Las Edades de Lulu Ensayo

Maya Belen Perez Rodriguez LAS EDADES DE LULU Dentro de esta novela de Almudena Grandes el incesto se encuentra present

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Maya Belen Perez Rodriguez LAS EDADES DE LULU

Dentro de esta novela de Almudena Grandes el incesto se encuentra presente en dos tipos de relación: una muy evidente, la que ocurre entre hermanos, y entre padre e hija. Es también una historia de amor en la cual iremos descubriendo la vida sexual y afectuosa de la protagonista de treinta años de edad nos irá contando su historia, sin un orden cronológico. Comenzaremos por la relación incestuosa entre padre e hija, que en este caso que podría resultar poco evidente. En la cita a continuación, Lulú, protagonista de la novela, estaba viendo una película pornográfica, y al hacerlo, los sucesos ocurridos a uno de los actores la hacen evadirse y, muy probablemente, evocar de alguna manera un acontecimiento de su niñez. El texto es parte de lo que cruza por su mente.

Eres un niño malo, Lester. No deberías haberlo hecho. Eres tan cruel. Has enfadado a papá y esta vez va en serio. ¡Pobre papá! Tan joven aún, tan vigoroso [...].Estoy segura de que él no hubiera querido hacerlo, pero es tan honrado, siempre tan riguroso. Te mereces lo azotes, tú te los has buscado [...]. Lo he oído comentar antes, ése será el castigo supremo. Papá te va a penetrar con el chino, Lester, te va a meter por el culo ese gran embudo de aluminio perforado y lo va a sacar goteando de sangre. No te lo imaginas. Pero todo tiene su lado bueno, no creas. El chino abrirá un hueco tal que cuando papá te ataque con la polla para resarcirse siquiera mínimamente de los irreparables daños que has infringido a su pradera, ni siquiera te vas a enterar, y eso es una ventaja, te lo digo yo, que lo sé por experiencia, hermanito, querido Lester... Los acontecimientos de la pantalla me devolvieron a la realidad. [...].1

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Maya Belen Perez Rodriguez Lulú no sólo evade su realidad, sino que se identifica con uno de los personajes que en ese momento aparecen en la televisión (incluso le pone un nombre), transportándose, al parecer, a un evento pasado y asociándolo con su experiencia. Lo que ella dice no tiene una relación exacta con lo que está sucediendo en la pantalla. Esto nos lleva a pensar en un padre, su padre, que la ha violentado de una manera similar a la que sufre el protagonista de la cinta que está observando. No obstante, es una violencia que ella justifica por un daño hecho y que merece un castigo; es la sensación de culpabilidad, frecuente en los niños, ante un castigo impuesto por sus padres. La descripción que se hace de esta reprimenda es muy visual, y entendemos perfectamente que el padre ha tenido relaciones sexuales con ella. Apreciamos, entonces, el incesto como una situación forzada, no compartida, incluso sadica. Pablo, un amigo del hermano de Lulú. Él es doce años mayor que ella y ha sido su amor platónico; pero ésta no será la única forma en que Lulú lo vea, sino que en algún momento se convierte en una especie de figura paterna, primero al jugar con ella cuando era pequeña y luego al estar presente en otro tipo de juego, el imaginativo, dentro de sus fantasías sexuales. Pablo es quien supuestamente inicia sexualmente a Lulú, a la edad de quince años, pero por la evasión de Lulú antes mostrada, sabemos que no es así. El recuerdo de su padre forzándola a tener sexo en su niñez ha quedado reprimido y en ocasiones lo deja salir..

