Obras Completas De Filón De Alejandría III: José María Triviño

OBRAS COMPLETAS DE FILÓN DE ALEJANDRÍA III Traducción directa del griego, introducción y notas de JOSÉ MARÍA TRIVIÑO Ca

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OBRAS COMPLETAS DE FILÓN DE ALEJANDRÍA III Traducción directa del griego, introducción y notas de

JOSÉ MARÍA TRIVIÑO Catedrático de la Universidad Nacional de La Plata Buenos Aires 1976

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ÍNDICE

1 SOBRE QUIÉN ES EL HEREDERO DE LAS COSAS DIVINAS..................... 3 2 (Sobre la herencia de las cosas divinas)................................................................ 3 3 (QUIS RERUM DIVINARUM HERES).............................................................. 3 4 SOBRE LA UNIÓN1 CON LOS ESTUDIOS PRELIMINARES........................ 47 5 (DE CONGRESSU QUAERENDAE ERUDITIONIS GRATIA)........................ 48 6 SOBRE LA HUIDA Y EL HALLAZGO............................................................... 74 7 (DE FUGA ET INVENTIONE)............................................................................ 75 8 SOBRE AQUELLOS CUYOS NOMBRES SON CAMBIADOS Y SOBRE LOS MOTIVOS DE LOS CAMBIOS....................................................................................... 106 9 (DE MUTATIONE NOMINUM).......................................................................... 107 10 SOBRE LOS SUEÑOS ENVIADOS POR DIOS................................................ 144 11 (DE SOMNIIS)..................................................................................................... 145 11.1 SOBRE LOS SUEÑOS I....................................................................................... 145 11.2 SOBRE LOS SUEÑOS II..................................................................................... 183 12 SOBRE ABRAHAM............................................................................................. 220 13 (DE ABRAHAMO)............................................................................................... 221 14 SOBRE JOSÉ........................................................................................................ 259 15 ES DECIR, LA VIDA DEL HOMBRE DE ESTADO.......................................... 260 16 (DE IOSEPHO)..................................................................................................... 260

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SOBRE QUIÉN ES EL HEREDERO DE LAS COSAS DIVINAS (Sobre la herencia de las cosas divinas) (QUIS RERUM DIVINARUM HERES) 1. I. En el tratado precedente 1 hemos discurrido con toda la precisión posible acerca de las recompensas. Nos toca ahora averiguar quién es el heredero de las cosas Divinas. Cuando el sabio2 escucha un oráculo al respecto, que le profetiza: "Tu recompensa será sobremanera grande", 1 No se refiere a Sobre la migración de Abraham, que en las ediciones modernas precede al presente tratado, sino a un trabajo perdido sobre Gen. XV, 1. 2 Abraham. [2.] formula esta pre gunta: "¿Qué me darás, Señor? Yo me extingo sin hijos. Él hijo de Masek, la nacida en mi casa, es este Damasco Eliezer." Y agrega: "Pues no me has dado descendencia, el nacido en mí casa será mi heredero". (Gen. XV, 1 a 3.) 3. ¿Quién, sin embargo, no se hubiera quedado mudo y boquiabierto, pas mado ante la majestad y grandeza del Dador del oráculo, sí no a resultas del terror, al menos por exceso de felicidad? Por que, tanto los pesares excesivos como las desmedidas alegrías ponen cerrojo a los labios.3 3 Es decir, resulta extraño que se haya atrevido a formular la pregunta, cuando lo que cabía esperar era que no pudiera articular palabra en el estado en que se hallaba. 4. Por ese motivo también Moisés reconoce que se ha vuelto débil de voz y pesado de lengua desde el momento en que Dios comenzó a hablarle.4 Y el testimonio del profeta no es falso. Es natural, en efecto, que en tales circunstancias el órgano de la voz se trabe al mismo tiempo que el lenguaje del entendimiento se torna coherente y brota en irresistible torrente, describiendo hermosuras unas tras otras, no de palabras sino de pensamientos, y dotado de una fuerza tan ágil como sublime. 4 Ex. IV, 10. 5. Con todo, la valentía y la franqueza en su debido momento ante nuestros superiores son virtudes admirables y por ello me parece que más tienen de verdad que de comicidad estas palabras del comediógrafo: "Si el sirviente se habituare a mantenerse callado resultará insoportable. Permítele que hable con franqueza." 5 5 Menandro. 6. II. ¿Y cuándo habla el sirviente con franqueza a su amo? No hay duda de que cuando tiene conciencia de que no ha per judicado en nada a su dueño y, por el contrario, todas sus obras y palabras son en provecho del mismo. 7. ¿Cuándo, entonces, corresponde que el esclavo de Dios hable con franqueza al Soberano y Señor suyo y del universo? ¿No es, acaso, cuando se hubiere purificado de sus faltas y el juicio de su conciencia fuere leal para con su Señor y sintiere más alegría de ser sir viente de Dios que si fuese rey de todo el género humano y hubiese alcanzado un poder sin límites sobre el mar y la tierra conjuntamente? PAGE 51

8. Los leales servicios y cultos de Abraham son puestos de manifiesto por las palabras finales de un oráculo revelado al hijo del mismo: "Te daré a ti y a tu descendencia toda esta tierra, y serán bendecidas en tu posteridad las nacio nes todas de la tierra en premio por haber tu padre Abraham escuchado obediente Mi voz, y guardado Mis prescripciones, Mis órdenes. Mis disposiciones y Mis normas." (Gen. XXVI, 3 a 5.) 9. El mejor elogio que cabe hacer de un servidor es afirmar que no descuida mandato alguno de su señor y que con ánimo bien dispuesto se aplica más allá de sus mismas fuerzas para llevar a buen término con diligencia y laboriosidad todos sus cometidos. 10. III. Por cierto que a algunos les conviene más escuchar que hablar; y a éstos se refiere lo de "calla y escucha". (Deut. XXVII, 9.) Excelente prescripción. Porque la falta de instruc ción es en extremo osada v suelta de lengua, y su remedio es, primero, no decir palabra; y segundo, prestar atención a aquellos que dicen algo digno de oírse. 11. Mas nadie piense que a esto se concreta el significado de las palabras "calla y escucha". No; ellas prescriben algo de más valor aún. No sólo exhortan a callar con la lengua y a escuchar con los oídos, sino también a que se hagan ambas experiencias con el alma. 12. Por que muchos están presentes escuchando a alguien, pero no con sus inteligencias, con las que deambulan fuera, y divagan con sigo mismos a través de innumerables pensamientos respecto de incontables asuntos familiares, ajenos, particulares y públicos, cuando lo razonable sería no acordarse de ellos en esos momen tos. Todos estos pensamientos se van sumando, por así decir, uno tras otro, imposibilitando a causa de su grande y confuso vocerío escuchar al que habla; de lo que resulta que éste habla no como ante un auditorio humano sino como ante estatuas sin vida, las que tienen orejas mas no oídos en ellas. 13. Si, pues, la inteligencia se resolviere a no tener tratos con ninguno de los asuntos que le llegan desde fuera o que encierra en sí; y, en cambio, manteniéndose tranquila y serena, se concentrare en quien le habla, "callará" conforme con la prescripción de Moisés, y de ese modo podrá escuchar con toda atención. De otro modo no podrá hacerlo. 14. IV. Si para los ignorantes, pues, es provechoso guardar silencio, para los que anhelan el saber y a la vez aman a sus señores la cosa más necesaria es el hablar franco. Por ejemplo, en el Éxodo se dice: "El Señor combatirá en favor vuestro y vosotros callaréis" (Ex. XIV, 14); y poco más adelante se lee el siguiente oráculo: "Y dijo el Señor a Moisés: '¿Qué es lo que Me gritas?'." (Ex. XIV, 15.) Según esto, es preciso que los que no han de decir nada digno de escucharse callen, y que hablen los que tienen puesta su confianza en el Divino amor por la sabiduría; y que no sólo hablen de manera normal sino lancen gritos con potente voz; no gritos con la boca y la lengua, por obra de las cuales, según explican, el aire se redondea 6 y se torna perceptible al oído, sino con la musicalidad suma y potentísima voz del órgano del alma, del que ningún mortal es oyente y sólo lo es el Increado e Imperecedero. 6 Ver Diógenes Laercio VII, 158. 15. Es que sólo el músico de la inteligencia es capaz de percibir la bien templada y melodiosa música de la armonía intelectual, y ninguno de los que están mezclados con la sensibilidad puede percibirla. Mas, cuando todo el órgano de la inteligencia emite su sinfonía de simple o doble octava, el Oyente hace como que pregunta; porque, en realidad, no pregunta, pues nada PAGE 51

hay que Dios ignore: "¿Qué es lo que me gritas?" ¿Es una súplica para que aparte de ti los males, o tu agradecimiento por la participación en los bienes, o ambas cosas? 16. V. Y el que parecía ser corto de expresión, pesado de lengua y sin palabras resulta ahora locuaz, al punto de que en el pasaje citado es presentado no sólo hablando sino gritando; y en otro, emitiendo un torrente incesante y sin pausa de palabras. 17. En efecto, leemos que "Moisés estaba hablando a Dios, y Dios le iba respondiendo con una voz". (Ex. XIX, 19.) La forma verbal empleada no es la de acción puntual, "habló", sino la de acción durativa, "estaba hablando", y Dios no "res pondió" sino "iba respondiendo" permanente e ininterrumpidamente.7 7 El sistema verbal griego estaba estructurado sobre la base del aspecto verbal, y sólo secundariamente expresaba el tiempo de la acción. Filón se refiere aquí al hecho de que en el texto del pasaje que comenta se emplea. no la forma de indicativo pasado correspondiente al aspecto puntual o aorístico, que expresa la acción como circunscripta a un punto o momento, sin extensión temporal, sino la que expresa el aspecto durativo, o sea, la acción prolongada indefinidamente. 18. Ahora bien, donde hay una respuesta es porque hay una pregunta previa. Y cada uno pregunta lo que no sabe, porque considera que vale la pena saberlo y porque se da cuenta de que de todos los medios para llegar al conocimiento el más adecuado es indagar, preguntar, inquirir, pensar que nada se sabe y no creerse seguro de aprehensión alguna. 19. Pero, mientras los sabios acuden a Dios en procura de guía y maestro; los hombres imperfectos acuden al sabio. Por eso. dicen: "Habíamos tú a nosotros y no nos hable Dios, no sea que perezcamos." (Ex. XX, 19.) En cambio, a tanto llega la franqueza del hombre de bien, que se atreve ya no sólo a hablar y gritar sino también a manifestar su reprobación en alta voz. movido por una real convicción y un legítimo sentir. 20. He aquí sus palabras: "Si quieres perdonarles su pecado, perdóna les; de lo contrario, bórrame del libro que Tú has escrito" (Ex. XXXII, 32); y: "¿Acaso he concebido yo en mi vientre todo este pueblo o lo he engendrado, para que me digas: Tómalo en tu regazo, como lleva una nodriza a un niño de pecho'?" (Núm. XI, 12); y también: "¿De dónde sacaré carne para darle a todo este pueblo, pues que se lamentan ante mí? ¿Serán, acaso, degollados ovejas y bueyes o será juntada y bastará la carne toda del mar?" (Núm. XI, 13 y 22): y éstas: "¿Por qué. Señor, has afligido a este pueblo y para qué me has enviado a mí? Desde que he venido a hablar al faraón en Tu nombre él ha afligido al pueblo y Tú no has protegido a Tu pueblo." (Ex. V, 22 y 23.) Cualquiera hubiera temido decir estas cosas y otras de parecido tenor a un rey, aun dé los reyes particulares; él, sin embargo, se atrevió a manifestárselas nada menos que a Dios. 21. Así pues, alcanzó este límite, no diré ya de osadía simple mente, sino de buena osadía, puesto que todos los sabios son amigos de Dios y muy especialmente en la opinión del sacratísimo legislador, y la franqueza está emparentada con la amis tad. ¿A quién, en efecto, se le puede hablar con franqueza sino a un amigo? Con toda razón, pues, es proclamado Moisés amigo de Dios en los oráculos,8 a fin de que quede en claro que toda la audacia de sus atrevidas manifestaciones ha de atribuirse a la amistad antes que a la presunción; porque la audacia del presuntuoso es insolencia; en tanto que la del amigo es confianza. 8 Ex. XXXIII, 11. PAGE 51

22. VI. Mas observa, a la vez, que la confianza va combinada con la circunspección; pues, la expresión "¿Qué me darás?" (Gen. XV, 2) revela confianza, pero el agregado de "Señor" evidencia circunspección, pues, a pesar de que Moisés habi tualmente emplea dos títulos, "Dios" y "Soberano", para referirse a la Causa, en este caso no usa ni uno ni otro sino el de Señor, y al hacerlo demuestra gran cuidado y precisión. Verdad es que estos términos, soberano y señor,9 son usados como sinónimos comúnmente. 9 Sólo al efecto de hacer posible una traducción coherente he traducido kyrios por soberano, y despótes por señor. En realidad, ambos sustantivos significan señor, soberano, amo, aunque despótes se emplea más a menudo relacionado con la opuesta idea de esclavitud y opresión (dueño, déspota). En cuanto a la vinculación entre despótes, desmós = atadura, y déos = temor, y las conclusiones que por esa vía extras Filón, son puramente imaginarias. 23. Pero si lo expresado por ambos títulos es una única e idéntica cosa, difieren en cambio en sus connotaciones. "Kyrios" [soberano] deriva de "kyros" [poder], una cosa segura, contraria a lo inseguro e impotente (ákyros); en tanto que "despótes" [señor, amo] deriva de "desmós" [atadura], término del que, a mi parecer, procede "déos" [temor]. En consecuencia, un señor es no sólo un soberano sino algo más: un soberano temible, por así decir, un soberano que no sólo está. investido de la soberanía y el poder sobre todas las cosas, sino además es capaz de inspirar temor y terror; y quizá, puesto que es la atadura de todas las cosas, es además el que las une indisolublemente y, siendo ellas de por sí disolubles, mantiene su cohesión. 24. El que dice: "Señor, ¿qué me darás?" está virtualmente diciendo: No ignoro que Tu poder es superlativo; conozco lo terrible de Tu autoridad; vengo a Tu encuentro temeroso y tembloroso; y a la vez vengo confiado. 25. Es que Tú me has dado a entender que no debo temer; Tú me has dado una lengua de instrucción para que pueda saber cuándo es preciso que hable;10 Tú has desatado las ataduras de mi boca. Tú, luego de abrirla, has fortalecido sus articulaciones; Tú me has enseñado a decir lo que debe decirse, confirmando aquel oráculo que dice: "Yo abriré tu boca y te enseñaré lo que habrás de expresar." (Ex. IV, 12.) 10 Isaías L, 4. 26. ¿Quién era yo para que Tú me proveyeras del habla; para que me aseguraras una recompen sa,11 es decir, un bien más alto aún que una gracia o un don? ¿No soy, acaso, un desterrado de mi patria, un expulsado de mi familia, un ajeno a la casa paterna? ¿Acaso no me llaman todos desheredado, desterrado, aislado, deshonrado?12 11 Referencia a la profecía reproducida en el parágrafo 1. 12 Alusión a la vida errante de Abraham. 27. Tú, Señor, eres mi patria, Tú mi familia. Tú mi hogar paterno, Tú mi honra. Tú mi franqueza, mi grande, celebrada e inalienable riqueza. 28. ¿Por qué, entonces, no he de tener valor para decir lo que pienso? ¿Cómo no he de inquirir y considerar que debo aprender algo más? Mas yo, que manifiesto mi confianza, confieso a la vez que temo y estoy anonadado. El temor y la confianza no libran en mí la lucha propia de separados bandos, como tal vez supondrá alguno, sino que están armónicamente combinadas. 29. Con esta combinación yo me regalo sin cansarme, y ella mueve a mi palabra a ser franca, PAGE 51

pero no sin circunspección; y a ser circunspecta, pero no sin franqueza. He aprendido, en efecto, a medir mi propia insignificancia a la vez que a admirar la altura incomparable de Tus beneficios. Y, cuando me doy cuenta de que "soy tierra y ceniza" o cualquier otra cosa más despreciable aún, entonces precisamente me atrevo a ir a Tu encuentro lleno de humildad, echado en tierra, reducido a tan elemental estado que parezco no existir ya. 30. VII. Moisés, con su acostumbrada perspicacia, ha regis trado esta experiencia de mi alma en sus relatos sobre mí. 'Abraham', dice, él, se aproximó y dijo: 'Ahora he comenzado a hablar al Señor; y yo soy tierra y ceniza' (Gen. XVIII, 27), puesto que la ocasión propicia para que una creatura vaya al encuentro del Hacedor es precisamente cuando ha reconocido su propia insignificancia. 31. Las palabras '¿Qué me darás?' no son la expresión de quien está en la indigencia sino más bien de quien expresa su gratitud por la multitud y grandeza de los bienes de que ha disfrutado. '¿Qué me darás?' ¿Me queda, en efecto, aún algo más que esperar? Tus gracias, oh Dios gene roso, son inagotables, infinitas, sin límites ni término, y se derraman como las fuentes, llenando con creces el vacío que dejan las que hemos gastado ya. 32. Pero, es conveniente que consideremos no sólo el siempre desbordante torrente de Tus beneficios, sino también las tierras regadas por ellos, que somos nosotros mismos. Porque, si el torrente se derramare con exce siva abundancia, el llano será pantanoso y cenagoso antes que fértil. Preciso es, por lo tanto, que el flujo derramado sobre mí llegue en medida razonable, no desmedidamente, si ha de procurarme fertilidad. 33. Ésa es la razón que me mueve a pregun tar '¿qué me darás?' Tú, que me has dado dones infinitos, casi tantos cuantos la humana naturaleza es capaz de recibir. Porque solo una cosa me falta adquirir y busco: saber quién puede ser el digno heredero de Tus beneficios. 34. ¿O 'partiré de aquí sin hijos' (Gen. XV, 2), no habiendo alcanzado sino un bien precario, efímero, de corta vida, yo, que suplico lo contrario a eso, es decir, un bien duradero, de larga vida, inmune al daño, inmortal, tal que sea capaz de esparcir simiente, extender raíces para fortificarse v elevar su tallo hacia el cielo ganando alturas? 35. Porque es necesario que la humana virtud avance sobre la tierra y se extienda hacia el cielo para que allí goce de la incorruptibilidad, y perdure sana y salva para siempre. 36. Porque sé que Tú, que das el ser a lo no existente y engen dras todas las cosas, no miras con buenos ojos al alma infecunda y estéril, y, así, concediste a la raza viviente la gracia especial de no ser jamás infecunda y estéril. Y yo mismo, habiendo sido hecho miembro de esta raza, deseo ardientemente un heredero y con razón; pues, cuando la contemplo segura de no extinguirse, pienso que es suma deshonra el dejar que mi propio anhelo de lo noble se reduzca a nada. 37. Y, así, me pongo a suplicar y ruego para que, encendiéndose la yesca de las simientes, arda y cobre intensidad la llama salvadora de la virtud, la que, lle vada como antorcha por sucesivas generaciones, llegue a durar tanto como el mundo. 38. También a los que se ejercitan les has dado el celo por la siembra y el engendramiento de hijos del alma, y, cuando éstos han sido agraciados de esa manera, han gritado de placer PAGE 51

diciendo: "Los hijos, en los que Dios ha mostrado Su misericordia para con tu siervo" (Gen. XXXIII, 5), de los que la inocencia es nodriza y nutriz, y cuyas almas son virginales, tiernas y bien dotadas, y aptas para que la virtud las selle con sus excelentes y divinísimas impresiones. 39. En séñame, asimismo, si 'el hijo de Masek, la nacida en mi casa', es capaz de convertirse en heredero de Tus gracias. Porque hasta ahora yo no he recibido a aquel que espero recibir, y he recibido, en cambio, a aquel al que no espero.13 13 Aquí concluye la larga invocación puesta en boca de Abraham o del hombre virtuoso, personificado por él. 40. VIII. Cuidadosamente hemos de averiguar quién es la tal Masek y quién su hijo. "Masek" significa "procedente de un beso". Ahora bien, un beso no es lo mismo que amor. El amor indica evidentemente una unión de almas unidas por una armo niosa benevolencia; el beso, en cambio, no suele ser más que la exteriorización de una salutación simple y superficial motivada por algún encuentro. 41. En efecto, así como no significan lo mismo "anakyptein" [elevarse] y "kyptein" [encorvarse], ni "ka-tapínein" [tragar] y "pínein" [beber], ni "marsippos" [bolsa] e "híppos" [caballo], tampoco lo son "kataphileín" [besar] y "phileín" [amar]; y la verdad es que no faltan quienes, obligados por las imperiosas necesidades de la vida, muéstranse corteses aun con los enemigos. 42. Mostraré, pues, sin ningún ocultamiento quién es esta cuyo contacto con nosotros no procede de una amistad 14 sin engaños, sino de "un beso". Es la vida de los sentidos, posesión segura de todos nosotros, a la que todos pro fesan amor, a la que los más tienen por señora, y los hombres virtuosos por sierva, no de ajena familia ni adquirida por dinero sino nacida en casa y, en cierto sentido, de la misma familia. Los hombres virtuosos han sido enseñados a besarla, no a amarla; los más han aprendido a amarla profundamente y a considerarla digna de ardiente deseo. 14 O más precisamente, amor de amigo = philía, vocablo emparentado con phoeín = amar. 43. Ahora bien, Labán, el detestador de la virtud, no podrá ni siquiera besar las cualidades asignadas al ejercitante; antes, habiendo hecho depender su vida de la hipocresía y las falsas invenciones, dice, como si estuviese afligido, aunque, en realidad, no hay tal aflicción: "No he sido considerado digno de besar a mis hijos y a mis hijas." (Gen. XXXI, 28.) Esto nos resulta razonable y conveniente, pues nosotros hemos sido educados en un odio irreconciliable contra la simulación. 44. Acoge, pues, con afecto a las virtudes, cobíjalas en tu alma y ámalas de verdad; y de ningún modo desearás realizar esa ficción de amistad que es el beso. Porque, cabe preguntar: "¿Tienen ellas, acaso, porción o herencia en tu casa? ¿No han sido, por ventura, consideradas a tu juicio como extrañas? ¿Aca so no las has vendido y te has devorado el dinero" (Gen. XXXI, 14 y 15) para que, "devorados" los recursos para su rescate y salvación, no te fuera posible más tarde volver a recobrarlas? Y ahora finges que deseas besarlas, tú, que a juicio de todos eres irreconciliable. Moisés, en cambio, no besará a su suegro, mas lo amará con un genuino sentimiento del alma. Leemos, en efecto, que "Lo amó y se saludaron uno al otro". (Ex. XVIII, 7.) 45. IX. Ahora bien, los géneros de vida son tres, a saber: uno que mira hacia Dios, otro que PAGE 51

mira hacia la creación y un ter cero intermedio, combinación de los otros dos. El que mira hacia Dios no ha descendido hacia nosotros ni se ha avenido a las imposiciones del cuerpo. El que mira hacia la creación no se ha elevado absolutamente ni ha buscado elevarse, sino que per manece encerrado en las profundidades del Hades, y se contenta con una vida que no merece vivirse. 46. La vida mixta15 es aquella que a menudo, movida por las cosas del orden superior se siente inspirada y poseída por Dios, y a menudo también, atraída en sentido contrario por las de orden inferior, desanda el camino. Cuando, como sobre una balanza, la porción de vida superior hace sentir su peso de manera decisiva, este género mixto de vida, llevado al par de aquélla, hace que la vida opuesta parezca reducida a una carga levísima. 15 Ver la descripción de la vida del ejercitante, vida intermedia entra la del sabio y la del malvado, en Sobre los sueños I, 151. 47. Moisés, mientras al género de vida que mira hacia Dios lo corona sin discusión, a los otros los somete a comparación presentándolos bajo la forma de dos mujeres, a una de las cuales llama "la amada" y a la otra "la detestada", nombres apropiadísimos ambos. 48. ¿Quién, en efecto, no acoge complacido los placeres, y deleites que se obtienen a través de los ojos, de los oídos, del gusto, del olfato y del tacto? ¿Y quién, en cambio, no detesta las cosas opuestas: la frugalidad, la templanza, la vida austera y sabia, ajena completamente a la chanza y la diversión, llena de preocupación, cuidados y trabajos, amiga de la contempla ción, enemiga de la ignorancia, situada por sobre las riquezas, la fama y los placeres, y gobernada por la prudencia, la verda dera gloria y la riqueza capaz de ver, no la ciega? Ahora bien, los hijos de la detestada, vale decir, de la virtud, son siempre los mayores. 49. X. Y Moisés, aunque son menores en años, los considera dignos por su naturaleza de los derechos de los mayores y les asigna doble porción, en tanto que quita a los otros la mitad. Dice, en efecto: "Si un hombre tuviere dos mujeres, una amada y una detestada, y ambas dieren a luz; cuando se aprestare a distribuir sus bienes, no podrá adjudicar los derechos de hijo mayor al hijo de la amada", es decir, del placer, ya que éste es joven aunque los años le hubieren enca necido, "sino los concederá al hijo de la detestada", o sea, de la prudencia, que es mayor de edad desde la tierna infancia, "y le asignará doble heredad". (Deut. XXI, 15 a 17.) 50. Co mo en otras partes 16 hemos expuesto la interpretación alegórica de estos pasajes con más detención, ahora nos abocaremos a considerar los puntos siguientes de nuestro asunto. Pero seña lemos previamente una cosa: que se nos dice que Dios abrió el vientre de la detestada y produjo el nacimiento de las prác ticas nobles y las obras excelentes, mientras la que era tenida por amada trocóse al punto en estéril. 16 En Interpretación alegórica II, 48; Sobre los sacrificios de Abel y Caín 19 y ss.; y Sobre la sobriedad 21 y ss. 51. Leemos, en efecto, que "Viendo el Señor que Lía era detestada, abrió su vientre; Raquel, en cambio, era estéril". (Gen. XXIX, 31.) ¿No es pre cisamente cuando el alma se preña y comienza a engendrar cosas espiritualmente beneficiosas, cuando se tornan estériles e incapaces de engendrar todos los objetos sensibles, objetos cuya aceptación de parte de nosotros les viene del "beso" y no de una genuina amistad? 52. XI. De esta vida de los sentidos, pues, llamada "Masek", es hijo todo aquel que entre PAGE 51

nosotros honra y admira a la nodriza y nutriz de la raza mortal, es decir, a la sensibilidad, a la que la terrestre inteligencia llamada Adán vio recién modelada y, siendo su propia muerte, la llamó "vida". 53. "Adán", leemos, en efecto, "dio a su mujer el nombre de Vida, pues ella es la madre de todos los vivientes" (Gen. III, 20), o, mejor diríamos, de los verdaderamente muertos res pecto de la vida del alma: porque los que viven realmente, tienen por madre a la sabiduría y por esclava a la sensibilidad, que ha sido hecha servidora del saber por la naturaleza. 54. Ahora bien, el nombre del vástago de ese tipo de vida que hemos reconocido como "procedente de un beso" es, como expresamente se nos dice, "Damasco", que quiere decir "sangre de un abrigo de piel". El simbolismo que esto encierra es de gran fuerza y precisión, pues por "abrigo de piel" debemos entender el cuerpo y por "sangre" la vida sanguínea. 55. Por que, como el término "alma" tiene dos sentidos: uno referido a la totalidad de la misma; otro limitado a la parte rectora de ella, a la que con toda propiedad podemos llamar el alma del alma;17 tal como el ojo es o todo el globo ocular o su parte más importante, por la que vemos; el legislador opina que tam bién la sustancia del alma es doble: sangre la de la totalidad de ella y soplo Divino la de su parte dominante. Así, dice cabalmente: "La sangre es el alma de toda carne." (Lev. XVII, 11. 17 Ver Sobre la migración de Abraham, nota 7. 56. Bien está, ciertamente, el atribuir el torrente sanguí neo al tropel de la carne, pues ambas cosas se corresponden. En cambio, la sustancia de la inteligencia no la presentó ligada a cosa alguna de la creación, sino soplada por Dios; pues dice que el Hacedor de todas las cosas "sopló en su faz el aliento de la vida, y el hombre convirtióse en un alma viviente" (Gen. II, 7); como también nos dice que ha sido modelado según la imagen del Hacedor.18 18 Gén. I, 27. 57. XII. En consecuencia, las especies de hombres son dos: una, la de los que viven por un Divino soplo, por la razón; la otra, la de los que viven por la carne y el placer de la carne. Esta última especie es una figura mode lada de tierra; aquélla, una impresión fiel de la imagen Divina. 58. Pero, este barro modelado e impregnado de sangre que hay en nosotros tiene necesidad suma de la ayuda de Dios. Por eso se nos dice: "Este Damasco Eliezer", pues "Eliezer" quiere decir "Dios es mi socorro". En efecto, esta masa sanguínea, que carece de por sí de cohesión y de vida, cobra consistencia y vitalidad gracias a la providencia de Dios, que extiende sobre ella Su mano protectora; porque nuestra raza es incapaz de mantenerse de por sí un solo día. 59. "No ves que también el segundo de los hijos de Moisés lleva el mismo nombre? "El nombre del segundo", dice "es Eliezer"; y agrega el motivo: "pues el Dios de mi padre es mi socorro y me libró de manos del faraón". (Ex. XVIII, 4.) 60. Pero los que todavía son amigos de la vida sanguínea y sensible sufren ataques del espíritu experto en dispersar los piadosos pensamientos y obras llamado faraón, cuya dominación llena de ilegalidad y crueldad es imposible evitar si Eliezer no es engendrado en el alma y no confía en la ayuda que procede de Dios, el único salvador.

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61. Con mucho acierto, por otra parte, presenta Moisés a Damasco como hijo no de su padre sino de su madre Masek. Quiere con ello enseñamos que el alma sanguínea, por la que también los animales irracionales viven, está emparentada con la materna y femenina estirpe, y no participa de la ascendencia masculina. 62. No ocurre otro tanto con Sara, la virtud, en cambio. El principio rector 19 carece de madre y sólo participa de ascendencia masculina, habiendo sido engendrada por su padre, que no es otro que Dios, el Padre de todas las cosas. Dice, en efecto: "Verdaderamente es mi hermana por parte de padre, mas no de madre." (Gen. XX, 12.) 19 El término arklé = principio, mando, se aplica a Sara en su acep ción de soberanía o poder, concepto que Filón en varios pasajes vincula con ese nombre. 63. XIII. Hemos expuesto, pues, las explicaciones previas que era menester, puesto que el problema, como vimos, tiene sus obscuridades y enigmas. Ahora debemos explicar más exactamente qué es lo que quiere averiguar el amante del saber. Seguramente es más o menos esto: ¿Puede el que desea la vida de la sangre y pretende todavía las cosas de los sentidos, llegar a ser heredero de las cosas incorpóreas? 64. Pues bien, no puede. De tales cosas sólo es considerado digno el que ha reci bido el soplo de lo alto, el que ha alcanzado las celestiales y Divinas porciones, es decir, la purificadísima inteligencia despreciadora no sólo del cuerpo sino también de la otra parte del alma, parte que, careciendo de discernimiento y estando mezclada con la sangre, inflama las hirvientes pasiones y los ardientes deseos. 65. La pregunta puede formularse en estos términos: Puesto que no me has dado aquella simiente intelec tualmente perceptible, la autodidacta, la de Divina forma,20 ¿será mi heredero el hijo de la nacida en mi casa, el que es vástago de la vida de la sangre? 20 Referencia a Isaac, aún no nacido ni esperado. 66. En este momento apresúrase Dios a adelantarse al que habla, anticipando, por así decir, la enseñanza a la palabra de aquél. En efecto, leemos que "en seguida la voz de Dios llegó hasta él para decirle: 'Éste no será tu heredero'" (Gen. XV, 4); que es lo mismo que decir: No será ninguno de aquellos que van tras el espectáculo que proporcionan los sentidos, porque herederos de las cosas aprehensibles por la inteligencia son las naturalezas incorpóreas. 67. Cuidado sumo hay en la elección de los términos. No dice "Dios dijo" o "Dios habló"; sino "La voz de Dios llegó hasta él", a modo de un sonoro grito, de una indes criptible resonancia; para que, llegando a todos los ámbitos del alma, no dejase parte alguna ajena y vacía de recta instrucción, y toda ella a través de todas sus partes se viese llena de un saludable aprendizaje. 68. XIV. ¿Quién, entonces, habrá de ser el heredero? No aquel discernimiento que permanece en la prisión del cuerpo por su propia determinación, sino el que se ha desatado de las ataduras y, una vez libre de ellas, ha salido fuera de los muros y se ha dejado atrás a sí mismo; si es lícito emplear esa expresión. Leemos, en efecto: "El que saldrá de tí, ése será tu heredero. " (Gen. XV, 4.) 69. Si, pues, oh alma, algún deseo te sobreviniere de heredar los Divinos bienes, no sólo has PAGE 51

de dejar "tu tierra", o sea, el cuerpo, "tu familia", es decir, la sensibilidad, y "la casa paterna", 21 esto es, la palabra; sino también has de huir de ti misma y situarte fuera de ti, transportada e inspirada con cierto pro-f ético frenesí al modo de los poseídos y coribantes.22 21 Referencia a Gen. XII, 1, citado en Sobre la migración de Abraham, 1, y comentado en la primera parte de ese tratado. 22 Ver Sobre la creación del mundo, nota 24. 70. Porque esta herencia pertenece a la inteligencia que experimenta ese Divino arrebato y no está ya en sí misma sino se halla fuer temente impulsada, enloquecida por un celestial amor, conducida por el Que realmente Existe y arrebatada hacia Él en las alturas, guiada por la verdad, que remueve todo obstáculo de su camino para que avance sin tropiezos por él. 71. ¿Cómo, pues, dinos sin temor, has partido de aquellos primeros lugares, oh inteligencia? Enseña a los que han aprendido a escuchar las cosas aprehensibles por la inteligencia, hablándoles sin cesar en estos términos: Emigré del cuerpo cuando hube llegado ya a despreciar la carne; de la sensibilidad, cuando comprendí que ninguno de los objetos sensibles posee una verdadera exis tencia, cuando me percaté de que sus puntos de vista son espu rios, viciados y saturados de falsa opinión, y sus discernimientos preparados para tender celadas, engañar y desterrar la verdad del ámbito de la naturaleza. Me aparté de la palabra no bien me di cuenta de su mucha incoherencia a despecho de su engreimiento y vanidad. 72. No pequeño ha sido, ciertamente, su atrevimiento para que intentase mostrarme cuerpos mediante sombras, y hechos mediante palabras, no obstante ser tal cosa imposible. Disparatando charlaba a tontas y a locas en un ver dadero desborde de términos imprecisos,23 incapaz de presentar una nítida demostración de las particularidades contenidas en las cosas. 23 O genéricos, por oposición a los específicos, que expresan las características particulares de las cosas con mayor precisión. 73. Con estas experiencias propias de un niño en la edad irreflexiva y tonta, aprendí que lo mejor era abandonar todas estas cosas y atribuir los poderes de cada una de ellas a Dios, que es quien da cohesión y fijeza a los elementos corpó reos, confiere a los sentidos la capacidad de percibir y proporciona a la palabra el poder de expresar. 74. Pues bien, oh inteligencia; de la misma manera como has abandonado las otras cosas, abandónate a ti misma y huye de ti misma. ¿Que qué significa esto? Significa que no debes guardar para ti misma el pensamiento, las determinaciones y las aprehensiones, sino atribuirlos y dedicarlos al Que es fuente del exacto pensar y de la aprehensión no engañosa. 75. XV. Esta dedicación será recibida en el más santo de los dos grandes santuarios. Pues dos, evidentemente, son los san tuarios existentes: uno de orden intelectual, otro sensible. Este mundo es el panteón de las naturalezas sensibles; el mundo perceptible intelectualmente lo es de las cosas verdaderamente invisibles. 76. Ahora bien. Moisés atestigua que el heredero de la celebrada riqueza que la Naturaleza procura es aquel que se ha abandonado a sí mismo y anhela ser acompañante de Dios. Dice, en efecto, que "lo hizo salir afuera y le dijo: 'Eleva tu mirada hacia el cielo'," (Gen. XV, 5) pues es el tesoro de las Divinas mercedes. Por eso leemos: "Quiera el Señor abrirte Su buen tesoro, el cielo" (Deut. XXVIII, 12), desde el que el Dispensador hace llover incesantemente Sus perfectísimos goces. "Eleva tu mirada", sí, para refutación de la ciega raza de los hombres PAGE 51

vulgares, que, aunque cree ver, carece de visión. 77. ¿Y cómo no ha de carecer de visión si prefiere lo malo a lo bueno, lo ruin a lo noble, lo injusto a lo justo, las bajas pasiones a los elevados sentimientos, lo mortal a lo inmortal, y huye de las reprensiones y censuras, de la refutación y la ins trucción, al par que acoge a los aduladores y a las palabras que llevan al placer y son agentes de ociosidad, ignorancia y lujuria? 78. Solo el hombre de bien ve, por lo tanto; y por eso los antiguos llamaron videntes a los profetas.24 Y aquel que ha avanzado "hacia afuera" es llamado no sólo vidente sino también "vidente de Dios",25 es decir, Israel. En cambio, los otros, aunque alguna vez abren los ojos, los tienen vueltos hacia la tierra, pues tienden hacia las cosas terrestres, y sus relaciones son con los habitantes del Hades.26 24 I Samuel IX, 9. 25 O que ce a Dios. 26 Hades o Plutón era el dios de los lugares inferiores o infiernos, llama dos por los griegos mansión de Hades o simplemente Hades. Por supuesto, Filón no piensa en un lugar semejante al de la mitología pagana, y quiere solamente señalar la antítesis del cielo o residencia terrenal; habiendo, tal vez, exagerado un poco la hipérbole. 79. Aquél eleva sus miradas hacia el éter y las revoluciones ce lestes, y ha sido además instruido en dirigir su vista hacia el maná, o lo que es lo mismo, la Divina palabra,27 celestial e incomparable alimento del alma que ama la contemplación. Éstos, por el contrario, miran hacia las cebollas y los ajos, que afectan dolorosamente y dañan sus pupilas y obstruyen la visión, y hacia las cosas mal olientes, como son los puerros y los peces muertos, alimentos familiares en Egipto. 27 Ver Interpretación alegórica III, nota 89. 80. Dicen, ciertamente: "Nos acordamos de los peces que comíamos gratuita mente en Egipto, de los pepinos, melones, puerros, cebollas, ajos. Ahora, en cambio, nuestra alma está seca y, excepto el maná, nada ven nuestros ojos." (Núm. XI, 5 y 6.) 81. XVI. Las palabras: "Lo hizo salir afuera" encierran una norma de con ducta. Algunos, de puro ignorantes que son en materia de mo ral, suelen burlarse de dicha expresión diciendo: ¿Y qué? ¿Sale alguien adentro o, a la inversa, entra afuera? Claro que sí, ri dículos y por demás oportunistas señores, diríales yo. Lo que pasa es que las direcciones que vosotros habéis aprendido a seguir son las de los cuerpos, no las de las almas, y sólo tenéis presentes los movimientos de traslación de aquéllos, y por eso os parece un contrasentido el que alguien pueda salir adentro o entrar afuera. Pero, para nosotros, los que somos discípulos de Moisés, nada tienen de contradictorias tales expresiones. 82. ¿Acaso no se puede decir que el sumo sacerdote, si no es perfecto, está dentro y fuera, cuando lleva a cabo los ancestra les ritos en el santuario? Dentro está con el visible cuerpo, fuera con el alma, la que vaga errante. Y, a la inversa, uno que ama a Dios y es amado por Él, aunque no perteneciere a la estirpe de los consagrados, cuando se halla fuera de los sagrados límites permanece bien adentro de ellos, puesto que considera. como un tránsito por extranjera tierra toda la vida en el cuerpo, y entiende que reside en su patria cuando puede vivir exclusivamente en el alma.

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83. Todo insensato, en efecto, está fuera de su dintel,28 aunque se pasare el día dentro sin abandonarlo un solo instante; en cambio, el sabio está dentro aunque se encontrare separado de él no sólo por países sino también por grandes regiones de la tierra. Según Moisés, el amigo se halla tan cerca de uno, que en nada difiere de nuestra alma. Dice, en efecto: "El amigo, el igual a tu alma." (Deut. XIII, 6). 28 Del alma. 84. Además, según él, cuando marchare hacia el santo de los santos, el sacerdote "no será el mismo hasta que saliere" (Lev. XVI, 17); y no lo será, no corporalmente, sino en cuanto a los movimientos de su alma. Es que la inteligencia, cuando ofrece con pureza sus servicios a Dios, no es humana sino Divina. Cuando, en cambio, los ofrece a algo humano, retorna descen diendo del cielo o, más bien, sale y se precipita sobre la tierra, aunque su cuerpo permanezca todavía allí. 85. Con toda razón, pues, está dicho: "Lo sacó afuera", afuera de las prisio nes del cuerpo, de las cavidades de los sentidos, de las argucias de la palabra engañadora y, sobre todo, lo sacó de sí mismo y de la creencia de que piensa y aprehende mediante una inteligencia que de nada depende y se gobierna por sí misma. 86. XVII. Una vez que lo ha sacado afuera, Dios le dice: "Mira hacia el cielo y cuenta los astros, si es que eres capaz de contarlos. Pues, así será tu descendencia." (Gen. XV, 5.) Muy bien dicho "así será"; y no "será tan numerosa como ellos", es decir, igual en número a los astros, pues no es sólo el número sino también otras innumerables cosas tocantes a la perfecta y total felicidad lo que quiere poner de manifiesto.29 29 Es decir, que la comparación abarca no sólo el aspecto numérico, como ocurriría si hubiera dicho "tan numerosa", sino todos los aspectos implicados en las connotaciones del adverbio "así". 87. Lo que dice, en efecto es esto: Tu descendencia será tal como es el espec táculo etéreo, como es el celestial panorama, rebosante de luz nítida y pura; pues la noche está desterrada del cielo y la som bra lo está del éter.30 Será pobladísima de astros, hermosa mente adornada, con un orden fijo, que jamás varía ni se altera. 30 Es decir, del quinto elemento o quintaesencia (además del agua, el aire, el fuego y la tierra). Se trata de la materia más sutil y perfecta, que llena la región más exterior de la esfera universal, dotada de un movimiento circular eterno. El éter es, según Aristóteles, inalterable, y en él no se da oposición alguna, constituyendo algo verdaderamente Divino. Ver el pará grafo 283. 88. Es que quiere mostrar que el alma del sabio es una réplica del cielo, y, ¿por qué no decirlo?, algo superior al cielo, algo que encierra en sí, como encierra en sí el éter, naturalezas puras, ordenados movimientos, armoniosos ritmos. Divinas re voluciones, estrellados y refulgentes rayos de virtudes.31 Por otra parte, si no es posible averiguar el número de estrellas vi sibles por los sentidos, ¿cómo no ha de serlo más aún averiguar el de las aprehensibles intelectualmente? 31 Todo esto se apoya en Platón, Timeo 47 b-e. 89. Porque, entiendo yo, en la medida en que de nuestras facultades de juicio una es mejor y otra es peor, como que la inteligencia es superior a la sensibilidad, y la sensibilidad más débil que la inteligencia; en la misma medida, digo, difieren las cosas que ellas juzgan; y así las PAGE 51

aprehensibles por la inteligencia exceden en infinito nú mero a las sensibles. Los ojos del cuerpo no son sino una pequeñísima parte del ojo del alma, pues, en tanto éste es semejante al sol; aquéllos son como lámparas destinadas a encenderse y apagarse. 90. XVIII. Las palabras: "Abraham confió en Dios" (Gen. XV, 6) son un agregado necesario para elogio de aquel que ha confiado. Con todo, no faltará quizá quien diga: "¿Os parece que eso es digno de alabanza? ¿Quién, aunque se tratare del más injusto e impío de todos los hombres, no tendrá en cuenta lo que Dios dice y promete?" 91. Al tal le diremos: Mira, buen hombre; si has de escatimar los merecidos elogios al sabio; o de atestiguar en los indignos la más perfecta de las virtudes, que es la fe; o de juzgar mal lo que pensamos nosotros al respecto; que no sea sin el debido examen. 92. Porque, sí qui sieres examinar esto con más profundidad y no limitarte a lo muy superficial, conocerás claramente que confiar en Dios sola mente, y en ningún otro junto a Él, no es cosa fácil a causa de nuestro parentesco con lo mortal que nos envuelve y que nos induce a poner nuestra confianza en las riquezas, la fama, el poder, los amigos, la salud, la fuerza corporal y otras muchas cosas. 93. Purificarse de cada una de esas cosas y descon fiar de la creación, la que de por sí es inmerecedora de con fianza, y creer sólo en Dios, único que merece fe de verdad, es propio de una grande y celestial inteligencia, libre ya de la seducción de las cosas que nos rodean. 94. XIX. Bien dicho está, por otra parte: "Su fe le era con tada por justicia" (Gen. XV, 6); ya que nada es tan justo como poner sólo en Dios la pureza sin mezcla de la fe. 95. Mas este acto de justicia y conformidad con la Naturaleza ha sido considerado algo fuera de lo común a causa de la gran falta de fe de la mayoría de nosotros. Y así, la sagrada palabra nos reprocha al decirnos que el buscar apoyo firme y decididamente sólo en el Que Es, resulta cosa asombrosa a juicio de los hom bres, que son incapaces de adquirir bienes no engañosos; aunque a juicio de la verdad no es asombroso sino un acto de justicia y nada más. 96. XX. "Y le dijo: 'Yo soy el Dios que te sacó del país de los caldeos para darte esta tierra como heredad'." (Gen. XV, 7.) Estas palabras ponen de manifiesto no sólo una promesa sino también la ratificación de una antigua promesa. 97. El don concedido antes había sido la emigración desde la caldaica astrología, que enseña, dijimos, que el mundo no es obra de Dios sino Dios mismo, y que para todos los seres el devenir bueno o malo se determina por los cursos y ordenadas revolu ciones de los astros, de los que depende que se produzcan el bien y el mal; pues el uniforme y ordenado movimiento de los cuerpos celestes ha inducido a los espíritus simples a inventar semejantes falsedades. Precisamente, el nombre de caldeos significa "uniformidad". 98. Ése fue el primer bien; el nuevo es la herencia de esa sabiduría que no puede ser concebida por los sentidos, y es aprehendida por la inteligencia de muy nítida visión. Mediante esta sabiduría se consolida la mejor de las emigraciones, pasando el alma desde la astrología al estudio de la Naturaleza, de la insegura conjetura a la firme aprehen sión, y, para decirlo con propiedad, del mundo a su Creador y Padre.

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99. Porque los oráculos dicen que aquellos que sus tentan las opiniones de los caldeos apoyan en el cielo su fe, mientras que aquel que ha emigrado de allí la ha depositado en Aquél cuyo sitial es el cielo y por quien es guiado el mundo todo, vale decir, en Dios. Excelente es, ciertamente, esta heren cia; superior, sin duda, a las posibilidades del que la recibe, pero digna de la grandeza del Dador. 100. XXI. Pero no le basta al amante de la sabiduría la espe ranza de altos beneficios y la expectativa de maravillas tan grandes fundadas en las predicciones que se le han hecho. Gran pesadumbre experimenta si no conoce además de qué manera llegará a alcanzar su herencia, puesto que está sediento de conocimientos y es insaciable en el conocer. Por ello inquiere diciendo: "Señor, ¿por qué señal conoceré que Te heredaré?" (Gen. XV, 8.) 101. Tal vez diga alguno que esta pregunta está en pugna con la confianza que se le atribuyó. La incertidumbre, ciertamente, es propia del que duda; el que tiene fe se caracteriza más bien por no preguntar. Pues bien, hemos de reconocer que duda y que tiene confianza, pero no sobre la misma cosa. Lejos de eso, está seguro de que será heredero de la sabiduría; su duda se limita a la forma en que llegará a serlo. El hecho de la futura herencia lo considera firmemente asegurado conforme con las Divinas promesas. 102. Así, su Maestro, alabando el deseo de aprender que muestra, comienza su instrucción desde una elemental introducción, en la que está escrito como lo primero y más necesario: "Toma para Mí." (Gen. XV, 9.) La frase es breve pero grande su significado. No poco, en efecto, es lo que manifiesta. 103. Ningún bien, dice en primer lugar, tendrás por propio; cuanto creyeres poseer te lo ha proporcionado Otro. De esto se infiere que todas las cosas son de Dios, el Dador de ellas, no de la creación, que las mendiga y tiende sus manos para tomarlas. 104. En segundo lugar, si lo tomares, no lo tomes para ti mismo; y, considerando lo dado como un préstamo o depósito, restituyelo a Aquél que te lo ha confiado y prestado, correspondiendo, como es justo y procedente, a una largueza anterior con otra nueva; a la que dio el ejemplo con la que retribuye. 105. XXII. Innumerables son, en efecto, los que niegan los sagrados depósitos y por desmedido engreimiento usan lo que pertenece a Otro como si le perteneciera. Pero tú, amigo, procura no sólo conservar intacto e inalterado lo que has tomado, sino también tenerlo por digno de todo cuidado, a fin de que el Que te lo ha confiado en depósito no tenga nada que echarte en cara en tu custodia. 106. El Autor de toda vida te ha confiado un alma, un lenguaje y una sensibilidad, los que en las sagradas escrituras han sido llamados simbólica mente novilla, carnero y cabra 32 Algunos, impulsados por su egoísmo se apropian de ellos inmediatamente; otros los reservan para una restitución en ocasión más oportuna. 32 Gen. XV, 9. 107. Imposible, en verdad, es calcular el gran número de aquellos que se apro pian de ellos. ¿Quién, en efecto, entre nosotros no dice que son propiedades suyas todas estas cosas conjuntamente: alma, sensibilidad y palabra, entendiendo que el sentir, el hablar y el aprehender están para él exclusivamente? PAGE 51

108. Escaso es, en cambio, el número de los que guardan de verdad el depósito como algo sagrado e inviolable. Éstos han dedicado a Dios esas tres cosas: alma, sensibilidad y palabra, pues "han tomado" todo para Él y no para sí mismos; de tal manera que han reconocido, como era de esperarse, que las actividades de cada una de ellas a Él las deben, así los discernimientos de la inte ligencia, como lo que expresan las palabras, como las representaciones de la sensibilidad. 109. Aquellos, pues, que se atribuyen a sí mismos estas cosas heredan cuanto su gran des gracia merece, a saber: una inteligencia malevolente, confundida por irracionales pasiones y agobiada por una multitud de vicios, tratada unas veces groseramente por la voracidad y el liberti naje, cual si se tratara de una prostituta; encerrada otras como en una prisión por la multitud de los delitos, al lado de malhe chores, no de hombres, claro está, sino de hábitos juzgados con universal veredicto como merecedores de cárcel; una palabra llena de charlatanería, aguzada contra la verdad, dañosa para los que caen bajo ella, vehículo de vergüenza para los que la emplean; y una sensibilidad insaciable, siempre llenándose de cosas sensibles sin hallar jamás satisfacción a causa de su incon trolada avidez, despreciadora de quienes la censuran, al punto de cerrar los ojos y los oídos y hacer mofa de cuanto aquéllos le predican para su bien. 110. En cambio, los que "toman" esas cosas no para sí mis mos sino para Dios han dedicado cada una de ellas a Él, guar dándolas como cosas verdaderamente sagradas y santas para su Propietario: la inteligencia, para que nada piense fuera de lo que a Dios y a Sus virtudes concierne; la palabra, para que en alabanza, himnos y bendiciones glorifique con indoblegable voz al Padre de todas las cosas, concentrando y manifestando en esta sola tarea sus poderes de expresión; la sensibilidad, para que, presentándole representaciones de todo el mundo sensible, es decir, del cielo, la tierra y las naturalezas interme dias, los animales y las plantas, sus actividades, sus poderes, sus movimientos y sus situaciones todas, informe al alma sin engaños ni ocultamientos. 111. Dios ha permitido, en efecto, a la inteligencia captar por sí misma el mundo aprehensible por ella, pero solo a través de la sensibilidad el visible. Pues bien, quien fuere capaz de vivir con la totalidad de su ser más para Dios que para sí mismo, mirando las cosas sensibles a través de los sentidos a fin de descubrir la verdad, estudiando mediante el alma las cosas intelectuales y realmente existentes, y celebrando mediante el órgano de la palabra al mundo y a su Hacedor, ése gozará de una vida feliz y venturosa. 112. XXIII. Esto es lo que me parecen sugerir las palabras "Toma para Mí". Pero además implican lo siguiente: Queriendo Dios enviar desde el cielo la imagen de la Divina virtud movido por Su piedad hacia nuestra raza, para que ésta no se viera pri vada de su mejor heredad, construyó a modo de símbolo el sa grado tabernáculo y lo contenido en él, como representación y copia de la sabiduría. 113. Dice, en efecto, el oráculo que el tabernáculo "estaba situado en medio de nuestra impureza" (Lev. XVI, 16) a fin de que tengamos con qué purificar nues tra mísera y obscura existencia lavándola y limpiándola de cuanto la mancha. Consideremos, entonces, de qué manera es tableció Dios que había de hacerse la contribución de los medios para la construcción. Leemos lo siguiente: "Habló el Señor a Moisés diciéndole: 'Habla a los hijos de Israel y tomad vos otros las primicias para Mí; de todos los que así pensaren en su corazón PAGE 51

tomaréis Mis primicias'." (Ex. XXV, 2.) 114. Y bien, también aquí hay una exhortación para que se tomen las cosas no para sí sino para Dios, teniendo presente que Él es el que las da y evitando dañar los dones, preservándolos, en cambio, intactos e inalterados, perfectos y completos. En la consagración de los principios 33 Dios nos enseña Moisés una elevadísima doctrina. En efecto, la explicación de los principios de las cosas materiales e inmateriales no se halla sino en Dios. 33 En español es imposible advertir la relación, clara en griego, entre aparkhái (opó + arkhé) = primicias, y arkhé = principio, fundamento comienzo, origen. 115. Escudriña, si quieres comprobarlo, cada una de las cosas: vegetales, animales, artes, ciencias. Los principios de las plantas, ¿consisten en la siembra de las semillas por el agricultor o son obras invisibles de la invisible Naturaleza? ¿Y en qué consiste la generación de los hombres y de los otros seres vivientes? ¿No son sus padres como cosas secundarias, en tanto que la Naturaleza es la suprema, primera y verdadera causa? 116. Y de las artes y ciencias, la fuente, la raíz, la base o como quisiere llamarse al principio que precede a todos los demás, ¿no es la Naturaleza, en la que hallan su fundamento, en la que cada estudio apoya el andamiaje de todas sus indagaciones? Todo cuanto se investiga es imperfecto si la Naturaleza no es su fun damento. Por eso, a mi parecer, alguien se sintió impulsado a decir con gran acierto: "El principio es la mitad del todo";34 queriendo significar con la palabra "principio" la Naturaleza, la que hállase enterrada cual una raíz para el crecimiento de cada cosa, y a la que el autor de la expresión asignó la mitad del todo. 34 Al parecer, se trata de una expresión proverbial. Compárese con. Sobre las habituales intrigas de lo peor contra lo mejor 64; y con Platón, Leyes VI, 753 e. 117. XXIV. Con razón, pues, el oráculo consagra "los princi pios" al Soberano Dios. En otro lugar dice: "El Señor habló a Moisés diciéndole: 'Santifica para Mí todo primogénito, todo primero en nacer que abra cada matriz entre los hijos de Israel desde el hombre hasta la bestia. Para Mí es'." (Ex. XIII, 1 y 2.) 118. Así, también en este pasaje se reconoce que lo primero en el tiempo y en valor pertenece a Dios y en especial lo primero en el alumbramiento. Y con razón, ya que, como todo género35 es indestructible, justo es que sea asignado al Indestructible. Y esto alcanza también al primogénito universal, que abre la matriz desde el hombre, vale decir, desde la razón y la palabra, hasta la bestia, es decir, la sensibilidad y el cuerpo. 35 Intraducible juego de palabras entre protogenés = primer nacido, primogénito, y genos = género, estirpe, nacimiento. Filón pasa de la acep ción material a la filosófica de género, lo cual le permite afirmar qae todo protogenés (protón, + génos) es indestructible, puesto que todo génos lo es, 119. Porque el que abre la matriz de tales cosas; de la inteligencia, para las aprehensiones intelectuales; de la palabra, para los cometidos de la voz; de los sentidos, para las represen taciones procedentes de los objetos sensibles; del cuerpo, para las posiciones y movimientos que le son propios; es el invisible, fecundante y artífice Divino lógos, que será consagrado con toda justicia a su Padre. 120. Y así como los principios son de Dios, también lo son los fines. Testigo de ello es Moisés cuando prescribe separar y asignar el fin al Señor.36 PAGE 51

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Núm. XXXI, 28 y ss.

121. Y también lo testimonia cuanto hay en el mundo. ¿Có mo? En la planta el principio es la semilla, el fin el fruto, y uno y otro son obra no del trabajo agrícola sino de la Naturaleza. A su vez, en la ciencia, el principio es la Naturaleza, como se ha demostrado; en tanto que el fin está fuera de los humanos alcances. Nadie es, en efecto, perfecto en ninguna de sus empresas; sólo del Uno son verdaderamente las perfeccio nes y las plenitudes. Lo que nos queda a nosotros es situamos en el intervalo entre el principio y el fin, aprendiendo, ense ñando, cultivando y derramando sudores, por así decir, en la realización de cada una de las otras tareas a fin de que la creación 37 pueda aparecer realizando algo. 37 Es decir, las simples creaturas. 122. Pero más cla ramente aún ha reconocido Moisés que los principios y los fines corresponden a Dios, cuando en su relato de la creación del mundo dice: "En el principio hizo" (Gen. I, 1); y más adelante: "Acabó Dios el cielo y la tierra." (Gen. II, 1 y 2.) 123. Así pues, ahora dice el Señor: 'Tomad para Mí", reservándose de ese modo para Sí lo que Le corresponde y previ niéndonos de que no hemos de adulterar Sus dones sino conser varlos de manera digna del Dador. Y luego, en otro lugar, el Que no ha menester de cosa alguna y por ello nada toma, recono cerá que "toma" a fin de incitarnos a la piedad, movernos al celo por la santidad y azuzamos para que Le sirvamos, animados por la seguridad de que acogerá y aceptará los homenajes espontáneos y los genuinos servicios del alma. 124. Dice, en efecto: "Mira, he tomado a los levitas en lugar de todo primo génito que abre la matriz entre los hijos de Israel; ellos serán su rescate" (Núm. III, 12). De modo que tomamos y damos, pero, si hemos de hablar con precisión: solo tomamos. Si deci mos que damos, lo decimos forzando el sentido del término por las causas que he señalado. Acertado es el calificativo de "res cate", que ha dado a los levitas. Nada, en efecto, rescata tanto a la inteligencia para la libertad, como el convertirse en refu giado y suplicante de Dios; y tal es la profesión de la sacratísima tribu de los levitas. 125. XXV. Habiendo, pues, dicho lo que convenía acerca de estos puntos, retomemos a nuestro asunto inicial, pues son mu chos los aspectos que requieren ser tratados detenidamente, cuyo estudio hemos postergado. "Toma para Mí", dice, "una novilla" que no conozca el yugo ni el daño, tierna, joven y plena de lozanía aún; es decir, un alma capaz de recibir sin dificultad la dirección, la educación y el control. "Toma para Mí un carnero", vale decir, la palabra combativa y perfecta, capaz de analizar y refutar los sofismas de los opositores, capaz de brindar seguridad y orden a quien hace uso de ella. 126. "Toma para Mí una cabra" o sea, también, la sensibilidad, que se lanza 38 sobre el mundo sensible. Toma todos estos animales "de tres años de edad", es decir, forjados según el número per fecto que consta de principio, medio y fin. Además, toma para Mí "una tórtola y una paloma", vale decir, la sabiduría Divina y la humana, aladas ambas y expertas en ascender hacia lo alto; aunque diferentes una de otra en la medida en que el género difiere de la especie y la copia del modelo. 38 El término áittousa = que, se lanza, está emparentado con ave = cabra; lo que permite a Filón vincular la idea de los saltos de la cabra con el salto de los sentidos hacia la realidad sensible.

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127. En efecto, la sabiduría Divina, a la que figuradamente llámase "tórtola", es amiga de la soledad, la que ama ella a causa de Dios, el solitario, de quien ella es pertenencia; en tanto que la otra, a la que compárase con una "paloma", es suave, mansa y sociable, ronda en tomo de las ciudades de los hombres y gusta vivir junto a los mortales. 128. XXVI. Es a estas virtudes, creo yo, a las que alude Moisés alegóricamente cuando llama Sófora y Fuá a las parteras de los hebreos.39 "Sófora", en efecto, quiere decir "pájaro" y "Fuá", "rojo"; y propio es de la sabiduría Divina el remontarse siempre como un pájaro; y de la sabiduría hu mana el engendrar modestia y prudencia, de las que la más clara prueba es el sonrojarse cuando corresponde. 39 Ex. I, 15. 129. "Tomó", dice la escritura, "todas estas cosas para Él". (Gen. XV, 10.) Estas palabras encierran un elogio del hombre de bien, que preserva con honradez y sin engaños el sagrado depósito que ha recibido, vale decir, el alma, la sensibilidad, la palabra, o sea, la sabiduría Divina y el saber humano; no para sí mismo sino solamente para Aquél que se lo ha confiado. 130. Luego continúa: "Dividiólas en mitades", mas no agrega quién las dividió. Y no lo hace para que tengas presente que es el irrepresentable Dios, el que, por intermedio del sepa rador de todas las cosas, Su lógos, divide las naturalezas de las cosas materiales e inmateriales, todas las cuales se nos repre sentan en armoniosa sucesión y unión. Este lógos, aguzado hasta el máximo extremo de agudeza, jamás cesa de dividir. 131. En efecto, cuando todas las cosas sensibles han sido recorridos hasta los llamados átomos e indivisibles,40 en nuevo proceso a partir de éstos este divisor comienza a dividir las cosas que indaga la razón en innumerables e infinitas partes; y, como dice Moisés, "divide las láminas de oro en cabellos" (Ex. XXXVI, 10), vale decir, en longitud sin anchura, semejante a inmateriales líneas. 40 Los términos átomos y amerés significan por igual indivible, aunque el segundo etimológicamente quiere decir impartible o sin partes. 132. Así pues, dividió cada uno de las tres en mitades: el alma, en racional e irracional; la palabra, en verdadera y falsa; la sen sibilidad, en representación producto de la aprehensión de un objeto y representación sin aprehensión de objeto.41 De inme diato "colocó" dichas divisiones "en recíproca oposición" (Gen. XV, 10): racional frente a irracional, verdadero frente a falso, con aprehensión frente a sin aprehensión. En cambio, deja indivisas las aves por cuanto es imposible dividir las incorpóreas y Divinas formas de conocimiento en oposiciones antagónicas. 41 Es decir, cuando el objeto de la representación mental (phantasía) es real, y cuando no lo es, o bien porque no corresponde a una entidad externa o bien porque, aunque procedente de un objeto real, la imagen es confusa o desfigurada, al punto de no reconocerse aquél. Ver Diógenes Laercio VII, 46. 133. XXVII. Amplia y necesaria es la explicación acerca de la división en partes iguales y opuestas; y ni la pasaremos por alto ni seremos demasiado prolijos en ella, sino, dentro de la mayor concisión posible, nos contentaremos con tratar los pun tos convenientes solamente. Pues bien, así como el Artífice dividió nuestra alma y nuestras extremidades en mitades, del mismo modo dividió la sustancia del universo cuando creó el mundo.

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134. Tomóla, en efecto, y comenzó a dividirla así. Primeramente hizo dos partes: lo pesado y lo liviano, distin guiendo lo formado por partículas espesas de lo formado por partículas livianas. Acto seguido dividió a su vez lo enrarecido en aire y fuego, y lo denso en agua y tierra, colocando a los cuatro como elementos sensibles del mundo sensible a modo de elementos básicos. 135. En nueva división dividió lo pesado y lo liviano de acuerdo con otros principios: la liviano en frío y caliente, dando a lo frío el nombre de aire y al calor natural el de fuego; y lo pesado en húmedo y seco, llamando tierra a lo seco, y agua a lo húmedo. 136. Cada una de estas divi siones fue objeto a su vez de otras. La tierra fue dividida en continentes e islas, el agua en mar y ríos y en potable y no po table; el aire en las variantes que caracterizan a la estación fría y a la cálida; el fuego en la variedad útil, que, sin embargo, es a la vez voraz y destructiva; y la opuesta, la preservadora, que fue separada para formar el cielo. 137. Y lo mismo que las partes fundamentales dividió también las subdivisiones de las mismas, en las que se dan los seres vivientes y los inertes. De los inertes unos permanecen en el mismo sitio mantenidos por el lazo de la cohesión;42 otros muévense por expansión sin cambiar su ubicación, vitalizados por una naturaleza incapaz de recibir representaciones;43 habiendo entre ellos unos que, siendo de materia salvaje producen frutos salvajes para alimento de las fieras, y otros de materia cultiva ble, cuyo cuidado y protección ha cabido a la agricultura, los que engendran frutos para la más cultivada de todas las creaturas vivientes, que es el hombre. 42 Ver Interpretación alegórica II, 22; y Sobre la inmutabilidad de Dios 35 y ss. 43 Compárese con Sobre la creación 13; y con Sobre la obra de Noé como plantador 13. 138. Y de la misma manera como ha dividido los seres sin vida, ha dividido también los que participan de la vida, distinguiendo dos especies: la de los irracionales y la de los racionales, y tomando a su vez cada una, dividió en salvajes y domésticos a los seres irracionales, y en inmortales y mortales a los racionales. 139. De la especie mortal hizo dos porciones, llamando a una de ellas hombres y a la otra mujeres. Conforme con determinado principio dividió también el reino animal en macho y hembra, división a la que se agregaron otras, distinguiendo los animales aéreos de los terrestres, los terrestres de los acuáticos y los acuáticos de ambos casos extremos. 140. Así, aguzando al divisor de todas las cosas. Su lógos, dividió Dios la amorfa e indeterminada sustancia de todas las cosas y los cuatro elementos del mundo, resultantes de la división de aquélla, así como también los animales y las plantas formados con ellos. 141. XXVIII. Mas no dice solamente "dividió" sino agrega "en el medio". Y es sin duda necesario hacer presente unas pocas cosas acerca de las porciones iguales; pues, cuando algo es dividido en el medio, produce partes iguales. 142. Ahora bien, ningún hombre podría dividir cosa alguna en porciones exactamente iguales. Por el contrario, fatalmente una de las partes será menor o mayor que la otra, aunque la diferencia no sea grande, por lo menos una pequeña habrá de todos modos, que fácilmente pase inadvertida para nuestra percepción, la que por naturaleza y costumbre se adapta a mayores volúmenes, siendo incapaz de aprehender las partículas indivisibles e indesintegrables. PAGE 51

143. La incorruptible norma de la verdad no deja lugar a dudas sobre el hecho de que ningún ser creado es autor de igualdad. Evidentemente, pues, sólo Dios es exacto en el juicio, y sólo Él es capaz de dividir por mitades las cosas materiales e inmateriales, de manera que ninguna de las dos partes sea más grande ni más pequeña que la otra, ni siquiera por una infinitamente pequeña diferencia; y que cada una de ellas puede alcanzar la igualdad suma y perfecta. 144. Ahora bien, si la igualdad tuviera una sola forma, lo que se ha dicho sería sufi ciente, pero, siendo varias, no dudaremos en agregar lo que viene al caso. Se dice que hay igualdad en determinado aspecto hablando de los números, por ejemplo, entre un dos y otro dos, entre un tres y otro tres, y del mismo modo entre los otros números; según otro criterio la hay en el caso de las magnitudes, tales como longitudes, anchuras, profundidades y distancias. Así, un palmo es igual a otro palmo, un pie a otro pie. Otras cosas son iguales en capacidad y fuerza, como cuando se trata de medidas de peso y de contenido. 145. Una forma esencial de igualdad es la proporcional, con forme a la cual se considera lo poco igual a lo mucho y lo pequeño a lo grande. Este criterio es el que acostumbran a emplear en ocasiones determinadas quienes disponen que los ciu dadanos aporten igual contribución por sus propiedades; no igual numéricamente, por supuesto; sino igual en proporción a la valuación de su patrimonio, de modo que puede considerarse que el que contribuye con cien dracmas aporta igual que el que lo hace con un talento. 146. XXIX. Con este esbozo previo, observa cómo "dividiendo en el medio" dividió Dios en partes iguales según todos los criterios de igualdad cuando creó la totalidad del universo. Dis tribuyó en igual número las partes pesadas y las livianas, dos y dos: la tierra y el agua, pesadas ambas, y el aire y el fuego, livianas ambas; y paralelamente, una y una: lo más seco y lo más húmedo: la tierra y el agua, y lo más frío y lo más caliente: el aire y el fuego; y del mismo modo, la sombra y la claridad, el día y la noche, el verano y el invierno, el otoño y la primavera, y todas las cosas de la misma naturaleza. 147. Iguales en magnitud hizo los circuios del cielo, los de los equinoccios de primavera v otoño, los de los solsticios de verano e invierno, las zonas terrestres, cada par de las cuales está formado por dos iguales, como las heladas y, por ello, deshabitadas regiones polares; y las dos que separan a éstas y la zona tórrida, consi deradas habitables en razón de su temperatura benigna, situada una hacia el sur y otra hacia el norte. 148. Los intervalos de tiempo son también iguales en exten sión. El día más largo es igual a la noche más larga, el más corto igual a la más corta, v el de duración media igual a la de duración media. En cuanto a la igual duración de los otros días y noches, ello se manifiesta, al parecer, sobre todo en los equinoccios. 149. En efecto, desde el equinoccio de primavera hasta el solsticio de verano los días se alargan al par que se acortan las noches hasta que se alcanza el día más largo y la noche más corta. Y desde el solsticio de verano el sol toma a recorrer el mismo camino ni más rápido ni más lento sino con los mismos e inalterables intervalos y manteniendo una misma velocidad llega al equinoccio de otoño, y, después de completar la igualdad del día y la noche, comienza a incrementar la noche y a acortar el día hasta el solsticio de invierno. 150. Y, cuando ha completado la noche más larga y el día más corto, retoma nuevamente PAGE 51

según los mismos intervalos hasta llegar al solsticio de primavera. De ese modo los intervalos de tiempo, aunque parecen ser desiguales, participan de la igualdad en magnitud, no simultáneamente sino en diferentes estaciones del año. 151. XXX. Fenómeno semejante se observa en las partes de los animales y en el hombre en particular. Un pie, en efecto, es igual al otro, una mano igual a la otra mano, y en casi todos los demás casos las partes derechas son iguales en tamaño a las izquierdas. A su vez, las cosas iguales en poder son muchísimas, tanto entre las secas como entre las húmedas, cuya medición en me didas de contenido se hace mediante balanzas y otros parecidos instrumentos. 152. En cuanto a la igualdad por proporción, se da práctica mente en todas las cosas grandes y pequeñas que hay en el mundo entero. Dicen, en efecto, aquellos que han investigado más a fondo los asuntos concernientes a la naturaleza que los cuatro elementos son proporcionalmente iguales y que el mundo entero fue formado y mantiene para siempre su estructura mer ced a que está compuesto en una proporción que asigna a cada uno de dichos elementos igual medida. 153. Dicen además que nuestros cuatro constituyentes: seco, húmedo, frío y calien te, armonizan por la igualdad proporcional que se da en su mezcla, y que nosotros no somos otra cosa que una mezcla de cuatro factores reunidos en partes proporcionalmente iguales. 154. XXXI. Si entráramos a considerar cada caso, podríamos extendemos hasta el infinito, por cuanto en nuestra observación hallaríamos que los animales más pequeños son proporcional mente iguales a los más grandes; la golondrina, por ejemplo, igual al águila, el salmonete igual a la ballena, la hormiga igual al elefante. Sus cuerpos, en efecto, sus almas y sus modos de sentir, sus dolores y placeres, sus afinidades y aversiones, y cada una de las otras sensaciones que contiene la naturaleza, todas esas cosas prácticamente son iguales si se las coteja según la regla de la proporción. 155. Y de la misma manera algunos se han aventurado a afirmar que este pequeñísimo animal que es el hombre es igual al mundo todo pues observan que uno y otro constan de un cuerpo y un alma racional; y así, han afirmado que alternativamente el hombre es un mundo pequeño y el mundo un hombre enorme. 156. Y no están desacertados en lo que exponen; simplemente reconocen que la Divina industria, mediante la que Dios construyó todas las cosas, no admite ni incremento ni disminución sino permanece siempre idéntica, y en su inigualada excelsitud ha creado a la perfección cada una de las cosas existentes, habiendo empleado el Creador cada uno de los números y cada una de las formas que apuntan a la perfección. 157. XXXII. En efecto, en la producción y for mación de cada cosa juzgó "en lo que hace al pequeño y en lo que hace al grande" (Deut. I, 17), palabras textuales de Moisés, sin que disminuyera Su industria a causa de la insigni ficancia del material ni aumentase por su magnificencia. 158. Porque, todos los artífices de fama aspiran a que sus obras sean meritorias, tanto si los materiales que usan son costosos como si son muy baratos. Y no han faltado quienes, en su amor a la belleza y decididos a compensar la inferioridad material con lo aventajado de su PAGE 51

saber, han producido obras de más valor artístico con materiales más baratos que otros con materiales más costosos. 159. Mas ante Dios ningún material se lleva la preferencia, y por ello aplicó a todos el mismo arte y en igual medida. Así, en las sagradas escrituras léese que "Dios vio todas las cosas que había creado, y he aquí que eran muy buenas" (Gen. I, 31); y las cosas que alcanzan la misma alabanza son merecedoras de honor en igual grado absolutamente a ojos del que las alaba. 160. Ahora bien, Dios alabó, no el material que había empleado para Su obra, material inerte, discorde y dispersable, además de perecedero de por sí, irregu lar y desigual; sino las obras de Su industria, las que habían sido llevadas a cabo mediante una única, igual y uniforme po tencia y una misma e inalterada ciencia. Y así, por las reglas de la proporción todas las cosas fueron consideradas iguales y similares entre sí conforme con el principio que preside Su arte y Su ciencia. 161. XXXIII. También Moisés, más que otro ninguno, alaba la igualdad. En primer lugar, celebra siempre y en todas partes la Justicia, cuya esencial propiedad es, como su nombre lo in dica,44 dividir en dos partes iguales las cosas materiales e inma teriales; y, en segundo lugar, vitupera la injusticia, creadora de la peor de las desigualdades. 44 Imaginaria etimología según la cual díke = justicia, derivaría de dikha = en dos partes. 162. La desigualdad ha engen drado las dos guerras gemelas: la extranjera y la intestina; la igualdad, por el contrario, es madre de la paz. Clarísimamente expone Moisés sus elogios a la Justicia y sus reproches a la injusticia cuando dice: "No hagáis nada injusto en el juicio, en las medidas, en las pesas, en las balanzas; vuestras balanzas serán justas, vuestras pesas serán justas, vuestras medidas serán justas, vuestro congio45 será justo" (Lev. XIX, 35 y 36); y en el Deuteronomio: "No habrá en vuestro bolso diversas pesas grandes o pequeñas. No habrá en tu casa diversas medidas grandes o pequeñas. Tus pesas serán verdaderas y justas para que puedas vivir muchos días en la tierra que el Señor te da como herencia, pues es abominable para el Señor todo el que hace tales cosas, todo el que comete injusticia." (Deut. XXV, 13 y 16.) 45 Congio: medida antigua para líquidos cuyo contenido era de unos tres litros y cuarto. 163. Luego, Dios, que ama la justicia, abomina y detesta la injusticia, origen de revuelta y males. (¡.Y cuándo deja el legislador de alabar a la igualdad, nodriza de la justicia? Ya en el curso de la narración de la creación de todo el cielo dice: "Separó Dios por el medio la luz de la obscuridad y llamó día a la luz, y noche a la obscuridad." (Gen. I, 4 y 5.) La igualdad, en efecto, ha asignado al día y a la noche, a la luz y la obscuridad su lugar entre las cosas existentes.46 46 Es decir, que la separación entre el día y la noche tuvo lugar sóbre la base de la igualdad, con lo que se evidencia que desde el origen mismo del mundo el legislador destaca la presencia de dicho principio en la obra Divina, entendiendo Filón que ello constituye un acabado elogio de la igualdad. 164. La igualdad, asimismo, dividió al ser humano en varón y mujer, dos porciones desiguales en fuerzas pero muy iguales en lo que la naturaleza exige apremiosamente: la generación de un tercer semejante. "Dios", leemos, "hizo al hombre según Su imagen. Hizo macho y hembra", no a él ya, sino "a ellos" (Gen. I, 27), agrega pluralizando; con lo cual adecua al género las especies que han sido separadas en él conforme con la igualdad, como-he dicho. PAGE 51

165. XXXIV. Asimismo señala que de acuerdo con la misma división son separados el frío y el calor, el verano y la primavera, es decir, las estaciones del año.47 Y por cierto que los días que precedieron a la creación del sol son iguales en número a los que siguieron a la misma, es decir, tres,48 con lo que los seis en total fueron divididos en partes iguales para expresar la eternidad y el tiempo. En efecto, dedicó a la eter nidad los tres anteriores al sol, y los que le siguieron los dedicó al tiempo, que es una imitación de la eternidad.49 47 Gen. VIII, 22. En tiempos primitivos distinguían los griegos tres. estaciones: invierno, verano y primavera. Sólo más tarde se incorporó una cuarta: el otoño, adoptándose una división cuatripartita del año. Filón parece referirse a esa división primitiva, lo que nada tiene de extraño pues-tiene su atención puesta en los orígenes del mundo. De allí que subdivida la época cálida en verano y primavera, pero no mencione subdivisión alguna para la época fría. 48 Teniendo en cuenta que Filón insiste en varios pasajes que la creación tuvo lugar en seis días, no en siete, resulta evidente que el cuarto día no-es un día intermedio entre dos tríadas: primero-segundo-tercero y quinto-sexto-séptimo, sino el primer día de la segunda, la que está integrada por el cuarto, el quinto y el sexto. Por lo tanto la separación no es efecto del cuarto día, sino de la igualdad entre ambas tríadas. 49 Ver Timeo 37. 166. Por otra parte, dice Moisés que el Que Es separó, quedando Él encima y en medio de ellas, Sus primeras potencias, es decir, la benefactora, mediante la cual formó el mundo, y a la que se da el nombre de Dios; y la punitiva, mediante la cual gobierna y preside lo creado, la que lleva el nombre de Soberano. Lee mos, en efecto: "Te hablaré desde lo alto del propiciatorio en medio de los dos querubines" (Ex. XXV, 21);50 lo que tiende a demostrar que las más respetables potencias del Que Es, vale decir, la benefactora y la punitiva, son iguales conforme a la división hecha por Él. 50 Ver Sobre los querubines 27 y ss., y Sobre la huida y el hallazgo 100. 167. XXXV. ¿Y qué? Las columnas de las diez leyes gene rales, llamadas tablas, ¿no son dos, al igual que las partes del alma, la racional y la irracional; partes que deben ser educadas y corregidas? También tales tablas han sido divididas por el Legislador 51 y sólo por Él. En efecto, "las tablas eran obra de Dios y la inscripción, inscripción de Dios grabada en las tablas". (Ex. XXXII, 16.) 51 En este caso Dios, no Moisés, aunque tal título lo aplica Filón ordinariamente a éste. 168. Además, las diez disposiciones que ellas contienen, que son mandamientos Divinos en el exacto sen tido de la palabra, están divididos en dos series iguales de cinco cada una, de las que la primera contiene los mandamien tos referentes a Dios y la segunda los referentes a los hombres. 169. De los mandamientos referentes a Dios, el primero es la prescripción que veda la creencia politeísta, y enseña que el mundo no tiene más que un Señor. El segundo es el refe rente al no divinizar cosas que nada han producido, empleando para ello las insidiosas artes de los pintores y escultores, artes que Moisés ha desterrado de su comunidad, dictando sobre ellas sentencia de perpetuo destierro, para que a nadie se honre sino al único y verdadero Dios. 170. El tercer mandamiento es el que se refiere al nombre del Señor, no al de Aquél que Jamás se ha aproximado a la creación, pues el Que Es no puede ser designado con palabras; sino el PAGE 51

que se aplica a Sus poten cias. Según esta prescripción no debemos tomarlo en vano. El cuarto es el relativo al siempre virginal y sin madre número siete,52 y tiende a que la creación, tomando en serio su propia inoperancia, se vuelva con el pensamiento hacia Aquél que todo lo hace invisiblemente. 52 Se refiere Filón a la prescripción relativa a la consagración del séptimo día a Dios. Sobre las propiedades atribuidas por Filón al número siete ver Sobre la creación del mundo 100, e Interpretación alegórica I, 15. 171. El quinto es el referente a la honra debida a los padres. También éste es de categoría sa grada pues su referencia no es a los hombres sino al Que Es origen de la fecundidad y capacidad de engendrar de todas las cosas, gracias al cual aparecen como engendradores el padre y la madre, los que, en realidad, no engendran sino son instrumentos de la generación. 172. Esta prescripción fue grabada en el límite entre las cinco tendientes a procurar la piedad y las cinco que comprenden las prohibiciones relativas a los actos injustos contra nuestros semejantes, en atención a que los pro genitores mortales son el término de las potencias inmortales, las que por naturaleza engendran todas las cosas, pero han confiado también a la raza mortal el alumbramiento de la última forma de generación a imitación del arte procreador de ellas. Porque el principio de la generación es Dios; el fin, la especie última y de menor Jerarquía, la "mortal. 173. Los otros cinco manda mientos son la prohibición del adulterio, del asesinato, del robo, del falso testimonio y de la concupiscencia. Éstas constituyen las normas generales sobre prácticamente todas las faltas, y a ellas cabe referir cada una de las faltas específicas en cada caso. 174. XXXVI. En otro orden de cosas ves que también las ofren das permanentes están divididas en partes iguales; tanto la de la flor de la harina de trigo que los sacerdotes ofrendan por sí mismos; como la de los dos corderos que les está prescripto llevar y ofrendar por la nación. La ley, en efecto, ha prescripto ofrendar la mitad de dichos sacrificios por la mañana y la otra mitad por la tarde,53 para que Dios reciba nuestro agradeci miento por los bienes derramados sobre todos, tanto durante el día como durante la noche. 53 Lev. VI, 20, y Ex. XXIX, 38 y 39. 175. Y ves también cómo los panes de trigo expuestos sobre la sagrada mesa, en número de doce, han sido divididos en par tes iguales, y colocados de a seis en memoria de las doce tribus, de las que la mitad corresponden a Lía, la madre de seis patriarcas, y la otra mitad a los hijos de Raquel y a los ilegítimos de las concubinas. 176. Y observa, asimismo, cómo las dos esmeraldas que van sobre el largo manto, una a la derecha y otra a la izquierda, están divididas en partes iguales, y sobre ellas están grabados, seis en cada una, los doce nombres de los patriarcas, como Divinas estelas inscriptas para recordación de Divinas naturalezas.54 54 Ex. XXVIII, 9 a 12. Las Divinas naturalezas son los doce signos del zodíaco, según especifica claramente Filón en Preguntas y respuestas sobre el Éxodo II, 109. Sin embargo, en Sobre la confusión de las lenguas 133, se llama Divinas naturalezas a los cuerpos celestes en general. En Sobre las leyes particulares I, 87, afirma Filón que el símbolo del zodíaco son las doce piedras preciosas del pectoral del sumo sacerdote, no las dos esmeraldas del efod o largo manto. PAGE 51

177. ¿Y qué? ¿No ha tomado Moisés: dos montes, símbolos de dos especies, y, practicando una vez más una división acorde con el principio de igualdad propor cional, no ha asignado uno a los que bendicen, y otro a los que imprecan, colocando sobre cada uno de ellos seis patriarcas 55 con la intención de mostrar a los que han menester de reproches que las maldiciones son iguales en número a las bendiciones, y casi, si es lícito hablar así, iguales en valor? 55 Deut. XXVII, 11 a 13. 178. Es que la utilidad de las alabanzas al bien y de las censuras al mal es la misma, ya que a juicio de los que bien piensan, el evitar el mal y el procurar el bien son una misma e idéntica cosa. 179. XXXVII. También me llena de admiración la separación entre los dos machos cabríos ofrecidos en sacrificio propiciatorio al par que la distribución de los separados, aunque ellas estén a cargo del inseguro e incierto asignador que es el sorteo. Es que de las dos formas de pensamiento, una, la que se ocupa de las Divinas virtudes, está consagrada y dedicada a Dios; y la otra, la que se desvela por la desdichada humanidad, está con sagrada a la desterrada creación. El asignado a ésta por la suerte es llamado "de la separación"56 debido a que ella es una expatriada, y hállase separada y desterrada lejos de la sabiduría. 56 Ver Sobre la obra de Noé como plantador, nota 27. 180. Y por cierto que, del mismo modo que hay mo nedas estampadas y monedas sin marcas, ¿no te parece a ti que así también de las muchas cosas que comprende la naturaleza, el invisible Divisor ha dividido todas en porciones iguales y que ha asignado al amante de la instrucción las aprobadas y estampadas, y al ignorante las no estampadas ni marcadas. Dice, en efecto, el legislador: "Las no marcadas son de Labán; las marcadas, de Jacob." (Gen. XXX, 42.) 181. En efecto, como ha dicho uno de los antiguos, el alma es una masa de cera,57 que, si es dura y resistente, rechaza y sacude fuera de sí las impresiones que le llegan y permanece informe forzo samente; en tanto que, si es dócil y debidamente razonable, recibe las marcas profundamente y, reproduciendo la forma del sello, conserva perfectamente las formas estampadas, de modo que no se borren jamás. 57 Platón, Teeteto 191 c. Ver Sobre la inmutabilidad de Dios 43. 182. XXXVIII. Asombra, asimismo, la distribución por partes iguales de la sangre de los sacrificios, distribución que hace el sumo sacerdote Moisés 58 de acuerdo con lo que la naturaleza enseña. En efecto, "tomando", dice, "la mitad de la sangre, la vertió en vasijas, y la otra mitad la derramó sobre el ara" (Ex. XXIV, 6), para mostrarnos que el sagrado género de la sabiduría comprende dos clases: la Divina y la humana. 58 Aunque Moisés no ejerció tal función. Filón le da a veces ese título. Ver Sobre la vida de Moisés II, 75. 183. La Divina es pura y sin mezcla, por lo cual es vertida para Dios, que también lo es y es único en Su soledad; la humana, en cambio, es mezclada y compuesta, y se derrama por nuestra mezclada, compuesta y heterogénea raza para producir en nos otros la unidad de pensamiento, la amistad y una verdadera "mezcla" de las partes de nuestro ser y de nuestros modos de obrar. PAGE 51

184. Mas, hay también en el alma una parte que es pura y sin mezcla, y ella es la inteligencia cuando es totalmente pura; inteligencia que, inspirada desde lo alto del cielo, es preservada de enfermedad y daño y, reducida para su bien toda ella a sus puros elementos con miras a una sagrada libación, es devuelta al Que la inspira y preserva de sufrir mal alguno. La clase mixta es la de los sentidos y con ella la naturaleza ha fabricado sus propias "vasijas". 185. Vasijas de la vista son los ojos; del oído las orejas; del olfato las fosas nasales, y de los otros sentidos los respectivos receptáculos. En estas vasijas derrama el sagrado lógos 59 sangre, considerando que nuestra parte irracional puede ser vivificada y tornarse en cierta manera racional, si sigue los Divinos senderos de la inteligencia y se purifica de los objetos sensibles que la arrastran con su seductora y engañosa fuerza. 59 El sumo sacerdote, según Filón, personifica al Divino lógos. Ver Sobre la migración de Abraham 102. 186. ¿Y no ha sido dividido de idén tica manera el sagrado didracmo,60 a fin de que consagremos la mitad de él, es decir, la dracma, pagando con ella el rescate de nuestra propia alma;61 a la que Dios, el único verdaderamente libre y libertador, movido por nuestra súplica, y a veces sin ella, libera de viva fuerza de cruel y amarga opresión de las pasiones e iniquidades; y para que abandonemos la otra mitad a la sometida y esclava raza de la que es miembro el que dice: "He llegado a amar a mi amo", vale decir, a la inteligencia que gobierna en mí; "y a mi mujer", o sea, a la sensi bilidad, amiga y custodia de la casa de las pasiones; "y a los hijos", es decir, a los vástagos de éstas; "no saldré libre". (Ex. XXI, 5.) 60 Didracmo o doble dracma. 61 Ex. XXX, 12 y 13. 187. A tal raza, en efecto, no podía sino serle asig nado un legado que no es tal, un legado de "separación", lo opuesto a la dracma consagrada. Ésta es una unidad, y por naturaleza la unidad no admite ni adición ni mengua, siendo en eso imagen de Dios, que es uno y pleno. 188. Las otras cosas son de por sí inconsistentes y, si llegan a adquirir cierta coherencia, es porque las ciñe el Divino lógos, que es una naturaleza adhesiva y ligadora que todo lo llena de su sustancia.62 En cambio. Aquél que todo lo reúne y entrelaza está pleno de sí en el exacto sentido de la expresión y no ha menester de ninguna otra cosa en absoluto. 62 Compárese con Sobre la migración de Abraham 181 a 183. 189. XXXIX. Con razón, pues, dice Moisés que "El que es rico no agregará y el que es pobre no quitará de la mitad del didracmo" (Ex. XXX, 15), o sea, de la dracma, como he señalado, a la que todo número puede decir con el poeta: "En ti acabaré y en ti comenzaré."63 63 Ilíada IX, 67. 190. Es, en efecto, la unidad el término en que se resuelve todo número-de la infinita serie resultante de infinitas adiciones, y, a la vez, el punto de partida de la serie ascendente hacía la cantidad sin límites. Por ello los estudiosos de estas cuestiones han dicho que no se trata de un número sino de un elemento y principio de numeración.64 64 Diógenes Laercio VIII, 25, atribuye esta teoría a los pitagóricos. 191. Otro caso es el del celestial alimento del alma, la sabiduría, al que Moisés llama "maná". PAGE 51

El Divino lógos, cuidadoso por sobre todo de la igualdad, lo distribuye por iguales partes a todos. Atestigúalo Moisés cuando dice que "Al que tenía mucho no le sobraba, al que tenía menos no le faltaba" (Ex. XVI, 18), cuando lo medían con la admirable y valiosa pauta de la proporción, mediante la que llegamos a. entender que cada uno recogió en su depósito para "los conve nientes" (Ex. XVI, 16), no seres humanos, sino más bien pensamientos y actitudes. En efecto, lo que a cada uno le correspondió le fue asignado con la previsión debida, de modo que ni sobrara ni faltara nada. 192. XL. Un ejemplo similar de esta igualdad proporcional se puede encontrar en la llamada "pascua",65 la cual tiene lugar cuando el alma intenta olvidar la irracional pasión y por su propia iniciativa experimenta 66 los goces de orden racional. 65 Vale decir, tránsito o travesía. 66 Juego de palabras entre páskha = pascua, y páskhein = experimen tar, sentir; y a través de este último vocablo, con páthos = pasión, y con eupatheia = goce, experiencia grata, sustantivos ambos de la misma raíz: de páskhein. 193. Dicho está, en efecto que, "si en la casa fueren pocos, al punto de no ser suficientes para el cordero, tomará además a su próximo vecino, de conformidad con el número de almas, para que cada uno calcule lo que es suficiente para sí" (Ex. XII, 4), llevándose la porción que merece y necesita. 194. Por otra parte, cuando Moisés quiere distribuir la virtud entre los habitantes de ella, como se distribuye una región, establece que los mayores acrecienten sus posesiones y los menores las dismi nuyan,67 entendiendo que lo justo es que ni los mayores admitan disminuciones, por cuanto, en ese caso, quedarían vacíos de saber, ni los menores reciban acrecentamientos, ya que serían incapaces de contener la grandeza de los mismos. 67 Núm. XXXV, 8. 195. XLI. Pero, el más claro ejemplo de igualdad proporcional lo constituyen las sagradas ofrendas de los doce jefes,68 así como la distribución de dichas ofrendas entre los sacerdotes. "A cada uno", dice la prescripción, "de los hijos de Aarón le corresponderá lo mismo", (Lev. VI, 40.) 68 Núm. VII, 4 y ss. 196. Otro excelente caso de igualdad es el de la composición de los perfumes. Lee mos, en efecto: "Toma para ti especies aromáticas: estacte, uña olorosa y gálbano de dulce aroma y claro incienso, cada uno en igual medida; y harán de estas sustancias un perfume obra de perfumería de pura composición, obra santa" (Ex. XXX, 34 y 35); pues cada una de las partes, dice, debe entrar en igual medida que las demás en la combinación total. 197. Estas cuatro sustancias de las que se compone el perfume son, pienso yo, símbolos de los cuatro elementos de los que ha sido formado el mundo en su totalidad. Compara, en efecto, Moisés el estacte con el agua, la uña olorosa con la tierra, el gálbano con el aire, y el claro incienso con el fuego; como que el estacte es acuoso pues se derrama a gotas; la uña olorosa, seca y terrestre; y se ha agregado "de dulce aroma" al gálbano para dar idea de aire, pues el aire tiene fragancia; y al incienso lo de "claro" para indicar la luz. 198. Por ese mismo motivo en la frase aparecen separadas las sustancias pesadas de las livianas; y mientras estas últimas van unidas mediante la conjunción copulativa, las pesa das PAGE 51

van mencionadas sin nexo alguno entre sí, pues dice: "Toma para ti especias aromáticas: estacte, uña olorosa"; donde ambas, -que son símbolos de las sustancias pesadas, el agua y la tierra, no aparecen unidas por conjunción; y a continuación menciona los símbolos de las sustancias livianas, aire y fuego, y lo hace como una nueva enumeración, ahora usando la conjunción, que vuelve aparecer entre los dos términos: "y gálbano de dulce aroma y claro incienso". 199. Y la armoniosa mezcla y com posición de estos elementos constituye la más venerable y perfecta de las obras, una verdaderamente "obra santa": el mundo; que, entiende Moisés, debe agradecerse al Hacedor. De modo que, mientras en las palabras es el compuesto formado por el arte de la perfumería el que arde en vapores; en realidad es el mundo entero, construido por la Divina sabiduría, el que es ofrecido mañana y tarde en holocausto. 200. Provechoso, en efecto, es para el mundo vivir agradeciendo incesante y conti nuamente a su Padre y Hacedor, ardiendo en vapores y retor nando a una forma elemental para demostrar no sólo que nada atesora para sí, sino que además todo cuanto es lo consagra como ofrenda a Dios, que lo engendró. 201. XLII. Admirado me siento, también, ante la carrera sin respiro vigorosa y acelerada del sagrado lógos 69) "para colocarse en medio de los muertos y los vivos". (Núm. XVI, 48.) Dice, en efecto. Moisés que al punto "el quebrantamiento cesó" [Id.]. ¿No cesan, acaso, y se alivian los destrozos, opresiones y quebrantos de nuestra alma como consecuencia inmediata de la separación y colocación de un muro intermedio que establece el amado de Dios entre los pensamientos santos, que viven ver daderamente, y los no santos, que están muertos de verdad? 69 Aarón, en el relato bíblico. 202. Porque con la reiterada proximidad de los enfermos tam bién los muy sanos contraen la enfermedad de aquéllos, y se ven en trance de muerte; mas, fue imposible que en adelante esta influencia les afectase, separados, como estaban, por la más poderosa de las vallas, fija en medio para rechazar de la parte mejor las irrupciones y acometidas de la parte peor. 203. Mayor es aún mi admiración cuando escucho los oráculos y aprendo cómo la nube se colocó en el medio entre la hueste egipcia y la israelita.70 Dicha nube, en efecto, no es otra cosa que el arma protectora y salvadora de los amigos, al par que hostigadora y castigadora de los enemigos; arma que impidió que a partir de entonces la raza sobria y amada de Dios fuera perseguida por la raza amante de las pasiones y atea. 70 Ex. XIV, 20. 204. Es ta nube, en efecto, vierte gota a gota suavemente en las inteli gencias fecundas la sabiduría, a las que por su naturaleza no afecta mal alguno; en cambio, en las mezquinas y estériles en el saber derrama sin interrupción castigos, desatando sobre ellas un diluvio de destrucción lamentable en extremo. 205. El Padre que todo lo ha creado ha concedido a Su lógos, mensajero supremo y primero en jerarquía, la especial prerroga tiva de que, ubicado en medio, señale el límite entre la criatura y el Creador. Este lógos es, por una parte, suplicante ante el Inmortal a favor de la raza mortal y, por otra, mensajero del Soberano ante Sus súbditos.

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206. Lleno de júbilo y orgullo por tal don se nos muestra al decir: "Y yo estaba entre el Señor y vosotros (Deut. V, 5), es decir, ni increado como Dios ni creado como vosotros, sino intermedio entre los extremos, como garantía para ambos. Para el Progenitor yo soy la garantía de que lo que Él ha engendrado no se rebelará jamás ni se alejará eligiendo el desorden en vez del orden; para el vástago soy la fundada esperanza de que el misericordioso Dios jamás olvidará Su propia obra. Anuncio yo, en efecto, a la creación la paz de parte de Dios, preservador perpetuo de la paz, cuya decisión es acabar con las guerras. 207. XLIII. Habiéndonos, pues, enseñado lo referente a la división en partes iguales, la sagrada escritura nos transporta también al conocimiento de los opuestos asegurando que "colocó las porciones enfrentadas entre sí", (Gen. XV, 10.) Y es cierto. Prácticamente todas cuantas cosas existen en el mundo son opuestas por naturaleza a otras. Mas, comencemos por las pri meras. 208. El calor es opuesto al frío, lo seco a lo húmedo, lo liviano a lo pesado, la obscuridad a la luz, la noche al día; y en el cielo, el curso de las estrellas fijas es opuesto al de las errantes; en el aire, lo diáfano lo es a la niebla, la calma a los vientos, el invierno al verano, el otoño, en el que perecen los vástagos de la tierra, a la primavera, en que aquéllos florecen; y asimismo en el agua, la dulce se opone a la amarga, y en la tierra, la estéril a la fecunda. 209. Las otras oposiciones están también a la vista: corpóreo e incorpóreo, viviente e inerte, racional e irracional, mortal e inmortal, sensible e intelectual, comprensible e incomprensible, elemental y completo, principio y fin, nacimiento y extinción, vida y muerte, enfermedad y salud, blanco y negro, derecha e izquierda, justicia e injusticia, pru dencia e insensatez, valentía y cobardía, continencia e inconti nencia, virtud y vicio, y todas las especies de la virtud por un lado y todas las del vicio por otro. 210. Otras condiciones opuestas son lo literario y lo iliterario, la cultura y la incultura, la educación y la falta de educación, y, en general, la pericia y la impericia; y en las artes y las ciencias, los elementos vocáli cos y los no vocálicos, las notas agudas y las graves, las líneas rectas y las curvas. 211. Entre los animales y las plantas tene mos los estériles y los fecundos, los prolíficos y los escasos en vástagos, los vivíparos y los ovíparos, los de piel blanda y los de piel dura, los salvajes y los domésticos, los solitarios y los gregarios. 212. En otro orden de cosas están la pobreza y la riqueza, la fama y la obscuridad, la nobleza y la humildad de origen, la indigencia y la abundancia, la guerra y la paz, la ley y la ilegalidad, la capacidad y la ineptitud, el trabajo y la inactividad, la juventud y la vejez, la impotencia y el poderío, la debilidad y el vigor. ¿Y para qué necesitamos enumerar una a una estas oposiciones si su número es ilimitado e infinito? 213. Excelente, pues, es la enseñanza del intérprete de los hechos de la naturaleza,71 quien, poseído de compasión por nuestra grosería y desaprensión, incesantemente y en todas partes nos enseña, como en este pasaje, que la situación de recíproca opo sición se da no entre naturalezas completas sino entre partes pertenecientes a éstas. 71 Probablemente alude a Moisés y no a Dios. 214. En efecto, un todo no es sino la suma de dos contrarios, y mediante la división del todo se hacen evidentes los opuestos. ¿No es, acaso, esto lo que Heráclito, a quien los griegos proclaman como grande y digno de loas, sienta como punto capital de su filosofía, PAGE 51

vanagloriándose como si hubiese descubierto algo novedoso? Pues bien, mucho antes Moisés había descubierto, como claramente se ha demos trado, que los opuestos se forman a partir de un mismo todo y que su condición es la de partes de él. 215. Este punto lo trataremos con mayor detención en otra ocasión. Pero, hay también un asunto que no conviene que pasemos por alto. En efecto, las denominadas medias porciones de los tres animales divididos en dos 72 resultan seis en to tal, de modo que el separador, vale decir, el lógos, que separa los grupos de tres y se sitúa en medio de ellos, es el séptimo. 72 "Divididos en dos" por Abraham, según Gen. XV, 10. 216. Análoga significación, a mi parecer, se mani fiesta con claridad suma en el sagrado candelabro. Está hecho, en efecto, con seis brazos, tres de cada lado, y en el medio él mismo resulta ser el séptimo, que divide y separa ambos grupos de tres. Es "cincelado", vale decir, producido con arte refinado y Divino, "de una sola pieza de oro puro" (Ex. XXV, 36), ya que el Uno, el sólo y realmente puro, ha engendrado de Sí mismo, sin emplear materia alguna en absoluto, al siete, el que no conoce madre. 217. XLIV. Ahora bien, los que alaban al oro, dicen en su elo gio, amén de otras cosas, estas dos, que son las más importantes: primero, que no adquiere herrumbre, y segundo, que, aun reducido por golpes o derretimiento a láminas delgadísimas, se mantiene sin quebrarse. Con razón, pues, ha llegado a ser sím bolo de una superior naturaleza, que, extendida, derramada y dilatada por todas partes, está toda ella plenamente en todas las cosas y teje un armonioso vínculo entre todas ellas. 218. Ha blando de dicho candelabro, el Artífice dice además que "de los brazos brotan sus prolongaciones, tres de cada lado, iguales unas a otras, de cuyos extremos salen las lámparas en forma de nuez, hallándose en ellas los cálices destinados a sostener los portaluces; y el séptimo cáliz, de oro sólido todo él, hállase en el extremo de su lámpara, en la cima misma; y en los cálices van siete portaluces de oro". ( Ex. XXXVIII, 15 a 17.) 219. Así pues, mediante muchas pruebas se ha establecido ya que, tal como ocurre en este pasaje, el seis hállase dividido en dos tres por el lógos, que aparece como la séptima entidad en medio de aquéllos. En efecto, todo el candelabro, con sus principales parles en número de seis, consta de siete lámparas, siete cálices y siete portaluces. 220. Porque los seis portaluces batíanse divididos por el séptimo; los cálices, a su vez, lo son por el cáliz central, y las lámparas lo son de igual modo por la séptima y central; y por su parte, los seis brazos y las prolongaciones, que igual número nacen de ellos, son divididos por el tronco mismo del candelabro, que es el séptimo. 221. XLV. Mucho es lo que se puede decir sobre este asunto, pero hemos de dejarlo para más adelante. Todo lo que hemos de recordar es que el sagrado candelabro y los portaluces que hay en él son una copia de la danza del coro de los siete planetas en el cielo. 222. ¿Cómo es eso?, preguntará tal vez al guno. Pues porque, de la misma manera que los portaluces, así también cada uno de los planetas es portador de luz, diremos; ya que, siendo brillantísimos, envían rayos de suprema lumi nosidad hacia la tierra, especialmente el central de los siete, el sol.

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223. Califico a éste de central no sólo porque ocupa la posición central como sostienen algunos, sino también porque, aparte de esto, le cabe el derecho de ser servido y escoltado por escuderos ubicados a ambos lados en mérito a su dignidad, grandeza y beneficios que proporciona a todos los que residen sobre la tierra. 224. Ahora bien, los hombres, que tampoco son capaces de llegar a un firme conocimiento de ninguna otra cosa del cielo, no han llegado a una segura aprehensión del orden de los planetas y se atienen a lo probable. De estas conjeturas, la mejor, a mi parecer, es la de los que asignan el lugar central al sol y dicen que hay tres planetas sobre él y otros tantos debajo de él; sobre él Saturno, Júpiter y Marte; debajo Mercurio, Venus y la luna, vecina ésta última del aire. 225. Así pues, el Artífice, en su deseo de que poseyéramos sobre la tierra una copia de la celestial esfera arquetipo con sus siete luces, estableció que fuera construida esa hermosísima obra que es el candelabro. Asimismo, está demostrado que éste es también una imagen del alma. El alma, en efecto, comprende tres partes y cada una de las partes se divide en dos, como se ha demos trado,73 resultando seis partes, siendo el séptimo lógicamente el divisor de todas las cosas, el sagrado y Divino lógos. 73 Filón insiste en la división tripartita del alma en diversos pasajes de su obra, pero la expresión "según se ha demostrado" se refiere concre tamente, al parecer, a lo dicho en el párrafo 232, donde distingue una inteligencia racional y una irracional, una palabra verdadera y una falsa, y una aprehensión sensorial correspondiente a una realidad objetiva y otra que no es captación de algo real. Esta división corresponde al alma no en el sentido lato de un compuesto de inteligencia, parte irascible y parte apetitiva, sino en sentido restringido de alma cognoscitiva, o "alma del alma", como dice en el parágrafo 55. 226. XLVI. Mas hay otro punto que no debemos pasar por alto. Tres son los muebles del santuario; el candelabro, la mesa y el altar del perfume. En el altar del perfume, como se demostró más arriba,74 hallamos el agradecimiento en nombre de los elementos,75 como que él mismo contiene porciones de los cuatro: la madera, que es de tierra; el incienso ofrecido, que es de agua, puesto que no bien es derretido se disuelve en gotas; el perfume, que es de aire; y aquello que se quema, que es de fuego; siendo el compuesto de incienso, gálbano, una olorosa y estacte símbolo de los cuatro elementos. En la mesa se simboliza el agradecimiento en nombre de las creaturas for madas por esos elementos, pues sobre ella se colocan panes y bebidas, cosas necesarias para las creaturas que han menester de alimentos; y en el candelabro tenemos representado el agra decimiento en nombre de todas las cosas celestes, para que ninguna porción del mundo sea hallada convicta de ingratitud, y veamos, en cambio, que todas sus partes, los elementos y las creaturas formadas con ellos no sólo sobre la tierra sino también en el cielo, manifiestan su gratitud. 74 En el parágrafo 199, aunque allí se dice que es el perfume o incienso el que da las gracias, no el altar del perfume. 75 Refiérese a los cuatro elementos de que se suponía estaba compuesto el mundo. 227. XLVIL Vale la pena que averigüemos por qué el legis lador, habiendo dado a conocer las dimensiones del altar y de la mesa, nada ha consignado respecto de las del candelabro. Probablemente el motivo sea el siguiente: los elementos y las creaturas mortales formadas con ellos, simbolizados por la mesa y el altar, tienen una dimensión determinada y límites definidos por el cielo, pues aquello que contiene algo es la medida de lo contenido; en tanto que el cielo, del que es símbolo el candelabro, es de magnitud infinita.

