Movimiento Social Cannabico en Colombia Reflexiones

Movimiento Social Cannábico de Colombia, un proyecto con muchos retos y paradigmas por superar. El siguiente ensayo da c

Views 29 Downloads 0 File size 190KB

Report DMCA / Copyright

DOWNLOAD FILE

Recommend stories

Citation preview

Movimiento Social Cannábico de Colombia, un proyecto con muchos retos y paradigmas por superar. El siguiente ensayo da cuenta de un trabajo de observación realizado al movimiento cannábico de Medellín, en el marco de algunas de las teorías más predominantes en el estudio sobre los Movimientos Sociales (MS). A partir de la indagación empírica, este informe se plantea, como antesala a lo que podría ser un estudio más profundo, de carácter cualitativo, sobre este movimiento; pero que aquí se limita a exponer algunos rasgos característicos del movimiento, en coincidencia con tres de las teorías más predominantes dentro de estos estudios: La teoría del conflicto, La teoría de movilización de recursos, y La teoría de oportunidades políticas. Rasgos característicos del movimiento y repertorio de acción colectiva Una concepción de Movimiento Social que se acerca mucho a las características del Movimiento Cannabico es que: “Los movimientos sociales son grupos colectivos que actúan con algún grado de organización y continuidad fuera de los canales institucionales y organizacionales con el propósito de cambiar o defender la autoridad existente, bien sea institucional o cultural, en el grupo, organización, sociedad, cultura u orden mundial de la que ellos hacen parte. (Snow et al., 2004, l. 320) En este sentido, el movimiento pro-cannabico en Medellín, está caracterizado por su vínculo con las acciones de la MMG, que le da el carácter organizativo de un movimiento social como detenta Tilly. Es precisamente la conexión de los líderes locales con actores internacionales el que da carácter legítimo a las acciones de este colectivo (Tilly 1995: 18) Por ende, no es posible hablar del Movimiento Cannábico Colombiano (MCC) sin concebirlo dentro de la (GMM) Global Mundial March, que tiene sus orígenes en el movimiento social estudiantil 4:20. La GMM, abastece de estrategias y herramientas políticas al (MCC), y este las incluye en su “repertorio de acción colectiva” (Tilly, 1978; 1993). La Marcha a nivel global se caracteriza por ser pacífica, y sus actividades están definidas en todo un repertorio de acciones consistentes en mantener un flujo de comunicación regular entre los seguidores, promover actividades pedagógicas y artísticas y reforzar el ideario en torno a la planta. Valga la pena aclarar, que aunque el objeto de reivindicación es material. Es sobre la planta en sí misma, en la que recae toda una carga de reverencia simbólica, que no deja de llamar la atención.

Las consignas que rigen al movimiento a nivel global se resumen en los conceptos: “No más multas”, “Cultiva tus derechos”, “No más presos por plantar”, “Sal del tiesto y ven al jardín”; conceptos que en Colombia se traducen en frases más acordes al contexto y necesidades del movimiento colombiano. Por ejemplo: Marihuanero desmovilízate, que corresponde al concepto aplicado muchas veces al campo de las reivindicaciones sexuales como “Sal del Closet”; en ese mismo sentido, promueven mucho otra frase, “Mi mamá ya sabe”. Dando hincapié al hecho de que la concientización empieza por casa. Partiendo del concepto de Cohen, “la acción colectiva por lo general toma formas definidas que son familiares a los participantes, de la misma manera en que el arte de una época toma un número limitado de formas bien establecidas” (1995: 25). Es importante resaltar la carga cultural del movimiento y sus representaciones en torno a la música y la religión. En Colombia, las subculturas alternativas urbanas se identifican en aspectos tan poderosos como la música, la salud y el discurso de la no violencia. Las Manifestaciones públicas y concertadas de WUNC (valor, unidad, número y compromiso) se caracterizan por la acción o interacción individual a través de las redes sociales, que son el medio esencial para promover las diferentes actividades: La secuencia de acciones o interacciones que conforman una actuación distinguible, que se centra en su evento más importante, la marcha anual. La agrupación de actuaciones que conforman el repertorio del movimiento, se define en el siguiente marco de acciones: Reuniones de capacitación que fortalecen sus fundamentos teóricos. La declaración pública de manifiestos frente al reclamo de derechos y objeción ante la ley. El fortalecimiento social interno entre los diferentes grupos de interés, como estrategia en el fortalecimiento del tejido social del movimiento, consistente en charlas, conferencias, actividad en las redes sociales y la venta de parafernalia cannábica, con el fin de recoger recursos para los gastos básicos de los activistas. En este sentido, vale la pena anotar, que bajo las premisas de La movilización de recursos (Olson,1992; McCarthy y Zald, 1973) hay que destacar el recurso organizativo como el elemento fundamental de este movimiento, ya que la carencia de recursos materiales como el dinero y espacios privados, es escaso y dependen de la solidaridad de otros actores sociales, que encuentran afinidad con el movimiento.

