La Escuela de Chacao y El Padre Sojo

República Bolivariana de Venezuela Ministerio del Poder Popular para la Educación Fundación Conservatorio Vicente Emilio

Views 188 Downloads 0 File size 812KB

Report DMCA / Copyright

DOWNLOAD FILE

Recommend stories

Citation preview

República Bolivariana de Venezuela Ministerio del Poder Popular para la Educación Fundación Conservatorio Vicente Emilio Sojo Barquisimeto, Estado-Lara

Integrantes: María del Valle Moreno María Laura Peña Historia de la Música en Venezuela II Febrero, 2016

Introducción. Tal como todos hemos escuchado alguna vez, la música es el arte capaz de evocar los más nobles y puros sentimientos; y cuando se trata del desarrollo de esta habilidad en Venezuela, dichos sentimientos salen a relucir con la fuerza del nacionalismo que te impulsa a sentirte orgulloso por lo que se ha logrado en tu propia tierra. En consecuencia, hablar de la Escuela de Chacao y su Precursor el padre Sojo, es sumergirse en un mundo que te instruye, no solo sobre las vicisitudes que del período colonial se derivan, sino también de las ventajas que, quienes más tarde conformarían esas tres ilustres generaciones que de la enseñanza del maestro Juan Manuel Olivares surgieron, supieron explotar y convertir en las más sublimes obras, que aún hoy disfrutamos. Visto de esta forma, este trabajo busca aleccionar a todo cuanto tenga el bien de leerlo, del inicio, evolución y trascendencia que esta escuela marcó para la música colonial venezolana, tocando puntos como el origen de la Escuela de Chacao, a qué debe su nombre, quienes fueron las figuras más emblemáticas en el desarrollo de la misma, que influencia de manera positiva sus obras, cuáles fueron los acontecimientos que debieron afrontar sus compositores y finalmente cual es el legado que perdura tras la disolución de dicho movimiento musical; con lo quedará plasmado, de las fuentes más fidedignas posibles, una sinopsis del desenvolvimiento de la música venezolana en los siglos XVIII y XIX.

La Escuela de Chacao. El 18 de Diciembre, el Obispo Mariano Martí instala el oratorio de San Felipe Neri tras el regreso de Europa, en 1771 del Padre Sojo; a él se refiere Andrés Bello en un artículo que publicó en 1826 en su periódico el "repertorio americano como "el fundador de la música en Venezuela". Lo único que se conoce con certeza hasta ahora acerca del Padre Sojo en relación con las actividades musicales, según los documentos de la época es que era un gran amante de la música. Fue quizás debido a esta inclinación que tuvo la idea de fundar en Caracas la congregación del oratorio de San Felipe Neri, y es así como se concretan dos de las aspiraciones de Padre Sojo, pues en primer lugar, logró servir a Dios utilizando el arte y la cultura, especialmente la música, e inmediatamente materializa su sueño de formar una academia de música. Pero aun antes de que se instale la orden de los Neristas en 1771, se celebra en Caracas desde 1765 el 26 de Octubre, el día de San Felipe Neri; con una celebración modesta cuya parte musical corría a cargo de Ambrosio Carreño, con lo cual se establece el primer vínculo entre éste; quien fuera el primer maestro de Juan Manuel Olivares, y el Padre Sojo. Dicho movimiento musical surgido en Caracas, conocido con el nombre de Escuela de Chacao, reviste características especiales en América Latina por las circunstancias de su aparición y las proyecciones nacionales del mismo. En ella, dos personajes son fundamentales: Juan Manuel Olivares como docente y el Padre Pedro Ramón Palacios Sojo Gil de Arriata –conocido con el nombre de Padre Sojo- como impulsor, financista y organizador de esta empresa musical que dio como resultado la formación de alrededor de 30 compositores y 150 instrumentistas. Su nombre lo origina el lugar donde se reunían periódicamente para estudiar y ejecutar música: las haciendas La floresta del padre Sojo en las inmediaciones del pueblo de Chacao, y San Felipe del Padre José Antonio García Mohedano, en la población de Chacao (actualmente urbanización la castellana),

