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Algunos Otros Yoes

EL YO DEL MIEDO

SABIDURÍA GNÓSTICA

EL “YO” DEL MIEDO “El Agregado Psíquico del temor debe ser eliminado radicalmente de nuestra naturaleza. En el Logos la existencia del temor se hace imposible, el temor sirve de base para muchos errores”. Samael Aun Weor, “Pistis Sophía” develada.

“Cuando sientas temor, ¡enfréntate a lo que te causa miedo!”. Respuesta del Maestro a un discípulo que le preguntó cómo debía proceder para acabar con su miedo.

1- PLANTEAMIENTOS BÁSICOS 1-

Por miedo los hombres se matan.

2-

Por miedo las naciones se arman y van a la guerra.

3-

Por miedo se desconfía de las gentes.

4-

Por miedo existe el espionaje y la perversidad.

5-

Por miedo a la vida existen los ladrones y las prostitutas.

6-

Por miedo huyen los aspirantes, se apartan del Real Camino.

7-

Las fronteras, los papeles y cortapisas de toda especie que interrumpen el tránsito de las personas, se deben al miedo.

8-

El miedo es la causa de millares de conflictos personales y colectivos.

2- ¿QUÉ ES EL MIEDO, EN SÍ MISMO?

Como quiera que el término “Ego” ha pasado a formar parte de la moda cultural de nuestros tiempos, y en vista de que muchos intelectuales hablan del “Yo” en una forma vaga, imprecisa e incoherente, lo que de hecho demuestra que no hay conocimiento directo sino indirecto del asunto en cuestión, para los efectos prácticos de nuestros estudios conviene remitirnos a las orientaciones del verdadero Sabio, del Gnóstico calificado o auténtico conocedor. Y es así que, utilizando las capacidades didácticas y dialécticas de su propio Ser, en la conferencia titulada “Análisis del Psiquismo Humano” y con pleno conocimiento de causa, el Maestro Samael Aun Weor nos dice lo siguiente: “¿Qué cosa es el Yo, mis queridos amigos? Cada uno de los aquí presentes tiene su querido Ego, y es necesario que sepamos qué cosa es ese Yo. ¿Será materia, será espíritu, qué será? ¿O será materia y espíritu a la vez? Eso es lo que debemos conocer”. “Luego, seguidamente, el Maestro comenta: “Algunos filósofos nos han hablado del Alter Ego (recordemos el Alter Ego de Cicerón); cada cual es libre de pensar lo que quiera en relación con el Yo. Los materialistas pensarán que el Yo es la materia, meramente, y me parece que esta posición ya ha sido descartada por el nuevo pensamiento ruso, que es diferente”. Ahora en Rusia se da especial preferencia a la Parapsicología; la dialéctica marxista (materialista) pertenece ya a un pasado, se ha vuelto extemporánea, está fuera de moda. Se necesita una nueva forma dialéctica de pensar, porque hemos entrado en el campo del energetismo, aquí en la Nueva Era”. “En todo caso, el Yo es energía y esto lo demuestra la misma Física. Obviamente, si fraccionamos un átomo de almidón, o de hierro, o de aluminio, o de cualquier organismo (el que sea, incluyendo el humano), liberamos energía. De manera que, en última síntesis, el organismo humano se resume en distintos tipos y sub-tipos de energía. Por ese camino, señalado por Aristóteles con el nombre de Entelequia, llegamos indubitablemente a la Energía Orgánica y a los Valores”. “El Yo indubitablemente es eso: energía, energía determinada y determinadora de antiguas y nuevas modalidades, determinada y determinadora de nuevas ondulaciones vibratorias, y eso queda demostrado con cualquier aparato susceptible de captar las vibraciones del terrible Ego”. “Energía es energía, ¿y quién podría negar la energía? El cuerpo humano también podría volverse polvo (y de hecho se vuelve polvo), pero, ¿estamos seguros de poder destruír la energía? No será alguien que esté aquí presente, en este auditorio, pues me gustaría conocerlo. Si está, tenga la bondad de ponerse de pie aquel que haya logrado acabar con la Energía Universal. Quisiera conocer ese coloso, ese titán, más veo que no aparece ni por aquí, ni por allá, ni por acullá”. “La muerte del individuo no resuelve tampoco el problema, la muerte no es más que una resta de quebrados. Si hacemos la operación, ¿qué será lo que continúa? Los valores, ¿verdad?, y eso lo sabe cualquier matemático”. “Los valores continúan, pues, y son energéticos; esos valores continúan en el espacio psicológico, esos valores constituyen el Ego, el Yo, el mí mismo, el sí mismo. Puede ser destruido un organismo físico (no importa la raza a la que se pertenezca), pero no podríamos destruír los valores energéticos”. “Mirando las cosas desde otro ángulo, diríamos que nosotros somos puntos matemáticos en el espacio que servimos de vehículos a determinada suma de valores. Cada uno de nosotros, los aquí presentes, repito, es un punto matemático que sirve de vehículo a determinada suma de valores energéticos, y la energía está demostrada. Así que, el Ego es energía (obviamente), energía determinada y deter-minadora; eso es incuestionable”. “Pero debemos ahondar un poquito más en la cuestión de los valores. La ira, por ejemplo, sería un valor, la codicia otro valor, la lujuria otro, la envidia otro, la pereza otro, la gula otro. Estos

distintos tipos de valores podrían analizarse más profundamente, y eso es lo que queremos hacer”. “En el Oriente, a los distintos tipos y sub-tipos de valores se les da un calificativo, se les llama «Agregados Psíquicos». Tales agregados pueden hacerse visibles y tangibles mediante técnicas o lentes especiales”. “En el Brasil hay actualmente placas fotográficas muy especiales con las que se han estudiado distintas formas de energía que escapan del organismo humano. Se ha podido, por ejemplo, fotografiar un pensamiento, y se ha podido fotografiar el Aura humana”. “No hay duda que alrededor del cuerpo humano existe un Aura (o energía electro-vital, con diversos colores); eso es indubitable. En un futuro los aparatos se perfeccionarán aún más y se podrán fotografiar los valores energéticos de cualquier organismo, se podrán medir sus vibraciones, etc. Estamos avanzando en el campo del energetismo, se inventan todos los días lentes cada vez más y más poderosos”... “Los egipcios, durante sus diversas dinastías, conocieron a fondo los valores energéticos. Ellos denominaron los valores con el nombre de Demonios Rojos de Seth, así los calificaban”. “Los tibetanos llaman «Agregados Psíquicos» a los valores, pero en todo caso sí nos deja bastante reflexivos aquel pasaje del Evangelio Crístico en el cual se dice que Jesús de Nazareth logró expulsar del cuerpo de la Magdalena siete demonios: lujuria, orgullo, ira, envidia, codicia, pereza y gula. Miradas las cosas desde este punto de vista, creo que los egipcios tenían razón al calificar a los Agregados Psíquicos como Demonios Rojos de Seth”. “Ahondando un poco más en esto, pensando en esto de los agregados, o Demonios Rojos de Seth, o Valores, o como se quiera llamar a las diversas partes del Yo, llegamos a la conclusión de que el Ego (en sí mismo) no es algo completamente individual”. Quiero decir, sencillamente, que no existe un Yo permanente dentro del organismo humano. Indubitablemente la existencia de tales valores, ya sea que les llamemos Demonios Rojos de Seth al estilo de los antiguos egipcios, o simplemente agregados psíquicos, o demonios como dice el Evangelio Crístico, descubrimos que en realidad de verdad no tenemos un solo Yo, sino una multiplicidad de Yoes. En este caso, cada uno de nuestros defectos psicológicos sería un Yo”. “Entonces existe dentro de nosotros una multiplicidad de Yoes, eso es obvio. Cuando Jesús de Nazareth interroga al poseso del Evangelio Crístico y le pregunta por su nombre, él responde: mi nombre es legión. ¿Sería entonces legión el nombre de cada uno de nosotros? Si tenemos múltiples Yoes, personificación viva de nuestros defectos, resultamos siendo (en el fondo, miradas bien las cosas) unos posesos. ¿Seremos acaso posesos? Eso es lo que necesitamos analizar. Nos hemos reunido aquí un grupo de personas muy cultas, hombres y mujeres que tienen ansias de saber, que tratan de descubrir qué es lo que existe dentro de sí mismos, y me parece que vale la pena que todos los reunidos tratemos de comprender, pues eso es lo fundamental”. “¿Qué buscamos?, ¿qué es el Yo, el sí mismo?, ¿qué es eso que tenemos adentro, entre la sangre, entre la carne y entre los huesos? No somos materialistas y debemos investigar. Aún más: ya los materialistas de hoy no son como eran antes; por eso entiendo que se convirtieron en devotos de la Parapsicología y de la Psicología Experimental. Ya pasaron las épocas aquellas que el materialismo dialéctico se había convertido en un dogma inquebrantable; ahora hemos entrado en una Nueva Era, la del energetismo, diríamos”. “Estamos aquí, ciertamente, en una conferencia de tipo psicológico, pero no es esta una Psicología meramente conservadora o retardataria; estamos hablando de Psicología Revolucionaria, rebelde, pues necesitamos ser revolucionarios si es que en realidad queremos conocernos a sí mismos”. “Este asunto del Yo es muy grave. En el fondo tenemos muchos Yoes, y estos hacen del organismo humano (como secuencia o corolario) una especie de marioneta movida por distintos Yoes (el cuerpo humano, obviamente, es el instrumento de los distintos Yoes). Mutuamente, éstos se combaten entre sí, luchan por la supremacía, cada uno de ellos quiere ser el amo, el señor”.