Para “la consecución de las metas” (Silverman, 1975: 21), el movimiento acude a los recursos a los que tienen más fácil acceso, como la profesionalización de sus cuadros, la estabilidad de sus organizaciones y la eficacia estratégica de sus acciones colectivas (McCarthy y Zald, 1999). En este sentido, vale la pena resaltar, que en el uso racional de los recursos, el movimiento hace valer su potencial de convocatoria de masas en la marcha para atraer a otras organizaciones, de las que se obtiene respaldo, en recursos materiales como préstamo de sede y o humanos en cuanto a asesorías jurídicas, o el apoyo de las organizaciones inmersas en la defensa del Derecho Internacional Humanitario. El recurso fundamental del (MCC) en Medellín, consiste en la efectividad en hallar rasgos culturales que identifique a los diferentes colectivos en torno al movimiento, y la capacidad de trabajo en voluntariados y sin ánimo de lucro. En ese sentido, vale la pena destacar a Olson que habla de la noción de “incitación selectiva que pueden ser prestaciones y ventajas otorgadas a los miembros de la organización que convoca a manifestación, con una racionalidad que genera una voluntad colectiva” (1992: 60-63). El conjunto de campañas que los activistas incorporan a su narrativa y a su imaginario sobre el movimiento: se basa en el simbolismo que rodea la planta, como diosa, como objeto de culto, como medicina, como regalo de la naturaleza. Hay que subrayar en concordancia a las características que Tilly resalta de una campaña dentro del Movimiento Social, es que siempre debe vincular como mínimo, a tres partes: En el Movimiento Cannábico de Colombia serían el grupo de quienes se atribuyen la autoría de la reivindicación: Grupo pro-cannábico de Colombia, El objeto u objetos de dicha reivindicación: El reclamo como derecho individual al desarrollo de la libre personalidad y libertad de culto, en relación al consumo, porte y cultivo de la marihuana y sus restricciones desde la ley. El público, quienquiera que sea: La opinión Pública, representada por la comunidad internacional y el pueblo Colombiano. Considerando lo anterior, se da aquí importancia a lo que Tilly considera del uso de repertorios que caracterizan a los movimientos en conflicto, donde “repertorio” corresponde a un conjunto de rutinas aprendidas, compartidas y ejercitadas, creaciones culturales, que emergen de la lucha y las interacciones entre los ciudadanos y el Estado (Tilly, 1992). En este caso, estado, puede estar representado por las políticas que el gobierno colombiano ha asumido del proyecto global norteamericano en la Lucha antidrogas, pero que poco a poco va cediendo, ante la presión de actores políticos a favor de la legalización y la presión global del movimiento. En Medellín es claro que el objetivo se centra más en una legitimación social de los derechos como consumidores de la planta, que en una lucha por la

