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LA

II

GUERRA MUNDIAL David Bovle

|H^»t'Mit""t1!T|

LA SEGUNDA GUEF MUNDIAL La Segunda Guerra Mundial

fue el conflicto más fotografiado de la historia. Fotógrafos del Ejército

y la prensa, propagandistas, soldados con sus cámaras y civiles, todos ellos tuvieron ocasión de grabar los tumultuosos acontecimientos que se desarrollaron entre 1939 y 1945. Las escenas que sus objetivos recogieron de sufrimiento colectivo y heroísmo individual, de crueldad atroz y humanitarismo, de odio y amistad, miseria y esperanza, han de perdurar para siempre constituyendo un testimonio vivo de aquel período extraordinario de nuestra historia.

La Segunda Guerra Mundial en Imágenes presenta 900 fotografías de gran calidad seleccionadas a partir de una enorme variedad de fuentes. Todos los grandes escenarios del conflicto aparecen aguí representados, desde los helados mares del Ártico hasta las junglas del sur del Pacífico, de los desiertos del norte de África a las estepas de Rusia. El marco histórico que a lo largo de todo el libro acompaña a estas

imágenes proporciona una explicación documentada y concisa de todos los complejos acontecimientos de aquel período.

Con

su riqueza de imágenes históricas, este libro ofrece una incomparable visión de un momento de nuestro pasado en que las tres cuartas partes del planeta se vieron envueltas en una guerra.

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LA

II

GUERRA MUNDIAL EN IMÁGENES

LA

II

GUERRA MUNDIAL EN IMÁGENES

David Boyle

Edición publicada en exclusiva en lengua castellana para

EDIMAT Calle Primavera, 35

-

LIBROS,

S.

A.

Polígono Industrial El Malvar

28500 Arganda

del

Rey

-

Madrid

España por Rebo Production, Lisse, Holanda

ISBN Copyright

©

84-8403-474-7

1998 Book Creation Services Ltd., Londres

Impreso en 2002 Traducción: Javier Alfonso López

Queda prohibida

la reproducción total o parcial de este libro, su inclusión en un sistema informático, su transmisión en cualquier forma o por cualquier medio, ya sea

electrónico, mecánico, por fotocopia, registro u otros métodos, sin

y por escrito de los

titulares del copyright.

el

permiso previo

índice Introducción: La cámara en

la

guerra 6

EUROPA: LA GUERRA CONTRA EL FASCISMO EL CAMINO HACIA LA GUERRA: Armándose para

el

Armageddon 28

Las semillas del conflicto 14

La vergüenza



LAS INVASIONES DEL EJE 46

Blitzkrieg

La

El gigante

45

76

Las desventuras de Mussolini 100

La tormenta

del apaciguamiento 38

La caída de Francia 60 • La vida en el Reich 92



fortaleza insular

Barbarroja

114

LOS TRES GRANDES 129 dormido 130 • Un esfuerzo titánico

142

156

del desierto

El punto débil

186



La ofensiva hacia

el



Los bombardeos a



las

ciudades 172

Resistencia y colaboracionismo 202

LIBERACIÓN

D

214 Rin 248

El Día

12

213

La marea



roja

232

El Reich reducido a cenizas 266



El holocausto 282

EL PACÍFICO: LA GRANDEZA Y LA CAÍDA DEL IMPERIO JAPONÉS EL EXPANSIONISMO JAPONÉS: La guena El

294

en China 296

embargo petrolero 308

EL SOL NACIENTE

317

La caída de Singapur 338 El día de la Atacando al Sur 354 • La den-ota en las Filipinas 376 Las atrocidades japonesas 396 infamia 318



EL CONTRAATAQUE 409 Recobrando fuerzas 410 • Midway 422 La guerra en la selva 442 • Peldaño a peldaño 464 La batalla de Birmania 484

JAPÓN DESTRUIDO El reareso de MacArthur 502 '&'



La

victoria

sobre Tokio 538 La tormenta de fuego '&

501

en •

el

Sureste asiático 520

Arenas negras 556

La bomba atómica 574 Consecuencias: La hora del balance 592 índice alfabético 599

LA CÁMARA EN LA GUERRA Enaérea dede abril

la

1940, apareció en

el diario

británico D•.

derecha: Niños refugiándose durante

»

]

.:Sub

1

94 1 Foto :

del ejército británico en

una incursión aérea. Kent, 1940.

que se ve a

las tropas

atravesando a

la carrera las calles

de Bardio,

Libia.

LA

30 de

abril

de 1945: La bandera

soviética es

enarbolada sobre

el edificio

del Reichstag;

imagen

totalitario te

política semejante.

LA

Pero ser fotógrafo

al

esfuerzo bélico.

otlcial

de un régimen

podía ser aniesgado: algunos fotógrafos alemanes fueron enviados

al

fren-

ruso por su «falta de entusiasmo ideológico»; los

cámaras rusos coirían el riesgo de ser ejecutados si sus imágenes eran consideradas «denotistas». En el Oeste democrático, la actitud hacia los fotógrafos oficiales fue

más

tolerante.

En

general se

pensaba que la mejor propaganda era la verdad, aunque, por supuesto, aquellos temas que pudieran tener efectos negativos en la moral de combate, como los muertos de gueiTa, eran tratados con mayor delicadeza. El ejército americano procuraba contar en sus filas con fotógrafos; para ello proporcionaba a sus oficiales de rango cursos de aprendizaje de cuatro meses (los fotógrafos de Life eran coroneles), además de un tratamiento distinguido. El ejército británico, en cambio, nunca mostró tanta deferencia hacia sus cámaras: sólo cuarenta de ellos fueron incoiporados a las tropas al comienzo de las hostilidades y todos terminaron la guerra con el rango de sargento. A pesar de los avances técnicos, era muy difícil obtener fotografías de combate. Muy pocos pro-

GUERRA

del fotógrafo del ejército rojo Yevgeni Khaldei.

era analizada para determinar su posible grado de contribución

Los RISOS siguieron una

CÁMARA EN

Bert Hardy, fotógrafo del Pkfure Post.

INTRODUCCIÓN

fesionales contaban con teleobjetivos o lentes regulables

(zooms), de modo que las instantáneas de acciones reade guerra tenían que tomarse a corta distancia. No era

les

raro,

por tanto, encontrar a fotógrafos oficiales de ambos

bandos «disparando» en primera línea de fuego. Por otro lado, el número creciente de fotógrafos de prensa tenían poderosas razones para proteger sus reputaciones, ya que sus nombres aparecerían después en el pie de ima-

Algunos fotógrafos de renombre participaron activamente a lo largo de toda la Segunda Guerra Mundial: Cari Mydans, en el frente ruso-finés; Beit Hardy, en Londres durante los bombardeos aéreos: George Rodger, en el desierto del norte de África y en Belsen; Ralph Morse, en Guadalcanal: Eugene Smith, en el Pacífico; Yevgeni Khaldei, acompañando al ejército rojo en Berlín, y otros muchos. Al gen.

terminar Robert Capa, de

la

guerra, la revista Life tenía

tacados en los frentes que todo

la revista ufe.

más fotógrafos

el resto

de

la

des-

prensa ameri-

cana. Entre ellos estaba Robert Capa, cuyas fotos de Omaha Beach en el Día D se estropearon lamentablemente por un radiador del cuarto oscuro de Londres en que fueron reveladas, dejando únicamente once instantá-

neas boiTosas.

Según avanzaba

la

guerra, la influencia de los fotógrafos de prensa fue en au-

mentó. La censura alemana fue de

Izquierda:

10

la

la

responsable de que apenas existan imágenes

invasión de Polonia en 1939. Pero incluso

1945. Tropas americanas en Panay; imagen tomada por

el

el

poder de

teniente Robert Fields. Derkha: 1943.

los censores nazis

Soldado en Nueva Georgia; por

el

sargento

J.

Bushemi.

LA

de 1941: Londres después de un ataque aéreo;

Julio

empezó

foto

LA

GUERRA

tomada por Edward Worth.

a decrecer cuando comprendieron que las fotografías podían ser inter-

pretadas de diversas maneras. Por ejemplo,

San Pablo de Londres envuelta en bert

CÁMARA EN

Masón desde

lo alto del

el

la

humo de

Daily Mail —

famosa imagen de

los

bombardeos

la catedral

—tomada por Her-

fue utilizada por los británicos

símbolo de desafío, mientras que los alemanes

la

de

como

emplearon como símbolo de

la

destrucción de Londres.

Una

gran cantidad de imágenes de guerra las debemos a fotógrafos aficiona-

dos y espectadores casuales. Los alemanes estaban tan seguros de obtener la victoria en Rusia que permitieron a los soldados llevar consigo sus propias «Leicas».

Al

final

de

la guerra, la

mitad de los soldados aliados iban

cargados con sus cámaras. Su trabajo, unido la

cruda realidad de

la

guerra llegara

al

durante seis meses para conseguir publicar

canos muertos en una playa del Pacífico. cal,

Yoshito Matsushige, quien consiguió

devastadores de

la

Y

las circunstancias

mado más grande de

la

batalla

prensa gráfica, garantizó que

La

revista Life tuvo

que pelear

fotografía de tres soldados ameri-

primeras imágenes de los efectos

sobre Hiroshima.

en que fueron obtenidas,

las fotografías

las variadas facetas del conflicto ar-

Se recosen en

ellas los

extremos del comporta-

y crueldades más atroces junto al heroísmo diaentereza de cientos de miles de seres humanos. Estas imágenes ofrecen

miento humano: la

la historia.

de

campo de

fue el fotógrafo de un periódico lo-

las

de este libro pretenden ilustrar gráficamente

y

la

bomba atómica que cayó

Prescindiendo de

rio

al

público.

al

los sufrimientos

un testimonio más directo que cualquier relato escrito o interpretación dramática, además de proporcionar una advertencia histórica.

1

1

GUERRA CONTRA EL FASCISMO LA

EL

CAMINO

HACIA LA GUERRA Las semillas del conflicto

Segunda Guena Mundial tiene su origen en LaGran Bretaña, Francia y América se alzaron con

Gran Guerra. matanza del sus condiciones a una

las secuelas

de

la victoria

frente occidental, y se encontraron en posición de dictar

la

en

la

empobrecida y debilitada Alemania. Los términos se redactaron en el Tratado de Versalles (1919). Se prohibió al ejército alemán el reclutamiento generalizado; Renania, región de vital importancia para el país, tuvo que ser desmilitarizada, y el Estado alemán fue obligado a pagar enormes sumas en concepto de reparaciones de guerra. Estas medidas, lejos de garantizar la paz, crearon una situación de acritud y odio. El pueblo alemán entendió las condiciones del tratado como la venganza de los vencedores; se hizo popular una frase que hablaba de Ale-

mania como «heerlos, wehrlos, ehrlos», es

decir,

«desarmados, indefensos, hu-

millados».

Es probable que tales resentimientos se hubieran ido olvidando con el tiempo, de no ser por la Gran Depresión, que obligó a la mayoría de los países industrializados de Occidente a suspender sus relaciones comerciales con otros

Póster

14

que celebra

los logros

de

Hitler

en su «puesta en movimiento de Alemania».

i\

# 1

j$'

EL

CAMINO HACIA

Miembros

LA

GUERRA

del partido Nacional-Socialista recaudan fondos pora luchar contra «el

hambre y

el frío»

en las calles de

Alemania, ya debilitada por los términos del Tratado de Versalles, económica con especial crudeza. En la década de los años 20, el desempleo se elevó a seis millones, el marco sufrió una drástica devaluación y el comercio internacional tuvo que retroceder a los primitivos sistemas países.

sufrió la crisis

de trueque.

Al caos económico había que sumar mania. Los ideales de

la

las

luchas políticas que dividían a Ale-

revolución rusa habían empezado a influir en los inte-

lectuales alemanes, y los huelguistas dirigidos por el

movimiento comunista

sos-

tenían batallas contra la policía en las calles de Berlín. El pueblo alemán estaba

desilusionado con tuación

y.

la

incapacidad del gobierno democrático para controlar

para millones de ellos,

decisión se convirtió en un sueño Existían un buen alidad ese sueño.

De

la

la si-

idea de un gobierno fuerte y con poder de

muy

tentador.

número de grupos de extrema derecha deseosos de hacer reentre ellos, el mejor organizado era el de los Nacional-So-

que cobraron especial importancia en 1923 cuando uno de sus un antiguo cabo del ejército, de pobre constitución y bigote semejante a un cepillo de dientes, llamado Adolf Hitler fue encarcelado por un intento de golpe de estado en Munich. En prisión, Hitler escribió su credo político en un libro llamado Mein Kampf (Mi lucha). Cuando fue liberado, se encargó de establecer un control personal cialistas (nazis),

dirigentes,

16

Berlín.

LAS SEMILLAS DEL CONFLICTO

Comedores populares improvisados en

Mediados de

la

década de

los

las calles

de

Berlín.

años 20: Reclutamiento de

los nacional-socialistas

en Munich.

1

7

J

EL

CAMINO HACIA

Enero de

1

8

1

933:

LA

GUERRA

Hirier celebra su triunfo

como

Canciller del Reich.

LAS SEMILLAS DEL CONFLICTO

1933: Trabajadores nacional-sociaiishss de Munich agitando

la

bandera con

la esvástica.

1

9

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LAS SEMILLAS DEL CONFLICTO

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Década de

y los

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irá

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1

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i^^^^^^^^^M

años 20: Mussolini y sus camisas negras en Roma.

sobre te del

\M^y^^ "^

r^ Agosto de

1

934: Muere

el

mariscal Hindenburg.

el partido Nazi y crear una plataforma política capaz de atraer buena parelectorado alemán. Afirmó estar con los desvalidos, los resentidos, los en-

gañados; tomó partido por los pequeños comerciantes, frente a

los

bancos

inter-

nacionales, y apoyó a los agricultores contra la «degradación moral» de las ciudades. Denostó contra los términos del Tratado de Versal les y proporcionó una adecuada cabeza de turco para justificar el colapso económico: el judaismo internacional. Destacó las raíces

puso

el

comunes de

término Lehensraum («espacio

En enero de

más de un

los

«verdaderos alemanes» y ex-

vital»).

alemanes conviertieron a Adolf Hitler en canciller del Reich. A los pocos días de llegar al poder, hizo una demostración de fuerza declarando ilegales todas las reuniones de los comunistas

1933,

tercio de los votos

alemanes.

Cuatro semanas después,

el

27 de

febrero, se declaró un incendio en el

edificio del parlamento alemán, el

Reichstag, pretexto que utilizó Hitler

para acabar con sus enemigos.

Sus camisas pardas entraron en acción y esa misma noche fueron arrestados muchos comunistas. Cuatro de

juzgados y ejecutados. Las elecciones que siguieron a su

ellos fueron

nombramiento dieron partido Nazi

el

a Hitler y al

control absoluto del

país.

Ya circulaban por Europa los rumores sobre la actitud de los nazis con respecto a los judíos, aunque la verdadera naturaleza del nuevo gobierno alemán sólo se hizo patente después de que Hitler realizara

la

primera

purga dentro de su propio partido en el

verano de 1934.

Más

de mil posi-

bles oponentes y rivales fueron ejeCUtados. Cuando Ernst Rohm, jefe de

^^^^^^.

^^^^^ü^j ^^^^ ^^ ^ddis Abeba; mayo de 1936.

Pagina opuesta: incendio en

el

Reichstag;

27 de febrero de 1933.

21

EL

El

CAMINO HACIA

GUERRA

LA

Führer con uno de sus hombres de confianza, Ruciolf Hess.

los

Mediados de

b

década de

los

camisas pardas (SA). fue arrestado por

fascistas a lo largo y

años 30:

el

Hitler

firmo autógrafos para los miembros de

b Juventudes

propio Hitler. todos los partidos

ancho de Europa pudieron

sentir aquella terrible

onda de

choque. Al final de ese año. y tras encontrarse en un estado senil durante algunos el jefe del Estado, el mariscal Hindenburg. y Hitler adopta el tí-

meses, fallece

tulo de Reichsführer.

En

los

uno de

los

primeros años de su gobierno. Hitler extendió su control sobre cada aspectos de

la

vida alemana. Todos los partidos políticos fueron di-

sueltos y los sindicatos sustituidos por

el

Frente Laborista, dirigido por

el

Esta-

También quedó abolido el limitado autogobierno provincial, y el partido Nazi y el gobierno alemán fueron declarados una misma y única realidad. Hitler también emprendió reformas en el ejército: los soldados alemanes eran obligados a prestar juramento que les comprometía a «una obediencia incondicional a Adolf Hitler. líder del Reich y el pueblo». do.

Las pocas instituciones que toridad,

como

la Iglesia,

se atrevieron a desafiar su au-

sufrieron un riguroso control. «Esta

es la última vez que un tribunal declarará inocente a alguien a

quien yo he declarado culpable,» dijo Hitler cuando

el

teólogo

protestante Martin Niemoeller fue absuelto del cargo de subversión.

En

la

Alemania de

los nazis, la oposición a Hitler tenía

ser clandestina: cuestión de tinazis tenían

mucho que

que

mnadas y susurros, ya que los anUna broma sobre el Führer po-

temer.

día conducir a la denuncia y el arresto inmediato, y los espías estaban por todas partes. Se animaba a la gente para que vigilara a sus vecinos, apelando a razones de patriotismo; los niños que denunciaban a sus padres recibían una recompensa. Los primeros campos de concentración se crearon para los «subversivos», los «ociosos» y. tras los decretos de Nuremberg

de 1935, los judíos. Los disidentes comenzaron a desaparecer

22

Ernst

Róhm,

¡efe

de

las

SA.

Hitlerianas.

LAS SEMILLAS DEL CONFLICTO

Desfile nazi

en

las calles

Fascistas italianos en

de

una

Berlín.

visita

a Alemania.

23

EL

CAMINO HACIA

Heinrich Himmier, jefe

de

LA

GUERRA

Julius Streicher, editor

las SS.

de Der Sturmer.

y no se volvía a saber nada de ellos. Nadar contra esta corriente exigía un gran coraje, incluso temeridad.

Fue un control tan férreo el que Hitler ejerció sobre la Alemania de 1930-40 que a veces olvidamos que el primer estado puramente fascista fue la Italia de Mussolini. Benito Mussolini, conocido como «II Duche» llegó al poder en Italia en 1922. Aunque nunca logró tener el mismo grado de control personal que Hitler (el lema «Mussolini siempre tiene razón», pintado en los muros de toda Italia, puede haber sido un signo de desesperación), estableció el prototípico aparato del Estado fascista: una enorme burocracia centralizada que se valía de la policía secreta y de los informadores

como

instrumentos de control.

Mussolini también poseía ambiciones imperialistas. Soñaba con crear un moderno Imperio Romano en el Mediten^áneo, del cual él mismo sería César. Con tal objetivo en mente, envió a sus ejércitos contra Libia y Abisinia. donde se consiguieron sonoros éxitos militares contra los mal organizados y peor pertrechados grupos de indígenas del desierto. Hitler tomó buena nota de aquel primer

ejemplo, pero sus ambiciones eran de un alcance

También

mucho mayor.

movimientos fascistas en otros países europeos, y antes de 1934 ya estaban funcionando. La derecha era especialmente vociferante en Francia, donde los disturbios originados por antiguos militares obligaron al goexistían

bierno a dimitir.

En

Austria, el partido Socialista fue suprimido tras varios días

de resistencia armada, y

24

el

Canciller Engelbert DoUfuss, asesinado por los nazis

LAS SEMILLAS DEL CONFLICTO

Streicher,

a

la

cabeza de un

en julio de ese

de camisas pardas en Munich.

desfile

mismo año

(prólogo del Anschliiss, o unión forzosa de Austria y Alemania que Hitler llevaría a cabo en 1938). En España, la oposición fascista se enfrentaba al gobierno republicano de izquierdas.

Las democracias occidentales presenciaron estos acontecimientos en un estado de parálisis. La consigna de aquellos días era la no intervención, así que a pocos sorprendió los aliados

menzaran

el

que

después de

las leyes internacionales, tan

la

a deshacerse.

idealmente concebidas por

guerra para evitar nuevos conflictos a gran escala, co-

A

mediados de

los

años 30,

la

Sociedad de Naciones ya

había empezado a perder influencia y status. Japón hizo caso omiso de sus advertencias cuando envió a sus tropas sobre Manchuria en

1

93

ró las sanciones de la Sociedad después de invadir Abisinia en

1

.

1

Mussolini igno936.

Ya en 933, 1

Hitler había decidido abandonar este organismo, y su remilitarización de

la

Re-

nania en 1933 apenas levantó una tímida queja.

A el

lado de

la

balanza se inclinaba aún más hacia

década de

los

años 30,

guerra debido a

las

mutuas sospechas de aquellos países encarga-

finales de la

dos de garantizar

la paz.

En

la

la

Unión Soviética, José

Stalin temía

res del capitalismo se unieran para derribar su régimen, y se sentía

do para apoyar

al

fascista Hitler,

en cuyo

imagen distorsionada de su propia ciría al

modo

tiranía.

que

los

pode-

más prepara-

de gobierno reconocía

tal

vez una

Este obstinado entendimiento condu-

pacto Ribbentrop-Molotov de 1939, por

el

cual Polonia y los Estados bál-

25

EL

CAMINO HACIA

GUERRA

LA

Abajo: Tropas alemanas entrando en Renania,

1

936.

PÁGINA opuesta: Hitler posea triunfolmenie por los calles de Viena,

ticos iban a ser repartidos entre el

Reich y

la

1

938.

Unión Soviética como

si

de un pas-

se tratase.

tel

Las naciones occidentales, por otro lado, consideraban a Hitler como'el bascomunismo del Este, por lo que estaban dispuestas a pasar por alto algunos de sus excesos. Igualmente, Mussolini representaba al salvador de Itatión contra el

lia y,

de

las garras del

bolchevismo. Los fascistas eran, por tanto, un mal necesario

esperaban, pasajero. Hitler supo sacar

provecho de otro

das aún de

la

factor.

La posibilidad de

otra guerra pro-

sociedades de Gran Bretaña y Francia, resentimatanza del frente occidental. Los políticos evitaban el tema del

ducía una violenta repulsa en

las

rearme, considerándolo un suicidio político. Los presupuestos de

la

Marina y

el

Ejército sufrieron recortes, se suspendió el reclutamiento y se desestimó toda alternativa innovadora en este sentido; reinaba la complacencia. Mientras tanto,

embarcado en un programa masivo de rearme para hacer de Alemania una máquina de guerra que pudiera, cuanto antes, conquistar Europa. Hitler se había

26

LAS SEMILLAS DEL CONFLICTO

27

ARMÁNDOSE PARA EL ARMAGEDDON La escala

^^

de armamentos

^Jropaganda, propaganda, propaganda: lo único que importa es la propaganda», dijo Hitler en la noche de su fallido intento de golpe de 1923.

