La nueva gramatica academica

Podemos decir que ahora, con este volumen introductorio (que incluye un apéndice con el inventario de reseñas y similare

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Podemos decir que ahora, con este volumen introductorio (que incluye un apéndice con el inventario de reseñas y similares sobre tan clásica obra), se cuenta con materiales preciosos tanto para una eficaz orientación de los que trabajen con el mencionado cuanto en calidad de oportuna ayuda en una posible nueva edición —esto es, con cambios diversos— de ese libro de cabecera. Com o se da a entender en más de un lugar, además de Salvador Fernández, han sido varias las personas que han colaborado en la realización del en su difusión ulterior (Samuel Gilí Gaya; Rafael Lapesa, Manuel Seco; Am brosio Rabanales, Em ilio Lorenzo, Lidia Contreras, etcétera); pero los materiales que se presentan pueden considerarse nucleares (junto a la guía esencial de Lapesa por lo menos desde su inicial trabajo programático de 1956) y por ello debe entenderse el libro de ahora complementario de la obra más conocida; en cierto modo, su 'caja negra' o lugar de encuentro de una labor silenciosa, discreta, con la codificada y de renombre;

Esbozo

Esbozo o

Esbozo...

La armónica disposición de los materiales de este volumen contribuirá, sin duda, a reflejar con claridad la ordenada amplitud de miras en la concepción y realización de la obra académica, así com o los enlaces gramaticales, internos y externos (la lingüística moderna ha entrado con naturalidad por estos lares), de un ensayo de gramática española con decidida vocación renovadora.

IS B N : 84-283-1509-4

S Fernando? Ramirez LA NllEV/A GR AMÂTIf* A AfAnFMIPA

Esbozo

Es cierto que el (1973) no es obra desconocida; las múltiples reimpresiones hablan porsi'm ism as. Faltaba, sin embargo, un trabajo de conjunto que nos ayudase a captar su marco historiográfico y que actuase al m ism o tiempo com o clave para una recta interpretación de sus aspectos descriptivos, teóricos y metodológicos. Pues bien: nada mejor, seguramente, para esta meta que el recoger los varios retazos que nuestro gramático fue publicando, aquí y allá, a manera de anticipo —ya con valor histórico— o com o información general cuando tal obra se hallaba aún en cierne.

Ç i ÍM A i/V fÇ ,,

L A N U E V A G R A M Á T IC A A C A D É M IC A El camino hacia el Esbozo (1973)

gramatical académica el camino hacia el esbozo C1973)

SALVADOR FERNÁNDEZ RAMÍREZ

COLECCIÓN

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FILOLÓGICA

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LA NUEVA GRAMÁTICA ACADÉMICA el c a m in o h a c ia el

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SALVADOR FERNÁNDEZ RAMÍREZ E sta obra ha m erec id o u n a su b v en ció n d el M in isterio d e C ultura, d e n tro d e su p la n d e a yu d a a la ed ició n d e obras integ ra n tes d el p a trim o n io literario y c ie n tífic o español.

LA NUEVA GRAMÁTICA ACADÉMICA el camino hacia el Esbozo (1973)

v o lu m e n p r e p a r a d o p o r jo s é p o l o

COLECCIÓN FILOLÓGICA

yÍPA R A N iN F O \-} \ MADRID - 1987

Consejo Asesor José Antonio Pascual José Polo Gregorio Salvador Ramón Santiago

A don Samuel Gili Gaya (1892-1976)

O SALVADOR FERNANDEZ RAM ÍREZ/JOSÉ POLO

Madrid (España) Reservados los derechos para todos los países. Ninguna parte de esta publicación, incluido el diseño de la cubierta, puede ser reproducido, almacenado o transmitido de ninguna forma, ni por ningún medio, sea éste electrónico, quím ico, mecánico, electro-óptico, grabación, fotocopia o cualquier otro, sin la previa autorización escrita por parte de la Editorial. IM PRESO EN ESPAÑA PRINTED IN SPAIN

ISBN: 84-283-1509-4 Depósito Legal: M-41879-1986

P A R A N IN F O 5.A.

Magallanes, 25 - 28015 MADRID ALGO, artes gráficas. Jaspe, 34 - 28026 MADRID

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(12304/36/90)

índice general Págs. Nota del compilador [0-1J ..................................................................................

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p r im e r a p arte

PERSPECTIVA GENERAL

1. La revisión de la gramática de la Academia Española [fragmento] 2. Anticipos de la nueva gram ática ....................................................... 3. La Academ ia y la nueva edición de su gram ática .....................

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s e g u n d a p arte

APLICACIONES VARIAS: TRES EJEMPLOS

4. El pronom bre ............................................................................................. 5. M orfología: generalidades ................................................................... 6. Term inología .............................................................................................

41 58 67

te rcera parte

LA DERIVACIÓN NOMINAL: DOS ENSAYOS

7. A propósito de los diminutivos españoles ..................................... 8. Derivados españoles en -ivo ................................................................

75 85 7

apéndice PROYECCION BIBLIOGRÁFICA Y TEXTUAL

Nota previa [0-2] Págs. 9. M irada retrospectiva: necesidad de un cambio de rumbo en la orientación gramatical de la A cadem ia (1956-1972) ............... 93 1. Una comunicación programática (Rafael Lapesa) 2. Repercusión científica de ese trabajo: algunos ejemplos 10. A utoría y colaboración en el Esbozo: fraseografía ................... 96 11. El Esbozo en la encrucijada: comentarios y reseñas .................. 102 1. introducción 2. Inventario 3. ¿Qué hacer? Tres respuestas 4. Nota ortográfica índices auxiliares [0-3] ........................................................................................ 117 índice onomástico índice terminológico índice temático

Nota del compilador [0 - 1]

1. No parece mal mom ento para, entre unos y otros, ir mostrando, al estudioso atento como al ciudadano culto en general, la importancia del Esbo­ zo de una nueva gramática de la lengua española (Real Academ ia Española, Comisión de Gramática; Espasa-Calpe, M adrid, 1973, 592 págs.). Yo mismo he publicado recientemente en el Boletín de dicha institución una am plia lista, com entada, de las reseñas que en tom o a esa obra han ido surgiendo [incluida aquí como apéndice], así como ha visto también la luz pública un anejo de dicha revista, preparado por Ignacio Bosque y con prólogo de Rafael Lapesa, con los materiales de formación de palabras que venía elaborando Salvador Fernández y que estaban destinados a ser publicados como volumen com ple­ mentario del Esbozo (com párese, en la obra que presento, su tercera parte). Pues bien: ahora se trata de dar un paso adelante en la vía, científica y realista, de preparación del terreno para una posible nueva edición de la obra de 1973 (esto es, con cambios representativos de la gran atención crítica des­ pertada por ella), de tal manera que se vaya creando un contexto seguro capaz de perm itir un m ejor aprovecham iento del Esbozo y a la vez — se lleve o no a cabo nueva edición— nos enseñe a todos en aspectos de la descripción y teoría gram aticales y de los problemas metodológicos que acompañan el nacer de toda obra seria, cual es la varias veces mencionada. El título y subtítulo del libro de ahora no dejan lugar a dudas sobre su naturaleza y proyección. Un notable y reciente estudio, 1983, El camino de Cuervo al español de América, del profesor Guillerm o L. Guitarte, amigo también de Salvador Fernández, me ha inspirado en la nominación de la obra presente (compárese Roman Jakobson, 1961/1966/1976, Los caminos de Henry Sweet hacia la fonología y probablemente títulos similares en épocas muy anteriores y en lugares diversos). 2. El título originalmente pensado por m í para esta obra era El camino hacia el Esbozo (1973). M ateriales de teoría y metodología gramaticales. Más de una sugerencia, sin em bargo, me ha incitado a cam biar su estructura y a orientar en form a distinta la presencia de algunos de sus elem entos consti­ tuyentes: de todo ello, pues, ha surgido el título definitivo. En él, el sintagma

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la nueva gramática académica significa la nueva línea gramatical m anifestada por la Academ ia, por su Com isión de Gram ática, en el Esbozo en cuanto tal y como apertura científica que supone un ‘salto cualitativo’ en sus proyectos gram aticales a corto y medio plazo. De otro modo: con el Esbozo nace un nuevo estilo de trabajo científico gram atical dentro de la Academia; de ahora en adelante resultará muy difícil sustraerse a los efectos de esta nueva forma de hacer gram ática en ese contexto. Por lo dem ás, para evitar cualquier posible confusión — a pesar del subtítulo— con el proyecto al parecer en m archa en dicha institución, he elegido, sin dudarlo un m om ento, el sintagma ‘la nueva gram ática [en general] académica antes que el posiblem ente desorientador i a nueva gram ática [esto es, ‘la nueva línea gram atical’] de la Academ ia’, a un paso — conviértase gramática en Gramática— de acercarse peligrosam ente a terrenos que no le incumben: a lo que la docta institución haga o deje de hacer en el futuro, inmediato o no, en este ámbito de estudio de nuestra lengua común. 3. En este volum en habrían cabido muy naturalmente trabajos de Rafael Lapesa, Em ilio Lorenzo, Ambrosio Rabanales, M anuel Seco y otros, relativos todos ellos a momentos varios del surgir y desarrollarse del libro de 1973. He preferido, sin em bargo, la solución bibliográficamente más sencilla, aun a sabiendas de que ese conjunto de notas y estudios, impresos aquí, le habrían dado a la obra una riqueza contextual muy oportuna para una interpretación am plia, en términos descriptivos y de historia de las ideas gram aticales, a este núcleo creado por Salvador Fernández. Se advertirá enseguida, a través de la exposición de nuestro gram ático, la importancia del trabajo programático, 1956, de Lapesa, trascendencia metodológica de la que me hago eco en alguna de las notas del capítulo i. Parece preferible, señalaba, desligar la parte reali­ zada por uno de los autores del Esbozo, S. Fernández, de la labor preparatoria, paralelamente presente en sistemática y sabia atención crítica, o glosadora posteriorm ente, de otras personas que contribuyeron a la mejor configuración, presentación o comprensión de esa obra, tal como he mostrado en la crónica bibliográfica mencionada al comienzo de este prefacio. Finalmente, debo añadir que este cuerpo de teoría gramatical y aplicación m etodológica varia de Salvador Fernández com plem enta, con miras distintas, lo hecho por él en otros frentes científicos. En el ámbito de ahora, académico, también dio nuestro gramático lo mejor de sí mismo. José P olo

Departamento de Lengua Española Universidad Autónoma, Cantoblanco 28049 M adrid

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primera parte PERSPECTIVA GENERAL

1 La revisión de la Gramática de la Academia Española [ f r a g m e n to ] 1

1. La resolución V del Segundo Congreso de Academ ias, celebrado en M adrid, encom endó a la Real Academ ia Española la revisión del texto de su Gramática. La presente ponencia tiene por objeto someter a la consideración de! Tercer Congreso una parte del trabajo de revisión, no solo para dar a conocer una m uestra de lo que puede ser el nuevo texto y cómo entiende la Academ ia el encargo que le fue confiado, sino muy principalmente para solici­ tar de todas las Academias el concurso y la participación a que se refería tanto la mencionada resolución como la ponencia presentada al Segundo Congreso por el académico don Rafael Lapesa2. m Publicado en Tercer Congreso de Academias de la Lengua Española. Acias y labores, Academia Colombiana de la Lengua [edit. Iqueima], Bogotá, I960 [en portada; 1961 en cubierta]. Debajo del título se leía: «Ponente: Real Academia Española (Salvador Fernández Ramírez)». Él no pudo asistir, según se desprende, entre otras fuentes y comprobaciones, del texto de una carta con fecha de I-vil-1960; pero envió su comunicación, «por si puede ser útil y ayudar a los trabajos del III Congreso de Academias, ilustrando la manera como la Real Academia entiende la revisión, aunque no pueda estar yo presente para recoger las sugerencias de los demás Delegados y explicar los términos en que ha sido concebida, cosa que, por otra parte, harán mejor que yo mis compañeros de Delegación». El texto completo comprende las páginas 399-420 de esas Actas; aquí solo se reproducen las primeras, 399-403, de enfoque general; el resto, 403-420, se halla dedicado a la presentación del ensayo de capítulo sobre el pronombre (recogido más adelante, iv). i2! Se refiere a Sugestiones relacionadas con la futura edición de la Gramática de la Real Acade­ mia Española. Conveniencia de tener en cuenta otras gramáticas de mérito notable, en Memoria del Segundo Congreso de Academias de la Lengua Española, Comisión Permanente de la Asociación de Academias de la Lengua Española, M adrid, 1956, 83-88; reproducida en Cuadernos Hispanoamerica­ nos [Madrid], 78-79/1956, 332-337. Del mismo Lapesa: El esbozo de la Gramática de la Real Aca­ demia Española, en Lingüística y educación. Actas del IV Congreso Internacional de la a l f a l [1975], Universidad Nacional M ayor de San M arcos, Lim a, 1978, 76-85.

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PRIMERA PARTE. PERSPECTIVA GENERAL

La reform a intenta atenerse fielmente a las directrices expuestas por don Rafael Lapesa en aquella ocasión (págs. 83-88 de la M emoria) y aprobadas por el Segundo Congreso de Academ ias, según los términos de la resolu­ ción V. Se ha tratado, por consiguiente, de renovar y rem ozar la doctrina (la ponencia de don Rafael Lapesa hablaba de la urgente necesidad de modificar a fondo la interpretación de los hechos y de los usos) y de introducir puntos de arranque sistemáticos. Al mismo tiempo se ha tenido en cuenta la conve­ niencia de no «encajar el estudio de nuestro idioma en el esquem a teórico de ninguna escuela» (ibidem ). 2. Siendo como es indiscutible el avance realizado durante los últimos decenios en el campo de la lingüística descriptiva y siendo extrem ado el rigor de método que a estas disciplinas se aplica hoy en todas partes, es lo cierto que las más avanzadas escuelas, heredadas casi siempre por modo directo o indirecto de un mismo pensam iento científico, viven a menudo en un casi absoluto aislam iento. En 1951 el profesor Einar H a u g e n (Language, pá­ ginas 211-222) denunciaba sin disim ulos, apreciando la situación desde la vertiente norteamericana, los graves inconvenientes de un divorcio semejante: «A los lingüistas norteamericanos se les hace cada vez más difícil la lectura de los trabajos europeos. Los jóvenes lingüistas desdeñan a los viejos maes­ tros, de tal manera que hasta cierto punto perdem os contacto con la tradición de la ciencia lingüística y con los representantes de esta ciencia en el resto del mundo». Y agregaba: «En los trabajos am ericanos de lingüística general, rara vez aparecen citadas las obras de Saussure, Trubetzkoy y otros autores euro­ peos, a pesar de que ellos fueron los pensadores que nos proporcionaron los instrumentos con que ahora trabajam os»3. No sería difícil aducir aquí m anifes­ taciones de signo análogo del otro lado del Atlántico. Es, por consiguiente, peligroso, como prevenía don Rafael Lapesa, ence­ rrarse en el andamiaje conceptual de una determ inada tendencia y sería suma1,1 En esa cita se refiere S. Fernández al trabajo Directions in M odern Linguistics, en el volumen 27/1951 de la revista por él mencionada (reim preso en Martin loos, ed., Readings in Linguistics I, American Council of Learned Societies/The University of Chicago Press, Nueva York/Chicago-Lon­ dres, 1957, págs. 357-363, 357 la cita). El expresivo, casi antológico, texto original de donde ha traducido nuestro gramático es el siguiente (pág. 211): «American linguists are finding it increasingly difficult to read European writings in our field; younger linguists are neglecting the older writers, so that we are in some degree losing contact both with the tradition of linguistic science and its present-day representatives in the rest of the world. Rarely does one see a reference in American writings on linguistic theory to the works of the Saussure, Trubetzkoy, or other European writers, although they were the thinkers who gave us the instruments with which we work. I yield to no one in my admiration for Bloomfield and Sapir; but I regard it as a kind of provincialism to suppose that all sound linguistics began with them».