legalización. Tal vez porque de algún modo, los cannábicos en Colombia reconocen que es primordial cambiar las preconcepciones de una sociedad que los margina como criminales. En ese orden de ideas, algunos líderes del (MCC), Arguyen que el término legalización lleva necesariamente a una complejización legal burocrática que no están interesados discutir en su agenda, porque para ellos el asunto es claro, no van a seguir el juego de hipocresía politiquera colombiana del que se han lucrado dirigentes corruptos y señores de la guerra. Invocan a autores como Antonio Escohotado, presente en las actividades pedagógicas que realizan, donde se denuncia claramente la doble moral del gobierno colombiano desde los años 70, mostrando al mundo su adhesión en la lucha antidroga promovida por los Estados Unidos, mientras al interior, la producción y tráfico de marihuana y coca, mantuvieron toda una red clandestina que implicaba a altos y bajos funcionarios del estado, en plena asociación con los actores criminales del narcotráfico. “Colombia no es un productor a gran escala, aunque —como sucede en Tailandia con el opio— importa pasta base, la transforma en cocaína y la exporta luego a Estados Unidos y Europa. Su policía política, el llamado DAS (Departamento Administrativo de Seguridad), constituye una importante central de tráfico desde 1972, la corrupción cunde en su Policía Nacional y hay una impresionante frecuencia de militares comprometidos en operaciones de contrabando; su servicio diplomático se ha visto envuelto en numerosos escándalos, de los cuales quizá el mayor aconteció con su valija en la embajada de Madrid, remitida periódicamente con cargamentos de cocaína directamente por la secretaría particular del presidente Betancur. Ya en 1979 Time decía que la factura exportadora global de marihuana y cocaína superaba ampliamente la de todos los demás productos del país.” (Escohotado, 1997). Es fácil reconocer el resentimiento de los Cannábicos frente a las políticas de estado que los margina y los hace unos criminales. Esto se evidencia en los actos de irreverencia en las marchas, en contra de la fuerza pública, cuya acción violenta desde lo simbólico, consiste en arrojar el humo de marihuana, en la cara de los agentes policiales, y actualmente, en resistir a la presencia de la fuerza pública, durante la marcha. Por eso, los líderes del Movimiento han querido darle a la marcha, una connotación netamente carnavalesca; quizás buscando liberar tensiones entre los manifestantes y la fuerza pública por un lado y en procura de mostrar una imagen menos negativa del consumidor de marihuana por el otro. Momentos claves del Movimiento Cannábico en Colombia, en el contexto global y en conexión con la Teoría del conflicto.

Académicos, políticos, apenas si empiezan a responder atónitos ante la aparición de un proyecto que se levanta en contraposición a otro gran movimiento, el de La lucha antidrogas, establecido jurídicamente por Nixon en junio de 1971, pero con antecedentes como Movimiento Social , desde 1937; cuando el dueño de la empresa DUPONT, Andrew Melon, con intereses en la industria de los biocombustibles y la explotación de la lana, emprendió la persecución contra el cáñamo de la india, desde sus influencias en el Departamento del Tesoro, al ver supuestamente una competencia clara, en las virtudes industriales del cáñamo como fibra y biocombustible. Todo lo anterior, dando crédito a un sencillo pero contundente documental llamado Grass, premiado en Toronto, 1999. En este sentido, surge una característica primordial del movimiento, en concordancia con la Teoría del conflicto, que desde la noción de “repertorio de acción colectiva” de Tilly, señala que: “la acción colectiva es una relación entre al menos un par de actores colectivos” (1978: 143), y que para este caso están en conflicto y en este sentido, el movimiento global cannábico, surge como respuesta a la campaña global antidrogas, hecho que ubica al movimiento cannábico, inmerso en el movimiento Antiprohibicionista, pero que no necesariamente está fusionado a él, dados los diferentes contextos políticos, de las 750 ciudades que se han sumado a la marcha, ya que como en el caso de España, al estar adherido el objeto de reivindicación del movimiento, a discursos del uso terapéutico de la planta, no se puede avalar el uso de drogas a las que ha sido más fácil demostrárseles su grado de nocividad. Liderazgo y jerarquías en el movimiento Desde una mirada prejuiciosa, es posible ver en las manifestaciones del Movimiento Social Cannábico ese rasgo irracional que le asignaron autores como William Kornhauser y Érik Neveu, a las masas. Quienes las definían como un fenómeno social irracional y espontaneo, riesgoso para el orden social, aislado de la experiencia personal, en sus palabras: “una reunión cualquiera de individuos de cualquier nacionalidad, profesión. En ellas el individuo pierde su autonomía y sufre procesos de contagio de las creencias y los comportamientos” (Neveu, 2000: 52), subjetivamente se “aliena fácilmente” (Kornhauser, 1969: 30). Como decía antes, es posible ver en el sentido carnavalesco de la marcha, a una masa enajenada de la lógica individual, incapaz de resistir al control de una retórica manipuladora, pero la verdad, es que no hay Movimiento más independiente que el Cannábico, al menos en nuestro contexto parece ser así. La diversidad de tendencias culturales, de diferentes discursos políticos y la confluencia de diversos intereses políticos, no dejan ver muy claro el camino a la homogeneidad política y la unificación del discurso.