iniciador de la primera siembra de café en el valle de Caracas en 1784. Entre las ya referidas, se encontraba también la hacienda de Bartolomé Blandín, el cual se sumaba al grupo de grandes aficionados y amantes de la música. Además, se reunían regularmente en el lugar de la congregación del oratorio de San Felipe Neri en Caracas, por lo cual no es difícil inferir el porqué de que los compositores integrantes de esta escuela, cultivaran casi exclusivamente el repertorio musical religioso europeo del siglo XVIII; aunque estudiándolo, logra advertirse el cultivo de dos géneros: el religioso con texto en latín, destinado al oficio litúrgico, y el profano, de temática y espíritu religioso con texto en español, utilizado en ocasiones de las festividades religiosas (villancicos, aguinaldos, tonos y pésames). Hay quienes defienden a Díez Modreño alegando que no es el quien durante su mandato lograra decaer la música, más el cantor de la catedral de Caracas para 1777, José Trinidad Espinoza declaró “…que en la tribuna no hay los instrumentos necesarios para el decente culto del santuario; que faltaban violines y bajón; y los que restan o no están bien o no hay quien los toque como antecede con las flautas y las trompetas por no haber rentas…”. Sin embargo, este triste panorama habría de cambiar en menos de diez años, a juzgar por los testimonios de Humboldt, quien afirma que “…en muchas familias de Caracas he hallado gusto por la instrucción y una predilección dedicada por la música que cultivan con éxito y que sirve para unir las diferentes clases de la sociedad…”; y lo que pasó para ello fueron dos cosas: los ejecutantes habían adquirido una habilidad más que aceptable y había surgido la primera generación de compositores de la Escuela de Chacao, aquella que Juan Bautista Plaza llamara “los Formadores”. Hay constancia de que el padre Sojo, envió de Roma 7 cajones con libros, reliquias, rosarios y medallas y también ha podido traer partituras e instrumentos personalmente a su regreso de Europa en 1770; año en el cual venia convencido de que sería el prepósito de la orden Nerista, pero el obispo Martí frustró su deseo

al relegarlo al cargo de prefecto de música recibidor y maestro de novicios. Muchos años después, cuando el pleito entre los Neristas y el obispo había alcanzado otras dimensiones, este último en carta al Rey, es muy crítico al decir que “…los Neristas se retiran muy frecuentemente a una casa de campo que han fabricado en los arrabales de esta ciudad en la feligresía de San Pablo, y la otra que también tiene a dos leguas distantes de esa misma ciudad cerca de Chacao a jugar en ellas pelotas y bochas y tocar conciertos de música día y noche…”. Sin embargo es oportuno hacer dos consideraciones referente a ello, pues en primer lugar, es curioso observar que, a pesar de lo que diría el Obispo Martí de los Neristas en 1779, al parecer ninguno de los admitidos fue ejecutante y mucho menos compositor; y en segundo lugar, que se confirma lo dicho por Ramón de la Plaza, cuando establece que el padre Sojo, casi desde su mismo regreso de Europa, inició o reanudó la academia filarmónica de su hacienda, con los pocos músicos profesionales y los aficionados que acudían fundamentalmente a Chacao. Cabe agregar, el índice elocuente del progreso alcanzado por nuestros músicos de la colonia es en testimonio de dos naturalistas alemanes, Bredemeyer y Schultz enviados a Venezuela por el emperador de Austria, en 1783. Éstos naturalistas establecieron contacto con el Padre Sojo, visitaron las plantaciones de café y asistieron a las reuniones musicales de la primera academia del padre Sojo. Vueltos a su país informaron de esto al emperador, quien en agradecimiento a las atenciones recibidas y en mérito a la calidad de los músicos, envío como obsequio en 1789, una colección de instrumentos musicales y partituras de Pleyel, Mozart y Haydn. Si bien nuestros compositores estaban en el corriente del movimiento musical religioso no sucedía lo mismo con la música profana. De modo que el recibo de las partituras de estos clásicos les permitió ponerse al día con la técnica y el estilo de la música instrumental y vocal profana, hecho que tendrá consecuencias inmediatas en la producción de la segunda generación de compositores de la colonia. Así mismo, a los compositores y ejecutantes que surgieron de estas reuniones musicales se ha vuelto costumbre designarlos con el nombre de

