Jef Verschueren - para Entender La Pragmatica PDF

BIBLIOTECA ROMÁNICA HISPÁNICA FUNDADA POR DÁMASO ALONSO HI. MANUALES-, 81 © JEF VERSCHUEREN © EDITORIAL GREDOS, S. A.,

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BIBLIOTECA ROMÁNICA HISPÁNICA FUNDADA POR

DÁMASO ALONSO HI. MANUALES-, 81

© JEF VERSCHUEREN © EDITORIAL GREDOS, S. A., 2002 Sánchez Pacheco, 85.28002 Madrid www.editorialgredas.com

Título original: Understanding P.ragmatics Edward Amold (Publishérs) Ltd. London, 1999

'Diseño gráfico e ilustración: Manuel Janeiro

Depósito Legal: Mi 44251- 2002 -ISkN 84-249-2348-0' Impreso en España. Prfated in Spain Encuademación Ramos , Gráficas Cóndor, S. A. Esteban ferradas1, 12. Polígono Industrial, Leganés (Madrid), 2002

JEF VERSCHUEREN

PARA ENTENDER LA PRAGMÁTICA

VERSIÓN ESPAÑOLA DE

ELISA BAENA Y MARTA LACORTE *

PRÓLOGO DE

GRACIELA REYES.



(iRE DOS b i b l i o t e c a r o m á n i c a h i s p á n ic a

PRÓLOGO

«¿Qué hace la gente cuando usa el lenguaje?» Esta es la pregunta con la que comienza este libro. Pregunta «impertinente», es decir, e l' tipo de pregunta que se sale d.e las reglas del juego de una disciplina, ignora los presupuestos y los paradigmas aceptados y obliga a mirar lo mismo con ojos diferentes. La respuesta-que: .sigue — este -libro'— : es.una1reconsideración,apasionada de la pragmática y una nueva p ro -.. puesta sobre cómo estudiar la comunicación verbal. Esta propuesta es, profundamente distinta de los proyectos más difundidos de la prag- ’■ mática actual, derivados, sobre todo, de las ideas del filósofo Paul Grice, y concentrados en teorizar los principios de recuperación de significados implícitos y en analizar la relación entre funciones prag­ máticas y estructuras del lenguaje, ya sea a partir de la noción filosó­ fica de cooperación o de la noción cognitiva de relevancia. En este li­ bro se parte, en cambio, de las propiedades del lenguaje que hacen posible que lo usemos para comunicamos, y de la relación entre esas propiedades y el contexto, teniendo en cuenta las condiciones sociales y culturales del uso del lenguaje. Estamos, pues, ante otra tendencia en pragmática, no nueva (puesto que tiene una firme tradición), pero menos difundida por los manualeá, revolucionaria en muchos aspec­ tos, y, por invitar al análisis interdisciplinario, menos «lingüística» que las tendencias de origen griceano. Antes de describir sus rasgos principales, echemos una ojeada a la situación y alcances de la prag­ mática en la actualidad.

Para entender la pragmática La pragmática nació de la convergencia de varios enfoques dis­ tintos, los más importantes de ellos filosóficos y lingüísticos, que in­ tentaban encontrar los principios según los cuales los hablantes pro­ ducen e inteipretan significado por medio del lenguaje. Pero antes de |a aparición oficial de la pragmática, hace menos de treinta años, el ^filósofo Charles Morris, que acuñó el término pragmática en el senti­ do que le damos hoy, la definió, dentro de su proyecto de una teoría general de los signos, como el estudio de todas las relaciones entre los .signos y sus intérpretes (Morris, 1938, pág. 6). Aunque no se conec­ tan con esa tradición, los modelos de la pragmática llamada «radical», inspirada sobre todo en Griee (Griee, 1957 y 1989 [1975]), surgidos 4n los setenta, dan a los usuarios del lenguaje un lugar central en la ieoría, tal como proponía Morris, y definen el significado pragmático como el «significado del hablante» (por oposición al significado de las palabras). La pragmática actual, tanto en la tradición griceana co|n o en la tradición «continental», más amplia, que es la de este libro, •estudia el lenguaje en funcionamiento, es decir, en cuanto sirve para producir, transmitir e interpretar significados en la interacción social, .y ofrece teoMas sobre el lenguaje cómo comportamiento y sobre los principios de su empleo. Como consecuencia de esta expansión en el ‘tratamiento del significado lingüístico, la pragmática analiza también las estructuras lingüísticas que expresan la relación entre lenguaje y Contexto de uso, desde los deícticos y los conectares discursivos, Mementos abiertamente pragmáticos, hasta aspectos sintácticos y se­ mánticos que a primera vista parecen menos comprometidos con el 4iso, como el orden de palabras o las presuposiciones. La amplitud del enfoque pragmático, su poder explicativo de fenómenos que no había podido tratar la lingüística hasta ahora (por ejemplo los tipos de signi­ ficados implícitos, los efectos poéticos, la cortesía como resguardo psicológico de los hablantes), su conexión con otras disciplinas (la filosofía, la sociología, la antropología, la gramática), han contribuido 4 asegurar su éxito académico, aunque todavía se discute su unidad teórica y su metodología.

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Por otra parte, la pragmática, a diferencia de otras disciplinas lin­ güísticas, se conecta con las preocupaciones de los hablantes y con sus intuiciones, más o menos conscientes, sobre cómo usar el len­ guaje y por qué. Ningún hablante, ni el menos sofisticado, es indife­ rente al lenguaje. En toda conversación hay un relieve de reflexión metalingüística y metacomunicativa que es esencial a la conversa­ ción, y por eso los modelos de la pragmática para explicar el uso del lenguaje pueden interesar, en principio, a todos los hablantes, aunque no sean lingüistas o no tengan profesiones relacionadas directamente con el discurso. En efecto; la pragmática estudia procesos que, al menos en parte, son analizados por ios mismos hablantes: qué quiere decir alguien con tal palabra, qué es lo implícito de una comunicación, cómo ha de entenderse algo en cierto contexto, por qué un enunciado es apropia­ do o inapropiado, qué viene al caso y qué no viene al caso, qué es cortés o descortés, cuáles son las normas comunicativas de determi­ nada actividad social, quién tiene el poder de decir qué. Reciente­ mente —y de manera muy destacada, en este libro— , se est4 tratando de incorporar estas reflexiones metapragmáticas de los hablantes al análisis pragmático, relacionándolas con dos tipos de fenómenos: por una parte, las ideologías o conjuntos de ideas no examinadas que tie­ ne una comunidad sobre el empleo apropiado y eficiente del lenguaje, y por otra, con principios de uso lingüístico discutidos más o menos explícitamente en las mismas interacciones verbales. Hay una comu­ nidad de intereses entre usuarios legos y usuarios especialistas que hace a la pragmática la más accesible de las disciplinas lingüísticas y la que más puede influir, potencialmente, en la vida de' los hablantes, si los vuelve conscientes de las motivaciones y estructuras de ciertos comportamientos comunicativos. Para algunos pragmatistas, sociolingüistas y educadores, la pragmática puede llevar, incluso, a mejo­ rar la enseñanza del lenguaje y a colaborar para que el lenguaje como bien social se distribuya y disfrute de manera más justa en la socie­ dad, cumpliendo con el viejo ideal de una «lingüística emancipadora» (véase Mey, 1998).

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Algunas de las corrientes teóricas que otorgan a la pragmática este alcance, en especial la representada por Verschueren, incorporan a sus análisis todos los factores contextúales que constituyen el signi­ ficado, incluso las huellas discursivas de la actividad metapragmática de los hablantes, y no la ven como una disciplina más dentro de la lingüística o como un nivel de análisis similar a la fonología o la sin­ taxis, sino como un modo de estudiar todos los niveles del lenguaje desde una nueva perspectiva, la perspectiva del «funcionamiento significativb»; cómo usamos los recursos del lenguaje, sean fonológicos, sintácticos o semánticos, para producir y comprender el significado transmitido, o, dichó de otro modo, cómo funciona el lenguaje, en to­ dos sus niveles, cuando se usa para producir y comprender significa­ do. Para entender la pragmática es lá exposición más coherente y completa de esta lingüística del significado o perspectiva pragmática, de impronta sociocultural e interdisciplinaria, que se distingue de la visión más restringida propia de la pragmática radical anglosajona, originada en Grice. Aunque no vale la pena hacer un mapa de la pragmática actual, ya que casi todos sus límites territoriales son bo­ rrosos, podemos distinguir, por un lado, el campo de los neogriceanos, donde se encuentran la teoría de Levinson sobre los tipos de implicaturas y los significados presumibles (Levinson 2000) y la teoría de la relevancia (Sperber y Wilson, 1995). Cada uno de estos enfo­ ques contribuye a una teoría distinta del significado, parte de premi­ sas distintas, y construye de manera diferente al usuario del lenguaje, pero ambos intentan explicar el misterio de la comunicación —por qué los hablantes entendemos lo que nos transmiten tanto explícita como implícitamente—, y ambos proponen que el significado lin­ güístico que puede estudiarse es el intencional: lo que el comunicador quiere decir o quiere implicar, contando con la capacidad del desti­ natario de reconocer esa intención. La comente neogriceana lleva la marca dé su origen filosófico, discute todavía sus relaciones con la semántica, y trabaja, en la mayor parte de los casos, con ejemplos construidos, como hacen la semántica y la lógica. Por otro lado, te-

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neraos una pragmática más amplia, con una tradición empírica que procede de la etnometodología y de la antropología, más cercana a la sociolingüística, e interesada en la relación entre el usuario y el len­ guaje teniendo en cuenta que el usuario es un ser social, sus cognicio­ nes están mediadas socialmente, y la comunicación acontece en un contexto social y cultural, que debe incluirse en la teoría. Puede verse una descripción de esta tendencia en el editorial del primer número de la revista Journal o f Pragmatics (Haberland y Mey, 1977). De esta zona del mapa pragmático surgió el proyecto de una pragmática coino perspectiva o modo distinto de mirar los fenómenos lingüísticos (véanse, entre otros, Versehueren y Bertucelli Papi, 1987, y Verschueren et al., 1995). , La pragmática que propone este libro es una perspectiva y no un componente más de la lingüística, aunque es, sin duda, una disciplina, lingüística» y pretende recuperar para la lingüística la posibilidad de estudiar el significado en toda su complejidad, es decir, integrando todos los factores que intervienen en la generación y en la interpreta­ ción de significado. Los componentes tradicionales de la lingüística (fonología, sintaxis, semántica) se dedican a investigar cada uno de los niveles estructurales del lenguaje que llevan los mismos nombres. A cada componente le corresponde una unidad de estudio (fonemas, oraciones, significados). Los que, como Levinson (1983), consideran que la pragmática debe ser otro nivel más en el estudio del lenguaje, la integran a la lingüística y le dan un papel complementario respecto de los demás niveles de estudio. Versehueren se opone a esta integra­ ción, y defiende la necesidad de que la pragmática sea, en lugar de un componente de la lingüística, una perspectiva de análisis de cualquie­ ra de los niveles del lenguaje estudiados por esos componentes. Y esto debe ser así, según Versehueren, porque, en primer lugar, las elecciones lingüísticas (que en su teoría constituyen, como veremos enseguida, el proceso básico del uso del lenguaje) se hacen en todos los niveles estructurales, desde la pronunciación de los sonidos hasta la constitución del discurso, y por lo tanto generamos significado en todos esos niveles, y todos deben estudiarse pragmáticamente, no tan

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¿solo los enunciados, como hace la pragmática tradicional. Además, el ^significado lingüístico tiene dimensiones sociales y culturales que ^exigen considerar factores no lingüísticos, y trabajar en tándem con otras disciplinas. La pragmática es, por lo tanto, diferente de la sinta­ xis o la fonología: en cuando perspectiva general, la pragmática es, Inás que una rama de la lingüística descriptiva, una lingüistica del ^significado, Levinson considera que esta pragmática amplia es un comentario sobre los métodos y datos de la lingüística, un modo nuevo de mirar 'ios fenómenos lingüísticos, y concluye que, por meritorio que sea tal Comentario, de todas maneras necesitamos una teoría pragmática Junto con la teoría sintáctica, fonológica y semántica (cfr. 1983, pág. *|3). Mey propone dejar que la pragmática como componente y la Pragmática como perspectiva existan juntamente, ya que, «después de todo, ambas son metáforas que intentan expandir, y no estrechar, el aorizonte epistemológico» (Mey, 1998, pág. 726; trad. mía). Para p/erschueren, en cambio, la pragmática solamente puede ser una pers­ pectiva analítica, y, por lo tanto, situarse fuera del conjunto de disci­ plinas que estudian niveles estructurales del lenguaje, actuando como úna bisagra que une la lingüística a otras disciplinas interesadas en el lenguaje. . La expresión «lingüística del significado», utilizada por Verschue:~sn en este libro, no debe llevamos a creer que su pragmática es una ^specie de lingüística alternativa. Verschueren distingue claramente jSntre «lingüística de los recursos» (la que estudia los recursos fonolóS§icos, sintácticos, semánticos, es decir, las estructuras lingüísticas) y ;« lingüística del significado, que saca provecho de los análisis de la Mngüística de los recursos y estudia la relación entre estos y el con­ texto: como veremos, esta es la tarea exclusiva de la pragmática, que “fesulta, así, no una alternativa, sino otra parte de la lingüística, situada el cruce entre varías disciplinas lingüísticas y no lingüísticas. 0erschueren continúa las ideas de Morris, que proponía estudiar tolas relaciones entre el usuario y los signos, es decir, «todos los fe­ nómenos psicológicos, biológicos y sociológicos que ocurren en el

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funcionamiento de los signos» (Morris, 1938, pág. 108). Dice Levin­ son que este uso amplio del término, que cubre sociolingüística, psicolingüística y otras disciplinas, «es todavía el que se usa general­ mente en el continente» (1983, pág. 2; subrayado mío). Verschueren, sin embargo, separa cuidadosamente la psicolingüística, la sociolin­ güística, la antropología lingüística, etc., de la pragmática, cuyo ob­ jeto, el funcionamiento significativo del lenguaje, es más específico que los programas múltiples que propone ia definición de Morris. Pe­ ro ambos enfoques, el de Morris y el de Verschueren, tienen en co­ mún la inclusión en la teoría de factores no lingüísticos, y afirman la necesidad de una visión interdisciplinaria del significado, con lo cual la propuesta de Verschueren recupera e intenta, desarrollar teórica­ mente una visión muy amplia de ía pragmática. Esta visión no es in­ compatible con el paradigma griceano, puesto que comparte presu­ puestos básicos sobre la naturaleza del lenguaje y el comportamiento de los hablantes, pero sí cambia el panorama de la pragmática, sus temas de trabajo, sus métodos y sus fines. Los lectores comprobarán que én este libio se unen los viejos principios pragmáticos con rein­ terpretaciones críticas de algunas verdades que aceptábamos sin exa­ minarlas ya, y con novedades que, en algunos casos, se apartan es­ candalosamente del «dogma» de la pragmática. * * * Para el autor de este libro, la pragmática debe preguntarse, ante todo, cuánto y cómo contribuye el lenguaje a la vida y a la supervi­ vencia: qué hace la gente cuando usa el lenguaje. La respuesta empie­ za así: la gente, cuando usa el lenguaje, hace elecciones continuas, conscientes e inconscientes, internas o extemas al lenguaje. Elige, idiomas, formas, entonaciones, estrategias, no solo para transmitir significados, sino para interpretarlos. Los procesos de elección se re­ lacionan con tres nociones básicas de la teoría de Verschueren: varia­ bilidad, negociabilidad y adaptabilidad lingüísticas (nótese, por cier­

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to, que el autor se resiste a decir «mi teoría», ya que es consciente del riesgo de intentar crear una visión propia, cerrada, de la pragmática, e imponer así modos rígidos de mirar los fenómenos, presupuestos in­ tocables, o dogmatismos). Variabilidad, negociabilidad y la noción principal, adaptabilidad, son tres propiedades del lenguaje, y partien­ do de ellas el autor llegará a definir la perspectiva pragmática como el análisis de la adaptabilidad del lenguaje. La variabilidad es la propiedad del lenguaje que determina el conjunto de posibilidades de entre las cuales se hacen las elecciones. No se trata, solamente, de las bien conocidas variantes sociales, geo­ gráficas o funcionales del lenguaje, sino del conjunto de opciones presentes en cada situación comunicativa, que no son estables, sino que están en continuo cambio incluso dentro de una conversación, donde una elección puede eliminar alternativas o crear otras. La ne­ gociabilidad, a su vez, es la propiedad del lenguaje responsable del hecho de que las elecciones no se hagan mecánicamente o de acuerdo con reglas fij as de relación entre forma y función, sino a base de prin­ cipios y estrategias muy flexibles. La negociabilidad es tan fuerte, que en pragmática no ponemos asteriscos, como en sintaxis: no hay enunciados «apragmáticos» (sino, a lo sumo, enunciados desafortu­ nados, que no cumplen con la función de comunicar algo a alguien). Toda expresión se puede hacer servir para producir un significado distinto del que era inherente o previsible en esa expresión: la inde­ terminación producida por la negociabilidad se explota de manera creativa, siempre con el riesgo, claro, de que la comunicación falle. La adaptabilidad, finalmente, es la más importante de las tres propie­ dades consideradas, y es la que permite a los seres humanos hacer elecciones negociables, partiendo de una amplia gama de posibilida­ des para poder llegar a cumplir satisfactoriamente (nunca óptima­ mente, quizá) las necesidades comunicativas. A partir de la noción de adaptabilidad, el autor asigna a la prag­ mática cuatro tareas o perspectivas de investigación, que presenta como puntos de mira complementarios para estudiar cualquier fenó­ meno lingüístico: 1) identificar los correlatos contextúales de la

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adaptabilidad; 2) relacionar o situar la adaptabilidad respecto a dife­ rentes niveles de- estructuración lingüística; 3) analizar la dinámica de la adaptabilidad en el tiempo; 4) considerar la saliencia, o sea el es­ tatus de los procesos de generación de significado en relación con la conciencia metapragmática de los hablantes. El contexto y la estructura (tareas 1 y 2) constituyen el locus del hecho comunicativo, es decir, la combinación de rasgos lingüísticos-y extralingüísticos que se correlacionan en el espacio del acto lingüísti­ co. EL contexto ha sido considerado y es todavía considerado por m u-. chos investigadores una realidad extralingüística cuya inclusión en una teoría lingüística es problemática o indeseable. Para el autor, da­ da la indeterminación del lenguaje, que hace que cualquier expresión pueda tener muchos significados que dependen del uso de la expre­ sión, la inclusión del contexto es una garantía de precisión en el estu­ dio del significado. Además, el contexto no es «todo» lo extralingüístico, sino que es generado en el uso del lenguaje, y por lo tanto restringido hasta cierto punto, y, además, puede rastraerse en los enunciados, no es una realidad inaccesible. En la generación de signi­ ficado, el contexto se negocia: se acepta, se rechaza, se replantea, se vuelve a negociar, en el proceso llamado contextualización, quizá el más importante para comprender cómo se genera el significado en la interacción social. Las estructuras lingüísticas, objeto de la tarea 2, son todas sus­ ceptibles de análisis pragmático, y no solamente, como hasta ahora en pragmática, los deícticos o las expresiones o partículas que dan ins­ trucciones sobre cómo procesar el discurso. La pragmática como perspectiva tiene por objeto todas las estructuras: desde las lenguas, códigos y estilos hasta las proposiciones, enunciados y grupos de enunciados, pasando por fonemas; morfemas, palabras. Para el autor, las reglas gramaticales que sirven para construir oraciones en una lengua dada reflejan, meramente, hábitos estructurales que pueden romperse de diversas maneras; si se mantienen relativamente estables es porque así se evita dificultar la interpretación. En palabras del au­ tor, «la gramática no-lleva una vida independiente» (pág. 282): no hay

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ana relación fija entre forma y función, sino negociabilidad y adapta­ bilidad. ) La tarea 3, que tiene a su cargo la dinámica de la adaptación, abarca el conjunto de procesos de adaptación, o sea la naturaleza y el desarrollo en el tiempo de la relación entre contexto y estructura. Esta' üinámica debe estudiarse teniendo en cuenta la variabilidad y la ne­ gociabilidad. Esta es la tarea central y más específica de la pragmáti­ ca. Mientras la lingüística dedicada al estudio de los recursos lingüís­ ticos independientemente del uso estudia a fondo las estructuras de Jas lenguas, y la sociología, la antropología o la psicolingüística ana­ lizan los contextos, la pragmática tiene la tarea exclusiva de analizar l l proceso de interadaptación entre contexto y estructura. En uno de Jos ejemplos preferidos del autor para mostrar la adaptabilidad (y también, más adelante, la saliencia o accesibilidad cognitiva de los procesos de generación de significado), se presenta la siguiente situa­ ción. En un café de California, en el año 1981 (cuando los no fuma­ dores ya habían logrado hacer valer sus derechos, y había secciones :;!e no fumadores en muchos cafés y restaurantes, al menos en Cali­ fornia), una cliente entra y pregunta a la camarera, señalando una me­ sa en la que quiere sentarse, si es de no fumadores. La camarera no contesta a la pregunta, sino que le dice a la cliente que puede usarla ¿Jomo de no fumadores. De este modo le garantiza implícitamente que jfa a estar separada de los fumadores. La cliente acepta que se le con­ ceda lo que en realidad no ha pedido y dice «gracias», ratificando así ^ n acto de habla que en realidad no ha tenido lugar. El ejemplo ilustra :jík interacción entre contexto (en gran escala, o sea histórico y cultu­ al, y en pequeña escala, teniendo en cuenta, entre otras cosas, los ;>les sociales de cliente y camarera) y las estructuras lingüísticas a las ^ue se recurre: la camarera se salta convenciones de conversación Tcontestar preguntas, por ejemplo) e incluso convenciones lingüísticas •‘(al decir «puede usarla como de no fumadores», recalcando la expre­ sión anómala, que adquiere un sentido especial) y cómo la conversa­ ción se asienta fuertemente en presuposiciones de varios tipos, en es­ pecial las relacionadas con la identificación de la cliente como no

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fumadora y el reconocimiento de sus derechos. La camarera «inter­ preta completamente la pregunta de la cliente, de modo que esta pregunta significa más, en este intercambio, que lo que la cliente in­ tentaba que significara (volveremos enseguida al problema de la intencionalidad). Un análisis centrado en la intencionalidad, o en la secuencia de actos de habla, no podría explicar de manera teórica­ mente satisfactoria los significados generados en este breve diálogo. La tarea 4 consiste en analizar cómo la dinámica de interadaptabílidad entre contexto y estructura puede ser más o menos saliente en la mente del usuario. Las elecciones lingüísticas que son el punto de partida de todos los procesos se hacen más o menos conscientemente, y la conciencia reflexiva de los hablantes convierte á algunas eleccio­ nes en más salientes que otras. En ningún manual de pragmática se había dado tanta importancia al papel de la «mente sociab> del ha­ blante, cuyos procesos cognitivos están determinados, en parte o en gran parte a veces, por normas sociales. Todas las elecciones revelan algún grado de conciencia metapragmática, y algunas de ellas cons­ tituyen el vastd espacio dé reflexividad que caracteriza nuestro uso del lenguaje. Hasta .cierto punto, dice el autor, toda comunicación, verbal es autorrefereneial, ya que no podríamos usar el lenguaje sin calibrar continuamente su funcionamiento. El autor analiza la adaptabilidad, desde los puntos-de vista que he esbozado aquí, tanto en interacciones cara a cara entre dos o más personas cuanto en el ámbito más vasto de lo que él llama macroprocesos. Se incluye en este nivel amplio el análisis de las ideologías, consideradas conjuntos de significados implícitos - no salientes ni transmitidos intencionalmente que, sin embargo, dejan trazas empíri­ camente observables en los discursos sociales y por lo tanto pueden estudiarse pragmáticamente. El análisis deja al descubierto patrones de significado implícito no cuestionado (lo que pertenece al «sentido común») que restringen y distorsionan las discusiones de temas como la aceptación de los inmigrantes o la responsabilidad política, estu­ diados por el autor en discursos públicos. Desde una perspectiva pragmática capaz de tener en cuenta todos los factores en juego y no

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solamente el reconocimiento de las intenciones de los hablantes, se puede hacer un análisis crítico de los discursos que afectan y a veces determinan o cambian la vida de comunidades enteras. * * *

Para entender la pragmática es a la vez un manual de pragmática y una crítica a la pragmática. Los lectores encontrarán aquí todos los temas importantes de pragmática (actos de habla, deíxis, implicaturas, presuposiciones, etc.) tratados por los manuales clásicos (Levinson, 1983; Leech, 1983, etc.; nótese que los manuales de pragmática, al lado de su función didáctica, han tenido el papel de fijar el estado de las cuestiones e incluso de desarrollar teorías, como sucede con este libro, que es un manual y más que un manual). Verschueren explica estos fenómenos de modo accesible al lector novicio, pero a la vez los muestra como productos de visiones teóricas que se superponen entre sí, y no como fenómenos diferentes que deban formar un repertorio de temas pragmáticos. La exposición de los fenómenos mismos es útil, por lo tanto, para los lectores que se inician, y la crítica a la pragmática interesará mucho a los lectores experimentados. Los ejemplos que sirven para ilustrar las explicaciones del libro son enunciados menos abstractos que los ejemplos típicos de los ma­ nuales, especialmente cuando proceden de hechos lingüísticos autén­ ticos o «actos de significación». Sin descartar la conveniencia de usar ejemplos reconstruidos de enunciados posibles, para contrastarlos con otros o por razones expositivas, Verschueren, al querer teorizar toda la complejidad del significado lingüístico en actos de significación, no puede trabajar con ejemplos simplificados (como es habitual en la gramática neogriceana; Sperber y Wilson [1995], para mencionar so­ lamente un caso muy conocido, construyen ejemplos estereotípicos, asépticos, cuyas implicaciones son supuestamente accesibles para cualquiera, e ilustran así los procesos mentales de la interpretación, evitando que los lectores deban tener en cuenta o incluso imaginar

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contextos y añadan factores que podrían cambiar la interpretación de­ seada). Al criticar las categorías teóricas habituales y usar ejemplos que exigen mayor amplitud de análisis, Verschueren nos exige consi­ derar de nuevo la pragmática clásica, especialmente sus dos teorías más importantes: la teoría del significado implícito inspirada en las reflexiones filosóficas de Grice, que intenta explicar tipos de signifi­ cado implícito y cómo son transmitidos, y la teoría de los actos de habla, tal como ha sido fijada por otro filósofo, Searle (1969). Este libro intenta superar esas teorías. No digo que intente des­ cartarlas o desautorizarlas, sino que las toma como punto de partida para ir más allá. Consideremos la noción de «significado del hablan­ te», quiza la más importante de la pragmática griceana, que en este li­ bro vamos a encontrar explicada, criticada y reemplazada por otra. El significado del hablante es, desde Grice, el único significado lingüís­ tico que interesa.a la pragmática: es un significado lingüístico, pero no coincide con lo que una expresión quiere decir (dominio de la se­ mántica, que estudia significados convencionales) sino con lo que al­ guien quiere decir cuando emplea una expresión. Este significado transmitido tiene un componente contextual que procede de las infe­ rencias que hacen los hablantes utilizando tres recursos: lo que las palabras quieren decir, la intención (recuperable) del interlocutor y los datos del contexto, entre ellos los principios y los hábitos de uso del lenguaje, que hacen unos significados más probables que otros en ciertas condiciones (como se explica en Levinson, 2000). Dada la di­ ferencia entre lo que una palabra significa fuera de contexto y lo que puede significar en un contexto, una vez computados los valores contextúales e intencionales, el significado pragmático, lo «transmiti­ do», lo que alguien quiere intencionalmente comunicar a otros, no coincide con el semántico y requiere otra disciplina distinta de la se­ mántica. Grosso modo, la noción de contexto es la línea divisoria en­ tre semántica y pragmática, y la noción de significado intencional, significado del hablante, es asiento del edificio teórico de la pragmá­ tica. En la teoría de la relevancia, la distinción entre «intención in­ formativa» e «intención comunicativa» (esta última firmemente asen-

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tada en el presupuesto de que las intenciones de los demás son reco­ nocibles, pues de lo contrario no habría comunicación) es una dis­ tinción imprescindible, y sitúa la teoría en el paradigma griceano. Verschueren sostiene que la idea de significado del hablante ha sido necesaria para el desenvolvimiento de la pragmática, pero que debe­ mos superarla y preguntamos qué significa una expresión en un con­ texto, en lugar de qué quiere el hablante que signifique una expresión en un contexto, puesto que el significado real de un enunciado no coincide .siempre con las intenciones atribuibles a su autor, ya sea porque nó comprendemos esas intenciones, ya sea porque el enuncia­ do ha adquirido nuevos significados. Es más importante saber preguntar que dar la respuesta (como se ¡explica en este libro, a propósito de las preguntas «impertinentes»). Si ¡eliminamos al hablante de la pregunta, eliminamos la coincidencia entre intención y significado y, según Verschueren, recuperamos para la teoría toda la complejidad del significado lingüístico; la pragmática !se preguntará ahora, más apropiadamente, por el significado completo ide una expresión usada^ incluidos sus aspectos no intencionales. El ¡riesgo de tal pregunta es que no ofrece ninguna contención a la prodi­ galidad del contexto: para contestar hay que tener en cuenta todos los 'factores que inciden en el acto de comunicación. Pero Verschueren Jestá convencido de que se pueden estudiar empíricamente tipos im­ plícitos de significado, más allá de lo intencional, superando el estu­ dio de cogniciones individuales (lo que un individuo intenta decir, lo que otro logra recuperar) e incluyendo los factores sociales y cultu­ rales que forman parte del significado. Para analizar el significado lingüístico completo, sin limitarse a la intencionalidad, el autor pro­ pone, como hemos, visto arriba, no estudiar el contexto como si fuera ,un dato extralingüístico y por lo tanto inaccesible al análisis empíri. camente válido, sino como un dato interno al enunciado, ya que el 'contexto se va creando en la interacción y va dejando sus huellas en' ‘esta, o sea, es susceptible de análisis lingüístico. ) La deficiencia de la noción de intencionalidad es muy evidente. jLos hablantes no solo «quieren decir», sino que dicen sin querer, o

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bien sucede que el lenguaje, con su poderosa maquinaria de evoca­ ciones y connotaciones, dice por sí mismo lo que el hablante no quiso deciri Y el asunto se complica más si cuestionamos la noción de in­ tención desde un punto de vista psicológico, pues el sujeto no es un ente monolítico, dueño de una intención inequívoca, o si dejamos en­ trar en la teoría la distinción entre querer decir y poder decir, pues el poder de decir o no decir es esencial en las prácticas lingüísticas, y doblega intenciones y relevancias, Pero la famosa definición de signi­ ficado propuesta por Grice (1957) según la cual el significado no natural, o sea el lingüístico, consiste en la intención del hablante de producir un efecto en el oyente, efecto que se consigue por el recono­ cimiento, por parte del oyente, de esta intención, abrió el camino para el estudio del significado implícito, al hacer posible teorizar cómo transmitimos implicaturas, y por lo tanto constituyó y sigue constitu» yendo la base de los proyectos más difundidos de la pragmática ac­ tual. Versehueren no solamente señala la insuficiencia de la intencio­ nalidad como criterio para determinar la valor informativo de un enunciado, sino que intenta incluir en la teoría todo lo que los. enfo­ ques intencionalistas excluyen, especialmente las normas sociales y culturales que presiden los diálogos humanos. En el modelo de Versehueren, el significado lingüístico, como producto de la relación entre las estructuras lingüísticas y el contexto, se produce gracias a la adaptabilidad del lenguaje, la propiedad del lenguaje que permite a los hablantes hacer elecciones, 'manipulando . los recursos lingüísticos según las necesidades de la comunicación. La pragmática propuesta en este libro es una pragmática de la adapta­ bilidad. Esta pragmática .exige otras preguntas,' que no expulsan al hablante de la teoría, pero no limitan la teoría a la consideración del estado mental de los hablantes, sino a las complejas interrelacíones entre lengua, sociedad y cultura; tal y como se manifiestan lingüísti­ camente, de modo verificable, en los enunciados. La movida meto­ dológica es clara: debemos volver a unir el significado a la forma lin­ güística, venciendo la aprensión por un contexto inmanejable.

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Para Verschueren, el significado lingüístico es el resultado de las fuerzas interactuantes de -producción e interpretación, firmemente si­ tuadas en tres dimensiones; la cognitiva, la social y la cultural. Los procesos mentales que permiten la interpretación lingüística están inmersos en lo social: la mente que procesa lenguaje es la «mente en sociedad» (expresión tomada de Vigotsky). La pragmática, al ser una 'perspectiva funcional sobre el lenguaje, debe tener en cuenta la com­ plejidad de su funcionamiento en esos tres ámbitos inseparables, mostrando los procesos de adaptabilidad, empíricamente comproba­ bles, que nos permiten alcanzar algún grado de satisfacción en nues­ tros actos comunicativos, y respondiendo así a la pregunta sobre qué hacemos, cuando usamos el lenguaje. Al revelar la relación entre el lenguaje y la vida humana en general, la pragmática como perspectiva de estudio del lenguaje se convierte en punto de convergencia entre la lingüística tradicional (la lingüística de los recursos o estructuras lin­ güísticas) y los proyectos interdisciplinarios de las humanidades y las ciencias sociales. Dice Verschueren que «siempre hay serios riesgos en el uso del lenguaje» (pág. 112). Podemos seguir pensando, después de leer este libro, que somos racionales y eficientes, como siempre ha querido la pragmática, y que a veces somos cooperativos, como supone Grice, pero tendremos que concluir, con el autor, en que los actos de len­ guaje son aventuras en nuestra vida, que usamos el lenguaje como podemos, y que quizá la torpeza de un hablante extranjero no sea una excepción a la norma, sino meramente un ejemplo extremo de nuestro comportamiento habitual de hablantes, empeñados en expresamos y comunicamos usando el lenguaje y recreándolo, respetando y forzan­ do sus convenciones con mayor o menor fortuna, para poder transmi­ tir e interpretar significados. Este libro demuestra que vale la pena intentar analizar toda la complejidad de esa aventura. G r a c ie l a R eyes

University of Illinois, Chicago.

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Prólogo

OBRAS CITADAS

Grice, H. P., 1957, «Meaning», Philosophical Review, 67. (Reimpreso en D. Steinberg y L. Jakobovits, eds., Semantics: An Interdisciplinary Reader ' in Philosophy, Linguístics and Psychology, Cambridge, Cambridge Uni­ versity Press, 1971, y P. F. Strawson, ed., Philosophical Logic, Oxford, Oxford University Press, 1971.} —, 1975, «Logic and conversation», en Studies in the Way o f Words, Har­ vard, Harvard University Press, 1989. (Publicado por primera vez en P. Colé y J. Morgan, eds., Syntax and Semantics. Volumen 3, Speech Acts, Nueva York, Academic Press, 1975.) Haberland, H., y Mey, I , 1977, «Editorial: Linguístics and Pragmatics», Journal of Pragmatics, 1, págs. 1-12. Leech, G. N., 1983, Principies o f Pragmatics, Londres, Longman. Levinson, S. C., 1983, Pragmatics, Cambridge Textbooks in Linguístics, Londres, Cambridge University press. (Versión esp.: Pragmática, Bar­ celona, Teide, 1989.) —, 2000, Presumptive Meanings. The Theory of Generalizad Conversational Implicature, Cambridge, MIT Press. Mey, J., 1998, Pragmatics, en J. Mey, ed., Comise Encyclopedia o f Prag­ matics, Amsterdam, Elsevier. Morris, C. W„ 1938, Foundations of the theory of signs, en O. Neurath, R. Camap y C. Morris, eds., International Encyclopedia o f Unijied Science, Chicago, University of Chicago Press, págs. 77-138. Searle, J., 1969, Speech Acts. An Essay in the Philosophy of Language, Cambridge, Cambridge University Press. (Versión esp.: Actos de habla, Madrid, Cátedra, 1980.) Sperber, D., y Wilson,' D., 1995, Relevance. Communication and Cognition, 2} ed., Oxford, Basil Blackwell. (Trad, esp. de la 1.a ed.; La relevancia, Madrid, Visor, 1994.) Verschueren, J., y Bertuccelli Papi, M., eds., 1987, The Pragmatic Perspective, Amsterdam, John Benjamins. Verschueren, J., Ostman, J.-O. H., Blommaert, J., y Bulcaen, C., eds., 1995, Handboolc of Pragmatics, Amsterdam / Filadelfla, John Benjamins.

Esta es la esencia de la ciencia: haz una pregunta impertinente y estás en camino de una respuesta pertinente. ( J a c o b B r o n o w s k i , 1973,153) No hay razón para transigir en lo que yo llamo buen reducclonismo. Es simplemente el compromiso con una ciencia que no mendiga preguntas, sin engañarse incluyendo desde el principio misterios o milagros. ( D a n i e l C. D e n n e t , 1995, 82)

AGRADECIMIENTOS

El autor y la editorial de este libro quieren agradecer los permisos de reproducción a las siguientes empresas: Guinness Limited, por los posavasos de la página 273. La palabra es una m arca registrada de Arthur Guinness & Son (Dublín). g u in n e s s

Les Éditíons Albert René por las viñetas de las aventuras de a s t é r i x en la página 62. © 1998. Les Éditíons Albert René/Goscinny Uderzo. Los trenes Virgin por el editorial de la página 237 (que consiste en una carta dirigida a los pasajeros de los trenes Virgin firmada por Richard Branson) de la revista HotLine, Otoño/Invierno, 1997. Se han hecho todos los esfuerzos posibles para encontrar á los propietarios de los derechos. Cualquier derecho que no aparezca en estas líneas lo hará en ediciones posteriores si se notifica a la edito­ rial.

PREFACIO

Este libro intenta enfrentarse a un doble desafío. El primero, y no el menos importante, es presentar un marco teórico coherente en el que se pueda reflexionar y seguir explorando sobre la mayor parte de lo que se sabe hoy de la pragmática del lenguaje, es decir, del uso del lenguaje. El segundo desafío es mantener la presentación elemental, para que pueda ser usado como manual, accesible tanto a estudiantes con unos conocimientos lingüísticos elementales como a estudian­ tes más adentrados en las ciencias del lenguaje, y abierto a investiga­ dores de otros campos que esperan obtener provecho de un análisis más profundo de cómo «funciona» el lenguaje. Las exigencias de in­ novación e iniciación parecen contradictorias, pero no lo son, si no que convergen claramente en el nivel de la abstracción que motiva mi elección de epígrafes. Las preguntas impertinentes, las que se deben hacer para forzar los límites de la comprensión y el conocimiento, ra­ ramente son las más sofisticadas. Suponiendo que el uso del lenguaje es una forma de comportamiento anclada cognitiva, social y cultu­ ralmente, la pregunta que va a guiar nuestra búsqueda de coherencia teórica en el campo de la pragmática lingüística es simplemente ésta; «¿Qué hace la gente cuando usa el lenguaje?». De igual modo, las respuestas satisfactorias implican normalmente algún grado de desmistificación. La pregunta general, por tanto, será reducida a pregun­ tas subsidiarias que se prestan ellas mismas a respuestas basadas en la

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Para entender la pragmática

observación empírica. Se evitará cuidadosamente recurrir a una «caja negra» o a un deus ex machina. Hoy en día no hay escasez de manuales de pragmática. En orden cronológico encontramos, y me limito a los 'que están disponibles en inglés y que tienen «pragmática» en el título o en el subtítulo: Leech (1983), Levinson (1983), Green (1989), Blakemore (1992), Mey (1993), Grundy (1995), Thomas (1995) y Yule (1996). Se debería , añadir docenas más si incluyéramos los que están escritos en otras lenguas, los que evitan la denominación de «pragmática», aunque traten de la misma gama de fenómenos de uso, y los volúmenes co­ lectivos, Sin embargo, todos ellos limitan su alcance teórico o empíri>co, o ambos, Tienden a centrarse en un conjunto de fenómenos elegi­ d o s algo al azar: la deíxis, la implicatura, la presuposición, los actos ^de habla, la conversación y semejantes. La cognición se incluye tam­ bién normalmente, pero sólo con propósitos específicos a la teoría. -Los factores sociales y culturales, sistemáticamente, no se tienen en Icuenta; se puede añadir un capítulo sobre «pragmática de la socie­ dad» pero como si fuera una idea de último momento. Por eso, al in-^tentar juntar orientaciones y temas diferentes, siguiendo unos princi­ pios, este libro no tiene precursores inmediatos. Un proyecto como éste no se concibe y se completa en un suspiro. Excepto un intento anterior de formación de una teoría pragmática |{Verschuéren 1978a) así como intentos anteriores de «organizan) el suampo por medio de un esfuerzo bibliográfico (Verschueren 1978b, "con cinco suplementos anuales 1978-1982 en el Journal o f Pragma­ tics), la participación en la organización de una conferencia sobre iPossibilities and limitations o f pragmatics (en Urbino entre el 8 y el ¡44 de julio de 1979) y la preparación de la colección Pragmatics efe . Beyond (John Benjamins, desde 1979), la empresa actual tiene al me-' fnos catorce años de historia. Un primer bosquejo de las ideas que ¿lúbyacen a este libro se presentó en el grupo de trabajo Between se'Mantics andpragmatics que tuvo lugar en el Centro Interuniversitario 4 e Estudios Postgraduados en Dubrovnik entre el 7 y el 18 de mayo ..■ele 1984. Su principio básico, la búsqueda de coherencia en el campo

Prefacio

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de la pragmática, condujo subsecuentemente a la organización de la International Pragmatics Conference en Víareggio entre el 1 y el 7 de septiembre de 1985 (la primera de una serie que continúa), al estable­ cimiento de una International Pragmatics Association (IprA) en 1986, a la producción de una bibliografía de pragmática más com­ pleta (Nuyts y Versehueren, 1987), a la oferta de cursos sobre forma­ ción de teoría en pragmática (Universidad de Amberes), a la publica­ ción de un documento de trabajo que esboza la estructura básica de una teoría general de la pragmática (Versehueren, 1987), de una va­ riedad de artículos sobre aspectos de lo mismo (Versehueren, 1994, 1995), y del Handbook o f Pragmatics (Verschueren et al, eds., 1995). Todas estas empresas implican una gran deuda con numerosos colegas. En particular quiero agradecer a Jacob Mey, por animarme a preparar mi primera contribución a la teoría pragmática para el Jour­ nal o f Pragmatics (y por aceptarme posteriormente como editor de reseñas, cargo en el que he aprendido ciertos trucos del oficio en con­ versaciones con Hartmut Haberland y Perene Kíefer); a Hermán Parret, por invitarme a aunar fuerzas en la organización de la conferen­ cia de Urbino (con Marina Sbisá) y a empezar la serie Pragmatics &, Beyond; a Svenca Savic y Johan van der Auwera, por darme la opor­ tunidad de presentar algunas ideas embrionarias en las conferencias de Dubrovnik; a Marcella Bertuccelli Papi, Jan Blommaert, Jan Nuyts y Jan-Ola Óstman por tomar lo suficientemente en serio esas ideas para que yo las siguiera explorando (Marcella más tarde coorganizó la conferencia de Víareggio, Jan N. coprodujo la bibliografía y eofimdó IprA, juntos Jan N. y Jan-Ola fueron coprofesores en el curso de «formación de teoría» en la Universidad de Amberes, y ambos son —junto a Chris Bulcaen— todavía los eoeditores del proyecto en cur­ so Handbook, a Ann Verhaert, sin cuyo constante apoyo y trabajo (gratis al principio y mal pagado después) no hubiera sido posible el trabajo de organización; a Jan Blommaert, Frank Brisard, Chris Bulcaen, Helge Daniels, Sigurd D ’hondt, Crino Eelen, Jürgen Jaspers, Luisa Martín Rojo y Michael Meeuwis, por su atención crítica du­ rante extensos períodos de colaboración en el Centro de Investigación

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Para entender la pragmática

de la IprA y por comentarios sobre versiones anteriores de este libro. Aunque es imposible medir las contribuciones individuales, es justo llamar la atención hacia las despiadadas e implacables puñaladas de Michael Meeuwis a mi pobre terminología, que, creo yo, han influido en gran manera en la claridad conceptual de lo que estoy intentando presentar, y al talento especial de Gino Eelen para señalar, con emba­ razosa exactitud, dónde estaba cometiendo los mismos errores que quería evitar, problema que todavía puede persistir aquí y allá. Mu­ chos otros han contribuido en distintos grados con comentarios sobre un primer borrador; Jannis Androutsopoulos, Bert Bultinck, Pol Cuvelier, Thorstein Fretheim, John Gumperz, Annick De Houwer, Cor­ nelia Ilie, Geert Jacobs, Alexandra Jaffe, István Kecskés, Manfred Kienpointner, Li Wei, Tom Naegels, Frangois Némo, Srikant Sarangi, Rachida Senoussi, Tom De Smet, Ludwina Van Son, Khalid Touzani, Rod Watson, Zhang Shaojie. También, éste puede ser el lugar ade­ cuado para agradecer, de una vez por todas, mi deuda intelectual con Louis Goosens, quien me introdujo en la perspectiva funcional del lenguaje, y a Charles Fillmore, John Gumperz, George Lakoff y John Searle, quienes me ayudaron a retinarla durante siete años de conver­ saciones en la Universidad de Berkeley, California. El trabajo que ha dado por resultado este libro recibió ayuda eco­ nómica de la Fundación Nacional Belga para la Investigación Cientí­ fica (NFWO/FKFO), una beca del gobierno belga (Federale Diensten voor Wetenschappelijke, Teehnische en Culturele Aangelegenheden, IUAP-II, número de contrato 27) y de la Universidad de Amberes. La redacción se empezó durante una estancia inolvidable en el Centro de Conferencias y Estudio de Bellagio (del 8 de febrero al 8 de marzo de 1997), subvencionada por la Fundación Rockefeller y —con mérito equivalente— por Ann, ya que mientras tanto se ocupó de todos los asuntos y tareas familiares. Mis compañeros de residencia en el Cen­ tro de Bellagio ofrecieron ejemplos muy útiles (muchas veces sin ser conscientes de ello), inspiración y discusión. También se deben agradecimientos a Bemard Comrie y Greville Corbett por invitarme a escribir este libro y por su constante atención

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editorial desde entonces. Finalmente, quiero agradecer a Mouton-de Gruyter, la American Anthropological Association y a John Benja­ mins por permitirme reproducir algunos ejemplos y análisis de Verschueren (1989a, 1995b y 1995d/1995e, respectivamente). Dado el reducido volumen de este libro, se han evitado los exten­ sos comentarios sobre la literatura así como las largas listas de refe­ rencias. Por lo tanto, se aconseja a los lectores más avanzados que lo usen conjuntamente con A comprehensive bibliography o f pragmatics (que cubre la mayor parte de la literatura, pero sólo hasta 1985) y es­ pecialmente con el Handbook o f Pragmatics (que ofrece descripcio­ nes sucintas, pero detalladas, de tradiciones, métodos y temas, y con­ tiene además listas de referencia adicionales). Jef V e r sc h u e r e n

31 de marzo de 1998

P arte

I

LÁ PERSPECTIVA PRAGMÁTICA

INTRODUCCIÓN

Los dos capítulos siguientes tienen la intención de explicar la idea de la pragmática como perspectiva funcional general sobre el len­ guaje y sobre cualquier aspecto de éste, como una aproximación al lenguaje; que considera la complejidad completa de su funciona­ miento cognitivo, social y funcional. Para relacionar este libro con tradiciones establecidas, el Capítulo 1 revisa una amplia gama de fe­ nómenos estudiados previamente bajo la denominación de pragmáti­ ca. También explica cómo están estrechamente interrelacionados y lo accidental de las distinciones resultantes, por lo que aceptar una pers­ pectiva más global parece acertado en este punto del desarrollo del campo. El Capítulo 2 vuelve a la pregunta básica «¿Qué hace la gente cuándo usa el lenguaje?» o «¿Qué es usar el lenguaje?» Se presentan algunas observaciones elementales que conducen a las nociones clave necesarias para construir una teoría coherente de la pragmática. En contraste con el Capítulo 1, el Capítulo 2 es corto pero teórico. Sin embargo, la familiaridad con las premisas teóricas es esencial para situar el resto de este libro en su perspectiva adecuada.

INTRODUCCIÓN

. Se puede definir la pragmática, a un nivel muy elemental, como el estudio del uso del lenguaje o, dicho de manera algo más compli­ cada, el estudio de los fenómenos lingüísticos desde el punto de vista de las propiedades y procesos de su uso. Esta definición de nivel bá­ sico no presenta una frontera estricta entre la pragmática y otras áreas en el campo de la lingüistica, como el análisis del discurso, la sociolingüística o el análisis de la conversación. Aun asi, es raramente dis­ cutida y cuando se piensa en sus consecuencias lógicas tiene intere­ santes implicaciones para el modo en que la pragmática se sitúa en la ciencia del lenguaje en general. Las siguientes secciones son un in­ tento de llevar a cabo esta tarea.

0.1 LINGÜÍSTICA DELOS RECURSOS DEL LENGUAJE: LOS COMPONENTES DE UNA TEORÍA LINGÜÍSTICA

Tradicionalmente se divide la lingüística en disciplinas compo­ nentes como la fonética, la fonología, la morfología, la sintaxis y la semántica. Cada una de ellas se relaciona con una unidad de análisis específica. La fonética y la fonología se encargan de los sonidos del habla. La fonética hace esto identificando las partes constituyentes de una comente continua de sonido como elementos de un repertorio PRA G M Á TIC A .----

2

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Introducción

universal, del cual todos los lenguajes usan un subconjunto seleccio­ nado y fuera del cual hay sólo sonidos no-lingüísticos (p.ej. bostezos o ronquidos audibles); se concentra en las propiedades de los sonidos (fonética acústica), en el modo de producción en la región vocal (fo­ nética articulatoria) o en su recepción (fonética auditiva). La fonolo­ gía estudia el modo en que los sonidos del habla forman sistemas que capacitan a los hablantes de una lengua para ponerse de acuerdo sobre cuándo dos cadenas de sonidos (cuya producción puede ser infinita­ mente variada) son básicamente el «mismo sonido». Cuando los ob­ servamos de este modo, meros sonidos se convierten en «fonemas», los pilares de construcción básicos para unidades del lenguaje signifi­ cativas como los morfemas y las palabras. La morfología, a su vez, investiga «morfemas» (como des-, en-, cant-, -o; yecind-, -ario), los signos lingüísticos mínimos en el sentido en que son las unidades mí­ nimas cargadas de significado convencional, o que contribuyen con­ vencionalmente al significado de unidades mayores, así como la ma­ nera en la que se combinan para formar palabras (como desencanto o • vecindario); así,, hay uña distinción básica entre morfemas que pue­ den aparecer como palabras independientes, es decir, los morfemas libres (como canto o vecino), y aquellos que deben combinarse con otros para formar palabras, los morfemas ligados (como des-, eny -ario). Palabras o «ítemes léxicos» son aquellas unidades de análi­ sis que, teniendo significado convencional, ya sea como morfemas libres o como combinación de morfemas, pueden combinarse con otras en una dimensión sintagmática, colocadas en un orden lineal de acuerdo con las reglas específicas de la lengua para formar oraciones. La sintaxis estudia tales procesos de formación de oraciones. Final­ mente, la semántica explora el significado de unidades lingüísticas, típicamente a nivel de palabras (semántica léxica) o a nivel de oracio­ nes, ya correspondan a proposiciones simples (como El pájaro se co­ mió el gusano) o a estructuras más complejas (como Juan vio al pája­ ro que se comió al gusano o Juan dice que cree que el pájaro se comió al gusano).

