Levantar El Poniente

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Levantar el Poniente Acerca de la juventud: identidades y violencias en el sector poniente de Torreón

GIIL, CONACULTA Torreón, Coah., 2015

Contenido 1 La construcción social del territorio; un acercamiento histórico a la violencia en el poniente de Torreón. Migdy Y. García Vargas

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2 Tres violencias en la familia y sus resistencias en la

colonia Plan de Ayala. Carmen Eloísa Espino Rodríguez

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3 Juventud, identidad y violencia en el contexto de las

pugnas territoriales del narcotráfico. Erika I. Soto Villalobos 1ª edición, enero 2015. Levantar el Poniente. Acerca de la juventud: identidades y violencias en el sector poniente de Torreón Migdy Y. García Vargas Carmen E. Espino Rodríguez Erika I. Soto Villalobos Walter S. Salazar García Grupo de Investigación Interdisciplinaria de la Laguna (giil). Consejo Nacional para la Cultura y las Artes (conaculta) Fondo Nacional para la Cultura y las Artes (fonca). Amanuense editorial. Diseño de forros e interiores: Germán Cravioto. Corrección: Fernando de la Vara, Ruth Castro, Germán Cravioto. Este libro se realizó con el apoyo del Fondo Nacional para la Cultura y las Artes a través del Programa de Fomento a Proyectos y Coinversiones Culturales 2013.

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4 Notas para desbordar la violencia: el “hacer-poniente”

de la juventud como expresión de rebeldía anticapitalista. Walter Salazar García

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Intro El sector poniente de Torreón, emblemático en la Comarca Lagunera por razones históricas, urbanísticas y culturales, se ha colocado entre los referentes negativos de la región gracias a una serie de recambios estructurales; desde el declive de la planta industrial que dio origen al sector y a la ciudad misma, auge y clausura de la zona de tolerancia y recientemente la estruendosa narcoviolencia que llevó el sector al desamparo de autoridades y medios de comunicación durante buena parte del sexenio pasado. Dentro del escenario sectorial se encuentran las colonias delimitadas en el Polígono poniente (polígono de “atención prioritaria” o “alta marginación” o “alta incidencia delictiva” o “pobreza extrema”) donde se intensifican las manifestaciones de la violencia y otras adversidades que nos trae el capitalismo contemporáneo. Dentro de un contexto adverso para la población del Poniente y del Polígono, la población joven lleva la peor parte: es la más ignorada y excluida, a despecho de los discursos que cubren de clichés y palabras bonitas una condición juvenil violentada en todos sus frentes. Los artículos reunidos en este libro son resultado del proyecto de investigación El Impacto de la violencia en la conformación identitaria de los jóvenes del poniente de Torreón, impulsado por el Grupo de Investigación Interdisciplinaria de la Laguna y financiado por el Fondo de Nacional para la Cultura y las Artes (fonca), dentro del Programa de Fomento a Proyectos y Coinversiones Culturales (2013). Cada uno se ha preparado desde un particular enfoque teórico y metódico de la investigación; así, la asimetría de lo diacrónico, el estudio de caso, la demoscopia estadística, la etnografía, la discusión conceptual, ideológica, amplifican el campo de la reflexión e incorporan más ángulos de la realidad, al tiempo que convergen en una decidida crítica del capitalismo y sus injusticias. En el campo epistémico de las tecnociencias y de las ciencias de la complejidad, siguiendo a Pablo González Casanova1, la crítica a los sistemas autorregulados puede considerarse “políticamente correcta” siempre que no trate los “conocimientos prohibidos”, entre otros: la dominación, la apropiación, la explotación, la represión, la exclusión… en este sentido, Levantar el Poniente conjunta un pensar-hacer no correcto, políticamente asumido. Germán Cravioto, enero 2015. 1 En Las nuevas ciencias y las humanidades. De la academia a la política, IIS-Antropos, México-Barcelona, 2004, pp. 81, 187-188.

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Luces neón se filtran a la vista cansada por el humo del cigarro. Cantinas en todas las calles, abiertas a toda hora. En El suerte loca, Tivoli, El Zumbido, Superdominó, Cielito Lindo, Luces de Nueva York, El Gato Negro, Nochebuena, El Jacal, El Chambas; el show siempre está a punto de comenzar.

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construcción social #territorio#historia# violencia#poniente

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La construcción social del territorio un acercamiento histórico a la violencia



en el poniente de Torreón

Migdy Yosdel García Vargas1

A partir del año 2006, las nuevas formas de disputa entre los cárteles del narcotráfico cambiaron drásticamente la realidad social de Torreón: balaceras, ejecuciones, secuestros y extorsiones se presentaron en constante escalada. La ciudad se colocó como una de las más violentas no solo del país, sino del mundo2; la razón obedecía a la importancia geográfica y estratégica que Torreón representa en el comercio de las drogas. La “guerra contra el narcotráfico” impactó severamente a los jóvenes, a nivel nacional fueron asesinados 1 977 en el año 2007, la cifra aumentó a 7 348 al año siguiente.3 A nivel local se registraron 741 personas asesinadas en 2011, el 37.3% (277) tenían menos de 25 años y 5.9% (44) eran menores de edad. Un año más tarde, de 537 homicidios violentos ocurridos en Torreón, el 36.6% (197) fueron menores de 25 años, mientras que 6.8% (37) menores de edad4. Uno de los sectores más afectados fue el poniente de Torreón, particularmente la delimitación administrativa correspondiente al Polígono poniente, que cuenta con índices delictivos elevados; 1 Maestra en Gestión Sustentable. Representante Legal del Centro de Estudios Interdisciplinarios y Desarrollo Integral de la Laguna (CEIDIL A.C.) 2 “Torreón entre las diez más peligrosas”, Vanguardia, 14 de Enero, 2012. 3 “Crece con narcoguerra asesinato de jóvenes”, El Universal, 12 de Septiembre, 2011. 4 “Coahuila pierde a sus jóvenes”, Vanguardia, 17 de Septiembre, 2012.

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te, varios negocios sucumbieron a la entrada de transnacionales. Se presenta información sobre el origen de las fayucas dentro del marco normativo y burocrático del Estado Mexicano. Tanto la zona de tolerancia como la fayuca tuvieron impacto en otros espacios, pero en el Poniente es en donde encontraron un lugar para permanecer. Finalmente, describimos otro tipo de actividades realizadas por riferos, paqueros, fierreros, chaferos, carteristas, farderos… que corresponde a los marcos normativos señalar su carácter de ilegalidad, sin embargo, desde el punto de vista sociológico, forman parte de la realidad social del poniente de Torreón.

éste se encuentra conformado por once colonias, cuatro de ellas, objeto de nuestro estudio: Cerro de la Cruz, Plan de Ayala, Aquiles Serdán y Martínez Adame. Este sector se erigió, geográfica e históricamente, a la par de la ciudad, junto con la dinámica económica de finales de siglo XIX, desarrollándose desde entonces en un marco de marginación, imperando condiciones de desigualdad y manifestaciones de hechos violentos. La propuesta del presente artículo parte de algunas reflexiones en torno a la siguiente pregunta: ¿Es la guerra contra el narcotráfico un hito, en términos de violencia, para las colonias del Poniente? El análisis recupera la exclusión social de ese sector, como herencia histórica, resultado de acciones de gobierno que no han logrado permear en la realidad social. Contribuiremos a una mirada diacrónica de los procesos sociales vividos en el poniente de Torreón relacionados con actividades laborales específicas, como una posible respuesta para explicar el aumento de jóvenes en las filas del narcotráfico. Frente a la marginación en el acceso a oportunidades de empleo, se generan opciones no reconocidas por el Estado como formas de subsistencia; inherentemente relacionadas con las expectativas de vida construidas en procesos de larga duración. Ofrecemos cuatro apartados; Exclusión social; constante en tiempo y espacio del poniente de Torreón es el primero: abunda en la construcción de un marco teórico orientado por la Geografía Crítica, aportando elementos que nos permiten analizar múltiples formas en que los habitantes aprehenden, significan y configuran su territorio. El segundo apartado, Jóvenes en contexto de violencia, presenta información sobre el ingreso de jóvenes a los cárteles del narcotráfico, propicia el análisis del contexto social en el que han crecido los habitantes del poniente de Torreón. Memoria colectiva de un territorio violento es el título del apartado tres, donde se retoman características geográficas y antecedentes históricos como constructores del espacio. El cuarto apartado, Formas de subsistencia, se encuentra subdividido en casos/actividades específicas en las colonias de asentamiento. Con la firma del Tratado de Libre Comercio (tlc) en 1994, la situación del comercio en México cambió drásticamen-

5 Esta perspectiva crítica tiene tres puntos de referencia: 1. En la década de 1960, Bunge comenzó a estudiar el fenómeno de ghetto en Fitzgerald, barrio de Detroit, relacionándolo con la especulación sobre el uso de suelo y la represión policial, al comenzar su investigación se dio cuenta de que los habitantes sabían mucho más que él, por lo que les enseñó a sistematizar los datos relacionados con su entorno, a fin de que intervinieran en su propio territorio, llamándolos “Geógrafos populares”. 2. Publicación de la revista “Antípode”, radical para la geografía de la época, el contenido atendía problemas regionales y locales. 3. La conformación en 1974 de la Unión de Geógrafos Socialistas con el propósito de “trabajar para la reestructuración radical de nuestras sociedades de acuerdo con los principios de justicia social”, afirmando el compromiso de geógrafos con un cambio radical de las comunidades y desarrollo de la teoría geográfica para contribuir a la lucha revolucionaria (“U.S.G. Newsletter”, Vol. 3, N. 1).

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1.- Exclusión social; constante espaciotemporal del poniente de Torreón El eje articulador de nuestra propuesta se sustenta en conceptos discutidos ampliamente por la Geografía Crítica (también llamada Radical)5. Este enfoque nos permite la comprensión de procesos sociales en contextos geográficos e históricos, a partir del ejercicio interdisciplinario. Busca profundizar los planteamientos de la Geografía Clásica, integrando en el análisis las interacciones entre fenómenos sociales y el lugar en donde ocurren, es decir, comprender la realidad social in situ. No constituye por sí misma una escuela o corriente de pensamiento, sino que, asumida dentro de las Ciencias Sociales, busca la interdisciplinariedad para dar respuestas; no posee un marco teórico propio, puesto que es construido a partir de los fenómenos sociales que busca explicar.

Milton Santos (1978) afirma que el espacio es una categoría analítica, componente de la realidad, “...es una totalidad en permanente movimiento y cambio” (p. 117) que, en el marco del método geográfico, incorpora otras categorías como: estructura, proceso, función y forma; “El Ser es la sociedad total; el tiempo son los procesos y las funciones, así como las formas son la existencia” (p.176). La sociedad es definida por la historia que continuamente genera, relacionada con el espacio que ocupa y transforma; éste contiene el paisaje, que es:

De acuerdo con Santos (1996), la organización espacial puede ser interpretada al constituir una unidad dialéctica formada por interacciones entre tiempo y espacio, esto es retomado por David Harvey (1994), quien argumenta que la forma particular en que el espacio y el tiempo se determinan entre sí, se relaciona con las estructuras de poder; las relaciones sociales y los modos de producción y consumo responden a contextos específicos. Para Henri Lefebvre (1974), el espacio es un producto social creado a través de la reproducción de relaciones sociales que, además, hacen del espacio un instrumento utilizado por el capitalismo, pues generan relaciones sociales alrededor de las fases (producción, distribución, consumo) y medios de producción, es decir, una fábrica no solo es un espacio en el que se produce una mercancía, sino que su existencia contiene relaciones sociales. Al ser regulados los “espacios de producción” por las estructuras estatales, se vuelven instrumentos de reproducción de las dinámicas capitalistas. Argumentamos que el Estado no puede controlar todas las relaciones sociales en torno a la producción, distribución y consumo, esto se debe a que él mismo, es quien a partir de la

estructura estatal de la cual se vale, crea espacios de marginalidad, desigualdad y pobreza. Jean Gottmann (1982) asocia el concepto de territorio a la manera en que las personas perciben las características geográficas, la situación política y económica de su entorno al espacio en que habitan. Es decir, el territorio es aprehendido a través de lo contenido en el espacio. Para Anthony Giddens (1995), es a partir de la problematización de los fenómenos sociales que podemos integrar lo espacial a la teoría y estudiar de esta manera el territorio. Para estudiar un espacio geográfico determinado es necesario partir de la idea de territorio de quienes lo habitan, ¿cómo perciben el lugar en el que viven?, ¿de qué manera lo aprehenden?, el territorio del poniente en Torreón es producido y expresado a través de significados que le otorgan una identidad específica, la cual podemos analizar y explicar a partir del acercamiento a la percepción que los mismos habitantes crean y valoran. El recorte temático de nuestra propuesta articula los aspectos políticos y económicos como un conjunto originado en el sistema de normas que influyen y clasifican las actividades de subsistencia en el espacio y los aspectos simbólicos y culturales por parte de quienes lo habitan (Haesbaert, 2004). En este sentido, la territorialidad es la demarcación del espacio geográfico bajo la lógica jurídico-administrativa; una forma de poder que busca imponerse como constructor de espacios que, no obstante, también son intervenidos por quienes habitan en ellos y que a través de su apropiación configuran territorios. Brinte, Ferras y Théry (1993) sostienen que el territorio implica una apropiación del espacio, todo aquello que hace del territorio, su/nuestro territorio, es una proyección que no puede ser reducida a una entidad jurídica; sin embargo, existe una política administrativa en torno a éste, provista de estructuras sobre las que es aprehendido el territorio. Claude Raffestin (1981) argumenta al respecto que el territorio es una manifestación espacial del poder, basado en actores sociales que se relacionan en diversos niveles, interviniendo el espacio, apropiándose de él y que, al transformarlo, producen territorio, Éste subsiste frente a otros a partir de límites, no solo geográficos, sino históricos, políticos, económicos y culturales que contribuyen a la construcción social de referentes

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el resultado acumulativo de los tiempos […] esa acumulación que llamamos paisaje, transcurre de adaptaciones verificadas en los niveles regional y local, no solamente en diferentes velocidades como también en diferentes direcciones […] el paisaje es formado por los hechos del pasado y del presente. La comprensión de la organización espacial, bien como de su evolución, solo se torna posible mediante una cuidadosa interpretación dialéctica entre las formas, la estructura y las funciones a través del tiempo (1985, p. 50).

identitarios. Raffestin resume que “el territorio se forma a partir del espacio” (1993, p. 143). La dinámica socio-territorial está vinculada a los cambios del espacio, es decir, manifestaciones, procesos y articulaciones de los sistemas sociales. En dicho contexto, es preciso considerar a las manifestaciones de violencia como factor que configura el territorio. Slavoj Žižek (2009) distingue tres tipos de violencia: simbólica, estructural y subjetiva. La primera es expresada en la cotidianeidad. Para entenderla en el contexto del Polígono poniente, apelamos al emplazamiento que la violencia ha tenido sobre el espacio que ofrece distintas características que posibilitan relaciones sociales violentas, éstas se territorializan al actuar en espacios propicios para su reproducción, de esta manera configuran territorios violentos. Este tipo de violencia también depende de la temporalidad propia del momento, por ejemplo: algunos delitos ocurren a plena luz del día mientras que otros presentan mayor frecuencia solo en la noche. Incluso delitos que fueron cometidos años atrás, ahora no son calificados como tal por las leyes actuales. En el caso del poniente de Torreón, existía una violencia cotidiana, naturalizada; las condiciones de vida de este sector resultaron propicias para que los grupos del narcotráfico no solo se instalaran en la demarcación, sino que las mismas relaciones sociales dentro de este espacio propiciaron la reproducción de la violencia. Las siguientes líneas nos ofrecen una perspectiva personal sobre la situación de violencia originada en el campo del narcotráfico, pues ésta rebasó los parámetros de violencia a que la población estaba acostumbrada:

respecto, el Consejo Nacional de Evaluación de la Política de Desarrollo Social (coneval) indica que hay 18 mil torreonenses en pobreza extrema, esto es medido a través de seis indicadores de pobreza multidimensional6: •

Rezago educativo.



Acceso a los servicios de Salud.



Acceso a la seguridad social.



Calidad y espacios de la vivienda.



Servicios básicos en la vivienda.



Acceso a la alimentación.

El mismo coneval clasifica como pobreza si se percibe un solo indicador, pobreza moderada con dos y pobreza extrema al ser tres o más los indicadores. El Polígono poniente es incluido en la clasificación de pobreza extrema.7 Además existe la violencia subjetiva: el Estado utiliza las fracturas del sistema que sostiene para asumir el rol paliativo de los efectos de la realidad social, por ejemplo, la atención de los medios de comunicación al respecto del poniente de Torreón lo han colocado como un lugar peligroso, este discurso formador de la opinión pública es utilizado por el Estado que, a través de programas gubernamentales, aparenta resolver las problemáticas del espacio. Estos tipos de violencia se encuentran en las colonias que estudiamos, Remedi (2002) aborda la organización espacial de las desigualdades: el impacto de la violencia depende de las relaciones espaciales, agudizándose en aquellos donde dominan las

El segundo tipo de violencia es estructural o sistémica, se relaciona con las condiciones que provee el Estado a la sociedad; al

6 La definición de pobreza considera las condiciones de vida de la población a partir de tres espacios: el bienestar económico, que comprende las necesidades asociadas a los bienes y servicios que puede adquirir la población mediante el ingreso; el de los derechos sociales, integrado a partir de las carencias de la población en el ejercicio de sus derechos para el desarrollo social; y el espacio del contexto territorial, que incorporará aspectos que trascienden al ámbito individual (que pueden referirse a características geográficas, sociales y culturales, entre otras); en específico, aquellos asociados al grado de cohesión social. (Diario Oficial de la Federación, 16 de junio, 2010, Segunda Sección). 7 Entrevista a Mario Cepeda Villarreal, director de Desarrollo Social Municipal

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[…] la colonia no es violenta, los violentos son los que llegaron. Antes, pues sí había peleas; que los Mulatos, que los de la Maclovio contra los de la Rosita, peleas entre muchachos; que porque el novio era de otro barrio, Peleas a piedras y palos, no más. Nosotros sabíamos quién era el marihuano, quién andaba mal (María Elena, 50 años, Cerro de la Cruz).

condiciones desfavorables. Manuel Castells (2004), por su parte, argumenta que la segregación espacial transforma espacios y al igual que trastoca las relaciones sociales; enfatiza que para que éstas existan, es necesario un proceso de individualización donde las personas se hagan conscientes de su espacio y creen redes como una manera para salvaguardar su individualidad frente a la sociedad. Giddens (1994), al abordar la sociedad de riesgo y fractura social, indica que los códigos culturales que las personas utilizan para aprehender su realidad construyen expectativas y cambian continuamente, lo que genera mecanismos que les permiten fortalecer vínculos sociales. Los grupos sociales crean y fortalecen redes al interior, incentivan dinámicas propias, aun cuando prevalecen las condiciones de desigualdad, marginación y pobreza en su entorno. La violencia no solo es percibida a través de hechos violentos, también es asumida en la carencia de oportunidades y condiciones de vida. Para analizar algunas actividades que realizan las y los habitantes del Poniente, consideramos que las normas se originan en estructuras burocráticas del Estado que, a través de sus agentes clasifica la naturaleza de las actividades. Sandoval (2012) propone la denominación de “binomios” formal-informal, legal-ilegal, estas definiciones no son categorías que permitan el análisis de la realidad laboral, solamente son intentos para consensar la naturaleza de su origen, el límite es mediado por marcos normativos. En el caso de la oferta laboral, abordaremos las formas de subsistencia a través del análisis diacrónico. En 1993, la Conferencia Internacional de Estadísticos del Trabajo de la Organización Internacional del Trabajo (ciet-oit), en el esfuerzo de conceptualizar el ejercicio del sector informal, estipuló que las unidades económicas en este rango son agropecuarias, no agropecuarias, hogares, pequeños negocios registrados y empresas. Las definiciones no abundan en la realidad del comercio informal. Una razón podría ser la escasa información estadística al respecto. El sector informal es asociado a países en desarrollo, su característica principal es que no está registrado de acuerdo con los lineamientos que, propuestos para el ejercicio, cubren los empleos formales. En términos prácticos, la legalidad 18

versa sobre la ley mientras que la ilegalidad se basa en su contravención; es el Estado el que establece las reglas para las fases de producción de mercancías, aunque éstas pueden ser monopólicas, incluso prohibitivas. Sandoval (2012) expone que en México aproximadamente el 60% de la población participa en la economía informal. De acuerdo con las estadísticas oficiales, la informalidad es una actividad tolerada, incluso organizada, por instituciones ligadas al Estado. Para definir este proceso utiliza la propuesta de Foucault (2009) de ilegalismo como un conjunto de actividades de diferenciación, categorización y jerarquización que organizan las relaciones de poder en torno a la sujeción o la transgresión de la ley. Frente a las clasificaciones estatales de las actividades, la sociedad se impone a través de códigos culturales: la legitimación, a través de ella se aprueba o no una actividad, por ende, los actos legítimos e ilegítimos tienen su origen en la sociedad, mientras que los actos legales e ilegales tienen su origen en la política. En el Poniente, la violencia fluye a través de las relaciones sociales alejadas de los binomios categóricos del poder (formal-informal, legal-ilegal). En los espacios marginados las personas buscarán subsistir creando nuevas formas de obtener ingresos.

2.- Jóvenes en contextos de violencia Los jóvenes han sido el grupo social más afectado por la violencia del narcotráfico. Según investigaciones de Cauce Ciudadano, actualmente 75 000 menores de edad participan en grupos delictivos; 24 000 pertenecen al Cártel de Sinaloa; 17 000 a los Zetas; 7 500 a La Familia Michoacana y el resto se distribuyen en otros cárteles. Sus principales funciones consisten en trabajar como halcones, sicarios, empaquetadores de droga, secuestradores y vigilantes de casas de seguridad. Se ha documentado que en la “Guerra contra el narcotráfico” entre el 2006 y 2010 murieron 1 873 adolescentes en México, además se incrementó 34% el número de adolescentes detenidos por delincuencia organizada, portación de armas y delitos contra la salud. En el 2009, 3 843 adolescentes fueron detenidos por la comisión de los delitos enun19

ciados, un año más tarde el número ascendió a 5 602. Asimismo, aumentó la cifra de homicidios cometidos por personas de entre 18 y 24 años de edad.8 Emmerich (2011) informa que el trabajo de 96 organizaciones de la sociedad civil en México apunta a que hace una década, la edad de reclutamiento se ubicaba entre los 20 y 35 años, ahora ingresan a las filas del crimen organizado jóvenes de entre 12 y 15 años. Los cárteles del narcotráfico aprovecharon la situación legal de los menores de edad, pues antes de los 14 años no son legalmente responsables por sus delitos; y después de esa edad hasta los 18 años, reciben sentencias mínimas.9 Además, un vacío legal imperó por años en la Federación: en este nivel no hubo “Ley Federal de Justicia para adolescentes”, contrario a los estados, en la época más cruda de la “Guerra del Narcotráfico”, recién en el año 2014 entró en vigor la ley publicada en el Diario Oficial de la Federación (dof) a finales del año 2012. Compuesta por 180 artículos, esta ley considera como adolescente a la persona entre los doce y dieciocho años de edad; establece la existencia jurídica de una conducta tipificada como delito, determina quién es autor o partícipe, el grado de responsabilidad y determina la aplicación de las medidas que corresponden a quienes se les atribuya o compruebe la realización de una o varias conductas delictivas. La Ley Federal de Justicia para Adolescentes prevé los delitos cometidos por las personas que tengan entre 18 años cumplidos y menos de 25, calificándolas como “Adulto joven”, tiene particularmente un carácter retroactivo, puesto que a quienes se les atribuya o compruebe la realización de una conducta tipificada como delito cometido cuando eran adolescentes, se les aplicará dicha Ley. Esta Ley se basa en una concepción del adolescente como sujeto de responsabilidad que debe gozar de derechos y ser sujeto a un proceso acusatorio adversarial o garantista por las conductas que se le reclaman; el sistema que lo juzgará es de naturaleza penal, 8 “¿Por qué el narco recluta a miles de menores en México?”, BBC Mundo, 17 de Diciembre, 2013. 9 Recientemente, en la Cámara de Diputados se aprobó una enmienda legal para garantizar la protección del gobierno a niños y adolescentes que son víctimas de la delincuencia. La iniciativa se encuentra en espera de ser analizada por el Senado.

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aunque especial o modalizado por la edad del responsable, sin embargo, no cumple con los principios generales ni complementarios del sistema acusatorio adversarial. Este sistema especializado de justicia encuentra su fundamento constitucional en lo dispuesto en los artículos 1º, 4º y 18° de nuestra Carta Magna. Los dos primeros reconocen expresamente los postulados de protección integral de derechos humanos, mientras el tercero establece propiamente los cimientos del sistema de justicia para adolescentes a nivel federal y estatal de 12 a 18 años. El modelo de justicia procesal penal para adolescentes también se debe sustentar en la protección integral de la infancia, postulada por la Organización de las Naciones Unidas (onu) y formalmente reconocida por México con la ratificación de la Convención sobre los Derechos del Niño. Sin embargo, rompe con principios procesales garantistas y reguladores de los derechos fundamentales de los niños, haciendo caso omiso de que en el año 2016 entrará en vigor, a nivel federal y local, la aplicación del sistema de justicia garantista, cuyo fundamento es el artículo 19° de nuestra Constitución, lo que significa que en el futuro tendrá que reformarse esta Ley con la finalidad de adecuarla al sistema acusatorio adversarial. Las razones que obligaron a los jóvenes a ingresar al narcotráfico son diversas: Pasaba a veces que se los llevaban y ahí estaban los muchachos gritándonos fuerte: ¡señora, no me deje, dígale a mi mamá que me llevaron, que yo no hice nada, señora, no me deje!, y ni modo, una sentía feo, como que te apretaban fuerte el pecho. Queríamos defenderlos, sabíamos que no eran malos, los conocíamos desde chiquitos, a sus mamás, sus papás, buenas gentes. Dicen que se los llevaron a pelearlos en otros lados (Blanca, 41 años, Cerro de la Cruz).

Halcones El halcón se ubica en los lugares más bajos dentro de la jerarquía de las organizaciones criminales. Su trabajo consiste en vigilar e informar, generalmente a través de radios, sobre la presencia de policías o de otros cárteles en la zona en la que trabajan, por lo regular se posicionan en las esquinas, a la entrada de los barrios o apostados en las azoteas de las casas: 21

Perdimos a muchos así, yo creo que las familias tienen mucha responsabilidad por no estar con ellos, andan solos y se meten en cosas. Había muchos, desde 12, 13, 14 años, se ponían en “el castillo” [una construcción abandonada en la parte alta del Cerro de la Cruz] con sus radios, en las azoteas de nuestras casas... Hubo de varios bandos, por ejemplo, de los “malos” [Cártel de los Zetas], venían todos encapuchados, a unos sí se les veía el cuerpo así delgadito, chaparritos, y cuando pedían algo, como agua, se les notaba su voz de muchachitos (María Elena, 50 años, Cerro de la Cruz).

En el Polígono poniente solo pudimos rescatar historias sobre halcones, los casos de sicarios, por su naturaleza, no fueron identificados. A continuación esbozamos el contexto en el que han crecido los jóvenes del Poniente, el espacio donde han construido sus relaciones sociales y que ha impactado en sus expectativas de vida.

3.- La memoria colectiva de un territorio violento. Contexto geográfico e histórico del poniente de Torreón Para abordar desde cualquier perspectiva la dinámica de Torreón, es tarea inherente describirla dentro del contexto geohistórico de la Comarca Lagunera, ubicada entre los estados de Coahuila y Durango, en el noreste mexicano. La región posee un clima predominantemente seco; sus amplias llanuras son recorridas por el cauce de dos corrientes interiores10: Aguanaval y Nazas; éstos desembocaban en grandes lagunas que dieron nombre a la Región o Comarca Lagunera. Administrativamente, se conforma por 16 municipios: Francisco I. Madero, Matamoros, San Pedro de las Colonias, Viesca y Torreón se encuentran en el estado de Coahuila, mientras que en Durango se localizan Rodeo, Nazas, Indé, Tlahualilo, Mapimí, Gómez Palacio, Lerdo, San Pedro del Gallo, San Luis del Cordero, San Juan de Guadalupe y Cuencamé de Ceniceros.

A continuación se ofrece un recorrido histórico desde las incursiones en el noreste mexicano hasta comienzos del siglo XX, demostrando que el espacio geográfico del poniente de Torreón ha sido intervenido a la par del largo proceso formativo como ciudad. Época colonial: El descubrimiento de minas ricas en plata impulsó las primeras exploraciones al norte de la Nueva España a partir del año 1531, para la explotación de los yacimientos se fundaron villas y pueblos en las cercanías. Ante la necesidad de administrar política, social y económicamente estos núcleos de población, fueron agrupados en gubernaturas; Coahuila y Durango formaron parte de la Nueva Vizcaya11. Las primeras expediciones a la región fueron encabezadas por el religioso Fray Pedro Espinareda en el año de 1566, Francisco Cano en 1568, Martín López de Ibarra en 1569 y Alberto del Cano en 1577, quienes recorrieron las regiones del sur de Coahuila, además de apoderarse de algunas en nombre del rey español. En la década de 1730, el Marqués de Aguayo, con el afán de extender sus tierras, ordenó la medición y delimitación de las tierras realengas12 cercanas a Parras y Saltillo, actual territorio de la Comarca Lagunera, las tierras fueron anexadas al Marquesado. En el proceso independentista del siglo XIX, las tierras laguneras fueron vendidas a Melchor Sánchez Navarro (1824); quien ocupó las tierras aún cuando el pago no se había finiquitado, lo que provocó el reclamo de los herederos del Marqués de Aguayo. El proceso duró más de veinte años, conservando los Sánchez Navarro la posesión. La Hacienda San Lorenzo de la Laguna fue vendida a los españoles Leonardo Zuloaga y Juan Ignacio Jiménez el 24 de abril de 1848; dos años más tarde las tierras fueron divididas a partir del límite natural del cauce del río Nazas: Zuloaga ocupó la zona perteneciente a Coahuila y Jiménez la de Durango (Terán, 1977).

10 El río Nazas y Aguanaval son considerados como ríos interiores o cuenca endorreica porque desembocan sus aguas en tierra y no en el mar. Son los únicos de este tipo en México.

11 Los estados de Chihuahua, Durango, algunas zonas de Sonora y Sinaloa y el suroeste de Coahuila, fueron agrupadas en el territorio conocido como Nueva Vizcaya, bajo la jurisdicción de la Real Audiencia de Guadalajara. 12 No pertenecían a la iglesia ni a nobles, por lo tanto eran propiedad de la Corona Española y se podían solicitar en la Real Audiencia.

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En 1850, Leonardo Zuloaga fundó el Rancho del Torreón, el origen del nombre se debe a un torreón construido para vigilar las avenidas del río Nazas que eran aprovechadas en el cultivo del algodón mediante la construcción de canales y la primera presa de Torreón: la del Carrizal13. El río Nazas tenía ciclos variantes, mientras que algunos años la torrencialidad de la avenida destruía presas, en otros la región vivía profunda escasez; Friedrich Katz (2004) y Meyers (1994) establecen una relación entre el agua (su falta o abundancia) y los conflictos vividos en la Región. Uno de estos conflictos surgió cuando, sobre el cauce del río Nazas, a la altura de la Vega de Marrufo, se instalaron, con fines agrícolas, labradores liderados por militante liberal González Herrera. Este aprovechamiento afectaba a Leonardo Zuloaga. El enfrentamiento entre ambos bandos fue inevitable. Zuloaga acudió al gobernador Vidaurri para exigirle respeto a sus derechos, mientras que González Herrera, con el mismo propósito, se dirigió a Juárez que, entre 1863 y 1864, decretó la expropiación de los bienes de Zuloaga y reconoció la villa de Matamoros, en donde fue jurisdiccionado El Rancho del Torreón14 (Guerra, 1953). En 1868 el río Nazas provocó graves inundaciones, por lo que el casco de la Hacienda de San Lorenzo de la Laguna se reubicó en una parte más alta (en los límites de la actual colonia Cerro de la Cruz). Para entonces, la situación económica de la hacienda se encontraba en declive. Zuloaga había fallecido y su viuda, María Luisa Ibarra, se vio obligada a contratar con las casas de préstamo de Guillermo Purcell y O´Sullivan, quienes en 1869 hipotecaron y comenzaron a administrar el Rancho del Torreón. En 1882, la casa Gutheil & Compañía adquirió los derechos hipotecarios, y cuatro años después fueron comprados por Rapp Sommer & Compañía, Andrés Eppen fue nombrado representante, él ya conocía la región, puesto que había trabajado en el sistema de riego de San Lorenzo de la Laguna (Ibíd.).

Foto 1. Canal de “El Coyote” 1906. A la derecha del canal se formarían las actuales colonias del Polígono poniente. Archivo Municipal Eduardo Guerra.

Las acciones de Eppen repercutieron en la formación de la actual ciudad de Torreón como centro comercial del norte mexicano. En la década de 1880, gestionó el paso del Ferrocarril Central por el Rancho del Torreón, además impulsó la creación de un centro urbano junto a la estación, encargando al Ingeniero Federico Wulff el diseño del mismo, que consistía en fraccionar los terrenos en manzanas; éstas fueron vendidas en 1888. En marzo de ese año, llegó a Torreón el primer ferrocarril Internacional15, empalmando vías con el Ferrocarril Central, fortaleciendo no solo al foco de inversiones que representaba la Estación del Torreón, sino al núcleo poblacional emergente. En 1893 el Congreso del Estado de Coahuila concedió el estatus de Villa a Torreón y lo separó de Matamoros, en el mismo año fue instalado el primer Ayuntamiento de Torreón, con Antonio Santos Coy como presidente municipal (Del Bosque, 1985).

13 El poniente actual de la ciudad de Torreón se ubica sobre estos canales, en la margen derecha del río Nazas. 14 El conflicto entrañaba una oposición de intereses políticos propios de la época, Zuloaga era partidario de la intervención francesa, González Herrera era un general liberal.

15 Las ventajas del Ferrocarril Central: acortó en 553 millas el viaje de México a Nueva Orleans, Nueva York, Filadelfia, Washington; en 406 millas a Chicago, Cincinatti y Milwakee.

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Auge industrial: El desarrollo económico, producto de la consolidación del mercado agrícola y desarrollo industrial, fue base de la propuesta del Primer Magistrado de Coahuila para elevar la Villa al rango de Ciudad, decretándose tal nombramiento en 1907. En 1889, por decreto del Congreso del Estado, se concedió exención de impuestos municipales y estatales (excepto tabaco y licores) a los habitantes de la Estación del Torreón, esto fue aprovechado por múltiples inversionistas que empezaron a construir grandes empresas. Entre 1900 y 1901, se levantó la Fundación Metalúrgica, la negociación industrial más importante de la Laguna, además se crearon importantes fábricas, como la de Hilados y Tejidos “La Constancia” (1890), “La Fe” (1898), La Jabonera “La Unión” (1900), “La Alianza”, “La Vencedora”. Todas estas fábricas ubicadas en el sector poniente propiciaron la formación de asentamientos de trabajadores, actuales colonias populares como la Polvorera, la Constancia, San Joaquín, la Compresora, la Metalúrgica en torno a la nueva dinámica industrial. En la parte sur del Cerro de la Cruz se crearon la Compañía Mantequera y la Compañía Harinera, impulsando la formación de núcleos poblacionales. La distribución espacial de la ciudad de Torreón contenía contrastes sociales, mientras los planos de la época geográficamente expresan que los núcleos poblacionales estaban en el centro de la ciudad, las zonas cercanas al cerro de la Cruz ya eran habitadas. Al respecto, Álvaro González en su artículo “El Torreón perdido” (2013) opina: Desde el principio la miseria y la marginación ya estaban ahí. Cuando se trazó Torreón a principios del siglo pasado, los peones, los migrantes más pobres, no pudieron comprar tierra para fincarse una casita en la modernidad que les estaban proponiendo los ricos del pueblo y los políticos de la época. Fueron empujados a los cerros del Poniente, donde construyeron jacales con adobe, palmas y cualquier otro material de desecho que se pudiera utilizar. Inicialmente aquellos caseríos se fueron amontonando sobre las faldas de la serranía, y poco a poco fueron cobrando nombres y se convirtieron, a los ojos de los políticos, en “colonias”: Plan de Ayala, Aquiles Serdán, La Alianza, La Aceitera, 26

La Compresora, La Polvorera, La Fe, La Vencedora… y compartían su pobreza.

En el mismo tenor, Carlos Castañón aborda los contrastes sociales del espacio geográfico de comienzos del siglo XX16: […] en el mismo espacio, el italiano Dorello pudo escribir: “Nos alojamos en el Hotel Salvador, verdadero palacio digno de una gran ciudad y provisto de todas las comodidades modernas: luz eléctrica, timbres eléctricos, elevador hidráulico, en fin, todo el confort deseable. Nos parecía que nos habían transportado a Nueva York o Chicago […] Por otro lado y como parte de la misma realidad, miles de campesinos y obreros convivían en circunstancias verdaderamente difíciles. Inclusive repetían la historia de sus colegas ingleses, quienes en el siglo XVIII habían experimentado la otra cara del progreso y la revolución industrial.

Revolución en Torreón, el Cerro de la Cruz como fuerte: no es azaroso que aquí se dieran importantes batallas de la Revolución; ciudades de la Comarca Lagunera fueron piezas clave durante la revolución mexicana, librándose importantes batallas entre el Ejército Federal y las Fuerzas revolucionarias. Torreón se convertiría en una plaza militar muy importante (fue tomada tres veces por fuerzas revolucionarias)17 y el Cerro de la Cruz, emblemático del Poniente, constituyó una posición esratégica para el control de dicha plaza.

16 “Torreón de 1907”, El Siglo de Torreón, 15 de Septiembre de 2007. 17 El 15 de mayo de 1911 se efectúa la primera toma de Torreón por los Maderistas. El 1 de octubre de 1913, ahora comandadas por Francisco Villa, llegan a Torreón las fuerzas revolucionarias. En 1916, Torreón vuelve a ser tomado por Villa, exigiendo un préstamo forzoso de 1 millón de pesos.

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Fotografía 2. Soldados del Ejército Federal en el Cerro de la Cruz, en Torreón, Coah. 16 de marzo de 1912. Archivo Municipal Eduardo Guerra.

Inundación, el espacio geográfico vulnerable: en septiembre de 1968 las presas Lázaro Cárdenas (El Palmito) y Francisco Zarco (Las Tórtolas) tuvieron un ingreso sorprendente de agua. Ante la extraordinaria avenida del Nazas, la Región se inundó, el ejército tuvo que evacuar a la población y llevarla a lugares más altos: Cerro de las Calabazas, Cerro de la Cruz, Trincheras, Cerro de las Noas, Puerto de Ventanillas. Los espacios más afectados se ubicaron en las márgenes del río Nazas, uno de ellos el poniente de Torreón: Todos se querían trepar al cerro, vinieron los soldados, dicen que fue emergencia nacional. En otros lugares hacían despensas y nos las mandaban, también ropa (Eva Mendoza, 67 años, Colonia Nueva Rosita).

El actual poniente de Torreón: según el sentido de la ordenación territorial y urbanismo manifiesto en las nomenclaturas con las que se identifican las calles de Torreón, este sector se extiende de Poniente a Oriente desde el Cerro de la Cruz hasta la calzada Colón, delimitando con la parte oriental de la ciudad; y de Norte a Sur con el límite natural del río Nazas hasta el Cerro de las Noas. Las colonias Plan de Ayala, Cerro de la Cruz, Aquiles Serdán y Martínez Adame se ubican dentro del Polígono poniente, uno de los polígonos con mayor incidencia delictiva. 28

Figura 1. Plano de Torreón, 1908. El Poniente como origen urbano. Archivo Municipal Eduardo Guerra.

El Polígono poniente está conformado por las siguientes colonias: Clave

Colonia Población Plan de Ayala 1820 Maclovio Herrera 1828 Miguel Hidalgo 1271 Cerro de la Cruz 1273 20 de Noviembre 709 Martínez Adame 732 Nueva Rosita 1576 Aquiles Serdán 1581 Constancia 1721 Durangueña 2819 5035-03 Libertad 1401 Total 16 731 Cuadro 1. Colonias del Polígono poniente de Torreón. Polígonos prioritarios del Programa municipal de prevención social de la violencia y la delincuencia 2013.

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a. Colonias Cerro de la Cruz y Aquiles Serdán El Cerro de la Cruz forma parte de la Sierra Madre Occidental, en su espacio geográfico se ubican las colonias: Miguel Hidalgo en la zona sur del cerro, Aquiles Serdán en el norponiente, mientras que la colonia Cerro de la Cruz se ubica en la parte más alta y baja hasta la zona oriental del cerro. En términos de infraestructura, cuenta con doce accesos peatonales y uno solo para vehículos. En cuanto a servicios educativos, la colonia Cerro de la Cruz tiene dos escuelas primarias: “Doctor Jonás E. Salk” en la parte alta del Cerro y “20 de Noviembre”, situada en los límites con la colonia del mismo nombre, ubicada en la planicie; y un preescolar comunitario. Además cuenta con un Centro Cívico en donde se ofrece capacitación y talleres por parte del Municipio a través del departamento de Prevención Social. Cuenta con áreas de esparcimiento: una cancha techada y un área de juegos infantiles. Se encuentra ubicada una iglesia, de la “Santa Cruz” y un templo bautista. En la colonia Aquiles Serdán ofrecen sus servicios un Centro de Salud y un preescolar, ambos localizados en la planicie colindante con la zona norponiente del Cerro, además se encuentra el Panteón Municipal, uno de los más antiguos de la ciudad. Los asentamientos humanos comenzaron al terminar la década de 1920, alcanzando su punto más álgido en las dos décadas posteriores, impulsados por la Liga Femenil Josefa Ortiz de Domínguez, que gestionó con el gobierno estatal y municipal los servicios públicos como agua, luz y drenaje:

ca, es llamada “El castillo” y fue ocupada por diversos cárteles y autoridades policiales: La casa pertenecía al padre Lorti, era de las casas más bonitas, yo creo que la más bonita. Tenía hasta tina de baño y vidrios de colores. Un día se fueron de vacaciones y fue cuando más fuerte se nos puso acá, ya ni regresaron. Entraron los malos y hasta los marcos de las ventanas y puertas se llevaron. La tina del baño, muebles, todo. Y ahí se metieron, como la casa es de tres pisos, pues les servía para vigilar. Tiene un sotanito, de aquí se ve, al ras del suelo, le quitaron los ladrillos para poder vigilar también desde ahí... A veces uno subía y volteabas al techo y ahí estaban, pero también desde los huecos del sótano te veían. Después entraron los soldados, los del Chapo y luego los federales (Rosa Velia, 68 años, Cerro de la Cruz).

