Manuel: Belgrano

Homenaje a Manuel Belgrano 1820 2020 Proyecto y dirección editorial Raúl A. González Directora editorial Vanina Roja

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Homenaje a

Manuel Belgrano 1820

2020

Proyecto y dirección editorial Raúl A. González Directora editorial Vanina Rojas Subdirectora editorial Cecilia González Directora de arte Eugenia San Martín Vivares

Edición Sebastián Darraidou Autoría Pedro Saccaggio Corrección Ramiro Altamirano Diagramación Eugenia San Martín Vivares Tratamiento de imágenes, archivo y preimpresión Liana Agrasar Producción industrial Leticia Groizard

Manuel Belgrano es una obra de producción colectiva creada y diseñada por el Departamento Editorial y de Arte y Gráfica de Estación Mandioca de ediciones s. a., bajo Proyecto y Dirección de Raúl A. González.

Fotografías Archivo Estación Mandioca; Wikimedia Commons: Barcex (CC BY-SA 3.0) © Estación Mandioca de ediciones s.a. José Bonifacio 2524 (C1406GYD) Buenos Aires – Argentina Tel./Fax: (+54) 11 7700-3031

Un hombre al servicio de la Patria

El 20 de junio de 1820, hace 200 años,

Manuel Belgrano moría en su casa de Buenos Aires. Belgrano fue una de las tantas personas que, en los albores de la Patria, lucharon incansablemente para ponerle fin al dominio español y alcanzar la libertad en estas tierras. Los cincuenta años que vivió le bastaron para transformarse en una de las figuras más importantes de la historia argentina. Nuestro país tiene una inmensa deuda con él: además de su lucha por el triunfo de la Revolución de Mayo y, posteriormente, por la independencia, fue un hombre que difundió valores de honradez, compromiso, sacrificio, compasión y solidaridad, que rechazó premios y honores, y que siempre luchó por el bien común. A lo largo de su vida siempre supo sobreponerse a condiciones adversas, y dejar de lado el interés personal en beneficio del interés general. Belgrano ambicionaba para sí una vida ligada al pensamiento y a las acciones cívicas, pero las circunstancias de la época lo obligaron a convertirse en un militar y empuñar las armas. Sin dudarlo, asumió el sacrificio que la revolución le reclamaba con un gran compromiso. A pesar de su falta de formación y su inexperiencia en batalla, siempre condujo a sus hombres con firmeza y protagonizó numerosos actos de valentía. Retrato de Manuel Belgrano realizado en Londres (1815) por François-Casimir Carbonnier, que se conserva en el Museo Municipal de Artes Plásticas Dámaso Arce de Olavarría.

Desde joven, Belgrano demostró curiosidad y atracción por los temas más diversos. Formado como abogado, también estudió economía y desarrolló una intensa labor como periodista. Además, mostró un gran interés por el desarrollo del comercio, de las actividades agrícolas, de las manufacturas y, sobre todo, por la educación. Era un gran lector: en una época caracterizada por el surgimiento y la difusión de nuevos conocimientos y nuevas ideas leía con avidez los libros más novedosos. De hecho, fue uno de los principales responsables de la difusión en estas tierras de las nuevas ideas que surgían en Europa y que tanto influyeron en los revolucionarios de Mayo. Afortunadamente, también fue un prolífico escritor; gracias a ello conocemos buena parte de su pensamiento. Belgrano poseía una intachable integridad y firmes convicciones patrióticas, y trabajó incansable y desinteresadamente por el progreso del país. Nunca se negó a enfrentar situaciones difíciles. Debió transitar el final de su vida acosado por las enfermedades y las dificultades económicas, y decepcionado por la ingratitud de muchos. El legado de Belgrano para todos los argentinos es inconmensurable y merece ser recordado.

1770 3 de junio. Nace en la Ciudad de Buenos Aires.

1786 Parte a España, donde realiza sus estudios de Derecho.

1794 Regresa a Buenos Aires y asume como secretario del Consulado de Comercio.

1810 Integra la Primera Junta de Gobierno como vocal.

1812 Crea la Bandera a orillas del río Paraná.

1816 Participa en el Congreso de Tucumán.

1820 20 de junio. Fallece en la Ciudad de Buenos Aires.

Busquen en el diccionario el significado de las palabras “integridad” y “progreso”.

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Los primeros años

Manuel José Joaquín del Corazón de

1776 Se crea el virreinato del Río de la Plata. Pedro Cevallos es designado primer virrey.

Jesús Belgrano nació en Buenos Aires el 3 de junio de 1770. Su padre fue Domingo Belgrano Peri, un comerciante originario del norte de Italia, quien se instaló en Buenos Aires hacia 1751. Allí se dedicó a diversos negocios, como el comercio de cueros, con mucho éxito. En 1757, Domingo Belgrano se casó con María Josefa González Casero, una joven nacida en Santiago del Estero en el seno de una tradicional familia criolla. El matrimonio se instaló en una vivienda ubicada en la calle Santo Domingo (la actual avenida Belgrano). En ella nacieron sus dieciséis hijos, de los cuales Manuel fue el octavo.