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LA REVISIÓN DE LA GRAMÁTICA DE LA ACADEMIA ESPAÑOLA

mente dificultoso intentar una especie de conciliación entre unas y otras, a pesar de que muchas veces las diferencias lo son solamente de nombre y, como hacía ver en su trabajo el profesor Einar H augen, etiquetas distintas encubren en ocasiones entidades y categorías idénticas. Por otra parte, si bien es cierto que en el terreno de la fonología se ha llegado a resultados bastante seguros y por lo menos es posible acotar en ella las zonas inseguras y provisionales y hasta determ inar casi siempre las razones a que obedece esa provisionalidad, el análisis gram atical, como dice por su parte el norteamericano Charles F. H o c k e t t , está muy lejos de constituir una operación absolutamente objetiva. «El análisis de las estructuras gram aticales — dice también Hockett__ es todavía, en extraordinaria medida, un arte. Las descripciones mejores y más exactas de una lengua las lleva a cabo, no el investigador que se somete a un sistem a rígido de reglas, sino aquel que a lo largo de su vida ha desarrollado un instinto especial para esta clase de operaciones»4. Son m uchas, como vemos, las razones que aconsejan no extrem ar las novedades y no abrir dem a­ siado las puertas al desaliento si todos y cada uno de los avances científicos no entran de golpe en nuestra proyectada revisión. 3. Hem os intentado en el presente anticipo la revisión del capítulo iv de la prim era parte de la Gram ática, es decir, de la vieja Analogía, la cual, según el proyecto de don Rafael Lapesa, vendría a denominarse ahora M orfología. Es el capítulo que trata del Pronombre. Casi nada de lo que incluimos en él lo consideramos definitivo. Hay en prim er lugar dificultades de distribución. Es difícil separar lo que es pura form a de lo que es construcción, lo que es 141 El texto de Hockett traducido y citado por nuestro gramático pertenece a Curso de lingüística moderna [1958, “ 1962], Eudeba, Buenos Aires, 1971 (tr. y adaptación de Emma Gregores y lorge Alberto Suarez), cap. xvil, pág., 149: «Es falsa la creencia, en la que se complacen algunos lingüistas, de que el análisis gramatical constituye ya una operación completamente objetiva. El análisis fonoló­ gico está mucho más cerca de ese estado: aunque una precisión absoluta no siempre es posible, se pue­ de por lo menos señalar con exactitud las áreas de imprecisión y saber, en general, por qué siguen sien­ do imprecisas. En cam bio, el análisis gramatical es todavía, en grado sorprendente, un arte: las me­ jores y más claras descripciones de lenguas no son obra de investigadores que apliquen un conjunto rígido de reglas, sino de aquellos que, por motivos circunstanciales de su formación, han desarrollado intuición para ello». En la edición original, 1958, se halla el pasaje citado en la pág. 147: «Specia­ lists have been working for a long time on the problem of analyzing, describing, and comparing gram ­ matical systems, and the degree of accuracy achieved is much greater than the layman would suspect. At the same time, there remain many points on which precision is still impossible. Some linguistis like to believe that grammatical analysis has become a completely objective operation, but this is not true. Phonemic analysis has been brought much nearer such a state. Complete precision is not always pos­ sible, but we can at least pinpoint the areas of indeterminacy and usually see why they remain inde­ terminate. But grammatical analysis is still, to a surprising extent, an art: the best and clearest des­ criptions of language are achieved not by investigators who follow some rigid set of rules, but by those who through some accident of life-history have deveiopped a flair of it».

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PRIMERA PARTE. PERSPECTIVA GENERAL

LA REVISIÓN DE LA GRAMÁTICA DE LA ACADEMIA ESPAÑOLA

m orfología de lo que es sintaxis. El texto antiguo, por ejem plo, pasa revista con algún porm enor a los pronom bres personales, relativos e interrogativos en sendos capítulos de la sintaxis porque los considera respectivam ente en sus funciones de com plem entos del verbo (personales), de palabras de subordina­ ción (relativos) o de com ponentes de ciertas unidades sintácticas típicas (inte­ rrogativos). Pero para los restantes pronom bres no hay lugar en la parte de la sintaxis y todo queda reducido a una enum eración, casi siem pre incom pleta, en el m encionado capítulo iv. H abría, pues, que traer a ese capítulo gran parte de la exposición que se hace de pronom bres personales relativos e inte­ rrogativos en la segunda parte de la Gramática, o abrir capítulos nuevos en la segunda parte para dem ostrativos, indefinidos, etc. Consideram os más bien que habría de hacerse lo prim ero, ensanchando considerablem ente la extensión del capítulo revisado, que ya es bastante más largo que el original, con la ventaja de descargar la segunda parte de la Gramática.

cierto que muchos nombres sustantivos como hermano o león o gato tienen su réplica en morfemas en -a que sirven para diferenciar el sexo. Pero esa varia­ ción m orfológica tiene otro carácter gramatical que la moción -ol-a de los adjetivos (o de los pronom bres), porque es la concordancia con una u otra form a de variación la que presta a los nombres sustantivos su categoría gram a­ tical de masculino o fem enino, como se advierte con nombre sustantivos como mano o poeta. La práctica lexicográfica corrobora esta distinción. Nadie in­ cluiría en un mismo artículo del diccionario las palabras león, leona, ni perro, perra, que es lo contrario de lo que haría con adjetivos como bueno, buena. Lo cual no quiere decir, naturalm ente, que los nombres sustantivos estén pri­ vados de género, pero son exclusivam ente masculinos o fem eninos, no las dos cosas a la vez. En esta particularidad, entre otras, fundamentamos la distinción entre nombres y pronom bres y aun entre nombres sustantivos y adjetivos.

4. H ay, en segundo lugar, m uchas cuestiones de porm enor en las que cabría adoptar posiciones diferentes o darles soluciones más prácticas. Hemos intentado una caracterización de los pronom bres y de sus subcategorías aten­ diendo a las funciones gram aticales específicas y a los datos casi exclusiva­ mente form ales de cada uno, porque proceder de otra manera sería volver a diluir la gram ática en la lógica tradicional o exponem os a discusiones y deba­ tes interm inables. Cito para ilustrar lo que digo la ponencia de la Academ ia Ecuatoriana sobre Revisión de la Gramática de la Real Academ ia Española (M em oria, págs. 88-111), que, siendo como es un valioso trabajo de análisis, escapa, a nuestro parecer, de la dirección cada vez más form alista que va adoptando la gram ática y representa lo más contrario a lo que nosotros propug­ nam os. Los Principios de H je lm s l e v nos brindan una buena orientación acer­ ca de lo que debe ser una determ inación correcta de las categorías gram atica­ les, entre ellas, de las partes de la oración. Nos hemos abstenido, en cam bio, de ordenar los paradigm as aplicando el sistem a de términos y oposiciones que procede de la fonología, no solo porque nos parece una operación difícil de realizar en muchos casos, sino porque consideram os que está fuera de lugar en una obra de carácter práctico y norm ativo como debe ser la Gramática de la Real Academ ia. Pero querríam os oír el parecer de todos sobre estas cuestiones discutibles y discutidas.

6. No es necesario señalar cómo abunda en contradicciones, omisiones y reiteraciones el antiguo texto. Adoptó, ya, es cierto, en la última reform a, la dicotom ía de pronom bres sustantivos y adjetivos, paralela a la de los nombres, que es tan vieja como la lingüística indoeuropea. Pero define el pronombre, genéricam ente, como la parte de la oración que denota las personas gram atica­ les. Habla de pronom bres correlativos como si se tratase de una nueva entidad pronominal y sin tener en cuenta que el cuadro de las correlaciones apenas ofrece interés como correlación en el sistem a de la lengua y que solo lo ofrece en tanto que procedimiento de correlación en la organización sintáctica, por lo que hemos juzgado conveniente suprim ir esta antigualla morfológica y reser­ var el tratamiento de la correlación pronominal para la segunda parte de la Gramática.

5. A dvertim os, de paso, que nos ha parecido sistem ático establecer el principio de que los nombres sustantivos carecen en español (y por supuesto en otras lenguas) de moción de género. Se habla, es cierto, de h e te ro n im ia a propósito de pares de nombres como padre/m adre, yerno/nuera, etc., y es 16

7. Hemos creído que no se puede pasar de ciertos lím ites en cuestiones de terminología. Empleamos nosotros mismos con algún recelo las palabras deíctico y anafórico, olvidando que son términos de la gram ática tradicional de más rancio abolengo y que nada menos que en el siglo n después de j. c. las empleó el gram ático Apolonio D íscolo y hoy son términos corrientes e inexcusables. (Véase la caracterización que hace Jacob W a c k e r n a g e l de los diferentes pronom bres, según que sean deícticos, anafóricos o las dos cosas a la vez, en sus Vorlesungen über Syntax, II [21928], pág. 84). También senti­ mos algún escrúpulo al em plear los términos neutralización y sincretismo, o al hablar del signo cero, que son, estos sí, términos de cuño más moderno. Pero consideramos que dejar de em plearlos sería lo mismo que privar al texto de una serie de conceptos útiles, y que todo puede rem ediarlo una breve expli-

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PRIMERA PARTE. PERSPECTIVA GENERAL

catión introductoria de índole terminológica. Sin esta m odestísim a adopción de neologismos faltaríam os, después de todo, a uno de los preceptos del pro­ yecto de reform a, según el cual «es la doctrina gramatical lo que requiere más am plia renovación». 8. Proponemos introducir en el nuevo texto una innovación tipográfica que consiste en im primir en letra más pequeña breves digresiones históricas necesarias, usos caducados, observaciones de carácter dialectal y cuanto no es descripción estricta de lo que debemos tener por lengua actual y común. Se­ guimos también en este punto las sugerencias de don Rafael Lapesa (pág. 87 de la M emoria). Aducimos también ejem plos m odernos, españoles e hispanoa­ m ericanos, y cuando entre ellos se mezclan ejem plos antiguos y clásicos debe entenderse que el uso no ha variado, si no se advierte lo contrario. Insistimos mucho en la necesidad de que todas las Academias aporten a esta em presa, como ya manifestaba en su ponencia don Rafael Lapesa, no solamente observaciones sobre puntos de doctrina, sino autoridades de los diferentes usos y construcciones, así como noticias acerca de la estimación social de estos usos. La contribución que consiste en ejemplos de autores es especialmente estim able, pues en el abundante repertorio léxico que posee la Real Academ ia no es siempre fácil hallar todo aquello que tiene un carácter exclusivam ente sintáctico (uso de los tiem pos, orden de las palabras, etc.)5.

151 El trabajo del que el presente texto es fragmento (véase nota 1) fue muy bien recibido en ese congreso, como puede comprobarse por esta cita (pág. 170 de sus Actas): «El tercer Congreso expresó su complacencia por la muestra preliminar redactada por el académico español don Salvador Fernández Ramírez, referente a la revisión de la gramática [e ilustrándolo con el tratamiento de la categoría de pronombre], y pidió además al académico Rafael Lapesa [sin lugar a dudas, el mejor mentor: véase atrás la nota 2] hacer una exposición verbal sobre este asunto. Y de la reseña que de las mencionadas actas publica Rafael T o r r e s Q u in t e r o (en Thesaurus. Boletín del Instituto Caro y Cuervo, xvi/1961, 208-212) entresacamos estas palabras (pág. 211): «Uno de los trabajos más importantes de todo ese volumen es la Revisión de la Gramática de la Real Academia Española ([que comienza en la] página 399), enviado por don Salvador Fernández Ramírez como muestra del nuevo texto que la corporación de Madrid viene preparando desde que recibió tal encargo por resolución del Segundo Congreso. El tratamiento del tema es particularmente novedoso con relación a la doctrina tradicional de la misma Academia y aun de otros textos más modernos. Pero su novedad no es mero prurito de innovación, sino reconocimiento de la necesidad, cada vez más urgente, de aplicar a la enseñanza gramatical los avances de la lingüística».

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Anticipos de la nueva Gramática6 1. La edición de 1920 de la Gramática de la Lengua Española de la Real Academ ia es un hito importante en la historia del desarrollo y crecim iento del texto oficial. En la reform a se conservó la división de la Gram ática en cua­ tro partes: analogía, sintaxis, prosodia y ortografía, pero fue variada funda­ mentalmente la segunda parte, la Sintaxis, no el concepto de su contenido, sino «el método y plan de exposición», como nos informa la Advertencia que figura al comienzo de dicha edición [de 1917], Allí se nos declara al mismo tiempo que las innovaciones proyectadas para la Ortografía y la Prosodia «no podían alcanzar a esta edición, ni eran tampoco de inmediata urgencia». En tomo de esa fecha, podemos decir hoy mirando hacia atrás, se escalona la publicación de las primeras obras teóricas de conjunto de la moderna lingüística descriptiva. El Curso de lingüística general de S a u s s u r e , publicado después de su muerte por B a l l y y S e c h e h a y e , es de 1916. La Introducción al estudio del lenguaje de B lo o m f ie l d data de 1914 (la nueva edición extensa, con el título El lenguaje, no aparece hasta 1933). Los Principios de fonología, de T r u b e t z k o y , se pu­ blican en 1939. Una revisión a fondo, especialmente en la doctrina de lo que el texto de la Gram ática entiende por O rtografía y Prosodia, no solamente no era cosa de inm ediata urgencia, como declaraban los redactores de 1920, sino inevitablemente prem atura. Al acom eter la nueva revisión del texto, la Acade­ mia considera, con sentido histórico de la continuidad, que es hoy precisam en­ te el tema «fonológico» el más necesitado de reelaboración, o con más exacti­ tud, el tema que ha de representar en casi todos sus aspectos una verdadera innovación dentro de la proyectada Gram ática. Y a este punto de vista respon|!'! Publicado en el Boletín de la Real Academia Española, x l v i i i / 1968, 401-417. En nota manuseriía, con fecha de 28 de mayo de ese año, decía don Samuel G i l í G a y a , s u compañero de tareas: «Mi felicitación por sus [...]. Es un trabajo m agnífico que me ha entusiasmado». Como testim onio impreso, mencionaré el de Emilio L o r e n z o , Descripción y norma en dos lenguas supranationales (1974], re­ cogido ahora en su libro El español y otras lenguas, Sociedad General Española de Librería, M adrid, 1980, 117-138, específicamente 123-125, donde se le cita tres veces.

