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BEBIDA Y CONVERSACIÓN En esta imagen de un kílix ático, los participantes de un simposio beben vino en un vaso llamado

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BEBIDA Y CONVERSACIÓN

En esta imagen de un kílix ático, los participantes de un simposio beben vino en un vaso llamado esquifo (skyphos). Siglo V a.C. Museos Estatales, Berlín. BPK / SCALA, FIRENZE

EL DIOS QUE INVENTÓ EL VINO

Según el mito, Dioniso, el dios del vino, enseñó a los hombres a mezclarlo con agua para evitar la locura. En la página siguiente, tetradracma con la efgie del dios. Siglo V a.C. BRIDGEMAN / ACI

BANQUETES A LA GRIEGA En las ciudades de la antigua Grecia, más que comer, lo que hacían los invitados a un simposio en casa de un rico anftrión era beber, escuchar música, deleitarse con las bailarinas y, sobre todo, hablar de todo lo divino y lo humano FRANCISCO JAVIER MURCIA DOCTOR EN FILOLOGÍA CLÁSICA

C

uenta Jenofonte en su Banquete que en una ocasión Sócrates estaba paseando junto a cuatro amigos cuando los abordó Calias, un ricachón ateniense: «Oportunamente me encuentro con vosotros, pues voy a dar una fiesta [...] y pienso que sería más brillante si mi salón está adornado con hombres de espíritu tan elevado como el vuestro». Sócrates creía que Calias se burlaba de su pobreza, pero el prohombre insistió. Entonces le agradecieron la invitación sin prometerle aún que acudirían, hasta que, viendo que se disgustaba, aceptaron seguirlo hasta su casa. Allí pasarían toda la noche comiendo y bebiendo, escuchando música y, sobre todo, conversando, en lo que constituía una de las instituciones más características del modo de vida de los antiguos griegos: el banquete o simposio.

ERICH LESSING / ALBUM

MÚSICA Y BAILARINAS

Los banquetes más informales estaban amenizados por bailarinas y fautistas, mujeres que también podían ofrecer servicios sexuales. En la imagen, fautista en un simposio. Siglo IV a.C. Louvre, París.

Como podemos ver por la anécdota de Jenofonte, la invitación a un banquete no era demasiado formal. El anfitrión podía hacerla al encontrarse casualmente con los amigos en la calle o en el ágora. Tampoco parece que hubiera problemas si algún invitado traía por su cuenta a otro amigo a la reunión, como vemos que hace Sócrates en el Banquete de Platón. Pronto apareció un tipo humano conocido como bufón (ákletos) que acudía sin ser invitado y comía gratis siempre que animara la velada con sus chistes y gracias. Cualquier ocasión festiva podía justificar un banquete: el triunfo de un atleta o de un autor trágico, una celebración familiar y la partida o llegada de un amigo. Por lo general, el anfitrión pagaba todos los gastos, pero a veces cada invitado llevaba sus propias provisiones, aunque el vino corría siempre por cuenta del dueño de la casa.

La etiqueta exigía cuidar el cuerpo y bañarse antes de acudir a un banquete; Aristóteles dice que «es indecoroso llegar a un banquete sudoroso y lleno de polvo». Sócrates se arreglaba especialmente para esas ocasiones y se ponía las sandalias, dos cosas que hacía pocas veces.

Llegan los invitados Cuando los invitados llegaban a la casa donde tendría lugar el simposio, un esclavo los hacía pasar a la estancia especialmente reservada para estas reuniones: el andrón, la «sala de los hombres», término que indica a las claras que el

C R O N O LO G Í A

GRIEGOS EN EL DIVÁN

En una tumba de la isla de Pitecusa (actual Isquia), los arqueólogos descubrieron una crátera y un vaso con una inscripción que se ha traducido como un chiste de bebedores.

S. VIII-FINALES S. VII a.C.

ERICH LESSING / ALBUM

FINALES S. IX a.C.

En la Ilíada, Homero describe los suntuosos banquetes celebrados por los líderes aqueos. Un siglo después, se generaliza el simposio como una institución aristocrática en toda Grecia.

EL FILÓSOFO SÓCRATES. SIGLO V A.C. MUSEO BRITÁNICO.