Manuel recibió sus primeras enseñanzas en la Escuela de Dios y, a los 14 años, ingresó en el Real Colegio de San Carlos. Dos años después, su padre decidió que él y uno de sus hermanos continuaran sus formación en España. Cursó estudios de Leyes en las universidades de Salamanca y Valladolid. Durante su estancia en Europa, también recorrió Italia y Francia. Enterado de que la Corona española planeaba crear en Buenos Aires el Real Consulado de Comercio, en octubre de 1793 Belgrano le solicitó al rey su nombramiento como funcionario de esa institución. Sus deseos se vieron cumplidos y, en mayo de 1794, regresó a Buenos Aires para asumir como secretario del Consulado.

Funcionario de la Corona española

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1789 Comienza la Revolución francesa.

Una vez instalado en la capital virrei-

nal, Belgrano se dedicó de lleno a la organización del Consulado. A pesar de los problemas de salud que ya comenzaban a aquejarlo y la muerte de su padre, su enorme fuerza de voluntad y su entusiasmo le permitieron desplegar una intensa actividad que abarcó numerosos temas.

Aire s, capital Buenos del nuevo vir reinato En 1776, para mejorar la administración de las colonias, el rey Carlos III de España ordenó la creación del virreinato del Río de la Plata. Designó como capital a la Ciudad de Buenos Aires. Desde entonces, la ciudad experimentó un marcado crecimiento. Allí se crearon nuevas instituciones de gobierno, como una Real Audiencia (para administrar la justicia) y el Real Consulado (para incentivar el comercio). Debido a estos cambios, aumentó la población, se multiplicó el número de viviendas, se modernizó la infraestructura y la intensa actividad mercantil elevó el nivel de ingresos de sus habitantes.

El Consulado de Comercio tenía numerosas funciones. Entre otras, debía ocuparse del fomento de la agricultura y el comercio, de las actividades manufactureras, de la navegación y el comercio marítimo. También actuaba como tribunal en los casos de los juicios entablados entre comerciantes. Foto de la fachada del Real Colegio de San Carlos tomada en 1900, poco antes de su demolición.

En favor de la educación

Belgrano estaba convencido de que el

único camino seguro para alcanzar el progreso era el impulso de la educación, y de que solo las personas educadas podían intervenir activamente en la vida de la comunidad y hacer valer sus derechos. Atribuía muchos de los males que aquejaban al país a la ignorancia y la falta de establecimientos educativos. Por eso, propuso que se establecieran escuelas primarias en las ciudades y en el campo. En ellas, la enseñanza debía ser gratuita para quienes no poseyeran recursos suficientes. También reclamó que los jueces obligaran a los padres a enviar a sus hijos a la escuela. Para Belgrano, la misión principal de la educación era preparar a las personas para el trabajo. Por eso, además de la

enseñanza elemental, debía ofrecerse la posibilidad de aprender diferentes oficios. Desde el Consulado, Belgrano propuso la creación de escuelas técnicas de agricultura, de hilado de lana, de comercio, de dibujo y de náutica. De todas ellas, solo fueron creadas las dos últimas. Belgrano también se ocupó de la educación de las mujeres, una actitud de avanzada en una época en la que el tema no merecía la atención de casi nadie. Así, propuso la educación de las niñas en escuelas gratuitas, en las que se les enseñara a leer y escribir. Además, estaba convencido de que había que enseñarles algunas manualidades, como bordar y coser, que les permitieran ganarse la vida de forma provechosa.

1780 En 1780, el virrey Vértiz trajo desde Córdoba la primera imprenta de Buenos Aires.

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Belgrano, periodista

Entre las numerosas y diversas activida-

des que Belgrano desempeñó a lo largo de su vida, el periodismo ocupó un lugar muy destacado. En ese entonces, el surgimiento de nuevos conocimientos e ideas y la necesidad de difundirlos favoreció el desarrollo de la prensa en muchos países. El fenómeno también se produjo en Buenos Aires, que contaba con una imprenta comprada por el virrey Vértiz en 1780. Así, en los primeros años del siglo XIX, en la capital virreinal aparecieron algunos periódicos, como el Telégrafo Mercantil, el Semanario de Agricultura, Industria y Comercio, el Correo de Comercio y, luego de la Revolución de Mayo de 1810, la Gazeta de Buenos-Ayres. Apenas llegado de España, Belgrano se desempeñó como colaborador del Correo Mercantil de España y sus Indias, que

brindaba información sobre las colonias españolas en América. Posteriormente, también escribió numerosos artículos para el Telégrafo Mercantil y el Semanario de Agricultura. A comienzos de 1810, el virrey Cisneros le propuso a Belgrano la dirección de un nuevo periódico: el Correo de Comercio. Años después, cuando se desempeñaba como general en el Norte, Belgrano volvió a ejercer su vocación de periodista: en 1818 creó un periódico que llamó Diario Militar del Ejército Auxiliador del Perú, que distribuía entre los soldados y los pobladores de las zonas que atravesaba.

1801 1.º de abril. Sale el primer número del Telégrafo Mercantil, Rural, Político, Económico e Historiográfico del Río de la Plata.

