Ofelia Vazquez - Lamina Por Lamina

INTERPRETACIÓN - OFELIA VAZQUEZ ft. PORTUONDO SENTIDO DE LA LAMINA I Podría equivaler a la pregunta: "¿quién eres tú?",

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INTERPRETACIÓN - OFELIA VAZQUEZ ft. PORTUONDO SENTIDO DE LA LAMINA I Podría equivaler a la pregunta: "¿quién eres tú?", puesto que cada uno de nosotros es ése que se dirige al centro de los problemas o dispara hacia los bordes, que se deja sacudir por las tinieblas o que las acepta con serenidad, que se turba ante lo que falta o que se siente capaz de tolerar lo que le falta, contando con lo que tiene. Este acomodamiento inicial, lo que un sujeto hace con la lámina I, es lo que desde su postura más habitual hace con toda situación nueva. Y esta postura habitual nuestra es el producto de lo que somos, más —o menos—lo que adquirimos y, en definitiva, es todo lo que podemos aquí y ahora. Madame Minkowska distingue por lo menos tres maneras de verbalizar la respuesta "murciélago", en la lámina I: He aquí tres respuestas simples para la lámina I: 1. Murciélago. 2. Un pájaro, no sé cuál. 3. Algo que vuela. En la protocolización tradicional, estas tres respuestas caen indistintamente en la categoría FA (respuesta de forma, contenido animal). Sin embargo, reflejan tres tendencias diferentes 1. 'Murciélago' es una respuesta habitual, normal, adecuada. 2. Un pájaro, no sé cuál es una respuesta dada frecuentemente por epilépticos, traduce un sentimiento oscuro de las cosas, es una respuesta concreta, pero carece de precisión. 3. 'Algo que vuela' es una respuesta abstracta, que testimonia una tendencia a la generalización; es exacta, pero privada de vida y de acento personal; respuesta sorprendente en un vendedor ambulante, indica enseguida el carácter rígido, racionalista, esquizoide del sujeto testado". Lo más frecuente es que en la primera lámina el sujeto movilice la totalidad de sus disponibilidades, y en el decurso del test nos muestre las predominancias, los elementos con que cuenta más frecuentemente. Algunos autores, como Juan Portuondo, consideran que el D central de la lámina I es el área donde el sujeto proyecta la imagen de la madre. Me inclino a pensar, más bien, que esa área representa al sujeto mismo. Los "brazos en alto" que se atribuyen a la figura central cuando es vista como persona, o "las pinzas abiertas", cuando se ve este D central como animal, deben ser interrogados en encuesta. "¿Por qué le parece que está con los brazos (o las pinzas) así'?" La respuesta puede contener una kinestesia (que se computaría como respuesta adicional) o ser la expresión de una fantasía (que sólo juzgaremos por su contenido). Pero el sentido de la kinestesia o de la fantasía resultará coherente con la actitud de enfrentamiento del sujeto respecto de las figuras parentales y, por extensión, de todo sustituto de estas figuras. Lo habitual es ver una mujer en ese D central, a veces completa, a veces sin cabeza y, en muchos casos, sólo "de la cintura hasta los pies". Esta última respuesta se considera un Do y, como todos los Do dados por no oligofrénicos, expresa un aspecto conflictual. La interpretación es sencilla en este ejemplo; sea hombre o mujer quien percibió este Do, su conflicto está ubicado en el área sexual ("de la cintura hasta los pies"). Esa media persona puede verse "de espaldas"; entonces se agrega al conflicto, el ocultamiento. Eventualmente, ocultamiento de fantasías o actuaciones homosexuales. En general, la lámina I es tomada con recelo, y configurada mediante una G percibida por su contorno, aunque es evidente que el deseo de desprenderse rápidamente de la lámina está promovido no solamente por el recelo y la novedad, sino también porque esta novedad brumosa no se presta para tranquilizar el ánimo. Por algo la popular es el ''murciélago" o, en los más tensos, el "hueso", dos respuestas cuyo contenido condice con el desagrado. Los hipomaníacos, con sus recursos negadores, suelen percibir una escena de danza. Si la hipomanía pasa a manía franca, se gira la lámina a c (por afán de movimiento), y serán "acróbatas de un circo, haciendo equilibrio", con lo que ofrecen la primera M negativa, ya que el equilibrio se percibe; pero de los acróbatas únicamente se dibuja con claridad" el del centro. 1

Ese acróbata central es el propio sujeto, que sobrelleva con aparente alegría el penoso peso de la lámina toda, como acostumbran los maníacos sobre llevar la realidad, con gran despliegue de fuerza pero escasos logros, por falta de raciocinio, de sensatez, de previsión (F- para lo que no sea el D central). El fracaso en esta lámina es desconcertante para todo rorschista. Reservando las distintas partes de la consigna, como lo hago, para enunciarlas apenas el sujeto pretenda devolver la lámina, ya casi no tengo experiencia de ese fracaso, porque cada nueva sugerencia es otra oportunidad de logro que le ofrezco. Se llama lámina del medio ambiente. En ella los sujetos con dificultades ambientales presentan choques o shock. (Inseguros, personas que temen a los exámenes y a los que les desagrada que el psicólogo les aplique pruebas). SENTIDO DE LA LAMINA II No hay quien reciba esta lámina con naturalidad, ni quien pueda acomodarse directamente a ella: el blanco central ya no puede no advertirse; los grises se han matizado con toques rojizos, y el rojo, inesperadamente, asoma tres veces sobre el fondo blanco. En teoría del arte se sabe que rojo es un color dominante. Si un pintor desea mantener el equilibrio de su cuadro, achica la superficie cubierta de rojo porque sabe que el pequeño tamaño queda compensado por la intensidad y la pureza de este color. ¿Que tiene el rojo de específico? ¿Qué lenguaje habla a nuestra percepción? Saberlo es saber qué podemos esperar del sujeto, lo que nos ayudará a captar cuándo y cuánto se desvía de las normas de percepción y reacción ante el rojo. Para entendernos mejor con la lámina II, transcribiré un párrafo de Merleau-Ponty. Dice así: "La sensación no es ni un estado ni .una cualidad, ni la conciencia de un estado o de una cualidad. De hecho, cada una de estas pretendidas cualidades —el rojo, el azul, el sonido— está insertada en una cierta conducta. En el hombre normal, una excitación sensorial, sobre todo las experimentales, que apenas tienen significación vital para él, no modifica sino ligeramente la motricidad general. Pero las enfermedades del cerebelo o de la corteza frontal ponen en evidencia lo que podría ser la influencia de las excitaciones sensoriales sobre el tono muscular. En particular el rojo y el amarillo favorecen los movimientos deslizantes; el azul y el verde, los movimientos discontinuos. La significación motriz de los colores sólo se comprende si éstos dejan de ser considerados como estados encerrados en sí mismos o como cualidades indescriptibles ofrecidas a la comprobación de un sujeto pensante. Todo se aclara si empezamos a considerarlos como acontecimientos por los cuales me adapto al mundo". No hay, pues, que preguntarse corno y por qué el rojo significa esfuerzo o violencia; el verde, reposo y paz, sino que hay que reaprender a vivir estos colores corno los vive nuestro cuerpo; esto es, como concreciones de paz o de violencia. Cuando decimos que el rojo aumenta la amplitud de nuestras reacciones, no hay que entender esto como si se t r a t a r a de dos hechos diferentes; una sensación de rojo, por un lado, reacciones motrices por el otro: hay que comprender que el rojo, por su t e x t u r a que nuestra mirada recorre y abarca, es ya la ampliación de nuestro ser motor. El sujeto de la sensación no es ni un pensador que toma nota de una cualidad, ni un medio inerte que sería afectado o modificado por ella, sino que es un poder de co-nacer en un determinado medio de existencia, y de sincronizarse con él. Apliquemos ahora lo leído, a nuestra lámina II. Los copetes rojos superiores, y el muy central rojo inferior nos enfrentan, vivencialmente, a nivel orgánico-inconsciente, con dos movimientos opuestos: los rojos, por rojos, nos sugerirían una experiencia centrífuga, expansiva, girante, explosiva. Pero la serena simetría que los enfunda, les devuelve la quietud, los neutraliza. Yo diría que la lámina II nos coloca en una situación comparable a la que vivirnos cuando de pronto, en la quietud expectante de un día de verano, un temporal súbito abre al tope las puertas, y las vuelve a cerrar con estrépito. Nada queda tal como estaba: sentimos que hay que arreglar la casa, que la tormenta nos invade, que debemos controlar la situación. 2

