Juventud y kirchnerismo

El Dipló: Juventud y kirchnerismo 1/5 4-06-2014 15:00:50 Edición Nro 180 - Junio de 2014 Antonia Guzmán, Salir con l

Views 27 Downloads 0 File size 17KB

Report DMCA / Copyright

DOWNLOAD FILE

Recommend stories

Citation preview

El Dipló: Juventud y kirchnerismo

1/5

4-06-2014 15:00:50

Edición Nro 180 - Junio de 2014

Antonia Guzmán, Salir con luna - llegar con sol, 2004 (Gentileza Christie’s)

EL GOBIERNO APOYA A LOS JóVENES Y TAMBIéN SE APOYA EN ELLOS

Juventud y kirchnerismo Por Marcelo Urresti* El papel de la juventud en Argentina ha cambiado significativamente con respecto a la década neoliberal. Hoy los jóvenes son visibles en la escena pública, participan, demandan, pero también lideran procesos de toma de decisiones. Y constituyen un capital político esencial para el futuro del kirchnerismo. a década de gobierno de Néstor y Cristina Kirchner surge como un tiempo de recuperación económica y social, muy acelerada y contagiosa al principio del período, menos pronunciada a partir del fin de la década, en todos los casos, con conflictos esperables, rispideces poco comprensibles y acontecimientos indigeribles a nivel político e institucional. Más allá de esto, es claro que en estos años ha habido intentos claros por revertir situaciones injustas. La juventud tiene una ubicación sumamente compleja en este proceso de recuperación conflictivo que vivimos después de la gran crisis que estalló en 2001. Esa gran crisis es el proceso real pero también mítico de la gran desarticulación de una sociedad que marcó a la ciudadanía, a la dirigencia política y en especial a las generaciones más jóvenes.

