La Guaca Era Un Sueño Que Se Volvió La Mas Terrible Pesadilla

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‘La guaca era un sueño que se volvió la mas terrible pesadilla’: soldado http://www.eltiempo.com/archivo/documento /MAM-2539324 El lunes Santo del año 2003, un grupo de soldados participaba en una operación de búsqueda de los tres militares norteamericanos secuestrados por las Farc. En la zona, en La Macarena, se habían realizado ya varios combates con la guerrilla.      

Comentar Facebook Twitter Google+ Linkedin Enviar Por: YAMID AMAT 24 de junio de 2007, 05:00 am

Hallaron lo que parecía haber sido un gran campamento de las Farc y comenzó en sus alrededores la búsqueda de armas que habrían podido ser enterradas.

De pronto, un grupo de 5 soldados descubrió una caleta sepultada. La extrajeron, la abrieron y brotó el dinero.

La historia es bien conocida. Todos los soldados que descubrieron las guacas están hoy libres. El Tribunal superior Militar anuló el juicio, reconociendo que fue violado el debido proceso por desconocer derechos fundamentales de los soldados y ordenó reiniciarlo.

El siguiente es el primer reportaje que se realiza con uno de los llamados “soldados de la guaca”. Se omite su identidad, por razones de seguridad. Su relato es el primer testimonio auténtico y directo de lo que realmente ocurrió.

¿Cómo hallaron las caletas? Estabamos en la vereda Las Morras, llegando a La Macarena, entre Meta y Caquetá, cuando descubrimos un gran campamento. Pero no había nadie ni nada.

Comenzamos a buscar armas enterradas, escarbando con machetes.

Un par de días después del hallazgo del campamento, uno de mis compañeros me dijo que me daba un regalo: ¡Era un pequeño fajo de billetes! Quedé asombrado y pregunté qué significaba. Me contó que él y otros 4 muchachos habían descubierto una caleta llena de dinero.

¿Ustedes eran cuántos en total? Éramos 147, en dos compañías separadas como a kilómetro y medio. Al día siguiente del hallazgo de la caleta, fui a recibir mi turno de guardia cuando escuché por allá a alguien escarbando; fui a mirar con curiosidad y encontré a mi compañero sacando de la tierra una caneca forrada en un plástico negro; lo ayudé.

Creímos que era munición y no: era la segunda caleta con dinero. La escondimos pero comenzó a regarse la bola y todos empezaron a buscar. Fueron apareciendo más y más caletas. Los que iban encontrando les iban dando a los otros.

¿Y cuántas caletas aparecieron? Unas 18. Solo billetes de 20 mil pesos. Estaban bien selladas con cinta y con químicos para que la hormiga no se metiera. Todos los billetes estaban intactos.

¿Estaban muy en la superficie? No. A unos 40 o 50 centímetros de profundidad. Usted miraba en el monte y no veía nada. Qué iba uno a imaginar que por ahí iba a encontrar semejantes caletas.

¿Las canecas tenían algún letrero, algún número, algo? Sí, cada caleta tenía el nombre de una mujer.

¿La que usted encontró cómo se llamaba? No me acuerdo, de la felicidad, no me acuerdo. Vi una que se llamaba Kelly.

¿Ninguna otra señal? Sí, la cantidad que contenía estaba marcada. La que encontré tenía 350 millones.

¿Y qué hizo con la caneca? La volví a enterrar… pero vacía.

¿Cada caneca se repartía entre los que la hallaban? Sí y entre los que se dieran cuenta; entre su ‘combo’.

¿La segunda caleta estaba ubicada a cuánta distancia de la primera? No le sé decir, porque no vi el punto de donde sacaron la primera. Pero, alrededor de la que yo encontré había otras, a unos 5 metros de distancia.

¿Y las 18 estaban en esa área? No. En ese sector yo conté unos 12 huecos. Las otras fueron halladas lejos.

¿Y había alguna señal que indicara en dónde estaban los ‘entierros’? Sí, parecía como un juego de niños. Había unas señas en los árboles; uno distingue entre una seña natural y una hecha por el hombre; un machetazo en un palo, uno lo conoce; había rasguños hechos por

hombres; cada señal lo botaba a uno a otro punto y a otro punto; yo seguí el juego hasta que hallé una caneca enterrada; estaba vacía, ya se habían llevado la platica.

¿Quiénes? Otros. Nos dimos cuenta de que otra gente las había desocupado; no sé quien.

Después de que apareció la primera caleta, ¿cuánto tiempo duraron buscando? Unos 15 días. Pero el rumor llegó a los muchachos de la otra compañía.

¿Y con las dos compañías, participaron todos? ¿También los oficiales? No, no, no. Ellos no se metieron con nosotros para nada, en ese sentido.

Solo los soldados. Los oficiales no se ensucian las manos.

¿No recibieron dinero? Cuando digo que no se ensucian las manos es que no van a escarbar. Pero los ‘manes’ también recibieron plata.

¿Los mandaron a buscar? No, no. Eso era iniciativa personal; uno cogía su fusil y arrancaba solo...

¿Quién era su jefe? Un cabo. Me descubrió cuando yo iba con un bolsito, del cambuche hacia donde tenía la plata escondida. Los nervios me delataron. Me tocó decirle que “había encontrado su pensión”, que se callara y arrancara conmigo.

Cuando vio la caleta el hombre quedó pálido; me preguntó que eso de quién era; le dije que la había encontrado y que tomara lo que quisiera. Lo hizo y se fue con nosotros.

Los de la otra compañía se enteraron y dijeron que ellos también querían participar; comenzaron a buscar en otra zona y hallaron tres canecas con dólares.

Esa ‘otra zona’, ¿estaba muy lejos? A unos 300 metros. Es que las otras estaban a 5 metros, una de la otra.

¿Y por que escarbaron tan lejos? La curiosidad del soldado.

¿Pero por qué ahí y no en otro lugar? Porque alrededor de nosotros ya habíamos escarbado todo.

¿Cuánto tiempo transcurre desde el descubrimiento de la primera hasta el de la caneca 18? Póngale 8 días; a toda hora buscando por todas partes, desde que amanecía.

¿Todos los hombres de las dos compañías? No. A algunos les daba miedo pisar por ahí un campo minado.

¿Y cómo sacaron el dinero? En el equipo normal. Por eso es exagerado cuando hablan de cientos de millones y millones para cada uno.

Vea: coja un equipo con quince días de víveres, cobija y todo el material de intendencia, mire a ver cuántos billetes le caben.

¿Pero las provisiones no las botaron? No; no se botó nada. Cuando nos trasladaron entregamos el equipo completo.

De hecho, en una indagatoria, el que era comandante mostró las actas.

¿Cuándo y por qué los trasladan? Nos informaron que ya se había hecho el helipuerto y llegó la orden de salir. Nos sacaron de esa selva y nos botaron en la carretera Neiva-San Vicente.

Nos trasladamos un tiempo a pie; imagínese nuestro estado con el peso que llevábamos de los víveres y la plata.

Caminamos dos días, algo más de 35 kilómetros hasta llegar a un caserío que se llama Puerto Amor. Allí compramos comida, gaseosas, porque durante el tiempo que estuvimos en la selva solo comíamos arroz y micos.

Dormimos y al día siguiente madrugamos al aeropuerto de San Vicente. Cada uno con lo suyo. Comenzó el traslado por avión a Popayán y ocurrió el incidente del soldado que amenazó con una granada porque le habían robado el bolso.

¿Usted estaba en el avión? Sí , claro.

¿Y al soldado ciertamente le robaron el bolso con la plata? En broma, alguien le escondió el bolso. Cuando amenazó, se lo devolvieron.

Y llegamos sin problemas a Popayán. Más de uno comenzó a pedir la baja.

Días después circuló el rumor de que habían cerrado las casas de prostitución para el público; que solamente admitían militares ahí... que solamente querían ver soldados adentro... no más soldados.

¿Y usted fue a eso? No, yo no alcance a estar porque me fui para Bogotá, con mi bolsito. Me fui porque estaba bastante enfermo, andaba con desnutrición y diarrea severa.

¿Y a quién le dio la plata en Bogotá? A nadie. La escondí. Regresé a Popayán y empecé a enterarme de que muchos andaban encerrados en los prostíbulos. Todo el mundo estaba como loco y se regó el cuento a nivel nacional.

¿Y cómo contaron, finalmente, que habían hallado las caletas? Lo dijo un oficial, que no sé porque razones está dizque activo, si él también participó. Los medios de comunicación publican la noticia y quedamos detenidos; nos trataron como perros.

Pero hubo algunos que se alcanzaron a fugar...

Sí, claro; pero el coronel dijo que el que se quisiera ir que se fuera.

Muchos pidieron la baja y él las autorizó. Eramos 140; unos 50 se fueron. Mi coronel autorizó a otros 50. Inteligencia del Ejército comenzó a investigar y nos encerraron. El trato fue terrible, peor que a delincuentes.

Una unidad militar detiene a un guerrillero y le da trato excelente. A nosotros, sin agua ni comida, nos tuvieron una noche y un día. Luego, nos llevaron a diferentes cárceles militares.

¿Acusados de qué? No nos habían dicho de qué. A mí me mandaron al centro de reclusión de la PM-13. Ahí estuvimos detenidos seis meses.

Y cuando todo se supo, ¿lo obligaron a entregar el dinero? Sí, claro. Solo faltaba lo que me alcancé a comer.

¿Es cierto que les dijeron que había que volver a buscar más guacas? Sí. A mí, por medio de otros compañeros, me llamaron y me dijeron que habría una segunda operación para

buscar más dinero. Yo dije que no estaba aburrido con mis pies buenos. Algunos fueron y no encontraron nada, nada. A un capitán lo destrozó un campo minado.

¿Y hoy qué piensa de todo esto que pasó? Fue un sueño que se volvió la más terrible pesadilla. En lugar de ser algo bueno, como soñamos, se volvió una tragedia. Nos metieron a la cárcel; nos condenaron a 7 años de prisión; a algunos les secuestraron familiares, a otros les asesinaron la familia y a otros nos intentaron secuestrar.