Los sujetos que con más inquietud sienten este impacto del rojo, pero que no son capaces de ordenar sus impresiones, van a refugiarse en la "gruta" que ofrece el blanco central, tratan de escabullirse por su "agujero", o infantilmente, como el niño que se distrae, buscan el "trompo" que gira en el centro de la lámina, o controlan el impacto, encendiendo la "lámpara" central, o expresan su ansiedad fóbica, apelando al "cohete" blanco "que saca chispas" por el rojo inferior. Entiendo que casi todas las respuestas de blanco de la lámina II, buenas o malas, son subsidiarias del impacto del rojo. El rojo de la lámina II sacude los núcleos más profundos de la personalidad. Evadirlo es plegarse al gris o apelar al blanco. Este gris de la lámina II tiene la especificidad de no ser puro: él mismo está contaminado de rojo. Sólo sus expresivos bordes pueden recorrerse sin turbación. . . En general, esta lámina es realmente alarmante: o nos angustiamos con el gris, o nos violentamos con el rojo, o nos perseguimos con el blanco. Casi nos inclinamos a aceptar, como más naturales, malas respuestas que respuestas buenas en esta lámina. Estás respuestas pueden darse de entrada, o pueden sobrevenir después de dispersas y malas respuestas anteriores. Por todo lo señalado y por lo que agregaré todavía, la experiencia me ha llevado a privilegiar la lámina II como la más apta, en clínica, para diagnóstico y pronóstico del sujeto de la prueba. La lamina II posee la peculiaridad de mostrar, apretadamente, los aspectos más negativos y las posibles defensas del sujeto. Los rojos laterales superiores delatan su capacidad para maniobrar la agresión; el rojo inferior, su sexualidad; los grises, las ansiedades depresivas. El D fálico que une o separa los grises, expresa las actitudes más habituales: cuando se ve un alimento (que disputan o sostienen las figuras) las defensas son orales. Cuando se lo ve como órgano sexual, las actitudes son histéricas. Si se trata de una respuesta arquitectónica, el sujeto busca competir sus defensas están puestas en logros externos. Cuando percibe una cruz o un elemento religioso hay capacidad de sublimación, pero la defensa es a represión. Solamente los muy desprotegidos no tienen una organización suficiente, ni un estilo definido. El blanco central representa el útero materno, lo femenino en general, pero también representa el vacio, la soledad, la muerte, las ansiedades persecutorias. Las personas de vocación humanística no concretada, ven caras (discutiendo, hablando, escupiéndose, sacándose 3a lengua) o bien animales bailando, jugando, hablándose. Cuando hay capacidad creativa, talentosa, se da una original en esta zona roja: en posición bs "Cabeza de camello con sus cuernitos, hocico rumiando, cuello más claro, y parte del pecho en el borde gris". "Un enano de espaldas, en puntas de pie, con calzas rojas, que se ven hasta los tobillos. Chueco como los enanos de cuento". "Una mariposa (posición a) escondiéndose, en pleno vuelo, Acaba de pasar. Un ala se ve completa (rojo), el cuerpo es más clarito, "Parte dé la otra ala queda oculta". "Un papagallo (posición b) al que se le ve todo el cuerpo, las patitas, y la cara y el copete, rojos también, quedan detrás de esto oscuro". Todas estas respuestas fueron dadas por adolescentes y adultos inclinados hacia las bellas artes: pintores, escenógrafos, músicos. Esta comprometedora lámina II es la que provoca mayores schocks a los sujetos. Eventualmente, hay quien devuelve la lámina después de echarle un vistazo rápido: ha intuido el peligro y se deshace de él sin sospechar que deberá volver a enfrentarlo en la encuesta. Otros, a veces, miran y giran la II sin atinar a dar respuesta. Su fracaso es más ostensible y, para nosotros, sus defensas son menos sólidas y su desestructuración es más severa que la de quien ni siquiera de detiene a observarla. Unos y otros se sienten muy mal ante el enfrentamiento de las posibilidades mas intimas (pues se trata de la lamina II) es posible que se sientan más holgados si se les da compañía. Esquizoides, sensibles, fóbicos, maniacos, pueden disimular mejor sus deficiencias y sus temores si están acompañados. Si esto es así lo vemos mejor con la lamina III. Culpabilidad sexual. Con las manchas rojas se ven indicios de angustia. Dificultad sexual; si es shock al espacio blanco existe estupor ante los símbolos sexuales, notamos al sujeto perturbado, indeciso, con dificultades para responder. 3