Lingüística del uso del lenguaje

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Tocias estas disciplinas comparten un enfoque en los recursos de la lengua, es decir, los ingredientes que hacen de una lengua un ins­ trumento que usa la gente con objetivos expresivos y comunicativos. Como la lengua es altamente estructurada, formalmente y en términos de relaciones forma-significado, se pueden identificar unidades de análisis, lo que conduce a la manejable división de trabajo resumida anteriormente. Pero, ¿dónde entra la pragmática? ¿Se puede encontrar una tarea comparable que sitúe a la pragmática en el mismo conjunto contras tivo?

0.2 LA LINGÜÍSTICA DEL USO DEL LENGUAJE: LA PERSPECTIVA PRAGMÁTICA

Tal como está implícito en lá definición básica con la que empe­ zamos esta Introducción, posiblemente la pragmática no se pueda identificar con una unidad de análisis específica y por eso no puede formar parte de la división de trabajo asociada con los componentes tradicionales de una teoría lingüística. Los fenómenos lingüísticos estudiados desde el punto de vista de su uso se pueden situar a cual­ quier nivel de la estructura o pueden pertenecer a cualquier tipo de relación forma-significado. La pregunta es: ¿Cómo se usan los recur­ sos del lenguaje? Por consiguiente, la pragmática no constituye un componente adicional de una teoría del lenguaje sino que ofrece una perspectiva diferente. Este libro tendrá que explicar precisamente lo que esta perspectiva supone. Sin duda hay unidades de la estructura lingüística que se prestan más fácilmente a una investigación pragmática que a exploraciones orientadas a los recursos. Este es el caso de la mayoría de unidades supraoracionales como textos, conversaciones o el discurso en gene­ ral. La razón es que éstos son típicos productos de la puesta en fu n ­ cionamiento de los recursos. Por un lado, implican una expansión de la misma gama de recursos. Por ejemplo, más allá de los sonidos, pa­

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Introducción

labras y oraciones, hay modelos de argumentación, estilos, géneros, etc. Por otro lado, estos últimos ni siquiera pueden ser definidos fuera del contexto de uso. Sin embargo no hay ningún fenómeno lingüísti­ co, a ningún nivel estructural, que la perspectiva pragmática pueda permitirse ignorar. Ilustremos esto brevemente. Tomemos el nivel de los sonidos del habla. Cuando un antropólo­ go especializado en lingüística descubre que los miembros de una comunidad adaptan el sistema fonológico de su lenguaje según se comuniquen o no con otros miembros del mismo grupo, esta observa­ ción tiene que ver con un fenómeno del uso y es, por tanto, funda­ mentalmente pragmática, aunque situada a un nivel estructural que es, inequívocamente, la provincia de la fonología (véase la sección 4.2.1). Ni siquiera es necesario recurrir a datos exóticos para llegar a conclusiones similares. La mayoría de los hablantes de lenguas con un grado significativo de variación dialectal que han crecido con un dia­ lecto local, pero que fueron socializados en el uso de la variedad es­ tándar a través de la educación formal, se darán cuenta de que el len­ guaje que ellos usan suena bastante diferente según se encuentren en su contexto profesional o hablando con sus padres o parientes. Este tipo de variación en el uso no se limita al nivel de los sonidos: puede incluir también elecciones morfológicas, léxicas e incluso sintácticas. Con respecto al nivel de los morfemas y las palabras, hay restric­ ciones pragmáticas e implicaciones de aspectos de morfología derivacional (el modo en que los morfemas libres, como decir, y morfemas ligados, como el prefijo in- y el sufijo -ible, pueden combinarse para formar la palabra indecible), o compuestos (el proceso de formación de palabras que amplía el vocabulario creando nuevas palabras como, cochecama, de las que existen por separado coche y cama), e incluso de morfología inflexional (el modo en que la forma de las palabras cambia de acuerdo con variables gramaticales como tiempo, número, género, caso, etc.). Consideremos la relación derivacional entre agradecido y des­ agradecido, cortés y descortés, legal e ilegal. La razón por la que esta relación no es a la inversa, con un lexema básico que signifique «des­

Lingüística del uso del lenguaje

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agradecido» del cual se derivaría una palabra que significa «agradeci­ do» por medio del prefijo negativo des-, tiene mucho que ver con un sistema de normas sociales que enfatiza la necesidad de agradeci­ miento, cortesía, legalidad y similares. Las normas y estándares tam­ bién pueden tener una naturaleza más conceptual; en inglés, «familiarity» ¡familiaridad] es un estándar conceptual que determina la presencia de un par como familiar y unfamiliar, dejando una posibili­ dad para un equivalente monomorfémico para el polo negativo del conjunto contrastivo, como strange, pero evitando la creación de un par como strange (con el sentido de «raro») versus unstrange (con el sentido de «familiar») —excepto como acto voluntario individual con objetivos retóricos específicos, La normativa puede ser tal que la ló­ gica se deje completamente de lado: es necesario que los objetos que pueden ser «abrochados» ¡fastenedj se vean «normalmente» «abro­ chados» ¡fastened]; de otro modo es difícil explicar por qué unloosen [desabrochados, sueltos], que ha debido entrar en la lengua inglesa inadvertidamente* no tiene el significado de «fasten» sino que es de hecho sinónimo de unfasten. Otro proceso derivacional que normal­ mente requiere una explicación pragmática es la formación de dimi­ nutivos (véase Dressler y Barbaresi, 1994), La formación de palabras compuestas es un proceso guiado por principios pragmáticos y restricciones relacionadas con la interpretabilidad y la disponibilidad de un contexto. Un compuesto como house tree [literalmente, árbol de casa] por ejemplo, ocurriría con menos frecuencia como descripción de «un árbol entre dos casas» que con el sentido de «un árbol cerca o dentro de una casa». La razón es que la primera requeriría una cantidad mayor de información contextual es­ pecífica para asegurar una interpretación exitosa. De manera similar, un compuesto creativo como the apple-juice seat [el asiento del zumo de manzana] requiere un contexto compartido muy específico (con, por ejemplo, un asiento delante del cual se ha puesto un vaso de zumo de manzana) para ser producido (véase Downíng, 1977), Además, la forma misma de ciertas palabras compuestas más convencionales es a menudo el producto de procesos fundamentalmente pragmáticos. I

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Cuando dos aviones casi chocan en el aire, el término, en inglés, m a r m iss1 [casi fallo en chocar] (en el que los dos elementos separada­ mente refuerzan el hecho de que los aviones no chocaron) se prefiere mayoritariamente sobre m ar hit [casi acierto en chocar] (que enfati­ zaría las consecuencias nefastas de lo que casi ocurrió). Las elecciones gramaticales de morfemas están también sujetas a restricciones pragmáticas. Consideremos los cambios recientes en la conciencia sociopolítica que han hecho más difícil de interpretar el uso genérico del pronombre personal él (refiriéndose a cualquier ser humano, hombre o mujer) de una manera neutral respecto a género. Volviendo hacia la sintaxis, debe resultar claro que un mismo es­ tado de cosas puede ser descrito con estructuras sintácticas muy dife­ rentes: John rompió la estatuilla, La estatuilla fu e rota por John, La estatuilla fu e rota, La estatuilla se rompió. Aunque puedan parecer equivalentes a primera vista, estas formas de expresión tienen condi­ ciones de uso muy diferentes. Para señalar sólo un aspecto a modo de ilustración, observemos la reducción progresiva del énfasis en la per­ sona responsable de la rotura de la estatuilla, que empieza con la ente­ ra construcción pasiva que todavía incluye la mención del agente, John, y que termina con una fórmula que puede sugerir hasta la com­ pleta ausencia de (o ignorancia acerca de) cualquier responsabilidad. Otro aspecto del uso es la evaluación del hablante de si es más rele­ vante para el oyente que se le diga algo sobre John (en cuyo caso es más probable que la oración empiece con John) o sobre la estatuilla (en cuyo caso la posibilidad de que se elija La figurita como sujeto es mayor). A nivel de significado de palabras, el campo, de la semántica léxi­ ca, en cuanto una palabra se usa, hay que tener en cuenta más de lo que normalmente sería considerado como su «significado de diccio­ nario». En una oración simple como La puerta se abrió, el verbo abrir puede tener diferentes significados, dependiendo de las propie­ 1 Near miss y near hit son expresiones nominales derivadas de los verbos to miss («no acertar, fallar, errar») y to hit («golpear, acertar»). [Nota de las tt.]

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dades físicas del contexto. Sin más información, sabemos que para que La puerta se abrió sea una descripción adecuada de un hecho, la puerta se debe haber abierto automáticamente o por alguien que esté fiiera de la visión del hablante. Esto significa que, si ha habido un agente humano, éste no puede haber estado en el mismo lado de la puerta que el hablante. Más aún, esta posibilidad es excluida com­ pletamente si la puerta es transparente. Muchas palabras no pueden ni siquiera ser entendidas a menos que se recurra a aspectos de conoci­ miento del mundo (llamado a veces «conocimiento enciclopédico»), un proceso que gradúa la accesibilidad del significado: se puede su­ poner que la mayoría de la gente hoy en dia interpreta el término zona de no fumadores sin dificultad; tampoco una zona de topless es difícil de interpretar, aunque requiere conocimiento de áreas de la ciudad con una alta concentración de establecimientos de entretenimiento (predominantemente masculino) cuya principal atracción son anfitrionas o artistas vestidas ligeramente; sin embargo, un artículo de pe­ riódico con comadronas mentales [mental midwives, en inglés] en su título, no puede ser entendido completamente hasta que se lee el artículo, que describe pacientes en un hospital psiquiátrico [mental hospital, en inglés] (otro término que requiere conocimiento institu­ cional) ayudando a otras pacientes cuando dan a luz. Algunos aspectos del significado proposicional u oracional rela­ cionados con el uso, que requieren también conocimiento del mundo e información contextuad producen muchas interpretaciones diferen­ tes de la misma estructura de predicación de referencia simple, como X está en Y , p. ej. E l gato está en elfelpudo (que típicamente sugiere una posición horizontal, el gato se sostiene por la gravedad), El cua­ dro está en la pared (una posición vertical, el .cuadro se sostiene por' algún tipo de fijación artificial como remedio a la gravedad), La mos­ ca está en el techo (también horizontal, pero en adquiere un signifi­ cado que debería ser clasificado como, debajo si no interviniera la perspectiva del hablante, y con las almohadillas de succión sujetando a la mosca) y La pintura está en el techo (donde en ya no sugiere una distancia existencial entre X e Y, la pintura se ha aplicado directa­

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Introducción

mente al techo y, por eso, se ha hecho irrelevante la cuestión de cómo se sujeta). El nivel de la oración nos conduce de nuevo al área de las estructuras sintácticas, en la cual ya se mostró la relevancia de una perspectiva pragmática. En el momento en que prestamos atención a modelos de entonación y prosodia vuelve a presentarse el nivel de los sonidos del habla. Variando la entonación de Aquí hace frío puede cambiarse el significado esperado de la afirmación y convertirse en una pregunta (posiblemente no a interpretar como una pregunta real sino como una expresión de desacuerdo con el contenido de la propo­ sición), una queja y (quizás más indirectamente) una solicitud de en­ cender la calefacción. ¿Por qué describimos todos estos fenómenos (y muchos más que se presentan más adelante) como «pragmáticos»? Ésta es la conse­ cuencia directa de aceptar sin concesiones la definición de pragmática como estudio del uso del lenguaje, Tal vez esto puede ser aclarado re­ conociendo el regreso radical a la amplia definición originalmente propuesta por el padre fundador de la pragmática, Charles Morris (1938). Morris distingue entre sintaxis, semántica y pragmática en términos de tres coiíelatos: signos, los objetos a los que son aplica­ bles los signos y los usuarios e intérpretes de los mismos. La sintaxis estudia la relación de los signos con otros signos; la semántica trata las relaciones de los signos con los objetos a los que los signos son aplicables y la pragmática estudia cualquier relación que exista entre los signos y los usuarios o intérpretes (véase también la sección 9.1). Sin identificarlo del modo en que lo hemos hecho hasta ahora, distin­ guiendo entre la lingüística de los recursos del lenguaje y la lingüísti­ ca del uso del lenguaje, el enfoque de Morris implica ya el reconoci­ miento de una dimensión enteramente diferente sugerida por la pragmática. Obsérvese lo siguiente: Las reglas sintácticas determinan las relaciones del signo entre los signos vehículos; las reglas semánticas correlacionan los signos vehículos con otros objetos; las reglas pragmáticas establecen las condiciones de los intérpretes bajo las cuales el signo vehículo es un signo. Cualquier regla puesta en uso real opera como un tipo de

La pragmática y la interdisciplinariedad

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comportamiento, y, en este sentido, hay un com ponente pragm ático en todas las reglas (1938, 35; cursivas mías).

Más de medio siglo después, no podríamos haber expresado me­ jor esta idea.

0.3 LA PRAGMÁTICA Y LA INTERDISCIPLINARIEDAD

Una perspectiva pragmática, como queda descrito e ilustrado de manera tentativa anteriormente, es por definición interdisciplinaria; o, para citar a Morris de nuevo: Con «pragmática» se designa a la ciencia de la relación de los signos con sus intérpretes [...] Como la mayoría de signos, si no to­ dos, tienen organismos vivos como intérpretes, es una caracterización . -_suficientemente exacta de la pragmática decir que trata de los aspec­ tos bióticos de la semiosis, esto es, de todos los fenómenos psicológi­ cos, biológicos y sociológicos que oculten en el funcionamiento de los signos (1938,30).

La pragmática lingüística estudia el uso del lenguaje por las per­ sonas (el uso que las-personas hacen del lenguaje), una forma de comportamiento o acción social. La dimensión que la perspectiva pragmática pretende iluminar es el enlace entre el lenguaje y la vida humana en general. Por lo tanto, la pragmática es también el enlace entre la lingüística y el resto de las humanidades y las ciencias socia­ les. Dicho esto, debemos observar también que la pragmática no se sitúa solamente fuera del conjunto contrastivo al cual pertenecen la fonética, la fonología, la morfología, la sintaxis y la semántica. Tam­ poco cabe en el conjunto de campos interdisciplinarios como la neurolingüística, la psicolíngüístíea, la sociolingüística y la antropología lingüística. Cada uno de estos campos tiene su propio objeto córrela-

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Introducción

cional en relación al cual se sitúa el lenguaje: simplificando un poco, la neurolingüística intenta revelar las bases y los procesos neurofisiológicos del hablar y el escuchar (y cualquier cosa que pueda ir mal en este ámbito); la psicoüngüística estudia las relaciones entre el lenguaje y la mente en general (una tarea a la que se dedican también ciertas ramas de la lingüística cognitiva); la sociolingüística se preo­ cupa del modo en que las relaciones sociales, el estatus, los modelos y redes interactúan con la estructura y el uso del lenguaje, y la antro­ pología lingüística estudia la relación entre lenguaje(s) y cultura(s). Del mismo modo que fue imposible asignar una unidad básica de análisis a la pragmática, también es imposible asignarle un objeto co­ rrelaciona! específico. La pragmática se ocupa de toda la complejidad del comportamiento lingüístico. Desde esta perspectiva, no hay forma de abordar, por ejemplo, temas de cognición sin considerar la socie­ dad y la cultura, ni existe un modo de tratar temas culturales al mar­ gen de sus bases e implicaciones cognitivas. Cuando se observa el trabajo realizado bajo las etiquetas interdisciplinarias, la práctica de. investigación actual muestra sin duda un importante grado de super­ posición tanto temática como metodológica. Del mismo modo, muchos de los aspectos que vamos a presentar en este libro como pragmática, cabrían fácilmente bajo una o más de las etiquetas interdisciplinarias. No hay ninguna razón para ver esto como un problema. Muchas for­ mas de investigación requieren claras restricciones autoimpuestas pa­ ra forzar los límites de nuestro entendimiento. La principal función de la pragmática lingüística en el paisaje académico de las ciencias rela­ cionadas con el lenguaje podría ser, entonces, asegurarse de que hay un punto de convergencia para las diversas tareas interdisciplinarias, una imagen global contra la cual se puede medir la relevancia total de esfuerzos más específicos y desde la cual surgirá la necesidad de lí­ neas específicas de investigación. Al mismo tiempo, la pragmática puede funcionar de una manera bastante efectiva como la bisagra que conecta lo que hemos llamado la lingüística de los recursos con los campos interdisciplinaríos mencionados aquí.

Funcionamiento significativo del lenguaje

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Recapitulando, ahora podemos ser más específicos y presentar la pragm ática como una perspectiva general cognitiva, social y cultu­ ral de los fenómenos lingüísticos en relación con su uso en formas de comportamiento (donde la serie «cognitiva, social y cultural» no su­ giere la separábilidad de los referentes de los términos). Así, la pre­ gunta sobre cómo se usan los recursos del lenguaje se replantea a sí misma en: ¿Cómo funciona el lenguaje en la vida de los seres huma­ nos?

. 0.4 FUNCIONAMIENTO SIGNIFICATIVO DEL LENGUAJE

Independientemente de lo que se pueda decir sobre el funciona­ miento del lenguaje, no hay duda de que es fundamentalmente «signi­ ficativo». El lenguaje es el instrumento más importante en los inten­ tos de construir significado en un mundo que .no tiene significado en sí mismo. Esta elevada afirmación no sólo se refiere al nivel de una búsqueda filosófica de sentido en la vida. Muchos ejemplos de este libro mostrarán que la generación de significado es un hecho cotidia­ no dé bajo nivel que se encuentra en cualquier lugar donde se use el lenguaje. Por esta razón la elección (individual) entre John rompió la estatuilla y La estatuilla se rompió no está libre de consecuencias, ni lo es la elección (convencíonalizada) entre near miss y near hit en in­ glés. . . • v ■ Antes de continuar, se necesita una nota sobre la terminología, En lugar del término más comúnmente usado «construcción de significa­ do» (o su equivalente verbal «construir significado»), este libro se va a referir al funcionamiento significativo' del lenguaje en general como generación de significado. En contraste con «construcción» y «constructo», el término «generación» y el verbo «generar» no se con­ centran necesariamente én la participación activa (y por extensión predominantemente consciente) del productor del lenguaje. Por el potencial de ser usado de manera intransitiva (como en Bajo las cir­

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cunstancias correctas la electricidad se genera espontáneamente), «generar» (y por consiguiente la nominalización «generación») tiene en cuenta la contribución activa de los usuarios del lenguaje a los procesos en discusión y una activación más espontánea más allá del control directo de la intencionalidad de un usuario del lenguaje. Dado que esto es un matiz importante será discutido más adelante (espe­ cialmente en la sección 1.3 y el Capítulo 6), Cuando sea necesario un enfoque selectivo distinguiremos entre construcción de significado (o «construir significado», enfatizando agentividad) y em ergencia de significado (o «significado emergente», enfatizando procesos que implican un menor grado o un tipo menos saliente de agentividad o conciencia), como diferentes aspectos de generación de significado (o «generar significado»). En la seccíón 0.2, anteriormente en este capítulo, nos hemos refe­ rido repetidamente al significado en relación con el contexto. Una de las más ^adicionales delimitaciones de la pragmática, quizás la más ampliamente aceptada, consiste en contrastarla directamente con la semántica'diciendo que ésta última se ocupa del significado indepen­ dientemente del contexto, mientras la primera investiga el significado en contexto. El «funcionamiento significativo» del lenguaje concebido por nuestro enfoque de la pragmática, sin embargo, no está restringi­ do al «significado en contexto» que puede simplemente ser añadido a otro nivel de significado estudiado por la semántica. Imaginemos te­ ner que separar el significado no contextual del significado contextual de Estoy cansado. En primer lugar, esto es virtualmente imposible. Más aún, incluso intentarlo violaría el punto de vista de la pragmática como perspectiva y la volvería a introducir en el conjunto contrastivo de los componentes tradicionales de una teoría lingüística. Sin em­ bargo, lo más importante es que tal postura ignoraría el hecho de que la pragmática se ocupa de un tipo de «significado» diferente, el cual, como se ilustró, nos permite por ejemplo incluso hablar de la «signi­ ficación» de las elecciones entre sistemas fonológicos. El significado en contexto, sin duda, pertenece a ese tipo de significado, pero no lo agota. Tampoco necesariamente convierte al «significado» en la no­

Funcionamiento significativo del lenguaje

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ción dinámica que debe ser para ayudamos a comprender lo que pasa en el uso del lenguaje. Con frecuencia, tratamientos de la pragmática como el estudio del significado en contexto, aunque tienen en cuenta la variabilidad de los significados de las formas lingüísticas, simple­ mente añaden el contexto como otro parámetro de estabilidad a dife­ rente nivel. Habiendo introducido la noción de «funcionamiento», se necesi­ tan unas palabras sobre el tipo de funcionalismo implicado. Lo que no se quiere decir es el funcionalismo del sistema que ya se puede en­ contrar en el estructuralismo lingüístico tradicional y que es a veces bastante mecánico. Las premisas del estructuralismo incluyen la vi­ sión del lenguaje como un sistema autónomo en el cual todos los elementos están relacionados funcionalmente el uno con el otro y de­ rivan su significación enteramente de las relaciones funcionales con otros elementos. Así los fonemas Ifl y Iv/ forman un contraste funcio­ nal en inglés, distinguiendo palabras tales como few yiview. Y mien­ tras /p/, íbl y Ifl son todos funcionales en inglés (como en. pin, bin y fin), algunas lenguas pueden permitir variación libre entre Ipl y Ibl o entre Ibl y Ifl, mientras otras lenguas como el quechua multiplican el número de contrastes funcionales distinguiendo entre Ipl, /pV y Ip’l. Este tipo de funcionalismo se caracteriza por una contradicción inter­ na: el principio elemental que parece operar dentro del sistema de la lengua no se aplica al lenguaje como fenómeno entre otros fenóme­ nos, ya que se ve como autónomo. La pragmática, por otro lado, en­ fatiza la relación funcional del lenguaje con otras facetas de la vida humana. Sin reconocer el significado completo de esto, el funciona­ lismo estructuralista permanece frecuentemente mecánico y tiene en cuenta (restringidos aspectos del) significado sólo lateralmente, mien­ tras que la pragmática le da un papel central — aunque deberíamos ser cuidadosos y no atribuir una actitud idéntica a todos los estructuralistas. Este libro va a evitar también un funcionalismo orientado a identi­ ficar las funciones del lenguaje vistas como enlaces entre sistemas formales y su uso. Sin ignorar la necesidad de explicaciones generali-

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Introducción

zables (como se ilustra, por ejemplo, en 7,1) la pragmática se debe centrar directamente en el funcionamiento del lenguaje en contextos de uso reales.

0.5 ¿UNA TAREA INFINITA?

Las tareas de la pragmática, que surgen de la orientación y la de­ limitación resumidas hasta ahora, abarcan, sin duda, un amplío es­ pectro. Los miedos a la expansión incontrolada más allá de los límites de lo que podríamos llamar «lingüística» no están por tanto entera­ mente injustificados. Sin embargo, como será ilustrado a lo largo de las exploraciones siguientes, generalmente no es demasiado difícil encontrar un punto de límite. Por ejemplo, es perfectamente legítimo para un análisis pragmático-relacionar mi enunciado John tiene pelo rojo con su asociación típicamente esperada con mi creencia de que John tiene pelo rojo (a menos que esta interpretación sea impedida por conocidas condiciones específicas del enunciado). No obstante, no correspondería a los pragmatistas probar mis razones para creer que John tiene pelo rojo, a menos que fuera necesario para un enten­ dimiento de otros aspectos del discurso én el que está mi enunciado. Además, la sugerencia de que la pragmática es una perspectiva, «la lingüística del uso del lenguaje» en su sentido más general, debe ser tomada literalmente. Como perspectiva es completamente efectiva y, tal como este libro va a tratar de demostrar, es factible su descrip­ ción. Para la práctica de «hacer pragmática», sin embargo, es bastante aceptable y a menudo necesario seleccionar focos de investigación que justifiquen sus propias fronteras temáticas y metodológicas —sin perder de vista, claro, el marco de referencia más amplio— .

Resumen y lecturas recomendadas

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0.6 RESUMEN Y LECTURAS RECOMENDADAS

Hemos distinguido entre: * La lingüística de los recursos del lenguaje, que consiste en los tradicionales componentes de una teoría lingüística (fonética, fonología, morfología, sintaxis y semántica), cada uno de los cuales tiene su propia unidad de análisis. * Campos de■investigación interdisciplinarios (como la neurolingüística,. la psicolingüística, la sociolingüística, la antropología lingüística) cada uno de los cuales tiene su objeto correlaciona! extra-lingüístico.

En contraste con éstos, la pragmática se ha presentado: • Como la lingüística del uso del lenguaje, . • Como carente de unidad(es) de análisis propia(s) y objeto(s) co­ rrelacionares). * Como constituyente de una perspectiva general funcional (cognitiva, social y cultural) del lenguaje. • Con un tema de investigación que es el funcionamiento signiji- , cativo del lenguaje en uso real, como una forma compleja de comportamiento que genera significado, • Y sirviendo, dentro del ámbito de las ciencias relacionadas con el lenguaje, como punto de convergencia para los campos Ínterdisciplinarios de investigación y como bisagra entre éstos y los componentes de la lingüística de los recursos del lenguaje.

Es particularmente importante recordar que el significado, como rasgo definitorio de lo que preocupa a la pragmática, no es visto como un contrapunto estable de la forma lingüística sino que.es generado dinámicamente en el proceso de usar el lenguaje.

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Introducción

Aunque la perspectiva esbozada en esta introducción no está ela­ borada en ninguna otra parte de la literatura pragmática, se encontra­ rán muchas discusiones sobre la definición del campo, cuya lectura cuidadosa puede hacer más fácil de entender la posición presente. En particular, son útiles los capítulos introductorios a Levinson (1983) y Davis (1991). Para una extensa discusión de por qué no se considera defendible la visión de la «pragmática como componente», véase Versehueren (1985b). Formulaciones tempranas que se acercan a lo que nosotros llamamos «pragmática como perspectiva» se encuentran en Weiser (1974) y Haberland y Méy (1977), como'se mostrará másadelante (en el Capítulo 9). Para un anterior intento de aproximarse al uso del lenguaje en términos de generación de significado (o, en sus términos, construcción de significado) véase Grunig y Grunig (1985). Fuera de la literatura pragmática tradicional (véase Coulter, 1991, y Lee, 1991) se pueden encontrar interesantes discusiones que apuntan a la inseparabilidad de lo cognitivo, lo social y lo cultural —todo lo cual se debe combinar en una perspectiva pragmática—.

0.7 PRESENTACIÓN PRELIMINAR

Este libro tendrá que demostrar que la amplia visión de la prag­ mática que se adopta no conduce en absoluto a la vaguedad, una pro­ piedad que se le atribuye a menudo a la pragmática, sino que nos ca­ pacita a aproximamos a diferentes aspectos del uso del lenguaje de una manera bastante coherente. Va a dejarse atrás radicalmente la vi­ sión de la pragmática como «papelera», popular en otro tiempo (BarHiliel, 1971), que asignaba a la pragmática la tarea de tratar con lo que ni la sintaxis ni la semántica pudieran tratar. El libro se organiza en tres partes y nueve capítulos. La Parte I, «La perspectiva pragmática», explica la idea de la pragmática como una perspectiva funcional general (de cualquier aspecto) del lenguaje, es decir, como una aproximación al lenguaje que tiene en cuenta la

Presentación preliminar

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complejidad completa de su funcionamiento cognitivo, social y cultu­ ral, Con este fin, el Capítulo 1, «El lenguaje y uso del lenguaje», revi­ sará una amplia gama de fenómenos estudiados anteriormente bajo la denominación de pragmática, explicando por qué su interrelación y el restringido tratamiento que han recibido hasta ahora conduce casi ne­ cesariamente a la perspectiva más global que estamos adoptando. El Capítulo 2, «Nociones clave», volverá a la pregunta «¿Qué hace la gente cuando usa el lenguaje?» o «¿Qué es usar el lenguaje?» para introducir las observaciones primarias sobre las que tiene que cons­ truirse una teoría pragmática. Se sugerirá que el uso del lenguaje con­ siste en hacer elecciones lingüísticas continuamente (tanto al hablar como al interpretar) y que este «hacer elecciones» puede ser entendi­ do en términos de tres nociones relacionadas jerárquicamente: «va­ riabilidad», la propiedad del lenguaje que determina la gama de las elecciones posibles; «negociabilidad», que implica que las elecciones no son mecánicas sino guiadas por principios flexibles y estrategias; y «adaptabilidad», la propiedad del lenguaje que capacita a los seres humanos para hacer elecciones negociables desdé una gama variable de posibilidades de tal manera que se satisfagan las necesidades co­ municativas. Se mostrará que estas nociones son y han sido funda­ mentales, implícita si no explícitamente, para un entendimiento de los fenómenos presentados en el Capítulo 1. ' La Parte II, «Aspectos del funcionamiento significativo del len­ guaje», ofrecerá los pilares de construcción para un entendimiento de la pragmática como un campo coherente de investigación. Usando la «adaptabilidad» como el punto de partida, se demostrará que se pue­ den distinguir cuatro aspectos del funcionamiento significativo del lenguaje que cualquier teoría, descripción o explicación pragmática tiene que tener en cuenta. Se dedicará un capítulo a cada uno de ellos. El Capítulo 3, «Contexto», identificará correlatos contextúales de la adaptabilidad, incluyendo todos los ingredientes de un escenario comunicativo al que tienen que poder adaptarse las elecciones comu­ nicativas. Se dará un amplio abanico de ejemplos de los tipos de ele­ mentos contextúales que restringen el uso del lenguaje. Se argumen­

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Introducción

tará que, a pesar de la aparente falta de límite de la gama de fenóme­ nos potencialmente relevantes, «contexto» no es una noción vaga ya que los contextos son generados (como elecciones hechas entre un abanico infinito de posibilidades, para casos específicos de uso del lenguaje) y este proceso de generación puede rastrearse lingüística­ mente. El Capítulo 4, «Estructura», sitúa el funcionamiento significa­ tivo del lenguaje en relación con los diferentes estratos de adaptabili­ dad, Como se hacen elecciones lingüísticas en todos los nivelesposibles de la estructura que implican variabilidad de cualquier tipo, los procesos pragmáticos se pueden relacionar con cualquier nivel de la estructura, desde un rasgo de sonido y un fonema hasta el dis­ curso, o con cualquier tipo de relación entre los niveles. En este capítulo se revisarán una amplia gama de temas favoritos de la pragmática — complementando los que ya se introdujeron en el Ca­ pítulo 1— . En el Capítulo 5, «Dinámica», se dará cuenta de los pro­ cesos reales de hacer elecciones, teniendo en cuenta la negociabilidad fundamental que acarrean. Se mostrará cómo se usan los principios de comunicación y las estrategias en las elecciones y negociaciones de elecciones en la producción y en la interpretación. El capítulo 6, «Saliencia», considera el hecho de que no todas las elecciones se ha­ cen con la misma conciencia e intención, que algunas son automáticas mientras que otras son altamente motivadas. Este capítulo se ocupa de las diferentes maneras de procesar en el medió de adaptabilidad, la «mente en sociedad» humana. Con referencia a este tema cuando la distinción entre significado explícitamente comunicado e informa­ ción implícita adquirirá relevancia especial. La Parte III, «Temas y tendencias», tiene dos objetivos. En primer lugar, los Capítulos 7 y 8 tienen la intención de explicar, con referen­ cia a dos tipos de cuestiones de investigación específicas, cómo los aspectos descritos del funcionamiento significativo del lenguaje pue­ den ser manejados en la práctica. Mientras que la Parte I y la Parte II son más teóricas, los dos primeros capítulos de la Parte III serán más metodológicos, abordando también el tema de lo que cuenta como datos probatorios en pragmática. El Capítulo 7, «Cuestiones micro-

Presentación preliminar

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pragmáticas», discutirá algunos ejemplos que han de situarse en el micro-nivel de comunicación cara a cara o al nivel de «detalles» lin­ güísticos, El Capítulo 8, «Cuestiones macropragmáticas», explorará procesos comunicativos sociales más amplios. En segundo lugar, el Capítulo 9, «El panorama de la pragmática», señalará tendencias ac­ tuales y conexiones históricas. Este capítulo final está básicamente concebido como una guía para estudio posterior. Tratará algunas «teorías» actuales de pragmática y hará un enlace explícito con algu­ nas tradiciones «formativas», con la idea principal de que la pragmá­ tica, ciertamente, no apareció del vacío.

EL LENGUAJE Y EL USO DEL LENGUAJE

Nuestra primera tarea es establecer un enlace claro con las pre­ guntas de investigación y tradiciones que son comúnmente asociadas con la etiqueta de «pragmática». Con este objetivo, empezamos con dos ejemplos de uso real del lenguaje. El primero es un extracto de una conversación durante una cena en el Centro de Conferencias y Estudio de la Fundación Rockefeller en Bellagio, Italia (los nombres de los interlocutores se han cambiado; como en ejemplos posteriores, las negritas indican sílabas acentuadas [en la versión inglesa]. El se­ gundo es el enunciado que abre la introducción editorial a El mundo en 1996, publicado por The Economist a finales de 1995 en una serie de publicaciones anuales del mismo tipo. (1)

1. Debby;

¿Habéis, ido hoy a algún sitio? Go anywhere today? 2. Dan; Sí, bajamos a Como. Subimos en autobús y volvi­ mos en acuaplano. Yes, we went down to Como. Up by bus, and back byhydrofoil 3. Debby; ¿Algo que ver ahí? Anything to see there? 4. Dan: Quizás no sea la ciudad italiana más interesante pero el viaje vale la pena. Perhaps not the most interesting of Italian towns, but it’s worth the trip.

Temas comunes en pragmática 5. Debby; 6. Jane:

7. Jack: 8. Dan: (2)

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Puede que haga eso el próximo sábado. I might do that next Saturday. ¿Qué quieres decir cuando dices quizás no sea la ciudad italiana más interesante? What do you mean when you say perhaps not the most interesting of Italian towns? Quiere decir ciertamente no la más interesante... He means certainly not the most interesting... Sólo intentando ser educado... Just trying to be polite...

1996 será un año de prosperidad y paz.

En relación con estos fragmentos de discurso totalmente corrien­ tes, que representan tipos que encontramos diariamente con frecuen­ cia, se señalan algunos de los temas que la pragmática ha explorado tradicionalmente (sección 1.1). Se preguntará entonces si estos «te­ mas comunes» pueden ser cuidadosamente separados, como parecería a primera vista, y se sugiere que simplemente tienen tanto en común que hay buenas razones para dejar de usarlos como puntos focales in­ dividuales para la organización de un libro sobre pragmática (sección 1.2). Se hará un enlace más explícito con la literatura especializada al tratarse uno de los puntos más controvertidos, la cuestión de la «in­ tencionalidad», que cualquier teoría de la pragmática tendrá que con­ siderar (sección 1.3). Al final de este primer capítulo hay algunas pa­ labras introductorias sobre las diversas categorías del uso del lenguaje que conforman el comportamiento lingüístico (sección 1.4).

1.1 TEMAS COMUNES EN PRAGMÁTICA

1.1.1 Deíxis Los enunciados se relacionan con un mundo real, o lo que se per­ cibe.como tal, de al menos dos maneras diferentes. La relación puede ser descriptiva, como cuando en autobús, catedral y seda en (1), o

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E l lenguaje y el uso del lenguaje

prosperidad y paz en (2) se refieren a aspectos de la realidad en las áreas del transporte, la religión, artículos de consumo, condiciones sociales o interacción grupal. Este tipo de referencia se ha dejado normalmente en la provincia de la semántica. Se ha insinuado pre­ viamente (en la sección 0.2) y se demostrará más adelante (en la sec­ ción 4.2.4) que la pragmática tiene también cosas interesantes que de­ cir en esta área. Sin embargo, un segundo tipo de relación que ha sido tratado bajo la etiqueta de pragmática durante muchos años, tiene que ver con el posicionamiento de un enunciado en una realidad que lo rodea (y sobre la cual puede tratar). Uno de los primeros fenómenos que las consideraciones científicas del uso del lenguaje no podían ignorar era este «anclaje» del lenguaje en el mundo real, que se con­ sigue «señalando» las variables a lo largo de alguna de estas di­ mensiones. Este fenómeno se llama deíxis, y los «señaladores» son expresiones deícticas o indicadores. Hay esencialmente cuatro di­ mensiones'. tiempo, espacio, sociedad (en particular los interlocutores) y discurso (la actividad lingüística en transcurso). Los marcadores de deíxis temporal incluyen hoy en (1)1., el tiempo pretérito de subimos en (1)2.,' el próximo sábado en (1)5., 19.96 y el tiempo futuro de será en (2). Nótese que las variables a lo largo de la dimensión temporal —y en cualquier otra dimensión, co­ mo se clarificará pronto— no tienen valores absolutos. Incluso para determinar el centro deíctico, el punto de referencia desde el cual se observa la dimensión (típicamente ahora cuando se trata de tiempo), se necesita información sobre el contexto deíctico. De esta manera el significado de hoy en (1)1., que podría parecer muy poco ambiguo (hoy es al menos bastante «próximo» en comparación con el más «distante» próximo sábado en (1)5.), no puede ser entendido de ma­ nera precisa sin conocimiento sobre el tiempo del habla. En primer lugar, uno debería saber la fecha para dar sustancia temporal com­ pleta a hoy. Aparte de esto, es importante saber que la conversación tuvo lugar a la hora de la cena y, por tanto, es razonable suponer que hoy se refiere a un período de tiempo que ya ha pasado y que la frase elíptica en inglés se puede completar con Did you go... Sin el cono­

Temas comunes en pragmática

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cimiento contextual, (1)1, podría ser también una pregunta sobre ,acti­ vidades planeadas para una parte futura del día (aunque en ese caso la forma elíptica más posible hubiera sido Going..., abreviación de Áre you going... (¿Vas a ir...) , dado que Will you go... (¿Irás...) es una forma menos común para preguntar sobre planes futuros inmediatos). De igual modo, aunque 1996 en (2) es una expresión muy convencionalizada para referirse a un período de tiempo específico, y aunque al estar con una referencia al tiempo futuro en será indica que el centro deíctico debe ser antes de 1996 o relativamente pronto en ese año, una selección de alguna de estas dos posibles interpretaciones no puede hacerse con certeza hasta que sabemos que el texto del que se extrajo la oración fue publicado a finales de 1995. Las expresiones deícticas no pueden interpretarse literalmente. Por esta razón, no hay una conexión automática ni mecánica entre las elecciones de tiempo y los anclajes de puntos temporales: el presente simple en quieres y di­ ces en (1)6., y en quiere decir en (1)7., se refiere a una acción pasada, aunque un pasado muy reciente, si bien es cierto que es una acción con implicaciones más amplias de «significado»; lo mismo podría de­ cirse de intentando en (1)8., aunque se puede interpretar como un im­ perfecto progresivo elíptico o un presente progresivo elíptico. Sin un cierto grado de flexibilidad interpretativa y libertad de elección en la producción de los enunciados, la comunicación cesaría ya en este ni­ vel elemental. La deíxis espacial se marca con habéis ido y algún sitio en (1)1., bajamos a, Como, subimos y volvimos en (1)2., y ahí en (1)3. El dis­ curso mismo no Índica el centro deíctico, el Centro de Conferencias y Estudio de Bellagio, que sólo es accesible a través del conocimiento del contexto del mundo real. Pero se supone obviamente un aquí no ambiguo contextualmente. La elección del verbo ir (en oposición a venir) indica un movimiento que se aleja del punto espacial de refe­ rencia, normalmente situado ya sea con el hablante(s) (como en esta conversación) ya con la gente a la que se refiere el discurso. Por con­ siguiente, es obvio que Como no puede ser el lugar donde está tenien­ do lugar la conversación, lo que es puesto de relieve más adelante con

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El lenguaje y el uso del lenguaje

el marcador deíctico «distante» ahí en (1)3., que es correferencial con Como. La relatividad de las expresiones deícticas espaciales está clara en (1)2. La elección de .bajamos a en bajamos a Como puede ser principalmente motivada por la orientación geográfica que tradicio­ nalmente sitúa lugares al sur más abajo en el mapa que lugares al norte; Como está de hecho situado al sur de Bellagio. Otro parámetro que puede estar relacionado es la situación del Centro de Conferen­ cias y Estudio de Bellagio en la cima de una colina, mientras que Como está situado a nivel del lago Como. Tales parámetros pueden combinarse e interferir entre ellos de varias maneras, o su pertinencia puede ser cancelada por completo (porque, después de todo, estamos tratando aquí con formas de expresión convencionalizadas que man­ tienen sólo una conexión elemental con sus orígenes espaciales). Por eso no es predecible si bajar a se usaría si Como estuviera situado al norte, del centro deíctico pero más bajo, o ál sur y más alto; proba­ blemente, sin embargo, no se usaría si estuviera al norte y más alto. Curiosamente, bajar y subir se refieren exactamente a la misma di­ rección en (1)2. Nada cambiaría en el significado de la oración si se sustituyera subir por bajar. La razón por la que subir puede aparecer sin contradicción es que hay un cambio en la perspectiva deíctica. Mientras el centro deíctico sigue siendo el mismo, bajar a estaba principalmente motivado por propiedades espaciales más o menos «objetivas» (y se deja el trabajo relacional a ir); subir, en cambio, ha­ ce de polo estándar (aunque no irremplazable) de un conjunto contrastivo «relacionál» que significa «alejado del centro deíctico» en contraste con volver. En el ejemplo (2) la ausencia de deícticos espa­ ciales específicos indica que el estado de las cosas descrito se ve co­ mo bastante general, la situación está «en todas partes». Esta inter­ pretación se apoya contéxtualmente por el título de la publicación de la cual se tomó la oración, El mundo en 1996. La deíxis social ancla el lenguaje en su contexto de uso interáccional inmediato. En su nivel más elemental, este proceso incluye lo que se denomina normalmente deíxis de persona. La comunicación cara a cara involucra a un número de actores sociales cuyos roles

Temas comunes en pragmática

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subyacen a la distinción básica tripartita entre primera persona, el centro deíctico a lo largo de la dimensión social, segunda persona o destinatario, y tercera persona u «otros». Los tres se activan en (1): un omitido vosotros/ustedes en (1)1., nosotros en (1)2., yo en (1)5., tú dos veces en (1)6., y él en (1)7. De nuevo, el uso dé tales formas no está libre de complejidades. Esta conversación tiene lugar entre las mismas cuatro personas, una persona habla en cada tumo y las otras tres forman la audiencia. Sin embargo, un pequeño cambio en la perspectiva deíctica puede convertir a la misma persona, Dan, en una segunda persona tú en (1)6., y en una tercera persona «intrusa» él en (1)7., donde Dan es todavía obviamente una de las personas a las que se dirige la palabra. Para entender el uso de nosotros en (1)2. es útil saber que Dan y Jane son marido y mujer, que viajan juntos (un he­ cho que hace (1)6. más desafiante para Dan que si cualquier otra per­ sona hubiera preguntado lo mismo, y que no se infiere simplemente por (1)6.). En general, nosotros es un deíctico con una gama bastante amplia de usos. En (1)2. es un nosotros «exclusivo» porque excluye al destinatario directo cuya pregunta se está respondiendo. En una oración como Deberíamos ir a Como algún día, enunciada como su­ gerencia, el destinatario se incluye en el campo de nosotros, por lo cual se lo puede llamar un nosotros «inclusivo». Nosotros puede ser también un sustituto «ceremonial» para yo, como en muchos escritos académicos (tal como Julio César, forzando un poco las cosas, se las ingenió para re­ servar él para describir sus propias proezas). Y nosotros puede incluso reemplazar a tú como en el ¿Cómo nos encontramos hoy? de un médico. En el ejemplo (2), no se dispone de ninguna deíxis de persona a un nivel explícito, lo que no es raro en la comunicación escrita. También en el ámbito de la deíxis social, y a veces incluyendo elección de pronombres, está el fenómeno llamado deíxis actitudinal (normalmente llamado «deíxis social» en oposición a «deíxis de per­ sona»): el uso de expresiones deícticas que señala aspectos de estatus social y/o formas de respeto, basadas o no en estatus «objetivos». Ejemplos típicos son las elecciones posibles en muchas lenguas entre segundas personas, formas de tratamiento formal e informal, como tu

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El lenguaje y el uso del lenguaje

versus vous en francés, du versus Sie en alemán, Jij versus U en ho­ landés, tú versus usted en español. También se incluyen bajo esta eti­ queta los elaborados sistemas de «honoríficos» o expresiones posibles en numerosas lenguas que indican mayor estatus (no sólo pronombres sino también expresiones vocativas, títulos de tratamiento y similares).

Ilustración 1.1 (De: Goscinny y Udcrzo, 1973, Astérixy la residencia de los dioses, Londres, Hodder Dargaud, 5)

[—¿De quién está hablando? —De él mismo. Siempre habla de si mismo en tercera persona. / —Es genial. —¿Quién? —Eh„. Usted. — ¡Oh, él!]

Finalmente, una vez producido, el discurso mismo también pro­ porciona una dimensión para anclar los enunciados. Hablamos de deíxis discursiva cuando una forma de expresión señala al discurso anterior, simultáneo o posterior. Así ahí en (1)3. retrocede a Como en (1)2., eso en (1)5.. refiere al bajar a Como dicho en (1)2,, y quieres decir.,.dices en (1)6., quiere decir (1)7., e intentando ser educado en (1)8. todos se refieren al enunciado hecho en- (1)4. Un caso algo espe­ cial es ahí en (1)3. porque además de ser un deíctico discursivo es también anafórico puesto que muestra «correferencia» con Como en (1)2.: las dos expresiones se refieren a la misma realidad ftiera del discurso. La deíxis discursiva puede ser también de un tipo «auto-

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Temas comunes en pragmática

referencial» o «reflexivo», como cuando la expresión en este libro se usa en este libro, o cuando yo digo Sonaba así mientras imito la voz de la persona de la que hablo. Cuando anuncio que voy a contar una historia diciendo Me gustaría contar esta historia sobre... se encuen­ tra un tipo «proyectivo» de deíxis discursiva. Además proyección y autorreferencia se combinan en Este libro explicará... (Este tipo de fenómeno será tratado con detalle posteriormente, en las secciones 3.3.2 y 6,4.1, cuando hablemos del tema de la cohesión contextual y los indicadores de conciencia metapragmática, respectivamente). 1.1.2 Actos de habla

, ,

Cuando Debby dice ¿Habéis ido a algún sitio hoy? (en (1)1.) ella hace algo. Lo que ella hace se llama «hacer una pregunta». El interés en este tipo de acto, que corresponde estructuralmente a una oración y se llama acto de habla, ha sido uno de los ingredientes básicos de la pragmática durante mucho tiempo. El filósofo John Austin introdujo este concepto. En su propia búsqueda de formas de tratar el lenguaje como forma de acción (en reacción al positivismo lógico, que no acep­ taba el significado fuera del ámbito de lo que podía ser probado por su verdad o falsedad), distinguió primero entre enunciados «constatativos» y «performativos». En esta dicotomía, «constatativos», como bajamos a Como en (1)2., son enunciados en los cuales se dice algo que puede ser evaluado en la dimensión de su valor de verdad. Por otro lado, los performativos son enunciados como ¿Habéis ido a al­ gún sitio hoy? en (1)1. (o, para tomar otros ejemplos, Prometo ir a Como o Bautizo este barco Lago di Como), en los cuales se hace algo de lo que no se puede decir que sea cierto o falso sino que se puede evaluar en una dimensión de «condiciones de satisfacción o felici­ dad» [felicity conditions]. De tal forma ¿Habéis ido a algún sitio hoy? no es satisfactorio como pregunta a menos que Debby esté inte­ resada en la respuesta de Dan; Prometo ir a Como no es satisfactorio a menos que yo tenga la intención de ir a Como y me comprometa a hacerlo; Bautizo este barco Lago di Como requiere que yo esté auto­

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El lenguaje y el uso del lenguaje

rizado para llevar a cabo la cristianización de este barco. Sin embar­ go, Austin se dio cuenta pronto de que estas distinciones tan cuidado­ sas son problemáticas. Si la memoria a corto plazo de Dan está dañada y no recuerda realmente lo que ha hecho a lo largo del día, habría algo insatisfactorio sobre bajamos a Como, incluso si estuviera en lo cierto por casualidad. Igualmente problemáticos son los ejemplos como (2), en que 1996 será un año de prosperidad y paz tiene la estructura de simple constatativo pero donde no se puede realizar hasta un año más tarde una evaluación de verdad o falsedad, y donde las condiciones de felicidad exigirían al autor estar en la posición de saber lo suficiente sobre el mundo para hacer algún tipo de predicción con autoridad, La conclusión de Austin era simple: todos los enunciados contie­ nen elementos constatativos y performativos; todos son dichos y hechos al mismo tiempo. Para recoger las implicaciones de esta intui­ ción, sustituyó la terminología constatativo-performatívo por una dis­ tinción tripartita: «locuciones» son actos de decir algo (la enunciación de la cadena de sonidos Prometo ir a Como, que contiene una propo­ sición, o el aspecto constatativo del acto de habla); «ilocuciones» son lo que se hace al decir algo (al decir Prometo ir a Como yo hago una promesa); y «perlocuciones» son lo que se hace diciendo algo (di­ ciendo Prometo ir a Como hago que usted cuente con que voy a Co­ mo). Dejando los detalles terminológicos a un lado, podemos ver que es en este punto donde John Searle retoma este tema con su fórmula de actos de habla F(p), en la cual «F» significa fuerza (ilocutiva), el lado de acción de cada acto de habla, y «p» significa proposición, el lado de contenido del acto de habla (que consiste en una referencia y una predicación). Searle sistematizó las intuiciones de Austin sobre las condiciones de felicidad con la propuesta de que para una definición adecuada de cada tipo de acto de habla se deben especificar cuatro tipos de condi­ ciones, todas necesarias y, juntas, suficientes. De este modo, para que (2), 1996 será un año de prosperidad y paz sea una predicción satis­ factoria se deben dar las siguientes condiciones:

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• Condición de contenido proposicional: especificación de un fu­ turo estado de cosas. • Condición preparatoria: el hablante/escritor tiene la información adecuada para formar una opinión «válida» sobre el futuro esta­ do de cosas. • Condición de sinceridad: el hablante/escritor cree que el futuro estado de cosas será de hecho como el descrito. • Condición esencial: el enunciado cuenta como un acto que com­ promete al hablante/escritor a la probabilidad de que el futuro estado de, cosas será como el descrito. Para que (1)3., ¿Hay algo que ver ahí?, sea una pregunta «satis­ factoria», se debe dar lo siguiente: • Condición de contenido proposicional: ninguna. • Condición preparatoria: Debby tiene razones para creer que Dan puede darle información sobre Como. • Condición de sinceridad: Debby quiere que Dan le dé informa­ ción sobre Como. • Condición esencial: el enunciado cuenta como un intento de ha­ cer que Dan dé una respuesta que ofrezca información sobre Como. Como ya debe quedar claro con estos dos ejemplos, el uso real tiene una tendencia a jugar con tales condiciones. El ejemplo (2) pue­ de tener un gran efecto retórico que lo hace inmune a la crítica en las dimensiones estipuladas por las condiciones de felicidad. Én (1)3., la función principal puede ser mantener una conversación relativamente banal (un fenómeno generalmente conocido como «comunicación fátiea»; véase Senft, 1995), para que así la menos que informativa res­ puesta en (1)4. pueda ser perfectamente satisfactoria. Pero esto no ha­ ce que (2) y (1)3. no se consideren menos que una predicción o una pregunta respectivamente. A la vez, sin embargo, esto no invalida ne­ cesariamente el análisis propuesto, ya que puede presentar nociones PR AGM Á TIC A.---- 3

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en cuyos términos se conceptual iza habitualmente la comunicación en una comunidad dada. Además del aparato analítico en términos de condiciones necesa­ rias y suficientes, que puede ser más «prototípico» en una comunidad específica que «necesario y suficiente»(incluso dentro de la misma comunidad; véase la sección 4.3), la teoría de los actos de habla orto­ doxa sugiere también que todos los actos de habla, en cualquier len­ gua, en cualquier lugar del mundo, pertenecen a alguna de estas cinco categorías; 1. Asertivos (p. ej. afirmaciones, eomo Bajamos a Como): expre­ san una creencia, hacen que las palabras se correspondan con el mundo y comprometan al hablante con la verdad de lo que . afirma. 2. Directivos (p. ej. peticiones, como Por favor baja a Como conmigo, u órdenes, como /Baja a Como mañana!): expresan un deseo, hacen que el mundo se corresponda con las palabras y cuentan como un intento de hacer que el oyente haga algo. 3. Comisivos (p. ej. promesas, como Prometo ir a Como u ofre­ cimientos, como Le ofrecemos el trabajo de guía turístico ofi­ cial de la ciudad de Como): expresan una intención, hacen que el mundo se corresponda con las palabras y cuentan como un compromiso del hablante para participar en una acción futura. 4. Expresivos (p. ej. disculpas, como Lo siento muchísimo, o agradecimientos, como Agradecemos enormemente lo que hizo por nosotros): expresan una variedad de estados psicológicos, no tienen una correspondencia entre las palabras y el mundo y simplemente cuentan como expresiones de un estado psicoló­ gico. 5. Declarativos (p. ej. bautizar, abdicar, declarar la guerra); no expresan un estado psicológico, hacen que las palabras se co­ rrespondan con el mundo y que el mundo se corresponda con las palabras, con el objetivo de realizar un cambio en la reali­ dad (institucional).