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PRIMERA PARTE. PERSPECTIVA GENERAL

de el hecho de que se presenten a este Congreso, en form a de ponencia, los cuatro primeros capítulos de lo que habría de ser, si prospera el proyecto, la prim era parte de la nueva Gram ática, la fon o lo gía 1. 2. Esta consideración no dism inuye en nada la im portancia de la reform a, por lo que hace a las restantes m aterias, partes y capítulos del texto vigente. La necesidad de una revisión a fondo estaba desde hace tiempo en el ánimo de m uchos. Pero han sido las reuniones de las Academ ias, la vigilante coordi­ nación llevada a cabo por la Com isión Perm anente, en una palabra, la colabo­ ración estrecha que la Asociación de Academias hizo posible desde que fue fundada, los factores que más han contribuido a crear un estado de opinión favorable a una reelaboración a fondo, estado de opinión que se ha m anifesta­ do continuamente en form a de ponencias y comunicaciones sobre los más variados y controvertidos puntos de la Gramática. Entre todas las valiosas aportaciones que deben ser tenidas en cuenta m ere­ cen recordarse ahora las palabras que en mayo de 1956 dirigió al Segundo Congreso de Academias el hoy [1968] Secretario de la Real Academ ia Españo­ la don Rafael Lapesa, por la razón de que allí se establecían determinados principios generales capaces de orientar la revisión entera, tanto en el orden expositivo, como en el de los contenidos, como en el de la doctrina; se fijaban criterios terminológicos y m etodológicos, se hablaba de conservación y de innovación, etc. Al exponer aquí el plan de la reform a en cuya redacción nos ocupam os, hemos creído conveniente pasar revista a aquellas directrices fun­ dam entales, para señalar de qué m anera han sido mantenidas en la concepción del plan o ligeramente modificadas en algunos casos y a qué razones obedece­ mos en lo uno y en lo otro. Com enzaba don Rafael Lapesa abordando una cuestión que sigue hoy pareciéndonos la más general y de mayor alcance de todas: la idea de que era la doctrina gramatical la necesitada de más amplia renovación. «La Real Academia Española — decía— reconoce la urgente ne­ cesidad de m odificar a fondo la Gram ática», pero, «mucho más que en los usos recom endados, en la interpretación teórica de ellos». Era imprescindible tener en cuenta «las concepciones que acerca del lenguaje, sus funciones e instrumentos están hoy vigentes en la lingüística». Pero este principio aparecía allí limitado y atemperado por tres importantes consideraciones. La primera, la del cometido de la G ram ática de la Academ ia, la cual ha de ser práctica y norm ativa, no puramente científica y teórica. La segunda, la del respeto a la tradición de la doctrina gram atical, española y americana. La tercera, la de la discrim inación necesaria en el orden teórico, que aconseja no atenerse dogmá,7Í Cuatro capítulos de fonología, en el mismo tomo de la revista mencionada en la nota anterior, págs. 419-479.

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ticamente a una escuela o a un autor determinado ni «dejarse sorprender por estridencias de term inología». 3. Conviene recordar, a propósito de la term inología, que pocas veces se trata de sustituir un término ya consagrado por otro más flamante y de nuevo cuño. El problem a se plantea cuando hemos de bautizar un concepto lingüísti­ co o una realidad lingüística nueva. Los neologismos técnicos son el indicio más elocuente de que la ciencia avanza y la lingüística descriptiva, dando muestras de inusitado poder de creación, no se ha quedado corta durante los últimos cuarenta o cincuenta años en la introducción de neologismos. Es pre­ ciso escoger, por ejem plo, entre variante combinatoria, o más resumidam ente variante, como dice la Escuela de Praga, o el término alófano, como dice la Escuela Norteam ericana, pero uno de ellos es ineludible, por tratarse de un concepto fonológico esencial. Lo mismo ocurre con los términos morfema (Bloom field), plerem atem a (Hjelmslev) o monema (M artinet), que designan también conceptos idénticos en el campo de la M orfología, o con la serie alomorfo, variante o form ante, etc. Hemos evitado el término archifonema o arquifonema, no por razones de gusto personal, sino porque el concepto, sin duda útil y científicam ente bien establecido, rebasa acaso la capacidad de abstracción de muchos lectores y además porque una descripción fonológica puede evitarlo, como de hecho lo evitan las descripciones del estructuralismo norteamericano, sin dejar por eso de ser rigurosas. Si rehuimos hablar de morfofonología o morfanología, y de morfofonemas o morfonemas, no es tampoco por escrúpulos terminológicos, o no solamente por eso, sino porque la exposición de la M orfología, dentro del texto de la Gram ática, debe seguir siendo, como ha sido hasta aquí, clara, intuitiva y directa, es decir, debe realizarse en form a de paradigmas, con todos los retoques y sim plificaciones que se consideren necesarias, pero no mediante las reglas y transformaciones que utiliza la m oderna investigación para reducir al mínimo la complejidad de la morfología. Como acaba de decir un reputado lingüista, precisamente en un complicado estudio morfológico del verbo del yokuts, una lengua india de California: «no hay motivos para creer que los hablantes de una lengua operen con unidades semejantes en algo a nuestros m orfonem as»8. 4. Un problem a de term inología se convierte con facilidad en otros casos en una cuestión bizantina. Pueden existir razones poderosas que aboguen a 181 Se refiere a Charles F. H o c k e t t , The Yawelmani Basic Verb, en Language, 43/1967, 208-222: «This paper contains no new information; it is merely an attempt to present, economically and clearly, one small portion of the designed the Yawelmani dialect of Yokuts». El texto original de donde traduce Salvador Fernández se encuentra en la pág. 219 y dice así: «There is no reason to suppose that the users of the language operate in terms of units anything like our morpho-phonemes».

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favor de una u otra denominación, cuando son varias las que se emplean para designar un mismo hecho o una m isma form a lingüística, según los usos de las escuelas o de los autores. Pero es ilusorio pretender en general que la designación, simple rótulo diferenciativo muchas veces en el cuerpo de un paradigm a o de un sistema, dé cuenta de todos los contenidos, de todas las funciones, de todas las significaciones gram aticales que pueden agazaparse tras de una form a dada. ¿Optaremos por condicional, potencial, optativo, desiderativo, postpretérito para la form a verbal a m a r ía ? [en relación con esto y lo que sigue, cp. v i]. Tal vez la más neutra es la mejor denominación en casos como este. No hay convenciones ni comicios capaces de aportar una solución satisfactoria. Lo más aconsejable es conservar, cuando se puede, la denominación del texto, si no es totalmente descabellada, y en todo caso, como hemos decidido nosotros al redactar el texto, agregar en nota o en párra­ fo de tipografía más pequeña las restantes denominaciones más en uso en la tradición term inológica española, aunque la propuesta no sea objetable desde ningún punto de vista. En otros casos surge la tentación no de renovar entera­ mente, pero sí de uniform ar los términos cuando en un determinado paradigma se da notable sim etría de formas. A sí ocurre con el paradigma verbal español, en donde a cada una de las formas personales llamadas simples, y a algunas de las no personales, se contrapone una forma compuesta o perfecta de análo­ ga composición. Si se usa y se ha usado muchas veces el término antepretérito y antefuturo para h u b e a m a d o y h a b ré a m a d o , ¿por que no generalizar, dando el nombre de antepresente, anteimperfecto, antepotencial a las formas compuestas he a m a d o , h a b ía a m a d o , h a b r ía a m a d o ? Pero el problem a tiene muchas implicaciones, porque unos opinan que la significación gramatical de las formas compuestas es temporal y otros que es aspectual. Com o no hay m anera, por otra parte, de generalizar el término perfecto como segundo com ­ ponente de la denominación, diciendo presente de perfecto para he a m a d o , y menos pretérito de perfecto para h u b e a m a d o , y menos todavía imperfecto de perfecto para h a b ía a m a d o , será acaso preferible conservar el venerable plus­ cuamperfecto y las restantes denominacines más en uso, agregando en este caso las propuestas, en espera de que algún día se abran cam ino, y explicando, por supuesto, la sim etría, que no es solo de form a, sino de contenido (el h u b o a m a d o conserva todavía un uso muy restringido, y exclusivam ente literario, que recuerda el valor que tenía, en determinadas construcciones del español medieval y aun clásico, en oposición aspectual con h a b ía a m a d o , como am é se opone aspectualm ente a a m a b a ). 5. El análisis gramatical lo ha llevado la lingüística moderna a extremos de notable perfección y m adurez, tanto la Escuela de Praga como la Glosemá22

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tica de Copenhague como el Estructuralism o norteam ericano de la Escuela de Bloomfield. Pero es curioso observar de qué m anera, en medio del riguroso form alism o de las nuevas investigaciones y de la estricta, com plicada y a veces enojosa nom enclatura que ha sido su consecuencia, sobreviven intactos muchos conceptos, unidos a la vieja denom inación, de la gram ática tradicio­ nal. A sí ocurre de manera bastante general con las partes de la oración. Y hasta la novísim a gram ática generativa, lo mismo que el análisis componencial norteam ericano, siguen operando con los mismos términos de sujeto, com ple­ mento directo, complemento indirecto, etc. Algunas veces un concepto tradi­ cional que nos parecía una antigualla — por ejem plo, el de régimen— ha sido resucitado y som etido, eso sí, a una seria fundam entación. Y es todavía más sorprendente que la Glosem ática sigue hablando de caso para la preposición y su régim en, lo que siem pre nos ha parecido un equívoco en el texto de nuestra Gram ática. T odavía en un libro norteam ericano muy reciente, muy personal, pero muy elaborado tam bién, sobre la sintaxis del verbo inglés se habla de form as finitas y de form as infinitas, distinción enteram ente tradicional y que podría muy bien defenderse entre otras plausibles, como la deform as persona­ les y form as no personales9. 6. ¿Qué hemos de pedir entonces a la lingüística m oderna para la renova­ ción de nuestra doctrina gram atical y a cuál de sus representantes? Porque se da el caso, como ya en 1951 observaba un lingüista de la Escuela de Bloom field [atrás, nota 3] — aunque las cosas han variado algo desde enton­ ces— que las escuelas europeas y norteam ericanas han trabajado casi siempre en completa incom unicación y hasta deliberado desconocim iento las unas de las otras, lo que ha producido m uchas veces resultados inconciliables — a pesar de que la investigación m oderna se ha orientado en su conjunto en la dirección descriptiva— y mucho más inconciliables que las doctrinas lo han sido los lenguajes científicos, de tal manera que incluso representantes de una m ism a escuela, trabajando sobre un mismo tem a, han llegado a discrepar radi­ calm ente en la term inología. Reproduciendo otra vez palabras de don Rafael Lapesa, diremos que nuestra Gram ática está necesitada de revisión y hasta de rectificación, pero form a «un sólido cuerpo de doctrina que, en lo esencial, habrá de conservarse». Tratarem os de explicar cómo han sido interpretadas por nosotros esas palabras al trazar el plan de la nueva Gram ática y de qué manera nos han orientado en su redacción. 1,1 Los dos trabajos que encuentro en sus ficheros en relación con el sentido de la frase acabada de m encionar son el de B ritta M arian C h a r l e s t o n , Studies on the Syntax o f the English Verb, A Francke, B em a, 1941, y el de M artin loos, que es de quien se trata, The English Verb. [Form and M eanings], The University of W isconsin Press [Madison y M ilwaukee], 1964.

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7. Para nadie es desconocido que, aun estando dotadas las nuevas inves­ tigaciones de un marcado carácter especulativo y teórico, han ido poco a poco encontrando aplicación, más o menos correctam ente entendidas, en determ ina­ das actividades lingüísticas de orden práctico. Por eso no ha dejado de desvelam os alguna vez el pensamiento de si podrían tener análogamente cabida en nuestro texto. La G ram ática de la A cadem ia no ha aspirado nunca al conoci­ miento lingüístico puro. Ha sido concebida con miras a un fin utilitario inme­ diato: es una Gram ática normativa. Pero pasemos revista a todo lo que en este orden práctico — me refería antes a las obras destinadas a la enseñanza de lenguas extranjeras— y en cualquier otro orden la separa radicalmente de ellas y de los trabajos lingüísticos que en parte las han inspirado. La Gram ática de la Academ ia es normativa. Nada más ajeno tanto a la investigación puramente científica como a la enseñanza de lenguas extranjeras. Los conceptos de gramaticalidad y de competencia, a la orden del día en la investigación, apenas tienen que ver con la norma. Como consecuencia de ello es literaria, está basada en Autoridades del pasado y del presente, la negación de lo cual cons­ tituye un dogm a, sine qua non, en la ciencia y en sus aplicaciones didácticas. No es rigurosam ente form alista, otro dogm a científico, en el sentido de que no desdeña la semántica. No es ni puede ser excesivamente escrupulosa en la tarea de evitar la confusión de niveles, es decir, en la separación estricta de los hechos morfológicos y sintácticos. La ciencia y sus aplicaciones didácticas, por último, pueden proceder en sus métodos expositivos por concentración. Una sinopsis transformacionalista o un modelo sintáctico pueden presentam os, de golpe, todos sus elementos: complem ento directo, complem ento indirecto, cláusula subordinada, sujeto, etc. La Gram ática de la Academia procede por dispersión, expone en un lugar el complem ento directo, en otro el indirecto, etc. 8. Nada de esto nos dispensa de introducir importantes m odificaciones, a tono con la lingüística moderna o con la tradición gram atical, con la cual, por otra parte, no debemos m ostram os excesivamente quisquillosos; pues, como ha escrito muy recientemente el creador de la novísim a gram ática gene­ rativa, la gram ática tradicional es «básicamente correcta» en sus apreciacio­ nes, afirmación que hace Chomsky refutando expresam ente las opiniones con­ trarias. A la misma idea responden las palabras «sólido cuerpo de doctrina» de don Rafael Lapesa. Creemos que deben adoptarse criterios más seguros para definir las partes de la oración, morfológicos y sintácticos, o por lo menos que deben ponerse en prim er plano, conservando si se quiere las referencias al mundo objetivo o a la lógica en párrafos de tipo de imprenta más pequeños. Nuestro texto sigue, por ejem plo, la mejor tradición gramatical al hacer la distinción entre nombre sustantivo y adjetivo, como subclases del nombre, pero habrá que fundamen24

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tarla, en el plano m orfológico — con desinencias de número y género para el adjetivo, con desinencias de núm ero para el sustantivo— y en el plano sintác­ tico — el adjetivo presupone al sustantivo— . Los numerales cardinales son sustantivos, no solam ente adjetivos, como dispone la Gram ática. Pero funcio­ nan además como pronom bres, por su capacidad anafórica en el campo sintác­ tico. Y así sucesivam ente. 9. M ayores dificultades ofrece el trabajo de colm ar algunos importantes vacíos y el de realizar determinados reajustes en la distribución. He aquí el plan que nos hemos trazado, respetuoso en sus líneas generales, por todas las razones aducidas, con el de la última refundición de la Gram ática. La obra co­ m ienza con una Introducción, en la que se explica el alcance de la reform a, se dan a conocer determinados conceptos generales: comunicación, lenguaje, signo, habla y lengua, usos hablados y literarios, norma, etc., y se exam inan y definen los tecnicism os especiales que son de uso más frecuente en el texto. Creemos que este sería el lugar adecuado para tratar, muy sumariam ente, pero más técnicam ente, de algunos de los conceptos contenidos en el capítulo xxix de la Gram ática, titulado Vicios de dicción, es decir, del solecismo, barbarismo, idiotismo, etc. Y constituye todavía un problem a para nosotros si debe o no conservarse y en dónde el capítulo xxvm , muestra muy exigua de la R e­ tórica tradicional, de la que recogen más copiosas noticias, agrupadas en fe­ nómenos del estile y bajo la denominación genérica a veces de Estilística sin­ táctica, o simplemente Estilística, algunas grandes gramáticas históricas de las lenguas clásicas, como la griega de S c h w y z e r y la latina de H o f m a n n S z a n t y r . Esos tropos y figuras de que trata el capítulo xxvm , bajo el título de Sintaxis figurada, y otros de los que podía haber tratado, creemos que po­ drían incorporarse también a la Introducción, a condición de que vuelvan a em plearse en el texto como tecnicismos. 10. La nueva Gram ática consta de tres partes, no de cuatro como la vi­ gente, a la que, solo para entendernos mejor, designaremos también con el respetuoso y afectuoso epíteto de «vieja». La tercera y la cuarta parte se re­ funden en una sola, que constituye la primera parte de la nueva Gram ática, con el título de Fonología. De ella hablaremos luego. La primera parte del viejo texto, la Analogía, pasa ahora a constituir la segunda parte del nuevo, con el título de M orfología, como ya había propuesto don Rafael Lapesa. Esta M or­ fología se encabeza con una Introducción, muy semejante, por su estructura y contenido, a la que presentamos ya en form a de ponencia en el IV Congreso de Academ ias, ponencia que fue publicada en las actas y luego en el Boletín 25