SENTIDO DE LA LAMINA III Si la I pregunta ¿Quién eres tú? y la II interroga acerca del cómo eres en lo más íntimo, a través de la III preguntamos algo aparentemente más sencillo: ¿Cómo te vinculas con el prójimo? Esta manera de vincularnos hoy es, a veces, el calco, y otras, la maduración de las primeras relaciones objétales. Sí la lámina III sólo presentara esas figuras grises, que son las figuras antropomorfas mejor configuradas de toda la serie, ya podríamos advertir, según el modo de visualizarlas, si el sujeto sólo busca su imagen simétrica ("un hombre mirándose al espejo"); si es capaz de hermanarse con quien se le enfrenta adoptando actitudes maníacas y egocéntricas ("dos negros tocando el tambor''); si tiende al sometimiento ("dos personas inclinadas"; "dos bailarines saludándose"), o si puede mediatizar el vínculo agregando el área gris inferior como elemento interrelacionante. Pero ese diálogo puede ser competitivo ("dos mujeres tironeando de un objeto para ver quién se queda con él"); puede ser colaborador ('"una pareja levantando un peso", "dos obreros trabajando"), puede ser sólo formal ("dos personas con un bolso cada una"); o puede convertirse en una relación de tres (dos mujeres acunando a un bebé"). De hecho, nuestra inserción en un vinculo lleva implícita nuestra impronta sexual, no en el sentido específicamente genital, sino como modalidad inseparable de nuestra corporalidad, masculina o femenina en sus gestos, en su modo de enfrentar y de sentir el mundo y a los otros. Por eso hay quienes fracasan en la percepción del RI de esta lámina: porque sus relaciones de objeto quedaron trabadas en un momento evolutivo muy temprano. Estos perciben (si perciben) el blanco que interrumpe las figuras humanas, y lo señalan como defecto, como imposibilidad de verlas en forma completa. Los niños ven animales allí donde los adultos suelen ver personas. Es que su imagen corporal no es idéntica a la del adulto y además los vínculos instintivos predominan en ellos. Por otra parte, los cuentos, las historietas y los dibujos animados les han brindado un código expresivo del relacionarse con el otro, del que echan mano para responder al interrogante de la lámina III. De modo que una brusca regresión hacia este tipo de respuesta, evidencia en un adulto su real nivel de inmadurez vincular y, simultáneamente su modo de encubarla. Los histéricos, los fóbicos, y más las mujeres que los hombres, pueden presentar así, vistosamente, a modo de historieta, su fracaso ante la percepción del RI normal. Si la lámina III sólo presentara las figuras grises podríamos aprehender la identidad sexual y la modalidad del vínculo y advertir, además, una sensación de alivio en el sujeto. Pero el rojo, esta vez claramente impostado sobre el fondo blanco, no puede eludirse ni integrarse perceptivamente con las otras áreas. Es decir prácticamente imposible armar una G. En posición a, como elemento que irradia o absorbe, el rojo central está vinculado con las personas, y representa lo mostrado de la relación de pareja. Gradualmente, se pueden ir rompiendo los resguardos sociales, para mostrar las otras modalidades de la relación Mas lo latente en la relación de pareja no se agota en los rojos laterales. Hay una modalidad más básica del vínculo, de todo vínculo, que se expresaría cuando el sujeto mira la lámina III patas arriba, en posición c. El blanquinegro bicho G, ojos saltones y patas levantadas, panza absurdamente interceptada por el rojo central, estaba allí, esperando. Se lo puede tranquilizar viéndolo como un sapo. Los sapos croan de noche y buscan la vecindad de los charcos. Son inofensivos pero repelentes para la mayor parte de las personas. Representan la culpa (el charco), la culpa de lo que se ve y se hace de noche (coito, escena primaria). Y tanto más lo miramos, más nos mira: ¿Por qué en posición c las respuestas, buenas o malas, muestran lo más profundo del modo de ser-con-el-otro? Porque la mímica misma de invertir la lámina, el deseo espontáneo de verla de manera no usual, obedecen a una intención no reconocida por el sujeto pero sí actuada, de ver el revés de la trama. Corno siempre, en ese revés que es lo fundante de lo manifiesto, no podemos sino reencontrarnos con lo infantil, con lo remoto, con el estereotipo inicial sobre el que nos fuimos armando. El deseo incestuoso, la culpa, el temor, la pasividad, la necesidad de suministros amorosos, fueron aquello con que contamos inicialmente para 4

ingresar en el interjuego afectivo familiar. Hemos transitado la lámina III. El sujeto nos ha mostrado la fachada o lo profundo de sus relaciones de objeto. Hay un inevitable retorno a las primeras imagos que fueron los modelos del vínculo. Hombre o mujer, quien respondió fue aproximándose a las limitaciones, a la permisividad o a las carencias de su actual relacionarse-con. Con distinto matiz, con ansiedades distintas, con elaboraciones malogradas o con real superación de aquellos vínculos, lo cierto es que ya está presente, como una proximidad presentida, la figura del padre. Es el momento en que deja la lámina y sobreviene, la lámina IV. Acabamos de hacerle claro su presentimiento. ESTE ES EL PADRE, LA AUTORIDAD, el que presencia y guía, desde el Superyó, las relaciones de objeto. Ahora le preguntaremos, a través ele la próxima lámina, cómo aparece, para su apreciación perceptiva, la figura del Hombre, del Padre, de la Autoridad. Las personas normales ven siempre personas o muñecos. La falla en esto indica patología.

SENTIDO DE LA LÁMINA IV: Muestra los matices con los que se enfrenta a la autoridad, al padre, al hombre como varón. Todo lo que se proyecta como propio del padre es, al mismo tiempo, parte de la actitud del sujeto ante su propia virilidad o, si se trata de una mujer, ante el hombre en general. Es tan rápido el retroceso ante las ansiedades arcaicas que despierta esta figura, que todo intento de huida conduce a percibir contornos que de suyo encierran peligrosidad: escapar hacia el menudo pero luminoso matiz blanquecino superior, puede traer el alivio de “una flor abierta” (acá aparece lo maternal del padre), o hacernos tropezar con un genital femenino o con un ano, o con una o vagina-ano, propia de los homosexuales. Los laterales superiores pueden ser “cabezas de cisnes”, o “víboras colgando”, o “ramas caídas”. Pero si los integramos con el pequeño rostro del borde superior, resulta “alguien haciendo gimnasia”. Excepto la respuesta usual de “cisne”, las otras muestran el simbolismo del pene, el pene actual, el de la pareja, pequeño remedo del falo paterno. Los salientes inferiores tienen un claro formato de botas; las botas se asocian con el poder. Difícilmente sean botas suntuosas; el tembladeral del gris se presta para desvalorizarlas y para empobrecerlas. Es la ansiedad ante la autoridad. A veces esa autoridad se convierte en “un perro sentado”, o “en la cara de Pluto”, esto último para ubicar en un contexto infantil la condición desvalida del perro que aúlla, absorbido por la bota autoritaria. Hacia abajo, aparece toda la fuerza del detalle fálico, que a veces es tronco, columna, cola o cabeza mitológica o, cargado de hostilidad, inicia una ascendente columna vertebral que recorre de abajo hasta arriba de la lamina. También la hostilidad puede ser una defensa inadecuada, el último recurso del que el sujeto se prende para no dejarse invadir por la modalidad depresiva de la lámina, para que no se le convierta en humo o niebla, en los que no se pueden ver ni actuar. En ocasiones, esta invasión masiva es lo primero, solo expresada con una interjección confusa y balbuciente. ¿Qué se hace con estas ansiedades depresivas? En el peor de los casos, ¿qué hacen ellas con el sujeto? Para aplacarlas, los obsesivos despliegan su arsenal de pequeños detalles asépticos; los fóbicos escapan a los bordes, pero tropiezan con sexuales directas; los histéricos ignoran cuidadosamente los excesos: “Sin esto (detalle fálico), sin esto (salientes laterales superiores), y sin esto (salientes laterales inferiores), parece la carita de un perro lanudo”; la suavidad del pelaje pone la nota de ternura que reemplaza a la atracción sexual. También puede optarse por recursos heroicos. Por ejemplo girar la lámina enseguida y cubrirla con “un escudo antiguo”, o convertirla en “una flor desconocida, con dos pétalos que se abren”. El detalle fálico, omnipresente, se muestra ahora como una corona, como una torre, como un faro. A veces rodeados por pequeños perfiles de nariz puntiaguda. Y en la intimidad de las que eran botas en α, aparecen las gallinas (decadencia actual del poderío del padre infantil), o en lugar de ellas, las “mujeres con velos que levanta el viento”. Los objetos movidos por el 5

