado místicamente (moralmente) por nosotros en cuanto unidos al libertador. Pero si el cristiano experimenta perturbaciones muy fuertes del Maligno que quieren desesperarlo, llevarlo al pecado, al suicidio, al homicidio, a la esclavitud creciente, al enfriarse en la fe, a blasfemar contra Dios, a odiar las 86

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cosas santas, a desear el culto a la muerte y al diablo, a buscar el mal en sus grandes manifestaciones, entonces a esa persona Cristo la puede liberar en la Iglesia, con la fuerza del Espíritu Santo, por medio de la oración de liberación y de los exorcismos. • Para la Liberación Para la liberación hay tres oraciones concretas: oración de liberación, de desinfestación y exorcismos, destinadas. • Para muchos ingenuos que se han acercado al león amarrado que anda buscando a quien devorar (1 Pe 5, 8), curioseando con las adivinaciones, visitando brujos, cargando talismanes, dando culto a la “santa muerte”, jugando la Ouija… • Para otros que han sido víctimas de los azotes de los demonios por diversas razones: herencia ancestral, maleficios, maldiciones… • Para aquellos en quienes ha entrado el humo de Satanás por sus diversas fisuras… • Para los que han hecho pacto con el diablo… • Para los que han dedicado sus casas, cosas o mascotas para el mal.

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A todos ellos la Iglesia les muestra, en nombre de Cristo, compasión y misericordia, y los quiere desatar del yugo de Satanás por medio de tres oraciones concretas: los exorcismos, las liberaciones y las desinfestaciones. 1. Los exorcismos para los perturbados en exceso, en la inteligencia y en la voluntad… y para los que voluntariamente le han dado su alma al Diablo, o estuvieron en alguna secta satánica, o le dan culto a la muerte… son los llamados “posesos”. 2. Las liberaciones para los que están siendo fuertemente influenciados por el Enemigo: tanto en el cuerpo (enfermedades, vejaciones, tormentos, maltratos), como en las emociones o siquismo (“alma”) Por ej. Obsesión por el suicidio, por matar, por el sexo, por los placeres… opresión para odiar, para vengarse, para matar, depresiones, alteraciones emocionales, desequilibrio interior; como en el espíritu (la esclavitud de grandes pecados, la frialdad en la fe, el odio a lo santo, el asco por Dios y sus cosas, el sinsentido de la vida, la degradación moral, la pérdida del sentido de su dignidad). 3. Las desinfestaciones son para liberar las cosas, animales y lugares de la presencia e influencia del Enemigo. Es importante decir que una persona que experimente los ataques del Enemigo y que mantenga su conciencia de ser cristiano, debe ante todo hacer una oración de 88

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autoliberación. La mejor oración de autoliberación es intensificar su vida cristiana (oración, sacramentos, especialmente la Reconciliación y la Eucaristía, amor al prójimo, obras de misericordia…) Toda la vida cristiana es una oración de liberación. Hace falta ante todo comprender que todo el itinerario cristiano es un recorrido de liberación, y en la liturgia de los sacramentos se encuentra la eficacia de la gracia liberadora de Dios. Pero además hay muchas oraciones específicas de autoliberación que podemos usar para orar por la liberación propia y que encontramos en diversos manuales de piedad. Yo mismo en mi libro COMO ORAR POR LIBERACIÓN ofrezco una de ellas. Y el Ritual de Exorcismos ofrece otras en el Apéndice. En el Apéndice II dice el Ritual: “Las súplicas que pueden ser usadas privadamente por los fieles en la lucha contra las potencias de las tinieblas” Se recomienda sobre todo orar con frecuencia el Padrenuestro y los salmos de liberación. Para hacer este combate sobre la reparación ofrezco unas notas prácticas al final*. Combate para el ACOMPAÑAMIENTO – Combate de perseverancia y fidelidad Se trata del período de convalescencia que debe vivir el hermano o hermana que han sido liberados por el poder de Cristo en la Iglesia. Batalla Espiritual