Aunque

sabía que los alemanes estaba hartos del caos poh'tico, social y econó-

mico, todavía a mediados de los años 30 dudaba Hitler de que viera preparado para otra guerra.

Uno

el

pueblo estu-

de los principales objetivos de

la

propa-

ganda nazi fue preparar al país para un nuevo conflicto armado. Cuando Hitler llegó al poder en 1933, el mensaje nazi fue que aunque Alemania seguía siendo víctima de una injusticia, se hacía cada día más fuerte. Josef Goebbels. ministro

abnegado y las virtudes marciales de los Volks, el mitológico pueblo germano, en sus masivos mítines de Nuremberg. pero tuvo cuidado de no mencionar la palabra «guen'a». Ni de Propaganda e Información de Hitler, ensalzó

siquiera durante la crisis de cia directa al conflicto

Arriba: Panzers

28

Munich de 1938

el espíritu

los líderes nazis hicieron referen-

armado.

en unas maniobras

militares.

Pagina opuesta:

Hitler

saluda a una enfervorizada multitud en Munich.

EL

CAMINO HACIA

Cazas en una

Panzers

Mkl

línea

LA

GUERRA

de montaje.

Trabajando en

los circuitos

de una cabina.

realizando un ejercicio de avance en columna.

Sin embargo,

la

propaganda no era

suficiente.

También

se hacía necesario re-

poder militar alemán. El reclutamiento forzoso volvió a introducirnuevamente contraviniendo las disposiciones de Versalles se a partir de 1935

construir

y ese

el



mismo año

se anunció oficialmente la creación de la Luftwajfe, la fuerza

aérea. Hitler encargó esta tarea a

Hermann Goering, que además

era su sucesor

natural. Este ministro, a pesar de su vanidad, obesidad y adicción a la morfina,

había sido piloto durante

bos compartían

la

la

Gran Guerra y era un magnífico organizador. Am-

idea de que el poder aéreo sería crucial en una futura guerra

y recordaban cómo las tribus de Libia y Abisinia habían sido ateiTorizadas por la fuerza aérea de Mussolini. Las líneas de producción Messerschmitt y Heinkel

empezaron

alemanes entraron en acción en apoyo del fascista español general Francisco Franco en las ciudades de Barcelona y Guernica.

30

a fabricar aviones a toda velocidad, y los pilotos

ARMÁNDOSE PARA

Arriba:

Un grupo de panzers realizando

ejercicios

de señales. Abajo:

El

general

Rommel con

sus ayudantes revisando un

EL

mapa

ARMAGEDDON

durante unas maniobras.

31

EL

CAMINO HACIA

Hermann Goering,

32

jefe

de

LA

la Luftwaffe.

GUERRA

ARMÁNDOSE PARA

EL

ARMAGEDDON

Abanderados en un

mitin

de Nurenibsrg.

33

EL

CAMINO HACIA

GUERRA

LA

Hitler también fue afortunado al contar

con

el

con-

más vanguardistas

sejo de algunos de los generales

le

Wehrmacht, o Ejército alemán. Estos militares explicaron el efecto que los tanques producirían en

el

moderno campo de

de

la

batalla.

Su opinión

se

basaba

principalmente en un libro que sobre este tema acababa de escribir un coronel francés. Charles de Gaulle. Combinados con un poderoso ataque aéreo, las divisiones de panzers aplastarían cualquier resistencia

enemiga y

camino

abrirían el

diante la estrategia conocida rra

relámpago»

— podrían

a la infantería.

como Blitzkrieg

cubrirse

Me-

—«gue-

enormes distancias

en una sola jornada.

la

Al mismo tiempo. Hitler se decidió a reconstruir Armada alemana, muy debilitada al tlnal de la Gran

Guerra, aunque no entraba en sus planes

miento naval con

más grandes

de

las flotas

ra

absolutamente necesario.

1935, Hitler firmó

que Póster

de

los

Juegos Olímpicos de

Berlín.

le

el

del

el

enfrenta-

poseedores de una

mundo, antes de que

A

tal

fue-

efecto, en junio de

acuerdo naval anglo-germano,

permitía construir una flota no superior a un

Royal Navy, o Armada británica. Pero el Führer mintió acerca de los buques que ya estaban siendo fabricados; además, los británicos no vieron ninguna amenaza en la petitercio de la

ción germana de construir

en

el

pués,

más submarinos, que posteriormente

al

más que una maniobra dilatoria. Un año desLocarno relativo a limitación de armamento. tratado de

caso, este ardid no era

abandonar

el

'Qfj^U

Ui Hitler

se convertirían

azote del Atlántico Norte.

En todo

34

los británicos,

saludo o

lo multitud

durante

los

Juegos.

ARMÁNDOSE PARA

Hirier

El

EL

ARMAGEDDON

en Nuremberg, centro del aparato propagandístico nazi.

Führer

felicita

a un grupo de camisas pardas durante un mitin antes de

la

guerra.

35

=^1

EL

CAMINO HACIA

Jefes nazis

saludando a

los

LA

miembros de

La popularidad de Hitler va en aumento.

36

GUERRA

las

SA en Nuremberg.

ARMÁNDOSE PARA

Hitler dejó bien claras sus intenciones de

no respetar

el

EL

ARMAGEDDON

acuerdo sobre cuotas.

Francia y Gran Bretaña se llevaron una desagradable sorpresa e hicieron frenéticos esfuerzos para volver a poner en funcionamiento su oxidada maquinaria bélica.

Pero

el

empeño

francés se vio obstaculizado por un sistema industrial

anticuado, en tanto que los británicos sufrían los efectos de

nómica y Todas

la

la

depresión eco-

oposición política.

democracias occidentales cayeron en la trampa de la ofensiva diplomática de Hitler. En 1936, el Führer firmó el Pacto Antikomintern con Japón, y en 1939 concluyó con Mussolini el acuerdo de defensa llamado «Pacto de Acero». Mientras tanto, su ministro de Asuntos Exteriores, Joachim von Ribbentrop, las

había comenzado las negociaciones secretas con

el

declarado archienemigo de

los nazis, José Stalin.

Portaestandartes de las SS, una reminiscencia intencionada de las legiones romanas.

37

••

VERGÜENZA DEL APACIGUAMIENTO

LA

Fracaso de

los intentos

a

^^

a historia

I

Hitler

de todos los tiempos

^ha demostrado que

de apaciguar

— Imperio Romano, Imperio Británico

toda expansión territorial tiene que realizarse ven-

ciendo una resistencia y asumiendo ciertos riesgos», escribió Hitler en su Mein KampfdX tratar de justificar el necesario Lebensraum alemán. «Ni en el pasado

— continuaba amenazadoramente —

ni

hoy

te

de dueño.» Hitler aseguraba que

se ha encontrado un espacio carenproblema del espacio vital alemán tenía que estar resuelto antes de 1945; después de ese momento, se produciría una el

crisis alimenticia.

La lectura de Mein Kampf no pudo engañar a ninguno de sus contemporáneos en cuanto a las intenciones de Hitler. Estaba claro que sus ambiciones territoriales iban mucho más allá de la recuperación de los territorios cedidos tras el

Tratado de Versalles. Pero los líderes británicos y franceses, por razones poy psicológicas ya mencionadas, estaban dispuestos a ignorar las intru-

líticas

siones alemanas en territorios vecinos. Su política de apaciguamiento era ideal

para satisfacer

el

apetito expansivo de Hitler, que británicos y franceses

ían insaciable, aparte el imperioso deseo popular de

tarización de Renania y la

ayuda nazi enviada

al

no

cre-

una paz duradera. La mili-

general Franco sirvieron de ad-

vertencia para franceses y británicos, tanto de izquierdas

como

conservadores.

mayoría se obstinaba en considerar a Hitler como un ser relativamente racional con objetivos más o menos legítimos. Cualquier agresión «excesiva», decían, podía remediarse con una demostración de unidad e incluso de Pero aun

así, la

fuerza.

Pero Gran Bretaña y Francia no estuvieron unidas, ni quisieron advertir a manera explícita. Por el contrario, su mensaje fue siempre ambiguo y

Hitler de débil.

En noviembre de

1937.

alentó a los nazis a pensar que

la visita

del conservador británico

Gran Bretaña no intervendría en

Lord Halifax

los asuntos ale-

manes de Europa del Este, en tanto que aquella política de agresión no produ«conmoción de consecuencias trascendentales». Hitler estaba ya con-

jera una

vencido de que

las clases altas británicas

no estaban dispuestas a pelear

tras la

controvertida moción que tuvo lugar en el foro de la Universidad de Oxford,

donde

los estudiantes

manifestaron que no estaban dispuestos a luchar «por

el

rey y el país».

Pocos meses después, el secretario de Asuntos Exteriores británico, Anthony Edén, dimitió a causa del acercamiento de su gobierno a Hitler. «Vaya a casa y tómese una aspirina,» le contestó el primer ministro Neville Chamberlain; Halifax ocupó su puesto.

38

LA

«La paz de nuestro riempo»: Chamberlain vuelve con

el

VERGÜENZA

DEL

APACIGUAMIENTO

Acuerdo de Munich.

En marzo de 1938, después de anexionar Austria, Hitler comentó a sus colaboradores militares que la falta de oposición probaba la debilidad occiGran Bretaña ni Francia, indicó, tendrían arrestos para defender a un tercer país en caso de ataque alemán. Se refería a Checoslovaquia, y tenía dental. Ni

razón.

La llamada crisis de Munich de septiembre de 1938 constituyó la verdadera prueba de fuego para la política de apaciguamiento. Checoslovaquia, un régimen democrático, estaba prácticamente rodeada de alemanes y dentro de sus fronte-

39

EL

CAMINO HACIA

LA

GUERRA

ras Te, the

¿«man

?flhrer acd Chanoellor and tha

BrltlBh Prisa Ulnlster, h£ve ^ad tjaetJjDg

today

axd.

for

Buropa.

Te regard the a^reecent signad laat nlght a2td th.e

AS£lo-Gers£n ffaral Agraecieat es STcboUo

of the dealra ot

o-ar

tro peoplea sarer xo go to

ver Tit2i eme anotiiar agaln.

Te are reeolred conaul%atioa

aTin'/T

tíiat

be

^^.a

millones de habitantes hablaban esa

mencionaba a estos Sudetes alemanes una minoría perseguida; en uno de sus enfervorizados discursos llegó a afirmar que la voluntad del pueblo alemán le obligaría a «intervenir» en aquella región. El 10 de septiembre, el ministro francés de Asuntos Exteriores. Georges Bonnet, aseguró al embaja-

como

the ijueatigu ot Az^glo-Saraan relstlocs Is of the «t^^

tres

lengua. Hitler

a fíirthar

are egreed In rocognlaing ttat

flrat laportanca for the two ocuatrles

más de

the Kethod of

si

se tratara de

aetíiod adoptad to deal

dor británico en París:

vlth asy other questiona that aay cox»em onr tvo eountrieBr asd ve are detardsed to sontlcae our

«Mañana mismo

de atacar Checoslovaquia.

afforta to recoTe poaelbXa scmreee of differocoe

Y

si

lo hace,

Hitler pue-

Francia se

movilizará de inmediato, y les dirá: "Nosotros acudimos; ¿también ustedes?" ¿Cuál será la respuesta

and t^Ms to contriljuta to aeaure xta paace of Stirope.

de Gran Bretaña?»

La respuesta de Gran Bretaña fue confusa. Las tropas recibieron una orden de movilización parcial, ifa,

oír.

//^/

pero

las críticas

diplomáticas no se dejaron

El 29 de septiembre, Chamberlain y el primer

ministro francés Edouard Daladier volaron a El

Acuerdo de Munich

Mu-

nich y desde allí tomaron un tren hasta el refugio de Hitler en Berchtesgaden. Las negociaciones fue-

ron un completo caos, orquestado por

el

mediador

oficial,

Mussolini. que con-

2re2Ó a los líderes en una habitación atestada de oficiales devorando una co-

mida

fría.

El destino de los Sudetes quedó decidido poco después de

medianoche. De tres cosas quedó convencido Chamberlain: que por mucho que protestaran, los franceses no estaban dispuestos a pelear: que permitir a los alemanes ocu-

Arriba: Tropas

40

alemanas en posición de firmes en

el

la

cenlro de Praga. Página opuesta: Acongojada sumisión de una mujer checoslovaca.

EL

CAMINO HACIA

LA

GUERRA

par los Sudetes evitaría

la

invasión total de Checos-

lovaquia; por último, que no podían confiar en

la

pa-

cuando afirmaba que ahí terminaban

labra de Hitler

sus pretensiones. Ni Daladier ni él

mismo

consulta-

ron a los checos.

Con

el simple trazo de una pluma, se había cediun poder totalitario una gran porción de un Estado soberano europeo. Los generales alemanes que

do

a

podían haber estado dispuestos a deiTocar a Hitler vieron

cómo

Francia y Gran Bretaña apoyaban los plaMunich también hizo

nes del dictador. El acuerdo de ver a Hitler que

el

ruido de sables de

la

1939:

El

cara frente a los que se oponían

1

Von Ribbentrop regreso de sus negociaciones en Moscú.

42

movilización

una maniobra política para salvar al apaciguamiento en el seno de Gran Bretaña. Lo que más le interesaba en aquel momento era que un gran número de blindados alemanes habían irrumpido en los Sudetes. Cuando el avergonzado Daladier \ olvió a París, estaba seguro de encontrar a una multitud dispuesta Pacto de Acero de hacerle pedazos; pero en realidad el pueblo que le recibió estaba encantado. También Chamberlain fue regalado con una bienxenida heroica, mientras agitaba en la mano el pedazo de papel que, según anunció, significaba «la paz de nuestro tiempo». En fecha tan tardía como el mes de marzo de 939, seguía asegurando a sus colegas que las perspectivas de paz eran en ese momento mejores que nunca. Pero pronto los acontecimientos tomaron un curso bien distinto. parcial había sido

Mayo de

la

LA

VERGÜENZA

DEL

APACIGUAMIENTO

El 12 de marzo de 1939, los eslovacos, alenta-

dos por los nazis, declararon su independencia de la región checa del país. Gran Bretaña y Francia habían garantizado

la

independencia del resto de

la na-

ción en los acuerdos de Munich, pero Chamberlain dijo a la

Cámara de

los

Comunes que

la

indepen-

dencia eslovaca les libraba de ese compromiso. El

anciano presidente checo Emil Hacha viajó hasta Berlín, donde recibió de Hitler tal vapuleo verbal que llegó a perder el conocimiento. A regañadienfirmó

tes,

el

documento que

pusieron delante, po-

le

niendo «el destino del pueblo checo en manos del Führer del Reich alemán». Tres días después, las tropas alemanas marcha-

ron sobre Praga, con lo que

por entonces significaba

el

la industria del país,

ducción mundial, cayó en poder de Pero

el

Hitler.

dictador aún no estaba satisfecho y vol-

vió su codiciosa mirada hacia zo, sus tropas

el

Norte. El 21 de mar-

anexionaban Lituania,

lo

que obligó

a Chamberlain a modificar su política exterior.

días

más

que

diez por ciento de la pro-

tarde, el

Marzo de

1

938:

Hitler llega

a Viena.

Ocho

primer ministro británico ofreció a Polonia

la

promesa de ayu-

da contra cualquier poder que amenazara su independencia. El ministro de Exteriores polaco, coronel Beck, tomó la decisión de aceptar la oferta de Chamberlain, según dijo, «entre dos chupadas de su puro». Estaba deseoso de abofetear a Hitler por sus pretensiones de recuperar Danzig.

Septiembre de

1

938: Ribbentrop y Chamberlain pasan entre

la

guardia de honor en

el

aeropuerto de Munich.

43

EL

CAMINO HACIA

El

LA

GUERRA

pacfo nazi-soviético tomo cuerpo:

Hitler se

reúne con Molotov.

Esa era toda la munición diplomática que Hitler necesitaba. Tanto Beck como Chamberlain sobreestimaron la capacidad del anticuado ejército polaco para resistir la invasión. El consejo de ministros británico y los jefes del Estado Mayor sabían que no podían mantener su promesa de defender a Polonia sin contar con la ayuda de Rusia, aunque sólo los franceses trataron de llegar a un acuerdo con Stalin. Además, los polacos se mostraron resueltos en su decisión de que ningún soldado solviético pusiera el pie en el suelo de Polonia; temían que, una vez el Ejército Rojo hubiera cruzado la frontera, se negaran después a abandonar el país, temor que los acontecimientos posteriores se encargarían de justificar.

Pero todo

el

papeleo diplomático occidental

era,

en cierto sentido, ajeno a

las

verdaderas necesidades. Deseoso de extender su propia esfera de influencia ha-

porque los aliados occidentales habían rechazado su intercesión en Checoslovaquia, Stalin había ordenado a su nuevo ministro de Asuntos Exteriores, Vyacheslav Molotov, negociar un pacto con los alemanes por el cual Polonia sería dividida a partes iguales entre los dos poderes totalitarios. Ante el horror de los pacifistas, Von Ribbentrop voló a Moscú para firmar el tratado el 23 de agosto. La paz en Europa sólo duró otros diez días. cia el Oeste, y furioso

44

LAS INVASIONES DEL EJE

r

ALEMÁN b ITAL PONEN EN MARCHA

JERLIIUS SE

BLITZKRIEG Los panzers

de

Hitler

hubo de guerra por Nopoca 4.45 compasión. A m. declaración

las

a.

atacan Polonia

parte de los nazis, ni advertencia, y del

1

de septiembre de 1939,

muy

las tropas

de

Hitler atravesaban la frontera polaca en una implacable demostración de «gue-

relámpago». Primero, los bombarderos en picado Stuka atacaron las líneas de comunicación y fuertes militares, mientras el estruendo de los pánzer y las unidades mecanizadas atravesaba la llanura polaca, encontrando escasa resistencia. Una hora más tarde, oleadas de Heinkel y Dornier alemanes zumbaban sobre Varsovia. Cuando empezaron los devastadores ataques aéreos, la población corrió aterrada en busca de refugio, mientras la mitad de la fuerza aérea polaca era

rra

destruida sin haber tenido oportunidad de despegar.

A

última hora de aquel

Hitler informó

al

mismo

día.

como

si

de una idea tardía se

tratara,

Reichstag de que los alemanes estaban siendo «masacrados»

que hacía necesaria una inmediata intervención. occidental este ataque fue considerado como algo trágicamente inevitable. Los franceses y británicos empezaron a movilizar sus tropas.

en Polonia,

lo

En toda Europa

Septiembre de 1939: Movilización de

46

las tropas polacas,

con carros ligeros Vicker

E.

.¿A.

é 4

LAS INVASIONES DEL EJE

Polenfeidzeng, en Polonia: Los tropas alemanas dan muestra de la efectividad

de

la

«guerra relámpago». Pero

se encontraban forzados al

los recursos

de

Hitler

máximo.

aunque

mismo tiempo

Halifax y Bonnet aceptaban la oferta de mediadores presentada por Mussolini. En Gran Bretaña, casi dos millones de mujeres y nial

ños fueron evacuados de

la

ciudades, ya que el

bombardeo aéreo parecía inmi-

nente.

Fue la Cámara de los Comunes la que inclinó la balanza en favor de la intervención armada. El 2 de septiembre, parecía claro para Chamberlain que si no respondía a su compromiso de Polonia, su gobierno se derrumbaría. El consejo de ministros decidió no abandonar

la sala

hasta que se hubiera

tomado

la deci-

sión de enviar un ultimátum.

A las 9 a. m. del día siguiente, el embajador británico en Berlín entregó su ultimátum, exigiendo la promesa de retirar las tropas alemanas en un plazo de

48

dos horas, lo que parecía más que improbable. A las 11.1 5, Chamberlain emitió un comunicado anunciando la declaración de guerra. Los franceses también enviaron un ultimátum, que, como el anterior, seguía sin contestación a las 5.00 p. m. Polonia estaba demasiado lejos para que los Aliados intervinieran directamente, pero la RAF atacó la base naval alemana de Wilhelmshaven, sufriendo grandes pérdidas. Por su parte, el ejército francés reforzó la Línea Maginot; su defensa se basaba en el reclutamiento de un ejército que tardó dieciséis días en movilizarse, de manera que la idea de un ataque inmediato quedaba descartada. Mientras tanto, los polacos empezaban a comprender que sus planes de marchar triunfalmente por las calles de Berlín habían sido algo prematuros. Aunque sus

49

LAS INVASIONES DEL EJE

Las SS entran en Danzig con un blindado

ADGZ.

soldados pelearon con valor, estaban mal equipados y peor adiestrados. Tan sólo tenían dos brigadas mecanizadas, y únicamente pudieron sostener una batalla de importancia, en

Aún

el río

Bzura, mientras se retiraban a Varsovia.

habrían de recibirse noticias peores. El

lanzaron desde

el

a la Rusia Blanca y Ucrania. jas. El 5

1

7 de septiembre, los soviéticos

Este su propia invasión de Polonia, aparentemente para proteger

de octubre, todo

En

esta

el ejército

campaña

los soviéticos sólo tuvieron

737 ba-

polaco se había rendido; más de 900.000 sol-

dados habían caído en poder de los alemanes y los rusos, y sólo 70.000 habían conseguido escapar. Muchos miles de prisioneros fueron asesinados. A los civiles no les fue

los

mucho

mejor, ya que Hitler firmó una amnistía secreta que eximía a todos

miembros de

las

SS que habían

acusados de bmtalidad contra los

sido arrestados por el ejército regular alemán

civiles.

En

los

dos años siguientes, una quinta

parte de la población fue salvajemente asesinada.

Mientras tanto,

el

gobierno electo polaco se había refugiado en Rumania, y

en París se creaba un gobierno en

el exilio.

Hay razones suficientes para pensar que si Francia hubiera atacado a Alemamomento su ejército no hubiera encontrado apenas resistencia. Hitler

nia en ese

había arriesgado todo en

el

rápido ataque a Polonia y sus suministros estaban

prácticamente agotados. Pero los Aliados se quedaron paralizados en su indecisión,

como

si

estuvieran esperando un milagro; por ejemplo, que Hitler decidie-

ra por su voluntad retirar sus tropas después de la demostración.

