Descripción completa
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LA
II
GUERRA MUNDIAL David Bovle
|H^»t'Mit""t1!T|
LA SEGUNDA GUEF MUNDIAL La Segunda Guerra Mundial
fue el conflicto más fotografiado de la historia. Fotógrafos del Ejército
y la prensa, propagandistas, soldados con sus cámaras y civiles, todos ellos tuvieron ocasión de grabar los tumultuosos acontecimientos que se desarrollaron entre 1939 y 1945. Las escenas que sus objetivos recogieron de sufrimiento colectivo y heroísmo individual, de crueldad atroz y humanitarismo, de odio y amistad, miseria y esperanza, han de perdurar para siempre constituyendo un testimonio vivo de aquel período extraordinario de nuestra historia.
La Segunda Guerra Mundial en Imágenes presenta 900 fotografías de gran calidad seleccionadas a partir de una enorme variedad de fuentes. Todos los grandes escenarios del conflicto aparecen aguí representados, desde los helados mares del Ártico hasta las junglas del sur del Pacífico, de los desiertos del norte de África a las estepas de Rusia. El marco histórico que a lo largo de todo el libro acompaña a estas
imágenes proporciona una explicación documentada y concisa de todos los complejos acontecimientos de aquel período.
Con
su riqueza de imágenes históricas, este libro ofrece una incomparable visión de un momento de nuestro pasado en que las tres cuartas partes del planeta se vieron envueltas en una guerra.
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LA
II
GUERRA MUNDIAL EN IMÁGENES
LA
II
GUERRA MUNDIAL EN IMÁGENES
David Boyle
Edición publicada en exclusiva en lengua castellana para
EDIMAT Calle Primavera, 35
-
LIBROS,
S.
A.
Polígono Industrial El Malvar
28500 Arganda
del
Rey
-
Madrid
España por Rebo Production, Lisse, Holanda
ISBN Copyright
©
84-8403-474-7
1998 Book Creation Services Ltd., Londres
Impreso en 2002 Traducción: Javier Alfonso López
Queda prohibida
la reproducción total o parcial de este libro, su inclusión en un sistema informático, su transmisión en cualquier forma o por cualquier medio, ya sea
electrónico, mecánico, por fotocopia, registro u otros métodos, sin
y por escrito de los
titulares del copyright.
el
permiso previo
índice Introducción: La cámara en
la
guerra 6
EUROPA: LA GUERRA CONTRA EL FASCISMO EL CAMINO HACIA LA GUERRA: Armándose para
el
Armageddon 28
Las semillas del conflicto 14
La vergüenza
•
LAS INVASIONES DEL EJE 46
Blitzkrieg
La
El gigante
45
76
Las desventuras de Mussolini 100
La tormenta
del apaciguamiento 38
La caída de Francia 60 • La vida en el Reich 92
•
fortaleza insular
Barbarroja
114
LOS TRES GRANDES 129 dormido 130 • Un esfuerzo titánico
142
156
del desierto
El punto débil
186
•
La ofensiva hacia
el
•
Los bombardeos a
•
las
ciudades 172
Resistencia y colaboracionismo 202
LIBERACIÓN
D
214 Rin 248
El Día
12
213
La marea
•
roja
232
El Reich reducido a cenizas 266
•
El holocausto 282
EL PACÍFICO: LA GRANDEZA Y LA CAÍDA DEL IMPERIO JAPONÉS EL EXPANSIONISMO JAPONÉS: La guena El
294
en China 296
embargo petrolero 308
EL SOL NACIENTE
317
La caída de Singapur 338 El día de la Atacando al Sur 354 • La den-ota en las Filipinas 376 Las atrocidades japonesas 396 infamia 318
•
EL CONTRAATAQUE 409 Recobrando fuerzas 410 • Midway 422 La guerra en la selva 442 • Peldaño a peldaño 464 La batalla de Birmania 484
JAPÓN DESTRUIDO El reareso de MacArthur 502 '&'
•
La
victoria
sobre Tokio 538 La tormenta de fuego '&
501
en •
el
Sureste asiático 520
Arenas negras 556
La bomba atómica 574 Consecuencias: La hora del balance 592 índice alfabético 599
LA CÁMARA EN LA GUERRA Enaérea dede abril
la
1940, apareció en
el diario
británico D•.
derecha: Niños refugiándose durante
»
]
.:Sub
1
94 1 Foto :
del ejército británico en
una incursión aérea. Kent, 1940.
que se ve a
las tropas
atravesando a
la carrera las calles
de Bardio,
Libia.
LA
30 de
abril
de 1945: La bandera
soviética es
enarbolada sobre
el edificio
del Reichstag;
imagen
totalitario te
política semejante.
LA
Pero ser fotógrafo
al
esfuerzo bélico.
otlcial
de un régimen
podía ser aniesgado: algunos fotógrafos alemanes fueron enviados
al
fren-
ruso por su «falta de entusiasmo ideológico»; los
cámaras rusos coirían el riesgo de ser ejecutados si sus imágenes eran consideradas «denotistas». En el Oeste democrático, la actitud hacia los fotógrafos oficiales fue
más
tolerante.
En
general se
pensaba que la mejor propaganda era la verdad, aunque, por supuesto, aquellos temas que pudieran tener efectos negativos en la moral de combate, como los muertos de gueiTa, eran tratados con mayor delicadeza. El ejército americano procuraba contar en sus filas con fotógrafos; para ello proporcionaba a sus oficiales de rango cursos de aprendizaje de cuatro meses (los fotógrafos de Life eran coroneles), además de un tratamiento distinguido. El ejército británico, en cambio, nunca mostró tanta deferencia hacia sus cámaras: sólo cuarenta de ellos fueron incoiporados a las tropas al comienzo de las hostilidades y todos terminaron la guerra con el rango de sargento. A pesar de los avances técnicos, era muy difícil obtener fotografías de combate. Muy pocos pro-
GUERRA
del fotógrafo del ejército rojo Yevgeni Khaldei.
era analizada para determinar su posible grado de contribución
Los RISOS siguieron una
CÁMARA EN
Bert Hardy, fotógrafo del Pkfure Post.
INTRODUCCIÓN
fesionales contaban con teleobjetivos o lentes regulables
(zooms), de modo que las instantáneas de acciones reade guerra tenían que tomarse a corta distancia. No era
les
raro,
por tanto, encontrar a fotógrafos oficiales de ambos
bandos «disparando» en primera línea de fuego. Por otro lado, el número creciente de fotógrafos de prensa tenían poderosas razones para proteger sus reputaciones, ya que sus nombres aparecerían después en el pie de ima-
Algunos fotógrafos de renombre participaron activamente a lo largo de toda la Segunda Guerra Mundial: Cari Mydans, en el frente ruso-finés; Beit Hardy, en Londres durante los bombardeos aéreos: George Rodger, en el desierto del norte de África y en Belsen; Ralph Morse, en Guadalcanal: Eugene Smith, en el Pacífico; Yevgeni Khaldei, acompañando al ejército rojo en Berlín, y otros muchos. Al gen.
terminar Robert Capa, de
la
guerra, la revista Life tenía
tacados en los frentes que todo
la revista ufe.
más fotógrafos
el resto
de
la
des-
prensa ameri-
cana. Entre ellos estaba Robert Capa, cuyas fotos de Omaha Beach en el Día D se estropearon lamentablemente por un radiador del cuarto oscuro de Londres en que fueron reveladas, dejando únicamente once instantá-
neas boiTosas.
Según avanzaba
la
guerra, la influencia de los fotógrafos de prensa fue en au-
mentó. La censura alemana fue de
Izquierda:
10
la
la
responsable de que apenas existan imágenes
invasión de Polonia en 1939. Pero incluso
1945. Tropas americanas en Panay; imagen tomada por
el
el
poder de
teniente Robert Fields. Derkha: 1943.
los censores nazis
Soldado en Nueva Georgia; por
el
sargento
J.
Bushemi.
LA
de 1941: Londres después de un ataque aéreo;
Julio
empezó
foto
LA
GUERRA
tomada por Edward Worth.
a decrecer cuando comprendieron que las fotografías podían ser inter-
pretadas de diversas maneras. Por ejemplo,
San Pablo de Londres envuelta en bert
CÁMARA EN
Masón desde
lo alto del
el
la
humo de
Daily Mail —
famosa imagen de
los
bombardeos
la catedral
—tomada por Her-
fue utilizada por los británicos
símbolo de desafío, mientras que los alemanes
la
de
como
emplearon como símbolo de
la
destrucción de Londres.
Una
gran cantidad de imágenes de guerra las debemos a fotógrafos aficiona-
dos y espectadores casuales. Los alemanes estaban tan seguros de obtener la victoria en Rusia que permitieron a los soldados llevar consigo sus propias «Leicas».
Al
final
de
la guerra, la
mitad de los soldados aliados iban
cargados con sus cámaras. Su trabajo, unido la
cruda realidad de
la
guerra llegara
al
durante seis meses para conseguir publicar
canos muertos en una playa del Pacífico. cal,
Yoshito Matsushige, quien consiguió
devastadores de
la
Y
las circunstancias
mado más grande de
la
batalla
prensa gráfica, garantizó que
La
revista Life tuvo
que pelear
fotografía de tres soldados ameri-
primeras imágenes de los efectos
sobre Hiroshima.
en que fueron obtenidas,
las fotografías
las variadas facetas del conflicto ar-
Se recosen en
ellas los
extremos del comporta-
y crueldades más atroces junto al heroísmo diaentereza de cientos de miles de seres humanos. Estas imágenes ofrecen
miento humano: la
la historia.
de
campo de
fue el fotógrafo de un periódico lo-
las
de este libro pretenden ilustrar gráficamente
y
la
bomba atómica que cayó
Prescindiendo de
rio
al
público.
al
los sufrimientos
un testimonio más directo que cualquier relato escrito o interpretación dramática, además de proporcionar una advertencia histórica.
1
1
GUERRA CONTRA EL FASCISMO LA
EL
CAMINO
HACIA LA GUERRA Las semillas del conflicto
Segunda Guena Mundial tiene su origen en LaGran Bretaña, Francia y América se alzaron con
Gran Guerra. matanza del sus condiciones a una
las secuelas
de
la victoria
frente occidental, y se encontraron en posición de dictar
la
en
la
empobrecida y debilitada Alemania. Los términos se redactaron en el Tratado de Versalles (1919). Se prohibió al ejército alemán el reclutamiento generalizado; Renania, región de vital importancia para el país, tuvo que ser desmilitarizada, y el Estado alemán fue obligado a pagar enormes sumas en concepto de reparaciones de guerra. Estas medidas, lejos de garantizar la paz, crearon una situación de acritud y odio. El pueblo alemán entendió las condiciones del tratado como la venganza de los vencedores; se hizo popular una frase que hablaba de Ale-
mania como «heerlos, wehrlos, ehrlos», es
decir,
«desarmados, indefensos, hu-
millados».
Es probable que tales resentimientos se hubieran ido olvidando con el tiempo, de no ser por la Gran Depresión, que obligó a la mayoría de los países industrializados de Occidente a suspender sus relaciones comerciales con otros
Póster
14
que celebra
los logros
de
Hitler
en su «puesta en movimiento de Alemania».
i\
# 1
j$'
EL
CAMINO HACIA
Miembros
LA
GUERRA
del partido Nacional-Socialista recaudan fondos pora luchar contra «el
hambre y
el frío»
en las calles de
Alemania, ya debilitada por los términos del Tratado de Versalles, económica con especial crudeza. En la década de los años 20, el desempleo se elevó a seis millones, el marco sufrió una drástica devaluación y el comercio internacional tuvo que retroceder a los primitivos sistemas países.
sufrió la crisis
de trueque.
Al caos económico había que sumar mania. Los ideales de
la
las
luchas políticas que dividían a Ale-
revolución rusa habían empezado a influir en los inte-
lectuales alemanes, y los huelguistas dirigidos por el
movimiento comunista
sos-
tenían batallas contra la policía en las calles de Berlín. El pueblo alemán estaba
desilusionado con tuación
y.
la
incapacidad del gobierno democrático para controlar
para millones de ellos,
decisión se convirtió en un sueño Existían un buen alidad ese sueño.
De
la
la si-
idea de un gobierno fuerte y con poder de
muy
tentador.
número de grupos de extrema derecha deseosos de hacer reentre ellos, el mejor organizado era el de los Nacional-So-
que cobraron especial importancia en 1923 cuando uno de sus un antiguo cabo del ejército, de pobre constitución y bigote semejante a un cepillo de dientes, llamado Adolf Hitler fue encarcelado por un intento de golpe de estado en Munich. En prisión, Hitler escribió su credo político en un libro llamado Mein Kampf (Mi lucha). Cuando fue liberado, se encargó de establecer un control personal cialistas (nazis),
dirigentes,
16
Berlín.
LAS SEMILLAS DEL CONFLICTO
Comedores populares improvisados en
Mediados de
la
década de
los
las calles
de
Berlín.
años 20: Reclutamiento de
los nacional-socialistas
en Munich.
1
7
J
EL
CAMINO HACIA
Enero de
1
8
1
933:
LA
GUERRA
Hirier celebra su triunfo
como
Canciller del Reich.
LAS SEMILLAS DEL CONFLICTO
1933: Trabajadores nacional-sociaiishss de Munich agitando
la
bandera con
la esvástica.
1
9
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LAS SEMILLAS DEL CONFLICTO
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Década de
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1
f'
i^^^^^^^^^M
años 20: Mussolini y sus camisas negras en Roma.
sobre te del
\M^y^^ "^
r^ Agosto de
1
934: Muere
el
mariscal Hindenburg.
el partido Nazi y crear una plataforma política capaz de atraer buena parelectorado alemán. Afirmó estar con los desvalidos, los resentidos, los en-
gañados; tomó partido por los pequeños comerciantes, frente a
los
bancos
inter-
nacionales, y apoyó a los agricultores contra la «degradación moral» de las ciudades. Denostó contra los términos del Tratado de Versal les y proporcionó una adecuada cabeza de turco para justificar el colapso económico: el judaismo internacional. Destacó las raíces
puso
el
comunes de
término Lehensraum («espacio
En enero de
más de un
los
«verdaderos alemanes» y ex-
vital»).
alemanes conviertieron a Adolf Hitler en canciller del Reich. A los pocos días de llegar al poder, hizo una demostración de fuerza declarando ilegales todas las reuniones de los comunistas
1933,
tercio de los votos
alemanes.
Cuatro semanas después,
el
27 de
febrero, se declaró un incendio en el
edificio del parlamento alemán, el
Reichstag, pretexto que utilizó Hitler
para acabar con sus enemigos.
Sus camisas pardas entraron en acción y esa misma noche fueron arrestados muchos comunistas. Cuatro de
juzgados y ejecutados. Las elecciones que siguieron a su
ellos fueron
nombramiento dieron partido Nazi
el
a Hitler y al
control absoluto del
país.
Ya circulaban por Europa los rumores sobre la actitud de los nazis con respecto a los judíos, aunque la verdadera naturaleza del nuevo gobierno alemán sólo se hizo patente después de que Hitler realizara
la
primera
purga dentro de su propio partido en el
verano de 1934.
Más
de mil posi-
bles oponentes y rivales fueron ejeCUtados. Cuando Ernst Rohm, jefe de
^^^^^^.
^^^^^ü^j ^^^^ ^^ ^ddis Abeba; mayo de 1936.
Pagina opuesta: incendio en
el
Reichstag;
27 de febrero de 1933.
21
EL
El
CAMINO HACIA
GUERRA
LA
Führer con uno de sus hombres de confianza, Ruciolf Hess.
los
Mediados de
b
década de
los
camisas pardas (SA). fue arrestado por
fascistas a lo largo y
años 30:
el
Hitler
firmo autógrafos para los miembros de
b Juventudes
propio Hitler. todos los partidos
ancho de Europa pudieron
sentir aquella terrible
onda de
choque. Al final de ese año. y tras encontrarse en un estado senil durante algunos el jefe del Estado, el mariscal Hindenburg. y Hitler adopta el tí-
meses, fallece
tulo de Reichsführer.
En
los
uno de
los
primeros años de su gobierno. Hitler extendió su control sobre cada aspectos de
la
vida alemana. Todos los partidos políticos fueron di-
sueltos y los sindicatos sustituidos por
el
Frente Laborista, dirigido por
el
Esta-
También quedó abolido el limitado autogobierno provincial, y el partido Nazi y el gobierno alemán fueron declarados una misma y única realidad. Hitler también emprendió reformas en el ejército: los soldados alemanes eran obligados a prestar juramento que les comprometía a «una obediencia incondicional a Adolf Hitler. líder del Reich y el pueblo». do.
Las pocas instituciones que toridad,
como
la Iglesia,
se atrevieron a desafiar su au-
sufrieron un riguroso control. «Esta
es la última vez que un tribunal declarará inocente a alguien a
quien yo he declarado culpable,» dijo Hitler cuando
el
teólogo
protestante Martin Niemoeller fue absuelto del cargo de subversión.
En
la
Alemania de
los nazis, la oposición a Hitler tenía
ser clandestina: cuestión de tinazis tenían
mucho que
que
mnadas y susurros, ya que los anUna broma sobre el Führer po-
temer.
día conducir a la denuncia y el arresto inmediato, y los espías estaban por todas partes. Se animaba a la gente para que vigilara a sus vecinos, apelando a razones de patriotismo; los niños que denunciaban a sus padres recibían una recompensa. Los primeros campos de concentración se crearon para los «subversivos», los «ociosos» y. tras los decretos de Nuremberg
de 1935, los judíos. Los disidentes comenzaron a desaparecer
22
Ernst
Róhm,
¡efe
de
las
SA.
Hitlerianas.
LAS SEMILLAS DEL CONFLICTO
Desfile nazi
en
las calles
Fascistas italianos en
de
una
Berlín.
visita
a Alemania.
23
EL
CAMINO HACIA
Heinrich Himmier, jefe
de
LA
GUERRA
Julius Streicher, editor
las SS.
de Der Sturmer.
y no se volvía a saber nada de ellos. Nadar contra esta corriente exigía un gran coraje, incluso temeridad.
Fue un control tan férreo el que Hitler ejerció sobre la Alemania de 1930-40 que a veces olvidamos que el primer estado puramente fascista fue la Italia de Mussolini. Benito Mussolini, conocido como «II Duche» llegó al poder en Italia en 1922. Aunque nunca logró tener el mismo grado de control personal que Hitler (el lema «Mussolini siempre tiene razón», pintado en los muros de toda Italia, puede haber sido un signo de desesperación), estableció el prototípico aparato del Estado fascista: una enorme burocracia centralizada que se valía de la policía secreta y de los informadores
como
instrumentos de control.
Mussolini también poseía ambiciones imperialistas. Soñaba con crear un moderno Imperio Romano en el Mediten^áneo, del cual él mismo sería César. Con tal objetivo en mente, envió a sus ejércitos contra Libia y Abisinia. donde se consiguieron sonoros éxitos militares contra los mal organizados y peor pertrechados grupos de indígenas del desierto. Hitler tomó buena nota de aquel primer
ejemplo, pero sus ambiciones eran de un alcance
También
mucho mayor.
movimientos fascistas en otros países europeos, y antes de 1934 ya estaban funcionando. La derecha era especialmente vociferante en Francia, donde los disturbios originados por antiguos militares obligaron al goexistían
bierno a dimitir.
En
Austria, el partido Socialista fue suprimido tras varios días
de resistencia armada, y
24
el
Canciller Engelbert DoUfuss, asesinado por los nazis
LAS SEMILLAS DEL CONFLICTO
Streicher,
a
la
cabeza de un
en julio de ese
de camisas pardas en Munich.
desfile
mismo año
(prólogo del Anschliiss, o unión forzosa de Austria y Alemania que Hitler llevaría a cabo en 1938). En España, la oposición fascista se enfrentaba al gobierno republicano de izquierdas.
Las democracias occidentales presenciaron estos acontecimientos en un estado de parálisis. La consigna de aquellos días era la no intervención, así que a pocos sorprendió los aliados
menzaran
el
que
después de
las leyes internacionales, tan
la
a deshacerse.
idealmente concebidas por
guerra para evitar nuevos conflictos a gran escala, co-
A
mediados de
los
años 30,
la
Sociedad de Naciones ya
había empezado a perder influencia y status. Japón hizo caso omiso de sus advertencias cuando envió a sus tropas sobre Manchuria en
1
93
ró las sanciones de la Sociedad después de invadir Abisinia en
1
.
1
Mussolini igno936.
Ya en 933, 1
Hitler había decidido abandonar este organismo, y su remilitarización de
la
Re-
nania en 1933 apenas levantó una tímida queja.
A el
lado de
la
balanza se inclinaba aún más hacia
década de
los
años 30,
guerra debido a
las
mutuas sospechas de aquellos países encarga-
finales de la
dos de garantizar
la paz.
En
la
la
Unión Soviética, José
Stalin temía
res del capitalismo se unieran para derribar su régimen, y se sentía
do para apoyar
al
fascista Hitler,
en cuyo
imagen distorsionada de su propia ciría al
modo
tiranía.
que
los
pode-
más prepara-
de gobierno reconocía
tal
vez una
Este obstinado entendimiento condu-
pacto Ribbentrop-Molotov de 1939, por
el
cual Polonia y los Estados bál-
25
EL
CAMINO HACIA
GUERRA
LA
Abajo: Tropas alemanas entrando en Renania,
1
936.
PÁGINA opuesta: Hitler posea triunfolmenie por los calles de Viena,
ticos iban a ser repartidos entre el
Reich y
la
1
938.
Unión Soviética como
si
de un pas-
se tratase.
tel
Las naciones occidentales, por otro lado, consideraban a Hitler como'el bascomunismo del Este, por lo que estaban dispuestas a pasar por alto algunos de sus excesos. Igualmente, Mussolini representaba al salvador de Itatión contra el
lia y,
de
las garras del
bolchevismo. Los fascistas eran, por tanto, un mal necesario
esperaban, pasajero. Hitler supo sacar
provecho de otro
das aún de
la
factor.
La posibilidad de
otra guerra pro-
sociedades de Gran Bretaña y Francia, resentimatanza del frente occidental. Los políticos evitaban el tema del
ducía una violenta repulsa en
las
rearme, considerándolo un suicidio político. Los presupuestos de
la
Marina y
el
Ejército sufrieron recortes, se suspendió el reclutamiento y se desestimó toda alternativa innovadora en este sentido; reinaba la complacencia. Mientras tanto,
embarcado en un programa masivo de rearme para hacer de Alemania una máquina de guerra que pudiera, cuanto antes, conquistar Europa. Hitler se había
26
LAS SEMILLAS DEL CONFLICTO
27
ARMÁNDOSE PARA EL ARMAGEDDON La escala
^^
de armamentos
^Jropaganda, propaganda, propaganda: lo único que importa es la propaganda», dijo Hitler en la noche de su fallido intento de golpe de 1923.
