La Mujer en La Musica

INTRODUCCIÓN Si alguien nos preguntase sobre el nombre de algún compositor de música clásica, todos sabríamos responderl

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INTRODUCCIÓN Si alguien nos preguntase sobre el nombre de algún compositor de música clásica, todos sabríamos responderles con Mozart, Beethoven, Bach, Vivaldi o Falla por poner un ejemplo. Pero si preguntamos por el nombre de alguna compositora ¿Que pasaría? ¿Alguien sabría decirnos alguna? En nuestra sociedad la mujer siempre ha estado relegada a un segundo plano en todas las artes, en la música también. Sin embargo el término música es femenino, procede del griego “mousiké” y hace referencia a las musas, que eran nueve hermanas hijas del Dios Júpiter según la mitología griega. Formaban lo que llamaban “El Coro de las Musas” presidiendo todo arte. Igualmente la patrona de música es mujer: Santa Cecilia, que fue una romana cristiana martirizada por ello. Sin embargo decimos que apenas hay mujeres músicos, o eso al menos creemos. A continuación haremos un breve recorrido a lo que ha sido la música clásica hasta nuestros días para tratar de demostrar lo contrario. ANTIGÜEDAD Como ya dijimos antes, en la música como en las demás artes la mujer ha estado condenada a un segundo plano. Los testimonios más antiguos quizás nos hablen de coros de mujeres egipcias, griegas o romanas, pero posiblemente realizando un tipo de música más popular que clásica y casi siempre ejerciendo culto en algún templo dedicado en honor a alguna diosa. Las niñas aprendían a hilar y a tejer, así como algo de música y danza. Las hijas de los ciudadanos sólo aprendían a tocar la lira, pues el aulós no se consideraba un instrumento apropiado para una mujer decente por el esfuerzo físico que requería. Por lo general, las mujeres no continuaban su formación una vez que habían contraído matrimonio. Es por esto por lo que tenemos pocos nombres de reconocidas figuras femeninas en este período. Desde entonces y casi hasta ahora ha predominado una cultura machista que ha destinado a la mujer la función casi única de dedicarse a ser madres, esposas, hijas o cuando mas inspiradoras o musas. EDAD MEDIA En 1686 el Papa Inocencio IX declaró: “La música es totalmente dañina para la modestia que corresponde al sexo femenino, porque se distraen de las funciones y las ocupaciones que le corresponden…Ninguna mujer con ningún pretexto debe aprender música o tocar ningún instrumento musical”. Este edicto fue renovado en 1703 por Clemente XI. Lo cierto no es que las mujeres no tocaran música, sino que lo hacían en sus propias casa o monasterios. De hecho, en esta época destaca una de las primeras mujeres compositoras de las que se tienen referencias: Hildegarda de Bingen, de familia aristócrata, abadesa en Bingen, Alemania, que compuso numerosas monodias y cantos llanos, los cuales hoy en día se conservan y tocan. En esta época también se datan casos aislados de mujeres trovadoras, si bien es cierto que realizaban por lo general un tipo de música popular mas que clásica. RENACIMIENTO La condición principal que debía satisfacer la mujer para poder ejercer la música era principalmente la de haber nacido en el seno de una familia noble o aristócrata, aunque debemos decir en honor a la verdad que en este caso para los hombres y por motivos económicos y de subsistencia era casi igual. Durante

esta época no se encuentra tan mal visto que las mujeres practiquen música, mientras la practiquen en su propia casa. De esta época se pueden ver representaciones pictóricas de lo anteriormente expresado mientras tocaban instrumentos musicales, principalmente el arpa o el clavecín. Destacan Francesca Caccini, “la cecchina” la llamaban, hija del médico de la célebre familia de los Medici, quien compuso danzas musicales y fue la primera mujer en componer una ópera. Fue muy conocida en su tiempo y también la conocían como la Monteverde de Florencia. ÉPOCA CLÁSICA Estaba de moda en esta época que las jóvenes aristócratas aprendiesen el arte de la música, o a tocar un instrumento, pero solamente como conocimiento de un arte mas, nunca con vistas a una dedicación profesión. Generalmente la mujer sigue cultivando música en su casa, dando clases particulares pagadas a músicos famosos y con instrumentos tales como Arpa, Clave y también en esta época el piano, aún estaba mal visto en este periodo que las mujeres tocasen el violín, ya que no estaba considerado un instrumento femenino por su pose al ser tocado. El caso más destacado de este periodo es el de los hermanos Mozart, Wolfgang y Nannerl, quienes cuando ambos eran pequeños, el padre llevaba de gira por toda Europa para que mostrasen sus talentos musicales. Sin embargo Nannerl, que sin duda alguna debió poseer al parecer las mismas facultades para la música que su hermano tuvo la desgracia de ser mujer, y conforme se fue haciendo mayor fue relegada a un segundo plano en favor de su hermano Amadeus, circunstancia esta que al parecer la afectó mucho emocionalmente. En este periodo destaca o sobresale Maria Teresa von Paradis, gran pianista ciega que viajó por toda Europa dando conciertos y que fue muy prolífica en la composición, con sonatas, tríos, conciertos y dos operas. Invento el musicógrafo, aparato que permite leer la notación musical en relieve. ROMANTICISMO Esta es quizás la época de la historia donde se encuentra lo más apasionante en cuanto a la mujer se refiere. En este periodo se aprecia ya una mayor presencia de mujeres en nuestro arte, aunque sin llegar aún a la profesionalización, destacan Clara Wieck Schumann, esposa de Robert Schumann, quién llegó a tocar delante de Chopin o Paganini, y que componía desde muy joven, llegándose a decir que algunas de las composiciones de su marido eran en realidad suyas. Otro caso destacado era el de Alma Mahler, esposa de Gustav Mahler, su maestro del cual se enamoró y casó, quién compuso canciones para piano y voz, o el caso de Fanny Mendelssohn, hermana de Felix Mendelssohn, muy buena pianista y compositora que quedó eclipsada a la sombra de su hermano.