Para acondicionar el área, los niños eran quienes cargaban los muebles o desalojaban los que había y que pertenecían a otro grupo: Yo sí conozco toda la casa, aquí (señalando un cuarto de la casa) ponían sus camas, abajito de las ventanas por si empezaba la tronadera, al sótano no nos dejaban bajar (Niño, 12 años, Cerro de la Cruz).

En la colonia Cerro de la Cruz se ubica una casa que fue utilizada como punto de vigilancia, pues proporciona una vista panorámi-

b. Colonia Plan de Ayala Los terrenos de la colonia fueron ocupados a partir de la década de 1940 y permanecieron como predios irregulares según la clasificación de la Comisión para la Regularización de la Tenencia de la Tierra. Antes de 1991, limitaba al sur con la zona de tolerancia, ubicada en la colonia contigua, Maclovio Herrera. Algunas personas laboraban en este sector en cantinas y moteles, otras solamente se prostituían. En su demarcación no hay infraestructura que ofrezca servicios educativos, la particularidad de esta colonia radica en su cercanía con el margen derecho del río Nazas, lo que hace al terreno no apto para asentamientos humanos. Algunas casas han sido construidas

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Antes eran puros jacalitos, poco a poco nos fuimos organizando y formamos la Liga Femenil Josefa Ortíz de Domínguez, don Homero Guerrero nos apoyó mucho con los servicios, fuimos llenando de a poco el cerro, antes ni había caminos, no había pavimento. Teníamos lavaderos, están ahí atrás de lo que es el Centro Cívico (María, 70 años, Cerro de la Cruz).

un metro o más sobre la superficie del suelo, resaltando escaleras al frente de éstas como único medio de acceso y con el objetivo de evitar contingencias causadas por las inundaciones que, esporádicamente, se presentan con las avenidas del Nazas. La Comisión Nacional del Agua (CNA) tiene identificada a la colonia Plan de Ayala como foco rojo en cuestión de asentamientos irregulares que invaden la zona federal del río Nazas, poniendo en riesgo a la población. Se han formado subsidencias o hundimientos en el terreno, conocidas localmente como “abras”.18 En el año 2008, el Ejército desalojó a los habitantes de la colonia cuando el río volvió a correr por su cauce natural.19 Fue el 8 de septiembre del 2008 […] todos andábamos con el arguende del agua, los más viejos como yo todavía nos acordamos del río, íbamos a lavar ahí ¿usté cree? Pero también con el miedo, en la inundación del 91 se cuartearon casas, a una señora se la llevó el río, dicen sus hijos que estaba dormida y así nomás, se abrió un agujero en el suelo y ya no apareció. Mucha gente se fue en ese año […] Ese día había mucha gente en el puente colorado, algunos hasta mariachis o conjunto norteño le traían al río. Todos pensaban que se iba a venir bien recio el agua, pero venía nomás un hilito de a poquito, aunque de todas maneras estábamos aplaudiendo […] ya los días después nos levantó el ejército en la madrugada, nos sacaron a todos, unos de plano no se fueron, pero después salieron las abras, entonces sí me fui, mi hijo el mayor se quedó pero yo no porque me acordaba de la señora que se había llevado el río (Georgina, 71 años, Plan de Ayala).

c. Colonia Arturo Martínez Adame Al igual que la mayoría de las colonias del Poniente, la Martínez Adame, desde el punto de vista jurídico, surgió con ocupaciones irregulares. Se ubica en el extremo poniente del polígono, colindate con la calle Múzquiz, en su demarcación se encuentran las 18 “Se abre la tierra en Plan de Ayala”, El Siglo de Torreón, 15 de septiembre, 2008. 19 “Desalojan a colonias del poniente de Torreón”, El Siglo de Torreón, 19 de Septiembre, 2008.

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escuelas primarias “Popular” y “Activo 20-30”, entre éstas se ubica una plaza, canchas y una caseta de vigilancia en desuso. Entre esta colonia y la Nueva Rosita se encuentra el Boulevard Independencia en su extremo poniente, una de las vialidades más importantes de Torreón. Precisamente en este espacio, todos los martes, es donde se localiza la fayuca de la Nueva Rosita.

4.-. Formas de subsistencia Luces neón se filtran a la vista cansada por el humo del cigarro. Cantinas en todas las calles, abiertas a toda hora. En El suerte loca, Tivoli, El Zumbido, Superdominó, Cielito Lindo, Luces de Nueva York, El Gato Negro, Nochebuena, El Jacal, El Chambas; el show siempre está a punto de comenzar.

a. La zona de tolerancia La zona, “el sector cuatro”, “la zonaja”, “la zonita”, “la zonguirirongui” ofrecía un territorio en el que todo estaba permitido, entrar era aceptar el juego. Lo ilegal afuera estaba permitido adentro. Un espacio de contención de la violencia al exterior. Prostitutas, padrotes, ficheras, garroteros, meseros, cocineros, vendedores ambulantes vieron perdida su fuente de empleo al cerrarse la zona; una política pública mediada por la moralidad de la élite política que desconoce las problemáticas sociales: pobreza, desigualdad, desempleo, deserción escolar. La prostitución no es ajena a la historia de Torreón, Roberto Martínez (2005) describe la ciudad hacia la última década del siglo XIX como un lugar donde había: Juegos de azar siempre, tanto de día como de noche y con especialidad los sábados y domingos, que es cuando la gente cobra lo que gana con su trabajo durante la semana. Tenemos bailes públicos con mujeres al aire libre y en plena calle, usted va a creer que no es cierto, porque así lo debe hacer toda persona honrada. El juego por mayor y menor, los lupanares y las cantinas abundan (p. 89). 33

Para el año de 1898, se estableció un Reglamento de Prostitución, la Villa del Torreón lo requería, en donde se establecía una sección de policía sanitaria con objeto de vigilar, además se incluían reglas de comportamiento para quienes ejercían la prostitución: “[…] Deberán portar su libreta de tolerancia, presentándola a quien lo requiera, algún particular o la policía […]. Portarse y vestir con decencia, no hacer escándalo en las calles y lugares públicos, no reunirse en grupos públicamente, no saludar a los hombres y provocar la prostitución con señas y palabras obscenas”; incluso delimitaba geográficamente la vida personal: “[…] No pasearse en las plazas ni lugares públicos ni frecuentar los teatros y centros de diversiones, viviendo distantes de los establecimientos de institución, de los templos de cualquier culto y en los barrios que designe la autoridad pública […]”. Tulitas Wulff (2013), residente de Torreón a comienzos del siglo XX, contaba que: Después de la comida venía la siesta… La comunidad entera paraba brevemente. Tiendas y negocios cerrados y las únicas personas que se encontraban fuera merodeando, eran las “damas de la noche”, a quienes se les permitía ejercer su dudoso comercio a esas horas, y desde luego, sus clientes (p.18).

En la época revolucionaria, Francisco Urquizo (1984) menciona que no había en todo el norte del país mejores burdeles que los de Torreón: Las tres casas de calidad eran las de María Ortega, Paulina y la Niña, con unas veinte o treinta mujeres cada una ellas. Eran las que daban el servicio desde la tarde hasta la madrugada a los jefes y oficiales, sin contar a los prostíbulos de menor calidad que eran donde iban los de tropa. Todos esos establecimiento estaban agrupados en el mismo barrio y era ahí donde el jefe de día, con una fuerte escolta, que se componía de un escuadrón montado, ejercía su mayor servicio, sofocando desordenes y balaceras (p. 99).

la avenida Bravo; al oriente, la calle Comonfort y al sur, la avenida Allende, cuenta que: [...] Al interior podían existir casas de citas y vivir quienes ejercían la prostitución, prohibiéndoseles hacerlo en las orillas de este espacio. Tenían estrictamente prohibido salir de esa zona durante el día o la noche, salvo los martes y los viernes, que podrían hacerlo de las 2 a las 6 de la tarde, pero sin poder acudir a espectáculos y paseos, lo cual les quedaba estrictamente prohibido (sic), bajo pena de multa.20

En la primera década del siglo XX existió, a la par de la zona de tolerancia, otra denominada “zona chica”, en la región sur del Cerro de la Cruz, frente a la Mantequera. Ante la presión de los vecinos aledaños a la zona para que se retirara, ésta fue removida en 1948 a la colonia Maclovio Herrera, en el poniente de Torreón. La reubicación fue vista como posible solución para disolver los núcleos de delincuencia y establecer un control del ejercicio de la prostitución, puesto que continuamente era omiso el reglamento de prostitución, además, con la vigilancia se buscaba evitar el ejercicio por menores de edad.21 Se reinsertó en un espacio que ya estaba habitado, reconfigurando de esta manera el territorio: La zona llegó aquí como en los cuarentas, yo estaba chavo, antes estaba por la Alameda, como se quejaban mucho los de allá, nos la pusieron acá, enfrentito. Andábamos todavía con lo de los terrenos, muchos empezaron a trabajar ahí, en las cantinas, vendiendo comida, algunas mujeres sí en la prostitución, otras nomás fichaban. Fueron muchos años, mis hijos se acuerdan bien. Unos estaban de acuerdo, otros no, a mí no me gustaba que mis hijos vieran porque había mucho borracho pleitoso, pero un día me quedé sin trabajo y ahí encontré, entonces

Sergio Corona, cronista oficial de Torreón, ubica la zona de tolerancia previa a 1950 entre la calzada Colón al Poniente; al norte,

20 http://cronicadetorreon.blogspot.mx/2011/02/los-espacios-publicosdel-sexo.html 21 “Se proyecta extender la zona de tolerancia”, El Siglo de Torreón, 20 de Julio, 1924. “Restricciones a las mujeres de la vida galante”, El Siglo de Torreón, 31 de mayo, 1925. “Otra redada de menores y su resultado2, El Siglo de Torreón, 15 de julio, 1934. “El problema del cambio de la zona de tolerancia”, El Siglo de Torreón, 25 de julio, 1945. “La zona de tolerancia sigue siendo un centro de distribución de marihuana”, El Siglo de Torreón, 15 de mayo, 1964.

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vi de todo, como cosas muy feas hasta cosas alegres... La música de ese tiempo, de eso sí me acuerdo más (Don Chava, 65 años, Plan de Ayala).

La siguiente aportación nos describe el ambiente de la zona: diversión y contención de la violencia, parte de la historia de los habitantes de Torreón: […] Era bastante grande, entrabas y veías puros cuartos, ahí vivían las mujeres. Antes no cobraban, después pusieron a don Beto y te daba un boletito; un peso, decía por un lado, atrás decía, a beneficio del DIF […] a mano derecha estaba la Cabaña […] en cada bar había grupo en vivo. No estaba la policía, sino prevención social, afuera tenían una caseta y si hacías algo de ahí te mandaban a la Colón. Había gente de varios lados: Veracruz, Puebla, Baja California […] era una especie de contenedor, ahí se peleaba la gente, o se mataban, ahí estaba todo y sin ningún problema […] también todo en cuanto a drogas, cualquier cosa que llegará, primero lo verde y luego lo blanco. Todo tenía que entrar primero por la zona (Francisco, 50 años, La Paloma Azul).

El poniente de Torreón era reconocido por la zona de tolerancia, lo que originaba frecuentemente rechazo al sector: Me daba vergüenza decir dónde vivía y no porque fuera pobre, sino porque me echaban carrilla, me decían, ¡ah, sí, allá por disneylandia! Una vez fui con unos amigos, no nos bajamos de la camioneta, aunque vivía a unas cuadras, nunca había entrado y vi que se prostituían viejitas, chavas con viejos borrachos, homosexuales […] había una estética de Amelia por la plaza de la Martínez Adame, ahí se peinaban las prostis y de ahí a talonear, era muy común verlas, pero ellas en lo suyo […] había un profe que conocí ya cuando trabajaba y el muy cabrón decía que todos los alumnos de la “Popular” y la “20-30” era hijos de prostitutas, pero pues no, yo estudié ahí y mi mamá no lo es. Trabajé en la Antonio Caso, cerca de la zona, y no había niños hijos de prostitutas […] la zona estaba muy bien delimitada, no como ahorita que hay en todos lados […] Y de pandillas pues sí, en la casa se cubrieron las ventanas con mallas de cuadritos chiquitos, los de la Maclovio contra los de la Rosita a ladrillazos, ocasionalmente un balazo, era lo más, 36

una bola echaba a correr a otra […] por todo eso me daba vergüenza decir que vivía en esa área o que vinieran acá mis amigas era como pedirles que se metieran a la boca del lobo. Sí te fichaban por vivir ahí, yo era estudiante, pero ya nomás por vivir de aquel lado de la ciudad era mal vista, te califican por eso, me tocó vivirlo […] cerrar la zona no fue garantía de nada, la prostitución es ejercida por personas de todos los sectores, por los jodidos y los de la alta sociedad (Mayela, 47 años).

La clausura en 1991, por el entonces presidente municipal, Carlos Román Cepeda, fue reconocida por los torreonenses; sin embargo representó el clandestinaje de la prostitución y la proliferación por todo el centro de Torreón, lo que no permitía un control sanitario. Según el padrón de la Dirección de Salud Municipal de 1999, estaban registradas 5800 mujeres en el ejercicio de la prostitución.22 En años recientes se ha fortalecido la idea de formar nuevamente una zona de tolerancia para evitar el descontrol en el ejercicio y poder vigilar la prostitución que continúa en estéticas, restaurantbar, cantinas, salas de masajes, entre otros comercios, que no son inspeccionados con la regularidad que se hacía en la zona de tolerancia. Quienes realizan esa actividad se han desplazado a zonas residenciales, comerciales y a las principales vialidades de Torreón. Antes nos poníamos en la Múzquiz, afuera de Famsa, nos tuvimos que mover no solo por los malos, al final ni sabemos quiénes son los malos, porque los policías también nos chingan. Si estamos aquí porque estamos aquí y si nos movemos porque nos movemos y estamos más cerca de sus casas, a la gente no le gusta ver la miseria. Torreón está lleno de mochos y esos son los que más vienen. Yo creo que la zona de tolerancia estaría bien, entra quien quiere, sale quien quiere, si no quieren vernos pues que no pasen cerquita y ya (Cristina, 23 años).

Olga Ramos Ramírez, representante de las sexoservidoras de Torreón, sostiene que el cierre de la zona propició que cada una trabajara por su cuenta, lo que es peligroso, pues se exponen físicamente (Entrevista, 2014). 22 Es requisito para el permiso sanitario contar con mayoría de edad, por lo que quedan fuera del registro menores y quienes no cuentan con el permiso sanitario.

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Sobre el terreno que ocupó la zona de tolerancia fue construido el parque ecológico “Los fundadores” por el primer gobierno panista de Torreón (1997-1999). b. La fayuca de la Rosita La fayu de la Rosita se pone todos los martes, se extiende por todo el Boulevard Independencia; desde la calle Múzquiz entre la colonia Nueva Rosita y la Martínez Adame y entra en distintas calles, incluso en la Maclovio Herrera y Aquiles Serdán, no basta un día para recorrerla. Cada martes le crece una calle más a la fayuca y la gente aprovecha para vender en su banqueta; duros solos o preparados, nieves de a cinco, chetos, churritos. Sacan “dos-tres garras” de las que ya no usan y que seguro alguien comprará. La bici que el niño ya no quiere, la máquina de coser de la abuelita que ya murió, la carreola del bebé que ya creció. Todo aquí sirve, todo aquí se puede usar una y otra vez porque se cuida, porque trabajo ha costado conseguirlo ni modos que a la basura, a alguien más le sirve. Ropa, zapatos, muebles, electrodomésticos, perros, comida, macetas, bicicletas, ropa de cinco, de diez, de veinte... de marca, de igual calidad que la de Sears, para la niña, para la dama; una rebanada de pastel en diez varos, jefa; unos french legítimos. Sombrillas por todos lados, triciclos, carros que a fuerza entran por la calle que ha sido ocupada por la fayu y uno se tiene que hacer chiquito, replegarse en algún lado, para que pasen los muy cabrones, si ya saben que el martes es de fayu pa’que se meten, seguimos con aretes, collares, pulseras, ropa interior, sábanas, edredones (Ejercicio etnográfico, trabajo de campo 2014). Según Sandoval (2013) la fayuca es un conjunto de prácticas sociales, culturales, económicas y políticas que, entre 1970 y 1980, alcanzó el punto máximo de inflexión con la política mexicana23, en términos generales hay tres eslabones que sostienen el ejercicio de la fayuca en México: el primero ocurre en el país de producción de las mercancías (principalmente en China), después el nexo medular: el comercio mayorista en la frontera (Laredo, McAllen 23 “Dura batida a los fayuqueros”, El Siglo de Torreón, 25 de febrero, 1975. “Continua la actividad de los fayuqueros”, El Siglo de Torreón, 2 de Junio, 1991. “Funciona con silente complicidad oficial centro de fayuca en colonia N. Rosita”, El Siglo de Torreón, 3 de mayo, 1989.

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o Brownsville) que a través de agentes aduanales como eslabón intermediario permiten el paso hacia México; y la venta al menudeo en el mercado informal. En todo este proceso interactúan diversos actores sociales, mayoristas, contrabandistas, aduanales, empacadores, detallistas, consumidores, líderes sindicales. La mercancía es comercializada en tianguis que fueron impulsados por políticas públicas en la década de 1980 que tenían por objetivo facilitar la venta de productos agrícolas a la población urbana sin intermediarios en el proceso, los tianguis se expandieron por la organización y control de la Confederación Nacional de Organizaciones Populares (cnop), perteneciente al PRI, de esta manera el Estado mexicano encontró una forma de reproducir su política clientelar. Para obtener un permiso era necesario adherirse al partido oficial en ese momento (Ibíd.): No es tanto así como lo dicen, si eres priista o no puedes ser fayuquero, yo diría más bien que son favores, mi papá estuvo desde las detenciones que nos hacían en los ochentas, él empezó desde que el centro de llegada y distribución estaba en la Vicente Guerrero. Batallamos mucho, pero ya pueden ver todos que la gente prefiere muchas veces comprar aquí, nos vamos agarrando confianza, ya sé a quién le puedo fiar y a quién ni el saludo le doy porque no paga (Roberto, 41 años).

Esto es llamado por Messi (2010) el mercado de las mercancías políticas, que también circulan dentro de circuitos comerciales como el de la fayuca, de esta forma el Estado actúa en dos sentidos: establece la legalidad del tianguis, para ello se vale de sus estructuras, con las que puede conseguir una ventaja asegurando militancia a través de una política clientelar; al mismo tiempo la normatividad acusa el ejercicio ilegal del paso de fayuca por la frontera, la caracterización de ilegalidad propia de la normatividad suele contrastar con lo legitimado socialmente. El primero de enero de 1994 entró en funciones el Tratado de Libre Comercio de Norteamérica, uno de los impactos que tuvo el acuerdo fue que productos de importación invadieron el mercado mexicano, los cuales pudieron ser distribuidos dentro de México por cadenas norteamericanas, en consecuencia, la economía de la fayuca sufrió cambios importantes (Sandoval, 2013). 39

La fayuca depende de una estructura entre la legalidad e ilegalidad, aunque por las autoridades es considerada ilegal, pues afecta a los intereses de la economía legal, sin embargo, para que exista, en el ejercicio de la ilegalidad se involucran actores de gobierno, que están al amparo de la legalidad y corrupción, la legitimidad proporcionada por la sociedad facilita su reproducción A partir del año 2009 el comercio en la fayuca fue intervenido por integrantes de cárteles. Sin embargo continuó operando, para ello los comerciantes debieron cambiar algunas actividades:

d. Riferos Los riferos empezaron a multiplicarse desde la primera década del siglo pasado, las rifas que más se ofrecían de acuerdo a los números de lotería, eran de dinero y animales (marranos y chivos):

De todas maneras teníamos que comprar, así que lo que hicimos fue unirnos, ya no viajar solos, hacerlo solo en el día, respetar el itinerario de las tiendas […] Muchos contactos se perdieron, ni preguntar por ellos, la verdad. No sé si los mataron, si se fueron, no creo que se hayan salido, es una forma de vida, ya estamos acostumbrados a los viajes, a caerle bien al agente aduanal, a no torcer la jeta con los que nos caen mal. Nuestros papás nos enseñaron a trabajar y nosotros enseñamos a los chavos (Roberto, 41 años).

La persecución oficial es corroborada desde mediados de la década de 195024, sin embargo ha persistido hasta la actualidad de una manera más reservada y resguardada por las y los habitantes del sector. Es con la llegada de los cárteles, especialmente “los malos”, que comienzan las extorsiones a riferos, exigiéndoles el derecho de piso (trabajar en este lugar):

c. Los fierreros En el Polígono poniente se ubican dos grupos de los conocidos como fierreros; el primero se ubica sobre la calle 5 de mayo, entre avenida Matamoros y la avenida Morelos, en donde existen aproximadamente 14 tabaretes hechos de lámina. El segundo grupo se encuentra en las instalaciones de la Antigua Harinera, localizada en la calle Torreón Viejo, ocupando alrededor de 150 locales. Entre ambas agrupaciones existe un conflicto originado por el señalamiento que se hacen mutuamente: se dice que venden mercancía robada. Esto ha sido utilizado con mayor frecuencia por el grupo de la Harinera, quienes aseguran que los de la 5 de mayo son los que compran robado. La agrupación de la Harinera tuvo su origen en la calle posterior a la Mantequera, sobre la misma calle Torreón Viejo, en la década pasada. Asociados en la “Unión de Comerciantes de Fierros y Artículos Varios de la Mantequera” comenzaron a solicitar crédito al ayuntamiento para adquirir locales, pues que la venta que hacían era en las banquetas. 40

Yo nací en el cerro y ahí muchos hacían rifas, sobre todo las señoras. De dinero rifaban 50 pesos, algunos te fiaban los números porque ya nos conocíamos todos, si ganabas, pues le pagaban el número y un poco más (Eva, 67 años, Nueva Rosita).

Las rifas se siguen haciendo, pero no decimos quién las hace. Vienen personas como tú a preguntar sobre lo que pasó con la inseguridad, reporteros sobre todo, y les contamos, pero hay cosas que no se puede... Se siguen haciendo rifas, sí, pero no diré quiénes (Francisco, 68 años, Torreón Viejo).

e. Paqueros Son distintos los modus operandi atribuidos a este grupo, describiremos algunos de los cuales se deriva su mote; todos son llevados a cabo por grupos cuya actividad consiste principalmente en actuar: una persona fingirá tener un billete de lotería que resulta premiado, sin embargo tiene que salir de la ciudad, todo esto es mantenido en público y corroborado por los miembros del grupo, de tal manera que muchas personas se den cuenta del hecho, entonces, “entra a escena” algún cómplice que finge checar el número, afirmando que efectivamente ha sido ganador, lo que a ojos del público da certeza. La persona “ganadora”, ante el apuro de 24 “Batida contra riferos”, El Siglo de Torreón, 28 de Junio, 1970. “Riferos libres bajo fianza”, El Siglo de Torreón, 08 de Julio, 1976. “Trasladan a PJF a 59 riferas y 5 riferos”, El Siglo de Torreón, 09 de mayo,1989.

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salir de la ciudad, quiere vender su boleto. Lo ofrece primero a sus cómplices, quienes no traen dinero, el siguiente paso consiste en esperar a alguien que esté dispuesto a comprar el número “ganador” y consumar el engaño. Otro caso sucede afuera de los bancos: una persona se encarga de vigilar a los clientes que asisten a dichas instituciones. Una forma utilizada recientemente emplea cheques que provienen de apoyos federales, como Procampo: una persona finge que no puede cambiar su cheque porque ha olvidado su identificación o porque no sabe cómo hacer el trámite; si alguien se ofrece a ayudar, se le promete una gratificación, al mismo tiempo que se le pide que deje dinero o alguna pertenencia en garantía, pues la cantidad del cheque a cobrar es mucho mayor. Algunas personas lo hacen y al intentar cambiar el cheque se dan cuenta de que éste es falso, para entonces, el paquero ya se habrá ido. Este delito se incrementa en mayo, mes en que se otorgan las utilidades, y en diciembre, cuando se dan los aguinaldos. De volada te das cuenta, por cómo visten las personas, cómo hablan, de dónde salieron […] los polis de repente sí nos agarran, pero nomás damos moche o pagamos en el Ministerio Público y ya, tampoco hacen mucho arguende (Hombre, 24 años, Colonia Miguel Hidalgo).

Según el Código Penal de Coahuila, este tipo de delito es clasificado como fraude: Artículo 424.- Sanciones y Figura típica de fraude. Comete fraude el que engañando a alguien o aprovechándose del error en que éste se halla, se haga ilícitamente de alguna cosa o alcance lucro indebido. Artículo 425.- Modalidad Agravante de estafa en el fraude. Las sanciones mínimas y máximas del artículo anterior se aumentarán en un tercio; cuando el sujeto pasivo entregue o haga que se entregue la cosa, dinero o equivalente, en virtud de engaño con maquinaciones o artificios que se empleen para obtener la cosa o lucro. 42

f. Farderos El término es utilizado en varias regiones del país y es referido a las personas que roban en comercios y ocultan la mercancía entre su ropa, en el caso de las mujeres utilizan faldas largas y en las piernas ligas con las que pueden sujetar diversos productos. El tipo penal en el que encuadra esta conducta es: Artículo 410.- Figura típica básica de robo. Comete robo quien con ánimo de apropiación se apodera de una cosa ajena, sin derecho y sin consentimiento de quien legítimamente puede disponer de ella.

Es realizado por grupos, generalmente familiares: Casi todos en la familia nos dedicamos a esto porque no estudiamos, por flojos, porque nos gusta. Tú di lo que quieras, pero de esto comemos. El bisne va así, todos tenemos que estar aquí antes de las dos de la tarde para comer juntos. Nadie pregunta qué ni cómo, a menos de que te metas en algo más serio, por ejemplo, toparte a alguien que pueda chingarte, ponle que van varios días que lo ves en un lugar y te da mala espina... pues aquí nos echamos el pitazo. Yo una vez vi un programa de esos del cable donde hablaban de que es como una enfermedad la de robar, ya te la sabes, si lo hacen los ricos es una enfermedad, acá no, si robas algo eres ratero, y sobres, que vas a chirona (Hombre, 36 años, Colonia 20 de Noviembre).

g. Chaferos Los chaferos se dedican principalmente a vender imitación de oro, algunos ofrecen amplia variedad. Existen algunos grupos de chaferos que, al igual que los paqueros, fingen una situación: en ciertos casos, ante un apuro personal, ofrecen alguna joya que en apariencia es oro por un precio muy bajo.25 La venta no se limita a oro, en años recientes se venden perfumes con códigos de barras y logotipos de diversas tiendas, lo que contribuye a que la persona a la que es ofrecido el producto piense que son originales (Trabajo de campo, 2014). 25 “Detienen a chaferos”, El Siglo de Torreón, 17 de Diciembre, 2004.“Detienen a presunto chafero”, El Siglo de Torreón, 28 de Noviembre, 2008.

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Todos estos grupos fueron extorsionados por “los malos”, les cobraban “derecho de piso” y ellos mismos lo platican con aparente naturalidad. Sandoval (2013) reflexiona su trabajo de campo en Monterrey sobre la fayuca, el caso es bastante parecido a lo que ocurre en el Polígono poniente “¿Por qué los comerciantes me hablaban de ‘los malos’ del mismo modo en que se referían al líder sindical, el delegado, el policía, el empleado aduanal?”, al respecto sostenemos que al proceso que llevan a cabo para realizar sus actividades, se unió un actor más, mismo que no representaba el fin de sus actividades, sino nuevas articulaciones de las relaciones sociales. Es común el rechazo a este sector, tanto por las autoridades como por la sociedad en general, particularmente al momento de pedir empleo: […] todo porque somos del Poniente. Mi hija fue a una entrevista de empleo y no la contrataron porque era del Cerro. No hay trabajo (Agustina, 54 años, Cerro de la Cruz).

geográfico del Poniente desde hace décadas, haciendo del sector un territorio históricamente violento. Fue hasta que los niveles de violencia alcanzaron a las zonas residenciales, los lugares de esparcimiento y diversión, cuando entonces el poniente de Torreón cobró relevancia. Años de abandono por parte de la clase política y de la sociedad han contribuido a la violencia histórica: Ahora resulta que el gobierno no sabía de los cárteles, si están aquí desde hace años, nomás que cuando ya andaban balaceando las casas de los ricos fue cuando empezaron a hacer algo, ya cuando todo era moridero, cabezas hasta en las letras de Torreón ¿se acuerda? Ya hasta que todos sabían que las cosas no estaban bien. Aquí ya sabíamos dónde se vendía y ni tos […] el 10 de mayo regalaban muchos muebles, los chapos organizaban bailes y se vendía droga todo el día, parece que el único menso que no sabía nada era el gobierno, ni madres, se hacen güeyes (Raúl, 49 años, Cerro de la Cruz).

Bibliografía

Conclusiones Si bien la configuración identitaria de las y los habitantes del Polígono poniente fue alterada, el territorio ya era violento, particularmente adverso para el desarrollo social, puesto que han imperado condiciones de pobreza, marginalidad y vulnerabilidad que contribuyeron a la construcción de determinadas expectativas de vida. El narcotráfico no trajo consigo violencia a Torreón, menos al Poniente, el impacto en el territorio obedeció en primer término a las nuevas formas de disputar la plaza entre los cárteles que exacerbaron las violencias previas sostenidas en relaciones sociales, al amparo de políticas públicas deficientes que contribuyeron a agudizar las condiciones de exclusión en el Polígono. Sostenemos que la presencia de los cárteles de la droga en el Poniente no es un hecho azaroso, si estos grupos encontraron un bastión en esta zona fue porque el tejido social les permitiría acrecentar y fortalecer sus redes; la violencia que se ha vivido en la ciudad tiene como origen la dinámica desarrollada en el espacio

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violencias#familia# resistencias#Plan de Ayala

En mi casa vivimos mi mamá, mis hermanos y yo. Las flores son mi papá y mi abuelita, a mi papá Juan lo mataron y mi abuelita se murió de viejita. Lo de mi papá fue una bala perdida en el 2010.

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salario vulnerabilidad explotación 48

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Tres violencias en la familia

y sus resistencias en la colonia Plan de Ayala Carmen Eloísa Espino Rodríguez1



La colonia Plan de Ayala, ubicada en el sector poniente de la ciudad de Torreón, desde tiempo atrás se ha caracterizado por la situación de riesgo y vulnerabilidad que enfrentan sus familias; por una parte la violencia del sistema capitalista que se traduce en pobreza, explotación laboral, desempleo, falta de agua para la clase de los trabajadores; y por otra, la violencia intrafamiliar, los enfrentamientos entre pandillas, asaltos con armas blancas y otros delitos menores. En el año 2006, después de la llamada guerra contra el narcotráfico del Ejecutivo Federal (2006-2012), la situación de esta colonia se agravó. Además de la reproducción y magnificación de condiciones de desigualdad y marginación, se agregó otro elemento: la violencia producto del narcotráfico. Bajo este tenor, las familias se volvieron rehenes, actores y espectadores obligados de una guerra en donde el terreno de combate es su ciudad, su colonia y su casa. Los espacios de convivencia se redujeron debido al miedo de ser alcanzados por una bala perdida durante los cotidianos enfrentamientos entre cárteles y la policía; cada una de las manifestaciones de violencia del narcotráfico más 1 Licenciada en Derecho por la Universidad Autónoma de Coahuila, Unidad Torreón. Estudiante de maestría en Educación en la Universidad Autónoma de La Laguna.

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las violencias preexistentes, han robado la estabilidad y la tranquilidad a los habitantes de Plan de Ayala, transformando sus vidas en caos e inseguridad. En este sentido, el propósito del presente artículo es conocer el impacto de la violencia intrafamiliar, sistémica y del narcotráfico en la composición familiar, los procesos de socialización y de crianza de los niños y jóvenes de la colonia Plan de Ayala. Por ello, el texto está dividido en cuatro apartados; en el primero, Plan de Ayala: tres violencias y las resistencias de las familias, abordamos las historias de las violencias que han padecido las familias y las diferentes estrategias contra éstas; ya que cada relación de poder tiene su revés: la resistencia. En el segundo, El impacto de la violencia del narcotráfico en la composición de las familias de la colonia Plan de Ayala, identificamos las formas en que las familias de Plan de Ayala están compuestas y recopilamos algunas historias sobre la muerte de sus integrantes tras haber sido impactados por la violencia del narcotráfico. En el tercero, El proceso y los estilos de crianza en las familias de Plan de Ayala, se abordan los estilos parentales y el proceso de crianza, en donde se destacan las pautas institucionales, las creencias y las prácticas que se utilizan para criar y educar a los niños y jóvenes en el entorno familiar; además del reconocimiento de cambios significativos en este proceso, producto de la violencia del narcotráfico. Por último, el cuarto apartado, Socialización de clase: represiva y violenta, versa sobre la familia y el proceso de socialización de los niños y jóvenes; las familias de Plan de Ayala reproducen un tipo de socialización represivo, consecuente a la clase social a la que pertenecen, ya que los roles en este proceso de socialización familiar son una reproducción ideológica a micro-escala de las relaciones de producción-explotación capitalista; es decir, el hijo de un obrero está condenado, por y dentro del sistema capitalista, a ser miembro de una sociedad con el mismo rol que su padre: el de un explotado. Las herramientas metodológicas que utilizamos en el presente estudio son de carácter cualitativo y cuantitativo. En la parte cuantitativa se realizó una encuesta socioeconómica y de violencia del narcotráfico a 372 familias, junto con dos cuestionarios, el 2 La encuesta y los cuestionarios se realizaron a 37 familias, de los cuales

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primero de estilos parentales y creencias de crianza de los padres, y el segundo sobre prácticas violentas de crianza, estilos parentales y de socialización. Para diseñar el marco muestral de la encuesta a los hogares, se realizó un trabajo de cartografía, que consistió en la revisión de las manzanas para identificar y enumerar el número de viviendas totales; aunada a la prueba piloto3 que se realizó para encontrar: a) los valores de la desviación estándar de las variables principales para determinar el tamaño de la muestra; b) la tasa efectiva de respuesta y no respuesta; c) correcciones en la redacción de las preguntas. Para determinar el tamaño de la muestra se utilizaron los datos obtenidos en la prueba piloto respecto a cuatro variables importantes; la primera variable considerada fue el salario mensual familiar, que corresponde a la estimación de una media; las otras tres variables estimadas son proporciones: sobre las práctica de utilizar los golpes para castigar a los hijos y la creencia sobre la necesidad de los golpes para castigar y corregir a los hijos. Se trabajó con un nivel de confiabilidad del 90% (t) y un error máximo permitido del 10% (d); además de encontrarse una tasa efectiva de respuesta de un 90%. Para calcular el tamaño de muestra se utilizaron las fórmulas de la tabla 1, el cual arrojó un valor mayor o igual a 35 familias, para obtener una muestra estadísticamente representativa. La selección de viviendas se hizo de manera sistemática, seleccionando un número al azar entre 0 y 7, y a partir de ahí se sumaron 7 unidades para seleccionar la casa de la siguiente familia.

24 fueron respondidos por los padres o responsables de la crianza y 32 por niños y jóvenes. 3 La prueba piloto consistió en 10 cuestionarios aplicados en las viviendas que se encuentran en la calle Lázaro Cárdenas entre las calles Presidente Carranza (vías del tren) y Chihuahua, con números exteriores desde #2390 hasta el #2408.

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Estimación de

Estimación de

medias (promedio)

proporciones

!! ∗ !! != !!

!   1 − ! ∗ ! ! != !!

Tabla 1. Donde s2 es la desviación estándar del salario mensual y P la proporción de respuesta de los porcentajes.

En la parte cualitativa, los recorridos por la colonia; la elaboración de diarios de campo junto con las charlas y el involucramiento con los niños, jóvenes y sus padres, nos permitieron acercarnos a la realidad de las familias de Plan de Ayala, a través de la Etnografía. Además, realizamos tres mapeos temáticos, de los cuales, niños y jóvenes nos proporcionaron información gráfica sobre su composición familiar y las muertes de sus integrantes; los tipos de socialización y la manera en que se manifiesta la violencia; además de charlas grupales que nos permitieron complementar e interpretar los dibujos del mapeo. El estudio de las familias de la colonia Plan de Ayala toma importancia por la posición estratégica en la que se encuentran, al estar situados en la frontera poniente entre Torreón y Gómez, paso obligado de los cárteles de la droga. Por una parte, en la entrada de esta colonia está instalado un retén permanente de militares y federales, bajo el nombre de Operativo Laguna Segura —desde el 20 de octubre de 2011— que pretende desarticular a los cárteles que se disputan la ciudad; por otro lado ha sido el escenario de innumerables balaceras y el “tiradero” de cadáveres, consecuencia de los asesinatos del narcotráfico. Aunado a esto, 54

los colonos sufren de problemáticas de desalojo cada vez que el río crece —al llenarse la presa—, ya que aparecen hundimientos de tierra conocidos como “abras” que ponen en riesgo sus vidas; fue en este sitio donde estuvo establecida la Zona de Tolerancia, dedicada a la prostitución y a la venta de alcohol; además del aprendizaje observacional que han tenido los jóvenes y niños sobre las violencias sistémica y del narcotráfico, en el que van internalizando estas prácticas y significaciones que les sirven de base para socializar, puesto que en esta etapa no internalizan el mundo de sus otros significantes como uno de los tantos mundos posibles [sino como] el único que existe y que se puede concebir (Berger y Luckmann, 2001). Antes de comenzar, queremos agradecerle a las familias de Plan de Ayala por recibirnos en su colonia, por compartir con nosotros sus historias, sus creencias, sus prácticas. Gracias a cada uno de los niños y niñas que participaron en nuestras actividades, con valentía, actitud y entusiasmo; gracias a los jóvenes que nos acompañaron durante los recorridos de campo y nos apoyaron en todo el transcurso de la investigación. Gracias a todos ustedes por su confianza y por esa ternura que se llama solidaridad. Esperamos que el presente estudio sea de utilidad. Bien sabemos que “no hay denuncia verdadera sin compromiso de transformación ni compromiso sin acción”, por lo que éste representa, únicamente, un esfuerzo teórico que no debe permanecer aislado y sin acción para la construcción de nuevas formas de convivencia social en donde la violencia no tenga cabida.

1.- Plan de Ayala: tres violencias y las resistencias de las familias Las tres violencias que considera este estudio de la cotidianeidad de las familias de Plan de Ayala son la sistémica, la intrafamiliar y la del narcotráfico. Éstas representan las tres formas en que se manifiestan las relaciones de explotación, represión y dominación en la sociedad de clases; pero no son ejercidas sin que exista una lucha, las familias producen diferentes estrategias para resistir; tal como señala Foucault, “Todas las relaciones de poder tienen su contraparte en la resistencia” (1982). 55

Existe una relación entre las tres violencias; la sistémica es la responsable del surgimiento de la violencia intrafamiliar y de la magnificación de la violencia del narcotráfico en la colonia. El sistema capitalista, primero, ejerce su violencia a través del trabajo enajenante, en la explotación de una clase sobre otra con la justificación del salario. Luego, condiciona las relaciones sociales a las de producción; es decir, la forma en que los hombres producen mercancías define el tipo de relación social y el papel que ocupa cada individuo en la sociedad; si se pertenece a la clase trabajadora, los roles de los hijos tenderán a reproducir, en micro-escala, la ideología dominante para preservar en el futuro las relaciones de producción-explotación capitalista, en donde la obediencia y la represión juegan un papel importante. En este sentido, la familia es la unidad mínima de reproducción, pero también transformación de la ideología dominante (Guillén, 1980). Por ello, en este apartado comenzaremos explicando 1) la violencia sistémica: raíz de los problemas sociales, y de la cual partiremos para desentrañar las demás violencias; después abordaremos 2) la violencia del narcotráfico: el Polígono poniente y la colonia Plan de Ayala; 3) la violencia al interior de la familia; y por último 4) las estrategias contra las violencias: ¿cómo resisten las familias? 1.1.- La violencia sistémica: raíz de los problemas sociales El funcionamiento de un sistema social, político y económico basado en la división de clases, la burguesa y la proletaria, ha traído riqueza para los patrones, quienes ostentan los medios de producción, y pobreza para los trabajadores, quienes con su fuerza física producen mercancías y plusvalor4 por un salario. En el capitalismo, sistema que permite esta explotación, la pobreza se intenta justificar con argumentos del tipo: “son pobres porque no trabajan demasiado”, “no tienen un buen trabajo porque no estudiaron”, “no estudiaron porque no les gusta”, “no salen adelante porque son flojos”. Esta ficción en la que los pobres son culpables de

serlo, no debe prevalecer más en el imaginario colectivo, por ello, en este apartado se plantean como violencia sistémica: la pobreza, los bajos salarios, la desigualdad, la exclusión, el desempleo, la falta de servicios públicos; pues son las consecuencias catastróficas del funcionamiento del sistema capitalista en su fase neoliberal. Este planteamiento se sustenta en lo que Slavoj Zizek (2009) comenta: “La violencia también tiene otra cara, la sistemática, un tipo de violencia que está diseminado por todo el sistema políticoeconómico y que tiene qué ver con el saqueo organizado, con la explotación del hombre por el hombre”. Esta explotación no es transparente, si bien está a la vista de todos, ha sido encubierta a través de normas legales. La violencia sistémica es la causa fundamental de otras violencias en nuestra sociedad, no es un hecho azaroso que la violencia del narcotráfico esté instalada en poblaciones marginadas, ni que en la clase baja se reproduzca la socialización violenta y represiva si lo que se espera son obreros sumisos y obedientes. En la colonia Plan de Ayala, hogar de proletarios5, la violencia del sistema capitalista está enraizada, está en todas partes, de forma simple se observa por el deterioro de las viviendas, la falta de servicios de alumbrado público y pavimentación, además de las características poblacionales que a todas luces configuran la violencia de la estructura, la crisis del sistema, esa que siempre lleva explotación, marginación y vulnerabilidad a los de abajo. Por ello abordaremos la violencia sistémica a la que son sometidas las familias de Plan de Ayala en cuatro vertientes: las características de las viviendas; el trabajo y los salarios; el gasto familiar; y la calidad y cantidad del agua. Previamente se establece un apartado del mapa y división de la colonia.

4 El plusvalor o plusvalía es la cifra específica de valor que la fuerza de trabajo del proletario añade al objeto fabricado, sin ser este valor remunerado por el capitalista al trabajador (Marx, 1867).

5 El proletario pertenece a la clase social que consigue sus medios de subsistencia exclusivamente de la venta de su trabajo, y no del rédito de algún capital; es la clase, cuyas dicha y pena, vida y muerte y toda la existencia dependen de la demanda de trabajo, es decir, de los períodos de crisis y de prosperidad de los negocios, de las fluctuaciones de una competencia desenfrenada. Dicho en pocas palabras, el proletariado, o la clase de los proletarios, es la clase trabajadora (Engels, 1847).

