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Monte Alban - Joyce Marcus

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ción. ¿Quiénes fueron los zapotecos, fundadores de Monte Albán? Q.)

¿Por qu é fund ar la ciudad en una montai'ía? ¿Qu é nos dicen los j e-

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roglíficos de sus monumentos de piedra? ¿Qu é tan extenso fue el

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dominio de sus gobernantes y quiénes sus rivales? ¿Qué sabemos de! ocaso de esta ciudad ahora en ruinas? ¿A dónde fu eron sus habitantes? Con erudición y sencillez la autora nos guía por e! sitio arqueológico; descubre e! entorno geográfico que sustentó la civilización zapoteca; explica por qué se fundó Monte Albán; cómo se controlaban las aldeas agrícolas, así como los confin es de tal civilización. El crecimiento de la ciudad entre 500 a.c. y 750 d .C., cuando Monte Albán despliega plenam.ente su forma urbana , es aún visible, como lo son cerca de medio millón de zapotecos que en e! siglo

XXI

viven en Oaxaca, h ablan zapoteco, mantienen su s costumbres e identid ad gr up al y preservan su cosmología, cultura y v isión d el mundo. E ste sorprendente recorrido es e! que Joyce M arcus logra plasmar en este nuevo libro qu e ponem.os en m anos del lec tor. Joyce M arc us, antropóloga, obtuvo su doctora do en la Universidad de Harvard y dedica su vida profesional al estudio de las sociedades prehispánicas del área maya , andina y oaxaqueña . Actualm.ente es profesora de antropología y curadora de arqueología latinoam.ericana en la' Universidad de Michigan, Ann Arbor. Fue electa miembro de la Academia N aciona l de Ciencias en 1997. Entre sus publicaciones se encuentran !1I[esoarnerican Writing Syste/'l'/S: Propaganda, Myth, and History in Fo ,.,r Ancient Civilizations (1992); con Kent V. Flannery, L a civiliz ación zapoteca : cómo eiJoh,cionó la sociedad urbana en el valle de Oax aca (2001, FCE), y con J eremy A. Sabloff, The Ancient City: New Perspectives 01'1 Urban isl'l'l in the Old and New Worlds (2008).

Monte Albán Joyce Marcus

I ;BN: 978-968-16-8460-0

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I

SE CCIÓN DE . OBRAS DE HISTORIA

Fideicomiso Historia de las Anléricas Serie Cilldades

Coordillada por ALICIA HERNÁNDEZ CHÁ VEZ

y ED UARDO MATOS M OCTEZUMA

Monte Albán

....---,---:, . .

-

Traducción de

JOYCE MARCUS

LU CRECIA ORENSANZ ESCOFET

y ADRIANA SANTOVEÑA /

MONTEALBAN

I EL COLEGIO DE MÉXICO FIDEICOMIS O HISTORIA DE LAS AMÉRI CAS

FONDO DE CULTURA ECONÓMICA

Smnario

2008 Primera edició n, Prim era reimpresión , 2014

Marcus, j oyce . _ Monte A1bnn I j oyce Marcus ; trad. de Lucrecia O rensa nz Escofet y Adnana Sa ntovena. _ México : FC E, Colmex, FHA , 2008 206 p. : iluso ; 21 x 14 cm - (Colee. Fideico miso Historia de las Américas. Ser. C iudades) Título origin al: Monte A1bnn ISBN 978-968- 16-8460-0 1. Arqu eo logía - Méxi co - Oaxa ca 2. M éx ico - Oaxaca - Monte Alb nn - Histor ia 1. Orensa nz Escofet, Lucrecia, tr.11. Santoveiia, Adriana, tr. 111 . Ser. IV. t. LC F12 19.8 Z37

Dewey 930. 172 74 M334m

La autora agradece a Katherin e C lahassey y j ohn Klausmeyer, guienes prepararon

todos los dibuj os. Las fotos son de la autora o pertenecen al archivo del proyecto "La Prehistoria y Ecología Humana delVaUe de Oaxaca" .

Disrrif)//ciólI /I/l/lIdinl

, D. R.. © 2008, Fideicomiso Historia de las Améri cas D. R.. © 2008, El Colegio de México Cami no al Aj usco, 20; 10740 México, D. F. D. R.. © 2008, Fondo de C ultura Económica C arretera Picacho-Ajusco, 227 ; 14738 México, D. F. \v\vw.fondodeculturaeconon-uca.com Empresa certificada ISO 900'1 :2008 CO lllentarios: e ditorial@ fondodeculturacconomjca.colll Te!': (55)5227-4672. Fax : (55)5227-4694

Se prohí be la reprodu cción total o parcial de esta obra , sea cual fue re clmcdio, sin la anuencia por escrito del titular de los derechos .

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Presentación Introducción

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1. El medio ambiente 11. Los antecedentes .. III. Los co nflicto s entre M onte Albán y sus rivales y la creación del Estado Zapo teco . .. .. . . .... . . . IV Los primeros edificios públicos y piedras grabadas V Escritura y calendarios de los zapotecos .... . .. . VI. La época II: Monte Albán y su forma actual ... . VII . El Edifi cio J y la expansión territorial del Estado zapoteco .. .. . .... ......... . . .. ..... ... . . VIII . La Época IIIa y las relac io n es entre Monte Albán y Teotihua can .... . ..... . .. . .. . . IX. El apogeo de Monte Albán: Época III X. Cosmovisión y religión de los zapotecos X I. Las famosas urnas zapo tecas ... ..... . . X II. Una visita a Monte Albán . ...... .. . . X III. La épo ca de decadencia de M onte Albán. X IV La Época V: inmigrantes mixtecos y ej ércitos aztecas XV El tesoro de la Tumba 7 . .. .. . .. . . . . . . . . . . . . . XVI. Los zapotecos actuales y la h erencia de Monte Albán

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Crono logía del /!alle de Oaxaca Fllentes bibliogr4ficas Índice general

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203

ISBN 978-968-16-8460-0 1mpreso en México · Pri/lted i,/ i\llexico

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Presentación

del Fideicomiso Historia de las Améri cas de El Colegio de M éxico y el Fondo de Cultura E conómica cumple 15 aúos de existen cia, con 73 títulos publicados qu e respaldan su traye ctoria editorial. Para co nmenlOrarlo sella un ciclo de su labor con una serie de títulos que, además, celebran el bicentelu ri o de la Indep enden cia y el centen ario de la R evolu ció n mexicana, su cesos que plantean la necesidad ineludible de reflexionar sobre pro cesos determinantes en la vida de nu es tro s países. En el primer caso, repensar los pro cesos que conduj eron a la Indep endencia es una o casión para identificar los vínculos entre los p aíses iberoam ericanos, Espai'ia y el mundo occidental en su conjunto. La comprensión de los nexos culturales, p olíticos, sociales y econónllcos qu e se han dado entre las áreas ib eroamericanas y entre éstas y las áreas espal10las y europeas nos p ermite significar las particularidades en los pro cesos históricos am ericanos y recono ce r lo qu e nos identifica como parte del mundo occidental. La Serie Ciudades trata de desentraúar los orígenes, la forma ción del esp acio urb ano, la es tructura y las fun ciones de las ciudad es, p ero sobre todo sus componentes sociales, políticos y culturales, y sus transformaciones a lo largo del tiempo. Se trata, por otra parte, de hace r explícitas sus es tru cturas internas y su funcionamiento, respetando su propia cronología y pro cesO, pero siempre tratando de arribar a un análisis que identifique y caracterice los rasgos contemporáneos qu e las distinguen, m arque sus problemas y, en lo posible, sea capaz de trazar sus proyecciones futuras. C o nfiamos en que es ta se ri e co nmemorativa, des tinada a la cOlnprensión de dos siglos de profundas transformaciones históricas, tanto en el continente ameri can o como en el europ eo, arroj e nueva lu z en torno a los complej os cambios vividos, los avances y