Princesa de la guacharaca llega a imponer su ley

En el mundo vallenato aparece para imponer su ley musical, la estudiante de cuarto semestre de derecho de la Universidad Popular del Cesar, Ana Julia Otálora Castañeda, quien desde hace poco tiempo es guacharaquera profesional y últimamente ha acompañado en distintos festivales al acordeonero Miguel Alfonso Molina Arrieta. Dice que no tiene medidas de reina, pero si el talento y las ganas necesarias para pasearse por las distintos festivales vallenatos y dejar sentado su nombre, tal como lo ha hecho la también guacharaquera, Vicky Suárez, a quien admira. Esta joven vallenata, quien vivió por largo tiempo en el corregimiento de Mariangola, dice que todo se inició en su hogar porque su mamá Priscila Castañeda Hernández, tocaba acordeón; su tío Mauro Cesar Castañeda, fue cajero de Juancho Polo Valencia y sus hermanos Luis Eduardo y Álvaro Moisés, son guacharaquero y cajero, respectivamente. Desde los 14 años muy tímidamente comenzó a tocar la guacharaca, recibiendo el estimulo de sus familiares, pero se quedó en el intento hasta que ingresó a la escuela del maestro Andrés ‘El Turco’ Gil, e incluso hizo parte de su grupo vallenato. “Para mi fue un paso muy importante, pero volví a alejarme de la música y no hace mucho tiempo regresé y he participado en varios festivales, en la categoría de acordeón aficionado. Hace un año decidí saltar a la categoría profesional y he acompañado a Miguel Alfonso Molina Arrieta, con quien aspiro a estar en el próximo Festival de la Leyenda Vallenata, que es mi gran ilusión. El festival es la vitrina más grande, mejor dicho este es el papá de los festivales porque no lo iguala ninguno, principalmente por el número de participantes. Ejemplo, este año se inscribieron 320 acordeoneros para todas las categorías”, expresa Ana Julia, quien viene de ser protagonista del 27 Festival de Acordeones del Rio Grande de la Magdalena que se realizó en Barrancabermeja, Santander, al ocupar el quinto puesto.

La competencia

En medio de la charla hizo un análisis de la participación de la mujer en la música vallenata, que ha sido poca, debido a la masiva participación de los hombres. “Los registros así lo señalan, que el vallenato es dominado por los hombres con apariciones de la mujer que ha sido interesante y de mucha resonancia. En el caso de la guacharaca, las mujeres no tienen el mismo pulso de los hombres, pero no es obstáculo y de igual manera podemos marcar la diferencia”. También expresó que no le gustaría pertenecer a un grupo vallenato porque está estudiando y no encaja dentro de los trasnochos y muchos viajes. “La verdad, es que no quiero interrumpir por nada del mundo mis estudios de derecho. Cada cosa tiene su tiempo”. En sus ratos de descanso saca tiempo para darse un paseo por lo que más le gusta, el auténtico vallenato, y relata que es seguidora de Poncho Zuleta y entre las cientos de canciones que interpreta se queda con ‘Mañanitas de invierno’ y ‘Mi niño se creció’. En el campo de los compositores, no lo duda un instante y dice que su preferido es Gustavo Gutiérrez Cabello. “Él, tiene el sentimiento a flor de piel y sus canciones sus verdaderas vivencias que en la vida a cualquiera le han sucedido. Creo que es de los pocos compositores que sus canciones han sido éxito y se pegan de una en el sentimiento popular. Gustavo Gutiérrez, tiene un halo de nostalgia que ha traspasado las fronteras”. Metida de lleno en el relato y en los recuerdos que pedían vía en carretera destapada, cantó ‘Enamórate’:

Aquel gran camino largo que una vez yo había pensado muy triste recorrer con el transcurrir del tiempo comprendí que la distancia se puede acortar si diariamente te llenas de amor cualquier problema puedes resolver. El amor te brinda, muchas alegrías muchas satisfacciones es la fuerza viva que alimenta el mundo lo digo en mis canciones…

En la entrevista estuvo acompañaba por su amiga Liseth España, quien se limitó a sonreír, viendo como Ana Julia, se tomaba la palabra y hacía alarde de su amor por la música vallenata, ese que le inculcaron desde la cuna, porque su mamá le ponía serenatas tocando el acordeón.

Piropos a granel

La princesa de la guacharaca además de desempeñar su arte, en cada presentación recibe una serie de piropos que agradece con una sonrisa, pero hay uno que le regaló un jurado después de presentarse. Él, le dijo: “Si estuvieras en un reinado y me tocara escoger los ojos más lindos, tu serías la reina”. Los demás compañeros de la mesa sonrieron, pero solo se quedó en piropo, porque la calificación no le permitió pasar a la siguiente ronda al lado de su acordeonero. Finalmente para despejar dudas dice que está dedicada al estudio y aspira a ser grande dentro de la música vallenata y que es “soltera y sin compromiso”. Con esta respuesta se cerró el ciclo de preguntas a la mujer llena de ilusiones, de ojos bellos y que pasa la mayor parte de su tiempo metida en el mundo de leyes, doctrinas, teorías, dictámenes, pruebas, denuncio, instrucción, indagación preliminar, códigos, etapas de procesos, incisos y parágrafos, entre otros. Ella, es la misma que el próximo año participará en el Festival de la Leyenda Vallenata para teniendo como arma su guacharaca, imponer su ley a ritmo de paseos, merengues, sones y puyas.

Las mujeres se toman el vallenato

El vallenato culturalmente se inclina hacia el machismo, los representantes del folclor en su mayoría son hombres, en los años noventas, se pusieron de moda las agrupaciones vallenatas integrada por solo mujeres. El vallenato culturalmente se inclina hacia el machismo, los representantes del folclor en su mayoría son hombres, en los años noventas, se pusieron de moda las agrupaciones vallenatas integrada por solo mujeres, agrupaciones que fueron exitosas como Las Diosas

del Vallenato, Las Musas y Las Chicas del Vallenato, quienes se desintegrarían con el pasar de los años. Ahora es difícil encontrar agrupaciones vallenatas que en su totalidad las conformen mujeres, en Valledupar se presenta un fenómeno con una organización musical que se proyecta a ser la agrupación de mujeres con mayor representación en el folclor vallenato según los especialistas del género, el grupo Origen VF (Vallenato Femenino), es un grupo que nace hace cinco meses a causa de la necesidad de la participación de la mujer en la representación del folclor vallenato, menciona Dayana Jaraba cantante de la agrupación. El nombre de Origen VF según sus integrantes nace de la idea de la mujer como generadora de vida por eso el nombre de origen, “el hecho de dar vida, se representa como Origen de vida y como se hace vallenato y es femenino, son las iníciales VF”. La agrupación vallenata Origen VF está conformada por 12 mujeres, quienes ya manejan una experiencia musical por ya haber pertenecido a distintas agrupaciones musicales, “nosotras ya veníamos en procesos con agrupaciones, por ejemplo las cantantes integraron Los Niños del Vallenato, la timbalera y la congera hicieron parte de Las Chicas del Vallenato, una de las coristas ha estado en la agrupación de Miguel Morales y así todas ya hemos pasado por otras agrupaciones”. Una de las características que tiene la agrupación femenina es su versatilidad en la interpretación del repertorio musical, “el repertorio que manejamos siempre es inesperado para el público, siempre tratamos de hacer un show diferente en cada presentación y la ventaja es que somos mujeres y dicen que somos más creativas”, destacan las integrantes del conjunto vallenata. El grupo vallenato resalta que la importancia de continuar con la esencia de la interpretación vallenata “nosotras como agrupación musical tenemos en cuenta muchos temas al momento de la escogencia del repertorio, unificar lo moderno con lo tradicional es el objetivo y lo estamos cumpliendo, por los comentarios positivos de personas que integran el folclor vallenato y del público”, mencionó la cajera y directora de Origen VF, Liseth Vega. Brenda Arrieta cantante del grupo, mencionó que por ser mujeres muchas veces piensan que cantan vallenato suave o romántico, “el público se sorprende cuando escucha que cantamos vallenatos de modas y clásicos que por lo general lo cantan hombres, por los tonos”. Los conceptos audiovisuales en los show musicales de esta agrupación los resaltan, Liseth indicó que no solo interpretar vallenato que se sienta que está hecho por mujeres, “también que se vea que la feminidad es importante en el espectáculo, y creo que lo logramos”. Los objetivos claros de Origen VF es posesionarse aún más, con el fin de difundir la música vallenata hecha por mujeres, la realización de una producción musical es el próximo paso a seguir, “ya estamos proyectando para la realización de un trabajo discográfico, queremos tener todas las bases para empezar la realización y que sea un producto de calidad, para poder ingresar al mercado musical con mucha contundencia”, afirmó la directora de la agrupación femenina.