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Es una ayuda misericordiosa para que no recaiga. Esto requiere que se le evangelice, que se le dé una verdadera iniciación cristiana, que se le predique la Palabra para que se convierta, para que nazca y crezca en la fe en Cristo Jesús; que se le inserte en la Iglesia para que viva los elementos básicos de la vida cristiana, y que se le lleve a dar testimonio de lo que Dios ha hecho en su vida. • Que se vinculen a un grupo eclesial en donde puedan vivir la fe, la esperanza y el amor. • Que reciban formación cristiana continua. • Que vivan en continuo discernimiento, tratando de descubrir qué conviene y qué no conviene, y quedándose con lo que conviene. Ojalá sean acompañados por un director espiritual. • Que vivan en continua oración y que unan a su oración las prácticas penitenciales (ayunos, sacrificios, penitencias…), la limosna, las renuncias a Satanás, al Pecado y al Mundo, y la profesión de fe. Se recomienda pedir la intercesión de María, de San Miguel Arcángel, de san Benito y de todos los santos. • Que escuchen a menudo la Palabra de Dios y fomenten un contacto de fe y amor con la misma. • Que renueven con frecuencia los sacramentos que no se pueden repetir, y que celebren con frecuencia los 90

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que sí se pueden, especialmente la Reconciliación y la Eucaristía, • Que se apoyen en su vida espiritual con la práctica cristiana, que no supersticiosa, de los sacramentales. Las personas que viven estas cosas estarán fuertes en los momentos de tentación y de prueba, en los momentos en que los carritos colisionen, se pierdan por otros caminos o les suceda algo inesperado. * Notas para el segundo combate Para el segundo combate, el de la Reparación, necesitamos vivir varias fases: 1. FASE DE PREPARACIÓN 1.a. Discernimiento en fe de la situación con la colaboración del perturbado y de su familia. Esto se hace en un clima de diálogo sincero y espiritual, de manera discreta y prudente, sin emitir juicios. Se debe dialogar sobre el presente y el pasado, sobre su familia y sus ancestros, sobre su práctica religiosa o esotérica, sobre lo que lee, oye, ve, sobre sus enfermedades físicas, sus traumas sicológicos, su vida espiritual.

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El objetivo es poder diagnosticar qué clase de problema tiene la persona, qué heridas hay en su vida, qué fisuras por las que pueda ingresar la influencia del mal, qué grado de infestación o de influencia maligna hay en su vida, si la situación requiere exorcismo, liberación o simplemente ayuda profesional siquiátrica. Es muy importante en este discernimiento conocer el grado de vida espiritual cristiana del individuo. La clave del discernimiento está en saber escuchar. Con el discernimiento buscamos llegar a una certeza: si las inspiraciones e impulsos del hombre ¿Vienen de Dios o del demonio? Al hombre le cuesta saberlo de buenas a primeras, y aún con mucha preparación espiritual y sicológica porque está inmerso en una triple oscuridad:  la oscuridad de un Dios que se impone sin hacerse ver  la oscuridad de Satanás que se esconde, que sugiere más que afirma, que propone más que impone, que sabe azuzar las fantasías haciendo olvidar la realidad;  y por último la oscuridad del hombre mismo, incapaz de ver claro en su propio corazón, incapaz de entender totalmente la gravedad de los mismos gestos y sus consecuencias, oscilante entre dos opciones que él percibe y capaz de suscitarle un eco. Discernir es pues identificar las voces que el hombre siente en su interior, sus inspiraciones, pensamientos, impulsos como provenientes de Dios o de los espíritus malos. 92