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228. Ninguna sustancia ma terial lo contiene, ni de su mismo grandor ni infinita, ni tam poco está envuelto por el vacío 76... Como enseña Moisés, su límite no es otro que Dios, que lo guía y conduce. 76 La parte final del pasaje resulta gramaticalmente inaceptable, siendo imposible hallarle un sentido coherente. El sentido conjetural más razona ble es: "vacío cuya existencia supone la extraordinaria leyenda sobre la general conflagración". 229. Y así como el Que Es, es inconmensurable del mismo modo tampoco aquello que está limitado por Él es medible mediante medidas correspondientes a nuestra manera de concebir; y quizá ello se deba a que carece de largo y ancho por tratarse de algo circular y redondo al punto de formar una esfera perfecta. 230. XLVIII. Después de decir lo conveniente acerca de estos asuntos, agrega Moisés: "Pero a las aves no las dividió." (Gen. XV, 10.) Llama aves a las dos formas del lógos,77 aladas ambas y destinadas por naturaleza a ocuparse de las cosas celestes. Una de ellas es el lógos arquetipo, que está por sobre nosotros; la otra, una imitación que existe en nosotros. 77 Ver Sobre la creación del mundo, nota 6. Aquí no se trata de la división lógos-pensamiento y lógos-palabra, sino de la doble manifestación cósmica del lógos: lógos universal y lógos humano individual. 231. A la pri mera Moisés la llama "imagen de Dios"; a la segunda, "impresión de esta imagen". Dice, en efecto, que "Dios hizo al hombre", no como imagen de Dios, sino "según la imagen de Dios". (Gen. I, 27.) De modo que la inteligencia de cada uno de nosotros, que, en rigor de verdad, es el hombre mismo, es una impresión, y ocupa el tercer lugar en la escala que comienza con el Hacedor; en tanto que el lógos modelo de ella e imagen de Aquél está en medio. 232. Nuestra inteligencia es indivisible por naturaleza. En efecto, mientras a la parte irracional del alma el Hace dor la ha dividido mediante una séxtuple división, dando origen a siete partes: vista, oído, gusto, olfato, tacto, voz y reproduc ción; a la racional, que se llama inteligencia, la dejó indivisa. Así resultó una réplica de la totalidad del cielo. 233. Porque también en éste sabido es que la esfera exterior y de estrellas fijas ha sido conservada indivisa, en tanto que la interna ha sido dividida mediante una séxtuple división, y comprende en total los siete círculos de las llamadas estrellas errantes. Porque entiendo yo que lo que es el alma en el hombre, eso mismo es el cielo en el mundo. Así pues, las dos naturalezas intelectuales y racionales, la una en el hombre, la otra en el universo, resultan ser integrales e indivisas; y a ello se refiere lo de "No dividió las aves". 234. Nuestra inteligencia es, pues, comparada con una palo ma, porque ésta es un animal doméstico y manso; en tanto que la tórtola lo es con la inteligencia modelo de la nuestra. El lógos de Dios, en efecto, amante de la soledad y solitario, como es, de ningún modo se mezcla con la turba de las cosas que han llegado a existir para perecer luego, sino tiene por norma lanzarse siempre hacia lo alto, y su aspiración es estar al lado del Uno y Solitario. Indivisas, pues, son las dos naturalezas, la del poder de discernimiento que hay en nosotros y la del Divino lógos, que está por sobre nosotros, mas, aunque ellas son indi visas, dividen otras innumerables cosas. 235. El Divino lógos separa y distribuye todo cuanto contiene la naturaleza. Y nues tra PAGE 51

inteligencia divide en innumerables porciones infinitas veces sin cesar jamás de dividir todo cuanto llega a ella intelectualmente, así material como inmaterial. 236. Esto acontece por analogía con el Creador de todas las cosas. La Divinidad, en efecto, sin mezcla, pura y absolutamente indivisible, como es, resulta para el mundo todo origen de mezcla, combinación, división y multiplicidad de partes. De ello resulta lógicamente que sus semejantes, la inteligencia que llevamos en nosotros y la que está por sobre nosotros, siendo sin partes e indivisas, podrán dividir y distinguir cada una de las cosas existentes. 237. XLIX. Después de hablar acerca de las aves que per manecen sin división ni fraccionamiento, dice a continuación el legislador: "Y las aves descienden sobre los cuerpos, sobre las mitades." (Gen. XV, 11.) Emplea la misma palabra "aves"78 pero muestra con toda claridad a los capaces de ver el contraste que de hecho existe entre las dos clases de aves. En efecto, es contra la naturaleza el que las aves,79 dotadas, como están, de alas para remontarse hacia lo alto, desciendan. 78 La misma que en el pasaje citado anteriormente (Gen. XV, 10). Filón quiere dejar en claro que estas aves no son las mismas ni de la mis ma clase que las que ahora se mencionan (Gen. XV, 11). 79 He traducido el término griego ómeon = pájaro, ave, por "ave", en atención a que está aplicado concretamente a la paloma y a la tórtola. Aquí Filón, según se advierte, se está refiriendo exclusivamente a las aves voladoras. 238. Porque, así como la tierra es la zona más apropiada para los seres terrestres y en especial para los reptiles, que, a causa de su tor tuoso andar, son incapaces de elevarse y buscan agujeros y pro fundidades rehuyendo los lugares elevados impulsados por su afinidad con los bajos; del mismo modo la morada propia de las aves es el aire, que, liviano por naturaleza, se adecua a la liviandad que a éstas les brindan sus alas. Así pues, cuando estos peregrinos del aire, que deberían frecuentar las regiones etéreas, "descienden" aproximándose a la tierra, no pueden vivir la vida que les es natural. 239. Inversamente, Moisés da su ilimitada aprobación a aque llos reptiles que son capaces de avanzar hacia lo alto. Dice, por ejemplo: "Pero entre los reptiles voladores que caminan; sobre cuatro patas, comeréis aquellos que arriba de sus píes: tienen patas que les permiten saltar con ellas sobre la tierra."" (Lev. XI, 21.) Éstos son símbolo de las almas que, si bien. están enraizadas, como los reptiles, en el terrestre cuerpo; una vez purificadas, son capaces de remontarse hacia lo alto trocando la tierra por el cielo y la corrupción por la inmortalidad. 240. Debemos, pues, suponer que una total desdicha colma a aquellas almas que, formadas en el más puro aire y éter, han cambiado esta región por la tierra, la región de las cosas pere cederas y bajas, por no poder soportar la saciedad de los Divi nos bienes. Por otra parte, sobrevienen infinitos pensamientos sobre incontables asuntos; pensamientos que, voluntarios unos, inesperados otros, en nada difieren de las creaturas aladas, con las que ha comparado Moisés a "las aves que descienden". 241. De los pensamientos que nos sobrevienen unos apuntan hacia lo alto; otros hacia abajo. A aquéllos les ha cabido la situación mejor, y tienen por compañera de camino a la virtud, la que los conduce hacia la Divina y celestial región; éstos han recibido la peor, y el vicio los arrastra violentamente hacia lo profundo. La oposición entre estos lugares aparece demostrada con no menos claridad en los nombres. La "arete" (virtud) lleva tal nombre no sólo por su PAGE 51

relación con la "háiresis" (acto. de elegir) sino también con la "ársis" (acción de levantar), como' que ella se eleva y remonta movida por su amor hacia las cosas celestiales. El vicio, en cambio, llámase así porque se ha situado en lo bajo 80 y provoca violentamente la caída de los que viven en él. 80 Con la exuberante imaginación de que hace gala habitualmente en. materia de etimología. Filón supone que kakía = vicio es una simplificación, de la expresión káto kekhorekénai = situarse debajo. 242. Por ejemplo, los pensamientos hostiles al alma,. cuando vuelan o se lanzan sobre ella, no sólo descienden ellos sino precipitan también a la inteligencia al cargar desvergonza damente sobre ella cosas materiales en vez de inmateriales,, sensibles en vez de intelectuales, imperfectas en vez de per fectas, corruptoras en vez de vivificantes. Porque no sólo tráenle cosas materiales sino también porciones de cosas materiales divididas por mitades, v es imposible que las cosas divididas de esa manera admitan armonía y unión, rotas, como están, las fuerzas espirituales 81 que constituían su connatural elemento de cohesión. 81 Sobre la fuerza cohesiva del pneúma = espíritu, ver Sobre la creación del mundo, 131 y Sobre la inmutabilidad de Dios 35. 243. L. Ahora bien. Moisés nos presenta un pensamiento ver dadero en grado sumo cuando nos enseña que la justicia y toda virtud aman al alma., en tanto que la injusticia y todo vicio aman al cuerpo; y que el amor por uno de ellos va acompañado por una total hostilidad hacia el otro, tal como acontece en el caso del pasaje que nos ocupa. En efecto, figuradamente pre senta Moisés a los enemigos del alma como aves ansiosas de entrelazarse y consustanciarse con los cuerpos y hartarse de carnes, y nos dice que el hombre de bien, deseoso de frenar sus asaltos y acometidas, se sienta en compañía de ellos,82 como si se tratare de un presidente o director de consejo. 82 Gen. XV, 11. 244. Ejemplos hay, en efecto, de cómo, reinando la discordia intestina a causa de una sedición interna y estando los bandos frente a frente, un hombre de bien, tras convocar a todos a una delibe ración, ha indagado acerca de los motivos que los separaban, con el propósito de emplear la persuaden para poner fin a la guerra exterior o acabar con la conmoción interna, si ello era posible. Útil es, en efecto, tanto el dispersar a los que, como una nube, se precipitan con ánimo irreconciliable; como lograr que la conciliación renueve la vieja fraternidad. 245. Pues bien, entre los enemigos malevolentes e irrecon ciliables del alma se cuentan las locuras, la cobardía, las in justicias y todas las otras apetencias irracionales que engendra habitualmente un exagerado impulso;83 apetencias que se enca britan y rebelan contra las riendas e impiden la recta marcha de la inteligencia y a menudo destrozan y derriban su estructura toda. 83 Ver Sobre la confusión de las lenguas 90. 246. En cambio, los desacuerdos de los que pueden ser aliados, son tales cuales resultan ser las disputas doctrinarias de los sofistas. Sólo en cuanto a que se concentran en un único objeto: la consideración de los hechos de la naturaleza, cabe afirmar que son amigos; porque, cuando discrepan en las indagaciones sobre los problemas particulares puede decirse que libran una contienda civil. Así, los que dicen que el universo es increado están en pugna con los que sostienen su creación; a su vez, los que afirman que acabará destruido lo están con los que aseguran que, aunque su naturaleza es perecedera, jamás lo será puesto que la voluntad PAGE 51

del Creador lo mantiene mediante el vínculo de una fuerza superior; los que declaran que nada existe y todo deviene lo están con los que sostienen lo contrario; los que arguyen que el hombre es la medida de todas las cosas enfrentan a los que reducen a nada la capacidad de discerni miento de la sensibilidad y de la inteligencia; y, en general, los que consideran que todo escapa a nuestra aprehensión combaten a los que aseveran que muchísimas cosas son conocibles, 247. Y, ciertamente, el sol, la luna, el cielo todo, la tierra, el aire, el agua y casi todas las cosas que de ellos proceden han propor cionado ocasión de disputas y rivalidades a tales investigadores en sus indagaciones sobre sus naturalezas y cualidades, cambios y modalidades, gestaciones y acabamientos. Y, cuando no sin esfuerzos se aplican a indagar acerca del tamaño y movimiento de los cuerpos celestes, llegan a conclusiones dispares, sin po nerse de acuerdo hasta que aquel varón experto en alumbra mientos 84 y juez a la vez ocupa su asiento junto a ellos y, observando los vástagos del alma de cada uno de ellos, arroja fuera los que no merecen ser criados, y conserva los que conviene, teniéndolos por merecedores del conveniente cuidado. 84 Sócrates. Sobre el epíteto ver Platón, Teeteto 151 c. 248. Los anales de la filosofía están llenos de discrepan cias pues la verdad rehuye a la inteligencia que se guía por apariencias y conjeturas. Las dificultades que su descubrimiento y aprehensión involucra son, creo yo, la causa de las disputas científicas. 249. LI. "Hacia la puesta del sol", dice Moisés, "sobrevínole a Abraham, un éxtasis, y he aquí que un grande y sombrío terror cayó sobre él". (Gen, XV, 12.) El éxtasis 85 es unas veces una furia insensata, agente de extravío mental, causado por la vejez, la melancolía o alguna otra causa; otras, un grande ano nadamiento ante los hechos que suelen sobrevenir imprevista e inesperadamente; otras, una quietud de la inteligencia, si real mente está en la naturaleza de la inteligencia el permanecer en quietud; y la mejor forma de todas es una Divina posesión o locura, que experimenta la familia profética. 85 Ékstasis = éxtasis, extravío, enajenación, etc. Etimológicamente: ek = fuera de, y stásis = estado, posición; algo así como "salida fuera de sí". 250. La primera forma aparece mencionada en las maldiciones que registra el Deuteronomio cuando dice que a los impíos les sobrevendrán la locura, la ceguera y el éxtasis, al punto de no distinguirse en nada de los ciegos que en pleno día andan a tientas como rodeados de profunda sombra.86 86 Deut. XXVIII, 28 y 29. 251. La segunda forma apa rece mencionada en varios lugares. Leemos, en efecto, que Isaac cayó en un gran éxtasis y dijo: "¿Quién es, entonces, el que ha cazado y traído un animal para mí? He comido de todo antes de llegar tú, y lo he bendecido; y bendito sea". (Gen. XXVII, 33.) Asimismo, sabemos que, cuando Jacob, incrédulo ante los que le dicen que "vive José y gobierna toda la tierra de Egipto sobreviénele un éxtasis en su inteligencia pues no les da crédito". (Gén. XLV, 26.) Y en el Éxodo, en la referencia a la asamblea, se dice que "el monte Sinaí estaba todo cubierto de humo por haber descendido Dios sobre él envuelto en fuego. El humo se elevaba como el vapor de un horno y todo el pueblo estaba en un gran éxtasis". (Ex. XIX, 24.) También en el Levítico, en el pasaje en el que se describe la consumación de los sacrificios el séptimo día, cuando "del cielo salió un fuego y devoró lo que había en el altar, los holocaustos y las grasas", pues en seguida agrégase: "y todo el pueblo lo vio y quedó PAGE 51

extasiado y cayeron cara a tierra" (Lev. IX, 24); como era de esperarse, puesto que este tipo de éxtasis produce gran agitación y terrible anonadamiento. 252.87 ¿Y quién no se admirará de lo que se dice a propósito de Esaú? Es experto en la caza y sin embargo es cazado y suplantado siempre pues tal habilidad la ha adquirido para dañar y no para beneficiar, y jamás se toma en serio lo de la caza. ¿Y de lo que se dice de Jacob? Caza la pasión 88 no por haber aprendido ese oficio, sino movido por la naturaleza, y lleva la presa ante el exami nador, quien decidirá si es aceptable, para lo cual comerá de todas las cosas que él le lleva. 87 Las consideraciones de los parágrafos 252 a 255 se apartan del hilo de las reflexiones en que concluye el 251 y se retoman en 256. Se trata seguramente de una extemporánea digresión más de las tan frecuentes en Filón, quien desearía, al parecer, extraer algunas conclusiones morales de los mismos pasajes empleados para ejemplificar el segundo tipo de éxtasis. 88 Personificada en Esaú en esta ocasión. 253. Porque, todo cuanto hace a la ejercitación es alimento comestible: la indagación, el exa men, la lectura, el escuchar, la aplicación, la continencia, la indiferencia ante lo indiferente. Mas lo que el examinador come de todas esas cosas no es la totalidad sino sólo las pri micias.89 Es que era preciso dejar también al ejercitante sus propios alimentos como premio. 89 Primicias, pero sin e! sentido de ofrendas a Dios. 254. En todo acorde con la realidad de las cosas es lo de "antes de llegar tú". Porque, si la pasión llegare al alma,90 no callaremos gozo en la continencia. Además, la frase condena al hombre ruin por su lentitud, pereza y negligencia para las tareas de la educación y no para las de la incontinencia. 90 Simbolizada en el examinador. 255. Así pues, Egipto tiene sus capataces,91 que incitan a gozar de las pasiones;92 en tanto que, por el contrario, Moisés esta blece comer la pascua,93 vale decir, celebrar la salida desde la pasión, "con toda prisa". Por su parte, Judá dice: "Si no nos hubiéramos retrasado, ya hubiéramos vuelto dos veces" (Gen. XLIII, 10); lo que ha de entenderse no en el sentido de "hubiéramos vuelto a Egipto"; sino de "hubiéramos vuelto de allí salvos". 91 Ex. V, 6. 92 Ver Sobre la confusión de las lenguas 93. 93 Ver el parágrafo 192 y la nota 65. 256. Era de esperar, asimismo, que Jacob se quedase admi rado de que José, es decir, la inteligencia situada en el cuerpo, viviera todavía para la virtud y gobernando al cuerpo en vez de ser gobernado por éste. Y como éstos, otros ejemplos nos permitirían seguir las huellas de la verdad. Pero la tarea que nos aguarda ahora no es entrar en detalles sobre ello, de modo que nos hemos de aplicar a lo que sigue. 257. Del tercer tipo de éxtasis tenemos un ejemplo en la lección de Moisés acerca de la creación de la mujer. Dice, en efecto, que "Dios hizo sobrevenir un éxtasis a Adán y éste se durmió" (Gen. II, 21), entendiendo por éxtasis la tranquilidad y pasividad de la inteligencia. El sueño de la inteligencia es la vigilia de la sensibilidad, por la misma razón por la que la vigilia de la inteligencia es la inactividad de la sensibilidad. PAGE 51

258. LII. Del cuarto tipo de éxtasis es el descripto en el pasaje que ahora estamos examinando, que dice que "hacia la puesta del sol sobrevínole un éxtasis a Abraham". Se trata de lo que se experimenta bajo la influencia de la inspiración y posesión Divina. Mas no es solo esta experiencia lo que de muestra su condición de profeta, atestígualo también un cono cido texto conservado en los sagrados libros. Alguien ha tratado de sacar de su morada a Sara, vale decir, a la virtud, sobe rana por naturaleza, como si ella no fuera propiedad privada y exclusiva del hombre sabio, sino de todo aquel que simula prudencia. Entonces Dios le dice: "Devuelve la mujer a este hombre, porque es un profeta y rogará por ti y vivirás". (Gen. XX, 7.) 259. Ahora bien, es la palabra sagrada la que atestigua en todo hombre de bien la condición profética, porque un profeta, nada declara procedente de sí mismo, todo lo que dice es ajeno y él solo se hace eco de Otro. Al hombre ruin, en cambio, no le es lícito llegar a ser intérprete de Dios y, en consecuencia, ningún malvado es inspirado por Dios en el sentido exacto de la expresión; sólo al hombre sabio corresponde tal cosa, puesto que sólo él es el instrumento que, pulsado y ejecutado de manera invisible por Él reproduce la palabra Divina. 260. Así, aquellos a los que Moisés describe como justos, son presenta dos también como poseídos y profetizantes. Noé es descripto como un justo. ¿Y no es presentado acto seguido como un profeta? ¿O no fue poseído por Divina inspiración profética como pronunció las maldiciones e imprecaciones sobre las veni deras generaciones; maldiciones e imprecaciones confirmadas por la verdad de los hechos? 261. ¿Y qué decir de Isaac? ¿Y de Jacob? También éstos son reconocidos como profetas a través de muchas evidencias y en especial de las palabras que dirigen a sus hijos. La expresión "Reunios para que os anuncie qué os habrá de suceder al fin de los días" (Gen. XLIX, 1), no puede ser sino de un inspirado. 262. ¿Y qué de Moisés? ¿No es celebrado en todas partes como profeta? Leemos, en efecto: "Si un profeta del Señor apareciere entre vosotros, seré reconocido por él en una visión, mas por Moisés lo seré en Mi aspecto real, no a través de revelaciones enigmáticas" (Núm. XII, 6 y 8); y de nuevo: "No surgió ya un profeta como Moisés, a quien el Señor conoció cara a cara". (Deut. XXXIV, 10.) 263. Admirablemente, pues, describe el legislador al inspirado cuando dice: "Hacia la puesta del sol sobrevínole un éxtasis". [LUI.] Llama simbólicamente sol a nuestra inteligencia; porque lo que el raciocinio es en nosotros, eso es el sol en el mundo como que uno y otro son portadores de luz; el uno, arrojando claridad sensible en el universo; el otro, lanzando rayos de luz intelectual sobre nosotros mismos a través de las aprehensiones. 264. Así, mientras la inteligencia nuestra gira en torno a nosotros y esparce su luz derramando una como meridiana claridad sobre el alma toda, somos dueños de nos otros mismos y no somos poseídos. Mas, cuando ella llega a su ocaso, nos sobreviene, como es de esperar, un éxtasis y la Divina posesión y locura, ya que, cuando la luz Divina ilu mina, ocúltase la humana; y, cuando aquélla se oculta, ésta surge y se eleva. 265. Esto sucede habitualmente a la estirpe de los profetas. Con la llegada del Divino espíritu, apártase la inteligencia nuestra; y, cuando aquél se marcha, ésta retorna nuevamente, porque no es lícito que lo mortal cohabite con lo inmortal. Por eso el ocaso de la razón y la PAGE 51

obscuridad en tomo de ella engendra un éxtasis y una locura inspirada por Dios. 266. Ahora bien, Moisés agrega la lógica secuencia de lo ya escrito diciendo: "Fue dicho a Abraham". (Gen. XV, 13.) En efecto, el profeta, aun cuando parece hablar él, en realidad permanece callado y es Otro el que está haciendo uso de sus órganos de expresión, la boca y la lengua, para expresar lo que quiere. Pulsa estos instrumentos con arte pleno de maes tría y ajeno a nuestras miradas y los convierte en instrumentos de hermosas resonancias y universal armonía y rebosantes de todo género de voces acordes. 267. LIV. Bueno es que escuchemos cuáles son estas predic ciones que le fueron dichas. En primer lugar, que Dios no permite que el amante de la virtud habite en la tierra, vale decir, en el cuerpo, como en su residencia habitual, y sólo accede a que resida transitoriamente allí como en tierra extran jera. Dícele, en efecto, el Señor: "Conociendo conocerás que tu descendencia será forastera en una tierra que no le será pro pia". (Gen. XV, 13.) En cambio, la región corpórea es la tierra natal de todo hombre ruin y éste se esfuerza por esta blecerse definitivamente en ella, no por residir temporariamente. 268. Una lección es esta. Otra es que las cosas de la tierra, que no traen sino esclavitud, malos tratos y terrible humillación, como él mismo lo dice, "no nos son propias". Es que las pasiones del cuerpo son realmente bastardas y extranjeras para la inteligencia, como que son vástagos de carne, en la que tienen echadas sus raíces. 269. "Y la esclavitud dura cuatrocientos años" (Gen. XV, 13), es decir, ajustase a los poderes de las cuatro pasiones. Así es, en efecto: cuando reina el placer, el espíritu se va por las nubes y se hincha en alas de una incon sistente liviandad. Y, cuando el apetito nos gobierna, una ape tencia de cosas ausentes nace en nosotros v tiene al alma pen diente de una incumplida esperanza como de un lazo que la ahoga. Tiene sed siempre y no puede beber, soportando por ello el castigo de Tántalo. 270. Bajo la soberanía del dolor se ve contrahecha y, abatida al modo de los árboles que se deshojan y marchitan, su exuberancia y fertilidad se seca. Y en fin, bajo los dictados del miedo, nadie juzga ya acertado el quedarse y todos recurren a la velocidad de la fuga, previendo que sólo así se salvarán. Porque, así como el apetito tiene un poder de impulsión, y nos fuerza a perseguir aunque lo apete cido se nos escape; el miedo, al revés, crea una sensación de alejamiento y separa y aparta lejos de lo que tenemos ante nuestra vista. 271. LV. Las soberanías de dichas pasiones traen consigo pesada esclavitud para los sometidos a ellas, hasta que Dios, el arbitro y juez, establece la separación entre el maltratado y el que maltrata, conduciendo al primero hacia la completa libertad y dando al segundo el premio merecido por sus delitos. 272. Leemos, en efecto, que "la nación de la que serán esclavos será juzgada por Mí; y después de esto ellos saldrán libres de allí con mucha hacienda". (Gen. XV, 14.) Necesariamente el hombre, siendo mortal, sufre la opresión de la nación de las pasiones y recibe las calamidades propias del ser creado, pero es designio de Dios aliviar los males congénitos de nuestra raza. 273. De modo que, si bien al principio habremos de sufrir esas calamidades que nos son propias, convertidos en esclavos de crueles señores, Dios, por Su parte, hará lo que Le es PAGE 51

propio, proclamando la redención y libertad de las almas que suplican ante Él, y no sólo procurándoles la liberación de las ataduras y la salida de la estrechamente custodiada prisión, sino también dándoles los recursos para el viaje, a los que Moi sés llamó "hacienda". ¿Y qué significa esto? 274. Pues que, cuando la inteligencia que ha descendido desde lo alto del cielo, se ve atada a las necesidades del cuerpo, con todo, no es atrapada por ninguna de ellas y no abraza, como haría un hermafrodita, los males placenteros; antes, manteniéndose en los límites de su naturaleza de verdadero hombre, es capaz de doblegarlas sin ser doblegada, y, avezada en todos los conoci mientos de la instrucción general, y sacando de ellos un vehe mente deseo de contemplación adquiere las sólidas virtudes de la templanza y la perseverancia; y así, al marcharse y hallar el camino de regreso a su patria llévase consigo todos los frutos de la educación, a los que se llama aquí "hacienda". 275. LVI. Tras lo dicho acerca de estos puntos, continúa: "Mas tú marcharás hacia tus padres nutrido con la paz en una hermosa vejez". (Gen. XV, 15.) Por lo tanto, los que somos imperfectos luchamos y somos esclavos y con dificultad hallamos la manera de escapar de los terrores que nos amenazan; en cambio, la raza perfecta está libre de la esclavitud y de la lucha y es nutrida con la segura paz y libertad. 276. Al presentarnos al hombre virtuoso no muriendo sino "marchándose", expone la doctrina de que la raza del alma totalmente purificada es inextinguible e inmortal y habrá de emprender la jornada desde aquí hacia el cielo sin que le alcance la disolución y corrupción que la muerte parece traer aparejada. 277. Des pués de "marcharás" leemos "hacia tus padres". Vale la pena averiguar de qué padres se trata. No puede referirse a los que habían vivido en la tierra de los caldeos, que eran los únicos parientes de Abraham, pues el oráculo dice que habitaba sepa rado de todos los de su sangre. Dice, en efecto: "Dijo el Señor a Abraham: 'Parte de tu país, de tu parentela, de la casa de tu padre hacia la tierra que yo te mostraré; y haré de ti una gran nación'." (Gén. XII, 1 y 2.) 278. ¿Y cómo sería razo nable que volviera a habitar con las mismas personas de las que por Divina prescripción habíase alejado? ¿Cómo quien es taba destinado a ser jefe de otra raza y nación habría de ser asignado a su antigua raza? ¿Le haría Dios el don de una en cierto modo nueva y recién nacida nación y raza si no se desvinculara completamente de la vieja? 279. Es él, a no dudarlo, el fundador de una nación y raza puesto que de él, como de una raíz, brotó la joven planta llamada Israel, la raza observa dora y contempladora de los hechos de la naturaleza. Porque además está dicho que se ha de "sacar lo viejo de la presencia de lo nuevo". (Lev. XXVI, 10.) ¿Cómo, en efecto, hallarían provecho en lo antiguo y en costumbres viejas y trilladas quie nes han recibido de improviso una compacta lluvia de no es perados bienes? 280. LVII. Por lo tanto, al decir "padres", no se refiere a aquellos que yacían sepultados en las tumbas de Caldea y de los que procedía el alma emigrante, sino o bien, como afirman algunos, al sol, a la luna y a los restantes astros, a los que atribuyese la formación y nacimiento de todas las cosas sobre la tierra; o bien, como otros entienden, a las formas ejemplares, a las naturalezas aprehensibles solo por la inteligencia e invisibles, modelos de las cosas sensibles y visibles de aquí; hacia las cuales, dicen, emigra la inteligencia del sabio. PAGE 51

281. Algunos, a su vez, conjeturan que se ha llamado "padres" a los cuatro principios de los cuales ha sido forjado el mundo, a saber: la tierra, el agua, el aire y el fuego. Dicen, en efecto que cada una de las cosas que han llegado a existir se vuelve a desintegrar necesariamente en ellos. 282. Y efectivamente, así como los nombres, los verbos y todas las partes del habla están compuestos por los elementos gramaticales,94 y a la vez en ellos se descomponen en último análisis, del mismo modo cada uno de nosotros, siendo un compuesto de los cuatro elementos del mundo, un préstamo de pequeñas partículas proce dentes de cada una de estas sustancias, paga la deuda cuando se han cumplido los períodos de tiempo correspondientes, de volviendo a la tierra lo que en él hay de seco; al agua lo que tiene de húmedo; al aire su parte fría y al fuego lo caliente.95 94 Es decir, las letras del alfabeto o los fonemas vocálicos y consonanticos. 95 Ver Platón, Timeo 42 e. 283. Todas estas componentes pertenecen al cuerpo. El alma, en cambio, naturaleza intelectual y celestial, marcha hacia el éter96 la más pura de las sustancias, como hacia un padre. Porque, como se decía entre los antiguos, podemos admitir la existencia de una quinta sustancia, que se mueve en círculo 97 y difiere por su superior calidad de las otras cuatro; de la que las estrellas y el cielo todo parecen haber sido hechos, y de la que, en consecuencia, debemos señalar que también el alma humana es un desprendido fragmento. 96 Ver la nota 30. 97 Basado en Aristóteles, Sobre el cielo I, 2 y 3. Ver Sobre los sueños I, 21; y Sobre la inmutabilidad de Dios, 46. 284. LVIII. Las palabras "nutrido con la paz" son un agre gado que no está de más, e implican que la mayor parte del género humano "se nutre" para la guerra y para todos los males derivados de la guerra. Ahora bien, una guerra o procede de las cosas exteriores y nos la ocasionan la deshonra, la pobreza, la humildad de origen y cosas semejantes a estas; o procede de factores internos, tales como enfermedades, mutilacio nes, embotamientos totales, y un cúmulo de calamidades sin número propias del cuerpo; pasiones, debilidades y enfermedades del alma, y las penosas y oprimentes rebeldías al par que las terribles opresiones de la insensatez y la injusticia y otros tiranos semejantes. 285. Así pues, "nutrido con la paz" equivale a 'poseedor de una vida tranquila y en calma, verda deramente feliz y dichosa'. ¿Y cuándo tendrá lugar esto? Cuando de las condiciones exteriores resultaren sin obstáculos la abundancia de recursos y la buena reputación; de las condiciones corporales, la salud y el vigor; y de las del alma, el goce de las virtudes. 286. Cada parte, en efecto, necesita su propia escolta.98 El cuerpo es protegido por la buena reputación y la inagotable copia de riqueza; el alma por la salud completa y general del cuerpo; la inteligencia por los conocimientos a que se llega en las diversas ramas de la investigación. Porque a esta paz se refiere el pasaje; no a la que gocen los estados. Esto resulta claro para los que están familiarizados con las sagradas escrituras. Así, Abraham se había visto envuelto en grandes y penosas guerras, en las que aparece combatiendo hasta la victoria. 98 Ver Sobre la confusión de las lenguas 18 y ss. 287. Y también el abandono de la tierra paterna era pesada guerra para quien, habiendo PAGE 51

emigrado de aquella, no podía habitarla de nuevo y era arrastrado de un lado a otro errante por desiertos e intransitados caminos, sin tener oráculos ni Divinas promesas en que confiar. Y por cierto que habría de agregarse a sus va abundantes motivos de zozobra un tercero, el hambre, 99 calamidad peor aún que la emigración y la guerra. 99 Gen. XII, 10, 288. ¿Qué clase de paz, entonces, es la que lleva consigo? Porque el haber emigrado y estar sin lugar fijo, el enfrentarse con las irresistibles fuerzas de los reyes y el soportar el hambre parecen indicar, según yo entiendo, no ya una guerra sino muchas y variadas. 289. Mas, sucede que cada una de estas situaciones es, si se la interpreta alegórica mente, una muestra de paz absoluta. En efecto, la carencia y el hambre de pasiones, la destrucción de las enemigas iniqui dades y la emigración de la caldaica opinión hacia la del amante de Dios, vale decir, desde la sensible creatura hacia la Causa aprehensible por la inteligencia y creadora, esas son las condiciones que cimentan un orden bien regido y estable. 290. Por otra parte, a quien vive en una paz tal Moisés le promete una buena vejez; no, por cierto, una vida larga sino una vida sabiamente vivida. Porque más vale un día bien vivido que muchos años, tanto cuanto una breve luz es mejor que una eternidad de sombras. Con sano pensar ha dicho cierto hombre capaz de profetizar que más quería vivir un solo día en la virtud que diez mil años en la sombra de la muerte,100 indicando con el término "muerte" la vida de los hombres malvados. 100 Salmos LXXXIII (LXXXIV), 11. 291. Lo mismo nos confirma también Moisés en el presente caso, con hechos más que con palabras. En efecto, Abraham, a quien describe como destinado a una buena vejez, es presentado como de más corta vida que casi todos los que le precedieron. De ese modo nos da una lección de sabiduría y nos enseña qué es lo que se entiende por una vejez buena de verdad; a fin de que no admitamos jamás una vanidad ori ginada en el visible cuerpo, vanidad rebosante de vergüenza y abundante en reproches; y, conociendo, en cambio, que la buena vejez, hermana en esencia y nombre de la "recompen sa",101 consiste en el recto juicio y en la estabilidad del alma, la divulguemos y atestigüemos como tal. 101 Intraducible juego de palabras entre géras = vejes, y géras = re compensa. Ver Sobre la ebriedad 16. 292. Oye, pues, la doctrina del legislador según la cual sólo el hombre de bien goza de una buena vejez y de una larguísima vida, en tanto que el hombre ruin vive corto tiempo, dado que siempre está, aunque no lo advierta,102 muriendo respecto de la virtud; o, más bien, está ya muerto en cuanto a la vida en ella. 102 Acepto la enmienda propuesta por Mangey, consistente en sustituir manthánonta = aprendiendo, por lanthánonta = sin darse cuenta. 293. LIX. A continuación leemos: "Pero en la cuarta gene ración retornarán acá" (Gen. XV, 16); palabras que tienden no sólo a indicar la fecha .en que aquellos habrían de habitar la tierra santa, sino a inspirarnos la idea de la completa restauración del alma. Esta tiene lugar en la qué podríamos deno minar cuarta generación. Pero vale la pena averiguar cuidado samente cómo ocurre eso. 294. El niño, desde su nacimiento hacia el término de los primeros siete años, vale decir, PAGE 51

durante la edad infantil, tiene asignada un alma que conserva su fres cura original, semejante sobre todo a un sello suave y no marcada aún con las huellas del bien y del mal. Y así, cuanto parece grabarse en ella se ablanda y diluye a causa de la fluidez de la misma. 295. Esta es la que .podemos llamar pri mera generación del alma. La segunda es aquella que, después de la edad infantil, comienza a vivir en compañía de los males, tanto de los que suele producir el alma por sí sola como de los que acoge de buen grado procedentes de otros. Es que los que le enseñan a obrar mal son muchísimos: nodrizas, instruc tores, padres y las leyes escritas y no escritas, los que tributan su admiración a lo que no merece sino risa. Y, aun sin que se lo enseñen, ella se basta para aprender sola lo que merece reproche, al punto de que siempre está agobiada bajo el peso de su fecundidad para el mal. 296. Dice, en efecto. Moisés: "La inteligencia del hombre desde la juventud aplícase con celo al mal". (Gen. VIII, 21.) Es ya la más maldecida de las "generaciones".103 para decirlo simbólicamente; de las edades, si hemos de hablar literalmente; aquella en la que el cuerpo adquiere juvenil vigor, y el alma se siente llena de orgullo, mientras las encendidas pasiones se inflaman, consumiendo "eras, espigas v campos" (Ex. XXII, 6) y cuanto encuentran. 103 Esta segunda "generación" o etapa de la vida comprende la adolescencia y la juventud. 297. Preciso es que esta enfermiza generación o edad sea cui dada en su dolencia por una tercera, que es cual una medicinal filosofía, y se rinda ante la atracción de saludables y salvadores razonamientos, mediante los cuales adquiera capacidad para liberarse de su desmedido hartazgo de iniquidades y para cal mar su avidez, su vacío, su terrible soledad con rectas acciones. 298. Así pues, luego de este saludable tratamiento, el poder y vigor del alma se desarrollan durante la cuarta generación puesto que ha adquirido definitivamente la sensatez y está firme y fijamente situada en todas las virtudes. A esto se re fieren las palabras: "En la cuarta generación retomarán acá". En efecto, bajo el indicado número cuatro, el alma, de retomo ya de sus yerros, es declarada heredera de la sabiduría. 299. El primer número, en efecto, es aquel bajo el cual no es posible alcanzar una concepción ni del bien ni del mal y el alma permanece sin recibir impresiones. El segundo es aquel bajo el cual experimentamos el ímpetu de las malas acciones. En el tercero recibimos una saludable cura y nos liberamos de los elementos malsanos dejando atrás la juvenil plenitud de las pasiones. Y el cuarto es aquel en que alcanzamos una salud y un vigor perfectos, una vez que, apartados de las cosas ruines, resolvemos entregarnos .al bien; cosa que antes no es posible. 300. LX. Hasta cuándo no es posible lo indica Moisés al decir: "Las iniquidades de los amorreos aún no se han com pletado". (Gen. XV, 16.) Tales palabras dan ocasión para que espíritus enfermizos supongan que el legislador presenta al destino y a la necesidad como causas del todo.104 104 Posiblemente basados en que incluso Dios tiene que sujetarse al cumplimiento de condiciones que no le es dado alterar, ya que para poner en práctica sus deseos de llevar a su pueblo a la tierra prometida debe aguardar a que se haya cumplido el hecho a que se refiere el pasaje. 301. Mas, preciso es tener presente que, mientras como filósofo e intér prete de Dios conoce que las causas tienen ilación, conexión e interrelación, no atribuye a estas condiciones el papel PAGE 51

de causas de los acontecimientos, sino intuye la existencia de otro ser, de superior jerarquía, que se mantiene sobre todas las cosas como un auriga o piloto. Él, en efecto, sostiene el timón de la común nave que es el mundo, en la que todas las cosas na vegan; Él guía el alado carro que es el cielo todo, ejerciendo una absoluta soberanía sin traba alguna. 302. ¿Qué hemos, pues, de decir acerca de las palabras de Moisés? Pues que "amorreos" significa "habladores", y la palabra es el sumo bien concedido por la naturaleza al hombre; pero entre los que han recibido tal don hay muchísimos que lo han echado a perder por emplear ingrata y pérfidamente el poder que proporciona. Tales son los impostores, los aduladores, los inventores de per suasivos sofismas, los que no saben bien otra cosa que engañar y tramar fraudes sin preocuparles en absoluto la verdad. Cul tivan además una expresión nada clara, y la falta de claridad en la expresión equivale a obscuridad profunda y la obscuridad profunda es aliada de los ladrones. 303. Por eso Moisés ha adornado al sumo sacerdote con la claridad de exposición y la verdad, 105 juzgando que es propio del hombre virtuoso el hablar claro y veraz. Sin embargo, los más persiguen un ha blar obscuro y falso, siendo esa forma de expresión la prefe rida por la engañada turba de los hombres vulgares y despreocupados. 105 Ver Interpretación alegórica III, 118 y ss. 304. De modo que, mientras "no estén completas las iniquidades de los amorreos", vale decir, de los argumentos sofísticos, por no haber sido aún refutados mientras, por el contrario, merced a su fuerza de atracción, nos seduzcan con sus argumentos persuasivos y permanezcamos incapaces de apartarnos y abandonarlos a causa de su atracción, no cambiará nuestra situación. 305. Mas, si todas las falacias verosímiles fueren refutadas por las verdaderas creencias, y los errores se mostraren llenos de tales falacias, colmando así la medida, huiremos sin vol vernos atrás; y, tras cortar amarras, por así decir, nos internaremos en el mar alejándonos de la región de las falsedades y sofismas, ansiosos de echar anclas en los puertos y radas más apropiadas para fondear, que son los de la verdad. 306. Tal es lo que se demuestra en el presente planteo. Porque, si el error contenido en la falsedad verosímil no se muestra completo y consumado es imposible reaccionar contra él, detestarlo y abandonarlo. Y esta constatación surge de su beneficiosa refutación al ser confrontada con la firmeza de la verdad. 307. LXL A continuación leemos: "Mas cuando el sol se ha llaba en su ocaso, surgió una llama". (Gen. XV, 17.) Muestra así Moisés que la virtud es cosa que tarda en nacer, y que, como han dicho algunos, sólo adquiere firmeza hacia el ocaso mismo de la vida. Compara la virtud a una llama, porque, así como la llama quema la materia que halla a su alcance pero, a la vez, ilumina el aire vecino, del mismo modo la virtud con sume los errores y llena de luz la inteligencia toda. 308. Pero, mientras todavía nos dominan con sus apariencias de verdad esos argumentos carentes- de análisis y clasificación, a los que llama "erroreos", no podemos ver su resplandor bri llantísimo y sin sombras. Nos hallamos en la misma situación que un horno que no tiene fuego pero, como dice Moisés,106 humea: las chispas del saber humean en nosotros, pero aún no podemos dar una sólida muestra de fuego puro. PAGE 51

106

Gen. XV, 17.

309. Con todo, grande agradecimiento se debe a Aquel que ha sembrado esas crispas para que la inteligencia no se hiele, como los cuer pos muertos, por obra de las pasiones; y entibiaba y calentada por los combustibles de la virtud, arda hasta conseguir convertirse en sagrado fuego como Nadab y Abiú.107 107 Lev. X, 2. Ver Interpretación alegórica II, 58. 310. Ahora bien, el humo precede al fuego y provoca las lágrimas de los que se aproximan a él. Ambas cosas suceden a menudo. En efecto, cuando nos aproximamos a los mensajes108 de la virtud, aguardamos la plenitud de ésta y, si no. podemos aún alcanzarla, lo pasamos afligidos y llorosos. Porque, cuando un gran deseo se ha derramado en nosotros, muévenos: a ir en procura de lo deseado y nos fuerza a estar tristes hasta. lograrlo. 108 En el texto griego se lee angeláis = mensajeros o mensajes, pero la presencia de dicho término toma poco convincente el sentido del pasaje, por lo que cabe pensar en una corrupción del texto. La idea es indudable mente: "mientras aún progresamos en el camino hacia la virtud, sin haber, empero, llegado a hacerla nuestra". 311. Ha comparado ahora con un homo al alma del amante de la instrucción que aguarda la plenitud de ella, porque aquél y ésta son recipientes de preparado alimento; el horno, del ali mento preparado con provisiones corruptibles; el alma del pre parado con incorruptibles virtudes. A su vez, las antorchas de-fuego, las que se llevan en las ceremonias rituales, son los jui cios de Dios, el porta-antorcha, juicios luminosos y brillantes,. cuyo sitio habitual es el intermedio entre las mitades, es decir,. entre los opuestos de que se compone el mundo entero.

312. Leemos, en efecto: "Las antorchas de fuego, las que pasa ban en medio de las mitades". (Gén. XV, 17.) Por estas pala bras te darás cuenta de que los Divinos poderes marchan en medio de las cosas materiales e inmateriales sin dañar cosa alguna, pues las mitades permanecen intactas, y distinguiendo-y separando con perfección suma las naturalezas de ellas. 313. LXII. Con razón, entonces, el sabio es presentado como heredero del conocimiento de dichas verdades. "En aquel día", dice Moisés, "acordó Dios un pacto con Abraham diciendo: 'Daré esta tierra a tu descendencia'." (Gen. XV, 18.) 314. ¿Qué tierra podría mostrarle sino la mencionada anteriormente, y a la que ahora se refiere? 109 El fruto de esta tierra no es otro que la segura y firme aprehensión de la sabiduría de Dios, mediante la cual con Sus separadores poderes conserva todas las cosas intactas separando lo bueno de lo malo. ..110 109 Mencionada anteriormente en Gen. XV, 17, citado en el parágrafo 98. 110 Resulta imposible hallar un sentido coherente en las siete palabras restantes del texto en su estado actual, y coordinarlo con el resto del contexto. Literalmente dice: "según las (?)... para los inmortales por nacimiento". Se han propuesto determinadas enmiendas pero ninguna de ellas resulta suficientemente convincente. 315. Luego agrega: "desde el río de Egipto hasta el gran río Eufrates" (Gen. XV, 18), indicando que los hombres per fectos tienen sus orígenes en el cuerpo, la sensibilidad y las partes orgánicas, sin los que no es posible vivir, pues ellos son indispensables para nuestra educación durante la vida del cuerpo; y tienen sus fines en ese verdaderamente grande río que es la sabiduría Divina, río desbordante de alegría y dicha 111 y de los demás bienes. PAGE 51

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Juego de palabras entre Euphrátes = Eufrates, y euphrosyne = dicha.

316. No delimita, en efecto, la región comenzando por el río Eufrates y terminando en el río de Egipto, pues ello equivaldría a hacer descender a la vir tud hacia las pasiones del cuerpo; sino, al revés, "desde Egipto hasta el gran Eufrates", porque los progresos tienen lugar des de las cosas mortales hacia las inmortales.

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SOBRE LA UNIÓN1 CON LOS ESTUDIOS PRELIMINARES (DE CONGRESSU QUAERENDAE ERUDITIONIS GRATIA) 1

Literalmente: unión en matrimonio o simplemente sexual, cohabita ción con alguien; simbólicamente: acceso y entrega a dichos estudios, compañía transitoria de ellos. El término synodos tiene en este caso el sentido de unión matrimonial o sexual, ya que se refiere a la unión de Abraham y Agar, cuyo fruto es Ismael, aunque alegóricamente, como lo aclara Filón en el parágrafo 12 la unión es espiritual. 1. I. "Sara, la mujer de Abraham, no le había engendrado-hijo, pero tenía una criada egipcia llamada Agar. Y dijo Sara a Abraham: 'Mira, el Señor me ha cerrado para que no en gendre; entra en mi criada para que engendres hijos de ella'." (Gen. XVI, 1 y 2.)

2. El nombre "Sara" significa "soberanía en mí";2 y la sensatez que hay en mí, la moderación que hay en mí, mi particular rectitud y cada una de las demás virtudes que hay en mí únicamente, son una soberanía sobre mí solamente. Ella, en efecto, me rige y me gobierna, habiendo decidido yo-prestarle acatamiento en razón de su natural realeza. 2 O mi soberanía, "Sara" es el nombre de la esposa del patriarca que Filón interpreta como "mi soberanía" o "soberanía personal, nombre que más tarde le fue trocado en "Sarra", que, según nuestro exegeta, designa la soberanía "in genere" Ver Sobre los querubines 5 y ss. 3. Moi sés, aunque parezca increíble, la presenta estéril, y a la vez fecundísima, como que reconoce que de ella procede la más numerosa de las naciones. Es que la virtud es realmente estéril en lo que toca a todas las cosas ruines, pero es tal su fecundidad | en bienes que ni necesita el arte de la partera pues en sus alumbramientos deja a éste a la zaga.3 3 Alusión a Ex. I, 19, como en Sobre la migración de Abraham 142. 4. Los animales y las plañ ir tas engendran los frutos que les son propios con bastante largos intervalos, una o dos veces a lo sumo por año, conforme con el número de alumbramientos que la naturaleza ha establecido para cada uno de ellos, acomodándolos a las estaciones del año. La virtud, en cambio, sin paréntesis alguno, siempre incesante e ininterrumpidamente, momento tras momento da a luz, no hijos, por cierto, sino honestas palabras, irreprochables decisiones y laudables acciones. 3. II. Pero, así como la riqueza no es de provecho para los que la poseen, si no pueden hacer uso de ella, del mismo modo la maternidad de la sensatez en nada aprovecha si lo que engendra en nosotros no nos es útil. Y así, mientras a algunos ella los Juzga completamente dignos de compartir su vida; otros, en cambio, no le parecen tener aún la edad suficiente para adaptarse a su loable y sobria vida doméstica. A éstos tales les permite celebrar los preliminares de los matrimonios y les ofrece la esperanza de celebrar más adelante los ritos matrimoniales. 6. Sara, pues, o sea, la virtud que gobierna mi alma, ha dado a luz, pero no ha dado a luz para mí. Es que yo, joven, como soy, no hubiera podido recibir aún los vástagos de ella, es decir; el ser sensato, justo y piadoso; a causa de que son múltiples los hijos bastardos que me han engendrado las vanas opiniones. El sustentar y cuidar incesan temente a éstos y la permanente preocupación por ellos han hecho que pensara muy poco en los legítimos y verdaderamente PAGE 51

libres. 7. Bueno es, entonces, suplicar que la virtud no sólo dé la luz, cosa que hace sin necesidad de que lo supliquemos, sino que alumbre también para nosotros para que podamos alegramos de participar en aquello que ella siembra y da a luz. Porque normalmente sólo para Dios engendra, devolviendo con ello, agradecida, las primicias de los bienes que ha alcan zado, a Aquel que, como dice Moisés, ha abierto su siempre virginal matriz.4 4 Gen. XXIX, 31. 8. Así, nos dice también que el candelabro, el original que sirve de modelo a la imitación,5 ilumina de una sola parte, de la que mira hacia Dios, a no dudarlo. En efecto, siendo el sép timo e intermedio entre los seis brazos, divididos éstos en dos grupos de tres, que lo escoltan de uno y otro lado, envía sus rayos hacia el Que Es, seguro de que su resplandor es demasiado brillante para que una vista mortal pueda fijarse en él.6 5 Ex. XXV, 37 y 40. El candelabro original es el que fue mostrado por Dios a Moisés en el monte Sinaí; la copia, el construido para el tabernáculo. 6 Ex. XXV, 32 a 37. 9. III. Tal es la causa por la que no dice que Sara no da a luz, sino solo que no da a luz para determinada persona. Es que no somos aptos para recibir hijos de la virtud si antes no nos unimos íntimamente con su criada. Y la criada de la sa biduría es la cultura general7 que se adquiere mediante los estudios preliminares. 7 Ver Interpretación alegórica III, nota 85. 10. En efecto, así como en las casas hay puertas exteriores antes de las puertas de las habitaciones, y en las ciudades, suburbios que atravesar para llegar al interior de ellas, así también delante de la virtud están los estudios; de la cultura general, los que son un camino que conduce a. ella. 11. Ahora bien, debemos tener presente que a grandes temas: corresponden también grandes introducciones. Y no hay tema más grande que el de la virtud, como que toca al más grande de los asuntos: la vida toda del hombre. Natural es, pues, que tenga a su servicio no breves introducciones sino la gramática,. la geometría, la astronomía, la retórica, la música y todas las otras ramas del estudio racional, de las cuales es símbolo Agar, la criada de Sara, como vamos a demostrar. 12. Leemos, en efecto, que "Sara dijo a Abraham: 'Mira, el Señor me ha cerra do para que no dé a luz, entra en mi criada para que engen dres hijos de ella'." Hemos de descartar en el presente asunto las uniones o contactos corporales que tienen por fin el placer. Se trata de una unión de la inteligencia con la virtud, por el deseo de aquélla de tener hijos. Sí esto no es posible enseguida, se le enseña a tomar por esposa a la criada de la virtud, es decir, a la instrucción intermedia. 13. IV. Digna de profunda admiración es la discreción de la sabiduría, la que no creyó conveniente echamos en cara nuestra lentitud para engendrar o nuestra total esterilidad, aunque, según el verdadero sentido-del oráculo, era nuestra incapacidad y no una aversión suya lo que le impedía dar a luz. Por eso dice: "El Señor me ha cerrado para que no dé a luz" y no agrega luego: "para vos otros". Es que no quiere que se piense que reconviene y reprocha a otros su desdicha. PAGE 51

14. "Entra", dice entonces, "en mi criada", vale decir, en la instrucción intermedia que brindan las ciencias intermedias y generales, "para que engendres hijos de ella" primeramente; pues así, luego serás capaz de alcanzar provecho de tu unión. con la señora para la generación de hijos de noble cuna. 15. En efecto, la gramática, al enseñamos a conocer las obras de los poetas y prosistas, desarrollará nuestro discernimiento y riqueza de conocimientos, y nos enseñará a despreciar las fantasías que forjan por vanidad nuestras vacías opiniones, ya que nos mostrará las calamidades que es fama sobrevinieron a los héroes y semidioses celebrados por aquéllos. 16. La mú sica comunicará encanto con sus ritmos a lo que carece de ritmo, con su armonía a lo inarmónico, con su melodía a lo no melodioso y desentonado; y así, convertirá lo desacorde en acorde. La geometría, por su parte, sembrará en el alma aman te del saber las simientes de la igualdad y la proporción y con la finura de su coherente indagación engendrará el celo por la justicia. 17. La retórica, a su vez, aguzando a la inte ligencia para la observación y ejercitando y combinando el pen samiento para la expresión, hará del hombre un verdadero experto en pensamientos y palabras, pues a su cargo está este don, que con carácter de peculiar y exclusivo nos ha dado la naturaleza, negándoselo a toda otra creatura viviente. 18. En cuanto a la dialéctica, la hermana y gemela de la retórica, al decir de algunos; distinguiendo los argumentos verdaderos de los falsos y refutando las apariencias de verdad de los sofismas, remediará esa gran enfermedad del alma que es el engaño. Provechoso, pues, es familiarizarse y ejercitarse con estos y otros estudios preliminares semejantes. En efecto, tal vez, como a muchos les ha sucedido, será a través de los estudios vasallos como habremos de familiarizamos con las reales virtudes. 19. ¿No ves cómo también nuestro cuerpo primero, durante la infancia, se nutre con alimentos simples y a base de leche, y .sólo más tarde lo hace con alimentos sólidos y costosos? Pues de la misma manera considera que los estudios de la cultura .general y el saber correspondiente a cada uno de ellos ponen al alcance del alma los alimentos de la infancia; y que las vir tudes constituyen los alimentos más perfectos y los apropiados para los hombres de verdad. 20. V. Los primeros caracteres de la instrucción intermedia son representados mediante dos símbolos, el uno la raza, el otro el nombre. La raza es egipcia; el nombre, Agar, que significa "residencia transitoria".8 Y así es, el consagrado a los estudios de la cultura general y amigo del saber múltiple está ligado al terrestre y egipcio cuerpo puesto que hace uso de los ojos para ver y leer, de los oídos para escuchar y oír, y de los otros sentidos para poner al descubierto cada una de las cosas sensibles. 8 Ver Interpretación alegórica III, 244. 21. Está en la naturaleza de las cosas, en efecto, el que lo juzgado no puede ser aprehendido si no hay quien juz gue; y en el caso de las cosas sensibles quien juzga es la sen sibilidad; de modo que sin ella no sería posible un prolijo cono cimiento de lo concerniente al mundo sensible, sobre lo que versa la mayor parte de la filosofía. La sensibilidad, por otra parte, es la sección del alma más afín al cuerpo y está adhe rida con profundas raíces a este recipiente del alma, al que simbólicamente se ha denominado Egipto. PAGE 51

22. Este es uno de los caracteres que corresponden a la sierva de la virtud: el de la raza. Averigüemos cuál es el otro, es decir, el del nombre. Ocurre que la condición de la educación general es la de una "residencia transitoria". La ciencia, la sabiduría y las virtudes todas son indígenas, autóctonas, ciudadanas de ver dad y esta condición es exclusiva de ellas; las otras enseñanzas, que alcanzan el segundo, tercero o último galardón, ocupan un lugar "intermedio" entre los extranjeros y los ciudadanos, ya que no pertenecen ni a una ni a otra raza definida y, en cambio, tienen algo de común con una y otra. 23. Un resi dente transitorio, en efecto, por el hecho de permanecer en la ciudad está a la par de los ciudadanos, y por no vivir en su lugar natal se iguala con los extranjeros. De la misma manera, pienso yo, los hijos adoptivos igualan a los legítimos en cuanto a que son herederos de sus padres adoptivos; pero están a la par de los ajenos en cuanto a que no han sido engendrados por ellos. La misma relación, pues, que media entre la señora y la criada, o entre la esposa legítima y la concubina, media tam bién entre Sara, la virtud, y Agar, la instrucción. De modo que es natural que Sara, la virtud, pueda llegar a ser la esposa del ansioso de estudiar y conocer llamado Abraham; y que Agar, la cultura general toda, sea la concubina. 24. Aquel pues, que alcanza la sabiduría mediante la ins trucción no puede rechazar a Agar, pues muy necesaria es la adquisición de los estudios preliminares; [VI] mas si alguien, decidido a perseverar hasta el fin en las luchas por la virtud, se aplica a continuas ejercitaciones sin desfallecer en sus prácticas, tomará dos esposas legítimas y dos concubinas, criadas éstas de las legítimas esposas.9 9 El simbolismo de las esposas y concubinas de Jacob (Gen. XXIX y XXX) es el tema de los parágrafos 24 a 33. En esta ocasión el enfoque de Filón sobre Raquel y Lía se aparta de su interpretación al respecto en otros pasajes. 25. A cada una de ellas le corresponde una naturaleza y un aspecto diferentes. Así, una de las esposas legítimas es un movimiento saludable, equi librado y pacífico en sumo grado, y en razón de sus antece dentes Moisés la llama Lía.10 La otra se asemeja a una piedra de afilar, y, afilándose en ella la inteligencia amante de la lucha y la ejercitación adquiere agudeza. Su nombre es Raquel, que quiere decir "visión de profanación", no porque su visión sea profana sino, por el contrario, porque ella considera que las cosas visibles y sensibles no son sagradas sino profanas comparadas con la pura naturaleza de las cosas invisibles e intelectuales. 10 Léia = Lía, es idéntico al femenino de léios = suave, liso. 26. Hallándose nuestra alma dividida en dos partes: la racional y la irracional, sucede que a cada una de ellas le corresponde una virtud; Lía a la parte racional y Raquel a la irracional. 27. Raquel nos ejercita a través de los sen tidos y de todas las partes de la porción irracional para que despreciemos todo aquello que no merece consideración, como la fama, la riqueza y el placer, que la grande turba de los hombres incultos juzga admirables y apetecibles, guiada por el veredicto de los deshonestos oídos y del igualmente desho nesto tribunal de los otros sentidos. 28. La otra nos enseña a evitar el escabroso y áspero camino, intransitable para las almas amantes de la virtud, y a marchar "suavemente" a través de la amplia recta sin tropiezos ni resbalones.

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29. Necesariamente, entonces, será criada de Lía la facultad de expresarse a través de los órganos del habla y la racional búsqueda de sutiles argumentos cuya diestra fuerza persuasiva es vehículo de engaño;11 y serán criadas de Raquel los nece sarios medios de subsistencia que son la comida y la bebida. 11 Sorprende que esta facultad de expresarse, al servicio de quien busca la virtud o perfección, según lo dicho en el parágrafo 33, sea vehículo de engaño precisamente. Posiblemente se trate de una corrupción o laguna en el texto, y Filón haya querido decir todo lo contrario. 30. Moisés ha dado los nombres de estas dos criadas; Zelfa y Bala.12 "Zelfa" quiere decir "boca andante", y es símbolo de la capacidad para expresar el pensamiento y exponer su desarrollo.13 "Bala" significa "deglución" y simboliza el primero y más necesario sostén de los vivientes perecederos, pues nuestros cuerpos echan anclas en la deglución y las amarras de la vida hallándose sujetas a ella como a su base. 12 Gen. XXX, 3 y 9. 13 La expresión del pensamiento (hermenéia) corresponde a la "boca", y la exposición de su desarrollo a "andante". 31. Con todas las mencionadas facultades convive el ejercitante; con unas a título de esposas legítimas y de libre condición, con las otras en cali dad de siervas y concubinas. Aspira a poseer a Lía, es decir, el suave movimiento capaz de producir salud si se da en el cuerpo; y nobleza y Justicia si sobreviene en el alma. Ama a Raquel cuando combate contra las pasiones y se prepara para alcanzar el dominio de sí mismo y toma posiciones para enfrentar a todas las cosas sensibles. 32. Dos son, en efecto, las formas de la ayuda. La que nos proporciona el goce de bienes, y la que enfrenta y aniquila los males; la primera pací fica, la segunda combativa. Así, es por conducto de Lía como llegamos a recoger los frutos más elevados y dominantes; y a través de Raquel como obtenemos los que podríamos llamar despojos de guerra. Tal es la convivencia con las esposas legítimas. 33. Pero el que se ejercita ha menester también de Bala, la deglución, aunque en calidad de sierva; ya que sin alimentos y vida tampoco vivir bien le sería posible,14 pues los bienes intermedios son el fundamento de los superiores. Y necesita de Zelfa, es decir, la palabra que expone el curso de un pensamiento, a fin de que el elemento racional y elocutivo l5 pueda contribuir de dos maneras a su perfección: me diante la fuente de pensamiento que es la inteligencia y mediante el fluir de los mismos a través del órgano de la expresión. 14 Es decir, sin la base de la vida natural o vegetativa, resultado de la alimentación, no es posible la vida vivida como se debe. 15 El término logikós encierra ambas connotaciones: la relativa al pen samiento y la relativa a la palabra, de acuerdo con su derivación de lógos. 34. VII. Ahora bien, Abraham y Jacob, como lo revelan las sagradas escrituras, fueron hombres de varias mujeres, no sólo legítimas sino también concubinas. En cambio, Isaac no tuvo ni varias mujeres ni concubina alguna absolutamente. Sólo su esposa legítima cohabitó con él durante toda su vida. 35. ¿Por qué? Pues, porque la virtud adquirida mediante la enseñanza, virtud que procura alcanzar Abraham, ha menester de más de un orden de conocimientos legítimos, vinculados a la sabiduría, y de los bastardos, que son los preliminares de la cultura general Y otro tanto PAGE 51

ocurre con la virtud perfeccionada mediante la ejercitación, en torno de la cual han girado, evidentemente, los esfuerzos de Jacob. Varias y diferentes, en efecto, son las ver dades mediante las cuales tienen lugar esas prácticas; verdades que guían y que siguen, que se adelantan al encuentro y que se quedan a la zaga, que involucran ora menores ora mayores trabajos. 36. En cambio, la estirpe de los que se instruyen por sí mismos, a la que pertenece Isaac, vale decir, la alegría, que es la mejor de las buenas experiencias, ha sido dotada de una naturaleza simple, sin mezcla y pura, y no ha menester ni de ejercitación ni de enseñanza, condiciones éstas en las que se necesitan no solo formas legítimas sino también formas con cubinas de conocimiento. No es posible, en efecto, que al de rramar Dios desde lo alto del cielo la lluvia del bien que se aprende y enseña por sí mismo, aquél conviva ya con siervas y concubinas artes, movido por el deseo de tener por hijos opiniones bastardas. 37 El que ha alcanzado tal premio es re gistrado como esposo de la real y soberana virtud (cuyo nom bre es en griego "perseverancia", en hebreo Rebeca), ya que quien ha obtenido la sabiduría sin esfuerzo ni contratiempo, merced a una naturaleza felizmente dotada y un alma prolífica en el bien nada busca de lo que lleva al mejoramiento. 38. Tiene, en efecto, sin inconvenientes los dones de Dios en grado perfecto, infundidos en él en virtud de las más altas gracias de Dios, pero desea y suplica que éstos perduren. Por ello, pienso yo, el Benefactor le ha dado a la perseverancia como esposa, para que Sus gracias se perpetúen en el que las ha recibido. 39. VIII. La reminiscencia ocupa el segundo lugar luego de la memoria y el que tiene reminiscencias es segundo con res pecto al que recuerda. Éste es comparable al que goza de permanente buena salud; aquél, al que se recobra de una dolencia. El olvido, en efecto, es una enfermedad de la memoria. 40. Por fuerza el que tiene reminiscencias ha olvidado lo que antes recordaba. Así pues, la sagrada palabra llama a la memoria Efraín, nombre que interpretado significa "fructificación"; y los hebreos llaman Manases, es decir, "fuera del olvido" a la reminiscencia. 41. Es que, realmente, el alma del que recuerda "lleva los frutos" 16 de lo que ha aprendido sin despren derse de nada; en tanto que el alma que evoca sale "fuera del olvido" en el que estaba encerrado antes de la reminiscencia. El hombre de memoria convive con una esposa legítima, es decir, con la memoria; en tanto que el que olvida cohabita con una concubina, es decir, con la reminiscencia; siria de nación, jactanciosa y rebelde, como que "siria" significa "soberbia". 16 Karpophoreín = llevar o producir frutos, correspondiente al sustan tivo karpophoría = fructificación, o producción de frutos. Sobre la oposi ción Efrain-Manases, es decir, memoriareminiscencia, ver Interpretación. alegórica III, 90 a 93, Sobre la sobriedad 27 y 28 y Sobre la migración de Abraham 205 y 206. 42. De esta concubina, la reminiscencia, es hijo Maquir, según lo llaman los hebreos, o "del padre" en lengua griega. Es que quienes evocan algo olvidado creen que la causa de su reminiscencia es el "padre", es decir, la inteligencia; y no razo nan que la misma inteligencia ha contenido también alguna vez el olvido, pues no cabría tal reminiscencia si el recuerdo hubiera seguido presente en ella.

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43. Leemos, en efecto, que "Fueron hijos de Manases aquellos que engendró para él la concubina siria, [entre ellos] Maquir; y Maquir, a su vez, engendró a Calad". (Gen. XLVI, 20.) Asimismo Najor, el hermano de Abraham, tiene dos mujeres, la legítima y la concubina. La legítima llámase Melca; la concubina. Ruma.17 17 Gen. XXII, 23 y 24. 44. Mas no es una historia genealógica lo que registran en este caso los relatos del sabio legislador; nadie que piense equilibradamente puede suponer tal cosa. Se trata de una explicación a través de símbolos de cosas que pueden ser útiles al alma; y si traducimos los nombres a nuestra len gua, comprobaremos la verdad de este aserto. Indaguemos, pues, sobre cada uno. 45. IX. "Najor" significa "reposo de la luz"; "Melca" quiere decir "reina", y "Ruma", "visión de al go". Ahora bien, el tener luz en la inteligencia es un bien; pero en reposo, quietud e inmovilidad, es bien no perfecto, pues, si es provechoso que las cosas malas se hallen en reposo, es conveniente que las buenas se hallen en movimiento. 46. Porque, ¿qué ventaja se sigue de que quien posee hermosa voz calle, o de que el flautista no toque la flauta, de que el citarista no taña la cítara, y en general, de que un hombre hábil en algo no ponga en práctica su arte? La teoría sola sin la práctica para nada sirve al que la conoce. Puede uno saber cómo se combate en el pancracio, el pugilato o la lucha libre, mas, si se ata las manos a las espaldas, de nada le servirá su preparación atlética. Y lo mismo ocurre con el que ha apren dido los secretos del correr, si padeciere de gota o de alguna otra dolencia de las piernas. 47. No obstante eso, el saber es la suprema luz del alma, puesto que, así como los ojos son intensamente alumbrados por los rayos solares, la inteligencia lo es por la sabiduría e, impregnada de siempre renovados conocimientos, se acostumbra a ver con más clara penetración cada vez. 48. Con razón el nombre de Najor significa "reposo de la luz", pues, como es pariente del sabio Abraham, le ha cabido una parte de la luz de la sabiduría; mas, como no ha acompañado a aquél en su jornada desde lo creado hacia el Increado, y desde el mundo hacia el Forjador del mundo, el conocimiento que ha adquirido es defectuoso e incompleto, en reposo y estancado, o más bien rígido como una estatua sin vida. 49. No emigra del país caldeo, vale decir, no se libera del estudio de la astrología; y estima en más lo creado que a su Creador, en más al mundo que a Dios; o, más bien, considera que el mundo mismo es un Dios con poderes absolutos, y no la obra del omnipotente Dios. 50. X. Se casa, empero, con Melca, es decir, con una reina, mas no una soberana de hombres o estados, sino una que lleva el calificativo de reina solamente. En efecto, así como no estaría desacertado quien llamara rey de las cosas sensibles al cielo, puesto que es la más excelsa de las cosas creadas, así tampoco está fuera de lugar llamar reina de las ciencias a la que versa sobre ese mismo cielo, ciencia que los astrólogos y en especial los caldeos cultivan. 51. Melca es, pues, su mujer legítima; y su concubina es la que ve una sola de las cosas existentes, aun tratándose de la más insignificante de todas.18 Así pues, el ver lo mejor, es decir, al Que realmente Es, ha correspon dido a la mejor de las razas, Israel, cuyo nombre PAGE 51

significa pre cisamente "el que ve a Dios"; al que aspira al segundo galar dón le ha correspondido el ver lo segundo en calidad: el cielo sensible y el armonioso orden y verdaderamente musical coro de los astros que en él hay. 18 Recuérdese que su nombre, "Ruma", significa, según el parágrafo 45, "visión de algo". 52. En el tercer lugar están los escépticos, los que no se aplican a las cosas mejores de la naturaleza, sensibles o aprehensibles por la inteligencia, sino pierden su tiempo en sutilezas y sofismas sobre cosas sin trascendencia. Con éstos cohabita Ruma, la concubina que "ve algo" aunque fuere lo más pequeño, pues se trata de hombres incapaces de abocarse a una investigación sobre las cosas superiores, de las que podrían sacar provecho para sus vidas. 53. Así como, en el caso de la medicina, la llamada curación por palabras está muy lejos de prestar alguna utilidad a los pacientes, ya que las enfermedades se curan con drogas, intervenciones quirúrgicas y dietas, y no con palabras; así también en el caso de la filosofía, algunos son nada más que traficantes y cazadores de palabras que ni quieren ni intentan curar su vida saturada de dolencias y no se avergüenzan de pasárselas en disputas sobre opiniones y sobre sílabas, desde su más temprana edad hasta la extrema vejez, como si la felicidad residiese en la inútil e interminable prolijidad respecto de verbos y nombres, y no en establecer sobre una mejor base el carácter que es la fuente de la vida humana, mediante el destierro de los vicios de sus límites y el afincamiento de las virtudes en ella. 54. XI. Otros que toman como concubinas las opiniones y doctrinas son los hombres ruines. Por ejemplo, Moisés dice que Tamma, la concubina de Elifaz, el hijo de Esaú, dio a luz para él a Amalee.19 ¡Oh, cuan claramente se advierte la bajeza de origen del descendiente! Podrás verlo a poco que descartes el pensamiento de que lo dicho se refiere a hombres, y pongas atención en el alma, como si la estudiaras anatómicamente. 19 Gen. XXXVI, 12. 55. Moisés llama Amalee al irracional y desmedido impulso de la pasión, pues "Amalee" traducido significa "pueblo devorador". Y en efecto, así como la fuerza del fuego consume la materia que tiene a su alcance, del mismo modo la pasión, al arder, "devora" y destroza cuanto halla a su paso. 56. De dicha pasión es declarado padre Elifaz con razón, pues su nombre significa "Dios me ha dispersado". ¿Y no es cierto, acaso, que, cuando Dios aparta, "dispersa" y arroja con desprecio lejos de Sí al alma, al punto nace la irracional pasión? Porque al alma que realmente Lo ama, alma que tiene la visión de Él, Dios la planta como a un sarmiento de noble estirpe, enraizándola para que se perpetúe, y le proporciona fertilidad para que adquiera las virtudes y goce de ellas. 57. Por ello Moisés su plica de esta manera: "Condúcelos y plántalos" (Ex. XV, 17), para que los Divinos vástagos crezcan no efímeros sino longevos e inmortales. AI alma injusta y atea, en cambio, la destierra Dios lejos de Sí y la dispersa hacia la región de las concupis cencias e iniquidades. Este lugar es llamado con todo acierto el lugar de los impíos, mas no se trata del mítico Hades.20 El verdadero Hades no es otra cosa que la vida del malvado, vida que no deja impune los delitos, vida de remordimientos y blanco de todas las maldiciones. 20 Hades o mansión de Hades, lugares subterráneos donde, según la mitología griega, residían las almas de los muertos. Ver Sobre la herencia de las cosas Divinas, nota 26.

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58. XII. En otro lugar se registra como en una estela también este texto: "Cuando el Altísimo dividió a las naciones, cuando dispersó a los hijos de Adán" (Deut. XXXII, 8); es decir, cuando arrojó a todos los terrestres modos de pensar carentes de todo interés por ver bien celestial alguno: e hizo de ellos seres sin hogar, sin ciudad y dispersos de verdad. Ninguno de los hom bres ruines, en efecto, ha conservado su morada, su ciudad ni otro vínculo de ninguna clase; por el contrario, todos ellos es tán dispersos, sin lugar donde afincarse, errantes por todas partes, emigrando siempre y sin poder echar raíces en lugar alguno. 59. En suma, que al hombre ruin la mujer legítima le pro porciona vicios; y la concubina, pasiones, porque el alma en su totalidad 21 es, podríamos decir, la legítima compañera de vida de la razón; y, si se trata de un alma culpable, engendra. vicios; en tanto que la naturaleza del cuerpo es su concubina, y a través de ella observamos que se genera la pasión, pues. el cuerpo es la zona de los placeres y las concupiscencias. 21 Es decir, incluida la parte irracional. Ver Sobre la herencia de las cosas Divinas 55. 60. Esta concubina se llama Tamna, nombre que traducido' significa "debilitamiento agitado". El alma, en efecto, se "debilita" y torna impotente a causa de la pasión, al recibir del cuerpo la gran "agitación" y el oleaje provocado por la terrible tormen ta que estalla como consecuencia de una desmedida apetencia61. El progenitor de todas estas porciones mencionadas, ca beza, podríamos decir, de todo ser viviente, es Esaú, cuyo nombre se interpreta ora como "roble" ora como "cosa ficticia".22 Es un "roble" por cuanto es indoblegable, inflexible,23 insu bordinado e indócil por naturaleza y tiene por consejera a la locura; vale decir, es verdaderamente de roble. Es, además,. una "cosa ficticia" en la medida en que la vida junto a la insen satez es ficción y fábula, y además está llena del vano énfasis de la tragedia y de la burda chanza de la comedia; nada tiene-de saludable, forja mentiras y arroja lejos la verdad, sin intere sarse por la naturaleza ajena a las cualidades,24 sin formas y no modelada; naturaleza que ama el ejercitante. 22 El vocablo póiema está empleado aquí en el sentido de creación de la fantasía u obra de ficción, es decir, obra literaria, y asociado con plasma = ficción, y con mythos = fábula, mito, los que, según Filón, proporcionan tema a la comedia y a la tragedia, respectivamente. 23 Ante las buenas influencias. 24 Otro intraducible juego de palabras: póiema y ápcrios = sin cualidades 62. Moisés, en efecto, lo atestigua al decir que "Jacob era un hombre sencillo25 y habitaba una casa".26 (Gen. XXV, 27.) Así pues, Esaú, el opuesto a éste, resulta ser hombre sin casa y amigo de la ficción, de la invención y de las locuras míticas, o, más bien, es él mismo un drama teatral y una fábula. 25 "Sencillo" es una de las acepciones figuradas de aplastas (a + plás tos) = no modelado, informe, adjetivo que expresa la idea opuesta a la del ya citado sustantivo plasma = obra modelada o plasmada, ficción. Filón juega con estos sentidos, y de ese modo logra que el texto bíblico avale su interpretación sobre la afinidad del hombre virtuoso, en este caso personificado en Jacob, con lo incorpóreo y no cualitativo, y sobre su oposición respecto de la ficción encarnada en Esaú. 26 Ver Interpretación alegórica III, 2; y Sobre la obra de Noé como plantador 44. 63. XIII. Queda dicho, en la medida de lo posible, lo relativo a la convivencia de la razón amante de la contemplación con las facultades legítimas y concubinas. Hemos continuar la PAGE 51

tra ma de nuestro razonamiento examinando lo que sigue. "Abraham", dice Moisés, "escuchó la voz de Sara". (Gen. XVI, 2.) Forzoso es, en efecto, que el que aprende obedezca los mandatos de la virtud. 64. Mas no todos obedecen; sólo lo hacen aquellos que se hallan impregnados de un intenso amor hacia el saber. Casi no pasa día, en efecto, sin que los auditorios y teatros se llenen, y los que cultivan la filosofía discurren en ellos sin respiro anudando sus argumentos acerca de la virtud. 65. Mas, ¿qué provecho resulta de lo que dicen? En vez de prestarles atención, todos se distraen con otras cosas, con el pensamiento puesto unos en viajes y negocios, otros en rentas y cultivos, otros en distinciones y asuntos públicos, otros en las ganancias que procuran cada una de sus habilidades y ocu paciones, otros en la venganza contra enemigos, otros en los goces de sus deseos eróticos; en suma, unos en unas cosas y otros en otras. El resultado es que, respecto de lo que se está demostrando, ningún caso hacen, estando presentes sólo de cuerpo, mas ausentes con las inteligencias, tal como si fueran imágenes o estatuas. 66. Y, si algunos prestan atención, es sólo durante el tiempo en que permanecen sentados; y, en retirándose, se olvidan de todo lo dicho. El objeto de su presencia ha sido más el deleitarse oyendo que el sacar provecho; y así, el alma de éstos es incapaz de concebir o engendrar nada; y, cuando cesa el motivo que provoca su placer, se extingue también su atención. 67. En tercer lugar están aquellos que con servan como una resonancia de lo que se ha dicho, pero de muestran que son más sofistas que filósofos. Las palabras de éstos son loables mas su vida es reprensible. Tienen aptitudes para hablar sobre lo mejor, pero son incapaces de practicarlo. 68. Difícil es, pues, hallar alguien que atienda, recuerde y prefiera el obrar al hablar; actitudes éstas que son testimonia das en el caso del amante del aprender, en las palabras "Escu chó la voz de Sara"; pues no nos es presentado simplemente como oyendo sino como "escuchando", 27 término que con toda exactitud expresa asentimiento y obediencia. 27 El verbo hypakóuein, aquí empleado, significa oír con. muestras de acatamiento, con atención, y también obedecer, acatar. 69. Y no está desacertado el agregar que lo que escuchó fue "la voz de Sara" y no "a Sara hablando"; porque es propio del que aprende 28 el escuchar la voz y las palabras pues sólo por ellas es enseñado; en tanto que el que adquiere el conocimiento mediante la ejercitación y no mediante la enseñanza, atiende no a lo que se dice sino a quienes lo dicen, y va imitando la vida de éstos en sus sucesivas acciones irreprochables. 28 O del que adquiere la virtud mediante el aprendizaje o la instruc ción, personificado en Abraham, por oposición a Jacob, que la adquiere con la-práctica o ejercitación, y a Isaac, depositario de lo que podríamos llamar ciencia o virtud infusa. 70. Así, leemos que, cuando Jacob fue enviado para tomar mujer de su familia, "escuchó a su padre y a su madre y vino a la Mesopotamia". (Gen. XXVIII, 7.) Escuchó a ellos, no la voz ni las palabras de ellos, pues lo que el ejercitante debía hacer era imitar una vida, no escuchar palabras. Esto último es propio del que recibe enseñanzas, aquello lo es del que se ejercita. El pasaje tiene por fin enseñarnos a percibir la diferencia entre el que se ejercita y el que aprende, consistente en que éste tiene en cuenta lo que una persona dice, y aquél a la persona misma. PAGE 51

71. XIV. Dice, pues, el legislador que "diez años después de habitar Abraham en la tierra de Canaán, Sara, su mujer, tomó a Agar, la egipcia, su criada, y la dio a su esposo Abraham por esposa". (Gen. XVI, 3.) Dañino, agrio y mal intencionado por naturaleza es el vicio; suave, solidaria y bien dispuesta, la vir tud, deseosa de ayudar de cualquier manera a los de buen natural o por sí misma o por medio de otros. 72. En el presente caso, por ejemplo, en vista de que aún somos incapaces de engendrar por la sabiduría, nos entrega en matrimonio a su criada, que, como he dicho, es la instrucción acerca de la cultura general. Y hasta podemos decir que no tiene incon venientes en oficiar de intermediaria y en llevar a la prometida ante su futuro esposo; como que ella misma, se nos dice, toma a Agar y la entrega como mujer a su esposo. 73. Provechoso será que consideremos por qué también ahora una vez más dice que Sara es la esposa de Abraham, no obstante haberlo recordado antes muchas veces. Porque Moisés no es de los dados a esa pobrísima especie de prolijidad que es el repetir sin motivo lo ya dicho. ¿Qué hemos de decir, pues? Diremos que Abraham, cuando se apresta a tomar por esposa a la criada de la sabiduría, es decir, la instrucción acerca de la cultura general, no olvida. Moisés lo dice, la fe debida a la señora de ésta; antes, sabe que aquélla es su esposa por ley y personal elección, en tanto que ésta lo es por necesidad y por la fuerza de las circunstancias. Tal es lo que ocurre con todo amante del aprender, v ningún testimonio más verídico al respecto que la propia experiencia. 74. Por ejemplo, cuando por primera vez me sentí yo estimulado por los aguijones de la filosofía a desearla ardientemente, me entregué, completamente joven aún, a una de las criadas de ella, la gramática; y cuanto de ella engendré: la escritura, la lectura, el estudio de los poetas, lo dediqué a su señora. 75. Luego cohabité también con otra de las criadas, la geometría, de cuya belleza sentíame prenda do, pues en toda ella estaban presentes la simetría y la propor ción; y ninguno de los hijos habidos de ella tomé para mí sino los llevé como presentes a la esposa legítima. 76. Y nuevamente me apresuré a buscar la compañía de una tercera, plena de ritmo, armonía y melodía, llamada música; y engendré de ella melodías diatónicas, cromáticas y enarmónicas, conjuntas y disjuntas, conformes con la consonancia de cuarto, quinto y octavo intervalo.29 Y nuevamente me abstuve de guardar para mí ninguno de ellos, pues quería ver a mi mujer legítima enriquecida y servida por una multitud de servidores. 29 Compárese con Interpretación alegórica III, 122; Sobre la posteridad de Caín 104, y Sobre la agricultura 127. 77. Porque algunos, seducidos por los encantos de las criadas, han desechado a la señora, es decir, la filosofía, y han enveje cido entregados a la poesía unos, a la geometría otros, a las combinaciones de matices musicales otros, y a otras innume rables cosas otros, incapaces de remontarse hacia la esposa legítima. 78. Cada una de estas artes posee, en efecto, sus encantos y poderes de atracción determinados, y no faltan quienes, seducidos por estos, permanecen con ellas y se olvidan de sus compromisos con la filosofía.30 En cambio, aquel que se atiene fielmente a lo convenido, todo lo procura de todas partes con ánimo de complacer a ésta. Lógico es, pues, que la sagrada PAGE 51

palabra, admirada de su fe, diga que Sara es la mujer de Abraham también en esta ocasión, cuando éste toma a la criada para complacer a aquélla. 30 Ver Sobre la ebriedad 31. 79. Y por cierto que, así como los estudios generales contri buyen a la adquisición de la filosofía, así también la filosofía concurre a la adquisición de la sabiduría. La filosofía, en efecto, es la búsqueda de la sabiduría, y la sabiduría es el conocimiento de las cosas Divinas y humanas y de las causas de ellas. Viene a ser, pues, la filosofía la sierva de la sabiduría, así como la cultura general lo es de la filosofía. 80. La filosofía nos enseña el control del vientre, el control de las partes que están más abajo de él y el control de la lengua. Estos controles considéranse apetecibles en sí mismos pero aparecerán como más elevados aún si son aplicados para honra y servicio de Dios. Preciso es, por eso, tener presente a la señora cuando nos dis ponemos a desposarnos con las criadas de ella. Y asignémonos el nombre de esposos de éstas, pero aquélla no se llame sim plemente esposa nuestra, sino sea nuestra esposa verdadera. 81. XV. Agar es entregada a Abraham no inmediatamente después de su llegada a la tierra de Canaán sino después de residir diez años allí. Hemos de considerar cuidadosamente qué significa esto. En los primeros tiempos de nuestra venida al mundo el alma no lleva en su compañía sino las pasiones: penas, dolores, alarmas, deseos, placeres; los que a través de los sentidos llegan hasta ella, sin que su discernimiento pueda aún ver el bien y el mal, ni distinguir con precisión las cosas buenas de las malas, pues todavía dormita, con sus ojos cerrados como en un profundo sueño. 82. Pero con el transcurrir del tiempo, cuando ya salimos de la edad infantil y estamos por entrar en la adolescencia, de inmediato brotan de una única raíz dos tallos: la virtud y el vicio; y alcanzamos la aprehensión de ambos pero elegimos necesariamente uno u otro; los de buen natural, la virtud; los de condición contraria, el vicio. 83. Teniendo esto presente, debemos saber que Egipto es símbolo de las pasiones, y la tierra de Canaán, símbolo de los vicios. De modo que nada tiene de extraño que, habiendo sacado Moisés de Egipto al pueblo, lo conduzca a la región de los cananeos. 84. Porque el hombre, como he dicho, al entrar en la existencia recibe Egipto, es decir, la pasión, como residencia, quedando enraizado en los placeres y penas; pero luego emigra hacia una nueva residencia, el vicio, cuando ya su razón ha progresado hasta alcanzar una más aguda visión y aprehende ambas cosas, el bien y el mal, escogiendo lo peor a causa de lo mucho que hay de mortal en ella y de que el mal es propio de lo mortal en la medida en que el opuesto bien lo es de lo Divino. 85. XVI. Estas son las dos patrias por naturaleza: Egipto, la pasión, lo es de la edad infantil; Canaán, el vicio, lo es de la adolescencia. Mas el sagrado lógos, aunque conoce claramente las patrias de nuestra mortal raza, al señalamos lo que debemos hacer y lo que nos será provechoso, nos prescribe odiar las costumbres, los hábitos y las prácticas de dichas pa trias. 86. Sus palabras son éstas: "Y habló el Señor a Moisés diciendo: 'Habla a los hijos de Israel y diles: Yo soy el Señor Dios vuestro. No procedáis de acuerdo con las prácticas de la tierra de Egipto, en la que habéis habitado. No procederéis tampoco de acuerdo con las prácticas de Canaán a la que Yo os he conducido al traeros acá. No marcharéis con sus costum bres. Os PAGE 51

atendréis a Mis decisiones y guardaréis Mis manda mientos; marcharéis en ellos. Yo soy el Señor Dios vuestro. Y guardaréis todos Mis mandamientos v Mis decisiones. Eso ha réis. El que lo hiciere vivirá en ellos. Yo soy el Señor Dios vuestro'." (Lev. XVIII, 1 a 5.) 87. Así pues, la verdadera vida es la del que marcha en las decisiones y mandamientos de Dios; de lo que se deduce que los actos de los ateos equi valen a la muerte. Dicho está ya cuáles son esos actos: no son otros que los de la pasión y los vicios, de los que nacen las multitudes de impíos y sacrílegos. 88. Después de diez años, pues, de nuestra emigración hacia la tierra de los cananeos tomaremos a Agar por mujer, puesto que, si bien tan pronto como llegamos a ser seres racionales, tomamos para nosotros la ignorancia y la indisciplina, dañosas por naturaleza; tiempo después, en un número perfecto, el diez, llegamos a alcanzar el deseo de una legítima educación, capaz de procurarnos provecho. 89. XVII. La condición del número diez, examinada detalla damente en las escuelas de los músicos, ha sido celebrada de manera poco común por el santísimo Moisés, quien refiere a él las cosas más excelentes: los gobiernos, las primicias, las ofrendas permanentes de los sacerdotes, la observación de la pascua, la propiciación, la liberación y el retomo a las antiguas posesiones al cabo de cincuenta años, la construcción del indesarmable tabernáculo y otras innumerables cosas que sería largo recordar. Pero los ejemplos oportunos no debemos omitirlos. 90. Un caso es el de Noé, el primer hombre recordado como justo en las sagradas escrituras. Moisés lo presenta como el décimo descendiente del hombre modelado de tierra;31 y no porque quiera mostrarnos el número de años sino para enseñamos claramente que, así como el diez es el perfectísimo límite de los números a partir de la unidad, del mismo modo la justicia es en el alma la perfección y verdadera cima 32 de las acciones de la vida. 31 Ver Sobre la creación del mundo 134 y ss. 32 O límite. Filón emplea el mismo término peras, usado para calificar al número diez; pero ahora lo emplea con una connotación no de simple límite o término, sino de logro o alcance de una meta, por lo que he preferido traducirlo por "cima". 91. Los oráculos, en efecto, dicen que el nueve, producto del tres multiplicado por sí mismo, es un número muy hostil: pero el diez, que se forma mediante la adición del uno a aquél, ese aprobado en ellos como un número amigo. 92. Señal de esto es que, cuando hubo estallado la guerra intestina y las cuatro pasiones se alistaron para el combate con los cinco sentidos, hallándose el alma toda, como si se tratara de una ciudad, en peligro de sufrir el saqueo y la ruina, Abraham, apareciendo como el décimo en el conflicto, entró en campana y destruyó los gobiernos de los nueve reyes.33 33 Gen. XIV. 93. Abraham preparó la calma en sustitución de la tempestad, la salud en lugar de la enfermedad, y la vida, si podemos hablar así, en vez de la muerte, y fue declarado vencedor de los trofeos por Dios, el dador de la victoria, a quien en acción de gracias por el triunfo ofreció los diezmos.34 34 Gen. XIV, 20. "Diezmos" o décimas partes, con lo que recalca Filón el papel decisivo del diez en los actos y cosas excelentes. PAGE 51

94. Además, de todo cuanto pasa "bajo la vara", me refiero a la vara de la disciplina,35 es decir, de toda creatura dócil y domesticada, se separa la décima parte, la que se convierte en "santa" por disposición de la ley,36 a fin de que aprendamos a través de muchos ejemplos que el diez está estrechamente rela cionado con Dios, y que el nueve lo está con nuestra raza mortal. 35 Ver Sobre la posteridad de Caín 97. 36 Lev. XXVII, 32. 95. VXIII. Mas no sólo de los animales está prescripto ofrecer las décimas partes como primicias, sino también de cuanto brota de la tierra. "Toda décima parte de la tierra", dice la ley, "procedente de la semilla y del fruto de la madera es santa para el Señor; y toda décima parte de los bueyes y corderos, y todo lo décimo en el número, que pasare bajo la vara será santo para el Señor". (Lev. XXVII, 30 a 32.) 96. Ob serva que el legislador considera que las primicias deben pro ceder de nuestra masa corpórea, la que es terrestre y de madera realmente; porque la vida, la subsistencia, el crecimiento y la .salud débelos ella a la gracia Divina. Observa, asimismo, que además se establece que esas primicias han de proceder tam bién de los animales irracionales que hay en nosotros, vale decir, de los sentidos, cosa explicable, pues el ver, el oír, el oler, el gustar y el tocar son también dones Divinos, por los que debemos dar gracias. 97. Mas, no sólo se nos enseña a alabar al Benefactor por las leñosas 37 y terrestres masas del cuerpo, ni sólo por los irra cionales animales que son nuestros sentidos; también hemos de hacerlo por la inteligencia, la que, hablando con propiedad, es el hombre dentro del hombre, lo mejor dentro de lo peor, lo inmortal dentro de lo perecedero. 37 "Leñosas" o de madera, con lo que insiste Filón en que el pasaje interpretado alude simbólicamente a nuestro cuerpo o masa corpórea al mencionar el "fruto de la madera". 98. Por ello, creo yo, Dios santificó a todos los primogénitos y escogió a cambio de ellos la décima parte, me refiero a la tribu de los levitas,38 para la vigilancia y conservación de la santidad, la piedad y los ritos que se ofrecen en honor de Él. Porque lo primero39 y mejor que hay en nosotros es la razón, y corresponde que las primicias de su comprensión, de su penetración, de su capacidad de aprehensión, de su prudencia y de las otras cualidades que en ella se dan, las consagremos a Dios, que es quien le ha conferido la fertilidad en el discernir. 38 Es decir, entre las diez tribus. Sobre la santificación de los primogé nitos y su trueque por los levitas ver Núm. VIII, 5 a 18. 39 "Primero", en griego protón, término que permite a Filón vincular la razón con los protótoka = primogénitos o primeros nacidos, y deducir que corresponde compensar o agradecer a Dios por ella mediante la ofrenda de la décima parte de sus beneficios, tal como por los primogénitos de Israel fue ofrecida la décima parte de la nación al ser consagrada la tribu de Leví. 99. Estas consideraciones fueron las que impulsaron al ejer citante a formular el siguiente voto: "De todo lo que me dieres, separaré la décima parte para Ti" (Gen. XXVIII, 22); y ellas explican el oráculo, conservado después de las bendiciones por la victoria que dirige Melquisedec, quien había alcanzado el sacerdocio sin ajena enseñanza, por propio aprendizaje. Dicho oráculo dice así: "Le dio la décima parte de todas las cosas" (Gen. XIV, 20), de las cosas de los sentidos el buen percibir, de las cosas del habla, el buen hablar, de las PAGE 51

de la inteligencia, el buen pensar. 100. Con hermosura suma y, a la vez, de acuerdo con los hechos, Moisés nos dice bajo la forma de una aclaración incidental, al referirse a la consagración del memorial del Divino y celestial alimento en un jarrón de oro, que "el ómer era la décima parte de tres medidas". (Ex. XVI, 36.) En efecto, al parecer, nosotros contenemos tres medidas: sensibi lidad, habla e inteligencia; la sensibilidad, que mide las cosas sensibles; el habla, que mide las diversas partes de lo que se dice; y la inteligencia, medida de las cosas intelectuales. 101. De cada una de estas medidas debemos ofrecer lo que podríamos calificar de una sagrada décima parte, para que el habla, la percepción sensible y la aprehensión intelectual puedan ser juzgadas como irreprochables y saludables de acuerdo con la medida de Dios. Porque esta es la verdadera y justa medida, en tanto que las nuestras son falsas e injustas. 102. XIX. Es razonable, pues, que también en lo que a los sacrificios se refiere, el décimo de la medida de la flor de harina haya de ser llevado con las víctimas al altar, en tanto que el número nueve, es decir, el resto del diez, permanece en nosotros. 103. También la perpetua oblación a cargo de los sa cerdotes concuerda con lo anterior. Les está, en efecto, prescripto ofrecer la décima parte de un efá en flor de harina,40 pues han aprendido ellos que deben desechar a la novena y sensible divinidad, que sólo lo es en apariencias, y adorar al Que Es décimo y verdaderamente único. 40 Lev. VI, 13. 104. En efecto, al mundo le han cabido nueve partes, ocho en el cielo: una la de las estrellas fijas, y siete de las errantes, aun cuando el orden del movimiento es el mismo para todas; la novena es la tierra juntamente con el agua y el aire, ya que estos tres elementos constituyen una sola familia, difiriendo sólo en los cambios y transformaciones a que están sujetos. 105. Ahora bien, el co mún de la gente tributa honor a estas nueve partes y al mundo formado por ellas; el hombre perfecto, en cambio, honra al Que está por encima de las nueve, al Hacedor de todas ellas, Dios, que es el décimo; ya que, mirando más allá de toda Su obra anhela al Artífice mismo, y se esfuerza por convertirse en suplicante y servidor Suyo. Por eso el sacerdote ofrece perpetuamente una décima parte a Aquel que es décimo, único y eterno. 106. Este número es, hablando con toda precisión, la pascua del alma, es decir, del tránsito desde toda pasión 41 y toda cosa sensible hacia el ámbito intelectual y Divino del diez. Leemos, en efecto: "En el décimo día de este mes toma cada uno un cordero por cada casa" (Ex. XII, 3), de modo que a partir del décimo día sean consagradas a Aquel que es décimo las ofren das conservadas en el alma que ha sido iluminada en dos de sus tres partes, hasta que toda ella a través de todas sus partes se convierta en una celestial claridad, como una luna llena, du rante su crecimiento de la segunda semana, para que pueda no sólo conservar sino también ofrecer sus progresos como inocentes e irreprochables víctimas.42 41 Ver Sobre la herencia de las cosas Divinas, nota 66. 42 Filón asocia, correctamente como lo hizo ya en Sobre los sacrificios de Abel y Caín 112, el cordero (próbaton.) con el progresar (probáinein) moralmente. Ello y el hecho de que se tome el cordero en el décimo día, día en que la luna está en el segundo tercio de su marcha creciente, hacen que Filón interprete el simbolismo del pasaje en el sentido de que el alma, habiendo ya progresado hasta alcanzar la claridad de dos tercios del total, conserva e PAGE 51

incrementa esos progresos en el camino hacia la plena claridad de sus tres partes, hasta que alcanza esa plenitud y entonces se ofrece ella misma a Dios. 107. También está presente el diez en la propiciación, pues ésta ha sido fijada para el décimo día del mes.43 En ella el alma suplica a Dios, el décimo, y es instruida sobre la bajeza y nulidad de la confianza depositada en la sagacidad de la razón creada, y sobre las supremas y trascendentes excelencias del Increado en todo lo que es bueno. De ese modo, tórnase Él propicio, cosa que ocurre inmediatamente aun cuando no mediare súplica alguna, tratándose de quienes se afligen y hu millan a sí mismos y no se envanecen impulsados por la jac tancia y la presunción. 43 Lev. XXIII, 27. 108. También hallamos al número diez en la "liberación"44 (Lev. XXV, 9), es decir, en la perfecta libertad del alma que se desembaraza de su deambular sin rumbo y encuentra un nuevo puerto en la naturaleza no errante con lo que retorna a las heredades que le cupieron cuando un vigoroso aliento palpitaba en ella y se ejercitaba en los trabajos en procura del bien como galardón. Entonces, en efecto, el sagrado lógos, admirado de sus esfuerzos, la honra otorgándole una especial recompensa, una inmortal herencia consistente en un lugar en el orden de lo imperecedero. 44 El jubileo tenía lugar cada cincuenta años, no cada diez, pero, como acota Filón en 109, la proclamación se hacía el día diez del séptimo mes. 109. También hallamos el número diez en la súplica que eleva el sabio Abraham cuando está a punto de ser arrasado por el fuego la que lleva por nombre tierra de los sodomitas, pero, en realidad, no es otra cosa que un alma estéril para el bien y de razón ciega. Suplica para que, si la señal de la justicia, es decir, el diez, fuere hallada en ella, pueda alcanzar alguna remisión de pena.45 Comienza, es cierto, su súplica desde el número cincuenta, el de la liberación, mas la termina en el diez, es decir, en el rescate completo.46 45 Gen. XVIII, 32. 46 Ver la nota 44. 110. XX. Por eso mismo, creo yo, Moisés, después de la elección de los jefes de mil, de cien y de cincuenta hombres, elige en último término capitanes con mando sobre diez,47 para que la inteligencia, en caso de no poder mejorar a través de los órdenes48 de más jerarquía, se purifique al menos a través de las últimas. 47 Ex. XVIII, 25. 48 Es decir, de las obras más elevadas o más meritorias. 111. Es también una hermosísima doctrina la que comprendió el siervo del amante del aprender cuando desempeñaba aquella admirable embajada en la que gestionó para el sabio instruido por sí mismo, la virtud más apropiada para él, la perseverancia,49 pues de entre muchos, innumerables, recuerdos de su señor "toma diez cabellos", es decir, la reminiscencia del diez o, en otras palabras, de la recta instrucción.50 49 Gen. XXIV, 10. La perseverancia, constancia o paciencia es Rebeca, la que es solicitada para esposa de su hijo Isaac por Abraham, quien confía la gestión a los buenos oficios de un siervo suyo. 50 Acerca del cabello como símbolo de la memoria ver Sobre la posteridad de Caín, 148 y 149. Sobre el número diez como el número de la educación o disciplina ver Sobre los sacrificios de PAGE 51

Abel y Caín 122. 112. Y toma además "de los bienes de aquél" no, evidentemente, plata ni oro ni ninguno de los bienes que se hallan en las materias perecederas, ya que Moisés jamás aplica la calificación de bienes a éstas; sino los bienes genuinos, los que son del alma solamente, bienes que escoge para las necesidades del viaje y para sus ne gocios; y que son la enseñanza, el progreso, la atención seria, el anhelo, el ardor, la inspiración, la profecía y el amor por el recto obrar. 113. Practicando y ejercitándose en tales cosas, cuando esté a punto de abandonar el mar, por así decir, y de echar anclas en un puerto, tomará dos aretes de una dracma de peso cada uno y dos brazaletes de oro de diez dracmas de peso para los brazos de aquella cuya mano negocia para su señor.51 Verdaderamente magnífico adorno es que la cosa oída 52 sea una sola dracma, vale decir, una unidad no fraccionable y dotada de natural fuerza de atracción,53 por cuanto a nadie resulta de provecho el que el oído se aplique a cosa alguna que no sea una única declaración: aquella que nos mues tra las excelencias del único y solo Dios; y lo es, asimismo, el hecho de que las empresas que acometemos 54 sean de diez dracmas y de oro puesto que las acciones conforme con la sabiduría se cimentan en números perfectos y cada una de ellas es más estimable que el oro. 51 Gen. XXIV, 22. 52 Simbolizada en cada arete. 53 Ver Sobre la migración de Abraham 202, para la explicación del juego de palabras entre holké y holkos. 54 Simbolizadas en los brazaletes. 114. XXI. Las mismas condiciones se dan en el tributo de los príncipes, tributo escogido entre lo mejor que poseían, que aqué llos ofrendaron cuando el alma, preparada por su amor al saber, ofreció su dedicación con la apropiada solemnidad, agradecien do a Dios, su maestro y guía. En efecto, es "un incensario de oro de diez dracmas de peso, lleno de incienso" (Núm, VII, 14, 20), lo que ofrece para que el único Sabio escoja los perfumes exhalados por la sabiduría y por cada una de las virtudes. 115. Y, cuando estos perfumes han sido juzgados gratos por El, Moisés eleva el himno de triunfo diciendo: "Percibió el Señor un olor de suave fragancia" (Gen. VIII, 21); donde "percibió" significa "aceptó", puesto que, no siendo Dios un ser como los hombres, no ha menester de narices ni de otra parte orgánica alguna.55 55 Y, por lo tanto, no pueden percibir fragancias. 116. Y más adelante en su narración, nos dirá Moisés también que la Divina residencia, vale decir, el tabernáculo, consta de "diez cortinas".56 Es que a la estructura de toda la sabiduría le ha correspondido el perfecto número diez, y la sabiduría es la corte 57 y el palacio del universal Monarca y único Soberano con poder ilimitado. 56 Ex. XXVI, 1. 57 Juego de palabras entre auláiai cortinas, y aulé = corte. 117. Esta residencia es la casa perceptible por la inteligencia; en tanto que el mundo es la casa per ceptible por los sentidos, por lo que el legislador hizo que las cortinas fueran tejidas con materiales que simbolizaran los cua tro elementos. Están, en efecto, fabricadas con lino fino, de tela de color azul obscuro, de púrpura y de paño escarlata cua tro, como he dicho, en PAGE 51

número. El lino es símbolo de la tierra pues de ella nace; el color azul obscuro lo es del aire pues éste es negro por naturaleza; la púrpura simboliza al agua, pues el medio de producir la tintura, el molusco del mismo nombre, procede del mar; y el color escarlata es símbolo del fuego pues se parece mucho a una llama. 118. Por otra parte, diez son las plagas y castigos con que el Guardián y Protector de todas las cosas amonesta al rebelde . Egipto cuando éste ha glorificado a la inteligencia que usurpa el lugar de Dios y le ha entregado el cetro y la diadema. 119. Del mismo modo, también promete Dios al sabio Abraham que ni una menos ni una más serán las naciones cuya ruina y destrucción completa llevará a cabo para entregar a sus descendientes la tierra de las víctimas.58 Así pues, en todos los casos considera Dios conveniente apli car al número diez tanto para la aprobación como para la represión, así para el premio como para el castigo. 58 Gen. XV, 18 a 20. 120. Pero, ¿para qué insistir en estos ejemplos, cuando diez son también en total los preceptos en que Moisés ha registrado la sagrada y Divina legislación? Dichos preceptos son las normas genera les que condensan todas las innumerables leyes particulares; son las raíces, los principios y las fuentes perennes de disposiciones que contienen mandatos y prohibiciones para beneficio de los que las siguen. 121. XXII. Es, por lo tanto, lógico que la unión con Agar tenga lugar diez años después de la llegada a la tierra de los cananeos; ya que no podemos pretender la instrucción corres pondiente a la cultura general no bien alcanzamos el uso de razón, cuando aún nuestra inteligencia es tierna; sino una vez que, fortalecidos en la comprensión y en la sagacidad, contamos con un discernimiento ya no ligero y superficial sino firme y sólido. 122. Por ello en relación estrecha con lo anterior se nos dice a continuación que Abraham "entró en Agar" (Gen. XVI, 4). Correspondía, en efecto, que el que aprendía se uniera a la ciencia como a un maestro para ser instruido en las ense ñanzas útiles para la naturaleza humana. En esta ocasión el discípulo es presentado marchando hacia la escuela, pero a menudo es la ciencia la que, desterrando de sí todo recelo, corre al encuentro de los discípulos bien dotados y los atrae hacia sí. 123. Por ejemplo, nos es dado ver a Lía, es decir, a la virtud, saliendo al encuentro del ejercitante y diciéndole, cuando regresaba éste del campo: "Hoy entrarás en mí" (Gen. XXX, 16). ¿Adonde, en efecto, habría de entrar el cuidador de las semillas y renuevos de la ciencia, como no fuera en la virtud, campo de su agrícola labor? 124. XXIII. Pero a veces ella pone a prueba a sus alumnos para determinar su celo y aplicación. En esos casos no sale al encuentro de ellos, sino, ocultando su rostro como Tamar, se sienta en una encrucijada ofreciendo el aspecto de una ramera ante los que pasan por el camino,59 para que los espíritus ávidos de conocer puedan, en quitando el velo, sacar a la luz y con templar su inviolada, sin mancha y verdaderamente virginal belleza, excelsa en su modestia y castidad. 59 Gen. XXXVIII, 14 y 15. 125. ¿Y quién es el investigador, el amante del saber, el que juzga que ninguna cosa velada PAGE 51

debe dejar sin investigar? Pues, no puede ser otro que el supremo capitán y rey llamado Judá, que persevera y pone su dicha en confesar a Dios. Dice, en efecto, la escritura que "torció sus pasos hacia ella y le dijo: 'Déjame entrar en ti'" (Gen. XXVIII, 16); mas no con intención de forzarla; "déjame averiguar cuál es la fuerza oculta por ese velo y para qué ha sido preparada". 126. Y después de haber entrado en ella, "tomó"60 (Gen. XXXVIlI, 18), leemos. Mas no se nos dice expresamente quién tomó. Lo que ocurre es que la ciencia toma para sí y cautiva al que la estudia y lo persuade para que sea su amante; y, a su vez, el que aprende, cuando ama el aprender, procede de la misma manera con la que enseña. 60 El verbo syllambánein significa concebir, en el pasaje citado, pero Filón lo interpreta como tomar. En cuanto a la disyuntiva que plantea respecto de si el sujeto es Judá o Tamar, aunque gramaticalmente en el relato literal pueda ser uno u otra, por el sentido se desprende claramente que es Tamar. 127. A menudo, por otra parte, alguno de los que enseñan las ciencias intermedias, habiendo dado con un alumno bien dotado, se jacta de su enseñanza en la creencia de que él y nadie más es la causa del feliz aprendizaje de su alumno, y, lleno de vanidad y orgullo, se vanagloria y, frunciendo el entrecejo muy jactanciosamente, hace su propio elogio y pide altas retribu ciones a los que desean seguir sus lecciones. Y, si se da cuenta de que algunos, aunque sedientos de saber, carecen de recursos, les vuelve la espalda como si la sabiduría fuera un descubrimiento exclusivamente suyo. 128. A este caso alude lo de "te ner en el vientre", vale decir, estar lleno de hinchazón y vanidad, revestido de un orgullo que sobrepasa toda medida; de todo lo cual resulta que algunos evidentemente deshonran a la señora de las ciencias intermedias, a la virtud, no obstante lo honorable que es ella de por sí. 129. Las almas, pues, que se preñan en compañía de la sabiduría dan a luz, aunque con trabajo, ya que ellas distinguen y separan lo confuso, tal como Rebeca, la que, habiendo recibido en su vientre el conocimiento de las dos naciones de la inteligencia, la virtud y el vicio, en un feliz parto distingue y separa la naturaleza de una de la naturaleza del otro.61 En cambio, las que se preñan sin la sabiduría o abortan o engendran un disputador y sofista 62 que hiere con su arco 63 o es blanco de algún arquero. 61 Gen. XXV, 23. 62 Ver Sobre los querubines 9 y 10. 63 Gen. XXI, 20. 130. Y esta diferencia es, sin duda, lógica. Unas almas, en efecto, entienden que ellas reciben en el vientre; otras, en cambio, piensan que "tienen" en el vien tre, lo que constituye una muy grande diferencia. Las últimas, en la creencia de que "tienen", se atribuyen con énfasis la elec ción y el nacimiento; las primeras, en cambio, considerando nor mal el recibir, confiesan que nada propio poseen por sí mismas; y, aceptando las fecundantes simientes que las impregnan desde afuera y rindiendo su tributo de admiración al Dador, rechazan-el amor de sí mismas, el peor de los males, movidas por la piedad hacía Dios, el bien perfecto. 131. XXIV. De esa misma manera son sembradas también las simientes del arte de legislar entre los hombres. "Había un hombre de la tribu de Leví", leemos, "que tomó una de las hijas de Leví y la hizo su esposa. Ella recibió en su vientre y dio a luz un hijo varón. Y viendo su buena complexión lo ocultaron durante tres meses" (Ex. II, 1 y 2). PAGE 51

132. Este es Moisés, la inte ligencia más pura, el verdaderamente selecto,64 que recibió el arte de la legislación y la profecía con una sabiduría inspirada por Dios; que, siendo de la tribu de Leví por parte de padre y por parte de madre, entronca por ambas líneas con la verdad. 64 Sobre la imposibilidad de compendiar en un solo vocablo español todas las connotaciones del adjetivo astéios ver Sobre la confusión de las lenguas, nota 51. 133. Grande en sumo grado es la proclama del fundador de esta tribu.65 Tiene, en efecto, el valor de decir: "Éste es mí Dios, el único Dios al que debo honrar, y ninguna cosa es Dios fuera de Él, ni la tierra ni el mar ni los ríos ni la sustancia del aire ni los cambios de los vientos y estaciones ni las diversas especies de animales y plantas ni el sol ni la luna ni la multitud de astros que desfilan en armoniosas formaciones ni la totalidad del cielo y del mundo". 65 Leví. En Sobre la huida y el hallazgo 89, Leví es llamado "el fun dador de esta congregación", la de los levitas. 134. Es propio de un alma grande y sobrehumana esta presunción de trascender la creación y, pa sando más allá de sus límites, aferrarse al único Increado, con forme con las sagradas exhortaciones, en las que se dice: "Asirse a Él" (Deut. XXX, 20). A cambio de ello, Dios se entrega a Sí mismo como heredad asignada a aquellos que se Le unen y Le sirven permanentemente. Garantía de la verdad de lo que sostengo es el oráculo que dice: "Dios mismo es su heredad". (Deut. X, 9.) 135. En consecuencia, son las almas que "reciben" en su vien tre y no las que "tienen" en su vientre las capaces de engendrar. Mas, así como los ojos del cuerpo muchas veces ven obscura mente y otras muchas claramente, de la misma manera la mirada del alma unas veces recibe veladas y confusas y otras puras y claras las características de los objetos. 136. Cuando la visión que nos llega es poco clara e indeterminada, aseméjase a un embrión aún no formado completamente en el vientre; cuando es clara y definida, en cambio, su semejanza es estrecha res pecto de un embrión que ha alcanzado su forma correspon diente, una vez que se ha desarrollado completamente y cada una de sus partes internas y externas está elaborada. 137. A estos casos refiérese la bien y convenientemente redactada ley que establece lo siguiente: "Si durante una pelea entre dos hombres uno de ellos golpeare a una mujer preñada, y el niño se le desprendiere cuando aún no ha alcanzado el pleno desarrollo, aquél será condenado a pagar una multa, de acuerdo con lo que el marido de la mujer le exigiere conforme con una valuación. Mas, si lo perdiere perfecto, aquél dará vida por vida". (,Éx. XXI, 22 y 23.) No es lo mismo, en efecto, destruir una obra de la inteligencia cuando es perfecta que cuando es imperfecta; cuando es una mera conjetura aún, que cuando es ya una aprehensión; cuando es una esperanza, que cuando es ya una realidad. 138. Por eso la ley dispone una pena poco precisa en el caso impreciso; y una definida, en el caso perfecto. Aquí "perfecto" no significa perfecto en virtud sino perfecto en alguna de las artes irreprochables.66 El vástago en este caso es fruto de la que "tiene" en su vientre; no de la que "recibe"; vale decir, es de la que no da muestras de modestia sino de pre sunción. Porque, mientras es imposible que aquella que "recibe" en el vientre aborte, pues es de esperar que el Sembrador velará porque el fruto alcance su pleno desarrollo; nada tiene de extraño, en PAGE 51

cambio, que aborte la que "tiene" en el vientre, pues es víctima de una irremediable enfermedad. 66 Como lo destaca el hecho de que se trata de una mujer "que tiene en el vientre", no que "recibe" en él, la perfección simbolizada, según Filón, en el pasaje bíblico corresponde no al plano de la. virtud o perfección moral, sino al de los pensamientos y actividades que persiguen alguna utilidad material; que son inobjetables e irreprochables de por sí, pero pertenecen a un orden de cosas inferior al de la virtud, y en los que caben tanto lo bueno como lo malo. 139. XXV. No pienses, por otra parte, que las palabras "cuan do vio que tenía en el vientre" (Gen. XVI, 4) significan que Agar vio ella misma que tenía en el vientre. No, la que vio eso fue Sara, su señora, ya que más adelante Sara dice también de ella misma: "Viendo yo que ella tenía en el vientre me he sentido deshonrada ante ello. (Gen. XVI, 5) 140. ¿Por qué? Pues, porque las artes intermedias, aunque ven los propios pro ductos que llevan en sus vientres, los ven, sin embargo, obscu ramente siempre; en tanto que las ciencias alcanzan una aprehensión clara y bien precisa de los mismos, ya que la ciencia 67 es superior al arte, pues posee además una estabilidad que argumento alguno puede alterar. 67 "Ciencias" no en el sentido actual de sistemas especializados de cono cimientos metódicamente adquiridos, sino como saber superior, cuyo campo es la filosofía toda y las normas de la virtud, según se desprende de lo que dice Filón algo más abajo. 141. Porque la definición de arte es la siguiente: un sistema de concepciones aplicadas coordinadamente para un fin útil.68 Lo de "útil" es un agregado muy sensato, pues también están las malas artes. La ciencia, en cambio, es la aprehensión segura y firme, que no puede alterar argumento alguno. 68 Definición tomada de la escuela estoica, lo mismo que la de ciencia que se da más abajo. 142. Llamamos artes a la música, a la gramática y las otras especialidades afines a éstas; y los que por medio de ellas llevan a cabo algo llámanse artistas, músicos y gramáticos. En cambio, llamamos ciencias a la filosofía y a las otras virtudes; y hombres de ciencias son los que las poseen. Prudentes, sensatos y filósofos son sólo aquellos que no yerran ni en uno siquiera de los principios de la ciencia a la que se aplican, cosa que les ocurre a los antes mencionados en las conclusiones 69 de las artes intermedias. 69 Tanto "principios" como "conclusiones" son sólo traducciones aproxi madas de los términos dógmata = doctrinas, principios, opiniones filosóficas o de otro orden, y theoremata = objetos de contemplación o de estudio, normas, preceptos. Lo que Filón quiere destacar es la mayor precisión y seguridad de los dógmata respecto de los theoremata. 143. Porque, así como los ojos ven pero a través de ellos la inteligencia ve más clara mente aún; y los oídos oyen, mas la inteligencia oye mejor a través de ellos; y las narices huelen, pero más sutilmente huele el alma a través de ellas; y los otros sentidos perciben los objetos que les corresponden, pero más nítida y claramente percibe el entendimiento por su intermedio; pues, a decir verdad, la inte ligencia es el ojo del ojo, el oído del oído, el sentido más nítido de cada uno de los otros sentidos, y hace uso de cada uno de ellos como de servidores de su tribunal, juzgando ella misma la naturaleza de las cosas presentes, aprobando a unas y rechazando a otras; así también las llamadas artes intermedias, que se asemejan a las facultades corporales, reducen el tratamiento de los objetos que estudian a simples aplicaciones mentales; en tanto que las ciencias los tratan con más precisión y con sumo detenimiento. PAGE 51

144. Porque la misma relación que media entre la inteligencia y la sensibilidad, media entre la ciencia y el arte, pues, si, como se dejó antes sentado, el alma70 es en cierto modo el sentido de los sentidos, (la ciencia es el arte de las artes).71 Cada una de las artes, pues, ha tomado para sí ciertas pequeñas porciones de la naturaleza y en ellas centra su aten ción y sus esfuerzos; la geometría ha escogido las líneas, la música las notas musicales, por ejemplo; en cambio, la filosofía abarca la naturaleza toda de los seres, puesto que su objeto es este mundo y toda forma visible e invisible la existencia. 70 Como en el parágrafo anterior. Filón identifica aquí el alma con la inteligencia, el "alma del alma", como la llama en varios pasajes. Ver Sobre la migración de Abraham, nota 7. 71 Laguna en el texto. La traducción que va entre paréntesis es conjetural. 145. ¿Qué tiene, pues, de admirable el que, dado que examina la totalidad de las cosas, vea también las partes y las vea mejor aún que aquellas artes, ya que está provista de mejores y más penetrantes ojos? Con razón, entonces, no es la criada, es decir, la instrucción intermedia, la que ve su propio estado de gravidez, sino la señora, la filosofía, la que ve a la criada preñada. 146. XXVI. Por cierto que nadie ignora que la filosofía ha proporcionado a todas las artes particulares los principios, las simientes de las que al parecer, han brotado las conclusiones de éstas. Porque los triángulos isósceles y escalenos, los círculos y polígonos y las otras figuras son hallazgos de la geometría, pero la naturaleza del punto, de la línea, de la superficie y del sólido, que son las raíces y fundamentos de dichas figuras, ya no es descubrimiento de ella. 147. ¿De dónde, en efecto, le viene la posibilidad de definir al punto como lo que no tiene partes; a la línea como la longitud sin ancho; a la superficie como lo que tiene solamente largo y ancho; y al sólido como lo que tiene las tres dimensiones: largo, ancho y profundidad? Todo esto corresponde a la filosofía y toda la tarea relativa a definiciones es incumbencia del filósofo. 148. A su vez, el objetivo de la gramática más simple a la que algunos denominan gramática elemental,72 es enseñar a escribir y a leer; en tanto que el fin de la más completa es la explicación de las obras de los poetas y prosistas. ¿Y en qué momento de sus disquisiciones sobre las partes del habla no se apropian y usufructúan de los descubrimientos de la filosofía? 72 Los gramáticos alejandrinos y los posteriores distinguían dentro de los estudios gramaticales las normas del leer y escribir y la interpretación de los autores literarios y textos. De ese modo la gramática comprendía: 1) los preceptos para el empleo correcto del idioma, es decir, lo que actualmente denominamos gramática, y 2) el estudio de las obras lite rarias, que hoy se conoce con el nombre de filología. Por "gramática ele mental" traduzco, a falta de una expresión más precisa, el término griego grammatiké, con el que designa Filón la parte propiamente gramatical de la tékhne grammatiké. 149. Porque es a ésta a quien compete averiguar qué es una conjunción, qué es un nombre, qué es un verbo, qué un nombre común, qué un nombre propio; y dentro de las oraciones, qué significa incompleta, completa, enunciativa, interrogativa, inquirente, colectiva,73 votiva, impre catoria. Ella, en efecto, abarca los estudios acerca de las cláusulas independientes, de las proposiciones y de los predicados.74 73 Literalmente: que abraza o abarca. Pero el verdadero sentido del término periektikón aplicado a las oraciones nos es desconocido. PAGE 51

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En Sobre la agricultura 140 a 142, Filón se refiere a estos estudios a cargo de los filósofos, pero, mientras ahora considera, al parecer, que se trata de un objeto digno de la verdadera filosofía, allí califica tales disquisiciones y divisiones como estudio superfluo sin provecho alguno para el logro de la virtud. 150. Asimismo, la observación de las vocales, semivo cales y consonantes, la manera como es habitual pronunciarlas, y todo cuanto concierne a sonidos, elementos fonéticos y partes del habla, ¿no ha sido elaborado como un todo completo por la filosofía? De ella, como de un torrente, los plagiarios han arre batado minúsculas gotas estrujándolas en sus demasiado estrechas almas, y no se avergüenzan de dar a conocer como propio el producto de sus robos. 151. XXVII. Así, en su insolencia ni tienen en cuenta a la señora a la que corresponde realmente la autoridad y de la que depende la firme base de sus indagaciones. Ella, por su parte, consciente del menosprecio de aquéllos, los reprenderá diciéndoles con franqueza: Soy agraviada y traicionada en la medida en que habéis violado lo convenido conmigo. 152. Porque, desde que habéis tomado a vuestro cargo las formas preliminares de la instrucción, es decir, los hijos de mi criada, la habéis hon rado como esposa y a mí me habéis vuelto la espalda como si nunca hubiéramos llegado a estar juntos. Mas, quizá no sea esto más que una suposición mía acerca de vosotros, y de la relación que abiertamente mantenéis con mi sierva he inferido vuestro distanciamiento de mí, cosa que no es tan clara. Saber sí vuestros sentimientos para conmigo son tales como yo he supuesto o al revés, es cosa imposible para otro, aunque fácil para Dios. 153. Por eso Sara dirá con mucho acierto: "Juz gue Dios entre tú y yo". (Gen. XVI, 5.) No se apresura, pues, a condenar a Abraham por injusto proceder, sino expresa su duda sobre si tal vez aquél no obra rectamente. Lo cual no tarda en quedar aclarado sin falsedad alguna cuando él, asu miendo su propia defensa y poniendo fin a su duda, dice: "Mira, la joven sierva está en tus manos; dispón de ella como te plazca". (Gen. XVI, 6.) 154. Al decir "joven sierva" reconoce dos co sas: que es esclava y que es infantil, pues el calificativo de "joven sierva" corresponde a una v otra condición. Y reconoce al mismo tiempo de manera absoluta y directa la oposición que media entre la plenamente desarrollada y la infantil, entre la señora y la sierva; manifestando casi a gritos y sin ocultamientos que acoge a la instrucción general en su condición de más joven y subordinada; pero que su veneración es hacia la ciencia y sabiduría en su calidad de plenamente desarrollada y señora. 155. Por otra parte, la expresión "en tus 75 manos" equivale evidentemente a "está sometida a tí"; pero tamben significa esto. otro: que mientras cuanto concierne a la esclava pertenece al dominio de las manos del cuerpo pues los estudios de la cultura. general han menester de los órganos y poderes del cuerpo; lo correspondiente a la señora entra en la esfera del alma puesto que cuanto compete a la sabiduría y a la ciencia depende de los poderes racionales. 75 El posesivo resulta extraño en la segunda de las conclusiones que de la expresión extrae Filón, ya que dicha conclusión supone considerar las manos en un sentido corporal, y mal cabe atribuir manos corporales; a la filosofía o sabiduría, personificada en Sara. 156. En consecuencia, en la misma medida en que la inteligencia es más poderosa, más activa y superior en todo que la mano, considero, dice Abraham, más admirable la ciencia y filosofía que la cultura general; y especial ha sido la consideración que le he profesado. Por lo tanto, tú, PAGE 51

que no sólo eres señora sino además eres considerada como tal por mí, toma toda mí instrucción, y dispón de ella como de una pequeña criada, es decir, como bien te plazca. 157. Yo no ignoro que lo que te place es bueno desde todo punto de vista, aunque no resultare agradable, y que es provechoso aunque estuviere muy lejos de ser placentero. Y bueno y provechoso para los que necesitan ser convencidos de su error es la reprensión que la sagrada palabra, empleando otro término, designa como una aflicción. 158. XXVIII. Por eso agrega: "Y ella la afligió" (Gen. XVI, 6); lo que equivale a "la reprendió y castigó". En efecto, un agudo aguijón es muy provechoso para los que viven sin apremios ni fatigas, tal como lo es para los caballos rebeldes, pues es difícil poder domarlos y amansarlos sólo con el látigo y las riendas. 159. ¿O no ves las recompensas que aguardan a los que no han escuchado re proches? Echan grasas, se hinchan, engordan, respiran alto, y enseguida los malaventurados y harto desgraciados alcanzan los lamentables trofeos de la impiedad, proclamados y coronados: como vencedores en materia de incredulidad, ya que, a causa de su prosperidad, que fluye sin tropiezos, han llegado a con siderar que ellos son dioses, de esos cubiertos de plata y oro, semejantes a moneda adulterada, olvidados del Verdadero y realmente Existente. 160. Así lo atestigua Moisés cuando dice: "Echó grasas, púsose pesado, se dilató y abandonó al Dios que lo creó". (Deut. XXXII, 15.) En consecuencia, si la creciente relajación engendra el mayor de los males, que es la impiedad; a la inversa, la aflicción, acompañada de la ley, produce un bien perfecto, esa cosa admirable en sumo grado que es la piedad.76 76 He seguido en este pasaje la sugerencia de Colson, sustituyendo nouthesía = reprensión o admonición, por eusébeia = piedad, religiosidad, por pedir tal sustitución el sentido general de la frase. A no hacer tal cambio, resultaría el absurdo de que la aflicción produce la reprensión; y, como aflicción y reprensión son una misma cosa, según afirma Filón más arriba, tendríamos que la reprensión produce la reprensión. 161. Partiendo de este principio, Moisés ha llamado a los pa nes ácimos, símbolos de la primera fiesta,77 "pan de la aflicción". (Deut. XVI, 3.) Sin embargo, ¿quién no sabe que las fiestas y celebraciones brindan gratas alegrías y bienestar, no afliccio nes? Pero es evidente que aquí el término aflicción está em pleado en el sentido de trabajo, del trabajo que procura mejoramiento. 77 No se refiere, indudablemente, aquí Filón a la fiesta de los ácimos, la cual en la enumeración de Sobre las leyes particulares II, 41, menciónase como la sexta de las diez fiestas registradas en la ley mosaica; sino a la de la pascua, en la que los panes que se consumen han de ser ácimos, fiesta que era la primera de las grandes solemnidades anuales de los hebreos .según Ex. XII y Deut. XVI. 162. Los más y mayores de los bienes, en efecto, son por regla general resultado de laboriosos ejercicios y vigorosos esfuerzos, y la fiesta del alma consiste en el celo por las cosas mejores y en llevar a cabo el trabajo que nos las procura. Tal es la razón por la que se ha dispuesto que "se coman los panes ácimos con lechugas amargas" (Ex. XII, 8), no para que los panes no se coman solos; sino porque la mayoría de los hombres considera que el no hincharse y hervir en las concu piscencias, el refrenarse y contenerse, es razón para estar dis gustados, entendiendo que el olvidar la pasión es cosa "amarga", cuando eso mismo resulta una alegría para la inteligencia que ama el esfuerzo. PAGE 51

163. XXIX. Por ese motivo, creo yo, las leyes son enseñadas en el lugar llamado "amargura"; pues mientras la injusticia es dulce, el proceder con justicia duro; y ninguna ley más cierta que ésta. Leemos, en efecto, que, habiendo salido de las egip cias pasiones, "llegaron a Mará y no pudieron beber agua de Mará por ser amarga; razón por la cual aquel lugar recibió el nombre de 'amargura'. Y el pueblo murmuraba contra Moisés diciendo: '¿Qué beberemos?' Y Moisés elevó su voz hacia el Señor y el Señor le mostró un árbol; y él lo echó en el agua y el agua tomóse dulce. Allí Dios le dio a conocer prescripciones y normas para juzgar". (Ex. XV, 23 a 25.) 164. "Y allí lo sometió a grande prueba". (Ex. XV, 25.) En el esfuerzo y en la amargura tiene lugar la incierta "prueba" y juicio del alma; incierta porque es difícil determinar hacia dónde se inclinará la balanza, ya que algunos desmayan aun antes de comenzar el esfuerzo pues consideran el trabajo como un tre mendo enemigo y dejan caer de debilidad los brazos como atletas agotados, decididos a correr nuevamente hacia Egipto para gozar de la pasión. 165. Otros, en cambio, sobrellevan paciente y reciamente los temores y peligros del desierto y libran hasta el fin el combate de la vida, conservándola sin daño ni mengua y resistiendo a las necesidades derivadas de la naturaleza, al punto de que el hambre, la sed, el frío glacial, el calor y todas las otras que por lo común esclavizan, tómanse sumisos para ellos merced a la fuerza sobreabundante que poseen. 166. Pero lo que produce tal resultado no es un trabajo sim ple sino un trabajo con endulzamiento. Dice, en efecto, que "se endulzó el agua"; y otro nombre que se da al trabajo dulce y agradable es "amor al trabajo", como que lo que hay de dulce en el trabajo es el amor, el celo, el apego, la amistad hacia el bien. 167. Nadie, pues, rechace tal aflicción ni piense que, el llamar a la mesa de la fiesta y de la alegría "pan de la aflicción" sig nifica que encierre daño y no beneficio; porque sucede que el alma que es reprendida 78 se nutre con instructivas doctrinas. 78 Y, por lo tanto, afligida, según lo señalado más arriba. 168. XXX. Este pastel ácimo es tan santo que los oráculos pres criben que doce panes ácimos, el mismo número que el de las tribus, sean colocados sobre la mesa de oro en el santuario, y éstos llámanse panes de la exposición.79 79 Ex. XXV, 29. 169. Además, la ley prohíbe llevar al altar levadura alguna ni miel alguna.80 Es que es difícil el consagrar como santos tanto las dulzuras de los placeres corporales como las inconsistentes y presuntuosas elevaciones 81 del alma, pues son de por sí de naturaleza profana y sacrílega. 80 Lev. II, 11. 81 Alusión a la elevación del pan con levadura. 170. Es, pues, explicable que la profética palabra llamada Moisés se exprese con orgullo en estos términos: "Acuérdate de todo el camino que el Soberano Dios te indicó en el desierto para afligirte y probarte y para conocer los sentimientos de tu corazón, y si guardarías Sus mandamientos o no. Te afligió, te hizo pasar hambre y te alimentó con el maná, que no habían conocido tus padres, para anunciarte que no sólo de pan vivirá el hombre sino de toda palabra que brota de la boca de Dios". (Deut. VII, 2.) PAGE 51

171. ¿Y quién será tan impío como para suponer que Dios envía la aflicción y el hambre, la más lamen table de las desgracias, a los que no pueden vivir sin alimento? Dios es bueno y el origen de todos los bienes, benefactor, salvador, nutridor, enriquecedor, dadivoso y excluyó la maldad de los sagrados límites. Por eso desterró del parque los fardos de tierra que eran Adán y Eva. 172. No nos atengamos, pues, a la letra; averigüemos la alegoría que encierran las pa labras, y digamos que "afligió" quiere decir "disciplinó, amonestó, corrigió"; y que "hizo pasar hambre" no significa que provocó una falta de alimentos y bebidas, sino de placeres y concupiscencias, de terrores y penas, de injusticias y, en suma, de cuantas son las obras de los vicios y las pasiones. 173. Lo testimonian las palabras que van agregadas a continuación: "Le alimentó con el maná". ¿Podemos, entonces, al referimos a Aquél que procuró el alimento que no exige trabajo ni sufri miento, que no implica cuidado alguno por parte de los hom bres, que no procede, como es lo normal, de la tierra sino es provisto desde el cielo y constituye una maravillosa obra para beneficio de los que harán uso de él, podemos, digo, afirmar con justicia que es causa de hambre y de aflicción? ¿No debe mos, por el contrario, tenerlo por causa de abundancia y prosperidad, de seguridad y buen orden? 174. Pero la multitud, verdadero rebaño, que nunca ha gustado el universal alimento que es la filosofía, piensa que los que se nutren con las sagradas palabras viven una vida de miseria y penuria, y no se da cuenta de que la vida de los mismos transcurre en el bienestar y la alegría. 175. XXXI. Tan provechosa es tal aflicción, que, aun lo más oprimente de ella, la esclavitud, es tenida por un gran bien; y leemos en las sagradas escrituras que cierto padre, el excelente Isaac, la pide para un hijo suyo, el insensato Esaú. 176. Dice, en efecto, en cierta ocasión: "Vivirás de tu espada y serás esclavo de tu hermano" (Gen. XXVII, 40); juzgando que ninguna cosa es más provechosa para quien prefiera la guerra a la paz, para quien anda armado como en las batallas a causa de la rebelión y el tumulto que encierra su alma, que el convertirse en subor dinado y esclavo y obedecer todos los mandatos, cualesquiera ellos fueren, que el amante de la templanza le impusiere. 177. Por eso, pienso yo, uno de los discípulos de Moisés, cuyo nombre evoca la paz, que en su lengua natal llámase Salomón, dice: "Hijo mío, no tengas en menos la instrucción de Dios; no te enojes porque te corrija; Dios corrije al que Él ama y azota a cada hijo que acoge consigo". (Prov. III, 11 y 12.) De modo que el reproche y la admonición son tenidos por cosa buena, al punto de que a través de ellos nuestro conocimiento de Dios truécase en familiaridad con Él. Porque, ¿qué más próximo a un padre que su hijo, y a un hijo que su padre? 178. Pero para que no parezcamos que nos extendemos demasiado tejiendo argumento tras argumento, agreguemos a las ya mencionadas una prueba clarísima de que esa clase de aflicción es obra de la virtud. Hay, en efecto, una ley de este tenor: "No afligiréis a viuda ni a huérfano alguno. Si con maldad los afligiereis.. .". (Ex. XXII, 22.) ¿Qué dice? ¿Acaso que alguien puede ser afli gido por otra cosa que por maldad? Así es. Pues, si el afligir fuera obra únicamente de la maldad, sería superfluo escribir lo que todos sabrían, lo que sin tal agregado sería admitido. PAGE 51

179. A no dudarlo, lo que dice es: Sé que uno puede ser corregido por la virtud y disciplinado por la sabiduría, y considero, por lo tanto, que no toda aflicción es obra de la maldad; y cuando es obra de la justicia y la legalidad, que corrige con cas tigos, siento muchísima admiración por ella. Cuando, en cambio, es obra de la insensatez y la maldad, y, por lo tanto, dañosa, la rechazo y censuro como corresponde. 180. Cuando oyeres, pues, que Agar fue afligida por Sara, no pienses en ninguna de las situaciones a que habitualmente dan lugar las rivalidades femeninas. No se trata aquí de mujeres sino de inteligencias, de la que se ejercita en los estudios pre liminares y de la que pugna por alcanzar los trofeos de la virtud.

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SOBRE LA HUIDA Y EL HALLAZGO (DE FUGA ET INVENTIONE) 1. I. "Y Sara la afligió1 y ella huyó de su presencia. Y la halló un ángel del Señor sobre la fuente de agua en el desierto, sobre la fuente que hay en el camino a Sur. Y el ángel del Señor le dijo: '¿De dónde vienes y adonde vas, sierva de Sara?' Y ella dijo: 'Vengo huyendo de la presencia de Sara, mi señora'. Y el ángel del Señor le dijo: 'Retoma hacia tu señora y humíllate bajo sus manos'." (Gen. XVI, 6 a 9.) "Y el ángel del Señor le dijo: 'Mira, llevas en tu vientre un hijo y darás a luz y le pon drás por nombre Ismael, pues el Señor ha escuchado tu humi llación. Él será un hombre agreste; sus manos estarán contra todos y las manos de todos estarán contra él'." (Gen. XVI, 11 y 12.) 1 Ver Sobre la unión con los estudios preliminares 158 y ss. 2. Habiendo dicho en el tratado precedente lo conveniente acerca de los estudios preliminares y de la aplicación, pasare mos a continuación a exponer el asunto relativo a los fugitivos. Muchos son, en efecto, los lugares en los que el legislador saca a colación a los que escapan, tal como ahora lo hace a propósito de Agar al decir que, tras ser afligida, "huyó de la presencia de su señora". 3. Pues bien, tres son, según mi opinión, los motivos para una huida: el odio, el miedo y la vergüenza. Por odio se apartan las mujeres de los hombres y los hombres de las mujeres; por miedo lo hacen los hijos de sus padres y los criados de sus amos; y por vergüenza aléjanse los amigos de sus amigos cada vez que han hecho algo que no les resulta grato a éstos. Co nozco también casos concretos de padres que a causa de su vida licenciosa se han alejado de la vida austera y propia de filósofos de sus hijos y han escogido por residencia el campo en vez de la ciudad movidos por la vergüenza. 4. De estos tres motivos podemos hallar menciones en las sagradas escrituras. Por ejemplo, el ejercitante Jacob huye de su suegro Labán por odio, y de su hermano Esaú por temor, como de aquí a poco2 mostraremos. Agar, en cambio, huye por vergüenza. 2 En los parágrafos 7 y ss. 5. Prueba de ello es que le sale al encuentro un ángel, un Divino lógos,3 prescribiéndole lo que debe hacer y sugiriéndole el retorno hacía la casa de su señora. Este ángel para animarla le dice: "El Señor ha escuchado tu humillación" (Gen. XVI, 11); humillación que no procede del odio ni del temor; sentimientos ambos propios el uno del alma pendenciera, el otro del alma innoble;4 sino de la vergüenza, que es la exteriorización de la modestia. 3 Ver Sobre la confusión de las lenguas, nota 14. 4 Afirmación con la cual deja Filón, aparentemente, muy mal parado a Jacob, uno de los arquetipos del hombre sabio y virtuoso, pues en el párrafo anterior le ha atribuido ambos sentimientos, aunque seguramente el caso es distinto pues el odio y el temor de Jacob son hacia aquello que es reprobable. 6. Porque lo razonable hubiera sido, si su fuga se hubiera debido al temor, que el ángel hubiera exhortado a la que había inspirado dicho temor a mostrarse más suave, ya que entonces, no antes, la fugitiva hubiera con tado con seguridades para su retomo. Pero ningún ángel sale al encuentro de Sara dado que ella se halla bien dispuesta de por sí; y, en cambio, es PAGE 51

a Agar a la que el ángel, personificación de la convicción, movido por un sentimiento de benevolencia, preséntase como amigo y consejero, y le enseña no sólo a DO avergonzarse sino también a tener valor, pues la vergüenza sin resolución no es más que virtud a medias. 7. II. La explicación que sigue aclarará con más exactitud las características de la vergüenza. Pero preciso es que volva mos sobre los casos fundamentales expuestos y que comencemos por los que huyen a causa del odio. Se nos dice que "Jacob ocultó sus intenciones a Labán el sirio, de modo de no darle indicios de que huía; y huyó él y con él todo cuanto le pertenecía". (Gen. XXXI, 20 y 21.) 8. ¿Cuál, entonces, fue la causa del odio? Porque quizá te interese conocerla. Hombres hay que han divinizado a la sustancia sin cualidades, forma o figura,5 y ni conocen a la Causa de su movimiento ni se preocupan porque se La enseñen aquellos que La conocen, viviendo en la ignorancia y falta de instrucción acerca del más digno de los temas de estudio, de aquel tema cuyo conocimiento pro vechoso les sería procurar antes que todo otro y con exclusión de todo otro. 5 Es probable que haya aquí una referencia a los filósofos naturalistas o jónicos, que creían haber hallado el principio de todas las cosas en una-materia (agua, ápeiron, aire). Sin embargo, éstos no concebían dicha sustancia como desprovista de cualidades, forma o figura. 9. Labán pertenece a esta clase. Los oráculos, en efecto, le asignan el rebaño sin marca.6 Sin marca es en el universo la materia desprovista de cualidad, y en el hombre el alma carente de instrucción y guía. 6 Gen. XXX, 33 y 34. 10. Mas hay otros, per tenecientes a la mejor porción, que han afirmado que la Inte ligencia ha venido a ordenar todas las cosas,7 llevando hacia el orden propio de un gobierno regular regido por un rey el des orden que prevalecía entre los seres como resultado de los dictados de la muchedumbre. A esta cofradía pertenece Jacob» a cuyo cargo está el rebaño marcado y variado.8. Lo marcado-y variado es en el universo la forma, y en los hombres el entendimiento bien instruido y amante del aprender. 7 Diógenes Laercio II, 6, refiriéndose a la doctrina de Anaxágoras,. dice textualmente: "Todas las cosas estaban confusas; luego vino la inteligencia y las ordenó." 8 Gen. XXX, 32. 11. El hombre marcado, que ha hecho suyo un elevado y natural espíritu de camaradería y es amigo de la verdadera. monarquía, va hacia el hombre no marcado, que, como he dicho ya, deifica a las soberanías materiales y juzga que no existe nin guna soberanía eficiente fuera de éstas; y va para enseñarle que no piensa con sensatez. 12. Porque el mundo ha sido. creado y lo ha sido todo él por obra de determinada Causa. Y el sello por el cual cada una de las cosas existentes ha sido do tada de forma no es otro que el lógos del Que lo creó. Y he ahí la razón por la que la forma que acompaña desde su comienzo' a todo ser es perfecta, como que es una impresión e imagen del perfecto lógos. 14. El ser viviente que llega a la existencia es, ciertamente, imperfecto en cantidad, como lo prueban los crecimientos que tienen lugar a lo largo de las etapas de la vida; persiste, dado que es la impresión del permanente y absolutamente inalterable lógos Divino.

