La Resiliencia

SYLVIE ROUSSEAU La resiliencia Vivir feliz a pesar de... Índice Agradecimientos .....................................

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SYLVIE ROUSSEAU

La resiliencia Vivir feliz a pesar de...

Índice Agradecimientos ................................................................ 9 Introducción ...................................................................... 11 Capítulo 1. Reconocer la resiliencia .............................. 17 Materia de reflexión ....................................................... 22 Capítulo 2. Factores de riesgo ......................................... 23 Materia de reflexión ....................................................... 36 Capítulo 3. Factores de protección ................................. 37 Características individuales ............................................ 41 Características familiares ................................................ 65 Características ambientales ............................................. 67 Materia de reflexión .................................................. 70 Capítulo 4. Desarrollar los factores de protección individual ...................................... 73 La autoestima ................................................................ 75 Materia de reflexión .................................................. 83 El temperamento ........................................................... 85 Materia de reflexión .................................................. 87 La regulación de las emociones ...................................... 87 Materia de reflexión .................................................. 93 El funcionamiento intelectual ........................................ 95 Materia de reflexión .................................................. 96

La percepción de control ................................................ 97 Materia de reflexión .................................................. 99 La iniciativa, la perseverancia y la determinación ........... 99 Materia de reflexión .................................................. 102 El coping o las estrategias de ajuste ................................. 103 Materia de reflexión .................................................. 106 Los mecanismos de defensa ............................................ 107 Materia de reflexión .................................................. 110 La mentalización ............................................................ 111 Materia de reflexión .................................................. 112 Las aptitudes artísticas y la creatividad ........................... 113 Materia de reflexión .................................................. 116 Las habilidades sociales y las aptitudes relacionales ......... 116 Materia de reflexión .................................................. 118 Las creencias y los valores ............................................... 118 Materia de reflexión .................................................. 121 La búsqueda de un sentido ............................................. 122 Materia de reflexión .................................................. 125 Capítulo 5. Desarrollar los factores de protección familiares y ambientales ........................................ 127 Las características familiares ........................................... 128 Materia de reflexión .................................................. 149 Las características medioambientales .............................. 150 Materia de reflexión .................................................. 161 Conclusión ............................................................................ 163 Bibliografía ............................................................................ 165 Webografía ............................................................................ 173

A Jean-Michel y a Frédéric, portadores de resiliencia.

Agradecimientos Quiero expresar mi primer agradecimiento a Linda, inspiradora de la presente obra. Su deseo de comprender de dónde procedía su propio optimismo en cuanto al futuro, a pesar de la violencia que sufrió, me llevaron a la maravillosa vía de la resiliencia. Conservo de ella el recuerdo de una mujer valiente y determinada a recuperar la dirección de su vida. También quiero agradecer calurosamente a André Pellerin, profesor de la Universidad de Quebec en Trois-Rivières, que aceptó generosamente leer el manuscrito. La calidad de sus comentarios y de sus cuestionamientos ha enriquecido enormemente la obra y me ha permitido llevar más lejos mis reflexiones y mi comprensión en relación a este apasionante tema. Quisiera expresar todo mi reconocimiento y dar las gracias a una persona que aprecio mucho, la cual ha perdido parte de su tiempo para sumergirse en el universo de la resiliencia para hacerme partícipe de lo que iba concluyendo. Por su rigor profesional y la sensatez de sus comentarios, Isabelle Côté, trabajadora social y responsable del curso de la Universidad Laval, me llevó a perfilar más el manuscrito. Un sincero agradecimiento a Guy Dubé, mi pareja, por su amor y su apoyo. Director y participante de Partage au Masculin, el centro regional de recursos para hombres de Chaudière-Appalaches, ha tenido a bien transmitirme sus comentarios tras la lectura de la primera versión del manuscrito. Los matices que me ha sugerido han enriquecido enormemente la obra. 9

Por su complicidad y su experiencia en intervenciones con niños, un agradecimiento especial a Marie-Claude Gaboury, trabajadora social. Sus sensatas sugerencias han realzado una parte del manuscrito. Finalmente, mil gracias a todos los Dany, Louise, Jackie, Raoul y Christian de este mundo, que me recuerdan, día tras día, en el ejercicio de mis funciones como psicóloga, que la resiliencia no es ninguna utopía.

