Juguete Rabioso

El antihéroe en la novela “El juguete rabioso”, de Roberto Arlt Por Alejandra Crespín Argañaráz | Crónicas | 25.10.09 E

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El antihéroe en la novela “El juguete rabioso”, de Roberto Arlt Por Alejandra Crespín Argañaráz | Crónicas | 25.10.09

Es el hombre común e histórico que por imperio de la decisión del autor se convierte en protagonista de la obra.

El hombre actual, el hombre del siglo XXI que lucha denodadamente desde su lugar de trabajo, la madre que de pronto quedó sola y trabaja para mantenerlos y para que se eduquen, me pregunto, ¿no son héroes? El único problema es que nunca se van a hacer acreedores a un premio Nobel, ni siquiera al reconocimiento de la sociedad. Son héroes antiheroicos , porque son héroes pisoteados por el medio , ya que son anónimos, porque no gozan de prestigio, ni lo gozaran nunca y porque sus nombres no pasarán a la historia, porque no ocuparán ni una línea de los diarios. No son próceres … Ahora bien, en la novela realista se ve a aquel niño desamparado que roba las migas de pan de un ciego como podemos leer en El Lazarillo de Tormes. Analizaré en primer lugar cómo surge la idea del héroe. El mito, como dice Mirecea Eliade, “Los mitos que llegaron a nosotros están vacios de contenidos”, lo que llegó a nosotros fue la Leyenda, porque el verdadero significado del mito de la antigüedad es el que no ha sido descifrado. Lo que nosotros conocemos con las religiones en la Edad Media, que están en plena decadencia y a esas las llamamos paganas. Es decir que cuando hablamos de paganismo, no hablamos de religiones antiguas o no cristianas, no, hablamos de esa religión antigua en decadencia a la que uno en la actualidad no tiene acceso. Nosotros somos los descendientes y los hijos de esas razas humanas y esos misterios se revelan en nosotros y son tradiciones que no llegamos a comprender y que no están a nuestro alcance. Son siglos que viven dentro de la raza humana, si bien es cierto que el ambiente influye, así como los padres. Tanto Eneas, como Ulises, como todos los héroes grecolatinos, andan perdidos por los mares, y si uno ve esos mares están dentro de nosotros mismos y el camino lo tenemos que hacer nosotros. El personaje central de la obra El juguete rabioso es Silvio Astier. En el primer capítulo, “Los ladrones”, influido por la lectura de folletines, funda con otros dos adolescentes “El club de los caballeros de la medianoche” y se dedica a pequeños robos en el barrio. Después de un fracaso, el Club deja sus actividades. En el segundo capítulo, “Los trabajos y los días”, Silvio, luego de mudarse de barrio, consigue trabajo como

dependiente de librería y pasa a vivir a la casa de Don Gaetano, su patrón. Al fin, por diversas humillaciones que recibe, intenta quemar la librería en que trabaja, pero fracasa y deja su puesto. En el capitulo tercero, “El juguete rabioso”, intenta ingresar en la Escuela de Aviación como aprendiz de mecanico; primero lo aceptan , pero luego le dan de baja porque no necesitan “personas inteligentes sino brutos para el trabajo”. Luego de todo esto, Silvio vive una aventura con un homosexual en una pieza de hotel. Así es que compra un revolver y piensa suicidarse, pero también fracasa. Pasado ya un tiempo conoce al Rengo, un individuo marginal que trabaja como cuidador de carros en la Feria de Flores. Éste cuenta a Silvio el proyecto de robo en casa del ingeniero Vitri. Silvio acepta. Luego en su interior se pregunta : “¿Y si lo delatara?”. Y así es como va a ver a Vitri, delata al Rengo, éste es arrestado, y Silvio le comunica a Vitri que desea marcharse al sur del país. Es importante observar que en el momento en que delata al Rengo es la única vez que no fracasa, cuando realiza un acto “socialmente” bueno, pero individualmente malo.

Todos los personajes de Arlt son héroes antiheroicos y por lo tanto hay que tomarlos desde lo marginal. En muchos sentidos los personajes de Arlt se asemejan al antihéroe de la novela picaresca. Silvio Astier debe enfrentar por sus propios medios a la soledad, la pobreza y el desamparo. A semejanza del pícaro tradicional, ocupan ellos el centro de la narración en tanto sus amos o señores se mueven en planos secundarios. Silvio Astier reúne las condiciones no del héroe antiguo, sino del antihéroe o héroe antiheroico. A diferencia del Lazarillo, el bastardo recogido por caridad y luego arrojado a los caminos y pasando de amo en amo, Silvio Astier es aquel que desde niño lleva dentro de si el deseo de llegar a… algo, a ser alguien y tras tener fracaso sobre fracaso, traiciona y es la única vez que no fracasa. El antihéroe de esta novela, Silvio Astier, deberá asumir su realidad degradada , es decir la imagen que los otros le imponen de si mismo. Es un hombre soñador y humillado y su mundo está rodeado por delincuentes y seres marginales, pareciéndose todos entre si. El autor permite inferir a través de la conducta de su personaje un paralelismo entre el pillaje y la traición, llevado a cabo por Silvio Astier y sus amigos, Enrique y Lucio, en la niñez y esta última ya en la adultez.