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Es necesario hacer sólo dos aclaraciones sobre esta clasificación de actos de habla, que es sin ninguna duda la más influyente de todas las que se han propuesto. Primero, las categorías no son en absoluto mutuamente excluyentes. El uso real del lenguaje contiene muchos tipos de actos que, si tomamos la clasificación seriamente, deberían ser llamados híbridos. Consideremos, por ejemplo, amenazas del tipo Si te vuelvo a ver con mi hermana, te mato, que son al mismo tiempo directivos (con la intención de cambiar el comportamiento de alguien) y- eomisivos. Segundo, la clasificación se basa enteramente en tres dimensiones de variación (estado psicológico, dirección de ajuste [direction o f ftt] y «finalidad ilocutiva»); si se escogieran otras dimen­ siones como punto de partida (como fuerza relativa, por ejemplo, en­ tre sugerir e insistir; o diferencias entre estatus de relaciones entre hablante y oyente, en la diferencia entre pedir y ordenar, por ejemplo) esto conduciría a clasificaciones diferentes. Tendrán que hacerse más observaciones más adelante (véase la sección 4.3). Se deben introducir algunas, nociones más de actos de habla para referencia futura. Primero está la distinción, ya hecha por Austin, en­ tre performativos explícitos y performativos. primarios. Los perfor­ mativos explícitos (sólo, y de manera algo confusa, llamados «per­ formativos» en uso posterior) son actos de habla del tipo Prometo ir a Como o Bautizo este barco Lago di Como, que contienen verbos co­ mo prometer y bautizar en primera persona singular del presente in­ dicativo en voz activa y que describen el tipo de acto que se realiza (véase'también la sección 7.1.2). El resto de formas de enunciado, como Iré a Como (dicho con el mismo significado de «promesa»), son performativos primarios (también llamados, de manera confusa, «performativos implícitos»). Los performativos explícitos son ejem­ plos de lo que hemos descrito antes (en 1.1.1) como deíxis discursiva de tipo autorreferencial. Los -verbos performativos incluidos (una subcátegoría de una gama más amplia de verbos de actos de habla, muchos de los cuales no se pueden usar performativamente, como amenazar) pertenecen a la gama de mecanismos que Indican fuerza ilocutiva (IFI), que también incluye el tipo de oración (véase el pró­

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El lenguaje y el uso del lenguaje

ximo párrafo), ciertos adverbios (por ejemplo francamente, seria­ mente, brevemente, confidencialmente; véase también la sección 6.4.1), aspectos del orden de palabras, acentuación y entonación. (Por el papel que estos IFI juegan como marcadores explícitos de la fuerza ilocutiva es confuso etiquetar todos los «performativos primarios», en oposición con los «performativos explícitos», como «performativos implícitos»). Finalmente, se asume habitualmente que el mayor número de ti­ pos de oraciones que sirven como IFI tienen asociada normalmente una fuerza literal; una fuerza asertiva para las oraciones declarativas, una fuerza de pregunta para las oraciones interrogativas y una fuerza directiva para las oraciones imperativas. Cuando, se rompe este pa­ trón, como en ¿Puedes pedirme un taxi?, que es literalmente una pre­ gunta sobre la capacidad del destinatario para pedir un taxi pero fun­ ciona como una petición de que eso se haga, se usa la denominación de acto de habla indirecto. En casos como éste, la «finalidad ilocuti­ va primaria» es la de una petición: el enunciado cuenta como un in­ tento de hacer que el oyente pida un taxi. La finalidad ilocutiva que define la fuerza literal, la de pregunta (que hace que el enunciado cuente comü un intento de obtener una confirmación sobre la capaci­ dad del oyente de pedir un taxi), es a lo sumo secundaria. 1.1.3 Significado implícito Si la pragmática observa el lenguaje como forma de acción ancla­ da en el contexto del mundo real, o lo que se percibe como tal, una de las consecuencias más inmediatas es que debe prestar atención a tipos de significado que van más allá de lo que es «dado» por la forma del lenguaje misma, o de lo que es «dicho» literalmente. Én otras pala­ bras, una gama de mecanismos que surgen de la característica del lenguaje como acción fijada contextualmente, que podría ser captura­ da por el término general significado implícito, se convierte en un tema de investigación inevitable. Están involucradas tres cosas: la imposibilidad de explicitud completa, los modos lingüísticos conven-

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dónales de sobrellevar esta imposibilidad y las estrategias para ex­ plotarla en la generación de significado. La imposibilidad de explicitud completa Imaginemos lo que Debby tendría que decir para aclarar en térmi­ nos lingüísticos completamente explícitos lo que quiso decir cuando preguntó ¿Habéis ido a algún sitio hoy? en (1)1. Se podría intentar lo siguiente: • ' Suponiendo que estamos sentados lo suficientemente cerca para que tú, Dan que tienes una capacidad auditiva normal y un conoci­ miento del idioma adecuado, me entiendas, me dirijo a ti. También supongo que compartimos algún conocimiento sobre dónde estamos y por qué estamos aquí. Quiero decir: supongo que tú sabes que yo sé que tú sabes, etc. También, me imagino que tú, conjo yo, no quieres que nos sentemos aquí en -silencio sino que los dos queremos interactuar socialmente y sociablemente por medio de una. conversación. Puesto'que también compartimos el conocimiento de que ahora es la hora de la cena, que la mayor parte del día ya ha pasado, y que du­ rante un día como éste se pueden hacer muchas cosas, y que una de las opciones básicas es quedarse aquí o salir, me parece razonable empezar una conversación preguntando si habéis ido a algún sitio hoy. Entonces te pregunto «¿habéis ido a algún sitio hoy?», y te agra­ decería mucho si me pudieras decir algo en respuesta a esta pregunta.

No importa lo elaborado de este intento, el nuevo modo de expre­ sión todavía deja implícito más de lo que es capaz de hacer explícito. El mundo de información inexpresada que un enunciado carga con él se llama información de fondo. Algunas veces también recibe el nombre de conocimiento común o teiTeno común, porque se debe suponer que se comparte —hasta cierto grado— por el enunciador y el intérprete. Como tales supuestos comportan subordinaciones recur­ sivas y mutuas (Yo sé que tú sabes que yo sé, etc.), el término cono­ cimiento mutuo también se usa a menudo. Yo emplearé normal­ mente sólo «información de fondo» o «supuestos de fondo», términos

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que evitan afirmaciones sobre el compartir real o incluso supuesto de la información en cuestión. No és necesario decir que cualquiera que sea el término usado, el significado implícito que cubre no es una en­ tidad fija sino que se forma en el transcurso de la interacción lingüís­ tica. .. Lo que cuenta para el discurso oral es igualmente verdadero para ■ el escrito. Aunque los textos escritos constituyen un medio que nece­ sita ciertos tipos de información explícita porque productor e intér­ prete normalmente no comparten espacio y tiempo, ni en muchos ca­ sos un objetivo comunicativo común, llevan consigo una cantidad igual de información inexpresada que se da por conocida. Por esa ra­ zón (2), 1996 será un año de prosperidad y paz, puede ser muy explí­ cito en la referencia temporal, pero incluso con respecto al tiempo deja cosas implícitas: para una buena interpretación uno debe suponer que el lector sabe qué sistema de calendario se usa para situar el año 1996, Más aún, una gran parte del conocimiento del mundo es nece­ saria sólo para empezar a interpretar prosperidad y paz. Como se de­ mostrará (véase la sección 8.2.2), la aceptación de la afirmación de­ pende crucialmente de marcos de referencia ideológicos. La imposibilidad de una explicitud completa y la necesidad de «explicar» aspectos de información general de fondo para lograr un entendimiento completo de cualquier ejemplo de uso del lenguaje son tan generalizadas que se inventó un término (algo confuso) para los productos que desarrollan el significado de un enunciado por medio de representaciones más explícitas: la explicatura. Por ejemplo, El Centro está cerrado en enero requiere como «explicaturas» una espe­ cificación posterior sobre de qué «Centro» se habla, o si «enero» sig­ nifica eneró de un año especificó o de todos los años y si «cerrado» significa cerrado para toda criatura viviente o sólo para personas que de otro modo entrarían para usar el centro para sus fines normales. La confusión se puede evitar si recordamos claramente que las explicatu­ ras, én este sentido, son simples representaciones de formas de signi­ ficado implícitas.

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Maneras convecionales de comunicar significado implícito Los lenguajes proporcionan numerosos portadores de significado implícito, herramientas para unir el contenido explícito con aspectos relevantes de la información de fondo. Una primera categoría de tales herramientas son las construccio­ nes y expresiones que llevan consigo presuposiciones (las «presupo­ siciones» son aspectos del significado que deben ser pre-supuestos, entendidos, dados por hecho, para que un enunciado tenga sentido). «Expresiones referenciales» como Como en Bajamos a Como (en (1)2), o 1996 en 1996 será un año de prosperidad y paz (en (2)), o Napoleón y Waterloo en Napoleón fu e derrotado en Waterloo, todas presuponen la existencia, en un tiempo y/o lugar, de entidades en un mundo «real», sea una ciudad, un período de tiempo etiquetado y si­ tuado históricamente o una persona. Éstas se llaman presuposiciones existenciales, las cuales tienen que satisfacerse para que las oraciones en las que aparecen tengan sentido.: Por eso El Rey de Francia está hablando con Napoleón, dicho en este momento de la historia y usando el presente, carece de significado real porque las presuposi­ ciones existenciales que conllevan las expresiones referenciales El Rey de Francia y Napoleón no se satisfacen. Este ejemplo muestra también que el hecho de que se pueda decir que una presuposición existencial de una expresión referencial está satisfecha depende tanto de la oración en que la expresión se usa como en la expresión m ism a.. No hay nada anómalo en El Presidente Clinton está loco por Napo­ león. Esta estructura de la oración requiere la «existencia» de Napo­ león sólo como figura histórica, no como uno de nuestros contempo­ ráneos. (Obsérvese como los dos predicados está hablando con y está loco por permiten diferentes anclajes en el tiempo). Muchas construcciones conllevan otros tipos de presuposiciones. Intentemos algunas variaciones del ejemplo (2); (2)

a. El año de prosperidad y paz ha terminado. b. Siento que el año de prosperidad y paz haya terminado. c. La O.N.U. logró traer la paz.

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El lenguaje y el uso del lenguaje d. El tiempo de prosperidad y paz volverá, e. Mientras la O.N.U. mantenía la paz en Bosnia, empezó una guerra en el Zaire. f. Fue la O.N.U, la que llevó la paz a Bosnia, g. Lo que la O.N.U, hizo fue llevar la paz a Bosnia. h. 1996 será un año de prosperidad y paz y 1997 será un gran desastre. i. 1996, que fue un año de prosperidad y paz, será siempre re­ cordado. j. Si 1996 hubiera sido un año de prosperidad y paz, hoy no habría tantos refugiados. k. ¿Será 1996 pacífico o violento? 1. Incluso 1996 podría ser llamado pacífico. m. Si incluso 1996 se puede llamar pacífico, 1995 era el paraí­ so. n. Todo 1996 será pacífico.

En (2)a. la «descripción definida» El año de prosperidad y paz y el verbo de «cambio; de estado» terminar presuponen que ha habido un período de tiempo que puede describirse legítimamente en esos términos. («Descripción definida» es un término usado en semántica lógica para hablar de cualquier frase, normalmente un nombre propio o una fiase nominal con un artículo definido, que describe una enti­ dad específica o definida, no una categoría; el resto de términos pre­ sentados en este párrafo son bastante comunes en la literatura y sólo pueden definirse usando ejemplos del contexto presente.) En (2)b. el «verbo causativo» sentir presupone el hecho que el año de prosperi­ dad y paz ha terminado realmente. En (2)c. el verbo «implicatorio» lograr presupone que la O.N.U. intentó llevar la paz (y que no fue fá­ cil hacerlo). En (2)d, el verbo «iterativo» volver presupone que ha ha­ bido un tiempo de prosperidad y paz anteriormente. En (2)e. el adver­ bio «temporal» mientras presupone que es verdad que la O.N.U. mantenía la paz en Bosnia. En (2)f. la «construcción hendida» Fue... la que presupone que alguien llevó la paz a Bosnia, mientras que la «pseudohendida» Lo que la O.N.U. hizo... en (2)g. presupone que la

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O.N.U. hizo algo en Bosnia. El contraste presentado en (2)h. acen­ tuando gran presupone que es un desastre (presumiblemente para fa­ bricantes de armas) que 1996 vaya a ser un año de prosperidad y paz. La cláusula de relativo no restrictiva en (2)L presupone que 1996 fue de hecho un año de prosperidad y paz. El condicional en (2)j. presu­ pone que 1996 no fue un año de prosperidad y paz, mientras que la estructura interrogativa en (2)k. presupone que 1996 será ó pacífico o violento. La partícula incluso en (2)1. y (2)m. presupone que algún otro año, o años, puede ser candidato a ser llamado pacífico. Final­ mente, la noción «escalar» de todo en (2)n. presupone que partes de 1996 serán pacíficas (porque valores más altos en una escala tienden a implicar los valores más bajos). No es necesario decir que esta lista no agota las posibilidades. La propiedad principal a señalar sobre los anteriores ejemplos es la. siguiente: las presuposiciones especificadas se mantienen sin im­ portar que las oraciones sean verdaderas o falsas. En general, como consecuencia, las proposiciones principales de esas oraciones pueden también ser negadas sin afectar a las presuposiciones. Intentemos (2)a. con... no ha terminado, (2)b. con No siento..., o (2)c. con La O.N. U. no logró... Sin embargo, las presuposiciones pueden ser ex­ trañamente susceptibles a pequeños cambios en un contexto (lingüís­ tico o no lingüístico). Considérense (2)o., (2)p., y (2)q¿ (2)

o. Sé que 1996 será un ¿ño de prosperidad y paz. p. No sabe que 1996 será un año de prosperidad y paz. q. No sé que/si 1996 será un año de prosperidad y paz.

Aunque (2)o. y (2)p. están caracterizados por la misma presuposi­ ción (que 1996 será un año de prosperidad y paz), esta presuposición se desvanece en (2)q. Este fenómeno se llama cancelación de las pre-, suposiciones —que es solamente otro término para sensibilidad al contexto. Un aspecto de sensibilidad al contexto o cancelación que ha reci­ bido mucha atención es el problema de la proyección para las pre­ suposiciones, por llamarlo de alguna manera: en algunos casos en que

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las construcciones que incluyen una presuposición están subordinadas en una estructura más compleja, conservan sus presuposiciones (p. ej. las proyectan en una estructura más amplia), mientras en otros casos las pierden. Consideremos de (2)r. a (2)w.; (2)

r. Cuando la O.N.U. logró llevar la paz, el mundo cambió, s. Como la O.N.U. no logró llevar la paz, el mundo seguirá siendo un lugar miserable, t. Si la O.N.U. no logró llevar la paz,*ei mundo seguirá siendo ' un lugar miserable, u. La O.N.U, logró llevar la paz sin ni siquiera intentarlo, v., La O.N.U. anunció que había logrado llevar la paz, w. La O.N.U, se descuidó al anunciar que había logrado llevar la paz.

La presuposición de que la O.N.U. trató de lograr la paz, observada en relación a la oración simple (2)c. de arriba, se queda intacta en las estructuras más complejas (2)r. y (2)s. En (2)t., sin embargo, puede pertenecer a la interpretación o no, aunque probablemente la sugeren­ cia es que la O.N.U. debe al menos intentar lograr la paz. En (2)u. la presuposición es simplemente cancelada o bloqueada por su negación explícita sin ni siquiera intentarlo. En (2)v. está neutralizada y cual­ quiera de las interpretaciones es posible como resultado de su subor­ dinación a anunció. Finalmente, en (2)w. la presuposición está clara­ mente restaurada. Las presuposiciones son relaciones entre una forma de expresión y un significado implícito al que se puede llegar por un proceso de in­ ferencia (pragmática). Además de inferencia «pragmática», el proce­ so de inferir significado de un modo que no puede ser imaginado sin tener en cuenta información contextual, hay también tipos de inferen­ cias que se supone que conducen lógicamente a relaciones entre for­ mas y significados implícitos. Se llaman normalmente implicaciones (lógicas) o entraiamientos, o, a veces, implicaturas convenciona­ les. (El término técnico «implicatura» fue introducido por el filósofo del lenguaje Paul Grice para cubrir una variedad de significados no

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explícitos como sugerencias, implicaciones y otros similares; algunas son «convencionales», incorporadas convencionalmente a las formas lingüísticas; otras son conversacionales, como sera explicado en la si­ guiente parte de esta sección). La lógica, sin embargo, está también influida por las restricciones de uso, por lo cual debemos dedicar aquí algún tiempo al fenómeno. Hasta el punto en que se hacen distincio­ nes sistemáticas, se dice que las implicaciones lógicas o ensaña­ mientos dependen del valor de verdad (en eí sentido que A entraña o implica lógicamente B si y sólo si cada situación que hace que A sea verdad también hace que B sea verdad) mientras que las implicaturas convencionales son inferencias que no dependen del valor de verdad y que no obstante están incorporadas por convención a formas de ex­ presión específicas como los ítemes léxicos. Consideremos de (2)x. a (2)z.: (2)

x. Este soldado de la O.N.U. es el pacificador local, y. La O.N.U. logró traer la paz y olvidó anunciarlo, z. La O.N.U. logró traer la paz pero olvidó anunciarlo.

En (2)x. el pacificador local implica lógicamente o entraña que «este soldado de la O.N.U.» es un pacificador local; lo'primero es verdad si y sólo sí lo segundo es verdad. Los ejemplos (2)y. y (2)z., sin em­ bargo, tienen las mismas condiciones de verdad pero difieren en que pero en (2)z. implica convencionalmente que hay un contraste entre los dos conjuntos. Pese a que estos análisis son aceptables en un nivel descontextualizado, tan pronto como el uso real está involucrado el conjunto puede cambiar significativamente. Así, no hay modo en que el en (2)x. pueda simplemente reemplazarse por el artículo indefinido un sin cambiar realmente el significado. Incluso a un nivel lógico más profundo, la posibilidad de sustitución depende también del alcance de local; si significa «en relación a la localidad específica donde el soldado de la O.N.U. en cuestión se encuentra» la sustitución no fun­ ciona (ya que en este caso el soldado en cuestión sería normalmente el único «pacificador local» y, como consecuencia, no un miembro individual de una categoría en absoluto). En cambio, sí funciona si

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significa «en relación a cualquier localidad donde la O.N.U. tiene soldados». Respecto a la diferencia entre y y pero en (2)y. y (2)z., ésta puede desaparecer tan pronto como se use una diferente entona­ ción para (2)y. que haga una exclamación en la segunda parte e intro­ duzca así la expresión de sorpresa y, consiguientemente, contraste. Acércandonos más al objetivo, pero no está predeterminado a enfati­ zar, necesariamente el contraste (convencionalmente implicado), co­ mo debe ser claro en (2)z’: (2)

z \ La paz nunca ha sido lograda pero la O.N.U. olvidará anun­ ciarlo.

Aquí pero establece una correlación entre el lograr la paz y el olvido de la Ó.N.U. de anunciarlo. El contraste, aunque típicamente implica­ do por la palabra (también en su uso no coordinante en inglés —que a menudo se trata como diferente ítem léxico— que significa «excepto» como en There was nothing there bui a pair o f socks [Allí no había nada excepto un par de calcetines]), no es una propiedad de la pala­ bra misma sino en buena parte una función de su usb. Evitar estratégicamente la explicitud Como el ejemplo final debe hacer sospechar al lector, y como se demostrará más adelante en este libro (véase específicamente el Ca­ pítulo 5), sean cuales sean los medios convencionales que se ofrezcan para comunicar significado implícito (y también explícito), estos son siempre mampulábles. De la misma manera, la imposibilidad de ser totalmente explícito en el lenguaje se presta a sí misma a la explota­ ción estratégica. El mejor punto de comparación para este fenómeno en el mundo no lingüístico podría ser la gravedad. La gravedad es una seria restricción a la manipulación que hace la gente de objetos en el espacio pero puede explotarse .creativamente en la construcción de edificios y, en última instancia, es incluso una condición previa para que la construcción tenga lugar. De igual modo, una explotación creativa de las restricciones a la posibilidad de explicitud es uno de

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los recursos para la generación de significado por medió del uso del lenguaje. Un caso claro a modo de ilustración es lo que se ha llamado «mentira presuposicional». Cuando le preguntan por qué no se pre­ sentó a tiempo, usted puede responder No logré escaparme, incluso si usted ni siquiera trató de hacerlo. Por medio de la presuposición nor­ mal que va unida a lograr, usted dará la impresión de que sí trató y se quitará así algo de culpa. Pero nadie puede acusarle de haber dicho que usted trató de escaparse y por tanto de haber mentido sobre ello. Sin duda la mayor contribución a nuestra comprensión de este ti­ po de procesos ha sido la teoría de Grice de la implicatura conver­ sacional. Grice propuso un sistema de «lógica conversacional» basa­ do en un número de «máximas de conversación», principios intuitivos que se supone que guían la interacción conversacional al mantener un «principio cooperativo» general (PC), Las «máximas» se diferencian de las «reglas» en que se consideran generalmente válidas y no cuen­ tan sólo para casos específicos. El PC dice: Su aporte a la conversación debe ser, en cada etapa de ésta, tal como lo exija la finalidad o la dirección del intercambio verbal aceptada por ambas partes. : Las máximas son: 1. La máxima de cantidad: (i) Que su contribución sea todo lo informativa que requiera el propósito de la conversación. (ii) Que su contribución no sea más informativa de lo requerido. 2. La máxima de calidad. Que su contribución sea verdadera (i) No diga nada que crea falso. (ii) No diga nada de cuya verdad no tenga pruebas. 3. La máxima de relación (posteriormente llamada de rele­ vancia)'. Sea relevante.

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4. La máxima de manera: Sea claro. (i) Evite la oscuridad de expresión, (ii) Evite la ambigüedad, . (iii) Sea breve, '(iv) Sea ordenado. Asumiendo que estas máximas están generalmente o «normal­ mente» adheridas a la cultura comunicativa en las que fueron formu­ ladas, dan lugar a implícaturas conversacionales «convencionales» o «estándares» (no confundir con lo que se llamó «implicaturas con­ vencionales» en páginas anteriores), Un funcionamiento regular de la máxima de calidad en 1996 será un año de prosperidad y paz en (2) nos conduce a la implicatura de que el autor cree que 1996 será un año de prosperidad y paz y que tiene las suficientes pruebas para ha­ cer esta predicción —una observación que hace recordar las condi­ ciones de felicidad de los actos de habla. De igual modo, en base a la misma máxima de cualidad, de la pregunta de Debby ¿Hay algo que ver ahí? en (1)3, se puede inferir que Debby no conoce (mucho) Co­ mo y que quiere saber más. Considere ahora la siguiente respuesta posible como alternativa a (1)4. (1)4.

a. Hay una bonita catedral y mucha seda.

En base a la máxima de cantidad, se puede inferir que la catedral y la seda son (potencialmente) las cosas más interesantes a mencionar so­ bre Como y que allí no hay tesoros que puedan hacerla rivalizar con Florencia o Roma. Obsérvese cómo el mismo tipo de implicatura se deriva de la máxima de. relación o relevancia, razón por la cual teorías posteriores (en particular la tradición iniciada por Sperber y Wilson, 1986) han tratado de reducir mucho, si no todo, lo descrito por Grice a un único principio de relevancia. Por otra parte, la suposición de adherencia a la máxima de manera conduce a uno a inferir que la in­ formación es bastante .clara, es decir, que hay una catedral en parti­ cular, que no requiere más especificación para que cualquiera la en­ cuentre y que uno no puede dejar de apreciar la seda tampoco.

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No obstante, hay más sobre la implieatura conversacional que es­ tas formas de significado implícito inferido convencionalmente de formas de expresión en combinación con supuesta adherencia están­ dar a máximas conversacionales. Aquí es donde entra la explotación estratégica de la implieatura. En muchas ocasiones las máximas serán violadas aparente u «ostentosamente», Pero como se espera que los hablantes sean cooperativos y usen el lenguaje de acuerdo con las máximas, cualquier violación aparente u ostentosa será interpretada por un interlocutor cooperativo como un acto consciente que señala el significado implícito especial. La inferencia basada en esto conduce a implicaturas conversacionales extras o diferentes de las «estándares» o «convencionales», aspectos del significado que van incluso más allá de lo que es literalmente dicho. Por eso cuando Dan dice en (1)4., comentando algo sobre Como en respuesta a la pregunta de Debby, Quizás no sea la ciudad italiana más interesante pero el viaje vale la pena, está violando aparentemente la primera submáxima de la má­ xima de cantidad al no dar ninguna información real, así como la máxima de calidad al usar una expresión (quizás) que no refleja ade­ cuadamente sus creencias y que obviamente no hace justicia a su pro­ pio acceso a la verdad de los hechos (los otros participantes en la conversación saben muy bien que Dan ha visitado otras muchas ciu­ dades italianas). Pero al hacer eso, se transmite implícitamente el sig­ nificado, hecho explícito más tarde en la conversación, de que Como no es de ningún modo la más interesante de las ciudades italianas. En otras palabras, el viaje vale la pena mientras uno no espere mucho; Antes de dar más ejemplos, resumamos los tipos de significado implícito que hemos repasado hasta ahora: 1. Presuposición: significado implícito que debe ser pre­ supuesto, entendido, para que un enunciado tenga senti­ do. 2, Implicación (lógica), entrañamiento, implieatura conven­ cional: significado implícito que puede ser inferido de una forma de expresión lógicamente.

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El lenguaje y el uso del lenguaje 3, Implicatura convencional o conversacional estándar: signi­ ficado implícito que puede ser inferido convencional­ mente de las formas de expresión en combinación con la supuesta adherencia estándar a las máximas conversa­ cionales. 4. Implicatura conversacional (no convencional o específica para la ocasión): significado implícito inferido de una violación obvia de una máxima conversacional en com­ binación con la supuesta adherencia al principio de coo­ peración»

Mientras que 1., 2. y 3. tienen que ver con los medios convencionales para comunicar significado implícito, todo lo cual puede también ser estratégicamente explotado, 4. supone fundamentalmente que se evite estratégicamente la .explicitud. Demos algunos ejemplos adicionales de esto último. Consideremos una posibles respuestas a la pregunta de Debby ¡Algo que ver ahí? en (1)3.: (1)4.

b. Una ciudad. c. Una catedral de piedra y mucha seda producida local­ mente por millones de gusanos de seda. d. Rivaliza con Florencia. e. No hay mejor ciudad en*el mundo. ' f. Sí. g. Miles de personas, cada una con una nariz, dos ojos, dos orejas, una boca, que hablan italiano y se dedican a sus cosas. h. Si tiene los ojos abiertos.

Todas indican depreciación en varios grados: (1)4.b. no es cierta­ mente tan informativa como es necesario para los fines actuales del intercambio; (l)4.c. contiene más detalles o información de la que es necesaria; (l)4.d. apenas se puede esperar que represente literalmente lo que el hablante cree; lo mismo puede decirse de (l)4.e.} lo cual

Temas comunes en pragmática

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tampoco puede basarse en la evidencia completa (ya que nadie, pre­ sumiblemente ha visto todas las ciudades del mundo); (l)4.f. y (l)4.g. no parecen respuestas realmente relevantes 0o mismo que, en este ca­ so, (l)4.b., (l)4,c, y (l)4.h.) y (l)4.h. se evade del tema y no es clara. Los procesos son ligeramente diferentes en cada caso, pero hay sin duda dos dominantes: (i) evasión de los temas relevantes, lo que se podría ilustrar con (1 )4 i: (1)4.

í. En un día claro tienes un$ bonita vísta de los Alpes.

y (ii) decir algo que es fácilmente reconocible como no verdadero. Para lo último, como se ha mostrado en (l)4.d. y (l)4.e,, el significa­ do implicado puede ser simplemente el opuesto de lo que se dice lite­ ralmente. A este proceso se le llama normalmente ironía. En (1)4.j. y (l)4.k. se ejemplifican diferentes maneras de producir algo fácilmente reconocible como no verdadero, lo que consecuentemente da lugar a hnplicaturas: (1)4. j. Como es un gusano de seda gigante, k. Como es la Cleveland de Italia.

Los procesos enjuego aquí son metafóricos. (Obsérvese que no todas las metáforas pueden explicarse de esta manera. Todas las lenguas contienen numerosas estructuras y expresiones convencionalízadas que pueden ser metafóricas en origen pero que no requieren pasos inferenciales del tipo descrito aquí. Véase la sección 6.2.1 para encon­ trar ejemplos.) Las implicaturas conversacionales son «cancelables», pueden eli­ minarse o cambiar modificando o añadiendo algo al enunciado, como en (1)4.1.: (1)4.

1. Si mantiene los ojos abiertos —entonces puede encontrar verdaderas joyas.

También son «no separables», son propiedades del significado de los enunciados como un todo y no están simplemente unidas a una forma

El lenguaje y el uso del lenguaje

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única de expresión. Por esta razón no hay una diferencia fundamental entre (1)4. y (1)4.m. o (l)4.n., pese a las diferentes formas de expre­ sión. (1)4.

m. Quizás Como no es Florencia pero el viaje vale la pena. n, Quizás Como no es una metrópolis pero el viaje vale la pena.

Por otra parte, las implicaturas conversacionales son «calculables», así que pueden ser cuestionadas como en (1)6. y hechas explícitas como en (1)7. Finalmente, no son «completamente determinables», por eso — a pesar de ser calculables— su significado no tiene que ser estable a lo largo de instancias de uso o no tiene ni siquiera que ser el mismo para diferentes usuarios. Esto debe quedar claro especialmente en los casos metafóricos (l)4.j. y (1)4.k. El que Como sea un gusano de seda gigante puede implicar que no tiene nada de interés que ofre­ cer excepto por la seda o que tiene una sorprendente industria de la seda.o, para intérpretes con familiaridad con los gusanos de seda, puede aludir a propiedades que una persona que no tenga dicha fami­ liaridad no se puede ni imaginar. El que Como sea la Cleveland de Italia, por otro lado, puede implicar que es una ciudad normal pero con algo de atractivo o más específicamente que es fuertemente in­ dustrial o tiene una gran orquesta, como Cleveland, Ohio. La teoría de la implicatura conversacional de Grice está predicada para un modelo de comunicación que otorga los valores normativos más altos a las necesidades de racionalidad y eficiencia. Sin embargo, como se ha observado a menudo en la literatura pragmática, el com­ portamiento social también incorpora normas, lo que parecería re­ querir violaciones, de las máximas. En particular nos referimos a las normas de cortesía, que no permiten a menudo enunciados comple­ tamente informativos, verdades sin mitigar o claridad completa-(véase también 1.2). Fue la intuición captada por Dan a un nivel preteórico cuando emitió el enunciado metapragmático Sólo intentando ser edu­ cado (1)8. De. igual modo, hay tipos de actividad verbal, como los que se encuentran bajo la etiqueta de humor, que difícilmente po­

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drían ser posibles con completa adherencia a las máximas (véase la Ilustración 2) aunque un fragmento de discurso que sigue las máxi­ mas diligentemente puede por sí mismo convertirse en bastante hu­ morístico precisamente por esa razón. La cortesía y el humor explotan los dos la imposibilidad d e , explicitud completa estratégicamente, usando muchos de los mecanismos descritos por Grice para generar significado implicado.

Ilustración 1,2 Un intento de humor en publicidad: ¿y las máximas?

[«Los de al lado tenían un perrito faldero.» / Los sureños tienen sus propias reglas.]

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El lenguaje y el uso del lenguaje

tia). Del mismo modo Jane, habiendo hecho el viaje con Dan, podría haber añadido Fue muy divertido después del enunciado de Dan en (1)2. sin haber sido seleccionada por nadie. Incluso podría haberse hecho con la palabra en (1)2. diciendo exactamente lo que Dan dice, cancelando de este modo la selección de Dan por parte de Debby, aunque esto podía haberse considerado un poco grosero. Cuando los tumos son más largos que en el ejemplo (1), la ges- . tión local del sistema de alternancia, de tumos también implica la pro­ ducción de gestos o sonidos para mantener la comunicación (back channel cues) por parte del destinatario (que van desde asentir con la cabeza hasta mmmm y síes). Su función es indicar al hablante que uno está escuchando y que uno no supone que se ha alcanzado ya un lugar apropiado para la transición, por eso se llaman algunas veces «conti­ nuadores». , Un aspecto importante de la estructura conversacional es la se­ cuencia de tumos. Esto implica aperturas y cierres conversaciona­ les, ninguno de ellos está ilustrado en (1), que representa simplemente un fragmento (coherente) de interacción sacado de una conversación más amplia. En (1) la secuencia está determinada por la sucesión de tres pares adyacentes (es decir, pares de tumos que se espera que normalmente se sigan el uno al otro), todos del mismo tipo: preguntarespuesta. La tercera pregunta en (1)6. no está seguida por una res­ puesta adyacente inmediatamente sino por el comentario insertado de Jack en (1)7, Esto cancela básicamente la necesidad de una respuesta real y conduce al comentario metapragmático de Dan en (1)8. que es una confirmación del comentario de Jack antes que una respuesta di­ recta a la pregunta de Jane. Sin embargo., la estructura global perma­ nece relativamente simple. Consideremos, brevemente, un fragmento de conversación alternativa que podría reemplazar a (1) por completo. (3)

1. 2. 3. 4. 5.

Debby: Dan: Debby: Dan: Debby:

¿Has estado ya en Como? Fuimos la semana pasada. ¿Cómo se va ahí? Fuimos en autobús y volvimos en acuaplano. ¿Hay algo que ver ahí?

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Temas comunes en pragmática

■6. Dan: Depende de lo que te interese. , 7. Debby: Quiero decir, si hay monumentos históricos y co­ sas interesantes que comprar. 8. Dan: Tiene una bonita catedral y mucha seda. 9. Debby: Me gustaría ir el sábado. ¿Quieres ir conmigo?.

Aunque ésta es sólo una conversación entre dos, en lugar de un inter­ cambio entre cuatro como (1), la estructura es más. compleja, incluso aunque parezca casi completamente una concatenación de pares ad­ yacentes. Primero, considérense los tumos (3)5, y .(3)8. que son los dos elementos de un par normal de pregunta-respuesta: están separa­ dos por una secuencia insertada que consiste en una petición de cla­ rificación en (3)6. y la clarificación dada en (3)7. Lo que hace la se­ cuencia insertada es explorar el territorio común que necesita Dan para dar una respuesta máximamente relevante a la pregunta de De­ bby. Además, observando a la relación entre los dos pares de pregunta-respuesta en (3)1.-(3)2. y (3)3.-(3)4., el primero se puede inter­ pretar como una presecuencia del segundo porque la valoración de que Dan ha estado ya en Como tiene implicaciones directas para la probabilidad de que él sea capaz de dar una respuesta informativa a la pregunta en (3)3. Casi del mismo modo, (3)1.-(3)2. sirve como prese­ cuencia a la pregunta hecha en (3)5., y el intercambio entero desde (3)1. a (3)8. es una presecuencia elaborada que prepara la invitación que se extiende en (3)9,: una evaluación de si Como tiene alguna atracción para Dan es útil para decidir si invitarlo o no a acompañarla en el viaje. La estructura global de (3) implica claramente un tipo de organización jerárquica: algunos actos en la secuencia son centrales mientras otros son subsidiarios. Se puede representar como en la Fi­ gura 1.1. 2

___ I

3

4

I____ 1

5

i

6

l_ f

7

8

Fig. 1.1 Organización secuencial de un intercambio

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El lenguaje y el uso del lenguaje

1.1.4 Conversación Volvamos a un cuarto tema común en la literatura sobre pragmá­ tica. Desde la perspectiva de su contribución a los intentos de genera­ ción de significado, hay más en el uso del lenguaje de lo que se puede decir en términos de deíxis, actos de habla y significado implícito. En particular, la idea de que ios actos de habla serían los pilares básicos según los cuales toda acción lingüística podría ser entendida no fue aceptada por mucho tiempo por la mayoría de los pragmatistas. En su lugar volvieron al estudio de fragmentos de Interacción lingüística, normalmente conversaciones de varios tipos. Se ha prestado mucha atención a sus propiedades estructurales y cómo éstas revelan lo que realmente está pasando en el uso del lenguaje. Volvamos al ejemplo (1), repetido aquí por comodidad, para ilustrar algunas de las cosas que pasan en las conversaciones, (1)

1. Debby: ¿Habéis ido hoy a algún sitio? 2. Dan: Sí, bajamos a Como, Subimos en autobús y volvi­ mos en acuaplano. 3. Debby; Algo que ver ahí? 4. Dan:' Quizás no sea la ciudad italiana más interesante pero el viaje vale la pena. 5. Debby: Puede que haga eso el próximo sábado. 6. Jane: 1 ¿Qué quieres decir cuando dices quizás' no sea la ciudad italiana más interesante? 7. Jack: Quiere decir ciertamente no la más interesante... 8. Dan: Sólo intentando ser educado...

Aunque hay muchos tipos de conversación institucionalizados (como en el aula, en los tribunales, etc.) que imponen una estructura desde el principio (como el profesor dirigiéndose a los estudiantes que sólo pueden hablar después de pedir permiso o después de que se les pre­ gunte), y aunque hay muchas comunidades en que restricciones es­ tructurales similares son resultado de reglas sociales más generales (como cuando las diferencias de edad dictan quién puede hablar y cuándo), es probablemente acertado decir que los intercambios in­

Temas comunes en pragmática

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formales del tipo presentado en (1) son localmente gestionados. Esto es, quién toma qué turno en la conversación es algo que se decide en el transcurso de la interacción. Sin embargo esta alternancia de tu r­ nos no se hace al azar. Revela aspectos de una organización social, por lo que el análisis de conversación —con sus bases en la sociolo­ gía (véase el Capítulo 9)— tiene un interés central en la toma de tur­ nos, (Para ver un ejemplo de organización institucional que refleja la colocación de los tumos, véase la sección 7.2.2.) Hay un sistema, por esto es por lo que tanto los solapamientos como los silencios entre tumos son normalmente mínimos, aunque no debemos olvidar que la frecuencia de solapamientos y la longitud de los silencios puede va­ riar de gran manera como aspectos de hábitos comunicativos que pre­ dominan en una comunidad o en un tipo específico de contexto. El inicio de un tumo o «hacerse con la palabra», puede ser el producto de la autoselección o la heteroselección. En (1)1., por ejemplo, Deb­ by se elige a sí misma para introducir un nuevo tema en la conversa­ ción, pero siguiendo la regla de «el hablante actual selecciona al si­ guiente», ella selecciona a Dan para el siguiente tumo y lo hace no lanzando su pregunta abruptamente, sino dirigiéndose a él directa­ mente, una actividad que se revela por la postura, el gesto y/o la mi­ rada, Dan sabe que ha llegado su tumo porque el final de una pre­ gunta es un lugar apropiado para la transición [transitional relevance place] típico y marcado prosódicamente, el final claro de una unidad de construcción de turno [turn constructional unit] que, en este caso, coincide con un tumo completo. Cuando Debby cierra el tumo en (1)5. y pierde su «derecho» a seleccionar más hablantes, esto da a Jane la oportunidad de seleccionarse a sí misma en (1)6, Jane usa esta oportunidad para volver al tema anterior. Algunas de las comple­ jidades del sistema son reveladas por el hecho de que Jack, en (1)7., sin haber sido seleccionado e ignorando la selección que hace Jane de Dan como hablante siguiente, puede de alguna manera interrum pir sin irrumpir en el flujo de la conversación. Ésta es en gran medida una función de la relevancia del tumo voluntario e impuesto (que puede también solaparse con (1)6, sin causar ningún tipo de moles-

El lenguaje y el uso del lenguaje

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La motivación de las presecuencias, tal y como se han presentado in­ formalmente más arriba, es un fenómeno llamado organización de la preferencia, Hay repuestas preferidas y no preferidas para diferentes tipos de enunciado (no en el sentido de preferencia personal, sino en términos de un estatus observable, acordado socialmente, que guía producción e interpretación). Una petición es preferiblemente conce­ dida, de modo que un hablante tendrá la tendencia de primero averi­ guar, p. ej. por medio de una secuencia pregunta-repuesta precedente, cuál es la posibilidad de que una petición sea concedida. De manera similar, cuando se hace una pregunta se responde preferiblemente con un enunciado informativo. Por esta razón tiene sentido que Debby pregunte primero si Dan ha estado ya en Como antes de preguntarle cómo se llega. Una respuesta negativa por parte de Dan podría no ha­ berle impedido hacer básicamente la misma pregunta pero probable­ mente habría sido enunciada de diferente manera, como en (4)3. (4)

1. Debby: ¿Has estado ya en Como? 2. Daó: No, no he estado........ 3. Debby: ¿Sabes cómo se llega?

Obsérvese que (4)3. es de hecho un movimiento potencialmente presecuencial en sí mismo: si la respuesta es que Dan sabe cómo se llega a Como, Debby puede entonces hacer su pregunta real, ¿Cómo se lle­ ga? En la práctica esto casi nunca ocurre. En la teoría de los actos de habla, (4)3, se llamaría un acto de habla indirecto porque no pregunta directamente por la información deseada sino simplemente si una de las precondiciones para, que el destinatario sea capaz de dar la infor­ mación se satisface o no. De ese acto el destinatario infiere, invocan­ do los principios de relevancia, que el que pregunta realmente quiere la información en cuestión. Pero todo esto está tan convencionalizado que la inferencia consciente ya no es necesaria. Por esta razón, los actos de habla indirectos de este tipo pueden ser tratados en términos conversacionales como «fiisionadores convencionalizados de presecuencia-secuencia».

Temas comunes en prágmática

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Volviendo al ejemplo (3), una vez Debby tiene certeza de que Como tiene algunas cosas que Dan considera de interés, uno de los factores que podría obstaculizar su aceptación de la invitación a acompañarla en el viaje ha sido eliminado, facilitándole a Debby así la extensión de la invitación en (3)9. - una posibilidad que podría ha­ ber sido virtualmente bloqueada por un intercambio como (5). (5) 1. Debby: ¿Como es un lugar interesante? 2, Dan: Lo odio.

Por supuesto, hay todavía otros factores que podrían conducir a la no aceptación, como que Dan tuviera ya otros planes, que es la razón por la cual las secuencias de pre-invitacíón toman a menudo la forma ilustrada en (6). (6) ,1. 2. 3. 4. . 5,

Debby: Dan: Debby: Dan: ” Debby;

¿Como es un lugar interesante? Hay una bonita catedral y mucha seda. ¿Tienes planes el sábado? ' No. Me gustaría ir. ¿Me acompañas?

Por la mismo razón, las estrategias más convencionalizadas de este tipo son tan reconocibles que a menudo conducen a secuencias inser­ tadas por el destinatario para protegerse a sí mismo de-la expectación de una respuesta preferida, como se ilustra en (7). (7) 1. Debby: ¿Vas a hacer algo el sábado? 2. Dan: ¿Por qué? 3. Debby: Me gustaría ir a Como. 4. Dan: Bien.

Obsérvese que la invitación ni siquiera tiene, que expresarse para ser entendida y aceptada. Las conversaciones raramente consisten en oraciones modelo que se encontrarían en libros de gramática. Los ejemplos que he usado (de los cuales sólo (1) era auténtico) no son realmente típicos en ese sen­ tido. Normalmente hay pausas y vacilaciones significativas, así co­

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El lenguaje y el uso del lenguaje

mo falsos principios y reparaciones. Las reparaciones pueden ser reparaciones de otros (donde un hablante corrige lo que otro hablante ha dicho) como en (8)2,, o auto-reparaciones como en (9) (donde «=» al final de una línea y en el principio de la siguiente indica que una sigue a la otra inmediatamente y «...»indica una pausa). (8) (9)

1. Debby: ¿Has estado ya en Guamo? 2. Dan: Quieres decir Como... Debby: ¿Has estado ya en Cuomo?= = quiero decir Como...Siempre lo confundo con ese tipo de Nueva York,

Excepto por interesantes confusiones (como Como-Cuomo), las «im­ perfecciones» raramente se retienen en la memoria. Lo mismo es cierto para la mayoría de las propiedades «técnicas» de la organiza­ ción de las conversaciones. Aun así, ejerce normalmente una influen­ cia en la manera en la que el significado se incorpora a los enunciados y contribuye así significativamente al dinamismo de la interacción. Por esta razón los analistas de la conversación acentúan siempre la necesidad de usar datos auténticos. Y también por lo que las técnicas de grabación (el audio, é incluso más el vídeo) son sin duda un in­ vento que ha revolucionado el estudio del uso del lenguaje tanto co­ mo la invención del microscopio revolucionó las ciencias. Las trans­ cripciones cuidadosas, que no serian posibles sin grabaciones, combinadas con la posibilidad de escuchar y ver los datos orales y vi­ suales una y otra vez, hacen posible estudiar el funcionamiento real del lenguaje en maneras que antes no eran posibles, (Para una buena introducción a las técnicas disponibles de recolección de datos, véase Goodwin 1993.) El principio de autenticidad se debe tomar muy seriamente en pragmática. ¿Por qué, entonces, puede preguntar el lector atento, este mismo-principio se viola en los párrafos precedentes, que no sólo contienen una interpretación (simple) de un intercambio auténtico, si­ no también un número de intercambios imaginarios? La razón es que

Qué tienen en común los temas comunes

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para entender completamente los patrones del uso del lenguaje, las explicaciones deben ser contrastivas, hasta el punto que debemos ser capaces de hablar sobre lo que es posible así como de lo que se ob­ serva en la «realidad». Esta afirmación, sin embargo, no será com­ pletamente transparente hasta que hayamos sido capaces de extender­ nos sobre algunos de los principios básicos de una teoría coherente de la pragmática en el Capítulo 2. Antes de cerrar esta breve visión global de temas comunes en la pragmática y empezar a discutir sus interconexiones con igual breve­ dad, vamos a introducir un término adicional que se usará hábitualmente en este libro, acontecimiento de habla. Este término ha sido reservado para cualquier tipo de uso del lenguaje (a menudo oral), ca­ racterizado como conversación o no, visto desde el punto de vista de su incrustación totalmente social (y a menudo institucional) (véase sección 5.2 para una definición más explícita).

1.2 QUÉ TIENEN EN COMÚN LOS TEMAS COMUNES

La visión precedente conecta este libro a puntos centrales en una historia de veinte o treinta años de estudio del uso del lenguaje. Una vez presentados, hay buenas razones para dejar de usar estos puntos centrales como principios organizadores de un libro sobre pragmática. La razón principal es que representan diferentes maneras de hablar sobre fenómenos comunes más que de fenómenos diferentes. La teo­ ría de los actos de habla es, de algún modo, una manera , orientada hacia la estructura, de tratar procesos de significación cuya naturaleza procedural (inferencial) es destacada por una teoría de las implicatu­ ras. Pero demos algunos ejemplos prácticos de las relaciones entre ellos, algunas ya insinuadas de pasada. Habitualmente, las reglas de los actos de habla son aplicaciones específicas de máximas de conversación más generales. Tomemos, por ejemplo, la segunda submáxima de la máxima de cantidad («Que

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El lenguaje y el uso del lenguaje

su contribución no sea más informativa de lo requerido») y la máxima de relación («Sea relevante»). Ambas se reflejan o «se aplican» en la condición preparatoria para afirmar que «No es obvio para el hablante que el oyente conoce el contenido proposicional p de lo que dice». De forma similar, la condición de sinceridad para afirmar, «El hablante cree p ’», simplemente aplica la máxima de cualidad («Que su contri­ bución sea verdadera»). Más aún, se confia en las máximas de la conversación como pasos para la «derivación ilocutiva», la cual, según los teóricos de los actos de habla, es necesaria para llegar al significado de los actos de habla indirectos. Así, para usar uno de los ejemplos de Searle y su análisis, si tenemos un intercambio como (10): (10)

1. John: Vamos al cine esta noche. 2.: Ann: Tengo que estudiar para un examen.

primeramente, John tiene que suponer que Ann está cooperando en la conversación para que su intervención (10)2. intente ser relevante. De otro modo él tendría que llegar a la conclusión de que ella no respon­ de a su propuesta dado que su conocimiento del uso del lenguaje, o de los actos de habla, o incluso más específicamente de los pares adya­ centes (lo que nos conduce inmediatamente al campo normalmente cubierto por el análisis de la conversación), dicta que las respuestas válidas pueden ser sólo actos de aceptación, rechazo, propuestas al­ ternativas, intentos de discutir la propuesta y otros similares. Sabien­ do que (10)2. no es uno de los tipos de respuesta esperada, pero cre­ yendo que Ann está sin embargo intentando ser relevante, John debe inferir que Ann quiere decir más de lo que dice y, presumiblemente, que la finalidad ilocutiva primaria de su enunciado es diferente al lite­ ral. Sí todavía quedase alguna duda sobre esto, los actos de habla in­ directos representan un tipo de significado implícito y acarrean estra­ tegias conversacionales. En referencia al significado implícito, la in­ ferencia posterior de John usa información de fondo (en particular el conocimiento de que ambas cosas, estudiar para un examen e ir al ci­

Qué tienen en común los temas comunes

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ne, toman un largo periodo de tiempo relativo a una única noche y por eso son difícilmente compatibles) para llegar a la conclusión de que (10)2. es un rechazo implícito de su propuesta. (No es necesario decir que la ordenación lineal de esos.pasos inferenciales no parece corresponderse con los procesos cognitivos reales y algunos de los pasos pueden incluso no ser necesarios; pero esa -discusión puede conducimos demasiado lejos en este momento.) En referencia a las estrategias conversacionales, ya hemos sugerido (en la sección 1.1.4) la conexión con la organización de la preferencia y sus consecuen­ cias. La organización de la preferencia no sólo motiva el uso de los actos de habla indirectos del tipo «fúsionador convencionalizado presecuencia-secuencia», sino también, como se ilustra aquí, de un tipo que hace posible evitar rotundamente que se elija un tipo de respuesta no preferida. El ejemplo (10) muestra que no es sólo el mero hecho de las ínterrelaciones entre diferentes temas tradicionales de la pragmática lo que nos debe inducir a abandonar su tratamiento conjunto. Funda­ mentalmente, debemos damos cuenta de qué puntos de vista diver­ gentes tienen que combinarse para lograr una comprensión adecuada. Así, el modelo de inferencia clásico para explicar el acto de habla in­ directo en (10)2. sólo recurre al bastante esencialista «conocimiento de qué». Lo que también necesitamos es referencia „á un «conoci­ miento de cómo» más procedural del tamo de habla como tipo de in­ teracción social en la cual se basa el análisis de conversación. Los actos de habla indirectos no son el único enlace entre la teoría de los actos de habla y el estadio del significado implícito. Una de las principales primeras definiciones de las presuposiciones avanzadas en la literatura depende crucialmente de funciones del lenguaje que se discuten generalmente en términos de actos de habla: Las oraciones en el lenguaje natural se usan para hacer preguntas, dar órdenes, hacer aserciones, expresar sentimientos, etc. [..,] Pode­ mos identificar las presuposiciones de una oración como las condi­ ciones que se deben satisfacer antes de que la oración pueda ser usada en alguna de las funciones mencionadas (Fillmore, 1971b, pág. 380).

