Los Anormales

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Pontificia Universidad Javeriana Lic. en Educación básica con énfasis en Humanidades y Lengua castellana Pedagogía de la diferencia Integrantes : Ruth Higuera John Jairo Ortega Angulo

¿En qué momento la escuela construye normales? La escuela es uno de los primeros escenarios en los que debemos convivir con personas ajenas al contexto familiar, un espacio en donde se parte del supuesto que aquellos con quienes compartimos son muy parecidos a nosotros. Nos han adoctrinado para vivir en un ambiente idealizado de aparente igualdad en función de nuestras capacidades cognitivas y características físicas generales con niños de edades muy próximas, todos dentro de un mismo salón de clase, acogidos bajo un mismo rasero de formación y aprendizaje. Lo anterior nos ubica frente a la problemática de tratar de encajar en el arquetipo de “lo que deberíamos ser” para “no ser de otra manera”. A través del presente texto pretendemos generar una reflexión sobre la forma en que la escuela faculta y crea escenarios para la construcción de normales analizando los diferentes discursos que se generan alrededor de esa construcción, con el ánimo de establecer si los mecanismos educativos actuales responden a las necesidades de la sociedad contemporánea. Para acercarnos a este propósito abordaremos conceptos como la anormalidad, la diversidad -o la idea que de esta existe-, los modos de producción de la anormalidad desde las prácticas morales, médicas y jurídicas, y finalmente el rol en la formulación de políticas educativas relacionadas con las diferencias. Normales y anormales

Michel Foucault1 identifica a los “anormales” en primera instancia como monstruos movidos por las fuerzas de la naturaleza y las normas de la sociedad; los incorregibles, domesticados por mecanismos de corrección y adiestramiento; y los onanistas, quienes dieron origen a una campaña de disciplinamiento de la familia moderna en el siglo XVIII. Desde esta mirada podemos observar que las diferencias desde los inicios de la sociedad moderna, se han moldeado e instituido sobre la base de satanizar y crear mecanismos de control que condenan aquello que hace diferentes a los hombres entre sí, entendida esta diferencia como una amenaza a lo 1 La traducción castellana a cargo de H. Pons trabaja sobre M. Foucault, Les anormaux. Cours au Collège e France. 1974-1975, Ed. Seuil/Gallimard, Paris 1999.

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establecido y moralmente aceptado. Es así que una disciplina como la siquiatría se ha constituido como organismo regulador de la anormalidad -obedeciendo a su condición de rama dentro de la salud pública-, inherente por supuesto al establecimiento jurídico, que formula marcos legales para castigar y condenar a aquellos “anormales” que representen un peligro para la “normalidad”. Una segunda mirada tiene que ver con los modos de producción de la anormalidad en el contexto de la vida cotidiana. Para lograr este acercamiento retomamos algunos aspectos representados en la película del director Jim Sheridan Mi pie izquierdo (1989)2, en donde se relata la historia de Christy Brown, un personaje que nace en el seno de una humilde familia dublinense, y quien padece parálisis cerebral. La trama de la película se centra en la manera como Christy debe asumir su limitación física, que le impide moverse y comunicarse de manera autónoma con su entorno y las personas que lo rodean. La relación de Christy con los personajes de la película refleja múltiples dimensiones de cómo aquello que lo hace diferente es percibido entre los individuos. Su condición física lo convierte en un ser anormal, condenado al aislamiento y con limitaciones que van más allá de lo físico. La película plantea el problema de tratar de pertenecer y formar parte de un entorno social que señala y rechaza todo aquello considerado como anormal; al mismo tiempo que confiere valor al protagonista en un intento de reflexionar acerca de la falacia que se esconde tras la no aceptación de las diferencias. “El anormal, ese monstruo banal y desdibujado del siglo XIX, es también un descendiente de esos incorregibles que surgieron en los márgenes de las técnicas modernas de “adiestramiento”. Foucault. Si entendemos la normalización como un mecanismo de regulación para controlar a aquellos “anormales” que se salen del modelo establecido, es preciso comprender la definición de norma. Foucault establece cinco características de lo que se denomina norma: la norma que refiere a un dominio, que es a la vez un campo de comparación; la que diferencia a los individuos respecto de este dominio considerado como una medida; la que mide-jerarquiza en términos cuantitativos y otorga valor a las capacidades de los individuos; y la norma que impone una conformidad que se debe alcanzar. Todo este conjunto de normas pretenden homogeneizar y “trazar la frontera de lo que es exterior”. Diversidad Antes de adentrarnos en el escenario educativo es necesario tratar de comprender el conjunto de elementos que nos hacen diferentes como seres humanos en un marco de diversidad que está más allá de las etiquetas que clasifican y generan divisiones en las relaciones humanas. El concepto de diversidad se ha venido utilizando cada vez con mayor frecuencia en contextos sociales y educativos. La misma prensa se ha ocupado del tema, con mayor o menor rigor, siempre bajo un discurso de igualdad: diversidad es igualdad. Sin embargo, retomando la postura del argentino Carlos Skliar en Diversidad, pretensión o la pretenciosa diversidad (2007)3, la manera como se ha adoptado la idea de diversidad en el contexto académico, jurídico y educativo actual, no responde a la necesidad de incluir a aquellos que son diferentes con el ánimo de aceptar sus 2 Sheridam, J. (Director). (1989). Mi pie izquierdo. Irlanda. Miramax Films. 3 Disponible en bit.ly/1p1m9yR 2

