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Historia de la Psicomotricidad El cuerpo en Discusión Jean Le Camus Cuerpo sutil: “superestructura que abriga al cuerpo

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Historia de la Psicomotricidad El cuerpo en Discusión Jean Le Camus Cuerpo sutil: “superestructura que abriga al cuerpo somático, al cuerpo mecánico, y el cuerpo energético, y que podemos llamar provisoriamente cuerpo informacional”. A lo largo de las transformaciones que vamos a analizar, este cuerpo sutil se constituyó en un punto fijo, invariante, y permitió los análisis y acciones en esta área. Para el estudio de este “cuerpo sutil” se hace referencia a la noción de organizador, y se intenta describir la génesis del pensamiento y acción de los psicomotricistas franceses. En cada una de las tres etapas de esta génesis, existe un agente de control, un articulador del desarrollo del cuerpo sutil, y a este centro irradiante se lo identifica como “organizador”. Es en cada etapa, el que unifica los sistemas de conocimiento, de normas y prácticas y explica las doctrinas y métodos de los psicomotricistas. La organización de cada período será descrita a partir de la bipolarización teoríapráctica, no porque ambas entidades deban concebirse aparte, sino porque desde comienzos del siglo XX en Francia, se impuso una bipartición de las tareas. La teoría psicomotora fue elaborada por filósofos, psicólogos, neurólogos, psiquiatras que generalmente, no eran técnicos del movimiento. La práctica psicomotora fue edificada por educadores y terapeutas que generalmente no eran creadores de conceptos. Veremos estas duplas funcionales en la historia, en Panet – Tissié en los años 1900, en Wallon – Guilmain en los años 30, en Ajuriaguerra – Soubiran en los 50, en Jolivet – Soubiran en los 60, y en Bergés – Bounes en los 70. Primera etapa: Cuerpo Hábil El organizador de esta etapa: Paralelismo. Surge en esta etapa el término psicomotor, la noción de psicomotricidad y la práctica psicomotora. “El cuerpo sutil de esta época puede ser descrito según los trazos todavía vagos de algo que no se reduce ni a la extensión, propiedad esencial del cuerpo anátomofisiológico, ni al pensamiento, propiedad del espíritu, sino que los yuxtapone, los aproxima, los une”. Esta noción de cuerpo al que Le Camus denomina como “cuerpo hábil” surge al final del siglo XIX y principios del XX. El adjetivo psicomotor fue utilizado por primera vez en 1870, para dar nombre a regiones de la corteza cerebral situadas más allá de las áreas propiamente motoras, (aquellas cuya estimulación eléctrica provoca contracciones musculares en la mitad opuesta del cuerpo), y donde podía operar la articulación constatada pero todavía no explicada, entre imagen mental y movimiento. Los centros psicomotores designaban lo que Vigarello llama “la diminuta porción de espacio donde se realizaría el pasaje de una idea a su investimento corporal”. En 1901 el doctor Philippe Tissié explica su concepto de Educación Física, empleando el término “centro psicomotor” y no psicomotor en relación a los términos desarrollo, disturbio, reeducación, etc. Dice: “por educación física no se debe entender solo el ejercicio muscular del cuerpo, sino también y principalmente el entrenamiento de los

centros psicomotores, mediante asociaciones múltiples y repetidas entre movimiento y pensamiento y entre pensamiento y movimiento…” Para captar la noción de psicomotricidad en sus orígenes, debemos estudiar la doctrina del paralelismo y antes revisar la doctrina a la cual se opone en ese momento: la del dualismo. El Dualismo de los tiempos modernos fue profesado por Descartes en el siglo XVII. Integraba los conocimientos científicos de la época y por lo tanto daba al cuerpo, al espíritu y a sus relaciones, una definición perfectamente aceptable para la época. “…de hecho, todos estos sentimientos de hambre, sed, dolor, etc., no pasan de ser ciertas maneras confusas de pensar oriundas de la unión y como que de la mezcla del espíritu (mentis) con el cuerpo (corpore)”. 