Modelo Heroico de Ciencia

La verdad sobre la historia Joyce Appleby, Lyn Hunt y Margaret Jacob. Andrés Bello. LUIS ALBERTO ROMERO Entre nosotros,

Views 68 Downloads 3 File size 28KB

Report DMCA / Copyright

DOWNLOAD FILE

Recommend stories

Citation preview

La verdad sobre la historia Joyce Appleby, Lyn Hunt y Margaret Jacob. Andrés Bello. LUIS ALBERTO ROMERO Entre nosotros, la discusión transcurre fuera del círculo de los historiadores profesionales, que en general no han perdido la fe en su tarea. En los EE.UU. el movimiento contestatario, iniciado en los 70, se desarrolla dentro de la corporación académica: la crítica a la verdad es bandera para asaltar posiciones, desplazar a los viejos, ganar el poder. En ese contexto se ubica este libro, dedicado en parte a problemas generales del conocimiento histórico y en parte a discusiones muy propias del medio académico estadounidense.Las autoras son historiadoras reconocidas. Se formaron en el movimiento de los 70 y su relación con él no es hostil: aprecian las virtudes de la crítica y el escepticismo, pero piensan que se ha llegado demasiado lejos. Han escrito una crítica y un alegato, pero no pretenden demoler al adversario sino comprenderlo e incluirlo en una explicación más amplia, muy clara, lo que en sí supone una reivindicación del oficio.El texto tiene una organización clásica: tres partes, tres argumentos. En la primera -una hermosa síntesis de la historia intelectual de los siglos XVII a XIX- se expone el modelo heroico de la ciencia. En primer lugar, una ciencia capaz de conocer la naturaleza y operar sobre ella; son las leyes del universo mecánico de Newton, y las de la evolución de Darwin. Luego, una visión de la historia de la humanidad; ésta progresa hasta alcanzar la modernidad, diseñada de manera diferente pero coincidente por los grandes sistemas interpretativos: Marx, Weber o Durkheim coinciden en la posibilidad de aprehender la totalidad de la experiencia humana y de establecer una verdad válida para todos. Tercer pilar: la historia explica el desenvolvimiento de una comunidad y la progresiva realización de sus objetivos y valores comunes; explicación y valores se fusionan.Para nuestras autoras, estos tres absolutos han quedado destruidos por la crítica del siglo XX. La democratización académica y política incorporó tantos puntos de vista sobre la historia -los progresistas, los trabajadores, los negros, las mujeres- que el multiculturalismo reemplaza la idea de destino común. La ciencia sufrió primero la crítica de Kuhn -toda verdad lo es dentro de un paradigma, que cambia- y luego la de los historiadores culturales, que examinaron los valores y prejuicios de los científicos. La crítica posmoderna, de Saussure a Derrida, subrayó la autonomía de textos y discursos y cuestionó la existencia de una realidad más allá de ellos. Todo eso es cierto, reconocen las autoras, pero no alcanza para eliminar la aspiración de buscar una verdad razonable: sólo quienes siguen asumiendo el carácter absoluto de la verdad, propio de la ciencia del siglo pasado, creen que ésta se desmorona con cualquier relativización. Afirman que la deconstrucción sin reconstrucción es una irresponsabilidad y proponen un realismo práctico: el saber es una relación entre un sujeto y un objeto; hay distintas perspectivas legítimas, pero finalmente el saber remite a algo que está fuera del sujeto, un objeto del que pueden decirse distintas cosas, pero no cualquier cosa. ¿Quién establece esos márgenes? Hay una cuestión personal, de rigor y probidad; luego, una verdad consensual: en cada época, el conjunto de los historiadores define los márgenes de lo aceptable, de forma flexible como para que puedan emerger nuevas interpretaciones. Se reconocen en esta explicación dos elementos que nuestras historiadoras asumen como valiosos: un escenario público democrático, donde las ideas circulan libremente, y un sujeto racional y autónomo, capaz de conocer. He aquí una hermosa reivindicación, no sólo de este viejo oficio de historiador sino, sobre todo, de los tan manoseados valores de la modernidad.