[...]. Bueno, entonces el tío aquél empezó a calzarme consoladores dorados, grandes, cada vez más gordos [...] al dependiente no le pareció muy bien aquello, pero no dijo nada, al final me metió uno horrible, me hacía mucho daño, pero a ti te encantó y dijiste, ése, ése, entonces él empujo un poco más y se me quedó dentro, todo, y no podía sacármelo, lloré y protesté, pero tú te fuiste a la caja, pagaste, me ayudaste a levantarme y me sacaste [...] pero cómo vamos a despedirnos si llevo esto dentro, y tú me dijiste, no te preocupes, existen otras vías, y me obligaste a

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Maya Belen Perez Rodriguez arrodillarme encima del asiento trasero, me levantaste la falda, me metiste un dedo en el culo [...]2

En este caso tenemos un sueño que Lulú está relatando, y en él tiene a Pablo, el supuesto iniciador sexual, representando el papel de padre. En la cita, ella misma ha sido capaz de jugar con la mención de placeres sexuales que ni siquiera ha experimentado, y es notorio el grado al que su fantasia llega. Sabe que lo que describe es doloroso, pero ella lo acepta como algo placentero. Es notorio que, si la relación sexual que tuvo con su padre fue dolorosa, ahora ella fantase situaciones de dicha índole. De tal manera, podemos notar que la vejación infringida por su progenitor ha afectado en gran manera la evolución de su satisfacción sexual, requiriendo de un placer violento, como la sodomización, para su goce. Tal es la forma en que siente que debe ser la relación sexual para ser placentera. A continuación un fragmento de otra de las fantasías de Lulú. En ésta, Pablo vuelve a tomar el papel de su padre, y nuevamente aplicándole castigos y vejaciones, sólo que esta tiene una variante muy importante: Pablo coopera en la creación de esta fantasía. Esta es una historia que ambos han forjado para prodigarse placer mutuo. Lulú es una estudiante de un internado que ha sido sorprendida en un encuentro sexual con una maestra. La directora manda a llamar a su padre, Pablo en este caso. Él la reprende y luego la lleva en su coche hasta su casa. Allí maneja dos variantes de su fantasía: en una, Pablo fornica con ella delante de varias personas, la otra es la siguiente.

Otras veces estaba enfadado. Yo había hecho algo malo, no importaba qué, y él me castigaba, me ponía encima de sus rodillas, me levantaba la falda y me pegaba, eran humillantes, sus azotes, me daba fuerte, yo lloraba y me retorcía, le prometía que no lo haría nunca más, pero el solía mostrarse implacable entonces, me ataba a alguna parte, y se iba, me dejaba sola durante horas, días incluso, a veces venía una criada, o un 2

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Maya Belen Perez Rodriguez criado, me traían comida, pero yo no podía comer porque tenía las manos atadas; a veces me pegaban ellos también, otras veces me obligaban a que les hiciera cosas, o me las hacían ellos a mí, y luego Pablo volvía, volvía siempre [...]3

Éstas fantasías continúan siendo de un modo violento, el único que ella parece disfrutar. Debemos notar que el castigo, ya ficticio, ya real, es uno de los elementos que permanece vigente en sus deseos, y siempre justificado, lo cual sigue infiriendo un sentimiento de culpa. Es un juego que ha creado para sí, y que se ha ido volviendo obsesivo. Dicha obsesión terminará convirtiéndose, de alguna manera, en realidad. La siguiente cita es parte de una escena en que Pablo ha iniciado a Lulú en un juego en que, con los ojos vendados, experimentará las caricias de tipo sexual en grupo. También será la realización, en cierta forma, de una de sus fantasías: el encontrarse maniatada y en posibilidad de permanecer encerrada, a la disposición de su captor. Ahora, que de ésta te acuerdas, eso sí, te juro que te acuerdas – se inclinó sobre mí para hablarme al oído, su cuerpo completamente inaccesible todavía –, te voy a dejar encerrada aquí un par de días, a lo mejor incluso te vuelvo a atar a la cama, otra vez, pero con cinta adhesiva, a ver si así se te bajan los humos[...]

Aquí podemos apreciar el momento en que por fin sueño y realidad han sido conjuntados. Pablo, en cierto modo una figura paterna para lulu, por fin realiza lo que sólo sucedía en el mundo onírico de Lulú: violentar su cuerpo para ser satisfecha, además, el castigo infringido por Pablo es muy similar al que ella fantaseaba, equiparando así realidad y ficción. Así, en sentido figurado, también podríamos hablar de una relación incestuosa.

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137- 138 pp.