1641 Los teóricos y prácticos de la RPM se colocaron como imperiosos adversarios del dualismo cartesiano. Según Le Camus, esto se debió a una confusión y a un error de valoración. La confusión inadmisible reside en el hecho de que Descartes no distinguía absolutamente el espíritu del alma y esta asimilación de mens y anima era inadmisible para los hombres de ciencia de comienzos del Siglo XX. Las capacidades cognitivas y afectivas del hombre, son constatables, sin embargo la existencia de un alma inmortal es del orden de la creencia, de la fe. Descartes dijo: “…este yo, esta es mi alma, por la cual soy lo que soy, es entera y verdaderamente distinta de mi cuerpo, y ella puede ser o existir sin él”, cosa que nunca nadie demostró. El error de valoración recae sobre los poderes del cuerpo, de la res extensa, del cuerpo considerado como máquina, como instrumento, y las funciones de sentir y pensar atribuidas al alma, la psique “como una cosa que no participa de nada de aquello que pertenece al cuerpo”. Toda la historia de la escuela francesa de psicomotricidad demuestra que esta distinción entre res extensa y res cogitans no resiste el análisis científico. (res = cosa ; cogitans = pensar)

Los progresos de la neurofisiología normal y patológica fueron los que permitieron revisar el abordaje mecanicista del cuerpo. Los grandes descubrimientos (comienzos siglo XIX) de la fisiología del sistema nervioso, marcaron la insuficiencia del modelo anterior. El descubrimiento de los disturbios de las funciones simbólicas fue un momento importante en la elaboración de la noción de psicomotricidad. Ya no se podía invocar más al esquema anátomo-clínico que establecía una correspondencia rigurosa entre lesión y síntoma. Se constata que es posible encontrar disfunciones graves sin que exista una lesión cerebral bien localizada. Fue fundamental el descubrimiento de los disturbios práxicos, en los cuales se está ante la presencia de un disturbio de la actividad gestual, sin que haya una parálisis o demencia, y sin una localización anatómica perfectamente circunscripta. En la apraxia ideo-motora, “el enfermo es enteramente incapaz de ejecutar, cuando se le pide, los diversos movimientos intransitivos: no le es posible cerrar el puño cuando se le pide, pero su mano se cierra perfectamente sobre el objeto agarrado espontáneamente” (Ajuriaguerra 1960). Por lo tanto no es la función lo que se perdió, sino cierto uso de esa función.

La neurofisiología tuvo un impacto importante con los aportes de Jackson y Sherrington. En 1906 Sherrington habló de la “acción integradora del Sistema Nervioso”, o sea del papel que cumple el SN en la regulación de las conductas de un organismo en interacción con el medio. De aquí en adelante habrá que observar al individuo “en situación”, y no como aislado en laboratorio. Se reconoce el papel de la médula espinal como integradora de la información, para analizar los estímulos y responder de una manera adaptada. Todo movimiento, hasta los mas simples, tienen un significado biológico: el reflejo nociceptivo de flexión (reacción al dolor), es un acto de defensa, o el reflejo miotático de extensión, permite garantizar la postura. También hubo aportes desde la neuropsiquiatría infantil: Dupré describió en 1907 el Síndrome de Debilidad Motriz, y lo relacionó en 1909 con la debilidad mental. La debilidad motriz donde se observan: inhabilidades, sincinesias y paratonía, no es atribuida a una lesión del sistema piramidal, concebido hasta entonces como la base anatómica del movimiento voluntario, sino apenas a una insuficiencia. Lo novedoso es la etiopatogenia del síndrome (origen, causa). La debilidad motriz es definida como un “estado patológico congénito de la motilidad, muchas veces hereditario y familiar”, y es comparado al estado de “debilidad fisiológica” del bebé (hipertonía, sincinesias, enuresis, disturbios de los reflejos, etc.). Esta proximidad clínica es explicada por una proximidad etiológica: el recién nacido normal y el débil motor patológico no disponen de un haz piramidal enteramente maduro y funcional. Estos 3 descubrimientos son los que invalidan el antiguo modelo del cuerpo automático, “cuerpo nave”, sometido al comando del “espíritu piloto”, y que hicieron necesaria la representación de un cuerpo vuelto inteligente por el poder receptor, integrador