Princesa de la guacharaca llega a imponer su ley

Por Juan Rincón Vanegas [email protected] En el mundo vallenato aparece para imponer su ley musical, la estudiante de cuarto semestre de derecho de la Universidad Popular del Cesar, Ana Julia Otálora Castañeda, quien desde hace poco tiempo es guacharaquera profesional y últimamente ha acompañado en distintos festivales al acordeonero Miguel Alfonso Molina Arrieta. Dice que no tiene medidas de reina, pero si el talento y las ganas necesarias para pasearse por las distintos festivales vallenatos y dejar sentado su nombre, tal como lo ha hecho la también guacharaquera, Vicky Suárez, a quien admira. Esta joven vallenata, quien vivió por largo tiempo en el corregimiento de Mariangola, dice que todo se inició en su hogar porque su mamá Priscila Castañeda Hernández, tocaba acordeón; su tío Mauro Cesar Castañeda, fue cajero de Juancho Polo Valencia y sus hermanos Luis Eduardo y Álvaro Moisés, son guacharaquero y cajero, respectivamente. Desde los 14 años muy tímidamente comenzó a tocar la guacharaca, recibiendo el estimulo de sus familiares, pero se quedó en el intento hasta que ingresó a la escuela del maestro Andrés ‘El Turco’ Gil, e incluso hizo parte de su grupo vallenato. “Para mi fue un paso muy importante, pero volví a alejarme de la música y no hace mucho tiempo regresé y he participado en varios festivales, en la categoría de acordeón aficionado. Hace un año decidí saltar a la categoría profesional y he acompañado a Miguel Alfonso Molina Arrieta, con quien aspiro a estar en el próximo Festival de la Leyenda Vallenata, que es mi gran ilusión. El festival es la vitrina más grande, mejor dicho este es el papá de los festivales porque no lo iguala ninguno, principalmente por el número de participantes. Ejemplo, este año se inscribieron 320 acordeoneros para todas las categorías”, expresa Ana Julia, quien viene de ser protagonista del 27 Festival de Acordeones del Rio Grande de la Magdalena que se realizó en Barrancabermeja, Santander, al ocupar el quinto puesto. La competencia En medio de la charla hizo un análisis de la participación de la mujer en la música vallenata, que ha sido poca, debido a la masiva participación de los hombres. “Los registros así lo señalan, que el vallenato es dominado por los hombres con apariciones de la mujer que ha sido interesante y de mucha resonancia. En el caso de la guacharaca, las mujeres no tienen el mismo pulso de los hombres, pero no es obstáculo y de igual manera podemos marcar la diferencia”. También expresó que no le gustaría pertenecer a un grupo vallenato porque está estudiando y no encaja dentro de los trasnochos y muchos viajes. “La verdad, es que no quiero interrumpir por nada del mundo mis estudios de derecho. Cada cosa tiene su tiempo”. En sus ratos de descanso saca tiempo para darse un paseo por lo que más le gusta, el auténtico vallenato, y relata que es seguidora de Poncho Zuleta y entre las cientos de canciones que interpreta se queda con ‘Mañanitas de invierno’ y ‘Mi niño se creció’. En el campo de los compositores, no lo duda un instante y dice que su preferido es Gustavo

Gutiérrez Cabello. “Él, tiene el sentimiento a flor de piel y sus canciones sus verdaderas vivencias que en la vida a cualquiera le han sucedido. Creo que es de los pocos compositores que sus canciones han sido éxito y se pegan de una en el sentimiento popular. Gustavo Gutiérrez, tiene un halo de nostalgia que ha traspasado las fronteras”. Metida de lleno en el relato y en los recuerdos que pedían vía en carretera destapada, cantó ‘Enamórate’: Aquel gran camino largo que una vez yo había pensado muy triste recorrer con el transcurrir del tiempo comprendí que la distancia se puede acortar si diariamente te llenas de amor cualquier problema puedes resolver. El amor te brinda, muchas alegrías muchas satisfacciones es la fuerza viva que alimenta el mundo lo digo en mis canciones… En la entrevista estuvo acompañaba por su amiga Liseth España, quien se limitó a sonreír, viendo como Ana Julia, se tomaba la palabra y hacía alarde de su amor por la música vallenata, ese que le inculcaron desde la cuna, porque su mamá le ponía serenatas tocando el acordeón. Piropos a granel La princesa de la guacharaca además de desempeñar su arte, en cada presentación recibe una serie de piropos que agradece con una sonrisa, pero hay uno que le regaló un jurado después de presentarse. Él, le dijo: “Si estuvieras en un reinado y me tocara escoger los ojos más lindos, tu serías la reina”. Los demás compañeros de la mesa sonrieron, pero solo se quedó en piropo, porque la calificación no le permitió pasar a la siguiente ronda al lado de su acordeonero. Finalmente para despejar dudas dice que está dedicada al estudio y aspira a ser grande dentro de la música vallenata y que es “soltera y sin compromiso”. Con esta respuesta se cerró el ciclo de preguntas a la mujer llena de ilusiones, de ojos bellos y que pasa la mayor parte de su tiempo metida en el mundo de leyes, doctrinas, teorías, dictámenes, pruebas, denuncio, instrucción, indagación preliminar, códigos, etapas de procesos, incisos y parágrafos, entre otros. Ella, es la misma que el próximo año participará en el Festival de la Leyenda Vallenata para teniendo como arma su guacharaca, imponer su ley a ritmo de paseos, merengues, sones y puyas.