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de la Real Academ ia (tomo x l i v ) 10. D esaparece el capítulo viii, De las figuras de dicción, cuyo contenido, como el de los capítulos xxvm y xxix, se incor­ pora a la Introducción de la Gram ática. Los restantes capítulos de la M orfo­ logía conservan más o menos el mismo orden que los capítulos de la A nalo­ gía. Se hacen, sin em bargo, las siguientes m odificaciones. Algunas cuestiones de que trata la A nalogía pasan ahora a otro lugar en el nuevo texto, bien a la Sintaxis, como ocurre con los usos del núm ero singular y plural del nombre sustantivo (párrafos 31-34), o con los usos del artículo (párrafos 78-79); bien a otros capítulos de la M orfología, como ocurre con la m ayor parte del capí­ tulo il, D el nombre sustantivo, que ha de incorporarse al capítulo que trata de la formación de palabras. El prim er capítulo de la A nalogía desaparece, ab­ sorbido por la nueva A nalogía y la Sintaxis. Los num erales, que en el texto antiguo se consideran sin más distingos como adjetivos, requieren un capítulo especial. La m orfología de los pronombres es notoriam ente incom pleta. No se dan, en general, las variaciones de género y de número. Se enum eran, como pronom bres relativos, que, cual, quien, cuyo, pero no las formas compuestas el que, el cual. Es m u y discutible, por cierto, si se trata siempre en estos casos de secuencias sintácticas o de palabras compuestas, a pesar de la escritura. (En eí párrafo 357a, de la sintaxis, habla correctam ente la Gram ática de esta par­ ticularidad) . El capítulo de la flexión del verbo ha de sim plificarse, sin recurrir a artilugios morfonológicos. Falta en él todo lo relativo a la acentuación y or­ ganización silábica de los verbos vocálicos, es decir, de los verbos con vocal delante de la terminación -ar, -er, -ir de infinitivo, y o tra s clases de verbos con dos vocales inmediatas en el tema (aunar, causar, etc.), exposición que ha de hacerse con la referencia necesaria a los pasajes de la Fonología donde se establecen los principios generales de esa organización. En la M orfología se separan ahora cuidadosam ente fle xió n y d e riv a c ió n , sin destruir por eso la unidad de los paradigmas verbales, ya que las formas infinitas o no personales, gerundio, infinitivo, participio, no tienen desinencias verbales, sino morfemas derivativos. 11. Damos ahora una idea sucinta de las modificaciones planeadas para la Sintaxis. La Sintaxis requiere también una Introducción, que ha de ser más sistem ática y mucho más extensa que la del texto vigente. Definimos la ora­ 1101 Para la futura Gramática, en la revista por él mencionada, x l iv /1 9 6 4 , 431-448 (I. El acento ortográfico: 431-439; II. M orfología. Generalidades: 439-448); también en IV Congreso de Acade­ mias de Ia Lengua española [...]. Actas y labores, Academia Argentina de Letras, Buenos Aires, 1966, 184-191. Comenta esos adelantos de S. Fernández — integrándolos en su idea de la necesaria relación lengua/enseñanza y de las dificultades, en general, de la term inología moderna— Humberto T o s c a n o en su nota de divulgación La Gramática de mañana, en El Comercio [Quito], 24-1-1965, págs. 4 y 9.

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ción no como «expresión de un juicio lógico», como hace el viejo texto, sino utilizando conceptos lingüísticos, como las curvas de entonación y los tonemas terminales. Se define el concepto de función como diferente de categoría de palabras (la palabra ha sido ya definida en la Introducción a la M orfología). Se hace la distinción entre palabras gramaticales, caracterizadas por su eleva­ do índice de frecuencia, por su escaso contenido semántico y por el hecho de constituir en la lengua repertorios limitados y reducidos, y palabras no grama­ ticales o representativas, caracterizadas por su más reducido índice de fre­ cuencia, por sus contenidos simbólicos y por el hecho de constituir repertorios extensos y no limitados. Explicamos la especial función señalativa de algunas clases de palabras y morfemas utilizando el antiguo concepto de deixis, más fecundo que el moderno concepto de sustitución del estructuralismo norteam e­ ricano. Trazam os a grandes rasgos la teoría de los componentes inmediatos en la oración, de modo análogo a como hicimos con los elementos de la deriva­ ción, en el proyecto de Introducción a la M orfología (v. b r a e . tomo x l i v , pág. 442 [atrás, nota 10]), y exam inam os los principios generales de la subor­ dinación y la coordinación. 12. En la organización de la Sintaxis, la Gram ática de la Academ ia sigue en líneas generales el plan expositivo que encontramos más usualmente en las g ra n d e s compilaciones de la Escuela Histórica, por ejem plo, e n algunas gra­ máticas del Handbuch de M üller, de la Biblioteca Germ ánica de Streitberg, en la G ram ática de la lengua alem ana de Hermann Paul, también parcialmente en la Sintaxis del M ió Cid, de don Ramón M enéndez Pidal, etc. Se exponen pri­ mero la función y la significación de las partes de la oración, luego la estruc­ tura de la oración simple y compuesta. Algunas gram áticas dan expresam ente el nom bre, a lo uno y a lo otro, de sintaxis analítica y sintaxis sintética. Esta organización es, sin duda, arbitraria. Nos expone a constantes reiteraciones y vacilamos antes de colocar un determinado hecho sintáctico dentro del capítulo más adecuado. Si la función de las palabras o de los morfemas constituye real­ mente un fenómeno de rección, como nos dice la Escuela Danesa, ¿ n o habría que colocarla en los capítulos que tratan de la estructura de la oración? ¿Qué dejaríam os entonces para el primer grupo de capítulos de la organización bi­ partita? La importante distinción del danés Jespersen entre junción y nexo, adoptada luego por Hjelm slev, distinción equivalente a la que hacen los nor­ team ericanos entre fra se nominal y fra se verbal, ¿la llevarem os, como su nombre aconseja, al capítulo del nombre y del verbo o a los capítulos que tra­ tan de la oración? El pensamiento gramatical de la lingüística m oderna más sistemático es probablem ente el de Hjelm slev, el fundador de la Escuela Danesa. No tenemos noticia, sin em bargo, de que exista una sola descripción de la gram ática de una 27

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lengua atenida a los principios de la Glosem átiea. Una descripción exhaustiva, se entiende, la cual constituye uno de sus postulados. Conservarem os, pues, la distribución de la Sintaxis a que nos hemos referido, aunque nos siga ator­ mentando el resquem or de parecer poco sistemáticos y de no reducir a fórm u­ las más simples la complejidad de los hechos sintácticos. Los usuarios y los destinatarios de la Gram ática de la A cadem ia con algún caudal de experiencia idiomática poseen la capacidad suficiente para reflexionar sobre la estructura de su propia lengua valiéndose de las nociones tradicionales que una experien­ cia de siglos ha ido acum ulando, muchas de las cuales, cualquiera que sea su origen, lingüístico, lógico o psicológico, legítim o o bastardo, siguen en lo esencial, como hemos visto, manteniéndose intactos. Lo que piden es la infor­ mación más amplia posible sobre particularidades idiomáticas, muchas de ellas irreductibles todavía a los análisis de la lingüística, y encontrar una guía capaz de mostrarles el mayor número de posibilidades com binatorias, sean literarias o coloquiales, y de resolverles los difíciles casos de opción, a los que la lin­ güística, indiferente a la norma, aplica la cómoda denominación de sin­ cretismo. 13. La Sintaxis del viejo texto es rica en contenido, y en la distribución de la materia no se puede decir, como hemos visto, que campe ella sola por sus respetos. Pero está necesitada de puntualizaciones y resulta imprescindible realizar algunos cambios y llenar bastantes huecos. Su capítulo segundo, que es el xi de la Gram ática, pasa a la Introducción de la Sintaxis. El capítulo x n , que trata de la Concordancia, lo colocamos en los capítulos finales, que tratan de la estructura de la oración. El x m , sobre «los casos en castellano», creemos que debe suprimirse, porque las combinaciones de preposición más com ple­ mento nominal o pronominal que tienen exacta correspondencia con los casos de la flexión de los pronombres personales entran por su propio derecho en el mismo capítulo que estos pronombres o en donde se estudien los com plem en­ tos del verbo. Cuando no es así, no existe más correspondencia que con los casos de la lengua latina, divagación histórica a la que cabe referirse aquí o allá, siempre que parezca inevitable o resulte más oportuno. Una concordancia de formas entre el latín y el castellano más sistem ática creemos que es difícil y arriesgada y se halla a nuestro juicio enteram ente fuera de lugar. Se nota la falta, en cam bio, en la prim era mitad de la Sintaxis, de sendos capítulos sobre las partes de la oración que no son el sustantivo, el adjetivo, el verbo y la preposición, las únicas que ahora gozan de ese privilegio. El ca­ pítulo xvi, Los complementos del verbo, no lo arregla todo, porque estudia so­ lamente el complem ento directo, el indirecto y el circunstancial. Del orden de las palabras y de las oraciones sin verbo, que la vieja Gram ática llama elíp­ ticas, se ocupa la Sintaxis incidentalmente en diferentes lugares, pero consi­

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deramos que requieren, adem ás, un planteam iento más orgánico en capítulos especiales. Exigen también un estudio especial los problemas del discurso in­ directo, en tiem pos del pasado y del presente, tratados de form a dispersa en la antigua Gram ática, así como los diferentes planos de la narración en tiem ­ pos históricos y en presente, con la correlación de las formas verbales que apa­ recen en unos y otros, correlación tan instructiva desde el punto de vista as­ pectual. Quedan, en fin, una serie de pequeñas cuestiones, confusión de ca­ tegorías, análisis incorrectos, que será necesario rectificar, pero que sería eno­ joso enum erar aquí, como es el decir que las oraciones finales, por estar in­ troducidas por a, para o a fin de, desempeñan función de complem ento indi­ recto, o la propensión a buscarle antecedente gramatical a todo, como en la frase con relieve es allí donde está, o en las conjunciones compuestas siempre que, antes que, después que, en las que se analiza allí como antecedente de donde, y siempre, antes, después como antecedente de que. 14. Si hemos dejado para lo último el examen de la prim era parte de la Gram ática es por el hecho de que la Fonología constituye la innovación más importante, dentro del texto reform ado, y hemos de justificar algunos extre­ mos. De la Fonología presentamos a este Congreso, en ponencia aparte, los cuatro primeros capítulos [atrás, nota 7], en una redacción que no considera­ mos definitiva por las razones que ahora expondremos. Estos cuatro capítulos se titulan, por su orden sucesivo, Generalidades, Clases de sonidos, Clases de fonem as, Sílaba. Los tres restantes tratan del Acento y del Sandhi o Fonética sintáctica, de la Entonación y de la Ortografía. Nos apartamos en esto, al me­ nos provisionalm ente, del esquem a propuesto por don Rafael Lapesa, que con­ siste en reservar para la O rtografía el lugar que ha ocupado hasta ahora, como IV Parte de la Gram ática. Nuestro proyecto tiene la ventaja de situar las reglas de la acentuación ortográfica, por ejem plo, en la proxim idad de los principios fonológicos que las explican. Estas reglas, diremos entre paréntesis, consti­ tuían hasta ahora la formulación de una serie de hallazgos em píricos, algunas veces ni form ulados siquiera, producto de la admirable orientación objetiva de nuestra tradición escrita e inspiradas muchas veces en las recom endaciones de los mejores ortólogos de lengua española. No se trata ahora de nuevas refor­ mas, sino de la presentación de todas las reglas en un contexto orgánico. Por otra parte, la representación de los fonemas con los signos alfabéticos de la es­ critura usual no deja de ser una transcripción más, transcripción que por su ca­ rácter realista sería conveniente desarrollar a continuación de las transcripcio­ nes fonética y fonológica. Es verdad que determinadas reglas ortográficas están aún relacionadas con otras partes de la Gram ática, como el uso de las mayúsculas o la escritura de los nombres compuestos. No insistim os tampoco en nuestra distribución, que puede alterarse en cualquier momento.

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PRIMERA PARTE. PERSPECTIVA GENERAL

Que al capítulo sobre los fonemas preceda un capítulo sobre los sonidos, es decir, una exposición fonética, por muy heterodoxo que pueda parecer el procedim iento a los defensores acérrim os de la autonom ía de la disciplina fo­ nológica y a los que consideran la Fonética como un sistem a periférico en la descripción de una lengua, o como una m ateria del contenido y no de la form a, es algo que no necesita justificación, pues bastaría recordar la apelación al rea­ lism o fonético en Fonología hecha por varios fonólogos, por ejem plo, por Charles F. H o c k e t t , en su M anual de fonología, y recordar, sobre todo, que podrían citarse no una sino varias descripciones fonológicas im portantes de una lengua en las que se hace prim ero un estudio fonético de los sonidos: así, entre otras, en la Fonología del japonés coloquial de Bernard B l o c h , que ha inspirado parte de nuestro trabajo11. Justificar, por últim o, el hecho de incluir en una Gram ática una descripción fonológica hubiera podido parecer necesario uno o dos decenios atrás, cuando a la Gram ática, dentro de la lingüística des­ criptiva, no se le reconocía otra dim ensión que la morfológica y la sintáctica. 15. No entro en más porm enores, estando como está el proyecto de Fo­ nología a disposición de los señores Delegados. Faltan los tres últimos capí­ tulos, en curso de redacción todavía, por no haber llegado a una decisión en los siguientes puntos Por lo que se refiere al capítulo v, Acento y sandhi, va­ cilamos aún a propósito de las clases de acento, aunque nos inclinamos por las dos clases de acento, es decir, hablando en términos llanos, acento y no acen­ to. Algunos autores proponen para el español un acento secundario, es decir, tres acentos, propuesta que requiere, a nuestro juicio, más cuidadosas com pro­ baciones. Otros autores aseguran que el acento español no es distintivo, cues­ tión que está necesitada todavía de exam en más atento En el capítulo vi, E n­ tonación, no hemos llegado a resolver satisfactoriam ente el problem a de la re­ presentación gráfica de los tonem as distintivos, que hemos de hacer, como es habitual, utilizando exponentes num éricos, pero el procedim iento puede pre­ sentar dificultades tipográficas, que es necesario allanar. Del vu y últim o ca­ pítulo, Ortografía, presentamos ya como ponencia en el IV Congreso de A ca­ demias la sección correspondiente al Acento ortográfico [atrás, nota 10]. Pero la lista de Palabras de escritura dudosa ha de ser no solam ente m odificada en algún sentido, sino cotejada con la última edición del D iccionario, pues no son pocas las contradicciones ortográficas que se han observado entre la penúltim a edición del Diccionario y el texto gram atical. No ha habido tiempo de poner 1111 Los datos de esos trabajos son, respectivam ente, A M anual o f Phonology (Indiana University [...], W averly Press, Baltim ore, 1955) y Studies in Colloquial Japanese, iv: Phonem ics (en Language, 26/1950, 86-125; reim preso en los Readings citados en la nota 3, págs. 329-348).