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El discernimiento espiritual tiene en cuenta la terrible sentencia de la Escritura:“El Espíritu declara abiertamente que últimamente algunos de ustedes se alejarán de la fe, haciendo caso a espíritus mentirosos y a doctrinas diabólicas” (1Tm 4,1). Es muy difícil llegar a la certeza absoluta acerca de la presencia diabólica o acerca de lo que es humano y lo que es sobrenatural. Desde siempre la Iglesia ha sido consciente de ello, y más de lo que se pueda pensar; basta con recordar, a propósito, una advertencia del Sínodo nacional de Reims del 1583, en el que se pone en evidencia que más veces aquello que se creen presa del demonio tienen más necesidad de médico que del ministerio de los exorcistas. Una posesión diabólica así creída por nosotros, puede ser simplemente un trastorno mental, una disociación simple de la personalidad múltiple, una enfermedad neurosíquica, donde se den alucinaciones a partir de los sentidos externos o a partir de la mente; una crisis de esquizofrenia, un delirio paranoide (delirio de exaltación, de depresión, de culpa, de acusación), una molestia obsesivo-compulsiva, la expresión compulsiva de una fobia o una molestia histriónica de la personalidad, una paranoia o algunas psicosis maniaco-depresivas. Volviendo a los casos en que se sospecha una psicopatología (sugestión, histeria, alucinaciones, personalidades Batalla Espiritual

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múltiples, etcétera), es obvio que se tenga que solicitar rápidamente el diagnóstico de un especialista en materia (psiquiatra, psicólogo). “Muchas afecciones neuropsíquicas presentan síntomas análogos a aquellos de la infestación maligna.Alucinaciones interiores y externas pueden encontrarse en los histérico; delirios, ideas impulsivas pueden encontrarse en los melancólicos y en muchas formas de depresión psíquica; también pueden encontrarse en los infestados”, (palabras escritas por el sicoanalista Philippe Madre en su libro “Y Líbranos del Mal”, REM, Roma 1980, 87-88). 1.b. Preparación del atormentado y su familia. Se trata de pedirles que en la medida de lo posible oren personalmente, que ayunen, que se confiesen y participen en la Eucaristía, que hagan las renuncias a Satanás y su profesión de fe, que traten de perdonar a los que los han ofendido y que pidan perdón de corazón a los que les hayan hecho mal y que se entreguen a Cristo, aceptándolo como su Salvador. 1.c. Preparación del equipo ministerial. Se pide que el grupo de intercesión o de liberación que va a hacer la oración, se prepare espiritualmente por medio de la oración personal (alabanza, adoración), la confesión y comunión, el ayuno, la oración mariana, la letanía de los santos, la lectura de la Sagrada Escritura, la invocación del Espíritu Santo… 94

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1.d. Preparación del lugar de la oración. Ojalá sea ante el Santísimo Sacramento. Si no, en un lugar bien digno y limpio. Que se prevean los sacramentales que debe haber en el lugar: imagen de Cristo, de María, altar a la Palabra, agua bendita, sal, incienso (si es posible), aceite bendito (si está permitido)… 2. FASE DE DESARROLLO DE LA ORACIÓN No se trata de aplicar una técnica de oración cuasi mágica o supersticiosa sobre un atormentado para que quede liberado del Maligno. Se trata de una experiencia espiritual, de fe en el Señor Jesús y de misericordia y compasión para con el atormentado. Se trata de una oración de solidaridad, de compasión, en la que se presenta con confianza las influencias del Maligno de tal persona al corazón misericordioso de Nuestro Señor y se intercede para que El la libere de dichas influencias. Esta oración debe hacerse de manera semiprivada, con orden, siguiendo un esquema básico. En mi libro “Cómo orar por liberación” ofrezco 12 maneras de hacerlo. Hay muchas otras alternativas, incluso se han publicado diversas oraciones de liberación, rosarios de liberación…