y ordenador del sistema nervioso. Un cuerpo más noble, más delicado y más activo. Junto con Dupré la otra figura de este primer período fue H. Wallon, profesor de filosofía, doctor en medicina, asistente de neuropsiquiatría en la Salpetriere de París. Su primer gran trabajo, después de la 1ª guerra mundial fue su tesis de doctorado “El niño turbulento” (1925). Describe etapas y disturbios del desarrollo psicomotor. Continúa con otras publicaciones donde describe también síndromes y tipos psicomotores. La idea es que la observación clínica evidencia la concomitancia de síntomas en las esferas motora, intelectual y afectiva y surgen solidaridades interfuncionales también en el niño normal. A diferencia de Dupré, Wallon se interesa más por la correlación entre motricidad y carácter, que por aquella que existe entre motricidad e inteligencia (como estudió Dupré). El carácter designa para Wallon, las manifestaciones observables de la actividad, la afectividad, las relaciones sociales, voluntad y hábitos del niño. Fue más allá de la noción de paralelismo de su época y afirmó: “el movimiento, es antes que todo, la única expresión y el primer instrumento del psiquismo”. Criticó el término de paralelismo, entendido como equivalente de simultaneidad, de par, de correlación, y propuso el concepto de acción recíproca: “En la vida mental no hay relaciones unívocas. Es preciso sustituir resolutivamente el antiguo determinismo mecanicista por el determinismo dialéctico”. Wallon fue el fundador del Laboratorio de Psicología del niño, y aplicó por primera vez la noción de psicomotricidad a las nociones de desarrollo, de disturbio, de tipo.

Los escritos de Wallon fueron determinantes y fueron explorados por educadores como Guilmain, psicólogos como Zazzo, psiquiatras infantiles como Bergeron, Heuyer y Ajuriaguerra. Las Primeras Prácticas : 1890-1939 -La Psicodinámica de Tissié (1852-1935): Tissié planteó una nueva concepción de la educación física, mas científica, con el concepto de la relación íntima entre pensamiento y movimiento. - La Reeducación Psicomotríz de Edouard Guilmain 1901-1983 Guilmain fue un educador, influenciado por las ideas de Dupré, Wallon y Heuyer, y preocupado por los niños que presentaban problemas de carácter llamados inestables o perversos. Intenta “buscar productos constantes de relaciones recíprocas” entre los disturbios del comportamiento identificados por la observación continua del niño, y las alteraciones de las funciones “afectivas-activas”, identificadas por el examen psicomotor. El texto de Guilmain de 1935 es considerado como el origen del concepto de Reeducación Psicomotríz (que va a preceder a los de terapia y Educación psicomotríz). Expone un programa de reeducación, establece los objetivos y ejercicios a desarrollar: -Reeducación de la actividad tónica (con ejercicios de actitud, de equilibrio y mímica). -Mejoramiento de la actividad de relación (con ejercicios de disociación y de coordinación motriz con soporte lúdico). - Desarrollo del control motriz (con ejercicios de inhibición para los inestables y de desinhibición para los emotivos). También formuló el primer examen psicomotor que tendrá carácter de diagnóstico, indicación del tratamiento y pronóstico. Por lo tanto, podemos decir que el contexto filosófico y científico que constituyó el camino de la psicomotricidad naciente, en este juego de influencias múltiples, lo hizo en torno a un organizador: el paralelismo. Este concepto de paralelismo permite dar un comienzo de respuesta al problema crucial de las relaciones entre fenómenos psicológicos y fenómenos motores. Se trata por cierto de un avance en el pensamiento: la tradición cartesiana de heterogeneidad de dos sustancias no permitía imaginar más que la oposición pura y simple o la antinomia de las dos categorías, o sea, la ausencia de relación. Admitir que existe paralelismo, concordancia más o menos estrecha y permanente entre las dos series de procesos, es comenzar a concebir un relacionamiento. Hay evidentemente una colocación en relación, se trata sin embargo de la relación más simple posible, ya que es propio de dos elementos paralelos que no se encuentren. Todavía es una estructura bipolar.