En grupos, subrayen los principales hechos de la vida de Belgrano. Luego, ordénenlos en una línea de tiempo.

Las invasiones inglesas

En junio de 1806, tropas inglesas coman1806 El emperador francés Napoleón Bonaparte impide a los reinos europeos comerciar con Inlgaterra.

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1807 10 de febrero. Santiago de Liniers es designado virrey por un cabildo abierto.

En 1806, los ingleses atacaron desde el sur de la ciudad.

dadas por el general William Beresford desembarcaron en las cercanías de Buenos Aires y emprendieron la marcha hacia la ciudad. Por entonces, Belgrano integraba las milicias urbanas que debían encargarse de la defensa de la ciudad. En ese momento, Buenos Aires no contaba con fuerzas suficientes para repeler a los invasores. Entonces, siguiendo los planes existentes, el virrey Sobremonte partió hacia Córdoba con el tesoro del virreinato. Ante este panorama, Beresford y sus hombres ocuparon la capital virreinal sin mayores problemas. Belgrano intentó convencer a los demás integrantes del Consulado de poner a salvo los archivos del organismo y marchar junto con el virrey. Sin embargo, su pedido no tuvo éxito: tal como lo hizo el resto de las autoridades españolas, juraron fidelidad al rey de Inglaterra. Indignado y decidido a no hacer lo mismo, Belgrano se marchó a la Banda Oriental.

Finalmente, luego de 46 días de ocupación, los ingleses fueron expulsados por una fuerza proveniente de Montevido, organizada por el militar Santiago de Liniers, y las milicias de vecinos porteñas. Ante el temor de una nueva invasión, Liniers dispuso la reorganización de las milicias. Belgrano se incorporó al Regimiento de Patricios. Al poco tiempo, fue nombrado sargento mayor. La desorganización de la defensa en 1806 le había mostrado, según sus propias palabras, que “no era lo mismo vestir el uniforme militar que ser un militar”. Por eso, dedicó algún tiempo a la instrucción castrense. En junio de 1807, los ingleses volvieron, esta vez con una fuerza mucho mayor que la de un año antes. Sin embargo, tras encarnizados combates en las calles de Buenos Aires, las milicias organizadas por Liniers lograron la rendición de los invasores. Belgrano participó en la defensa de la ciudad como integrante de los Patricios.

Los patricios eran los nacidos en la “patria”, en este caso, la Ciudad de Buenos Aires.

Vocal de la Primera Junta

En 1808, el ejército francés invadió Espa-

ña y el rey Fernando VII fue apresado. Ante el cautiverio del monarca, su hermana, la infanta Carlota Joaquina, reclamó sus derechos sobre los territorios americanos. Un grupo de criollos, entre los que se hallaba Belgrano, idearon un proyecto que consistía en coronar a Carlota. Sin embargo, no lograron el apoyo necesario y la idea no prosperó. En 1809, Baltasar Hidalgo de Cisneros llegó a Buenos Aires para reemplazar al virrey Liniers. Belgrano se oponía a la designación del nuevo virrey e intentó, sin éxito, convencer a Liniers de que no entregara el mando. Cuando Cisneros asumió el cargo, Belgrano temió ser arrestado por desleal y decidió marcharse por un tiempo a la Banda Oriental. Al poco tiempo, cuando sus amigos lo convencieron de que no corría peligro, regresó a Buenos Aires. En enero de 1810, el propio Cisneros le encargó la publicación de un nuevo periódico: el Correo de Comercio. Luego de aceptar la propuesta, renunció a su cargo en el Consulado. Por entonces, Belgrano y otros criollos, como Juan José Castelli, Antonio Beruti y Juan José Paso, mantenían reuniones secretas en las que discutían qué camino seguir frente a la caótica situación en España. A comienzos de mayo de 1810 llegó a Buenos Aires la noticia de la caída de la Junta de Sevilla en manos de los franceses. La noticia tuvo un profundo impacto en la ciudad: muchos comenzaron a preguntarse si el virrey debía seguir en su cargo cuando la autoridad que lo había nombrado ya no existía. Y si no era él, ¿quién debía

gobernar? Por esos días, Belgrano se hallaba fuera de la ciudad, pero volvió rápidamente. Según sus palabras, “me mandaron llamar mis amigos de Buenos Aires diciéndome que había llegado la hora de trabajar por la patria para alcanzar la libertad y la independencia deseada”. Juramento de la Primera Junta Gubernativa Argentina (25 de mayo de 1810), de Pedro Subercaseaux.

El 19 de mayo, Belgrano y Cornelio Saavedra se presentaron ante las autoridades del Cabildo y exigieron la reunión de un cabildo abierto que discutiera si el virrey debía permanecer o no en su cargo y eligiera una junta de gobierno. Luego de negarse terminantemente, Cisneros debió ceder y convocó a la reunión para el día 22. Durante las discusiones, Belgrano no hizo uso de la palabra, pero a la hora de votar fue uno de los que se inclinó por la destitución del virrey y el encargo al Cabildo de la designación de un nuevo gobierno. Cuando el 25 de mayo el Cabildo designó a la Primera Junta, Belgrano fue elegido como uno de sus vocales.