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Introducción «¿Puedes decirme cómo es que sigo teniendo confianza en la vida después de todo lo que me ha pasado?» Esta pregunta provenía de Linda y despertó mi interés por la resiliencia. En el verano de 2003, encontró refugio en una casa de acogida para mujeres víctimas de la violencia machista, con dos de sus tres hijos, de 4 y 5 años de edad. Estuvo en la casa de acogida dos meses, en los cuales tomó la decisión de cortar su relación con Pierre tras seis años de vida en común. Víctima de violencia psicológica, verbal, física y sexual, supo preservar su capacidad de decisión, sigue acariciando proyectos de futuro y es optimista en relación con su porvenir. Está viva, es dinámica y conserva un fantástico sentido del humor. En mi esfera familiar, siempre he admirado el coraje de la tía Béatrice y del tío Raymond, que han sido capaces de hacer frente a una interminable retahíla de adversidades sin dejar nunca de creer en la vida. Tres de sus nueve hijos murieron de manera trágica, un cuarto sucumbió a una larga enfermedad en el curso de la cual rozó la muerte en diversas ocasiones, la hija pequeña es una niña con necesidades especiales y, sin embargo, golpe tras golpe, han seguido luchando con fortaleza y una sonrisa en la cara. Cuando les pregunté qué era lo que les había permitido no tirar la toalla nunca, el tío Raymond me respondió, mientras la tía Béatrice asentía emocionada, que habían tenido que hacer lo posible para ocuparse correctamente del resto de los hijos que les quedaban. Juntos habían vencido la adversidad y habían salido adelante a pesar de todo. 11

Personas célebres tales como el escritor Martin Gray, han superado grandes traumas. En dos ocasiones perdió a su familia. La primera vez perdió a su madre y sus hermanos, que fueron asesinados en una cámara de gas de un campo de exterminio polaco. Semanas más tarde, su padre fue fusilado antes sus ojos durante un arresto masivo de los nazis. Tras la Segunda Guerra Mundial, marchó a Nueva York para reencontrarse con su abuela materna y conoció a Dina, que sería su mujer más adelante. La pareja se instaló en Francia, tuvieron cuatro hijos y vivieron días felices hasta que esposa e hijos murieron abrasados en un incendio en el bosque. Martin Gray se casó dos veces más y es padre de cinco hijos que viven. «La vida siempre puede reconstruirse, aunque sea a partir de las ruinas», afirma. Boris Cyrulnik, etólogo, neurólogo, psiquiatra, psicoanalista, psicólogo y escritor francés, que desarrolló el concepto de resiliencia, se quedó huérfano a temprana edad. Su padre primero, y después su madre, fueron deportados y murieron en campos de concentración. La noche antes de su arresto, su madre lo dejó en los Servicios Sociales para que se hicieran cargo de él. Boris tenía 5 años. Lo llevaron con una familia de acogida hasta que una institutriz quiso hacerse cargo de él permanentemente, en el curso del año siguiente. Ella le volvió a dar los cuidados y la atención de una verdadera madre y supo mantenerlo escondido durante más de un año, hasta que los arrestaron a consecuencia de una denuncia. Entonces los separaron y llevaron a Boris a una sinagoga con un montón de niños judíos más. Consiguió evadirse y escapar así, una vez más, a la deportación y la muerte. Tras su evasión, que tuvo lugar gracias a la complicidad de una enfermera, diferentes familias de acogida e instituciones benéficas se fueron haciendo cargo de él, alternativamente, aceptando esconderlo para evitarle la deportación. Tras la guerra, fue acogido por Dora, la madre adoptiva que consiguió criarlo definitivamente. Desde los 10 u 11 años quiso ser psiquiatra con el fin de llegar a comprender a los seres humanos y la forma en que éstos establecen relaciones. Con 13 años, Chantal Petitclerc perdió la movilidad de sus piernas cuando una puerta de hierro le cayó encima. Dicho accidente, que la dejó parapléjica, transformó su vida por completo. Cuando 12