Aunque
sabía que los alemanes estaba hartos del caos poh'tico, social y econó-
mico, todavía a mediados de los años 30 dudaba Hitler de que viera preparado para otra guerra.
Uno
el
pueblo estu-
de los principales objetivos de
la
propa-
ganda nazi fue preparar al país para un nuevo conflicto armado. Cuando Hitler llegó al poder en 1933, el mensaje nazi fue que aunque Alemania seguía siendo víctima de una injusticia, se hacía cada día más fuerte. Josef Goebbels. ministro
abnegado y las virtudes marciales de los Volks, el mitológico pueblo germano, en sus masivos mítines de Nuremberg. pero tuvo cuidado de no mencionar la palabra «guen'a». Ni de Propaganda e Información de Hitler, ensalzó
siquiera durante la crisis de cia directa al conflicto
Arriba: Panzers
28
Munich de 1938
el espíritu
los líderes nazis hicieron referen-
armado.
en unas maniobras
militares.
Pagina opuesta:
Hitler
saluda a una enfervorizada multitud en Munich.
EL
CAMINO HACIA
Cazas en una
Panzers
Mkl
línea
LA
GUERRA
de montaje.
Trabajando en
los circuitos
de una cabina.
realizando un ejercicio de avance en columna.
Sin embargo,
la
propaganda no era
suficiente.
También
se hacía necesario re-
poder militar alemán. El reclutamiento forzoso volvió a introducirnuevamente contraviniendo las disposiciones de Versalles se a partir de 1935
construir
y ese
el
—
mismo año
se anunció oficialmente la creación de la Luftwajfe, la fuerza
aérea. Hitler encargó esta tarea a
Hermann Goering, que además
era su sucesor
natural. Este ministro, a pesar de su vanidad, obesidad y adicción a la morfina,
había sido piloto durante
bos compartían
la
la
Gran Guerra y era un magnífico organizador. Am-
idea de que el poder aéreo sería crucial en una futura guerra
y recordaban cómo las tribus de Libia y Abisinia habían sido ateiTorizadas por la fuerza aérea de Mussolini. Las líneas de producción Messerschmitt y Heinkel
empezaron
alemanes entraron en acción en apoyo del fascista español general Francisco Franco en las ciudades de Barcelona y Guernica.
30
a fabricar aviones a toda velocidad, y los pilotos
ARMÁNDOSE PARA
Arriba:
Un grupo de panzers realizando
ejercicios
de señales. Abajo:
El
general
Rommel con
sus ayudantes revisando un
EL
mapa
ARMAGEDDON
durante unas maniobras.
31
EL
CAMINO HACIA
Hermann Goering,
32
jefe
de
LA
la Luftwaffe.
GUERRA
ARMÁNDOSE PARA
EL
ARMAGEDDON
Abanderados en un
mitin
de Nurenibsrg.
33
EL
CAMINO HACIA
GUERRA
LA
Hitler también fue afortunado al contar
con
el
con-
más vanguardistas
sejo de algunos de los generales
le
Wehrmacht, o Ejército alemán. Estos militares explicaron el efecto que los tanques producirían en
el
moderno campo de
de
la
batalla.
Su opinión
se
basaba
principalmente en un libro que sobre este tema acababa de escribir un coronel francés. Charles de Gaulle. Combinados con un poderoso ataque aéreo, las divisiones de panzers aplastarían cualquier resistencia
enemiga y
camino
abrirían el
diante la estrategia conocida rra
relámpago»
— podrían
a la infantería.
como Blitzkrieg
cubrirse
Me-
—«gue-
enormes distancias
en una sola jornada.
la
Al mismo tiempo. Hitler se decidió a reconstruir Armada alemana, muy debilitada al tlnal de la Gran
Guerra, aunque no entraba en sus planes
miento naval con
más grandes
de
las flotas
ra
absolutamente necesario.
1935, Hitler firmó
que Póster
de
los
Juegos Olímpicos de
Berlín.
le
el
del
el
enfrenta-
poseedores de una
mundo, antes de que
A
tal
fue-
efecto, en junio de
acuerdo naval anglo-germano,
permitía construir una flota no superior a un
Royal Navy, o Armada británica. Pero el Führer mintió acerca de los buques que ya estaban siendo fabricados; además, los británicos no vieron ninguna amenaza en la petitercio de la
ción germana de construir
en
el
pués,
más submarinos, que posteriormente
al
más que una maniobra dilatoria. Un año desLocarno relativo a limitación de armamento. tratado de
caso, este ardid no era
abandonar
el
'Qfj^U
Ui Hitler
se convertirían
azote del Atlántico Norte.
En todo
34
los británicos,
saludo o
lo multitud
durante
los
Juegos.
ARMÁNDOSE PARA
Hirier
El
EL
ARMAGEDDON
en Nuremberg, centro del aparato propagandístico nazi.
Führer
felicita
a un grupo de camisas pardas durante un mitin antes de
la
guerra.
35
=^1
EL
CAMINO HACIA
Jefes nazis
saludando a
los
LA
miembros de
La popularidad de Hitler va en aumento.
36
GUERRA
las
SA en Nuremberg.
ARMÁNDOSE PARA
Hitler dejó bien claras sus intenciones de
no respetar
el
EL
ARMAGEDDON
acuerdo sobre cuotas.
Francia y Gran Bretaña se llevaron una desagradable sorpresa e hicieron frenéticos esfuerzos para volver a poner en funcionamiento su oxidada maquinaria bélica.
Pero
el
empeño
francés se vio obstaculizado por un sistema industrial
anticuado, en tanto que los británicos sufrían los efectos de
nómica y Todas
la
la
depresión eco-
oposición política.
democracias occidentales cayeron en la trampa de la ofensiva diplomática de Hitler. En 1936, el Führer firmó el Pacto Antikomintern con Japón, y en 1939 concluyó con Mussolini el acuerdo de defensa llamado «Pacto de Acero». Mientras tanto, su ministro de Asuntos Exteriores, Joachim von Ribbentrop, las
había comenzado las negociaciones secretas con
el
declarado archienemigo de
los nazis, José Stalin.
Portaestandartes de las SS, una reminiscencia intencionada de las legiones romanas.
37
••
VERGÜENZA DEL APACIGUAMIENTO
LA
Fracaso de
los intentos
a
^^
a historia
I
Hitler
de todos los tiempos
^ha demostrado que
de apaciguar
— Imperio Romano, Imperio Británico
toda expansión territorial tiene que realizarse ven-
ciendo una resistencia y asumiendo ciertos riesgos», escribió Hitler en su Mein KampfdX tratar de justificar el necesario Lebensraum alemán. «Ni en el pasado
— continuaba amenazadoramente —
ni
hoy
te
de dueño.» Hitler aseguraba que
se ha encontrado un espacio carenproblema del espacio vital alemán tenía que estar resuelto antes de 1945; después de ese momento, se produciría una el
crisis alimenticia.
La lectura de Mein Kampf no pudo engañar a ninguno de sus contemporáneos en cuanto a las intenciones de Hitler. Estaba claro que sus ambiciones territoriales iban mucho más allá de la recuperación de los territorios cedidos tras el
Tratado de Versalles. Pero los líderes británicos y franceses, por razones poy psicológicas ya mencionadas, estaban dispuestos a ignorar las intru-
líticas
siones alemanas en territorios vecinos. Su política de apaciguamiento era ideal
para satisfacer
el
apetito expansivo de Hitler, que británicos y franceses
ían insaciable, aparte el imperioso deseo popular de
tarización de Renania y la
ayuda nazi enviada
al
no
cre-
una paz duradera. La mili-
general Franco sirvieron de ad-
vertencia para franceses y británicos, tanto de izquierdas
como
conservadores.
mayoría se obstinaba en considerar a Hitler como un ser relativamente racional con objetivos más o menos legítimos. Cualquier agresión «excesiva», decían, podía remediarse con una demostración de unidad e incluso de Pero aun
así, la
fuerza.
Pero Gran Bretaña y Francia no estuvieron unidas, ni quisieron advertir a manera explícita. Por el contrario, su mensaje fue siempre ambiguo y
Hitler de débil.
En noviembre de
1937.
alentó a los nazis a pensar que
la visita
del conservador británico
Gran Bretaña no intervendría en
Lord Halifax
los asuntos ale-
manes de Europa del Este, en tanto que aquella política de agresión no produ«conmoción de consecuencias trascendentales». Hitler estaba ya con-
jera una
vencido de que
las clases altas británicas
no estaban dispuestas a pelear
tras la
controvertida moción que tuvo lugar en el foro de la Universidad de Oxford,
donde
los estudiantes
manifestaron que no estaban dispuestos a luchar «por
el
rey y el país».
Pocos meses después, el secretario de Asuntos Exteriores británico, Anthony Edén, dimitió a causa del acercamiento de su gobierno a Hitler. «Vaya a casa y tómese una aspirina,» le contestó el primer ministro Neville Chamberlain; Halifax ocupó su puesto.
38
LA
«La paz de nuestro riempo»: Chamberlain vuelve con
el
VERGÜENZA
DEL
APACIGUAMIENTO
Acuerdo de Munich.
En marzo de 1938, después de anexionar Austria, Hitler comentó a sus colaboradores militares que la falta de oposición probaba la debilidad occiGran Bretaña ni Francia, indicó, tendrían arrestos para defender a un tercer país en caso de ataque alemán. Se refería a Checoslovaquia, y tenía dental. Ni
razón.
La llamada crisis de Munich de septiembre de 1938 constituyó la verdadera prueba de fuego para la política de apaciguamiento. Checoslovaquia, un régimen democrático, estaba prácticamente rodeada de alemanes y dentro de sus fronte-
39
EL
CAMINO HACIA
LA
GUERRA
ras Te, the
¿«man
?flhrer acd Chanoellor and tha
BrltlBh Prisa Ulnlster, h£ve ^ad tjaetJjDg
today
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ver Tit2i eme anotiiar agaln.
Te are reeolred conaul%atioa
aTin'/T
tíiat
be
^^.a
millones de habitantes hablaban esa
mencionaba a estos Sudetes alemanes una minoría perseguida; en uno de sus enfervorizados discursos llegó a afirmar que la voluntad del pueblo alemán le obligaría a «intervenir» en aquella región. El 10 de septiembre, el ministro francés de Asuntos Exteriores. Georges Bonnet, aseguró al embaja-
como
the ijueatigu ot Az^glo-Saraan relstlocs Is of the «t^^
tres
lengua. Hitler
a fíirthar
are egreed In rocognlaing ttat
flrat laportanca for the two ocuatrles
más de
the Kethod of
si
se tratara de
aetíiod adoptad to deal
dor británico en París:
vlth asy other questiona that aay cox»em onr tvo eountrieBr asd ve are detardsed to sontlcae our
«Mañana mismo
de atacar Checoslovaquia.
afforta to recoTe poaelbXa scmreee of differocoe
Y
si
lo hace,
Hitler pue-
Francia se
movilizará de inmediato, y les dirá: "Nosotros acudimos; ¿también ustedes?" ¿Cuál será la respuesta
and t^Ms to contriljuta to aeaure xta paace of Stirope.
de Gran Bretaña?»
La respuesta de Gran Bretaña fue confusa. Las tropas recibieron una orden de movilización parcial, ifa,
oír.
//^/
pero
las críticas
diplomáticas no se dejaron
El 29 de septiembre, Chamberlain y el primer
ministro francés Edouard Daladier volaron a El
Acuerdo de Munich
Mu-
nich y desde allí tomaron un tren hasta el refugio de Hitler en Berchtesgaden. Las negociaciones fue-
ron un completo caos, orquestado por
el
mediador
oficial,
Mussolini. que con-
2re2Ó a los líderes en una habitación atestada de oficiales devorando una co-
mida
fría.
El destino de los Sudetes quedó decidido poco después de
medianoche. De tres cosas quedó convencido Chamberlain: que por mucho que protestaran, los franceses no estaban dispuestos a pelear: que permitir a los alemanes ocu-
Arriba: Tropas
40
alemanas en posición de firmes en
el
la
cenlro de Praga. Página opuesta: Acongojada sumisión de una mujer checoslovaca.
EL
CAMINO HACIA
LA
GUERRA
par los Sudetes evitaría
la
invasión total de Checos-
lovaquia; por último, que no podían confiar en
la
pa-
cuando afirmaba que ahí terminaban
labra de Hitler
sus pretensiones. Ni Daladier ni él
mismo
consulta-
ron a los checos.
Con
el simple trazo de una pluma, se había cediun poder totalitario una gran porción de un Estado soberano europeo. Los generales alemanes que
do
a
podían haber estado dispuestos a deiTocar a Hitler vieron
cómo
Francia y Gran Bretaña apoyaban los plaMunich también hizo
nes del dictador. El acuerdo de ver a Hitler que
el
ruido de sables de
la
1939:
El
cara frente a los que se oponían
1
Von Ribbentrop regreso de sus negociaciones en Moscú.
42
movilización
una maniobra política para salvar al apaciguamiento en el seno de Gran Bretaña. Lo que más le interesaba en aquel momento era que un gran número de blindados alemanes habían irrumpido en los Sudetes. Cuando el avergonzado Daladier \ olvió a París, estaba seguro de encontrar a una multitud dispuesta Pacto de Acero de hacerle pedazos; pero en realidad el pueblo que le recibió estaba encantado. También Chamberlain fue regalado con una bienxenida heroica, mientras agitaba en la mano el pedazo de papel que, según anunció, significaba «la paz de nuestro tiempo». En fecha tan tardía como el mes de marzo de 939, seguía asegurando a sus colegas que las perspectivas de paz eran en ese momento mejores que nunca. Pero pronto los acontecimientos tomaron un curso bien distinto. parcial había sido
Mayo de
la
LA
VERGÜENZA
DEL
APACIGUAMIENTO
El 12 de marzo de 1939, los eslovacos, alenta-
dos por los nazis, declararon su independencia de la región checa del país. Gran Bretaña y Francia habían garantizado
la
independencia del resto de
la na-
ción en los acuerdos de Munich, pero Chamberlain dijo a la
Cámara de
los
Comunes que
la
indepen-
dencia eslovaca les libraba de ese compromiso. El
anciano presidente checo Emil Hacha viajó hasta Berlín, donde recibió de Hitler tal vapuleo verbal que llegó a perder el conocimiento. A regañadienfirmó
tes,
el
documento que
pusieron delante, po-
le
niendo «el destino del pueblo checo en manos del Führer del Reich alemán». Tres días después, las tropas alemanas marcha-
ron sobre Praga, con lo que
por entonces significaba
el
la industria del país,
ducción mundial, cayó en poder de Pero
el
Hitler.
dictador aún no estaba satisfecho y vol-
vió su codiciosa mirada hacia zo, sus tropas
el
Norte. El 21 de mar-
anexionaban Lituania,
lo
que obligó
a Chamberlain a modificar su política exterior.
días
más
que
diez por ciento de la pro-
tarde, el
Marzo de
1
938:
Hitler llega
a Viena.
Ocho
primer ministro británico ofreció a Polonia
la
promesa de ayu-
da contra cualquier poder que amenazara su independencia. El ministro de Exteriores polaco, coronel Beck, tomó la decisión de aceptar la oferta de Chamberlain, según dijo, «entre dos chupadas de su puro». Estaba deseoso de abofetear a Hitler por sus pretensiones de recuperar Danzig.
Septiembre de
1
938: Ribbentrop y Chamberlain pasan entre
la
guardia de honor en
el
aeropuerto de Munich.
43
EL
CAMINO HACIA
El
LA
GUERRA
pacfo nazi-soviético tomo cuerpo:
Hitler se
reúne con Molotov.
Esa era toda la munición diplomática que Hitler necesitaba. Tanto Beck como Chamberlain sobreestimaron la capacidad del anticuado ejército polaco para resistir la invasión. El consejo de ministros británico y los jefes del Estado Mayor sabían que no podían mantener su promesa de defender a Polonia sin contar con la ayuda de Rusia, aunque sólo los franceses trataron de llegar a un acuerdo con Stalin. Además, los polacos se mostraron resueltos en su decisión de que ningún soldado solviético pusiera el pie en el suelo de Polonia; temían que, una vez el Ejército Rojo hubiera cruzado la frontera, se negaran después a abandonar el país, temor que los acontecimientos posteriores se encargarían de justificar.
Pero todo
el
papeleo diplomático occidental
era,
en cierto sentido, ajeno a
las
verdaderas necesidades. Deseoso de extender su propia esfera de influencia ha-
porque los aliados occidentales habían rechazado su intercesión en Checoslovaquia, Stalin había ordenado a su nuevo ministro de Asuntos Exteriores, Vyacheslav Molotov, negociar un pacto con los alemanes por el cual Polonia sería dividida a partes iguales entre los dos poderes totalitarios. Ante el horror de los pacifistas, Von Ribbentrop voló a Moscú para firmar el tratado el 23 de agosto. La paz en Europa sólo duró otros diez días. cia el Oeste, y furioso
44
LAS INVASIONES DEL EJE
r
ALEMÁN b ITAL PONEN EN MARCHA
JERLIIUS SE
BLITZKRIEG Los panzers
de
Hitler
hubo de guerra por Nopoca 4.45 compasión. A m. declaración
las
a.
atacan Polonia
parte de los nazis, ni advertencia, y del
1
de septiembre de 1939,
muy
las tropas
de
Hitler atravesaban la frontera polaca en una implacable demostración de «gue-
relámpago». Primero, los bombarderos en picado Stuka atacaron las líneas de comunicación y fuertes militares, mientras el estruendo de los pánzer y las unidades mecanizadas atravesaba la llanura polaca, encontrando escasa resistencia. Una hora más tarde, oleadas de Heinkel y Dornier alemanes zumbaban sobre Varsovia. Cuando empezaron los devastadores ataques aéreos, la población corrió aterrada en busca de refugio, mientras la mitad de la fuerza aérea polaca era
rra
destruida sin haber tenido oportunidad de despegar.
A
última hora de aquel
Hitler informó
al
mismo
día.
como
si
de una idea tardía se
tratara,
Reichstag de que los alemanes estaban siendo «masacrados»
que hacía necesaria una inmediata intervención. occidental este ataque fue considerado como algo trágicamente inevitable. Los franceses y británicos empezaron a movilizar sus tropas.
en Polonia,
lo
En toda Europa
Septiembre de 1939: Movilización de
46
las tropas polacas,
con carros ligeros Vicker
E.
.¿A.
é 4
LAS INVASIONES DEL EJE
Polenfeidzeng, en Polonia: Los tropas alemanas dan muestra de la efectividad
de
la
«guerra relámpago». Pero
se encontraban forzados al
los recursos
de
Hitler
máximo.
aunque
mismo tiempo
Halifax y Bonnet aceptaban la oferta de mediadores presentada por Mussolini. En Gran Bretaña, casi dos millones de mujeres y nial
ños fueron evacuados de
la
ciudades, ya que el
bombardeo aéreo parecía inmi-
nente.
Fue la Cámara de los Comunes la que inclinó la balanza en favor de la intervención armada. El 2 de septiembre, parecía claro para Chamberlain que si no respondía a su compromiso de Polonia, su gobierno se derrumbaría. El consejo de ministros decidió no abandonar
la sala
hasta que se hubiera
tomado
la deci-
sión de enviar un ultimátum.
A las 9 a. m. del día siguiente, el embajador británico en Berlín entregó su ultimátum, exigiendo la promesa de retirar las tropas alemanas en un plazo de
48
dos horas, lo que parecía más que improbable. A las 11.1 5, Chamberlain emitió un comunicado anunciando la declaración de guerra. Los franceses también enviaron un ultimátum, que, como el anterior, seguía sin contestación a las 5.00 p. m. Polonia estaba demasiado lejos para que los Aliados intervinieran directamente, pero la RAF atacó la base naval alemana de Wilhelmshaven, sufriendo grandes pérdidas. Por su parte, el ejército francés reforzó la Línea Maginot; su defensa se basaba en el reclutamiento de un ejército que tardó dieciséis días en movilizarse, de manera que la idea de un ataque inmediato quedaba descartada. Mientras tanto, los polacos empezaban a comprender que sus planes de marchar triunfalmente por las calles de Berlín habían sido algo prematuros. Aunque sus
49
LAS INVASIONES DEL EJE
Las SS entran en Danzig con un blindado
ADGZ.
soldados pelearon con valor, estaban mal equipados y peor adiestrados. Tan sólo tenían dos brigadas mecanizadas, y únicamente pudieron sostener una batalla de importancia, en
Aún
el río
Bzura, mientras se retiraban a Varsovia.
habrían de recibirse noticias peores. El
lanzaron desde
el
a la Rusia Blanca y Ucrania. jas. El 5
1
7 de septiembre, los soviéticos
Este su propia invasión de Polonia, aparentemente para proteger
de octubre, todo
En
esta
el ejército
campaña
los soviéticos sólo tuvieron
737 ba-
polaco se había rendido; más de 900.000 sol-
dados habían caído en poder de los alemanes y los rusos, y sólo 70.000 habían conseguido escapar. Muchos miles de prisioneros fueron asesinados. A los civiles no les fue
los
mucho
mejor, ya que Hitler firmó una amnistía secreta que eximía a todos
miembros de
las
SS que habían
acusados de bmtalidad contra los
sido arrestados por el ejército regular alemán
civiles.
En
los
dos años siguientes, una quinta
parte de la población fue salvajemente asesinada.
Mientras tanto,
el
gobierno electo polaco se había refugiado en Rumania, y
en París se creaba un gobierno en
el exilio.
Hay razones suficientes para pensar que si Francia hubiera atacado a Alemamomento su ejército no hubiera encontrado apenas resistencia. Hitler
nia en ese
había arriesgado todo en
el
rápido ataque a Polonia y sus suministros estaban
prácticamente agotados. Pero los Aliados se quedaron paralizados en su indecisión,
como
si
estuvieran esperando un milagro; por ejemplo, que Hitler decidie-
ra por su voluntad retirar sus tropas después de la demostración.
La absoluta
derrota de los polacos condujo a un período de aparente tran-
quilidad que los periódicos americanos llamaron «falsa guerra». Se esperaba
50
B
Tropas de primera línea entran en
Tomando por
asalto las afueras
la capital
L
ITZ
K R
I
E
G
polaca, Varsovia.
de Varsovia.