DÓNDE ESTÁN LAS MUJERES? Por Jorge Nain Ruiz el 21 de Marzo 2006 12:00 AM

Pero ustedes pensarán que mi columna, de vallenata pasó a ser política; no, simplemente, me sirve de referencia para abordar un tema que se hace cada día mas importante en el espectro vallenato: las mujeres y su participación en nuestro folclor. Es la mujer la mayor musa inspiradora de los cantos vallenatos, pero no ha sido tan activa la participación de ellas en la interpretación de nuestros instrumentos, en la composición, ni en el canto vallenato. En el Festival de la Leyenda Vallenata solo en canción inédita tres mujeres han obtenido el premio mayor (Hortensia Lanao 1995, Antonia Daza 1999 y Martha Guerra 2003. De 37 ediciones en esa modalidad 34 hombres han sido reyes de la canción y en los demás concursos, no se aparecen ni en pintura las mujeres; escasamente unas poquiticas se han atrevido a presentarse como acordeoneras y solo han llegado a subcampeonas.

El vallenatólogo Julio Oñate Martinez le dedicó todo un capitulo en el ABC del vallenato a las voces femeninas, campo en el que más se ha mostrado el género; allí se menciona a mujeres cantoras vallenatas como Ana Luisa Colón pasando por Lucy González, Rita Fernandez, Ludy de la Ossa, Cecilia Meza, Yolandita, Estela Duran, Adriana Lucia, Chela Ceballos, Maribel Cortina, Madeleine Bolaños estas dos ultimas acordeoneras que han obtenido segundos lugares en el concurso de acordeoneros aficionados en Valledupar. En algunas épocas se ha despertado algún entusiasmo por las voces femeninas, como en la era de Patricia Teherán, cuando nacieron agrupaciones completas de mujeres como Las Diosas y Las Musas del Vallenato, pero las aguas han vuelto siempre a su cause y el Vallenato, folclor machista por excelencia, se escucha mejor cantado por barítonos o tenores que por sopranos o mezzosopranos. Mas recientemente se volvieron a medio despertar las voces femeninas con la camada encabezada por Indira de la Cruz Ariño, Esmeralda Orozco, Mayra Argüelles y Maria José Ospino, pero parece que a esa fiebre también ya le pasó su cuarto de hora. Es una verdadera lástima que hermosas voces femeninas como las de Estela Durán Escalona, Indira de la Cruz Ariño, Mayra Argüelles y Maria José Ospino, no hayan podido descollar mucho más en nuestra música, no hay ninguna otra razón distinta a la naturaleza machista de este folclor, para que no hayan llegado a la cúspide de la fama. Es tan machista el vallenato que a uno no se le ocurre una mujer parrandera, una mujer cajera, una mujer folclorista; parece que la feminidad riñe con algunas actividades del folclor vallenato. Algunas mujeres han hecho mucho más que los hombres en beneficio de esta música; basta mencionar a nuestra mártir Consuelo Araujo Noguera, Cecilia “La polla” Mosalvo, la exministra de Cultura Maria Consuelo Araujo y la mismas Estela Durán y Rita Fernández Padilla. En algunos Festivales Vallenatos donde se realizan concursos de cantantes se han separado las modalidades femenina de la masculina, cosa que consideramos lógica y coherente, pues para cualquier jurado le queda muy difícil calificar con unos mismos parámetros esas tonalidades y tesituras diversas que tienen los hombres y las mujeres. Ya es hora de rendirle un merecido homenaje a aquellas mujeres que no solo han servido de inspiradoras para la creación de bellísimas obras vallenatas, sino que de una u otra manera han contribuido para que este folclor se encuentre en el sitial de honor que hoy detenta. Por eso en el mes de la mujer, he querido dedicar mi columna de hoy ha efectuar un llamado a todas ellas, para que no se amilanen y por el contrario continúen con gallardía y fe enfrentando el mito del machismo vallenato.

"Las mujeres queremos espacio en la música vallenata": Lucy Vidal

Huber Pedroza Lucy Vidal tomó la vocería de las mujeres artistas. No hay el más leve vestigio de amargura en su afirmación, ni mucho menos desaparece de su faz la sonrisa que lleva a flor de labios cuando dice, plena de seguridad, que la mujer es víctima de discriminación en el mundo artístico de la música vallenata. De manera decidida y espontánea, la cantante Lucy Vidal Luque, de 47 años, tomó la vocería del tema y sentó su enérgica posición de rechazo sobre lo que llama un asunto de género en el folclor, pues afirma que tradicionalmente le han reservado su protagonismo a los hombres, con una naturaleza machista en la que la mujer brilla por su ausencia interpretativa. Lucy Vidal, nativa de Valledupar, y Fiscal 13 delegada ante los jueces penales del circuito en esa ciudad, exige que a las mujeres se les tenga en cuenta en el ambiente musical vallenato, y que no se les cierren puertas al momento organizar grandes conciertos. “Exigimos que nos expliquen por qué nos marginan”, y aclara que su posición no tiene destinatario específico. “Es para todo el mundo, para que se acabe ya con esta exclusión profesional a la mujer en el vallenato”, insiste. Sin apartar las manos del ‘Mile Zuleta’ -como llama a su acordeón- , Vidal continúa refiriéndose al tema: “En este momento las mujeres que nos hemos atrevido a incursionar en el folclor vallenato estamos unidas para luchar contra esta situación, que no solo nos afecta a los artistas más visibles, sino también a los músicos, los mánager, y demás personas que conforman el resto de las agrupaciones, y que la gente poco ve”. La historia cuenta que los grupos vallenatos liderados por mujeres comenzaron en Colombia en la segunda mitad de la década de los 70. La pionera fue la samaria Rita Fernández Padilla, con su conjunto Las Universitarias. (ver recuadro). Diferencia abismal Lucy Vidal sostiene que al género femenino se le tiene muy poco en cuenta, y que la diferencia con las agrupaciones masculinas es abismal. Asegura también que las mujeres artistas no sienten miedo de subirse a las tarimas donde actúan los grandes intérpretes vallenatos. “Todo lo contrario, nos sobran ganas para compartir escenarios y darles ese toque femenino a los eventos de nuestra música”, sentencia.