LUJO Y CONFORT

LA SALA DE BANQUETES

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l andrón, la estancia de la casa donde tenía lugar el simposio, estaba pintado de vivos colores y tenía, por lo general, suelos de mosaico. Los lechos y las mesitas laterales estaban fabricados con esmero. Los divanes (kliné), con sus correspondientes cojines y cobertores, sobre los que los invitados estarían recostados toda la noche, se colocaban a lo largo de las paredes sobre una plataforma ligeramente elevada, de casi un metro de anchura. Estos lechos medían cerca de 1,80 m de largo por 80 centímetros de ancho cada uno. En las salas normales había siete, once o quince; como en cada uno podían recostarse dos invitados, el grupo podía estar formado por entre catorce y treinta varones. Se han encontrado andrones en algunas casas cerca de la Acrópolis ateniense y en otras poblaciones como Olinto. Aquí, en una casa helenística, se descubrió el lujoso andrón con magníficas decoraciones de mosaico que recrea la imagen.

AKG / ALBUM

SIGLO IV a.C.

Alejandro Magno y sus sucesores convierten el informal simposio en un banquete opulento y concurrido en el cual se hace ostentación de poder.

TOC K

El rey Filipo II de Macedonia es enterrado en una tumba de la necrópolis de Vergina en la que se disponen numerosos elementos de simposio (vasos y cráteras), lo que demuestra la difusión de esta costumbre.

Un esclavo transporta sobre sus hombros un diván que será colocado en el andrón donde tendrá lugar un simposio. Pelike (recipiente para contener vino) ático de fguras rojas. Siglo V a.C.

OT OS

El simposio deja de ser una institución exclusiva de la aristocracia y se generaliza entre las demás clases sociales, como demuestran los andrones hallados en casas de Atenas y del Pireo.

336 a.C.

LOS PREPARATIVOS DEL EVENTO

EF

HACIA 450 a.C.

como no usaban cuchillos ni tenedores, todo se cogía con las manos. Tampoco había servilletas; se limpiaban los dedos con trozos de pan que luego tiraban al suelo para que se los comieran los perros de la casa que dormitaban bajo los lechos. Los postres consistían por lo general en frutas, como uvas e higos, o bien dulces elaborados con miel. Durante la cena también se servía vino a los invitados. Al finalizar la cena, los esclavos retiraban las mesas y limpiaban la sala. Entonces comenzaba el symposion o simposio, la «bebida en común». Era el momento de disfrutar despreocupadamente con el vino, de acuerdo

AG

banquete estaba reservado a los hombres y vetado a las mujeres libres. Después, los invitados se acomodaban sobre un lecho y un esclavo les lavaba las manos y les quitaba las sandalias antes de que se reclinasen. La buena educación exigía conceder un tiempo a la contemplación y alabar los techos, los adornos o las colgaduras de la estancia. La primera parte de la reunión se dedicaba a la cena (deîpnon). La comida en la Atenas clásica era sencilla y frugal. El queso, las cebollas, las aceitunas, los higos y el ajo eran esenciales en la cocina. También se consumía una especie de puré de judías y lentejas. La carne se trinchaba en trozos pequeños, porque,

DOS JÓVENES DESNUDOS SE SIRVEN VINO MEZCLADO CON AGUA DE UNA CRÁTERA. SIGLO VI A.C. MUSEO ASHMOLEAN, OXFORD.

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PESCADO ANTES QUE CARNE En la antigua Grecia se consumía más pescado que carne, ya que era mucho más económico; la carne más consumida y barata era la de cerdo. Abajo, plato de cerámica decorado con pescados. Siglo IV a.C.