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Maya Belen Perez Rodriguez En Lulú se ha ido formando un desorden que podría haberle resultado nocivo si no hubiera contado con la presencia de su hermano, Marcelo. Éste fue quien le prestaba a Lulú la atención que el resto de su familia no podía proporcionarle. En un momento determinado, Pablo llega a casarse con Lulú, y ésta, por fin en casa propia, pues provenía de una familia numerosa, piensa en lo bien que se siente por tener una habitación para ella sola, la seguridad de guardar algo en el refrigerador y que más tarde aún se encuentre allí, comprar un vestido nuevo, guardarlo, y ver que no había sido usado, y más cosas que no pudo disfrutar en su infancia y adolescencia. Estos pensamientos la llevan a reflexionar en lo importante que fue para su existencia el que su hermano mayor estuviera al pendiente de lo que sucedía con ella.

Fue entonces cuando Marcelo se fijó en mí. Siempre ha sentido debilidad por las causas perdidas, y yo nunca podré agradecérselo bastante, nunca. Su amor, un amor gratuito e incondicional, fue el único apoyo con el que conté durante mi atípica edad adulta, solamente le tuve a él, entre los cinco y los veinte años, aquella horrible vida gris [...]4

Marcelo fue lo más cercano a una figura paterna que Lulú tuvo durante gran parte de su vida, la mitad. La manera en que ella se expresa de él es la que debiera hablar de un padre, aunque en este caso sea el hermano quien sea merecedor de tal elogio, porque eso es lo que son las palabras de Lulú. Su adolescencia, una de las épocas de la vida humana más difíciles, tuvo que ser afrontada con la ayuda Marcelo, pues en su familia, en ocasiones, pasaba desapercibida. Es así como notamos una nueva identificación de una figura masculina con la del padre, como reemplazo de éste.

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Maya Belen Perez Rodriguez La palabra ‘atípica’, pues así es como se resume la vida de Lulú. Una muchacha que a los veinte años ha experimentado la promiscuidad y una considerable cantidad de juegos sexuales, no puede resultar en manera alguna normal, esto en virtud de que los valores morales que la sociedad ha hecho convencionales han sido trastocados. Esto la llevó a que ella buscara apoyo donde siempre lo había encontrado, pero que tal vez no lo había, o no de la manera paternal y afectuosa que esperaba.

[...] El desconocido me cogió por la cintura, entonces, y me situó encima de sí, una de sus manos sostuvo su sexo mientras con la otra me ayudaba a introducirme en él. Luego, ambas recorrieron mi cuerpo durante un breve, brevísimo periodo, tras el cual hicieron presa en mi trasero, amasando ligeramente la carne [...]5

[...] pero no fui capaz de resistir la curiosidad, y levanté trabajosamente la cabeza, hundida hasta entonces en su hombro, esperé un par de segundos y le miré a la cara. Mi hermano, sus rasgos aún distorsionados por las huellas del placer, me sonreía.6

En este caso, Marcelo, participando en el juego en que Lulú tenía los ojos vendados, ha tenido relaciones sexuales con ella y así, provoca una situación de incesto; éste es un incesto doble, en sentido figurado, pues además de ser su hermano, había sido considerado por ella como un padre. Esta situación también ha sido forzada, pues Lulu no estuvo consciente de con quién estuvo . Ella tenía los ojos vendados y se sometía a las órdenes de otra figura paterna, la de Pablo. Y no es que Marcelo hubiera tenido un persistente deseo de tener relaciones sexuales con Lulú, o que hubiera fingido un atención y un cariño

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Op. cit. p. 218 Op. cit. p. 220

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Maya Belen Perez Rodriguez inexistente hacia ella, sino que, en un momento determinado, un evento aislado, dejó de verla cómo su hermana.

Finalmente, el incesto ha sido una de las causas de varias de las experiencias sexuales de Lulú. No ha sido la única motivación, pues su vida estuvo llena de muchos otros goces, experimentando con transexuales, sodomitas, sádicos. Pero podemos decir que esa diversidad sexual en Lulu estuvo principalmente influenciada por la violación en su niñez por parte de su padre, por las relaciones sexuales tempranas, a los catorce años, con alguien que en ocasiones ella veía como tal, Pablo, y más adelante con Marcelo..

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