‘Nombre como Tsunami no me parecen’ “Lo único que no me gusta de los shows vallenatos más sonados son los títulos que les dan: ‘Tsunami’, ‘Duelo’, ‘Batalla’, en fin, ese tipo de cosas son sinónimo de tragedias, cuando el vallenato es canto a la alegría, al amor y, sobre todo al respeto”, enfatiza. Sin perder el tono que viene manejando, la artista lanzó un reto abierto a los cantantes y músicos; a empresarios y directores de emisora: “Queremos una oportunidad, que se nos ponga a sonar, que se nos contrate por lo que realmente merecemos, y que sea el público el que decida si le gusta o no. Nuestras canciones poco pegan, sencillamente porque no nos las ponen a sonar en las emisoras”. En esta lucha por la reivindicación de la mujer en el folclor, a Lucy la acompañan las también intérpretes vallenatas Jadith Muegues, Eliana Gnecco y la acordeonera Yenni Cabello. Esta última, según Lucy, se aburrió de la discriminación y está virtualmente retirada de la música. “Nuestro género hace vallenato sin perder la feminidad”, concluye. Patricia Teherán, la Diosa del Vallenato A principio de los 90, en medio del auge del vallenato con figuras como Diomedes Díaz, Jorge Oñate, Poncho Zuleta, entre otros, irrumpió con su voz melodiosa Patricia Teherán, quien, primero con Las Musas, y después con Las Diosas, marcó un hito como la única que ha podido imponerse sobre el machismo de este folclor y con un conjunto integrado netamente por mujeres. Teherán se hizo famosa con canciones como Tarde lo conocí, Me dejaste sin nada, Todo daría por ti, Amor de papel, entre otras. Adriana Lucía intentó afincarse en el género, pero luego desistió. Estos grupos desaparecieron. Las posibilidades no son las mismas

Yenni Cabello (izq.) aprendió a tocar acordeón desde muy niña. En una ocasión intentó coronarse como reina Infantil del acordeón, pero según su amiga Lucy Vidal, ese impulso fue perdiendo fuerza con el pasar del tiempo porque percibió la discriminación de la mujer en la música vallenata. “Ella se aburrió de ver que las posibilidades para nosotros no eran las mismas”, puntutalzó Lucy. Por DAMARIS ROJAS Redacción Al Día

Las mujeres cantantes reivindican su aporte al folclor Vallenato Miércoles, 29 de Mayo de 2013 07:00 | Escrito por Redacción |

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Lucy Vidal (izquierda) y Jadith Muegues (derecha) Ambas cultivan múltiples facetas a la perfección. Son madres, profesionales y cantantes, y lo hacen con una naturalidad que sorprende. En el auditorio de la biblioteca Rafael Carrillo de Valledupar, Jadith Muegues y Lucy Vidal han venido a elogiar el trabajo diario de las mamás con una serenata especial, pero también y sobre todo, a reivindicar un espacio al lado de los hombres en las grandes fiestas del folclor vallenato. Lucy Vidal es una jueza comprometida con todo lo que emprende y la música es una de esas cosas que inició con un total apasionamiento. “Todo lo que hago en la vida lo hago con amor”, expresa ella antes de subrayar la dificultad de ser mujer en el folclor vallenato. “No es fácil organizar un proyecto como el de cantar –comenta–. […] Cuando logramos que nos acepten en un escenario es una satisfacción muy grande”. Ella habla con claridad, siente que ha logrado materializar grandes proyectos musicales gracias al apoyo de su marido (que la acompaña en esta travesía), pero, como mujer, dice sentirse marginada de muchos escenarios de la música vallenata. “Creo que tenemos [las mujeres] la fuerza suficiente para mover el cuerpo y el corazón de mucha gente –argumenta– , pero indiscutiblemente, nos sentimos discriminadas”. Por su lado, Jadith Muegues es una bióloga de formación y madre de un hijo de dos años. Su carrera musical la llevó, desde sus inicios, a un gran número de festivales donde consiguió imponer el sello único de su voz, pero tuvo que interrumpirse con el nacimiento de su hijo. Hoy la cantante, vuelve a subirse a los escenarios para anunciar un proyecto musical inminente y, de paso, denunciar lo que es un secreto a voces: “Se dice que las mujeres no están hechas para cantar vallenato, pero donde vamos gustamos”, expresa ella con ironía. Con estas declaraciones, las mujeres cantantes reconocen públicamente la dificultad que tienen para llegar en los escenarios del Festival Vallenato (y que, justamente, PanoramaCultural.com.co expuso en un editorial titulado “Las mujeres en el Festival Vallenato” cinco días antes del conversatorio). La desaparición del Expo Festival –único escenario en el que podían participar las mujeres con igualdad de condiciones en el Festival Vallenato– ha supuesto para ellas una gran decepción que esperan sea compensada por una sensibilización o un gesto de los organizadores. “No me quejo de la Fundación del Festival de la Leyenda Vallenata porque siempre nos da la oportunidad de participar en eventos de la plaza Alfonso López –expresó la cantante Jadith Muegues–, pero este año sí faltó un evento donde estuvieran las mujeres. El tiempo dirá”.

Desde el punto de vista organizativo, el conversatorio manda un buen mensaje a la comunidad. Ante la dificultad, las mujeres se unen. “Este conversatorio es un logro – reconoció Lucy Vidal–. Es la primera vez que me invitan para estos asuntos”.

Las Mujeres del Vallenato Ya hemos hablado de todos los grandes hombres, los acordeoneros, los interpretes y compositores, y no podemos dejar de hablar de un grupo de personas igualmente importante en el ambito vallenato por sus aportes y su presencia, no hablamos de otras sino de las mujeres. La mujer desde un principio ha formado parte de el folklore vallenato en gran numero de composiciones, ellas han sido las protagonistas de un sinnumero de bellos versos y tonadas. Son y han sido las musas de todos los compositores que ven en ellas al ser perfecto y a las merecedoras de ocupar sus estrofas. Son muchas las obras que nos hablan de las mujeres y no necesariamente como amores imposibles ni como seres abominables que nos hieren hasta matarnos, sino respetando lo que son, personas maravillosas dignas de nuestra atencion. Entre las mas conocidas podemos citar: La diosa coronada de Leandro Diaz, Alicia Adorada de Juancho Polo Valencia, Mujer Marchita de Daniel Celedon y muchas otras mas que igualmente enaltecen a la mujer. Pero no debemos equivocarnos y pensar que el papel de la mujer en el vallenato ha sido unicamente como fuente de inspiracion para los poetas que lo crean. No, su presencia tambien ha sido importante en el impulso del genero como musica y como cultura nacinal. De esta forma surgen nopmbres como el de Rita Fernandez Padilla; gran cultora, compositora, interprete e impulsadora del vallenato en su desarrollo; Consuelo Araujonoguera, "La Cacica", quien en compañia de un grupo de personas,entre ellas Rafael Escalona y el expresidente Alfonso Lopez Michelsen, co-fundo el Festival de la Leyenda Vallenata y rescato de la muerte el tradicional desfile de las Piloneras para abrir esta celebracion. Estas mujeres al igual que muchas otras centraron su dedicacion en recatar y dar a conocer al vallenato como tradicion cultural y folklorica de Colombia; pero no podemos olvidar a aquellas que se dedicaron o se dedican a mostrarlo como riqueza musical. Es el caso de la desaparecida Patricia Teheran, integrante en una epoca de el grupo llamado las Musas del Vallenato, y posterirmente fundadora y voz lider de las Diosas del Vallenato; tampoco podemos olvidar la frescura y la juventud de Adeiana Lucia Lopez, quien a sus escasos 15 años sorprendio a los eruditos del vallenato con su estilo jovial y romantico y con su maravillosa voz. Y asi como ellas son muchas las mujeres que dia a dia luchan y se esfurzan por no dejar perder una tradicion centenaria, y entran a formar parte de este universo vallenato. DE LAS MUJERES QUE INTERPRETARON VALLENATOS: LAS UNIVERSITARIAS