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Hay que decirlo que la Iglesia no nos ha presentado hasta el día de hoy un manual o “ritual” con el esquema de las oraciones de liberación. Lo que nos permite la iniciativa y audacia del Espíritu. Lo que la Iglesia ha dicho al respecto es: Que en el ritual de exorcismo hay unas oraciones de liberación que pueden usar los laicos pero privadamente: “SÚPLICAS QUE PUEDEN SER EMPLEADAS PRIVADAMENTE POR LOS FIELES EN LA LUCHA CONTRA LAS POTESTADES DE LAS TINIEBLAS”. Y son diez oraciones. Que no se deje sin ayuda a quien esté atormentado por el Maligno: “También deben distinguirse los ataques diabólicos de los casos de credulidad mediante la cual algunos fieles juzgan que son objeto de maleficios, de mala suerte o maldiciones, ya sea ocasionados por otras personas contra ellos mismos o bien allegados contra sus bienes. En estos casos, no debe acudirse de modo alguno al exorcismo, si bien no debe negarse la ayuda espiritual necesaria, sobre todo con oraciones aptas, de tal manera que encuentren la paz de Dios. Tampoco ha de rehusarse la ayuda espiritual a los creyentes que quieren guardar fidelidad al Señor Jesús y al Evangelio y en quienes el Maligno sin entrar (cf. 1 Jn. 5, 18) tienta fuertemente. En estos casos, pueden ser empleadas las preces y las súplicas adecuadas por un presbítero que no es exorcista e incluso por un diácono”. Aquí no tiene en cuenta el ministerio y carisma de algunos laicos. 96

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Que en ese tipo de oraciones no se dañe el clima espiritual con histerismos, histrionismo, teatralismos, protagonismos… Los elementos generales que no deben faltar en el desarrollo de una oración de liberación: 2.a. Protegerse con la sangre de Cristo. Hay muchas bellas oraciones de protección, como la siguiente: “Señor Jesús, hacemos memoria de tu sangre derramada por nuestra salvación y de tu vida ofrecida como sacrificio para nuestra salud. Queremos hoy, al hacer esta oración de liberación, recordar delante de todos los poderes del Mal que nosotros estamos protegidos por la aspersión de tu sangre preciosa, lo mismo que nuestros seres queridos. Estamos marcados con el sello de tu sangre y por esta sangre hemos sido hechos hijos de Dios. Tú nos has comprado con tu sangre, y te pertenecemos solo a ti. Esa es nuestra fe, esa es la confianza que tenemos en tu misericordia, que por ser tuyos, nada ni nadie nos puede separar de tu amor”. Amén. 2.b. Alabar, bendecir, dar gracias, espontáneamente, con cantos, con salmos, al Señor de la vida, al vencedor del pecado, del mundo y del Maligno, al que nos llena siempre de abundantes bendiciones. 2.c. Perdonar y pedir perdón. Es un momento de reconciliación sincero con Dios, con el prójimo y consigo Batalla Espiritual

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mismo. Debe ser un momento de sanidad interior. Sanidad interior es el resultado de un proceso de pacificación del corazón, en el que se comienza aceptando a Dios en la vida, perdonando a Dios, a los demás y a sí mismo, y pidiendo perdón a los que se ha ofendido, y comprometiéndose a hacer la voluntad de Dios. La sanidad interior abarca la curación de las emociones y sentimientos dañinos que traen depresión, ansiedad, angustia y falta de paz, debido a recuerdos dolorosos no sanados que distorsionan también los pensamientos y crea mentiras propias para justificar la experiencia o reprimirla. La sanidad interior es ayudar a un corazón herido lleno de odio y rencor a causa del dolor del pasado, a superar su situación actual de intranquilidad interior por la paz de Dios. 2.d. Proclamar y escuchar la Palabra. Sobre todo un texto evangélico donde Cristo libera a alguna persona. 2.e. Renuncias a Satanás y profesión de fe (Renovación de las promesas bautismales) 2.f. Oración de intercesión. Se trata de una oración espontánea en voz baja, del equipo ministerial, con un hermano a la cabeza (ojalá diácono o presbítero, si no, un laico formado y con un buen camino espiritual), se trata de una oración confiada, insistente, con la que se 98