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ANTICIPOS DE LA NUEVA GRAMATICA

todo esto a punto. Pero nos urgía la presentación de los cuatro primeros capí­ tulos ya redactados. 16. Nos urgía, a pesar de que, como hemos advertido al principio, no consideramos definitiva esta redacción. Se ha desatendido en ella, un poco o un mucho, el carácter didáctico de la Gram ática y nos hemos apartado del tono fam iliar y a veces reiterativo con exceso del texto vigente. Habrá que lograr acaso una acomodación de estilos por ambos lados, parafraseando hasta cierto punto en esta primera parte y sim plificando y concentrando hasta cierto punto en las restantes. Pero ahora, tal como la hemos concebido en el prim er mo­ m ento, en nuestro esfuerzo por conseguir una exposición orgánica y fijar bien el pensam iento, creemos que puede ofrecerse como cuerpo de doctrina a la consideración y al estudio de las Academ ias. La elaboración de estos capítulos tenía algo de em presa arriesgada, por el tem or a que la Gram ática, ya con no­ table retraso inicial, quedase rezagada en una materia en que las modernas co­ rrientes del pensam iento lingüístico han logrado sus frutos más maduros. Po­ dría pensarse que hubiera bastado con tener a la vista una buena descripción fonológica de la lengua española, acom odándola a las particulares exigencias de la Gram ática de la Academ ia. No faltan, sin duda, en la bibliografía espa­ ñola y extranjera trabajos excelentes de Fonología española, irreprochables en casi todos sus aspectos. La mayor parte de ellos, sin em bargo, o bien se li­ mitan a estudiar esta o la otra cuestión, o bien, sean especiales o generales, no se apartan un punto de los hábitos y concepciones de una Escuela determ i­ nada. Y aunque, según nuestra manera de ver las cosas, la norteamericana es más concreta y realista que la de Praga, por ejem plo, y nos hemos sentido in­ clinados con más frecuencia a aceptar sus soluciones, a pesar de todo, la ex­ tensión que hemos dado a la Prim era Parte y acaso un factor personal de na­ turaleza más bien imponderable nos ha movido a trabajar con cierta indepen­ dencia. Sirva todo esto como excusa de nuestra dilación. 17. Antes de term inar no querem os dejar de referim os a otras importan­ tes sugerencias de don Rafael Lapesa, en su ponencia al segundo Congreso de Academias. Se alude allí, como un desiderátum , a la conveniencia de m ante­ ner más claram ente separados en el texto los usos clásicos caducados de los que están en vigor todavía. Así hemos procedido y procederem os, utilizando para ello, como para otras consideraciones de carácter teórico o histórico, como ya lo hacía la Gram ática, tipos de imprenta más pequeños. Estamos de acuerdo con la idea de arrinconar el término de oración elíptica para ciertos tipos de oración, sin olvidar que el mismo término de elipsis es un comodín del que ha abusado el análisis tradicional. Incorporam os, en cam bio, el con­ cepto de catalización, que usó por primera vez, hasta donde llegan nuestros 31

PRIMERA PARTE. PERSPECTIVA GENERAL

conocim ientos, el creador de la Glosem ática, concepto que, sin ser enteram en­ te lo opuesto de la elipsis, es, por lo menos, un instrumento ú til12. Secundamos también la idea de ensanchar la lista de A utoridades, haciendo figurar, como testimonio de los usos gram aticales de la lengua común, no so­ lamente pasajes literarios de escritores españoles posteriores a don Juan Vale­ ra, sino de escritores hispanoam ericanos y filipinos. La colaboración de las Academ ias, en esta recogida de m ateriales, sería muy beneficiosa y muy bien­ venida, por lo que nos atrevem os a proponerla aquí. Es cierto que el Seminario de Lexicografía de la Real Academ ia ha incorporado en los últimos años a sus ficheros una cifra considerable de cédulas — varios cientos de miles— extraí­ das de obras de autores no peninsulares de todas las épocas, como lo dem ues­ tran los fascículos del Diccionario Histórico ya publicados. Pero la rebusca del pasaje adecuado para ilustrar una determ inada construcción sintáctica se hace a veces penosa en nuestros repertorios porque en la recogida de materiales ha predominado un criterio estrictam ente lexicográfico, y el dar con una determ i­ nada form a verbal o con una construcción especial, fuera de los casos en que aparecen en ella palabras gram aticales, como pronom bres, preposiciones, con­ junciones, etc., es siempre un suceso aleatorio. La contribución de las Aca­ demias a la organización de un fichero para fines gram aticales, centralizado en M adrid, sería, por lo tanto, una ayuda excepcional para nosotros y enriquece­ ría los materiales que hemos ido personalm ente acumulando. Las cédulas, que habrían de ser del mismo formato que las del Seminario de Lexicografía, podrían venir agrupadas por autores, con indicación cada una de la obra, edición y página, encabezada con un epígrafe que aludiese al hecho gramatical que ilustra el ejemplo: complem ento directo con a o sin a, preté­ rito, imperfecto, indicativo, subjuntivo, etc., con arreglo a la term inología vi­ gente. Tendría también un valor incalculable para nosotros la calificación del uso, como vulgar, coloquial, caducado, etc., hecha en nota al pie de cada cé­ dula en los casos más discutibles e inciertos. Estas aportaciones serían tan es­ timables y tan estimadas como lo han sido hasta ahora las numerosas comu­ nicaciones publicadas en las Actas de los Congresos sobre temas de gramática y las que ha seguido recibiendo de las Academias la Comisión Perm anente, a todas las cuales hemos prestado la mayor atención. 18. Solo nos resta dar las gracias al Congreso, si esta proposición se aprueba, y darlas también a los señores Congresistas y Delegados por haber escuchado, si ello ha sido inevitable, esta larga peroración. |i:| Para las relaciones entre lo elíptico y lo caíalizable, véanse las págs. 87-88 del incitante trabajo de Ambrosio R a b a n a l e s M étodos probatorios en gramática científica, en Boletín de Filología [San­ tiago, Chile], x x í i / 1971 , 77 - 97 .

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La Academia y la nueva edición de su Gramática13 1. En un escrito reciente, presentado en el V Congreso de Academias (Quito, 1968) y publicado en el tomo x lv iii del Boletín de la Real Academia Española [atrás, nota 6], se exponía con algún porm enor el plan de reform a de la Gram ática. Es muy poco lo que podríam os agregar aquí, a pesar de que la obra se encuentra en una fase muy avanzada de su redacción. Intentaremos, con todo, poner de relieve aquellos aspectos de la reform a que tocan más de cerca al rico temario de este II Congreso Internacional para la Enseñanza del Español. 2. Poniéndose a tono con las tendencias que inspiran desde hace tiempo los trabajos lexicográficos de la Academ ia y en contraste con las últimas edi­ ciones de la Gram ática, que en punto a ilustraciones literarias no pasaron nunca de Juan Valera y rara vez se alejaron de la Península, la edición nueva prolonga el período de vigencia del «buen decir» hasta nuestros días y dilata su dominio geográfico hasta los últimos confines de la expresión literaria en lengua española. No solo Baroja y Cela, o Aldecoa y Delibes, autorizan ahora usos gram aticales, como Cervantes y Calderón, sino también Bolívar y |l' 1 Texto inédito, tras el que anduve algún tiem po, pues recordaba su lectura en 1971, en el II Congreso Internacional para la Enseñanza del Español, Madrid. Finalmente apareció: mecanografiado y reproducido a ciclostilo o similar. Debajo del título se lee: «Ponencia presentada, por encargo de la Academ ia, en el [...]; leída el 2-u-1971». El nombre con el que aparece en el folleto II Congreso [...]: conclusiones, delegados, informe general (M inisterio de Asuntos Exteriores, Dirección General de Re­ laciones Culturales, M adrid 1971), pág. 50, es La nueva Gramática de la Real Academia Española. Más adelante, pág.75, se lee: «Oímos en nuestra última sesión el anuncio de la aparición de la nueva Gram ática de la Real Academia Española, hecha por su principal responsable, Salvador Fernández Ramírez, que vino a nuestro Congreso a informarnos, con gran sencillez, sobre lo que se anuncia como inmediata promesa: la renovación del texto, que puede tener como máxima responsabilidad la unifi­ cación metodológica de la gramática en los países de habla hispánica». Se reproduce este breve resu­ men en Boletín de Filología Española (Madrid], 38-39/1971, 72.

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PRIMERA PARTE. PERSPECTIVA GENERAL

Sarmiento, o Vargas Llosa y Carlos Fuentes. La gram ática recoge así todo lo que considera lingüísticam ente español en el tiempo y en el espacio y se acerca más a la expresión viva. Inicia, pues, una em presa de integración.

l a a c a d e m ia y l a n u e v a e d ic ió n d e s u g r a m á t ic a

4. La Sintaxis está en plena transformación. Por eso ha parecido prudente no introducir novedad ninguna en el análisis de los elementos de la oración y en la clasificación de las oraciones, lo que no impide que en la t e r c e r a p a r t e se hayan distribuido las materias y los capítulos de una manera más sistemática que hasta ahora y hayan sido, como el resto de la obra, redactados de nuevo en su totalidad. Sin duda, el análisis com ponencial, la gram ática generativa, etc., de la moderna lingüística descriptiva no solamente constitu­ yen importantes avances de la ciencia sino que em piezan a utilizarse en algu­ nas disciplinas aplicadas, como la enseñanza de lenguas extranjeras, pero no debemos ir a buscarlos en una obra de naturaleza normativa como la G ram áti­ ca de la Academia.

bucional. Solo brevem ente mencionam os los rasgos acústicos de los fonemas y las oposiciones binarias, por considerarlas nociones más abstractas y acaso m enos sólidam ente establecidas. La noción de sílaba y los hechos acentuales, en cam bio, tienen más razón de ser y encajan m ejor en el cuerpo de la G ram á­ tica académica. Todo lo referente a los fonem as, en efecto, no pasa, para hispanohablantes, de ser inform ativo. Lo que toca a la sílaba y al acento prosódico es, incluso para ellos, preceptivo. El lím ite silábico entre vocal y consonante, o consonante y vocal, y entre consonantes, es claro en español, en contraste con una lengua com o la inglesa en la que una consonante en posición intervocálica puede considerarse indife­ rentem ente final o com ienzo de sílaba. Pero la delim itación silábica entre vocales, en cam bio, no es siempre previsible en español, no obedece en todos los casos a reglas fijas. De aquí la necesidad, en estos casos, de convertir en fonem a este lím ite entre sonidos — especie de juntura o sutura— y de darle su correspondiente representación en la notación fonológica. Reconocem os dos acentos prosódicos en español, es decir, acento positivo y acento negativo, acento y no acento (no tres, como han propuesto algunos autores). Su posición en el cuerpo de la palabra no está en general sujeta a reglas fijas, como lo está en latín. Es heredada, sin em bargo, según se hace observar en el texto — aunque reducida en sus términos por la desaparición de la cantidad vocálica— , la única regla general sobre el acento en español, de carácter negativo como en latín: toda palabra de más de dos sílabas, con penúltim a sílaba trabada, no puede ser esdrújula; regla de im portantes conse­ cuencias para el «status» gram atical de los pronom bres personales enclíticos, como se explica en el v capítulo de la Fonología. El verbo español uniform ó su acento desentendiéndose generalm ente del latín. En algunos casos la lengua ha llegado a establecer una distinción acentual, basada en la categoría de la palabra. A sí, los presentes latinos esdrújulos se hacen llanos frente a los nom ­ bres sustantivos que son base suya de derivación o derivados suyos, los cuales conservan en español la acentuación esdrújula: vomito (verbo), vómito (nom ­ bre), correlación que se transm ite a las form aciones españolas: trafico, tráfico. Com pararem os inglés the pérm it, pero to perm it. El único obstáculo a la uni­ form idad de los presentes ha sido precisam ente la inestabilidad del lím ite silá­ bico entre vocales de que hablábam os antes: injurio, pero contrarío.

5. Com o la primera parte es la que encierra más novedades, nos detene­ mos un mom ento en ella. Hemos hecho preceder el estudio del sistem a fonoló­ gico de la lengua española de un capítulo en donde se exponen los rasgos fonéticos del español. Hemos considerado incom pleto lo primero sin lo segun­ do. Tanto en un caso como en el otro, la descripción es articulatoria y distri-

6. Cuando una categoría nueva o un elem ento nuevo es bautizado por la ciencia, hay que adoptarlo con el nom bre o no adoptarlo. A veces presenta problem as la adaptación. En vista de las palabras griegas áfono y antífono y de algunas form aciones m odernas, hemos preferido alófano a alófano o alofón, a pesar de que lo más corriente es aplicar la prosodia latina a las

3. La Gramática de la Academia vivía, por otra parte, en el orden de lo es­ peculativo y teórico, con un retraso de medio siglo. Durante este período de los últimos cincuenta años, que empieza aproximadamente al publicarse la última re­ forma importante de la Gramática [ 1917/sintaxis, 1920/morfología], el conoci­ miento que poseíam os acerca de las lenguas se ha am pliado en dos direcciones principales: la fonológica y la gram atical. El texto nuevo colma este vacío con una p r im e r a p a r t e , titulada Fonología, de la cual apenas pueden considerarse em brión las veinte páginas de «Prosodia» del texto antiguo, y con una s e g u n ­ d a p a r t e , M orfología, donde se estudian, en su dimensión form al, las partes variables del discurso y se ponen a contribución para ello la gram ática tradicio­ nal y, con cierta medida, los resultados de la lingüística moderna. Se descri­ ben, pues, categorías morfológicas en cuya catalogación y en cuya denom ina­ ción coinciden con frecuencia las escuelas modernas y las antiguas. Se ha intentado, sobre todo, alguna delim itación más rigurosa, para lo cual ha sido preciso acudir a lo más nuevo (el concepto, por ejem plo, de morfema) y a veces a lo más antiguo (por ejem plo, la categoría de género gramatical del nombre sustantivo). Hemos conservado, a pesar de todo, los paradigmas tradi­ cionales y hemos evitado casi siempre las complicadas fórmulas modernas.