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a. Mapa y división de la colonia Plan de Ayala es una colonia pequeña, cuenta con 982 habitantes según el censo que realizó en el 2010 el inegi. La colonia está constituida por tres manzanas; la manzana 1 está ubicada a un costado del lecho seco del Río Nazas. La manzana 2 está en medio de la colonia (por la avenida Lázaro Cárdenas) y está dividida en dos partes, la primera corresponde de la calle Múzquiz hasta donde se localiza una rampa de cemento, conocida como “el bordo”, y la segunda parte comienza del “bordo” hacia el puente rojo. Por último, la manzana 3 se encuentra a un costado del Parque Fundadores, por ese lado la mayoría de las casas no tienen puerta de acceso, sino únicamente por la manzana, en gesto de solidaridad las familias que cuentan con escaleras por la manzana 3 permiten usarlas como puente a sus vecinas para ingresar desde esta parte a la manzana 2. La división de la colonia se muestra en el mapa 1.

Mapa 1. Las manzanas de la colonia Plan de Ayala se rellenan con negro. Al Norte se encuentra el lecho seco del río Nazas, al Sur, el parque Fundadores y la colonia Nueva Rosita.

b. Las características de las viviendas Para referenciar las diferencias internas de la colonia que versan sobre las condiciones de las viviendas, hacemos la descripción de éstas por manzanas en concordancia con el mapa 1. En la manzana 1 se encuentran las casas más modestas de la colonia. Son las viviendas más propensas al desalojo por su cercanía con el Río Na58

zas (cuando éste lleva agua), ésta es la razón principal por la que la mayoría se encuentran deshabitadas, además de los terrenos baldíos que representan el 20% de esta calle; las vías que conectan esta manzana con las demás son pequeños callejones o calles sin pavimentar en donde se observa hierba, basura y piedras. En la manzana 2 se localizan algunas casas consideradas no aptas para ser habitadas, éstas fueron marcadas por Protección Civil con una “X” dentro de un círculo, ya que representan alto riesgo, según la relatoría de las “Marchas Exploratorias por tu seguridad”6; a pesar del miedo porque se hundan, algunas familias permanecen en estas viviendas. Estas casas sufrieron daños estructurales en 2008, cuando el Río Nazas reclamó su cauce después de 16 años de mantenerse seco; las continuas lluvias provocaron la inundación de las presas Lázaro Cárdenas y Francisco Zarco, por lo que se dejó que el agua del río regresara a su cauce natural. Tras este acontecimiento se presentaron hundimientos en la colonia Plan de Ayala, afectando directamente la tranquilidad y el bienestar de varias familias. La respuesta del gobierno ante la contingencia fue el desalojo, sin embargo, como comentó Manuela Aparicio, avecindada en esta colonia, al periódico El Siglo de Torreón: “¿Pero a dónde vamos a ir?, estas son casas propias. Acudir con la familia es empezar con problemas, porque el muerto y el arrimado a los tres días apestan”. Si bien las familias están conscientes del riesgo que implica vivir ahí, no han obtenido una respuesta seria de reubicación por parte del gobierno; las carencias que padecen estas familias los imposibilitan para alejarse de tal situación de riesgo y costear la renta de otra casa. Existen particularidades de las viviendas entre la parte 1 y 2 de la manzana 2: en la parte 1 están siendo remodeladas y permanecen sin rayones, en cambio, en la parte 2, algunas de las casas se encuentran destruidas y con muchos grafitis, también hay construcciones abandonadas que se encuentran en condiciones insalubres y resultan focos de infección y plagas7. Si bien el “bordo” 6 Las “Marchas Exploratorias por tu seguridad” se realizaron en el 2013 por parte de Prevención Social del Delito del Municipio de Torreón. 7 En la relatoría de las “Marchas Exploratorias por tu seguridad” se hace

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hace la distinción entre la calidad de unas viviendas y otras, también fija el límite entre un territorio y otro dentro de la misma colonia. Durante los recorridos que realizamos con varios niños y jóvenes que pertenecen a la parte 1, nos aseguraron que del bordo no pasaban, cuando les preguntamos por qué, nos respondieron: “Ese no es nuestro territorio”. En la parte 1 la mayoría de las familias se conocen entre ellas y los niños se desplazan de un lado a otro sin ningún temor. Por otra parte, en el mes de septiembre todas las fachadas de las casas de la manzana 3 han sido pintadas en diferentes colores cálidos; Araceli, de 33 años, nos comentó que entre ella y un grupo de señoras de la colonia realizaron este trabajo; Chuy, de 11 años, al preguntarle sobre el cambio de color en su vivienda nos comentó: “Vino un señor a regalar pintura y un montón de señoras pintaron, les dijeron que limpiaran las calles y que les iban a dar dinero, pero tenían que barrer el agua que se junta cuando llueve; a la gente que veían tirada en la calle los regañaban”. Una cuestión generalizada en la colonia y que además da cuenta de las condiciones de marginalidad en las que se encuentran los habitantes, es el hacinamiento que se genera por el poco espacio de las casas y el gran número de personas que viven en ellas, a veces dos o tres familias nucleares cohabitando en una misma vivienda de dimensiones reducidas. c. La esclavitud asalariada del obrero: trabajo y salarios Para explicar la violencia sistémica que se ejerce a través del trabajo y los salarios, recurrimos a la literatura marxista sobre el trabajo asalariado. El trabajo, en primer término, es un proceso entre el hombre y la naturaleza en donde el primero pone en acción las fuerzas corporales y los procesos mentales a fin de apoderarse de los materiales de la naturaleza de forma útil para su propia vida (Marx, 1867). Posterior a esto, existen dos tipos de trabajo: el libre y el enajenado; este último se basa en la utilización de la fuerza de trabajo sin sentido, del trabajo como un medio simplemente, lo que provoca que el trabajador se enajene, se pierda a sí mismo.

Contrario a esto, el trabajo libre es enriquecedor, pues le permite al trabajador realizarse a través de su fuerza de trabajo8. En el trabajo enajenado se producen mercancías y al mismo tiempo se convierte al obrero en una de éstas, porque lo que se vende y se compra no es el trabajo en sí, sino la fuerza de trabajo, es decir, el trabajador se alquila, se enajena. De manera concreta, la enajenación se da en la relación con el producto de su trabajo, cuando éste vende su fuerza de trabajo, lo que produce aparece como ajeno a él, éste no es suyo, le es robado por el capitalista con la justificación del pago de un salario; esto constituye la pérdida de sí mismo. Para que la fuerza de trabajo se encuentre en el mercado como mercancía, la persona poseedora de esa fuerza debe ofrecerla y venderla9 como tal por un tiempo determinado, a cambio de recibir un salario. El salario es la cantidad de dinero que el capitalista paga por un determinado tiempo de trabajo o por la ejecución de una tarea determinada. El salario no es más que una fachada que justifica el enriquecimiento del patrón acosta del trabajador. Dicho de otra forma, se puede dividir el valor de la fuerza de trabajo, por un lado en una cantidad que es necesaria para la subsistencia del trabajo, que sería lo que Marx denominó “trabajo socialmente necesario”; y por el otro lado, una cantidad por encima y por debajo de la fuerza de trabajo que, denominó plusvalía, es de la que se apropia el capitalista, por lo que la existencia del capitalismo se debe a que el trabajador produce una de valor mayor que el requerido para su propia subsistencia (Ekelund & Hébert, 2008). Vemos así que la naturaleza del salario es una forma aparente del valor del trabajo, pero en realidad no es más que una fracción de la fuerza de trabajo del obrero. En la colonia Plan de Ayala, la subsistencia económica se sortea principalmente con trabajos temporales e informales en donde sus mínimos derechos laborales no tienen garantías, como el seguro social o las horas máximas de trabajo; en algunos casos las y los

referencia a los focos de infección que representan las construcciones abandonas, como las plagas de piojos, chinches, cucarachas y ratones.

8 La fuerza de trabajo o capacidad de trabajo es el conjunto de facultades físicas y mentales que existen en la corporeidad (Marx, 1867, p 203). 9 Una precondición para que el obrero venda su fuerza de trabajo como mercancía es que no posee medios de producción ni de subsistencia.

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jefes de familia están desempleados “No hay trabajo y cuando hay, uno tiene que aceptar de la que haya y de como quieran pagar, no hay de otra”. En esta colonia las personas están ocupadas como: albañiles, choferes, guardias de seguridad, obreros, técnicos eléctricos, empleadas en tiendas comerciales y jornaleros. Algunas familias complementan los ingresos de sus trabajos vendiendo: pan, dulces, galletas, ropa en la fayuca la Rosita, pues el salario familiar no alcanza a cubrir sus necesidades básicas. Existen casos extremos como el de María Guadalupe, su carencia es tal que cuando el sueldo no alcanza, su pareja sale a las calles a pedir dinero. Los salarios mensuales de las familias oscilan entre $2, 801 y $5, 600, aún cuando son varios integrantes los que aportan dinero a sus hogares. Solo identificamos una familia en donde los ingresos por mes fueron superiores a los 7 mil pesos, como se puede observar en la gráfica de frecuencias 3.

d. El gasto familiar El gasto familiar contempla todas aquellas actividades económicas que generan salidas de efectivo, como los son la alimentación, el pago de servicios de agua y luz, vestimenta y las cuotas escolares. El 60.2% de las madres y padres encuestados contestaron que no les alcanzaba el dinero para los gastos. En cuanto a la alimentación de los hijos, respondieron que sí era saludable, aunque a veces solo comían frijoles, sopa y tortillas, procuraban que sus familias comieran lo más sano posible. Por otra parte, las familias respondieron que sí les piden cuotas en las escuelas de sus hijos (primaria y secundaria). Las cuotas escolares implican un gasto extra cada inicio de ciclo, aunado al de los útiles escolares. Conforme los niños y jóvenes avanzan de nivel educativo las salidas de dinero se incrementan, lo que dificulta el acceso a la educación media superior y superior. La escolaridad de los padres y madres de familia no rebasa el nivel básico secundaria, si el acceso a la educación no es gratuito ¿qué es lo que pasará con los niños y jóvenes de esta colonia? ¿Los jóvenes repetirán la historia de sus padres?

La explotación laboral no se terminará, en ninguna parte, con el aumento de los salarios, sino con el cambio de un trabajo enajenante a uno libre.

e. La calidad y cantidad de agua Los problemas de abastecimiento de agua son muy comunes en las colonias donde reina la pobreza, tal es el caso de Plan de Ayala. La escasez del líquido vital se presenta diariamente en la vida de las familias como una problemática de clase. Algunas familias cuentan con tinacos afuera de sus casas que son llenados cuando el municipio abastece a la colonia a través de camiones con pipas de agua, “A veces tardan tres días en llegar las pipas y no encontramos la salida” nos comentó un avecindado. En otros casos, los vecinos recolectan el agua en tinas: “El agua la traemos de abajo (haciendo referencia a la calzada Río Nazas), llenamos dos tinas de una manguera”. Respecto a la calidad del agua, el 73% de las familias encuestadas consideran que el agua que llega a su colonia está contaminada, “Sí, sale con tierra, bueno, cuando sale”, algunos otros nos comentaron “Está llena de arsénico”.

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Gráfica de frecuencia 1. Salarios mensuales. Valores de referencia: 1= 0 a $1,400; 2= $1,401 a $2,800; 3= $2,801 a $4,200; 4= $4,201 a $5,600; 5= $5,601 a 7,000; 6= más de $7,000.

1.2.- La violencia del narcotráfico: el Polígono poniente y la colonia Plan de Ayala La estrategia político-militar de combate al narcotráfico anunciada en el año 2006 por el Ejecutivo Federal trajo consigo innumerables expresiones de violencia en todo el territorio nacional. Desde entonces, el gobierno y los cárteles de la droga instalaron su campo de batalla en nuestras calles, sin respeto por ningún sitio, así, de un momento a otro, se volvieron cotidianas las balaceras, los “levantones”10, la exposición pública de cadáveres, asesinatos a sangre fría como resultado de la ocupación territorial por la disputa de puntos de venta entre los cárteles. La violencia de la “guerra contra el narco” ha ido concentrándose en lugares estratégicos como Torreón11, considerada la decimoctava ciudad más violenta del mundo (Consejo Ciudadano para la Seguridad Pública y Justicia Penal A.C., 2013). En el interior de ésta, la violencia se magnificó en puntos donde el nivel socioeconómico es bajo, en este sentido el Polígono poniente está considerado como prioritario en la prevención social de la violencia y el combate a la delincuencia, pues representa uno de los tres polígonos más inseguros de Torreón (SEGOB, 2013), visibilizándose así el binomio violencia-pobreza. El Polígono poniente está constituido por once colonias12 (Ídem), cada una de ellas tiene sus propias heridas condicionadas por su ubicación geográfica y situación socioeconómica específica. Las manifestaciones de violencia del narcotráfico son siempre expresadas de distinta manera e intensidad, por lo que afectan de forma diferente a los colonos. Es decir, la magnitud de las acciones violentas del narcotráfico depende de la importancia territorial que tenga una determinada colonia y la resistencia que los habitantes ejerzan ante la ocupación de un determinado cártel.

A este proceso se le denomina aculturación forzada. Por una parte, los grupos del narcotráfico buscan apoderarse del territorio por medio de la fuerza, pero además dominar las estructuras sociales, culturales, económicas, religiosas y políticas de los habitantes de éste, a través de la coerción. Por el otro, cuando el grupo social percibe que la situación de contacto es una amenaza para la persistencia de su cultura, pueden intentar librarse del mismo o erigir barreras que retrasen el cambio (Wagner, 2001), es decir, los colonos, a través de un proceso activo y creativo, diseñan o producen estrategias de resistencia y/o de ofensiva para rechazar al extranjero y su cultura, aunque también pueden acomodarse a la cultura ajena al narcotráfico. El resultado de la lucha entre la cultura del otro y la propia varía de una colonia a otra, influyendo la presencia de otras violencias: la sistémica y la intrafamiliar. En la colonia Plan de Ayala, perteneciente al Polígono poniente, cada familia tiene su propia historia de violencia, su propia cicatriz. En algunos casos la violencia, producto del narcotráfico, ha impactado de manera directa a los colonos, otras veces han sido solamente observadores de ésta; las dos formas en que la violencia ha impactado a las familias de Plan de Ayala constituye la división que hacemos de las expresiones violentas del narcotráfico. Para la obtención de la información realizamos una encuesta a una muestra de 37 familias junto a reiteradas charlas con los colonos que nos permitieron nutrir el presente subcapítulo de datos cuantitativos y cualitativos, de los cuales se destacan los siguientes: en cuanto a las expresiones de violencia directa, producto del narcotráfico, las familias encuestadas han sufrido asaltos en un 53.8%; desapariciones forzadas en un 31%; homicidio por bala perdida 27%; y 7.70% lesiones por bala perdida, como se muestra en la siguiente gráfica.

10 Es común que se le denomine “levantones” al tipo penal que corresponde a las desapariciones forzadas. 11 Torreón, Coahuila se ubica en la parte septentrional media de la denominada “Ruta del Centro” en el mapa nacional del tráfico de drogas. 12 Las colonias que pertenecen al Polígono poniente de Torreón son: Plan de Ayala, Maclovio Herrera, Miguel Hidalgo, Cerro de la Cruz, 20 de noviembre, Martínez Adame, Nueva Rosita, Aquiles Serdán, Victoria, San Joaquín y Libertad.

Gráfica de frecuencia 2. La violencia del narcotráfico que afecta de manera directa a las familias.

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En referencia a la observación de la violencia del narcotráfico un 69% de los encuestados han presenciado cadáveres en el interior de la Plan de Ayala; 65% alguna detención; un 54% ha presenciado balaceras entre distintos cárteles y un 50% entre la policía-ejército y narcos; y por último, 35% han visto mantas u otros mensajes del narcotráfico, como se grafica a continuación.

Gráfica de frecuencia 3. La violencia presenciada por las familias.

1.2.1.- La violencia directa del narcotráfico Le llamamos violencia directa a aquellas manifestaciones, producto del narcotráfico, que han ocasionado un daño físico, psicosocial y económico a los integrantes de las familias. En la colonia Plan de Ayala, la violencia directa se presentó en forma de asaltos, desapariciones forzadas, homicidios y heridos por balas perdidas. a. Asaltos Los asaltos son las manifestaciones más comunes de violencia directa que han padecido los habitantes de la colonia, al preguntar si algún miembro de la familia había sido asaltado, 14 personas nos dijeron que sí. Los asaltos ocasionan un daño principalmente económico a las familias, pues las víctimas son despojadas de sus celulares, carteras y otras pertenencias, además es una constante de inseguridad, puesto que sus familiares han sido víctimas de este delito en varias ocasiones. Aunque los asaltos son una forma de violencia preexistente al narcotráfico, el empleo de armas de fuego en éstos ha sido una consecuencia directa de la “guerra contra el narcotráfico”, pues ésta propició el flujo desmedido en la venta ilegal de armas de fuego13. 13 La operación “Rápido y Furioso” puesta en marcha entre noviembre de 2009 y enero de 2011, permitió la entrada de armas provenientes de Estados Unidos a nuestro país, en un intento fallido por rastrear a personas

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b. Desapariciones forzadas Las desapariciones forzadas son un tipo penal que consiste en la privación de la libertad de una persona sin existir una razón económica, diferencia sustancial entre este delito y el secuestro. Los “levantones”, como mejor se les conoce, son una táctica de terror que tienen como objetivo cobrar venganza o castigar, éstos se intensificaron como una medida del narcotráfico para desaparecer personas que los habían traicionado o pertenecían a otros cárteles, pero también, a través de la tortura, conseguir información de los grupos rivales. Sin embargo existen casos como el de María, una mujer de 30 años, habitante de la colonia Plan de Ayala, quien fue levantada por error en el año 2013. María fue confundida por los “malos”14 mientras caminaba por la gasolinera que está ubicada frente al Parque Fundadores, de un momento a otro se encontraba arriba de una camioneta, amordazada. Ella nos platica: “Me levantaron porque me confundieron con otra mujer, pasaron tres días para que los malos se dieran cuenta, tuve suerte porque me dejaron vivir”. María vende gorditas para mantener a sus tres hijos, a los que cría sola desde que enviudó. La violencia tocó a su puerta dos veces, “la guerra contra el narcotráfico” la convirtió en viuda y víctima a la vez; pero no es la única. Las desapariciones forzadas son el segundo delito que más se comete contra las familias de la colonia Plan de Ayala. Además del caso de María, un 30.8% de las familias encuestadas han padecido la desaparición de alguno de sus miembros. A la mayoría, el tiempo y la falta de compromiso de las autoridades les han hecho perder las esperanzas de recuperar con vida a sus familiares: “A mi sobrino se lo llevaron hace mucho, no ha aparecido su cuerpo, pero ya lo damos por muerto”. vinculadas al crimen organizado a través de la venta de armas, lo que permitió que cientos de armas llegaran a las calles mexicanas sin existir control alguno. 14 La expresión “los malos” es común entre los habitantes de La Laguna para denominar a las personas que pertenecen a algún cártel, por ejemplo, a los sicarios.

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c. Homicidios por balas perdidas Como en toda “guerra”, hay siempre pérdidas irreparables, y la del narcotráfico ha cobrado muchas vidas. En el 2012, la ciudad de Torreón registró 792 homicidios en comparación con los 41 cometidos en el año 2002, según cifras oficiales del inegi, en ese momento los índices de homicidios se encontraban a la baja. En la colonia Plan de Ayala la situación no fue distinta, no existe una cifra pública15 que responda al número de homicidios intencionales como consecuencia del narcotráfico, ni mucho menos el número de personas fallecidas por balas perdidas. Los homicidios constituyen la tercera manifestación de violencia más padecida por los integrantes de las familias de la colonia, según la información obtenida de nuestra encuesta. Para las familias que perdieron algún miembro por culpa de una bala pérdida el estigma de “si lo mataron, en algo andaba” los acompaña, pues es una creencia general que las personas que son asesinadas de manera violenta fue porque estaban involucrados con algún cártel. Si bien en algunos casos es así, como nos comentaron algunas familias, otros más fueron asesinados por estar en el lugar y a la hora equivocada. Identificamos por lo menos a siete familias en donde uno o varios miembros fueron alcanzados por error por un proyectil de arma de fuego, dejándolos sin vida. d. Heridos por balas perdidas El delito que en menor medida han padecido las familias de Plan de Ayala son las lesiones, el 7.7% de los encuestados respondió que algún familiar había sido herido a causa de una bala perdida en los constantes tiroteos entre cárteles y/o los cuerpos de la policía y el ejército. Esta manifestación de violencia directa ha afectado directamente en la salud física y emocional de los colonos y ha

golpeado en la economía familiar por no contar con un servicio de salud; además, según reportes del periódico local El Siglo de Torreón, en los momentos de mayor tensión de la violencia, algunos hospitales negaron el acceso a todos los heridos de bala, sin considerar que algunos eran por proyecciones accidentales o perdidas. El motivo era el miedo, el temor fundado de que los narcos regresaran a “rematar” a los heridos. Así ocurrió en el Hospital Universitario de Torreón, según expresó su director Eduardo Serna Zetina para el periódico El Zócalo de Saltillo: “Como recordarán, también ya hubo una muerte dentro del Hospital, hace unas semanas llegaron a ultimar a un joven de 18 años”. 1.2.2.- La violencia indirecta del narcotráfico: la presenciada por las familias Las balaceras y la exposición de cadáveres en la vía pública se volvieron una constante en la realidad de las familias avecindadas en Plan de Ayala; si bien esta violencia observada o presenciada no ocasiona daños físicos, no se subestima porque impacta en la parte psicológica y social de las personas, causándoles terror, angustia e inseguridad constante. Para las familias no ha sido fácil olvidar que el narcotráfico convirtió su colonia en un “tiradero” de cuerpos, y aunque las balaceras disminuyeron, tiempo atrás no se podía salir de casa por miedo a ser alcanzados por una bala en un cruce de fuego entre los “malos” y la policía. Veamos cómo han impactado estas expresiones de violencia.

15 El inegi no hace un conteo del número de defunciones accidentales y violentas por manzana, solo lo especifica por municipio, lo que hace imposible obtener este dato de la colonia Plan de Ayala; por otra parte, solicitamos por escrito información a dos dependencias gubernamentales sobre las causas y el número de homicidios que del 2006 al 2014 se hubieran cometido en dicha colonia y/o contra sus habitantes, la respuesta por parte de Seguridad Pública Municipal y la Delegación Laguna I fue que se trata información clasificada que no puede ser proporcionada.

a. Las balaceras del narcotráfico Los enfrentamientos con armas de fuego se volvieron cotidianos para todos los habitantes de Torreón. No existían sitios neutrales, lugares donde se estuviera a salvo, por el contrario, solo había puntos donde se estaba menos seguro, puntos más vulnerables que otros, como la colonia Plan de Ayala. La posición geográfica como frontera poniente entre Torreón y Gómez Palacio puso a esta colonia como punto de mira durante muchos años. El siete de junio del 2010, Juanita Hernández, avecindada, lanzaba una pregunta en el periódico Zócalo de Saltillo: “¿Por qué tenemos que

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acostumbrarnos a vivir así?” Las familias fueron rehenes del narco en sus propias casas, las balaceras sucedían a todas horas del día y salir implicaba el riesgo de colocarse en un cruce de fuego en la línea móvil de combate. Cometer un error costaba la vida, pasar de espectador a víctima, convertirse en “daño colateral”16 en las estadísticas de la “guerra contra el narco”. “Esto no es vida”, sentenciaba Juanita. Hoy en día se respira un aire de mayor tranquilidad en la colonia, las señoras salen a jugar lotería o baraja con sus vecinas mientras atienden la venta de churritos y nieve, a los niños se les puede ver correr y jugar con sus amigos, a ciertas horas las calles se vuelven una fiesta, se siente la necesidad de socializar, de convivir. Sin embargo, nadie se confía, los más pequeños, al igual que los adultos, están al pendiente de los ruidos para poder resguardarse en sus casas a tiempo en caso de que se escuchen cerca los balazos. Para las familias el recuerdo de las balaceras es vívido. Al preguntarles si habían presenciado alguna balacera, la mayoría de los encuestados comentaban: “Sí, muchas, aquí afuera de mi casa” y nos mostraban algunas paredes donde las balas lograron traspasar, como el caso de una pequeña iglesia en donde pudimos contar más de 20 impactos de bala en la fachada. También hay quienes no han presenciado las balaceras, como en el caso de la señora Gilberta: “Sé que había muchas balaceras, todos los días, yo apenas tengo dos años viviendo aquí y no me han tocado. Espero seguir así”. Según los datos de la encuesta realizada, las balaceras entre diferentes cárteles fueron observadas por un 54% de las familias y un 50% las han presenciado de policías y militares contra narcos. b. El “tiradero” de cadáveres Los cárteles del narcotráfico convirtieron a la colonia en un “tiradero” de cuerpos, algunas veces mutilados. Los asesinatos en masa y la exposición pública de cadáveres es el ejemplo perfecto del uso del terror. La dominación mediante el terror busca el control 16 En el 2010, Felipe Calderón justificó la muerte de miles de mexicanos inocentes a causa de su estrategia política y militar contra el narcotráfico llamándolos “daños colaterales”.

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del imaginario colectivo que se construye gracias a las manifestaciones de violencia perpetuadas mediante la intimidación. Para Gomis, Romillo y Rodríguez (1983) “los actos de terror siempre producen un impacto general en todo el universo social, una serie de presiones psicosociológicas que suponen un obstáculo frente a cualquier posible acción política”, es decir, el terror desempeña un papel específico para asegurar el control sobre el pueblo. Por ello, es indispensable reiterar que tirar los cuerpos de las víctimas en lugares públicos no implicaba para el narcotráfico solamente una forma rápida de deshacerse de ellos (algunos cárteles cuentan con fosas clandestinas), sino de encargarse de enviar un mensaje sobre su fuerza, poderío e impunidad al cártel contrario y a la sociedad, pero sobre todo, sembrar terror. Esta manifestación de violencia o de narcoterrorismo afectó a las familias de Plan de Ayala en su cotidianeidad, cada una de éstas hizo diferentes referencias sobre el número de cuerpos, de fechas y de colocación. Laura, de 17 años, nos comentó: “Aquí en la esquina dejaban muchos cuerpos, a mí la verdad me daba mucho miedo, nada más oía que había muertitos y prefería rodear para no verlos”. Además de Laura, identificamos a 17 familias más que vieron cadáveres en diferentes puntos de la colonia. En los medios de comunicación también fue divulgada esta situación, por ejemplo: el 28 de enero del 2008, El Siglo de Torreón publicó que en menos de un mes el tramo del lecho seco del Río Nazas, en la parte que colinda con la colonia Plan de Ayala, se convirtió en “tiradero” de siete cuerpos ejecutados con armas de fuego, de los cuales algunos fueron descubiertos en la madrugada, otros a plena luz del día, unos recién fallecidos, otros en estado de putrefacción. Día con día, los espectadores (niños, jóvenes y adultos) de estas manifestaciones de violencia tuvieron que sortear los caminos de donde se decía que habían aparecido los cadáveres, ¿cómo explicar a los más pequeños lo que estaba pasando? Nadie se resigna a vivir así, porque está la esperanza de regresar al tiempo cuando “Los problemas se arreglaban tirando piedras”. 71

1.3.- La violencia al interior de las familias “La violencia intrafamiliar es toda acción u omisión llevadas a cabo de forma reiterada por uno o más miembros de un núcleo familiar contra ascendientes, descendientes, pareja o cónyuge y de las que se derivan lesiones o cuando menos sufrimiento físico, sexual o psicológico” (Tribunal Supremo, 2005). La violencia en los hogares es un proceso evolutivo y dinámico en fases (de aislamiento, control y prohibiciones, anulación y agresión), que se suceden y solapan lentamente (Rodríguez, 2005). La colonia Plan de Ayala no está exenta de la violencia al interior de las familias; las características de este tipo de violencia fueron identificadas desde dos ejes: las prácticas de violencia desde la perspectiva de hijos y desde la de padres. Las formas en que se manifiesta la violencia contra los hijos, según su propia experiencia son: los gritos, los golpes y las amenazas, tal como se puede observar en la gráfica 3; estas situaciones se manifiestan la mayoría de las veces cuando los hijos no obedecen y/o hay problemas económicos; en menor medida cuando hay pleitos entre los padres. Por otra parte, los padres comentaron que es muy común para ellos gritar o pegar con la mano a los niños y jóvenes cuando desobedecen, algunas veces les llegan a quitar privilegios o los amenazan para tratar que los obedezcan, cuando esto no sucede una pequeña cantidad de padres llegan a golpearlos, como se muestra en la gráfica 4.

Gráfica de frecuencia 4. Expresiones de violencia familiar según los padres.

sí, de manera rápida y sin temor de ser juzgados “Con la mano sí les pego, aunque ni así hacen caso (risas); golpearlos es otra cosa”. En este sentido, existe una tolerancia entre las familias solo en el uso de formas menores de violencia cuando se sitúan en el marco de un castigo o una reprimenda, es decir, con fines correctivos.

Gráfica de frecuencia 5. Expresiones de violencia según los hijos.

1.4.-Estrategias contra las violencias: ¿cómo resisten las familias? Las relaciones sociales están ejercidas de manera vertical, es decir, son relaciones de poder. Cada una de éstas tiene su revés, su contraparte: la resistencia (Foucault, 1988). En el actuar cotidiano, las familias crean pequeñas resistencias contra todo aquello que en lo individual y en lo colectivo los aqueja. Estas resistencias son un proceso de producción, de creación de estrategias que surge en cualquier entramado social, porque donde hay poder hay resistencia. La dialéctica que se desarrolla entre poder y resistencia no tiene resultados definitivos, tan solo pone al poder en movimiento constante, le imposibilita el reposo: la función de la resistencia es desvelar al poder. En este sentido, las familias producen resistencias, veamos.

Las madres y los padres de la colonia hacen una distinción marcada entre golpear y pegar, al preguntar a los padres si golpeaban a los hijos fue muy común que estos dijeran que no; pero cuando se trataba de pegarles con la mano, en su mayoría contestaron que

a. Resistencia a la violencia sistémica Para resistir el golpe de la violencia sistémica en cuanto a la explotación que se traduce en parte en bajos salarios y los altos gastos familiares, algunas familias han puesto modestas tiendas de abarrote en sus casas; algunos más venden comida por las noches.

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La venta de churritos, hielitos, pan y galletas son una alternativa, una estrategia de subsistencia, es decir, con esto subviven. El sistema capitalista ha intentado convertir las relaciones familiares en simples relaciones mercantiles, éste lo mercantiliza todo, también la vida; sin embargo, algunas familias logran romper con esta situación; Silvia, de 43 años, nos comentó: “Sí, vivimos muchos porque no alcanza el dinero, pero también porque nos queremos mucho; nosotros estamos juntos, porque la unión hace la fuerza, no alcanza y entre todos nos apoyamos”. En el caso de la familia de Marisol, quien vive con sus hijos, sobrinos y hermanas, ella y su hermana, ambas jefas de familia, tienen la responsabilidad de criar y mantener a sus hijos, al recibir cada viernes su sueldo, una semana ella se hace responsable de los gastos de todos y la siguiente le queda libre una “lanita” para llevar a pasear a sus hijos a la plaza o al bosque.

una persona que señalaba en una hoja con una fotografía, éste les ofreció dinero a los niños si le decían de dónde era y dónde lo podía encontrar, ninguno de los niños mostró gran interés ante esta persona, se agachaban o trataban de seguir jugando, ignoraron la situación hasta que hicieron desistir al hombre y sin más remedio se marchó. Apenas se alejaba cuando los niños comenzaron a comentar sobre lo sucedido, si lo conocían o no, por miedo o por solidaridad, ninguno diría nada. c. La resistencia a la violencia en el interior de la familia Acerca de las resistencias a la violencia intrafamiliar, los padres y las madres son conscientes de que hay formas alternas de ser familia, de construir relaciones en donde en vez de gritos y golpes se establezca el diálogo. Estas pequeñas construcciones de resistencia se abordan de manera más amplia en el apartado tres y cuatro del presente artículo.

b. Resistencia al narcotráfico Acerca de las resistencias a la violencia del narcotráfico, tal como lo postula Beck, en épocas de riesgo la solidaridad surge por miedo y se convierte en una fuerza social y política (2006). En la colonia, esta solidaridad se traduce en pequeñas redes vecinales para cuidar a los niños y jóvenes del ambiente, en las que principalmente las mujeres protegen a hijos de vecinas que están ausentes; además de esta protección, las familias se comunican entre sí cuando se considera que uno de los niños o jóvenes está propenso a las drogas, malas influencias o está hablando con extraños. Silvia nos comentó: “Es cuidarnos entre todos, porque a veces yo no estoy pero mi vecina le echa un ojo a mis hijos, la situación aquí es complicada”. Además, entre los niños se da una protección ante las posibles amenazas externas, hay ciertos temas que no se hablan frente a quienes no viven en la colonia, cuando los más pequeños las llegan a contar, se les calla o se les hace ver como mentirosos. También existe un visible código de protección y de honor en el que no se traiciona a los del barrio, por ejemplo, mientras nos encontrábamos jugando con un grupo de diez niños, durante una de las visita a la colonia, se nos acercó una pareja de personas que no eran vecinos, el hombre llegó abruptamente a preguntar sobre

2.1.- La composición de las familias La composición familiar es la forma en que está construida y organizada dicha institución social. En concreto estudia y detalla el número de integrantes y los roles que éstos cumplen al interior de una familia. No existe un modelo único de composición familiar, sin embargo, en la actualidad, se acota a la familia como un grupo social que está integrado por dos personas adultas y los hijos de ambos, engendrados o adoptados, lo que conocemos como familiar nuclear (Giddens, 1992). En la realidad, los límites de la familia no son tan estrechos ni la extensión tan restringida, existen diversas modalidades de organización de las redes familiares dentro del espacio habitacional, por lo que una definición más incluyente es la que acepta que la familia es un grupo de personas ligadas entre sí por vínculos de sangre, afecto o adopción, que constituyen una unidad económica y en el que los miembros adultos asumen la responsabilidad de la crianza y el cuidado de los hijos menores (Ídem).

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2.- El impacto de la violencia del narcotráfico en la composición de las familias de la colonia Plan de Ayala

La composición familiar en la colonia Plan de Ayala es muy diversa, en ella se encuentran tipos de familia que versan desde monoparentales, nucleares, hasta extensas de diversos tipos. a. Familias monoparentales La composición de la familia monoparental17 es polémica, se le considera la antítesis por excelencia de la familia convencional o nuclear por el empeño de la sociedad y de diversos autores en asociar problemas psicosociales en los niños que crecen con la ausencia de una de las figuras parentales. La tendencia predominante afirma que los embarazos no deseados, la violencia escolar, la delincuencia juvenil, entre otros, son consecuencia de las familias monoparentales (Tims, 1991; Ángel y Ángel, 1993; Mc. Lanahan y Sandefur, 1994). Sin embargo, la estructura o composición familiar no determinan la existencia de conflictos familiares ni tiene una repercusión relevante en la sociabilidad de los niños y jóvenes (Marqués, 1995; Flaquer 2000), porque lo realmente importante y que afecta al desarrollo de los hijos es la calidad de las relaciones en la familia. El término “monoparental” obedece a tres situaciones: 1) vino a sustituir los adjetivos peyorativos que estigmatizaron de incompletas, rotas, disfuncionales o descompuestas a los núcleos en donde faltaba uno de los padres por separación de la pareja, viudez, madres solteras o asociadas a un proyecto personal de vida (en el menor de los casos); 2) el reclamo del movimiento feminista que buscaba la categoría de “familias verdaderas” a los hogares en donde las mujeres estaban a cargo tanto del sustento como del cuidado y crianza de los hijos (Lefaucher, 1988); 3) el aumento de los divorcios tras el permiso del gobierno de romper con la tradición de la familia. En el caso concreto de la colonia Plan de Ayala, las familias que son monoparentales están integradas únicamente por la madre y los hijos, no registramos ningún caso en donde el padre sea el único responsable de la unidad, salvo el caso de una familia donde

el abuelo se hace responsable de sus nietos. La razón principal de esta composición familiar es la viudez o ser madre soltera. La ausencia de los padres en la familia monoparental produce la caótica situación entre el cuidado de los hijos y la vida laboral de las mujeres, de donde proviene el único ingreso en el hogar. Es lógico que el trabajo de éstas represente una cuestión prioritaria y consigo tracen estrategias en donde la abuela y/o hermanos más grandes terminan siendo responsables de la crianza y educación de los hijos menores; en el peor de los casos, sin mayor remedio los hijos se quedan solos en casa “o tenemos que comer o estoy con mis hijos”. La explotación laboral de la mujer, representada en bajo salarios y jornadas largas de trabajo, hace difícil cumplir sola con los roles de cuidado y crianza de los hijos.

17 El término “familia monoparental” fue incorporado con éxito al corpus teórico y conceptual de las ciencias sociales a partir de la década de los 70, a raíz de la publicación de un libro de Schlesinger en 1969.

b. Familias nucleares En México la industrialización y la urbanización acelerada del país a partir de los años cincuenta del siglo XX, favoreció el desarrollo de la familia nuclear, compuesta por padres e hijos dependientes en detrimento de las familias extensas de padres, abuelos, hijos y otros parientes (La Jornada, 2005). Este tipo convierte a la familia en una unidad cerrada, de dominio privado, en donde los demás parientes y la comunidad en sí no ejercen influencia, pues los vínculos emotivos y de solidaridad se concentran únicamente en la relación conyugal y con los hijos, quien no pertenece al núcleo se convierte en “extraño”. Los roles en el interior de estas familias son de corte patriarcal, en donde el hombre es la figura dominante que dirige y controla a la mujer y a los hijos, la división sexual del trabajo lo permitió, ya que las mujeres eran las únicas a cargo de la crianza y cuidado de los hijos, mientras que los hombre cumplían con el rol de proveedor. Pero a partir de las crisis económicas de los años ochenta y de la apertura al mercado global de los años noventa, este tipo de familia perdió terreno y entró en crisis (Ídem). Conforme los precios han aumentado y los salarios se estancan, es cada vez más difícil mantener una familia con un solo sueldo, por ello en algunas familias nucleares ambos padres tienen que salir a trabajar para poder costear los gastos familiares.

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En la colonia Plan de Ayala son poco comunes las familias nucleares y son menores los casos en donde la madre solo esté a cargo de las labores domésticas y del cuidado de los hijos. La mayoría de los padres y de las madres tienen que salir a trabajar, ya sea en horarios diferentes para que uno pueda quedarse al cuidado de los hijos o dejando a cargo a los hermanos mayores. La mayoría de las parejas de las familias nucleares viven en concubinato, unidos de facto sin haber consumado el matrimonio religioso ni el civil. Algunas otras son familias reconstruidas: viudas con pareja, o familias con hijos de la relación anterior y de la actual. Como el caso de una jovencita de 11 años, quien vive con su mamá, su padrastro y sus hermanos, al regresar de la escuela cambia el rol a su mamá, quien se va a trabajar, quedándose al cuidado de sus hermanos menores.

Las crisis económicas que provoca el sistema capitalista han hecho que las familias extensas estén unidas en el mayor de los casos para amortiguar juntos las carencias, reduciendo los vínculos familiares a mera transacción de dinero. Al preguntarles a 2418 colonos de Plan de Ayala si en su casa solo vivían juntos porque no alcanzaba el dinero, 14 personas contestaron que siempre y 2 que casi siempre, en contraposición con 7 personas que defendieron que estaban viviendo muchas personas en familia por el cariño; lo mismo que se respalda con la segunda pregunta “en su casa viven muchas personas porque se quieren mucho” donde 8 encuestados dijeron que siempre, 3 que casi nunca y finalmente 9 que nunca. Lo anterior da muestra que la presencia de familias extensas en la colonia se relaciona con la violencia sistémica que padecen, son más los gastos que los salarios, las rentas son muy caras. La opción se reduce a vivir apretados en una misma casa: “Juntamos la lanita de mi hermano, la de mi sobrino, que ya trabaja, la de mi mamá, que es pensionada, más la de una para completar y a veces ni así”.

c. Familias extensas Las familias extensas o consanguíneas son aquellos grupos en los que cohabitan y forman una unidad económica y social padres, hijos, hermanos, abuelos y primos (Leñero, 1976); dependiendo del tipo de parientes que integran la familia, se puede subdividir en categorías y recibir distintos nombres. La familia se extiende y se comprime; se divide y se reestructura formando un caleidoscopio de tipos familiares. Las familias extensas son principalmente de clase baja, puesto que vivir juntos se vuelve una estrategia para mejorar la economía familiar para poder salir adelante. Por ello son la composición familiar más común en la colonia Plan de Ayala. Identificamos grupos familiares extensos de tres generaciones y compuestas, en donde se comparten gastos, las tareas del hogar y las responsabilidades de la crianza y cuidado de los hijos. En las familias de tres generaciones, encontramos de dos tipos: la abuela, dueña de la casa, cohabitando con su hija mayor y los hijos de ésta; pero también donde viven la abuela y el abuelo, los hijos y sus respectivos nietos. En las familias compuestas viven dos o tres familias nucleares: los hermanos, cuñados, e hijos en un mismo predio, mismo que se dividen o reparten y en el que únicamente comparten la cocina, la mesa para comer y el baño.

18 De las 24 personas encuestadas, en la primera pregunta una de las respuestas se contó como “no aplica” porque la persona evadió la respuesta; en la segunda se contabilizaron 4 “no aplica” porque los avecindados de Plan de Ayala nos comentaron que en su casa no vivían muchas personas.

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2.2.- Familias vulneradas por la violencia del narcotráfico La composición de las familias se ha modificado conforme la violencia del narcotráfico ha impactado en sus integrantes: tíos, madres, padres, sobrinos han muerto, han desaparecido por la fuerza y la brutalidad de los cárteles de la droga, desde que se desató la mencionada “guerra”. La vida de las familias vulneradas no ha vuelto a ser la misma después de la muerte de algún integrante de la familia; los cambios comienzan a llegar: ¿quién cuidará de los niños que quedaron huérfanos?, ¿quién será el sostén económico y afectivo de la familia?, ¿cómo vuelven a comenzar? En ese proceso, las familias se configuran y se reconfiguran hasta adaptarse a la diversidad de transformaciones que se les presentan en lo afectivo, lo económico y en los roles de crianza. Para las familias vulneradas no hay consuelo que pare el miedo, la rabia, el dolor, la tristeza: la justicia no los ha alcanzado, los

persigue la impunidad, el “en algo andaban, por eso los mataron”. No es fácil hablar de la muerte, las heridas aún están abiertas, quienes nos compartieron sus historias lo han hecho para contar su verdad, para darle voz y rostro a las víctimas y para desmentir lo que se dice de esta política de seguridad “todos los muertos eran de los malos”. En su derecho de réplica nos comentan: fue una confusión, estuvieron en un mal momento, fue una bala perdida, “No las debía pero le tocó”. Bajo este tenor, reproducimos algunas de las historias que las familias de la colonia Plan de Ayala nos compartieron, con absoluto respeto y siendo fieles a lo que nos contaron. Don Gilberto Carreón tiene 68 años de edad, pensionado y avecindado de la colonia, actualmente vive con dos de sus nietos, a quienes cría desde que la violencia del narcotráfico los golpeó. Don Gil nos compartió: Hace tres años mataron a mi hija y al papá de mis nietos; los dos andaban en una fiesta y en eso los ‘malos’ rafaguearon el lugar, ahí por las vías, ellos no tenían nada qué ver, pero pues les tocó. Por eso dos de mis nietos viven conmigo, el otro, el más grande, se lo mandé a su otra abuela, la mamá de su papá, vivió un tiempo conmigo pero no pude con él porque es el más grande y el más rebelde, ya estoy grande y como quiera con los otros dos puedo estar más al pendiente de dónde andan, de que hagan la tarea, de que no les pase nada.

hacer un mapa de su familia y dibujar una flor, una estrella o una tumba sí alguno de sus familiares había fallecido, como se muestra en los dibujos 1 y 2.