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suplica al Señor que libere a la persona atormentada de las influencias de los espíritus perversos. Se debe dirigir a Jesús que es el vencedor del Maligno, que fue el que nos mandó liberar a los oprimidos por el diablo. Pero se debe invocar su Espíritu que fue el que lo condujo al desierto y lo ayudó a vencer a Satanás, y es el dedo y poder de Dios por quien Jesús libera del Mal. Durante esta oración de intercesión algunos pueden ir recitando las letanías de los santos, otros pueden invocar la intercesión de Santa María y del arcángel San Miguel, varios pueden estar orando salmos o cantando y suplicando en voz baja… 2.g. Orar juntos el Padrenuestro y darse un abrazo de paz y terminar la sesión con alegrías, cantos de alabanza y acción de gracias. 3. TERCERA FASE: FASE DE ACOMPAÑAMIENTO Se trata de dialogar con el hermano en cuestión: cómo se siente, qué hay en su corazón… e invitarlo a una etapa de acompañamiento. Atención: Durante el desarrollo de la oración de liberación se pueden emplear los sacramentales: Batalla Espiritual

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• El incienso para que esté colocado en el lugar durante toda la oración • Las velas para que estén iluminando el Santísimo, el crucifijo o el altar de la Palabra • El agua y la sal en el momento penitencial • El aceite para ungir al atormentado y a su familia en el momento de la oración de intercesión • El rosario para el momento de la intercesión • La imposición de manos (si no, el sostén de manos) para el momento de la intercesión. 10.3. La Iglesia tiene que luchar por la liberación social. Es el combate por la justicia económico-social, eclesial, educativa… Además de la liberación personal, la de cada individuo (liberación del Enemigo que ataca su dimensión espiritual y a través de ello hace daño a su sique y a su cuerpo), y además de la liberación de los hermanos atormentados, se requiere luchar por la liberación social, entiendo por ello, luchar por la liberación de las alienaciones, de las estructuras injustas, de la violencia, de las prácticas políticas inhumanas, de la economía que va contra el hombre… El humo de Satanás también entra por las fisuras estructurales. Se vale de las fisuras estructurales de la sociedad: Iglesia, grupos, gobiernos, educación… para sumirnos en injusticias de todo orden, violencias, 100

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guerras, etc. Ante todo esto los cristianos tenemos que luchar. El demonio no solo quiere pervertir personas, esa es la base de su acción, sino que su interés principal es dañar el Cuerpo de Cristo que es la Iglesia. Por eso busca desestabilizar los grupos, comunidades, parroquias. El demonio primero detecta un punto débil por donde introducirse, para luego tomar control sobre esa área. De allí buscará posteriormente minar los cimientos de los grupos para que se desmoronen. Esto lo hace principalmente a través de la división, pero también de muchas otras formas: mentiras, desánimo, soberbia, ignorancia, temor, persecuciones, activismo, desorden, altanería, competencia entre servidores o entre ministerios, celos, infidelidad matrimonial, doctrinas confusas, etc. Por eso lo importante es no dejar grietas por las que el enemigo pueda infiltrarse. Recordemos lo que dijo el papa Pablo VI el 29 de junio de 1972, noveno aniversario de su pontificado, al referirse a la crisis de la Iglesia: «el humo de Satanás ha entrado por alguna fisura en el templo de Dios».

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XI. Compartiendo el Botín

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odo soldado va a la guerra deseando la victoria. Pues sepan que “Dios promete a sus servidores la victoria” (Is 54, 17). Pero para obtener la victoria hay que pelear, pero pelear de la mano de Dios, unidos a él que es el guerrero vencedor, con una total confianza en el Señor, como lo enseña san Pablo: “Si Dios está con nosotros quién podrá contra nosotros” (Rom 8, 31). Todos los luchadores pues luchan por un ideal, porque al triunfar se les dará el premio prometido. Fue así como lo hizo el apóstol de los gentiles: “Dejando atrás el pasado me lanzo hacia adelante y corro hacia la meta, con miras al premio para el cual Dios nos llamó, desde arriba en Cristo Jesús” (Fil 3, 13-14). Nuestro botín es un premio eterno: “Los que se preparan para competir en un deporte, evitan todo lo que pueda hacerles daño. Y esto lo hacen por alcanzar como premio una corona que en seguida se marchita; en cambio, nosotros luchamos por recibir un premio que no se marchita” (1 Cor 9, 25). Batalla Espiritual 103

