Mona Lisa (Historia National Geographic)

GRIETAS DEL TIEMPO Medio millón de craquelures, pequeñas grietas en la pintura, surcan el rostro de Mona Lisa. Sus colo

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GRIETAS DEL TIEMPO

Medio millón de craquelures, pequeñas grietas en la pintura, surcan el rostro de Mona Lisa. Sus colores se han oscurecido con el paso del tiempo y la aplicación de sucesivas capas de barniz. MICHEL URTADO / RMN-GRAND PALAIS

MONA LISA ENIGMAS DE UNA OBRA MAESTRA Aunque la pintó por encargo, Leonardo da Vinci nunca se desprendió de su Gioconda. A menos que realizara más de una, como algunos historiadores han sugerido recientemente JESÚS F. PASCUAL MOLINA DOCTOR EN HISTORIA DEL ARTE PROFESOR DE LA UNIVERSIDAD DE VALLADOLID

EL ARTISTA ANCIANO

Leonardo realizó el dibujo de la izquierda, considerado un autorretrato del artista, en su época en Milán, hacia 1512. Biblioteca Real, Turín.

E

l Retrato de Lisa Gherardini, esposa de Francesco del Giocondo cuelga –custodiado bajo fuertes medidas de seguridad– en la sala 6 de la primera planta del ala Denon del parisino Museo del Louvre. Más conocido como Mona Lisa o La Gioconda, el óleo sobre tabla, de 77 por 53 centímetros de mano de Leonardo da Vinci, es difícil de observar, rodeado como siempre está por una multitud de turistas que, cámara en mano, atestan el espacio en busca de una instantánea de este icono de la historia del arte. La expectación, pero también las incógnitas, han acompañado a este cuadro único desde su creación. Hoy sabemos que hacia

UNA PINTURA VIAJERA

1503 Leonardo comenzó el retrato de una dama florentina: Lisa Gherardini, esposa del mercader Francesco del Giocondo, que pudo encargar el cuadro con motivo del traslado de la familia a su nueva vivienda, o bien tras el alumbramiento de su segundo hijo, en 1502. En 2005 se dieron a conocer unas notas del florentino Agostino Vespucci en el margen de una obra de Cicerón conservada en la biblioteca de la Universidad de Heidelberg, fechadas en octubre de 1503. Además de criticar a Leonardo por dejar las obras sin terminar, Vespucci indicaba que el pintor se encontraba en esa fecha realizando un retrato «del busto de Lisa del Giocondo», con lo que parece zanjarse el tema de la

PIETRO CANALI / FOTOTECA 9X12

AKG / ALBUM

1503-1516

1519-1797

1800-1804

LEONARDO DA VINCI comienza

A LA MUERTE de Leonardo, la

NAPOLEÓN BONAPARTE queda

el retrato de Lisa del Giocondo, que se llevará con él a Milán y Roma y posteriormente a Francia, cuando el pintor se ponga al servicio de Francisco I.

Mona Lisa forma parte de las colecciones reales. El cuadro colgará en Fontainebleau y Versalles antes de ingresar en el Museo del Louvre.

fascinado por el retrato y manda llevarlo a su residencia imperial, el palacio de las Tullerías, en 1800. Al cabo de cuatro años, la pintura regresa al Louvre.

1911-1914 4 UN LADRÓN roba la tabla y la obra

permanece dos años desaparecida hasta que se recupera en Italia. La Gioconda reingresa en el Louvre Florencia, tras ser expuesta en Florencia Roma y Milán.

LA CAPITAL DEL QUATTROCENTO

Florencia fue la cuna del Renacimiento, nacido de la mano de artistas como Leonardo o Brunelleschi, autor de la cúpula de Santa María del Fiore, en la imagen.

¿Y SI NO ERA LISA GHERARDINI?

identidad de la mujer representada en el óleo del Louvre, fruto de debate durante siglos. A pesar de ello, son muchos los que han querido –y siguen queriendo– ver en la tabla mil y una identidades, sin descartar incluso un autorretrato del propio artista travestido.