51
LAS INVASIONES DEL EJE
mucho, pero no ocurría nada. Hitler hizo una oferta de paz que Gran Bretaña y Francia rechazaron públicamente, aunque consideraron en privado. También
comenzó
sus preparativos para la invasión de esta última. «Se habrá de
luchar una guerra para decidir quién domina Europa», mando.
dijo el Führer a su alto
El gobierno de Francia se había decidido por la guerra a pesar de los numerosos recelos; no se permitió a
la
Asamblea Nacional
declaración de guerra; simplemente se
cumplir conjas obligaciones a
las
que
le
el
ni siquiera votar sobre la
pidió que decidiera
tratado
le
ligaba.
si el
país debía
La oposición fue
si-
Asamblea los políticos de derechas y los comunistas del gobierno a llegar a un acuerdo. El líder del PCF, Maurice Tho-
lenciada y fuera de la
PCF instaban
al
y se refugió en Moscú, mientras que un fascista francés preguntaba: «¿Estáis dispuestos a morir por Danzig?» La moral de la nación se rez, desertó del ejército
hundía.
En Gran
Bretaña, empezaron a sufrirse cortes de luz y las barandillas de los
parques eran arrancadas para fabricar acero. Los barcos británicos comenzaron a
navegar en convoyes.
A
partir
de enero de 1940. se racionó
la
comida.
Fue entonces cuando Winston Churchill, parlamentario conservador largo tiempo relegado al «desierto político», volvió al consejo de ministros como Primer Lord del Almirantazgo. Se envió a Francia una fuerza expedicionaria de cuatro divisiones mandadas por el par irlandés Lord Goit. héroe de la Gran Guerra y decano de los generales británicos. Estas tropas se instalaron cerca de la frontera con Bélgica, a las
^
B
Arriba:
Un buque de guerra alemán bombardea
la fortaleza
L
i
T Z
K R
polaca de Westerplafte. Abajo: Bombarderos P.23b polacos.
I
E
G
LAS INVASIONES DEL EJE
I
Órdenes del comandante supremo Maurice Gamelin. siempre contrario a la idea de una guerra mecanizada. En aquel momento se desató la discusión sobre los límites exactos de la neutralidad belga.
La
dependía enteramente de Bélgica, ya que la base de la defensa gala, la Línea Maginot. no se extendía por la frontera belga (el mismo lugar por donde las tropas del Kaiser habían penetrado en Francia una generación táctica francesa
I
con Alemania, la línea Maginot no era continua; con todo, constituiría un obstáculo formidable para las columnas mecanizadas de Hitler. No todo estaba en calma. Los británicos ya habían comenzado a perder barcos a causa de las minas magnéticas alemanas, y el 14 de octubre, el acorazado Roya! Oak fue torpedeado y hundido por un U-47 en su fondeadero de Scapa Flow. Pero también hubo un éxito aliado. Tres cruceros británicos acorralaron al acorazado de bolsillo alemán GrafSpee cerca de Montevideo, causándole daños tan importantes en la batalla de Río de la Plata que el capitán se vio obligado a antes). Incluso a lo largo de la frontera francesa
hundirlo.
comienzo de las hostilidades, los políticos franceses y británicos se engañaron pensando que el régimen nazi pronto agotaría sus recursos. Aunque éstos fueron empleados al límite, Alemania no estaba al borde del colapso; ade-
Desde
el
Diciembre de 1939: Cruceros británicos cerca de Río de
m
la Plata.
54
i
B Ll T Z K R
I
E
G
"'fiiflf
•%
IL 'W'
El
acorazado de
bolsillo
Graf Spee ardiendo cerca de Montevideo.
Unión Soviética. Stalin se tomó muy en serio su petróleo y el carbón empezaron a llegar a Alemania des-
más no habían contado con acuerdo con de
el Este.
tico. El
Hitler,
y
el
la
El líder soviético también estaba consolidando su posición en el Bál-
30 de noviembre,
el
Ejército
Rojo invadió Finlandia
tras
un
trivial inci-
dente fronterizo.
Aunque
la resistencia inicial
dos, éstos dilataron durante da.
Además de
de los finlandeses animó a los gobiernos
meses
la
alia-
decisión de enviar una expedición de ayu-
las dificultades logísticas, la
intervención militar hubiera supuesto
55
LAS INVASIONES DEL EJE
gueiTa con la Rusia soviética y una burla a la neutralidad sueca y noruega. El 11 de marzo de 1940, justo antes de enviar a la expedición preliminar, los fin-
la
landeses aceptaron las condiciones soviéticas. Consecuencia de todo este desastre
fue
la
destitución del primer ministro francés Daladier,
Reynaud, de
talante
Reynaud voló
a
mucho más
al
que sustituyó Paul
belicoso.
Londres para reunirse con
el
Consejo de Guerra Aliado y
exigir una acción inmediata. Allí cundía la sensación, nuevamente, de que Hi-
rumbo. «El señor Hitler ha perdido el autobús», afirmó Chamberlain el 4 de abril, mientras los Aliados se preparaban para minar las aguas noruegas y cortar de esa forma la ruta del mineral de hierro destinado a Alemania. Chamberlain no podía estar más equivocado. La colocación de minas violó definitivamente la neutralidad de Noruega y dio a las fuerzas alemanas la excusa perfecta para una invasión. Un incidente ocurrido en febrero había inclinado la balanza hacia una intervención militar alemana: el destructor británico Cossack había perseguido al alemán Altmark hasta el interior de un fiordo noruego para rescatar a unos prisioneros aliados. El 5 de abril, Hitler desplazó 10.000 soldados a la costa noruega ante el temor de que los británicos realizaran desembarcos en aquel lugar. Y desde allí, las tropas alemanas marcharon en dirección a Dinamarca, para asombro de las autoridades danesas, que habían creído las promesas diplomáticas nazis de que tler
había perdido
el
su neutralidad sería respetada. El primer ministro danés, Torval Stauning. esta-
Tropas finlandesas realizando ejercicios de maniobras.
56
Abril
de 1940:
El
destructor
alemán Georg
Thieíe
después de
la
segunda batalla de Narvik.
ba tan confiado que desistió de movilizar a sus tropas por miedo a provocar a los alemanes.
Pero Hitler no necesitaba provocación alguna. sus tropas de asalto atravesaron
la
A
primera hora del 9 de
abril,
frontera de Dinamarca. Incluso entonces,
mu-
chos militares daneses se negaron a creer que aquello constituyera una «verdadera» invasión, y el comandante en jefe de la Marina no acababa de decidirse sobre si sus barcos debían o no abrir fuego. Cuando se dio cuenta de que era tarde
X
ordenó un inmediato alto el fuego. Antes de las 6.25 a. m., todos los disparos habían cesado y Dinamarca estaba bajo el control nazi. Sólo habían muerto 13 soldados daneses, y del bando alemán únicapara defenderse,
el
rey Christian
mente dos aviones resultaron derribados. Los oficiales noruegos de Oslo también fueron sorprendidos por los comandos alemanes enviados a esa ciudad y a Trondheim, Bergen y Narvik. Los invasores cortaron el suministro eléctrico de la capital, y el consejo de ministros, api-
ñado en la oscuridad, fue obligado a leer el ultimátun alemán a la luz de las velas. Al no disponer de teléfono, enviaron por correo la orden de movilización a sus tropas y después abandonaron la ciudad. Acompañados por veinte camiones que transportaban las reservas de oro del país, el gobierno se trasladó hacia el Norte; en su camino tuvieron que soportar el ataque aéreo alemán dirigido contra el rey Haakon VII. que se escondió con ellos en un bosque cerca de la frontera con Suecia.
Reynaud supo de
invasión de Noruega a través de
la
agencia de noticias
Reuters, lo que muestra hasta qué punto había fracasado
el
entendimiento
la
alia-
do. Ni él ni los británicos podían creer que los alemanes hubieran sido capaces
57
LAS INVASIONES DEL EJE
Arriba:
El
Aitmark antes de ser atacado. Página opuesta:
El
Aitmark después de
la
primera batalla de Narvík.
Norte tan deprisa y se mostraban confusos sobre cómo responder a la invasión. Los intentos británicos de tomar Nar\ ik y Trondheim resultaron infructuosos, y los desembarcos en los pequeños pueblos pesqueros de Namsos y de llegar
al
Andalsnes fracasaron porque se encontraban dentro del radio de acción de
la
Lufnvüffe. que ahora operaba desde los aeródromos noruegos.
A
pesar de todo,
sistencia de la
la
invasión nazi no fue un éxito rotundo. La inesperada re-
Armada noruega v dos acciones de
la
Roxal Navx costaron a
los
cruceros y cuatro destructores, lo que les dejaba con sólo tres calceros y cuatro destructores operativos. Y lo que fue todavía peor para Hitler. el rey Haakon y su gobierno lograron escapar a Londres, lo que añadía un millón
alemanes
tres
de toneladas a
la flota
mercante aliada.
Los políticos británicos protestaban a voces por los últimos reveses aliados. «¡En el nombre de Dios, marchad!», gritaba el anciano parlamentario conservador Leopold Amery a Chamberlain en la Cámara de los Comunes. El partido laborista de la oposición se negó a participar en un gobierno de coalición encabeel responsable zado por Chamberlain. y el día 10 de mayo. Winston Churchill fue nombrado primer ministro. de los desastrosos desembarcos en Noruega
—
58
—
i^^tc
:x.^j:2^^.t>.
LA caída DE FRANCIA Los ejércitos francés
y
británico, arrollados
invasión de Francia era fecha que Hitler había pensado para 12 de noLaviembre de 1939. para espanto de los generales alemanes, que hicieron cuanel
la
mano
to estuvo de su
yecto
y,
para disuadirle. Pero
el
mal tiempo fue retrasando
por fm. un incidente imprevisto obligó a cancelar toda
la
el
pro-
operación. El
comandante en jefe de las tropas alemanas aerotransMunster a Bonn. tu\o que des\ iarse muchas millas de su Rita y aterrizar en Bélgica a causa del mal tiempo. Los documentos que llevaba consigo, y que no tu\ o tiempo de destruir antes de ser apresado, contenían
oficial
de enlace enviado
portadas, que
los planes
\
al
iajaba desde
completos para
la in\
asión de Francia; los belgas entregaron todos los
papeles a los Aliados. Se ha sugerido que quizá los dirigentes nazis fueron
mas de una conspiración
vícti-
alemán para frustar la invasión: en cualquier caso, toda la ofensiva tuvo que ser nuevamente planeada. El nuevo plan fue idea del jo\en general Erich \on Manstein. que sugirió atacar a tra\ és de las Ardenas. Tanto gustó a Hitler la idea que acabó pensando que del ser\ icio de inteligencia
había sido suya.
Mayo de
60
1940: Rotterdam tras
el
ataque aéreo nazi.
LAS INVASIONES DEL EJE
1940: Soldados alemanes observan
cómo arde Rotterdam.
el 9 de mayo de 1940 la notique la invasión era inminente. «Mañana al amanecer: agárrense», contestó a La Haya. Pero cuando Hitler atacó a la mañana siguiente Holanda. Bélgica, Luxemburgo y Francia simultáneamente, el ministro de asunto exteriores holandés, Eelco van Kleftens, estaba aún con sus colaboradores discutiendo sobre qué
El agregado militar holandés en Berlín recibió
cia de
hacer.
Las fuerzas alemanas aerotransportadas atacaron La Haya y Rotterdam, aplastando las defensas fronterizas holandesas del Este y tomando el puente principal
Rotterdam con hidroa\ iones. Cuatro días después, Rotterdam aún resistía, pero mientras estaban negociando la rendición, fueron bombardeados desde el aire. En el ataque murieron unos 980 civiles; dos horas más tarde, las autoridades de la ciudad cedieron. Cuando el Séptimo Ejército francés llegó en su ayuda cinco días después, se encontró con que más de 100.000 soldados hodel centro de
landeses se habían rendido ya.
62
LA caída de
Arriba: Refugiados
FRANCIA
en una carretera en Bélgica. Abajo: Paracaidistas y soldados de infantería en Holanda.
63
LAS INVASIONES DEL EJE
Mayo de
1
940: Puente destruido sobre
el río
Moas.
Tanques franceses de maniobras antes de
la
invasión.
Los extenuadas tropas belgas en la carretera de Bruselas.
El ataque alemán a Holanda no fue un éxito completo: en
La Haya no
el
ataque por sor-
que escapó a Lonbordo de un destructor británico. En aquel momento. Alemania contaba tan sólo con 4.500 paracaidistas adiestrados y casi todos fueron utilizados en el ataque a Holanda. El resto fueron empleados en Bélgica y, junto a ellos, se lanzaron gran cantidad de maniquíes, con el fin de atemorizar con su número al enemigo. Una fuerza de choque compuesta por 85 paracaidistas aterrizó sobre el tejado del inexpugnable fuerte Eben Emael, que guardaba la entrada a Lieja y el Canal Albert, y lo capturaron sufriendo sólo cinco bajas. Otros grupos de paracaidistas tomaron los puentes principales que permitieron a las divisiones motorizadas penetrar en presa a
se consiguió capturar al gobierno holandés,
dres, junto a la familia real, a
el territorio belaa.
64
LA caída de
Arriba: Tropas francesas se movilizan en París. Abajo: Confusión en la estación
de
ferrocarril
de
L'Est
de
París;
FRANCIA
mayo de 1 940.
65
LAS INVASIONES DEL EJE
á^líáM Junio de 1940: Tropas alemanas cerco del
«No puedo
Somme.
ofrecer otra cosa que sangre, esfuerzo, lágrimas y sudor», reco-
nocía Churchill ante una sombría
Mientras
Cámara de
los
Comunes
tres días después.
atención de los aliados se concentraba en los ataques de los pa-
la
comandante de las divisiones panzers. Heinz Guderian. Ardenas a tra\ és de Luxemburgo. terreno muy boscoso que los
racaidistas, el brillante
se dirigía a las
británicos, franceses y algunos expertos militares
infranqueable. visto en
Con
él iba la
alemanes habían considerado
mayor concentración de tanques que jamás
una guerra: cuatro días después del comienzo de
frontera francesa y llegó
al
se había
ofensiva, atravesó la
Mosa.
Las divisiones motorizadas aliadas se encontraban en cada vez más expuestas por
la
la
el interior
de Bélgica y
maniobra de flanqueo alemana. Los franceses sólo
contaban con unas cuantas divisiones de tanques pobremente equipadas con que
Aun así. el comandante alemán comprendió que tenía Mosa rápidamente antes de que los franceses tuvieran tiempo de
hacer frente a Guderian.
que atravesar
el
reagruparse. Protegido por doce escuadrones de bombarderos en picado, cruzó
66
.
LA caída de FRANCIA
el río
cerca de Sedán
despreciando los temores de sus propios oficiales
y,
cluso Hitler temía un contraataque francés en
el
(in-
flanco vulnerable de Guderian),
Toda oposición fue aplastada a su paso. «Hemos perdido anunció Reynaud a Churchill por teléfono el 15 de mayo.
siguió hacia el Norte. la batalla»,
Churchill voló a París
Sur bloqueadas por sión.
En un
al
día siguiente, y a su paso encontró las carreteras del
los refugiados y al
mando
militar paralizado por la confu-
intento desesperado por infundirles ánimo, prometió diez escuadro-
nes de cazas, promesa anulada por su propio gabinete, que
le
advirtió de que la
defensa aérea de Gran Bretaña se volvía peligrosamente débil. «¿Dónde está reserva estratégica?», preguntó Churchill
al
la
comandante en jefe Gamelin. «No
hay ninguna», respondió aquél. Se envió rías
de
la
al
joven brigadier Charles de Gaulle a poner en práctica sus teo-
guerra de carros blindados, reuniendo apresuradamente una fuerza
de contraataque
17 de mayo. El acoso de los bombarderos en picado alema-
el
nes hizo retroceder a sus 150 tanques hasta Laon; pero después de su valerosa resistencia,
Reynaud
cretario de guerra.
«Me
Es demasiado absurdo. que
sea, hasta
que
pidió que se uniera a su gobierno en calidad de subse-
le
el
una furia incontenible
sentí llevado de
Si sobrevivo, lucharé allí
—escribía—
donde sea preciso,
enemigo sea derrotado y borrada
la
el
tiempo
mancha en nuestro
or-
gullo nacional.» El 20 de
mayo, Guderian había llegado
puertos del Canal y hacia
el ejército
manas que avanzaban por
el
kerque
—único
al
mar en Abbeville y
se dirigía a los
británico, enfrentado a las divisiones ale-
otro flanco.
En Gravelines,
a diez millas de
lugar por el que podían escapar las tropas británicas
dados de Guderian se detuvieron por orden del
alto
—
,
Dun-
los blin-
mando alemán.
Mientras, Reynaud había destituido a Gamelin y tuvo que esperar tres días a
que su sucesor. Máxime Weygand, llegara desde
Siria.
mediato contraataque aliado. Gort lanzó un ataque llones de tanques.
al
Weygand propuso un
sur de Arras con dos bata-
Al principio su ofensiva obtuvo un rotundo
Guderian avanza imparable a través de Francia.
in-
Los restos de un Heinkel
III
éxito, pero cuan-
alemán abatido en Francia.
67
LAS INVASIONES DEL EJE
Tropas alemanas despejan las carreteras bloqueadas de las Árdenos
Ji^'
r^^
s^^ !-r^,¿
m-
A>
^3
.~JL*^
LAS INVASIONES DEL EJE
Un miembro de
Un blindado Mk
70
la
ill
dotación de un blindado alemán hoce uno pausa durante
o
ios
afueras de París.
el
avance.
LA caída de FRANCIA
*
Un
vehículo blindado francés Manhard, modelo
1
78, abandonado.
do aparecieron los refuerzos franceses sólo le quedaban dos tanques disponibles para el combate y los británicos tuvieron que retirarse. Incluso entonces, el alto mando alemán se mostró receloso y ordenó a su ejército detener el avance y consolidar sus posiciones.
¿Fue
este alto,
como han
sugerido algunos historiadores, una estrategia de Hi-
Nunca lo sabremos con manos de la Liiftwajfe de Go-
para facilitar un acuerdo de paz con Gran Bretaña?
tler
seguridad, pero sea cual fuere
la
razón, se dejó en
ering la destrucción de las fuerzas británicas y francesas acorraladas en Dunker-
que.
Y
la
Luftwajfe fracasó.
Estos tres días de parón en
el
avance alemán fue
cuanto los británicos necesitaron para escapar.
En
la
mayo, Gort decidió desafiar las instrucciones recibidas de su comandante supremo Weygand que le ordenaban resistir. Con el consentimiento a regañadientes del gabinete británico, Gort comenzó la evacuación de sus tropas de las playas de Duntarde del 25 de
kerque.
Los belgas, mientras tanto, habían estado luchando desesperadamente en una situación complicada por la presencia de refugiados y por unos mapas «hechos a ojo» que mostraban su alarmante situación y que habían sido arrojados desde los aviones alemanes. «La gran batalla que tanto temíamos ha comenzado», decía el rey Leopoldo a sus tropas. Pero a pesar de
las
desesperadas peticiones británi-
cas para que los belgas resistieran hasta que sus fuer-
zas hubieran sido evacuadas, Leopoldo anunció su
rendición
el
28 de mayo.
^ El
rey Leopoldo de Bélgico.
71
LAS INVASIONES DEL EJE
Junio de
1
940: Las tropas alemanas marchan a través del Arco de Triunfo.
1
.
El
«paso de
la
oca» a través de
las calles del centro
de
París.
72
^^
/
LA
momento en
El gobierno belga, en aquel
París, se
negó
del monarca, pero sus reservas habían durado lo bastante
salvase.
Aunque
caída de FRANCIA
a aceptar la decisión
como
para que G01I se
Churchill preparaba a su pueblo para lo peor,
Royal Navy
la
—ayudada por 860 embarcaciones de de pesca, gabarras y botes neumá— transportó 200.000 soldados y 140.000 franceplacer,
a Inglaterra a
ticos ses.
Los británicos aplaudieron
do francés
la
crucial de la
tachó de traición,
británicos
como una
la
operación
al
considerarla una deserción en
gran victoria, pero el
man-
el
momento más
campaña. La Armada británica perdió 6 destructores y 177 cazas; las playas la mayor parte de sus armas y equi-
las tropas
evacuadas dejaron en
pamiento.
Más
de 150.000 soldados franceses de retaguardia fueron capturados.
Poco después, sultó barrido por
el intento
de
Weygand de mantener
francés escapaba a Tours, y de
allí
los
Campos
tiempo, Mussolini declaraba a su país en guerra el Sur,
con
la
Somme el
re-
gobierno
a Burdeos. El 14 de junio, las primeras for-
maciones alemanas marchaban por Francia desde
la línea del
una nueva ofensiva alemana; en aquel momento,
Elíseos de París. Al
al
mismo
ordenar a sus tropas atacar la
mesa de
ne-
prensa Lord Beaverbrook
—ahora
jefe
esperanza de ganarse un lugar en
gociaciones.
i
1
magnate de
la
producción de aviones de guerra
—
Churchill, Halifax y
de
la
el
bierno de Francia en Tours
el día 13
se reunieron por última vez con
de junio, con
la
el
amante de Reynaud en
gose-
gundo plano exhortándole a la rendición. El gabinete francés rechazó la propuesta de Churchill de unir ambos países. También se rechazó la sugerencia de Reynaud de formar en América un gobierno en el exilio, por lo cual dimitió. Fue reemplazado por to
SHJMlHV^^^K^
el
mariscal Philippe Pétain, héroe de Verdún, que en aquel
momen-
contaba 84 años.
^^^1
BH^I'^^j^fl
^ Me amK^^bhhmhmpi^^^^^^^^^^^V^^^H ^^^^^^^B^^H^^^^^^Bk^HBK^^^^^^E^BBj^^H^B I^^HMk Jii^^^^^Bi^^
1 ^^^^^^^^^^^^^^^^^^^^^^^^^^^^^^^^^^^^^^^^^^^^^^^_^_^^.^^^^^^^^i^^^^^^^^^^^^^^^^^^ KJ,
Dictando las condiciones del armisticio en
el
vagón de
ferrocarril
de Compiégne.
73
Tfjii I
I.?
Trnilii
»»iilllUII1!!a!\ilil
Junio de
1
940:
El
^«lllilll
I'
:
X
i
IBÍ'Blti
bombardeo de Dunkerque.
Boterías antiaéreas británicas
Tropas británicas en
abandonadas en Dunkerque.
la
playa soportando un ataque aéreo.