Si bien el concepto de antihéroe puede aplicarse tanto a Silvio Astier como a lazarillo, el antiheroismo tiene matices diferentes en ambos personajes. Silvio Astier participa de las condiciones sociales del antihéroe , en tanto recordamos que se ven en él al pequeño individuo de clase media porteña azotado por la miseria, marginado socialmente, torturado por los tabúes del sexo. Lazarillo de Tormes, que también es antihéroe, nada tiene en común con Silvio Astier, el primero roba por necesidad, este último a causa de los fracasos que tiene llega a traicionar y habiendo sido también un niño como Lazarillo, roba por placer y hasta llega a formar “El Club de los Caballeros de la Medianoche”. Es evidente que aquí nos encontramos con dos antihéroes absolutamente opuestos. En El juguete rabioso no se ve el ideal del caballero perfecto de las altas esferas sociales, en tanto que Lazarillo, el bastardo colocado en el centro de la novela, se hace acreedor a nuestras simpatías por sus actitudes. Luego es antihéroe por oposición al concepto tradicional del héroe caballeresco. Silvio Astier es antihéroe como una burda imitación de aquellos que el novelista considera seudohéroes de la historia. El protagonista de Roberto Arlt no vive sus experiencias en una suma adicionada sin conexión causal; lejos de ello cada uno de los traspiés del personaje de Silvio Astier reconoce una causa anterior. El universo del pícaro a la inversa no le permite llegar a conclusiones con facilidad, deberá tropezar una y otra vez para llegar a comprender lo errado de sus pasos. Aferrado a su circunstancia no posee otra escuela ni mas guía que la de sus yerros y tropiezos, pues todo su mundo gira en torno a su propia experiencia. En El juguete rabioso, el novelista es una especie de dueño y señor de las vidas cuyos hilos maneja. Si vinculamos el robo efectuado por Silvio Astier con las migajas de pan hurtadas por Lazarillo, o con las malas artes de que se vale el Buscón para disponer a gusto de las gallinas de su ama, vemos que estos últimos hurtan por necesidad, en tanto que Silvio Astier sigue el impulso de sus caprichos infantiles. Del contraste entre Silvio Astier de naturaleza diabólica, inteligente y Lazarillo de naturaleza libre, impulsiva , surgen las difíciles situaciones por la que deberá atravesar este último: deberá enfrentar las situaciones en que lo coloca su temperamento franco y juvenil. Esta novela de Roberto Arlt comparte con la novela picaresca el tono satírico con el cual desenmascara situaciones y deja al descubierto la hipocresía y la situación social en que se vive. Así es que a este personaje antiheroico que vive rodeado de seres marginados, estos le excitan su vena cleptómana desde la niñez y condicionado por la sociedad.

Ahora bien, ¿qué quiso mostrar Roberto Arlt en esta novela? ¿Quizás ciertas formas de alienación del individuo en el mundo contemporáneo? Habrá de ser un muy buen tema de investigación para otro trabajo. Se ve en esta obra que Arlt persiste en la imagen del muchacho que procura desentrañar el secreto del “juguete rabioso” que en fin es su vida. El Lazarillo es el nombre del protagonista, cuyo titulo completo es La vida de Lazarillo de Tormes y de sus fortunas y adversidades. Tradicionalmente se denominaba Lázaro al hombre que soportaba toda clase de desdichas y proezas. El tema principal de esta novela es el hambre y los medios de los que se vale el pícaro para superarla. Alrededor de este tema giran todas las alternativas por las cuales atraviesa el personaje central. Es importante destacar que el tema del amor esta ausente en la novela picaresca. El Lazarillo pertenece al estrato social más bajo, al comienzo es un niño sin maldad que se va deteriorando por lo golpes que recibe y que van brindándole experiencia. Ahora bien, si comparamos a Lazarilo de Tormes con los héroes de los diversos tipos de novela de la época, el pícaro aparece como un “antihéroe”, no hay luchas por la amada, ni paisajes campestres idealizados, sino que Lázaro es un vagabundo que acude a diversas tretas para sobrevivir. Lázaro no es ladrón , cuando roba lo hace para satisfacer sus necesidades primarias, no es pendenciero, sí tiene un intimo deseo de libertad que lo conduce a deambular de un lado a otro. En la primera mitad del siglo XVI la sociedad española estaba en plena decadencia financiera a causa de las largas guerras. Lazarillo, por la tanto aparece como víctima del momento histórico que le ha tocado vivir. Se da con esto la aparición del “antihéroe” como expresión del derrumbe de los mitos del mundo caballeresco. Otro aspecto es el carácter itinerante del protagonista, el pícaro pasa de amo en amo, movido siempre por el hambre, acuciado por una necesidad que no logra remediar en uno u otro señor. Así construye su existencia donde el prójimo es simplemente un elemento de apoyo o de explotación, nunca un medio de autoformación. CONCLUSION En El Juguete Rabioso de Roberto Arlt, se sugiere la presencia y la acción de los hombres con los cuales Silvio Astier se rodea, mediante robos, desilusiones, aceptar por su parte la realidad, ver que fracasa y fracasa en todo lo que emprende, hasta que traiciona. Aunque este es el aspecto en el cual se pone énfasis, en el Capítulo IV, todas las particularidades