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A COLECC IÓN

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PRESENTACIÓN

Introducción

las resistencias o modalidades de adaptación de cada país. Pensam os a su vez qu e, al presentar un pasa do histórico estudiado de mo do crítico - sin falsos nacionalismos- , podremos cOlTlprender m.ej or nuestro presente que, más que occidental, se nos presenta global. ALICIA HERNÁNDEZ CHÁ VEZ Fundadora y presidenta del Fideicomiso Historia de las Américas

SÓLO OCHO KILÓMETROS de la actual ciudad de O axaca se ency entra la antigua ciudad zapo teca de Monte Albán. Las ruinas de este asentamiento, qu e en su apogeo abarcaba seis kilóm etros cuadrado s, cubren ah ora la cima y las laderas en terrazas de vari os ce rros que se eleva n 400 m sobre el fondo del valle. E stos cerros se cono cen actualmente com o Monte Albán, M onte Albán C hico, Mogotillo, El Gallo y Cerro Atzompa. Miles de visitantes de to do el mundo llegan a Monte Alb án ca da úio. Todos se quedan impresionados, pero muchos se van con preguntas sin responder. ¿D e dónde eran los fundadores de M onte Albán? ¿Por qué fundaro n la ciudad en una montaila? ¿Cóm o se sab e que sus ocupantes eran zap otecos? ¿Se pueden leer los j eroglífi cos de sus monumentos de piedra? ¿Qu é extensió n tenía la región controlada por sus gobernantes? ¿La ciudad tenía rivales? ¿Por qu é quedó en ruinas? ¿A dónde fu eron sus ocupantes? Gracias a las intensivas investigaciones arqueológicas de los últimos 75 años , ahora sabem os las respuestas a muchas de estas preguntas , aunqu e el interés público en Monte Albán comenzó mucho antes . Muchos de los viaj eros del siglo XIX y principios del XX, entre ellos explorado res e investiga dores tan importa ntes co m o G uill ermo Dupaix, Adolphe Bandelier, D ésiré Charnay, W illiam H . H olmes, M arshall H . Saville y C onstantine G eorge Ri ckards, han hablado de Monte Albán en sus escritos. El primer boce to de la plaza pr incipal se publicó en 1859, como un ap éndice del libro Estadística de Oaxaca} de un tal Mm·guía. Las investigaciones científicas serias en Monte Albán com enzaron con el arqueólogo m exicano Leopoldo Batres. Los hallazgos de Batres se publicaron en su libro de 1902, Exploratiol1s rif Monte A lbán} en el que ofreció sus impresiones iniciales de la ciudad serrana:

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INTRODUCCIÓN

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Monte Albán es una montaüa, cuya cima y laderas están prácticamente cubiertas de construcciones colosales que nos dicen, por la elocuencia de la nugnitud, que ahí habitó un gran pueblo, nl.uy grande, del cual todavía quedan descendientes, pero en condiciones incomparablemente inferiores a las de sus antepasados. El mundo no puede contener nada más hermoso que el panorama de los valles que rodean esta sierra. El acceso es dificil, pues sólo hay brechas. En esta primera visita busqué primero algunos monumentos con esculturas, escritura o cualquier cosa que me permitiera conjeturar quién había creado esta enorme ciudad. Sólo encontré las seis piedras con figuras humanas comúnmente conocidas como Los Danzantes, que fueron dadas a conocer al mundo por Dupaix. El arte de la escritura en Monte Albán puede considerarse único. Si no hubiera hecho el estudio antropológico de las figuras esculpidas en piedra y establecido por este medio, de manera concluyente, que esta gran ciudad, ahora en ruinas, había sido construida por los zapotecos, nunca hubiera podido clasificar como zapoteca esta gran diversidad de caracteres [j eroglíficos l.

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20 km I

J. Sitio arqueológico •

Pueblo moderno

Mapa del valle de Oaxaca, en el que aparecen lugares mencionados en el texto.

La siguiente publicación importante sobre Monte Albán fue de unjoven arqueólogo mexicano, Alfonso Caso, cuyo libro de 1928, Las estelas z apotecas, fue un estudio pionero sobre el calendario,jeroglíflcos y monumentos de piedra de Monte Albán y otros sitios del valle de Oaxaca. Muchas de las conclusiones a las que llegó Caso en 1928 acerca del calendario y los glifos zapotecos siguen vigentes a la fecha . Caso merece un crédito enorm.e por mostrarnos que la escritura zapo teca fue una de las primeras y más importantes de México. Además de esto, Caso fue responsable de dirigir 18 at10s las principales excavaciones en Monte Albán. La primera de sus temporadas de excavación fue en 1931-1932, y fue entonces cuando excavó la tumba que lo volvería célebre en todo el mundo, la espectacular Tumba 7, llena de exquisitos objetos de oro, plata, tecallí, cristal de roca, azabache, jade, turquesa, ámbar, coral, concha nácar, obsidiana y perla (véase capítulo xv).

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INTRODUCC IÓN

INTRODUCC IÓN

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tículos amorfos en plataformas o piránudes qu e habían soste nido templos, p alacios, juegos de p elo ta y otros edificios. Gracias a Caso y su equip o arqueológico, al1.ora p o dem os recorrer es tos edific ios e imaginar cómo fu e vivir en M onte Albán en su apogeo, entre 500

y 700 d. C.

Edificio J de Monte Albán como se veía durante las de Alfonso Caso.

excavaciones

Much os de los edificios que ve n1.OS hoy en la Plaza Princip al de M onte Albán fu eron excavados, consolidados y restaurados por Alfonso Caso y sus colab oradores: Ignacio Bernal,]orge R .Acosta y M artín Bazán. Estos arqueólogos excavaron extensivam ente toda la Plaza Princip al y m ás allá.También establecieron la secuen cia cronológica de las épo cas que seguimos usando a la fech a: Monte Albán Épocas 1, Il , III, IV YV (véase la "Cronología del valle de O axaca"). La É p oca I pare cía se r el perio do m ás anti guo de Mo nte Alb án porque sus ceránucas características se encontraron en la roca madre o su elo virgen de las excavaciones estratigráficas más profundas. Es to fu e precisam ente lo qu e o currió d ebajo de la Platafo rma N orte de la Plaza Principal, cuya estratigrafia era tan clara que Ignacio B ernal pudo dividir la Época I en tres subépocas, que llamó la, lb y Ic, C uando C aso y sus colaboradores llegaron a Monte Albán, encontraron m ás de una docena de inmensos montículos de piedra y cascaj o alrededor de la Plaza Princip al. C u ando acab aron sus excavaciones, 18 temporadas despu és, habían transformado estos 111.011.-

Aunqu e B atres ya h abía visitado la Plaza Princip al y mu ch as de las terrazas arquitectóni cas de la ciudad en 1902, y Caso, Bernal y Acos ta habían traza do sus m apas en la déca da de 1930, n o fu e sino hasta la década de 1970 cuando se trazó el mapa completo de to do el sitio de M o nte Albán , incluidas sus 2073 terrazas h abitacionales. Este mapa se realizó com o parte de un intensivo recon ocimiento tip o " p atrones de asentami ento" emprendido p or el arqu eólogo Ri chard E . Blanton y publica do en su lib ro d e 1978, }.;Jante A lbán: Settlernent Patterns at the A ncient Z apatee Capital. E n Monte Albán , Caso y sus colegas excava ron docen as de edificios, 300 entierros y 172 tumbas. Mu chas de éstas contenían los restos de personas imp ortantes, y algunas presentaban ur nas fun erarias, murales policromos, adornos y j oyería finam ente trabajados y much as vasij as qu e probablem ente contuviero n co mida y b ebidas p ara el m ás allá. En cu anto a los ciudadan os co munes de M onte Albán, comenzamos a saber acerca de sus condiciones de vida cuando se excavaron varias terrazas residen ciales ordinarias, primero en 1972-1973 (Marcus Win ter) y luego en 1990-1 99 1 (Ernesto Go n zález Licón y Lourdes M árqu ez Morfin). Go nzález Licó n y M árquez Morfin excavaron 12 unidades residen ciales en cuatro áreas distintas de Monte Albán . Sus excavacion es produj eron 160 esqueletos y nuevas mvelaciones acerca de los nobles princip ales y m enores y los ciudadan os ricos . Las investigaciones en M o nte Albán se extendieron h asta la última década del siglo xx con tres proyectos : el Proyec to Plataforma N or te (dirigido por González Licó n), el Salvam ento C arretera de Acceso a Monte Albán (dirigido p or González Licón y M árqu ez M orfin) y el Proyecto Especial (dirigido por Winter) . Otros trabaj os han corrido a cargo del arqu eólogo Arturo Oliveros, la doctora N elly R obles García, directora del sitio, y otra vez, más recientemente, González Licón y M árquez M Ol'fi n ,