La absoluta

derrota de los polacos condujo a un período de aparente tran-

quilidad que los periódicos americanos llamaron «falsa guerra». Se esperaba

50

B

Tropas de primera línea entran en

Tomando por

asalto las afueras

la capital

L

ITZ

K R

I

E

G

polaca, Varsovia.

de Varsovia.

51

LAS INVASIONES DEL EJE

mucho, pero no ocurría nada. Hitler hizo una oferta de paz que Gran Bretaña y Francia rechazaron públicamente, aunque consideraron en privado. También

comenzó

sus preparativos para la invasión de esta última. «Se habrá de

luchar una guerra para decidir quién domina Europa», mando.

dijo el Führer a su alto

El gobierno de Francia se había decidido por la guerra a pesar de los numerosos recelos; no se permitió a

la

Asamblea Nacional

declaración de guerra; simplemente se

cumplir conjas obligaciones a

las

que

le

el

ni siquiera votar sobre la

pidió que decidiera

tratado

le

ligaba.

si el

país debía

La oposición fue

si-

Asamblea los políticos de derechas y los comunistas del gobierno a llegar a un acuerdo. El líder del PCF, Maurice Tho-

lenciada y fuera de la

PCF instaban

al

y se refugió en Moscú, mientras que un fascista francés preguntaba: «¿Estáis dispuestos a morir por Danzig?» La moral de la nación se rez, desertó del ejército

hundía.

En Gran

Bretaña, empezaron a sufrirse cortes de luz y las barandillas de los

parques eran arrancadas para fabricar acero. Los barcos británicos comenzaron a

navegar en convoyes.

A

partir

de enero de 1940. se racionó

la

comida.

Fue entonces cuando Winston Churchill, parlamentario conservador largo tiempo relegado al «desierto político», volvió al consejo de ministros como Primer Lord del Almirantazgo. Se envió a Francia una fuerza expedicionaria de cuatro divisiones mandadas por el par irlandés Lord Goit. héroe de la Gran Guerra y decano de los generales británicos. Estas tropas se instalaron cerca de la frontera con Bélgica, a las

^

B

Arriba:

Un buque de guerra alemán bombardea

la fortaleza

L

i

T Z

K R

polaca de Westerplafte. Abajo: Bombarderos P.23b polacos.

I

E

G

LAS INVASIONES DEL EJE

I

Órdenes del comandante supremo Maurice Gamelin. siempre contrario a la idea de una guerra mecanizada. En aquel momento se desató la discusión sobre los límites exactos de la neutralidad belga.

La

dependía enteramente de Bélgica, ya que la base de la defensa gala, la Línea Maginot. no se extendía por la frontera belga (el mismo lugar por donde las tropas del Kaiser habían penetrado en Francia una generación táctica francesa

I

con Alemania, la línea Maginot no era continua; con todo, constituiría un obstáculo formidable para las columnas mecanizadas de Hitler. No todo estaba en calma. Los británicos ya habían comenzado a perder barcos a causa de las minas magnéticas alemanas, y el 14 de octubre, el acorazado Roya! Oak fue torpedeado y hundido por un U-47 en su fondeadero de Scapa Flow. Pero también hubo un éxito aliado. Tres cruceros británicos acorralaron al acorazado de bolsillo alemán GrafSpee cerca de Montevideo, causándole daños tan importantes en la batalla de Río de la Plata que el capitán se vio obligado a antes). Incluso a lo largo de la frontera francesa

hundirlo.

comienzo de las hostilidades, los políticos franceses y británicos se engañaron pensando que el régimen nazi pronto agotaría sus recursos. Aunque éstos fueron empleados al límite, Alemania no estaba al borde del colapso; ade-

Desde

el

Diciembre de 1939: Cruceros británicos cerca de Río de

m

la Plata.

54

i

B Ll T Z K R

I

E

G

"'fiiflf

•%

IL 'W'

El

acorazado de

bolsillo

Graf Spee ardiendo cerca de Montevideo.

Unión Soviética. Stalin se tomó muy en serio su petróleo y el carbón empezaron a llegar a Alemania des-

más no habían contado con acuerdo con de

el Este.

tico. El

Hitler,

y

el

la

El líder soviético también estaba consolidando su posición en el Bál-

30 de noviembre,

el

Ejército

Rojo invadió Finlandia

tras

un

trivial inci-

dente fronterizo.

Aunque

la resistencia inicial

dos, éstos dilataron durante da.

Además de

de los finlandeses animó a los gobiernos

meses

la

alia-

decisión de enviar una expedición de ayu-

las dificultades logísticas, la

intervención militar hubiera supuesto

55

LAS INVASIONES DEL EJE

gueiTa con la Rusia soviética y una burla a la neutralidad sueca y noruega. El 11 de marzo de 1940, justo antes de enviar a la expedición preliminar, los fin-

la

landeses aceptaron las condiciones soviéticas. Consecuencia de todo este desastre

fue

la

destitución del primer ministro francés Daladier,

Reynaud, de

talante

Reynaud voló

a

mucho más

al

que sustituyó Paul

belicoso.

Londres para reunirse con

el

Consejo de Guerra Aliado y

exigir una acción inmediata. Allí cundía la sensación, nuevamente, de que Hi-

rumbo. «El señor Hitler ha perdido el autobús», afirmó Chamberlain el 4 de abril, mientras los Aliados se preparaban para minar las aguas noruegas y cortar de esa forma la ruta del mineral de hierro destinado a Alemania. Chamberlain no podía estar más equivocado. La colocación de minas violó definitivamente la neutralidad de Noruega y dio a las fuerzas alemanas la excusa perfecta para una invasión. Un incidente ocurrido en febrero había inclinado la balanza hacia una intervención militar alemana: el destructor británico Cossack había perseguido al alemán Altmark hasta el interior de un fiordo noruego para rescatar a unos prisioneros aliados. El 5 de abril, Hitler desplazó 10.000 soldados a la costa noruega ante el temor de que los británicos realizaran desembarcos en aquel lugar. Y desde allí, las tropas alemanas marcharon en dirección a Dinamarca, para asombro de las autoridades danesas, que habían creído las promesas diplomáticas nazis de que tler

había perdido

el

su neutralidad sería respetada. El primer ministro danés, Torval Stauning. esta-

Tropas finlandesas realizando ejercicios de maniobras.

56

Abril

de 1940:

El

destructor

alemán Georg

Thieíe

después de

la

segunda batalla de Narvik.

ba tan confiado que desistió de movilizar a sus tropas por miedo a provocar a los alemanes.

Pero Hitler no necesitaba provocación alguna. sus tropas de asalto atravesaron

la

A

primera hora del 9 de

abril,

frontera de Dinamarca. Incluso entonces,

mu-

chos militares daneses se negaron a creer que aquello constituyera una «verdadera» invasión, y el comandante en jefe de la Marina no acababa de decidirse sobre si sus barcos debían o no abrir fuego. Cuando se dio cuenta de que era tarde

X

ordenó un inmediato alto el fuego. Antes de las 6.25 a. m., todos los disparos habían cesado y Dinamarca estaba bajo el control nazi. Sólo habían muerto 13 soldados daneses, y del bando alemán únicapara defenderse,

el

rey Christian

mente dos aviones resultaron derribados. Los oficiales noruegos de Oslo también fueron sorprendidos por los comandos alemanes enviados a esa ciudad y a Trondheim, Bergen y Narvik. Los invasores cortaron el suministro eléctrico de la capital, y el consejo de ministros, api-

ñado en la oscuridad, fue obligado a leer el ultimátun alemán a la luz de las velas. Al no disponer de teléfono, enviaron por correo la orden de movilización a sus tropas y después abandonaron la ciudad. Acompañados por veinte camiones que transportaban las reservas de oro del país, el gobierno se trasladó hacia el Norte; en su camino tuvieron que soportar el ataque aéreo alemán dirigido contra el rey Haakon VII. que se escondió con ellos en un bosque cerca de la frontera con Suecia.

Reynaud supo de

invasión de Noruega a través de

la

agencia de noticias

Reuters, lo que muestra hasta qué punto había fracasado

el

entendimiento

la

alia-

do. Ni él ni los británicos podían creer que los alemanes hubieran sido capaces

57

LAS INVASIONES DEL EJE

Arriba:

El

Aitmark antes de ser atacado. Página opuesta:

El

Aitmark después de

la

primera batalla de Narvík.

Norte tan deprisa y se mostraban confusos sobre cómo responder a la invasión. Los intentos británicos de tomar Nar\ ik y Trondheim resultaron infructuosos, y los desembarcos en los pequeños pueblos pesqueros de Namsos y de llegar

al

Andalsnes fracasaron porque se encontraban dentro del radio de acción de

la

Lufnvüffe. que ahora operaba desde los aeródromos noruegos.

A

pesar de todo,

sistencia de la

la

invasión nazi no fue un éxito rotundo. La inesperada re-

Armada noruega v dos acciones de

la

Roxal Navx costaron a

los

cruceros y cuatro destructores, lo que les dejaba con sólo tres calceros y cuatro destructores operativos. Y lo que fue todavía peor para Hitler. el rey Haakon y su gobierno lograron escapar a Londres, lo que añadía un millón

alemanes

tres

de toneladas a

la flota

mercante aliada.

Los políticos británicos protestaban a voces por los últimos reveses aliados. «¡En el nombre de Dios, marchad!», gritaba el anciano parlamentario conservador Leopold Amery a Chamberlain en la Cámara de los Comunes. El partido laborista de la oposición se negó a participar en un gobierno de coalición encabeel responsable zado por Chamberlain. y el día 10 de mayo. Winston Churchill fue nombrado primer ministro. de los desastrosos desembarcos en Noruega



58



i^^tc

:x.^j:2^^.t>.

LA caída DE FRANCIA Los ejércitos francés

y

británico, arrollados

invasión de Francia era fecha que Hitler había pensado para 12 de noLaviembre de 1939. para espanto de los generales alemanes, que hicieron cuanel

la

mano

to estuvo de su

yecto

y,

para disuadirle. Pero

el

mal tiempo fue retrasando

por fm. un incidente imprevisto obligó a cancelar toda

la

el

pro-

operación. El

comandante en jefe de las tropas alemanas aerotransMunster a Bonn. tu\o que des\ iarse muchas millas de su Rita y aterrizar en Bélgica a causa del mal tiempo. Los documentos que llevaba consigo, y que no tu\ o tiempo de destruir antes de ser apresado, contenían

oficial

de enlace enviado

portadas, que

los planes

\

al

iajaba desde

completos para

la in\

asión de Francia; los belgas entregaron todos los

papeles a los Aliados. Se ha sugerido que quizá los dirigentes nazis fueron

mas de una conspiración

vícti-

alemán para frustar la invasión: en cualquier caso, toda la ofensiva tuvo que ser nuevamente planeada. El nuevo plan fue idea del jo\en general Erich \on Manstein. que sugirió atacar a tra\ és de las Ardenas. Tanto gustó a Hitler la idea que acabó pensando que del ser\ icio de inteligencia

había sido suya.

Mayo de

60

1940: Rotterdam tras

el

ataque aéreo nazi.

LAS INVASIONES DEL EJE

1940: Soldados alemanes observan

cómo arde Rotterdam.

el 9 de mayo de 1940 la notique la invasión era inminente. «Mañana al amanecer: agárrense», contestó a La Haya. Pero cuando Hitler atacó a la mañana siguiente Holanda. Bélgica, Luxemburgo y Francia simultáneamente, el ministro de asunto exteriores holandés, Eelco van Kleftens, estaba aún con sus colaboradores discutiendo sobre qué

El agregado militar holandés en Berlín recibió

cia de

hacer.

Las fuerzas alemanas aerotransportadas atacaron La Haya y Rotterdam, aplastando las defensas fronterizas holandesas del Este y tomando el puente principal

Rotterdam con hidroa\ iones. Cuatro días después, Rotterdam aún resistía, pero mientras estaban negociando la rendición, fueron bombardeados desde el aire. En el ataque murieron unos 980 civiles; dos horas más tarde, las autoridades de la ciudad cedieron. Cuando el Séptimo Ejército francés llegó en su ayuda cinco días después, se encontró con que más de 100.000 soldados hodel centro de

landeses se habían rendido ya.

62

LA caída de

Arriba: Refugiados

FRANCIA

en una carretera en Bélgica. Abajo: Paracaidistas y soldados de infantería en Holanda.

63

LAS INVASIONES DEL EJE

Mayo de

1

940: Puente destruido sobre

el río

Moas.

Tanques franceses de maniobras antes de

la

invasión.

Los extenuadas tropas belgas en la carretera de Bruselas.

El ataque alemán a Holanda no fue un éxito completo: en

La Haya no

el

ataque por sor-

que escapó a Lonbordo de un destructor británico. En aquel momento. Alemania contaba tan sólo con 4.500 paracaidistas adiestrados y casi todos fueron utilizados en el ataque a Holanda. El resto fueron empleados en Bélgica y, junto a ellos, se lanzaron gran cantidad de maniquíes, con el fin de atemorizar con su número al enemigo. Una fuerza de choque compuesta por 85 paracaidistas aterrizó sobre el tejado del inexpugnable fuerte Eben Emael, que guardaba la entrada a Lieja y el Canal Albert, y lo capturaron sufriendo sólo cinco bajas. Otros grupos de paracaidistas tomaron los puentes principales que permitieron a las divisiones motorizadas penetrar en presa a

se consiguió capturar al gobierno holandés,

dres, junto a la familia real, a

el territorio belaa.

64

LA caída de

Arriba: Tropas francesas se movilizan en París. Abajo: Confusión en la estación

de

ferrocarril

de

L'Est

de

París;

FRANCIA

mayo de 1 940.

65

LAS INVASIONES DEL EJE

á^líáM Junio de 1940: Tropas alemanas cerco del

«No puedo

Somme.

ofrecer otra cosa que sangre, esfuerzo, lágrimas y sudor», reco-

nocía Churchill ante una sombría

Mientras

Cámara de

los

Comunes

tres días después.

atención de los aliados se concentraba en los ataques de los pa-

la

comandante de las divisiones panzers. Heinz Guderian. Ardenas a tra\ és de Luxemburgo. terreno muy boscoso que los

racaidistas, el brillante

se dirigía a las

británicos, franceses y algunos expertos militares

infranqueable. visto en

Con

él iba la

alemanes habían considerado

mayor concentración de tanques que jamás

una guerra: cuatro días después del comienzo de

frontera francesa y llegó

al

se había

ofensiva, atravesó la

Mosa.

Las divisiones motorizadas aliadas se encontraban en cada vez más expuestas por

la

la

el interior

de Bélgica y

maniobra de flanqueo alemana. Los franceses sólo

contaban con unas cuantas divisiones de tanques pobremente equipadas con que

Aun así. el comandante alemán comprendió que tenía Mosa rápidamente antes de que los franceses tuvieran tiempo de

hacer frente a Guderian.

que atravesar

el

reagruparse. Protegido por doce escuadrones de bombarderos en picado, cruzó

66

.

LA caída de FRANCIA

el río

cerca de Sedán

despreciando los temores de sus propios oficiales

y,

cluso Hitler temía un contraataque francés en

el

(in-

flanco vulnerable de Guderian),

Toda oposición fue aplastada a su paso. «Hemos perdido anunció Reynaud a Churchill por teléfono el 15 de mayo.

siguió hacia el Norte. la batalla»,

Churchill voló a París

Sur bloqueadas por sión.

En un

al

día siguiente, y a su paso encontró las carreteras del

los refugiados y al

mando

militar paralizado por la confu-

intento desesperado por infundirles ánimo, prometió diez escuadro-

nes de cazas, promesa anulada por su propio gabinete, que

le

advirtió de que la

defensa aérea de Gran Bretaña se volvía peligrosamente débil. «¿Dónde está reserva estratégica?», preguntó Churchill

al

la

comandante en jefe Gamelin. «No

hay ninguna», respondió aquél. Se envió rías

de

la

al

joven brigadier Charles de Gaulle a poner en práctica sus teo-

guerra de carros blindados, reuniendo apresuradamente una fuerza

de contraataque

17 de mayo. El acoso de los bombarderos en picado alema-

el

nes hizo retroceder a sus 150 tanques hasta Laon; pero después de su valerosa resistencia,

Reynaud

cretario de guerra.

«Me

Es demasiado absurdo. que

sea, hasta

que

pidió que se uniera a su gobierno en calidad de subse-

le

el

una furia incontenible

sentí llevado de

Si sobrevivo, lucharé allí

—escribía—

donde sea preciso,

enemigo sea derrotado y borrada

la

el

tiempo

mancha en nuestro

or-

gullo nacional.» El 20 de

mayo, Guderian había llegado

puertos del Canal y hacia

el ejército

manas que avanzaban por

el

kerque

—único

al

mar en Abbeville y

se dirigía a los

británico, enfrentado a las divisiones ale-

otro flanco.

En Gravelines,

a diez millas de

lugar por el que podían escapar las tropas británicas

dados de Guderian se detuvieron por orden del

alto



,

Dun-

los blin-

mando alemán.

Mientras, Reynaud había destituido a Gamelin y tuvo que esperar tres días a

que su sucesor. Máxime Weygand, llegara desde

Siria.

mediato contraataque aliado. Gort lanzó un ataque llones de tanques.

al

Weygand propuso un

sur de Arras con dos bata-

Al principio su ofensiva obtuvo un rotundo

Guderian avanza imparable a través de Francia.

in-

Los restos de un Heinkel

III

éxito, pero cuan-

alemán abatido en Francia.

67

LAS INVASIONES DEL EJE

Tropas alemanas despejan las carreteras bloqueadas de las Árdenos

Ji^'

r^^

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m-

A>

^3

.~JL*^

LAS INVASIONES DEL EJE

Un miembro de

Un blindado Mk

70

la

ill

dotación de un blindado alemán hoce uno pausa durante

o

ios

afueras de París.

el

avance.

LA caída de FRANCIA

*

Un

vehículo blindado francés Manhard, modelo

1

78, abandonado.

do aparecieron los refuerzos franceses sólo le quedaban dos tanques disponibles para el combate y los británicos tuvieron que retirarse. Incluso entonces, el alto mando alemán se mostró receloso y ordenó a su ejército detener el avance y consolidar sus posiciones.

¿Fue

este alto,

como han

sugerido algunos historiadores, una estrategia de Hi-

Nunca lo sabremos con manos de la Liiftwajfe de Go-

para facilitar un acuerdo de paz con Gran Bretaña?

tler

seguridad, pero sea cual fuere

la

razón, se dejó en

ering la destrucción de las fuerzas británicas y francesas acorraladas en Dunker-

que.

Y

la

Luftwajfe fracasó.

Estos tres días de parón en

el

avance alemán fue

cuanto los británicos necesitaron para escapar.

En

la

mayo, Gort decidió desafiar las instrucciones recibidas de su comandante supremo Weygand que le ordenaban resistir. Con el consentimiento a regañadientes del gabinete británico, Gort comenzó la evacuación de sus tropas de las playas de Duntarde del 25 de

kerque.

Los belgas, mientras tanto, habían estado luchando desesperadamente en una situación complicada por la presencia de refugiados y por unos mapas «hechos a ojo» que mostraban su alarmante situación y que habían sido arrojados desde los aviones alemanes. «La gran batalla que tanto temíamos ha comenzado», decía el rey Leopoldo a sus tropas. Pero a pesar de

las

desesperadas peticiones británi-

cas para que los belgas resistieran hasta que sus fuer-

zas hubieran sido evacuadas, Leopoldo anunció su

rendición

el

28 de mayo.

^ El

rey Leopoldo de Bélgico.

71

LAS INVASIONES DEL EJE

Junio de

1

940: Las tropas alemanas marchan a través del Arco de Triunfo.

1

.

El

«paso de

la

oca» a través de

las calles del centro

de

París.

72

^^

/

LA

momento en

El gobierno belga, en aquel

París, se

negó

del monarca, pero sus reservas habían durado lo bastante

salvase.

Aunque

caída de FRANCIA

a aceptar la decisión

como

para que G01I se

Churchill preparaba a su pueblo para lo peor,

Royal Navy

la

—ayudada por 860 embarcaciones de de pesca, gabarras y botes neumá— transportó 200.000 soldados y 140.000 franceplacer,

a Inglaterra a

ticos ses.

Los británicos aplaudieron

do francés

la

crucial de la

tachó de traición,

británicos

como una

la

operación

al

considerarla una deserción en

gran victoria, pero el

man-

el

momento más

campaña. La Armada británica perdió 6 destructores y 177 cazas; las playas la mayor parte de sus armas y equi-

las tropas

evacuadas dejaron en

pamiento.

Más

de 150.000 soldados franceses de retaguardia fueron capturados.

Poco después, sultó barrido por

el intento

de

Weygand de mantener

francés escapaba a Tours, y de

allí

los

Campos

tiempo, Mussolini declaraba a su país en guerra el Sur,

con

la

Somme el

re-

gobierno

a Burdeos. El 14 de junio, las primeras for-

maciones alemanas marchaban por Francia desde

la línea del

una nueva ofensiva alemana; en aquel momento,

Elíseos de París. Al

al

mismo

ordenar a sus tropas atacar la

mesa de

ne-

prensa Lord Beaverbrook

—ahora

jefe

esperanza de ganarse un lugar en

gociaciones.

i

1

magnate de

la

producción de aviones de guerra



Churchill, Halifax y

de

la

el

bierno de Francia en Tours

el día 13

se reunieron por última vez con

de junio, con

la

el

amante de Reynaud en

gose-

gundo plano exhortándole a la rendición. El gabinete francés rechazó la propuesta de Churchill de unir ambos países. También se rechazó la sugerencia de Reynaud de formar en América un gobierno en el exilio, por lo cual dimitió. Fue reemplazado por to

SHJMlHV^^^K^

el

mariscal Philippe Pétain, héroe de Verdún, que en aquel

momen-

contaba 84 años.

^^^1

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1 ^^^^^^^^^^^^^^^^^^^^^^^^^^^^^^^^^^^^^^^^^^^^^^^_^_^^.^^^^^^^^i^^^^^^^^^^^^^^^^^^ KJ,

Dictando las condiciones del armisticio en

el

vagón de

ferrocarril

de Compiégne.

73

Tfjii I

I.?

Trnilii

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Junio de

1

940:

El

^«lllilll

I'

:

X

i

IBÍ'Blti

bombardeo de Dunkerque.

Boterías antiaéreas británicas

Tropas británicas en

abandonadas en Dunkerque.

la

playa soportando un ataque aéreo.