contempladas por el antihéroe son tomadas en esta novela. Aparece la actividad de cada uno de los personajes: Silvio Astier, sus amigos Enrique y Lucio, Don Gaetano, el Ingeniero Vitri, el “Rengo”. Las características propias del antihéroe que desde mi punto de vista, tanto héroe como antihéroe corresponden a un mismo paradigma. Este hombre tiene un destino en el cual queda atrapado, aunque como escritor quede aprisionado en su obra. En síntesis en El juguete rabioso de R. Arlt se ven las distintas características del antihéroe contempladas por el hombre, pero realiza asimismo innovaciones, una de las más interesantes es la traición. Por último resulta original la equiparación del antihéroe con el hombre en general y el Lazarillo de Tormes en particular, a través del único atributo que aquel no pierde, y este último no tiene ni recibe por transferencia: el robar por placer. Estamos en presencia, como se ve, de una "novela de la iniciación", no, por cierto, a la manera del Wilhelm Meíster, la conocida novela de Goethe, sino más bien en una tradición "negra" que no tiene precedentes en nuestra literatura, siguiendo, tal vez no a sabiendas, los pasos del Marqués de Sade y del Conde de Lautréamont. La estructura de los tres primeros episodios resulta homóloga: un intento de Silvio por afirmarse como individuo (mediante/el acto antisocial, en los dos primeros casos; mediante el suicidio, en el último), fracasa lamentablemente. En el cuarto, este juego de oposiciones e interrelaciones se sutiliza y complica al máximo: Silvio parece encontrar una posibilidad de relación humana con El Rengo, y justamente entonces lo delata: esta es la única vez que no fracasa, cuando realiza un acto "socialmente" bueno pero individualmente malo. Amargamente, el libro se cierra y el lector sospecha que no hay salvación ni para Silvio ni para la sociedad en que vive. Aquí se produce la ruptura con la tradición "negra" de que se hablaba, pues este final sorpresivo, injustamente calificado por Zum Felde como "lo peor que tiene este libro", tiene el efecto de un shock para el que lee, remitiéndolo, de golpe, a una precisa realidad social. Noé Jitrik observa que la novedad de la novela estriba "en que los problemas sociales que maneja no están vistos de afuera, como curiosidad o como aberración propia de otros, sino desde adentro, sin renunciar al riesgo que implica examinar una realidad sin desentenderse personalmente de ella". Ello es particularmente cierto durante el episodio de la librería, donde se asiste a una especie de contagio casi físico por Silvio de la atmósfera viciada, "mala", que lo rodea; y en el episodio del homosexual, en el que este problema es asumido, por primera vez en nuestra literatura, sin exagerada intención moralizadora o didáctica, y tampoco a partir de una falsa oposición entre normalidad y anormalidad, sino desde la desnuda dimensión humana, individual, del conflicto. Técnicamente, el libro utiliza, casi sin proponérselo, algunos procedimientos de la nueva novela. No se explica la situación social, el aspecto ni los pensamientos de los personajes: toda la explicación está dada por la acción misma, por el relato de los hechos. En el primer episodio, la ficción se interna en la realidad (de la historia); los folletines de aventuras son, al mismo tiempo, materia y motivo de los acontecimientos; la vida de los personajes remeda la vida de los otros personajes, los de la ficción dentro de la ficción. También es moderna la presentación psicológica de los personajes: la vida psíquica es presentada con todas sus arbitrariedades, despojada de la casualidad, fragmentada en innúmeras vivencias que muchas veces no se relacionan entre sí. El mismo año de la aparición de El juguete rabioso, 1926, se publicó otra "novela de la iniciación", más famosa que la de Arlt: Don Segundo Sombra. Diferentes por tantas