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INTRODUCC IÓN

1. El medio alnbiente

Monte Albán está formado por cinco cerros. El más grande es Monte Albán, que incluye la Plaza Principal y las vecindades 7 Venado, El Pitahayo y El Plumaje. Los otros cerros son Monte Albán Chico, Mogotillo, El Gallo y Cerro Atzompa.

quienes siguen excavando terrazas residenciales aproximadamente dos kilómetros al norte de la Plataforma Norte. Estas excavaciones en unidades residenciales nos demostraron que Monte Albán estuvo ocupada por población de muy distintos niveles sociales que realizaban una amplia variedad de tareas artesanales y de rituales domésticos. Aunque toda esta información residencial es importante, aún falta excavar la mayor parte de las terrazas residenciales de Monte Albán. Esperemos que el siglo XXI sea otro periodo de descubrimientos il11.portantes para Monte Albán.

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L MEDIO AMBIENTE DEL VALLE DE OAXACA fu e propicio p ara la vida humana mucho antes de la fundación de Monte Albán . Los primeros pobladores indígenas entraron al valle hace más de 10 000 at1os. Vivían en pequeilos grupos nómadas y subsistían cazando y recole ctando animales y plantas silvestres. Para el 8000 a.e. habían comenzado a domesticar algunas de las plantas nativas. Esto lo sabemos porque estas plantas se conservaron por desecación en las cuevas h abitadas durante distintas épo cas del al10. Las primeras plantas que se domesticaron fueron la jícara o bule y la calabaza. En la Cueva de Guilá Naquitz, cerca de Mitla, se han encontrado cáscaras de bule y semillas de calabaza que datan de 8000-6400 a.e. Para el 6000 a.e. ya se estaban cosechando frijoles n egros, mientras que las mazorcas de maíz encontradas en la misma cueva se han fechado con radio carbono en 4350 a.e. Finalmente se agregaron chiles y aguacates a la dieta. Estas plantas prosperaron gracias al gran potencial agrícola dd valle de Oaxaca.

El entorno natural Tres subvalles, creados por el río Atoyac y su tributario, el río Salado, forman los 2 100 km2 del valle de Oaxaca. El subvalle de Etla se encuentra hacia el norte y es el m ás estrecho de los tres. Hacia el este está el subvalle de Tlacolula, más amplio y árido que el de Etla. Hacia el sur está el llamado Valle Grande o subvalle de ZimatlánOcotlán, donde el río Atoyac recibe agua adicional de los ríos Salado y Mixtep ec. Aunque es el más angos to y fresco de los tres subvalles, el de Etla parece haber sido donde comenzó la vida aldaniega en el valle 17

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EL MEDIO AMBIENTE

EL MEDIO AMBIENTE

de Oaxaca, donde aumentó más rápidamente la población en un principio y donde se formó una sociedad compleja por primera vez en la región . Algunas de las razones de este desarrollo (aunque sin duda no todas) pu eden ser ambi entales. El subvall e de Etla tiene el mayor número de arroyos tributarios aprovechables y la menor tasa de evaporación potencial. Ahí se podían llevar a cabo práctican'lente todos los primeros tipo s de agricultura: se mbrar en tierra de humedad, riego a brazo (con pozos) y riego con canales. La geología y los recursos naturales usados por los antiguos habitantes Un reco rrido a través del valle de Oaxaca revela tres zonas ambientales básicas:

1) el fondo del valle, co n una elevación promedio de 1550 m etros sobre el nivel del mar (msnm); 2) una zona de piemonte entre los 1 700 Y 2000 msnm, y 3) una zona de montal1as que se eleva hasta 3000 msnm. La rocamadre más antigua es tá formada p or rocas metamórfIcas pre cámbricas, principalmente gneis y esquisto. El gneis -una de las formaciones rocosas más comunes en el valle de Oaxacaera una fuente de mica (que ocurre en varios colores, desde blanco y dorado hasta café y negro) y minerales de hierro, magnetita e ilmenomagnetita (usados p or los artesanos antiguos para fa bri car esp ejos pequel10s y otros artículos). El gneis también tenía vetas de h em atita y limonita, de donde se ob tenía el pigmento rojo usado en el engobe de la cerámica y en la pintura para los murales de las tumbas, así como hematita cristalina que podía usarse para crear pintura roja especular. Los depósitos de barro co lorado del gneis precámbrico también se podían usar para colorear la cerámica. El esquisto era una roca dura usada para hacer hachas. La formación rocosa qu e sigue en antigüedad en el valle de Oaxaca es la piedra caliza del cretácico. Aparece en San Lázaro E tla, R an ch o Matadam as y las laderas occidentales del Cerro At-

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zompa y M onte Albán propio. De estas forma ciones calizas se obtiene piedra p ara constru cc ión y cal para el es tu co. Las vetas d e pedernal y sílex en la piedra caliza constituían materias primas para artefactos y h erramientas de piedra. La piedra caliza se podía hornear para produ cir cal en polvo, usada ya sea para mezclar con agua y hacer encalados o estucos, o bien para remojar el maíz antes de molerlo. La mayoría de los edificios públicos monumentales , los pisos de las plazas y las p aredes de las tumbas qu e existen ahora en M onte Albán es tuviero n en otra época cubiertos capa tras cap a de estuco blanc o, que a su vez se podía pintar con colores fu ertes, como azul, verde, amarillo y roJo. Una tercera etapa de la historia geológica del valle fue la deposición de flujos de toba volcánica en el mioceno. Estas tobas son más comunes en el subvalle de Tlacolula, pero apare ce n también en la región de Etla . Esta piedra su ave fue ampliamente utiliza da para construcción y para fabricar m anos y m etates. I

La agricultura que sostenía a la sociedad zapoteca La mayor parte del fondo del valle, la zona más importante para la agricultura, es terreno aluvial. Su an chura varía entre un kilómetro en la parte sur del subvalle de Etla y 17 km en el sur del Vall e Grande. La variabilidad en cu anto a precipitación y a profundidad del agua freática determina la productividad del terreno aluvi ~l en cada uno de los subvalles . El Valle Grande, que tiene la sup erficie más grande de terreno aluvial, también es donde ocurren con m enor frec uencia las heladas. En el Valle Grande hay heladas m enos de una vez ca da 20-40 al1os, mi entras qu e en el subvalle de Etla o curren en promedio ca da tres al1os. Con la altitud aumentan las precipitaciones (y disminuye la evaporación) , de modo que la llanura aluvial recibe menos lluvia (500-600 mm) que la parte alta de las montai'ias (1000+ mm).

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EL MED IO AMB IENTE

EL MEDIO AMBIENTE

Por otro lado, los suelos rocosos de las montaiias retienen po co el agua. Enco ntrar la "mejor" tierra agrícola significa en contrar la combinación exacta de calidad del suelo y cantidad de lluvia . D e un aii.o a otro, la cantidad de lluvia que puede caer es variable e impredecible. La región de Tlacolula recib e en promedio 550 nun al ú io, pero h a habido aii.os en que llovió hasta 1100 nun y otros en que las precipitaciones baj aron hasta 300 nun. Los agricultores lo cales sab en que lo s m eses de noviembre a marzo serán secos, pero no pueden predecir si los meses de junio a septiembre serán m eses promedio o serán temporada de sequía grave o de lluvias torrenciales que inundarán sus campos. Debido a esta incertidumbre, muchos de los campesinos zapotecos actuales reducen el riesgo sembrando sus parcelas en distintas zo nas: en el fondo del valle, en el piemonte y en las montaii.as. El subvalle de Etla, que es el más pequeii.o, angos to, elevado y frío de los tres, tomó la delantera por razon es agrícolas. Mantuvo su ventaj a demográfica y poblacional hasta la fundación de Monte Albán. E n ese momento, el centro poblacional del valle se recorrió hacia el sur, a la ciudad en la monta11a.