El 21 de junio, Pétain pidió a los alemanes un armisticio. Mientras oía las peticiones, la cara

de

Hitler,

cendida con desprecio,

según

el

periodista americano William Shirer, estaba «en-

furia, odio,

venganza,

triunfo...». Insistió

en que

el

acuer-

se firmase en el mismo vagón de feíTocanil de Compiégne en el que los generales alemanes habían firmado los términos de la rendición en 1918. Se acordó que un gobierno francés, con sede en Vichy, administraría Francia al sur del Loira.

do

Unos

días

más

tarde, el

gobierno de Vichy tuvo que pagar por su acuerdo con

los nazis. Por temor a que Pétain hubiera hecho un pacto secreto con Hitler, y preocupado ante la idea de que la flota francesa pudiera caer en manos de los alemanes, Churchill ordenó destruir todos los acorazados franceses anclados en Oran, Argelia. Fue, según reconoció, la «decisión más odiosa» que jamás había tenido que tomar. Pétain rompió de inmediato las relaciones diplomáticas con Gran Bretaña y ordenó el simbólico bombardeo de Gibraltar.

74

LA caída de

FRANCIA

sumió en recriminaciones, culpándose de la derrota francesa. «Es culpa de los maestros de escuela socialistas», dijo Pétain, que permitió a Fierre Laval y Raphael Alibert arrestar a Reynaud y Daladier e instaurar un régimen autoritario y Vichy

se

virulentamente antisemita. Durante los cuatro años siguientes, el gobierno de

apoyo nismo

Vichy

se

movió

entre el

tácito de las políticas nazis y el colaboracio-

activo.

Como

se vería, la batalla de Francia tuvo im-

portantes consecuencias para todos los contendientes.

La Armada francesa quedó

casi destruida y el

país dividido. Tal fue la rapidez con que sus ejércitos alcanzaron la victoria,

que Hitler pensó que eran

invencibles, un exceso de confianza que

más

tarde

resultó desastroso en Rusia y el norte de África. Por

último, aunque no

menos importante, 10 millones

de civiles habían perdido todo y tuvieron que deambular miserablemente por los caminos de la Eu-

á

ropa occidental, con sus pocas pertenencias amon-

tonadas sobre carros, cayendo a veces de puro agotamiento y otras muchas abatidos desde el aire por

la

Dunkerque: Los soldados trotan de vadear llegar

lo orilla

poro

a un buque de transporte.

Luftwajfe.

En

el otro lado del Canal, los británicos, aunque contentos por el milagro Dunkerque, de empezaban a darse cuenta de que entre Hitler y el dominio de Europa sólo se interponían 23 millas de agua marina.

Después de

la

evacuación: Camiones abandonados en las playos de Dunkerque.

75

i

LA FORTALEZA INSULAR La batalla

de

Inglaterra

y

el

bombardeo aéreo

^Nefenderemos

nuestra isla al precio que sea», prometía Churchill jubiloevacuación de Dunkerque. Pero aunque los británicos eran por entonces capaces de descifrar algunos mensajes alemanes cifrados en código

^^

l^so tras

la

enigma, y sabían que los alemanes no habían planeado aún la invasión de la isla, su capacidad para resistirla en el futuro era más bien escasa. Durante la batalla de Francia, los aviones de combate británicos derribados habían sido casi tantos

como

los salidos

de

las

cadenas de producción; además, gran parte de

la artille-

ría

y blindados habían quedado sobre las playas de Dunkerque. Era preciso tomar medidas de urgencia. Se ordenó el reclutamiento forzo-

so

y, a

comienzos de octubre,

1

.700. ()()() británicos se habían unido a las fuer-

(Home Guard), aunque debido a la escasez de armas tuvieron que ser equipados con el atrezo de algunas compañías de teatro y hasta con las picas napoleónicas del buque insignia del almirante Nelson, el Vicíory, de más de 150 años, anclado en el puerto de Portsmouth. zas armadas. Se formó una «guardia doméstica»

Arriba:

76

Cazas Messerschmitt

Bf

109 volviendo

tras su

ataque a Kent. Página opuesta: Un

Spitfire

ladeándose.

^íS«^?sgí

LAS INVASIONES DEL EJE

Comandantes alemanes observan a

sus tropas preparándose para

la

«Operación León Marino»,

la

planeada invasión de Gran Bretaña.

Al mismo tiempo. los oficiales de alto rango tanteaban a traxés de los diplomáticos suecos para ver si se podía llegar a un acuerdo que pusiera ñn a la gue-

Se cree que el antiguo primer ministro Da\ id Lloyd George y el duque de Windsor (rey Eduardo VIH antes de su abdicación), estaban preparados para dirigir los destinos del país después de la derrota. También es posible que algunos aristócratas considerasen la posibilidad de entregar Malta y otras colonias británicas para aplacar a Hitler. Pero Churchill estaba decidido a que Gran Bretaña se mantuviera firme y rechazó cualquier otra idea. En un discurso en el Reichstag el 19 de julio. Hitler advirtió a Gran Bretaña del «interminable sufrimiento y miseria» que les esperaba si rechazaban sus condiciones de paz. Churchill encomendó a Halifa.x. uno de los arquitectos del apaciguamiento, la tarea de despreciar por radio la oferta nazi. Unos días después, la «Operación León Marino», la invasión de Gran Bretaña, fue fijada para el 15 de septiembre. A los jefes del estado mayor alemán les preocupaban los planes de la invasión. La armada alemana no estaba capacitada para la tarea y sospechaban que cruzar el Canal sólo sería posible después de que la Liiftwajfe hubiera alcanzado la supremacía aérea sobre los británicos. Goering prometió conseguirla en cuestión de unas semanas y, el 13 de agosto, dio comienzo la llamada «batalla de Inrra.

glateiTa».

El primer día de combate marcó

meses

78

siguientes.

Una

la

ola tras otra de

pauta de lo que habría de suceder en los

bombarderos de

la

Lufnvaffe, escoltados

LA

FORTALEZA INSULAR

por cazas, sobrevolaron los aeródromos, puertos y otros objetivos británicos, sufriendo pérdidas en una proporción de dos a uno.

Aunque

la

superioridad alemana era abrumadora, los británicos tenían varias

ventajas. Ellos operaban en su propio territorio, de

modo que

los Spitfires y

rricanes podían atacar, aterrizar para repostar y despegar de

luchando. Contaban con radares que les permitían anticipar

barderos enemigos. También tenían un ministro para

de combate,

el

magnate de

la

la

la

Hu-

nuevo para seguir bom-

llegada de los

producción de aviones

prensa Lord Beaverbrook, designado por Churchill

en mayo, que había logrado ganar en productividad a las fábricas alemanas. Además, su objetivo era sencillo y claro: la destrucción de todos los bombarderos alemanes posibles, mientras que Goering modificó sus objetivos en varias ocasiones, mellando la moral de los pilotos alemanes.





Por otro lado, el ánimo de la RAF Real Fuerza Aérea iba en aumento a medida que avanzaba la contienda. «Nunca en el campo de los conflictos humanos, tantas personas han debido tanto a tan pocos hombres», dijo Churchill en su tributo a los aviadores.

Agosto de

1

940: Miembros de

la

Home Guará británica

—voluntarios de

la

defensa local

— durante su entrenamiento.

79

LAS INVASIONES DEL EJE

Arriba: Spitfires en formación

80

de ataque. Abajo: Hurricanes despegan apresuradamente para

tratar

de interceptar a

los

bombarderos enemigos.

LA

Agujeros de bala en un Junkers 88 derribado cerca de

FORTALEZA INSULAR

la costa inglesa

81

LAS INVASIONES DEL EJE

A pesar de

todo, los británicos su-

frieron la escasez de pilotos.

Los que

sobrevivían se encontraban cada vez bajo

mayor presión y peleando junto

a nuevos reclutas que cada día tenían

menos

experiencia.

Tampoco veían

la

forma de responder a los efectivos ataques alemanes sobre los aeródromos de Kent.

Entonces, por uno de esos extra-

ños giros de la guerra, de pronto los ataques fueron suspendidos. Un bombardero alemán, perdido en su trayecto de vuelta el día 24 de agosto, bombardeó Londres por accidente y Churchill respondió con una serie de ataques aéreos sobre Berlín. Hitler se sintió ultrajado, pues se había prometido que tal cosa no sería posible, de manera que empezó a dirigir sus ataques contra las ciudades británicas, estrategia que ambos bandos adoptaron durante el resto de la guerra. Los aeródromos británicos quedaron a salvo; a finales de la batalla, en octubre, los alemanes habían perdido 1.733 aviones y los británicos 915.

Dorniers sobre los muelles de Londres.

Ese mismo mes, Hitler pospuso

la

invasión de

la isla

hasta el invierno. El

bombardeo masivo de ciudades británicas, el llamado «Blitz», destruyó tres millones y medio de hogares y mató a más de 30.000 personas. Coventry quedó prácticamente demolida

el

14 de noviembre; un ataque masivo en

29 de diciembre acabó con ocho de

las históricas iglesias

de

Wren y

la

noche del

obligó a los

bomberos a demoler otros edificios para crear cortafuegos, algo que no ocurría desde el Gran Incendio de 1666. En un solo mes, los grupos civiles encargados de desactivar las bombas tuvieron que quitar las espoletas de más de 4.000 de ellas que no habían detonado al caer sobre la ciudad. «Siento que estamos luchando por nuestra vida y que sobrevimos día a día, hora a hora», dijo Churchill en

el

Parlamento.

Pero estas tácticas de

terror, lejos

de quebrar

la

moral de

la

población

bri-

Fue una lección que, al parecer, no aprendió el mando de bombardeos británico, que se empeñó en continuar la política de bombardeos sobre Alemania hasta las últimas semanas de tánica, parecieron reforzar su deseo de resistir.

la guerra.

En junio de 1941, los ataques aéreos alemanes sobre Gran Bretaña eran cada vez menos impetuosos, ya que Goering había desviado su atención hacia otro proyecto: la guerra del Este. Mientras tanto, una batalla personal en el Ministerio del

Aire enfrentaba a

Hugh Dowding y

Keith Park, los dos hombres respon-

sables del triunfo en la batalla de Inglaterra. Este enfrentamiento supuso la destitución para

82

ambos.

LA

Arriba: Souttiwark en llamas durante

un bombardeo. Abajo: Los restos de

la

FORTALEZA INSULAR

estación de Metro de Balham.

83

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LA FORTALEZA INSULAR

PÁGINA OPUESIA: Enero de 1941

Bomberos trabajando en

.

los

Ruinas de Londres vistas desde San Pablo. Arriba: Las mangueras para sofocar incendios, tendidas sobre una calle tras de un bombardeo.

escombros del East End londinense.

85

LAS INVASIONES DEL EJE

Arriba:

Una

familia inglesa llevando las

máscaras de gas se introduce en su nuevo refugio antiaéreo. Abajo: Niños esperando

lo

evacuación.

LA

FORTALEZA INSULAR

Su carácter de isla permitía a Gran Bretaña resistir la invasión de Alemania, pero sólo porque las comunicaciones marítimas con América se mantenían abiertas y a través de ellas llegaban alimentos y provisiones. Hitler se percató de esto y, ya en septiembre de 1939, ordenó a sus submarinos hundir cuantos barcos les fuera posible para rendir a Gran Bretaña por hambre. La llamada «batalla del Atlántico» había comenzado con el hundimiento del transatlántico británico Athenia el 4 de septiembre de 1939 y la colocación de minas magnéticas en torno a las costas de Gran Bretaña. Pero después de la caída de la Europa occidental, la guerra naval adquirió una nueva intensidad. Los puertos franceses del Atlántico quedaron a disposición de los alemanes y los 118 submarinos italianos empezaron a merodear por el Mediterráneo. Al mismo tiempo, los preciosos barcos que servían de escolta en el Atlántico fueron enviados al sur de Inglaterra en previsión de una invasión, a pesar de las enérgicas protestas del almirante

Charles Forbes.

sir

Tan sólo en julio de 1940, se hundieron en el Atlántico más de 500.000 toneladas de navios. Los descifradoalemanes de códigos habían aprenlas señales de la Armada británica, de manera que conocían de res

dido a leer

antemano

las rutas

Los londinenses se refugian en

el

Metro.

de muchos de sus

convoyes. El comandante de submarinos Karl Doenitz era capaz de dirigir sus navios con infalible precisión. Calculó que los británicos tendrían que rendirse neladas mensuales. la

Y

los británicos

si

conseguía hundir 750.000

compartían su punto de

to-

vista: ellos cifraban

cantidad en 600.000 toneladas.

Pero los submarinos eran lentos y se les escapaban. Hitler había

marinos de

lo

que

al

las distancias

enormes: muchos convoyes

dado menos prioridad a

almirante Doenitz

le

la

construcción de sub-

hubiera gustado y a finales de 1940

sólo 22 de ellos eran operativos. Por otro lado, los comandantes de la guerra sub-

marina habían desarrollado unas nuevas tácticas

letales,

operando en «manadas

de lobos», y las hazañas de héroes como Otto Kretschmer y Gunther Prien (responsable del hundimiento del Royal Oak) servían de ejemplo a otros comandantes.

87

.

LAS INVASIONES DEL EJE

Los británicos nera de devolver

se vieron obligados a buscar la el

ma-

golpe. Valiéndose de rudimenta-

equipos de sonar, los destructores y corbetas dejaban caer cargas de profundidad cuando intuían la rios

presencia de un submarino.

En marzo de 1941

había sido hundido y Kretschmer capturado. terminaron sus carreras peleando contra el

convoy. Antes de hundirse. Kretschmer

,

Prien

Ambos mismo

—decidido

a ser el primer comandante que mandaba a pique 500.000 toneladas ordenó a su operador de radio que informara a Doenitz de que acababa de hundir otras 50.000. El hombre responsable del hundimiento del Atheiiia. Julius Lemp. también fue capturado por los británicos, y con él el material en código que permitió a Gran Bretaña descifrar los mensajes na-



vales alemanes.

La ayuda El

as de

la

llegó con la

dos aprobada en

guerra submarina, Otto Kretschmer.

los

Ley de Préstamos y Arrien-

Estados Unidos. El presidente

Roosevelt prometió a los británicos 50 destructores

de mediana edad a cambio de bases estratégicas y otras concesiones comerciales. Cuando se entregaron los barcos, en septiembre de 1940. sólo nueve de ellos estaban

listos

para servir en combate, pero aun

así.

era un importante gesto simbólico de Roosevelt. que estaba teniendo que luchar

contra

el

poderoso grupo aislacionista que pretendía mantener a América fuera

del conflicto.

Una vez elegido para su tercera legislatura a tíñales de 1940. Roosevelt pudo ayudar todavía más a los británicos. Tropas americanas fueron movilizadas a Islandia para relevar a las fuerzas británicas, y pronto los destructores americanos

empezaron a ser atacados por los submarinos alemanes. «En marzo y abril, tendrá lugar el inicio de una batalla naval como el enemigo nunca ha soñado», prometía Hitler en 1941. «Donde quiera que naveguen, nuestros submarinos irán a su encuentro hasta

que llegue

abril

do

el

gran

momento

final.»

En

el

de 1941 700.000 toneladas acabaron en .

del Atlántico.

Fue quizá

el

la

fon-

guerra.

la superficie existía la

de un ataque alemán

el

momento en que Gran

Bretaña estuvo más cerca de perder

También sobre

mes de

— acorazados de —

amenaza

bolsillo, cru-

aunque Hitler ceros y mercantes reconvertidos reservó lo mejor de su flota por miedo a los efectos propagandísticos negativos

dida masiva de buques de gueiTa. los cruceros

entraron en

el

que

traería la pér-

En enero de 1941

alemanes Scharnhorst y Gneisenaii Atlántico a través del estrecho de Di-

namarca, y después de una afortunada travesía en la que atacaron a los convoyes enemigos y evitaron ser alcanzados, entraron en el puerto francés de Brest.

88

Gunther Prien en

la torrecilla del

submarino.

LA FORTALEZA INSULAR

Animado por de 1941,

el

este éxito, en

mayo

comandante naval Erich

Raeder ordenó vez utilizando

repetir la aventura, esta

el

nuevo y poderoso aco-

razado de bolsillo Bismarck.

A

las ór-

denes de Gunther Lutjens, cerebro de

operaciones del Gneisenau y el Scharnhorst, el acorazado se deslizó las

desde

el

fiordo noruego en que estaba

anclado poniendo rumbo a

las rutas

de

convoyes. Alertados por

la

amenaza que

suponía para sus mercantes,

esto

la flota

británica fue en su persecución.

En un

El

almirante alemán Raeder.

corto combate, el crucero británico

Hood recibió un impacto

pañol de municiones y explotó; sólo tres de sus tripulantes sobrevivieron. Pero el 28 de mayo, mientras se dirigía a Brest, el

en

el

Bismarck fue finalmente atrapado y hundido. Cientos de marinos alemanes murieron ahogados, ya que los barcos británicos de rescate tuvieron que abandonar la zona al ser amenazados por un submarino alemán. «El Bismarck presentó

una noble

batalla,

luchando contra fuerza

muy

superiores

—escribió

el

almi-

Rigores árticos de un convoy británico

89

LAS INVASIONES DEL EJE

Convoy de

destructores de lo Royal Navy.

Improvisado muestra de apoyo

90

al

esfuerzo bélico de los rusos en un puerto inglés.

LA FORTALEZA INSULAR

Mayo de 1941

:

El

Bismarck responde

al

fuego de

la

armada

rante inglés sir John Tovey, en su informe líticas" este

británica.



.

Es una pena que "por razones po-

hecho no pueda hacerse público.»

Se dice que la tristeza de Hitler al conocer la noticia del hundimiento era indescriptible. Tenía además otro motivo de preocupación. El día antes del hundimiento del Bismarck,

el

primer convoy totalmente escoltado partía de Terrano-

que los momentos de júbilo para los comandantes de submarinos alemanes estaban tocando a su fm. Los nazis no fueron capaces de doblegar a Gran Bretaña ni por aire ni por mar. De haber tenido éxito una invasión de la isla, es más que probable que el régimen instaurado hubiera sido similar al del resto de la Europa ocupada. Los va; parecía

intelectuales liberales habrían sido arrestados (ya se había redactado

una

lista

con

2.820 nombres), los judíos hubieran sido «transportados» y esclavizados, y habrían proliferado los movimientos de colaboracionismo y resistencia.

Los británicos fueron afortunados ocupación, en

menudo una

la

que

el

al

no tener que

sufrir la larga

vecino desconfiaba del vecino y

la

noche de

la

supervivencia era a

cuestión de suerte.

91

LA VIDA EN EL REICH Tiranía y persecución en

la

Europa

ocupada

Poco después de les

de Hitler.

el

que

el

mariscal Pétain firmara el armisticio con los genera-

general Charles de Gaulle, de 49 años de edad, voló a Lon-

dres desde Burdeos, sobrevolando un buque de transporte británico a punto de

hundirse en

el

golfo de Vizcaya.

A

las

6

p.

m. del 18 de julio de 1940,

el

futuro

famoso discurso radiofónico al pueblo de Francia, una llamada a las armas, tibiamente recibida por el nuevo gobierno de Vichy. «Ocurra lo que ocurra, la llama de la resistencia francesa no debe ni puede morir», dijo. En aquel momento, en París. Hitler visitaba, triunfal, la tumba de Napoleón. «Estoy agradecido al destino,» exclamó solemne-

jefe del Ejército Libre Francés pronunció su

mente.

Aunque

los actos

de genocidio ya habían tenido lugar en

pada, los conquistadores de

Extraña pareja:

92

El

mariscal Pétain con

la

la

Polonia ocu-

Europa occidental no sabían aún qué podían

Hermann Goering.

es-

LA VIDA EN EL REICH

Un guardia de

la

Gestapo

vigila

a unos «sospechosos» polacos.

93

LAS INVASIONES DEL EJE

perar de sus nuevos señores.

vieron que esperar

mucho

No

tu-

para com-

probarlo. El comisario nazi de los Pa-

Arthur Seyss-Inquart, prometió mantener las leyes holaníses Bajos,

desas en tanto fuera posible, pero ad-

amenazadoramente: «Por supuesto, no consideramos a los judíos vertía

como

holandeses.»

Bajo

la

ocupación nazi, no se per-

mitía a los ciudadanos franceses esla BBC, leer literatura «no aria» o «suvbersiva», enviar telegramas o

cuchar

viajar libremente;

además, tenían que

acatar el toque de queda a las 7 p. m.

En Holanda, «real» en los De Gaulle en un buque de guerra

británico.

se eliminó la palabra

nombres de

las oraciones, y se

calles y

ordenó a

en

los sacer-

dotes que dejaran el Salmo 130 fuera de sus sermones. Más al Norte, los noruegos, además de ver su país ocupado, se vieron obligados a pagar los gastos de la invasión nazi.

Hubo

actos de resistencia pasiva.

Los profesores noruegos de

historia se-

cundaron unánimemente una propuesta de huelga y los estudiantes daneses lucían los colores de la RAF; el rey de Dinamarca incluso envió telegramas de condolencia a los policías que habían resultado heridos en una revuelta en la que

Los ciudadanos de Praga se fueron

94

acostumbrando

al

régimen nazi.

estaban implicados 300 nazis locales.

Pero estas muestras de

ultraje,

aunque

muy poco efectivas y

valientes, eran

a

veces contraproducentes. Cuando los miembros de la Corte Suprema de Noruega dimitieron en protesta por

ad-

la

ministración de justicia nazi, simple-

mente

se colocó

funcionarios

en sus puestos a otros

más manejables.

Al mismo tiempo, los colaboradores empezaron a destacarse. Uno de los más infames fue el noruego Vidkun Quisling.

Cuando

los nazis estaban in-

en 1940, Quisling se introdujo furtivamente en un estudio vadiendo

el país

de radio y anunció que control.

Aunque

él seis días

él

asumía

el

Hitler se deshizo de

despuués, volvió a ser una

marioneta del poder nazi en 1942.

Los gobiernos de

los países con-

quistados se encontraban en una

si-

tuación intolerable: todas y cada una de las decisiones oficiales tenían que contar con el consentimiento nazi. Pro-

bablemente, ni tain era

el

propio mariscal Pé-

plenamente consciente de

implicaciones que tendría

de

la

colaboración»,

el

como

las

«camino

mismo

él

denominó. El gobierno de Vichy fue obligado a costear la ocupación alelo

mana del

norte de Francia, mientras su

delegado, PieiTe Laval, cortejaba abier-

tamente a los fascistas, tratando de de-

un lado al viejo guerrero. También los hombres y mujeres co-

jar a

munes entendieron pronto la

ocupación.