"Escuela de Chacao". Junto a esta denominación se les aplica también los títulos de escuela clásica o primera generación. El padre Sojo supo cohesionar los esfuerzos de los diferentes músicos existentes en su época, sistematizó la enseñanza, oriento el gusto musical y puso a la alcance de los jóvenes compositores la técnica y el estilo de los grandes maestros europeos. En esa región, se tocaron y se discutieron obras de Antonio Vivaldi, Giovanni Battista Pergolesi, así como Johann Stamitz y otros compositores de la Escuela de Mannheim. De ello podemos deducir que la primera gran influencia fue ejercida por los maestros italianos y el clasicismo vienés, de la cual toman la integración de la orquesta, primeros y segundos violines, violas, violonchelos, contrabajos, oboes y trompas, el clarinete, la flauta y el fagot que intervenían ocasionalmente; y posteriormente vendría la influencia de la Escuela de Viena. La música era para ese entonces oficio de plebeyos, siendo las únicas profesiones aceptables para los criollos el sacerdocio, la milicia y la abogacía; es por eso que no debe extrañarnos que los primeros músicos que figuraban en nuestra historia fueran sacerdotes que por amor a la música, eran mal vistos por las autoridades eclesiásticas; siendo en particular la gran mayoría de los compositores de la Escuela de Chacao, pardos libres o blancos pobres. La primera generación de compositores coloniales venezolanos cultivo casi exclusivamente el repertorio musical europeo consistente en: Misas, Misas de difuntos, Te Deum, Salve, Motetes, Graduales, Ofertorios, almos, Himnos, lecciones de difuntos, lecciones para semana santa, pésames y tonos para navidad. El conocimiento el material de estudio con que contaron, en la escuela de Chacao, explica en parte los orígenes de la técnica y el estilo de los compositores. Las partituras que habían sido enviadas por el emperador de Austria, entre ellas varios textos de enseñanza, entre los cuales podemos mencionar un "diccionario de la música" (1767) de Juan Jacobo Rousseau, "Las lecciones de clave y principios de armonía" Del matemático catalán Benito Bails (1775), El poema "la música" del escritor y compositor español Tomás de Iriarte (1750-1790)

publicado en Madrid en 1779. Este poema dividido en cinco cantos y va acompañado de extensas consideraciones en prosa tendientes a demostrar las ventajas del idioma castellano sobre los demás, a excepción del italiano para el canto. El entusiasmo por todo tipo de actividades musicales que supo despertar el Padre Sojo, en el medio ambiente caraqueño colonial, produjo como consecuencia natural que cada vez mayor cantidad de jóvenes se dedicaran a la música. Así es que surgió un importante grupo de compositores pertenecientes al periodo colonial y que se catalogan para su estudio como "segunda generación". A través de todas sus obras, todos ellos demostraron haber asimilado el espíritu de la música religiosa europea del siglo XVIII, especialmente la de sus máximos representantes de entonces, Hayden y Mozart. Igual a lo que sucedió con los compositores de la primera generación, sus creaciones son fruto de una necesidad espiritual y expresiva surgida del medio ambiente, manifestada a través de los medios técnicos europeos que habían asimilado con el estudio de las obras de los grandes maestros. Ahora bien, Tras la muerte de Olivares en 1797, ocupó su puesto de organista Pedro Pereira, su discípulo, y en ese mismo año, el rey resolvió el pleito entre los Neristas y el episcopado al quedar la orden en libertad de elegir a sus autoridades. Es así como Don Pedro Palacios y Sojo es elegido prepósito de la congregación, pero su salud ya estaba tan resentida que murió solo dos años después. La academia siguió funcionando por poco tiempo, hasta disolverse en las capillas, centros de enseñanzas y conciertos. Podría decirse entonces, que los músicos de la Escuela de Chacao son la expresión intuitiva del alma colonial venezolana o por lo menos la faz religiosa de esta, y muestra además como nuestros compositores han sabido amalgamar el tratamiento polifónico de los italianos y el resto de las escuelas musicales europeas.

A manera de resumen final, González (2007) hace una clasificación de los principales representantes de la Escuela de Chacao de la siguiente manera:

Escuela de Chacao: Primera Generación Compositores de este período: 

Juan Manuel Olivares. (Caracas, 1760 - 1797)



Francisco Velásquez, el viejo (Caracas, 1755 - 1805)



José Antonio Caro. (Caracas, 1758 - 1783)



Pedro Nolasco Colón. (Valencia, 1770 - Caracas, 1813)

Escuela de Chacao: Segunda Generación 

José Ángel Lamas (Caracas, 1775 - 1814)



Cayetano Carreño ( Caracas, 1774 - 1836)



José Lino Gallardo Ocumare del Tuy, 1773 - Caracas, 1837)



Juan José Landaeta (Caracas, 1780 - 1812)



José Francisco Velásquez, el joven (Caracas, 1781 - 1822)