El río Atoyac Uno de los principales recursos co n que contó Monte Albán fue el río Atoyac, la princip al fuente de agua para b eb er, cocinar, lavar, ba11arse, h acer adobes y mezclar n1.ortero y estu co. Ahora el río Atoyac es un arroyo menor comparado con el gran río que cruzaba el valle cuando Monte Albán estuvo habitada. En esa época no había presas, desviaciones, bombas con motor o grandes pueblos y asentamientos que reduj eran el flujo del río Atoyac. Los zapotecos ancianos tienen recu erdos vívidos de los altos bosques que existían a lo largo del río Atoyac. Dicen que el río estaba bordeado por enormes tules o sabinos (Taxodiul'l1 mucronatUI'I1), árboles gigantescos que vivían miles de aii.os. Sab emos qu e h abía sabinos junto al río porqu e sus troncos se usaron como columnas

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en algunos de los templos de Monte Albán Época II (100 a.C.-200 d. C.). Tristemente, estos sabinos magníficos prác ti ca mente h an desaparecido de las rib eras : fueron talados para usar la madera en construcción o como le11a. Sólo siguen creciendo sabinos en ciertos lugares sobre el río Atoyac y sus tributarios.

La flora "original" Diez mil a110S de agricultura, 500 a110S de ganadería y mil es de aii.os de cortar madera p ara leii.a h an cambiado enormem ente la vege tación del valle del río Atoyac, que alguna vez fue un bosqu e. Sobre el río, donde el agua freáti ca es taba a meno s de tres m etros deb ajo de la superficie, hubo antes un bosqu e flu vial. Los árboles útiles de es te bosqu e eran los sabinos, sau ces y alisos que crecía n cerca del río Atoyac, pero también pudo haber anonas, cedros , higos y Persea americana, el antepasado silvestre del agu acate ac tual. Sobre las barrancas permanentem ente húmedas del pie monte crecían versiones m enos extensivas de este bosque fluvial. Sobre el terreno aluvial más eleva do, donde el agua freá ti ca estab a entre tres y seis metros debajo de la superficie, hubo bosqu es de mesquites. A medida que se avanza ha cia el piemonte, la vegetación cambiaba gradualmente hacia un bosque espinoso. Disminuían los mes quites y aumentab an los huizach es, a los qu e se sumaba toda una serie de unos árboles leguminosos y con espinas llamados guajes o tepeguaj es. Entre estos árboles sigu en creciendo tunas, órganos, garambullos y biznagas. En este tipo de zona se da una gran variedad de agaves o magueyes, varios de ellos comestibles. A medida que el pi emonte da lugar a las montaii.as más empinadas, aumentan las lluvias y las temp eraturas más baj as reducen las tasas de evaporación. Originalmente, es tas monta11as sostení an un bosque de pinos y robles, que ahora se han reducido enormemente por la tala para madera y producción de carbón. El bosque original sin duda es taba formado por árboles mucho m ás grandes y m ás espaciados entre sÍ.

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EL MEDI O AMB IENTE

EL MED IO AMBIENTE

D eb e de haber habido muchas especies de roble, pino, manzanita y m adrol10. En es ta zona todavía se encuentran el nogal, el zapote negro, el guamúchil y el copal (Bu/'sera sp.) .

La fauna "original" El animal grande m ás importante en la dieta zapo teca antigua era el venado de cola blanca, qu e ha de h aber habitado en todo el valle. Incluso cuando el desmonte de tierras agrícolas había reducido su hábitat en el fondo del valle, ha de hab er abundado en los bosques de la sierra cercana. También se cazab a jabalí, pero con menor frecuencia. Los conejos y li ebres, por su abundancia, eran parte de la dieta básica . Otro animal básico en la dieta era la tuza (Orthogeo/'/'I)'s grandis), un ro edor alguna vez abundante, pero ahora desaparecido en el valle. Otros animales pequel10s, co mo m apaches y tlac u aches , se consunúan o casionalmente, pero ninguno era tan común como los conejos y las tuzas. El leó n puma era el depredador n1.ás gran~de en la región; impresionaba a los z.a potecos y aparecía a menudo en su arte. También conocían a los jaguares y monos, que vivían no lejos de ahí , en altitudes m ás bajas, como Tehuantepec. D e los reptiles, sólo uno alcanzaba el nivel de alimento básico : la pequ el1a tortu ga de charc os, qu e pudo hab erse atrapado fáci lm ente en las pozas y charcos a orillas del río Atoya c y sus tributarios. En Oaxaca h ay una gran var iedad de aves, p ero sólo una s cuantas especies parecen haber formado parte de la alimentación, entre ellas las palomas, huilotas, torcazas y codornices . Los zapotecos apreciaban en par ti cular las co dornices para h ace r sacrifi cios rituales porque las co nsideraban "a nimales puros", que sólo b ebían gotas de rocío y se n egaban a b eb er agua sucia. Las codornices se sacrificaban en los templos zapotecos y sus hu esos aparecen entre la b asura de rituales. En ocasiones se mataban otras aves, como h alcones y chachala cas, p ero sospechamo s qu e era m ás por sus plumas que por su

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carne. Otros pájaros p equ el10s se cazaban con trampas por sus plumas de colores brillantes, qu e se usaban en las capas y to ca dos de los nobles, así como para fabricar las cortinas que se colgaban en las entradas de algunos templos. Otro alimento básico era el perro, que no formaba parte de la fauna original del valle de Oaxaca, sino que se había introdu cido ya domestica do alrededor de 2000. a.C Los perros se criaban por su carne y parecen haber sido uno de los mu chos alimentos usados en los rituales o servidos en las fiestas zapotecas. Otro animal criado por su ca rne y hu evos era el gu aj olot e, qu e se introdujo en Oaxaca en forma domestica da durante la Épo ca Ir de Monte Albán (100 a.C -200 d.C).

Resumen Existen varias razones por las qu e el valle de Oaxaca pudo sosten er una civilización tempran a como la zapoteca. Primero, en esta región se podían apli ca r muchos tipos distintos de técnicas agrícolas, incluidas formas simples de irrigación. Segundo, gran parte del valle tiene sólo un riesgo núnimo de heladas. Tercym, el valle ti en e 2100 k111. 2 de sup erficie sin barreras o montal1as que hubieran imp edido la intera cció n entre las aldeas. Estos factores contribuyeron al crecimi ento de una poblac ión con oportunidades casi ilimitadas de intera cción social, ritual y (por último) políti ca, lo cual facilitó la evolución de grupos políticos cada vez m ás grandes.