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14 III. Viendo, pues, Jacob que Labán se ha tornado sordo a la instrucción y a la autoridad legal, decide, y con razón, huir. Es que teme que, aparte de no poder ayudarle ya en nada, le sobrevenga algún daño en manos de aquel. El trato con los insensatos es, en efecto, perjudicial y muchas veces, sin proponérselo el alma recibe en sí impresiones de la demencia de éstos. Y la verdad es que, por su misma naturaleza la cul tura siente repugnancia por la incultura, y la diligencia por la despreocupación. 15. Por eso las facultades del ejercitante dejan oír su voz sonora expresando a la vez los motivos de su odio: "¿Hay, acaso, todavía para nosotras porción o herencia en la casa de nuestro padre? ¿No hemos sido consideradas por él como extrañas? La verdad es que nos ha vendido y se ha devorado la plata que obtuvo por nosotras. Toda la riqueza y la gloria que Dios ha quitado a nuestro padre será para nosotras y para nuestros hijos." (Gen. XXXI, 14 a 16.) 16. Es que, siendo ellas libres en los nombres 9 y sentimientos, consideran que ninguno de los insensatos es rico o glorioso; que, antes bien, todos, a decir verdad, son obscuros y pobres, aunque so brepasaren en riqueza a muy opulentos reyes. No dicen, en efecto, que la riqueza que tomarán es la de su padre, sino la quitada a su padre; ni la gloria de aquél, sino la gloria quitada a él. 17. Y la riqueza de que es despojado el hombre ruin es la verdadera, y legítima la gloría, por cuanto tales bienes son adquisiciones de la sensatez, la templanza y las disposiciones como estas, y herencia de las almas amantes de la virtud. 9 Es imposible determinar a qué se refiere aquí Filón con onómata = nombres. 18. Por lo tanto, no son las cosas pertenecientes al hombre inútil para el bien las que constituyen la riqueza y la buena fama de los hombres virtuosos, sino las cosas de las que aquel ha sido despojado. Y ha sido despojado de las virtudes, las que han pasado a ser propiedades de los hombres de bien, de con formidad con lo que en otro pasaje se ha dicho; "Sacrificaremos las abominaciones de Egipto al Soberano Dios" (Ex. VIII, 26); por cuanto víctimas perfectas e irreprochables son las virtudes y las virtuosas acciones.. que el egipcio cuerpo amante de la pasión abomina. 19. En efecto, así como en este pasaje, de conformidad con la realidad, las cosas profanadas por los egip cios son llamadas sagradas entre los que ven con agudeza, y todas ellas son ofrecidas en sacrificio; de la misma manera también las cosas de las que todo insensato ha sido privado y despojado constituirán la herencia del amigo de la nobleza de espíritu. Estas cosas son la verdadera gloria, o lo que es lo mismo, el saber; y la riqueza, no la riqueza ciega sino la de más aguda mirada para cuanto existe, la que no acepta abso lutamente no sólo moneda falsa, sino ni siquiera legítima si carece de alma.10 10 Lo que, al parecer, quiere expresar Filón aquí es que, aunque los bienes genuinos o legítimos son de tres categorías, según la clasificación de Aristóteles, compartida por el estoicismo, a saber: los que conciernen al alma, los que tocan al cuerpo y los exteriores; solo los primeros, los vinculados al alma, son aceptables para el ejercitante Jacob. Ver Sobre las habituales intrigas de lo peor contra lo mejor 7, y Sobre los gigantes, 38. 20. Acertado estará, pues, Jacob al huir de quien no tiene parte alguna en los Divinos bienes; del que, en sus acusaciones contra otro, se acusa a sí mismo sin advertirlo, cuando dice: "Si me lo hubieras dicho, te hubiera hecho partir." (Gen. XXXI, 27.) Porque esto solo hubiera sido suficiente motivo para una huida: el hecho de que, siendo tú, esclavo de innumerables amos, como eres, simularas poseer un poder y una soberanía, y proclamaras la libertad de PAGE 51

otros. 21. "Mas yo, dice Jacob "no he admitido que un hombre me ayudara en el camino que conduce hacia la virtud, sino me he atenido a Divinos oráculos que me prescribían partir de allí, oráculos que hasta ahora guían mis pasos. 22. ¿Y cómo me hubieras hecho partir? ¿Hubiera sido, acaso, como lo proclamas con todo énfasis, 'con júbilo' origen de amargura para mí, 'con música' mal sonante, 'con tímpanos' que no son sino estruendo desarticulado y sin sentido, y causan daño al alma a través de los oídos; y 'con cítaras' (Gen. XXXI, 27), es decir, con desacordes y desarmónicos no instrumentos sino modos de comportarse? Pues éstas son precisamente las cosas por las que me he determinado a huir; mas tú, a lo que parece, pensabas que ellas eran medios para disuadirme de la huida, y para inducirme a desandar mis pasos a causa del poder engañador y seductor por naturaleza de los sentidos, a los que con no poca dificultad he podido doblegar". 23. IV. El odio, pues, fue la causa de la huida de que hemos hablado; el temor, en cambio, lo fue de la que trataré ahora. Leemos, en efecto, que "Rebeca dijo a Jacob: 'Mira. Esaú, tu hermano, amenaza con matarte. Ahora, pues, hijo mío, escucha mi voz: levántate y huye hacia Labán, mi hermano, hacia Harrán, y habita con él algunos días, hasta que cesen la irritación y la cólera de tu hermano y olvide lo que le has hecho. Yo te lo haré saber y te mandaré a volver desde allí.'" (Gen. XXVII, 42 a 45.)11 11 Ver Sobre la migración de Abraham. 210 y ss. 24. Motivo había, en efecto, para temer que la peor parte del alma, o mediante una emboscada aguardando al acecho o con aprestos a la vista, derribara y descalabrara a la parte mejor. Y este es el excelente consejo que da Rebeca, la cuerda perseverancia. 25. Cuando vieres, dice, al hombre ruin precipitarse como inmenso torrente contra la virtud y tener en gran aprecio aquello que no merece sino desprecio: la riqueza, la gloria, el placer; y alabar el injusto proceder como causa de cada una de dichas ventajas, pues son sobre todo los injustos los que alcanzan abundancia de plata y oro y adquieren buena fama; no tomes enseguida el camino opuesto; no procures inmedia tamente la penuria, la humildad y la vida austera y solitaria, ya que, si lo hicieres, vitalizarás a tu oponente y prepararás un enemigo más peligroso aún contra ti mismo. 26. Considera, pues, cuáles son las medidas que has de arbitrar para escapar a sus artimañas. Adáptate, no digo a sus mismas normas, pero sí a las cosas que sirven para procurar las ventajas mencionadas, a saber: honores, cargos públicos, plata, oro, propiedades, dife rentes formas y colores, hermosos objetos. Y cuando hubieres dado con tales cosas graba sobre sus materiales sustancias, co mo un buen artífice, una forma excelente cumpliendo con ello una obra digna de alabanza. 27. Bien ves cómo, cuando un hombre inexperto ha tomado a su cargo una nave, aunque ésta esté en condiciones de superar todo peligro, aquél la arruina; mientras que, son muchas las veces que un avezado piloto ha salvado una nave en trance de perderse; y cómo en el caso de los enfermos, aquellos que están bajo el cuidado de hombres sin experiencia tienen sus cuerpos expuestos a peligros, en tanto que los que recurren al trata miento de hombres experimentados se libran de las peligrosas enfermedades. Y no es menester que nos extendamos. En todos los casos lo hecho con experiencia pone de manifiesto las fallas de lo PAGE 51

practicado sin ella; y la alabanza acordada con verdad a lo primero es la no menos verdadera reprobación de esto último. 28. V. Si deseas, pues, desenmascarar al hombre ruin poseedor de muchos bienes, no rechaces la abundancia de riqueza. Él, hombre miserable, se mostrará como verdaderamente es: esclavo y servil, usurero y rapaz, y, a la vez, entregado al libertinaje, inclinadísimo a la glotonería y al derroche y liberalísimo protector de cortesanos, alcahuetes, corruptores y todo el resto de la licenciosa compañía. 29. Tú, en cambio, prestarás asistencia a los amigos indigentes, ofrecerás liberales ventajas a tu patria, y ayudarás a parientes sin recursos a casar a sus hijas, procurándolas a título de obsequio lo suficiente con creces. Prácticamente harás de tus propios bienes un fondo común e invitarás a participar de ellos a todos los que merecieren ser favorecidos. 30. Y de manera análoga, si quieres cu brir de oprobio al perverso que se desvive por alcanzar fama y se vanagloria de ella, no rehuyas al aplauso popular en caso de poder alcanzar nombradía. De ese modo, mientras el infeliz marcha con aire de grandeza y presume, tú darás con él en tierra. Él abusará, a no dudarlo, de su renombre para ofender y deshonrar a otros mejores que él al par que exaltará a los peores por sobre aquéllos; en tanto que tú harás partícipes de tu buena reputación a todos los que lo merecen, procurando a los buenos la seguridad de seguir siendo tales, y a los no tan buenos el mejoramiento mediante tus admoniciones. 31. Y si fueres a un dispendioso banquete con abundantes libaciones, anda sin titubeos, que pondrás en ridículo al inmoderado me diante tu conducta irreprochable. Él, en efecto, echándose sobre su vientre y dando rienda suelta a sus insaciables apetitos aún antes de abrir la boca, se hartará más allá de toda medida, arrebatará lo suyo al que tenga más cerca y devorará todo sin que la vergüenza le asome a la cara; y una vez que se haya saciado completamente de comida, "beberá con avidez", como dicen los poetas,12 convirtiéndose en objeto de risa y burla para los que lo observaren. 12 Odisea XXI, 294. 32. Tú, en cambio, salvo caso de fuerza mayor, beberás sobriamente; y en el caso de que te vieres forzado a pasarte algo de la medida, pondrás esa necesidad bajo los dictados de la razón sin convertir jamás tu placer en disgusto ajeno; y, si cabe la expresión, te embriagarás sobriamente. 33. VI. Razón tendría, pues, la verdad para reprochar a aquellos que sin plena conciencia de lo que hacen desechan los negocios y los otros medios de procurarse recursos en la vida de comunidad y dicen que han llegado a despreciar la fama y el placer, ya que todo se reduce a pura jactancia y no despre cian tales cosas, siendo su aspecto mezquino y sombrío, su aus teridad, indigencia y suciedad no otra cosa que cebos que tienden para que los tengan por amantes de la decencia, la prudencia y la fortaleza. 34. Pero no pueden engañar a los que con mayor cuidado examinan el interior de las personas y no se quedan en las apariencias. Éstos, en efecto, rechazan tales manifestaciones como meras envolturas de otras cosas y se atienen a lo que hay oculto dentro examinando cuál es su verdadera na turaleza; y, si es algo elevado, lo admiran; mas, si es algo bajo, mófanse y aborrecen la hipocresía de aquellos. PAGE 51

35. Digamos, pues, a tales hombres: ¿Anheláis la vida ajena a todo contacto y convivencia, aislada y solitaria? ¿Y qué prueba habéis dado antes de las nobles cualidades que ejercítanse en la vida en común? ¿Renunciáis a las ganancias de dinero? Mas, cuando os habéis hallado ocupados en negocios, ¿habéis procedido con determinación de ser justos? Dais muestras de despreciar los placeres del vientre y de las partes que le siguen; mas, cuando habéis tenido abundantes materiales para procurároslos, ¿los habéis usado con moderación? ¿Tenéis en poco la fama? Porque, cuando habéis recibido distinciones, ¿habéis obrado con modestia? Vosotros os burláis de la vida propia del ciudadano,13 quizá porque no habéis meditado cuan provechosa cosa es esta. 13 Es decir, de la vida de la que son ingredientes todas las aspiraciones y actividades propias de quien no rehuye las responsabilidades ni las ven tajas de la existencia en comunidad. Evidentemente, Filón enrostra la postura de ciertos estoicos que alardeaban un desprecio, simulado según nuestro exégeta, hacia las cosas que interesan al común de la gente, aunque en el fondo de su corazón las apetecían. 36. Comenzad, entonces, por ejercitaros y prepararos en los negocios privados y públicos de la vida y, una vez que mediante las dos virtudes hermanas, que son la buena administración del hogar y la cualidad de ciudadano, os hubiereis convertido en hombres expertos en ambos órdenes, iniciad, con sobrados me dios ahora, vuestra migración hacia una diferente y mejor forma de vida. Porque la vida práctica precede a la contemplativa, a modo de lides preliminares preparatorias de una lucha más acabada; y bueno es librar primero estos encuentros. Si así lo hiciereis evitaréis que se os tache de tardos y perezosos. 37. De conformidad también con esto se ha prescripto a los levitas el cumplimiento de los servicios a su cargo hasta los cincuenta años,14 y que, una vez desvinculados de su servicio activo, se ocupen en la observación y contemplación de cada cosa; con lo que, como premio por el recto cumplimiento de lo correspondiente a la vida práctica, alcanzan una vida diferente de aquella, una vida que se complace sólo en el conocimiento y el estudio. 14 Núm. IV, 3 y ss. 38. Es, por otra parte, necesario también que los que pre tenden alcanzar las Divinas obras de justicia, cumplan primero con las humanas. Porque no poca locura es el pretender que quienes son incapaces de superar lo inferior puedan alcanzar lo superior. Por lo tanto, destacaos primeramente en la virtud con respecto a los hombres para que podáis alcanzar también un lugar en la virtud que mira a Dios. 39. VII. Esto es lo que aconseja al ejercitante la perseve rancia.15 Pero conviene que examinemos con más detención las palabras. "Mira", le dice, "Esaú, tu hermano, te amenaza". ¿No es, acaso, cierto que el carácter duro como el roble y des obediente a causa de su ignorancia, llamado Esaú, dominado por un hondo resentimiento ansia aniquilarte y para ello pone ante ti como cebos para tu destrucción riquezas, fama, placeres y cosas como estas? "Pero tú, mi niño, huye por ahora de tal lucha, pues tus fuerzas todavía no han alcanzado su pleno desarrollo y aún las energías de tu alma, como las de un niño, son demasiado tiernas". 15 A Jacob Rebeca. 40. Este es el motivo por el que lo llama "niño", apelativo que expresa un sentimiento de afecto, y al mismo tiempo alude a la edad. Es que consideramos que el carácter del ejercitante es, por una parte, joven comparado con el que ha alcanzado la perfección, y, por otra, digno de PAGE 51

nuestro amor. Un carácter en estas condiciones está capacitado para ganar los premios al alcance de los niños, pero no es capaz todavía de lograr los que se ofrecen a los hombres; y el mejor de los premios que pueden alcanzar los hombres es el servicio del único Dios. 41. Por eso, cuando nos presentamos en las habitaciones donde hemos de ejercer tal servicio, pero lo ha cemos sin habernos purificado aún completamente, solamente con la creencia de habernos lavado de las manchas que afean nuestra vida, escapamos del mismo con más celeridad que al venir, no soportando el austero régimen de vida que ese minis terio implica, las vigilias del ceremonial y el continuo e incesante trabajo. 42. Huid, por lo tanto, por ahora de ambas cosas: de lo peor y de lo mejor; de lo peor, que consiste en la fabulosa invención,16 en el poema sin ritmo ni melodía, en la concepción y persuaden verdaderamente duras y de roble a causa de la ignorancia, de las que procede el nombre de Esaú; y de lo mejor, que consiste en la ofrenda, puesto que la clase de los aplicados al Divino servicio es una ofrenta a Dios, pues se ha consagrado a Él solamente para el magno sumo sacerdocio. 16 Ver Sobre la unión con /os estudios preliminares 61 y 62. 43. Emplear el tiempo en el mal es, en efecto, el sumo daño; consagrarlo al bien es lo más peligroso. Jacob, por ejemplo, evita ambas cosas: huye de Esaú y se aparta de sus padres, porque, siendo todavía un ejercitante y combatiente, huye sí del vicio, pero es incapaz de convivir con la virtud perfecta y adquirida sin enseñanza. 44. Por ello emigrará hacia Labán, no Labán el sirio, sino el hermano de su madre; vale decir, llegará a los esplendores de la vida. "Labán", en efecto, significa "claro". Y una vez que ha llegado, no se envanecerá enorgullecido por sus prósperos sucesos. Porque, si bien "sirio" se traduce por "envanecido", en este caso no es a Labán el sirio a quien se trae a colación sino al hermano de Rebeca. 45. VIII. En efecto, los medios de vida puestos a disposición del hombre ruin exaltan su inteligencia vacía de sensatez, inteligencia llamada "siria"; en cambio, el hombre amante de la disci plina y fija y firmemente perseverante en los principios de la nobleza de alma, éste es el hermano de Rebeca, es decir, de la perseverancia. Y habita en Harrán; lugar cuyo nombre quiere decir "cavidades", las que son símbolo de los sentidos; porque el hombre que todavía danza en el ámbito de la vida mortal no puede pasarse sin los órganos de los sentidos. 46. Y así, su madre le dice: "Hijo mío, habita con él", no para siempre, sino "algunos días".17 Esto equivale a: Conoce bien la región de los sentidos; conócete a tí mismo y las partes de tu ser; qué es cada una de ellas, para qué ha sido hecha, de qué manera están capacitadas para sus actividades y quién es el que, invisible de por sí, invisiblemente pone en movimiento los títeres y maneja los hilos que los controlan; si es la inteligencia que hay en tí o es la Inteligencia del universo. 17 Gen. XXVII, 44. 47. Y, una vez que te hubieres examinado a ti mismo, indaga cuidadosamente sobre cuanto es propio de Labán, vale decir, sobre los éxitos de la gloría vana, considerados como brillantes; y sin ser presa de ninguno de ellos, sino, como un buen artífice, adáptalos con pericia a tus propias necesidades. Y, si, situado ya en esta turbulenta vida de ciudadano, llegares a evi denciar una conducta constante y bien disciplinada, te haré llamar desde allí,18 para que PAGE 51

puedas alcanzar el premio que obtuvieron tus mayores, premio que consiste en el servicio irrenunciable y persistente del único Sabio. 18 Gen. XXVII, 45. 48. IX. Del mismo tenor son las instrucciones que le da su padre, con pequeños agregados. Dícele, en efecto: "Levántate y huye hacia la Mesopotamia, a la casa de Batuel, el padre de tu madre, y toma de allí una esposa para ti de entre las hijas de Labán, el hermano de tu madre." (Gen. XXVIII, 2.) 49. Tampoco Isaac nombra a Tabán el sirio, sino al hermano de Rebeca; a quien presenta en vísperas de contraer parentesco con el ejercitante por vía de un matrimonio. "Huye", dice, "ha cia la Mesopotamia", o lo que es lo mismo, hacia el medio del torrentoso río 19 de la vida, y procura no ser cubierto y devo rado por él; mantente firme y rechaza vigorosamente la violen tísima corriente de acontecimientos cuyas olas se precipitan desde arriba, desde uno y otro costado y desde todas las direcciones. 19 "Mesopotamia" significa tanto "entre ríos" como "en medio de un río". 50. Hallarás, en efecto, en la morada de la sabiduría un calmo y tranquilo puerto, que te acogerá sin dificultad alguna cuando eches anchas en él. Es el nombre de la sabi duría el que proclaman los sacros oráculos al decir "Batuel", término que, traducido a nuestra lengua significa, "hija de Dios". Y, en verdad, trátase de una legítima y siempre virginal hija, a la que ha cabido una naturaleza intacta e inmaculada en razón de su propia modestia y de la dignidad de Quien la ha engendrado. 51. Pero Batuel es llamado padre de Rebeca. ¿Y cómo es que la sabiduría, siendo hija de Dios, puede ser llamada de verdad padre? ¿Será porque, si bien el nombre de la sabiduría es femenino, su naturaleza es masculina? Y efec tivamente, todas las virtudes llevan nombres propios de mujeres, pero poseen poderes y actividades peculiares de hombres com pletísimos. Es que aquello que viene después de Dios, aunque se tratare de algo más elevado que todas las demás cosas, ocupa un lugar secundario, y es designado como femenino para mar car su oposición respecto del Hacedor del universo, que es masculino, y su afinidad con las demás cosas. En efecto, siendo la preeminencia condición propia de lo masculino, lo femenino queda a la zaga y ocupa un lugar inferior. 52. No hagamos, pues, cuestión respecto de la incongruencia en las denominaciones y admitamos que la sabiduría, la hija de Dios, es masculina y padre además; padre que siembra y engendra en las almas la aptitud para instruirse, la disciplina, el saber, la sensatez y las buenas y laudables acciones. De allí es de donde el ejercitante Jacob procura obtener una esposa. ¿Dónde, en efecto, como no fuere en la morada de la sabiduría hallará una compañera, un criterio irreprochable, con el que convivir perpetuamente? 53. X. Con bastante detalle ha hablado el legislador acerca de la huida en el pasaje en que establece la ley relativa, a los asesinos, en el que reconoce cada una de las especies del ase sinato: el intencional, el involuntario y el premeditado y con agresión. El texto es este: "Si un hombre golpeare a otro y lo matare, sea condenado a morir con muerte. Pero, si alguien matare a otro no voluntariamente sino porque Dios lo ha puesto en sus manos, te daré un lugar a donde huirá el matador. Y, si alguno acechare contra su vecino para matarlo a traición y huyere a un refugio, lo sacarás del altar para darle muerte." (Ex. XXI, 12 a 14.)

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54. Sabiendo claramente que Moisés no emplea ninguna palabra superflua pues muévele un indecible deseo de hablar de manera concreta, me he preguntado a mí mismo por qué al referirse al matador intencional no dice sola mente: "sea condenado a muerte"; sino "sea condenado a morir con muerte". 55. Porque, ¿es que hay otra manera de morir que no sea con muerte? Pues bien, recurrí a las enseñanzas de una sabía mujer, cuyo nombre es "indagación", y allí acabó mi duda. Enseñóme, en efecto, que hay quienes están muertos en vida, y quienes viven una vez muertos. Me dijo que los hombres ruines, aunque sus días se extendieron hasta la extrema vejez, son hombres muertos pues están privados de la vida en compañía de la virtud; y que, en cambio, los hombres de bien, aun cuando hubie ren sido separados de la unión con el cuerpo, viven por siempre, pues les ha cabido una parte en la inmortalidad. 56. XI. Y confirmó sus afirmaciones con oráculos también; entre ellos este: "Los que os habéis entregado al Señor vuestro Dios vivís todos hoy." (Deut. IV, 4.) Es que bien sabe Moisés que sólo los que se refugian en Dios y Le suplican viven; en tanto que los otros son muertos; y evidentemente atestigua en aquéllos la inmortalidad al agregar "vivís hoy". 57. "Hoy" es la eternidad sin límite ni término; porque los períodos de meses, años y de todo tiempo en general son meras nociones de los hombres, los que han atribuido excesiva importancia al número. Pero el verdadero nombre de la eternidad es "hoy". El sol, en efecto, nunca cambia sino siempre es el mismo, marchando ora por encima ora por debajo de la tierra, y él es el que da la pauta del día y la noche, medidas del curso sin fin de las edades.20 20 El razonamiento resulta poco claro. Tal vez quiera Filón dejar en claro que el movimiento del sol da lugar al diario trascurso o período de tiempo, y éste sirve de medida de la eternidad o edad sin límites, ya que, a pesar da la alternada sucesión de noches y días, es eterno y siempre el mismo. Ver Interpretación alegórica III, 25. 58. Otro oráculo en el que se confirma lo dicho por aquella es este: "He aquí que he puesto ante tu faz la vida y la muerte, el bien y el mal." (Deut. XXX, 20.) Por lo tanto, oh sapien tísimo, el bien y la virtud son la vida; el mal y el vicio, la muerte. Y en otra parte: "Tu vida y tu longevidad no son otra cosa que el amar al Señor Dios tuyo." (Deut. XXX, 20.) Ninguna defi nición de la vida inmortal es más excelsa que esta: ser poseído por el amor y la amistad hacia Dios, amor y amistad ajenos a la carne y al cuerpo. 59. Conforme con esto, los sacerdotes Nadab y Abiud,21 para poder vivir, mueren, recibiendo a cambio de la vida mortal una existencia imperecedera y pasando de lo creado a lo increado. Sobre ellos elévase la proclama que simboliza la inmortalidad, a saber: "Murieron ante el Señor" (Lev. X, 2), vale decir: 'comenzaron a vivir'. Y de nuevo: "Esto es lo que ha dicho el Señor: 'Seré santificado en aquellos que se me acercan'." (Lev. X, 3.) En cambio, como se nos dice en los Salmos "los muertos no alabarán al Señor" (Salmos CXIII, 25); puesto que esta es obra propia de vivientes. 21 Ver Interpretación alegórica II, 58, y Sobre la herencia de las cosas Divinas, 309. 60. Por otra parte, en ningún pa saje de la legislación se halla registrada la muerte de Caín, el maldecido fratricida; y, en cambio, hay un oráculo revelado sobre él que dice así: "Puso Dios Soberano una señal a Caín para que nadie que lo encontrase lo matara." (Gen. IV, 15. )22 22 Acerca de cómo interpreta Filón el pasaje y la naturaleza de la señal ver Sobre las habituales intrigas de lo peor contra lo mejor, 177. PAGE 51

61. ¿Por qué? Pues, porque, a mi parecer, la impiedad es un mal sin término, siempre encendido y que jamás puede apagarse, al punto de que cabe decir de la maldad lo que dice el poeta: "No es ella una mortal, sino un mal inmortal";23 pero es en la vida nuestra donde es inmortal; porque comparada con la vida de Dios es un cadáver sin vida y, como alguien ha dicho,24 "más repelente que el estiércol". 23 Odisea XII, 118. 24 Heráclito. 62. XII. Ahora bien, preciso del todo era ciertamente que diferentes regiones se distribuyesen entre diferentes cosas: asig nándose el cielo a las cosas buenas, y lo terrestre a las malas. Lo bueno tiende, pues, a elevarse, y, aunque alguna vez puede venir hacia nosotros, pues el Padre del bien es generoso, no puede menos de desear vivamente retomar sobre sus pasos. El mal, en cambio, permanece aquí, separado lo más posible del Divino coro, rondando en tomo de la vida mortal y sin poder abandonar, muriendo, nuestra raza mortal. 63. Esta verdad ha sido manifestada también por cierto varón, notable entre los que han sido admirados por su sabiduría, quien en la obra del Teeteto de manera más excelente aún dice: "Los males no pueden cesar, pues es preciso que siempre haya algo opuesto al bien; ni pueden residir entre los dioses, sino rondan en tomo de la naturaleza mortal y de este lugar nuestro. Por lo tanto, necesario es que huyamos de aquí hacia allí lo más rápidamente posible. Fugarse es asemejarse a Dios en la medida de lo posible; y asemejarse a Él es llegar a ser justo, santo y sabio."25 25 Platón, Teeteto 176 a y b. 64. Es natural, pues, que Caín no muera, siendo, como es, sím bolo de la maldad, la que necesariamente perdura entre los hombres en la raza mortal. De modo que por las causas señaladas no está desacertado lo de "morir con muerte" referido al asesino. 65. XIII. Las palabras "no voluntariamente sino porque Dios lo ha puesto en sus manos" son una admirable referencia a aquellos que cometen un homicidio involuntario. Es que nuestro autor opina que los actos voluntarios son obras de nuestra propia determinación, en tanto que los involunta rios son obra de Dios; no me refiero a las faltas sino, por el contrario, a todos aquellos actos que constituyen el castigo de las faltas.26. 26 Filón no se refiere, pues, sino a aquellos errores o faltas en los que inconscientemente obramos como ejecutores de la voluntad Divina. 66. Es inconveniente, en efecto, que sea Dios mismo el que castigue, puesto que es el primero y supremo Legislador; pero es, en cambio, por intermedio de Sus servidores como lo hace; no por Sus propias manos. Brindar gracias, dones y beneficios es propio de El, por cuanto es bueno y generoso por naturaleza; pero los castigos corresponde que sean aplicados a través de otros, en condiciones de prestar tales servicios; no, empero, sin el mandato del mismo Rey, como que es el Soberano. 67. Testigo de mis palabras es el ejercitante cuando dice: "El Dios que me nutre desde mi niñez; el ángel que me libera de todos los males." (Gen. XLVIII, 15 y 16.) Ha atribuido, en efecto, a Dios los bienes más importantes, con los que el alma se nutre; y a un servidor de Dios lo de menor importancia, los que resultan del huir de las faltas.27 27 Ver Interpretación alegórica III, 177, y Sobre la confusión de las lenguas, 169. PAGE 51

68. Por esa misma razón, pienso, también cuando expone Moisés las enseñanzas acerca de la creación del mundo, mientras de todas las demás cosas dice que fueron creadas por Dios, solo al hom bre lo presenta como modelado con el concurso de otros. Dice, en efecto, que "Dios dijo: 'Hagamos al hombre según Nuestra imagen'" (Gen. I, 26); donde la expresión "hagamos" da a entender más de uno.28 28 Ver Sobre 1a confusión de las lenguas, 169. 69. Dialoga, en consecuencia, el Pa dre de todas las cosas con Sus potencias, a las que confió el modelado de la parte mortal de nuestra alma mediante la imi tación del procedimiento seguido por Él cuando daba forma a la parte racional de nuestro ser; por cuanto entiende que es justo que la parte soberana del alma sea producida por el So berano, y que la parte subordinada lo sea por Sus subordinados. 70. Pero no sólo por la razón mencionada empleó Dios las potencias que Lo acompañan, sino también porque el alma humana era la única de las creaturas que habría de alcanzar las concepciones acerca de los bienes y los males, y hacer uso de unos o de otros; como que le es imposible hacer uso de ambos. Así pues, consideró Dios necesario asignar la creación de las cosas malas a otros operarios, y reservarse la de las buenas a Sí mismo. 71. XIV. Por eso también, habiéndose dicho primero: "Ha gamos al hombre"; expresión que alude a más de uno; a con tinuación se dice, refiriéndose a Dios solamente: "Creó Dios al hombre." (Gen. I, 27.) Es que del hombre verdadero, que es una inteligencia purísima, uno sólo es el Hacedor, el Dios único; en tanto que son muchos los que han producido al comúnmente llamado hombre, que es una mezcla que incluye a la sensibilidad. 72. Tal es el motivo por el que el hombre por excelencia es mencionado precedido del artículo, en tanto que en la mención del otro el artículo no aparece. Mientras leemos que "creó Dios al hombre", al hombre consistente en un raciocinio invi sible y sin mezcla; en cambio, con la expresión: "Hagamos al29 hombre" se nos muestra al que es un compuesto de naturaleza racional e irracional. 29 Es imposible distinguir en castellano el matiz que quiere señalar Filón. Literalmente en el primer caso dice el texto bíblico: "Creó Dios al hombre", y en el segundo: "Hagamos hombre", como diríamos nosotros en plural: "Hagamos hombres". En griego, sin embargo, la ausencia de artículo, omisión que ordinariamente equivale a nuestro artículo indeterminante (un hombre), en nada altera en muchos casos, como el presente, el sentido de la construcción y ésta se traduce como si llevara el artículo. Filón, por supuesto, acomoda a sus propósitos la frase y lee: "Hagamos hombre". De allí su aclaración sobre la omisión del artículo en el texto bíblico. 73. De acuerdo con estos principios atri buyó a diferentes personas el bendecir a los buenos y el maldecir a los culpables. Unas y otras, es verdad, reciben alabanza; pero, puesto que el bendecir a los que lo merecen encierra la prerrogativa propia de los elogios, el pronunciar maldiciones contra los ruines ocupa un orden secundario; y así, de los designados para este fin, que son los doce jefes de nuestra raza, a los que es costumbre llamar jefes de tribu; confió a los seis mejores, a saber: Simeón, Leví, Judá, Isacar, José y Benjamín la misión de bendecir, y la de maldecir confióla a los otros, que eran el primero y el último de los hijos de Lía, Rubén y Zabulón, y los cuatro bastardos nacidos de las criadas.30 30 Deut. XXVII, 12 y ss. PAGE 51

74. En la primera lista, en efecto, es en la que figuran los jefes de la tribu real y la tribu sagrada, Judá y Leví respectivamente.31 Es natural, pues, que ponga Dios en manos de otros para su castigo a aquellos que han hecho cosas que los hacen merecedores de muerte. Con ello quiere enseñarnos que la naturaleza del mal hállase apartada por grandes distancias del Divino coro, como se desprende del hecho de que también aquel bien que lleva trazas del mal, vale decir, el castigo, concrétase por intermedio de otros. 31 No es totalmente claro el sentido de lo que se expresa aquí. Tal vez se refiere Filón a que, incluyendo la primera lista a las dos tribus de mayor dignidad, también la lista es la de mayor dignidad. 75. Las palabras "Te daré un lugar a donde huirá el matador" involuntario, parécenme estar dichas muy acertadamente. No llama en este caso "lugar" a un espacio completamente ocupado por un cuerpo;32 sino se refiere simbólicamente al mismo Dios, por cuanto Dios contiene sin ser contenido y porque es el refugio para el universo. 32 Según los estoicos el topos = lugar, está completamente lleno por el soma = cuerpo. Si éste no llena un espacio completamente el lugar se denomina klóra, entendiéndose por este tipo de lugar uno más amplio o extenso que el topos, por lo cual el término designa también una región, un país y otros espacios extensos. 76. Está en un derecho, pues, quien, creyendo haber intervenido en una involuntaria falta, diga que la falta ha tenido lugar por designio de Dios; mas no es lícito que diga tal cosa aquel que ha delinquido a sabiendas. Por otra parte, dice que "dará" ese lugar no al matador sino a aquel con quien habla, de lo que se infiere que no son la misma persona el que lo habitará y el fugitivo. Es que, mientras a Su lógos 33 le ha concedido Su saber para que resida como en su patria, como autóctono de tal lugar; a aquel que ha incurrido en involuntarios yerros se lo ha concedido en calidad de refugio, como tierra ajena a un extranjero, no como tierra natal a un ciudadano. 33 Filón entiende que el interlocutor de Dios en la presente ocasión es Su lógos, y que es a éste a quien le concederá un lugar de refugio. 77. XV. Tras exponer estas enseñanzas acerca de los actos involuntarios, pasa Moisés a legislar en lo relativo a la asechanza y premeditación, diciendo: "Sí alguno asechare contra su vecino para matarlo a traición y buscare refugio..."; refugio en Dios, a quien antes se llamó simbólicamente "lugar", y de quien re sulta la vida para todos los seres. Dice, en efecto, también en otro pasaje: "Quien huyere a ese lugar vivirá." (Deut. XIX, 5.) 78. ¿Y no consiste la vida eterna en refugiarse en el Que Es, al par que la muerte en huir lejos de Él? Mas, en tanto que lo hecho involuntariamente no implica culpa, el que tiende asechanzas delinque deliberadamente y la acción traicionera intencional es culpable. 79. Por lo cual de ninguno de los delitos. perpetrados con sentimiento hostil, a traición y premeditadamente es correcto decir que ocurre con asentimiento de Dios, pues todos ellos son de nuestra exclusiva responsabilidad. Es. en nosotros, en efecto, donde se hallan los depósitos de los males,. como he dicho; con Dios están solamente los tesoros de los bienes. 80. Por lo tanto, quien buscare un refugio, vale decir, quien achacare a Dios, no a sí mismo, sus iniquidades, sea castigado mediante su separación del refugio que está reservado. para la salvación y seguridad de los suplicantes exclusivamente, vale decir, del altar. Y es lo PAGE 51

razonable sin duda. Porque el lugar de los sacrificios está ocupado por víctimas irreprochables, me refiero a almas inocentes y purificadas; y el afirmar que también la Divinidad es origen de males es, en cambio, vitu perio difícil de remediar o completamente irreparable. 81. To dos estos caracteres 34 han procurado ser amantes de sí mismos antes que amantes de Dios. Aléjense, por lo tanto, del recinto consagrado, para que, manchados e impuros como son, no pue dan contemplar ni siquiera desde lejos la sagrada llama encen dida con inextinguible fuego y ofrecida en sacrificio a Dios con poder pleno e intacto. 34 Los que delinquen deliberadamente y atribuyen sus faltas a Dios 82. Con excelentes palabras uno de los antiguos sabios, coin cidiendo conmigo en este punto, manifestó resueltamente que en ningún caso y de ninguna manera es Dios injusto; sino es la suma justicia y ninguna cosa se parece más a Él que aquel de nosotros que obra a su vez lo más justamente posible. Es con relación a Él como se pone de manifiesto tanto la verda dera capacidad, como la nulidad y falta de reales condiciones-. humanas de un hombre. En efecto, el conocer a Dios es sabiduría y virtud verdadera; ignorarlo es torpeza y maldad patente; y las demás aparentes capacidades y las llamadas mues tras de sabiduría no resultan más que vulgaridades cuando se-aplican al logro de preeminencias políticas, y simples manualidades cuando se aplican a los oficios y profesiones.35 35 Platón, Teeteto 176 c. 83. XVI. Luego, pues, de establecer que el hombre que pro fana y difama las cosas sagradas debe ser alejado de los sacratísimos lugares y entregado para su castigo, dice Moisés a continuación: "El que hiriere a su padre o a su madre sea matado"; y análogamente: "El que injuriare a su padre o a su madre sea matado." (Ex. XXI, 15 y 17.) 84. Podríamos decir que grita y proclama en alta voz que a ninguno de los que blasfeman contra Dios le es dado alcanzar el perdón. Porque, si los que injurian a los padres mortales son castigados con la muerte, ¿de qué castigo hemos de considerar merecedores a aquellos que asumen la responsabilidad de blasfemar contra el Padre y Hacedor de todas las cosas? ¿Y qué blasfemia hay más ver gonzosa que el afirmar que el origen de los malos no se halla en nosotros sino en Dios? 85. Arrojad, pues, oh iniciados y merofantas de los sacros misterios, arrojad fuera a las mezcladas, confusas y desordenadas almas, rebeldes a la purificación y a la clarificación, que llevan por todas partes abiertos los oídos, y desenfrenada la lengua, como preparados instrumentos de su mísera condición, aquellos para escuchar todo cuanto está ve dado, y ésta para manifestar cuanto conviene callar. 86. Pero todos aquellos que han sido instruidos en la distinción entre las acciones intencionales e involuntarias, y han recibido una boca capaz de guardar religioso silencio en vez de una lengua blas femadora son merecedores de alabanza cuando obran recta mente, y no es mucho el reproche que merecen si cometen yerros sin intención. Esta es la razón por la que para ellos han sido separadas ciudades de refugio.36 36 Núm. XXXV, 9 y ss. 87. XVII. Pero vale la pena que con particular detención ha gamos algunas consideraciones necesarias tocantes a este asunto. Son cuatro en total. Una es por qué las ciudades para PAGE 51

fugitivos no fueron separadas de entre las que obtuvieron las otras tribus y sólo lo fueron de entre las que cupieron a la tribu de los levitas. La segunda, por qué fueron seis en total, ni una más ni una me nos. La tercera, por qué tres de ellas se hallaban más allá del Jordán y las otras en la tierra de Canaán. La cuarta, por qué el plazo señalado para el retomo de los fugitivos fue la muerte del sumo sacerdote. 88. Comenzando por la primera de estas cues tiones hemos de decir lo que cabe señalar acerca de cada una de ellas. El huir hacia las ciudades asignadas a los levitas corresponde solamente a los levitas y con toda legitimidad, pues ellos son en cierta manera también fugitivos, en razón de que a fin de complacer a Dios han abandonado padres, hijos, her manos y toda su mortal parentela. 89. Así, el fundador de esta congregación 37 es presentado en actitud de decir a su padre y a su madre: "No os he visto, no conozco a mis hermanos, desconozco a mis hijos" (Deut. XXX, 9), pues sirvo sin distrac ciones al Que Es. La verdadera fuga equivale a la privación de las cosas que nos son más familiares y caras. Es, pues, en vista de la similitud de acciones por lo que el legislador pone a los fugitivos al amparo de fugitivos para que puedan alcanzar una amnistía por lo que han hecho. 37 Leví. 90. ¿Fue, pues, esta la única razón o hubo otra, consistente en que la tribu de los levi tas, compuesta por los cuidadores del templo, es la de los que se lanzaron de improviso a la matanza de aquellos que entre los jóvenes en edad de tomar las armas habían divinizado al becerro de oro, es decir, la egipcia vanidad; y los mataron movidos por una legítima irritación al par que por una Divina inspiración y una posesión proveniente de la Divinidad? Leemos, en efecto, lo siguiente: "Y cada uno mata al hermano, al vecino y al más allegado" (Ex. XXXII, 27); vale decir, al cuer po, que es hermano del alma; a la parte irracional, que es vecino de la racional; y a la palabra pronunciada,38 que es lo más allegado a la inteligencia. 38 Acerca de los dos lógoi ver Sobre los querubines, nota 8. 91. Es que solamente procediendo de ese modo puede la parte más excelente de nuestro ser convertirse en servidora del mas excelente de todos los seres. En primer lugar el hombre se ha de disolverse hasta convertirse en un alma desligándose y separándose de su hermano el cuerpo y de sus inacabables apetencias; en segundo término, el alma ha de arrojar de sí, como he dicho, al vecino de la parte racio nal, es decir, a la parte irracional, ya que ésta, a modo de un torrente dividido en cinco partes que penetran a través de todos los sentidos, excita la violencia de las pasiones. 92. Y en tercer lugar, la parte racional ha de separar y des terrar lejos de sí aquello que aparentemente le está más estre chamente vinculado, la palabra pronunciada; todo ello para que la palabra encerrada en la inteligencia, libre del cuerpo, libre de los sentidos y libre de la pronunciación de la palabra audible, pueda encontrarse sola; pues, una vez que haya sido dejada sola, viviendo una existencia acorde con la soledad, sin mezclas ni distracciones, rendirá su homenaje al Ser Único. 93. Asimismo hay que hacer presente, además de las consideraciones apuntadas, que si la tribu de Leví es la de dos servidores del templo y de los sacerdotes, a los cuales ha sido confiado el servicio del santuario; también, por su parte, los que cometen un homicidio involuntario ejecutan un servicio, como que Moisés dice: "Dios ha puesto en sus manos" (Ex. XXI, 13) a PAGE 51

los que han hecho cosas dignas de muerte, a fin de que los destruyan. Sólo que, mientras los levitas han sido establecidos para la exaltación de los buenos; ellos lo han sido para el castigo de los culpables. 94. XVIII. Estas son las razones por las cuales los que han cometido un homicidio involuntario huyen solamente hacia las ciudades de los servidores del templo. A continuación hemos de decir cuáles son éstas y por qué su número es de seis. Pues bien, a no dudarlo, la más venerable, la más segura y la más excelsa metrópolis,39 no una simple ciudad solamente, es el Divino lógos, hacia el que es incomparablemente ventajoso huir en busca de refugio. 39 Es decir, una ciudad madre, ciudad que ha fundado otras. 95. Las otras cinco, comparables a colonias, son las potencias del que lo 40 pronuncia; al frente de las cuales hállase la potencia creadora, en virtud de la cual Aquél creó el mundo mediante la palabra.41 La segunda en jerarquía es la potencia real, en virtud de la cual el Hacedor gobierna aquello que ha sido creado; la tercera es la potencia propicia, mediante la cual el Artífice se apiada y compadece a su propia obra; la cuarta es la (legislativa, mediante la cual prescribe nuestras obligaciones; y la quinta)42 es la parte de la legislativa mediante la que prohibe lo que no debe ser hecho. 40 "Que pronuncia a Su lógos". Filón toma aquí el término lógos en uno solo de sus sentidos: el de "palabra". 41 Porque cada acto creador de Dios fue precedido por una orden Suya. Gen. I, 3 y ss. 42 Laguna del texto llenada según lo propuesto por Wendland. 96. Exce lentes y fortificadísimas ciudades son estas, y, por cierto, los mejores refugios para las almas merecedoras de eterna salvación. Benigna y benéfica es, por otra parte, la prescripción, y capaz de estimular y fortalecer en una firme esperanza. Porque, ¿qué prescripción mejor que esta para hacer patente la tan grande abundancia de estas benefactoras potencias, adaptadas a las diferencias que se dan en los que se han hallado envueltos en involuntarias claudicaciones, los que difieren entre sí en el grado de fortaleza o debilidad? 97. Ella estimula al hombre capaz de correr de prisa a avanzar sin respiro hacia el supremo lógos Divino, que es la fuente de la sabiduría, para que pueda extraer agua de su corriente y alcanzar como premio la libe ración de la muerte y la vida eterna. A quien no es capaz de avanzar tan rápidamente lo estimula a dirigirse en busca de refugio hacia la potencia creadora, a la que Moisés llama "Dios", en razón de que mediante ella ha sido establecido43 y ordenado el universo; y lo estimula hacia esta potencia porque grande es el bien que llega a adquirir aquel que ha alcanzado a comprender que el universo ha tenido un comienzo. Este bien es el conocimiento del Hacedor, conocimiento que al punto mueve a la creatura a amar a Aquel a quien debe su existencia. 43 Como en otros pasajes, Filón vincula el término theós = Dios, con el verbo theínai = colocar, establecer. 98. A quien no está presto en el mismo grado que el anterior lo urge a refugiarse en la potencia real, ya que el temor al soberano tiene la virtud de amonestar con correctora fuerza de persuasión al súbdito, cuando la benevolencia del padre no lo logra en el hijo. Para aquel que no llega a alcanzar las metas mencionadas por hallarse éstas demasiado distantes, en su opinión, han sido fijadas puntos de llegada más próximos: el de la potencia propicia, el de la potencia que prescribe lo que es preciso hacer y el de la que prohíbe lo que es preciso evitar, potencias necesarias todas ellas. PAGE 51

99. Es que aquel que ha comprendido que la Divinidad no es inexorable sino bene volente, pues Su naturaleza es dulce, aunque primero hubiere delinquido, pronto se arrepiente movido por la esperanza de ser perdonado; a su vez, aquel que ha llegado a concebir a Dios como el legislador alcanzará la felicidad, acatando cuanto Él prescribe a todos; y, por su parte, el último de ellos alcanzará el último de los refugios: el apartamiento de los males, aunque no alcanzare a participar de bienes superiores. 100. XIX. Estas son las seis ciudades que Moisés llama "luga res de refugio";44 cinco de las cuales han sido representadas mediante figuras simbólicas que se hallan en el santuario. Las leyes colocadas en el arca simbolizan la prescripción y la pro hibición; la tapa del arca representa la potencia propicia y lleva el nombre de "propiciatorio": en tanto que, los alados querubines situados sobre ella son símbolo de las potencias creadora y real. 44 Núm. XXXV, 12. 101. A su vez, el Divino lógos, situado por sobre todas ellas, no ha llegado a ser representado de manera perceptible por nuestra vista, por cuanto no tiene semejanza alguna con ninguno de los objetos sensibles, y él mismo es imagen de Dios, el más eminente de todos los seres aprehensibles intelectualmente, situado el más próximo, sin que medie distan cia alguna, al Único verdaderamente existente. Leemos, en efecto: "Hablaré contigo desde lo alto del propiciatorio, en medio de los dos querubines" (Ex. XXV, 21); de lo que se deduce que mientras el lógos es el conductor de las potencias, Aquel que habla va sentado indicando al conductor lo necesario para la recta conducción del universo. 102. Aquel, pues, que resulta libre también de involuntaria claudicación (en la voluntaria ni pensar siquiera) tendrá al mismo Dios por heredad 45 y su morada estará en Él solamente. En cambio, aquellos que, si bien no con premeditación, sí in voluntariamente han experimentado caídas, tendrán como refugios las mencionadas ciudades, tan rica e inagotablemente provistas. 45 Deut. X, 9. 103. De las ciudades de refugio tres, que se hallan a gran distancia de nuestra raza, están más allá del río.46 ¿Cuáles son? El lógos del Soberano, la potencia creadora y la potencia real del Mismo. Con estas, en efecto, hállanse asociados el cielo y el universo todo. 46 Núm. XXXV, 14. 104. En cambio, aquellas que están en rela ción con nosotros y en contacto con la perecedera raza de los mortales, la única raza en la que tiene lugar el cometer faltas, son las tres de dentro,47 vale decir, la potencia propicia, la que prescribe lo que se debe hacer y la que prohíbe lo que no ha de hacerse. Estas, en efecto, nos tocan ya estrechamente. 47 O "de este lado del río". 105. ¿Qué necesidad, en efecto, tienen de prohibiciones aquellos que no están en condiciones de obrar mal? ¿Qué necesidad de prescripciones aquellos cuya naturaleza está libre de faltas? ¿Qué necesidad de benevolencia quienes no habrán de delinquir en absoluto? Mas, nuestra raza tiene necesidad de estas poten cias a causa de su natural inclinación hacia las faltas voluntarias e involuntarias. 106. XX. El cuarto punto que nos resta de los propuestos para considerar es el tiempo prescripto para el retorno de los fugitivos, vale decir, la muerte del sumo sacerdote. PAGE 51

Considerada literalmente, esta prescripción encierra, entiendo yo, una gran dificultad. Porque, el castigo que la ley establece para aquellos que han cometido idénticas faltas es desigual, ya que unos son fugitivos por más tiempo y otros por menos. Los sumos sacerdotes, en efecto, unos viven muchísimo tiempo y otros poquísimo. 107. Además unos son designados jóvenes aún; otros cuando ya son ancianos; y de los culpables de homi cidio involuntario, unos han buscado refugio cuando comenzaba. el sacerdocio; otro cuando estaba ya a punto de acabar sus días el sacerdote; de modo que algunos estarían separados de la. tierra de sus padres por un largo tiempo; en tanto que otros lo estarían por un día quizás, luego del cual llegarían con la cabeza erguida, con aire arrogante y burlándose de los parientes más próximos de los que han sido matados. 108. Apliqué monos, pues, a una explicación acorde con la naturaleza de las cosas, desentrañando el sentido oculto de las palabras, que de ese modo escaparemos de esa dificultad y hallaremos justificado su contenido. Decimos, en efecto, que el sumo sacerdote no es un hombre sino el Divino lógos, libre de todas las faltas así voluntarias como involuntarias. 109. Dice, en efecto, Moi sés que no puede mancharse ni por su padre, vale decir, la inteligencia, ni por su madre, o sea, la sensibilidad,48 lo que, a mí parecer, se debe a que le han cabido padres incorruptibles y purísimos; su padre. Dios, que es también padre del universo, y su madre la sabiduría, mediante la cual todas las cosas han llegado a existir. 48 Refiérese Filón al Lev. XXI, 11, donde se lee "ni se acercará a ningún muerto ni se contaminará ni por su padre ni por su madre"; lo cual significa literalmente que, mientras los demás sacerdotes pueden tocar el cadáver de alguno de sus familiares más próximos, aunque les está vedado tocar uno de persona extraña, al sumo sacerdote le está prohibido incluso el contacto con el cuerpo muerto de su padre y de su madre. Alegórica mente, según Filón, ello ha de interpretarse en el sentido de que, mientras un simple mortal puede ser manchado por o a causa de su padre, la inteligencia, o su madre, la sensibilidad, el Divino lógos no puede mancharse pues su padre es Dios y su madre la sabiduría misma. 110. Y, además, a que su cabeza ha sido ungida con óleo, quiero decir a que su facultad rectora está ilu minada por una brillante claridad,49 a tal punto que ha sido juzgado merecedor de "ponerse las vestiduras" (Lev. XXI, 10). Ahora bien, la vestidura que el supremo lógos del Que Es viste es el mundo, pues se envuelve a sí mismo en la tierra, el agua, el aire, el fuego y cuantas cosas proceden de éstos; mientras que el cuerpo es la vestidura de una parte del alma, 50 y las virtudes lo son del entendimiento del sabio. 49 Simbolizada en el óleo o aceite con que se alimentaba la llama de las lámparas. 50 Vale decir, sólo aquella parte que queda, excluido su elemento rector, la inteligencia, y que comprende los cinco sentidos, la facultad de hablar y el poder de engendrar. Ver Sobre la creación del mundo 117. 111. Dice además Moisés que "jamás se sacará la mitra" de la cabeza, es decir, no se despojará de la real diadema, el símbolo, no de absoluta soberanía, sino de su admirable mandato subordinado; "ni tampoco rasgará sus vestiduras". (Lev. XXI, 10.) 112. Es que el lógos del Que Es, siendo, como quedó dicho, el nexo que une a todas las cosas, reúne y ciñe todas las porciones impidiendo que las mismas se desliguen y separen; y el alma particular, a su vez, en la medida en que está dotada de fuerza, no permite que ninguna de las partes del cuerpo se separe y aparte contra la naturaleza; y así, en cuanto de ella depende, PAGE 51

todas las partes permanecen completas y mantienen indisoluble su recíproca -armonía y unión. Y la purificada inteligencia del hombre sabio conserva indestructibles y sin daño las virtudes armonizando con una más firme comprensión mutua la afinidad y vincula ción que les es connatural. 113. XXI. El sumo sacerdote, dice Moisés, "no se acercará a ningún alma muerta" (Lev. XXI, 11). La muerte del alma es la vida en compañía del vicio, de modo que jamás entrará aquél en contacto con ningún objeto contaminado de aquellos a los que tiende permanentemente la insensatez. 114. Adáptase,51 asimismo, a éste una joven virgen de la sagrada estirpe, vale decir, una pura, sin mancha y por siempre inviolada intención. Jamás, en efecto, será esposo de una viuda, de una divorciada, de una impura o de una ramera;52 por el contrario, siempre librará contra ellas una guerra sin treguas ni avenencias, por cuanto es odioso para él la viudez respecto de la virtud, así como el divorciarse de ella y huirle, y también toda convicción que sea impura y profunda. En cuando a la ramera, es decir, la maldad de la promiscuidad, de la poliandria y del politeísmo o, más bien, del ateísmo, ni siquiera se digna a mirarla, pues ama a aquella que ha adoptado como único esposo y como padre a Dios Soberano. 51 Como esposa. 52 Lev. XXI, 13 y ss. 115. En este carácter adviértese un máximo de perfección. Tratándose del que ha formulado el gran voto el legislador re conoce en cierto modo que incurre en falta involuntaria, si bien no con deliberada intención. De allí sus palabras: "Si alguno muriere repentinamente junto a él, al instante él resul tará manchado." (Núm. VI, 9.) Y así ocurre: aquello que se precipita de improviso sobre nosotros desde fuera, sin que nues tra voluntad tenga parte, mancha a nuestra alma de inmediato, aunque no por un tiempo muy prolongado, puesto que se trata de algo no intencional.53 Pero en lo que al sumo sacerdote hace, nada tiene que ver con estos yerros, como tampoco con los voluntarios, pues se halla por encima de ellos. 53 Ver Sobre la inmutabilidad de Dios. 89, y Sobre la agricultura 175. 116. Lo que he señalado no carece de motivos; por el con trario, tiende a demostrar que el término prefijado para el retorno de los fugitivos, que es la muerte del sumo sacerdote, está del todo de acuerdo con la naturaleza de las cosas. 117. En efecto, es imposible que una involuntaria falta retome al alma mientras en ella viva y esté presente este sacratísimo lógos, puesto que por naturaleza él es incapaz de tener parte en falta alguna ni de admitirla. Mas, si éste muriese; lo cual no significa que él haya sido aniquilado sino que se ha desvinculado de nuestra alma; al punto les estará expedito el retorno a las faltas involuntarias. Es que, si, mientras él perma necía y conservaba su integridad en nosotros, aquéllas estaban desterradas, en separándose él de nosotros completamente, las faltas retornarán. 118. En efecto, el inmaculado sumo sacer dote, vale decir, la admonición,54 ha recogido como fruto de su naturaleza la especial prerrogativa de jamás admitir en sí en absoluto un desliz en el juicio.55 Por eso bueno es que supliquemos que viva en el alma el sumo sacerdote y rey a la vez, es decir, la justiciera admonición, ya que a él le ha cabido el tribunal todo de nuestro entendimiento y no es confundido por ninguno de los que son presentados para su juicio.56 54 O la refutación, en el sentido del hecho de poner al descubierto la verdadera naturaleza de PAGE 51

nuestros actos o intenciones. 55 El texto griego en su estado actual resulta aquí intraducible, por lo que la traducción es conjetural. 56 Como se advierte. Filón, que en las consideraciones anteriores tomaba el verbo phéugein = huir, estar desterrado, en la primera de las dos acep ciones, refiriéndose a las ciudades en -las que los culpables de faltas invo luntarias buscan refugio en su huida; luego, en los parágrafos 216 a 218 se apoya en la segunda acepción, la de destierro, y señala la imposibilidad de que compartan el mismo sitio el Divino lógos, identificado con una ciudad de refugio, y las faltas, por lo que éstas forzosamente permanecen desterradas mientras el lógos permanece en el alma. En ambos casos habla, pues, de fugitivos, pero en el primero de fugitivos hacia, y en el segundo de fugitivos de. 119. XXII. Habiendo, pues, dicho todo lo adecuado acerca de los fugitivos, pasaremos a urdir la trama de lo que, en lógica ilación, viene a continuación. Leemos, en efecto, a ren glón seguido: "La halló un ángel del Señor." (Gen. XVI, 7.) Este ángel había decidido el retorno del alma que movida por la vergüenza estaba en trance de convertirse en vagabunda y ha hecho su aparición como una escolta, podríamos decir, en el retorno hacia la inteligencia que sigue un recto camino. 120. Útil será, empero, que no pasemos tampoco por alto las reflexiones del legislador acerca del hallazgo y de la búsqueda. En efecto, nos presenta él a algunos como ni buscando ni hallando, a otros teniendo éxito en una y otra tarea, y a otros logrando o bien una o bien otra cosa, de los cuales unos, aunque buscan, no hallan, y otros hallan sin buscar. 121. Aquellos que no se preocupan ni por hallar ni por buscar, grave daño causan a su discernimiento a causa de su falta de preparación y adiestramiento, y, pudiendo ver con agudeza se convierten en ciegos. A propósito de ello dice el legislador que "la mujer de Lot al volverse hacia atrás se convirtió en columna". (Gen. XIX, 26.) Y no se trata aquí de una fábula, sino de la indicación precisa de un hecho concreto. 122. En efecto, aquel que, llevado por una innata y rutinaria pereza no presta aten ción a quien le enseña, acaba por abandonar cuanto tiene de lante, merced a lo cual es posible ver, oír y hacer uso de las otras facultades para la determinación de la naturaleza de los hechos; y, desnucándose por darse vuelta hacia atrás, conviértese en una columna semejante a una piedra sin vida y muda, a fuerza de buscar ardorosamente las cosas obscuras y ocultas no tanto de las partes del cuerpo cuanto de los sucesos de la vida. 123. Estos caracteres, como dice Moisés, no han llegado a poseer "un corazón para entender, ojos para ver y oídos para escuchar; antes bien, han producido para sí mismos una vida que no es tal, ciega, sorda, necia y completamente embotada, sin aplicarse a cosa alguna que lo merezca. 124. XXIII. Conductor de esta compañía es el rey de la región corpórea. Leemos, en efecto, que "el faraón volvió sobre sus pasos y se dirigió hacia su casa sin prestar atención ni siquiera a esto" (Ex. VII, 23); o lo que es lo mismo, sin atender a cosa alguna absolutamente; antes bien, permitiendo que su inteli gencia se marchitase como planta sin cultivar e incapaz de engendrar nada en su esterilidad. 125. Ciertamente, los que deliberan, observan y examinan cuidadosamente todas las cosas, le PAGE 51

confieren agudeza y precisión. Y esa inteligencia que se ejercita cosecha sus propios frutos: la sagacidad y la profundidad, mediante las cuales se preserva del engaño. En cambio, el hombre sin hábito de observación embota y aniquila el vigor de la inteligencia. 126. Dejemos, pues, de lado a la irracional y verdaderamente inerte cofradía de estas tales, y apliquémonos a la consideración de la de aquellos que cultivan la investigación y el descubrimiento. Consideramos en primer lugar al carácter que, sin desvincularse de los negocios públicos, muy lejos está de apetecer la gloria desmedidamente; carácter que, tendiendo hacia aquella superior estirpe cuya heredad han sido las virtu des, nos es presentado buscándola y hallándola. 127. Leemos, en efecto, que "un hombre halló a José vagando por el llano y le preguntó: '¿Qué buscas?' Y él dijo: 'Busco a mis hermanos; dime dónde apacientan sus ganados'. Y el hombre le dijo: 'Par tieron de aquí'. Les oí decir, en efecto: 'Marchemos hacia Dotan'." (Gen. XXXXXVII, 15 a 17.) 128. "Dotan" significa "abandono", y es símbolo del alma que ha huido no a medías sino totalmente de las vacías opiniones, que más se parecen a las prácticas de las mujeres que a las de los hombres. Tal es la razón por la que con sumo acierto se dice que "Sara, es decir, la virtud, 'deja de experimentar las menstruaciones'." (Gen. XVIII, 11), vale decir, aquellas costumbres por las que nos esforzamos los que vamos detrás de la vida sin virilidad verdaderamente afeminada. Pero también el hombre sabio, se gún afirma Moisés en todo de acuerdo con la naturaleza de las cosas, "abandona y es acrecentado".57 (Gen. XXV, 8.) Es que la pérdida de la vacía opinión trae consigo el aumento de la verdad. 57 En el texto bíblico el sentido es: "...es agregado a su pueblo". Ver Sobre los sacrificios de Abel y Caín. 129. Si un hombre, mientras sus días transcurren en esta vida mortal, confusa y variable; mientras dispone de inago tables materiales para derrochar, considera e indaga acerca de aquella estirpe superior cuya mirada vuélvese sólo hacia la grandeza moral, es merecedor de aprobación siempre, que los sueños y visiones de los bienes supuestos y aparentes no resurjan y prevalezcan nuevamente. 130. En efecto, si él perseverare en una legítima investigación acerca del alma, no cejará en su marcha tras las huellas de las cosas indagadas, en el segui miento de las mismas, hasta alcanzar aquello que constituye el norte de sus deseos. 131. Pero, ninguna de ellas hallará en el ámbito de lo ruin. ¿Por qué? Pues, porque "se han marchado de aquí" abandonando lo que nosotros procuramos y emigrando hacia la región de los hombres piadosos, en la que no habitan los malvados. Tal es lo que dice el verdadero 58 hombre, el amonestador situado en el alma, quien, al ver su perplejidad, su indagación y su búsqueda, la previene para que no ande errante ni pierda el recto camino. 58 El "verdadero" hombre, el de Gen. XXXVII, 15, cuya interpretación desarrolla Filón en Sobre las habituales intrigas de lo peor contra lo mejor, 23. 132. XXIV. Grande es, asimismo, mi admiración hacia aque llos dos, de los que uno, ansioso de informarse acerca del ele mento intermedio entre dos extremos, dice: "Aquí está el fuego y la leña; pero, ¿dónde está la oveja para el holocausto?" (Gen. XXII, 7); y el otro le responde: "Dios buscará Él mismo una oveja para el holocausto, hijo" (Íd. 8); y halla después la res PAGE 51

sustituía, pues "he aquí que un camero estaba sujeto por los cuernos en un arbusto de sabek".59 (Íd. 13.) 59 "Sabek". Por este nombre traducen los LXX el término hebreo que significa matorral, tomándolo, al parecer, por el nombre de una planta. 133. Pues bien, veamos cuál es el problema del que inquiere y qué sentido tiene la respuesta; y en tercer lugar qué fue lo hallado. La pregunta es de este tenor: "He aquí la causa eficiente: el fuego; he aquí también el objeto afectado: la materia, la leña; ¿dónde está el tercer elemento, vale decir, el resultado?" En otros tér minos: "He aquí la inteligencia, soplo cálido y ardiente; he aquí también los objetos mentalmente aprehensibles, como si dijéramos sus materiales; ¿dónde está el tercer elemento: la aprehensión mental?" 134. O también: "He aquí la vista, he aquí el color; adonde está la aprehensión visual?" Y, en general; "He aquí la sensibilidad, es decir, el instrumento del discernir; y he aquí también las cosas sensibles, los materiales; ¿dónde, entonces, está el acto de percibir? 135. A tales preguntas no cabe sino una respuesta: "Dios buscará por Sí mismo". En efecto, el tercer elemento no es otra cosa que la obra propia de Dios. Porque es gracias a Su cuidado como la inteligencia aprehende, la vista ve y todos los sentidos perciben. En cuanto al "carnero hallado atado" no es otro que la razón en estado de quietud y espectativa. 136. No hay mejor ofrenda, en efecto, que la quietud y suspensión del juicio en aquellos asuntos en los que faltan pruebas totalmente. Porque sólo una cosa hemos de afirmar: "Dios buscará", Dios, para quien todas las cosas son claras; Dios, que con la más brillante de las claridades: Él mismo, ilumina todas las cosas. Afirmar las demás cosas no compete a las creaturas, sobre las cuales una inmensa sombra ha sido derramada. En la obscuridad lo seguro es la quietud. 137. XXV. Otro caso es el de los que preguntaban qué es lo que nutre al alma, pues, como dice Moisés, "no sabían qué era". (Ex. XVI, 15.) Se instruyeron y hallaron que era la pala bra de Dios, el Divino lógos, del que manan inagotables toda instrucción y toda sabiduría. Este es el celestial alimento, y así se hace patente en las sagradas escrituras cuando la causa en persona manifiesta: "He aquí que Yo hago llover sobre vos otros panes desde el cielo." (Ex. XVI, 4.) 138. Es que, real mente, Dios vierte gota a gota desde lo alto la etérea sabiduría en las inteligencias bien dotadas y amantes de la contempla ción. Estas, por su parte, ven, gustan y experimentan gran pla cer adquiriendo conocimientos sobre lo que perciben, pero ignoran la causa que produce la percepción. Por eso preguntan: "¿Qué es esto" (Ex. XVI, 15) 'de naturaleza más dulce que la miel y más blanca que la nieve? Y el evidente les enseñará que "este es el pan que el Señor les había dado para que comiesen". (Ex. XIV, 15.) 139. ¿Cuál, díme, pues, es este pan? "Es", dice él, "esta palabra 60 que el Señor ha ordenado". (Ex. XVI, 16.) Esta Divina prescripción llena al alma capaz de ver de claridad y dulzura a la vez, encendiendo el resplandor de la verdad y dulcificando con la dulce virtud que es la persuasión a los que tienen sed y hambre de nobleza de carácter. 60 Ver Interpretación alegórica III,, 173, donde Filón, alterando el sen tido del texto citado, identifica el maná con la palabra de Dios y, por ende, con Su lógos.

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140. Habiendo también el mismo profeta indagado cuál es la causa del éxito en las empresas, descubrió que lo es la com pañía del único Dios. En efecto, ante su pregunta: "¿Quién soy yo, y qué hay en mí para que vaya a liberar a la raza vi dente del poder del carácter con realeza aparente y enemigo de Dios?", una Divina comunicación le enseña que "estaré a tu lado". (Ex. III, 12.) 141. Por supuesto que las indaga ciones acerca de asuntos particulares constituyen para nosotros una delicada y profunda investigación; mas la indagación acerca del más excelente de los seres, el incomparable, la causa de todas las cosas. Dios, deleita no bien emprendemos tal inves tigación; y no resulta vana, puesto que Él sale a nuestro en cuentro con Sus virginales gracias impulsado por Su connatural benevolencia y Se muestra a los que anhelan ardientemente verlo; no como El es; cosa, por supuesto, imposible; como que hasta Moisés "dio vuelta su rostro, pues no osó mirar cara a cara a Dios" (Ex. III, 6); sino en la medida en que a la naturaleza creada le es dado aproximarse al Poder que está más allá del alcance de sus aprehensiones. 142. También esto se halla escrito en la Exhortaciones, donde leemos: "Os volveréis hacia el Señor vuestro Dios, y lo hallaréis siempre que Lo busquéis con todo vuestro corazón y con toda vuestra alma." (Deut. IV, 29.) 143. XXVI. Habiendo ya hablado lo suficiente también acerca de éstos, pasemos a continuación a nuestro tercer caso funda mental, en el cual, como dijimos, se da la búsqueda pero no seguida del hallazgo. Un ejemplo es Labán. Habiendo regis trado completamente la casa del ejercitante, "no halló", así dice Moisés, "los ídolos" (Gen. XXXI, 33), pues ella estaba llena de cosas reales, no de sueños y vanas fantasías. 144. Análogo es el caso de los sodomitas, ciegos de inteligencia, los que, empeñados con toda vehemencia en mancillar a los sacros e inmaculados lógos,61 no hallaron el camino que los condujese a sus propósitos; sino, como dice la sagrada revelación, "se can saron buscando la puerta" (Gen. XIX, 11), a pesar de que co rrieron en tomo de la casa toda y removieron todas las piedras en su empeño por saciar su espurio e impío apetito. 61 Es decir, ángeles. Ver Sobre la confusión de las lenguas, nota 14. 145. Y no han faltado quienes anhelando convertirse de simples por teros en reyes y dar por tierra con lo más hermoso que hay en la vida, el orden; no sólo no han visto coronadas sus injustas esperanzas sino también se han visto obligados a soltar lo que tenían en sus manos. La ley, en efecto, nos dice que los cofra des de Coré, que aspiraban al sacerdocio....,62 fracasaron en ambas cosas. 62 Laguna en el texto, la que conjeturalmente podría llenarse con algo como: "y no se conformaban con el cargo de guardianes del templo". 146. Es que, así como los niños no aprenden las mismas cosas que los mayores, existiendo instrucciones adecuadas a una y otra edad, del mismo modo existen almas infan tiles siempre por naturaleza aun en cuerpos ya envejecidos; y, a la inversa, almas perfectísimas en cuerpos que apenas han alcanzado la plena Juventud. Sean, pues, convictos de demencia cuantos apetecen cosas superiores a su propia naturaleza, puesto que todo lo que sobrepasa nuestras fuerzas es frustrado por la violencia del esfuerzo. 147. El faraón es también uno de ellos. "Al pretender ani quilar a Moisés" (Ex. II, 12), vale PAGE 51

decir, a la naturaleza profética, jamás lo encontrará, no obstante que ha escuchado un grave cargo contra aquél: que el mismo ha intentado dar por tierra con todo el dominio del cuerpo mediante dos ataques. 148. El primero de ellos lo ha llevado a cabo contra el carácter egipcio, que oponía la valla del placer al alma. En efecto, "des pués de golpearlo lo cubrió con arena" (Ex. II, 12), sustancia dispersa, ya que entendía que una y otra doctrina: la de que el placer es el primero y mayor de los bienes, y la de que los principios de todas las cosas son los átomos, pertenecen al mismo autor. El segundo ataque ha sido contra el que desmenuza la naturaleza del bien asignando uno al alma, otro al cuerpo y otro a las cosas exteriores. Es que el bien está por naturaleza reservado a la parte más elevada de nuestro ser, a la inteligencia exclusivamente, y no se adecúa a ninguna de las cosas sin vida.63 63 Filón interpreta que el primero de estos dos ataques va dirigido con tra la doctrina epicúrea, y el segundo contra los peripatéticos. 149. XXVII. Es perfectamente comprensible que el enviado en su busca no encuentre a la invencible virtud, amargada por los absurdos empeños de los hombres, cuyo nombre es Tamar. Leemos, en efecto, que "Judá envió el cabrito en la mano de su pastor, el adulamita, para que recibiese la prenda de manos de la mujer, y no la encontró. Interrogó a los hombres del lugar: '¿Dónde está la ramera que estaba en Enán a la vera del ca mino?' Y ellos dijeron: 'Allí no había ramera alguna'. Volvió aquél hacia Judá y le dijo: 'No la hallé y los hombres del lugar dicen que allí no hay ninguna ramera'. Entonces, Judá dijo: 'Que se quede con ello pero que nunca seamos objeto de risa; yo le he enviado este cabrito y tú no la has hallado'." (Gen. XXXVIII, 20-23.) ¡Oh admirable prueba! ¡Oh sagrado testimonio! 150. Una inteligencia, empeñada en comprar la más hermosa de las propiedades, la piedad, ha entregado una prenda bajo la forma de tres garantías o símbolos: un anillo, un cordón. y un báculo,64 vale decir, la firmeza y la fidelidad, la ilación y la correspondencia de la palabra con respecto a la vida y de la vida con respecto a la palabra, y la recta e indoblegable educación, en la que es provechoso apoyarse.65 64 Gen. XXXVIII, 18. 65 Ver Sobre los cambios de nombres 134 y 135 donde se trata el mismo pasaje, aunque con marcadas diferencias, ya que allí es Dios. personificado. por Judá, quien frena a la inteligencia, personificada por Tamar. 151. La inteligencia constata si la entrega de tal prenda ha estado bien. ¿En qué, pues, consiste la constatación? En lanzar cierto cebo dotado de un atractivo poder: la fama, la riqueza, la salud cor poral o cualquier otra cosa de esta especie, y conocer hacia cuál de ellas se inclina como sobre un platillo de balanza. Porque,, si se produce una inclinación hacia alguna de estas cosas, la prenda no es segura. Por eso envió el cabrito para recobrar la prenda de manos de la mujer con el propósito de hacerse de ella nuevamente no en cualquier caso sino en la eventualidad de que aquella no fuera digna de retenerla. 152. ¿Y cuándo no lo será? Cuando trocare las cosas superiores por las vulgares prefiriendo los bienes bastardos a los genuinos. Bienes genuinos son la fidelidad, la conformidad y correspondencia de las pa labras con los actos, las normas de recta disciplina, así como, contrariamente, son males la infidelidad, la incongruencia, la falta de disciplina; en tanto que los bienes espurios son todas aquellas cosas que dependen del irracional impulso.

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153. Buscó, pues, y "no la halló". Es que la excelencia moral es difícil de hallar, o imposible del todo, en la confusión de esta vida. Y si indagare cuidadosamente si en el ámbito todo de la excelencia moral hay un alma entregada a la prostitución, escu chará una respuesta categórica: "Ni hay tal alma ni la hubo antes". En efecto, allí no hay ni una licenciosa, ni una cortesana, ni una provocadora de encrucijadas, ni una que vende a vil precio la flor de su lozanía, ni una que se asea exteriormente con baños y purificaciones pero está manchada por dentro; ni una que, a falta de natural belleza, se pinta la cara con colores, como si fuera una pintura; ni una que va tras esa desgracia llamada poliandria como si se tratara de un bien, ni una que apetece la poligamia, ni una que se entrega a innumerables tratos a manos de éstas". 154. Al oír esto el que había en viado al mensajero, hombre que ha apartado de sí la envidia y es de natural alegre, se regocija no poco y dice: "Pues mi anhelo es precisamente que mi inteligencia sea de verdad una mujer digna y bien nacida, que se destaque por su castidad, por su recato y por las demás virtudes, entregada a un solo esposo, aficionada al cuidado del hogar de uno solamente y regocijada con un solo señor. Y pues ella es así, que conserve lo que ha recibido: la disciplina, la correspondencia de la palabra con respecto a la vida, y de la vida con respecto a la palabra, y, lo que es más importante de todo, la firmeza y la fidelidad". 155. Pero de ningún modo nos convirtamos en objeto de risa pensando que nuestros presentes son inmerecidos; tales dones los hicimos, ciertamente, en la seguridad de que eran apropia dísimos para el amia. Yo, por mi parte, he hecho lo que era natural que hiciera quien deseaba obtener un testimonio y una prueba acerca de un carácter, vale decir, he echado un cebo y enviado un mensajero. Por su parte, este carácter ha puesto en evidencia que no es, por naturaleza, fácil de atrapar. 156. Pero lo que no veo claro es el motivo por el cual uno es difícil de atrapar y otro no. La verdad es que he visto a mu chísimos en extremo ruines obrar exactamente igual que los muy buenos, pero no por la misma razón, puesto que unos prac tican la sinceridad y otros la hipocresía; y es difícil distinguir entre ambas, pues muchas veces la apariencia prevalece sobre la realidad.66 66 Sigo en la traducción de este parágrafo el texto propuesto por Colson. El sentido es que la prueba llevada a cabo era necesaria porque, como la experiencia muestra, no es fácil ver lo que se oculta detrás de los actos de las personas, ya que la apariencia engaña a menudo. 157. XXVIII. El amante de la virtud busca también el macho cabrío correspondiente al pecado, mas sin hallarlo. Es que ya, como lo manifiesta la sagrada escritura, había sido quemado.67 Veamos qué significado oculto hay en esto. El no obrar mal es propio de Dios; el arrepentirse es peculiar del hombre sabio. Esto último es cosa muy dificultosa y verdaderamente difícil de hallar. 67 Lev. X, 16. 158. Dice, en efecto, el oráculo que "Moisés buscó diligentemente" en esta vida mortal la razón del arrepentimiento por las faltas. Intentaba, en efecto, hallar un alma que, habién dose desnudado de las malas acciones, avanzara sin vergüenza libre de faltas. Mas, con todo, no halló ninguna pues la llama, digo la agudeza de movilidad del irracional impulso, había invadido y devorado el alma toda.68 68 Así interpreta Filón lo de "había sido quemado el macho cabrío". 159. Es que lo menos cede ante lo más, lo más lento ante lo más rápido, lo porvenir ante lo PAGE 51

presente; y el arrepentimiento es restringido, lento y tardo, en tanto que el delinquir es múltiple, presto y constante en la vida mortal. Con razón, pues, uno 69 que se hallaba cometiendo faltas afirmó no ser capaz "de comer de la ofrenda correspondiente al pecado". Su conciencia, en efecto, no le permitía nu trirse con el arrepentimiento;70 razón por la cual "Moisés", según leemos, "lo oyó y se sintió complacido" (Lev. X, 19). 69 Aarón en el texto bíblico. 70 Simbolizado, según Filón, en el macho cabrío, y quemado por el fuego del irracional apetito, por lo cual no fue hallado por Moisés, que lo buscaba. 160. Es que muy diferentes son las condiciones de nuestra relación con Dios de las de nuestra relación con la creación. A la creación sólo le son manifiestas las cosas visibles; a Dios también las invisibles. Y el hombre que, sin dejar de cometer faltas, afirma estar arrepentido, falsea la verdad y es un demente. Su caso es semejante al del enfermo que tratara de aparentar hallarse sano. Su enfermedad se agravará, evidente mente, pues renuncia a practicar toda medida conducente a la salud.71 71 Por eso se sintió complacido Moisés, el amante de la virtud, ante la sincera confesión del pecador que afirma no haberse nutrido con el arre pentimiento; con lo cual el suyo resulta ser un mal menor comparado con el estado o actitud de quien, persistiendo en sus faltas, empeora su situación con un simulado arrepentimiento. 161. XXIX. En cierta ocasión el profeta, movido por su amor al aprender, inquiere por las causas por las que tienen lugar los hechos más esenciales en el mundo. En efecto, al observar todo cuanto en la creación se extingue y nace, perece y de nuevo otra vez perdura, queda estupefacto y pasmado y grita diciendo: "¿Por qué arde la zarza72 y no se consume?" (Ex. III, 2); como que su mente estaba concentrada en la jamás transitada región donde residen las Divinas naturalezas. 72 Zarza es en griego batos, y Filón juega con este término y abatas = inaccesible. 162. Mas, cuando ya se apresta a pugnar en una labor inaca bable y vana, acude a aliviarle la compasiva providencia de Dios, el Salvador, de todas las creaturas, quien desde los sacros lugares le hizo saber Su voluntad en estos términos: "No te acerques acá" (Ex. III, 4), lo que es como decir: "Desiste de semejante indagación; la tarea implica una osadía y un afán tan altos que está más allá de las humanas posibilidades. Ad mira, sí, las cosas que llegan a la existencia; pero de las causas por las que alcanzan el ser y perecen no sigas preocupándote". 163. Porque "el lugar en que te hallas", dice la escritura, "es tierra sagrada". (Ex. III, 5.) ¿De qué clase de lugar73 se trata? Pues, evidentemente trátase del estudio acerca de las causas, asunto que Dios asignó a las naturalezas Divinas sola mente; sabedor, como era, de que ninguno de los hombres era capaz de abocarse a la indagación de dichas causas? 73 Aquí "lugar mental o intelectual", es decir, asunto del que se ocupa el pensamiento. 164. El profeta, empero, movido por su anhelo de conocer, eleva su vista por sobre el mundo entero e investiga acerca del Hacedor preguntando quién es este Ser difícil de ver y de adi vinar; si es un cuerpo o es incorpóreo o algo que está por sobre ambas cosas; si se trata de una naturaleza simple, algo así como una mónada, o de un ser compuesto; y cuál de los seres es. Y, viendo hasta qué punto es esta verdad difícil de perseguir y de alcanzar con el pensamiento, suplica que sea Dios mismo quien le enseñe quién es Dios, ya que no tiene esperanza de poder saberlo de boca de otro alguno inferior a Dios.

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165. Con todo, no le fue posible averiguar nada acerca de la naturaleza del Que Es. Oye, en efecto, lo siguiente: "Verás lo que hay detrás de Mí; pero Mi faz no te es dado ver" (Ex. XXXIII, 23.) Cabe al sabio llegar a conocer lo que acompaña, lo que sigue, lo que viene después de Dios, mas quien aspirara a dirigir su mirada hacia la Naturaleza soberana, quedará ciego ante el resplandor que Ella irradia sin alcanzar a verla. 166. XXX. Habiendo dicho tanto acerca del tercero de los casos fundamentales 74 también, pasaremos al cuarto y último de los propuestos; el del hallazgo que suele sobrevenir sin que haya tenido lugar una búsqueda. A esta categoría pertenece todo sabio que lo sea sin haber estudiado ni recibido instruc ción. Tal sabio, en efecto, realiza progresos sin indagar, sin practicar y sin esfuerzos; antes bien, encuentra la sabiduría a su alcance apenas nacido, llovida desde lo alto del cielo; y la bebe sin mezcla alguna en un festín en el que no cesa de embriagarse con la sobria embriaguez que procede de la recta razón. 74 Es decir, el caso de aquel que buscando no halla. 167. Tal es el que las escrituras llaman Isaac, al que el alma 75 no concibe en un momento dado para darlo a luz en otro; por lo que se nos dice: "Concibió y dio a luz" (Gen. XXI, 2), tal como si ello ocurriera fuera del tiempo.76 Es que no es un hombre el aquí engendrado sino un purísimo pensamiento, hermoso por naturaleza y no por obra de la ejercitación. Y por ese motivo se nos dice que la que lo engendra "había abando nado ya las menstruaciones" (Gen. XVIII, 11), vale decir, las costumbres y las formas de discurrir propia de los hombres. 75 En el relato bíblico Sara. 76 Vale decir, sin que medie un transcurso de tiempo o un desarrollo progresivo. 168. En efecto, la estirpe de los sabios sin aprendizaje previo es rara, superior al humano discernimiento y verdaderamente Divina, y reconoce por origen no los humanos designios sino un éxtasis inspirado por Dios. ¿Ignoras, por ventura, que las hebreas no necesitan parteras para sus partos, sino, como dice Moisés, "engendran antes que lleguen las parteras" (Ex. I, 19), quiero decir, antes que lleguen los métodos, las artes y las cien cias, sin otro colaborador que la naturaleza? Admirables y en extremo apropiadas son las pautas que ofrece para caracterizar al hombre que ha alcanzado el saber sin ajena ayuda: una, la prontitud del hallazgo, otra, el hecho de que "Dios lo puso en sus manos". (Gen. XXVII, 20.) 169. Es que, mientras el que es enseñado por otro ha menester de mucho tiempo, el sabio por obra de la naturaleza es rápido y, podríamos decir, intem poral; aquél tiene por guía a un hombre; éste, a Dios. La primera pauta la registró Moisés en la pregunta: "¿Qué es esto que has hallado rápidamente,77 hijo?"; la segunda es la res puesta, diciendo: "Lo que Dios Soberano puso en mis manos". (Gen. XXVII, 20.) 77 O sea, que has descubierto tú mismo, automáticamente, sin dificultad y sin que medie ayuda ni enseñanza de parte de otro. 170. XXXI. Pero hay además una tercera señal del que apren de sin ajena colaboración, y esta señal se halla en aquello que se eleva por sí solo. Así, se lee en las Exhortaciones: "No sem braréis ni cosecharéis lo que de ella se eleva por sí solo". (Lev. XXV, 11.) Es que las plantas que brotan por obra de la naturaleza no han menester de ningún cuidado especializado, pues Dios las siembra y con arte de agricultor hace que alcancen su completo desarrollo, aparentemente por sí mismas, aunque, en realidad, no crecen por propio poder, si se exceptúa la circunstancia de no tener necesidad alguna en absoluto de cuidado de parte del hombre.

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171. No se trata aquí de una simple exhortación sino de la manifestación de una predicción.78 En efecto, si se tratara de una exhortación hubiera dicho: "No sembréis, no cosechéis"; pero es una manifestación de una predicción y dice: "No sembraréis ni cosecharéis lo que se eleva por sí solo". Y en efecto, cuando nos encontramos ante estas plantas que se desarrollan por sí solas por natural condición, advertimos que ni sus comienzos ni sus fines dependen de nosotros. 78 O es enunciado de lo que se piensa sobre lo que cabe normalmente esperar que ocurra, sin que la manifestación lleve implícita una orden. Ver Sobre la ebriedad 138. 172. Ahora bien, la siembra es el comienzo de algo, y la co secha es su fin; por lo que la expresión se entiende mejor de esta manera: Todo principio y todo fin tienen lugar por sí mis mos, vale decir, son obra de la naturaleza, no obra nuestra. Por ejemplo, ¿cuál es el comienzo del aprender? Pues, sin duda, la naturaleza que yace en el discípulo, con la buena dis posición que ella posee para la aprehensión de los particulares asuntos de estudio. ¿Y cuál, a su vez, el origen de la plenitud del aprender? También, si hemos de hablar con franqueza, la naturaleza. Porque, el que enseña es capaz de hacemos avanzar en sucesivos progresos; pero, la suma perfección sólo Dios, la más excelsa de las naturalezas, es capaz de producirla. 173. El que se nutre de estas doctrinas posee una paz perpe tua, y se ve libre de interminables trabajos. Ahora bien, la paz y el número siete son cosas idénticas según el legislador, como que en el séptimo día la creación abandona su aparente actividad y descansa. 174. Por eso es acertada la alegoría conteni da en las palabras: "Y los sábados 79 de la tierra serán alimentos para vosotros" (Lev. XXV, 6); por cuanto, sólo el descanso en Dios es nutritivo y sabroso alimento; pues nos procura el sumo bien que es la paz ajena a todo conflicto. Porque, la paz que media entre los estados resulta mezclada con la contienda civil; en tanto que la paz del alma está al margen de toda discordia. 79 Es decir, los séptimos días, de donde saca Filón la vinculación del sábado con el número siete. Ver Sobre la inmutabilidad de Dios, 49 ss. 175. Pero, a mi parecer, el más claro ejemplo del hallazgo sin búsqueda, es el que presenta el legislador en estos términos: "Cuando el Señor tu Dios te introduzca en la tierra que juró a tus padres darte; grandes y hermosas ciudades, que tú no has edificado; casas llenas de todos los bienes, que tú no has llenado, cisternas cavadas, que tú no has cavado; viñedos y olivares, que tú no has plantado...". (Deut. VI, 10 y 11.) 176. ¿Ves la inagotable abundancia de los bienes derramados, grandes y listos para su adquisición y disfrute? Comparadas con ciudades son las virtudes genéricas pues ellas abarcan el ámbito de mayor amplitud; compáranse con casas las virtudes especí ficas, por cuanto éstas se ciñen a un campo menor; con cisternas se comparan las almas bien dotadas, pues están bien capacitadas para la adquisición de la sabiduría, como aquellas para recibir agua; a viñedos y olivares asimílanse los progresos, los creci mientos y las producciones de frutos; y el fruto de la ciencia es la vida contemplativa, que nos procura, al igual que el vino, un gozo sin mezcla; y la luz de la inteligencia, semejante a la de una llama alimentada por el aceite. 177. XXXII. Habiendo también 80 dicho esto acerca del ha llazgo, pasaremos a continuación a ocupamos del punto que sigue en nuestro plan de argumentación. "La halló el ángel del Señor sobre la fuente de agua" (Gen. XVI, 7), prosigue el relato. "Fuente" es un término que se emplea con muchos sentidos. Aplícase en primer lugar a nuestra inteligencia; en segundo PAGE 51

lugar, a la capacidad de razonar y a la educación; en tercer lugar, a la ruin disposición; en cuarto, a la disposición noble, opuesta a la anterior; en quinto, al mismo Creador y Padre de todas las cosas. 80 Es decir, además de lo dicho sobre la huida. 178. Las pruebas de estos sentidos las señalan los oráculos de la escritura. Hemos, pues, de exa minar cuáles son. En el comienzo de la legislación, inmediata mente después del relato de la creación del mundo, aparece una en el siguiente cántico: "Una fuente surgía desde la tierra y regaba toda la faz de la tierra". (Gen. II, 6.) 179. Los pro fanos en materia de interpretación alegórica y en la naturaleza que se complace en ocultarse identifican dicha fuente con el río de Egipto, el que, al desbordarse, todos los años convierte a la llanura en un pantano y parece, se diría, mostrar un poder rival del poder del cielo. 180. Fúndanse en que lo que el cielo es para las otras regiones en el invierno, eso mismo es para Egipto el Nilo en pleno verano. Aquél envía desde lo alto la lluvia sobre la tierra, éste lloviendo desde abajo hacia arriba, cosa en extremo paradójica, riega las tierras laborables; en lo cual se apoya Moisés para describirnos al carácter egipcio como ateo, por cuanto éste prefiere la tierra al cielo, lo terrestre a lo celestial y el cuerpo al alma. 181. Pero, acerca de este asunto habrá oportunidad de hablar más adelante cuando las circunstancias lo aconsejen. Ahora, hemos de procurar no extendernos y, por ello, hemos de aplicarnos a la interpretación alegórica del pasaje, y diremos que las palabras: "Una fuente brotaba y regaba toda la faz de la tierra" equivalen a lo siguiente. 182. La parte rectora de nuestro ser es semejante a una fuente de la que, como lluvia, brotan muchos poderes cual si atravesaran las venas de la tierra; poderes que aquélla envía hasta los sentidos, los ojos, los oídos, las fosas nasales, etcétera. Éstos, en todo animal, se hallan en la cabeza y en la cara. Así, como de una fuente, la porción rectora del alma riega la porción rectora del cuerpo, que es la cara, extendiendo hacia los ojos el soplo 81 de la visión, hacia los oídos el de la audición, hacia las fosas nasales el de la olfación, hacia la boca el del gusto y hacia la piel toda el del tacto. 81 O espíritu o corriente. 183. XXXIII. Existen también variadas fuentes de educación, junto a las cuales germinan como troncos de palmeras rectas formas de discernimiento, nutritivas en grado sumo. Leemos, en efecto, que "marcharon hacia Elim, y en Elim había doce fuentes de agua y setenta troncos de palmeras. Y allí acam paron junto al agua". (Ex. XV, 27.) "Elim" significa "umbrales", y simboliza el acceso a la virtud. Así, en efecto, como los um brales son los comienzos de una casa, los estudios preliminares sobre la cultura general82 lo son de la virtud. 82 Ver Interpretación alegórica III, 85. 184. Además, el doce es un número perfecto, como lo atestigua en el firmamento el círculo del zodíaco, el que se presenta con ese número de luminosos astros. Testigo es también el circuito solar, pues el sol completa su círculo en doce meses, e iguales en número a los meses del año son las horas del día y de la noche por las que se guían los hombres. 185. No pocos son los pasajes, por otra parte, en los que Moisés celebra a este número, pues PAGE 51

con signa que doce eran las tribus de la nación, legisla que doce deben ser los panes de la exposición, y manda que sean doce las piedras con inscripciones que se engarcen sobre el pectoral en la sagrada vestidura larga hasta los pies.83 83 Ex. XXVIII, 17 y ss. 186. Pero, asimismo, celebra al siete multiplicado por diez, al decir en este pasaje que son setenta las palmeras que hay junto a las fuentes; y en otro, que sólo son setenta los ancianos a los que se asignó el Divino espíritu profético;84 y nuevamente, que son setenta los becerros ofrecidos como víctimas en la fiesta de los tabernáculos, distribuidos en divisiones regularmente orde nadas, ya que no son sacrificados todos juntos sino en siete días comenzando por trece toros.85 De esta manera, en efecto, disminuyendo de a uno cada día hasta el séptimo, habría de completarse el número total de setenta.86 84 Núm. XI, 16. 85 Núrn. XXIX, 13 y ss. 86 Vale decir: 13 + 12 + 11 + 10 + 9 + 8 + 7 = 70. 187. Una vez que hubieron llegado a los vestíbulos de la vir tud, vale decir, a los estudios preliminares, y habiendo contem plado fuentes y palmeras brotando junto a ellas, acamparon, se nos dice, no junto a las plantas sino junto a las aguas. ¿Por qué? Pues, porque con una palma y cintas se adornan aquellos que poseen los premios de la completa virtud; mas, aquellos que aún se hallan abocados a los estudios preliminares, sedien tos de aprender como están, tienen su sede junto a los conocimientos que pueden regar sus almas y darles de beber. 188. XXXIV. Tales son las fuentes de la educación intermedia. Consideremos la de la insensatez; fuente de la que el legislador ha dicho lo siguiente: "Si alguien se hubiere acostado con una mujer durante su separación 87 y hubiere puesto al descubierto la fuente de ella, y ella hubiere puesto al descubierto el flujo de su sangre, sean ambos entregados a la muerte". (Lev. XX, 18.) Llama mujer a la percepción sensible y supone esposo de ella a la inteligencia. 87 Es decir, durante su menstruación. 189. La percepción sensible está en el período de separación, vale decir, situada a enorme distancia, cuando, habiendo abandonado a la inteligencia, su esposo legí timo, se ha establecido en los seductores y corrompedores objetos sensibles y se aterra apasionadamente a ellos. Consecuen cia: que, si en esos períodos la inteligencia, que debería per manecer despierta, va a dormir, "ha puesto al descubierto la fuente" de la percepción sensible, vale decir, se ha puesto al descubierto a sí misma, puesto que ella es, como he dicho ya, la fuente de la percepción sensible. En otras palabras: se ha puesto a sí misma sin abrigo, sin defensa y expuesta a las acechanzas. 190. Pero, también aquella 'Tía puesto al descubierto el flujo de su sangre". Cada sentido, en efecto, en su fluir hacia los objetos exteriores, es cubierto y cobijado mientras acata el control de la razón; pero es abandonado solo cuando ha enviudado de ese recto guía. Es que, así como no hay mal mayor para una ciudad que el carecer de murallas, no hay mal mayor para el alma que carecer de protección. 191. Ahora bien, ¿cuándo se halla sin protección? ¿No es, acaso, cuando son dejados al descubierto la vista, derramada hacia los objetos visibles; el oído, fluyente hacia toda clase de sonidos; y también el olfato y los otros poderes de este tipo, prestísimos todos ellos para experimentar cuanto los merodeadores quisieren procurarles; y cuando otro tanto ocurre con la PAGE 51

facultad de hablar, que divulga sin ton ni son infinidad de cosas vedadas, aprovechando que nada obstaculiza tal torrente? Por cierto que en su incontrolado fluir ha hecho ella zozobrar gran des proyectos de vida que navegaban, podríamos decir, sin tro piezos sobre la mar en calma. 192. No otro es el grande diluvio en el que "fueron abiertas las cataratas del cielo", es decir, de la inteligencia; y "fueron descubiertas las fuentes del abismo" 88 (Gen. VII, 11), vale decir, de la percepción sensible. En efecto, sólo de esta manera el alma queda anegada; cuando desde lo alto, como desde el cielo, o sea, la inteligencia, estallan sobre ella las iniquidades; y desde abajo, como desde la tierra, vale decir, la percepción sensible, manan como lluvia las pasiones. 88 Ver Sobre la confusión de las lenguas 23. 193. Tal es la causa por la que Moisés prohíbe "descubrir lo vergonzoso de su padre y de su madre" (Lev. XVIII, 7), conociendo claramente cuan gran mal es el no contener y no disimular las faltas de la inteligencia y de la percepción sensible y hacerlas, en cambio, públicas cual si fuesen acciones rectas. 194. XXXV. Tales son las fuentes de las faltas; pero, inves tiguemos la de la sensatez. Hacia ella desciende la perseve rancia, es decir, Rebeca, y, una vez que ha llenado el recipiente todo del alma, sube. El legislador es perfectamente consecuente al hablar del descenso y del ascenso, puesto que el alma que se decide a descender de la engreída impostura, es exaltada hasta la cima de la virtud.89 89 Ver Sobre la posteridad de Caín 136. 195. Y así, dice: "Habiendo des cendido hasta la fuente, llenó el recipiente y subió". (Gen. XXIV, 16). Esta fuente es la Divina sabiduría, de la cual beben las ramas particulares del saber y todas aquellas almas amantes de la contemplación que están poseídas por el amor hacia lo más excelso. 196. La sagrada revelación aplica a esta fuente los nombres más apropiados al denominarla "juicio" y "santa". Dice, en efecto: "Retornaron y marcharon hacia la Fuente del Juicio. Ésta es Cadesh" (Gen. XIV, 7); y "Cadesh" significa santa. Es poco menos que un grito que proclama que la sabiduría de Dios es, por una parte, "santa", no habiendo en ella nada terrestre; y por otra, "juicio" de todas las cosas, por el que todos los opuestos están separados entre sí.90 90 Ver Sobre la herencia de las cosas Divinas 133 y 134, y 207 y 208. 197. XXXVI. Pero tiempo es ya de que hablemos acerca de la más excelsa y excelente de las fuentes, la que el Padre de todas las cosas prescribió por boca de los profetas. Dijo, en efecto, en cierto lugar: "Me han dejado a Mí, que soy fuente de vida; y han cavado para sí cisternas agrietadas, que no podrán conservar agua". (Jerem. II, 13.) 198. Dios, por consiguiente, es la fuente suprema; y por cier to que es lo que cabe pensar, puesto que todo este mundo ha brotado de El. Pero colma mi admiración oír que esta fuente es "fuente de vida". Sólo Dios, en efecto, es el origen del alma y de la vida, en especial del alma racional y de la vida unida a la sabiduría. Porque la materia es algo muerto, en tanto que Dios es algo más que la vida, es la fuente inagotable de vida, como El mismo lo ha dicho. 199. Sin embargo, los impíos huyen de Él persistiendo en no gustar el agua de la inmortalidad, PAGE 51

y "cavan" en su demencia "para sí mismos", y no para Dios, prefiriendo las propias obras a las celestiales y los resul tados de la diligencia a lo que se les brinda espontáneamente y preparado. 200. A esta primera locura añaden otra. Lo que cavan no son fuentes, vale. decir, conocimientos profundos de los que surgen potables discernimientos, como los sabios Abraham e Isaac; sino "cisternas", las que carecen de por sí de toda cosa excelente y nutridora, y necesitan una corriente prove niente de fuera, la que puede provenir de la enseñanza de los maestros, que derraman incesantemente en los oídos de los dis cípulos un fluir ininterrumpido de doctrinas y exclusiones cien tíficas, a fin de que éstos capten con la inteligencia y atesoren con la memoria aquello que se les imparte. 201. Pero, en este caso se trata de "cisternas agrietadas", vale decir, de todos los receptáculos del alma sin educación, deteriorados y horada dos, incapaces de retener y guardar la corriente de las cosas beneficiosas. 202. XXXVII. Acerca de las fuentes hemos dicho, pues, cuanto venía al caso. Agreguemos que profunda es la intención de los oráculos al presentamos a Agar descubriendo la fuente, mas no bebiendo de ella. Es que el alma que se halla en la etapa de los progresos aún, no es capaz de aprovechar la bebida sin mezcla que es la sabiduría, si bien nada impide que sus días transcurran junto a ella. 203. Ahora bien, el camino de la educación es un camino real, segurísimo y defendido al máximo. De ahí que se nos diga que ella fue hallada "en el camino hacia Sur" (Gen. XIV, 7); término que significa "muro" o "recta dirección". Hablando, pues, el admonitor al alma le dice: "¿De dónde vienes y hacia dónde marchas?". (Gen. XIV, 8.) No es la duda o el deseo de averiguar lo que lo mueve a dirigirle estas palabras, sino, más bien, lo hace con intención de reprochar y despertar la vergüenza en ella. No cabe, en efecto, pensar que un ángel ignore cosa alguna relativa a nosotros, 204. La prueba está a la vista: aun las cosas del vientre, no obstante ser invisibles para las creaturas, las conoce claramente, como lo demuestran sus palabras: "Mira, llevas en tu vientre un hijo, y darás a luz, y le pondrás por nombre Ismael" (Gen. XVI, 11); porque escapa a las posibilidades del hombre el saber si el embrión es masculino, ni el conocer la norma a que ajustará su existencia el que aún no ha sido engendrado; que será agreste, no urbana y culta. 205. No, las palabras "¿De dónde vienes?" encierran un reproche para el alma que ha huido de la superior madurez de juicio, su señora, a cuyo servicio, no de nombre sino con obras concretas, grande gloria iba camino de alcanzar. En cuanto a las palabras "¿Hacia dónde marchas?", ellas significan: "Corres tras las cosas inciertas y dejas detrás las probadas". 206. Bien está que elogiemos al alma por el gozo con que recibe el reproche. Señales de su alegría son el hecho de no acusar a su ama y atribuirse a sí misma la culpa de la huida, así como el no responder a la segunda pregunta: "¿Hacia dónde marchas?"; como que esto era incierto, y acerca de las cosas inciertas lo seguro y necesario es abstenerse de opinar. 207. XXXVIII. Habiendo, pues, aceptado la obediencia de ella, el admonitor le dice: "Retorna hacia tu señora"; pues provechoso es para la que aprende, la autoridad de la que enseña, y para la que es imperfecta la servidumbre bajo la sensatez. Y, cuando hayas retomado, "humíllate PAGE 51

bajo sus manos" (Gen. XVI, 9) con una noble humillación que lleve consigo la destrucción de la irracional presunción. 208. De ese modo, en efecto, darás a luz en un parto sin los dolores del parto un vástago varón, llamado Ismael, pues has sido corregida por escuchar las palabras Divinas. "Ismael", en efecto, significa "audición de las palabras de Dios". La audición ocupa el segundo lugar, correspondiendo el primero a la visión, y la visión es la porción que ha correspondido a Israel, el hijo legítimo y primogénito. "Israel", efectivamente, traducido sig nifica "que ve a Dios". Puede ocurrir que oigamos lo falso y lo tomemos por verdadero, pues la audición es engañosa; en cambio, la visión, por medio de la cual discernimos lo que real mente es, está libre de falsedad. 209. El admonitor describe al carácter engendrado diciendo que será agreste,91 algo así como un ingenio rústico, no considerado aún digno de la refinada y verdaderamente urbana porción, que no es otra que la virtud, la cual constituye la vía natural hacia la mansedumbre de carácter; y afirmando que "sus manos estarán contra todos y las manos de todos estarán contra él". (Gen. XVI, 12.) Tal es, en efecto, la aspiración del sofista;92 que fingiéndose reflexionador hasta el exceso se complace en las controversias dialécticas. 91 O rudo o propio de hombre de campo, de donde el contraste con "la urbana porción". 92 Simbolizado por Ismael, según expone Filón en varios pasajes. Ver Sobre los querubines 8, y Sobre la ebriedad 8. 210. Además, este carácter ataca a todos los caracteres forjados en las ciencias, enfrentándolos a cada uno en particular y a todos en común; y, a su vez, es atacado por todos, pues, como es de suponer, éstos se defienden con el mismo empeño que quien defiende a sus propios vástagos, vale decir, a las doctrinas que su alma ha engendrado. 211. Mas, también describe una tercera característica cuando dice: "Habitará cara a cara frente a sus her manos" (Gen. VXI, 11), palabras en las que prácticamente nos brinda una clara representación de la lucha cara a cara y el perpetuo antagonismo. El alma, pues, que lleva en su vientre al discernimiento so fístico dice al admonitor que le habla: "Tú eres un dios, que me contempla" (Gen. XVI, 13); lo que equivale a decir: Tú eres el autor de mis deseos y mis vástagos. Y no le falta razón al decirlo. 212. Porque de las almas libres y bien nacidas es creador Aquel que es libre y libertador; en tanto que de las esclavas lo son seres esclavos; y los ángeles, son servidores de Dios, considerados como dioses por aquellos cuya vida transcu rre todavía en trabajos y servidumbre. 213. "Por eso", dice, "ella llamó a la fuente 'Fuente donde Lo vi frente a mí'." (Gen. XVI, 14.) ¿Y cómo podrías no ver, como reflejado en el espejo de tu instrucción, al Autor del saber, oh alma, que, mientras vas progresando, ahondas tu conoci miento de las enseñanzas acerca de la cultura general? Apro piadísima es, además, la ubicación de tal fuente "en medio de Cadesh y Barad"; como que "Barad" significa "en males", y "Cadesh", "santa"; y en verdad, el que se halla en la etapa de los progresos, huyendo de las cosas ruines, pero sin ser aún capaz de convivir con los bienes perfecto, encuéntrase ubicado en el ámbito que separa lo santo de lo profano.

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SOBRE AQUELLOS CUYOS NOMBRES SON CAMBIADOS Y SOBRE LOS MOTIVOS DE LOS CAMBIOS (DE MUTATIONE NOMINUM) 1. I. "Abraham llegó a la edad de noventa y nueve años, y se mostró el Señor a Abraham y le dijo: 'Yo soy tu Dios'." (Gen. XVII, 1.) El número suma de nueve más noventa es vecino del cien, número iluminado por la naturaleza que se instruye por sí misma, es decir, Isaac, la mejor de las gratas experiencias,1 o sea, la alegría. Isaac, en efecto, le nace a Abraham cuando éste tiene cien años. 1 Ver Sobre las habituales intrigas de lo peor contra lo mejor 120, Sobre la migración de Abraham 157, Sobre la unión con los estudios preliminares 36, v los parágrafos 131 y 188 del presente tratado. 2. Cien también suman las pri micias dadas a los sacerdotes de la tribu de los levitas, puesto que, cuando los levitas reciben las décimas, de ellas, como si se tratase de sus propios frutos, apartan otras décimas, las que contienen el cien.2 El diez, en efecto, es símbolo del progreso; en tanto que el cien lo es de la perfección; y, por otra parte, quien se halla en etapas intermedias tiende siempre hacia lo más alto, empleando las buenas cualidades de que la naturaleza le ha dotado; y es un hombre en esas condiciones el que Moisés dice que vio al Señor de todas las cosas. 2 Núm. XVIII, 26. 3. Mas, no pienses que la presencia del Señor fue ante los ojos del cuerpo. Éstos, en efecto, sólo ven las cosas sensibles, cosas compuestas, contaminadas de corrupción; mientras que lo Divino es puro e incorruptible. No, la Divina imagen fue captada por el ojo del alma. 4. Por otra parte, los ojos del cuerpo todo cuanto contemplan lo aprehenden mediante la cooperación de la luz, la que es algo distinto de lo visto, y del que ve; en tanto que el alma lo que contempla lo ve ella por sí sola y sin ajena colaboración; porque los pensamientos son ellos mismos una luz para sí. 5. Y otro tanto ocurre con el apren dizaje de las ciencias. En efecto, la inteligencia, aplicando su nunca cerrado ni dormido ojo a las doctrinas y conclusiones, las ve, no con la luz espuria sino con la legítima, que ella emite de sí misma. 6. Cuando, pues, oyeres que Dios ha sido visto por un hombre, ten presente que ello ocurre sin intervención de la luz sensible. Es evidente que sólo por la inteligencia puede ser aprehendido lo intelectualmente aprehensible. Y Dios es la fuente de la más pura luminosidad; de modo que, cada vez que se manifiesta a un alma, lanza Sus rayos clarísimos y sin mezcla de sombra. 7. II. Pero, con todo, no supongas que el Que Es, que de verdad existe, es aprehensible por hombre alguno. Porque nin gún órgano tenemos en nosotros mismos mediante el cual po damos representárnoslo; pues no lo es ni por la sensibilidad, por no ser de naturaleza sensible; ni por la inteligencia. Así, Moisés, el contemplador de la naturaleza invisible (los sagrados oráculos nos dicen, en efecto, que penetró en la oscuridad,3 con la que figuradamente representan la naturaleza invisible e incorpórea), investigaba todas las cosas a través de todo buscando ver claramente a Aquel que anhelamos ardientemente y que constituye el único bien. PAGE 51

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Ex. XX, 21. Ver Sobre la posteridad de Caín 14 y ss.