viento están siempre relacionados con la presencia de enfermedad, posiblemente diabetes, latentes en el individuo pero presente en la herencia familiar. El tipo de enfermedad orgánica que puede sugerir el Rorschach, es el de las enfermedades crónicas, graves o heredadas. No importa que la herencia no proceda de la rama paterna: igualmente aparecen pautas en lamina IV. Tal vez porque si las enfermedades aparecen por mandato superyoico, el Superyó ha hecho una fusión de todos los mandatos recibidos. En la diabetes son frecuentes los objetos livianos (tules, cabello, pasto) que mueve el viento, en las enfermedades cardiacas lo son los objetos que crepitan, chisporrotean, laten, y los personajes que ejecutan un ritmo de cabalgamiento o de danza, si este ritmo es onomatopeyicamente expresado por el sujeto al dar la respuesta. En cancerosos aparecen en esta lámina, respuestas siniestras de deterioro. La enfermedad mortal es un pacto estrecho con el Superyó, el esfuerzo supremo por sobornarlo, aceptando su mandato autodestructivo. En estos casos, el paciente se ha reconciliado perversamente con su Superyó sádico, adoptando la conducta masoquista máxima, la que lo llevaría a la muerte. El padre protector se ha tornado siniestro, lo melancólico desciende de la omnipotencia de “gorila a poderoso”, “águila bicéfala”, “corona y manto de un rey”, y adopta su modalidad autoinculpadora, denigratoria, sufriente de su propia caducidad: “hoja seca”, “pergamino retorcido”, “árbol viejo”, “insecto disecado”. Los hipomaníacos, hasta ahora locuaces, hacen descender bruscamente el número y la calidad de las respuestas a partir de la lamina IV. Los paranoides hacen globales abstractas y vacuas, rellenas de palabras y de intentos descriptivos, tan poco convincente como la exhibición de su fortaleza personal. Los esquizoides enuncian la simetría y se aferran a sus “huesos” o a sus “cueros” desvitalizados. Los epileptoides se ingenian para dar un LAZO, o arman respuestas que confirman la hipótesis psicoanalítica de la ligazón incestuosa con el padre. Van desde un tránsito desde la fantasía de “un gorila amenazante”, “un ser extraño que viene hacia acá; hasta la involuntaria confidencia de la actuación homosexual, como aparece en esta respuesta: “dos botas colgando, atadas a bota completa. Hay un LAZO que las vincula (atadas); hay un elemento anal (colgando); hay un símbolo del poder (botas); y hay una imagen fálica (palo). La lamina V, obliga a un trabajo rápido de reestructuración de todas las fuerzas de abordaje del mundo. Autoridad de los padres.

SENTIDO DE LA LÁMINA V: “El perro de Ulises”, tiene tanta realidad como “el perro de la casa”. Pero las creaciones artísticas tienen un hálito difuso, una posibilidad abierta para agregarles y quitarles cualidades, para tenerlas a la mano y todas reunidas en nuestra sala, en nuestra biblioteca. Los objetos reales escapan al intento de mejoramiento o de modificación o de cercanía porque tiene su forma, su tiempo y su espacio, y no se integran ni se confunden con nuestro lugar, ni con nuestro ser real aquí y ahora. Las láminas de Rorschach son como los materiales vírgenes con los que trabaja nuestra fantasía, a través de una percepción poco precisa. Pero la lámina V es restrictiva como la realidad: gris como la IV, ya la I, tiene menos matices. Esta unificada. En ella el blanco es fondo decidido, no una alternativa lúdicra entre figura y fondo. Es como si la lamina misma fuera la que enuncia: “me parezco a. . . “. La apariencia de alas es algo más que una posibilidad: surge el murciélago para os hombres, la mariposa para las mujeres. Esto también reafirma la hipótesis de que la lamina nos muestra el aborde de la realidad, o bien la intuición general con que nos disponemos a afrontarla. 6

También se la considera como representante del Yo, después de la presencia aplastantemente supersónica de la lamina IV. Es lo que el sujeto ha logrado conciliar, entre los urgentes mandatos del Ello y las exigencias del Súper Yo. La lamina V, con su recortada figura definida y sin grandes concesiones, apela al principio de realidad. Se entiende que el conejito central, de orejas erguidas, expectante, aparezca en los inmaduros y en los fóbicos. Mejor será que surja a de la global, porque sugerirá así una segunda actitud latente, no el enfrentamiento primero y habitual. También son usuales los cocodrilos laterales con sus bocas abiertas, como índice de la avidez por todo lo que no está frontalmente ante nosotros, sino indirectamente ofrecido. Los perfiles o las personas completas que descansan fácilmente ubicados por los temerosos, por los dependientes, por los que no adoptan actitudes activas ante la realidad. Debido a que esta es la lamina que solemos entregar con menos inquietud porque esperamos una global de animal alado y los detalles usuales, cualquier desajuste claro a la norma nos sobresalta. Y quien irrumpa con respuestas insólitas, tiene ya que haber mostrado conductas de este tipo en su trato espontáneo y convencional. En un trabajo comparativo del Rorschach de seis homosexuales, todos hombres de alrededor de 40 años y todos con nivel universitario, aparecieron respuestas de disfraces dadas como globales en esta lámina. Todos ellos dieron la mariposa como primera respuesta. Las imágenes especulares de los narcisistas suelen expresarse aquí, en posición c, como dos cisnes pecho a pecho, en contacto amoroso. Los competitivos prefieren los dos ciervos enfrentados por sus cabezas, con las patas traseras en tensión. Pobre en sugestión de respuestas, lo suficientemente armada como para impedir el vuelo imaginativo, difícil de reestructurar en forma original, la lámina V tiene la sencillez escueta de la realidad objetiva. También el matiz amenazador u omnipotente o desolador o tranquilo que puede despertarnos el gris de su textura, se parece a las diferentes conmociones que nos provoca el trato con lo real, cambiante como nuestro ánimo, variable como la familiaridad o la inseguridad con que afrontamos los distintos ambientes. Es por eso que algunos sujetos que han visto “un murciélago o una mariposa”, suelen aclarar que, si se trata de un murciélago, está quieto o muerto o amenazante; pero si es una mariposa está viva y volando. Esta mariposa de color oscuro, mariposa de noche, suele ser transformada en su superficie por los histéricos que la imaginan o la ven de colores cálidos, brillante, a veces caprichosos, con borde de color rojo y pintas amarillas. Este intento de falsificar el color linda con la manía y también con la aparente desenvoltura con que el histérico y el maníaco niegan su temor de lo real, con una superficial y ostensible fachada que no consigue disimular totalmente la angustia. Tal vez uno de los datos más evidentes de apartamiento de la realidad lo brindan los esquizofrénicos y preesquizofrénicos, con su fracaso en esta lamina. A lo sumo destacan la simetría. La lamina V es el semáforo del Rorschach, y no hay muchas opciones para estar de acuerdo con él, ni demasiado margen para distraernos. En definitiva, o se es un niño travieso, o un niño a destiempo (regresión), o un sujeto malintencionado (psicopatía), o se es adulto. Y los adultos se portan bien: con gracia, como las mariposas femeninas, o con seriedad, como los murciélagos masculinos. Porque además de adulto, se es adulto hombre o adulto mujer. ¿ Lo es nuestro sujeto de prueba? Se lo preguntaremos a través de la lámina VI. Sentido de la realidad, provoca exclamaciones y aversiones. Revela traumas sexuales.