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El lenguaje y el uso del lenguaje

Para usar uno de los ejemplos de Fillmore, Abre la puerta por favor puede usarse como una orden solamente si el destinatario está en po­ sición de saber a qué puerta se ha hecho referencia y sólo si esa puerta no está abierta en el momento del habla. De manera clara, tales presuposiciones se añaden a la satisfacción de algunas condiciones preparatorias de las peticiones. Otras interconexiones entre diferentes temas tradicionales de la pragmática incluyen fenómenos como; »El carácter discursivo-deíctico de los performativos explícitos. * La deíxis discursiva y el uso de comentarios metapragmáticos en la interacción en transcurso como en (1)6., (1)7. y (1)8. * El uso de nociones metapragmáticas del lenguaje natural como «petición», «invitación», «saludos» y otras eh el análisis de la conversación. La teoría de los actos de habla ofrecía un análisis que todavía puede ser relevante para explicar ciertos procesos conversacionales. Las explicaciones de los actos de habla no pueden entenderse como descripciones de las condiciones nece­ sarias y suficientes para ser pilares básicos válidos de la interac­ ción lingüística. Sin embargo, pueden ser reinterpretadas como una primera aproximación razonablemente adecuada al núcleo prototípico del significado de los verbos de actos de habla en in­ glés, es decir, de conceptos lexicalizados gracias a los cuales ciertos aspectos de la interacción lingüística pueden entenderse mejor (una forma de comportamiento social que no puede sepa­ rarse de las interpretaciones que se asocian con él en las mentes de los que participan en ese comportamiento). (Véase la sección 6.4.2.) Estas observaciones superficiales provocan demasiadas preguntas para que sea posible un tratamiento adecuado en esta fase. Se volverá a ellas en su debido momento. Sin embargo, y antes de dejar el tema de las interconexiones entre los diferentes temas comunes de la pragmática, se tratarán brevemente dos más, dado que han desarrolla­ do campos enteros de investigación con derecho propio.

Qué tienen en común los temas comunes

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El primero tiene que ver con la relación entre lo que hemos lla­ mado deíxis actitudinal y los principios fundamentales de la interac­ ción conversacional, en particular aquellos que a menudo parecen re­ querir violaciones de las máximas griceanas. El campo en cuestión es el estudio de la cortesía. Mientras deferencia se reserva para expre­ siones de respeto hacia personas de un estatus más alto, «cortesía» se ha convertido en un amplio término abarcador en pragmática para cualquiera de las elecciones hechas en el uso del lenguaje en relación con la necesidad de preservar la imagen («face», en inglés) de las personas en general, su auto-imagen pública. Se hace una distinción entre la imagen negativa, la necesidad de una persona de tener li­ bertad de acción, y la imagen positiva, la necesidad de una persona de ser tratada como igual o como parte del grupo. Cualquier acto que pone en riesgo la imagen pública es un acto amenazante a la imagen (AAI). Un ejemplo de acto amenazante a la imagen negativa podría ser la petición directa en (11) que pone en peligro la libertad de ac­ ción del destinatario: (11)

Cuando bajes a Como, cómprame una corbata de seda.

Un ejemplo de un acto amenazante a la imagen positiva sería el re­ chazo directo a responder a una petición de información en (12)2. que niega el estatus igualitario al destinatario: (12)

1. Debby: ¿Dónde compró Dan esa corbata nueva? 2. Jane: No te lo voy a decir.

Ambos (11) y (12)2. son amenazas reales a la imagen porque son, como diría la literatura sobre cortesía, sin acción compensatoria, o completamente abiertos y directos, sin ningún intento de permitir al destinatario conservar alguna libertad de acción o algún sentimiento de igualdad. El supuesto es que reglas o principios de cortesía entran enjuego para hacer actos de este tipo menos amenazantes. Las estrategias de cortesía, entonces, normalmente implican, ate­ nuación y/o no hablar directamente, como en (13), un ejemplo de cor­

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El lenguaje y el uso del lenguaje

tesía negativa o un intento de salvar la imagen negativa del destinata­ rio, o en (14)2., un ejemplo de cortesía positiva o un intento de sal­ var la imagen positiva del destinatario. (13)

Odio abusar, pero cuando estés en Corno ¿podrías comprarme una corbata de seda?'

(14)

1. Debby: ¿Cuándo compró Dan esa nueva corbata de seda? 2. Jane: Sé. que.es estúpido pero le prometí no decírselo a nadie. No sabía que tú ibas a estar interesada.

En ambos ejemplos, el enunciador todavía actúa abiertamente: es todavía obvio que (13) es una petición y que (14)2. una negación de acceso a la información. Pero la amenaza a la imagen se reduce a un nivel más tolerable si se usa una formulación diferente. Otra estrategia es actuar encubiertamente, como en (15) si fuera enunciada casualmente sin dirigirse a nadie en particular, para lograr el mismo efecto que el intentado en (11) y (13). (15)

Debería comprarme una de esas corbatas de seda.

Los destinatarios pueden interpretar si este enunciado es una petición o no lo es. Debe quedar claro con estos pocos ejemplos que el tema de la cortesía se enlaza de manera intrincada con varios de los «temas comunes» que ya han sido revisados. Antes de seguir adelante, debe­ mos también señalar que no podemos permitir que este tratamiento de la cortesía, basado, en Brown y Levinson (1987), esconda el hecho de que algunos actos, en lugar de ser amenazantes a la imagen, pueden ser activamente realzadores de la imagen (véase Kerbrat-Orecchioni, 1997), y que la descortesía y la rudeza pueden ser tan funcionales en la comunicación como la «cortesía» (véase Kienpointner, 1997). La última conexión intra-temática en la que vamos a hacer hinca­ pié en esta sección es el área donde los principios análogos a las má­ ximas de conversación (especialmente relacionados con la relevancia y a menudo expresados en términos de coherencia) entran en contacto con ciertos tipos de estrategias en tina variedad de actos de habla. El

El problema de la intencionalidad

97

área en cuestión la cubren los estudios de argumentación, en los cuales,, para los objetivos actuales, se deben distinguir dos tendencias principales. Un tendencia, que recurre fuertemente a principios de lo razonable, lo relevante y lo coherente en la construcción de argu­ mentos para alcanzar objetivos comunicativos específicos, tiene afi­ nidad cercana con el campo de la «retórica», la cual de muchas mane­ ras puede verse como una forma de «pragmática». Una segunda tendencia, asociada directamente al lingüista francés Oswald Ducrot, fomenta la argumentación como la fuerza organizativa básica que subyace a toda comunicación lingüística. Se dice que la «orientación argumentativa» de los enunciados explica un amplio abanico de fe­ nómenos, desde el uso de conjunciones como pero en El tiempo está precioso pero no tengo tiempo para dar un paseo pasando por la su­ gerencia conversacionalmente implicada de que debemos ir a dar un paseo cuando digo, bajo circunstancias determinadas, El tiempo está precioso, hasta modelos clásicos de argumentación retórica. (Otra lí­ nea divisoria en el campo de estudios de la argumentación, menos di­ rectamente pertinente a nuestros objetivos actuales, es la que se en­ cuentra entre una aproximación prescriptiva en oposición a una descriptiva.)

1.3 EL PROBLEMA DE LA INTENCIONALIDAD

Un primer vistazo a lo que ofrece la literatura pragmática — que es lo que realmente es este capítulo—; no estaría completo sin una discusión breve de una de las nociones más controvertidas, la inten­ cionalidad, y su relación con el significado. Más aún, una posición en la controversia es crucial para cualquier otra cosa que una teoría de la pragmática pueda decir sobre el uso del lenguaje. Aunque el significado solía ser visto como una propiedad de las palabras y oraciones que podía ser estudiada aisladamente, la prag­ mática reconoce un vasto ámbito de significado que se filtra en la viFRAOMÁT1CA,----

4

98

El lenguaje y el uso del lenguaje

da y las actividades de las personas - un reconocimiento que ya era común en una gama de tradiciones de investigación mucho antes de que volviera a entrar en la lingüística (como se explicará en el Capí­ tulo 9). La aceptación de una visión global del significado como no unido a la estructura por parte de lingüistas y filósofos se inició con la explicación de Griee del «significado no-natural», Griee contrastó el «significado no-natural» con el «significado natural» representado por significan en Esas nubes significan lluvia. Permitiendo la existen­ cia de un significado convencional como propiedad de ciertas expre­ siones lingüísticas (incluso significado convencional implícito, como en el caso de'la implicatura convencional; véase la sección 1,1.3), Griee se concentró principalmente en los tipos de significado nonatural que vio como dependientes del enunciador más que en la es­ tructura de las palabras u oraciones. En la subsiguiente tradición de investigación, en pragmática, en la que domina la mayoría de investi­ gación sobre significado implícito, toda la investigación ortodoxa en ■actos de habla, hasta los recientes intentos coherentes de llegar a un acuerdo con el uso del lenguaje (como en Clark, 1996), el significado dependía completamente de las intenciones (incluso cuando se da un estatus central a nociones como «acción conjunta» como hace Clark). Esto era una consecuencia directa de la definición de Griee del signi­ ficado del hablante como la intención del hablante en el momento de emitir un enunciado de producir un efecto en el oyente por medio del reconocimiento del oyente de la intención de producir ese efecto. La comunicación exitosa, o la transferencia exitosa de significados, es vista como un proceso por el cual se logra un estado de conocimiento mutuo de una intención comunicativa, con la ayuda de principios de cooperación (intencionalmente aplicados).' Debemos aclarar los movimientos conceptuales que intervienen. Introduciendo el significado del enunciador,: parecía que «se elimina­ ba» el significado del lenguaje aunque el lenguaje era visto todavía como el portador. Sin duda, éste fue uno de los mayores pasos en el desarrollo de la pragmática lingüística. Después de todo, para aplicar la definición de pragmática de Morris, lingüistas y filósofos empeza­

El problema de la intencionalidad

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ron a trabajar con la relación entre los signos y sus usuarios. Sin em­ bargo, al mismo tiempo, hasta el punto en que se permitió a la reali­ dad extralingüística entrar en la discusión del significado, el único locus del significado se situó claramente en la cognición individual — a pesar del reconocimiento normal explícito de la sociedad y la cultura. Una de las más claras expresiones de la dependencia del signifi­ cado de las intenciones del hablante se encuentra en la versión están­ dar de la teoría de los actos de habla. La idea original de Austin de que hablar es un tipo de acción se canalizó gradualmente hacia un én­ fasis casi completo en un ingrediente del comportamiento lingüístico: un estado mental de uno de los actores, haciendo de la interpretación el mero reconocimiento de este estado mental por el otro actor (o ac­ tores). Por esta razón la atención sistemática a las «perlocuciones», o los efectos de los actos de habla, no'es evidente. También por esta ra­ zón algunos aspectos de las prácticas sociales, que supuestamente equilibran la teoría basada en la intención, se veían como circunstan­ ciales e incorporados sólo bajo el disfraz de condiciones preparato­ rias de los actos de habla. Éste es difícilmente el lugar para entrar en una completa discusión técnica de los temas que entran enjuego. No estaría justificado reba­ jar el papel que también juegan las intenciones. Un correlato filosófi­ co importante de la intencionalidad es la direccionalidad. Dirigirse a ' ciertos objetivos es sin duda un aspecto de lo que pasa en el uso del lenguaje (véanse las secciones 3.2.2 y 6.2.2). Pero sería igualmente poco apropiado afirmar que todos los tipos de significados comunica­ dos son directamente dependientes de una intención individual defi­ nible por parte dei enunciador. Tal afirmación sería obviamente falsa. Consideremos el caso de un ministro que debe renunciar después de hacer un estúpido comentario que se tomó como ofensivo, aunque mucha gente estaría de acuerdo en que no tenía una intención ofensi­ va. O, a un nivel más trivial, véase el intercambio en (16). (16)

1. Dan: Como es un gusano de seda gigante. 2. Debby;- ¡Aggg! ¡Qué idea más desagradable!

100

El lenguaje y el uso del lenguaje

La metáfora inocente de Dan puede tener la única intención de querer decir que Como produce una gran cantidad de seda. Pero eso no evita que Debby active un significado potencial que no era en absoluto in­ tencionado. Haciendo esto (16)1. realmente adquiere el significado al que Debby reacciona. En otras palabras, (16)1. no tiene simplemente un significado una vez es enunciado (lo que sería el caso si el signifi­ cado fuera determinado por la intención). Diferentes significados pueden seguirse uno a otro en una sucesión dinámica. Dada la inde­ terminación del significado en general, que de ningún modo está res­ tringida a la metáfora y otros portadores de significado implícito, ésta no es una observación trivial sino que toca el punto central de lo que realmente pasa en la generación de significado por medio del uso del lenguaje. (Nótese que esta observación contiene una de las razones para optar por «generación de significado» en lugar de «construcción de significado» como término abarcador para designar el objetivo central de una teoría pragmática; véase la sección 0.4). En otras pala­ bras, existe la necesidad de un retorno pragmático al significado en su complejidad completa, que tenga en cuenta la interacción de fuer­ zas de la producción y de la interpretación del lenguaje, y que haga justicia al papel central del significado en la realidad humana, ya sea cognitiva, social o cultural. Ésta es la perspectiva que tomamos en este libro. Este cambio teórico, que separa el significado del lenguaje más de lo que lo hizo Griee al reconocer el papel de fenómenos cruciales tra­ dicionalmente etiquetados como «no- lingüísticos» o capturados en términos como «contexto», no está libre de riesgo. En particular, po­ dría levantar una interminable especulación sobre el significado. Con­ siguientemente, para que esta postura lleve a una erudición producti­ va, el cambio teórico necesita equilibrarse con una reincorporación metodológica del significado al lenguaje de tal manera que se con­ vierta en un objeto de investigación tan empírico como sea posible a pesar de la naturaleza intangible de muchas de sus fuerzas constitu­ yentes. Éste es el reto básico al que se enfrenta este libro. (Los prime-

Géneros del uso del lenguaje

101

ros ejemplos completos de cómo funciona este movimiento doble se encuentran en la sección 5.4.)

1.4 GÉNEROS DEL USO DEL LENGUAJE

Se deben hacer algunas observaciones sobre el uso del lenguaje como objeto de estudio, de la pragmática. El lenguaje no es una enti­ dad monolítica, ni es el uso del lenguaje un fenómeno unificado. Hay que trazar distinciones importantes, entre las diferentes manifestacio­ nes del lenguaje en uso. Esta idea puede haber sido captada mejor, a su nivel más general, por la teoría de los géneros de Bajtin. Según esta teoría, cada esfera de la actividad humana y por tanto cada esfera de la comunicación- (desde un téte á téte íntimo hasta un campo de batalla) muestra conexiones esenciales con una amplia gama de tipos de enunciados (que pueden ir desde simples tumos en una conversa­ ción a un grueso libro, algunos de los cuales son por tanto primarios o simples mientras otros son secundarios o complejos), que son relati­ vamente estables en términos de contenido temático, estilo lingüístico y estructura composicional. Estos se denominan géneros del habla. Tradicionalmente la pragmática se ha concentrado principalmente en cuatro tipos de unidades que podrían reunirse bajo esta etiqueta: un número significativo de tipos de actos de habla (pero privados en gran manera de su fijación en esferas de la actividad humana al concen­ trarse en una supuesta universalidad), conversaciones de diversa natu­ raleza. (donde se ha prestado más atención a la estructura composicio­ nal que al estilo lingüístico o al contenido temático), algunos tipos de acontecimientos de habla no conversacionales (normalmente prestan­ do atención debida al contexto institucional) y ciertos tipos de textos' (donde han tendido a dominar ya el contenido, o el estilo lingüístico o la estructura). Hasta ahora, no se ha propuesto ninguna teoría prag­ mática que combine todo esto. Sin hablar de que el abanico sería am­ pliado para parecerse más a lo que Bajtin podía haber tenido en men-

E l lenguaje y el uso del lenguaje

102

te. Contrariamente, lo que hay es una clara tendencia a restringir el tema de investigación. Una de las maneras predilectas de hacer esto es afirmar un estatus primordial para la conversación, por ejemplo. Aunque en algún sentido la conversación sea primordial (la gente ha­ blaba antes de empezar a escribir y los,niños aprenden primero la lengua a través de la interacción cara a cara), sería un error dejar que este hecho dicte la gañía de fenómenos de uso del lenguaje que in­ cluimos en el ámbito de la pragmática. Sería un error, aún peor man­ tener el mito de que, en el fondo, toda la comunicación puede medirse ,en términos de desviación o correspondencia con parámetros que ope­ ran en la conversación. Por esta razón empezamos este capítulo con dos ejemplos muy distintos, uno conversacional y el otro tomado de un texto publicado. Demos un vistazo a este último otra vez: (2)

1996. será un año de prosperi dad y paz.

Imaginemos que a fines de 1995, el lector .hubiera dicho (2) para in­ troducir un nuevo tema en una conversación durante una cena. Proba­ blemente no le hubieran tomado en serio. No obstante, en el contexto del que fue sacado, (2) era muy serio y pudo publicarse como primera línea de una introducción editorial a una publicación muy respetada. En el fondo, no hay nada misterioso en esta diferencia. Esperamos mostrar que puede ser explicada adecuadamente. En este punto, lo significativo es simplemente que diferentes géneros operan bajo dife­ rentes restricciones y que, por ejemplo, lo que ocurre con ciertos gé­ neros escritos no es derivado de lo que ocurre en una conversación in­ formal. En el resto de este libro, se necesitarán algunos- términos para ha­ blar sobre amplias categorías de tipos de uso del lenguaje. Discurso se usará para designar cualquier variedad oral o escrita del uso del lenguaje. A diferencia de algunas tradiciones, texto se restringirá a ti­ pos de discurso escritos. Conversación será usado para cualquier forma de discurso oral que incluya a más de un hablante, sin importar que el escenario sea informal o estrictamente institucional. La mayo­ ría de los otros términos que van a ser usados se referirán a ejemplos

Resumen y lecturas recomendadas

103

concretos que representan subtipos de alguno de los anteriores, y se­ rán definidos a medida que avancemos, en la medida en que la defini­ ción sea necesaria.

1.5 RESUMEN Y LECTURAS RECOMENDADAS

Hemos revisado cuatro áreas tradicionales de la investigación pragmática: • Deíxis, el anclaje del uso del lenguaje en el mundo real que se­ ñala alguna de sus dimensiones, en un tiempo, espacio, sociedad. y discurso particulares. • Actos de habla, las «cosas que uno hace con las palabras» en el nivel estructural de la oración. • Significado implícito, lo que puede ser significado o comunica­ do más allá de lo que es explícitamente o literalmente dicho, por medio de presuposiciones, implicaciones e implicaturas. • Conversación, la interacción lingüística entre dos o más perso­ nas como acción social coordinada y colaborativa. Se han sostenido los siguientes argumentos: • Que estas áreas tradicionales tienen más intereses en común de lo que parecería a primera vista. • Y que, como consecuencia, mantenerlas por separado y usarlas como puntos centrales para la organización de un nuevo libro sobre pragmática no sería una decisión productiva. Al mismo tiempo que se ilustraban las interconexiones entre las cuatro áreas mencionadas, se introdujeron brevemente dos carnpos adi­ cionales de investigación: 1. Cortesía, las estrategias empleadas por los usuarios del lenguaje para proteger su imagen y la de su destinatario.

104

El lenguaje y el uso del lenguaje 2. Argumentación, la estructuración global del discwso para alcanzar objetivos comunicativos específicos.

En una posterior preparación para una aproximación más cohe­ rente y sistemática a la pragmática: * Se clarificó él estatus del significado como el producto de fuer­ zas que interaetúan en la producción e interpretación del lenr guaje, ubicadas firmemente en un mundo cognitivo, social y cultural. • Se (re)introdujeron algunos de los términos básicos para hablar de ejemplos de uso del lenguaje: géneros del lenguaje, discurso, texto y conversación, Se recomiendan las siguientes lecturas. En la mayoría de los te­ mas tratados en este capítulo, Levinson (1983) es todavía la fuente de información más exhaustiva en un volumen. Sobre deíxis: Fillmore (1975a), Irvine (1995), Nunberg (1993) y, desde un punto de vista explícitamente intérdisciplinario, Watson (1987). Sobre actos de ha­ bla: Austin (1962), Sbisá (1995a, 1995b), Searle (1969, 1975a, 1975b), Verschueren (1983a, 1983b y el primer capítulo de 1985a). Sobre significado implícito de distintos tipos: Blakemore (1992), Fillmore (1971a, 1971b), Gazdar (1979), Grice (1975, 1978, 1979, 1981), Hom (1984), Karttunen (1974), Lakoff (1973, 1995a, 1995b), Leech (1983), Óstman (1986), Stalnaker (1974), Sperber y Wilson (1986), Wilson y Sperber (1986). Sobre conversación: Atkinson y Heritage (1984), Goodwin (1993), Gumperz (1982), KerbratOrecchíoni (1997), Roulet et al. (1985), Sacks (1992), Sacks, Schegloffy Jefferson (1974), Searle et al. (1992). Sobre cortesía: Brown y Levinson (1987), Eelen (1998), Kienpointner (1997). Sobre argu­ mentación: Ducrot (1980 y en inglés 1996), Eemeren y Grootendorst (1992, 1995) y, desde un punto de vista fuertemente interaccional, Coulter (1990). Sobre el problema de la intencionalidad: Dubois (1987), Duranti (1988), Grice (1957, 1968), Rosaldo (1982), Searle

Temas de investigación

105

(1983, 1992), Stroud (1992), Verschueren (1995b). Sobre géneros de uso del lenguaje o tipos de discurso: Bajtin (1986), Dittmar (1995), Gregory y Caroll (1978), Heinemann y Viehweger (1991), Holdcroft (1979).

1.6 TEMAS DE INVESTIGACIÓN

1. A mediados de 1996, un año antes de que Hong Kong se inte­ grara a la República Popular China, se celebró una conferencia en Hong Kong para evaluar los cambios lingüísticos que podían acom­ pañar al cambio político. Se publicaron presentaciones y debates de esa conferencia en Current Issues in Language and Society (3, 2, 1996; «One country, two systems, three languages» [Un país, dos sistemas, tres lenguas], editado por Sue Wright). Lo que sigue es una transcripción publicada del tumo que abrió uno de los debates: Benjamín T’sou (City University of Hong Kong): Creo que esta idea de que el contacto fronterizo implica que podría haber un au­ mento en el uso del mandarín es cuestionable. Usted mencionó vaca­ ciones en su trabajo y habló de matrimonios mixtos, entre personas de diferentes lados de la frontera, en su presentación. Mi impresión es que el matrimonio' mixto es normalmente entre partes que hablan el mismo dialecto. En la frontera de este lado es, por supuesto, cantonés. No puedo imaginar un hablante cuya lengua materna sea cantonés pretendiendo casarse con alguien que hablara sólo mandarín. Las ne­ gociaciones iniciales de la relación serían demasiado difíciles. Por eso lo que estamos tratando aqutí es más probablemente el caso de un ha­ blante bilingüe mandarín-cantonés que se casa con un hablante monolingüe de mandarín o cantonés. Pienso que el efecto de cambio lin­ güístico no es tan significativo como usted sugiere: la capacidad del lenguaje ya estaba allí (pág.152).

Comente este texto en términos de deíxis, actos de habla y signi­ ficado implícito.

106

El lenguaje y el uso del lenguaje

2. Comente el mensaje de la Ilustración 1.3 en términos de actos de habla y trate de los aspectos de su significado de los que no se puede ocupar la teoría de los actos de habla (en la forma rudimentaria en que se ha presentado en este capítulo).

Ilustración 1.3 Salida- de, emergencia

3. El mensaje en Ilustración 1.4 es tan explícito como lo puede ser un enunciado. ¿Qué deja implícito? 4. Poco después de que comandos israelíes hubieran rescatado a los pasajeros judíos del vuelo de Air France 139 (de Tel Aviv a Pa­ rís), que habían sido secuestrados por miembros del FPLP (Frente Popular para la Liberación de Palestina) en el aeropuerto de Entebbe (Uganda), en la media noche del 3 al 4 de julio de 1976, tuvo lugar la siguiente conversación telefónica entre el coronel israelí Baruch Bar-Lev y el presidente de Uganda Idi Arnin Dada quien, supues-

Temas de investigación

Ilustración 1.4 Instrucciones en caso de incendio.

107

108

El lenguaje y el uso del lenguaje

tamente, había colaborado con los secuestradores y que, en ese mo- ‘ mentó, no sabía todavía lo que había ocurrido en el aeropuerto: Bar-Lev: Señor, quiero darle las gracias por su cooperación y quiero agradecérselo mucho. Amin; Sabe que no he tenido éxito. Bar-Lev: Muchas gracias por su cooperación. ¿Qué? ¿La colabora­ ción no tuvo éxito? ¿Por qué? Amin; ¿He hecho yo algo? Bar-Lev; Hice exactamente lo que usted quería. Amin: ¿Qu-Qu- Qué pasó? Bar-Lev; ¿Qué pasó? Amin: ¿Sí? Bar-Lev; No sé. ■.Amin: ¿Nq,puede decírmelo? ■Bar-Lev: No, No sé. Me han pedido que le agradeciera su coopera: cióxú Amin: . . ¿Me puede decir algo sobre la sugerencia que ha mencio■ nado?' Bar-Lev; Un-imigo con buenas conexiones en el gobierno me ha pedido que le dé las gracias por su cooperación. No sé qué quería decir con eso pero creo que usted sí lo sabe. Amin: No lo sé porque acabo de regresar apresuradamente de Mauricio. Bar-Lev: Ah... Amin: • ... Para resolver el problema antes de que expire el ulti­ mátum mañana por la mañana. Bar-Lev: Entiendo perfectamente señor... Gracias por su coopera- ' ción. Quizás lo llame mañana por la mañana. ¿Quiere que lo llame otra vez mañana por la mañana? Amin: Sí. Bar-Lev: Muy bien, gracias señor. Adiós. (De: Stevenson, William, 1976, 90 minutes ai Eníebbe, Nueva York, Bantam Books, pág, 215-216.) Describa lo que ocurre en esta conversación.

NOCIONES CLAVE

La pregunta que estamos intentando contestar en este libro es atrevida e impertinente. Lo que queremos comprender es el funcio­ namiento del lenguaje en toda su complejidad. En última instancia esto equivale a intentar comprender en qué y cómo el lenguaje contri­ buye a la vida y a la supervivencia al nivel de la raza humana, de co­ munidades más grandes y más pequeñas y de individuos y de situa­ ciones. Pero formulemos algunas preguntas prácticas que son más fáciles de responder. Intentemos lo siguiente, ¿Qué.hace la gente cuando usa el lenguaje? o ¿Qué se hace mediante el lenguaje? o ¿Qué le ocurre a la gente cuando usa el lenguaje? Aunque J a intención sea aprehender la complejidad, eso no significa que no podamos reducir esa complejidad a un intento de formular respuestas paso a paso. En honor a la verdad, empezaremos por una respuesta extremadamente trivial a la pregunta de qué hace la gente cuando usa el lenguaje. A partir de esta respuesta trivial deduciremos algunos conceptos clave que nos dejarán aproximar a una comprensión de lo que pasa en el uso del lenguaje. Uno de esos conceptos nos proporcionará diferentes ángulos desde los que mirar el comportamiento lingüístico, de manera que, combinados, nos proporcionarán un marco conceptual para estu­ diar cualquier fenómeno lingüístico desde una perspectiva pragmática

Nociones clave

110

(Capítulos 3 a 6), y pautas para la construcción de metodologías es­ pecíficas para los diferentes temas (Capítulos 6 a 7). Después de introducir algunos temas comunes en pragmática, ampliamente ilustrados, este capítulo es necesariamente teórico. For­ ma la base primaria para el entendimiento de por qué la pragmática es interesante y sienta las bases para el resto (y por tanto la mayor parte) de este libro. Voy a esforzarme al máximo para hacerlo lo más corto que pueda.

2.1. HACER ELECCIONES

Aunque se puedan decir otras muchas cosas — y aquí está la res­ puesta trivial a nuestra pregunta general— , el uso del lenguaje debe consistir en la continua elección lingüística, consciente o incons­ ciente, por razones internas (p. ej. estructurales) y/o extemas al len­ guaje. Estas elecciones pueden situarse a cualquier nivel de la forma lingüística: fonética/fonológica, morfológica, sintáctica, léxica o se­ mántica, y pueden cubrir opciones debidas a variedades-, internas, o pueden suponer tipos de variación distribuidos regional, social o fun­ cionalmente. Se necesita una teoría del uso del lenguaje que debería, por tanto, ser capaz de dar sentido a estas «elecciones». Son necesa­ rias unas aclaraciones preliminares para clarificar lo que ya está en este párrafo, otras para evitar malentendidos futuros. En primer lugar, las elecciones se hacen a cualquier nivel posible de la estructura. Para empezar, debe elegirse una de las 6.000 lenguas o una forma combinada, o debe hacerse una nueva elección con cada nueva palabra o frase. Aunque esta observación puede ser trivial, las elecciones en cuestión nunca lo son. Pueden -tener efectos muy pe­ queños en la interpretación o graves consecuencias políticas. Además, se ha de seleccionar un género y se han de construir oraciones, por lo que se han de hacer elecciones de palabras y formas gramaticales. Al hablar se seleccionan y se producen patrones de entonación y se for­

Hacer elecciones man palabras dentro de un amplio abanico de opciones fonológicas y/o fonéticas. Estas elecciones, por supuesto, no tienen un orden li­ neal comparable al modo en que se están listando en este párrafo. Por ejemplo, la asignación del género apropiado puede ser necesaria antes de que se haga una elección de lengua, o las restricciones de eleccio­ nes fonéticas o fonológicas específicas de-una ocasión (p. ej. depen­ diendo de quiénes son algunos de los oyentes) pueden poner limita­ ciones a la accesibilidad de ciertos géneros. Muy a menudo la elección a diferentes niveles es simultánea. En segundo lugar, los hablantes no sólo seleccionan formas, se­ leccionan también estrategias. Puede ser más acertado volver a for­ mular el primer tema diciendo, en vez de que las elecciones están he­ chas desde cualquier nivel posible de la estructura, que las elecciones están hechas de modo .que incluyan cualquier nivel posible de la es­ tructura dentro de su ámbito. Seleccionar una estrategia de deferen-• cia, por ejemplo, puede requerir que se hagan elecciones específicas dentro de una gran-gama de niveles estructurales, como el lenguaje, el estilo, las formas de dirigirse a otras personas, el léxico en general, etcétera. En tercer lugar, el término «elecciones» puede ser confuso en el sentido de que puede sugerir invariablemente un acto consciente. Los procesos de los que estamos hablando, sin embargo, pueden mostrar cualquier grado de consciencia. Algunas elecciones se hacen muy conscientemente, como cuando un reconocido antimonárquico grita / Viva la República! en vez de ¡Viva el rey! en la coronación del rey de Bélgica (siendo consciente de algunos de los riesgos), o comple­ tamente automáticas como cuando un hablante nativo de inglés añade la sibilante s al verbo ladrar bark en This dog barks too much (un acto que puede volverse muy consciente para un estudiante de inglés). Hay que tener en cuenta que incluso las características lingüísticas que normalmente se consideran como meramente «gramaticales», como la concordancia de sujeto y verbo, están incluidas en el ámbito de los procesos a los que nos hemos referido como elecciones. Esto resulta

112

Nociones clave

directamente del enfoque de la pragmática como perspectiva presen­ tado en la introducción de este libro. En cuarto lugar, las elecciones se hacen en la producción y en la interpretación de un enunciado, y ambos tipos de elección son de, igual importancia para el flujo comunicativo y para el modo en que se genera el significado. Si recordamos lo expuesto en la sección 1.3, esta observación es probablemente la razón principal para no permitir un énfasis exclusivo en la intencionalidad del emisor del enunciado en el estudio del uso del lenguaje. En quinto lugar, un usuario del lenguaje no tiene libertad de elegir entre seleccionar o no hacerlo, excepto al nivel en que puede decidir entre usar el lenguaje o permanecer en silencio (siendo la segunda opción tan significativa como la primera en determinadas circunstan­ cias).-'Una vez que el lenguaje se usa, quien lo hace está bajo la obli­ gación de hacer elecciones, sin importar si el abanico de posibilida­ des puede satisfacéf las necesidades comunicativas del momento o no. Por esta razón ios científicos, por ejemplo, crean continuamente nuevas terminologías. Sin embargo, ellos tienen la ventaja-de poder estar mucho tiempo' considerando las opciones disponibles y decidir sí son satisfactorias y si no se puede crear una nueva opción, y, ade­ más, pueden explicár todo el proceso. La comunicación de cada día simplemente se detendría si los usuarios regulares del lenguaje fuesen tan selectivos en sus elecciones. Siempre tenemos que quedamos con la aproximación que viene a la mente como la más cercana a lo que necesitamos: una formulación que ilustra su propio propósito porque conlleva el riesgo de que se preste demasiada atención a los niveles conscientes de elección y la intencionalidad. En otras palabras, siem­ pre hay serios riesgos en el uso del lenguaje. En sexto lugar, como regla, las elecciones no son equivalentes. Esto ha sido ilustrado hasta ahora con el fenómeno de organización de la preferencia tal como lo usa el análisis de la conversación (ver la sección 1.1.4). Técnicamente, una oferta puede responderse tanto con una aceptación como con un rechazo. La aceptación es, sin embargo, la opción preferente, por lo que es necesario atenuar los rechazos.

Hacer elecciones

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Otro modo de hablar sobre este tipo de fenómeno tradicional en lin­ güística es la distinción entre la opción marcada y la no marcada. Usando esta terminología, la respuesta preferida a una oferta, p. ej. la aceptación, es la opción no marcada, mientras que el rechazo sería la marcada; del mismo modo que en inglés How tall is he?1 es la opción no marcada para preguntar la altura de un hombre en la dimensión vertical, y How short is he?2 sería la opción marcada, proporcionando una base para la inferencia de que «él» está por regla general en el extremo más corto de la escala corto-largo. Hay que considerar, sin embargo, que la ausencia de marca no debe confundirse con la neu­ tralidad en el sentido general del término. Hubo un tiempo en que el pronombre personal él en el par él-ella se veía como no marcado y pudo usarse genéricamente para referirse a cualquier ser humano. Esto no significa que ni siquiera entonces hubiera algo de «neutral» en la elección. De manera clara, había una correlación con los patro­ nes dé dominio social, lo que explica por qué, bajo la influencia de los cambios sociales en marcha, el él genérico se ha vuelto inacepta­ ble en muchas partes del mundo angloparlante, volviéndose, por tan­ to, una opción marcada. Finalmente, las elecciones evocan o llevan consigo sus alternati­ vas. En otras palabras, cualquier elección de forma,- motivada por su ubicación en la dimensión del significado, no sólo designa esa ubica­ ción específica sino que evoca además toda la dimensión completa. Por esta razón la elección de tiempos verbales en inglés lleva consigo casi inevitablemente la dimensión de tiempo en la representación de una acción o acontecimiento (por la disponibilidad de una referencia gramaticalizada al pasado,- presente y futuro). En el campo de las elecciones léxicas, es fácil demostrar que los efectos comunicativos

1 En español la traducción literal sería: ¿Cuánto mide de alto? o ¿Cuánto es de alto? [Nota de las tt.] 1 ¿Cuánto mide de bajo? ¿Cuánto es de bajo? sería la traducción literal corres­ pondiente en este caso [Nota de las tt.] .

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Nociones clave

están a menudo señalados tanto con la no elección de una opción dis­ ponible como con la elección hecha en ese momento. Consideremos una empleada que ha estado recibiendo mensajes obscenos, sabe de quién provienen y se va a quejar al gerente. Si el gerente le dice Su comportamiento es sin lugar a dudas cuestionable, el término cues­ tionable es absolutamente inapropiado. Todavía existe la posibilidad de que la empleada reaccione, o al menos le gustaría reaccionar con algo como ¡Ypor qué no inaceptable, o incluso mejor atroz! Estos procesos son más claros cuando se confrontan explícitamente las op­ ciones posibles. Pero todas están siempre en funcionamiento. A un nivel más bajo de complejidad conceptual, donde se debe elegir entre conjuntos contrastivos relativamente simples, funciona el mismo principio. Así pues, venir evoca el contraste venir-ir por la misma ra­ zón que comprar evoca el contraste comprar-vender (y complementariedad); ninguno de ellos podría entenderse por completo sin su fun­ damental conexión con el otro —que permanece intacta a lo largo del proceso de elección (aunque uno puede, por supuesto,:manipularlo de distintas maneras). Esta propiedad del proceso de elección lingüística es una de las razones por las que dijimos al final dé la sección 1.1,4 que, para entender el uso del lenguaje, las- explicaciones- deben ser contrastivas hasta el punto de que podamos hablar tanto de lo que es posible como de lo. que es observado. Con estas notas preliminares en mente, deberíamos avanzar ahora en la noción de «hacer elecciones», paliando así su papel trivial en la respuesta a la pregunta de qué es lo que la gente hace cuando usa el lenguaje.

2.2 VARIABILIDAD, NEGOCIABILIDAD Y ADAPTABILIDAD

- Parece que al menos se necesitan tres conceptos clave relaciona­ dos jerárquicamente para comprender el proceso de la «elección» como la descripción básica del uso del lenguaje. Éstos son la variabi-

Variabilidad, negociabilidad y adaptabilidad

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lídad, la negociabilidad y la adaptabilidad. Vamos a intentar definir­ los brevemente. La variabilidad es la propiedad del lenguaje que define la gama de posibilidades dentro de las cuales se puede seleccionar. Hace más de dos décadas Hymes dijo que «en el estudio del lenguaje como mo­ do de acción, la variación es una pista y una clave» (1974, pág. 75). Esta frase evoca rápidamente lo que se conoce tradicionalmente como «variedades del lenguaje», ya sean definidas geográfica, social o fun­ cionalmente: Considerando nuestra perspectiva pragmática en el uso del lenguaje o acción verbal, la frase sigue siendo cierta traá generali­ zar la noción de variabilidad a toda la gama de opciones de variables (incluidas las que son, estrictamente hablando, internas a la «varie­ dad») que debemos suponer accesibles a los usuarios del lenguaje pa­ ra que ellos puedan «hacer elecciones». La empleada acosada sexualmente no se habría molestado por el Su comportamiento es sin lugar a dudas cuestionable de su gerente sino hubiera tenido acceso a un campo más amplio de opciones para describir de manera más adecuada «su comportamiento» (algunas de las cuales son más ade­ cuadas a su respuesta emocional y a su percepción de cómo debe ser la política corporativa en relación con la protección de su integridad) y si ella no hubiera dado por supuesto que el gerente tenía el mismo acceso. Cualquier cambio en esta constelación, teniendo en cuenta que estamos realmente hablando de variabilidad, podría haber hecho que la empleada adaptara sus opciones interpretativas y su reacción posterior. Por ejemplo, si hubiera sabido que el gerente no tenía acce­ so a la misma gama de opciones por un conocimiento incipiente de la lengua, quizá se habría quedado satisfecha con la forma en que éste enunció el veredicto. Una satisfacción similar podría haber resultadodel conocimiento de que la política empresarial prohíbe palabras co­ mo inaceptable o atroz en el vocabulario de los gerentes, lo que pon­ dría, por tanto, límites reales a las opciones posibles. La noción de va­ riabilidad debe tomarse tan en serio que la gama de opciones posibles no se puede ver como algo estático o estable. No es una noción fija, al contrario, está en continuo cambio. Además, sería un error colocar

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Nociones clave

este elemento de «cambio» exclusivamente en una amplia dimensión diacrónica. En cualquier momento en el transcurso de la interacción, una elección puede descartar alternativas o crear otras nuevas para los posibles propósitos del intercambio, aunque estos efectos pueden ser siempre renegociados, lo que nos lleva al segundo concepto clave. La negociabilidad es la propiedad del lenguaje responsable del hecho de que las elecciones no se hagan mecánicamente o según m as reglas estrictas o m a s relaciones de forma-función fijas, sino basadas en principios y estrategias altamente flexibles. No hay por tanto ninguna regla que nos diga cuándo seleccionar Estoy razona­ blemente satisfecha sobre No estoy insatisfecha, ya que representan dos formas lógicas diferentes de expresión para un estado de ánimo comparable; no obstante, hay un principio (manipulable) que dice que la forma, con la ;doble negación, incluso si descarta la negación, está más abajo, en el extremo negativo de la escala positivo-negativo que el enunciado que evita la negación por completo. En lingüística existe una gran tradición fe contrastar estructuras diferentes y relacionarlas en una escala de grámaticalidad y/o aceptabilidad, señalando los ca­ sos que son claramente agramaticales o inaceptables con un asterisco. Sin embargo, la negociabilidad es tan fuerte que la pragmática no se presta a este enfoque del asterisco. Aunque tiene sentido que la prag­ mática mire a lo posible y a lo,real para aprender sobre los principios del uso del lenguaje, es inútil que busque los límites de lo que es po­ sible, p. ej. lo imposible que (si se encontrara, convertiría a los prin­ cipios y estrategias en reglas reales) es inútil. Recordemos el clásico ejemplo de Russell deun enunciado imposible o sin significado: *Lo cuadripartido bebe dilación, que pronto se usó para referirse a las re­ uniones de las cuatro potencias después de la Segunda Guerra Mun­ dial, que no dieron los resultados deseados ni a la velocidad deseada. Incluso la igualmente clásica de Chomsky Las ideas verdes incoloras duermen profundamente podría usarse si fuese necesario: obsérvese lo que hace Meredith Quatermain en poesía:

Variabilidad, negociabilidad y adaptabilidad

Air

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Aire

Horse lips . Breath Hair On flat-palmed apple

labios de caballo aliento pelo en manzana de palma plana

(From Terms ofsale, Buffalo: Meow Press, 1996)

(De Terms o f a sale, Búfalo, Meow Press, 1996)

Según todos los propósitos y principios prácticos, éste es un enunciado real en inglés. Incluso teniendo en cuenta que. el trabajo de los poetas es romper las reglas del lenguaje o aumentar su potencial, no por eso su poesía deja de ser parte del lenguaje que usan. Dejar esto a un lado como demasiado excepcional para ser relevante seria como ponerse una venda en los ojos que evitaría que viésemos los as­ pectos importantes de las funciones del lenguaje más mundanas. La negociabilidad también implica una indeterminación de varios tipos. En primer lugar hay una indeterminación en la elección por parte del productor del lenguaje. Como se indicó en la sección 2 d ., los usuarios del lenguaje operan bajo la restricción de tener que tomar decisiones, se correspondan éstas o no con sus necesidades. Así, el gerente imaginario en el caso de acoso sexual, actuando según direc­ trices empresariales igualmente imaginarias que prohíben el uso de inaceptable o atroz en el vocabulario de los gerentes, puede sentirse frustrado por tener que elegir cuestionable o un término semejante que no agote el significado que quiere expresar, pero se ha de decir algo, incluso sí no hay manera de hacer una buena elección. Para ilustrar este punto los ejemplos imaginarios son particularmente útiles porque nos permiten manipular las restricciones de un modo en que se vuelven muy visibles. En el uso cotidiano las elecciones que ha­ cemos provienen de un conjunto de opciones tan convencional y ha­ bitual que apenas nos damos cuenta de que estamos restringidos por ese conjunto y que podrían crearse, otras posibilidades que, en su momento, empezarían a imponer nuevas restricciones. Por otro lado, seleccionar opciones que no parecen muy apropiadas a los propósitos

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Nociones clave

actuales puede, en última instancia, extender el uso y significado de las formas seleccionadas. Ésta es una de las dificultades del uso del lenguaje comparable con la imposibilidad de ser completamente ex­ plícito, lo que puede, por tanto, ser explotado creativamente. En segundo lugar, hay también indeterminación de elección por parte del intérprete. Recuérdese, a este respecto, lo que se dijo de las propiedades de la implicatura conversacional (en la sección 1.1.3). Esta observación, sin embargo, se extiende más allá del dominio de la implicatura. Todo lo que se diga puede interpretarse de muchas'maneras, siendo una de las razones (como se indicó en la sección 2.1) que las elecciones ño excluyen necesariamente sus alternativas del mundo de la interpretación. En-tercer lugar, interviene la indeterminación también porque las elecciones, una vez hechas, ya sea en el lado de la producción o de la interpretación, pueden ser continuamente renegociadas. Aquí estamos tocando una dinámica fundamental del uso del lenguaje que espera­ mos ilustrar en el resto de este libro (el Capítulo 5. está dedicado a ello completamente). ■ Si usar el lenguaje, consiste. en ,1a .continua ..elección, lingüística dentro de una gama-de posibilidades variables amplia e inestable, elección no regida por reglas, sino dirigida por principios y estrate­ gias altamente flexibles y permanentemente negociables, es más que lógico preguntar cómo es todavía posible que se use el lenguaje para propósitos comunicativos de manera satisfactoria. Es aquí donde nuestra tercera noción clave, la adaptabilidad, .entra enjuego. No es una explicación, sino una propiedad que debemos suponer que tiene el lenguaje, para ser capaces de entender que puede conseguirse un cierto grado de éxito con la comunicación verbal. Antes de entrar en esto con más detalle, hay que señalar que no hay razón para elogiar los poderes del lenguaje. Las propiedades del uso del lenguaje a las. que hemos prestado atención hasta ahora llevan'consigo la garantía de dificultades comunicativas y fracaso. Deberíamos damos cuenta de que el éxito comunicativo, excepto en algunas áreas puramente prác­ ticas (o esferas de la actividad humana, tomando prestado el término

Variabilidad, negociabilidad y adaptabilidad

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ie Bajtin) es siempre extremadamente relativo y nunca se debe dar por sentado. La adaptabilidad es la propiedad del lenguaje que capacita a los seres humanos a hacer elecciones lingüísticas dentro de una gama de üosibilidades variable J e modo que se acerquen a la satisfacción de sus necesidades comunicativas. Esta definición pide inmediatamente que se hagan unas advertencias. En primer lugar, la referencia a las «necesidades comunicativas» no implica que las necesidades a las que sirve el uso del lenguaje tengan que ser todas «comunicativas» en el estricto sentido de la palabra. Aunque tomamos la postura de que casi todo el uso del lenguaje es en cierto sentido comunicativo (inclu­ so si sólo implica a una persona), no queremos hacer de esto una cuestión de fe de lo que debe depender todo lo que sigue; tenemos en cuenta también formas de .usar el lenguaje que al menos están próxi­ mas.a ser puramente, expresivas, sin ningún propósito o efecto comu­ nicativo. .En. , segundo '-lugar la frase «necesidades comunicativas» puede sonar como si quisiera referirse a necesidades que son de cierto . modo «generales». Deberíamos enfatizar, por tanto, que las «necesi-' dades» en .cuestión .se..generan.en.su mayoría en contexto y pueden, por tanto, ser bastante -específicas. En tercer lugar, observemos que a la «satisfacción» en la definición de arriba hay solamente un acerca­ miento, ya que puede ocurrir en distintos grados. Ese término, po.r otra parte, no debería ser interpretado como una exclusión de la posi­ bilidad, ya ofrecida claramente antes, de un serio fracaso comunicati­ vo ni de la incidencia de circunstancias bajo las cuales hay una nece­ sidad de no comunicación o incluso de mala comunicación. Finalmente, la adaptabilidad no debería ser interpretada unidi­ reccionalmente. El término por sí mismo puede guiar a una versión simplificada de que las elecciones de la lengua se hacen'según cir­ cunstancias preexistentes. Eso también interviene, pero aquí no acaba todo. El otro lado de la moneda es que las elecciones hechas cambian las circunstancias, o se adaptan a ellas. Consideremos, por ejemplo, los sistemas de cortesía que están creados por relaciones sociales y que, al mismo tiempo, crean estas relaciones. La elección de un sis­

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Nociones clave

tema de cortesía solidaria (tú, nombre de pila, etc.) frente a un sistema de cortesía deferente (usted, apellido, título, etc.) está típicamente ba­ sada en la cercanía entre los interlocutores. Cuando esta cercanía no existe, sin embargo, los hablantes pueden optar por la cortesía solida­ ria. Al hacer eso se crea la apariencia de cercanía hasta el punto de que sería difícil dejar de hacerlo sin crear una clara hostilidad. Tras haber hablado con alguien dirigiéndose a él por su nombre, el cambio a una forma de tratamiento más formal sólo puede hacerse por razo­ nes especiales y llevará consigo un significado extra adicional (implí­ cito). Típicamente intervendrán elementos de juego o un antagonis­ mo. En este último caso las elecciones pueden ser tratadas como muy descorteses, a pesar del grado objetivo más alto de cortesía que esta­ ría asociado normalmente con las elecciones hechas. Este ejemplo es al mismoi tiempo una ilustración extra de la negociabilidad involucra­ da en la toma de decisiones lingüísticas y de la falta de relaciones forma-función establecidas. Los tres conceptos que hemos introducido en esta sección son fundanientalmente inseparables. No representan temas de investiga­ ción sino simplemente propiedades interrelacionadas del objeto de investigación globaí'de la pragmática lingüística, la funcionalidad o funcionalidad significativa del lenguaje. Su clasificación jerárquica es una herramienta conceptual para enfrentarse a la complejidad de los fenómenos pragmáticos que nos permitirán usar la noción jerárqui­ camente más alta de «adaptabilidad» como el punto de referencia en la futura formación teórica y en la investigación empírica, teniendo en cuenta que está vacía de contenido tanto sin la variabilidad como sin la negociabilidad. Si usamos la adaptabilidad como punto de partida podremos asignar cuatro tareas claras a las descripciones y explica­ ciones pragmáticas (que se discutirán con más detalle en los capítulos 3 a 6). Antes de presentar esas tareas o «ángulos de investigación» (ver la sección 2.4 más abajo) nos gustaría hacer algunas observacio­ nes sobre la noción de adaptabilidad, explicando su relación con la noción de universalidad, con la que a primera vista puede parecer in­ compatible. (En la sección 9.3. volveremos a la noción de adaptabili­

Adaptabilidad y universalidad

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dad una vez más para llamar la atención sobre algunos de los modos en que ha sido tratada en las ciencias relacionadas con el lenguaje y relacionarlos con conceptos paralelos en biología y psicología).