razones -El juguete es urbana, y encarna una concepción pesimista de la sociedad urbana, hecha de derrumbe de valores e inseguridad moral, mientras Don Segundo reconcilia tradición y modernidad en su visión del mundo rural, en su nostálgica canción de despedida a un mundo de intemporalidad y esencias; El juguete está escrita íntegramente en un lenguaje empastado, áspero, con fidelidad coloquial, sin música ni lirismo, en tanto que Don Segundo se empeña en trozos de rara calidad poemática, en finas descripciones impresionistas, de manera que una página aislada del libro de Arlt nada dice a la sensibilidad del lector, mientras muchas de las de Don Segundo se leen con placer-, tienen en común, aparte de lo obvio de su asunto y de la narración en primera persona, el hecho de asumir las reglas del juego de la narrativa moderna, aunque fuera en diversos ámbitos. Y si Don Segundo Sombra, debido a su perfección y al mundo que representa, no podrá ser imitado y antes bien cerrará una época, El juguete rabioso, con todas sus limitaciones, traerá a nuestra narrativa una fuerza germinal que está lejos de haberse agotado. Bibliografía del autor: Roberto Arlt nació en Buenos Aires el 26 de abril de 1900, hijo de Karl Arlt, prusiano de Posen (hoy Poznan, en Polonia), y de Ekatherine Iobstraibitzer, natural de Trieste y de lengua italiana. El carácter de su padre, un soplador de vidrio también capaz de confeccionar tarjetas postales art nouveau, no facilitó su inserción en el hogar de la familia, que abandonó en 1916. Aunque hasta esa fecha había asistido a varias escuelas, aprendió sobre todo en las calles del barrio porteño de Flores, donde transcurrió buena parte de su infancia y adolescencia. La necesidad lo haría pintor de brocha gorda, ayudante en una librería, aprendiz de hojalatero, peón en una fábrica de ladrillos y estudiante fracasado de la Escuela de Mecánica de la Armada, por recordar algunas de las ocupaciones que llenaron sus días. Un matasellos y una máquina de prensar ladrillos le dieron las primeras y tempranas ocasiones de comprobar la escasa atención que iba a merecer su persistente carrera de inventor, pasión que había de encontrar un eco notable en su obra literaria. En 1916 inició su trabajo de periodista, tarea con la que intentaría resolver sus problemas económicos y que le permitió relacionarse con los círculos literarios porteños. En esa fecha dio a conocer su primer cuento, «Jehová», con el que comenzó una carrera de escritor que se consolidaría desde que en 1926 dio a conocer El juguete rabioso, novela sobre un adolescente que se inicia como delincuente y termina como traidor a los suyos. En un tiempo de aparente prosperidad para el país, esa obra parecía hablar de la crisis de los proyectos modernizadores del siglo XIX, que habían convertido a Buenos Aires en una babélica ciudad de inmigrantes, moradores de inquilinatos y conventillos cuya única realidad era la de las calles en que se desenvolvía su lucha por la vida. Eran la cara oculta de una Argentina agitada por conflictos ideológicos y de clase, amenazada por una crisis económica inminente, observada por los militares que dominarían la escena política a partir de 1930. La excepcional lucidez de Arlt haría de esta primera obra, interpretable como la voz de los postergados por el sistema social vigente, el punto de partida de la novela argentina contemporánea. La valoración de esas aportaciones se vio afectada durante mucho tiempo por las polémicas que agitaron la vanguardia porteña de los años veinte. Su capítulo más recordado es el de las diferencias reales o aparentes que enfrentaron a los grupos de Florida y Boedo. Aunque mantuvo relaciones con los escritores adscritos al primero (por