Por Marcelo Urresti*

-1-

Edición Nro 180 - Junio de 2014

El Dipló: Juventud y kirchnerismo

2/5

4-06-2014 15:00:50

Esta marca de época es crucial en el caso de los jóvenes, pues se trata de generaciones que en comparación con las mayores portan una experiencia donde el pasado es breve y poco profundo, sin remisiones a momentos anteriores con los cuales distanciarse del presente, pero también sin los modelos imaginarios que aportan herramientas para lidiar con esas situaciones. Por debajo de sus diferencias geográficas, sociales y culturales, los jóvenes comparten un modo de situarse ante el presente que es diferente al de las generaciones mayores, siempre anteriores en términos de duración, siempre conectadas con las huellas más o menos vivaces de sus distintos pasados, lo que supone una forma de percepción relativamente libre de las ataduras de la memoria, pero que tampoco proyecta los residuos utópicos de los momentos previos, forjados en las esperanzas, las luchas o las decepciones anteriores. Los jóvenes, con su presente de memoria breve, con toda la superficialidad de su brillo, un brillo que no reconoce compromisos con la historia más espesa –y en general más oscura– que recorre la conciencia de los adultos, se ven reflejados en el utopismo, siempre sospechado por la mirada adulta, incluso de los comprometidos, que cuando valoran la acción de los jóvenes no le ven la solidez o los fundamentos que tal curso reclama y que encuentran con facilidad en su propia acción. Los años de transición que emergen de la múltiple crisis con que se inicia el siglo, sitúan a los jóvenes y las juventudes en un terreno múltiple y complejo, porque los jóvenes son al mismo tiempo depositarios y objeto de políticas desarrolladas por el Estado; son actores que protagonizan muchas de esas mismas iniciativas; son también parte del apoyo que reciben los sectores políticos que impulsan esas agendas; pero también son en buena medida los que pugnan por lugares e influencia en los procesos de toma de decisión en la escena pública más encumbrada, en las instituciones del Poder Ejecutivo o del Legislativo, en las empresas del Estado, en las diversas casas de estudios universitarios. Esta múltiple inserción puede hacerlos valorables, invalorables o infravalorables en las mismas situaciones e incluso desde perspectivas similares, pues lo que para unos es participación para otros es seducción, lo que para un sector es cumplimiento de derechos, para otros simple manipulación o demagogia, conflicto de interpretación que no sólo habla de la división de las visiones sobre lo social y lo político, sino también del lugar y del rol paradójico de un sector que nunca cumple del todo con lo que se espera de él. Una batería de iniciativas Uno de los temas que despierta polémicas y diferencias es la batería de iniciativas que durante los últimos diez años se han desarrollado desde el Estado nacional con el fin de incidir en las condiciones de vida y de participación de la población juvenil. Se trata de un proceso lento y constante de acumulación de políticas diversas orientadas a todo tipo de jóvenes, en sus distintas inserciones sociales y geográficas, en sus diversas condiciones laborales y educativas, en sus instituciones y prácticas cotidianas, sean culturales, comunitarias, sindicales o políticas. El arco de las acciones de gobierno se ha dirigido a cubrir diversos flancos y, en buena medida, ha logrado interpelar a un número importante de jóvenes que han respondido a esos llamados con la admisión gradual y progresiva del liderazgo kirchnerista, con su defensa airada en los debates familiares y, en el extremo, con una militancia renovada y concentrada. En primer lugar, con un trabajo constante por parte de la Dirección Nacional de Juventud y de la Subsecretaría de la Juventud en el área de desarrollo comunitario y de iniciativas con diversos destinos en los más distantes puntos del país. La DINAJU y la SSJ han promovido el asociacionismo juvenil, acompañando y produciendo iniciativas de jóvenes, previamente organizados o no, con inquietudes claras o con ansias de “hacer algo” y comenzar a moverse para resolver problemas de sus localidades. En este terreno han impulsado el encuentro, han solventado con subsidios a clubes, grupos de iglesias, sociedades barriales, movimientos territoriales y vecinales, boy scouts, adolescentes nucleados por ONG o por el trabajo voluntario en distintas acciones, todo ello vinculado con la educación popular y la alfabetización, las bibliotecas, el uso del tiempo libre, la recreación y los deportes, la ayuda a los mayores, los comedores comunitarios, la salud sexual y reproductiva, la prevención de las drogas, el apoyo escolar, el medioambiente, entre otras posibilidades. Este trabajo, que lleva más de diez años de crecimiento, ha fortalecido a las asociaciones de jóvenes o que destinan su trabajo a los jóvenes y ha abierto verdaderos cursos de participación microscópicos, sin visibilidad mediática, pero con una inocultable fecundidad en lo que hace a recibir y canalizar la energía participativa de los jóvenes y generar líderes locales con ascendiente entre sus congéneres.