LOS ANTECEDE N TES

II. Los antecedentes

1966, LOS ANT ECEDENT ES de Monte Albán es tuvieron envueltos en el misterio. Sólo se sabía que alrededor de 500 a.e. h abía aparecido una ciudad sobre una m ontaña en m edio del valle de O axaca. En ei momento de su fundación , la ciudad ya era b as tante grande, y aparentemente n o tenía antece dentes locales. Algunos inves tigadores especularon que el valle de O axaca h abía es tado cubi erto p or un lago h asta 500 a.e. , teo ría que se utilizó para explicar por qué no había sitios anteriores en el valle de Oaxaca. Otros creían qu e los fundadores de Monte Albán provenían de la Sierra Mixteca, quizás de Monte N egro en el valle de Tilantongo, un sitio cuya cerámica se parece a la de M onte Albán Épo ca 1. Ninguna de estas teo rías se mantiene actualmente. Durante la década de 1950, el doctor Ignacio Bernal com enzó a examinar el valle de O axaca y a registrar cada sitio arqueológico con uno o más m ontículos artificiales. E n contró 39 sitios qu e se remontaban a la Ép oca I, pero ninguno parecía contener en sí una ocup ació n m ás antigua que Monte Albán. ¿De dónde habían llega do, entonces, los fun dadores de M onte Albán? En 1966, Bernal entregó una copia de su informe a un equipo de arqueólogos de la Universidad de Michigan y sugirió que este equipo volviera a visitar los 39 sitios de su Ép oca I, para ver si podían en contrar cerámica m ás antigua. En un lugar llam ado San José M ogote, en el lTlUni cipio de G u adalup e E tla, los arqu eólogos de Michigan en contraron lo qu e esperaba Bernal: evidencia de cinco épocas cronológicas previas a la Época I de M onte Albán y corresp ondientes al periodo 1600-500 a. e. Entre 1971 y 1980, un segundo equipo de arqueólogos - Richard Blanton, Stephen Kowalewski, Gary Feiru11an, Linda Nicholas y Laura Finsten- realizó una insp ección m ás intensiva del valle de

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Oaxaca , durante la cual descubri ero n 2 700 siti os arqu eológicos qu e proporcionaron muy buena información n o sólo sobre los p eriodos previos a'la Época I sino también sobre el crecimiento de la población en el valle de O axaca has ta el momento de la conquista española en el siglo XV l. Al10ra queda claro que nunca hubo un lago en el valle de O ;L'\:aca y que tampoco llegaron de otro lugar los fundadores de Monte Albán. Provenían de aldeas poco alej adas de la b ase de M onte Albán que ya tenían una tradición de cerámica, arquitectura y escritura j eroglífi ca qu e evolu cionó h acia las formas típ icas de Monte Alb án durante su Ép oca 1. Esas aldeas anteriores también sabían irrigar sus cultivos, convertir las laderas en terrazas arquitec tónicas y usar drenaj es p ara dirigir el agua de lluvia hacia cisternas . N ecesitarían estas h abilidades en M onte Albán .

La Fase Rosario y los fundadores Los ac ontecimi entos qu e di eron lu ga r a la fund ación de Monte Albán pueden hallarse en el p eriodo llamado Fase R osario, que ab arcó de 700 a 500 a.e. , los dos siglos antes de la fundació n de M onte Albán . Los reco no cimi entos arqueológicos realizados entre 197 1 y 1980 dem ostraron que durante la Fase R osario había entre 75 y 85 aldeas en el valle de O axaca . Se calcula que la población en to do el valle duran te esa época era de 4000 p ersonas. Dichos reco no cimi ento s su gieren qu e esta población es taba dividida en al m en os tres unidades políticas distintas, organizadas en el nivel de lo qu e los antrop ólogos llam an "sociedades de j efatura", que están gobernadas por una élite h ereditaria. Es tas fa milias gob ernantes usu alm ente residen en la aldea m ás grande de la región y su autoridad se extiende a una serie de aldeas circundantes. La más septentrional de estas tres sociedades de jefatura estaba en el distrito de E tla. Se calcula qu e contaba co n 2 000 habitantes y estab a fo rm ada por la aldea grande de San José Mogote y sus 18

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LOS ANTE CEDENTES

a 23 aldeas pequeñas subordinadas. Hacia el sur, en el Valle Grande, estaba el principal rival de San Jo sé Mogote, la jefatura de San M artín Tilcajete y sus aldeas satelitales, con una población total estimada de 700 a 1000 personas. Hacia el es te, en el subvalle de Tlacolula, estaba la j efatura de Yegüih y sus comunidades satelitales, cuya población estimada era también de 700 a 1000 personas. Las relaciones entre estas tres j efaturas de la Fase Rosario eran tan con1.petitivas que habían dejado una " tierra de nadie" de 80 km" en el ce ntro del valle, qu e servía como una zo na de frontera casi desocupada para redu cir las tensiones entre los rivales. A p esar de esta tierra de nadie, algunas de las aldeas eran saqu eadas p eriódicam ente por sus enemigos. Incluso la aldea más grande, San Jo sé Mogote, que abarcaba 70 ha, había sido atacada por sus enemigos alrededor de 600 a.c., y su principal templo había sido incendiado. Durante la Fase Rosario, San José Mogote había desarrollado varios rasgos estilísticos y culturales que nos preparan para lo que encontramos más adelante en la Época 1 de Monte Albán. Uno de los tipos m ás importantes de cerámica de la Fase Rosario, llamada Soco rro Gris Fino, apareció entonces, en la forma de cajetes co n borde volteado. Estos bordes volteados hacia fuera ocurrían en 12 formas re conocibles, cuatro de las cuales se exte ndi eron hacia la Época 1 de Monte Albán. Estos mi smos bordes pres entaban siete proyecciones deco rativas o excentricidades, de las cuales cinco se restringieron a la Fase Rosario y dos se extendieron hacia la Época 1. Algunas vasijas de b arro café y crema también se extendieron de la Fase Rosario hacia la Época 1 de Monte Albán . Así como hubo continuidad en la cerámica, la hubo en la arquitectura. Las co nstrucciones de adobe y de mampostería de piedra típicas de la Fase Rosario de San José Mogote evolucionaron hacia la primera arquitectura encontrada en la Época I de Monte Albán . Una de las plataformas de un templo de San Jos é Mogote (Estructura 19) presentaba enormes lápidas de piedra caliza, muchas de ellas colocadas verticalmente como ortostatos. Esta colo cación vertical de piedras enormes ·se parece a la manera en que están acomodadas las piedras grabadas del Edificio L , un edificio

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público de la Época I de Monte Albán (véase capítulo IV) . Los huecos irregulares que quedaron entre estas piedras erguidas de la Estructura 19 de San José Mogote fu ero n rellenados con bloques más pequeI'ios y rec tangulares de piedra caliza, colo cados uno sobre otro como los peldaños de una escalera. Este estilo de constru cción también aparece en el Edificio L de Monte Albán, así como en otro edificio de la Época I encontrado por el arqueólogo Jorge Acosta debajo del Sistema IV También tenemos el Monumento 3 en San José Mogote, una lápida de piedra grabada durante la Fase Rosario para representar el sacrificio de un enemigo (figura Il. 1). En su pecho aparece una voluta trilobulada (con tres partes), que puede indicar que a esta víctima de sacrificio se le extr;0o el corazón; una evidencia a favor de es ta interpretac ión es que aparece sangre que escurre por el pecho h as ta la orilla del monumento, donde forma do s círculos que luego se co nvierten en triángulos . Como el Monumento 3 formaba el umbral del corredor entre dos edific ios, lo que unQ

El Monumento 3 de San José Mogote. Esta pi ed ra grabada muestra a un enemigo sacrificado a quien le han sacado el corazón. La sangre fluye del pecho hacia el borde de la piedra, donde forma el símbolo de una gota de sangre: un círculo y un triángulo. Entre los pies de la víctima hay un nombre calendárico zapoteco que usa los jeroglíficos "1" Y "L" . El glifo que Alfonso Caso designó como" L" se usó más tarde en Monte Albán. FI GURA 11.1.