Segunda etapa: el cuerpo consciente Organizador: impresionismo. Esta etapa se caracteriza por una profundización del concepto de psicomotricidad, un enriquecimiento, afinamiento y especificación de la metodología y la aparición y posterior reconocimiento de los prácticos de la psicomotricidad. El período se corresponde en gran parte al tercer cuarto del siglo XX. Teoría y práctica parecen ordenarse en torno a un nuevo organizador: impresionismo. El cuerpo sutil es ahora un cuerpo capaz de recibir, poner en orden y conservar la información emanada de su propio funcionamiento y del medio físico y humano en el cual está inserto. Pasa a ser esencialmente un cuerpo receptor y tendrá por matriz una psicología mas autónoma de la neurología que va a ser la principal referencia teórica de los investigadores y técnicos de la psicomotricidad. 1. CONSOLIDACION DEL SOPORTE TEORICO A) Influencia de la fenomenología gestáltica. Los teóricos de la Gestalt encaran todos los fenómenos físicos, fisiológicos y psicológicos como inseparables, llamados “formas”. Sus trabajos se aplican a la estructura y funcionamiento de la personalidad. La teoría de la Gestalt, influencia a los hombres que inspiraron directamente a los psicomotricistas de la segunda generación, en una triple dirección: en el concepto de esquema corporal, en la concepción fenomenológica de la conducta y en la concepción funcional del movimiento. Schilder en 1935 propone una especie de síntesis entre el modelo neurológico del cuerpo heredado de Head, y el modelo psicoanalítico del cuerpo libidinal y fantasmático heredado de Freud: esta “imagen tridimensional que cada cual tiene de sí mismo, imagen esencialmente dinámica que integra todas nuestras experiencias perceptivas, motoras, afectivas y sexuales, fue llamada por Schilder “Imagen del cuerpo” o “esquema corporal”. Lo que se encuentra en la obra de Schilder es principalmente la centralidad del cuerpo y de la experiencia corporal, la importancia del uso del otro y del cuerpo del otro en la constitución del yo.” Como mostró Vigarello en su tesis, la educación o reeducación del esquema corporal, será una de las tareas prioritarias de los psicomotricistas. En los fundamentos de la práctica psicomotora, se descubre la marca de MerleauPonty, filósofo fenomenólogo (1908-1961). Su obra tuvo repercusión en el mundo de la psiquiatría y pedagogía francesa, en hombres como Ajuriaguerra, Le Boulch y Vayer. Consiguió que se admitiera por un lado, que el comportamiento debe ser tomado como una “estructura” no reductible a sus componentes y que obedece a leyes de totalidad, y no como una simple coordinación de reflejos. Por otro lado que nuestros actos deben ser tomados como modalidades de ser en el mundo, que la unión del alma y el cuerpo se realiza a cada instante en el movimiento de la existencia. (1945) La tendencia funcionalista, encarnada principalmente por Buytendjik es la tercera corriente de pensamiento influenciada por la Gestalt y otra vía de abordaje de la doctrina psicomotora. Su libro Actitudes y Movimientos (1957), con prefacio de Minkowski, renovó el pensamiento de los psicomotricistas franceses, de neurólogos

como Ajuriaguerra, y Berges, o profesores de educación física como Le Boulch. Estudia hombres que se mueven y no movimientos, la función como “el conjunto indivisible de movimientos”. Las relaciones funcionales entre el individuo y su medio. Considera los movimientos como “relaciones y valores vitales, como formas del comportamiento y productos de una situación, como toma de posición, acciones y reacciones”. La manera por la cual mantenemos el equilibrio, agarramos, nos defendemos, “implica mucho más que una sucesión de eventos, ella está definida por el objetivo, por el grado del resultado y por lo tanto por el futuro.” B) Influencia de los psicólogos del desarrollo: Gessell, Wallon y Piaget. La psicología infantil resaltando la importancia del movimiento en los primeros años de vida, dio también a los psicomotricistas la justificación y especificación de su práctica. Gesell (1880-1961) acentuó la búsqueda y determinación de las etapas madurativas en la