“Cuando un Yo logra controlar la totalidad de la máquina orgánica, se siente el único pero bien pronto es desplazado por otro, y la lucha en el fondo continúa”... Hasta allí la cita. Digamos ahora, fundamentándonos en tan magistrales orientaciones, que el “Yo” del miedo es uno de los tantos “Demonios Rojos de Seth”, “Agregados Psíquicos” o Valores Energéticos que desgraciadamente cargamos, cual pesadísimo y tenebroso fardo, en nuestro Mundo Interior o Espacio Psicológico. El miedo es una forma absolutamente equivocada de sentir, es la emoción negativa que más daños causa al individuo y a la sociedad. Dado que nunca hay efecto sin causa, podemos entonces afirmar que el Agregado Psíquico del temor vibra incesantemente dentro de nosotros mismos y origina ese tipo de emociones inferiores. Recordemos que el “Yo” es “Yoes”. El “Yo” cobarde tiene múltiples ramificaciones (hijastros, digamos), y todos ellos no sólo ignoran sino que además ignoran hasta qué punto son ignorantes. El “Yo” del miedo, en efecto, es el resultado fatal de la ignorancia, o lo que es igual: de la inconsciencia. Al hablar aquí de “ignorancia” no nos estamos refiriendo a la carencia de informaciones intelectuales. Personas hay, muy letradas, con mucha cultura intelectual (psicólogos universitarios, incluso) que son extremadamente miedosos. La ignorancia, a la cual estamos haciendo referencia, es la de no saber quiénes somos realmente, ni de dónde venimos, ni hacia dónde vamos. Este desconocimiento radical de lo que psicológicamente somos, al mismo tiempo impide comprender cuál es el sentido de la vida, el sentido de vivir en este Mundo Físico Tridimensional. Existe, pues, la “ignorancia ilustrada” y esto es algo que merece una profunda reflexión.

3- EL MIEDO Y LA VIDA “El temor del hombre pondrá lazo, más el que confía en Jehová será exaltado”. Proverbios de Salomón-Rey, Cap. 29, Vers. 25.

“Reflexionando un poco sobre las diversas circunstancias de la vida, bien vale la pena comprender seriamente las bases sobre las cuales descansamos. Una persona descansa sobre su posición, otra sobre el dinero, aquella sobre el prestigio, estotra sobre su pasado, esotra sobre tal o cual título, etc. Pensemos por un momento en lo que puedan quitarnos: ¿cuál sería nuestra suerte en una revolución de sangre y aguardiente?, ¿en qué quedarían las bases sobre las cuales descansamos? ¡Ay de nosotros, nos creemos muy fuertes y somos espantosamente débiles!” Samael Aun Weor, “Tratado de Psicología

Revolucionaria”, Cap. Nº 26

De acuerdo con sus gustos y disgustos, ambiciones personales y codicias, o bien de acuerdo con los propios y egoístas intereses económicos, sociales, políticos, religiosos, etc., cualquiera puede formarse una opinión sobre la vida y su profunda significación, pero ese concepto no implica comprensión cabal del por qué y para qué vivimos. Esa ignorancia, insistimos, permite que nuestra vida sobre la Tierra esté siempre embargada por innumerables temores de variado tipo. Realmente eso que llamamos “vida” es un enigma que muy pocos tienen el valor de descifrar, de resolver. Las grandes mayorías humanas, precisamente por miedo, no quieren hurgar o indagar en los Misterios de la Vida y de la Muerte, no desean descubrirlos, porque para comprender los Misterios de la Vida tenemos primero que adentrarnos en los muy temidos Misterios de la Muerte. Invariablemente el miedo siempre busca seguridad, o sea, busca apoyos o muletas psicológicas para continuar existiendo de algún modo. El “Yo” miedoso busca “descansar en lo Divino”, busca apoyos en Dios, en los dogmas espiritualistas y materialistas, en la política, en la posición social, en el dinero, en los títulos nobiliarios y universitarios, y en general trata de apoyarse en todo aquello que le facilite la huída de sí mismo. Todo trabajador esoterista sabe que el “Yo” cobarde trata de escaparse de la realidad, impidiendo que comprendamos cuál es nuestra verdadera posición en la vida. Hay, pues, 2 características fundamentales del “Yo” miedoso que urge auto-bservar, comprender y eliminar: primera, su marcada tendencia hacia la ensoñación, para lo cual se asocia íntimamente con el “Yo” fantasía, y segunda, el dejarse arrastrar hacia la vida fácil y mecanicista por el “Yo” de la pereza, con el cual también establece íntimas conexiones. Asociado psicológicamente con el “Yo” perezoso, las consecuencias son desastrosas para la Esencia anímica, porque entonces el “Yo” cobarde nos aparta de la Divina Gnosis, de la Espiritualidad Real, obligándonos a experimentar apatía, indiferencia espantosa hacia todo lo que huela a Dios o que se adore. Precisamente por eso el Maestro Samael afirma que “el miedo es el peor enemigo de Pistis Sohía, del Alma Humana. La Espiritualidad Real, que nada tiene que ver con sentimenta-lismos o ideas románticas sobre el Amor Universal, sobre Dios y el Diablo, el Alma, el pecado, los Cielos, los Infiernos,

etc., asusta al Ego que entonces busca refugio en alguna religión dogmática, o en alguna escuela seudo-esotérica o seudo-filosófica que le garantice una supuesta felicidad en el “más allá”. Es obvio que la Sabiduría de la Muerte, preconizada por los legítimos Maestros del Gnosticismo Universal, no puede agradarle al “Yo” timorato, pusilánime, cobarde. Al Ego que ahora estamos estudiando, asociado con los “agregados psíquicos” del orgullo y de la vanidad le place la auto-estima, la auto-consideración, le agrada sentirse importante, “ser alguien la vida”, y por lo tanto exige que se le tome en cuenta. Cuando así no sucede, este “Demonio Rojo de Seth” nos hace sufrir terriblemente, y hasta es posible que nos impulse a buscar consuelo en el abominable vicio del alcohol o en las drogas, asociándose así, de ese modo, con el “Yo” de la gula. Los aspirantes al Auto-Conocimiento o Auto-Gnosis que se apartan del Real Camino, cometen ese error porque en un momento dado sus 3 Cerebros (el Intelectual, el Emocional y el MotorInstintivo-Sexual) han sido controlados por este tipo de “Yoes” miedosos que siempre buscan evasivas y que por añadidura se justifican a sí mismos. Las evasiones o escapes del “Yo” cobarde señalan, acusan o evidencian irresponsabilidad, ausencia del sentido de responsabilidad frente a la propia vida. Desde las profundidades de nuestra Conciencia, el Real Ser (el Padre que está en secreto) asume la grave responsabilidad de salvar a su Esencia, llevándola por el Sendero Gnóstico que conduce hacia la Liberación Final. El Ego, el “Yo”, el “mi mismo”, el “si mismo”, con sus cobardías o temores se erige en enemigo interior del Alma, de la Esencia anímica, arrastrando a la persona psicofísica hacia la comodidad, hacia las diversiones y entretenimientos, hacia el apego a lo mayávico o ilusorio, impidiendo que el Padre-Madre Interior realice dentro de nosotros la Gran Obra. “La Gran Obra es, ante todo, la creación del hombre por sí mismo, a base de trabajos conscientes y padecimientos voluntarios; la Gran obra es la conquista interior de sí mismos, de nuestra verdadera libertad en Dios”. Goethe, el gran Iniciado gnóstico alemán, afirmó que “sólo es digno de libertad aquel que es capaz de conquistarla día a día”. Nadie puede conquistar la verdadera libertad en Dios mientras el “Yo” pusilánime, timorato, cobarde, miedoso, continúe existiendo dentro de la Psiquis.

4- LA CULTURA DEL MIEDO Y DE LA DESCONFIANZA “En otros tiempos había sinceridad entre las gentes; hoy el miedo y la búsqueda de seguridad han acabado con la fragancia maravillosa de la sinceridad. El amigo desconfía del amigo, teme que éste le robe, lo estafe, lo explote, y hasta hay máximas estúpidas como la siguiente: Nunca des la espalda a tu mejor amigo. Los hitlerianos decían que esta máxima era de oro; cuando el amigo desconfía del amigo, usa máximas para protegerse”. Samael Aun Weor, “Educación Fundamental”.