Dibujos 1 y 2. Mapeo “Composición familiar y muerte”.

19 La actividad se realizó el 5 de marzo del 2014 y consistió en que jóvenes y niños realizaran un mapa sobre la composición familiar y la muerte de algunos de sus integrantes. Si alguno de sus familiares había fallecido se les sugirió dibujar una flor, una estrella o una tumba para representar su pérdida. Al finalizar el mapeo, se realizó una pequeña charla con cada uno de ellos, en donde nos compartieron algunos datos sobre su familia.

Norma, de 11 años, perdió a su papá cuando tenía 7, sus ojos se llenan de tristeza cuando habla de él, nos comenta sobre su dibujo: “En mi casa vivimos mi mamá, mis hermanos y yo. Las flores son mi papá y mi abuelita, a mi papá Juan lo mataron y mi abuelita se murió de viejita. Lo de mi papá fue una bala perdida en el 2010”. La familia de Brandon también fue impactada, tal como él nos comenta: “Mataron a mi tío de un cachazo” y a la vez que lo decía representaba los movimientos de un arma explotándole la cabeza. Por el contrario, su prima Fanny no quiso dibujar sobre la muerte de su tío, pero durante la charla nos dijo: “Sí (encogida de hombros con timidez) se murió un tío, se ahogó en el río (con la cabeza hacia abajo y tartamudeando)”. La reacción de los dos pequeños fue de un extremo a otro, por un lado la representación gráfica y por otro el ocultamiento de la muerte y sus causas. Haber perdido a un familiar a manos del narcotráfico trae consigo una carga social de la que al parecer Fanny está muy consciente. Además, durante la charla de la actividad, nos comentaron respecto a la muerte de sus familiares lo siguiente: Gerardo, de 11

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Don Gil hace su mejor esfuerzo por criar y cuidar de sus nietos después de que el narco los dejó huérfanos. Sus nietos no solo perdieron a sus padres, sino que están viviendo un proceso de cambios acelerados, adaptarse a vivir con los abuelos, pero sobre todo, a vivir separados. Las siguientes historias nos las compartieron niños y jóvenes durante una actividad19 realizada en la colonia, que consistía en

años: “A mi tío lo asesinaron a balazos en Matamoros”; Yair, de 12: “Al mío lo mataron de un balazo en la frente”; Lesli, de 8: “A mi tío se lo llevaron y lo mataron” (dibujo 2); “Coke”, de 12: “A mi tío lo mataron en un rancho”; y por último, Christian, de 9: “A mi tío lo golpearon hasta que se murió”. Todas las historias dan cuenta de cómo las familias han sido vulneradas y violentadas durante la guerra del narcotráfico en nuestro país.

mean en ésta: la clase social, las costumbres, las normas sociohistóricas y culturales. En el proceso de la crianza están implicados tres procesos psicosociales: las pautas, las creencias y las prácticas de crianza. El proceso de crianza configura los estilos parentales que se establecen en cada núcleo familiar, de acuerdo con el amor, la comunicación y el control que tienen los padres hacia los hijos. Por ello abordamos las pautas, creencias y prácticas que configuran los procesos de crianza en los niños y jóvenes de la colonia Plan de Ayala, además de explicar los estilos parentales de crianza, en donde permea la violencia doméstica relacionada con la violencia sistémica y describir los cambios y trasformaciones que se originan en la forma de crianza con el impacto del narcotráfico.

La crianza se refiere al entrenamiento y formación de los niños por los padres o por sustitutos de los padres. También se define como los conocimientos, actitudes y creencias que los padres asumen en relación con la salud, la nutrición, la importancia de los ambientes físico y social y las oportunidades de aprendizaje de sus hijos en el hogar.

3.1.- Las pautas de crianza Las pautas de crianza representan el canon que dirigen las acciones de los padres, esto es, el orden normativo que le dice al adulto qué debe hacerse frente al comportamiento de los niños, siendo portadoras de significaciones sociales (Aguirre, 2000); las pautas se refieren a lo esperado en la conducción de las acciones de los niños. En nuestro país, la cultura hegemónica produce las pautas de crianza y diversas organizaciones gubernamentales se encargan de la difusión de éstas, como Desarrollo Integral de la Familia (dif) y la Secretaría de Desarrollo Social (SEDESOL). Las pautas de crianza también son reproducidas por la escuela, la iglesia y la televisión, a través de las novelas y los talk show. Estas pautas se dirigen a todas las familias, sin embargo, en nuestra sociedad dividida en clases, la de los de abajo nunca logra, en la práctica, acercarse al ideal de crianza que las instituciones pregonan. En este sentido, primero describimos la visión institucional sobre las pautas de crianza del dif nacional, el de Coahuila y el de Torreón, y luego abordamos la culpabilización que se hace a las familias, pero en específico la que se dirige a las mujeres que son madres y trabajadoras.

La crianza es un proceso complejo de gran variabilidad, es altamente sensible a las determinaciones socioculturales, por lo tanto al abordar la crianza se deben atender a las diferencias que per-

3.1.1.- La visión institucional Para el dif nacional, una familia debe ser un espacio de paz, apoyo, formación y bienestar, para que éstas lo logren realizó, el decá-

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Dibujos 3 y 4. Las familias de Norma y de Bandon.

3.- El proceso y los estilos de crianza en las familias de Plan de Ayala La crianza por definición es la educación, la alimentación y los cuidados que recibe un recién nacido hasta que puede valerse por sí mismo. La crianza se realiza generalmente por la familia o sustitutos de éstos. Según Eraso, Bravo y Delgado (2006):

logo “Hagamos un buen trato en familia” en el que se promueven las siguientes pautas de crianza: 1) digamos todos los días con palabras, caricias y abrazos cuánto nos amamos; 2) tratemos a todos por igual, respetando siempre las diferencias de edad, características e intereses; 3) platiquemos en familia, intentemos escuchar las ideas y opiniones de los demás y creamos en lo que nos dicen; 4) identifiquemos los valores y capacidades que tenemos como familia para salir adelante ante una situación difícil; 5) hablemos de nuestros gustos y preocupaciones con la confianza de ser escuchados; 6) celebremos los éxitos y logros, reconociendo el esfuerzo personal y familiar; 7) encontremos la mejor manera de solucionar los problemas y lleguemos a acuerdos pacíficos; 8) dediquemos tiempo a la convivencia con nuestra pareja, padres e hijos y entre hermanos; 9) desde nuestra manera de pensar y actuar, respetemos los derechos de las niñas, los niños y los adolescentes; 10) recordemos que somos un equipo, apoyemos a nuestra familia y a las familias de la comunidad. El dif Coahuila promueve los vínculos afectivos entre padres e hijos, en los que se les brinden seguridad, amor y autoestima a los pequeños, como pautas de crianza que previene la violencia. Según la presidenta del dif Coahuila, Alma Viggiano “(…) Un niño (está comprobado) que vive en violencia, una gran parte de su cerebro no se le desarrolla (sic), es decir, tiene limitaciones y está en desventaja”. Esta pauta de buenas prácticas de crianza se desarrollará en Torreón bajo el programa “Sembrando sonrisas” en colaboración con Prevención y Participación Ciudadana, en el que se realizarán talleres y pláticas. La presidenta del dif mencionó que: “En este programa ganan los niños, ya que tendrán mejores herramientas para su sano desarrollo y los padres de familia porque tendrán a mejores hijos (…)”. Las pautas de crianza del dif Torreón promueven que los padres reproduzcan valores humanistas y democráticos, además busca fomentar el decálogo de valores del dif nacional, a través del proyecto de “Escuela para padres” que se está retomando desde el mes de septiembre para sensibilizar a los padres Si bien en el decálogo se exalta el amor, la confianza, el respeto por la diferencia y los derechos, la convivencia en familia, la buena comunicación y la construcción de acuerdos pacíficos

para solucionar los problemas, estas pautas pocas veces llegan a ser alcanzadas en el estrato social bajo, ¿cómo puede respetar una familia proletaria este decálogo si son pocos los momentos para la convivencia, ya que la dinámica económica obliga a ambos padres a trabajar?

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3.1.2.- La culpabilización de la mujer, madre y trabajadora El modelo social que surge con el capitalismo asigna a cada miembro del grupo doméstico el cumplimiento de posiciones, roles y funciones permeadas por las disposiciones prototípicas del sistema de género, el cual indica que la función del padre ha de ser la del proveedor económico y material del bienestar de la familia, mientras que la madre constituye el eje del cuidado y la organización de la vida doméstica (Bourdieu, 1998). En este modelo familiar, la maternidad es el punto central de la división sexual del trabajo: “Todas las culturas patriarcales se caracterizan por un hecho común, de naturaleza universal: en todas ellas son las mujeres las que se ocupan del cuidado de los hijos” (Suárez, 2004, pág. 70). Por ende, en nuestra sociedad patriarcal, la familia constituye un claro espacio de poder donde se expresan al menos dos fuentes de subordinación social: la de género y la de generación. El hombre y padre ejerce en el ámbito familiar dominio sobre “su” mujer y “sus” hijos e hijas, ya que el término que históricamente ha simbolizado la autoridad de los padres es el de patria potestad, cuyo origen se remonta al derecho romano (patria protestas), por la que el varón-patriarca tiene poder de vida y muerte sobre todas las personas que dependen de él (Osborne, 2004). En cambio, la mujer y madre está subordinada a las órdenes del patriarca y cumple sola con la responsabilidad de la crianza y cuidado de los hijos. En los núcleos monoparentales, en donde la mujer es la jefa de la familia, ya sea por la falta de compromiso del padre, por la ruptura o abandono de una relación o por la viudez, las mujeres rompen con el esquema que las obligaba a ser “madreesposas” para incorporarse al mercado laboral a través del trabajo asalariado, como una manera de subsistencia en donde no hay cabida a la realización personal, es decir, no hay la ruptura de

la dicotomía social entre lo familiar y lo profesional. En el caso de las mujeres que pertenecen a familias nucleares, el trabajo se relaciona con mantener la continuidad de un modelo en el que ellas deben “cooperar y ayudar” a padres, esposos e hijos, situación que las obligaba a buscar en la actividad remunerada una salida a su situación precaria (Del Valle, 1999). Así, las madres tuvieron que llamar también a la puerta de la fábrica. Año por año, día tras día, fue creciendo el número de mujeres pertenecientes a la clase trabajadora que dejaban sus casas para ir a nutrir las filas de las fábricas, para trabajar como obreras, dependientas, oficinistas, lavanderas o criadas (Kollontai, 1937). El capitalismo ha cargado sobre los hombros de la mujer trabajadora un peso que la ha convertido en obrera, sin aliviarla de sus cuidados de ama de casa y madre. Es decir, la tríada: mujer, madre y trabajadora no libera a ésta de llevar sola la responsabilidad de la crianza de los hijos, la asignación sexual de las responsabilidades familiares permanecen y siguen siendo reproducidas y sacralizadas por las instituciones. Respecto a esto, el director de Desarrollo Social en Torreón, Mario Cepeda, al preguntarle desde su perspectiva cuáles son los principales problemas de los jóvenes, comentó:

Cuando la mujer tuvo que compartir la responsabilidad del ingreso familiar, no solo impactó en el deterioro individual, sino en el de toda la sociedad (…) El abandono de la madre en la formación de los hijos convirtió a las escuelas en guarderías juveniles, a los maestros en solidarios responsables de la educación y vació de contenido educativo y de convivencia humana enormes cantidades del tiempo familiar, el cual fue ocupado por el excesivo consumo de la televisión chatarra y el abusivo uso de instrumentos lúdicos envueltos en ropajes de tecnología, también chatarra (…) Cuando la familia dejó de ser el centro de la formación de los valores, éste fue ocupado por otros sistemas de comunicación con otros objetivos. Ello nos remite a reflexionar lo que implica y seguirá implicando la desvalorización que la sociedad ha experimentado en las últimas décadas y que hoy se materializa en formas diversas, dramáticas, como son los homicidios múltiples, el incremento en las adicciones, el trágico aumento del número de NiNis o el fracaso del Estado para garantizar la seguridad (sic).

En este mismo sentido, en el 2012, Elba Esther Gordillo, quien en ese momento fungía como líder del Sindicato Nacional de Trabajadores de la Educación (snte), acusó a las mujeres de abandonar a los hijos y su formación por salir a trabajar, en una carta abierta titulada “La formación de valores en el México del siglo 21”. En sus palabras:

Estas declaraciones culpabilizan a la mujer que es madre y a la vez trabajadora, la hacen responsable de la ruptura del vínculo familiar y de que la familia ya no esté encargada de la transmisión de valores, lo que para estos dos personajes provoca los problemas por los que atraviesa la sociedad, ya que, según éstos, la incorporación de la mujer al mundo laboral ha afectado a los jóvenes, volviéndolos más propensos a la drogadicción, los suicidios y la cooptación del narcotráfico. Si bien es cierto que los vínculos familiares están rotos en los estratos sociales más bajos, no es culpa de la mujer ni de ninguno de los padres. Conforme se extiende el trabajo asalariado de la mujer y del hombre, más progresa la descomposición de la familia. ¿Qué vida familiar puede haber donde el hombre y la mujer pasan fuera de casa la mayor parte del día, entregados a un duro trabajo, que les impide estar al cuidado y crianza de sus hijos? La familia no ha estado más enferma que bajo las condiciones capitalistas de producción, ya que criar, educar, jugar y divertirse con los hijos, pasear, platicar con ellos, se ha convertidos en un privilegio al que las familias proletarias no tienen acceso. No debe sorprendernos que estas condiciones de vida deshagan los lazos familiares. Por otra parte, es cierto que la televisión ha

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Encauzar las energías que tienen, además de que poseen una gran cantidad de información que no saben cómo canalizar para su beneficio, hay diferentes problemáticas según el estrato social, quienes están circunscritos en la pobreza tiene que ver con la falta de empleo. ¿Qué pasa cuando la mamá no está?, tenemos un gran problema. En las periferias hay vínculo roto desde lo familiar, que perjudica a los jóvenes, además de que faltan oportunidades educativas y laborales para que tengan otra opción qué elegir. Los jóvenes tienen que llevar apoyo a sus familias, lamentablemente en el caso de Torreón alguien les brindó una oportunidad y no fuimos nosotros.

venido a cubrir la ausencia de relación entre los padres y los hijos, que los hijos son criados por terceras personas, como los hermanos mayores o los abuelos, aunque más justo sería decir que es en la calle donde se crían los hijos de los trabajadores. 3.2.- Las creencias en la crianza Las creencias de crianza se refieren a las explicaciones de por qué las pautas y las prácticas son como son o cómo deberían ser (Myers, 1994). Se trata de un conocimiento básico del modo en que se deben criar a los niños, son certezas compartidas por los miembros de un grupo que brindan fundamento y seguridad al proceso de crianza. En las creencias confluyen tanto conocimientos prácticos acumulados a lo largo del tiempo, como valores expresados en escalas que priorizan unos valores frente a otros (Aguirre, 2000). Estas creencias permiten a los padres justificar su forma de proceder, ya que se legitima en tanto que son parte del conjunto de creencias de la sociedad (Ídem). Las creencias20 de los padres y de las madres sobre la utilización de la violencia en la crianza son las siguientes: el 91.6% de los padres y de las madres nos dijeron que los golpes nunca ayudan a los hijos a entender cuando se portan mal y en cambio creen que se debe dialogar con ellos. Cuando la pregunta se refería a los golpes para corregir a sus hijos, el 4.1% de las jefas y jefes de familia cambiaron su opinión, mientras un 87.5% se mantuvo en que nunca deben ser golpeados, bajo ninguna razón. Respecto a los gritos, la mayoría de los padres considera que nunca (58.3%) y casi nunca (4.2%) deben de gritarles a sus hijos para que obedezcan, contra una minoría que cree que siempre (12.5%) y casi siempre (25%) se les debe gritar. Por último, al preguntarles sobre si creen que es bueno amenazar a los hijos pero no golpearlos para que hagan lo que se les pide, la opinión se dividió, mientras un 56.5% considera que nunca se les debe amenazar, el 34.8% cree que siempre, y el 8.7 que casi siempre. Tal como se muestra en la gráfica de frecuencias 5, las creencias de crianza que predominan

en las familias de Plan de Ayala son: la utilización del diálogo, amenazar a los hijos para que obedezcan y gritarles.

Gráfica de frecuencias 6. Creencias predominantes de crianza.

Acerca de quién es la persona o personas que deben criar a los hijos, la creencia general es que tanto la madre como el padre deben compartir las responsabilidades de la crianza de los hijos (75%); un 12% cree que esta responsabilidad debe recaer solo en la madre; un 8.5% que en los abuelos; y por último, un 4.2% en el padre.

20 Las creencias que los padres y madres nos proporcionaron en el cuestionario de estilos parentales y creencias.

3.3.- Prácticas en la crianza. La visibilidad de la violencia Las prácticas de crianza son las acciones que realizan los adultos, en especial los padres de familia, para orientar el desarrollo de los niños y jóvenes. Para Power y Manire (1992), la característica distintiva de las prácticas de crianza es alentar o desalentar comportamientos específicos enmarcados en las relaciones familiares. Las prácticas de crianza son, entonces, un medio de control de las acciones infantiles, destinadas a orientar el comportamiento del niño, logrando con esto la inhibición de algunas tendencias y la estimulación de otras. Un rasgo de las prácticas lo constituye el hecho de que son acciones aprendidas, tanto dentro de las relaciones de crianza en las que se vieron involucrados los adultos como por referencia a comportamientos de otros padres de familia, esto quiere decir que las acciones que manifiestan los padres frente al comportamiento de sus hijos no son el resultado de la maduración biológica, dependen de las características de la cultura a la cual se pertenece. En consecuencia, las prácticas de crianza se constituyen en el medio particular a

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través del cual la sociedad facilita la incorporación de los nuevos miembros, transmitiéndoles los valores y las formas de pensar y de actuar que posee el grupo de referencia. En el caso concreto de Plan de Ayala, las prácticas de crianza que se desarrollan son tendientes al uso de la violencia para controlar, dirigir y hacer comprender a los niños y jóvenes lo que está bien o mal, según el entorno sociocultural. Según la experiencia de los hijos, un 55% de los niños y jóvenes encuestados nos dijeron que las prácticas comunes de violencia en la crianza son los gritos; 49% comentó que son los golpes y un 21% dijo que es a través de amenazas. Por otra parte, el 71% de los padres dicen que las prácticas de violencia en la crianza que más ejercen son pegarle con la mano a sus hijos y/o gritarles; un 63% de los encuestados dicen que usan las amenazas; un 58% les quita privilegios a sus hijos; y un 38% siempre o casi siempre golpean a sus hijos. Para contrastar las respuestas de los padres y de los hijos sobre las prácticas de crianza realizamos dos tablas de contingencia21 sobre los gritos y los golpes. En la primera identificamos cuatro familias en las que los niños dicen que nunca les gritan y los padres afirman que siempre lo hacen; y dos familias donde los niños afirman que siempre les gritan y los padres aseguran que esto nunca sucede. En la segunda tabla, encontramos seis familias en donde los padres y madres aseguran nunca golpear a sus hijos, y éstos afirman que siempre lo hacen. También existen contradicciones entre las creencias y las prácticas de crianza de los padres, en este sentido, la mayoría de los padres piensan que es mejor dialogar con los hijos y no pegarles, pero en la práctica esta situación está invertida. Los motivos de los diferentes castigos en donde se emplea la violencia física y/o psicológica son cuando los niños o jóvenes no obedecen a sus padres (49%); cuando hay problemas de dinero (30%); cuando hay pleitos entre los padres, y algunas veces los hijos consideran que recibieron un castigo sin razón alguna (15%). 21 En estadística las tablas de contingencia se emplean para registrar y analizar la relación entre dos o más variables, habitualmente de naturaleza cualitativa.

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3.4.- Estilos parentales de crianza Los estilos parentales se refieren a las formas de actuar de los padres, éstos se expresan en las prácticas de crianza disciplinarias y de interacción respecto a las obligaciones escolares y domésticas, la sexualidad y el tiempo libre (Climent, 2010). Para establecer dichos estilos se toman en cuenta el apoyo y el control parental. El primero se refiere a la aceptación, amor, aprobación y ayuda en relación a los hijos, el control parental se refiere a las diversas técnicas de disciplina por medio de las cuales los padres intentan controlar o supervisar la conducta del hijo y el cumplimiento de las normas establecidas por ellos; incluye dar consejos, instrucciones, sugerencias, castigos, amenazas, restricciones, la imposición de normas que hay que cumplir y el hecho de dar o no explicaciones al respecto. La combinación de estas dos dimensiones da lugar a los estilos de crianza parentales. Según Baumrind (1966, 1971), pionera en investigación del tema, los estilos parentales son tres: el autoritario, el permisivo y el democrático. Años más tarde, Maccoby y Martin (1983) proponen un cuarto estilo de crianza, el negligente, basándose en el modelo de Baumrind. Cada estilo de crianza tiene sus características. En el estilo autoritario, los padres ponen normas rígidas a sus hijos, las mismas que deben obedecer sin cuestionamientos, cuando esto no sucede los padres autoritarios utilizan la fuerza física para afirmar su poder sobre sus hijos; hay poco diálogo y comunicación entre éstos. En el estilo permisivo, los padres no imponen reglas, los hijos regulan sus propias actividades sin orientación de éstos. En este modelo se evitan los premios y los castigos, se emplea la razón para explicar las cosas a los hijos. En el estilo democrático, el diálogo, el afecto y las altas expectativas son características principales. Los padres democráticos establecen normas, pero sin dejar de estar disponibles para la negociación, orientando siempre al niño. Finalmente, en el estilo negligente no existe ni la exigencia paterna ni la comunicación abierta y bidireccional. Los padres de este modelo suelen ser indiferentes ante el comportamiento de sus hijos, delegando su responsabilidad hacia otras personas; liberan al hijo del control no estableciendo normas ni castigos o recompensas (Ídem). Cabe mencionar que existen situaciones en 91

donde las prácticas de los padres fluctúan entre dos o más estilos parentales, configurándose así los estilos parentales mixtos. En este sentido, abordaremos los estilos parentales de las familias de la colonia Plan de Ayala desde dos perspectivas: la de los hijos y la de los padres, siguiendo la línea de Maccoby y Martin. Analizaremos la hibridación de las prácticas y sus efectos en los estilos parentales. Por último describiremos los cambios significativos que han tenido los estilos de crianza de los padres con la intrusión de la violencia del narcotráfico. 3.4.1.- Resultados del cuestionario de estilos parentales Para obtener información acerca de los estilos parentales que predominan en la colonia Plan de Ayala se realizaron dos cuestionarios, uno fue respondido por 24 padres y madres de familia, el otro por 32 niños y jóvenes. Por lo que para contrastar las opiniones entre hijos y padres los resultados se dividieron en dos partes. a. Estilos parentales desde la perspectiva de los hijos Los resultados de los estilos parentales, según los hijos, arrojaron que existen 16 familias en donde los padres son permisivos (48%), 15 son democráticos (45%) y 2 son negligentes (7%). Sin embargo, en el estilo permisivo no figuran los castigos ni existen líneas claras sobre la conducta, esto contrasta con la información22 de 31 niños y jóvenes que afirman que sus padres platican con ellos sobre lo que deben y no hacer; y de 30 niños quienes contestaron que sus padres les dicen que tienen que ser obedientes, y cuando no lo son 27 de ellos obtienen un castigo, éstos son ejercidos generalmente con violencia física o psicológica, característica de los padres autoritarios, por ejemplo: 16 de los encuestados dicen recibir golpes como castigo, a 18 sus padres les gritan cuando desobedecen y 7 niños reciben amenazas de que serán golpeados si no hacen caso. Por lo que determinamos por el análisis de los resultados que no es posible que el estilo permisivo predomine

de forma completa en un 48%, ya que en 31 familias hay reglas de conducta, aunque no son rígidas ni son expresadas en su totalidad, ya que según 22 de los encuestados algunas veces no les dicen qué hacer pero sí los castiga. Por otra parte, existe el diálogo y el respeto por las opiniones de los hijos, colocándolos en el estilo democrático, 31 pequeños nos dijeron que sus padres les explican cuando hacen algo que se les había prohibido, 29 de los niños y jóvenes sienten que sus padres respetan lo que dicen; sin embargo la presencia de violencia física en la crianza impide que se configure en su totalidad este estilo. Por último, corroboramos que en dos casos el estilo de crianza de los padres sí es negligente, tal como se expresó en las respuestas de los menores. En atención a la perspectiva que los niños tienen y al análisis anterior, concluimos que en el 93% de los casos los estilos parentales son mixtos, en una fluctuación de tres estilos: el permisivo, el autoritario y el democrático. Determinamos que es democrático en cuanto que se favorece el diálogo y la comunicación se vuelve más abierta entre padres e hijos; permisivo en cuanto a que en algunas ocasiones los padres no fijan normas de conducta; y por último, autoritario respecto a que algunas veces se hace uso de la fuerza física para conseguir la obediencia y afirmar su poder con sus hijos. En el estilo parental mixto, las madres y los padres de familia son mucho más inestables, ya que algunas veces son muy dominantes, otras fomentan las relaciones democráticas con sus hijos y otras se vuelven permisivas. b. Estilos parentales desde la perspectiva de los padres En lo concerniente a la perspectiva de los padres, los resultados de los cuestionarios de crianza, ubican al 100% de los padres y madres en el estilo permisivo. Sin embargo, y tal como sucedió en el inciso anterior, durante el análisis de la información nos percatamos de que sus estilos fluctúan entre tres estilos: democrático, permisivo y autoritario, tal como se muestran en las siguientes tablas.

22 Para contrastar la información se sumaron, por una parte, las respuestas de “siempre” y “casi siempre” para obtener un único valor, y por el otro, las de “nunca y casi nunca”.

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entre los ciudadanos, sin embargo, en los momentos de crisis, el Estado utiliza la violencia para reprimir los movimientos que surgen exigiendo sus derechos, ya lo vemos en acontecimientos como Atenco, Acteal y recientemente Ayotzinapa. 3.4.3.- Cambios significativos en los estilos parentales por la

Tablas 2,3 y 4. Características porcentuales de los principales estilos parentales.

3.4.2.- Hibridación de las prácticas de crianza: estilo parental mixto La explicación de que las familias de Plan de Ayala tengan un estilo parental mixto, radica en la hibridación de las prácticas de crianza. Según García Canclini (1994), la hibridación sucede cuando se juntan pautas, creencias y prácticas tradicionales y modernas, que son contradictorias y que corresponden a tiempos distintos y a nichos culturales diversos e incluso antitéticos. Los padres y madres de la colonia expresan una marcada hibridación en las prácticas configurativas de los estilos de crianza; por ejemplo: la creencia general de que es mejor el diálogo que los golpes corresponde a las pautas propias de la postmodernidad, sin embargo, en la práctica se realiza de manera inconsistente, alternando o confluyendo entre éstas y las pautas más tradicionales que buscan la obediencia a través de castigos físicos y psicológicos. Así las familias entran en serias contradicciones cuando intentan controlar y orientar el comportamiento de sus hijos. Esta hibridación no es creada por la propia familia, solo la reproduce, lo que provoca que entre en serias contradicciones al orientar el comportamiento de sus hijos. Es decir, esta hibridación es una reproducción de lo que sucede en el exterior: de manera discursiva, el Gobierno mexicano promueve un estado de derecho, democrático, en el que se favorecen relaciones más horizontales 94

violencia del narcotráfico En algunas familias de Plan de Ayala, la violencia del narcotráfico ha ocasionado cambios significativos en los estilos parentales. Estos cambios fueron medidos en el cuestionario de estilos parentales y crianza respecto a dos variables, por una parte: el control y las exigencias; y por la otra: el afecto y la comunicación hacia los hijos. Para la primera variable realizamos tres preguntas a los padres: 1) ¿Cuándo has sido más estricto con tus hijos? 2) ¿Cuándo ha habido más castigos para tus hijos si se portan mal? 3) ¿Cuándo has estado más al pendiente de tus hijos? Éstas debían ser respondidas atendiendo al tiempo en que habían sido más controladores y exigentes, es decir, si su forma de crianza es diferente con la violencia del narcotráfico (ahora), o cuando no había violencia (antes), o si ésta no modifica sus patrones de crianza (es igual).

Tabla 5. Cambios en el control y exigencias de los padres a partir de la violencia del narcotráfico.

Tal como se muestra en la tabla 5, el cambios más significativos sobre el control y las exigencias que los padres realizaron a partir de la violencia del narcotráfico es el de estar más al pendiente de 95

los hijos, al menos un 66% de los encuestados lo mencionaron, contra un 30% que dice que es lo mismo y un 4% que dice que antes lo ha estado más. En algunos casos, las formas de crianza se vuelven elásticas respecto a la intensidad de la violencia; por ejemplo, una de las mamás nos comentó: Siempre he estado al pendiente de mis hijos, pero desde las balaceras y de que ya no es como antes, de que a veces no pueden andar solos porque pueden ver algo o de que estén jugando aquí afuera y se escuchan los balazos, aunque esté muy ocupada o cansada, pues mejor les echo un ojo para ver qué andan haciendo o con quiénes están. Como quiera ahorita casi no ha habido balazos y ando más relajada, pero de repente se dejan venir y otra vez a estar sobres de ellos, mejor no dejarlos salir.

Gráfica 7. Cambios en el afecto y la comunicación a partir de la violencia del narcotráfico.

Sin embargo, una minoría disiente sobre esto, por ejemplo una de las mamás nos comentó:

Hay también quienes dicen que es igual su manera de criar a sus hijos, con o sin violencia del narcotráfico, la mamá de Chava nos comentó: “Para mí es lo mismo, nunca he dejado de preocuparme por mi hijo, siempre he sabido qué hacen o con quiénes andan, porque más bien casi nunca sale, a él no le gusta salir, así que pues para nosotros las cosas son igual”. En cuanto a los castigos, las respuestas oscilan entre los que explican que se castiga igual y los que dicen que los castigos son más a partir de la violencia, ya que nadie considera que antes se castigaba con más frecuencia. La respuesta que predomina con un 78% es la de que es igual contra un 22% de padres que consideran que la violencia del narcotráfico sí ha influido en los castigos. Por último, en la pregunta ¿Cuándo habían sido más estrictos?, las opiniones son fluctuantes, un 46% de los participantes respondieron que con la presencia del narcotráfico en su colonia se han vuelto más estrictos con sus hijos, sin embargo el 50% considera que es lo mismo. Para la variable sobre el afecto y la comunicación en la crianza, se realizaron dos preguntas: 1) ¿Cuándo has apoyado más a tus hijos?; y 2) ¿Cuándo los has escuchado más? En su mayoría los padres son igual con sus hijos, un 55% dice que el apoyo es el mismo y un 74% que antes y ahora con la violencia han escuchado de la misma forma a sus hijos, tal como se muestra en la gráfica 7.

23 Contestó afirmativamente a alguna de las siguientes preguntas en la encuesta: ¿algún miembro de la familia ha sido herido o ha muerto por una bala perdida, o ha desaparecido? 24 Contestó afirmativamente a alguna de las siguientes preguntas: ¿ha visto cadáveres, presenciado alguna balacera o detención?

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Sí, pues tú sabes, ahorita están más en riesgo con lo del narco, antes también había porque echaban pleito con los de la Maclovio, pero era de que golpes, de que piedras, pero no de balazos, y pues los malos han traído eso a la colonia, por eso una trata de estar con los hijos, hablarles. Que sientan que cuentan conmigo.

Además, realizamos tablas de contingencia que nos permitieron determinar cuáles aspectos de la crianza han sido modificados por los padres a raíz de que su familia sufrió la violencia del narcotráfico de forma directa23 o indirecta24; los resultados que se obtuvieron son los siguientes: las familias que han realizado cambios significativos en el control de sus hijos, tanto en ser más estrictos como en estar más al pendiente de ellos, ha sido como consecuencia del impacto indirecto y directo de la violencia del narcotráfico. En cuanto a los cambios que implican el aumento de apoyo de los padres hacia sus hijos solo existe relación con la variable de violencia directa. Por el contrario, no se registraron cambios en

cuanto a escuchar o castigar más a los hijos, aún cuando las familias han sufrido la violencia del narcotráfico.

4.- Socialización de clase: represiva y violenta La familia tiene un papel predominante en el proceso de socialización de los niños y jóvenes. Al nacer no somos parte de la sociedad, pero sí tenemos una predisposición natural a la interacción; nuestra familia nos induce a integrarnos a una sociedad provista de normas, actitudes y valores que atienden a contextos o realidades concretas, las cuales han sido previamente establecidas y en las que no tenemos nada que ver con su diseño y construcción (Berger y Luckmann, 2001), únicamente las reproducimos. Es decir, en esta etapa denominada socialización primaria, los niños y niñas aprenden e interiorizan, de manera inconsciente y no formalizada roles25 y actitudes que les servirán para integrase en sociedad, los cuales son enseñados de acuerdo a la clase y al género al que pertenecen. Esto ocurre porque nuestra sociedad está regida por un sistema de clases en el que la formación social depende del modo de producción capitalista, en el que la clase predominante debe reproducir 1) las fuerzas productivas y 2) las relaciones de producción existentes (Althusser, 1971) para perpetuar su sistema de explotación26. En este sentido, la familia es un aparato ideológico del Estado27 que de manera sutil reproduce las relaciones capitalistas de explotación. Cada clase debe cumplir con su rol de explotado o de explotador y por ello necesita ser socializado para saber mandar y hacerse obedecer o para resignarse y someterse a la voluntad de otro, de acuerdo a la ideología28 que se les impone. Es decir, 25 Los niños se identifican con éstos sin ningún problema, casi automáticamente, pues no tienen otros referentes. 26 El sistema de explotación capitalista está amenazado en su existencia por la lucha de clases, a nivel mundial. 27 El Estado burgués utiliza dos tipos de aparatos para perpetuarse, por una parte los aparatos represivos, por ejemplo: la policía, que funcionan mediante la violencia; y de aparatos como la familia, que funcionan mediante la reproducción ideológica. 28 La ideología pasa a ser el sistema de ideas, de representaciones, que domina el espíritu de un hombre o un grupo social (Althusser, 1971).

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en la familia sucede la primera formación social capitalista, de proletario o de burgués, o lo que es lo mismo la socialización de clase. Esta socialización tiene dos patrones en la familia: la socialización represiva y la participativa (Villarroel, 1990). La socialización participativa se desarrolla en las familias pequeño burguesas y burguesas, se caracteriza por reforzar más la conducta correcta de lo que se castiga la conducta inapropiada. Este tipo de socialización posibilita el desarrollo integral del niño, otorgándole la oportunidad de elegir, proporcionándole las condiciones para desarrollar su creatividad, explicándole las situaciones y ayudándole a comprenderlas” (Rodríguez, 2007). Por el contrario, la socialización represiva corresponde a la clase proletaria y se caracteriza por castigar las conductas equivocadas más que al premio a la conducta correcta (Ídem), es decir, los padres y las madres ponen énfasis en la obediencia, cuando sus hijos comenten algún error son castigados, sin embargo, cuando obedecen no son premiados, pues eso es lo que les corresponde hacer. En la vida laboral, cuando un trabajador llega tarde a su trabajo se le castiga descontándole parte de su salario, pero no recibe ningún premio por cumplir con su jornada laboral o por quedarse unos minutos extras “porque es su trabajo”; es por eso que, castigo tras castigo, se les enseña a los hijos del proletariado a acostumbrarse a ser obedientes y sumisos, a no cuestionar la explotación, la represión, la injusticia. Se les socializa para “aguantar” el sistema. En este sentido abordaremos la socialización represiva que se configura en las familias de la colonia Plan de Ayala, por su condición de clase proletaria, y concluiremos el apartado con un vistazo a las representaciones de la socialización violenta en los niños y jóvenes de esta colonia. 4.1.- Socialización represiva para los hijos de los proletarios Tal como lo hemos abordado en los apartados anteriores, la colonia Plan de Ayala tiene un perfil socioeconómico bajo, puesto que las familias pertenecen a la clase de los trabajadores. Por ello, los hijos de los proletarios son socializados de forma represiva, esta afirmación que plantea Villarroel (1990) fue corroborada tras 99

realizar el cuestionario de “Tipos de socialización y prácticas de crianza” y el mapeo temático de “Socialización”, ambos fueron contestados por niños y jóvenes de dicha colonia. Los resultados nos arrojaron la siguiente información. En las familias de esta colonia, la obediencia es el pilar de la socialización, el 91% de los padres y de las madres exigen la obediencia de sus hijos y la desobediencia se castiga; el 82% de los niños y jóvenes respondieron que siempre obtienen un castigo por desobedecer, estos castigos varían; el 55% se representan con gritos; y/o con golpes en un 49%. Por otra parte, durante la realización del mapeo se realizó una charla grupal en la que niños y jóvenes comentaron a las siguientes preguntas: ¿Qué es portarse bien? Portarse bien es hacer la tarea. No, no, no (gritó Lesly), es ayudarle a mi mamá a barrer. Es cuidar a mi hermanita (dijo Yahir), es hacerle caso (a mis papás) en todo lo que me digan. ¿Cuándo te portas bien te dan regalos? Sí, bueno, no. Me dicen, muy bien, y a veces cuando cumplo años sí. A mí no. A mí sí. No es cierto no digas mentiras (interrumpió uno de los niños). ¿Qué es portarse mal? Me porto mal si peleo con mi hermano Víctor (comenta Magali). Yo nunca me porto mal (risas), bueno, sí, cuando digo groserías o hago llorar a Chuy (Yahir). ¿Qué te pasa si te portas mal? Pues me regañan. Me pegan con el cinto. A mí me encueran y luego me dan cinturazos. Sí, sí es cierto, les pegan bien feo (respaldan dos de los jóvenes). “Me castigan y lloro”. “Me siento triste porque me castigan”.

Además, durante el recorrido en la colonia, la señora María Guadalupe nos comentó: Tengo dos hijos, una tiene 18 años y el otro 19, ya están casados los dos, pero cuando mi muchacho estaba más chico, lo agarró la policía y lo metieron al tutelar un rato, es que golpeó a un chavo; de ahí agarro la onda, solo así se sabe lo que es bueno y malo, ahorita ya tiene su trabajo y mantiene a mi nieta y a su pareja. 100

El caso anterior no hubiera tenido los mismos alcances si se tratara de un joven burgués, porque a éste su favorable situación económica le hubiera permitido pagar una fianza y jamás pisar el tutelar. La finalidad de la socialización represiva es que los niños y jóvenes, proletarios, obedezcan a sus padres y así acondicionarlos al orden jerárquico que más tarde se representará en las relaciones laborales de explotación, es decir “si la familia logra que obedezca a los padres, después, sus hijos en el trabajos se subordinarán y obedecerán al patrón”. En este sentido afirmamos que en la colonia Plan de Ayala está arraigada la socialización represiva, en la que los roles de reproducción de las relaciones de producciónexplotación capitalista se consagran y en donde la sumisión representa la armonía en la mayoría de los hogares. La ideología de que los niños y jóvenes solo aprenden las lecciones de la vida a golpes y que es la única manera de que obedezcan: “Yo le pego con el huarache ya cuando de plano no hayo cómo hacerle para que entienda”, del valor formativo del amedrentamiento prevalece en la práctica. Pese a esto, en algunas familias existe cierta resistencia a la represión, padres e hijos intentan establecer relaciones más equitativas y democráticas. 4.2.- Socialización en violencia Las tres violencias, la del narcotráfico, la familiar y la sistémica están impregnadas en los procesos de socialización. Los niños y jóvenes de Plan de Ayala han observado y aprendido de las violencias, estas expresiones son imitadas y representadas entre ellos. Su contexto social y económico los vuelve proclives a sufrir, ejercer y convivir en violencia. En su imaginario están presentes las drogas, las armas y la muerte; los juegos entre los niños y jóvenes están cargados de simbolizaciones bélicas y éstos se expresan constantemente con violencia. Por ejemplo, en una ocasión, Toni empezó a jugar con sus amigos representando con su mano una pistola “Vamos a matar a todos”, lo interrumpió Yahir, “No le podemos disparar a nadie”, Mere añadió: “Solo a los malos”; “No, a nadie”, insistió Yahir. 101

Lamentablemente, la violencia se ha añadido como componente en el proceso de socialización, en donde se procura reproducir un régimen jerárquico, represivo y autoritario.

relaciones sociales y por ende las familiares reproducen la obediencia y la represión en los niños y jóvenes, contribuyendo al sostenimiento del sistema. Las contradicciones entre el discurso democrático y la práctica represiva y violenta del Estado influyen directamente en la hibridación de las prácticas de crianza, siendo así el capitalismo el responsable de las otras violencias. Para finalizar el presente artículo, lanzamos las siguientes preguntas: ¿Seguiremos condenando a los niños y jóvenes a ser parte de una sociedad que reprime, desaparece, mata, explota, que resuelve las diferencias con el ejercicio de la violencia?, ¿seguiremos reformando y perpetuando al capitalismo?, o ¿construiremos y comenzaremos con el desarme del sistema? En tanto las respuestas se vuelven más claras, las familias de la clase explotada seguirán en la constante producción de estrategias de resistencia, de formas de relacionarse alternas a la explotación, dominación y represión, es decir, a la violencia.

Bibliografía citada

Reflexiones finales Las tres violencias demuestran la descomposición del sistema social y económico basado en clases y en la explotación del hombre por el hombre. La incidencia del narcotráfico y su violencia han impactado en la composición de las familias de la colonia Plan de Ayala; los procesos de socialización y de crianza de los niños y jóvenes se han impregnado de un imaginario de drogas, armas y muerte. Por otra parte, la violencia que se ejerce en el interior de la familia es una reproducción a microescala de las relaciones de poder, explotación y dominación que suceden en el exterior, ya que las relaciones de producción capitalista determinan las

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3 juventud#identidad# violencia#pugnas territoriales#narco

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Levantar el Poniente: que la gente conozca lo que hacemos, cómo vivimos, no todo en el barrio es violencia.