Cuando uno habla con los amigos acerca de la historia de las mujeres que han interpretado la música vallenata generalmente se trae a la mente la imagen de Patricia Teherán y las Diosas del Vallenato, Adriana Lucía, Las Musas del Vallenato y más recientemente a Maria José Ospino. Pero la historia se inicia en 1968 cuando un grupo de mujeres encabezado por Rita Fernández tocando el acordeón y acompañada por Carmen Mejía, Elena Parodi, Lucy Serrano se presentan en la Primera Versión del Festival de la Leyenda Vallenata en Valledupar. En este enlace se cuenta la vida y obra de RITA FERNÁNDEZ y LAS UNIVERSITARIAS. Les comparto la carátula del disco grabado por Almacenes Discos Bambuco de Bogotá con las siguientes canciones y la autoría, las que en su mayoría fueron de Rita Fernández Padilla. LADO A AMOR Y PENAS (Rita Fernández) Paseo DULCES PALABRITAS (Julián Pérez) Paseo LOS NOVIOS (Freddy Molina) Paseo LAS CANARIAS (Rita Fernández) Paseo PARA SANTA MARTA (Adolfo Echavarría) Paseaito REGALO DE ACORDEÓN (Rita Fernández) LADO B REFLEJO DE AMOR (Rita Fernández) Paseo ROMANCE VALLENATO (Rita Fernández) Paseo CONFIDENCIA (Gustavo Gutiérrez) Paseo LA CUCHARA E COCO (Ricardo Cárdenas) Cumbia LA MAESTRANZA (Toño Fernández) Maestranza LAS UNIVERSITARIAS (Rita Fernández) Mapalé LA MUJER EN LA MÚSICA

La música es una de las Bellas Artes que nació, creció y ha ido evolucionando junto con la vida misma. Desde sus orígenes, el individuo se valió de las diferentes emisiones sonoras como medio de comunicación; así, se utilizaba el sonido del caracol para llamar a los de su especie o el golpeteo de piedras y utensilios para acentuar los ritmos en los diferentes ritos, tanto religiosos como de cacería o de cualquier otro tipo. Poco a poco la evolución fue marcando sus cambios. De los sonidos producidos por objetos, nacieron diversos instrumentos: del caracol surgieron los de aliento, del golpear objetos se dio origen a las percusiones y así se fueron desarrollando diversos instrumentos y, junto con ellos, un gran número

de ritmos; para enriquecerlos, se creó la armonía; los estilos fueron determinando épocas, lugares y costumbres. El papel femenino en todo este proceso ha sido fundamental y, al igual que la música, evolucionó; la mujer se ha ido desenvolviendo dentro de esta arte con grandes dificultades y rompiendo importantes brechas marcadas por las diferencias de género prevalecientes en la antigüedad y que, poco a poco, se han podido romper; si bien no en su totalidad, sí de forma tal que le han permitido desarrollarse en este ámbito, tanto como ejecutante de todo tipo de instrumentos como directora de orquesta y compositora y, en general, artista de la música. Así se encuentran representantes en el género popular, en el folklórico o en las expresiones académicas, malamente llamadas “música culta” –pues, ¿qué existe la música inculta?– y ambas han dejado marca dentro de la propia historia. Actualmente, mujeres en el ámbito musical han encontrado cabida y, por lo tanto, se han podido desenvolver en una forma más libre; sin embargo, las diferencias de género aún forman parte de algunas limitantes, principalmente en el sentido laboral, las cuales se han ido rompiendo y de esa forma allanan el camino para las futuras generaciones. Hablar de este tema no es nuevo; en la actualidad existen muchas instituciones, agrupaciones y personas que se han dado a la tarea de investigar sobre el papel que juega y ha jugado la mujer a lo largo de la historia, dentro de diferentes campos del conocimiento, sin dejar a un lado el arte, específicamente la música. María José Arana –Doctora en Teología, luchadora incansable en defensa de la postura de la mujer, principalmente en el ámbito religioso y autora del libro Mujeres sacerdotes– describe de muchas formas cómo se ha discriminado la capacidad de las mujeres, de hacer bien las cosas dentro del entorno profesional. En su artículo “Mujeres en la Historia”, habla sobre la importancia del rol jugado por las mujeres dentro de los claustros religiosos en la antigüedad, ya que numerosas obras fueron compuestas dentro de ellos, sin embargo, tenían que ser firmadas con pseudónimos masculinos, como el nombre de un hermano, un amigo o su padre, debido al papel social tan restringido que desempeñaba el sexo femenino en esa época (Arana, 2005). Este fenómeno no está restringido a la música, ya que también se encuentra en la rama de las artes plásticas; en la pintura, por ejemplo, antiguamente las obras realizadas por las mujeres, con el firme propósito de poder exponerlas o comercializarlas, eran firmadas con nombres masculinos. Sin pretender juzgar de la misma forma que los hombres lo hicieron durante siglos, es difícil pensar cómo éstos se encargaron de hacer de la mujer un objeto de mínimo valor y sobre todo cómo la mujer tardó tanto tiempo en revelarse ante esto. Cabe mencionar que en los Teatros griegos y romanos, las gradas con mejor vista y sonido eran reservadas para los personajes masculinos importantes y las más alejadas para los esclavos y, junto a éstos, las mujeres. Evidentemente, el papel masculino se encargó de relegar a las mujeres y resaltar la cultura de una sociedad sexista, la cual afectó no sólo a ellas mismas, sino al mundo entero, ya que grandes figuras femeninas se perdieron en el anonimato; muchas, debido a que su producción artística aparece con otro nombre; otras tantas porque ni siquiera se les permitió hacerlo. Así, haciendo un recuento a lo largo de la historia, podemos mencionar algunas citas encontradas en el mismo artículo de Arana, donde describe cómo se calificó al sexo femenino; por ejemplo, Santo Tomás de Aquino se expresó refiriéndose a este género de la siguiente manera: “La imagen de Dios se encuentra en el hombre de forma que no se verifica en la mujer; así, el hombre es el principio y el fin de la mujer, como Dios es el principio y el fin de toda creación” (Arana, 2005). También, a la mujer se le incapacitó socialmente para desarrollar cualquier actividad, ya que la ley sólo indicaba para ella las actividades realizadas dentro de