“Las gentes de estos tiempos modernos se han tornado demasiado groseras, el perfume de la amistad y la fragancia de la sinceridad han desaparecido radicalmente. Las gentes se han tornado maliciosas, recelosas, desconfiadas, astutas y perversas; ya nadie cree en nadie y se inventan diariamente nuevas condiciones (certificados, documentos, credenciales, cortapisas de todo género), pero de todas maneras nada de eso sirve ya, los astutos se burlan de todas esas tonterías, no pagan, esquivan la ley aunque les toque ir con sus huesos a la cárcel”. Samael Aun Weor, “La Gran Rebelión”, Capítulo Nº 1.-

La desconfianza es un estado equivocado de la Conciencia Egoica. “Desconfiar” implica suspicacia y temor frente a una persona en la que se tiene poca o ninguna seguridad de su honradez, o de su sentido de la amistad, o de su fidelidad conyugal, etc. Por su parte, el “Yo” suspicaz es un Agregado Psíquico miedoso que tiene marcada tendencia a conjeturar o emitir falsos conceptos (calumniosos, incluso) sobre alguna persona de la cual recela, que le parece “sospechosa”. El “Yo” miedoso desconfía hasta de sí mismo, el “elemento indeseable” del temor desconfía de todo y de todos, y en consecuencia nos obliga a vivir permanentemente dentro de la más cruel incertidumbre, llenos de dudas, motivo por el cual (del mismo modo que a Prometeo) el buitre insaciable del razonamiento subjetivo nos corroe las entrañas. Verbigracia, asociado con el “Yo” del odio desconfía de los Avataras o Mensajeros de la Divinidad porque lo sacan de su modorra, de sus absurdos sueños y fantasías, al plantear esos Maestros la cruda realidad de la Vida Universal. Hablando en forma general, cabe afirmar que el “Yo” cobarde desconfía de todo aquello que le pueda quitar lo suyo, de todo lo que contraríe sus formas equivocadas de pensar y de sentir. Los “Yoes” de la desconfianza (miedosos hasta la saciedad) se asocian íntimamente con los “elementos inhumanos” de la astucia, de la mentira, de la farsa, de los celos y recelos, de la hipocresía, del robo, de la codicia, de la violencia, del despecho, del homicidio, y de manera global con los “Yoes” más perversos que en nuestro mundo interior cargamos. Cuando el Venerable Maestro Samael Aun Weor afirma que “por miedo los hombres se matan”, o que “por miedo las naciones se arman y van a la guerra”, está declarando una terrible verdad. Y es que el miedo embota la mente y endurece el corazón, obstruye u obstaculiza el desarrollo de la capacidad de amar, convirtiéndonos en individuos perversos que matan lo que más quieren. Ya está dicho: “por miedo existe el espionaje y la perversidad”. El celoso o la celosa, por ejemplo, espían a las personas que supuestamente aman, pues por temor desconfían de éllas y entonces (en el mejor de los casos) acuden al expediente de la calumnia, de la chismografía, de la

maledicencia, etc., o a la golpiza, al puñal, al revólver o el veneno en el peor de los casos. Las sangrientas páginas de la negra historia reseñan millares de guerras absurdas que surgen entre naciones y pueblos que se temen entre sí, que se lanzan hacia las más cruentas batallas por asuntos económicos, porque tienen miedo de que otros países les resten posibilidades de mercadeo, de colocación de sus productos. También las naciones poderosas establecen complicadas redes de espionaje para robar informaciones científicas, o para saber qué piensan otros mandatarios en el terreno de la diplomacia, todo por miedo a dejar de ser los primeros y los más fuertes en el campo bélico, científico, económico, cultural, etc. En nuestros tiempos modernos prevalece la cultura del miedo, y así lo certifica el Maestro Samael. “Por estos tiempos (nos dice el Mensajero de Acuario), de tantos miedos y búsqueda de seguridades, las gentes se esconden en sus cuevas, en sus madrigueras, en su rincón, en el lugar donde creen que pueden tener más seguridad, menos problemas, y no quieren salir de allí, le tienen terror a la vida, miedo a las nuevas aventuras, a las nuevas experiencias.” Y añade: “Toda esta tan cacareada civilización moderna se basa en el miedo y la búsqueda de seguridad, la gente está espantada, le tiene miedo hasta a su propia sombra”. “Las gentes (en efecto) le tienen temor a todo, temen salir de las viejas normas establecidas, temen ser distintos a las otras gentes, pensar en forma revolucionaria, romper con todos los prejuicios de esta sociedad decadente”. La cultura del miedo (decimos nosotros) se ha enquistado en los sistemas educativos mundiales, provocando gravísimos daños a las nuevas generaciones, y de ese tema nos ocuparemos a continuación.

5- MIEDO Y EDUCACIÓN FUNDAMENTAL “El verdadero objetivo de la educación debe ser: acabar con el miedo y despertar Conciencia”. Samael Aun Weor, “Educación Fundamental”.-

“Si a los alumnos se les dice lo que deben hacer y lo que no deben hacer, y si no se les permite experimentar y comprender, ¿dónde está entonces su Inteligencia, cuál es la oportunidad que se la ha dado a la Inteligencia? ¿De qué sirve pasar exámenes, vestir muy bien y tener muchos amigos si no somos inteligentes? La Inteligencia sólo adviene a nosotros cuando somos verdaderamente libres para investigar por sí mismos, para comprender, para analizar independientemente, sin temor al regaño y sin la férula de las disciplinas”. “Los estudiantes miedosos, asustados, sometidos a terribles disciplinas, jamás podrán ser inteligentes”. Samael Aun Weor, obra citada, capítulo Nº 4.

Pregunta el Maestro: “¿de qué sirve la educación si no nos hacemos creadores, conscientes e inteligentes de verdad? Y luego hace la siguiente acotación: “La educación verdadera no consiste en saber leer y escribir; cualquier mentecato, cualquier tonto, sabe leer y escribir. Necesitamos ser inteligentes, y la Inteligencia sólo despierta en nosotros cuando la Conciencia despierta”. “La humanidad (continúa escribiendo el Venerable) tiene un 97 por ciento de Sub-Consciencia y un 3 por ciento de Conciencia. Necesitamos despertar la Conciencia, necesitamos convertir al Sub-Consciente en consciente, necesitamos tener un 100 por ciento de Conciencia”. “ El ser humano no sólo sueña cuando el Cuerpo Físico duerme, sino que también sueña cuando su Cuerpo Físico no duerme, cuando está en Estado de Vigilia. Es necesario dejar de soñar, es necesario despertar Conciencia, y ese proceso del despertar debe comenzar desde el hogar y desde la escuela”. “El esfuerzo de los maestros debe dirigirse a la Conciencia de los estudiantes, y no únicamente a la memoria. Los estudiantes deben aprender a pensar por sí mismos, y no únicamente a repetir como loros o cotorros las teorías ajenas”. “Los maestros deben luchar para que los estudiantes acaben con el miedo; los maestros deben permitirle a los estudiantes la libertad de disentir y criticar sanamente (en forma constructiva) todas las teorías que estudian. Es absurdo obligarles a aceptar en forma dogmática todas las teorías que se enseñan en la escuela, el colegio o la universidad. Es necesario que los estudiantes abandonen el miedo para que puedan pensar por sí mismos, es urgente que los estudiantes abandonen el miedo para que puedan analizar las teorías que estudian. El miedo es una de las barreras para la Inteligencia, el estudiante con miedo no se atreve a disentir y acepta como artículo de fe ciega todo lo que digan los distintos autores”. “De nada sirve que los maestros hablen de intrepidez si ellos mismos tienen miedo; los maestros deben estar libres de temores, los maestros que le temen a la crítica, al qué dirán, etc., no pueden ser verdaderamente inteligentes. Los maestros tienen el deber de ayudar a los estudiantes para que sean útiles en la vida, pues mientras exista el miedo nadie puede ser útil en la vida”. “La persona llena de temor no puede tener libre iniciativa. Es función de todo maestro ayudar a todos y cada uno de los alumnos de su escuela para que estén completamente libres de miedo, a fin de que puedan actuar en forma espontánea (consciente e inteligentemente), sin necesidad de que se les diga, de que se les mande”. “Es urgente, pues, que los estudiantes dejen el miedo para que puedan tener libre iniciativa, es-

pontánea y creadora. Cuando los estudiantes por iniciativa propia (consciente, libre y espontánea) puedan analizar y criticar libremente aquellas teorías que estudian, dejarán entonces de ser entes mecánicos, subjetivos y estúpidos”. “Es urgente que exista libre iniciativa para que surja la Inteligencia creadora en los alumnos y alumnas, es necesario darles libertad de expresión creadora (espontánea y sin condicio-namientos de ninguna especie) a todos los alumnos y alumnas, a fin de que puedan hacerse conscientes de aquello que estudian. El libre poder creativo sólo puede manifestarse cuando no tenemos miedo a la crítica, al qué dirán, a la férula del maestro, a las normas o reglas, etc.” “Necesitamos hacernos conscientes de nuestra propia vida, y ese proceso del despertar debe comenzar desde los mismos bancos de la escuela. De nada habrá servido la escuela si salimos de ella inconscientes y dormidos”. “La abolición del miedo y la libre iniciativa, darán origen a la acción espontánea y pura”. “Por libre iniciativa, en todas las escuelas los alumnos y alumnas deberían tener derecho a discutir en asamblea todas las teorías que están estudiando”. “Sólo así, mediante la eliminación del temor y con libertad para discutir, analizar, meditar y criticar sanamente lo que estamos estudiando, podemos hacernos conscientes de todas esas materias y no meramente loros o cotorros que sólo repiten lo que acumulan en la memoria”.