B R I D G E M A N / AC I

con el dicho «bebe o retírate». Los invitados se perfumaban y se ponían guirnaldas en la cabeza. Estas guirnaldas, de mirto o de flores, no sólo eran un adorno refinado para la reunión, sino que al parecer atenuaban los dolores de cabeza que producía el beber tanto vino. Luego realizaban una libación de vino puro en honor del Buen Genio. También se hacían libaciones a Zeus y a los dioses Olímpicos, a Zeus salvador y a los héroes, y cantaban un peán o himno a Apolo. La libación consistía en beber una pequeña cantidad de vino puro y derramar algunas gotas invocando el nombre del dios. Estas prácticas, obligatorias en todo simposio, nos recuerdan que el banquete tiene un origen religioso, pues en tiempos más antiguos la cena o deîpnon estaba precedida por un sacrificio en el que se daba muerte a los animales que se iban a consumir. A continuación se designaba, generalmente por azar, al jefe del simposio, el simposiarca. Su función era decidir la mezcla de agua y vino que se debía realizar y cuántas copas tenía que beber cada invitado. La desobediencia al simposiarca suponía una sanción: bailar completamente desnudo o dar vueltas a la sala llevando a cuestas a la flautista. Los griegos no bebían el vino puro. Éste se mezclaba con agua dulce en un recipiente de cerámica especial llamado crátera, la pieza clave de todo simposio. Por regla general, la

mezcla era de dos partes de vino por cinco de agua, o bien una parte de vino y tres de agua. Así se alargaba el placer de la velada, de modo que sólo al final de la noche los comensales estaban realmente borrachos.En muchas ocasiones se aprovechaba la mezcla para enfriar la bebida; lo hacían en un vaso especialmente diseñado al efecto, llamado psictera (psykter), donde echaban agua fría o incluso nieve. Por lo general una sola copa circulaba de izquierda a derecha entre los invitados y un joven esclavo se encargaba de llenarla de la crátera en cada ocasión. Además, durante el simposio, para despertar la sed, los invitados picaban de las mesitas frutos secos, habas o garbanzos tostados, aperitivos que se llamaban tragémata.

Adictos a los juegos Además de beber, los invitados se distraían de formas variadas: se proponían acertijos o jugaban a hacer retratos de los asistentes imaginando comparaciones caricaturescas. Pero lo más habitual era que cantaran al son de la lira los escolios, canciones tradicionales

BANQUETES RELIGIOSOS

Algunas festas religiosas atenienses, como las Tesmoforias, en honor de las diosas Deméter y Perséfone, incluían banquetes sólo para mujeres. En la imagen, el Partenón, templo dedicado a la diosa Atenea en la Acrópolis de Atenas. STEVE WEINIK / GETTY IMAGES

SIGNO DE CIVILIZACIÓN

EL VINO, MEJOR MEZCLADO

VARIOS SILENOS, COMPAÑEROS DEL DIOS DIONISO, SE DEDICAN A LA FABRICACIÓN DE VINO. SIGLO IV A.C. MUSEO ARQUEOLÓGICO, LECCE.

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n Grecia, la crianza del vino se realizaba en recipientes de cuero y barro, lo que le confería un sabor ácido y aumentaba su graduación entre 16 y 20 grados. Al mezclarlo con agua se atemperaba el amargor y se rebajaba su fuerza; según el mito, fue el propio Dioniso quien enseñó al rey Anfictión de Atenas a mezclar el vino. Además, el vino era joven y de poca calidad, por lo que se intentaba mejorar su sabor añadiéndole sustancias aromáticas o resina. Para los griegos, consumir vino sin mezclar era propio de bárbaros e incompatible con la diversión civilizada: los griegos lo llamaban «beber al estilo escita». También creían que el consumo de vino puro llevaba a la locura. Muchos excesos cometidos por Alejandro Magno se achacaron a su forma poco civilizada de beber.

EL ÁGORA DE ATENAS HACIA 400 A.C. EN SUS NUMEROSOS MERCADOS SE ABASTECÍAN QUIENES IBAN A CELEBRAR UN SIMPOSIO.