2.3. ADAPTABILIDAD Y UNIVERSALIDAD'

Una aproximación a la pragmática que coloca a la adaptabilidad, en el sentido en que se ha descrito, en el centro de lo que es intere­ sante sobre el uso del lenguaje es básicamente incompatible con el ti­ po de universalidad basada en la idea de una competencia lingüística innata, que es componente de una estructura mental con base genética y autónoma y que comprendería una gramática universal completa. Según esto la adquisición del lenguaje, por ejemplo, no debería ser guiada por estrategias de aprendizaje más generales. Puede aceptarse una base genética fuerte, pero desde luego no autónoma ni en el pro­ ceso de adquisición ni a nivel del funcionamiento adulto. Sin embargo, la noción de universales pragmáticos o universales de la (interacción lingüística no es contradictoria. La gente tiene la capacidad de apren­ der nuevas lenguas y de empezar a funcionar con más o menos efi­ ciencia en estilos de comunicación diferentes de los que usa habitual­ mente, aunque sea una experiencia cargada de frustración y frecuente fracaso. Por tanto, debe haber un centro universal de algún tipo, aun­ que hay al menos dos formas diferentes de ver la universalidad, que debemos distinguir. En primer lugar puede hacerse una asunción de universalidad máxima. Según este punto de vista la propia experiencia del investi­ gador se puede tratar como la más representativa de la experiencia universal correspondiente. Un ejemplo de las ciencias políticas y so­ ciales es la tendencia a postular una gran creencia en la «racionalidad mínima», donde la medida de esa racionalidad es el investigador mismo. Una actitud de este tipo no sólo caracteriza a ciertas teorías sintácticas que solían ignorar la relevancia de considerar un amplio

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Nociones clave

abanico de lenguas para descubrir los principios de la gramática uni­ versal que se quena describir, sino también a ciertas tendencias en pragmática, como la teoría de los actos de habla de Searle (el recono­ cido intento de proporcionar validez universal a las categorías univer­ sales de los actos de habla a pesar de un enfoque filosófico introspec­ tivo). Los peligros de este enfoque deberían ser obvios. Aunque el aprendizaje de otras lenguas y estilos comunicativos sólo puede ex­ plicarse con referencia a la existencia de un centro de competencia gramatical y pragmática universal, el objetivo dé aprender es siempre dominar las diferencias y, a un nivel más elemental, incluso la noción específica de variabilidad que hemos propuesto más arriba debería eliminarse a partir de la asunción de la máxima universalidad, sin ha­ blar de lo que hemos dicho de la negociabilidad y la adaptabilidad y también las otras propiedades'de la elección lingüística sobre las. que hemos llamado la atención. Así pues, una: asunción de., universalidad mínima és un .punto de partida mucho más seguro para observar a las lenguas y .a su uso. Es necesaria, esta asunción cuando hablamos de. «universales de adapta­ bilidad» o «universales pragmáticos», o «universales de la (in te r­ acción lingüística»; For esta razón en este libro ^e encontrarán pocas declaraciones de universalidad. Como mucho, llamaremos la atención sobre las tendencias supuestamente universales, siempre tratando de recordamos a nosotros mismos la necesidad de evitar compromisos en esta área. Por esa razón también, a pesar de que este libro tiene intenciones teóricas de algún tipo, se ha escrito con un recelo básico hacia las teorías, de la pragmática: Hay, por supuesto, una paradoja fundamental en la investigación .empírica: el trabajo empírico es ne­ cesario para substancializár y validar las propuestas teóricas, y sin embargo los marcos teóricos son necesarios como herramientas des­ criptivas y heurísticas incluso para las tareas más empíricas. Por con­ siguiente, debemos describir simplemente las ambiciones de este libro como un intento de definir un campo de la pragmática. Se construirá un «marco teórico» en la medida en que la teoría sea importante para conseguir este objetivo, pero no nos deberíamos permitir satisfacer-

Adaptabilidad y universalidad

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nos con una fuerte «construcción teórica» con aspiraciones universa­ les. ■ Actuando con precaución, debería señalarse una conexión intere­ sante entre los universales y la pragmática. Para ese propósito revi­ semos brevemente la visión global de Comrie (1981, págs. 22-27) de los tipos de explicación para los universales. En su perspectiva, la monogénesis, o asunción de un ancestro, común para todas las lenguas conocidas, es eliminada porque no es comprobable mediante pruebas y porque no puede explicar los universales de los que sólo se puede decir que son tendencias a través de una amplía gama de lenguas (sin caracterizar necesariamente a todas las lenguas individuales). El innatismo es rechazado y considerado una explicación vacía porque no está sujeta a una verificación independiente. Con todo «[...] puede darse el caso de que al menos-algunos universales del lenguaje pue­ dan explicarse en el fondo en términos de predisposición genética humana» (pág. 24). Otras explicaciones psicológicas muestran u n . grado de plausibilidad: más alto. Es «posible-que ciertos universales del lenguaje puedan correlacionarse con otros aspectos de la psico­ logía cognitiva humana que pueden ser examinados independiente­ mente» (pág. 24). Se acepta abiertamente la validez-de las explicacio­ nes funcionales, que identifican ciertos rasgos del lenguaje como es­ trategias para reducir elementos disfuncionales, o «para hacer el lenguaje más funcional, ya sea como sistema de comunicación en ge­ neral o más en particular en relación a las necesidades comunicativas de los humanos» (pág. 25) es aceptada abiertamente. Se dice de un elemento que es disfuncional cuando hace que la recuperación de sig­ nificado desde la estructura sea más difícil. A partir de esta definición y de los ejemplos presentados por Comrie (p. ej. que los genitivos son más difíciles de relativizar que los sujetos, los constituyentes de las oraciones subordinadas son más difíciles de relativizar que los de las oraciones principales, la retención de un pronombre en la posición relativizada sólo se encuentra en las posiciones en’que es más difícil relativizar) debería quedar claro que las explicaciones funcionales son, en realidad, un tipo de explicación psicológica: el problema cru-

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Nociones clave

cial al que hacen referencia es el procesamiento cognitivo de la in­ formación. Comrie los enlaza con explicaciones pragmáticas: Este tipo de explicación funcional podría, por supuesto, ser lleva­ do a cualquier tipo de sistema comunicativo y no necesariamente res­ tringido a uno usado por humanos. Cuando se mira a las explicacio­ nes pragmáticas, sin embargo, hay ciertas instancias en que parece haber.una más clara correlación entre las propiedades de la estructura del lenguaje y las propiedades del uso del lenguaje en las comunida­ des humanas (pág. 26).

Como ejemplo se menciona la presencia del sistema de deícticos para referirse al hablante y al oyente. Puesto que podrían construirse otros tipos de lenguajes pero esto no sucede, es «difícilmente accidental el que la presencia delsistema de deícticos de referencia personal se co­ rrelacione tan altamente con el uso básico del lenguaje en las interac­ ciones cara a cara» (pág. 26). A partir de este breve esbozo parece que, en la medida en que son posibles las explicaciones, los universales pueden ser tratados, en nuestra terminología, como aspectos del lenguaje que son interadap­ tables las predisposiciones genéticas, los procesos cognitivos y las necesidades comunicativas. Nunca debería eliminarse la posibilidad de los universales puramente formales que aparecen más o menos ac­ cidentalmente. Además, deberíamos tener cuidado en no atribuir dis­ funcionalidad inherente a las propiedades específicas del lenguaje precipitadamente (dado que la negociabilidad es un rasgo tan impor­ tante del funcionamiento real del lenguaje). Siempre que un universal puede explicarse, es posible que la explicación sea en términos de la adaptabilidad, y, en ese sentido, funcional o pragmática en el amplio significado de los términos que se usan en este libro. Por tanto, puede que sea el caso que todos los universales explicables sean, en última instancia, universales pragmáticos.

Cuatro ángulos de investigación

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2.4. CUATRO ÁNGULOS DE INVESTIGACIÓN

Como se anunció (en la sección 2.2), la noción de adaptabilidad nos permitirá asignar cuatro tareas claras a las descripciones y expli­ caciones pragmáticas. Cada una será tratada detenidamente en los ca­ pítulos 3 a 6. Estas cuatro «tareas» o «ángulos de investigación», que no constituyen temas de investigación separables, pero que deberían verse como puntos centrales de una aproximación pragmática al uso del lenguaje, son los siguientes. En primer lugar, hay que identificar los correlatos contextúales de la adaptabilidad. Estos incluyen potencialmente todos los ingre­ dientes del contexto comunicativo con los que tienen que ser intera­ daptables las elecciones lingüísticas. La gama va desde aspectos del entorno físico (p. ej. la influencia de la distancia en el volumen de la voz) hasta las relaciones sociales entre hablantes y oyentes y aspectos del estado mental del interlocutor. Incluir los estados mentales bajo la etiqueta de contexto es una desviación de la práctica común que se sigue en lingüística. Al hacer eso, sin embargo, se eliminan las impli­ caciones engañosas de tratar el contexto como simplemente «lo que hay ahí afuera». No hace falta decir que los correlatos contextúales no deberían verse como realidades extralingüísticas estáticas. En primer lugar, los usuarios del lenguaje seleccionan dentro de un amplio aba­ nico de «realidades» disponibles convirtiéndolas en correlatos rele­ vantes (ver la sección 3.1). Además, una vez seleccionados, esos co­ rrelatos están sujetos a variación y negociación en su interacción con aspectos del acontecimiento comunicativo en transcurso, en relación a los cuales pueden verse funcionar. En segundo lugar, los procesos en cuestión han de ser situados con referencia a los diferentes objetos estructurales de adaptabili­ dad. Puesto que el hecho de hacer selecciones comunicativas tiene lugar en todos los niveles posibles de la estructura lingüística que

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Nociones clave

conllevan variabilidad de cierto tipo, los fenómenos pragmáticos pue­ den estar relacionados con cualquier estrato del nivel de la estructura, desde las características del sonido y los fonemas hasta el discurso y 'más allá, o hasta cualquier tipo de relación entre niveles. No sola­ mente están relacionadas las «estructuras», sino también los princi­ pios de la «estructuración». En tercer lugar, cualquier descripción o explicación pragmática debe dar cuenta de las dinámicas de la adaptabilidad como se ha manifestado en el fenómeno bajo investigación, en otras palabras, el desarrollo de los procesos de adaptación a lo largo del tiempo. Dada la propia naturaleza de esta tarea, no se puede llevar a cabo sin dar toda su fuerza a la negociabilidad de las elecciones. Esto supone la explicación del funcionamiento real de los procesos de adaptación, es decir, hay que dar respuesta a las preguntas sobre las maneras en que se usan los principios y las estrategias de comunicación en las elec­ ciones y en la negociación de esas "elecciones en la producción y en la. interpretación. En cuarto lugar, debemos considerar las. diferencias en la salien­ cia de los procesos de adaptación. No todas las elecciones, ya sean en la producción o en la adaptación, se hacen de manera igualmente consciente o intencionada. Como se ha dicho anteriormente, algunas son casi automáticas y otras son altamente, motivadas. Entran en ju e­ go diferentes formas de procesamiento en el medio de la adaptabili­ dad, la' «mente en sociedad» humana (un término vago, tomado pres­ tado de Vygotsky, para evitar la sugerencia de que el individuo o la sociedad estarían en primer lugar, o para enfatizar lo que podría lla­ marse la naturaleza dual no dicotómica del medio de adaptación). En referencia a este asunto, la distinción entre el significado comunicado explícitamente y la información implícita toma una especial relevan­ cia. La saliencia es básicamente una función del funcionamiento de la conciencia reflexiva (lo que llamamos «metapragmática») que inter­ viene en el uso del lenguaje. Obsérvese que tratamos con característi­ cas y mecanismos de procesamiento, y que éstos no han de confun-

Cuatro ángulos de investigación

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dirse con el «contenido» real de ciertos estados mentales (que inclui­ mos entre los correlatos contextúales de la adaptabilidad). Estas cuatro tareas en conjunto pueden considerarse los ingre­ dientes necesarios de una perspectiva pragmática adecuada para cualquier fenómeno lingüístico, pero estas cuatro tareas de la investi­ gación pragmática no deben situarse como iguales. Sus contribucio­ nes no son solamente complementarias, también tienen diferentes cargas funcionales a llevar a cabo dentro del marco general' de la perspectiva pragmática. Se relacionan entre sí como se muestra en la figura 2.1 y como se describe más abajo. En primer lugar, puede usarse una combinación de los correlatos contextúales y los objetos estructurales de la adaptabilidad para defi­ nir el locus de los fenómenos de adaptación, es decir, ambos descri­ ben la combinación de las coordenadas lingüísticas y extra lingüísti­ cas en el espacio comunicativo de un acontecimiento comunicativo. . Su interrelación es de gran importancia. Así pues, nuestro tema de in­ vestigación puede estar relacionado .eon los .procesos de socialización infantil en.relación con.las elecciones al nivel del código, o con el pa­ pel del oyente en .relación con la. estructura de la información en la oración, etc. Los correlatos, contextúales y los objetos estructurales son nociones relativamente claras que pueden ser a menudo usadas cómodamente como punto de partida para tareas descriptivas especí­ ficas en pragmática y como parámetros a los que hay que referirse continuamente a través de una investigación. Sin embargo, no son entidades estables; por ejemplo, una vez que se ha hecho una elección estructural en el uso del lenguaje, esta elección entra en el contexto. Recordemos también la advertencia de no interpretar la adaptabilidad como unidireccional. Por otra parte, el modo preciso en que se com­ binan puede normalmente no estar establecido hasta que la investiga­ ción está ,completa. Esos enunciados más adelante tienden a tomar la forma de explicaciones.

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Nociones clave

Figura 2.1 La estructura de una teoría pragmática

Dar cuenta de {^dinámica de la adaptabilidad, considerando el ' impacto total de la variabilidad y la negociabilidad, es sin duda la ta­ rea principal de las investigaciones pragmáticas más especificas, ya que esta tarea se ocü||á esencialmente de una definición de los proce­ sos de adaptación. Lía dinámica trata de la naturaleza y el desarrollo de la relación entre eí contexto y la estructura a lo largo del tiempo. Es una característicá de los procesos que intervienen en su interac­ ción, o, dicho de otro modo, los procesos son la dinámica de las interrelaciones entre el contexto y la estructura. De ahí el colocar a la di­ námica en una caja rodeada del contexto y la estructura en la figura 2 .1. Finalmente, la adaptabilidad dinámica del contexto y la estructura puede' ser más o menos saliente en las mentes de los usuarios del len­ guaje. De ahí que una investigación de la saliencia de los procesos de adaptación eche luz sobre su estatus en el área de la conciencia de los seres humanos involucrados p. ej. en relación con el tipo de concien­ cia reflexiva (que puede ser actualizada en diferentes grados en dis­ tintas instancias de uso) que se supone que ha sido, en primer térmi­ no, el prerrequisito original o el corolario inmediato para el desarrollo del lenguaje humano. Es la importancia de este aspecto lo que ha he­ cho del estudio de las ideologías del lenguaje un tema fundamental en

Resumen y lecturas recomendadas

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pragmática, y lo que ha impulsado el desarrollo de una metapragmáti­ ca interesada en las huellas lingüísticas de la conciencia que tiene el hablante de los procesos en los que interviene. El asunto de rango superior que guía el estudio de los fenómenos pragmáticos como procesos dinámicos que operan en relaciones de contexto-estructura en varios niveles de saliencia, es simplemente entender el funcionam iento significativo del lenguaje, o sea, como se ha explicado antes, seguir la generación dinámica del significado en el uso del lenguaje.. Estamos interesados, en otras palabras, en lo que Braner (1990) llama «actos de significación», transmitidos cogni­ tivamente y realizados en un ambiente social y cultural.

2.5. RESUMEN Y LECTURAS RECOMENDADAS

El uso del lenguaje puede definirse como una continúa elección lingüística: - A cualquier nivel de la estructura. - Centrándose en las estrategias y en las formas. -C o n varios grados de conciencia. -T an to en la producción como en la interpretación de enunciados. -Incluso cuando la gama de opciones disponibles "no es comple­ tamente apropiada. - A partir de opciones que no son equivalentes. -D e modo que las elecciones recuerden a sus alternativas no se­ leccionadas. Hay tres conceptos clave necesarios para que el «hacer eleccio­ nes» tenga sentido: - L a variabilidad es la propiedad del lenguaje que define la gama de posibilidades éntre las que se pueden hacer las elecciones. - L a negociabilidad es la propiedad del lenguaje responsable por el hecho de que las elecciones no se hagan mecánicamente o P R A G M Á T IC A ,-----5

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Nociones clave

según estrictas relaciones de forma-función, sino en base a principios y estrategias altamente flexibles. - L a adaptabilidad es la propiedad del lenguaje que permite al ser humano hacer elecciones lingüísticas negociables desde una gama de opciones variable de tal modo que se acerquen a gra­ dos de satisfacción de las necesidades comunicativas. La adaptabilidad (que no está en conflicto con la aceptación de algunos universales del lenguaje).puede ser usada, por tanto, como punto de partida para definir cuatro ángulos de investigación, que se combinan siempre que se hace un acercamiento pragmático a un fe­ nómeno lingüístico: -L o s correlatos contextúales de la adaptabilidad, que incluyen cualquier ingrediente del contexto comunicativo con el que las elecciones lingüísticas sean interadaptables. -L o s objetos estructurales de la adaptabilidad, que incluyen las estructuras a cualquier estrato o nivel' de la organización y los principios de la estructuración. - L a dinámica de la adaptación, el despliegue, de los procesos adaptativos en interacción. - L a saliencia de los procesos de adaptación, el estatus de esos procesos en relación con el aparato cognitivo. El interés general del estudio de la pragmática lingüística es com­ prender el funcionamiento significativo del lenguaje como un proce­ so dinámico que opera en las relaciones■de contexto-estructura a varios niveles de saliencia. Como lectura adicional es útil consultar las referencias que se ofrecen en la sección 9.3, donde se revisan teorías precursoras y pa­ ralelas a la idea de la pragmática como una teoría de la adaptabilidad lingüística. Sin embargo, para una aproximación más profunda al pa­ pel de la variabilidad y la negociabilidad, aunque la terminología que se usa es diferente, véase Hanks (1995, 1996b); éste demuestra que para una práctica comunicativa exitosa no es ni siquiera necesario que la

Temas de investigación

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gente comparta literalmente la misma gramática; también muestra (poniendo de relieve la idea de la adaptabilidad sin usar ese término) cómo el lenguaje surge de la práctica comunicativa del mismo modo que la nutre.

2.6. TEMAS DE INVESTIGACIÓN

Cada una de las definiciones siguientes sobre la pragmática puede . compararse o contrastarse con lo que he dicho hasta ahora; 1, Aquí llegamos al corazón del problema de definición: el término prag­ mática- cubre tanto los aspectos .de la .estructura del. lenguaje: dependientes del contexto como los principios de uso del lenguaje y la comprensión que tienen poco o nada que ver con la estructura lingüística. Es difícil forjar una definición que .cubra .ambos, aspectos, pero de ..ahí no se debe . implicar que la pragmática sea un cajón de sastre que trata con aspectos del lenguaje diferentes y no relacionados, sino que más bien los pragma­ tistas están interesados precisamente en la interrelación entre la estructura del lenguaje y los principios de uso de éste (Levinson, 1983, pág, 9). 2, Ya he mencionado que el tema principal de mí libro es la p r a g m á t ic a g e n e r a l . Con este término quiero diferenciar el estudio de las condicio­ nes-generales del uso comunicativo del lenguaje y excluir condiciones específicas más «locales». Estas últimas pueden pertenecer al campo me­ nos abstracto de la so c io pr a g m á tic a , ya que está claro que el principio dé cooperación y el principio de cortesía operan de diferente modo en di­ ferentes culturas o comunidades de habla, en diferentes situaciones so­ ciales, entre clases sociales diferentes, etc. [.,.] En otras palabras, la so­ ciopragmática es la conexión sociológica de la pragmática. Gran parte del trabajo que se ha hecho en análisis de la conversación se ha limitado en este sentido y ha estado ligado muy de cerca con datos de conversaciones locales. El término p r a g m a l in g ü ís t ic a , por otro lado, puede aplicarse al estudio del extremo más lingüístico de la pragmática, en el que se estu­ dian los recursos particulares de que dispone una lengua en particular pa­ ra llevar a cabo ilocuciones concretas (Leech, 1983, págs. 10-11)

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Nociones clave

3. Quizá ahora tengamos un modo de distinguir entre una teoría de la satis­ facción y una teoría pragmática. Podemos decir que la primera debe dar cuenta de las condiciones de satisfacción de las oraciones, incluidas las condiciones que ciertas oraciones tienen en relación con un contexto de uso dado. Este requisito significa que dentro de una especificación de las condiciones de verdad relacionadas con el contexto, una teoría de la sa­ tisfacción debe mencionar las intenciones del hablante, cuando esas in­ tenciones tienen un papel en la determinación de referente para términos que no tienen un referente semántico dado por las convenciones del len, guaje. La pragmática tendrá como su dominio las intenciones comunica­ tivas de los hablantes, los usos del lenguaje que requieren esas intencio­ nes y las estrategias que usan los oyentes para determinar cuáles son esas intenciones y esos actos para que puedan entender lo que el hablante está intentando comunipir (de la introducción a Davis (ed.) 1991, pág, 11). 4. Es nuestra tarea deinostrar cómo el principio de relevancia explica la in­ teracción entre esos dos tipos de conocimiento en la interpretación de los enunciados. : La asunción que^subyace a esta tarea, y, de hecho, a toda la discusión hasta el momento, es que hay una distinción entre el conocimiento del lenguaje del oyente y su conocimiento del mundo. En' esta sección sos­ tendré que esta distinción es la que subyace a la distinción entre semánti­ ca y pragmática (Blakemore, 1992, pág. 39).

P a r t e II

ASPECTOS DEL FUNCIONAMIENTO SIGNIFICATIVO DEL LENGUAJE

INTRODUCCIÓN

Los cuatro capítulos de la segunda parte de este libro cubren lite-, raímente «aspectos» del funcionamiento significativo del lenguaje. Estos aspectos no pueden verse como objetos de investigación sepa­ rables; son, más bien, cuatro ángulos diferentes desde los que acer­ carse a cualquier fenómeno lingüístico para investigar sus dimensio­ nes pragmáticas (véase la sección 2.4). El capítulo 3 trata del ángulo de los correlatos contextúales, en relación con los .cuales se desarro­ llan los procesos de adaptación lingüística. El capítulo 4 trata de los elementos de la estructura y la estructuración, que son los verdaderos, objetos de la adaptabilidad. El capítulo 5 echa una mirada a la diná­ mica de los procesos mismos, mientras que el capítulo 6 trata de su estatus en relación con las herramientas cognitivas y los mecanismos disponibles para usar el lenguaje de forma adaptable con fines comu­ nicativos. Brevemente, los capítulos del 3 al 6 proporcionan los «tor­ nillos y las tuercas» de la pragmática, los conceptos que necesitamos para hacer pragmática. En los capítulos 7 y 8 de la Parte III se mos­ trará cómo pueden usarse estos elementos en combinación para enfo­ car pragmáticamente temas específicos de investigación.

CONTEXTO

. Para que la adaptabilidad sea un concepto útil para dar cuenta de lo que hace la gente cuando usa el lenguaje, debemos poder preguntar con qué se interadaptan el lenguaje o las elecciones lingüísticas. En otras palabras, cuáles son los correlatos de la adaptabilidad que motivan y/o son afectados por las elecciones hechas. Después de ha­ ber presentado brevemente la imagen global de los elementos que están enjuego (en la sección 3.1), se verán los ingredientes del con­ texto comunicativo (sección 3.2), Se discutirán también brevemente algunos aspectos del contexto lingüístico (en la sección 3,3), aunque volveremos con más detalle a este tema en los capítulos 4 (al tratar de la estructura lingüística) y 5 (al tratar de desarrollo dinámico del ha­ cer-elecciones, que no puede ignorar 'elecciones previas y por tanto el contexto lingüístico). Finalmente (en la sección 3.4), se argumentará que a pesar de la aparente infinitud de objetos contextúales de la adaptabilidad potencialmente relevantes, la noción de «contexto» no es vaga, ya que los contextos son generados y construidos activa­ mente (como elecciones que se hacen dentro de un abanico infinito de , posibilidades, para instancias específicas de uso del lenguaje) y este proceso de generación, llamado «contextualización», deja rastros lin­ güísticos.

La visión global

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3.1. LA VISIÓN GLOBAL

En 1923, Malinowski acuñó la expresión «contexto de la situación»: Exactamente igual a la realidad de las lenguas habladas o escri­ tas, una palabra sin contexto lingüístico es un mero producto de la imaginación y no vale nada por si misma, de modo que en la realidad de una lengua viva hablada, el enunciado no tiene significado excepto en el contexto de la situación (Malinowski, 1923, pág. 307).

Aunque no deberíamos aceptar el mensaje implícito de que el lenguaje escrito puede no tener un «contexto de la situación», la ob­ servación de Malinowski puede considerarse como uno de los pilares necesarios de cualquier teoría pragmática. De hecho, el uso del len­ guaje siempre esta"situado frente a un complejo fondo con el que se relaciona de diferentes maneras. Trataremos de ofrecer un resumen de los elementos que intervienen en forma de representación visual (en la figura 3.1),

F ig u ra 3.1 Correlatos contextúales de la adaptabilidad

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Contexto

Los elementos centrales en esta representación son el enunciador (E) y el intérprete (I). Sin ellos, y sin el funcionamiento de sus men. tes, no hay uso del lenguaje. Para los objetivos de una teoría pragmá­ tica, son entidades funcionales o «roles» sociales más que gente del mundo real, aunque normalmente también lo son. El hecho de que son entidades funcionales debe estar claro por tres factores. En primer lugar, tal y como ocurre en la mayoría de las formas de interacción cara a cara, los roles indicados por E e I cambian constantemente en­ tre diferentes personas del mundo real. En segundo lugar, no es impo­ sible que un enunciador tome el rol del intérprete para su propio enunciado en cualquier momento posterior al de la enunciación, en principio, mientras, vigila su propio comportamiento lingüístico. En tercer lugar, enunciador e intérprete pueden no sólo coincidir en cier­ tos momentos, sino que hay también etapas en ciertos tipos de evento comunicativo (p. ej. al escribir una novela, Ja práctica en solitario pa­ ra una representación oral, o durante la producción de un informe que se espera que sea archivado y olvidado) en que no hay intérprete aparte del construido mentalmente por el enunciador; en esos casos, y en esa etapa, el rol' del intérprete está simplemente incorporado al mundo del enunciador, incluso si en una etapa posterior un usuario del lenguaje de carne y hueso puede asumir ese rol (p. ej. los lectores de la novela, un público real para la representación, o un burócrata inesperadamente diligente). Así, los mundos de E e I no están estric­ tamente separados; de hecho, I puede incorporarse en E, pero no a la inversa porque siempre hay o ha habido un enunciador. Se presenta a enunciador e intérprete como puntos clave porque los aspectos contextúales de los mundos físicos, sociales y mentales (que no han de estar tampoco estrictamente separados, y consiguien­ temente dan lugar a líneas rotas en la figura) no empiezan a jugar un papel importante en el uso del lenguaje hasta que han sido en cierto modo activados por los procesos cognitivos del usuario del lenguaje. (Observemos de nuevo la distinción que mantenemos, para objetivos de la presentación, entre los ingredientes de un mundo mental como correlatos contextúales y mecanismos mentales o cognitivos respon-

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sables del procesamiento lingüístico real; véase la sección 2.4 y el ca­ pítulo 6). Más adelante se señalarán unas pequeñas excepciones. Se puede considerar que las líneas en la figura 3.1 que convergen en E e I forman líneas de visión. Cualquier aspecto del contexto dentro de las líneas de visión puede funcionar como un correlato de la adapta­ bilidad. La metáfora es útil porque, geográficamente, representa el hecho básico de que E e I (a no ser que coincidan) habitan mundos diferentes. Por supuesto, hay superposición entre esos mundos, pero incluso elementos de fondo común en las áreas solapadas pueden pa­ recer diferentes, porque la perspectiva siempre difiere, al menos lige­ ramente. En otras palabras, el terreno común casi nunca es realmente común. La metáfora es también útil porque explica por qué a pesar de un grado razonable de estabilidad, los mundos del enunciador y del ■intérprete pueden cambiar en un momento dado; un cambio de mirada es suficiente. La figura 3.1 también indica que el enunciador hace elecciones en la producción, mientras que el intérprete hace elecciones en la inter­ pretación. En los siguientes capítulos se tratará el contenido de estas actividades. Mientras tanto, es necesario destacar que el canal de co­ municación elegido es, en sí mismo, un elemento del contexto. Esto se tratará en la sección 3.3, con otros aspectos de lo que puede lla­ marse el contexto lingüístico. Al igual que otros elementos -del con­ texto lingüístico, éste ya es, en sí mismo, el producto de elecciones lingüísticas. Antes de hablar de este tema explicaremos sistemática­ mente algunos de los detalles de los ingredientes no lingüísticos del evento comunicativo.

3.2 INGREDIENTES DEL CONTEXTO COMUNICATIVO

En esta visión global, empezamos por la parte inferior en la figura 3.1, con el enunciador y el intérprete. Después, desde el punto de vista de ellos, miraremos hacia el mundo de correlatos posibles de la

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Contexto

adaptabilidad, empezando con los aspectos del mundo mental, pasan­ do por el mundo social y acabando en el físico. 3.2.1 Usuarios del lenguaje; enunciador e intérprete En la sección 1.1,1. se describió la deíxis de persona como uno de los modos en que el lenguaje se sujeta a un contexto de uso. Es una característica universal del lenguaje, que proporciona los medios para distinguir entre un sujeto que habla (primera persona, el centro deíctico de lá comunicación cara a cara), un destinatario (segunda persona), y «otros» (tercera persona). Los medios lingüísticos especí­ ficos que proporcionan los lenguajes naturales para llevar esto a cabo .varían enormemente. En algunas lenguas (p, ej. el africano), los pro­ nombres personales son las herramientas exclusivas para llevar a caboestas distinciones; otras lenguas combinan un sistema de pronombres con un sistema de conjugación, que a veces se usan obligatoriamente en combinación (p. ej. el inglés o el alemán), o se permite un uso va­ riable (p ej. el español o el húngaro, que pueden perder los pronom­ bres en muchos contextos). Incluso dentro de estas categorías hay una considerable variabilidad. Así pues, el húngaro tiene un sufijo verbal concreto -lek que, expresa a la vez primera persona como sujeto y se­ gunda persona como objeto: szeret-lek significa «te quiero». Hay ■'también variabilidad en el modo en que los marcadores de persona combinan la deíxis de persona pura con propiedades como el número (singular-plural,-como en inglés, o singular-duaí-plural, como el grie­ go clásico), las distinciones de género (masculino-femenino-neutro, como en inglés, o masculino-femenino como en español y francés, o completamente sin distinciones de género como en ei sistema de pro­ nombres de tercera persona, como en húngaro), o la animidad (a ve­ ces concediendo un alto grado de animidad a la primera y a la segun­ da persona frente a una tercera persona con menos animidad). Pero hay mucho más por decir de la interadaptabilídad entre el lenguaje y aspectos de los usuarios del lenguaje. Investigaremos los roles del enunciador y el intérprete.

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Las diferentes voces del enunciador Los enunciádores o los 'hablantes no deberían tratarse como si fueran la fuente inequívoca de los enunciados significativos que pro­ ducen. El uso del lenguaje no es tan sencillo. Imaginemos a una estu­ diante universitaria de Manchester, Beatrice, que ha solicitado su ad­ misión para una estancia de tres meses en la Universidad Autónoma de Madrid, en el contexto de un programa de intercambio estudiantil. Un día pasa por la Secretaría del departamento y tiene lugar el si­ guiente intercambio entre ella y el secretario del departamento, John. (1).

1. Beatrice; 2. John:

¿Puedo ir? Claro que sí.

Aunque el secretario es sin duda el enunciador físico de (1)2., estará claro tanto para la estudiante como para el secretario que el se­ gundo no es el que determina el contenido. En otras palabras, él no es la fuente de la información proporcionada. Ahora consideremos que el día anterior se produjeron otros dos intercambios. El primero es de nuevo entre Beatrice y el secretario, John. (2)

1, Beatrice: 2. John:

¿Sabes ya si puedo ir? Voy a consultarlo con Aiul ¿Puedes volver mañana?

En consecuencia, John habla con Ann, la directora del departa­ mento. (3)

1. John: ¿Puede ir Beatrice? 2. Ann: Claro que puede.

Observemos que John, aunque sin duda está interesado en la res­ puesta, no es la fuente final en su pregunta en (3)1. Más bien lo es Beatrice. Observemos también que Ann al emitir (3)2., es, no sólo la fuente de la información proporcionada por John en (1)2., sino tam­ bién de la forma de expresión, un fenómeno común cuando un men­

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Contexto

saje se transmite de este modo. Debería quedar claro también en este ejemplo que Ann no es la fuente final de la información. Lo que ella dice está basado probablemente en un mensaje que acaba de recibir de la sección de la universidad encargada de estos programas euro­ peos (y de otros internacionales). Ese mensaje, a su vez, está basado en una carta de la «capital» de la Unión Europea, Bruselas,, escrita por alguien autorizado a hacerlo por un comité que ha tomado esa deci­ sión. En un caso como éste es casi imposible identificar la fuente fi­ nal. Ha habido muchos intentos de crear una terminología que no sólo distinguiera entre enunciador y fuente, sino que también clasificara y por tanto describiera todos los intermediarios. Ninguno de ellos ha si­ do satisfactorio .por la razón que se acaba de ilustrar: a menudo no hay modo de identificar una fuente real. Por otra parte, cualquier eti­ queta para un rol intermediario pone restricciones injustificadas a la participación de un hablante en un momento dado. Así, por ejemplo, describir a Ann como «reportera» en la cadena comunicativa entre la administración de Bruselas y Beatrice minimiza su implicación per­ sonal; ella probablemente es la que ha mandado la solicitud después de haberla aprobado a nivel del departamento; pone gran entusiasmo (que siempre falta en los mensajes burocráticos) en su «informe», aumentando su significado; y quizá incluso tiene el poder de detener la aprobación final en esa etapa. Por tanto, es mejor quedarse con una metodología sencilla que distingue el enunciador (como término ge­ neral que también cubre el de «autO0>, término que se usa por sí mis­ mo a veces en el sentido que nosotros damos a «enunciador») de su fuente, permitiendo así caracterizaciones más avanzadas de fuentes como (fuente1) «apartada un grado», (fuente2) «apartada dos gra­ dos», (fuente") «apartada n grados», aunque no deberíamos dejamos confundir por la linealídad de este orden. El enunciador y todas las posibles, fuentes representan los tipos de voces que intervienen en cualquier ejemplo de uso del lenguaje. Aquí tomaremos prestado un término de Bajtin, basado en su visión de que cualquier enunciado contiene cierto tipo de diálogo implícito. Siguiendo a Ducrot se po­

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dría eonceptualizar esto en términos de la «polifonía» involucrada en el uso del leguaje. La historia de las varias voces del enunciador no acaba aquí. Con­ sideremos que en lugar de (1), se produjera un intercambio menos fe­ liz, como en (4). (4)

1. Beatrice; ¿Puedo ir? 2, John: . Lo siento de veras. Tu solicitud no ha sido acep­ tada. 3. Beatrice: Entonces, no soy lo suficientemente buena. -

Es muy poco probable que Beatrice, una joven con confianza en sí misma, y que es una de las mejores estudiantes de su departamento, haga ese tipo de juicio sobre sí misma al emitir (4)3. En su enunciado, sin embargo, ella invoca a lo que podría denominarse enunciador virtual (o enunciador v). En algún momento alguien pudo haber di­ cho No es suficientemente buena, pero no hay prueba de que alguien lo haya hecho. Supongamos ahora .que la conversación del día ante­ rior entre el secretario y la directora del departamento se desarrolló como en (5), seguida de un intercambio entre el secretario y la estadiante, como en (6). (5)

1. John: ¿Puede ir Beatrice? 2. Arar. Ha sido rechazada. 3. John: ¿Por qué? Es una de nuestros mejores estudiantes este año. 4. Ann: Es una locura, Otra solicitud que no era lo sufi­ cientemente buena, me imagino.

(6)

1. 2. 3, .4.

Beatrice: John: Beatrice: John:

¿Puedo ir? Lo siento de veras. Has sido rechazada. ¿Por qué? Sé que es una locura. Tú eres una de las mejo­ res estudiantes, pero me temo que han decidido que no eres lo suficientemente buena.

Contexto

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En esta cadena de eventos comunicativos, Ann hace en (5)4. lo que Beatrice hizo en (4)3. Ann sabe muy bien, por cierto, que la toma de decisión involucra muchos factores que no pueden reducirse a jui­ cios sobre «lo bueno» que es alguien, pero al traer a la memoria a un enunciador virtual cuyo juicio literal es No es lo suficientemente bue­ na, Ann critica indirectamente el proceso de toma de decisiones que debería prestar más atención a las cualidades académicas del solici­ tante. John, en consecuencia, vuelve a usar la estrategia de Ann en (6)4. Al considerar que Ann es la fuente' de su mensaje, el enuncia­ dor virtual invocado se convierte en en una fuente virtual «apartado un grado» (o fuente1’'). El intercambio de (6) podría continuar como sigue: ;(6)

5. -Beatrice: ¿Eso es lo que ha dicho Ann? 6, John: Sí. No tiene una opinión muy buena de la bu-' rocracia de Bruselas,

Esto actualiza o hace explícitos los patrones de voces subyacentes. Los enunciádores virtuales juegan un papel más amplio en el uso del lenguaje, del que quizá se podría esperar. Se invocan implícita­ mente en la mayoría de los enunciados que enfatizan uno .de los ex­ tremos del contraste. En este sentido son típicas muchas formas de . negación. Consideremos (7) y (8). (7)

Yo nunca dije eso.

(8) Yo no soy un sinvergüenza

Estas oraciones pueden, de hecho, ser reacciones a enunciados reales, como cuando se dice (7) en respuesta a una pregunta como ¿Quieres decir que soy un sinvergüenza?, o en el'caso certificado históricamente de Richard Nixon cuando dijo (8) mientras era atacado .por gente que obviamente lo consideraba un sinvergüenza. En estos ■casos, el contraste invocado es una cuestión de intertextualidad de la vida real, y por tanto del contexto lingüístico (véase la sección 3.3). En ausencia de provocaciones inmediatas, uno puede todavía decir

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(7) u (8) en respuesta a una posible queja hecha por un enunciador virtual. En muchos casos interviene una estrategia preventiva. Un ejemplo típico de esto son los «prefacios con pero para controlar res­ puestas» como en (9). (9)

Yo no soy racista pero hay demasiados extranjeros en esta es­ cuela.

Esta expresión intenta evitar la potencial acusación de un enunciador virtual por lo que sigue a pero. Hay otro tipo más de caso que tenemos que revisar antes de cerrar esta sección. Especialmente en el discurso escrito, se pueden encon­ trar esquemas elaborados de enunciados insertados en el enunciado principal. Aquí, como en otras partes de este libro, un enunciado es definido simplemente como un fragmento de discurso producido por el mismo enunciador o los mismos enunciadores, con un comienzo y un final relativamente claros. Por lo tanto, un enunciado tanto puede ser un'tumo en una conversación como una trilogía de 1.000 páginas. Es probable que la trilogía contenga muchos enunciados insertados que el enunciador (el autor) presenta como producidos por un enun­ ciador insertado (o enunciador1). No hace falta decir que un enun­ ciador insertado de ese tipo puede también tener muchas voces. Por esta razón la figura 3.2., que contiene un resumen de las categorías de voces que hemos distinguido en los párrafos anteriores, tiene tres puntos para la etiqueta del «enunciador1» para indicar la posibilidad de recursividad de toda la estructura. Enunciador8.., . Enunciador----------- Fuente1-----------Fuente2------------ Fuente" Enunciado/-----------Fuente '‘v----------Fuente s'¥---------- Fuente n'v Fig. 3.2 Categorías de voces

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Aunque los enunciádores insertados son, como se ha dicho, invi­ tados frecuentes en el discurso escrito, no están ausentes tampoco en el lenguaje oral. Están presentes en cualquier forma de cita directa, incluidas las historias del tipo A dijo - B dijo (en contraste con otros tipos de estilo indirecto, en que estaría involucrada una fuente identi­ ficada). Un caso especial, por .otra parte, es el del enunciador autoinsertado, que produce discurso a sabiendas de que es o será in­ sertado en un contexto comunicativo más amplio. Así, en el mundo de la televisión, un entrevistador y un entrevistado están ocupados conscientemente en la enunciación e interpretación de formas lin­ güísticas que saben que van a ser o quieren que sean insertadas en un evento comunicativo más amplio, con el canal de televisión en un extremo y la audiencia en el otro, ya sea simultánea o consecutiva­ mente. Los diferentes roles del intérprete -

"" ■

Aunque los enunciádores tienen muchas voces, los oyentes, o, pa­ ra usar el término que preferimos, los intérpretes, pueden tener mu­ chos roles. No. deberíamos olvidar, antes que nada, que son una subcategoría de lo que podrían llamarse presencias, es decir la totalidad de las personas que están «presentes» en o en los alrededores de un evento comunicativo, o, dicho de otro modo, en una posición que les permite participar en el evento. Esto no solamente cuenta para los in­ tercambios orales. Cualquier persona «presente» lo suficientemente cerca para poder oír una conversación, puede «participar» en ella. Del mismo modo, cualquiera que pasa por una librería o una biblioteca es una «presencia» y puede «participar» simplemente cogiendo uno de los libros y empezándolo a leer. Desde el momento en que las «pre­ sencias» «participan», ya sea escuchando o leyendo, se convierten en intérpretes. Esto no significa que hasta ese momento no hayan tenido un papel. En la medida en que un enunciador sabe que están por al­ guna parte, aunque no se los vea, de modo que pueden participar en cualquier momento, puede adaptar su enunciado radicalmente a esa

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posibilidad. Por eso es posible que Beatrice, al decir (6)5., baje su voz al saber que Ann, como directora del departamento puede entrar en la secretaría en cualquier momento, y John puede hacer lo mismo en (6)6. por la misma razón. Para dar un ejemplo de discurso escrito, es posible que Julio César adaptara su versión de casi derrota a la futura «participación» posible, en su texto, de una serie de «presencias», importantes para su control de la influencia y el poder, y que por esto la presentara con la afirmación de que sus oponentes, los belgas, eran los más valientes de las Galias. Así, las presencias pueden tener un papel incluso cuando no son Intérpretes. Una vez que las presencias se convierten en intérpretes, pueden tener una variedad de papeles. Vamos a presentar brevemente un contexto interaceional, como se visualiza en la figura 3.3. X

A B C

G D E F

H

I

Figura 3.3 Escena en un restaurante

'El escenario es un restaurante. Las personas que están alrededor de la gran mesa de la esquina son profesores del departamento de lin­ güística, excepto D, que es un biólogo molecular especialista en ma­ laria, y viejo amigo de A, que está en la ciudad de visita. C y F están

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intercambiando el último chisme sobre el director del departamento de lingüística. B y E siguen atentamente el intercambio, reaccionando de vez en cuando pero sin aportar mucho. A y D están enfrascados en su propia conversación. En una organización así, C y F son el desti­ natario directo del otro y B y E son participantes marginales. El resto de las personas en esta escena pueden ser intérpretes mientras permanecen como no participantes. Pueden distinguirse dos catego­ rías de no participantes.; En primer lugar están los que están suficien­ temente cerca del intercambio como para que C y F sepan que van a oír trozos de la conversación,^ así funcionan hasta cierto punto como intérpretes. Esto es válido para A y D, que están en la misma mesa, y para el camarero, G. A estos se les puede llamar espectadores cir­ cunstanciales (bystanders). Además están presentes los que C y F no pueden asegurar que estén actuando como intérpretes. Estos forman la categoría de los posibles oyentes casuales (overhearers). Algunos ' de estos pueden estar claramente a la vista, como H, que. está sentado en otra mesa, actuando como una persona que oye desde dentro (listener in) porque está aguzando el oído para poder oír parte del co­ tilleo del jefe del departamento de lingüística, a quien él conoce. Otros oyentes casuales lo pueden hacer de forma más secreta, como el que escucha las conversaciones ajenas (eavesdropper), en este caso un .estudiante de lingüística que trabaja en la cocina del restau­ rante y que permanece escondido .tras la pared. Claramente, cualquie­ ra de las presencias conocidas mencionadas anteriormente puede ac­ tuar como oyente de. conversaciones ajenas (eavesdropper), pero la mayoría del tiempo no lo hacen; y la categoría de oyentes de conver­ saciones ajenas no está restringida sólo a ellos, por lo que estas cate­ gorías deben mantenerse separadas. Esta visión global es la presentada en la figura 3.4. Nada de esto es trivial, o lo que es lo mismo, todas las categorías de intérpretes pueden influir en las elecciones hechas por el enunciador de modo fundamental. Por ejemplo, si C y F saben que B tiene una simpatía especial por el director del departamento, esto no tiene por qué parar el cotilleo necesariamente, pero puede tener una gran influencia en el

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modo en que se expresan. Cualquier lenguaje ofensivo sería cuidado­ samente censurado. De igual modo, si C o F saben que H es miembro del departamento de inglés que puede conocer al director de lingüísti­ ca, pueden querer asegurarse de que, en el caso de que haya intentos para escucharlos, éste no sepa de quién están hablando. Esto puede llevarse a cabo fácilmente seleccionando un nombre secreto, aunque también deberán prestar atención a los detalles de lo que dicen de manera que no se desvele con ellos la identidad de la persona de la que están hablando -en secreto. También C y F, sentados cerca de la puerta que abre a la cocina, y que saben que este restaurante emplea regularmente a estudiantes del campus, pueden adaptar sus enuncia­ dos continuamente ante la posibilidad de ser escuchados por las per­ sonas que escuchan las conversaciones ajenas, ya sea bajando la voz o haciendo confuso el contenido o expurgándolo. Por otra parte, hay incluso eventos comunicativos que requieren tipos específicos de presencias. Por ejemplo, durante algunas cere, monias son necesarios los participantes .marginales (p. ej. testigos) pa­ ra que la promesa de matrimonio sea válida. Consideremos, también, el modo en que alguien que está siendo acosado en un lugar público puede convertir a los potenciales oyentes casuales (overhearers) en participantes marginales subiendo el volumen de su voz para que to­ dos le oigan (una forma de comportamiento verbal que se correspon­ de con el término afroamericano de hablar fuerte [loud talking]). Un elemento de la figura 3.4 no ha sido explicado aún, y tiene que ver con el nodulo que hay encima de «presencia». Recordemos la pregunta de Beatrice ¿Puedo ir? de (1)1. Aunque es una petición de información dirigida al secretario del departamento, John, también constituye un acto de pedir autorización, pero ese acto no está dirigi­ do a John personalmente. Supone la existencia de las presencias que han sido «eliminadas» en varios pasos (p. ej. presencias1’2’"'") que in­ tervienen o han intervenido como intérpretes del mundo real en la gran cadena de comunicación que concluyó en la aceptación o recha­ zo de su solicitud para ir a la Universidad Autónoma de Madrid. Estas presencias no están actuando como intérpretes en el momento del ha­

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bla, pero podrían ser reactualizadas (p. ej. si llamarlos fuera el único modo de conseguir la información necesaria en ese momento). Como «personas» del mundo real, la fuente1,2,'"°y la presencia1,2"npueden ser idénticas, pero funcionalmente son diferentes. La categoría de presencias «eliminadas» cubre, por otra parte, a tipos funcionales más específicos y semejantes a algunos de los no­ dulos inferiores en la figura 3.4. En .concreto los destinatarios «eli­ minados» en varios pasos (destinatario1’1" ’1) son incidencias regula­ res. Por ejemplo, al mandar llamar a alguien, el destinatario no es el destinatario de la «petición de acudir», que está dirigida a un desti­ natario eliminado 1. Presencia U"J1[Destinatario '•*■’]

Presencia

... .'

Intérprete

Participante

Destinatario

No intérprete

No participante

Participante . . Espectador marginal circunstancial (side participant) (bystander)

Oyente casual (overhearer)

Persona que intenta Persona que escucha escuchar (listener in) las conversaciones ajenas (eavesdropper) Figura 3,4 Roles del intérprete

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El destinatario directo se convierte, por tanto, en un intermedia­ rio. Un proceso similar tiene lugar cuando una empresa manda una nota de prensa a un periódico o medio de comunicación (los destina­ tarios) para que actúen de intermediarios en la comunicación prevista con un público más amplio (destinatario1'2'""). Consideremos también los enuciadores autoinsertados del tipo entrevistador-entrevistado en un programa de televisión dirigiéndose sus enunciados el uno al otro como destinatarios, pero a la vez también a destinatarios 21“'"n y de mayor escala, la audiencia televisiva. Para demostrar el efecto de esa estructura de la audiencia en el hacer elecciones, podemos recurrir al siguiente ejemplo de Clark y Carlson (1982, pág, 339) en que (10) es una conversación privada y (11) es una entrevista televisiva, ambas con el mismo «contenido»: (10)

(11)

Crothers al senador Smyth: Bueno, loe, ¿qué te parece el escándalo de New Hampshire? Sjhyth a Crüttíers': Es un maldito lío'. Si Bill’no tiene cuida■‘ • do, Bert le va a hacer perder la chaveta. Crothers a Smyth: Senador Smyth, ¿qué le parecen los con­ trovertidos comentarios de Jones en la campaña electoral de New Hampshire la semana pasada? Smyth a Crothers: Fueron poco apropiados. Si el senador Jones no mira por donde va, Bert Appleman puede impacientarse con él y cortar los fondos para la campaña electoral. Crothers a Smyth: Está hablando de Bert Applemen, el pre­ sidente nacional del partido demócrata, ¿verdad? Smyth a Crothers: Sí.