El Movimiento Social Cannábico en Colombia, se caracteriza por la horizontalidad en su dirección, y pese a ser uno de los movimientos con más seguidores, cuenta con pocos líderes. Que además difieren entre sí en los conceptos políticos que deben regir al movimiento. Al menos así se evidencia en las manifestaciones de algunos de los líderes del (MCC), Movimiento Cannábico en Colombia. Lucas Passos Abadía, sociólogo que lidera en Bogotá, no avala la adopción de ningún tipo de liderazgo político ajeno al movimiento, en contraposición, algunos de los líderes de Medellín, ya empiezan a considerar la importancia de adherir a un líder político con influencia. Es en Medellín, de donde posiblemente surja una estrategia unificadora. En este sentido y en concordancia a la Teoría del conflicto, David Arango, líder del movimento en Medellín, en entrevista asegura que en el instante en que él movimiento empezó a recoger el clamor de una gran cantidad de colectividades simpatizantes del cannabis en el país, bajo unas mismas estrategias (Repertorio de acción colectiva) (Tilly, 1978; 1993), se unificó el discurso de los grupos sociales que no tenían claro para donde iban, empiezan a ver claro el objeto de su reivindicación, Pero las estrategias del movimiento en Colombia son una mezcla del repertorio heredado de la (GMM), y los discursos de identificación con la población cannábica local, que son más de carácter cultural que político. Aunque el Movimiento Cannábico en Colombia, parte de la iniciativa de hacer cumplir el derecho a portar la dosis mínima que reconoce la ley, son los atropellos y los abusos de autoridad los que dieron origen a la movilización en nuestro país. ¿Cómo nace el movimiento en Medellín? En la Ladera, peligrosa prisión donde Gonzalo Arango conoció al temible Asesino “Desquite”, también estuvo preso Olmer Ortiz. Un hippie de 52 años que en los 70, fue llevado a prisión por el simple hecho de no haber pasado la prueba de la boca seca, o “saliva de momia”, como se conocía la prueba en el argot de los marihuaneros de aquel entonces. “Sino sos capaz de escupir en este momento, te llevamos para la guandoca, me dijo ese tombo y como yo había acabado de fumar marihuana, tenía la boca seca. Entonces, sin tener muy claro por qué me arrestaban, fui a parar a la Ladera” cuenta Olmer Ortiz. Años después, en el 2006, tras ser violentado por otro agente a causa de un cigarrillo de marihuana, Olmer decide tomar cartas en el asunto y con la asesoría de algunos expertos en derechos humanos, decide organizar la primera marcha en pro del cannabis en Colombia. Al evento sólo acudieron 20 manifestantes, pero fue la primera acción popular dedicada a reclamar el libre derecho a consumir marihuana en Colombia.