6- MIEDO E IMITACIÓN “No debemos confundir la mente con la Inteligencia. Las gentes creen que la mente es creadora y están equivocadas. El Yo no es creador, y la mente es el núcleo básico del Yo. La Inteligencia sí es creadora porque pertenece al Ser, es un atributo del Ser”. “Cuando el Yo muere, cuando el Yo de disuelve totalmente, lo único que queda dentro de nosotros es el Ser auténtico, el Ser verdadero, la legítima Inteligencia tan codiciada y tan difícil de poseer”. Samael Aun Weor, “Educación

Fundamental”, Cap. Nº 19.

“La Inteligencia o Nous, en su sentido gnoseológico, si bien es cierto que puede servir de basamento a la Intelección Iluminada, se niega rotundamente a caer en el vano intelectualismo. Resultan palmarias y evidentes las características ontológicas, pneumáticas o espirituales de Nous, la Inteligencia”. Samael Aun Weor, “La Doctrina

Secreta de Anahuac”, Cap. Nº 10.

El miedo es una de las formas de la mentira de nosotros mismos. ¿Por qué? Porque, como ya hemos dicho, el miedo es una emoción negativa y este tipo de emocionalismos vuelve mentiroso al ser humano, lo convierte en una persona recelosa, desconfiada, suspicaz, habladora, chismosa, calumniadora, e incluso perversa, inclinada a violar leyes, a profanar, a forzar mentes ajenas, a romper, ajar, deslucir, intimidar al prójimo, etc. ¿Y qué es la mentira, en sí misma? Es una desconexión de la mente con nuestro propio Ser y con sus diversas partes Autónomas y Auto-Conscientes. Es obvio que al NO fluír la Energía que viene desde el Padre que está en secreto hasta los 5 Centros Inferiores de la máquina orgánica, quedamos a merced de los razonamientos subjetivos y mentirosos del “Yo”, del Ego, del “mi mismo”. Viviendo en tales condiciones, nada tiene de extraña esa insaciable (y nada inteligente) búsqueda de seguridades que nos caracteriza. En su libro “Educación Fundamental”, Capítulo Nº 2, el Mensajero de Acuario escribe: “Estudiado desde el punto de vista psicológico, vemos que el miedo suele a veces disfrazarse con el ropaje del amor”. Ejemplos: El niño atemorizado busca a su querida madrecita y se apega a ella en busca de seguridad; el esposo atemorizado se apega a su esposa y siente que la ama mucho más”. De igual modo, “la esposa atemorizada busca a su marido y a sus hijos y siente (en forma auto-engañosa, mentirosa) que los ama mucho más”. Sucede que “la gente tiene muy pocos valores espirituales, y la gente internamente pobre siempre busca afuera algo para complementarse. La gente que es internamente pobre vive siempre intrigando, vive en chismografías y placeres bestiales, vive de temor en temor, y como es natural se apega al marido, a la mujer, a los padres, a los hijos, a las viejas tradiciones caducas y degeneradas, etc.” “Todo viejo enfermo y psicológicamente pobre, por lo común está lleno de miedo y entonces se aferra con ansia infinita al dinero, a las tradiciones de familia, a los nietos y a sus recuerdos como buscando seguridad (esto es algo que podemos evidenciar observando cuidadosamente a los ancianos)”. “Cada vez que las gentes tienen miedo se esconden tras el escudo protector de la respetabilidad, siguiendo una tradición ya sea de raza, o ya de familia o de nación, pero realmente toda esas tradiciones son una mera repetición sin sentido alguno, son huecas, sin valor verdadero”. Esto sucede porque “todas las personas tienen una marcada tendencia a imitar lo ajeno, y eso de

imitar es también producto del miedo. La gente miedosa imita a todos aquellos con quienes se identifica o se apega: imita el marido a la esposa, la esposa al marido, los hijos a los padres, o imita a los amigos que lo protegen” y así sucesivamente. “La imitación (en consecuencia) es producto del miedo, y la imitación obstruye totalmente la libre iniciativa” de la Esencia o Conciencia. “En las escuelas, colegios y universidades los maestros y profesores cometen el error de enseñarle a los estudiantes (varones y mujeres) eso que se llama imitación. Es urgente que los maestros y profesores comprendan la necesidad de que los alumnos y alumnas desarrollen el poder creador” de la Conciencia Superlativa del Ser, de la Inteligencia o Nous. “Desgraciadamente el ser humano es un autómata dormido e inconsciente que sólo sabe imitar: imitamos la ropa ajena y de esa imitación salen las distintas corrientes de la moda, imitamos las costumbres ajenas aún cuando éstas sea muy equivocadas, imitamos los vicios, imitamos todo lo que es absurdo, lo que siempre se vive repitiendo en el tiempo”. “Es necesario que los maestros y maestras de escuela enseñen a los estudiantes a pensar por sí mismos, en forma independiente; los maestros deben ofrecer a los estudiantes todas las posibilidades para que dejen de ser autómatas imitativos, los maestros deben facilitar a los estudiantes las mejores posibilidades para que éstos desarrollen su poder creador”. “Es urgente que los estudiantes conozcan la verdadera libertad para que sin temor alguno puedan aprender a pensar por sí mismos, libremente. La mente que vive esclavizada por el qué dirán, la mente que imita por temor a violar las reglas, las costumbres, etc., no es una mente receptiva, no es mente libre”. “La mente de las gentes es como una casa cerrada con siete sellos, una casa donde nada nuevo puede ocurrir, una casa donde no entra el sol, una casa donde sólo reina la muerte y el dolor”. “Lo nuevo sólo puede ocurrir donde no hay miedo, donde no existe imitación, donde no hay apegos a las cosas, al dinero, a las personas, a las costumbres. Las gentes viven sometidas a la esclavitud de la intriga, de la envidia, de las costumbres de familia, de los hábitos, del deseo insaciable de ganar posiciones, de escalar, subir al tope de la escalera social, de hacerse sentir, por lo que se hace urgente que los maestros y maestras enseñen a sus estudiantes, varones y mujeres, a sentir la necesidad de no imitar todo este orden caduco y degenerado de cosas viejas”. “Es sumamente importante que en la escuela los alumnos aprendan a crear libremente, a pensar libremente, a sentir libremente”. “Los alumnos y alumnas pasan lo mejor de su vida en la escuela, adquiriendo información, y sin embargo no les queda tiempo para pensar en todas estas cosas. Diez o quince años pasan en la escuela llevando una vida de autómatas, y salen de élla con la Conciencia dormida pero creyéndose muy despiertos”. “La mente del ser humano vive embotellada entre ideas conservadoras; el ser humano no puede pensar con verdadera libertad porque está lleno de miedo: miedo a la vida, miedo al qué dirán, al dicen que se dice, a la chismografía, a perder el empleo, a violar los reglamentos, a que alguien le quite el cónyuge o la robe la cónyuge, etc.” “En la escuela se nos enseña a imitar, y desde luego salimos de élla convertidos en imitadores. No tenemos libre iniciativa porque desde los bancos de la escuela se nos enseñó a imitar; la gente imita por miedo a lo que otra gente pueda decir”. “Los alumnos y alumnas imitan porque los maestros tienen realmente aterrorizados a los pobres estudiantes, amenazándolos con la baja calificación, con determinados castigos o con la expulsión”. “Si realmente queremos volvernos creadores en el sentido más completo de la palabra, debemos hacernos conscientes de toda esa serie de imitaciones que desgraciadamente nos tienen atrapados”. “Cuando ya somos capaces de conocer toda esa serie de imitaciones, cuando ya hemos analizado detenidamente cada una de las imitaciones, entonces nos hacemos conscientes de ellas y como consecuencia lógica podemos eliminarlas, naciendo dentro de nosotros, en forma espontánea, el poder de crear”.