A

el

La «guerra cultural»: Soldados alemanes hacen turismo en Praga.

precio de

finales de 1940, lle-

garon a Varsovia los primeros telegramas que anunciaban

muerte de algún familiar en los campos de concentración. Los partisanos y los «étnicamente indeseables» eran despachados con un tiro. Todos los habitantes no-germánicos tenían que abandonar sus hogares para hacer sitio a los «arios» recién llegados. Cuando el 20 de abril de 1941 (día en que Hitler cumplía 52 años), un soldado alemán fue asesinado de un disparo en

cutados

como

el

Metro de

París,

la

22 rehenes

civiles fueron eje-

represalia y su castigo publicado en carteles por toda la ciudad.

En Londres,

formaron un buen número de organizaciones destinadas a derribar el régimen nazi. El SOE (Ejecutivo para Operaciones Especiales) era la más importante de ellas. Su misión, como explicaba Churchill a su ministro Hugh Dalton, era «hacer que Europa se encendiera de cólera». El SOE comenzó a enviar agentes adiestrados a Europa con la misión de contactar con los grupos de se

resistencia.

95

.

LAS INVASIONES DEL EJE

Arriba: Los partisanos

pagaron

el terrible

precio de su resistencia. Página opuesta: Vida nocturna en París durante la ocupación.

La difusión radiofónica también nisterio de

Asuntos Exteriores cooperaron en

la

La

BBC

y el Micreación de un Servicio Euro-

era un asunto prioritario.

peo, un medio de comunicación para los exiliados de los países ocupados, y una inspiradora fuente de noticias. Su director. Noel

Newsome

era el encargado de

coordinar las transmisiones en tres cadenas, que emitían en más de veinte idio-

mas.

Newsome estaba convencido de que

las noticias

en tiempo de guerra eran más efectivas que

la

propa-

ganda, cuando tenían una «esencia moralizante». «¿Arriesgarías tu vida por escuchar algo así?», garabateaba en los guiones oficiales, reclamando el derecho a conocer la verdad de los europeos que escuchaban en secreto los programas ilegales. «No basta con que nos mostremos astutos al denunciar las men-

de los nazis y hacerles parecer estúpidos por llevarlas a cabo tan toipemente escribía Newsome-

tiras

Debemos



mucho más



y demostrar que esos fraudes son las manifestaciones inevitables de un sistema intrínsecamente fraudulento, de un sistema que ir

lejos

es esencialmente falso, una patraña que, por su pro-

pia naturaleza, no puede durar.»

Noel

96

Newsome

en

la

BBC

Por el contrario, los propagandistas nazis estaban maniatados por el temor a separarse de la línea ofi-

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LAS INVASIONES DEL EJE

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8th

OAY OF JULY

L

Arriba: Los oficiales locales

de

la

Guernsey ocupada también tenían que respetar

las

Q.

CAREY, BailiH.

fc^

normas. Abajo: Tropas alemanas en Notre Dame,

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4 A

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VÍCTOR

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París.

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98

ii,-^

LA VIDA EN EL REICH

Un

control

alemán en una zona

rural francesa.

y por la intervención absoluta de los poderes políticos. El propio Hitler ordenó en una ocasión que no debía volver a usarse el nombre «Winston

cial del partido

no era acompañado del epíteto «bebedor de whisky». Newsome también inició la campaña «V de Victoria», usada primero por el servicio belga de la BBC a principios de 1941 En pocas semanas comprobó que la campaña había sido un rotundo éxito: por toda la Europa ocupada, el símbolo de la «V» aparecía pintado en las paredes, mientras los taxis tocaban la melodía de la campaña a golpe de claxon. Su impacto fue tal que Goebbels trató en vano de apropiarlo para su causa, reclamando que la «V» era la primera letra del antiguo término alemán Viktoria. Mandó además que se colgara de la Torre Eiffel un gigantesco símbolo en forma de V. El Servicio Europeo respondió con la misma moneda: la verdad, dijeron, es que la «V» alemana representa la palabra Vergeltimg (perseChurchill»

si

.

cución).

99

LAS DESVENTURAS DE MUSSOLINI Las derrotas italianas en Grecia

y África

motivo principal de Mussolini para declarar guerra a Francia y Gran BreEltaña en negociaciones de paz. «Es era su temor a perder un lucha la

sitio

las

la

de los pueblos jóvenes productivos contra los pueblos estériles en

el

umbral de

su declive», declaraba el 10 de junio de 1940. Intoxicados de su verborrea huera, los

jóvenes camisas negras italianos se lanzaron a

las calles gritando: «¡Niza,

Córcega, Túnez, Suez!»

Celoso de lini

las victorias

de su aliado fascista en

el

norte de Europa,

Musso-

se inventó una guerra contra Grecia. El 28 de octubre, las tropas italianas

con sus uniformes de verano atravesaban la frontera hacia un invernal campo de batalla e inmediatamente toparon con un ejército griego que empujó a sus

Mussolini acepta

100

la

rendición de una tribu beduino en Libio.

I

LAS DESVENTURAS DE MUSSOLINI

El

comandante de un blindado

italiano reconoce el desierto libio.

inexpertos soldados hasta Albania.

Aun

así, la

entrada de Mussolini en

la

gue-

suponía una amenaza para

las posesiones británicas en Egipto y Sudán, presencia de grandes ejércitos italianos en Libia y el África oriental. Allí, 50.000 soldados británicos y del Imperio se enfrentaban a medio millón

rra

dada

la

de italianos.

Con el fin de proteger Egipto y los campos petrolíferos de Oriente Medio, Churchill envió a esa región la tercera parte de los tanques británicos en el momento en que

la batalla

de Inglaterra estaba en su apogeo. Al llegar a su desti-

no, las fuerzas británicas a las órdenes del general sir Archibald Wavell y el al-

mirante

sir

italianos. El

atacaron a

Andrew Cunningham lanzaron ataques preventivos

contra los

de noviembre, aviones del portaaviones británico

Illustrioiis

1 1

la flota italiana

anclada en

tad de sus buques. El 7 de diciembre,

el

puerto de Taranto, destruyendo

la

mi-

una pequeña fuerza británica dirigida por

101

LAS INVASIONES DEL EJE

r

Artilleros italianos

encargados de una ametralladora en

Valentines italianos fuera de

102

combate

tras

el

desierto

un encuentro con

los

libio.

blindados enemigos en

el

desierto.

LAS

DESVENTURAS

DE MUSSOLINI

O'Connor abrió una brecha en las tomó Tobruk y El Aghelia, destruyendo diez divisiones enemigas y tomando el

general Dick

líneas italianas y

130.000 prisioneros;

el

precio de toda la operación

fue de tan sólo 438 bajas.

Esta extraordinaria operación fue coronada por uno de los avances de carros blindados más rápidos nunca conocidos: la IV Brigada Blindada recorrió 170 millas en 33 horas para cortar la retirada a los

tanques italianos.

Pero esta ventaja se desperdició. En una de sus peores decisiones de

O'Connor detener le

esperaban los

mayor parte de

el

la guerra,

Churchill ordenó a

avance y tomar Trípoli, donde Había decidido trasladar la

italianos.

la

guarnición de Tobruk a Grecia para

proteger los Balcanes de un posible ataque nazi.

Al darse cuenta de que petrolíferos de Oriente

el control

Medio

de los campos

afectaría al desenla-

ce de la guerra, Hitler intervino para ayudar a

wmmmmmmmmmmmmmmmmmmmm

Mus-

El 12 de febrero de 1941, el general alemán

solini.

Erwin Rommel fue enviado a Trípoli al mando de la que después se llamaría «Afrika Korps». Rommel se había destacado el año anterior en Francia, atrayendo la atención del Führer. En África volvió a triunfar, sorprendiendo a las diezmadas tropas británicas, a las que hizo retroceder hasta Tobruk. El 30 de marzo, tomó el puerto e hizo prisionero al general O'Connor. una división de tanques, germen de

Mientras tanto, Hitler había decidido ocupar Grecia para amenazar los

campos de petróleo

del

mar Negro y

Oriente Medio. Necesitaba para ello la

ayuda de Bulgaria

y, al

menos,

la

neutralidad de Yugoslavia, pero su pacto con este país se quebró a los dos días

cuando

el

príncipe regente fue

depuesto y su trono ocupado por el joven príncipe Peter. En el plazo de

una semana, al ejército

la

Wehrmacht destrozó

yugoslavo y

el país fue des-

menuzado con ayuda de

los invaso-

res italianos y los húngaros. Belgra-

do quedó arrasada por de

los

bombardeos

la Lufiwaffe.

En

Grecia, la intervención británi-

ca fue una planificada

triste

repetición de la mal

campaña de Noruega y

pírrica victoria de

Dunkerque. De

la

los

62.000 soldados británicos, griegos y de la Commonwealth allí desplegados,

" Enero de 1941: O'Connor y Wavell.

103

Febrero de 1941: Ametralladores británicos disparando sus Vickers en Libia.

^v*«''

:?t

Wiv*.*

'ff^iK'

-

Tanques italianos MI 3/40 en uno de sus desastrosos contraataques.

104

'

LAS DESVENTURAS DE MUSSOLINI

Columnas de prisioneros

italianos

de camino a una larga estancia

tras las

alambradas de púas.

Soldados neozelandeses con una bandera italiana capturada.

105

LAS INVASIONES DEL EJE

Aviones alemanes de transporte Ju-52 llegando o los aeródromos italianos.

^J^^

Tropas italianas reptando bajo las alambradas de púas enemigas.

106

.-»

LAS DESVENTURAS DE MUSSOLINI

50.000 tuvieron que ser evacuados cuando avanzaron los alemanes. Entre el

gobierno y

el rey del país.

Gran parte

del Oriente

Medio

de Vichy permitió a los alemanes

Las tropas

se encontraba ahora en peligro.

iraquíes atacaron las bases aéreas británicas próximas a utilizar las

to de esplendor aliado fue la batalla la Flota

ellos,

suyas en

Bagdad y

Siria. El

de Matapan, librada

el

el

único

gobierno

momen-

27 de marzo. Allí

Británica del Mediterráneo, que había conseguido acceder a

los códigos navales italianos,

emboscó y prácticamente aniquiló a

la

armada

italiana.

Noviembre de 1941: Desconsolados prisioneros alemanes e

italianos

a las afueras de Tobruk.

107

LAS INVASIONES DEL EJE

n LAS DESVENTURAS DE MUSSOLINI

PÁGINA OPUESTA: Tropos británicas inspeccionando los restos de un convoy del Abajo: Soldados italianos bajo

el

fuego céreo de

Eje.

la RAF.

Las tropas británicas evacuadas de Grecia se concentraron en Creta, «defendidas» por las bases aéreas egipcias, a más de 300 millas de distancia. Confian-

do en que sus fuerzas estaban ahora relativamente seguras gracias al control marino de la Royal Navy, los jefes aliados no previeron la amenaza aérea. «No puedo entender tanto nerviosismo; no aire», dijo el

me preocupa

comandante en jefe

lo

más mínimo un ataque desde

aliado, el general neozelandés sir

el

Bernard Frey-

20 de mayo. En realidad, 3.000 de ellos habían atemzado en la isla, apoderándose de los puntos estratégicos y sirviendo de punta de lanza al desembarco posterior. «La victoria en Creta es esencial en este momento crucial de la guerra», advertía Churchill; pero ya era demasiado tarde. berg, antes de que los primeros paracaidistas alemanes aparecieran el

^íí^

y^.^^-

109

LAS INVASIONES DEL EJE

Abajo:

Marzo de 1941.

Arriba:

Mayo de

La flota italiana frente a

1941. Kurt Student, general de las tropas paracaidistas, en Creta.

PÁGINA opuesta: Carro blindado alemán

10

Matapan

Mk

IV al pie

de

la Acrópolis,

Atenas.

n LAS DESVENTURAS DE MUSSOLINI

1

1

1

LAS INVASIONES DEL EJE

Paracaídas alemanes llenan

el cielo

de Creta.

Tropas de montaña alemanas desembarcan en Creta.

1

1

2

LAS

El

DESVENTURAS

DE

MUSSOLINI

crucero británico York, varado en Creta.

Confusos y desmoralizados, los británicos se retiraron a las playas del sur de desde donde la Royal Navy los evacuó a Egipto. Pero tres de sus cruceros y seis destructores fueron hundidos por los bombarderos en picado alemanes durante la operación y 13.000 soldados quedaron abandonados. A pesar de haber saldado con éxito la operación, los alemanes sufrieron graves pérdidas durante el combate. Por esta razón, Hitler descartó la idea del general de las tropas aerotransportadas, Kurt Student, de volver a utilizar a los paracaidistas para capturar Chipre y el Canal de Suez. Puede que el Führer estuviera acertado en su decisión de aprovechar la confusión aliada en el Oriente Medio. De GauUe se había equivocado al pensar que las fuerzas de Vichy desplazadas allí responderían a su llamada y se volverían la isla,

contra las tropas del Eje;

do entre



en suelo

sirio.

y franceses se encontraron peleanPor otro lado, efectivos de la Legión Extranjera y del

al final, británicos

Ejército Libre, asediados por los italianos en el desierto libio de Bir

Hakeim, rom-

pieron el cerco y se unieron a las líneas británicas. Entre ellos estaba el futuro primer ministro francés, Pierre

En

Messmer. África oriental no existía

tal

confusión: las

fuerzas británicas estaban expulsando imparables a los italianos, cuyo comandante, el ta,

se rindió el

duque de Aos19 de mayo. Dos semanas antes, el

emperador de Abisinia, Haile Selassie, fue devuelto a su capital Addis Abeba, acompañado de Orde Wingate, el líder de la guerrilla británica. Pero en Libia, el contraataque de Wavell a Rommel, conocido como «Operación Hacha de Guerra», fue parado en seco por los cañones antiaéreos alemanes de 88 mm, que destrozaron el blindaje ligero de los tanques británicos. El 21 de junio de 1941, Churchill ordenó al general sir Claude Auchinleck que se cediera el puesto de comandante en jefe aliado en el Oriente Medio al general

Wavell. El

general Auchinleck habla o

la

prensa.

BARBARROJA Los ejércitos la

de

Hitler

invaden

Rusia stalinista

invasión nazi de Rusia soviética fue quizá acontecimiento más Lacendente Segunda Guerra Mundial. A pesar del cinismo del pacto Mode el

la

tras-

la

lotov-Ribbentrop, Hitler siempre había desconfiado de Stalin y los comunistas

siempre habían considerado a los nazis gicos. Hitler necesitaba

como

nuevos espacios en

el

sus verdaderos enemigos ideoló-

Este para llevar a cabo su ansiada

Lebensraiim. Existían además razones estratégicas que justificaban

En junio de

1940, las tropas de Stalin habían entrado en

rar la antigua provincia rusa

la

invasión.

Rumania para recupe-

de Besarabia: estaban peligrosamente cerca de los

campos petrolíferos rumanos, de los cuales dependía el frente occidental de Hitler. El apoyo rumano al proyecto de Hitler de invadir la Rusia soviética iba unido

al

acuerdo nazi de que

la

provincia les sería devuelta.

Sin embargo, Hitler tenía en primer lugar que vencer

de sus generales:

la catastrófica

14

inquietud de

muchos

aventura de Napoleón en suelo ruso era, después

Los sufrimientos causados por la «Operación Borbarroja».

1

la

BARBARROJA

Agosto de 1941: Columnas alemanas cerca de Minsk.

de todo, una lección ejemplar en los manuales bélicos de cualquier país. Pero Hitler

logró convencerles de que una invasión no era

ticipatorio y

char hacia

el

más que un movimiento

an-

que tarde o temprano Stalin ordenaría a sus «hordas bárbaras» marOeste. Si las fuerzas alemanas lograban doblegar

lo bastante rápido, insistía,

y

las principales

al

Ejército

Rojo

ciudades eran tomadas, los rusos se

mostrarían incapaces de reagruparse y tendrían que pactar un acuerdo. Los generales también estaban persuadidos de la superioridad de su ejército: ellos mis-

mos habían presenciado el daño que

los

mal pertrechados finlandeses habían cau-

sado a los rusos.

1

M^r^ri

15

LAS INVASIONES DEL EJE

Por su parte, Stalin se encontraba totalmente desprevenido. Muchos de sus

mejores generales habían sido asesinados en

Además, ignoró Sorge,

le

la

las

purgas de antes de

la guerra.

detallada información que el espía soviético en Tokio, Richard

había facilitado sobre los planes de ataque alemanes. El líder soviético

supuso que Hitler no atacaría hasta haber invadido Gran Bretaña: por su parte,

le

informaron de

la

los británicos,

fecha en que, acertadamente, habían predicho

comenzar el ataque a Rusia. La «Operación Barbarroja» empezó

iba a

el

22 de junio de 1941. un día antes del

aniversario de la invasión napoleónica de 1812.

Más

de 3.000.000 de hombres,

artillería y 3.300 tanques fueron desplegados en un frente de 930 hubo declaración de guerra. millas. No El general Wilhelm Ritter von Leeb condujo al Cuerpo de Ejército del Norte hasta el interior de Lituania: Fedor von Bock atravesó Polonia con el del Centro y se dirigió a Moscú, y el general Gerd von Rundstadt tomó el Cuerpo de Ejército del Sur y lo condujo a través de Ucrania. El Ejército Rojo iba a quedar 7.

100 piezas de

Tropas de asalto son ayudados en su desplazamiento por un cañón autopropulsado Stub

]

16

13

BARBARROJA

«Localizar y destruir» en

uno aldea rusa.

Un Ju 87 Stuka

se prepara pora

bombordeor en picado uno ciudad

atrapado en el corazón de Rusia por un gigantesco movimiento de pinza.

«He

destino y el futuro del Reich y de nuestro pueblo en

ma-

decidido depositar

el

nos de nuestros soldados

mente en

—anunció

Hitler



.

Que Dios nos ayude,

rra

especial-

la pelea.»

La Luftwajfe bombardeó cinco ciudades y alcanzó 66 aeródromos

Como

rusa.

Stalin había descartado precauciones contra ataques aéreos

con Alemania,

los aviones soviéticos fueron

soviéticos.

en caso de gue-

bombardeados en

tierra

en per-

fecta formación; la fuerza aérea rusa occidental fue totalmente destruida sin ha-

ber siquiera despegado. Stalin estaba aturdido incluso en pedir la mediación japonesa. tas



la

en su desesperación, pensó

De Moscú no

hasta la de contraatacar tardó cuatro horas

un lugar en que

y,

—y

llegaban órdenes concrela

Rusia estalinista no era

gente estuviera acostumbrada a tomar

la iniciativa.

Se tarda-

ron varios días en empezar a movilizar a los 15 millones de hombres que com-

ponían

las fuerzas

armadas

El primer pueblo

al

rusas.

que llegaron los alemanes, Slochy, fue incendiado, y sus uno de los comandantes de los

habitantes asesinados, a pesar de las protestas de

blindados. El 26 de junio, Finlandia decidió reiniciar su

yando

al

bando alemán;

al

guena con Rusia apo-

día siguiente, se unió Hungría.

Desesperado, Stalin no se dejó ver durante once días. Apareció para

dirigir-

se a su pueblo por primera vez el día 3 de julio, dejando atónitos a los oyentes

1

17

LA^S

INVASIONES DEL

La experiencia de

determinaron

1

1

8

el

combate de

los

éxito aplastante

EJE

alemanes y su superioridad táctica la «Operación Barbarroja».

de

p BARBARROJA

1

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A.

BARBARROJA

con su acento de Georgia; se refirió a ellos como sus «amigos», apelando al patriotismo esencial, más que a sus principios comunistas. Se autoproclamó comandante en jefe, movimiento que garantizaba al Ejército Rojo que no estaba decidido a abandonarlos. Mientras tanto, Hitler trasladó su centro de Rastenburg,

en

la

la

mando

a

«Guarida del Lobo», una ciénaga infestada de mosquitos situada

Prusia Oriental, desde la cual iba a dirigir

la

guerra durante los tres años

si-

guientes.

El gran movimiento envolvente de

Bock alrededor de Minsk acabó con

las

divisiones del Ejército Rojo

allí destacadas e hizo que se capturasen unos 300.000 prisioneros. «Parecía concentrarse en aquel lugar toda la miseria del mundo», comentaba uno de los testigos que vio a los soldados arrastrándose hacia su cautiverio. Los prisioneros de guerra del Ejército Rojo tenían sólidas razones para temer por su suerte frente a los nazis: al final de la guerra, casi 2.000.000 de ellos habían muerto asesinados o a consecuencia de las enferme-

dades y

el

hambre.

Noviembre de 1941: Un partisano ruso capturado.

121

LAS INVASIONES DEL EJE

I



Destrucción de una columna blindada del Ejército Rojo.

Los prisioneros rusos afrontaban su sombrío futuro entre la inanición y los trabajos forzados.

122

-•*:»c^

Víctimas de

la

guerra en

la

ciudad soviética de Minsk

Pero, junto a estos asombrosos éxitos militares, los generales alemanes co-

metieron también grandes errores. El fulminante avance había extendido más de lo debido sus líneas de aprovisionamiento, en tanto que a

las afueras

de Le-

las divisiones alemanas habían hecho un alto y esperaban a que lledecisión sobre dónde debían concentrar su ataque: esta indecisión dio

ningrado gara

la

tiempo a los habitantes de Leningrado a convertir la ciudad en una fortaleza. También hubo desacuerdos en el alto mando alemán. El general de las divisiones blindadas, Heinz Guderian, quería forzar la marcha y tomar Moscú; Hitler prefería apoderarse de las zonas industriales del Sur. «Mis generales desconocen los aspectos económicos de la guerra», se burlaba Hitler. El 23 de agosto, ya febril a causa del aire palúdico de la «Guarida del Lobo», el Führer ordenaba la

inmediata ejecución de su plan. Sus fuerzas centrales habían de ser divididas

entre el Norte y el Sur, y el ataque a Stalin hizo

Moscú, pospuesto.

un nombramiento inspirado

fensa de Leningrado.

Zhukov ganó

la

al

encargar a Georgi Zhukov

primera fase de desgaste de

la

la batalla

de-

y

la

ciudad se preparó para un asedio que duraría hasta 1944 y que mató de hambre a una tercera parte de sus habitantes, pero que mantuvo paralizada a una buena paite del ejército alemán.

123

'

LAS INVASIONES DEL EJE

Un tanque ruso

La guerra tras las líneas era feroz.