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Ese premio que no se marchita es la corona del cielo, como lo recuerda Pedro a los responsables de las comunidades: “Compórtense no como si ustedes fueran los dueños de los que están a su cuidado, sino procurando ser un ejemplo para ellos. Así, cuando aparezca el Pastor principal, ustedes recibirán la corona de la gloria, una corona que jamás se marchitará” (1 Pe 5, 3-4). De esa corona de gloria nos habla Pablo cuando nos dice que “Dios a los que de antemano Dios había conocido, los destinó desde un principio a ser como su Hijo, para que su Hijo fuera el primero entre muchos hermanos. Y a los que Dios destinó desde un principio, también los llamó; y a los que llamó, los hizo justos; y a los que hizo justos, les dio parte en su gloria” (Ro 8, 29-30). Ojalá al final de nuestra vida podamos decir como el viejo Pablo: “Yo ya estoy para ser ofrecido en sacrificio; ya se acerca la hora de mi muerte. He peleado la buena batalla, he llegado al término de la carrera, me he mantenido fiel. Ahora me espera la corona merecida que el Señor, el Juez justo, me dará en aquel día. Y no me la dará solamente a mí, sino también a todos los que con amor esperan su venida gloriosa” (2 Tim 4,6-8). Ojalá que estas reflexiones nos animen a pelear la buena batalla de la fe (Cfr. 1 Tim 6, 12), y a poder decirles a 104

Compartiendo el Botín

nuestras comunidades: “Estoy luchando duramente por ustedes” (Col 2, 1-2). Y recordar la promesa de Jesús: “A los que perseveren hasta el final…” (Mt 24, 13).

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Epílogo

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ABIDURIA PARA LOS MINISTERIOS DE DISCERNIMIENTO, SANACION, LIBERACIÓN E INTERCESION. El hombre experimenta el mal. El mal debe combatirse. Es una agresión que busca destruir la armonía humana. Todos los medios éticos para destruir el mal son bienvenidos. El verdadero mal es inhumano, está inscrito en la cultura de la muerte. El cristianismo lo combate con la ética del amor y de la misericordia. El hombre experimenta el sufrimiento. El mal produce sufrimiento. El sufrimiento debe acompañarse. Existe un sufrimiento cerrado y un sufrimiento abierto. El primero se da cuando la víctima se encierra en sí misma, gira alrededor de su mal y no utiliza el sufrimiento para hacer un don de sí mismo a favor de los demás, sino que lo que vislumbra muy de cerca y desesperadamente es la muerte, la destrucción, el fracaso. Batalla Espiritual 107

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El sufrimiento abierto por el contrario, hace que la víctima entre en una profunda relación consigo mismo, acepte con humildad su condición, y haga oblación de su sufrimiento, se dé en amor por los demás. Se trata de pasar del estado donde uno ve que el futuro se cierra, que la vida se acaba, que es una injusticia tal situación, a un estado donde uno acepta que con el sufrimiento se puede vivir, que uno puede tener vida en medio del sufrimiento, y que esa vida tiene sentido en la medida en que la comparto y la ofrezco por los demás, como lo hizo Cristo. El sufrimiento abierto se vive en medio de la esperanza y del don. El acompañamiento del sufrimiento tiene un objetivo doble: ayudar al sufriente a pasar de una situación de muerte a otra de vida, y para ayudar a las víctimas que pasen de un sufrimiento cerrado a un sufrimiento abierto, de un no aceptar el sufrimiento a un hacerle frente con dignidad y esperanza. El hombre experimenta dolor. El dolor es un sentimiento inmediato que surge por causa del mal y el sufrimiento que éste conlleva. El mal es una agresión. Se combate porque atenta contra la dignidad humana. El sufrimiento es un estado de ánimo. Se acompaña con compasión y misericordia. Se consufre con la víctima. El dolor en cambio se previene, se dosifica, se atenúa, se suprime. 108