1808 Napoleón Bonaparte obliga al rey Carlos IV y a su hijo Fernando VII a renunciar a sus derechos a la corona.

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1810 Ante las noticias de la caída de Sevilla ante las fuerzas francesas, se convoca el cabildo abierto del 22 de mayo.

Comenten entre ustedes qué pasó el 25 de mayo de 1810. ¿Qué importancia tuvieron esos hechos para la historia argentina?

La campaña al Paraguay

Luego de asumir el poder, la Primera

1810 16 de noviembre. Fundación de Curuzú Cuatiá.

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Junta debió enfrentar un gran desafío: lograr que su autoridad fuera aceptada en todo el territorio que hasta entonces había conformado el virreinato del Río de la Plata. Así fue como, luego de informarles sobre los hechos sucedidos en Buenos Aires en mayo de 1810, invitó a las ciudades del Interior a enviar representantes a Buenos Aires para discutir los pasos a seguir. Algunas, como Santa Fe, adhirieron rápidamente a la revolución. Pero la autoridad de la Junta no fue aceptada en todos lados. Otras zonas, como Córdoba, el Alto Perú, la Banda Oriental y el Paraguay, la rechazaron y manifestaron su lealtad a la Corona española. Para someter a esas regiones, que ponían en riesgo el triunfo de la revolución, la Junta decidió enviar expediciones armadas. En septiembre de 1810, la Junta envió a Belgrano a la Banda Oriental para que pusiera a la región bajo su autoridad. Sin embargo, llegó entonces a Buenos Aires la información de que tropas realistas provenientes del Paraguay se habían internado en el territorio de Misiones. Ante esa situación, la Junta decidió que Belgrano marchara hacia allá. Monumento a Gregoria Pérez Larramendi de Denis, en la ciudad de Paraná. Esta santafesina poseía una gran estancia en el actual territorio de Entre Ríos.

Cuando llegó a Santo Tomé, Belgrano pasó revista a sus tropas. El estado de estas era calamitoso: eran escasas, indisciplinadas y tenían poco armamento. Según Belgrano “[…] los soldados son todos bisoños […]; asimismo las carabinas en la mayor parte son malísimas […], pues según me aseguran estos jefes a los tres o cuatro tiros quedan inútiles”. El 1.º de octubre, Belgrano entró en Santa Fe. La llegada del general porteño alteró la calma habitual de la ciudad. La población se volcó a las calles y le brindó un caluroso recibimiento. Durante su estancia en Santa Fe, Belgrano desplegó una intensa actividad para poner su ejército en condiciones antes de emprender la marcha al Paraguay. Los santafesinos respondieron con generosidad: hombres, armas, ganado, caballos, carretas y hasta pequeñas embarcaciones engrosaron las tropas. Conmovido ante la actitud de la población, le concedió a Santa Fe el título de Noble. Uno de los casos de desprendimiento más conocidos es el de Gregoria Pérez Larramendi de Denis, quien puso a disposición de Belgrano todos sus bienes. El 8 de octubre, Belgrano y sus tropas abandonaron Santa Fe rumbo al pequeño poblado de la Bajada, del otro lado del Paraná, donde recibió algunos refuerzos. Belgrano consideraba muy importante el desarrollo de nuevos poblados en el territorio de la patria que estaba naciendo. Por eso, durante la marcha dispuso la fundación de los pueblos de Mandisoví y Curuzú Cuatiá.

Escaneá el código QR para ver un video sobre Belgrano y su participación en la guerra de la Independencia. mandi.com.ar/X0TQro

El fracaso de la expedición

Los poco más de 1.000 hombres que

integraban las tropas debieron marchar a través de una región surcada por numerosos ríos y pantanos difíciles de franquear. Las penurias se agravaban por la escasez de recursos y por lluvias abundantes y temperaturas muy altas. Sin embargo, ninguno de estos obstáculos amedrentó al general patriota. Luego de cruzar el río Paraná, las fuerzas patriotas vencieron a los realistas en Campichuelo. Desde allí continuaron avanzando sobre el territorio paraguayo hasta las cercanías de Paraguarí, donde se produjo un nuevo enfrentamiento. Tras un comienzo desfavorable, las fuerzas realistas lograron recuperarse y contraatacaron. Ante la gran superioridad del enemigo, Belgrano ordenó la retirada hasta el río Tacuarí, donde estableció su campamento a la espera de refuerzos procedentes de Buenos Aires. Unas semanas después, los realistas iniciaron el ataque contra los patriotas. Durante la lucha, el jefe enemigo lo intimó a rendirse. Belgrano rechazó la propuesta en forma terminante y decidió seguir combatiendo. Sin embargo, cuando la derrota era inevitable llegó a un acuerdo con el gobernador enemigo y abandonó el territorio paraguayo. El fracaso de la expedición se debió a la superioridad militar del enemigo, la pobre instrucción militar de las fuerzas patriotas y la escasez de recursos. Belgrano pudo haberse negado a encabezar la expedición debido a su inexperiencia como militar y a sus problemas de salud; sin embargo, prefirió dejar de lado cualquier excusa y anteponer su propio sacrificio personal en beneficio de la revolución.