Por Marcelo Urresti*

-2-

Edición Nro 180 - Junio de 2014

El Dipló: Juventud y kirchnerismo

3/5

4-06-2014 15:00:50

Esto no estuvo ajeno a la interconexión con otras iniciativas e instituciones más organizadas, como son los movimientos estudiantiles secundarios, los de estudiantes universitarios, de trabajadores sindicalizados, de trabajadores desocupados y, también, de agrupaciones políticas. Si bien ésta fue una política general y en principio exterior al Partido Justicialista o a las diversas fracciones que componen la platea de fundación del kirchnerismo como movimiento de intención transversal, no se puede ocultar que tendió a darles primacía o, en su defecto, continuidad, a aquellos que demostraron un enrolamiento con el gobierno. Esta red, a su vez, funcionó en muchos casos como un apoyo operacional para las iniciativas participativas y las políticas sociales del gobierno destinadas a los jóvenes e incluso a la población general. En paralelo con ello, el gobierno desarrolló un conjunto de planes y programas en los que los jóvenes, como parte de la población en sentido amplio, recibieron recursos para mejorar sus condiciones de vida. Este es el caso de políticas inespecíficas como el Plan Argentina Trabaja: como se sabe, este plan distribuye recursos, otorga microcréditos, apoya cooperativas de trabajo local centradas en la generación de empleos e impulsa emprendimientos productivos basados en los principios de la economía social y solidaria para canalizar a los desocupados en tareas diversas, desde la producción de bienes y la oferta de servicios hasta la transformación de los municipios con base en obras públicas, mejoras del espacio común y, en menor medida, con la construcción y el saneamiento de viviendas. Aunque este plan no está destinado específicamente a los jóvenes, reclutó a muchos menores de treinta años abandonados a su suerte por el mercado laboral, lo que revirtió en parte situaciones de extrema pobreza y marginalidad. Algo similar sucede con la Asignación Universal, que ha impactado sobre madres y familias jóvenes con hijos. En estos casos, es clara la intervención, aunque no sea directa. Del mismo modo, otro programa inespecífico ha sido el Procrear, impulsado por la ANSES para facilitar el acceso a la tierra urbana y a la construcción, ampliación o refacción de la vivienda. Este programa ha llegado especialmente a las familias jóvenes, promoviendo el acceso a la vivienda, un tema que afecta especialmente a los jóvenes de recursos limitados, que no cuentan con altos salarios o con la ayuda de sus familias. Este programa ha permitido que muchos núcleos familiares en formación puedan autonomizarse, salir de las casas de sus padres e iniciar una mejora en sus condiciones de vida. Es verdad que los requisitos pueden alejar a muchos candidatos sin posibilidades de hacerse acreedores a la ayuda, pero no debe soslayarse el hecho de su efectiva llegada a beneficiarios que se han multiplicado, especialmente fuera de las grandes ciudades y en el interior de las provincias. Ahora bien, en términos específicos, la oferta de planes y programas destinados a la población joven se ha desplegado en los más diversos canales. En el ámbito de la educación hay múltiples iniciativas que han vinculado a los adolescentes y los jóvenes con las instituciones de enseñanza media así como con las de la universidad. En primer lugar, programas como Conectar Igualdad, que más allá de la distribución de máquinas –que es sólo una parte del mismo–, han aumentado el grado de apego con las escuelas y han fomentado el acceso a la información digital, sea en formato educativo, sea en el terreno del entretenimiento y la comunicación interpersonal. A su vez, este programa ha comenzado a impactar en la escuela y en las familias alejadas de las comunicaciones digitales, haciendo base en los adolescentes beneficiarios, que así funcionan como puertas de entrada para las grandes autopistas informativas. Esto les confiere prestigio a los adolescentes en sus familias, fortalece a las escuelas, ofrece información con fines educativos y mejora la futura inserción social de los chicos. En ese mismo plano, los programas Fines del Ministerio de Educación y, recientemente, Progresar, financiado por la ANSES, apoyan con distintos tipos de recursos la inserción social de los jóvenes a través de la conclusión de sus estudios pendientes, sean secundarios o primarios. Mientras Fines ofrece apoyo escolar, materiales, clases virtuales y bibliotecas para organizaciones que acompañen a los beneficiarios, Progresar distribuye becas de apoyo para aquellos jóvenes que están completando sus estudios y no cuentan con ingresos como para mantenerse solos. Aunque este último programa no ha alcanzado a la totalidad de la población a la que se destinaba originariamente, ha reforzado otros planes y mejorado sensiblemente los ingresos de muchos jóvenes de condición humilde. Se suma a ello la apertura de nuevas universidades destinadas a fomentar la educación superior en familias que no han accedido al sistema educativo en ese nivel. No se trata sólo de primeras generaciones de universitarios, sino de jóvenes que están saltando un nivel por arriba de sus padres, con primaria completa o secundaria incompleta, lo que produce una percepción de progreso y reconocimiento social muy acelerado entre sectores con graves dificultades en su Por Marcelo Urresti*

