Modernidad y Posmodernidad

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Ninguna pane de esta publicación, incluido el diseño de la cubierta, puede ser reproducida, almacenada o transmitida en manera alguna ni por ningún medio, 1a sea eléctrico, químico, mecánico, óptico, de grabación o de fotocopia, sin permiso preüo del editor.

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Primer¿ edición, 1995 Segundaedición, 1995

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@ARMANDO ROA REBOLLEDO @EDITORIAL AIIDRES BELLO Av. Ricardo Lyon 946, Santiagode Chile RegistroPropiedad Intelectual Inscripción Ne 93.082,año 1995 Santiago- Chile

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Se terminó de imprimir estasegundaedición de 3.0O0ejemplaresen el mes de octubre de 1995 IMPRESORES:Alfabeta IMPRESOEN CHILE,/ PRINTED TN CHII^E ISBN 95elll307-3



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EDITORIAL ANDRESBELLO Barcelona o Buenos ñres o México D.F. ¡ Santiago de Chile

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A Natalia Roa d¿Subercaseaux

Agradecimientos

Mis agradecimientos a María Isabel Smith, por su esmero en la transcripción del texto. A mis hijos Natalia y Armando, por las valiosasideas que me sugirieron y por su empeño en que esteensayo fuese publicado.

INDICE

EDAD MEDIAYMODERNIDAD I¿.MODERNIDAD

.

I¿.POSMODERNIDAD POSMODERNIDAD Y TECNOLOGIA EL HORIZONTE DE I/. POSMODERNIDAD

..

ANGUSTIAYANSIEDAD, MODERNIDAD Y POSMODERNIDAD . . . . EPILOGO

EDAD ME,DIA Y MODERNIDAD

Antes de entrar en la gran disputa actual respecto a si la modernidad ha terminado o no y si ella es diversa de la posmodernidad o, si al revés, la posmodernidad es sólo uno de los tantos modos de darse de la modernidad, vale la pena recordar en qué consistió el comienzo de la última en los albores del siglo XVI. Como se comprende, no se inició súbitamente; en cierto modo ya asoma en los siglosXIVyXV. El hombre medieval creía estar de paso en el mundo a fin de ser probado sobre si era digno o no de merecer la otra vida, la verdadera salvación. Este mundo, como obra de Dios, y aun contaminado por el pecado original, era digno, sólo por venir de aquellas manos, de ser conocido, admirado y cuidado, a condición de no olvidarnos de nuestra situación cle peregrirros. Había conftanza en que el hombre g-lqba dotado in¡g[gelgy voluntad para conocer este mundo en 9e str verdad íntima y para amarlo y transformarlo. La rc:rlidad, en suma, era accesible al hombre tal como t'll¿res en sí, en su esencia inteligible y en su aspecto st'rrsible,sólo con las relatividadespropias de un conocirnit'nto finito, capaz,en consecuencia,de caer en el l :l

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error. De gran parte de esa tarea que se propuso la Edad Media, dan cuenta las obras de San Francisco de Asís, Abelardo, Santo Tomás de Aquino, Duns Scoto, Dante, y tantos otros. Por otra parte,-dada l1 gryg¡rcia eq_l? ?plilud de todos para conocer la realidad, cono" cimiento que se acrecentaba en forma sucesiva en el curso de los tiempos, no hubo reparo alguno en coger lo que según ellos había de verdadero en la obra de los antiguos, sobre todo en Platón y Aristóteles. El trabajar en favor de la tarea encomendada por Dios se hacía por medio de la fe y las obras. La fe en la salvación final se mostraba ante los propios ojos adorando a Dios y obrando en bien del prójimo. Una fe sin obras era una fe equívoca. La primera nrptura de esta creencia en que nos es accesible el aspecto externo y la estructura esencial de la realidad íntima, la constituye el nominalismo de Guillermo de Occam;l según Occam, sólo conocemos los seres en su individualidad singular cogida por los sentidos, pero no en la esencia íntima intuida por la razórt, que los agruparía en especies,géneros, etc. Lo último, según Occam, sólo se puede inducir a base de experiencia, viendo en qué coinciden en su aspecto sensorial básico grupos de indiüduos tales o cuales, bastando que uno de estos individuos desmienta las conclusiones a que se había llegado, para orientar las

I Su verdadero nombre era Guillermo de Ockham, ¿utnclt¿tnclo se le conoce más por Occam, sobre todo en el mir¡rdo his¡riirri