¿A usted intentaron secuestrarlo? Dos veces. Me imagino yo que delincuencia común, pensando que tenía millones.

Esto ha sido espantoso. Hay rumores de que dos o tres más de mis compañeros han sido asesinados. A un compañero le secuestraron la sobrina, a otro le secuestraron al hermano, a otro los padres, y así sucesivamente. Uno por uno...

¿Y usted cómo se salvó? En el primer intento me les volé y en el segundo me tocó enfrentarme a ellos a bala. Gracias a Dios no salió nadie lastimado, pero por lo menos no ‘jodieron’ más.

¿Y qué va a pasar ahora? Es triste porque ya pagué condena y otra vez vuelve el juicio. Esto ha sido una experiencia amarga; desprendido de los hijos, de los padres, de la esposa y la familia. Es triste llegar a casa y que sus hijos no lo reconozcan por el tiempo que estuvo encerrado. Eso es muy duro.

¿Ustedes nunca pensaron en entregar al Ejército la plata que hallaron? No, porque nosotros no estábamos cometiendo ningún delito.

Si usted pudiera regresar el tiempo, ¿volvería a hacer exactamente lo que hizo? Sí.

¿Y volvería a esconder la plata? Sí, pero esta vez no la entregaría.

¿Por qué se arrepiente hoy de haberla entregado? Porque lo único que tengo son deudas y mala fama.

¿Y por qué la entregó? Por güevón.

‘‘ En lugar de ser algo bueno, se volvió una tragedia. Nos metieron a la cárcel; nos condenaron a 7 años de prisión. A algunos les secuestraron familiares, a otros les asesinaron la familia y a otros nos intentaron secuestrar”.

Soldado libre tras la anulación del juicio contra los de la guaca.

Once años después, cae el telón de la guaca de las Farc http://www.eltiempo.com/archivo/documento /CMS-14361189 Justicia Militar reconstruyó la historia de los soldados y la caleta.

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Comentar Facebook Twitter Google+ Linkedin Enviar Por: EL TIEMPO 9 de agosto de 2014, 11:04 pm

En 445 páginas, el Tribunal Superior Militar cerró hace una semana la historia de la guaca de las Farc que dos grupos de contraguerrillas desenterraron en el 2003 de las selvas del Caquetá y el cual originóuno de los escándalos más recordados en la historia del Ejército Nacional.

De los 147 militares que el Viernes Santo del 2003 se toparon con los entierros millonarios de la ‘Teófilo Forero’ hoy no se sabe nada de 56. Otros cinco ya están muertos y 86 se encuentran pagando los seis años de cárcel que por prevaricato –robarse plata que era del Estado– les impuso la justicia castrense.

La guaca dio para una película y hasta para un segundo y fallido viaje con bendición presidencial y del alto mando militar de la época en la manigua.Según la justicia, la plata que hallaron los soldados en varias canecas eran 40.000 millones de pesos, pero muchos sostienen que la cifra real fue mayor. De esa plata se han recuperado 1.903 millones.

El 26 de abril, 8 días después del hallazgo, los comandantes de las unidades reportaron los primeros brotes de indisciplina de las compañías Buitre y Demoledor, que tuvieron que ser conducidas días después por la Policía Militar a los aviones Hércules que el primero de mayo de 2003 los llevaron hacia su batallón base en Popayán. Fue en el segundo de esos vuelos que un soldado, bajo los efectos de la marihuana, desaseguró una granada de fragmentación y amenazó con volar la nave porque le habían robado su tula, en la que había 100 millones de pesos en efectivo. Era su parte de la guaca.

Fue cuando un capitán y un mayor del Ejército empezaron a preguntar entre las filas qué pasaba.Soldados de otras unidades, como Cobra y Águila, informaron que la noche anterior sus colegas se habían tomado un prostíbulo en el Caguán, que pidieron botellas de whisky para todos y que la cuenta de más de 30 millones de pesos había sido cancelada en pesos y dólares. En Popayán siguió el derroche del que el país se enteró cuando los excesos fueron tantos que el escándalo de los soldados millonarios estalló a nivel nacional. Hubo quienes pagaron 5 millones a quienes los reemplazaron en turno de ‘rancho’ (cocina) y los que tuvieron sus quince minutos de fama en Popayán porque solo pagaban con dólares cambiados a la mitad. Empezaron a aparecer las visitas de gente que venía de lejos. Esposas, madres, padres, y hasta la novia de un soldado viajó desde Cúcuta (Norte de Santander) en un vuelo chárter, ocupado solo por ella. La esposa de otro uniformado contrató desde Bogotá un taxi expreso, por el que pagó 700.000 pesos.

El 3 de mayo de 2003 empezó la investigación, liderada por el Gaula del Ejército. En el bolsillo de una hamaca encontraron un fajo de 15.000 dólares. En los pisos de la ducha, dañados por la humedad, hallaron varios billetes de 50 dólares.

Tras dos días de interrogatorios –en los que según algunos de los soldados los tuvieron sin comer y a sol y agua–, empezó a conocerse la historia de las canecas plásticas azules que los de Buitre y Demoledor se encontraron en un campamento abandonado por las Farc tras el fin de la zona de despeje. Al lado derecho estaban enterradas las que contenían moneda colombiana, y al izquierdo, las repletas de billetes verdes. El hallazgo se produjo luego de que al sargento Jorge Fuentes pisó una mina cerca de un aserradero en la vereda La Campana, corregimiento de Coreguaje, que pertenece a San Vicente del Caguán (Caquetá).

Los primeros en dar con la caleta, armados de aparatos para detectar minas, fueron los soldados Néstor Yadit Pajoy y Carlos San Pedro Hernández, quienes hacían parte de Demoledor. Pocas horas después recibieron la noticia de que a la zona llegaría otra brigada móvil, y fue cuando acordaron realizar un mapa con las coordenadas de la guaca porque no podían llevarse todo el dinero.

Desde ese momento, las dos unidades, Buitre y Demoledor, acordaron no separarse hasta que estuvieran fuera del monte y planear un regreso posterior para desenterrar el resto del botín.

Los testimonios dicen que algunos militares recibieron hasta de a 800 millones de pesos, que como pudieron escondieron entre los pertrechos. Acordaron además enviarle una plata al sargento que resultó herido con la mina, pero nunca se supo si cumplieron o no. El expediente cita que al soldado Peña, uno de los que no volvieron a aparecer, se lo llevaron de su casa en Andalucía (Valle) hombres armados que dijeron ser detectives de la Dijín. Pero ninguna autoridad supo de ese operativo.

La plata de la guaca dio para todo. La que logró sobrevivir a los bacanales de los primeros días terminó invertida en lujosos apartamentos en Cartagena, escondida debajo de los colchones de una humilde casa en Cúcuta y hasta financiando la operación de cambio de sexo del soldado Giraldo, otro de los evadidos, quien ahora se hace llamar Liliana.

La historia de la segunda guaca, aún más de película

Varios exmilitares emprendieron la expedición de regreso al Caguán, pero no hallaron más dinero.

Dos años después del hallazgo de la guaca, el teniente Jorge Sanabria buscó al senador Luis Élmer Arenas para contarle el secreto que tenía escondido. El oficial guardaba el mapa con las coordenadas de otras canecas con dinero enterradas. Con el apoyo de un empresario de Cali, al menos 50 hombres hicieron el viaje a Coreguaje. Sin embargo, no hallaron nada; las Farc ya había desenterrado su caleta.

EL TIEMPO

Por primera vez habla el comandante de los soldados que encontraron la guaca de las FARC En entrevista exclusiva con Caracol Radio, el teniente Jorge Sanabria, quien comandaba la compañía de contraguerrillas que se apropió una caleta con 40 mil millones de pesos, hallada en medio de una operación el año 2003 en la antigua 'zona de distensión', dice que no hizo parte de la repartición, que lo torturaron para que revelara donde estaba el dinero y que su familia vive hoy un infierno http://caracol.com.co/radio/2007/05/09/nacional/1178697240_424801.html Por Javier Florez Ochoa En entrevista exclusiva con Caracol Radio, el teniente Jorge Sanabria, quien comandaba la compañía de contraguerrillas que se apropió una caleta con 40 mil millones de pesos, hallada en medio de una operación el año 2003 en la antigua 'zona de distensión', dice que

