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• Kevin Armando

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JOKER (2019) Por: Kevin Chamorro 13 de enero de 2019 “Las emociones reprimidas nunca mueren. Están enterradas vivas y saldrán a la luz de la peor manera” Sigmund Freud

En el contexto actual de la sociedad en la que vivimos, muy pocas personas son las que apuestan por realizar una crítica directa o indirecta a los múltiples problemas sociales que aquejan la sociedad, este es el caso de Joker, una película inspirada en los cómics de DC, con un tono muy realista que ha sido una de las gratas sorpresas que se pueden observar en una industria llena de mercantilismo, en donde la gran apuesta no son precisamente cintas que contengan un valor moral. Cabe preguntarse: ¿Es Joker una simple película de superhéroes, o hay un mensaje mucho más profundo detrás de la cinta de Todd Philips?. No es una película fácil de ver, de hecho el primer acto es casi un thriller acerca de todo lo malo que le puede suceder a un hombre que ha caído en desgracia, en desesperación, intentando ser una persona que nunca quiso ser, en una sociedad individualista donde poco o casi nada importan los desamparados y donde la necesidad obliga a las personas a comportarse como seres despreciables y con una moral difícil de entender y aceptar. Este particular ocasiona el surgimiento de movimientos de protesta que de a poco se van convirtiendo en grupos armados con una necesidad de generar un cambio, ya sea por medio de la protesta o por medio de la violencia, es en este punto donde si pensamos con detenimiento, es imposible el no realizar una comparación con la realidad de muchos países actualmente en América Latina, nuestro país incluso en los pasados meses fue escenario de protestas similares. Pero cuál es la razón por la cual el pueblo ha decidido alzarse y poner su voz de protesta, llegando incluso a usar la violencia como arma de negociación, tal vez Joker tenga la respuesta, y es que la película es tan dura y enfoca de manera brillante el sentir de una

sociedad agobiada, cansada de sus gobiernos y con una esperanza de mejora a su situación casi nula, que convierte a sus miembros en ciudadanos fríos, parcos, individualistas donde se impone la ley de la supervivencia del más fuerte, dejando totalmente de lado los ideales de una sociedad justa y próspera. En ese sentido, Joker intenta plasmar las consecuencias que pueden ocasionar en los grupos vulnerables una desatención total de la sociedad no solo a nivel económico sino también emocional, que clase de individuos estamos formando y que mundo estamos construyendo para las futuras generaciones. De ninguna forma se intenta justificar la realización de actos criminales que atenten contra las leyes de una sociedad constituida, y siempre he mantenido la creencia de que: “la violencia solo genera más violencia”; sin embargo, la cinta nos invita a meditar y reflexionar como individuos independientes acerca de la última vez que pensamos y actuamos en defensa de alguien que no pertenezca a nuestro círculo social, de amistad o familiar, incluso va mucho más allá y se atreve criticarnos la desatención que como sociedad practicamos frente a problemas que no puedan afectarnos directamente. Todos estos elementos hacen a la cinta totalmente disfrutable, donde se ratifica la teoría de que para realizar una buena película no es necesario un alto presupuesto o grandes efectos especiales, sino personajes bien construidos y una historia coherente detrás de ellos, planteando temas de interés que pocas cintas de superhéroes se han atrevido a realizar, agregando incluso una carga emocional a cada uno de sus actos y criticando problemas sociales del mundo actual que la elevan a una categoría superior, recordándonos porqué después de tanto tiempo, la gente aún ama ir una sala de cine.