Para el 2009, la marcha no adquiría continuidad ni seguidores multitudinarios, hasta que un día Olmer se encontró con David Arango, un consumidor del barrio el Poblado, hijo de un prestigioso abogado, que venía pensando en la forma de poder consumir marihuana sin acarrearse tantos riesgos legales y vio en el Hippie la oportunidad de asociarse para consolidar un movimiento donde pudieran exigir al estado su derecho a consumir marihuana y mostrarle a la sociedad, que no por consumir la planta, eran peligrosos delincuentes. Haciendo uso de sus conocimientos en diseño gráfico y publicidad, David dio mejor forma a la idea de Olmer y así se empezó a consolidar lo que él definió como El movimiento Cannábico Colombiano, que representa la unión de diversos colectivos, cuyo factor común, es la afinidad por el consumo y regulación de la marihuana. Desde entonces, la marcha pro-cannábica ha ido adquiriendo adeptos de manera exponencial y en decenas de miles se calculan hoy el conjunto de marchantes, aunque no hay cifras oficiales. Pese a que la estrategia ante la opinión pública de la marcha parece estar enfocada en la cantidad, ha sido imposible para sus líderes, generar una actividad que permita un cálculo aproximado de los asistentes, precisamente por el carácter desobediente y heterogéneo de esta comunidad. Reflexionando sobre ese primer encuentro entre Olmer Ortíz, ciudadano inconforme y atropellado por las inconcordancias del sistema, con David Arango, estudiante de clase media que ve en las herramientas legales y de difusión del movimiento, algún tipo de liderazgo, vale la pena anotar como un movimiento con necesidades netamente burguesas, es asimilado por la clase popular colombiana, pero empieza a tener consistencia cuando profesionales como el Psicólogo David Ponce, o el publicista David Arango, aportan su conocimiento y el acceso a recursos a los que difícilmente pueda acceder Olmer Ortíz. Pero la viabilidad legal del proyecto, siempre ha estado en manos de Olmer, que escaso en estudios, pudo obtener garantías para el movimiento , gracias a los recursos legales que tiene el ciudadano de a píe, y que se evidencian en la Teoría de las oportunidades Políticas. Retomando el concepto de McAdam (1998) dentro de la Teoría de las oportunidades políticas, hay cuatro características que se evidencian en este movimiento: la apertura o cierre relativos del sistema político institucionalizado, que consiste en la tensión entre los dos movimientos y su consecuente repercusión en el cambio de la políticas antidrogas; la estabilidad o inestabilidad de ese grupo amplio de alineamientos de la élite que típicamente subyacen a la política. Uno de los factores que han dado fuerza al Movimiento Global Cannábico, es el apoyo de líderes políticos, con gran influencia en la opinión pública mundial,