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LOS ANTECEDENTES

LOS ANTECEDENTES

veía primero eran los motivos triangulares de la sangre sobre el peralte de la piedra y luego en la huella, y uno de hecho pisaba el cuerpo de la víctilTla representada. Deb;0o de los pies del enemigo desnudo está su nombre jeroglífico: "1 L" (el número "1" Y el glifo que Caso identificó como "L"). Sabemos que cada niño zapoteco recibía su nombre del día de su nacimiento en el calendario ritual de 260 días (llamado piye en zapoteco; este calendario se describe en el capítulo v). Por lo tanto, podemos suponer que este glifo "1 L" es el nombre propio de la víctima. La razón para anotar el nOlnbre de la víctima como designación de la escena es sin duda subrayar que el enemigo sacrificado en San José Mogote era un m.iembro de la élite hereditaria y no un soldado común. El mismo glifo "L" aparece en textos jeroglíficos posteriores de Monte Albán. Para protegerlo de posibles dúios, el Monumento 3 fue retirado del sitio por el arqueólogo Enrique Fernández y colocado en la sala arqueológica del museo comunitario de San José Mogote, donde lo pueden apreciar los visitantes. En 500 a.c., cansados de ser atacados por las jefaturas rivales y en busca de un lugar más defendible donde vivir, los habitantes de San José Mogote y muchas de sus aldeas satelitales (un total de al menos 2000 personas) abandonaron el fondo del valle y se mudaron a la cima de una montaña de 400 In de altura en la "tierra de nadie". Esta montaña es lo que ahora llamamos Monte Albán (lámina 1). Ahí los inm.igrantes comenzaron la construcción de una muralla defensiva para proteger las laderas más fáciles de escalar. También COlTl.enzaron a formar terrazas en las zonas disparejas para convertirlas en lugares planos para sus viviendas (véanse figura II.2 y lámina 2). Si bien Monte Albán era un lugar naturalmente defendible, una de sus desventajas era que no contaba con una fuente natural de agua en caso de un ataque prolongado. COlTlO estrategia inicial, todos los patios y plazas se cubrieron con una capa de estuco. Estas superficies estucadas captaban el agua de lluvia, que era llevada hacia cisternas subterráneas mediante un muy extendido sistema de drenajes. En 1980, Francisco Javier Sansores publicó un estudio sobre

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Vista aérea de la Plaza Principal de Monte Albán, construida en la cima de un cerro defendible, 400 m sobre la llanura aluvial del río Atoyac.

FIGURA 11.2.

los dren;0es y desagües de Monte Albán propio. Su estudio reveló que cada piso de estuco tenía un declive para dirigir el agua hacia cisternas, para almacenarla durante la época de lluvias (de mayo a octubre). Luego podría usarse en la época de secas (noviembre a abril). En palabras de Sansores: " Durante el trab;0o se descubrió la evidencia del sistema de desagüe, que indica el principio del proceso de captación y recicl;0e del agua de lluvia. El sistema se logró mediante la proyección de declives, orientados de manera diferente, en los pisos de estuco que cubrieron el antiguo recinto". La segunda estrategia usada por Monte Albán tenía que ver con la gran muralla construida por razones defensivas a principios de la historia de la ciudad. Al parecer, una parte de la muralla ha-

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bría servido conlO presa, para bloqu ear varios arroyos y formar un reservo rio de 2.25 h a, sufi ciente para almacenar un máximo d e 67500 m 3 de agua, de acuerdo con los cálculos del experto en hidráulica James A. N eely. La población urbana de Monte Albán habría necesitado grandes ca ntidades de agua; es m.ás, sus n ecesidades habrían sido tan elevadas que no parece probable que haya habido agua excedente para la agricultura. Todas las terrazas excavadas h as ta ahora en M onte Albán tienen constru cciones y pisos de estuco. No es posible ver terrazas claramente agrícolas hasta llegar a la base del cerro. En la parte baja de la ladera suroriental de Monte Albán propio, un equipo de arqueólogos dirigido por MichaelJ. O'Brien estudió un pequeño sistema de irri gación h allado por N eely en su reconocin1.iento. El sistema está formado pOl: una presa y un canal de dos kilómetros de largo. La presa, de aproximadamente 10m de altura en el centro y con una longitud total de 80 m , abarca lo ancho de una barranca natural y consiste en un relleno de rocas con una cubierta exterior de bloques de piedra caliza. El canal comienza en el extremo sur de la presa y sigu e el co ntorno de la montaña a lo largo del extremo sur de la b arran ca, luego b aja por una estribación del piemonte hasta el fondo del valle. A ambos lados del canal hay terrazas agrícolas . Este sistema se fundó en la Época la y aumentó de tamaño durante la Época Ic. Se calcula que el área cultivada es de 50 ha y probablemente alcanzaría para alimentar a un máximo de 250 personas; es decir, sólo un pequeiio porcentaj e de la población de la ciudad (figura 11.3) . La m ejor tierra agrícola cercana a Monte Albán es el terreno aluvial del río Atoyac, que fluí a cerca de la base de la montaña. Es probable que la mayor parte de los alimentos consumidos en Monte Albán se cultivaran aq~lí y se transportaran a la cima de la montaña. Hay dos maneras en que esto pudo hab er ocurrido : primero, muchos habitantes de Mo nte Albán pueden hab er tenido milpas en el fondo del valle; segundo, había almenas una docena de aldeas que quedaban medio día a pie de Monte Albán , a las qu e prob ablemente se pedía que produj eran alimentos como tributo.

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Pequeño sistema de canales de irrigación construido en las laderas bajas de Monte Albán durante la Época 1.

Resumen Durante el periodo de 500-300 a.c., la ce rámi ca, arquitec tura, drenajes, cisternas, lápidas grabadas y escritura j eroglífica de la Fase Rosario evolucionó h acia la cerámi ca, arquitectura, drenaj es, cisternas, lápidas grabadas y escritura j eroglífica de la Época I de M onte Albán. Lo m ás importante es que, una vez instalado s en su cima defendible, la ex jefa tura de San José Mogo te y sus aliados quedaron en una posición adecuada para emprender una guerra de conquista co ntra sus rivales de otras partes del valle. Al cab o de p oco ti empo, la población de la montaña fortificada había aumentado a 5000 personas y la muralla defensiva medía tres kilómetros de largo. Lo s ocupantes h abían creado la primera auténtica ciudad del valle de Oaxaca.

LOS CONFLICTOS ENTRE MONTE ALBÁN Y SUS RIVALES

IIl. Los conflictos entre Monte Albán "X sus rivales y la creación del Estado zapoteco

URANTE LA ÉPOCA lA DE MONTE ALBÁN (500-300 a.c.), la población aumentó a un estimado de 8000-10 000 personas, distribuidas en 261 comunidades. Casi un tercio de la población del valle vivía en la cima for tificada que ahora llamamos Monte Albán. No sabemos cómo llamaban a la ciudad los propios habitantes, pero es probable que ca da cerro tuviera su propio topónimo. La ocupación durante la Época la se concentró en el cerro grande que ahora llam.amos Monte Albán propio (en cuya cima está la Plaza Principal); la ocupación aún no se había exte ndido hacia los cerros cercanos, llamados El Gallo y Cerro Atzompa, ni hacia la loma llamada Monte Albán Chico. Unas 65 ha de Monte Albán muestran una concentración sustancial de tepalcates de la Época la. Algunos tepalcates de la Época la aparecen en otras 300 ha, pero muchos de éstos pueden haber sido llevados h asta ahí en las canastas de ti erra usadas para el relleno de edificios de épocas más recientes . (Esto siempre es un problema en sitios arqueológicos ocupados durante muchos periodos.) La arquitectura pública de la Épo ca l en Monte Albán se conoce poco, porque la mayor parte sigue enterrada debajo de edificios posteriores. No hay evidencia de que la Plaza Principal existiera durante la Época l, al m enos no en su forma presente. No obstante, se han encontrado vestigios de la arquitectura de la Época l debaj o de edifi cios posteriores dentro y alrededor de la Plaza Principal, algunos de los cuales son visibles para los visitantes. Una constru cción de la Época l que puede ap reciarse hoy en día es el nivel más bajo del Edificio L, mal llamado el Edificio de los D anzantes. M ás precisame nte, es te edificio debería llamarse la Galería de los Prisioneros, pues lo que representan las cuatro hileras de lápidas grabadas no son danzantes sino prisioneros asesi-

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nadas o sac rificado s. Aünque menos de 20 d e es tas piedras con prisioneros eran visibles cuando los primeros exploradores visitaron Monte Albán, ahora queda claro que originalmente había más de 300 y que su disposición general era resultado de una planeación cuidadosa. Cada lápida muestra a un prisionero masculino, desnudo, con los ojos cerrados , la boca inusualmente abierta, a veces con volutas de sangre para seilalar la mutilación genital y a veces con una abertura en el pecho, donde se habría extraído el corazón (figura III. 1). La mayoría de los prisioneros aparece en posturas desgarbadas, grotescas e indignas, como los vería un observador parado sob re su cuerpo tirado en el suelo. Los primeros exploradores los confundieron con "dan zantes", y de ahí su inade cu ado nombre. En aI10S recientes, los arqueólogos se han dado cu enta de que el Edificio L era análogo a las conocidas "galerías de prisioneros" de ciudades mayas como Palenque, Toniná y Yaxchilán.