-3-

Edición Nro 180 - Junio de 2014

El Dipló: Juventud y kirchnerismo

4/5

4-06-2014 15:00:50

desempeño en el sistema educativo. Estos programas, a los que se podría sumar otros, nos hablan a las claras de una inclusión de los jóvenes en la agenda de políticas del Estado, especialmente de los que provienen de sectores postergados o de familias que no pueden garantizarles ingresos o recursos para su formación y su desarrollo ampliado. Depositarios de confianza El otro conjunto de factores que explican el acercamiento de los jóvenes a la política y a la órbita de influencia del gobierno es el reposicionamiento de la juventud como actor y protagonista del proceso político en curso. Este reposicionamiento es político y es fundamentalmente simbólico: es un reconocimiento de las fuerzas, la energía, la generosidad y la creatividad con las que se asocia al segmento juvenil. Al igual que en el caso anterior, puede dar origen a controversias interpretativas que pongan ante los mismos “hechos” un signo positivo o negativo según la perspectiva desde la que se los juzgue. Pero lo que es indudable es que los discursos gubernamentales hablan directamente con los jóvenes como pares, sin las mediaciones políticas o institucionales con las que han sido interpelados en gobiernos previos, cuando esto sucedió (casi exclusivamente en el caso de la presidencia de Alfonsín). El gobierno en la era kirchnerista se posiciona él mismo como un actor “juvenil”: en primer lugar con un presidente joven, que no rehúye a presentarse como heredero de una generación juvenil y que conserva el compromiso y la pureza de aquellos años. A su vez, mantiene una imagen informal, fuera de protocolo, casi transgresora, cercana y también cálida. El factor Kirchner no puede aislarse de este proceso, por la frescura que le imprimió a la escena política, algo que le valió reconocimiento juvenil. Además, su muerte joven fuera del gobierno limó toda posibilidad de desgaste, algo que hubiera sucedido de continuar en el poder. Casi como si se tratara de un ídolo rockero, abraza el mito con una salida prematura. Este triste hecho corona una política de posicionamientos que tuvo claros efectos sobre los jóvenes. En principio, la política de derechos humanos, con una reapertura de los juicios a quienes los violaron y gestos de autoridad fortalecida que simbolizaron un gobierno sin ataduras. Otro caso es el giro respecto de las Islas Malvinas y de las reivindicaciones de la soberanía en distintos aspectos del presente y de la historia nacional. Del mismo modo, también se aprovechó la ocasión de los diversos Bicentenarios para encarar festejos populares, callejeros y sobre todo espectaculares, en los que una renovación de las estéticas –con claro tono juvenil–, recibe el refuerzo de la presencia de artistas reconocidos, provenientes en su mayoría de corrientes culturales vinculadas con el rock y las generaciones jóvenes. En todos los casos, la defensa de la integridad nacional, de la historia patria, en claves que no estuvieron libres de controversias, se acompaña con menciones al rol de los jóvenes, su sacrificio, su valor pero también su carácter festivo, positivo y constructivo. Todo esto tiene un efecto de condensación en el diálogo que se plantea desde el poder con los jóvenes, donde se los sitúa como depositarios de las mejores tradiciones y empresas del país, como actores comprometidos “de modo natural” con el destino que el mismo gobierno busca proyectar. Esta invitación al baile se fortalece con las políticas sociales antes mencionadas y se suelda con iniciativas como el voto a los 16 años, que si bien no tuvo efectos electorales, sí los tuvo en el nivel imaginario, con nombramientos en cargos encumbrados de jóvenes de agrupaciones afines al gobierno, con una visibilidad creciente de esos cuadros en la escena más alta del poder. Este último capítulo deja en claro que el gobierno apoya a los jóvenes y se apoya también en ellos. El acercamiento que ambas partes protagonizan es de mutuo reconocimiento, en un momento en que las lealtades partidarias son muy discutibles y los representantes del oficialismo suelen mostrarse volátiles y fácilmente tentables por figuras que muestran posibilidades para un recambio que no parece lejano. Esa doble lealtad ha llevado al gobierno a optar por agrupaciones juveniles, sin compromisos previos, con las cuales ha construido un entendimiento en el que no faltan los intereses comunes, las peleas y los conflictos, pero donde también hay conexión, emoción y voluntad de continuar, algo a lo que el gobierno actual apunta para sus posibilidades futuras. * Sociólogo, docente e investigador de la UBA. Por Marcelo Urresti*

-4-

Edición Nro 180 - Junio de 2014

El Dipló: Juventud y kirchnerismo

5/5

4-06-2014 15:00:50

-5-

Edición Nro 180 - Junio de 2014

© Le Monde diplomatique, edición Cono Sur

Por Marcelo Urresti*