ontogénesis. Sus estudios fueron modelo para aquellos que como Zazzo y otros después de el, propusieran tests de aptitudes y desarrollo. Henri Wallon (1879-1962) La influencia de Wallon sigue aumentando después de 1935, en la medida que sus trabajos iniciales, los relacionados con las etapas y los disturbios (1925), y con los tipos y los síndromes (1932), fueron reexaminados profundizados y difundidos a mayor escala., y continuados en varias direcciones. Wallon influyó directamente en los psicomotricistas, que extrajeron de la obra de Wallon múltiples enseñanzas referidas a los niños llamados “perversos” (1935), al papel del otro en la conciencia del yo (1946), a las etapas de la sociabilidad del niño (1952), a la importancia del movimiento en el desarrollo psicológico del niño (1956), a las etapas en la personalidad del niño (1965), y al espacio gráfico del niño (1959). La contribución mas relevante fue el estudio de la génesis del esquema corporal, diciendo que: “el esquema corporal no es un dato inicial, ni una entidad biológica o psíquica”, sino que es una construcción (1959). Estudiar esta génesis del esquema corporal en los niños es investigar cómo llegan “a la representación más o menos global, específica y diferenciada de su propio cuerpo”. Esta adquisición es muy importante, “es un elemento básico e indispensable en la construcción de la personalidad del niño,… es el resultado y la condición de legítimas relaciones entre el individuo y su medio.” La obra de Wallon sigue influenciando indirectamente a través de cuatro redes de difusión. Por un lado Zazzo, que lo sucede en el Laboratorio de Psicobiología Infantil, por otro Gratiot-Alphandery, Malrieu, Lezine, Lurcat, Tran-Thong. Un tercer grupo reúne a psiquiatras infantiles como Bergeron, Heuyer, Koupernik, etc., y un cuarto grupo más influyente formado por Ajuriaguerra y su equipo del Hospital Henri Rouselle. En los trabajos de Ajuriaguerra sobre la debilidad motora (1948) hasta la publicación de la primera carta de RPM de1960, está bien presente el pensamiento de Wallon. El subraya por encima de todo, que “el estado tónico es un modo de relación, hipertonía de solicitud y hipotonía de alivio, relajamiento o satisfacción”. Ajuriaguerra acentúa la importancia de la relación tónico-emocional como inicio de una estructuración infantil. El “diálogo tónico que se instaura entre el paciente y el

terapeuta, en el momento de la rehabilitación, debe ser comprendido, por lo menos por un lado, como una reavivación estructurante del diálogo corporal, ya vivido entre el niño y su madre en los primeros meses de vida”. Agrega: “a través del fenómeno motor, elevado al valor de gesto y de actitud, Wallon procura captar el conjunto de la expresión de una personalidad, un modo de ser en el mundo”. La función postural está esencialmente vinculada a la emoción, esto es a la exteriorización de la afectividad.” Esta concepción de diálogo tónico tuvo una importancia enorme en sobre la evolución del pensamiento psiquiátrico occidental. El hecho simultáneo de la psicología Walloniana y la psiquiatría fenomenológica inaugurada por Minkowski en 1930, tuvo como efecto restablecer una noción esbozada anteriormente en la obra de Ribot, de Maine de Biran y de Bergson. Se puede hablar así de una convergencia de estas tres obras en la medida en que el origen de la “conciencia de si mismo”, queda unánimemente situada en la experiencia motora del individuo. Wallon se basó en Ribot evidentemente para describir los preludios del proceso de subjetivación en las “etapas psicomotoras” de la primera infancia. Jean Piaget (1896-1980) Su teoría fue una de las más influyentes en la teoría psicomotora, pero sus investigaciones y descubrimientos no fueron explorados inmediatamente a su publicación en los años 30, fue recién después de 1960, y por un lado a causa de la instalación de Ajuriaguerra en Ginebra, que su pensamiento fue conocido por los psicomotricistas franceses. Así como Wallon, el comprendió que el movimiento es por encima de todo la única manifestación y el único instrumento del psiquismo, y para el por tanto de la inteligencia. Dijo que