Como explican Clark y Carlson hay al menos tres modos en que los enunciados se adaptan* a la estructura de la nueva audiencia en (11): (i) todas las referencias privadas como las abreviaturas de los nombres, Joe, Bill, Bert, y las expresiones como el escándalo de New

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Hampshire y perder la chaveta se hacen suficientemente explícitas para que las entienda Un público más amplio; (ii) Crothers pide una clarificación para «identificar» a Bert Appelman, aunque él no la ne­ cesita; (iii) el estilo se vuelve más formal, y no se usan los expletivos. Este ejemplo, muestra también que en el caso de un destinatario el destinatario directo no es siempre un intermediario. Se puede ha­ blar al destinatario y al destinatario 1,2"“na la vez, sin que el destinata­ rio tenga que «pasar» el mensaje. Los procesos de adaptación de las formas de expresión a los pa­ peles del intérprete han sido discutidos ampliamente por los analistas de la conversación. La denominación que han usado es la de diseño del receptor: los enunciados están específicamente diseñados para una audiencia prevista, para asegurarse tanto una continua atención Como el deseada nivel de comprensión. Cuando el enunciador se convierte en intérprete Al explicar la figura 3.1 se dijo que el intérprete I puede incorpo­ rarse al enunciador E, Eso es lo que sucede cuando no hay intérprete aparte, del construido mentalmente por el enunciador, de modo que el papel del intérprete está completamente incorporado en el mundo del enunciador, incluso si ese papel es asumido más tarde por los usua­ rios reales del lenguaje, como se espera normalmente. Hablaremos, en esos casos, de un intérprete virtual (o intérprete v). Observemos que este caso es realmente distinto a las presencias que se «eliminan» en varias etapas del enunciado, cuando el enunciador sabe que otros intervienen o han intervenido como, intérpretes reales aunque no ha­ cen ese papel en el momento del habla. Un intérprete virtual, por otro lado, es en realidad sólo imaginario en el momento de producir el enunciado. Así, al escribir este libro, estoy construyendo mentalmente una audiencia para la que supongo que lo que digo será relevante y accesible; también debo pensar en las personas que conozco para mo­ delar esa audiencia; pero no hay garantía en el momento de escribir este libro de que vaya a existir una verdadera audiencia, ni de que la

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audiencia real se parecerá ni remotamente a la que tengo en mente. Cuando la escritura está respaldada por un contrato con una editorial, los riesgos disminuyen, pero no desaparecen. No obstante, el proceso que estoy describiendo es más evidente cuando se escribe una novela, o un tratado científico, para el que quizá ni se pueda encontrar una editorial. De igual modo, un actor practicando un papel sólo se ima­ gina un público y trata de acomodar su actuación para hacerla accesi­ ble o reveladora para el tipo de público que tiene en mente. Cuando se escribe un informe de cualquier tipo, incluso cuando se sabe que será dejado a un lado, las elecciones lingüísticas se adaptan a los cri­ terios de un lector imaginario. Mientras que estos ejemplos a veces se aducen para mostrar que el uso del lenguaje no es necesariamente comunicativo, también demuestran cómo el lenguaje puede ser fun­ damentalmente comunicativo incluso cuando no hay ningún tipo de comunicación (aún). Se puede llegar incluso hasta a ponerse del lado de Bajtin al definir un «superdestinatario» (un tipo de intérprete vir­ tual) al cual se dirigen los enunciados: un modelo mental de algo o alguien capaz de comprender perfectamente lo que uno dice (ya sea una persona, un dios, la verdad misma o la historia). En otras pala­ bras, siempre parece haber «orientación hacia alguien (directedness)» en el uso del lenguaje. La influencia de los números La naturaleza de los enunciados lingüísticos está influida no sólo por los tipos de enunciadores e intérpretes involucrados, sino también simplemente por cuántos hay. Supone una diferencia significativa si hay un enunciador que tiene la palabra durante un tiempo considera­ ble (monólogo, novela), o si hay dos o más enunciadores que partici­ pan simultáneamente en el mismo acto (como en un recital conjunto, es decir el tipo de acto que requiere una forma de enunciado determi­ nada previamente). De la misma manera, es diferente si el destinatario es una persona (en una conversación privada, en una carta privada), si hay más intérpretes (algunos de los cuales pueden ser destinatarios di­

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rectos, mientras que otros tienen otros papeles, como en la mayoría de las conversaciones), o cuando alguien se dirige a un grupo de perso­ nas como colectivo (como en el contexto de una clase magistral, en una reunión política, en una retransmisión por radio). Los aconteci­ mientos del último tipo, con un enunciador y un destinatario colecti­ vo, no se encuentran necesariamente en todas partes; aparentemente hay sociedades prealfabetízadas en las que es completamente extraño (véase Gnerre, 1987); en la mayoría de los casos requiere un gran apoyo institucional. 3.2.2 El mundo mental La interacción verbal es sin duda alguna comunicación de mente a mente, aunque no deberíamos olvidar que las mentes son «mentes en sociedad» (de lo que hablaremos más en el capítulo 6). Por esta razón la figura 3.1 tiene como base la «perspectiva» del enunciador y del intérprete de una «realidad» mental, social y física. Hay aspectos de la realidad física, social y mental que son «activados» por el enuncia­ dor y el intérprete al hacer elecciones, y es así como se vuelven partes del uso del lenguaje,..como elementos con los que es interadaptable el hacer elecciones. Comenzamos la visión global de esos objetos de la adaptabilidad con el mundo mental. No hace falta decir que esa «vi­ sión global» sólo puede ser sugerente, nunca algo completo. Comencemos de nuevo con un ejemplo. Consideremos una" re­ unión del consejo de directores de la empresa internacional Croe & Co. que fabrica cuero. El presidente del consejo, Al, ha sido atacado por Topcroc, una de las ramas más eficientes y productivas, por ne­ garse a desviar parte de la producción de ramas más pequeñas, que son menos modernas y están peor situadas para satisfacer las deman­ das a corto plazo. Tratando de forzar las cosas, los gerentes de Top­ croc han incitado a algunos de sus clientes directos a amenazar con un paro total de sus pedidos a no ser que la capacidad de Topcroc se aumente para garantizar un abastecimiento más rápido. No solamente se ha puesto en duda el buen hacer de Al, sino que también se dice

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que ha sido influido por sentimientos anti Topcroe. Uno de los ami­ gos del consejo de Al, Mike enuncia (12). (12)

Al, pienso que deberías pensar seriamente en dimitir.

El trabajo interpretativo en relación con el estado de ánimo que hay detrás de la decisión de Mike al enunciar (12), puesto en funciona­ miento por su enunciado, es de proporciones gigantescas. Además, cualquier aspecto de la interpretación puede llamar la atención sobre propiedades del mundo mental de Mike que provocaron las eleccio­ nes que hizo. Se harán hipótesis sobre aspectos de su personalidad. Sabiendo que él es uno de los amigos de Al ¿es Mike un amigo de confianza? ¿Le falta.valor para enfrentarse a un problema grave? O ¿es, en cambio, una persona calculadora y está intentando crear una situación con la que pueda aumentar su propia influencia? Se puede hablar de emociones. ¿Tiene Mike miedo de que las cosas se le pue­ dan ir de las manos? ¿Lo mueve su simpatía hacia Al? ¿Tiene miedo de las posibles consecuencias de que Al tenga que enfrentarse a más antagonismo? Más aún, ¿cuáles son las creencias involucradas? ¿Real­ mente Mike cree que lo que él propone es la mejor forma de actuar? ¿Mejor para quién? ¿Qué cree él que va pasar si Al no dimite? ¿O piensa realmente que Al cometió un error que es tan grave que. debe dimitir? ¿Qué anhelos o deseos están involucrados? ¿Quiere real­ m ente Mike que Al dimita? ¿Es fuerte su deseo? ¿Es un deseó; que ; conlleva algo personal, o es puramente circunstancial? ¿Hay alguna motivación o intención específica? ¿Es su intención salvar a Al? ¿Salvar la empresa? ¿O simplemente conseguir ganancia.personal (p. ej. poder sustituir a Al como presidente del consejo)? Los términos que estamos usando no son muy precisos, pero tam- .■ poco lo son los estados mentales a los que estamos haciendo referen-' cia, aunque juegan un papel importante. Tal y como está, (12) es muy ambiguo en todas las dimensiones mentales enumeradas. Una buena comprensión de la situación normalmente desambiguaría las cosas, * pero también se podrían hacer elecciones lingüísticas alternativas,

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interadaptadas con estados mentales de tal modo que se descarten al­ gunas de las especulaciones anteriores. Consideremos lo siguiente: (13) (14) (15) (16) (17) (18)

No queremos más problemas, Al, creo que debes dimitir. Al, como amigo, creo realmente que deberlas considerar tu dimisión, por tu bien. La empresa sufriría enormemente si no dimites mientras pue­ das hacerlo con dignidad. Ya la has liado, así que pienso que debes dimitir. Al, de verdad quiero que consideres tu dimisión. Puede haber llegado el momento de dejar la silla a otro,

La adaptabilidad a estados mentales específicos puede ser más fuerte o menos vaga y ambiciosa en estas reformulaciones. Observemos, sin embargo, que esto no concede al intérprete menos margen para una especulación legítima. Como el enunciado necesita interadaptarse con el mundo mental del enunciador, las elecciones siempre están adapta­ das, ya sea.tentativa o satisfactoriamente, al juicio del enunciador so­ bre lo que parece el mundo mental del intérprete o los intérpretes. Por tanto, los juicios de los rasgos de la personalidad del intérprete, el involucramiento personal, los patrones de creencias, los anhelos y de­ seos, las motiváciones y las intenciones pueden tener algo que ver. Obviamente es completamente imposible considerar todos estos fac­ tores de modo que se puedan evitar los problemas y los conflictos de la comunicación. Se han de hacer elecciones. Se han de hacer incluso con respecto a con cuál de los estados mentales opuestos del intér­ prete el enunciado está más o menos en sintonía. Teniendo en cuenta que «problemas» en (13) es algo malo para el funcionamiento de cualquier cosa, este enunciado toma la perspectiva de la empresa, que Mike puede suponer que comparten la mayoría de los miembros del consejo. Por tanto, el enunciar (13), haciendo caso omiso de las con­ sideraciones personales con respecto a Al como individuo y como persona, se puede esperar que se reciba de modo favorable. Lo mismo puede aplicarse a (15), mientras que (14) está claramente centrado en la relación personal entre Mike y Al y la consideración del primero

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sobre la posición personal del segundo. Por supuesto, (14) puede ser simplemente una forma inteligente de combinar dos objetivos, no so­ lamente relacionados con dos tipos de intérpretes sino con el poten­ cial de ser más efectivo en ambos frentes: Mike se presenta como un amigo leal, lo que puede convencer con más facilidad a Al; al mismo tiempo, al combinar esta muestra de lealtad con una propuesta que está motivada claramente por la perspectiva de la empresa también se tiene en' cuenta la sensibilidad de todos los otros intérpretes (quienes indudablemente quieren verse a si mismos como personas que apre­ cian la amistad y la lealtad, y también los intereses de la empresa). Desde este punto de vista, (16), (17) y (18) son todos más arriesga­ dos, aunque pueden ajustarse mejor a los estados mentales específicos conocidos o sospechados de algunos de los intérpretes. Observemos que del lado del intérprete no solamente cuentan las propiedades de los participantes directos, con Al como destinatario y todos los otros miembros del consejo como participantes marginales para los ejemplos (13) a (17), y con todos los miembros del consejo como destinatarios directos posiblemente para (18). La forma en que Mike emite su enunciado puede, en gran parte, estar motivada por lo que él espera que sean las reacciones de cualquier presencia ,A" Bco­ nocida, como la de miembros del consejo ausentes y accionistas im­ portantes a los que se va a comunicar cualquier cosa que se diga en la reunión. Los estados mentales siempre han ocupado una posición central en ciertos proyectos de la pragmática lingüística. Las creencias, por ejemplo, están en el centro de los «supuestos de fondo» en los que está anclado el comportamiento verbal y que se comunican implíci­ tamente. De igual modo, se ha confiado en una variedad de estados mentales para la definición de tipos de actos de habla, como ingre­ dientes de las condiciones de felicidad. La discusión anterior, sin em­ bargo, habrá demostrado que la atribución de estados mentales puede raramente ser tan precisa como parece sugerirse en la teoría de los actos de habla. Sería difícil decidir qué domina en (12), si la expre­ sión de Mike de una creencia, o sea la evaluación honesta de una si­

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tuación, o la expresión de un deseo, o sea un intento de hacer que Al siga cierto tipo de acción. En (14) esto es más complicado al añadir lo que parecería ser la expresión verdadera de una preocupación sentida de corazón. Parece, entonces, que cualquier intento sistemático de considerar los estados mentales tendrá que dejar atrás todas las abs­ tracciones y tendrá que tener en cuenta una variedad de fenómenos mentales interrelacionados que se acercan y se separan del centro de un espacio mental que está siempre -en movimiento. Queda descartado el simple teorizar. Por otra parte, una perspectiva pragmática que busca su camino a través de la realidad d el uso del lenguaje (lo que incluye sus posibilidades), guiada por la noción de adaptabilidad, no puede ignorar la interacción entre las elecciones lingüísticas y los es­ tados mentales de los intérpretes, un fenómeno que apenas ha sido tratado en pragmática. Aunque pueda parecer una verdad evidente que los últimos no ejercen ninguna influencia excepto a través de su procesamiento mental por parte del enunciador, incluso eso es una simplificación excesiva. Como se demostrará más adelante (espe­ cialmente en el capítulo.5), las interpretaciones, y por tanto los esta­ dos mentales de los intérpretes, crean realmente significado, tanto como los enunciados y los enunciadores. Quedará claro, tras estas breves observaciones, que el mundo mental activado en el uso del lenguaje contiene elementos cognitivos y emotivos. Mientras que los primeros proporcionan un puente entre lo mental y lo social en forma de conceptualizaciones en términos de las cuales se interpreta la interacción social, los segundos proporcio­ nan un puente en forma de fenómenos que normalmente se estudian bajo denominaciones como afecto y grado de participación, los prerrequisitos de actitud para participar, mantener y «colorear» la inte­ racción. 3.2.3 El mundo social La deíxis de persona no está restringida a una identificación de enunciadores e intérpretes (véase 3.2.1). También hay una concentra­

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ción en los «otros» (la tercera persona), un proceso que a menudo su­ pone colocar algunas propiedades en primer plano (como el sexo) que sitúan a la gente en un mundo social. Los aspectos de la deíxis social que denominamos deíxis de actitud intervienen incluso en lo que respecta a la identificación de enunciador e intérprete e influyen en las formas de tratamiento, la elección de pronombres (en muchas len­ guas) y cosas similares. Los elementos de la estructura social, por otra parte, no sólo afectan a la elección de deícticos sino también a cues­ tiones de estilo y contenido. En principio, no hay límite al abanico de factores sociales con los que son interadaptables las elecciones lingüísticas. La mayoría de ellos tienen que ver con propiedades del entorno social o las institu­ ciones. Algunas veces el simple hecho de la elección lingüística ha, de estar autorizado institucionalmente: solamente un juez puede emitir una sentencia y no tiene sentido (literalmente) leerle a una persona sus derechos a no ser que esa persona sea sospechosa de algo; en esos casos (ampliables a restricciones más informales impuestas por el entorno social) podemos hablar de enunciadores ratificados e intér­ pretes ratificados. (Véanse también las observaciones' sobre la distri­ bución’de los tumos en la sección 1.1.4., y su ejemplificación en 7.2.2.) Dentro de estos entornos e instituciones muchas elecciones lingüísticas dependen de las relaciones de dependencia y autoridad, o poder y solidaridad, no sólo entre el enunciador y el intérprete sino también entre el enunciador y/o el intérprete y cualquier tercera per­ sona que ya figure en el tema del discurso o intervenga de alguna otra manera. Además, los entornos sociales e institucionales imponen mu­ chos tipos de principios y reglas sobre las maneras en que pueden realizarse ciertos tipos de actos lingüísticos, o sobre quién tiene el de­ recho de realizarlos. Incluso determinan la «performatividad» de cier­ tos actos bajo circunstancias especificadas. El poder, definido institu­ cionalmente, del enunciador, por ejemplo, capacita a alguien a ordenar, mandar, permitir, mientras que el poder institucional del destinatario puede hacer a un enunciador preguntar y suplicar. El conocimiento reconocido como superior (también un tipo de autoridad) capacita a

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un enunciador a aconsejar y orientar; lo opuesto de la relación de au­ toridad basada en el conocimiento hace que un enunciador haga pre­ guntas. . Algunos de estos procesos pueden ser ilustrados fácilmente ha­ ciendo referencia a los ejemplos de la sección anterior. Es poco pro­ bable que Mike enunciara una de las oraciones de (12) a (18) si fuera un miembro reciente del consejo. Para sugerir que Al debería dimitir como presidente, Mike debe estar bien establecido, ser una persona con influencia considerable y autoridad y quizá, incluso un posible candidato a la sucesión (aunque lo último no debería ser tan «natural» que se pudiera crear un conflicto de intereses que desacredite su suge­ rencia). También, el sugerir que Al dimita, ya lo díga Mike o cual­ quier- otra persona, presupone un contexto institucional en que se puede apelar a prácticas normales para legitimizar una propuesta co­ mo esa: pueden usarse acontecimientos anteriores semejantes para justificar la expectativa de que Al debería dimitir; o incluso puede haber reglas ya establecidas que dicten el tipo de comportamiento. Ese tipo de contextos de legitimación son aludidos al menos en (13), (15), (16) y, más explícitamente, en (18). Desde una perspectiva más amplia, la sugerencia puede encajar en un mundo de prácticas de ne­ gocios en un modelo de mercado libre, donde cualquier objeto o per­ sona que sea obstáculo para los beneficios o que cree el riesgo de causar beneficios menores se elimina por principio. Volviendo a las elecciones involucradas de nivel .más bajo, todos los enunciados, ex­ cepto (18), sugieren, mediante formas de tratamiento y el modo en que está enunciado el contenido, un alto grado de familiaridad entre Mike y Al, y en (14) se invoca una relación de amistad o de cercanía. Los fenómenos de máxima importancia en la relación entre las elecciones lingüísticas y el mundo social son las normas comunicati­ vas específicas del entorno, la institución, o la comunidad, que tienen que ser respetadas. Todos los ejemplos de (12) a. (17) suenan fuerte­ mente a «occidente»; en un contexto cultural diferente quizá funcio' narían diferentes normas, incluso en contextos institucionales compa-

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rabies, y requerirían formas de expresión más próximas a (18) o in­ cluso más indirectas y formales. La cultura, con su invocación a normas y valores, ha sido de he­ cho el correlato social favorito de las elecciones lingüísticas en la lite­ ratura pragmática. Es también una de las nociones (potencialmente) .más confusas, ya que es un ejemplo excelente de un concepto en tér­ minos del cuál se interpreta la interacción social preteóricamente. Su uso en el análisis lingüístico tiene una tendencia a materializar exce­ sivamente o incluso, mitificar las culturas como «entidades» del mundo real que pueden ser tratadas como organismos naturales con propie­ dades claramente identificables. Una verdadera perspectiva pragmáti­ ca del comportamiento lingüístico no coloca la variabilidad social al nivel de grupos idealizados, sino a lo largo de una gama de dimensio­ nes que se cruzan y que contribuyen a las identidades sociales de los interlocutores. Las dimensiones «culturales» incluyen el contraste entre las sociedades orales y las alfabetizadas, los patrones de vida ru­ rales frente a los urbanos, o un ambiente de opiniones influyente fren­ te a otro sübcultural. Otras dimensiones de variabilidad social con las que son interadaptábles las elecciones lingüísticas incluyen la clase social, la etnia y la raza, la nacionalidad, el grupo lingüístico, la reli­ gión, la edad, el nivel de educación, la profesión, el parentesco, el gé­ nero, la preferencia sexual y otras. La significación lingüística de to­ das estas variables ha sido estudiada en profundidad, aunque a veces sólo para ver correlaciones entre grupos y repertorios, más que en términos de procesos de uso. La adaptabilidad del lenguaje al mundo social es ciertamente ge­ neralizada. Todos estamos familiarizados con los eventos de habla institucionales que requieren expresiones fijas, a veces incluso en otra . lengua de la que es usada normalmente por esa sociedad e incluso en el evento en cuestión: p. ej. la defensa de una tesis doctora] en una universidad holandesa (en holandés) termina cuando una persona en­ tra, con el poder para hacerlo, y dice Hora est! (en latín «ha llegado la hora»); esta frase no puede cambiarse por Demos por terminado el día. En una variedad de casos certificados debe elegirse un «código» F R A O M Í.T 1 C A ,---- 6

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completamente diferente, en el curso de ciertas actividades o al diri­ girse a un tipo de gente específico. Los hablantes de algunas lenguas en Papua Nueva Guinea, por ejemplo, pueden cambiar de la versión diaria de su lengua a una «lengua de caza» cuando cazan (Pawley, s.f.). Las relaciones de parentesco pueden dictar cambios similares, en el caso de la «lengua de respeto» en tongano (Churchward, 1953), o la variedad «usada con la suegra» de chirbal (Dixon, 1972) que se ha­ bla en presencia de ciertos parientes tabú. Casos del mismo tipo, pero menos extremos, que suponen formas de adaptabilidad más suaves, se encuentran en todas las sociedades en que la gente tiene un dialecto local. Pueden seguir usándolo en la interacción diaria en su propia re­ gión y/o con su familia pero se espera que usen una versión estándar en algunos, aspectos de su vida, pública (comenzando por el contexto educacional). Para algunas lenguas, el concepto de «relaciones sociales» puede tener que ser ampliado .— para poder explicar ciertas elecciones lin­ güísticas— a relaciones no sólo entre personas sino también entre personas y animales, personas y plantas, e incluso personas y cosas, en la medida en que se «interacciona» con ciertos animales, plantas y cosas como parte esencial de las actividades diarias de las personas. En base a esto,, uno puede explicar que el marinero elija she como pronombre para dirigirse a un barco en inglés, lengua que hace gra­ maticalmente neutras a las cosas que no tienen vida. Un caso más exótico es el proporcionado por rapanuí que, como la mayoría de len­ guas polinésicas, tiene dos conjuntos de pronombres y adjetivos pose­ sivos. Se usan dos formas posesivas diferentes para los siguientes dos conjuntos de nombres, para los que en inglés se usa my (Fuentes, 1960,602): • Serie A (taahi): Mi hijo, mi esposo, mi esposa, mi oveja, mis patatas, mi pes­ cado...1 1 de las tí.]

En inglés my son, my husband, my wife, my sheep, my poíatoes, my fish....[ Nota

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Serie O (tooku): Mi padre, mi maestro, mi coche, mi caballo, mi casa, mi ro­ pa...,2

La serie A no solamente incluye esposo, esposa, hijos, todos los des­ cendientes, gente de rango inferior,' sino también comida, comesti­ bles, herramientas, árboles, plantas, animales domésticos (con excep­ ción del caballo), etc. La serie O incluye todos los ancestros, padres, personas de rango superior, el caballo, barcos, coches, todos los me­ dios de transporte, ropa, casas y muebles. A primera vista estas cate­ gorías parecen hechas al azar, sin embargo, Fuentes (1960) intenta explicarlas del modo siguiente. La distinción básica es que la serie A se usa para objetos y personas que dependen del hablante, mientras que. la serie O incluye objetos y personas de los que el hablante de­ pende (o que son superiores a él). Esta dicotomía puede entenderse fácilmente cuando hay que distinguir entre «hijo», «padre» o «máesr tro», También expresa claramente por qué los animales domésticos pertenecen a la serie A, pero ¿por qué no el caballo? La lógica que hay detrás de esta elección parece ser que dentro de la red de «rela­ ciones» que caracterizan la vida rapanuí la gente es (o era)- depen­ diente del caballo (como de otros tipos de transporte) para ir a cual­ quier parte (o al menos para llegar allí en un período de tiempo razonable sin mucho esfuerzo). La última prueba que confirma esta explicación puede ser que un caballo que nunca ha sido usado por su dueño, según las observaciones de Fuentes, pertenece a la serie A, De igual modo, las personas dependen de. la ropa y de. los caballos para mantenerse calientes y sanos, pero ¿qué pasa con la comida? Los ve­ getales son cultivados y morirían sí no foera porque los cuida la.gen­ te, y (aunque esto pueda parecer un punto débil en la cadena de razo­ namiento) se considera que depende de los humanos dejar a los peces en el mar o sacarlos fuera. Otros (p. ej. Krupa, 1982) han interpretado 2 En inglés myfather, my master, my car, my horse, my house, my clothes.... [Nota de las tt.]

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la distinción entre posesión alienable (dominante) e inalienable (su­ bordinada). Incluso si no aceptamos todos los detalles, teniendo en cuenta, como siempre deberíamos hacer cuando tratamos del lengua­ je, las. inconsistencias, reales o aparentes, es casi inevitable compro­ bar que, difícilmente se explicarían las elecciones lingüísticas en cuestión sin referirse al modo en que los hablantes de rapanuí se ven a sí mismos en relación con los otros y con las otras «entidades» con las que interactúan en sus actividades cotidianas. Como señala Kurpa «es'la relación entre el poseedor y lo poseído lo que se caracteriza como o y a, no lo poseído por sí mismo» (1982, 113). De igual modo Biggs habla de las partículas que se colocan al comienzo de una ora­ ción en maorí, y que expresan la misma distinción: «la posesión o al­ go respecto de lo cual el poseedor es dominante, activo o superior se expresa con una a; la posesión de cosas respecto a las cuales el posee­ dor es subordinado, pasivo o inferior, se expresa con una o» (1969, 43). Esta referencia a fenómenos que no son directamente accesibles a la competencia lingüística de la mayoría de los lectores de este libro solamente sirve para recordar que no debemos dejar que nuestras ideas sobre el uso del lenguaje y su relación con el mundo social se determinen por esquemas previsibles. Al mismo tiempo, el ejemplo puede servir como transición a la próxima sección. Antes de hacer esa transición es necesario señalar que cualquier contexto lingüístico que precede inmediatamente es también parte del mundo social en que se sitúa un .enunciado, pero este fenómeno será tratado de modo separa­ do en la sección 3.3. 3.2.4 El mundo físico Las deíxís temporal y espacial son los modos más estudiados y más visibles de anclar las elecciones lingüísticas al mundo físico. Ambos fenómenos han ejercido una gran fascinación en los lingüis­ tas, antes de que la pragmática fuera una noción común. Por tanto, existe una extensa e interesante literatura en la que basarse, de modo que el panorama que sigue se puede mantener bastante rudimentario.

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Referencia temporal Comencemos con una serie de ejemplos que, aunque sencillos, muestran cómo el «tiempo» es una noción relativa más que un valor absoluto en relación con el lenguaje, y que además interfiere con mu­ chas otras consideraciones. Examinemos los saludos. Estos no sólo nos ofrecen la trivial observación de que Buenos días es solamente apropiado por la mañana y Buenas tardes por la tarde (una observa­ ción que se vuelve menos trivial cuando intentamos determinar los espacios temporales que cubren los términos «mañana», «tarde» y sus equivalentes en diferentes lenguas). Además de estar relacionados con «periodos de tiempo» los saludos tienden a relacionarse con el tiempo relativo a ciertos acontecimientos. Buenos días, por ejemplo, sólo se usaría al encontrarse con alguien por primera vez por la ma­ ñana; decir lo mismo otra vez al ver a esa misma persona más tarde en la misma «mañana», indicaría, al menos, la sospecha de una mente distraída. Buenas tardes (Good evening) puede usarse al encontrarse con alguien por la tarde, y Buenas noches (Good night) solamente, al menos en inglés, al encontrarse en un momento (normalmente a la hora de ir a la cama) en que ya no queda suficiente parte de la «tarde» para que el hablante diga Buenas tardes (Good evening). Hola (He-' lio!) y adiós (Good byel) pueden decirse en cualquier momento del día o de la noche, pero el primero solamente al encontrarse con al­ guien y el segundo al despedirse, una división del trabajo que no es tan evidente para algunos estudiantes de inglés como lengua extranjera. El que estos hechos no sean nada triviales, aunque las consecuen­ cias no sean graves, se vuelve especialmente claro cuando observa­ mos hasta qué punto cambian de lengua a lengua. Así, la fórmula de despedida en holandés Tot straks! significa literalmente «hasta más, tarde». Este «tarde», sin embargo, es necesariamente dentro del mis­ mo día. Este significado temporal (que es más estricto de lo que es el caso, por ejemplo, del equivalente directo español Hasta luego) tiene consecuencias, incluso para los tipos de comunicación en que puede

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usarse la fórmula. Por eso, una carta, que normalmente no se espera recibir el día que fue escrita, ni que la siga otra carta ese mismo día, no puede terminar en Tot straks/ Algunos estudiantes de holandés cometen ese error, pero deja de serlo en el intercambio rápido de mensajes por correo electrónico. Todavía en el área de los saludos, algunas lenguas han encontrado modos de hacérselo más fácil a lo largo de la dimensión temporal. Así, el tan conocido saludo hawaiano Aloha puede usarse en cual­ quier momento del día o de la noche, al encontrarse o al despedirse (lo que sigue a su significado básico general de «amor», «afecto», o «expresar afectó»;). Otro ejemplo es en el húngaro hablado, que ha perdido las indicaciones temporales de Jó napot kívánok («[te] deseo un buen día»), Jó reggelt kívánok («[te] deseo una buena mañana»), etc,, manteniendo a veces el sufijo acusativo unido al nombre indi­ cando el período de tiempo relevante, como en ‘t kívánok, que, como resultado puede usarse en cualquier momento. Al hablar de .referencia temporal, es útil hacer la distinción entre tiempo del evento, tiempo del enunciado y tiempo de referencia (en relación a un claro centro deíctico distinto del tiempo del enun­ ciado). Un simple ejemplo de tiempo del evento es la frase en 1963 en (19). (19)

JFK visitó Bellagío en 1963.

El tiempo del enunciado sirve como centro deíctico en los ejemplos del (20) a (22). (20) (21) (22)

Ayer.defendí mi tesis doctoral. Ahora estoy planeando una fiesta. ' Empezaré a buscar trabajo mañana,

Los enunciados también pueden colocar eventos en relación a un centro deíctico distinto del tiempo del enunciado. Las relaciones con ese tiem p o de referen cia están indicadas con adverbios tem porales,

como cuando, después, antes, etc.

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Como muchos aspectos de la generación de significado lingüísti­ co, la referencia temporal está normalmente caracterizada por un gra­ do significativo de indeterminación, Consideremos los ejemplos (23) a (25). (23) (24) (25)

Sólo un segundín. Hoy no es fácil encontrar un trabajo. JFK visitó Bellagio en 1963. No estaba solo ese día. •'

Claramente, segundín en (23) no significa literalmente un «segundo». Dependiendo de quién es el enunciador y las circunstancias, cualquier intérprete formará expectativas específicas al contexto sobre cuánto • tendrá que esperar para que el hablante esté «disponible». Tampoco. hoy en (24) se refiere solamente al día en que se habla, sino también a un espacio de tiempo más amplio (y de nuevo variable) que rodea a l. momento presente. Más interesante es todavía (25), con su correfe-. rencia imposible lógicamente entre 1963 y ese día, donde ese día sólo puede interpretarse como «el día no específico en 1963 en que JFK visitó Bellagio», dejando 365 posibilidades para especificación poste­ rior (menos 40 para los que, por su conocimiento del mundo, o enci­ clopédico, saben que el presidente Kennedy fue asesinado* el 22 de noviembre de ese mismo año). En la medida en que el orden temporal coincide con un orden li­ neal en las elecciones lingüísticas (como en algunos tipos de narra­ ciones), nos enfrentamos a un aspecto de la iconicidad del lenguaje, es decir, la propiedad de semejanza no arbitraria entre la forma y el significado. Consideremos, por ejemplo, (26). (26)

JFK visitó Bellagio en 1963. Ese mismo año, más tarde, fue asesinado. *

A menudo, el orden de oraciones conjuntas es, por esta razón irrever­ sible, como en (27). ■ (27)

JFK fue a Bellagio y pasó una noche en la Villa Serbelloni.

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Formas de expresión de ese tipo, sin embargo, a menudo combinan el orden temporal con relaciones significativas de diferentes tipos, como la causalidad (que, con suficiente fantasía, podría leerse en (26)). Más a menudo de lo que parece, las formas narrativas no se corresponden estrictamente con el orden temporal, incluso cuando se indica ese or­ den explícitamente como en (28). .(28)

JFK visitó Bellagio en 1963. Pasó una noche en la Villa Serbelloni, donde la habitación en que se alojó se llama ahora «la habitación Kenn'edy». Cuatro años antes, en 1959, esta pro­ piedad fiie legada por la difunta Princesa della Torre e Tasso a la fundación Rockeféller. Él fue asesinado más tarde ese año.

Este'ejemplo también muestra qué profundamente entrecruzados pue­ den estar .el tiempcfdel evento, el tiempo del enunciado, y la referen* cia temporal en la perspectiva de un enunciador de ,1a dimensión tem­ poral de «realidad». Fiñalmente observemos que una simple «operación de punto de vista» o una «manipulación de la perspectiva» hacen factible que sea posible manejar un tiempo de recepción retrasado como tiempo del enunciado.'Simplemente pensemos en escribir una carta a alguien que se va de vacaciones y que sabemos que no recibirá nuestra carta hasta que vuelva. Podemos elegir entre: . (29)

Espero que pases unas buenas vacaciones.

y (30)

Espero que hayas tenido unas buenas vacaciones

donde (29) toma la perspectiva del tiempo de la escritura, mientras que (30) está orientado hacia el tiempo de la lectura anticipado. Referencia espacial Los conceptos espaciales son centrales al pensamiento humano de muchas maneras, porque forman la base de metáforas estándares en

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numerosas áreas de la experiencia: antes de que acabe el año (tiem­ po), amigos cercanos (relaciones sociales), voz alta (sonidos), alta sociedad (estatus),, alta cantidad (cantidad), subidas y bajadas (esta­ do de ánimo), la corriente ascendente del pluralismo, una mente es­ trecha, ir cuesta abajo, etc. Por tanto, la relevancia del espacio como correlato de la adaptabilidad espacial va más allá de las meras refe­ rencias espaciales. Para la codificación lingüística del espacio y las relaciones espa­ ciales, lenguas como el inglés o el español usan preposiciones (den­ tro, sobre, bajo, detrás, entre, delante de....), verbos (ir-venir, traer - llevar), adverbios (aquí, allí), pronombres (este, esej, y nombres de lugares (Londres, y en un sentido más amplio de «lugar», el nombre de una tienda como Harrods). Otras lenguas pueden combinar cual­ quiera de estos recursos lingüísticos con otros, como elaborados sis­ temas morfológicos. Un caso a señalar es el del húngaro, quq no ofre­ ce sufijos nominales para formas de caso común como el acusativo o el dativo, sino que tiene una amplia gama de sufijos espaciales (que se pueden usar de modo metafórico) también: el inesivo -ban/-ben, «en», el ilativo (-ba/-be «dentro de»), el elativo (-ból/-ból, «fuera de (out oj)»), sublativo (-ral/-rol «sobre»), el supresivo (-n/-on/-en/on, «sobre») el delativo (-ról/-ról, «de foff)»), el alativo (-hoz/hez/-hdz. «hacia»), el adesivo (-nál/-nél, «en»), el ablativo (-tól/tól, «lejos de»), el terminativo (-ig «hasta») . Por la misma razón por la que hay referencia razonablemente pre­ cisa al tiempo del evento, parece que hay indicadores de relaciones espaciales absolutas. Serian ejemplos de esto dimensiones como Norte - Sur, Este - Oeste. No obstante deben formularse inmediata­ mente algunas advertencias. En primer lugar, esos puntos orientativos tienen sentido solamente en un planeta que gira en una dirección fija, sobre un eje también fijo. (No solamente las relaciones espaciales, si-' no probablemente todos los aspectos del mundo físico, dependen de esta propiedad del planeta en el que estamos: la división del tiempo en horas, días, estaciones y años, la posición de nuestros cuerpos se­ gún la gravedad y en consecuencia las posturas del cuerpo, etc.). En

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segundo lugar, la representación de estos puntos de orientación está altamente convencionalizada en ámbitos de la actividad humana co­ mo la confección de mapas. En tercer lugar, una consecuencia de esta convencionalización es —algo paradójicamente— que en algunas áreas de actividad haya menos necesidad de precisión al referirse a esas coordenadas espaciales. Por ejemplo, secciones de una autopista que van al este o al oeste pueden indicar que su dirección es norte si se puede demostrar en el mapa que el punto final de la autopista en cuestión (en la dirección en la que vamos) está al norte del punto de salida. En cuarto lugar, algunos sistemas absolutos basados en puntos fijos en un paisaje pueden cambiar. Por ejemplo, si los habitantes de una isla toman la cima de una montaña como su punto principal de orientación, las direcciones se indicarán de modo diferente según dónde se encuentra uno en la isla. Un tipo diferente de sistema «absoluto» depende de las orienta­ ciones intrínsecas. Así, la cabeza y la cola de un animal, o la parte delantera y la trasera de un coche, en relación a la dirección típica de movimiento, determinan los valores por defecto de delante y detrás en relación a animales y coches. De igual modo, muchas casas, con su entrada principal frente ,a la calle, tienen una orientación intrínseca del mismo tipo. La referencia espacial, sin embargo, está normalmente en relación a una perspectiva, que puede ser el espacio del enunciador o el es­ pacio de referencia (el último definido como poseedor de un centro deíctico distinto a la perspectiva .del enunciador). Así, conceptos es­ paciales como izquierda y derecha, aquí y allí, o la frase a las 10 usados para indicar dirección, requieren típicamente una perspectiva determinada por la orientación espacial del enunciador, Cualquier co­ sa fuera del enunciador se puede convertir en centro deíctico. Lá ora­ ción La tienda de seda está cerca de la catedral, por ejemplo, ejem­ plifica ese uso de referencia espacial relativa, al localizar la tienda de seda '(tradicionalmente llamada figura en el contexto de las relacio­ nes espaciales) en relación específica a la catedral (el fondo, es decir,

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la entidad usada como centro deíctico para colocación espacial de la figura). A menudo los enunciadores hacen que su perspectiva coincida con las orientaciones intrínsecas de los objetos de los que hablan. Así, a la izquierda del coche significará «a la izquierda de la perspectiva de un conductor o pasajero sentado hacia delante en un coche visto desde el punto de vista de su dirección típica de movimiento». El enunciador, sin embargo, es capaz de rechazar aspectos de orienta­ ción intrínseca. Por ejemplo, la frase delante del coche puede signifi­ car simplemente «entre el enunciador y el coche»; o, si el hablante se pone frente al lado izquierdo (intrínseco) del coche la frase a la iz­ quierda del coche puede significar situado en ese lado del coche nor­ malmente visto como la parte delantera (intrínseca) del coche. Obsér­ vese que esas manipulaciones de perspectiva están sujetas a más restricciones cuando el coche en cuestión se mueve. De igual modo, los enunciadores pueden hacer que su propia perspectiva coincida con la del intérprete, como pasa normalmente cuando se dan'indicaciones por teléfono para ir a algún sitio. La perspectiva del enunciador se puede abandonar totalmente a favor de la del intérprete, como cuando ■izquierda y derecha se. adaptan para facilitar la comprensión. ' Incluso oraciones 'sencillas pueden resultar problemáticas como herramientas para la comunicación si no se tiene en cuenta la relativi­ dad de las perspectivas espaciales. Una vez, al hacer una parada en el aeropuerto de Frankfurt para encontrar a un colega, estaba buscando el camino hacia la terminal donde nos íbamos a encontrar. Frente a un control de seguridad que se parecía mucho al que tienen que pasar los pasajeros antes de entrar en el avión, pensé que quizá era mejor pre­ guntar antes de seguir en la misma dirección. Se produjo el siguiente intercambio; (31)

JV; Quiero salir, no entrar. Oficial: Es por aquí.

■-

Más seguro, seguí, pasando el control de seguridad, y me di cuenta.de que había entrado en una de las zonas de embarque, como me lo ha­

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Contexto

bía temido. Claramente, mientras mis salir y entrar se orientaban ha­ cia el edificio del aeropuerto, los salir y entrar del oficial se orienta­ ban hacia Frankfurt, o incluso hacia Alemania. Muchos de los ejemplos dados hasta ahora ya han indicado que la referencia espacial está normalmente relacionada con concepciones de movimiento a través del espacio. No es necesario decir que el mo­ vimiento se puede, volver el centro, ya sea directamente como en pa' sar a través, o con referencia a una fuente (de, irse) o a un objetivo (hacia, llegar). El enunciador y el intérprete en el mundo físico La relatividad de la referencia espacial y temporal es princípal' mente una función de la posición de los usuarios del lenguaje en el «mundo». El hacer elecciones lingüísticas depende en gran medida de propiedades de este posicionamiento más allá de lo poco que se ha • esbozado anteriormente en los «puros» términos espaciales y tempo: rales. Consideremos el modo en que el volumen de la voz de alguien se adapta a un lugar. No solamente el volumen es una función de la distancia entre el enunciador y el intérprete, fenómeno al que todavía se puede hacer referencia en términos espaciales relativamente puros. Pero vamos más allá de las simples dimensiones espaciales de colo­ cación cuando observamos qué en algunas guarderías americanas una de las primeras cosas que aprenden los niños es la diferencia entre su voz interior y su voz exterior. En este ejemplo los elementos de la lo­ calización (espacial), interaetúan con las normas sociales y los tipos de actividad. En muchos casos, la posición del interlocutor en el mundo físico es importante para determinar ciertas elecciones lingüísticas y su sig­ nificado. Este hecho básico es el que hace que los materiales graba­ dos en vídeo sean tan útiles para el análisis de las conversaciones y otros, tipos de eventos de habla. Muchos tipos de comportamiento verbal están enormemente asociados con posturas del cuerpo especí­ ficas. Un oficial del ejército tumbado sobre su espalda, tomando el

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sol, no se sentirá cómodo gritando órdenes a un grupo de soldados. Por otro lado, se supone que es favorable al proceso de discurso tera­ péutico de un paciente que esté tumbado en un sofá, y también, al menos en un paradigma terapéutico, que el terapeuta se coloque de­ trás del paciente. Los gestos tienden a acompañar al lenguaje hablado en varios grados y -en diferentes maneras, desde los gestos violentos que pueden añadir poco al significado de un enunciado pero que pue­ den indicar mucho sobre estados emocionales y grado de participa­ ción, pasando por el rascarse pensativamente la barbilla- (para indicar, por ejemplo, interés), hasta movimientos completamente convencionalizados que pueden acompañar o incluso sustituir al discurso (como el levantar el pulgar para indicar «de acuerdo»). De manera similar, una m irada similar es un acompañamiento significativo a la interac­ ción oral; ténganse en cuenta, por ejemplo, los modos en que los enunciadores pueden dirigir su mirada lejos del destinatario, mientras que un destinatario (dejando de lado restricciones culturales o con­ textúales) normalmente tiene que mirar al enunciador para señalarle que está escuchando. Incluso aspectos de la apariencia física (inclui­ da la ropa) pueden influir enormemente en la efectividad del discurso individual. Esto es lo' generalmente entendido por los que dependen de sus apariciones públicas o de su capacidad de persuasión en priva­ do para su éxito profesional. También por esto, en Alcatraz, la famosa cárcel de San Francisco, se decidió que sus prisioneros deberían en­ contrarse los unos con los otros sin ropa tan a menudo como fuera po­ sible; Como explican los guías de las visitas es difícil hacerse el pez gordo cuando se está desnudo, aunque tu nombre sea Al Capone. Más comúnmente, aunque no necesariamente con menos consecuencias, el modo en que uno habla está influido por condiciones físicas como el agotamiento, la enfermedad o la ebriedad. Hay, también una vasta li­ teratura sobre el modo en que una propiedad biológica como el sexo está relacionada con las elecciones en la enunciación y la interpreta­ ción.

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174 Condiciones «materiales» del habla

No es aquí donde el mundo físico deja de ejercer su influencia so­ bre el uso del lenguaje. En la literatura pragmática, sin embargo, se ha prestado poca atención a las condiciones puramente «materiales» del habla que inducen o evitan cierto tipo de elecciones. Consideremos (32) y (33). (32) (33)

¿Qué cenaremos? ¿Estás imprimiendo?

La oración (32) es el tipo de oración enunciada en un contexto mate­ rial en que el enunciador y el intérprete tienen algún control sobre lo que tomarán para cenar; por ejemplo, tienen que decidir qué comida prepararán en casa o a qué tipo de restaurante irán, o qué platos deben elegir de un menú. Aunque su significado literal simplemente trata de un estado de cosas en el futuro, es raro que se produzca esta forma de expresión bajo condiciones en que las elección de cena están más allá del control y la responsabilidad de los interlocutores (que son, por ejemplo, estudiantes en,un internado o invitados a cargo de una pres­ tigiosa fundación). La oración (33) solía usarse docenas de veces al día en nuestra oficina, pobremente equipada, en la que ocho personas dependían de la misma impresora simultáneamente, y teníamos que desenchufarla y enchufarla todo el tiempo. En ese contexto, éra una expresión de cortesía, para indicar que uno necesitaba la impresora pero no quería bloquear el acceso a otro, aunque esa fuera la única manera. Cuando compramos una nueva impresora, con un botón de encendido automático, el enunciado desapareció de nuestro repertorio lingüístico; perdió' todo su significado al cambiar las condiciones materiales. Muchos tipos de cambio lingüístico dependen de esos fenómenos. Consideremos, a un nivel trivial, el tamaño cada vez más grande de los titulares de los periódicos americanos a finales del siglo diecinue­ ve, tal y como lo explica Schudson:

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Montarse en un ómnibus o en un tranvía era una novedad,' Por . primera vez en la historia de ia humanidad, otras personas aparte de los muy ricos podían, como parte de su rutina diaria, subir a vehículos que no tenían que conducir. Sus ojos y sus manos eran libres; podían leer en el autobús. George Juergens ha sugerido que el cambio en el World a un estilo y maquetación sensacionalista se ha adaptado a las necesidades de las personas que viajan al centro cada día: era difícil leer en el autobús con la letra pequeña y el p an tamaño de las pági­ nas de la mayoría de los periódicos. Así, el 'World redujo el tamaño de la página y aumentó el tamaño de los titulares y el uso de fotogra­ fías, y desarrolló el.párrafo «principal» en que se concentra,toda la in­ formación vital de una historia, Desde 1840, el párrafo «principal» se había eliminado por los elevados costes de la transmisión telegráfica de las noticias; ahora se usaba otra vez a causa del tiempo abreviado en que se, leían los periódicos. Es posible por tanto que el creciente ■ uso de las ilustraciones y los grandes titulares en los periódicos fuera, una adaptación a los hábitos de la clase medía y a la nueva personali- • dad de la clase trabajadora inmigrante (1978,103).

De igual modo, algunos casos de marca en el lenguaje están relacio­ nados directamente con aspectos materiales del mundo físico. Esto es más visible en el caso de cambios en la marca. Así Witkowski y Brown (1983) informaron sobre el siguiente caso de cambio léxico en tenejapa tzeltal, una lengua maya que se habla en el estado de Chiapas en México: No m a r c a d o M a r c a d o Fase 1 (pre - conquista) cih «ciervo» 0 Fase 2 (primeros tiempos en la post conquista) cih «ciervo» tunim cih «oveja» (lit,ciervo de algodón) Fase 3 (actual) cih «oveja» te ’tikil cih «ciervo» (lit. oveja salvaje) Esta marca invertida se explica por la nada misteriosa razón de que no había ovejas en el México anterior a la conquista, mientras que ahora son más numerosas que los ciervos.

m

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Aunque la conexión del lenguaje con las circunstancias materiales es más visible cuando hay cambios, estos ejemplos muestran que siempre está ahí, normalmente al frente de las convencionalizaciones (completamente lexicalizadas en el caso tetzal, puramente ad hoc en (33)), pero siempre sujetas a la adaptabilidad.

3.3. CANAL LINGÜÍSTICO Y CONTEXTO LINGÜÍSTICO

Los objetos contextúales de la adaptabilidad finales para examinar son p,or sí mismos parte de la forma comunicada. Pertenecen al canal lingüístico elegido' para la comunicación y a los aspectos de la elección lingüística misma, es decir el contexto lingüístico. 3.3.1 El canal lingüístico Solamente hay un canal biológico para la comunicación verbal ’ (en contraste con el uso del lenguaje de los sordos): los sonidos del habla, o las vibraciones de la atmósfera producidas con el aíre de los pulmones y mediante los órganos del habla compartidos por los usua­ rios de todas las lenguas humanas, es decir las cuerdas vocales y la cavidad bucal con la faringe, la glotis y la úvula, la lengua, el paladar . blando y el duro, los alvéolos, los dientes, los labios y la cavidad na­ sal. Esos,sonidos, además, siempre se producen con el fondo de los canales.no verbales de comunicación: los-gestos (los ingredientes básicos del lenguaje de los sordos), la mirada, etc. (véase la sección 3.2.4). Todos los otros canales lingüísticos son en cierto modo «artifi­ ciales». No obstante, no hay oposición simple entre el lenguaje ha­ blado y el escrito. A menudo, sé dice que el uso oral y escrito difie­ ren en que el primero se sitúa en contexto, mientras que el segundo estaría descontextualizado. Todo lo que hemos dicho sobre el con­ texto debería llevamos a la conclusión de que no existe el uso del

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lenguaje descontextualizado. Podría defenderse que el modo en que el contexto funciona en relación con algunos tipos de discurso oral (p. ej. la conversación cara a cara) es diferente del modo en que funciona en relación a los tipos de uso del lenguaje que emplean canales dife­ rentes. No se pueden hacer generalizaciones para ninguno de los dos casos porque los mismos canales varían demasiado a través de las dimensiones de anclaje discursivas, situacionales y sociales. Recor­ demos a este respecto lo que se dijo anteriormente de los géneros del uso del lenguaje (véase la sección 1.4). La conversación cara a cara sigue diferentes patrones de los que caracterizan a las conversaciones en las que el teléfono es el canal. En lo que respecta a los canales es­ critos, la escritura a mano y la impresa tienen diferentes restricciones, y las elecciones lingüísticas para un libro no son las mismas que para una carta (aunque, por ejemplo, los géneros de la carta y la novela se pueden mezclar). Más aún, existe la categoría fronteriza entre la re­ transmisión por radio y por televisión, cuyos contextos están nor­ malmente preescritos (prácticamente del mismo modo que lo son otros textos escritos para ser hablados, como las obras de teatro). Esta categoría proporciona un tipo de «oralidad secundaria» (con la posi­ bilidad de ser representado una y otra-vez en muchas situaciones dife­ rentes, una diferencia significativa en comparación con la fugacidad del día a día en el uso oral del lenguaje). Consideremos el correo electrónico, ese extraño canal escrito asociado con expectativas de velocidad de intercambio casi propias de una conversación, o'l-a co­ municación multimedia interactiva. Al considerar los canales lingüísticos, deberíamos recordar que básicamente el mismo evento comunicativo se destina a menudo para pasar a través de varios canales consecutivamente. Pensemos sim­ plemente en un discurso político típico, escrito en un principio (a me­ nudo por un ayudante), leído por un político, grabado por medio de lá tecnología auditiva o visual, y después publicado (a menudo en forma escrita otra vez).

