La Vida Despues de La Muerte

LA VIDA DESPUES DE LA MUERTE Todos los humanos alrededor de nuestra vida nos planteamos la pregunta: “¿hay vida después

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LA VIDA DESPUES DE LA MUERTE Todos los humanos alrededor de nuestra vida nos planteamos la pregunta: “¿hay vida después de la muerte?”, dependiendo de nuestro lugar de residencia, crianza, sociedad y religión daremos respuesta afirmativa o negativa. Algunas personas que han sido criadas en un ambiente muy esceptisista afirman que no hay vida después de la muerte, porque la muerte es justamente parte del ciclo, es la consumación de la vida, vivimos porque morimos, y viceversa, son las reglas del juego, lo que venga después o no ya lo sabremos en su debido momento, no vale la pena martirizarse con algo que no podemos controlar, vive y muere de la mejor manera posible. Debemos hacer todo un proceso para poder vivir y asimismo uno para poder morir, pero la realidad es que muchos de nosotros vivimos como si no existiera la muerta ya que somos jóvenes y para nosotros la muerte biología esta en futuro aún muy lejano, incierto, aunque posible. Pero para un adulto tiende a ser cada vez más un elemento que forma parte de lo cotidiano. Plantearse la muerte personal como una realidad significa hacerse preguntas como:¿Y si existiese vida después de la muerte? ¿Qué sucede si ésta sólo fuera una “alteración de estado” y no la supresión absoluta de lo que somos: cuerpo, alma, y espíritu. Y si esto fuera así, ¿cuáles son las condiciones que determinan la calidad de esa “otra” vida sin fin? ¿Es independiente de nuestros actos en “esta” vida? Seamos prácticos y razonables. Si nos interesamos por la jubilación y el plan de pensiones, ¿por qué no aplicamos el mismo criterio a preparar la Vida que durará siempre? Porque sencillamente somos muy escépticos respecto a si hay vida después de la muerte, pero hay que estar muy seguro de esa afirmación, y siendo coherentes, es imposible ya que no ha habido ninguna persona que regresa de la muerte para contarnos si hay o no un mas allá. Una duda razonable es lo máximo que se puede conseguir. La mayoría de nosotros creemos, con más o menos detalle, que nuestra muerte no es el final, que existe otra vida consciente. Esa es la creencia de cristianos ,musulmanes y judíos; sólo los materialistas filosóficos y, en un determinado sentido, el budismo lo niegan. Por esa razón, las encuestas señalan abrumadoramente que la mayoría creemos que existe vida después de la muerte.

Y de la opinión actual, al desarrollo histórico de la idea de que existe “otra vida”. En nuestra cultura se percibe una antigua relación con Dios, que se desarrolla en la historia, permite percibir la evolución del concepto de la muerte: desde las interpretaciones iniciales como un sueño gris sin memoria, donde las almas vagan por la eternidad; un hecho desgraciado en definitiva, que, por tanto, convierte en problema el juicio de Dios y la falta de recompensa en vida a los justos, hasta la alegría de la resurrección en el fin de los tiempos. Conocemos bien la diferencia en tiempos de Jesús entre los primeros, los saduceos, y quienes creían en la resurrección, los fariseos. Todo el Antiguo Testamento es un largo proceso de revelación de la esperanza en la vida eterna, que culmina en Jesucristo y su anuncio rotundo. Porque este hecho, la muerte con “puerta” a otra vida significa la mejor noticia que nunca recibiremos: el fin no existe. En nuestra cultura se tiene esperanza, ya que creemos saber que la vida se prorrogará y desarrollará más allá del “cambio de estado”. Por el contrario, si nuestra vida está marcada por la angustia, si la muerte no es una cita a ciegas sino un dato conocido, ahora sabemos que la liberación, la paz interior, estan ahí, al alcance de la mano. Basta con extenderla, sin perjuicios, para encontrar la de Dios. CRITICA En mi caso aun dudo por lo tanto he decidido que no vale la pena perder los sentidos siguiendo a los “mercaderes del mundo”, ni tampoco pensar en términos falsamente científicos; la búsqueda de las verdades no se practica necesariamente sólo en la ciencia. La historia nos muestra que en muchos casos la concepción básica nace en otros campos, particularmente en el ámbito de la religión y la filosofía. Atribuir a la ciencia la exclusividad en este terreno es una limitación presuntuosa, más cientificista que científica. En muchas ocasiones la ciencia se ha limitado a validar las concepciones de naturaleza filosóficas después de mucho tiempo. Lo que hoy aceptamos como cierto era rechazado como científicamente incierto en su momento de origen. Y es que la ciencia se mueve lastrada por el conocimiento histórico, que a su vez depende de condiciones materiales y concretas en las que se desarrolla, y esa es una limitación cuando se reflexiona sobre cuestiones que transcienden el tiempo. En el pensamiento filosófico esa limitación existe en menor medida, y todavía afecta menos el pensamiento religioso.

Siguiendo con el tema en mi opinión nos incumbe a todos ya que tarde o temprano la muerte tocara nuestra puerta para dar fin a nuestra existencia ésta sólo fuera una “alteración de estado” y no la supresión absoluta de lo que somos: cuerpo, alma, y espíritu. La muerte no es como muchos se la imaginan. Todos nosotros, en la hora de la muerte, tendremos que ver y vivir mucho para lo que no estamos preparados. Para muchos, la muerte es algo parecido a un sueño sin sueños. Uno cierra los ojos, se duerme y no hay nada más — la oscuridad. Sólo que el sueño se termina a la mañana, en cambio la muerte es para siempre. A muchos les espanta lo desconocido: "¿qué pasará conmigo?" Así tratamos de no pensar en la muerte. Pero en el fondo sentimos una vaga ansiedad y una confusa inquietud ante lo inevitable. Cada uno de nosotros tendrá que pasar esta frontera. Sería útil pensar y prepararse. Pueden preguntar: "¿En qué pensar y a qué prepararse? No depende de nosotros. Llegará el tiempo — moriremos y eso es todo. Mientras, todavía tenemos tiempo; hay que tomar de la vida todo lo que esta pueda ofrecer: comer, beber, amar, luchar por el poder, el honor y la gloria, ganar dinero, etc. Es preciso no pensar en lo que es difícil y desagradable y en particular no permitirse pensamientos sobre la muerte." Así hace la mayoría. Sin embargo, a cada uno de nosotros de tanto en tanto nos surgen otros pensamientos inquietantes: "¿y si no es así? ¿y si la muerte no es el fin y después de la muerte del cuerpo me encontrare inesperadamente en unas condiciones completamente nuevas, conservando la capacidad de ver, oír y sentir?" Y lo más importante: "¿y si nuestro futuro detrás de este umbral, en alguna medida, depende de cómo hemos vivido nuestra vida, de cómo éramos antes de cruzar la frontera de la muerte?"