8. Y al no encontrar nada, ni siquiera una representación semejante al Objeto de sus espe ranzas, sin confianza alguna en la enseñanza procedente de otros, se refugia en el Mismo a quien busca y suplica diciendo: "Revélate a mí Tú mismo para que Te vea y Te conozca". (Ex. XXXIII, 13.) Y, con todo, no alcanza su propósito. Es que el límite del saber que ha sido considerado apropiado para con cederse a la mejor de las razas mortales es el conocimiento de la", cosas materiales e inmateriales que vienen después del Que Es. 9. Leemos, en efecto, lo siguiente: "Verás aquello que está detrás de Mí; Mi faz no será vista por tí". (Ex. XXXIII, 23.) En otras palabras: todas las cosas materiales e inmateria les que vienen después del Que Es, aun cuando no todo hu biere sido aprehendido aún, están al alcance de nuestra aprehensión; pero el único que por naturaleza no es visible es El. 10. ¿Y qué tiene de admirable el hecho de que el Que Es no pueda ser aprehendiendo por el hombre, si ni siquiera la inteligencia que hay en cada uno de nosotros nos es conocible? ¿Quién, en efecto, conoce la naturaleza del alma, cuyo misterio ha suscitado infinitas controversias entre los sofistas, los que presentan opiniones divergentes o aun total y genéricamente opuestas. 11. De esto sigúese que ni siquiera un nombre es posible asignarle apropiadamente al Que realmente Es. ¿No ves, acaso, que, cuando el profeta desea conocer qué habrá de responder a los que le preguntaren acerca de Su nombre, Él dice: "Yo soy el Que Es" (Éx. III, 14), lo que es como decir: "Mi naturaleza es el ser, no el ser expresado"? 12. Sin embargo, para que la raza humana no carezca totalmente de una denominación del Ser más excelente, Éste per mite que los hombres empleen, como si fuera Su propio nom bre, el título de Señor Dios de los tres órdenes naturales: la enseñanza, la perfección y la ejercitación, de los cuales nos son descriptos como símbolos Abraham, Isaac y Jacob respectiva mente.4 Así, Él dice: "Éste es a través del tiempo Mi nombre"; como circunscrito al tiempo de la existencia humana y no al tiempo anterior a ésta; "y Mi memorial", es decir, establecido no más allá de la memoria y el conocimiento; y una vez más: "para las generaciones" (Ex. III, 15), no para naturalezas no engendradas. 4 En numerosos pasajes Filón reproduce la idea aristotélica de la triple forma de la educación: por enseñanza, por naturaleza y por ejercitación; y entiende que la personificación alegórica de dichas vías de acceso al saber y a la virtud son respectivamente Abraham, Isaac y Jacob. En el caso presente se refiere, evidentemente, a este esquema, pero resulta extraño que señale a Isaac como símbolo no del saber adquirido espontáneamente, sin maestros ni ejercicios, sino de la perfección. Tal vez se trate de una corrupción del texto. 13. Es que aquellos que han llegad» a perte necer a la mortal generación necesitan de un sustituto del Di vino nombre, a fin de que, si no de hecho, al menos mediante un nombre excelso puedan aproximarse y relacionarse con Él. Confírmalo un oráculo puesto en boca del Soberano de todas las cosas en el que declara que Su propio nombre no ha sido revelado a nadie. "He sido visto", dice, "por Abraham, Isaac y Jacob Yo, que soy su Dios; y no les he revelado a ellos Mi nombre de Señor". (Ex. VI, 3.) En efecto, si se restituyera el orden natural de los términos, la expresión resultaría así: "Y no les he revelado a ellos Mi propio nombre";5 sino el nombre sustituto, por las razones mencionadas. 5 El texto bíblico dice tó ónoma mou kyrion = mi nombre (de) Señor, pero Filón entiende, al PAGE 51

parecer, que la lectura debería ser ónoma mou tó kyrion = mi nombre, el propio o mi propio nombre. Kyrios significa señor y propio, según los casos. 14. A tal punto es imposible nombrar al Que Es, que ni siquiera las potencias 6 que están a Su servicio nos dicen su propio nombre. Así por ejemplo, después de la lucha que el ejercitante ha librado por la adquisición de la virtud, dice a su invisible supervisor: "Hazme saber tu nombre"; y éste le dijo: "¿Por qué preguntas este mi nombre?" (Gen. XXXII, 29); y no le revela su personal y propio nombre. 'Bastante tienes con aprovechar mis bendi ciones', dice, 'y en cuanto a esos signos propios de las criatu ras que son los nombres, no intentes hallarlos entre las naturalezas imperecederas'. 6 Ver Sobre la huida y el hallazgo 95 y ss. 15. III. Y no te cause extrañeza el hecho de que el más augusto de los seres sea innombrable, puesto que tampoco Su lógos es nombrable por nosotros me diante un nombre que le sea propio. Y, por cierto que, si no es nombrable, tampoco es definible ni aprehensible. De modo que las palabras: "Se mostró el Señor a Abraham" (Gen. XVII, 1) deben entenderse, no en el sentido de que la Causa universal extendió su luz sobre él y se le apare ció; puesto que, ¿qué humana inteligencia es capaz de contener la inmensidad de tal visión?; sino como que se le apareció una de las potencias que la acompañan, la potencia soberana; pues el título de "señor" es propio de la soberanía y la realeza. 16. En aquella época en que nuestra inteligencia estaba en tregada a las abstrusas especulaciones de los caldeos, atribuía al mundo poderes activos considerándolos causas. Mas, una vez que hubo emigrado de la doctrina caldaica comprendió que las riendas y el timón de aquél son controlados por un Sobe rano, cuya soberanía percibió a través de una visión. 17. He ahí el sentido de "se mostró", no el Que Es, sino el "Señor". Es como si dijéramos: "El rey se ha mostrado; el rey, que, siendo tal desde el principio, aún no era reconocido por el alma; la que, aunque lenta en instruirse, no ha permanecido por siempre en su ignorancia, sino ha recibido la visión de la Soberanía que rige todo cuanto existe". 18. Pero, en su aparición el Soberano brinda un beneficio aún mayor al que Lo escucha y contempla diciéndole: "Yo soy tu Dios". (Gen. XVII, 1.) En efecto, yo podría decir: ¿Acaso no eres Dios de todos los seres que han llegado a la existencia?; pero Su reveladora palabra me mostrará que no se refiere aquí al mundo, del cual indudablemente es Creador y Dios, sino a las almas humanas, a las que no ha considerado dignas de la misma providencia. 19. Es Su designio, en efecto, que se Le llame Soberano y Señor de los ruines; Dios, de los que pro gresan y mejoran; y Señor y Dios a la vez, de los mejores y más perfectos. Así, por ejemplo, cuando hubo presentado al faraón como el mayor caso de impiedad, jamás se llamó a Sí mismo Dios de él sino dio este título al sabio Moisés; como que dijo a éste: "He aquí que te doy como dios al faraón". (Ex. VII, I.) En cambio, se dio el nombre de Señor en muchos pasajes de los oráculos revelados por Él mismo. 20. En efecto, proclámanse cosas como éstas: "He aquí lo que dice el Señor" (Ex. VII, 17); y al principio:7 "Habló el Señor a Moisés diciendo: 'Yo soy el Señor, dile al faraón, rey de Egipto, cuanto Yo te" digo'." (Ex. VI, 29. 21. Y Moisés dice al faraón: "Cuando salga de la ciudad extenderé mis manos hacia el Señor y cesarán las voces, y no habrá granizo ni lluvia, PAGE 51

para que conozcas que pertenecen al Señor tanto la tierra" ("tierra" aquí significa todo el compuesto corpóreo y terrestre) "como tú" (es decir la in teligencia que dicho compuesto escolta) "y tus servidores" (vale decir, los pensamientos particulares, que la acompañan), "pues sé que aún no teméis al Señor" (Ex. IX, 29), o lo que es lo mismo, 'al que es Señor no meramente de nombre sino de hecho'. 7 Al principio de las instrucciones que Yahvé le imparte sobre los parla mentos que habrá de tener con el faraón. 22. Porque ninguna creatura es señor de verdad, aunque de un extremo al otro del orbe se extienda la soberanía de que estuviere investido. Sólo el Increado es Soberano en rigor de verdad, y aquel que teme y se anonada ante Su soberanía recoge el más provechoso de los premios, Sus admoniciones; en tanto que el que la tiene en menos es arrastrado sin excepción a una lamentable muerte. 23. Así, pues, Él nos es presentado como el Señor de los in sensatos, como que extiende sobre ellos el terror propio del poder soberano; pero de los que se perfeccionan es registrado como Dios; por ejemplo en este pasaje: "Yo soy tu Dios" o "Yo soy tu Dios; crece y multiplícate" (Gen. XXXV, 11); y de los perfectos, como ambas cosas: Señor y a la vez Dios, según se lee en el Decálogo: "Yo soy el Señor tu Dios" (Ex. XX, 2); y en otro pasaje: "El Señor Dios de vuestros padres". (Deut. IV, 1.) 24. Es que Él ha determinado que el hombre ruin se incline ante Su autoridad como ante un señor, a fin de que humillado y gemebundo lleve sobre sí pendiente el temor ha cia el Soberano; que el que progresa sea beneficiado por Él como Dios, para que con estos beneficios alcance la perfección; y que el que ya es perfecto sea a la vez gobernado por Él en cuanto Señor y beneficiado por Él en cuanto Dios. Por lo pri mero permanece libre de toda alteración; por lo segundo es totalmente hombre de Dios. 25. Esto se pone de manifiesto sobre todo en el caso de Moisés. "Esta", leemos, en efecto, "es la bendición que impartió Moisés, el hombre de Dios". (Deut. XXXIII, 1.) ¡Oh excelso y sagrado trueque, del que ha sido considerado merecedor: darse a sí mismo a Dios a cambio de la Divina providencia! 26. Mas, no pienses que es la misma la manera en que el hombre es de Dios, y Dios es del hombre. El hombre es de Dios como una propiedad; Dios, en cambio, es del hombre en cuanto que constituye la gloria y la protección de éste. Si tú quienes tener a Dios como porción correspondiente a tu inteligencia, primero conviértete tú en porción digna de Él. Y llegarás a serlo siempre que huyas de todas las faltas voluntarias que forjas tú mismo. 27. IV. Pero preciso es no pasar por alto tampoco lo siguiente: las palabras "Yo soy tu Dios" están usadas como una licencia de expresión; no con el sentido que les es propio. El Que Es, en efecto, existe con existencia absoluta, no con relación a algo. Él está lleno de Sí mismo y Se basta a Sí mismo; y esta con dición Le es propia desde antes de la creación del mundo y después de la creación del universo. 28. Es que Él no puede cambiar ni variar y no tiene necesidad de cosa alguna en absoluto, de modo que todas las cosas Le pertenecen sin que Él pertenezca en estricto sentido a cosa alguna. En cambio, ocurre que de algunas de las potencias que ha extendido hacia la creación para beneficio de lo que ha formado, se habla como si existiesen con relación a algo. Tal el PAGE 51

caso de la potencia real y de la benefactora, porque rey se es de alguien, y el benefactor beneficia a alguien, ya que forzosamente el súbdito y el beneficiado son otras personas. 29. Emparentada con éstas está también la potencia creadora, la llamada Dios. Llá mase así porque fue a través de esta potencia como el Padre, Hacedor y Artífice, estableció 8 el universo; de modo que las palabras "Yo soy tu Dios" equivalen a "Yo soy el Hacedor y el Artífice". 8 Como en otros pasajes Filón vincula etimológicamente el nombre theós = Dios, con el verbo theînaí = colocar, establecer. 30. Supremo don es tener por Forjador al Mismo que ha forjado también al mundo entero; puesto que Él no modela el alma del hombre ruin, ya que la maldad es enemiga de Dios; y al alma en estado intermedio no la forja, nos dice el santísimo Moisés, Él por Sí solo, puesto que ésta es apta para recibir, como una cera, las impresiones distintas de lo noble y de lo bajo. 31. De allí Sus palabras: "Hagamos al hom bre según Nuestra imagen" (Gen. I, 26), a fin de que, en caso de recibir una ruin impresión, aparezca como obra de otros; y, si la impresión recibida fuere noble, como manufactura del Que sólo es artífice de lo noble y lo bueno.9 Completamente virtuoso es, en verdad, el hombre a quien Dios dice: "Yo soy tu Dios", puesto que tiene por creador sólo a Dios sin cooperación de otros. 9 Ver Sobre la creación del mundo 72 y ss.. Sobre la confusión de las lenguas 168 y ss., y Sobre la huida y el hallazgo 68 y ss. 32. Ciertamente, al mismo tiempo nos presenta Moisés también aquí la doctrina muchas veces expuesta por él de que Dios es hacedor solamente de seres sabios y bue nos; cofradía ésta que en su totalidad 10 se ha despojado volun tariamente de la inagotable abundancia de bienes externos y ha despreciado además cuanto place a la carne. 10 Sigue en este punto Filón la doctrina estoica según la cual todos los hombres virtuosos son austeros. Pero la presente afirmación contrasta, evidentemente, con lo que expone en los parágrafos 39 y ss., en los que, siguiendo el punto de vista aristotélico al respecto, afirma que entre los sabios u hombres de bien existen también los que llevan una vida virtuosa pero sin despreciar ni prescindir de !as cosas humanas. 33. Es que, mientras vigorosos y robustos atletas son los que fortifican al esclavo cuerpo contra el alma; pálidos, en cambio, desmayados, esqueléticos, por así decir, son los formados en la disciplina, pues han puesto las fuerzas corpóreas al servicio de las potencias del alma y se han disuelto, si hemos de hablar con precisión, en una sola forma, la del alma, convirtiéndose en incorpóreas inteligencias. 34. Es natural, sin duda, que el elemento terrestre se arruine y disuelva cuando el alma entera en todas sus partes se ha determinado a complacer a Dios. Pero esta clase de hombres es rara y difícil de encontrar, aun que no imposible de darse. Lo prueba este oráculo pronunciado a propósito de Enoch: "Complació Enoch a Dios y no fue encontrado". (Gen. V, 24.) 35. Es que, ¿dónde podría buscarse y encontrarse este bien? ¿Recorriendo qué mares, yendo hacia qué islas y hacia qué continentes? ¿Entre los no griegos o entre los griegos? 36. ¿No hay, acaso, todavía entre los consagrados a la filosofía quienes dicen que, puesto que el hombre sabio no existe, tam poco existe la sabiduría? Aseguran, en efecto, que nadie desde PAGE 51

el comienzo de la creación del hombre hasta la generación pre sente ha sido tenido por completamente libre de faltas, y que ello se debe a que es imposible que quien está encerrado en un cuerpo mortal alcance la felicidad perfecta. 37, Mas ya ten dremos ocasión propicia para ver sí están en lo cierto. Por el momento nos atendremos al texto y diremos que la sabiduría es algo que realmente existe y que también existe el amante de ella, el sabio, mas, que, si bien existe, nuestra maldad nos impide verlo, debido a que el bien rehúsa mezclarse con el mal. 38. De allí que se nos diga que "no fue encontrado" este carácter que complacía a Dios, para dar a entender indudablemente que, sí bien existe, nos está oculto y evita nuestra compañía. Y por eso se nos dice también que "fue trasladado" (Gen. V, 24), vale decir, que fue cambiado de residencia y trasladado como un emigrante desde la vida mortal a la inmortal. 39. V. Estos11 son hombres que, poseídos de una celestial demencia, han llegado a una salvaje exaltación; pero, hay otros, que se han entregado a una mansa y cultivada sabiduría. Éstos practican, por una parte, la piedad en grado eminente, y, por otra, no desprecian las cosas humanas. Lo atestiguan los orácu los en los que se registran estas palabras Divinas dirigidas a Abraham: "Sé grato delante de Mí" (Gen. VXII, 1), lo que significa: "Sé grato no sólo para Mí sino también para Mis obras, mientras Yo, como juez, velo y vigilo sobre ti". 11 Es decir, aquellos sabios que, según el ideal estoico, han renunciado a toda complacencia con lo humano y terrenal. 40. En efecto, si honras a tus padres, te apiadas de los pobres, beneficias a los amigos, defiendes a tu patria y observas con cuidado las comu nes obligaciones hacia todos los hombres, serás sin duda grato a los destinatarios de tus obras, pero también lo serás ante Dios. Y en verdad. Él con un ojo que no duerme todo lo contempla y por una gracia especial llama hacia Sí y aprueba todo lo bueno. 41. Así, el ejercitante nos revelará esto diciendo en su plegaria: "El Dios al que fueron gratos mis padres"; y agrega: "delante de Él" (Gen. XLVIII, 15) para que conozcamos la diferencia concreta que media entre ser grato "a Dios" y serlo "delante de Él". Esto último, en efecto, abarca ambas cosas; lo primero, en cambio, limitase a una solamente. 42. Y del mismo modo, Moisés nos aconseja en sus Exhortaciones diciendo: "Harás lo que sea grato delante del Señor tu Dios" (Deut. XII, 28), o lo que es lo mismo: 'Harás todo aquello que merezca aparecer ante Dios, y que Él, en viéndolo, lo apruebe; cosas éstas que frecuentemente alcanzan a nuestros semejantes'. 43. Tal es lo que tuvo presente Moisés cuando, al concebir el tabernáculo, lo dividió en dos recintos colocando en medio de ambos un velo que separara el interno del externo;12 cuando cubrió de oro por dentro y por fuera la sagrada arca en que se guardaban las leyes;13 y cuando estableció para el gran sa cerdote dos vestidos, uno interior hecho de lino, y otro exterior de variados colores largo hasta los pies.14 12 Ex. XXVI, 33. 13 Ex. XXV, 10. 14 Ex. XXVIII, 4, y Lev. VI, 10. 44. Éstos y otros como éstos son símbolos de un alma que en las cosas interiores es pura PAGE 51

frente a Dios, y en las exteriores, inmaculada respecto del mundo sensible y la vida humana. Acertadas son, pues, las palabras dirigidas al victorioso luchador cuando se aprestaba a ser coronado con las coronas de la victoria. En efecto, la proclama en que se pregona su victoria es la siguiente: "Has sido fuerte con Dios y poderoso con los hombres". (Gen. XXXII, 28.) 45. Este ganar honra en ambos ór denes, en el que mira al Increado y en el que mira a lo creado, no es cosa al alcance de una inteligencia pequeña, sino, si he mos de hablar con verdad, propia de una intermedia entre Dios y el mundo. En síntesis, corresponde que el hombre de bien siga tras los pasos de Dios, pues el Soberano y Padre de todas las cosas se preocupa por Sus creaturas. 46. Porque, ¿quién puede ignorar que antes de la creación del mundo Dios Se bastaba por Sí mismo y que después de la creación ha perma necido idéntico sin cambio alguno? ¿Por qué, entonces, creó lo que no existía? Pues, porque era bueno y generoso. ¿Y no seguiremos nosotros, Sus esclavos, a nuestro Amo, movidos por una extraordinaria admiración hacia la Causa, sin desdeñar, empero, nuestra propia naturaleza?15 15 Ver Sobre la ebriedad 80 a 87. 47. VI. Después de haber dicho: "Sé grato delante de Mí", agrega a continuación: "y hazte irreprochable" (Gen. XVII, 1), lo que está de acuerdo y en lógica relación con lo anterior. Aplícate, pues, preferentemente a lo que es excelente, a fin de ser grato a Dios; pero, a no ser así, apártate al menos de las faltas, para no hacerte reprensible. El que obra rectamente es, en efecto, merecedor de alabanza; el que no delinque está, por su parte, libre de reproche. 48. El premio más alto, el del ser grato, corresponde a los que obran positivamente bien; el segundo, el de ser irreprochable, toca a los que evitan las faltas. Y aun, tal vez, para la criatura mortal el hecho de no cometer faltas es considerado por la Escritura equivalente e idéntico al realizar obras buenas. Porque, "¿quién", como dice Job, "es puro de mancha, aunque su vida no durare más que un día?". (Job. XIV, 4.) 49. Infinitas son las manchas que ensucian al alma y no es posible lavarse y liberarse completamente de ellas. Fatalmente quédanle a todo mortal defectos innatos, los cuales es factible amenguar pero imposible aniquilar del todo. 50. ¿Pretende, pues, alguien hallar en esta confusa vida un hombre perfectamente justo, o sabio o moderado o bueno en general? Conténtate con hallar uno no injusto o no insensato o no intemperante o no cobarde o no ruin por completo. Porque debemos darnos por satisfechos con desterrar los vicios; ya que la completa adquisición de las virtudes es imposible para nuestra humana naturaleza. 51. Con razón, pues, ha dicho Dios: "Hazte irreprochable", sentando el principio de que el permanecer libre de faltas y culpa implica una gran ventaja en orden una vida feliz. A aquel que ha decidido vivir de esta manera Él le promete que le entregará una porción ya convenida, porción que corresponde a Dios dar y al hombre sabio recibir. 52. Dice, en efecto: "Estableceré Mi convenio entre Yo y tú". (Gen. XVII, 2.) Ahora bien, los convenios se establecen para beneficio de los que merecen un don, de modo que un convenio es símbolo de la gracia que Dios ha colocado entre Él mismo, que la con fiere, y un hombre, que la recibe. PAGE 51

53. Esto es lo sumo en ma teria de beneficios: que entre Dios y el alma no medie cosa alguna salvo la virginal gracia. Pero, como acerca de los con venios he escrito cuanto cabía decir en dos tratados, para no entrar en repeticiones, y al mismo tiempo porque no deseo interrumpir el curso de nuestro asunto, dejaré esto de propósito. 54. VII. El texto continúa en estos términos: "Abraham cayó sobre su rostro". (Gen. XVII, 3.) ¿Qué otra cosa podía esperarse sino que, ante las Divinas promesas, se conociera a si mismo y conociera la nada que es la raza mortal, y cayera ante el Que estaba de pie para manifestar la concepción que acerca de sí mismo y de Dios tenía? Sabía él que Dios permanece en un mismo lugar y mueve, no obstante, la naturaleza toda, siendo Su propio movimiento de autoextensión, con un movi miento no mediante los pies; que Él no tiene forma humana; sino tal, que pone de manifiesto Su inalterable e inmutable naturaleza.16 16 La traducción de la parte final de este parágrafo es meramente conjetural por cuanto el texto griego aparece, evidentemente, adulterado. 55. Sabía, además, que él, en cambio, nunca está firme en un sitio estable y sí sujeto a mudanzas en todas direcciones; y que, desdichado de él, su vida toda es un rodar, en el que tropieza y precipítase con grande caída. 56. Esto ocurre unas veces por involuntaria ignorancia; otras por voluntaria flaqueza. Por eso se nos dice que "cayó sobre su rostro", vale decir, sobre sus sentidos, sobre su inteligencia, sobre su palabra; como si gritara a grandes voces que la sensibilidad estaba caída, incapaz de percibir por sí sola a no ser que la providencia del Salvador le comunicara capacidad para la aprehensión de las sustancias materiales; que también lo estaba la palabra, sin poder para expresar nada acerca de cuanto existe, si Aquel que fabricó y dio armonía al órgano del habla no arrancaba la música de sus sonidos, abriendo la boca y ar ticulando los movimientos de la lengua; que, asimismo, caída estaba la real inteligencia, privada de sus poderes de captación a menos que el Forjador de la vida la levantara nuevamente y la asentara, y, agudizando su visión con penetrantes pupilas, la condujera a la contemplación de las cosas inmateriales. 57. VIII. Aprobando, pues, en el carácter que se ocultaba ante Él y caía con voluntaria caída el reconocimiento sustentado acerca del Que Es en el sentido de que sólo Él es inmutable de verdad; mientras que todos los que vienen después de Él están sujetos a toda clase de cambios y mutaciones; insiste en hacerle partícipe de Su comunicación diciendo: "Y Yo; he aquí que Mi convenio es contigo". (Gen. XVII, 4.) 58. Esto nos sugiere el siguiente pensamiento: Las especies de convenios, que aseguran gracias y beneficios a quienes lo merecen, son muchísimas, pero el género de convenios más alto "soy Yo mis mo". En efecto, una vez que Se ha señalado a Sí mismo, en la medida en que es posible que sea indicado el que es inmostrable; mediante las palabras "Y Yo" agrega: "He aquí que Mi convenio", vale decir, el principio y la fuente de todas las gracias, "soy Yo mismo". 59. Y así es. Mientras a algunos acostumbra Dios hacer llegar Sus beneficios a través de otros seres: la tierra, el agua, el aire, el sol, la luna, el cielo y otras fuerzas inmateriales; a otros, en cambio, se los procura por Sí mismo, convirtiéndose Él mismo en porción de los que Lo reciben; a quienes acto seguido considera merecedores de un nombre diferente del que tenían.

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60. Leemos, en efecto, lo siguiente: "Tu nombre no será Abram, sino Abraham". (Gen. XVII, 5.) Algunos malvados de los que se empeñan siempre en aplicar vituperios inmerecidos, no tanto a las cosas materiales cuanto a las acciones e ideas, y llevan a cabo una guerra sin tregua contra las cosas sagradas; siempre que algo les resulta inverosímil considerado literalmen te, olvidando que se trata de símbolos de una naturaleza incli nada siempre a mantenerse oculta, denigran y profieren calum nias sin preocuparse por inquirir cuidadosamente la verdad. Y en especial si se trata de cambios de nombres. 61. No ha mucho tuve ocasión de oír las chanzas e injurias de un hombre ateo e impío, quien se atrevía a decir: "Grandes y excelentes son los dones que dice Moisés prodiga el Soberano de todas las cosas. ¿A quién no le parecerá admirable beneficio el proporcionado a Abraham al agregar una letra, un alfa, a su primitivo nombre Abram; y a su mujer Sara al duplicar la rho mediante una nueva adición llamándola Sarra?" Y con todo sarcasmo prosiguió repa sando todos los casos semejantes sin cansarse. 62. Por cierto que no pasó mucho tiempo sin que sufriera el castigo adecuado a su demencia. Un motivo trivial y casual le impulsó a ahor carse, de modo que ni siquiera la muerte fue pura para este impuro y malvado. IX. Justo es que, para evitar que otro sea víctima de los mismos errores, salgamos de dudas, investigando la naturaleza de las cosas y mostrando que esto que decimos merece ser considerado cuidadosamente. 63. No son, en efecto, letras, con sonantes o vocales, ni verbos ni nombres los dones que Dios prodiga. ¿Cómo habrían de ser tales, si, después de haber creado a los vegetales y animales, escogió al hombre como so berano de ellos y lo distinguió de todos en virtud de su cono cimiento, a fin de que asignase a cada uno el nombre apropia do? "Cualquiera fuera", se nos dice, "el nombre que Adán les asignaba, ese era el nombre del designado". (Gen. II, 19.) 64. Si Dios no consideró apropiado el asignar nombres, ni si quiera tratándose de atribuir nombres completos, y confió tal cometido a un hombre sabio, al progenitor del género humano, ¿cómo pensar que El mismo agregara o cambiara partes de nombres o sílabas o letras, en unos casos vocales, en otros conso nantes y que esto lo hiciera a título de don y preeminente beneficio? 65. Ni pensarlo. Lo que ocurre es que tales cambios son signos de valores morales, signos pequeños de cosas grandes, sensibles de cosas intelectuales, visibles de cosas invisibles. Estos valores morales se hallan en las doctrinas sublimes, en las verídicas y puras concepciones y en los progresos del alma. 66. La prueba la tendremos fácilmente a mano sí parti mos del presente cambio de nombres. "Abram" significa "ele vado padre"; "Abraham", "elegido padre del sonido". En qué difiere una cosa de la otra lo sabremos más claramente una vez que descubramos cuál es el significado de una y otra acepción. 67. Recurriendo, pues, a la interpretación alegórica decimos que "elevado" es aquel que gana las alturas partiendo desde la tierra, observa las cosas de lo alto, se familiariza con los fenómenos del mundo superior mediante la investigación de los mismos, averigua el tamaño del sol, cuáles son sus reco rridos, cómo determina las estaciones anuales avanzando y retornando nuevamente en revoluciones de igual velocidad; cómo son los grados de PAGE 51

luminosidad de la luna, sus fases, sus menguantes y sus crecientes; y cómo el movimiento de los demás astros, tanto de los de cursos fijos como de los errantes. 68. La indagación sobre tales cosas no está al alcance de un alma sin felices disposiciones e improductiva; ella es propia una altamente dotada y capaz de engendrar vástagos completos y perfectos; por eso el estudioso de los fenómenos celestes llámase también "padre", pues no es estéril en sabiduría. 69. X. Tal es el sentido exacto del simbolismo que encierra el nombre "Abram"; el de "Abraham" es como vamos a demostrar. Tres son sus significados que contiene: "padre", "elegido" y "del so nido". Digamos que por sonido se entiende aquí la palabra hablada, pues el instrumento del sonido en los seres vivientes es el órgano del habla; que el padre de la palabra es la inteli gencia, pues del entendimiento, como desde una fuente, brota la corriente de la palabra; y que la inteligencia elegida es la del hombre sabio, pues en él se da lo más selecto. 70. Así pues, en los primeros rasgos apareció delineado el hombre que ama el saber, el investigador de los fenómenos celestes; en los que acabamos de señalar, en cambio, se pone de manifiesto el filósofo o, más bien, el sabio. No supongas, pues, en adelante, que la gracia concedida por la Divinidad fue un cambio de nombres; no, se trata de un mejoramiento de carácter, expresado simbólicamente. 71. Porque al que antes se ocupaba de la naturaleza del cielo, al astrólogo, como dirían algunos, lo llamó a participar de la virtud y lo hizo y denominó sabio, dando al carácter así transformado el nombre de Abraham, en lengua hebrea, y de "elegido padre del sonido", en términos griegos. 72. Lo que le dice equivale, en efecto, a lo siguiente: "¿Qué sacas con investigar los ritmos y las revoluciones de los astros y dar tan gran salto desde la tierra hacia el éter? ¿Toda lo que buscas es curiosear en las cosas de allí? ¿Y qué provecho te resulta de esa curiosidad indiscreta? ¿Te libera en algo de la tentación del placer? ¿Anula en alguna medida a la concu piscencia? ¿Constituye algún alivio para el dolor o el miedo? ¿Aparta a alguna de las pasiones, que agitan y confunden al alma? 73. Porque, así como ningún provecho se saca de árboles que no son aptos para producir frutos, otro tanto pasa. con el estudio de la naturaleza, si él no te habrá de llevar a la adquisición de la virtud. Porque este es el fruto que cabe esperar de la investigación. 74. Por esa razón algunos de los antiguos compararon el estudio de la filosofía con un campo y establecieron un paralelo entre la física y las plantas, entre la lógica y los setos y cercos, y entre la ética y el fruto;17 consi derando que las vallas han sido erigidas en torno al campo por sus propietarios con miras a la protección del fruto, y las plan tas, trabajadas para la producción del mismo. 17 Ver Sobre la agricultura 14, e Interpretación alegórica 1, 57. 75. Del mismo modo, decían, también en la filosofía la investigación física y lógica debe remontarse hasta la investigación ética, con la cual el carácter mejora y anhela adquirir y aprovechar la virtud". 76. Tales son las conclusiones a que nos ha llevado nuestra-consideración del asunto. PAGE 51

Literalmente entendido, el cambio es sólo una mutación de nombres; pero en realidad consistió en el tránsito desde la filosofía física hacia la filosofía ética, y el abandono del estudio del mundo para pasar al conocimiento del Hacedor, merced al cual Abraham obtuvo la piedad, la más hermosa de las adquisiciones. 77. XI. Ahora indagaremos acerca de la mujer de Abraham, Sara. También el nombre de ésta es trocado y queda "Sarra" mediante la adición de una sola letra, la rho. Esos son los nombres; veamos los hechos expresados. "Sara" significa "mi soberanía"; "Sarra", "soberana". 78. El primero es símbolo de la virtud específica; el último, de la genérica. Y, en la medida en que el género es. superior a la especie., también lo es el se gundo nombre con respecto al primero. Porque la especie es estrecha y perecedera, en tanto que el género es amplio e imperecedero. 79. Y es deseo de Dios agraciar con dones .grandes e inmortales a cambio de bienes pequeños y perece deros; y hacer tal cosa se amolda decorosamente a Él. La sabi duría que hay en el hombre de bien es una soberanía que sólo a Él pertenece y quien la posee no estará errado si dice: "La sabiduría que hay en mí es mi soberanía". En cambio, la sabi duría que sirve de arquetipo a aquella, vale decir, la sabiduría genérica, ya no es soberanía de alguien, sino soberanía "a secas. 80. Así, mientras que aquella sabiduría específica perecerá Juntamente con su posesor; la que, a manera de un sello, la modela permanecerá, en cambio, imperecedera por siempre pues está al margen de todo lo mortal. Otro tanto ocurre con las artes. Las específicas perecen con sus poseedores: geóme tras, gramáticos, músicos; las genéricas subsisten imperecederas. Otra enseñanza que se nos expone en este mismo pasaje es que toda virtud es una reina, soberana y señora de las acciones de nuestra vida. 81. XII. Otro caso de cambio de nombres es la sustitución de Jacob por Israel, cambio que no carece de acierto. ¿Por qué? Porque "Jacob" significa "suplantador", en tanto que "Israel" quiere decir "el que ve a Dios". Tarea propia de un suplan tador que se ejercita en la virtud es el conmover, sacudir y des baratar los fundamentos en los que se asienta la pasión, y todo lo que pueda haber en ellos de firme y estable. Ésta es obra que normalmente exige salir a la palestra y luchar, y sólo se lleva a buen término cuando alguien sostiene hasta el cansancio las luchas del saber y practica los ejercicios del alma combatiendo contra los pensamientos que se le oponen y la estrangulan. En cambio, el cometido propio del que ve a Dios es no abandonar la sagrada palestra sin la corona sino munido de los premios de la victoria. 82. ¿Y qué corona más florida y más provechosa puede ser entretejida para un alma victoriosa que el po der contemplar claramente al Que Es? Por cierto que es un hermoso galardón para ofrecer al alma atleta el proporcionarle ojos para la brillante aprehensión del Único que es digno de ser contemplado. 83. XIII. Vale la pena preguntarse por qué razón Abraham, después de serle cambiado el nombre, ya no es designado por su antiguo nombre sino siempre recibe el mismo título como el correcto, en tanto que Jacob, después de recibir el nombre de Israel, a pesar de ello es llamado en adelante Jacob cada vez con más frecuencia. Pues, hemos de decir que también estos nombres son signos, con los cuales se distingue la virtud adquirida mediante la enseñanza de la ejercitación. PAGE 51

84. El que es mejorado mediante la enseñanza y dotado de una feliz na turaleza, la que le asegura el recuerdo mediante la cooperación de la memoria, saca provecho de la permanencia de cuanto ha aprendido aterrándolo tenazmente y con firme abrazo. En cam bio, el que se ejercita, una vez que ha realizado una intensa práctica, se toma nuevamente un respiro y descansa mientras renueva y recobra la fortaleza, debilitada por el esfuerzo, tal como hacen los atletas cuando se untan los cuerpos. Éstos, en efecto, cuando están cansados por el ejercicio, a fin de que no se les agoten completamente las fuerzas debido a lo intenso y duro de la ejercitación, derraman aceite sobre sus cuerpos. 85. Luego el que ha recibido enseñanza cuenta con un admo nitor imperecedero y, en consecuencia, con una ayuda que re suena en sus oídos para siempre; con lo que no retrocede. El que se ejercita, en cambio, no cuenta sino con su propia decisión, y la ejercita y adiestra para que destruya la pasión propia de la creatura, pero, aun cuando alcanzare su objeto, con todo, por efecto del cansancio, retorna a su antigua especie. 86. Éste está sometido a un mayor esfuerzo; aquél es más afortunado, puesto que tiene a otro por maestro, en tanto que el otro busca, indaga y se multiplica en su labor sin ajena ayuda explorando los secretos de la naturaleza, entregado a una faena incesante e ininterrumpida. 87. Tal es la razón por la que fue Dios, el inalterable, quien cambió de nombre a Abraham, quien habría de permanecer igual en adelante, pues de ese modo su estabilidad futura quedaba asegurada firmemente por Aquel que está fijo y es siempre el mismo e idéntico. En cambio, en el caso de Jacob el que le cambió el nombre fue un ángel, un ministro de Dios, un lógos; con lo que quedó en claro que nada de lo que viene después del Que Es puede producir una firme e inconmovible estabilidad, sino, a lo más, una armonía como la de un instrumento musical, formada por elevaciones y descensos de tonos que concurren a formar una artística melodía. 88. XIV. Pero siendo así que fueron tres los padres de la estirpe, mientras al primero y al último, Abraham y Jacob, les fueron cambiados sus nombres, el intermedio, Isaac, mantuvo para siempre el mismo. ¿Por qué? Pues, porque en tanto que la virtud alcanzada mediante la enseñanza y la adquirida me diante la ejercitación son susceptibles de mejoramientos, puesto que el que se instruye anhela conocer todo aquello que ignora, y el que recurre a la ejercitación aspira a las coronas y trofeos que se ofrecen al alma amante del esfuerzo y de la contem plación; en cambio la estirpe que se instruye por sí sola y aprende sin ajena ayuda, siendo su condición fruto no de la dedicación sino de la naturaleza, marcha igual, perfecta y completa desde el principio, no habiendo menester de nada para su plena concreción. 89. No ocurre, en cambio, lo mismo con el administrador de las necesidades corpóreas que es José. En efecto, cambia de nombre siendo llamado Psontonfanec18 por el rey del país. Preciso es que aclaremos el sentido de este cambio, "José" sig nifica "agregado"; y agregados de los bienes naturales son los bienes convencionales: el oro, la plata, las posesiones, las ga nancias, los servicios de los criados, las inagotables reservas de bienes heredados, de muebles y de los demás excedentes, y los inmuebles medios para procurar placer. 18 Gen. XLI, 45. 90. Resulta apropia do, pues, el nombre de "agregado" aplicado a José, el procura dor y administrador de estos bienes; puesto que se halla inves tido de la dirección de estos recursos externos que se agregan y suman a los naturales. Atestiguando así los oráculos cuando señalan PAGE 51

que procura el abastecimiento de víveres haciendo re servas de las provisiones de todo el país corpóreo, es decir, Egipto.19 19 Gen. XLI, 45. 91. XV. Tal es como se nos muestra "José" a través de los datos que poseemos de él. Veamos, a su vez, cuál es la natu raleza de "Psontonfanec". Este nombre significa "boca que juzga en respuesta". Todo insensato, en efecto, piensa que el hombre rico, que se ve inundado por las riquezas externas, es rápido y exacto en el discernir, capaz de responder a quien le pregun tare algo y capaz de emitir de por sí razones de peso. En general, coloca la sabiduría a merced de la suerte, cuando, en realidad, es la suerte la que depende de la sabiduría, puesto que forzosamente lo inestable debe ser guiado por lo estable. 92. También el hermano uterino de José lleva dos nombres. Su padre lo llama Benjamín, y su madre, "hijo del dolor", en todo de acuerdo con la realidad de las cosas. "Benjamín", en efecto, significa "hijo de los días", y el día es iluminado por la luz sensible del sol, con la que nosotros comparamos la gloria vana. 93. Tiene, en efecto, esta gloria cierta brillantez aprehensible por los sentidos en los elogios de la vulgar multitud, en el texto de los decretos, en las dedicatorias de las estatuas y retratos, en los purpúreos mantos y las áureas coronas, en las cuadrigas y en la multitudinarias procesiones. Lógico es, pues, que haya sido llamado "hijo de los días", vale decir, de la luz sensible y de la brillantez de la vanagloria, aquel que ama estas cosas. 94. Este nombre, realmente exacto y apropiado, es el que le aplica su padre, la venerable razón; en cambio, el alma, consciente del sentimiento que la afecta, le da uno acorde con el motivo de su experiencia. Llámale, en efecto, "hijo del dolor". ¿Por qué? Pues, porque los que son arrastrados por las vacías opiniones son tenidos por felices, pero, en realidad, son muy desdichados. 95. Múltiples son, por cierto, las contra riedades, tales como la envidia, los recelos, las continuas disputas, las irreconciliables rivalidades hasta la muerte, los rencores trasmitidos de generación en generación, la pérdida de una herencia. 96. Por fuerza, pues, el sagrado intérprete debe repre sentar en medio de los dolores mismos a la que engendra la vanagloria. Dice, en efecto, que "Raquel murió en un penoso parto". (Gen. XXXV, 16.) Es que, realmente, la concepción y nacimiento de la vacía gloria de los sentidos es la muerte del alma. 97.20 XVI. ¿Y qué? ¿No han sido comparados muy acertada mente los hijos de José, Efraín y Manases, con los dos hijos mayores de Jacob, Rubén y Simeón? Dice, en efecto, Jacob: "Los dos hijos tuyos engendrados en Egipto antes de llegar yo a Egipto son míos; Efraín y Manases serán para mí como Rubén y Simeón". (Gen. XLVII, 5.) Observemos pues, de qué manera concuerdan ambas parejas entre sí. 20 El contenido de los parágrafos 97 y 102 poco o nada tiene que ver con lo precedente y con lo que sigue a partir de 103. A ninguna de las cuatro personas cuyos nombres se sacan a colación le fue trocado su nom bre original por otro. Solamente simbolizan cualidades opuestas. 98. Rubén, cuyo nombre significa "hijo que ve", es símbolo de la feliz disposición natural, PAGE 51

pues todo el que goza de facilidad de aprehensión y naturales cualidades está dotado de visión. Efraín, por su parte, es sím bolo de la memoria, como hemos dicho en otros lugares.21 Su nombre significa "fructificación", y el mejor fruto del alma es la memoria. Ningún parentesco es más estrecho que el que media entre la natural buena disposición y la memoria. 99. A su vez, "Simeón" es nombre de aprendizaje y enseñanza, pues significa "audición", y es propio del que aprende escuchar y atender lo que se le dice; Manases, en cambio, es símbolo de la reminiscencia, pues su nombre significa "procedente del olvido". 100. Necesariamente ocurre que aquello que sale fuera del olvido se convierte en reminiscencia, la que es propia del aprender. Muchas veces los conocimientos, que han quedado fuera del alcance del que los ha aprendido, por ser éste incapaz de fijarlos a causa de su debilidad, surgen de nuevo en su totalidad. El hallarse afectado por esa dispersión llámase olvido; el nuevo fluir de los conocimientos, reminiscencia.21 21 Ver Interpretación alegórica III, 91 y 92, Sobre la sobriedad 27 y 28, Sobre la migración de Abraham 205 y 206, y Sobre la unión con los estudios preliminares 40 y 41. 101. Y, a no dudarlo, la memoria corresponde estrechamente a la natu ral capacidad, en tanto que la reminiscencia corresponde al estudio. Y la misma relación que media entre Simeón y Rubén, vale decir, entre el estudio y la natural capacidad, se da también entre Manases y Efraín, o sea, entre la reminiscencia y la memoria. 102. Y en la medida en que la capacidad natural es superior al aprender, como que lo primero aseméjase a la vista y lo segundo al oído, y el oído ocupa un plano secundario res pecto de la vista; también lo es desde todo punto de vista el recordar al tener reminiscencia, dado que la reminiscencia está mezclada con el olvido, mientras que la memoria permanece pura, sin mezcla desde el principio hasta el fin. 103. XVII. También el suegro del sumo profeta 22 recibió dos nombres: los oráculos llámanlo unas veces Jetró, otras Raguel. Es Jetró cuando florece en él la vanidad, pues "Jetró" significa "superfluo" y la vanidad es algo superfluo en una vida sincera, una burla de las cosas equilibradas y necesarias para la existencia y un culto de lo innecesario y desequilibrado. 22 Moisés. 104. Para Jetró valen más las cosas humanas que las Divinas, los hábitos que las leyes, lo profano que lo sagrado, lo mortal que lo inmor tal y, en general, la apariencia que la realidad. Así, por propia iniciativa se atrevió a presentarse en calidad de consejero, y a sugerir al sabio que no enseñase aquello que precisamente es lo único digno de aprenderse, es decir, "las prescripciones y la ley de Dios";23 sino los convenios concertados entre los hom bres, los que, prácticamente, son origen de vinculaciones ca rentes de unión verdadera. El grande 24 acata todo lo que dice, y piensa que es correcto aplicar la gran justicia a los grandes y la pequeña a los pequeños.25 23 Ex. XVIII, 16 y 17. 24 En los manuscritos se lee ho megas = el grande; pero Filón no apli caría tan laudatorio epíteto al vapuleado Jetró, ni puede referirse a Moisés pues éste no se hubiera adherido jamás al punto de vista o consejo de Jetró. Tal vez deba entenderse "el grande" en un sentido genérico, equivalente a "los grandes de este mundo". 25 Posiblemente Filón tiene in mente las prescripciones de Deut. I, 17,. y XXIV, 13 a 16 sobre el evitar, tratándose de la justicia, hacer discriminaciones entre poderosos y humildes. PAGE 51

105. Sin embargo, este presun tuoso cambia a menudo y, abandonando los ganados que en su ceguera se avino a guiar, busca el Divino rebaño y se transforma en un miembro irreprochable de él, convertido en admirador de la naturaleza del conductor del rebaño y reverente ante la. capacidad de que éste hace gala en el cuidado de sus gana dos.26 "Raguel", en efecto, significa "apacentamiento de los ganados de Dios". 26 Ex. II, 18. 106. XVIII. Lo fundamental está dicho, pero el legislador nos. mostrará las pruebas. En primer lugar, lo presenta como un servidor del juicio y la justicia. En efecto, la palabra Madián,27 traducida, significa "desde un juicio". El significado de esto es doble.28 Por una parte, significa exclusión y descarte, tal como suele entenderse en el caso de los competidores en los llamados juegos sagrados. Muchísimos, en efecto, han sido considerados ineptos y excluidos de antemano por los jueces de los torneos. 27 Jetró-Ragüel era "sacerdote de Madián" (Ex. III, 1). 28 En el texto se le ék kríseos =. desde o procedentes de un juicio, y Filón señala que también podría leerse ekkríseos = de la separación o exclusión. 107. Los madianitas, iniciados en los impíos ritos de Baal Fogor,29 y ensanchando todos los orificios del cuerpo para la recepción de las corrientes que se derraman desde fuera ("Baal Fogor" significa "boca de la piel arriba"30), inundan a la rectora inteligencia y la precipitan en las profundidades de modo que no pueda salir a flote ni esté en condiciones de ele varse ni siquiera un poco. 29 Núm. XXV, 3. 30 O tal vez, "boca sobre la piel", cuyo simbolismo seria, según Filón, la fácil receptividad de todo lo malo procedente de afuera a través de las "bocas" u orificios que comunican el cuerpo con el exterior. 108. Esto es lo que le ocurría a la inteligencia hasta que un hombre de paz indiscutible 31 sacerdote de Dios, Frineas,32 se presentó por su propia iniciativa como defensor suyo, movido por su natural odio hacia lo ruin y poseído del celo por lo noble. Este, tomando una lanza,33 vale decir, la penetrante y aguda razón, apta para probar y explorar cada cosa, tomóse inmune al engaño y munido de una poderosa vitalidad pudo dar por tierra con la pasión, atravesándola en medio del vientre a fin de que no pudiera ya engendrar ninguna plaga enviada por Dios.34 31 O evidente. El adjetivo tronos = evidente, resulta aquí extraño. Se han propuesto algunas enmiendas al texto, pero no resultan sino conjeturas poco satisfactorias. 32 Núm. XXV, 12 y 13. 33 Ver Interpretación alegórica III, 242, Sobre la posteridad de Caín 183, y Sobre la ebriedad 73. 34 Núm. XXV, 7 y 8. 109. Es también contra estos madianitas contra los que la raza vidente emprende la mayor de las guerras, en la cual "no resultó perdido ninguno" de los combatientes,35 sino todos retornaron salvos y sin heridas, coronados con las guirnaldas de la victoria. 35 Núm. XXXI, 49. Ver Sobre la confusión de las lenguas 56, y Sobre la ebriedad 114. 110. XIX. Este es uno de los tipos humanos indicados por el término Madián. El otro es el judicial, el de los tribunales, tipo que por matrimonio está emparentado con la estirpe PAGE 51

profética. "El sacerdote" del juicio y la justicia, leemos "tenía siete hijas" (Ex. II, 16), símbolo de las facultades irracionales, es decir, de la reproducción, del habla y de los cinco sentidos, "las que apacentaban las ovejas de su padre". 111. A través de estas siete facultades, en efecto, tienen lugar crecimientos e incrementos que las reiteradas percepciones producen en su padre, la inteligencia, pues "llegando" cada una de ellas a los objetos que les son propios: la vista a los colores y las formas, el oído a los sonidos, el olfato a los olores, el gusto a los sabores y los demás a los objetos correspondientes a ellas, "extraen", por así decir, las cosas sensibles exteriores, "hasta que llenan las cavidades" del alma, "de las cuales beben las ovejas de su pa dre", me refiero al purísimo rebaño del razonamiento, que con ello cobra seguridad y ornato.36 36 Pensamiento explicado más adelante, en el párrafo 246. 112. Pero, entonces "llegan" los compañeros de la envidia y la malicia, pastores del mal rebaño, y las echan de las prácticas conformes con la natura leza.37 En efecto, ellas llevan los objetos exteriores hacia aden tro, hacia la inteligencia, que es como un juez y un rey, a fin de llevar a buen término su cometido bajo la mejor de las di recciones; [113.] pero los otros las atacan persiguiéndolas y forzándolas a hacer lo contrario, vale decir, a tratar de atraer a la inteligencia hacia afuera y a abandonar las representaciones sensibles a merced de ellos.38 Y esto durará hasta que "levan tándose" el carácter amante de la virtud e inspirado por Dios, llamado Moisés, de su hasta entonces aparente inoperancia, proteja y "salve a aquéllas" de los que las oprimen, nutriendo al rebaño con la grata bebida de los pensamientos. 37 Ex. II, 17. 38 El sentido es poco claro. Tal vez deba enmendarse el texto y leerse, con Mangey, poimainómena = rebaños, en vez. de phainómena = repre sentaciones sensibles; o con Cohn y Wendland, agógimon toís phainoménois = prisionera (la inteligencia) de las representaciones sensibles. 114. Y, una vez que las jóvenes se han visto libres del ataque de los enemigos de la inteligencia, los que no tienen otra aspiración que la de alcanzar lo superfluo, como si la vida fuera una simple ficción teatral; retoman, pero ya no hacia Jetró sino hacia Ragüel. Es que han dejado ya detrás toda vinculación con la vanidad y se han entregado a la tutela de la ley, resueltas a convertirse en parte del sagrado rebaño, del que el Divino lógos es conduc tor, como lo atestigua el nombre "Ragüel", que significa "apa centamiento de los ganados de Dios". 115. XX. Como es Dios el que cuida de Su propio rebaño, grande es el cúmulo de bene ficios que tiene preparados para aquellos por Él apacentados que Le obedecen y no se rebelan. Un cántico contenido en los salmos lo celebra en estos términos: "Dios es mi pastor y nada me faltará". (Salmos XXIII [XXII], 1.) 116. Razón hay, pues, para que la inteligencia, que tiene por pastor y rey al Divino lógos, pregunte a sus siete hijas: "¿Por qué habéis vuelto hoy tan impacientes y presurosas?". (Éx. II, 18.) 'Por que antes ibais al encuentro de los objetos sensibles, y perma necíais fuera largo tiempo costándoos mucho retomar, atraídas, como estabais, por ellos. Pero ahora no sé lo que os pasa que os volvéis tan excitadas contra lo que acostumbrabais'. 117. Ellas no podrán menos que contestar que la causa de esta carrera a todo correr y sin respiro hacia los objetos sensibles y en retorno desde los mismos no han sido ellas sino un PAGE 51

hombre que las ha rescatado de las manos de los pastores del rebaño salvaje. Y llaman egipcio a Moisés,39 quien no sólo es un hebreo sino de la más pura estirpe entre los hebreos, de la única consagrada. Es que no les es dado a ellas ir más allá de su propia naturaleza. 39 Éx. II, 19. 118. Siendo, en efecto, los sentidos entes intermedios entre las cosas sensibles y el mundo inteligible, han de conten tarse con poder aspirar a ambos órdenes y con que no sean sólo las cosas sensibles las que los atraigan. Pero pensar que alguna vez se sentirán atraídas por las cosas de la inteligencia sola mente es gran locura. Tal es la razón por la que dan a Moisés ambos calificativos. Mediante la palabra "hombre" expresan aquello que sólo la razón discierne; con "egipcio" representan las cosas sensibles. 119. En oyendo esto el padre preguntará de nuevo: "¿Dónde está (Ex. II, 20) el hombre? ¿En que parte de las que frecuentáis reside el elemento racional? ¿Por qué lo habéis abandonado (Ex. II, 20) tan fácilmente? ¿Por qué, en cambio, habiéndoos encontrado una vez con él, no os habéis quedado con posesión tan hermosa y tan provechosa para vosotras? 120. Pero, si no lo hicisteis antes, al menos ahora lla madlo para que coma (Ex. II, 20) y os nutra en vuestros pro gresos en el bien y el logro de una mayor relación con él. Porque tal vez llegue a habitar entre nosotros y se case con la alada, inspirada y profética naturaleza llamada Sófora".40 40 Ex. II, 21. 121. XXI. Sobre el cambio de Jetró en Ragüel basta con lo dicho. Pero Moisés también cambia el nombre de Osea en Josué, con lo que transforma el particular proceso hacia un estado en el estado mismo. "Osea", en efecto, significa "éste tal es salvado": "José", en cambio, significa "salvación del Señor", nombre para el mejor de los estados. 122. Los estados, en efecto, son superiores a sus particulares gestores, como es supe rior la música al músico, la medicina al médico y cada arte o profesión al artista o profesional, tanto en perduración, como en capacidad, como en la incuestionable superioridad en los asuntos que abarcan. El estado es perdurable, activo, perfecto; el individuo, mortal, afectable, imperfecto. Y superior es lo imperecedero que lo mortal, la causa eficiente que el objeto de sus operaciones; lo perfecto que lo imperfecto. 123. Así también la moneda de dicho hombre fue reacuñada 41 adquiriendo mejor forma. 41 Expresión para manifestar que el carácter de Osea se transformó hasta adquirir una superior condición. 123. En cambio, en Caleb es una trasformación total de él mismo lo que tiene lugar. Leemos, en efecto, que "otro espíritu había en él", lo que equivale a decir que la parte rectora de su ser habíase trocado en suprema perfección. "Caleb", efectivamente, significa "todo corazón". 124. Esto es una manera simbólica de dar a entender que el suyo no fue el cam bio parcial,42 propio de un alma cuyo estado es aún indeciso y oscilante, sino el de una que por entero en todas sus partes ha experimentado una transformación hacia lo digno de apro bación; y, que si algo hubiera habido no enteramente laudable, lo ha desterrado con pensamientos de arrepentimiento. De ese modo, en efecto, habiéndose lavado de cuanto la manchaba y haciendo uso de las lustraciones y purificaciones que procura el saber, no podía sino alcanzar PAGE 51

radiante limpieza. 42 Es decir, como en el caso de los otros personajes bíblicos anteriormente citados a propósito de los cambios de sus nombres, todos los cuales simbolizan cambios parciales solamente de su modo de ser. 125. XXII. Un caso de persona con muchos nombres es el del sumo profeta. En efecto, cuando interpreta y enseña los oráculos que le han sido inspirados es llamado Moisés; cuando suplica y bendice al pueblo, "hombre de Dios";43 cuando Egipto purga sus impías actitudes, es dios 44 del faraón que reina sobre ese país. ¿Por qué? 43 Deut. XXXIII, 1. 44 Ex. VII, 1. 126. Porque el transcribir las leyes para provecho de aquellos a los que se aplicarán es cometido propio de alguien que palpa y toca con sus manos siempre las cosas Divinas, de quien es llamado desde lo alto45 por el Legislador que se expresa en oráculos,46 de quien ha recibido de dicho Legislador un gran don, la interpretación y profecía de las sagra das leyes. "Moisés", en efecto, traducido significa "recepción"; pero también "palpamiento", por las razones apuntadas.47 45 Ex. XXIV, 1. 46 Es decir, por Dios. 47 Las razones son, evidentemente, las expuestas al comienzo del pará grafo, pero no se advierte por qué el nombre "Moisés" incluye el sentido de "palpamiento". 127. En cuanto al suplicar y bendecir, no son cosas de cualquier hombre, por cierto, sino de un hombre que no tiene puestos los ojos en el parentesco con la creación, habiéndose, en cambio, asignado a sí mismo como porción perteneciente al Soberano y Padre de todas las cosas.48 48 Es decir, las cosas propias de un "hombre de Dios". 128. Contentos hemos de estar, en efecto, con que se nos permita hacer uso del buen discernimien to; que en cuanto a procurar el bien también para provecho de otros, esto sólo puede prometerlo un alma superior, más perfecta y verdaderamente inspirada por Dios; alma cuyo dueño con razón llevará el nombre de "hombre de Dios". En tercer lugar, esta misma persona es un "dios" por cuanto se trata de un sabio y, por ende, soberano de todo insensato aunque dicho insensato se apoyare en los reales cetros, haciendo pública su jactancia. Y es "dios" muy especialmente por esto. 129. Quiere, en efecto, el Soberano de todas las cosas que algunos, aunque por su intolerable iniquidad hayan de recibir su castigo, tengan mediadores que supliquen por ellos, los cua les, imitando a la potencia propicia del Padre echarán mano a los castigos con razonable mesura y humanidad. Y el beneficiar es algo propio de un dios. 130. XXIII. Habiendo tratado suficientemente lo concerniente al cambio y la sustitución de los nombres, pasaremos a los si guientes asuntos de nuestra argumentación. Sigue ahora la promesa del nacimiento de Isaac. En efecto, después de llamar a la madre de éste Sarra en vez de Sara, dice Dios a Abraham: "Te daré de ella un hijo". (Gen. XVII, 16.) Preciso es que examinemos cada parte de esto separadamente. 131. El que, en el correcto sentido del término, da, sea lo que fuere, da nece sariamente algo que le pertenece. Si esto no es falso, Isaac resulta ser, no el hombre así llamado, sino el ser PAGE 51

cuyo nombre es el de la mejor de las impresiones gratas, la alegría, de la que brota de lo íntimo; un hijo de Dios, quien lo da para dulzu ra y regocijo de las almas profundamente pacíficas. 132. Por que no cabe pensar que uno sea el esposo y otro el que le engendre hijos bastardos frutos del adulterio. Y así. Moisés registra precisamente a Dios como esposo de la inteligencia amante de la virtud, cuando dice: "Viendo Dios que Lía era detestada, abrió su matriz". (Gen. XXIX, 31.) 133. En efecto, por piedad y compasión hacia la virtud detestada por la raza mortal, y hacia el alma amante de la virtud, torna estéril a la favorita, en tanto que honra a la naturaleza amante de lo noble abriendo la fuente de una hermosa descendencia al agraciarla con un feliz alumbramiento. 134. Tamar es otro ejemplo. Quedó preñada por las Divinas simientes, aunque sin haber visto al Sembrador. Se nos dice, en efecto, que entonces "ocultó su rostro" (Gen. XXXVIII, 15); tal como Moisés cuando se volvió pues temió ver a Dios.49 Pero, habiendo Tamar examinado con cuidado los símbolos y testimonios y juzgado en su fuero íntimo que aquello no provenía de un mortal, exclamó en alta voz: "Estoy encinta por obra de Aquel a quien esto pertenece". (Gen. XXXVIII, 25.) 49 Ex. III, 6. 135. ¿De quién es el anillo, es decir, la prenda de buena fe, el universal sello, la forma arquetipo, por la cual todas las cosas informes y sin cualidades fueron estampadas y modeladas? ¿De quién, el cordón, vale decir, el orden universal, la cadena del destino, la correspondencia y se cuencia de todas las cosas con su ininterrumpido encadena miento? ¿De quién, el bastón, o sea, lo firmemente plantado, . lo inconmovible, lo inmóvil, la admonición, la corrección, la disciplina, el cetro, la realeza? 136. ¿De quién? ¿No son cosas de Dios solamente? Por eso el carácter que expresa su gratitud, representado por Judá, complacido por la Divina inspiración de que está ella poseída, habla con franqueza en estos términos: "Está justificada puesto que no la he dado a ningún mortal" (Gen. XXXVIII, 26); pues entiende que es acción impía man char las cosas Divinas con las profanas. 137. XXIV. También la prudencia, que, como una madre, ha dado a luz a la naturaleza autodidacta, revela que ha sido Dios quien ha engendrado a ésta. En efecto, una vez parido, ella se jacta diciendo: "El Señor ha producido la risa para mí" (Gen. XXI, 6); que es como si dijera: 'El Señor ha modelado, ha producido, ha creado a Isaac; pues Isaac y la risa son una misma cosa'. 138. Pero no a todos es dado escuchar esta afirmación; a tal punto fluye por nuestro ser el mal de la supers tición y anega nuestras afeminadas y degeneradas almas. Por eso ella agrega: "Aquel que me oyere se regocijará conmigo" (Gen. XXI, 6), como dando a entender que son pocos aquellos cuyos oídos están abiertos y preparados para recibir estas sa gradas palabras, que nos enseñan que el sembrar y engendrar el bien es obra exclusiva de Dios. Todos los demás, fuera de éstos, son sordos para tales cosas. 139. Conozco, también, cierto oráculo revelado por una profética voz con encendidas palabras PAGE 51

como estas: "Procedente de Mí será hallado tu fruto. ¿Quién es sabio como para entender esto? ¿Quién es inteligente como para conocerlo?" (Oseas XIV, 9 y 10.) En estas palabras reconocí oculta la voz de quien pulsaba el instrumento de la humana expresión invisiblemente y, al mismo tiempo, admiré pasmado el pensamiento que encierran. 140. En efecto, todo lo que hay de bueno en las cosas existentes, o más bien, el cielo y el mundo todo son, si hemos de hablar con propiedad, fruto de Dios, fruto sostenido, como por un árbol, por la Naturaleza eterna y siempre lozana. Y saber y reconocer esto es propio de los hombres inteligentes y sabios, no de los insignificantes. 141. XXV. Queda, pues, aclarado el significado de la expresión "te daré"; aclaremos ahora las palabras "de ella". Algunos han admitido que se trata de un engendramiento "fuera de ella",50 pues piensan que a juicio de la recta razón no hay actitud su perior a la de manifestar el alma que nada bueno le pertenece como cosa propia y que todo le ha venido de afuera gracias a la gran benevolencia de Dios, que hace descender una lluvia de gracias. 50 La expresión griega ex autés puede significar "procedente de ella" o "fuera de ella". 142. Otros suponen que quieren decir "inmediatamente", "rápidamente", pues decir "ex autés" es como decir "al instante", "enseguida", "sin dilación", y esta es la manera como normalmente tienen lugar las Divinas mercedes, más rápidas in cluso que los instantes del tiempo. Una tercera opinión es la de aquellos que dicen que la virtud es la madre de todo bien que llega a existir y que recibe las simientes del Ser que nada tiene de mortal. 143. Otros, a su vez, preguntan si una mujer esté ril puede engendrar, pues los oráculos, que antes la presentaron como estéril, ahora admiten que Sara será madre. A éstos es preciso decirles que la mujer estéril no está naturalmente capa citada para engendrar, como no lo está un ciego para ver ni un sordo para oír; pero que un alma que se ha tomado estéril para lo ruin e infecunda para los excesos de las pasiones y los vicios, es prácticamente la única capaz de felices alumbramien tos, y engendra hijos dignos de ser amados, o lo que es lo mismo, engendra el número siete, conforme con el cántico que entona Ana, es decir, la gracia, cuando dice: "La estéril engendró siete; la abundante en hijos ha languidecido" (I Samuel II, 5.) 144. Llama "abundante" a la inteligencia que lleva amontonados y mezclados confusos pensamientos, y, a causa de la multitud de turbas y tumultos que la circundan, engendra irremediables males; en tanto que califica de "estéril" a la que rehúsa aceptar ninguna simiente mortal como fructífera y, por el contrario, hace abortar y perecer todas las relaciones e intimidades de los malvados, cobijando, en cambio, al "siete" y la suprema paz que él procura. Porque de esta paz quiere ella quedar preñada y llegar a ser madre. 145. XXVI. Tal es otro de los sentidos "de ella". Examinemos ahora la tercera parte de la expresión, es decir, "hijo". En primer lugar, bien podemos asombramos de que no diga que ha de darle muchos hijos, sino que sólo uno le será concedido. ¿Por qué? Porque lo excelente no puede ser tasado en cantidad sino en valor. 146. En efecto, tomando ejemplos al azar, mu chísimas, las cosas justas, prudentes, valientes, moderadas; pero la música, la gramática y la geometría en sí; la justicia, la pru dencia, la valentía y la moderación mismas no son cada una más que una sola cosa, la más elevada, no otra que la forma arquetípica, de la cual se ha partido para la formación de aquellas múltiples, incontables cosas. Lo dicho basta acerca de la afirmación de que será uno solo el dado. PAGE 51

147. En cuanto al término "hijo", su empleo en este caso revela cuidado y previo examen, y tiende a dejar sentado que el niño no es ajeno ni supuesto, ni tampoco adoptado ni bastardo, sino legítimo y libre de nacimiento verdaderamente, engendrado por un alma de libre cuna. El término "hijo",51 en efecto, que deriva de "pa rir", se emplea para destacar el vínculo que por naturaleza liga los hijos a los padres. 51 En griego téknon = engendrado, vástago, de la raíz ték/tok-, sobre la que se forma tókon = acción de engendrar, alumbramiento. Lo que Filón desea señalar es que dicho término alude más directamente a la filiación que otros sinónimos como hyiós = hijo, o páis = niño, hijo, porque encierra la idea de engendrar. 148. XXVII. Y continúa: "La bendeciré y ella derivará 52 en naciones". (Gen. XVII, 16.) Con ello pone de manifiesto que no solo la virtud genérica se divide "en naciones", vale decir, en las especies próximas y en las subordinadas; sino que también eso ocurre con las acciones, las que constituyen en cierta manera naciones, como los seres vivientes; y que para estas naciones" es de gran provecho que se les agregue la virtud. 52 Literalmente: "Ella será (o estará) para naciones". El sentido es: "De ella procederán naciones, o ella será origen de naciones". Filón, según se advierte en lo que sigue, entiende que el sentido es de "división en"; y más abajo, de "extensión hacia". 149. Por que, todo lo carente y despojado de prudencia es dañoso, tal como por fuerza es tenebroso todo aquello que el sol no ilu mina. Por la virtud, en efecto, cuida con mayor atención el labrador sus plantas; por la virtud el auriga guía su carro irreprochablemente en las carreras; por la virtud el piloto maneja. el timón conduciendo el bajel durante la travesía. La virtud procura mejores condiciones a los hogares, las ciudades y los. países, produciendo hombres aptos para administrar los hogares, de ejercer las públicas funciones y de guardar las normas de convivencia. 150. Asimismo, la virtud establece las mejores. leyes y echa por todas partes las simientes de la paz. Prueba de ello es que donde prevalece la condición contraria a la virtud lo normal es que resulten situaciones contrarias a aquéllas, a. saber: la guerra, la ilegalidad, el mal gobierno, las confusiones, las desgracias en el mar, las revoluciones, y en el campo de las ciencias la más penosa de las enfermedades, la inescrupulosidad,. la que ha hecho que se las llame artificios más bien que artes. Necesariamente, pues, la virtud se extenderá a naciones, es de cir, a grandes y compactos conjuntos de seres vivientes y accio nes, para beneficio de los que la reciben. 151. XXVIII. Leemos a continuación que "también de ella procederán reyes de naciones". (Gen. XVII, 17.) Y es cierto» pues todos los concebidos y engendrados por ella son soberanos elegidos, no por sorteo, procedimiento incierto, o por votación de hombres, venales los más; ni para breve tiempo; sino establecidos por la Naturaleza y para siempre. 152. Y esto no es. invención mía sino aserto de los sacratísimos oráculos en los que son presentados ciertos hombres diciendo a Abraham: "Tú entre nosotros eres rey procedente de Dios". (Gen. XXIII, 6.) Al decirlo no tenían en cuenta sus recursos materiales; porque,. ,cuáles eran éstos en un hombre emigrante, que ninguna ciudad habitaba, errante a través de una tierra dilatada, desierta e in transitable? Lo que advertían en él era la soberana condición de su inteligencia. De este modo, Moisés reconoce que sólo el sabio es un rey.53 53 Ver Sobre la sobriedad 57, Sobre la migración de Abraham 197, y Sobre los sueños II, 244. PAGE 51

153. Es que, realmente, el hombre sensato es soberano de los insensatos, pues sabe qué es lo que debe hacerse y qué no; y el hombre moderado es rey de los libertinos pues ha estudiado con cuidado qué es lo que ha de escogerse y que es lo que ha de rehuirse; y el valiente lo es de los cobar des, ya que ha aprendido claramente lo que se ha de soportar y lo que no; y el justo, de los injustos en razón de que se atiene con criterio imparcial a la equidad en los repartos; y el piadoso, de los impíos ya que en él prevalecen las más excelsas concep ciones acerca de Dios. 154. XXIX. Lógico hubiera sido que promesas tales hubieran envanecido a la inteligencia impulsándola a remontarse hacia las alturas. Sin embargo, Abraham, para reproche de nosotros, que nos pavoneamos por las más pequeñas cosas, cae en tierra y al punto se echa a reír 54 con la risa del alma, con el rostro sombrío pero la inteligencia sonriente, impregnado de una alegría inmensa y pura. 54 Gen. XVII, 17. 155. Ambas cosas, el reír y el caer, le suceden simultáneamente al sabio que ha recibido en herencia bienes que sobrepasan sus esperanzas. El caer, para que, conociendo la insignificancia de lo mortal, evite envanecerse; el reír, para que, considerando que Dios es la única causa de las gracias y bienes, adquiera una firme piedad. 156. Caiga la creatura con la faz sombría; cosa natural, pues, al fin y al cabo, es inestable y triste de por sí; pero, sea levantada por Dios y ría, pues sólo Él es su sostén y su alegría. 157. Con razón podría alguno preguntarse cómo es posible admitir que alguien ría siendo así que aún la risa no había llegado a existir entre nosotros. Porque Isaac es la risa y, según vemos ahora aún no había nacido; y así como no sería posible ver sin los ojos, oír sin los oídos, oler sin la nariz, emplear las otras sensaciones sin sus correspondientes órganos, aprehender sin la capacidad de aprehensión, tampoco lo sería el reír si aún no ha sido hecha la risa. 158. ¿Qué cabe, pues, decir? Pues, que muchos son los indicios que nos procura a través de deter minados símbolos la naturaleza de las cosas cuya existencia se avecina. ¿No ves, acaso, cómo el pichón, antes de flotar por el aire, intenta batir y agitar sus alas, preanunciando su futura capacidad de volar, que aún es sólo una esperanza? 159. ¿Y el cordero o el cabrito o el buey joven todavía? ¿No has visto que aunque aún no les han salido los cuernos, si alguno los provoca, ellos lo enfrentan y tratan de rechazarlo con aquellas partes de las que surgen los medios de defensa que la naturaleza les procura? 160. Y en los combates entre animales los toros no intentan hacer oposición de inmediato, sino separan bien sus patas, extienden su cuello en la medida adecuada, lo vuelven hacia uno y otro lado y miran con verdadera mirada de toros, y sólo entonces se lanzan al ataque resueltos a llegar hasta el fin. Los que se ocupan de la asignación de nombres llaman "órousis" (salto vigoroso) a este hecho, especie de impulso que precede a otro impulso. 161. XXX. Pues bien, algo parecido acontece frecuentemente al alma. Cuando un bien es esperado, se alegra ella anticipada mente, como sí, en cierto modo, el alegrarse precediera a la alegría, y el sentirse dichoso a la dicha. Podríase comparar esto también con lo que sucede entre los vegetales; pues también éstos, cuando están por producir frutos, se anticipan echando PAGE 51

brotes, flores y hojas. 162. Observa la cultivada viña, qué milagrosa obra de la naturaleza es con sus ramas, zarcillos, chupones, pétalos, pámpanos, los "que parecen como si rompieran a hablar y nos revelaran la alegría por el futuro fruto de la planta. También el día ríe hacia la primera alborada anticipándose a la inminente salida del sol. Es que la claridad anuncia a la claridad y la luz más apagada a la luz más brillante. 163. Así también la alegría acompaña al bien ya alcanzado, y la esperanza al que aguardamos. Mientras con el bien logrado nos regocijamos, el bien por llegar despierta nuestra esperanza. Y otro tanto sucede con los opuestos a ellos. La presencia del mal engendra dolor; su espera, temor. El miedo, en conse cuencia, no es sino un dolor anterior a otro dolor, del mismo modo que la esperanza es una alegría que precede a otra alegría. 164. También los sentidos encierran claras muestras de lo dicho. El olfato, en efecto, precede al gusto, y juzga con anticipación casi todo lo destinado a alimento o bebida. Por eso algunos, en atención a este hecho evidente, lo han llamado, y no sin acierto, "pregustante". Y también está en la naturaleza de la esperanza el gustar anticipadamente el bien inminente, cualquiera fuere, y recomendarlo al alma que habrá de adquirirlo definitivamente. 165. Otro caso es el de quien padece hambre y sed durante un viaje y de pronto ve fuentes o árboles. de todas clases cargados de apacibles frutos. Todavía no ha comido ni bebido, ni extraído agua siquiera, ni cortado los fru tos, y ya se ha hartado por anticipado con la esperanza de sabo rearlos. Y si, tratándose de los alimentos del cuerpo, entendemos que cabe darse un festín antes de consumirlos de hecho, ¿consideraremos que los alimentos de la inteligencia no son capaces de anticiparnos también una alegría cuando el festín está próximo? 166. XXXI. Es, por lo tanto, natural que Abraham riera aunque todavía la risa, evidentemente, no había sido engendrada. en la raza mortal. Y no sólo él ríe; también lo hace su mujer. Leemos, en efecto, otra vez: "Rióse Sara diciendo para sus aden tros: 'Hasta ahora no me ha sucedido todavía (Gen. XVIII, 12)' este bien espontáneo, sin esfuerzo. Con todo, el Que me ha hecho la promesa es mi Señor y anterior a toda la creación y preciso es tenerle fe'." 167. A la vez nos enseña Moisés también esta lección: la virtud es por naturaleza motivo de regocijo y quien la posee siempre está alegre; el vicio, por el contrario, es causa de pena y el que lo tiene es sumamente' desdichado. Después de este aserto, ¿cabe que admiremos a los filósofos que declaran que la virtud consiste en un sentimiento placentero? 168. Porque, he aquí que nos encontramos con que Moisés ha sido el primero en proclamar esta sabia doctrina, al presentarnos al hombre de bien como alegre y risueño. Además, en otro pasaje no sólo a éste lo describe como tal sino también a sus acompañantes. "Al verte", dice, "se regocijará por ello". (Ex. IV, 14.) Con estas palabras da a entender que el mero hecho de ver a un hombre de bien es suficiente para colmar a la inteligencia de felicidad, desterrando de ella el más penoso de los males del alma, que es el dolor. 169. En cambio, a ningún malvado le es conce dido el alegrarse, como por voz de los profetas se proclama: "Alegrarse no es dado a los impíos, ha dicho Dios . Isaías XLVIII, 22.) Palabras y oráculo en verdad Divinos es el decir que la vida de todo perverso está llena de sombras, de PAGE 51

duelo y de miseria, aun cuando trate de aparecer sonriente. 170. Por que, yo no diría que los egipcios se alegraron realmente cuando oyeron que los hermanos de José se aproximaban; sino, más bien, que simularon hipócritamente para parecer alegres; porque a ninguno de los insensatos le resulta grata la confrontación con la refutación, del mismo modo que no lo es la presencia del médico para el enfermo por incontinencia. El esfuerzo, en efecto, es compañero de las personas útiles, la facilidad lo es de los dañosos; y, como éstos prefieren la facilidad al esfuerzo, no pueden menos que sentir repugnancia por aquellos que les persuaden para su bien. 171. Cuando oyeres, pues, que "se alegraron el faraón y su servidumbre" (Gen. XLV, 16) ante la llegada de los hermanos de José, no pienses que es una alegría verdadera, salvo que previeran quizá apartar a la inteligencia de los bienes del alma, con los que se había criado, y conducirla hacia las innumerables concupiscencias del cuerpo, para que adulterara la antigua y ancestral moneda de su connatural virtud. 172. XXXII. Esperanzado en tales designios, la inteligencia amante del placer no se conforma con apresar mediante los se ductores lazos de las concupiscencias a los más jóvenes y recién familiarizados con los ejercicios de la prudencia, sino se consi dera capaz de someter también al discernimiento de más edad, en el cual el frenesí de las pasiones ha desaparecido. 173. Y así, dice una vez más con aviesas intenciones, bajo un simu lado propósito de beneficios: "Tomad a vuestro padre y vues tros efectos y venid hacia mí" (Gen. XLV, 18), 'hacia Egipto, hacia este rey del terror, que, cuando vuestros paternos y vues tros verdaderamente reales bienes, impulsados por la libertad que les es connatural, habían dejado ya atrás al cuerpo, los hizo retroceder y los redujo por la violencia a una esclavitud harto amarga; y nombró guardián de la prisión, según nos dice el oráculo, a Putifar,55 el eunuco y jefe de cocina; eunuco, porque escasas eran las cosas nobles de que disponía, habiéndole sido mutilados los órganos fecundantes de su alma, por lo que era incapaz ya de sembrar y engendrar cosa alguna de las que miran a la disciplina; y cocinero, porque, a manera de cocinero, mataba a los seres vivientes y los cortaba y dividía sus partes y sus miembros; iba y venía más que entre cuerpos, en medio de acciones cadáveras y sin alma; y con bien elaborados condi mentos despertaba y excitaba los apetitos de las infructuosas pasiones, apetitos que debiera más bien apaciguar y calmar". 55 Gen. XXXIX, 1. 174. Dice además este amante del placer: "Os daré de todos los bienes de Egipto, y comeréis la médula del país". (Gen. XLV, 18.) Pero nosotros le diremos: "Habiendo visto los bienes del alma, no aceptamos el bien del cuerpo. Porque intensa mente ha arraigado en nosotros un profundísimo amor por aque llos, al punto de hacernos olvidar todo cuanto es apetecido por la carne". 175. XXXIII. Tal es la falsamente llamada alegría de los in sensatos. La verdad en esto es, como quedó más arriba sentado, que la alegría solo se adapta a los hombres de bien. Así pues, "Abraham cayó y rió". (Gen. XVII, 17.) Cayó, no desde Dios, sino desde sí mismo. En su dependencia del Inconmovible se mantuvo en pie; su caída fue desde su propia presunción. 176. Y así, cuando el espíritu pagado de sí mismo hubo sido arrojado en tierra, y el espíritu del amor a Dios hubo sido ele vado y firmemente asentado en torno del Único indoblegable, rióse PAGE 51

al punto "y dijo en su inteligencia: '¿Le sucederá esto a un hombre de cien años, y Sara, con sus noventa años, dará a luz?'" (Gen. XVII, 17.) 177. No pienses, empero, amigo mío, que lo de agregar a ' decir", no con la boca, sino "en su inteligencia" es un agregado ocioso; al contrario, está hecho con muy premeditada intención. ¿Por qué? Porque, al decir: "¿Sucederá esto a un hombre de cien años?", parece formular sus dudas respecto del nacimiento de Isaac, en el que antes se nos decía que confiaba, como poco antes lo reveló un oráculo que dice así: "No será éste quien te heredará, sino uno que saldrá de ti"; para agregar a renglón seguido: "Abraham creyó en Dios y esto le fue contado por justicia". (Gen. XV, 4 y 6.) 178. Luego, como la duda no con decía con la pasada confianza, Moisés ha presentado esa duda como de no mucha duración, ni extendida hasta la lengua y la boca, sino relegada a la parte de más acelerado movimiento de su ser, la inteligencia. Así, leemos que "dijo en su inteli gencia", a la que ninguna de las creaturas ponderadas por su celeridad podría igualar en rapidez, pues aun a todas las naturalezas aladas deja atrás. 179. Lo cual tuvo presente, se me ocurre, el más ilustre de los poetas griegos cuando dijo: "Como un ala o un pensamiento","56 poniendo de manifiesto la celeridad de la penetración de éste, lo que hace más patente aún al poner el pensamiento después del ala. La inteligencia, en efecto, mué vese al mismo tiempo hacia muchas cosas materiales e inma teriales con indescriptible impulso e instantáneamente se ade lanta hasta los extremos de la tierra y el mar reuniendo y sepa rando distancias de infinita magnitud. Al mismo tiempo salta tanto desde la tierra, que, atravesando el aire, se eleva hasta el éter y apenas se detiene en las proximidades de la más remota esfera de las estrellas fijas. 56 Odisea VII, 36. 180. La intensidad del calor de aquella ígnea naturaleza no le permite permanecer. Por eso, después de haber dejado atrás muchas cosas, atraviesa el límite de este mundo sensible en dirección al mundo constituido por las formas ejemplares, que le es afín. Así, pues, en el caso del virtuoso Abraham el desliz fue breve, instantáneo, indivisible, no sensible sino mental solamente, y en cierto modo intemporal. 181. XXXIV. Pero, no faltará tal vez quien diga: "¿Cómo es. que, habiendo antes tenido fe, admite un asomo, una sombra, un soplo de incredulidad cualquiera fuere? "Este tal pretende, me parece a mí, nada menos que hacer de lo creado algo in creado, de lo mortal algo inmortal, de lo corruptible algo incorruptible, y del hombre, si es lícito hablar así, un dios. 182. Porque la fe, que puede poseer el hombre, según él, debe ser tan firme que en nada difiera de la que corresponde al Que Es, es decir, una fe firme y completa en todos los aspectos. Así, dice Moisés en el Cántico Mayor:57 "Dios es fiel y no hay injusticia alguna en Él". (Deut. XXXII, 4.) 57 Nombre con que Moisés distingue el cántico de Deut. XXXII del Éx. XV. 183. Pero grande ignorancia es suponer que pueda el alma del hombre contener las inconmovibles y firmísimas excelencias de Dios. Debemos darnos por satisfechos, en efecto, con poder adquirir copias de ellas, muy inferiores a los modelos en número y magnitud. 184. Y con razón seguramente, pues por fuerza las virtudes de Dios son sin mezcla ya que PAGE 51

Dios no es compuesto sino simple por naturaleza; en tanto que las de los hombres están mezcladas, dado que también nosotros somos mezclas, habiendo sido reuni dos en nuestro ser lo Divino y lo mortal con la armonía propia de las proporciones de la música perfecta; y lo compuesto de mas de un ingrediente está sujeto a opuestas fuerzas que lo arrastran hacia cada uno de ellos. 185. Feliz aquel al que le ha sido dado inclinarse hacia la mejor y más Divina parte durante la mayor parte de su vida. Porque que ello ocurra du rante la totalidad de su existencia es cosa imposible, ya que a veces la opuesta carga de lo mortal hace contrapeso y, puesta al acecho, aguarda las circunstancias difíciles para la razón, a fin de acometerla con todas sus fuerzas. 186. XXXV. En consecuencia, "Abraham ha creído en Dios", pero solo como un hombre puede hacerlo; en lo que podrás reconocer esa condición propia de la raza mortal que es la claudicación y aprender que ella no tiene otro origen sino su misma naturaleza. Pero hemos de dar gracias si esa claudica ción es breve y momentánea; que otros muchos han sido inun dados por el impetuoso torrente y han perdido la vida sin remedio. 187. Porque, amigo mío, la virtud, como lo establece el santísimo Moisés, no anda con pies muy firmes en un cuerpo mortal, sino casi como si padeciera un entumecimiento y cojeara algo. Leemos, en efecto, que "El ancho del muslo se le entu meció y cojeaba sobre él". (Gen. XXXII, 25 y 31.) 188. Pero quizá alguno de los más osados se presente y diga que la manifestación de Abraham no es signo de desconfianza sino de súplica en el sentido de que, pues la mejor de las buenas experiencias, la alegría, habría de nacer, su nacimiento tuviera lugar, no bajo el signo de otros números, sino del noventa y del cien, a fin de que este bien perfecto alcanzara la existencia bajo números perfectos. 189. Los números citados son perfec tos, sobre todo de acuerdo con las sagradas escrituras. Consi derémoslos por separado. Comencemos por Sem, el hijo del justo Noé. El progenitor de la raza vidente, según leemos, "Te nía cien años cuando engendró a Arfaxad" (Gen. XI, 10), cuyo nombre significa "desbarató la aflicción". A no dudarlo, cosa excelente es que el vástago del alma turbe, confunda y destroce a la afligente y rebosante de males injusticia. 190. Por su parte, Abraham "plantó un campo" 58 (Gen. XXI, 33), emplean do el número cien para determinar las dimensiones de la tierra. Y a su vez, Isaac "Halla centuplicada la cebada". (Gen. XXVI, 12.) Y Moisés edifica el recinto del tabernáculo calculando una distancia de cien pies de este a oeste.59 58 El término griego ároura = tierra o campo labrado o cultivado, designaba también una porción de terreno de 100 codos de lado. 59 Ex. XXVII, 9. 191. La proporción de cien se encuentra, asimismo, en la primicia de la primicia que los levitas ofrecen a los consagrados,60 pues ellos reciben para sí estas circunstancias como propiedades de ellos, les está prescripto dar a los sacerdotes lo que podríamos llamar la sagrada décima de las décimas. 60 Núm. XVIII, 28. 192. Muchos otros ejemplos en ala banza del mencionado número podríamos hallar si los PAGE 51

buscásemos en las leyes, pero por ahora bastan los casos citados. Mas, si separáramos del cien una décima parte, como la sagrada ofrenda de primicias a Dios, el que hace nacer, crecer y alcanzar su plenitud a los frutos del alma, hallaremos otro número per fecto, el noventa. ¿Y cómo no habría de serlo, constituyendo, como constituye, el límite entre el primero y el décimo diez; y si sirve para separar unas santidades de otras tal como el velo en medio del tabernáculo,61 mediante el cual se distinguen las cosas de un mismo género de acuerdo con las divisiones en las respectivas especies. 61 Ex. XXVI, 33. 193. XXXVI. Así pues, el hombre de bien dice "con su inte ligencia" 62 cosas verdaderamente virtuosas; el ruin, en cambio, a veces manifiesta con elevados pensamientos cosas nobles, pero practica con ruindad cosas sumamente viles, tal como hace Siquem, el hijo de la ignorancia. Su padre, en efecto, es Emor, cuyo nombre significa "asno", en tanto que "Siquem" quiere decir "hombro", siendo el hombro un símbolo del trabajo. Pero el trabajo que ha sido engendrado por la ignorancia es mísero y lleno de aflicción, del mismo modo que el trabajo emparentado con la sagacidad es provechoso. 62 De lo que sigue se desprende que Filón, en una segunda interpreta ción de la expresión "en su inteligencia", entiende ahora que ella equivale a "con sinceridad". 194. Así, los oráculos dicen que Siquem "habló según la inteligencia de la virgen" (Gen. XXXIV, 3), después de haberla deshonrado previamente. ¿No está con todo propósito dicho lo que "habló según la inteli gencia de la virgen", como para demostrar que lo que hacía no estaba de acuerdo con lo que decía? Porque Dina es la inco rruptible justicia, la justicia compañera de Dios, la siempre vir gen, como que el nombre "Dina" significa "juicio" o "justicia". 195. Y los insensatos que intentan corromperla mediante sus tramas y prácticas repetidas día tras día, recurren a las palabras capciosas en su afán de escapar de la refutación. De berían éstos o proceder conforme con lo que afirman; o, por lo menos, si delinquen callar; que, como dicen, el silencio reduce el mal a la mitad. Así, también Moisés al reprender al que considera a la creación como digna de los primeros honores y el imperecedero Dios sólo de los segundos, dice: "Has delinquido; cállate". (Gen. IV, 7.)63 63 Ver Sobre la sobriedad 50, donde Filón interpreta el verbo hesykházein en el sentido de quedarse o permanecer quieto, mientras que la inter pretación que le da en el caso presente es de callar. 196. Es que el ponderar y celebrar jactanciosamente las maldades es doble falta. Pero esto es, prácticamente, lo que ocurre con la mayoría de los hombres. Permanentemente están pronunciando palabras de amistad y justicia para la virgen virtud, pero no dejan pasar ocasión pro picia alguna sin ultrajarla y vejarla, si de ellos depende. ¿Qué ciudad no está llena de aquellos que con himnos celebran a la siempre virgen virtud? 197. Los tales fatigan los oídos de cuantos hallan al paso con exposiciones como estas: "La pru dencia es necesaria; la imprudencia, dañosa; se ha de procurar la templanza y combatir la destemplanza; la valentía es digna de perduración; la cobardía debe rehuirse; la justicia es prove chosa; la injusticia, perjudicial; la santidad eleva, la falta de santidad denigra; la piedad es digna de elogio, la impiedad es censurable; nada es más apropiado a la humana naturaleza que el querer, obrar y hablar bien; y nada más ajeno a ella que el proceder mal en cada uno de estos aspectos de la vida". PAGE 51

198. Sosteniendo estas y otras cosas semejantes pasean el engaño por los tribunales, los teatros y todas las asambleas y cofradías humanas, como aquellos que cubren con hermosas máscaras el aspecto harto vergonzoso de sus rostros previniéndose para que las miradas ajenas no los hagan sonrojar. 199. Pero es en vano. Porque llegarán algunos, rebosantes de vigor y poseídos del celo por la virtud, los que, desatando la trama de todas estas envolturas y ataduras urdidas con avieso designio en las pala bras; y contemplando el alma misma en sí misma, desnuda, conocerán los secretos vedados a la vista en las profundidades de su naturaleza. De ese modo, pondrán al descubierto ante todos a plena luz del sol su vergüenza y cuanto de vituperable hay en ella; con lo que harán ver cómo es realmente, cuan ver gonzosa y ridícula; y cómo la apariencia de hermosura forjada con ataduras no sino una espuria falsificación. 200. Estos defensores, listos para repeler tales orientaciones tan impuras y profanas son dos en número, Simeón y Leví, pero uno en desig nio. Por ese motivo en las bendiciones el padre de ambos los cuenta en un solo ordena pues sus pensamientos concuerdan y armonizan, y los mueve un único impulso hacia una misma dirección; y Moisés, por su parte, cesa en adelante de mencionar a los dos y, en cambio, incluye completamente a Simeón en Leví,64 mezclando ambas naturalezas, de la que hace una sola cual si las estampara con una sola forma, uniendo el oír con el obrar. 64 Gen. XLIX, 5. 201. XXXVII. Así pues, cuando el hombre de bien conoció la promesa, al pronunciar aquellas palabras llenas de reverencia y piedad "conforme a su inteligencia", experimentó ambos sentimientos: la fe en Dios y la desconfianza hacia la creación. Y es natural que dijera en tono de súplica: "Que este Ismael viva en Tu presencia" (Gen. XVII, 18); expresión donde ninguna de las palabras: "este", "viva", "en Tu presencia", carece de apropiada razón de ser. Lo digo porque no pocos han sido engañados al aplicar los mismos términos a cosas diferentes. 202. Preciso es que aclaremos lo que quiero decir. "Ismael" significa "audición de Dios", y las Divinas doctrinas son oídas por unos con provecho, pero por otros con daño para sí y para los demás. Observa al adivino Balaán. Éste es presentado como "oyente de los oráculos de Dios y receptor de la ciencia que proviene del Altísimo". (Núm. XXIV, 16.) 203. Pero, ¿qué le aprovecha haber escuchado tales cosas; qué el haberlas apren dido si su intención oculta es procurar la ruina del más noble ojo, el del alma, que ha sido enseñado a ver solamente a Dios? No lo logra, pero ello débese solamente a la fuerza invencible del Salvador. El resultado es que, atravesado por su propia demencia, recibe muchas heridas y perece "en medio de la herida" (Núm. XXXI, 9), por haber desvirtuado con su ciencia de adivino )a profecía inspirada por Dios. 204. Con razón, pues, suplica el hombre de bien para que sólo "este Ismael" goce de salud, porque están los otros que oyen las sagradas instrucciones pero no con leal intención, y a estos Moisés les ha prohibido terminantemente concurrir a la asamblea del universal Soberano. 205. Tanto los que, habiendo comprimido 65 y hasta perdido completamente los órganos fecundantes de la inteligencia, ensalzan su propia inteligencia y su sensibilidad como únicas causas de cuanto ocurre entre los hombres; como los que aman la creencia en múltiples dioses PAGE 51

y honran a esta cofradía de divinidades; hombres estos nacidos de ramera, que no conocen a Dios, el único esposo y padre del alma amante de la. virtud; todos ellos, ¿no es con toda razón que han sido expulsados y desterrados? 66 65 Deut. XXXII, 8. 66 El verbo thlán = comprimir, aplastar, es de la misma raíz que thiadías = eunuco, concepto éste al que alude aquí Filón comparando al estéril mental con el estéril para la procreación. 206. También los padres que acusan a su hijo de ebriedad hacen, al parecer, un uso semejante del pronombre. Dicen, en efecto: "Este hijo nuestro es desobediente" (Deut. XXI, 20), dando a entender mediante el agregado de "este" que existen otros hijos pacientes y moderados, que obedecen los mandatos de la recta razón y la instrucción. Porque éstos 67 son los verísimos progenitores del alma, y gran humillación es ser acusados por ellos, así como grandísima gloria el merecer su aprobación.68 67 Deut. XXIII, 1 y 2. Ver Sobre la migración de Abraham 69. 68 Ver Sobre la ebriedad 13 a 94. 207. Tampoco creamos que los demostrativos han sido usados descuidadamente o sin otro propósito que el de introducir los nombres, en el caso de las frases: "Estos son Aarón y Moisés, a quienes Dios dijo que sacaran de Egipto a los hijos de Israel" (Ex. VI, 26); y: "Éstos son los que hablan con el faraón, el rey". (Ex. VI, 27.) 208. En efecto, como la más pura de las inteli gencias, Moisés, y su palabra, Aarón, fueron instruidas, la inte ligencia para captar las cosas santas como lo haría un dios, y la palabra para expresarlas con propiedad, los sofísticos imita dores y adulteradores de esta auténtica moneda afirman conocer correctamente y expresar de laudable manera todo lo relativo al Supremo Ser. 69 Así pues, para que no resultemos engañados a causa de la semejanza de rasgos cuando están frente a frente los espurios y los auténticos, nos ha sido dado una pauta para distinguir a unos de otros. 69 Éx. VII, 11. 209. ¿Cuál es esta pauta? Pues, el sacar de la región corpórea a la vidente inteligencia amante de la contemplación y de la sabiduría.70 Y el que es capaz de tal cosa es "este Moisés", y el que es incapaz, que no tiene más que el nombre y se reviste a sí mismo con egregios títulos, es objeto de irrisión. Cuando Abraham suplica que Ismael viva, no es en la vida del cuerpo en la que piensa; su súplica es que lo que él oiga de Dios se perpetúe en su alma y lo mantenga despierto y con ánimo encendido. 70 Alusión a la liberación del pueblo de Israel por Moisés, quien saca a la raza "vidente" del país corpóreo, Egipto. 210. XXXVIII. Y, en tanto que Abraham suplica que viva la audición de las palabras de Dios y el aprendizaje de las sagradas doctrinas, según queda dicho; Jacob, el ejercitante, lo hace por las buenas dotes naturales, cuando dice: "Que Rubén viva y no perezca". (Deut. XXXIII, 6.)71 ¿Por ventura, suplica la inmortalidad y la incorruptibilidad, cosas im posibles para el hombre? No, por cierto. 71 En realidad fue Moisés quien formuló esta súplica. 211. Digamos, por lo tanto, qué es lo que quiere mostrarnos. Todo cuanto se es cucha y se PAGE 51

aprende se apoya, como sobre un cimiento asentado de antemano, sobre una naturaleza capaz de recibir instrucción; porque, si la naturaleza no da los pasos preliminares, todo lo demás es inútil. Ninguna diferencia es dable apreciar entre los carentes de dotes naturales y un roble o una muda piedra. Nada, en efecto, puede adherírseles o adecuárseles; todo, en cambio, rebota y es rechazado por ello como por una sustancia sólida. 212. Por el contrario, en las almas naturalmente bien dotadas es posible: ver que, a manera de suave cera, ni muy dura ni demasiado blanda, constituyen una mezcla adecuada mente proporcionada, y fácilmente reciben todo cuanto oyen y contemplan. Y reproducen perfectamente las formas impresas sobre ellas, vale decir, ciertas copias vividas conservadas por la memoria. 213. Preciso era, por lo tanto, suplicar que la racio nal nación llegara a poseer sus felices disposiciones naturales libres de enfermedad y de la muerte. Porque pocos son los que participan de la vida según la virtud, que es la vida por excelencia; estando excluidos quienes pertenecen al vulgar rebaño, ya que a ninguno de éstos le ha cabido parte en la vida verdadera, por estar reservada exclusivamente a los que han logrado huir de las preocupaciones de los hombres y vivir solamente para Dios. 214. Por eso también grande fue el asombro del valeroso ejercitante frente al hecho de que en medio del río de la vida al guien fuera arrastrado sin que alguna impetuosa corriente aca bara con él, y de que pudiera, en cambio, hacer frente al copioso fluir de la riqueza, repeler el desmedido impulso del placer y sobrevivir al huracán de la vanagloria. 215. Y así, dice no tanto Jacob a José como la sagrada palabra a todo hombre vigoroso de cuerpo situado en medio de inagotables cosas mate riales superfinas sin ser presa de ninguna de ellas: "Puesto que tu vives todavía". (Gen. XLVI, 3.) Admirable pensamiento es el aquí manifestado. Él se proyecta más allá de esta vida común que vivimos quienes, no bien alcanzamos leves brisas de pros peridad, soltamos todas las amarras e, inflados de desmedido orgullo, soplamos con fuerza y vehemencia, y con las velas des plegadas nos lanzamos hacia los goces de las pasiones, sin que contengamos la irrefrenable e incontrolada licencia de nuestros apetitos, hasta que, dando contra las rocas, naufragamos con todo el bajel del alma. 216. XXXIX. Muy bien hace,72 pues, Abraham al suplicar que este Ismael viva. Y agrega: "en presencia de Dios", esta bleciendo que la cima de la felicidad consiste en que la inteligencia sea considerada digna de vivir bajo el control y la vigi lancia del más Excelso de todos los seres. 72 Sigo la rectificación de Wendland, que propone éukhetai = suplica, por eukhómetha = suplicamos, que se lee en los manuscritos. 217. En efecto, si, estando presente el tutor, el guiado por él no puede obrar mal; si la proximidad del preceptor beneficia al que aprende; si en presencia del de mayor edad se adorna el joven con modestia y prudencia; si el padre y la madre, sin pronunciar palabras, im piden que el hijo a punto de obrar mal lo haga, sólo con que éste los vea, ¿qué pensaremos de la inmensidad de los beneficios que alcanzan a aquel que tiene conciencia de que la mirada de Dios está siempre vigilante sobre él? Si tiene presente la dignidad de Quien siempre le acompaña, temeroso y tembloroso huirá con todas sus fuerzas del mal obrar. 218. Pero, cuando suplica que Ismael viva, no desespera del nacimiento de Isaac, ya lo he PAGE 51

dicho antes. Con todo, si bien confía en Dios, (reconoce la flaqueza humana),73 por cuanto no es dado al hombre recibir beneficios en la medida en que Dios puede brindárselos, pues a Él le es fácil conceder inmensos y numerosísimos dones, en tanto que a nosotros nos resulta difícil tomar los bienes que se nos tienden. 13 Existe aquí una laguna en el texto, y la traducción es conjetural. 219. Hemos, pues, de contentamos con poder alcanzar los bienes que produce el tra bajo y el esfuerzo, los bienes que nos son familiares y crecen con nosotros; mas, descartemos la esperanza de alcanzar aque llos que se producen espontáneamente sin previa elaboración o en general sin humana diligencia, y se dan preparados. Éstos, en efecto, como que son Divinos, sólo pueden ser descubiertos por naturalezas más próximas a Dios, sin mezclas y sin contacto con un cuerpo mortal. 220. Pero, Moisés nos ha enseñado a elevar nuestra acción de gracias en la medida en que ello está en nuestras manos:74 el hombre sagaz ha de presentar como ofrenda su sensatez y su prudencia; el elocuente consagrar to das las bondades de su expresión mediante cánticos y alabanzas en prosa al Que Es; y cada uno según su especialidad: el estu dioso de las cosas naturales debe ofrendar la ciencia de la naturaleza, el de los problemas éticos la filosofía ética, el experto en artes y ciencias, los conocimientos de las mismas. 74 Núm. VI, 21. 221. De esta manera el navegante y el piloto ofrendará la feliz travesía, el labrador el acrecentamiento de las cosechas, el ganadero la fecundidad de sus animales, el médico la salud de sus pacientes, así como el general su victoria en la guerra, el hombre de estado o coronado su autoridad o soberanía legal; y, para decirlo en pocas palabras, todo aquel que no lo centra todo en sí mismo confiesa que la causa de todos los bienes, tanto los del alma como los del cuerpo, como los que vienen de fuera no es otra que la única causa verdadera, Dios. 222. Por lo tanto, ninguno de los que evidencian una más obscura y humilde condición titubee, desesperando de mejores perspectivas, en elevar su agra decida súplica a Dios; antes bien, aunque no aguardare ya bie nes mayores en absoluto, manifieste su agradecimiento en la medida de sus fuerzas por los que ya ha alcanzado. 223. Gran de es el número de éstos: nacimiento, vida, alimento, alma, sen sibilidad, imaginación, impulso, raciocinio. Ahora bien, "racio cinio" es una palabra corta, pero el hecho que expresa es perfectísimo y Divino en sumo grado, una porción del alma del universo, o, para decirlo más reverentemente, conforme con las enseñanzas de Moisés, una fiel impresión de la Divina imagen. 224. XL. Bien está, también, que alabemos a aquellos explo radores que intentaron arrancar de raíz el tronco todo de la virtud y llevárselo, y al no poder hacerlo, tomaron, al menos, una rama y un solo racimo, lo único que podían cargar, como una muestra y parte del todo.75 75 Núm. XIII, 24. 225. Hemos de suplicar que nos sea posible transitar en medio de una compacta muche dumbre de virtudes. Pero, si esto escapa a las posibilidades de la humana naturaleza, contentémonos con que lleguemos a fa miliarizarnos con una sola de las virtudes particulares, la tem planza, la valentía, la justicia, la filantropía. Lleve, en efecto, en su vientre y dé a luz el alma un bien al menos, y no sea infecunda y estéril en todos los bienes. PAGE 51

226. ¿Impondrás tú a tu propio hijo prescripciones como las que siguen? "Si tú no tratas con moderación a tus servidores, tampoco tendrás amiga bles relaciones con tus iguales; si no brindas un digno trato a tu mujer, tampoco honrarás a tus progenitores; si desprecias a tu padre y a tu madre, pecarás también de impiedad hacia Dios: si te deleitas con el placer, no te librarás de la codicia; si anhelas grandes riquezas, caerás en las vacías opiniones". 227. ¿Por qué?, preguntaría yo. ¿No consideras, acaso, que ha de prece derse con mesura en algunas cosas al menos, si no es posible hacerlo en todas? Podría, entonces, decirte tu hijo: "¿Cómo es, eso, padre? ¿Pretendes que tu hijo se convierta en un bien completo o en un mal completo, y no te darás por satisfecho si eligiere el término medio en vez de uno de los extremos?" 228. ¿No es, acaso, ésta la causa por la que también Abraham en el caso de la destrucción de los sodomitas comienza por cincuenta y acaba con diez 76 cuando pide y suplica para que, en caso de no poderse hallar en la creación la completa salida hacia la libertad,77 cuyo símbolo es la sagrada condición del número cincuenta, sea aceptada la educación intermedia, repre sentada numéricamente por el diez, para la liberación del alma que está a punto de ser condenada? 78 76 Gen. XVIII, 24 y 25. 77 Lev. XXV, 10. 78 Ver Sobre los sacrificios de Caín y Abel 122. 229. Los que han recibido una instrucción poseen mayores oportunidades para progresar que los que no la han recibido; los que están familiarizados con la cultura general mayores que los que no tienen relación alguna con ella, pues, desde la niñez casi, han sido sumergidos en la corriente de pensamientos relativos a la forta leza, la templanza y cada una de las otras virtudes.79 Por lo tanto, aunque no se hayan liberado y purificado completamente de su iniquidad en su proceso de purificación, con todo se han limpiado de ella, ciertamente, en razonable y moderada medida. 79 Ver Interpretación alegórica III, 85. 230. De una manera semejante habló, al parecer, Esaú a su padre: ";Acaso no tienes más que una bendición, padre? Ben díceme a mí también, padre". (Gen. XXVII, 38.) Y tiene razón, pues diferentes bendiciones han sido reservadas para diferentes personas; bendiciones perfectas para los que son perfectos, intermedias para los imperfectos; tal como ocurre con los cuerpos, en los cuales la salud y la enfermedad reclaman diferentes ejer cicios y diferentes dietas; y con todas las otras cosas relacionada? con el régimen de vida, las que no son las mismas en todos los casos. Unos necesitan recibir elementos que eviten la enfer medad; otros, los apropiados para recobrar un mejor estado de salud. 231. Siendo, pues, como son, muchos los bienes que pueden darse en la naturaleza, concédeme 80 el beneficio de aquellos que a Tu juicio me aprovechan, aunque fueren pequeñísimos sin tener presente otra cosa sino los límites de mi capacidad para recibir con facilidad lo que se me diere; y no me des, en cambio bienes que, desdichado de mí, me dobleguen y aniquilen de fatiga. 80 Invocación del autor a Dios, en la que debe sobreentenderse "oh Señor o algo semejante. 232. ¿Y qué pensaremos que significan las palabras; "¿Acaso no será suficiente la mano del PAGE 51

Señor?" (Núm. XI, 23 ) ¿Qué otra cosa sino que los poderes del Que Es se extienden por todas partes para beneficio no sólo de los altamente reputados 5ino también de los tenidos en menor consideración? A unos y a otros beneficia el Señor con dones acordes con la medida y dimensión del alma de cada uno, estimando y midiendo Él mis mo a base de la igualdad lo correspondiente a cada uno. 233. XLI. Me deja completamente pasmado la ley establecida a propósito de aquellos que despojándose de sus faltas se mues tran arrepentidos. Manda ella, en efecto, que, ante todo se lleve para sacrificarla una oveja en irreprochables condiciones. Pero, dice, si no tuviere fuerzas suficientes su mano para una oveja, llevará por la falta que ha cometido dos tórtolas o dos pichones de palomas, uno por la falta y uno para un holocausto. 234. pero si su mano no hallare una pareja de tórtolas m dos pichones de paloma llevará como su regalo una décima de efá 81 de flor de harina de trigo. No derramará sobre él aceite ni pondrá sobre ella incienso, puesto que la ofrenda es por una falta. Y la llevará al sacerdote y el sacerdote tomará de ella un puñado completo y colocará el memorial sobre el altar . (Lev. V, 1 y ss.) 81 Medida hebrea de capacidad para sólidos cuyo contenido equivalía a 38,88 litros. 235. De lo citado se desprende que tres son las maneras de arrepentimiento empleadas para la propiciación: bestias, aves o flor de harina, según la capacidad del arrepentido que se purifica. Es que ni cosas pequeñas han menester de grandes purificaciones, ni cosas pequeñas necesitan purificaciones pequeñas, sino iguales y semejantes en la correspondiente proporción. 236. Vale, ciertamente, la pena que indaguemos por qué la purificación admite tres maneras. Los casos tanto del bien como del mal obrar se reducen a tres: de pensamiento, de palabra y de obra. Por esa razón Moisés en sus exhortaciones, enseñándonos que la adquisición del bien no es ni imposible ni difícil, dice: [237] "No es necesario remontarse hasta el cielo ni marchar hasta los confines de la tierra y del mar para hacerse de ella; al contrario, cerca, muy cerca (y lo que sigue muestra esta proximidad casi como si la vieran nuestros ojos) está toda obra para tu boca, tu corazón y tus manos" (Deut. XXX, 12 a 14); lo que simbólicamente equivale a "en tus palabras, tus intenciones y tus obras". Establécese, en efecto, que la humana felicidad procede de la buena intención, de la buena palabra y del bien obrar, así como la desdicha es producto de las condiciones opuestas. 238. La rectitud y las faltas hállanse, en efecto, en estas tres zonas: el corazón, la boca y la mano, pues algunos resuelven con acertadísimo cri terio, dicen las cosas más excelentes y practican lo que se debe hacer. De los tres procederes opuestos el más leve es el tener intenciones indebidas, el más grave el llevar a cabo la injusticia y en un plano intermedio está el decir lo que no se debe. 239. Pero sucede que el más leve es el más difícil de eliminar, pues es cosa difícil trocar el cambio del alma en quietud. Más rápido, en efecto, podríamos contener el ímpetu de un torrente que la irrefrenable corriente del alma en sus cambios. Incon tables pensamientos se precipitan unos tras otros como enorme ola, arrastrándola, perturbándola y derribándola total y violentamente.

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240. Esta es, pues, la mejor y más perfecta forma de purificación: evitar todo pensamiento inconveniente y vivir en compañía de los conciudadanos en paz y dentro de la ley, bajo la guía de la justicia. La. segunda, no delinquir con las palabras mintiendo, perjurando, engañando, sutilizando, calum niando o, en general, dando riendas sueltas a la boca y la len gua para que causen la ruina de otros, en vez de sujetarlas mediante una rienda y atadura irrompible. 241. XLII. Fácil es ver por qué el decir lo que no corresponde es más grave falta que el pensarlo. A veces lo que pensamos lo pensamos no voluntariamente sino sin quererlo. Uno se ve obligado a recibir pensamientos que no desea; y nada de lo involuntario merece reproche. 242. En cambio, quien habla lo hace voluntariamente, de modo que, si el que se expresa no lo hace con palabras benévolas, peca, para su desgracia, de injusto, ya que, aun cuando tiene oportunidad de decir cosas más convenientes, no quiere hacerlo. A éste provechoso le sería optar por un silen cio completamente seguro; y si carece de esa seguridad a su alcance, es porque no quiere callar.82 82 La traducción de la última parte es conjetural. El original está evi dentemente corrupto y resulta imposible reconstruir el texto alterado. 243. Pero más grave falta aún que el hablar injustamente es el obrar sin justicia. "La palabra es la sombra de la obra",83 se ha dicho. Y, si la sombra es dañosa, ¿cómo no ha de serlo aún más la obra? Por eso también Moisés declara que la intención está libre de acusación y castigo, pues las más de las veces sus cambios y desvíos son involuntarios, y es más bien una pasiva víctima de los pensa mientos que la asedian continuamente desde afuera, que la verdadera productora de dichos cambios. En cambio, todo aquello que se exterioriza a través de la boca requiere para su justificación y juzgamiento que se tenga presente que el hablar depende de nuestra decisión. 83 Expresión de Demócrito, según Diógenes Laercio IX, 37. 244. Con todo, las palabras son juzgadas con un criterio relativamente benigno, las acciones culpables, en cambio, lo son más severamente.; Grandes casti gos, en efecto, establece la ley para los que cometen grandes iniquidades y llevan a cabo aquello que han planeado con errada intención y proclamado con lengua temeraria. 245. XLIII. Las purificaciones de estas tres cosas: la inteli gencia, la palabra y la acción son, según Moisés, la oveja, la pareja de tórtolas, la de palomas y la sagrada medida que es el décimo de un efá de flor de harina, entendiendo el legislador que la inteligencia puede ser purificada por la oveja, la palabra por las aves, y la acción con la flor de harina. 246. ¿Por qué? Pues, porque, así como en nosotros lo más elevado es la inteli gencia, del mismo modo en la raza de los animales irracionales lo es la oveja por cuanto es el más manso de todos ellos y ofrece anualmente el producto de sí para beneficio y a la vez adorno de los hombres. Un vestido protege de los daños procedentes del frío y del calor, y ocultando lo que la naturaleza quiere que permanezca oculto, salvaguarda la decencia de los que lo llevan. 247. Sea, pues, símbolo de la purificación de la mejor parte de nuestro ser, la inteligencia, el mejor de los animales, la oveja; y en lo que hace a la purificación de la palabra, sean su representación las aves. La palabra, en efecto, es liviana y alada por naturaleza, se mueve más rápido que un dardo y se lanza hacia todas las direcciones; y aquello que ha sido dicho una vez, ya no puede retroceder, antes, lanzado hacia afuera, corre a gran velocidad, golpea los PAGE 51

oídos y, atravesando todo el aparato auditivo se torna enseguida resonancia. 248. Mas, la palabra es de dos clases: la verdadera y la falsa; y es ése el motivo, creo yo, por el que se la compara a una pareja de tór tolas o de palomas. Moisés dice que una de las aves debe servir como ofrenda por la falta, en tanto que la otra debe ser quemada en holocausto, en razón de que es condición de la palabra verdadera el ser entera y totalmente sagrada y perfecta, mientras que de la falsa lo es el delinquir y necesitar una reparación. 249. De la acción, a su vez, el símbolo es la flor de harina, como he dicho. Ocurre, en efecto, que ésta no adquiere total pureza sin habilidad y cuidado, y es seleccionada por las manos de los moledores experimentados en la práctica de este proce dimiento. Consecuentes con ello son las palabras: "El sacerdote tomará de ella un puñado completo y ofrecerá su memorial". Aquí "el puñado" significa la empresa y la acción. 250. Y muy cuidadosamente ha dicho a propósito de la bestia: "Si su mano no tuviere fuerzas suficientes para una oveja": en tanto que en el caso de las aves la expresión es: "Pero si su mano no hallare". ¿Por qué? Porque grande vigor y superlativo poder se precisan para anular los desvíos de la inteligencia, en tanto que basta una moderada fortaleza para poner coto a las faltas de la palabra. 251. Todos los males de los que delinquen con la voz tienen, en efecto, un remedio, al que ya me he referido: el guardar silencio, cosa que a todos les es fácil, si bien muchos, por su propensión a hablar desmedidamente, no hallan manera de poner coto a las palabras. 252. XLIV. Criado y ejercitado en estas y parecidas maneras de analizar y distinguir las cosas, ¿cómo no ha de resultar razonable que el hombre virtuoso 84 suplique que Ismael viva, si no le es posible todavía engendrar a Isaac? 84 Abraham, en el relato bíblico. 253. ¿Qué hace, entonces, el bondadoso Dios? Pues, da dos cosas a quien ha pedido una sola y concede una gracia superior a quien ha suplicado una inferior. Leemos, en efecto, que "dijo Dios a Abraham: 'Sí, he aquí que Sara, tu mujer, te dará a luz un hijo'." (Gen. XVII, 19.) El simbolismo del "sí" de la respuesta es, sin duda alguna, acertado. ¿Qué, en efecto, es más propio de Dios que asentir en cuanto a los bienes y acordarlos sin dilación? 254. Con todo, aquellos a los que Dios da Su asentimiento en ningún caso lo alcanzan de parte del hombre insensato. Por ejemplo, los oráculos presentan a Lía como detestada. Su nombre obedece, precisamente, a eso, ya que significa "rechazada y fatigada". Y efectivamente, todos nosotros rechazamos a la virtud y la consideramos fatigosa, pues sus prescripciones no nos resultan gratas a menudo. 255. En cambio, tan grande es la aceptación que ha merecido de parte del universal Soberano, que, abierta su matriz por Él, recibió la simiente de la Divina fecundidad para que diera a luz las nobles prácticas y acciones. Aprende, pues, oh alma, que también "Sara", fe virtud, "te dará a luz un hijo"; no sólo Agar, la educación intermedia. El hijo de Agar es vástago de la instrucción; el de Sara es el saber adquirido sin ajena enseñanza en absoluto. 256. Y no te asom bre el hecho de que Dios, que lleva en Sí todas las cosas bue nas, haya PAGE 51

creado también esta especie, rara sobre la tierra, pero numerosa en el cielo. Esto podrás constatarlo en otros elemen tos de los que componen al hombre. ¿Acaso los ojos han sido instruidos para ver? Y las narices, ¿aprenden para oler? ¿Por ventura las manos palpan y los pies avanzan ateniéndose a órdenes y prescripciones de instructores? 257. Y los impulsos y las representaciones mentales, que son los primeros movimien tos y disposiciones del alma, ¿son resultado de una enseñanza? ¿Acaso fue concurriendo a casa de un maestro, como nuestra inteligencia aprendió a discernir y a aprehender? Todos ellos, prescindiendo de toda enseñanza, hacen uso de su propia naturaleza, forjada por sí misma, para sus respectivas actividades. 258. ¿Por qué, entonces, te admiras todavía por el hecho de que Dios derrame una lluvia de virtud cuya adquisición no requiere trabajo ni esfuerzo ni vigilancia alguna; siendo, por el contrario, completa y perfecta desde el principio? ¿Y qué tes timonio más digno de confianza podrías hallar, si lo buscares, que el de Moisés? Y Moisés dice que los alimentos de los otros hombres proceden de la tierra y sólo los de la raza vidente vienen del cielo. 259. Los procedentes de la tierra se dan mediante la cooperación de los labradores; los que vienen del cielo son lanzados cual copos de nieve por Dios, el único ser que obra por sí mismo, sin que sea menester que otros coope ren. Y así, leemos estas palabras: "He aquí que os hago llover alimentos desde el cielo" (Ex. XVI, 4.) ¿Y a qué otro alimento llovido del cielo puede en rigor referirse como no fuere a la celestial sabiduría? 260. Esta es enviada desde lo alto a las almas ávidas de virtud por Aquel que derrama con pródiga abundancia la prudencia e impregna el universo todo con Su riego, especialmente en el sagrado séptimo tiempo al que llama sábado.85 Por lo tanto, lo que Él dice es que habrá una abun dancia de aquellos bienes que se brindan espontáneamente, bienes que los recursos todos del humano arte no pueden hacer surgir, pero que germinan y producen los frutos que les son propios en la naturaleza que se engendra a sí misma y alcanza por sí misma su propia plenitud. 85 Referencia al año sabático, sobre el que trata Lev. XXV, 4 y 5. Ver Sobre la huida y el hallazgo 170 y ss. 261. XLV. La virtud, pues, te dará a luz un noble hijo varón, ajeno a todo femenino sentimiento, y tú le darás un nombre conforme con el sentimiento que despierte él en ti, que, con toda seguridad, será alegría. Por lo tanto, le pondrás un nombre que sea símbolo de esa alegría; es decir, "risa". 262. Así como el dolor y el temor tienen sus propias exclamaciones, provocadas por la violencia y fuerza de la emoción, del mismo modo los buenos designios y las alegrías nos fuerzan a usar naturales ex clamaciones, tan acertadas y apropiadas, que nadie hallaría mejores expresiones por muy versado que estuviere en materia de exclamaciones. 263. Por eso Dios dice: "Le he bendecido; lo engrandeceré y multiplicaré; engendrará doce naciones" (va le decir, el círculo y coro todo de las diversas especialidades de los estudios preliminares) "pero Mi pacto lo estableceré con Isaac" (Gen. XVII, 20 y 21), 'a fin de que el género humano alcance uno y otro tipo de virtud, la que se adquiere por enseñanza de otro y la que se aprende sin ajeno adoctrinamiento, pudiendo aspirar a la primera el hombre de débil condición, y a la que se brinda sin dificultad el hombre vigoroso'." PAGE 51

264. XI. VI. Y sigue diciendo: "Y para esa oportuna ocasión dará a luz para ti" (Gen. XVII, 21), vale decir, la sabiduría dará a luz a la alegría. ¿Qué ocasión oportuna es la que nos muestras, oh suprema Maravilla? ¿No es, acaso, aquella ocasión única, que criatura ninguna puede mostrar? En efecto, nadie sino Él mismo puede ser la verdadera ocasión oportuna, el orien te de todas las cosas, la fortuna y la oportunidad propicia en la tierra, en el cielo, en las naturalezas intermedias, a la vez que en todos los animales y las plantas. 265. Por eso Moisés se atrevió a decir a los que habían huido y se negaban a marchar a la guerra en defensa de la virtud contra sus antagonistas: "La ocasión 86 les ha abandonado; pero el Señor está entre nosotros" (Núm. XIV, 9). Prácticamente reconoce sin ambages que Dios es la ocasión que se aparta a gran distancia de todo impío y ronda en torno de las almas virtuosas. 86 En Sobre la posteridad de Caín 122 la "ocasión" es interpretada de manera distinta. 266. Dice, en efecto, el Señor: "Yo rondaré en torno de vosotros y será vuestro Dios" (Lev. XXVI, 12). En cambio, aquellos que dicen que las estaciones 87 son las distintas etapas, del año no emplean con corrección los nombres, y ello se debe a que no han estu diado con el debido cuidado las naturalezas de las cosas y son muy propensos a proceder sin norma precisa. 87 Otra de las acepciones del término kairós = ocasión favorable u oportuna. 267. XLVII. Para acrecentar la hermosura del engendrado le dice que su nacimiento tendrá lugar "durante el otro año" (Gen. XVII, 21); entendiendo por "otro año" no un intervalo de tiempo determinado por las revoluciones de la luna y el sol, sino algo verdaderamente fuera de lo normal, extraño y novedoso, ajeno a las cosas visibles y sensibles, algo del orden de lo incorpóreo y aprehensible por la inteligencia, algo a lo que ha corres pondido ser el modelo y arquetipo del tiempo, vale decir, la eternidad.88 El término "aión" (eternidad) refiérese a la vida del mundo del pensamiento, como el término "tiempo" se aplica a la de los sentidos. 88 Tomado de Platón, Timeo 37 d. Ver Sobre la herencia de las cosas Divinas 165, y Sobre la inmutabilidad de Dios 32. 268. En ese mismo año, también, "halló la cebada centuplicada" (Gen. XXVI, 12) aquel que siembra 89 las gracias de Dios sobre la creación para acrecentar los bienes y aumentar al máximo posible el número de aquellos que merecerán alcanzarlos. 89 Isaac, en el relato bíblico. 269. Ahora bien, lo normal es que el que siembra coseche. Sin embargo, el que ha sembrado y puesto de manifiesto en si a esa enemiga de la envidia y del vicio, que es la virtud, no cosecha, sino halla, según se desprende del texto. Es que Otro era el que había hecho madurar la espiga de Sus beneficios y la había llenado de ellos; Otro el que había preparado y dispuesto mejores esperanzas y más nume rosos dones y los había colocado al alcance de los que los buscan. 270. XLVIII. Las palabras "Completó Su hablar con él"90 (Gen. XVII, 22) equivalen a "Perfeccionó al oyente mis mo", que anteriormente estaba vacío de sabiduría, llenándolo de pensamientos imperecederos". Y, cuando el alumno hubo llegado a ser perfecto, "el Señor se apartó de Abraham" (Gen. XVII, 22), dice Moisés no para poner de manifiesto que Abra ham se había separado de El; que el hombre sabio es acompa ñante de Dios; sino para mostrar la PAGE 51

independencia del alumno, es decir, cómo este, cuando ya el Maestro no lo controla y nada le fuerza, pone en juego sus propios poderes y, por voluntario esfuerzo y propia iniciativa, él mismo da muestras de cuanto ha aprendido. El maestro, en efecto, procura al que aprende oportunidad para una práctica independiente, sin tutela; para lo cual imprime en él firmísimamente la imagen de un imborrable recuerdo. 90 Más castizo: "Terminó de hablarle". En la traducción he buscado destacar el sentido de "llevar a la plenitud o perfección", en el que Filón funda su equivalencia.