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FIGURA 111.1. Estas piedras grabadas del Edificio L en Monte Albán muestran enemigos sacrificados o prisioneros de guerra: a) presenta mutilación genital, mientras que b), el mal llamado " Danzante del Museo", sólo ha sido despojado de sus ropas .

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LOS CONFLI CTOS ENTRE MONTE ALBAN Y SUS R IVALES

Cuando las más de 300 lápidas grabadas se en contraban en su lugar, el Edificio L debe de haber sido uno de los despliegues más impresionantes de propaganda militar de todo el M éxico antiguo. De hecho, estas esculturas de prisioneros representan casi 80% de los monumentos de piedra producidos durante los 1 200 años de ocupación de Monte Albán. ¿Por qu é Monte Alb án se esforzó tanto en esta exhibición de su éxito militar inicial? Quizá porque durante toda la Época 1 Monte Albán se dedicó a vencer a todas las entidades políticas rivales que se interpusieran en su objetivo de dominar completamente todo el valle de Oaxaca. Gracias al trab~o reciente del doctor Charles Spencer y de la doctora EIsa Redmond, del American Museum ofNatural History de Nueva York, ahora sabemos que San Martín Tilc~ete (en el distrito de Ocotlán del Valle Grande o subvalle meridional) fue uno de los princip ales rivales de Monte Alb án durante esa época . Monte Albán trató durante varios siglos de som eter a Tilcaj ete a su control. Las distintas batallas que enfrentaron a Tilc~ete contra Monte Alb án y que dieron lugar a los saqueos de Monte Albán sobre Tilcajete cons tituyen uno de los des cubrimientos arqu eológicos m ás interesantes de Oaxaca durante los últimos años (figura III.2) . San Martín Tilcajete estaba 25 km al sur de Monte Albán. Recordemos que durante la Fase Rosario (700-500 a.e.) San José Mogo te había sido el centro de una sociedad de j efa tura de 2000 personas en el subvalle del norte. En la misma época, Tilc~ete había sido el centro de una sociedad de j efatura de quizás 1000 p ersonas en el subvalle del sur. Cuando San José Mogote y sus seguidores se mudaron a la cima de Monte Albán y comenzaron a construir su muralla, Tilc~ ete deliberadamente duplicó su tamaño (de 25 a 52.8 ha) , prob ablemente como medida defensiva. También construyó una plaza ceremonial con una orientación de 17 grados al este del norte magnético (una orientación que quizá eligieron de manera premeditada, para contrastar con la orientación norte-sur de los primeros edificios públicos de Monte Albán). Si bien no conocemos todos los detalles del conflicto, sabemos que en 330 a.e., hacia finales de la Época la, la plaza ceremonial de

Muros defe nsivos

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LOS CO NFLI CTOS ENTRE MO NTE ALBÁN Y SUS R IVALES

Tilc aj ete fue incendi ada, presuntamente por Monte Alb án. Sin embargo, Tilcajete no se rindió . Sus habitantes se retiraron ce rro arriba, hacia una posición m ás defendible, y volvieron a construir una plaza ceremonial, con la mism a orientación de 17 grados al este del norte magnético. Tilcaj ete aumentó a 71.5 h a durante la Épo ca Ic y construyó murallas defensivas en sus laderas m ás fáciles de escalar. Durante el periodo de 300-1 00 a. C.Tilcaj ete tambi én construyó dos estructuras notables: 1) un palacio p ara su gobernante, y 2) un templo de dos habitaciones para sus sacerdotes. El palacio era una residencia de 16 x 16 m form ada por ocho habitaciones que en cerraban un patio interior. El templo m edía 21 x 8 m y consistía en una habita ción interior, una exterior y un p ar de cu arto s m ás pequ el10s (quizás para guardar la parafernalia del templo). La im.portancia de es to s do s edificios es que ambo s refl ej an institu ciones aso ciadas con el Estado : una so ciedad m ás grande y más j erarquizada que una so ciedad de jefatura. El palacio de Tilcaj ete refleja la presen cia de un rey qu e puede usar trabajo comunitario forzado para construir su residencia oficial. La importancia de un templo de dos habitaciones es que los sacerdotes pueden vivir perman entemente en la habitación interior, mientras qu e los feligreses usan la ex terior, algo qu e sab emos o currió en so ciedades zapotecas posteriores (figura II1.3) . Confiamos en que para entonces Monte Albán también tenía un palacio y un templo con do s h abitaciones . Sin e mb argo, es probable que nunca en contremos estos edificios, porque las constru cciones más importantes de la Épo ca I de Monte Albán es tán enterradas debajo de edificios posteriores que se consolidaron con cem ento p ara protege rlo s. En todo cas o , la eviden cia co n qu e contamo s sugi ere qu e en el valle de Oax aca es tab a ocurri endo una escalada progresiva en la o rganización política, es timulada al m enos en parte por la competencia permanente entre Monte Alb án y Tilcajete. Monte Albán , por supu es to, tenía la ventaj a demográfI ca en es te conflicto. Para la É p oca Ic (300-100 a.c.) , la ciudad cubría

LOS CO NFLI CTOS ENTRE MO NTE ALBÁN Y SUS RIVALES

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Es probable que Monte A lbán tu viera un palacio y un templo de dos habitacion es en la Época 1, pero posiblemente nunca los encontremos porque están enterrados debajo de edificios posteriores. En con secuencia, el palacio zapoteco a) y el templo de dos habitaciones b) más antiguos son los excavados en Tilcajete por Ch arles Spencer y Eisa Redmond. FIGURA 111. 3.

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va ri os kilóme tro s cuadrados, co n una población es timada en al m enos 10000 personas . Su muralla defensiva m edía tres kilóm etros y se había rodeado de 155 aldeas satelitales, muchas de ellas en zonas del piemonte , donde se p o dí a usar la irrigación con canales para aumentar la productividad agrícola. Estas 155 aldeas - todas a medio día a pie de Monte Albán, cuando mucho- no sólo suministrab an alimentos para la ciudad en caso de una guerra prolon gada, sino también gu erreros para las largas campal1as militares co ntra Tilcaj ete o cualquier otro rival que resultara obstinado. En algún mome nto entre 30 y 20 a. c. , hacia el fin al de la Época Ic, Monte Albán volvió a atacar a Tilcaj ete y esta vez resultó victoriosa. Incendió el p alacio y el templo de Tilcaj ete; el sitio fu e abandonado y los habitantes acabaron por convertirse en súbditos de Monte Albán, que entonces controlaba los 2100 km2 del valle de O axaca y se había convertido en la capital de un Estado zapoteco militarizado.

LOS CONFLICTOS ENTRE MONTE ALBÁN Y SUS RIVALES

Con la derrota de Tilcajete, la población de Monte Albán aumentó a más de 15000 personas, quienes vivían principalmente en la zona protegida por la muralla. Se calcula que en ese momento la población de todo el valle de Oaxaca era de 50000 habitantes distribuidos en 744 comunidades. Alrededor de un tercio de la población del valle seguía viviendo en Monte Albán. La ciudad ya no tenía rivales: era demasiado grande como para ser amenazada y su población se estaba extendiendo hacia los cerros cercanos de Mogotillo y El Gallo. Un aspecto importante del cerro llamado ahora Mogotillo es que parece haberse convertido en una especie de "puerta de entrada" a Monte Albán. Se estaba desarrollando un importante sisten1.a de carreteras en Monte Albán, y Mogotillo se estaba convirtiendo en un cruce de caminos, donde la principal ruta desde el fondo del valle se dividía en cinco : dos de estos caminos llevaban a aberturas en la muralla defensiva y entraban en Monte Albán; los otros tres parecen haber llevado hacia el norte, rumbo al subvalle de Etla (figura III.4) .