Escuela de Chacao: continuadores Tercera Generación 

Juan Francisco Meserón (Caracas, 1779 - 1845)



José María Gómez Cardiel (Cumaná, 1797 - Trinidad, 1872)



Atanasio Bello Montero.(Caracas, 1800 - 1876)



José María Osorio (Caracas, 1803 - Mérida, 1852)



José María Montero (Caracas, 1782 - 1869)



José Lorenzo Montero (¿?-1857)

Es prácticamente, entrar a considerar otros de los muchos nombres de compositores que actuaron durante el periodo colonial venezolano. Basten los que presentamos para tener una idea de la riqueza y vitalidad que este movimiento musical sumamente extraño de comprender desde el punto de vista histórico, y nunca repetido en Venezuela; muy comparable sólo a los que tuvieron

lugar en Minas Gerais(Brasil), Bogotá (Colombia), el Cuzco (Perú) y en Puebla y México.

Legado de la Escuela de Chacao.

La llamada Escuela de Chacao hay que entenderla como la conjunción de personalidades en un espacio propiciador para el aprendizaje, la ejecución y la creación siguiendo premisas estilísticas comunes. El Padre Sojo, la mayor parte de sus rentas las dedicó a esta obra, la cual tomó muy a pecho; fructíferos esfuerzos en una labor loable, y a la vez integradora y formativa. Consideramos que el Padre Sojo si no fue el fundador de la música en Venezuela, como lo han dicho, fue su “mayor propulsor”, y al aglutinar aquellos elementos dispersos, y al sistematizar la enseñanza, haciéndola accesible a los jóvenes, realizó la obra más grande del mundo musical en toda la América de entonces. Por esto ocupa el Padre Palacios y Sojo en la historia musical venezolana el alto sitio de un verdadero patriarca del arte. Fallece el Padre Sojo en Caracas en el año de 1799.

El Padre Sojo Nació Pedro Ramón Palacios y Sojo el 17 de enero de 1739 en el valle de Santa Cruz de Pacairigua, en cuya iglesia parroquial fue bautizado el 2 de febrero del mismo año. Era hijo legítimo de don Feliciano de Sojo y Palacios y de doña Isabel Arrantia. Pertenecía Don Feliciano su padre a una de las familias más distinguidas de Caracas, y como muchas de estas, era poseedor de una cuantiosa fortuna. En 1756, por disposición testamentaria a lego todos sus bienes distribuyéndolos en partes y cuales a sus hijos; 11 en total, figurando Pedro Ramón en el séptimo lugar. Cabe destacar, que por la rama paterna estaba el Padre Sojo estrechamente emparentados con el libertador Simón Bolívar, ya que

la madre de este doña Concepción Palacios y Blanco, era hija del alférez real Don Feliciano Palacios y Sojo, hermano del Padre Sojo. Desde niño dio muestras Pedro Ramón Palacios y Sojo de su interés por el estudio y de su inclinación a las prácticas religiosas. Asistía a los ejercicios nocturnos que se efectuaban en Catedral, en la capilla de San Pedro, y también a los que se practicaban en los conventos de San Francisco. En el año de 1761 solicitó la autorización necesaria para ingresar a la carrera eclesiástica. Era por entonces Provisor y Vicario General el Presbítero Lorenzo Fernández de León, a quien se dirigió Palacios y Sojo y le envió también la documentación requerida; legitimidad, limpieza de sangre, certificado de buenas costumbres, etc. A los dos meses de haber comenzado sus estudios religiosos, solicitó el subdiaconado, después de haber invertido tres mil pesos para obtener el título de una Capellanía. Su avance en la carrera eclesiástica fue rápido, pues apenas seis meses después de llegar al subdiaconado, solicitó las órdenes mayores y fue hecho Diácono el 5 de junio de 1762, y para diciembre del mismo año el Obispo Diez Madroñero aceptó la solicitud del Padre Sojo para ser ordenado Presbítero. Así, en menos de dos años, y a los veintitrés de edad, terminó Don Pedro Palacios y Sojo sus estudios eclesiásticos. El Padre Sojo nunca aspiró a alcanzar un doctorado en ninguna de las graves materias que se cursan en la universidad como teología leyes entre otros. No encarnaba el tipo de persona con espíritus profundamente místicos, amantes del silencio y la soledad, su temperamento era más emotivo dinámico por naturaleza hasta impulsivo, pudiendo pensar que era un carácter más de artista que de religioso. Su gran legado para con Venezuela fue, fundar la Congregación del Oratorio de San Felipe de Neri. José Antonio Calcaño le atribuye «la obra más grande del mundo musical en toda la América de entonces», pues, «más de treinta