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SOBRE LOS SUEÑOS ENVIADOS POR DIOS (DE SOMNIIS) SOBRE LOS SUEÑOS I 1. I. El precedente tratado l abarcó las clases de sueños en viados por Dios correspondientes a la primera especie. En ellos, decíamos, la Divinidad envía por Su propia determinación las visiones presentes en los sueños. En este tratado señalaremos, en cambio, hasta donde cabe, las clases correspondientes a la segunda especie. 1 Tratado que no se ha conservado. 2. Esta última es la de aquellos sueños en los que nuestra inteligencia, moviéndose al par de la Inteligencia del universo fuera de sí misma, parece estar poseída e inspirada por Dios, al punto de ser capaz de captar por anticipado y prever en cierta medida los sucesos futuros. El primer sueño correspondiente a la especie señalada es la siguiente visión que tiene lugar sobre la escala del cielo. 3. "Y sobrevínole un sue ño; y he aquí que había una escala firmemente asentada sobre la tierra, cuya parte superior llegaba al cielo, y por la cual los ángeles de Dios subían y bajaban. Firmemente situado sobre ella estaba el Señor, quien dijo 'Yo soy el Dios de Abraham, tu padre, y el Dios de Isaac: no temas. La tierra sobre la que tú duermes te la daré y la daré a tu descendencia; y tu descen dencia será como la arena de la tierra y se extenderá hacia el oeste y el sur y el norte y el este; y en ti serán bendecidas las tribus todas de la tierra, y también en tu descendencia. Y he aquí que Yo estoy a tu lado protegiéndote en todo camino por donde marchares. Y te traeré de regreso a esta tierra, pues de ninguna manera te abandonaré hasta haber cumplido cuanto te he dicho'" (Gen. XXVIII, 12 a 15). 4. La visión va precedida de una aclaración preparatoria, ne cesaria para su comprensión; y hemos de considerarla detalla damente para estar en condiciones de entender, con facilidad quizá, el significado de la visión. ¿Cuál es, pues, esa aclaración preparatoria? La siguiente: "Y partió Jacob de la fuente del juramento y se dirigió hacia Harrán, y encontró un lugar; pues el sol se ponía; y tomó una de las piedras del lugar y la colocó bajo su cabeza, y se acostó en aquel lugar" (Gen. XXVIII, 10 y 11). Y entonces de inmediato tuvo lugar el sueño. 5. Pues bien, para comenzar corresponde que nos planteemos estas tres cuestiones: primera, qué es "la fuente del juramento" y por qué fue llamada así; segunda, qué es "Jarán" y por qué saliendo de dicha fuente se dirige directamente a Jarán; y la tercera, cuál es "el lugar" y por qué cuando se presenta en él pénese el sol y Jacob se tiende a dormir. 6. II. Averigüemos, pues, sin más preámbulos lo primero. Pues bien, a mi juicio la fuente es símbolo del conocimiento. La naturaleza de este, en efecto, no es superficial sino del todo profunda. El saber no se presenta al descubierto, sino tiende a ocultarse en lo secreto. No con facilidad sino con muchos esfuerzos y dificultades es descubierto. Y esto se advierte no sólo en el caso de las ramas del saber que contienen grandes e innumerables problemas sino también en las más simples investigaciones. 7. Toma como ejemplo aquella que quieras entre las artes; no la mejor, te ruego, sino la más PAGE 51

modesta de todas ellas, una que seguramente ningún hombre libre criado en una ciudad practicaría de grado, y en el campo apenas la ejercería, y contra su voluntad, un sirviente sometido a un amo insoportable y maligno que le fuerza a ejecutar muchas cosas a disgusto. 8. Hallarás, en efecto, que no se trata de un co metido sencillo sino complicado, de aquellos para los que has de emplear las dos manos; difícil de descubrir y difícil de dominar, en riña con la indecisión, el descuido y la indiferencia; pleno de diligencia y responsabilidad, de sudores y preocupa ciones. Por ello los escavadores afirman no hallar agua en esta fuente,2 como que aquello hacia lo que tienden las distintas ramas del saber no sólo es difícil de hallar sino indescubrible por completo. 2 Gen. XXVI, 32. 9. Tal es la causa por la que un hombre es mejor gramático o geómetra que otro; dado que es imposible fijar límites a los alcances y progresos en tales asuntos. En efecto, lo que todavía resta por aprender aguarda su tumo y está a la espera siempre en mayor proporción aún que los avances realizados ya en el aprendizaje; y así, aquel de quien se piensa que ha alcanzado los límites de la sabiduría, a juicio de otro sólo se halla a mitad de camino; y el veredicto de la verdad es que sólo acaba de comenzar. 10. Es que, como ha dicho alguien,3 "la vida es corta, y el arte es largo"; y nadie capta mejor su grandeza que aquel que se interna con sinceridad en sus profundidades y excava en él como en una fuente. Es fama que, al morir, un hombre canoso ya y de avanzada edad lloró, no por un miedo cobarde hacia la muerte, sino por un ardiente deseo de instrucción, como si en esos instantes llegara a ella por primera vez, no obstante ser esa su despedida final de ella. 3 Hipócrates. "Arte" o saber práctico (thékne), en este caso la medicina, por oposición a la ciencia pura. 11. La verdad es que el alma alcanza su plenitud inte lectual cuando la del cuerpo se marchita bajo el peso de los años; y es penoso, por lo tanto, que den con uno en tierra, como con una zancadilla, antes de que uno haya alcanzado la flor de la juventud y el pleno vigor para la aprehensión más detenida de las cosas. Esto lo han experimentado por igual todos los que gustan aprender, en los que nuevos estudios sur gen y derraman su luz sobre los viejos conocimientos. Muchos de estos conocimientos son engendrados por el alma, cuando ésta no es estéril e infecunda; otros muchos, por la naturaleza, cuando ésta, sin previa señal y espontáneamente, los muestra a aquellos cuya inteligencia está dotada de aguda visión. Así pues, la fuente del conocimiento, la fuente sin límite ni fin, nos ha sido descripta de la manera señalada. 12. Pero, hemos ahora de decir por qué ha sido llamada "juramento". Mediante el juramento se ponen en claro los asuntos dudosos, las cosas inseguras témanse seguras, y la desconfianza truécase en segu ridad. De todo lo cual concluimos que de cosa alguna podría mos tener más seguridad que de lo ilimitado e inacabable de la sabiduría.4 4 Es decir, de que es imposible alcanzar el saber completo y absoluta mente seguro. Ver Sobre la obra de Noé como plantador 82. 13. Bueno es, pues, dar el asentimiento a quien discurre sobre estas verdades, aun cuando éste no hubiere pres tado juramento; pero quien no esté dispuesto a dar fácilmente ese asentimiento, hágalo cuando el que habla haya jurado. Y na die se niegue a prestar tal juramento, pues, no lo dude, su nombre aparecerá registrado en la estela de los juramentos PAGE 51

verdaderos. 14. III. Sobre este punto basta con lo dicho. A continuación examinaremos por qué de las cuatro fuentes excavadas por Abraham, Isaac y los suyos,5 el nombre de "juramento" ha sido aplicado a la cuarta y última. 5 Gen. XXI, 25, y Gen. XXVI, 19 a 23. 15. Quizá sea porque Moisés quiere mostrarnos mediante ale gorías que de los cuatro elementos del universo; elementos de los que se compone este mundo y que en igual número se dan en nosotros mismos, como que hemos sido modelados y dotados de forma humana con ellos; tres son de tal naturaleza que pue den ser aprehendidos de una u otra manera, en tanto que el otro, a juicio de todos, está más allá de nuestras posibilidades de aprehensión. 16. Cuatro, pues, son en total los elementos de que está compuesto el mundo, a saber: tierra, agua, aire y fuego. A tres de ellos les ha sido concedida la propiedad de no ser imposibles de descubrir, aunque sí difíciles. 17. Así, nos damos cuenta de que la tierra es un cuerpo pesado, indiso luble, sólido, dividido en regiones montañosas y llanas, separado por ríos y por el mar, de lo que resultan las islas y los conti nentes; de que, además, una parte de ella es de suelo pobre y otra de suelo feraz; una, dura, áspera, pedregosa y completamente estéril; y otra, blanda, suave y fértilísima; y de otros mil aspectos además de estos. 18. En cuanto al agua, percibimos que tiene muchas características de las citadas en común con la tierra, en tanto que otras son privativas de ella. Una parte es dulce, en efecto, otra salada, y otra reconocible por otras pro piedades. Además una parte es potable y otra no potable; no siendo estas dos últimas propiedades iguales para todos: el agua potable para unos no lo es para otros; y la que unos no pueden beber otros la beben sin dificultad alguna. Asimismo, hay agua caliente en estado natural y la hay fría. 19. Innumerables fuentes hay, en efecto, en muchos lugares, de las que brota agua hirviente, y esto no sólo en la tierra sino también en el mar. No faltan, ciertamente, ejemplos de apariciones de venas en medio de los mares, de las que surge agua hirviente, sin que el inmenso torrente de los mares circundantes haya podido, precipitándose sobre ella desde tiempo inmemorial, extinguir su temperatura o amenguarla en alguna medida. 20. Asimismo,. percibimos que el aire posee una naturaleza que cede a la pre sión de los objetos materiales envueltos por él; que es el instru mento de la vida, de la respiración, de la visión, de la audición y de los demás sentidos; que admite diversos grados de densidad y enrarecimiento, así como movimientos y quietud; que está sujeto a toda clase de variaciones y cambios; que es origen de los inviernos y veranos y de las estaciones otoñales y primaverales, de los que resultan las naturales divisiones del ciclo anual. 21. IV. Todas estas cosas están al alcance de nuestras percep ciones; el cielo, en cambio, se caracteriza por su naturaleza inaprehensible para nosotros y ningún indicio claro de sí mismo nos hace llegar. En efecto, ¿qué podemos decir de él? ¿Qué es un cristal fijo, como han pensado algunos? ¿O que es fuego absolutamente puro? ¿O que es una quinta sustancia, en mo vimiento circular al margen de los cuatro elementos? y además, ¿es una inmóvil y la más exterior esfera, cóncava hacia lo alto o se trata solamente de una superficie sin concavidad, PAGE 51

semejante a los planos geométricos? 22. O también; ¿Son las estrellas-masas de tierra llenas de fuego? Porque algunos han dicho que constituyen valles, planicies arboladas, masas de metal incan descente; aserto que les hace merecedores de una prisión y una piedra de molino, en los que se empleen tales cosas para castigo de los impíos.6 ¿O son, como ha dicho alguien, una densa y compacta armonía, condensaciones indisolubles de éter? ¿Son seres vivientes e inteligentes o carecen de inteligencia y vida? ¿Tienen parte en la determinación de sus movimientos o éstos obedecen sólo a leyes forzosas? 6 "Tales cosas", es decir, "las masas de metal incandescente", que Filón vincula con el hierro enrojecido al fuego, empleado para torturar a los presos o prisioneros. 23. ¿Y qué decir de la luna? ¿La claridad que la cubre es suya realmente, o procede de los rayos solares? ¿O se trata de una mezcla que no se origina en ninguno de estos dos astros exclusivamente, sino en ambos, como si dijéramos en un fuego propio y en un fuego ajeno? Todas estas cosas y las demás como estas, relativas al mejor y cuarto de los elementos cósmi cos, vale decir, al cielo, están fuera de nuestra visión y aprehensión, y se apoyan en conjeturas y comparaciones y no en un sólido razonamiento sobre la verdad. 24. Tan cierto es ello que hasta podría uno atreverse a jurar que jamás mortal alguno alcanzará a comprender ninguna de estas cosas claramente. Y ese es el motivo por el cual fue llamada "juramento" la cuarta y seca fuente, es decir, la interminable y absolutamente ineficaz indagación acerca del cuarto de los elementos cósmicos, que es el cielo. 25. V. Pero veamos de qué manera también el cuarto elemento de nuestro propio ser es especial y peculiarmente inaprehensible por naturaleza. Cuatro son, en efecto, los elementos de mayor importancia de nuestro ser: el cuerpo, la sensibilidad, la palabra y la inteligencia. De ellos hay tres que no son obscuros en todos sus aspectos y, en cambio, poseen ciertas indicaciones en sí que permiten su conocimiento. 26. ¿Que qué quiero decir con esto? Pues que sabemos que el cuerpo es triple en dimensiones y séxtuplo en movimientos, pues tiene tres dimensiones: longitud, profundidad y anchura; y el doble, es decir, seis movimientos: hacia arriba, hacia abajo, hacia la derecha, hacia la izquierda, hacia adelante y hacia atrás. Pero tampoco ignoramos que es un recipiente para el alma, y sabemos además perfectamente que llega a su plenitud, se consume, envejece y se disuelve. 27. Y otro tanto ocurre con respecto a la sensibilidad. No somos completamente embotados ni ciegos res pecto de ella, y estamos en condiciones de decir que tiene cinco partes, y que cada parte posee órganos propios preparados por la naturaleza, la vista los ojos, el oído las orejas, el olfato las narices, y los otros sentidos los órganos apropiados; que éstos son mensajeros de la inteligencia, a la que ponen al tanto de colores, formas, sonidos, particularidades de sabores y olores; en una palabra, de las sustancias materiales y todas sus cuali dades; y que además, como escoltas del alma, ponen al descu bierto cuanto ven u oyen; y, si alguna cosa perjudicial sobreviene desde afuera, adoptan las previsiones del caso y pénense en guardia para que no se infiltre furtivamente y se convierta en causa de un incurable mal para su señora. 28. Tampoco el sonido escapa del todo a nuestro discernimiento. Sabemos que uno es agudo y otro grave; uno entonado y armonioso y otro desentonado y en extremo desacorde; uno más PAGE 51

potente y otro más débil. Que además difieren en otros incontables aspectos: en géneros, modulaciones, intervalos, sistemas conjuntos y dis juntos, armonías de cuarta, de quinta, de octava. 29. Y también en el caso especial del sonido articulado, que sólo al hombre le ha cabido entre todos los seres vivientes, hay cosas que nos son conocidas; por ejemplo, que procede de la inteligencia, que se articula en la boca, que la lengua golpea y confiere la articulación y carácter de palabra a la tensión de voz, y que no se trata únicamente de la producción de un sim ple descuidado sonido e informe ruido, pues su cometido es el de heraldo e intérprete de cuanto sugiere la inteligencia. 30. VI. ¿Y el cuarto de los elementos de nuestro ser, la sobe rana inteligencia, es también aprehensible? De ninguna manera. ¿Qué idea, en efecto, tenemos acerca de su naturaleza esencial? ¿Es aire o sangre o, en general, un cuerpo? Sin embargo, hemos de decir que no es un cuerpo sino incorpórea. ¿Es un límite o una forma o un número o una continuidad o una armonía? ¿Qué es de cuanto existe? 31. ¿Se introduce en nosotros desde afuera inmediatamente después de nuestro nacimiento? ¿O su cede que la naturaleza caliente que hay en nosotros es templada por el aire que la envuelve, y de este modo se fortifica al má ximo tal como ocurre con el hierro al rojo cuando el herrero lo sumerge en el agua fría? Porque, al parecer el nombre "alma" se debe a ese "enfriamiento" 7 ¿Y cuando morimos, se extingue y perece junto con los cuerpos, o les sobrevive algún tiempo más, o es completamente imperecedera? 7 Juego de palabras entre psykhé = alma, y psyxis = enfriamiento. 32. ¿Y en qué lugar del cuerpo está oculta la inteligencia? ¿Tiene, acaso, asignada una residencia? Hay quienes le han atribuido la ciudadela de nuestro ser que es la cabeza, teniendo presente que también los sentidos están situados en ella y que es lógico que estén apos tados cerca de la inteligencia, como los miembros de la escolta de un gran monarca. Otros defienden tenazmente el parecer de que es en el corazón donde ella es conducida. 33. Así, en cada caso el cuarto elemento es inaprehensible. En el mundo lo es el cielo por oposición a la naturaleza del aire, a la de la tierra y a la del agua; en el ser humano lo es la inteligencia en contraste con el cuerpo, la sensibilidad y el intérprete de los pensamientos, vale decir, la palabra. Y quizá sea por esta misma causa por lo que en las sagradas escrituras el cuarto año es presentado como "santo y para alabanzas"8 (Lev. XIX, 24). 8 Más propiamente: laudable, digno de alabanza; pero Filón, según se desprende de lo que expresa más abajo, toma el término ainetós con la acepción adoptada en la traducción, es decir, de autor de alabanzas, no de receptor de ellas. 34. Es que entre las cosas creadas es, por una parte, santo en el mundo el cielo, en el cual las naturalezas imperecederas e inmortales recorren sus órbitas; y en el hombre la inteligencia, que es un fragmento de la Divinidad; como muy especialmente lo señala Moisés cuando dice: "Sopló en su cara el aliento de la vida y el hombre convirtióse en un alma viviente" (Gen. II, 7). 35. Y no sin acierto, creo yo, ambos han sido calificados como elementos "para alabanza". Ellos son, en efecto, el cielo y la inteligencia, los capacitados para expresar so lemnemente las alabanzas, panegíricos y votos de felicidad en honor del Padre que les ha dado el ser. El PAGE 51

hombre, efectiva mente, ha recibido el privilegiado galardón que lo distingue de los demás seres vivientes, consistente en servir al Que Es; en tanto que el cielo canta una perpetua melodía, produciendo en los movimientos de los cuerpos celestes la más musical de las armonías. 36. Y si se diera el caso de que su sonido llegara hasta nuestros oídos, nacerían deseos irrefrenables, frenéticos anhelos e impulsos apasionados, interminables y rayanos en la locura, al punto de dejar de lado incluso las cosas necesarias y no nutrirnos ya con alimentos y bebidas a través de la garganta como lo hacen los mortales; sino con Divinos cánticos de per fecta melodía a través de los oídos, cual seres que aguardan la inmortalidad. Así, es fama que Moisés, oyendo tales cánticos, perdió todo contacto con lo corporal y pasó cuarenta días con sus noches sin probar en absoluto ni pan ni agua.9 9 Ex. XXIV, 18. 37. VII. Al parecer, pues, el cielo, el arquetipo de todo instrumento musical, ha sido dotado de una suprema armonía, no con otro propósito que el de que los himnos elevados en honor del Pa dre del universo tuvieran un musical acompañamiento. Además, oímos que Lía, la virtud, ya no es capaz de dar a luz a partir del nacimiento de su cuarto hijo, y que cesa o es hecha cesar en sus alumbramientos. Es que hallaba, se me ocurre, que todo nacimiento procedente de ella misma era improductivo y estéril, una vez que hubo hecho florecer ese fruto perfecto que es Judá, es decir, la confesión de gratitud. 38. Ninguna diferen cia media entre la expresión: "Cesó ya de engendrar" (Gen. XXVI, 35) y el decir que los hijos de Isaac no hallan agua en la cuarta fuente,10 como que una y otra son expresiones sim bólicas que dan a entender que todas las cosas están sedientas de Dios, por quien son regados los nacimientos y, para los ya nacidos, los alimentos. 10 Gen. XXVI, 32. 39. No faltarán, pues, ciudadanos de los pequeños estados 11 que supongan que semejante exposición del legislador versa sobre la excavación de fuentes; pero aquellos que se hallan em padronados en una patria más grande, en este mundo, siendo, como son, de más acabados discernimientos, conocerán clara mente que las cuatro cosas sobre las que cabe que indaguen los hombres de clara visión y amantes de la contemplación, no son fuentes sino las partes del mundo, a saber: la tierra, el agua, el aire y el cielo. 11 Es decir, ciudadanos de los estados o naciones fundados por los hombres, por oposición al gran estado que es el mundo entero, del cual el hombre sabio es cosmopolita o ciudadano universal. 40. Recorriendo cada una de estas partes con pensamientos cada vez más elevados descubren en tres de ellas cosas al alcance de sus aprehensiones, y por eso a las que han sido descubiertas les asignan tres nombres: "injusticia", "enemistad" y "vastedad" 12 (Gen. XXVI, 20 y ss.). En la cuarta, en cambio, es decir, en el cielo, según hemos demostrado poco antes, no hallan absolu tamente nada. En efecto, la cuarta fuente resulta seca y sin agua, y por la causa ya mencionada se llama "juramento". 12 En el relato bíblico, según la versión de los LXX, las tres fuentes descubiertas por los pastores reciben los nombres de adikía = injusticia, ekhthría = enemistad, y eurykhoría = vastedad o amplitud. No es claro el simbolismo que Filón supone contienen estos tres nombres. Tal vez en los dos primeros halle una alegoría de la tierra y el mar, donde transcurren las existencias humanas con sus injusticias y hostilidades recíprocas; y vea PAGE 51

simbolizada la inmensidad o vastedad del aire en el tercero. 41. VIII. Examinaremos ahora lo que sigue en nuestro texto averiguando qué es Harrán y por qué el que parte de la fuente llega a ella.13 Pues bien, Harrán es, a mi parecer, lo que podríamos llamar una metrópoli de los sentidos. Su nombre significa una veces "cavada" otras "agujeros", términos ambos que designan una misma cosa. 13 Gen. XXVIII, 10. 42. Nuestro cuerpo, en efecto, está cavado en cierta manera para hacer lugar a los órganos de los sentidos y cada uno de los órganos se ha convertido en algo así como un agujero en el que la naturaleza ha dispuesto que esté alojado cada sentido. En consecuencia, cada vez que alguien sale, como quien parte de un puerto, fuera de la tuente llamada "juramento", llega forzosamente a Harrán de manera directa. Aquel, en efecto, que ha iniciado su marcha desde el ilimitado e infinito lugar del conocimiento necesariamente es recibido por los sentidos, sin necesidad de guías. 43. Porque nuestra alma muévese a menudo por sí misma, después de desnudarse de la masa corpórea y escapar de la turba de los sentidos; pero a menudo también lo hace envuelto en ellos. El movimiento del alma desnuda corresponde a lo que es aprehensible sólo por la inteligencia; el que realiza junto con el cuerpo toca a las cosas sensibles. 44. Por lo tanto, si un hombre es absolutamente incapaz de unirse con la inteligencia sola, halla en la sensibilidad un segundo refugio; y cualquiera que cae de las cosas intelectuales, al punto se precipita hacia las sensibles. Siempre, en efecto, a los que no han sido capaces de navegar prósperamente hacia la soberana inteligencia les queda la posibilidad de una navegación secundaria hacia la sensibilidad. 45. Pero, bueno es, aun cuando se hubiere llegado a esta situación, no envejecer y pasarse toda la vida en ella, sino hacerse a la idea de que se halla uno transitoriamente en tierra extraña a modo de forasteros y buscar siempre partir y retornar a la tierra de sus antepasados. Así, Labán, el hombre que no conoce ni la especie ni el género ni la forma ejemplar ni la concepción ni, en suma, otro alguno de los objetos de exclusiva aprehensión intelectual, y depende de las cosas mani fiestas a los sentidos, que llegan a los ojos, los oídos y sus co rrespondientes poderes; ha sido considerado merecedor de tener por patria a Harrán, la que Jacob, el amante de la virtud, habita por poco tiempo y como tierra extranjera, con el pensamiento puesto siempre en el retorno hacia su hogar. 46. Su madre Rebeca, la perseverancia, dícele, en efecto: "Levántate y huye hacia Harrán hacia mi hermano Labán, y ha bita junto a él por unos días" (Gen. XXVIII, 43 y 44). ¿Te das cuenta, entonces, cómo el ejercitante no soporta residir en la región de los sentidos, y sólo lo hace por unos pocos días, es decir, por corto tiempo, forzado por las necesidades del cuerpo, al que está ligado, y es, en cambio, en la ciudad intelectual donde le está reservada una larga vida y permanencia? 47. IX. Tal es el motivo, creo yo, por el que tampoco el abuelo de su instrucción,14 llamado Abraham, soporta el residir por largo tiempo en Harrán. Leemos, en efecto, que "Abraham tenía setenta y cinco años cuando partió de Harrán" (Gen. XII, 4), no obstante que su padre, cuyo nombre "Tera" significa "indagación del olor", vivió allí hasta su muerte. 14 Curioso título éste que aplica Filón a Abraham. Sin embargo aparece confirmado en Sobre PAGE 51

la inmutabilidad de Dios 92, en Sobre los sacrificios de Abel y Cam 43, y más abajo en el parágrafo 70. 48. Expresamente, en efecto, se manifiesta en las sagradas escrituras que "Tera murió en Harrán" (Gen. XI, 32). Es que era solamente un indagador de la virtud, no ciudadano de ella, y hacía uso sólo de los olores, no llegando a nutrirse con alimentos por no ser aún capaz de llenarse de sensatez. No era capaz de gustar y debía conformarse con oler. 49. Y efectivamente, así como nadie ignora que los perros empleados para la caza, dotados, como están, por la naturaleza de una agudeza señalada en lo que al sentido del olfato hace, se orientan a grandísima distancia y hallan los cuerpos muertos de los animales salvajes; del mismo modo el amante de la instrucción va tras un grato efluvio ema nado de la justicia y las otras virtudes, movido por el anhelo de alcanzarlas. Y tan deliciosa es la fragancia que de ellas se desprende, que, al no poder, da vueltas infructuosamente de un lado para otro su cabeza sin hacer otra cosa que aspirar el sacratísimo aroma de los alimentos de la nobleza. No niega, en efecto, que está ávido de sabiduría y sensatez. 50. Dichosos, pues, son aquellos a los que les es posible dis frutar de los atractivos de la sabiduría y regalarse con la enseñanza de cuanto ella ha descubierto, y, después de haberse deleitado con ello, estar aún sedientos, llevando consigo un inextinguible e insaciable apetito de conocimientos. 51. A aquellos, en cambio, a los que no ha sido dado el disfrutar de la sagrada mesa, aunque sí llenar sus almas con el aroma de sus viandas, les corresponderá un galardón de segundo orden. Estos, en efecto, son vivificados con soplos de virtud, tal como ocurre con los postrados que, debilitados por no poder consumir alimento, inhalan las reparadoras esencias que los médicos tienen preparadas como saludables remedios del agotamiento. 52. X. El relato según el cual Tera, abandonando el país caldeo, emigró a Harrán llevando consigo a su hijo Abraham y a sus familiares, no hemos de entenderlo como un testimonio histórico de que determinadas personas convirtiéronse en emi grantes, abandonando la tierra de sus antepasados y habitando una extraña como nueva patria; sino como una exhortación a no echar en saco roto una lección sumamente provechosa y conveniente para la vida humana. 53. ¿Cuál es esta lección? Los caldeos se abocan al estudio de los astros, en tanto que los ciudadanos de Harrán se ocupan de lo relativo a los sentidos. Y la sagrada palabra dícele al que indaga sobre las cosas de la naturaleza: "¿Para qué haces averiguaciones acerca del sol: si es de un pie de diámetro, si es más grande que toda la tierra, si la abarca muchas veces? ¿Para qué averiguas acerca de las iluminaciones de la luna: si la claridad que posee es prestada o si hace exclusivamente uso de una luz propia? ¿Para qué, acerca de la naturaleza de los demás astros, de sus revoluciones y de las influencias que ejercen entre sí y sobre las cosas terrestres? 54. ¿Por qué, si marchas sobre la tierra, andas brincando sobre las nubes? ¿Cómo es que dices ser capaz de tocar aquello que está situado en él éter, cuando estás enraizado en la tierra? ¿Cómo osas abrir juicio sobre lo que escapa a toda determinación? ¿Por qué te esfuerzas en lo que no debes, en las cosas de lo alto? ¿Por qué llevas hasta el cielo tus superficiales estudios? ¿Por qué te metes a astrónomo y divagas sobre las cosas celestes? Ocúpate, amigo, no de lo que está en lo alto y fuera de tu alcance, sino de lo que tienes a tu lado; o más bien, concentra PAGE 51

en ti mismo tu investigación y que sea irreprochable. 55. ¿Cómo harás, pues, tu indagación? Pues, marcha en espíritu a la excavada Jarán, es decir, a los agujeros y cavi dades del cuerpo, inspecciona los ojos, los oídos, las narices y los otros órganos de los sentidos, y practica la investigación filosófica más necesaria y provechosa para el hombre, averi guando qué es la vista, qué el oído, qué el gusto, qué el olfato, qué el tacto, y qué, en general, la sensación. Averigua luego qué es él ver y cómo ves, qué el oír y cómo oyes, qué el oler, el gustar y el palpar y cómo se. produce normalmente cada una de estas funciones. 56. Pero, antes de haber hecho una aca bada investigación en tu propia morada, ¿no es el colmo de la insensatez andar averiguando lo relativo al universo? Y todavía me falta prescribirte una exhortación aún mejor: que mires tu propia alma e inteligencia, de la que tienes tan elevada opinión. Digo que 'mires', porque en cuanto a comprenderla jamás serás capaz. 57. Elévate ahora hacia el cielo y jáctate de lo que ves allí, tú, que todavía no has sido capaz de conocer lo que enseña el poeta cuando dice: Todo cuanto de bueno y de malo ha ocurrido para tí en tus mansiones;15 pero luego, dirigien do tu investigación más abajo del cielo y apartándote de la búsqueda de lo de allí, conócete a ti mismo y aplícate con todo cuidado también a esto, a fin de que puedas alcanzar la felicidad que es dable al hombre." 15 Odisea, IV, 392. 58. A un espíritu en esas con diciones los hebreos lo llaman Tera y los helenos Sócrates. Dícese, en efecto, que Sócrates envejeció entregado a una pro funda reflexión acerca del "Conócete a ti mismo", sin que su filosofía se apartase jamás de los problemas relativos a su propio ser. Pero, al fin y al cabo, no era más que un hombre; en cam bio, Tera era el mismo conocimiento de sí, una vía para el co nocer puesta ante nosotros como un árbol exuberante en grado sumo, con miras a que los amantes de la virtud lo hallen fácil mente cuando recojan el fruto de sus disposiciones morales y se llenen de salvador y gratísimo alimento. 59. Tales se nos presentan aquellos que se abocan a la inda gación de la prudencia; pero más perfectas que éstos son las naturalezas de los que combaten y bregan por ella. Estos, en efecto, habiendo aprendido detalladamente cuanto concierne a los sentidos, entienden que les corresponde avanzar hacia una contemplación aún más alta y han dejado atrás las cavidades de la sensibilidad, que se conocen con el nombre de Harrán. 60. Entre éstos se cuenta Abraham, quien realizó progresos y avances en orden a la adquisición de un saber más elevado. En efecto, cuando se hubo conocido a sí mismo al máximo, entonces en igual grado se desprendió de sí mismo a fin de llegar a un exacto conocimiento del Que verdaderamente Es. Y es natural que así fuese: aquel que se ha comprendido suficientemente a sí mismo, se desprende suficientemente de sí al darse clara mente cuenta de la insignificancia de las creaturas en todos los aspectos; y quien se desprende de sí mismo conoce al Que Es. 61. XI. Queda, pues, aclarado qué es Harrán y por qué el que deja la fuente del Juramento marcha hacia allí. Consideremos ahora el tercer punto, que está en relación con lo precedente: ¿Cuál es el lugar en el que se detuvo? Porque se nos dice que "encontró un lugar" (Gen. XXVIII, 11). PAGE 51

62. Tres significados tiene el término "lugar": primero, un espacio lleno por un cuer po; segundo, el Divino lógos,16 al que el mismo Dios llenó com pletamente y en todas sus partes con incorpóreas potencias. Dice, en efecto, el legislador que "vieron el lugar donde estaba situado el Dios de Israel" (Ex. XXIV, 10 ),17 único lugar en el que les permitió hacer sacrificios vedándoles hacerlo en otro alguno. Prescribióseles, en efecto, subir hacia el lugar que el mismo Dios Soberano escogería, y practicar allí "los holocaustos y las ofrendas en acción de gracias" (Ex. XX, 24) y ofrecer los otros irreprochables sacrificios. 16 Ver Sobre la confusión de las lenguas 146. 17 Ver Sobre la confusión de las lenguas 96. 63. Pero hay un tercer signi ficado, y a él se alude cuando se dice que el mismo Dios es un lugar, por cuanto Él todo lo encierra sin ser contenido por cosa alguna absolutamente, y es el refugio a donde se acogen todas las cosas, y porque Él mismo es Su propio espacio pues Él Se contiene a Sí mismo y sólo por Sí mismo es contenido. 64. Yo, por cierto, no soy un lugar sino estoy en un lugar; y lo mismo ocurre con cada una de las cosas que existen, porque lo que es contenido es diferente de aquello que lo contiene; pero la Divinidad, al no ser contenida por cosa alguna, forzosamente es Ella misma Su propio lugar. Testimonio de lo que digo es el siguiente oráculo revelado a propósito de Abraham: "Marchó hacia el lugar que Dios le había dicho, y habiendo alzado la vista vio el lugar desde lejos" (Gen. XXII, 3 y 4).18 18 Ver Sobre la posteridad de Caín 17 y 18. 65. Ahora bien, ¿piensas que el que había ido hacia el lugar lo vio desde lejos? No, sin duda se trata de un mismo nombre aplicado a dos cosas diferentes, uno de los cuales es un Divino lógos y el otro es Dios, que estaba delante de ese lógos. 66. El que llega al primero de estos lugares bajo la guía de la sabiduría, halla en el Divino lógos el coronamiento y la culminación de su complacencia; y situado en él, no avanza hacia Aquel que es de esencia verdaderamente Divina sino Lo ve desde lejos. O más bien digamos que ni siquiera es capaz de verlo a Él desde lejos, y que sólo ve cuan lejos se halla Dios de la creación toda y cómo el aprehenderlo está situado a grandísima distancia de todo humano discernimiento. 67. Pero muy bien puede ser que en esta ocasión no haya Moisés empleado el término "lugar" para designar figuradamente a la Causa, sino haya querido sig nificar lo siguiente: "Marchó hacia el lugar y alzando la vista vio con sus ojos" 'el lugar mismo al que había marchado, lugar que está a gran distancia del ser innombrable, inexpresable e inaprehensible bajo ninguna representación que es Dios'. 68. XII. Habiendo aclarado estos supuestos previos, digamos que el ejercitante, cuando ha llegado a Jarán, vale decir, la sensibilidad, "halla un lugar". No se trata del lugar llenado por el cuerpo mortal, pues tal tipo de lugar lo poseen todos los nacidos en la tierra, por cuanto todos ellos llenan un espacio y ocupan necesariamente un determinado lugar. Tampoco se trata del tercero y más excelente, del que difícilmente le hubiera sido posible formarse una idea durante su permanencia en la fuente llamada "juramento", en la cual mora Isaac, vale decir, la naturaleza autodidacta, que jamás se aparta de la fe en Dios y de la invisible concepción de El. No, este lugar no es otro que el Divino lógos, lugar intermedio, que señala el camino hacia las PAGE 51

cosas supremas y enseña cuanto requiere cada ocasión. 69. En efecto, entendiendo Dios que no cabe que Él vaya hacia la sen sibilidad, envía a Sus lógos 19 para asistir a los amantes de la virtud. Estos lógos son los médicos que curan completamente las enfermedades del alma brindándoles las sagradas exhortaciones a modo de inviolables normas, llamándolos a la práctica de las mismas y dotándolos, cual maestros de gimnasia, de fuerza, poder y vigor superiores a toda oposición posible. 19 Es decir. Sus ángeles o mensajeros, los lógos particulares, de los que el Divino lógos es el arcángel o lógos supremo. Ver Sobre la huida y el hallazgo 5, y Sobre la confusión de las lenguas, nota 14. 70. Por fuerza, pues, Jacob, habiéndose allegado a la sensibi lidad, no puede ya encontrarse con Dios sino con un lógos de Dios; cosa que también le ocurre a Abraham, el abuelo de su sabiduría. 20 Leemos, en efecto, que "una vez que hubo acabado de hablar a Abraham el Señor se marchó, y Abraham se volvió hacia su lugar" (Gen. XVIII, 33). La expresión "volvió hacia su lugar" señala el encuentro con estos sagrados lógos, de los que Dios, el primero de todos los seres, se ha apartado, cesando de enviar las visiones procedentes de Sí mismo y extendiendo en adelante sólo las procedentes de las potencias inferiores a Él. 20 Titulo dado a Abraham también más arriba, en el parágrafo 47. 71. Sumamente acertado es el decir, no que fue Jacob hacia un lugar, sino que "halló un lugar"; porque el ir implica libre determinación, en tanto que el hallar es a menudo involuntario; de lo que resulta que el Divino lógos, manifestándose súbita mente y ofreciéndose como compañero de viaje al alma solitaria, le proporciona una imprevista dicha, superior a su esperanza. Así, en efecto, ocurrió también con Moisés, quien "condujo al pueblo al encuentro de Dios" (Ex. XIX, 17), sabiendo clara mente que Él va invisiblemente hacia las almas ávidas de encontrarlo. 72. XIII. La causa por la cual Jacob halló el lugar es registrada luego con estas palabras: "pues el sol se ponía", no este sol al alcance de nuestros ojos, sino la claridad brillantísima y resplandeciente del invisible y supremo ser que es Dios. Cuando esta claridad ilumina el entendimiento, se eclipsan las luces secundarias, propias de los lógos, y en una medida mucho mayor aún se cubren de sombras todos los lugares sensibles. Cuando aquella se marcha a otra parte, al punto todos estos resurgen y se elevan. 73. Pero no te asombres de que, conforme con las normas de la alegoría, se haya comparado al sol con el Padre y Soberano de todas las cosas; porque, si bien ninguna cosa es en realidad semejante a Dios, hay, con todo, dos únicas cosas que, en la humana opinión, son tenidas por tales, una de ellas invisible, otra visible; la invisible, el alma; la visible, el sol. 74. La semejanza del alma la puso de manifiesto el legislador en otro lugar diciendo: "Hizo Dios al hombre, lo hizo según la imagen de Dios" (Gén. I, 27 );21 y nuevamente en la ley esta blecida contra los asesinos: "Si alguien derramare la sangre de un hombre, la suya será derramada a cambio de la de aquel, porque en la imagen de Dios hice Yo al hombre." (Gen. IX, 6). La semejanza del sol ha sido, a su vez, indicada mediante figuras. 21 Aquí Filón parece apartarse de su habitual interpretación del pasaje, según la cual el hombre fue plasmado como una copia no de Dios sino del Divino lógos, que es la "imagen de Dios". Ver, por ejemplo. Interpretación alegórica III, 96.

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75. Fácil es, también, averiguar esto de otra manera mediante un razonamiento. En efecto, en primer lugar, Dios es claridad, por lo cual en los salmos se canta: "El Señor es mi claridad y mi salvador" (Salmos XXVII, 1). Y no sólo es cla ridad sino también arquetipo de toda otra luz; más aún, es el más excelso y elevado de los arquetipos, siendo su condición la de modelo de un modelo. En efecto, el modelo dotado de la plenitud suma fue Su lógos, vale decir, la luz, pues, como dice Moisés, "Dios dijo: 'Hágase la luz' " (Gen. I, 3).22 El, en cambio, a ninguno de los seres creados se parece. 22 Tal vez el sentido de esto sea que, si para crear la luz, dijo Dios: "Hágase la luz", la luz procede de la palabra de Dios, del lógos en una de sus acepciones, y por lo tanto la luz es palabra o lógos. Mangey propone eliminar el término "luz", con lo que la traducción quedaría así: "el modelo fue una palabra (lógos) Suya... pues... Dios dijo (es decir, empleó Su palabra)... 76. En segundo lugar, así como el sol separa el día y la noche, del mismo modo, según Moisés, Dios ha puesto una valla entre la luz y la oscu ridad. En efecto, "Dios separó por medio la luz y por medio la oscuridad" (Gen. I, 4). Y sobre todo, así como el sol, al elevarse, hace visibles los objetos que estaban ocultos, así también Dios, al producir todas las cosas, no sólo las condujo hacia la luz, sino también dio el ser a cosas que antes no existían, siendo no solamente el artesano sino el mismo creador de ellas. 77. XIV. En muchos pasajes de la sagrada escritura es men cionado el término "sol" con sentidos figurados. Una vez se lo menciona como símbolo de la inteligencia humana, a la que han edificado y erigido como una ciudad los que no han podido menos que servir a la creación antes que al Increado; a propó sito de los cuales se han dicho que "edificaron fuertes ciudades para el faraón, Pitom", es decir, la palabra, a la que se ha reservado el persuadir;23 "Ramesés", vale decir, la sensibilidad, por la cual es devorada el alma como por gusanillo ("Ramesés", en efecto, significa "conmoción de gusanillo"); "y On", o sea, la inteligencia, a la que Moisés llamó "ciudad del sol" (Ex. I, 11), en razón de que, cual si fuese un sol, tiene a su cargo la conducción de la totalidad de nuestro ser y proyecta hacia cada una de sus partes, cual rayos, sus potencias. 23 En griego Pitom es Peitho, término que significa persuasión, vincu lado al verbo péithein = persuadir. 78. Y todo aquel que ha aceptado la ciudadanía del cuerpo, es decir, todo aquel que es simbolizado con el nombre de José, registra como suegro suyo al sacerdote y servidor de la inteligencia.24 Leemos, en efecto, que el faraón "le dio a Asenet, hija de Petefré, sacerdote de Heliópolis"25 (Gen. XLI, 45). 24 Porque, según afirma Filón en el parágrafo 88, los sentidos (femenino en griego) son hijas de la inteligencia. 25 O "ciudad del sol". Heliópolis era el nombre griego de la ciudad egipcia de On, cuyo clero elaboró la síntesis solar centrada en el Dios Re. 79. En segundo lugar. Moisés llama simbólicamente sol a la sensibilidad, en razón de que ella muestra todas las cosas sensibles a la inteligencia. A la sensibilidad se refiere cuando habla de la siguiente manera: "El sol se elevó sobre él cuando se alejó de la forma26 de Dios" (Gen. XXXII, 31). Es que realmente, cuando ya no podemos permanecer en compañía de las sacratí simas formas, que son como incorpóreas imágenes, y nos volve mos marchando hacia otra parte, usamos de otra luz, la de la sensibilidad, luz que, comparada con la sana razón, en nada difiere, francamente, de la oscuridad. PAGE 51

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O presencia o imagen.

80. Esta luz, al surgir, despierta la vista y el oído, así como el gusto, el olfato y el tacto, como de un sueño, mas sume en un sueño a la sensatez y la justicia, la ciencia y la sabiduría, que estaban despiertas. 81. XV. Tal es el motivo por el que la sagrada palabra dice que nadie puede ser puro hasta la tarde, en razón de que aún prevalecen los movimientos de la sensibilidad sobre la inteligencia. También para los sacerdotes establece ella una inexo rable ley, que a la vez es una predicción, 27 cuando dice: "No comerá de las sagradas cosas hasta que se haya lavado el cuerpo con agua y hasta que se hubiere puesto el sol y él se hubiere tomado puro" (Lev. XXII, 6 y 7). 27 O simple aserto acerca de algo que cabe esperar que suceda de determinada manera. Cuando el texto bíblico no emplea el imperativo sino el futuro de indicativo. Filón entiende que más que de una prescrip ción se trata de una predicción o afirmación sobre algo que no pueda dejar de suceder. Ver el parágrafo 101. 82. Con toda claridad se ha puesto de manifiesto en estas palabras que ninguno es com pletamente puro como para celebrar los santos y venerables misterios, si todavía tributa honor a los esplendores sensibles de esta vida mortal. Mas, si alguno los desdeña, de ello resulta que se ve iluminado con la luz de la sensatez, gracias a la cual estará en condiciones de lavarse y limpiarse de las manchas de las vanas opiniones. 83. ¿O no ves lo que ocurre con el sol mismo? Los efectos de su salida son contrarios a los de su puesta. Cuando se eleva todas las cosas del ámbito terrestre se iluminan, mientras todas las del cielo se ocultan; y al contrario, al ponerse los astros se hacen visibles y los objetos terrestres se envuelven en sombras. 84. Pues, de manera análoga en nosotros, cuando la luz de los sentidos, como un sol, se eleva, resulta que las verdaderamente excelsas y celestiales ramas del saber desapa recen; y cuando llega aquélla a su ocaso, se hacen visibles las inmensamente parecidas a los astros y divinísimas claridades de las virtudes, y la inteligencia se torna entonces pura sin que objeto alguno sensible la empañe. 85. El tercer sentido con que el legislador emplea el término sol es el del Divino lógos, modelo, como ya se ha dicho,28 del sol que describe su órbita en el cielo. Es a este Divino lógos al que se refiere la escritura cuando dice: "El sol se elevó sobre la tierra y Lot penetró en Zegor, y el Señor hizo llover sobre Sodoma y Gomorra azufre y fuego" (Gen. XIX, 23 y 24). 28 En el parágrafo 75. 86. En efecto, el lógos de Dios, cuando llega al terrestre com puesto de nuestro ser, procura socorro y ayuda a los que están familiarizados con la virtud y se inclinan29 hacia ella, brindán doles de ese modo refugio y salvación completos, e infiriendo a sus adversarios irreparable daño y ruina. 29 Alusión a la interpretación del nombre de Lot como "inclinación". Ver Sobre la migración de Abraham 148. 87. Con un cuarto sentido es empleado el término "sol", como ya he dicho,30 refe rido al mismo Soberano del universo, por obra del cual los incu rables males de las faltas, ocultos en apariencias, son puestos al descubierto. Para Dios, en efecto, todas las cosas así como son PAGE 51

posibles también son conocidas. 30 En el parágrafo 73. 88. Por eso Él conduce hacia el sol para ser expuestas públicamente a aquellas energías del alma enervadas por las licenciosas y lascivas relaciones con las hijas de la inteligencia, es decir, los sentidos, cual si se tratase de prostitutas y rameras. 89. Dice, en efecto, la escritura: "Y el pueblo estableció su residencia en Setim", lugar cuyo nom bre significa "espinas", las que son símbolo de las pasiones, que clavan su aguijón y hieren al alma; "y fue corrompido para prostituir con las hijas de Moab", que no son sino los sentidos, llamados aquí "hijas de la inteligencia". "Moab", en efecto, significa "procedente del padre". Y prosigue con esta orden: "Toma a todos los jefes del pueblo y castígalos públicamente ante el Señor cara al sol, y la cólera del Señor se apartará a Israel" (Núm. XXV, 1 y 4). 90. No se limita, en efecto, en su deseo de hacer patentes las ocultas iniquidades, a extender sobre ellas la claridad de los rayos solares, sino además llama simbólicamente sol al Padre de todas las cosas, para el que todas ellas son patentes, aun todas aquellas que se consuman invisiblemente en los resquicios de la inteligencia; pero dice que, cuando éstas se hayan puesto de manifiesto, el único Propicio se mostrará tal. 91. ¿Por qué? Pues, porque, bien puede ocurrir que la inteligencia se haya convencido de que su falta pasará inadvertida para la Divinidad, como si Esta no fuera capaz de ver todas las cosas; y haya delinquido secretamente en su fuero interno. Mas, si luego cae en la cuenta, por sí misma o bajo la dirección de otro, de que es imposible que cosa alguna permanezca oculta para Dios; y entonces se muestra a sí misma abiertamente y hace otro tanto con todas sus acciones, y, poniéndolas al des cubierto, las expone como a la luz solar ante el Observador de todas las cosas, mientras confiesa que está arrepentida por las-viles opiniones sustentadas anteriormente con irreflexivo criterio ya que para Aquel nada es invisible, sino todas las cosas claras y notorias; tanto las ya cumplidas como también aquellas que en número mayor aún cabe esperar se cumplan en el futuro. En tal caso quedará purificada y beneficiada y habrá apaciguado a la vindicadora refutación 31 que con justificada irritación se cernía sobre ella. Tal es lo que sucederá al alma que acoge al arrepentimiento, que es hermano menor de la completa inocencia. 31 O convicción o admonición. 92. XVI. Hay evidentemente también otros pasajes en los que-el legislador emplea el término sol aplicado simbólicamente a la Causa; por ejemplo, en la ley establecida a propósito de los que prestan dinero con garantía. El texto de esta ley es el siguiente: "Si tomares como prenda el manto de tu vecino, se lo devolverás antes de la puesta del sol; es lo único que tiene para cubrirse, es el manto de su indecencia. ¿En qué dormirá? Si él, pues, eleva su clamor hacia Mí, Yo le prestaré oído, porque soy compasivo" (Ex. XXII, 25 y 27). 93. Aquellos que piensan que toda esta diligencia del legislador la motiva una simple prenda de vestir merecen, sin duda, si no un reproche, al menos que se les haga presente lo siguiente: "¿Qué estáis diciendo, buenos señores? ¿El Creador y Soberano del universo se presenta a Sí mismo compadeciéndose por cosa tan trivial como es un manto no devuelto a un deudor por el prestamista?

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94. Suponer semejantes cosas es propio de quienes no han sido capaces de ver de una vez por todas la magnitud de las excelencias del infini tamente grande Dios, y, contra toda licitud y justicia, atribuyen !a humana pequeñez a la Naturaleza increada e incorruptible y plena de dicha y felicidad." 95. ¿Qué tiene, en efecto, de malo y especial el que los prestamistas guarden en su poder las pren das de garantía mientras continúe pendiente la devolución de lo que les pertenece?32 No faltará, seguramente, quien diga que los deudores son pobres y merecen compasión.33 En ese caso, ¿no habría sido mejor redactar una ley que les procurara asistencia y no una en que se los presenta como deudores; o bien prohibir los préstamos con garantías? Pero el legislador, que ha permitido tales préstamos, no puede razonablemente irritarse contra aquellos que no devuelven antes del plazo fijado lo que han recibido, ni tratarlos de impíos.34 32 Filón trata de probar lo absurdo de la interpretación literal de esta. ley, es decir, lo absurdo de pensar que lo que la ley tiene presente es la devolución anticipada de una prenda de vestir. La primera de sus razones es que aceptar tal interpretación significa pensar que Dios se ocupa de menudencias. 33 Y por lo tanto no se trata de algo sin trascendencia, que no merezca la preocupación del legislador. 34 Es decir: el legislador acepta tales préstamos; luego, es absurdo pensar que legisla duras medidas contra lo mismo que él ha legalizado, como la retención de prendas. 96. Por otra parte, un hombre que ha llegado a los límites mismos de la pobreza, por así decir, y que para cubrirse no posee más que un vestido harapiento, ¿va en busca de prestamistas descono cidos, en vez de recurrir a la compasión de los que lo ven en tal estado, compasión que se prodiga en las puertas, en los templos, en la plaza y en todas partes sobre los que padecen semejantes infortunios? 97. Pero en nuestro caso se trata, efec tivamente, de quien ha llevado y ofrecido con garantía incluso lo único que tiene para cubrir sus vergüenzas, aquello con lo cual vela las partes secretas de su naturaleza. ¿Y por qué lo ofrecería en garantía? Dímelo. ¿Acaso para procurarse otro mejor? Porque nadie se ve privado del necesario sustento mientras las fuentes manan, los ríos desbordan en invierno y la tierra ofrece los frutos estacionales.35 35 En otras palabras: "porque no cabe pensar que sea para comer, puesto que nadie..." 98. ¿Y será el prestamista tan acaparador de riquezas y tan desmedidamente cruel, que no esté dispuesto a proporcionar a aquél un tetradracmo, o algo menos todavía; o que haga un préstamo a quien es tan pobre, en vez de obsequiarle; o que le exija como garantía el único manto que posee, gesto que no merece evidentemente otro nombre que el de robo de ropas?36 Porque esa es la conducta habitual de los ladrones de ropas: se quedan con los vestidos de los que han desnudado y dejan a sus dueños desnudos. 36 Es decir, la hipótesis de un préstamo a quien no tiene sino una prenda de vestir es también absurda, pues en tal caso el prestamista, apiadado de tanta pobreza, le daría una ayuda, nunca un préstamo. 99. Además, ¿por qué la previsión del legislador es para la noche y para que alguien no duerma sin ropas, y no se ha tomado parecido cuidado para el día y para que no falte al decoro con su desnudez una persona fuera ya de su lecho? ¿Por ventura no es durante la noche y al abrigo de la sombra cuando todas las cosas pasan inadvertidas, de modo que la vergüenza de la desnudez es menor o nula e-n absoluto; en tanto que con la luz del día todas las cosas se PAGE 51

hacen patentes, de modo que entonces mayores son los motivos que nos fuerzan a ruborizarnos? 100. ¿Y por qué ha prescripto no la donación sino la devolución del manto? Porque se devuelve lo que es de otros, y las fianzas pertenecen más a los prestamistas que a los que han recibido los préstamos. ¿Y no te das cuenta de otra cosa: que no ha mandado al deudor que, después de haber tomado el manto para cubrirse en el lecho, en llegando el día se levante, lo tome y lo lleve al prestamista? 101. Ciertamente, ante las particularidades de la expresión hasta el más tardo de entendimiento puede ser llevado a percibir algo más que el sentido literal del pasaje. La prescripción, en efecto, más parece una predicción 37 que una exhortación. Por que, quien hubiera pronunciado una exhortación hubiera dicho: "Si el manto entregado en prenda fuere el único que poseyere el deudor, devuélveselo antes del anochecer para que tenga con qué cubrirse durante la noche". En cambio, para manifestar una simple predicción se expresaría como en el presente pasaje: "Se lo devolverás pues es lo único que tiene para cubrirse, este manto es el de su indecencia. ¿En qué dormirá?" 37 Ver la nota 27. 102. XVII. Vayan, pues, estas y otras consideraciones seme jantes para los sumamente engreídos y pedantes divulgadores de las interpretaciones literales; nosotros, por nuestra parte, si guiendo las leyes de la interpretación alegórica digamos acerca de este pasaje lo conveniente. Pues bien, aclaramos que el "manto" es símbolo del pensamiento y la expresión racionales.38 La ropa, en efecto, evita al cuerpo los daños que le suelen sobre venir provenientes del frío y del calor; oculta sus partes ver gonzosas de su naturaleza; y todo vestido constituye un apropiado adorno para el cuerpo. 38 O simplemente la rosón, ya que, aunque en los parágrafos 103 y 104 con el término lógos parece referirse a la razón y la palabra juntamente, en todo el resto de las reflexiones se refiere expresamente a la razón. 103. De manera análoga, el pensamiento y la palabra racionales constituyen el más hermoso don hecho por Dios al hombre. En primer lugar, como arma de defensa contra aquellos que maquinan novedades contra él. En efecto, así como la naturaleza ha fortificado a cada una de las otras criaturas vivientes con los medios de defensa apropiados, mediante los cuales repelerán a quienes intenten perjudi carlas, también al hombre ha proporcionado en el pensamiento y la palabra racionales una excelente protección y una inexpug nable fortaleza. Empuñándolos con toda fuerza, como el sol dado empuña sus armas, llevará consigo una guardia personal apropiada y eficacísima. Y teniéndola como ayuda en el com bate, podrá rechazar los daños con que le amenazaren los enemigos. 104. En segundo lugar, constituyen una muy necesaria capa de las cosas vergonzosas y reprochables, como que es grande la habilidad del pensamiento y la palabra racionales para ocultar y velar las iniquidades de los hombres. En tercer lugar, sirven como adorno de la vida toda, ya que hacen a cada uno de nosotros mejor, e impulsan a todo hombre hacia las cosas superiores. 105. Mas existen entre los hombres ciertas funestas plagas» que retienen en prenda al pensamiento y la palabra racionales despojando de ellos a sus dueños; y, aunque lo que PAGE 51

corresponde es hacerlos desarrollar, los tronchan completamente, tal cual hacen los que saquean las tierras de los enemigos y procuran arruinar su trigo y los demás frutos, los que, si se hubieran salvado, hubieran sido de gran provecho para quienes los consumen. 106. Así pues, no faltan quienes libran una guerra sin tregua ni pactos contra la naturaleza racional, los cuales cortan a ras de tierra los brotes de esa naturaleza y aplastan sus primeros crecimientos haciéndola, por así decir, improductiva y estéril con respecto a toda empresa noble. 107. A veces, en efecto, como ella se lanza con irrefrenable impulso hacia la instrucción y está dominada por el amor hacia las indagaciones de la filosofía, la envidia y el recelo les hacen concebir el temor de que, en alas de una gran inspiración e inmensamente elevada, sumerja, cual un torrente, sus triquiñuelas y sus persuasivas conclusiones contra la verdad; y desvían hacia otra parte me diante sus malas artes esa corriente encauzándola por canales que llevan hacia estudios y. prácticas viles y degradados. Y a menudo, habiéndola esterilizado y obstruido, dejan su natural grandeza improductiva, cual malos tutores de niños huérfanos que hicieran de una tierra rica y fértil un estéril páramo; y no se avergüenzan, como que son los más despiadados de todos los hombres, de despojar a un hombre del único "manto", vale decir, de su pensamiento y palabra racionales; único, pues el legislador dice: "Esto es lo único que tiene para cubrirse" (Ex. XXII, 27). 108. ¿Qué otra cosa es "esto" sino el pensamiento y la palabra racionales? En efecto, así como es peculiar del caballo el relinchar, del perro el ladrar, del buey el mugir, del león el rugir, así también es propio del hombre el pensar y hablar racionalmente. El hombre, en efecto, es decir, el ser viviente más amado por Dios, emplea como bien exclusivo de él este pensar y hablar racional, que es su abrigo, su protección, su armamento y su muralla. 109. XVIII. Y así, se agrega: "Este manto es el único velo de su indecencia" (Ex. XXII, 27). En efecto, ¿qué otra cosa vela y oculta las cosas vergonzosas y reprochables de la vida en la medida en que lo hace la razón? La ignorancia, emparentada con la naturaleza irracional, es motivo de vergüenza; la cultura, hermana de la razón, es un adecuado adorno. 110. "¿En qué, pues, dormirá?", vale decir, ¿en dónde hallará paz y completo reposo el hombre sino en la razón? La razón, en efecto, eleva la condición de la parte menos afortunada de nuestro ser. Así como a menudo la gentileza, la solidaridad y la cortesía de ami gos han procurado remedio a quienes se hallaban oprimidos por penas, temores u otros males, del mismo modo, no ya a menudo sino siempre, sólo esa alejadora de males que es nuestra razón aparta la penosísima carga que han echado sobre nosotros las necesidades de nuestro impotente cuerpo y las imprevistas consecuencias de cuanto se precipita sobre nosotros desde fuera. 111. La razón, en efecto, es nuestra amiga, aso ciada, compañera, se halla vinculada estrechamente a nosotros, o mejor aún, pegada y unida por cierta cola de naturaleza indisoluble e invisible. Tal es la causa por la que ella conjetura lo que sucederá y, cuando algo indeseable ocurre, se presenta por su propio impulso para ayudamos, llevando no una sola clase de ayuda, la del consejero que no interviene activamente o la del que lucha a nuestro lado sin pronunciar palabra, sino ambas. 112. Es que el poder con que la razón obra no produce un efecto a medias, sino completo en PAGE 51

todos los aspectos. Y, si ella fracasa en sus proyectos o en la obra, recurre a un tercer modo de ayuda, el consuelo. Del mismo modo, en efecto, que existen curativos medicamentos para las heridas, la razón es el salvador remedio para las calamidades del alma, remedio que, según el legislador, es preciso "devolver antes de la puesta del sol" (Ex. XXII, 26), es decir, antes de que se oculten los des lumbradores rayos del ser más inmenso y luminoso, que es Dios, quien los envía desde el cielo hacia la inteligencia humana movido por Su -compasión hacia nuestra raza. 113. Mientras en el alma resida esta luz de semejanza suma con Dios e incor pórea, devolveremos la razón que nos ha sido dada en prenda, al modo de un manto, para que aquel que ha recibido esta peculiar posesión del hombre pueda cubrir lo que hay de ver gonzoso en la vida, gozar del divino don y disfrutar de calma y reposo merced a la presencia de tal consejero y protector, que jamás abandonará la posición en la que ha sido apostado. 114. Mientras derrama, pues, Dios sobre ti Su sagrada claridad, apresúrate durante el día a devolver esa prenda al Señor. Porque, cuando ella se oculte, tú, como "el Egipto todo" (Ex. X, 21), te verás envuelto para siempre en una oscuridad palpable y, golpeado por la ceguera y la ignorancia, serás privado de todas aquellas cosas de las que te juzgas dueño, siendo forzado esclavo de Israel, el vidente, al que tú, no obstante ser su naturaleza inmune a la esclavitud, retenías en su poder. 115. XIX. Este extenso camino38 que hemos recorrido no ha tenido otro objeto que poner de manifiesto cómo la inteligencia del ejercitante muévese con movimientos desiguales, ora hacia lo provechoso, ora hacia lo contrario, y en cierta manera con ininterrumpidos ascensos y descensos. Y cómo, cuando obra provechosamente y se eleva hacia lo alto, es iluminada por los ejemplares e incorpóreos rayos de la fuente de razón que es Dios, el perfeccionador; en tanto que, cuando desciende y es im productiva, ilumínanla las copias de aquellos rayos, es decir, los inmortales lógos, que acostumbramos llamar ángeles. 39 Del parágrafo 87 al 114, en los que trató Filón de probar que "el sol" que "se ponia" no es otra cosa sino Dios. 116. Por eso en este pasaje dice también: "Encontró un lugar puesto que el sol se ponía" (Gen. XXVIII, 11). Es que, cuando abandonan al alma los Divinos resplandores, merced a los cuales las aprehensiones de las cosas cobran claridad suma, surge la luz secundaria y más débil de los lógos,40 no ya de los hechos. Lo mismo ocurre también en este mundo, en el que la luna cuya jerarquía es inferior a la del sol, al ponerse éste envía su luz, menos clara, sobre la tierra. 40 O de las palabras. Aquí Filón, que a lo largo de toda esta extensa exposición ha empleado el término legos alternando sus varios sentidos, parece aplicarlo concretamente a la palabra, según se desprende de la. oposición que destaca. 117. Y por otra parte, el encon trar un lugar o lógos es un beneficio más que suficiente para aquellos que no pueden 41 ver a Dios, que está antes que un lugar y un lógos, puesto que ellos no tienen su alma totalmente desprovista de luz; y cuando aquella claridad sin mezcla se oculta de ellos, alcanzan la claridad mezclada. Así, leemos en el Éxodo: "En todos los lugares donde residían había una luz para los hijos de Israel"; de modo que la noche y la oscuridad habían huido de ellos para siempre, noche y oscuridad en la que viven aquellos que están ciegos no de los ojos del cuerpo sino-de los del alma y no conocen los resplandores de la virtud. 41 Momentáneamente o en una situación dada. PAGE 51

118. Algunos, suponiendo que en este pasaje con el término. "sol" se designa figuradamente a la sensibilidad y a la inteli gencia, vale decir, los elementos de juicio que se descubren en nosotros mismos, y que el término "lugar" designa simbólica mente al Divino lógos, explican el texto de esta manera: "El ejercitante encontró un Divino lógos cuando se ocultó la mortal y humana claridad". 119. Es que, en tanto juzgan alcanzar una firme aprehensión, la inteligencia de las cosas intelectuales y la sensibilidad de las sensibles, y divagan por las alturas el Divino lógos se mantiene a gran distancia. Mas, cuando cada uno de ellos reconoce su flaqueza y se eclipsa mediante una especie de ocaso, la recta razón,42 defensora del alma ejercitante, sale a su encuentro al instante y la acoge benévolamente cada vez que ella ha' perdido su confianza en sí misma y aguarda a la que desde fuera viene a su encuentro invisiblemente. 42 O el recto lógos, en su acepción restringida de razón. 120. XX. Dice el legislador a continuación que aquél "tomó una de las piedras del lugar y la colocó bajo su cabeza y durmió en aquel lugar" (Gen. XXVIII, 11). Aquí cabe admirar no sólo la alegórica y filosófica enseñanza del legislador sino también la indicación con que estimula a la práctica del trabajo y la moderación, según la letra del texto. 121. En efecto, no con sidera digno de quien se afana por la virtud vivir una vida muelle y delicada, aficionado a las inclinaciones y ambiciones de los que son tenidos comúnmente por felices pero que en realidad están llenos de desdicha, y cuya vida toda es sueño y quimera a juicio del más sano de los legisladores. 122. Estos durante el día, cuando han andado a través de las iniquidades contra los demás en los tribunales, en los consejos, en los teatros y cualquier otra parte, llegan a su casa para arruinar, desdi chados, su propia residencia, no la residencia formada por cons trucciones sino la unida por naturaleza al alma, vale decir, el cuerpo. En él introducen sin interrupción cantidades desmedi das de alimentos y le hacen beber abundante vino puro, hasta que el discernimiento queda sumergido, y las sensuales pasiones, hijas del exceso, excitadas y movidas de un furor incontenible, tras precipitarse y enmarañarse con todo cuanto hallan, han vomitado su enorme frenesí y reposan. 123. Por la noche, al llegar la hora del reposo se echan muy muellemente sobre suntuosos lechos y floridas mantas dispuestas al efecto, imitando la voluptuosidad de las mujeres, a las que la naturaleza ha per mitido llevar un modo de vida relajado, razón por la cual el Artífice y Hacedor ha formado para ellas ese cuerpo de más blanda conformación. 124. Ninguno como éstos es discípulo del sagrado lógos; sólo lo son los hombres de verdad, amantes de la templanza,, el decoro y el pudor, hombres que han puesto, por así decir, como cimientos de su vida, toda la moderación, la frugalidad, la for taleza, seguros refugios del alma, en los que sin peligros y firmemente ella echa anclas; hombres que están por sobre las riquezas, el placer, la gloria; despreciadores de las comidas, las bebidas y demás cosas necesarias, siempre y cuando la privación de alimentos no comience a traer aparejados trastornos; hombres que por adquirir la virtud están perfectamente dispuestos a aceptar el hambre y la sed, el calor y el frío y todas las otras cosas difíciles de soportar; entusiastas por las cosas que se ad quieren más fácilmente, al punto de no avergonzarse jamás por llevar una capa barata, sino, por el contrario, considerar que las costosas son cosa reprochable y gran PAGE 51

menoscabo en su vida. 125. Para estos hombres un blando pedazo de tierra hace de costoso lecho, su manta de cama la constituyen arbustos, hierbas, pastos y un montón de hojas, y sus almohadas algunas piedras o pequeños montículos que se elevan un poco del nivel del suelo. Los voluptuosos califican de difícil de sobrellevar a este género de vida; los que tienen por meta de su existencia lo bueno y noble, la califican de la más placentera de todas. Es que ella corresponde no a los que son hombres de nombre sino a los que lo son de verdad. 126. Observa cómo en este pasaje el legislador presenta al atleta de las nobles empresas, aunque poseedor de abundantes materiales y recursos principescos, durmiendo en la tierra y usando como almohada una piedra, y suplicando poco después en sus plegarias por pan y un manto, riqueza de la naturaleza.43 Siempre pone él en ridículo la riqueza tal como la conciben las vacías opiniones y escarnece a los que la miran con admiración. Este atleta es el modelo original del alma que se ejercita, y un enemigo de todo hombre afeminado y hermafrodita. 43 Gen. XXVIII, 20. El "atleta de las nobles empresas" es Jacob, de quien en Sobre las habituales intrigas de lo peor contra lo mejor 13 se dice "que era dueño de una riqueza propia de un rey". Filón parece querer destacar el contraste entre sus posibilidades económicas y su sencilla vida patriarcal. 127. XXI. Expuesto ya el elogio del hombre amante del es fuerzo y la virtud, en lo que hace al sentido literal del pasaje, hemos de averiguar el significado simbólico que encierra. Para eso conviene que tengamos presente que el Divino "lugar" y la sagrada región está llena de incorpóreos lógos y que estos lógos son almas inmortales. 128. Tomando dicho hombre uno de estos lógos, eligiendo para ello como el mejor al más elevado, tal como en el conjunto corpóreo es la cabeza, lo sitúa junto a su inteligencia.44 Hace esto aparentemente para echarse a dor mir, pero en realidad lo hace para reposar sobre el Divino lógos y apoyar su vida toda, la más ligera de las cargas, sobre él. 44 Gen. XXVIII, 11. 129. El Divino lógos recibe complacido al atleta para que sea en primer lugar un discípulo. Entonces, satisfecho de las favorables disposiciones de su naturaleza, le coloca los guan tes como un maestro de atletas y lo llama a ejercitarse; y lo obliga a luchar haciendo él de contendiente hasta que aquél alcanza a desarrollar en sí mismo una fuerza irresistible, y por efectos de Divinas inspiraciones trueca sus oídos en ojos y, remodelado con esta nueva forma, recibe el nombre de Israel, vale decir, el vidente. 130. Entonces el lógos le otorga tam bién la corona de la victoria; corona que tiene un nombre extraño, exótico y quizá mal sonante. En efecto, el presidente del certamen la llama "entumecimiento"; pues leemos que "en tumecióse la parte ancha" (Gen. XXXII, 25); un galardón que es el más digno de admiración entre todos los trofeos procla mados en honra de vencedores. 131. Y en efecto, si el alma que ha alcanzado un poder indomable, ha llegado a la perfec ción en las justas por la virtud y ha tocado el límite mismo del bien, en vez de remontar alturas en alas de la arrogancia y andar pavoneándose y vanagloriándose en la seguridad de poder recorrer grandes distancias con pasos apropiados, logra "entumecerse" y contiene el "ancho" miembro dilatado por la vanidad, y luego de mutilarse voluntariamente a sí misma mar cha PAGE 51

cojeando, a fin de quedar detrás de las naturalezas incor póreas, esa alma aunque aparentemente vencida alcanzará la victoria. 132. Costumbre sumamente provechosa es, en efecto, entre los mejores por convicción y no por necesidad el renunciar a los premios, por cuanto también los galardones secundarios ofrecidos en esta justa son por su grandeza y dignidad incom parablemente más altos que los primeros premios de los otros certámenes. 133. XXII. Tal es, pues, la introducción a la visión enviada por Dios,45 y es ya ocasión de volvemos a la visión misma y examinar detalladamente cada uno de sus puntos. "Sobrevínole un sueño", leemos, "y he aquí que había una escala firmemente apoyada sobre la tierra, una escala, cuya parte superior llegaba al cielo y por la cual los ángeles de Dios subían y bajaban. Firmemente situado sobre ella estaba el Señor" (Gen. XXVIII, 12). 45 Introducción anunciada y comenzada en el parágrafo 4. 134. "Escala" es un término que designa simbólicamente en el mundo al aire, el que se apoya en la tierra y toca con su cima el cielo. El aire, en efecto, se extiende hasta los límites terrestres en todas las direcciones desde la esfera lunar, la que, según los estudiosos de los fenómenos celestes, es descripta como el último de los círculos del cielo, y el primero con relación a nosotros. 135. El aire es la morada de las almas sin cuerpos pues al Hacedor parecióle bien que todas las partes del mundo estu vieran llenas de seres vivientes. Por ello dispuso los terrestres en la tierra, los acuáticos en los mares y ríos, y los astros en el cielo. De éstos se dice que cada uno de ellos es no sólo un ser viviente sino también una inteligencia, la más pura, com pletamente en todas sus partes. Por lo dicho colígese que tam bién en la restante porción del universo, el aire, existen seres vivientes. Que no pueden ser aprehendidos por los sentidos, ¿y eso qué? También el alma es invisible. 136. Por cierto que es más lógico eme el aire nutra seres vivientes que la tierra y el agua, por cuanto él es quien vivifica a los seres que habitan en éstas. El Artífice hízolo, en efecto, el medio de cohesión de inmóviles cuerpos, el principio de desarrollo de cuerpos que se mueven pero no perciben sensiblemente, en tanto que en los seres capaces de movimiento propio y representaciones sensibles ese papel lo confió al alma. 137. ¿No sería, pues, extraño que el elemento merced al cual los otros alcanzan la vida careciera él de seres vivientes? Por eso nadie pretenda excluir del elemento más excelente entre los vinculados a la tierra, que es el aire, la naturaleza más excelente, es decir, la de los seres vivientes. No se halla, en verdad, el aire solitario, desierto de todas las cosas, sino, cual una ciudad, está densamente poblado, y lo está por ciudadanos incorruptibles e imperecederos, almas cuyo número iguala al de las estrellas. 138. De estas almas unas, movidas por su tendencia hacia lo terrestre y los materiales gustos descienden para unirse a cuerpos mortales; en tanto que otras ascienden y son distribuidas nuevamente conforme con los números y tiempos determinados por la naturaleza.46 46 Ver Sobre la obra de Noé como plantador 14. 139. De estas últimas unas, deseosas de las acostumbradas y familiares formas de la vida mortal, tornan pronto sobre sus pasos nuevamente; en tanto que otras, recono ciendo que tal PAGE 51

vida es una inmensa locura, llaman prisión y tumba al cuerpo y huyen como de un calabozo o un sepulcro hacia las alturas y, elevadas hacia el éter por sutiles alas, ganan esas alturas para siempre. 140. Pero hay otras, purísimas y excelentes en grado sumo, dotadas de un natural superior y más divino, sin tendencia al guna jamás hacia ninguna de las cosas terrestres, soberanos subordinados al Universal Soberano, "ojos y oídos", podríamos decir, "del Gran Rey",47 que ven y oyen todas las cosas. 47 Expresión con que se designaba a los emisarios o inspectores de los reyes persas, enviados a recorrer las satrapías e informar a los soberanos sobre la conducta de los sátrapas. Jenofonte, Ciropedia VIII, 2, 10. 141. Los demás filósofos las llaman "dáimones",48 la sagrada escritura prefiere llamarlas "ángeles",49 empleando una deno minación harto apropiada, como que ellas comunican las disposiciones del Padre a Sus creaturas y las necesidades de las creaturas al Padre.50 48 En español: genios o divinidades inspiradoras. 49 O mensajeros. 50 Ver Sobre los gigantes 16. 142. Tal es la razón por la que el legislador las presenta ascendiendo y descendiendo, no porque Dios, que está presente en todas partes, necesita de informantes, sino por que es provechoso para nosotros, seres efímeros, el contar con los servicios de los lógos en calidad de intermediarios y árbitros, dado que el universal Monarca y el inmenso poder de Su soberanía nos anonada y causa escalofríos. 143. Con plena con ciencia de ello cierta vez suplicamos a uno de estos mediadores en estos términos: "Habíanos tú a nosotros; y que no nos habla Dios, no sea que perezcamos" (Ex. XX, 19). Nosotros, en efecto, somos incapaces de recibir, no digo ya castigos, pero ni siquiera beneficios tan incomparables y puros, si Él mismo fuere quien nos los alcanzare con Sus propias manos sin emplear a otros como servidores. 144. Hermosa es la visión en la cual el aire apoyado sobre la tierra aparece representado por una simbólica escala. Sucede, en efecto, que las exhalaciones que emite la tierra, rarificadas retornan al aire, de modo que la tierra es la base y raíz del aire y el cielo su cabeza. 145. Así, se nos dice que la luna no es una masa pura de éter, como lo es cada uno de los otros astros, sino una mezcla de sustancia etérea y aérea; y que la parte que en ella aparece negra, a la que algunos llaman "faz", no es otra cosa que el confuso aire, el que, siendo negro por naturaleza, se extiende hasta el cielo. 146. XXIII. Tal es en el orden cósmico la simbólicamente llamada escala; un examen nos permitirá descubrir que dicha escala en el ser humano es el alma, cuya base es la sensibilidad, que es como el elemento terrestre en el hombre; y cuya cabeza es la purísima inteligencia, a la que podríamos calificar del elemento celestial. 147. Arriba y abajo a través de toda ella los lógos de Dios van y vienen constantemente, cuando ascienden y se desvinculan de lo mortal la elevan mostrándole el espec táculo de las únicas cosas que merecen verse. En cambio, cuando descienden no la arrastran hacia abajo, ya que ni Dios ni un lógos Divino son origen de daño; sino descienden a la par de ella por amor PAGE 51

al hombre y compasión por nuestra raza, a título de colaboradores v aliados, a fin de poder, exhalando sobre ella su salvador soplo, comunicarle nueva vida al alma, que es transportada aún por el cuerpo como sobre un río.51 51 Imagen tomada de Platón, Timeo 43 a. Ver Sobre los gigantes 13. 148. En las inteligencias de aquellos que han sido purificados al máximo, el Guía del universo se pasea silenciosamente, soli tario, invisiblemente. Hay, en efecto, un oráculo revelado al sabio,52 en el que se dice: "Me pasearé en vosotros y seré vues tro Dios" (Lev. XXVI). En cambio, en las inteligencias de los que aún se están purificando y todavía no han lavado completamente su vida manchada y sucia por las cargas corpóreas, se pasean ángeles. Divinos lógos, que las limpian con las doctrinas sobre lo noble y bueno. 52 A Moisés. 149. Claramente se advierte cuan grande turba de males radicados en el alma es arrojada fuera para que el Único Bien pueda entrar a ocuparla. Esfuérzate, pues, oh alma, para convertirte en morada de Dios, en sagrado templo, en la más hermosa de las residencias. Porque bien puede ser que a Aquel a quien el mundo entero tiene como dueño de casa, también tú Lo recibas como protector de tu propia casa, a fin de que ésta se vea preservada para siempre con segurísima defensa e inmunidad. 150. Pero quizá, también, fue la propia vida del ejercitante lo que. su visión le mostró bajo la forma de una escala. La ejercitación, en efecto, es una práctica fuera de lo común por naturaleza; que ora se eleva hacia lo alto, ora retrocede en direc ción contraria, y una vez, cual una nave, navega con prósperos vientos; otra experimenta una adversa travesía. Es que la vida de los ejercitantes es, como alguien ha dicho,53 de días alter nados, unas veces viviente y despierta, otras muerta y dormida. 53 Odisea XI, 303, donde el poeta se refiere a los gemelos Castor y Polux, los llamados Dioscuros, los cuales se alternaban en el mundo de los vivos y en la Mansión de Hades, viviendo por turno un día cada uno y retornando a permanecer durante el siguiente entre los muertos, por haberlo convenido así con Zeus, cuando Polux, que era inmortal, compa decido por la muerte de su hermano, rogó al supremo dios que permitiera a Castor compartir su inmortalidad de la manera señalada. 151. Y quizá esta interpretación no sea desacertada. A los sabios ha cabido, en efecto, habitar la región olímpica y celestial, pues han aprendido a frecuentar siempre las alturas; y a los ruines están reservadas las profundidades del Hades, pues se han habituado a ir muriendo desde el principio al fin, familiarizados, como se hallan, con la corrupción desde los pañales hasta la vejez. 152. En cambio, los ejercitantes, hallándose en medio de estos extremos, recorren la escala en am bos sentidos a menudo, ya atraídos hacia lo alto por la mejor porción, ya arrastrados en sentido contrario por la peor, hasta que Dios, arbitro de esta competencia y rivalidad, acuerda los galardones al orden superior y arruina completamente a su oponente. 153. XXIV. En la visión hay además la siguiente concepción, que no sería justo pasáramos por alto. Las acciones de los hombres son semejantes por naturaleza a una escala en virtud de lo irregular del desarrollo de las mismas. 154. Un solo día, en efecto, basta, como se ha dicho,54 para despeñar a uno desde lo alto y PAGE 51

para elevar a otro a las alturas pues la naturaleza de las cosas humanas no permite que hombre alguno permanezca en una situación estable y todas ellas, en cambio, están sujetas a toda clase de cambios. 54 Eurípides, Ino. 155. ¿Por ven tura de simples particulares no se convierten en hombres de estado, y de hombres de estado en simples particulares; de ricos en pobres y de pobres en opulentos; de oscuros en famosos, de desconocidos en populares; de débiles en fuertes y de impotentes en poderosos; de insensatos en prudentes y de dementes en sumamente discretos? 156. Este es el camino de los hu manos sucesos, que ora surgen ora decaen, vía caracterizada por inseguras e inestables circunstancias, de cuyas irregularidades el verísimo testimonio del tiempo nos convence no con contusas sino con claras muestras. 157. XXV. El sueño mostraba firmemente apoyado sobre la escala al Jefe de los ángeles, al Señor. Y en efecto, como a un auriga sobre un carro o como un piloto sobre su nave, debemos concebir al Que Es colocado sobre los cuerpos, sobre las almas, sobre los sucesos, sobre las palabras, sobre los ángeles, sobre las fuerzas sensibles, sobre la naturaleza invisible, sobre cuanto es contemplable y sobre cuanto no lo es; pues, habiendo hecho que el mundo todo esté ligado a Él y de Él dependa, guía como un auriga tan inmensa creación. 158. Al oír que estaba apo yado, nadie piense que algo presta a Dios su cooperación para que se sitúe firmemente; entiéndase, en cambio, que lo puesto aquí de manifiesto no es otra cosa que el hecho de que Dios, en Su firmeza, es el soporte y el apoyo, la seguridad y la estabilidad de todas las cosas, y marca con el sello de la estabilidad a aquellos a quienes desea brindarla. Es, en efecto, porque Él las fija y mantiene unidas por lo que las cosas creadas están firmemente protegidas de la destrucción. 159. Aquel, pues, que está situado en la escala del cielo dice al que en sueños contempla la visión: "Yo soy el Señor, el Dios de Abraham, tu padre, y el Dios de Isaac; no temas." (Gen. XXVIII, 13.) Este oráculo era la fortaleza y el más firme apoyo del alma que se ejercita, y le enseñaba claramente que el Señor y Dios de todas las cosas era a la vez Señor y Dios de su fami lia; ya que en uno y otro título es registrado como vinculado a sus padres y abuelos; a fin de que tanto el mundo todo como el amante de la virtud pudieran alcanzar la misma herencia. 55 Y así, también ha sido dicho: "El Señor es tu heredad" (Deut. X,9). 55 En efecto, legalmente lo que perteneció a los padres y abuelos pasa en herencia al descendiente; y habiendo sido Dios posesión de Abraham e Isaac, es normal que Jacob Lo heredara. 160. XXVI. No pienses que carece de motivo el que en este pasaje se haya dicho que Él es señor y dios de Abraham y sólo dios de Isaac. La razón es que Isaac es símbolo del saber que se adquiere por naturaleza, sin mediación de lecciones, maestro ni aprendizaje: en tanto que Abraham lo es del saber alcanzado mediante la instrucción; y mientras el primero es natural del país en que habita, el segundo es un emigrante y extranjero en el país. 161. Este, en efecto, tras abandonar la extraña y ajena lengua caldaica, propia de los que examinan el cielo para estu diar los astros, se aproximó a la lengua que corresponde al ser viviente racional, es decir, al lenguaje consistente en el servir a la Causa de todas las cosas.

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162. Este carácter ha menester de dos poderes tutelares, la autoridad y la generosidad, a fin de que el poder del Soberano le mueva a escuchar obediente Sus mandatos y merced a Su generosidad reciba grandes beneficios; el otro, en cambio, sólo necesita del poder benefactor. Ningún avance, en efecto, en orden a su perfeccionamiento le ha sido procurado por una autoridad mediante amonestaciones, pues como la excelencia de alma habíala alcanzado por naturaleza y por un don llovido desde lo alto, resultó bueno y perfecto desde el principio. 163. Ahora bien, "Dios" es el nombre que designa al poder benefactor; "Señor", el que alude al poder so berano.56 ¿A qué bien calificaremos, entonces, de supremo sino al hecho de encontrar una generosidad cabal y sin mezcla; y a cuál tendremos por segundo en jerarquía sino al alcanzar la generosidad que resulta de combinar la soberanía y el don? Esto, a mi parecer, es lo que tenía presente el ejercitante al elevar la más admirable de las súplicas pidiendo que el Señor se convirtiera para él en Dios.57 Quería, en efecto, en adelante no ya reverenciarlo como a un soberano, sino honrarlo afectuosamente como benefactor. 56 Ver Sobre la obra de Noé como plantador 86 y ss. 57 Gen. XXVIII, 21. 164. ¿No es verdad que cabe esperar que con estas y pare cidas enseñanzas aún los ciegos de entendimiento lleguen a-ver con agudeza, recibiendo desde los más sagrados oráculos la capacidad de ver, de modo que sean capaces de penetrar en la naturaleza de las cosas y no se concentren solamente en el sentido literal de las expresiones? Mas, aunque nosotros, ciegos en cuanto a la vista del alma, no procuremos o no podamos re cobrar la visión, tú mismo, oh sagrado intérprete, haz que tu voz. resuene en lo íntimo de nuestro ser, controla nuestros pasos y no te canses jamás de untar nuestros ojos,58 hasta que, habién donos hecho descubrir la oculta claridad de los sagrados miste rios, nos muestres las bellezas en ellos encerradas, invisibles para los no iniciados. 58 Con un ungüento o pomada de propiedades estimulantes de la visión. 165. A ti te compete hacer tal cosa. Pero, vosotras, oh almas, todas las que habéis saboreado los Divinos amores, como si os levantarais de un profundo sueño y despejarais las tinieblas, lanzaos hacia el espectáculo que atrae todas las miradas, desechando la pesada y contemporizadora indecisión a fin de que podáis captar con la vista y el oído cuanto el Presidente del certamen ha preparado para vuestro provecho. 166. XXVII. Innumerables son los notables ejemplos para la demostración de esto. El pasaje citado un poco antes es, preci samente, uno. En efecto, el oráculo ha llamado padre del ejer citante a quien por parentesco es su abuelo, y, en cambio, al que es realmente su padre no le asigna el título de progenitor. "Yo", dice, "soy el Señor, el Dios de Abraham, tu padre" (no obstante que era el abuelo). Y de nuevo: "el Dios de Isaac" (Gen. XXVIII, 13), sin agregar "tu padre". 167. ¿Valdrá la pena indagar sobre la causa de esto? Por cierto que sí. Averigüemos, pues, con cuidado cuál es esa causa. El legislador dice que la virtud se alcanza o por naturaleza o por ejercicio o por estudio y por ello ha señalado que los patriarcas de la raza son también tres, todos hombres sabios,59 que, sí bien no tienen como punto de partida una misma forma de carácter, tienden, en cambio, hacia una misma meta 59 Ver Sobre la unión con los estudios preliminares 35 y 36. 168. Abraham, el mayor de ellos, tuvo a la enseñanza como guía en el camino que conduce al PAGE 51

bien, como en otro tratado hemos expuesto dentro de nuestras posibilidades; Isaac, el intermedio, tuvo por guía a su naturaleza, la que sólo a sí misma escucha y por sí misma aprende; Jacob, el tercero de ellos, recurrió a ejercicios y prácticas con las que se preparan los rudos esfuerzos de las luchas atléticas. 169. Siendo, pues, tres los caminos por los que se adquiere la .sabiduría, el primero y el último son los más íntimamente rela cionados, por cuanto lo que resulte de la ejercitación es hijo y producto de lo que se alcanza con la instrucción, en tanto que aquello que se da por naturaleza está, indudablemente, empa rentado con ellos, como que es cual una raíz que sostiene a todo árbol; pero, por otra parte, le ha cabido una prerrogativa libre de toda oposición y exenta de todo esfuerzo. 170. De esto se deduce que razón hay para que se diga que Abraham, que debió su mejoramiento a la instrucción, fue padre de Jacob, el que se ha forjado mediante la ejercitación; lo cual más que significar que determinado hombre fue padre de otro hombre significa que la facultad de oír, que es un muy accesible instrumento para aprender lo es de la facultad de ejercitarse, cuyas ventajas atañen al luchar. 171. Mas, si este ejercitante corre hacia su meta y alcanza a ver claramente lo que anteriormente veía vagamente como en un sueño, modelándose en él un carácter superior y recibiendo el nombre de "Israel", es decir, "el que ve a Dios", en lugar de "Jacob", "el suplantador",60 ya no se atribuirá como padre a Abraham, el que aprende, sino a Isaac, el hombre que fue engendrado bueno por naturaleza. 60 Título que alude a la sustitución de Esaú por Jacob en el derecho de la primogenitura. Ver Sobre los cambios de nombres, 81. 172. Y esto no es una invención mía sino un oráculo grabado en las sagradas estelas. Leemos, en efecto, que "Israel partió con todas sus cosas y llegó a la fuente del juramento y ofreció un sacrificio al Dios de su padre, Isaac" (Gen. XLVI, 1). ¿Dudas aún de que aquí no se está hablando de hombres mortales sino, como se ha dicho ya, acerca de hechos de la naturaleza? Observa, en efecto, que el mismo caso una vez es llamado Jacob, con Abraham por padre, y otra Israel, con Isaac por padre, y ello por la razón ya detallada. 173, XXVIII. Habiendo dicho, pues: "Yo soy el Señor, el Dios de Abraham, tu padre, y el Dios de Isaac", agrega: "no temas" (Gen. XXVIII, 13), como cabía esperar. ¿Cómo, en efecto, seguiremos aún temiendo, si tenemos en Ti, nuestro Defensor, un arma que libera del miedo y de toda pasión? En Ti, que además para que fueran visibles hiciste que cobrasen forma los hasta entonces ocultos modelos ejemplares de nuestra educación, instruyendo a Abraham y engendrando a Isaac.61 Del uno, en efecto, permitiste que Te llamaran instructor; del otro, padre, asignando al primero la condición de discípulo, y al segundo la de hijo. 61 Ver Interpretación alegórica III, 219. 174. Tal es el motivo por el que Tú prometes que darás al ejercitante también la tierra, en otras palabras, la fertilísima y ferocísima virtud, sobre la cual él yace echado repo sando, dormido para la vida de los sentidos, pero despierto para la del alma. De este modo apruebas su pacífico reposo, que ha alcanzado, no sin lucha ni penalidades propias de la lucha; lucha en la que no empuñó armas ni destrozó hombres (ni pensar tal caso) sino arruinó a la turba de las pasiones y vicios enemiga de la virtud.

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175. La estirpe de la sabiduría es comparada con la arena de la tierra,62 así por su ilimitada cantidad como porque el banco de arena frena los embates del mar y otro tanto hace el principio de la educación 63 con las acometidas de las iniquidades e injusticias. Este principio, de conformidad con las Divinas pro mesas, se extiende hasta los confines del universo y convierte a quien lo posee en heredero de las partes del mundo, hacia todas las cuales, este, oeste, sur y norte, se dilata. En efecto, se nos dice que "se extenderá hacia el oeste, hacia el sud, hacia el norte y hacia el este" (Gen. XXVIII, 14). 62 Gen. XXVIII, 13. 63 O la educadora o instructora razón, personificada en el sabio u hombre de bien. 176. Además el hombre virtuoso es un beneficio no sólo para sí mismo sino co mún a los hombres todos y brinda sin dilación alguna el prove cho que de él emana. Es que, así como el sol es la luz de cuantos poseen ojos, del mismo modo el hombre sabio lo es de cuantos participan de la naturaleza racional. De allí las pala bras: "En ti serán bendecidas todas las tribus de la tierra" (Gen. XXVIII, 14). 177. XXIX. Esta revelación se aplica tanto a cada persona privadamente con relación a sí misma como colectivamente con relación a las demás. En efecto, si la inteligencia que hay en mí fuere purificada por la virtud perfecta, también las "tribus'" de la parte terrestre de mi ser se verán purificadas juntamente, tanto aquellas que corresponden a los sentidos como la que toca a su inmenso recipiente, el cuerpo. Y a su vez, si alguien como miembro de una casa, una ciudad, un país o una nación llegare a convertirse en amante de la prudencia, esa casa, esa ciudad, ese país y esa nación no podrán menos que participar de un mejor modo de vida. 178. Es que, así como los aromas que exhalan las yerbas aromáticas llenan de grata fragancia a los que están próximos, del mismo modo todos aquellos que viven en la vecindad y contacto con un sabio, al aspirar la at mósfera que de él emana y se expande en torno, experimentan. mejoras en sus costumbres. 179. XXX. Inmenso beneficio es para el alma que se esfuerza y combate tenazmente el tener como compañero de ruta a Dios, presente en todas partes; a propósito de lo cual leemos: "He aquí que Yo estoy a tu lado" (Gen. XXVIII. 15). ¿Qué otra riqueza, pues, podemos llegar a necesitar en adelante si Te tenemos a Ti, la única verdadera riqueza, "protegiéndonos en la ruta" (Gen. XXVIII, 15) que conduce hacia la virtud a través de todas sus divisiones? 64 Porque, en la vida acorde con la razón no es una sola parte la que tiende hacía la justicia y hacia las demás virtudes, sino innumerables partes, de cada una de las cuales es dado partir al que procura la sabiduría. 64 Así interpreta Filón lo de "en todo camino por donde marchares" (Gen. XXVIII, 15). 180 XXXI. Con suma propiedad fueron también dichas las palabras: "Te traeré, de regreso a esta tierra" (Gen. XXXVIII, 15). Hubiera sido hermoso, en efecto, que el discernimiento, permaneciendo en sí mismo, no hubiere trocado su morada por la de la sensibilidad; pero, no siendo así, bueno es que retome hacia sí mismo nuevamente. 181. Quizá, también, lo que en estas palabras se nos da a entender es la doctrina de la inmortalidad del alma. Ésta, en efecto, después que ha abandonado la celestial morada, como se ha dicho un poco antes, ha llegado al cuerpo, como a una tierra extranjera. Mas el Padre que la ha engendrado, dice que no permitirá que permanezca prisio nera para siempre, y que, movido de piedad, desatará sus ata duras y la escoltará libre y segura hacia la ciudad madre;65 PAGE 51

y no la soltará de Su mano hasta que se hayan concretado en hechos ciertos las promesas expresadas en palabras; que es propio de Dios el manifestar lo que sin lugar a dudas habrá de pasar. 65 O hacia Id metrópoli, es decir, hacia la ciudad de donde en otro tiempo partió para establecerse lejos de ella como en una colonia. 182. Pero, ¿a qué viene mencionar esto, si, bien lo sabemos, los hechos siempre confirman Sus palabras? Encaminada, pues, y elevada el alma ejercitante hacia las in dagaciones acerca del Que Es, su primera impresión es que el Que Es se halla en un lugar, pero a poco, frenada por las difi cultades que las conjeturas sobre el objeto de su averiguación ofrecen, cobra temor y comienza a cambiar de opinión. 183. Leemos, efectivamente, que "Jacob se despertó y dijo 'El Señor está en ese lugar, mas yo no lo sabía'" (Gen. XXVIII, 16). Mejor hubiera sido, diría yo, no saber nada que suponer que Dios se encuentra en un determinado lugar, Él, que contiene y envuelve todas las cosas. 184. XXXII. Con razón, pues, se atemoriza y dice con admi ración: "¡Qué terrible es este lugar':" (Gen. XXVIII, 17). Es que, en verdad, ningún lugar resulta más dificultoso en el estu dio tocante a la Naturaleza, que aquel en el que los hombres buscan la ubicación del Que Es, y si, en suma, alguna cosa Lo contiene. Unos dicen que toda sustancia ocupa un lugar de terminado; y entre ellos hay quienes Le asignan uno dentro del mundo, y quienes Le atribuyen uno fuera de él en cierto espacio entre los mundos.66 Otros aseveran que el Increado nada tiene de común con cosa alguna de las creadas, y que está más allá de todas ellas, a tal punto que aun el entendimiento más sutil y rápido se queda muy curto en la aprehensión de Él y reconoce su fracaso. 66 Alusión a la doctrina epicúrea según la cual los dioses habitan los intermundos o espacios entre los mundos. 185. Por eso el ejercitante gritó al punto: "No es" (Gen. XXVIII, 17) lo que supuse, es decir, "que el Señor está en cierto lugar (Gen. XXVIII, 16); no, no lo es, pues según el verdadero razonamiento, Él contiene mas no es contenido. En cuanto a esto que aparece manifiesto y visible, este mundo sensible, no es otra cosa que una casa de "Dios",67 es decir, de una de las potencias del Que Es, la potencia correspondiente a Su bondad. 67 Ver Sobre la huida y el hallazgo 95 y ss. 186. Pero a este mundo al que llamó "casa", lo denominó también "puerta del" verdadero "cielo" (Gen. XXVIII, 17). ¿Qué significa esto? Pues, que al mundo aprehensible por la inteligencia, el formado por las formas ejemplares en aquel 68 que fue elegido de conformidad con las Divinas larguezas, no es posible aprehenderlo de otra manera que pasando a él desde este mundo sensible y visible. 68 Seguramente se trata del lógos Divino, que, según Sobre la creación del mundo 17, contiene o es él mismo el mundo aprehensible por la inteligencia. 187. Es imposible, en efecto, alcanzar el conocimiento de ninguna de las cosas incorpóreas existentes si no es tomando como punto de partida las corpóreas. De la inmovilidad de éstas, en efecto, ha surgido la noción de lugar, de su movimiento la de tiempo, y de lo que podríamos llamar envoltura exterior que las cubre, las de puntos, líneas y superficies y, en general, límites.

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188. Y por la misma vía se pasa a la concepción del mundo aprehensible por la inteligencia partiendo del sensible, el que, en consecuencia, es en cierto modo una "puerta" de aquél; puesto que, así como los que desean contemplar las ciudades penetran en ellas a través de puertas, del mismo modo cuantos quieren llegar a conocer el mundo invisible son guiados por la representación mental del mundo visible. Pero ese mundo, cuya sustancia es aprehensible sólo por la inteligencia, sin que medie ninguna visión de formas mate riales, es decir, sólo a través de la forma ejemplar presente en su configuración, será llamado a convertirse en la imagen pre sente ante la vista del mismo 69 sin interposición de sombras 70 una vez que hayan sido quitados todos sus muros y cada una de sus puertas de modo que no sea visto desde algún lugar exterior sino sea contemplada la misma inalterable belleza en sí misma con una visión inexpresable e inexplicable.71 69 De Jacob, quien a estas alturas sólo puede verlo a través del mundo sensible, al que denomina "puerta del cielo". 70 Es decir, sin que medien estas sombras que son las cosas sensibles. 71 La traducción del párrafo en su estado actual resulta sumamente engorrosa, y es difícil desentrañar con relativa aproximación su verdadero sentido. Me aparto de la opinión de Colson, quien formula la sugerencia de que Filón se está refiriendo a Moisés y destacando su privilegio de archiprofeta, privilegio consistente en poder contemplar directamente el mundo de los arquetipos o formas ejemplares. En caso de aceptarse esta interpretación habría que sustituir en el texto griego kósmos = mundo, por cosmólogos = indagador del mundo, término desconocido por los anti guos autores, aunque bien pudo acuñarlo Filón para su propósito. A ser acertada la versión que adoptó, resultaría, de todos modos, imposible determinar a ciencia cierta qué quiere decir Filón al referirse a un eventual acceso del hombre sabio, simbolizado en Jacob, a la contemplación directa del mundo de los arquetipos. Wendland aventura la hipótesis de que se trata de un pasaje interpolado por cristianos para atribuir a Filón una referencia a la nueva Jerusalén de la revelación, cuyas puertas permanecen abiertas por siempre. 189. XXXIII. Sobre este punto ya hemos dicho bastante. Hay también otro sueño correspondiente a este tipo de visiones; es el referente al rebaño de variadas manchas, sueño que quien lo soñó, una vez despierto, relata en estos términos: "El ángel de Dios me dijo durante el sueño: 'Jacob'; y yo dije: '¿Qué es esto?': y dijo él: 'Alza tus ojos y mira los cabrones y carneros que cubren a las ovejas y cabras, todos ellos completamente blancos, manchados y de un salpicado ceniciento. Porque Yo he visto cuanto Labán te hace. Yo soy el Dios que fue visto por ti en el lugar de Dios, donde tú Me consagraste una colum na y Me hiciste un voto. Ahora, pues, levántate, parte de esta tierra y ve hacia tu tierra natal, que Yo estaré junto a ti'" (Gen. XXXI, 11 a 13). 190. Ves cómo la Divina palabra proclama como sueños en viados por Dios no sólo los que comunica la Suprema de las causas, sino también los que revela a través de Sus portavoces y servidores, los ángeles, los que han sido considerados dignos de recibir del Padre a Quien deben el ser una porción Divina y feliz. 191. Mas, observa también lo que sigue. El sagrado lógos comunica sus anuncios a unos como un rey, prescribiéndoles soberanamente lo que se debe hacer; a otros les indica, romo un maestro a sus discípulos, lo que les conviene; a otros brinda grandes beneficios, sugiriéndoles, como un consejero, las mejores determinaciones, ya que ellos no conocen por sí mismos lo que conviene hacer; a otros comunica provechosa y persuasi vamente, como amigo, incluso muchas verdades secretas de aquellas de las que no es lícito enterarse a los no iniciados. PAGE 51

192. En ocasiones también a algunos, como a Adán, les pregunta: ¿Donde estás?" (Gen. III, 9); pregunta para la cual no cabe .sino una respuesta apropiada: "En ninguna parte"; ya que ninguna de las cosas humanas permanece en un mismo sitio, antes bien, todas ellas están en movimiento tanto en el alma, como en el cuerpo, como en las cosas exteriores. Inestables son, en efecto, los razonamientos pues reciben de los mismos objetos no las mismas sino opuestas impresiones; inestable es también el cuer no. como lo revelan los cambios que a través de todas las edades de la vida tienen lugar desde la infancia hasta la vejez; e inestables también son las cosas exteriores, suspendidas, como están, sobre la corriente de una suerte siempre cambiante. 193. XXXIV. Mas, cuando el sagrado lógos ha llegado a la asamblea de sus amigos, no comienza a hablar sin antes dirigirse a cada uno de ellos y llamarlos por su nombre a fin de que agucen sus oídos y con tranquilidad y atención escuchen los sagrados preceptos como para no olvidarlos jamás. Así, en otro pasaje se dice también: "Calla y escucha" (Deut. XXVII, 9). 194. De manera análoga es llamado Moisés desde arriba de la zarza. 1 (Vinos, en efecto, que "no bien el Señor lo vio aproximarse para ver, lo llamó desde la zarza diciendo: 'Moisés, Moisés'. Y este dijo: ¿Qué es?'" (Ex. III, 4). Y también fue llamado Abraham, presto ya al holocausto de su amado y único hijo, en el momento en que comenzaba a ofrecer el sacrificio, cuando, habiendo dado prueba de su piedad, se le vedó hacer desaparecer de entre los hombres a la naturaleza autodidacta, llamada Isaac. 195. Se nos dice, efectivamente, que al comenzar el sacrificio "Dios, que estaba probando a Abraham, le dijo: 'Abraham, Abraham'. Y éste dijo: 'Aquí estoy'. Y Dios le dijo: 'No extiendas tu mano sobre el niño no le hagas nada'" (Gen. XXII, 1, 2, 9 a 12). 196. Y siendo el ejercitante un miembro de la cofradía de los amigos de Dios, es lógico que sea tenido por digno de la misma prerrogativa y se le llame por su nombre. Así, leemos: "El ángel de Dios me dijo en el sueño: 'Jacob'. Y yo dije '¿Qué es?' " (Gen. XXXI, 11). 197. Y habiendo sido llamado prestó aten ción tratando de captar con precisión los signos que aparecían; signos que eran uniones y alumbramientos de pensamientos representados en animales. Leemos, en efecto, lo siguiente: "Alza tus ojos y mira los cabrones y cameros que cubren a las ovejas y cabras" (Gen. XXXI, 12). 198. Un cabrón es el guía de un rebaño de cabras, un carnero lo es de un rebaño de ovejas; y estos animales son símbolo de las dos formas perfectas del pensamiento, de las cuales una purifica y vacía al alma de faltas, en tanto que la otra la nutre y llena de rectas acciones. Tales son los conductores pensamientos que guían los rebaños de nuestro ser; y los rebaños, dotados de disposiciones acordes con los nombres de ovejas y cabras se lanzan y avanzan con premura hacia la rectitud.72. 72 Filón vincula próbaton = oveja, con probáinein = avanzar; y aix = cabra, con áissein = lanzarse. 199. Levantó, pues, el hasta entonces cerrado ojo del entendimiento y vio Jacob los perfectos pensa mientos, que corresponden a cabrones y cameros, procurando con agudeza la PAGE 51

disminución de las faltas y el incremento de las cosas convenientes; vio cómo ellos cubren a las ovejas y cabras, es decir, a las almas jóvenes y tiernas aún, en los albores de la juventud y engalanadas con la flor de la plenitud vital; y vio que lo hacen no en procura de un irracional placer, sino aprovechando la invisible simiente de las doctrinas de la sensatez. 200. Abundante en prole es, en efecto, este apareamiento, que no implica entrelazamiento de cuerpos, sino es la unión de virtudes perfectas con almas bien dotadas, por naturaleza. Pues bien, vosotros, todos los rectos pensamientos de la sabiduría, apareaos, cubrid, fecundad; y, cada vez que veáis un alma pin güe, fértil, virgen, no paséis de largo; antes bien, invitadla a la unión y apareamiento con vosotros, perfeccionadla y hacedla fecunda, que todo cuanto dé a luz será de valor, descendencia masculina constituida por "totalmente blancos, manchados y de un salpicado ceniciento" (Gen. XXXI, 10). 201. XXXV. Qué poder posee cada uno de estos vástagos es cosa que debemos averiguar. Los más brillantes y esclarecidos son los "completamente blancos", como que lo de "completa mente" se aplica muy a menudo a lo grande, siendo costumbre llamar "completamente evidente" o "completamente destacado" a lo que es en gran medida evidente y en gran medida destacado.73 73 Refiérese Filón al valor intensivo del prefijo diá = muy o comple tamente, que aparece en diáleukos = completamente o muy blanco, en diádelos = muy evidente, y en diásemos = muy destacado o claro. 202. Es, pues, deseo del sagrado lógos que los vástagos primogénitos sean completamente blancos, semejantes, no a una luz tenue, sino a una claridad brillantísima, como el resplandor sin sombras que emiten los rayos solares en la clara atmósfera del mediodía. Pero desea también que haya vástagos "mancha dos", no a modo de la multiforme y cambiante impureza de la lepra, destinados a una vida inestable y agitada, sin firmeza de juicio: sino grabados con inscripciones y estampados con sellos, diferentes sí, pero todos genuinos; marcas cuyas particularidades mezcladas y combinadas producen una delicada armonía. 203. Algunos han juzgado al arte del bordado 74 como labor tan obscura y tan modesta que la han relegado a la categoría de trabajo de tejedores. Yo, en cambio, admiro no sólo el arte en sí sino también su nombre, sobre todo cuando contemplo las porciones de la tierra, las esferas celestes, las variedades de animales y plantas y la variadísima trama que es este mundo. 74 Ver la nota 77. 204. Es que al instante me siento movido a pensar que el Autor de toda esta combinación es el inventor de la ciencia del bordado75 y rindo culto al Inventor, justiprecio el descubri miento, admiro profundamente la obra, y, aunque no soy capaz de ver sino una parte ínfima de ella; por la parte que me ha sido dado ver, si es que realmente ha tenido lugar tal visión, conjeturo detalladamente la totalidad, seguro de que el resto corresponderá a lo visto. 75 Jacob en este caso. 205. Admiro, asimismo, al amante de la sabiduría, por cuanto se ha consagrado a este mismo arte, entendiendo que vale la pena reducir a una sola cosa y reunir en un lazo común muchas y diversas cosas superando sus diversidades. Así, tomando de la gramática que se enseña a los niños los dos primeros asuntos: el escribir y el leer; de la gramática más avanzada la familiarización con los poetas y el aprendizaje de la antigua historia; de la aritmética y la geome tría la absoluta seguridad en asuntos que requieren proporción y cálculos; de la música PAGE 51

ritmos y medidas, y melodías enarmónicas, cromáticas, diatónicas, conjuntas y disjuntas; de la retórica la concepción, la expresión, la ordenación, la distribución, la memoria, la presentación; de la filosofía todo cuanto en aquéllas no ha sido tratado y las demás cosas de que está constituida la vida toda de los hombres; combina todas estas cosas y forma una sola obra frondosísima mezclando la amplitud de conoci mientos con la facilidad para conocer todavía más. 206. El sa grado lógos ha llamado Beseleel al artífice de esta construc ción,76 nombre que significa "en la sombra de Dios". Beseleel, en efecto, es el arquitecto de las copias, en tanto que Moisés construye los modelos. Por eso el primero diseñó como sombras, en tanto que Moisés forjó no ya sombras sino las mismas naturalezas arquetípicas. 76 Éx. XXXI, 2 y ss. 207. Ahora bien, si el sagrado tabernáculo fue construido por el arte del bordado,77 y solo al sabio se aplica el calificativo de bordador en los oráculos revelados;78 (XXXVI) y si además esa hermosa obra bordada por Dios que es este mundo es la acabada obra de un saber que todo lo capta, ¿cómo podríamos negarnos a acoger el arte del bordado como instrumento del saber? 77 Ésta es la acepción corriente de poikiltiké, en tanto que el sentido usual de poikiltés es bordador. Con tales términos caracteriza Filón, apo yándose en el texto bíblico (Ex. XXVI, 36), a Beseleel, el encargado, por disposición Divina, de confeccionar los paños y los demás elementos para la fabricación de la tienda o tabernáculo con toda la gama de variados colores prescripta por el mismo Dios a Moisés. Lo que la traducción no puede sugerir es el juego de palabras que emplea Filón aprovechando las diversas acepciones que toman los vocablos formados a base de la raíz poikil. El adjetivo poikílos significa variado, diverso, matizado, salpicado, manchado, y Filón, partiendo de esta última acepción, con que el texto bíblico describe a una parte de los rebaños, pasa al sentido de bordador (literalmente: el que combina diversos colores en las telas) y de arte del bordado (o de la combinación de variados colores en las telas) mediante los vocablos poikiltés y poikiltiké. 78 Ex. XXXI, 3. 208. La más sagrada representación de él estará esculpida en la casa toda de la sabiduría tanto en el cielo como sobre la tierra; y de él el ejercitante toma las especies de va riados pensamientos que elabora, pues después de los pensamientos completamente blancos ha visto acto seguido los variados, los que llevan impresas las marcas de la instrucción.79 79 Otro pasaje por demás obscuro. Tal vez el sentido sea el siguiente: el conocimiento estampado mediante el "arte del bordado" en el sacra tísimo templo del universo sirve de modelo al ejercitante Jacob para "bordar" o concebir la variedad de los humanos conocimientos. 209. En tercer lugar están los de salpicado ceniciento. Mas, ¿quién dotado de sentido común no dirá que también éstos pertenecen a la especie de los manchados? Pues bien, no es una diferencia entre animales lo que el legislador quiere destacar con tanto empeño; a lo que se refiere es al camino que conduce hacia la nobleza de vida.80 80 Es decir, esta distinción entre "manchados" y "de salpicado ceni ciento" no se justifica si se toma el texto en sentido literal, pues la segunda coloración es, al fin y al cabo, una variedad dentro de la primera; pero es plenamente clara enfocada desde el punto de vista alegórico, según el cual se trata de dos vías de acceso a una vida superior.

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210. Su deseo, en efecto, es que el hombre que marcha hacia ella se rocíe con ceniza y agua, por cuanto, como se nos ha narrado, tierra y agua mezcladas y modeladas fueron separadas por el Forjador del hombre para formar nuestro cuerpo, el que no es producto de la industria humana sino obra de una naturaleza invisible. 211. Es, pues, principio de la sabiduría el no olvidarse de sí mismo, sino poner siempre ante los ojos los elementos de los que el hombre está formado, ya que de este modo es posible despojarse de la soberbia, el vicio más aborrecido por Dios. ¿Quién, en efecto, al arrojar sobre su inteligencia la verdad de que ceniza y agua son los orígenes de su existencia, se hinchará de vanidad y se remontará hacia las alturas? 212. Este es el motivo por el cual el legislador juzgó preciso que los que se aprestan a efectuar sacrificios se purifiquen con los materiales mencionados, convencido de que nadie es digno de los sacrificios si previamente no ha llegado a conocerse a sí mismo ni a comprender la humana insignificancia, deduciendo de los elementos de que está compuesto su falta absoluta de merecimientos. 213. XXXVII. Estos tres signos, lo completamente blanco, lo manchado y lo de salpicado ceniciento, aparecen imperfectos en el ejercitante, como que éste es aún imperfecto; mientras que en el hombre perfecto ellos aparecen también perfectos. 214. Veamos de qué manera ocurre esto. Cuando el gran sa cerdote se apresta a llevar a cabo las ceremonias proscriptas por la ley debe en primer lugar purificarse con ceniza y agua, por prescripción de la sagrada palabra, 81 para recordar lo que es. Abraham, por ejemplo, cuando iba a interceder ante Dios se calificó de tierra y ceniza.82 En segundo lugar debe el gran sacerdote revestirse con la túnica que llega hasta los pies y sobre ella el llamado pectoral,83 bordado con variados colores,84 re presentación e imagen de los resplandecientes astros del cielo.85 81 Ex. XXIX, 4, donde, empero, no se menciona la ceniza. 82 Gen. XVIII, 27. 83 Ex. XXIX, 5. 84 Ex. XXVIII, 15. 85 Es decir, de los doce signos del zodíaco, según se expone en Sobre las leyes particulares I, 87. 215. Dos son, evidentemente, los templos de Dios: uno este mundo, en el cual es también sumo sacerdote Su primogé nito, el Divino lógos; y el otro el alma racional, de la cual es sacerdote el verdadero hombre, cuya imagen sensible es aquel que ofrece las tradicionales súplicas y sacrificios,86 a quien ha sido prescripto vestir la mencionada túnica, réplica del cielo todo, a fin de que el mundo sea copartícipe del hombre en los sagrados ritos y el hombre lo sea del mundo. 86 O sea, el sumo sacerdote. 216. El sumo sacerdote ha aparecido ya vistiendo dos señales características; la salpicada y la de bordado multicolor. Indi caremos a renglón seguido la tercera y más perfecta, la calificada de "completamente blanca". Cada vez que este mismo sumo sacerdote se aproxima a las partes más internas de los lugares santos, desvístese de la túnica multicolor y se pone otra fabricada con la más pura clase de lino.87 PAGE 51

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Lev. XVI, 4.

217. Esta túnica es símbolo de la fortaleza, de la incorruptibilidad, de la claridad más radiante. El hilo fino es, en efecto, indestructible, no está hecho de sustancia perecedera alguna,88 y además cuando ha sido cui dadosamente purificado, posee un color brillantísimo y sumamente luminoso. 88 Como ocurre, en cambio, con la lana, la que procede de un animal, un ser perecedero. 218. Estos símbolos significan lo siguiente: de aquellos que sincera y puramente sirven al Que Es, ninguno hay que, en primer lugar, no haga uso de fuerza de voluntad y juicio despreciando los negocios humanos, que nos asechan, dañan y debilitan; que, en segundo lugar, no anhele la inmortalidad mofándose de cuantas cosas envanecen a los mortales; y que, finalmente, no esté alumbrado por el luminoso resplandor sin sombra que irradia la virtud, sin que en adelante acepte ninguna de las conclusiones de la falsa opinión, íntimamente vinculadas con la obscuridad. 219. XXXVIII, Quede de esta manera descripto el gran sumo sacerdote marcado con los tres mencionados sellos: el comple tamente blanco, el multicolor y el de salpicado ceniciento. En cambio, es posible observar que el hombre inclinado a intervenir en el humano gobierno, cuyo nombre es José, no participa de los caracteres primero y tercero, y sólo cábele el intermedio, o sea, el multicolor. 220. Se nos dice,89 en efecto, que vestía una túnica de variado color. Es que ni se había purificado con las aguas de las sagradas purificaciones, de las cuales hubiera aprendido que no era sino una mezcla de ceniza y agua, ni era capaz de tocar el absolutamente blanco y luminosísimo vestido que es la virtud, y estaba, en cambio, envuelto en el inmensa mente variado velo de la política, velo en el que sólo una ínfima porción de verdad tiene parte, pero contiene, en cambio, mu chas y grandes partes de falsedades, probabilidades, verosimili tudes, conjeturas, de las que han brotado todos los sofistas egip cios, los augures, los ventrílocuos, los agoreros, hábiles todos en seducir, hechizar y embaucar, y cuyos insidiosos artificios es tarea ímproba evitar. 89 Gen. XXXVII, 3. 221. Por eso Moisés presenta, de con formidad con la naturaleza de las cosas, esta túnica teñida en sangre,90 ya que la vida toda del hombre de estado está man chada, combate y es combatida, y es blanco de dardos y flechas que le arrojan los acontecimientos ajenos a su voluntad que se precipitan sobre él. 90 Gen. XXXVII, 31. 222. Examina, pues, al hombre entregado de lleno a los negocios públicos, hombre del que están pen dientes los intereses del estado, examínalo sin dejarte impresionar por los que le tributan admiración. Hallarás muchas dolen cias agazapadas en su ser, muchas calamidades suspendidas so bre él, cada una de las cuales agobia violentamente su alma y la acosa invisiblemente buscando derribarla y aniquilarla, ya sea porque la multitud está disgustada con su gobierno, ya porque un rival más poderoso le ataca. 223. Además la envidia es un penoso enemigo difícil de eliminar, enraizado siempre en las que los hombres llaman situaciones prósperas; un enemigo del que no es cosa sencilla escapar. PAGE 51

224. XXXIX. ¿Por qué, entonces, nos envanecemos cuando llevamos, como un costoso vestido, el florido traje de la vida pública, engañados por la apariencia de lo que tenemos ante los ojos, sin percibir la fealdad artera y peligrosa, oculta e invisible? 225. Despojémonos, de verdad, de esta florida tú nica y pongámonos la túnica sagrada, tejida con variada trama de virtudes. De ese modo escaparemos también a las embos cadas, que contra nosotros, tienden la incapacidad, la ignorancia y la indisciplina, cofradía esta, de la que es miembro Labán. 226. Cuando, efectivamente, el sagrado lógos nos ha purificado con las aspersiones dispuestas para nuestra santificación y nos ha matizado con los secretos conocimientos de la verdadera filo sofía, poniendo ante nosotros las pruebas, y nos ha hecho claros, manifiestos y brillantes, censura al carácter insidioso, agazapado para malograr dichas medidas. 227. Dice, en efecto: "He visto todo cuando Labán contra ti hace", (Gen. XXXI, 12) 'lo contra rio, precisamente, de lo que yo te había procurado, es decir, lo impuro, lo espurio y lo obscuro en todas sus partes'." Con todo, no debe atemorizarse el hombre que asienta su es peranza en la Divina alianza, hombre al que van dirigidas estas palabras: "Yo soy el Dios que se te apareció en el lugar de Dios" (Gen. XXXI, 13). 228. Hermosísimo motivo de orgullo es, ciertamente, para el alma el hecho de que Dios tenga a bien mostrársele y conversar con ella. Y no tomes a la ligera Sus palabras; antes, examina cuidadosamente si hay dos Dioses. Dice, en efecto, así: "Yo soy el Dios que se te apareció", no "en Mi lugar", sino "en el lugar de Dios", como si hubiera otro Dios 229. ¿Qué decir a esto? Pues, que el verdadero Dios es uno solo, pero los impropiamente así llamados son más de uno. Por eso la sagrada palabra ha señalado en el presente caso al Que Es verdaderamente Dios mediante el artículo diciendo: "Yo soy el Dios"; en tanto que señala al que es impropiamente llamado así omitiendo el artículo al decir: "que se te apareció en el lugar", no "del Dios", sino simplemente: "de Dios". 230. Aquí llama "Dios" al lógos de mayor jerarquía de Dios, no porque le guíe la superstición en la asignación de los nombres, sino con una sola intención, la de ajustar la narración a los he chos. Así, en otro pasaje al inquirir si existe algún nombre apli cable al Que Es, claramente reconoció que no hay ninguno apro piado para El, y que cualquiera que se Le aplicare será por licencia de lenguaje; porque la naturaleza del Que Es no es expresable, solamente es. 231. XL. Entre otros testimonios de esto está la Divina res puesta a Moisés cuando éste pregunta si Él tiene un nombre, respuesta formulada en estos términos: "Yo soy el Que Es" (Ex. III, 14), a fin de que, no habiendo en Dios determinaciones aprehensibles al hombre, pueda éste conocer al menos Su existencia. 232. Nada se opone, pues, a que Él se muestre tal como es a las almas incorpóreas y serviciales y que converse con ellas como un amigo con sus amigas; mas, a las que aún permanecen en un cuerpo muéstrase bajo el aspecto de ángeles, sin alterar por ello Su propia naturaleza, pues ésta es inmutable, sino pre sentando a quienes son testigos de Su presencia una apariencia de forma distinta, de modo que ellos imaginen que la imagen no es una copia PAGE 51

sino la misma forma original. 233. Un antiguo relato narra que la Divinidad, tomando el aspecto ora de un hombre ora de otro va recorriendo las ciudades informándose de las iniquidades y transgresiones.91 Quizá el relato no es verdadero, pero de todos modos es útil y provechoso. 91 Odisea XVII, 485 a 487. 234. Y la sagrada palabra, que siempre reviste las concepciones sobre el Que Es de la debida dignidad y santidad pero, al mismo tiempo, desea procurar instrucción a la vida de los que carecen de ella, ha comparado a Dios con el hombre, aunque no con al guno de los hombres particulares.92 92 Ver Sobre los sacrificios de Caín y Abel 94 y 95, y Sobre la inmutabilidad de Dios 53 y 54. 235. Este es el motivo por el que Le ha atribuido rostro, manos, pies, boca, voz, ira e indignación, amén de armas defensivas, entradas y salidas, y movimientos hacia arriba, hacia abajo y en todas las demás direcciones; sin asignarle a esta norma general de expresarse el carácter de verdadera, y buscando sólo el provecho de los que aprenden. 236. Hay, en efecto, algunos hombres de natura lezas completamente embotadas, al punto de no ser capaces en absoluto de concebir a Dios sin un cuerpo. A éstos es imposible instruirlos de otra manera que esta, diciéndoles que, como un hombre, Dios llega, parte, desciende, asciende, usa la voz, se disgusta ante las faltas, es inexorable cuando se irrita y está provisto de dardos, espadas y toda otra suerte de instrumentos apropiados para el castigo de los inicuos. 237. Contentémonos,. pues, con que éstos puedan adquirir el control de sí mismos mediante el temor suspendido sobre ellos por este medio. Y,. prácticamente, sólo dos son los caminos seguidos en toda la legislación: uno que persigue la verdad misma y mediante ella deja sentado que "Dios no es como el hombre" (Núm. XXIII, 19); otro que tiene presente las opiniones de los algo más tardos de entendimiento, a propósito de los cuales se dice: "El Sobe rano Dios te instruirá tal como lo haría cualquier hombre con el hijo suyo" (Deut. VIII, 5). 238. XLI. ¿Por qué, entonces, hemos de extrañarnos ya de que tome el aspecto propio de los ángeles, si hasta toma el de los hombres para ayuda de los que la han menester? En con secuencia, cuando dice: "Yo soy el Dios que se te apareció en el lugar de Dios" (Gen. XXXI, 13), entiende tú que Dios, sin cambiar, ocupa el lugar de un ángel sólo en cuanto a las apariencias, para provecho del que aún no es capaz de ver al verdadero Dios. 239. Es que, así como los que no son capaces de mirar al verdadero sol, contemplan el resplandor del parhelio como si fuera el sol mismo, y ven el halo que rodea a la luna como si la vieran a ella misma, del mismo modo algunos consi deran la imagen de Dios, vale decir, el lógos mensajero Suyo,. como Dios mismo. 240. ¿No ves, por ventura, a Agar, es decir, la instrucción correspondiente a la cultura general93 diciendo al ángel: "Tú eres el Dios que ha extendido Su mirada sobre mí" (Gen. XVI, 13), pues, siendo egipcia de raza, no era capaz. de ver a la más excelsa de las Causas. Mas, en el caso que nos ocupa 94 la inteligencia, en proceso de superación, comienza a adquirir una representación mental del Soberano de todas estas potencias. PAGE 51

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Ver Interpretación alegórica III, 85. Vale decir, en la situación a que se refiere el pasaje de Gen. XXXI, 13, situación que corresponde a una etapa más avanzada en el camino hacia la perfección por el que transita el ejercitante Jacob, quien ante riormente, en una etapa menos próxima a la meta, había visto al lógos de Dios, y ahora ve a Dios. 94

241. Por ello Él mismo dice: "Yo soy el Dios" (Gen. XXXI, 13) 'cuya imagen tú has contemplado antes creyendo que era Yo mismo, y a quien has dedicado una columna en la que grabaste la más santa de las inscripciones. Esta inscripción ex presaba que solamente Yo me mantengo fijo y he conferido fijeza a la naturaleza de todos los seres, trocando la confusión y el desorden en orden y regularidad, y sostenido el universo para que perdurase firme bajo el poderoso lógos, Mi virrey'.95 95 Ni en el pasaje aquí transcripto ni en el resto del relato bíblico se menciona tal inscripción. Seguramente Filón se propone interpretar la frase "'Colocó la piedra como una columna" (Gen. XXVIII, 18), agregando por su cuenta el que ésta contuviera un texto escrito. 242. XLII. Una columna es, en efecto, símbolo de tres cosas: fijeza, ofrenda, inscripción. Queda ya aclarado lo relativo a la fijeza y la inscripción. La ofrenda, en cambio, ha menester de explicación. 243. El cielo todo y toda la tierra constituyen una ofrenda dedicada a Dios, que es el creador de lo ofrendado. Y todas las almas que aman a Dios y son ciudadanas del mundo conságranse a sí mismas, sin dejarse atraer por cosa alguna mortal y sin cansarse jamás de santificar y consagrar su imperecedera vida. 244. Loco es el hombre que no ofrenda a Dios sino a sí mismo una columna, pretendiendo fijar cosas perte necientes a la creación, que es inestable en todas sus partes, y teniendo por dignas de inscripciones laudatorias a cosas que, estando llenas de censura y vituperio, bueno sería o no registrarlas en absoluto o, si lo fueran, borrarlas enseguida. 245. Por ello dice sin rodeos la sagrada palabra: "No erigirás columna alguna para ti" (Deut. XVI, 22). Es que, en realidad, nada humano es estable, aunque algunos lo afirmen falsamente hasta reventar. 246. Y en verdad que piensan no sólo que están firmemente establecidos sino también que son dignos de honores e inscripciones, olvidados del único Que realmente merece honor y está firme, pues la sensibilidad, esa mujer que for ma parte de su naturaleza, cada vez que se desvían y apartan del camino de la virtud, extravíalos aún más y los fuerza a ir a la deriva. 247. Por lo cual, acosada por todas partes, como una nave, el alma es colocada a manera de columna. Las sagra das revelaciones dicen, en efecto, que la mujer de Lot, habién dose dado vuelta, se convirtió en una columna de sal.96 Y esto es lo que cabía esperar y convenía. 96 Gén. XIX. 26 248. Si alguien, en efecto, no ve claramente lo que hay delante de sí, vale decir, las cosas dignas de contemplarse y oírse, que son las virtudes y las accio nes virtuosas; y, en cambio, se vuelve a mirar lo que tiene detrás y su espalda en procura de la gloria necia, la riqueza ciega, la estúpida lozanía física, la inconsciente belleza externa y todas las demás cosas de esta clase, terminará fijado como una co lumna sin alma, que se desintegra en derredor, puesto que las PAGE 51

sales carecen de consistencia firme. 249. XLIII. Muy bien hizo, por lo tanto, el ejercitante cuando, habiendo aprendido, merced a un ininterrumpido ejercicio, que la creación es móvil por naturaleza, y que, en cambio, el Increado es inalterable e inmóvil, erigió una columna dedicada a Dios y, tras erigirla, la ungió. Leemos, efectivamente, lo siguiente: "Erigiste para Mí una columna" (Gen. XXXI, 13). 250. Mas, no pienses que esto se refiere a una piedra ungida con óleo; no, se trata de que la doctrina que enseña que Dios es el único ser fijo es ejercitada y practicada en el alma mediante la ciencia de la preparación atlética,97 no con aquella con la que se fortalecen los cuerpos, sino con la que permite al alma adquirir vigor y fuerza irresistible. 97 Intraducible juego de palabras entre aléiphein = untar, engrasar preparar para la lucha; y aleiptiké = relativo ala prepararon de atletas o al maestro del gimnasio que preparaba a los atletas. 251. Porque amigo de la lucha y amigo de la ejercitación es aquel que se halla abocado a la persecución de las elevadas acciones. Y así, habiendo cultivado a fondo el arte de la ejercitación, hermano del arte médico; es decir, habiendo ejercitado y practicado todos los pensamientos relativos a la virtud y la piedad, dedicará a Dios, como era de esperar, la más hermosa y firme de las ofrendas. 252. Por ello, después de la ofrenda de la columna, leemos: "Tú Me hiciste un voto" (Gen. XXXI, 13). Un voto es, hablando con propiedad, una ofrenda, por cuanto se dice que un hombre hace un presente a Dios, cuando no sólo Le ofrece lo que posee sino también se ofrece a sí mismo, el poseedor. 253. Dice, en efecto, la escritura: "Santo es el que deja crecer el cabello de su cabeza" (Núm. VI, 5), en otras palabras, el que ha formulado un voto. Y si él es santo, es desde todo punto de vista una ofrenda, por cuanto ya no entrará en contacto con cosa alguna impura o profana. 254. Confirma lo que digo la profetisa y madre de profetas, Ana, cuyo nombre traducido al griego es "gracia". Dice ella, en efecto, que está ofrendando como pre sente al Santo su hijo Samuel;98 ofrenda consistente no en un ser humano sino, más bien, en un espíritu inspirado y poseído de Divina demencia. "Samuel" significa "dedicado a Dios". 98 I Samuel I, 11. 255. ¿Por qué, pues, oh alma, sigues con tu demencia y realizas trabajos inútiles en vez de convertirte en discípulo del ejerci tante y aprender a usar las armas y recursos contra la pasión y la vana opinión? Si eso aprendieres, al punto te convertirás en pastor, no de un rebaño sin marca, sin inteligencia y sin disciplina, sino de uno genuino, racional y de variadas marcas. Y, si llegares a ser su guía, llorarás por la deplorable raza humana, pero no cesarás de volverte hacia la Divinidad; y nunca dejarás de proclamar la felicidad de Dios; por el contrario, grabarás además sagrados himnos en columnas con miras a celebrar las excelencias del Que Es, no sólo con la elocuencia de la palabra sino también con la música del canto. Porque, de esa manera estarás en condiciones de retornar a la mansión de tus padres poniendo fin a tu larga, inacabable agitación sobre suelo extraño.

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SOBRE LOS SUEÑOS ENVIADOS POR DIOS

SOBRE LOS SUEÑOS II 1.1. Al describir la tercera especie de sueños enviados por Dios sobrados motivos tenemos para llamar en nuestra ayuda a Moisés, a fin de que, así como él aprendió cuando no sabía, también a nosotros en nuestra ignorancia nos instruya acerca de sus indicaciones aclarándonos cada una de ellas. La tercera clase de visiones sobreviene cuando el alma durante el sueño, movién dose por sí misma y agitándose a sí misma, entra en trance y, poseída de un profetice poder, predice el futuro. 2. La pri mera clase de sueños es, según vimos, aquella en que Dios pro voca el movimiento y sugiere invisiblemente las cosas invisibles para nosotros pero patentes para El. La segunda es la de aque llos sueños en los que nuestro entendimiento muévese de con cierto con el alma del universo y se llena de una locura inspirada por Dios, mediante la cual es permitido predecir muchas de las cosas que sucederán. 3. Según esta clasificación, el sagrado intérprete nos ha indi cado de manera completamente clara y nítida las visiones propias de la clase señalada en primer término, ya que las comunica ciones enviadas por Dios a través de los sueños aseméjanse a claros oráculos. Las correspondientes a la segunda clase las ha mostrado ni de manera completamente clara ni demasiado obs curamente. Un ejemplo de ellas es la visión que apareció sobre la escala del cielo. Esta visión fue, ciertamente, enigmática, pero el enigma no era del todo impenetrable para los capaces de ver con agudeza. 4. Para las visiones de la tercera clase, como son más obscuras que las anteriores en razón de lo profundo e impenetrable del significado que ocultan, ha sido necesaria la ciencia de la interpretación de los sueños. Consecuentemente, todos los sueños de esta clase registrados por el legislador han sido interpretados por hombres expertos en dicha especialidad. 5. ¿De quién, pues, son estos sueños? Para nadie es un secreto que se trata de los de José, de los del faraón de Egipto y de los que vieron el jefe de reposteros y el copero mayor. 6. Con vendrá, seguramente, que comencemos nuestra enseñanza par tiendo siempre de los primeros, que son los que contempló José cuando, desde las dos divisiones del mundo: cielo y tierra. alcanzó sendas visiones. De la tierra sobrevínole el sueño de la siega, que narra en estos términos: "Me parecía que estábamos nosotros atando haces en medió del llano, y mi haz se levantó" (Gen; XXXVII, 7). Del cielo sobrevínole el relacionado con el zodíaco, narrado así: "Como si fueran el sol, la luna y los once astros, se prosternaban ante mí" (Gen. XXXVII, 9). 7. Una interpretación del primer sueño, cargada de viva amenaza, es la siguiente: "¿Acaso reinarás como rey sobre nosotros? ¿Man darás sobre nosotros como un señor?" (Gen. XXXVII, 8). El segundo, a su vez, mereció una justa cólera: "¿Por ventura, lle garemos yo, tu madre y tus hermanos a prosternamos en tierra ante ti?" (Gen. XXXVII, 10). 8. II. Quede lo que precede sentado a manera de cimiento de nuestro edificio, el resto construyámoslo siguiendo las normas de este sabio arquitecto que es la alegoría, en nuestra investigación de los detalles de uno y otro sueño. Pero, digamos a propósito de ambos sueños PAGE 51

algunas cosas que es preciso oír previamente. Algunos han interpretado la naturaleza del bien en un sentido amplio, otros la han restringido exclusivamente a lo más exce lente, admitiendo los primeros que se trata de algo mixto y los segundos de algo sin mezcla. 9. Ahora bien, aquellos que dicen que sólo la belleza moral es cosa buena, preservándola de toda mezcla, la atribuyen exclusivamente a la parte más noble de nuestro ser, que es la razón; los que consideran al bien como algo que admite mezcla lo adaptan a tres cosas: al alma, al cuerpo y a las cosas exteriores. Estos últimos son gente de vida bastante muelle y lujuriosa, gente que pasa la mayor parte de su tiempo desde su infancia en las habitaciones de las mujeres y en los hábitos afeminados de las mismas, Los otros, en cambio, son de vida austera, criados entre hombres, y ellos mismos de espíritu varonil, inclinados antes a lo conveniente que a lo pla centero, y se alimentan con alimentos propios de atletas, en pro cura no de placeres, sino de robustez y vigor. 10. Como guías de las dos cofradías Moisés presenta a Isaac y José. La cofradía noble es guiada por Isaac, el autoinstruido y autodidacta, como que Moisés lo presenta como destetado, vale decir, como desdeñando en absoluto el empleo de alimentos delicados, lácteos, inmaturos e infantiles, y usando, en cambio, siempre alimentos fuertes y perfectos, pues estuvo en su modo de ser tender a adquirir una buena constitución desde la niñez y siempre gozó de la plenitud de sus fuerzas con renovada juventud. 11. La comunidad que contemporiza y cede fácil mente tiene por guía a José. Este, en efecto, no es de los que descuidan las virtudes del alma, pero se preocupa también por el bienestar del cuerpo y anhela asimismo la abundancia de cosas externas. Y es natural que sea arrastrado en direcciones opuestas, ya que muchos son los fines que persigue en la vida. Y, atraído en contrarios sentidos por cada uno de ellos, vive agitada y desordenadamente sin poder alcanzar una situación sólida. 12. Es como. ..l ni siquiera viven en paz como los estados entre los que median pactos (sino soportan) 2 y lanzan a su vez ataques, alternándose las victorias y los reveses. Unas veces, en efecto, fluye un intenso apetito de riqueza y fama y se enseñorea completamente de los intereses del cuerpo y del alma; y poco después nuevamente es forzado a ceder por el impulso opuesto y es vencido por ambos intereses o por uno de ellos. 1 Laguna en el texto. Tal vez deba llenarse con algo de este tenor: "las almas y los cuerpos de tales hombres". 2 Reconstrucción conjetural de parte de la laguna del texto. 13. De la misma manera los placeres del cuerpo derrámanse sobre nosotros inundando y anulando una tras otra las cosas del entendimiento; y, a continuación, sin que medie un largo intervalo, la sabiduría con impetuoso y vigoroso espíritu lanza su contrataque y diluye el ímpetu de los placeres y mitiga, en general, los apetitos todos y ambiciones que nos llegan a través de los sentidos. 14. De esa manera ronda el ciclo de la incesante guerra en torno del alma sin rumbo definido. Eli minando un adversario, surge siempre otro más poderoso al modo de las múltiples cabezas de la hidra. De ella, en efecto, dícese que, si se le corta una cabeza, crécele otra en su reem plazo; de modo que lo que se quiere dar a entender es cuan difícil resulta el vencer al multiforme y prolífico clan del eternamente perdurable vicio.