no hizo parte de la repartición, que lo torturaron para que revelara donde estaba el dinero y que su familia vive hoy un infierno. Sanabria, hoy detenido en una guarnición militar y condenado a 10 años de prisión por la Justicia Penal Militar, relató la forma como llegaron a la zona del Caquetá donde sus hombres encontraron la caleta de las FARC y las dificultades que tuvieron, pues la misión era recuperar la disuelta 'zona de distensión'. "Llegamos al Coreguaje y tuvimos que enfrentarnos a la Teófilo Forero, que estaba en la zona y presumíamos estaban transportando algo. Luego nos ordenaron que buscáramos a un grupo de estadounidenses que había secuestrado la guerilla". Según el ex oficial, recorrían la zona a ciegas porque que era una territorio totalmente selvático y altamente minado por los guerrilleros. Narró como a medida que avanzaban la operación, los soldados iban hallando todo tipo de escondites con armas, alimentos, provisiones y estupefacientes. Al 'coronar un cerro', es decir tomar el control de una montaña, ordenó la instalación de un campamento en donde la idea era pernoctar un par de días. "Ahí comenzamos a desenterrar y descubrir de todo, era como el centro comercial de la FARC. Habían pequeñas chozas que eran como almacenes, donde tenían ropa, víveres, municiones, encontramos un campamento con chancha de voleibol con arena de playa". cuenta el teniente Sanabria que hoy sufre problemas cardiacos y un sobrepeso de 150 kilos. Dice que debido a los contantes reportes que hacía a los comandantes de las incautaciones recibió la orden de permanecer más tiempo en el punto. "Cuando descubrí documentos de la contabilidad que llevaban los bandidos, con cifras tremendas, me dije ¡aquí debe haber plata!", exclamó tomándose la cabeza. Sobre el hallazgo de la caleta con los 19 millones de dólares, que al parecer pertenecía a la guerrilla, el comandante de la entonces Compañía Buitres, del Batallón de Contraguerrilla No. 50, adscrito a la brigada No.6, con asiento en Popayán, asegura que solo se dio cuenta de la situación cuando salieron de la zona. "Ya íbamos hacia Popayán en el avión de apoyo que nos había recogido, de un momento a otro un soldado se enloqueció y comenzó a gritar con una granada en la mano. Decía que no se iba a dejar robar su plata. Ahí fue cuando comencé a sospechar", asegura. Reconoce que cuando se dio cuenta de la magnitud de la situación, intentó frenarla pero que el miedo y el tiempo que había pasado se lo impidieron. "Me torturaron" En la primera entrevista que concede el teniente Jorge Sanabria a un medio de comunicación denuncia que después de que estalló el escándalo ser detenido con sus hombres fue víctima de todo tipo de vejamenes por parte de miembros de inteligencia militar. "A mi teniente Mojica y a mi nos separaron del grupo, a mi llevaron a una finca cerca a Cali y me torturaron, nos hicieron un poco de maricadas. Mi general Pedraza me dijo que yo era un hijueputa miserable", asegura Sanabria en el testimonio. También se queja de lo que para él son algunas irregularidades en el proceso que les adelantó la justicia castrense a los militares de la guaca. Afirma que "nosotros fuimos condenados desde que mi general Mora (entonces comandante general de Las Fuerzas Militares), nos trató de delincuentes ante la opinión pública". La operación para la 'segunda guaca'

En medio del juicio que se realizó en la base de Tolemaida, a mediados del 2006, contra los 146 militares que se apropiaron de la 'caja fuerte de las FARC en el Caguán', se conoció que hubo una segunda operación, coordinada por el teniente Sanabria, pero con la aprobación de los altos mandos para ir por el dinero que los soldados no habían logrado sacar. Sanabria le reconoció a Caracol Radio que agrupo a 40 de sus hombres, ya detenidos o evadidos, los reentrenó y fueron hasta la zona. Dice que en esa segunda operación hubo incautaciones de armas y otros elementos pero no dinero. "Nos prometieron un poco de cosas, que nos iban a dar recompensas, pero de eso nada se cumplió". Confirma que el entonces comandante del Ejército, general Reinaldo Castellanos, fue el designado por el alto gobierno para poner en marcha la segunda ida al Coreguaje. ¿En que va el proceso? Por el caso de la guaca la Justicia Penal Militar condenó a prisión a 144 miembros del Ejército. La defensa apeló y se espera que en poco tiempo el Tribunal Superior Militar ratifique o tumbe el fallo. Por la segunda operación fue abierta una investigación en la que inclusive están involucrados 2 altos oficiales, aunque se conoció que está bastante atrasada.. Un centenar de los militares de la guaca están detenidos, cuatro han muerto en extrañas circunstancias y hay otros prófugos.

El nuevo escándalo de algunos soldados de la guaca de las FARC Algunos de los soldados que hace 13 años estuvieron en ese triste y célebre episodio vuelven a ser protagonistas de un escándalo. ¿De qué se trata ahora?

En esta imagen se observa al grupo de soldados dentro de su celda con botellas de licor.

En la historia reciente, pocos episodios quedaron tan grabados en la memoria de los colombianos como el conocido como la guaca de las Farc. El caso ocurrió en abril de 2003, cuando un grupo de 147 militares, que realizaba operaciones en las selvas del Caquetá, encontró enterradas varias canecas repletas de millones de pesos y dólares. Aunque nunca se supo con exactitud el monto, se especuló que la cifra podría rondar los 40.000 millones de pesos. Los militares se repartieron el dinero y en ese momento comenzó una desgracia que, más de una década después, no termina. Libros, series de televisión y hasta una película recrearon el astronómico hallazgo y la forma como ellos revelaron, sin querer, lo ocurrido al derrochar el dinero en forma por demás escandalosa. Las autoridades, efectivamente, detuvieron a los uniformados, luego los liberaron y por más de 10 años el proceso dio vueltas por tribunales militares, juzgados y cortes civiles. En ese tiempo varios de ellos terminaron asesinados, otros secuestrados e incluso dos de ellos gastaron el dinero en cambiar de sexo. Después de múltiples apelaciones, a finales del año pasado la Corte Suprema de Justicia consideró que debían pagar en promedio 48 meses de cárcel por quedarse con la plata y no informar del hallazgo. El alto tribunal ordenó a las

autoridades buscar y arrestar a los militares, retirados hace más de una década del servicio activo. De ese grupo solo han capturado a 24, el último de ellos la semana pasada en Cali, y los demás se convirtieron en prófugos. El tema, sin embargo, se volvió un ‘chicharrón’ para el Ejército. Varios de los jueces ordenaron a esa institución recibir en cárceles o guarniciones a esos exuniformados detenidos. Esta institución cuenta con nueve Centros de Reclusión Militar –CRM– en diferentes regiones del país. Después de los escándalos presentados en uno de ellos, el del Fuerte Militar de Tolemaida, revelado por SEMANA en 2011 y 2013, los militares reestructuraron por completo esos CRM y los problemas en esos lugares parecen ser cosa del pasado. Sin embargo, los jueces han ordenado al Ejército recluir en otras instalaciones a varios de los llamados soldados de la guaca. En muchos de los batallones existen pequeñas instalaciones llamadas centros de reclusión militar de unidades tácticas. Conocidas por los uniformados como ‘salas de reflexión’, son celdas o cuartos destinados a albergar sindicados o condenados por delitos militares menores como deserción o evasión del servicio, entre otros. A diferencia de los CRM, el Inpec no los supervisa ni cuentan con la infraestructura, logística y el personal capacitado. Y allí ya se han presentado algunos problemas con los presos de la guaca. Como parte de las revisiones periódicas que realiza la Inspección del Ejército en todas las unidades del país, la semana pasada el personal de esa área descubrió una situación bastante irregular en el Batallón número 39, ubicado cerca a Fusagasugá, Cundinamarca. Hace dos meses, una juez ordenó recibir en esa instalación a tres de los exmilitares condenados por los famosos dólares. Quedaron recluidos en una pequeña celda junto con cuatro soldados regulares, quienes están allí por el delito de deserción, y un soldado profesional sindicado de un homicidio. Los inspectores del Ejército se sorprendieron al descubrir que los militares de la guaca se ingeniaron la forma de ingresar bebidas alcohólicas. SEMANA tuvo acceso a varias fotografías en donde aparecen los detenidos bebiendo ron y aguardiente en el sitio de reclusión. En las imágenes también se ve a uno de los exsoldados posar con un fusil en sus manos. Y en otra, el grupo de detenidos figura por fuera de la celda también con un arma. Varios de ellos también tienen celulares, que, obviamente, en su calidad de detenidos no deberían usar. Los hallazgos causaron una gran indignación. Si bien se trata de un grupo de solo ocho internos, claramente tener trago, celulares o portar un arma es una escandalosa violación de cualquier reglamento. Los encargados de la custodia de los detenidos fueron relevados inmediatamente. Varias investigaciones disciplinarias se adelantan desde finales de la semana anterior, y como parte de

las medidas se ordenó el traslado de los detenidos a centros de reclusión más adecuados y con mayores controles. Lo cierto del caso es que 13 años después los soldados de la tristemente célebre guaca siguen dando de qué hablar.

http://www.semana.com/nacion/articulo/gu aca-de-las-farc-vuelven-a-aparecersoldados/475478 Diez años de la 'maldita' guaca millonaria Judicial 12 Abr 2013 - 9:11 PM Redacción Judicial

El 14 de abril de 2003, un grupo de 147 soldados caminaban por la sierra de la Macarena cumpliendo operaciones militares.

La increíble historia de 147 soldados que pensaron que el 14 de abril de 2003 les había llegado el día de suerte al encontrarse alrededor de 18 caletas repletas de dólares y billetes colombianos –de los cuales se llegó hablar que sumaban $40.000 millones– se convirtió en una maldición que hasta un punto les costó la vida. Se han hecho una película y una serie de televisión que recrearon los relatos de los uniformados que fueron condenados el 1 de marzo de 2013 a pagar entre 48 y 72 meses de prisión dependiendo de su rango militar.

Los miembros de las compañías del Ejército Buitre y Demoledor eran 15 oficiales, tres suboficiales y 129 soldados, que estaban cumpliendo la misión de rescatar a tres contratistas estadounidenses –quienes además estuvieron en cautiverio con Ingrid Betancour y fueron rescatados en la operación Jaque– que habían sido secuestrados después de que las Farc derribara la avioneta en la que se movilizaban. Las selvas de la sierra de la Macarena (Caquetá) era el escenario en el que los militares realizaban su avanzada y también, el lugar donde sus sueños, creyeron, se le harían realidad. Ese 14 de abril los soldados llegaron a un campamento desocupado de las Farc, en la vereda Las Morras (Caquetá) y cinco de ellos encontraron lo que sería la primera ‘caneca’ llena de dinero. Según los relatos de los implicados en este caso eran alrededor de 18 caletas que estaban enterradas a 50 centímetros de profundidad y su ubicación se lograba gracias a las señas que habían dejado los guerrilleros sobre los árboles y palos que estaban a los alrededores. Además, cuentan los uniformados que las caletas estaban marcadas con nombres de mujeres y con la cantidad de dinero que tenían en su interior. Los sucesos que ocurrieron después ya son de conocimiento público. Los soldados quemaban el dinero para hacer fogatas, hacían grandes apuestas de dinero jugando cartas y en algunas ocasiones llegaron a los golpes. La primera gran compra que lograron hacer con este dinero los uniformados fue en una tienda en el caserío Puerto Amor, ubicado en la carretera entre Neiva y San Vicente del Caguán. Los grandes gastos y la propina que dejaron al dueño del establecimiento rayaban con la realidad de un soldado en campaña, que a duras penas come arroz y toma agua lluvia. Una de las anécdotas que más recuerdan los implicados en este caso es la crisis nerviosa que sufrió uno de sus compañeros al interior de uno de los aviones que los transportaban regreso a Popayán (Cauca). Uno de los soldados le escondió el maletín con el dinero de la persona que en un arranque de ira activó una granada de mano con la amenaza de que los "iba hacer volar a todos". Las cosas se calmaron y lograron desarmar al soldado y desactivarla.