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SCALA, FIRENZE

VASOS QUE ERAN OBRAS DE ARTE Uno de los vasos empleados para beber vino rebajado con agua en los simposios era el cántaro (kantharos), un tipo de vaso con dos asas elevadas y pie alto. El de la imagen bajo estas líneas recrea los rasgos de una mujer de raza negra. Museo de Villa Giulia, Roma.

breves y sencillas que trataban sobre la amistad y los placeres del vino, o que exponían hechos históricos o enaltecían los valores sociales de la aristocracia. La palabra escolio, que en griego significa «oblicuo», indicaba el orden que se seguía para continuar el canto. Así, los convidados iban cantando por turno pasándose una rama de mirto. Uno de los juegos más populares era el cótabo (kóttabos). Una vez vaciada su copa, el invitado la cogía con un dedo por el asa y le daba vueltas con la intención de lanzar los restos de vino que quedaban hacia un blanco fijado previamente, por lo general otra copa. Al tiempo que lo hacía, pronunciaba el nombre de la persona amada. Si daba en el blanco, se consideraba un presagio favorable para sus pretensiones amorosas. El juego tuvo variantes más elaboradas: en una de ellas se trataba de hundir pequeños recipientes de barro que flotaban en un gran vaso; o bien se disparaba a un platillo colocado en equilibrio sobre una vara de metal. En el año 404 a.C., un aristócrata condenado a muerte, Terámenes, demostró su sangre fría jugando al cótabo con la copa de cicuta mientras pronunciaba las palabras «Por el bello Critias», que era quien le había condenado. Para amenizar el simposio nunca podía faltar una flautista (aulêtris). En las representaciones del simposio sobre cerámica la vemos

actuando semidesnuda entre los asistentes que, con un brazo detrás de la cabeza, parecen transportados por la música. Dada la condición servil de estas flautistas es muy probable que ofreciesen también servicios de carácter sexual. Al parecer, la costumbre era poner en subasta a la flautista al final del banquete, lo que creaba discusiones y peleas entre los participantes, que a esas alturas ya estaban bastante borrachos. Según Aristóteles, una de las funciones de los inspectores urbanos (astynómos) era vigilar a las flautistas, a las tañedoras de lira y a las citaristas para que no cobrasen más de dos dracmas como salario. Es el único ejemplo conocido de regulación de precios en la Atenas clásica.

Los trasnochadores vuelven a casa El anfitrión podía traer bailarinas, acróbatas y artistas de mimo. En el Banquete de Jenofonte, el rico anfitrión Calias contrató a un empresario que ofrecía todo un equipo de animadores: una flautista, una bailarina experta en acrobacias y un hermoso muchacho que

BANQUETES RESPETABLES

NO MÁS DE TRES COPAS

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o todas las reuniones se desarrollaban con desenfreno. Platón, que era partidario de un tipo de simposios ordenados y serios, escribe en el Protágoras: «Cuando se reúnen para beber gentes cultivadas, no verás ni flautistas, ni bailarinas ni citaristas. Y aunque beban mucho, saben hablar y escuchar ordenadamente». De hecho, en su Banquete los asistentes se ponen de acuerdo en beber con moderación y despiden a la flautista para poder charlar con tranquilidad. Estaba reconocido que la mezcla de tres cráteras era suficiente; más allá se sufrirían los efectos perniciosos del vino, como recordaba un poema famoso: «Yo sólo mezclo tres cráteras para los sensatos. La primera es de la salud, y es la primera que se beben. La segunda, del amor y del placer, y la tercera para el sueño. Cuando se han bebido ésta, los que se consideran listos se van a casa. La cuarta crátera ya no es nuestra sino de la soberbia, la quinta del alboroto, la sexta de la procesión de borrachos, la séptima del ojo morado».

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tocaba la lira y también bailaba. Al final de la velada, los bailarines ejecutaron una especie de danza erótica, una pantomima que representaba las bodas de Ariadna y Dioniso, el dios del vino, y que excitó enormemente a todos los invitados. Otras mujeres que asistían con frecuencia al simposio eran las heteras. Eran cortesanas de lujo que se convertían en acompañantes habituales de un hombre que podía pagar sus servicios. Deslumbraban con su belleza y entretenían a los hombres con su ingenio y su refinada conversación. El simposio les ofrecía la posibilidad de mostrar sus encantos y encontrar generosos protectores. Nadie se engañaba sobre su papel en la reunión; cuenta Ateneo que cuando unos jóvenes se pelearon por los favores de una hetera llamada Gnatena, ésta consoló al que había sido vencido diciendo: «Ánimo, muchacho, que la pelea no es por una corona, sino por tener que pagar». Cuando el simposio terminaba, los asistentes, adornados con sus guirnaldas, salían a las calles y formaban una procesión festiva de