diferencias de forma “hospitalaria”4, sino con el propósito de encasillar todo aquello que resulta inclasificable y darle así un falso matiz de homogeneidad. Skliar evidencia la paradoja y el engaño de la generalidad escondida en la idea de globalización y multiculturalidad al colocar al hombre en una línea de equidad, desigualdad y exclusión. Sobre este aspecto también cita Zizek (1988): Y, desde luego, la forma ideal de la ideología de este capitalismo global es la del multiculturalismo, esa actitud que -desde una suerte de posición global vacía- trata a cada cultura local como el colonizador trata al pueblo colonizado: como nativos, cuya mayoría debe ser estudiada y respetada cuidadosamente. En otras palabras, el multiculturalismo es una forma de racismo negada, invertida, autorreferencial, un racismo con distancia: respeta la identidad del otro, concibiendo a este como una comunidad auténtica cerrada, hacia la cual él, el multiculturalismo mantiene una distancia que se hace posible gracias a su posición universal privilegiada. Dentro de la misma escuela se evidencian diversos aspectos que buscan establecer la normalidad como la regla. Los horarios son un claro ejemplo pues en ellos se manifiesta una forma de control del tiempo, control sin el cual se propagaría el desorden en la institución y la autoridad sobre los estudiantes. Los uniformes (uniformidad) cumplen ese mismo propósito, crear una imagen de semejanza, pero sin la más mínima idea de existencia del otro; así se comparta el mismo espacio y un atuendo que los homogeniza, lo que en realidad implica el estar juntos es estar dentro, estar en común, es estar en el afecto, ser afectados y afectar, contacto, fricción: en palabras de Magaldy Tellez: “…en el fondo de esa fabricación identitaria está el desgarro de los vínculos que aíslan a los individuos respecto de cualquier relación autentica con el otro: la relación de alteridad” La alteridad y la institución educativa El afán de homogeneizar termina simplemente enmascarando las diferencias (Bhabha, 1994) y limita la experiencia de la educación en cuanto conversación con los otros y de los otros entre sí. Propone Skliar entender las diferencias desde la alteridad5 y no desde la diversidad, las diferencias como experiencias de alteridad. Como camino y resultado de este razonamiento las diferencias se pueden “vivir como un destino y no como una tragedia”. La alteridad nos permite reafirmarnos como individuos únicos y reconocernos con nuestros semejantes. (Larrosa & Pérez de Lara, 1998). Ahora bien es necesario pensar todo este conjunto de razonamientos partiendo de las premisas planteadas por Skliar respecto del lugar de donde provienen los argumentos que mueven, 4 Skliar aborda el concepto de hospitalidad como la única vía posible para lograr el entendimiento del yo, del otro, y del yo en relación con los otros. 5 “La alteridad del otro permanece como reabsorbida en nuestra identidad y la refuerza todavía más; la hace, si es posible, más arrogante, más segura y más satisfecha de sí misma. A partir de este punto de vista, el loco confirma nuestra razón; el niño, nuestra madurez; el salvaje, nuestra civilización; el marginado, nuestra integración; el extranjero, nuestro país; el deficiente, nuestra normalidad". Skliar, C. (2007). Los sujetos y los contextos en la Investigación Educativa. (panel). La pretensión de diversidad o la diversidad pretenciosa. Universidad Nacional de Cuyo.

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condicionan y generan cambios en las políticas y escenarios educativos: “¿de quiénes son esos argumentos?”, “¿de dónde provienen?”, “¿se imponen esos argumentos frente a una población estudiantil cuyo deber es permanecer muda y obediente?”, ¿son argumentos provenientes de una institucionalidad que, como planteaba Foucault, busca instalar mecanismos de control para someter a aquel que es diferente? o ¿son argumentos nacidos de las inquietudes y necesidades de inclusión de aquellos que no corresponden al modelo estandarizado? La idea de la estandarización de la normalidad en los centros educativos no obedece a un postulado inquebrantable sino más bien a un sistema sometido a condiciones determinantes de la normalidad. Los centros educativos están llenos de textos que dictaminan normas (Foucault, 1970)6 de convivencia para que los estudiantes puedan adaptarse correctamente a su entorno escolar y a la sociedad misma, es decir, y citando a Inestroza (2015) “(…) los niños deben seguir unos parámetros, o por así decirlo, cumplir con ciertos niveles de desarrollo mental, biológico, social y étnico, entre otros; que permitan determinar si un infante puede ser catalogado como «normal» y por ende, educable en un sistema de educación regular, cuyas lógicas están fundamentadas por pruebas estandarizadas (PISA, TIMMS, PIRLS, etcétera)”. Así las cosas, los estudiantes y jóvenes que no cumplen con la norma, quedan relegados a ser instruidos y educados en instituciones paralelas al sistema de educación regular. El sistema cuestiona la educabilidad de estos sujetos y por consiguiente les asigna un espacio y una educación diferenciada que los aísla y les impide convivir en el reconocimiento del otro, los priva de relacionarse con el otro y desconocer lo positivo que puede darse entre el uno y el otro.