compositores y más de ciento cincuenta ejecutantes forman el balance final de sus actividades. Por esto ocupa el Padre Palacios y Sojo en nuestra historia musical el alto sitio de un verdadero patriarca del arte». Su contribución a la educación, al fortalecimiento de la fe cristiana a través del Oratorio y a la difusión de la música, que era, en verdad, una de sus grandes pasiones. Es así, como el 28 de abril de 1769 zarpó de La Guaira, rumbo a España, un buque con sus blancas velas abiertas a la brisa del Caribe. Cosa muy arriesgada era emprender en aquellos tiempos un viaje hasta el viejo mundo. Los buquecitos eran pequeños, los naufragios eran frecuentes, y todavía en el siglo XVIII quedaban algunos corsarios y piratas que capturaban a pasajeros y tripulantes para exigir elevado rescate por su libertad. El buque zarpó de La Guaira llevando entre sus pocos pasajeros a un joven sacerdote de 30 años de edad, ordenado hacía algo más de 6 años. El Padre Sojo tenía un carácter enérgico, y resuelto; era infatigable en sus empeños y acostumbraba realizar cabalmente todo lo que emprendía. Pertenecía a la congregación de San Felipe Neri, orden religiosa que tenía en Europa la hermosa tradición de cultivar, junto a las disciplinas religiosas, diversas formas de arte, en especial la música, de la cual era devoto desde su infancia el Padre Sojo. San Felipe Neri había sido un hombre excepcional en su piedad y en su cultura, en 1551, fundó su primer Oratorio, en la iglesia de San Girolamo de la Caritá. Su interés cultural lo llevó a organizar lecturas colectivas de los evangelios, en las que cada clérigo representaba un personaje, y recitaba las palabras que a éste asignaba la escritura. Con el tiempo fue introduciéndose la música en estas lecturas, y en vez de los recitados se escuchaban cantos. Así se originó el género musical llamado “Oratorio”, nombre que se le aplica, precisamente, por ser ese el de los conventos de los neristas. En aquel mismo siglo XVI en que el genio del Renacimiento inventaba a cada paso nuevas formas de arte, algunos de los más grandes compositores italianos

escribieron Oratorios. Emilio del Cavaliere, Giovanni Carissimi, Alejandro Scarlatti y Alejandro Stradella figuraron entre los primeros. Ahora, dos siglos más tarde, seguían los neristas un camino y las casas de la Congregación estaban llenas de música. Al sumarse el Padre Sojo al cultivo de este arte, no hacía otra cosa que continuar una tradición de su propia familia, en la cual había buenos aficionados. En efecto, se había propuesto fundar en Caracas un Oratorio de su Congregación. Ya había emprendido gestiones para lograr la autorización necesaria. Para esto necesitaba una licencia del Rey, que fortuitamente le gestionó un amigo suyo Don Luis Gerónimo de Ustáriz quien ocupaba una posición importante en el gobierno de la península. Necesitaba ahora, para establecer el Oratorio Nerista en Caracas, la aprobación final del Papa, conseguida El 4 de diciembre de 1769, firmó el Papa Clemente XIV la Bula necesaria para la fundación de la Congregación caraqueña. Aproximadamente, en el año 1784 logra el Padre Sojo fundar su anhelada Academia de Música. Entre los músicos caraqueños escogió el Padre Sojo a Juan Manuel Olivares para que fuera el organista de San Felipe y el Maestro de la escuela. Olivares, contaba unos 24 años, y tenía una sólida preparación en las varias ramas de la técnica musical. Poseía además, dotes naturales para la enseñanza y llegó a promover certámenes entre los alumnos que produjeron considerable estímulo. De esta Academia de San Felipe salieron de allí algunos de los más grandes músicos que hemos tenido. EL FIN DE LA ACADEMIA DE MUSICA Y DEL PADRE SOJO Al anochecer del primero de marzo de 1797, falleció el primer y principal maestro de la Academia, el músico Juan Manuel Olivares, que contaba con 37 años de edad.