el hombre es un ser de movimiento. Fue en la coordinación de los esquemas sensorio-motores, esto es, de los sistemas de sensaciones y movimientos que pueden proporcionar asimilación (incorporación), y acomodación (ajuste al mundo exterior), donde situó los orígenes de la inteligencia. Los esquemas de succión, vista y prensión constituyen las herramientas de la adaptación precoz y su enriquecimiento, su diferenciación y coordinación permiten al bebé pasar progresivamente de la extrema dependencia a la autonomía. Piaget describió fases de la inteligencia sensorio motora. Habla de una inteligencia pre verbal y de una inteligencia no verbal, que merece ser identificada como otro tipo de pensamiento del hombre. Los psicomotricistas coinciden con estas afirmaciones, y consideran que “la educación suficientemente buena” es aquella que permite el ejercicio de los primeros esquemas, estimula su aparición y anima su evolución. Los prácticos de reeducación y de terapia, deberán dedicarse al menos un poco, a rehacer las etapas que faltaron en el desarrollo, hacer vivir adecuadamente lo que fue mal vivido por algunos ,o que no puede ser vivido. Son un extraordinario salto al frente el acceso a la función simbólica, a la representación, a la capacidad de ejercer la función semiótica en el lenguaje, en el juego en el dibujo, y posteriormente el acceso a las operaciones concretas y a las operaciones de la inteligencia hipotético-deductivas.

C) Influencia de los psicoanalistas

La tercer fuente de inspiración de la teoría psicomotora en este período fue el psicoanálisis, en la comprensión de la etiología y de la patología de los disturbios, pero aún no en la orientación de la práctica reeducativa y terapéutica. Se modifica la concepción del cuerpo del niño. Freud en primer lugar, plantea que el cuerpo ya no es apenas una sede de reacciones emocionales que une al niño a su grupo (Wallon), ni el instrumento gracias al cual la inteligencia es construida (Piaget), sino que el cuerpo pasa a ser fuente de placer y precisamente es la prevalencia de la zona erógena que marca la evolución libidinal (fase oral, fase anal, fase fálica). Este planteo central en el devenir y los avatares de la sexualidad infantil, fue un aspecto revolucionario para la psiquiatría francesa de los años 50. Freud acentúa la complejidad de la naturaleza del movimiento: la realidad del movimiento no se limita a su manifestación mecánica y neurofisiológica. Una función orgánica (alimentarse por ejemplo), o una actividad perceptivo-motora (la marcha por ejemplo), solo serán ejercidas adecuadamente si fueron previamente investidas, y la clínica nos enseña que los disturbios orgánicos pueden ser de tipo psicogénico, esto es , pueden surgir sin que podamos invocar el modelo anátomo-clínico tradicional. Se admite progresivamente que un disturbio emocional puede ser la causa de disfunciones situadas en el sistema neuro-muscular voluntario o en el sistema senso-perceptivo (histeria de conversión). El descubrimiento de los disturbios orgánicos psicogénicos tendrá éxito, ya que llevará a J. de Ajuriaguerra a lanzar las bases de la patología psicomotora y a F. Alexander a edificar los conceptos fundamentales de la medicina psicosomática. Estas ideas ahora familiares para todos los terapeutas, en la mitad del siglo XX, trastornaron los cuadros racionales de la psiquiatría. Spitz en 1973, muestra la evidencia de los efectos catastróficos de las carencias afectivas precoces en el desarrollo de la personalidad como un todo, y en el desarrollo motor en particular, lo que constituye una de las adquisiciones fundamentales de la psiquiatría infantil moderna. Por lo tanto, la primera incursión del psicoanálisis en el campo de la psicomotricidad, es el descubrimiento del cuerpo pulsional como substrato y revestimiento del cuerpo funcional.

2. AUTONOMIA METODOLOGICA E INSTITUCIONAL Fue recién después de la segunda guerra mundial que se reunieron las condiciones socio políticas para la creación de los servicios de prevención, diagnóstico y cuidado, que permitieron pasar a la fase de institucionalización de las prácticas psicomotoras.