El 21 de junio, Pétain pidió a los alemanes un armisticio. Mientras oía las peticiones, la cara
de
Hitler,
cendida con desprecio,
según
el
periodista americano William Shirer, estaba «en-
furia, odio,
venganza,
triunfo...». Insistió
en que
el
acuer-
se firmase en el mismo vagón de feíTocanil de Compiégne en el que los generales alemanes habían firmado los términos de la rendición en 1918. Se acordó que un gobierno francés, con sede en Vichy, administraría Francia al sur del Loira.
do
Unos
días
más
tarde, el
gobierno de Vichy tuvo que pagar por su acuerdo con
los nazis. Por temor a que Pétain hubiera hecho un pacto secreto con Hitler, y preocupado ante la idea de que la flota francesa pudiera caer en manos de los alemanes, Churchill ordenó destruir todos los acorazados franceses anclados en Oran, Argelia. Fue, según reconoció, la «decisión más odiosa» que jamás había tenido que tomar. Pétain rompió de inmediato las relaciones diplomáticas con Gran Bretaña y ordenó el simbólico bombardeo de Gibraltar.
74
LA caída de
FRANCIA
sumió en recriminaciones, culpándose de la derrota francesa. «Es culpa de los maestros de escuela socialistas», dijo Pétain, que permitió a Fierre Laval y Raphael Alibert arrestar a Reynaud y Daladier e instaurar un régimen autoritario y Vichy
se
virulentamente antisemita. Durante los cuatro años siguientes, el gobierno de
apoyo nismo
Vichy
se
movió
entre el
tácito de las políticas nazis y el colaboracio-
activo.
Como
se vería, la batalla de Francia tuvo im-
portantes consecuencias para todos los contendientes.
La Armada francesa quedó
casi destruida y el
país dividido. Tal fue la rapidez con que sus ejércitos alcanzaron la victoria,
que Hitler pensó que eran
invencibles, un exceso de confianza que
más
tarde
resultó desastroso en Rusia y el norte de África. Por
último, aunque no
menos importante, 10 millones
de civiles habían perdido todo y tuvieron que deambular miserablemente por los caminos de la Eu-
á
ropa occidental, con sus pocas pertenencias amon-
tonadas sobre carros, cayendo a veces de puro agotamiento y otras muchas abatidos desde el aire por
la
Dunkerque: Los soldados trotan de vadear llegar
lo orilla
poro
a un buque de transporte.
Luftwajfe.
En
el otro lado del Canal, los británicos, aunque contentos por el milagro Dunkerque, de empezaban a darse cuenta de que entre Hitler y el dominio de Europa sólo se interponían 23 millas de agua marina.
Después de
la
evacuación: Camiones abandonados en las playos de Dunkerque.
75
i
LA FORTALEZA INSULAR La batalla
de
Inglaterra
y
el
bombardeo aéreo
^Nefenderemos
nuestra isla al precio que sea», prometía Churchill jubiloevacuación de Dunkerque. Pero aunque los británicos eran por entonces capaces de descifrar algunos mensajes alemanes cifrados en código
^^
l^so tras
la
enigma, y sabían que los alemanes no habían planeado aún la invasión de la isla, su capacidad para resistirla en el futuro era más bien escasa. Durante la batalla de Francia, los aviones de combate británicos derribados habían sido casi tantos
como
los salidos
de
las
cadenas de producción; además, gran parte de
la artille-
ría
y blindados habían quedado sobre las playas de Dunkerque. Era preciso tomar medidas de urgencia. Se ordenó el reclutamiento forzo-
so
y, a
comienzos de octubre,
1
.700. ()()() británicos se habían unido a las fuer-
(Home Guard), aunque debido a la escasez de armas tuvieron que ser equipados con el atrezo de algunas compañías de teatro y hasta con las picas napoleónicas del buque insignia del almirante Nelson, el Vicíory, de más de 150 años, anclado en el puerto de Portsmouth. zas armadas. Se formó una «guardia doméstica»
Arriba:
76
Cazas Messerschmitt
Bf
109 volviendo
tras su
ataque a Kent. Página opuesta: Un
Spitfire
ladeándose.
^íS«^?sgí
LAS INVASIONES DEL EJE
Comandantes alemanes observan a
sus tropas preparándose para
la
«Operación León Marino»,
la
planeada invasión de Gran Bretaña.
Al mismo tiempo. los oficiales de alto rango tanteaban a traxés de los diplomáticos suecos para ver si se podía llegar a un acuerdo que pusiera ñn a la gue-
Se cree que el antiguo primer ministro Da\ id Lloyd George y el duque de Windsor (rey Eduardo VIH antes de su abdicación), estaban preparados para dirigir los destinos del país después de la derrota. También es posible que algunos aristócratas considerasen la posibilidad de entregar Malta y otras colonias británicas para aplacar a Hitler. Pero Churchill estaba decidido a que Gran Bretaña se mantuviera firme y rechazó cualquier otra idea. En un discurso en el Reichstag el 19 de julio. Hitler advirtió a Gran Bretaña del «interminable sufrimiento y miseria» que les esperaba si rechazaban sus condiciones de paz. Churchill encomendó a Halifa.x. uno de los arquitectos del apaciguamiento, la tarea de despreciar por radio la oferta nazi. Unos días después, la «Operación León Marino», la invasión de Gran Bretaña, fue fijada para el 15 de septiembre. A los jefes del estado mayor alemán les preocupaban los planes de la invasión. La armada alemana no estaba capacitada para la tarea y sospechaban que cruzar el Canal sólo sería posible después de que la Liiftwajfe hubiera alcanzado la supremacía aérea sobre los británicos. Goering prometió conseguirla en cuestión de unas semanas y, el 13 de agosto, dio comienzo la llamada «batalla de Inrra.
glateiTa».
El primer día de combate marcó
meses
78
siguientes.
Una
la
ola tras otra de
pauta de lo que habría de suceder en los
bombarderos de
la
Lufnvaffe, escoltados
LA
FORTALEZA INSULAR
por cazas, sobrevolaron los aeródromos, puertos y otros objetivos británicos, sufriendo pérdidas en una proporción de dos a uno.
Aunque
la
superioridad alemana era abrumadora, los británicos tenían varias
ventajas. Ellos operaban en su propio territorio, de
modo que
los Spitfires y
rricanes podían atacar, aterrizar para repostar y despegar de
luchando. Contaban con radares que les permitían anticipar
barderos enemigos. También tenían un ministro para
de combate,
el
magnate de
la
la
la
Hu-
nuevo para seguir bom-
llegada de los
producción de aviones
prensa Lord Beaverbrook, designado por Churchill
en mayo, que había logrado ganar en productividad a las fábricas alemanas. Además, su objetivo era sencillo y claro: la destrucción de todos los bombarderos alemanes posibles, mientras que Goering modificó sus objetivos en varias ocasiones, mellando la moral de los pilotos alemanes.
—
—
Por otro lado, el ánimo de la RAF Real Fuerza Aérea iba en aumento a medida que avanzaba la contienda. «Nunca en el campo de los conflictos humanos, tantas personas han debido tanto a tan pocos hombres», dijo Churchill en su tributo a los aviadores.
Agosto de
1
940: Miembros de
la
Home Guará británica
—voluntarios de
la
defensa local
— durante su entrenamiento.
79
LAS INVASIONES DEL EJE
Arriba: Spitfires en formación
80
de ataque. Abajo: Hurricanes despegan apresuradamente para
tratar
de interceptar a
los
bombarderos enemigos.
LA
Agujeros de bala en un Junkers 88 derribado cerca de
FORTALEZA INSULAR
la costa inglesa
81
LAS INVASIONES DEL EJE
A pesar de
todo, los británicos su-
frieron la escasez de pilotos.
Los que
sobrevivían se encontraban cada vez bajo
mayor presión y peleando junto
a nuevos reclutas que cada día tenían
menos
experiencia.
Tampoco veían
la
forma de responder a los efectivos ataques alemanes sobre los aeródromos de Kent.
Entonces, por uno de esos extra-
ños giros de la guerra, de pronto los ataques fueron suspendidos. Un bombardero alemán, perdido en su trayecto de vuelta el día 24 de agosto, bombardeó Londres por accidente y Churchill respondió con una serie de ataques aéreos sobre Berlín. Hitler se sintió ultrajado, pues se había prometido que tal cosa no sería posible, de manera que empezó a dirigir sus ataques contra las ciudades británicas, estrategia que ambos bandos adoptaron durante el resto de la guerra. Los aeródromos británicos quedaron a salvo; a finales de la batalla, en octubre, los alemanes habían perdido 1.733 aviones y los británicos 915.
Dorniers sobre los muelles de Londres.
Ese mismo mes, Hitler pospuso
la
invasión de
la isla
hasta el invierno. El
bombardeo masivo de ciudades británicas, el llamado «Blitz», destruyó tres millones y medio de hogares y mató a más de 30.000 personas. Coventry quedó prácticamente demolida
el
14 de noviembre; un ataque masivo en
29 de diciembre acabó con ocho de
las históricas iglesias
de
Wren y
la
noche del
obligó a los
bomberos a demoler otros edificios para crear cortafuegos, algo que no ocurría desde el Gran Incendio de 1666. En un solo mes, los grupos civiles encargados de desactivar las bombas tuvieron que quitar las espoletas de más de 4.000 de ellas que no habían detonado al caer sobre la ciudad. «Siento que estamos luchando por nuestra vida y que sobrevimos día a día, hora a hora», dijo Churchill en
el
Parlamento.
Pero estas tácticas de
terror, lejos
de quebrar
la
moral de
la
población
bri-
Fue una lección que, al parecer, no aprendió el mando de bombardeos británico, que se empeñó en continuar la política de bombardeos sobre Alemania hasta las últimas semanas de tánica, parecieron reforzar su deseo de resistir.
la guerra.
En junio de 1941, los ataques aéreos alemanes sobre Gran Bretaña eran cada vez menos impetuosos, ya que Goering había desviado su atención hacia otro proyecto: la guerra del Este. Mientras tanto, una batalla personal en el Ministerio del
Aire enfrentaba a
Hugh Dowding y
Keith Park, los dos hombres respon-
sables del triunfo en la batalla de Inglaterra. Este enfrentamiento supuso la destitución para
82
ambos.
LA
Arriba: Souttiwark en llamas durante
un bombardeo. Abajo: Los restos de
la
FORTALEZA INSULAR
estación de Metro de Balham.
83
-.;:
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LA FORTALEZA INSULAR
PÁGINA OPUESIA: Enero de 1941
Bomberos trabajando en
.
los
Ruinas de Londres vistas desde San Pablo. Arriba: Las mangueras para sofocar incendios, tendidas sobre una calle tras de un bombardeo.
escombros del East End londinense.
85
LAS INVASIONES DEL EJE
Arriba:
Una
familia inglesa llevando las
máscaras de gas se introduce en su nuevo refugio antiaéreo. Abajo: Niños esperando
lo
evacuación.
LA
FORTALEZA INSULAR
Su carácter de isla permitía a Gran Bretaña resistir la invasión de Alemania, pero sólo porque las comunicaciones marítimas con América se mantenían abiertas y a través de ellas llegaban alimentos y provisiones. Hitler se percató de esto y, ya en septiembre de 1939, ordenó a sus submarinos hundir cuantos barcos les fuera posible para rendir a Gran Bretaña por hambre. La llamada «batalla del Atlántico» había comenzado con el hundimiento del transatlántico británico Athenia el 4 de septiembre de 1939 y la colocación de minas magnéticas en torno a las costas de Gran Bretaña. Pero después de la caída de la Europa occidental, la guerra naval adquirió una nueva intensidad. Los puertos franceses del Atlántico quedaron a disposición de los alemanes y los 118 submarinos italianos empezaron a merodear por el Mediterráneo. Al mismo tiempo, los preciosos barcos que servían de escolta en el Atlántico fueron enviados al sur de Inglaterra en previsión de una invasión, a pesar de las enérgicas protestas del almirante
Charles Forbes.
sir
Tan sólo en julio de 1940, se hundieron en el Atlántico más de 500.000 toneladas de navios. Los descifradoalemanes de códigos habían aprenlas señales de la Armada británica, de manera que conocían de res
dido a leer
antemano
las rutas
Los londinenses se refugian en
el
Metro.
de muchos de sus
convoyes. El comandante de submarinos Karl Doenitz era capaz de dirigir sus navios con infalible precisión. Calculó que los británicos tendrían que rendirse neladas mensuales. la
Y
los británicos
si
conseguía hundir 750.000
compartían su punto de
to-
vista: ellos cifraban
cantidad en 600.000 toneladas.
Pero los submarinos eran lentos y se les escapaban. Hitler había
marinos de
lo
que
al
las distancias
enormes: muchos convoyes
dado menos prioridad a
almirante Doenitz
le
la
construcción de sub-
hubiera gustado y a finales de 1940
sólo 22 de ellos eran operativos. Por otro lado, los comandantes de la guerra sub-
marina habían desarrollado unas nuevas tácticas
letales,
operando en «manadas
de lobos», y las hazañas de héroes como Otto Kretschmer y Gunther Prien (responsable del hundimiento del Royal Oak) servían de ejemplo a otros comandantes.
87
.
LAS INVASIONES DEL EJE
Los británicos nera de devolver
se vieron obligados a buscar la el
ma-
golpe. Valiéndose de rudimenta-
equipos de sonar, los destructores y corbetas dejaban caer cargas de profundidad cuando intuían la rios
presencia de un submarino.
En marzo de 1941
había sido hundido y Kretschmer capturado. terminaron sus carreras peleando contra el
convoy. Antes de hundirse. Kretschmer
,
Prien
Ambos mismo
—decidido
a ser el primer comandante que mandaba a pique 500.000 toneladas ordenó a su operador de radio que informara a Doenitz de que acababa de hundir otras 50.000. El hombre responsable del hundimiento del Atheiiia. Julius Lemp. también fue capturado por los británicos, y con él el material en código que permitió a Gran Bretaña descifrar los mensajes na-
—
vales alemanes.
La ayuda El
as de
la
llegó con la
dos aprobada en
guerra submarina, Otto Kretschmer.
los
Ley de Préstamos y Arrien-
Estados Unidos. El presidente
Roosevelt prometió a los británicos 50 destructores
de mediana edad a cambio de bases estratégicas y otras concesiones comerciales. Cuando se entregaron los barcos, en septiembre de 1940. sólo nueve de ellos estaban
listos
para servir en combate, pero aun
así.
era un importante gesto simbólico de Roosevelt. que estaba teniendo que luchar
contra
el
poderoso grupo aislacionista que pretendía mantener a América fuera
del conflicto.
Una vez elegido para su tercera legislatura a tíñales de 1940. Roosevelt pudo ayudar todavía más a los británicos. Tropas americanas fueron movilizadas a Islandia para relevar a las fuerzas británicas, y pronto los destructores americanos
empezaron a ser atacados por los submarinos alemanes. «En marzo y abril, tendrá lugar el inicio de una batalla naval como el enemigo nunca ha soñado», prometía Hitler en 1941. «Donde quiera que naveguen, nuestros submarinos irán a su encuentro hasta
que llegue
abril
do
el
gran
momento
final.»
En
el
de 1941 700.000 toneladas acabaron en .
del Atlántico.
Fue quizá
el
la
fon-
guerra.
la superficie existía la
de un ataque alemán
el
momento en que Gran
Bretaña estuvo más cerca de perder
También sobre
mes de
— acorazados de —
amenaza
bolsillo, cru-
aunque Hitler ceros y mercantes reconvertidos reservó lo mejor de su flota por miedo a los efectos propagandísticos negativos
dida masiva de buques de gueiTa. los cruceros
entraron en
el
que
traería la pér-
En enero de 1941
alemanes Scharnhorst y Gneisenaii Atlántico a través del estrecho de Di-
namarca, y después de una afortunada travesía en la que atacaron a los convoyes enemigos y evitaron ser alcanzados, entraron en el puerto francés de Brest.
88
Gunther Prien en
la torrecilla del
submarino.
LA FORTALEZA INSULAR
Animado por de 1941,
el
este éxito, en
mayo
comandante naval Erich
Raeder ordenó vez utilizando
repetir la aventura, esta
el
nuevo y poderoso aco-
razado de bolsillo Bismarck.
A
las ór-
denes de Gunther Lutjens, cerebro de
operaciones del Gneisenau y el Scharnhorst, el acorazado se deslizó las
desde
el
fiordo noruego en que estaba
anclado poniendo rumbo a
las rutas
de
convoyes. Alertados por
la
amenaza que
suponía para sus mercantes,
esto
la flota
británica fue en su persecución.
En un
El
almirante alemán Raeder.
corto combate, el crucero británico
Hood recibió un impacto
pañol de municiones y explotó; sólo tres de sus tripulantes sobrevivieron. Pero el 28 de mayo, mientras se dirigía a Brest, el
en
el
Bismarck fue finalmente atrapado y hundido. Cientos de marinos alemanes murieron ahogados, ya que los barcos británicos de rescate tuvieron que abandonar la zona al ser amenazados por un submarino alemán. «El Bismarck presentó
una noble
batalla,
luchando contra fuerza
muy
superiores
—escribió
el
almi-
Rigores árticos de un convoy británico
89
LAS INVASIONES DEL EJE
Convoy de
destructores de lo Royal Navy.
Improvisado muestra de apoyo
90
al
esfuerzo bélico de los rusos en un puerto inglés.
LA FORTALEZA INSULAR
Mayo de 1941
:
El
Bismarck responde
al
fuego de
la
armada
rante inglés sir John Tovey, en su informe líticas" este
británica.
—
.
Es una pena que "por razones po-
hecho no pueda hacerse público.»
Se dice que la tristeza de Hitler al conocer la noticia del hundimiento era indescriptible. Tenía además otro motivo de preocupación. El día antes del hundimiento del Bismarck,
el
primer convoy totalmente escoltado partía de Terrano-
que los momentos de júbilo para los comandantes de submarinos alemanes estaban tocando a su fm. Los nazis no fueron capaces de doblegar a Gran Bretaña ni por aire ni por mar. De haber tenido éxito una invasión de la isla, es más que probable que el régimen instaurado hubiera sido similar al del resto de la Europa ocupada. Los va; parecía
intelectuales liberales habrían sido arrestados (ya se había redactado
una
lista
con
2.820 nombres), los judíos hubieran sido «transportados» y esclavizados, y habrían proliferado los movimientos de colaboracionismo y resistencia.
Los británicos fueron afortunados ocupación, en
menudo una
la
que
el
al
no tener que
sufrir la larga
vecino desconfiaba del vecino y
la
noche de
la
supervivencia era a
cuestión de suerte.
91
LA VIDA EN EL REICH Tiranía y persecución en
la
Europa
ocupada
Poco después de les
de Hitler.
el
que
el
mariscal Pétain firmara el armisticio con los genera-
general Charles de Gaulle, de 49 años de edad, voló a Lon-
dres desde Burdeos, sobrevolando un buque de transporte británico a punto de
hundirse en
el
golfo de Vizcaya.
A
las
6
p.
m. del 18 de julio de 1940,
el
futuro
famoso discurso radiofónico al pueblo de Francia, una llamada a las armas, tibiamente recibida por el nuevo gobierno de Vichy. «Ocurra lo que ocurra, la llama de la resistencia francesa no debe ni puede morir», dijo. En aquel momento, en París. Hitler visitaba, triunfal, la tumba de Napoleón. «Estoy agradecido al destino,» exclamó solemne-
jefe del Ejército Libre Francés pronunció su
mente.
Aunque
los actos
de genocidio ya habían tenido lugar en
pada, los conquistadores de
Extraña pareja:
92
El
mariscal Pétain con
la
la
Polonia ocu-
Europa occidental no sabían aún qué podían
Hermann Goering.
es-
LA VIDA EN EL REICH
Un guardia de
la
Gestapo
vigila
a unos «sospechosos» polacos.
93
LAS INVASIONES DEL EJE
perar de sus nuevos señores.
vieron que esperar
mucho
No
tu-
para com-
probarlo. El comisario nazi de los Pa-
Arthur Seyss-Inquart, prometió mantener las leyes holaníses Bajos,
desas en tanto fuera posible, pero ad-
amenazadoramente: «Por supuesto, no consideramos a los judíos vertía
como
holandeses.»
Bajo
la
ocupación nazi, no se per-
mitía a los ciudadanos franceses esla BBC, leer literatura «no aria» o «suvbersiva», enviar telegramas o
cuchar
viajar libremente;
además, tenían que
acatar el toque de queda a las 7 p. m.
En Holanda, «real» en los De Gaulle en un buque de guerra
británico.
se eliminó la palabra
nombres de
las oraciones, y se
calles y
ordenó a
en
los sacer-
dotes que dejaran el Salmo 130 fuera de sus sermones. Más al Norte, los noruegos, además de ver su país ocupado, se vieron obligados a pagar los gastos de la invasión nazi.
Hubo
actos de resistencia pasiva.
Los profesores noruegos de
historia se-
cundaron unánimemente una propuesta de huelga y los estudiantes daneses lucían los colores de la RAF; el rey de Dinamarca incluso envió telegramas de condolencia a los policías que habían resultado heridos en una revuelta en la que
Los ciudadanos de Praga se fueron
94
acostumbrando
al
régimen nazi.
estaban implicados 300 nazis locales.
Pero estas muestras de
ultraje,
aunque
muy poco efectivas y
valientes, eran
a
veces contraproducentes. Cuando los miembros de la Corte Suprema de Noruega dimitieron en protesta por
ad-
la
ministración de justicia nazi, simple-
mente
se colocó
funcionarios
en sus puestos a otros
más manejables.
Al mismo tiempo, los colaboradores empezaron a destacarse. Uno de los más infames fue el noruego Vidkun Quisling.
Cuando
los nazis estaban in-
en 1940, Quisling se introdujo furtivamente en un estudio vadiendo
el país
de radio y anunció que control.
Aunque
él seis días
él
asumía
el
Hitler se deshizo de
despuués, volvió a ser una
marioneta del poder nazi en 1942.
Los gobiernos de
los países con-
quistados se encontraban en una
si-
tuación intolerable: todas y cada una de las decisiones oficiales tenían que contar con el consentimiento nazi. Pro-
bablemente, ni tain era
el
propio mariscal Pé-
plenamente consciente de
implicaciones que tendría
de
la
colaboración»,
el
como
las
«camino
mismo
él
denominó. El gobierno de Vichy fue obligado a costear la ocupación alelo
mana del
norte de Francia, mientras su
delegado, PieiTe Laval, cortejaba abier-
tamente a los fascistas, tratando de de-
un lado al viejo guerrero. También los hombres y mujeres co-
jar a
munes entendieron pronto la
ocupación.
