LA ESCULTURA ROMANA

El relieve decorativo. El relieve romano, heredero del arte helenístico, se caracterizó por un gusto por el paisaje del

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El relieve decorativo. El relieve romano, heredero del arte helenístico, se caracterizó por un gusto por el paisaje del que había carecido el arte clásico griego. Este amor por la naturaleza se manifestó en la escultura a través del uso de motivos decorativos vegetales en templos, aras y palacios, así como en objetos hechos en piedra como mesas o candelabros. Se adaptan sobre todo a podiums, frisos, pilastras y todo tipo de compartimentación geométrica. Técnicamente varió de la talla finísima de época alto imperial a la más burda en el Bajo Imperio. Ara Pacis. Detalle del zócalo con hojas de acanto, roleas, grutescos, disposición a candelieri y greca separándolo del relieve narrativo.

Los principales recursos utilizados fueron: las guirnaldas de flores y de frutos que simbolizan las ofrendas que se realizaban a los dioses a la vez que la eternidad; el follaje de hojas de acanto que se enzarza y permite crear brotes ondulantes o zarcillos en forma de roleos ; las palmeteas, decoración de hoja como el acanto  pero algo más geométrica; las flores; los grutescos o juego de mezcla de planta y de ser humano o animal que asemeja que brota de la planta; los candelieri, composición simétrica de jarrones y formas vegetales; composiciones laberínticas geométricas o grecas; en las molduras las ovas y los motivos espigados... Estucos en relieve con decoración geométrica y vegetal de las bóvedas de la Domus Áurea.

En la época de Augusto aparece el relieve en estuco para la decoración arquitectónica fundamentalmente de las bóvedas. Está hecho con moldes que crean ritmos geométricos y repetitivos que sirven para enmarcar las escenas pictóricas. Hay algunos muy bellos como los de la Farnesina (Museo Nacional, Roma) y los de la Domus Aurea de Nerón, cuya decoración sirvió, en gran parte, de modelo a los artistas italianos del Renacimiento. El relieve histórico. Sin embargo, es en el relieve histórico donde el arte romano raya a mayor altura. Este género procede de Oriente donde los egipcios, pero sobre todo, los asirios habían decorado sus edificios con relieves contando episodios verídicos de su historia, con objeto de exaltar al monarca o impresionar a sus enemigos con sus victorias militares. Estos últimos representaban con minuciosidad en los muros de sus palacios los mil pormenores de una campaña, al igual que harán los romanos en altares, arcos de triunfo y columnas conmemorativas. La narración de  una determinada ceremonia religiosa o de los incidentes de una guerra sirven como  medio de propaganda de la grandeza del Imperio y de los emperadores correspondientes. Técnicamente, el relieve romano deriva del helenismo puesto que  busca efectos pictóricos y de perspectiva que nunca preocupó al relieve asirio. Relieve del monumento funerario de Saint-Remy de Provenza (Glanum), Francia. 20 a 30 a. C.

Se inicia en la época republicana  como consecuencia de la preocupación de los romanos por transmitir a la posteridad el recuerdo de sus Res Gestae.  Los frisos del arco de Orange, que datan de mediado del siglo I a. C., y los del mausoleo de Saint-Remy (Provenza), contemporáneos del reinado de Augusto, narran los combates que los romanos libraron con los galos y muestran cómo en las provincias occidentales se aclimató el gusto romano. Estos bajorrelieves se inspiran en las pinturas que se paseaban públicamente en el

cortejo del triunfador y que representaban con exactitud los episodios en que se había distinguido. Ara Pacis de Augusto. Obra maestra del arte romano son los relieves del Ara Pacis de Augusto. El exterior se divide en dos bandas:  

La inferior, constituida por un friso con hojas de acanto y todos los elementos decorativos vistos ya. La superior, se representa la ceremonia de consagración de este altar de la paz en el año 9 d. C. Todos los personajes son identificables, por ser todos ellos acabados retratos; es el propio emperador con su familia, precedido por los sacerdotes, lictores y cónsules, y seguido por los senadores y pueblo. El realismo de la solemne ceremonia se acentúa con escenas secundarias, como la matrona que se lleva el dedo a los labios para imponer silencio a Druso y Antonia, que hablan.

Ara Pacis, detalle de la familia imperial. Los niños.