Que conlleva a la presencia o ausencia de élites aliadas. Y finalmente, la capacidad y propensión del estado a la represión (McAdam, 1998: 94). Que en última instancia, es la acción primordial que alimenta el descontento de la comunidad Cannábica y que lleva a la unión de líderes de diversa índole social a unirse frente a un enemigo común, La campaña global antidroga. Contradicciones y falencias en el discurso y repertorio de acciones políticas del Movimiento Cannábico en Colombia. En un contexto como el nuestro, Ver a una multitud por naturaleza irreverente, comportarse en armonía y pacíficamente. Lleva a hacerse unas preguntas ¿Es la planta un pacificador natural de masas? ¿O es la posibilidad de ejercer las libertades individuales, un aliciente para la convivencia social? Resulta irónico pensar que, tal vez la estrategia para promover la marcha como una actividad pacifica, termine convirtiendo a la marcha en una fiesta más, haciendo que esta se trivialice como un carnaval enfocado al consumismo. Haciendo que la marcha se pierda en las rutinas de ciudad y así pierda notoriedad ante la opinión pública. Pese al aumento de “marchantes” cada año, se hace evidente, que el cubrimiento mediático es cada vez es menor. La no violencia es afín a parte de los objetivos del movimiento, pero la falta de acciones simbólicas que calen en la opinión pública, pueden redundar en una carencia de objetividad política, que lleve el movimiento a instancias más allá del fenómeno netamente cultural. Mirando el conjunto de rasgos culturales presentes en el discurso de los cannábicos, es posible distinguir cierta homogeneidad, pero mirando la proveniencia socioeconómica de los subconjuntos que confluyen en ella, es fácil reconocer rasgos de resistencia social, no tanto enmarcados en la tendencia de la revolución contracultural burguesa, sino más bien, desde el sentimiento de indignación de los damnificados de una mala administración, que encuentran en esta manifestación masiva, su inconformidad con el sistema, pero que a falta de un liderazgo político claro, termina por ceder ante el adormecimiento de las acusas en actividades netamente consumistas y alienantes, tal como ocurrió con el Movimiento Hippie. Aunque el objeto de reivindicación del Movimiento Global Cannábico, hace parte del tipo de reclamos que corresponden a los derechos de libertad individual, el movimiento en Colombia, no puede concebirse como el tipo de protesta, de una sociedad burguesa como las protestas de la revolución contracultural. El Movimiento Cannábico en Colombia, surge como una lucha social, en respuesta a los atropellos del estado y victimización social del consumidor de marihuana.

El (MCDC) está inmerso en un contexto social, complejo, donde prevalecen otros movimientos con demandas muy específicas como el MOVICE, con 5.5 millones de víctimas. (Proyecto Víctimas, Revista SEMANA, 2013). Por eso es casi imposible desligar al MMDC, de todo lo que representa el ser colombiano en el contexto latinoamericano. En este sentido, el sentimiento es global. Aun así parece ser que los llamados a darle un cause social serio al movimiento, fuera nuevamente la clase media, representada no solo en el poder adquisitivo, sino también, en el acceso a círculos influyentes en la esfera política y económica. Es decir, hasta que los consumidores de marihuana de la clase media, no decidan “salir del closet”, no dejará de verse al Movimiento Cannábico en Colombia (MCDC), como un asunto marginal y desventurado. Porque son los que tienen acceso a las élites influyentes, los que pueden influir más directamente sobre las leyes y el devenir político. En este sentido, no dejan de sorprender como en algún momento de la historia, las inconformidades de un número indefinido de individuos, encuentran que tienen en común una serie de inconformidades frente a unas fallas del sistema político, porque que violentan sus derechos y deciden asociarse para luchar contra un enemigo común. Uno de los problemas con que un investigador se encuentra al abordar el fenómeno social de los que luchan por su derecho al consumo de la Marihuana, es el problema etimológico que implica una causa que no está inscrita en un contexto geográfico específico, y cuyo objeto de reivindicación podría ser obvio pero no lo es. Por un lado, se podría suscribir al Movimiento Social Cannábico Colombiano, entre el movimiento Global Antiprobicionista, pero esto es problemático, ya que se presentan casos como en España, donde El Movimiento Cannábico se levanta en contra del Movimiento antiprohibicionista, una característica obligada, por estar su defensa concentrada en el consumo de la marihuana y no en otro tipo de drogas como las sintéticas, en un asunto que podría catalogarse casi doctrinario. En España, los argumentos a favor de los usos terapéuticos de la Marihuana y su condición de droga natural, los distancia del consumo cotidiano de otras drogas en el contexto urbano, por ser estas sintéticas e inapropiadas para el discurso de salud en que se fundamentan parte de su defensa de la planta, inspirada muchas veces en especulaciones científicas o estudios serios sobre las propiedades