A
el
La «guerra cultural»: Soldados alemanes hacen turismo en Praga.
precio de
finales de 1940, lle-
garon a Varsovia los primeros telegramas que anunciaban
muerte de algún familiar en los campos de concentración. Los partisanos y los «étnicamente indeseables» eran despachados con un tiro. Todos los habitantes no-germánicos tenían que abandonar sus hogares para hacer sitio a los «arios» recién llegados. Cuando el 20 de abril de 1941 (día en que Hitler cumplía 52 años), un soldado alemán fue asesinado de un disparo en
cutados
como
el
Metro de
París,
la
22 rehenes
civiles fueron eje-
represalia y su castigo publicado en carteles por toda la ciudad.
En Londres,
formaron un buen número de organizaciones destinadas a derribar el régimen nazi. El SOE (Ejecutivo para Operaciones Especiales) era la más importante de ellas. Su misión, como explicaba Churchill a su ministro Hugh Dalton, era «hacer que Europa se encendiera de cólera». El SOE comenzó a enviar agentes adiestrados a Europa con la misión de contactar con los grupos de se
resistencia.
95
.
LAS INVASIONES DEL EJE
Arriba: Los partisanos
pagaron
el terrible
precio de su resistencia. Página opuesta: Vida nocturna en París durante la ocupación.
La difusión radiofónica también nisterio de
Asuntos Exteriores cooperaron en
la
La
BBC
y el Micreación de un Servicio Euro-
era un asunto prioritario.
peo, un medio de comunicación para los exiliados de los países ocupados, y una inspiradora fuente de noticias. Su director. Noel
Newsome
era el encargado de
coordinar las transmisiones en tres cadenas, que emitían en más de veinte idio-
mas.
Newsome estaba convencido de que
las noticias
en tiempo de guerra eran más efectivas que
la
propa-
ganda, cuando tenían una «esencia moralizante». «¿Arriesgarías tu vida por escuchar algo así?», garabateaba en los guiones oficiales, reclamando el derecho a conocer la verdad de los europeos que escuchaban en secreto los programas ilegales. «No basta con que nos mostremos astutos al denunciar las men-
de los nazis y hacerles parecer estúpidos por llevarlas a cabo tan toipemente escribía Newsome-
tiras
Debemos
—
mucho más
—
y demostrar que esos fraudes son las manifestaciones inevitables de un sistema intrínsecamente fraudulento, de un sistema que ir
lejos
es esencialmente falso, una patraña que, por su pro-
pia naturaleza, no puede durar.»
Noel
96
Newsome
en
la
BBC
Por el contrario, los propagandistas nazis estaban maniatados por el temor a separarse de la línea ofi-
hXir»^^
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LAS INVASIONES DEL EJE
ii
La Gazette
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8th
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L
Arriba: Los oficiales locales
de
la
Guernsey ocupada también tenían que respetar
las
Q.
CAREY, BailiH.
fc^
normas. Abajo: Tropas alemanas en Notre Dame,
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4 A
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VÍCTOR
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París.
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I.J
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98
ii,-^
LA VIDA EN EL REICH
Un
control
alemán en una zona
rural francesa.
y por la intervención absoluta de los poderes políticos. El propio Hitler ordenó en una ocasión que no debía volver a usarse el nombre «Winston
cial del partido
no era acompañado del epíteto «bebedor de whisky». Newsome también inició la campaña «V de Victoria», usada primero por el servicio belga de la BBC a principios de 1941 En pocas semanas comprobó que la campaña había sido un rotundo éxito: por toda la Europa ocupada, el símbolo de la «V» aparecía pintado en las paredes, mientras los taxis tocaban la melodía de la campaña a golpe de claxon. Su impacto fue tal que Goebbels trató en vano de apropiarlo para su causa, reclamando que la «V» era la primera letra del antiguo término alemán Viktoria. Mandó además que se colgara de la Torre Eiffel un gigantesco símbolo en forma de V. El Servicio Europeo respondió con la misma moneda: la verdad, dijeron, es que la «V» alemana representa la palabra Vergeltimg (perseChurchill»
si
.
cución).
99
LAS DESVENTURAS DE MUSSOLINI Las derrotas italianas en Grecia
y África
motivo principal de Mussolini para declarar guerra a Francia y Gran BreEltaña en negociaciones de paz. «Es era su temor a perder un lucha la
sitio
las
la
de los pueblos jóvenes productivos contra los pueblos estériles en
el
umbral de
su declive», declaraba el 10 de junio de 1940. Intoxicados de su verborrea huera, los
jóvenes camisas negras italianos se lanzaron a
las calles gritando: «¡Niza,
Córcega, Túnez, Suez!»
Celoso de lini
las victorias
de su aliado fascista en
el
norte de Europa,
Musso-
se inventó una guerra contra Grecia. El 28 de octubre, las tropas italianas
con sus uniformes de verano atravesaban la frontera hacia un invernal campo de batalla e inmediatamente toparon con un ejército griego que empujó a sus
Mussolini acepta
100
la
rendición de una tribu beduino en Libio.
I
LAS DESVENTURAS DE MUSSOLINI
El
comandante de un blindado
italiano reconoce el desierto libio.
inexpertos soldados hasta Albania.
Aun
así, la
entrada de Mussolini en
la
gue-
suponía una amenaza para
las posesiones británicas en Egipto y Sudán, presencia de grandes ejércitos italianos en Libia y el África oriental. Allí, 50.000 soldados británicos y del Imperio se enfrentaban a medio millón
rra
dada
la
de italianos.
Con el fin de proteger Egipto y los campos petrolíferos de Oriente Medio, Churchill envió a esa región la tercera parte de los tanques británicos en el momento en que
la batalla
de Inglaterra estaba en su apogeo. Al llegar a su desti-
no, las fuerzas británicas a las órdenes del general sir Archibald Wavell y el al-
mirante
sir
italianos. El
atacaron a
Andrew Cunningham lanzaron ataques preventivos
contra los
de noviembre, aviones del portaaviones británico
Illustrioiis
1 1
la flota italiana
anclada en
tad de sus buques. El 7 de diciembre,
el
puerto de Taranto, destruyendo
la
mi-
una pequeña fuerza británica dirigida por
101
LAS INVASIONES DEL EJE
r
Artilleros italianos
encargados de una ametralladora en
Valentines italianos fuera de
102
combate
tras
el
desierto
un encuentro con
los
libio.
blindados enemigos en
el
desierto.
LAS
DESVENTURAS
DE MUSSOLINI
O'Connor abrió una brecha en las tomó Tobruk y El Aghelia, destruyendo diez divisiones enemigas y tomando el
general Dick
líneas italianas y
130.000 prisioneros;
el
precio de toda la operación
fue de tan sólo 438 bajas.
Esta extraordinaria operación fue coronada por uno de los avances de carros blindados más rápidos nunca conocidos: la IV Brigada Blindada recorrió 170 millas en 33 horas para cortar la retirada a los
tanques italianos.
Pero esta ventaja se desperdició. En una de sus peores decisiones de
O'Connor detener le
esperaban los
mayor parte de
el
la guerra,
Churchill ordenó a
avance y tomar Trípoli, donde Había decidido trasladar la
italianos.
la
guarnición de Tobruk a Grecia para
proteger los Balcanes de un posible ataque nazi.
Al darse cuenta de que petrolíferos de Oriente
el control
Medio
de los campos
afectaría al desenla-
ce de la guerra, Hitler intervino para ayudar a
wmmmmmmmmmmmmmmmmmmmm
Mus-
El 12 de febrero de 1941, el general alemán
solini.
Erwin Rommel fue enviado a Trípoli al mando de la que después se llamaría «Afrika Korps». Rommel se había destacado el año anterior en Francia, atrayendo la atención del Führer. En África volvió a triunfar, sorprendiendo a las diezmadas tropas británicas, a las que hizo retroceder hasta Tobruk. El 30 de marzo, tomó el puerto e hizo prisionero al general O'Connor. una división de tanques, germen de
Mientras tanto, Hitler había decidido ocupar Grecia para amenazar los
campos de petróleo
del
mar Negro y
Oriente Medio. Necesitaba para ello la
ayuda de Bulgaria
y, al
menos,
la
neutralidad de Yugoslavia, pero su pacto con este país se quebró a los dos días
cuando
el
príncipe regente fue
depuesto y su trono ocupado por el joven príncipe Peter. En el plazo de
una semana, al ejército
la
Wehrmacht destrozó
yugoslavo y
el país fue des-
menuzado con ayuda de
los invaso-
res italianos y los húngaros. Belgra-
do quedó arrasada por de
los
bombardeos
la Lufiwaffe.
En
Grecia, la intervención británi-
ca fue una planificada
triste
repetición de la mal
campaña de Noruega y
pírrica victoria de
Dunkerque. De
la
los
62.000 soldados británicos, griegos y de la Commonwealth allí desplegados,
" Enero de 1941: O'Connor y Wavell.
103
Febrero de 1941: Ametralladores británicos disparando sus Vickers en Libia.
^v*«''
:?t
Wiv*.*
'ff^iK'
-
Tanques italianos MI 3/40 en uno de sus desastrosos contraataques.
104
'
LAS DESVENTURAS DE MUSSOLINI
Columnas de prisioneros
italianos
de camino a una larga estancia
tras las
alambradas de púas.
Soldados neozelandeses con una bandera italiana capturada.
105
LAS INVASIONES DEL EJE
Aviones alemanes de transporte Ju-52 llegando o los aeródromos italianos.
^J^^
Tropas italianas reptando bajo las alambradas de púas enemigas.
106
.-»
LAS DESVENTURAS DE MUSSOLINI
50.000 tuvieron que ser evacuados cuando avanzaron los alemanes. Entre el
gobierno y
el rey del país.
Gran parte
del Oriente
Medio
de Vichy permitió a los alemanes
Las tropas
se encontraba ahora en peligro.
iraquíes atacaron las bases aéreas británicas próximas a utilizar las
to de esplendor aliado fue la batalla la Flota
ellos,
suyas en
Bagdad y
Siria. El
de Matapan, librada
el
el
único
gobierno
momen-
27 de marzo. Allí
Británica del Mediterráneo, que había conseguido acceder a
los códigos navales italianos,
emboscó y prácticamente aniquiló a
la
armada
italiana.
Noviembre de 1941: Desconsolados prisioneros alemanes e
italianos
a las afueras de Tobruk.
107
LAS INVASIONES DEL EJE
n LAS DESVENTURAS DE MUSSOLINI
PÁGINA OPUESTA: Tropos británicas inspeccionando los restos de un convoy del Abajo: Soldados italianos bajo
el
fuego céreo de
Eje.
la RAF.
Las tropas británicas evacuadas de Grecia se concentraron en Creta, «defendidas» por las bases aéreas egipcias, a más de 300 millas de distancia. Confian-
do en que sus fuerzas estaban ahora relativamente seguras gracias al control marino de la Royal Navy, los jefes aliados no previeron la amenaza aérea. «No puedo entender tanto nerviosismo; no aire», dijo el
me preocupa
comandante en jefe
lo
más mínimo un ataque desde
aliado, el general neozelandés sir
el
Bernard Frey-
20 de mayo. En realidad, 3.000 de ellos habían atemzado en la isla, apoderándose de los puntos estratégicos y sirviendo de punta de lanza al desembarco posterior. «La victoria en Creta es esencial en este momento crucial de la guerra», advertía Churchill; pero ya era demasiado tarde. berg, antes de que los primeros paracaidistas alemanes aparecieran el
^íí^
y^.^^-
109
LAS INVASIONES DEL EJE
Abajo:
Marzo de 1941.
Arriba:
Mayo de
La flota italiana frente a
1941. Kurt Student, general de las tropas paracaidistas, en Creta.
PÁGINA opuesta: Carro blindado alemán
10
Matapan
Mk
IV al pie
de
la Acrópolis,
Atenas.
n LAS DESVENTURAS DE MUSSOLINI
1
1
1
LAS INVASIONES DEL EJE
Paracaídas alemanes llenan
el cielo
de Creta.
Tropas de montaña alemanas desembarcan en Creta.
1
1
2
LAS
El
DESVENTURAS
DE
MUSSOLINI
crucero británico York, varado en Creta.
Confusos y desmoralizados, los británicos se retiraron a las playas del sur de desde donde la Royal Navy los evacuó a Egipto. Pero tres de sus cruceros y seis destructores fueron hundidos por los bombarderos en picado alemanes durante la operación y 13.000 soldados quedaron abandonados. A pesar de haber saldado con éxito la operación, los alemanes sufrieron graves pérdidas durante el combate. Por esta razón, Hitler descartó la idea del general de las tropas aerotransportadas, Kurt Student, de volver a utilizar a los paracaidistas para capturar Chipre y el Canal de Suez. Puede que el Führer estuviera acertado en su decisión de aprovechar la confusión aliada en el Oriente Medio. De GauUe se había equivocado al pensar que las fuerzas de Vichy desplazadas allí responderían a su llamada y se volverían la isla,
contra las tropas del Eje;
do entre
sí
en suelo
sirio.
y franceses se encontraron peleanPor otro lado, efectivos de la Legión Extranjera y del
al final, británicos
Ejército Libre, asediados por los italianos en el desierto libio de Bir
Hakeim, rom-
pieron el cerco y se unieron a las líneas británicas. Entre ellos estaba el futuro primer ministro francés, Pierre
En
Messmer. África oriental no existía
tal
confusión: las
fuerzas británicas estaban expulsando imparables a los italianos, cuyo comandante, el ta,
se rindió el
duque de Aos19 de mayo. Dos semanas antes, el
emperador de Abisinia, Haile Selassie, fue devuelto a su capital Addis Abeba, acompañado de Orde Wingate, el líder de la guerrilla británica. Pero en Libia, el contraataque de Wavell a Rommel, conocido como «Operación Hacha de Guerra», fue parado en seco por los cañones antiaéreos alemanes de 88 mm, que destrozaron el blindaje ligero de los tanques británicos. El 21 de junio de 1941, Churchill ordenó al general sir Claude Auchinleck que se cediera el puesto de comandante en jefe aliado en el Oriente Medio al general
Wavell. El
general Auchinleck habla o
la
prensa.
BARBARROJA Los ejércitos la
de
Hitler
invaden
Rusia stalinista
invasión nazi de Rusia soviética fue quizá acontecimiento más Lacendente Segunda Guerra Mundial. A pesar del cinismo del pacto Mode el
la
tras-
la
lotov-Ribbentrop, Hitler siempre había desconfiado de Stalin y los comunistas
siempre habían considerado a los nazis gicos. Hitler necesitaba
como
nuevos espacios en
el
sus verdaderos enemigos ideoló-
Este para llevar a cabo su ansiada
Lebensraiim. Existían además razones estratégicas que justificaban
En junio de
1940, las tropas de Stalin habían entrado en
rar la antigua provincia rusa
la
invasión.
Rumania para recupe-
de Besarabia: estaban peligrosamente cerca de los
campos petrolíferos rumanos, de los cuales dependía el frente occidental de Hitler. El apoyo rumano al proyecto de Hitler de invadir la Rusia soviética iba unido
al
acuerdo nazi de que
la
provincia les sería devuelta.
Sin embargo, Hitler tenía en primer lugar que vencer
de sus generales:
la catastrófica
14
inquietud de
muchos
aventura de Napoleón en suelo ruso era, después
Los sufrimientos causados por la «Operación Borbarroja».
1
la
BARBARROJA
Agosto de 1941: Columnas alemanas cerca de Minsk.
de todo, una lección ejemplar en los manuales bélicos de cualquier país. Pero Hitler
logró convencerles de que una invasión no era
ticipatorio y
char hacia
el
más que un movimiento
an-
que tarde o temprano Stalin ordenaría a sus «hordas bárbaras» marOeste. Si las fuerzas alemanas lograban doblegar
lo bastante rápido, insistía,
y
las principales
al
Ejército
Rojo
ciudades eran tomadas, los rusos se
mostrarían incapaces de reagruparse y tendrían que pactar un acuerdo. Los generales también estaban persuadidos de la superioridad de su ejército: ellos mis-
mos habían presenciado el daño que
los
mal pertrechados finlandeses habían cau-
sado a los rusos.
1
M^r^ri
15
LAS INVASIONES DEL EJE
Por su parte, Stalin se encontraba totalmente desprevenido. Muchos de sus
mejores generales habían sido asesinados en
Además, ignoró Sorge,
le
la
las
purgas de antes de
la guerra.
detallada información que el espía soviético en Tokio, Richard
había facilitado sobre los planes de ataque alemanes. El líder soviético
supuso que Hitler no atacaría hasta haber invadido Gran Bretaña: por su parte,
le
informaron de
la
los británicos,
fecha en que, acertadamente, habían predicho
comenzar el ataque a Rusia. La «Operación Barbarroja» empezó
iba a
el
22 de junio de 1941. un día antes del
aniversario de la invasión napoleónica de 1812.
Más
de 3.000.000 de hombres,
artillería y 3.300 tanques fueron desplegados en un frente de 930 hubo declaración de guerra. millas. No El general Wilhelm Ritter von Leeb condujo al Cuerpo de Ejército del Norte hasta el interior de Lituania: Fedor von Bock atravesó Polonia con el del Centro y se dirigió a Moscú, y el general Gerd von Rundstadt tomó el Cuerpo de Ejército del Sur y lo condujo a través de Ucrania. El Ejército Rojo iba a quedar 7.
100 piezas de
Tropas de asalto son ayudados en su desplazamiento por un cañón autopropulsado Stub
]
16
13
BARBARROJA
«Localizar y destruir» en
uno aldea rusa.
Un Ju 87 Stuka
se prepara pora
bombordeor en picado uno ciudad
atrapado en el corazón de Rusia por un gigantesco movimiento de pinza.
«He
destino y el futuro del Reich y de nuestro pueblo en
ma-
decidido depositar
el
nos de nuestros soldados
mente en
—anunció
Hitler
—
.
Que Dios nos ayude,
rra
especial-
la pelea.»
La Luftwajfe bombardeó cinco ciudades y alcanzó 66 aeródromos
Como
rusa.
Stalin había descartado precauciones contra ataques aéreos
con Alemania,
los aviones soviéticos fueron
soviéticos.
en caso de gue-
bombardeados en
tierra
en per-
fecta formación; la fuerza aérea rusa occidental fue totalmente destruida sin ha-
ber siquiera despegado. Stalin estaba aturdido incluso en pedir la mediación japonesa. tas
—
la
en su desesperación, pensó
De Moscú no
hasta la de contraatacar tardó cuatro horas
un lugar en que
y,
—y
llegaban órdenes concrela
Rusia estalinista no era
gente estuviera acostumbrada a tomar
la iniciativa.
Se tarda-
ron varios días en empezar a movilizar a los 15 millones de hombres que com-
ponían
las fuerzas
armadas
El primer pueblo
al
rusas.
que llegaron los alemanes, Slochy, fue incendiado, y sus uno de los comandantes de los
habitantes asesinados, a pesar de las protestas de
blindados. El 26 de junio, Finlandia decidió reiniciar su
yando
al
bando alemán;
al
guena con Rusia apo-
día siguiente, se unió Hungría.
Desesperado, Stalin no se dejó ver durante once días. Apareció para
dirigir-
se a su pueblo por primera vez el día 3 de julio, dejando atónitos a los oyentes
1
17
LA^S
INVASIONES DEL
La experiencia de
determinaron
1
1
8
el
combate de
los
éxito aplastante
EJE
alemanes y su superioridad táctica la «Operación Barbarroja».
de
p BARBARROJA
1
19
-^J*-
->
-.'^
1^
.'T
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V V, *
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ir
:
"í*--.*!.;
A.
BARBARROJA
con su acento de Georgia; se refirió a ellos como sus «amigos», apelando al patriotismo esencial, más que a sus principios comunistas. Se autoproclamó comandante en jefe, movimiento que garantizaba al Ejército Rojo que no estaba decidido a abandonarlos. Mientras tanto, Hitler trasladó su centro de Rastenburg,
en
la
la
mando
a
«Guarida del Lobo», una ciénaga infestada de mosquitos situada
Prusia Oriental, desde la cual iba a dirigir
la
guerra durante los tres años
si-
guientes.
El gran movimiento envolvente de
Bock alrededor de Minsk acabó con
las
divisiones del Ejército Rojo
allí destacadas e hizo que se capturasen unos 300.000 prisioneros. «Parecía concentrarse en aquel lugar toda la miseria del mundo», comentaba uno de los testigos que vio a los soldados arrastrándose hacia su cautiverio. Los prisioneros de guerra del Ejército Rojo tenían sólidas razones para temer por su suerte frente a los nazis: al final de la guerra, casi 2.000.000 de ellos habían muerto asesinados o a consecuencia de las enferme-
dades y
el
hambre.
Noviembre de 1941: Un partisano ruso capturado.
121
LAS INVASIONES DEL EJE
I
ií
Destrucción de una columna blindada del Ejército Rojo.
Los prisioneros rusos afrontaban su sombrío futuro entre la inanición y los trabajos forzados.
122
-•*:»c^
Víctimas de
la
guerra en
la
ciudad soviética de Minsk
Pero, junto a estos asombrosos éxitos militares, los generales alemanes co-
metieron también grandes errores. El fulminante avance había extendido más de lo debido sus líneas de aprovisionamiento, en tanto que a
las afueras
de Le-
las divisiones alemanas habían hecho un alto y esperaban a que lledecisión sobre dónde debían concentrar su ataque: esta indecisión dio
ningrado gara
la
tiempo a los habitantes de Leningrado a convertir la ciudad en una fortaleza. También hubo desacuerdos en el alto mando alemán. El general de las divisiones blindadas, Heinz Guderian, quería forzar la marcha y tomar Moscú; Hitler prefería apoderarse de las zonas industriales del Sur. «Mis generales desconocen los aspectos económicos de la guerra», se burlaba Hitler. El 23 de agosto, ya febril a causa del aire palúdico de la «Guarida del Lobo», el Führer ordenaba la
inmediata ejecución de su plan. Sus fuerzas centrales habían de ser divididas
entre el Norte y el Sur, y el ataque a Stalin hizo
Moscú, pospuesto.
un nombramiento inspirado
fensa de Leningrado.
Zhukov ganó
la
al
encargar a Georgi Zhukov
primera fase de desgaste de
la
la batalla
de-
y
la
ciudad se preparó para un asedio que duraría hasta 1944 y que mató de hambre a una tercera parte de sus habitantes, pero que mantuvo paralizada a una buena paite del ejército alemán.
123
'
LAS INVASIONES DEL EJE
Un tanque ruso
La guerra tras las líneas era feroz.
