La Novedad Del Reino de Dios

La novedad del reino de Dios Justicia social, ecología, reconciliación y paz constituyen la misión dela iglesia, espera

Views 65 Downloads 0 File size 45KB

Report DMCA / Copyright

DOWNLOAD FILE

Recommend stories

Citation preview

La novedad del reino de Dios

Justicia social, ecología, reconciliación y paz constituyen la misión dela iglesia, esperanza que se proclama en el padre nuestro: venga tu reino, hágase tu voluntad en la tierra como en el cielo. Esto es forjado en la experiencia judeocristiana del compromiso activo de Dios en la historia dela humanidad. Para David Bosch la misión es la “acción en la esperanza”. Entre el futuro que es nuestra esperanza y el presente en el que vivimos un puente pero que aún no ha sido alcanzado. El compromiso por la justicia, la paz y la integridad dela creación (JPIC) no es un programa político humanista, no es la expresión utópica de un mundo mejor hecho por manos humanas sino más bien por la misión cristiana alcanzando el reino de Dios. El retraso del advenimiento de la Parusía y el impacto dela filosofía griega la perspectiva más primitiva del cristianismo donde algún día llegaría el inminente reino de Dios, fue hecha a un lado, minimizada o re-interpretada radicalmente por la verdad única y universal religión humana, es decir la fe en las promesas de Dios en espera del cumplimiento fue sustituida por la fe en un reino eterno ya acabado. Los cristianos concentraron sus expectativas en un cielo más allá de este mundo más que en la implicación de Dios en la historia, en vez de esperar el futuro con impaciencia su mirada se dirigía a la eternidad. Hubo un desplazamiento del Jesús histórico al logos pre-existente y el menaje de cristo fue espiritualizado. La expectativa de un cielo y tierra nueva se fue espiritualizando tanto hasta desaparecer. En su lugar se puso el acento sobre el camino espiritual de cada creyente y sobre una vida después de la muerte. Así los sacramentos eran la conquista de cristo sobre los humanos que administraba la iglesia. Jürgen Moltmann en su obra Teología de la esperanza de 1964 escribe: desde el inicio al fin y no como un epílogo, el cristianismo es esperanza, la mirada y el caminar hacia adelante, y por lo tanto revolucionando y transformando el presente. Moltmann provoco una controversia por que esperanza se había espiritualizado tanto que no tenía importancia y puso en evidencia la relevancia socio-política de esta esperanza. Uno de los grandes cambio introducidos por el Concilio Vaticano II ha sido la recuperación del horizonte escatológico de la esperanza donde el mensaje de cristo ha asumido un significado nuevo, potente e integrado. Esto ha evidenciado las dimensiones económicas, sociales y políticas de la iglesia.

En el antiguo testamento la palabra que se traduce como “yo soy” se compone de cuatro letras hebraicas YHWH, la forma exacta no se conoce. Para la mayor parte de los biblistas el significado se expresa mejor: “yo soy aquél que estará ahí con vosotros… de la manera en que estaré presente”. De esta el discurso da relieve al futuro, igual que su reino, dios viene, y sólo como aquél que viene, como futuro, él está ya presente. Él está presenten en el sentido en que su futuro en la promesa y en la esperanza da fuerza al presente. Los israelitas experimentan un dios liberado, un dios de la esperanza. Los profetas hacen notar que estas esperanzas no se habrían jamás realizado si Israel no se hubiera conformado a la voluntad de Dios expresada en la alianza. Deploraban la reducción de la esperanza y expectativas de Israel a intereses de las clases dirigentes mientras que los marginados permanecían en la necesidad. La condena de los profetas no es su última palabra, el fondo del mensaje es que incluso si los israelitas abandonan a Dios, Él no los abandonara jamás. Isaías usa la palabra “Shalom” para paz, pero esta tiene un significado mucho más amplio que ausencia de guerra y violencia, sino la presencia de plena armonía e integridad para cada persona y para la sociedad. YHWH vivo: es el Dios misericordioso que hace cumplir personalmente el trabajo que ningún otro hombre hubiera podido hacer, que crea nueva vida, que actúa a través de su mundo creado y a través de sus criaturas humanas; el dios que vive en medio de su pueblo, el severo y tierno y que ama a todos los necesitados.