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15. Nunca, pues, atribuyas a José una sola cosa con exclusión de las demás; por el contrario, ten presente que éste es el re presentante de la heterogénea y mezclada opinión. En él, en efecto, se pone de manifiesto, por una parte, la racional moda lidad de la templanza, que le viene por línea masculina, modelada de conformidad con Jacob, su padre. 16. Y se mani fiesta también, por otra parte, la modalidad irracional de la sensibilidad, reproducción de los rasgos de la ascendencia ma terna, representada por Raquel. Adviértese, asimismo, en él el germen del placer corpóreo que le imprimieron sus tratos con coperos mayores, jefes de reposteros y jefes de cocina. Y tam bién está patente la modalidad de la vanagloria, sobre la cual, como sobre un carro,3 sube impulsado por su espíritu superficial, irguiéndose altivo y lleno de vanidad con ánimo de dar por tierra con la igualdad. 3 Gen. XLI, 43. 17. III. Con los rasgos citados se tiene una sumaria descrip ción del carácter de José. Corresponde ahora que consideremos cuidadosamente cada uno de sus sueños y hemos de examinar en primer lugar el relativo a los haces. "Me parecía" dice, "que estábamos nosotros atando haces en medio del llano". La ex presión "me parecía", con que comienza, es manifestación propia de quien está inseguro, dudoso y con suposiciones poco claras, de quien no ve con fijeza y claridad. 18. Decir "me parecía" se acomoda a quienes se levantan de un profundo sueño y están todavía somnolientos; no es propio, en cambio, de que ya están levantados y ven las cosas claramente. 19. El ejercitante Ja cob no dirá: "Me parecía", sino: "Y he aquí que había una escala firmemente fijada, cuya parte superior llegaba al cielo" (Gen. XXVIII, 12); y nuevamente: "En la época en que las ovejas conciben, las vi con mis ojos en mi sueño, y he aquí que los machos cabríos y cameros cubrían a las ovejas y cabras, y eran completamente blancos, manchados y de un salpicado ceniciento" (Gen. XXXI, 10 y 11). 20. Es que de hecho las visiones que tiene durante sus sueños los que consideran que la belleza moral es apetecible por sí misma, son necesariamente más claras y más puras, del mismo modo que también sus acciones del día han sido más dignas de aprobación. 21, IV. Ahora bien, cuando escucho a aquel que nos narra el sueño, me asombro de que creyera que se hallaban atando haces, no segándolos. Lo primero es trabajo propio de siervos sin mayor preparación; lo segundo, cometido reservado a amos y a quienes son expertos en las labores del campo. 22. Porque la capacidad de distinguir las cosas necesarias de lo superfino, lo nutritivo de lo no nutritivo, lo genuino de lo espurio, el fruto altamente provechoso de la raíz inútil, no en aquello que produce la tierra sino en lo que engendra el discernimiento, esa capacidad es señal de una virtud perfectísima. 23. Así, la sagrada palabra presenta a los videntes4 segando y, lo que menos cabía esperar, segando, no cebada o trigo, sino la misma siega. Y así, leemos lo siguiente: "Cuando seguéis vuestra siega no agotaréis lo que queda de la siega" (Lev. XIX, 9). 4 Es decir, a los israelitas.

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24. Quiere, en efecto, el legislador no sólo que el hombre virtuoso sea un juez de las cosas que difieren, distinguiendo y separando las que producen de sus productos, sino que además borre de su mente la misma opinión de que es capaz de distin guir, cosechando la misma cosecha y separando la obra de su propia inteligencia, persuadido y obediente ante la afirmación de Moisés de que "el juicio pertenece sólo a Dios" (Deut. I, 17), a quien competen todas las comparaciones y distinciones; y por el cual es noble confesarse vencido, más glorioso aún que una celebrada victoria.5 5 El sentido es que, así como del pasaje bíblico se desprende que no sólo se siega segando o separando el cereal sino también segando o sepa rando la siega misma, del mismo modo es preciso operar en el plano del pensamiento, es decir, debemos segar o separar las cosas pensadas, y ade más segar o separar de nosotros la idea de que somos nosotros los autores de las separaciones. 25. Semejante al "segar la siega" es la doble circuncisión, la que en cierta ocasión inventó Moisés como una nueva práctica: una circuncisión de una circuncisión;6 o "la consagración de una consagración" (Núm. VI, 2), es decir, la purificación de la mis ma purificación del alma, que tiene lugar cuando reconocemos que a Dios compete el tornamos puros, sin que nos pase jamás por el pensamiento la idea de que nosotros mismos, sin la Intervención vigilante de la Divinidad, somos capaces de purificar nuestra vida limpiándola de las manchas que la llenan. 6 Gen. XVII, 13. 26. Y de la misma especie es también la "doble cueva" (Gen. XXIII, 9), es decir, las dos preciadas recordaciones, una cerca de lo que ha llegado a existir, otra acerca del Creador de todo ello, con las que se nutre el hombre de bien contemplando las cosas de que se compone el mundo y meditando también acerca del Padre a quien deben el ser. 27. De ellas, se me ocurre, pro cede el descubrimiento de la sinfonía del doble diapasón en la música. Necesario era, en efecto, que tanto la obra como su Artesano fueran celebrados por dos perfectísimas melodías, no por la misma en ambos casos. 28, Puesto que las alabanzas se refieren a temas distintos, preciso es que también las melodías y acordes difieran de un tema a otro, asignándose el tetracordio conjunto al mundo, que es un armónico conjunto de diferentes elementos; y el disjunto a Aquel que por Su propia esencia está separado de la creación toda, es decir, a Dios. 29. V. Pero, una vez más expone una opinión plena de amor a la virtud el sagrado intérprete cuando dice: "Ni agotaréis lo que queda de la siega" (Lev. XIX, 9). Tiene presente, en efecto, el principio sentado al comienzo, por el que reconocía que "el fin es del Señor" (Núm. XXXI, 28), en quien residen el soberano control y la estabilidad de estas cosas. 30. Pero, el pro fano en los misterios de la siega se pavonea diciendo: "Me parecía que en compañía de otros ataba yo haces que no había segado",7 sin caer en la cuenta de que éste es servicio propio de esclavos e inexpertos, según he dicho un poco más arriba. 31. Al interpretar su significado figurado decimos que los "haces" son acciones de las que cada uno toma como su propio alimento con la esperanza de hallar en él vida y subsistencia eternas. 7 Gen. XXXVII, 7.

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32. V. Ahora bien, innumerables son las variedades de "haces", digo de acciones que decimos ser alimentos; e innu merables también, las especies de hombres que toman y escogen los haces; tantas que no es posible ni enumerarlas ni concebirlas a todas. Con todo, no estará de más examinar como ejemplo algunas variedades que son recordadas en la narración del sueño de José. 33. Dice éste, en efecto, a sus hermanos: "Me parecía que estábamos atando haces" (Gen. XXXVII, 7). De sus hermanos diez lo eran por parte de padre, uno por parte de madre; y el nombre de cada uno de ellos es símbolo de una cosa de vital importancia. "Rubén" lo es de la buena disposición natural, pues equivale a "hijo que ve", consistiendo su buen natural no en que sea un hijo perfecto sino en que posee visión y agudeza en ella; [34.] "Simeón" lo es del aprender, pues quiere decir "oído atento"; "Leví", de las buenas acciones y prácticas y de los sagrados ministerios; "Judá", de los cánticos e himnos; "Isacar", de los premios adjudicados en recompensa por nobles acciones; siendo quizá las mismas acciones el premio perfecto; "Zabulón", de la luz, ya que significa "flujo de la noche", y cuando la noche fluye y se va surge necesariamente la luz; [35.] "Dan", de la división y análisis de las cosas; "Gad", del ataque y contraataque de piratas; "Aser", que sig nifica "felicitación", lo es de la riqueza natural, puesto que la riqueza es considerada una feliz posesión; [36.] "Neftalí", de la paz, pues este nombre significa "dilatación" o "abierto", y con la paz todas las cosas se abren y dilatan, del mismo modo que con la guerra se cierran; "Benjamín", del tiempo de la juventud y de la vejez, pues significa "hijo de los días", y la edad, tanto joven como vieja, se calcula por días y noches. 37. Toma, pues, cada uno de aquello que le es propio y, tras tomarlo, ata todas sus partes juntas. El hombre bien dotado por naturaleza toma agudeza, perseverancia, memoria, cualida des en las que se manifiesta el buen natural; el buen discípulo toma aptitud para oír, silencio, atención; el emprendedor toma resolución y coraje para arriesgarse ante los peligros. 38. El dador de gracias toma alabanzas, elogios, himnos, votos de felicidad; el que tiende a las recompensas toma activa asiduidad, animosísima fortaleza y diligencia combinada con precavida celeridad. 39. El que persigue la luz en reemplazo de la obs curidad toma hábitos de vigilia y agudeza de visión; el inclinado al análisis y división de las cosas toma argumentos incisivos, ca pacidad para no confundir la semejanza con la identidad, imparcialidad, integridad. 40. El que, bastante parecido a los piratas, responde a las emboscadas con emboscadas, toma en gaño, artimaña, impostura, falacias, disimulo, fingimiento, prac ticas repudiables en sí pero laudables cuando se emplean contra enemigos; el que procura adquirir la natural riqueza toma do minio de sí mismo y moderación; el que ama la paz toma buena organización, justicia, modestia, igualdad. 41. VI. Estos son los elementos que se atan para formar los haces de los hermanos paternos, en tanto que el haz del hermano uterino se compone de días y tiempo, en los que todas las cosas ocurren, mas sin que ellos sean las causas. PAGE 51

42. El mismo que soñó e interpretó el sueño, pues ambas cosas hizo, toma para sí la vanagloria como la más excelente, brillante y vital adquisi ción. Por ello, en primer lugar llega a ser conocido del soberano del país corpóreo8 no como resultado de haber puesto de ma nifiesto "acciones" luminosas, que para exhibirse han menester del día, sino como resultado de sueños, que son amigos de la noche. 8 Es decir, conocido del o por el faraón egipcio. 43. Acto seguido es proclamado administrador o pro tector de todo Egipto, para gozar de honores solamente infe riores a los del rey, condición esta que el dictado de la sabi duría registra como más insignificante y ridícula que el fracaso y la deshonra. 44. A continuación coloca en torno a su cuello "un collar de oro" (Gen. XLI, 42), un dogal a todas luces, un círculo y aro de perpetua necesidad; no el ordenado transcurso de la vida, no el encadenamiento de los hechos de la naturaleza, como en el caso de Tamar, cuyo atavío no consiste en un collar sino en un cordón (Gen. XXXVIII, 18).9 Y se pone también un anillo real,10 regalo que no es tal y prenda que nada garantiza, lo contrario al dado a Tamar por Judá, el rey del pueblo vidente, es decir, Israel. 9 O en una gargantilla. Ver Sobre la huida y el hallazgo 150, y Sobre los cambios de nombres, 135. 10 Gen. XLI, 42. 45. Da éste, en efecto, al alma un sello,11 hermosísimo don, enseñándole que, cuando la sustancia del universo carecía aún de forma. Dios se la imprimió; cuando aún carecía de rasgos definidos. Dios se los modeló; cuando carecía de cualidades. Dios se las determinó; y, en habiendo acabado esto, selló el mundo todo con una imagen y forma, la de Su lógos. 11 Gen. XXXVIII, 18. 46. Pero, volviendo a José, éste sube sobre el segundo carro,12 envanecido por vértigos mentales y una vana hinchazón, y se convierte en proveedor de granos,13 guardando los tesoros del cuerpo y proveyéndolo de alimentos provenientes de todas partes. Temible muralla erigida contra el alma es éste. 12 Gen. XLI, 48. l3 Gen. XLI, 43. 47. Su nombre es testimonio, y no el menor, de su norma de vida y de la ambición que la caracteriza. "José", en efecto, significa "adición"; y la vanagloria nunca cesa de agregar. Agrega a lo genuino lo espurio; a lo apropiado lo extraño, a lo verdadero lo falso, a lo suficiente lo excesivo, a la vitalidad la relajación, a la vida normal la vanidad. 48. VII. Pero, observa lo que quiero darte a entender. Nos alimentamos con alimentos sólidos y bebidas, aunque ellos se limiten al modestísimo pan de cebada y al agua de la fuente. ¿Por qué, entonces, la vanagloria ha sobreagregado incontables clases de tortas de leche y pasteles de miel, así como elaboradas y variadas mezclas de innumerables vinos, preparadas más para gozar del placer que para participar del alimento? 49. Y es más, puerros, verduras, muchos frutos de árboles, queso además y también alguna otra cosa semejante a éstas son los condi mentos necesarios en una comida; si quieres, les PAGE 51

agregamos para los no vegetarianos también pescado y carne. 50. ¿Y no sería suficiente que, tras asar estos alimentos o tostarlos a la ligera a la manera de los cabales hombres de la edad heroica, los comiesen? Mas, no se contenta con esto el hombre glotón. Habiendo obtenido la alianza de la vanagloria y despertado la golosa pasión que lleva en sí, busca y rebusca cocineros y preparadores de convites famosos por su arte. 51. Éstos ponen en acción los cebos que desde mucho tiempo hace se han inven tado para tentar a nuestro mísero vientre y, habiendo arreglado y dispuesto en orden particulares variedades de sabores, halagan y tornan dócil a la lengua. Acto seguido echan su anzuelo al gusto, sentido que sirve de puente hacia los demás y a través del cual el glotón no tarda en manifestarse esclavo en vez de hombre libre. 52. Un vestido, como todos saben, ha sido hecho ante todo para proteger al cuerpo contra los daños que originan el calor y el frío, y tanto nos preserva del fresco en invierno, como en cierto lugar dicen los poetas,14 como nos refresca en verano. 14 Odisea XV, 529. 53. ¿Quién, entonces, es el artesano que produce esos costosos mantos de púrpura, quién esas trasparentes y ligeras ropas de verano, quién los vestidos tejidos como telas de araña, quién esos trajes teñidos o bordados con variados colores por expertos en el teñir y en el bordar tales variedades, que superan a los pintores en la habilidad para imitar a la naturaleza? ¿Quién? ¿Pues, quién si no la vanagloria? 54. VIII. Otro caso: todos necesitamos una casa por esas mis mas razones y además para que no nos dañen los ataques de las fieras o de hombres más salvajes todavía que ellas. ¿A qué viene, entonces, el decorar los pisos y los muros con costosos mármoles? ¿Por qué recorremos Asia, Libia, toda Europa y las islas en busca de selectas columnas y arquitrabes? 55. ¿Por qué, al adornar los capiteles de las columnas, se despierta entre nos otros el entusiasmo y la rivalidad a propósito de los tallados dorios, jónicos y corintios y cuantos ornatos han imaginado los que desdeñan los estilos establecidos? ¿Por qué construimos habitaciones para hombres y habitaciones para mujeres con techos de oro? ¿No es acaso por la vanagloria? 56. Por cier to que para dormir bastaría con un blando pedazo de suelo, como es fama que hasta nuestros días se acuestan entre los hindúes de acuerdo con antiguas costumbres los gimnosofistas;15 o si no, una cama hecha de paja, por ejemplo, o un lecho de piedras amontonadas o de maderas comunes. 15 Nombre con que los griegos designaban a ciertos sabios indios, que, según era fama, vivían desnudos. 57. Sin embargo, se confeccionan lechos con patas de marfil para sostén, y divanes con costosas madreperlas y caparazones de tortugas multicolores incrustadas, todo ello a trueque de muchos trabajos y gastos y gran pérdida de tiempo. Algunos de esos lechos son comple tamente de plata, o completamente de oro, o incrustados con piedras preciosas, y provistos de cubrecamas floreados y bor dados en oro para exhibición y suntuosidad, no para el uso diario. El artesano de todo esto es la vanagloria.

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58. Y para ungüentos, ¿qué necesidad hay de buscar otra cosa que el fruto prensado que nos da el olivo? Éste suaviza, contrarresta el cansancio del cuerpo y produce lozanía; y, si algún músculo. estuviere relajado, él lo envuelve fortificándolo y le proporciona. vigor y resistencia con no menos eficacia que cualquier otro. ungüento. 59. Pero frente a estas cosas provechosas han plan tado sus reales los delicados ungüentos de la vanagloria, para. cuya producción trabajan perfumistas y contribuyen grandes países, Siria, Babilonia, la India y la Escitia, en los que crecen las plantas aromáticas. 60. IX. Y en lo que a la bebida se refiere, ¿qué más podría. necesitarse que esa obra maestra de arte que es la copa de la naturaleza? Tal copa es la que forman nuestras manos. Si se las junta y forma con ellas un hueco y luego se las aproxima con cuidado a la boca mientras otro vierte en ellas agua, se obtiene no solamente el remediar la sed sino también inefable placer. 61. Y, si fuera absolutamente necesaria otra, ¿no bas taría la rústica copa de madera? ¿Sería necesario ir en busca de obras de arte de famosos artistas? ¿Por qué es menester que inagotable cantidad de copas de plata y de oro sean fabricadas, si no es porque las exigen la grande presunción de la vanidad y las caprichosas inclinaciones de la vanagloria? 62. Y frente a algunos que no se avienen a ser coronados con una fragante corona de laurel o de hiedra o de violetas o de lilas o de rosas o de olivo, desdeñando así los dones que Dios distribuye a través de las estaciones del año; al verlos equilibrando sobre la cabeza guirnaldas de oro, carga pesadísima, en medio de la plaza re pleta de gente y sin que ello les avergüence, ¿qué otra cosa pensar sino que son esclavos de la vanagloria, aunque ellos se jacten de ser no sólo hombres libres sino también jefes de muchos otros? 63. Un día entero no me bastaría para enumerar las corrup ciones de la vida humana. Mas, ¿para qué extendernos sobre eso? ¿Quién no las ha oído, quién no las ha contemplado? ¿Quién, por lo tanto, no está familiarizado y habituado a ellas? Bien está, en consecuencia, el que la sagrada palabra haya dado el nombre de "adición" a quien fue enemigo de la modestia y amigo de la vanidad. 64. Porque, así como en los árboles crecen, con gran daño de los genuinos, brotes superfinos, que los agricultores podan y eliminan para protección de los necesarios productos, del mismo modo junto a la vida verdadera y modesta crece como parásita la vida de falsedad y vanidad, vida de la que hasta hoy ningún agricultor ha sido hallado que cortase hasta las mismas raíces el sobrebrote dañino. 65. Por tal motivo, los que se ejercitan en la prudencia, al ver que José, primero con la sensibilidad y luego con la inteligencia, persigue esta manera afectada de ser, gritan sin rodeos: "Una bestia feroz ha apresado y devorado a José" (Gen. XXXVII, 33). 66. ¿Y qué es ciertamente, esta vida complicadísima y forjadora de vanidades, propia de los hombres en confusión, en la que la ambición y la malicia son expertos artesanos, sino una fiera salvaje que devora a cuantos se le aproximan? Y así, el luto acompañará a estos hombres como si estuvieran muertos, aun cuando están todavía vivos, puesto que la vida que han cose chado es digna de lamentación y llanto. Así, Jacob lleva luto por José estando aún vivo éste.

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67. En cambio, no permitirá Moisés que los sagrados principios representados por Nadab y sus hijos sean llorados como muertos.16 Es que no habían sido apresados por una bestia feroz y salvaje, sino arrebatados por una avalancha de fuego inextinguible y una inmortal claridad, porque, después de arrojar lejos de sí la contemporizadora inde cisión, habían consagrado santamente su celo cálido y ardiente, ruina de la carne, prestísimo en pos de la piedad, celo ajeno a la creación y familiar a Dios. Y no fue yendo sobre sus pies hasta el altar como lo hicieron, pues lo tenían prohibido por ley,17 sino impulsados por una favorable brisa y conducidos hasta las celestes revoluciones, para allí dispersarse hacia las etéreas claridades al modo de las ofrendas quemadas completamente en los holocaustos. 16 Lev. X, 6. 17 Ex. XX, 26. 68. X. Preciso es, pues, oh alma, que, obediente a la enseñanza del maestro, te cortes tu propia mano, tu poder, cuando ella comienza a aferrarse a los órganos genitales,18 ya consistan éstos en las cosas de la creación, ya se trate de los anhelos y cuidados de los hombres. 18 No resultan claros la conexión y el sentido de este párrafo. Quiza lo de "aferrarse" tenga que ver con la condición de cosas asibles o recogibles propia de los haces o gavillas, y quiera Filón marcar el contraste entre lo que debe asirse o recogerse y lo que no debe tomarse. Los órga nos genitales" simbolizarían en ese caso la vida de lujuria descripta en los pasajes precedentes, opuesta a la verdadera gavilla, que se describe en los parágrafos 71 y ss. 69. Por muchos motivos, en efecto. Moisés nos prescribe cortar la mano que ha asido los testículos,19 en primer lugar porque ella ha acogido de grado el placer que era preciso detestar; en segundo lugar por haber considerado que el fecundar es cosa de nuestra incumbencia; en tercer lugar porque ha atribuido a la creatura el poder que pertenece al Hacedor. 19 Deut. XXV, 11 y 12. 70. ¿No ves cómo esa masa de tierra que es Adán muere cuando toca el árbol doble,20 honrando al tocarlo al dos antes que al uno, y admirando a lo creado antes que al Creador? Tú, en cambio, pasa "a distancia del humo y la ola"21 y huye de los inmensamente ridículos cuidados de la vida pere cedera, como si huyeras de aquella temible Caribdis, sin tocarle ni siquiera la punta del dedo del pie, como se dice. 20 Juego de palabras con el sentido general de dídymos = doble, gemelo, y la especial acepción de ese mismo término en plural: los testículos. 21 Odisea XII, 219. 71. Mas, cuando te hubieres aprestado ya para el servicio de los sagrados ritos, extiende tu mano y tu poder y toma en abundancia las enseñanzas de la instrucción y la sabiduría. Hay, en efecto, una prescripción concebida en estos términos: "Si un alma trajere una ofrenda o sacrificio, esta ofrenda será flor de harina de trigo"; y continúa luego: "y, tomando un puñado lleno de flor de harina junto con el aceite y todo el incienso, erigirá un memorial sobre el altar" (Lev. II, 1 y 2). 72. Excelente pensamiento es el expuesto: quien se apresta a ofrecer el sacri ficio es una incorpórea alma, no esa doble masa compuesta de un elemento mortal y de otro inmortal. En efecto, lo que suplica, lo que da gracias, lo que ofrece sacrificios verdaderamente irreprochables debe ser, como hemos dicho, una sola cosa, un alma.

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73. Ahora bien, ¿en qué consiste el sacrificio que ofrece un alma incorpórea? ¿En qué sino en flor de harina, el símbolo de una decisión purificada por los consejos de la instrucción, decisión que es capaz de proporcionar un alimento sano y una vida irreprochable? 74. De esta ofrenda está prescripto que tome el sacerdote con toda su mano, vale decir, con todos los medios de aprehensión que posee la inteligencia, para ofrecer, como el más excelente de los sacrificios, el alma toda, que ha. llegado a estar rebosante de sincerísimas y purísimas verdades, alma opulenta y gorda, alegrada por la Divina luz y perfumada. por las brisas que emanan de la justicia y de las demás virtudes, y capacitada así para disfrutar por siempre de la más fragante y dulce de las vidas. Porque esto es lo que significa el aceite y el incienso que el sacerdote toma juntamente con la flor de harina. 75. XI. Por eso también Moisés ha dedicado una especial fiesta a la gavilla de espigas, no a cualquier gavilla, sino a aque lla que proviene de la tierra sagrada. Dice, en efecto: cuando lleguéis a la tierra que Yo os doy, y cosechéis la cosecha de ella, llevaréis como primicia de vuestra cosecha al sacerdote una gavilla de espigas" (Lev. XXIII, 10). 76. Esto significa: Cuan do, oh inteligencia, entres en el país de la virtud, que solamente corresponde ofrendar a Dios, el país abundante en pastos, fértil, fructífero; entonces, si habiendo sembrado bienes adecuados a él, los cosechares aumentados por el Perfeccionador, no los lleves a tu casa, es decir, no te asignes ni atribuyas la causa de lo pro ducido, hasta ofrendar las primicias a Aquel que es fuente de riquezas y te mueve a ocuparte en obras que enriquecen . 77. Y se nos dice que es preciso llevar "las primicias de la cosecha de vosotros" mismos, no de la tierra; a fin de que seguemos y cosechemos nuestro propio ser, consagrando todos los brotes excelentes, nutritivos y meritorios. 78. XII. Pero, aquel que es a la vez iniciado e iniciador en los misterios se atreve a decir que su haz se levantó y se mantuvo erguido.22 Es que, en realidad, así como los caballos arrogantes levantan rebeldes el cuello, todos aquellos que son cofrades de la vanagloria se colocan a sí mismos por sobre todas las cosas, sobre las ciudades, las leyes, las costumbres ancestrales y los asuntos de cada uno de los ciudadanos. 22 Gen. XXXVII, 7. 79. El siguiente paso de éstos es procurar la opresión del pueblo mediante la dema gogia, y, mientras echan por tierra la posición de sus vecinos, elevan la propia y la mantienen firmemente en pie, consumando así la sujeción aun de los espíritus libros e independientes por naturaleza. 80. Por esa razón José añade: "Vuestros haces giraban en torno de mi haz y lo reverenciaban" (Gen. XXXVII, 7). En efecto, el amante de la modestia se intimida ante el obstinado; el precavido, ante el arrogante; el que honra a la igualdad, ante el desigual para consigo mismo y para con los demás. Y esto es natural. 81. El hombre virtuoso, en efecto, como que es observador no sólo de la vida humana sino también de todas las cosas del universo, ha visto hasta qué punto suelen soplar los vientos de la necesidad, de la fortuna, de la oportu nidad, de la violencia; y cuántos proyectos y cuan grandes pros peridades que en su incesante avance tocaban el cielo sacudieron y echaron por PAGE 51

tierra esos vientos. 82. En consecuencia, no puede menos que adoptar las precauciones para escudarse, a modo de inseparable salvaguardia para no experimentar ningún desastre imprevisto. La precaución, en efecto, es para cada uno individualmente lo que la muralla para la ciudad. 83. ¿No son, por ventura, maniáticos y dementes todos los que se em peñan en mostrar su franqueza a destiempo, y en ocasiones se atreven a hacer manifestaciones y actos contrarios a los reyes y tiranos? Los tales no se dan cuenta de que no sólo tienen el cuello bajo el yugo, como las bestias, sino también están sometidos sus cuerpos todos y sus almas, sus esposas, sus hijos, sus padres y el numeroso círculo de los demás allegados y fami liares ligados a ellos por lazos de amistad e intereses comunes, y que nada impide al conductor y jinete aguijonear, hacer de tener, reprimir y disponer cuantas imposiciones pequeñas o grandes quisiere; todo ello con absoluta facilidad. 84. Con secuencia de ello es que son aguijados, azotados, mutilados, y soportan un cúmulo de sufrimientos de toda suerte que cruel y despiadadamente les infligen, para ser finalmente conducidos a la misma muerte. 85. XIII. Estos son los premios de la franqueza inoportuna, que a juicio de los que piensan sensatamente no es franqueza, sino simpleza, demencia e incurable desequilibrio mental. ;Que qué digo? ¿Quién, si ve una tor menta en plena intensidad, un fuerte viento contrario, un hura cán que avanza con ímpetu o las agitadas olas del mar, se hará a la vela y se internará en el mar, pudiendo permanecer en el puerto? 86. ¿Qué piloto o capitán estuvo jamás tan beodo y demente que, amenazando los peligros que he dicho, quisiera navegar para que la nave, llegando a anegarse bajo el torrente marino, fuera devorada con tripulación y todo? Quien desee navegar sin peligro puede, ciertamente, aguardar una brisa favorable, tranquila y suave. 87. ¿Y qué? ¿Quién, al ver un oso, o feroz jabalí o un león avanzando para atacarlo, y siéndole posible amansarlo y calmarlo, lo irrita y excita ofreciéndose a sí mismo para festín y regalo de esos en extremo despiadados carniceros? 88. Nada bueno, tampoco, obtendrá nadie con ha cer frente a las tarántulas y los áspides de Egipto y a los demás animales provistos de mortal veneno, que con una sola picadura provocan una muerte inevitable. Contentos hemos de estar, en efectos, si, calmándolos y domesticándolos, evitamos recibir grave daño de parte de ellos. 89. Y finalmente, ¿no existen algunos hombres más salvajes e insidiosos aún que los jabalíes, las tarántulas y los áspides; cuya insidia y malicia es imposible evitar de otra manera que mediante el amansamiento y la domesticación? Por eso el sabio Abraham acatará a los hijos del Het.23 cuyo nombre significa "alterantes", cuando las circunstancias le aconsejen obrar así. 23 Gen. XXIII, 7. 90. En efecto, no fue porque tuviese un alto concepto de los que por naturaleza, raza y costumbres son ene migos de la razón, de los que adulteran la acuñación del alma, que es la instrucción, y la transforman en moneda menuda ma lográndola de manera deplorable; no fue PAGE 51

por eso por lo que acudió a rendirles acatamiento, sino porque temía su presente poder y su formidable fuerza, y se cuidaba de provocarlos, y era su intención adquirir como grande y segura posesión, como galardón de la virtud, la doble caverna, cuya adquisición no era posible mediante la guerra y la contienda, y sí mediante el tacto y precaución manejados por la razón. 91. ¿Y qué? ¿Acaso también nosotros, cuando pasamos el tiempo en la plaza, no acostumbramos a dejar paso tanto a las autoridades como a las bestias de carga, aunque por motivos enteramente diferentes? A las autoridades por cortesía; a las bestias por temor de que nos causen algún inconveniente imprevisto. 92. Bueno es do blegar la violencia de los enemigos mediante un ataque cuando la ocasión se presenta propicia; pero si la situación no lo permite lo seguro es quedarnos quietos, y, si queremos sacar de aquéllos; algún provecho, lo apropiado es domesticarlos.24 24 O ganarse su benevolencia. 93. XIV. Por eso merecen también nuestro aplauso aquellos que en el caso que nos ocupa no ceden ante el cabecilla de la vanagloria, sino le hacen frente y dicen: "¿Acaso reinarás como soberano sobre nosotros? (Gen. XXXVII, 8). Es que ven que todavía no se ha tornado temible, que no es como una llama encendida y resplandeciente alimentada por abundante combus tible, sino constituye aún como una chispa humeante, un hom bre que ve la gloria en sueños y no va todavía tras ella con clara visión. 94. Alimentan en su fuero íntimo saludables es peranzas de que podrán evitar ser apresados por él, y por eso dicen: "¿Acaso reinarás sobre nosotros?", lo que equivale a de cir: "¿Piensas enseñorearte de nosotros mientras aún tenemos vida, existencia, fuerza, aliento? Cuando nos hayamos debili tado, quizá llegarás a imponerte; pero mientras conservemos el vigor tu lugar es el de un subordinado." 95. Y es natural que esto sea así; porque, cuando la recta razón es fuerte en la inteligencia, la vanagloria es desbaratada; pero, cuando aquélla se ha debilitado, ésta se consolida. Por lo tanto, mientras el alma conserva aún intacto su poder y ninguna parte de él ha sido menoscabada, puede atreverse a acosar con proyectiles y dardos a la vanidad que la enfrenta, a hablar con completa libertad, afirmando: 'Ni reinarás ni dominarás sobre nosotros ni, mientras nosotros vivamos, sobre otros.' 96. Por el contrario, nosotros con un sólo embate caeremos sobre tus bravatas y amenazas secundados por los porta-lanzas y porta-escudos, vástagos de la sensatez, a propósito de los cuales se ha dicho que "vinieron a odiarlo a causa de sus sueños y a causa de sus palabras".' (Gen. XXXVII, 8). 97. ¿Y qué son todas las fantasías que crea la vanidad sino palabras y sueños, en tanto que cuanto se refiere a la vida recta y a la recta razón consiste en hechos y claras realidades? Aquéllos merecen que los detes temos a causa de su falsedad; éstos merecen nuestro afecto pues rebosan de amable verdad. 98. Nadie, pues, se atreva en adelante a acusar a hombres-con tales virtudes de exhibir rasgos propios de un natural misantrópico y detestador de sus hermanos; antes, conociendo que no es un hombre lo que ahora estamos considerando, sino uno de los rasgos que se dan en el alma de cada uno, en este caso la obsesión de fama y amor a la vanidad; reciba de buen grado a PAGE 51

aquellos que sustentan una enemistad implacable y un odio irreconciliable contra ese rasgo, y jamás tolere lo que ellos aborrecen. 99. Haga ambas cosas con clara conciencia de que tales jueces jamás han cometido el error de emitir un veredicto no sano; y que, por el contrario, habiendo sido enseñados y aprendido desde el comienzo a adorar y honrar al verdadero Rey, es decir, al Señor, se irritan cuando alguno pretende apro piarse del honor a Él debido y llaman a su propio servicio a aquellos que Le suplican. 100. XV. Por eso, cobrando ánimo dirán: '¿Acaso reinarás como soberano sobre nosotros? ¿Por ventura ignoras que no somos dueños de nuestro propio destino sino súbditos de un Rey inmortal, el único Dios? ¿Y qué? ¿Man darás sobre nosotros como un señor? ¿Acaso no estamos bajo un mando y tenemos y tendremos el mismo Señor por la eternidad toda? Siendo esclavos de este Señor somos más dichosos que otro cualquiera con la libertad." Es que en el orden de lo creado no hay entre las cosas que se tienen por honrosas una más excelente que el ser esclavo de Dios. 101. Por eso, también yo mismo bien puedo suplicar el per manecer firmemente fiel a los juicios de éstos, ya que ellos son observadores, exploradores y supervisores rigurosamente justos, de contenidos mentales, no de cosas materiales, permanente mente sobrios, al punto de no ser engañados ya por ninguno de los que acostumbran a tender atractivas trampas. 102. Pero, hasta hoy he estado ebrio, en medio de una gran incertidumbre, y, como los ciegos, necesito de bastones y guías. Con algo en que apoyarme firmemente evitaría probablemente tropezar o resbalar. 103. En cambio, aquellos que, a pesar de saberse ajenos a la investigación e irreflexivos, sin embargo, no se esfuerzan en seguir a los que indagan con exactitud y con circunspección cuanto es preciso, a los que conocen el camino que ellos ignoran, tengan por cierto que no podrán ya avanzar, encerrados en abismos intransitables, por más esfuerzos que hagan. 104. Mi caso es distinto: cuando mi ebriedad amengua algo, estoy en tan buenos términos con dichos jueces, que considero enemigo a quien lo es de ellos y amigo a quien es su amigo. Y, aun en mi estado presente, enrostraré y detestaré al soñador, porque también ellos lo detestan. Y ninguna persona sensata podrá echarme algo en cara por eso, puesto que los votos y opiniones de la mayoría siempre prevalecen. 105. Pero, cuando aquel haya trocado esta manera de vivir por otra mejor y ya no se entregue a ociosas visiones ni sufra en la maraña de las vanas fantasías de los vanidosos, ni sueñe al abrigo de la noche v la obscuridad con contingencias resultantes de hechos vagos y obscuros; [106.] cuando despierte de su profundo sueño para ya no volver a caer en él y reciba la claridad en vez de la incertidumbre, la verdad en vez de la falsa suposición, el día en vez de la noche, la luz en vez de la obscuridad; cuando, movido por un anhelo de continencia y un inefable celo por la piedad, rechace al placer corpóreo, esa mujer del egipcio que le incita a venir hacia ella y gozar de su compañía;25 25 Gen. XXXIX, 7. [107.] cuando reclame nuevamente los bienes familiares y paternos de los que parecía haber PAGE 51

sido desheredado, deseoso de recobrar la porción de virtud que le corresponde; cuando, avanzando paso a paso de mejoramiento en mejora miento, se establezca firmemente como en la cumbre y coro nación de su vida, y proclame en alta voz la lección profunda dejada por su experiencia, diciendo que "pertenece a Dios" (Gen. I, 19) y ya no será de ninguna absolutamente de las cosas sensibles que han llegado a existir; [108.] entonces sus hermanos concretarán conciliatorios convenios con él, trocando su aversión en amor y su malevolencia en benevolencia; y yo, el seguidor de éstos, pues he aprendido a obedecerles como un siervo a sus amos, no dejaré de alabarle por su arrepentimiento. 109. Y con ello, además, me atendré a Moisés, el sagrado intérprete, quien salva de la destrucción la historia de ese arrepentimiento, tan digna de amor y recordación, utilizando el símbolo de los huesos, que entendía él no debía permitir que estuviesen para siempre enterrados en Egipto;26 pues conside raba penosísimo el permitir que, si algo noble ha florecido en el alma, se marchite y desaparezca inundado por las corrientes desbordadas que derrama incesantemente a través de los canales de todos los sentidos el egipcio río de las pasiones que es el cuerpo.27 26 EX. XIII, 19. 27 Ver Sobre la migración de Abraham 16 a 25. 110. XVI. Queda, pues, expuesto lo relativo a la visión acerca de los haces, hecha patente desde la tierra, y a su interpretación. Ocasión es ya de examinar la otra visión y ver de qué manera los métodos de interpretación de sueños nos la explican. 111. Dice, en efecto, la escritura que "tuvo otro sueño y habló a su padre y a sus hermanos y dijo: 'Como el sol, la luna y once estrellas se prosternaban ante mí'. Y su padre le reprendió y dijo: '¿Qué sueño es este que has soñado? ¿Por ventura, llega remos yo, tu madre y tus hermanos a prosternarnos sobre la tierra ante ti?' Y sus hermanos sentían rencor hacia él, pero su padre no olvidó lo que había dicho." 112. Pues bien, los que estudian el firmamento aseguran que el zodíaco, que es el ma yor de los círculos del cielo ha sido fijado en constelaciones correspondientes a doce signos, de los que también dicho círculo ha tomado su nombre.28 El sol y la luna, agregan, dan ince santemente vueltas en torno del mismo atravesando cada uno de los signos, aunque no a igual velocidad sino en desiguales cantidades de tiempo, el sol en treinta días y la luna en una duodécima parte de este tiempo aproximadamente, o sean, dos días y medio. 28 Efectivamente, zodiakós = zodíaco, deriva de zódion = signo (del zodíaco ). 113. Por lo tanto, el que vio la celestial visión que nos ocupa supuso que once estrellas le prestan acatamiento; con lo que se atribuía a sí mismo la condición de duodécima completando así el círculo del zodíaco. 114. Ahora bien, recuerdo haber oído cierta vez a una persona consagrada intensa y activamente al estudio, que no solo los hombres tienen delirios de grandezas, sino también las estrellas disputan por cuestiones de precedencias y las mejores consi deran justo que las inferiores les sirvan siempre de escolta. 115. En qué medida esto es verdad o mero hablar por hablar, es cosa que hemos de dejar para PAGE 51

que lo averigüen los investigadores de las cosas celestes. Nosotros, en cambio, decimos que el hombre que ama la presteza irreflexiva, la rivalidad irracional y la vanagloria, está siempre envanecido por su demencia y pretende elevarse no sólo por sobre los hombres sino también por sobre el mundo de la naturaleza. 116. A su juicio, todas las cosas han llegado a existir gracias a él y cada una de ellas, tierra, agua, aire v cielo, está obligada a pagarle tributo como a un rey. Y a tal extremo de exageración llega su necedad, que no está en condiciones de discernir lo que hasta un niño sin uso de razón entendería, es decir, que ningún artífice construye jamás el todo a causa de una parte, siendo la parte la que se produce con miras al todo; y que el hombre es sólo una parte del universo, de modo que, habiendo llegado a existir para completar el mundo, justo sería que pagara su contribución a éste. 117. XVII. Pero, algunos rebosan de tan grande necedad, que se irritan porque el mundo no se atiene a sus deseos. Esa es la razón por la que Jerjes, el rey de los persas, queriendo atemo rizar a sus enemigos, realizó una demostración de obra en gran escala, alterando las condiciones naturales. 118. En efecto, transformó la tierra en mar y el mar en tierra, dando tierra firme al océano y océano a la tierra firme al unir el Helesponto mediante puentes y convertir el Monte Athos en profundas depresiones,29 las que anegadas por el mar no tardaron en con vertirse en un mar nuevo y artificial en extremo modificado con relación a su antigua naturaleza. 29 Referencia a la apertura de un canal, llevada a cabo por orden de Jerjes, en la península más septentrional de las tres que forman la Calcídica, a fin de evitar a las flotas del rey persa !a ruta del promontorio Atos situado en el extremo de dicha península, dado lo peligroso del mar en ese punto. 119. Y, habiendo hecho estas obras, a su juicio prodigiosas, con las cosas de la tierra, se elevó hacia el cielo con sus temerarios intentos llevando consigo la impiedad, el miserable, con la intención de mover lo que es inmóvil y derribar a la Divina hueste, y, como dice el proverbio, comenzó por la "sagrada línea".30 30 La expresión "mover la sagrada línea" es un tecnicismo antiguo apli cado al juego de dados, cuya acepción precisa nos es desconocida. En cuanto al sentido que quiere sugerir Filón con esta frase proverbial, es imposible determinarlo. ¿Querrá, simplemente, decir que, traspasando los límites de lo razonable, echó Jerjes mano a recursos extravagantes movido por su desesperada soberbia? 120. Arrojaba, en efecto, sus flechas contra el más excelso de los seres de allí, contra el soberano del día, el sol, sin darse cuenta de que era él mismo quien resultaba herido por el invisible proyectil de la insania a causa no sólo de su tendencia a lo imposible sino también de su apego a las obras en extremo impías, empresas ambas que redundan en gran descrédito para el que las intenta. 121. Es fama, asimismo, que la porción más numerosa de los germanos, cuya región bañan las aguas del mar, cuando se produce allí la pleamar, se lanzan impetuosamente contra las aguas en avance blandiendo en lo alto las espadas desnudas y corriendo como tropel de enemigos al encuentro del encrespado mar.31 31 Estrabón (VII, 2, 1) atribuye esta costumbre a los cimbros; y Eliano (Historias II, 23) dice lo mismo de los celtas, a los que sin duda confunde en este caso con los germanos. PAGE 51

122. Merecen éstos que los detestemos por cuanto a causa de su ateísmo se atreven a tomar las armas para oponerlas a las partes de la naturaleza que no conocen la sumisión; pero, también merecen que los ridiculicemos porque intentan cosas imposibles como si fueran posibles, pensando que cabe alan cear, herir y matar al agua como a un animal, o bien que ella puede sentir dolor o miedo, huir atemorizada ante los que la atacan, y experimentar todo cuanto experimenta el alma tanto placentero como doloroso. 123. XVIII. Muy recientemente conocí a cierta persona de la clase dirigente, quien, cuando ejercía las funciones de gober nante y administrador de Egipto, determinóse a alterar nuestras costumbres tradicionales y en especial a suprimir la más santa e imponente de las leyes, la establecida acerca del séptimo día.32 Procuraba forzarnos a servirle en ese día y a hacer otras cosas en contravención con la costumbre establecida, entendiendo que, en caso de lograr acabar con la ancestral regla del séptimo día, ello sería el comienzo del relajamiento de las otras costumbres y de un general abandono de ellas. 32 En su tratado titulado Flaco Filón narra la persecución de que el gobernador de Egipto de ese nombre hizo objeto a los judíos de Ale jandría. Pero nada menciona acerca de un atentado contra las normas sabáticas de los hebreos, por lo cual se ha pensado que la presente alusión no se refiere a Flaco sino a alguno de sus predecesores, que habría inten tado el referido atropello aunque sin llegar a concretarlo. 124. Y, cuando vio que ni aquellos a los que oprimía acataban sus prescripciones ni el resto de la población tomaba la cosa con deferencia, sino reaccionaba con indignación y violencia, y todos se mostraban consternados y desconsolados como si presenciaran el someti miento, el saqueo y la ruina de su patria, creyó oportuno expo nerles las razones para el quebrantamiento de la ley. 125. "Su pongamos", les dijo, "que se produjera un imprevisto ataque de enemigos, o una inundación causada por el torrente del río que se sale de madre y destroza la represa, o un violento incendio o la caída de un rayo o un hambre general o una plaga o un temblor de tierra o cualquiera de las otras desgracias cau sadas por el hombre o mandadas por la Divinidad, ¿os quedaréis perfectamente tranquilos en casa? 126. ¿O saldréis a la calle en la forma acostumbrada, llevando la mano derecha apoyada delante y la otra metida al costado bajo el vestido para no pro curar, ni siquiera involuntariamente, cosa alguna conducente a vuestra salvación? 127. ¿Y os sentaréis en nuestras asam bleas y congregaréis vuestra habitual cofradía para leer sin peli gro vuestros sagrados libros, aclarando algún punto no claro y entreteniéndoos largo y tendido en ociosas discusiones sobre vuestra ancestral filosofía? 128. Nada de eso; dejaréis de lado todas estas cosas y os abocaréis a la salvación de vosotros mis mos, de vuestros progenitores, de vuestros hijos y de las otras personas que os son allegadas y amadas, y, ¿por qué negarlo?, de vuestras propiedades y riquezas, para que nada de esto sea aniquilado. 129. Pues bien, yo, aquí presente, soy todas esas cosas que acabo de mencionar: tormenta, guerra, inundación, rayo, plaga de hambre y enfermedad, el terremoto que sacude y confunde cuanto está firmemente asentado, la fuerza visible y presente, no el nombre solamente, del PAGE 51

destino inexorable." 130. ¿Qué decir de uno que como éste manifiesta o simple mente piensa semejantes cosas? ¿Qué sino que se trata de un caso jamás visto? Trátase, sin duda, de un mal nada común, de un ser de allende el océano y allende el universo, que se atrevió a compararse él, creatura completamente miserable, con el Ser completamente feliz. 131. ¿Tardará éste en ponerse a blasfemar contra el sol, la luna y los otros astros, si alguna cosa de las que espera en cada una de las estaciones del año no se le brindan en absoluto o las obtiene con dificultad, si el verano lo agobia con un calor intenso, si el invierno le llega con un penoso frío, si la primavera resulta estéril en frutos, si el otoño se caracteriza por ser pródigo en enfermedades? 132. Sin duda que no. Dará rienda suelta a todas las amarras de su boca desenfrenada y de su difamante lengua y acusará a los astros de no pagar su acos tumbrado tributo, convencido casi de que las cosas del cielo deben honrar y reverenciar a las de la tierra y de especial manera a él mismo, en la medida en que, como hombre que es, se considera superior a las otras creaturas vivientes. 133. XIX. Tal es como describimos a los que dirigen el coro de la vanagloria; consideremos ahora separadamente la cate goría de los seguidores del mismo. Estos se lo pasan urdiendo tramas contra los que practican la virtud. Cuando los ven empeñados en ilustrar su propia vida con la verdad irreprocha ble e irradiarla como claridad lunar o como la luz pura del sol, se lo obstaculizan con engaños o con violencia, y los impulsan hacia la región sin sol de los impíos, en la que reinan la noche profunda, la obscuridad eterna e innumerables tribus de espec tros, fantasmas y sueños; y, una vez que los han precipitado en ese lugar, los obligan a obedecerles como a amos. 134. En efecto, por "el sol" entendemos al que practica la sabiduría, puesto que, así como aquel brinda la luz a las cosas materiales, éste la brinda a las inmateriales cosas del alma. En "la luna" vemos simbolizada a la instrucción, de la que el ejercitante se sirve, porque una y otra prestan un servicio inmensamente puro y provechoso iluminando en la noche. Los "hermanos" son los pensamientos elevados, los que son como vástagos de la instrucción y del alma ejercitante, y a los que, si bien son ellos los que encauzan el recto sendero de la vida, los hombres que no saben ni decir ni pensar nada saludable, pretenden doblegar estrangulándolos con estratagemas múltiples en variantes y re cursos, y derribar en tierra como con una zancadilla. 135. Ante ello, uno de estos tales 33 es reprendido con suavidad por su padre; no Jacob, sino la recta razón, que es aun superior a Jacob; en estos términos: "¿Qué sueño es este que has soñado?" (Gen. XXXVII. 10. 136. Esto es como decir: "No ha habido tal sueño. Lo que ocurre es que has llegado a pensar que lo que es libre por naturaleza será por fuerza esclavo de los seres humanos y que lo que debe naturalmente mandar será sometido; y, lo que es aún más increíble, que esta sumisión será no bajo otros cualesquiera sino bajo aquellos que son sus subordinados, y dicha esclavitud, no bajo otros sino bajo sus mismos esclavos; cosa que sólo sería posible si, por el poder de Dios, el único ser que todo lo puede y de cuya voluntad depende incluso el que las cosas inmóviles se muevan y las móviles se estabilicen, el presente estado de las cosas se trocará en su contrario." 34 33 Uno de los adeptos o seguidores del coro de la vanagloria. PAGE 51

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Para dar un sentido coherente al párrafo me he permitido cierta libertad de detalle respecto del texto griego, ya que éste en su forma actual presenta dificultades insalvables para una traducción.

137. No, no ha tenido un sueño; porque, ¿qué sentido tendría el irritarse y reprender a quien ha visto una fantasía en sueños? 35 Este diría: "¿Acaso ha dependido de mi voluntad el verla? ¿Por qué me formulas cargos que se hacen a los que delinquen deli beradamente? Te he narrado lo que me sobrevino desde fuera y golpeó mi inteligencia sorpresivamente, sin que mi voluntad interviniera". 35 Es decir: si Jacob o la razón reprende a José o al servidor de la vanagloria es porque no se trata de un sueño, sino de un pensamiento o creencia culpable; porque, si se tratara de un sueño, no lo reprendería. 138. En efecto, no es a un sueño a lo que se refiere el pre sente relato, sino a cosas que se asemejan a sueños; cosas que parecen grandes, brillantes y apetecibles a aquellos que no están suficientemente purificados, no obstante que se trata de cosas pequeñas, oscuras y ridículas, a juicio de los incorruptibles arbitros de la virtud. 139. XX. Lo que la recta razón le dice es lo siguiente: "¿Llegaré yo, la recta razón, y llegará también la fructuosa instrucción, madre y, a la vez, nodriza de la cofradía del alma, cofradía amante del aprender; y se apresurarán tam bién a venir los hijos de nosotros dos; y todos, situados delante en ordenada fila, con las manos alzadas, elevaremos nuestras súplicas a la vanidad? 140. ¿Nos someteremos primero, y lue go, echándonos sobre la tierra, comenzaremos a suplicar y obe decer? No, el sol jamás podría alumbrar estos hechos, pues es la sombra profunda lo que corresponde a las cosas malas, en tanto que la claridad brillante corresponde a las buenas. ¿Y qué mal puede ser mayor que el hecho de que la fementida y engañosa vanidad reciba el elogio y la admiración en vez de recibirlos la verídica y sincera modestia?" 141. Excelente es el pensamiento contenido en las palabras que siguen: "El padre no olvidó lo que había dicho" (Gen. XXXVII, 11). Es propio, en erecto, de un alma no demasiado joven ni estéril ni infecunda, sino verdaderamente madura y experta en alumbramientos, llevar una vida circunspecta y no despreciar absolutamente cosa alguna, sino inclinarse pasmada ante el poder inevitable e invencible de Dios, y observar atentamente en derredor para ver en qué han de parar las cosas para ella. 142. También por esto los oráculos dicen que la hermana de Moisés, a la que nosotros, los alegoristas, llamamos "la esperanza", "está vigilando desde lejos" (Ex. II, 4) mirando sin duda el fin de la vida, para que él nos salga al encuentro con buenos augurios cuando el Perfeccionador lo envíe desde lo alto del cielo. 143. Porque 36 muchos, después de haber recorrido largos itinerarios marinos y realizado una larga navegación sin peligros, impulsados por vientos favorables, muchas veces, ya en puerto, han naufragado de repente cuando estaban a punto de echar anclas. 36 El pasaje "El padre no olvidó lo que había dicho" sugiere a Filón la idea de la necesidad de ser precavidos y cuidarse siempre; y los casos que siguen son ejemplos de lo que suele o puede suceder a quien no observa esa norma.

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144. Innumerables son, también, los que han combatido en penosas y prolongadas guerras con todas sus fuerzas y, tras permanecer libres de heridas, sin un rasguño siquiera sobre la piel, han regresado como se vuelve de una fiesta pública o de un banquete cívico, con regocijo y alegría; y, ya en sus propias casas, han sido objeto de conspiraciones por parte de aquellos de quienes menos cabía esperarlo y asesinados, como dice el relato cual "bueyes ante el pesebre". 37 37

Odisea IV, 535. Refiérese a Agamenón, asesinado por su esposa a poco de su triunfal regreso de Troya. 145. XXI. Y, así como circunstancias imprevistas e inesperadas suelen acarrear tales consecuencias, del mismo modo también tuercen ellas a las potencias del alma hacia extremos contrarios y las desvían de su rumbo, si les es esto posible, produciendo su violento derrumbe. ¿Quién, en verdad, empeñado ya en la. lucha de la vida, permanece sin experimentar caída alguna? 146. ¿Quién no ha sido derribado como por una zancadilla? Y feliz de aquel a quien esto no le ha ocurrido muchas veces. ¿A quién no ha aguardado el hado adverso cobrando aliento y concentrando fuerzas, para tomarlo en sus brazos y llevárselo sin darle tiempo para prepararse para hacer frente a tal enemigo? 147. Bien sabemos que algunos, que han pasado sus vidas desde la niñez hasta la vejez sin experimentar ningún trastorno gracias ya a sus buenas dotes naturales, ya a los cuidados de aquellos que los han criado y educado, ya a ambas cosas; que han sido hombres llenos de una profunda paz interna, que es la paz verdadera, modelo de la que une a los estados; hombres que han sido considerados felices porque, ni en sueños, han co nocido la intestina guerra provocada por las pasiones, es decir, la más cruel de todas las guerras; sin embargo, ya en el ocaso mismo de la vida han encallado y naufragado o por una lengua desenfrenada o por un vientre insaciable y por una incontrolada lascivia de las partes que están más debajo del vientre. 148. Es que algunos, "en el mismo umbral de la vejez":38 envidian la vida pueril, deshonrosa, abandonada y vergonzosa de los liber tinos; y otros una existencia maliciosa, calumniadora y desleal, comenzando sus intrigas en momentos en que lo razonable sería que, en caso de estar habituados ya a ellas, cesaran de practicarlas. 38 Ilíada XXII, 60. 149. Por eso es preciso invocar y suplicar incansablemente a Dios para que no pase por alto a nuestra perecedera raza, y mande, en cambio, a Su salvadora misericordia permanecer a nuestro lado hasta el fin. Porque, penosa cosa es, después de haber gustado de una paz absoluta, nos veamos impedidos de gozar plenamente de ella. 150. XXII. Aunque, con todo, esta hambre, como la atemperan el anhelo y el deseo, es un mal más leve que la sed;39 pero, si, impelidos por el ansia de beber, nos vemos obligados a beber de la otra fuente,40 cuya agua es turbia y nociva, entonces forzoso nos será, saturados de agridulce pla cer, entregarnos a una vida que no merece vivirse persiguiendo como provechosas las cosas perjudiciales a causa de nuestra ignorancia sobre lo que nos conviene. 39 El sentido es probablemente el siguiente. Esta hambre de paz…., es menos penosa que la sed de placeres, por cuanto dicha hambre se ve aliviada por el ansia misma de alcanzar la paz, en tanto que la sed de placeres nos hace esclavos de una vida indigna. Tal vez el segundo PAGE 51

término de la comparación: dípsos = sed, sea una interpolación y deba 40 Filón no ha mencionado la primera fuente, pero, evidentemente, se trata de la fuente de la paz, opuesta a la segunda, que es la de los placeres o de la irracionalidad. 151. Y el torrente de estos males resulta más afligente cuando las irracionales poten cias del alma atacan y vencen a las de la razón. 152. Es que, mientras los rebaños de bueyes obedecen a los boyeros, los de ovejas a los pastores, los de cabras a los cabreros, las cosas re sultan bien para el ganado; mas, cuando los encargados de controlarlo tórnanse más débiles que éste, todas las cosas se dislocan y el orden se convierte en desorden, la buena disposición en desarreglo, la estabilidad en alteración, la organización en con fusión, dado que ningún control legítimo subsiste, pues, si al guna vez existió", ahora está aniquilado. 153. ¿Y qué? ¿No pensamos, acaso, que, pues el irracional tropel está establecido en el alma, hay en nosotros mismos un rebaño de ganado y también un cuidador del mismo, que es la rectora inteligencia? Y mientras ésta es vigorosa y capaz de gobernar al rebaño, todas las cosas se cumplen con justicia y provecho. 154. Mas, cuan do el soberano tómase enfermo, forzosamente la parte subordi nada a él comparte su mal; y cuando más libre se juzga, enton ces precisamente se convierte en el más fácil de los trofeos al alcance de cualquiera con solo querer éste apresurarse a obtener lo. La anarquía, en efecto, es por naturaleza forjadora de daños; en tanto que la autoridad es salvadora, y especialmente cuando la ley y la justicia son respetadas, vale decir, cuando el gobierno está basado en la razón. 155. XXIII. Pongamos punto final ahora a estas prolijas con sideraciones acerca de los sueños de la vanagloria. En cuanto a la glotonería, dos son sus especies: la bebida y la comida; pero es variada la preparación de la primera, e innumerables las especias y condimentos que necesita la segunda.41 Estas cosas están confiadas al cuidado de dos encargados: la esmerada preparación de la bebida, al copero mayor; la más delicada aún de la comida, al jefe de reposteros. omitirse. En tal caso la traducción sería: "Esta hambre es un mal relativamente leve". 41 Literalmente: "...pero las especias y condimentos son variados en el caso de la primera (la bebida), e innumerables en el caso de la segunda (la comida)". Pero, evidentemente, las especias y los condimentos no son ingredientes o aditamentos de las bebidas, sino sólo de los alimentos sóli dos, y he preferido una traducción menos fiel al texto griego pero más acorde con la realidad de las cosas. 156. Razones fundadas hay para que los sueños sean descriptos como presentándoseles en una sola noche; ya que ambos tienden al servicio de la misma necesidad, ocupándose de la preparación no del simple alimento sino del alimento acompañado de placer y deleite; y, si bien cada uno de ellos se ocupa de la mitad de la alimenta ción, ambos concurren a la alimentación total. 157. Cada una de esas partes, además, atrae a la otra, como que los que comen de inmediato sienten deseos de beber, y los que beben lo expe rimentan de comer. Y esta es una de las razones fundamentales por las que los sueños de ambos son presentados como simultáneos.

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158. Ahora bien, la esfera de acción del copero mayor es la embriaguez; la del jefe de reposteros, la voracidad; y cada uno de ellos vio en su visión aquello que le es propio; el uno el vino y la planta con él emparentada, la vid; el otro panecillos de harina pura dispuestos sobre cestas que él mismo conducía.42 42 Gen. XL, 16 y 17. 159. Convendría que examináramos primeramente el primero de estos sueños, que es como sigue: "En mi sueño había una vid delante de mí. En la vid había tres raíces y ella estaba en brote echando retoños. Las uvas estaban maduras en el ra cimo. La copa del faraón se hallaba en mis manos y, tomando el racimo, lo exprimí en ella, y alcancé la copa al faraón poniéndola en sus manos" (Gen. XL, 9a 11). 160. Las primeras pa labras, "en mi sueño", son admirables y llenas de verdad. En efecto, el que se entrega a la embriaguez, no a la producida por el vino, sino más bien a la de insensatez, no soporta el estar ni el mantenerse de pie ni la vigilia, y permanece echado y tum bado como los que duermen, con los ojos del alma cerrados, incapaces de ver ni oír aquellas cosas que merecen verse y oírse. 161. Y así, vencido, recorre, no ya un camino, sino un impracticable sendero en la vida sin la guía de la vista ni de una mano, hiriéndose con zarzas y abrojos, y a veces precipitándose en huecos o llevando a otros por delante, con lo que acarrea la mísera ruina de éstos y de sí mismo. 162. El profundo y abismal sueño que cubre a todo hombre ruin, priva al entendimiento de las verdaderas aprehensiones y lo llena de falsos fantasmas e infundadas visiones, al par que lo persuade para que acepte como digno de alabanza cuanto es vituperable. Así, en el presente caso, el que sueña ve en sueños como alegría lo que es dolor, sin darse cuenta de que la viña que ve es la planta de la insensatez y la demencia. 163. "Ha bía", dice, "una vid delante de mí" (Gen. XL, 9), vale decir, lo deseado estaba frente al deseoso, el mal frente al malvado. Nosotros, en nuestra insensatez, cultivamos esta vid sin darnos cuenta de que es para nuestro mal, y de su fruto comemos y bebemos distribuyéndolo para uno y otro tipo de alimentación; alimentación que evidentemente no nos trae aparejada sólo la mitad del daño sino el daño íntegro, completo, total. 164. XXIV. Mas, conviene no ignorar que la embriaguez pro ducida por la vid no afecta por igual a todos los que la expe rimentan, y que a menudo sus efectos son opuestos, al punto de que cabe observar que algunos mejoran con ella y otros empeoran. 165. En algunos, efectivamente, es un sedante para la preocupación y el desánimo, serena las agitaciones del espí ritu, atenúa las penas y temores, guía hacia cosas razonables el habitual comportamiento y reconcilia a las almas consigo mis mas. En otros, por el contrario, estimula las reacciones iracun das, aguza las penas, excita los deseos eróticos, despierta la rusticidad, y da rienda suelta a la boca, quita todo freno a la lengua, abre las puertas a los sentidos, enardece las pasiones, y torna a la inteligencia salvaje y violenta frente a todas las cosas. 166. Así, la condición de los primeros parece semejante a la pureza serena del aire, a la calma del mal sin oleaje, a la tranquilidad y paz profunda de las ciudades; y la de los segun dos, en cambio, se asemeja al viento violento y persistente, al mar tormentoso y desatado, a una PAGE 51

revuelta política, conmoción aún más odiosa que una guerra sin tregua ni convenciones. 167. De los dos simposios, pues, uno está lleno de alegría, esparcimiento, promesas de bienes, esperanzas, dádivas, gratos sentimientos, buenas expresiones, rostros sonrientes, espíritus dichosos, seguridad. 168. El otro, en cambio, rebosa de preocupa ción, desánimo, descontentos, insultos, heridas, manifestaciones de ira, desconfianzas, vociferaciones, ahogos, peleas de todo orden, mutilaciones de narices, de orejas, v de cuantos miem bros y partes del cuerpo determinare la suerte;43 y en él se ma nifiesta la ebriedad y demencia de la vida entera en impía contienda y toda suerte de acciones vergonzosas. 43 Ver Sobre la obra de Noé como plantador 160. 169. XXV. De todo esto se desprende que la vid puede ser considerada como símbolo de dos cosas, la locura y la sensatez. Uno y otro simbolismo puede ser puesto de manifiesto mediante numerosos testimonios; mas, para no extenderme demasiado, expondré solamente unos pocos. 170. Cuando Moisés nos condujo a través del camino desierto, libre de pasiones y maldades que es la filosofía v nos hizo subir como hacia la mon taña, colocó la recta razón como sobre un pico de panorámica visión y mandó inspeccionar todo el país de la virtud, para ver si era rico y de suelo profundo, fértil en pastos y pródigo en frutos, apto tanto para desarrollar las enseñanzas en él sembra das como para que elevasen sus troncos las doctrinas plantadas a modo de árboles; o si ocurría todo lo contrario; para ver, tam bién, si las acciones, cual si fueran ciudades, estaban bien cer cadas y muy seguras o estaban desnudas y carentes de la segu ridad que brindan las murallas; y si los habitantes mostraban un gran progreso en número y poder o eran escasos a causa de su debilidad o débiles a causa de su escaso número.44 44 Núm. XIII, 18 a 21. 171. XXVI. Nosotros, incapaces entonces de transportar todo el tronco de la sabiduría, cortamos y levantamos un solo sar miento y racimo de uvas, signo clarísimo de alegría, levísima carga, mostrando a los de aguda visión mental el vástago y fruto de la nobleza de alma representado en la vid de vigorosos sarmientos cargados de racimos.45 45 Núm. XIII, 24. 172. Esta vid, de la que sólo una parte somos capaces de tomar, es con propiedad comparada con la alegría, como lo atestigua uno de los antiguos profetas, que dijo poseído de Divina inspiración: "El viñedo del Señor Todopoderoso es la casa de Israel" (Isaías V, 7). 173. Israel es la inteligencia que contempla a Dios y al mundo, como que "Israel" significa "que ve a Dios"; en tanto que la casa de la inteligencia es el alma toda, y ésta es el más sagrado viñedo, cuyo fruto es el Divino vástago que llamamos virtud. 174. A tal punto es grande y luminoso el pensar felizmente, pues ese es el significado primi tivo de felicidad,46 que dice Moisés que Dios no desdeña em plearlo, y muy especialmente cuando la raza humana retorna de sus faltas y se inclina y vuelve a la rectitud siguiendo por propia determinación las leyes y normas de la naturaleza. 46 Parentesco fonético, inadvertible, por supuesto, en la traducción, entre eu phroneín = pensar bien o felizmente, y euphrosyne = felicidad.

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175. Dice, en efecto: "Dios, tu Señor, se volverá para alegrarse sobre ti por el bien, tal como se ha alegrado por tus padres, siempre que tú prestes oído a Su voz para guardar todos Sus mandamientos, dictámenes y juicios registrados en el libro de esta ley" (Deut. XXX, 9 y 10). 176. ¿Qué cosa podría infundir un mayor anhelo de virtud y un mayor ardor por una vida noble? "¿Quieres, oh inteli gencia", dice, "que Dios se alegre? Pues alégrate tú misma y no te preocupes de ofrecerle nada costoso; que él no ha menes ter de cosa alguna de las tuyas; antes, por el contrario, acepta con alegría cuantos bienes te da. 177. Es para Él una alegría el dar cuando entiende que los que reciben son dignos de Su generosidad. Sólo quien considere que no se puede decir con seguridad que las vidas reprochables exasperen e irriten a Dios, dudará de que las vidas dignas de elogio Lo alegren. 178. Si a los padres y a las madres, progenitores mortales, por muchas que sean sus deficiencias, nada les alegra más que las buenas cualidades de sus hijos; al Progenitor de todas las cosas, en quien no hay deficiencia alguna en absoluto, ¿podrá no alegrarle la nobleza de Sus creaturas? 179. Por lo tanto, aprende, oh inteligencia, cuan grande es la irritación de Dios por el mal y cuan grande es Su alegría por el bien; y no provoques nada de lo que para tu propia ruina merezca Su ira, y practica sólo aquellas acciones por las que alegrarás a Dios. 180. Estas no las hallarás ni atravesando largos y no transitados caminos ni cruzando mares no navegados hasta hoy ni dirigiéndote sin pausa hacia los confines del mar y de la tierra. Ellas no habitan a inmensa distancia ni están desterradas de la parte habitada de la tierra; por el contrario, el bien, como dice Moisés,47 está situado aquí mismo a tu lado y unido a tu naturaleza, íntima mente ligado a las tres partes más importantes de tu ser: el corazón, la boca y las manos, o lo que es lo mismo: la inteli gencia, la palabra y las obras, pues el bien pensar, el bien hablar y el bien obrar constituyen algo esencial, una, plenitud com puesta de buenos propósitos, de buenos actos y de buenas expresiones. 47 Deut. XXX, 12 a 14. 181. XXVII. Digamos, pues, al copero mayor, a cuyo cuidado está una de las dos especies de la glotonería, es decir, el exceso. en las bebidas: "¿Por qué desempeñas ese mal papel, necio? Porque, aunque pienses que tus preparaciones conducen a la. alegría, lo que en realidad haces es encender la llama de la insensatez e incontinencia echando en ella muchísimo combustible". 182. El, sin embargo, nos dirá tal vez: "No me vengas con reproches precipitados, sin considerar antes mi verdadera situación. Se me ha designado para copero mayor no de un hombre adornado de continencia, piedad y demás virtudes, sino de uno voraz, licencioso, injusto, envanecido a causa de impiedad, que se ha atrevido a decir 'No conozco al Señor' (Ex. V, 2). Yo, naturalmente, me he ocupado por mi parte de lo que le procura placer. 183. Y no te asombres de que los motivos de alegría para Dios y para el faraón, usurpador de la dignidad Divina, sean opuestos. ¿Quién es, entonces, el copero de Dios? Aquel que hace la libación de paz, el verdaderamente grande sumo sacerdote, que recibe primeramente los brindis de las perennes gracias, y brinda a su vez éstas cuando derrama completamente toda la copa de la pura y embriagante bebida, es decir, cuando practica la libación de sí mismo.48 PAGE 51

Como ves, las diferencias entre los coperos corresponden a las diferencias entre aquellos a los que sirven. 48 Es decir, el sacerdote, personificación del Divino lógos, es, como. éste, un vinculo entre Dios y la creación. El lógos es imagen de Dios y a la vez modelo de la creación; el sacerdote es receptor de las Divinas gracias, y las prodiga a su vez a los hombres. 184. En consecuencia, como servidor del faraón, que con total desenfreno desarrolla su soberbio y licencioso pensamiento, yo soy un eunuco con los órganos de la generación del alma mutilados, un desalojado de.-'tas' habita ciones de los hombres, un exiliado de las de las mujeres, ni varón ni mujer, incapaz tanto de procurar como de recibir simiente, un ser neutro y ambiguo, simple remedo del legítimo cuño humano, sin derecho a la inmortalidad, la que se renueva por siempre mediante las sucesiones de hijos y de hijos de hijos; excluido de la asamblea y congregación sagrada, pues está prescripto categóricamente que el eunuco y privado de los órganos de la generación no penetre en ella.49 49 Deut. XXIII, 1. 185. XXVIII. El sumo sacerdote, en cambio, es irreprochable, perfecto, esposo de una virgen, 50 la que, y he aquí lo más admirable, jamás llega a ser una mujer, antes bien, con la compañía del esposo deja atrás su naturaleza femenina;51 y no sólo es un esposo capaz de sembrar inmaculados y virginales pensamientos, sino también padre de sagrados entendimientos. 50 Lev. XXI, 12 v 13. 51 Gen. XVIII, 11. 186. De éstos, algunos son supervisores e inspectores de los hechos de la natu raleza, como Eleazar e Itamar;52 otros, ministros de Dios y cui dan que esté encendida y arda la celestial llama;53 ya que, ocu pados siempre en pensamientos y palabras acerca de la santidad, hacen que la piedad, la más semejante a Dios entre las cuali dades, resplandezca cual si surgiera de materias inflamables. 52 Ex. XXVIII, 1. 53 Lev. X, 6. 187. El preceptor y padre de éstos no es un simple miembro de la sagrada congregación sino alguien sin cuya presencia el solemne concilio de las partes del alma en modo alguno podría jamás congregarse, el presidente, el magistrado supremo, el demiurgo.54 el único capaz de examinar y ejecutar cada cosa por sí solo sin recurrir a otros. 54 Magistrado supremo de ciertos estados griegos. 188. Éste, cuando está en compañía de otros es poca cosa, pero cuando actúa solo resulta múltiple, todo un tribunal, todo un consejo, todo un pueblo, toda una multitud, toda la raza humana, o más bien, si hemos de hablar claramente, una naturaleza intermedia entre Dios y el hombre, inferior a Dios y superior al hombre. 189. Por eso la escritura nos dice que "cuando el sumo sacerdote penetrare en el santo de los santos no será un hombre" (Lev. XVI, 17 ).55 Y si no es un hombre, ¿qué es, entonces? ¿Acaso un Dios? Yo no diría eso, ya que ese calificativo fue una singular prerroga tiva de Moisés, el supremo profeta, cuando, hallándose aún en Egipto, fue denominado "dios del faraón" (Éx. VII, 1); ni tam poco que es un hombre sino un ser que toca uno y otro extremo, como si uno fuera su cabeza y el otro los pies." 56 PAGE 51

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Ver Sobre la herencia de las cosas Divinas 84. Aquí concluye, al parecer, el largo discurso puesto en el parágrafo 182 en boca del copero mayor, quien, para justificar su misión, razona que a tal amo tal servidor, y se explaya sobre las diferencias que median entre él, servidor del impío y licencioso soberano egipcio, y el Divino lógos, encarnado en el sumo sacerdote, copero de Dios. 56

190. XXIX. Hemos puesto en claro lo concerniente a una de las dos clases de vides, la que corresponde a la alegría; a la embriagadora bebida que ella proporciona, es decir, el sabio consejo sin impureza alguna; y también al copero que la vierte desde la Divina copa, que el mismo Dios ha llenado de virtudes hasta el borde. 191. La otra clase de vid, la de la locura, el dolor y el frenesí del alcohol ya ha sido tratada en cierta manera, pero ella es caracterizada con otros rasgos mediante las palabras que se leen en otra parte en el Cántico Mayor,57 que son éstas: "Su vid procede de la vid de Sodoma, y su sarmiento de Gomorra; su racimo es un racimo amargo, un racimo de amargura para ellos. Su vino es la cólera de los dragones, y la cólera incurable de los áspides" (Deut. XXXII, 32 y 33). 57 Ver Sobre los cambios de nombres, nota 57. 192. Ves cuántas cosas produce el embriagante vino de la in sensatez: amargura, malignidad, irascibilidad, grande irritación, salvajismo, mordacidad, insidia. Sumamente significativa es la declaración de que la planta de la insensatez está en Sodoma, ya que ,'Sodoma" significa "ceguera" o "esterilidad", y la insen satez es ciega y estéril en bienes; y persuadidos por ella algunos pretenden medir, pesar y contar todas las cosas según su propio patrón; pues "Gomorra" quiere decir "medida". 193. Moisés, en cambio, sostuvo que es Dios, y no la inteligencia humana, la medida, el peso y el número de todas las cosas.58 Lo pone de manifiesto en estas palabras: "Ni habrá en tu bolsa pesas dis tintas, grande y pequeña. No habrá en tu casa medidas distin tas, grande y pequeña. Tendrás una pesa verdadera y exacta" (Deut. XXV, 13 a 15). 58 Alusión a la doctrina de Protágoras, según la cual el hombre es la medida de todas las cosas. 194. Y la verdadera y exacta medida consiste en sostener que Dios, el único justo, mide y pesa todas las cosas y señala la naturaleza de todos los seres mediante números, límites y separaciones; en tanto que lo inexacto y falso es pensar que esto ocurre bajo el control de la inteligencia humana. 195. Este eunuco y a la vez copero mayor del faraón, tras haber contemplado en su visión la planta emparentada con la insensatez que es la vid, nos la describe luego con tres raíces para mostrar los extremos que en las tres divisiones del tiempo 59 puede alcanzar el mal obrar. La raíz, en efecto, es el extremo de la planta. 59 Pasado, presente y futuro. 196. XXX. Cuando, pues, la insensatez ensom brece y somete al alma toda y no permite que parte alguna de ella quede sin trabas ni cadenas, la obliga a cometer no sólo aquellas faltas que admiten remedio sino también aquellas que son incurables. 197. Las que admiten remedio son descriptas como las más leves y primeras; las irremediables, correspondientes a las raíces, como las más penosas y últimas.

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198. Y, así como la sensatez comienza, entiendo yo, a beneficiar partiendo de las rectas acciones más modestas v acaba en las más eleva das, del mismo modo también, la insensatez ejerce su violencia sobre el alma partiendo de lo alto, la aparta gradualmente de la instrucción, la instala lejos de la recta razón y la derriba postrándola hasta los últimos extremos. 199. Después de las raíces el sueño mostraba la vid en brote y echando retoños y produciendo frutos. "Ella", dice el copero mayor, "estaba en brote y echando retoños. Las uvas estaban maduras en el racimo" (Gen. XL, 10). ¡Ojalá hubiera perma necido sin frutos y jamás hubiera echado brotes y fuera estéril por toda la eternidad! 200. ¿Qué mal, en efecto, puede ser mayor que el que la insensatez germine y produzca frutos? Además dice: "'La copa del faraón', el receptáculo de la in consciencia, del frenesí del vino y de la embriaguez incesante a lo largo de la vida toda, está 'en mi mano' (Gen. XL, 11), es decir, en mis proyectos, empresas y facultades, pues sin los recursos de mi inteligencia poco es lo que podrá progresar la pasión por sí misma. 201, Porque, así como conviene que las riendas se hallen las manos del conductor y el timón en las del piloto, pues sólo así el carro marchará derechamente en la ca rrera y el navío en su navegación; del mismo modo en la mano y poder del experto en una de las dos especie de glotonería, el hartazgo de vino, hállase el satisfacer al hombre incontinente." 202. ¿Pero, qué pensó éste para atreverse a jactarse por una tarea que más merecería ser negada que reconocida? ¿Acaso no hubiera sido mejor no reconocer que era maestro de incon tinencia, y atribuir, en cambio, los incentivos de la pasión al incontinente mismo, como inventor y personal autor de su vida inconsistente, enervada y sumamente vergonzosa? 203. Pero el hecho es que la insensatez se vanagloria por aquellas cosas que por lógica deberían ocultarse. En este caso no sólo se jacta de hacer circular la copa, el receptáculo del alma incontinente, en sus manos, y de mostrarla a todos, sino también de exprimir las uvas dentro de ella, o, lo que es lo mismo, de preparar el medio para llevar la pasión a su plenitud y poner al descubierto lo que estaba oculto. 204. Es que, así como los lactantes ávi dos de alimento, no bien se aprestan a chupar la leche, exprimen y aprietan el pecho de la nodriza, del mismo modo el artesano de la incontinencia oprime con fuerza en la fuente de la que brota como lluvia el mal de la embriaguez, a fin de que en las exprimidas gotas halle el incontinente delicioso manjar. 205. XXXI. Tal sea nuestra descripción de este ebrio, delirante e incurable mal que es el hombre enloquecido por la inconti nencia en la bebida. Toca ahora el tumo a la consideración de su allegado, también él un servidor del vientre, el amigo de la comida abundante y la glotonería, experto en lo tocante al comer sin medida. 206. No será muy grande la tarea que requerirá nuestra pesquisa; la visión contenida en el sueño es una exactísima reproducción de su imagen y considerándola cuidadosamente, contemplaremos a nuestro hombre reproducido como en un espejo. 207. "Pensaba", dice, "que llevaba tres cestas con panes de trigo sobre mi cabeza" (Gen. XL, 16). Por "cabeza" entendemos en nuestra interpretación alegórica la parte rectora del alma, que es la inteligencia, en la que todas las cosas se apoyan, por lo que en cierta ocasión ella ha PAGE 51

gritado con acento tenso:60 "Todas estas cosas han sucedido sobre mí" (Gen. XLII, 36). 60 O con acento en el que se traduce el esfuerzo. 208. Así, pues, preséntasenos organizando la procesión de todos los medios que ha preparado para daño del desdichado vientre, y no se avergüenza el insensato de ser él mismo el portador de las rituales cestas y soportar el triple y tan grande peso de las mismas, vale decir, las tres partes en que el tiempo se divide. 209. Los cofrades del placer aseguran, en efecto, que éste consiste en el recuerdo de los deleites pasados, en el goce de los presentes y en la esperanza de los futuros. 210. De modo que las tres cestas corresponden a las tres partes del tiempo, y los tres pasteles que van sobre ellas, a la situación correspondiente a cada una de las partes, es decir, a los recuerdos de los placeres pasados, a la participación en los presentes y la expectativa de los futuros; y el que conduce todas estas cosas es presentado como el amante del placer, el que tiene su mesa llena de lo necesario no ya para un único género de incontinen cia sino para todas las especies y todos los géneros práctica mente del desenfreno; mesa en la que está ausente la copa de la paz, y que carece de las sales de la amistad. 211. En esta mesa no hay más que un solo comensal, aunque equivale a un público banquete; y ese comensal es el rey faraón, por quien ha resultado dispersada, desmembrada y arruinada la continen cia. Su nombre, en efecto, significa "dispersión". Su orgullo y realeza no se complace en aquellas cosas de que sería razonable enorgullecerse, es decir, en los bienes de la moderación; sino se envanece en aquellas en las que no debería, es decir, en las prácticas de una conducta repugnante, pues se arrastra tras la apetencia insaciable, la voracidad y la lujuria. 212. Y por eso, las aves,61 vale decir, las imprevistas circuns tancias que se precipitan desde lo alto sobre nosotros, arderán a modo de un fuego sobre todas sus complacencias, las abrasarán y las consumirán con su fuerza devoradora de todo, de tal manera que no dejarán residuo alguno para goce del que conduce las cestas, quien había esperado proseguir con sus invenciones y proyectos para toda la eternidad como posesión intocable y segura. 61 Gen. XL, 17. 213. Pero, gracias sean dadas a Dios, el victorioso, quien trunca los intentos, aunque forjados a la perfección, del amante de la pasión, haciendo descender sobre ellos invisiblemente aladas naturalezas para su ruina y destrucción. De ese modo, enteramente despojada la inteligencia de aquellas cosas que había forjado, aparecerá como un cadáver sin cabeza con el cuello cercenado y clavado, como los crucificados en el árbol de la mísera y menesterosa ignorancia. 214. En efecto, mientras ningún daño han recibido de parte de esos visitantes que acostumbran hacerse presentes imprevista e invisiblemente, las partes que practican para el goce del placer parecen dar felices resultados. Más, cuando estos visitantes se precipitan desde lo invisible, tales artes se desmoronan y el artesano perece con ellas. 215. XXXII. Hemos, pues, explicado los sueños de los que se han distribuido el taller del paladar, en el que una y otra especie de provisión: la bebida y la comida, son producidas, y no la bebida y la comida necesarias, sino las superfluas y des medidas. A continuación, siguiendo el hilo del asunto hemos de indagar acerca del sueño de aquel que creía ser rey de estas dos y de las demás facultades del alma, es decir, del llamado faraón. PAGE 51

216. "En mi sueño", dice, "pensaba que estaba yo si tuado a orillas del río, y como si vinieran del río surgían siete vacas de escogida carne y de hermoso aspecto, y pastaban en el pasto verde. Y he aquí que otras siete vacas surgieron detrás, defectuosas, de aspecto desagradable y pobres de carnes, tales que no había yo visto más feas en todo Egipto. 217. Y las vacas flacas y feas devoraron a las siete vacas primeras, las hermosas y escogidas, y éstas pasaron a los vientres de aquéllas. Mas, no se notó que habían pasado a los vientres de aquéllas y el aspecto de las mismas permaneció feo como al principio. 218. Me desperté y volví a dormirme y vi otra vez en mi sueño cómo de un mismo tallo surgían siete espigas cargadas y her mosas. Mas, otras siete espigas delgadas y dañadas por el viento brotaron junto a aquéllas. Y las siete espigas devoraron a las hermosas y cargadas" (Gen. XLI, 17 a 24). 219. Observas las palabras iniciales del pagado de sí mismo, que, siendo, como es, movible, inestable y cambiante, dice: "Pensaba que estaba yo situado", y no ha razonado que la inmovilidad y la fijeza a nadie más caben que a Dios y a los que son Sus amigos. 220. De Su poder inmutable es prueba cla rísima este mundo, que se mantiene siempre el mismo e idéntico; pues, si e! mundo es inconmovible, ¿cómo no ha de ser firme su Hacedor? Además son testigos dignos de toda fe los sagrados oráculos. 221. Leemos, en efecto, estas palabras puestas en boca de Dios: "Aquí y allí estoy situado Yo antes que tú, sobre la roca de Horeb" 62 (Ex. XVII, 6), lo cual significa: "Yo soy este, el que, estando aquí patente, estoy también allí y en todas partes pues todas las cosas están llenas de Mí. Estoy y perma nezco sin cambios, pues soy inmutable, desde antes que tú o cualquiera de los otros seres llegara a existir, establecido en la más alta y antigua fuente de poder, desde la cual ha brotado como lluvia la generación de cuanto existe, y desborda la co rriente de la sabiduría." 62 Ver Sobre los sacrificios de Abel y Caín 67. 222. En otro pasaje, en efecto, leemos: "Yo soy Aquel 'que hizo brotar de la dura roca la fuente de agua'" (Deut. VIII, 15). Y también Moisés atestigua la inalterabilidad Divina cuando afirma: "Vieron el lugar donde estuvo situado el Dios de Israel" (Ex. XXIV, 10); pues mediante la ubicación y la instalación da a entender la inmutabilidad. 223. Mas, es tan grande la superlativa estabilidad de la Divinidad, que también hace partícipes de Su fijeza a las naturalezas escogidas, brindándoles así un bien excelente. Por ejemplo, dice que Su pacto, pleno de mercedes, que es de las leyes y los prin cipios que rigen a los seres el más importante, estará firmemente asentado como una estatua de Divina forma, y que el alma del hombre justo será su pedestal. En efecto, en cierta ocasión dijo a Noé: "Estableceré Mi pacto en tí" (Gen. IX, 11). 224. XXXIII. Estas palabras tienen dos sentidos. Uno, que justicia y pacto de Dios son la misma cosa; otro, que, mientras las mercedes que otros acuerdan son cosas distintas de los seres que las reciben, Dios no solo concede las mercedes a quienes las reciben sino entrega a éstos como don a sí mismos. Yo, en efecto, he sido dado por El a mí mismo, y cada cosa que existe ha sido dada a sí misma por Él, pues "Estableceré Mi pacto en ti" es lo mismo que "Te PAGE 51

daré a ti mismo".63 63 Tal vez el sentido de este complicado razonamiento sea el siguiente: 1) Dios establece en Noé su pacto, vale decir, se lo concede. 2) Pacto de Dios y justicia son una misma cosa. 3) Luego, como Noé es la personifi cación del hombre justo, Dios concede la justicia al hombre justo, que es como decir que Noé es concedido a sí mismo por Dios. 225. Además todos los que aman a Dios, huyendo de las tor mentosas aguas de las incesantes actividades con su perpetua y confusa agitación y oleaje, tienden ansiosamente a anclar en los segurísimos fondeaderos de los puertos de la virtud. 226. Observa cómo se dice del sabio Abraham que estaba "situado frente a Dios" (Gen. XVIII, 22). ¿Cuándo, en efecto, es lógico esperar que la inteligencia esté fija y ya no se balancee como sobre una balanza, sino cuando está en presencia de Dios vién dolo y siendo vista por Él? 227. Porque este equilibrio le viene de dos fuentes: del ver al Incomparable, pues de ese modo no es arrastrado por las cosas de su misma naturaleza; y del ser visto, porque la inteligencia que ha sido juzgada por el Guía digna de ser objeto de Su mirada, es una inteligencia reservada por Él para el único sumo bien, es decir, para Sí mismo. Tam bién Moisés recibió una Divina prescripción en estos términos: "Permanece aquí conmigo" (Deut. V, 31), en la que se ponen de manifiesto las dos cosas ya señaladas, a saber: la inmovilidad del hombre virtuoso y la absoluta estabilidad del Que Es. 228. XXXIV. Y, en verdad, aquel que se aproxima estrechamente a Dios traba íntima relación con el Que Es; y, asimilando Su estabilidad, llega él mismo a adquirir fijeza. Y, cuando la inteligencia ha llegado al reposo, reconoce claramente cuan grande bien es la tranquilidad; y, lleno de admiración ante su belleza, no concibe ya que esa tranquilidad esté reservada sino a Dios y a la naturaleza intermedia entre la especie inmortal y la mortal. 229. Así, dice: "Y yo estaba de pie en el medio entre el Señor y vosotros" (Deut. V, 5), con lo cual no manifiesta que estaba apoyado sobre sus propios pies, sino quiere dejar en claro que la inteligencia del hombre sabio, apartada de las tormentas y contiendas, envuelta en una serena calma y en una profunda paz, es superior al hombre e inferior a Dios. 230. En efecto, mientras la inteligencia humana común se ve agitada y revuelta por la fuerza de los acontecimientos, la Otra, gracias a Su bienaventuranza y felicidad, está exenta de males, y el hombre virtuoso está en una situación intermedia; de modo que cabe afirmar que ni es Dios ni es hombre, sino se halla tocando ambos extremos, por su condición humana, la raza mortal; por su virtud, la Naturaleza inmortal. 231. A este oráculo se asemeja también el revelado a propósito del sumo sacerdote, que dice así: "Cuando penetre en el santo de los santos no será un hombre hasta que saliere" (Lev. XVI, 17 ).64 Y, si bien en tales ocasiones, se convierte en un ser no humano, es evidente que no es Dios sino un ministro de Dios, estando ligado a la creación por lo que en él hay de mortal, y al Increado por lo que tiene de inmortal. 64 En el parágrafo 189 se trata el mismo pasaje bíblico, pero el sumo sacerdote es interpretado como personificación del Divino lógos. 232. Y esta con dición intermedia la retiene hasta que sale de nuevo al ámbito del cuerpo y la PAGE 51

carne. Y es natural que así sea. Cuando la inteligencia, dominada por el amor hacia lo Divino, dirige sus es fuerzos hacia los más recónditos santuarios, y pone todo su ardoroso empeño en avanzar, poseída de Divina inspiración se des prende de todas las cosas, se desprende de sí misma y sólo tiene presente en su memoria y en sus preocupaciones a Aquel de quien es escolta y sierva, y a quien consagra el incienso de las sagradas e invisibles virtudes. 233. Pero, cuando la inspiración se interrumpe y el intenso anhelo mengua, al retornar de los Divinos lugares se convierte en hombre poniéndose en contacto con las cosas humanas, las que estaban al acecho en los vestíbulos para echarle mano no bien asomara desde adentro. 234. XXXV. En suma, que Moisés no describe al hombre perfecto ni como Dios ni como hombre, sino, como he dicho, cual es un ser intermedio entre la naturaleza increada y la perecedera. En cuanto al hombre que está en vías de progreso, lo ubica, a su vez, en la zona intermedia entre la vida y la muerte, llamando vivientes a quienes ajustan su existencia a los dictados de la inteligencia; y muertos a los que se complacen en la insensatez. 235. A propósito de Aarón 65 se dice, en efecto, que "estaba ubicado entre los muertos y los vivos, y se calmó la fractura (Núm. XVI, 48). Es que el hombre en vías de progreso ni es clasificado entre los que están muertos para la vida de la virtud, puesto que ansia con ardor el bien; ni entre los que viven las supremas y perfectas bienaventuranzas, pues aún le falta para llegar a la meta. En cambio, está vinculado a ambos extremos. 65 Es decir el sumo sacerdote, que líneas más arriba aparece como personificación del hombre perfecto, y ahora es presentado como encar nación del hombre que aún no ha llegado a la perfección, hallándose por lo tanto en la etapa de los progresos. 236. Por eso está perfectamente dicho: "Se calmó la fractura", y no: "Cesó". Porque mientras en el caso de los perfectos los agentes de "fracturas", roturas y que brantamientos del alma "cesan"; en cambio en los que están en la etapa de los progresos estos agentes sólo "disminuyen",. son, por así decir, detenidos y retenidos. 237. XXXVI. Si, pues, esta estabilidad, fijeza y permanencia en el mismo estado, en razón de su por siempre inmutable e inalterable condición, sólo es atributo, en primer lugar, del Que Es; en segundo lugar, del lógos del Que Es, lógos al que Él ha llamado Su pacto; en tercer lugar, del hombre sabio; y en cuarto lugar, del hombre en vías de progreso, ¿qué es lo que mueve al alma ruin y sujeta a todas las desgracias a pensar que ella puede estar sola, siendo así que es arrastrada como en medio de un diluvio y llevada de aquí para allá por los torbe llinos que fluyen incesantemente a través de los canales de este vehículo de la muerte que es el cuerpo? 238. Dice, en efecto: "Pensaba que me hallaba ubicado al borde del río" (Gen. XLI, 17). En nuestra interpretación el "río" es símbolo de la palabra, dado que uno y otra fluyen hacia fuera y se deslizan con rapidez e ímpetu; y en unas ocasiones tanto el río como el habla tórnanse pródigos en desbordes, de agua el uno y de verbos y nombres la otra; en tanto que otras veces son estériles por la mengua y reducción de sus elementos. 239. Y ambos resultan beneficiosos, el uno irrigando los prados; la otra irrigando las almas prestas a escuchar, y a veces ambos son agentes de daño a causa de su ímpetu, el río anegando la tierra vecina, la palabra sembrando confusión y desorden en el entendimiento de los que no escuchan atentamente. PAGE 51

240. La palabra se asemeja al río, y tiene una naturaleza doble; la mejor y la peor, la mejor que es la que beneficia, la peor, como no podía ser de otro modo, la que daña. 241. Moisés ha proporcionado a los que son capaces de ver, ejemplos clarísimos de una y otra. "Un río", dice, sale del Edén para regar el parque; desde allí se divide en cuatro cabeceras" (Gen. II, 10). 242. Llama Edén, nombre que significa "de leite", a la sabiduría del Que Es, porque, entiendo yo, la sabiduría es fuente de deleite para Dios y Dios lo es para la sabiduría; y así, se proclama en los salmos: "Deléitate en el Señor" (Salmos XXXVII, 4). La Divina palabra desciende, co mo de la fuente de la sabiduría, al modo de un río, para mojar y regar los olímpicos y celestiales vástagos y plantas de las almas amantes de la virtud, que forman como un parque. 243, Esta sagrada palabra "se separa en cuatro cabeceras", o, lo que es lo mismo, se subdivide en las cuatro virtudes, cada una de las cuales es una reina. En efecto, lo de separarse en cabe ceras nada tiene que ver con separarse en zonas de terreno y sí con una separación en reinos; y así, cuando expone lo relativo a las virtudes, de inmediato presenta al sabio que las posee como un rey, un rey elegido no por los hombres sino por la Naturaleza, único elector veraz, incorruptible y libre. 244. Así, los que han visto al hombre de bien que es Abraham le dicen: 'Tú eres un rey procedente de Dios entre nosotros" (Gen. XXIII, 6);66 con lo que exponen para los que se ocupan de la filosofía la doctrina según la cual sólo el sabio es soberano y rey, y la virtud una soberanía y reino independiente. 66 Ver Sobre Abraham 261. 245. XXXVII. Comparando esta palabra con un río uno de los discípulos de Moisés dijo en los salmos: "El río de Dios se llenó de aguas" (Salmos LXV, 10); expresión que no tendría sentido si se refiriese a alguno de los ríos que corren sobre la tierra. No, aquí se refiere claramente a la Divina palabra y la presenta, a lo que parece, como llena de la corriente de la sabiduría, sin que parte alguna de ella se halle desprovista y vacía de sí, ...67 como ha dicho alguien, llena fluyendo en todas sus partes y remontándose hacia las alturas por el constante e ininterrumpido fluir de aquella perenne fuente. 67 Laguna breve en el texto. 246. Hay también otro salmo, que dice así: "El ímpetu del río alegra la ciudad de Dios" (Salmos XLVI, 5). ¿Qué ciudad? Porque la que actual mente es la ciudad sagrada,68 en la que además se halla el sagra do templo, está situada a gran distancia tanto del mar como de los ríos. De lo que se desprende que lo que quiere sugerir el salmo alegóricamente es algo distinto de lo que se entendería literalmente. 68 Jerusalén. La idea es que no puede tratarse de la ciudad sagrada material, a la que no llegan las aguas ni del mar ni de no alguno. 247. La verdad es que el torrente de la Divina palabra, al correr . . .69 e incesantemente con fuerza y ordenadamente, hace desbordar y alegrarse al universo entero en todas sus partes. 69 Breve laguna. Quizá deba llenarse con "rápida e". 248. Porque, "ciudad de Dios" es, en determinado sentido, el nombre del mundo, el que, PAGE 51

habiendo recibido la copa toda de la Divina bebida, ha bebido en ella, y radiante de alegría ha entrado en posesión de la dicha que por siempre perdura sin disminuir ni extinguirse. En otro sentido la "ciudad de Dios" es el alma del sabio, en la que Dios, se dice, paséase como en una ciudad. "Pasearé", dice, "entre vosotros y será vuestro Dios" (Lev. XXVI, 12). 249. Y, cuando el alma feliz extiende la sacratísima copa que es su propia razón, ¿quién de rrama en ella los contenidos de verdadera felicidad, sino la palabra de Dios, Su copero y maestro de festines, palabra que, por otra parte, no es cosa distinta de la bebida vertida, y que está libre de toda mezcla y es el deleite, la dulzura, la expansión, el buen ánimo, la ambrosíaca droga, para decirlo también con términos poéticos, de la alegría y la dicha? 250. XXXVIII. Ahora bien, la ciudad de Dios es llamada por los hebreos Jerusalén, cuyo nombre, traducido, quiere decir "visión de paz".70 En consecuencia, no busques la ciudad del Que Es en las regiones de la tierra, que no se trata de una ciudad construida con maderas y piedras; sino en un alma pacífica y de aguda visión, que se ha propuesto como norte de la vida de contemplación y de paz. 70 Significado del que se deduce que se trata de un estado o condición espiritual, no do una ciudad material. 251. ¿Qué casa, en efecto, más digna y santa podría hallarse para Dios entre las cosas exis tentes que una inteligencia inclinada a la contemplación, ansiosa de ver todas las cosas y que no desea la subversión ni el alboroto ni siquiera en sueños? 252. Yo he oído decir una vez más al invisible espíritu que acostumbra acompañamos invisiblemente: "Amigo, al parecer no estás al tanto de este importante y precioso asunto; y yo, que en muchas otras cosas te he instruido en su momento oportuno, te lo explicaré de muy buen grado. 253. Ten bien presente, mi buen amigo, que sólo Dios es la inmensamente cierta y verdadera paz; la naturaleza toda creada y mortal es, en cambio, una incesante guerra. Dios, en efecto, es un ser de libres decisiones; la existencia nuestra está regida por la necesidad. Con justicia, pues, puede llamarse residencia y ciudad de Dios a cualquiera que tuviere la fuerza necesaria para abandonar la guerra, la necesidad, la creación y la destruc ción y para cambiar de bando marchando hacia lo increado» hacia lo imperecedero, hacia la libre voluntad, hacia la paz. 254. No te dé, pues, cuidado el llamar al mismo objeto visión de la paz y visión de Dios, porque de la cofradía de las poten cias del Que Es, a las que se designa con muchos nombres, la paz no sólo es miembro sino jefe." 255. XXXIX. Asimismo, al sabio Abraham le dice Dios que le dará una porción de tierra "desde el río de Egipto hasta el gran río Eufrates" (Gen. XV, 18), haciendo referencia no a una división de un país sino a la mejor parte de nuestro ser. En efecto, nuestro cuerpo y las pasiones producidas en él y por él son comparados con el río de Egipto; nuestra alma y las cosas que le son caras, con el Eufrates. 256. Establécese una doc trina de vitales consecuencias y enorme contenido según la cual el hombre virtuoso ha recibido, como porción suya, el alma y las virtudes del alma; al par que el hombre ruin se ha quedado con el cuerpo y los vicios que se dan en el cuerpo y por el cuerpo.

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257. En cuanto al vocablo "desde", le caben dos signifi cados, uno, que incluye aquello desde donde decimos que co mienza algo; otro, que lo excluye. En efecto, cuando decimos que hay doce horas desde el alba hasta el atardecer o treinta días desde el primero hasta el último día del mes, incluimos la primera hora y el primer día respectivamente. Cuando, en cam bio, se dice que el campo está a una distancia de tres o cuatro estadios de la ciudad, es evidente que no se incluye la ciudad. 258. Así pues, en este caso en la expresión "desde el río de Egipto" hemos de entender que el río no está incluido, ya que Moisés desea que moremos fuera de las cosas corpóreas, las que se presentan en un flujo y movimiento ruinoso para las demás cosas y para sí; y que recibamos como herencia el alma junto con las virtudes, que son indestructibles y dignas de inmortalidad. 259. Hemos así hallado en el curso de nuestra investigación que la palabra digna de elogio es comparada con un río. En consecuencia, la palabra censurable vale decir, la palabra inepta, ignorante y, por así decir, sin alma, no es otra cosa que el río de Egipto. Por eso éste se transforma en sangre,71 y no sirve ya como alimento. Es que nadie puede beber la palabra de la ignorancia. Y, además, proliferan en él las ranas, seres sin san gre ni alma, que emiten un sonido extraño y duro, torturante para el oído. 71 Ex. VII, 20. 260. Se nos dice, además, que todos los peces que en él había perecieron.72 Los peces simbolizan los pensa mientos. Estos, en efecto, nadan y encuentran su residencia natural en la palabra, como en un río, y, semejantes a seres vivientes, le infunden vida. En cambio, colocadas en la palabra ignorante las ideas resultan muertas. Ningún sentido es dable hallar en ella, sólo sonidos propios de griterías, desordenados y, como ha dicho alguien,73 desmesurados. 72 EX. VII, 21. 73 Ilíada II, 212. 261. XL. Sobre estos puntos ya es bastante. Ahora bien, al decir: "Pensaba yo que estaba situado al borde del río", reconoce que en su sueño veía no sólo una posición y un río, sino también las orillas de un río. Es necesario que a propósito del "borde" 74 del río hagamos algunas observaciones que vienen al caso. 74 El término kheílos = borde, significa también labio. De allí que en 262. Advertimos que la naturaleza ha dotado de labios a los seres vivientes y en particular a los hombres con dos fines suma mente necesarios. El primero es el silencio, pues los labios son la más fuerte barrera y valla para el sonido; el segundo, la expre sión, pues a través de ellos fluye la corriente de las palabras, siéndoles imposible pasar si ellos no se abren. 263. De ese modo los labios ejercitan y preparan para ambas cosas: hablar y callar atendiendo a la ocasión propicia para hacer una u otra cosa. Por ejemplo: ¿vale la pena escuchar lo que se nos dice? Pues, presta atención en silencio, sin contradecir, conforme con la prescripción de Moisés: "Calla y escucha" (Deut. XXVII, 9). 264. De ninguno, en efecto, de los que se meten en con troversias verbales podemos en rigor pensar que habla o escucha; aquel que realmente intentara hacer (una y otra cosa, debería reconocer) la utilidad (del silencio).75 PAGE 51

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Los términos entre paréntesis corresponden a una laguna en el texto, por lo que la traducción es conjetural. 265. Asimismo, cuando en medio de las guerras y males de la vida vieres la misericordiosa mano del Divino poder extendida sobre tí como un escudo, guarda silencio. Este Auxiliador no ha menester de alianza. También de esto hay una prueba re gistrada en las Sagradas Escrituras. "El Señor", dice, luchará por vosotros, y vosotros permaneced callados" (Ex. XIV, 14). 266. Y si lo que vieres es que perecen los hijos legítimos primo génitos de Egipto, es decir, la concupiscencia, el placer, el dolor, el temor, la injusticia, la insensatez, la incontinencia y todas las demás cosas estrechamente emparentadas con éstas, sobrecogido de admiración guarda silencio y humíllate ante el tremendo poder de Dios. 267. Porque, "no gruñirá un perro con su len gua, ni desde el hombre hasta la bestia" (Ex. XI, 7), lo que significa que ni la canina lengua con sus ladridos y vociferaciones, ni el hombre que hay en nosotros, es decir, la rectora inteligencia, ni la criatura semejante a los animales, que es la sensibilidad, deben envanecerse cuando ante la inminencia de nuestra ruina total nos llega desde fuera el socorro que espon táneamente nos escuda los razonamientos que siguen Filón pase de una a otra acepción varias veces empleando el mismo vocablo. 268. XLI. Mas, sobrevienen muchas ocasiones nada propicias para el silencio, ocasiones que reclaman la palabra en prosa o en verso. De estas dos formas de expresión es posible también hallar ejemplos apropiados. ¿Cómo? Supongamos que imprevistamen te nos vemos dueños de una porción de bien. Bueno es, en tal caso, que expresemos las gracias y cantemos himnos a quien nos la procuró. 269. ¿Y cuál es ese bien? Supongamos que la pasión que nos acosaba está muerta y ha sido arrojada des truida completamente y sin sepultura. No perdamos tiempo, en tonces, y poniendo en orden nuestro coro cantemos el más sa grado de los cánticos y exhortemos a todos a decir: "Cantemos al Señor, que se ha mostrado en toda Su gloria; al caballo y al que lo montaba ha arrojado al mar" (Ex. XV, 1). 270. Pero aunque la ruina y destierro de la pasión es, sin duda, un bien; con todo, no un bien perfecto. El bien sin paralelo es el hallazgo de la sabiduría. Descubierta ésta, todo el pueblo canta, no con una parte sola de la música sino con todas las armonías y melodías de ella. 271. En efecto, dice la escritura que "entonces Israel entonó este cántico sobre la fuente" (Núm. XXI, 17), o, lo que es lo mismo, sobre el saber, que en otro tiempo estuvo oculto, y luego fue buscado y, finalmente, des cubierto; saber, cuya naturaleza es profunda y por el cual habitualmente son regados los racionales campos de las almas de los amantes de la contemplación. 272. Y otro caso más: cuando cosechamos el legítimo fruto de la inteligencia, la sagrada palabra nos prescribe que presente mos, como colocadas en el cesto 76 de nuestro entendimiento, las primicias de esta copiosa cosecha de excelencias que han brotado, que han germinado, que han sido producidas por obra del alma; y que, acto seguido, echemos mano a los recursos de la oratoria para alabar a Dios, el perfeccionador, en términos como estos: "He quitado de mi casa las cosas santas" y las he guardado en la casa de Dios 77 poniéndolos bajo PAGE 51

la administra ción y cuidado de aquellos que por su selecta condición han sido escogidos para el sagrado cuidado del templo. 76 Deut. XXVI, 2 y 4. 77 Deut. XXVI, 13. 273, Estos son los levitas y los prosélitos, los huérfanos y las viudas,78 de los cuales los primeros son suplicantes; los segundos, emigrados y fugitivos de sus hogares; y los restantes, huérfanos y viudas con respecto a la creación, que han adoptado a Dios como legítimo padre y esposo de sus serviciales almas. 78 Deut. XXVI, 13. 274. XLII. Esta es la manera más apropiada de hablar y de callar. Pero los hombres ruines hacen exactamente lo contrario.. Cultivan ardorosamente el silencio culpable y la expresión reprensible, y ejercitan uno y otra para ruina de sí mismos y de otros. 275. La práctica a que son más afectos es la de decir lo que no deben. Abren, en efecto, sus bocas y les quitan todo freno permitiendo así que su hablar sin ton ni son, como dicen los poetas,79 se precipite cual torrente incontenible, acarreando a su paso innumerables perjuicios. 79 Ilíada II, 246. 276. Así, algunos de ellos se abocan a la defensa del placer, la concupiscencia y todo des medido apetito, fortificando a la irracional pasión contra la rec tora razón; otros se presentan con ánimo belicoso para mezclarse en contenciosas controversias con la esperanza de cegar a la raza vidente y de poder arrojarla en precipicios y profundidades, de las cuales ya no podría volver a salir. 277. Algunos, en fin, se han mostrado opositores no sólo a la virtud humana sino también a la Divina. A tal punto ha llegado su demencia. El faraón, rey de la tierra de Egipto, es señalado como jefe de la primera de estas cofradías, la de los amantes de las pasiones. Así, Dios dice al profeta: "He aquí que él saldrá en persona hacia el agua, y tú estarás allí para salirle al encuentro junto al borde del río" (Ex. VII, 15). 278. Es, en efecto, característico en él marchar siempre hacia el torrente desbordante de la irra cional pasión, así como es propio del sabio salir al encuentro de la fuerte corriente de argumentos en pro del placer y la con cupiscencia; no con sus pies sino con su entendimiento, seguro e indoblegable, sobre los bordes del río, es decir, sobre la boca y la lengua,80 que son los órganos de la palabra. Firmemente subido sobre ellos podrá desbaratar y echar abajo las aparentes verdades con que se pretende justificar la pasión. 80 Ver la nota 73. 279. En cuanto al enemigo de la raza ^vidente, no es otro que el pueblo del faraón, el que atacó, persiguió y esclavizó incesantemente a la virtud, hasta que recibió el merecido pago por las maldades que había cometido, sumergido en el mar de las iniquidades y calamidades que su pasión había despertado, al punto de que aquella ocasión ofreció un espectáculo sin igual, una victoria indisputada y una alegría superior a la esperada. 280. Por eso leemos que Israel vio muertos junto al borde del mar a los egipcios" (Ex. XIV, 30). Poderosa es la mano pro tectora que hizo que la boca, los labios y la palabra presenciaran la caída de quienes los habían aguzado contra la verdad, para que de ese modo perecieran, no PAGE 51

con armas ajenas sino con las propias, aquellos que los habían empleado contra otros. 281. XLII. Tres son los excelentes anuncios que aquí se formulan al alma: uno, la ruina de las egipcias pasiones; otro, el hecho de que ella tiene lugar no en otro lugar sino en los bordes de la salada y amarga fuente, comparable a un mar, a través de las cuales la sofística palabra, enemiga de la virtud, se había de rramado; y el último, la circunstancia de que esa ruina era visible. 282. En efecto, así como es justo que ninguna cosa excelente permanezca oculta y que, por el contrario, sea sacada a la claridad de la luz y al brillo solar; también lo es que el contrario mal sea precipitado en las tinieblas profundas. Este, ni por casualidad debería jamás llegar a ser visto; el bien, en cambio, debería ser contemplado atentamente por los mejores ojos. ¿Y qué bien hay mayor que el hecho de que los seres nobles vivan y los ruines perezcan? 283. En tercer lugar están, dijimos,81 aquellos que extendieron hasta el mismo cielo la habilidad de sus palabras. La actividad de éstos iba dirigida contra la naturaleza pero más aún contra su propia alma, ya que afirmaban que sólo existe este mundo visible y sensible, que ni ha sido creado ni perecerá, que es, por el contrario, increado y eterno y que nadie lo controla, dirige ni protege. 81 En el parágrafo 277. 284. Luego apilaron una sobre otra sus demos traciones y así elevaron hacia las alturas, como una torre, el edificio de su espuria doctrina. En efecto, leemos que "toda la tierra era un labio" (Gen. XI, 1), un discordante concierto de todas las partes del alma para desalojar de su posición a la más grande fuerza de cohesión del universo, el gobierno del mismo. 285. El resultado fue que, cuando esperaban remon tarse hasta el cielo en alas de sus concepciones y dar por tierra con la eterna Realeza, la poderosa e indestructible mano los arrojó abajo y desbarató el edificio de su doctrina. 286. Al lugar le quedó el nombre de "confusión", nombre apropiado para su inusitado atrevimiento. Porque, ¿qué hay más confuso que la falta de gobierno? ¿No están llenas de conflictos y desorden las casas donde no existe autoridad? 287. ¿Y no son arruinadas por las arbitrariedades de la muchedumbre, la mayor de las oposiciones a la autoridad, aquellas ciudades que han quedado sin reyes? ¿No han perdido sus antiguos y grandes motivos de felicidad los países, naciones y regiones de la tierra cuyos gobiernos se han disuelto? 288. ¿Y qué decir en el caso de la humanidad? Las comunidades de los otros seres vivientes, aéreos, terrestres y acuáticos no están congregadas sin que un guía los gobierne; por el contrario, siempre desean un jefe y lo honran como si de él procediera cuanto de bueno tienen; y, si éste les falta, se dispersan y son destrozadas. 289. ¿Pen saremos, entonces, que, mientras para los seres terrestres, es decir, la porción más insignificante del universo, el origen de los bienes se halla en la autoridad, y el de los malos reside en la anarquía, el mundo no deberá la suprema felicidad de que está lleno al reinado de Dios?

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290. Pues bien, los sediciosos de que hablamos recibieron el castigo correspondiente a su intento. Habiendo llevado el des orden al ámbito de lo sagrado, contemplaron su propia impiedad desordenada por la anarquía. Los que sembraban confusión habían sido confundidos. Pero, mientras este castigo no les ha llegado, envanecidos por su demencia, tratan de destruir con impías palabras el gobierno del universo, se erigen ellos mismos en gobernantes y reyes, y traspasan a la creación, inestable, tran sitoria y perecedera, como es, el indestructible poder de Dios. 291. XLIV. Adoptando el tono de comediantes y llenos de va nidad acostumbran, sumamente ridículos, como son, a decir: "Nosotros somos los jefes, nosotros somos los soberanos. Todas las cosas dependen de nosotros. ¿Quiénes, si no nosotros, pueden producir los bienes y sus opuestos? ¿De quiénes, si no de nosotros, dependen los beneficios y los daños sin lugar a dudas? No hacen sino decir tonterías los que aseguran que todas las cosas dependen de un poder invisible, al que consideran rector de las cosas humanas y Divinas del mundo." 292. Tales son sus presuntuosas jactancias. Con todo, si tornan a ser dueños de sus actos, como los que recobran la sobriedad después de una borrachera; si, llegando a darse cuenta de sus pasadas actitudes de ebrios, se avergüenzan y se echan en cara las faltas en las que su insensato juicio les hizo incurrir; si toman como insobornable e incorruptible consejero al arrepentimiento y tratan de alcanzar la clemencia de la potencia propicia del Que Es con santas retractaciones por sus profanas presunciones; en ese efecto, el Auriga que está subido al alado carro que es este caso alcanzarán un completo perdón. 293. Pero, si, en cambio, continúan siempre rebeldes a las riendas y se encabritan indó mitos como si fueran independientes, libres y señores de otros, se verán fatal e implacablemente forzados a ser testigos de su nulidad en todas las cosas, pequeñas y grandes. 294. En efecto, el Auriga que está subido al alado carro que es este mundo les pondrá el freno, tirará hacia atrás con fuerza las hasta entonces sueltas riendas, apretará los bozales, y con látigos y agudos instrumentos les hará presente Su condición de amo, de la que, como esclavos ruines, habían olvidado fiados en la bondad y dulzura del soberano. 295. Ellos desvirtúan la benignidad de los amos tomándola por falta de autoridad y simulan un estado sin gobierno hasta que su dueño frena la impe tuosa corriente de su enfermedad aplicando castigos a título de remedios. 296. Por eso leemos que "el alma sin ley, que dis tingue con los labios el hacer el mal o el hacer el bien", más adelante: "proclamará su falta" (Lev. V, 4 y 5). ¿Qué es lo que dices, alma rebosante de presunción? ¿Conoces, acaso, qué es el bien verdadero, o la nobleza o la justicia o la santidad, o qué conviene a cada uno? 297. El conocimiento y el poder sobre estas cosas reside en Dios solamente y en quien es Su amigo. Testimonio de esto es el oráculo en el que se lee: "Yo mataré y daré la vida; golpearé y curaré" (Deut. XXXII, 38). 298. Pero ciertamente, cuando el alma que se tiene a sí misma por sabia ha tenido este sueño sobre cosas que están fuera de su alcance, no lo toma a la ligera, sino a tal punto la llenan los vientos del orgullo, que llega a jurar 82 que esas cosas, falsas suposiciones suyas, se hallan PAGE 51

segura y firmemente establecidas. 82 Lev. V, 4. 299. Y, si la agitación afiebrada de su enfermedad co mienza a abatirla, la chispa de la salud, encendiéndose gradualmente, la forzará primero a "proclamar su falta", es decir, a reprocharse a sí misma, y a presentarse luego ante el altar como suplicante, para recabar gracias con súplicas, votos y sacrificios, únicos medios para alcanzar el olvido de sus culpas. 300. XLV. A continuación podríamos, con razón, preguntar por qué sólo al hablar del río de Egipto, y no así en el caso del Eufrates y de los otros sagrados ríos, señala Moisés que tiene labios. En erecto, mientras en un pasaje dice: "Estarás colocado en el borde (o labio) del río para salirle al encuentro" (Ex. VII, 15) ...83 83 Se advierte en este punto que el texto se halla trunco y que debían seguir seguramente algunos ejemplos. 301. No faltarán, probablemente, quienes digan en tono bur lón que tales cuestiones no deberían ser objeto de nuestras inda gaciones; que, a todas luces, resultan sutilezas más bien que averiguación provechosa. Pero yo sostengo que tales estudios son como condimento que sazona las sagradas escrituras para mejoramiento de sus lectores; y que no se ha de tachar de ociosos parlanchines a los que están entregados a estas investigaciones, y sí de inoperantes a los que las desechan. 302. Porque el asunto que nos ocupa ahora nada tiene que ver con los conoci mientos acerca de los ríos, y sí con vidas a las que se compara con las corrientes de los ríos, y en las que se dan tipos opuestos. La vida del hombre virtuoso se manifiesta, en efecto, a través de obras; la del ruin, a través de palabras. Y la palabra... a la lengua, a la boca, a los labios.. .84 84 Laguna en el texto.