su casa; Galdós en el siglo XIX decía que “el mayor encanto de la mujer reside en su ignorancia” (Arana, 2005). Para acabar con el cuadro, según escribiera Nietche, “El hombre debe considerar a la mujer como de su propiedad” (Arana, 2005). ¡Qué tal! La gran mayoría de las mujeres aceptó esta forma de vida de manera por demás sumisa, con temor y con recato; sin embargo, algunas se rebelaron ante esto y lucharon por obtener un lugar que, en muchas ocasiones, les costó la vida, pues se les acusaba de herejes, brujas o de ir contra la ley; por lo tanto, eran condenadas a morir. No obstante, aquellas que, a pesar de todo esto continuaron con sus ideales, fueron un pilar importante en la historia de la mujer. El siglo XIX marcó el inicio de una lucha de género que aún no termina, pues en la actual centuria el papel de la mujer en muchos aspectos sociales es menospreciado y en algunos casos no reconocido. A pesar de ello, en lo referente al papel que han jugado las mujeres en la música, existe un gran número de figuras femeninas que ha sobresalido en los caminos de la historia; así tenemos compositoras e intérpretes que, ante la necesidad de encontrar un medio laboral, fueron creando los espacios para poder desarrollar su talento interpretativo, lo cual dio origen a las orquestas femeninas, dirigidas también por mujeres. Las primeras tuvieron que abrir camino, como es el caso de la Orquesta de Mujeres de Viena, creada para dar respuesta a la negación del gobierno Austriaco de incluir mujeres en las orquestas. Esta agrupación musical tocaba para la resistencia Alemana durante la Segunda Guerra Mundial y, aunque se reconocía su enorme calidad, sufrió mucho para que se le diera cabida en el ambiente musical fuera del contexto de la guerra. En España, la defensa de este género es evidente; antes de la Guerra Civil Española se creó la Orquesta Femenina de Barcelona, cuyas actividades se vieron interrumpidas por esta guerra, reiniciando hasta los años 50 con el nombre de Orquesta Clásica Femenina. Ahora, en pleno siglo XXI, existen más agrupaciones, como la Orquesta Sinfónica de Mujeres de Madrid, fundada en 2004 bajo la dirección de Isabel López Calzada, quién, en una entrevista realizada por el Diario La Hora en agosto de 2005, mencionó lo importante que resulta la formación de esta orquesta donde se da cabida a mujeres que en otras (orquestas mixtas) no han podido desarrollarse. Afirma con confianza que algún día espera poder "vivir para ver que una directora de orquesta no sea considerada ‘algo raro’” (Aguirre, 2005). Desde la época antigua hasta ya avanzado el siglo XX, la música en la figura femenina se limitaba a formar parte del adorno familiar, permitiendo que algunas chicas de sociedad tomaran clases de piano o de canto y deleitaran con su interpretación en algunas reuniones familiares; en el caso de aquellas que destacaban en sus estudios o sobresalían por sus capacidades intelectuales, no les era permitido mostrar en público su calidad interpretativa o compositiva, quedando resguardada entre cuatro paredes. Sin embargo, las que contaban con un enorme talento, a pesar de verse limitadas a desarrollarlo, se valieron de diferentes recursos para poder continuar con su labor en la composición y ejecución. Cabe señalar que existen muchos nombres de personas destacadas, de las cuales mencionaré sólo algunas, no por ser los más importantes, pero sí por ser un ejemplo claro de la discriminación de género, tales como: Nannerl Mozart —cuyo nombre era María Anna Walburga Ignatia Mozart—, al igual que su hermano Amadeus, fue prodigio. Fue educada con una amplia cultura musical; tomó clases de piano y composición, y dio un gran número de conciertos acompañando a Wolfgang Amadeus al violín; pero el hecho de ser mujer hizo que su propio padre la relegara de tal forma que casi termina loca, pues representaba una posible sombra para su hermano, así que se le impidió seguir componiendo y se dedicó a impartir clases de piano.

Otro ejemplo importante es el de Clara Wieck, quien nació en Leipzig en 1819 y murió ahí mismo en 1892. A los nueve años ya era una virtuosa del piano y fue la primera persona que interpretó las 32 sonatas para piano de L. Van Beethoven, las cuales cuentan con un alto grado de dificultad en su ejecución. Clara contrae matrimonio con el compositor y pianista Robert Schuman y continúa su labor pianística, pero la composición la realiza bajo la sombra de éste, pues se ha encontrado que algunas de las obras firmadas por Robert, en realidad, eran de Clara –incluso uno de sus conciertos–, él reconoció abiertamente que la obra interpretada era de su esposa. De igual forma, les sucedió a otros personajes como Fanny Mendelssohn, hermana del conocido compositor y pianista Félix Mendelssohn. A los 13 años ya tocaba a la perfección y de memoria el Clave Bien Temperado de Johann Sebastian Bach. Tuvo la oportunidad de contar con una excelente educación musical; sin embargo, cuando mostró inquietudes para dedicarse de lleno a la música, como su hermano Félix, éste y su familia se opusieron y trataron de impedirlo limitándola a tocar algunas de sus composiciones en las tertulias familiares y los domingos después de la comida. Años más tarde, contrajo matrimonio con un pintor y retratista llamado Wilhelm Hensel, quien, al conocer sus virtudes, le brindó todo su apoyo; de esta forma, logró desarrollar su talento y editar dos libros de canciones y uno de sus composiciones. Su virtuosismo en la ejecución del piano fue comparado con el de Franz Liszt. Otro personaje importante en la música de la época clásica fue sin duda la compositora y pianista Alma Mahler. Su primer matrimonio fue con el compositor Gustav Mahler, que duró ocho años. Al morir éste, contrajo nupcias por segunda ocasión con Walter Gropius, arquitecto, fundador de La Bauhaus. Se casó por terceras nupcias con el poeta judío Franz Werfel. A ella se le consideró una virtuosa del piano y una gran improvisadora en este instrumento; estudió contrapunto y composición con Zemlinsky (compositor y profesor de Schönberg), escribió canciones para voz y piano. Cuando se casó con Gustav Mahler, le advirtió que “el rol de compositor, el mundo del trabajo, le correspondía a él, mientras que a ella le tocaba hacer el papel de compañera amante y pareja comprensiva” (Palma, 2006). Sin embargo, su pasión por la música hizo que se dedicara a ésta hasta encontrarse con la muerte en 1964.