La misión de Jesús por el reino La misión de Jesús se inscribe en contraste con el trasfondo escatológico de la restauración judía. Jesús tomo como símbolo clave el reino de Dios e hizo de él el punto central de su mensaje y ministerio. Karl Rahner pudo decir: “Jesús predicó el reino y no a sí mismo”. En su enseñanza aparece como el representante, el revelador, el vencedor, el iniciador, el instrumento, el mediador y el instaurador del reino de Dios. Jesús nunca definió exactamente que era el reino de Dios, es algo que no se encuentra en ninguna parte del antiguo testamento, pero que todo su público estaba familiarizado con el símbolo y al cual aspiraban ardientemente. El reino de Dios había llegado a ser una metáfora que tenía muchas expectativas desde la liberación de Israel del yugo romano, a la destrucción de la era actual.

Con su vida, muerte y gestos simbólicos (como sentarse a comer con los publicanos y los pecadores, exorcismos y curaciones, el perdón de los pecadores) dio una nueva forma al símbolo familiar, habla del reino de Dios como una esperanza para el presente y no solo para el futuro, además purifica aspectos como la dominación, la majestad, el poder, la conquista y la destrucción de los enemigos para reemplazarlos con paz, justicia, dulzura y determinación. Jesús habla del reino de Dios no como un sueño lejano y utópico sino que se realiza en el momento mismo que él habla y actúa. La promesa esta penetrando ahora en el mundo, en cada relación y circunstancia de nuestra vida. Esto contrasta con la persecución violenta, con los objetivos políticos de grupos hebraicos para reivindicar la esperanza de Israel para legitimar sus actividades. Con su estilo de vida Jesús muestra otro camino, abandona su casa y familia y se dedica en un predicador itinerante, su estilo de vida es una protesta a los valores prevalentes en la palestina dela época.

La revolución de Jesús La práctica de Jesús representaba una inversión absoluta de la escala de valores de la sociedad teocrática de Palestina. La aflicción de los pobres era causada al igual que hoy por la represión, discriminación y la explotación de quienes les servía ese estado. Así Jesús se volcó deliberadamente hacia aquellos que habían sido marginados por motivos morales. Jesús encarno concretamente el poder real de Dios como la buena noticia para ellos; el reino de Dios indicaba el fin de su miseria y el inicio de un nuevo orden de relaciones sociales basadas en la inclusión. Lo sorprendente es el carácter inclusivo de la misión, ésta abarca a los pobres y ricos, a los oprimidos y opresores, a los pecadores y devotos. Su misión consiste en eliminar estas barreras. El camino al reino de Dios descartaba la violencia, sin embargo preveían un cambio radical del orden social y político, las acciones de Jesús representaron un reto a las prácticas de las estructuras que tendían a restringir o excluir a los miembros potenciales dela comunidad israelita. Según NT Wright hace notar que Jesús tenía un claro programa político como en las oraciones decían: venga tu reino, hágase tu voluntad en la tierra como en el cielo. Según Wright estas oraciones tenían enormes implicaciones sociales y políticas ya que Jesús no proclamaba un reino personal y privado, esto daba inicio a un movimiento revolucionario que debía transformar radicalmente a Israel y al mundo. Rechazaba la manera en que sus contemporáneos vislumbraban establecer el dominio de Dios a través de una revolución política violenta, de compromisos fáciles y de nacionalismos fanáticos. El en cambio eligió el camino del