Una obra estremecedora La fama de la obra se propagó rápidamente a través de quienes pudieron verla en su taller. Así lo atestiguan las copias que se hicieron pronto de la pintura, empezando por el dibujo que realizó Rafael hacia 1504, conservado asimismo en el Louvre, y que parece que sirvió de base a su retrato de Maddalena Doni, fechado hacia 1506 y que presenta una gran conexión con La Gioconda en cuanto a pose y composición. Con todo, el mejor testimonio del impacto que causó la Mona Lisa entre los pintores del Renacimiento se encuentra en las Vidas de Giorgio Vasari, publicadas en 1550. Vasari, que también era un pintor destacado, se refirió así a la célebre pintura de Leonardo: «Todo aquel que quisiera ver en qué medida

En 1863, Cesare Macari plasmó (a la derecha) el proceso de creación de La Gioconda tal como lo describió Giorgio Vasari en 1550.

puede el arte imitar a la Naturaleza lo podría comprender en su cabeza [de La Gioconda], porque en ella se habían representado todos los detalles que se pueden pintar con sutileza. Los ojos tenían ese brillo y ese lustre que se pueden ver en los reales, y a su alrededor había esos rosáceos lívidos y los pelos que no se pueden realizar sin una gran sutileza. [...]. La nariz, con todas esas aperturas rosáceas y tiernas, parecía de verdad. La boca, con toda la extensión de su hendidura unida por el rojo de los labios y lo encarnado del rostro, no parecía color sino carne real. En la fontanela de la garganta, si se miraba con atención, se veía latir el pulso. Y en verdad se puede decir que fue pintada de una forma que hace estremecerse y atemoriza a cualquier artista valioso». Es indudable que la fama que poseía el retrato ya en el siglo XVI no es casual. La calidad de la obra radicaba, en palabras de Vasari, en su verismo, en su proximidad a la realidad y en su carácter mimético. Con esa viveza de la figura tiene mucho que ver la técnica empleada por el maestro, basada

BRIDGEMAN / ACI

ISABEL DE ESTE. DIBUJO REALIZADO POR LEONARDO DA VINCI HACIA 1500. MUSEO DEL LOUVRE, PARÍS.

PINTANDO LA MONA LISA

FINE ART IMAGES / ALBUM

A LO LARGO de los siglos, muchos autores han propuesto múltiples identidades para la mujer retratada por Da Vinci. Algunos estudiosos han llegado a ver a la madre del artista o a un hombre travestido –tal vez él mismo– detrás de la sonrisa más famosa de la historia de la pintura. Según estas hipótesis, alentadas por el análisis que Sigmund Freud hizo de Leonardo y su obra, el artista sublimaría su sexualidad a través del arte, y ésta sería la razón por la que mantuvo el cuadro con él casi hasta su muerte. Siguiendo el relato de Antonio de Beatis, que aseguraba que se trataba del retrato de una mujer florentina encargado por Juliano de Médicis, se ha buscado a una amante del noble, de origen aristocrático: Constanza d’Avalos, Isabel de Este, Caterina Sforza o Isabel de Aragón, entre otras. Sin embargo, ninguna de ellas era florentina y su condición social hace difícil que permanecieran en el anonimato.

EL MAESTRO TR ABAJA en sus biografías de los más célebres artistas del Renacimiento, Giorgio Vasari colma de elogios a La Gioconda. Además explica, de forma muy literaria, cómo Leonardo da Vinci consiguió esbozar la mítica sonrisa de su obra en la modelo: «Por encargo de Francesco del Giocondo, Leonardo emprendió el retrato de Mona Lisa, su mujer [...]. Mona Lisa era muy hermosa; mientras la retrataba, tenía gente cantando o tocando, y bufones que la hacían estar alegre, para rehuir esa melancolía que se suele dar en la pintura de retratos. Tenía un gesto tan agradable que resultaba, al verlo, algo más divino que humano, y se consideraba una obra maravillosa por no ser distinta a la realidad».

