La Cara Oculta Del Desarrollo RESUMEN

La cara oculta del desarrollo La realidad fragmentada, reduccionista y mecanicista es el tópico de la visión de nuestra

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La cara oculta del desarrollo La realidad fragmentada, reduccionista y mecanicista es el tópico de la visión de nuestra realidad, pues ya que todo va ligado a ello y un ejemplo claro es la ciencia que nos lleva simplificar fenómenos complejos a algo realmente elemental en el que se buscan mecanismos a través de los cuales produzcan interacciones. Estos elementos han quedado tan arraigados en nuestra cultura que a menudo se lo ha identificado con el método científico. Lo que son las opiniones, conceptos e ideas que no concordaban con la estructura de la ciencia clásica no se tomaban en serio y generalmente eran subestimadas, o incluso eran ridiculizadas. A consecuencia del abrumador énfasis puesto en la ciencia reduccionista, nuestra cultura se ha vuelto cada vez más divida y con ella ha creado tecnologías, instituciones y modos de vida que son profundamente insanos. No debe sorprendernos que esta visión fragmentada del mundo sea malsana en vista de la estrecha relación que existe entre la «salud» y la «totalidad» como cita el autor. Ambas palabras que viene de la raíz ‘’hal” ya sea health y whole; también los términos hale (sano), heal (curar) y holy (santo) del inglés antiguo supone que sentirse íntegro y saludable es una sensación física, psicológica y espiritual que a su vez traería un equilibrio entre los distintos componentes del organismo y entre el organismo y su entorno. Pero dado el caso dicho equilibrio ha desaparecido de nuestra cultura y nos ha llevado al borde de una incomprensión e incompleta visión de los valores y nos ha vuelto insensatos en pocas palabras, tanto es así que ya no somos unilaterales en el apoyo de esta visión del cual estamos aferrados. El crecimiento tecnológico excesivo ha creado un ambiente tanto físico como mentalmente no apto para todo tipo de ser humano o ente que se encuentre contenido en él. La contaminación de toda índole que es una de las principales consecuencias del desarraigo como ejemplos que se dan y son de gran impacto como Love Canal, aunque ese no ha sido el único y se puede decir abiertamente entre otras muchas otras fuentes como de tensión física (sedentarismo, etc.), psicológicas, económicas y este último es bueno enfatizarlo ya que es un aspecto

integral de un sistema obsesionado por el crecimiento y la expansión, que intensifica cada vez más la alta tecnología en una tentativa de incrementar la productividad. La tecnología creada por los seres humanos está alterando y trastornando los procesos ecológicos que sustentan nuestro entorno natural y que son la base y que han pasado a formar parte de la vida cotidiana de la mayoría de nosotros Para producir estos productos de hoy en día, suplementos alimentarios, fibras sintéticas, plásticos, fármacos y pesticidas, por ejemplo, se creó una serie de tecnologías que requerían un uso denso de los recursos naturales, en su mayoría dependientes de los productos químicos complejos; y con el incremento de la producción y de su consumo, también aumentaron los desechos químicos, que son la consecuencia inevitable de estos procesos industriales que hoy nos tiene viviendo “cómodamente” en nuestro propio ataúd. Esto conlleva a muchas preguntas como ¿Por qué no se crearon tecnologías para resolver el problema de los desechos tóxicos? ¿Dicho descuido fue voluntario? Y es que el motivo de esto es simple pues mientras que la producción de bienes de consumo es altamente rentable para los industriales, el necesario tratamiento y recuperación de los residuos no les traía beneficio alguno. La industria química, que tanto ha hecho estragos por ejemplo; vertía sus desechos en la tierra sin preocuparse de las consecuencias, y esta práctica irresponsable ha tenido como consecuencia la aparición de miles de vertederos químicos peligrosos, que probablemente era la más grave que la misma amenaza ambiental. Aunque eso no es todo pues han tratado de ocultar los peligros de sus procesos de producción y de los desechos químicos engendrados por estos procesos; también han disimulado los accidentes y han ejercido presión sobre los políticos para evitar una investigación minuciosa de los hecho, lo que concluye hasta un control masivo ya que mientras los industriales proclaman en sus astutas campañas de publicidad que la vida sería imposible sin los productos químicos, un número cada vez mayor de personas están tomando conciencia de que la industria química destruye la vida en vez de mantenerla. La opinión pública ejerce presión sobre la industria,

obligándola a crear tecnologías adecuadas para tratar de recuperar los desechos. A la larga los problemas generados por los desechos químicos solo podrán resolverse si se logra reducir al mínimo la producción de sustancias peligrosas, lo que supone un cambio radical en nuestras actitudes como productores y como consumidores ¿Y nosotros estamos realmente consientes o cuerdos en su defecto ante esta situación? El consumo excesivo y el fuerte énfasis que ponemos en la alta tecnología no solo crean cantidades masivas de desechos, sino que también requieren enormes cantidades de energía; la energía no renovable derivada de los combustibles orgánicos impulsa la mayoría de nuestros procesos de producción, y con el agotamiento de esos recursos naturales la energía misma se ha convertido en un recurso escaso y caro, en el que se ve una batalla entre el hombre versus hombre por su supervivencia entre los dos extremos de lo natural y lo artificial. Se habla también de cómo se producen dichas contaminaciones a modo de advertencia y que por el desgaste irremediable de los recursos orgánicos que vendrían siendo armas de doble filo llegaron al punto de la escasez y se llegó a la absurda idea de descartar energías alternativas para poder posicionar la energía nuclear como una tecnología que se les ha escapado de las manos a sus creadores, impulsada por una obsesión por la autoafirmación y el control que ha alcanzado un nivel altamente patológico, el uso de esta como una energía total e imprescindible sin tener en cuenta el factor humano en todas las etapas de esta tecnología y que como el ser humano lastrado a esta se ha acostumbrado a llevarla a acuesta a costo de su propia vida. Por otro lado las industrias no se quedan atrás, dicho esto nos referimos enfáticamente a la industria alimentaria que hoy en día atenta muy a nuestro pesar la salud de cada ser humano. Si bien la nutrición es uno de los factores que más influyentes en nuestra salud, nuestro sistema de asistencia sanitaria le da poca importancia y los médicos desconocen casi todo sobre los problemas dietéticos. Teniendo en cuenta tres alimentos básicos: cereales integrales, verduras y frutas. A demás los tres requisitos siguientes: alimentos naturales, ni refinados, ni