algún tiempo fue secretario de Ricardo Güiraldes, a quien dedicó El juguete rabioso, y colaboró en la revista Proa), Arlt no dejó de sufrir el desdén de los martinfierristas, representantes de un arte minoritario y europeizado, jóvenes cultos que parecían detentar los derechos a la tradición literaria y a la renovación. Ese rechazo lo llevaría a ocultar sus lecturas y alardear de sus deficiencias de estilo, despreciando a quienes escribían bien y eran exclusivamente leídos por correctos miembros de su propia familia. En esa tesitura, inevitablemente había de ser relacionado con el otro bando: con quienes desde el barrio popular de Boedo defendían un arte comprometido con los problemas del hombre, preferían el cuento y la novela a la poesía, y veían en la literatura una posibilidad de contribuir a la transformación de la sociedad. Pero tampoco era ése su lugar. Las empresas colectivas no parecían interesarle, ni siquiera cuando iban encaminadas a mejorar las condiciones de vida de los desheredados. Las razones de su acusado individualismo pueden encontrarse en sus experiencias personales, que determinaron en alguna medida la visión negativa de la institución familiar y de la mujer que ofrecen sus personajes, su temor de la miseria, la fascinación ante quienes mostraran poseer la fortaleza necesaria para sobrevivir solos en un medio social hostil. El juguete rabioso se alimentaba en buena medida de ese material autobiográfico, y descubría vidas difíciles en un Buenos Aires hasta entonces prácticamente ignorado. Las novelas Los siete locos (1929) y Los lanzallamas (1931) ampliaron después esa indagación con un tratamiento alegórico que la convertía en una reflexión sobre la sociedad argentina e incluso sobre la condición humana. Los apodos simbólicos de algunos miembros de una sociedad secreta, financiada mediante la explotación de los prostíbulos y destinada a provocar una conflagración universal, son el indicio más evidente de la condición expresionista de esos relatos, que convierten la realidad en una fantasmagoría donde se dibujan con nitidez los perfiles de un mundo que se desmorona. La voz burlona o cínica del narrador se encarga de parodiar ese drama hasta convertirlo en una mascarada, desde la perspectiva de quien conoce la falsedad de los valores, la inutilidad de los esfuerzos, lo insensato de las ilusiones, el fracaso inevitable de los proyectos y lo terrible del fin. De paso, es posible percibir las consecuencias de una modernidad tecnológica tan fascinante como amenazadora, de unas prácticas revolucionarias tan esperanzadoras como grotescas, de la alineación social y psicológica que padece el hombre contemporáneo. La única salida (falsa también) se concreta en la transgresión, en la degradación que permite una absurda apariencia de ser, en la perversidad que al menos permite la certeza de existir en el mal. En El amor brujo (1932), sin duda su novela menos comentada, Arlt insistiría aún en la presentación de personajes obsesionados por la felicidad y a los que la fantasía permite evadirse de una existencia gris. La factura realista fue la dominante en los nueve relatos reunidos en el volumen El jorobadito (1933), próximos a las inquietudes características de las novelas citadas. Eso no impidió que algunos mostraran una proclividad hacia lo fantástico que había de acentuarse progresivamente. Aparentemente ajena a la literatura argentina, la obra de Arlt encontraría en esa dimensión la posibilidad de afirmarse en una tradición que en el Río de la Plata contaba ya con notables manifestaciones de ese signo. Arlt insistió en ella tras visitar España y Marruecos en los últimos meses de 1935 y los primeros de 1936. Fruto de ese viaje fueron los cuentos que en 1941 reunió en El criador de gorilas: aunque también estaban presentes el África negra y algunos escenarios asiáticos de cultura islámica, las referencias geográficas remitían sobre todo a Marruecos, con preferencia por Tánger, cuyo estatuto internacional favorecía la actividad de los Servicios Secretos de