En

el sur

de Rusia,

el

BT-7

obondonado.

avance alemán había sido mucho más decidido. Runds-

que hacer frente a un ejército ruso de más de 1.000.000 de hombres, pero cuya capacidad de defensa se vio mermada por la orden de Stalin de no retroceder un solo palmo. Otro hábil movimiento de pinza realizado entre Guderian y el general Paul von Kleist se cerró en torno a la ciudad de Kiev, y para tedt tuvo

alemanes se retiraron hacia Crimea y Ucrania, se habían hecho al menos 1 .000.000 más de prisioneros. Pero en otros aspectos, los rusos estaban empezando a recobrarse. Su famosa política de «tierra quemada» iba dejando el terreno convertido en un erial a medida que se retiraban: «Ni una sola locomotora, ni un camión, ni una hogaza de pan, ni un litro de combustible podía dejarse atrás», dijo Stalin. Unidades completas de las tropas soviéticas fueron ejecutadas, acusadas de cobardía; se crearon organizaciones especiales para imponer la disciplina. Hasta las quemaduras por congelación empezaron a estar severamente castigadas. Detrás de las líneas, los partisanos rusos atacaban con éxito las rutas de sumi^^l^Ew^Tn^^^H

cuando

^^K,

j^

los

nistro alemanas. ^^^^^^^^^^^r

Una

^

tira

Tobruk tras

la

de un cañón, atascado en

caído de

lo

ciudad.

la

arena.

.^

LA

campo Rommel

TORMENTA

DEL DESIERTO

Octavo Ejército británico desde Tobruk hasta Mersa Matruh y de allí hasta El Alamein, cerca de la frontera egipcia. Varios asesores de Rommel le recomendaron tener prudencia, pero el aleEl mariscal de

persiguió

al

mán no era un hombre prudente: era común verle en el campo de batalla ocupando la primera línea y ordenando avanzar a sus soldados. «Ningún almirante naval ha ganado nunca una batalla desde la orilla», decía. Las poblaciones de El Cairo y Alejandría trataron de prepararse ante la llegada del África Korps. Mussolini voló hasta Libia, con su blanco corcel siguiéndole en otro avión,

listo

para hacer una entrada triunfal en El Cairo.

La

flota británi-

ca abandonó Alejandría y entró en el mar Rojo. «Solamente 100 millas más hasta Alejandría», escribió Rommel a su esposa el 30 de junio. Pero después de haber avanzado 300 en una semana, sus tropas estaban extenuadas.

El Alamein se encontraba apenas a 60 millas de Alejandría, pero su te-

rreno era ideal para presentar una buena defensa: limitado

Norte por el mar y al Sur por la infranqueable depresión de Qattara. La primera batalla se desató allí el 30 de junio de 1942. Durante el mes de julio, los Aliados y las al

Tropas ausfralianas escribiendo o coso desde «el cielo».

163

LOS TRES GRANDES

fuerzas del Eje avanzaban y retroce-

dían sucesivamente, aunque el Eje sufrió

siempre grandes pérdidas numé-

ricas.

El contraataque de Auchinleck el 21

de julio detuvo

el

avance de Rommel,

aunque no logró mucho más que eso. Churchill voló a Egipto el día 4 de agosto, sopesando los pros y los contras de cambiar al comandante británico. Al final, relevó del puesto a Auchinleck y

nombró

al

general

sir

Harold Alexan-

La primera opción de Churchill para mandar el Ocder comandante en jefe.

Alexander:

El

nuevo comandante de

la

región; verano

de

1

tavo Ejército era

942.

el

general Gott, pero

murió en un accidente aéreo guiente, y fue así

Bernard Montgomery

salió

cómo

de Inglaterra para hacerse cargo de

el

día

si-

general

sir

al

las tropas britá-

nicas.

mes de agosto los dos bandos lo emplearon en levantar fortificaciones y colocar minas. Montgomery ignoró las repetidas peticiones de ChurEl resto del

chill

en que

le

Montgomery, con sombrero australiano,

instaba a atacar;

se

aproxima a

El

el

general sabía que sus rutas de aprovisiona-

Alamein.

1Ó4

i

LA

Una

patrulla británica

de

las

TORMENTA DEL DESIERTO

SAS vuelve después de

tres

meses

tras las líneas

enemigas.

165

LOS TRES GRANDES

Un tanque

británico

Gronf destrozado a

las

afueras de

El

Alamein;

julio

de 1942.

——"

Junio de 1942: Destruyendo un depósito de armas cerca de

166

lo

frontera libia.

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LA

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TORMENTA

DEL DESIERTO

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Tanques británicos Grant, fabricados en EE.UU., avanzando en

miento eran más seguras que

las del

El

Alamein.

enemigo, y poco a poco fue consolidando

su superioridad. «Si el ataque empieza en septiembre, fracasará», contestó Mont-

gomery a las impacientes demandas de Churchill. «Si esperamos hasta octubre, puedo garantizar un rotundo éxito.» El 23 de octubre, los aliados había reunido 1.000 tanques, 2.000 piezas de artillería, 700 aviones y 150.000 hombres. Aquella noche, a las 9.40 p. m., más de .000 cañones abrieron fuego a lo largo de un frente de 40 millas. Amparados por la artillería, los soldados de infantería abrieron un paso para los tanques a través de los campos de minas; el asalto masivo comenzó a la mañana siguiente. La Novena Brigada Blindada de los británicos sufrió grandes pérdidas, pero Montgomery insistió en continuar con 1

167

LOS TRES GRANDES i

el plan.

Su optimismo estaba justificado. El

2 de noviembre, tuvo lugar otro en-

frentamiento de blindados en Tel El Aqqaquir. del cual los tanques alemanes salieron maltrechos. El general sustituía a te, el

Stumme. comandante en funciones

general murió de un ataque

sidencia de Austria y

le

al

corazón. Hitler telefoneó a

obligó volver a Libia, pero

la batalla

Korps comba-

del África

Rommel, ausente con un permiso por enfermedad; durante

el

Rommel en

su re-

estaba irremisible-

mente perdida del lado alemán. El «Zorro del Desierto» ordenó

la retirada total

del Afíica Korps.

Commonwealth habían perdido la Alamein. pero Montgomery había invertido la situación

Unos 13.500 soldados vida en

en

168

el

el

avance a El

británicos y de la

norte de África. El 15 de noviembre, las

campanas de todas

las iglesias

de

TORMENTA DEL DESIERTO

LA

Gran Bretaña tañeron por primera vez desde

el

comienzo de

la

guerra (se habían

reservado para dar la señal de alarma en caso de invasión).

Una semana

antes de la victoria, las tropas aliadas habían desembarcado en

francés del norte de África en una operación conjunta de invasión masiva conocida como «Operación Torch». Los británicos, americanos y franceses libres llevaban tiempo discutiendo el proyecto; la espectacular fuga del general francés Henri Giraud de un campo de prisioneros en Alemania complicó las delicadas negociaciones entre los comandantes locales de Vichy y el general americano Mark Clark, que había tratado de persuadirles para que no ofrecieran resistencia. Al final, el asunto Giraud tuvo escasa o nula repercusión en las fuerel territorio

zas de Vichy y el desembarco no encontró oposición alguna.

La prensa colaboracionista de

París pidió al gobierno de Vichy que declara-

mostró ambiguo y dijo a su delegado más adecuada. momento para romper su acuerdo con

se la guerra a los Aliados, pero Pétain se

en

el norte

de África que tomara

la

decisión

Hitler estaba furioso y aprovechó el Pétain: las tropas

alemanas entraron en

el sur

de Francia.

En

respuesta, Vichy de-

cidió barrenar su flota anclada en Toulon y Darían pactó la cooperación con los

Aliados. Se

le

nombró

alto

comisario para

do poco después por un monárquico

A principios de

Rommel,

el

norte de África, pero fue asesina-

francés.

numérica y falta de provisiones, reanudó sus audaces ataques en el oeste de Libia y Túnez, decidido a mellar la moral de los Aliados. El nuevo mando anglo-americano quedó con1943,

a pesar de su inferioridad

PÁGINA OPUESTA Y ARRIBA: Tropas americanas llegando a las playas de Túnez.

169

LOS TRES GRANDES

Eisenhower en su cuartel general.

Prisioneros italianos en Túnez; primavera de

170

1

943.

Arriba: Tropas

de

la

Francia libre entran en Túnez. Abajo: Final del camino.

Un

prisionero de guerra italiano custodiado

por soldados americanos.

fundido. «Creo que la mejor manera de describir nuestras operaciones hasta

fecha sería diciendo que han violado todos los principios conocidos de rra,

la

la

gue-

están en conflicto con los métodos logísticos y operativos de los manuales,

y se utilizarán como ejemplo negativo en las clases de Leavenworth y War College durante los próximos 25 años», escribía el comandante aliado, general Dwight D. Eisenhower. Estos reveses temporales descarta-

ron cualquier desembarco inmediato en el

norte de Europa.

sostienen que

tal

Los historiadores

contratiempo fue una

suerte y no una desgracia: alentaron al comandante en jefe alemán Albrecht von

Kesselring a mandar refuerzos a Túnez, los cuales

no estuvieron disponibles para

oponerse a los Aliados cuando

al

año

si-

guiente éstos invadieron Sicilia.

Afortunadamente, los ejércitos del Eje casi habían agotado sus reservas de

combustible y los Aliados poseían suarmamento y potencia de

perioridad en

fuego.

La contraofensiva alemana de

marzo

resultó ser

Rommel te.

un fracaso y obligó a

a dejar África definitivamen-

El 8 de mayo, los Aliados entraron

en Túnez, tomando 130.000 prisioneros del Eje.

«Somos

los

dueños de

la

costa del norte de África», informó el

general Alexander a Churchill.

171

M

LOS BOMBARDEOS A LAS CIUDADES La guerra aérea en Europa

bombarderos británicos sobre Alemania era todaigual que los bombardeos de precisión fueran imposibles durante la noche o que los bombardeos diurnos no pudieran realizarse sin el apoyo de los cazas; no importaba que en los primeros ataques murieran más pilotos británicos que enemigos alemanes: los bombardeos eran la única forma que Gran Bretaña tenía de devolver el golpe a los alemanes. Además, a peofensiva de En 1941, relativamente la

vía

los

débil.

Daba

sar de la lección aprendida durante los ataques aéreos a las ciudades británicas, el

mando

che

tras

aéreo seguía pensando que así debilitarían

noche, los Wellington y los Halifax de

la

la

moral del enemigo. No-

RAF emprendían

la

peligrosa

el mar del Norte y lanzaban sus cargas explosivas sobre ciudades alemanas, en medio de una tormenta de fuego antiaéreo.

aventura de atravesar

Un bombardero Wellington de

1

72

la

RAF y su

tripulación.

las

LOS BOMBARDEOS A LAS CIUDADES

«Fortalezas volantes» B- 17 americanas sobre Alemania.

En noviembre de

1941, se ordenó un alto temporal en la ofensiva, pero el sue-

ño británico de someter a Alemania con los bombardeos siguió despierto. Ingentes recursos industriales de América y Gran Bretaña fueron dedicados a esta estrategia y se dejaron de lado otras necesidades

tisubmarina en

A

el

más

urgentes,

como

la

lucha an-

Atlántico.

principios de 1942, los bombarderos británicos iban ya equipados con un

sistema direccional de radio que

En una orden emitida

el día

les

permitía localizar objetivos

de San Valentín, se enfatizaba que

más la

específicos.

nueva

estrate-

1

73

LOS TRES GRANDES

bombardeos no iba encaminada a minar la capacidad industrial de A\qmaniaper se, sino a destruir la moral de los trabajadores industriales. Unos días más tarde, sir Arthur Harris, que había estudiado los métodos usados por la Lufnvajfe durante los ataques a Gran Bretaña, fue puesto a la cabeza gia de

mando de bombardeos. El y sus colegas americanos, ahora con base en aeródromos británicos, diseñaron nuevas estrategias, convencidos como estaban de poder ganar la guerra desde el aire. Lo primero que hizo Harris fue ordenar un ataque con bombas incendiarias sobre la ciudad de Lubeck. «Lubeck no era un reconocía Harris más tarde Pero me pareció mejor destmir objetivo vital una ciudad industrial de moderada importancia que embarcarnos en la penosa empresa de atacar una gran ciudad industrial.» En aquella operación, 15.000 cidel



viles perdieron sus hogares.



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LOS BOMBARDEOS A LAS CIUDADES

Armeros y mecánicos trabajan en un Wellington.

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LOS TRES GRANDES

Bombarderos

fi-17

en un ataque diurno.

El de Lubeck fue seguido por otros cuatro ataques sobre Rostock durante

mes de

abril.

En mayo,

se

montó

la

primera operación con 1.000 bombarderos;

el el

objetivo era Colonia. Cuarenta de ellos fueron derribados y los servicios de

la ciu-

dad volvieron a funcionar con normalidad

lo

no

se

informó a

la

al

cabo de dos semanas, algo de

que

opinión pública británica. Harris sabía que los ataques carecí-

an de verdadera eficacia, pero sostenía que era una forma de hacer ensayos para posteriores bombardeos; el mito de la debilitada moral alemana le llevó a él y los políticos

1

76

que apoyaban sus planes a dedicar aún más esfuerzos y vidas

al

proyec-

LOS BOMBARDEOS A LAS CIUDADES

to.

A principios del verano de

1942, las defensas aé-

reas alemanas habían mejorado; esto significó que el

perdía un promedio de tres y medio por ciento de aviones en cada misión.

mando de bombardeos En

conferencia de Casablanca, Roosevelt y Churchill acordaron realizar bombardeos de veintila

cuatro horas sobre los objetivos del Eje: los Lancaster británicos volarían durante la

noche y

las for-

talezas volantes B-17 americanas lo harían de día.

año 1943, cayeron sobre Berlín 50.000 toneladas de bombas. Pero cuando los bombardeos estratégicos se encontraban en su momenSólo durante

to álgido,

el

también

lo estaba la

alemana, reanimada por

el

producción industrial

arquitecto Albert Speer,

en aquellos días ministro nazi encargado de

la pro-

ducción de gueiTa. Esto se traducía en que los ataques aliados no

causaban un gran impacto en

la

base industrial ale-

mana, a excepción de la serie de bombardeos de la RAF a la zona industrial del los llamados DambusRuhr que tuvieron lugar entre marzo y julio de 1943 ters en los que el escuadrón 617 utilizó las enormes bombas experimentales inventadas por el Dr. Barnes Wallis, logrando romper tres grandes embalses que inundaron los valles circundantes. Ocho de los 19 bombarderos que tomaron par-



te

en



,

la

misión fueron derribados.

Después de

julio, el principal objetivo aliado

el puerto de Hamcomo «Operación Go-

pasó a ser

burgo, que sufrió 33 ataques aéreos. El mayor, conocido

Ánguio

superior:

El

mariscal jefe del Aire,

sir

Arthur Horris. Arriba: Tripulaciones de

la

USAAF durante una

sesión de intrucciones.

177

Una formación de bombarderos B-17 y Mikhell B-25 desafían

el

fuego antiaéreo y

los

cazas enemigos paro soltar sus bombas.

l/o

ht^b^Mul

179

LOS TRES GRANDES

Bornes Wallis, inventor de

El Dr.

la

gigontescos «bouncing bombs».

primeras horas del 28 de julio, y aunque sólo duró combinación de las bombas incendiarias y la sequedad de la ma-

morra», tuvo lugar en

43 minutos,

los

las

quemó más de ocho millas cuadradas de la ciudad y mató a 42.000 personas, más que el total de bajas británcias durante todos los ataques a Gran Bretaña. Sin embargo, en pocas semanas, las fábricas de la

dera produjeron un incendio que

ciudad estaban produciendo nuevamente.

A partir de noviembre de dó a

1943, la atención se dirigió hacia Berlín, lo que agra-

Stalin y libró a Churchill de la presión soviética para crear

un segundo fren-

te

europeo. Las pérdidas en esta fase del conflicto eran de un cinco por ciento,

lo

que empezaba a socavar

la

moral del mando de bombardeos;

el

porcentaje de

bajas en la VIII Fuerza Aérea americana era todavía mayor.

Los superiores de Harris empezaban a poner en duda la eficacia de su estraponía en duda la moralidad de la operación, especialmente el obispo de Chichester, George Bell, cuyo particular punto de vista le hizo perder prela oportunidad de ser arzobispo de Canterbury. «¿Acaso somos animales? guntó después de ver una película de los bombardeos aéreos ¿No estamos yendo demasiado lejos?» A principios de 1944, Harris tuvo que pedir apoyo de cazas para sus ataques nocturnos. La VIII Fuerza Aérea ya estaba usando su nuevo caza de largo alcance, el Mustang, para escoltar a sus bombarderos, y empezaba a dirigir sus atategia; la Iglesia



ques diurnos contra

las plantas



.

de petróleo sintético y fábricas de cojinetes de

bolas, lo que retrasaba considerablemente el desarrollo y fabricación del

avión alemán a reacción y los submarinos de gran autonomía.

180

nuevo

LOS BOMBARDEOS A LAS CIUDADES


^í?

.^^'''

Arriba y abajo: Destrucción

de Colonia, objetivo de

los

bombarderos americanos y

británicos.

1

81

LOS TRES GRANDES

Alemanes

En

sin

hogar se preparan para abandonar Colonia.

previsión de un futuro segundo frente, tanto los británicos

como

los

ame-

ricanos concentraron sus ataques sobre los transportes alemanes en Francia. El peligro,

como

señaló Churchill, era que un bombardeo indiscriminado aquí pon-

dría en contra a la población francesa: las misiones tenían a pesar de los -planes meticulosos,

En

abril

que ser precisas. Pero,

muchos bombardeos no dieron en

brica de aviones cerca de

182

blanco.

de 1943. 228 civiles franceses murieron en una incursión americana so-

bre la fábrica Renault, a las afueras de París; otro ataque de la

colares.

el

Antwerp mató

a casi

1

USAAF a una fá-

.000 civiles, incluidos 236 es-

LOS BOMBARDEOS A LAS CIUDADES

Arriba: Las ruinas

de

Berlín. Abajo: La fábrica

Daimier-Benz después de un ataque.

LOS TRES GRANDES

Izquierda: Baterías antiaéreas

alemanas. Derecha: Apuntando

las misiones realizadas

sobre

el

fuselaje

de un Mitchell B-25.

Abajo: Bombardero B- 17 alcanzado por baterías antiaéreas.

sammmmimmmtmm!)!:--

1

84

.^

LOS BOMBARDEOS A LAS CIUDADES

La fábrica Renault de Billancourt tras

Los ataques

el

ataque aliado.

a las ciudades alemanas lograron que

sas aéreas alemanas fueran retiradas del frente ruso.

sión retrospectiva,

podemos asegurar que

la

buena parte de

Con

el

las

defen-

beneficio de

la vi-

saturación de los bombardeos de te-

rror sobre objetivos civiles tuvo sobre todo consecuencias estratégicas negativas.

Cuando

los civiles corrían hacia sus refugios bajo la

resolución no se desmoronaba



como

los edificios

de

tormenta de la

las

bombas, su

superficie. Al contrario:



matanza de inocentes acrecentó el odio del niños, mujeres, ancianos pueblo alemán por los aliados que aparecían en el cielo. Con cada nuevo ataque, la máquina de propaganda nazi cosechaba una nueva victoria. ver

la

185

PUNTO

EL

DÉBIL Los

desembarcos aliados

en

el

Mediterráneo

Desde que, durante la Gran Guerra, había entrado en contacto con la estrategia militar siendo Primer Lord del Almirantazgo, Churchill estaba conven-

cido de que Europa era vulnerable a un ataque desde

había llevado

al

desastre de la

el Sur.

Esta convicción

le

campaña de Gallipoli, en 1915, y más tarde, en En mayo de 1943, mientras estudiaba los

1941, a apuntalar las defensas griegas.

mapas en Washington con bre

la

los otros jefes

importancia de una operación en

el

de Estado aliados, volvió a Mediterráneo, es decir,

la

insistir so-

invasión de

de Sicilia y del norte de Europa a través de Austria. El poder militar de Italia ya había sido seriamente diezmado; poco quedaba

Italia a través

de

la

antigua fortaleza de Mussolini. Además,

el

control del norte de África abría

una vez más el Mediterráneo a los convoyes aliados. Cuando el embajador japonés visitó a Mussolini en 1942, todo lo que pudo decirle fue: «Usted, Duce,

*S

Arriba:

186

Un vehículo

anfibio americano típo

DUKW desembarca

en

Sicilia.

Pagina opuesta: Tropas británicas esperan para desembarcar.

EL

PUNTO DÉBIL

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LIBERACIÓN

Julio

de 1944:

Hitler

inspecciona

el

refugio subterráneo después del fallido atentado contra su vida.

lograron tomar Caen el primer día (hizo falta un mes y la ciudad medieval quedó arrasada por los ataques); los americanos erraban el desembarco en una de las playas, lo que retrasó seriamente la captura de Cherburgo. Por último, el avance desde las cabezas de playa se vio impedido entre el 19 y el 22 de junio por culpa de una de las peores tormentas que Europa había conocido en los últimos cuarenta años.

Pero, en general,

la

«Operación

Overlord» fue un éxito asombroso.

Una

vez consolidados los desembarcos, los

comandantes aliados sabían que

sería

prácticamente imposible para los ale-

manes cia.

desalojarles del norte de Fran-

Por otra parte,

muy

la

respuesta alema-

«¿Qué debemos hacer?», preguntaban a Von Runstedt. «¡Acabar con esta guerra! ¿Qué si na fue

confusa.

no?», contestó

él.

Hitler le destituyó

por denotista.

También Rommel fue apartado

mando

del

mientras se recuperaba de las

heridas sufridas cuando su coche oficial fue

alcanzado por un caza aliado.

El mariscal había estado involucrado

226

EI

juez Friesler

condeno o

los

conspiradores de

julio.

EL

Arriba: Churchill

observa

los

desembarcos del sur de Francia

(foto inferior)

desde

el

día D

destructor británico Kimberley.

227

LIBERACIÓN

Prisioneros

alemanes en

La liberación de Aix.

228

el

sur

de Francia.

EL

Agosto de 1944: Los parisienses se alzan contra

en el

el

las fuerzas

de ocupación.

heroico intento de asesinato de Hitler, peipetrado el 20 de julio, en

Führer tan sólo resultó ligeramente herido.

opciones:

día D

Rommel

el

que

tuvo que elegir entre dos

suicidio o el Tribunal Popular; prefirió el suicidio.

el

En Normandía,

que un buen número de divisiones alemanos, aunque se hicieron más de 50.000 prisioneros. El mariscal de campo Von Kluge fue llamado a Berlín, acusado de inten-

manas tar

los Aliados dejaron

se les escaparan de las

negociar

la

rendición de sus fuerzas; antes de enfrentarse a

la ira del

Führer,

decidió suicidarse. Sobre su cuetpo se encontró una nota que decía: «El pueblo

alemán ha sufrido

tales

calamidades, que ya va siendo hora de poner fin a todos

estos horrores.»