En
el sur
de Rusia,
el
BT-7
obondonado.
avance alemán había sido mucho más decidido. Runds-
que hacer frente a un ejército ruso de más de 1.000.000 de hombres, pero cuya capacidad de defensa se vio mermada por la orden de Stalin de no retroceder un solo palmo. Otro hábil movimiento de pinza realizado entre Guderian y el general Paul von Kleist se cerró en torno a la ciudad de Kiev, y para tedt tuvo
alemanes se retiraron hacia Crimea y Ucrania, se habían hecho al menos 1 .000.000 más de prisioneros. Pero en otros aspectos, los rusos estaban empezando a recobrarse. Su famosa política de «tierra quemada» iba dejando el terreno convertido en un erial a medida que se retiraban: «Ni una sola locomotora, ni un camión, ni una hogaza de pan, ni un litro de combustible podía dejarse atrás», dijo Stalin. Unidades completas de las tropas soviéticas fueron ejecutadas, acusadas de cobardía; se crearon organizaciones especiales para imponer la disciplina. Hasta las quemaduras por congelación empezaron a estar severamente castigadas. Detrás de las líneas, los partisanos rusos atacaban con éxito las rutas de sumi^^l^Ew^Tn^^^H
cuando
^^K,
j^
los
nistro alemanas. ^^^^^^^^^^^r
Una
^
tira
Tobruk tras
la
de un cañón, atascado en
caído de
lo
ciudad.
la
arena.
.^
LA
campo Rommel
TORMENTA
DEL DESIERTO
Octavo Ejército británico desde Tobruk hasta Mersa Matruh y de allí hasta El Alamein, cerca de la frontera egipcia. Varios asesores de Rommel le recomendaron tener prudencia, pero el aleEl mariscal de
persiguió
al
mán no era un hombre prudente: era común verle en el campo de batalla ocupando la primera línea y ordenando avanzar a sus soldados. «Ningún almirante naval ha ganado nunca una batalla desde la orilla», decía. Las poblaciones de El Cairo y Alejandría trataron de prepararse ante la llegada del África Korps. Mussolini voló hasta Libia, con su blanco corcel siguiéndole en otro avión,
listo
para hacer una entrada triunfal en El Cairo.
La
flota británi-
ca abandonó Alejandría y entró en el mar Rojo. «Solamente 100 millas más hasta Alejandría», escribió Rommel a su esposa el 30 de junio. Pero después de haber avanzado 300 en una semana, sus tropas estaban extenuadas.
El Alamein se encontraba apenas a 60 millas de Alejandría, pero su te-
rreno era ideal para presentar una buena defensa: limitado
Norte por el mar y al Sur por la infranqueable depresión de Qattara. La primera batalla se desató allí el 30 de junio de 1942. Durante el mes de julio, los Aliados y las al
Tropas ausfralianas escribiendo o coso desde «el cielo».
163
LOS TRES GRANDES
fuerzas del Eje avanzaban y retroce-
dían sucesivamente, aunque el Eje sufrió
siempre grandes pérdidas numé-
ricas.
El contraataque de Auchinleck el 21
de julio detuvo
el
avance de Rommel,
aunque no logró mucho más que eso. Churchill voló a Egipto el día 4 de agosto, sopesando los pros y los contras de cambiar al comandante británico. Al final, relevó del puesto a Auchinleck y
nombró
al
general
sir
Harold Alexan-
La primera opción de Churchill para mandar el Ocder comandante en jefe.
Alexander:
El
nuevo comandante de
la
región; verano
de
1
tavo Ejército era
942.
el
general Gott, pero
murió en un accidente aéreo guiente, y fue así
Bernard Montgomery
salió
cómo
de Inglaterra para hacerse cargo de
el
día
si-
general
sir
al
las tropas britá-
nicas.
mes de agosto los dos bandos lo emplearon en levantar fortificaciones y colocar minas. Montgomery ignoró las repetidas peticiones de ChurEl resto del
chill
en que
le
Montgomery, con sombrero australiano,
instaba a atacar;
se
aproxima a
El
el
general sabía que sus rutas de aprovisiona-
Alamein.
1Ó4
i
LA
Una
patrulla británica
de
las
TORMENTA DEL DESIERTO
SAS vuelve después de
tres
meses
tras las líneas
enemigas.
165
LOS TRES GRANDES
Un tanque
británico
Gronf destrozado a
las
afueras de
El
Alamein;
julio
de 1942.
——"
Junio de 1942: Destruyendo un depósito de armas cerca de
166
lo
frontera libia.
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« —rr/'~^—
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LA
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TORMENTA
DEL DESIERTO
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Tanques británicos Grant, fabricados en EE.UU., avanzando en
miento eran más seguras que
las del
El
Alamein.
enemigo, y poco a poco fue consolidando
su superioridad. «Si el ataque empieza en septiembre, fracasará», contestó Mont-
gomery a las impacientes demandas de Churchill. «Si esperamos hasta octubre, puedo garantizar un rotundo éxito.» El 23 de octubre, los aliados había reunido 1.000 tanques, 2.000 piezas de artillería, 700 aviones y 150.000 hombres. Aquella noche, a las 9.40 p. m., más de .000 cañones abrieron fuego a lo largo de un frente de 40 millas. Amparados por la artillería, los soldados de infantería abrieron un paso para los tanques a través de los campos de minas; el asalto masivo comenzó a la mañana siguiente. La Novena Brigada Blindada de los británicos sufrió grandes pérdidas, pero Montgomery insistió en continuar con 1
167
LOS TRES GRANDES i
el plan.
Su optimismo estaba justificado. El
2 de noviembre, tuvo lugar otro en-
frentamiento de blindados en Tel El Aqqaquir. del cual los tanques alemanes salieron maltrechos. El general sustituía a te, el
Stumme. comandante en funciones
general murió de un ataque
sidencia de Austria y
le
al
corazón. Hitler telefoneó a
obligó volver a Libia, pero
la batalla
Korps comba-
del África
Rommel, ausente con un permiso por enfermedad; durante
el
Rommel en
su re-
estaba irremisible-
mente perdida del lado alemán. El «Zorro del Desierto» ordenó
la retirada total
del Afíica Korps.
Commonwealth habían perdido la Alamein. pero Montgomery había invertido la situación
Unos 13.500 soldados vida en
en
168
el
el
avance a El
británicos y de la
norte de África. El 15 de noviembre, las
campanas de todas
las iglesias
de
TORMENTA DEL DESIERTO
LA
Gran Bretaña tañeron por primera vez desde
el
comienzo de
la
guerra (se habían
reservado para dar la señal de alarma en caso de invasión).
Una semana
antes de la victoria, las tropas aliadas habían desembarcado en
francés del norte de África en una operación conjunta de invasión masiva conocida como «Operación Torch». Los británicos, americanos y franceses libres llevaban tiempo discutiendo el proyecto; la espectacular fuga del general francés Henri Giraud de un campo de prisioneros en Alemania complicó las delicadas negociaciones entre los comandantes locales de Vichy y el general americano Mark Clark, que había tratado de persuadirles para que no ofrecieran resistencia. Al final, el asunto Giraud tuvo escasa o nula repercusión en las fuerel territorio
zas de Vichy y el desembarco no encontró oposición alguna.
La prensa colaboracionista de
París pidió al gobierno de Vichy que declara-
mostró ambiguo y dijo a su delegado más adecuada. momento para romper su acuerdo con
se la guerra a los Aliados, pero Pétain se
en
el norte
de África que tomara
la
decisión
Hitler estaba furioso y aprovechó el Pétain: las tropas
alemanas entraron en
el sur
de Francia.
En
respuesta, Vichy de-
cidió barrenar su flota anclada en Toulon y Darían pactó la cooperación con los
Aliados. Se
le
nombró
alto
comisario para
do poco después por un monárquico
A principios de
Rommel,
el
norte de África, pero fue asesina-
francés.
numérica y falta de provisiones, reanudó sus audaces ataques en el oeste de Libia y Túnez, decidido a mellar la moral de los Aliados. El nuevo mando anglo-americano quedó con1943,
a pesar de su inferioridad
PÁGINA OPUESTA Y ARRIBA: Tropas americanas llegando a las playas de Túnez.
169
LOS TRES GRANDES
Eisenhower en su cuartel general.
Prisioneros italianos en Túnez; primavera de
170
1
943.
Arriba: Tropas
de
la
Francia libre entran en Túnez. Abajo: Final del camino.
Un
prisionero de guerra italiano custodiado
por soldados americanos.
fundido. «Creo que la mejor manera de describir nuestras operaciones hasta
fecha sería diciendo que han violado todos los principios conocidos de rra,
la
la
gue-
están en conflicto con los métodos logísticos y operativos de los manuales,
y se utilizarán como ejemplo negativo en las clases de Leavenworth y War College durante los próximos 25 años», escribía el comandante aliado, general Dwight D. Eisenhower. Estos reveses temporales descarta-
ron cualquier desembarco inmediato en el
norte de Europa.
sostienen que
tal
Los historiadores
contratiempo fue una
suerte y no una desgracia: alentaron al comandante en jefe alemán Albrecht von
Kesselring a mandar refuerzos a Túnez, los cuales
no estuvieron disponibles para
oponerse a los Aliados cuando
al
año
si-
guiente éstos invadieron Sicilia.
Afortunadamente, los ejércitos del Eje casi habían agotado sus reservas de
combustible y los Aliados poseían suarmamento y potencia de
perioridad en
fuego.
La contraofensiva alemana de
marzo
resultó ser
Rommel te.
un fracaso y obligó a
a dejar África definitivamen-
El 8 de mayo, los Aliados entraron
en Túnez, tomando 130.000 prisioneros del Eje.
«Somos
los
dueños de
la
costa del norte de África», informó el
general Alexander a Churchill.
171
M
LOS BOMBARDEOS A LAS CIUDADES La guerra aérea en Europa
bombarderos británicos sobre Alemania era todaigual que los bombardeos de precisión fueran imposibles durante la noche o que los bombardeos diurnos no pudieran realizarse sin el apoyo de los cazas; no importaba que en los primeros ataques murieran más pilotos británicos que enemigos alemanes: los bombardeos eran la única forma que Gran Bretaña tenía de devolver el golpe a los alemanes. Además, a peofensiva de En 1941, relativamente la
vía
los
débil.
Daba
sar de la lección aprendida durante los ataques aéreos a las ciudades británicas, el
mando
che
tras
aéreo seguía pensando que así debilitarían
noche, los Wellington y los Halifax de
la
la
moral del enemigo. No-
RAF emprendían
la
peligrosa
el mar del Norte y lanzaban sus cargas explosivas sobre ciudades alemanas, en medio de una tormenta de fuego antiaéreo.
aventura de atravesar
Un bombardero Wellington de
1
72
la
RAF y su
tripulación.
las
LOS BOMBARDEOS A LAS CIUDADES
«Fortalezas volantes» B- 17 americanas sobre Alemania.
En noviembre de
1941, se ordenó un alto temporal en la ofensiva, pero el sue-
ño británico de someter a Alemania con los bombardeos siguió despierto. Ingentes recursos industriales de América y Gran Bretaña fueron dedicados a esta estrategia y se dejaron de lado otras necesidades
tisubmarina en
A
el
más
urgentes,
como
la
lucha an-
Atlántico.
principios de 1942, los bombarderos británicos iban ya equipados con un
sistema direccional de radio que
En una orden emitida
el día
les
permitía localizar objetivos
de San Valentín, se enfatizaba que
más la
específicos.
nueva
estrate-
1
73
LOS TRES GRANDES
bombardeos no iba encaminada a minar la capacidad industrial de A\qmaniaper se, sino a destruir la moral de los trabajadores industriales. Unos días más tarde, sir Arthur Harris, que había estudiado los métodos usados por la Lufnvajfe durante los ataques a Gran Bretaña, fue puesto a la cabeza gia de
mando de bombardeos. El y sus colegas americanos, ahora con base en aeródromos británicos, diseñaron nuevas estrategias, convencidos como estaban de poder ganar la guerra desde el aire. Lo primero que hizo Harris fue ordenar un ataque con bombas incendiarias sobre la ciudad de Lubeck. «Lubeck no era un reconocía Harris más tarde Pero me pareció mejor destmir objetivo vital una ciudad industrial de moderada importancia que embarcarnos en la penosa empresa de atacar una gran ciudad industrial.» En aquella operación, 15.000 cidel
—
viles perdieron sus hogares.
—
.
LOS BOMBARDEOS A LAS CIUDADES
Armeros y mecánicos trabajan en un Wellington.
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LOS TRES GRANDES
Bombarderos
fi-17
en un ataque diurno.
El de Lubeck fue seguido por otros cuatro ataques sobre Rostock durante
mes de
abril.
En mayo,
se
montó
la
primera operación con 1.000 bombarderos;
el el
objetivo era Colonia. Cuarenta de ellos fueron derribados y los servicios de
la ciu-
dad volvieron a funcionar con normalidad
lo
no
se
informó a
la
al
cabo de dos semanas, algo de
que
opinión pública británica. Harris sabía que los ataques carecí-
an de verdadera eficacia, pero sostenía que era una forma de hacer ensayos para posteriores bombardeos; el mito de la debilitada moral alemana le llevó a él y los políticos
1
76
que apoyaban sus planes a dedicar aún más esfuerzos y vidas
al
proyec-
LOS BOMBARDEOS A LAS CIUDADES
to.
A principios del verano de
1942, las defensas aé-
reas alemanas habían mejorado; esto significó que el
perdía un promedio de tres y medio por ciento de aviones en cada misión.
mando de bombardeos En
conferencia de Casablanca, Roosevelt y Churchill acordaron realizar bombardeos de veintila
cuatro horas sobre los objetivos del Eje: los Lancaster británicos volarían durante la
noche y
las for-
talezas volantes B-17 americanas lo harían de día.
año 1943, cayeron sobre Berlín 50.000 toneladas de bombas. Pero cuando los bombardeos estratégicos se encontraban en su momenSólo durante
to álgido,
el
también
lo estaba la
alemana, reanimada por
el
producción industrial
arquitecto Albert Speer,
en aquellos días ministro nazi encargado de
la pro-
ducción de gueiTa. Esto se traducía en que los ataques aliados no
causaban un gran impacto en
la
base industrial ale-
mana, a excepción de la serie de bombardeos de la RAF a la zona industrial del los llamados DambusRuhr que tuvieron lugar entre marzo y julio de 1943 ters en los que el escuadrón 617 utilizó las enormes bombas experimentales inventadas por el Dr. Barnes Wallis, logrando romper tres grandes embalses que inundaron los valles circundantes. Ocho de los 19 bombarderos que tomaron par-
—
te
en
—
,
la
misión fueron derribados.
Después de
julio, el principal objetivo aliado
el puerto de Hamcomo «Operación Go-
pasó a ser
burgo, que sufrió 33 ataques aéreos. El mayor, conocido
Ánguio
superior:
El
mariscal jefe del Aire,
sir
Arthur Horris. Arriba: Tripulaciones de
la
USAAF durante una
sesión de intrucciones.
177
Una formación de bombarderos B-17 y Mikhell B-25 desafían
el
fuego antiaéreo y
los
cazas enemigos paro soltar sus bombas.
l/o
ht^b^Mul
179
LOS TRES GRANDES
Bornes Wallis, inventor de
El Dr.
la
gigontescos «bouncing bombs».
primeras horas del 28 de julio, y aunque sólo duró combinación de las bombas incendiarias y la sequedad de la ma-
morra», tuvo lugar en
43 minutos,
los
las
quemó más de ocho millas cuadradas de la ciudad y mató a 42.000 personas, más que el total de bajas británcias durante todos los ataques a Gran Bretaña. Sin embargo, en pocas semanas, las fábricas de la
dera produjeron un incendio que
ciudad estaban produciendo nuevamente.
A partir de noviembre de dó a
1943, la atención se dirigió hacia Berlín, lo que agra-
Stalin y libró a Churchill de la presión soviética para crear
un segundo fren-
te
europeo. Las pérdidas en esta fase del conflicto eran de un cinco por ciento,
lo
que empezaba a socavar
la
moral del mando de bombardeos;
el
porcentaje de
bajas en la VIII Fuerza Aérea americana era todavía mayor.
Los superiores de Harris empezaban a poner en duda la eficacia de su estraponía en duda la moralidad de la operación, especialmente el obispo de Chichester, George Bell, cuyo particular punto de vista le hizo perder prela oportunidad de ser arzobispo de Canterbury. «¿Acaso somos animales? guntó después de ver una película de los bombardeos aéreos ¿No estamos yendo demasiado lejos?» A principios de 1944, Harris tuvo que pedir apoyo de cazas para sus ataques nocturnos. La VIII Fuerza Aérea ya estaba usando su nuevo caza de largo alcance, el Mustang, para escoltar a sus bombarderos, y empezaba a dirigir sus atategia; la Iglesia
—
ques diurnos contra
las plantas
—
.
de petróleo sintético y fábricas de cojinetes de
bolas, lo que retrasaba considerablemente el desarrollo y fabricación del
avión alemán a reacción y los submarinos de gran autonomía.
180
nuevo
LOS BOMBARDEOS A LAS CIUDADES
^í?
.^^'''
Arriba y abajo: Destrucción
de Colonia, objetivo de
los
bombarderos americanos y
británicos.
1
81
LOS TRES GRANDES
Alemanes
En
sin
hogar se preparan para abandonar Colonia.
previsión de un futuro segundo frente, tanto los británicos
como
los
ame-
ricanos concentraron sus ataques sobre los transportes alemanes en Francia. El peligro,
como
señaló Churchill, era que un bombardeo indiscriminado aquí pon-
dría en contra a la población francesa: las misiones tenían a pesar de los -planes meticulosos,
En
abril
que ser precisas. Pero,
muchos bombardeos no dieron en
brica de aviones cerca de
182
blanco.
de 1943. 228 civiles franceses murieron en una incursión americana so-
bre la fábrica Renault, a las afueras de París; otro ataque de la
colares.
el
Antwerp mató
a casi
1
USAAF a una fá-
.000 civiles, incluidos 236 es-
LOS BOMBARDEOS A LAS CIUDADES
Arriba: Las ruinas
de
Berlín. Abajo: La fábrica
Daimier-Benz después de un ataque.
LOS TRES GRANDES
Izquierda: Baterías antiaéreas
alemanas. Derecha: Apuntando
las misiones realizadas
sobre
el
fuselaje
de un Mitchell B-25.
Abajo: Bombardero B- 17 alcanzado por baterías antiaéreas.
sammmmimmmtmm!)!:--
1
84
.^
LOS BOMBARDEOS A LAS CIUDADES
La fábrica Renault de Billancourt tras
Los ataques
el
ataque aliado.
a las ciudades alemanas lograron que
sas aéreas alemanas fueran retiradas del frente ruso.
sión retrospectiva,
podemos asegurar que
la
buena parte de
Con
el
las
defen-
beneficio de
la vi-
saturación de los bombardeos de te-
rror sobre objetivos civiles tuvo sobre todo consecuencias estratégicas negativas.
Cuando
los civiles corrían hacia sus refugios bajo la
resolución no se desmoronaba
—
como
los edificios
de
tormenta de la
las
bombas, su
superficie. Al contrario:
—
matanza de inocentes acrecentó el odio del niños, mujeres, ancianos pueblo alemán por los aliados que aparecían en el cielo. Con cada nuevo ataque, la máquina de propaganda nazi cosechaba una nueva victoria. ver
la
185
PUNTO
EL
DÉBIL Los
desembarcos aliados
en
el
Mediterráneo
Desde que, durante la Gran Guerra, había entrado en contacto con la estrategia militar siendo Primer Lord del Almirantazgo, Churchill estaba conven-
cido de que Europa era vulnerable a un ataque desde
había llevado
al
desastre de la
el Sur.
Esta convicción
le
campaña de Gallipoli, en 1915, y más tarde, en En mayo de 1943, mientras estudiaba los
1941, a apuntalar las defensas griegas.
mapas en Washington con bre
la
los otros jefes
importancia de una operación en
el
de Estado aliados, volvió a Mediterráneo, es decir,
la
insistir so-
invasión de
de Sicilia y del norte de Europa a través de Austria. El poder militar de Italia ya había sido seriamente diezmado; poco quedaba
Italia a través
de
la
antigua fortaleza de Mussolini. Además,
el
control del norte de África abría
una vez más el Mediterráneo a los convoyes aliados. Cuando el embajador japonés visitó a Mussolini en 1942, todo lo que pudo decirle fue: «Usted, Duce,
*S
Arriba:
186
Un vehículo
anfibio americano típo
DUKW desembarca
en
Sicilia.
Pagina opuesta: Tropas británicas esperan para desembarcar.
EL
PUNTO DÉBIL
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?„WSiíK-/. ^Tííffil;,
LIBERACIÓN
Julio
de 1944:
Hitler
inspecciona
el
refugio subterráneo después del fallido atentado contra su vida.
lograron tomar Caen el primer día (hizo falta un mes y la ciudad medieval quedó arrasada por los ataques); los americanos erraban el desembarco en una de las playas, lo que retrasó seriamente la captura de Cherburgo. Por último, el avance desde las cabezas de playa se vio impedido entre el 19 y el 22 de junio por culpa de una de las peores tormentas que Europa había conocido en los últimos cuarenta años.
Pero, en general,
la
«Operación
Overlord» fue un éxito asombroso.
Una
vez consolidados los desembarcos, los
comandantes aliados sabían que
sería
prácticamente imposible para los ale-
manes cia.
desalojarles del norte de Fran-
Por otra parte,
muy
la
respuesta alema-
«¿Qué debemos hacer?», preguntaban a Von Runstedt. «¡Acabar con esta guerra! ¿Qué si na fue
confusa.
no?», contestó
él.
Hitler le destituyó
por denotista.
También Rommel fue apartado
mando
del
mientras se recuperaba de las
heridas sufridas cuando su coche oficial fue
alcanzado por un caza aliado.
El mariscal había estado involucrado
226
EI
juez Friesler
condeno o
los
conspiradores de
julio.
EL
Arriba: Churchill
observa
los
desembarcos del sur de Francia
(foto inferior)
desde
el
día D
destructor británico Kimberley.
227
LIBERACIÓN
Prisioneros
alemanes en
La liberación de Aix.
228
el
sur
de Francia.
EL
Agosto de 1944: Los parisienses se alzan contra
en el
el
las fuerzas
de ocupación.
heroico intento de asesinato de Hitler, peipetrado el 20 de julio, en
Führer tan sólo resultó ligeramente herido.
opciones:
día D
Rommel
el
que
tuvo que elegir entre dos
suicidio o el Tribunal Popular; prefirió el suicidio.
el
En Normandía,
que un buen número de divisiones alemanos, aunque se hicieron más de 50.000 prisioneros. El mariscal de campo Von Kluge fue llamado a Berlín, acusado de inten-
manas tar
los Aliados dejaron
se les escaparan de las
negociar
la
rendición de sus fuerzas; antes de enfrentarse a
la ira del
Führer,
decidió suicidarse. Sobre su cuetpo se encontró una nota que decía: «El pueblo
alemán ha sufrido
tales
calamidades, que ya va siendo hora de poner fin a todos
estos horrores.»