curativas de la marihuana y su relativa escasa nocividad. Todo esto para el estado actual de los cannábicos en España. Por otro lado, en Colombia el asunto de la liberación, normalización y regulación de la marihuana, necesariamente está inscrito entre los discursos antiprobicionistas, porque el enfoque social desde el cual los cannábicos colombianos están exigiendo su derecho al consumo, no es radical en cuanto al objeto de reivindicación y no exalta las bondades de la marihuana, por encima de otras drogas como la coca o la heroína. Si el objeto de reivindicación está centrado, en la legitimación social del cannabis como elemento natural, no nocivo para la salud ¿por qué no hay una postura firme frente al consumo de otras sustancias ilegales, en las que es más evidente su grado de nocividad para la salud? Este es uno de los paradigmas del Movimiento en Colombia, aun no es muy clara su posición, frente al movimiento antiprohibicionista, que aboga por la liberación de todas las drogas. Al parecer los Procannábicos en Colombia son conscientes de que su logro en la liberación jurídica de la marihuana, necesariamente traerá a discusión el derecho a reclamar de los consumidores de otras sustancias. Si el objeto de la reivindicación cannábica en Colombia no está centrado en el asunto terapéutico como en Estados Unidos o en España, necesariamente tendrá que estar inmerso en los discursos del Movimiento Global Antiprohibicionista y el argumento en su defensa, debería estar más concentrado en la problemática del narcotráfico, que es la cuestión que fortalece el discurso de los líderes políticos de la Global Commission on Drug Policy (Comisión Global de Políticas sobre Drogas), cuyo argumento se ve fortalecido en el fracaso de la lucha antidrogas y es la base discursiva de sus líderes . Conclusión Esta investigación es sólo una aproximación a un fenómeno tan complejo e interesante como lo es el de los movimientos social, este movimiento en especial abarca tantas dimensiones abordables desde la sociología, la política y la comunicación, que amerita estudios más serios, no sólo por la contribución a las discusiones académicas en nuestro contexto, sino por el aporte a una problemática social, que necesita ser remirada, para aportar soluciones. Hay que reconocer a los líderes del Movimiento Social Cannábico en Colombia,el esfuerzo por guiar y reperesentar los interés de una población que carce aun de garantías políticas para eldsifrutede sus derechos individuales, pero hasta que el movimiento no se abra al discusión en otros círculos académicos y de la política, siempre estará marginado y menospreciado en su potencial social y político.

Bibliografía Tilly, Charles (1995), “Los movimientos sociales como agrupaciones históricamente específicas de actuaciones políticas” en Sociológica, año 10, núm. 28, UAM-A, Mayo-Agosto, pp. 11-35. Tilly, Charles (2010) Los movimientos sociales, 1768-2008. Desde sus orígenes a Facebook. Barcelona: Crítica COHEN, JEAN. 1988. Teoría de los movimientos sociales. FLACSO, San José, Costa Rica. McAdam, Doug, Sidney Tarrow y Charles Tilly (2005). Dinámicas de la contienda política. Madrid: Editorial Hacer. 420 (cannabis). (2013, 7 de marzo). Wikipedia, La enciclopedia libre. Fecha de consulta: 17:07, Marzo 29, 2013 desde http://es.wikipedia.org/w/index.php?title=420_(cannabis)&oldid=64400201. Dana Beal. (2013, January 23). In Wikipedia, The Free Encyclopedia. Retrieved 17:13, Marzo 29, 2013, from http://en.wikipedia.org/w/index.php?title=Dana_Beal&oldid=534443151 Profe. En la descripción del trabajo final, había explicado que era un borrador, ya que el trabajo final terminado se perdió en una USB, que extravié en uno de mis viajes de trabajo. Este fin de semana me dediqué a recobrar información y hacer un nuevo ensayo. Lo terminé, porque me interesa presentarle un trabajo decente y aunque no es el mejor, creo que se pueden vislumbrar en él, algunos conceptos y directrices teóricas, que me gustaría desarrollar más adelante en mi trabajo para Seminario de Investigación 2. Por eso me interesa mucho, que por favor me dé una cita, puede ser después de vacaciones, para que miremos este trabajo y definamos la posibilidad de hacer de este una buena investigación. Muchas gracias por todo y lamento no haber podido aprovechar mejor sus clases. Dios la bendiga.