regresó a la escuela, unos meses más tarde, un profesor de educación física le ofreció clases de natación para desarrollar su fuerza física y su resistencia. Durante el resto de sus estudios secundarios, se entrenó en la piscina de la escuela tres veces a la semana. Con 18 años, participó en su primera competición en silla de ruedas y soñaba, aunque acabó la última, con llegar a ser la mejor del mundo en este deporte. Con 22 años participó en los Juegos Paralímpicos de Barcelona, donde consiguió dos medallas de bronce. Al término de su carrera, Chantal había participado en cinco Juegos Paralímpicos. Además, ganó una medalla de oro olímpico en Atenas 2004, durante una prueba de exhibición. Chantal mantiene que, incluso antes de su accidente, ella tenía esa fuerza interior que le daba el coraje para plantarle cara a la adversidad y adaptarse a las circunstancias. Añade que la presencia de sus entrenadores y de todas las personas que se comprometieron para ayudarla, creyendo plenamente en ella, marcaron la diferencia en su vida. Geneviève Borne, modelo y animadora televisiva en Quebec, vivió dos dramas en siete meses.1 En marzo de 2008, el hombre con el que mantenía una bonita historia de amor desde hacía cuatro años, fallecía inopinadamente tras un problema cardíaco. En pleno luto, siete meses más tarde, supo que padecía un cáncer de mama. Cuando le dieron el diagnóstico, algo en su interior le dijo desde el principio que saldría adelante.2 Se movilizó y puso en marcha todas sus energías para combatir la enfermedad. Según sus propias palabras, lo que más la ayudó fue la actitud alegre y decidida. Antes de empezar con la quimioterapia, se afeitó la cabeza para evitarse la angustiosa expe-

Extraído de dos entrevistas concedidas por Geneviève Borne: el 10 de agosto de 2009, en el programa radiofónico «Libre comme l’air», conducido por Dominique Poirier en la primera cadena de Radio-Canadá, y el 2 de septiembre de 2009 en el programa de televisión «Bons baisers de France», presentado por France Beaudoin en la televisión de Radio-Canadá. 2 En el momento de escribir estas líneas, su quimioterapia ha finalizado y el resultado del tratamiento ha sido positivo. Es, sin embargo, demasiado pronto para hablar de remisión completa. 1

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riencia de ver cómo se le caía el pelo a mechones. Afirma que el hecho mismo de afeitarse la cabeza por propia iniciativa, antes de que fuera necesario, le aportó una fortaleza repentina e increíble porque sentía que era ella quien controlaba la situación y que era ella quien tomaba las decisiones. Asimismo, Geneviève decidió hablar abiertamente de su cáncer, hacerlo público, lo cual le permitió liberarse emocionalmente y recibir mucho apoyo, al tiempo que ayudaba a muchas mujeres que se encontraban en su misma situación. Afirmó que no le gustaba compadecerse de sí misma. Tarde o temprano, todo el mundo tiene que enfrentarse con la enfermedad y con la muerte, a la suya propia o a la de seres queridos, afirmaba. «Lo único es que a mi me pasó todo en poco tiempo y a una edad muy joven», concluyó. Tiene 40 años. A Pierre-Hugues Boisvenu y a su esposa Diana la muerte les arrebató a sus dos hijas. Primero fue Julia, la mayor, de 27 años, fue violada y asesinada. El señor Boisvenu inició entonces una cruzada incansable para denunciar la violencia contra las mujeres y la completa ausencia de ayuda para los familiares que viven dramas semejantes, lo que le llevó a fundar la asociación de familias de personas asesinadas o desaparecidas3 (AFPAD). Del mismo modo que a los Gray, Cyrulnik, Petitclerc, Borne y Boisvenu ¿qué es lo que permite a personas como Linda, Béatrice y Raymond plantar cara a la adversidad, resistir y seguir viviendo a pesar de los pesares? Después de mucho tiempo se ha podido constatar que, efectivamente, existen individuos como ellos que salen adelante mejor que otros. Aparte de una explicación vaga en cuanto a una posible «constitución» particular para cada uno de nosotros, la verdad es que era muy difícil entender el porqué de estas diferencias entre individuos. ¿Hay condiciones, mecanismos, factores internos o externos que deban tenerse en cuenta? ¿Cómo llegan a protegerse y salir adelante en contextos tan nefastos? La resiliencia aporta los elementos de la respuesta.

Cuando se creó, esta fundación se llamó Asociación de familias de víctimas de actos criminales de Quebec (AFVACQ).