LOS CONFLICTOS ENTRE MONTE ALBÁN Y SUS RIVALES

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I Caminos principales Caminos secundarios

Resumen El ascenso de Monte Albán al poder dependió de una serie de decisiones cruciales tomadas por sus gobernantes. Con su decisión de abandonar el fondo de la parte norte y central del valle y fundar Monte Albán, consiguieron una cima fortificada desde la cual pelear implacablemente para someter a sus rivales, aunque esta estra- · tegia los obligó a vivir más lejos de sus milpas de maíz. Con su decisión de establecer 155 aldeas satelitales en zonas de irrigación por canales, en el piemonte cercano, consiguieron 1) los agricultores, guerreros y artesanos necesarios para las campúias militares prolongadas, y 2) atraer más seguidores a la ciudad, hasta que su población alcanzó los 15000 habitantes. Durante ese proceso aparecieron instituciones de Estado, como el palacio y el templo de dos habitaciones .

FIGURA 111.4. Parte del sistema carretero de Monte Albán, descubierto por el doctor Richard Blanton y sus colaboradores.

Cuando observamos el mundo antiguo, notamos que Monte Albán no fue la única sociedad que creó un Estado de esta manera. Entre 3400 y 3200 a.e., el Alto Nilo, en Egipto, también estaba dividido en tres sociedades de jefatura rivales : Hierakonpolis, N aqada y This. Hierakonpolis unificó a las tres jefaturas mediante la fuerza militar y creó un protoestado. Este protoestado del Alto Nilo luego conquistó la región del Bajo Nilo para crear el primer Estado egipcio bajo la Dinastía 1, alrededor de 3000 a.e. Así, uno de los principales descubrimientos recientes en la arqueología de Oaxaca es que el proceso que dio lugar a Monte Albán ofi-ece paralelismos teóricos con otras civilizaciones antiguas.

LOS PRIMEROS EDIFI C IOS PÚBLI CO S Y PIEDRAS GRABADAS

IV Los primeros edificios públicos y piedras grabadas

de los primeros edificios públicos y monumentos de piedra grabada de Monte Albán, necesitamos discutir las maneras en que se han fechado los edificios y terrazas de la ciudad. Los edificios, por supuesto, se fechan según el estilo de la cerámica encontrada en sus pisos, incorporada en sus rellenos de tierra o atrapada debajo de sus cimientos. Un problema consistente en un sitio como Monte Albán es que el relleno de los edificios más grandes estaba compuesto por canastas de tierra traída de otras partes, y en el proceso de juntar esa tierra pueden quedar atrapados en el relleno tepalcates de periodos anteriores. Por lo tanto, los edificios se fechan de acuerdo con los tepalcates más recientes encontrados en su relleno, no los más antiguos. Esta situación cambia en la mayoría de las 2073 terrazas habitacionales de Monte Albán. La mayoría de esas terrazas nunca han sido excavadas . Lo que tenemos es una estimación de su antigüedad, a partir de la data de los tepalcates encontrados a ras del suelo y durante los reconocimientos. Como no podemos estar seguros de que cada tepalcate específico se originó en una terraza en particular, siempre usamos el término estil'nado cuando hablamos del número de terrazas habitadas en un momento determinado y de la población con que contaba la ciudad, calculada a partir delnúmero de terrazas ocupadas. Las estimaciones que se dan en este libro en cuanto a número de terrazas y población de Monte Albán difieren ligeramente de las que ofi.-ece el doctor Blanton en su importante libro de 1978. La razón es que durante los últimos 30 aJ10S han ocurrido ciertos refinamientos en la cronología de la cerámica en Monte Albán. Si bien la cronología de las épocas l- V, trabajada por Caso, Bernal y Acosta, fue excelente, había ciertas precisiones que ellos no podían hacer,

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NTES DE HABLAR



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por las razones ya mencionadas: en un sitio complejo como la ciudad de Monte Albán, ocupada durante 1 500 aI'ios , es inevitable que algunos tepalcates de la Época la se vuelvan a depositar en capas de la Época lc, mientras que tepalcates de la Época lc se depositen en capas de la Época n, y así su cesivamente. Las precisiones en la cronología fi.¡eron posibles por excavaciones realizadas en otros sitios arqueológicos , donde el problema de la redepositación es menor. A partir de estas precisiones, el doctor Robert Reynolds, un especialista en computadoras,está analizando nuevamente la abundancia de datos del reconocimiento del doctor Blanton. Las estilTlaciones que ofrezco en este libro se basan en los análisis aún inéditos del doctor Reynolds.

El crecimiento de Monte Albán durante la Época 1 La figura IV.I muestra las 380 terrazas arquitectónicas que ahora creemos estuvieron ocupadas durante los primeros 200 aJ10S de la Época l (500-300 a.c.), el periodo que Ignacio Bernal llamó Monte Albán la. Esta cifra sólo puede ser una estimación, pues para confirmarla se tendrían que excavar las 380 terrazas, lo cual no se ha hecho. Las terrazas que se muestran corresponden a aquellas en cuya superficie el equipo del doctor Blanton encontró tepalcates de seis tipos diagnósticos: cerámica gris tipos G15, G16 Y G17; cerámica crema tipos C2 y C4, y cerámica café tipo K3 . Sospechamos que durante la Época la la población de Monte Albán aumentó de 2000 a 5000 personas. Durante los últimos 200 aiios de la Época l, el periodo que Bernalllamó Monte Albán l c (aproximadamente 300-100 a. C.), aparecieron nuevos tipos de cerámica. Estos nuevos tipos nos permiten ver cómo la ciudad aumentó de 5000 a quizás 10000 personas. Como se mencionó en el capítulo III, la población se fue extendiendo del cerro principal de Monte Albán propio hacia los cerros cercanos conocidos ahora como Mogotillo y El Gallo.

¡po

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LOS PRI MEROS ED IFIC IO S PÚBLICOS Y PIEDRAS GRABADAS

FI GURA IV.1. Monte Albán propio y Mogotillo durante la Época la. Los círculos en color g ri s oscuro son t errazas en cuya superfici e el equipo del doctor Blant on halló cerámica de los tipos G15, G16, G17, C2, C4 Y K3. Los círculos en g ris claro son terrazas que al parecer no fueron ocupadas sino hasta más t ard e.

Abaj o del Edifi cio K: Templo (?) con dos

sec uencia de edifi cios

Las estructuras antiguas debajo de la Plataforma Norte Co mo los primero s edifi cios d e Monte Alb án es tán cub ie rt os co n construcciones posteriores, sólo logramos vislum brar los edific ios públicos d e la É p oca l (fi gura IV. 2 ) . E ntre 1942 y 1944 , Caso y Bernal hicieron excavaciones profundas en la es quina sureste de la Platafor ma N orte, una cons trucción en orme en el extrem o norte de la Plaza P r inc ip al. E n contraron ahí u n edifi cio público d e la Épo ca l a profu ndam ente enterrado. Es te edificio te ní a motivo s de se rpi entes modelados e n su es tu co, p e ro com o estaba tan enterrado sólo se pudo exponer una parte de su es tru ctura. D eb ajo del piso de esta estru ctura h abía otros tres niveles estratigráfi cos, que permitieron a Bernal dividir la Época l en l a, lb y l c. Mientras que las ép ocas l a (É po ca l temprana) y l c (Ép oca l tardía) se sigu en usando ac tualmente, la lb se considera como una simple transició n entre las do s y n o tan to co mo un perio do indep endiente.

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Edifi cio L: Galelía de

D Estelas 12 Y 13 1---