Pedro Ríos (Yaguareté-Corá, septiembre de 1798 - Tacuarí, 9 de marzo de 1811) fue un niño que participó en la campaña al Paraguay. Se destacó en la batalla de Tacuarí, donde murió en combate, tocando el tambor; de allí toma su apodo, el Tambor de Tacuarí. En abril de 1811, la Junta Grande le ordenó a Belgrano retornar a Buenos Aires. Las autoridades habían decidido someterlo a juicio debido a que lo consideraban responsable del fracaso de la campaña al Paraguay. Sin embargo, nadie se presentó a declarar en su contra: los oficiales que habían actuado bajo su mando resaltaron los valores demostrados por su jefe. Finalmente, la Junta declaró que el general Belgrano había actuado “con un valor, celo y constancia dignos del reconocimiento de la Patria”. En noviembre de 1811, Belgrano fue designado jefe del Regimiento de Patricios. En una muestra más de su abnegación, decidió renunciar a la mitad de su sueldo. Pocos días después de asumir el mando, se produjo un hecho que obligó a Belgrano y a las autoridades a actuar con dureza para mantener la disciplina. El episodio, conocido como “el Motín de las Trenzas”, se produjo cuando el nuevo jefe les ordenó a sus hombres que debían cortarse la trenza que lucían en su cabello. Las tropas se negaron a cumplir la orden y se sublevaron.

1811 Los patriotas paraguayos logran expulsar al gobernador realista y formar un gobierno independiente.

¿Qué medidas tomó la Primera Junta para que las demás regiones del virreinato aceptaran su autoridad?

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Belgrano nuevamente en Santa Fe

A comienzos de 1812, Belgrano volvió La bandera fue izada por Cosme Maciel, un vecino de Rosario.

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a Santa Fe. En ese entonces, las zonas costeras sobre el río Paraná sufrían permanentes ataques de los españoles de la Banda Oriental, que contaban con una importante fuerza naval. Periódicamente, los barcos realistas remontaban el Paraná y atacaban las poblaciones y las estancias cercanas a sus costas. Con el fin de organizar la defensa de la zona, en enero de 1812 el Primer Triunvirato le ordenó a Belgrano que se trasladara a Rosario. Una vez allí, dispuso la formación de dos baterías de cañones. Una de ellas, a la que llamó Libertad, fue instalada en las barrancas de la villa.

La otra, a la que bautizó Independencia, se levantó del otro lado del río, en la isla del Espinillo. El 26 de febrero, Belgrano le informó al Triunvirato sobre el avance en la instalación de las baterías: “Con la actividad, celo, eficacia y conocimientos del teniente coronel don Ángel Monasterio, caminan los principales trabajos de las baterías a su conclusión; esta tarde se ha pasado un cañón a la batería de la Independencia, la de la isla, y pienso poder decir mañana a V. E. que quedan los tres colocados, con su dotación, municiones y guarnición. Inmediatamente se pasará a construir y colocar las explanadas en la batería de la Libertad, la de la barranca, donde se trabaja con el mayor empeño, para situar cuanto antes los cañones; no se pierde momento, pero la obra es grande, y no es posible acelerarla tanto como se quisiera […]”.

La escarapela y la bandera

Belgrano advirtió la necesidad de con1812 13 de febrero. Belgrano solicita permiso al Primer Triunviraro para usar una escarapela celeste y blanca.

tar con un emblema para distinguir a sus tropas de las realistas. Por eso, el 13 de febrero le solicitó al Gobierno central que autorizara el uso de una escarapela. Para Belgrano el uso de la escarapela mostraría “la firme resolución en que estamos de sostener la independencia de América”. Pocos días después llegó la respuesta del Triunvirato, que ordenaba que las fuerzas patriotas debían usar el nuevo distintivo: “En acuerdo de hoy se ha resuelto que desde esta fecha en adelante se haga, se reconozca y use la escarapela nacional de las Provincias Unidas del Río de la Plata, declarándose por tal la de los colores blanco y azul celeste”.

Entusiasmado por la disposición del Gobierno, Belgrano decidió ir más allá y planteó la necesidad de crear también una bandera: “Las banderas de nuestros enemigos son las que hasta ahora hemos usado, pero ya que V. E. ha determinado la Escarapela Nacional con que nos distinguimos de ellos y de todas las Naciones, me atrevo a decir a V. E. que también se distinguieran aquellas, y que en estas baterías no se viese tremolar sino las que V. E. designe. Abajo, Señor Excelentísimo, esas señales exteriores que para nada nos han servido, y con que parece que aún no hemos roto las cadenas de la esclavitud”.