“Se equivocan los maestros y maestras cuando equivocadamente suponen que los alumnos y alumnas necesitan imitar para aprender. El que imita no aprende, el que imita se convierte en un autómata y eso es todo”. “Imitar, memorizar, repetir como loros o cotorros, es estúpido; mejor es comprender conscientemente lo que estamos estudiando”. “La mente que sólo sabe imitar es una máquina incapaz de crear, una máquina que no piensa realmente, que solamente repite y eso es todo”. “Los maestros y maestras deben preocuparse por el despertar de la Conciencia en cada estudiante. Los alumnos y alumnas sólo se preocupan por pasar año, y después, ya fuera de la escuela, en la vida práctica se convierten en empleadillos de oficina o maquinitas de hacer niños. Diez o quince años de estudios de estudios únicamente han servido para salir convertidos en autómatas parlantes, en los cuales las materias estudiadas se van olvidando poco a poco y al final no les queda nada en la memoria”. “Si los estudiantes hicieran Conciencia de las materias estudiadas, si sus estudios no se fundamentaran únicamente en la imitación y la memorización, otro gallo les cantaría: saldrían de la escuela con conocimientos conscientes, inolvidables y completos que no estarían sometidos a la infiel memoria”. “La Educación Fundamental es la Ciencia de la Conciencia, la Ciencia que nos enseña cómo relacionamos correctamente con los demás seres humanos, con la Naturaleza, con todas las cosas. La Educación Fundamental ayudará a los estudiantes, despertándoles la Conciencia y la Inteligencia, la Educación Fundamental lleva a los jóvenes por el camino de la revolución verdadera”. “Los alumnos y alumnas deben insistir para que los maestros y maestras les den una verdadera educación, la Educación Fundamental. No es suficiente que los alumnos y alumnas se sienten en los bancos de la escuela para recibir información sobre algún rey o sobre una guerra. Se necesita algo más, se necesita una Educación Fundamental para despertar Conciencia”. “Es urgente que los alumnos salgan maduros de la escuela, conscientes e inteligentes de verdad, para que no se conviertan en simples piezas automáticas de la maquinaria social”.

7- MIEDO Y CUERPO FÍSICO “Cuando uno mismo se da el choque del recuerdo de sí, se produce realmente un cambio milagroso en todo el trabajo del cuerpo, de modo tal que las células reciben un nuevo alimento”. Samael Aun Weor, “Tratado de Psicología

Revolucionaria”, Cap. Nº 23.-

“El Cuerpo Planetario o Cuerpo Físico a veces se encuentra enfermo, a veces sano, y así sucesivamente. Creemos siempre tener algún conocimiento de nuestro Cuerpo Físico, más en realidad ni los mejores científicos del mundo saben mucho sobre el cuerpo de carne y hueso. No hay duda que el Cuerpo Físico, dada su tremenda y complicada organización, está ciertamente mucho más allá de nuestra comprensión”. Samael Aun Weor, obra y capítulo mencionados.-

Citando al Maestro Samael, ya hemos estudiado en anteriores segmentos que “el Cuerpo Físico es el instrumento de los distintos Yoes”, el vehículo a través del cual se expresa el “Yo” de la Psicología Experimental. Esto significa que de uno mismo depende que el propio “Cuerpo Planetario” esté equilibrado o desequilibrado, en perfecto estado de salud o padeciendo determinada enfermedad. Entre los muchos “Yoes” que desgraciadamente poseemos, el Agregado Psíquico del temor es el que mayor cantidad de enfermedades origina en el vehículo denso que la Madre Naturaleza, de acuerdo con la Ley Divina, nos ha regalado para que con él logremos la Auto-Realización Íntima del Ser (véase guía de estudio titulada “El Yo de la Lujuria”). Escrito está que “el miedo es la causa de millares de conflictos personales y colectivos”, siendo el más común el de la conflictividad con uno mismo, la que al propio tiempo origina debilidad física, abatimiento, problemas de tensión arterial, desgano, inapetencia, gastritis, neurastenia, y en general dolencias orgánicas de variado tipo. “No puede haber enfermedad sin sufrimiento previo”, dice el Dr. Fernando Risquez, psiquiatra y homeópata de reconocida seriedad en el campo de la medicina venezolana. Este galeno está plenamente convencido, y así lo pregona, que “lo único que cura es la Psicoterapia”, porque “en la intimidad del paciente es donde se genera la enfermedad”. Para fundamentar sus aseveraciones, el Dr. Risquez comenta el caso estudiado por el Dr. Bolvy, en la Inglaterra de la segunda guerra mundial. “Los niños de las mujeres trabajadoras (dice) estaban recluidos en sitios confortables y bien atendidos, y sin embargo se enfermaban seriamente a los pocos días. A pesar de los tratamientos médicos no se recuperaban, pero apenas venían las madres y los atendían, los niños volvían a sentirse bien. Este sería el papel que juega el abandono en la aparición de dolencias físicas”. En tal sentido el psiquiatra nos explica que “la madre es sinónimo de seguridad” y que “en la medida que nos desarrollamos como seres humanos, vamos sustituyéndola no sólo por otras personas sino también por asociaciones”. “El dinero, los clubs, el status social, etc., son sustitutos de la madre porque dan seguridad. En todo caso (según el Dr. Risquez), la solución estaría en la confianza en sí mismo y en la libertad”, coincidiendo así con los postulados del Gnosticismo Universal. Desde luego el planteamiento de Risquez no es novedoso. Hace ya muchos años el Dr. Arnoldo Krumm Heller, en su libro “Logos-Mantram-Magia” expuso la antigua concepción gnóstica de

que “no hay enfermedades, hay enfermos”, pues “cada caso clínico es diferente, distinto, depende de la Diatesis personal o predisposición orgánica personalísima de cada paciente. Debe recordarse (enfatiza el prestigioso gnóstico y médico alemán) que hay hombres inteligentes y necios, sabios e impacientes, y estas cualidades son distintas a su constitución material; esas cualidades forman la Psiquis. De allí lo ilógico de la Medicina y la inutilidad de su aplicación o terapéutica. Por eso el verdadero médico debe considerar y tener presente nuestras dos constituciones: la material (o física) y la espiritual”. Y luego añade: “Para nosotros, los Gnósticos-Rosacruces, esta dualidad constitucional forma un solo conjunto, un solo cuerpo, porque entendemos que ambas constituciones se interpenetran, y aparte de que probamos científicamente la realidad de su existencia, nos valemos, para nuestro modus-operandi, del moderno método del Psicoanálisis”... Por su parte el Maestro Samael Aun Weor, refiriéndose al mundo de relaciones, nos dice sobre el punto lo siguiente: “estamos relacionados con el Cuerpo Planetario, es decir, con el Cuerpo Físico. Puede suceder el caso concreto de que estemos equivocadamente relacionados con ese Cuerpo Físico y que, a consecuencia de ello, estemos enfermos”. Sin duda alguna el falso sentimiento provocado por el “Yo” del temor obliga a establecer muy pésimas relaciones con el cuerpo, con el medio ambiente donde nos desenvolvemos, con el prójimo y con el Padre-Madre Interior. En su equivocada relación con el cuerpo físico, este “agregado” altera de manera alarmante el sistema nervioso. Cuando eso sucede, entonces el “Yo” cobarde busca escapar del nerviosismo por la puerta falsa de la droga, del alcohol, del barbitúrico y otros fármacos que dañan irreversiblemente el organismo humano. Alterado el Centro Emocional y su sensible malla de redes nerviosas, el Centro Intelectual también entra en un proceso de confusión que puede incluso llevarnos hacia la locura o el suicidio. Los elementos psico-energéticos de la intranquilidad, del desasosiego, de la impaciencia, de la precipitación, de la insensatez, de la cólera del ánimo, del cuerpo y de la lengua, amén de muchos otros de similar factura que desequilibran y violentan el cerebro motor-instintivo-sexual, llevan (sin excepción alguna) el ingrediente del miedo. Quienes viven en ansiosa inquietud por miedo al hambre y a la desnudez, o simplemente por carencia de hogar estable y de afectos, son fácil presa de los “Yoes” de la delincuencia y de la prostitución. En realidad de verdad el miedo establece siniestras asociaciones íntimas (transacciones, digamos) con los elementos indeseables de la lujuria, del orgullo, de la envidia, de la codicia, de la pereza y de la gula, llevándonos a malgastar inútilmente la Energía Psíquica y los Valores Vitales que la Madre Naturaleza ha colocado en cada uno de los 3 Cerebros de nuestra máquina orgánica. La vejez y la muerte prematuras tienen su causa-raíz en el Ego, pero muy particularmente en el “Yo” miedoso.