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3.3,2 El contexto lingüístico Tal y como se indicó con relación a la deíxis discursiva (sección 1.1.1), el discurso por sí mismo forma una dimensión en la que las elecciones lingüísticas se anclan contextualmente, por ejemplo, al re­ ferirse a discurso anterior, al hacer autorreferencia, o al proyectarse hacia un contexto lingüístico futuro. El estudio de ese tipo de fenó­ menos a menudo se engloba bajo la denominación de cohesión. Otras características del contexto lingüístico que se van a discutir son la intertextualidad y la secuenciación. La cohesión conteXtual El término cohesión se usa generalmente para designar la marca­ ción explícita de las relaciones dentro de un discurso o un texto (que normalmente se llama contexto del discurso o fragmento de texto bajo consideración). Ya se ha tratado un aspecto de la cohesión, en relación con el orden temporal (véase la sección 3.2.4). La amplía gama de fenómenos que intervienen se ilustran con el primer párrafo de la introducción de Norman Fairclough a Sarangi y Slembrouck (1996, ix): (34) a) .Hay dos tendencias entrecruzadas que afectan al discurso público contemporáneo en Gran Bretaña y otras sociedades semejantes, bj La primera es una tendencia a lo que podemos llamar «marquetizaeión» del discurso, la extensión de las prácticas discursivas de los mercados de mercancías a, por ejemplo, los ámbitos de servicio profesional y público, c) Un ejemplo es la proliferación en esos ámbitos de formas de dis­ curso- publicitario, d) La segunda es la «conversacionalización» del discurso público, la apropiación y la imitación de características del discurso conversacional en el discurso pú­ blico. e) Estos cambios en las prácticas discursivas son parte de procesos más amplios de cambio social que afectan a las sociedades modernas recientes: la incorporación de vastas áreas nuevas de la vida social a los mercados, y la coloniza-

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don de la vida ordinaria por los sistemas económicos y buro­ cráticos. f) El cambio social en las sociedades capitalistas avanzadas está centrado cada vez más en el cambio cultural, y el cambio cultural a menudo toma una forma prominente­ mente discursiva, g) En consecuencia, los analistas del discur­ so están en posición de hacer una gran contribución a la com­ prensión de los procesos fundamentales de la reestructuración social que dominan la vida contemporánea, investigando ten­ dencias como la marquetización y la conversacionalización del discurso público, h) Este libro supone un importante paso en esa dirección por su análisis del aspecto discursivo de los cambios actuales en las formas de funcionamiento de la buro­ cracia en las sociedades modernas.

Los marcadores de conexión en un texto breve como éste incluyen: • Conjunciones como Gran Bretaña y otras sociedades seme­ jantes en (a), sistemas económicos y burocráticos en (e) , o marquetización y conversacionalización en (g). • Anáfora, o términos que se refieren a la misma entidad que otro término anterior en el discurso, estableciendo así formas de eorreferencia, como con los pronombres relativos que en (g) y (h), los demostrativos en estos dominios en (c), estos cambios en (e) y esta dirección en (h), el posesivo su en (h). • Un demostrativo usado como autorreferencia (anticipatoria) como en este libro en (h). • La colocación al lado o la yuxtaposición, como en la «mar­ quetización» del discurso, la extensión de,.[...] en (b). • La ejemplificación a través de por ejemplo en (b), un ejemplo es en (c), o como en (g). • La explicación que sigue a la coma en (b) y la coma en (d). • Otros tipos de relaciones lógicas como la «conclusión» indi­ cada por en consecuencia en (g). • La omisión de palabras, o la elipsis, como en la primera [ten­ dencia poderosa] en (b), y la segunda en (d), o la conclusión inmediata omitida de (f) («así el cambio social toma una forma

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prominentemente discursiva»), que es necesaria para justificar en consecuencia en (g). # Los numerales dos en (a), el primero en (b), y el segundo en (d). • Destacar mediante las comillas que rodean a umarquetización» en (b) y «conversacionalizacián» en (d), o mediante la práctica explícita de denominación de lo que podemos llamar en (b). * El contraste conseguido mediante la primera en (b) frente a la segunda en (d), o mediante los elementos unidos en la incor­ poración de vastas áreas nuevas de la vida social en los, mer­ cados, y la colonización de la vida ordinaria por en (e), o , mediante las cualifícaciones léxicas como en cambio social t frente a. cambio cultural en (f). • . La comparación, como se hace mediante semejantes en (a). * . Las formas de repetición (que a menudo incorporan elementos de contraste y comparación o varios tipos de relaciones se­ mánticas como la equivalencia de significado o la sinonimia, ..oposición de significado o antinomia, inclusión de significado o Mponimia, no representados todos en este fragmento) como en discurso público en (a), dos veces en (d), y de nuevo en (g), .o sólo discurso en (b) y (g), con especificaciones posteriores como en formas de discurso publicitario en (c) o discurso con­ versacional en (d), y ligados a nociones relacionadas léxica■ mente como en prácticas discursivas en (b) y (e) y discursivo en (f) y (h); este corto fragmento contiene muchos patrones de , repetición, ya sean contrastívos o no, rodeando conceptos co. mo tendencia, cambio, proceso, mercado, social, cultural y '■ otros, • Formas de sustitución como en Gran Bretaña y otras socieda­ des semejantes en (a), sociedades modernas recientes en (e), sociedades capitalistas avanzadas en (f), y sociedades moder­ nas en (h).

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El colocar muy cerca (aquí mediante una conjunción) lo que está próximo conceptualmente para los propósitos del discurso actual en frases como ámbitos del servicio profesional y públi­ co en (b) o la apropiación y la imitación en (d); a esto se llama iconicidad estructural (donde «iconicidad» es un término ge­ neral para describir los aspectos no arbitrarios de la forma del lenguaje, en este caso la no arbitrariedad o valor significativo de las elecciones lingüísticas unidas estructuralmente).

Jntertextualidad El mismo ejemplo demuestra la dimensión intertextual del con­ texto lingüístico. No hay modo de interpretar (34) a no ser que se dis­ tingan al menos tres dimensiones intertextuales. En primer lugar, es el párrafo inicial de una instancia de un géne­ ro establecido, el «prólogo», que deriva su estatus discursivo, y por tanto parte de su significado, de su conectividad intertextual con el cuerpo de un texto más largo, normalmente en forma de libro. No hay señal de esto en el texto hasta (tí). Sin embargo no. hay ambigüedad para el intérprete porque el texto se presenta materialmente en las primeras páginas del libro (antes de que empiece la numeración nor­ mal) y se denomina explícitamente Prólogo. Normalmente, el autor de un «prólogo» (frente a un «prefacio» o «introducción») no es el autor del texto más largo que lo sigue. Esto tiene consecuencias fun­ cionales significativas. Aunque no es una anticipación por naturaleza, un prólogo se escribe después de haber leído por completo el libro (normalmente después de que se ha aceptado su publicación) y con el propósito de recomendar el libro a potenciales lectores (cuyo interés, en ese punto, ya ha sido demostrado por el hecho de que lo han com­ prado) y proporcionarle un marco de interpretación. Esto tiene conse­ cuencias significativas para las elecciones lingüísticas que se hacen. Aunque la mayoría del contenido típico, que consiste en ubicar del tema y el enfoque del libro en una perspectiva más amplia, podría ha­ ber sido escrito por los autores mismos, hay normalmente un claro

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aspecto de evaluación que los autores del libro no podrían haber pre­ sentado del mismo modo. Este es incluso el caso para la selección de importante en Este libro supone un paso importante en esa dirección (h), y se vuelve progresivamente más claro en el resto del prólogo, donde el autor hace referencias en tercera persona a Sarangi y Stembrouck, o ellos, o los autores, literalmente alabando propiedades de su trabajo como en la fuerza del libro, o su atento y detallado modo * de analizar los ejemplos, acabando con un nada ambiguo Este libro se ha de recibir como una valiosa aportación a la creciente literatura del análisis de discurso crítico. En segundo lugar, como indica esta última cita, el prólogo al igual que el libro ha de situarse intertextualmente en el contexto de una creciente literatura del análisis de discurso crítico. En un sentido muy real, gran parte de lo que (34) dice no puede ser entendido de modo posible sin un cierto grado de conocimiento sobre la literatura especializada y la investigación de la cual es resultado (y que han-si­ do juzgadas suficientemente importantes como para garantizarle un lugar entre las tradiciones relacionadas con la pragmática ya estable­ cidas en el Handbook o f Pragmatics). Si vamos más lejos, se necesita comprender la inclusión del análisis de discurso crítico en una gama más amplia de aproximaciones «críticas» en las ciencias sociales. El término «crítico» por sí mismo requiere para su interpretación estar al tanto de ideas, en gran parte de origen marxista, sobre el carácter ideológico de las ciencias sociales «tradicionales». Este linaje inte­ lectual, en el que Fairclough (1989) ocupa un lugar específico, expli­ ca también mucho sobre él modo en que se usan en (34) el mercado, la apropiación, la colonización, el sistema, las sociedades capitalis­ tas y otros conceptos. La tercera dimensión intertextual de (34) es que trata sobre dis­ curso de un tipo específico, aquí caracterizado como discurso público o, más en concreto, el lenguaje de las burocracias. Esta dimensión, sin embargo, no está restringida al hecho aparentemente no problemático de que el lenguaje de la burocracia sirve como «objeto», sobre el que el autor del libro (y, por consiguiente, el autor del prólogo) están tra-

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tando de transmitir un conocimiento científico presentando tantas «muestras», como les sea posible en el proceso. Un aspecto fundamen­ tal es que los autores, al igual que los lectores, están involucrados, di­ recta o indirectamente, en este proceso comunicativo bajo investiga­ ción como verdaderos participantes. Además, todos los informes de investigación lingüística, al ser básicamente formas metalingüísticas del uso del lenguaje, apelan a ese conocimiento de participantes de parte de los lectores. Así, en (34), la línea (c) sirve de ejemplo porque se puede suponer de modo razonable que los lectores se han enfrenta­ do a la publicidad y han tenido algún contacto en los campos del ser­ vicio público y profesional, de modo que puedan entender la idea de que hay una tendencia por parte de los profesionales y los servicios públicos de participar en actividades verbales que pueden caracteri­ zarse como publicitarias, en que la publicidad es asociada normal­ mente con ámbitos puramente comerciales. Además, (d) apela a la experiencia con conversaciones para transmitir una idea sobre cam­ bios en el discurso público. Antes de abandonar este tema, deberíamos señalar que no am­ pliamos el significado de «intertextualidad», como tantas veces suce­ de, al campo de las «voces» o la «polifonía», aunque hay un área, en que se solapan, como en los ejemplos (7) y (8) de la sección 3.2.1. Nuestra noción de intertextualidad es más amplia que el uso alternati­ vo común que comprende solamente las citas, las alusiones, y otras referencias concretas a un pre-texto específico. (También ver el final de la sección 5.4.4 para más observaciones sobre la intertextualidad). Secuencialidad Una.propiedad universal dejos enunciados lingüísticosves el or­ den lineal de las partes que los constituyen. La secuencialidad de es­ tas partes, por tanto, es siempre un aspecto significativo del contexto lingüístico. Este fenómeno ha sido estudiado en mayor extensión en el análisis de la conversación, como se ilustró en la sección 1.1.4. Las propiedades secuenciales del contexto lingüístico, sin embargo, son

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igualmente importantes en otros tipos de uso del lenguaje. Sé pueden escoger unas pocas pistas a tal efecto de las anteriores observaciones de la conectividad intertextual del ejemplo (34). Consideremos, por ejemplo, la colocación del «prólogo» con relación a su estatus fun­ cional. Obviamente, un metacomentario de un investigador diferente del autor o autores de la parte principal de un libro podría colocarse al final de ese texto, en cuyo caso seria un «epílogo». Ese fragmento de escritura serviría menos como recomendación (aunque se seguiría es­ perando el estilo de alabanza), y no podría ser restringido meramente a ofrecer un marco del texto. En lo que a contenido se refiere, podría presuponer al menos un conocimiento parcial de los análisis ofrecidos por los autores del libro, con consecuencias inmediatas para qué po­ dría decirse como metacomentario, y cómo,-y daría como resultado la expectativa de que algo de sustancia se le añadiría. En otras palabras, las elecciones lingüisticas tendrían que ser adaptadas profundamente a varios niveles de la estructura y del contenido. Los capítulos 4 y 5 de este libro tratarán básica y respectivamente de los ingredientes del contexto lingüístico y las operaciones que en él se realizan.

3.4 LA GENERACIÓN DE CONTEXTO

Uno de los obstáculos más graves en el desarrollo de una teoría de principios en pragmática, evitando poner restricciones arbitrarias en el espectro de rasgos permitidos en los análisis pragmáticos —rasgos del lenguaje como fenómeno inserto en situaciones—, ha sido un tipo de vértigo comprensible. La aparente falta de límites del contexto po­ dría tener un efecto mareante. Por esta razón fue tan fácilmente adop­ tada como estándar durante tantos años la opción griceana (véase la sección 1.3) para definir el significado -—después de introducir una perspectiva claramente pragmática— por completo en términos de la intencionalidad del hablante individual. Pero dio una falsa impresión

La generación de contexto

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de manejabilidad. Sin embargo, el miedo a una información de fondo extralingüística incontrolable, en constante ampliación, está basado en la visión mal orientada del contexto como una realidad que «está ahí». En realidad, los contextos se generan en el uso del lenguaje, y, por tanto están restringidos de distintas formas. Aunque en principio cualquier posible ingrediente de un evento comunicativo puede apa­ recer como elemento contextualmente relevante a tener en considera­ ción, no todos esos ingredientes se movilizan de manera relevante en . todas las ocasiones. En otras palabras, de toda la gama virtualmente infinita de posibilidades, los contextos se crean por las dinámicas de interacción entre los enunciadores y los intérpretes con relación a lo que está (o se cree que está) «ahí afuera». Como resultado, existen fronteras para el contexto relevante, atraque no sean estables y sí permanentemente negociables. El reto es descubrirlas en ejemplos es­ pecíficos de uso del lenguaje antes que imponerlas en base a un mo­ deló teórico preconcebido. Intervienen al menos tres fenómenos que hay que considerar: las «líneas de visión», que determinan la posición de un usuario del lenguaje frente al «mundo» que lo rodea (véase la sección 3.4.1); los muchos modos en que los contextos pueden mani­ pularse mentalmente (3.4.2); y los procesos activos de contextualiza­ ción (3.4.3). Antes de revisar brevemente esos fenómenos, hay que formular dos advertencias preliminares. En primer lugar, algunos contextos pueden ser relevantes sin ser «movilizados». Consideremos simple­ mente un ruido fuerte que distrae al enunciador e impide una recep­ ción clara por parte del’ intérprete. En segundo lugar, el considerar que los contextos se generan en el uso del lenguaje no implica un constructivismo radical. El constructivismo radical mantendría que el contexto está construido o creado por el usuario del lenguaje siempre y (casi) por completo. Esa postura, que niega la existencia de una «realidad» independiente (o al menos de una realidad que se puede «conocer»), no puede explicar la interpretabilídad de (35): (35)

¡Oh, mira!

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Este enunciado se emitió -un día gris cuando de repente apareció un rayo de sol entre las nubes. No se necesitaron gestos de apoyo, tam­ poco el tiempo había sido el tema de conversación. El ambiente físico por sí mismo, con su color gris y el rápido contraste de luz, propor­ cionó un detonador contextual «objetivo» suficiente para que tanto el enunciador como el intérprete mantuvieran una comunicación no am­ bigua sin ser explícita. De igual modo, hay elementos contextúales «ahí afuera», esta vez de naturaleza histórica, que hacen que (36) sea «objetivamente» divertido: (36)

Roederer vendía una gran remesa de Cristal a Sudamérica en 1919. Puesto que éste era un champán que se había destinado originalmente al Zar de Rusia, quien, por una razón u otra, había sido incapaz de pagar el vino que únicamente compraba su corte [.,.]

Este párrafo está tomado de una guía de vinos blancos de Francia, un texto que no intenta hacer bromas históricas. La oración por una ra­ zón u otra ignora un contexto histórico que no tiene que ser «cons­ truido» (no importa lo discutibles que pueden ser algunos tipos de co­ nocimiento histórico): el Zar Nicolás II había perdido su poder de adquisición con la Revolución de Febrero (marzo de 1917 en nuestro calendario); y fue asesinado en julio de 1918, por lo que no había un Zar al que vender vino en 1919. 3.4.1 Líneas de visión Recordemos la figura 3,1 en la sección 3.1. Se indicó que las li­ neas que convergían en E (enunciador) e I (intérprete) forman líneas de visión que demarcan las «borrosas» fronteras de la gama de ingre­ dientes de los mundos mental, social y físico que pueden funcionar como objetos contextúales de la adaptabilidad. La inadecuación de esta representación visual (de la que tratará más en el capítulo 6) debe haber quedado clara: líneas semejantes deberían extenderse en el mundo del contexto lingüístico. La figura sigue siendo útil, sin em­

La generación de contexto

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bargo, para simbolizar la «colocación» de los usuarios del lenguaje que impone restricciones al tipo y a la cantidad de «mundo» que se puede activar. Esas restricciones determinan la ubicación y los mate­ riales, de construcción para el proceso de generación de contexto, tanto del lado del enunciador como del lado del intérprete. Por ejem­ plo, se necesita familiaridad con diferentes sociedades para ser' capaz de identificar a Gran Bretaña como un caso de tipo de sociedad y así hablar de Gran Bretaña y otras sociedades semejantes en (34) (a). Podría ser precisamente el grado de familiaridad y el ámbito de so­ ciedades con las que se supone que un autor está familiarizado lo que sería cuestionado por un intérprete que tuviera dudas sobre las afir­ maciones del enunciador. De igual modo, los juicios sobre dónde es­ tán las líneas de visión influyen sobre los procesos de interpretación en un juzgado o en intentos de comprensión histórica: la respuesta a preguntas sobre si alguien pudiera haber sabido algo en un momento dado son a menudo decisivas. 3.4.2 La manipulación de contextos Los usuarios del lenguaje tienen una excepcional- capacidad para manipular contextos moviéndose dentro y fuera de lo que se conoce normalmente como espacios mentales (Fauconnier, 1985). Conside­ remos simplemente (37), que es una oración de la introducción, del editor a Bajtin (1986): (37)

Él [Bajtin] es una figura todavía en el proceso de convertirse en quien será,

. Esta oración se mueve a través del tiempo desde el presente hasta el futuro, a través de un mundo social: Nos conduce desde la realidad histórica de una persona que había muerto hacía once años (en 1975) —implicando así la referencia al pasado— hasta una figura académi­ ca intemporal cuya vida continúa. También se mueve a través de un contexto lingüístico y mental desde el área limitada de producción académica hasta un potencial de interpretación menos limitado. Es

Contexto

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solamente al entrelazar todas estas perspectivas cuando se puede decir y comprender (37). Un ejemplo igualmente interesante es (38), que representa el mo­ do en que solía presentarse un artista callejero de Berkeley llamado Swami X: (38)-

Yo soy el que Quién es quién define como ¿Qué es eso?

En esta oración, las perspectivas del enunciador, una autoridad exte­ rior, y de la audiencia están cuidadosamente mezcladas para obtener un efecto humorístico. La manipulación de contextos no siempre funciona de este modo. A veces se mezclan diferentes espacios mentales de forma inadverti­ da, como en (39), tomado de un libro de antropología: (39)

La mayoría de los pueblos más simples no ven la conexión causal entre la concepción y el nacimiento.

Aquí, el marco de interpretación del antropólogo está superpuesto al de la gente cuyas creencias describe. Para una adecuada descripción de esas creencias, el concepto de concepción no podría usarse de mo­ do que ie atribuya como concepto al pueblo en cuestión, porque im­ plica úna comprensión de la conexión causal que se dice que ellos no entienden. Así, (39) sólo tiene sentido cuando concepción se emplea como eufemismo de acto sexual 3,4.3 Contextualización Tomados aisladamente, casi todos los enunciados son altamente indeterminados porque se pueden encajar en múltiples constelaciones Contextúales. Lejos de introducir vaguedad, dejar que el contexto fi­ gure en' el análisis lingüístico es por tanto un prerrequisito para la precisión. Como señalé anteriormente, sin embargo, deberíamos evi­ tar el error de cosifícar o petrificar el contexto. El contexto contribuye a la claridad al estar sujeto a la negociación, respuesta o rechazo, . aceptación de la respuesta o renegociación. Este proceso se denomina

La generación de contexto

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contextualización y es uno de los más importantes, si no el más im­ portante de los ingredientes en la generación verbal de significado. E n , 'otras palabras, las interpretaciones contextúales son activamente se­ ñalizadas y/o usadas, y es este hecho el que las hace más útiles en el análisis lingüístico, porque es lo que hace que se puedan rastrear. La señalización puede tener lugar en el momento de la enunciación o, como se ilustrará mejor en el capítulo 5, las interpretaciones que se usan y con las que se está de acuerdo en la interacción posterior pue­ den eliminar la ambigüedad en fragmentos anteriores de discurso. Consideremos los muchos significados que pueden vincularse al ejem­ plo (12), y lo que les pasa cuando (12) se integra en el siguiente inter­ cambio más largo (como (40)2. más abajo): (40)

1. Dave: ¿Qué deberíamos hacer ahora? 2. Mike: Al, pienso que deberías pensar seriamente en di­ mitir. 3. Dave: ¿Qué bien haría eso? 4. Mike: Sería una señal de que se toma en serio a Topcroc. En su reacción el consejo puede alimentar más esa percepción, incluso rechazando la dimisión al mis­ mo tiempo.

(40)4. puede decirse para contextualizar a (40)2. retroactivamente, de modo' que elimina un cierto tipo de ambigüedad. Al mismo tiempo, (40)4. puede estar contextualizándose a sí mismo, al eliminar una po­ sible ambigüedad, mediante, por ejemplo, un tono jocoso y/o un énfa­ sis especial en rechazando. Gumperz creó el término indicios contextualizadores (contextualization cue) para designar las señales lingüísticas, muchas de las cuales son prosódicas (pero también incluyendo los gestos o sonidos para mantener la comunicación (back channel cues), como se definie­ ron en la sección 1.1.4, al intercambio de códigos, como se describió en 4.1, etc.), para la comprensión situacional de los aspectos societales del significado. La noción puede fácilmente ser generalizada a cualquier huella lingüística de un proceso de contextualización. Estas

Contexto

190

huellas se pueden encontrar potencialmente en cualquiera de los ni­ veles de la estructura lingüística que revisaremos en el capítulo 4. (Para una lectura más avanzada y un tratamiento ejemplificado de este tema, véase la sección 5,4.2; todos los análisis posteriores debe­ rían proporcionar suficiente ilustración.

3.5 RESUMEN Y LECTURAS RECOMENDADAS

Al' preguntamos con qué se ínteradapta el lenguaje, podemos contestar que cualquier ingrediente de un acontecimiento comunicati­ vo es un correlato potencial de la adaptabilidad. Estos correlatos po­ tenciales son «activados» al presentarse entre las «líneas de visión» de un enunciador (E) y/o un intérprete (I). Es particularmente impor­ tante recordar: •

Que E e I incorporan múltiples papeles funcionales (llamados «voces» en el caso de E). • Que los correlatos contextúales pueden encontrarse en los mundos mental, social (o cultural) y físico, y que también in­ cluyen propiedades del canal lingüístico que se usa y el con­ texto lingüístico en que tiene lugar el evento. • Que el contexto es el producto de un proceso de generación que incluye tanto lo que «está afuera» como su movilización (y a veces la manipulación) llevada a cabo por los usuarios del lenguaje. Para una discusión posterior de lo que se considera relacionado con el «contexto» ver Auer (1995), Auer y Di Luzio (eds.) (1992), Duranti y Goodwin (eds.) (1992) y Malinowski (1923). Sobre las vo­ ces del enunciador: Bajtin (1981), Ducrot (1996). Sobre los papeles del intérprete: Clark y Carlson (1982), Eco (1979), McGregor (1986a, 1986b, 1990). Sobre los papeles de los participantes en general Hanks

Resumen y lecturas recomendadas

Ilustración 3.1. Ei metro de Londres

191

Contexto

192 [c u id a d o

con el

HUECO [ e n tr e e l t r e n y l a p la ta f o r m a ]

(Mind the gap 3).

Mujer de la cosecha. Pero no, ella es abstracta, es un pájaro De sonido en el aire del aire que se eleva Y su alma canta libre Porque es la canción la que la hace cantar GAP Cualquier regalo sólo de Gap

Cuidado con el hueco Por Elizabeth Speller Lo que más me gusta de ti es un espacio, Una ausencia esbelta, brillante, que hace a mi corazón más afectivo, Apoyado por dientes so/comprometidos en cada lado bastante comunes, bastante blancos, siguiendo las convenciones normales, (Hasta que alguien alcance al canino izquierdo, que cambia de dirección, independientemente; incluso en la dentadura no suenas idiosincrásico)5?.;-Ese pequeño hueco en la implacable, de otro modo impenetrable, pared de tu sonrisa,. Es lo qiie te hace. • Pasta dental 2 en 1 y enjuague bucal antibacterial.] (1996a), Irvine (1996). Sobre los estados mentales: Bmner (1990). Sobre el contexto, social (escenarios, instituciones, etc.): Fasold (1984), Sarangi y Stembrouck (1996). Sobre el tiempo: Comríe (1985), Moeschler (1996). Sobre el espacio: Hanks (1990), Levinson (1992a). Sobre los cañales lingüísticos: Halliday (1989), Slembrouck (1995), Tarmen (ed.) (1982). Sobre el contexto lingüístico: Halliday y Hasan (1976). Sobre la generalización de contextos: Fauconnier (.1985). Sobre los indicios contextualizadores {contextualization cue): Gumperz (1982). 3 Frase que se repite en las estaciones de metro de Londres, y que se ha hecho tí­ pica y en cierto modo representativa de la ciudad. [Mota de las tt.]

Tema de investigación

193

3.6 TEMA DE INVESTIGACIÓN

Cualquier ambiente urbano es una red de densos campos semióticos. La Ilustración 3.1 contiene algunas fotografías de este tipo de campo, el metro de Londres. Describa los mensajes que contiene en términos de sus parámetros contextúales.

P R A G M Á T IC A .---- 7

ESTRUCTURA

Dada, su concentración en los procesos del uso del lenguaje, la pragmática no necesita su propia unidad básica de análisis, ya que las elecciones lingüisticas actúan en todos los niveles de la estructura que muestran algún tipo de variabilidad. Por consiguiente, para estudiar aspectos del funcionamiento significativo del lenguaje, los procesos en cuestión tienen que situarse con referencia a objetos estructurales de adaptabilidad específicos. Estos incluyen «estructuras» en un sentido estricto (en varias capas o niveles de organización) además de principios de «estructuración». Se debe observar que las estructuras estratificadas no pueden con­ siderarse simplemente un conjunto ordenado linealmente cuya com­ plejidad va aumentando. Este erróneo supuesto ha perseguido a la pragmática durante varios episodios de su historia. Por esta razón, en algún momento se creyó que era posible analizar textos enteros de manera análoga a las oraciones pero con un nivel más alto de com­ plejidad. Posteriormente, cuando los actos de habla fueron proclama-, dos unidades básicas del análisis pragmático, las estructuras de mayor orden se consideraron «macro-actos de habla», se usara o no este término. En lugar de hacer solamente un listado jerárquico de niveles relacionados, una explicación de la estructura lingüística en relación ■con las elecciones lingüísticas requiere una discusión de los cinco te­ mas siguientes.

Lenguas, códigos y estilos

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Primero, hay algunos niveles de elecciones lingüísticas que están por encima de todos: lengua, código y estilos (véase la sección 4,1). Segundo, hay ingredientes de construcción de enunciados básicos que se encuentran potencialmente en cualquier enunciado y en varios niveles estructurales (véase la sección 4,2). En tercer lugar, es necesa­ rio revisar el funcionamiento de tipos diferentes de estructuras de enunciados y grupos de enunciados. El término enunciado se reserva para cualquier segmento de lenguaje, sin importar su extensión ni cuantas voces contenga, con un principio y un final claros y produci­ dos por la(s) misma(s) persona(s) (véase la sección 4.3). El cuarto tema se refiere a la atención que se debe prestar a los principios. de construcción de enunciados que guían la producción e interpretación de enunciados y de grupos de enunciados (véase la sección 4,4). Por último, se debe examinar ,el modo en que el hacer elecciones reales implica todas las necesidades anteriores sin perder de vista el hecho de que, a menudo, elecciones en un área se pueden adaptar a otras en otra área (véase la sección 4.5).

4.1 LENGUAS, CÓDIGOS Y ESTILOS

La decisión de usar el lenguaje supone ya una elección entre un conjunto de opciones (todos los sistemas de signos). Como se señaló en el Capítulo 3, existe normalmente un alto grado de interacción en­ tre las elecciones lingüísticas y las formas de comportamiento no ver­ bal que las acompañan, desde el aspecto físico y la postura corporal hasta la producción de sonidos paralingüísticos, risas, gestos y mira­ das, De igual modo, cuando se usa el canal escrito, las elecciones lin­ güísticas pueden destacarse con representaciones pictóricas de dife­ rentes tipos. Relegamos el resto a la esfera del contexto y por ahora nos quedamos con las elecciones lingüísticas, el ámbito que ha sido .tradicionalmente cubierto bajo el término «variabilidad».

196

Estructura

Una vez se ha optado por el lenguaje natural, se debe elegir una lengua entre un conjunto de aproximadamente 4,000 a 6.000 (depen­ de de cómo se cuenten). Aunque esto pueda parecer trivial, la elec­ ción se basará al menos en la competencia lingüística del enunciador y las suposiciones sobre lo que los intérpretes entienden. Así, cuando se escribe una solicitud de beca para una fundación americana es mu­ cho más útil hacerlo en inglés que en cualquier otra lengua. Del mis­ mo modo, en una gran conferencia científica internacional se usa una pequeña parte de la gama de lenguas de comunicación internacional, otra’vez con el inglés como primera opción. Las consecuencias de esto no son en absoluto triviales: como se ha afirmado, a menudo puede dar como resultados modelos de dominio y hegemonía cultural. Otros muchos objetos contextúales de adaptabilidad que influyen en la elección lingüística de manera importante transcienden (juicios de) capacidad y factibilidad y se sitúan desde el principio en profundas dimensiones sociales del’mundo. Cónsideremósipor ejemplo las sociedades bilingües o plurilin­ gües, una categoría a la que pertenecen casi todas las sociedades de una manera u otra (y a la que todas pertenecen si tomamos en serio la variación dialectal), aunque siempre se consideran casos marcados o excepcionales. En teoría debería haber dos grupos: el dé sociedades donde diferentes grupos hablan diferentes lenguas y otro donde la mayoría de los miembros hablan más de una lengua. En la práctica éstos están siempre mezclados, incluso si pensamos en casos como Bélgica en un extremo (con una frontera lingüística congelada que separa comunidades diferentes lingüísticamente y con solamente al­ gunas áreas bilingües, francés-holandés) y casos como Luxemburgo en el otro extremo (con su orgullo en el trilingüismo francés-alemánluxemburgués de la mayoría de sus ciudadanos). El hacer elecciones, ya sea a nivel de la comunicación cara a cara o a nivel de las institu­ ciones, es a menudo uña fuente de conflicto porque se guía por fuer­ zas políticas, fuerzas ideológicas y actitudes lingüísticas, de modo que generalmente se hace imposible separarlas. En la frontera lin­ güística franco-holandesa en Bélgica, por ejemplo, es imposible con­

Lenguas, códigos y estilos

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seguir escolarización subvencionada en holandés al sur o en francés al norte; determinar si las señales en la carretera dirigen a Luik o Liége depende en mayor medida de dónde está uno que de hacia dón-' de se dirige. Este es el resultado de un conflicto político. También las fuerzas políticas se activan para lograr la estandarización o para desa­ rrollar la planificación lingüística que condujo al trilingüismo en Luxemburgo o a las elecciones de lengua en el sistema educativo de Tanzania (donde no hay escolarización en las lenguas vernáculas, la educación primaria se imparte mayoritariamente en kiswahili y los ci­ clos superiores de educación, en inglés). Casi siempre las elecciones políticas se inspiran más en consideraciones ideológicas que en con­ sideraciones prácticas. La frontera lingüística belga refleja la creencia de que la homogeneidad basada en el territorio es normal. El dominio del árabe moderno estándar (relacionado Cercanamente con el árabe clásico del Corán) entre las élites en todo el mundo árabe se explica parcialmente por su uso práctico en un paisaje muy diverso lingüísti­ camente, pero también está relacionado con la convicción política­ mente aprobada de que el árabe es uno e indivisible porque fue dado así por Alá. El argumento de que «fue dado por Alá» revela sus pro■pías bases ideológicas, ya que la lengua estándar no es idéntica a la del Corán. El argumento se aplica políticamente a-casi todo lo que uno quiere defender enérgicamente. Impregnando todo esto, ya sea como origen o como consecuencia, las elecciones lingüísticas son in­ fluidas por las actitudes, es decir, los sentimientos inspirados por len­ guas en particular por su papel sociocultural de marcadores de identi­ dad (a nivel de clase social, relaciones de mayoría-minoría, etnia, nacionalidad, etc.). Sin embargo, el hacer elecciones lingüísticas no tiene que situarse siempre en un contexto de conflicto. Con frecuencia se puede lograr un consenso (casi) completo, como cuando una co­ munidad de expatriados zaireños en Amberes, hablantes de engalá, kiswahili y otras lenguas africanas, convergen en el uso de engala (véase Meeuwis, 1997). 'No es necesario decir que los escenarios plurilingües son extre­ madamente adaptables. Cualquier situación de lenguas en contacto

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Estructura

puede conducir a modelos o patrones de convergencia (la adaptación mutua de rasgos lingüísticos entre diferentes lenguas, básicamente un producto de la acomodación a las necesidades comunicativas mutuas, consciente o no), divergencia (el fortalecimiento de las diferencias cuando, por ejemplo, actitudes lingüísticas negativas bloquean la acomodación), mantenimiento lingüístico (la conservación de una lengua o de un rasgo, lingüístico a pesar de la presión de otra lengua), interferencia lingüística (la inserción de rasgos lingüísticos de una lengua en otra), cambio lingüístico (un cambio en el equilibrio entre diferentes lenguas que se usan en la misma sociedad), extensión lin­ güística (la extensión geográfica del uso de una lengua específica), dominio lingüístico (donde una lengua es favorecida frente a otras), la minorización de una lengua (lo contrario de dominio) y a veces inclu­ so la muerte de una lengua (o,, por supuesto, la revitalización). Todos estos procesos suponen varios tipos de cambios lingüísticos. Desde un punto de vista pragmático, cualquier intento analítico de imponer estabilidad en un sistema es sospechoso por definición. Un intento de ese tipo fue la introducción de la noción de diglosia, que intentaba describir «situaciones lingüísticas relativamente estables» en las que hay una clara distribución funcional entre una variedad «alta» y una variedad «baja» de una lengua (o a veces una lengua «alta» y una len­ gua «baja»). Si tomamos el árabe como ejemplo queda claro que no hay una estabilidad real entre la división de trabajo entre el árabe mo­ derno estándar y las variedades locales de árabe, aunque haya persis­ tido por mucho tiempo. En este caso, hay una discrepancia importante entre las normas y el uso real; por ejemplo, mientras el árabe moder­ no estándar se considera la norma para la enseñanza universitaria, no siempre se usa. Incluso las normas son una fuente constante de dis­ putas y tensión social relacionada con la lengua, principalmente diri­ gidas por fuerzas religiosas y políticas; muchos educadores afirman que el acceso a la educación en las variedades locales es un requisito previo para el avance social de grandes segmentos de la población. La idea de diglosia, que a menudo supone sólo variedades de la misma lengua, lleva a la noción de «código», el segundo nivel abar-

Lenguas, códigos y estilos

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cador de las elecciones lingüísticas —pero no separable completa­ mente— . Definimos código como cualquier variante distinguible de una lengua que supone un conjunto sistemático de elecciones, unida a un área geográfica específica, una clase social, unas funciones asig­ nadas o a un contexto de uso específico. El conjunto de códigos en cualquier lengua hablada en una comunidad de un tamaño considera­ ble es virtualmente infinito. Se puede encontrar un dialecto estándar, también dialectos regionales y sociolectos (algunos representan códi­ gos «elaborados» que se pueden usar en una gama amplia de contex­ tos, otros muestran un código más «restringido» y sólo se usan en la conversación cara a cara en círculos más pequeños) e incluso idiolectos (que caracterizan los usos individuales). A veces se encuentran lenguas específicas de un grupo, ya sea para unos pocos iniciados, como argots o jergas (comparables a las versiones de una lengua es­ pecíficas de un contexto a las que nos hemos referido en la sección 3.2.3), o para segmentos de la población más amplios, como el len­ guaje de las mujeres como opuesto al lenguaje de los hombres', hay jergas o registros específicos a ámbitos o actividades (relacionados muy de cerca con lo que se ha llamado géneros en la sección 1.4 pero no cubriéndolos totalmente) que van desde el lenguaje literario al le­ gal, periodístico, burocrático, el lenguaje político, el lenguaje científi­ co, el lenguaje médico, el lenguaje de la publicidad, el lenguaje de la aviación, etc. Finalmente, hay también adaptaciones de una lengua específicas a un contexto, por ejemplo cuando ésta sirve como lengua franca para la comunicación entre hablantes no nativos o cuando un hablante nativo simplifica su producción a un habla más simple, co­ mo la que se usa con un extranjero (foreigner talk), para ser entendido por un hablante no nativo con un conocimiento müy básico del len­ guaje. Una vez que se elige una lengua o un código, éste no tiene que mantenerse a toda costa. De hecho, el cambio de código, término abarcador para la alternancia de lenguas o códigos, es un caso frecuente y una estrategia favorecida especialmente en el discurso oral. Puede te­ ner muchas y diferentes funciones. En (1), por ejemplo, la traducción

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de un' chiste árabe marroquí, el cambio de código es un modo de evi­ tar un tabú social. (1)

Dos moscas están copulando delante de una madre y su hijo. Niño: ¿Sabes lo que están haciendo estas moscas? . Madre: No. Niño: lis font l’amour. Madre: Está bien, está bien. Niño: ¿Sabes? Si hubiera dicho esto en árabe, te habrías ido de la habitación inmediatamente.

Como las lenguas y los códigos se asocian con lugares, grupos, acti­ vidades o funciones,-el cambio es uno de los recursos de hablantes y destinatarios para generar el significado de su mundo social interaccionalmerite, para negociar la inversión mutua en el mercado lingüís­ tico. Se puede usar para demostrar afecto y solidaridad o para marcar y mantener relaciones de poder. Cuando Jesse Jackson, en uno de sus discursos electorales de la campaña de 1984, cambia de la variedad estándar del inglés americano a inglés negro (la variedad usada por la comunidad afroamericana, «Black English») diciendo:. (2)

Well, I done a li’l observin’ now1

seguido de un episodio largo, metafórico, in crescendo, común, en la retórica pública afroamericana, lo que hace es indicar la identifica­ ción con su audiencia, predominantemente negra (véase Versehueren, 1989a; el ejemplo se estudia con más detalle en la sección 8.2.1). Pe­ ro cuando un mendigo alemán, después de conversar con un tran­ seúnte turco-alemán en alemán estándar, cambia de repente a la, va­ riedad simplificada usada •con un extranjero (foreigner talk) para decir: (3)

Türkishmann du? [¿Tú hombre turco?]

¡ La versión del inglés estándar es Well, I have been observingfor a while,-«Bue­ no, he estado observando un poco». [Nota de las tt]

Lenguas, códigos y estilos

201

lo que hace es restaurar una relación de poder que está amenazada poniendo al inmigrante «en el lugar que se merece» (véase Hinnenkamp, 1991). En el contexto de la comunicación interétnica o intercultural, se llama estilos comunicativos a los códigos que están' restringidos a un comportamiento verbal de grupos identificados étnica o socio-culturalmente en escenarios específicos, o son típicos de éstos. En el ejem­ plo (2), se puede decir que Jesse Jackson cambia de un estilo comuni­ cativo estándar americano a uno afroamericano, cambio que puede causar dificultades interpretativas para americanos blancos que asis­ tan al acto. Como las propiedades de tales códigos y estilos comuni­ cativos están altamente sujetas a la formación de hábitos (que a veces conllevan significados que son difíciles de cuestionar conscientemen­ te, como ciertos aspectos prosódicos) de hecho pueden causar pro­ blemas comunicativos. Al mismo tiempo, debe considerarse su adap­ tabilidad, recordando que un encuentro intercultural puede cambiar aspectos de código o estilo de maneras inesperadas, ya que la expec­ tativa de problemas puede aumentar la tolerancia a lo que de otra ma­ nera serían enunciados inteligibles, reforzando así la capacidad inter­ pretativa de los participantes. Aunque los estilos comunicativos, que pueden caracterizar dis­ tintas variantes de una misma lengua, son códigos, el término «estilo» se puede usar para referirse a un tercer nivel abarcador de'la elección lingüística que se suma a las elecciones de lengua y código. Usare­ mos estilo para describir la variabilidad a lo largo de las dimensiones de formalidad e informalidad, del habla informar o coloquial a usos altamente formales. Todas las lenguas son susceptibles de usos esti­ lísticos variables y también la mayoría de códigos, aunque algunos de ellos (como argots o jergas) se encuentran normalmente en el extremo de informalidad, mientras otros (como el legal) son típicamente for­ males. Se dijo que lengua, código y estilo son niveles del hacer eleccio­ nes que están' por .encima de los otros porque las diferencias entre lenguas, entre códigos y entre estilos están conformadas por conjun­

Estructura

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tos sistemáticos de elecciones a partir de ingredientes que sirven para la construcción de enunciados (véase la sección 4.2), a partir de tipos de enunciados y grupos de enunciados (véase la sección 4.3), y a par­ tir de principios de construcción de enunciados (que se discuten en 4.4). La relevancia de los dos últimos es algo más alta para códigos y estilos que para lenguas.

4.2 INGREDIENTES DE LA CONSTRUCCIÓN DE ENUNCIADOS

En teoría esta sección debería contener una descripción completa de todas las propiedades de las «gramáticas» (en el sentido más am­ plio de definiciones completas de lenguas como sistemas formales) que los usuarios de la lengua tienen a su disposición como recursos para hacer elecciones lingüísticas. En la práctica esa sería una tarea imposible. Recordemos, sin embargo, las breves indicaciones que se dieron anteriormente (en la sección 0.2) sobre la relevancia-de la pragmática para el estudio de los diferentes niveles de la estructura lingüística. Es a todos esos niveles, tradicionalmente tratados por di­ ferentes componentes de una teoría lingüística, donde se debe situar los ingredientes de construcción de enunciados: desde sonidos, mor­ femas y palabras, a cláusulas, oraciones y proposiciones. Revisemos algunos fenómenos que han recibido gran atención en la literatura pragmática. 4.2.1 Estructura del sonido Al nivel de la estructura del sonido, los rasgos más comúnmente estudiados han sido aspectos de prosodia, especialmente entonación, por su importante papel como indicios contextualizadores. Es obvio que es con frecuencia la entonación lo que convierte estructuras sin­ tácticas en afirmaciones o preguntas. Y, a pesar de cierto grado de co­ rrespondencia .entre lenguas en este ámbito (p. ej. con un contomo

Ingredientes de la construcción de enunciados

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alto y/o, ascendente para marcar las interrogaciones y uno bajo y/o descendente para marcar las afirmaciones y maneras similares para indicar conmoción, intención o emoción), hay también diferencias significativas. Por esas diferencias una mujer asiática que dice ¡Salsa! con una entonación descendente, cuando quiere saber si la persona a la que está sirviendo quiere salsa en su carne o no, es perfectamente cortés en su propio estilo comunicativo, pero puede ser considerada brusca y poco amistosa por un británico (véase Gumperz, 1982). En cualquier conversación, o en cualquier historia narrada conversacio­ nalmente, la entonación es uno de los principales indicios para la in­ terpretación de lo que se dice. De igual modo,, los sistemas de pausa y de partición de la corriente de sonidos enunciados son algunos de los indicadores más importantes de cómo está organizado el conteni­ do en el discurso hablado. Lo mismo ocurre con- los patrones de va­ cilación, acento, velocidad, ritmo, etc., que son responsables de una gran parte de la construcción retórica del discurso hablado. Incluso aspectos de la calidad de la voz, que son más difíciles de describir, proporcionan constantemente pistas para la interpretación de enun­ ciados. Considérese el siguiente comentario de Hedrick Smith (1976, 234) sobre lo que se dice del líder de un grupo que acaba de tocar el tema de Lara de Doctor Zhivago (estrictamente prohibido en esa épo­ ca) en el restaurante Berlín de Moscú, -después de que le pidieran que lo tocara de nuevo: (4)

«No, debe estar equivocado. No lo tocamos y por eso no lo ha oído». La réplica fue hecha en esa helada voz soviética que es menos una negación de la verdad real que un rechazo a una verdad inconveniente. (Cursiva añadida.)

Aunque sean intangibles, juicios como estos siempre sé hacen. No sólo estos aspectos obvios del uso de la estructura del sonido son pragmáticamente importantes, A veces los tipos de códigos que se distinguieron en la sección anterior son definibles en gran parte en términos de alternancias sistemáticas en el sistema fonémico de una lengua. Además de las variaciones dialectales con las que estamos

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familiarizados (pero que funcionan de un modo más complicado del que a menudo suponemos, y que incluyen muchos cambios de códi­ go), hay casos en los que (como presenta Everett (1985) en piraha, una lengua brasileña de la familia mura) la adaptación fonémica tiene lugar ¿n base a circunstancias contextúales como la presencia o au­ sencia de extranjeros. Finalmente, son a menudo los rasgos de sonido, como el énfasis, los que desambiguan la estructura sintáctica en el discurso, como en inglés John has plans to leave (intenta salir, marcharse) versus John has plans to leave (tiene planos o proyectos para entregar). 4.2.2 Morfemas y palabras En el nivel de los morfemas y las palabras debemos recordar ob­ servaciones! anteriores sobre derivación, flexión y palabras com­ puestas (eñ la sección 0.2), el funcionamiento de la anáfora (véanse las secciones 1.1.1 y 3.3.2), y también el hecho de que una gran parte de la literatura sobre .presuposiciones depende de las observaciones relacionadas con el significado implícito que conlleva la elección de ciertas palabras, como sustantivos, verbos especiales, muchas p artí­ culas y nociones escalares (véanse los ejemplos bajo (2) en la sec­ ción 1.1.3), De manera más general, el significado léxico proporciona.un re­ curso ilimitado para la generación de significado en el uso del len­ guaje. La estructura misma del lexicón en las lenguas naturales está adaptada para este fin. La estructura semántica interna y la estructura semántica global del vocabulario son reflejos parciales de modelos que se pueden observar en el mundo y responden a la vez a la necesi­ dad de economía cognitiva. Es tan imposible para un usuario del len­ guaje decir explícitamente lo que quiere decir como es imposible que una lengua natural proporcione denominaciones para todos los as­ pectos distinguibles de la «realidad». La consecuencia para las es­ tructuras semánticas internas a la palabra ha sido la organización del significado de la palabra alrededor de prototipos relativamente cía-

Ingredientes de la construcción de enunciados

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ros, que dejan aspectos borrosos en los bordes de la definición. Por ejemplo, un pájaro prototípico tiene plumas, puede volar, tiene pico y pone huevos. Todas estas propiedades se combinan en las águilas y los petirrojos y por esto son ejemplos prototípicos. El hecho de que ni los pingüinos ni los avestruces puedan volar los hace ejemplos menos típicos de pájaros, aunque hay bastante parecido familiar (usando el término de Wittgenstein) para su inclusión en esta categoría y la con­ ceptualización con referencia al prototipo. Lo que hace posible la creación de prototipos es la existencia de «discontinuidades natura­ les» en el mundo, o «grupos de rasgos» que las hacen predecibles. Por ejemplo, cuando se ve un animal volador (dejando a un lado los insectos), es muy probable que tenga plumas y un pico y que ponga huevos, con pocas excepciones (y más aún teniendo en cuenta que no todos los rasgos en el grupo tienen el mismo poder de predicción o «indicación de validez» —como el poner huevos, que los pájaros comparten con los reptiles y los peces—). Sacando provecho de esta estructuración de la realidad, la cognición humana puede hacer frente a la multitud de entidades distinguibles de una manera relativamente económica. Además, estas propiedades del significado léxico hacen que las palabras se puedan usar de múltiples maneras.. Se necesita la negociación del significado en la interacción y se tiene en cuenta una amplia gama de estrategias de uso. Los procesos que producen nú­ cleos relativamente estables de significado no están restringidos a los sustantivos. Considérese el verbo de acto de habla felicitar. Una feli­ citación prototípíca es (i) la expresión del enunciador de que está complacido y (ii) por el éxito del intérprete en hacer u obtener algo importante. Por esta razón se considera que (5), titular del Internatio­ nal Herald Tribune, se desvía del uso esperado. (5) Begin [por entonces primer ministro israelí] felicita a Sadat [presidente egipcio] por su Nobel [el Premio Nobel de la Paz que recibieron conjuntamente]. Obviamente, se está adulterando (ii). De igual modo, (i) puede estar ausente de muchos actos formales de felicitación que sin embargo to­

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davía pueden describirse con el verbo felicitar. (Se puede comparar con lo que ocurre con agradecer en la conversación citada como tema de investigación 4, en la sección 1.6). Cuanto más abstracto sea un concepto, como en el caso de prosperidad, paz o democracia, más di­ fícil será definir precisamente el núcleo semántico, y habrá más espa­ cio abierto para la negociación y la manipulación. Pero incluso estos términos tienden a usarse como si. tuvieran un significado prototípico claro. Las consecuencias retóricas de esto se aclararán más adelante (véase la sección 8.2.2). Con respecto a la estructura semántica del vocabulario, se ha ob­ servado durante mucho tiempo que está jerárquicamente estructurada y que no todos .los niveles de la estructura son igualmente salientes. Nuevamente, es la interacción entre la estructura del mundo y la exi­ gencia de economía cognitiva lo que crea un conjunto de términos de nivel básico, es decir, los que se usarán más fácilmente para identifi­ car un'objeto. Así, sí se muestra a .alguien una manzana y se le pre­ gunta ¿Qué es esto? muy probablemente la respuesta será una man­ zana y no una fruta o una golden, a menos que las necesidades comunicativas del momento dicten la elección del término hipónimo (p, ej. en un contexto de clase donde el tema es la diferencia entre verduras y frutas) o del término hiperónimo (p. ej. en una tienda de fruta). Los términos de nivel básico no son necesariamente los mis­ mos para todos los hablantes de la misma lengua porque este aspecto de la estructuración conceptual tiene su base en la experiencia. Por esta razón, una persona que ha vivido la mayor parte de su vida en una ciudad posiblemente tenga pájaro como término de nivel básico antes que gorrión a petirrojo, que son elecciones obvias en un entor­ no con diferentes tipos de pájaros, Las diferencias pueden ser incluso más sutiles: se puede esperar que. los habitantes de algunas ciudades europeas infestadas de palomas tengan la palabra paloma como tér­ mino de nivel básico para palomas y pájaro para otros pájaros, con lo que lá estructura cognitiva y la jerarquía biológica dejan de coincidir. Dada una perspectiva pragmática en el significado léxico, que permite variabilidad y negociabilidad en relación con las estructuras

Ingredientes de la construcción de enunciados

207

semánticas internas a la palabra y también con las relaciones semánti­ cas entre palabras en el vocabulario, no tiene ningún sentido hacer clasificaciones de palabras porque tienden a basarse en una falsa sen­ sación de estabilidad. Antes bien, para determinar el significado léxi­ co se debe examinar sistemáticamente el funcionamiento de las pala­ bras a lo largo de una gama de dimensiones semánticas relevantes. (Un ejemplo de este enfoque, y posterior justificación, se encuentran en Versehueren, 1985a.) Se puede decir que la composición del lexicón de una lengua na­ tural «genera» un modelo semántico que organiza cualquier cosa que sirva como contexto y cualquier cosa que tenga que distinguirse para la referencia específica en el uso del lenguaje. Como la generación del contexto en el uso real del lenguaje (véase la sección 3.4), éste es un proceso que implica la interacción entre la mente y la realidad ex­ terior. Esto cuenta para ítemes léxicos que pertenecen a los .tres tipos de signos que'distinguió Charles Sanders Peirce: desde los más con­ cretos, iconos (que se parecen a lo que se refieren, como la onomatopeya) pasando por los índices (que meramente «señalan» , como un expletivo sirve como indicador de un estado mental) hasta el más abstracto y arbitrario símbolos (que se asocian a un referente por con­ vención, como es el caso de la mayoría de las palabras). A.2 3 Cláusulas y oraciones No hay apenas ningún tipo de construcción sintáctica que no ha­ ya recibido atención desde un punto de vista pragmático. De hecho, aunque mucha de la inspiración se encontró, en los estudios de los fi­ lósofos, la pragmática fue traída a la lingüística por los especialistas en sintaxis que buscaban solucionar problemas permitiendo que tanto. el significado como el contexto entraran en la descripción y la expli­ cación (véase el Capítulo 9). Anteriormente ya se hicieron algunas observaciones sobre la pragmática de las elecciones sintácticas (en jas secciones 0.2 y en 1.1.3). Hay que recordar también que una de las nociones pragmáticas más usadas, el acto de habla (véase la sección

Estructura

208

1.1.2) es esencialmente un concepto de acción a nivel de la oración. Por esta razón, por ejemplo, en los intentos de clasificación de los actos de habla se prestó atención a los correlatos sintácticos (como oraciones interrogativas para preguntas, imperativas para directivos, etc.). El hecho de que la teoría de los actos de habla no se considerara una teoría pragmática completa porque se centraba exclusivamente en estructuras a nivel de la oración o que las correspondencias entre los actos de habla y los tipos de oración se consideraran ilusiones, no de­ be distraer de la atención que se necesita prestar a los aspectos for­ males. Sin la noción de tipos de oraciones sería muy difícil discutir el tipo de implicitud inherente en lo que comúnmente se ha denomi­ nado actos de habla indirectos, se use o no esta terminología. relaciones gramaticales

sujeto

objeto directo objeto indirecto

otro

categorías de caso

papeles ' semánticos

otro

agente

paciente

experimentador

otro

Fig. 4.1 Relaciones gramaticales^.categorías de caso, papeles semánticos (de Rudzka-Ostyn, 1995)

Un foco de atención fructífero al nivel de la cláusula es el domi­ nio de las relaciones funcionales entre constituyentes nominales: re­ laciones gramaticales, categorías de caso y papeles semánticos. Como.se muestra en la Figura 4.1, estos tres tipos de relaciones interactáan de maneras complejas e interesantes: las categorías de caso sirven como interfaz entre los papeles semánticos y las funciones sintácticas. Estas distinciones cubren una gama de herramientas gramaticales que los usuarios del lenguaje tienen a su disposición para conceptúa-

Ingredientes de la construcción de enunciados

209

lizar hechos de diferentes maneras, es decir, las opciones desdé las que se hacen las elecciones para generar significado al nivel de la cláusula. Observemos la diferencia entre (6) y (7). (6) (7)

No logramos vender esas camisas. Esas camisas no se venden.