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Inspirada en los trabajos de diversos investigadores, esta obra se apoya también en mi experiencia profesional y se convierte en una guía de cabecera para desarrollar y reforzar la resiliencia. Una vez perfectamente descrito el concepto, entraremos en los factores de riesgo para adquirir la capacidad de reconocerlos, así como de prevenirlos, evitarlos y eliminarlos cuando ello sea posible. Seguidamente se presentarán estrategias de protección, sucedidas por un capítulo en el curso del cual se proponen los medios para estimular, reforzar o cultivar ciertas competencias individuales asociadas a la resiliencia. El último capítulo se consagra a la forma de desarrollar factores de protección familiares, tanto en relación a las características de la familia de origen como a la familia actual, a los factores de protección del entorno, principalmente los relacionados con la red social, la vida dentro de la comunidad y el ámbito escolar. En cada capítulo se invitará al lector a responder preguntas sobre la cuestión a fin de enriquecer y fomentar la reflexión, de suscitar tomas de conciencia, de definir objetivos sobre los que se quiera trabajar o consolidar. Dado que la materia es densa por definición, sugerimos tomarse el tiempo necesario para profundizar en cada punto antes de retomar la lectura. Escribir un diario específico a este respecto, donde anotar las reflexiones, comentarios y conclusiones, se aconseja vivamente. Cada punto se ilustrará con numerosos ejemplos. Todos ellos han nacido de la experiencia personal de mis pacientes o han sido motivo de consulta. Algunos proceden de confidencias de diferentes personas, otros de vivencias de gente que ha permitido que se relataran en esta obra. Los nombres y las informaciones que podrían dar pistas sobre su identidad son los únicos datos que se han visto modificados. Además de promover la resiliencia, las estrategias presentes en esta libro nutrirán el proceso de crecimiento personal o la vía de acceso al bienestar que queramos conseguir. Aprendiendo a conocerse a sí mismo estamos reforzando elementos diversos que favorecen la resiliencia. Este libro traza, igualmente, el camino que podemos iniciar si nos vemos enfrentados a conflictos o si hemos padecido episodios traumáticos, con el fin de vivir feliz a pesar de... 15

CAPÍTULO 1

Reconocer la resiliencia La resiliencia ha ganado popularidad desde hace unos pocos años. Este concepto, que proviene de las ciencias físicas y hace referencia a la capacidad de los materiales para resistir choques, se ha propagado al campo de la psicología. El individuo resiliente, por su parte, no sólo tiene capacidad de resistencia, sino que cuenta con aptitudes para salir adelante a pesar de la adversidad o los acontecimientos traumáticos. Se trata de una definición que hizo el sociólogo Stefan Vanistendael y que he conservado en esta obra. La resiliencia tiene una doble característica: la resistencia al golpe duro y la capacidad para incorporar el episodio estresante a la construcción de la propia vida. No significa negar el trauma, no se limita a una actitud de resistencia sin reconstrucción a partir de ella. No se trata de saber encajar los golpes, según el psiquiatra Michel Lemay, ni de resistir cualquier prueba que la vida nos ponga, sino que se trata de metamorfosearlos. Así conseguimos proteger nuestra integridad y sacar provecho de la situación, por difícil que sea. Retomamos de este modo un cierto equilibrio. Según Boris Cyrulnik, que ha desarrollado, difundido y dado a conocer extensamente este concepto, el desgarro traumático es necesario para poder hablar de resiliencia. Asimismo, ésta se caracteriza por retomar un tipo concreto de desarrollo posterior. Sostiene que hay una divergencia de opiniones en este punto entre los europeos y los americanos. Los americanos se refieren a resiliencia cuando las personas sufren episodios vitales fuertes, aunque no haya 17

habido ningún episodio realmente traumático. Personalmente opto por el punto de vista americano, mucho más amplio, y asocio la resiliencia a la adversidad en general, que puede presentarse bajo formas y grados diferentes. La resiliencia se ha relacionado, para empezar, con traumas importantes como la guerra, las catástrofes naturales, las enfermedades o los accidentes graves, las agresiones físicas o sexuales, el acoso, la muerte de un padre o madre, la prematura pérdida de un ser querido, las situaciones de maltrato o la desatención a los niños. Todas estas situaciones causan un estrés emocional intenso y desequilibrio psíquico duradero que dejan marcas en los planos emocional, cognitivo o sensorial (visual, auditivo, cinético, olfativo, gustativo). Pero actualmente, según opinan los americanos, el concepto de resiliencia es mucho más amplio, abarca una enorme gama de circunstancias estresantes en apariencia menos dramáticas pero en la práctica tan devastadoras como las anteriores, como por ejemplo la pérdida del empleo, una ruptura sentimental o familiar. Estos episodios pueden tener un impacto verdaderamente destructor aunque no puedan considerarse traumáticos. El acontecimiento en sí mismo es menos importante que su efecto para la persona que lo sufre, como constató Nicole que, tras haberse enterado de las continuas infidelidades de su pareja, evaluó con 12 puntos el impacto que sufrió en una escala de 0 a 10. Un impacto emocional tal produce la sensación que todo se derrumba alrededor y que ya nada tiene sentido. La persona pierde el control de su propia vida. Su universo se vuelve, entonces, impredecible. Los traumas, no obstante, no se revisten necesariamente de un carácter de tensión excesiva, precisa Coen. Pueden formar parte de la vida cotidiana y ser muy perniciosos, como suele ser el caso de la violencia conyugal y familiar. La historia de Vincent es una entre muchas.