distintas potencias, y por los territorios entonces sometidos al control de España. Allí fue donde Arlt se sintió fascinado por un mundo seductor y repulsivo, conjunción violenta de medioevo y modernidad, fiesta de colorido determinada por la diversidad de los tipos humanos, primitivos y refinados, generosos y crueles. Crímenes, venganzas, pasiones y otros ingredientes daban a las historias una atmósfera oriental, cuyo encanto resultaba corregido por el cinismo que una vez más solía caracterizar a los narradores, y que daba una dimensión paródica a la pretensión moralizadora o ejemplar que adoptaban en ocasiones. También afectaba a la crítica social (del fanatismo, del abuso de poder, de la avaricia) que permitían deducir. Los relatos de El criador de gorilas alejaban a Arlt del ámbito de Buenos Aires, y parecían también ajenos a las preocupaciones metafísicas que antes eran ingrediente fundamental en las complicadas psicologías de sus personajes. Con ese nuevo espíritu guarda relación Un viaje terrible, una «nouvelle» derivada de la estancia del escritor en Chile, en 1940, y publicada cuando regresó a Argentina en 1941. Aquella experiencia le permitiría imaginar un viaje hacia Panamá iniciado en el puerto de Antofagasta, y que estuvo a punto de concluir trágicamente para el narrador cuando el barco navegaba frente a la costa del norte de Perú. El relato reitera intereses manifiestos en la vida y en la literatura de Arlt. Ya en 1920, en su breve ensayo «Las ciencias ocultas en la ciudad de Buenos Aires», había mostrado esa mezcla de fascinación y sarcasmo con que se refería ahora a las artes adivinatorias o a la carta astral que parecían determinar los destinos de sus estrafalarios personajes. También se encuentran ecos de sus inquietudes científicas del momento, ocupado como estaba en llevar a buen término el proceso de gomificación de las medias de señora del que esperaba la fama y la riqueza. La voz divertida y sarcástica del narrador, que ha emprendido esa «Travesía del Terror» forzado por sus últimas estafas, da un tono de farsa a la aventura y a sus protagonistas, cuyos deméritos y fracasos no entrañan concesión alguna al patetismo. Un viaje terrible confirma la impresión de que Arlt optaba por indagar en territorios de imaginación que a veces parecían rondar la literatura fantástica. Curiosamente, estos relatos que completan su obra narrativa recuerdan sus principios: responden a los gustos declarados en El juguete rabioso por Silvio Astier, cuando a la edad de catorce años se abandonaba a los deleites de la literatura bandoleresca y anhelaba inmortalizarse como un delincuente de alta escuela. Quizá las creaciones de Arlt pueden verse como una búsqueda de salida o de sublimación personal por medio de los sueños o la literatura, o eso es lo que indica su producción teatral, también relevante. Si se deja al margen el fragmento de Los siete locos que el Teatro del Pueblo escenificó en 1932 con el título de El humillado, esa producción se inicia con 300 millones, obra representada en julio de ese mismo año por el conjunto de Leónidas Barletta. Arlt abordaba allí el análisis de las razones que llevan a una muchacha a suicidarse, y para ello recurría a la concreción teatral de las fantasías que la habían ayudado a sobrevivir por algún tiempo: en escena aparecen Rocambole, la Reina Bizantina, el Galán, el Demonio o la Muerte, creando un clima de farsa ajeno a cualquier pretensión realista y emparentable con la factura expresionista que sus narraciones alguna vez habían conseguido. Por otra parte, esa corporización de los sueños permitía entrever la capacidad de las ficciones para subsistir por sí mismas. Saverio el cruel y El fabricante de fantasmas, piezas estrenadas en 1836, le permitirían mostrar con precisión las relaciones entre esos fantasmas y la creación literaria. Si 300 millones hablaba de la imaginación como una posibilidad de supervivencia, sublimando las frustraciones de una existencia mediocre, El fabricante de fantasmas dio vida a los que atormentaban a un dramaturgo, ahora hasta llevarlo al suicidio. Como esos fantasmas eran a la vez el fruto de

la imaginación y de los remordimientos de un escritor, la literatura se mostraba capaz de revelar las dimensiones profundas de la personalidad, a la vez que el juego entre la imaginación y la realidad convertía al autor y a sus personajes en una sucesión de máscaras sin identidad precisa. En esa idea insistiría Saverio el cruel, apelando al recurso pirandelliano del teatro dentro del teatro para conjugar una broma canallesca con la reflexión sobre la farsa de las relaciones y las ilusiones humanas y el análisis de los mecanismos del poder, hasta dar al conjunto una dimensión trágica. Arlt estrenó La isla desierta en 1937, África en 1938, y La fiesta del hierro en 1940. A esas obras hay que sumar Prueba de amor, «boceto teatral irrepresentable ante personas honestas» que se editó en 1932, las «burlerías» La juerga de los polichinelas y Un hombre sensible publicadas en 1934, y El desierto entra en la ciudad, una farsa dramática que Arlt concluyó poco antes de morir en Buenos Aires, el 26 de julio de 1942. De esas obras, que dan a su autor un lugar de notable relieve en la vanguardia teatral argentina, merece especial atención África, cuyos cinco actos van precedidos de un exordio en el que Baba el Ciego, un «jefe de conversación», declara su intención de narrar las historias que luego conforman la obra. África se propone así como una ficción dramática que a su vez genera otras, y afirma su relación con la práctica oral del relato que Arlt había observado en el norte de África y que también inspiró los cuentos de El criador de gorilas. Arlt había escrito para el diario El Mundo, donde empezó a trabajar en 1928, las Aguafuertes porteñas que reunió parcialmente en un volumen publicado con ese título en 1933. El mismo periódico lo envió a España y Marruecos en 1935-1936, y antes y después a Uruguay y Brasil, en 1930, y a Chile, en 1940. Entre las crónicas de viaje escritas a raíz de esas experiencias, sobresale la selección y publicación en 1936 de sus Aguafuertes españolas (1ª parte. Impresiones), además de los artículos en que dejó constancia de los rudos trabajos de las campesinas marroquíes, de su visión crítica de determinadas costumbres árabes, y de la fascinación que también llevaría a sus relatos y a su teatro. Las aguafuertes de El Mundo constituyen la parte de mayor interés literario en una producción periodística que incluyó también las notas redactadas en 1926 para la revista Don Goyo, así como las crónicas policiales escritas en 1927 y 1928 para el diario Crítica. Esa producción permite comprobar la gran capacidad de su autor para adentrarse en los problemas sociales y políticos de su tiempo, y para exponerlos con imaginación y rigor: no sólo los que afectaron a la Argentina de su época, sino también los que pudo observar en los países por los que viajó y los que determinaban la atmósfera internacional cada vez más enrarecida que llevó a la segunda guerra mundial. Comentario sobre el estilo y temática: La obra nos habla de algún modo de la propia historia de Arlt. No siendo exactamente autobiográfica, la vida de Silvio Astier, el protagonista, posee ciertos referentes imposibles de evadir si de la historia de su autor se trata; una marca concreta es el empleo de Astier como vendedor en una librería. Pero referirse a esta novela en términos de relaciones biográficas sería un error, pues este juguete está envuelto en grandes capas de grueso y rugoso papel. Los envoltorios de este juguete son ásperos, duelen. La pobreza, la marginación, la imposibilidad de ascender y concretar sueños, son apenas algunas de las heridas marcadas en la piel de Astier, y serán estas lesiones y la incapacidad de doblegar las ansias y el