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Juventud, identidad y violencia

en el contexto de las pugnas territoriales del narcotráfico Erika I. Soto Villalobos1

El impacto social de la violencia vinculada con el narcotráfico ha colocado a los jóvenes en el centro del análisis social, ya sea por su participación en las organizaciones criminales, como las principales víctimas de la situación, o como meros espectadores de una generación que poco a poco continúa disminuyendo. Desde finales del 2006, “la guerra contra el narcotráfico”, emprendida por el entonces presidente Felipe Calderón, desató en el país un fenómeno de violencia sin precedentes que ha cobrado la vida de miles de personas en territorio nacional. La Comarca Lagunera, por su ubicación geográfica, se colocó como uno de los territorios más codiciados por las bandas de narcotraficantes desde 2008; durante 2012, las pugnas territoriales encabezadas por el Cártel de los Zetas y el de Sinaloa llegaron a posicionar a Torreón en el lugar número cinco de las ciudades más violentas a nivel mundial (Sánchez, 2013). Incorporar a las y los jóvenes al crimen organizado ha sido una de las estrategias de los grupos de narcotraficantes para ampliar su red de trabajo; el sector poniente de Torreón no fue la excepción: las condiciones geográficas, económicas, sociales y culturales del sector se convirtieron en un escenario propicio para su participación. Según información del Instituto Nacional de Estadística 1 Licenciada en Sociología y Maestra en Antropología Social. Integrante del Centro de Estudios Interdisciplinarios y Desarrollo Integral de la Laguna A.C. (CEIDIL).

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y Geografía, de 2006 a 2012, se contabilizaron 1874 homicidios, de los cuales un 43.16% correspondían a jóvenes de entre 15 y 24 años, casi la mitad de las víctimas. El objetivo del presente texto es mostrar algunas causas y efectos de la incursión de los jóvenes del sector poniente en los grupos del crimen organizado, así como el impacto de la violencia. Más allá de lo cuantitativo, este artículo busca mostrar algunas de las causas estructurales que propiciaron un mayor involucramiento de los jóvenes en las organizaciones criminales y hacer visibles las reflexiones que los jóvenes generan en torno a la violencia, a partir de sus experiencias personales, la transformación en sus dinámicas cotidianas, las implicaciones que este fenómeno ha dejado en sus vidas y cómo todo esto ha redefinido sus identidades. Para ello nos apoyamos principalmente en jóvenes pertenecientes a crew´s, barrios y pandillas del sector. Es importante mencionar que si bien al inicio del proyecto nos habíamos planteado el análisis de solo cuatro colonias, el trabajo con los jóvenes nos fue llevando a conocer las historias de otros jóvenes que también buscaban ser escuchados. Estas experiencias nos permitieron no solo ampliar la cantidad de colonias del estudio, sino también modificar la forma en que nos acercamos al entendimiento de sus identidades, su “ser joven” y “ser del Poniente”.

1.- Juventud, identidad y violencia: un breve marco conceptual La juventud, la identidad y la violencia son conceptos bastante complejos. Por un lado, hablar de juventud nos remite a un término que las más de las veces alude a una concepción etaria y a una etapa de la vida de los seres humanos en que se abandona la infancia y se transita hacia la vida adulta mediante la maduración sexual, afectiva, social, intelectual y física; no obstante, estas definiciones resultan insuficientes tras considerar, por una parte, que no se puede establecer un criterio de edad universal y, por otra, que el ser joven depende en buena medida del contexto en que se le ubique.

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La juventud no tiene la misma duración en el campo que en la ciudad, en las clases altas que en los sectores marginados, en las sociedades modernas que en las tradicionales, incluso en ambos géneros. No podemos establecer, por ello, un criterio de edad universal, que se aplique al conjunto de la juventud, que sea válido para todos los sectores y en todas las épocas (Brito, 1998, p. 3).

En este sentido, consideramos que la juventud, más que una condición biológica, son formas de significar al mundo a partir de las trayectorias de vida, los contextos en que se desenvuelven, las actividades con las que se identifican, la multiplicidad de sus prácticas, sus experiencias, aspiraciones y planes a futuro, en contextos históricos, sociales y culturales específicos. La configuración identitaria de los jóvenes que transitan por este periodo se articulará en función de las significaciones sociales y contextos históricos de una sociedad determinada, en un proceso de permanentes cambios y resignificaciones, es decir como los jóvenes viven y experimentan su condición de jóvenes, en un espacio y un tiempo determinado (Dávila, 2004, p. 98).

La identidad de los jóvenes, en tanto construcción social, se configura a partir de un proceso dialéctico entre la subjetividad del individuo y el mundo social del que forma parte. Las identidades se construyen a partir de procesos dinámicos de aprendizaje, los cuales se nutren de las experiencias cotidianas, en los diferentes espacios de socialización en que los jóvenes interactúan (familia, escuela, amigos) y en los que tienen acceso a referentes simbólicos distintos, los cuales internalizan selectivamente y a través de ellos actualizan y transforman los propios, a partir de una realidad concreta e históricamente situada (Gleizer, 1997).  Por su parte, la violencia se define en términos generales como el sometimiento involuntario de una persona o grupo, por parte de otra(s) y se vale del poder y/o la fuerza con la finalidad de causar daño (físico y/o psicológico). Existe la violencia política, la estructural, simbólica e interpersonal, cada una con una serie de características que las distinguen. Frente a esta diversidad de manifestaciones retomamos el planteamiento del sociólogo Alfredo Nateras (2006), quien considera 113

que hablar de violencia en singular es impreciso, ya que la idea de violencia remite a una forma indivisa, homogénea y uniforme, cuando en realidad tendríamos que referirnos a ella en plural, en términos de violencias sociales, ya que son explicables a partir de procesos históricos diversos y culturalmente múltiples que las producen y reproducen. Nateras considera que la diversidad de definiciones y la complejidad misma del concepto “remite inevitablemente a tener que adjetivar las expresiones de las violencias al usar la palabra o el concepto a partir de los distintos rostros y tesituras en las que regularmente se nos muestra en varios ámbitos” (2006, p. 75). Para efectos de este artículo, nos centraremos en la violencia vinculada con el narcotráfico, la narcoviolencia, para dilucidar cómo la significan y viven las y los jóvenes del sector poniente de Torreón, Coahuila. Un elemento central para explicar la relación de las y los jóvenes con la narcoviolencia es el modelo económico neoliberal, el cual se caracteriza por la acumulación de capital de unos pocos en detrimento de las condiciones de vida de la mayoría, lo que genera grandes desigualdades no solo en términos económicos, sino también de acceso a la educación, empleo digno y bien remunerado, salud, vivienda, acceso a la cultura, a la participación política, etc. Para una parte de la población joven, estas desigualdades se traducen en mecanismos de exclusión social que los coloca en una situación de vulnerabilidad, en la medida que sus posibilidades de desarrollo se ven mermadas. Podemos caracterizar la condición juvenil en nuestra sociedad mexicana, que se definiría en términos amplios por su precariedad; ser los herederos de todas las crisis posibles; una cancelación de horizontes de futuro, a mediano y largo plazo para muchos de ellos; […] la marca de la exclusión social a partir de los consumos culturales y su ubicación en los servicios de salud, educativos y de empleo (Nateras, 2010, p. 20).

fracaso del modelo económico y la incapacidad del Estado para satisfacer las necesidades de empleo digno, salud, educación, etc.— pudieran estar relacionados con ciertas formas de violencia y con la incorporación de los jóvenes a los grupos del crimen organizado. En México, este sector de la juventud generalmente se caracteriza por provenir de hogares donde la violencia es frecuente, o padecen diversos niveles le marginación o exclusión, ya sea educativa, laboral o de otro tipo. Es decir, los jóvenes con mayor riesgo son aquellos “que enfrentan situaciones ambientales, sociales y familiares que traban su desarrollo personal y su integración exitosa en la sociedad como ciudadanos productivos” (Saraví, 2010, p. 19). […] los canales tradicionales de integración y movilidad social, y más específicamente algunos de los componentes centrales de la infraestructura social por la que transcurría el proceso de transición a la adultez (como la escuela, el trabajo e incluso la familia) atraviesan por una profunda crisis y debilitamiento. La violencia y la criminalidad pueden constituirse para sectores de jóvenes desventajados o sometidos a mayores dificultades en su proceso de transición a la adultez en nuevas oportunidades de sobrevivencia económica, de socialización y de evasión. (Saraví, 2004, p. 133)

Siguiendo a Saraví, la juventud en tanto etapa de transición, presenta inherentemente cierto grado de vulnerabilidad en la medida que implica incertidumbre, imprevisibilidad y riesgos; no obstante, la desigualdad y escasez de oportunidades, propiciadas por el modelo económico, son elementos que potencian la vinculación de los jóvenes con la violencia o el desarrollo de actividades delictivas en detrimento de las posibilidades que operan bajo el esquema de la legalidad.

2.- Violencia de alto impacto en territorio nacional

Para algunos autores, la desigualdad y la exclusión social (fundamentalmente económica y educativa), de la mano de contextos familiares en crisis —derivadas directa o indirectamente del

A finales del 2006, Felipe Calderón lanzó una inusual ofensiva contra algunos cárteles del narcotráfico, la cual incluyó el despliegue de miles de soldados y policías federales en diversas zonas del país; no obstante la presencia de dichos cuerpos de seguridad

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pública, antes que inhibir la violencia, desataron una guerra que se tradujo en decenas de miles de víctimas. Según información del Instituto Nacional de Estadística y Geografía (inegi), durante este periodo se contabilizaron 132,065 homicidios a nivel nacional (Tabla 1)2, 71,618 más que el sexenio anterior, en el cual se registraron 60,447 muertes3.

asesinadas, de las cuales 44 mil 736 eran varones, 4 mil 983 eran mujeres, más otras 27 personas de las cuales se desconoce su sexo. Es decir, los jóvenes representaron el 37.66% de los homicidios en México. Como se puede observar en la tabla número 2, entre 2010 y 2012 se presentó un notable incremento en los asesinatos, los cuales concentran el 59.77% de los asesinatos a nivel nacional y el 61.87% en la población joven.

Tabla 1. Total de homicidios a nivel nacional. Fuente: Elaboración propia a partir de los datos del INEGI.

Además de las víctimas mortales, la denominada “guerra contra el narcotráfico”, implicó una serie de transformaciones en términos sociales, culturales y económicos. Para efectos del presente estudio, analizaremos la situación de los jóvenes en este contexto y las implicaciones de dicho fenómeno en la conformación de sus identidades y sus prácticas cotidianas. Naciones Unidas considera jóvenes a las personas cuyas edades comprenden entre los 15 y los 24 años. A partir de dicho criterio, nos dimos a la tarea de establecer la cantidad de jóvenes víctimas de homicidio, como una manera de aproximación al impacto del fenómeno en el territorio nacional durante el periodo 2006-2012. Los resultados muestran un total de 49 mil 746 personas jóvenes

Tabla 2. Jóvenes víctimas de homicidio a nivel nacional.

3.- La Comarca Lagunera: las pugnas territoriales y su impacto en los referentes identitarios de los jóvenes La Comarca Lagunera es una región ubicada en el centro norte de México. Está integrada por 16 municipios4, 11 del estado de Durango y 5 de Coahuila; Torreón, Matamoros, Gómez Palacio y Lerdo, constituyen la zona metropolitana, la cual, al igual que el resto del país, fue significativamente afectada por la narcoviolencia. Torreón llegó a colocarse en el lugar número 5 de las ciudades más violentas a nivel mundial durante el año 2012, según datos del Consejo Ciudadano para la Seguridad Pública y la Justicia (Sánchez, 2013). La ubicación geográfica de la región, en el norte del país, la posicionó como una de las zonas más codiciadas por el Cártel de Sinaloa y los Zetas, ya que según información de la Secretaría de la Defen-

2 De los 132,065, 117,859 eran hombres, 13,606 mujeres y 600 personas más cuyo sexo es desconocido. 3 Es preciso mencionar que si bien nos basamos en información estadística oficial del INEGI, existen conteos que presentan cantidades superiores a las aquí mostradas, generados por asociaciones civiles, instituciones y periódicos tanto nacionales como locales; su información es recabada a través de las diversas fiscalías, servicios periciales, institutos forenses, ministerios públicos y otros registros hemerográficos.

4 Torreón, Matamoros, San Pedro de las Colonias, Francisco I. Madero y Viesca, en el Estado de Coahuila; y Gómez Palacio. Lerdo, Tlahualilo, Mapimí, San Pedro del Gallo, San Luis Cordero, Rodeo, Nazas, Cuencamé, Simón Bolívar y San Juan de Guadalupe, en el Estado de Durango.

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sa Nacional, difundida por el periódico Vanguardia, la ciudad de Torreón se encuentra ubicada en la parte media de la denominada Ruta del Centro en el mapa nacional del tráfico ilegal de drogas5. Décadas atrás, el Cártel de Sinaloa controlaba la venta de drogas en la Laguna de Durango, principalmente en Gómez Palacio y Lerdo, y se presume proveía de mercancía a expendedores que trabajaban de manera independiente en la ciudad de Torreón. El arribo de los Zetas a la región Lagunera en 2005 desató una serie de enfrentamientos por el control del territorio, hasta que lograron posicionarse mediante la cooptación y el consecuente apoyo de los cuerpos locales de seguridad, tanto en la ciudad de Torreón, como en Francisco I. Madero y Matamoros. La continua implantación y remoción de los grupos del crimen organizado revistió un fenómeno de violencia sin precedentes que se tradujo en centenas de muertos. El control de los Zetas sobre el territorio comenzó a manifestarse no solo en la venta de droga, sino también en el cobro de cuotas a los pequeños y medianos comerciantes y en extorsiones a los grandes empresarios, situación que llevó a la región a una crisis económica tras la suspensión de inversiones y el cierre de negocios, mermando las posibilidades de empleo de los habitantes. A principios de 2010 la violencia dio un giro radical tras presentarse una serie de atentados contra la población civil, sobre todo jóvenes, que marcaron un antes y un después en la vida cotidiana de los habitantes laguneros. Durante ese año, comandos armados irrumpieron en los bares “Ferrie” (31 de Enero), “Juana´s VIP” (14 de Mayo) y la quinta “Italia Inn” (18 de Julio) —todos ­­ ellos en la ciudad de Torreón— dejando como resultado 35 civiles muertos y 52 heridos. Las miradas de la prensa nacional se tornaron hacia dichos sucesos luego de que circulara en “El Blog del Narco” un video: el policía lerdense Rodolfo Nájera, interrogado por personas armadas, declaraba que fueron internos del Centro de Readaptación Social (cereso No. 2, de Gómez Palacio Duran-

go) quienes, en complicidad con la directora Margarita Rojas Rodríguez y otras autoridades, salían por las noches en vehículos oficiales y portando el armamento de los custodios a realizar “ajustes de cuentas”. El 26 de julio, luego de una serie de investigaciones, esta información fue confirmada por el vocero de la Procuraduría General de la República, Ricardo Nájera. Los internos así liberados serían integrantes del Cártel de Sinaloa y, se presume, estos tres lugares pertenecían al Cártel de los Zetas6. Los hechos y el surgimiento de nuevos videos en los que se acusa a personal de las distintas corporaciones policiacas de ayudar a uno u otro cártel, pusieron en marcha procesos de depuración de las policías municipales, a través de pruebas de control y confianza a las corporaciones. En Torreón, San Pedro, Francisco I. Madero y Matamoros, desde marzo de 2010 a diciembre de 2013, se contabilizaban a 1180 policías dados de baja7; en el caso de Matamoros, los policías fueron citados a un desayuno, sin embargo, a su llegada fueron escoltados por Militares y policías Federales y Estatales para realizarles dichas pruebas. En el caso de Gómez Palacio y Lerdo, se tomó la determinación de cesar a la totalidad de los elementos de las policías municipales e iniciaron procesos de reclutamiento para conformar nuevos equipos de trabajo. Como menciona Luis Garay en su libro Narcotráfico, corrupción y Estados, este tipo de prácticas son potenciadas por los narcotraficantes en la medida que les permiten producir, transportar, distribuir y comercializar las drogas sin problema. […] todas estas tareas requieren, por ejemplo, de sobornos o del uso de la violencia por parte de las redes de narcotraficantes, no solo para supeditar a funcionarios públicos encargados de prevenir, investigar, juzgar y sancionar el narcotráfico y otros delitos asociados, sino también para, i) regular el mercado mediante la protección de territorios y rutas de producción, transporte y distribución, ii) establecer barreras de entrada a la competencia y iii) hacer cumplir acuerdos establecidos con agentes sociales legales e ilegales (Garay, 2012, p. 295).

5 Inicia en Ciudad Cuauhtémoc y Tuxtla Gutiérrez (Chiapas), sigue por Ixtepec (Oaxaca), Puebla, Distrito Federal, Aguascalientes, Zacatecas, Torreón (Coahuila), Jiménez, Ciudad Juárez (Chihuahua) hasta llegar a Estados Unidos. (“Torreón; Vivir en la mira”, Periódico Vanguardia, 06 de febrero del 2012)

6 Urrutia, Alonso y Alfredo Méndez, “La masacre en Torreón, perpetrada por reos de Durango, afirma la PGR”, La jornada, 26 de julio de 2010. 7 “En 4 años, mil 800 policías dados de baja”, Milenio Laguna, 04 de diciembre de 2013.

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La complicidad de servidores públicos y corporaciones policiacas con las distintas organizaciones delictivas con presencia en la región, evidenciaron la debilidad institucional de los gobiernos de los cuatro municipios de la zona metropolitana, generando un vacío en materia de seguridad que propició un incremento en los robos, asaltos, secuestros, extorsiones, homicidios e incluso violaciones sexuales, bajo la certeza de que, en medio del caos, los hechos quedarían impunes. Una de las estrategias de los narcotraficantes para ampliar su red de trabajo ha sido el reclutamiento de cientos de jóvenes, casi todos provenientes y concentrados en cinturones de pobreza, tanto para el empaque, venta y vigilancia, como para hacer frente a “los contras” y competir por el control territorial en el mercado ilegal de droga. En la Comarca Lagunera, la participación de los jóvenes en los grupos del crimen organizado y las víctimas inocentes que fallecieron durante este proceso ascendió a 809 en un periodo de 7 años, es decir, el 43.16% de los homicidios. Al igual que en las cifras nacionales, los índices más altos se presentaron entre 2010 y 2012, mostrando un incremento sin precedentes durante el último año según las cifras del inegi.

Tabla 3. Jóvenes víctimas de homicidio en Torreón.

Los eventos de alto impacto han disminuido desde mediados de 2013, no obstante, permanece una tensa calma entre la población que poco a poco comienza a recuperar las calles. Los asesinatos siguen ocurriendo aunque pocos de ellos se hacen públicos.

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3.1.- El Poniente El sector poniente de la ciudad de Torreón es uno de los tres polígonos más afectados por la narcoviolencia. Lo conforman once colonias: Plan de Ayala, Maclovio Herrera, Miguel Hidalgo, Cerro de la Cruz, 20 de Noviembre, Martínez Adame, Nueva Rosita, Aquiles Serdán, Constancia, Durangueña y Libertad. Dichas colonias colindan con el estado de Durango, frente a los municipios de Gómez Palacio y Lerdo; su delimitación hacia los costados sur y norte está marcada por lomas de cerros y el lecho seco del río Nazas, respectivamente. En términos históricos, el Polígono poniente constituye uno de los primeros centros de población de colonias obreras. El establecimiento de la estación del ferrocarril y el constante arribo de inmigrantes en busca de trabajo, llevó a los entonces visitantes a asentarse en los terrenos baldíos que constituían una franja a las faldas de la sierra de las Noas, (actualmente conocido como Cerro de las Noas), “Esa franja de tierra baldía fue permitiendo a estos inmigrantes desposeídos garantizarse por ellos mismos un refugio modesto donde guarecerse, como obreros, obreras y hasta obreros infantiles” (Ornelas, 2012, pp. 58-59). Ya para 1890, el llamado Cañón o Barrio de las Fábricas albergaba grandes y modernas fábricas como: La Constancia, La Fe (ambas fábricas textiles), La Metalúrgica, Luz y Fuerza Eléctrica, La Empacadora, La Unión, El Rastro y los grandes talleres de los ferrocarriles; más adelante, en 1898, se instaló La Alianza, llamada así por la fábrica de aceites y jabones que posteriormente dio origen a un mercado al aire libre, el cual actualmente lleva su nombre (Hernández, 2012). Poco a poco, la zona comenzó a albergar a los trabajadores de las fábricas, quienes se fueron estableciendo incluso en las laderas de los cerros, transformando así el territorio en colonias populares que adoptaron los nombres de las fábricas que les dieron origen. En torno a las empresas surgieron las primeras colonias populares de Torreón: la Polvorera, la Constancia, San Joaquín, la Compresora, la Metalúrgica. Y si en ese tiempo la ciudad carecía de una red de agua potable, drenaje y pavimento, las colonias populares eran simplemente un hacinadero carente de los servicios mínimos (Castañón, 2007). 121

Dado que buena parte de las fábricas se dedicaban a dar valor agregado a la cosecha del algodón producido en la zona, el declive de los precios de la fibra blanca, y el consecuente cambio en la orientación productiva de la región, mermaron la estabilidad laboral y económica de los habitantes, acrecentando las desigualdades entre los sectores del municipio. A la fecha, las colonias del sector son consideradas dentro de los polígonos de marginalidad y se caracterizan por la insuficiencia de servicios públicos; presentan problemas de drenaje, alumbrado público, pavimentación, abasto y calidad de agua —sobre todo las ubicadas en las pendientes de los cerros—; además de problemas por la irregularidad de los terrenos en las colonias que conforman la franja ubicada a un costado del lecho del río, las cuales se han visto afectadas por las eventuales avenidas y la formación de abras en el suelo que la humedad provoca. En relación a la violencia, el sociólogo Rodrigo González Morales, quien fuera coordinador del desaparecido Observatorio de Violencia Social y de Género, de la Universidad Iberoamericana de Torreón, en entrevista con Cesar Tovar (2009), declaró que entre los años 50 y finales de los 70’s del siglo XX, el poniente de la ciudad ya presentaba signos de violencia de toda índole y comenzaba a ser foco de negocios ilícitos, como compra-venta de autopartes robadas, prostitución, venta clandestina de alcohol y fayuca; fue en la década de los 80’s cuando se introdujo la venta de droga, no obstante la dinámica del narcomenudeo era distinta. Uno de los puntos más fuertes de distribución de droga era La Durangueña, territorio en el que operaban expendedores locales que trabajaban de manera independiente (no obstante se les vinculaba con el cártel del Chapo Guzmán). La “Dura” como se le conoce, se encuentra ubicada en un recodo natural plegado a La Sierra de las Noas, con acceso inmediato a los municipios de Gómez Palacio y Lerdo; esta posición estratégica la convirtió en un territorio codiciado por el Cártel de los Zetas. La guerra entre los grupos por el Poniente comenzó cuando los Zetas tomaron el control del Cerro de Cruz, el cual está conformado por tres colonias: Aquiles Serdán, situada en una de las pendientes, donde se encuentra el único acceso vehicular a la loma plenamente urbanizada; Cerro de la Cruz, la cual abarca 122

la parte alta del cerro; y Miguel Hidalgo, otro de los costados del cerro, desde donde se puede observar de manera frontal la pendiente que alberga a “la Dura” en la Sierra de las Noas, a menos de un kilómetro de distancia; así como las colonias Constancia, San Joaquín y Libertad, establecidas en la parte baja, entre el cerro y la sierra. La ubicación frontal de las colonias se convirtió en el escenario de enfrentamientos cotidianos que dieron fin a la tranquilidad del Poniente. Ante la presencia de los grupos armados en el territorio y el peligro latente de que se produjera una balacera, los habitantes se atrincheraron en sus hogares, tratando de salir lo menos posible para no ponerse en riesgo: “no podías ni salir a comprar las tortillas para comer”. Un joven, habitante del Cerro de la Cruz comenta: Era un pueblo fantasma, por las balaceras y todo ese rollo, no podías vivir bien. Por ejemplo, salías a la tienda o a la esquina y de repente se soltaba la balacera y pos pa dónde corrías, ya ni sabias dónde era, se escuchaba en todos lados, ya ni sabias por dónde llegaban y aquí nos llegaban de todos lados (Bombas, 19 años).

La economía familiar también se vio fuertemente afectada: para los obreros y comerciantes llegar a sus centros laborales se convirtió en una odisea diaria, en la que “no había de otra más que encomendarse a Dios”; en ocasiones, los enfrentamientos matutinos provocaban la inasistencia de los trabajadores, situación que se veía reflejada en sus pagos. Por su parte los comerciantes también se vieron obligados a cerrar sus negocios, ya sea por los enfrentamientos continuos, el cobro de cuotas o por la baja afluencia de compradores. […] afectó económicamente a todos, porque mira, por ejemplo, ahí estaba un puesto, ahí te vendían cena todos los días hasta las 12, 1 de la mañana estaba la señora, también ahí vendían, allá también, era un pasadero de gente, subía gente de abajo, subían muchachas de allá, de acá, de la Polvorera, de la San Joaquín, de La Moderna y empezó todo este desmadre y lo que pasó fue que toda la gente se apaciguó, ya la gente no salía. Pos mira, la señora de allá ya no vendió, ahora anda en 123

la Alianza con una hielera y un carrito de puchón vendiendo burritos, pero aquí ella vendía a toda madre, chiviaba a toda madre (Sergio, 32 años).

Ante la constancia de los enfrentamientos, una gran cantidad de estudiantes dejaron de asistir a clases, situación que llevó a los centros de estudio del sector a suspender actividades y concluir el ciclo escolar antes de lo previsto. Los elevados índices de violencia e inseguridad también propiciaron la migración temporal y, en algunos casos, definitiva de la población. El ejemplo más drástico de esta situación fue el de la colonia Nuevo México, cuya población fue desplazada casi en su totalidad durante el año 2007. En el Cerro de la Cruz, los vecinos también recuerdan con melancolía cómo poco a poco los habitantes comenzaron a abandonar sus casas, y cómo algunas de éstas fueron desmanteladas por los miembros del crimen organizado y, según comentan, por la misma gente de la colonia que aprovechó la situación para saquear:”recuerdo muy bien el día que nos fuimos del cantón, ‘¡eh agarren sus cosas y vámonos!’, ese día fue lo más gacho, todo el barrio se quedó solo, después de eso hubo muchos rateros, se empezaron a meter a las casas, por eso la gente se volvió a venir” (Bombas). A la fecha los habitantes siguen regresando a sus hogares. 3.1.1.- Jóvenes y violencia en el barrio A decir de la población del Polígono poniente, la venta de drogas y la manifestación de diversas expresiones de violencia (económica, familiar, entre pandillas, interpersonal, etc.) son problemas que siempre han existido en el sector; no obstante, la pugna entre cárteles por el territorio ha exacerbado dichos fenómenos y ha traído consigo nuevas formas de violencia, cuyo nivel de brutalidad jamás habían imaginado. En los años 90’s, hablar de jóvenes y violencia en el Poniente generalmente remitía a hablar de los pleitos entre los barrios, los cuales se caracterizaba por los “tiros limpios” (de uno contra uno), los riscazos (pedradas), o las peleas campales (todos contra todos) a mano limpia: “uno que otro si se apoyaban de un filero para picar, pero antes casi no se usaban armas, esas eran para los culos”. 124

Durante los recorridos por el Poniente, tuvimos la oportunidad de conocer a Sergio, habitante del Cerro de la Cruz quien, al comentarle sobre la investigación, comenzó a narrar las historias de violencia que se vivían por aquella década; actualmente tiene 32 años y está casado, él formaba parte de uno de los Barrios de la colonia Cerro de la Cruz: “Las Canchas 18”. Nos juntábanos ahí on’taba la virgen, ahí todos nos juntábanos. Acá en el barranco también nos juntábanos un chingo, ahí donde está el voladero, antes no estaba la malla, colchón viejo que nos hallábanos íbanos y lo arrimábanos pa´ allá, pa´ estar acá acostaos viendo en la noche. Caguama, droga, ósea, uno que otro que fumaba mota y pues nos arreglábanos, ahí en la esquina vendían caguamas, vendían cheve y ahí comprábanos. Íjate ahora yo me pongo a pensar, cómo uno taba tan loco, cómo no ya arreglado uno no se caía pa´ allá, ¿si me entiende? Nombre, así sentados nosotros, teníanos un sillón viejo, me acuerdo que lo tiró doña Amalia, no estaba tan viejo pos nos sentábanos muy a gusto [se interrumpe la plática pues se escuchan balazos, los transeúntes desaparecen mientras las mujeres comienzan a llamar a gritos a los niños que jugaban en la calle. La plática continúa hasta que Sergio envía a su hijo a la casa]. No pero estaba chidote.

Por aquellos años “Tirar barrio” consistía en posicionarse de un lugar en la colonia, en este caso la cancha, como punto de reunión, era uno de los lugares con mayor movimiento en el Cerro de la Cruz, ahí todos los días se jugaba futbol y los fines de semana se organizaban torneos en los que competían equipos de todas las colonias del sector; ocasionalmente se desencadenaban riñas al calor de los partidos, que dejaban “entrados” a los barrios. Tan solo en el Cerro de la Cruz había por lo menos 7 barrios: “Los Billares 13”, “Canchas 18”,“Los Palomos”, “La Tárzan”, “Aquiles”, “Barrio 2” y “Los de la Cruz”. Además de los pleitos de futbol, las principales causas de conflicto entre los barrios del cerro o entre colonias vecinas eran la demarcación de territorio y los pleitos familiares de años. Los enfrentamientos por problemas directos eran arreglados con “tiros limpios”, si alguien más intervenía podría transformarse en una batalla campal, que terminaba hasta hacer retroceder al grupo más débil. 125

Por la demarcación de espacios entre los barrios en conflicto era casi imposible que integrantes de grupos contrarios pasaran cerca de territorios ajenos sin riesgo de ser correteado o apedreado; caminar frente al grupo era considerado un acto de provocación respondido con ataques grupales; trataban de respetarse los espacios en la medida de lo posible:”una vez yo andaba bien arreglao, me agarraron y me dieron un pinche pedradón, duré como 5 días en el hospital, me quebraron la mandíbula a puros pinches patadones, me arrastraron, mira cómo me hicieron pozos aquí [señala uno de sus costados], me metieron un fierrazo”. La mayoría de los jóvenes que integraban estos grupos abandonaban la escuela, ya sea porque los padres no podían cubrir ese gasto o simplemente porque, según dicen, “no se les daba eso del estudio”; esto facilitaba que permanecieran buena parte del día en la calle con los amigos. La baja escolaridad complicaba su acceso a trabajos estables y bien remunerados, situación que llevó a Sergio a trasladarse a Estados Unidos con su hermano:

praban en una ferretería cercana, les colocaban sellos de la marca Black & Decker hechos en serigrafía y los llevaban a los bazares de empeño, generando el doble de las ganancias: “después todos los bazares estaban llenos de esos taladros y ya no los querían agarrar”. Posteriormente comenzaron a trabajar bocinas, para ese momento ya eran un grupo más grande de jóvenes y decidieron salir de la ciudad, viajaron a Laredo, Monclova, Saltillo, Zacatecas, Michoacán, Aguascalientes y Chihuahua. […]allá vendíanos las bocinas remarcadas. Has de cuenta que la bocina es china, es Powerstick, tons ya con una navaja de un solo filo le quitas la calcamonía de arriba, entons tú mandas hacer calcamonias de Pioneer originales y la chingada, 4 salidas, 400 wats, tú sabes ¿no?, y lo’ ya se la colocas y se la pegas, y en el cono igual. Había una calquita que se quitaba de los dos lados y lo’ se pegaba y, se le tallaba, se le tallaba hasta que se calentaba y solito se quitaba y quedaba así como grabao “Paioner”, y lo con el player, las emplayábanos y lo’ con la nieve seca. Nombre las miraban y “¿cuánto carnal, cuánto?”, no pos en la tienda valen $1800, echa la mitad porque ahorita andamos prendidos, y tú sabes, le echábanos el rollo, “nombre nomás traigo $700, me esperas aquí…”, no de aquí a que te espere, presta los siete baros, se ganaba uno un chingo de baro, nos quedábanos en hoteles chidotes, pura piratería.

Allá fue donde me descontrolé más, me empecé a juntar con toda la plebe, con todos los chavos, éramos como unos sesenta canijos todos pelones, yo cuando vine todavía traiba todo pelón, tengo fotos donde estoy allá todo a rapa, usaba Dickies, bombas y acá de cholo, tu sabes,¿edá?. Aquí nadien andaba pelón, ya cuando llegué, achinga aquel anda pelón, y aquel anda pelón, allá esa era la onda. Nosotros estábanos en Carolina del Norte, nos juntábanos en un Mol, un chingo de carros, gabachitas, esas nos seguían, nos salían a tiro por viaje, las chicanitas, cholas, pochas, puro cotorreo. Ahí me empecé a juntar con un compa que se aleteaba carros, yo nomás manejaba, me decía, he güey yo me voy a bajar aquí ahorita, te das la vuelta por mí, y sí, yo le daba la vuelta y él se subía con dos tres estéreos. No, taba durote este bato.

Después de darse una vida “chidota”, como él dice, conformó una familia y ante las responsabilidades económicas que esto implica, entró a trabajar a un taller mecánico, propiedad de su padre, le hubiera gustado quedarse en “el otro lado” pero piensa que de haber permanecido quizá estaría en la cárcel o “ya no la estaría contando”. Él, al igual que otros habitantes, identifica el 2007 como el año en que la violencia en el sector se transformó.

Para los jóvenes del sector, el trabajo informal siempre ha sido una de las principales fuentes de ingresos. Cuando Sergio regresó a Torreón, conoció a una persona que se dedicaba a la piratería de productos electrónicos; él le enseño a Sergio y a sus amigos a colocar etiquetas falsas mediante las cuales hacían pasar los productos por originales. Primero trabajaban con taladros que com-

Todo el pedo empezó hace unos 7 años más o menos, los de aquí del trueno eran los que vendían droga, eran los únicos que vendían en ese tiempo, luego llegaron que los Zetas, fue cuando se despertó todo el pinche pedo, como siete años más o menos, sí porque yo todavía le ponía a la coca, yo tengo como seis años que no le pongo, ósea sí me arreglo pero allá a las cansadas, a las retiradas, pero antes era vicioso

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de todos los días, ahí vendían droga a lo desgraciado. Cuando recién entraron aquellos fue cuando se empezaron los balazos. Ahorita ya está más calmado.

dían aventarse un tiro entre ellos, porque se metían los cárteles, por qué, porque no les gustaba que llegara la policía, entonces se fueron desintegrando(Brenda, 25 años).

1.1.2.- La desarticulación de las agrupaciones juveniles La intensidad de la violencia transformó radicalmente las prácticas de los jóvenes del sector. El miedo de salir a la calle y reunirse con su grupo de pares se convirtió en una constante, no solo por la coacción de los grupos armados, sino también por el acoso constante de los elementos policiacos, quienes los consideran sospechosos por el simple hecho de ser jóvenes. El libre tránsito se vio coartado, las decenas de víctimas (directas o indirectas) de las pugnas por el territorio fueron un recordatorio constante de que el peligro era latente, poco a poco “la fiesta y la vagancia” se fueron acabando.

Un joven que vivió de cerca la situación en su barrio relata la situación, por cuestión de seguridad su nombre se mantendrá bajo reserva:

Con este pedo de que entraron los cárteles y todo, pues hubo muchas muertes, hubo mucha sangre, hubo mucha violencia, hubo mucha competencia por el territorio. Los cotorreos no eran como antes que podías andar vagando, pisteando, echándote un toque y todo sin pedo. Ahora ya te topas un carro que desconoces y mejor le das la vuelta. No puedes expresarte libremente en las calles (Remiks, 27 años).

[…] hubo un tiempo que decían que a los batos que miraran en las esquinas los iban a levantar, pero eso no impidió que estuviéramos en la esquina, unos sí se fueron y poco a poco fuimos disminuyendo. Pues es que cuando vinieron los de la letra a todos nos amedrentaron, incluso yo estuve al borde de la muerte porque a mí me levantaron, porque me encontraron mariguana de aquel lado [La Durangueña], ellos estaban aquí en el cerro y bajaban, a los que agarraban con mariguana nos daban mangerazos, nos hostigaban machín, jugaban con nuestra vida, nos metían el revólver en la boca y hacían el juego de la muerte. El juego de la muerte es de que ponen una bala, le dan la vuelta y si te truena pos te tronó y si no te truena pos chido, y se siente gacho porque tienes el cañón y ¡hay güey, qué onda!, tienes hasta ganas de llorar, porque hasta el más cholo, el mas cabrón… sí te da la melancolía de llorar, de que te arrebaten la vida tan solo en un minuto.

Previo a la presencia de grupos armados, el barrio, la pandilla o el crew constituían los ámbitos de reunión y convivencia para buena parte de los jóvenes de la zona. Ante el posicionamiento de los cárteles, estos grupos representaron una amenaza de “calentar la plaza” dados los antiguos conflictos territoriales que ocasionalmente provocaban riñas, o por los robos que algunos jóvenes realizaban en las colonias, pues en ambos casos atraían la presencia policial. Los miembros de las organizaciones delictivas se valían de las amenazas, el uso de la fuerza física y las armas para coaccionar a los jóvenes y evitar que se reunieran en lugares públicos.

Me decían, “mira hijo’e tu puta madre, tú sabes dónde están”, pero yo les decía no carnal yo voy a comprarla allá [en el cerro], pero pos la neta nunca iba a comprar allá, me decía “yo estoy ahí y nunca te veo”, porque incluso los de aquí del barrio se metieron con los zetones, por eso sabían nuestra vida, y decían“tú eres mariguano güey y nunca te veo allá”, incluso nos tumbaban los celulares o la feria y me decían “¿qué güey te subo arriba para mocharte la cabeza por andar comprando mota de aquellos güeyes?”, nos pataleaban la cabeza, nos hacían machín de todo, nos traían gacho.

Llegan los cárteles y ellos [los barrios] se desintegran, deja de haber pleitos, porque los que trabajaban en los cárteles no permitían que siquiera se dijeran algo, si se peleaban los tableaban, ósea no po-

Pero yo decía, ¡qué pues!, si nosotros siempre hemos consumido de allá y me arriesgué a caer a los puntos de allá y ¿qué onda carnal si le puedo caer?, “¿de dónde eres?”, no pos soy del Barrio 2, “eres zetón hijo de tu puta madre”, no qué pues carnal, me la ando rifando para

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venir deste lado y me decían “vas a ver le voy a decir a la carrucha”; y lo que hacía yo era que me sentaba, pos yo no debía nada, yo le decía háblale carnal, yo no me quiero sentir muy vergas pero el que nada debe nada teme. A esos batos lo que les gustó de mí es que nunca me amedrentaba porque yo sabía que no eran ojetes, decían “no wey cuando quieras caer, caile no hay pedo”. Ya fue cuando yo empecé a orillar a la banda del barrio p’allá, yo les decía no wey es que tenemos fama de que somos zetones porque los zetas están arriba, incluso esos güeyes nos traen del culo machín, que llegan y que manguerazos, nos tumban, nos meten los pinches chiriscuazos, hacen lo que quieren con nosotros. Porque la neta caías al punto de esos batos y te tumbaban, que dame una bolsita de mota“simón we pero tienes que dar pa la coca”, o“haber güey, no te conozco, nunca habías venido pa acá” y que “túmbate esto y túmbate lo otro” entonces pos la banda no caía. Porque incluso acá del lado de San Joaquín, Durangueña, llegabas y “qué carnal que vas a llevar”, y “no, chido carnal, namás al tiro con la ley”.

Este y otro tipo de prácticas violentas generaron entre consumidores y la población en general una percepción negativa hacia los Zetas, a quienes hasta la fecha se les acusa de haber exacerbado la violencia y generar el caos en el Poniente; ejemplo de ello es que también se les conoce como “los malos”, sin que esto implique que la población identifique a los Chapos, del Cártel de Sinaloa, como buenos pues, dicen, “los dos mataron gente inocente”. A principios del 2011, luego de intensos enfrentamientos, los Chapos replegaron al Cártel de los Zetas hacia el sur-oriente de Torreón y tomaron posición en el Cerro de la Cruz. A partir del posicionamiento de estos últimos se generó una división interna entre “Los Cabrera” y “El Cártel del Poniente”, la violencia no ha cesado, sin embargo son pugnas de menor intensidad, comparadas con los años anteriores. Ante la disminución de los llamados “eventos”, los jóvenes poco a poco comienzan a retomar las calles y a posicionarse en lugares públicos, no obstante el estigma de la violencia los ha dejado marcados. 130

1.1.3.- La incorporación de los jóvenes al narco En México, como en el resto de América Latina, los cárteles han puesto los ojos en los jóvenes de las pandillas para incorporarlos a las redes del narcotráfico, la mayoría de las veces el ingreso es consentido, sin embargo, la salida no es opcional para la mayoría de ellos. Las expectativas de algunos jóvenes los llevan a involucrarse para ganar dinero, poder o respeto; otros tantos se relacionan de manera involuntaria tras la convivencia cotidiana con los grupos: inician como mandaderos llevando comida, cigarros, agua o refrescos a los vigilantes y su permanencia con el grupo los lleva a integrarse en actividades con mayor remuneración. Los trabajos que les ofrecen al inicio no distan mucho de lo que ya hacían en el barrio: permanecer en la esquina observando, solo que ahora tienen que reportar quién entra, quién sale, autos sospechosos, personas desconocidas, policías, “los contras”, etc. Estas funciones generalmente son asignadas a los más jóvenes, de entre 13 y 15 años, quienes en sus conversaciones y juegos pareciera que no perciben el peligro, mientras cuidan el punto, hablan de las mejoras que le harán a su colonia “cuando tengan mucho dinero”, la realidad los golpea cuando alguno del grupo es detenido o asesinado. Los “halcones”, a su corta edad, no necesitan estar muy entrenados para obtener un arma, pues como los obreros del capitalismo, existe un ejército de reserva para suplir las bajas. Uno de los jóvenes entrevistados, el cual pidió omitir su nombre, realizó durante algún tiempo esta actividad, su relación cercana con los “pesados” del punto permitió su salida sin ningún problema, él comenta:   La mayoría de los chavos que andan en ese rollo, son porque están sufridos, todos estamos sufridos, pero hay quien está más que los otros. Donde hay disfunción familiar, son los jóvenes que pueden ser atrapados más fácilmente, de los que yo conocía la mayoría estaban en esa situación. En su tiempo yo estuve de vigía, hace muchos años, pero a mí nunca me hizo falta nada, yo lo hice nomás por no querer trabajar y agarrar dinero rápido, y muchos de los chavos es eso, que no quieren trabajar o que no hay oportunidades para ellos. 131

Al ganarse su confianza, los jefes les dan acceso a las drogas, para pesar, empacar o distribuir en los puntos de venta. Entre mayor sea el cargo, mas enemigos se generan, y aunque la paga sea mejor, a decir de uno de los expendedores “se vive en una jaula de oro”, pueden tener dinero y beber Buchanan´s, pero no pueden transitar por las calles tranquilamente, sin el temor a ser asesinados. Las situaciones que conducen a los jóvenes a ingresar al crimen organizado son diversas. La disfunción familiar es una característica reiterada; no obstante, como se aprecia en el testimonio anterior, no es una condicionante. El acceso a dinero rápido es uno de los factores de atracción, al respecto un joven albañil comenta “lo que yo gano en la semana, que son mil pesos, ellos lo ganan en un día, el más pesado gana veinte mil pesos al día, pero está tu vida de por medio”. Algunas personas atribuyen el ingreso masivo de jóvenes a una “moda”, en la que los jóvenes se involucran sí por el dinero, pero también por ganar prestigio y poder. Yo creo que más que nada es por varo, sí porque pos son gentes de vagancia y todo, te ofrecen dinero fácil y también poder ¿verdad?, o sea, es gente que en su vida no ha tenido nada, y te ofrecen todo así, te lo ponen en bandeja de plata y pos véngase, yo quiero una troca último modelo, yo quiero andar parando a un güey y ¿Qué puto, tú qué?, yo quiero llegar y sabes que, a la verga, mátame a este güey a la chingada, o sea poder y varo más que nada. Veías un sumiso que en el barrio cualquiera le partía su madre, le ponías una pistola y se te ponía al tú por tú, se alzaba más, se crecía el bato, por eso mismo a muchos les dieron cuello (Remiks).