Casado desde hacía ocho años, fue víctima de la violencia psicológica y verbal de Charlotte, la madre de sus dos hijos. Ésta lo insultaba de todas las 18

formas posibles, lo denigraba en presencia de familia y amigos, controlaba sus idas y venidas así como todos sus gastos. Nunca se cansaba de repetirle lo mal padre que era y anulaba por completo su autoridad ante los hijos. Cuando él no se sometía a sus ataques o a su voluntad, gritaba como una loca, lo insultaba gravemente, le lanzaba objetos y lo amenazaba con abandonarlo y llevarse a los niños. Un clima de tensión insoportable reinaba en casa. Vincent nunca sabía si lo que iba a decir o hacer desencadenaría la furia violenta de Charlotte. Ella lo convencía de ser el único responsable de sus explosiones y, pasada la bronca, le pedía perdón y le prometía cambiar. Y el ciclo se iniciaba nuevamente una y otra vez... Según Judith V. Jordan, doctora en psicología y autora de diversas obras en torno a la terapia relacional y cultural, los traumas, particularmente los que nos causan otros seres humanos, producen perturbaciones mayores en la experiencia relacional con los demás porque nos hacen perder confianza en la bondad del ser humano y su capacidad de empatía. Si el ser querido ha abusado o ha ejercido violencia contra nosotros, podemos llegar a dudar de la buena voluntad de la próxima pareja. Así es que hay que haber vivido episodios difíciles, que hayan representado una amenaza significativa, y tener una buena capacidad de adaptación para poderse considerar resiliente. Ésa es la opinión de Masten y Coatsworth, que han llevado a cabo varias investigaciones en torno a la resiliencia. Comparto su punto de vista en cuanto a que el contexto de los riesgos es, en efecto, un factor determinante para evaluar si se trata de resiliencia o no. El hecho de pasar un día difícil, de llegar tarde al trabajo por culpa de un incidente, de superar una agria disputa, de recuperarnos rápidamente tras un pequeño problema de salud o de no sufrir una crisis de nervios si perdemos las llaves de casa, no nos convierte en personas resilientes. Lo único que hacemos, en esos casos, es gestionar adecuadamente el estrés inherente a la vida cotidiana. El contexto de los riesgos puede presentarse también en forma de una sucesión de acontecimientos que nos sacuden profundamente. Ése fue el caso de Alain. 19

Un accidente de tráfico, tras el cual se temió seriamente por su vida, engendró en Alain un estado de estrés postraumático. Tenía recuerdos recurrentes, pesadillas, dormía fatal y se ponía muy nervioso al volante. De hecho, evitaba conducir siempre que fuese posible. Estaba en alerta perpetua, se sobresaltaba con facilidad, manifestaba poco interés por actividades a las que antes se consagraba y se mostraba poco participativo. Además, sentía dolores agudos en la nuca y la espalda. Alain, que trabajaba en el ámbito de la construcción, ya no podía ejercer un oficio que antes adoraba. Estaba todo el tiempo en casa, dándole vueltas a la cabeza. Se había vuelto irritable y había perdido toda la paciencia con su mujer, Manon, y sus tres hijos. Ya no compartía responsabilidades domésticas, no jugaba con sus hijos y no tenía ganas de estar con su mujer. Al final, ella puso fin a la relación. Al permitirnos recuperar el dominio sobre nuestra vida y a no dejarnos permanecer en una perpetua posición de víctimas tras un golpe duro, la resiliencia echa mano de todos nuestros recursos, de las partes aún sanas que conservamos en nuestro interior. Nos invita a sacar de nosotros mismos y de nuestro entorno las fuerzas que nos permitan resistir el estrés, convivir con el sufrimiento de manera constructiva y desarrollar nuevas capacidades de adaptación, recuerda Lemay. También podemos encontrar fuerzas que ni imaginábamos tener o que no eran aparentes en nosotros y tener acceso a recursos intrínsecos que hasta entonces habían permanecido ocultos en nuestro interior. Asociada al poder de curación, la resiliencia arroja luz, como indican Masten y Coastworth, sobre la presencia o el mantenimiento de competencias, a pesar de un contexto lleno de riesgos. Por lo tanto, no significa ausencia de riesgos ni total protección. La resiliencia es un proceso continuo, dinámico y evolutivo, sostiene Emmy Werner, psicóloga americana considerada como «la madre de la resiliencia». Jamás es absoluta ni se adquiere de una vez para siempre. Lemay comparte dicha opinión. Puede estar presente en una esfera de nuestra vida y ausente en otra, puede fluctuar según las circunstancias y los episodios, manifestarse en un período preciso de la vida y desaparecer en otro. No emerge necesariamente tras 20