Algunas regiones del norte de Francia ya habían sido liberadas: había llegamomento del desembarco aliado en el sur. La «Operación Yunque» tuvo lugar el día 5 de agosto, cuando 50.000 soldados aliados tomaron tiena en Cote D'Azur. Ese mismo día, los planes de Eisenhower de evitar París se vieron frustrados por un inesperado alzamiento ciudadano. De Gaulle, ignorando las ins-
do
el
1
trucciones expresas del comandante en jefe, ordenó a la Segunda División Blin-
dada francesa, mandada por
el
general Leclerc, liberar
la
ciudad. Al no saber qué
229
LIBERACIÓN
París:
Miembros de
la resistencia se
ponen a cubierto de
los tiradores
alemanes.
hacer, Leclerc en\ ió un destacamento con órdenes de mezclarse con las tropas
americanas
si
habían llegado a
las afueras
de
la
ciudad en primer lugar Eisen-
hower cedió, justo cuando expiraba el alto el fuego temporal decretado entre el comandante alemán, general Dietrich von Cholditz. y la resistencia local. «París no ha de caer en manos del enemigo, si no es convertido en un montón de escombros», ordenaba Hitler a Cholditz. Pero el francófilo Von Cholditz no tenía intención de destruir París y se rindió a las fuerzas de Leclerc el 25 de agosto. Justo en ese
nocía
la noticia
de que los soldados de
las
momente
SS habían irrumpido en
se co-
la habita-
ción del hotel del mariscal Pétain y le habían llevado prisionero a Belfort. Pétain tenía planeado ir a París en persona y oponerse al armisticio; su secuestro abría el
camino
al
general
De
Gaulle. quien se autoproclamó presidente de
Francia desde las escaleras del Hotel de Ville. en París. Siguió a ción un alborozado desfile por las calles de
la
la
proclama-
ciudad, a pesar del peligro que
aún representaban los francotiradores alemanes. A última hora del 26 de agosde 1944, después de cuatro años de brutal opresión, la Ciudad de la Luz era
to
libre otra vez.
230
EL
La multitud
de París se agolpa alrededor
del coche
día D
de De Gaulle.
231
LA El
MAREA ROJA
avance de
Desde la batalla de Kursk en el
los ejércitos
verano de 1943,
zado de manera continuada hacia
de
Stalin
el Ejército
la frontera rusa.
Rojo habían avan-
Pero fue un camino lento
y sangriento: encontraron una fiera resistencia en todos los puntos y vez se vinieron abajo las líneas alemanas.
La infantería más escaseaban
del general
Zhuko\ carecía de
los suministros; el ejército
«liberar» en su avance.
la
\ i\
ni
necesaria preparación y ade-
ía
«Los soldados rusos llevan
de cuanto podía saquear o a la espalda sus bolsas lle-
nas de mendrugos secos y verduras crudas que han recogido sobre
de los campos y pueblos
— comentaba un comandante alemán —
-3S¡ijÉf^
ms^mk
'^m^:
Soldados británicos heridos se rinden en Arnhem.
253
kt-'
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y_j¿-^g^.
í>í„ Í35í-j»^:i>^.
?^
LUÍ
?¿*;-^ií
Tropas británicas atrincheradas vigilan
los
bosques cerca de Arnhem.
Planta de petróleo sintético de Zeitz tras un ataque aéreo.
254
LA
de tulipán. Aquí se perdió una ocasión de acabar
la
OFENSIVA HACIA
guerra rápidamente. Si los
Aliados hubieran estado preparados para apoyar completamente
Amberes (muchos comandantes estaban en contra de todo ran podido hacer una brecha en to Berlín oriental
Tal y
como
el sur
EL RIN
la
operación de
el plan),
quizá hubie-
de Alemania y salvado miles de vidas; tanaseguradas para la democracia.
como Praga podrían haber sido
estaban las cosas, los aliados contaban con un número de venta-
Ahora que disponían de
máquinas descifradoras del código Enigma, podían leer los mensajes a voluntad, y por uno de ellos supieron que a la Luftwajfe empezaba a escasearle el combustible. De manera que los bombardeos aliados se concentraron en las plantas alemanas de petróleo sintético y depósitos de combustible. También atacaron las bases de lanzamiento de las bombas volantes, gran preocupación de los británicos, belgas y holandeses. Ya se habían lanzado contra Gran Bretaña 2.754 «V-1», que habían casi una baja por cada bomba producido 2.752 bajas en la población y aquello no era nada comparado con el poder destructor de los cohetes supersónicos «V-2», de 11 toneladas. En octubre y noviembre de 1944, los alemanes lanzaron sus «V-2» contra la ciudad de Amberes, por entonces ya liberada, con resultados devastadores: casi 4.000 civiles y más de 700 soldados aliados murieron. En noviembre de 1944, la mayor parte de Francia, Bélgica y Grecia habían sido liberadas; se había cruzado la frontera alemana en Aachen y había en Eu-
jas cruciales sobre sus enemigos.
—
las
—
"U Lanzamiento de un cohete supersónico «V-2».
Área experimental de
las
«V-2» después de un ataque aéreo.
255
LIBERACIÓN
ropa occidental más de 2.000.000 de soldados aliados. Eisenhower había tuido a
Montgomery como comandante en jefe de
las
susti-
Fuerzas de Tierra.
En Quebec, Churchill intentaba persuadir a Roosevelt para que adoptara una común con respecto al futuro de Europa; pero éste, a punto de enfrentar cuarta campaña presidencial, no hacía mucho caso de sus propuestas. En lo
postura su
necesidad de desindustrializar Alemaun país «de carácter principalmente agrícola y ganadero». Pero esta idea fue vetada tanto por el Departamente de Estado americano como por el Gabinete de Guerra británico.
único que se ponían de acuerdo era en
la
nia después de la guerra y convertirla en
Tras
el
fracaso con Roosevelt, Churchill viajó a
Moscú
para entrevistarse con
StaHn, y en el reverso de un sobre acordaron
la
proporción de sus «intereses» en
cada uno de los países liberados. Después de
la
reunión, Churchill pidió a Stalin
que quemara
no fuera a parecer que entre los dos habían dispuesto el futuro de Europa con demasiada ligereza. «No, quédatelo tú», le respondió bro-
meando
Stalin.
Fuego de mortero
256
el sobre,
al otro
lado del Rin, en Estrasburgo.
LA
Diciembre de
1
OFENSIVA HACIA
944: Camiones americanos destruidos durante
la
EL RIN
ofensiva de las Árdenos.
257
LIBERACIÓN
Arriba:
Soldados alemanes en busca de material americano en
En concreto,
las
Árdenos. Página opuesta: Soldados alemanes dando
lo
señal de avanzar.
Churchill quería ser capaz de garantizar el futuro de Grecia, don-
de 75.000 partisanos armados amenazaban con apoderarse del país. En un tento desesperado por evitar lo que veía chill se atrevió a entrai" el día
para convencer a
maskinos,
En
el
al
como un movimiento
in-
comunista, Chur-
de Navidad en una Atenas infestada de francotiradores
la resistencia
de que reconociera
la
autoridad del arzobispo Da-
que más tarde describiría como «intrigante prelado medieval».
frente occidental, el retraso de los Aliados había
a Hitler, que insistía en una contraofensiva en las
dado un respiro
vital
Ardenas para abrirse paso a
tra-
vés de las líneas aliadas y hacerlas retroceder hacia el mar. «Si Alemania es capaz de aguantar unos cuantos golpes duros, esta coalición artificial se derrum-
bará con estruendo», aseguraba a sus generales.
Los Aliados no lograron descodificar aquella orden de ataque. Montgomery había asegurado a sus tropas que el enemigo «no es ya capaz de emprender grandes operaciones ofensivas», y Eisenhower se encontraba fuera jugando al golf. Pero la mañana del 16 de diciembre, con la niebla anulando el dominio aéreo aliado, varios gmpos de comandos alemanes vestidos con el uniforme americano se infiltraron en las líneas aliadas, causando una tremenda confusión. Miles
258
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Prisioneros americanos durante la ofensiva de las Árdenos.
261
LIBERACIÓN
^
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M«ll||
^''ej'Á
después de su liberación.
La opinión pública mundial miento a que
-.
JAPONESAS
los
recibía
muy poca
información acerca del
trata-
japoneses sometían a sus prisioneros de guerra (no se permi-
inspectores de la Cruz Roja visitar las «zonas de guerra» japonesas). Las primeras noticias sobre la brutal «Marcha de la Muerte» en Bataán no se conocieron hasta la primavera de 1943, e incluso entonces se ocultaron los detía a los
más crudos por miedo
talles
En
que afectaran a
la moral de la población civil. mayoría de aquellas diabólicas atrocidades no luz hasta mucho después de terminada la guena. En Manchuria, don-
a
realidad, los detalles de la
salieron a la
«Unidad de prevención de epidemias y suministros de agua» del ejército de Kwantung, los prisioneros eran deliberadamente contagiados con enfermedades mortales como
de
el
Ejército imperial había impuesto su ley desde 1931, en la
407
EL
SOL NACIENTE
Prisioneros aliados en Tokio tras lo liberación.
parte del
programa de investigación epidemiológica. Alguna.s otras horribles prácen disecar a los prisioneros, hervirlos vivos, someterlos a dosis
ticas consistían letales
de rayos
X
o administrarles transfusiones de sangre de caballo.
La amargura y angustia de aquellas
prácticas brutales todavía perduran
hoy
en China y Occidente. CoiTesponde a los supervivientes la tarea de recordar al mundo las crueldades del Imperio del Sol. «Tengo en mis manos una lista con
nombres de los 300 prisioneros de guerra que murieron en la diminuta isla de Haroekoem. en el extremo occidental de Indonesia escribía un antiguo prisionero al diario londinense Times cuando Hirohito murió en 1989 Vestidos con harapos y demacrados, se arrastraban cada día a su tarea de construir una pista de aterrizaje, hasta que el abandono de toda esperanza o la enfermedad terminaba por liberarles de sus sufrimientos. Morían en condiciones tan degradantes que sería imposible explicarlo con palabras. Las ofertas de ayuda de la Cruz Roja, cuyo patronato reclamaba para sí la familia imperial japonesa, fueron sistemáticamente ignoradas, y la sola mención de la Convención de Ginebra era suficiente para desatar una reacción histérica. Pero nosotros nos habíamos rendido y esto, los
—
según
408
el
—
.
código militar japonés, hacía que perdiéramos todos nuestros derechos.»
EL
CONTRAATAQUE
IMPERIO JAPONES
RECOBRANDO FUERZAS
:#
La maquinaria bélica americana se
pone en marcha
Todo el rosario de conquistas japonesas en el
Lejano Oriente se había conse-
hombres. 380 aviones y 4 destructores. La velocidad había sido un factor \ital. y ahora la estrategia japonesa guido a un precio relativamente bajo:
15.()(K)
consistía en consolidar lo obtenido antes de que los Estados
cuperarse lo bastante bién
la
como para constituir una amenaza en
esperanza de que
tarse a la
la
el Pacífico.
re-
Existía tam-
conquista nazi de Rusia obligara a los americanos a sen-
mesa de negociaciones. Entre tanto, Hawai quedaran ceiradas
de que Australia y
Unidos pudieran
la
Armada japonesa debía
a las
asegurarse
fuerzas estadounidenses.
^^Í&'^^
^1
M^M Cabinas presurizadas de
410
los
nuevos bombarderos B-29 fabricadas en una cadena de montaje de
la
planta Boeing.
ii
Las secciones del morro de un B-29 van
tomando forma.
Eran precisos enormes recursos para llevar a cabo una operación de tal eny, al terminar con los últimos focos de resistencia en Birmania y las Filipinas, se discutió en Tokio si tal política debilitaría o no al ejército en China. Y es que, aunque las tropas japonesas habían triunfado en el resto de sus camvergadura
pañas, las luchas contra la guerrilla de política militar japonesa
todo
Mao era constantes
de los «tres-todos»
— había causado un tremendo daño
— matar
todo,
en aquella región. La
quemar todo,
destruir
a la población local, pero su valor es-
tratégico se había difuminado en el vasto territorio chino.
Los comunistas
esta-
ban movilizando a la masa campesina y trabajadora tras las líneas japonesas de un modo que los nacionalistas no habían sido capaces de hacer. El propio Chiang había establecido su capital en Chungking, evitando así te-
ner que librar batallas decisivas; esperaba así a que los americanos negociaran
con
los
japoneses en su lugar, y además reservaba sus energías para
la batalla
que
41
1
EL
CONTRAATAQUE
indudablemente tendría que plantear contra poneses son una enfermedad de
la piel
Mao
al final
—razonaba
de
el líder
«Los jaLos comu-
la guerra.
chino
—
.
un mal del corazón.» Pero su régimen se desintegraba lentamente. Vazonas rias de China todavía bajo su control eran víctimas de la inflación y la corrupción; allí, las clases adineradas podían comprar su exención de toda obligación militar. Grupos de reclutamiento se encargaban de llenar por la fuerza esos vacíos; muchos civiles murieron de inanición en las largas marchas que eran nistas son
obligados a realizar para unirse a sus unidades.
En de que
el Pacífico, el la
tiempo empezaba a
enorme riqueza de América
de guerra.
En
plena
ira
ir
en contra de los japoneses, sabedores
se estaba
volcando ahora en
la
producción
nacional después del ataque a Pearl Harbor, Roosevelt
anunció planes para producir 60.000 aviones, 75.000 tanques y .000.000 de toneladas de barcos mercantes al año. Para cumplir este objetivo, las fábricas em1
pezaron a contratar mujeres, en tanto que los hombres se alistaban en to.
Una mujer que trabajaba en una línea de producción de aviones, a
llamaban «Rosie
Acorazados de
la
los Estados
Remachadora»,
sirvió de
modelo
a
la
el Ejérci-
que todos
una campaña publicita-
Unidos durante unas maniobras.
\
'I
M
i
í%
t
/r^
mr'-
RECOBRANDO FUERZAS
EL
CONTRAATAQUE
ría
en
la
que se ensalzaba
el carácter
de
nueva ge-
la
neración de mujeres americanas, duras y profesionales, pero tan femeninas como siempre.
A su llegada a Australia, MacArthur recibió la Medalla al
Honor (América estaba necesitada de héroes en
momento de
este
cano que
le
horas bajas). Pero
el Ejército
ameri-
aguardaba no era precisamente un ideal de
fuerza de combate etlcaz. Tan sólo contaba con 26.00C
soldados y 260 aviones; muchos de aquellos hombrea
no habían sido debidamente entrenados y gran parte de los a\ iones se encontraban en mal estado. MacArthur quisquilloso \
como
pocos, agudizó toda\
ía
más
las di-
isiones entre los Aliados al negarse a aceptar en su Es-
Mayor a oficiales australianos y holandeses. Con la ABDA desmantelada, la estructura del vo mando aliado ponía a cargo de Sumatra y el
tado
del Nimitz en una
visita
océano Indico a
los británicos, mientras
áreí
que Mac-
Arthur se encargaba del suroeste del Pacífico y el nuevo comandante de la Flota del Pacífico, Chester Ni-
de inspección.
mitz, se hacía responsable del océano Pacífico propiamente dicho.
Nimitz tenían ideas mLi\ d iferentes
Almirante «Bul!» Halsey en
nue-
el
puente de
y.
mando de un
dado que sus competencias
MacArthur
>
a veces se so-
portaaviones.
41 4
1
RECOBRANDO FUERZAS
Momentos antes
del
ataque a Tokio: En
la
cubierta del Hornet, Doolittle coloca una medalla en un
bomba;
abril
de
1
942.
41
u
5
EL
El
CONTRAATAQUE
comandante de
416
lo
Fuerza Aérea Naval, Mitschner, conversa con Doolittle y sus pilotos
RECOBRANDO FUERZAS
41 7
.«^i
La carlinga y
lapaban, recursos.
el
el
morro de uno de
los Mitchell
adoptados de
Doolittle.
resultado fue un constante desacuerdo acerca de la distribución de los
«De
todas las decisiones equivocadas de
plicable fuera la incapacidad para unificar el
la
mando
guerra, quizá la
más
inex-
del Pacífico», escribía
Ma-
cAithur algún tiempo después.
En Washington, aguijoneados por
propaganda japonesa de las emisiones radiofónicas de «Tokio Rose», había impaciencia por vengar el ataque a Pearl Harbor y devolver el golpe en el corazón mismo de Japón. Este objetivo había sido meticulosamente planeado desde enero de 1942. Si se iba a realizar un ataque aéreo sobre Japón, tenía que ser lanzado desde un portaaviones que se encontrara fuera del alcance de los barcos de reconocimiento que patrullaban a 500 100 millas, lo que quemillas de la costa japonesa. Esto significaba un vuelo de la
1
41 8
.
RECOBRANDO FUERZAS
Doolittle,
que ha tenido que
realizar un aterrizaje forzoso en Chino,
aparece sentado junto a su avión.
41 9
Tras
el
ataque, los pilotos de Doolittte en China.
daba fuera del alcance de
la
mayoría de
los aviones
de
la
Marina.
No
sólo eso,
sino que para evitar que los portaaviones tuvieran que esperar su regreso en aguas
enemigas, los aviones tendrían que volar hasta China para repostar.
La solución
bombarteniente coronel James
a la que los expertos de la aviación llegaron fue utilizar
deros Mitchell especialmente adaptados. Se escogió
al
Doolittle para dirigir la fuerza de ataque; él y su grupo de pilotos expertos estu-
vieron practicando los despegues coitos que tendrían que realizar para alzar
vuelo desde
la
el
cubierta de un portaaviones en mitad del Pacífico.
Honiet partió de San Francisco llevando a bordo a le acompañaba el portaaviones Enterprise, encargado de proporcionar una escolta de cazas. El 8 de abril, cuando aún se enconEl 2 de abril, el portaaviones
Doolittle
con sus 16 bombarderos:
1
traban a 650 millas de Tokio, ro japonés. Doolitle y el
pesar de
la
la
fuerza estadounidense fue avistada por un patrulle-
comandante naval, almirante
distancia extra a la que se encontraban, lo
Bill Halsey, decidieron
más prudente
pegar cuanto antes a los bombarderos. Cuatro horas después,
420
que a
era hacer des-
los aviones
cogían por
RECOBRANDO FUERZAS
Yokohama y Yokosuka. japoneses enfurecieron al
soq)resa a las defensas aéreas de Tokio, Nagoya, Kobe,
Aunque
el
daño
real
producido fue
muy
leve, los líderes
comprobar que el centro del Imperio podía ser atacado con tal facilidad. Fue entonces cuando la operación topó con ciertas complicaciones. Los tres oficiales de la tripulación de un bombardero cayeron en territorio japonés y fueron inmediatamente ejecutados. Otro avión aterrizó por error en las proximidades de Vladivostock y su tripulación fue arrestada por los rusos, y en China, el aeródromo de Chuchow no se encontraba preparado para recibir al resto de los bombarderos y varios de ellos tuvieron que realizar un aterrizaje de emergencia. Sin embargo, en términos generales, el ataque de Doolittle logró el objetivo principal: elevar la moral de los americanos. Tuvo además beneficios imprevistos.
No
sólo retiraron los japoneses cuatro escuadrones de cazas para proteger el
espacio aéreo de Tokio y otras ciudades, sino que, a partir de aquel momento, se mostraron más decididos a hundir todos los portaaviones americanos. Esto lle-
vó
En
la
a sus
comandantes a concebir
cima del mundo:
Doolittle
la
desastrosa estrategia de Midway.
con dos de sus cañoneros.
421
;,^
MIDWAY La destrucción
de
japonesa
la flota
Los australianos estaban muy preocupados en abril de 1942: gran parte de su ejército se encontraba en el nor-
de África y los japoneses se habían acercado al mar de Timor. Temían que siguieran avanzando hacia Port Mote
resby, la capital de
Nueva Guinea,
lo
que proporcionaría
trampolín ideal para un futuro asalto a
la
Sus temores se vieron confirmados cuando de 1942 los japoneses tomaron
el
cercana
la
el
propia Australia. día 3 de
isla
La operación japonesa para apoderarse de
mayo
de Tulagi. Port
Mo-
resby también había sido prevista por la Marina estadounidense.
Cuando
la flota
invasora, formada por tres por-
taaviones y cuatro cruceros, entró en 7 de
mayo de
y Lexington flota, el
el
Mar
del Coral el
1942, los portaaviones americanos Yorktown les
estaban esperando. El comandante de
almirante Frank Fletcher,
zando sus aviones; en
la
tomó
la
la iniciativa lan-
acción, fue hundido
el
portaaviones
Los aviones japoneses enviados a repeler el ataque se encontraron una lluvia de fuego enemigo y después fueron atacados por escuadrones de cazas Wildcat. La escasa
Sliolw.
visibilidad hizo
que
japoneses se desorientaran y unieran a la cola de cazas que se disponían a aterrizar en el Yorktown, al que confundieron con un portaaviones jaseis aviones
ponés, aunque finalmente lograron escapar.
Abajo:
422
El
portaaviones japonés Shoho es alcanzado en
la batalla del
mar
del Coral. Arriba: Almirante Fletcher.
M
Arriba y abajo: Últimos
momentos
I
D
WA
del Shoho.
423
M
El
Lexington poco antes de hundirse.
I
D
WAY
EL
CONTRAATAQUE
Supervivientes del Lexington son izados a bordo del buque de rescate.
426
M
Al día
siguiente,
ambos bandos lanzaron ataques con
I
D
WAY
sus portaaviones. El Le-
al cabo de cinco horas. En el lado jaShokaku sufrió graves daños. En este punto, las dos flotas decidieron abandonar la lucha. La pérdida del Lexington ha hecho que algunos historiadores consideren la batalla del mar del Coral como un punto muerto en la guerra. Lo cierto es que, aunque los americanos perdieron uno de sus preciados portaaviones, hicieron abandonar a los japoneses la operación para apoderarse de Port Moresby. De mo-
xington salió tan malparado que se hundió ponés,
el
mento, Australia estaba a salvo. El poder de la flota americana había sorprendido a los arl
Estados Unidos tardarían
mucho más en
Yamamoto, que esperaba que
recuperar su capacidad naval tras Pe-
Harbor. El almirante japonés era consciente de que debía destruir la Flota del Pa-
cífico de
una vez por todas mientras todavía gozaba de un mayor poder naval. La
clave paia este plan era la isla de
Ataque aéreo japonés a
Midway, poco más que un punto en mitad
del Pa-
las islas Aleutianas.