Casi todos los jóvenes con los que se tuvo la oportunidad de conversar, tuvieron uno o varios amigos y/o conocidos que entraron a trabajar en la red del narcotráfico, ya sea como “halcones”, “puchadores” o “sicarios; la mayoría de ellos ahora están muertos o desaparecidos. Como se ha podido observar en los testimonios, los factores de ingreso son diversos al igual que los jóvenes, no obstante, es claro que la exclusión social a que se encuentran sujetos los vuelve más vulnerables.

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1.1.4.- Discriminación hacia los jóvenes Uno de los efectos graves que ha dejado la violencia en el sector es la discriminación policiaca, laboral y social sobre sus habitantes. Para los jóvenes que buscan retomar su vida social y actividades productivas, ha resultado particularmente difícil; la imagen difundida por los medios de comunicación sobre la violencia en el Poniente ha permeado en el imaginario de la sociedad lagunera, estigmatizando al sector por su peligrosidad, con los jóvenes como los principales protagonistas de la violencia. A decir de la investigadora Rossana Reguillo (2000), desde los años ochenta y principios de los noventa los medios de comunicación han difundido la imagen de que los jóvenes marginados constituyen uno de los sectores más problemáticos de la sociedad, para colocarles etiquetas de “delincuentes”, “violentos” y “peligrosos” sin hacer alusión a la fuerte crisis de legitimidad de las instituciones y a la situación económica derivada del proyecto neoliberal, cuya consecuencia más tangible ha sido la sobrexplotación de unos y el desempleo de otros, colocando a los sujetos juveniles como uno de los sectores más discriminados y excluidos de las políticas de desarrollo. Para la autora, cuando se habla de la violencia, la falta de seguridad y el incremento de la delincuencia sin hacer alusión a los contextos sociopolíticos, se hace parecer a los sectores marginales y particularmente a los jóvenes como los responsables directos de la inseguridad de las ciudades, lo que favorece el clima de hostigamiento y represión de las prácticas juveniles y justifica así las medidas legales e ilegales que se emprenden en contra de ellos. […] la configuración de los miedos que la sociedad experimenta ante ciertos grupos y espacios sociales tiene una estrecha vinculación con ese discurso de los medios que, de manera simplista, etiqueta y marca a los sujetos de los cuales habla. Mediante estas operaciones, ser joven equivale a ser “peligroso”, “drogadicto” o “marihuano”, “violento”; se recurre también a la descripción de ciertos rasgos raciales o de apariencia para construir las notas. Entonces, ser joven de los barrios periféricos o de sectores marginales se traduce en ser “violento”, “vago”, “ladrón”, “drogadicto”, “malviviente” y “asesino” en potencia o real (Reguillo, 2000, pp. 155-156). 133

Para los jóvenes del poniente de Torreón (sobre todo varones), enfrentarse a la discriminación y abuso de la policía ha sido una constante; incluso desde antes de que la narcoviolencia se apoderara de la vida cotidiana, el aspecto físico y la vestimenta son los principales factores por los que frecuentemente son detenidos y sometidos a revisiones, haciendo uso de la violencia física y verbal la mayoría de las ocasiones. Tiene que ver mucho con la televisión, normalmente el malandro, el que tumba, el que roba, anda así vestido, México ve mucho la tele, es la caja feliz, es la caja idiota y de ahí te vas creando la imagen. No te digo que todos los que nos vestimos así somos buenas personas, nunca falta el güey que tumbe, pues también pasa, pero es una minoría. Es más raro que paren a un güey que anda así de traje que a un bato que ande tumbado, cuando verdaderamente el trajeado, el político es el que te roba más, pero te lo roba de manera que no te des cuenta y el bato así tumbado pues ya llega y te tumba (Remiks).

En relación a su incorporación a las actividades productivas, ser del Poniente ha resultado una limitante para acceder a cualquier empleo formal.  

En zapaterías, en tiendas grandes, por ejemplo, cuando todavía no me tatuaba, fui a Lala, pero de aquí no querían a nadie, fui a la zona industrial y de aquí no querían a nadie, por qué, no sé, yo creo se les afiguraba que en cualquier ratito llegaban por uno, qué se yo. Nos dicen “de dónde eres”, y lo’ ya pos les dices, no pos de acá de la colonia Cerro de la Cruz, “haaa.. no, después te marcamos”, te dan el cortón gacho, o te preguntan, ¿todavía sigue la violencia allá?, ¿está feo por allá? Se siente feo que te discriminen y más por ser de acá (Brenda).

La presencia histórica de múltiples agrupaciones juveniles en los barrios del Poniente, aunado a la recurrencia de sucesos violentos, en diferentes niveles, ha generado una imagen negativa del sector. No obstante, la vida del barrio o la colonia representa una duali134

dad en la que, por un lado, los habitantes conviven con la violencia económica, familiar, las peleas entre los barrios, la delincuencia a pequeña escala, el consumo de drogas, la informalidad, etc. pero, también generan prácticas comunitarias, solidarias, de respeto y apoyo mutuo propiciadas en buena medida por la antigüedad de las colonias y las redes de parentesco que aún persisten; es decir, hasta antes de la llegada de los grupos armados, el barrio fue un lugar seguro para sus habitantes. Antes de la inseguridad estaba la fama de los barrios, cuando aumentó la inseguridad casi querían cortar la ciudad. Una vez hubo algo que a mí no me pareció, estábamos en clase hablando de la violencia y yo reclamaba que por qué en los medios, cuando había balacera, ya no decían nada, y una compañera de mi salón dijo“ay es que ya deben de estar acostumbrados”, entonces yo si me molesté y le dije, mira yo tengo toda mi vida viviendo allá, pase más de diez años yendo y viniendo de mi colonia [Martínez Adame] a San Joaquín y nunca llegué a ver un pleito, ni navajazos, ni robos; o sea, esa es la fama que tiene el Poniente de que te roban y de inseguridad, pero pues antes de la guerra contra el narco yo creo que todos los del Poniente estábamos muy a gusto (Cristina, 23 años).

La imagen de las colonias, derivada de la información que trasciende en los medios de comunicación y entre la población ajena a sus dinámicas comunitarias, dicen los pobladores, es solo lo malo, la violencia, los muertos, el estereotipo de los jóvenes delincuentes, los cholos, tatuados, drogadictos, etc. No obstante, hablar de jóvenes en el Poniente, nos remite a una heterogeneidad de sujetos, con referentes identificatorios, personalidades, prácticas y expectativas diversas. 3.1.5.- Educación y empleo: un futuro marcado por la escasez de oportunidades Hasta hace unos años, la preparación escolar representaba para los jóvenes la posibilidad de mejorar su condición económica y social; actualmente, según datos de la Organización para la Cooperacion y el Desarrollo Economicos (ocde) la formación acadé135

mica no garantiza el acceso a un empleo (OCDE, 2014), mucho menos la posibilidad de ejercer una carrera profesional. La situación es tal que muchos profesionistas prefieren omitir su escolaridad por temor a que los consideren sobrecalificados y los descarten de inmediato. Ante este panorama, es común que cada vez más jóvenes del sector se sientan desmotivados para continuar con sus estudios y prefieran buscar trabajo o permanecer bajo la manutención de sus padres. Por su parte, algunos padres del sector poniente no se sienten con los argumentos suficientes para impulsarlos a seguir estudiando: “cómo le digo a mi hijo que estudie, que se prepare, si ahorita hasta los más estudiados andan sin trabajo o aceptando lo que les caiga”; otros no cuentan con la posibilidad económica para cubrir ese gasto, pues considerando los bajos salarios y que, en promedio las familias cuentan con dos o tres hijos, el gasto en educación se incrementa, más aun cuando están en edad de cursar la secundaria o preparatoria, pues el sector no cuenta con la infraestructura necesaria para cubrir esta necesidad: de las once colonias que conforman el sector poniente, ninguna cuenta con instituciones de educación secundaria y preparatoria, por lo que los jóvenes deben trasladarse hacia otros puntos de la ciudad de Torreón o a la vecina Gómez Palacio. La exclusión social tanto en términos educativos como laborales (por lo tanto económicos),coloca a buena parte de la población joven en situaciones de mayor riesgo de sobrexplotación laboral, desempleo, alcoholismo, drogadicción, violencia doméstica o de caer en las redes del narcotrafico, como se mostró en el apartado anterior. No obstante la presencia de profesionistas, ingenieros y técnicos en distintas carreras, actualmente los trabajos más comunes entre las y los jóvenes se relacionan con los negocios de la zona comercial —la cual está ubicada en la parte oriente del sector—, especialmente en el mercado Alianza, pues algunos tienen padres con negocios establecidos; ahí son ocupados como cargadores o ayudantes en los diferentes locales de abarrotes, fierros, autopartes, frutas, carne, aguas de frutas, etc.; el comercio ambulante también representa una importante fuente de empleo, sobre todo los giros de venta de ropa, tenis y aparatos electrónicos de segunda mano. 136

En el caso específico de los varones, es más usual que trabajen en la obra (construcción) como ayudantes de albañil; en las marmolerías, como cortadores, pulidores o en la elaboración de tapetes con figuras decorativas para los pisos: en el Cerro de la Cruz, les dicen “los gasparines” pues es común verlos llegar a la colonia cubiertos de polvo blanco; también están los franeleros lavando y cuidando coches, algunos de ellos incorporan a su servicio la aplicación de gomas para los limpiaparabrisas o puertas, a estos últimos se les conoce como “huleros”. Otra importante fuente de ingresos es la venta de dulces; hasta hace unos años, ésta era una actividad frecuente entre jóvenes con problemas de alcoholismo y/o drogadicción para recaudar dinero por parte de los centros de control de adicciones y rehabilitación: salían a las calles con una bolsa de paletas u otros dulces y los ofrecían por una cooperación voluntaria para cubrir sus gastos en los centros; actualmente muchos jóvenes realizan esta actividad, sin embargo, ahora el discurso gira en torno a la situación de desempleo: “Qué tal amigos, disculpen que los moleste, ando vendiendo estas paletitas, no sé si gusten apoyarme, la verdad no vengo de ningún centro de rehabilitación, soy desempleado y prefiero vender paletas que andar robando, ái con lo que gusten cooperar, es por una buena causa”. A decir de ellos, además de ser un trabajo bastante redituable les permite tener ciertas libertades que un trabajo formal les limita, pues ellos son sus propios jefes, trabajan cuando quieren y ganan lo que quieren según el tiempo que le dediquen, algunos de ellos invierten $200 y llegan a ganar hasta $700 pesos en cuatro o cinco horas, lo que les permite hacer otras cosas que realmente disfrutan. A veces me dice mi mamá que me meta a un trabajo, donde que el seguro, que esto, que lo otro, pero no me gusta, porque voy a trabajar ciertas horas y voy a ganar muy poco y me voy a privar de las cosas que me gustan, por ejemplo, escribir, leer, dibujar, los trabajos también a veces están bien pesados y no sale uno de lo mismo (Anónimo, 25 años).

Las oportunidades de empleo para los jóvenes del sector son pocas y muy mal remuneradas, pues además de que implican jorna137

das de trabajo extenuantes de hasta 10 horas diarias, en algunos casos los pagos no superan los $1000 a la semana, por ello que muchos de los jóvenes se inclinan por el mercado informal, pues incluso en los empleos formales la seguridad social y el acceso a la vivienda ya no están garantizados. 3.1.6.- Identidades juveniles en el Poniente: un proceso de reconstrucción Desde principios de 2013 a la fecha, hemos tenido oportunidad de participar en distintos proyectos de investigación e intervención que involucran la participación de los jóvenes del sector poniente, durante este proceso hemos sido testigos de la multiplicidad de identidades juveniles, las cuales se caracterizan a su vez por una diversidad de prácticas, intereses y perspectivas. Como se mencionó al inicio de este artículo, la construcción identitaria constituye un proceso dinámico de aprendizaje, el cual se nutre de interacciones sociales mediante las cuales, en este caso los jóvenes, experimentan su condición y otorgan significados a su entorno. En este sentido consideramos que la juventud más que una condición social, son formas de significar al mundo a partir de las trayectorias de vida, los contextos en que se desenvuelven, las actividades con las que se identifican, la multiplicidad de sus prácticas, sus experiencias, aspiraciones y planes a futuro en contextos históricos, sociales y culturales específicos. A grandes rasgos, podemos dividir a los jóvenes del poniente de Torreón en dos grupos: por un lado jóvenes cuya transición de la infancia a la adolescencia ocurrió durante el periodo de violencia (2007-2012): se caracterizan por la búsqueda de referentes identitarios tras un largo periodo de reclusión y miedo, consideran que la violencia no les ha permitido vivir su etapa con tranquilidad y buscan en su grupo de pares elementos comunes para comenzar a tener presencia en los espacios públicos mediante el deporte, el baile, la música, el grafiti, la fiesta, el noviazgo, etc., en este proceso de búsqueda se identifican por tener intereses muy diversos y muestran una gran apertura a conocer cosas nuevas, como si quisieran recuperar tiempo perdido. Por otro lado, están los jóvenes cuyas adscripciones identitarias ya estaban definidas y sus actividades fueron inhibidas por la 138

narcoviolencia: tal es el caso de los bellacos, los cholos y los rapers. Ellos buscan regresar a sus prácticas anteriores e incorporarse nuevamente con su grupo de amigos. Para algunos, esto último ha resultado particularmente difícil tras la pérdida de miembros de los crews o barrios: “hay banda que conocías y que ya a muchos los mataron y tienes que empezar a socializar”. Al interior de este segundo grupo, identificamos tres subgrupos, esto no implica que engloben a la totalidad de jóvenes del sector poniente, no obstante haremos un desglose para ir al detalle en la medida de lo posible, de acuerdo a los elementos observables y las entrevistas, retomando elementos como la vestimenta, la música y la ideología como elementos que configuran su “ser joven”. a. Los Bellacos Este grupo es relativamente nuevo, comenzaron a hacer presencia poco tiempo antes del incremento de la violencia y actualmente han perdido presencia en el sector. Ellos se caracterizan por escuchar reggaetón, los cantantes más representativos para estos grupos son Arcángel, Ñego Flow, De La Ghetto, Farruko y Daddy Yankee, quienes interpretan música bailable con un toque de rimas que aluden a la fiesta, el dinero, el sexo y las mujeres. La forma de vestir, tanto en hombres como en mujeres, se caracteriza por usar colores llamativos en sus prendas, pantalones de tubo, tenis blancos y en ocasiones piercings en la cara; en los hombres camisas de cuadros, cabello corto en degradado, cadenas brillantes con grandes dijes, lentes obscuros, cachucha con visera amplia; en las mujeres, blusas ajustadas, faldas y pantalones de mezclilla y cabello largo con flequillo. Generalmente están conformados por grupos numerosos de hombres y mujeres, que disfrutan el baile y el coqueteo. El gusto por el reggaetón ha llevado a algunos jóvenes del sector a orientar sus actividades a la música componiendo canciones e interpretándolas de manera individual o en grupo; una de estas agrupaciones es Mexican Dembow, la cual surge en la colonia Cerro de la Cruz en 2012, está integrada por cuatro jóvenes, quienes alternan el trabajo asalariado con el trabajo musical. A través de recursos propios, Mexican Dembow estableció un 139

modesto estudio de grabación llamado jb records, los temas principales de sus canciones son las relaciones amorosas, la fiesta y la atracción sexual. En la búsqueda por dar a conocer su trabajo, han participado en varios programas de radio y televisión local y han viajado a diferentes estados para dar espectáculos musicales, en internet también se pueden encontrar videos de sus canciones, algunos de los cuales están grabados en la colonia antes mencionada. Para los bellacos, las implicaciones de la narcoviolencia se reflejaron mayormente en la reducción de posibilidades de convivencia, no obstante, poco a poco comienzan a recuperar sus prácticas, juntarse en la esquina, escuchar música y organizar las Party´s. b. Los Cholos Este tipo de agrupaciones juveniles es de los más antiguos en el sector. Una de las características principales de estos jóvenes es la vestimenta, generalmente usan pantalones, shorts y playeras holgadas, o camisas amplias de beisbol, basquetbol y futbol americano o una sencilla playera interior sin mangas, los tatuajes son otro elemento común en su aspecto. Actualmente, la mayoría de estos grupos están integrados por hombres casi en su totalidad, si bien la integración de mujeres a estos grupos siempre ha sido minoritaria, actualmente es casi nula. Un elemento base en la configuración identitaria de los cholos ha sido la apropiación de espacios públicos que constituyen puntos de reunión, los cuales se marcan y delimitan simbólicamente con las “placas” del barrio (graffitis). En el sector poniente se identificaron 15 barrios: Harpis XII (en Plan de Ayala), La Tárzan, Barrio 2 (en Miguel Hidalgo), Aquiles (en Aquiles Serdán), Los Bañados, Los Venenos, Los Panaderos y Los Pipos (en La Victoria), Los Bañados Cuarta, La tercera, La segunda, La Bicancha (en San Joaquín), Caleras, El 18 y El 17 (en la Durangueña). Estas agrupaciones mantienen una serie de códigos grupales, de lealtad y unión que cohesionan las relaciones, para ellos el barrio representa una nueva familia. El Wama, un joven cholo que retoma elementos de los “antaños” o “vieja escuela”, considera que la unión que se genera al interior 140

de cada uno de los barrios se basa en “el carnalismo” y en darle siempre “pa’dela”. “El rollo de los cholos es la unión, la hermandad, de ser carnales de, por ejemplo, un bato viene y se mete con uno, le salimos todos y sobre de él. El lema de aquí del sector poniente es ‘Todos somos uno y uno solo somos todos’” Wama actualmente tiene 23 años, desde su adolescencia ha convivido con los cholos del barrio y ha aprendido ciertos códigos que, dice, los cholos de ahora, los más jóvenes, ya no tienen. Los más jóvenes tienen ambiciones, yo no te voy a decir que yo no, pero a ellos se les hace la vida más fácil, más rápido, de que “no a la chingada, estos weyes la piensan” y los morros no la piensan, van y hacen y deshacen, pero así como no la piensan en corto los tumban, por eso [en el narco] mandan a los chavos por delante, porque los chavos, en el afán de decir “soy de barrio, soy cholo, pos vamos a hacer un desmadre”, pero tienen una ideología de cholo que no es de un cholo de barrio, un cholo cholo que es chingón se la anda rifando a putazos, de que “¿qué onda güey un tiro? no saques tu juguetito”, un cholo puede ser que traiga un fierro y todo, pero no se la anda rifando con plomo y los morrillos sí. Porque un cholo siempre es puro pa’dela, de que miras los madrazos y no retrocedes, vas para adelante y hasta donde tope, y por ejemplo los morrillos se les acaban las balas y corren y eso no es de ahí, eso es lo que diferencia a un cholo a los cholos que piensan los morrillos, pero tienen un significado muy erróneo, el cholo se distingue por su carnalismo y porque se da el tiro simple y sencillamente.

Estar en la esquina, tomar caguama y compartir el toque de mota son parte de la convivencia, sin embargo, con la integración de muchos de los miembros de las pandillas al narco estos grupos han disminuido. La identidad territorial sigue siendo un elemento base, pero las pugnas entre barrios son menos frecuentes pues sus prácticas callejeras ahora están reguladas por el cártel en turno, no obstante, el barrio continúa siendo el espacio de reunión y escape frente a la rutina diaria. c. Los Raperos El rap en el sector poniente es uno de los grandes articuladores de agrupaciones juveniles, con una tendencia de asenso entre las 141

nuevas generaciones. En relación a su aspecto, éste es muy similar al de los cholos, sin embargo hacen mayor uso de las gorras de beisbol, expansiones en los orejas y playeras holgadas cuyos diseños se componen generalmente por letras grandes con estilo de grafiti, otro de los elementos del hip-hop, corriente cultural a la que se adscriben y en ocasiones se utiliza como sinónimo de rap. Para los jóvenes que integran estos grupos, más que un simple género musical, el rap representa un estilo de vida y un mecanismo de expresión que, en tanto nace en el barrio, les permite transmitir sin censuras su forma de pensar y de ver la vida. Ellos se inspiran en la calle, en el andar diario, la violencia, las drogas, el barrio, la amistad;la cultura, el amor y desamor, problemas económicos familiares y sociales son componentes principales de sus letras. Para articular los referentes que identifican a estos jóvenes, pudimos conversar con jóvenes pertenecientes a tres Crews del sector: Sub Crew, Familia Joakas House y los New School Hill (La nueva escuela de la montaña). Sub Crew es uno de los grupos más antiguos en el sector, fue integrado hace casi diez años por un grupo de jóvenes de distintas colonias (principalmente de San Joaquín) en busca de espacios de expresión que les permitieran canalizar su rebeldía y expresar sus inconformidades frente a un sistema político, económico y social que los excluye. Frente a la necesidad de distinguirse y hacerse escuchar, los jóvenes comenzaron a escribir canciones en las que manifiestan su inconformidad y adoptaron formas de vestimenta que los diferenciaran de aquello que no les gusta. Al respecto, El Remiks, uno de sus integrantes, nos comparte un poco de su ideología y su ser joven: El hip-hop me llega como una forma de expresión ¿no?, cuando no estoy a gusto con algo que veo, mucha corrupción, tirarle al gobierno, porque estamos incómodos, no estamos satisfechos con lo que..., por ejemplo, trabajamos como peones, ganamos una madre y sin embargo tratamos de darle un sentido a la vida, no nomás trabajar, tener hijos y ya, un empleo formal, no we, es satisfacerte a ti personalmente, crecer, hacerte sentir, pues, vivo, sentir que estás haciendo algo que va a trascender, que igual te vas a morir pero va a quedar algo ahí, de que “ah este wey fue el bato que se murió, tiene estas rolas, hablaba de esto, hablaba de injusticias, de corrupción”. 142

-Sus inicios Yo empecé con un crew ahí en la Moderna, el adn, la mayoría pos éramos chicos con problemas familiares, problemas con la iglesia, problemas de vestimenta, de que no hallábamos nuestro lugar y entre todos nosotros nos juntábamos y sentíamos familia, comunidad, soy parte de él, él es parte de mí, o sea somos un Crew, somos una familia, somos una tribu urbana y entre nosotros mismos nos identificamos, por lo mismo, por problemas que siempre tenemos, que no encontramos nuestro lugar y ahí entre nosotros mismos nos sentíamos a gusto, protegidos, con camaraderismo, con familia. A mí siempre me llamó la atención el graffiti, empezó todo con graffiti, veía las paredes pintadas y decía ese pedo qué onda, yo quiero, yo quiero hacer cosas ilegales, quiero hacer cosas en contra del sistema, igual por insatisfacción hacia la forma de vida, hacia cómo nos tratan, hacia cómo nos ven, la discriminación, todo ese pedo. No por que veas a un bato así como ando vestido, que anda todo tatuado, con piercings, quiere decir que es sinónimo de vandalismo, de un bato sin qué hacer, un vago, o sea no. Por ejemplo a mí siempre me llamó la atención el pedo de ser diferente que típico empelado con corbata y yo pos ah chinga yo no quiero ser un güey que tenga que ir vestido acá. Siempre me llamó la atención la rebeldía, de “¿por qué haces esto?”, ah chinga por qué no lo voy a hacer, para ver qué consecuencias va a tener y simplemente no aceptar órdenes, o sea si yo lo quiero hacer lo hago, porque me hace sentir bien. Yo quería ser distinto, ser diferente y vi en el hip-hop la oportunidad, yo me guié en eso, es otra manera de ver las cosas.  También me llamaba la atención la gente tumbada, la gente con arracadas, con tatuajes y la forma de mezclar las palabras, con Eminem, a nivel México con Control Machete, con Molotov cuando mezclaban algo de rap en sus rolas, y con la de “Gimme the power” decía: esos weyes qué onda ¿edá?, o sea, le tiran al sistema a madres, están inconformes y ahí yo me di cuenta que puedes hacer algo en contra del sistema y que hagas pensar a mucha gente igual que tú, con tus rolas, con tu rollo y te das cuenta que le gusta a otra gente, se identifican contigo y pos qué chido. 143

-La música como elemento de inconformidad frente al gobierno y la situación en el barrio Eso de estar en manifestaciones, a mí me late machín, porque te manifiestas, pero pos una forma de no andar con violencia, de aventar una molotov al pri, no we, vamos a hacer una rola, que le pegue, que les llegue, de manera pacífica, pero que sepa que estamos inconformes, porque el hip hop para mí nació de la protesta. Nosotros vemos las diferencias económicas, ¿cuánto gana una persona que vive en San Joaquín y una persona que vive en Monte Bello?, México es un país enormemente pobre, hay pocos ricos pero con enorme riqueza, esa economía nos hace estar insatisfechos. Por qué si un obrero que trabaja mucho más tiempo que un güey que va a una oficina, ese güey cobra y se retira, o sea, se chinga más el obrero trabajando y el otro wey que es hijo de papi y mami tiene una empresa multimillonaria, nada más va y cobra, a mí eso en lo personal me molesta, se nos hace injusto, trabajar tanto y ganar menos. En el ámbito del gobierno, cuánta feria no nos quita el gobierno, que nuevos impuestos, no llenan con todo lo que tienen, ah chinga no we, bájale poquito, cámara, estás viendo cómo subsistimos, sub vivimos, porque no vivimos bien, y todavía nos quieres chingar más, nos da inconformidad. También hablamos de drogas, falta de atención, problemas familiares, soledad, de que pos el niño cómo se cría desde chico. Tenemos una rola de un chavito que el niño se crió con un papá alcohólico y una madre prostituta, cómo va a crecer el niño, no pos todo trastornado, lógicamente va a buscar apoyo aquí y allá, no lo encuentra, se va a ir a la calle, se va con los compas, se empieza a malear, empieza a vender drogas, busca cualquier alternativa de afecto porque en la casa no se la dan, o sea en la calle se busca lo que en la casa no te dan, es el típico niño del barrio, el que se hizo independiente a los 7 años, el que trabajaba vendiendo chicles, que no fue a la escuela pero quería subsistir. Para mí la música es rebeldía, una forma de vida, de mostrar la inconformidad que sientes, de no ser una persona más, un obrero más, de 144

que trabajo, me voy a la casa, la familia, otra vez trabajo, o sea rutina no, salir de la rutina, salir de la monotonía, hacer algo que te satisfaga, fuera de que si ganas feria, que si te pagan por evento o no te pagan, con el simple hecho de que te inviten es, saben que ahí estoy, que traigo un rollo que le gusta a la banda. Para mí en lo personal no es tanto el varo, pero pues quien no quisiera vivir de lo que le gusta, estaría a toda madre, pero me preocupo más por las descargas, el chiste es que más banda nos escuche.

El punto de reunión de este grupo se ubicaba en la colonia San Joaquín; la ubicación intermedia de la colonia, en relación a las pugnas territoriales entre los cárteles, dificultó la continuidad del proyecto conjunto. Actualmente están retomando su trabajo musical, el cual alternan con el trabajo asalariado y, en el caso de Remiks, con los estudios; estas últimas actividades les ocupan buena parte del día, no obstante buscan los espacios para seguir componiendo y produciendo su música. Otra de las agrupaciones es la Familia Joakas House (FJH), originaria también de San Joaquín. Hasta hace unos años, sus integrantes formaban parte de un grupo más amplio que estaba compuesto por varios Crews (SJ, Hip-Hop Rebelión, SV, URME y RPS), no obstante, ante la desintegración de algunos clanes, el número de miembros fue disminuyendo y fue en 2010 que formaron la Familia Joakas: se consideran una familia porque siempre están unidos y se apoyan recíprocamente. Actualmente está conformada por poco más de veinte hombres (también en este grupo la participación de las mujeres ha sido casi nula) cuyo factor de cohesión gira en torno a tres de los cuatro elementos del Hip-hop: grafiti, break y rap. Tuvimos la oportunidad de conversar con dos de ellos, quienes se dedican al rap: El Zoter y el Wama, para ellos el rap es un medio de expresión “un desahogo”. Sus canciones generalmente hablan de la vida en el barrio, las drogas, el alcohol, la camaradería y los buenos momentos que también viven en la colonia, con ellas buscan “levantar el Poniente”, es decir, que la gente conozca lo que hacen, cómo viven y que no todo en el barrio es violencia. Muestran una marcada inconformidad con el sistema político y la discriminación de que son sujetos por su vestimenta y por vivir en el sector. 145

Nada más hay un objetivo en el hip-hop, que es ir en contra del gobierno y contra las leyes, porque no nos parece las leyes que impone el gobierno, que “ah mira ese güey va vestido guango, vamos a discriminarlo, a meterlo a la cárcel y achacarle dos, tres cosas”, cuando los verdaderos criminales están atrás del escritorio, esos batos son los cabecillas y lo que uno hace es vivir el barrio, pero el gobierno no lo ve así, el gobierno nos discrimina y lo que hace es apachurrarnos poco a poco con los policías, eso a nosotros no nos parece, el gobierno nada más nos mira como criminales cuando ellos son los criminales, los rateros, extorcionistas, pero ellos nos achacan todo a nosotros. No te voy a decir que no, si hay batos criminales en el barrio, pero no por uno la vamos a llevar todos. El gobierno solo piensa en él, no piensa ni en su gente que son los policías, al gobernador lo puedes ver en un Spa pero la familia de los polis municipales la andan sufriendo, por eso los municipales nos roban a nosotros, por eso ellos son los ratas con placa, por culpa del gobierno, porque el gobierno no les da un mejor sueldo. Y no nomás es un partido, son varios. El gobierno sin nosotros no es nada, ese es el rollo, la gente alimenta al gobierno y él qué hace, nos jode, nos sigue jodiendo y nos sigue jodiendo (Wama, 23 años).

Dado que la mayoría de los jóvenes del grupo ha dejado los estudios, comentan que son presionados en la familia para que consigan un empleo, las oportunidades son limitadas y buena parte de ellos labora en el sector informal, al respecto el Zoter (18 años), quien se encuentra desempleado, comenta: “No hay trabajo, me da coraje de que el gobierno no hace nada y luego cuando buscas trabajo no te quieren porque eres del Poniente, ven la credencial y ‘no, es de tal lado’, y te dicen ‘venga después’”. Para ambos jóvenes el rap se hace por placer, no tanto por dinero, aunque dicen “a quién no le gustaría que le pagaran por hacer lo que le gusta”. Dado que no todos tienen un ingreso económico fijo, han realizado actividades para recaudar dinero y comprar los instrumentos necesarios para hacer las pistas y grabar sus canciones. Ellos, al igual que los otros grupos, comienzan a retomar su vida social, presentándose en eventos de rap y regresando al barrio. 146

Los New School Hill, de la colonia Cerro de la Cruz, son una generación más joven, ellos son un grupo conformado por cuatro hombres y una mujer, ellos surgen a partir de un proyecto de la asociación civil Circo Volador, cuyo objetivo era la elaboración de un diagnóstico sobre violencia y la implementación de talleres que surgieran de los intereses de los jóvenes. El taller de Rap fue uno de los más exitosos, logrando conformar este grupo, el cual continúa trabajando de manera independiente tras la culminación del proyecto. A su corta edad y tras el largo periodo de encierro propiciado por la narcoviolencia, los jóvenes han trabajado arduamente para dejar atrás este periodo y buscan mediante sus canciones posicionarse en la escena musical local. En poco menos de un año los jóvenes han producido sus propias canciones y han grabado algunos videos, los cuales se pueden encontrar ya en internet. Cuentan con un pequeño estudio casero, el cual se fue armando con la cooperación de los integrantes. La mayoría de ellos son estudiantes y tienen relaciones armoniosas con su familia, quienes los impulsan a continuar con su música. Con sus letras buscan enviar mensajes positivos a las nuevas generaciones, sus canciones se centran más en las relaciones amorosas y en el rechazo a las drogas, no obstante buscan seguir creciendo e integrar temas como el bullying, la migración y otras problemáticas sociales. Un elemento común en los tres grupos es el deseo de “levantar el Poniente”, es decir, quitarle la mala imagen, pues también están cansados de las violencias. Buscan que mediante sus canciones la gente sepa que el sector no es solo narcoviolencia, drogas y delincuencia, sino también relaciones armoniosas, de solidaridad y carnalismo al interior de los grupos y hacia los otros.

Reflexiones finales Cuando se habla de violencia, delincuencia, inseguridad y drogadicción se tiende a relacionar estos problemas con los jóvenes de los sectores marginados; estos elementos se transforman en un estigma a partir del cual se construye un imaginario donde los jóvenes de escasos recursos, tatuados, con perforaciones o con determinado aspecto son los responsables de dichas problemáticas, 147

al margen de los contextos sociopolíticos que en buena medida condicionan sus posibilidades de desarrollo. Si bien no podemos negar la participación de los jóvenes en estas prácticas ilegales, es un hecho que tampoco se puede hacer una generalización: el sector está compuesto por una multiplicidad de jóvenes con prácticas y aspiraciones distintas. Las desigualdades —en términos económicos, de acceso a la educación, empleo digno y bien remunerado, salud, vivienda, acceso a la cultura y participación política— han colocado a los jóvenes en una situación de vulnerabilidad, en la medida que sus posibilidades de desarrollo se ven mermadas y favorecen su vinculación con el desarrollo de actividades ilícitas. Estos procesos de exclusión representan uno de los factores explicativos de los actos de violencia y de la incorporación de los jóvenes a los grupos del crimen organizado, fenómenos que hasta la fecha han cobrado ya la vida de cientos de jóvenes tanto a nivel nacional como local. La narcoviolencia, como momento histórico y fenómeno social, forma parte ya de la cotidianidad, el lenguaje, la música, las historias y las calles del Poniente; en los barrios ya no es novedad, aunque los índices han bajado, la población del sector se mantiene siempre alerta pues el peligro es latente. Ante el sonido de las balas, cerrar la puerta, tirarse al piso y llamar para prevenir a los familiares que no están en casa, son las reacciones inmediatas durante “los cuetazos”. En radio o televisión, la noticia ya no trasciende, la información fluye de boca en boca, mediante videos o pequeños mensajes en donde los usuarios de redes sociales dan a conocer el número de muertos o heridos. En las colonias aledañas la noticia de los “eventos” se entremezclan con la información deportiva, espectáculos, la novela y el entretenimiento en internet. Las calles que poco a poco comenzaban a llenarse de vida, quedan vacías por un par de días. Aunque la intensidad y visibilidad de los asesinatos, “levantones” y balaceras en el Poniente ha disminuido, la narcoviolencia sigue presente y sin duda ha permeado en las identidades de los jóvenes, en su forma de significar al mundo y por supuesto en sus prácticas cotidianas. Poco a poco los jóvenes retoman sus actividades y vuelven a organizarse de forma grupal para hacer presencia en la esquina, en la cancha, las fiestas, para ellos la juventud

Brito Lemus, Roberto (1998). “Hacia una sociología de la juventud. Algunos elementos para la deconstrucción de un nuevo paradigma de la juventud”, Ultima Década, No. 9, Centro de Estudios Sociales, Chile. pp. 1-7 Dávila León, Oscar (2004). “Adolescencia y juventud: de las nociones a los abordajes”, Ultima Década, No. 21, Valparaíso, Chile, Pp. 83-104 Garay Salamanca, Luis, J. y Salcedo Albarán, Eduardo (2012). Narcotrafico, corrupción y Estados, Debate, México D.F. Gleizer Salzman, Marcela (1997). Identidad, subjetividad y sentido en las sociedades complejas, Facultad Latinoamericana de Ciencias Sociales, México, D.F. Hernández Alvarado, Hilda G. (2012). Referentes indetitarios de lo Lagunero, Universidad Autónoma de Coahuila. Nateras Domínguez, Alfredo (2006). “Violencia simbólica y significación de los cuerpos: Tatuajes en Jóvenes”, Temas sociológicos No. 11, Santiago, Chile, pp. 71-101 ___(2010). “Adscripciones identitarias juveniles: tiempo y espacio social”, El Cotidiano, No. 163, Universidad Autónoma Metropolitana-Azcapotzalco, México, pp. 17-23 Ornelas López, José L. (2012). “El constructo histórico social de la identidad territorial de los Laguneros”, en Referentes indetita-

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sigue siendo la mejor etapa de la vida, un periodo de formación en el que son ellos quienes toman las decisiones y construyen la persona que quieren ser; tienen claras las limitaciones pero les gusta pensar que las cosas pueden ser diferentes, pues lo que caracteriza a la juventud es el presente, la posibilidad de hacer lo que disfrutan, pues dicen que al entrar en la etapa adulta con las responsabilidades que eso conlleva, se dejan atrás los sueños: “los adultos se quedan en el hubiera hecho y no hice”, ahora ellos quieren recuperar el tiempo perdido y emprenden esfuerzos para lograrlo. Los jóvenes en su aquí y ahora quieren dejar atrás la violencia y “levantar el Poniente”, la música y las expresiones artísticas son para ellos un medio y un fin. Han sido muchos los muertos y larga la espera por retomar los espacios públicos, socializar con mayor libertad y continuar con la re-construcción de sus identidades.

Bibliografía citada

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Entrevistas Ángel Alan, 12 años (7 de Agosto, entrevista colectiva). Brenda 25 años (14 de Julio). Cristina, 23 años (27 de Agosto). Héctor Miguel “Bombastic”, 19 años (17 de Julio). Juan Carlos, 16 años, (7 de Agosto, entrevista colectiva). Miguel Martínez, 13 años (7 de Agosto, entrevista colectiva). Remiks, 27 años (1 de Septiembre). Sergio, 32 años (22 de Agosto). Wama, 23 años (28 de Agosto). Johan David “Soeck”, 15 años (7 de Agosto, entrevista colectiva). “Zoter”, 18 años (26 de Agosto).

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dialéctica negatividad solidaridad

hemos vivido momentos trágicos, momentos buenos y eso nos une a todos... si uno se doblega llega el otro y ‘¡eh! carnal, no te pandees, puro pa´ dela, nada pa´atrás’. Empezamos a darnos consejos, porque aquí nadie sabe más que el otro, aquí todos sabemos y todos aprendemos de todos.

desbordar# hacer-poniente# juventud#rebeldía anticapitalista# 152

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Notas para desbordar la violencia:

el “hacer-poniente” de la juventud como expresión de rebeldía anticapitalista Walter Salazar1

La llamada “guerra contra el narcotráfico” iniciada por el entonces presidente de México, Felipe Calderón Hinojosa (2006-2012), ha propiciado constantes enfrentamientos armados entre grupos de la delincuencia organizada por la apropiación o defensa de territorios, llamados comúnmente “plazas”, pero también entre las fuerzas de seguridad del Estado contra las organizaciones delictivas. Estos conflictos han tenido diversos niveles de intensidad, los más altos se registraron entre 2008 y 2012, actualmente, los enfrentamientos persisten aunque con una aparente disminución. Una de las zonas más afectadas por la violencia desencadenada es la Región Lagunera2, especialmente la ciudad de Torreón, Coahuila, que en 2012 fue catalogada como la quinta ciudad más violenta del mundo, y en el 2013 fue la decimoctava, según el Consejo Ciudadano para la Seguridad Pública y la Justicia Penal3. 1 Lic. en sociología y maestro en antropología social. Integrante del Centro de Estudios Interdisciplinarios y Desarrollo Integral de La Laguna, A.C. (CEIDIL). 2 La Región Lagunera, también conocida como Comarca Lagunera o La Laguna, está conformada por 16 municipios, 11 de Durango que son Gómez Palacio, Lerdo, Tlahualilo de Zaragoza, Mapimí, San Pedro del Gallo, San Luis del Cordero, Rodeo, Nazas, Cuencamé de Ceniceros, General Simón Bolívar y San Juan de Guadalupe; y 5 de Coahuila: Torreón, Matamoros, San Pedro de las Colonias, Francisco I. Madero y Viesca. 3 http://www.seguridadjusticiaypaz.org.mx/

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Dentro de este escenario, la zona poniente4 de la ciudad cobra relevancia, ya que en ésta se llevaron a cabo incontables enfrentamientos armados, además de que históricamente se le ha caracterizado como una zona donde es frecuente el robo, narcomenudeo, prostitución, riñas entre habitantes, especialmente barrios y pandillas, entre otros. La violencia en el Poniente, en cualquiera de sus manifestaciones, ha tenido una repercusión muy importante que tiene que ver con el daño que ha producido en la vida social de los habitantes; situación que se expresa en el aumento de la atomización social manifestada en el abandono de hogares, trabajos, privación de tránsito, deserción escolar, relaciones sociales basadas en la cautela, la construcción de referentes culturales y sociales ligados a la violencia, entre otros. Si bien, gran parte de los habitantes del sector han sufrido las consecuencias de la violencia, son los jóvenes quienes representan el mayor alimento para su producción y reproducción; por un lado, históricamente han sido mano de obra barata para los negocios formales e informales, donde los ingresos son los mínimos, dando lugar al robo, enfrentamientos entre barrios y violencia familiar, sólo por mencionar algunos ejemplos; por otro lado, la violencia del narcotráfico incrementó la deserción escolar, abandono de trabajos, migración temporal o definitiva, dicho en otras palabras, aumentó las carencias socioeconómicas en la zona, situación que coadyuvó a que los jóvenes se convirtieran en objeto de reclutamiento por parte de los grupos delictivos. El interés de estas líneas es comprender la violencia en la vida social de los jóvenes del poniente de Torreón desde lo que se niehttp://mexico.cnn.com/nacional/2012/01/13/5-de-las-10-ciudades-masviolentas-del-mundo-estan-en-mexico 4 Integrada principalmente por las colonias Cerro de la Cruz, Aquiles Serdán, Miguel Hidalgo, Martínez Adame, Torreón Viejo, Maclovio Herrera, Caleras, Flores Magón Nueva Rosita, Plan de Ayala, 20 de Noviembre, La Libertad, La Victoria, San Joaquín, La Durangueña, entre otras. Para efectos prácticos, tomaré todas las colonias como una sola unidad socio-urbana, la cual integra, de manera variante e indistinta, a los habitantes de las diferentes colonias de este sector. El tamaño geográfico y los vínculos entre los habitantes de estas colonias, así como sus desplazamientos entre ellas, nos hizo tomar la decisión de unificar.