borrachos, llamada kómos. Bailaban, gritaban e insultaban a cuantos encontraban a su paso, y también atacaban y dañaban las propiedades ajenas. Su actitud era un desafío a las normas de la sociedad, pues no podemos olvidar que el simposio era propio de la aristocracia. Por eso, en algunas ciudades se crearon leyes para impedir estas conductas soberbias hacia otros ciudadanos y destructivas hacia sus bienes. En Mitilene, por ejemplo, había una pena doble para los delitos cometidos bajo los efectos del alcohol. No obstante, la institución del banquete nunca fue cuestionada y, a pesar de sus excesos y de su origen aristocrático, siguió ocupando un puesto central en las relaciones sociales hasta la época romana. Para saber más

ENSAYO

Así vivieron en la Grecia antigua: un viaje a nuestro pasado Raquel López Melero. Anaya, Madrid, 2009. La vida cotidiana en Grecia y Roma Ian Jenkins. Akal, Madrid, 1998. TEXTO

El banquete Platón. Gredos, Madrid, 2014.

UN BANQUETE MIXTO

La crátera sobre estas líneas muestra una animada escena de simposio: una fautista deleita a uno de los invitados, que coloca su mano tras la cabeza; al lado, una hetera entretiene a otro de los asistentes. Museo Arqueológico Nacional, Nápoles.

VAJILLA

NOTA: Las ilustraciones respetan

de un modo aproximado el tamaño relativo de las piezas. La altura oscila desde los 74 cm de la crátera a los 12,5 cm del kílix.

Los griegos usaban varios

HIDRIA CON ESCENA DE MUJERES QUE VAN A BUSCAR AGUA. SIGLO VI A.C. MUSEO DE VILLA GIULIA, ROMA. DEA / SCALA, FIRENZE

CRÁTERA DE VOLUTAS CON ESCENA DE ACTORES Y MÚSICOS. SIGLO V A.C. MUSEO ARQUEOLÓGICO NACIONAL, NÁPOLES. BRIDGEMAN / ACI

1

2

1 Crátera

2 Hidria

Era un gran recipiente que servía para mezclar el agua y el vino. Había de cuatro tipos: de volutas, de cáliz, de campana y de columnas.

Estas piezas cerámicas servían para transportar y almacenar agua. Tenían tres asas, dos a los lados y una central para poder verterla.

DE UN BANQUETE

tipos de recipientes para mezclar, servir y beber el vino OLPE QUE MUESTRA A UN CAZADOR CON DOS PRESAS ACOMPAÑADO DE SU PERRO. SIGLO VI A.C. MUSEO BRITÁNICO. BRITISH MUSEUM / SCALA, FIRENZE

4

PSICTERA EN LA QUE SE REPRESENTA UN GRUPO DE SÁTIROS QUE BEBEN VINO EN CÁNTAROS. MUSEO BRITÁNICO.

BRITISH MUSEUM / SCALA, FIRENZE

5 3

KÍLIX CON UN HOMBRE QUE SOSTIENE EN EQUILIBRIO UN KÍLIX. SIGLO VI A.C. MUSEO ALLEN MEMORIAL, OHIO. BRIDGEMAN / ACI

3 Psictera

5 Kílix

Se reconoce por su cuerpo bulboso y su base alta y estrecha. Servía para enfriar el vino con agua fría e incluso con hielo.

Era una de las tipologías de copas empleadas para beber la mezcla de agua y vino. Es ancho y poco profundo, con pie alto y dos grandes asas.

4 Olpe

6 Esquifo

Es muy parecido al enocoe, pero con la boca recta. Servía para contener vino, aunque también se usaba para servir el vino con agua en los vasos.

Es otro de los vasos utilizados en los banquetes para beber. El esquifo es una copa profunda, de gran capacidad, con dos asas laterales.

6

ESQUIFO CON UNA JOVEN EN UN COLUMPIO EMPUJADA POR UN SILENO. SIGLO IV A.C. MUSEOS ESTATALES, BERLÍN. BPK / SCALA, FIRENZE