La Lectura

LECTURA Nº 03 LA LECTURA Tomado de: BALLENATO PRIETO, Guillermo. Técnicas de Estudio”. 2002 IMPORTANCIA DE LA LECTURA L

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LECTURA Nº 03 LA LECTURA Tomado de: BALLENATO PRIETO, Guillermo. Técnicas de Estudio”. 2002

IMPORTANCIA DE LA LECTURA La lectura es una actividad esencial en el estudio. La mayor parte de la información necesaria para la adquisición de conocimientos se encuentra en documentos escritos: libros, artículos, diccionarios, apuntes, archivos informáticos. Generalmente es preciso recurrir a textos adecuados para ampliar las notas de clase. Con frecuencia hay que leer algunos libros recomendados por el profesor, o seleccionar algunas lecturas complementarias de acuerdo con el programa. La lectura ayuda a mejorar nuestra preparación general, elevando nuestros conocimientos, ampliando también nuestro vocabulario y nivel cultural. Una lectura eficaz implica entender lo que se lee y adecuar la velocidad de lectura al propósito de la misma y al nivel de dificultad del texto. La lectura implica la búsqueda y el descubrimiento de ideas, más allá de las palabras que aparecen en el texto escrito. Un error frecuente durante la lectura consiste en leer dejando lagunas o dudas, sin entender las palabras. Resulta útil tener a mano un buen diccionario o manual de consulta, y disponer un folio en blanco donde poder tomar algunas notas, apuntar ideas, dudas y comentarios. Para optimizar la comprensión contenido de un texto, la lectura debe ser:

del

* Reflexiva: razonando, comprendiendo y reflexionando sobre lo expuesto en el texto. * Activa: discriminando lo esencial, valorando y relacionando contenidos, tomando notas * Flexible: a una velocidad adecuada, con tiempo para entender y asimilar las ideas. * Exhaustiva: abarcando todo el texto. Esta condición no siempre será necesaria. En una lectura exhaustiva, de forma simultánea a la lectura del texto, debemos atender y leer cualquier otro texto o elemento que acompañe al contenido principal: letra pequeña, citas, recuadros, gráficos, ilustraciones, imágenes, fotos, mapas, diagramas. Algunos de estos contenidos y elementos pueden facilitar la comprensión y retención del texto. ¿Por qué se caracteriza el buen lector? Normalmente las personas que leen de forma eficaz: - Cuidan la iluminación, la distancia y la colocación, para que resulten adecuadas. - Son capaces de leer a mayor velocidad. - Buscan un cierto equilibrio entre velocidad y comprensión lectora. - Se adaptan y ajustan su velocidad de lectura al contenido y a la finalidad de la misma.

- Aprovechan la lectura para enriquecer su vocabulario y su forma de expresarse. - Se concentran en la lectura. - Interpretan las palabras. - Comprenden y valoran las ideas. - Reflexionan sobre el contenido. - Amplían y contrastan su lectura con otras lecturas complementarias. - Se formulan preguntas, releen, subrayan y sintetizan. - Retienen los contenidos. A veces no se presta atención a pequeños detalles que son importantes, como una iluminación adecuada o una postura relajada. Hay que cuidar la intensidad de la luz, las sombras y los reflejos sobre el papel o la superficie de la mesa, leer a contraluz, o que la luz llegue a proyectarse directamente sobre nuestros ojos. Lo ideal es leer en una mesa limpia y ordenada, donde poder hacer anotaciones, y sentados en una silla recta pero cómoda. La cama no es un lugar adecuado para la lectura de estudio. Hay que atender también a la distancia y a la colocación del texto, que puede formar un ángulo de aproximadamente 45º respecto a la vertical del cuerpo, procurando que todas las partes del texto queden a igual distancia de los ojos. Una vez terminada la lectura, puede resultar muy eficaz intentar expresar los contenidos de forma oral o escrita. Esto permite evaluar y elevar el grado de comprensión, ayuda a consolidar el nuevo vocabulario que se ha adquirido, y desarrolla la capacidad de expresión. TIPOS DE LECTURA Podemos diferenciar distintos tipos de lectura, atendiendo especialmente a dos criterios: A la forma en que se lee, y a la finalidad de la misma. Por su forma podemos hablar de lectura: - Oral: cuando se expresa el texto en voz alta. - Silenciosa: se realiza sin pronunciar las palabras. - Mecánica: en ella se identifican los signos pero sin captar realmente el significado. - Literal: es una lectura muy elemental o superficial, que no interpreta el contenido. - Comprensiva: interpreta el significado, profundiza en el contenido y en las ideas, más allá de las palabras. A partir del objetivo o la finalidad, podemos diferenciar: - Global: busca captar la idea global, en un acercamiento rápido al contenido. - Selectiva: busca informaciones, aspectos o datos concretos. - Crítica: interpreta y contrasta las ideas del autor con el criterio del lector, de una forma más detenida. - Literaria: se recrea en el estilo, en el uso del lenguaje, la riqueza del vocabulario. - Recreativa: lectura imaginativa, que cumple principalmente una función de entretenimiento. - Reflexiva: busca la profundización en el contenido; es más reposada. - De estudio: tiene por objeto comprender, analizar, asimilar y retener los contenidos. AFRONTRAR LA LECTURA DE UN TEXTO Una secuencia estándar que permite optimizar la comprensión y asimilación eficaz de un texto incluye las siguientes etapas: A. Determinar el objetivo o finalidad de la lectura. B. Obtener una primera visión global, de conjunto, una aproximación general. C. Formular preguntas acerca del contenido del texto. D. Realizar una lectura activa. E. Repetir el contenido con nuestras propias palabras. 1. Antes de iniciar la lectura tenemos que clarificar cuál es el objetivo o finalidad de la misma:

- Ampliar información. - Preparar un examen tipo test. - Preparar una exposición escrita. - Realizar un trabajo. - Resolver un problema o una duda. - Buscar un dato concreto.

2. El primer acercamiento global al texto se realiza echando un vistazo rápido a todo el texto, de tan solo unos minutos, con el fin de hojear, inspeccionar y examinar el material. No se trata de estudiar o memorizar, sino de buscar los planteamientos o las ideas generales del texto, ver cómo se desarrollan, qué estructura presentan, cuál es el estilo del autor. Podemos detenernos especialmente a analizar algunos aspectos del texto: - Leer el título. - Analizar el índice, los epígrafes y los apartados que incluye. - Leer el prefacio, el prólogo, la introducción, el resumen. - Revisar algún párrafo al azar, para acercarnos a la forma de expresarse del autor. - Observar si hay palabras destacadas especialmente – mayúsculas, negrita, cursiva. - Observar los gráficos, esquemas, fotografías, tablas, cuadros, ilustraciones. 3. A continuación podemos formularnos preguntas y plantear dudas que nos han surgido a partir de ese primer acercamiento al texto, y que el libro puede ayudarnos a despejar. Es una actividad que aumenta el interés por la lectura. El texto pasa así a convertirse en un instrumento útil donde encontrar respuestas y resolver dudas. El acto de formular preguntas previas ayuda a la comprensión posterior, incrementa la concentración durante la lectura, y facilita la memorización. Recordamos mejor los contenidos aprendidos si éstos responden a preguntas que nos habíamos formulado previamente. Al principio, podemos formular las preguntas por escrito, hasta adquirir el hábito de generar esa curiosidad previa al aprendizaje. Las preguntas pueden ser: - ¿Por qué el autor ha puesto determinado título al texto? - ¿En qué contexto se enmarca? - ¿Qué nivel de dificultad presenta? - ¿Qué conocimientos tengo sobre el tema? - ¿Qué conocimientos previos son necesarios para su comprensión? - ¿Por qué incluye determinados contenidos? - ¿Qué contenidos faltan? - ¿Cómo está estructurado? - ¿Por qué se ha estructurado de esa forma? - ¿Qué datos aporta? - ¿A qué conclusiones llega? 4.

El siguiente paso es la lectura activa propiamente dicha, que lleva análisis pormenorizado del contenido. Se trata de distinguir las ideas principales de las secundarias, las causas de las consecuencias, los argumentos y las conclusiones, la relación que guarda el contenido con nuestros conocimientos previos y con otras áreas de conocimiento. A la hora de afrontar la lectura debemos evitar leer sin entender. Para ello debemos disponer, y tener a mano, diccionarios, manuales y material de consulta adecuados. La estructura del texto y el orden en que se exponen los contenidos nos proporcionan un patrón útil para asociarlos y recordarlos. Es conveniente adoptar una doble perspectiva:

- Teórica, razonable crítica, emitiendo un juicio y una valoración personal sobre el contenido. - Práctica, buscando las aplicaciones reales del contenido en el contexto específico en que nos movemos. Paralelamente a la lectura del texto se van realizando anotaciones en una hoja que habremos preparado expresamente para ello. Del mismo modo, tal y como se detallará al hablar del subrayado, podemos efectuar marcas con lápiz, en los márgenes del texto, para preseleccionar determinadas palabras o ideas, hacer anotaciones posteriores, elaborar una ficha bibliográfica, subrayar en una segunda lectura. Finalmente realizaremos la síntesis en un folio aparte, normalmente mediante un esquema y un resumen. 5. La repetición del contenido leído, para uno mismo o en voz alta, está sobradamente justificada, dado que más de la mitad del material se olvida al concluir la lectura cuando se trata de lectura de estudio. En función de la materia, podremos repetir con nuestras propias palabras o utilizando términos similares a los del texto. El hecho de reproducir los contenidos facilita el aprendizaje activo, mejora la atención, la comprensión, la autocorrección, la retención y el posterior recuerdo de los mismos. AUMENTAR LA VELOCIDAD DE LECTURA La lectura rápida no es imprescindible para el estudio. A veces, incluso, no es tampoco deseable: es necesario leer cuidadosamente, comprendiendo. Sin embargo, la capacidad de leer a más velocidad supone una clara ventaja de cara al estudio. Ser capaz de leer de prisa, permite aplicar con mayor flexibilidad distintas velocidades de lectura según la finalidad y dificultad de la lectura. La velocidad de lectura se puede ir incrementando progresivamente mediante la práctica habitual de la lectura, el ejercicio de la lectura rápida, y de la eliminación de algunos vicios que enlentecen el proceso lector. Analizamos a continuación siete aspectos esenciales relativos a las dificultades técnicas de la lectura: 1. Autocomprobación: el primer paso a dar se dirige al análisis y a la comprobación de la propia velocidad de lectura. Para ello podemos leer un texto, contar el número de palabras y dividirlo por el tiempo que hemos empleado en su lectura – palabras por minuto -. Se trata de leer lo más de prisa posible pero manteniendo un nivel de comprensión normal. Observaremos también si emitimos algún tipo de sonido o si realizamos algún tipo de gesto durante la lectura, que pueda enlentecer la velocidad de la lectura: mover la cabeza al leer, ir señalando y siguiendo con el dedo las palabras y los renglones al leer. 2. Fijaciones: el movimiento de los ojos durante la lectura no es continuo. Normalmente se producen saltos o fijaciones en distintos puntos de cada renglón. Suelen realizarse entre tres y seis fijaciones por cada renglón de doce palabras. Es posible reducir el número de fijaciones por renglón, ampliando el campo visual y la visión periférica. Para ello debemos: - Evitar seguir el texto, renglón a renglón con el dedo. - Evitar dedicar una fijación a la primera palabra de un renglón, y otra a la última. - Realizar ejercicios tendentes a leer unidades de pensamiento, y no palabras. 3. Espacio de reconocimiento: viene marcado por el número de palabras que se ven claramente en cada una de las fijaciones. De ese espacio depende a su vez el número de fijaciones por renglón. Así por ejemplo, si el espacio de reconocimiento se limita a dos palabras, serán necesarias seis fijaciones por renglón de doce palabras. El buen lector tiene un amplio espacio de reconocimiento, con lo que realiza menos fijaciones. El lector más lento lee casi palabra por palabra, con lo que invierte más tiempo en poder leer cada renglón.