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SOBRE ABRAHAM (DE ABRAHAMO) Vida del hombre sabio cuya perfección es resultado de la instrucción; o primer libro de las leyes no escritas, que trata sobre Abraham 1. I. El primero de los cinco libros en que se hallan escritas las sagradas leyes es designado y registrado con el nombre de Génesis, nombre que hace referencia a la génesis del mundo, relatada en la primera parte de dicho libro. Lleva ese título a pesar de que abarca otros innumerables asuntos, tales como la guerra y la paz, la fecundidad y la esterilidad, el hambre y la abundancia, los inmensos estragos producidos sobre la tierra por el fuego y el agua,1 y los sucesos contrarios a estos, vale decir, las creaciones y los desarrollos tanto de animales y plantas al influjo de las condiciones propicias del aire y de las estaciones anuales, como de los hombres, de los que unos han consagrado sus vidas a la virtud y otros al vicio. 1 Es decir, el diluvio universal y la destrucción de Sodoma y Gomorra. Ver Sobre la vida de Moisés II, 52 a 65 y 263. 2. Pero, dado que de estas cosas unas forman parte del mundo y otros son aconteci mientos relacionados con él, y el mundo es la perfectísima ple nitud que los contiene, es al mundo al que el legislador le ha dedicado la totalidad del libro. 3. Lo que toca a la manera como tuvieron lugar las sucesivas etapas de la creación del mun do ha sido detalladamente expuesto por nosotros, hasta donde nos era posible, en el tratado precedente.2 En cuanto a las leyes, puesto que es preciso que al examinarlas lo hagamos con forme con un orden apropiado, dejaremos para después la consideración de las particulares, que son copias, por así decir; y examinaremos primeramente las más generales, las que podríamos llamar arquetipos de aquéllas. 2 El "tratado precedente" es muy posiblemente Sobre la creación del mundo según Moisés, en el cual se desarrollan los temas que ahora men ciona Filón. Según esto. Sobre la creación del mundo no encabezaría el conjunto total de las obras de Filón, sino sólo la segunda parte, es decir, la dedicada a exponer las leyes contenidas en el Pentateuco, después de haberlas comentado o interpretado alegóricamente en la primera parte. Así lo han entendido algunos editores modernos, que colocan Sobre la creación del mundo inmediatamente antes de Sobre Abraham. En la pre sente edición se sigue la ordenación tradicional ubicándose aquél a la cabeza de todos los tratados filonianos, y éste al comienzo de la segunda parte. Uno y otro criterio resultan aceptables por cuanto el contenido y el carácter de Sobre la creación, del mundo hacen que el tratado pueda servir de iniciación tanto de la interpretación alegórica como de la exposición de las leyes. Ver Introducción, pág. 17 y 18. 4. Estas leyes están per sonificadas en hombres de vida irreprochable y noble, cuyas virtudes hállanse registradas en las sacratísimas escrituras, y no para alabanza de ellos exclusivamente, sino además para instruir a quienes las leen y despertar en estos el deseo de emularlos. 5. Dotadas de vida y razón, dichas leyes encárnanse en tales hombres, a los que Moisés encomia por dos motivos: en primer lugar porque desea dejar en claro que las prescripciones establecidas no están reñidas con la naturaleza; y en segundo lugar porque quiere hacer patente que el trabajo que sobrelle van los que aspiran a vivir conforme con las disposiciones PAGE 51

de la ley no es muy grande, como lo prueba el hecho de que las primeras generaciones se ajustaran con facilidad suma a la le gislación no escrita, antes de que por primera vez se redactara cada una de las legislaciones particulares, al punto de que bien podría afirmarse que, una vez establecidas, éstas no son otra cosa que recordaciones de la vida de aquellos antiguos, encaminadas a perpetuar la memoria de sus obras y pensamientos. 6. Ellos, en efecto, sin haber sido discípulos o alumnos de otros ni haber aprendido de maestros lo que debían hacer y decir, siguiendo sólo sus propias determinaciones e instruyén dose a sí mismos, aceptaron de buen grado vivir conforme con la naturaleza, por considerar que la naturaleza misma era, y realmente lo es, la más venerable de las legislaciones. De ese modo, su vida toda se ajustó a leyes excelentes, y no incurrieron voluntariamente en nada reprochable; y, en los casos de faltas casuales, invocaron a Dios, y con ruegos y plegarias recabaron Su perdón; con lo que aseguraban que su vida entera estuviera rectamente encaminada a través de ambas contingencias, tanto las acciones preconcebidas como en las realizadas sin deliberado propósito. 7. II. Pues bien, como el primer paso hacia la participación en los bienes es la esperanza y el alma amante de la virtud la abre y despliega como una ancha vía, en su empeño por alcanzar la verdadera excelencia. Moisés ha dado el nombre de "hombre" al primero que amó la esperanza, concediéndole como especial distinción el nombre que es común a toda nuestra raza. "Enós", en efecto, es el nombre con que los caldeos 3 designan al hombre. 3 Filón llama habitualmente lengua caldea a la hebrea. Recuérdese que después del destierro de Babilonia la lengua hebrea dejó de hablarse y que su conocimiento quedó reservado a los eruditos. Los hebreos adop taron la lengua internacional de entonces, el arameo, y posteriormente el griego los radicados fuera de Palestina en las zonas orientales del Medi terráneo, particularmente en Alejandría. De ese modo estos judíos no podían entender la escritura en su lengua original, como lo señala Filón en Sobre la vida de Moisés II, 26. 8. Le dio ese nombre porque, a su juicio, solo es verdadero hombre aquel, que espera el bien y reposa firmemente sobre honestas esperanzas;4 lo cual nos demuestra que a quien no posee esperanzas no lo consideraba un hombre sino un sim ple animal con forma humana, ya que está desposeído de la posesión más peculiar del alma humana, que es la esperanza. 4 Filón asocia la esperanza con Enós, basándose en Gen. IV, 26, donde se lee que "este Enós fue el primero que esperó pronunciar el nombre de Dios Soberano". Ver Sobre las habituales intrigas de lo peor contra lo mejor, 138. 9. Por ello, en su deseo de ensalzar cumplidamente al esperan zado, después de expresar que éste había puesto su esperanza en el Padre y Hacedor de todas las cosas, agrega: "Este es el libro de la creación del hombre"; no obstante que antes habían sido creados los padres y los abuelos de aquél. Es que el legis lador entendía que éstos eran los fundadores de la raza mez clada, en tanto que Enós lo era de la raza sin mezcla ni impureza alguna, de la verdaderamente racional. 10. En efecto, así como, aunque los poetas son innumerables, decimos "el poeta" refiriéndonos a Hornero, el poeta por excelencia; y al decir "el negro" 5 nos referimos a aquello con lo que escribimos, a pesar de que todo lo que no es blanco es negro; y entre los atenienses quien dice "el arconte" 6 dice "el arconte epónimo", el de mayor jerarquía entre los nueve arcontes, aquel cuyo año de magistratura sirve para determinar las fechas; de la misma manera Moisés ha dado el nombre de hombre por excelencia a. aquel hombre que acariciaba PAGE 51

esperanzas, no haciendo lo mis mo en el caso de la multitud de los otros hombres por considerarlos no merecedores de recibir el mismo título. 5 To mélan = el (o lo) negro, designa además la tinta para escribir. 6 El título de arconte, sin aditamento alguno, designaba en Atenas al arconte por excelencia o primer arconte, que posteriormente se denominó arconte epónimo porque con su nombre se designaba el año de su ejercicio del cargo. Los otros arcontes llevaban una especificación adicional y eran el arconte basileo, el arconte polemarco y los seis arcontes tesmótetas. 11. Acertado estuvo también Moisés al decir "el libro de la creación del hombre" verdadero. El término "libro" es muy apropiado, puesto que el hombre esperanzado merece que su memoria se registre no ya en papiros, que serán destruidos por las polillas, sino en el imperecedero libro de la naturaleza, en el que se hallan registradas las buenas acciones. 12. Es más, si contamos las generaciones desde la primera, el hombre nacido de la tierra, hallaremos que aquel que los caldeos llaman Enós y en lengua griega es llamado "hombre" es el cuarto.7 7 Enós era hijo de Set, y éste de Adán, por lo cual Enós sería el tercero en la lista. Posiblemente Filón considera también a Abel y a Caín, pero descartando a uno de ellos, o bien a Abel puesto que, asesinado, fue susti tuido por Set (Gen. IV, 25), o bien a Caín, como maldecido por Dios. En cualquiera de los dos casos Enós sería, efectivamente, el cuarto. 13. Y entre los números el cuatro es tenido en alta estima no sólo por los otros filósofos que se han consagrado al estudio de las cosas inmateriales e intelectuales, sino también, y de manera muy especial, por el omnisciente Moisés, el que, glorificando este número, dice que "es santo y loable".8 Las razones de este aserto quedan expuestas en el tratado precedente.9 8 Refiérese Filón a lo que afírmase en Lev. XIX, 24: "En el cuarto día el fruto será santo y loable para el Señor." En otros lugares, como Sobre la obra de Noé como plantador 119, y en Sobre los sueños I, 33, Filón no interpreta el término ainetós como loable, digno de alabanza, sino le atribuye un sentido activo de para alabanza, referido a algo que mueve a alabar a Dios. 9 En Sobre la creación del mundo 47 y ss. Ver la nota 2 del presente tratado. 14. Santo, tam bién, y merecedor de elogios es el hombre esperanzado, en la medida en que el desesperanzado es culpable y reprochable, pues en todas las situaciones toma al miedo por su funesto con sejero. No hay, en efecto, dicen, dos cosas tan enfrentadas entre sí como la esperanza y el temor; y por cierto que dicen bien. Ambos son estados de expectación, pero la esperanza lo es de bienes, y el temor, por el contrario, es espera de males, siendo sus naturalezas irreconciliables e incapaces de armonizar entre sí. 15. III. Ya hemos dicho lo suficiente acerca de la esperanza, virtud que ha sido colocada por la naturaleza a modo de portera en los pórticos de las soberanas virtudes interiores, las que no es posible alcanzar si previamente no se ha rendido honores a aquélla. 16. Grande, ciertamente, es la preocupación de los legisladores y grande la de las leyes en todas las naciones por llenar de saludables esperanzas las almas de los hombres libres; mas, el que, sin necesidad de exhortación y sin que medie man dato alguno, ha hecho suya la esperanza, ése ha sido instruido respecto de esta virtud, sin mediación de maestros, por una ley no escrita que la naturaleza ha establecido. 17. El segundo lugar, después de la esperanza, ha cabido al arrepentimiento por las faltas y al PAGE 51

mejoramiento; razón por la cual a continuación menciona Moisés a aquel que trueca una vida inferior por otra mejor, a quien los hebreos llaman Enoch, que es como decir en griego "el que ha recibido la gracia"; a propósito del cual se nos ha dicho que "Enoch fue grato a Dios, y no era hallado porque Dios lo había trasladado".10 10 La idea de que Enoch personifica el arrepentimiento la extrae Filón del verbo metatíthénai = cambiar de lugar, trasladar, transformar, que en el plano moral significa, según él, cambiar de vida. 18. El traslado, en efecto, implica modificación y cambio; y en este caso el cambio es hacia un mejor estado por cuanto él tiene lugar por obra de la providencia de Dios, y todo lo que se da con la ayuda de Dios es excelente y en todo sentido provechoso, así como de nada sirve cuanto tiene lugar sin la Divina guía. 19. Bien dicho está con respecto a la persona trasladada lo de "no era hallada", bien sea porque la vieja vida reprensible ha quedado borrada y suprimida y ya no es hallada, como si nunca absolutamente hubiera existido; bien porque el trasladado y situado en un orden superior es difícil de ver por naturaleza. El vicio, en efecto, está ampliamente difundido y por ello es conocido por muchos; la virtud, en cambio, es rara, al punto de que ni siquiera por los menos es comprendida. 20. Por otra parte, el hombre ruin, en su manía de meterse en asuntos ajenos, recorre las plazas, los teatros, los tribunales, los consejos, las asambleas y toda reunión o congregación de hombres, y da rienda suelta a su lengua en desmedida, interminable y confusa charla, desordenando y confundiéndolo todo, mezclando lo falso con lo verdadero, lo apropiado con lo inconveniente, lo privado con lo público, lo profano con lo sagrado, lo ridículo con lo sen sato; porque el silencio, que a su debido tiempo es la cosa más excelente, no ha formado parte de su educación. 21. Con in discreta curiosidad mantiene el oído alerta movido por su avidez por conocer tanto lo bueno como lo malo de los demás, para envidiar lo bueno y alegrarse por lo malo, ya que el hombre ruin es un ser malicioso, que por naturaleza odia el bien y ama el mal. 22. IV. El hombre virtuoso, por el contrario, habiendo nacido en él el deseo de una vida quieta, se aísla y ama la soledad y tiene por un bien el pasar inadvertido para los demás, y no por misantropía, que es filántropo como el que más, sino porque ha desterrado de sí al vicio, el que es grato a la inmensa mayo ría, la que se complace en aquello que merece lamentarse y se aflige por las cosas a propósito de las cuales debería alegrarse. 23. En consecuencia, enciérrase de ordinario en su casa y rara vez atraviesa sus puertas, o más frecuentemente aún, para evitar visitas, se va fuera de la ciudad y en un solitario rincón campestre transcurren sus días en la grata compañía de los miembros más excelsos de la raza humana toda, de los que el tiempo ha consumido los cuerpos, pero de cuyas virtudes man tienen vivo el fuego los escritos que nos han quedado en poesía y en prosa, y con los que el alma logra progresos en el bien. 24. Tal es la razón por la que el legislador ha dicho que "no era hallado", ya que es difícil dar con él y tenerlo a mano. Pasa, pues, desde la ignorancia hacia la instrucción, desde la insen satez hacia la prudencia, desde la cobardía hacia el valor, desde la impiedad hacia la piedad, y también de la voluptuosidad hacia la continencia y de la vanagloria hacia la PAGE 51

humildad. ¿Y qué riqueza se iguala en mérito a estas cosas o qué posesión de reino o dominio es más provechosa? 25. Porque, a decir ver dad, la riqueza, no la ciega sino la de aguda visión, consiste en la abundancia de virtudes, en la que, consecuentemente, hemos de reconocer a la legítima y ecuánime soberanía que todo lo rige con equidad, en contraste con los espurios gobiernos, que sólo lo son de nombre. 26. Ahora bien, no debemos olvidar que el lugar que corres ponde al arrepentimiento es el segundo, inferior al de la per fección, tal como el grado inmediatamente inferior a la salud corporal corresponde al paso de la enfermedad al estado sano. Así pues, la inmutable perfección de las virtudes ocupa el lugar más próximo al Divino poder; en tanto que el mejora miento progresivo es un bien apropio del alma bien dotada por naturaleza, que no se deja estar en las concepciones pueriles sino busca con pensamientos maduros y verdaderamente de hombre una serena condición, en procura de la visión de las cosas excelsas. 27. V. Es, por lo tanto, natural que el legislador sitúe a continuación del hombre arrepentido al hombre amante de la virtud y amado de Dios, el que en lengua hebrea llámase Noé y en lengua griega "reposo" o "justo",11 títulos apropiadísimos para el sabio. Que lo es el de justo salta a la vista, por cuanto nada hay mejor que la justicia, la soberana de las virtudes, que, como la más hermosa del coro, ocupa el primer lugar. Y también el de reposo pues su contrario, el movimiento antinatural,12 resulta ser la causa de alteraciones, trastornos, disensiones y contiendas. Tal movimiento es buscado por los hombres ruines, en tanto que los que han ganado estima por la nobleza de su carácter van en procura de una vida calma, serena, tranquila y pacífica a la vez. 11 Es decir, éstas son las acepciones del nombre Noé. 12 Los estoicos definían la pasión como "el antinatural movimiento del alma". 28. Consecuente consigo mismo, da Moisés el nombre de "reposo" también al séptimo día, al que los hebreos llaman sábado; y no, como piensan todos, porque el común de la gente hace un alto en las habituales tareas al cabo de seis días; sino porque realmente en el universo y en nosotros mismos el número siete está siempre libre de disensión, guerra y riva lidad, y es el más pacífico de todos los números. 29. Testigos de lo que digo son las facultades de nuestro ser. Seis 13 de ellas, en efecto, libran en tierra y en mar una guerra incesante y sin tregua; los cinco sentidos porque ansian las cosas sensibles y se afligen cuando no dan con ellas; la palabra, porque con desenfrenada lengua parlotea innumerables cosas que deberían callarse. 13 En otros lugares sostiene Filón que nuestras facultades son siete, aparte de la inteligencia, pues agrega a las seis facultades irracionales la facultad de engendrar. Ver Sobre la creación del mundo 117, y Sobre los cambios de nombres 111. 30. En cambio, la séptima facultad es la de la sobe rana inteligencia, la que, una vez que ha triunfado sobre las otras seis y ha retornado victoriosa gracias a su fuerza superior; ansiosa de soledad y feliz de platicar consigo misma, consciente de que no necesita de otro y de que se basta a sí misma, des prendiéndose entonces de los cuidados y negocios de la raza mortal, se entrega a una vida calma y serena.

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31. VI. A tal punto exalta Moisés al amante de la virtud, que, cuando nos da su genealogía, no hace, como es su costumbre en los otros casos, la lista de abuelos, bisabuelos y antepasados de la rama paterna y de la materna, sino la de ciertas virtudes, lo que equivale prácticamente a proclamar sin ambages que la mansión, familia y patria del hombre sabio son exclusivamente las virtudes y las acciones virtuosas. Dice, en efecto: "Estas son las generaciones de Noé. Noé, hombre justo, perfecto en su generación, fue grato a Dios" (Gen. VI, 9).14 14 Ver Sobre la inmutabilidad de Dios 117. 32. Preciso es tener presente que en esta ocasión no llama "hombre", según el sentido habitual de esta palabra, al ser viviente mortal dotado de razón, sino al hombre por excelencia, o sea, a aquel que jus tifica tal nombre por haber arrojado fuera del alma las salvajes y frenéticas pasiones y los en extremo bestiales vicios. 33. He aquí la prueba: después de "hombre" agrega "justo", y con la expresión "hombre justo" da a entender que el hombre injusto no es realmente hombre, siendo más correcto hablar de una bestia con figura humana; y que sólo lo es el que busca con empeño la justicia. 34. Dice también que Noé llegó a ser "perfecto", con lo que sugiere que adquirió no una sola virtud sino todas, y que, habién dolas adquirido, continuó poniendo en práctica cada una de ellas en toda oportunidad. 35. Y, tras coronarlo como vencedor en la justa, lo enaltece aún más diciendo a modo de espléndida proclama que "fue grato a Dios" ¿Qué cosa mayor que esa puede darse en la naturaleza? ¿Qué prueba más esclarecida de noble za de espíritu? Ninguna, porque si aquellos que desagradan a Dios son desdichados, una total felicidad acompaña a aquellos a los que es dado complacerlo. 36. VII. No sin acierto, luego de haber celebrado Moisés a este "hombre" por poseer tan grandes virtudes, agrega que fue "perfecto en su generación", con lo que pone de manifiesto que fue bueno no con el bien absoluto sino en comparación con los hombres de su tiempo. 37. No mucho más adelante el legislador habrá de mencionar a otros sabios, poseedores de una virtud inconmovible, libres de la lucha contra la maldad, considerados merecedores de aprobación y distinción no por haber llegado a ser mejores que sus coetáneos, sino porque, habiendo sido dotados de una feliz naturaleza, la conservaron intacta; hombres que no solo no han huido de perniciosas prác ticas, sino ni siquiera llegaron a entrar en contacto con ellas en absoluto; y por el contrario, convertidos desde sus principios en practicantes de elevadas acciones y palabras, adornaron con ellas sus vidas. 38. Admirables en sumo grado resultan, por eso, aquellos varones cuyas inclinaciones fueron libres y resul tado de una feliz naturaleza, y acogieron cuanto es elevado y justo, no por imitación o por enfrentamientos con otros, sino por propio impulso, pero admirable es también el que ocupó un lugar aparte entre los de su generación y no participó de los deseos de los más. Éste alcanzará el segundo galardón; el primero será conferido por la naturaleza a aquellos. 39. Pero el segundo premio es también grande de por sí. ¿Qué cosa, en efecto, de las que Dios ofrece y brinda no es grande y merecedora de nuestros esfuerzos? Pero la más clara prueba de ello la constituye la excelencia sin par de las gracias que alcanzó Noé. PAGE 51

40. Aquella época, en efecto, engendró un torrente de iniquidades, y cada región, cada nación, cada ciudad, cada familia y cada persona en particular se vio llena de malvadas-prácticas, rivalizando con plena voluntad y premeditación por aventajarse, como en una contienda, en las culpables acciones; y todos ponían todo su empeño en esta competencia esforzándose cada uno por superar a su vecino en la magnitud, de su vicio sin omitir cosa alguna de las que constituyen una vida culpable y execrable. 41. VIII. Irritado, como era de esperar, Dios por todo ello, al ver que la que parecía ser la mejor de las creaturas vivientes, la que había sido juzgada merecedora de entrar en relaciones con Él en mérito a que estaba dotada de razón, en vez de practicar la virtud, como debía, se entregaba ardorosamente al vicio y a cada una de sus formas particulares, dispuso el castigo apropiado. Determinó destruir mediante un diluvio a cuantos entonces vivían, no sólo a aquellos que habitaban en las llanuras y lugares bajos sino también a los habitantes de las altas montañas. 42. En efecto, el gran mar15 creció ganando altura como nunca antes había crecido y con concentradas fuerzas irrumpió a través de sus salidas en os mares que nos rodean; sus desbordadas aguas sumergieron islas y continentes, encanto que, fuera de cauce, las comentes de las fuentes perennes, de los ríos mediterráneos y de los torrentes se mezclaban unas con otras y se elevaban remontándose a grandes alturas. 15 Gén. VII, 11. Es decir, el océano que se suponía rodeaba el mundo terrestre. 43. Tampoco el aire permaneció tranquilo; una profunda y cerrada obscuridad cubrió el cielo todo, y tremendas ráfagas de viento, ensordecedores truenos, resplandores de re lámpagos, y caídas de rayos acompañaban a las lluvias que se precipitaban sin cesar, dando la impresión de que las diversas partes del universo se apresuraban a retomar hacia, una única naturaleza: la del agua; hasta que, por la torrencial caída de la que venía de arriba y el desborde de la de abajo, las aguas se elevaron a las alturas, y anegadas por ellas, desaparecieron de la vista no sólo las planicies y tierras bajas sino también las cumbres de los más altos montes. 44. Todas las partes de la tierra se sumergieron, en efecto, bajo el agua, al punto de que parecía haber sido violentamente aniquilada toda ella y, lo que no es lícito decir ni pensar, mutilada la integridad y perfec ción del mundo al serle tronchado un gran sector; Y la misma suerte corrió el aire; excepto una pequeña porción correspon diente a la luna, todo él fue completamente desplazado vencido por el violento torrente del agua, que ocupó con toda su tuerza el espacio de aquél. 45. Al punto entonces perecieron todos los sembrados y árboles, pues tan ruinosa les es la desmedida abundancia de agua como la carencia excesiva de ella; y murie ron las incontables multitudes de animales, tanto domésticos como salvajes. Es que, como era de esperarse, si era aniquilada la raza superior, la humana, no podía sobrevivir ninguna de las inferiores, puesto que habían sido creadas para las necesida des del hombre, esclavas en cierto modo para obedecer las órdenes de sus amos. 46. Cuando tan grandes y vastas calami dades se precipitaron sobre el mundo con las lluvias que en aquella ocasión se produjeron, y todas sus partes, con excepción del cielo, sufrieron la antinatural catástrofe, como enfermas de una grave y mortal plaga, sólo una familia, la de dicho varón justo y amado de Dios, fue salvada. Con esto recibió los dos dones más elevados: PAGE 51

uno, consistente, como he dicho, en no perecer juntamente con los demás; otro, el constituirse en el nuevo fundador de una nueva raza de hombres. Dios, en efecto, lo había considerado digno de ser el fin y el principio de nuestra especie, el fin de los anteriores al diluvio, el principio de los que vinieron luego. 47. IX. Tal fue aquel que fue el mejor entre los de su época, y tales fueron los premios concedidos a él, premios cuya naturaleza ha mostrado la sagrada escritura. Ahora bien, los tres o bien hombres o bien tipos de alma mencionados constituyen una serie en armónica progresión: el hombre "perfecto" es com pleto desde el principio; el "trasladado" lo es solo a medias puesto que ha dedicado al vicio la primera parte de su vida y la segunda a la virtud, hacia la cual ha pasado o emigrado; el "esperanzado", como su mismo nombre lo da a entender, es imperfecto pues siempre está anhelando el bien sin poder to davía alcanzarlo, semejante a los navegantes que, ansiosos de arribar a puerto, deambulan por el mar sin poder entrar en la rada. 48. X. Queda, pues, presentada la primera serie formada por tres varones amantes de la virtud. Pero más grande aún es la segunda tríada, de la que hemos de hablar ahora. Aquélla, en efecto, asemejase a los estudios de la edad infantil; ésta es com parable a los ejercicios de los atletas que se preparan para competencias verdaderamente sagradas: 16 atletas que, despreciando los ejercicios corporales, forjan la robustez del alma, ansiosos de alcanzar la victoria contra las enemigas pasiones. 16 Por oposición a los certámenes de los griegos, falsamente llamados sagrados, según Filón. 49. En qué difieren entre sí éstos en su empeño por llegar a una única y una misma meta lo diremos con la detención necesaria a conti nuación. Pero no debemos pasar por alto la mención de ciertas cosas que conviene se digan previamente de los tres en conjunto. 50. Ocurre que estos tres pertenecen a una única casa y familia, como que el último es hijo del segundo y nieto del primero, y que todos son amantes al par que amados de Dios, siendo su amor hacia el Dios verdadero correspondido por Éste, que, como lo muestran las revelaciones, en mérito a lo excelso de las virtudes que practicaron durante sus vidas los ha consi derado dignos de participar del título que Le es propio. 51. Su propio nombre, en efecto, unió a los nombres de ellos combi nándolos, al designarse a Sí mismo mediante una denominación que incluye los nombres de los tres. "Pues este es Mi eterno nombre: el Dios de Abraham, el Dios de Isaac y el Dios de Jacob" (Ex. III, 15).17 El nombre "Dios" está empleado en un sentido relativo, no absoluto;18 y seguramente con razón. Por que Dios no necesita, ciertamente, nombre alguno; mas, aunque no ha menester de él, con todo, concede a la raza humana la gracia de un nombre Suyo acomodado a ella para que los hom bres, pudiendo refugiarse en las plegarias y súplicas, no se vean privados de una bienhechora esperanza. 17 Ver Sobre los cambios de nombres, 12 y 13. 18 Filón emplea aquí la distinción que hacían los gramáticos griegos y latinos entre el nombre empleado solo. Dios, por ejemplo; y el empleado en relación con otro, tal como en Dios de Abraham, 52. XI. Aparentemente estas palabras han sido referidas a hombres de vida santa; pero ellas son también indicaciones acerca de un orden de cosas menos visible pero muy superior al perceptible por los sentidos. En efecto, lo que la sagrada palabra aparece examinando son PAGE 51

tipos de alma, todos meritorios, uno que tiende al bien a través de la enseñanza, otro conducido por su misma naturaleza y otro mediante la ejercitación. Sus nombres son Abraham, Isaac y Jacob respectivamente, y son símbolo el primero de la virtud adquirida por la enseñanza, el segundo de la brindada por la naturaleza y el tercero de la lograda con la ejercitación. 53. Empero, preciso es tener pre sente que cada uno de ellos participa de las tres cualidades, pero lleva el nombre conforme con la que de manera relevante prevalece en él. Porque ni la enseñanza puede alcanzar su per fección sin la natural disposición y la ejercitación; ni la natura leza es capaz de llegar a su plenitud sin la enseñanza y la ejer citación; ni la práctica tampoco, si no se cimenta sobre la base que le proporcionan la naturaleza y la enseñanza. 54. Con todo fundamento, pues. Moisés establece el estrecho parentesco entre estas tres cosas (hombres si nos atenemos a la letra, pero, como dije, virtudes en realidad) que son la enseñanza, la na turaleza y la ejercitación, a las que con otro nombre los hombres denominan gracias, las que son también tres. Llámanlas así o bien porque estas tres potencias son gracias brindadas por Dios a nuestra especie para alcanzar la perfección de la vida, o bien porque ellas se han dado a sí mismas al alma racional como el don perfecto y más excelente. De esta manera el eterno nombre manifestado en las sagradas revelaciones aparece referido no ya a tres hombres reales sino, más bien, a las tres dichas potencias. 55. Es que mientras la naturaleza humana es perecedera; la de las virtudes, en cambio, es imperecedera; y es más razo nable que lo que es eterno sea predicado acerca de las cosas im perecederas que acerca de las mortales, ya que lo imperedecero es afín a la eternidad, mientras que la muerte es enemiga de ésta. 56. XII. Ahora bien, tampoco es dable ignorar lo siguiente: mientras Moisés presentó al primer hombre, el formado de tierra, como padre de los engendrados hasta el diluvio, y a Noé, que con toda su familia fue el único sobreviviente de semejante destrucción en atención a su justicia y nobleza de alma, como padre de la nueva raza de hombres que comenzaría a multiplicarse nuevamente; las sagradas palabras atribuyen a esta insigne y valiosísima trinidad la paternidad de una única espe cie, a la que se califica de "real", de "sacerdocio" y de "raza sagrada".19 19 Ex. XIX, 6. 57. El nombre de dicha especie manifiesta su rele vante condición. Llaman, en efecto, a esta raza en lengua hebrea Israel, nombre que, traducido, significa "el que ve a Dios". Ahora bien, si la visión que nos proporcionan los ojos es la más excelente de todas las percepciones, ya que sólo por ella son aprehendidas las cosas más excelentes de la realidad, el sol, la luna y todo el cielo y el mundo, la visión de la inteligencia, elemento rector del alma, sobrepasa a todas las demás facultades de la inteligencia. Dicha visión es la sabiduría, la cual es la vista del entendimiento.20 20 Ver Sobre la inmutabilidad de Dios 46. 58. Aquel al que ha sido concedido no sólo el aprehender mediante el conocimiento todo lo demás que hay en la naturaleza, sino también el ver al Padre y Hacedor de todas las cosas, tenga por seguro que ha alcanzado la cima de la felicidad. Porque nada hay más alto que Dios, y, si alguien, extendiendo la mirada del alma, ha llegado hasta Él, niegue que le sea dado quedarse y mantenerse firme donde está. PAGE 51

59. Porque, mientras los caminos escarpados son fati gosos y pesados; el impulso en pendiente, sin demasiado pro nunciado declive, es rápido y facilísimo, y muchas resultan ser las fuerzas que llevan hacia abajo, aunque ninguna de ellas prevalece cuando Dios sostiene al alma mediante Sus potencias y la conduce hacia Sí con una atracción más potente aún.21 21 Más potente que aquellas fuerzas que arrastran hacia abajo. 60. XIII. Queda, pues, dicho con lo que antecede cuanto era preciso decir acerca de los tres en común. Lo que sigue se ha de referir a aquellos aspectos en que cada uno se destacó separadamente. Comenzaremos por el primero. Abraham, pleno de celo por la piedad, la más excelsa y grande de las virtudes, se esforzó por seguir a Dios y ser obediente a Sus mandatos, entendiendo por tales no sólo las prescripciones reveladas oral mente o por escrito, sino también las manifestadas a través de la naturaleza mediante más claros signos, las que capta el más veraz de los sentidos,22 y no el inseguro e indigno de confianza oído. 22 La vista. 61. Cualquiera, en efecto, al contemplar el orden de la naturaleza y la organización, superior a toda ponderación, por la que rige el mundo, aprende, sin que nadie se lo diga, a vivir una vida ordenada y pacífica, mediante la contemplación de tales bellezas con ánimo de asimilarlas. Pero las más claras muestras de la piedad de Abraham son las que contienen las sagradas escrituras. Hemos de referirnos primeramente a la que figura primero. 62. XIV. Habiéndole impuesto un oráculo la obligación de abandonar su país, parientes y casa paterna y emigrar, él, considerando que la celeridad en el cumplimiento de lo or denado era condición básica de su perfecta ejecución, se apresuró a hacerlo con toda prisa, no como quien se apresta a aban donar su país hacia tierra extraña sino como quien retoma desde tierra extranjera hacia su país. 63. ¿De qué otro hubiera ca bido esperar que fuera tan firme y decidido que no cediera y sucumbiera ante la atracción de los parientes y la patria, siendo así que el apego a éstos nace y crece, podríamos decir, con cada uno y está consustanciado con nosotros tanto o más que las partes que componen nuestro ser? 64. Así lo atestiguan los legisladores, los que para aquellos que han sido convictos de los más grandes delitos han establecido la pena de destierro como pena que sólo a la de muerte cede en severidad; aunque, a mi parecer, no es menos severa que la muerte, si nos atenemos al dictado de la verdad, sino mucho más penosa, por cuanto la muerte es, al fin y al cabo, el término de las desgracias, en tanto que el destierro es el comienzo, no el fin, de nuevas desdichas, y en lugar de una sola muerte que acaba con los dolores acarrea innumerables muertes a los que conservan sus sentidos. 65. Al gunos se hacen a la mar o bien en viajes de negocio movidos por el deseo de ganancias o bien como embajadores o bien por amor a la cultura para ver las cosas de otros países. A todos ellos los mueven motivos para residir en el extranjero, a unos las ganancias, a otros la posibilidad de beneficiar a su país en los asuntos más vitales e importantes, si se dan las ocasiones propi cias, a otros el conocimiento de aquello que anteriormente igno raban, conocimiento que proporciona al alma goce y provecho, ya que la misma diferencia hay entre quienes viajan y los que permanecen en su tierra que entre los dotados de aguda visión y los ciegos. Y con todo, todos ellos están impacientes por ver la tierra natal, besar y abrazar a los PAGE 51

familiares y gozar de la gratísima y sumamente apetecida vista de allegados y amigos; y a menudo, viendo que los negocios que motivaron el viaje se pro longan demasiado, los abandonan impelidos por el irresistible deseo de las cosas que les tocan de cerca. 66. Pero el caso de Abraham fue distinto. Escuchó el mandato y partió al instante con unos pocos o aun solo. Su emigración no era corporal sino del alma, y el amor por las cosas del cielo dominaba al apego hacia las cosas mortales. 67. Y así, sin preocuparse por nada, ni por los de su tribu, ni por los de su demo, ni por sus com pañeros, ni por sus amigos, ni por cuantos le estaban emparen tados por línea paterna o materna, ni por su patria, ni por las costumbres ancestrales, ni por la mesa común ni por la vida hogareña, seres y cosas que poseen un poder de atracción que llama y es difícil de resistir, se marcha sin dilación alguna mo vido por espontáneos y libres impulsos. Primero emigró de la tierra de los caldeos, tierra dichosa y en la cumbre de su prosperidad por aquellos tiempos, hacia Harrán; luego, no mucho tiempo después, partió de allí hacia otro lugar del que hablaremos después de decir algo más sobre lo que nos ocupa.23 23 Gen. XI, 31, y XII, 5. 68. XV. Las migraciones indicadas fueron llevadas a cabo por un hombre sabio, según el sentido literal de la escritura; pero, de acuerdo con las leyes de la alegoría, lo fue por un alma amante de la virtud en busca del verdadero Dios. 69. Los caldeos, en efecto, aplicados más que otro pueblo alguno al estudio de los astros y relacionando todas las cosas con los mo vimientos de los mismos, han supuesto que el curso de los fenómenos del mundo está regido por influencias contenidas en números y proporciones numéricas, y se han forjado una elevadísima opinión acerca de la naturaleza visible, sin tener en cuenta absolutamente la naturaleza aprehensible por la inteligencia e invisible; e investigando las condiciones de dichos números y proporciones en relación con las revoluciones del sol, la luna y los otros planetas y estrellas fijas, con los cambios de las esta ciones anuales y con la interdependencia entre los fenómenos celestes y los terrestres, llegaron a suponer que el mundo mismo es Dios, comparando profanamente lo creado con el Creador. 70. Abraham, que había sido formado en esta creencia y que había permanecido por largo tiempo en tierra caldea, abriendo el ojo del alma, como quien despierta de un profundo "sueño, y comenzando a ver la pura claridad en vez de la espesa sombra, marchó tras la luz y observó lo que no había contemplado antes, es decir, que cierto Conductor y Piloto preside al mundo, dirige sin peligros Su propia obra y ejerce el cuidado y la vigilancia de ésta y de todas las partes de ella que merecen la Divina atención. 71. Y así, para que en su entendimiento cobrara mayor firmeza y seguridad la visión que le había sido revelada, la sagrada palabra la confirma diciéndole: "Las grandes cosas se conocen muchas veces, amigo, por el esbozo que de ellas proporcionan las más pequeñas, y con la vista puesta en éstas el observador acrecienta su visión en proporciones ilimitadas. Abandona, pues, a los que rondan por los cielos, deja la ciencia caldea, y aléjate por un corto tiempo de la más grande de las ciudades, es decir, de este mundo, hacia una más pequeña, a través de la cual te será posible hallar al Supervisor del universo". 72. Tal es la razón por la que se le prescribe la primera emigración, desde el país caldeo hacia PAGE 51

Harrán. XVI. "Ha rrán" significa en lengua griega "agujeros".24 Simbólicamente representa los lugares donde están ubicados nuestros sentidos, a través de los cuales, como a través de orificios, cada uno de ellos escudriña naturalmente para la aprehensión de lo que le corresponde. 24 Ver Sobre la migración de Abraham, 176 y ss., y Sobre los sueños I, 41 y ss. 73. Pero cabría preguntarse lo siguiente. ¿Qué utilidad proporcionarían éstos, si no estuviera la invisible inteli gencia, como un titiritero, para hacerse oír desde dentro me diante sus facultades, ora aflojando y dejándolas sueltas, ora reteniéndolas y controlándolas con energía, y haciendo que sus muñecos unas veces se muevan armónicamente y otras se man tengan quietos? Si tienes presente este ejemplo, fácilmente conocerás aquello cuyo conocimiento anhelas alcanzar. 74. No puede ser, en efecto, que, habiendo en ti una inteligencia establecida como rectora, a la cual acata toda la comunidad del cuerpo y sigue cada uno de los sentidos, el mundo, es decir, la obra más hermosa, grande y perfecta, del que todas las demás cosas no son sino partes, carezca de un rey que le dé cohesión y guía según los dictados de la justicia. Por el hecho de que este rey sea invisible no te asombres; porque tampoco en tí la inteligencia es visible. 75. Quien reflexiona sobre estas cosas y recoge enseñanzas no de fuentes distantes sino de cerca, de sí mismo y de lo que atañe a su ser verá con claridad que el mundo no es el Dios supremo sino una obra del Dios supremo y Padre de todas las cosas, el cual, aunque invisible, todo lo hace manifiesto revelando las naturalezas de las cosas pequeñas y de las grandes. 76. Dios no consideró justo, en efecto, ser aprehendido por los ojos del cuerpo, quizá porque era contrario a la santidad el que lo mortal tuviera contacto con lo eterno o quizá también a causa de la debilidad de nuestra vista. Porque ésta no hubiera sido capaz de recibir las claridades que emanan de aquel Que Es, cuando ni siquiera es capaz de mirar de frente los rayos del sol. 77. XVII. Un clarísimo testimonio de la emigración de la in teligencia desde la astrología y la opinión caldaica lo hallamos en las palabras que siguen a propósito de la partida del sabio. "Dios", dicen, "fue visto por Abraham" (Gen. XII, 7). Esto demuestra que Dios no se le había mostrado antes de esta ocasión, es decir, cuando movido por el espíritu caldeo tenía su pensamiento fijo en los rítmicos movimientos de los astros, sin llegar en absoluto a aprehender fuera del mundo y de la sustancia sensible una naturaleza armoniosa y perceptible por la inteligencia. 78. Pero, después que hubo partido y cambiado de residencia, por fuerza hubo de conocer que el mundo es subordinado y no soberano, que no es gobernante sino gobernado por su Hacedor y Causa, cosa que su entendimiento, recobrada la visión, vio entonces por primera vez. 79. Antes, en efecto, una intensa obscuridad había sido derramada sobre ella por las cosas sensibles, y sólo con dificultad pudo disipar esa obscu ridad gracias a ardientes e inflamadas doctrinas, y recibir, como bajo la serena claridad del cielo, la visión de Aquel que hasta entonces le era vedado e invisible. Éste, movido por Su amor hacia el hombre, cuando el alma es aproximada hacia Él, no le volvió la faz, antes bien, salió a su encuentro y le mostró Su propia naturaleza, en la medida en que al que la veía le era posible ver.

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80. Es por eso por lo que se dice, no que el sabio vio a Dios, sino que "Dios fue visto" por el sabio. Era,. en efecto, imposible que alguien pudiera por sí mismo aprehen der al verdaderamente Existente, a menos que Éste Se manifestase y revelase a Sí mismo. 81. XVIII. Atestiguan, asimismo, lo dicho la alteración y cam bio de su nombre. Su nombre original, en efecto, era Abram, pero en adelante fue llamado Abraham.25 Si nos atenemos al sonido, no ha habido más que una reduplicación de un sonido, el alfa; pero por su sentido lo que se ha puesto de manifiesto es un cambio importante como hecho y como doctrina. 25 Gen. XVIII, 5. Ver Sobre los querubines 4 a 7; Sobre los gigantes 62 a 64, y Sobre los cambios de nombres 66. En griego Abraham se escribe Abraam, lo que explica que Filón diga que la única modificación de una. a otra forma (Abram - Abraam) es la duplicación de la a. 82. En efecto, "Abram" significa "elevado padre", en tanto que "Abraham" quiere decir "elegido 26 padre del sonido". Lo pri mero pone de manifiesto al que llamamos astrólogo y meteoró logo, al que dedica sus afanes a las doctrinas caldeas tal como un padre lo haría con sus hijos; lo segundo alude al hombre sabio. 26 O selecto. 83. Con el término "sonido" simbolízase la palabra ha blada; con "padre", la rectora inteligencia,, ya que el pensa miento íntimo es por naturaleza padre del pensamiento expre sado, precediéndolo en el tiempo y siendo el oculto sembrador de cuanto la palabra ha de expresar; con "elegido" señálase figuradamente al hombre virtuoso, puesto que, así como el ca rácter ruin es vulgar y confuso, el carácter bueno es selecto, escogido entre todos por su mérito superior. 84. Ahora bien, al entregado al estudio de los astros parécete que nada en abso luto existe superior al mundo, al que atribuye el origen de cuanto llega a existir. El sabio, en cambio, mediante una observación más prolija ve algo perceptible solo por la inteligencia y superior en perfección rigiendo y gobernándolo todo, como amo y piloto de todas las otras cosas; y ante ello, se echa en cara severamente su pasada existencia, entendiendo que ha sido una vida ciega la que ha llevado, sin otro apoyo que el mundo de los sentidos, cosa insegura e inestable por naturaleza. 85. La segunda migración que el hombre de bien emprende, también obedeciendo a un oráculo, ya no es desde un estado a otro estado, sino hacia una región desierta,27 en la cual anda errante sin que en momento alguno se muestre descontento por su peregrinar y la inseguridad que le acarrea. 27 Gen. XII, 9. 86. Y sin em bargo, ¿qué otro no se hubiera enojado no sólo por ser alejado de su propio país sino también por ser conducido por sendas intransitables y penosas? ¿Quién no hubiera dado marcha atrás y retornado de prisa hacia su casa, haciendo poco caso de las futuras esperanzas y ansiando escapar de la presente indigencia, convencido de que es locura aceptar males a la vista a trueque de bienes por verse? 87. Sólo Abraham se nos presenta ani mado por sentimientos opuestos a estos, seguro de que la más grata de las existencias es aquella que transcurre sin la compañía de la multitud. Y es natural que sea así, puesto que aquellos que buscan a Dios y anhelan hallarlo aman la soledad que Él ama, y consecuentemente con ello procuran ante todo asimilarse a Su feliz y dichosa PAGE 51

naturaleza. 88. Así pues, en una y otra explicación, la literal, según la cual el relato se refiere a un hombre, y la alegórica, en la que lo referíamos a un alma, tanto el hombre como el alma hemos mostrado que eran dignos de nuestro afecto; aquél, porque obedeció Divinos preceptos y fue apartado de cuanto le era más íntimo; el alma, porque ni persistió indefinidamente en su engaño ni se afincó en el ámbito de lo sensible ni se aferró a la idea de que el mundo visible es el sumo y supremo Dios, sino empleó su razón para huir hacia lo alto y contempló una segunda naturaleza, la aprehensible. por la inteligencia, que es superior a la sensible, y además al Hacedor y Soberano de ambas juntamente. 89. XIX. Estos son los preliminares de la historia del amado de Dios; a ellos siguen hechos en modo alguno comunes. Pero no a todos les es dado ver la grandeza de los mismos, sino sólo a. los que gustan de la virtud; a aquellos que, en vista de la grandeza de los bienes que tocan al alma, tienen por norma burlarse de los que provocan la admiración de los más de los hombres. 90. Habiendo, pues, aprobado Dios el hecho rela tado, poco más tarde recompensa al hombre de bien con un gran don, ya que conserva intacto y salvo su matrimonio cuando éste corre peligro ante las asechanzas de un hombre poderoso e incontinente.28 28 Gen. XII, 10 a 20. 91. El motivo de este atentado tuvo el siguiente origen. Habiendo tenido lugar malas cosechas durante un prolongado período, unas veces a causa de una grande y exce siva lluvia, otras por la sequía y las tormentas, las ciudades de Siria, agobiadas por una permanente carestía de alimentos, ha llábanse despobladas de sus habitantes, los que estaban disper sos unos por unas partes otros por otras en procura de alimento y para proveer a sus necesidades. 92. Habiendo Abraham tenido noticia de que en Egipto había una cosecha y pros peridad inagotable, puesto que el río con sus crecidas había convertido los llanos en zonas anegadas en época oportuna, y vientos propicios habían favorecido y procurado una fecunda siembra; se puso en marcha con toda su familia. 93. Era su mujer de una bondad suma de espíritu y sobresaliente por su belleza corporal entre las de su tiempo. Al verla y admirar su belleza los magistrados egipcios, que nada se les pasa inadvertido a los encumbrados, hiciéronlo saber al rey. 94. Éste la hizo comparecer ante él y, habiendo visto su rostro incompara ble, en poco tuvo la decencia y las leyes establecidas sobre el respecto a los extranjeros; antes, dando rienda suelta a su incon tinencia, determinó tomarla como esposa de palabra y cubrirla en realidad de vergüenza. 95. Ella, hallándose en tierra ex tranjera a merced de un déspota incontinente y cruel y care ciendo de quien la protegiese, pues su esposo nada podía hacer en su favor, impedido, como estaba, por el terror hacia la te rrible amenaza de los más poderosos, huyó en compañía de éste a refugiarse en la última alianza que le quedaba, la de Dios. 96. Dios, que es bondadoso, clemente y protector de los injus tamente tratados, sintió piedad por los extranjeros e infligió al rey las más intolerables penas y dolorosos castigos, llenando su alma y su cuerpo de toda clase de incurables males, al punto de que todas sus apetencias de PAGE 51

placer desaparecieron dejando lugar a los opuestos cuidados sobre cómo verse libre de los inacabables tormentos por los que día y noche era oprimido y sumido en la desgracia. 97. Participó de su castigo toda su mansión,. ya que ninguno se había indignado ante el ultraje, y todos fueron. prácticamente cómplices en la iniquidad al consentirlo. 98. De esta manera fue preservada la castidad de la esposa, en tanto que la nobleza y piedad del esposo fue considerada por Dios digna de ser públicamente manifestada, para lo cual le concedió la más alta de las distinciones, la de que su matrimonio, que había estado en inminente peligro de ser violado, permaneciera intacto y sin ultrajes; ese matrimonio, del que habría de nacer no un corto número de hijos e hijas, sino toda una raza, y la raza más amada por Dios, la que ha alcanzado el don del sacer docio y la profecía para beneficio, entiendo yo, de toda la especie humana. 99. XX. He escuchado también a hombres dedicados al estu dio de la naturaleza,29 quienes interpretaban este pasaje alegó ricamente, y no sin acierto. Aseguraban que el esposo simboliza a la inteligencia noble, conjeturando, por el sentido que encierra la interpretación de su nombre,30 que se trata de una noble disposición del alma; en tanto que su esposa es símbolo de la virtud, siendo su nombre Sara en caldeo, pero "soberana" en griego,31 ya que nada es más soberano y dominante que la virtud. 29 O Dios, pues en el pensamiento filoniano es tan estrecho el vínculo entre Dios y la naturaleza, que en numerosos pasajes el término naturaleza está empleado como sinónimo de Dios. 30 Abraham = elegido (o selecto) padre del sonido. 31 Ver Sobre los querubines, 8, y Sobre los cambios de nombres, 77. 100. Ahora bien, en un matrimonio cuya unión se cimienta en el placer la relación resulta ser entre cuerpos; en uno, en cambio, unido por la sabiduría esta relación tiene lugar entre pensamientos que tienden a alcanzar la purificación y las virtudes perfectas. Dichos matrimonios son diametralmente opuestos entre sí. 101. En el matrimonio corporal el ser mas culino pone la simiente y el ser femenino la recibe; en la unión dentro del alma ocurre lo contrario: la virtud, que aparenté mente ocupa el lugar de la esposa, tiene como función natural el sembrar buenos consejos, elevados pensamientos y sugerencias contenidas en doctrinas en extremo provechosas para la vida; en tanto que el pensamiento, aunque se considera que ocupa la posición del esposo, es quien recibe las santas y Divinas simientes. Aunque quizá lo que acabamos de decir sea un error derivado del engaño implícito en los nombres, ya que inteli gencia tiene forma masculina, y virtud forma femenina. 32 32

En griego noús = inteligencia, es masculino, en tanto que arete = virtud, es femenino, y mientras la terminación os de noús (contracto de noos) pertenece generalmente a sustantivos masculinos y adjetivos en género masculino, la terminación e (alargamiento ático de a) indica género femenino. 102. Sin embargo, si alguien quisiere desembarazar los hechos de las denominaciones que los obscurecen y observarlos clara mente en su desnudez, verá que la virtud es masculina por na turaleza en cuanto que es ella quien mueve y dispone y sugiere nobles concepciones sobre nobles hechos y palabras; mientras que la inteligencia es femenina, como que es movida, enseñada y ayudada, y en general pertenece a la categoría pasiva, siendo la pasividad su única PAGE 51

garantía de preservación. 103. XXI. Pues bien, todos los hombres, aun los más ruines, honran y ponderan de palabra a la virtud sin pasar más allá de las apariencias; pero sólo los hombres de bien se ajustan a sus prescripciones. Y así el rey de Egipto, que es el símbolo de la inteligencia amante del cuerpo, finge como un actor de teatro y simula una falsa vinculación con la castidad, pese a ser un impuro; con la templanza, no obstante ser un incontinente; y con la justicia, a pesar de ser un injusto; y en su deseo de ganar reputación ante la multitud llama hacia sí a la virtud. 104. Al ver esto Dios, el Supervisor, pues sólo a Dios le es dado ver al alma, se irritó, rechazó y oprimió al simulador carácter con las penas más torturantes. ¿De qué instrumentos se sirve para estas torturas? Pues, sin duda alguna, de las diferentes partes de la virtud, las que, penetrando en él, lo maltratan e hieren peno samente. La frugalidad es, en efecto, una tortura para la avi dez, y la moderación lo es para la incontinencia, en tanto que el engreído padece ante el florecer de la modestia; y el injusto, cuando la justicia es alabada. 105. Es, en efecto, imposible que residan en una misma alma dos naturalezas hostiles, como son el vicio y la virtud; razón por la cual cada vez que ambos se reúnen, surgen con ello sediciones y guerras sin posibilidad de acuerdo y conciliación, a pesar de que la naturaleza de la virtud es sumamente pacífica, y además preocúpase, según dicen, cuando se apresta a entrar en contienda por medir antes sus propias fuerzas, de modo de salir a la palestra solo en caso de sentirse con fuerzas para imponerse en la pelea; y de no osar siquiera dar comienzo al choque si resulta demasiado débil la fuerza con que cuenta. 106. Porque mientras la derrota no resulta vergonzosa para el vicio por cuanto la deshonra es con natural en él, para la virtud es un baldón ya que nada es más propio de ella que el renombre que le ha ganado el hecho de o resultar victoriosa o al menos permanecer sin derrotas. 107. XXII. Queda referido lo relativo a la falta de hospita lidad y a la incontinencia de los egipcios. En cuanto a aquel que fue objeto de tales insidias,33 es digno de admiración por su amor al prójimo. Era mediodía cuando vio tres viajeros bajo la apariencia de hombres, pues la naturaleza más próxima a la Divinidad propia de los mismos no le era dado ver. Corrió hacia ellos y con comedido gesto les rogó que no pasaran de largo ante su tienda, sino, como correspondía, entrasen y partici paran de su hospitalidad. Ellos, que veían, no tanto por sus palabras cuanto por su sentir, que decía la verdad, asintieron sin vacilar. 33 Para los parágrafos 107 a 118 ver Gén. XVIII. 108. Él, con el alma llena de gozo, se aplicó dili gentemente a preparar la recepción sin demora, y dijo a su mujer: "Date prisa, y cuece bajo las cenizas tres medidas de pan" (Gen. XVIII, 6). Por su parte él, dirigiéndose hacia los rebaños, trajo un ternero tierno y carnoso y lo entregó a un siervo, que lo sacrificó y preparó con toda premura. 109. Nadie, en efecto, en la morada del sabio es lento en la demostración de afecto al prójimo: mujeres y hombres, esclavos y libres están llenos de celo por atender a los convidados. 110. Festejados éstos, no tanto con los manjares preparados para ellos cuando con la deferencia del huésped y con una grande e ilimitada liberalidad, le conceden una recompensa que sobrepasa cuanto podía esperar al prometerle el nacimiento de un hijo legítimo, el que PAGE 51

tendría lugar el ano próximo. Tal promesa fue hecha por boca de uno de los tres, del más eminente, ya que repugna a la sensatez el que todos hablen a una y a un tiempo, siendo lo apropiado que hable uno y los demás den su asentimiento. 111. Pero Abraham y Sara, ante lo increíble del hecho, no toman en serio la promesa, por cuanto ya han sobrepasado los años de la fecundidad y lo avanzado de la edad les ha hecho perder la esperanza del nacimiento de un hijo. 112. Y así, la escritura dice que la esposa al principio se rió, y que después, cuando ellos dijeron: "Nada es imposible con Dios" (Gen. XVIII, 14), se avergonzó y negó haberse reído. Sabía, en efecto, que con Dios todas las cosas son posibles pues había aprendido esta doctrina casi desde los pañales ya. 113. En ese momento, creo yo, advirtió por primera vez en los que tenía ante sus ojos un aspecto distinto y más imponente, un aspecto de profetas o ángeles, aunque habían transformado su naturaleza espiritual y anímica en forma humana.34 34 Sobre otras interpretaciones de esta risa de Sara, ver en este mismo tratado el parágrafo 112, y también Interpretación alegórica III, 217 y ss., y Sobre los cambios de nombres, 116. 114. XXIII. Queda, pues, descripta la hospitalidad de Abra ham, la que es una virtud derivada de otra mayor. Esta es la piedad, de la que ya hemos hablado antes, y cuya demostración más clara se halla en lo que acabamos de narrar, aun cuando al referirnos a los extranjeros lo hemos hecho como si se tratase de seres humanos. 115. Algunos han sostenido que es una morada feliz y dichosa aquella en la que se da el caso de que hombres sabios se detengan y residan un tiempo, ya que tales hombres no se habrían dignado ni a mirarla de lejos siquiera, en caso de haber visto en las almas de los que la habitan alguna pasión incurable. Si eso es así, yo no sé cómo expresar la feli cidad y dicha incomparables de aquella morada en la cual no han tenido inconveniente en detenerse y recibir hospitalidad de parte de hombres ángeles, es decir, sagradas y Divinas natu ralezas, servidores y lugartenientes del supremo Dios, a los que Este emplea como embajadores para comunicar a nuestra raza cuanto desea preanunciar. 116. ¿Cómo, en efecto, se hubieran avenido en absoluto a entrar, si no hubieran sabido que todos .sus moradores, cual una bien ordenada tripulación de una nave, respondían obedientes a una sola orden de quien, a modo de piloto, los dirigía? ¿Y cómo hubieran dado lugar a la idea de que se les agasajase y brindase hospitalidad, a menos que con siderasen que el que les brindaba el agasajo era un familiar y compañero de servidumbre de ellos, que había buscado refugio en el mismo Señor al que ellos servían? No cabe sino suponer que a la llegada de ellos todas las partes de aquella casa habían realizado ya progresos apreciables en orden al bien habiendo sobrevenido en ella cierto soplo inspirador de una perfectísima virtud. 117. El ágape fue como correspondía que fuese; los convidados mostraron ante su huésped la sencillez propia de una mesa cordial, dirigiéndose a él de la manera más franca y adecuando sus pláticas a la ocasión. 118. Maravilla es que estos, que ni beben ni comen, den la impresión de estar bebiendo y comiendo. Pero esta es una cuestión secundaria; el primer y más extraordinario prodigio es que, siendo incorpóreos, hayan tomado forma humana en obsequio del hombre de bien. ¿Qué motivo hubo, en efecto, para que tal milagro tuviera lugar, salvo el procurar al sabio mediante una visión suficientemente clara la percepción del hecho de que al Padre no se Le pasaba por PAGE 51

alto su condición de hombre sabio? 119. XXIV. Lo expuesto es suficiente en cuanto a la explica ción literal del relato; y corresponde que comencemos con la interpretación alegórica. Las palabras pronunciadas son símbo los de las cosas aprehendidas sólo mediante el entendimiento. Cada vez, pues, que el alma, como en pleno mediodía, es ilu minada por Dios, y toda ella en todas sus partes se torna sin sombras, saturadas de luz intelectual por los rayos que en torno se derraman, aprehende una triple imagen de un único objeto, una que corresponde a la realidad y las otras dos que son como sombras proyectadas desde ella; algo semejante a lo que nos sucede también a veces a quienes vivimos envueltos en la luz sensible, pues a menudo los objetos fijos o móviles proyectan sombras dobles simultáneamente. 120. Mas, nadie piense que ha de tomarse en sentido literal lo de las sombras atribuidas a Dios. Se trata de un modo de expresarse con miras solamente a hacer más clara la comprensión del hecho expuesto, ya que la verdad no es esa realmente. 121. Más bien, como podría decir alguien, colocándose muy próximo a la verdad, lo que sucede es que el Padre del universo. Aquel a quien las sagradas escrituras designan con el nombre propio de "el Que Es", ocupa el lugar central, mientras a uno y otro lado de Él se encuentran las potencias de mayor jerarquía y más próximas al Que Es, vale decir, la creadora y la real. La creadora recibe el título de Dios,35 por cuanto ella ha establecido y ordenado el universo; la soberana, el de Señor, pues es ley que el Hacedor gobierne y controle lo que él ha hecho. 35 Como en otros pasajes Filón asocia el nombre theós = Dios, con el verbo theínai = colocar, establecer, hacer. 122. Escoltado, pues, el Ser central por una y otra potencia presenta al entendimiento dotado de visión unas veces el aspecto de uno solo, otras el de tres; de uno cuando la inteligencia se halla purificada en sumo grado y, dejando atrás no solo la restante multitud de los números, sino también el dos, que es vecino de la unidad, se lanza presurosa hacia la forma sin mezcla, sin vínculos y que, bastándose a sí misma, no ha menester de otra cosa alguna en absoluto; de tres cuando, no iniciada aún en los más altos misterios, participa todavía de los ritos menores y no es capaz de aprehender al Que Es sólo en Sí mismo, aparte de cualquier otro, pudiendo sólo hacerlo a través de sus actos, o como creador o como gobernante. 123. Esta disposición de espíritu es, pues, como dicen, una navegación de segundo orden,36 lo cual no es óbice para que tenga parte en el modo de pensar grato a Dios. La primera, empero, es decir, la superior, no participa simplemente, sino ella misma es ese pensamiento que complace a Dios, o más bien es la verdad misma, más ele vada aún que un modo de pensar, más estimada que cualquiera opinión. Pero convendrá que expongamos la interpretación de una manera más accesible. 36 Expresión proverbial. 124. XXV. Tres son las clases de caracteres humanos; y a cada una de ellas le está asignada como propia una de las misiones mencionadas. A la mejor le ha cabido la visión central, vale decir, la del Que realmente Existe; a la que le sigue en dignidad le ha correspondido la que se halla en la derecha, o sea, la de la potencia benefactora, cuyo nombre es Dios; y a la tercera, la que se halla a la izquierda, o sea, la de la potencia gobernante, llamada Señor.

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125. Los caracteres de la clase superior viven consagrados al Que existe por Sí mismo sin la compañía de otro alguno, y ninguna otra cosa puede apartarlos de Él, puesto que se hallan orientados, con exclusión de toda otra tendencia, a honrar al Uno. De los otros caracteres unos son presentados y hechos fa miliares al Padre a través de la potencia benefactora; otros por medio de la real. 126. Me explicaré mejor. Los hombres, cuando advierten que otros, que se aproximan a ellos bajo la capa de la amistad, andan a la caza de ventajas, los miran con malos ojos y les dan la espalda temerosos de que la estudiada adulación y amabilidad les resulte harto perjudicial. 127. Dios, en cambio, como nin gún daño puede alcanzarle, invita complacido a todos los que se consagran a honrarlo de cualquier forma que sea, conside rando que de ninguna manera debe rechazarse a nadie. Por el contrario, podríamos decir que a aquellos cuya alma es capaz de oír Dios les hace abiertamente la siguiente revelación: [128.] "Los primeros de mis premios serán asignados a quienes se consagran a honrarme a Mí solo por Mí; los segundos, a los que me honran por su propio interés, o bien esperando alcanzar bienes o bien aguardando obtener la remisión de cas tigos. Estos, aunque Me sirven por un provecho y no desinteresadamente, no dejan, sin embargo, de hacerlo dentro del círculo de los Divinos recintos, y no andan extraviados fuera 129. Pero, mientras los premios asignados a aquellos que Me honran por Mí mismo serán premios de amistad; en cambio, los reservados para los movidos por el interés no son muestra de Mi amistad sino de que no son tenidos por extraños. Acepto, en efecto, tanto al que desea gozar de Mi potencia benefactora para participar de bienes, como a aquel que por temor quiere hacerse propicia a Mi potencia soberana y dominadora con miras a apartar un castigo, pues no ignoro que, además de no estar en vías de empeorar, llegarán a ser mejores gracias a su perseverancia en el Divino servicio y a la práctica de una piedad pura y sin mancha. 130. Efectivamente, por muy diferentes que sean las disposiciones de espíritu que los mueven a procurar Mi agrado, no se les ha de echar en cara, puesto que tienden a un único objetivo y un único fin, el servirme." 131. Que la triple 37 visión corresponde, en realidad a un solo objeto es cosa que resulta clara no sólo de los razonamientos basados en la interpretación alegórica, sino también del sentido literal del texto que contiene lo que sigue. 37 Gen. XVIII, 2. 132. En efecto, cuando el sabio suplica a los en apariencia viajeros que acepten su hospitalidad, conversa con ellos, no como si fueran tres, sino como si se tratara de uno solo. Dice así: "Señor, si verdadera mente he hallado gracia ante ti, no pases de largo ante Tu siervo". Las expresiones "Señor", "ante ti", "no pases de largo" y las demás como éstas 38 es natural que se dirijan a una persona y no a varias. Y mientras disfrutaban de la hospitalidad, al testimoniar sus buenas disposiciones para con el huésped, de nuevo es uno solo el que, como si allí no hubiera otros más que él, promete el nacimiento de un hijo legítimo de la siguiente manera: "Retornaré y vendré a verte el año próximo por esta época, y Sara, tu mujer, tendrá un hijo" (Gen. XVIII, 10). 38 Gen. XVIII, 3. 133. XXVI. De la manera más clara y prolija aclaran lo que estamos exponiendo los párrafos PAGE 51

que siguen.39 El país de los sodomitas, parte de la tierra de Canaán, llamada más tarde Si ria Palestina, estaba llena de innumerables iniquidades, espe cialmente de las que proceden de la gula y la lujuria, y erigíase como un baluarte para la inmensa multitud de todos los demás placeres, por lo que al cabo había sido condenada por el Juez del universo. 39 Para los parágrafos 133 a 141 ver Gen. XIX. 134. Causa de esta desmedida incontinencia re sultaba ser para sus habitantes la permanente abundancia de recursos. Siendo, en efecto, esa región de suelo fértil y bien regado, ofrece una abundante producción de toda clase de frutos durante el año entero, y "la excesiva abundancia de bienes es", como no sin acierto dijo alguien, 40 "el comienzo por excelencia de males". 40 Menandro. 135. Incapaces de conformarse con la saciedad, se encabritan como el ganado y apartan de sus cuellos la ley de la naturaleza, lanzándose tras los excesos de la em briaguez, las mesas refinadas y los actos sexuales ilícitos. En efecto, no sólo por pasión hacia las mujeres corrompieron los hogares ajenos, sino además los hombres cubrían a los de su mismo sexo, sin respetar los que asumían la parte activa la común naturaleza que los ligaba a los que desempeñaban el papel pasivo; y así, cuando trataron de engendrar hijos púsose en evidencia que la emisión de semen resultaba inútil para la procreación; descubrimiento, empero, que de nada les sirvió pues prevalecía en ellos la violenta incontinencia que los dominaba. 136. Luego, a fuerza de acostumbrar poco a poco a aceptar desempeñar la parte de las mujeres a quienes habían nacido hombres, hicieron nacer en ellos el irremediable mal de una femenina41 enfermedad, ya que no sólo afeminaron sus cuerpos con la lujuria y la voluptuosidad, sino además con tribuyeron a una mayor degeneración de sus almas; y en la medida en que les era dado hacerlo, a todo el género humano iban corrompiendo. Por cierto que, si los griegos y los no helenos hubieran a la par compartido esta inclinación por tales uniones, con el tiempo sus ciudades se hubieran convertido en desiertos, como si las hubiera despoblado una pestilente enfermedad. 41 La calificación de femenino atribuida al mal resultante de las anti naturales relaciones que aquí comenta, obedece a las connotaciones nega tivas o peyorativas con que Filón se representa al sexo femenino y a lo característico de él, siguiendo en ello el pensamiento pitagórico sintetizado en la tabla de los pares opuestos, en la que figura la oposición hembramacho. 137. XXVII. Pero Dios, movido a piedad por la humanidad, como que es su Salvador y Amigo, hizo multiplicar en la ma yor medida posible las uniones realizadas entre hombres y mu jeres conforme con las leyes naturales con miras a la procreación de hijos, y abominó, en cambio, y extinguió las uniones desna turalizadas e ilícitas, y a los apasionados por ellas les hizo sentir el peso de Su justicia castigándolos no ya con los castigos usua les sino con penas extraordinarias y desusadas creadas a tal efecto. 138. En efecto, mandó que de improviso el aire se cubriera de nubes y descargara una gran lluvia, no de agua sino de fuego. Y al precipitarse en continuo e incesante torrente la masa Ígnea ardieron los campos y los prados, los espesos bosques, la densa vegetación de los lugares pantanosos y los tupidos matorrales; y ardieron también la llanura y todos los frutos del trigo y de los otros sembrados; y otro tanto ocurrió con los árboles de la zona montañosa, los que consumiéronse desde las ramas hasta las raíces.

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139. Establos, casas, muros y todos los bienes privados y públicos contenidos en los edificios ardieron conjuntamente, y en un solo día las populosas ciudades se convirtieron en tumbas de sus habitantes y las construcciones de piedras y maderas se hicieron cenizas y fino polvo. 140. Y una vez que las llamas hubieron consumido completa mente cuanto estaba a la vista sobre la superficie de la tierra, acto seguido penetraron profundamente en ella e hicieron presa de ella misma aniquilando la potencia fecundante de su seno hasta hacerlo completamente estéril, de modo de que ya jamás pudiera en adelante producir ni fruto ni verdor alguno en ab soluto. Y hasta nuestros días arde, pues el fuego del rayo no se ha extinguido de modo alguno, obrando unas veces como agente de destrucción y permaneciendo otras latente. 141. La más clara prueba está aún hoy a la vista, pues una evocación del desastre que tuvo lugar entonces es el humo que se eleva permanentemente,42 y el azufre que se extrae de las minas. Y como testimonio de la antigua prosperidad de la región que dan todavía una única ciudad entre las de la vecindad, y su zona circunvecina, ya que la ciudad es populosa, y la tierra rica en cereales y pastos, y en general fértil, lo cual atestigua aquel castigo decretado por la decisión Divina.43 42 De ciertos lugares de la tierra afectada por el desastre. 43 Es decir, el contraste de la ciudad y la tierra vecina con el resto del país es prueba de que la antigua prosperidad del país entero fue en. aquella zona aniquilada por Dios. 142. XXVIII. Pero he mencionado estos detalles no con ánimo de describir las calamidades sin precedentes dispuestas por el inmenso poder de Dios, sino con el propósito de poner de re lieve lo siguiente: que habiendo sido tres los que bajo aspecto humano se aparecieron al sabio, la sagrada escritura dice44 que solamente dos llegaron a la región hecha desaparecer para ruina de sus habitantes, no habiendo querido el tercero acompañarlos. 44 Gen. XIX, 1. 143. A mi Juicio, éste no era otro que el verdade ramente Existente, quien entiende que es apropiado que Él mismo distribuya Sus gracias personalmente, pero que corresponde confiar la tarea opuesta45 totalmente a sus potencias, como a servidoras suyas, a fin de que se Le tenga por origen de bienes solamente y no como causa directa de ningún mal. 46 45 Es decir, el castigar o distribuir castigos. 46 La misma idea de que Dios asigna la ejecución de los castigos a Sus subordinados aparece en Sobre la creación 72 y ss.; Sobre la huida y el hallazgo 68 y ss., y Sobre la confusión de las lenguas 168 y ss. 144. Esto mismo, a mi parecer, hacen los reyes que imitan el modo de ser Divino; conceden personalmente los beneficios, pero emplean a otros para imponer los castigos. 145. Ahora bien, como de las dos potencias una era la benefactora y la otra la punitiva,47 es natural que una y otra hicie ran su aparición en la tierra de los sodomitas, ya que de las cinco ciudades más importantes de ella cuatro estaban a punto de ser abrasadas, pero una iba a resultar sana y salva, sin expe rimentar mal alguno; y era preciso que la destrucción tuviera lugar por intermedio de la potencia punitiva, en tanto que la preservación se realizara a través de la benefactora. 47 Ver Sobre la huida y el hallazgo 95 y ss.

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146. Mas, como las virtudes de la parte preservada no eran completas y perfectas, recibió sí beneficios a través de una de las potencias del Que Es, pero no fue considerada digna de recibir la visión de Él directamente. 147. XXIX. Esta es, pues, la explicación del hecho, exteriormente considerado y para el común de la gente. Pero en lo que sigue expondremos la interpretación de su sentido profundo y reservado a unos pocos que indagan sobre las condiciones del alma y no sobre las formas materiales. Las cinco ciudades simbolizan los cinco sentidos de nuestro ser, vale decir, los instrumentos de los placeres, los que, pequeños o grandes, llegan a concretarse a través de ellos. 148. Sentimos placer, en efec to, o viendo las variedades de colores y formas de los objetos inertes y vivos, o escuchando melodiosos sonidos, o a través del gusto en los alimentos y bebidas, o por el olfato en los aromas fragantes, o mediante el tacto en las sustancias suaves, cálidas y también tersas. 149. Ahora bien, de los cinco sentidos tres son los de mayor naturaleza animal y los más serviles: el gusto, el olfato y el tacto, los cuales provocan de un modo particu larísimo la excitación en los ganados y en los animales salvajes más inclinados a la glotonería y la pasión sexual, como que durante el día y la noche enteros éstos se saturan insaciable mente de alimentos o se entregan a los actos sexuales. 150. Los otros dos, la vista y el oído, están relacionados con la filosofía y cumplen un papel de guías. Pero los oídos son en cierto modo más torpes y femeninos que los ojos, los que animosa mente salen al encuentro de los objetos visibles y no se limitan a aguardar hasta que éstos operen sobre ellos sino anticipan el encuentro y buscan ávidamente actuar sobre los mismos. Por lo tanto, el oído, en razón de su mayor torpeza y su carácter más femenino, debe ocupar el segundo lugar; y el primer lugar ha de constituir una especial distinción para la visión. A ésta, en efecto, la ha constituido Dios en reina de los demás sen tidos, colocándola por sobre todos ellos; y, elevándola como sobre una ciudadela, la ha unido de la manera más estrecha al alma. 151. Esto cualquiera puede comprobarlo con tener presente las variaciones que la vista experimenta paralelamente a los cambios del alma. Cuando ésta experimenta una pena, los ojos se llenan de ansiedad y tristeza; si el alma, en cambio, siente alegría, ellos sonríen y gozan; cuando el miedo prevalece ellos se llenan de confusa turbación, haciéndose desordenados sus movimientos, sus parpadeos y sus rotaciones. 152, Si la ira domina al alma, la mirada se toma dura y amenazante;48 en los momentos de reflexión y meditación sobre algún asunto, se muestra reposada y lejana, casi como acompañando al en tendimiento en sus vuelos; y en los de alivio y relajación, ella relájase al mismo tiempo y descansa. 48 Literalmente: inyectada de sangre (hyphaimos), la vista o los ojos. 153. Si el que se apro xima es un amigo, con un mirar plácido y sereno le anuncia el grato mensaje de las buenas disposiciones hacia él; si se trata, en cambio, de un enemigo adviértele sobre el desagrado que el alma experimenta; y mientras el coraje hace que los ojos parezcan dos dardos lanzados hacia adelante, la modestia los torna amables y reposados. En pocas palabras, cabe decir que la vista ha sido forjada como una imagen del alma, y que, gracias a la PAGE 51

perfección del arte que ha producido esa buena copia, ella, como a través de un espejo, refleja una clara representación de un original que de por sí carece de naturaleza visible. 154. Mas no es sólo por eso, ciertamente, por lo que la exce lencia de los ojos supera a los otros sentidos, sino también porque los otros, en el tiempo en que se está despierto, que no hay para qué considerar su inacción durante el sueño, funcio nan sólo por momentos, como que, cuando no los mueve alguno de los objetos externos, permanecen inactivos; en tanto que las actividades de los ojos, mientras están abiertos, son permanentes e ininterrumpidas, sin que ellos jamás se saturen; con lo que hacen patente el parentesco que los liga con el alma.49 49 Cuya actividad es también permanente. 155. Sin embargo, mientras el alma está siempre en movimiento y en renovada actividad día y noche, los ojos, como su principal elemento es la carne, han de conformarse con que les haya sido concedido el don de mantenerse durante la mitad de todo el tiempo y de la existencia humana ejerciendo las actividades que les son provechosas. 156. XXX. Pero ya es tiempo de que hablemos del aspecto más positivo del beneficio que nos brindan los ojos. Dios ha hecho que para un solo sentido, la vista, se propague la luz; y la luz es la más hermosa de las cosas que existen y la primera en ser calificada como un bien en los libros sagrados.50 50 Gen. I, 4. 157. Ahora bien, la naturaleza de la luz es doble; una, que procede del provechoso fuego, es perecedera como su fuente, cuyo brillo acaba por extinguirse; la otra es inextinguible e imperecedera, y nos viene desde lo alto del cielo como de una eterna fuente, al derramar sus rayos cada una de las estrellas. Con una y otra pénese en contacto la vista ya través de am bas se lanza a la aprehensión más exacta posible de los objetos visibles. 158. Y bien, ¿hemos aún de intentar elogiar a los ojos con palabras, cuando Dios ha erigido en el cielo esas estelas que son los astros para verdadera alabanza de ellos? Porque, ¿para qué si no para servir a los ojos y contribuir a la visión han sido creados los rayos del sol, de la luna y de los otros. astros errantes y fijos? 159. Y así, gracias al empleo de la. luz, el mejor de todos los dones, los hombres contemplan lo que contiene el mundo: tierra, plantas, animales, frutos, desbordamientos de mares, ríos que nacen en fuentes de la región y ríos alimentados por las lluvias invernales, variadas clases de fuentes, de las que unas vierten una corriente de agua fría y otras de agua caliente; las naturalezas de todos los fenómenos que tienen lugar en el aire, cuyas infinitas formas no alcanza a expresar la palabra; y, sobre todo, el cielo, que ha sido en verdad forjado como un mundo dentro del mundo, y las celes tiales y Divinas naturalezas que lo adornan. ¿Cuál de los otros sentidos, entonces, puede jactarse de recorrer alguna vez tan grandes extensiones? 160. XXXI. Mas, dejemos de lado a los sentidos que no hacen sino engordar en sus pesebres a esa bestia connatural en nosotros que es la pasión; y examinemos el que pretende tener una parte en la labor intelectual, el oído. Éste, cuando su carrera es tensa y alcanza los límites de sus posibilidades, es decir, cuando la violencia de los vientos y el estrépito de los truenos hacen llegar a los oídos el eco del fuerte huracán y el terrible estruendo, se detiene en el aire que rodea la tierra.

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161. En cambio, los ojos abandonan la tierra y en un instante se adelantan hasta el cielo y los límites del universo, hacia el levante, el poniente, el septentrión y el mediodía, y, ya de vuelta, conducen al entendimiento a la observación de aquello que ellos han visto. 162. Y el entendimiento, tras recibir la impresión más aproximada, no se queda tranquilo; lejos de eso, como nunca se da reposo ni permanece quieto, tomando la vista como punto de partida para poder observar las cosas de su esfera, se aboca a investigar si las cosas vistas son increadas o tuvieron un principio de creación; si su número es ilimitado o limitado- si hay un solo mundo o más de uno; si los elementos de todas las cosas son cuatro o si el cielo y lo que en él existe tienen asignada una naturaleza espe cial, habiendo recibido una sustancia más Divina y diferente de las otras. 163. Y además, si el mundo ha sido creado, ¿por quién lo fue? ¿Cuál es la esencia y cuáles las cualidades del Hacedor? ¿Con qué propósitos lo creó? ¿Qué hace al presente, y qué género de vida lleva? Y, como estas cuestiones, aborda todas las otras que una inteligencia no vulgar, siempre de la mano con la sensatez, tiene por costumbre investigar. 164. Ahora bien, estos problemas y los semejantes a ellos pertenecen a la filosofía; por lo que resulta claro que la sabiduría y la filosofía de ninguna otra de nuestras facultades recibe su punto de partida, excepto de la soberana de los sentidos, que es la vista;51 el único entre los sentidos del país corpóreo que Dios, cuando destruyó los cuatro restantes por ser esclavos de la carne y de las pasiones carnales, conservó en razón de que ella tuvo fuerza suficiente para mantener el cuello erguido y contemplar y descubrir en la contemplación del mundo y lo que él contiene otros placeres muy superiores a los del cuerpo. 51 Ver Platón, Timeo 47 a. 165. Correspondía, pues, que de esta como pentápolis de los cinco sentidos uno solo, la vista, alcanzara una especial prerro gativa y en medio de la ruina de los restantes fuera preservado, por cuanto su ámbito no se circunscribe exclusivamente a las cosas mortales, como el de aquellos, sino tiende a emigrar hacia las naturalezas imperecederas, en cuya contemplación se complace. 166. Por eso están del todo acertados los oráculos cuan do, aludiendo a la vista, presentan a esta ciudad primeramente como pequeña y luego como no pequeña.52 Pequeña, en efecto, decimos que es en cuanto constituye una parte diminuta de nuestro ser; pero que es grande por cuanto aspira a cosas grandes en su anhelo por contemplar el cielo y el mundo todo. 52 Gen. XIX, 20. 167. XXXII.53 Queda expuesto hasta donde nos era posible hacerlo lo concerniente a la visión que sobrevino a Abraham, y lo tocante a las espléndidas y excelentes muestras de hospi talidad, en las que el acogedor dueño de casa, que parecía ser el que agasajaba, fue en realidad el agasajado. Pero no debe mos pasar por alto el hecho más importante y digno de darse a conocer. Estoy, en efecto, por decir que se trata casi de la acción que sobrepasa a todas cuantas complacen a Dios. Pero digamos sobre el mismo cuanto viene al caso. 53 Para los parágrafos 167 a 177 ver Gen. XXII, 1 a 19. 168. Un hijo legítimo le es engendrado al sabio por su esposa, hijo amado y único, de suma belleza corporal y excelente de espíritu. Antes de tiempo, en efecto, dio muestras de poseer virtudes dema siado perfectas para su edad, al punto de que su padre, no solamente por la PAGE 51

natural afección que sentía por él sino además por una convicción propia de un censor de costumbres, profesábale una profunda ternura. 169. Tales eran sus sentimientos, cuando de improviso recibió un Divino mensaje jamás esperado: mandábasele sacrificar a su hijo sobre cierta colina muy elevada, situada a la considerable distancia de unos tres días de camino de la ciudad. 170. Abraham, aunque ligado al niño por un indecible cariño, ni cambió de color ni sintió desfallecer su espíritu, sino permaneció firme como antes, sin ceder ni titubear en sus convicciones. Dominado por el amor a Dios, se sobre puso con toda energía a todos los llamados y atractivos de la sangre, y, sin comunicar el Divino aviso a ninguno de los de la casa, llevando consigo de la numerosa servidumbre solamente dos criados, los más viejos y leales, partió con el niño, siendo cuatro en total, como para llevar a cabo alguno de los ritos acostumbrados. 171. Pero, cuando vio a lo lejos, como desde una atalaya, el lugar proscripto, ordenó a los servidores que darse y encargó al niño transportar el fuego y la leña, esto último porque entendía que era justo que la víctima misma condujera los instrumentos para el sacrificio, peso sumamente liviano, pues nada hay menos trabajoso que la piedad. 172. Y caminando a pasos parejos,54 no tanto con los cuerpos cuanto con los entendimientos por la corta senda que conduce a la piedad, llegan al lugar fijado. 54 Gen. XXII. Ver Sobre la migración de Abraham. 166 y 167. 173. Allí, mientras el padre reunía piedras para construir un ara, el hijo, viendo preparadas-las otras cosas para el sacrificio pero no animal alguno, mirando a su padre, le dijo: "He aquí el fuego, padre, y la leña; pero, adonde está la víctima?" 174. Otro que, como él, supiera lo que estaba a punto de llevar a cabo y llevara el alma en vuelta en sombras, al oír estas palabras se hubiera llenado de confusión y lágrimas, y el silencio producto de su extrema emoción hubiera dado indicios de lo que iba a ocurrir. 175. Pero Abraham, sin experimentar alteración alguna ni en el cuerpo ni en el entendimiento, con la mirada firme y con el pensamiento tranquilo dijo en respuesta a la pregunta: "Hijo, Dios se encargará de proveer la víctima" (Gen. XXII, 8), 'aún en este vasto desierto, que quizá te haga desesperar de encontrarla. Pero ten presente que para Dios todo es posible, incluso aquellas cosas que para los hombres son imposibles e inalcanzables'. 176. Y a la vez que esto decía, tomó con toda presteza a su hijo y lo colocó sobre el altar, y habiendo tomado el cuchillo con su mano derecha se aprestó a matarlo. Pero Dios, el Sal vador, adelantándose a su propósito, impidió que lo concretase, haciendo oír desde el aire Su orden de detenerse y no tocar al niño. Dos veces llamó al padre por su nombre para hacerlo volver y retroceder, y así impedir se consumara la inmolación. 177. E Isaac es salvado, al restituir Dios el presente y retribuir con la misma ofrenda con que la piedad del oferente Le honraba; en tanto que para Abraham su acción, si bien no alcanzó el fin perseguido, ha quedado registrada como completa y perfecta, y como tal se ha perpetuado no sólo en las sagradas escrituras sino también en las mentes de los lectores.

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178, Sin embargo, los malintencionados, que todo lo critican y tienen por norma juzgar censurando y nunca elogiando, no comparten nuestra opinión de que lo ejecutado por Abraham sea grande y admirable. 179. Dicen ellos que muchos otros hombres muy amantes de su familia e hijos también han entre gado sus hijos, unos para ser sacrificados por sus países a título de precio pagado para evitar guerras, sequías, lluvias excesivas o epidemias; otros, en nombre de algo que se considera piedad pero que en realidad no es tal cosa. 180. Dicen, ciertamente, que entre los griegos hombres de altísima repu tación, no sólo ciudadanos privados sino también reyes, sin preocuparse mucho por aquellos a quienes habían engendrado, los entregaron al sacrificio para salvar ejércitos poderosos por su fuerza y número, si estaban en las filas de los aliados; y para destrozarlos al primer asalto si estaban alistados entre los enemigos.55 55 La referencia es indudablemente a sacrificios como el de Ifigenia y el de Macana, tratados por Eurípides en las tragedias Ifigenia en Áulide y Los Heraclidas; 181. Agregan que los pueblos no helenos han admitido durante mucho tiempo los sacrificios de niños como obra santa y grata a la Divinidad, y que incluso el santísimo Moisés registra esa abominación, cuando, echándoles en cara esta mancha, dice que "queman a sus hijos e hijas en honor de sus dioses" (Deut. XII, 31). 182. En la India, prosiguen, los gimnosofistas 56 aún en nuestros días, cuando la larga e in curable enfermedad que es la vejez comienza a hacer presa en ellos, antes de que ella se adueñe completamente de ellos, amontonan una pira y se entregan a las llamas, a pesar de que podrían seguir viviendo quizá por muchos años. Y no faltan ejemplos de esposas que, al morir sus esposos antes que ellas, se lanzan gozosas sobre la misma pira y soportan ser quemadas vivas con los cuerpos de aquellos. 56 Es decir, los sabios desnudos de la India, a los que se refieren Plu tarco, en la Vida Alejandro, 64, y otros autores. 183. Es indudable que estas mujeres sí merecen ser admiradas por su valentía, pues encaran la muerte con una indiferencia sin límites y corren hacia ella ansiosas y sin aliento como si marcharan hacia la inmortalidad. XXXIV ¿A. qué viene, entonces, el alabar a Abraham como si hubiera emprendido un hecho sin preceden tes, cuando tanto simples particulares, como reyes, como naciones enteras lo realizan cada vez que la ocasión se presenta? 184. Yo, frente a su mala fe y mordacidad, diré lo que sigue. De los que sacrifican a sus hijos unos lo hacen por ajustarse a la costumbre, como ocurría en algunos pueblos no helenos, según se afirma, en tanto que otros lo sacrifican por importantes razones de estado, que escapan a su arbitrio, ya que sus ciudades y países no están en situación de solucionar por otra vía sus problemas. De éstos hay quienes entregan a sus hijos por necesidad, forzados por poderes superiores; y quienes lo hacen deseosos de honra y gloria para ganar prestigio entre sus coetáneos y buena fama ante la posteridad. 185. Ahora bien, aquellos que los inmolan siguiendo la costumbre, nada grande, como se advierte, hacen; por cuanto una costumbre de larga data se torna igual a la naturaleza, al punto de que cosas difí ciles de sobrellevar y emprender ella las convierte en ligeras y fáciles, moderando el exceso de temores. PAGE 51

186. Y cuando se trata de ofrendas hechas por temor, ningún elogio cabe, puesto que el elogio se registra en el caso de rectas acciones volunta rias, en tanto que las involuntarias dependen exclusivamente de otras cosas: o bien de ocasiones favorables, o bien de azares o bien de compulsiones provenientes de los hombres. 187. Y si es por deseo de fama por lo que alguno renuncia a un hijo o a una hija, lo justo es más bien que se le reproche y no que se le alabe, por cuanto trafica con la muerte de los seres más queridos para adquirir una honra que, aún en el caso de que ya la poseyere, debería desechar si estuviese en juego la conservación de sus hijos. 188. Corresponde averiguar, pues, si fue bajo el imperio de alguna de dichas circunstancias: costumbre, honra o temor, como Abraham estuvo a punto de sacrificar a su hijo. Pues bien, en Babilonia y Mesopotamia y en la nación caldea, en la que aquél creció y pasó la mayor parte de su vida, no se da la costumbre de dar muerte a hijos, como para pensar que la continua práctica en ella haya tenido la virtud de amenguar las impresiones de los horrores de tal acto. 189. Ni tampoco tenía nada que temer de parte de los hombres, pues nadie es taba al tanto del Divino mensaje, revelado sólo a él; ni lo apre miaba ninguna desgracia colectiva, cuyo remedio debiera venir de la inmolación de un hijo de sobresalientes cualidades. 190. Pero, ¿no le habrá impulsado a consumar el hecho el deseo do ganarse la alabanza de la multitud? ¿Qué alabanza podía lograr en la soledad, donde nadie estaba presente para poder divulgar más tarde su fama? Hasta los dos sirvientes habían sido dejados lejos de propósito, para que no pareciese que lle vaba testigos para hacer alarde y ostentación de conducta piadosa. 191. XXXV. Pongan, pues, cerrojo a sus desenfrenadas y difamadoras bocas, controlen la envidia y el odio que llevan consigo contra lo noble, y no desfiguren las virtudes de los hom bres que han vivido una buena vida, virtudes que correspon dería contribuyeran a ilustrar con elogios. Que se trata de un acto realmente digno de alabanza y simpatía, es cosa fácil de ver por varias razones. 192. En primer lugar, la obediencia a Dios, que a juicio de todas las perso nas bien intencionadas es una norma merecedora de todo respeto y esfuerzo, fue practicada de manera relevante por Abraham, al punto de no descuidar jamás uno solo de los mandatos Divinos, y sin disgusto ni repugnancia, aun cuando esa obediencia implicara trabajos y dolores. Por eso frente a la Divina prescripción sobre su hijo se comportó con toda altura y firmeza. 193. En segundo lugar, no existiendo en el país la costumbre de hacer sacrificios humanos, que quizá existía en otros lugares y que por la constante repetición suele debilitar las impresiones de sus horrores, el acto que se aprestaba a realizar era el primero en su género allí y resultaba totalmente novedoso y fuera de lo común, de tal modo que no creo pudiera sobrellevarlo nadie, aunque tuviera el alma hecha de hierro y acero; que, como dijo alguien, no es cosa fácil enfrentarse con la naturaleza. 194. Además, habiendo engendrado un hijo legítimo nada más, al punto a la posesión de este hijo se agregó el sentimiento, también legítimo, de afecto hacia él, sentimiento que en este PAGE 51

caso estaba por sobre todos los amores sanos y por sobre todos los tan celebrados vínculos de amistad. 195. Con tribuía a ello también un poderosísimo incentivo consistente en el hecho de que había engendrado a su hijo, no en la edad apro piada sino en la vejez. Los progenitores, en efecto, están locos, por así decir, por los hijos tardíos, a causa o bien de que han ansiado largo tiempo su nacimiento, o bien de que no esperan tener ya otros por haber la naturaleza detenido allí su curso como si hubiera llegado a su último y extremo límite. 196. Ahora bien, que un padre de numerosa prole ceda uno cualquiera de sus hijos a Dios a título de ofrenda, nada tiene de extraordinario, puesto que le quedan los hijos vivos para brindarle alegrías, y ello constituye un consuelo y un lenitivo-nada despreciables del dolor por el hijo sacrificado. Pero aquel que no teniendo más que un único y amado hijo, lo entrega, lleva a cabo un acto superior a toda ponderación, puesto que, sin hacer concesión alguna a los lazos familiares, coloca todo su peso en el platillo de la balanza del lado de lo que complace a Dios. 197. El paso siguiente sale de lo común y, prácticamente, constituye un caso único. En efecto, los otros entregan, es cierto, a sus hijos para ser sacrificados por la salvación de sus países o ejércitos, pero permanecen en su casa o muy distantes de los altares, o en caso de que se hallen presentes, vuelven la vista pues no soportan ser testigos, y dejan a cargo de otros la ejecución del sacrificio. 198. Abraham, en cambio, el más amante de los padres, da comienzo él mismo, como un sacerdote, al rito, del sacrificio del más excelente de los hijos en todos los mentidos. Quizá, ajustándose a la ley, de los holocaustos, hubiera también desmembrado a su hijo para ofrecerlo miembro por miembro. De esta manera, no repartió 57 su alma entre el hijo la piedad, sino que la consagró toda, sin exceptuar parte alguna de ella, a la santidad, haciendo caso omiso del llamado de la propia sangre. 57 Filón, pasando de la hipótesis a la concreción del hecho, da por sentado el mérito de Abraham, como si hubiera consumado el holocausto de su hijo, apoyándose en que en la voluntad de Abraham se había con cretado, aunque la voluntad de Dios impidió su realización efectiva. 199. ;Cuál de las cosas señaladas puede de cirse de otros? ¿Cuál de ellas no resulta extraordinaria y supe rior a toda ponderación? Ninguno, pues, como no sea un ca lumniador y un malintencionado, puede menos que conmoverse y admirarse ante esta piedad con mucho inigualada, aunque no se detenga a considerar a la vez todos los puntos que he mencionado, sino sólo uno de entre todos. En efecto, la repre sentación mental de uno solo de ellos, por pequeña que sea la forma de la imagen, aunque ninguna obra del sabio es pe queña, resulta suficiente para poner de manifiesto su grandeza y elevación del alma de Abraham. 200. XXXVI. Pero la explicación literal y manifiesta no es la única que admite el relato que nos ocupa. A mi parecer éste deja además entrever una interpretación demasiado obscura para los más, pero reconocible para aquellos que prefieren lo aprehensible por la inteligencia a lo sensible y son capaces de verlo. Es la siguiente. El que está a punto de ser sacrificado se llama Isaac en caldeo,58 pero la traducción griega de ese nombre es "risa", si bien no se trata de la risa que se origina en el cuerpo con las bromas, sino de la sensación de agrado y alegría que tiene lugar en el entendimiento. PAGE 51

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Es decir, en hebreo. Ver la nota 3.

202. Esta risa es lo que se nos dice que el sabio sacrifica a Dios como corresponde; con lo que se da a entender mediante un simbolismo que la alegría sólo a Dios esta íntimamente ligada. En efecto, mientras la especie humana está sujeta al dolor y vive en el temor de los males presentes y esperados; de modo que los hombres están o afligidos por los males en que contra su voluntad se hallan envueltos o estremecidos por la intranquilidad y el temor ante los que habrán de sobrevenir, la naturaleza de Dios, en cambio, está libre de dolor y temor, y ninguna pasión cabe en ella, participando solamente de la felicidad y dicha perfectas. 203. Al carácter que ha reconocido esta verdad Dios, que es bienhechor y amigo del género humano, y tiene desterrada de Sí la envidia, lo premia convenientemente retri buyéndole con un don en la medida en que la capacidad del receptor lo permite. Hasta podríamos decir que Se dirige a él en estos términos: [204.] "Sé claramente que toda alegría y dicha a ningún otro pertenece sino a Mí, el Padre del universo. Con todo, no me opongo a que hagan uso de Mi propiedad los que la merecen. Pero, quién puede ser merecedor de ella salvo el que Me siga y siga Mis determinaciones? A éste, en efecto, le será dado verse libre en el mayor grado posible del dolor y del temor durante su marcha por este camino, que no pueden recorrer las pasiones y los vicios, y por el que, en cambio, caminan los buenos sentimientos y las virtudes". 205. Sin embargo, nadie se haga a la idea de que la alegría desciende del cielo a la tierra pura y sin mezcla de dolor; no, ella es una combinación de ambas cosas, si bien prevalece el elemento superior. Ocurre lo que con la luz, que en el cielo es pura y sin mezcla de sombra, pero en las regiones sublunares aparece combinada con la obscuridad del aire. 206. Este es el motivo, creo yo, por el que Sara, que es como decir la vir tud,59 si bien al principio se rió, luego negó la risa ante el que la interrogaba, temerosa de estar apropiándose de la alegría, que es de Dios exclusivamente y no de mortal alguno. Por eso la sagrada palabra la anima diciéndole: "No tengas temor; te has reído realmente y eres partícipe en la alegría".60 59 Filón considera a Sara como la personificación de la virtud "in genere", como símbolo de la sabiduría en particular, y como personificación de la soberanía. 60 Gen. XVIII, 12 y 15. Ver el parágrafo 112. 207. Es que el Padre no ha permitido que la existencia del género humano transcurra en medio de dolores, penas y pesares incurables, y mezcló con ellos elementos de la naturaleza superior, considerando que es justo que el alma experimente también tranquilidad y paz en determinados momentos; y quiso además que el alma de los hombres sabios pasase la mayor parte del tiempo feliz y dichosa en la contemplación del mundo. 208. XXXVII. Acerca de la piedad de Abraham basten estas consideraciones, aunque podrían agregarse otras infinitas. Pero corresponde que examinemos también sus buenas disposiciones para con los hombres. La naturaleza que es piadosa es también amable, y en la misma persona se ponen de manifiesto ambas cosas: la santidad con respecto a Dios y el justo proceder frente a los hombres. Describir la totalidad de los actos de Abraham en tal sentido sería cosa de nunca acabar; pero no estará de más mencionar dos o tres. 209. Siendo, como era, dueño de excepcionales riquezas en oro y plata, poseyendo rebaños de PAGE 51

numerosos animales, rivalizando en la abundancia de bienes con los nativos de la región poseedores de suficientes recursos, y habiendo llegado a ser más rico de lo que cabía esperar en un inmigrante, no obstante ello no fue objeto de reproches de parte de ninguno de los que fueron recibidos en sus posesiones y jamás dejó de ser alabado por todos aquellos que llegaron a conocerlo. 210. Y si, como sucede muchas veces, alguno de sus servidores o de quienes convivieron con él se veía envuelto en alguna disputa o discrepancia con otros, él trataba de sub sanarla con calma, pues merced a una enérgica norma de vida había desterrado lejos de su alma todo lo que tuviese que ver con las disputas, los desórdenes y las facciones. 211. Y nada tiene de admirable que observara tal conducta ante los extraños; que, al fin y al cabo, se hubieran unido para hacerle frente con el peso de una fuerza superior si él hubiera querido imponerse injustamente; puesto que lo vemos obrar con moderación frente a quienes, ligados a él por lazos de familia, pero ajenos por sus ideas, estaban solos, sin apoyo y con recursos muy inferiores a los suyos, y aceptar voluntariamente llevar la peor parte ante quienes hubiera podido sacar ventajas. 212.61 Tenía, en efecto, un sobrino, que lo había acompañado cuando emigró desde su país natal; persona nada firme, de actitudes equívocas, sin una norma definida de conducta, quien unas veces lo adulaba con amables salutaciones y otras se rebelaba y resistía, a través de constantes cambios de actitud. 61 Para los parágrafos 212 a 216 ver Gen. XIII, 5 a 11. 213. De ahí que hasta la ser vidumbre de éste, al carecer de control, era disputadora y tur bulenta, y muy particularmente los pastores, que se hallaban situados a considerable distancia de su amo. Y por cierto que, dueños de obrar a su capricho, su arrogancia los ponía en permanente conflicto con los que tenían a su cargo los rebaños del sabio, los que las más de las veces cedían en atención a la mansedumbre de su señor. Resultado de ello fue que aquéllos, entregándose a una insensata y desvergonzada audacia, excita dos e irritados ya, encendieron en sus almas el fuego de una hostilidad irreconciliable, hasta que obligaron a los agraviados a tomar medidas para defenderse. 214. Habiendo llegado a las manos de manera extremadamente violenta, y enterado el hombre noble del enfrentamiento con los agresores, no obs tante saber que su bando gozaba de mejor reputación62 por su fuerza y número, no permitió que la disputa se prolongara hasta la victoria, a fin de que su sobrino no recibiera pena por la derrota de los suyos. Y así, colocándose en medio de ellos, reconcilió a los enfrentados mediante proposiciones conciliadoras no sólo para las circunstancias presentes sino también para el futuro. 62 Literalmente: era más glorioso (epikydestéran oúsan). Afirmación hiperbólica que no justifican los antecedentes mencionados en el Génesis hasta la ocasión que se trata aquí. Inconscientemente tiene Filón presente, sin duda, la campaña contra Codorlaomor y sus aliados narrada más ade lante en Gen. XIV; y anticipa el juicio que, a su parecer, habrían de merecer las huestes de Abraham. 215. Sabía, en efecto, que si vivían y residían en un mismo lugar las diferencias de pareceres los enfrentarían suscitando permanentes desacuerdos y peleas de unos contra otros; y pensó que, para que esto no sucediera, era conveniente poner fin a la vida en común y fijar sitios de residencia sepa rados. Mandó, en consecuencia, llamar a su sobrino y le dio a elegir la zona PAGE 51

mejor, aviniéndose de buen grado a que se que dara con. la parte que prefiriera; ya que consideraba que él ganaba la mayor de las ganancias, la paz. 216. Y sin embargo, ¿qué otro cedería en caso alguno ante uno más débil siendo él el más fuerte? ¿Quién, pudiendo imponerse, querría llevar la peor parte y no respaldar sus intereses con la fuerza? Sólo él, que consideraba que el sumo bien reside no en la fuerza y el propio engrandecimiento, sino en una existencia libre al máximo de agitaciones y tranquila en cuanto de uno depende; y así se nos mostró como el más admirable de los hombres. 217. XXXVIII. Como además del elogioso juicio que sobre Abraham en su condición de hombre encierran las palabras del relato, ellas, según los que desde el sentido literal pasan a las conclusiones de orden espiritual, revelan a la vez caracteres del alma, convendrá de seguro examinar también estos caracteres. 218. Son ellos innumerables, procedentes de infinitos puntos de partida y resultados de toda clase y variedad de cir cunstancias; pero los que ahora vamos a considerar se reducen a dos: uno de mayor dignidad, otro de dignidad inferior. El de mayor dignidad es aquel que tributa honor a las cosas de naturaleza superior y dominante; el de menor es el que honra a las cosas subordinadas y últimas en jerarquía. 219. Ahora bien, de naturaleza superior y dominantes son la sensatez, la templanza, la justicia, la fortaleza, la virtud en general y las acciones virtuosas; de menor jerarquía, en cambio, son la riqueza, la reputación, el mando, la nobleza de cuna, es decir, no la verdadera nobleza, sino la que el común de la gente tiene por tal; y además todas las otras cosas que, a continuación de las espirituales y de las corporales, ocupan el tercer lugar, que es justamente también el último. 220. Cada uno de estos dos caracteres posee lo que podríamos llamar hatos y rebaños; el apegado a las cosas externas posee plata, oro, vestidos, y todas aquellas cosas que constituyen y procuran riqueza, así como también armas, máquinas de guerra, trirremes, fuerzas de caballería, de infantería y navales, vale decir, los instrumentos básicos para la dominación, los fundamentos de la seguridad en el poder; el amante de lo noble, en cambio, es dueño de las doc trinas relativas a cada una de las virtudes y de las verdades descubiertas por la sabiduría misma. 221. Ahora bien, al frente de uno y otro conjunto, encargados de velar por ellos, hállanse ciertos hombres comparables a los cuidadores de ganado. El de las cosas exteriores está a cargo de amantes de la riqueza y la gloria, de los aspirantes a generalatos y de cuantos apetecen el mando sobre las multitudes; al frente del de las cosas del alma hállanse todos los amantes de lo noble y de la virtud, todos los que escogen, no los bienes espurios en vez de los legítimos, sino los genuinos en vez de los bastardos. 222. Es natural, por lo tanto, que surja entre ellos un encarnizado conflicto, ya que .sus puntos de .vista son totalmente distintos, dis crepando y disintiendo- siempre acerca del asunto más importante en la vida, es decir, acerca de la elección de los verdaderos bienes. 223. Durante cierto tiempo pues, el alma se halló envuelta en un conflicto y fue sede de tal enfrentamiento. Esto ocurría cuando aún no se .hallaba purificada completamente, y todavía las enfermizas pasiones prevalecían sobre los saludables princi pios. Pero, desde que comenzó PAGE 51

a adquirir mayor vigor y a de moler con superior fortaleza la hostil muralla de las enemigas doctrinas, despliega sus alas y, llena enteramente de sensatez, aísla con un muro de separación al carácter admirador de las materias exteriores afincado en ella; y como si se dirigiera a un hombre, le dice: [224.] "Es imposible que tú y el amante de la sabiduría y de la virtud compartáis la casa y la mesa. Anda, pues, cambia de residencia y aíslate lejos, que nada tie nes, o mejor, ni siquiera puedes tener de común con él. Todo cuanto tú supones que está a la derecha, él piensa que está a la izquierda; y, a la inversa, cuanto tú consideras situado a la izquierda, a juicio de aquél está a la derecha".63 63 Gen. XIII, 9. 225. XXIX. Por cierto que64 el noble hombre no sólo fue pacífico y justiciero sino también valeroso y batallador; y no por espíritu belicoso; que no era amigo de disputas y penden cias; sino por asegurar para el futuro la paz que sus oponentes menoscababan.65 64 Retoma Filón la exposición interrumpida desde el parágrafo 217 para la digresión sobre la alegoría implícita en el episodio de ambos bandos de pastores. 65 Para los parágrafos 225 a 235 ver Gen. XIV. 226. Sus hechos constituyen la más clara de las pruebas. La parte del mundo habitado que se extiende ha cia el levante estaba bajo el dominio de cuatro grandes reyes, a los cuales estaban sometidas todas las naciones de Oriente situadas a uno y otro lado del Eufrates. Ahora bien, mientras las demás naciones permanecían al margen de conflictos, obe dientes a los mandatos de los reyes y pagando sin dilaciones los tributos anuales, sólo el país de los sodomitas, antes de ser arrasado por el fuego, comenzó a socavar la paz, maquinando durante largo tiempo una deserción. 227. En efecto, como era extremadamente próspero, gobernaban allí cinco reyes, que se habían repartido las ciudades y la región, que no era extensa, pero sí rica en cereales, bien arbolada y abundante en frutos. Lo que las otras regiones debían a sus territorios extensos, a Sodoma procurábanselo sus buenas condiciones naturales, de donde veníale el tener no uno sino varios soberanos, que la amaban y estaban prendados de su belleza. 228. Éstos en otro tiempo pagaban los tributos establecidos a los recolectores de contribuciones, movidos por el respeto y el miedo a la vez a los más poderosos, de quienes ellos eran monarcas vasallos. Pero, después que se hubieron saturado de bienes y, como suele ocurrir, la saciedad engendró la insolencia, concibieron proyec tos superiores a sus posibilidades y comenzaron por sacudir el yugo, para luego atacar a sus señores, como malos servidores, fiados en la sedición y en la fuerza.98 229. Pero los otros reyes, conscientes de su mayor nobleza de estirpe y contando con una fuerza más poderosa, saliéronles al encuentro, seguros de ven cerlos al primer ataque; y habiendo venido a las manos, a unos los dispersaron de inmediato en franca fuga, y a otros los ulti maron en masa matándolos a diestra y siniestra, mientras que una gran multitud fue conducida prisionera y distribuida con el resto del botín. Entre otros condujeron cautivo al sobrino del sabio, quien había emigrado a una de las cinco ciudades no mucho tiempo antes. 230. XL. Cuando esto llegó a oídos de Abraham por boca de uno de los que escaparon de la derrota, penosa fue la aflic ción que lo embargó, y ya no tuvo tranquilidad, alterado su ánimo PAGE 51

por los sucesos. Su pesadumbre al saber que su sobrino vivía era mayor aún que si se hubiese enterado de su muerte; puesto que la muerte es, como su mismo nombre lo indica,67 el fin de todas las cosas de la vida, y muy especialmente de las malas; mientras que las desgracias inevitables que aguardan a los vivientes son innumerables. 66 En la fuerza que ellos creían tener. Pero tal vez haya un error en el texto griego y la lectura correcta sea: más en la sedición que en la fuerza. 67 Emplea aquí Filón el término télos = fin, que, al igual que la pala bra fin en español, se usa también como sinónimo de thánatos = muerte. 231. Pero, cuando se dis puso a marchar tras aquéllos con miras a rescatar a su sobrino se encontró falto de aliados, pues era extranjero e inmigrante, y nadie se atrevía a enfrentarse con las invencibles fuerzas de aquellos reyes, tantos en número y recientemente victoriosos. 232. Sin embargo, obtuvo la colaboración para la lucha de ma nera harto novedosa; que quien se aboca a empresas en pro de la Justicia y el provecho de sus semejantes, halla recursos donde no los hay. En efecto, reunió a sus siervos y, tras haber ordenado a los adquiridos por compra que permanecieran en sus casas, temeroso de que desertaran, hizo un recuento de los nacidos bajo sus techos y, habiéndolos distribuido en grupos de a cien, avanzó con tres batallones. Su confianza, empero, no reposaba en estas fuerzas, cuyo número no era sino una pequeña parte del de aquellas con que contaban los reyes, sino en el Campeón y Defensor de la justicia. Dios. 233. Apresuróse, pues, a avanzar decididamente, sin aminorar para nada la velocidad, hasta que, habiendo acechado la ocasión propicia, cayó durante la noche sobre los enemigos, que acababan de cenar ya y se disponían a entregarse al sueño. A algunos los mató en sus lechos; a otros, que alcanzaron a tomar las armas para opo nerse, los aniquiló completamente, doblegando a todos vigoro samente, más por la valentía de su alma que por los recursos guerreros. 234. Y no se dio tregua hasta que, habiendo des truido totalmente al ejército enemigo con sus mismos reyes, los vio tendidos frente a su campamento. Su brillante y esclarecida victoria culminó con el rescate de su sobrino y la captura, además, de todos los caballos, de la multitud de las otras bestias y de un copiosísimo botín. 235. El gran sacerdote del Altísimo Dios, al verlo avanzar cargado de trofeos, sano y salvo con toda su fuerza intacta, sin haber perdido un solo hombre de los que había llevado consigo; pasmado ante la magnitud de la hazaña y teniendo presente, como no podía ser menos, que sin la pro videncia y ayuda Divina su empresa guerrera no hubiera llegado a buen término, lo alabó elevando plegarias por él con las ma nos tendidas hacia el cielo, ofreció sacrificios en acción de gra cias por la victoria, y agasajó espléndidamente a todos los que habían tomado parte en la contienda, gozoso y complacido a la par de ellos, como si el éxito hubiera sido propio. Y en realidad también a él le correspondía, pues "las cosas de los amigos son comunes", como dice el proverbio, y mucho más si se trata de las cosas de los buenos, cuya única meta es complacer a Dios. 236. XLI. Tal es lo que nos dice el sentido literal de las escrituras; pero todos aquellos que son capaces de contemplar los hechos desnudos de sus envolturas materiales, aquellos que viven más con el alma que con el cuerpo, dirán que de los nueve reyes cuatro representan los efectos que producen en nosotros las cuatro pasiones: el placer, el deseo, el temor y el dolor; en tanto PAGE 51

que los otros cinco son los sentidos, que son también cinco: vista, oído, gusto, olfato y tacto. 237. En cierta manera, en efecto, estos nueve son como nuestros reyes y gobernantes, estando en sus manos la soberanía; aunque no de la misma manera en todos, ya que los cinco son vasallos de los cuatro, y se ven forzados a pagar a éstos los tributos y contribuciones establecidos por la naturaleza. 238. En efecto, las penas, los placeres, los temores y los deseos surgen de aquello que vemos, oímos, olemos, gustamos y tocamos, y ninguna de las pasiones cobraría vigor por sí misma, si no contara con los medios que los sentidos le procuran. 239. Éstos medios cons tituyen, en efecto, las fuerzas de las pasiones, en forma o de colores y figuras, o de sonidos pronunciados u oídos, o de gus tos, o de olores, o de cualidades de las cosas tangibles, que son blandas y duras, ásperas y suaves, calientes y frías. Todas estas cosas, en efecto, son proporcionadas a cada una de las pasiones a través de los sentidos. 240. Y mientras dichos tributos son pagados, subsiste la alianza entre los reyes; pero cuando ya no se cumple con ellos de la misma manera, no tardan en sus citarse conflictos y guerras. Tal es lo que, evidentemente, su cede cuando sobreviene la dolorosa vejez: en ella no solo no menguan en nada las fuerzas de las pasiones, cuyo poder tórnase quizás más dominante que antes; sino además los ojos son más débiles; los oídos, más torpes para oír; y cada uno de los otros sentidos, más embotado, no siendo ya ninguno de ellos capaz de distinguir con la misma precisión de antes ni de pagar los tributos en la medida correspondiente.68. Y así, debilitados' en todas las formas y doblegados ya de por sí, es natural que sean fácilmente descalabrados por las enemigas pasiones. 68 En los manuscritos léase: isa tói pléthei =. iguales a la multitud, lectura que resulta inaceptable. Colson propone: isa tói plérei = iguales al total de la cuota. 241. Muy de acuerdo con la naturaleza de las cosas resulta el aserto de que de los cinco reyes dos se precipitan en una fuente y tres se habían dado a la fuga. El tacto y el gusto, en efecto, llegan a las más profundas zonas del cuerpo y llevan a sus entrañas aquello que es propio para su desarrollo, en tanto que los ojos, los oídos y el olfato en buena parte se van hacia afuera y huyen de la esclavitud del cuerpo. 242. El hombre noble, que está atento a todas estas cosas, cuando observa que las alianzas y amistades de poco antes se quebrantan y que, en vez de la paz, sobreviene la guerra entre los nueve reinos, enfrentándose por el poder soberano los cuatro contra los cinco, espía la ocasión oportuna y se lanza al ataque imprevistamente en procura de establecer en el alma la demo cracia, el mejor de los sistemas políticos,69 en lugar de las tira nías y monarquías,70 y la legalidad y la justicia en vez de la ilegalidad y la injusticia, que hasta entonces habían prevalecido. 69 Ver Sobre la inmutabilidad de Dios, 176. 70 El contexto parecería sugerir que el término dynastéia, que aparece en el texto griego, debería traducirse por oligarquía, para marcar mejor la oposición que parece sugerir Filón entre el régimen basado en la igual dad y la ley, que es la democracia, y los dos regímenes fundados en la desigualdad y el poder arbitrario de una persona (tiranía) o de un sector minoritario de la población (oligarquía). Pero con ese mismo término-califica nuestro autor en el parágrafo 244 a las pasiones y los sentidos, que en la interpretación corresponden a los nueve reinos del relato bíblico, a los que es imposible que califique de oligarquías. Por eso he PAGE 51

preferido traducirlo por monarquía, pero es de advertir que en el texto griego no se emplea el término monarkhía = gobierno de uno solo, sino el ya mencionado de dynastéia, emparentado con dynamis = fuerza, por lo que cabe suponer que se refiere a una monarquía autoritaria, afín a la tiranía, por lo que su mención junto a tyrannís = tiranía, no sería sino una de tantas reiteraciones de conceptos a que echa mano Filón frecuentemente. Ver Aristóteles, Política. 4, 5, 2. 243. Lo dicho no es producto de mi imaginación, sino uno de los hechos más verídicos observados en nosotros mismos. A menudo, en efecto, los sentidos mantienen la concordia con las pasiones y les proveen de elementos sensibles; pero a menudo también se rebelan y ya no consideran procedente el pagar los mismos tributos, o no pueden hacerlo por hallarse, presente la correctora razón.71 Esta, cada vez que se reviste con su pano plia, o sea, con las virtudes y las doctrinas y principios relativos a las mismas, las que constituyen una fuerza irresistible, se impone con tremendo vigor, ya que no es posible que lo inco rruptible conviva con lo corruptible. 71 Aquí Filón olvida que en el relato bíblico los cuatro reinos tribu tarios no se rebelaron animados o incitados por Abraham, símbolo de la razón, sino por propia decisión; por lo cual el paralelo es muy parcial. 244. Las nueve monarquías, es decir, las cuatro pasiones y los cinco sentidos, son corruptibles y origen de corrupción; y la sagrada y verdadera mente Divina razón, cuya fortaleza reside en las virtudes y a la que en la serie de los números corresponde el diez, el número de perfección suma,72 marcha a la contienda y, munida de la poderosísima fortaleza que procede de Dios, derrota categóricamente a los mencionados reinos. 72 Ver Sobre la unión con los estudios preliminares 89 y ss., y Sobre el decálogo, 20 y ss. 245. XLII. Algún tiempo más tarde muéresele a Abraham su esposa, fuente de inmensa complacencia para él y excelente en todos los sentidos, la que le había dado innumerables pruebas de su amor de esposa, soportando junto a él la separación de sus familiares, sobrellevando sin titubear el abandono de la tie rra natal, las incesantes y sucesivas peregrinaciones por suelos extraños, las privaciones de alimentos y las campañas guerreras en las que lo acompañó. 246. Siempre, en efecto, y en todos los lugares ella estuvo a su lado sin abandonarlo en sitio ni ocasión alguna, participando realmente de su vida y de los acontecimientos de su vida, convencida de que le correspondía participar por igual en las buenas y en las malas contingencias. No hizo como algunas mujeres, que huyen de las situaciones desfavorables y están al acecho de las propicias; sino con ánimo entero aceptó su parte en unas y en otras, segura de que eso es lo que atañe y corresponde a una esposa. 247. XLII.73 Si bien son muchos los hechos enaltecedores que podría narrar sobre esta mujer, haré mención sólo de uno de ellos, el que constituirá una prueba clarísima de la verdad de los demás. Siendo, en efecto, infecunda y estéril, su temor de que la casa amada de Dios quedase enteramente privada de descendencia, la movió a dirigirse a su esposo y hablarle en estos términos: 73 Para los parágrafos 247 a 254 ver Gen. XVI, 1 a 6. [248.] "Mucho tiempo llevamos ya de vida en común con mutua complacencia sin que el motivo por el cual nos hemos unido nosotros y por el cual la naturaleza ha constituido la PAGE 51

unión del hombre y la mujer, que es la procreación de hijos, se cumpla; y en lo que a mí toca, por lo avanzado de mi edad, no hay esperanzas de que en el futuro ocurra eso. 249. Mas no sufras tú también las consecuencias de mi incapacidad para tener hijos, ni por consideración hacia mí quedes impedido de ser padre pudiendo serlo. La verdad es que no podría tener celos de otra mujer que tú tomares, si a ello te mueve no un irracional apetito sino el cumplimiento de una inevitable ley de la naturaleza. 250. Por lo tanto no dejaré pasar más tiempo sin procurarte una joven que esté en condiciones de proporcionarte lo que a mí me es negado. Y si nues tras súplicas por el nacimiento de hijos son escuchadas, los vástagos serán tuyos por legítima paternidad y míos por cabal adopción. 251. Mas para borrar toda sospecha de celos de mi parte, toma, si te place, a mi criada, esclava de cuerpo, pero libre y noble de espíritu, de lo que durante mucho tiempo he recibido pruebas y testimonios desde que por primera vez fue traída a mi casa; egipcia por nacimiento pero hebrea por sus normas de vida. 252. Grandes son los bienes que poseemos e inagotable la riqueza, mayores de lo que cabría esperar en inmigrantes; que en ello hemos dejado atrás a nativos de la región reputados por su prosperidad; pero no hay indicios de heredero y sucesor alguno; aunque, si sigues mis consejos, es posible que éste sea una realidad." 253. Abraham, con cre ciente admiración ante el amor siempre renovado y rejuvenecido de su esposa, y ante su previsión y preocupación por el futuro, se unió a la que aquélla había juzgado conveniente, hasta que la misma dio a luz; o, como afirman quienes exponen la versión más segura,74 hasta que estuvo preñada; y cuando eso ocurrió, poco después se abstuvo obedeciendo a su natural continencia y por la consideración que sentía hacia su esposa. 74 También en Sobre la vida de Moisés 1, 4, menciona Filón haber ma nejado más de una versión o tradición sobre los hechos narrados en el Pentateuco. 254. Por esa época, pues, les nace un hijo de la criada, pero mucho tiempo más tarde, aunque habían desesperado de engendrar en común, náceles uno propio, premio por la nobleza de sus espí ritus, con el que la generosidad Divina los recompensaba más allá de cuanto habían esperado. 255.75 XLIV. No es necesario agregar más pruebas acerca de los méritos de esta mujer; los elogios al sabio, son más numerosos y a algunos de ellos me he referido en detalle algo más arriba. Pero aún he de hablar de una actitud suya que no puede pasarse en silencio: la observada con ocasión de la muerte de su esposa. 75 Para los parágrafos 255 a 261 ver Gen. XXIII. 256. Habiendo perdido a esa compañera de toda la vida» adornada de cualidades tales como las que nuestro relato ha-puesto de relieve y revelan los oráculos; cuando el dolor se aprestaba ya a encarnizarse con su alma, él, como un atleta, lo dominó estimulando y vigorizando al máximo al natural ene migo de las pasiones, la razón, a la que durante toda su vida tuvo por consejera, y cuyas excelentes y provechosas prescrip ciones resolvió obedecer de manera especial en esa ocasión.

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257. El consejo era el siguiente: no debía desesperarse más de la medida, como si se tratara de una desgracia sin precedentes ni razón de ser, ni tampoco hacer gala de indiferencia, cual si nada penoso hubiera sucedido; había, en cambio, de preferir lo intermedio en vez de los extremos, tratando de moderar sus sentimientos, no disgustándose porque se cobrara la naturaleza la deuda que le es debida y haciendo con tranquilidad y calma más llevadero lo sucedido. 258. Los sagrados libros contienen pruebas sobre el particular,. que no es lícito tachar de testimonios falsos. Ellas revelan que, tras llorar unos instantes sobre el cadáver, se alejó de él, consi derando, al parecer, que el penar por más tiempo estaba reñido con la sabiduría, de la cual había aprendido a concebir la muerte, no como la extinción del alma sino como su separación del cuerpo y su retorno al lugar de origen, que no es otro que Dios, según queda demostrado en la historia de la creación.76 76 Ver Sobre la creación del mundo 135. 259. Y así como ninguna persona razonable puede sentirse molesta de devolver una suma adeudada o depósito a quien antes se lo otorgó liberalmente; de la misma manera, pensaba Abraham que es preciso no tomar a mal el hecho de que la naturaleza reclame lo que le pertenece, sino aceptar de buen grado lo inevitable. 260. Cuando los gobernantes de la región llegaron para acompañarle en su dolor y no vieron cosa alguna de las que, según la costumbre, tenían lugar entre ellos en ocasión de funerales: ni lamentación fúnebre ni canto plañidero ni golpes de pecho ni de hombres ni de mujeres, sino una moderada tristeza en la casa toda, su admiración no tuvo límites, no obstante que ya desde antes el resto de la vida de este hombre los tenía presos de asombro. 261. Acto seguido, ante la grandeza y excelencia de la virtud de aquél, virtud totalmente fuera de lo común y superior a cuanto podían concebir en sí mismos, se le acercaron y exclamaron: "Tú eres un rey procedente de Dios entre nosotros" (Gen. XXIII, 6). Y nada más cierto que lo que decían; porque los otros reinos surgen entre los hombres me diante guerras, campañas militares y daños sin número que los que ambicionan tronos se infligen unos a otros en recíprocas matanzas, organizando para las contiendas fuerzas de infantería, caballería y navales; mientras que el reino del sabio lo propor ciona Dios, y el hombre virtuoso, al recibirlo, no se convierte en causa de mal para nadie, antes bien resulta para todos sus subordinados origen de adquisición y a la vez goce de bienes, como mensajero, que es, de paz y de orden. 262. XLV. Otro elogio de Abraham conservado en las escri turas es el que atestiguan las revelaciones en las que el inspi rado Moisés manifiesta que aquél "confió en Dios"; cosa que se dice con poquísimas palabras, pero que, traducida en hechos, es de máxima importancia. 263. ¿En qué otra cosa, en efecto, se ha de confiar? ¿Por ventura en el poder o en la fama o en los honores o en la abundancia de riqueza o en la nobleza de cuna o en la salud o en la eficacia de los sentidos o en la fuerza y la belleza del cuerpo? Pero el mando es cosa insegura com pletamente, siendo incontables las insidias que le aguardan al acecho; y si por casualidad llega a consolidarse, su solidez va acompañada de todos los innumerables males que llevan a cabo y sufren los que están en el poder. 264. La fama y los honores, a su vez, son posesiones en extremo precarias, a merced de PAGE 51

in controladas disposiciones de ánimo y de fugitivas palabras de hombres superficiales. Y aunque perduraran, su naturaleza es tal que no contienen bien genuino alguno. 265. En cuanto a las riquezas y a la buena cuna, ellas alcanzan también a los hombres más ruines. Y aunque sólo a los hombres virtuosos al canzasen, los méritos pertenecen a los progenitores y al destino, no a los poseedores. 266. Pero ni siquiera vale la pena enorgullecerse por las cualidades corporales, ya que en ellas los aní males irracionales nos aventajan. ¿Qué hombre, en efecto, es más fuerte o más robusto que el toro, entre los animales domés ticos, o que el león, entre los salvajes? ¿Cuál tiene una mirada más penetrante que el gavilán o el águila? ¿Cuál ha sido agraciado con una agudeza de oído igual a la que posee el más torpe de los animales, el asno? ¿Quién, tratándose de percibir los olores, supera al perro? Éste, según los cazadores, guiándose por el olfato cae diestramente sobre presas distantes sin haberlas visto antes, como que lo que es la vista para otros animales son las narices para los perros empleados en la caza y en seguir rastros. 267. En cuanto a la salud, la mayor parte de los ani males son muy sanos y están libres de enfermedades hasta donde es ello posible. Si de confrontar bellezas se trata, creo que la hermosura de formas así de los hombres como de las mujeres puede ser superada y sobrepasada por determinados objetos inanimados, tales como las estatuas, los grabados y las pinturas y, en general, todas las creaciones pictóricas y escul tóricas bien logradas dentro de uno y otro arte, creaciones que son vivamente deseadas tanto por los helenos como por los extranjeros y colocadas para adorno de las ciudades en los lugares más destacados. 268. XLVI. Sólo la confianza en Dios es, pues, un bien ver dadero y firme, consuelo de la existencia, plenitud de elevadas esperanzas, escasez de males, abundancia de bienes, descono cimiento de la desgracia, familiaridad con la piedad, completo mejoramiento del alma, la que se halla firmemente apoyada en Aquel que es la causa de todas las cosas y que todo lo puede, pero que sólo quiere lo más excelente. 269. En efecto, al igual que aquéllos que, mientras recorren un camino resbala dizo, tropiezan y caen, también los que conducen su alma a través de las cosas corpóreas y externas no hacen sino. habi tuarla a las caídas; que tales cosas son resbaladizas y las más inseguras de todas. En cambio, los que se apresuran en su mar cha hacia Dios a través de las doctrinas relativas a las virtudes,. avanzan derechamente por un camino seguro e inconmovible. Así pues, con toda verdad podemos afirmar que el que confía en aquellas cosas desconfía de Dios y el que desconfía de aquéllas confía en Él. 270. Pero no sólo atestiguan los orácu los que Abraham poseyó la reina de las virtudes, es decir, la confianza en aquel Que Es; sino además se trata del primero a quien presentan como anciano,77 no obstante que, habiendo vivi do los anteriores a él un número tres o muchas veces mayor de años que él, no tenemos noticia de que a ninguno de ellos lo consideraran merecedor de tal calificativo. 77 Gen. XXIV, 1. 271. Y seguramen te que hay razones para ello, ya que el que verdaderamente es anciano es presentado como tal, no por lo prolongado de sus días sino por lo laudable y perfecto de su vida. Por eso "niños de muchos años" es como debe llamarse a los que han gastado una larga existencia en la vida del cuerpo apartados de lo no ble y lo bello, niños que nunca han sido PAGE 51

instruidos en enseñanzas dignas de una cabeza cana. En cambio, aquel que ama la sensatez, la sabiduría y la confianza en Dios, con justicia puede ser llamado "anciano", término cuyo significado está próximo' al de "primero". 272. Y realmente el hombre sabio es el pri mero de la raza humana, comparable con el piloto en la nave,. el jefe de estado en la nación, el general en la guerra, el alma en el cuerpo, la inteligencia en el alma y también con el cielo. en el mundo y con Dios en el cielo. 273. Dios, admirando la confianza de Abraham en Él, lo re compensó con una muestra de buena fe al confirmarle mediante un juramento los dones que le había prometido, hablándole, no. sólo ya como Dios a un hombre, sino también como un amigo a un conocido. En efecto, aunque en Él la simple palabra equi vale a un juramento, sin embargo le dice: "He jurado por Mí mismo" (Gen. XXII, 16), a fin de que la inteligencia de aquél se afirmase de manera más estable y fija aún que antes. 274. Anciano, pues, y primero es el hombre de bien y así debemos llamarlo. Joven, en cambio, y último es todo insensato que va en procura de rebeliones 78 y de las cosas que ocupan los últimos lugares. 78 Intraducible juego de palabras entre neoteros = de menos edad, joven, y neoteropoiós = innovador, rebelde, maquinador de novedades. 275. Acerca de todas estas materias basta con lo dicho; pero Moisés a modo de coronamiento de lo expuesto añade a tantas y tan grandes alabanzas del sabio, la afirmación de que "este hombre cumplió la ley Divina y todos los mandatos de Dios" (Gen. XXVI, 5), no adoctrinado por enseñanzas escritas sino impulsado por la. no escrita naturaleza a seguir saludables y sanos estímulos. Y tratándose de lo que Dios promete, ¿qué otra cosa corresponde que hagan los hombres sino confiar con la más firme de las confianzas? 276. Esa fue la vida del primero, del fundador de la nación; que más que un hombre obediente a las leyes, como algunos dicen, fue él mismo una ley y norma no escrita, como lo ha demostrado nuestra explicación.

