La Conciencia Moral Sintesis

La conciencia moral, su formación y articulaciones.: síntesis En primer lugar, se define conciencia al juicio que realiz

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La conciencia moral, su formación y articulaciones.: síntesis En primer lugar, se define conciencia al juicio que realiza la inteligencia con el cual dictamina sobre la bondad o maldad de un acto concreto, por lo tanto, se puede decir que la conciencia es la misma inteligencia cuando juzga de la moralidad de una acción, de acuerdo a los principios de la ley moral. Con respecto a la inteligencia, esta puede ser científica o ética, donde la segunda de estas es aquella que hace la distinción del bien y del mal, esto de acuerdo a los valores o a la conciencia moral. Esta última se realiza cuando un hombre hace un juicio de la conciencia de una acción concreta mediante la ley moral. El acto de la conciencia puede intervenir de dos formas: Antes de la acción o conciencia antecedente, lo cual permite considerar al sujeto la relación que tiene la acción concreta con la ley moral produciendo que la prohíba o la ordena, o después de la acción o conciencia consecuente, lo que permita que la persona aprueba el acto bueno, produciendo en el interior alegría y paz, o lo reprueba, produciendo la inquietud, la tristeza o el remordimiento. Lo anterior se relaciona con la llamada “voz interior” o la voz de la conciencia, la cual es el superyo, según la teoría psicoanalítica, o el nivel superior de nuestra espiritualidad, según la teoría neoescolástica. Para aquellas personas a las cuales actuar inmoral se convierte en un acto común, es posible que puedan “acallar” esa voz interior. Para lo anterior se tiene en cuenta que, según Freud, la mente humana se divide en cuatro elementos: el Id (Inconsciente), que corresponde a la parte más primitiva del ser humano y donde se encuentran las tendencias instintivas, el Ego (Consciente), que es el yo o personalidad, el que se forma después del Id, el Superego (Súper yo o Barrera de Represión), que corresponde a la parte que se forma después del Ego, se encarga de “reprimir” o “canalizar” las tendencias instintivas que tratan de influir en el Ego, y El subconsciente, el que dirige nuestro movimientos mecánicos que usamos a diario y que no atendemos de manera consciente. Con respecto a la división de la conciencia moral, se establecen dos divisiones fundamentales: La primera, en razón en conformidad con la ley moral y segunda, en razón en relación al tipo de asentimiento (o los argumentos para emitir un juicio moral). En la primera de ellas, podemos encontrar la Conciencia verdadera, si juzga en conformidad con la ley moral, y Conciencia errónea, si juzga en desacuerdo con la ley moral. A su vez, la conciencia errónea puede ser, a su vez, vencible (la que es educable y cambia) o invenciblemente errónea (la que no cambia, no tiene remedio). Con respecto a la segunda división, podemos encontrar la conciencia cierta, que es la que juzga con firmeza y sin temor a errar sobre la moralidad de una acción, y la conciencia dudosa, la que dictamina con temor a errar, o ni siquiera se atreve a juzgar. Con respecto a esta última, es importante evitar los juicios a partir de ésta, ya que se puede perder la dirección al fin último, que es el bien común. Para esto, continuando con la conciencia dudosa, debemos distinguir dentro de ésta la duda negativa, que es la sustentada en motivos mínimos y poco serios, y la duda positiva, que se da al presentarse razones serias para dudar. Se destaca que la persona debe obedecer siempre el juicio cierto de su conciencia y así no condenarse a sí mismo.

Por otro lado, en otra división, se tiene a la conciencia deformada, que es la que se produce cuando no se ha cuidado su formación (educación de la conciencia). Entonces, tenemos una conciencia recta prudente, que cuando se deforma, se deriva a estados de conciencia, los cuales son la conciencia laxa y la conciencia escrupulosa: la primera de ellas es la que, sin fundamento alguno o por razones superficiales se intenta considerar al ilícito moral como si se tratase de una conducta correcta. Para salir de una conciencia laxa sepuede procurar una sólida instrucción en la ley moral, fomentar la capacidad reflexiva, mejorar las disposiciones de la voluntad, etc. Con respecto a la conciencia escrupulosa, es la que, sin motivos fundamentados, asigna ilicitud moral a acciones lícitas. Ambos tipos de conciencia pueden llegar a convertirse en conciencia “cauterizada” (o endurecida), pues la frecuente repetición de acciones ilícitas conduce a la incapacidad de advertir su gravedad, o a ni siquiera reconocerla. Se tiene en cuenta que si se consideran los excesos anteriores no se puede encontrar con facilidad el justo medio óptimo.