4. Tiempo de detención: para percibir adecuadamente lo escrito es necesario que la vista se detenga un tiempo mínimo en cada fijación. El lector más veloz se detiene únicamente el tiempo mínimo justo para percibir claramente. El lector lento mantiene la fijación más tiempo del necesario, con lo que hace más lento su velocidad de lectura. Una forma eficaz de evitar las detenciones prolongadas es mediante la práctica de la lectura rápida. 5. Regresiones: los retrocesos o regresiones sobre párrafos o frases que ya se habían leído dilatan también el tiempo necesario para la lectura. Una lectura menos atenta, poco activa o más deficiente obliga a volver con cierta frecuencia sobre lo ya leído para poder comprenderlo. Esto se produce con frecuencia al abordar textos muy técnicos, pero incluso en este tipo de lecturas las regresiones son evitables. La lectura rápida posibilita retener lo que se ha leído inmediatamente antes, facilitando así la comprensión de las oraciones. El lector más lento se puede atascar al terminar la frase porque ya se ha olvidado de cómo comenzaba, viéndose obligado a regresar sobre el texto. Para evitar las regresiones es conveniente ejercitarse en la lectura rápida, no quedarse anclado, pensando en palabras que ya se han leído, y realizar una lectura atenta y activa. 6. Vocalizaciones: la lectura es un proceso visual, no hablado. Algunas personas tienen el hábito de mover los labios al leer. Su velocidad de lectura se ve, por tanto, limitada a la velocidad que le permite el movimiento de los labios. Este lector probablemente no logre sobrepasar las 125 ó 150 palabras por minuto, mientras que un buen lector alcanzará sin esfuerzo del orden de 250 a 500, según la dificultad del contenido. Vocalizar, leyendo en voz alta el texto, o subvocalizar, ir pronunciando las palabras sin emitir sonidos, son dos acciones que disminuyen sensiblemente la velocidad de lectura. Es preciso evitarlas, leyendo exclusivamente de forma visual, y no fonéticamente. 7. Práctica: la práctica habitual y el ejercicio diario de la lectura rápida produce un aumento significativo de la velocidad. Se puede dedicar un tiempo al día, en torno a diez o quince minutos, a leer rápidamente, empezando por textos sencillos, fáciles, narrativos, e ir pasando progresivamente a contenidos más técnicos o a las materias de estudio. Al principio, no se debe tener miedo de perder en la comprensión del contenido al leer rápido. La comprensión irá aumentando progresivamente con la práctica. VELOCIDAD DE LECTURA Línea de 12 palabras La problemática técnica de la lectura se ve afectada por una serie I I I I I I Número de fijaciones por renglón: 6 Espacio de reconocimiento: 2 palabras por fijación I

I

I

Número de fijaciones por renglón: 3 Espacio de reconocimiento: 4 palabras por fijación I I I Tiempo de detención Regresiones Vocalizando: 125/150 palabras/minuto

Sin vocalizar: 250/500 palabras/minuto

TÉCNICAS DE LOS BARRIDOS La velocidad en la lectura se puede incrementar con técnicas como los barridos horizontal o vertical. Durante la lectura podemos barrer con la mirada, de arriba abajo, solamente la zona central de cada bloque de texto. También podemos abarcar en cada pasada varias líneas a la vez. Lo importante es que aprendamos a quedarnos únicamente con las palabras clave, completando las frases, y comprendiendo las ideas y el sentido de las palabras, sólo al cabo de un rato de haberlas leído. Los barridos pueden realizarse siguiendo una serie de pasos: * Seleccionar un texto o un fragmento de un texto: un artículo, el capítulo de un libro, un apartado del capítulo. * Inicialmente, buscar textos sencillos, evitando abordar lecturas de contenidos técnicos o especialmente complejos. * Plantearse algunas hipótesis y cuestiones previas sobre el contenido que nos disponemos a leer. * Pasar la mano con suavidad, pero con cierta agilidad, sobre el texto. * En el barrido vertical, pasar la mano relajada por el centro de la página, describiendo una línea vertical descendente o dibujando un suave zigzag que describa una forma parecida a la de una serpiente. * El barrido horizontal es una técnica algo más precisa que el vertical. Podemos deslizar la mano bajo las líneas señalando con dos o tres dedos, de forma que no nos quedemos anclados en ninguna palabra; si señalásemos con un solo dedo aparecería la tendencia a leer palabra por palabra. * Se puede ir aumentando el número de líneas que se abarcan en cada pasada, leyéndolas primero de una en una o de dos en dos, hasta coger el hábito, después se puede avanzar más rápido, barriendo líneas de tres en tres, de cuatro en cuatro … * Dejar que sea la mano la que guíe la vista suavemente por la página. * Es conveniente moverse por la parte central de la hoja, sin llegar a los bordes o márgenes del texto. * Ir moviendo los ojos por las diferentes partes del texto, en busca de ideas. * Se puede marcar un límite aproximado de tiempo para cada página, por ejemplo, de unos cinco segundos, aunque podrá depender de factores como el tamaño de la página o de las letras, la presentación en una o varias columnas, el contenido que aborda el texto. * Es muy probables que al empezar a practicar los barridos se pasen algunas páginas “en blanco”, sin ser capaces de captar prácticamente nada. * Conviene recordar que el objetivo es echar un vistazo, no se trata de leer. * Una vez terminado el proceso, volver de nuevo al principio del texto y realizar la lectura normal del mismo. * Comprobar qué partes se han captado mejor y qué parte del contenido ha pasado más desapercibida. * Practicar diariamente, hasta adquirir el hábito. * Progresivamente se irá ganando confianza y aumentando la comprensión del texto, así como la cantidad de información asimilada.