El 27 de febrero, día previsto para la inauguración de la batería Independencia, el reclamo de Belgrano sobre la creación de una bandera todavía no había sido respondido. Sin embargo, como el jefe patriota descontaba que la respuesta sería afirmativa, ordenó izar una bandera con los mismos colores de la escarapela. Bartolomé Mitre, que años después escribió Historia de Belgrano y de la independencia argentina, así describe la ceremonia: “En la tarde del día indicado se formó la división en batalla sobre la barranca del río en presencia del vecindario congregado por orden del comandante militar. A su frente se extendían las islas floridas del Paraná que limitaban el horizonte; a sus pies se deslizaban las corrientes del inmenso río, sobre cuya superficie se reflejaban las nubes blancas en fondo azul de un cielo de verano, y el sol que se inclinaba al ocaso iluminaba con sus rayos oblicuos aquel paisaje lleno de grandiosa majestad. En aquel momento, Belgrano, que recorría la línea a caballo, mandó formar cuadro, y levantando la espada, dirigió a sus tropas estas palabras: ‘Soldados de la Patria: En este punto hemos tenido la gloria de vestir la escarapela nacional que ha designado nuestro excelentísimo gobierno: en aquel, la batería de la Independencia, nuestras armas aumentarán las suyas. Juremos vencer a los enemigos Interiores y exteriores, y la América del Sur será el templo de la independencia y de la libertad. En fe de que así lo juráis, decid conmigo ¡Viva la Patria!’. Los soldados contestaron con un prolongado: ¡Viva! […] Las tropas ocuparon sus puestos de combate. Eran las seis y media de la tarde, y en aquel momento se enarboló en ambas baterías la bandera azul y blanca, reflejo del hermoso cielo de la patria, y su ascensión fue

nderas de Mach Las ba a En 1895, en una pequeña capilla del paraje de Titiri, dependiente de la parroquia de la localidad boliviana de Macha se encontraron dos banderas. Muchos creen que tales banderas habrían sido usadas por las tropas patriotas directamente comandadas por Belgrano en la batalla de Ayohuma, en 1813. En ese encuentro, las tropas de Belgrano fueron derrotadas. El historiador Adolfo Mario Golman señala que el propio Belgrano le pidió al cura de la parroquia que escondiera las banderas, para que no cayeran en manos de los enemigos. Una de ellas tiene la franja central de color azul-celeste y actualmente está en el museo Casa de la Libertad, en Sucre (Bolivia). La otra posee dos franjas celeste y una franja blanca central, y está guardada en el Museo Histórico Nacional, en la Ciudad de Buenos Aires.

saludada con una salva de artillería. Así se inauguró la bandera argentina”. Las expectativas de Belgrano respecto de la aprobación de la bandera no se cumplieron. El Triunvirato consideró que la utilización de la nueva enseña era un paso excesivamente audaz. Por eso, el 3 de marzo le envió al general una dura reprimenda, en la que le ordenaba ocultarla disimuladamente y continuar enarbolando la que se usaba hasta entonces, es decir, la roja y amarilla de los españoles. Sin embargo, cuando la comunicación llegó a Rosario, Belgrano ya había partido a Jujuy para hacerse cargo del Ejército del Norte.

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Escaneen el código QR para ver los videos sobre la restauración de las banderas de Macha. mandi.com.ar/ LFGaBt

¿Qué importancia tenía la Bandera para Belgrano? ¿Qué otras banderas, además de la Bandera Nacional, significan algo para ustedes?

En el Ejército del Norte 1812 Belgrano asume el mando del Ejército del Norte.

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Cuando todavía se hallaba en Rosario,

Belgrano fue designado jefe del Ejército Auxiliador del Alto Perú. El 1.º de marzo de 1812 el general emprendió la marcha a Tucumán y, luego, a la Posta de Yatasto, en Salta. Allí, Juan Martín de Pueyrredón le entregó el mando de los 1.500 hombres que integraban las fuerzas patriotas. Rápidamente, el nuevo jefe puso manos a la obra para disciplinar, organizar e instruir a sus soldados. El 25 de mayo de 1812, cuando el ejército se hallaba estacionado en Jujuy, Belgrano ordenó izar y bendecir la bandera celeste y blanca. Bendición de la bandera nacional el 25 de mayo de 1812 por el canónigo Juan Ignacio Gorriti sostenida por Manuel Belgrano en la Catedral de San Salvador de Jujuy (1912), óleo de Luigi De Servi. Mientras tanto, un poderoso ejército español había entrado en la ciudad de Chuquisaca, en la actual Bolivia, y comenzado a marchar hacia el sur. La situación se agravaba para los patriotas. Además del avance de los realistas desde el norte, una parte de la población de la zona se mostraba hostil hacia la

revolución. Esto era así sobre todo entre algunos comerciantes, cuyas actividades se veían perjudicadas por la guerra. Belgrano decidió entonces tomar una medida extrema y arriesgada: el ejército y los pobladores debían marchar a Tucumán y dejar al enemigo solo tierra arrasada, sin recursos que le permitieran abastecerse. Este hecho heroico fue conocido como el Éxodo Jujeño. Las órdenes del general fueron terminantes: cuando llegaran, los españoles no debían hallar nada. Además, estableció que aquellos que se negaran a cumplir esas medidas serían fusilados y sus propiedades, incendiadas. Finalmente, el 23 de agosto se inició la retirada hacia el sur. Belgrano permaneció en la ciudad hasta la noche para asegurarse de que nadie se quedara en ella. A pesar de las dificultades que entrañaba la marcha, el repliegue se realizó en un tiempo muy corto: en solo cinco días lograron recorrer 250 kilómetros y, poco después, llegar a Tucumán. Cuando los realistas entraron en Jujuy, hallaron una ciudad totalmente abandonada y desierta.