A partir de 1945, los estudios sobre el atraso escolar se multiplicaron y se inicia un vasto movimiento de cuidado de las diversas inadaptaciones. El equipo de investigaciones sobre los “trastornos Psicomotores y los trastornos del lenguaje”, liderado por Ajuriaguerra, fue el que más contribuyó a la construcción y el reconocimiento de una escuela francesa de terapia psicomotríz. En 1948, Ajuriaguerra y Diatkine afirmaron la no organicidad y la educabilidad de la debilidad motora descripta por Dupré: “es importante insistir en las posibilidades de educación y reeducación de los débiles motores que, con mucha frecuencia, pueden aprender a tener un oficio manual, hasta muy delicado (músicos, cirujanos), continuando torpe o inhábil para cualquier actividad motora no trabajada”. Así, fue posible llegar a una definición casi oficial de “trastorno psicomotor”, a diferencia del “trastorno motor”, identificado como una perturbación del mecanismo del movimiento, el trastorno psicomotor era considerado una alteración de la “voluntad del movimiento”, y se le concedió una semiología psicomotora propia del niño. Ajuriaguerra afirma que un “gran numero de explicaciones psicopatológicas son incomprensibles cuando se da demasiado valor al síndrome final, sin considerar las etapas y los mecanismos seguidos en la integración normal de la función alterada…” (1949). Los resultados de estos trabajos son retomados y sintetizados en una importante contribución teórica y metodológica, la primera carta de la escuela francesa de terapia psicomotora de 1960, de Ajuriaguerra, Soubiran y colaboradores. Allí se definen los síndromes psicomotores como “no correspondiendo a una lesión focal, produciendo los clásicos síndromes neurológicos, sino como vinculados a los afectos, más ligados al soma…” Entran en esta clasificación ciertas formas de debilidad motora, inestabilidades psicomotoras, inhibición psicomotríz, ciertas inhabilidades de origen emocional, desórdenes de lateralización, dispraxias evolutivas, ciertas disgrafías, tics, tartamudez y muchos otros tipos de desórdenes. El diagnóstico será establecido mediante un examen psicomotor definido con rigor (pruebas tónicas y sincinéticas, control motor, adaptación al espacio y orientación en relación al cuerpo, estructuración espacial, adaptación al ritmo), destinado a orientar las modalidades de intervención. En una segunda etapa de 1960 a 1973, se produce una profundización teórica de los descubrimientos del Hospital Henri Rousselle, un perfeccionamiento y difusión de la metodología y también la aparición y posterior reconocimiento de los técnicos especializados en psicomotricidad. Este cuerpo conciente, es ciertamente un cuerpo dotado de sutileza, un cuerpo metamecánico y meta-energético, pero es todavía un cuerpo sometido a las influencias del medio y al fin de cuentas mudo. Podríamos decir que comprende pero no habla. Esta laguna se manifestará abiertamente en la revolución cultural de Mayo del 68, cuando en la primera línea de las reivindicaciones de aquellos que querían “cambiar de vida”, está esta voluntad de “dar la palabra al cuerpo”, de escucharlo y tener en consideración lo que él puede decir, de invitarlo a la fiesta de la comunicación y de la expresión. Tercera etapa: el cuerpo significante Organizador : expresionismo

Esta tercera etapa de la evolución, nos parece marcada por la dispersión y también por el cuestionamiento de las referencias teóricas, por la ampliación de la metodología hacia las técnicas semio-motoras. Estos fenómenos se sitúan en el tercer cuarto del siglo XX. Teoría y práctica parecen ordenarse en torno a un nuevo organizador: expresionismo. El cuerpo sutil es ahora un cuerpo capaz de emitir información, es portador de significaciones, algo que habla. Las adquisiciones de la neurofisiología (etapa I), y de la psicología del desarrollo (etapa II) enriquecida por los trabajos de Mahler de 1980, continuaron siendo los baluartes de la escuela francesa, pero los investigadores del período más reciente ampliaron y multiplicaron las bases teóricas de la práctica, desde tres campos principales. 