Conclusiones Menciona Carlos Skliar: ¿son las reformas reflejos de movimientos sociales, culturales, comunitarios? ¿Son parte de aquello que llamamos políticas del corazón. Percibir como se da solución a una problemática que cada día crece más en la escuela, desconociendo que desde la diferencia hay que partir por la cordialidad, la hospitalidad, sin permitirle a esa persona que invada nuestro quehacer pedagógico como alguien corriente, sino relevando sus diferencias e imponiéndoselo a los demás, como algo obligatorio que corresponda darse. Pero creemos que este no es el camino que se debe seguir, porque debemos recibir al otro, sin pedirle nada a cambio, recibir al otro sin condición con hospitalidad y no hostilidad, es estar contiguos desde la amorosidad hasta en lo que nos hace diferentes, donde se facilite el diálogo de todos entre sí, es algo que debe darse sin mediación de la ley, porque desde el momento que los recibimos como diferentes ya los estamos separando de nosotros y desvalorizándolos, la forma en que lo ve Skliar es la siguiente: “No hay cambio educativo en un sentido amplio sin un movimiento de la comunidad educativa que le otorgue sentidos y sensibilidades… no se trata de esfuerzos personales de actitudes filantrópicas, benéficas…que se aproxime a las experiencias que son de los otros, pero que no reduzca al otro en la mismidad egocéntrica y hegemónica de la educación.” Retomamos tres de los planteamientos formulados por Skliar en donde aborda el problema de las diferencias en el contexto educativo y se identifican las coyunturas que apuestan por la 6 Disponible en http://bit.ly/1VCeX6A 4

construcción de “normales” en las instituciones educativos, partiendo del hecho que desde el mismo ingreso a la escuela ya se está formando parte de la dinámica de la “normalidad”. La primera de esas coyunturas es la aceptación de la infancia, no como edad, sino como una “especie de temporalidad”, en donde el presente no representa nada y la idea del futuro (los niños son el futuro del mundo) se plantea como una forma de promesa ideal que posterga el presente, cuestión que resulta a la postre “el único tiempo con el que contamos”. La segunda tiene que ver con la aceptación de la incapacidad del otro, lo que da origen a la figura del docente, quien funge como quien va a llenar esas incapacidades (el explicador) poco a poco, cada vez en mayor proporción, al tiempo que el estudiante se ve reducido, así la “explicación” ofrecida por el docente, termina siendo un “perverso y constante proceso de empequeñecimiento del otro” (Skliar, 2007). Siguiendo con Skliar, una última instancia en la que consideramos que la escuela favorece el terreno para la construcción de seres normales es la instrumentalización del argumento de la completud, donde se establece que la escuela está para completar algo que está incompleto a “través de una soberbia comparación con aquello que se supone ser adulto”. Finalmente, es nuestra intención dejar una reflexión en el lector acerca de la forma en que se gestan los cambios educativos como resultado de la interacción de un conjunto de discursos que mueven inquietudes y otorgan “sentidos y sensibilidades”, y comprender la inclusión, no desde la mirada de la homogeneidad sino desde la alteridad, así como determinar las formas en que los cambios en los modos de vida afectan la manera en que nos percibimos a nosotros mismos, a los otros, a nosotros respecto de los otros, y de nosotros para los otros.

Referencias bibliográficas Doin, G. (2012). La Educación Prohibida. Argentina: EULAM Producciones. Larrosa, J. & Perez De Lara, N. Imágenes del Otro. Barcelona: Laertes, 1998. Pons, H. (1999). (Traducción). Les anormaux (M. Foucault). Cours au Collège e France. 19741975, Ed. Seuil/Gallimard, Paris 1999. Sheridam, J. (Director). (1989). Mi pie izquierdo. Irlanda: Miramax Films. Skliar, C. (2007). Los sujetos y los contextos en la Investigación Educativa. (Panel). La pretensión de diversidad o la diversidad pretenciosa. Universidad Nacional de Cuyo. Zizek, S. (1998). Estudios Culturales. Reflexiones sobre el multiculturalismo. Buenos Aires: Paidós, 1998.

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