La Contrarreforma y El Arte

La Contrarreforma y el arte Durante el primer tercio del siglo XVI se produjo la Reforma protestante, que rompió la unid

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La Contrarreforma y el arte Durante el primer tercio del siglo XVI se produjo la Reforma protestante, que rompió la unidad religiosa de Europa. Con la intención de fortalecer los principios de la fe católica, tuvo lugar, entre 1545 y 1563, el concilio de Trento. Nacía así el movimiento de la Contrarreforma, cuyo nuevo sentido de la religiosidad tendría importantes consecuencias artísticas, tanto para la arquitectura como para las artes plásticas. En lo que se refiere a la arquitectura religiosa, la importancia de la Eucaristía multiplicó las capillas para las misas, y la relevancia de la predicación hizo que la nave central se hiciera más espaciosa. Para las artes plásticas fue decisivo el decreto promulgado en 1564, relativo al decoro y claridad iconográfica que debían tener las imágenes y las historias sagradas, con el fin de dejar bien claros la doctrina: se trataba de guiar al creyente hacia la oración comunitaria, frente a la «peligrosa» relación personal con Dios defendida por Lutero. El espíritu de la Contrarreforma preside todo el arte religioso de los países católicos desde mediados del siglo XVI. El arte barroco, principalmente en pintura y escultura, tuvo como función difundir el credo católico entre la gente común. Su intención fue introducir al fiel a los misterios de la fe a través de los sentidos y mostrarle la gloria celestial a la cual podía aspirar. La expresión artística barroca se caracteriza por sus formas atractivas y su temática exclusivamente religiosa. En estas obras se crean ilusiones de espacio, contrastes de color, de luz y sombra, y diversos artificios visuales que atrapan la mirada y la sensibilidad del espectador. Dentro de la arquitectura se destaca Lorenzo Bernini y en la pintura la obra de el Caravaggio y de Rubens. El triunfo de este estilo artístico dominó buena parte del siglo XVI y se extendió por los países católicos europeos, así como por el Nuevo Mundo porque España, el país católico más poderoso y más fervientemente religioso, acogió de inmediato el estilo barroco y lo llevó a sus colonias americanas. EL BARROCO: ARTE DE LA CONTRAREFORMA.-

En el siglo XVI en Alemania hubo un cisma dentro de la Iglesia católica que dio lugar a la fundación de la religión protestante, que con el tiempo se subdividió en varias iglesias. A este movimiento que quebrantó la unidad de la Iglesia católica se le llama Reforma. La respuesta que dio la Iglesia de Roma a la Reforma se le conoce como Contrarreforma católica, que se inició hacia 1570 y duró cerca de cien años.

Con la Contrarreforma católica, la Iglesia se dedicó a reafirmar su doctrina, defender sus tradiciones y reformar sus costumbres para defenderse de los protestantes. Para ello, tomó varias acciones como no permitir más corrupción entre los miembros del clero, fundó nuevas órdenes religiosas para fortalecer a la institución, etcétera. Entre las manifestaciones culturales de la Contrarreforma católica en Europa estuvo el desarrollo del estilo barroco en el arte.

El arte barroco, principalmente en pintura y escultura, tuvo como función difundir el credo católico entre la gente común. Su intención fue introducir al fiel a los misterios de la fe a través de los sentidos y mostrarle la gloria celestial a la cual podía aspirar. La expresión artística barroca se caracteriza por sus formas atractivas y su temática exclusivamente religiosa. En estas obras se crean ilusiones de espacio, contrastes de color, de luz y sombra, y diversos artificios visuales que atrapan la mirada y la sensibilidad del espectador. Dentro de la arquitectura se destaca Lorenzo Bernini y en la pintura la obra de el Caravaggio y de Rubens.

El triunfo de este estilo artístico dominó buena parte del siglo XVI y se extendió por los países católicos europeos, así como por el Nuevo Mundo porque España, el país católico más poderoso y más fervientemente religioso, acogió de inmediato el estilo barroco y lo llevó a sus colonias americanas. Reforma - Reforma religiosa católica o Contrarreforma Ante estas reformas del cristianismo que separaban de la obediencia de la Iglesia católica romana a millares de cristianos, ésta reaccionó e inició un movimiento de renovación imprescindible para frenar los progresos del protestantismo. Esta renovación se la denomina reforma católica o contrarreforma. Sus líneas de actuación podrían resumirse en los siguientes puntos:



reforma y creación de órdenes religiosas durante la primera mitad del siglo XVI, de las que son buenos ejemplos la reformadora del Carmelo, Santa Teresa de Jesús, y el fundador de la Compañía de Jesús o jesuitas, San Ignacio de Loyola.



organización de medidas represivas contra los herejes, considerados como tales los que no seguían los dogmas católicos. Se pueden destacar dos medidas esenciales: la primera el impulso de la Inquisición, para perseguir y castigar a los ya convertidos al protestanrtismo; la segunda la creación de la Congregación del Indice, grupo encargado de seleccionar los libros que se consideraban peligrosos para los católicos y cuya lectura se prohibía, con ello se buscaba que no cayeran en el protestantismo los que aún estaban firmamente asentados en la doctrina católica.



convocatoria de un concilio en Trento (Italia, 1545-1563). A pesar de que había un gran interés por convocar un concilio, y se había venido pidiendo especialmente por los príncipes alemanes y por Carlos I, se tardó mucho en convocar, y se tardó mucho en llegar a conclusiones, pues fue el concilio más largo de la historia de la Iglesia. Los aspectos fundamentales que se trataron fueron aquellos que habían sido un desafío por parte de los protestantes, en concreto en las líneas doctrinales, de culto y de organización. En lo referente a la doctrina la Iglesia se reafirmó en sus principios; en lo referente al culto se mantuvo prácticamente igual, y solo se observan algunas modificaciones en lo referente a la educación y disciplina de las jerarquías eclesiásticas: se obligaba a los sacerdotes a practicar una vida ejemplar y a mantener el celibato, se obligaba a los obispos a residir en sus diócesis y a los sacerdotes en sus parroquias, algo que no hacían previamente, y se crearon los seminarios para la educación del clero.