8- LOS MIEDOS, CÓMO COMBATIRLOS “Estudiar es necesario, acumular conocimientos básicos es indispensable, pero el miedo no es indispensable. Se debe estudiar por amor a nuestros semejantes, con el anhelo de servirles mejor, pero jamás se debe estudiar por miedo. En la vida práctica hemos podido comprobar que todos aquellos que estudian por miedo, tarde o temprano se convierten en bribones. No debemos olvidar, jamás en la vida, que el miedo tiene muchas facetas, por lo que a veces se confunde con el valor. Los soldados en el campo de batalla parecen muy valerosos, pero en realidad se mueven y pelean por miedo. El suicida también a simple vista parece muy valeroso, pero en realidad es un cobarde que le tiene miedo a la vida. En la vida todo bribón aparenta ser muy valeroso, pero en el fondo es un cobarde. Los bribones suelen utilizar la profesión y el poder en forma destructiva cuando tienen miedo. Ejemplo: Fidel Castro Ruz en Cuba”. Samael Aun Weor, “Educación

Fundamental”, Capítulo Nº 11.-

La virtud contraria o antitética del “Yo” del miedo es el valor. Las sagradas escrituras enfatizan que “el cielo se toma por asalto” y que “sólo los valientes lo han tomado”. La cobardía, por lo tanto, impide el acceso a los Niveles Superiores del Ser, que en sí mismos constituyen el “Reino de los Cielos”. Cualquier aspirante gnóstico serio y definido puede comprobar, por experiencia propia y directa, que el Agregado Psíquico del temor produce un letargo anímico o conscientivo que obstruye la capacidad de comprender que lo único importante en la vida es la transformación radical, total y definitiva, tanto del individuo como de la sociedad. Es imperativo producir la transformación psicológica, pero ésta ocurrirá cuando aprendamos a vivir sin temores, cuando veamos las cosas como son y aceptemos la verdad tal cual es. Escrito está que “la verdad es lo desconocido de momento en momento”, y cierto autor muy notable ha dicho “uno no emprende la aventura de buscar la verdad simplemente por miedo”. Y luego pregunta: “¿Pero acaso puedo saber qué es la verdad, puedo conocer lo desconocido? Si supiese qué es la verdad, entonces no tendría miedo y ella dejaría de ser lo desconocido. En otros términos: jamás podré conocer lo desconocido si carezco de valor para buscar esa realidad dentro de mí mismo”. Prosigue el sabio autor diciéndonos: “¿Es el miedo lo que nos contiene y no nos deja correr el riesgo? ¿Y qué es el miedo? El miedo sólo puede existir en relación a algo, no aisladamente. ¿Cómo puedo tenerle miedo a la muerte, cómo puedo tener miedo de algo que no conozco? Sólo puedo tener miedo de algo que conozco”. “Cuando digo que la muerte me da miedo, ¿temo realmente a lo desconocido o temo perder lo que he conocido? Mi miedo no es a la muerte, sino a perder mi asociación con las cosas que me pertenecen; mi miedo está siempre en relación con lo conocido, no con lo desconocido”. “Por consiguiente, mi interrogante ahora es cómo se está libre de miedo a lo conocido, es decir, del miedo de perder mi familia, mi reputación, mi cuenta bancaria, mis apetitos, etc.” “¿Qué es lo que yo conozco? Conocer es tener ideas, opiniones sobre las cosas, tener un sentido de continuidad en cuanto a lo conocido, y nada más. Las ideas son recuerdos, resultados de la erudición libresca y de las experiencias mecanicistas. “Yo tengo miedo a lo conocido», lo que significa que temo perder personas, cosas o ideas, que temo descubrir lo que yo soy, que tengo miedo de descubrirme un defecto, miedo a la ansiedad que pudiera presentarse cuando haya perdido o no haya ganado, o que no tenga más placer”.

“Existe el miedo al dolor. El dolor físico es respuesta nerviosa; el dolor psicológico (o sufrimiento) se produce cuando me aferro a las cosas que me brindan satisfacción, y entonces tengo miedo de quienquiera o de cualquier cosa que pueda quitármelas”. “Las acumulaciones psicológicas (conocimientos, ideas, opiniones, recuerdos) impiden el dolor psicológico o sufrimiento mientras se mantienen sin perturbación”. “Esto es: yo soy un manojo de acumulaciones, de experiencias, lo cual impide cualquier forma seria de perturbación, y no quiero ser perturbado”. “Tengo miedo, por lo tanto, de quienquiera que perturbe mis experiencias, que me contradiga”. “Mi miedo, repito, es a lo conocido. Estoy temeroso por las acumulaciones (físicas o psicológicas) que he reunido como medio de evitar el dolor o de impedir el sufrimiento”. “Pero el sufrimiento está en el proceso mismo de acumular (por envidia, por codicia, etc.), creyendo que así evito el dolor psicológico”. “Las creencias también ayudan a impedir el dolor. Así como el conocimiento médico ayuda a impedir el dolor físico, las creencias ayudan a impedir el sufrimiento, y es por eso que tengo miedo de perder mis creencias aunque no posea un conocimiento perfecto ni prueba concreta de la realidad de tales creencias”. “Puede que yo rechace alguna de las creencias tradicionales que me han sido inculcadas subjetivamente, porque mi propia experiencia me da fuerza, confianza, entendimiento, pero tal rechazo y los sustitutos que he buscado son fundamentalmente lo mismo: un medio para evitar el dolor”. “El miedo existirá mientras subsista el afán de acumulación, lo cual engendra temor de perder aquello que hemos acumulado. El hecho mismo de acumular indica que hay temor, y éste (a su vez) produce mucho sufrimiento. En el momento que digo: no debo perder lo que tanto esfuerzo me ha costado, hay miedo. Las cosas mismas que yo poseo, engendran miedo; donde hay deseo de auto-protección hay miedo”. El apego a las comodidades que brinda la tecnología moderna nos vuelven extremadamente cobardes, pero cuando uno comprende la falacia de buscar seguridad o de reclamar seguridad para nuestros bienes y nuestras personas, estamos en vías de poder eliminar el Yo del miedo… Ahora bien, haciendo síntesis y con propósitos de ilustración, colocaremos seguidamente un listado de los diversos tipos de miedos o temores: a)

Miedo al dolor físico.

b)

Miedo al sufrimiento.

c)

Miedo a la enfermedad.

d)

Miedo a la soledad.

e)

Miedo a no ser alguien en la vida.

f)

Miedo a lo que los demás piensen de uno mismo.

g)

Miedo de no ser bien tratados por quienes nos rodean.

h)

Miedo a la ingratitud.

i)

Miedo de no tener lo que otros sí tienen.

j)

Miedo a la vejez.

k)

Miedo a la muerte.

l)

Miedo a perder el empleo o el cargo.

m)

Miedo de perder la casa, el piso o apartamento, el automóvil o cualquier otra propiedad.

n)

Miedo a Dios.

o)

Miedo de no poder cumplir con los deberes ciudadanos, de hogar, etc.

p)

Miedo al esposo o a la esposa.

q)

Miedo al fracaso.

r)

Miedo a los exámenes, a no poder aprobar las materias estudiadas en la escuela, el colegio o la universidad.

s)

Miedo a que los hijos no sean como deseamos, que no se cumplan nuestros sueños en relación con ellos.

t)

Miedo a los superiores: padres, patronos, jefes, preceptores religiosos, maestros, profesores, dirigentes políticos, etc.

u)

Miedo a que las cosas no salgan como las hemos pensado.

v)

Miedo a perder el poder político, económico, religioso o militar.

w)

Miedo a que nuestras opiniones sean rechazadas, a que queden sin validez.

Los miedos, como podemos ver, son múltiples, muy variados, pero entre todos resalta el miedo a enfrentarnos con nosotros mismos, con lo que realmente somos aquí y ahora. El miedo de confrontar lógicamente el Ego radica en que ese enfrentamiento conlleva un padecimiento intencional, un dolor moral muy profundo que surge cuando la Esencia anímica comprende los dramas, tragedias y comedias que ha protagonizado el “Yo” de la psicología y los daños que ha causado. Nadie podría eliminar el “Yo” de miedo ni ningún otro Agregado Psíquico con la sola utilización del frío intelecto; la muerte del mí mismo es un proceso que pertenece a la Ciencia de la Conciencia y exige pasar por grandes crisis emocionales. En llegando a este punto, conviene subrayar que la Gnosis no es una creencia. “La creencia es algo que forma parte del proceso acumulativo”, ya anteriormente explicado. Por ejemplo: “mi hijo muere y yo me aferro a la creencia en la Ley del Eterno Retorno y en la Ley de la Reencarnación para impedir el sufrimiento muy natural que provoca la muerte de un ser querido; pero en el proceso mismo de creer hay duda, la creencia no implica comprensión del por qué de la muerte y el posterior retorno de algún familiar, y en consecuencia el miedo persiste con sus secuelas de dolor, de sufrimiento”. Vale decir, “mientras el Yo del temor insista en buscar seguridades, ya en las creencias o intentando ser algo o alguien en la vida, etc., tiene que haber dolor. Como no hay un real conocimiento del “Yo mismo”, las cosas que hago para evitar el dolor refuerzan mis miedos y acrecientan los particulares sufrimientos.