Desde el instante que regresaron al batallón algunos de los militares empezaron a pedir la baja y a realizar gastos que un sueldo de soldado profesional no les permitiría. Camionetas 4x4, casas, pagar sumas exorbitantes en prostíbulos y otros lujos fueron los que dejaron en evidencia el delito de peculado por apropiación, que según la juez de la justicia penal militar, incurrieron los 147 uniformados. La justicia sólo logró decomisar $1.262 millones, cifra que no llega ni al 10% del total de la plata de la que se llegó hablar. Fueron 10 años en que los militares se sometieron a la justicia, que en un principio los había absuelto, pero que este año se falló en su contra. A pesar de las tesis que plantearon la Procuraduría y la Fiscalía para que los absolvieran definitivamente porque no se llegó a comprobar a quién pertenecían estos dineros en realidad. El juez de segunda instancia no estuvo de acuerdo y los condenó. Las historias de los 147 miembros de la Fuerza Pública se convirtieron en una maldición. Algunos fueron asesinados y a otros les secuestraron a familiares. Su caso motivó, incluso, a la realización de una película, quizás, con un final mejor que el de la realidad. Temas relacionados

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http://www.elespectador.com/noticias/judic ial/diez-anos-de-maldita-guaca-millonariaarticulo-415664 Las víctimas de la guaca de las Farc El soldado que se enfrenta a un proceso judicial por un hecho que nunca cometió Por: Alejandro Florez | Octubre 13, 2015 Este es un espacio de expresión libre e independiente que refleja exclusivamente los puntos de vista de los autores y no compromete el pensamiento ni la opinión de Las2Orillas.

Foto: tomada de internet El 9 de septiembre del presente año, la sala penal de la Corte Suprema de Justicia ratificó la condena contra 142 militares, hecha por un Juez Penal Militar y confirmada por el Tribunal Militar. (Rad- No 45104-2015 SP-12042) El famoso caso “la guaca de las Farc donde un grupo de soldados se encontró unas caletas llenas de dólares, sirvió para que la cúpula militar de la época diera ejemplo a los demás integrantes de la fuerza, de tal modo que no se apropiaran del material de guerra; pero no contaba el gobierno y los altos mandos militares, que este es uno de los golpes más duros a la moral de la tropa ya que a estos militares se les dio la baja, fueron encarcelados, multados y judicializados en un proceso que duro más de doce años por un delito que jamás cometieron. PUBLICIDAD inRead invented by Teads ¡Sí señor¡ así como lo están leyendo, a estos oficiales, suboficiales y soldados no se les podía imputar el delito de peculado.

El peculado consiste en que un servidor público, en este caso los militares, se llegare a apropiar de un bien del Estado que este bajo su tenencia o custodia. En este caso el dinero correspondería al Estado, si los militares quienes tenían una misión diferente, hubieran informado sobre el hallazgo y posteriormente hicieran su incautación, pero no lo hicieron; por consiguiente su falta disciplinaria o delito correspondería a otro, menos al de peculado. El Juez Sexto Penal no podía condenarlos por peculado porque este dinero nunca perteneció al Estado, ni antes ni después de que los militares se lo encontraron en un operativo militar en el 2003, donde buscaban unos secuestrados y llevaban más de dos meses sin comer en la espesa selva de la macarena. Para que este dinero supuestamente perteneciente a la columna Teófilo Forero de las FARC el cual estaba enterrado en varias caletas, pasase a manos del Estado colombiano, o perteneciere a él, primero tenía que haberse hecho el respectivo informe al superior y su posterior incautación. Este dinero no estuvo bajo tenencia o custodia por estas dos compañías del ejercito ya que ellos nunca reportaron su hallazgo y mucho menos lo incautaron, simplemente se lo quedaron para ellos ya que en su mayoría soldados profesionales con sueldos ínfimos y de familias humildes colombianas pensaron que podían solucionar su forma de vida; así como lo hacen los altos mandos, políticos corruptos y delincuentes de cuello blanco; claro que ellos no lo tomaron de los impuestos de los colombianos. Este juez militar, quien debía juzgar por la falta disciplinaria a estos soldados por no haber hecho la respectiva incautación de los dineros, (desobediencia, saqueo, otra menos peculado…) muy seguramente presionado por sus superiores, los condena por peculado, ya que de este modo los enviarán a la cárcel y perdiendo sus carreras militares como efectivamente ocurrió, dando un escarmiento a los demás compañeros. PUBLICIDAD inRead invented by Teads Lo peor de todo es que a pesar de que diversos abogados defensores hicieron hasta lo imposible por demostrar el error, la vulneración al debido proceso y principio de legalidad, fue de oídos sordos por el Tribunal Militar y la misma Corte Suprema de Justicia Hasta el estudiante de derecho mas distraido comprende que el principio de legalidad obedece a que todo ciudadano debe juzgarce con las leyes preexistentes y no con valoraciones, arbitrarias y defectuosas del acervo probatorio. Fue tal el descalabro al debido proceso y principio de legalidad contra estos 142 militares que la misma Corte Suprema de Justicia respaldo una teoria fuera de contesto que se llama la “relación funcional” de los servidores para seguir un argumento fantasioso y decir que los militares tenían la custodia y tenencia de los dineros cuando en la realidad se sabe que no es así. Estos tres estrados judiciales jugaron con la dignidad y libertad de estos excombatientes, pisoteando su derecho a un debido proceso y haciendo analizis y valoraciones irresponsables a tal punto que tuvieron que sacar la ley 1201 del

2008 para este tipo de delitos y peor aun la utilizarón de escudo para argumentar sus débiles razones, olvidandose del principio de irretroactividad y favorabilidad. Este caso es muy importante por el gran impacto en los medios y en la ciudadanía, pero ahora ya no es famoso por la gran cantidad de dinero que supuestamente se encontraron, si no por la forma como la justicia penal militar y la ordinaria, procesó a estos militares y los condeno a sabiendas de que el proceso tenia graves inconsistencias desde el comienzo. Es una oportunidad muy buena para que el pueblo colombiano, y en especial el Congreso de la Republica analice el modo de como procede la justicia penal militar y más aún en los albores de la justicia transicional del proceso de Paz que se va a dar. Cualquier oficial, suboficial o soldado prefiere enfrentarse en combate al enemigo ya que tiene muy bien claro lo que le espera, pero enfrentarse a un proceso judicial injusto, después de haber entregado su vida al uniforme es lo más triste y deprimente ya que un soldado vive y muere por su bandera y jamás se imagina que el enemigo sea quien le dio las armas para la lucha. La punta de lanza en la defensa y seguridad del Estado Colombiano en estos cincuenta años de conflicto armado han sido los soldados rasos o profesionales, quienes dejando atrás a su familia le ponen el pecho al enemigo y miran de frente a los ojos de la muerte, combatiendo ante sus fauces. Gracias a Dios muchos de ellos valientemente ganaron sus batallas pero también muchos de ellos cayeron bajo la bayoneta del enemigo, mientras sus superiores recibían medallas y ascensos. No sé dónde pueda quedar la moral del soldado o de la tropa? lo único que se puede inferir de todo esto es que si después de una guerra el enemigo sale mejor librado de sus secuelas, quiere decir que no está totalmente acabada. Es claro que existen miembros de la fuerza pública que cometieron graves errores pero aun así se les debe garantizar un debido proceso, algo que no tuvieron estos soldados que terminaron siendo víctimas de su propio organismo. La más clara impresión de la manera de cómo se siente un militar derrotado por un sistema judicial se puede resumir en las palabras de este oficial: “haber sido un guerrillero o paramilitar. Con seguridad estaría gozando de la libertad” Jaime Humberto Uscátegui. General (r). Alejandro Florez. Abogados Asociados. Si encuentras un error de sintaxis, redacción u ortográfico en el artículo, selecciónalo y presiona Shift + Enter o haz clic acá para informarnos. ¡Muchas gracias!

https://www.las2orillas.co/las-victimas-dela-guaca-de-las-farc/ El tesoro maldito

de las FARC ALEJANDRA DE VENGOECHEA CORRESPONSAL/

Actualizado 17/05/2004 - 08:36:21

Guerrilleros de las FARC en la región selvática del Cauca EPA

A lo lejos parece una colmena de cemento armado agujereada por ventanas diminutas. Se adivinan rostros tras los gruesos barrotes. Bocas que parecen peces intentando respirar. Nadie me espera en aquella cárcel militar. Vine a buscar a alguno de los soldados que vivió el gran sueño: encontrar un tesoro y ser millonario para siempre sin tener que heredar, trabajar, robar o matar. El primero de ellos apareció sin insistir. Llevaba un pantalón verde oliva, camiseta blanca y botas negras relucientes bajo el sol de plomo de Tolemaida, una de las bases militares situada a dos horas de Bogotá. Olía a cebolla recién cortada y caminaba como un perro arrepentido. Era uno de los 146 militares que la Semana Santa del año pasado encontraron las caletas (escondrijos)pertenecientes a las FARC con un botín calculado entre los 14 y los 80 millones de dólares en efectivo. Un año después, sólo doce están a la espera de una condena que podría costarles entre 4 y 15 años de cárcel. Los demás se fugaron o pagaron una fianza. «Se nos dañó la vida desde que encontramos esa guaca (tesoro escondido)», dice uno de los cuatro que aceptaron hablar sin nombre pero sí con edades: el mayor tiene 22 años y el menor 21. «No me siento un criminal y sin embargo aquí estoy más seguro que afuera». Inspiran misericordia. ¿O quizá vulnerabilidad? La misión original de los soldados era liberar a tres contratistas estadounidenses secuestrados por las FARC el 12 de febrero de 2003. «Fue como una sentencia a