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PRIMERA PARTE. PERSPECTIVA GENERAL

palabras de origen griego o formadas hoy con raíces griegas. Fuera de estos casos, lo m ejor es respetar la tradicionalidad y la continuidad. El concepto de lo deíctico lo maneja ya con este nom bre la gram ática griega en el s. II d. j. c. En la época moderna han recogido la idea y el término, a partir de 1869, W indisch, Brugm ann, W ackem agel, Behaghel, Bühler, etc. En el texto se ha dado preferencia a deíxis y deíctico sobre otros términos más recientes, como index (M orris), shifter (Jakobson), etc. Por cierto que el tecnicism o deíxis y el adjetivo deíctico, como seguramente algunos más em pleados en la nueva edición de la Gram ática, no están registrados todavía en el Diccionario. Pue­ de presentar problem as, como decíam os antes, la adaptación al español de una y otra palabra. Si hacemos la transcripción con arreglo a la prosodia griega, la palabra deixis sería bisílaba y no requeriría su escritura el em pleo de tilde. Si nos acomodamos a la prosodia latina, como en latín no existe el diptongo -ei-, la palabra sería trisílaba y sería necesario deshacer el diptongo marcando el acento ortográfico sobre la -i-, que es lo que yo hago, en espera de m ejor resolución de la Academia. Y pido perdón a mis oyentes por haberme detenido en tan minúsculo detalle. 7. A veces se hizo necesario suprim ir de la edición antigua el término y la cosa. Así ha ocurrido en el paradigm a del pronom bre personal con el a b la ­ tivo, término aplicado allí a los grupos sintácticos con, de, en, por, sin, sobre, tras, etc., m í, lo cual, además de aventurado, resultaría inexacto, aun­ que se hubiese hecho con la sola intención de concordar la gram ática española con la latina, porque las preposiciones latinas trans y supra no rigen ablativo, ni su construcción con el acusativo que les corresponde equivale a un ablativo. Tam poco es conveniente dar el nombre de d a tiv o y acusativo a las agrupacio­ nes a mí, a ti, a él, etc., tomando como base el hecho de que en determinadas construcciones me es secuela obligada de a m í y en otras a m í puede acom pa­ ñar a me potestativam ente. En uno y otro caso, a m í es casi siempre diferente de me (a m í contiene una idea de exclusión en varios sentidos, lo que se llama «relieve», lo que es ajeno a me) y, cuando funcionan solos, no son conmutables ni acumulables: se refiere a mí, me lo temo. Se ha hecho, pues, un reajuste en el paradigma pronominal y ha sido suprim ida, por supuesto, la flexión casual del nombre. 8. Tienen menos importancia las modificaciones introducidas en la fle­ xión del verbo porque no rectifican errores graves. En cierto modo, la reform a aquí no ha olvidado el dicho popular de que «lo mejor es enem igo de lo bueno». Las formas verbales en español, como en otras lenguas, son poliva­ lentes y es ilusorio pretender colgarle a cada tiempo y modo una etiqueta más 36

LA ACADEMIA Y LA NUEVA EDICIÓN DE SU GRAMÁTICA

adecuada que otra. Se ha suprim ido la denominación de p re té rito in d e fin id o , no bien justificada, para amé y, teniendo en cuenta que en muchos territorios conserva todavía am é en diferente grado el doble valor temporal del perfecto latino amavi («passato remoto» y «passato prossim o», según la term inología italiana), tanto amé como he amado reciben ahora la denominación de p re té­ rito perfecto con el aditamento de «simple» y «compuesto» que los distingue. Fue excelente acuerdo de la Academ ia, en una de las anteriores reform as, divorciar am aría de la pareja amase/amara de imperfecto de subjuntivo por­ que, por razones históricas, su destino ha sido inseparable del de amaré. Los dos marcan posterioridad, coetaneidad; y en las perífrasis de perfecto, anterio­ ridad del siguiente modo: amaré con relación al mom ento del acto del discur­ so, amaría con relación a un mom ento anterior al del acto del discurso (la coetaneidad, conviene recordarlo, expresa conjetura: estará en casa ‘en este m om ento’, estaría en casa ‘en aquel m om ento’). Nos conviene recordar aho­ ra, en un breve inciso, que la categoría del tiempo Verbal, como todo lo que en el discurso hace referencia al acto del discurso, es una modalidad de lo que hemos llamado antes deíxis: la categoría verbal o pronominal de persona alude a la persona que emite el discurso o a su interlocutor; los adverbios de lugar y los demostrativos señalan al lugar del discurso; la categoría verbal del tiem­ po y los adverbios tem porales, al momento del discurso; los anafóricos expre­ san la identidad entre unos y otros elem entos del discurso. Decimos esto por­ que la reform a de la Gram ática, por razones que no son imputables a nadie, no ha establecido la conexión debida entre todos estos fenómenos solo en aperiencia heterogéneos. La Academ ia hizo bien, decíam os, en divorciar amaría de amase y amara, pero hizo mal probablem ente en constituir con amaría un modo potencial, basándose en que, de una manera secundaria y translaticia, am aría se em plea también con el valor de un desiderativo, optativo o cupitivo, no de otro modo que lo hace un indicativo, amaba, y un subjuntivo: amara. En la presente reform a, amaría se incorpora al indicativo y recibe el nom bre, no del todo satisfactorio, de c o n d ic io n a l, pero se pone así de acuerdo con la terminología de otras obras gramáticas de lenguas románicas, como la italiana y la francesa. 9. Creo que en este breve examen de la reform a gramatical se han tocado algunas cuestiones que figuran en vuestro temario: algo acerca de los aportes de la lingüística, de la terminología gramatical, de las estructuras gramatica­ les, acerca de la actualización de la gramática española, que puede com pren­ der, si yo no entiendo m al, tanto la renovación de la doctrina como la prolon­ gación hasta nuestros días de la documentación literaria y la presencia en ella de toda la comunidad de lengua hispana. Q uerría decir todavía que los redac37

PRIMERA PARTE. PERSPECTIVA GENERAL

tores se han perm itido, contra lo que ha sido usual hasta ahora en la com posi­ ción de la Gram ática, introducir por nota no propiam ente citas bibliográficas, pero sí la m ención de ciertos nombres de gram áticos españoles y am ericanos cuando su opinión ayuda a esclarecer puntos difíciles o cuando no existe com ­ pleto acuerdo en la doctrina. La term inología de B e l l o figura, adem ás, junto a la académ ica en los paradigmas verbales, en consideración a la im portancia que tiene en la enseñanza am ericana. 10. Debem os agregar que en la prim era parte no se han desarrollado todos los sistemas fonológicos, con todas sus particularidades, que pueden funcionar en España y Am érica. Hay uno que corresponde a los territorios que distinguen y/ll y sh , probablem ente los de extensión más reducida, y otro en que se m ezclan los dos rasgos, tanto españoles como am ericanos, de yeísm o y seseo. Por nota se describen y localizan algunas otras variantes de sonidos, pero no se organizan en sistema: ni la extensión de la G ram ática ni la falta de inform ación fonológica que poseem os perm iten otra cosa. M ás com plejo es todavía el problem a de la entonación. En el capítulo correspondiente de la prim era parte hacem os una descripción cuidadosa de las curvas tonales, po­ niéndolas en relación con las diversas estructuras sintácticas; pero el que lo ha redactado solo ha tenido en cuenta su propio dialecto, su idiolecto, como dicen los lingüistas norteam ericanos, porque para un trabajo de más em peño no había tiempo ni información. 11. Las obras de lengua normativas pertenecen a un género aparte, si no m ítico. Por un lado, tienen ciertas lim itaciones, no suelen recoger más testi­ monio que el escrito. En el polo opuesto se halla, hay que decirlo tam bién, la lingüística descriptiva m oderna, para la que no existe más testim onio que el oral. Por otro lado, las gram áticas normativas son contradictorias: no están elaboradas en una dim ensión diacrónica, puesto que proponen una y no otra norm a, pero tam poco nos presentan una imagen estática, puesto que, estando elaboradas para hoy, no dejan de hacer apelación a un clasicism o más o menos rem oto. La norm a única se halla también reñida con un área lingüística de alguna extensión. Diremos entonces que esas obras son intem porales y que apuntan a algo ideal que alienta solo en lo más íntim o de nuestras conciencias. Presum o que vosotros, m agníficos artesanos de la Enseñanza, y nosotros, po­ bres redactores de obras norm ativas, seguiremos coincidiendo no solo, como hoy aquí, en el cam po de la contradicción gram atical.

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segunda parte APLICACIONES VARIAS TRES EJEMPLOS

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El pronombre14 69.

»

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C o n s id e ra c io n e s g e n e ra le s so b re lo s p ro n o m b r e s

a) L-os pronom bres actúan en general como los nombres y desempeñan sus mismas funciones. Pueden ser sujetos y complementos del verbo. Por otra parte, lo mismo que los nom bres, pueden actuar como sustantivos y adjetivos. Form an, pues, con los nombres una gran categoría nominal. b) Se diferencian, sin em bargo, de los nombres en el sentido de esa distribución. Los nombres actúan preferentem ente como sustantivos o adjeti­ vos. Los pronombres actúan indistintamente: estos se afligían o estos hombres se afligían. O bien exclusivam ente como sustantivos, así los pronom bres personales: ellos se afligían. Otros, finalm ente, solo aparecen en función adjeti­ va, como los posesivos: mis amigos se afligían. c) En cuanto a su form a, el pronom bre tiene variación genérica, en con­ traste con el nombre sustantivo, que carece de ella. Y tiene género neutro, en contraste con el nombre adjetivo, que carece de él. Solamente algunos pronom ­ bres sin form a neutra específica gozan de la propiedad que tienen los nombres adjetivos de agruparse con el artículo neutro lo: lo mío, lo uno, lo otro. Las formas neutras pronom inales solo funcionan como sustantivos, pero su capaci­ dad para agruparse con adjetivos, en contraste con los nombres sustantivos, es muy escasa: nada bueno, algo extraño, mucho malo. 1141 Rem ito a la nota 1 para el origen de este trabajo. La actual presentación provisional sigue la ruta — cap. iv, D el pronom bre, §69-76— de la G ram . Ac. de 1931, objeto inm ediato de la reform a (com párese m ás adelante, págs. 105, Seco, y 108 Lapesa), edición que, como las de 1928 y 1924, reproduce el texto de la nuclear de 1920, a todo lo cual llego a través del cotejo provisional de esas ediciones (material facilitado por Ramón Sarmiento) y por algunas pistas, que, en terceras pruebas, no he podido aprovechar explícitam ente (véanse págs. 19 y 34), dadas por el estudioso acabado de m encionar y por Manuel Seco. Lo que aquí aparecerá concentrado se desarrolla en el Esbozo en cinco capítulos del 2.5 al 2.9, págs. 202-248. Reproduzco este material como uno de los ejemplos de aplicación — lo mismo que el texto de v— porque en ambos casos se trata de versiones algo distanciadas, sobre todo iv, de las partes correspondientes de la obra de 1973 (no ocurre así con otros anticipos, como algunos capítulos de fonología — véase nota 7— , reproducidos luego con meno-

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SEGUNDA PARTE. APLICACIONES VARIAS

d) Frente a los nombres, que poseen generalmente un contenido concep­ tual, los pronombres son en su mayor parte palabras deícticas, es decir, actúan como signos genéricos indicadores, dentro de un determinado campo de refe­ rencia y con una determ inada orientación. Cuando el campo de referencia es el mismo discurso, el pronom bre señala a otro signo del contexto (nombre, pronom bre) o a una determ inada unidad sintáctica (predicado, oración). La referencia puede ser anticipadora: les dije a ellos (tes anticipa a ellos', morfoló­ gicamente equivale en realidad a! grupo a ellos). Es más frecuentem ente regre­ siva y entonces se habla de referencia anafórica o de pronombre anafórico: eso no lo sé (lo se refiere anafóricamente a eso). Cuando el campo es extratextual y consiste en la situación en que se encuentran los que hablan, el pronom ­ bre señala a una cosa o persona. El punto de orientación es la persona que emite el enunciado. El pronom bre yo señala a la persona que lo dice (o a la persona que se supone haberlo dicho), tú a la que se dirige el que lo pronuncia, etc. Esto, en contraste con eso, señala cosas más próximas a la persona que habla; eso, en contraste con esto, a cosas más próximas a la persona a la que dirigimos el discurso, etc. e) Podría, pues, hablarse de una persona pronom inal, como hablamos de persona verbal. Lo que distingue, sin em bargo, a los pronombres personales de los demostrativos es que solo los personales rigen, según su clase, la prim e­ ra, segunda o tercera persona del verbo. Los demostrativos, como cualquier otro nombre o pronom bre, rigen solo la tercera persona del verbo y su adscrip­ ción a las personas pronom inales tiene solo un valor semántico, no gramatical. f) Una notable particularidad de los pronom bres, rasgo que comparten con el artículo, es la facilidad que tienen las formas masculinas no especializa­ das en la significación de personas para adoptar, muy especialm ente'en plural, la significación de persona. g) Finalm ente, los pronom bres, son entidades más gram aticalizadas que los nombres; constituyen, por una parte, paradigmas concretos y limitados y por otra parte, como ya hemos dicho, tienen un contenido semántico muchas veces escaso y casi siempre de signo constante y general. 70.

P r o n o m b r e s p e rso n a le s

a) Se diferencian de los restantes pronom bres en que poseen un sistema de flexión casual. El de tercera persona distingue por su form a un nominativo res cambios). Por ello, me ha parecido que tenía interés metodológico contar con estas dos versiones anteriores — una, bastante alejada— , pues se ven en dichos textos planteamientos científicos y matices diversos aprovechables y porque, además, permiten, a su vez, establecer oportuno contraste con la versión definitiva o del mencionado Esbozo.

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EL PRONOMBRE

(caso del sujeto verbal), un dativo y un acusativo (casos de complem ento verbal) y un caso preposicional, que se identifica con el nominativo. El de prim era y el de segunda persona distinguen cada uno un nominativo (caso del sujeto) y una form a para el complem ento verbal (se neutralizan el dativo y el acusativo). Con preposiciones se em plean formas especiales o la misma forma del nominativo. b) El pronom bre de tercera persona distingue género masculino y fem eni­ no, en el nominativo y acusativo plural. Los de segunda y primera persona solo distinguen género masculino y fem enino en el nominativo de plural y en los casos preposicionales de plural, en los que se em plean las mismas formas de nominativo. Casi todas las formas de los pronombres personales diferencian el singular del plural. c) Son átonas todas las formas de dativo y acusativo. d) P r o n o m b r e de te rcera person a: Norn, sing.: él (m asculino), ella (fem enino), ello (neutro). Son también las formas que se em plean con prepo­ siciones. Dat. sing.: le (m asculino, fem enino y neutro), se (m asculino, fem e­ nino y neutro, en posición inm ediata anterior a todas las formas de acusativo del pronom bre de tercera persona)15. Ac. sing, lo (m asculino), la (fem enino), lo (neutro). Nom. pl.: ellos (m asculino), ellas (fem enino), que se emplean también con preposiciones. Dat. pl.: les (masculino y fem enino), se (m asculi­ no y fem enino, en posición inm ediata anterior a todos los acusativos del pro­ nombre de tercera persona)15. Acus. pl.: los (m asculino), las (fem enino). Las formas bisílabas son llanas. e) Hay cuatro neutralizaciones o sincretismos, como vemos: la forma lo, que actúa como acusativo singular masculino y neutro; la form a le, que actúa en dativo singular como masculina y femenina y neutra; la forma les, que funciona en dativo plural como masculina y fem enina, y la forma se, que en determinadas condiciones funciona como dativo de todos los números y géne­ ros. En el segundo y tercero ha intentado resolverse la confusión entre m ascu­ lino y femenino (la frecuencia en el uso de le neutro es muy pequeña) a costa de la distinción entre dativo y acusativo femeninos y se ha extendido el la(s) acusativo a la función de dativo. En el primero se ha intentado resolver la confusión entre masculino y neutro a costa de la distinción entre dativo y acusativo masculinos (la frecuencia en el uso de lo neutro es elevada), exten­ diendo el le a la función de acusativo masculino. Todos los cambios que se han producido dentro del español parecen, pues, obedecer a una m isma ten" Español ant. ge (del dat. sing, latino ill: antepuesto a itlum, illam ...) generalizado al plural (lat. illis) y transformado en se por analogía con el se reflexivo.