Téngase en cuenta que el miedo surge cuando uno desea vivir de acuerdo con determinados moldes o hábitos mentales, adquiridos por simple imitación mecánica. Luego, para combatir el miedo hay que aprender a vivir de momento en momento, sin normas preconcebidas o predeterminadas, esto es, sin el peso del pasado, de los recuerdos, y sin proyectos para el futuro. Muchos quisieran no sentir miedo pero continúan aferrados a sus formas habituales (comunes y corrientes) de pensar, ignorando que esa predeterminada manera de vivir es, en sí misma, una fuente de temor. De suerte que, en la Mente Sensorial radica la causa de tantos y tantos temores. Esto significa que todo cuanto la mente haga para despojarse del miedo, es un esfuerzo inútil que sólo causa más miedo. ¿Cuál sería entonces el modo correcto de proceder? Debemos auto-observar, comprender y luego eliminar esos hábitos mentales caducos y degenerados que condicionan nuestra existencia. Si tal hacemos, si así procedemos, podremos entonces transformar las impresiones de miedo y nuestra vida se tornará armoniosa y equilibrada. Digamos, finalmente, que las muchas mentes (pues cada “Yo” tiene la suya propia) desean permanencia, buscan seguridad, un refugio seguro desde el cual puedan accionar y reaccionar, y esto es algo que con suma urgencia el aspirante gnóstico debe estudiar en sí mismo, dentro de sí mismo, aquí y ahora.

9- CONCLUSIONES “Invariablemente, la posesión engendra temor, y con el temor vienen los celos, la envidia, las sospechas”. Jiddu Krishnamurti.

“La mayoría de nosotros” (nos dice Jiddu Krishnamurti en su libro “La Revolución Fundamental”) “tiene miedo de estar sin seguridad. Es por eso que nuestra acción se basa en la imitación, en la copia, en la adaptación, en el seguimiento de una norma, y eso inevitablemente conduce a la confusión”. Y más adelante, coincidiendo con el Maestro Samael Aun Weor, Krishnamurti señala: “El deseo de seguridad implica conformidad, y es tan sólo cuando la mente no imita un ejemplo, un ideal, ni se aferra a la autoridad, está por lo tanto en libertad para descubrir, y sólo entonces hay creación”. Por su parte el Mensajero de Acuario nos habla de la necesidad de realizar dentro de nosotros mismos una nueva creación, a fin de convertir nuestras vidas en una Obra Maestra. Desde luego, “la libertad creadora no puede existir jamás en un armazón; necesitamos libertad para comprender nuestros defectos psicológicos en forma íntegra. Necesitamos con urgencia derribar muros y romper grilletes de acero para ser libres”. Uno de esos tantos “grilletes de acero”, a los que el Maestro hace referencia, es el “Yo” del miedo. El miedo no desea, en modo alguno, que percibamos nuestra ruindad y miseria interior, el Agregado Psíquico del temor se erige como un muro que impide ver la propia nadidad, es decir, que no valemos nada. Obviamente nunca es grato para el orgullo, la vanidad y todos sus derivados constatar esa triste y cruda realidad, y de allí sus íntimas asociaciones con el miedo de dejar de ser lo que somos, con el temor de morir en sí mismos. El trabajo psicológico que la Divina Gnosis plantea, correctamente efectuado desbarata todas nuestras ilusiones y fantasías, no deja ni una sola en pie, y eso explica por qué el “querido Ego”, habituado a soñar, se niega a morir. Ya hemos dicho que el Ego siente miedo extremo o pánico cuando la Luz de la Conciencia (mediante la Auto-Observación psicológica) ilumina las espantosas tinieblas donde vive y se desenvuelve. Entonces, mediante argucias de tipo intelectual, el “Yo” timorato nos auto-engaña insinuándonos que no investiguemos demasiado, que nos trancemos con las creencias, que no vale la pena sacrificar la vida cómoda y de paso ganarse la animadversión de familiares, amigos y conocidos en general. No son pocos sino muchos los estudiantes gnósticos que por miedo al “qué dirán”, al “dicen que se dice”, ceden ante las presiones externas y venden su primogenitura por un plato de lentejas. O dicho de otra manera: venden al Cristo Íntimo por 30 monedas de plata. Adentrándonos en el terreno de la Psicología Profunda, podemos asegurar que esos miedos complacientes y demagogos surgen por la ausencia del Ser dentro de nosotros. Sobre el punto, el V.M. Samael Aun Weor trascribe las palabras que le dijera un Arcángel amigo: “La mayor felicidad es tener a Dios adentro” (véase el libro titulado “El Misterio del Áureo Florecer”, Capítulo Nº 27).

El capítulo citado concluye con las frases que según el Maestro, el Dios Jano le colocó en su Conciencia y que a la letra dicen: “Aunque un hombre habitara en el Nirvana o en cualquier otra región de dichas infinitas, si no tiene a Dios adentro no sería felíz. Empero, si viviese en los Mundos Infiernos o en la cárcel más inmunda de la Tierra, teniendo a Dios adentro sería felíz”… Eso que llamamos “Dios” es la Gran Luz que nuestra inconsciencia no puede percibir. Luz y Conciencia son dos aspectos de eso que llamamos “Dios”. El Esoterismo Gnóstico-Cristiano califica al Ser de nuestro Ser como el “Padre de todas las Luces”. En el libro “Pistis-Sophía”, develado por el Maestro Samael, leemos lo siguiente: “El Padre de todas las Luces perdona a Pistis Sophía el pecado de haber caído en las tinieblas del No-Ser. Entre las tinieblas del No-Ser reina soberano el dolor”. Las “tinieblas del No-Ser” están constituídas por el “Yo” psicológico, por el Ego. En esas tinieblas “reina soberano el dolor” que provocan los “elementos indeseables” del miedo, de la desconfianza, de los celos y recelos, de la astucia, de la perversidad y todos esos otros “agregados” que en la presente guía de estudio hemos reseñado. Viviendo en la más completa obscuridad o inconsciencia, alejados del Padre de todas las Luces, ¿cómo no sentir miedo? La enseñanza secreta de Nuestro Señor El Cristo (o “Pistis Sophía”) dice que “el Iniciado o Adepto confía en la Luz cuando se encuentra entre aquellos que moran en las alturas”, es decir, cuando ha ingresado al Círculo Consciente de la Humanidad Solar, al “Reino de los Cielos”. Y luego añade: “El Iniciado confía en la Luz cuando trabaja en la Super-Obscuridad y el Silencio Augusto de los Sabios”, o sea cuando está trabajando seriamente sobre sí mismo. Para eliminar el miedo necesitamos “robarle la Luz a las Tinieblas”, porque entre cada “Yo-defecto” hay un porcentaje de Luz aprisionada. La Luz de la Conciencia, repetimos, puede y debe iluminar las espantosas tinieblas de la Mente Sensual y de la Mente Intermedia donde los “Yoes” del temor tienen su guarida. “Es nuestro deber (para con el Dios Íntimo) tener plena confianza en la Luz y no desmayar en el trabajo”. Tenemos que psicoanalizar y comprender, en nuestro propio mundo interior, por qué desconfiamos de nosotros mismos y de los demás, o por qué los “Yoes” del temor nos inducen a recelar, a experimentar dudas, suspicacias y así sucesivamente. ¿Por qué el Maestro Samael asegura en forma tan enfática que “las gentes se han tornado maliciosas, desconfiadas, astutas., perversas”, y que “ya nadie cree en nadie?” Es evidente que tanta incredulidad y escepticismo, malicias, astucias, perversidades, etc., tienen su basamento en el desmesurado desarrollo y fortalecimiento del Ego animal, muy particularmente el del miedo. Nos recuerda el Maestro que “en el Logos la existencia del temor se hace imposible”. Precisamente, el Ego se aferra a sus absurdos temores porque ignora cuáles son las potencialidades del Primer Logos, del Segundo Logos y del Tercer Logos, vale decir, del Padre de todas las Luces, del Hijo o Cristo Cósmico y del Espíritu Santo. El Logos, expresándose a través del Alma, nos proporciona esa Sabiduría experimental o Conocimiento real de la vida, con la cual, y ya en posesión de ella, las dudas salen sobrando y el temor no tiene razón de existir. Conviene entender que las Luces del Padre son sus distintas partes Autónomas y Auto-Conscientes, enviadas hacia la manifestación para lograr (él mismo) la Auto-Realización Intima.