El éxodo jujeño, obra anónima que reconstruye de manera idealizada esta maniobra militar en la que participó toda la población de esa provincia.

Los triunfos en Tucumán y Salta

Los

realistas continuaban avanzando hacia el sur y se acercaban a Tucumán. Viendo el peligro que se avecinaba, el Triunvirato le ordenó a Belgrano retirarse hacia Córdoba. Sin embargo, el general pensaba que retroceder pondría en grave peligro a la revolución. Por eso, decidió desobedecer las órdenes recibidas, permanecer allí y hacer frente al enemigo. El 24 de septiembre de 1812, el ejército español se hallaba formado en las afueras de la ciudad, listo para la batalla. Tras un duro enfrentamiento, las fuerzas patriotas obtuvieron un resonante triunfo. Cuando la derrota era un hecho, los realistas se retiraron hacia Salta. Luego de la victoria, Belgrano dedicó sus esfuerzos a la reorganización de sus tropas con el objetivo de perseguir a los realistas. Logró conformar un ejército de cerca de 3.000 hombres y, en enero de 1813, emprendió la marcha hacia el territorio salteño. El 13 de febrero, a orillas del río Pasaje, Belgrano hizo formar a las tropas para prestar juramento a la bandera. Como por entonces el general se hallaba enfermo, ordenó preparar un carruaje para estar presente en la batalla en el caso de que no pudiera montar su caballo. Sin embargo, su fuerza de voluntad le permitió superar las debilidades, y durante la lucha se mantuvo al frente de sus hombres. El enfrentamiento se produjo el 20 de febrero y culminó con una nueva victoria patriota. A pesar de que combatió a los realistas sin tregua, cuando la guerra se lo permitió, Belgrano siempre mostró una actitud de humanidad y compasión hacia los vencidos. Así lo hizo en Salta: a cambio de que los españoles entregaran sus armas y juraran que no volverían a luchar contra

uelas de Belgra Las e sc no Con motivo de la victoria en la batalla de Salta, Belgrano recibió un premio de 40.000 pesos, que podría haberle asegurado una vejez tranquila; sin embargo, Belgrano dispuso destinar ese dinero a fundar cuatro escuelas primarias en las ciudades de Tarija, Jujuy, Tucumán y Santiago del Estero. Debido a las guerras de Independencia y los sucesivos conflictos políticos, la construcción de las escuelas fue muy accidentada. La escuela de Tarija comenzó a construirse recién en 1949, y tardaron muchos años en inaugurarla. La escuela de Santiago del Estero fue inaugurada en mayo de 1882, y funcionó hasta 1926. En San Miguel de Tucumán, en 1981 se puso la piedra fundamental de una obra que recién en 2001 comenzó a funcionar. Finalmente, en San Salvador de Jujuy, la obra comenzó recién en 1998, y fue inaugurada en 2004.

los ejércitos revolucionarios, el general permitió que se retiraran al Alto Perú. A pesar de recibir muchas críticas por esas concesiones, Belgrano no dudó en dejar de lado las pasiones violentas y tratar a los enemigos con justicia. También volvió a dar muestras de su vocación de servicio por la patria. Para premiarlo por sus victorias en Tucumán y Salta, la Asamblea Constituyente le concedió la suma de 40.000 pesos. El general decidió donar el dinero para la construcción de cuatro escuelas de primeras letras en el Noroeste.

1813 24 de septiembre. Batalla de Tucumán.

La victoria patriota en la batalla de Salta permitió al Ejército del Norte avanzar al Alto Perú.

Busquen información sobre el éxodo jujeño. ¿Cuántas personas vivían en Jujuy en esa época? ¿Qué dificultades habrá encontrado Belgrano £para organizar esa acción militar?

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Vilcapugio y Ayohuma 1813 1.º de octubre. El Ejército del Norte es derrotado en Vilcapugio.

Luego del triunfo en Salta, Belgrano y su

ejército emprendieron la marcha hacia el norte. Después de pasar por Jujuy, ingresaron en el Alto Perú, y prosiguieron hasta la ciudad de Potosí. En ella, Belgrano se dedicó a reorganizar el ejército. Aunque se trataba de una zona en la que la mayoría de sus pobladores no mostraban simpatía por la revolución, el general logró incrementar sus fuerzas. Al frente de ellas retomó el avance hacia el norte en busca de los españoles.

En septiembre, los patriotas llegaron a la pampa de Vilcapugio, donde el 1.º de octubre de 1813 fueron atacados por sorpresa y vencidos por las tropas realistas. Al anochecer, Belgrano y sus hombres emprendieron la retirada hasta el poblado de Macha, donde establecieron el cuartel general. Tiempo después, el 14 de noviembre, el ejército patriota sufrió una nueva derrota en Ayohuma. Belgrano decidió entonces retirarse nuevamente hasta Tucumán.