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dencia, que consiste en buscar la diferenciación genérica y borrar la diferencia de caso. f) El la(s) dativo es caso desconocido en todo el territorio am ericano de habla española. No es recom endable su uso, a pesar de la frecuencia con que lo em plearon nuestros clásicos, especialm ente en el diálogo. El le acusativo convive con el lo en mayor proporción incluso en los territorios de más acen­ tuado loísm o, como A ndalucía y América. g) P r o n o m b r e s de p r im e r a y s e g u n d a p e rso n a : Norn, sing.: yo (prim e­ ra persona), tú (segunda persona). Caso del complem ento verbal: me (primera persona), te (segunda persona). Caso preposicional: m í (primera persona), ti (segunda persona), pero agrupados con la preposición con adoptan la forma com puesta conmigo (primera persona) y contigo (segunda persona). Nom. pl.: nosotros, nosotras (primera persona), vosotros, vosotras (segunda persona). Se em plean también con preposición. Caso del complem ento verbal: nos (pri­ mera persona), vos (segunda persona). En las formas nos-otros, vos-otros, etcétera, se ha producido degradación acentual del primer elem ento y hoy son formas llanas. El prim er elemento conserva, sin em bargo, su acento de palabra tónica en sus usos aislados. Véase más adelante, apartados i y j . h) Usted(es), reducción de vuestra(s) merced(es), con degradación acen­ tual en el primer elem ento, señala la segunda persona, como tú y vosotr(o)(a)s, pero funciona gram aticalm ente en la concordancia verbal como pro­ nombre de tercera persona. La forma usted(es) se em plea con preposiciones, y las restantes form as, dativo y acusativo, las suple el pronom bre de tercera persona. Tiene acento prosódico en la sílaba -ed. i) Los pronombres antiguos de plural nos y vos se em plean hoy algunas veces en la lengua escrita, especialmente en la lengua poética y sobre todo como pronombres de reverencia para designar a determinadas jerarquías y dignidades del Estado y de la Iglesia. Con ellos se alude entonces a una sola persona, pero conservan su concordancia con el plural del verbo. j) En la mayor parte del territorio americano de habla española (los dos tercios aproxim adam ente) sobrevive el antiguo voí como pronombre de segun­ da persona singular, aunque generalmente en concordancia plural con el verbo (voseo). Es palabra tónica. Su paradigma flexional es vos con preposiciones y te como complem ento verbal. No se em plean os ni vosotros, de manera que el plural del pronombre de tercera persona es defectivo en esos territorios. Lo suple usted(es). Tú pervive allí donde se perdió el voseo, y como forma culta en algunos otros países. Casi todos los gram áticos americanos coinciden en la condenación del voseo y la acción ejercida por ellos a través de la escuela ha 44

sido especialmente eficaz en algunos países, como en Chile, y más o menos ejem plar en todas partes entre las clases cultas. k) Pronombres reflexivos: cuando la mención que realizan el sujeto de un verbo y los pronom bres personales que son complem ento del mismo verbo es idéntica, se dice que los pronom bres personales actúan como reflejos o refle­ xivos. Solo el pronom bre de tercera persona dispone de formas especiales para esta función: se para el complem ento verbal sin preposición y s í16 para el com­ plemento con preposición, con la form a especial consigo, todas comunes al singular y al plural. Consigo tiene acentuación llana. 71.

P r o n o m b r e s p o se siv o s

a) Los pronom bres posesivos realizan, por una parte, los mismos señala­ mientos a las personas del discurso que los pronombres personales. Existe en su base una estructura muy semejante a la de los pronombres personales: me, m ílm í(o); te, tiltu(yo); nos/nuestro; vos/vuestro; se, sí (reflexivos de tercera persona)/íM(yo). Por otra parte, poseen la variación de género -o, -a y la variación de número -cero, -s de los nombres adjetivos en -o, como gran parte de los restantes pronom bres. Podrían, pues, recibir el nombre de pronombres personales adjetivos. b) El esquem a significativo de esta clase de pronombres abarca, por con­ siguiente, dos momentos y se podría form ular así: la persona o cosa significa­ da por el sustantivo (nombre o pronom bre) subordinante se halla en relación con la persona o la cosa a la que apunta la deixis. La relación significada es normalm ente la relación de posesión, de la que reciben el nombre: mis cosas son las cosas del que pronuncia estas palabras o del que se supone haberlas pronunciado. Pero no excluye otras relaciones, como tendremos ocasión de ver. El de tercera persona no es exclusivam ente reflexivo, como lo es el pro­ nombre reflexivo de tercera persona. En el enunciado cogió su libro el libro puede ser el libro de la persona significada por el sujeto de cogió, pero puede ser el de la persona significada por cualquier otra unidad del enunciado. Esta particularidad produce, como verem os, enunciados anfibológicos en español, no fáciles siempre de resolver con los propios recursos del idioma. c) A cada una de las seis categorías de persona de los pronombres perso­ nales, con sus formas diferenciadas, corresponde una forma diferenciada de 16 Proceden del se y del sibi reflexivos latinos. Su agrupación con otros pronombres de tercera per­ sona, especialmente dativos — se le cayó la espada (acusativo-dativo)— casi paralela del ant. ge (véase nota anterior) con pronombres de tercera persona, especialmente acusativos — se lo diste a él— favo­ reció la transformación de ge en se, lo que introdujo una complicación bastante incómoda en nuestro sistema pronominal.

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los posesivos, si se exceptúan las categorías de tercera persona. Frente a yol nosotros tenemos mío/nuestro; frente a túlvosotros tenem os tuyo/vuestro; fren­ te a él/ellos solo tenem os suyo. El cuadro de los posesivos es, pues, defectivo, pero solo desde el punto de vista form al. La form a suyo señala a él y a ellos: se realiza en ella un sincretismo de núm ero que com plica aun más el em pleo de este pronom bre. d) La lengua española distingue, por otra parte, form as sin variación genérica y monosilábicas: mi(s), tu(s), su(s), y formas con variación genérica y bisilábicas: mío(s), mía(s), tuyo(s), tuya(s), suyo(s), suya(s), nuestro(s), nuestra(s), vuestro(s), vuestra(s). Las form as m onosilábicas se em plean siem­ pre antepuestas al sustantivo subordinante y son palabras inacentuadas17. De las formas bisilábicas, las seis prim eras son acentuadas (llanas) y se em plean siempre pospuestas al sustantivo subordinante y en función de predicado; las cuatro últimas son inacentuadas o acentuadas llanas según vayan antepuestas o pospuestas al sustantivo de que dependen y acentuadas tam bién cuando tie­ nen función de predicado. e) Como ya hemos dicho, el pronom bre posesivo funciona exclusivam en­ te como adjetivo. Las que se llaman sustantivaciones no constituyen una ex­ cepción a este principio. En el siguiente pasaje: ella se quedó en su casa y yo en la m ía, el posesivo m ía no tiene función distinta de la del pronom bre su, es térm ino adjetivo y la palabra subordinante es el artículo la, anafórico que señala al sustantivo casa. Esta sustantivación, si querem os darle este nom bre, es diferente de la que realizam os cuando decimos el imposible o los blancos (refiriéndonos a los hom bres de raza blanca), expresiones en las que se ha producido un verdadero cam bio de categoría y el nombre adjetivo ha pasado a ser nombre sustantivo (véase el §69b y el cap. v [artículo; véase atrás nota 1]). f) Com o ocurre con los nombres adjetivos de variación genérica -o -a, la form a m asculina de los posesivos es la que se em plea para la concordancia de los pronom bres neutros: nada m ío te agrada. Lo mismo ocurre con la form a neutra del artículo, que es también término sustantivo (véase el cap. v): lo m ío y lo tuyo. 72.

M is m o

a) No posee este adjetivo exactam ente los caracteres que hemos asignado a la categoría de los pronom bres (69), pero su estrecha relación con ellos, 17 Estas y otras formas de los posesivos antepuestos son tónicas en diversas zonas del dialecto leonés.

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especialm ente demostrativos y personales, y con el artículo, lo convierte en realidad en instrumento auxiliar de ellos y justifica que lo incluyamos en este capítulo. La form a mesmo es hoy popular y rústica en extensas regiones de España y América. Pero fue la form a clásica, que fue perdiendo terreno frente a mismo, más antiguo y tradicional. M ism o es hoy la form a común y literaria. b) Su naturaleza gramatical es exclusivam ente adjetiva y posee variación genérica -o -a y variación de número -cero/-s como los pronom bres posesivos. Se agrupa con las formas tónicas de los pronom bres personales, es decir, con los nominativos y con las formas preposicionales. Con yo y tú se em plea la form a masculina o fem enina según que la referencia sea a persona de uno u otro sexo. Se pospone siempre al pronom bre personal en esta agrupación, lo mismo que el adjetivo solo y en contraste con todo, los únicos adjetivos que se asocian al pronom bre personal. Su acentuación es llana. c) Se construye también con el artículo, con los demostrativos y con las formas átonas de los posesivos, a todos los cuales se pospone siempre. Cuando hay un nombre sustantivo del que aquellos dependen, lo que ocurre siempre con los posesivos y puede ocurrir o no con el artículo y los demostrativos, mismo se coloca entre aquellos y el nombre sustantivo o después del nombre. La posición no es indiferente en todos los casos para la significación y la intención de los enunciados. Tenía la misma indecisión que yo implica identi­ dad y esta es la posición normal en estos casos. Era la indecisión misma (= en persona) es un enunciado hiperbólico, enunciado que puede adoptar esta, pero también la otra construcción. d) Se agrupa también con el pronom bre indefinido un(o) y con los adver­ bios demostrativos pronom inales, lo que es un indicio más a favor de la natu­ raleza cuasi-pronom inal de este adjetivo. Puede adoptar el sufijo -ísimo(s), -ísima(s) de superlativo. 73.

P r o n o m b r e s d e m o stra tiv o s

a) Los pronom bres demostrativos son los pronombres deícticos por exce­ lencia. Con los pronom bres personales (y no de otra manera con las personas verbales y los posesivos, identificados con los personales en la misma función y solo diferentes de ellos por sus funciones gramaticales) y gracias a ellos, el que habla puede hacer breves y constantes referencias a sí m ismo, a la persona a la que habla y a alguien más que no son ellos dos. Pero el pronombre personal solo se mueve en estas tres direcciones fijas. La referencia que se hace con él supone generalmente un previo entendim iento, y pocas veces va 47

SEGUNDA PARTE. APLICACIONES VARIAS

acom pañada de señalamientos visibles o inm ediatos. Con los demostrativos se señala a todo el contorno visible; con ellos se realizan y se acom pañan actos de identificación y de opción: ese árbol, esta naranja. Funcionan también en la deixis textual anafórica y anticipadora, aunque el pronom bre personal de tercera persona es el anafórico por excelencia, y proporcionan además la posi­ bilidad de hacer varios señalamientos según el alejamiento relativo de los objetos. El pronom bre demostrativo nunca se despoja de su naturaleza de ícti­ ca, ni en su función sustantiva ni en su función adjetiva. b) Tiene variación genérica, m asculino/fem enino/neutro, y variación de número. Las formas del masculino singular, por el orden de las personas del discurso (véase el §69d), son: este, ese, aquel. Las del fem enino singular: esta, esa, aquella. Las del m asculino plural: estos, esos, aquellos. Las del fem enino plural: estas, esas, aquellas. Todas estas formas son tónicas (llanas, a excepción de aquel, que es aguda) y todas funcionan como términos sustan­ tivos y adjetivos. Las formas neutras, esto, eso, aquello, todas tónicas y lla­ nas, funcionan exclusivam ente como sustantivos. c) Por analogía con el artículo el fem enino, en los textos modernos, menos en los clásicos, y en los usos hablados suele encontrarse este, ese delante de sustantivo que em pieza por a- tónica: este agua, este alma. Es un uso aislado que debe evitarse. d) La misma form ación que aquel presentan las formas antiguas y clási­ cas aqueste, aquese, etc. También de la combinación frecuente esto otro y eso otro salieron, con degradación acentual del prim er elem ento, los compuestos neutros antiguos y clásicos estotro y esotro y, por generalización a todo el paradigm a, estotro(s), esotro(s), m asculinos, estotra(s), esotra(s) femeninos. Algunas de estas formas se em plean todavía hoy en el habla rústica y aparecen también en la prosa literaria. Hay ejem plos de Alcalá Galiano en el siglo xix y de M ariano de Cavia y Pérez de Ayala en el siglo xx. En Chile estotro año es el año que viene, acepción que encontramos ya en España en el siglo xvi: estotra semana, la semana que viene. e) El demostrativo ponderativo tanto(s), tanta(s), con variación de géne­ ro y número y con la forma neutra indiferenciada tanto, neutralizada con la de m asculino singular, aparece usado con alguna más frecuencia como adjetivo. El neutro tanto es siempre sustantivo. Todas las formas son tónicas y llanas. Todas ellas admiten la forma -(simo de superlativo: tantísim o(s), tantísima(s). La deixis del pronom bre tanto es textual y extratextual. f) El demostrativo cualificante tal(es) solo posee variación de número. Existe la forma indiferenciada tal para el género neutro. Todas las formas son

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tónicas y la forma bisilábica de plural es llana. Generalm ente se em plea como adjetivo. Como sustantivo aparece sobre todo en función de predicado o agru­ pado con la conjunción comparativa como. La deixis de este pronom bre es predominantemente de carácter textual. 74.

P r o n o m b r e s re la tivo s

a) Los pronom bres relativos son exclusivam ente anafóricos. Pero frente a los restantes pronombres con función anafórica (este, aquel, le, la, etc.), poseen además el carácter específico de funcionar como nexos en la subordi­ nación sintáctica. Por otra parte, su referencia textual se realiza siempre en una sola dirección: el término de su referencia (antecedente) es una oración o es elem ento de una oración diferente de aquella a la que pertenece el relativo, en contraste con otros pronom bres, que pueden referirse a términos de su propia cláusula. Com párese esta es el arma de que disponía con el arma la llevaba encima. b) El cuadro de los pronom bres relativos no es morfológicamente tan simétrico como el de otros pronombres. Son, además, frecuentes los casos en que concurren formas diferentes para unos mismos usos. El relativo que es átono e invariable, pero puede referirse a antecedentes masculinos y fem eni­ nos, singulares y plurales. Como otros pronom bres neutros, puede también referirse a todo un enunciado anterior. Funciona siempre como término sustan­ tivo. c) El relativo quien(es) tiene variación de número y funciona con antece­ dentes masculinos y femeninos. Pero el plural quienes, de creación muy tardía (en el siglo xvi, pero es de uso rarísim o todavía en este siglo; Ambrosio de Salazar lo califica en 1622 de «inelegante»), no ha privado a quien de su antigua capacidad para funcionar, lo mismo que el relativo que, no solamente con antecedentes singulares, sino también con antecedentes plurales. El uso no es hoy raro, ni siquiera en la conversación: personas a quien no vi en mi vida ( B e n a v e n t e , Gente conocida, vi, 5); los chinos a quien se proponían convertir ( H e r n á n d e z C a t á , Cuatro libras de felicidad, 109). Por otra parte, el relativo quien(es), en contraste con que (empleado indistintamente con ante­ cedentes de persona o de cosa), ha tendido a especializarse en la significación de persona. Pero hoy, como en otras épocas, no es raro su empleo con antece­ dente de cosa: es un hontanar de quien nos llega un rumor débil ( O r t e g a y G a s s e t , M editaciones del Quijote, 58) Como que, quien(es) es siempre sus­ tantivo. 49

SEGUNDA PARTE, APLICACIONES VARIAS

d) Las dos formas del relativo quien(es) son átonas. Quienes tiene, sin em bargo, acento dominante en la primera sílaba dentro del contexto y es palabra llana cuando se enuncia aislada o como nombre de ella misma. e) El relativo cual(es) tiene variación de número, como quien(es), y goza de sus mismas particularidades acentuales (véase el apartado anterior). Este relativo ha perdido su capacidad para construirse con antecedentes nominales o pronom inales y solo se em plea en la correlación, sobre todo en la correlación inm ediata tal(es), cual(es). Véase, para el acento, el apartado siguiente. f) Utilizando el artículo y los relativos que (apartado b) y cual (apartado e), la lengua española ha creado dos series simétricas de relativos, con varia­ ción de género y número: el que, la que, los que, las que, lo que y el cual, la cual, los cuales, las cuales, lo cual. Las formas de la primera serie son átonas. Las de la segunda son acentuadas en el segundo elem ento del com ­ puesto, con acentuación llana en el plural. Los neutros lo que, lo cual de las dos series y las restantes formas de la primera actúan solamente como término sustantivo. Las restantes formas de la segunda serie funcionan como sustanti­ vos: esta es su firm a, de la cual doy fe . Los relativos masculinos y femeninos pueden tener antecedentes con significación de persona o de cosa. Los neutros lo que, lo cual solo se em plean cuando el antecedente es una oración, como que, o cuando el antecedente es una forma neutra y entonces, a diferencia de que, se em plean exclusivam ente con preposición: aquello que, aquello de que, pero algo por lo que, algo de lo cual's. Todos lps relativos de estas dos series alternan a veces con que y quienes de la manera que veremos en otro capítulo. g) El relativo quien(es) se em plea también con un valor que equivale a la fórm ula gramatical antecedente+relativo: no hay quien os entienda ( —nadie que). Se dice entonces que funciona sin antecedente o que lo lleva implícito. En estos casos tiene casi siempre significación de persona. Como quien(es) pueden funcionar también, siempre con significación de persona (véase §69f), los relativos masculinos el que, los que: a los que me leyeren, pospuestos frecuentem ente a todo(s)19. En este último caso podemos considerar que está explícito el antecedente: es el artículo el, los. Pero conviene distinguir tres valores gram aticales dife­ rentes en el grupo el que, los que. p r im e r o : es un relativo (apartado g ), como la form a simple que, usado con referencia a un antecedente del contexto: 18 En todo lo que, todo se agrupa como término adjetivo con lo que, grupo del que hablamos en ei cap. v. 19 Todo(s) tiene aquí también el carácter de término adjetivo, como el todo de que hablamos en la nota anterior.