un acontecimiento penoso o un episodio doloroso que hayamos vivido. Ciertos traumas y determinados factores de riesgo pueden ser más poderosos que los factores de protección. La resiliencia puede ser inexistente en algunas personas y no revelarse nunca. Por lo tanto, no siempre somos resilientes, poco importa la gravedad del impacto que recibamos. Y sobre todo no nos volvemos resilientes solos porque la resiliencia, insiste Delage, psiquiatra especialista en terapia familiar, no puede aparecer o crecer en un individuo si no es a través de las relaciones con los demás. La resiliencia no es una banalización del sufrimiento, ni la ausencia del mismo, ni una negación de las secuelas que se desprenden de traumas o de abusos, asegura Lemay. Se opone, simplemente, a la idea de que la vida es una mierda cuando el sufrimiento nos ahoga. La adversidad deja cicatrices, subrayan Steve J. Wolin, psiquiatra, y Sibyl Wolin, psicóloga, ambos coautores de obras que abordan la resiliencia. La resiliencia también se opone a la reproducción intergeneracional o transgeneracional automática, según la cual, la repetición de los malos tratos, de la violencia o de la pobreza, por ejemplo, se manifiesta sistemáticamente de una generación a otra. La resiliencia rechaza el razonamiento lineal en virtud del cual tal causa provoca tal efecto, afirma Cyrulnik. Tiene en cuenta el libre albedrío del individuo y considera todo su potencial, en lugar de preconizar una visión determinista del ser humano, según la cual nuestra forma de actuar está completamente determinada por causas o episodios anteriores. Dado que la resiliencia sólo se manifiesta en presencia de condiciones de vida difíciles, de duras pruebas vitales, de golpes intensos o traumas, en el siguiente capítulo revisaremos los factores de riesgo y los traumas que pueden aparecer en nuestro camino. Ahora, por el momento, vamos a reflexionar.

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➭ Materia de reflexión A fin de profundizar en la reflexión sobre la resiliencia y de comprenderla mejor, te invitamos a responder, en tu cuaderno de anotaciones, las siguientes preguntas. • Nombra

personas de tu entorno, o personajes públicos, que son modelos de resiliencia para ti. • ¿Qué tienen en común todos ellos? • ¿Tienes tú algunas de sus características? ¿Cuáles? Hay traumas o acontecimientos dolorosos que han sido un desgarro en tu vida. Sugiero que te sumerjas en tu propia historia para encontrarlos. Respondiendo a las cuestiones siguientes podrás recordar las fuentes internas y externas que te permitieron salir adelante. • Anota, si es el caso, los acontecimientos que hayas sufrido y te hayan provocado un problema emocional fuerte. • Anota los acontecimientos aparentemente menos dramáticos pero que hayan tenido un efecto devastador para ti. • ¿Ha habido en tu vida una sucesión de acontecimientos desagradables, seguidos en el tiempo, que te hayan desestabilizado? Nómbralos y apunta sus consecuencias. • ¿Qué fuerzas personales te ayudaron a pasar y superar ese golpe duro o esos episodios dolorosos? • ¿Descubriste fuerzas o recursos dentro de ti que ni siquiera imaginabas tener, en el transcurso de esos episodios dolorosos? Si es así ¿cuáles fueron? • ¿Sacaste recursos de tu entorno que te ayudaron a pasar el mal trago? Precisa cuáles. • ¿La resiliencia apareció en un momento preciso de tu vida y brilló por su ausencia en otro momento? Coméntalo.

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