orgullo, las que lo conducirán a robar. Silvio Astier verá no sólo lacerados sus sueños, sino que dolida su vida. El trabajo humilde y salariado es el único remedio que ve la madre, pero aunque Silvio opte por él, finalmente conducirá sus pasos por el crimen, la envidia y vivirá traiciones y humillación en aquellos lugares donde el latrocinio es lo que se impone, lo que él se impuso. El escritor juega con un artefacto, es decir, toma un instrumento y le quita sus funciones normales para convertirlo en otra cosa. Pero esta cosa no es algo inerte, sino que se subleva de modo enrabiado contra su autor y contra sus lectores. Les estalla en las manos, los obliga a ponerse activos, defenderse o complicarse con el curioso artefacto. Para trabajar con tan riesgosa maquinaria, Arlt contaba con un dispositivo aparentemente escaso. No era un escritor de la tradición letrada, sobreescrita, culterana, que había cobrado identidad «profesional» a partir del modernismo. No contaba con la enciclopedia lingüística y literaria de un Lugones o un Larreta, con la ambición de polígrafos que animaba a Ricardo Rojas o a Manuel Gálvez. Tampoco sumaba las astucias de biblioteca de su contemporáneo Borges. Ni siquiera lo inquietaban las novedades técnicas y las densas justificaciones doctrinarias de las vanguardias, que proliferaban en los tiempos de su juventud. No es considerada una novela de hoy, pero “El rabioso juguete” sigue funcionando, estallando en rabietas e interesando a gentes que están lejos de los lugares y los instantes que rodearon su aparición. Sus aventureros, sus delirantes, sus locos, sus mujercitas, sus mujerzuelas, sus maniáticos, sus revolucionarios, sus déspotas, sus ladronzuelos, sus rufianes, pertenecen para siempre al siglo XX que, fue problemático. Nos vuelven capaces de horrorizarnos de sus desvaríos hasta la compasión porque son los nuestros. No lo sabíamos hasta que Roberto Arlt fue capaz de mostrárnoslos. Es una producción que condensa lo mejor de la vanguardia social de los años 20 en nuestra tierra, siendo la primera novela del autor. “El rabioso juguete” da en la cara de la modernidad con su sentido crítico, su sensibilidad, su denuncia, el rescate de los personajes marginales, la otra cara de la idealización, el realismo crudo y lúcido, la esperanza módica y las grandes pasiones albergadas en los pequeños cuerpos de sus protagonistas inolvidables. Por otro lado merece ser destacado la actualidad que presenta para los habitantes de la Argentina del siglo XXI. Por lo que observamos en la novela, la manifestación hostil de la ciudad hacia Silvio, el hecho de que lo expulsa de un lado a otro y lo degenera, podemos situara Roberto Arlt como precursor de la narrativa urbana, ya que éste eleva la ciudad del estatuto de escenario y ambiente, para el de personaje. La novela, es por tema y tratamiento una novela de formación con muchos recursos, donde se describe las andanzas picarescas de Silvio Astier por los arrabales bonaerenses, y aunque tiene la sinceridad de mostrar un mundo que hasta entonces había sido poco tratado por los argentinos , la marginalidad urbana. Su verdadero interés estriba en el final de la obra, cuando Astier delata el robo que planea hacer su mejor amigo y lanza una perturbadora apología de la traición: "Hay momentos en nuestra vida", dice Astier, "en