RESIDENCIA FRANCESA

Leonardo da Vinci pasó los tres últimos años de su vida en el castillo de Clos Lucé (a la izquierda) muy cerca de la residencia real de Amboise. BRIAN JANNSEN / ALAMY / ACI

en el sfumato que, reduciendo el peso del dibujo, difumina los contornos, funde las sombras y genera una apariencia de objetos poco definidos, casi borrosos, fruto del aire que existe entre el observador y el observado. En palabras del propio Leonardo: «El mucho aire impide la evidencia de la forma de esos objetos y, en consecuencia, sus más menudos detalles resultan imperceptibles e irreconocibles». Asimismo, el retrato realizado por Da Vinci se esfuerza por trascender el aspecto físico de la modelo, para adentrarse en su psicología, y mostrar cualidades y hasta virtudes. ¿Acaso el nombre popular del cuadro –La Gioconda– tenga que ver con el adjetivo italiano giocondo que significa alegre, jocoso, feliz?

¿Dos ‘Mona Lisa’? Leonardo mantuvo siempre la pintura entre sus posesiones. Cuando entró al servicio de Francisco I de Francia llevó con él el retrato, que fue adquirido por el monarca francés en 1518, pasando a formar parte de las colecciones reales francesas. En 1797 se integró

en los fondos del recién creado Museo del Louvre, si bien en 1800 Napoléon ordenó que la obra se instalara en sus aposentos en el palacio de las Tullerías, donde permaneció hasta su regreso a la pinacoteca en 1804. Sin embargo, cabe preguntarse si el original del Louvre corresponde a la obra descrita por Vasari. En 1517, el cardenal Luis de Aragón y su secretario, Antonio de Beatis, pudieron observar el cuadro en la residencia francesa de Leonardo, junto al castillo real de Amboise. Allí, según De Beatis, el propio pintor les indicó que se trataba del retrato «de una cierta dama florentina», encargado por Juliano de Médicis, por lo que la representada sería una de sus amantes. Esto plantea que o bien Vespucci y Vasari están equivocados, o que podemos estar hablando de más de un retrato. De hecho, el teórico Giovanni Paolo Lomazzo, en una obra dedicada a las artes publicada en 1584, habla de dos obras diferentes, identificadas como La Gioconda y Mona Lisa, respectivamente. Si bien esto puede deberse a un error, no ha dejado de intrigar a los estudiosos. Además, en su

FINE ART IMAGES / ALBUM

GÉRARD BLOT / RMN-GRAND PALAIS

LAS OTRAS GIOCONDAS

MICHÈLE BELLOT / RMN-GRAND PALAIS

JOSEPH MARTÍN / ALBUM

De izquierda a derecha y de arriba abajo: Monna Vanna, dibujo de una Gioconda desnuda, salido del taller de Leonardo; Mona Lisa de Isleworth, copia de la Gioconda que algunos afirman es una primera versión del cuadro hecha por el propio Da Vinci; Mona Lisa del Prado, salida del taller de Da Vinci, y busto realizado por Rafael en 1504 tras ver La Gioconda.

LA GEMELA DE LA GIOCONDA EN EL PRADO

REFLECTOGRAFÍA. IMAGEN DE LA GIOCONDA DEL PRADO OBTENIDA POR INFRARROJOS.

descripción, Vasari llama la atención sobre las cejas y pestañas de la retratada –«en las cejas se apreciaba el modo en que los pelos salen de la carne, más o menos abundantes y, girados según los poros de la carne, no podían ser más reales»–, detalles ausentes en la obra del Louvre. Quizá las experimentaciones que acostumbraba a hacer Leonardo pudieron acabar con la desaparición de algunas de las veladuras que componen la pintura. O puede que no se trate de la misma obra.