muerte», relata uno de los muchachos. Los informes de inteligencia hablaban de 400 guerrilleros -las FARC tienen más de 17.000 hombres apostados en un área minada defendida por rebeldes listos a disparar contra cualquier cosa que se moviera sobre el piso-. Ése era su santuario. Conscientes de que las minas antipersonas matan a dos colombianos por día, la tropa avanzó con sigilo. En este punto hay dos versiones: los unos dicen que hallaron las primeras canecas (recipientes) plásticas enterradas bajo tierra -las azules tenían fajos de pesos colombianos y dólares las de color amarillo- cuando explotó una mina, hirió a un soldado y del cielo cayó confeti de carnaval. Miles y miles de billetes hechos pedazos. Pero según Wilson Alexander Sandoval, uno de los protagonistas de «La Guaca, la verdadera historia de la caleta de las FARC», uno de los tres libros que se publicaron sobre el caso de la guaca, como le decimos en Colombia a los tesoros enterrados por los indígenas durante la Conquista, el tesoro apareció por ausencia de papel higiénico. Sandoval dice que sufría de diarrea. Que fue al monte, que se resbaló, que clavó su machete y que sintió un golpe seco. «Pensé que era una mina». Eran 130.000 dólares envueltos entre bolsas negras. El batallón olvidó su misión. Decenas de canecas salieron de la tierra y el santuario de las FARC se convirtió en un gigantesco queso gruyére. «Estábamos atónitos, como hipnotizados. Sentíamos que era un regalo de Dios porque hallamos el tesoro el Jueves y el Viernes Santos», afirman todos. Si ese dinero era producto de secuestros, tráfico de drogas y extorsiones -las FARC tienen ingresos estimados en 342 millones de dólares anuales- ¿qué delito cometían si quedaba en manos de humildes soldados que no ganan más de 44 dólares a la semana? «El problema», le dijo a este diario Hernando Castellanos, abogado experto en Justicia militar: «Es que no reportaron el hallazgo a sus superiores. Los acusan de apropiación indebida. Las unidades de combate permanecen meses trabajando por toda Colombia. Lo que pase afuera de los batallones depende de su honestidad. Ellos consideran que se merecían esa plata como un trofeo de guerra», agrega. Se la gozaron. Forrados en billetes, aterrizaron en Popayán, capital del Cauca. La consigna: silencio absoluto. Pero pudo más la ilusión. Sandoval, por ejemplo, tomó un autobús hacia Bogotá «para esconder 196.000 dólares bajo la casa de mi perro» (entregó el dinero, pagó fianza y nada se sabe de él). Otro se compró una camioneta 4x4 y regresó a la base militar a pedir la baja. Un grupo grande se atrincheró entre

burdeles y meretrices que ganaron hasta 3.000 dólares. Cuatro terminaron embarazadas y una fugada, según contaría una de las mujeres que trabajan en «Kaliente». Televisores, ropa, neveras, joyas. Uno de los soldados confesó haber soñado con invertir su fortuna en cambiarse de sexo. Tanto frenesí los puso al descubierto. Un año después sólo se han recuperado 400.000 dólares y los legisladores colombianos intentan aprobar una ley que ordena entregar el dinero de futuros hallazgos a las víctimas de la violencia. «No es como robar un banco», opina Guillermo González, ex ministro de Defensa que dirige El Liberal, el diario de Popayán. Pero para las familias de los soldados, el tesoro sólo trajo miseria. «Tengo susto de que secuestren a mis hijos», dice entre lágrimas Yaned Gómez, cuyo hermano Hanner desapareció hace un año. «Amenazaron a mi hijo. Tuve que sacarlos de la casa», confiesa uno de los muchachos presos. «Llegaron seis policías y me pidieron 5.000 dólares de extorsión», interrumpe otro. «Mi papá robó el dinero. Mi novia me traicionó. Me secuestraron durante dos días para que les diera la plata». Así terminó el sueño para quienes están en esa mole de cemento armado. Por eso se sienten a salvo entre rejas. «Hay que gozar la vida hoy», concluyen filosóficamente, «porque se puede morir mañana» http://www.abc.es/hemeroteca/historico-17-05-2004/abc/Internacional/el-tesoro-maldito-de-lasfarc_9621536744104.html

http://www.noticiasrcn.com/nacional-justicia/capturan-exsoldado-vinculado-al-caso-guacamillonaria-las-farc

Capturan exsoldado vinculado al caso de la guaca millonaria de las Farc Justicia - Abril 30 de 2016, 9:04 pm Foto: Noticias RCN

El hombre, quien presenta cargos por "peculado por apropiación", se cambio de sexo para evadir la orden de captura en su contra. La Policía detuvo en Cali a un exsoldado condenado, junto a otros cientos de militares, por apropiarse de una guaca millonaria de las Farc en 2003, que hallaron en zona rural del departamento del Caquetá, informó esa institución. El detenido fue hallado en la Comuna 4 de Cali y está condenado por "peculado por apropiación", explicó a medios el teniente coronel Oscar Lambrea. El detenido fue puesto a "disposición de una guarnición militar". La captura se dio cuando una patrulla del cuadrante realizaba labores de vigilancia y por conducta sospechosa le solicitaron una requisa. El 18 de abril del 2003, cuando militares perseguían a integrantes de las Farc en las selvas del Caquetá, se encontraron a la orilla de un río bidones llenos de dinero. La cantidad de la guaca no se hizo pública pero se estima que ronda los 40.000 millones de pesos.

http://losinformantes.noticiascaracol.com/l a-guaca-un-dolor-de-cabeza-que-notermina-para-1355-historia

http://losinformantes.noticiascaracol.com/l a-guaca-un-dolor-de-cabeza-que-notermina-para-1355-historia Rebajan pena a militares que se apropiaron de guaca de las Farc Agosto 01, 2014 - 12:00 a.m. Por: ElPaís.com.co | Colprensa     

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PUBLICIDAD El coronel Camilo Andrés Suárez, presidente del Tribunal Superior Militar, aseguró que se le redujeron las penas por haber devuelto parte del dinero.

El Tribunal Superior Militar rebajó la pena impuesta a 140 militares por apropiarse de una multimillonaria guaca de las Farc encontrada hace 11 años en el municipio de San Vicente de Caguán. La condena que les había sido impuesta a los uniformados llegó hasta los 10 años, dependiendo de cada caso, y fue rebajada a 4 años y tres meses. La decisión fue impuesta a 3 oficiales, 15 suboficiales y 122 soldados voluntarios quienes integraban las compañías Buitre y Demoledor del Batallón de Contraguerrillas No. 50 que encontraron una guaca perteneciente a la columna móvil Teófilo Forero de las Farc con una cantidad no establecida de pesos colombianos y dólares. Según explicó el presidente del Tribunal, coronel Camilo Andrés Aldana, la rebaja de la pena se dio en parte por la entrega de 120 millones de pesos y 314 mil 610 dólares por parte de muchos de los uniformados. En total, entre los dineros incautados y entregados, alcanzó los 1.903 mil millones de pesos. La Sala confirmó parcialmente la condena a los militares al indicar que “está probado el deber que tenían los procesados de informar el hallazgo de los dineros, pues se desprende con claridad meridiana que estos eran conocedores plenamente de la obligación que les asistía de reportar a sus superiores el hallazgo”. “Las pruebas acopiadas permiten avizorar que los 140 militares condenados tuvieron una participación activa con la asunción voluntaria de sus contribuciones en el plan global de apoderamiento de estos dineros, con un designio común, aceptado por todos sus intervinientes por mutuo acuerdo”, señaló el coronel Aldana. Igualmente, los 140 militares deberán pagar una multa de más de 105 millones de pesos. Contra esta decisión, la defensa de los uniformados puede interponer recurso de casación ante la Corte Suprema de Justicia. El caso se produjo el 18 de abril de 2003 en un paraje selvático de la localidad de San Vicente del Caguán, donde los 140 miembros del escuadrón móvil encontraron bajo tierra varios barriles que tenían en su interior 40.000 millones de pesos en moneda local y dólares. Según las investigaciones, el dinero pertenecía a las Farc. Del total del botín, los exmilitares se gastaron otros 500 millones en fiestas, vehículos y bienes suntuosos que los delataron. El

suceso ha inspirado dos libros 'La guaca: la verdadera historia de la caleta -escondite- de las Farc' y 'La guaca de las Farc: yo la encontré', así como una película 'Soñar no cuesta nada'.

http://www.elpais.com.co/judicial/rebajanpena-a-militares-que-se-apropiaron-deguaca-de-las-farc.html Liliana, soldado

que cambió de sexo tras encontrar guaca de Hace exactamente cinco años desde que 144 soldados hallaron la caleta con cerca de 40 mil millones de pesos y EL TIEMPO encontró al protagonista al que plata más le alteró la vida. Liliana se menea enfundada en una licra blanca, con un top azul que le deja ver los senos 38B y una cabellera mitad natural y mitad extensiones, que le llega a la cintura. La misma con la que soñaba en las largas noches, de interminables patrullajes por las selvas del Caguán, cuando aún era un soldado profesional de la Brigada Móvil No.6. Habían pasado tan solo 20 días después de la toma del Palacio de Justicia cuando empezó a descubrir que su cuerpo de niño no tenía nada que ver con las sensaciones que le despertaban los vecinos de su vereda. Desde ese martes 26 de noviembre de 1985 supo que las mujeres solo serían un referente en su vida, para verse igual o más hermosa que ellas. Con un profundo sollozo regresa, en su relato, a los días en que se paseaba por las calles de un poblado huilense, cargando una cantina y vendiendo mazamorra. Lo acompañaba la menor de sus siete hermanas. "Mi casa solo vio pobreza. Mi papá era un viejo borracho y mi madre una lavandera que tuvo siete muchachitas y el hombre de la casa, que fui yo", recuerda Liliana, que es como se llama ahora. Ella no lo admite, pero, en sus duras palabras deja entrever que su papá los maltrataba. "Eso me hacía pensar que tenía que ser un macho para darle en la jeta, pero también una mujer para demostrarle que aunque somos delicadas tenemos manos para defendernos", afirma contundente. El temor que le despertaba su padre obligaba a Liliana a silenciar su condición homosexual y

trotar y hacer abdominales todos los días para coger fuerza en los músculos. "Solo hice hasta segundo de bachillerato porque me tocó trabajar para sostener la casa.En el San Pedro de 1996, mi hermana y yo nos fuimos de juerga un fin de semana para Neiva, con la mala suerte de que el Ejército hizo una batida y aunque me faltaban cuatro meses para cumplir los 18, me echaron en el camión", señala Liliana. Así se volvió soldado regular. Ella asegura que pensó en 'salir del clóset' y destapar sus preferencias sexuales, pero recordó a su padre y el reclamo diario de su mamá para que fuera alguien. "No lo pensé más y me aguanté los 18 meses de servicio militar. Es difícil porque uno tiene que compartir las duchas, dormir cerca de personas que le gustan y desarrollar la fuerza de hombre a pesar de que uno sabe que nació para ser delicado...", reconoce la ahora mujer.