SENTIDO DE LA LÁMINA VI: Irka Olszaniecki, considera que las laminas IV, V y VI conforman una tríada secuencial “con un orden inmodificable que recuerda los elementos de la situación 7

edípica: yo, tu padre, te muestro cual es la realidad que no podrás transformar y en la cual y con la cual darás testimonio de tu ser sexuado” No existe un estimulo determinado que funcione como excitante sexual, sino un acuerdo silencioso entre una, manera nuestra de experimentar el cuerpo, ya sea el propio como el ajeno. La sexualidad es una conducta y, como tal, necesita un énfasis intencionante (que puede llamarse libido) y un correlato que le cuadre, que esta virtual pero no manifiestamente presente en el mundo. Si no se produce la amalgama de ambos términos, lo sexual no se configura, aunque pueda estar sustituido por una significación cuyo sentido pertenece mas la campo de lo intelectual que al de lo vivido. No podemos decir que la lamina VI suscita respuestas (y por lo tanto percepciones) de tipo sexual, sino que es la lamina donde lo corporal carnal aparece con mas evidencia para la percepción. Su color gris, no obstante, no favorece una directa asociación con sensaciones corporales profundas, aunque si con sensaciones táctiles, ya que su tonalidad esta fina y ostensiblemente matizada. Tomarla en su conjunto, y apelar a la piel de animal; presenta lo sexual en su forma tierna, casi racional por lo desvitalizado de la respuesta. El área superior representa lo masculino, y el área mayor se asocia con lo femenino. Para corroborarlo están las sexuales directas de “pene”, arriba, y “labios de vulva” en el D mayor. Acá si lo sexual esta considerado en su forma más sincrética, mas tocable, casi tanto como cuando se responde “Esto parece un pedazo de carne asándose”. La oralidad (como sustituto de la genitalidad) puede aparecer algo más instrumentada: “Un cordero al asador” donde el eje oscuro es la varilla vertical que atraviesa la carne. Es hacia esa varilla-eje que se dirigen los homosexuales varones, por rápida transposición de vaginaano-tracto intestinal: el misterio de su necesidad de incorporar por el ano, está mostrando en la oscuridad que se hace profunda en el D eje vertical, como un “valle, como “un río”, como “una zanja”. El elemento kinestesico que acompaña a la percepción (y al acto sexual) puede difundirse en una estela que deja una lancha (dBl del eje) o hacerse angustia flotante en el humo que sale del cohete (el mismo dBl) que asciende. Ese blanco pequeño, central, intimo, entrañable, del tamaño de un secreto y con la luminosidad de lo que nos obliga mirar, puede tomar la forma de “pichoncitos muertos”, de “palomas”, de “pulmones”. En las mujeres suele representar los abortos y, a veces como contrapartida, el embarazo. Por ejemplo, “la germinación del poroto”. La escotadura inferior tiene afinidad con la abertura vaginal, pese a la incongruencia de sus salientes pequeños pero notables. A veces lo importante es el blanco que encierra, que se transforma, por un acto eufemístico del pudor, en corazón. En ocasiones la imaginación solo consigue el símbolo mas elemental de la vagina: “es un cangrejo con sus pinzas”. Técnicamente podemos llamar a esta zona vagina dentada. Los que padecen eyaculación precoz, dan nota de vertiginosidad en el área fálica superior: “Parece la cabeza de un gato recién bañado, que se sacude el agua de la cabeza” ( el agua fue señalada en las aparentes alas a uno y otro lado del D superior. Esa área, vista como mojada, es usual en los casos de eyaculación precoz. En cuanto al D fálico superior, se convierte en cara de viejo en los fóbicos; en gusano, en la minusvalía; en torneada pata de mueble o en candelabro, en los que conservan el orgullo que apareció en ellos durante su etapa fálica. El detalle mayor, pasivo y sufrido, es solo la piel, una costa geográfica, algún perfil, la tierra que el eje central penetra y taladra; a veces, una hoja. Su misterio y su venganza están en el centro, en el fangoso recorrido de la culpa, que los homosexuales expresan como estela, como humo, porque envidian a la mujer y pueden aparentarla, pero no emularla en su acto más peculiar: la gestación, los “huevecillos blancos” albergados en su misma entraña. La feminidad, puede se “una cruz”, un castigo. Para que así se experimente, el hombre o 8