Los siglos XIX y XX sirvieron de marco para reconocer el talento del sexo femenino en el ámbito musical y, en general, a través de la historia. Es así que se reconoce el trabajo de importantes figuras, como Blanche Sela I. Henry, pianista, pedagoga y musicóloga, quien cambió su nombre de pila por el de Blanca Selva. Nació en 1881 y murió a la edad de 58 años; estudió en la Schola Cantorum, con Vicent Indy, donde también dio clases y fue profesora en los conservatorios de Estrasburgo y de Praga; renovó la técnica pianística; se especializó en la interpretación de la música de Bach, Beethoven y Cesar Franck (Palma, 2006).Asimismo, existen ejecutantes de gran prestigio, tal es el caso de María Barrientos, nacida en Barcelona en 1884, quien fue considerada una de las mejores sopranos ligeras de su tiempo, debutó a los 15 años en el Gran Teatre del Liceu y se retiró en 1924.

Otra figura muy importante dentro del ámbito musical del Bel Canto es, sin duda, María Callas, cuyo verdadero nombre era Cecilia Sophia Anna Maria Kalogeropoulou, hija de emigrantes griegos, nacida en la ciudad de Nueva York en 1923. En 1937 regresó con su madre a Grecia, donde inició sus estudios de música en el Conservatorio de Atenas, estudiando con Elvira Da Hidalgo, una renombrada soprano. Callas fue una importante intérprete de ópera, reconocida internacionalmente por su impresionante timbre.

Dentro de todo este fenómeno revolucionario, la mujer mexicana no se quedó atrás. En el siglo XIX se escuchó más abiertamente la participación de algunas de ellas en el ámbito musical, dentro del contexto de discriminación sexista prevaleciente en la época. La mujer podía tomar clases de música como parte de su educación, en un círculo social muy elitista, pero difícilmente se le reconocería como una importante compositora ni como buena pianista, lo cual se puede observar en lo que Amado Nervo escribió en un artículo publicado en 1896: “De cuarenta mil muchachas en pleno estudio, treinta y nueve mil son boxeadoras del piano y no pasan de allí. Nos quedan mil; más de estas mil, novecientas cincuenta aturden a los vecinos con trocillos de zarzuela [...]

Restan cincuenta, cuarenta de las cuales tocan algo, al pertinaz teje maneje merced al cual se logra leer una mazurca de Chopin, un nocturno de Schumann, un minueto de Thomé. De matices... nada [...] Pero nos quedan aún las diez últimas [...] Tendremos entonces, en un lapso de ocho años, en la República, diez artistas [...] Entre esas diez no habrá, empero, sino por rarísima casualidad, una gran pianista” (Miranda, 1998). De igual forma, la discriminación sexista tuvo lugar dentro de los claustros de enseñanza, cabe mencionar que Melesio Morales –Director del Conservatorio Nacional- escribió el siguiente comentario referente a un concurso de piano llevado a cabo en dicha institución y en el cual participaron muchas mujeres y un solo hombre: “Irregular y aún digna de compasión encontré la presencia de un representante del sexo feo luchando contra señoritas. Los hombres han de batirse con los hombres, no con las mujeres. La mujer, sexo débil e inferior, debe hacer del hombre el amparo y el amor, jamás la competencia; váyase el Sr. Calderón al Japón” (Barón, 2005).

Las grandes intérpretes y las grandes compositoras requieren espacios para poder expresar su música. En todas partes del mundo, las diferencias de género han marcado una gran limitante laboral para difundir el arte femenino. Ante este problema, también en nuestro país se crearon orquestas formadas por mujeres. En 1925 se instituyó la primera Orquesta Sinfónica Femenina Mexicana, en donde se tocaba todo tipo de repertorio, prefiriendo obviamente compositoras femeninas. Hoy en día, se está formando la Orquesta Sinfónica de Mujeres del Nuevo Milenio, que surge como resultado de la necesidad de abrir espacios para el desarrollo de mujeres en la ejecución de muchos instrumentos, incluidos aquellos considerados solo para ser interpretados por hombres. Todos estos cambios se deben al rescate de la producción musical que algunas agrupaciones, como el Colectivo de Mujeres en la Música, A.C, y mujeres en forma individual, han desarrollado. México ha sido cuna de significativas compositoras e intérpretes, por ejemplo: Guadalupe Olmedo —nacida en Toluca en 1853—, María Granillo, Leticia Armijo, Lucía Álvarez, María Teresa Rodríguez, Graciela Agudelo, Consuelo Díez, Sabina Cobarrubias, María Teresa Prieto, por mencionar algunas de entre una enorme lista de figuras femeninas que hicieron y actualmente están realizando una importante labor dentro de la cultura musical y que gracias a la lucha incansable de sus antecesoras han encontrado un camino más abierto para la creación musical. “Yo creo que la música es la música, no hay para mí ni género ni preferencias sexuales, creo absolutamente en la androginia” María Eugenia León (2006).

En el ámbito de la música popular, la figura femenina es de primera y grandes intérpretes se han abierto camino, lo cual no es fácil. Podemos mencionar el ejemplo de María Grever, una de las compositoras más importantes en este rubro de la época de oro, quien también incursionó en la composición de música clásica.

Se casó con León A. Grever, de quién tomó el apellido para después inmortalizarlo.

Otra importante representante en este género fue, sin duda, Consuelo Velásquez, compositora Jalisciense, nacida en 1920 y recientemente fallecida, quien estudió en El Conservatorio Nacional y en el Palacio de Bellas Artes, donde se recibió como Pianista de Concierto en 1938. Se le cataloga dentro de la historia de la música mexicana, como una de las más importantes compositoras románticas, autora de canciones como “Bésame mucho” y “Amar y vivir”, de entre una enorme lista (Orta, 1996).Cabe abrir un paréntesis para hacer algunas reflexiones. Aunque las connotaciones históricas aquí planteadas hacen parecer en general a todas las mujeres y en particular a las dedicadas al arte como mártires, mi intención al conmemorar el Día Internacional de la Mujer es hacer que el lector de este documento reflexione acerca de las adversidades que la han hecho sublimarse, obligadas por las circunstancias, obteniendo el reconocimiento de sus inobjetables capacidades intelectuales y artísticas. Si bien las cosas han cambiado mucho con relación a los criterios del pasado, aún se reconoce la existencia de un medio adverso para el desarrollo pleno de las mujeres y eso se pone de manifiesto en la reciente campaña televisiva promovida por el Senado de la República, en la cual dos niños pequeños aparecen recostados en una cama y se pronostica su futuro en función de su sexo. La reflexión es forzosa al conmemorar el Día Internacional de la Mujer: la adversidad ha cedido ante su empuje, pero la innegable valía de algunas en esta época moderna en las Bellas Artes todavía en ocasiones el mundo actual las reconoce como auténticas analogías del sonido 13. Cierro este ensayo reconociendo el trabajo y la gran calidad de las expresiones artístico-musicales realizadas por las mujeres, recordado lo que dice Consuelo Velásquez en su canción “Amar y vivir”: “Se vive solamente una vez; hay que aprender a querer y a vivir…”