que tenemos necesidad de ser canallas, de ensuciarnos hasta adentro, de hacer alguna infamia (...) de destrozar para siempre la vida de un hombre (...) y después de hecho eso podremos volver a caminar tranquilos". Al igual que en la novela picaresca, el héroe —o antihéroe— trata de conquistar el paraíso de la abundancia sin obtener más que tropiezos caricaturescos en un entramado hostil, repleto de personajes patéticos, ruines y desesperados que Silvio soporta con aires de resignación con tonos masoquistas: «Ya no tengo ni encuentro palabras con las que pedir misericordia. Baldía y fea como una rodilla desnuda es mi alma.». La evolución del personaje a través de la experiencia, le conduce nada más que a un pozo negro y grande idéntico a su barrio, un mundo triste de valores y absurdas situaciones donde la injusticia dicta las leyes en cada gremio y estamento: «Aquí no necesitamos personas inteligentes, sino brutos para el trabajo». Así, el papel donde Astier describe su lucha por la vida, cada día está más humedecido. El pesimismo agarrota sus sentidos, asi lo muestra el fragmento: «A mis oídos llegan voces distantes, resplandores pirotécnicos, pero yo estoy aquí, solo, agarrado por mi tierra de miseria como con nueve pernos». Cuando Silvio Astier toma conciencia de que nunca formará parte de ese otro mundo es derrotado por la rabia: «Estremecido de odio, encendí un cigarrillo y malignamente arrollé la colilla encendida encima de un bulto humano que dormía acurrucado en un pórtico». Astier, toma el camino del orgullo y la venganza: su victoria económica es menor, se trata de ser un ser excepcional, único, por un extremo o el contrario: «yo, por mi inquietud me siento, a pesar de mi canallería, superior a usted», y es así, a través de la infamia, como Arlt, o Astier, se sitúan por encima de consideraciones morales, siendo la hipocresía, la perversidad y por supuesto, la ironía, las armas de su triunfo: «El recuerdo, semejante a un diente podrido, estaría en mí, y su hedor me enturbiaría todas las fragancias de la tierra, pero a medida que ubicaba el hecho en la distancia, mi perversidad encontraba interesante la infamia». Para concluir cabe destacar el carácter realista que presenta la novela, reflejado en el protagonista ( Astier) como si se tratase de la propia historia de Arlt. Se trata de una obra con una gran cantidad de recursos ,que es lo que le da ese carácter tan real, donde Arlt trata con toda naturalidad los temas que realmente le preocupan y han formado parte de su vida.

Segundo TP – Análisis de El juguete rabioso de Roberto Arlt Posted on junio 1, 2008 | Deja un comentario Modalidad: escrito e individual Fecha de entrega: lunes 23 de junio Indicaciones Generales: El trabajo debe dar cuenta de una lectura completa y atenta de la novela. Para ello, es necesario que cada una de las respuestas posea tanto análisis como

descriptción; es decir, que se abstraigan los sentidos, pero que lo planetado se sostenga en el texto mismo. Por lo tanto, es necesario dar ejemplos, citar o glosar la obra como modo de fundamentar lo dicho. El trabajo podrá ser presentado a mano o tipeado en computadora. Deberá tener una extensión mínima de dos páginas y una máxima de cuatro. Tenga en cuenta que se le plantean tres ejes de análisis: a. el narrador; b. las lecturas de Astier; c. El juguete rabioso como novela de aprendizaje. Los tres ejes están desarrollados a continuación y, a modo de orientación, cada consigna está formulada con una serie de preguntas. La respuesta a cada punto, si bien debe atender a los distintos aspectos solicitados en los interrogantes, tiene que ser integradora. De modo que se aconseja realizar un desarrollo que comtemple todos esos aspectos, sin separarlos. Consignas de análisis: 1.Analice el narrador de la novela: ¿qué persona gramatical asume? ¿qué tipo de narrador es? ¿qué características podría aportar del narrador de la novela? 2.Las lecturas que Silvio hace: ¿cuáles son?, ¿qué importancia tienen en el desarrollo de la obra? ¿cómo se vinculan los saberes experienciales y los saberes librescos en este proceso del personaje-lector? 3.Podemos sostener que El juguete rabioso es una novela de aprendizaje, entendiendo por esto a aquel relato en el que se muestra el desarrollo físico, moral, psicológico o social de un personaje, generalmente desde la infancia hasta la madurez. ¿Cuál es el “aprendizaje” de Astier en la novela y cómo se construye ese proceso?