la mujer tienen que desdeñar muchos de los aspectos positivos que comporta, y seleccionar lo que puede haber de fragilidad, de indefensión, de sufrimiento, en algunas situaciones limites como la violación, la carencia de objeto sexual satisfactorio, el dolor ansioso del parto. Esa cruz es recortada a veces en el D mayor, tomado los extremos de los salientes inferiores y el eje vertical. También puede convertirse el D superior en un radiante Cristo de brazos abiertos, en un adulto Shiva de múltiples brazos. Aquí es el intento sublimatorio lo que reemplaza y encubre la vivencia de lo sexual. “No sé si es una serpiente o una mariposa”; “Es una serpiente delante de una mariposa, de la que solo se ven las alas”; “Es una serpiente alada”. L a indeferenciación sexual esta patente en estas respuestas; angustiada en la segunda, por la perspectiva (K); asumida, en la última, por la contaminación. En posición b se ve bien un barco en la parte superior del D mayor, que a veces es un submarino, un navío en la niebla, y hasta una embarcación cubierta de nieve. Son respuestas adolescentes, donde el objeto es usado porque se distancia más de lo vivo, y porque expresa mejor el estado de insatisfacción. A veces la satisfacción es solamente narcisista, y las dos mitades se reflejan, con agua, con pasto, con arena, con hielo, rescatados en los matices del gris. La lamina en c. Algunas personas avisan al girar la lámina. “Invirtiendo la figura, parece un árbol”. “Si doy vuelta la lamina, parece una pantalla con el mango acá abajo”. En el primer caso, lo que esta invertido no es solo la lamina sino la actitud del sujeto, que pasa a la pasividad (árbol); en e l segundo, lo dado vuelta no es solo lámina sino la mano en el mango de la pantalla (masturbación). Mejor es dar la espalda a estos problemas, o poner de espaldas a las dos figuras zoo o antropomorfas que pueden percibirse en las dos mitades del detalle mayor. Están unidas por la espalda, pero señalan direcciones opuestas: hacia la izquierda, la madre; hacia la derecha, el dedo señala al padre. La difícil opción de los fóbicos, peligrosamente equilibrados entre dos objetos prohibidos, se hace a veces más patética. La huida llega hasta los bordes. Son enormes y abarcadores perfiles de faraones, de viejos con barba, de animales. Los obsesivos se constriñen más todavía: enfocan los d extremos del borde ahora superior del D mayor, y ven figuras de próceres, hombres al borde del abismo, sabios pensando, Venus del Nilo: es la grandielocuencia en miniatura, la idealización denigrada al tamaño de Pulgarcito. Todavía les quedan otros refugios: el nido de la vagina dentada, que ahora es lo más alto de la figura. Allí los pichones piden comida (boca-vagina), los padres custodian con picos afilados (d laterales); en realidad custodian la perdida de la virginidad, amenazan a los incestuosos que pretenden robar lo que no les corresponde. Los incestuosos no se ven, se presienten. Esta tierna escena cargada de peligro, implica la aceptación de la maternidad (la respuesta está dada en el área femenina) pero no de la genitalidad. Por eso es una repuesta tan frecuente. El padre ya pronuncio sus mandatos en la lamina IV. Esos mandatos fueron compulsados con la realidad en la V. La VI nos aproximo a las vicisitudes de la intimidad sexual, donde lo femenino, como mujer y como madre, está siempre presente. Es el momento de encarar directamente a la mujer, a la MADRE, a la que el hombre busca y la mujer debe asumir en sí misma. Todavía gris, pero con ostensible y persecutorio blanco, la lamina VII se presenta, con facie de bruja o con serenidad de cielo apacible, de nube vaporosa. Se halla en relación a los complejos sexuales.

SENTIDO DE LA LÁMINA VII: Esta Lámina es llamada la lámina materna o de la imagen materna, en donde se reflejan diferentes maneras de enfrentar a la mujer madre, a lo maternal de esta lamina. Así por ejemplo tenemos a la madre muy narcisista, cuan do se da como respuesta a una mujer que se contempla así misma en el espejo, cuando ven a dos viejas chismoseando o dos señoras discutiendo, o bien dos tigres con la boca abierta.

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Por otra parte tenemos la madre desafectivizada, de la que recibimos alimento y protección física, pero no amor, una madre nutricia pero distante, la cual se encuentra reflejada en las siguientes respuestas, parecen nubes, varias piedras, una encima de otra. También la madre sobre protectora se refleja en respuestas como un cangrejo con sus pinzas, una dentadura postiza. Es decir una madre luchadora, fálica, que no deja crecer a sus hijos, reflejándose como dos penínsulas que avanzan en el agua, mientras aquellas que no supieron defender a su hijo de las arbitrariedades o del abuso de un padre sin rol, se dan en respuestas de bahía que se dejan invadir por elementos. La madre asexual izad, la virgen madre es negada en el tercio interior, donde tan claramente pueden evocarse los genitales femeninos y sus alrededores. Esta zona encierra peligros que generalmente obligan a girar la lámina, después de responder por las áreas superiores. La mariposa seria el símbolo más aceptable, aunque generalmente es criticada por el tamaño o por la forma de sus alas. También dentro de esta lamina el juego óptico de figura fondo puede cambiar rápidamente, apareciendo el blanco imponente como perseguidor, con toda la ansiedad persecutoria que puede despertar la madre infantil. Esta ansiedad puede expresarse como luz o como la entrada a una gruta, donde a veces el sujeto Edipo indefenso en país desconocido, está adentro. Así la proyección del terror o la desventura es el mecanismo propio de los paranoides expresando respuestas de huesos rotos, un animal destrozado, actuado estas como defensas agresivas contra el incesto. Por otra parte cuando hablamos de una madre sometida o una infancia masoquista, n os encontramos con sujetos que tienden a ver la lámina en posición invertida dando respuestas como, animales que sostiene un gran peso, o piedras, con la cabeza, siendo propia de personas que tienen vocación de enfermedad cardiaca (como todos los que dan respuesta de esfuerzo). Si la madre no ha estado presente como espejo configurarte de la corporalidad y del yo, se suelen ver trozos sueltos de animales. También el pánico persiste en el espacio en blanco del medio (fondo), el cual no es solo cavidad, sino vació, luz, ya que por ejemplo, lo primero que sobreviene en un parteo es la luz, propicio receptor de la proyección de pánico de un niño. Loa que no atinan a dar respuestas de animales son aquellos que en vez de guardar un niño dentro de sí , conservan un ser sufriente que no pueden reconocer como niño, porque retrospectivamente nada les permitió trazar un límite entre lo que fue aquella edad con alegrías y desdichas, para empezar a ser otra época. Si se trata de hombres el fracaso está referido a sus propios aspectos tiernos pero también a la madre que se hizo cargo de ellos, y a la mujer como compañía adulta actual. De esta forma, la impresión de Ofelia Vázquez, es que esta lámina no se refiere a la madre biológica sino a lo femenino en relación más personal con cada uno de nosotros, en donde la textura que sugiere el gris es menos evadible. Y para las mujeres, la lamina en posición invertida y el espacio en blanco que la misma sugiere es el elemento más difícil de configurar. Es traumatica para personas con conflictos frente a la madre.

SENTIDO DE LA LAMINA VIII Es la llamada lámina de los afectos, ya que exige el manejo de los mismos. En ella aparecen tres colores luminosos, el verde azulado, el rosa y el naranja de los cuales solo el central (verde azulado) es absolutamente novedoso. Todavía un resabio gris sostiene o encumbra el conjunto, donde se recortan las cuatro áreas de color, minuciosamente distanciadas por un blanco discontinuo.

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La percepción en esta lámina se presenta como una dificultad ya que no se agota en los colores sino en la constitución de un gestalt especial, hay por lo menos dos maneras de configurar esta lamina seudopoligonal: • recorriendo con la vista todo el contorno de “un escudo de armas”, lo que nos mantendría en la frontera misma de la huida, pero nos permitiría entrar después con más valor al territorio ya protegido y desvitalizado, o apelar a lo más familiar, los animales laterales, y considerar el resto como escenografita adecuada a ellos.