Epílogo

El mal es algo que llega que me agrede, El sufrimiento es un estado espiritual que me modifica. El dolor es un sentimiento inmediato que me mengua. El mal produce sufrimiento, y el mal y el sufrimiento causan dolor y el mal, el sufrimiento y el dolor 1. acaban a una persona, la desgastan, la amenazan en su dignidad y la destruyen 2. santifican, elevan, salvan a las personas (a condición de que hagan de su sufrimento y dolor, ofrenda de vida, oblación de fe, sacrificio de amor) Un ministerio de sanación debe ayudar a combatir el mal que agrede la dignidad humana; debe acompañar el estado de sufrimiento de las víctimas del mal, ayudándolas a pasar a un estado de paz, bien con la sanación bien con la aceptación en fe y amor del sufrimiento, haciéndolo oblación de vida; debe ayudar a dosificar el dolor y a saber ofrecerlo a Dios por la salvación del mundo, como lo hizo Cristo. Por eso el ministerio de sanación y liberación no existe exclusivamente para sanar las enfermedades y liberar de los demonios (eso es lo que comúnmente hacemos y buscamos…) sino también procura ayudar al enfermo a que pase de un sufrimiento cerrado a un sufrimiento abierto, donde asuma el dolor y aprenda a vivir con él, en medio de la fe, la confianza en Dios, la esperanza en su salvación y el amor a los demás, ofreciéndolo por la salvación de todos. Batalla Espiritual 109

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Los ministerios de sanación deben tener como modelo a Jesús quien fue supremamente sensible al mal, al sufrimiento y al mal. Ante las personas que padecían se mostró como alguien lleno de amor compasivo y misericordioso. Por tanto la pastoral de sanación y liberación tiene que tener a la base el ejemplo de Cristo y debe ser una pastoral hecha por personas llenas de amor, compasión y misericordia por los que sufren. Conviene que los ministerios de sanación y liberación comprendan que hoy la manera más común de sufrir los tormentos del diablo, se llama Maleficio. EL MALEFICIO Es un daño causado a través del demonio. Según su objetivo puede ser: Amatorio: favorece o destruye una relación amorosa. Hostil: causa daños físicos, psíquicos, económicos o familiares. De ligamen: crea impedimentos a la acción, los movimientos y las relaciones. De transferencia: Los daños infligidos a un muñeco o una foto de la persona a quien se desea perjudicar se transfieren a dicho individuo. 110

Epílogo

De putrefacción: causa un daño mortal pues hace que se pudra un material expuesto a la putrefacción. De Posesión: introduce una presencia diabólica en la víctima, lo cual constituye una auténtica posesión. Según la modalidad un maleficio puede ser Directo: la víctima entra en contacto con el objeto portador del mal (dar comida o bebidas embrujadas). Indirecto: la acción maléfica se realiza sobre un objeto que representa a la víctima. Según la acción: Por implantación y tortura: con alfileres, clavos, martillos, pinchos, fuego, hielo… Por sujeción o atadura: con cintas, nudos, correas, tiras, aros. Por putrefacción: enterrando el objeto o animal símbolo tras haberlo embrujado. Por maldición: directamente contra la persona, o contra una foto símbolo de la misma. Un rito satánico: por ejemplo, un culto satánico o una misa negra realizados con el fin de dañar a alguien. Batalla Espiritual 111

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Según el medio: Con hechizos: muñecos o carne con alfileres, huesos de muertos, sangre, pollos, sapos. Con objetos embrujados: regalos, plantas, almohadas, muñecas, cintas, talismanes. Con la mirada: mal de ojo, contacto por manos, abrazos Por teléfono: en silencio, soplando o de otras formas.

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Los Eudistas, sacerdotes fundados por San Juan Eudes en Francia, en 1643, existimos para colaborar en la Iglesia con la Nueva Evangelización y en la Formación de buenos obreros del Evangelio (seminaristas, diáconos, presbíteros, religiosas, ministros laicos, servidores, grupos eclesiales…) Necesitamos personas que quieran ser parte de nuestra familia: • Matrimonios y laicos para que sean asociados eudistas. • Jóvenes para que sean sacerdotes eudistas o misioneros de la misericordia. • Hombres y mujeres entusiastas y emprendedores que quieran dedicar su vida al adorable Jesucristo.

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