427
EL
CONTRAATAQUE
Junio de 1942:
428
El
resultado de un ataque aéreo japonés a las islas Aleutianas
M
I
D
WAY
429 .^^
EL
CONTRAATAQUE
cífico. Si
conseguía tomar esta posición,
podría utilizar
la pista
de atenizaje de su
aeródromo para lanzar constantes ques contra
do
lugai\
la flota
Yamamoto suponía que
los
ame-
ricanos tratarían de recuperar la isla el
ata-
enemiga. En segun-
y,
en
curso de esta acción planeaba tender
una emboscada a sus portaa\ iones. El plan inicial consistía en atraer a la
Flota americana hacia el Norte por
medio de un ataque
a las islas Aleutia-
nas, frente a las costas
do
los
de Alaska. Cuan-
americanos acudieran, serían
retenidos en aquel punto, mientras YaUn barco de
transporte japonés arde cerca de la costa de las islas Aleutianas.
mamoto
se dirigía
sa hacia
Midw ay. Pero de nuevo
con
la
Flota japonelos es-
tadounidenses lograron interceptar los
mensajes japoneses: Nimitz hizo caso del ataque a las Aleutianas y ordenó a su flota, compuesta por tres portaaviones y ocho cruceros, dirigirse hacia la isla de Midway. Aunque los americanos contaban con el factor soipresa. su número era mu\ inferior al de las fuerzas
omiso
Junio de
430
1
942: Bombardeos sobre
la isla
de Midway.
M
Un hangar destruido en
la isla
I
D
WAY
de Midway.
Un bombardero Avenger dañado en
la isla
de Midway.
431
V
> 1
^
>n,l
ID
i
M
Salidas y llegadas de los aviones de un portaaviones estadounidense durante la batalla de Midv/ay.
I
D
WA
EL
Arriba:
C
O NT
Reparando
R
los
A
ATA Q
daños
U
E
tras la batalla
de Midway. Abajo: Aviones Avenger en vuelo.
M
\
1
I
D
^
WAY /
^
jj ^^^B¥\i^T •
"7""^
^
'
5&:s 1
i
b-
*
— "' Septiembre de 1942: Soldados japoneses muertos después de
la victoria
americana de Guadalcanol.
455
^
\
i
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t-*-
I
I
\i
•
/
r/
/ >-.~^k
.af
^•
Tanques americanos
M3
Stuart
avanzan estruendosamente por
-.-r- ,
la jungla.
mñ'iihm&m I
I
Si
V.
LA
De repente,
los
GUERRA EN
LA SELVA
marines americanos de Guadalcanal se encontraban solos, sin
apoyo naval o aéreo. Durante las dos semanas siguentes tuvieron que mantenerse con dos comidas diarias, sabedores de que los japoneses eran ahora señores del mar y el espacio aéreo y de que no tardarían mucho en volver a la isla. Radio Tokio describía a los marines americanos como «los insectos veraniegos que se meten ellos mismos en el fuego». Por suerte para los marines, los japoneses subestimaron la fuerza de combate con la que se enfrentaban. El 18 de agosto, una avanzada formada por 1.500 infantes de Marina japoneses desembarcó en la isla: esta primera fuerza fue inmediatamente aniquilada. La siguiente expedición se hizo acompañar de un poderoso apoyo naval, incluyendo dos acorazados y tres portaaviones. Pero el almirante americano Robert Ghormley estaba sobre aviso de su llegada y el día 24 de agosto sus barcos lograban hundir
el
portaaviones Ryujo.
Una fuerza especial de destructores y buques de desembarco conocida como «Tokio Express» transportó más tropas japonesas. La noche del 13 de septiembre, los marines se encontraban peleando desesperadamente en la que más tarde se llamó batalla del «Arrecife Sangriento». En un momento de la lucha, los el
Guadalcanal: Obuses estadounidenses en primera
línea.
457
Arriba:
Marines americanos «limpiando»
la
zona de posibles francotiradores. Abajo: Vadeondo un
río
en Guadalcanal.
LA
Los restos
de un bombardero en picado americano en GuadalcanaL
GUERRA EN
LA SELVA
EL
Últímos
CONTRAATAQUE
momentos
del portaaviones americano
Wasp.
LA
GUERRA EN
el puesto de mando americano antes de ser nuevamente rechazados. La Armada japonesa mandada por el almirante Raizo Tanaka defendió tenazmente y con eficacia el «Tokio Express». Se hundieron muchos navios americanos y otros resultaron seriamente dañados al intentar atacar el convoy nipón. A finales de agosto, el portaaviones Saratoga fue torpedeado; dos semanas después, el portaaviones Wasp resultó hundido. El almirante Ghormley fue reem-
japoneses llegaron a irrumpir en
plazado por
el
almirante Bill Halsey.
Pero también
el
bando japonés
sufrió pérdidas: sólo en Guadalcanal,
200 de
sus aviones fueron abatidos, y en otra de las batallas navales librada el 26 de octubre, los americanos dejaron fuera de
que en
la
combate dos portaaviones japoneses, aunel Enterprise quedó inope-
acción perdieron su portaaviones Hornet y
rativo.
Sin apoyo aéreo de los portaaviones, los marines tuvieron que sostener sangrientos combates para no perder el control del
bían rebautizado con el
aeródromo de la isla, al que hanombre de Henderson Field. Después de más de cuatro
^^r
.jj^M
LA SELVA
EL
CONTRAATAQUE
^
Arriba:
Un portaaviones norteamericano alcanzado de
lleno. Abajo:
Un Grumman Avenger
se estrella al aterrizar en la cubierta
de un portaaviones.
m
LA
GUERRA EN
LA SELVA
•^.JU.:-
Henderson
Field,
ahora en poder de
meses de luchas
terribles
raciones disminuían;
toda
la isla; la
el
los
en
estadounidenses.
la
diminuta
isla,
ambos lados estaban agotados. Las
hedor de los cuerpos en descomposición se extendía por
malaria era una amenaza constante.
En cada uno de
los
combates,
los americanos se enfrentaban con la temeridad fanática de los soldados japone-
que se negaban a rendirse incluso cuando no tenían otra escapatoria que lanzarse al mar. «Los heridos se quedaban quietos esperando y, cuando se acercaba ses,
enemigo, se volaban a sí mismos por los aires con una granada de mano», contaba Alexander Vandegrift, un comandante de mael
rines
experimentado en
En enero de ses, debilitados
los rigores
de
la lucha.
1943, los 25.000 soldados japone-
por
el
hambre y
las
enfermedades,
tan sólo recibían suministros nocturnos de los sub-
marinos de
la
Amiada
Imperial. Entre tanto, los
ame-
ricanos habían consolidado una guarnición de
de 50.000 hombres.
más
A pesar de todo, los nipones con-
tinuaban peleando ferozmente en retirada. Hasta que
una mañana desaparecieron de perial
la isla.
japonés se había rendido a
la
El
mando im-
evidencia
rante tres noches, sacó de la isla lo que
y,
du-
quedaba de
su fuerza; en la operación tan sólo perdieron un destructor.
En
la batalla
por Guadalcanal,
las tropas
im-
periales habían dejado sobre la isla 25.000 hombres,
9.000 de ellos víctimas de
las
enfermedades.
Guadalcanal permaneció en manos aliadas hasta el final
ponés que
de
la
allí
guerra (aunque
el
último soldado ja-
quedaba no se rindió hasta octubre de
1947). Treinta años
más
tarde, todavía se estaban
desenterrando e inutilizando proyectiles y granadas de mano en el suelo de la isla.
General Vandegrift.
463
PELDAÑO A PELDAÑO Isla
a
isla
en
el
Pacífico
Una vez aseguradas Nueva Guinea y Guadalcanal, podían dar comienzo las grandes ofensivas americanas en
el Pacífico.
Los japoneses,
al
contrario,
em-
pezaban a darse cuenta de que no podían mantener sus conquistas más remotas, así
que comenzaron a reforzar una «esfera defensiva nacional» contra
el
posible
asalto de los Estados Unidos.
Estos, pronto infligieron un serio castigo a la moral del enemigo. El 14 de abril
de 1943,
las
unidades de radio de
la
Flota americana del Pacífico inter-
ceptaron un mensaje donde se comunicaba que visita
de inspección a Boungainville, en
Noviembre de
464
1
Yamamoto
las islas
943: Marines estadounidenses llegan a Tarawa,
Salomón
islas Gilbert.
iba a realizar una
occidentales. Cua-
Marines americanos en
tro días
más
la
playa de Saipan.
tarde, los cazas
americanos derribaban
el
avión del almirante. Para
ocultar el hecho de que eran capaces de descifrar los códigos secretos japoneses, los
americanos no anunciaron
maron de su
la
muerte de Yamamoto, aunque
sí infor-
funeral.
mando americano
aún dividido: MacArthur apremiaba para seguir directamente hacia Japón, mientras que Nimitz y la Marina de Estados Unidos abogaban por utilizar su superioridad en portaaviones más hacia el NorEl
te
se encontraba
y atacar posiciones japonesas avanzadas.
En mayo de
1943,
la
llamada Con-
ferencia de Trident, celebrada en Washington, se decidió a adoptar una solución
de compromiso: establecer una estrategia de doble pinza que obligara a Japón a movilizar recursos constantemente de un escenario bélico
zas» significaban
al otro.
Pero dos «pin-
doble de esfuerzo y el doble de preparación. Antes de emprender cualquier otra empresa militar. Rooseveit quería tranel
quilizar a los civilies estadounidenses recobrando las islas Aleutianas
a Alaska. El 11 de
mayo,
los marines
próximas
americanos desembarcaron en Attu;
tras
465
EL
CONTRAATAQUE
PELDAÑO A PELDAÑO
467
EL
CONTRAATAQUE
r
Soldados japoneses muertos a
la
entrada de un refugio subterráneo en Tarawa.
468 1^.
PELDAÑO A PELDAÑO
:(
Krueger consultando un
^ -^^ T^'^^.^ -i^
En Kiska, por el contrario, una fuerza americana compuesta por 34.000 hombres pasó cinco días buscando en vano a su enemigo para descubrir finalmente que la isla se encontraba vacía. El 30 de junio de 1943 comenzó la campaña aliada, que consistía en ir pasando de una isla a otra. El general Walter Krueger desembarcó en las islas de Kiriwina y Woodlark, del grupo de las islas Trobriand; los australianos mandaponeses.
rante Halsey
desembarcaron en Nueva Georgia.
Todas
operaciones fueron un completo éxi-
las
Nueva Georgia, donde
salvo en
to,
poneses
^
general Herring lo hicieron cerca de Salamaua, en
el
Nueva Guinea, y
tropas americanas y neozelandesas del almi-
las
^:;v
en Nueva Bretaña.
dos semanas de encarnizada pelea, tan sólo quedaban con vida 26 soldados ja-
dos por
k^^
mapa
allí
los 10.000 ja-
desplazados recibieron
la
húmedo y montañoso
defender aquel
orden de
rincón con
todas sus fuerzas. Después de duros combates, lo
que quedaba de la
cercana
isla
la
guarnición nipona se retiró a
de Kolombangara. Los coman-
dantes aliados comprendieron que aquel lento
mo
rit-
daría a los japoneses la posibilidad de refor-
zar las guarniciones de la islas próximas; por esa « •.
r
razón, pasaron por alto la isla de Kolombangara.
Por miedo a que su flota fuera puesta bajo
mando de
/
la
de Nimitz en
el
el
Pacífico central. Hal-
sey siguió avanzando y desembarcó en Boungainville y las
Salomón
occidentales. Las tropas
australianas de MacArthur. apoyadas por los paracaidistas americanos, seguían peleando para al-
canzar Nueva Guinea, mientras que Krueger de-
Afilando las hojas de los cuchillos en Kwajalein.
469
EL
C
O N
T R
A
ATA Q
U
E
Desembarco de provisiones
tras la batalla
de Kwajalein.
sembarcaba en Nueva Bretaña, saltándose en su camino la poderosa guarnición japonesa de la cercana Rabaul. Una tras otra fueron cayendo todas las islas al norte y al este de Nueva Guinea, pero los combates por su control fueron feroces. A finales de abril del año siguiente, los marines desembarcaron en las islas del Almirantazgo y destruyeron completamente la guarnición que las defendía. Los ingenieros americanos iniciaron la construcción de importantes bases aéreas y navales para futuras ope-
raciones en la zona.
Todo ese tiempo, Nimitz había tenido como objetivo
las Filipinas,
según
la
línea de acción establecida por los jefes de Estado americanos, que querían es-
Chiang Kai-shek. en China. Nimitz empezó con 20 de noviembre de 1943, las tropas estadounidenses derrotaban a la pequeña fuerza japonesa de Mankin y Tarawa era bombardeada antes de lanzar allí el desembarco de la Segunda División de Marines, que tantos éxitos habían cosechado en Guadalcanal. Tarawa estaba rodeada de arrecifes de coral. Para alcanzar las playas, los marines tuvieron que vadear más de medio kilómetro desde las lanchas de desemtablecer una ruta de contacto con
un asalto
470
a las islas Gilbert. El
^í
PELDAÑO A PELDAÑO
barco, completamente a merced del fuego enemigo.
A
pesar del insistente bombardeo naval, una terce-
ra parte
de
fuerza atacante fue aniquilada: fue
la
uno
de los desembarcos americanos más controvertidos de toda
guerra.
la
Una vez
establecida la cabeza de
playa, la guarnición japonesa desapareció.
murieron en una
ellos
No repuesto de las
serie
de suicidios colectivos.
altísimas pérdidas sufridas en
Tarawa, Nimitz decidió pasar de largo
grupo de
islas
y
Todos
dirigirse al atolón
el siguiente
de Kwajalein, 400
millas al norte de las islas Marshall. Si todo iba bien allí,
enviaría sus tropas de reserva al asalto del
si-
guiente atolón, Entiwetok.
El 4 de febrero de 1944, se lanzó contra Kwajalein el ataque de los
neral Holland
marines mandados por
Smith (conocido como
el
el
ge-
«Loco Au-
llador»), padre de la guerra anfibia estadounidense.
Se logró
el
objetivo con un coste
soldados. Nuevamente,
chó hasta
el
la
humano de 370
guarnición japonesa lu-
último hombre. Poco después, se esta-
bleció otra cabeza de playa en la isla de Entiwetok.
Pero
el
poder naval japonés de
Smith,
la
preocupaba a Nimitz y para neutralizarlo lanzó una ofensiva con portaaviones sobre la base de Truk. Aunque había retirado
la
mayor
el
«Loco Aullador».
región todavía
el
almirante
Koga ya
parte de su flota, los americanos hundieron 2 cruceros,
4 destructores y 26 buques cisterna y cargueros. También fueron destruidos 250 aviones japoneses. El grupo de las islas Gilbert y Marshall estaba ahora en manos de los americanos, lo que destrozó
Un avión torpedero japonés arde
'^
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JAPÓN DESTRUIDO
Los kamikazes (que recibían su nombre del «viento divino» que salvó a Japón de la flota mongola invasora en el año 1281) aparecieron por primera vez en la defensa de los desembarcos de Leyte y fueron utilizados para atacar a los portaaviones americanos. El día de su misión, se decía a los pilotos suicidas que «ya eran dioses sin deseos terrenales» y se les hacía entrega de la banda blanca llamada hachimaki, inspirada en el antiguo atuendo samurai. Después, tras un brindis ceremonial en honor del emperador, se les enviaba en aviones obsoletos cargados de explosivos. El objetivo era sencillamente atravesar de fuego antiaéreo y estrellarse contra el objetivo. La primera víctima de un ataque kamikaze fue
el
la
barrera defensiva
portaaviones de escolta
los toipedos y la munición localizada bajo explosión siguió el portaaviones se hundió y otros buen la que y ques cercanos resultaron seriamente dañados. A finales de 1944, los daños proSt.
Louis;
el
impacto prendió fuego a
las cubiertas,
Marina americana se habían vuelto tan preocupantes que MacAithur y Nimitz ordenaron la censura de todas las noticias ducidos por este tipo de ataques a
Obuses americanos en
516
la isla
de
Leyte.
la
EL
REGRESO DE MACARTUR
H
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Tanques americanos tipo Sherman irrumpen en Manila.
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Artillería
jS;^v?^I
estadounidense en acción a las afueras de Manila.
51 7
JAPÓN DESTRUIDO
Dinamitando
las
cuevas tomadas por
los
japoneses en
la isla
Cabello, bahía de Manila.
referentes a los kamikazes, tanto para evitar el pánico entre sus tropas
como
para
no alentar a los japoneses con sus éxitos. Pero el peligro no sólo venía por el aire: estaban también los kaiten torpedos dirigidos por pilotos suicidas y los/i/kwyii buceadores suicidas que colocaban minas en los cascos de las lanchas de desembarco antes de volarse por los aires.
—
—
—
A pesar de estas horribles armas, a comienzos de 1945 MacArthur estaba
listo
para seguir avanzando
desde Leyte. El 9 de enero, su fuerza naval llegó a las
proximidades de Luzón,
na.
En
tan sólo
la
principal isla filipi-
una semana, Yamashita, que había
vuelto de su exilio en Manchuria, se las aiTegló para
organizar una contraofensiva.
Su plan consistía en resistir en los bosques del Norte, abandonando Manila a los americanos. Pero el
almirante
al
mando de
la
guarnición de
la ciu-
dad, Sanji Iwabuchi, desobedeció las órdenes y ofreció una resistencia suicida de la ciudad, de-
moliendo parte de lle
a calle.
y entablando una lucha caAdemás, asesinó a 100.000 civiles filiella
pinos (en una fase de
la
lucha, ordenó que los
pacientes de los hospitales fueran atados a las ca-
mas y después prendidos de 1945,
noró
518
el resto
la oferta
fuego). El 17 de febrero
de los defensores japoneses
ig-
de rendición que desde un altavoz
Paracaidistas volando hacia Corregidor.
EL
REGRESO DE MACARTUR
hacía el comandante americano, general Osear Griswold, y tomaron 5.000 rehenes filipinos. Una semana después, todos los rehenes y sus captores estaban
muertos. «Vuestra capital, castigada cruelmente, ha recuperado su lugar, cin-
dadela de
la
democracia en
el
Este», dijo
de febrero, mientras todavía se procedía a
MacArthur en un discurso la
limpieza de
las
el día
27
últimas bolsas de
resistencia japonesa en la isla.
Otros defensores japoneses resistieron en CoiTegidor durante diez días. Pero los paracaidistas americanos, la mayor manos estadounidenses. Después de saludar a los harapientos y demacrados prisioneros americanos liberados de los campos que había en la isla, MacArthur se preparó para desembarcar cinco millones de
a finales de marzo, tras
un ataque de
parte de la isla volvió a pasar a
soldados en China, tan pronto
como Chiang Kai-shek
a la ofensiva nacionalista, pero el generalísimo
diera la señal de salida
chino no dio orden alguna.
Los paracaidistas americanos llegan nuevamente a Corregidor.
519
LA VICTORIA EN EL SURESTE ASIÁTICO Los japoneses rinden su imperio del Sur
Chiang Kai-shek necesitaba suministros si es que quería lanzar una contraofensiva y unir sus fuerzas a los
desembarcos americanos en China. Pero
a co-
mienzos de 1944, la ruta de Birmania se encontraba todavía cerrada y los suministros que los aviadores americanos podían traer sobrevolando la «joroba» de las montañas fronterizas eran aún muy limitados. Pero, incluso así, los estadounidenses esperaban que los chinos pusieran algo más de su parte de lo que habían hecho hasta adelante
la
la
fecha.
Además de
presionar a los británicos para que llevaran
ofensiva de Birmania, instaron a Chiang para que olvidara de mo-
mento sus diferencias con
los
comunistas y uniera sus fuerzas a ellos en
la
lucha
contra el enemigo común.
Agosto de 1944: Los estadounidenses bombardean posiciones japonesas en Birmania.
520
i^
LA VICTORIA EN EL SURESTE ASIÁTICO
Rangún celebra
Pero 1
su liberación.
la situación
en China era
.800.000 soldados en
el país;
base aérea de Hengyang y
Los
seis millones
crítica.
En marzo de
en agosto,
las tropas
la resistencia nacionalista
1944, los japoneses tenían
imperiales habían
tomado
la
parecía a punto de quebrarse.
de soldados con que Chiang contaba estaban mal entrenados,
sus jefes eran corruptos y 50.000 de ellos habían sido desarmados por los campesinos fieles a los comunistas con ayuda de improvisadas armas caseras. El pro-
pio Chiang estaba enojado.
mando de
las
Cuando Roosevelt
fuerzas nacionalistas,
el líder
le
chino
pidió que pusiera a Stilwell al
mandó de
vuelta a casa
al
ge-
neral americano.
Fue uno de te
detuvo
el
los sucesores
avance de
los
de Stilwell,
japoneses en
el
el
general
Dan
Sultán, quien finalmen-
sur de China, en Chungking. Durante
meses, Chiang había estado reuniendo tropas de refuerzo, algunas de
habían recorrido a pie más de 2.000 millas para unirse a su
líder.
las
cuales
En diciembre
de 1944, Chiang detuvo a los japoneses a las afueras de Kweichow.
521
JAPÓN DESTRUIDO
Tropas estadounidenses en Birmanio.
Las fuerzas aéreas y navales de
los aliados habían ido creciendo
en aquella
región: los aviones de la nueva Flota británica del Pacífico lanzaban ataques contra las refinerías
de petróleo de Sumatra, que habían estado proporcionando
tres cuartas partes del
tiempo,
ba
las
la
combustible que necesitaba
la
aviación nipona;
Flota británica de las Indias orientales, con base en
al
Colombo,
las
mismo ataca-
bases japonesas y sus instalaciones petrolíferas. la frontera de Birmania continuaba la concentración de tropas
Entre tanto, en británicas.
A finales de otoño, cuando acabó el
monzón,
guir avanzando, y en diciembre sus tropas cruzaban
general Slim pudo seChindwin cerca de Ka-
el
el río
lewa. Aunque los japoneses sabían que era vital impedir la reapertura de la ruta de Birmania, su alto mando no disponía ya de más tropas para reforzar a los
2 .000 soldados desplazados en 1
te
de
la
Akyab
fuerza destinada
al
el
Norte, de
sector de Arakan.
modo que empezaron Cuando
a retirar par-
los británicos entraron
en
el 4 de enero de 1945, encontraron la ciudad completamente vacía. Las tropas americanas y chinas mandadas por Sultán fueron encargadas de expulsar a los japoneses de la ruta de Birmania. El 27 de enero, las tropas chinas
522