La vida de lancero Y fue la misma situación económica la que la llevó a tomar la determinación de alistarse como soldado profesional a finales de 1998. "Era duro, pero lo hice por mi madre, por mi hermana chiquita y por mi autoestima". Después de patrullar por la bota caucana llegó al Batallón de Contraguerrilla No.50, en Popayán. "No era cualquier lagaña de mico. Me mandaron a una de las mejores brigadas que tiene el país y todavía le sigo la pista y me da nostalgía de la vida de lancero", dice con una voz dulce, que sin embargo le sale aún gruesa y con tonos masculinos. Para Liliana, la Compañía Demoledor se convirtió en su vida pero el hecho de no expresar su sexualidad, era tal vez el precio más alto que debía pagar con tal de ver a su madre tranquila. Por eso no escatimaba en gastos para enviarle mercado y la plata del arriendo, así se quedara sin el sueldo del mes. "Yo había tomado una decisión en enero de ese 2003 cuando nos encontramos la plata y era quedarme dos años más en el Ejército, ahorrar unos pesos y luego irme a vivir con el 'amigo' que tenía, porque el monte me estaba acabando la relación", agrega. Y aunque no quiso responder si su 'amigo' era del mismo batallón, sí admitió que había otro soldado "que afrontaba su misma pena".

El domingo 13 de abril del 2003, hace exactamente 5 años, Liliana y sus compañeros completaban 20 días esculcando las selvas del Coreguaje (Caquetá), en busca de los tres norteamericanos que habían secuestrado las Farc en febrero del mismo año. "Todas esas mañanas eran lo mismo: centinela, el desayuno -de por sí ya se nos estaban acabando los abastecimientos- y seguir buscando. Mientras mi contraguerrilla estaba por un lado, después supimos que ese día, los de la otra contraguerrilla encontraron unas caletas con armas y un papel con la ubicación de más caletas, que eran las que tenían la plata", añade. Según su relato, la alegría de lo que le tocaba a ella le llegó el 18, el Viernes Santo.

En cuerpo de mujer "Uno de los cuadros decidió darnos un fajo a cada uno para que nadie se fuera con las manos vacías. Desde ese día hasta el domingo, cuando yo también resucité, no sabía cómo iba a cambiar mi vida... ahora soy esto", dice Liliana emocionada, fundiéndose otra vez en un sollozo. Y así fue. Su vida giró radicalmente. Ella fue uno de los soldados que huyó del Batallón de Popayán (luego de que los sacaran del Caguán), sin dejar rastro alguno. "Me fui para Ecuador con otro compañero. Nos quedamos en Esmeraldas y después de cuatro meses de hacer unas averiguaciones, cambié de sexo. Allá me hicieron la operación de transexualismo y empecé con las hormonas... quedé bien chusca... ¿no?", pregunta mientras se levanta de la silla y se pone en las nalgas las inmensas y rudas manos que logran delatarla. Los meses siguientes a la operación trató de olvidarse de la guaca y la selva del Coregueaje, pero los medios de comunicación le revivieron los fantasmas con el sonado juicio de los 'soldados guaqueros' en junio del 2006. "Vi a mis compañeros por televisión, allá en Tolemaida. sentí angustia de que algo me delatara y me echaran mano para ir a la Corte Marcial, además porque por radio hablaban del soldado que se había operado el sexo", afirma. Por todo el dramatismo de su historia, se creería que está feliz al lado de su madre y su hermana menor, pero no. Lograr su sueño le costó caro. "¿Usted se imagina? Soy una triple vergüenza para mi familia: me robé una guaca, me volví prófugo y luego me cambié de sexo.

¡Ellos no me quieren ver !". Vuelve a sumergirse en un mar de lágrimas y saca de la billetera la foto de su hermanita. "Ella sí me quiere pero no nos podemos hablar por seguridad. Las Farc siguen buscando a los soldados y por ella me pueden ubicar". Liliana asegura que guardó sus recuerdos y su pasado en un baúl y botó la llave, por eso le atemorizó tanto contar su historia, pero se atrevió pidiendo todas las reservas del caso. Para el próximo año espera pasar la Navidad en una isla del Caribe, donde tal vez se case con su actual compañero, con quien sostiene un Spa. "Mi teniente Sanabria dijo en un libro que esa había sido la guaca maldita, para mí fue la bendición de poder decir que soy mujer".

"Eso me hacía pensar que tenía que ser un macho para darle en la jeta, pero también una mujer para demostrarle que aunque somos delicadas tenemos manos para defendernos". Liliana al referirse al maltrato de su padre.

"Soy una triple vergüenza para mi familia: me robé una guaca, me volví prófugo y luego me cambié de sexo (...)". Así relata lo que piensa su familia luego de huir con la plata de la guaca.

Lo que dice la defensa de los militares Para los abogados defensores la nulidad del juicio tiene un elemento clave: nunca se pudo determinar la cuantía total de los bienes que supuestamente se apropiaron los militares. El abogado Eduardo Amado, defensor de 11 de los uniformados asegura que al no haber posibilidad de establecer estos puntos, también habrá imposibilidad de proferir un fallo. Otro punto que alega la defensa es que en el Congreso está cursando un proyecto de ley para reglamentar el hallazgo y apropiación de guacas o caletas con dinero. "Esto significa que hasta ahora se reglamentaría tal procedimiento y se deberá juzgar el ilícito por peculado por apropiación, lo que indica que en el momento de los hechos, abril del 2003, tal acción no estaba reglamentada y no es juzgable", añade el abogado Amado. Por ahora se espera que la Justicia Penal Militar fije una nueva fecha para el juicio y solo si

hay una sentencia condenatoria los soldados volverán a ser capturados. Por ahora, todos están libres. JINETH BEDOYA LIMA REDACTORA DE EL TIEMPO Link: www.eltiempo.com

https://www.taringa.net/posts/noticias/1162 081/Liliana-soldado-que-cambio-de-sexotras-encontrar-guaca-de.html La Guaca De Las Farc By rogelio, June 23, 2006 in Macondo 









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 Posted June 23, 2006

Esa ‘guaca’ es nuestra Protagonista central del proceso penal militar que se adelanta en Tolemaida, la célebre guaca de las Farc, descubierta (y aprovechada) hace tres años por un grupo de militares y que ha dado hasta para libros y películas, es un episodio que desnuda aspectos poco encomiables del alma colombiana. Ese viernes, por demás santo, del 2003, 129 soldados, 15 suboficiales y 3 oficiales de la Brigada Móvil 6 descubrieron en la vereda Las Morras, de San Vicente del Caguán (Caquetá), varias canecas enterradas con 40 mil millones de pesos (en dólares y pesos). Procedieron a repartírselos y a disfrutarlos. Tan a sus anchas, por ejemplo en burdeles y almacenes de Popayán, que el exceso permitió descubrirlos. Unos pocos, arrepentidos, devolvieron su dinero. Se gastaron unos 500 millones de pesos. Otros 1.380 millones fueron devueltos. En el banquillo en Tolemaida están sentados 8 suboficiales y 40 soldados. El resto de la plata, más de 38 mil millones de pesos, y de los militares –99– brillan por su ausencia en uno de los procesos más sensacionales y surrealistas que han pasado por la justicia penal militar. Y que ha despertado pasiones y argumentos encontrados, propios de cierto talante nacional. Para empezar, no solo parece una exageración el anuncio que hicieron en su momento algunos miembros del alto mando de juzgar a los soldados involucrados por ‘traición a la patria’, sino también la propia acusación de peculado por apropiación que hoy enfrentan. Es casi un exabrupto calificar este acto de ‘viveza’ como un acto de traición. Y, legalmente, es difícil sostener que quienes se apropian de un bien privado (de una organización ilegal, por lo demás) cometen peculado, cuando este se refiere solo a bienes públicos. Estas obvias consideraciones se han sumado a la idea equivocada de que estos militares, por su sacrificio cotidiano y heroico en la guerra, tendrían derecho a esa suerte de ‘premio’ otorgado por la Providencia. Al punto de que una corriente de abierta simpatía pública ha acompañado a los soldados, en el país en este caso, sugiriendo que, dado que no se les podría probar una violación de la ley, no deberían ser objeto de condena alguna y, aún más,

que se les debería dejar disfrutar de una plata que se encontraron mientras arriesgaban sus vidas contra una guerrilla que la obtuvo a punta de extorsiones y secuestros. Que una idea semejante haga carrera es reveladora del culto a la ilegalidad, al enriquecimiento fácil y a la ‘viveza’ que impera en algunas capas del país. Si bien la traición, por exceso, y el peculado, por defecto, no tienen lugar en este caso, sí es evidente que los militares cometieron una falta grave. No puede prosperar la noción de que cualquier autoridad tiene la posibilidad de reclamar como botín propio lo que descubra o decomise en el cumplimiento de su deber. Según esto, las caletas de la mafia que a cada rato son encontradas, o los 35 millones de dólares de los ‘mellizos’ Mejía, hallados hace algunos años en Bogotá, deberían repartirse entre los investigadores que los descubrieron. ¿A qué niveles de corrupción y contaminación criminal conduciría tal práctica? En un caso como el de ‘la guaca de las Farc’ preocupan los extremos. Por el lado del exceso, que la hoy muy cuestionada justicia penal militar resuelva dar un drástico ejemplo con estos soldados. Y por el lado de la complacencia de una parte de la opinión pública, que, más que perdonarlos, los convierta en una suerte de Robin Hood criollos. No. Los militares cometieron una falta grave y por ella deben ser sancionados. Sin exageraciones innecesarias, ni tolerancias malsanas. [email protected]

http://www.controversia.net/index.php?/to pic/52958-la-guaca-de-las-farc/ Vuelve el

