Luis Hurtado

Luis del Valle Hurtado “El Diablo de Cumaná” (Patrimonio Cultural Viviente) Desde hace muchos años se ha presenciado en

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Luis del Valle Hurtado “El Diablo de Cumaná” (Patrimonio Cultural Viviente) Desde hace muchos años se ha presenciado en las calles de Cumaná y resto del Estado una presentación llamada “la Danza de El Diablo de Cumaná”, la cual se convirtió en parte importante dentro del mundo del folklore oriental y venezolano. Esta danza fue establecida por su creador Luis del Valle Hurtado, quien la representó por primera vez en el año 1950 y la localidad que sirvió de escenario principal fue el Barrio Cochabamba de Cumaná. Luis Hurtado mejor conocido como “El Diablo de Cumaná” o “Tarzán”, nació el 12 de enero de 1932 en la capital sucrense, sus padres son Juan José Acuña y Luisa Hurtado. Su origen es de una familia que brilló de dignidad y ausencia de bienes materiales. Por esta razón su vida transcurrió en un ir y venir por pintar anuncios y lotería, pero sobre todo salir a la calle para distraer a los demás. .

En su infancia una de sus pasiones era el cine, y solía asistir a

presenciar las famosas películas de Tarzán en el viejo Cine Paramount y Ayacucho. También sintió gran admiración por los Diablos Cara e Totuma y de Yare, además de San Nicolás, quien en varias oportunidades no le obsequió ningún regalo. A partir de allí decide formar su personaje de diablo, gracias a esos recuerdos y la fascinación que tenía por las tradiciones populares, llevándolo a protagonizar un baile indígena que además mezclaba al famosísimo Tarzán de las películas, esto con tan solo 16 años. Luis hacía uso de su astucia para aprovecharse de los ingredientes y materiales que lo distinguían de los demás: se untaba tizne y aceite en la cara y el cuerpo; en la boca, aquellos espeluznantes colmillos blancos de

plásticos, desde donde choreaban sangre simulada con el zumo de la remolacha. También introducía en su nariz, un aro de cobre y en su cabeza, pegado a un sombrero, aquellos cuernos de res que una vez tomó de en "matadero" en un establecimiento que se encontraba en Caigüire; con varias cajas de cartón, hizo unas alas como las del diablo, e hizo un rabo con cabuyas y alambres, dándole vida así a su personaje. Logra mostrar en su presentación aquel pequeño mundo lleno de la maldad del demonio. Es el terror de niñas, niños e inclusive adultos que le temen a sus danzas. Pero también llena de alegría con su tradición. Sus ritos van acompañados de una canción improvisada e inolvidable: “¡Allá viene el diablo qué bicho tan feo Velo cómo baila, velo cómo ríe!” Reía a carcajadas y todos se espantaban, volteaba los ojos y cantaba nuevamente: “Yo soy el diablo malo Yo soy el mismo Satanás Que me escapé del infierno Y vivo aquí, en Cumaná” Para retirarse, solía hacer una reverencia acompañado de un saludo para seguir su camino hacia otros rumbos, otros pueblos y otras ciudades: “Señoras y señoritas Uste’ me va a perdona’ Este diablo endemoniao’ Ya se va a retira’” Se marchaba luego de recoger la acostumbrada contribución entre los espectadores, sin haberle hecho daño a alguien…

Este diablo comenzó a realizar sus recorridos por las calles de los pintorescos poblados de Cumaná, Carupano, Casanay, Río Caribe, Cariaco, Maracay, Caracas, El Tigre y demás urbes venezolanas haciéndose famoso. A raíz de los efectos dañinos y contaminantes que se produjeron en su cuerpo por el uso continuo del hollín (humo negro) fue intervenido quirúrgicamente en sus ojos, debido a que empezó a perder la visibilidad, y se le prohibió el uso de tales sustancias. A partir de 1990, cubre se cuerpo con un traje negro. La trascendencia del espectáculo dancístico de El Diablo de Cumaná, ha sido motivo para innumerables entrevistas en radio, prensa y televisión. Toda su trayectoria le hizo acreedor del Premio Nacional de Danza folklórica y el 15 de Abril de 1994 es declarado Patrimonio Cultural Viviente del Estado Sucre. Después de muchos años recorriendo las avenidas con su peculiar vestimenta, Hurtado formó parte de la Dirección de Cultura del estado Sucre en 1995. Este hombre, cuenta hoy con 82 años de edad y lleva alrededor de 60 años protagonizando esta danza de manera ininterrumpida, siempre acompañado por un jovencito con traje de las etnias indígenas y el sonido del tambor. Nuestro tarzán vive entre nosotros y cada día pasa inadvertido por las calles de nuestro pueblo, camino al mercado, acercándose a quien lo ha reconocido para hacerle chistes y continuar su camino…pensando en sus vicisitudes. Alguna que otra vez se logra escuchar alguna voz que dice: “¡mira, aquél que va allá es Tarzán, el Diablo de Cumaná!”