La composición se dispone en dos y hasta en tres planos de relieve, alto, bajorrelieve y grabado, de esa manera consigue crear el efecto de profundidad entre la multitud. Los relieves del Arco de Tito  en Roma (81 d. C.) son las obras maestras de la época flavia. Erigido con motivo de la guerra judía, en uno de los relieves interiores del arco se representa la procesión triunfal con los despojos del templo de Jerusalén, entre los que destaca el célebre candelabro de siete brazos. En el otro, el emperador Tito, con su carro

triunfal, coronado por una Victoria y conducido por la diosa Roma. Su obra da verdadera impresión de profundidad con cuatro y cinco planos de relieve. Arco de Tito. Desfile de los trofeos obtenidos en el saqueo de Jerusalén.

La obra más importante entre los relieves históricos es la constituida por la decoración de la Columna del  Foro de Trajano, dedica hacia 113 y erigida con motivo de las guerras dácicas. Los relieves se desarrollan en espiral, alrededor del fuste de la columna. Se narran en estos 200 metros de relieves los diversos incidentes de las campañas de Trajano contra los dacios en los años 101 a 105. Toda la obra es un himno en honor de Trajano, del ejército romano y del Imperio. La precisión y la exactitud de los detalles dan a este friso un valor histórico enorme. Columna de Trajano.

El relieve carece de perspectiva adecuada, a pesar de los múltiple elementos paisajísticos, colocándose las figuras, las más de la veces, las unas sobre las otras. Entre la variedad y múltiples escenas son particularmente destacables las del vadeamiento del Danubio y las escenas de lucha con los dacios. Igualmente relativos a la guerra dácica son los relieves insertos en el Arco de Constantino, correspondientes también al tiempo de Trajano. Análoga a la columna Trajana es la de Marco Aurelio, en la plaza Colonna de Roma. Relieves originales del arco de Constantino.

Paulatinamente, el relieve narrativo romano va perdiendo naturalidad y camina hacia la decadencia. En el siglo IV ya ni el emperador Constantino encuentra escultores de calidad para decorar su arco por lo que tiene que recurrir a poner relieves arrancados a otros arcos del siglo II d. C. En los relieves originales del año 315, hechos para conmemorar su triunfo sobre Magencio, los personajes se acumulan torpemente con evidente tendencia a la isocefalia. En  este siglo tal vez lo más interesante del relieve lo podemos ver en los sarcófagos paganos y  paleocristianos. Pero eso será materia de otro artículo.

LA ESCULTURA ROMANA. CARACTERÍSTICAS ARTÍSTICAS, EL RETRATO ROMANO. Roma se desinteresó durante mucho tiempo por el desarrollo de las artes plásticas. El espíritu positivo de los romanos y las guerras interminables contra sus vecinos contribuyeron a prolongar esta indiferencia durante los primeros siglos de su historia. El ciudadano romano, soldado y político, encontraba en el arte una actividad indigna de él que le distraía de los deberes civiles y que iba en contra de los valores austeros romanos. No es de extrañar, por tanto, que las imágenes que podían contemplarse en Roma fueran obra de etruscos y griegos.

Sala del museo Capitolino, Roma. Eclecticismo romano. Desde el siglo II a. C., sin embargo, justo cuando Roma poseyó la Magna Grecia, la Hélade y  los antiguos reinos de los Diadocos, nació entre las clases privilegiadas la fascinación por este arte y la estatuaria propiamente romana. Los generales vencedores se apoderaron de numerosas estatuas de valor, que se apresuraron a mandar a Roma como botín de guerra. Las esculturas, expuestas en el foro como trofeos, cambiaron de significado y se conviertieron en el testimonio del poder de Roma y empezaron a apreciarlas. A continuación llegaron  en masa a la capital los artistas griegos y los romanos ricos, "cautivados" ya por el gusto griego,  les encargaron innumerables réplicas de obras maestras griegas y retratos de sus antepasados. Roma se convirtió en la continuadora de la escultura helenística. En la siguiente presentación puedes ver algunas de las obras más notables en bulto redondo que realizaron.

Rasgos propios de la escultura romana. Pese a la invasión de la escultura griega ésta no ahogó la profundas tendencias del temperamento romano, heredadas de su ascendencia etrusco-itálica, puesto que:  

El trabajo de la arcilla no se abandonó. No se puso como finalidad representar la belleza y la armonía del cuerpo. El estudio del cuerpo tentó poco al artista romano y, en cambio, se complació en convertir los pliegues pesados de la toga en felices efectos decorativos.

Expresivo detalle de los símbolos imperiales y de paludamento o manto en la cintura del Augusto de Prima Porta.



Les interesó el realismo en el retrato. No sólo procuraron captar los minuciosos detalles realistas e individuales, sino también la voluntad moral de aquellos que hicieron el Imperio.