Ha debido ser este un rudo golpe para el Padre Sojo, pues además de la admirable labor que desempeñaba Olivares al frente de la Academia, sentía el Padre Sojo un aprecio personal muy alto por el ilustre compositor y a la vez desde el inicio de la Academia fue también el organista designado de San Felipe. Al año siguiente se resintió seriamente la salud del Padre Sojo, lo que lo indujo a firmar el 17 de junio de 1799 su testamento, según el cual legaba a Juan José Landaeta «el violín y la viola que tiene en su poder», y a Lino Gallardo el violoncello. Y en las semanas que siguieron fue agravándose el paciente, y falleció en el mismo año de 1799, probablemente en el mes de Julio. Sus restos fueron sepultados en la iglesia del Oratorio. El Padre Sojo había hecho por el arte de Venezuela una obra incomparable sin paralelo en nuestra historia. La creación de todo ese movimiento, la fundación de una tradición musical venezolana, el estímulo poderoso para la producción de partituras imperecederas, fueron la obra principal del Padre Sojo. Ocupa él en la historia de nuestra cultura uno de los sitios más altos y más llenos de gloria. Cabe señalar, que no se encontró ningún testimonio de la época colonial en el que aluda al Padre Sojo como compositor o ejecutante de algún instrumento, sólo podemos destacar comentarios de personajes históricos que hacen referencia al Padre Sojo como este tan claro de 1826, de Don Andrés Bello, quien con toda seguridad habría conocido al Padre Sojo, al mencionar a este en uno de sus artículos publicados en "el repertorio americano", le llama "fundador de la música en Venezuela". Y es con este honroso título como ha quedado grabado con cuanta justicia en los anales de la historia patria el nombre del preclaro sacerdote.

Conclusión. Tal como lo expresan los musicólogos contemporáneos, la Escuela de Chacao vino a representar el “Milagro musical venezolano de la época de la colonia”. Exageraciones pensaran algunos, pero tras realizar una exhaustiva investigación en la búsqueda de cualquier detalle omitido por la historia que nos llevara a sumarle valor, la única opción posible, es estar totalmente de acuerdo. Tras recopilar suficiente información, nos topamos con datos tan curiosos como el hecho de que la Escuela de Chacao se desarrolló en contemporaneidad con el movimiento musical de Minas Gerais en Brasil; que sus albores estuvieron plasmados en las retretas que se celebraban en las primeras haciendas de café de lo que hoy sabemos es la región capital; he incluso podemos mencionar el hecho de que sus obras son de carácter eminentemente religioso debido a que, parte de las reuniones de estudio realizadas, eran en la catedral de Caracas que para ese tiempo, funcionaba como el centro de los Neristas. Además la presente investigación nos permitió, empaparnos con la contraparte que de la lucha de independencia, en la época de la colonia existía, al punto que nos dejamos sorprender por el profundo talento que emergió de las 3 destacadas generaciones que se formaron gracias al padre Sojo, Juan Manuel Olivares y las habilidades que los compositores quisieron desarrollar. Así pues, es importante exaltar la labor de estos notables venezolanos que lograron con su iniciativa un gran tratamiento de la música en nuestro país, lo cual no solo se vio marcado por el hecho de ilustrar a músicos y aficionados, sobre las diferentes escuelas de Europa, que los llevaron a tener la mejor influencia en cuanto a técnica; sino que también se encargaron de forjar un amor tal por este arte que llego a conseguir en promedio una treintena de compositores y al menos ciento cincuenta intérpretes solo para la época de la colonia. La música para el padre Sojo fue un sueño, que logró volver realidad.

Referencias Bibliográficas.  Temas

de

Música

Colonial

Venezolana.

(Biografías,

Análisis

y

Documentación). Juan Bautista Plaza.  Revista Musical de Venezuela N° 32-33. Fundación Vicente Emilio Sojo.  Enciclopedia de la Música en Venezuela. Fundación Bigott. Directores: José Peñin y Walter Guido.  Panorama de la Música en Venezuela. Fundarte. Walter Guido.  Calcaño, J.A. (1980) La Ciudad y su Música (2a. ed.), Caracas: Fundarte.  González, J. R. (2007). Historia de la Música en Venezuela. Disponible en http://histmusica.blogspot.com/  Documento

Digital

disponible

http://mariafsigillo.blogspot.com/2013/07/de-sabana-grande-chacao.html

en:

Catedral de Caracas 1770

Pedro Ramón Palacios Sojo Gil de Arriata. “El Padre Sojo”

Juan Manuel Olivares. Director de la Escuela de Chacao

Haciendas La floresta, San Felipe y Blandín (actualmente la Castellana y el Country Club)