• Un modo frontal y contra fóbico de atreverse con la luminosidad de la lamina VIII, dirigiéndose al pequeño detalle blanco central, para ver “una cara de mago”, “una carreta”, “una calavera”. Así encarada la respuesta el blanco es domínate y los colores son arbitrarios, habiendo un truque de figura-fondo, en donde la ansiedad persecutoria preside y embalsama los matices, las formas y los colores. Los epilépticos, los psicóticos, los autistas, los bordar line, desestiman la facilidad de los animales de los costados , viendo la parte central desde arriba hasta abajo, como un cuerpo humano desde el cuello hasta la ingle (R de epiléptico), varios órganos separados (un esquizofrénico), un esqueleto con otras partes (un border), un árbol con la copa, el follaje y la tierra abajo (caracteropatía homosexual), el fuego, el humo y al cumbre de un volcán (psicosis histérica). Sin embargo, esperamos que los animales se den como primera respuesta. Porque este animal, bien visto, con actitud precisa y ánimo definido, representa el aquí y ahora de la trasferencia, ya que lo que se diga de los animales, se está diciendo del probando y examinador. Así lo que el sujeto diga a cerca de la actitud o del estado de ánimo de los animales, es la proyección de lo que siente frente al examinador, y de cómo siente a esta. Si se trata de un futuro paciente, estas pautas son claras para entender cómo será su actitud trasferencial, a veces en el inicio del tratamiento, a veces en forma permanente. Esta manifestación de la modalidad del vínculo trasferencial se producen decididamente en esta lámina, lo que le permite a la autora la lámina de la trasferencia. Un ejemplo de esto es el siguiente: Un niño de 13 años, a quien su madre intento abortar usando técnicas cruentas y psicóticas, maltrato por su madrastra después de la muerte de su madre, cuidado por una abuela arteriosclerótica, y castigado por un padre sometido a esas figuras femeninas, logro hacer una cariñosa trasferencia con su terapeuta, y cuando se le pregunto por la actitud de los animalitos que había visto, hizo con los brazos un vivo gesto de ascenso y choque, mientras decía están subiendo para pelearse aquí arriba, la cual no fue real, necesitando fraguar una situación y abandono como si esta terapeuta fuera su madre, su madrastra, su abuela. Por otra parte, el pino, casi una popular dada en el área gris superior, coincide con el modelo básico de la relación vincular más remota y más permanente. Solo que esta vez se indica allí a la persona o la entidad a la que el sujeto está más aferrado. El árbol representa a la familia. La madre absorbente es vista en la parte lateral como un pulpo, lo cual es característico de personas de edad criadas a la antigua, que no han salido de la sujeción de su infancia. En esta lamina, además, el manejo de la agresión se muestra en azul verdoso. Esta área vincula el Tánatos presente en el gris superior, y el Eros del rosa-naranja, descargando el sujeto entre ambos, el aquí y ahora trasferencial, en que ambas instancias luchan confundidas, siendo lo corriente eludir la expicitación de esa agresión, viéndose entonces solo el blanco entre el azul verdoso, generalmente como tórax o costillas. Pero aun esos mismo blancos pueden estar cargados de connotaciones autoagresivas: desde la boca abierta de un pez, y se ven los dientes. La pasividad y la somatización, como manejo de la agresión, ponen en evidencia su origen de mandato recibido en la infancia. Así respuestas de bandera flameando son el símbolo de la descarga de la agresión a través de la búsqueda de éxito, de estatus. 11

Los murciélagos vistos en localización no habitual representan el temor de que algo nefasto ocurrirá. Una flor, un pétalo, una mariposa, hielo con reflejos solares, son respuestas dóciles, es lo que la sexualidad está dispuesta a absorber de la agresión que fluye desde el menudo triangulo azul verdoso que parece sostener a la zona rosa-naranja. Una vagina una vulva, en la parte central, son respuestas propias de fóbicos, mientras que los histéricos suelen dar como respuesta una estatuilla de oro brillante. Y para dejar constancia del esfuerzo persecutorio con que agresión y sexualidad se mantiene distantes, están el águila blanca con las ala extendidas del paranoide o una paloma de los esquizofrénicos vistas entre el azul verdoso y rasa naranja. Los fóbicos y escopofilícos no se pierden las cabecitas que asoman a uno y otro lado en el borde superior naranja. Cuando se es más agresivo o egocéntrico se pierde la subjetividad del contorno y los colores solo siguieren partes anatómicas ubicadas forzosamente y si una buena percepción formal. Los animales laterales vistos en posición invertida, suelen ser osos hormigueros o canguros con sus cabezas conectadas con el detalle rosa-naranja. El sujeto que no tiene en cuenta los colores condena su vida afectiva. Si los destaca en exceso puede indicar epilepsia. SENTIDO DE LA LAMINA IX Es la lamina materna primitiva, la cual es frecuentemente rechazada, con un tiempo de reacción que suele alargarse llevando a la persona a vivencias muy arcaicas y primitivas, en donde es imposible pasar por alto el espacio en blanco desde la forma del útero hasta símbolos femeninos indirectos, es un área que nos acepta la negación, es un hueco un vació, un violín o un jardín. Es el antro materno, paraíso perdido, el espejo. Enfrentar esta lamina es mirar hacia atrás, es mirar hacia el comienzo, hacia nuestro comienzo, hacia aquel periodo en el que mi ser era una continuación de otro ser que me contenía, mi madre, la que vivía y sentía, pensaba y era afectada por ambas. La ansiedad de retomar contacto con algo más firme y limitado debe ser lo que hace que las cabezas de cocodrilo o ciervo del interior del verde, sean casi populares, solo comprables por la frecuencia con que aparecen a los pechos con pezón en los laterales de la lámina I. Esta cabeza de cocodrilo se relaciona siempre con el embarazo y hay que interpretarlo de acuerdo al sexo, la edad y las circunstancias vitales del sujeto. Las curvas inferiores internas que pertenecen a las áreas naranjas superiores, suelen ser vistas como vientres de embarazadas. El verde puede ser mar o follaje, o lago como expresión de pasividad o de entrega, pero también un hueso para los esquizoides que se aíslan de su propias vivencias corporales o solo dos perfiles para los fóbicos que siempre tratan de estar a distancia de su propia corporalidad intima. El rasado inferior parece despertar asociaciones relacionados con los hijos, mientras que los naranjas superiores representan la relación con los hermanos, también se expresa la relación fetal con la madre Así los naranjas supriores son alusivos a los fetal, el verde como las sensaciones del vientre materno y del propio cuerpo, el blanco y las transiciones naranja-verde, como el trauma de nacimiento, el recinto uterino, las ansiedades persecutorias prenatales y postnatales y el rozado inferior como la pro creatividad, el genital femenino, el hijo logrado. Una respuesta que aparece en adultos inteligentes es la de una señora con el pelo recogido a los costados con un vestido blanco en la parte central y cubierta con manto de dos coloreas (verde y naranja), entrando a un fiesta. 12