Una de esas partes Auto-Conscientes del Ser, el Tomás Íntimo, nos da la comprensión. “Comprender” es saber, y este saber consciente queda gnósticamente definido como “Conocimiento iluminado de los Misterios de la Vida y de la Muerte”, como “Auto-Gnosis”. La comprensión gradual de los Agregados Psíquicos del temor, nos va proporcionando el valor y la templanza que se necesitan para “confiar en la Luz y no desmayar en el trabajo”. Empero no basta solamente comprender, debemos también eliminar. Previa súplica, Nuestra Divina Señora, la Kundalini particular, individual, con la Lanza de Eros va eliminando los “Yoes” del miedo que en el mundo de las inter-relaciones hemos auto-observado y luego comprendido a través de la ciencia majestuosa de la meditación. Sin embargo es necesario saber que sólo pueden eliminar los “Yoes” cobardes esos intrépidos aspirantes gnósticos que se enfrentan valerosamente a todo aquello que les causa miedo. Veamos, a manera de ejemplo, los siguientes casos: 1º) Usted dice que “le da miedo la oscuridad”. Entonces no huya de ella, ¡enfréntese a la oscuridad! En plena oscuridad, en medio de las tinieblas nocturnas, trate con valor de auto-observar sus reacciones mentales, emocionales, instintivas y motoras, esforzándose después en comprender el sentido de su actitud. 2º) Usted asegura que “tiene miedo escénico”, que “teme hablar en público”. ¿Por qué? ¿Será acaso por orgullo, porque teme quedar mal ante los demás y le desagrada el “qué dirán”? ¿O es por simple pereza, o porque desconfía de sí mismo? Para saber cuál es la causa, ¡enfréntese al público, tratando de auto-descubrir la raíz de esos temores! 3º) A usted le han hablado mal de otra persona, usted le ha abierto las puertas de su corazón a ciertas chismografías sobre alguna dama o sobre determinado caballero, y entonces le asalta el temor de tener comunicarse con ella o con el, o de seguir brindándoles amistad, etc. ¿Qué ha ocurrido realmente? Usted no lo sabe, usted simplemente ha sido víctima inconsciente de ciertas impresiones negativas que le han dañado aún más el centro emocional inferior. Por lo tanto, enfréntese con usted mismo, continúe tratando a esas personas, obsérvelas e intente auto-descubrir qué hay de cierto en todo eso que otros le han dicho. 4º) Usted tiene miedo de decir la verdad porque piensa que con su declaración podría ocurrir tal o cual cosa. ¿Por qué? ¿Cómo sabe que sucederá esto o aquello? ¿No será, acaso, que el “Yo” del miedo le está obligando a elaborar suposición mental, fantasiosa sin duda alguna? Para saberlo no hay otra vía que enfrentarse consigo mismo, auto-observando todos esos pensamientos mecanicistas surgidos del temor. 5º) Estamos enfermos o se nos ha enfermado algún familiar. En esos instantes, además de preocupación sentimos miedo y gran impaciencia. ¿Por qué? Para investigar la causa, sin escapatorias ni justificaciones de ninguna especie confrontemos lógicamente la situación, autoobservemos qué está sucediendo dentro de nosotros mismos. Sólo así llegaremos a descubrir por qué le tenemos miedo a la enfermedad, a la propia o a la ajena. En este tipo de eventos o sucesos que hemos colocado como ejemplo, y en cualquier otra circunstancia, lo importante es aprender a transformar las reacciones mecánicas que surgen frente a todo aquello que nos causa miedo. Cuando uno es víctima del miedo y se desespera por no poder resolver determinado problema sentimental, económico o político, es porque obviamente se ha olvidado de sí mismo, de su propio Ser. Las reacciones mecánicas del “Yo” cobarde nos vuelven hipócritas, e incluso nos llevan hasta el cinismo. En sus modos de reaccionar, el “Yo” del miedo acude al pillaje, a la farsa, al embuste, a lo artificial, a lo aparente, a lo inconsistente, a lo relativo, a lo merante material.

Y es que el miedo obliga a ocultar la realidad de lo que psicológicamente somos, fortaleciendo de ese modo al “Yo” fariseo. Entiéndase por “fariseismo” el supuesto mental y el equivocado sentimiento de que “uno no es como las demás personas”, que “uno es sincero, noble, caritativo, serivicial, valiente, humilde”, etc., y que todos los demás son unos incomprensivos, desleales, perversos y bribones. La Auto-Observación psicológica, procesándose simultáneamente con el “recuerdo de sí” o tercer estado de Conciencia, permite comprender que todo pasa, que la vida es ilusoria, fugaz, y que esos diferentes tipos de miedos son los que con sus falsedades o mentiras acrecientan los problemas, los vuelven gigantescos en nuestra mente. Basta reflexionar un poco para darse uno cuenta que todo problema, en el fondo, no es otra cosa que una forma mental alimentada por el “elemento indeseable” del miedo, el que en esta guía de estudio hemos venido reseñando. El miedo, en consecuencia, no sólo impide resolver los problemas sino que además nos convierte en juguetes de la maldad del prójimo. Los ladrones, los asesinos, los violadores o psicópatas sexuales, etc., al igual que los dictadores, se valen del factor sorpresa y del miedo de las multitudes para cometer sus fechorías. Por esas y por muchas otras poderosas razones, el V.M. Samael afirma que “el miedo y la búsqueda de seguridad son terribles debilidades que han convertido la vida en un espantoso infierno”. Entre los tantos males que origina el miedo, resalta la incapacidad en que nos deja para poder amar. Ciertamente, “el miedo y el amor son incompatibles”. Los Sabios Gnósticos aseguran que “en el amor no hay temor”, que “quien teme es porque aún no se ha afianzado en el Reino del Amor”. En tal sentido la Gnosis advierte que “en la vía del desarrollo interior o de la transformación radical, el amor es un requisito indispensable”. El amor es una fuerza cósmica que deviene de “Anciano de los Días”, del Ser de nuestro Ser, en tanto que el miedo es una debilidad de origen infernal. Nadie podría eliminar el Agregado Psíquico del temor sin ayuda divinal, sin el concurso de la Fuerza del Amor. La persona débil, de constitución física enfermiza y de psiquis timorata, pusilánime cobarde, suele ser también iracunda; por regla general el miedoso trata de ocultar su debilidad con la ira, presumiendo así de fuerte, de valeroso. Asimismo, el miedo busca apoyos en el “Yo” de la codicia y acumula conocimientos, dineros y bienes materiales para disimular su debilidad y sentirse seguro. Las más de las veces, este “Yo-defecto” drena sus debiluchos temores asociándose con el “elemento inhumano” de la lujuria, con la concupiscencia animal, con los placeres bestiales de tipo infra-sexual. Por otra parte, existen millones de personas que tratan de arropar sus miedos con el “Yo” de la gula. Y así tenemos que merced a sus debilidades, caen entre el infierno de las drogas, de los banqueteos y borracheras, de las orgías o bacanales, y en general de cualquier exceso que les proporcione sensaciones y satisfacciones infra-instintivas, que les sirva de válvula de escape. Como si fuera poco, el miedo nos vuelve románticos y sensibleros, proclives al llanto, al regusto por la queja o “canción psicológica”, e incluso nos lleva a creer que “mañana las cosas serán mejores”, que “el tiempo significa progreso”, que “lo importante son las cosas de familia”, la búsqueda de “mejor calidad de vida” y cosas así por el estilo. El miedoso, en fin, es avaro, tacaño, roñoso, incapaz de cualquier gesto de desprendimiento, de altruismo, de generosidad auténtica, y por añadidura es

amante de la ruinosa competencia, detesta la cooperación fraternal entre los hombres. Huelga entonces decir que los Agregados Psíquicos del temor impiden el despertar de la Conciencia porque les asusta la realidad, la verdad, porque las cuestiones del Ser o del Dios Íntimo le parecen “locuras”. Reiteradas veces, en sus libros y conferencias, el Maestro Samael nos ha dicho que “el Yo es un libro de muchos tomos”, y citando a Virgilo afirma que “aunque tuviéramos mil lenguas para hablar y paladar de acero, no alcanzaríamos a enumerar todos nuestros defectos cabalmente”. Sobre el “Yo” del miedo podemos decir otro tanto. Sus complejidades son de tal magnitud, tan variadas y sutiles, que por ello resultan difíciles de observar, comprender y eliminar. “En todas las clases sociales existen millones y millones de intereses que se teme perder, y por eso todo el mundo busca seguridades que a fuerza de hacerse cada vez más y más complejas, de hecho hacen que la vida sea cada vez más y más complicada, cada vez más amarga, cruel y despiadada”. Ese divisionismo que observamos hoy en las instituciones religiosas o esotéricas, en las organizaciones sociales, económicas, políticas, etc., tienen su origen en el “Yo” del miedo. “Para no perder la fortuna, la posición, el poder, el prestigio, se propagan calumnias y chismografías, se expulsa o se paga para que asesinen en secreto a los que disienten. Los poderosos de la Tierra se dan el lujo de tener asesinos a sueldo, muy bien pagados, con el asqueante propósito de eliminar a todo aquel que pueda eclipsarlos. Ellos aman el poder por el poder mismo, y lo aseguran a base de dinero y mucha sangre”. Los aspirantes Gnósticos debemos comprender el horror de todo esto y trabajar sobre sí mismos para ir adquiriendo gradualmente la virtud del Valor. Es necesario aprender a no temer y a no buscar seguridades en nada ni en nadie, es indispensable que aprendamos a confiar en la Luz, es urgente y necesario adquirir la fe consciente y entregarnos en brazos de nuestro Padre-Madre y de los Venerables Maestros del Círculo Consciente de la Humanidad Solar. Si así procedemos, entonces lograremos pensar con Conciencia de multitudes, surgirán dentro de nosotros los anhelos huma-nísticos y con verdadero amor, con total desinterés y desprendimiento, renunciando incluso a los frutos de la acción, trabajaremos sin temores por nuestra propia liberación y por la de nuestro hermano, la de nuestro semejante.