Algunas regiones del norte de Francia ya habían sido liberadas: había llegamomento del desembarco aliado en el sur. La «Operación Yunque» tuvo lugar el día 5 de agosto, cuando 50.000 soldados aliados tomaron tiena en Cote D'Azur. Ese mismo día, los planes de Eisenhower de evitar París se vieron frustrados por un inesperado alzamiento ciudadano. De Gaulle, ignorando las ins-

do

el

1

trucciones expresas del comandante en jefe, ordenó a la Segunda División Blin-

dada francesa, mandada por

el

general Leclerc, liberar

la

ciudad. Al no saber qué

229

LIBERACIÓN

París:

Miembros de

la resistencia se

ponen a cubierto de

los tiradores

alemanes.

hacer, Leclerc en\ ió un destacamento con órdenes de mezclarse con las tropas

americanas

si

habían llegado a

las afueras

de

la

ciudad en primer lugar Eisen-

hower cedió, justo cuando expiraba el alto el fuego temporal decretado entre el comandante alemán, general Dietrich von Cholditz. y la resistencia local. «París no ha de caer en manos del enemigo, si no es convertido en un montón de escombros», ordenaba Hitler a Cholditz. Pero el francófilo Von Cholditz no tenía intención de destruir París y se rindió a las fuerzas de Leclerc el 25 de agosto. Justo en ese

nocía

la noticia

de que los soldados de

las

momente

SS habían irrumpido en

se co-

la habita-

ción del hotel del mariscal Pétain y le habían llevado prisionero a Belfort. Pétain tenía planeado ir a París en persona y oponerse al armisticio; su secuestro abría el

camino

al

general

De

Gaulle. quien se autoproclamó presidente de

Francia desde las escaleras del Hotel de Ville. en París. Siguió a ción un alborozado desfile por las calles de

la

la

proclama-

ciudad, a pesar del peligro que

aún representaban los francotiradores alemanes. A última hora del 26 de agosde 1944, después de cuatro años de brutal opresión, la Ciudad de la Luz era

to

libre otra vez.

230

EL

La multitud

de París se agolpa alrededor

del coche

día D

de De Gaulle.

231

LA El

MAREA ROJA

avance de

Desde la batalla de Kursk en el

los ejércitos

verano de 1943,

zado de manera continuada hacia

de

Stalin

el Ejército

la frontera rusa.

Rojo habían avan-

Pero fue un camino lento

y sangriento: encontraron una fiera resistencia en todos los puntos y vez se vinieron abajo las líneas alemanas.

La infantería más escaseaban

del general

Zhuko\ carecía de

los suministros; el ejército

«liberar» en su avance.

la

\ i\

ni

necesaria preparación y ade-

ía

«Los soldados rusos llevan

de cuanto podía saquear o a la espalda sus bolsas lle-

nas de mendrugos secos y verduras crudas que han recogido sobre

de los campos y pueblos

— comentaba un comandante alemán —

-3S¡ijÉf^

ms^mk

'^m^:

Soldados británicos heridos se rinden en Arnhem.

253

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Tropas británicas atrincheradas vigilan

los

bosques cerca de Arnhem.

Planta de petróleo sintético de Zeitz tras un ataque aéreo.

254

LA

de tulipán. Aquí se perdió una ocasión de acabar

la

OFENSIVA HACIA

guerra rápidamente. Si los

Aliados hubieran estado preparados para apoyar completamente

Amberes (muchos comandantes estaban en contra de todo ran podido hacer una brecha en to Berlín oriental

Tal y

como

el sur

EL RIN

la

operación de

el plan),

quizá hubie-

de Alemania y salvado miles de vidas; tanaseguradas para la democracia.

como Praga podrían haber sido

estaban las cosas, los aliados contaban con un número de venta-

Ahora que disponían de

máquinas descifradoras del código Enigma, podían leer los mensajes a voluntad, y por uno de ellos supieron que a la Luftwajfe empezaba a escasearle el combustible. De manera que los bombardeos aliados se concentraron en las plantas alemanas de petróleo sintético y depósitos de combustible. También atacaron las bases de lanzamiento de las bombas volantes, gran preocupación de los británicos, belgas y holandeses. Ya se habían lanzado contra Gran Bretaña 2.754 «V-1», que habían casi una baja por cada bomba producido 2.752 bajas en la población y aquello no era nada comparado con el poder destructor de los cohetes supersónicos «V-2», de 11 toneladas. En octubre y noviembre de 1944, los alemanes lanzaron sus «V-2» contra la ciudad de Amberes, por entonces ya liberada, con resultados devastadores: casi 4.000 civiles y más de 700 soldados aliados murieron. En noviembre de 1944, la mayor parte de Francia, Bélgica y Grecia habían sido liberadas; se había cruzado la frontera alemana en Aachen y había en Eu-

jas cruciales sobre sus enemigos.



las



"U Lanzamiento de un cohete supersónico «V-2».

Área experimental de

las

«V-2» después de un ataque aéreo.

255

LIBERACIÓN

ropa occidental más de 2.000.000 de soldados aliados. Eisenhower había tuido a

Montgomery como comandante en jefe de

las

susti-

Fuerzas de Tierra.

En Quebec, Churchill intentaba persuadir a Roosevelt para que adoptara una común con respecto al futuro de Europa; pero éste, a punto de enfrentar cuarta campaña presidencial, no hacía mucho caso de sus propuestas. En lo

postura su

necesidad de desindustrializar Alemaun país «de carácter principalmente agrícola y ganadero». Pero esta idea fue vetada tanto por el Departamente de Estado americano como por el Gabinete de Guerra británico.

único que se ponían de acuerdo era en

la

nia después de la guerra y convertirla en

Tras

el

fracaso con Roosevelt, Churchill viajó a

Moscú

para entrevistarse con

StaHn, y en el reverso de un sobre acordaron

la

proporción de sus «intereses» en

cada uno de los países liberados. Después de

la

reunión, Churchill pidió a Stalin

que quemara

no fuera a parecer que entre los dos habían dispuesto el futuro de Europa con demasiada ligereza. «No, quédatelo tú», le respondió bro-

meando

Stalin.

Fuego de mortero

256

el sobre,

al otro

lado del Rin, en Estrasburgo.

LA

Diciembre de

1

OFENSIVA HACIA

944: Camiones americanos destruidos durante

la

EL RIN

ofensiva de las Árdenos.

257

LIBERACIÓN

Arriba:

Soldados alemanes en busca de material americano en

En concreto,

las

Árdenos. Página opuesta: Soldados alemanes dando

lo

señal de avanzar.

Churchill quería ser capaz de garantizar el futuro de Grecia, don-

de 75.000 partisanos armados amenazaban con apoderarse del país. En un tento desesperado por evitar lo que veía chill se atrevió a entrai" el día

para convencer a

maskinos,

En

el

al

como un movimiento

in-

comunista, Chur-

de Navidad en una Atenas infestada de francotiradores

la resistencia

de que reconociera

la

autoridad del arzobispo Da-

que más tarde describiría como «intrigante prelado medieval».

frente occidental, el retraso de los Aliados había

a Hitler, que insistía en una contraofensiva en las

dado un respiro

vital

Ardenas para abrirse paso a

tra-

vés de las líneas aliadas y hacerlas retroceder hacia el mar. «Si Alemania es capaz de aguantar unos cuantos golpes duros, esta coalición artificial se derrum-

bará con estruendo», aseguraba a sus generales.

Los Aliados no lograron descodificar aquella orden de ataque. Montgomery había asegurado a sus tropas que el enemigo «no es ya capaz de emprender grandes operaciones ofensivas», y Eisenhower se encontraba fuera jugando al golf. Pero la mañana del 16 de diciembre, con la niebla anulando el dominio aéreo aliado, varios gmpos de comandos alemanes vestidos con el uniforme americano se infiltraron en las líneas aliadas, causando una tremenda confusión. Miles

258

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Prisioneros americanos durante la ofensiva de las Árdenos.

261

LIBERACIÓN

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después de su liberación.

La opinión pública mundial miento a que

-.

JAPONESAS

los

recibía

muy poca

información acerca del

trata-

japoneses sometían a sus prisioneros de guerra (no se permi-

inspectores de la Cruz Roja visitar las «zonas de guerra» japonesas). Las primeras noticias sobre la brutal «Marcha de la Muerte» en Bataán no se conocieron hasta la primavera de 1943, e incluso entonces se ocultaron los detía a los

más crudos por miedo

talles

En

que afectaran a

la moral de la población civil. mayoría de aquellas diabólicas atrocidades no luz hasta mucho después de terminada la guena. En Manchuria, don-

a

realidad, los detalles de la

salieron a la

«Unidad de prevención de epidemias y suministros de agua» del ejército de Kwantung, los prisioneros eran deliberadamente contagiados con enfermedades mortales como

de

el

Ejército imperial había impuesto su ley desde 1931, en la

407

EL

SOL NACIENTE

Prisioneros aliados en Tokio tras lo liberación.

parte del

programa de investigación epidemiológica. Alguna.s otras horribles prácen disecar a los prisioneros, hervirlos vivos, someterlos a dosis

ticas consistían letales

de rayos

X

o administrarles transfusiones de sangre de caballo.

La amargura y angustia de aquellas

prácticas brutales todavía perduran

hoy

en China y Occidente. CoiTesponde a los supervivientes la tarea de recordar al mundo las crueldades del Imperio del Sol. «Tengo en mis manos una lista con

nombres de los 300 prisioneros de guerra que murieron en la diminuta isla de Haroekoem. en el extremo occidental de Indonesia escribía un antiguo prisionero al diario londinense Times cuando Hirohito murió en 1989 Vestidos con harapos y demacrados, se arrastraban cada día a su tarea de construir una pista de aterrizaje, hasta que el abandono de toda esperanza o la enfermedad terminaba por liberarles de sus sufrimientos. Morían en condiciones tan degradantes que sería imposible explicarlo con palabras. Las ofertas de ayuda de la Cruz Roja, cuyo patronato reclamaba para sí la familia imperial japonesa, fueron sistemáticamente ignoradas, y la sola mención de la Convención de Ginebra era suficiente para desatar una reacción histérica. Pero nosotros nos habíamos rendido y esto, los



según

408

el



.

código militar japonés, hacía que perdiéramos todos nuestros derechos.»

EL

CONTRAATAQUE

IMPERIO JAPONES

RECOBRANDO FUERZAS

:#

La maquinaria bélica americana se

pone en marcha

Todo el rosario de conquistas japonesas en el

Lejano Oriente se había conse-

hombres. 380 aviones y 4 destructores. La velocidad había sido un factor \ital. y ahora la estrategia japonesa guido a un precio relativamente bajo:

15.()(K)

consistía en consolidar lo obtenido antes de que los Estados

cuperarse lo bastante bién

la

como para constituir una amenaza en

esperanza de que

tarse a la

la

el Pacífico.

re-

Existía tam-

conquista nazi de Rusia obligara a los americanos a sen-

mesa de negociaciones. Entre tanto, Hawai quedaran ceiradas

de que Australia y

Unidos pudieran

la

Armada japonesa debía

a las

asegurarse

fuerzas estadounidenses.

^^Í&'^^

^1

M^M Cabinas presurizadas de

410

los

nuevos bombarderos B-29 fabricadas en una cadena de montaje de

la

planta Boeing.

ii

Las secciones del morro de un B-29 van

tomando forma.

Eran precisos enormes recursos para llevar a cabo una operación de tal eny, al terminar con los últimos focos de resistencia en Birmania y las Filipinas, se discutió en Tokio si tal política debilitaría o no al ejército en China. Y es que, aunque las tropas japonesas habían triunfado en el resto de sus camvergadura

pañas, las luchas contra la guerrilla de política militar japonesa

todo

Mao era constantes

de los «tres-todos»

— había causado un tremendo daño

— matar

todo,

en aquella región. La

quemar todo,

destruir

a la población local, pero su valor es-

tratégico se había difuminado en el vasto territorio chino.

Los comunistas

esta-

ban movilizando a la masa campesina y trabajadora tras las líneas japonesas de un modo que los nacionalistas no habían sido capaces de hacer. El propio Chiang había establecido su capital en Chungking, evitando así te-

ner que librar batallas decisivas; esperaba así a que los americanos negociaran

con

los

japoneses en su lugar, y además reservaba sus energías para

la batalla

que

41

1

EL

CONTRAATAQUE

indudablemente tendría que plantear contra poneses son una enfermedad de

la piel

Mao

al final

—razonaba

de

el líder

«Los jaLos comu-

la guerra.

chino



.

un mal del corazón.» Pero su régimen se desintegraba lentamente. Vazonas rias de China todavía bajo su control eran víctimas de la inflación y la corrupción; allí, las clases adineradas podían comprar su exención de toda obligación militar. Grupos de reclutamiento se encargaban de llenar por la fuerza esos vacíos; muchos civiles murieron de inanición en las largas marchas que eran nistas son

obligados a realizar para unirse a sus unidades.

En de que

el Pacífico, el la

tiempo empezaba a

enorme riqueza de América

de guerra.

En

plena

ira

ir

en contra de los japoneses, sabedores

se estaba

volcando ahora en

la

producción

nacional después del ataque a Pearl Harbor, Roosevelt

anunció planes para producir 60.000 aviones, 75.000 tanques y .000.000 de toneladas de barcos mercantes al año. Para cumplir este objetivo, las fábricas em1

pezaron a contratar mujeres, en tanto que los hombres se alistaban en to.

Una mujer que trabajaba en una línea de producción de aviones, a

llamaban «Rosie

Acorazados de

la

los Estados

Remachadora»,

sirvió de

modelo

a

la

el Ejérci-

que todos

una campaña publicita-

Unidos durante unas maniobras.

\

'I

M

i

í%

t

/r^

mr'-

RECOBRANDO FUERZAS

EL

CONTRAATAQUE

ría

en

la

que se ensalzaba

el carácter

de

nueva ge-

la

neración de mujeres americanas, duras y profesionales, pero tan femeninas como siempre.

A su llegada a Australia, MacArthur recibió la Medalla al

Honor (América estaba necesitada de héroes en

momento de

este

cano que

le

horas bajas). Pero

el Ejército

ameri-

aguardaba no era precisamente un ideal de

fuerza de combate etlcaz. Tan sólo contaba con 26.00C

soldados y 260 aviones; muchos de aquellos hombrea

no habían sido debidamente entrenados y gran parte de los a\ iones se encontraban en mal estado. MacArthur quisquilloso \

como

pocos, agudizó toda\

ía

más

las di-

isiones entre los Aliados al negarse a aceptar en su Es-

Mayor a oficiales australianos y holandeses. Con la ABDA desmantelada, la estructura del vo mando aliado ponía a cargo de Sumatra y el

tado

del Nimitz en una

visita

océano Indico a

los británicos, mientras

áreí

que Mac-

Arthur se encargaba del suroeste del Pacífico y el nuevo comandante de la Flota del Pacífico, Chester Ni-

de inspección.

mitz, se hacía responsable del océano Pacífico propiamente dicho.

Nimitz tenían ideas mLi\ d iferentes

Almirante «Bul!» Halsey en

nue-

el

puente de

y.

mando de un

dado que sus competencias

MacArthur

>

a veces se so-

portaaviones.

41 4

1

RECOBRANDO FUERZAS

Momentos antes

del

ataque a Tokio: En

la

cubierta del Hornet, Doolittle coloca una medalla en un

bomba;

abril

de

1

942.

41

u

5

EL

El

CONTRAATAQUE

comandante de

416

lo

Fuerza Aérea Naval, Mitschner, conversa con Doolittle y sus pilotos

RECOBRANDO FUERZAS

41 7

.«^i

La carlinga y

lapaban, recursos.

el

el

morro de uno de

los Mitchell

adoptados de

Doolittle.

resultado fue un constante desacuerdo acerca de la distribución de los

«De

todas las decisiones equivocadas de

plicable fuera la incapacidad para unificar el

la

mando

guerra, quizá la

más

inex-

del Pacífico», escribía

Ma-

cAithur algún tiempo después.

En Washington, aguijoneados por

propaganda japonesa de las emisiones radiofónicas de «Tokio Rose», había impaciencia por vengar el ataque a Pearl Harbor y devolver el golpe en el corazón mismo de Japón. Este objetivo había sido meticulosamente planeado desde enero de 1942. Si se iba a realizar un ataque aéreo sobre Japón, tenía que ser lanzado desde un portaaviones que se encontrara fuera del alcance de los barcos de reconocimiento que patrullaban a 500 100 millas, lo que quemillas de la costa japonesa. Esto significaba un vuelo de la

1

41 8

.

RECOBRANDO FUERZAS

Doolittle,

que ha tenido que

realizar un aterrizaje forzoso en Chino,

aparece sentado junto a su avión.

41 9

Tras

el

ataque, los pilotos de Doolittte en China.

daba fuera del alcance de

la

mayoría de

los aviones

de

la

Marina.

No

sólo eso,

sino que para evitar que los portaaviones tuvieran que esperar su regreso en aguas

enemigas, los aviones tendrían que volar hasta China para repostar.

La solución

bombarteniente coronel James

a la que los expertos de la aviación llegaron fue utilizar

deros Mitchell especialmente adaptados. Se escogió

al

Doolittle para dirigir la fuerza de ataque; él y su grupo de pilotos expertos estu-

vieron practicando los despegues coitos que tendrían que realizar para alzar

vuelo desde

la

el

cubierta de un portaaviones en mitad del Pacífico.

Honiet partió de San Francisco llevando a bordo a le acompañaba el portaaviones Enterprise, encargado de proporcionar una escolta de cazas. El 8 de abril, cuando aún se enconEl 2 de abril, el portaaviones

Doolittle

con sus 16 bombarderos:

1

traban a 650 millas de Tokio, ro japonés. Doolitle y el

pesar de

la

la

fuerza estadounidense fue avistada por un patrulle-

comandante naval, almirante

distancia extra a la que se encontraban, lo

Bill Halsey, decidieron

más prudente

pegar cuanto antes a los bombarderos. Cuatro horas después,

420

que a

era hacer des-

los aviones

cogían por

RECOBRANDO FUERZAS

Yokohama y Yokosuka. japoneses enfurecieron al

soq)resa a las defensas aéreas de Tokio, Nagoya, Kobe,

Aunque

el

daño

real

producido fue

muy

leve, los líderes

comprobar que el centro del Imperio podía ser atacado con tal facilidad. Fue entonces cuando la operación topó con ciertas complicaciones. Los tres oficiales de la tripulación de un bombardero cayeron en territorio japonés y fueron inmediatamente ejecutados. Otro avión aterrizó por error en las proximidades de Vladivostock y su tripulación fue arrestada por los rusos, y en China, el aeródromo de Chuchow no se encontraba preparado para recibir al resto de los bombarderos y varios de ellos tuvieron que realizar un aterrizaje de emergencia. Sin embargo, en términos generales, el ataque de Doolittle logró el objetivo principal: elevar la moral de los americanos. Tuvo además beneficios imprevistos.

No

sólo retiraron los japoneses cuatro escuadrones de cazas para proteger el

espacio aéreo de Tokio y otras ciudades, sino que, a partir de aquel momento, se mostraron más decididos a hundir todos los portaaviones americanos. Esto lle-



En

la

a sus

comandantes a concebir

cima del mundo:

Doolittle

la

desastrosa estrategia de Midway.

con dos de sus cañoneros.

421

;,^

MIDWAY La destrucción

de

japonesa

la flota

Los australianos estaban muy preocupados en abril de 1942: gran parte de su ejército se encontraba en el nor-

de África y los japoneses se habían acercado al mar de Timor. Temían que siguieran avanzando hacia Port Mote

resby, la capital de

Nueva Guinea,

lo

que proporcionaría

trampolín ideal para un futuro asalto a

la

Sus temores se vieron confirmados cuando de 1942 los japoneses tomaron

el

cercana

la

el

propia Australia. día 3 de

isla

La operación japonesa para apoderarse de

mayo

de Tulagi. Port

Mo-

resby también había sido prevista por la Marina estadounidense.

Cuando

la flota

invasora, formada por tres por-

taaviones y cuatro cruceros, entró en 7 de

mayo de

y Lexington flota, el

el

Mar

del Coral el

1942, los portaaviones americanos Yorktown les

estaban esperando. El comandante de

almirante Frank Fletcher,

zando sus aviones; en

la

tomó

la

la iniciativa lan-

acción, fue hundido

el

portaaviones

Los aviones japoneses enviados a repeler el ataque se encontraron una lluvia de fuego enemigo y después fueron atacados por escuadrones de cazas Wildcat. La escasa

Sliolw.

visibilidad hizo

que

japoneses se desorientaran y unieran a la cola de cazas que se disponían a aterrizar en el Yorktown, al que confundieron con un portaaviones jaseis aviones

ponés, aunque finalmente lograron escapar.

Abajo:

422

El

portaaviones japonés Shoho es alcanzado en

la batalla del

mar

del Coral. Arriba: Almirante Fletcher.

M

Arriba y abajo: Últimos

momentos

I

D

WA

del Shoho.

423

M

El

Lexington poco antes de hundirse.

I

D

WAY

EL

CONTRAATAQUE

Supervivientes del Lexington son izados a bordo del buque de rescate.

426

M

Al día

siguiente,

ambos bandos lanzaron ataques con

I

D

WAY

sus portaaviones. El Le-

al cabo de cinco horas. En el lado jaShokaku sufrió graves daños. En este punto, las dos flotas decidieron abandonar la lucha. La pérdida del Lexington ha hecho que algunos historiadores consideren la batalla del mar del Coral como un punto muerto en la guerra. Lo cierto es que, aunque los americanos perdieron uno de sus preciados portaaviones, hicieron abandonar a los japoneses la operación para apoderarse de Port Moresby. De mo-

xington salió tan malparado que se hundió ponés,

el

mento, Australia estaba a salvo. El poder de la flota americana había sorprendido a los arl

Estados Unidos tardarían

mucho más en

Yamamoto, que esperaba que

recuperar su capacidad naval tras Pe-

Harbor. El almirante japonés era consciente de que debía destruir la Flota del Pa-

cífico de

una vez por todas mientras todavía gozaba de un mayor poder naval. La

clave paia este plan era la isla de

Ataque aéreo japonés a

Midway, poco más que un punto en mitad

del Pa-

las islas Aleutianas.