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ga: las relaciones sociales basadas en la solidaridad y el desarrollo de las capacidades individuales y colectivas de las personas; para ello partimos de que las expresiones de violencia tienen su origen en el movimiento capitalista, el cual incide en las relaciones sociales de los jóvenes; este proceso no es recibido por la juventud de manera pasiva, por el contrario, es una disputa, es lucha de clases. ¿Cuáles son los elementos que conforman las manifestaciones de violencia que se expresan en la vida social de los jóvenes del poniente de Torreón, y cómo ellos la han asimilado o transformado? Ésta es la inquietud que orienta la reflexión que presentamos. A lo largo de estas líneas, exploraremos los cuestionamientos anteriores desde una mirada negativa, para ello tomaremos como base los planteamientos de la vertiente del Marxismo Abierto que plantea John Holloway (2005, 2007a, 2007b, 2010) retomando la dialéctica negativa de Theodor Adorno (1986) que, de manera general, consiste en comprender al capitalismo como una relación social que produce formas (apariencias) que niegan su contenido: el antagonismo social en que se desarrolla. Desde esta perspectiva, ofreceremos una reflexión basada en la noción de que, tanto la violencia vinculada con las carencias socioeconómicas del sector como la asociada con el narcotráfico, son producto de un movimiento capitalista que incide de manera permanente en la vida social de los jóvenes, no obstante que ellos construyen constantemente interacciones que rechazan estas violencias y van más allá de ellas. *** El texto está dividido en tres apartados: en el primero exponemos las bases epistemológicas que fundamentan nuestra reflexión; para ello recurrimos a una mirada negativa que nos permite develar el contenido antagónico en que se desarrollan los conceptos y prácticas de violencia y juventud. En otras palabras, ubicaremos estos conceptos y prácticas como parte del antagonismo social que produce el capital. En el segundo, buscaremos aproximarnos a la violencia en el Poniente como producto y reproductor del movimiento capitalista, así como su incidencia en la vida social de los jóvenes. Si la violencia es una forma social, resultado del capi157

talismo, entonces, es una relación social, la cual es antagónica; por lo tanto, la violencia se impone pero no sin una resistencia por parte de los jóvenes. Finalmente, en el tercer apartado exploraremos algunas de las resistencias de la juventud contra la violencia capitalista, expresadas en lo que llamamos “hacer-poniente”, que lo entendemos como actividades de los jóvenes en-contra-y-másallá de la violencia del capital. *** La información que se expone en esta reflexión surge: por un lado, de la revisión de textos relacionados con el tema y entrevistas a especialistas sobre el tema; por otro lado, es producto del registro etnográfico, que conllevó recorridos de campo, entrevistas abiertas y charlas cotidianas con múltiples personas que habitan la zona; los nombres de ellas se omiten por seguridad. Un enorme agradecimiento a todos los compañeros y compañeras que de una u otra forma colaboraron para la realización de estas líneas, pero en especial a las personas del Poniente por su calidez y apoyo, así como a Miriam Janeth González Quintana, compañera y amiga, quién colaboró en la recopilación de la información empírica y documental, además de diversas discusiones que sin duda se expresan en este texto.

1.- Notas desde la no-identidad: la violencia y la juventud en el mundo de los fetiches La violencia en el poniente de Torreón que incide en la vida social de los jóvenes, puede analizarse partiendo de sus causas y consecuencias, así como de los cambios en los referentes culturales y sociales de la juventud. Esto implica, en un primer momento, reflexionar la violencia como un hecho que llega y se impone; y en una segunda instancia, contemplar la identidad de los jóvenes en este contexto, así como las transformaciones identitarias que conlleva. Sin embargo, la violencia considerada como un hecho posiciona a los jóvenes como receptores pasivos y con ello deja fuera el contexto capitalista que articula una sociedad antagónica; de la misma manera con la juventud, la identidad reconfigurada por la 158

violencia nos dice todo lo que son los jóvenes, pero no dilucida la lucha en que se constituyen a través del antagonismo social. ¿Cómo analizar la identidad y la violencia partiendo de la contradicción social? Es preciso poner en el centro la lucha en que se desarrolla la violencia y la juventud, partiendo de la negación de la negación, lo que implica iniciar con lo que niega la violencia y la juventud así como lo que va más allá de las mismas. Para lograrlo, nos ubicamos en la vertiente del marxismo abierto de John Holloway (2005, 2007a, 2007b, 2010) que tiene como base la dialéctica negativa que expone Theodor Adorno (1986). Pensar desde el marxismo abierto es reflexionar a partir de la dialéctica negativa —a diferencia de la dialéctica tradicional que tiene a la síntesis como punto central y, por ende, la certeza de un resultado positivo— que se plantea como “[…] un movimiento de quiebre y apertura” (Holloway, Matamoros, Tischler, 2007b, p. 6), “[…] es un movimiento sin descanso de negación que no necesariamente nos conduce a un final feliz. La historia, entonces no se considera como una serie de etapas, sino como el movimiento de una revuelta sin fin” (Ibíd., p.5). Reflexionar desde la negatividad involucra pensar los conceptos y la vida social como parte de un mundo erróneo (fetichizado) impuesto por el capital, por lo tanto “[…] el pensar y el hacer correctos son, necesariamente negativos: pensarcontra y hacer-contra. Si el mundo está equivocado, somos seres negativos: nuestra existencia misma es un movimiento en contra” (Ibíd., p.6). Entonces, un pensamiento negativo se dirige contra la identidad, contra lo que “es” (Ídem.), contra un mundo falso que busca homogenizar la vida social y el pensamiento. Lo anterior tiene sentido porque que vivimos en una sociedad capitalista y, por lo tanto, en permanente contradicción5. Esta formación social tiene como principal característica el impulso por imponer identidades a toda la vida social, cuantificándola, deshistorizándola y por consecuencia totalizándola, situación que incide tanto en términos empíricos como reflexivos; aspectos que están interrelacionados. 5 Un antagonismo binario que se expresa en la contradicción entre trabajo abstracto y trabajo concreto (Marx:1992).

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¿Cómo el capitalismo dota de identidad al pensamiento y a la acción en la sociedad? Si la sociedad capitalista es antagónica, ¿cómo se manifiesta esa contradicción? Veamos, según John Holloway (2010, 2011, 2013), en su lectura de El Capital. Crítica de la economía política (Tomo I) de Karl Marx (1992), el desarrollo del capitalismo se explica a través de la constante apropiación de los medios de producción por parte de los capitalistas en el proceso histórico de la sociedad, lo cual posiciona al trabajador como doblemente libre: de sus medios de producción y de vender su fuerza de trabajo. Esta apropiación conlleva la permanente separación entre el hacer6 del sujeto y el hecho (o producto) que surge de esas actividades (Holloway, 2010). Dando lugar a la contradicción principal de la sociedad capitalista: el trabajo abstracto contra el trabajo concreto (más adelante profundizaremos en esto). La apropiación capitalista produce la fetichización de las relaciones sociales que se explica a través de la ruptura del hacer con lo hecho, generando una enajenación o extrañamiento, un malestar social general. Holloway cita a Marx (1975), quien en sus Manuscritos de economía y filosofía de 1844, sostiene: […] que en el capitalismo la producción no es sólo producción de un objeto sino producción de un objeto que es extraño al productor. “La enajenación del trabajador en su producto significa no solamente que su trabajo [hacer] se convierte en objeto, en una existencia exterior, sino que existe fuera de él, independientemente, extraño, que se convierte en un poder independiente frente a él; que la vida que ha prestado al objeto se le enfrenta como cosa extraña y hostil” (2010, p.72).

Esta separación entre el hacer y el hecho implica la disociación del hacedor respecto de sí mismo, la fetichización o alienación es “[…] la producción de seres humanos dañados, privados de su humanidad” (Ibíd., p.73). A su vez, esta separación lo enajena de su vida genérica (Idem.), el “[…] hombre está enajenado del otro, como cada uno de ellos está enajenado de la esencia humana” (Ibíd.). 6 Entendida como una actividad auto determinada, dicho de otra manera, como la capacidad que tenemos de realizar actividades que produzcan valor de uso. Este hacer es lo que Marx llama Actividad Vital Consciente (1975).

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La fetichización implica el establecimiento de relaciones sociales entre objetos y no entre sujetos, renovándose cada momento. No obstante, ésta no se lleva a cabo como una imposición total de la lógica capitalista sobre los sujetos, por el contrario, la alienación es una relación social que implica una lucha permanente entre la lógica del capital que intenta fetichizar contra las reivindicaciones del hacer que realizan los sujetos. El proceso de fetichización es una lucha, es antagonismo, confrontación entre la identidad y la no identidad, el hacer. *** El movimiento del capital produce la fetichización de las relaciones sociales, incidiendo en la práctica y el pensamiento sociales. Estas mismas líneas se ubican dentro de ese proceso, así como gran parte de nuestros análisis sociales y pensamientos cotidianos, nuestro propósito es ir más allá de esta fetichización. Reflexionemos a detalle: la separación y el fetichismo que produce el capital en las relaciones sociales se expresan en forma de identidad que le otorgamos a los objetos (situaciones sociales), como si fueran dados e inamovibles; y se nos presentan como lejanos e independientes de los sujetos, los percibimos con extrañamiento. Al dotar de identidad a la realidad social, la cuantificamos, deshistorizamos y con ello relegamos el antagonismo que contiene, es decir, sólo vemos la existencia, no consideramos cómo se constituye y reconstituye para tener vigencia; en nuestro caso, la violencia y la juventud serían vistas como algo lejano a nosotros, sin un proceso de constitución, sin los conflictos que implica. En otras palabras, las interacciones y acciones sociales serían conmensurables, objetivas y sin cualidades, lo que resulta en una sociedad positiva que oculta su antagonismo inherente. La fetichización, producto del capital, genera la identidad que impregna nuestro pensamiento y relaciones sociales, esto implica observar y analizar hechos sin contradicción o indagarlos solo desde el punto de vista de lo que se impone, por ejemplo la violencia como algo que lleva a la vida social de los jóvenes, quienes la asumen y la reproducen de diversas maneras. La identidad penetra los conceptos con los que comprendemos la realidad social, al 161

conceptualizar y actuar desde la identidad totalizamos la heterogeneidad social, la homogenizamos, le abstraemos sus cualidades particulares, la pensamos desde lo que “es” no desde lo que oculta, el antagonismo social. La identidad conlleva el “esto es”; sin embargo, no quiere decir que porque así aparezca en la realidad y en nuestros pensamientos, sea la verdad como tal, con esto no queremos expresar un relativismo, por el contrario, la fetichización de la sociedad implica el surgimiento de situaciones sociales tangibles pero que son apariencias que ocultan contenidos antagónicos; partir de la identidad es reflexionar sobre fetiches, no penetrarlos, es dejar de lado la lucha que conlleva su constitución, existencia y reconstitución. ¿Cómo se produce esto? Es posible entender el proceso de fetichización como la constante imposición de una sociedad basada en los objetos (mercancías); la separación del hacedor, el hacer y su hecho produce relaciones sociales entre cosas gracias a ese extrañamiento o alienación que sufrimos los sujetos (fetichización). Si nuestra sociedad fuera entre personas, entonces podríamos analizar la verdad tal como se nos presenta, pero por ahora no podemos hacerlo, nos basta con esforzarnos por romper en diferente medida la apariencia y analizar el antagonismo. ¿Cómo romper con ese fetichismo que genera apariencias? Al pensar y hacer identificamos, es necesario intentar ir más allá del proceso de fetichización, reflexionar el concepto y la práctica social desde la negación de la negación (el contenido oculto por la apariencia: el antagonismo), es decir, desde la dialéctica negativa: “El nombre de dialéctica comienza diciendo sólo que los objetos son más que su concepto, que contradicen la norma tradicional de la adaequatio” (Adorno,1986, p.13), “Dialéctica es el desgarrón entre el sujeto y objeto que se ha abierto paso hasta la conciencia; por eso no la puede eludir el sujeto y surca todo lo que éste piensa, incluso lo exterior a él” (Ibíd., p.15). La dialéctica es la contradicción, el rechazo de un mundo falso. Desde este punto de vista, la realidad conceptual y práctica son una ilusión, la verdad está en la lucha en que se desarrolla la apariencia (identidad) y el contenido (no-identidad), “La contradicción es lo no idéntico bajo el aspecto de la identidad”

(Ibíd., p. 13). La dialéctica negativa nos permite ir más allá del fetichismo y el concepto ya que “lo urgente para el concepto es aquello a lo que no llega” (Ibíd. p. 18). ¿Cómo lograrlo sin reproducir la identidad? Podemos intentarlo mediante lo supra-conceptual y lo supra-real; a través de un acercamiento reflexivo y práctico al antagonismo entre la apariencia y el contenido que, al tomarlo como eje articulador, puede considerarse que, en esta lucha generada por el fetichismo capitalista, la forma siempre dependerá del contenido y no viceversa; tal es el caso de la contradicción principal en el capitalismo: trabajo abstracto contra trabajo concreto. La dialéctica negativa rompe con el fetichismo de los conceptos y la realidad social, realiza una apertura crítica desde la negatividad y muestra el antagonismo que realmente sucede: la lucha entre la apariencia y contenido. La fetichización de la realidad se presenta a través de diversas apariencias o identidades que son reales y tangibles, pero que ocultan la contradicción que representa su constitución, existencia y reconstitución permanente, el movimiento antagónico; dicho en otras palabras, la fetichización produce una realidad concreta pero en tensión. Como hemos mencionado, el antagonismo tanto en la vida como en el pensamiento social involucra la lucha de la apariencia que busca homogenizar contra el contenido que intenta mostrarse, son extremos opuestos, pero ¿está dicotomía no es acaso una forma de reducción para el análisis?, al respecto Adorno es contundente:

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Desde los críticos aristotélicos de Hegel se viene objetando contra la dialéctica, que reduce todo lo que cae en su molino a la forma puramente lógica de la contradicción, dejando de lado –según argumenta aún Croce- toda la variedad de lo no contradictorio, de lo simplemente distinto. Así se le achaca al método lo que es culpa de la cosa. Mientras la conciencia tenga que tender por su forma a la unidad, es decir, mientras mida lo que no le es idéntico con su pretensión de totalidad, lo distinto tendrá que parecer divergente, disonante, negativo. Identidad y contradicción del pensamiento están soldadas la una a la otra. La totalidad de la contradicción no es más que la falsedad de la identificación total (conceptualización total), tal

y como se manifiesta en ésta. Contradicción es no-identidad bajo el conjuro de la ley que se afecta también a lo no-idéntico. (1986:14)

En otras palabras, John Holloway afirma: El argumento, como vimos sostiene que la idea de contradicción opera como una suerte de camisa de fuerza que obliga a la infinita riqueza de la vida y de la lucha a entrar en un antagonismo binario. Sin embargo, la pregunta es si esta entrada obligada es resultado del pensamiento dialéctico o si la dialéctica, simplemente, hace referencia al proceso binarización antagónica que tiene lugar realmente en el mundo. El nombre que se le da a este proceso de binarización antagónica es el capital. […] El nombre de la camisa de fuerza que obliga a nuestras múltiples diferencias a entrar en el antagonismo binario del trabajo explotado no es la dialéctica sino el capital. […] El capital reduce la diferencia a una contradicción: a un antagonismo contra su propia supresión. El capitalismo nos encierra en su prisión con toda nuestra variedad y diferencia (2007b, p. 4).

Asumimos, con los autores anteriores, que el capitalismo genera el antagonismo binario a través de la contradicción principal que se expresa en la relación trabajo abstracto-trabajo concreto. Con lo expuesto hasta aquí, ahora es necesario cuestionarnos, ¿cómo pensar la violencia y la juventud del Poniente desde la no-identidad? *** ¿Cómo sentar las bases para pensar la juventud y la violencia desde la negatividad? El reto es avanzar contra la identidad y con ello mostrar el antagonismo social de los conceptos y la realidad social, develar la contradicción, la lucha entre apariencia y contenido. Con este propósito, no podemos considerar a la juventud y la violencia como conceptos y prácticas totalizantes, identitarios: el “ser” y el “es” no son la opción. Los conceptos y la realidad social solo pueden ser abiertos tomándolos como relaciones sociales, ya que la fetichización, que 164

genera apariencias y totalizaciones, es un movimiento continuo por establecer interacciones basadas en la mercancía, aunque no todas las acciones sociales están regidas por ésta. La fetichización provoca la objetivación permanente entre los sujetos; por lo tanto, el fetichismo no es algo establecido, estático e intemporal; por el contrario, es un movimiento antagónico y perecedero; las relaciones sociales en proceso de fetichización conllevan la lucha entre el fetichizar contra el des-fetichizar, entre la apariencia y el contenido, la identidad y la no-identidad. La juventud y la violencia son relaciones sociales inmersas en la fetichización. Ante esto no podemos iniciar desde el “ser joven” o desde el “la violencia es”, si lo hiciéramos reflexionaríamos apariencias, identidades que relegan la contradicción. De manera general, la apertura práctica y conceptual puede expresarse como el “ser joven” (identidad) contra el no ser joven (no-identidad), “la violencia” (identidad) contra la no violencia (no-identidad). La fetichización implica la contradicción entre el sí mismo y con los otros, entonces la apariencia y el contenido también son contradictorios y auto-contradictorios, la contradicción no sólo ocurre entre ellos; la identidad depende de la no-identidad, es ahí donde se encuentra la auto-contradicción de la primera, ya que se reproduce a través de su imposición sobre la segunda, mientras que ésta última no depende de la primera; la constante coerción de la apariencia sobre el contenido, como proceso de fetichización, implica el “extrañamiento” de este último, es decir, que se toma a sí mismo como ajeno, por lo tanto reproduce la apariencia, la propia opresión. Por lo tanto, nuestro objetivo es ir más allá de las apariencias para dilucidar el antagonismo que las produce, en el que todos estamos inmersos. A continuación presentamos una reflexión que tiene el propósito de analizar la violencia en la vida social de los jóvenes desde la no-identidad; situación que conlleva indagar a partir de lo concreto y no sobre lo concreto.

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2.- El Poniente y la juventud: ¿la violencia capitalista es eterna?

7 Con respecto a este punto, Richard Gunnn (2005), plantea la noción de abstracción determinada, que implica una abstracción en y a través de la cual se dan los fenómenos.

mo en que se desenvuelve la cuestión; de esta manera nos encontraremos en condiciones de dilucidar la rebeldía de los jóvenes contra las imposiciones del capital y sus violencias. Según Eckstein y Restrepo, para el siglo XVI, en las tierras donde hoy se ubica la Región Lagunera, había muy pocos grupos de población indígena debido a que era una zona con un clima seco, no apta para cualquier cultivo. Los grupos eran seminómadas y habitaban principalmente en los bordes de los ríos, sin embargo, para ese mismo siglo, con la llegada de los españoles, millares de indígenas murieron en las batallas y afectados por la viruela, así paulatinamente desaparecieron (1974, p.16). Para el siglo XVII, el rey Carlos III cedió estas tierras a Francisco de Urdiñola, uno de sus cortesanos favoritos que recién había llegado al “Nuevo Mundo”; dentro de este territorio iban las tierras que actualmente constituyen la Región Lagunera (Ibíd.). Posteriormente pasó a manos del Marqués de Aguayo, quien incrementó su tamaño al casarse con la nieta de Urdiñola, sus descendientes aún poseían el gran latifundio hacia 1850, después de esta fecha lo vendieron en partes para pagar deudas pendientes (Eickstein, 1966, p.132). A partir de entonces, surge la mayoría de las poblaciones que componen esta región, tal es el caso de Torreón, que es declarada como ciudad hasta 1907 (Guerra, 1996), en medio del auge industrializador promovido por el entonces presidente Porfirio Díaz; verificado localmente en las altas producciones de algodón que generaban las haciendas, el establecimiento del ferrocarril y la creación de grandes fábricas que daban valor agregado a la cosecha de algodón (dominante hasta mediados del siglo XX), ahí se instalaron las industrias: La Constancia S.A., La Alianza S.A., La Fe S.A., La Unión S.A., El Consuelo S.A., La Aceitera S.A., La Compresora S.A. y La Durangueña S.A., entre otras; ubicándose en lo que ahora es el poniente de la ciudad. La ciudad se pobló a través de grandes flujos migratorios, pues su creciente industrialización representaba la posibilidad de mejorar las condiciones de vida de personas que provenían especialmente del centro y sur del país. Poco a poco esta zona comenzó a alojar a los trabajadores de las empresas, con el objetivo de que los obreros vivieran lo más cerca posible de

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Desde el origen del poniente de Torreón, la violencia ha estado presente en la vida social de los habitantes, especialmente en los jóvenes: ésta tiene su base en el desarrollo de la dinámica capitalista, que se apropia de los medios de producción, fetichiza la vida social y proletariza a las personas en un movimiento simultáneo. Pensar la violencia en el Poniente implica analizar el funcionamiento del capital, el cual produce violencia. Desde una mirada identificadora podríamos indagar esta violencia a través de un recuento de las consecuencias que tiene, sin embargo, el capital no es un hecho establecido, no es una lógica que penetra y violenta la vida social sin que los sujetos resistan, este proceso se da como una lucha entre el movimiento del capital y el movimiento del hacer autodeterminado de los sujetos (trabajo concreto); la sociedad capitalista es antagónica. El análisis de la lucha entre el capitalismo y el no capitalismo, violencia contra no-violencia en la vida social, es el propósito principal de este apartado. Por ello analizaremos el desarrollo del capital y la violencia para explicar la situación del poniente de Torreón y sus repercusiones en la vida social, para posteriormente ofrecer algunas premisas sobre cómo explorar las resistencias que realizan los jóvenes. *** Si vivimos en una sociedad antagónica, nuestro análisis no puede realizarse “sobre lo concreto” sino “a partir de lo concreto” (Adorno, 1986, p.41)7. En otras palabras, si reflexionamos “sobre lo concreto” indagaremos en las apariencias, el análisis negaría la lucha que implica el establecimiento de la violencia contra las acciones de los jóvenes por resistir e ir más allá de ella. ¿Cómo develar estas acciones? Una reflexión “a partir de lo concreto” será un buen intento: nos ofrecerá la posibilidad de comprender las apariencias generadas por el capital y abrirlas para dar cuenta del antagonis-

sus centros de trabajo; al paso de los años estos asentamientos se transformaron en las primeras colonias populares de Torreón (Castañón, entrevista personal, 01 de marzo del 2013). Ante el crecimiento demográfico se hizo necesaria la expansión de territorio, los vecinos solicitaron al ayuntamiento la regularización y otorgamiento de los terrenos. Fue en 1922 y 1923 que el cabildo autorizó la regularización de La Durangueña, Torreón Viejo, La Fe, Paloma Azul, La Constancia y San Joaquín; desde entonces, lo que fueran galerones para los obreros pasaron a ser colonias torreonenses; sin embargo, el nuevo título no proporcionó las oportunidades otorgadas al centro de la ciudad y los habitantes continuaron sirviendo a la industria bajo condiciones precarias en términos de vivienda y salario (Tovar, 2009). Si bien en el Poniente se crearon las primeras empresas y colonias de la ciudad, esta situación no logró mejorar las condiciones de vida de los trabajadores. De hecho, históricamente, esta zona se ha mantenido al margen de las políticas de desarrollo implementadas por los sucesivos gobiernos; esta situación convirtió a esta área en una incubadora de violencia: tendencia al delito, drogadicción y narcotráfico (reflejado más claramente en los últimos años). Bajo este contexto y ante la insuficiencia económica de las familias, se potenció el surgimiento de negocios informales y se incrementó la presencia de mujeres de estas colonias en la “zona roja” de la ciudad dedicadas a la prostitución (Tovar, 20098). Para mediados del siglo xx, la oferta laboral que brindaban las industrias se vio mermada ante los cambios en la orientación productiva que impactaron la región ya que, durante este periodo, el precio del algodón nacional e internacional cayó considerablemente por diversas causas, entre ellas el fin de la Segunda Guerra Mundial y la sustitución de la fibra por materiales sintéticos. Ante esto, Estados Unidos generó una desestabilización mayor al volcar al mercado internacional grandes envíos de algodón subsidiado, lo que tuvo como consecuencia que los precios no correspondieran con la inversión para producirlo. Estos hechos provocaron problemas socioeconómicos tanto en el área rural, donde se llevó 8 http://todoslosfuegoselblog.blogspot.mx/2009/03/el-poniente-detorreon-la-marginacion.html

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a cabo un cambio productivo: la producción se dirigió a la ganadería y al cultivo de forrajes, que posteriormente tuvo como resultado el establecimiento de la cuenca lechera que aún predomina; como en lo urbano, que se expresaron en la falta de empleos y el aumento en la pobreza de sus habitantes. La caída de las empresas aunado al crecimiento demográfico generó una crisis socioeconómica en toda la ciudad, particularmente en el Poniente, ya que gran parte de sus habitantes dependían de la oferta de trabajo de estas compañías, dando lugar al aumento en la pobreza y a diversas expresiones de violencia que aún caracterizan a esta zona. Según datos de Rodrigo González, proporcionados a Ricardo Tovar (2009), entre los años 50 y finales de los 70 del siglo xx, el poniente de la ciudad ya presentaba signos de violencia de toda índole y comenzaba a ser foco de negocios ilícitos como: compra-venta de autopartes robadas, prostitución, venta clandestina de alcohol y fayuca; fue en la década de los años 80 cuando se introdujo la venta de droga, la cual se mantiene hasta la fecha, principalmente en las colonias La Durangueña, San Joaquín, Cerro de la Cruz y Vista Hermosa. Posteriormente, en la primera década del siglo XXI, la violencia vinculada con el narcotráfico aumentó de manera considerable en diversas áreas del país, a partir de las medidas tomadas por el gobierno federal para combatir a las organizaciones criminales que dominaban diversos territorios del país. La política implementada por el entonces presidente Felipe Calderón Hinojosa (2006-2012) consistió, de manera general, en un combate frontal por parte de las fuerzas de seguridad del Estado contra los grupos delictivos, para ello utilizaron las policías municipales, estatales y federales. No obstante, durante el proceso, la incapacidad de éstas frente a la delincuencia fue notoria; por un lado por la escasez de preparación y armamento, pero por otro, debido a que gran parte de ellas estaban inmersas en redes de corrupción con grupos delictivos; por tanto, la respuesta del gobierno federal fue recurrir a las Fuerzas Armadas, las cuales tomaron el control principalmente de las policías municipales y por ende de las funciones que realizaban en las ciudades. Una de las zonas más afectadas fue la Comarca Lagunera, particularmente la zona poniente de Torreón. En gran parte, debido a que esta ciudad tiene una importancia estratégica en términos 169

geoeconómicos que se manifiesta a través de su configuración histórica en torno a su ubicación en el país, pues al encontrarse entre dos grandes polos de desarrollo económico como Monterrey y Chihuahua, así como su cercanía con Estados Unidos, la posiciona como un paso obligatorio para el comercio formal e informal —que incluye el narcotráfico— (Castañón, 2012). En lo que respecta al poniente de la ciudad, esta zona tiene la particularidad de ocupar una sección de la conflictiva frontera urbana y jurisdiccional entre Coahuila y el mencionado paso (Durango-Chihuahua) hacia la frontera norte del país. En parte, esto explica que la explosión de la violencia asociada al narcotráfico en la Laguna haya tenido lugar en este espacio crucial, de manera esporádica desde el año 2005, en una dinámica de permanente ascenso, hasta alcanzar sus picos en 2008-2012. Carlos Castañón (2012) desarrolla algunos elementos relevantes que nos pueden ayudar a comprender las bases del conflicto en Torreón y en particular en el Poniente, al plantear una interesante analogía entre las batallas libradas durante la “toma de Torreón” y las actuales pugnas entre los cárteles de la droga. Había varias formas de tomar Torreón, una era tomando Gómez Palacio y la otra era tomando Lerdo viniendo por el rio Nazas y por el Huarache. Las batallas se libraban de cerro a cerro, […] los villistas se habían infiltrado a esa zona de Torreón, por el Huarache, y desde ahí les habían causado muchas bajas sin todavía tomar Torreón. Curiosamente ahora son las mismas trincheras, son otras batallas, otros motivos y otros productos, pero tienes las mismas trincheras naturales desde las cuales se libran las batallas.

Por lo tanto, históricamente, la ubicación y ordenamiento de las colonias de esta zona las coloca en una posición geográfica estratégica no sólo para la toma de la “plaza”, sino también para el control del territorio nacional. La geografía pesa, era y es importante tomar la plaza de Torreón porque estratégicamente tienes el control de dos plazas grandes, Monterrey y Chihuahua. Este lugar es importante no por el consumo, 170

si el negocio no es el consumo, entonces ¿cuál es?, es un centro logístico, el negocio ¿dónde está?, pues en Estados Unidos. Aquí tienes el acceso a las fronteras, tienes la ruta a ciudad Juárez, Piedras Negras, y además estás en la zona intermedia hacia Chihuahua, Nuevo León, Tamaulipas. Torreón es el centro logístico (Ibíd.).

Si bien en los últimos dos años se ha registrado una menor incidencia de enfrentamientos, hoy en día las acciones violentas de grupos armados aún no se erradican; en 2012 el total de fallecimientos violentos fue de 761, mientras que para el 2013 totalizaron 2999. Este problema ha incidido sobremanera en los jóvenes del sector, ya que son ellos los que han resultado expuestos a riesgos mayores: la falta de oportunidades educativas y laborales y la invisibilidad de sus necesidades sociales, han convertido a la juventud en sujetos propensos al reclutamiento por parte de las organizaciones criminales. No es casualidad que la principal causa de muerte entre los jóvenes esté relacionada a la violencia; a nivel local, según datos de la Delegación Laguna I de la Procuraduría General de Justicia, revelaron que en 2011, Torreón fue la ciudad más violenta del estado, registró un total de 741 personas asesinadas, de las cuales 277 (37.3%) tenía menos de 25 años y 44 eran menores de edad, para mediados de septiembre del 2012, las cifras no distaban de las anteriores, presentando 537 homicidios violentos en Torreón, 197 eran menores de 25 años y 37 eran menores de edad10. Un contexto de carencias socioeconómicas característica de esta zona, negocios ilícitos, venta de drogas, la consecuente presencia de la delincuencia organizada y la falta de oportunidades de empleo y educación, ha dado como resultado que los jóvenes trabajen por su voluntad o de manera forzada para el narcotráfico; además, se han desarticulado sus actividades cotidianas como jugar deportes, reunirse con sus amistades, asistir a la escuela o al trabajo, etc.: los jóvenes se encuentran ante un escenario que ofre9 Datos del Fideicomiso del Fondo para la Seguridad Pública de la Región Lagunera, Torreón, Coah (2014). 10 Vanguardia, “Coahuila pierde a sus jóvenes” http://www.vanguardia.com.mx/coahuilapierdeasusjovenes-1376084. html

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ce pocas posibilidades para el desarrollo económico y social, pero también el de sus potencialidades sociales. El barrio es el espacio de socialización de buena parte de los jóvenes que habitan estas colonias, donde el uso de armas, la venta y el consumo de drogas, la violencia y el robo, si no son parte de la vida cotidiana, son referentes que significan un ascendente peligroso en el horizonte social y cultural de la población juvenil. Este contexto nos permite ubicar en la zona poniente dos grandes situaciones desde donde podemos reflexionar la violencia en la vida social de los jóvenes: la primera es la historicidad de las carencias socioeconómicas que han tenido; la segunda, tiene que ver con la violencia vinculada con el narcotráfico que impacta el Poniente desde la segunda mitad de la década pasada. Ambas dimensiones están interrelacionadas y tienen como raíz el movimiento capitalista. *** Tanto la violencia derivada de carencias socioeconómicas como la vinculada con el narcotráfico implican situaciones que inciden en la vida social de los jóvenes: la primera, a través de robos en sus distintas variantes, problemas familiares, abusos de autoridad policiaca y enfrentamientos entre pandillas por la delimitación del territorio, entre otros acontecimientos; una señora dice: “antes de repente había robos, había pleitos, pero no balazos como ahora”. El segundo, mediante el establecimiento de grupos delictivos y con ello el surgimiento de enfrentamientos armados entre organizaciones delincuenciales y éstas frente a las fuerzas del Estado. Se vuelven frecuentes: las balaceras, “levantones”, golpizas, extorsiones, robos, secuestros, cooptación de jóvenes por parte de las organizaciones criminales, la aparición de la llamada “cuota” que los negocios forzadamente otorgaban a los grupos delictivos (ante la negativa las consecuencias podrían llegar a las desapariciones, asesinatos, incendio de estos lugares, entre otras cuestiones); además de otras expresiones de violencia que generaban aún más temor en los habitantes, como el lanzamiento de cuerpos en lugares públicos, descuartizados o decapitados. Sin duda, el impacto de la violencia ha sido mayor en la juventud, ya que generalmente se han convertido en trabajadores 172

directos o indirectos de los grupos delictivos, la labor más común ha sido de “halcones” con posibilidad de ascender en la escala jerárquica de los grupos. Además, algunos de ellos, no vinculados con el narcotráfico, dejaron sus trabajos o estudios, actividades recreativas con sus amistades y establecieron relaciones cautelosas con la comunidad. Con esto, llegamos a la premisa de que la violencia ha sido parte de la historia del Poniente, debido a las carencias socioeconómicas que han condicionado a la población en general, pero particularmente a los jóvenes, a recurrir a acciones violentas; y posteriormente, con los enfrentamientos armados por parte de las organizaciones vinculadas con el narcotráfico, lo cual causó temor y escepticismo entre ellos incidiendo en su forma de establecer convivencia social. *** Podemos comprender las dos dimensiones de violencia en el Poniente retomando la tipología de violencia que plantea Slavoj Žižek (2009), y en un segundo momento, a través del marxismo abierto. Žižek (Ibíd., p.11) expone tres tipos de violencia: la primera es la subjetiva que es la más visible y mediática, que en la lectura de Jaime Osorio (2012)11 sobre el autor, es: […] aquella donde los sujetos específicos la ejercen directamente, aquí habrá que distinguir la violencia de delincuentes o bandas criminales, la de turbas enardecidas, y la violencia asertiva, cargada de sentido político. En cualquiera de sus manifestaciones, esta es la forma más visible de violencia y a la cual más atienden los medios de comunicación masivos […] y es también la más cuestionada por el poder en todas sus expresiones.

La segunda y la tercera son dos tipos objetivos de violencia que están ocultas por la primera: la simbólica “[…] encarnada en el lenguaje y sus formas […]” (Žižek:2006, p. 11), “Es una violencia mucho menos visible que la anterior, como la imposición de un 11 http://www.herramienta.com.ar/revista-herramienta-n-49/desdemexico-acerca-de-la-violencia, consultada el 01 de septiembre del 2014.

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principio básico con referencia al cual ciertos actos son calificados como violentos en tanto otros no lo son” (Osorio, 2012); y la sistémica “[…] que son las consecuencias a menudo catastróficas del funcionamiento homogéneo de nuestros sistemas económico y político” (Žižek, 2006, p.11), que Jaime Osorio interpreta como: […] la violencia que por las relaciones sociales existentes y su constante reproducción, condena a millones de seres humanos a una vida indigna, que convierte el trabajo en una actividad de embrutecimiento, aplastando su potencial de desarrollo personal y creación social. Esta violencia es la más oculta en su ejercicio, no así en sus resultados, y tiene la capacidad de presentar sus consecuencias como responsabilidades individuales de los propios afectados (Ibíd.).

ca, sin embargo, el capital fetichiza las relaciones sociales y, por lo tanto, también es simbólica, a través del surgimiento de conflictos cotidianos, por ejemplo peleas entre pandillas o violencia intrafamiliar; y éstas a su vez, en diversas ocasiones, son subjetivas al ser visibles, mediatizadas y condenadas por la sociedad en general. Por lo tanto, la violencia subjetiva y la simbólica tienen su raíz en la capitalista o sistémica. La violencia asociada con el narcotráfico va en el mismo sentido, podemos ubicarla como subjetiva, sin embargo ésta es producto del capital ya que es una manera de reproducción de éste (monetaria, el llamado dinero sucio), y lo reproduce social y productivamente por el hecho de que se nutre de la mano de obra que el capital rechaza; este proceso, como hemos dicho, conlleva la apropiación de la plusvalía, pero también la fetichización de la vida social de las personas que se expresa en la vida social (cotidiano) como violencia simbólica. En síntesis, tanto la violencia vinculada con las insuficiencias socioeconómicas como la vinculada con el narcotráfico, tienen como raíz la dinámica capitalista.

Entonces, para Žižek (2006) la violencia subjetiva es la parte más visible de las violencias simbólica y sistémica, dando como resultado que estas últimas sean imperceptibles, no obstante, que son expresiones objetivas de la violencia y sus consecuencias en la sociedad son mayores; estos tipos de violencia se distinguen por su grado de visibilidad social, esto lo compartimos. Sin embargo, si la violencia sistémica, como plantea Osorio (2012) retomando a Žižek (2006), se encuentra en las relaciones sociales que impone el capitalismo y éste es una constante apropiación de los medios de producción, potencial asalarización y que al mismo tiempo produce la fetichización de la vida social, podemos afirmar que tanto la violencia subjetiva como la simbólica son producto de la sistémica, de la dinámica capitalista. El capitalismo es violencia; por un lado, el movimiento del capital es una constante apropiación de los medios de producción, con sus consecuentes asalarización y fetichización de las relaciones sociales y conlleva el condicionamiento de nuestras acciones; por otro lado, el vínculo entre el capitalismo y las organizaciones delictivas es directo en términos de que éstas últimas son una forma de reproducción del capital, pero también éste como tal es crimen organizado (subjetiva) (Osorio, 2012), “el capital mismo es violencia constitutiva” (Ibíd.). La violencia vinculada con las carencias socioeconómicas de los jóvenes del Poniente, la podemos comprender como sistémi-

Pero ¿cómo entendemos la violencia capitalista?, ¿de qué manera se expresan sus agresiones?; para comprender el desarrollo del capitalismo y su violencia, es necesario recurrir a Marx quien, en el capítulo xxiv (Tomo i) (1992) de El Capital, analiza la acumulación originaria, misma que se entiende como el proceso histórico de separación de productores directos de sus medios de producción y subsistencia. Después de esta primera separación, el autor profundiza en cómo el capital se reproduce, la acumulación del capital, que no es más que el proceso de ampliación de éste mediante la expropiación del excedente del trabajo, el plusvalor, proceso que implica la apropiación de las capacidades productivas (también las sociales, culturales y políticas) de las personas para la generación de mercancías. Entonces, hay una acumulación originaria que se realizó en tiempos históricos y otra que es la acumulación del capital como la reproducción ampliada de éste; pueden pensarse como dos momentos separados, no obstante, John Holloway (2013) plantea que la acumulación originaria es un proceso de constante

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reconstitución, cuestionamiento y reelaboración y no un hecho histórico consumado. La acumulación originaria dio origen, en el mismo movimiento, a la transformación de la actividad humana en trabajo (abstracto-asalariado), que no es otra cosa que la fetichización de las acciones individuales y sociales, que conlleva la separación del hombre de su hacer y su hecho, de él mismo, así como de este proceso en otros hombres, además de la apropiación del excedente y la generación de plusvalor. Visto así, no tiene sentido la distinción entre acumulación originaria y acumulación del capital, ya que se dan de manera simultánea como un proceso continuo de despojo y ampliación del capital, por lo que el autor nombra a este movimiento sólo como acumulación del capital (Ibíd.); noción asumimos para describir el movimiento del capital. Entonces, ¿esta situación es violenta? Consideramos que sí, porque la acumulación del capital está constantemente agrediendo la vida social, condenando a los sujetos a depender de la venta de su fuerza de trabajo, a la pobreza y también genera un malestar social que se expresa en la violencia cotidiana, producido por la fetichización del trabajo y de la vida social. La acumulación del capital es un movimiento constante de imposición, lo cual tiene como consecuencias la pobreza y toda suerte de actividades ilegales como el narcotráfico, dos fenómenos que por ende son violentos en términos de las acciones sociales de los sujetos. *** ¿Cómo lo anterior ha incidido en la vida social de los jóvenes del Poniente?; tanto las carencias socioeconómicas como la manifestación intensiva de conflictos entre organizaciones criminales, sin duda, han tenido repercusión en la socialidad de los jóvenes del Poniente. Por un lado, la violencia relacionada con las penurias socioeconómicas, se ha expresado a través de las expectativas de vida que tienen algunos jóvenes: por ejemplo, en lo relacionado con la escuela y el trabajo; un joven comenta “no hay dinero para estudiar pero de todos modos ni me gusta, estudie o no estudie no hay trabajo”, otro comparte: “en los negocios no nos dan trabajo, nos discriminan porque somos del Poniente, creen que todos so176

mos delincuentes, pero pues de todos modos ni me gusta, prefiero vender paletas o lo que salga, de ahí sale más lana”. Este hecho ha coadyuvado para que algunos jóvenes hayan adoptado el robo como forma de sobrevivencia, pero también a la formación de dinámicas de exposición a las violencias dentro de sus grupos sociales, como son las pandillas, los crews y en ocasiones el llamado “barrio”. La violencia también ha incidido en el ámbito familiar, donde los padres o los jóvenes como jefes de familia, al tener un salario muy bajo o no obtener un ingreso monetario para satisfacer las necesidades económicas, llevan a cabo actos que producen violencia intrafamiliar que se refleja a través de golpes; dicha situación se naturaliza en la familia dando como resultado la reproducción de esquemas patriarcales. La violencia en la vida social de los jóvenes también se manifiesta en juegos, bromas y acciones concretas; por ejemplo, prácticas en que algunos representan a personas de su barrio y el resto a desconocidos de otras colonias, dándose una simulación de un conflicto entre barrios; esto es más claro cuando el juego consiste en “tumbar”12 a niños y jóvenes que personifican ser externos al barrio; estas actividades en ocasiones no son de esparcimiento, son parte de la vida diaria. Por otro lado, la violencia vinculada con el narcotráfico se manifiesta en que algunos jóvenes han trabajado para estos grupos, lo cual da como resultado prestigio y poder que utilizan para amedrentar a otros; situación similar con aquellos que si bien no trabajan para alguna organización asociada con el narcotráfico, han conseguido armas de fuego, estas cuestiones han sido una expresión de sometimiento entre la juventud. Durante el periodo del 2010-2012, cuando los enfrentamientos armados eran permanentes, algunas familias decidieron mudarse ante la inseguridad, posteriormente regresaron cuando, aparentemente, la intensidad de ésta había disminuido; otras se quedaron, optaron por salir de su casa únicamente para cuestiones indispensables y establecer reglas en caso de enfrentamiento armado, un joven comenta “no podíamos salir, me la pasaba en el facebook 12 Robar. Por ejemplo, un joven comenta “iba un bato pero pues no era de aquí, le tumbamos el celular”.