‘La Gioconda’ original La Mona Lisa del Museo del Prado supone una importante pieza en el puzle de la obra maestra de Da Vinci. No sólo se trata de la copia más antigua conocida hasta el momento del cuadro –realizada por uno de sus alumnos al mismo tiempo que el original–, sino que presenta unas similitudes técnicas con la pintura del florentino realmente singulares, hasta el punto que fue considerada hasta la segunda mitad del siglo XIX de mano del maestro. Su paisaje inacabado y la presencia de cejas y pestañas inducen a

TÉCNICA INNOVADORA

MUSEO DEL PRADO

LA MONA LISA DEL PRADO aparece en los inventarios reales desde el siglo XVII y forma parte de los fondos del museo desde su inauguración, en 1819. Hasta 2012, se creía que era una más de las versiones del cuadro de Leonardo da Vinci. Pero ese año se dieron a conocer las conclusiones de los análisis realizados durante la restauración de la obra, que duró dos años. Se descubrió que el fondo negro que deslucía la tabla era un añadido posterior a 1750 y debajo se conservaba un paisaje idéntico del original, aunque inacabado. Ambos óleos presentan las mismas dimensiones de la figura e idénticas correcciones. Todo ello permitió concluir que la Mona Lisa de la pinacoteca madrileña es la réplica más temprana conservada del cuadro. De hecho, se cree que la realizó un destacado discípulo de Da Vinci, tal vez Francesco Melzi o Salaì, al mismo tiempo que el original y con la misma técnica usada por su maestro.

Leonardo usó la innovadora técnica del sfumato para pintar el famoso retrato. A la derecha, la tabla y el marco colgados en el Louvre.

pensar que tal vez éste fuera el cuadro descrito por Vasari, quien difícilmente podía haber visto la obra actualmente expuesta en el Louvre, puesto que Leonardo se la llevó consigo a Francia en 1516, cuando Vasari tenía cinco años. Entonces ¿entregó tal vez a Giocondo una obra terminada por un discípulo, o por el contrario no culminó el encargo? ¿Se trataba de retratos de dos mujeres distintas? ¿El que el cardenal de Aragón vio en Francia representaba a una amante de Juliano de Médicis? Por si fuera poco, para otros la obra que describe Vasari en 1550 sería la denominada Mona Lisa de Isleworth o Mona Lisa temprana, una pintura de dimensiones algo mayores que la del Louvre y pintada sobre lienzo; actualmente se encuentra en manos de un consorcio privado constituido bajo el nombre de Mona Lisa Foundation y con sede en Zúrich. Ésta sería, por tanto, la «auténtica» Gioconda, mientras que la conservada en el Museo del Louvre sería una obra posterior. Esa mujer, con el paisaje inacabado detrás, más joven que la de los cuadros de París y Madrid,

SCALA, FIRENZE

EL COPISTA TRABAJA

Las copias de La Gioconda han contribuido a aumentar su fama. A la izquierda, Louis Berou copia el cuadro en el salón Carré, en 1909. UNA NUEVA LOCALIZACIÓN

Desde 2005, La Gioconda cuelga del muro erigido especialmente para ella en la sala de La Gioconda (Salle des États), dedicada a la pintura italiana.

FRANÇOIS VIZZAVONA / RMN-GRAND PALAIS

Del olvido a icono Comoquiera que sea, durante los siglos XVII y XVIII la fama de la obra fue languideciendo, y en el XIX la Mona Lisa no era probablemente el cuadro más popular del Museo del Louvre. No colgaba en un sitio especial como en la actualidad, sino junto a otras obras de escuela europea. Los medios de reproducción mecánica no conseguían, tal vez por la técnica del sfumato utilizada por Leonardo, captar la pintura en todo su esplendor. Aun así, era una obra conocida en el círculo de artistas e intelectuales y muchos autores seguían homenajeándola en sus composiciones, como Mujer con perla de Corot (1868). El terreno estaba abonado para la «Lisamanía» que se desató a mediados de siglo entre los literatos del Romanticismo, que contribuyeron a crear la imagen de Mona Lisa como una femme fatale, de atracción casi mágica, impa-