1. El Psicoanálisis Las dos corrientes se aproximaron, se entremezclaron y de modo cada vez más frecuente e insistente, los psicomotricistas se apoyaron en las referencias psicoanalíticas de inspiración freudiana o reichiana. De inspiración Freudiana: Doltó, Diatkine y Lebovici, Laplanche y Pontalis, Anzieu, y Sami Ali que propuso un “esbozo de una teoría psicoanalítica de la psicomotricidad” en 1977. 2. La Psicología de las comunicaciones no verbales La “expresión corporal” presentada como un lugar de liberación, que opone a la lógica del aprendizaje técnico, la investigación del desempeño, la competencia y la jerarquización, una lógica de fantasía y de encuentro. Sustituían el culto del cuerpo funcional por el culto del cuerpo erógeno. M. Bernard 1972 J. Corraze 3. La etología infantil Los métodos de estudio naturalista del comportamiento infantil, renovaron la psicología infantil, gracias a los trabajos de Bowlby (1969) y Ainsworth (1972). Zazzo y Lezine en Francia. Si quisiéramos capturar la historia reciente en una fórmula, podríamos decir que hay un paso de lo sensorio-motor a lo semio-motor, de la impresión corporal a la expresión corporal. En Francia hubo una doble evolución de las técnicas terapéuticas, el psicotropismo de las técnicas del cuerpo y el somatropismo de las técnicas verbales. Aunque sigue conservando su anclaje primitiva en la neurología, la RPM se corrió hacia el polo psiquiátrico, que se manifestó especialmente por dos fenómenos: la creciente importancia concedida a la relación y no tanto a la técnica, y un nuevo interés por la práctica psicoanalítica. En 1970 Jolivet distinguió dos tipos de acción: “una RPM lo más próximo posible de lo instrumental, sin enfrentar los problemas afectivos, otra por lo contrario como una psicoterapia corporal que enfrentaría los problemas psico-afectivos a través de la expresión corporal y utilizaría todos los recursos de la transferencia”. Otras dos prácticas que valorizan la libre expresión del paciente y la capacidad de empatía del terapeuta, son la “psicomotricidad relacional” de Lapierre y el “relajamiento relacional” de Thuriot.

A partir de los años 73-74, las publicaciones de Doltó, Lapierre y Aucouturier, tienen gran repercusión entre los psicomotricistas. Evidentemente fue como medio de expresión, de lenguaje, que el cuerpo interesó en esta etapa a los psicomotricistas, un cuerpo que debe hablar utilizando un lenguaje anterior al lenguaje de la palabra, constituído de significantes mudos. Conclusión Cuando Dupré describe la debilidad motora, el prototipo del disturbio psicomotor, revela una sintomatología de orden neurológico (paratonia, sincinesias, inhabilidad) y concibe el síndrome, de un lado como “hereditario y familiar”, y de otro como un desorden “que persiste a pesar del ejercicio y del entrenamiento”. Esta debilidad motora no se diferencia del disturbio motor común, a no ser por la ausencia de lesión evidente en el haz piramidal. En 1909 estamos por lo tanto muy próximos del polo neurológico. Situamos un primer deslizamiento en 1948 cuando Ajuriaguerra y Diatkine proponen que no se confundan la debilidad motora con los déficits instrumentales ligados a una agenesia de un sistema de proyección o de un sistema sub-cortical particular, y que sea considerada como un síndrome de características propias: resaltando el carácter no orgánico y la educabilidad de la debilidad motora. El deslizamiento se acentúa en 1960 cuando Ajuriaguerra y Soubiran definen los síndromes psicomotores como no correspondientes a una lesión focal, mas ligados a los afectos, variables en su expresión y principalmente como no acompañados de debilidad mental. Se propone ya no una reeducación, sino una terapia y se dice que, aunque se actúa sobre el componente físico, las terapias psicomotoras son “de hecho actividades psicoterapéuticas”. Durante los siguientes 20 años, el deslizamiento hacia el polo psiquiátrico fue mayor, en la medida en que la concepción del origen, de la manifestación y del destino del disturbio psicomotor se alejó de la margen instrumental, para aproximarse a la margen relacional, y donde en la acción global sobre la persona, prevalece la relación sobre la técnica.