sufrimiento redentor, sus métodos fueron poner la otra mejilla, caminar de rodillas dos millas y tomar la cruz, perdonando a sus enemigos. Así la cruz representa el supremo testimonio de Jesús, su victoria frente al mal y el símbolo definitivo de la esperanza cristiana. Pero esta esperanza no es la esperanza del siglo de un mundo mejor, es una esperanza del paso de Jesús de la muerte a una vida nueva. En la cruz encontramos a un Dios débil e indefenso por el amor a los humanos, en palabras de Dorothee Sölle: “Dios se dejó expulsar del mundo y clavar en la cruz. Dios es débil e impotente en el mundo, y éste es exactamente el modo, el único modo, para estar con nosotros y ayudarnos. Moltmann afirma que vivimos en un mundo competitivo donde apremia la tenacidad por vencer. Nuestros héroes son los ambiciosos, los acaparadores, que tienen amplias sonrisas y el corazón blindado, que superan todos los obstáculos en su implacable búsqueda del éxito. Hemos creado una sociedad que premia la crueldad sin piedad y la capacidad de ser primero a toda costa, tal sociedad considera a los débiles como fracasados. La resurrección muestra que los sufrimientos de Dios son en realidad el poder divino que se hace debilidad perfectamente inhumana. La resurrección es el fundamento de la esperanza cristiana por que revela la victoria de un amor que de manera definitiva renuncia al éxito y se identifica hasta el fin con aquellos que la sociedad relega como fracasados. Es una esperanza fundada en la experiencia de un Dios compasivo y amoroso que ha escogido permanecer involucrado en el drama de la historia humana y por tanto un Dios del futuro. No es un futuro distante, es un futuro que irrumpe en el presente y que comporta una transformación radical del mundo que conocemos. No es sólo una apertura compatible con el sufrimiento, sino que se encuentra, en forma suprema, en el corazón del sufrimiento. El reino final y victorioso de Dios no justifica ninguna pasividad ética. La misión invita a una participación activa en el proyecto liberador de Dios en el aquí y ahora. Bosch subraya que en la misión de Pablo los cristianos se ven desafiados a combatir y oponerse a esas estructuras, aquí y ahora, proporcionando signos visibles de la venida del nuevo mundo de Dios. Estar al servicio del reino de Dios proporciona a los misioneros un cuadro teológico que lleva a un compromiso por la justicia, la paz, la reconciliación y la integridad de la creación; más que elementos preliminares o secundarios, representan dimensiones esenciales e integrantes de la misión de la iglesia. Reconcilio, evangelización y humanización, evangelio y compromiso social, fe y acción política, culto religioso y trabajo laico. No es imitar a cristo, sino vivir según su espíritu y reflejar su luz en el mundo.

Frecuentemente se traduce mal cuando Jesús dijo a Pilatos: “mi reino no es de este mundo”. Sin embargo lo que dijo fue: “mi reino no viene de este mundo”.

A la luz de nuestro destino final en Dios El reino de Dios que los cristianos esperan es el futuro absoluto de Dios mismo. “Dios mismo… quiere ser el absoluto de la humanidad, que trasciende infinitamente todo lo que los seres humanos hayan jamás proyectado o realizado por sí mismos”. La tarea de los cristianos consiste en entrar en sintonía con Dios y lo que está haciendo, deben descubrir dónde está ya presente el reino, de un modo inicial y germinal y nutrir esas semillas, equilibrando la participación activa, social y política. Nuestra fe nos dice que lo que nos hace avanzar y nos da el valor necesario, e incluso la audacia de creer que el reino de Dios vencerá, es esperar contra toda esperanza, es indignarse frente al dolor de personas y pueblos que permanecen crucificados, es actuar concretamente en su liberación. Una forma de cristianismo particularmente peligroso está irrumpiendo en el mundo en vías de desarrollo. Este predica un Dios que ha decretado el sufrimiento de los pobres; declara que este mundo no nos concierne, que la moral cristiana debe limitarse a cuestiones personales y privadas, que la política no es asunto dela iglesia. Esta forma de cristianismo en lo concreto sostiene el actual status quo injusto, y es financiado y promovido por intereses extranjeros y por élites locales que benefician el sistema actual. En tal contexto cabe preguntarnos si todo lo que podemos hacer puede cambiar algo. Nuestros recursos cristianos más profundos como la fe, la esperanza y el amor nos dan la respuesta. Dios está siempre presente en el centro dela destrucción y del fracaso humano, Dios nunca abandona a los seres humanos. En cristo, Dios tomó sobre sí mismo los sufrimientos del mundo y abrazó tanto a las víctimas como a los verdugos.