La estuatua de culto tuvo menos importancia que en la Hélade. La mitología propiamente romana era pobre, y los romanos pasaron mucho tiempo sin hacer imágenes de sus dioses. Con la introducción de divinades extranjeras y la imitación del arte griego se desarrolló una estatuaria religiosa, pero poco original. El relieve, en cambio, fue su medio preferido porque vieron en él las posibilidades  propagandísticas. Sustituyeron las narraciones de los héroes y de los dioses  de los griegos por la gloriosa historia de la Urbs.



El retrato funerario. El retrato privado.

El retrato en Roma surgió del culto que se daba a los antepasados y a las glorias familiares. La costumbre etrusca de guardar en los atrios de las domus las mascarillas de cera que perpetuaban los rasgos de sus antepasados (imagines maiorum), permitió a las familias romanas pasarlos a la piedra en el momento que hubo artístas capacitados técnicamente. Algunos de estos retratos del siglo I a. C. impresionan porque reflejan con patetismo los rasgos físicos particulares de cada persona, pero también  los de la muerte puesto que las mascarillas se hacían sobre los cadávares: ojos y mejillas hundidos, nariz afilada y pómulos sobresalientes.

El retrato funerario se extenderá a los provincias. En el Museo Romano de Mérida tenemos excelentes ejemplos  masculinos y femeninos del primer siglo de nuestra era, que nos muestran a personajes muy reales.

El retrato político. Del retrato republicano al retrato imperial. La retratística romana era al principio esencialmente privada, mientras la griega solía representar a personajes famosos y tenía un carácter honorífico. Sin embargo, hacia el final de la República se desarrolló el retrato de carácter público, que luego proliferó en el Imperio. Los personajes que disputan las guerras civiles de este últimos siglo deben hacer propaganda de su persona ante sus seguidores en distintos lugares del Mediterráneo y la efigie cobra una gran importancia en el culto a la personalidad. Sila, Mario, Julio César, Pompeyo, Craso, Cicerón y un largo etcétera de prohombres de Roma serán llevados a piedra o a bronce en estos momentos. Los rostros de los primros hombres de Roma no ocultan sus arrugas, ni su obesidad o su calvicie. Pompeyo y Julio César.

Durante la época de Augusto hubo un resurgimiento de los ideales clásicos griegos en la escultura oficial y se abandonaron los austeros retratos del período republicano. La imagen del primer emperador sirve de modelo  o prototipo a la de soberanos posteriores. El Augusto de Prima Porta, copia en mármol de un original en bronce, guarda cierto paralelismo con el Doríforo de Policleto, sobre todo en el gesto. Si el Doríforo representa una belleza idealizada, la cabeza de Augusto refelja sus propios rasgos individuales, aunque embellecidos. Su expresión es serena y contenida. Su pose muestra una aire digno. El conjunto presenta una postura más dinámica que el Doríforo, que transmite una sensación de mayor reposo. Es la imagen de un gobernante lleno de naturalidad y dignidad, con autoriadad pero sin prepotencia. Augusto de Prima Porta.

Augusto es representado arengando  a sus tropas con una coraza (thoracata). Los relieves de la armadura ilustran las conquistas de la Galia y de Hispania y todo su programa político, con reminiscencias del Ara Pacis. En la estatua original en bronce, Augusto llevaba el calzado propio de un jefe de ejército. Así pues, es de suponer que esta copia en mármol  sea póstuma, ya que los pies desnudos son prerrogativa de los mortales deificados. El delfín y el Cupido que está encima de él actúan de soporte y hace referencia al origen divino de la familia Julia.Otro modelo repetido será  el de Augusto como Pontifex Maximus (con el manto sobre la cabeza). En otros emperadores del siglo I podemos ver la continuidad de modelos como el de pretor con el rollo de la ley en la mano y en pie o sedente sobre la silla curul (Tiberio); el semidesnudo como dios Júpiter (Claudio); o el ecuestre (Marco Aurelio). Los únicos cambios evolutivos se manifiestan en los rasgos que con el tiempo volverán al realismo. También se apreciará la evolución en el peinado que, sobre todo, se rizará en el siglo II y III, alcanzando su complicación máxima en el retrato femenino. Marco Aurelio ecuestre. S. II, bronce.

Desde el siglo III comienza la decadencia de la plástica romana que se acentúa y multiplica en el Bajo Imperio. Las representaciones e hacen gigantes, pero pierden calidad y sobre todo ganan en esquematismo y en hieratismo, lo que entroncará con el arte bizantino. Restos de la estatua colosal de Constantino, s. IV d. C.