427

EL

CONTRAATAQUE

Junio de 1942:

428

El

resultado de un ataque aéreo japonés a las islas Aleutianas

M

I

D

WAY

429 .^^

EL

CONTRAATAQUE

cífico. Si

conseguía tomar esta posición,

podría utilizar

la pista

de atenizaje de su

aeródromo para lanzar constantes ques contra

do

lugai\

la flota

Yamamoto suponía que

los

ame-

ricanos tratarían de recuperar la isla el

ata-

enemiga. En segun-

y,

en

curso de esta acción planeaba tender

una emboscada a sus portaa\ iones. El plan inicial consistía en atraer a la

Flota americana hacia el Norte por

medio de un ataque

a las islas Aleutia-

nas, frente a las costas

do

los

de Alaska. Cuan-

americanos acudieran, serían

retenidos en aquel punto, mientras YaUn barco de

transporte japonés arde cerca de la costa de las islas Aleutianas.

mamoto

se dirigía

sa hacia

Midw ay. Pero de nuevo

con

la

Flota japonelos es-

tadounidenses lograron interceptar los

mensajes japoneses: Nimitz hizo caso del ataque a las Aleutianas y ordenó a su flota, compuesta por tres portaaviones y ocho cruceros, dirigirse hacia la isla de Midway. Aunque los americanos contaban con el factor soipresa. su número era mu\ inferior al de las fuerzas

omiso

Junio de

430

1

942: Bombardeos sobre

la isla

de Midway.

M

Un hangar destruido en

la isla

I

D

WAY

de Midway.

Un bombardero Avenger dañado en

la isla

de Midway.

431

V

> 1

^

>n,l

ID

i

M

Salidas y llegadas de los aviones de un portaaviones estadounidense durante la batalla de Midv/ay.

I

D

WA

EL

Arriba:

C

O NT

Reparando

R

los

A

ATA Q

daños

U

E

tras la batalla

de Midway. Abajo: Aviones Avenger en vuelo.

M

\

1

I

D

^

WAY /

^

jj ^^^B¥\i^T •

"7""^

^

'

5&:s 1

i

b-
*

— "' Septiembre de 1942: Soldados japoneses muertos después de

la victoria

americana de Guadalcanol.

455

^

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i

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t-*-

I

I

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r/

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^•

Tanques americanos

M3

Stuart

avanzan estruendosamente por

-.-r- ,

la jungla.

mñ'iihm&m I

I

Si

V.

LA

De repente,

los

GUERRA EN

LA SELVA

marines americanos de Guadalcanal se encontraban solos, sin

apoyo naval o aéreo. Durante las dos semanas siguentes tuvieron que mantenerse con dos comidas diarias, sabedores de que los japoneses eran ahora señores del mar y el espacio aéreo y de que no tardarían mucho en volver a la isla. Radio Tokio describía a los marines americanos como «los insectos veraniegos que se meten ellos mismos en el fuego». Por suerte para los marines, los japoneses subestimaron la fuerza de combate con la que se enfrentaban. El 18 de agosto, una avanzada formada por 1.500 infantes de Marina japoneses desembarcó en la isla: esta primera fuerza fue inmediatamente aniquilada. La siguiente expedición se hizo acompañar de un poderoso apoyo naval, incluyendo dos acorazados y tres portaaviones. Pero el almirante americano Robert Ghormley estaba sobre aviso de su llegada y el día 24 de agosto sus barcos lograban hundir

el

portaaviones Ryujo.

Una fuerza especial de destructores y buques de desembarco conocida como «Tokio Express» transportó más tropas japonesas. La noche del 13 de septiembre, los marines se encontraban peleando desesperadamente en la que más tarde se llamó batalla del «Arrecife Sangriento». En un momento de la lucha, los el

Guadalcanal: Obuses estadounidenses en primera

línea.

457

Arriba:

Marines americanos «limpiando»

la

zona de posibles francotiradores. Abajo: Vadeondo un

río

en Guadalcanal.

LA

Los restos

de un bombardero en picado americano en GuadalcanaL

GUERRA EN

LA SELVA

EL

Últímos

CONTRAATAQUE

momentos

del portaaviones americano

Wasp.

LA

GUERRA EN

el puesto de mando americano antes de ser nuevamente rechazados. La Armada japonesa mandada por el almirante Raizo Tanaka defendió tenazmente y con eficacia el «Tokio Express». Se hundieron muchos navios americanos y otros resultaron seriamente dañados al intentar atacar el convoy nipón. A finales de agosto, el portaaviones Saratoga fue torpedeado; dos semanas después, el portaaviones Wasp resultó hundido. El almirante Ghormley fue reem-

japoneses llegaron a irrumpir en

plazado por

el

almirante Bill Halsey.

Pero también

el

bando japonés

sufrió pérdidas: sólo en Guadalcanal,

200 de

sus aviones fueron abatidos, y en otra de las batallas navales librada el 26 de octubre, los americanos dejaron fuera de

que en

la

combate dos portaaviones japoneses, aunel Enterprise quedó inope-

acción perdieron su portaaviones Hornet y

rativo.

Sin apoyo aéreo de los portaaviones, los marines tuvieron que sostener sangrientos combates para no perder el control del

bían rebautizado con el

aeródromo de la isla, al que hanombre de Henderson Field. Después de más de cuatro

^^r

.jj^M

LA SELVA

EL

CONTRAATAQUE

^

Arriba:

Un portaaviones norteamericano alcanzado de

lleno. Abajo:

Un Grumman Avenger

se estrella al aterrizar en la cubierta

de un portaaviones.

m

LA

GUERRA EN

LA SELVA

•^.JU.:-

Henderson

Field,

ahora en poder de

meses de luchas

terribles

raciones disminuían;

toda

la isla; la

el

los

en

estadounidenses.

la

diminuta

isla,

ambos lados estaban agotados. Las

hedor de los cuerpos en descomposición se extendía por

malaria era una amenaza constante.

En cada uno de

los

combates,

los americanos se enfrentaban con la temeridad fanática de los soldados japone-

que se negaban a rendirse incluso cuando no tenían otra escapatoria que lanzarse al mar. «Los heridos se quedaban quietos esperando y, cuando se acercaba ses,

enemigo, se volaban a sí mismos por los aires con una granada de mano», contaba Alexander Vandegrift, un comandante de mael

rines

experimentado en

En enero de ses, debilitados

los rigores

de

la lucha.

1943, los 25.000 soldados japone-

por

el

hambre y

las

enfermedades,

tan sólo recibían suministros nocturnos de los sub-

marinos de

la

Amiada

Imperial. Entre tanto, los

ame-

ricanos habían consolidado una guarnición de

de 50.000 hombres.

más

A pesar de todo, los nipones con-

tinuaban peleando ferozmente en retirada. Hasta que

una mañana desaparecieron de perial

la isla.

japonés se había rendido a

la

El

mando im-

evidencia

rante tres noches, sacó de la isla lo que

y,

du-

quedaba de

su fuerza; en la operación tan sólo perdieron un destructor.

En

la batalla

por Guadalcanal,

las tropas

im-

periales habían dejado sobre la isla 25.000 hombres,

9.000 de ellos víctimas de

las

enfermedades.

Guadalcanal permaneció en manos aliadas hasta el final

ponés que

de

la

allí

guerra (aunque

el

último soldado ja-

quedaba no se rindió hasta octubre de

1947). Treinta años

más

tarde, todavía se estaban

desenterrando e inutilizando proyectiles y granadas de mano en el suelo de la isla.

General Vandegrift.

463

PELDAÑO A PELDAÑO Isla

a

isla

en

el

Pacífico

Una vez aseguradas Nueva Guinea y Guadalcanal, podían dar comienzo las grandes ofensivas americanas en

el Pacífico.

Los japoneses,

al

contrario,

em-

pezaban a darse cuenta de que no podían mantener sus conquistas más remotas, así

que comenzaron a reforzar una «esfera defensiva nacional» contra

el

posible

asalto de los Estados Unidos.

Estos, pronto infligieron un serio castigo a la moral del enemigo. El 14 de abril

de 1943,

las

unidades de radio de

la

Flota americana del Pacífico inter-

ceptaron un mensaje donde se comunicaba que visita

de inspección a Boungainville, en

Noviembre de

464

1

Yamamoto

las islas

943: Marines estadounidenses llegan a Tarawa,

Salomón

islas Gilbert.

iba a realizar una

occidentales. Cua-

Marines americanos en

tro días

más

la

playa de Saipan.

tarde, los cazas

americanos derribaban

el

avión del almirante. Para

ocultar el hecho de que eran capaces de descifrar los códigos secretos japoneses, los

americanos no anunciaron

maron de su

la

muerte de Yamamoto, aunque

sí infor-

funeral.

mando americano

aún dividido: MacArthur apremiaba para seguir directamente hacia Japón, mientras que Nimitz y la Marina de Estados Unidos abogaban por utilizar su superioridad en portaaviones más hacia el NorEl

te

se encontraba

y atacar posiciones japonesas avanzadas.

En mayo de

1943,

la

llamada Con-

ferencia de Trident, celebrada en Washington, se decidió a adoptar una solución

de compromiso: establecer una estrategia de doble pinza que obligara a Japón a movilizar recursos constantemente de un escenario bélico

zas» significaban

al otro.

Pero dos «pin-

doble de esfuerzo y el doble de preparación. Antes de emprender cualquier otra empresa militar. Rooseveit quería tranel

quilizar a los civilies estadounidenses recobrando las islas Aleutianas

a Alaska. El 11 de

mayo,

los marines

próximas

americanos desembarcaron en Attu;

tras

465

EL

CONTRAATAQUE

PELDAÑO A PELDAÑO

467

EL

CONTRAATAQUE

r

Soldados japoneses muertos a

la

entrada de un refugio subterráneo en Tarawa.

468 1^.

PELDAÑO A PELDAÑO

:(

Krueger consultando un

^ -^^ T^'^^.^ -i^

En Kiska, por el contrario, una fuerza americana compuesta por 34.000 hombres pasó cinco días buscando en vano a su enemigo para descubrir finalmente que la isla se encontraba vacía. El 30 de junio de 1943 comenzó la campaña aliada, que consistía en ir pasando de una isla a otra. El general Walter Krueger desembarcó en las islas de Kiriwina y Woodlark, del grupo de las islas Trobriand; los australianos mandaponeses.

rante Halsey

desembarcaron en Nueva Georgia.

Todas

operaciones fueron un completo éxi-

las

Nueva Georgia, donde

salvo en

to,

poneses

^

general Herring lo hicieron cerca de Salamaua, en

el

Nueva Guinea, y

tropas americanas y neozelandesas del almi-

las

^:;v

en Nueva Bretaña.

dos semanas de encarnizada pelea, tan sólo quedaban con vida 26 soldados ja-

dos por

k^^

mapa

allí

los 10.000 ja-

desplazados recibieron

la

húmedo y montañoso

defender aquel

orden de

rincón con

todas sus fuerzas. Después de duros combates, lo

que quedaba de la

cercana

isla

la

guarnición nipona se retiró a

de Kolombangara. Los coman-

dantes aliados comprendieron que aquel lento

mo

rit-

daría a los japoneses la posibilidad de refor-

zar las guarniciones de la islas próximas; por esa « •.

r

razón, pasaron por alto la isla de Kolombangara.

Por miedo a que su flota fuera puesta bajo

mando de

/

la

de Nimitz en

el

el

Pacífico central. Hal-

sey siguió avanzando y desembarcó en Boungainville y las

Salomón

occidentales. Las tropas

australianas de MacArthur. apoyadas por los paracaidistas americanos, seguían peleando para al-

canzar Nueva Guinea, mientras que Krueger de-

Afilando las hojas de los cuchillos en Kwajalein.

469

EL

C

O N

T R

A

ATA Q

U

E

Desembarco de provisiones

tras la batalla

de Kwajalein.

sembarcaba en Nueva Bretaña, saltándose en su camino la poderosa guarnición japonesa de la cercana Rabaul. Una tras otra fueron cayendo todas las islas al norte y al este de Nueva Guinea, pero los combates por su control fueron feroces. A finales de abril del año siguiente, los marines desembarcaron en las islas del Almirantazgo y destruyeron completamente la guarnición que las defendía. Los ingenieros americanos iniciaron la construcción de importantes bases aéreas y navales para futuras ope-

raciones en la zona.

Todo ese tiempo, Nimitz había tenido como objetivo

las Filipinas,

según

la

línea de acción establecida por los jefes de Estado americanos, que querían es-

Chiang Kai-shek. en China. Nimitz empezó con 20 de noviembre de 1943, las tropas estadounidenses derrotaban a la pequeña fuerza japonesa de Mankin y Tarawa era bombardeada antes de lanzar allí el desembarco de la Segunda División de Marines, que tantos éxitos habían cosechado en Guadalcanal. Tarawa estaba rodeada de arrecifes de coral. Para alcanzar las playas, los marines tuvieron que vadear más de medio kilómetro desde las lanchas de desemtablecer una ruta de contacto con

un asalto

470

a las islas Gilbert. El



PELDAÑO A PELDAÑO

barco, completamente a merced del fuego enemigo.

A

pesar del insistente bombardeo naval, una terce-

ra parte

de

fuerza atacante fue aniquilada: fue

la

uno

de los desembarcos americanos más controvertidos de toda

guerra.

la

Una vez

establecida la cabeza de

playa, la guarnición japonesa desapareció.

murieron en una

ellos

No repuesto de las

serie

de suicidios colectivos.

altísimas pérdidas sufridas en

Tarawa, Nimitz decidió pasar de largo

grupo de

islas

y

Todos

dirigirse al atolón

el siguiente

de Kwajalein, 400

millas al norte de las islas Marshall. Si todo iba bien allí,

enviaría sus tropas de reserva al asalto del

si-

guiente atolón, Entiwetok.

El 4 de febrero de 1944, se lanzó contra Kwajalein el ataque de los

neral Holland

marines mandados por

Smith (conocido como

el

el

ge-

«Loco Au-

llador»), padre de la guerra anfibia estadounidense.

Se logró

el

objetivo con un coste

soldados. Nuevamente,

chó hasta

el

la

humano de 370

guarnición japonesa lu-

último hombre. Poco después, se esta-

bleció otra cabeza de playa en la isla de Entiwetok.

Pero

el

poder naval japonés de

Smith,

la

preocupaba a Nimitz y para neutralizarlo lanzó una ofensiva con portaaviones sobre la base de Truk. Aunque había retirado

la

mayor

el

«Loco Aullador».

región todavía

el

almirante

Koga ya

parte de su flota, los americanos hundieron 2 cruceros,

4 destructores y 26 buques cisterna y cargueros. También fueron destruidos 250 aviones japoneses. El grupo de las islas Gilbert y Marshall estaba ahora en manos de los americanos, lo que destrozó

Un avión torpedero japonés arde

'^

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JAPÓN DESTRUIDO

Los kamikazes (que recibían su nombre del «viento divino» que salvó a Japón de la flota mongola invasora en el año 1281) aparecieron por primera vez en la defensa de los desembarcos de Leyte y fueron utilizados para atacar a los portaaviones americanos. El día de su misión, se decía a los pilotos suicidas que «ya eran dioses sin deseos terrenales» y se les hacía entrega de la banda blanca llamada hachimaki, inspirada en el antiguo atuendo samurai. Después, tras un brindis ceremonial en honor del emperador, se les enviaba en aviones obsoletos cargados de explosivos. El objetivo era sencillamente atravesar de fuego antiaéreo y estrellarse contra el objetivo. La primera víctima de un ataque kamikaze fue

el

la

barrera defensiva

portaaviones de escolta

los toipedos y la munición localizada bajo explosión siguió el portaaviones se hundió y otros buen la que y ques cercanos resultaron seriamente dañados. A finales de 1944, los daños proSt.

Louis;

el

impacto prendió fuego a

las cubiertas,

Marina americana se habían vuelto tan preocupantes que MacAithur y Nimitz ordenaron la censura de todas las noticias ducidos por este tipo de ataques a

Obuses americanos en

516

la isla

de

Leyte.

la

EL

REGRESO DE MACARTUR

H

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Tanques americanos tipo Sherman irrumpen en Manila.

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Artillería

jS;^v?^I

estadounidense en acción a las afueras de Manila.

51 7

JAPÓN DESTRUIDO

Dinamitando

las

cuevas tomadas por

los

japoneses en

la isla

Cabello, bahía de Manila.

referentes a los kamikazes, tanto para evitar el pánico entre sus tropas

como

para

no alentar a los japoneses con sus éxitos. Pero el peligro no sólo venía por el aire: estaban también los kaiten torpedos dirigidos por pilotos suicidas y los/i/kwyii buceadores suicidas que colocaban minas en los cascos de las lanchas de desembarco antes de volarse por los aires.







A pesar de estas horribles armas, a comienzos de 1945 MacArthur estaba

listo

para seguir avanzando

desde Leyte. El 9 de enero, su fuerza naval llegó a las

proximidades de Luzón,

na.

En

tan sólo

la

principal isla filipi-

una semana, Yamashita, que había

vuelto de su exilio en Manchuria, se las aiTegló para

organizar una contraofensiva.

Su plan consistía en resistir en los bosques del Norte, abandonando Manila a los americanos. Pero el

almirante

al

mando de

la

guarnición de

la ciu-

dad, Sanji Iwabuchi, desobedeció las órdenes y ofreció una resistencia suicida de la ciudad, de-

moliendo parte de lle

a calle.

y entablando una lucha caAdemás, asesinó a 100.000 civiles filiella

pinos (en una fase de

la

lucha, ordenó que los

pacientes de los hospitales fueran atados a las ca-

mas y después prendidos de 1945,

noró

518

el resto

la oferta

fuego). El 17 de febrero

de los defensores japoneses

ig-

de rendición que desde un altavoz

Paracaidistas volando hacia Corregidor.

EL

REGRESO DE MACARTUR

hacía el comandante americano, general Osear Griswold, y tomaron 5.000 rehenes filipinos. Una semana después, todos los rehenes y sus captores estaban

muertos. «Vuestra capital, castigada cruelmente, ha recuperado su lugar, cin-

dadela de

la

democracia en

el

Este», dijo

de febrero, mientras todavía se procedía a

MacArthur en un discurso la

limpieza de

las

el día

27

últimas bolsas de

resistencia japonesa en la isla.

Otros defensores japoneses resistieron en CoiTegidor durante diez días. Pero los paracaidistas americanos, la mayor manos estadounidenses. Después de saludar a los harapientos y demacrados prisioneros americanos liberados de los campos que había en la isla, MacArthur se preparó para desembarcar cinco millones de

a finales de marzo, tras

un ataque de

parte de la isla volvió a pasar a

soldados en China, tan pronto

como Chiang Kai-shek

a la ofensiva nacionalista, pero el generalísimo

diera la señal de salida

chino no dio orden alguna.

Los paracaidistas americanos llegan nuevamente a Corregidor.

519

LA VICTORIA EN EL SURESTE ASIÁTICO Los japoneses rinden su imperio del Sur

Chiang Kai-shek necesitaba suministros si es que quería lanzar una contraofensiva y unir sus fuerzas a los

desembarcos americanos en China. Pero

a co-

mienzos de 1944, la ruta de Birmania se encontraba todavía cerrada y los suministros que los aviadores americanos podían traer sobrevolando la «joroba» de las montañas fronterizas eran aún muy limitados. Pero, incluso así, los estadounidenses esperaban que los chinos pusieran algo más de su parte de lo que habían hecho hasta adelante

la

la

fecha.

Además de

presionar a los británicos para que llevaran

ofensiva de Birmania, instaron a Chiang para que olvidara de mo-

mento sus diferencias con

los

comunistas y uniera sus fuerzas a ellos en

la

lucha

contra el enemigo común.

Agosto de 1944: Los estadounidenses bombardean posiciones japonesas en Birmania.

520

i^

LA VICTORIA EN EL SURESTE ASIÁTICO

Rangún celebra

Pero 1

su liberación.

la situación

en China era

.800.000 soldados en

el país;

base aérea de Hengyang y

Los

seis millones

crítica.

En marzo de

en agosto,

las tropas

la resistencia nacionalista

1944, los japoneses tenían

imperiales habían

tomado

la

parecía a punto de quebrarse.

de soldados con que Chiang contaba estaban mal entrenados,

sus jefes eran corruptos y 50.000 de ellos habían sido desarmados por los campesinos fieles a los comunistas con ayuda de improvisadas armas caseras. El pro-

pio Chiang estaba enojado.

mando de

las

Cuando Roosevelt

fuerzas nacionalistas,

el líder

le

chino

pidió que pusiera a Stilwell al

mandó de

vuelta a casa

al

ge-

neral americano.

Fue uno de te

detuvo

el

los sucesores

avance de

los

de Stilwell,

japoneses en

el

el

general

Dan

Sultán, quien finalmen-

sur de China, en Chungking. Durante

meses, Chiang había estado reuniendo tropas de refuerzo, algunas de

habían recorrido a pie más de 2.000 millas para unirse a su

líder.

las

cuales

En diciembre

de 1944, Chiang detuvo a los japoneses a las afueras de Kweichow.

521

JAPÓN DESTRUIDO

Tropas estadounidenses en Birmanio.

Las fuerzas aéreas y navales de

los aliados habían ido creciendo

en aquella

región: los aviones de la nueva Flota británica del Pacífico lanzaban ataques contra las refinerías

de petróleo de Sumatra, que habían estado proporcionando

tres cuartas partes del

tiempo,

ba

las

la

combustible que necesitaba

la

aviación nipona;

Flota británica de las Indias orientales, con base en

al

Colombo,

las

mismo ataca-

bases japonesas y sus instalaciones petrolíferas. la frontera de Birmania continuaba la concentración de tropas

Entre tanto, en británicas.

A finales de otoño, cuando acabó el

monzón,

guir avanzando, y en diciembre sus tropas cruzaban

general Slim pudo seChindwin cerca de Ka-

el

el río

lewa. Aunque los japoneses sabían que era vital impedir la reapertura de la ruta de Birmania, su alto mando no disponía ya de más tropas para reforzar a los

2 .000 soldados desplazados en 1

te

de

la

Akyab

fuerza destinada

al

el

Norte, de

sector de Arakan.

modo que empezaron Cuando

a retirar par-

los británicos entraron

en

el 4 de enero de 1945, encontraron la ciudad completamente vacía. Las tropas americanas y chinas mandadas por Sultán fueron encargadas de expulsar a los japoneses de la ruta de Birmania. El 27 de enero, las tropas chinas

522