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sobre el lomo de sus caballos, con los que señoreaba las vastas soledades ( R o d ó , El mirador de Próspero/Bolívar). s e g u n d o : se descompone en el ar­ tículo, usado como término sustantivo anafórico (capítulo v), y el relativo que, del que es antecedente: el sucesso del pleyto no ha sido el que es razón (L o p e d e v e g a , Epistolario, m, 246). t e r c e r o : es un relativo, como el simple quien(es), con antecedente im plícito y significación de persona: lamer la mano del que se lo ha dado ( P a l a c i o V a l d é s , Santa Rogelia, iv, 52). La única diferencia entre este caso y el anterior es que aquí el artículo no es anafórico y adopta siempre significación de persona. Se podría interpretar así, como analizamos aquel que, señalando al valor especial de persona que asume el, como aquel. Pero, por su concurrencia con quien(es) en los usos, parece más sencillo asimilarlo a este relativo y considerarlo en esos casos como relativo compuesto con valor de persona. h) Solo dos formas plurales, masculina y fem enina (el singular es casi desusado) tiene el relativo cuantitativo cuantos, cuantas, y una forma neutra, cuanto, todas átonas, con acento dom inante en la primera sílaba dentro del contexto y con acentuación llana cuando se enuncian aisladas o como nombres de sí mismas. Lo mismo que las formas masculinas y fem eninas del relativo el cual (véase el apartado f), cuantos, cuantas pueden funcionar como térm i­ nos sustantivos y adjetivos. Lo que caracteriza específicam ente a este relativo es el hecho de que nunca funciona con antecedente, en contraste por un? parte con los relativos quien(es), el que, los que (apartado anterior), que se em plean con y sin antecedente, y por otra con los restantes relativos, que nunca se em plean sin él. Como sustantivo, equivale a la fórmula todos los que, más frecuente que cuantos en los usos literarios y coloquiales. Unas veces se refie­ re anafóricamente a un nombre sustantivo anterior: mil vueltas he dado a cuantos tengo (L o p e d e v e g a , Epistolario, m, 291), como haría el artículo los de la fó rm u la 20; otras veces tiene un sentido general de persona: a cuantos esta leyeren, también como el relativo los que (véase el apartado anterior) de la fórm ula equivalente, asimismo de más uso que cuantos. Como adjetivo, agrupado con un nombre sustantivo: el más ardiente y seguro de cuantos canes iban a llí ( P a r d o B a z á n , Pazos de Ulloa, 234), equivale a la fórmula todos los... que, también de mayor uso que el relativo adjetivo cuantos, cuan­ tas. El neutro cuanto equivale a todo lo que2'. Además, todo(s) se agrupa a En este caso todos es término adjetivo del anafórico los. En el caso siguiente podemos interpretar todos también como término adjetivo del artículo sustantivo los, no anafórico ahora, sino asumiendo una significación de persona (véase la letra pequeña del apartado anterior), o como término adjetivo del relativo los q u e . Es incómodo interpretar todos como, antecedente porque, en contraste con otros pronom bres, se resiste a la construcción con relativos (véase la nota 18). :l Véase la nota anterior y la nota 18.

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SEGUNDA PARTE. APLICACIONES VARIAS

EL PRONOMBRE

a) Todas las series de los pronom bres relativos funcionan más o menos como interrogativos en español, sin otra diferencia de form a que el acento tonal que caracteriza a los interrogativos y que la escritura señala con una tilde. Solo en casos especiales aluden a una palabra ya expresa en el discurso. La que podemos llamar deixis de estos pronombres apunta más bien a los contenidos todavía no expresados, a la respuesta, en forma de nombre o pro­ nombre sustantivo o en forma de oración y puede considerarse como una deixis anticipadora. Como los relativos, los pronombres interrogativos introdu­

cen también una oración subordinada en la llamada interrogación indirecta. En ella se producen a veces vacilaciones de acentuación entre formas tónicas y átonas y, por consiguiente, vacilación de categoría. b) En la interrogación directa se em plean qué, quién(es), cuál(es), cuánto(s), cuánta(s), cuánto, cuyo. En contraste con el relativo que, siempre sus­ tantivo, el interrogativo qué funciona como sustantivo y adjetivo. Com o sus­ tantivo, casi nunca se agrupa con nombres adjetivos: ¿Q ué bueno traéis de Oriente (Micael de C a r v a j a l , Tragedia Josephina, verso 1140) (véase §69c)25. Como adjetivo, se antepone a nombres sustantivos, masculinos y femeninos, singulares y plurales, con significación de persona y de cosa. c) Quién(es) se refiere siempre a personas26 y actúa en todos los casos como pronom bre sustantivo. El plural quiénes, como el relativo quienes (véase 74c), es de formación tardía. Por eso el singular quién no ha dejado nunca de usarse con valor de plural, como en la época en que solo existía una forma: ¿Esos tales/quién serán? (Juan del E n c in a , Teatro completo, 8) y se emplea todavía de cuando en cuando. d) Cuál(es), con variación de núm ero27, actúa casi siempre como sustan­ tivo y se refiere a personas o cosas. Como adjetivo no es hoy de uso muy frecuente: ¿Cuál oro ... iba a rosar la maravilla de tus manos? (Juan Ramón J im é n e z , Laberinto, 71). Lo que distingue a cuál(es), frente a los restantes interrogativos, es su empleo como discrim inatorio para decidir actos de opción o determ inación, es decir, para preguntar por una o varias cosas o personas dentro de una serie de ellas determinada por la situación o por el contexto: M arcela, o ¿A cuál de los tres? ( B r e t ó n d e l o s H e r r e r o s ) . También se en­ cuentra quién(es) junto a cuál(es) en estos usos con significación de persona: ¿a quién prefieres: a ella o a él?, especialm ente si hay una disyunción expre­ sa, como en este último ejemplo. Si la alusión es a una o a varias cosas dentro de una serie, em pleam os cuál(es): — Contaban muchas cosas más. — ¿Cuáles? ( G a r c í a L o r c a , La casa de Bernarda, Obras Com pletas, vm, 31) excepto si se trata de serie de cosas no homogéneas o de categorías de palabras que no son nombre sustantivo: ¿Q ué prefieres: vivir o morir? Por otra parte, qué nombre sustantivo equivale a cuál(es) sustantivo: ¿Q ué obras se representaron en el teatro del Príncipe antes que el Don Alvaro? ¿Cuáles alternaron con él y cuáles le siguieron? ( A z o r ín , Rivas y Larra, n , 61).

22 Los mismos inconvenientes existen para interpretar todos como antecedente de cuantos (véase la nota 20). 21 Pero no existe forma neutra de este pronom bre, porque cuyo concierta siempre con el nombre subordinante. 24 Vacila entre palabra tónica y átona en el cuerpo del discurso.

~5 A la construcción ,—¿Qué extraño tiene q ue... ? suele hoy preferirse —¿Qué de extraño tiene... ? 26 Con significación de cosa se emplea muy raramente. "7 Se han usado formas genéricas, cualo, cualos, cítala, cítalas, de uso exclusivamente rústico y vulgar.

veces con el masculino: Y todos cuantos vagan de ti me van mil gracias refiriendo (S a n J u a n d e l a C r u z , Canciones entre el alma y el esposo, versos 7ab)22, más frecuentem ente con el neutro: todo cuanto. Se em plean también todas las formas en correlación con el demostrativo tanto. i) Los pronombres relativos pueden encontrarse dependiendo de un nom­ bre sustantivo mediante la preposición de: poesías de las que ya conocemos la fuente directa (de las que es complem ento de la fuente directa). En estos casos se em plean también los pronombres de la serie cuyo(s), cuya(s), agrupa­ dos como términos adjetivos con el nombre subordinante: poesías cuya fuente directa conocemos. Los pronombres relativos de la serie cuyo(s), cuya(s) poseen variación de género y número, como los de la serie anterior, pero, a diferencia de ellos, tienen siempre antecedente nominal o pronominal en el contexto. Todas las formas son átonas, con acento secundario dominante en la primera sílaba den­ tro de la cadena sonora y con acentuación llana cuando se pronuncian aisladas o como nombres de su propia categoría. El antecedente del relativo puede ser una oración o un enunciado anterior. Entonces el relativo equivale a de lo cual: los monges de Valparaíso se tenían mala voluntad, a cuya causa me mandó que los fuese a visitar (Antonio de G u e v a r a , Epístolas fam iliares, i, 156)23. Hoy se em plea muy raramente este relativo como predicado, más veces solo que agrupado con nombre sustantivo. Concierta en estos casos con el sujeto del verbo ser: por influencia de aquella señora, cuyo era el consabi­ do retrato ( C o r t e z o , Paseos, 286) y tiene acentuación llana24. 75.

P r o n o m b r e s in te rro g a tiv o s y e xc la m a tivo s

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SEGUNDA PARTE. APLICACIONES VARIAS

e) Del interrogativo cuantitativo cuánto(s), cuántas(s) se em plean por igual las formas masculinas y fem eninas, singulares y plurales (en contraste con el relativo de la m isma form a, mucho más usado en plural; véase §74ft), con función sustantiva y adjetiva (en contraste con cuál(es), em pleado casi exclusivam ente como sustantivo; véase el apartado anterior), referido a perso­ na o a cosa, y adem ás el neutro cuánto, em pleado siempre como sustantivo. f) En la lengua hablada se ha introducido en algunos territorios (España, A rgentina, Uruguay, Chile, Colombia) el em pleo del interrogativo compuesto el qué, ¡o qué. Se encuentra en cierta clase de oraciones en que la interroga­ ción se reduce al pronom bre. Pero la form a neutra lo qué es un vulgarism o, al paso que la prim era, con el artículo m asculino, se oye en la conversación de la s personas cultas.

g) Es uso raro y exclusivam ente literario el de los interrogativos cuyo(s), cuya(s): ¿Tu dulce habla en cuya oreja suena? ( G a r c i l a s o , Égloga prim era, verso 127), em pleados hoy especialm ente como predicados con el verbo ser. h ) En la interrogación indirecta se em plean los mismos pronom bres que en la interrogación directa. Pero en ella se introducen a veces los pronom bres relativos en lugar de los interrogativos y junto a no sabe qué hacer encontra­ mos: Víctor no sabe lo que hacer ( A z o r ín , El enfermo, v , 2 9 ). De la misma m anera, lo que concurre con cuánto, la fórm ula el+ sustantivo+ que con qué+ s u s ta n tiv o , los + s u s ta n tiv o + que con qué ( cuántos) + sustantivo, etc.

i) Como exclam ativos se em plean los mismos pronom bres interrogativos, si se exceptúan cuál(es), de uso muy escaso fuera de algunas fórm ulas gramaticalizadas, y el plural quiénes. Concurren también con los pronom bres excla­ mativos los relativos, lo mismo que en la interrogación indirecta (véase el apartado anterior). 76.

P r o n o m b r e s in d e fin id o s

a) Los llamados pronom bres indefinidos son acaso los m enos indefinidos de los pronom bres. Sus contenidos semánticos son menos abstractos que los de los restantes pronom bres, sin perder el carácter de generalidad atribuido al fondo conceptual de toda la categoría (véase §69g). Esto m ism o explica el hecho de que sus funciones se hallen en general menos gram aticalizadas y la circunstancia de que algunos de ellos, especialm ente las formas sustantivas especializadas para la significación de persona (alguien, nadie), e incluso las form as no especializadas cuando se em plean como adjetivos (alguna, ningu­ 54

EL PRONOMBRE

no), se hallen privadas de uno de los caracteres típicos de la categoría de los pronombres: la deixis (véase §69d). b) Forman dos series homogéneas nadie!ninguno(s), ninguna(s)/nada y alguien!alguno(s), alguna(s)/algo, opuestas como serie negativa y positiva. Todas las form as son llanas por su acentuación. Se em plean exclusivam ente con significación de persona y como sustantivos nadie y alguien, indistinta­ mente con significación de persona o de cosa y como sustantivos o adjetivos ninguno(s), ninguna(s), algunos(s), alguna(s), exclusivam ente como sustanti­ vos algo y nada1*. El plural ningunos, ningunas se ha em pleado siempre muy poco: Pero es que usted no tiene que pedirm e favores ningunos ( A r t u r o R e y e s , Cartucherita, 161). c) A la m isma familia pertenece, por sus funciones (véase el apartado h siguiente) y por su significación, el indefinido uno(s), una(s), que entra como componente de las formas alguno(s), algunas(s) y con las que concurre en varias situaciones. Todas las formas son llanas. Por otra parte, el masculino singular uno y el de los compuestos ninguno, alguno pierden la -o fin a l en posición inm ediata anterior al nombre sustantivo o al adjetivo que precede al nombre sustantivo: un buen día. También en la locución algún (ningún)+ otro y alguna vez en la locución más moderna algún(o) que otro. El femenino singular una se escribe casi siempre un cuando se sitúa en posición inmediata anterior a un nombre sustantivo femenino que em pieza por a- tónica: un arma, con lo que se transcribe la realización fonética, es decir, la sinalefa -a a -29. En todos estos casos un conserva su tonicidad. d) Los demostrativos y algunos interrogativos, especialmente cuál(es), sirven como instrumentos de discrim inación y suponen, como vimos, una serie homogénea de objetos en la situación o de sustantivos en el contexto. A su vez, el relativo cuál(es) entra como elem ento en el indefinido compuesto cual­ quiera, cualesquiera, que presupone también series homogéneas, pero que expresa, en contraste con aquellos pronom bres, la indistinción. Es palabra llana. e) Cualquiera funciona como sustantivo: cualquiera lo diría, o como adjetivo pospuesto: un libro cualquiera, con significación de persona o de cosa. Com o adjetivo antepuesto se em plea en la forma aguda cualquier ante 2S Funcionan como adverbios cuando se agrupan con adjetivos. :