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SOBRE JOSÉ ES DECIR, LA VIDA DEL HOMBRE DE ESTADO (DE IOSEPHO) 1. I. Tres son los caminos que llevan a la perfección suma: la instrucción, la naturaleza y la ejercitación; y tres también, según Moisés, los sabios de mayor jerarquía cuyos nombres son símbolo de los mismos. Como ya he narrado las vidas de estos tres, vale decir, la vida que es fruto de la instrucción, la que alcanza el saber por sí misma y la de ejercitación,1 relataré ahora, continuando la serie, una cuarta, la del hombre de estado. También este género de vida tiene un representante, y es uno de los patriarcas, a quien Moisés muestra preparándose desde temprana edad. 1 Vale decir, las vidas de Abraham, Isaac y Jacob. Los tratados sobre estas dos últimas no han llegado hasta nosotros, por lo que a la vida de Abraham sigue inmediatamente la de José en las ediciones modernas. 2. Esta preparación comenzó para él hacia los diecisiete años con los conocimientos propios del oficio de pastor,2 los que corren parejos con los correspondientes al hombre de estado; de donde, pienso yo, viene la costumbre de los poetas de llamar "pastores de pueblos"3 a los reyes. Es que quien ha tenido éxito como pastor está en condiciones de ser también el mejor de los reyes; pues a través del gobierno de los rebaños merecedores de cuidado y consideración menores, se ha instruido acerca del gobierno del más noble rebaño de seres vivientes, el de los hombres. 2 Gen. XXXVII, 2. 3 Por ejemplo, Ilíada I, 263. 3. Y, así como para el que ha de comandar futuras guerras y campañas militares son de suma utilidad los ejercicios de la caza, de la misma manera también lo más apropiado para quienes esperan estar al frente de un estado es el oficio de pastor, que es como una etapa pre paratoria para el ejercicio de la autoridad y guía del pueblo. 4. Así fue como su padre, observando en él una nobleza de espíritu superior a la común, lo admiraba y dábale muestras de consideración, a la par que su amor por él superaba el que sentía por los demás hijos, por tratarse del nacido en sus últimos años, circunstancia que, como ninguna otra, tiene la virtud de despertar cariño. Y movido por natural inclinación hacia lo noble, encendió con especiales y excepcionales cuidados el fuego de la naturaleza del niño, a fin de que no se redujera a echar humo, sino resplandeciera más rápidamente. 5.4 II. Pero la en vidia, que siempre es hostil a las grandes y exitosas acciones, también en esta ocasión puso manos a la obra e introdujo la división en una morada bien encaminada en todas sus partes; para lo cual movió a muchos hermanos a completarse contra uno. El odio de que ellos dieron muestra hacia él era comparable al afecto que le profesaba su padre, detestándolo en la misma medida en que era amado por éste. Pero no hacían pública esa aversión sino la mantenían oculta en su fuero in terno, lo que contribuía a hacerla más violenta, puesto que las emociones que se soportan sin el desahogo de las palabras que las atemperen, hácense más intensas. 4 Para los parágrafos 5 a 27 ver Gen. XXXVII. PAGE 51

6. José, ausente toda malicia de su manera de ser, no cayó en la cuenta de la hosti lidad recóndita que sus hermanos le guardaban; y, teniéndolos por bien dispuestos para con él, les contó una visión que había tenido en sueños. "Me parecía", les dijo, "que el tiempo de la cosecha había llegado y que, habiendo ido todos nosotros al llano a la recolección de granos, segábamos con nuestras guadañas. Pero, he aquí que de improviso mi haz se levantó y enderezó elevándose, mientras que los vuestros, como obede ciendo a una consigna, llenos de admiración se apresuraron a inclinarse ante él con muestras de total veneración." 7. Sus hermanos, hombres de agudo entendimiento y expertos en la interpretación de símbolos que permiten mediante conjeturas verosímiles hacer patente el lado obscuro de las cosas, dijéronle: "¿Acaso piensas que serás nuestro rey y señor? Porque eso es lo que das a entender a través de esa visión inventada por ti." Y su odio, terreno propicio siempre para cualquier nuevo pretexto que contribuyese a incrementarlo, se encendió aún más. 8. José, sin sospechar nada, habiendo tenido pocos días después un sueño más admirable todavía que el primero, lo contó a sus hermanos. Lo soñado era que el sol, la luna y once estrellas se le aproximaban y le rendían homenaje. Esto causó sorpresa a su padre, quien guardó celosamente en su entendimiento el hecho y se esforzó por descubrir lo que habría de suceder. 9. Pero, temiendo que el niño hubiera cometido una seria falta, lo reprendió diciéndole: "Aparentemente el sol a que te refieres alude a tu padre, la luna a tu madre, y las once estrellas a tus once hermanos. ¿Y es posible que yo, tu madre y tus hermanos hayamos de prosternamos ante ti? Que eso no se te vaya a ocurrir jamás, hijo mío, y que se te olvide lo que acabas de manifestar, sin que vuelvas a acordarte de ello. Porque el es perar y aguardar impacientemente alcanzar el primer lugar entre los de su propia familia es, a mi juicio, en extremo abominable, y entiendo que tal como yo piensan también todos cuantos se preocupan porque en el seno de las familias reine la igualdad y la justicia." 10. Y, previniendo que no surgiera algún alboroto o enfrentamiento entre los hermanos debido al rencor que había despertado el visionario con sus sueños, envió a los otros a las labores del pastoreo, pero retuvo a aquel en casa, a la espera de la ocasión propicia, pues sabía que, como se dice común mente, el tiempo es un médico de las pasiones y enfermedades del alma y es capaz de borrar la tristeza, apagar la cólera y remediar el miedo, por cuanto todo lo atempera, incluso aquellas cosas difíciles por naturaleza de remediar. 11. Pero, cuan do creyó que la aversión había cesado ya completamente en el corazón de aquellos, envió de inmediato a su hijo para que saludara a sus hermanos, y al mismo tiempo le informara cómo se hallaban ellos y los rebaños a su cuidado. 12. III. Este viaje resultó ser origen de grandes males y, a la vez, de bienes que sobrepasarían las esperanzas de unos y otros. En efecto, obediente a los mandatos de su padre, José fue hacia donde estaban sus hermanos; pero éstos, al verlo desde lejos acercarse, tuvieron entre ellos un conciliábulo que nada bueno presagiaba. Al referirse al joven no se dignaron a llamarlo por su nombre sino emplearon calificativos tales como "alterado por los sueños", soñador y otros semejantes; y a tal punto creció su cólera, que resolvieron, no por unanimidad pero sí por mayoría, asesinarlo: y, para que no se descubriese el delito, determinaron que, después de matarlo, arrojarían su cuerpo en una profundísima fosa bajo tierra, de las que, cavadas por el PAGE 51

agua, de las lluvias, abundan en esa región. 13. Y poco faltó para que cometieran el mayor de los crímenes, el fratri cidio; pero las exhortaciones del mayor alcanzaron, aunque no sin dificultad, a disuadirlos. Éste los instó a que no se mancharan con un crimen, y a que se conformasen con arrojarlo en una de las fosas. Al instarlos pensaba en algún medio para sal varlo contando con poder rescatarlo una vez que los otros se fueran, y enviarlo a su padre sin haber sufrido daño alguno. 14. Acababan de ponerse de acuerdo, cuando José llegó hasta ellos y los saludó. Pero ellos lo apresaron como si se tratara de un enemigo y lo despojaron de su vestido. Bajáronle luego con una cuerda a unas hoyas profundas y, tras manchar de rojo el vestido con sangre de cabrito, lo enviaron a su padre con la falsa noticia de que unas fieras habían acabado con el joven. 15. IV. Pero, quiso el azar que aquel día ciertos mercaderes de los que habitualmente trasportan carga desde Arabia hacia Egipto, pasaran por allí. A éstos les venden a su hermano, luego de sacarlo a la superficie, siguiendo en esto las sugeren cias del cuarto en edad entre ellos. Éste, creo yo, temiendo que José pudiera ser muerto traicioneramente por quienes ardían en implacable cólera contra él, les aconsejó que lo vendiesen, trocando así la muerte, un mal mayor, por uno más leve, que es la esclavitud. 16. El hermano mayor, que no había estado presente en la venta, cuando, al echar una mirada a la fosa, no vio a José, a quien poco antes había dejado allí, daba voces y gritos y, tras rasgarse las vestiduras, lanzábase arriba y abajo enloquecido, agitando las manos y arrancándose los cabellos. "¿Qué le ha pasado?", decía, "decidme, ¿vive o está muerto? 17. Si no existe ya, mostradme su cadáver para que, llorando sobre sus restos mortales, haga más llevadera esta desgracia; que, si lo viere aquí yacente, hallaré algún alivio. ¿Por qué hemos de guardar rencor a quien está muerto? Ningún odio pueden despertar los que ya están lejos. Pero, si está vivo, ¿a qué lugar de la tierra se ha marchado? ¿Quiénes lo retienen consigo? Decídmelo, que no reza conmigo la desconfianza que sentís hacia él, y por lo tanto no debéis desconfiar de mí." 18. Ellos le dijeron que aquél había sido vendido y le mostraron la paga recibida; ante lo cual él dijo: "¡Hermoso negocio el que habéis hecho! Dividámonos las ganancias. Y pues hemos competido con los traficantes de esclavos por los trofeos de la maldad, llevemos las cabezas coronadas y vanagloriémonos de haberlos superado en crueldad; que ellos se conciertan para daño de extraños y nosotros lo hacemos en perjuicio de los seres más allegados y queridos. 19. Lo que acaba de consumarse es un inusitado y grande vituperio, una vergüenza cuya fama correrá lejos. Nuestros padres dejaron tras de sí recuerdos de nobleza de espíritu por toda la tierra habitada; nosotros deja remos los repudios irremediables que provocan la mala fe y la falta de amor al prójimo, pues las noticias de los hechos impor tantes se divulgan en todas direcciones, pero mientras las nuevas acciones loables causan admiración, la fama de las reprochables halla censuras y críticas condenatorias. 20. ¡De qué manera recibirá nuestro padre la noticia de lo sucedido? Sumamente dichoso y feliz, como era, habéis hecho todo lo posible por tor narle insoportable la vida. ¿De quién se apiadará más; del vendido, al verlo esclavo, o de los vendedores, al verlos tan crueles? Bien sé que es a nosotros a quienes compadecerá mucho más, puesto que más penoso es esclavizar PAGE 51

que ser esclavizado; que esto último tiene el paliativo de dos ayudas excelentes, la compasión y la esperanza, en tanto que el esclavizar, que no cuenta ni con una ni con otra, resulta peor a juicio de todos. 21. Pero, ¿a qué viene este gritar y lamentarme? Más vale que me calle; no sea que también a mí me toque mi parte en algo abominable. Porque sois durísimos e implacables en vuestro resentimiento y aún se agita en cada uno de vosotros una intensa cólera." 22. V. Cuando el padre hubo oído, no la verdad, es decir, que su hijo había sido vendido, sino la mentira de que estaba muerto y de que, al parecer, había sido devorado por las fieras, las palabras cayeron como un golpe para sus oídos y el espectáculo hirió cruelmente sus ojos, pues la túnica de José le había sido traída desgarrada, destrozada v manchada de rojo con abundante sangre. Anonadado por la profunda conmoción, permaneció largo rato sin despegar los labios, incapaz de levantar la cabeza, oprimido y agobiado por la desgracia. 23. Luego pro rrumpió de pronto en copioso llanto acompañado de amargas lamentaciones, bañando sus mejillas, sus barbas, su pecho y sus vestiduras, al mismo tiempo que hacía oír quejas como estas: "No es tu muerte lo que me oprime, hijo mío, sino el modo como has muerto. Si hubieras sido sepultado en tu propia tierra, te hubiera rodeado antes de atenciones y cuidados, hubiera. tomado parte en las postreras despedidas en el momento de tu muerte, cerrado tus ojos, llorado sobre tu cuerpo yacente y rendido suntuosas honras fúnebres sin omitir cosa alguna de las que señala la costumbre. 24. Y aun cuando tu sepultura hubiera estado en tierra extraña, yo me hubiera dicho: 'No estés triste, hombre, porque la naturaleza haya recobrado el tributo que le es debido;5 el país de los antepasados concierne a los que viven aún; para los que están muertos toda tierra sirve de tumba.' Ningún hombre muere tempranamente; o más bien, todos perecen tras corta vida, que no hay vida, por larga que ella sea, que no resulte corta comparada con la eternidad. 5 Véase Sobre Abraham 257. 25. Y, ciertamente, si hubiera sido inevitable que murieras por la violencia, como víctima de una asechanza, hubiera sido un mal más leve para mí pues hubieras muerto en manos de hom bres, los que, cometido el crimen, se hubieran apiadado de su víctima y, cubriéndolo de tierra, hubieran ocultado tu cuerpo. Y, aun en el caso de que se tratara de los más crueles de los hombres, ¿qué otra cosa hubieran podido hacer fuera de arrojarlo insepulto y seguir su camino? Posiblemente, en ese caso, alguno de los que por allí pasaran se hubiera detenido al verlo, y, movido a piedad por nuestra común naturaleza, lo hubiera considerado merecedor de atención y sepultura. Mas, según han ocurrido las cosas, te has convertido, como se dice común mente, en banquete y festín de salvajes bestias carnívoras, que se han alimentado y regalado con mis propias entrañas. 26. Curtido estoy en las justas de la adversidad, ejercitado por muchos inesperados golpes de la desdicha; peregrino, extran jero, siervo, oprimido, mi alma ha sido blanco de asechanzas aun de parte de aquellos de quienes menos cabía esperarlas. Si muchas son las calamidades irremediables que he visto y oído, muchísimas son las que yo mismo he sufrido, las que, habiéndoseme enseñado a controlar mis sentimientos, no alcan zaron a doblegarme. Pero ninguna ha sido tan difícil de sobrellevar como este suceso, que ha dado por tierra con la fuerza de mi alma aniquilándola.

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27. ¿Qué sufrimiento, en efecto, puede ser mayor y más digno de piedad que este? El vestido de mi hijo me ha sido enviado a mí, su padre; de él, en cambio, ni un miembro, ni un pequeño resto. Todo él, sin exceptuar parte alguna de su ser se ha extinguido, sin que le fuera dado alcanzar una sepultura, y yo pienso que ninguna otra razón ha habido para que me fuera enviado su vestido que el despertar mi dolor y hacer que tenga parte en sus sufrimientos, conver tidos en desdichas imborrables y permanentes para mí." Así se lamentaba Jacob, mientras los mercaderes vendían en Egipto al niño a uno de los eunucos del rey, que era jefe de cocinas. 28. VI. Bueno es que, después de este relato literal de los hechos, expongamos su significado oculto, ya que toda o la mayor parte del libro de las leyes constituye una alegoría. El carácter objeto del presente examen es designado por los he breos con el nombre de José, cuyo equivalente en lengua griega es "adicto de un señor",6 denominación sumamente acertada y muy apropiada para la realidad que manifiesta, por cuanto el gobierno de cada país no es otra cosa que un agregado a la naturaleza, la cual está investida con el señorío sobre todas las cosas. 6 Ver Sobre los cambios de nombres, 89, y Sobre los sueños II, 47.. 29. Este mundo es, en efecto, el gran estado7 y se rige por un solo gobierno y una sola ley, que no es otra que el lógos de la naturaleza, que prescribe cuanto debe hacerse y veda lo que no debe ser hecho. En cambio, los estados territoriales que conocemos son ilimitados en número y se rigen por diferentes formas de gobierno y leyes, que no son las mismas para todos sino unas en unos y otras en otros, según las costumbres y hábitos que cada uno ha inventado y agregado por su parte. 7 O la gran ciudad, la megalópolis, término que designa el ideal estoico del estado universal. Su derivado kosmopolítes = ciudadano del mundo, es empleado en Sobre la creación del mundo 19 y 143, y en Sobre la vida. de Moisés II, 51. 30. Causa de ello es la repugnancia a mezclarse y unirse que sienten no sólo los helenos hacia los pueblos extranjeros y éstos hacia los helenos, sino también los de una y otra raza separa damente hacia los de su propia nación.8 Sobre este distanciamiento alegan motivos que no son sino aparentes, tales como circunstancias ajenas a su voluntad, la escasez de frutos, la po breza del suelo, la situación geográfica ya marítima ya medite rránea, ya insular ya continental, y otras razones semejantes a estas. Pero la verdadera razón se la callan, y no es otra que la ambición y la desconfianza mutua, a causa de las cuales, no bastándoles las leyes de la naturaleza, han designado con el nombre de leyes a aquellas normas que dan muestras de servir para el común provecho de las sociedades de hombres movidos por comunes intereses. 8 Lo que Filón quiere destacar con lo de "su propia nación" es que, dentro del convencional esquema de las dos razas: griegos y no griegos, ni aquéllos lograron jamás la unidad, ni éstos dejaron nunca de vivir des unidos y hostiles entre sí; pero olvida que en este último caso no se trata de una única nación o raza sino de múltiples pueblos sin vínculos étnicos entre sí. 31. De ello se desprende que los go biernos particulares son más bien "adiciones" al gobierno único de la naturaleza, por cuanto las leyes de cada uno de los estados son adiciones al recto lógos de la naturaleza, y el hombre de estado es una "adición" al hombre que vive conforme con la naturaleza. 32. VII. No está, asimismo, fuera de razón el decir que José se puso un manto de variados colores. La vida del hombre de estado es, en efecto, variada y múltiple, sujeta a innumerables PAGE 51

cambios, que resultan de las personas, las circunstancias, los motivos, los particulares modos de obrar, y las variantes en las situaciones y los lugares. 33. El piloto mantiene en su ruta al bajel no con una única maniobra sino procurando una prós pera navegación mediante cambios acomodados a los cambios de vientos; el médico no recurre a un único tratamiento ni para todos los enfermos ni para uno solo si la enfermedad cambia de curso; antes bien, observando con atención relajamientos, tensiones, saturaciones, evacuaciones y cambios de síntomas, va ría los procedimientos curativos, aplicando una vez uno, otra vez otro. 34. Y del mismo modo, entiendo yo, es también preciso que el hombre de estado sea una persona de múltiples faces y aspectos: una en la paz, otra en la guerra, distinta según sean pocos o muchos sus opositores, vigoroso en tomar medidas .si éstos son pocos, persuasivo en el trato si constituyen mayoría; aventajando a los demás con su actividad personal cuando el logro del bien común está expuesto a peligros; manteniéndose al margen de actividades y confiando la labor a otros cuando las perspectivas son solamente de trabajos. 35. También es acertado decir que nuestro hombre "es ven dido", pues el que se dirige al público tratando de granjearse el apoyo popular sube al estrado tal como la mercancía de los traficantes de esclavos, y se convierte de libre en esclavo, a través de los honores que cree recibir pues, en realidad, resulta ser un cautivo de innumerables amos. 36. Además es presen tado como "presa de bestias feroces". Y con razón, pues la va nagloria que, emboscada al asecho, apresa y destroza a aquellos de quienes se apodera, es una bestia salvaje. Por otra parte, los que lo han comprado "lo venden" a su vez; y ello es cierto puesto que los hombres de estado obedecen no a uno solo sino a una multitud de amos, que tras aguardar su turno, los adquie ren sucesivamente unos de otros; y los que han sido vendidos muchas veces, como los malos servidores, cambian de señores porque, impulsados por sus extravagantes maneras de ser, in constantes y amigos de innovaciones, no soportan a los anteriores. 37.9 VIII. Acerca de estos asuntos basta con lo dicho. Una vez que el joven fue conducido a Egipto y llegó, como se ha dicho, ante su amo, el eunuco, habiendo a los pocos días dado muestras de su noble condición y buenas disposiciones, recibió el mando sobre sus compañeros de servidumbre y el cuidado de toda la casa. Es que su comprador había observado ya muchas pruebas de que cada cosa que el joven hacía y decía la hacía y decía bajo la guía de Dios. 9 Para los parágrafos 37 a 53 ver Gen. XXXIX. 38. Así pues, aparentemente fue su comprador el que lo designó administrador de la casa, pero, en realidad y en rigor de verdad, fue la Naturaleza 10 la que lo designó, con el designio de brindarle el mando sobre ciudades, sobre un pueblo y sobre un gran país. Correspondía, en efecto, que el que habría de ser hombre de estado se ejercitase y adquiriese experiencia en el gobierno de la casa, ya que una casa es una ciudad de dimensiones limitadas, y su administración bien podría calificarse de gobierno de un estado en pequeño, de la misma manera que el estado es, en cierto modo, una gran casa, y el gobierno una administración de la cosa pública.11 10 Uno de los frecuentes casos en que Filón emplea el término physis = naturaleza, para designar a la Divinidad. Ver Sobre los sacrificios de Abel y Caín 98. PAGE 51

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Es imposible reproducir en español la precisión contenida en los términos griegos empleados en este paralelo. Dichos términos son, por una parte: polis = estado, politéia = gobierno del estado, y politikós = hombre de estado; y por otra: oikía = casa, oikonomía = administración de la casa, y oikonomikós = administrador de la casa, ecónomo. 39. Esto pone de manifiesto muy claramente la identidad de condición entre quien administra una casa y el que gobierna un estado, aun cuando las cosas sujetas a la autoridad de uno y otro difieran en número y tamaño. Otro tanto ocurre en la pintura y en la escultura. El buen escultor y el buen pintor es el mismo artista y evidencia la misma capacidad artística tanto si lo que produce es múltiple y de dimensiones colosales como si es poco y más pequeño. 40. IX. Pero, cuando por su dedicación a la casa gozaba José de la más alta reputación, la esposa de su amo le hizo objeto de intrigas, frutos de un amor licencioso. Locamente prendada de la belleza del jovencito y frenética en su incontrolada pasión, le formuló proposiciones de compartir su lecho, a las que él se opuso enérgicamente rehusando de manera categórica aceptar, pues su naturaleza y el ejercicio le habían infundido decoro y continencia. 41. Y como ella, encendida en la ardiente llama de su ilegítimo deseo, renovaba de continuo sus intentos sin lograr nunca éxito, finalmente echó mano a la violencia, movida por su pasión creciente, y asiéndolo de su vestido lo arrastró con gran vigor hasta su lecho gracias a su superior fuerza, acrecentada en ese caso por la pasión, la que a menudo torna vigo rosos aun a los más débiles. 42. Pero él, haciendo gala de una entereza superior a la que cabía esperar en su desfavorable situación, le habló enérgicamente con palabras francas y dignas de su raza diciendo: "¿Por qué me haces violencia? Nosotros, los hijos de los hebreos, nos atenemos a costumbres y leyes exclusivamente nuestras. 43. Entre los otros hombres está per mitido tener relaciones totalmente libres después de los catorce años con rameras, con prostitutas y con cuantas trafican con sus cuerpos; entre nosotros no es lícito que una cortesana viva siquiera, y la muerte es la pena para las que practican tal ofi cio.12 Antes de llegar a las legítimas uniones no conocemos relación sexual alguna con otra mujer, y vamos vírgenes a los desposorios con jóvenes vírgenes, teniendo como objetivo al hacerlo, no el placer sino la procreación de hijos legítimos. 12 Como en Sobre las leyes particulares III, 51, se refiere aquí Filón a Deut. XIII, 17, aunque el pasaje bíblico no hable de la pena de muerte para la prostituta. 44. Hasta el día de hoy he permanecido puro y no comenzaré a violar la ley por cometer un adulterio, la más grave de las faltas. Aun en el caso de que hubiera yo llevado hasta aquí una vida al margen de las leyes, entregado a los impulsos de la juventud y ávido tras la lujuria que reina en este país, con todo no me sería dado andar en procura de la mujer de otro. ¿Qué hombre no sentirá deseos de que se mate al adúltero? Porque, mientras tratándose de los otros delitos los hombres suelen discrepar, sólo en éste han estado todos y en todas partes de acuerdo, entendiendo que los culpables son merecedores de infinitas muertes y de ser puestos, sin proceso, en manos de los que han descubierto sus culpas. 45. Pero tú, en tu inmode rado propósito, me impones una triple mancha al exigirme no sólo cometer un simple adulterio sino además corromper a mi señora y a la esposa de mi señor. PAGE 51

Piensas como si yo al entrar en vuestra casa lo hubiera hecho con el propósito de hacer caso omiso de las obligaciones que debe cumplir un servidor y jugar como un grosero borracho con las esperanzas de quien me adquirió; ultrajando su matrimonio, su casa y su linaje. 46. Pero yo me veo obligado a honrarle en lo porvenir no sólo como a señor sino como a benefactor además. Él me tiene confiado todo cuanto le pertenece y nada me ha vedado en absoluto, ni grande ni pequeño, excepto su esposa. ¿Y es cosa digna que por todo ello le pague con lo que me incitas a hacer? ¡Her mosos presentes los que, evidentemente, le haré en retribución; dignos de los favores antes recibidos! 47. El amo ha trocado con sus beneficios mi condición de esclavo y extranjero en la de libre y ciudadano hasta donde dependía de su voluntad, ¿y yo, el esclavo, me comportaré con mi señor como si se tratara de un extranjero y esclavo? ¿Qué alma tendría yo si me prestase a semejante impiedad? ¿Con qué ojos lo miraría aunque fuera yo de hierro? Mi conciencia, sin apartarse de mí, me impediría mirarlo cara a cara, aun cuando pudiera pasar inadvertido. Pero, de ningún modo ocurrirá eso; que los testigos de mis secretas acciones son innumerables. 48. Pasemos por alto el hecho de que, aun en el caso de que ningún otro se enterara o de que, enterado, no me denunciara; no obstante ello, yo mismo me convertiría en mi propio delator a través del color de mi rostro, de mi mirada y de mi voz, acusado, como acabo de decir, por mi conciencia. Y, aun cuando ninguna clase de delación tenga lugar, ¿acaso no tenemos temor ni respeto por la justicia, asesora de Dios y supervisora de nuestras acciones?" 49. X. Estas largas y sabias razones no hallaron eco alguno. en ella. Es que los deseos apasionados son poderosos y envuel ven en sombras aun a los más agudos de los sentidos. Com prendiéndolo, él huyó, pero, al hacerlo, dejó en manos de ella las vestiduras que ésta tenía asidas. 50. Esta circunstancia. proporcionó a ella la oportunidad de inventar una historia y maquinar falsos cargos contra el joven para vengarse de él. En efecto, cuando su esposo hubo regresado del mercado adop tó las apariencias de mujer sensata y recatada, indignada en. extremo ante las prácticas licenciosas, y le dijo: "Nos has traído. como sirviente a un muchacho hebreo, que no sólo ha corrom pido tu espíritu cuando tú, irreflexiva y precipitadamente, le confiaste tu casa, sino, además, se ha atrevido a deshonrar mi cuerpo. 51. No le ha bastado en su inmenso descaro y lascivia echar mano a las mujeres esclavas como él, sino intentó también seducirme y violentarme a mí, su señora. Las pruebas de su demencia son claras y evidentes, pues, cuando, presa de pro funda impresión, lancé gritos llamando en mi ayuda a los de adentro, él, confundido ante una reacción que no esperaba, dejó su vestido al huir, temeroso de ser aprehendido." Mostró la mujer dicho vestido y con ello pareció presentar evidencias sobre lo dicho. 52. El amo, creyendo que esto era verdad, or denó que llevaran a José a prisión; en lo que cometió dos im portantes errores: el primero, no haberle concedido la oportu nidad de defenderse y haber condenado sin juicio previo a quien. nada malo había cometido, como si hubiera incurrido en la más grave de las violaciones; el segundo, no ver que la vestidura, que su mujer presentaba alegando que había sido abandonada por el joven, era una prueba, no de violencia consumada por el joven contra ella, sino de la que él había experimentado de parte de ella, por cuanto, si él hubiera sido el autor de la vio lencia, él hubiera retenido el vestido de PAGE 51

su señora; pero, habiendo sido víctima del atropello, lógico es que fuera arrebatado el suyo. 53. Sin embargo tal vez la extrema torpeza de su amo es perdonable, ya que pasaba su tiempo en una cocina. llena de sangre, humo y ceniza, donde el entendimiento no tiene ocasión de reposar y solazarse consigo mismo, pues vive en medio de una confusión, si no mayor, al menos no menor que la del cuerpo. 54. XI. Tres son ya los rasgos del hombre de estado, que Moisés ha descripto: su condición de pastor, de administrador de una casa y de hombre dueño de sí mismo. Sobre los dos primeros hemos hablado; en cuanto al dominio de sí mismo, es rasgo que apunta no menos que los dos primeros al gobierno del estado. 55. Si la moderación es provechosa y preserva-dora en todas las actividades de la vida, lo es de un modo es pecial en los asuntos de estado, como podrán apreciarlo los que lo desean en innumerables ejemplos muy fáciles de hallar. 56. ¿Quién, en efecto, ignora las desgracias que han sobrevenido' a naciones, a países y a todas las latitudes de la tierra habitada, en tierra y en el mar, como resultado de la intemperancia?' La mayor parte de las guerras más importantes han estallado a causa de amores, adulterios y engaños de mujeres, por cuya culpa se ha extinguido la mayor y mejor parte de la raza helena y de los pueblos extranjeros, y perecido la juventud de sus ciudades.13 13 Filón alude a la Guerra de Troya, a la contienda civil entre Antonio-y Octavio y a otros episodios bélicos a los que la historia o la leyenda atribuía el origen que menciona. 57. Y, si del desenfreno resultan las contiendas intes tinas y las guerras y males sin número unos tras otros, es evidente que los resultados de la continencia son la estabilidad, la paz y la adquisición y goce de bienes perfectos. 58. XII. Pero conviene que también expongamos, en orde nada secuencia, las enseñanzas que se desprenden de este relato. El comprador de la persona a cuyo estudio estamos abocados es calificado de eunuco. Y con razón, pues la multitud que compra al hombre de estado es, a decir verdad, un eunuco, que aparentemente posee los órganos de la generación, pero que carece del poder de engendrar; tal como ocurre con los que, poseyendo ojos, como padecen cataratas en la vista, se ven privados del ejercicio de la actividad ocular y son incapaces de ver. 59. ¿Y en qué reside la semejanza entre la multitud y un eunuco? En que" la multitud, aun cuando aparentemente práctica la virtud, es infecunda en sabiduría. Cada vez, en efec to, que una multitud de personas mezcladas y heterogéneas se concentra en un mismo sitio, dice lo conveniente, pero piensa y hace lo contrario, prefiriendo lo espurio a lo legítimo porque se gobierna por las apariencias y no pone en práctica lo verdaderamente noble. 60. Y así, por paradójico que parezca, con este eunuco cohabita también una esposa. Es que la multitud tiende a hacer suya a la pasión, lo mismo que el hombre hace suya a una mujer; y la pasión es el resorte de todas sus mani festaciones y acciones, pues él la convierte en su consejera en todas las cosas, confesables e inconfesables, pequeñas y grandes, sin la menor inclinación a escuchar los consejos que proporciona la razón. 61. Sumamente acertado está también Moisés al llamarlo jefe de cocinas. En efecto, así como PAGE 51

un cocinero no se ocupa de otra cosa que de atender a los incesantes y superfluos placeres del vientre, así también la multitud de los estados se entrega al cultivo de todo aquello que deleita y place al oído, al par que debilita las energías de la inteligencia, y relaja, por así decir, los poderes del alma. 62. ¿Quién no conoce la diferencia que media entre los cocineros y los médicos? Éstos preparan con todo esmero solamente cosas saludables, aun cuando en ocasiones resulten desagradables; aquéllos, por el contrario, solo preparan cosas agradables sin preocuparse por si son provechosas. 63. Pues bien, en los estados democráticos el papel de los médicos corresponde a las leyes y a los que gobiernan de conformidad con ellas, es decir, a los miembros de los concejos y a los jueces que se preocupan por la común preservación y seguridad, sin ceder a las adulaciones; en tanto que el de los cocineros, toca a la innumerable muchedumbre de espíritus inmaduros, a los que tienen sin cuidado las cosas beneficiosas y sólo preocupa la manera de aprovechar el placer del momento. 64. XIII. Y, como una mujer licenciosa, la concupiscencia de las multitudes siéntese enamorada del hombre, de estado y le dice: "Aproxímate, hombre, a la multitud, con la que cohabito; y olvídate de todas tus particulares convicciones, de los hábitos, los pensamientos y las acciones en que te has educado. Hazme caso a mí, cuídame y haz todo lo que me proporcione placer. 65. Porque no tolero a quien es austero, franco, amigo rigurosamente ecuánime de la verdad; a quien obra con altura y dignidad en todas las cosas, sin ceder en nada, inclinándose sólo y siempre hacia lo conveniente, indiferente en absoluto a lo que piensa el auditorio. 66. Un sinnúmero de acusaciones reu niré contra ti para presentarlas ante mi esposo y amo tuyo, la mul titud. Lo haré porque hasta ahora, por lo que veo, obras como si fueras libre, sin tener en cuenta absolutamente que estás con vertido en esclavo de un despótico señor. Si te hubieras dado cuenta de que la independencia está íntimamente ligada a la condición de hombre libre, pero es ajena al esclavo, hubieras aprendido a dejar de lado tu presunción y a dirigir tus miradas hacia mí, la concupiscencia, es decir la esposa de tu amo, y a hacer lo que es de mi agrado y será para ti el más seguro medio de alcanzar beneficios." 67. XIV. En realidad, el hombre de estado no ignora que el pueblo posee los poderes propios de un amo, pero no admite ser esclavo y se tiene por libre, y en todos sus actos procura complacer a su propia alma. Con toda franqueza, pues, dirá: "Ni he aprendido ni me dedicaré jamás a captar el favor popu lar; pero, dado que ha sido puesto en mis manos el cargo de presidir y cuidar el estado, yo sabré hacerlo como un buen administrador y un padre benévolo, con sinceridad y pureza, sin la detestable simulación. 68. Ese es mi modo de pensar y nadie habrá de descubrir en mí ni claudicaciones ni ocultamientos propios de un ladrón; mi conciencia es clara, como a plena luz del sol, como que la verdad es luz. Nada temeré de las amenazas, ni siquiera ante amenazas de muerte; que la muerte es un mal menos penoso que el fingimiento. 69. ¿Por qué razón me someteré a él? Admito que el pueblo es un amo, pero yo no soy un esclavo, sino una persona de buena cuna como el que más; alguien que aspira a ser registrado PAGE 51

en los padrones del mayor y más excelente de los estados, que es este mundo. 70. Si no me someto ni a las dádivas ni a las incitaciones ni al amor a los honores ni al deseo de poder ni a la presunción ni al anhelo de fama ni a la incontinencia ni a la cobardía ni a la injusticia ni a ninguna otra cosa procedente de la pasión o el vicio, ¿qué dominación puede ya causarme temor? 71. Sólo la procedente de los hombres, claro está. Pero éstos poseen la soberanía sobre mi cuerpo, no sobre mí verdadero ser. Y lo que yo valgo lo valgo gracias a la parte mejor de mi ser, es decir, mi inteligencia, merced a la cual estoy preparado para vivir sin hacer mucho caso del cuerpo mortal, ese elemento adherido en torno a mí como una ostra. Aunque algunos pueden maltratarlo, si mi ser interior se ve libre de opresores amos y amas, no he de afligirme, puesto que estoy a salvo de la más penosa de las opresiones. 72. Si, pues, me viere en la obligación de ser juez, juzgaré sin inclinarme por el rico a causa de sus riquezas, ni por el pobre apiadado de sus desdichas; y arbitraré con toda integridad lo que llegue a parecerme justo, haciendo caso omiso de la jerarquía y del aspecto de los litigantes. 73. Si tomare parte en las deliberaciones del consejo, presentaré mociones provechosas para la comunidad aunque no resulten agradables. Si participare en las asambleas, dejaré para otros los discursos lisonjeros y solo echaré mano a los saludables y convenientes, reprochando, advirtiendo, corrigiendo, empeñado en mostrar no una insensata y frenética arrogancia sino una sobria franqueza. 74. Si a alguien no le gusta que se le mejore, que dirija también sus reproches a progenitores, cuidadores, maestros y a todas las personas que tienen otras a su cargo, ya que todos ellos reprenden tanto a sus pro pios hijos como a niños huérfanos o a pupilos, y en ocasiones los castigan, sin que sea lícito llamar a tales medidas insulto ni violencia, pues, por el contrario, se trata de afecto y benevolencia. 75. Estaría, en efecto, muy fuera de lugar que yo, el hombre de estado, a quien todos los intereses del pueblo están confiados, en los cálculos acerca de lo conveniente, resultara inferior a uno que se ocupa del arte de la medicina. 76. Por que éste no tiene para nada en cuenta la próspera situación del paciente según lo que entienden los hombres por prosperidad, ni el hecho de que sea de noble cuna, o riquísimo, o el más ilustre soberano o déspota de su tiempo; sino de una sola cosa se preocupa: de salvarlo en la medida de sus posibilidades; y, cada vez que es preciso recurrir a las operaciones y cauteriza ciones, él, el llamado súbdito y esclavo, aplica el cuchillo y el fuego a su soberano y amo. 77. Y yo, que me he hecho cargo no de un solo hombre sino de todo el estado, enfermo de las más penosas enfermedades, producidas por las concupiscencias que le son congénitas, ¿qué debo hacer? ¿He de renunciar a lo que será provechoso para todos en común, para halagar a los oídos de este o aquel hombre con obsecuente lisonja muy propia de esclavos? Morir preferiría antes que emplear palabras placenteras para ocultar la verdad y descuidar lo conveniente.

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78. "Por lo tanto" como dice el poeta trágico,14 "venga el fuego, venga la espada. Quémame, consume mis carnes, satúrate de mí bebiendo mi negra sangre; porque descenderán las estrellas bajo la tierra y se elevará la tierra hasta el éter antes de que procedente de mí te llegue una palabra de adulación." 14 Eurípides. Ver Interpretación alegórica III, 202, y Todo hombre bueno es libre 99. 79. El despótico pueblo no puede soportar al hombre de estado, de espíritu tan vigoroso y desvinculado de todas las pasiones, del placer, del miedo, del dolor, del deseo; y castiga como a un enemigo al que es amigo y bien intencionado. Con ello, antes que a aquél, es a sí mismo a quien inflige el más grande de los castigos, vale decir, la indisciplina; a causa de la cual no aprende la más hermosa y provechosa de las lecciones, el respeto al mando; la que, entre otras cosas, enseña también a ejercerlo. 80. XV. Habiendo tratado también estos asuntos con suficien te extensión, veamos lo que sigue.15 El joven, caído en desgracia ante su señor a causa de las acusaciones inventadas por la ena morada mujer, cargos que no eran sino una réplica de los que ella merecía se le hicieran, fue conducido a la prisión sin haber tenido oportunidad de defenderse. Ya en la prisión, tan grande fue la virtud de que dio prueba, que hasta los más mal vados de los que allí estaban quedaron admirados hasta la perplejidad y consideraron haber hallado en él un consuelo para sus infortunios y un remedio contra sus males. 15 Para los parágrafos 80 a 124 ver Gen. XXXIX, 20, y XLI, 45. 81. Nadie ignora de cuánta inhumanidad y crueldad están llenos los guardiacárceles. Son implacables por naturaleza y se endurecen con la práctica, embruteciéndose día a día hasta el salvajismo, pues no ven ni oyen ni hacen cosa provechosa, ni siquiera por ca sualidad, y sí todo lo que es violento y cruel al máximo. 82. Es que, así como el hombre de buena contextura física, se fortifica cuando agrega a ésta la preparación atlética, y llega a adquirir una fuerza irresistible y una inigualada robustez; de la misma manera, cuando una naturaleza inculta y dura agrega la ejercitación a su salvajismo natural, tómase doblemente insen sible y totalmente refractaria al humano sentimiento que es la piedad. 83. Y, así como los que frecuentan la compañía de los buenos mejoran su modo de ser por el gusto que hallan en sus compañeros, del mismo modo también aquellos que viven con los malvados se impregnan en cierta medida de la maldad de los otros. La costumbre, en efecto, es una poderosa fuerza, capaz de igualar la naturaleza de los seres. 84. Pues bien, los guardiacárceles pasan sus días en compañía de hurtadores de ropas, ladrones, perforadores de paredes, propensos a la violen cia, agresores, corruptores, asesinos, adúlteros, profanadores; y de cada uno de ellos toman y acumulan algo de depravación; y de esta heterogénea mezcla producen un único mal, universal mezcla de toda clase de miserias. 85. XVI. Sin embargo, uno de esta clase, amansado por la nobleza de alma del jovencito, no sólo le proporcionó seguridad y protección, sino también el mando sobre todos los prisioneros; de tal modo que él conservó sólo nominalmente el cargo de guardiacárcel, para guardar las apariencias, pero, de hecho, ha bía delegado en el joven su puesto, el que, de esta manera, llegó a ser origen de no pocos beneficios para los recluidos.

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86. Por ejemplo, el lugar ya no merecía el nombre de prisión, sino el de casa de corrección, ya que, en vez de las torturas y los castigos que soportaban noche y día, golpeados, encadenados y sujetos a toda suerte de males, eran ahora reprendidos con palabras y doctrinas filosóficas y con la conducta del maestro, más eficaz que cualquier discurso. 87. En efecto, poniendo ante ellos su vida, como bien acababa pintura y modelo de sensatez y de cada una de las virtudes, llegó a hacer cambiar aun a los que parecían ser completamente incurables; los que, como repuestos ya de prolongadas enfermedades del alma, se reprocharon a sí mismo por su pasado y se arrepentieron e hicieron público su arrepentimiento en términos como estos: "¿Dónde estaba antes este bien tan grande con que por primera vez hemos venido a encontrarnos? Porque he aquí que, iluminados por él, hemos visto, como en un espejo, nuestra conducta, y nos sentimos avergonzados." 88. XVII. Iban ellos de esta manera mejorando, cuando fueron introducidos dos eunucos del rey, el copero mayor y el jefe de reposteros, ambos acusados y condenados por incumplimiento de sus deberes. José se tomó por éstos el mismo interés que por los demás, impulsado por el deseo de que le fuera posible hacer de los que estaban a su cargo personas en nada inferiores a los hombres irreprochables. 89. Y poco tiempo después, mientras visitaba a los prisioneros, vio que los eunucos estaban aun más llenos de preocupación y de miedo que antes; y, con jeturando por lo intenso de su dolor que algo inusitado les había ocurrido, les preguntó el motivo. 90. Al responder ellos que habían tenido unos sueños que los habían llenado de disgusto y de inquietud, pues nadie era capaz de interpretarlos, él dijo: "Cobrad ánimo y contádmelo; que, si Dios lo quiere, resultarán claros. Él quiere que lo que aparece obscuro en las cosas, quede al descubierto para los que anhelan la verdad." 91. Entonces tomó la palabra primero el copero mayor y dijo: "Me pareció ver una gran viña, en un bien desarrollado tronco, que procedía de tres raíces. Estaba reverdecida y cargada de racimos como en plena época de los frutos; y de un racimo, negro ya de maduro, tomaba yo las uvas y las exprimía en la copa real; y, una vez llena de vino puro, se la alcanzaba al rey." 92. José, tras un breve silencio, le dijo: "Tu visión te anuncia prosperidad y la reposición en el cargo anterior. Las tres raíces de la viña repre sentan tres días, al cabo de los cuales el rey se acordará de ti y te mandará regresar de aquí. Te concederá su perdón y te ordenará retornar al mismo cargo; y para tu confirmación en él llenarás una copa y la ofrecerás a tu señor." El copero mayor se regocijó al oír esto. 93: XVIII. El jefe de reposteros, por su parte, aprobó la in terpretación, creyendo que también él había tenido un sueño venturoso, aunque mucho distaba de serlo en realidad; y enga ñado por las saludables esperanzas del otro, dijo: "También yo tuve un sueño, y en él me imaginaba ir cargado con cestas; y tres eran las cestas llenas de pasteles que transportaba sobre mi cabeza; y la de más arriba estaba llena de toda suerte de confituras de las que habitualmente se producen para uso del rey, pues grande es la variedad de lo que para la mesa real elabora la diligencia de los reposteros. Pero, unas aves, descendiendo sobre ellas, las arrebataban de mi cabeza para devorarlas insa ciablemente hasta consumirlas por completo y no quedar una sola de las provisiones."

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94. Pero José le dijo: "Bien quisiera que esta visión jamás se te hubiera presentado, o que, si la hubieras tenido, no hubiera sido mencionada, o que, en caso de haberse mencionado, al menos hubiera sido contada lejos de mis oídos para no llegar a oírla. Lamento, en efecto, más que nadie ser nuncio de males y me conduelo con los que sufren desgracias, pues mis sentimientos humanitarios me hacen padecer tanto como los mismos que sufren. 95. Pero, puesto que a los que interpretan sueños les es forzoso decir la verdad, ya que son ellos profetas que exponen las Divinas revelaciones, te la diré sin omitir cosa alguna; que, si nada hay superior a la verdad en todos los casos, tratándose de los Divinos mensajes, decir la verdad es además la suprema norma de santidad. 96. Las tales cestas son símbolo de tres días. Pasados éstos, el rey ordenará que seas empalado y decapitado, y las aves des cenderán volando para regalarse con tus carnes hasta que seas totalmente aniquilado." 97. El jefe de reposteros, como era de esperarse, se sintió confundido y anonadado, sin poder apartar de su pensamiento el plazo fijado y anticipando mentalmente sus sufrimientos. El término de los tres días coincidió con el cumpleaños del rey, día que todos los habitantes del país celebran, y de un modo especial los del palacio. 98. Y así, mientras los digna tarios participaban de un banquete y la servidumbre se regalaba como en una pública comilona, el rey se acordó de los eunucos y mandó que los trajesen. Y cuando los vio, confirmó la interpretación de los sueños, al disponer que uno fuera empalado y decapitado, y el otro fuera repuesto en su anterior cargo. 99. XIX. Ahora bien, cuando el copero mayor hubo reco brado la confianza de su amo, olvidó a aquel que le había predicho la reconciliación y aliviado todas las desgracias que pesa ban sobre él. Quizá lo olvidó porque todo desagradecido es olvidadizo de sus bienhechores; o quizá también por previsión de Dios, quien quería que la prosperidad llegara al joven no a través de un hombre sino a través de Él mismo. 100. En efecto, dos años más tarde, durante un sueño el rey tuvo dos visiones en las que se le revelaban los bienes y males futuros que sobrevendrían al país; visiones que para despertar una más firme convicción, repetían ambas la misma cosa. 101. Parecíale al rey que salían del río siete vacas grandes, de abundantes carnes y de hermoso aspecto, y pastaban junto a las orillas altas. Después de estas surgían otras siete, descamadas, reducidas, por así decir, a esqueletos y de pésimo aspecto; y pastaban junto a las primeras. Entonces, de improviso, las mejores fueron de voradas por las peores, y el volumen de los vientres de éstas no creció absolutamente nada después del hartazgo, quedándoles los mismos si no más delgados, en todo caso no menos que antes. 102. Habiéndose despertado el rey y vuelto luego a dormir, fue acosado por una segunda visión. Pensaba que siete espigas de trigo habían brotado de un solo tallo. Eran exactamente del mismo tamaño, y crecían y maduraban eleván dose vigorosas hasta alcanzar altura. Enseguida otras siete, pequeñas y débiles, crecieron cerca de las primeras y cayendo sobre ellas devoraron el tallo fecundo. 103. Después de tener esta visión, el rey permaneció despierto durante el resto de la noche, pues las preocupaciones con su penetrante aguijón le impedían conciliar el sueño; y, apenas amaneció, mandó a llamar a los sabios y les narró la visión. PAGE 51

104. Mas, como ninguno de ellos fue capaz de vislumbrar la verdad mediante conjeturas verosímiles, se presentó el copero mayor y dijo: "Señor, hay esperanzas de hallar al hombre que buscas. Cuando yo y el jefe de reposteros incurrimos en falta, tú ordenaste que se nos condujera a prisión. En ella estaba un hebreo, criado del jefe de cocinas, al cual contamos yo y aquél unos sueños que habíamos tenido. Él los interpretó con tal precisión y acierto que cuanto predijo a uno y a otro aconteció: a aquél el castigo que sufrió, y a mí la gracia y benevolencia que alcanzaría de tu parte." 105. XX. El rey, al oírlo, mandó que fueran de prisa a llamar al joven. Ellos, después de cortarle el cabello de la cabeza y la barba, pues desde su encierro lo llevaba largo y espeso; y luego de trocar su manchado vestido por otro resplandeciente, y de aderezarlo de otras maneras, lo condujeron ante el rey. 106. El rey conjeturó por el aspecto del joven que se trataba de una persona libre y de buena cuna; que, si bien ciertos rasgos manifiestos en el aspecto exterior de las personas vistas no son visibles para todos, sí lo son para aquellos cuyo discernimiento está dotado de aguda visión. Y así, dijo: "Mi espíritu adivina que mis sueños no habrán de quedar para siempre en la obscu ridad; este joven da muestras de manifiesta sabiduría y pondrá al descubierto la verdad; y, así como la luz dispersa las tinie blas, el saber de éste dispersará la ignorancia de nuestros expertos." Y le contó su sueño. 107. José, sin inmutarse ante la elevada dignidad del que hablaba, se dirigió a él, no como un súbdito a su rey, sino como un rey a su súbdito; y con toda franqueza y a la vez con modestia le dijo: "Dios te ha dado señal de cuanto está a punto de hacer en tu país. No pienses que las dos visiones son dos sueños; se trata de uno solo repe tido, no con una repetición superflua, sino para que te convenzas con más firme convicción. 108. En efecto, las siete vacas. gordas y las siete espigas lozanas y maduras indican siete años de abundancia y prosperidad, en tanto que las siete vacas ra quíticas y esqueléticas y las siete espigas ruinosas y contrahechas significan otros siete de hambre. 109. En consecuencia, los siete primeros años llegarán trayendo grandes e inagotables buenas cosechas gracias a las anuales crecientes del río, que transformará en zonas anegadas las tierras de cultivo; y go zando los campos de una fertilidad, desconocida anteriormente; pero después de estos siete años llegarán a su turno, otros siete de condiciones contrarias a las primeras, portadores de penosa penuria y carestía; en los que ni se desbordará el río ni la tierra será feraz; de modo que no habrá memoria de la anterior pros peridad y toda huella de la pasada abundancia será borrada. 110. Tal es lo que la interpretación pone de manifiesto; pero la voz de Dios llega hasta mí y me comunica salvadoras sugerencias para la que bien podemos llamar enfermedad; que la más: penosa enfermedad de las ciudades y los países es el hambre,. por lo que es preciso preparar los medios para debilitarla a fin de que no alcance la plenitud de su poder y devore a los habitantes. 111. ¿Y cómo se la debilitará? Pues habrá que alma cenar en la ciudad y en las aldeas el sobrante de la cosecha de los siete años de abundancia, luego de destinar lo suficiente a la alimentación de las poblaciones; aproximadamente una quinta parte. Para tranquilidad de los PAGE 51

habitantes, no se transportarán las cosechas a lugares distantes sino se guardarán en aquellos lugares donde hubieren sido producidas. 112. Los granos se rán llevados unidos a las espigas, sin desgranarlos ni limpiarlos en absoluto; y esto por cuatro razones. En primer lugar por que, estando protegidos, se mantendrán más tiempo sin echarse a perder. En segundo lugar porque así, al irlos desgranando y aventando cada año, surgirá el recuerdo de la época de abun dancia; y bien sabemos que la evocación 16 de los verdaderos bienes llega a producir un nuevo placer. 16 Sigo la corrección de Mangey, quien sustituye mimesis = imitación, cuyo sentido no encuadra en el contexto, por hypómnesis = recuerdo, término que, por otra parte, aparece en el renglón anterior. 113. En tercer lugar para que, no pudiendo ser contados los granos existentes aún en las gavillas y espigas, resulte incierta e incalculable la can tidad de los mismos, y de ese modo no decaiga el ánimo de la población anticipadamente al notar su gradual disminución del grano calculado; sino, por el contrario, se sienta animosa, nutrida con un alimento mejor aún que los granos; ya que la espe ranza nutre más que cualquier otro alimento; y así sobrelleve la penosa enfermedad de la escasez con menos fatiga. En cuarto lugar para tener almacenado también forraje para los ganados, a medida que se vayan separando por la limpieza del grano los montones de pajas y residuos. 114. Preciso es, por otra parte, que se escoja para el control de estas providencias a un hombre de suma sensatez, en extremo prudente y bien reputado en todo, que sea apto para llevar a cabo las mencionadas medidas sin dilaciones, sin suscitar odios ni resistencias y sin dar a las multi tudes ninguna impresión del hambre que habrá de sobrevenir. Porque sería cosa penosa que se atormentasen de antemano y se abatiese sobre sus almas la desesperanza. 115. Y, si alguien preguntare el motivo de esas medidas, le dirá que, así como en plena paz es preciso anticiparse en los preparativos para la guerra, del mismo modo es preciso que en las épocas de pros peridad se adopten providencias contra una eventual escasez. Agregará que las guerras, el hambre y todas las desgracias en general son inciertas y debemos prepararnos para ellas sin esperar a que sobrevengan y buscar una solución cuando ya no hay remedio." 116. XXI. El rey, habiendo escuchado esta interpretación de sus sueños, que tan exacta y acertadamente conjeturaba la ver dad, y este consejo que, según todas las apariencias, era el más provechoso por su previsión del incierto futuro, mandó a los que le acompañaban que se aproximaran para que José no alcanzase a oír, y les dijo: "Señores, ¿hallaremos a un hombre así como éste, que tiene en sí el espíritu Divino?" 117. Y mientras ellos aprobaban y alababan sus palabras, él dirigió la mirada hacia José, que estaba de pie cerca, y le dijo: "La persona que me aconsejas escoger, el hombre sensato y prudente que, según tus recomendaciones, es preciso buscar, no se halla muy distante, está aquí y eres tú precisamente, pues pienso que la asistencia Divina te ha acompañado al decir lo que has dicho. Ven, pues, y hazte cargo de la administración de mi casa y de la superintendencia de todo Egipto. 118. Ninguno me podrá acusar de precipitación, pues no he procedido movido por un sentimiento de autosuficiencia, pasión difícil de remediar. Las grandes na turalezas no necesitan mucho tiempo para dar muestras de sí, y con el peso de su ascendiente fuerzan a PAGE 51

otros a una aceptación rápida y sin dilaciones. Además, en este caso los hechos no admiten demora ni postergación, puesto que las circunstancias apremian para que se adopten las medidas necesarias." 119. Finalmente, lo nombró virrey del reino; o más bien, para hablar con toda franqueza, rey; que, aunque el título de tal se lo reservó para sí mismo, de hecho delegó en aquél la auto ridad y tomó todos los otros recaudos necesarios para honrar al jovencito. 120. Así, le entregó el real sello y le puso el vestido sagrado y un collar de oro, y colocándolo sobre el segundo de los carros, dispuso que recorriese la ciudad precedido de un heraldo que anunciara su nombramiento a los que no estaban al tanto de él. 121. Además le asignó un nuevo nom bre en la lengua del país, nombre derivado del arte de interpretar los sueños; y le dio por esposa a la dama más ilustre de Egipto, la hija del sacerdote del sol. Estas cosas sucedieron cuando José tenía alrededor de treinta años. 122. Tal es, a la postre, el destino de los hombres piadosos: aunque se los incline, no caen enteramente, sino se sobrepo nen y enderezan con firmeza y seguridad, de modo de no ser derribados jamás en adelante. 123. ¿Quién, en efecto, hubiera esperado que en un solo día la misma persona cambiaría de esclavo en señor, de prisionero en el más alto dignatario; que el subalterno del guardiacárceles sería el lugarteniente del rey, que su residencia sería un palacio en vez de una prisión y que sería objeto de los más altos honores en vez de soportar las más bajas humillaciones? 124. Sin embargo, estas cosas han sucedido y sucederán muchas veces, cuando Dios lo quiera. Sólo es preciso que se mantenga como al rescoldo en nuestras almas una brasa de nobleza de espíritu, la que, al ver aventada, resplandece necesariamente. 125. XXII. Pero, como después de examinar el contenido lite ral nos hemos propuesto examinar el sentido alegórico del relato, digamos también lo que es preciso decir al respecto. Tal vez algunos, demasiado apresurados en sus juicios, se rían al oírme; pero yo diré sin retaceos que el hombre de estado es, sin lugar a dudas, un intérprete de sueños; no uno de los bufones ni de los charlatanes ni de los que enseñan sutilezas capciosas a cambio de una paga y hacen de la interpretación de las visiones habidas en sueños un pretexto para ganar plata; sino una per sona acostumbrada a juzgar con precisión el grande, común y universal sueño propio no solo de los que duermen sino también de los despiertos. 126. Este sueño, para hablar con toda exac titud, es la vida de los hombres; y tan cierto es ello que, al igual que en las visiones de los sueños, viendo no vemos, oyendo no oímos, gustando o tocando ni gustamos ni tocamos, hablando no hablamos, andando no andamos y, aunque aparentemente realizamos los demás movimientos y adoptamos las restantes posturas, nada de eso pasa en absoluto; que se trata de vacías invenciones de la mente, la que, sin ninguna base concreta, sólo produce, en realidad, pinturas e imágenes de cosas no existentes, como si existieran, de la misma manera, también las visiones que tenemos durante el tiempo en que permanecemos despiertos aseméjanse a las de los sueños: Vienen, se van, aparecen, se alejan; y antes de que podamos asirlas firmemente desaparecen volando. 127. Examínese cada uno a sí mismo y comprobará la verdad por sí mismo, sin necesidad de PAGE 51

las pruebas que yo le podría proporcionar, muy especialmente si se trata de una persona ya de avanzada edad. Esta persona no es otro' que aquel que una vez fue un infante, más tarde un niño, luego un adolescente, después un muchacho, a continuación un joven, posteriormente un hombre maduro y al fin un anciano. 128. Pero, adonde está todo aquello? ¿No desapareció el infante en el niño, el niño en el adolescente, el adolescente en el muchacho, el mu chacho en el joven, el joven en el hombre y el hombre en el anciano, y no sigue a la vejez la muerte? l7 17 Ver Sobre los querubines 114. 129. Y hasta po dría decirse que el hecho de que cada etapa de la vida ceda su vigor a la siguiente, constituye ya una muerte anticipada, a través de la cual la naturaleza nos enseña calladamente a no temer a muerte última, puesto que hemos sobrellevado sin nin guna dificultad las anteriores, es decir, la del infante, la del niño, la del adolescente, la del muchacho, la del joven, la del hombre maduro, ninguna de las cuales está presente ya cuando la vejez ha llegado. 130. XXIII. ¿Y no son también sueños las otras cosas relacio nadas con el cuerpo? ¿No es efímera la belleza, que se marchita antes de florecer? ¿Y la salud no es algo inseguro, amenazada, como está, por las enfermedades? ¿No es el vigor físico presa fácil de postraciones de innumerables orígenes? Y la agudeza de los sentidos, ¿no es acaso insegura y fácilmente víctima del enfrentamiento con cualquier pequeña contingencia? 131. ¿Y quién no conoce la inseguridad de las cosas externas? Fortunas inmensas se han disipado en un solo día. Muchísimos, que ha bían alcanzado los primeros puestos en las más altas dignidades, han venido a parar en la obscura condición de aquellos de los que nadie hace caso ni tiene presente. El poderío de los más grandes leyes ha caído por tierra a causa de un pequeño cambio en la balanza de la fortuna. 132. Lo que digo se ve confirmado en el caso de Dionisio de Corinto, que fue tirano de Sicilia, pero que, despojado del mando, se refugió en Corinto, donde tan grande gobernante se convirtió en maestro de primeras letras.18 18 Refiérese a Dionisio II, que después de un turbulento reinado en Siracusa (367-345), interrumpido por un largo destierro en Corinto, acabó finalmente sus días exiliado por segunda vez en esta ciudad. 133. Otro ejemplo es el de Creso, rey de Lidia, el más rico de los reyes, que esperaba destruir el imperio de los persas, y no sólo dio por tierra con el suyo, sino que, hecho prisionero, estuvo a punto de morir en la hoguera. 134. No solo determinados hombres dan testimonios de que estas cosas son sueños; también lo atestiguan ciudades, naciones, países, Grecia, el mundo no griego, continentales, isleños, Europa, Asia, occidente, oriente. Es que nada absolutamente y en ninguna parte ha permanecido en la misma condición; todo, en todas sus partes, está sujeto a cambios y contingencias. 135. En cierta época Egipto poseyó la hegemonía sobre muchas naciones, pero ahora está sometido. Los macedonios alcanzaron en su oportu nidad tal grado de prosperidad, que extendieron su dominación a toda la tierra habitada; ahora, en cambio, entregan a los PAGE 51

recolectores de contribuciones los anuales tributos fijados por sus amos. 136. ¿Y dónde está la casa de los Ptolomeos y la fama de cada uno de los diádocos,19 cuyo esplendor llegaba hasta los límites de la tierra y el mar? ¿Dónde, las libertades de las naciones y estados antaño independientes? ¿Dónde, a la inversa, la servidumbre de los que eran vasallos? ¿No dominaron los persas a los partos; y ahora, por esos vaivenes y cambios de los humanos negocios y por los altibajos del azar, no gobiernan los partos a los persas? 20 19 Es decir, los sucesores de Alejandro Magno tras el reparto de las satrapías hecho en Babilonia en 323 a. C. 20 Reflexiones análogas a las precedentes lóense en Sobre la inmutabilidad de Dios 173 a 176. 137. Fórjanse algunos la perspectiva de grandes e ilimitadas bonanzas, pero estas no son sino el comienzo de grandes calamidades; y, cuando ellos se apresuran, pensando que van tras una herencia de bienes, se encuentran con terribles infortunios; en tanto que, por el contrario, cuando esperan un mal vienen a hallar fortuitos bienes. 138. Atletas envanecidos de sus vigorosas fuerzas y de la robustez de sus cuerpos, que daban por segura una indiscutida victoria, muchas veces resultaron excluidos de la competencia en la selección previa; o, ha biendo sido admitidos en la lucha, han sido vencidos, en tanto que otros, que no esperaban alcanzar ni siquiera un premio de segundo orden, han obtenido los primeros y ceñido la corona. 139. Algunos, habiéndose embarcado en verano, época propicia para una próspera navegación, han naufragado; en tanto que otros han zarpado en invierno, con el presentimiento de un desastre, y han arribado a puerto libres de peligros. Algunos de los comerciantes hacen largos viajes, seguros de obtener ganancias ciertas, sin darse cuenta de las pérdidas que les aguardan; y, al revés, a veces piensan que sufrirán pérdidas, y luego disfrutan de grandes ganancias. 140. Así pues, los resultados son inciertos en uno y otro sentido, y los negocios humanos se balancean como sobre una balanza con pesos desiguales, que ora los levantan ora los arrastran hacia abajo; y una terrible incertidumbre y espesa obscuridad envuelve los acontecimientos. Como en un profundo sueño, andamos a la deriva sin poder recorrer nada con exacto cálculo ni poder asir cosa alguna con vigor y firmeza, pues todas las cosas aseméjanse a sombras y fantasmas. 141. Y, así como en las procesiones las primeras-filas pasan y se pierden de vista; y en los torrentes la corriente fluye, adelántase y deja atrás a nuestra observación por ser tan violenta y rápida; así también los acontecimientos de la vida pasan dejándonos de lado, y, aunque dan la impresión de que permanecen, no se detienen ni siquiera un instante sino corren en perpetuo torbellino. 142. Y los que están despiertos, que en la incertidumbre de sus percepciones en nada difieren de los que duermen, se engañan a sí mismos al creerse capaces de ver las naturalezas de las cosas con infalibles razonamientos. Cada uno de los sentidos les resulta un obstáculo en el camino hacia. el saber, pues déjase sobornar por los objetos que contempla, por los sonidos que escucha, por las variedades de gustos, por las particularidades de los olores, hacia los cuales se vuelve y por los cuales es arrastrado, no permitiendo de este modo al conjunto del alma mantenerse recto y avanzar sin tropiezo como por un amplio camino. De ese modo, los PAGE 51

sentidos producen la confusión entre lo alto y lo bajo, entre lo grande y lo pequeño, y todo lo emparentado con la desigualdad y la irregularidad; y provocan fatalmente el vértigo creando inmensa desorientación. 143. XXIV. Por eso, estando la vida saturada de tan grande perturbación y desorden, es preciso que el hombre de estado se presente y, como un sabio intérprete de sueños, explique los. sueños y visiones que en pleno día tienen los que creen que están despiertos; y que con conjeturas razonables y verosímiles brinden enseñanzas acerca de cada una de esas visiones, indi cando que esto es hermoso, aquello feo, esto bueno, aquello malo, esto justo, aquello injusto; y así en todo lo demás: lo prudente, lo valiente, lo piadoso, lo santo, lo conveniente, lo útil; y a la inversa, lo inútil, lo irrazonable, lo innoble, lo impío, lo profano, lo inconveniente, lo dañoso, lo egoísta. 144. Y a estas enseñanzas agrega todavía otras tales como: Esto es ajeno; no lo desees. Esto te pertenece; úsalo sin abusar. Tienes gran des riquezas; compártelas con otros, pues lo excelente de la riqueza no reside en las bolsas repletas sino en la ayuda a los necesitados. Posees poco; no envidies a los pudientes, pues nadie compadece a un pobre envidioso. Eres famoso y has recibido-honores; no te ensoberbezcas. Las circunstancias te han redu cido a una humilde condición, que tu espíritu no se deprima. Te van todas las cosas tal como deseas; debes estar preparado» para el caso de que cambien. Tropiezas a menudo; ten fe en que vendrán tiempos mejores, pues las cosas humanas se truecan en sus contrarias. 145. La luna, el sol y el cielo todo presentan claras y nítidas determinaciones porque cada cosa de allí permanece invariable y regulada por las leyes de la verdad mis ma, según armoniosas ordenaciones y las más excelsas de las sinfonías. Las terrenales, en cambio, como están llenas de in menso desorden y perturbación, son, en el estricto sentido de la palabra, discordantes y sin armonía, ya que en ellas prevalece una obscuridad profunda, mientras que las del cielo muévense en la más radiante claridad, o más bien, ellas mismas son una luz inmensamente nítida y pura. 146. Por cierto que, si alguien quiere penetrar en lo íntimo de las cosas, hallará que el cielo es un eterno día, sin que en él se den ni noche ni sombra. alguna, pues en todas sus partes brilla incesantemente con claridad inextinguibles y sin mezcla. 147. Tanto cuanto difieren entre los hombres los que están despiertos de los que están dormidos,21 difieren también, en el plano universal, las cosas celestes de las terrestres, pues aquellas permanecen en ininte rrumpida vigilia gracias a la acción de fuerzas que no andan errantes ni tropiezan ni se desvían jamás; en tanto que las segundas están entregadas al sueño, y, aunque puedan por breve tiempo levantarse, son de nuevo arrastradas hasta caer de nuevo en el sueño, pues son incapaces de ver rectamente con el alma y andan extraviadas y tropezando, envueltas en las sombras de las vacías opiniones, que las fuerzan a soñar; y rezagadas con respecto a los hechos, de modo que nada pueden captar de ma nera firme y segura. 21 Ver Sobre los sueños II, 43 a 47. 148. XXV. También encierra un simbolismo la afirmación de que José sube sobre el segundo de los carros. El hombre de estado ocupa el segundo lugar con relación al rey. No es, en efecto, ni un particular ni un rey, sino algo intermedio entre ambos, pues es más importante que un hombre común y menor que un rey, cuyo poder es absoluto, en tanto que él tiene por PAGE 51

rey al pueblo, a cuyo servicio está resuelto a hacer todas las cosas con pura y sincera buena fe. 149. Además, es conducido, como sobre el asiento de un carro, sobre el elevado sitial a donde le llevan los acontecimientos v las multitudes; en espe cial cuando todas las cosas, pequeñas y grandes, resultan como él desea, cuando no surge contrariedad u oposición alguna, y todo, como en una feliz travesía, es guiado sin peligro por el timón de Dios. En cuanto al anillo que el rey da al joven, es una clarísima prueba de la confianza que ese rey que es el pueblo tiene depositada en el hombre de estado, y el hombre de estado en el rey pueblo. 150. El collar de oro en tomo de su cuello parece significar tanto la fama como el castigo, pues, mientras los negocios públicos van bien encaminados para él, es enaltecido, venerado y honrado por las multitudes; pero, cuando sobreviene el desastre, no por deliberado propósito, que sería actitud culpable, sino fortuitamente, lo que es perdonable; así y todo, es arrastrado y derribado mediante el adorno que rodea su cuello, y sufre su humillación mientras le parece oír a su amo, que dice: "Este collar en tomo de tu cuello te lo obsequié para adorno si mis asuntos marchaban bien, y como cuerda de horca si resultaban adversos." 151. XXVI. He oído, sin embargo, a quienes explican también alegóricamente este mismo punto, pero de distinta manera. Su explicación es la siguiente. Dicen que el rey de Egipto es nues tra inteligencia, es decir, el soberano del país corpóreo que hay en cada uno de nosotros, el que está investido del poder, como un rey. 152. Cuando la inteligencia se convierte en amiga del cuerpo, todos sus esfuerzos se aplican a tres cosas, que entiende son las más dignas de especial cuidado: panes, alimentos cocidos y bebidas; y por eso echa mano a tres encargados: un jefe de reposteros, un copero mayor y un jefe de cocinas, el primero de los cuales preside lo concerniente a la comida, el segundo lo relativo a la bebida, y el último los condimentos que se agregan a. los alimentos propiamente dichos. 153. Todos ellos son eunucos, pues el amante del placer es estéril en las cosas más necesarias: en sensatez, en modestia, en templanza, en justicia y en el resto de las virtudes, ya que no existen dos cosas sepa radas por la hostilidad tan grande como la que separa de la virtud al placer, a causa del cual los más descuidan las únicas cosas que merecen ser tenidas en cuenta, complaciéndose, en cambio, en incontenibles concupiscencias y accediendo a lo que ellas ordenan. 154. El jefe de cocinas no es conducido a prisión ni sobre él cae castigo alguno, en razón de que los condimentos no son elementos de suma necesidad ni constituyen placeres en sí, sino incentivos para el placer, fáciles de extinguir. En cambio, los otros dos, el jefe de reposteros y el copero mayor, los encargados de atender al miserable vientre, ellos sí sufren tales cosas debido a que la comida y la bebida constituyen los más indispensables entre los elementos necesarios para vivir; y quie nes los tienen a su cargo alcanzan el elogio si, naturalmente, lo ejercen como se debe; pero merecen que se los trate airada mente y castigue cuando lo descuidan. 155. Pero también difieren los castigos, porque la utilidad de uno y otro es diferente, siendo el empleo de alimentos absolutamente necesario, en tanto que el uso del vino no lo es totalmente, ya que los hombres viven igual sin recurrir al vino puro bebiendo el agua que brindan los manantiales. PAGE 51

156. Ese es el motivo por el que, mien tras en el caso del copero mayor tienen lugar reconciliaciones y acuerdos en atención a que la transgresión toca a la parte menos importante; en el caso del jefe de reposteros 22 no hay posibilidad de avenimiento y conciliación, y la irritación que provoca le acarrea la muerte, como que es culpable en algo de máxima importancia. La muerte, en efecto, es la consecuencia de la falta de alimentos, y así, es lógico que el culpable de ella muera en la horca, padeciendo el mismo mal que ha causado, que en este caso es precisamente haber "ahorcado"23 y torturado al hambriento mediante el hambre. 22 O jefe de ponederos. Cualquiera sea la acepción que se adopte, la idea de Filón es, evidentemente, que se trata del responsable de la preparación de alimentos sólidos en general, por oposición al copero mayor, a cuyo cargo está la provisión de bebidas. 23 Otro juego de palabras de Filón, quien echa mano a ellos aun a costa de malabarismos semánticos. 157. XXVII.24 Sobre estos puntos basta con lo dicho. Pues bien, José, designado lugarteniente del rey y elevado a la ad ministración y superintendencia de Egipto, viajó para darse a conocer a todos los habitantes; y, recorriendo los llamados nomos, ciudad por ciudad, logró que los que lo veían lo acogieran con mucho placer, no sólo por los beneficios que brindó a cada uno sino también por la impresión inefable y nada común que ofrecían su aspecto y trato en general. 24 Para los parágrafos 157 a 257 ver Gen. XLI, 46 a XLVII, 12. 158. Cuando, de conformidad con la interpretación de los sueños, sobrevino el primer período de siete años, que era el de abundancia, reunió, por intermedio de los gobernadores25 y demás funcionarios que le servían para atender las necesidades públicas, la quinta parte de los frutos de cada año y almacenó una cantidad tan grande de haces que nadie recordaba haber habido hasta entonces otra igual. La prueba más clara es que fue imposible contarlos, no obstante que muchísimas personas encargadas de ello no perdonaron esfuerzos por llegar a cabo un prolijo cálculo. 25 Los manuscritos registran el término hyparkhos = funcionario subor dinado, lugarteniente, gobernador, etc., cuyo sentido exacto para el caso es imposible de determinar. Tal vez se trate de un error y deba leerse topárkhes = magistrado o jefe local, vocablo empleado en Gen. XLI, 34. 159. Pero transcurridos los siete años en los que la tierra llana produjo grandes cosechas, comenzó el hambre, el que, extendiéndose y creciendo, traspuso las fronteras de Egipto. Esparciéndose alcanzó también sucesivamente a ciudades y países hasta los límites del oriente y del occidente, y no tardó en hacer presa de toda la tierra habitada en tomo de Egipto. 160. Es fama, en efecto, que jamás una enfermedad de tal magnitud agobió a la sociedad humana. Era semejante a la que los médicos llaman herpe,26 en razón de que, avanzando paso a paso a la manera del fuego, va atacando una a una todas las partes de esa comunidad que constituyen los maltrechos cuerpos. 26 Como en otras ocasiones Filón recurre al paralelo con esta enfermedad caracterizada por la extensión progresiva de una erupción sobre la piel, acompañada de comezón e inflamación. 161. Y así fue como en cada región, escogiendo por comisionados para la adquisición de trigo a los de mayor repu tación, los enviaron hacia Egipto, pues se había divulgado ya hacia todas PAGE 51

partes la noticia de la previsión del joven que había almacenado provisiones inagotables para la época de escasez. 162. José ordenó primeramente que fueran abiertos todos los depósitos, pensando que así reconfortaría el ánimo de los que los vieran y nutriría, por así decir, las almas con saludables esperanzas antes de nutrir los cuerpos. Luego, por intermedio de los comisionados en las intendencias de víveres, vendió a los que querían comprar, atento siempre al futuro y considerando con mayor preocupación lo por venir que lo presente. 163. XXVIII. En esas circunstancias, también el padre de José, que ignoraba la próspera situación de su hijo, ante la escasez de lo necesario para subsistir, envió a diez de sus hijos para la compra de trigo. Al menor, que era el hermano uterino del lugarteniente del rey, lo retuvo en su casa. 164. Cuando aquéllos llegaron a Egipto, tuvieron una entrevista con su her mano, pensando que se trataba de un extraño; y, asombrados ' ante la dignidad de su persona, se prosternaron ante él de acuerdo con la antigua usanza, con lo que vino a cumplirse al cabo lo que él había visto en sueños. 165. José, al contemplar a los que lo habían vendido, los reconoció al instante a todos, sin ser reconocido absolutamente por ninguno de ellos. Dios, por imperiosas razones, que entonces era mejor permanecieran en secreto, deseaba que no se revelara la verdad; y así, o cambiaba la visión de los que veían a José, haciendo que la figura del administrador del país resultara más majestuosa aún, o alte raba las aprehensiones de sus entendimientos para que no fue ran exactas. 166. En esas circunstancias, José, elevado a tan altas funciones, pese a su juventud, investido del primer cargo después de la dignidad real, contemplado con admiración en el este y el oeste, exaltado en la plenitud de su vida con la gran deza de su poder; aunque tuvo oportunidad de vengarse, no les guardó rencor. Pero, sobreponiéndose con firmeza a sus senti mientos y ocultándolos en su alma, con muy bien deliberado propósito, fingió hostilidad hacia ellos y simulando desagrado en las miradas, la voz y las demás actitudes, les dijo: "Señores, vuestras intenciones no son pacíficas; alguno de los enemigos del rey os ha enviado como espías, y vosotros, al acceder a prestarle estos bajos servicios, habéis pensado que no seríais descubiertos; pero ninguna acción insidiosa pasa inadvertida, aunque una profunda obscuridad la cobije." 167. Los herma nos intentaron justificarse y sostuvieron que los cargos carecían de fundamento, diciendo que ni estaban allí enviados por per sonas hostiles; ni ellos estaban mal dispuestos para con los habitantes del país, ni aceptarían jamás semejante misión, pues eran hombres pacíficos por naturaleza y tenían aprendido desde casi la primera infancia a valorar la vida bien ordenada junto a un padre lleno de santidad y amadísimo de Dios, "Nues tro padre", decían, tiene doce hijos, de los cuales el más joven, por no tener aún edad suficiente para viajar al extranjero, permanece en nuestra casa; otros diez somos nosotros, los que aquí tienes ante tu vista, y el restante ya no existe." XXIX. ¿Qué sentimientos no experimentaría el alma de José al escuchar estas cosas, y oír cómo los que lo habían vendido declaraban que estaba muerto? 168. Aunque no dejó traslucir por el momento su emoción en modo alguno, en su fuero PAGE 51

interno consumíalo completamente el recóndito fuego encendido por ellos. Sin embargo, disimulando su estado de ánimo, les dijo: "Si es verdad que no habéis venido como espías a este país, dadme una prueba de buena fe quedándoos vosotros aquí por breve tiempo y mediante una carta llamad a vuestro hermano menor para que venga hasta aquí. 169. Pero, si estáis deseo sos de partir a causa de vuestro padre, que tal vez esté alarmado por lo prolongado de vuestra ausencia, partid todos los demás y que uno solo de vosotros permanezca .aquí. en calidad de, rehén hasta que regreséis con el más joven. En caso de que os neguéis a obedecer, sufriréis el más grave de los castigos, la muerte." 170. Y tras estas amenazas, se apartó de ellos mirán dolos de soslayo y dando muestras, aparentes solamente, de profunda irritación. Ellos, por su parte, llenos de pesar y desánimo, se reprochaban a sí mismos por la acción falaz contra su her mano. "Aquella iniquidad", decían, "es la causa de nuestros presentes males. La justicia, que lleva cuenta de los hechos de los seres humanos, ya toma medidas contra nosotros. Durante un corto tiempo ha permanecido callada, pero ahora se yergue y muestra su naturaleza implacable e inexorable a aquellos que merecen castigo. 171. ¿Y cómo no hemos de merecerlo, si, ajenos a toda piedad, hicimos caso omiso de las súplicas y ruegos de nuestro hermano? Ninguna falta había cometido y, sólo movido por su amor hacia los suyos, nos había contado, como a personas íntimas, las visiones tenidas en sueños; pero nosotros, los más salvajes y brutales de los hombres, disgustados por esas visiones, hemos consumado actos, que, preciso es decir la verdad, nada tienen de honestos. 172. Tengamos, pues, por cierto que padecemos no sólo este castigo sino también otros peores aún, ya que, siendo casi los únicos entre todos los hombres cuya condición de personas nobles débese a las eminentes virtudes del padre, del abuelo y de los otros antepasados, he mos deshonrado a nuestra estirpe y hecho todo lo posible para cubrirnos de infamia." 173. El mayor de todos los hermanos, aquel que desde el principio se había opuesto a la intriga que tramaban, les dijo: "De nada sirven los arrepentimientos tardíos. Yo os hice ver cuan grande iniquidad cometeríais y os pedí y supliqué que no os dejarais llevar por vuestra irritación; pero, aunque debíais haber aceptado mi advertencia, permitisteis que se concretaran vuestros irreflexivos propósitos. 174. El resul tado es que estamos recogiendo lo merecido por nuestra sober bia e impiedad. La intriga que maquinamos contra nuestro hermano está siendo investigada, y el investigador no es un hombre sino Dios o Su lógos o Su ley." 175. XXX. Mientras ellos hablaban sin preocupación alguna, pues en la conversación había intervenido un intérprete,27 el hermano vendido por ellos escuchaba lo que decían. Vencido al cabo por la emoción y a punto ya de llorar, dio vuelta el rostro y derramó cálidas e ininterrumpidas lágrimas hasta que experimentó algún alivio. Cambiando, entonces, de semblante, se volvió y mandó que el segundo de los hermanos fuera atado en presencia de los otros. Este hermano era el que correspon día a él, puesto que en una serie el segundo es simétrico del penúltimo por la misma razón por la que el primero lo es del último. 27 De cuya intervención colegían que el virrey no hablaba la lengua hebrea, y por lo tanto podían hablar ellos con toda libertad, seguros de no ser entendidos; lo cual supone que el intérprete se había alejado, no así José, que, pese a lo afirmado en el parágrafo 170, estaba a PAGE 51

una distancia lo suficientemente corta como para alcanzar a oírlos. 176. Pero, bien puede ser también que haya pensado que a este hermano le correspondía la mayor responsabilidad en la mala acción, pues había sido prácticamente el jefe del grupo y director de la malvada trama. En efecto, si se hubiera adherido al hermano mayor cuando éste aconsejaba benignidad y humanidad; aunque era menor que aquél, como mayor que los otros casi seguramente hubiera evitado la iniquidad, pues los dos de más alta posición y jerarquía hubieran sumado sus sentimientos y propósitos acerca del asunto y esto de por sí hubiera sido un peso decisivo en el platillo de la balanza. 177. Pero a esa altura de los hechos, al renunciar a la disposición benigna y superior y desertar hacia la cruel e inhumana cuya dirección asumió, de tal modo animó a sus colaboradores en el atropello, que estos pusieron todo su empeño en la vitu perable empresa. Tal fue, a mi entender, la causa por la que solo éste fue encadenado. 178. Ya se aprestaban los demás para el viaje de retorno a su tierra, cuando el administrador del país mandó a los encar gados de la venta de trigo que llenaran todas las alforjas de sus hermanos, como si se tratara de extraños; que colocaran en secreto en la boca de cada una de ellas el dinero recibido en pago, sin comunicar la devolución a los beneficiados; y, en ter cer lugar, que agregaran alimentos adicionales en cantidad suficiente para el viaje, a fin de que el trigo comprado llegara a destino en su totalidad. 179. Ya en camino, los hermanos sentían compasión, como era natural, por el que quedaba en cadenado, y no menos se lamentaban por su padre, que una vez más se enteraría de una desgracia y de que en cada viaje su numerosa prole disminuía y cercenábase. "No querrá creer", decían, "que ha quedado encadenado, y pensará, en cambio, que lo de las cadenas es un pretexto para encubrir su muerte; que los que una vez han experimentado un mal vuelven a caer en las mismas desgracias." En esto les sorprendió el anochecer y, cuando hubieron bajado las cargas de los animales, éstos se sintieron aliviados; no así ellos, que experimentaban en sus almas preocupaciones más pesadas aún28 pues, como sucede de ordinario, cuando los cuerpos descansan, más claramente lle gan al entendimiento las visiones de las adversidades y penosa en extremo es la aflicción que lo oprime. 28 Que cuando se marchaban. 180. XXXI. Por otra parte, habiendo uno de ellos desatado una de las alforjas, vio en la boca de la misma una bolsa llena de dinero y, habiéndolo contado, halló que le había sido devuelta la misma suma que había pagado por el trigo; y, presa de estupefacción, refirió el hecho a sus hermanos. 181. Éstos no sospecharon que se trataba de un regalo y, pensando que estaban ante una trampa, se descorazonaron y, aunque deseaban examinar todas las alforjas, el temor de que vinieran siguiéndolos los movió a levantar campamento sin pérdida de tiempo y a avanzar con toda prisa. Corriendo, casi sin un respiro, cumplie ron un trayecto de muchos días en un tiempo relativamente breve. 182. Al cabo reunidos en tomo a su padre, lo abrazaron no sin lágrimas, y lo besaron a medida que él tomaba a cada uno y lo estrechaba entre sus brazos con intenso afecto. Sin embargo su alma adivinaba ya alguna adversidad. En efecto, a medida que se aproximaban y los saludaba, los iba observando y, pensando que el hijo que faltaba se había retrasado, lo reprochaba por su PAGE 51

tardanza y miraba hacia los accesos ansioso de ver completo el número de sus hijos. 183. Pero, como nadie se acercaba ya desde fuera, ellos dijeron, viéndolo alarmado: "Pa dre, en las adversidades la incertidumbre es más afligente que el conocimiento de la verdad; que quien la conoce puede hallar el camino de la solución, en tanto que la ambigüedad de la ignorancia es causa de perplejidad e impotencia. Escucha, pues, una historia dolorosa por demás, pero que es preciso contarte. 184. El hermano que fue enviado en nuestra compañía a la compra de trigo y que no ha retomado, está vivo y debes apartar de ti el pensamiento de su muerte y con ello el miedo de lo peor. Pero, aunque está vivo, permanece en Egipto con el administrador de ese país, quien, o por insidias de alguien o por sus propias sospechas, nos ha acusado de espías. Nosotros nos defendimos de la manera como las circunstancias lo acon sejaban y le hablamos de ti, nuestro padre, y de los hermanos ausentes, diciéndole que uno estaba muerto ya y que el otro se había quedado contigo, pues, como era joven, había permanecido en casa a causa de su edad. Expusimos abiertamente y sin ocultamientos todo lo concerniente a la familia, sin dar lugar a malentendido alguno; [185.] pero él dijo que la única prueba que aceptaría de la verdad de lo que decíamos sería que el hijo más joven se presentara ante él; y que para asegurarse de esto quedaría detenido el segundo de los hermanos como garantía y prenda por el otro. 186. Ninguna disposición hu biera sido más penosa que esta, pero quien nos la imponía más era la situación que quien la ordenaba, y hubimos de acatarla forzosamente a causa de las provisiones indispensables para los agobiados por el hambre, provisiones que sólo Egipto puede proporcionar." 187, XXXII. El padre lanzó un profundo gemido y dijo: "¿Por quién debo llorar primero? ¿Por el penúltimo de mis hijos, que fue el primero, no el último, al que cupo la suerte de los desdichados? ¿Por el segundo, que obtuvo el segundo galardón en las desventuras: cadenas en vez de la muerte? ¿O por el menor de todos, que, en caso de partir, habrá de recorrer un fatídico camino, sin que las desgracias de sus hermanos hayan fogueado su espíritu? Yo, entre tanto, dividido miembro por miembro y parte por parte; que los hijos son parte de sus progenitores; yo, el considerado hasta hace poco como padre de una nume rosa y excelente prole, corro peligro de quedarme sin hijos." 188. Entonces, el mayor de los hijos le dijo: "Yo te entrego en garantía mis dos hijos, los únicos que he engendrado. Mátalos si no te devuelvo sano y salvo al hermano que tu pondrás en mis manos y cuyo viaje a Egipto habrá de procuramos dos grandes ventajas: una, probar claramente que no somos espías' ni enemigos; otra, poder rescatar a nuestro hermano del cautiverio." 189. El padre, lleno de pesadumbre, decía que no sabía qué hacer, pues de dos hermanos nacidos de la misma madre 29 uno ya estaba muerto y el otro, que había quedado aislado y solo, miraría con prevención el viaje y sufriría una muerte en vida a causa del terror que despertarían en él las cosas terribles sucedidas al otro anteriormente. Mientras esto decía, ellos esco gieron al cuarto en edad, el más animoso entre todos, al par que hombre hábil por naturaleza para dirigir y con capacidad para hablar; y lo persuadieron para que expusiese lo que pensaban todos. PAGE 51

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José y Benjamín, hijos de Raquel y medio hermanos de los hijos de Jacob nacidos de Lía, Bala y Zelfa. 190. Entendían que, como escaseaban las pro visiones, pues el trigo traído en el precedente viaje estaba agotado y el hambre prevalecía y los agobiaba, había que partir a comprarlo, pero que no debían marchar sin llevar consigo al más joven, puesto que el administrador del país les había prohibido presentarse sin él. 191. El padre, hombre sabio como era, reconoció que más valía exponer a uno solo a las eventua lidades de un incierto futuro, que abandonar a tantos hombres a la segura ruina que se cernía sobre cada hogar bajo el peso de esa incurable enfermedad que es el hambre, y por eso dijo: [192.] "Pues bien, si la fuerza de la necesidad es más poderosa que mi voluntad, preciso es acceder. Tal vez la Na turaleza tiene dispuesto algo mejor, que todavía no considera conveniente revelarnos. 193. Tomad, pues, al más joven, como proponéis, y marchad, pero no de la misma manera que antes. En la anterior ocasión ibais como simples desconocidos que no habían experimentado aún ningún mal irreparable, y no necesi tabais otra cosa que dinero para la compra de trigo; en esta, en cambio, habéis de llevar también regalos por tres motivos: primero para causar buena impresión en el gobernador y jefe de aprovisionamientos, quien, según decís, os conoce ya; se gundo para rescatar más rápidamente al detenido, presentando un abundante rescate; y tercero para borrar hasta donde ello es posible, toda sospecha de que sois espías. 194. Tomad, por lo tanto, muestras de cuantos frutos produce nuestra tierra y llevádselos en calidad de primicias a ese hombre, junto con una doble cantidad de dinero, vale decir, el que os fue devuelto la vez anterior, que quizá os fue devuelto por descuido de alguno; y otra suma suficiente para la compra del trigo. 195. Y llevad también mis plegarias, que dirijo al Dios de salvación para que en vuestra condición de extranjeros resultéis gratos a los habitantes del país y retornéis sanos y salvos, y devolviendo a vuestro padre lo que se ha visto forzado a ceder en prenda, es decir, sus hijos: aquel que la vez anterior fue dejado en cade nas y el que ahora os lleváis con vosotros, joven en extremo y sin experiencia en la vida." Ellos partieron y se encaminaron hacia Egipto. 196. XXXIII. Pocos días después el administrador del país los vio llegar y se alegró mucho. El mayordomo de su mansión recibió la orden de preparar un suntuoso banquete y de conducirlos a participar de su sal y de su mesa. 197. Como se los llevó sin que se les informara con qué intención, estaban ellos aterrados y confusos, conjeturando que iban a ser acusados de robo alegándose que habían hurtado el dinero del trigo que la vez anterior habían encontrado en sus alforjas. Entonces se aproximaron al mayordomo y expusieron su defensa, descargando sus conciencias de algo que nadie se había adelantado a echarles en cara; y presentaron y mostraron, al mismo tiempo, el dinero que traían para su devolución. 198. Pero el mayordomo los reanimó con palabras amables y benévolas diciéndoles: "Nadie es tan impío como para difamar las gracias de Dios, que propicio nos sea. Él, en efecto, ha hecho PAGE 51

llover tesoros en vuestras alforjas, proveyéndoos no sólo de alimentos sino tam bién de dinero para que hagáis uso de él." 199. Calmados ya, ellos comenzaron a colocar ordenadamente los presentes que habían traído desde su tierra; y, cuando hubo llegado el señor de la mansión, se los ofrecieron. Él preguntó cómo se encontraban y si vivía todavía el padre de quien antes le habían hablado; y ellos nada respondieron acerca de sí mismos, pero acerca de su padre le dijeron que vivía aún y estaba bien de salud. 200. José elevó una invocación por él y lo llamó muy amado de Dios; y entonces, cuando al echar una mirada en tomo vio a Benjamín, el hermano nacido de la misma madre que él, no pudo contenerse y, vencido ya por la emoción, se dio vuelta antes de que ello se hiciera patente, y con el pretexto de un asunto urgente, pues no era todavía ocasión de darse a cono cer, salió de prisa hacia un lugar retirado de la casa, donde estalló en sollozos y derramó un torrente de lágrimas. 201. XXXIV. Enjugó luego su rostro y, dominando la razón a la aflicción, retomó y agasajó a los extranjeros con un banquete, no sin antes devolverles al que había quedado en calidad de rehén por el menor de todos. En el convite participaron también otros dignatarios egipcios. 202. Durante el mismo cada grupo observó las costumbres ancestrales relativas al trato en la mesa, pues José entendía que es cosa lamentable violar las antiguas usanzas, particularmente en un banquete, donde los placeres son más numerosos que los malestares. 203. Habiendo ordenado que se sentaran de acuer do con el orden de edad; que por entonces los hombres no tenían aún la costumbre de reclinarse en los convites; ellos se sorprendieron de que los egipcios se atuvieran a las mismas re glas que los hebreos y se preocuparan por el orden de prece dencia, demostrando un conocimiento de la diferencia de ho nores que corresponden a los de más edad y a los más jóvenes. 204. "Tal vez en otro tiempo", decían, "este país conoció formas de vida menos cultivadas, y este hombre, después que llegó al poder, introdujo el buen orden no sólo en los grandes asuntos, de los que depende el llevar a feliz término lo relativo a la paz y a la guerra, sino también en los que se tienen por menos importantes; la mayor parte de los cuales tocaron a acti vidades intrascendentes; entre ellas los convites, que exigen alegría y no resultan en modo alguno lugar apropiado para convidados excesivamente serios y austeros." 205. Mientras ellos plácidamente discurrían tales alabanzas, iban siendo preparadas mesas moderadamente suntuosas, pues el dueño de casa no consideraba conveniente, teniendo en cuenta el hambre reinante, darse a los placeres en medio de las desventuras de otros. Ellos, con muy buen criterio, hicieron recaer también sobre este de talle sus encomios, sosteniendo que había evitado una grosería, cosa vituperable, y que quedaban a salvo tanto su condición de persona solidaria con los apremiados por la necesidad, como la de dueño de casa en el agasajo, colocándose en un punto medio entre ambos y evitando el reproche en uno y otro sentido. 206. Así pues, lo preparado nada tenía de chocante ya que resultaba acorde con las circunstancias presentes. Toda omisión era compensada por las continuas muestras de amistad, mediante brindis, votos e invitaciones a tomar de algo; cosas todas que proporcionan PAGE 51

mayor placer a los hombres de condición liberal y cultivada, que el que proporcionan todas las exquisiteces en materia de comidas y bebidas a los aficionados a los convites ajenos y propios; los que, para muestra de lo poco sensatos que son, hacen ostentación de cosas que no merecen la menor consideración. 207. XXXV. Al siguiente día, no bien despuntó la aurora, José mandó llamar al mayordomo de la mansión y le ordenó llenar de trigo todas las alforjas que los hombres habían traído, y poner, como la vez anterior, en las bocas de las mismas, bolsas con el dinero de la compra; y que se colocase además en la del más joven una hermosísima copa de plata, en la que él mismo acostumbraba a beber. 208. El mayordomo cumplió prestamente con lo ordenado, sin llevar consigo testigo alguno; y ellos» ignorantes de lo sucedido secretamente, partieron de regreso, contentos por toda aquella buena suerte, que sobrepasaba sus esperanzas. 209. Lo que habían esperado era concretamente lo siguiente: ser falsamente acusados de haber rollado el dinero que se les había devuelto; no poder rescatar al hermano dete nido como rehén; y perder quizás también al hermano más joven, si quien les había forzado a traerlo lo retenía consigo. 210. Pero los acontecimientos sobrepasaban sus más esperan zadas súplicas. En vez de ser acusados, habían participado de la mesa y la sal, lo que los hombres consideran como señal de sincera amistad; habían también recobrado a su hermano sin haber sido éste objeto de violencia, y sin que mediase ges tión ni súplica alguna; y, en cuanto al más joven, lo llevaban sano y salvo hacia su padre. Además, no sólo se veían libres de las sospechas de espionaje sino traían también consigo cantidades inagotables de alimentos, amén de buenas perspectivas para el futuro. "En efecto", discurrían, "si llegan a repetirse los casos de escasez de provisiones, ya no partiremos de nuestro hogar llenos de miedo, como antes, sino con el placer de quien va al encuentro del administrador del país seguro de hallar en él un amigo personal y no un extranjero." 211. XXXVI. Pero, estas impresiones y las reflexiones que maduraban en el fondo de sus almas, viéronse interrumpidas por un súbito e inesperado contratiempo. En efecto, el mayordomo, por orden de su señor, salió apresuradamente tras ellos en com pañía de un buen número de servidores, agitando los brazos y haciendo señas para que se detuviesen. 212. Cuando les hubo dado alcance, lleno de sofocación les dijo: "Habéis confirmado los primeros cargos que se os echaron en cara. Una vez más habéis reanudado el camino de la iniquidad devolviendo mal por bien. Habéis hurtado el dinero del trigo y, no satisfechos con eso, habéis ido más allá aún. Es que la villanía, si se la perdona, cobra alas. 213. Vosotros, los agradecidísimos, los en extremo pacíficos, los que ni el nombre de espías conocíais, los que regresasteis con doble cantidad de dinero para devolver el de la primera vez, por lo visto como treta y señuelo para la caza y rapiña de cosas mayores aún; habéis robado la copa más hermosa y apreciada de mi amo, la misma en que bebió al brindar ante vosotros. Pero el éxito de la maldad no dura siem pre; aunque se las ingenia para pasar inadvertida, acaba por quedar al descubierto." 214. Mientras él continuaba en el mis mo tono, ellos quedaron paralizados y mudos, PAGE 51

abrumados de pronto por esos dos penosísimos males que son el dolor y el miedo, al punto de no poder ni siquiera abrir la boca, ya que la acometida de males inesperados deja mudos aun a los más elocuentes. 215. Pero, anonadados y todo, no queriendo que su silencio se interpretase como producto del remordimiento de sus conciencias, dijeron: "¿Cómo habremos de justificarnos y ante quién? Porque llevas camino de ser a la vez nuestro juez y nuestro acusador, tú, que, por lo que ya sabes de nosotros, deberías defendernos ante otros si nos formularan cargos. ¿Acaso nosotros, que, sin que nadie nos conminara a ello, trajimos con ánimo de devolverlo el dinero hallado en nuestras alforjas la vez anterior, hemos experimentado un cambio tal en nuestra manera de ser, que seamos capaces de retribuir con perjuicios y hurtos a quien nos acogió como huéspedes? Pues esto no ha ocurrido ni podrá jamás pasársenos por las mientes. 216. Pe rezca aquel de los hermanos que, sea sorprendido con la copa en su poder; que la muerte es el castigo que, a nuestro juicio, tal delito, si es que realmente se ha cometido, merece por mu chas razones. En primer lugar, porque la avidez de bienes y el deseo de lo ajeno es en grado sumo contrario a la ley; en segundo lugar, porque intentar dañar a los benefactores es com pletamente impío; en tercer lugar, porque es la más vergonzosa de las deshonras el hecho de que quienes blasonan de la nobleza de su estirpe, osen aniquilar con sus reprobables acciones el prestigio de sus antepasados. Si alguno de nosotros ha come tido el robo, culpable es de todos estos cargos y debe morir, pues lo que ha hecho merece infinitas muertes." 217. XXXVII. Y mientras esto decían, bajaban las cargas de sus bestias y procedían con toda diligencia a revisarlas. El mayordomo, que no ignoraba que la copa se hallaba oculta en la alforja del más joven, como que él mismo la había colocado sin ser visto, los engañaba comenzando su búsqueda por la alforja del mayor y siguiéndola en orden de edad, presentando y mostrar a cada uno su alforja hasta llegar al último, en cuyo poder se encontró el objeto buscado. Al verlo ellos lanzaron al unísono ayes lastimeros y, rasgando sus vestiduras, lloraban entre gemidos y anticipados lamentos tanto por la muerte de su hermano vivo aún, como por ellos mismos y por su padre, que había predicho las desgracias que le acontecerían a su hijo y solo con reservas había cedido ante los que querían llevar consigo a su hermano en el viaje. 218. Desalentados y confusos, retornaron por el mismo camino hacia la ciudad, agobiados por lo sucedido y seguros de que todo era fruto de una intriga y no de avidez de dinero por parte de su hermano, Luego, ya en presencia del administrador, dieron muestra de solidaridad fraternal nacido de un genuino afecto. 219. En efecto, cayendo todos a la par de rodillas, como si todos fueran culpables del robo, cargo cuya sola mención respecto a ellos constituía una iniquidad, lloraban, suplicaban y se ofrecían a sí mismos a cambio de su hermano, prometían aceptar voluntaria mente la esclavitud, llamábanlo amo de ellos y se aplicaban a sí mismos los calificativos de probletas, ecotribas, argironetos30 sin omitir ninguno de los calificativos propios de esclavos. 30 Con el término probleta tal vez se designe al esclavo que, abando nado por sus progenitores al nacer, pasó a la condición servil al ser recogido por alguien que se convirtió en su amo. Esto es, al menos, lo que posible mente deba inferirse de la etimología del término. Ecotriba era el esclavo-nacido en casa del amo; argíroneto, el adquirido por compra.

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220. Pero él, llevando aún más adelante la prueba, con aire en extremo severo, les dijo: "No haría yo cosa como esa, que significa convertir en esclavos a tantos por la culpa de uno solo. ¿Por qué razón se debe hacer partícipes de los castigos a quienes no han tenido parte en la ejecución del delito? Puesto que solo aquel lo cometió, solo él sea castigado. 221. Estoy al tanto de que antes de entrar en la ciudad también vosotros señalas teis que el culpable merecía morir; pero yo, que en todo me inclino hacia la humanidad y la moderación, hago más leve el castigo y lo sentencio a la esclavitud en vez de la muerte." 222. XXXVIII. Abrumados quedaron por la amenazadora deci sión y llenos de pesar por las falsas acusaciones de que eran objeto. En esto el cuarto en edad, que era osado y valiente al par que modesto, y que se expresaba con franqueza sin llegar al descaro, se adelantó y dijo: "Te ruego, señor, que no te dejes llevar por la cólera, ni tampoco, puesto que tienes asignado el cargo que sigue al de rey, nos condenes por anticipado sin escuchar nuestra defensa. 223. Cuando en nuestra primera vi sita nos preguntaste acerca de nuestro padre y de nuestro her mano, nosotros te respondimos: 'Nuestro padre es viejo, no tanto por los años que lleva vividos, cuanto por las adversidades incesantes, a causa de las cuales no ha cesado de vivir, como un atleta, en la práctica de trabajos y dolorosas experiencias difíciles de soportar. A su vez, nuestro hermano es en extremo joven y por él nuestro padre siente un amor fuera de lo común, puesto que, además de ser el postrero de sus hijos, es el único que queda de dos que nacieron de la misma madre, ya que-el mayor de ellos murió de manera violenta. 224. Cuando tú ordenaste que trajéramos a nuestro hermano hasta aquí y nos amenazaste con que, si no se presentaba, no admitirías que llegásemos a tu presencia, quedamos abatidos y, en llegando a casa, mucho nos costó exponer a nuestro padre tus condiciones. 225. Él en el primer momento se opuso, temeroso en ex tremo por la suerte del niño; pero, cuando las provisiones esca searon, como ninguno de nosotros se atrevía a venir a comprar trigo sin la compañía del más joven a causa de tus amenazas, él se dejó convencer, aunque con dificultad, en cuanto a enviar al niño con nosotros. Muchísimas veces nos echó en cara el haberte hecho saber que teníamos otro hermano, y otras tantas se tuvo por desventurado pues había de separarse del pequeño, niño aún e inexperto en las cosas de la vida, no sólo de un país extranjero sino también de la propia comunidad.31 31 "De la propia comunidad": la traducción es conjetural y corresponde a la corrección de Mangey, quien propone sustituir katá ten pólin = según (o de) la ciudad (o estado), cuyo sentido no se amolda al contexto, por katá ten ídian pólin = según (o de) su propia ciudad (o estado). 226. ¿Có mo, pues, llegaremos a la presencia de nuestro padre, siendo éstas las disposiciones de su ánimo? ¿Con qué ojos podremos contemplarlo si no llevamos al niño? Una muerte terrible se desplomará sobre él no bien oiga que no ha retornado; y luego nos llamará asesinos y parricidas cada uno de los maliciosos que se complacen en tales desgracias. 227. Y el mayor peso de la acusación caerá sobre mí, que di muchas seguridades a mi padre y acepté recibir al niño como depósito que había de devolver cuando me fuese exigido. Pero, ¿cómo, si tú no te apiadas de él, puedo yo devolverlo? Te pido que tengas piedad del anciano y que tengas presentes los sufrimientos que expe rimentará si no le es devuelto aquel a quien contra su propia voluntad confió en mis manos. PAGE 51

228. Tú, sin embargo, aplica el castigo que corresponde a las faltas que consideras que se han cometido contra ti. Yo me entregaré de mi entera voluntad. Regístrame como esclavo a partir de este día; que con gusto soportaré la suerte de los esclavos recién comprados, a cambio de que quieras dejar en libertad al niño. 229. Si accedes a esto, no será él mismo el favorecido sino alguien que no está aquí presente, que se verá aliviado en sus preocupaciones, el padre de todos los que te estamos suplicando. Porque eso so mos: suplicantes que nos hemos acogido a la protección de tu muy venerable diestra, la que ojalá no frustre nuestra esperanza. 230. Ten, pues, piedad de la vejez de un hombre que ha dedicado los esfuerzos de su vida toda a conquistar los trofeos de la virtud. Las ciudades de Siria no han podido menos que acogerlo y honrarlo, no obstante que sus costumbres y hábitos son muy distintos de los de ellas, diferenciándose él en no pequeña medida de los habitantes de la región. Pero ha prevalecido la nobleza de su vida y la reconocida adecuación de sus palabras a sus obras y de sus obras a sus palabras; al punto de que, aun aquellos que por prejuicios ancestrales no lo mi raban con buenos ojos, acabaron por sentirse identificados con él. 231. La gratitud que habrás de lograr es superior a cuantas puede el hombre alcanzar, pues no hay para un padre un don superior al recobro de un hijo al que daba por perdido." 232. XXXIX. Todas estas escenas, así como las anteriores, eran pruebas mediante las que José tendía a averiguar cuál era el sentir que aquéllos demostraban bajo la mirada del admi nistrador del país hacia su hermano camal. Temía, en efecto, que abrigasen hacia éste cierto desapego natural, como el que suelen sentir los nacidos de una madrastra hacia los hijos de otra esposa que disfruta de las mismas consideraciones que la propia madre. 233. Tal era el motivo por el cual los había acusado de espías y les había hecho preguntas acerca de su familia con la intención de conocer si este hermano vivía aún y no había sido víctima de una intriga; y por el que, además, retuvo a uno de ellos permitiendo que los restantes partieran, previa promesa de traer consigo al más joven, al que ansiaba intensamente contemplar, para apartar la aflicción que tan penosamente pesaba sobre él. 234. Y fue, asimismo, el motivo por el que, aunque experimentó un moderado alivio una vez que tuvo ante su presencia y contempló a su hermano; después que los hubo invitado a la hospitalidad de su mesa, rodeó en ella a su hermano carnal de más suntuosos aprestos y atenciones que a los otros, y observó a cada uno tratando de descubrir en sus miradas si en su fuero íntimo se encerraba alguna secreta envidia. 235. Mas, cuando los vio contentos y complacidos por la distinción que brindábase al más joven, quedando a estas alturas establecido por dos testimonios que ningún desapego latente existía hacia el hermano, proyectó una tercera compro bación, consistente en aparentar que le había sido robada su copa y en echar la culpa al más joven. Esta había de ser la más clara prueba del sentir y del apego de cada uno de ellos hacia el falsamente acusado hermano. 236. De todas estas comprobaciones saco al cabo como conclusión que no existía animadversión ni intriga alguna contra la descendencia de su madre; y respecto de lo que a él personalmente le había ocu rrido, admitió en su fuero interno que sus sufrimientos no ha bían sido resultado de intrigas de sus hermanos sino de la providencia de Dios, quien ve desde PAGE 51

lejos los sucesos y contempla con la misma claridad los hechos futuros que los presentes. 237. XL. En consecuencia, vencido por los sentimientos de afecto familiar, no pudo dilatar más la reconciliación y ave nimiento. Para que ningún reproche pudiera alcanzar a sus hermanos por la acción cometida, consideró conveniente que ningún egipcio estuviera presente en este primer reconocimiento. 238. Mandó, pues, que toda la servidumbre se retirase, y entonces de improviso, mientras se desataba en un torrente de lágrimas, hízoles con la mano derecha señal de que se acercaran para que ningún otro pudiera por casualidad escuchar, y les dijo: "Voy a revelaros algo que ha estado envuelto en sombras y mucho tiempo pareció quedar definitivamente oculto; y seré yo sólo quien a vosotros solamente lo ponga de manifiesto. El hermano que vosotros vendisteis para ser traído a Egipto soy yo mismo, a quien veis ahora ante vosotros." 239. Atónitos y pasmados quedaron ellos ante lo inesperado de la revelación, y, como impelidos por una imperiosa fuerza, bajaron sus miradas hacia la tierra y permanecieron como clavados en el suelo, mu dos y boquiabiertos. Entonces él les dijo: "No os sintáis abati dos; yo os concedo el perdón y el olvido de cuanto hicisteis contra mí; no necesitáis de nadie que interceda por vosotros. 240. Por mi libre y espontánea decisión me avengo de grado a la reconciliación, siguiendo en ello la guía de dos consejeros: mi reverente respeto hacia mi padre, en consideración al cual sobre todo os muestro mi favor, y el natural amor al prójimo, que profeso a todos sin excepción, pero particularmente a los de mi misma sangre. 241. En cuanto a lo ocurrido, pienso que no vosotros sino más bien Dios ha sido la causa, y que se pro puso en ello que me convirtiera en administrador y dispensador de las gracias y los dones que Él se digna proporcionar al género humano en las circunstancias más apremiantes. 242. Una clara prueba de ello podéis tenerla en lo que estáis viendo. Todo Egipto está confiado a mis manos, poseo el primer lugar de honor ante el rey, y, aunque soy joven y él es de más edad, me honra como a un padre. Me colman de atenciones no sólo los habitantes de este país sino también la mayor parte de las otras naciones, tanto las vasallas como las independientes, porque todas ellas necesitan de quien las proteja en la indigencia. 243. Plata y oro hay almacenados a mí disposición exclusiva mente. y también lo que es más necesario que ambos, alimentos, que yo fracciono y distribuyo entre los que lo solicitan, de acuer do con las necesidades y urgencias de cada uno, de modo que ni les sobre para el mero placer ni les falte lo necesario para satisfacer su necesidad. 244. Esto os lo describo, no con ánimo de vanagloriarme y alabarme, sino para que percibáis que ningún hombre podría haber sido causa de cosas de magnitud tal como que un hombre sea esclavo, ya que eso fui yo a causa de una falsa acusación, y más tarde se convierta en señor; y para que comprendáis que aquel que trocó mis extremas desdichas y sinsabores en la más alta y mayor felicidad no fue otro sino Dios, para quien todo es posible. 245. Y pues yo me hallo de tal manera dispuesto, no tengáis ya prevención alguna, antes dejad de lado las inquietudes y trocadlas en un alegre optimis mo. Pero bueno sería que os apresurarais a ir hacia nuestro padre para ser los primeros en darle la buena nueva de mi PAGE 51

hallazgo: porque los rumores vuelan hacia todas partes." 246, Sus hermanos, dando rienda suelta a las palabras, no cesaban de pronunciar alabanzas en su honor una tras otra. Cada uno puntualizaba una cosa distinta de los otros: uno su incli nación al perdón, otro su amor familiar, otro su prudencia; y todos a la par ponderaban tanto su piedad puesta de manifiesto al atribuir a Dios el feliz desenlace de los acontecimientos, y al abandonar todo resentimiento por los sinsabores que acom pañaron a los ingratos comienzos y primeros contratiempos; como su fortaleza incomparable, que iba unida a una prudente discreción. 247. Habiéndose visto, en efecto, en tan grandes contrariedades, ni durante su esclavitud había pronunciado de nuncia alguna contra sus hermanos por haberlo vendido; ni, conducido a prisión, le había movido la desesperación a hacer público cosa alguna de las que guardaba en secreto; ni, durante su larga permanencia en la cárcel, había revelado las cosas que es costumbre revelar en tales lugares, pues es característico de los presos el contar sus personales infortunios. 248. Por el contrario, como si nada supiese de sus pasadas experiencias, habiendo tenido, con ocasión de la interpretación de los sueños a los eunucos y al rey, oportunidad propicia para exponer los hechos, ni siquiera entonces había hecho referencia a su nobleza de cuna. Y al ser designado lugarteniente del rey y asumir la superintendencia y administración de todo Egipto, tampoco había dicho nada para evitar que se le tomara por hombre insignificante y obscuro, no obstante ser realmente de noble estirpe; esclavo no por naturaleza sino a causa de infortunios y funestas intrigas por parte de quienes menos hubieran debido obrar así. 249. Y a este torrente de alabanzas se agregó un grande elogio de su equidad y afabilidad. Conocían ellos, en efecto, que los gobernantes suelen ser arrogantes y rudos, y se admiraban de la falta de ostentación v de desmedido énfasis de José; y también de cómo durante la primera estadía en Egipto, a poco de conocerlos, aunque pudo hacerlo matar o, en último caso, negarles al menos los alimentos en momentos de hambre, no sólo no los castigó, sino además les proporcionó lo necesario a título de obsequio, como si hubieran sido merecedores de su gracia, mandando que les fuera devuelto el dinero de la paga. 250. XLI. De ese modo la historia de la intriga y de su venta había permanecido sin hacerse pública y dentro de un secreto tan absoluto, que ahora los funcionarios egipcios se regocijaban pen sando que .por primera vez acababan de llegar los hermanos del administrador, e invitábanlos a gozar de su hospitalidad y se apresuraban a comunicar al rey la buena noticia; y una alegría general rebosaba por todas partes, no menos que si la planicie se hubiera tornado fértil y el hambre se hubiera trocado en abundancia. 251. XLII. Enterado el rey de que su lugarte niente tenía padre y numerosos parientes, los exhortó a que emigrase la familia en pleno, prometiéndoles dar la parte más fértil de Egipto a los que vinieran. A tal efecto, proveyó a los hermanos de carros, carruajes de lujo y gran cantidad de ani males cargados de provisiones, así como de una adecuada servi dumbre para que condujeran sin peligro alguno a su padre. 252. Cuando ellos llegaron a su casa y contaron la historia de su hermano, increíble v superior a toda esperanza, el padre no les dio crédito en absoluto, porque, aunque los que la contaban eran dignos de toda confianza, sin embargo lo extraordinario del asunto impedía aceptar PAGE 51

fácilmente su realidad. 253. Pero, cuando el anciano vio los equipajes propios de una ocasión como esa y los suministros inagotables de provisiones, que confirma ban los felices sucesos narrados acerca de su hijo, alabó a Dios por haber llenado el vacío que aparentemente 32 existía en una porción de su morada. 32 Aparentemente, porque aquel a quien se daba por muerto, José, existía en realidad. 254. Pero la alegría engendró inmediatamente en su alma 'también el temor por los ancestrales métodos de vida. Conocía, en efecto, la natural facilidad con que la juventud se desvía de su camino; la propensión Hacia el pecado, Que caracteriza la vida de otros pueblos y muy especial mente a Egipto, país que tiene por dioses a creaturas perecede ras y es incapaz de ver al verdadero Dios. Conocía, además, las incitaciones que la riqueza y la fama ofrecen a los entendi mientos poco prudentes, y sabía que, abandonado a sus propias fuerzas, sin que ninguna de las influencias moderadoras que le ofrecía la casa paterna le acompañara, solo y apartado de las buenas enseñanzas, estaría expuesto a adoptar extrañas costumbres. 255. Viéndolo dominado por tales sentimientos, Aquel cuya mirada es la única capaz de ver en la invisible naturaleza del alma, movido a compasión, se le apareció una noche durante el sueño y le dijo: "Nada temas en cuanto a la ida a Egipto. Yo mismo te guiaré en el camino y haré que tu marcha sea segura y placentera. Además te devolveré a tu tan anhelado hijo, que cierta vez creíste muerto y que no sólo está vivo sino se halla además a cargo del gobierno de tan gran país." Lleno Jacob de promisorias esperanzas, no bien despuntó la aurora se aprestó gozoso a partir. 256. Por su parte su hijo, habiendo oído la noticia de su partida, pues exploradores apos tados en la ruta lo mantenían al tanto de todo, salió con toda prisa al encuentro de su padre, cuando éste se hallaba no muy distante de la frontera. El encuentro tuvo lugar en la llamada ciudad de los héroes,33 donde sus cabezas se reclinaron sobre sus cuellos y sus lágrimas mojaron sus vestidos en medio de prolongados abrazos, a los que parecían no querer darles fin. Cuando al cabo pusieron término a tales efusiones, se dirigieron a la residencia real. 33 Tal es el nombre que se da en la versión de los LXX a la ciudad que en la versión hebrea se denomina Gosén. 257. El monarca, al ver al anciano, im presionado por su venerable aspecto, le dio la bienvenida, no ya como al padre de su lugarteniente, sino como a su propio padre, con todo respeto y consideración. Y, tras las acostum bradas y también especiales muestras de cortesía, le concedió una porción de tierras de suelo muy fértil y productivo; y a sus hijos, enterado de que eran cuidadores de ganado muy exper tos, los estableció como encargados de sus propios rebaños, confiándoles innumerables manadas de cabras, bueyes y ovejas. 258. XLIII.34 El joven Tose hizo gala de una honestidad sin igual, a tal punto que, brindándole las circunstancias y el curso de los acontecimientos muchísimas ocasiones para alcanzar ri quezas, y pudiendo convertirse en poco tiempo en el hombre más rico de su tiempo, su devoción a la riqueza genuina de verdad antes que a la espuria, a la riqueza con ojos antes que a la ciega, le movió a atesorar en las arcas reales todo el oro y la plata que reunió como producto de la venta del trigo, sin apropiarse ni de una sola dracma, y contentándose exclusivamente con los obsequios con que el rey retribuía sus servicios. 34 Para los parágrafos 258 a 260 ver Gen. XLVII, 13 a 26. PAGE 51

259. Como si se tratara de una sola casa, este hombre administró con eficacia superior a toda ponderación Egipto y con él a los otros países y naciones apremiados por el hambre, distribu yendo en la medida conveniente los alimentos y teniendo en cuenta no sólo la necesidad presente sino también las ventajas para el porvenir. 260. Así, al iniciarse el séptimo año de ca restía, como a estas alturas todos tenían sobrados motivos para esperar buenas cosechas, mandó llamar a los agricultores y les dio semillas de cebada y trigo para la siembra; pero, para que ninguno se apropiase de las mismas, sino sembrase en las tierras de labranza las que había recibido, escogió entre las personas de más calidad inspectores y supervisores para la vigilancia de la siembra. 251.34 Habiendo muerto su padre mucho tiempo después del período de hambre, sus hermanos, intranquilos y temerosos pues sospechaban que, recordando su iniquidad, José les haría víctimas de alguna dolorosa venganza, fueron a él acompañados de sus mujeres e hijos y le elevaron vehementes súplicas. 35 para los parágrafos 261 a 268 ver Gen. L, 15 a 26. 262. Pero él, sin poder contener el llanto, les dijo: "La presente circunstancia es propicia para despertar sospecha en aquellos que han cometido actos intolerables y sienten los reproches, no de otra persona, sino más bien de su conciencia. La muerte de nuestro padre ha renovado aquel antiguo temor que sentíais antes de nuestra reconciliación, como si, a vuestro juicio, os hubiera concedido el perdón sólo por no apenar a nuestro padre. 263. Mas el tiempo no cambia mi modo de ser; ni, después de haber acordado estar en buenos términos con vosotros, obraré en ocasión alguna al margen de ese avenimiento, porque no he estado yo aguardando una venganza largamente diferida, sino os he concedido para siempre el estar exentos de castigo. En ello he atendido, ¿para qué negarlo?, en parte al respeto que merecía nuestro padre, y en parte a los favorables sentimientos que no puedo menos que sentir hacia vosotros. 264. Y, aun suponiendo que todo cuanto hacía de noble y humanitario lo hacía solo en atención a nuestro padre, observaré las mismas normas aunque ya no esté él entre nosotros. Yo entiendo que ninguno de los hombres buenos está realmente muerto, sino vivirá eternamente sin envejecer jamás, con un alma inmortal por naturaleza, no atada ya a las necesidades del cuerpo. 265. Pe ro, ¿para qué sacar a colación al padre creado? Tenemos al Padre increado, el imperecedero, el eterno, "Aquel que todo lo observa y todo lo oye",36 aun las cosas que no se expresan; que ve en todo momento, aun en los más recónditos rincones de la inteligencia. Y es a Él a quien yo invoco como testigo de la sinceridad de mi reconciliación. 36 Ilíada III, 277, Odisea XI, 109 y XII, 323, donde se afirma esto del sol. 266. Yo, en efecto; y no os asombréis de lo que digo; pertenezco al Dios que convirtió vues tros malos designios en sobreabundantes bienes. Desechad, pues, todo temor; que en el futuro alcanzaréis beneficios mayores aún que los que gozasteis en vida de nuestro padre." 267. XLIV. Con tales palabras animó a sus hermanos, y con las obras confirmó sus promesas sin pasar por alto cosa alguna, siempre preocupado por ellos. PAGE 51