enriquecidos artificialmente, libres de venenos (sin residuos químicos, ni aditivos tóxicos) y esto último es nuestro pan de cada día y lo que resulta imposible e inevitable controlarlos ya que esto representa ganancias en vez de calidad, reproducir en masa y conservar los alimentos es prioridad antes que conservar una buena salud. Ahora bien otro tópico a tocar serían los fármacos ya que el peor problema con el que nos enfrentamos hoy es el uso excesivo de fármacos obtenidos con receta médica. Sus ventas han experimentado un auge vertiginoso y sin precedentes, especialmente en los últimos años, y el aumento más fuerte se nota en las recetas de drogas psicoactivas, tranquilizantes, sedantes, estimulantes y antidepresivos. La publicidad farmacéutica está diseñada específicamente para inducir a los médicos a recetar una cantidad cada vez mayor de fármacos. De ahí que estos medicamentos se describan como solución ideal a una gran variedad de problemas cotidianos, las situaciones angustiosas de la vida engendradas por causas físicas, psicológicas o sociales se presentan como enfermedades curables con un tratamiento a base de fármacos. La agricultura que también se ve salpicada; si bien sabemos método de agricultura tradicional estaba basado en un profundo respeto por la vida. Los agricultores cultivaban diferentes plantas cada año, siguiendo un método de rotación que preservaba el equilibrio de la tierra. no se necesitaba pesticidas, pues los insectos que eran atraídos por un cultivo desaparecían con el siguiente, en vez de usar fertilizantes químicos, los agricultores enriquecían el suelo con estiércol, restituyendo así a la tierra la materia orgánica, que entraba nuevamente a formar parte del ciclo biológico. La práctica de la agricultura ecológica cambio drásticamente, cuando los agricultores sustituyeron los productos orgánicos por productos sintéticos que crearon un vasto mercado para las industrias petroleras. Las industrias petroleras manipulaban a los agricultores para que usaran cada vez más productos químicos. La consecuencia inmediata de los nuevos métodos de cultivo fue un mejoramiento maravillos de la producción agropecuaria, pero la cara oculta de la nueva tecnología se hizo evidente, y hoy está clarísimo que la nueva

tecnología no ha beneficiado ni a los agricultores, ni a la tierra, ni a los millones de personas que se mueren de hambre. Las únicas que sacaron algún provecho fueron y siguen indudablemente las industrias petroleras. Se ha comprobado Se ha comprobado que los efectos a largo plazo de una quimioterapia excesiva en la agricultura han sino desastrosos para la salud de la tierra y la de las personas, y también para nuestras relaciones sociales y para el ecosistema del planeta. Y por último la sanidad, que es lo más denigrante que ha podido caer hoy en día. La asistencia sanitaria y la prevención de enfermedades se perciben como dos problemas diferentes y, por ello, los profesionales de la salud no suelen apoyar activamente las medidas ambientales y sociales relacionadas directamente con la salud pública. Las deficiencias de nuestro actual sistema sanitaria son resultado de una sutil interacción de dos tenencias; la primera es la adhesión a la limitada estructura biomédica que niega sistemáticamente la importancia de los aspectos no biológicos en la compresión de la enfermedad. La segunda, no menos importante, es la búsqueda del crecimiento económico e institucional y del poder político por parte de la industria sanitaria, que ha invertido enormes sumas de dinero en unas tecnologías surgidas de una concepción reduccionista de la enfermedad, lo que conlleva a que la salud y la sanidad son negocios bastante redondos para los que tienen el sartén por el mango. En conclusión nuestras crecientes necesidades de energía reflejan la expansión general de nuestros sistemas tecnológicos y económicos; su causa radica en los modelos de crecimiento no diferenciados que agotan nuestros recursos naturales y contribuyen en gran medida a los numerosos síntomas de malestar individual y social. Por consiguiente, la energía es un importante parámetro del equilibrio social y ecológico. En nuestra situación actual, extremadamente desequilibrada, más energía no resolvería nuestros problemas, sino que, por el contrario, los empeoraría. No solo aceleraría el agotamiento de nuestros en entorno en su totalidad, ya sea física, ecológica, tecnológica, psicológica, etc. Para superar nuestra polifacética crisis no necesitamos más energías, sino una profunda modificación de nuestros valores, actitudes y modos de vida.

La nueva cultura comparte una visión de la realidad que hoy se está discutiendo y estudiando y que a la larga se impondrá como un nuevo paradigma, destinado a eclipsar la visión cartesiana que nuestra sociedad tiene del mundo.