En algunos enfermos crónicos y hereditarios la mención explícita de la mezcla o superposición de colores, habiendo una percepción global, manifestándose como la erupción de un volcán, fuego y humo algo que se ha partido y se separa. Cundo la lamina es vista en posición invertida se percibe un lechuza en el centro de las tres partes que configuran el rosa, lo que aludiría a la muerte de hijos, hermanos o peligro de muerte en el sujeto mismo durante su infancia. En el verde se van cabezas de cerditos o cabeza de dos niñas que se besan separada por un palo (pené), lo cual simboliza a la irrupción del padre en el vinculo madre-hijo. Con los hocicos hacia fuera incluyendo el detalle interior al verde como boca abierta, viéndose la cabeza de un rinoceronte, un oso comiendo algo, o en el borde del verde una cara durmiendo, con nariz rectangular, boca apretada y barbilla saliente. Aludiendo estas respuestas a funciones biológicas básicas, las primeras son orles, la ultima tiene un destejo de nostalgia por la placidez del bebe que duerme después de haber comido. Los naranjas inferiores pueden ser pájaros apayasados en ramas, cabizbajos, hombres jugando a las cartas, etc, aludiendo también esta parte naranja a lo genital, reinterpretando las respuestas de alimento como ansiedades orales, las depresivas (cabizbajo, meditando) como preocupación por lo sexual, las de vestimenta como exhibiciones o histéricas. En posición b, el verde pasa a primer plano en la señora gorda que sujeta a un niño, un persona andando en bicicleta, etc efectuando acciones que recuerdan acontecimientos infantiles traumáticos. Por lo tanto a partir de esto podemos decir que esta lamina, desde el fracaso total hasta la aparición de varias respuestas populares, desde la descripción de colores hasta la simbolización de conceptos metafísicos, es la más difícil de configurar y la más ardua de interpretar con claridad. Sublimación. Personas inseguras y temerosas de sus propios impulsos. Si presenta respuestas C en laminas VII y X y ninguna en esta, hay poca capacidad para sublimar.

SENTIDO DE LA LAMINA X El sujeto al enfrentarse a esta lámina tiene la necesidad de recortar, enfatizar, omitir, reunir y separar las ares que lo enfrentan para mostrar la riqueza o pequeñez, el ajuste o la distorsión con que encara su contexto mundano. Tal vez porque lo común a todos los hombres se la ligazón con las figuras parentales y especialmente con la madre, las primeras respuestas recaen en los celestes laterales y en el gris medio superior, en lo celeste se proyecta la figura materna (araña, pulpo, cangrejo, raíz, flor), en el gris, la pareja parental. El detalle central alargado del gris equivale al propio sujeto en relación triangular con los padres. Junto a los celestes laterales, los verdes superiores pueden ser pinzas del cangrejo (celeste), lo que indica que quien da la respuesta funciona como parte de su madre, probablemente como los aspectos agresivos complementarios de una madre pasiva, indirectamente manejadora, por lo que esta área verde parece ser la que se presta para expresar la actitud del hijo (examinado) respecto de su madre y de la pareja parental. Luego las áreas verdes inferiores expresan el rol social aparente del sujeto. Por eso el concejito acomodándose es propio de los fóbicos y no de los paranoicos, los pavos reales mostrando su cola son respuestas propias de los histéricos, los caballitos de mar suelen verlos aquellos fieles a su infancia, a las costumbres, a los mandatos familiares. Los obsesivos apelando al detalle pequeño perfectamente configurado en la parte más delgada del verde reflejan la cabeza y el cuello de una jirafa. Las áreas rosadas representan la sexualidad, el Eros y la agresión con sus tonalidades gradualmente matizadas. Un mapa, la bota de Italia, dos montañas son malas respuestas que denuncian inmadurez sexual compensadas con un intento de racionalización; gusanos, larvas, fetos, son respuestas regresivas e infantiles. Los homosexuales suelen ver en esta zona 13

animales gelatinosos, asqueroso que se arrastran, o bien bebés haciendo pis (amarillos intensos) y caca (marrón oscuro) al mismo tiempo, habiendo en esta ultima una connotación esquizoide y perversa. Los azules centrales, que vinculan a los rozados, representan a la pareja actual del sujeto, por ejemplo los que se encuentran en conflicto matrimonial ven en posición invertida a dos hombres que se ayudan entre sí paran o caer al abismo. Los que mantiene una relación colaboradora ven a dos palomas pasándose algo o sosteniendo algo. Los amarillos internos despiertan respuestas relacionadas con lo más regresivo deseado, desde la célula de los esquizoides pasando por el huevo frito de los orales y los esquizofrénico, hasta el león erguido de los que hubieran querido ser el rey de la casa (el varón, el hijo deseado) y al original sirena de una histérica, que se había asegurado la virginidad de la cintura para abajo, sin perder la seducción y la belleza de la cintura hacia arriba. Lo amarillos externos se prestan para expresar lo conscientemente deseado por el sujeto, incluidas las fantasías de curación. El marrón oscuro ubicado entre el amarillo y el rosado puede dar al interpretar pautas a cerca de la fantasía de enfermedad del paciente, el ciervo saltando visto por la forma y el color es índice de salud. La papa arrancada de la tierra, el caballo cayendo, los insectos picando se aproximan a las fantasías de enfermedad. El marrón claro lateral inferior puede sugerir respuestas relacionadas con el autentico rol social del sujeto, en contraposición con el aparente, dado en el verde inferior, o bien aludir a la imagen paterna. El detalle central naranja representa al sujeto en medio de su mundo, su modo de sentirse entre los demás. El hueso de polo es la respuesta más usual, equivale a considerarse uno más entre todos. La similla, por ser un vegetal, mostraría el sentimiento de pasividad y dependencia, la onda sin la goma que la completa, es índice de agresividad latente y contenida. La primera visión abarcadora que surgen posición normal es animales, fondo de mar, mientras que en posición invertida se presenta el corte de una hoja, con cáliz en el gris y grandes pétalos en el rosado. Por lo tanto siempre que el sujeto de su respuesta en posición normal implica que este se somete a un mundo misterioso y en cuando la de en posición invertida toma conciencia de que es pasivo objeto de estudio. Si el mundo es vivido con pánico, la lamina será colocada en posición b por ejemplo dos encías sin dientes (rosados), comiendo todo esto de adentro (azul, amarillo, verde), y lo de afuera es lo que mastico y escupió (celestes, marrones). Si el pánico no es psicótico, sino neurótico, aparecen las caras fóbicas, integradas por el blanco, los verdes como cejas, naranja como nariz, los amarillos como ojos, azul como anteojos, naranja como nariz y gris como barba. Los rosados pueden parecer sirenas en posición invertida (c) o mujeres con pañuelos en la cabeza, también canguros con sus hijitos (azules) saltando de la bolsa ventral, en esta respuesta lo sexual y lo maternal se confunden. Los verdes internos superiores pueden parecer aviones que caen humo, lo cual es propio de la angustia depresiva en maniacos.

con su estela de

Si seguimos en posición c, el naranja puede configurarse como ojos y nariz, para mostrar la ansiedad inquisitiva, fóbica y paranoide que preside el ánimo del sujeto cuando enfrenta al mundo. En torno de este naranja y limitada por el azul, parte de los rasados y el gris, se extiende una zona blanca que se presenta para expresar lo más tímido del sujeto, por ejemplo una calavera. En posición normal esta zona blanca puede aparecer como una cabeza y un cuerpo de ángel en donde lo más temido en la muerte de un hijo o un niño. 14

el fracaso puede representar depresión como un rasgo autista.

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