sible, «la bella esfinge que sonríe misteriosamente», según Téophile Gautier. Hasta el punto de que cuando la obra fue robada del Louvre en 1911 los investigadores creyeron que el ladrón era un enajenado que se había enamorado de la representada. Con todo, lo que disparó la fama de La Gioconda fue justamente ese robo, resuelto con el retorno triunfal de la obra al Louvre en 1914. La Mona Lisa se convirtió entonces en un auténtico icono popular, reproducido hasta la saciedad, cuya fama aún perdura, incluso entre los artistas. Porque ¿quién no ha revisitado La Gioconda? No sólo los maestros antiguos han imitado y homenajeado el cuadro, también los contemporáneos –Léger, Duchamp, Warhol, Dalí, Botero, Banksy…– han querido confrontarse con este icono de la cultura occidental. Para saber más

ENSAYO

Mona Lisa. Historia de la pintura más famosa del mundo Donald Sassoon. Crítica, Barcelona, 2007. El robo de la sonrisa R. A. Scotti. Turner libros, Madrid, 2010.

FRANCK BOHBOT / RMN-GRAND PALAIS

sería Lisa del Giocondo, mientras que para las otras pinturas se barajan múltiples identidades, incluyendo a la madre del propio Leonardo Da Vinci.

LEEMAGE / PRISMA ARCHIVO

EL R OB O DE MONA LISA / 1

INCREÍBLE DESAPARICIÓN a mañana del martes 22 de agosto de 1911, el personal del Museo del Louvre se percató de que la Mona Lisa había desaparecido. No es extraño que el día anterior nadie se diera cuenta, ya que el lunes era día de cierre. A eso hay que unir que las obras solían moverse para ser fotografiadas, por lo que, en un primer momento, aquel hueco vacío no alarmó a nadie. Al día siguiente, la noticia de que el cuadro había sido sustraído estaba en boca de medio mundo; el robo del retrato de Leonardo copó la portada de los diarios de todo el planeta. al principio, los i n ve s t i g a d o re s pensaron que podría tratarse de un chantaje y que el ladrón pediría un rescate. También PRENSA. PORTADA DEL DOMENICA DEL CORRIERE (ARRIBA) Y NOTICIA EN EL ABC (IZQUIERDA). ABC, JUEVES 24 DE AGOSTO DE 1911.

RUE DES ARCHIVES / ALBUM

al mismo tiempo, el escándalo hizo que la Mona Lisa adquiriera de golpe una popularidad universal. Tras la reapertura del museo, los curiosos hacían cola para visitar el espacio vacío que antes ocupaba el retrato de Leonardo. La pintura aparecía reproducida por doquier: ocupaba las páginas de la prensa –que seguía la crónica del robo día a día–, se empleaba como reclamo publicitario y hasta dio lugar a películas sobre el robo. Como afirma R. A. Scotti en El robo de la sonrisa: «Mona Lisa abandonó el Louvre siendo una obra de arte y volvió convertida en un icono».

SÁTIRA. LA GIOCONDA SE DESPIDE DE LOS «MIRONES» PARA IR AL ENCUENTRO DE «MI VINCI» EN ESTA POSTAL.

UN CANTANTE CALLEJERO VENDE ¿LA HAS VISTO? LA GIOCONDA, UNA DE TANTAS CANCIONES CÓMICAS QUE PROLIFERARON TRAS EL ROBO.

ALBERT HARLINGUE / ROGER-VIOLLET / AURIMAGES

TRAS EL ROBO, LOS VISITANTES DEL LOUVRE SE MULTIPLICARON. LA MAYORÍA QUERÍA OBSERVAR EL ESPACIO VACÍO QUE HABÍA DEJADO EL LADRÓN EN EL SALÓN CARRÉ DEL MUSEO.