‘karma’ para los soldados que hallaron la guaca de las Farc MARZO 21, 2016 - 00:03

Los 142 militares debeAn pagar una condena de 52 meses en una guarnición militar pero no hay sitio para que purguen sus penas. JUDICIALES - NACIONAL

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Hay un completo drama para los 142 soldados que hallaron la guaca de las Farc en 2003 pues deben estar recluidos en una guarnición militar y de momento no está claro dónde deben pagar sus condenas. Y es que después de casi 13 años se revivió el polémico tema del grupo de militares que hallaron en las selvas colombianas la cacareada caleta de la guerrilla.

La Corte Suprema de Justicia ratificó hace pocos días la condena a 52 meses de prisión por peculado contra los uniformados y el juzgado sexto penal militar emitió las órdenes de captura. Sin embargo, nadie contaba con que no hay lugar dónde recluirlos luego de que se emitieran órdenes de captura y sí bien algunos de ellos se presentaron de inmediato, lo curioso es que para ellos no hay lugar de momento en las guarniciones militares. Por eso como un “karma” califican los militares su participación en el hallazgo de la millonaria caleta de las Farc pues hasta de la cantidad de dinero que recibieron ya no queda nada. Noticias Caracol publicó como algunos de los condenados se presentaron en batallones de Bogotá y Fusagasugá, y no fueron recibidos pues el Ejército no ha sido notificado de la medida. Después de toda una serie de recorridos para entregarse fue en el batallón de alta montaña de Sumapaz donde los recibieron para purgar su condena. El comando del Ejército informó que si bien no hay espacio para albergar más de 100 soldados en una guarnición militar, tampoco han sido notificados de la decisión judicial.

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http://www.elinformador.com.co/index.php /judiciales/72-judiciales-nacional/122296vuelve-el-karma-para-los-soldados-quehallaron-la-guaca-de-las-farc El Regreso a la Guaca

Inspirado en hechos reales ocurridos en Colombia entre el año 2004 y 2006. Más que una segunda parte, la serie es la continuación de la historia en el punto en que nos dejó la película. En el mismo tono expectante y surrealista relata lo que sucedió con los personajes principales, los soldados Porras (Manuel Jose Chaves), Venegas (Juan Sebastián Aragón), Perlaza (Carlos Vesga), Lloreda (Diego Cadavid), el teniente Solórzano (Marlon Moreno) y otros, después de ser apresados por haberse quedado con una astronómica suma de dinero de la guaca de la guerrilla. El eje central de la historia es el regreso de los soldados al monte para recuperar una gran cantidad de dinero que fue reenterrado allí, en un lugar secreto entre la maleza. El comienzo de la historia nos ubica en la cárcel militar “4 bolas”, en Tolemaida, donde se encuentra apresado un grupo de nuestros soldados, esperando ser juzgados por la Justicia Penal Militar. Nada se sabe del soldado Lloreda, quien los delató a todos y fue dejado en libertad, ni del soldado Porras que anda prófugo del Ejército. Mientras vemos las vidas de los personajes en la vida civil, ahondaremos también en los conflictos personales de los

personajes tras las rejas, agobiados por los abogados buitres que querían sacarles dinero y las constantes amenazas de otros reclusos que también quieren extorsionarlos. Después de unos meses, los soldados son finalmente puestos en libertad condicional. Cuando salen, felices de recobrar su libertad, no sospechan que serán seguidos por miembros de la inteligencia militar del Ejército para tratar de encontrarles el dinero de la guaca. Algunos de ellos son perseguidos por delincuentes comunes que los asumen millonarios. Pero en la realidad, casi todos no solo no tienen dinero si no que quedaron más pobres que antes al haber perdido su trabajo como soldados. Tendrán entonces que entrar en el “rebusque”, buscar cualquier trabajo que le permita mantener a sus familias. La triste suerte de los soldados cambia el día que el teniente Solórzano reaparece con noticias para ellos: ha hablado con algunos empresarios privados con conexiones en el Alto Gobierno, y se ha abierto la posibilidad de volver a la selva del Caquetá par recuperar cerca de mil millones de dólares que se quedaron enterrados en un sitio recóndito del impenetrable océano de árboles. El teniente comienza entonces un “reclutamiento” de los soldados para conformar un pequeño comando que esté dispuesto a arriesgar la vida para recuperar el dinero y, ahora sí, cambiar para bien el curso de sus vidas. Esta peligrosa misión llevará a los personajes de esta historia a internarse de nuevo en la selva, sin imaginarse el destino que les aguarda, cuando la codicia se apodere de algunos y comience el juego de las traiciones.

http://ventasint.canalrcn.com/es/programa s/series/el-regreso-la-guaca/1544 Teniente Sanabria quiere pagar pena fuera de la cárcel www.elpais.com.co/Colprensa La defensa del teniente retirado del Ejército Jorge Sanabria Acevedo, uno de los principales implicados en el caso de la guaca de las Farc, solicitará a la justicia penal militar una suspensión de la medida de detención preventiva por sus inconvenientes de salud, agravados desde el día de su captura. Sanabria fue capturado el pasado viernes por el Gaula del Ejército en Sogamoso, Boyacá, y se encuentra asegurado en el batallón Tarqui de la primera Brigada de esa ciudad. Según Adriana Chacón, abogada del ex militar, la situación médica se agravó en la noche del domingo cuando Sanabria vio en un noticiero de televisión las imágenes de la captura. En el mismo trabajo periodístico aparecieron imágenes de la fachada de su vivienda y de un restaurante donde trabaja su esposa. El teniente sufrió una crisis al ver las imágenes que le produjo principios de pre infarto. Fue

atendido en la unidad de sanidad del batallón y luego trasladado a un centro hospitalario de Sogamoso. Sanabria sufre de una obesidad mórbida que le representa afecciones cardiacas y pulmonares que le impiden respirar con facilidad. De no conseguir la suspensión de la medida de aseguramiento preventivo, la defensa del teniente buscará que no sea recluido en Tolemaida, porque esas instalaciones no pueden brindarle el cuidado médico necesario. "Será medicina legal quien determine si el centro de reclusión de Tolemaida le es viable o si es retenido en Bogotá, donde hay mejores condiciones. Pero lo que queremos es que empiece a pagar la pena y disminuir la misma" , dijo Adriana Chacón. Teme por su familia El retirado teniente Jorge Sanabria dijo que por la publicación de esas imágenes teme por la seguridad de su familia. La abogada confirmó que en las últimas horas se han presentado presiones por parte de delincuentes comunes que creen que la familia del teniente Sanabria tiene una importante suma de dinero producto de la guaca de las Farc encontrada en 2003. Así mismo, aseguró que ninguno de los vinculados en este caso puede salir en medios de comunicación porque así quedó determinado en una decisión judicial solicitada por ellos mismos. Adriana Chacón manifestó que ha recibido varias denuncias de soldados que también temen por su familia. "Ellos siguen siendo blanco de grupos armados ilegales y de delincuentes comunes por el caso de la guaca. Uno de los detenidos ha denunciado presiones contra su esposa y su hijo, cerca de Popayán. Ya estamos adelantando medidas para proteger las familias de los condenados por la Guaca" . La pieza clave Con la captura de Jorge Sanabria ya son 77 los condenados detenidos por el delito de peculado por apropiación tras haberse apoderado de más de dos mil millones de pesos enterrados en la zona del Coreguaje, en San Vicente del Caguán. Jorge Sanabria desde hace 15 días trataba de entregarse voluntariamente a la Justicia, pero por problemas de salud no había podido hacerlo, sólo hasta el pasado viernes cuando fue capturado.