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o dormido, me aburría un montón, quería salir con mis amigos pero no se podía, los balazos estaban a cada rato”, “cuando había balazos, todos nos íbamos al baño o nos tirábamos al suelo”. En esta situación, algunos de los jóvenes que estudiaban abandonaron por un tiempo o de manera definitiva la escuela: ya sea por los enfrentamientos armados en su colonia, por el peligro que representaba transportarse a la escuela, porque la colonia donde se encontraba la institución educativa estaba ubicada en un espacio donde acontecían estos conflictos o porque el centro escolar era inseguro; “algunos ya no fuimos a la escuela, era muy peligroso, en el camino te tumbaban o te madreaban, la escuela no era segura, a una muchacha de la Aquiles le tocó un balazo, estaba cabrón”. Otra consecuencia fue que la llegada de organizaciones vinculadas con el narcotráfico provocó la desarticulación de los grupos de jóvenes que se reunían en los barrios; para charlar, beber, consumir alguna droga, practicar deporte o alguna actividad artística, etc.; un joven expresa: “ya no podíamos juntarnos en la cancha porque llegaban los del ‘punto’13 para decirnos que le cayéramos, si no, nos iba cargar la chingada, no querían que nos juntáramos porque si armábamos una bronca o llegaba la policía y estábamos ‘pisteando’ pues se hacía pedo, entonces se calentaba todo”, “no había nada que hacer, no podíamos salir, ni andar con el barrio, nos tenían atrapados”. La descripción sienta bases para comprender los hechos violentos y algunas de sus repercusiones en la vida social de los jóvenes. Ahora nos surgen cuestionamientos: ¿desde dónde podemos explicar estas expresiones de violencia?, ¿las dos dimensiones de violencia que analizamos en el Poniente son situaciones separadas o interrelacionadas?, ¿qué raíz tienen estas expresiones?, ¿cómo podemos comprenderlas? *** La penuria socioeconómica da como resultado la violencia en la vida social de los jóvenes, la cual se manifiesta en: el robo, las peleas entre barrios, la construcción de referentes sociales y cultu13 Lugar donde se venden drogas al menudeo.

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rales conflictivos, etc. El movimiento capitalista (acumulación del capital) ha violentado la zona poniente al igual que la ciudad de Torreón; recordemos que ésta se constituyó a través de migrantes que, al no poseer medios de producción, decidieron trasladarse a esta ciudad con el fin de laborar y con ello sobrevivir: se convirtieron en proletarios con las consecuencias de pobreza que conlleva. Este proceso de asalarización es causa principal de la pobreza y la violencia en este espacio: por tanto, no debe sorprendernos que, por un lado, algunos de los jóvenes hayan tomado el hábito de robar como mecanismo de sobrevivencia, y por otro, para la juventud que ha conseguido algún empleo, que el trabajo represente una actividad agotadora en términos físicos, temporales y mentales, considerando que éste se manifiesta en una serie de acciones repetitivas que atentan contra la creatividad de las personas. En la misma línea argumentativa, el trabajo asalariado provoca hastío en los sujetos, que también es producto y reproductor del proceso de fetichización. Este proceso genera un condicionamiento del trabajo asalariado sobre las personas, resultando relaciones sociales basadas en la mercancía; así el sujeto desconoce su hacer y el hecho, es decir, se le excluye como hacedor de un producto, como sí éste se hubiera realizado de manera autónoma gracias al capital; sus acciones se vuelven contra él mismo, de manera similar se vincula con otros sujetos como si fueran objetos. Las consecuencias están a la vista: las personas están limitadas al trabajo asalariado y lo reproducen en los procesos de socialización que se llevan a cabo en su familia, escuela, comunidad, etc. Otra repercusión: las actividades autodeterminadas por los sujetos, es decir, aquellas acciones que los jóvenes realizan no precisamente para obtener una ganancia monetaria, son relegadas; ya sea por falta de tiempo, cansancio físico y mental, o por la internalización de la idea capitalista de que en todo momento es necesario producir; así los sujetos trabajan cada vez más. Por ejemplo, asistir a reuniones con amigos, leer, ver películas, convivir con la familia, reparar las casas, etc., son actividades negadas por la juventud y por el capital. Lo anterior provoca decepción y frustración en los jóvenes, pues no logran obtener dinero suficiente para sobrevivir, establecer interacciones solidarias con su entorno, desarrollar sus capa179

cidades individuales y sociales, etc. El resultado de esta situación se refleja en las agresiones intrafamiliares y con el resto de la comunidad, conflictos entre barrios, la construcción de prestigio con base en la violencia, la apropiación intransigente de territorios entre otros sucesos. Como hemos mostrado hasta aquí, la violencia relacionada con las insuficiencias socioeconómicas es inherente al capitalismo. Cuestión similar sucede con la violencia vinculada con el narcotráfico; los grupos criminales están conectados con el capital ya que coadyuvan en la reproducción de éste (en lo monetario y lo social). No obstante, en otro momento, las organizaciones delictivas representan un obstáculo para la dinámica capitalista, lo cual atrae conflictos que resultan en el aumento de la violencia y desarticulación ampliada de la vida social. El temor e inseguridad en los habitantes ante los puntos de venta de droga, los enfrentamientos armados, las decapitaciones, los secuestros, “levantones”, golpizas, la privación del tránsito por algunos lugares, etc., son ejemplos claros de esta situación. Entonces, la violencia vinculada con el narcotráfico no solo se muestra con enfrentamientos armados sino también a través de las relaciones sociales que se construyen en ese entorno. Por lo tanto, afirmamos que la violencia vinculada con el narcotráfico se expresa en la vida social en dos sentidos: el primero, a través de enfrentamientos armados, secuestros, “levantones”, muertos vinculados o no con las organizaciones criminales”, etc; lo cual dio lugar al segundo, que se manifiesta en el temor que los habitantes tienen de estar en las calles, de asistir a la escuela o trabajo, de socializar con personas externas a su colonia y el prestigio que genera el narcotráfico entre los jóvenes, etc. Las violencias asociadas con el narcotráfico y las carencias socioeconómicas están estrechamente vinculadas; la primera se alimenta de la pobreza generada por el capital; por ejemplo, los jóvenes del Poniente que han sido reclutados por las organizaciones delictivas, ya sea por decisión propia, condicionados por su situación socioeconómica u obligados por los grupos delictivos. Dicho de otra manera, la pobreza pone los cimientos que aprovecha la delincuencia vinculada con el narcotráfico. El poniente de Torreón es una clara manifestación de lo expuesto, dada la can-

tidad de personas fallecidas, gran parte jóvenes, el temor en que viven, la obstrucción de las vías de acceso a las colonias, etc. Ahora bien, ¿la violencia capitalista impacta a la vida social de los jóvenes y éstos la reproducen sin resistencia? El capital, como un movimiento de constante apropiación de los medios de producción, asalarización y fetichización de las relaciones sociales, no es estático; tampoco los sujetos que buscan detenerlo. Esto es una lucha del capital y sus violencias contra los sujetos que intentan producir otro tipo de relaciones sociales basadas en la solidaridad y en la autodeterminación social.

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*** La comprensión de la acumulación del capital, de su movimiento por concentrar los medios de producción, apropiarse de la plusvalía y fetichizar las relaciones sociales, tiene dos lecturas (Holloway, 2013, pp. 20-21). La primera es la interpretación tradicional donde la acumulación originaria se refiere al periodo de luchas en el cual se establecieron las relaciones sociales capitalistas, una fase histórica seguida de una normalidad capitalista. La segunda implica que la acumulación no es un momento histórico que conduce a la posterior estabilidad de las relaciones sociales capitalistas, sino que el movimiento del capital busca de manera permanente valorizar las relaciones sociales que bajo su paradigma no son productivas. De acuerdo con Holloway: la acumulación es un proceso activo. Respecto a la interpretación tradicional de la acumulación, Holloway plantea que existe una separación entre constitución y existencia, la acumulación es un momento de tensión que desemboca en otro de estabilidad. Mientras que la acumulación —vista como proceso-forma, si se le analiza como un proceso de intentos permanentes del capital por dotar de valor (trabajo abstracto/ dinero) a las relaciones sociales— no está exenta de la resistencia por parte del trabajo concreto que se expresa en acciones de los sujetos que empujan hacia la autodeterminación. Es inherente al proceso de la acumulación capitalista una relación antagónica permanente, sin un momento de estabilidad por parte de la dominación ni de la resistencia; es un proceso de dominar y resistir (2013, pp. 21-22). Sin embargo, no se trata de una lucha simétrica

entre el trabajo abstracto y el trabajo concreto, ya que el primero es una forma y el segundo tiene un modo de existencia negado; es la crisis de la forma, la existencia del trabajo abstracto que depende del trabajo concreto; es decir, tienen una relación interdependiente pero también asimétrica (Ibíd., p. 23). La dominación y la resistencia son procesos activos; la primera no puede ser estática en el capitalismo ya que el valor está determinado por el tiempo socialmente necesario para producir mercancías; es la presión constante del capital por intensificar el movimiento del trabajo abstracto, de dotar de valor a todas las relaciones sociales, cuya principal implicación es la lucha permanente del capital por auto expandirse y subordinar la vida (Ibíd.,p. 20). Ahora bien, la acumulación del capital tiene como base el despojo de los medios de producción, la fetichización de las relaciones sociales y la asalarización de las personas, lo que en conjunto implica la subordinación del trabajo concreto al trabajo abstracto; me centraré en esto último para aclarar lo que entiendo por resistencias de la juventud contra la violencia capitalista. Volvamos a Karl Marx (1992), en El Capital. Crítica de la economía política (Tomo I), con especial atención en la lectura que ofrece John Holloway (2010, 2011, 2013) acerca del desarrollo del antagonismo en la sociedad capitalista y el énfasis de Marx en el carácter dual del trabajo. Intentaremos explicarlo de manera breve y muy general: Holloway plantea que el capitalismo construye relaciones sociales fetichizadas que se extienden en todo el ámbito social. La fetichización da lugar a formas, las cuales son maneras en que se nos presenta la realidad en la sociedad capitalista; éstas implican un modo de existencia, una apariencia que es ajena a las actividades y decisiones de las personas. Las formas (inherentes al capitalismo) se vuelven autónomas de su contenido, de la actividad de los sujetos, implican entonces una separación entre la manera como se nos presentan y su contenido, entre su constitución y su existencia.14

Las formas sociales como apariencias independientes de sus contenidos existen negando el potencial ilimitado de la fuerza humana de creación, esta capacidad se encuentra atrapada en los límites de la apariencia (forma mercancía) (2013, p.12). Surge la pregunta: ¿cuál es el origen de las formas?, ¿cómo el capitalismo genera esta fetichización que a la vez es violencia?, Holloway toma como base el énfasis que Marx pone en el carácter dual del trabajo; por un lado, el trabajo útil o concreto y, por otro, el trabajo abstracto: para el autor es imprescindible centrarnos en esta característica si queremos comprender cómo el capitalismo produce formas que niegan a la sociedad, a las personas, a sus actividades autodeterminadas, aunque con ello no elimina el antagonismo (Ibíd., p. 15). El trabajo concreto produce riqueza15 en todas sus variedades, no hay nada que implique una separación entre constitución y existencia, la existencia del producto de las actividades humanas hablan de la acción de los sujetos (Ibíd.). Mientras el trabajo abstracto es una actividad que igual produce riqueza pero ésta es vista como mercancía, el producto de la actividad humana es objeto ajeno y por ende exterior a las personas, ya no importan sus cualidades y su relación con los sujetos que lo hicieron, sino que ahora, como mercancía, establece una relación cuantitativa con otros productos, expresada por el dinero; así se establecen interacciones sociales entre objetos y no entre personas (Ibíd., pp. 15-16). El trabajo abstracto es una separación de la constitución y de la existencia, de la forma y del contenido, es la abstracción de las

14 Richard Gunn (2005) analiza este punto a través de la abstracción determinada y forma (que retoma de Marx), la primera implica una abstracción en y a través de la cual se dan los fenómenos, mientras la segunda, la entiende como “...un modo de existencia que presupone la abstracción determinada y

viceversa, en la medida en que lo abstracto puede ser el modo de existencia de lo concreto (y al revés)”. “...un término puede existir en el modo de ser negado” (Ibíd., pp.126-127). “Las formas de pensamiento, en su calidad de abstracciones determinadas, son formas de existencia” (Ibíd, p.127). La forma, puede decirse, es la apariencia de algo que contiene a otra cosa en tensión, “es y no es” (Ibíd., p.140). 15 Considerando que la riqueza tiene un modo de existencia negado por la mercancía; es decir, la forma mercancía existe negando a la riqueza y ésta última existe negada (Holloway,2013, p.12). La riqueza en Marx (Grundrisse) es la elaboración absoluta de sus disposiciones creadoras sin otro presupuesto que el desarrollo histórico previo, que convierte en objetivo a esta plenitud total del desarrollo; es decir, al desarrollo de todas las fuerzas humanas en cuanto tales (Marx,1992).

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cualidades particulares de los trabajos concretos. Es un proceso de abstracción del acto de producir donde lo importante no es el vínculo entre el hacedor y el hecho, ni las relaciones que impulsa: lo relevante es la cantidad de valor producido. El trabajo abstracto construye un mundo de fetiches, de apariencias, de formas; niega al trabajo concreto y con ello congela las relaciones sociales en formas sociales (Ibíd., p. 16). El trabajo abstracto es una forma social que niega su contenido y el antagonismo correspondiente, es decir, el trabajo concreto. Entonces, en tanto forma, éste último tiene un modo de existencia negada; el trabajo concreto existe bajo la forma de trabajo abstracto que mantiene contenida la creatividad del hacer humano, por ello es la clave para entender las otras formas sociales que son la dominación (Ibíd., p. 16). Las formas sociales son expresiones del movimiento de la dominación capitalista. Éstas conllevan la negación y contención de otra cosa, involucran tensión y lucha entre la forma que niega el contenido y éste que existe como negado. Las formas no son hechos, no son estáticas, son antagonismo permanente; entonces, el trabajo abstracto como forma social existe en contradicción con el trabajo concreto, entre lo que niega y lo que es negado (Ibíd., p.19). Cabe señalar que el antagonismo no se expresa como dos posiciones inamovibles, si bien es la lucha entre constitución y existencia, forma y contenido, cada aspecto se reconstituye permanentemente como un dominar y resistir, como verbo que permite la constante formulación de alternativas para someter o subvertir de acuerdo a cada posición. Entonces, las dos manifestaciones de violencia son formas sociales que ocultan el hacer autodeterminado, la violencia capitalista es la negación del hacer, la esencia del ser humano, es así que la acumulación del capital siempre está tratando de imponerse pero esto se da en lucha contra el hacer de los sujetos. ¿Nos violenta el funcionamiento del capital y cómo se manifiesta en la vida social?, sin duda; no obstante, a través de las actividades de los jóvenes que reivindican el trabajo concreto, se construyen una resistencia y una producción de socialidad contra-y-más-allá del capital, pero ¿cómo se muestran las resistencias a la violencia capitalista?, ¿en qué tipo de acciones?; en el siguien184

te apartado analizaremos algunas actividades de los jóvenes que tienen que ver con actividades y habilidades artísticas que empujan contra la violencia capitalista.

3.- Apuntes sobre el “hacer-poniente”: rebeldía contra la violencia capitalista

La violencia capitalista es la base para comprender las violencias relacionadas con las insuficiencias socioeconómicas y el narcotráfico en el Poniente, pero ésta no es recibida, interiorizada y reproducida por los jóvenes de manera pasiva porque este proceso implica una lucha entre la imposición de la lógica dominante y las acciones autodeterminadas de la juventud, que empujan hacia la construcción de relaciones sociales solidarias, agrietando la dominación y violencia capitalista. Cabe hacer tres precisiones al respecto; la primera: las actividades de los jóvenes que empujan contra el capital están inmersas en éste, lo que implica reproducir esta lógica no obstante que la rechazan y generan alternativas que van más allá de ésta, en un movimiento de antagonismo social donde el trabajo abstracto depende del concreto, es decir: las resistencias no se encuentran totalmente fuera del capital, se ubican en-contra-y-más-allá de éste. La segunda: estas acciones-resistencias no son realizadas únicamente por personas que por su experiencia de vida, política, académica, etc., han decidido enfrentar al capital y su violencia de manera individual u organizada, también el joven común en su vida cotidiana está inmerso en la lucha entre el hacer y el trabajo (abstracto), entre la violencia y la no violencia. La tercera: no sólo los jóvenes realizan estás actividades de resistencias, si observamos detenidamente podremos encontrar múltiples actividades que los habitantes del Poniente llevan a cabo contra la violencia capitalista, sin embargo, para este caso nuestro interés está en la juventud. Con la base anterior, en este apartado indagaremos sobre las siguientes cuestiones: ¿cómo explicar estas resistencias?, ¿cómo se desarrollan?, ¿de qué jóvenes estamos hablando, de revolucionarios?

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*** La juventud tiene un arraigo en el sector poniente, lo cual se expresa cotidianamente, “soy del Poniente” es una frase recurrente en los jóvenes cuando entablan conversaciones con personas ajenas al sector. Una joven comenta, “antes de estar orgullosa de ser mexicana, estoy orgullosa de ser de Torreón y antes de estar orgullosa de ser de Torreón estoy orgullosa de ser del Poniente, independientemente, por ejemplo, a mí no me gusta la inseguridad pero es algo que está en todos lados”; pero también se manifiesta en expresiones más visibles como en gran parte de las canciones de los crews relacionados con rap “se vive en el Poniente hip-hop estrictamente, la calle aquí se siente con el sudor en la frente”16. ¿Qué implica ese “soy-ser del Poniente”?, los jóvenes caracterizan a su zona con rechazo a través de adjetivos como “olvidada”, “de violencia”, “de pobreza”, “drogas”, “alcoholismo”, entre otras cosas; pero al mismo tiempo la afirman “soy del Poniente”, esto último muestra el arraigo que tienen por su zona (territorial y socialmente), una joven comenta: “si me dieran elegir dónde vivir tal vez diría que en otro estado o en otro país, pero si es aquí en Torreón, yo prefiero el Poniente, aquí nos conocemos y nos apoyamos entre todos”, otra comparte: “[del Poniente] me gusta todo, de hecho la historia, el Poniente es donde se creó la ciudad, cuando había lo de la inseguridad, mi papá le decía a mi mamá que dejaran la casa y se fueran a comprar otra, mi mamá dijo ‘no’, es que aquí, quieras o no, ya conoces a las personas”. Una manera de reflexionar este “soy-ser del Poniente”, es partir de los referentes culturales y sociales que producen identidad con el sector; no obstante, esto conlleva una complicación no menor, que tiene que ver con que los jóvenes del Poniente lo describen con adjetivos relacionados con los problemas socioeconómicos que viven, pero también muestran un arraigo con este espacio que explican a través de las relaciones sociales que se establecen con los habitantes: rechazan y afirman. Al partir de la identidad, “soy-ser del Poniente”, llevamos el análisis a una esquizofrenia identitaria, ya que al momento que adjetivan con rechazo algunas situaciones del sector, también asu16 Subcrew “Hip-hop de calle”.

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men y valoran las interacciones con los habitantes de éste, además que estaríamos reflexionando la apariencia-forma y relegando la contradicción en que se desarrollan. Esto es una clara muestra del antagonismo social, no podemos partir de la identidad o clasificación del “ser-soy del Poniente” porque hay una contradicción epistemológica y práctica. Si no es por la identidad, entonces ¿cómo podemos analizar esta cuestión? El camino que planteamos al inicio es la negatividad, la cual nos permite dilucidar el antagonismo social, la noidentidad que está en lucha contra la identidad, la apariencia contra el contenido. Esto lo podemos ver partiendo no desde el “soy del Poniente” sino considerando que cuando los jóvenes dan énfasis sobre su pertenencia al Poniente, están hablando de lo que la gente “hace”, no de lo que la gente “es”, el primero es el contenido y el segundo es la apariencia, están en lucha. Lo que hacen las personas, el “hacer-poniente”, nos permite centrarnos en las interacciones de la población que son apreciadas por los jóvenes; es necesario comenzar desde las relaciones sociales en proceso de fetichización en las que están inmersos, las cuales involucran los adjetivos con los que caracterizan no sólo al espacio sino al hacer-social de las personas, esto implica considerar las acciones de los sujetos que están en-contra-y-más-allá de la violencia capitalista que siempre necesita de las personas, no al revés; así, el antagonismo social queda en primer plano, no la identidad del “soy” que representa una apariencia en lucha contra el “hacer”. ¿Cómo entender el “hacer-poniente”?, de manera general, podemos comprenderlo como el establecimiento de relaciones sociales que buscan des-fetichizarse, las cuales agrietan la violencia capitalista, un joven expresa: […] en el Poniente hay unión, hermandad, de, de ser carnales […], el lema de aquí del sector poniente es “Todos somos uno y uno solo somos todos”, ese es el lema de aquí del Poniente, de todo. […] Por ejemplo, aquí hay un problema de que, ‘eh carnal sabes que surgió un problema aquí y pos requiero poquilla feriesilla eda’, y el otro dice, ‘pos sabes qué, no tengo carnal, pero vamos a hacerla, yo te hago el paro’, salimos a los barrios a hacer un trabajillo, un trabajillo dos, y 187

como quiera lo que te pagan, ‘ora pa que te alivianes’, o de ‘¡eh! carnal sabes qué, es que no he comido’, ‘no carnal, aquí tengo yo un taco’, como quiera donde come uno comen dos y así. Esa es la unión a la que me refiero, no precisamente a la que, ‘ay wey me la hicieron de gacha deja voy por mi banda’, ta chido eso pero hay otra parte de unión.

Estas relaciones sociales basadas en la solidaridad, el “carnalismo”17, tienen su base en las experiencias sociales de los jóvenes y en el apoyo mutuo de la población, “[…] hemos vivido momentos trágicos, momentos buenos y eso nos une a todos”, “si uno se doblega llega el otro y ‘¡eh! carnal no te pandees, puro pa´ dela, nada pa´atrás’. Empezamos a darnos consejos, porque aquí nadie sabe más que el otro, aquí todos sabemos y todos aprendemos de todos”. El Poniente no puede ser caracterizado únicamente por las violencias pues esto oculta el antagonismo social, por lo tanto es necesario comprender que las violencias son producto del capitalismo y que no son recibidas por los jóvenes como sujetos pasivos; por el contrario, “hacer-poniente” es “hacer comunidad”, es desfetichizar las relaciones sociales que impone la violencia capitalista. El “hacer-poniente” está en lucha contra el “ser poniente”, es una disputa que se manifiesta en la vida cotidiana de los jóvenes, de manera individual y colectiva, la primera es resistencia contra la violencia capitalista, la agrieta, tiene un potencial infinito porque surge desde las capacidades sociales de los jóvenes que han sido negadas por las violencias del capital. Pero ¿cómo pensar el “hacer-poniente” como lucha contra la violencia? *** Las resistencias de los jóvenes se expresan como negación, contención y creación contra la violencia capitalista. Para entender esto, partimos del grito que expone John Holloway, un grito de rechazo hacia la lógica del capital, para ser más precisos: un grito que expone inconformidad, “pone un alto”, un “ya basta” que con-

tiene y empuja a la creación de un hacer distinto; entonces sería un grito-hacer (2010, pp.17-28), un “ya basta de pobreza, violencia, miseria” por parte de los jóvenes. El grito-hacer es entonces un hacer negativo que empuja a la autodeterminación, proyecta un más allá, es un poder-hacer (2010, p.51-55), es la capacidad creativa latente de los sujetos, “es siempre social, es parte de un flujo social que se construye de diferentes maneras” (Ibíd.), a diferencia de un poder-sobre que “es la fractura del flujo social del hacer” (Ibíd.) porque significa dirigir el hacer de unos por parte de otros. Las resistencias de los jóvenes, es decir, el “hacer-poniente”, se expresa como negación, contención y creatividad, un “ya basta de violencia capitalista” que la detiene y crea formas de socialidad que atentan contra el capital y sus agresiones; el “hacer-poniente” son otros haceres que agrietan el capital, son grietas (Holloway, 2011): “Las grietas son revueltas del hacer contra el trabajo, de una forma de actividad contra otra” (Ibíd.,p.321), son inestables, son la lucha constante que empuja hacia la autodeterminación: “el impulso en contra y más allá de la negación de la autodeterminación, y como parte de ese impulso la creación de espacios o momentos extremadamente frágiles en donde vivimos el mundo que queremos crear” (Ibíd., p. 319). El “hacer-poniente” agrieta el capitalismo, se muestra como el establecimiento de relaciones sociales no entre objetos, sino entre sujetos, es la reivindicación de la subjetividad desgarrada por el capital, significa “¡ya basta de violencia capitalista!, hagamos las cosas de otra forma”; sin embargo, el “hacer-poniente” se encuentra en una lucha constante contra el capital y la objetivación de la vida social que produce: por lo tanto, estas resistencias no están a salvo de ser diluidas, de hecho, ocurre frecuentemente, pero resurgen en nuevas prácticas que atentan contra el capital; el “hacerponiente” articula múltiples expresiones de una nueva socialidad anticapitalista amenazada y deformada constantemente por el movimiento del capital, pero que siempre renace en diferentes maneras de rechazo a esta lógica dominante y en la subversión de las capacidades sociales autodeterminadas de los jóvenes.

17 Palabra que usan para referirse al apoyo entre los jóvenes de las colonias, sería equivalente a compañerismo.

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*** Los jóvenes realizan actividades cotidianas que niegan, contienen y van más allá de la violencia capitalista, abren grietas, activan un “hacer-poniente” que se observa, por ejemplo, en la solidaridad y el “carnalismo” al interior de las colonias y con otras; en acciones donde el Estado y el capital (incluyendo el dinero) toman un papel secundario; las relaciones sociales que se establecen están basadas en la reivindicación de la subjetividad desgarrada por el capitalismo y sus violencias. Este “hacer-poniente” se muestra cuando el joven rechaza el trabajo asalariado y prefiere elaborar con su familia dulces de leche y venderlos casa por casa en las colonias y ejidos, situación que le retribuye económicamente, pero también respecto a la disposición del tiempo, ya que para medio día está de regreso en su hogar, tiempo que ocupa para convivir con sus hijos y su pareja, además de estar en las canchas de la colonia platicando con sus conocidos, jugando futbol o tomando unas cervezas con sus amigos. En el campo de los crews que practican hip-hop, un joven expresa: “nosotros hacemos hip-hop de calle, escribimos y cantamos lo que vivimos, no podemos cantar algo que no conocemos”, “nos gustaría vivir del hip-hop que hacemos, mostrarle a la gente que en el Poniente hay talento, no sólo hay violencia”, “la calle es nuestro estilo, el barrio que vivimos es lo que cantamos, estaría chido grabar discos y que la gente nos conociera, pero sin perder nuestra esencia”, “no aceptaríamos escribir rolas sobre cosas que no vivimos, ni aunque nos pagaran un chingo”, “si no tenemos para equipar nuestro estudio, nos las arreglamos, un día hicimos una hamburguesada para comprar los micrófonos”, “ahora algunos tenemos que trabajar, pero en cualquier chanza grabamos, a veces llegamos todos cansados pero ahí estamos, haciendo lo que nos gusta”. Una joven dice: “me gusta mucho la pintura y escribir cosas, pero el trabajo no me da tiempo de nada, tengo que buscar la manera de poder estar con mis hijos, de pintar, ahora de vez en cuando lo hago, quisiera hacerlo más”, “quisiera trabajar en algo que me guste y que me permita vivir; si pudiera pintar y eso me diera para comer, estaría muy chido, podría estar con mis hijos, darles una buena vida, aparte estaría haciendo lo que me gusta”.

Otro joven comenta: “aquí en el barrio estamos jodidos pero si hay para uno hay para todos, somos carnales”, “cuando vino todo el rollo del narco, los barrios del Poniente nos unimos, antes nos peleábamos un chingo, pero ahora puro carnalismo, somos de los mismos, si alguien requiere paro tiramos esquina de volada”, “un día estaba un bato de aquí de la esquina echando arena para el patio, nos acercamos y la echamos entre todos, tú sabes, a todos se nos ofrece”. Enlistar las acciones de resistencia ante la violencia capitalista sería interminable, basta con prestar atención a las interacciones sociales en la vida cotidiana de los jóvenes para observar el antagonismo social en que sobreviven. La violencia oculta las interacciones solidarias que reivindican la autodeterminación social, la cual está en constante lucha contra la dinámica dominante; existen en contradicción: muestran que aún el joven que decide elaborar dulces de leche y venderlos tiene que comprar la leche, el azúcar, el gas y la estufa para fabricarlos; el crew de rap que, a pesar de intentar la autonomía y rechazar la comercialización de la música, tiene que comprar los micrófonos y la computadora para conformar su estudio casero; la joven que le gusta pintar lo hace en tiempos libres porque tiene un trabajo asalariado que le ocupa gran parte del día: las dinámicas de solidaridad en el barrio también implican expresiones de violencia, dice uno de ellos: “nunca falta el pleito, ‘este me hizo esto u lo otro’ y se arma el desmadre”. Estas acciones no se quedan en la imposición del capital, se reconstituyen y no dependen del capital y sus violencias, mientras que éste sí. Lo anterior es una muestra concisa de la amplia gama de expresiones del “hacer-poniente” como resistencia y creación de nuevas formas de socialidad que realizan los jóvenes del sector. Ahora centrémonos, de manera particular, en los crews que practican rap, como un modo de “hacer-poniente” que establecen los jóvenes; estos grupos resultan representativos para clarificar la idea desarrollada en este apartado, pero también porque no es menor la cantidad de crews que existen en el Poniente: tienen características diversas en su forma de estar en-contra-y-más-allá de la violencia capitalista, no obstante, nosotros reflexionaremos con base en un esfuerzo por integrar las cualidades de los crews que

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conocemos y con ello dilucidar la idea de “hacer-poniente” contra la violencia capitalista.

Los crews que conforman los jóvenes del poniente de Torreón están articulados en torno a los cuatro elementos del hip-hop que son: el rap, el break dance, el Disc Jockey (Dj) y el graffiti; los grupos se integran por jóvenes que realizan todas estas actividades o algunas de ellas, es decir, un crew puede estar integrado por personas que sólo practican una de las habilidades mencionadas o varias. Los miembros de estos grupos no se aglutinan en términos de la pertenencia a una determinada colonia, proceden de diversos espacios del sector. Algunos crews se vinculan con los llamados “clans”, a través de éstos, los grupos de rap, graffiti, break dance o Djs se unen y comparten sus expresiones, no obstante cada uno mantiene la autonomía de sus acciones. En el Poniente predominan los crews que se dedican al rap, sus canciones, por lo general, mantienen lo que ellos llaman un estilo “de calle” o “de barrio”, que tiene que ver con descripciones de situaciones cotidianas en su sector, como: por un lado, la violencia del narcotráfico, las carencias monetarias, el apego a la familia o los problemas que acontecen en ellas, el consumo de alcohol y drogas, conflictos entre crews que también se dedican al rap, orgullo de pertenecer al Poniente, “el carnalismo” que convalida las relaciones solidarias en el barrio, etc. Por otro lado, las canciones en proporción significativa combinan lo anterior con una crítica a gobiernos que los oprimen; expresan la discriminación que sufren al buscar trabajos, la represión policiaca y militar de la que son sujetos por reunirse en las calles y su forma de vestir, la falsedad de la democracia a través del voto; critican las políticas de gobierno que los mantienen en la pobreza, a las religiones como instituciones económicas e ideológicas, a los medios de comunicación y la enajenación que induce, a la explotación del trabajo, etc. Para elaborar una canción, los integrantes de los crews se reúnen, casi siempre de manera espontánea, en un estudio casero que fabrican con sus propios recursos, generalmente en alguna recámara del hogar de uno de ellos; esto se realiza por medio coo-

peraciones que realizan, donaciones o la elaboración de actividades para recolectar dinero y así comprar los aparatos necesarios que necesita el espacio donde grabarán. Eligen las temáticas de las canciones a través de propuestas de cada uno de ellos, al final deciden el tópico de la canción, cada uno escribe una parte de ésta; compran o elaboran una pista; lo que queda es pulir la obra hasta que todos queden satisfechos. La mayoría de las canciones son escritas y cantadas colectivamente, no obstante, cualquier integrante del grupo puede decidir no participar en determinada pieza o llevarla a cabo de manera individual. Este proceso regularmente está acompañado de bebidas alcohólicas y drogas, además de varias personas del barrio que fungen como espectadores. Algunos de estos crews se niegan a escribir y cantar canciones que atenten contra su “esencia”, es decir, su estilo “de calle”, cuestión que representa un principio ético, uno de ellos comenta: “nosotros rapeamos para el barrio, porque es lo que vivimos, no rapeamos cosas que ni vivimos, no lo haríamos ni por todo el dinero del mundo”, “somos del barrio, rapeamos desde el barrio, lo que vivimos y sentimos, lo que viene del corazón”, “tratamos de dejar un mensaje a la gente, que se sepa cómo vivimos acá, unos dicen que en el Poniente pura violencia, pero no nomás hay eso, también hay mucha gente que estamos chingándole para salir adelante”. En algunos momentos, surgen conflictos entre ellos, ya sea por la temática de la canción, la cantidad de tiempo que le toca cantar a cada uno o por problemas personales; se intenta solucionarlos por medio de dos formas, uno de ellos dice: “lo resolvemos hablando, antes nos dábamos de chingazos, pero ya con el tiempo aprendimos que había que hablar”; la otra: a través de “un tiro de amigos”, que implica un enfrentamiento físico entre los involucrados, quedando prohibida la participación del resto, al terminar la confrontación se estrechan las manos y las relaciones se restablecen, uno de ellos comenta: “con un tiro, neta si se oye acá medio pirata, ¿eda?, pero con un tiro… por ejemplo, si yo le traigo tirria a este bato, ‘¡eh carnal! pos´ sabes qué, te traigo tirria, ‘amos a darnos un tiro, un entre, pa’ desquitar el coraje’, ‘no pos simón’ y nos damos ¡pum! ¡pum! ¡pum!, ‘no pos que ya estuvo’, ‘ya estuvo’, ‘simón usté sigue siendo mi carnal, este tiro nomas fue pa’ des estresarnos’, así se soluciona y la neta hay buenos resultados”.

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Los crews muestran claramente el “hacer-poniente” contra la violencia capitalista, de ahí su importancia para el presente análisis: reivindican el hacer-autodeterminado de los jóvenes, de la misma manera que restablecen las relaciones sociales entre personas; son momentos de desfetichización de la vida social, de no violencia. Escribir y cantar colectivamente implica una restauración de la socialidad del hacer, el flujo social del hacer-autodeterminado que construye relaciones sociales solidarias que agrietan el capital; además, las canciones vinculan la experiencia cotidiana de cada uno de ellos, crean una reunión entre el hacedor, el hacer y su hecho, que no es vendible ni negociable: es la subversión de la subjetividad negada por la violencia capitalista. Como hemos mostrado, en los crews la violencia y el dinero son ejes secundarios de sus actividades; no obstante, están sujetos a éstos a través de sus trabajos, la compra del equipo para el estudio, la participación en eventos cercanos a las instituciones, los conflictos al interior de los grupos, etc. Son las contradicciones propias de estar inmersos en una sociedad capitalista: la reivindicación del hacer-autodeterminado y, por ello, el establecimiento de relaciones sociales solidarias, son un embrión con potencial emancipatorio.

Ahora surgen las preguntas, ¿de qué jóvenes hemos estado escribiendo, revolucionarios? ¿cómo comprender a esos jóvenes que con sus actividades “hacen-poniente”?, no entendemos a la juventud de la que hablamos por su identidad del “ser joven”, es decir, como mencionan los discursos predominantes sobre el tema (Revilla, 2001): hedonistas, narcisistas, sujetos incompletos o en transición a la adultez, subordinados y discriminados con recepción pasiva, exploradores de identidades para forjar las propias, como producto histórico social, contestatarios ni mucho menos revolucionarios, sino como rebeldes anticapitalistas. Tampoco consideramos que a la juventud y sus crews sea necesario entenderlos como tribus urbanas o subculturas juveniles (Revilla, 2001; Nateras, 2010), sino como formas de expresar sus resistencias contra el capitalismo y sus violencias.

Vemos a los jóvenes del Poniente como rebeldes anticapitalistas porque nuestro análisis los relaciona con el antagonismo de la sociedad, como sujetos-hacedores, personas en una lucha constante por reafirmar su subjetividad negada por el antagonismo entre el hacer y el trabajo: hacen, crean y empujan hacia la autodeterminación; es un desafío a las formas sociales capitalistas, una grieta. Los jóvenes como sujetos-hacedores no tienen nada que ver con la jerga sociológica, por ejemplo, el agente de Anthony Giddens (1995, pp.39-54), tampoco a la distinción entre individuo y agente de Pierre Bourdieu (2002, pp.97-112), o a la tríada de individuosujeto-actor social que expone Alain Touraine (2001, pp. 85-86), por mencionar algunos autores. La idea de los sujetos-hacedores se nutre con la Teoría Volcánica (2009) que presenta John Holloway, con la cual miramos a los jóvenes desde el poder-hacer (potencia liberadora), su grito-hacer, en lo latente, lo que puede ser. Por lo tanto, “Las personas son volcanes sofocados, no son lo que parecen ser. Pero más que eso: no son lo que son. Están al borde de hacer erupción, de estallar”. (Ibíd., p.111), “En la superficie tienen una identidad, pero debajo del aspecto de la identidad está la fuerza de la no identidad (Ibíd., p. 112), “[…] es ver a las personas como contradictorias y divididas en contra de ellas mismas” (Ibíd., p. 113). Hablar de sujetos-hacedores en el poniente de Torreón conlleva que los jóvenes no están definidos ni limitados, no esperan convertirse en adultos o revolucionarios, ni intentan ganar espacios dentro de la estructura social, son sujetos que en su grito-hacer proyectan un más allá. Dice el autor: “Pensar volcánicamente es tomar esta rebelión como punto de partida y tratar de entender nuestra fuerza” (2009, p.16), “Nuestro movimiento volcánico, nuestro sentimiento de estar reprimidos pero rebeldes, surge de nuestra experiencia directa e indirecta” (Ibíd., p.17), “[el poder-hacer como] El anti-poder no es evidente en la superficie de la sociedad. [Pero] Si vemos más allá hay un mundo de luchas que a veces no dicen más que ‘¡No!’, pero que muchas veces en el proceso de decir ‘¡No!’, desarrollan formas de autodeterminación o articulan conceptos alternativos de cómo debería ser el mundo” (Ibíd.). Los jóvenes de quienes hemos escrito son sujetos-hacedores, Gente común, es decir, rebelde (Holloway, 2013), que está en-

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contra-y-más-allá de la violencia capitalista: jóvenes inmersos en la lucha de clases.18

Líneas finales Como expusimos en esta reflexión, la violencia vinculada con las carencias socioeconómicas del sector y la asociada con el narcotráfico tienen como raíz el movimiento capitalista que se expresa a través del despojo de los medios de producción, la fetichización de las relaciones sociales y la asalarización, aspectos que se dan de manera simultánea. Sin embargo, la violencia capitalista no es un hecho sino una relación social antagónica, la cual se establece en lucha contra otras formas de socialidad que generan los jóvenes del Poniente: a estas diversas maneras de resistir y crear otras interacciones sociales, nosotros las llamamos “hacer-poniente”. El “hacer-poniente” de los jóvenes del sector es la producción permanente de comunidad, de relaciones sociales entre personas; actividades que se encuentran en lucha constante contra el capital, es ocasiones son frágiles pero se reconstituyen para volver a la lucha. El “hacer-poniente” es un empuje hacia la autodeterminación y representan una grieta contra la violencia capitalista: un ejemplo claro son los crews que practican rap. Estas resistencias son parte de un movimiento contra el capital, de una lucha en que tanto el capital como las resistencias se enfrentan; sin embargo, el capitalismo requiere del hacer de los sujetos para poder reproducirse, por lo tanto, no es una disputa simétrica, la lógica dominante es perecedera. Con la base anterior, podemos decir que esta reflexión tuvo el propósito abrir las categorías de violencia y juventud a partir de la situación concreta del poniente de Torreón; buscamos develar el antagonismo que implica la violencia en la vida social de los jóvenes. Por lo tanto, afirmamos que la problemática del Poniente no es una cuestión que las personas internalicen sin resistencia, por 18 No entendida como un grupo o un lugar en la estructura social sino como una relación social, la contradicción entre el hacer y el trabajo abstracto que genera formas sociales (fetichización) violentando la vida social de los sujetos (Gunn, 2004; Holloway, 2004).

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el contrario, la violencia es una lucha, que no se resuelve con eliminar o sustituir a la delincuencia organizada, ni con generar políticas más justas que ofrezcan alternativas de empleos y estudios a los jóvenes, ni con el aumento de seguridad pública; el problema real es el capitalismo y sus violencias; los jóvenes a través del “hacer-poniente” están resistiendo y creando formas de socialidad que desafían al capital, están comunizando19 (Holloway, 2013). Los jóvenes y los habitantes en general no son sujetos pasivos, sino hacedores que reivindican sus capacidades sociales negadas por el capital, en clara contradicción con los intereses de éstos. El “hacer-poniente” y la violencia capitalista no son hechos establecidos, no existen de manera plena o pura, sino en contradicción; entonces ¿es una lucha donde casi siempre se impone el capital?, es posible, pero insistimos: las violencias del capital dependen de convertir las actividades autodeterminadas de las personas en trabajo asalariado (abstracto) y con ello violentar las capacidades sociales de los sujetos en todos los sentidos; sin embargo, el trabajo abstracto depende de dichas capacidades, mientras que ésta no dependen del primero. Finalmente, es imprescindible la pregunta ¿cómo potenciar estas actividades, este “hacer-poniente” para la erradicación de la violencia capitalista?, no hay respuesta única ya que son diversas las maneras en que cotidianamente los jóvenes y habitantes del sector resisten contra el capital, ¿cómo pueden las múltiples maneras de “hacer-poniente” confluir y con ello producir rupturas integrales a la violencia capitalista? No lo sabemos, tal vez mientras escribimos estas líneas ya se está produciendo esa unión, será cuestión de seguir explorando alternativas prácticas y teóricas que agrieten la violencia capitalista cada vez más. Caminando preguntamos.

19 Es “... la reapropiación de un mundo que es nuestro, en el que articulemos prácticamente la unidad del hacer y lo hecho, de la constitución y la existencia, la comunalidad de nuestros haceres”. (Holloway, 2013:27).

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Levantar el Poniente. Acerca de la juventud: identidades y violencias en el poniente de Torreón terminó de imprimirse el mes de enero de 2015, en Imprenta Groppe. Hospital #2295-A Col. Ladrón de Guevara, Guadalajara, Jalisco, México. Tel. 01(33) 3615-9271. www.groppelibros.com.mx.

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