JOSSE / SCALA, FIRENZE

se sugirió que era una llamada de atención ante las escasas medidas de seguridad del museo. Se llegó a detener e interrogar a Apollinaire y a Picasso, por aquella época jóvenes artistas de vanguardia, rebeldes que clamaban contra las anquilosadas instituciones artísticas y que, ciertamente, habían estado implicados en la sustracción de alguna pieza del museo. Sin embargo, los meses pasaban y nada se sabía del cuadro. Empezó a cundir la desesperación: ¿Dónde estaba La Gioconda?

SEGURIDAD. ESTA CARICATURA DE LA ÉPOCA MUESTRA EL RETORNO DE LA OBRA FUERTEMENTE CUSTODIADA.

ROGER-VIOLLET / AURIMAGES

EL R OB O DE MONA LISA / 2

RESCATE Y RETORNO n 1913 se había perdido toda esperanza de encontrar el cuadro. La Mona Lisa ya ni siquiera aparecía en el catálogo del Museo del Louvre. Sin embargo, a finales de noviembre, un rocambolesco suceso daría un vuelco a toda la historia del robo: el director de la Galería de los Uffizi y un marchante de arte fueron citados en un hotel de Florencia por un tal «Leonardo», que afirmaba tener en sus manos el retrato robado en París. Tras examinar el cuadro y comprobar su autenticidad, dieron parte a las autoridades y el ladrón fue detenido. enseguida se desveló la identidad de «Leonardo». Se trataba del italiano Vincenzo Peruggia, antiguo trabajador del Louvre, que argumentó una razón política para el crimen: quería devolver el cuadro a Italia, su verdadero hogar, pues creía que formaba parte de las obras de arte que Napoleón se había llevado a Francia a principios del siglo XIX. Antes de volver a Francia, la obra se expuso en Florencia, Roma y Milán, captando la atención de numeroso público. Finalmente, el 4 de enero de 1914 regresó a París. Peruggia había resultado ser un pobre desgraciado, lejos del sofisticado ladrón de ar-

BRIDGEMAN / ACI

te internacional que la gente había imaginado. Quizá por ello salió del paso cumpliendo apenas siete meses en prisión. sin embargo, la duda sobre la existencia de un compinche o algún otro ideólogo del delito ha alentado todo tipo de teorías. En 1932, el reportero norteamericano Karl Decker afirmó haber conocido en Casablanca en 1914 a un misterioso marqués

FASTOS. EL EMBAJADOR DE FRANCIA, VARIOS MINISTROS ITALIANOS Y EL DIRECTOR DEL LOUVRE POSAN EN ROMA JUNTO A LA MONA LISA EN LA CEREMONIA DE RETORNO DEL CUADRO A FRANCIA EN DICIEMBRE DE 1913.

llamado Eduardo de Valfierno, que le habría contado el verdadero trasfondo del robo más famoso del siglo: el plan era realizar diversas copias que, pasando por verdaderas, se habrían vendido a varios coleccionistas incautos. La historia nunca pudo ser probada, por lo que el misterio perdura. CRIMINAL SOLITARIO. FOTO DE LA FICHA POLICIAL DE VINCENZO PERUGGIA. A PESAR DE LAS MÚLTIPLES ESPECULACIONES SOBRE UN CEREBRO OCULTO DEL ROBO, TAN SÓLO SE CONDENÓ AL ITALIANO. BRIDGEMAN / ACI

UN ESPERADO RETORNO. ESTA CARICATURA MUESTRA LA EXPECTACIÓN CON QUE SE ESPERABA LA LLEGADA DE LA MONA LISA A FRANCIA TRAS SER RECUPERADA EN ITALIA. RUE DES ARCHIVES / ALBUM