El encuentro con José de San Martín en Yatasto

Luego de las derrotas de Vilcapugio y 14

Ayohuma, la revolución se hallaba nuevamente en peligro: los realistas habían logrado establecer su dominio sobre el Alto Perú y amenazaban con una invasión del noroeste. Belgrano le solicitó al Triunvirato que lo relevara del mando del Ejército del Norte. En su reemplazo, fue designado el general José de San Martín. Aunque no se conocían personalmente, ambos próceres habían entablado amistad por correspondencia. Tras las batallas de Tucumán y Salta, San Martín le escribió a Belgrano desde Buenos Aires para felicitarlo por las victorias.

Entrevista en Yatasto entre San Martín, Belgrano y Güemes (1952), óleo sobre tela de Manuel Francisco Yglesias.

El encuentro entre ambos líderes se produjo el 29 de enero de 1814, muy cerca de Yatasto. Luego de pasarle el mando del ejército, Belgrano se puso a las órdenes de San Martín. Cuando fue llamado a Buenos Aires para rendir cuentas por las derrotas de Vilcapugio y Ayohuma, San Martín intentó convencer al Gobierno de que le permitiera permanecer a su lado. Entre otras razones, el nuevo jefe afirmaba que desconocía el territorio donde se hallaba y las costumbres de sus pobladores, algo absolutamente necesario para conducir la guerra con éxito, y que Belgrano podría brindarle esa información. A pesar de la insistencia de San Martín, Belgrano debió partir hacia Buenos Aires. Fue un viaje muy largo, que debió realizar en muy mal estado de salud. Mientras se hallaba en una quinta en las afueras de Buenos Aires tratando de recuperarse, el Director Supremo, Juan Martín de Pueyrredón, decidió que no había ninguna causa para juzgar a Belgrano por su actuación en el Norte y resolvió absolverlo.

En el Congreso de Tucumán

En 1816 Belgrano se dirigió a Tucumán, donde sesionaba el congreso que declararía la independencia de las Provincias Unidas. Su misión era informar a los congresales sobre diversas gestiones diplomáticas que había realizado en Europa. Allí, se manifestó en favor del establecimiento de una monarquía constitucional encabezada

por un descendiente de los incas. Con el decidido apoyo de San Martín, volvió a ser designado jefe del Ejército del Norte. Además de apoyar las luchas que Güemes libraba contra los realistas en Salta, debió intervenir en algunos de los numerosos conflictos internos que por entonces azotaban a las Provincias Unidas.

Sus últimos días

Aquejado por las enfermedades, Bel-

grano decidió entregar el mando del ejército y se estableció en Tucumán. Mientras intentaba reponerse, estalló una rebelión contra el gobernador de la provincia. Un grupo de rebeldes se presentó ante el general y lo tomó como prisionero. Sin embargo, las autoridades intentaron remediar el agravio y ordenaron su inmediata libertad. En febrero de 1820, Belgrano emprendió el regreso final a Buenos Aires. Durante el trayecto no recibió hospitalidad alguna de parte de los gobernadores de las provincias que atravesaba. Cuando llegó a la ciudad, se estableció en la casa paterna. Pasó sus últimos días acompañado por sus hermanos y algunos amigos, y asistido por su médico, a quien le obsequió el único bien que le quedaba: un reloj de bolsillo de oro y esmalte que le había regalado el rey Jorge III de Inglaterra. Belgrano murió el 20 de junio de 1820, a los 50 años. Por entonces, la provincia de Buenos Aires estaba asolada por la anarquía y la guerra civil. Tanto era así que el día de su fallecimiento tuvo tres gobernadores distintos. Su muerte pasó inadvertida para casi todos los porteños; la noticia solo fue informada cinco días

más tarde por el periódico Despertador Teofilantrópico. Durante su sepelio, realizado el 27 de junio, solo concurrieron unas pocas personas. Recién un año después, en 1821, el Gobierno le rindió los homenajes tan merecidos. Belgrano fue enterrado en el atrio del convento de Santo Domingo. Su pobreza era tan extrema que para construir la lápida de su tumba usaron el mármol de una cómoda de la familia. Mucho después, en 1902, sus restos fueron colocados en el monumento que se construyó en su homenaje, en el frente del mismo convento.

1816 9 de julio. Declaración de la Independencia.

Mausoleo de Belgrano en el atrio del convento de Santo Domingo.

Comenten entre ustedes. ¿Qué aspectos de la vida de Belgrano les resultaron más llamativos? ¿Cuáles les parece más importante que recordemos en la actualidad?

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BELGRANO

Corazón de Bandera... Con el canto -y el encanto- de tu ejemplo, cada día, cada año y en cada escuela, ¡te recordamos…! Mi Bandera… (Aquí está la bandera idolatrada…) {Juan Chassaing y Juan Imbroisi}

mandi.com.ar/99ayG2 Salve, Argentina… (Yo te saludo…) {Leopoldo Corretjer}

mandi.com/MW4loW Aurora… (Alta en el cielo…) {Héctor Panizza-Héctor Quesada-Luigi Illica}

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