En abril de 2003 el teniente era el Comandante encargado de la compañía Buitre, que hacía parte del Batallón de Contraguerrillas No. 50 adelantaban la Operación Fortaleza en el sur del país. Según las indagatorias realizadas a varios de los 144 soldados enjuiciados en el caso de la Guaca, habían sido inducidos a repartirse el dinero y a enterrar, a dos kilómetros del lugar, el resto del hallazgo que no podían llevarse consigo. El juez halló responsable a Sanabria y decidió condenarlo a 10 años de prisión, la pena más alta de las repartidas a los militares. Pero Sanabria no sólo tuvo responsabilidad en lo sucedido el 19 de abril de 2003, sino que fue una de las piezas claves en la operación que se ha conocido como "la segunda guaca" . Veintidós meses después del primer hallazgo, Sanabria le informó al senador Luis Elmer Arenas que parte de esa guaca había sido enterrada y que él tenía las coordenadas del lugar. El teniente (r) estaba dispuesto a facilitarlas al gobierno nacional y a sus antiguos superiores, siempre y cuando obtuviera beneficios. En febrero de 2005, el senador fue intermediario para una entrevista de Sanabria, en el ministerio de Defensa, con los altos mando militares, dónde se consolidó una segunda operación al Coreguaje, lugar donde se había encontrado la Guaca. Sanabria empezó a contactar a varios de los militares que habían participado en la primera operación y se encargó de convocar a 60 militares retirados que participaron de la segunda. "En mayo de 2005 me llamó el teniente Sanabria. Me prometió que si volvíamos a Coreguaje y le recuperábamos lo enterrado al Estado, nos sacaban del proceso, nos podríamos repartir el 40 por ciento de lo que encontráramos y nos iríamos a vivir al exterior, al país que quisiéramos con nuestras familias, siempre con la protección del Ejército" , dijo uno de los militares condenados y que participación de la segunda operación. La operación se llevó a cabo en septiembre del año pasado cuando Sanabria condujo una compañía integrada no solo por activos del Ejército sino a varios retirados. Pero no encontraron las más de 200 canecas que habían sido enterradas. Tras el fracaso de la operación, Sanabria desapareció y fue condenado como ausente el pasado 11 de agosto. De los 144 militares implicados en el caso, tan solo 56 acudieron al juicio. Sin embargo, tras la sentencia, y por recomendaciones de Sanabria, varios soldados se han entregado de forma voluntaria a la justicia por lo que ya son 77 los que se

Teniente Sanabria quiere pagar pena fuera de la cárcel encuentran detenidos.

www.elpais.com.co/Colprensa La defensa del teniente retirado del Ejército Jorge Sanabria Acevedo, uno de los principales implicados en el caso de la guaca de las Farc, solicitará a la justicia penal militar una suspensión de la medida de detención preventiva por sus inconvenientes de salud, agravados desde el día de su captura. Sanabria fue capturado el pasado viernes por el Gaula del Ejército en Sogamoso, Boyacá, y se encuentra asegurado en el batallón Tarqui de la primera Brigada de esa ciudad. Según Adriana Chacón, abogada del ex militar, la situación médica se agravó en la noche del domingo cuando Sanabria vio en un noticiero de televisión las imágenes de la captura. En el mismo trabajo periodístico aparecieron imágenes de la fachada de su vivienda y de un restaurante donde trabaja su esposa. El teniente sufrió una crisis al ver las imágenes que le produjo principios de pre infarto. Fue atendido en la unidad de sanidad del batallón y luego trasladado a un centro hospitalario de Sogamoso. Sanabria sufre de una obesidad mórbida que le representa afecciones cardiacas y pulmonares que le impiden respirar con facilidad. De no conseguir la suspensión de la medida de aseguramiento preventivo, la defensa del teniente buscará que no sea recluido en Tolemaida, porque esas instalaciones no pueden brindarle el cuidado médico necesario. "Será medicina legal quien determine si el centro de reclusión de Tolemaida le es viable o si es retenido en Bogotá, donde hay mejores condiciones. Pero lo que queremos es que empiece a pagar la pena y disminuir la misma" , dijo Adriana Chacón. Teme por su familia El retirado teniente Jorge Sanabria dijo que por la publicación de esas imágenes teme por la seguridad de su familia. La abogada confirmó que en las últimas horas se han presentado presiones por parte de delincuentes comunes que creen que la familia del teniente Sanabria tiene una importante suma de dinero producto de la guaca de las Farc encontrada en 2003. Así mismo, aseguró que ninguno de los vinculados en este caso puede salir en medios de comunicación porque así quedó determinado en una decisión judicial solicitada por ellos mismos.

Adriana Chacón manifestó que ha recibido varias denuncias de soldados que también temen por su familia. "Ellos siguen siendo blanco de grupos armados ilegales y de delincuentes comunes por el caso de la guaca. Uno de los detenidos ha denunciado presiones contra su esposa y su hijo, cerca de Popayán. Ya estamos adelantando medidas para proteger las familias de los condenados por la Guaca" . La pieza clave Con la captura de Jorge Sanabria ya son 77 los condenados detenidos por el delito de peculado por apropiación tras haberse apoderado de más de dos mil millones de pesos enterrados en la zona del Coreguaje, en San Vicente del Caguán. Jorge Sanabria desde hace 15 días trataba de entregarse voluntariamente a la Justicia, pero por problemas de salud no había podido hacerlo, sólo hasta el pasado viernes cuando fue capturado. En abril de 2003 el teniente era el Comandante encargado de la compañía Buitre, que hacía parte del Batallón de Contraguerrillas No. 50 adelantaban la Operación Fortaleza en el sur del país. Según las indagatorias realizadas a varios de los 144 soldados enjuiciados en el caso de la Guaca, habían sido inducidos a repartirse el dinero y a enterrar, a dos kilómetros del lugar, el resto del hallazgo que no podían llevarse consigo. El juez halló responsable a Sanabria y decidió condenarlo a 10 años de prisión, la pena más alta de las repartidas a los militares. Pero Sanabria no sólo tuvo responsabilidad en lo sucedido el 19 de abril de 2003, sino que fue una de las piezas claves en la operación que se ha conocido como "la segunda guaca" . Veintidós meses después del primer hallazgo, Sanabria le informó al senador Luis Elmer Arenas que parte de esa guaca había sido enterrada y que él tenía las coordenadas del lugar. El teniente (r) estaba dispuesto a facilitarlas al gobierno nacional y a sus antiguos superiores, siempre y cuando obtuviera beneficios. En febrero de 2005, el senador fue intermediario para una entrevista de Sanabria, en el ministerio de Defensa, con los altos mando militares, dónde se consolidó una segunda operación al Coreguaje, lugar donde se había encontrado la Guaca. Sanabria empezó a contactar a varios de los militares que habían participado en la primera operación y se encargó de convocar a 60 militares retirados que participaron de la segunda. "En mayo de 2005 me llamó el teniente Sanabria. Me prometió que si volvíamos a Coreguaje

y le recuperábamos lo enterrado al Estado, nos sacaban del proceso, nos podríamos repartir el 40 por ciento de lo que encontráramos y nos iríamos a vivir al exterior, al país que quisiéramos con nuestras familias, siempre con la protección del Ejército" , dijo uno de los militares condenados y que participación de la segunda operación. La operación se llevó a cabo en septiembre del año pasado cuando Sanabria condujo una compañía integrada no solo por activos del Ejército sino a varios retirados. Pero no encontraron las más de 200 canecas que habían sido enterradas. Tras el fracaso de la operación, Sanabria desapareció y fue condenado como ausente el pasado 11 de agosto. De los 144 militares implicados en el caso, tan solo 56 acudieron al juicio. Sin embargo, tras la sentencia, y por recomendaciones de Sanabria, varios soldados se han entregado de forma voluntaria a la justicia por lo que ya son 77 los que se

Muertos 12 militares que participaron en apropiación de dinero de las FARC encuentran detenidos.

Posted By: SeguredPosted date: Junio 14, 2006In: Seguridad

Abogados defensores aseguran que 12 militares que encontraron la guaca de las Farc fueron asesinados La Justicia Militar no niega ni confirma el hecho, pero algunos creen que podría ser una estrategia para evadir el juicio. La versión calentó ayer, en la base militar de Tolemaida, el ambiente en el segundo día del juicio a los 147 militares acusados de quedarse, hace tres años, con unos 40.000 millones de pesos que estaban enterrados en la selvas del Caquetá. Los militares que estarían muertos hacen parte, según los apoderados, del grupo de 97 reos ausentes que no se presentaron a la corte marcial. Uno de los abogados presentes en la audiencia, a la que asisten 50 de los acusados, señaló que uno de sus clientes le contó que a dos compañeros suyos los asesinaron y les quitaron 2.000 millones de pesos. No reveló sus nombres, pero dijo que eso debe ser materia de investigación. Añade que milicias de las Farc los habrían perseguido en busca de recuperar el dinero. Uno de los abogados que ha escuchado las versiones de los soldados asesinados es Roger Castellanos. ‘Iban a rescatar a los gringos’ Entre tanto, en las declaraciones leídas ayer todos los soldados, acusados de peculado por apropiación, coincidieron en afirmar que el 26 de marzo del 2003 recibieron el radiograma para efectuar la operación Fortaleza II con el único objetivo de rescatar a los tres

estadounidenses secuestrados por las Farc y que, según el mando de la brigada, habían sido ubicados. “Por eso, nos internamos en las selvas del Coreguaje, en san Vicente del Caguán, y encontramos primero unas caletas con cosas de aseo y comida de la guerrilla. Después, las canecas con fusiles y munición, además de la plata”, relató uno de los soldados. De otro lado, en una de las piezas procesales el soldado Velandia, que dice que no recibió dinero, cuenta: “Al otro día de encontrar la plata me enfermé. No sé si fue la emoción, pero me dio diarrea y tenía que limpiarme con la bufanda o las mangas de la camisa, porque ni papel higiénico teníamos”. Así mismo, cuatro declaraciones dicen que en la selva quemaron cuatro canecas de 55 galones llenas de dólares, pues no tenían cómo llevárselas. En la audiencia de hoy se buscará ampliar la indagatoria a 15 de los implicados. Algunos estiman que el juicio puede demorarse 40 días más. JINETH BEDOYA LIMA Enviada especial de EL TIEMPO TOLEMAIDA Video para sesión de hoy Uno de los hechos más esperados para la audiencia de hoy es la declaración, en video, entregada por el teniente Jorge Sanabria Acevedo, quien estaba a cargo de uno de las unidades implicadas. Esta grabación en formato de CD, que presentará su defensa, hace parte de la versión que el oficial entregó en el 2003 a un oficial de contrainteligencia del Ejército. Aunque se desconoce el contenido de la declaración de Sanabria, quien es uno de los 97 reos ausentes, en el video el teniente diría que el dinero que encontraron no es ilegal porque no proviene de un ilícito y, por el contrario, los soldados se lo encontraron en medio de la selva. En el juicio también están siendo juzgados como reos ausentes los tenientes Ilich Fernando Mojica y Mauricio Roa Ramírez, directos responsables de la compañía Demoledor, la primera que encontró la guaca. Por su parte, los abogados dijeron que la logística para la corte les sigue causando problemas, ya que la mayoría es de Bogotá y tendrán que permanecer en Melgar durante las audiencias.

http://segured.com/muertos-12-militares-que-participaron-en-apropiacion-de-dinero-de-las-farc/