La oración (7), comparada con (6), sitúa al paciente de vender, esas camisas, en posición de sujeto y así se aparta la atención del agente nosotros y se atribuye la falta de éxito en los intentos de vender las camisas a una propiedad inherente, que podemos llamar «vendíbilidad», de las camisas. Aunque los equivalentes vender en otras len­ guas pueden no ofrecer las mismas posibilidades específicas y aunque de manera más general diferentes lenguas ofrecen diferentes perspec­ tivas «estándar» a estados de cosas comparables (como en Tengo frío o Estoy triste versus las formas en ruso que literalmente significarían «Está frío para mí» o «Es triste para mí»), se -encuentran estrategias similares de generación de significado en todas las lenguas. En pola­ co, por ejemplo, se han descrito algunos usos de la forma del dativo de los pronombres personales que señalan principalmente emoción, compromiso y solidaridad (véase Rudzka-Ostyn, 1995). Algunos in­ cluso llegarían tan lejos como a atribuir diferentes visiones del mundo o sistemas de valores socioculturales a hablantes de lenguas diferen­ tes dependiendo de los modos variables de estructurar las relaciones funcionales. Pero se presenta aquí el riesgo importante de olvidar las advertencias hechas antes sobre «cultura» (en la sección 3.2.3), la manipulación involucrada y la premisa pragmática básica de que hay pocas relaciones forma-función fijas, si es que hay alguna. Otra área interesante, con importantes ramificaciones pragmáti­ cas, es el orden de palabras. Incluso en lenguas con «orden líbre de palabras», por así llamarlo, hay normalmente una ordenación de constituyentes (sujeto, verbo, objeto) (SVO) que es más común o está menos marcada que las otras posibilidades. El orden de palabras no es nunca realmente «libre», las restricciones pueden ser diferentes (de las más «gramaticales» a las. más «pragmáticas»). Lo que determina

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la desviación del orden básico de palabras en la mayoría de lenguas es normalmente la necesidad de destacar o enfatizar un constituyente - a menudo con más implicaciones en el significado. El orden básico SVO en inglés o español, como en (8), puede cambiarse al orden de objeto, sujeto, verbo (OSV) como en (9). (8) (9)

No vas a conseguir más dinero. Más dinero no vas a conseguir - sólo más trabajo.

La oración (9) necesitaría un mayor énfasis en dinero, lo que implica un contraste que. se puede hacer explícito, como con sólo más trabajo. En ciertos contextos, también las «desviaciones» pueden llegar a ser estándares, como cuando las citas de un periódico normalmente (aun­ que no necesariamente) reemplazan el orden básico SVOpor un or­ den de palabras objeto, verbo, sujeto (OVS) como en (10) o por un orden de palabras de objeto, sujeto, verbo (OSV) como en (11): (10)

(11)

«Es provocador», dijo la Dra.-Regina Ziegler, epidemióloga del Instituto Nacional del Cáncer. (International Herald Tribune, viernes 2 de mayo de 1997) Esvásticas y otros símbolos fascistas fueron pintados en tum­ bas de un cementerio judío al sudoeste de Zagreb, un grupo de derechos humanos informó el jueves. (íd.)

Esta ordenación está motivada por el hecho de que el contenido de lo que se cita (con o sin comillas) es la parte más saliente de la oración, aunque no sea demasiado importante, como en (10). La elección entre OVS y OSV parece determinarse por el procesamiento: el sujeto pre­ cede al verbo a menos que el sujeto requiera demasiada información extra y el objeto y el verbo no estén lo suficientemente cerca para po­ der interpretarse fácilmente. Las restricciones en el procesamiento cognitivo son parte de la explicación de algunas tendencias universa­ les en el orden de palabras. Como dice Comrie, [,..] la tendencia de los sujetos a preceder a los objetos [...] puede ser explicable en términos de correlación entre sujeto y agente, la corre-

Ingredientes de la construcción de enunciados

211

lación entre objeto y paciente y la tendencia de los agentes a ser más salientes perceptivamente que los pacientes (1981, 88),

(Para las correlaciones a las que se refiere véase la Figura 4.1) Sean cuales sean las reglas de «gramática» básicas para la cons­ trucción de cláusulas y oraciones en una lengua, debemos recordar que desde un punto de vista pragmático reflejan meramente hábitos estructurales que se pueden romper de diferentes maneras aunque ra­ ramente de modo tan drástico como en el poema que se reproduce en la discusión de negociabilidad (en la sección 2.2), Lo que da su rela­ tiva estabilidad a las reglas es el hecho de que desviarse demasiado del camino habitual hace la interpretación demasiado dificultosa para que se pueda esperar un grado razonable de éxito comunicativo. 4.2.4 Proposiciones Las proposiciones coinciden estructuralmente con las cláusulas o las oraciones. Sin embargo, merecen un tratamiento aparte porque el mismo término evoca una perspectiva diferente que va más allá de la estructura formal para investigar el «formato» del significado; ade­ más, porque varios aspectos han sido tema frecuente de investigacio­ nes pragmáticas. Los constituyentes, básicos de una proposición «pura» son sujeto y predicado, en términos gramaticales, y referencia y predicación, en términos semánticos. En otras palabras, algo se «predica» de .una persona, cosa, proceso, acontecimiento o acción que se señala por medio de una «expresión referencial». Se ha dicho repetidamente que referir, o establecer referencia,, es de por sí una acción, que se logra interactivamente. En la interacción verbal se gasta una gran'cantidad de energía, incluso involuntariamente, para asegurarse o tratar de ne­ gociar qué es lo que uno está diciendo. Una de las razones para esto es que la misma forma puede tener referentes diferentes, mientras el mismo referente se puede señalar con diferentes formas; esta obser­ vación va más allá de ía homonimia y. la sinonimia estrictas. Otra ra­ zón es la diferencia en «lineas de visión» entre el enunciador y el in-

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214

imperativo— a la par con tiempo, aspecto y voz}. La modalidad es un fenómeno inherentemente pragmático. Implica todas las maneras en que se pueden expresar aptitudes sobre el «puro» contenido referencia-y-predicaeión de un enunciado y señala la factibilidad, los grados de certeza o duda, la vaguedad, la posibilidad, la necesidad e incluso permiso y obligación. Esto se puede lograr por medio de modos ver­ bales (sólo hasta cierto grado en el inglés actual, aunque el subjuntivo cumplía algunas de estas funciones), auxiliares modales (puede, po­ dría, podrá, debería, debe, tiene que; en inglés can, could, may, might, shall, should, will, would, must, ought to y have to), adjetivos (como probable en Es probable que..,), adverbios (como realmente, ciertamente, posiblemente, probablemente, inevitablemente, etc.) y los llamados «adverbios oracionales» (como francamente, seriamen­ te, obviamente, cuando se usan para introducir una oración como Francamente, me importa un rábano). Un tipo especial de modalidad, denominado evidencialidad, marca la fuente de información, por ejemplo en téáninos de objetividad o subjetividad (que algunas len­ guas señalan en 1.a morfología de los verbos, otras léxicamente —co­ mo supongo.,.— o con medios prosódicos). Algunos lingüistas incluyen la negación en el ámbito de la moda­ lidad. Sea o no sea esto justificado, «negar» es claramente una opera­ ción que afecta a las proposiciones. Como lo hace de maneras que no pueden ser representadas en términos lógicos positivo-negativos es­ trictamente, es un fenómeno interesante por derecho propio desde un punto de vísta pragmático. Observemos varios aspectos de la proble­ mática de la negación. En primer lugar, una negación puede ser re­ emplazada a menudo por una forma positiva casi equivalente semán­ ticamente pero la elección es raramente neutral. Observemos (17) y (18): (17) (18)

El comportamiento de Jack no es aceptable. El comportamiento de Jack es atroz.

Ambas oraciones recurren al mismo conjunto de normas en cuyos términos se evalúa el comportamiento de Jack. Pero aunque atroz,

Ingredientes de la construcción de enunciados

215

cuando se habla del comportamiento, es uno de los muchos posibles opuestos de aceptable, la negación no aceptable es como mucho una aproximación semántica, de ninguna manera un uso equivalente a atroz. La compleja relación entre términos tan aparentemente opues­ tos, donde la negación de uno debería, en teoría, ser igual al otro en su forma positiva, se vuelve todavía más clara cuando se hace lo opuesto: no atroz no es en absoluto equivalente a aceptable. Un segundo hecho interesante es el «ámbito de ambigüedad» po­ tencial de la negación. Cuando se informa de que un líder alemán ha dicho (19): (19)

We germans wilínot let ourselves be divided. Nosotros los alemanes no nos dejaremos dividir nosotros mis­ mos.

son posibles diferentes interpretaciones (que en la forma hablada ori­ ginal pueden ponerse de relieve prosódicamente) dependiendo del contexto: (i) hay intentos de dividir a los alemanes pero «nosotros los alemanes» no nos dejaremos dividir nosotros mismos, con la predica­ ción entera bajo el alcance de la predicación; (ii) como los alemanes son perfectamente capaces de dividirse ellos mismos bajo su propia iniciativa, no dejarse ellos mismos dividir por otros; (iii) puede que haya otros que se dejen dividir ellos mismos pero no nosotros los alemanes. Dado nuestro conocimiento de la historia reciente, pode­ mos ordenar estas posibilidades de acuerdo con su grado de probabi­ lidad como (i)-(iii)-(ii). En tercer lugar, hay diferentes modos de manejar la negación en el discurso que son a veces específicos a cada lengua. Tomemos este par normal de pregunta-respuesta en (20): (20)

P: ¿No se dividió Checoslovaquia hace un par de años? R: Sí.

Dependiendo del sistema de negación que se use, la respuesta Sí pue­ de expresar o bien acuerdo con la predicación en su alcance de no, es

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212'

térprete. A un nivel más fundamental, algunos referentes pueden ser simplemente muy difíciles de identificar o puede ser útil fomentar un tipo de identificación sobre otro. Este no es sólo el caso de nociones abstractas como dem ocraciaque puede requerir una conversación entera para alcanzar un punto en que el término pueda usarse de una manera mutuamente comprensible. Incluso la identidad de objetos concretos es negociable y esta negociabilidad puede ser el requisito previo para que cualquier interacción posterior tenga lugar. Imagine el lector que recibe una llamada telefónica de una persona desconoci­ da que se presenta como representante de FilterX, el fabricante líder de máquinas de purificación de aire. Después de enterarse de que us­ ted tiene hijos que pueden padecer leves alergias y por eso usted está interesado en aire purificado, el representante pregunta (12): • (12)

¿Estaría usted interesado en una demostración de nuestra má­ quina puriñcadora en su casa?

Si usted acepta esta oferta, puede resultar que la máquina purificade­ ra de aire sea lo que usted llamaría normalmente aspirador. El repre­ sentante de FilterX sabe perfectamente que Ud. probablemente no habría aceptado su oferta de hacer una demostración si él le hubiera propuesto mostrar un aspirador. Una vez en su casa, la mayor parte de la demostración puede centrarse todavía en las capacidades de la má­ quina como purificadora de aire y presentar su uso como aspirador de manera bastante marginal (pero manteniendo a la vez que usted no podría conseguir un aspirador mejor). Y, si usted termina comprando la máquina, será en gran manera en función del éxito del represen­ tante en hacerle pensar en ella en los términos que él propone. Sherzer (1987) estudia las prácticas de regateo en la comunidad que habla boipurí en el norte de la India, donde tanto el estatus social del com­ prador como el precio a pagar por los productos lácteos se negocian por medio de la elección de descripciones para referirse a los pro­ ductos en cuestión (Una descripción de un producto de alta calidad se puede usar para otro de baja calidad con el fin de obtener un precio más alto y viceversa). Una comparación con el aspirador no es del to­

Ingredientes de la construcción de enunciados

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do disparatada. En otros casos la referencia se puede lograr por medio de expresiones que son absolutamente imposibles de interpretar a menos que se sepa con antelación a quién o a qué se hace referencia. Considérese (13): (13)

Quien tú ya sabes se va el fin de semana. Tendremos tiempo para terminar el asunto.

La «amalgama sintáctica» en la primera oración, con la cláusula Quien tú ya sabes en la posición de constituyente nominal, está dise­ ñada por su vaguedad, como cuando es necesario ocultar la identidad de alguien a una persona que está allí y no participaen laconversa­ ción (bystanderj, o a una persona que puede oiría perotampoco es un participante (overhearer). Aunque igualmente vaga, el asunto es una forma de expresión más común que ha llegado a asumir la función de anáfora que señala hacia un referente cuya identidad ya se ha estable­ cido en el discurso precedente. ¿Qué ocurre con la predicación? Se puede «predican) algo de una persona, cosa, proceso, evento o acción de varías maneras. Observe­ mos los ejemplos (14) a (16): (14) (15) (16)

¡Qué pobre hombre! Ese hombre es pobre. Ese hombre vive en la pobreza.

El referente se mantiene constante y el contenido de la predicación en cada una de estas oraciones es muy similar (ya sea que se tome la forma de un adjetivo, con o sin cópula, o una frase verbal entera). Sin embargo, las condiciones de uso varían de gran manera. Varios tipos de ingredientes del significado contribuyen a la «mo­ dificación» o «colorido» de la proposición o de la estructura referencia-y-predicación. Como término abarcador podemos usar modalidad (denominada modalización en gramática sistémica funcional, que no hay que confundir con el modo gramatical, que es una propiedad morfosintáctica de las formas del verbo —como indicativo, subjuntivo e

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216

decir que Checoslovaquia sí se dividió hace un par de años, o bien puede .aceptar la negación no, contradiciendo así cualquier sugerencia de que Checoslovaquia se dividiera hace un par de años. Meeuwis (1994) ha documentado un caso en que estilos de negación diferentes conducen a malentendidos entre instructores flamencos e ingenieros coreanos en el contexto de un programa de entrenamiento en una em­ presa multinacional, 4.2.5 Unidades supraoracionales Sin duda, unidades lingüisticas de orden superior a las oraciones pueden también identificarse como ingredientes de la construcción de enunciados al igual que una larga monografía contiene capítulos, sec­ ciones y párrafos. Pero éstos tienen pocas propiedades estructurales que ns se deriven de los principios de organización del contenido, un tema que abordaremos más adelante (en la sección 4.4), y algunos de cuyos aspectos ya se han tratado en la discusión del contexto lingüís­ tico (véase la sección 3.3.2).

4.3 ENUNCIADOS Y GRUPOS DE ENUNCIADOS

.

.

Como se dijo en la introducción de este capítulo, se usa el término enunciado para cualquier'fragmento del lenguaje, sin importar su longitud ni la cantidad de voces que contenga, con un principio y fi­ nal claros, producido por la(s) misma(s) persona(s). Los ejemplos pueden ser desde oraciones de una sola palabra, pasando por actos de habla que constituyen un tumo, en una conversación, hasta novelas de varios tomos. Los grupos de enunciados son conglomerados de enunciados organizados. Algunos ejemplos típicos serían una conver­ sación o la correspondencia escrita. Como se anticipó en la discusión de las distintas voces del enunciador (sección 3.2.1), muchos de los enunciados más complejos pueden contener varios tipos o niveles de enunciados subordinados (o enunciado S), como cuando se usan

Enunciados y grupos de enunciados

217

citas en informes periodísticos, o incluso grupos de enunciados su­ bordinados (o grupo de enunciados S), como cuando una novela contiene conversaciones entre algunos de los personajes. Los actos de habla, que se sitúan estructuralmente al nivel de la oración y por lo tanto existen como constituyentes del enunciado an­ tes que como enunciados completos, son sin duda los tipos de enun­ ciado, pragmáticamente definido, más ampliamente estudiados. Este nivel varía en sí mismo de estructuras de una sola palabra, como en los ejemplos de (21) a (24), a construcciones sintácticas complejas con varios estratos de subordinación como en (25). (21) (22) (23) (24) (25)

¡Ay! ¡Dios! . ¡Siéntate! Sí. Esta trayectoria subvocal del curso de la experiencia sexual culminante es una manifestación a disposición de ambos se­ xos, pero se dice que está más de moda entre las mujeres —entre las que, por supuesto, el seguimiento del sonido puede ser empleado estratégicamente para delinear un desarrollo ideal en la marcada ausencia de cualquier cosa cercana a la reali­ dad.

Los actos de habla de una palabra son casi siempre exclamaciones con contenido expresivo únicamente, como la expresión de dolor en (21), y la expresión de algo que puede variar desde una sorpresa agradable hasta repulsión en (22). Pero pueden también ser órdenes, como en (23), o, como en (24), pueden' constituir respuestas comple­ tas a una pregunta y representar así un contenido proposicional y una estructura de acto de habla que es potencialmente tan compleja como la de (25). La oración (25), que es la descripción de Goffman (1981, 106) del gemido sexual podría presentarse como una «afirmación», aunque la parte.anterior al guión contiene ya dos de ellas separables, incrustando una «definición» en la parte referencial del primero, y aunque la parte que sigue al guión tiene el estatus de un «comentario» del segundo.

218

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Por las dificultades que se encuentran en la aplicación de los con­ ceptos de actos de habla a estructuras más complejas como (25), que no es en absoluto la más compleja que se podría imaginar, ha habido una tendencia a acercarse a la teoría de los actos de habla como a un cadáver antes que a usar sus aportaciones. No obstante, la mayoría de sus logros pueden ser recuperados si estamos dispuestos a rechazar sus objetivos básicos y su posícionamiento metodológico. La ambi­ ción de la teoría de actos de habla ortodoxa fue ofrecer descripciones umversalmente válidas para categorías universales de la acción lin­ güística. Desde este punto de vista se rechazó cualquier conexión esencial entre esas categorías y los verbos usados para nombrarlas. Esta posición dejó de considerar un aspecto importante del compor­ tamiento lingüístico (al que se prestará toda la atención en el Capítulo. 6): que comparte con todas las formas restantes de comportamiento social la propiedad de que es interpretado siempre por la gente que participa en él, que no hay modo de entender el comportamiento so­ cial sin tener también una intuición de esas interpretaciones y que pa­ ra esas interpretaciones la gente tiene a su alcance conceptos habi­ tuales, muchos de los cuales están lexicalizados de modos específicos a la lengua. Ejemplos de tales lexicalizaciones, verbos como pregun­ tar, ordenar, prometer, sirven como denominaciones para los tipos de actos analizados en la teoría de actos de habla, lo que hace difícil ne­ gar la conexión. Si reinterpretamos los análisis de los actos de habla (como se presentó en la sección 1.1.2) como análisis de categorías de acciones verbales lexicalizadas, debemos rechazar también el enfoque metodológico en términos de condiciones necesarias y suficientes. Teniendo en cuenta lo que se ha dicho sobre la estructuración con­ ceptual del significado léxico (en la sección 4.2), se puede llegar a la conclusión de que los análisis de los actos de habla de Searle son aproximaciones razonablemente adecuadas de ejemplos prototípicos de comportamiento verbal que se puede describir por medio de ver­ bos usados como etiquetas. Más que destruir el contenido de la teoría de los actos de habla, tal operación de recuperación aparentemente destructiva puede real-

Enunciados y grupos de enunciados

219

mente protegerla. Se han hecho muchos intentos de criticar análisis como los de Searle por su metodología refmando las propuestas para las condiciones necesarias y suficientes, pero sólo se ha llegado’ a formulaciones en contra de las cuales se pueden encontrar contrae­ jemplos. Esto conduce a una regresión infinita y deja muy poco con­ tenido tras de sí. El mismo proceso ha perseguido los intentos de mejorar la clasificación de los actos ilocutivos de Searle. La relevan­ cia de la clase de los «expresivos» , por ejemplo, se puede negar en base a la propia clasificación de Searle- de principios y parámetros. Si se definen los expresivos como los actos de habla cuya función es ex­ presar un estado psicológico, esta clase debería incluir lógicamente todos los asertivos (que expresan una creencia), todos los directivos (que comunican un deseo) y todos los comisivos (que expresan una intención). Después de aceptar la naturaleza deladependencia verbal de las categorías tradicionales de actos de habla, comparar la disponi­ bilidad de los verbos en diferentes lenguas puede confirmar la signifi­ cación de una clase separada de expresivos, aunque debería redefmirse como la clase de actos de habla, cuya función es expresar una emoción a la que un enunciador espera que un intérprete conceda una importancia particular. Se encontró prueba para esto en un estudio contrastivo de los patrones de lexicalización versus no-lexicalización de expresiones de emoción (Versehueren, 1985a, capítulo 6). Consi­ dérese la diferencia entre (26) y (27) y entre (28) y (29). (26) (27) (28) (29)

Siento que no pudieras venir, anoche. Siento no haber podido venir anoche. Me gusta este plan. Me gusta tu plan.

Aunque (26) y (27) expresan ambas un sentimiento de pesar muy si­ milar, el modelo de lexicalización del ámbito conceptual del com -. portamiento lingüístico en inglés (y en otras muchas lenguas) ofrece un término especializado para la descripción del acto realizado en (27) como expresión de mi estado psicológico, disculparse, mientras que tal término no es aplicable a (26). Y aunque también (28) y (29)

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expresan el mismo estado de «gustar» un plan específico, (29) se con­ sidera un cumplido, mientras que (28) sería descrito como una simple afirmación a menos que «este plan» se pueda interpretar como «tu plan». La diferencia parece encontrarse en el tipo y el grado de parti­ cipación del intérprete. En (27), por ejemplo, el destinatario es pre­ sumiblemente el que invita y el que podría haberse ofendido por la no asistencia del enunciador, por lo que se requiere una expresión de pe­ sar para «disculpan) al enunciador implicando que sus acciones no se correspondieron a sus deseos. Cuando se coloca la teoría de los actos de habla en esta perspectiva, la vasta literatura sobre actos de habla nos ofrece extensos recursos de in­ formación en tipos de enunciado al nivel de la oración (afirmar, anunciar, reclamar, estimar, adivinar, insistir, declarar, blasfemar, decir, advertir, ordenar, permitir, prometer, amenazar, aconsejar, instruir, invitar, pres­ cribir, proponer, pedir, preguntar* rogar, sugerir, disculparse, perdonar, saludar, alabar, agradecer, desear, bendecir, nombrar, etc.). Cualquier lista de este tipo, siií- embargo, contiene numerosos conceptos (p. ej. anunciar, instruir, prescribir, proponer) que también pueden llevarse a cabo en tipos de acciones verbales que están estructuralmente situadas al nivel supraoracional. Esto significa que la reinterpretación de la teoría de los actos de habla que se ha propuesto aquí también fuerza a abandonar —como se ha hecho en este libro desde un principio— la idea de una unidad de análisis estructuralmente básica para la pragmática. A nivel supraoracional se han estudiado una amplia gama de tipos de discurso. Entre ellos se encuentran el discurso monologal (que con frecuencia contiene diálogo incrustado, que es siempre «dialogal» en el sentido explicado antes en la sección 3.2.1, que se manifiesta como texto escrito, pero normalmente se presenta oralmente o mos­ trando los tipos de estatus de canales mezclados indicados en la sec­ ción 3.3.1) como anuncios publicitarios, tiras cómicas, instrucciones de uso, ensayos, chistes, diversos tipos de textos legales (contratos, tratados, testamentos), cartas, textos literarios (poemas, fábulas, no­ velas, narraciones cortas, obras de teatro), lecciones magistrales, ser­ mones, discursos políticos, muchos tipos de narrativa, necrológicas,

Principios de construcción de enunciados

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documentos políticos (p. ej. un programa electoral), informes perio­ dísticos, informes médicos, informes científicos y otros. También se incluyen tipos de discurso dialogal (a menudo conversacional, cons­ tituyendo grupos de enunciados y recurriendo casi siempre a un nivel Subordinado tanto en el discurso monologal como en otros tipos de discurso dialogal) como conversaciones entre dos adultos y entre dos niños, conversaciones entre hablantes nativos y no nativos o simple­ mente entre hablantes no nativos de la lengua elegida, conversación en el aula, narrativa conversacional, juicios, asesoramiento psicológi­ co, servicio de citas, conversaciones de sobremesa, discusiones, de­ bates (en el parlamento, en la televisión), negociaciones, llamadas de emergencia, adivinación, entrevistas de trabajo, historiales médicos y otras interacciones entre doctor y paciente, interrogatorios, reuniones formales, encuentros de ventas, conversaciones de cóctel, programas de entrevistas, conversaciones telefónicas, discurso terapéutico, inter­ cambio de correo electrónico, la escritura de cartas, la interacción en­ tre ser humano y máquina, etc. Dada esta enorme gama de enunciados y tipos de grupos de enun­ ciados, no es necesario afirmar que los ejemplos en lo que resta de este libro se limitarán a una elección de muestras que se espera que sean suficientemente representativas para presentar el aparato teórico básico y las herramientas metodológicas. Además, debe quedar claro que las etiquetas que se usan para designar estos tipos (ya sea actos de habla al nivel de la oración o enunciados supraoracionales monologales o dialogales o grupos de enunciados) no describen realmente estructuras; describen usos del lenguaje que no podemos definir más hasta que empecemos a observarlos como procesos en el siguiente capítulo (véase especialmente la sección 5.2)

4.4 PRINCIPIOS DE CONSTRUCCIÓN DE ENUNCIADOS

Como se presentó de manera breve anteriormente (al fin de la sección 4.2), la estructuración al nivel supraoracional es, en su mayor

Estructura

222

parte, una cuestión de organización del contenido. Esto no quiere de­ cir que la organización del contenido no sea una fuerza impulsora al nivel oracional, sino solamente que los criterios más puramente «formales» son más claramente operativos a niveles inferiores de la estructura. Este fenómeno es consecuencia de las capacidades huma­ nas de procesamiento que disminuyen el papel de las reglas gramati­ cales ya en los límites de la oración cuando ésta se hace estructural­ mente más compleja, no sólo porque se hace más difícil seguir las correspondencias gramaticales en estructuras más complejas sino también porque el significado mismo asume ese papel como principio de organización.'Obsérvese (30): (30)

Quizás el mayor beneficio en las nuevas terapias es que, a di­ ferencia de las drogas de la quimioterapia, sus efectos secun­ darios son pocos y leves.

La mayoría de los lectores del artículo del periódico del cual se tomó esta oración lo encontrarán completamente normal. No obstante, un procesamiento estrictamente gramatical de esta oración requeriría ha­ cer hipótesis sobre modelos específicos de elipsis: habría que suponer que a diferencia de los de las drogas de la quimioterapia significa no como es él caso de los de las drogas de la quimioterapia. Si no fuera así (30) llevaría a la conclusión de que mientras «los efectos secunda­ rios de las nuevas terapias son pocos y leves», «las drogas de la qui­ mioterapia no son pocas ni leves» y no a «los efectos secundarios de las drogas de la quimioterapia no son pocos ni leves». Sin embargo, no es probable que el rodeo gramatical se haga ni en la producción ni en la interpretación. En un caso como éste, que no, es .una excepción, tanto la enunciación como la interpretación- se guían por el significa­ do que se construye en el discurso (el texto en cuestión se presenta como un informe sobre nuevos desarrollos en el tratamiento' del -cán­ cer, posibles gracias a los avances en biotecnología) y al mismo tiem­ po se apoya en información contextual (particularmente, algún su­ puesto conocimiento general sobre los usos de la quimioterapia y sus desagradables efectos secundarios). Los llamados principios de sus­

Principios de construcción de enunciados

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pensión ofrecen ejemplos similares más convencionalizados, como (31). (31)

Pensando sobre el problema de la correferencia, me sobresaltó el repentino timbre del teléfono.

El sujeto implícito de la cláusula no finita no se corresponde con el sujeto explícito de la cláusula principal, lo que no sigue las reglas «normales» de la gramática. Sin embargo la interpretación deseada de esta oración no va a bloquearse por el hecho de que no sea así. Si se recuerda que el uso del lenguaje se basa en la generación de significado, no puede sorprender que los principios de construcción de enunciados más importantes (que se extienden hasta la construc­ ción de los grupos de enunciados), que guían la producción y la inter­ pretación de los enunciados (y de los grupos de enunciados) deben, estar relacionados con la organización del contenido. Ya se ha discu­ tido una manifestación formal de este hecho bajo el término de co­ hesión (véase la sección 3.3.2). Al nivel del significado mismo, el conglomerado de principios de organización que participan pueden representarse con el término coherencia, o, si se permite transcender idiosincrasias de una teoría específica, relevancia (véanse las seccio­ nes 1.1.3 y 1.2). A pesar de que la necesidad de coherencia o relevan­ cia se deriva de los propósitos de enunciadores e intérpretes al nivel del discurso, parte del «trabajo» se refleja claramente a nivel de la cláusula o la oración en lo que se denomina comúnmente su estruc­ tu ra de la información y/o estructura temática (dependiendo de opciones internas a la teoría; por ejemplo, el cuadro teórico de Halli­ day presenta una rígida diferencia entre las dos). Por esta razón, por razones de presentación, se hará una distinción entre principios de construcción de enunciado oracional en contraste con los de construc­ ción de enunciado a nivel supraoracional.

Estructura

224 4.4.1 Construcción de enunciados oracionales

Retomamos y ampliamos uno de los ejemplos anteriores, el párra­ fo introductorio completo de El mundo en 1996. (32)

(a) 1996 será un año de prosperidad y paz. (b) El mundo va a alejarse un poco más de las creencias aceptadas por las gene­ raciones anteriores, (c) La campaña presidencial americana, que tendrá lugar desde las nieves de las primarias en New Hampshire hasta el cinco de noviembre, será el escenario de . las ideas políticas que dominarán el resto del siglo: menos im­ puestos, menos interferencias del gobierno, una reducción drástica del estado de la asistencia social (d) Estos son los temas a los que se dedicarán las, campañas electorales en Es­ paña, Rusia, India y Australia, (e) (En 1996 más de un billón de personas participarán en unas elecciones, prueba de que la - democracia está ganando a las dictaduras en el ring.) (f) Aten­ ción a la conferencia intergubemamental de la Unión Europea que empieza en Italia en primavera, como el último lugar en que las viejas panaceas de interferencia política y subsidio re­ ciben algún crédito.

Como se señaló en el primer capítulo de este libro (véase la sección 1.1.3), todos los enunciados llevan consigo un mundo de información de fondo o conocimiento mutuo supuesto, ya sea por medio de presu­ posiciones, implicaciones o implicataras. Excepto simples expresivos como ¡Hola! o ¡Ay!, es probable que todos los enunciados a nivel de la oración y todas las-oraciones usadas en la construcción de enuncia­ dos más largos eleven algún(os) elemento(s) de la información de fondo para usarlos como información conocida (a veces llamada también información vieja) sobre lo que se dice de algo que no pue­ de ser tratado o visto como información nueva. Frecuentemente, esto se hace por medio de expresiones referenciales (con una presuposi­ ción existencial asociada), como 1996 en (a), el mundo en (b), la campaña presidencial americana en (c). A veces un pronombre ana­ fórico es suficiente, como estos en (d). Mientras que estos ejemplos

Principios de construcción de enunciados

225

demuestran que la información conocida coincide a veces con el su­ jeto gramatical y con el espacio referencial en la estructura preposi­ cional, (e) muestra que esto no es siempre así ya que la oración entera se presenta como nueva información sobre un período de tiempo, en 1996, que es conocido. La información conocida tampoco tiene que ser expresada explícitamente. En (f), por ejemplo, los destinatarios explícitos de la exhortación, los lectores, son «conocidos». Del mis­ mo modo, considérese (33) como alternativa a (b); (33)

Es la campaña electoral americana la que va a marcar la agen­ da política.

En esta oración la implicatura de que va a haber un acontecimiento en particular que va a marcar la agenda política sirve como información conocida. En casos excepcionales, el hecho de que la información implícita pueda representar información conocida hace posible que el mismo constituyente oracional contenga información conocida y nue­ va simultáneamente. Obsérvese el siguiente intercambio: (34)

P: ¿Cómo se llamaba la protagonista de «El año que vivimos peligrosamente»? R: El protagonista se llamaba Mel Gibson.

En la respuesta, tanto el protagonista se llamaba (con énfasis en «el») como Mel Gibson son información nueva, porque la pregunta no era sobre un actor, sino sobre la protagonista. Pero, a la vez, la informa­ ción presupuesta por el protagonista se llamaba, es decir, que se ha preguntado el nombre de alguien o de otra manera está al alcance pa­ ra comentar, es conocida. Los constituyentes de la misma estructura oracional pueden también cambiar entre información conocida y nue­ va, como en (35) y (36). (35) (36)

Mel Gibson es el actor. Mel Gibson es el actor.

En (35), que responde a la sugerencia de que otro era el actor, Mel Gibson es información nueva. En (36), posiblemente una réplica a la P R A G M Á T IC A .---- 8

226

Estructura

sugerencia de que Mel Gíbson era el director, Mel Gibson es infor­ mación conocida. Es importante darse cuenta de que la noción de «información co­ nocida» no es monolítica. Es sin duda útil distinguir entre verdadera información conocida (como cuando se puede esperar que 1996 en (32)a. y en 1996 en (32)e. sean plenamente activas en la consciencia del intérprete porque forman parte de la introducción de una publica­ ción llamada El mundo en 1996) e información accesible (como la campaña presidencial americana en (32)c. que no se ha mencionado antes en el discurso pero puede ser fácilmente llevada a la conscien­ cia; el proceso de activación se apoya en la cláusula de relativo que tiene lugar desde, las nieves de las primarias de New Hampshire hasta el $ de noviembre). Por otra parte, tanto información conocida «real» como información accesible son nociones graduales: la infor­ mación conocida de en 1996 en (32)e. es más fuerte que la de 1996 en (32)a. porque ha sido reforzada por la presencia de esta última. Se distingue comúnmente, en el extremo más estructural de la or­ ganización del contenido oracional, entre los constituyentes funcio­ nales llamados tema (o tópico) y rema (o comento o foco). En len­ guas con un orden de palabras fuertemente «gramatical», los temas se encuentran normalmente al principio de la oración por lo que coinci­ den con frecuencia con las categorías de información conocida, sujeto sintáctico y referente proposicional, como en el caso de 1996 en (a), el mundo en (b), la campaña presidencial americana en (c) y estos en (d) en el ejemplo (32). Coincide todavía con la información conocida en (e), es decir, en 1996. En tai caso en inglés, en que un circunstan­ cial adjunto ocupa la posición temática, el tema se describe como «marcado». Pero en (f), el tema es Atención a, que no se corresponde con ninguna de las categorías mencionadas. El rema, en todas las ca­ tegorías mencionadas, es cualquier cosa que siga al tema. Como que­ da claro con (e) y (f), la estructura tema-rema no debe considerarse equivalente a información conocida-información nueva. La necesidad de mantenerlas separadas se pone de relieve en los ejemplos (35) y (36), donde Mel Gibson es el tema y es el protagonista, el rema y lo

Principios de construcción de enunciados

227

opuesto a la articulación conocida-nueva, Y en (34) la doble estructu­ ra conocida-nueva del primer constituyente de la respuesta.no se co­ rresponde con ninguna ambigüedad o dualidad en su estatus temático: el protagonista se llamaba es el tema, seguido por Mel Gibson como rema. Los temas también pueden subrayarse o destacarse, como en (37) y (38), que pueden aparecer en lugar de (33). (37)

En cuanto a la agenda política, será marcada por la campaña presidencial americana. (38) . En cuanto a la agenda política, será la campaña presidencial americana la que la marcará.

En ambas (37) y (38), (en cuanto a) la agenda política es el tema. En (37) este tema altamente destacado se repite anafóricamente con la y coincide, así, plenamente con la información conocida. La estructura parece análoga a la de (39). (39)

Mel Gibson, él es un gran actor.

No obstante, como ejemplo de lo irregular de las interrelaciones de los diferentes tipos de conceptos, se puede poner un énfasis especial en Mel Gibson y en él, lo que conservaría el mismo tema pero tendría sólo la afirmación implicada de que alguien es una gran actor como información conocida. Hay entonces en (38) dos elementos que. fun­ cionan como información conocida, la agenda política y la asunción, implicada por la estructura que sigue a la coma, que habrá algún acontecimiento en particular que marcará la agenda política. Finalmente, los temas pueden también recibir un tipo especial de énfasis si se sitúan en la posición final, como en (40). (40)

Él es un gran actor, Mel Gibson,

En un caso como este, Mel Gibson se denominaría normalmente el antitema (o a veces, idea de último momento, afterthought).

228

Estrüctura

Es esta constante interacción entre estos diferentes principios de organización del contenido, o estructuración de la información, guia­ dos por una necesidad general de coherencia, lo que determina la contribución, a nivel oracional, a la generación de significado. Esta es un área tan compleja que la terminología no es en absoluto consis­ tente. El uso en esta sección no corresponde necesariamente a una ortodoxia generalmente aceptada. 4.4,2 Construcción de enunciados supraoracionaíes Aunque los principios de estructuración discutidos hasta este pun­ to son operativos al nivel de la oración, los ejemplos anteriores mues­ tran que no es posible discutirlos sin tratar la información derivada de la conexión entre las oraciones con otras oraciones en un discurso ■más'amplio (a menos que constituyan el enunciado de una sola ora­ ción). Otros principios, también guiados por la coherencia, son ope­ rativos directamente al nivel supraoracional. Un primer elemento en la construcción del enunciado al nivel su­ praoracional o a nivel de discurso es el establecimiento de uno o más temas del discurso. En (32), el tema de discurso global es el conjunto de «predicciones» que, desde el punto dé vista del editor de El mundo en 1996, se pueden hacer razonablemente sobre el año 1996. El autor, sin embargo, presenta inmediatamente su concentración en dos temas ' específicos: prosperidad y paz en 1996. A pesar de la primera oración (a),, el dominio de estos dos temas discursivos específicos no está completamente claro en el párrafo citado en (32), que examinado aisladamente puede parecer una enumeración de afirmaciones relati­ vamente desconectadas. Examinemos los dos párrafos que siguen. . (41)

(g) Por esta locura, Europa será recompensada con un lento índice de crecimiento económico en 1996, aunque Gran Bre­ taña, por fin, está sorprendentemente bien situada, (h) Los Estados Unidos van a entrar en su sexto año de crecimiento, el período más largo de expansión ininterrumpida desde la gue­ rra. (i) Sin embargo, es hacia Asia donde la riqueza y la in-

Principios de construcción de enunciados

229

fluencia del mundo se dirigirán una ver más en 1996. 0} Año tras año, el este de Asia logra un índice de crecimiento tres veces mayor que el del oeste, (k) La mayoría de los 90 millo­ nes de personas extra en el mundo en 1996 serán asiáticas. (1) Nacerán más pobres, que el lector medio de este artículo.(m) Morirán más ricos, (n) La inclinación del mundo hacia el este apenas está empezando. (o) El mundo será un lugar pacífico en 1996. (p) Las gue­ rras civiles de Europa van a terminar por fin. (q) Se va a llegar a un acuerdo en Oriente Medio a pesar de los intentos para desbaratarlo de los que ponen bombas y otros fanáticos, (r) Se firmará un tratado de prohibición de las pruebas nucleares, (s) Los ejércitos serán retirados, excepto en China y África.

Conjuntamente, (32) y (41) revelan la tematicidad de prosperidad y paz en (a). Como resultado, una sección del texto, que abarca dos pá­ rrafos, desde (b) hasta (n), trata de la prosperidad, mientras que el ter­ cer párrafo, (o) a (s), trata de la paz. En este nivel textual se encuen­ tran las claves necesarias para interpretar la- coherencia del primer párrafo, que enumera lo que el autor considera algunos de los requi­ sitos previos para la prosperidad, en particular el rechazo de la creen­ cia que la generación anterior tenía en la naturaleza beneficiosa de la interferencia gubernamental. No todos los tópicos discursivos son iguales funcionalmente. En (32) y (41), prosperidad y paz podrían llamarse temas discursivos centrales, ellos mismos subordinados jerárquicamente al tópico gene­ ral de 1996. Por lo general, éstos tienen una relación asimétrica con los temas discursivos periféricos. Ejemplos de esto último son la observación en (e) y los comentarios en el balance económico cam­ biante desde (i) hasta (n). A las secciones citadas del texto les siguen dos párrafos que contienen una lista de más temas de discurso perifé-' ricos, los Juegos Olímpicos de Atlanta, el envejecimiento de la pobla­ ción mundial y el ritmo del cambio electrónico. Finalmente, el texto' vuelve al tema general: (42)

[Dos párrafos omitidos]

230

Estructura (t) Estas son algunas de las tendencias e ideas que encontrará en El mundo en 1996, que aparecerá en 80 países y en 12 lenguas, (u) Este es nuestro décimo año de publicación. Si juntáramos todas nuestras predicciones erróneas probablemente podríamos sacar otra edición, (v) Pero en este tiempo también ha habido muchos aciertos y espero que la mayoría del contenido haya sido también interesante.

Aquí incluso los temas dicursivos centrales retroceden a la informa­ ción de fondo y se ofrece una especie de definición dei género del uso del lenguaje del cual el texto es un ejemplo. El modo en,que los temas discursivos son presentados y desarro­ llados se denomina progresión discursiva. La naturaleza de su pro­ ceso se hará más transparente cuando se hayan discutido más aspec­ tos de la dinámica y la negociabilidad (en el Capitulo 5). En este punto, sin embargo, ya se puede señalar que la organización progresi­ va del discurso conduce a la construcción de una estructura retórica elaborada a partir de selecciones hechas entre un conjunto infinito de relaciones identificables entre constituyentes del enunciado funcio­ nalmente significativos a varios niveles de organización estructural o (cuando intervienen grupos de enunciados) entre enunciados. Así, los dos temas discursivos centrales están yuxtapuestos. El fragmento de texto de (b) a (n) justifica la predicción sobre la prosperidad, mientras que de (p) a (s) ejemplifica la paz. En la justificación de la predicción de la prosperidad (b) presenta y, al mismo tiempo, resu­ me el argumento principal en términos de alejarse un poco más de las creencias aceptadas por las generaciones anteriores, (c) explica lo que esto significa por medio de una enumeración (menos impues­ tos, menos interferencia del gobierno, una reducción drástica del es­ tado de la asistencia social), mientras se aduce una prueba para la realización de los ingredientes básicos de esta explicación, la campa­ ña presidencial americana y su poder para imponer tendencias, (d) ofrece más pruebas para subrayar la validez general de la predicción, (e) introduce un tema periférico, la creciente democracia, que puede servir no obstante como información de fondo, (f) introduce la

Principios de construcción de enunciados

231

Unión Europea como una aparente excepción a la tendencia general, lo que se usa en (g) para reforzar el argumento en contra señalando las consecuencias de este comportamiento excepcional en el nivel de la prosperidad y llevando a primer plano la contraexcepción de Gran Bretaña (haciendo uso del conocimiento presupuesto sobre la posi­ ción específica de la Gran Bretaña en la Unión Europea después de muchos años de thatcherismo) y (h) cierra el argumento con la prue­ ba final: las .visibles consecuencias beneficiosas de seguir la receta'de los Estados Unidos. Mientras se presenta el tema periférico de la distribución global ' de la riqueza, de (i) a (n) se elabora el tema de la prosperidad. La predicción de que el equilibrio va a cambiar beneficiando a Asia se presenta en (i), las razones para esta expectación se explican en 0), y de (k) a (m) se ofrece una mayor elaboración en términos de las con­ secuencias del cambio para la población asiática bosquejando-las cir­ cunstancias en (k) y presentando entonces un contraste entre las si- tuaciones difíciles presentes y futuras en (1) y (m), mientras (m) intensifica la predicción. Finalmente, el segundo tema central se restaura-en (o) después de ser ejemplificado desde (p) a (s). Los ejemplos simplemente se enumeran, sí bien agrupados en dos tipos, específicos en (p) y (q), en contraste con los generales de (r) y (s). En cada uno de estos dos ti­ pos uno de los ejemplos se califica por medio de una concesión, que sigue a a pesar de en (q), y excepto en China y África en (s). Una vi- • sión de conjunto de los ejemplos (32) y (41) se podría representar con la Figura 4.2. Cualquier representación de este tipo no pretende ser más que una aproximación. El conjunto de relaciones, activadas y que estructuran cualquier fragmento del discurso o texto es verdaderamente infinito. Incluso en el ejemplo presentado, se podrían detectar otros tipos de relaciones relevantes y concernientes a ía estructura más allá de las que se han mencionado, como causa (volitiva o no-volitiva), resulta­ do, intención, motivación, interpretación, etc. Una teoría que

Estructura

232 [tema discursivo superordinado: 1996] [temas discursivos centrales subordinados] (a) introducción ¡prosperidad y paz]

*[prosperidad] (b)-(n) justificación (b) iijitroducción/resumen del argumento (c) explicación - enumeración - prueba (d) más pruebas I— (e) [tema discursivo periférico: democracia] infor­ mación de fondo (f) excepción (g) consecuencia - contraexcepción (h) cierre/prueba I—(i)-(n) [tema discursivo periférico: distribución de la riqueza] elaboración (i) introducción

I

(j) ^xplicación (k)-(m) elaboración/consecuencias (k) circunstancias (1) - contraste - (m) (n) intensificación yuxtaposición

*¡paz] ■ (o) nueva exposición (p)-(s) ejemplificación/enumeración -

(p) específico (q) específico - concesión. (r) general (s) general - concesión

Figura 4.2 Ejemplo de una estructura retórica.

Integración del proceso de hacer elecciones

233

postulara un conjunto finito resultaría inmediatamente sospechosa. Al mismo tiempo, sin embargo, cualquier investigación a este nivel debe guiarse por un interés en la mayor sistematicidad y precisión posibles en la búsqueda de los tipos de relaciones más relevantes en la investi­ gación. 4.4.3 Construcción de grupos de enunciados Todos los principios que guían la organización de los enunciados a nivel de discurso o a nivel suprasentencial intervienen también en la construcción de grupos de enunciados: los temas discursivos se esco­ gen y se desarrollan progresivamente para dejar paso a una estructura retórica que consiste de relaciones identificables entre los enunciados de los que se compone el grupo. En la conversación, para tomar como ejemplo el grupo de enun­ ciados más frecuentemente estudiado, todos estos aspectos son conti­ nuamente negociados. Los temas discursivos en la conversación se determinan de gran manera por los que toman o reciben la palabra. La progresión del discurso está gobernada por reglas (adaptables) de to­ ma de tumos, por expectaciones dirigidas por pares adyacentes y pre­ ferencias interaccionales comunes y, a medida que, avanza, vacilacio­ nes/ falsos comienzos y reparaciones. El resultado final es una secuencia organizada (o autoorganizada) de movimientos e inter­ cambios conversacionales que no siguen necesariamente un orden li­ neal sino que se atiene a principios generales de coherencia y rele­ vancia (véase la sección 1.1.4).

4.5 INTEGRACIÓN DEL PROCESO DE HACER ELECCIONES

El hacer elecciones lingüísticas implica necesariamente todo lo anterior: la selección de una lengua, código y estilo y elecciones de una serie de ingredientes de la construcción de enunciados para for­ mar enunciados o grupos de enunciados de tipos específicos, de

Estructura

234

acuerdo con los principios generales de construcción de enunciados. Por otro lado, las elecciones a todos estos niveles son altamente inte­ radaptables. o interdependientes. Anteriormente en este libro (en la sección 1.4) se observó que la oración que abre (32), 1996 será un año de prosperidad y paz, probablemente no habría sido tomada en serio si se hubiera usado para presentar un nuevo tema discursivo du­ rante una conversación en una cena informal. En términos de lo que se ha discutido en este capítulo, se deben observar los siguientes puntos sobre esta oración: 1. 2. 3. 4. 5.

6. 7.

8.

9.

10.

Está escrita en español. Se usa una variedad estándar de español. El estilo es formal. Las elecciones léxicas se hacen con una fuerte connotación positiva pero un contenido semántico vago. Se elige una oración declarativa que toma la forma de un sujeto con una cópula (en tiempo futuro) y un predicado nominal. La proposición predica un futuro estado de cosas sobre una referencia temporal. Como aparece en el comienzo de un enunciado más am­ plio, esta oración sirve como enunciado constituyente que pertenece a un tipo de acto de habla que podría llamarse «predicción». El enunciado más amplio es un texto monologal del tipo «editorial», definido intertextualmente con referencia a las series de «informes» que, contrariamente a los informes ordinarios, miran hacia el futuro antes que hacia el pasado. En términos de la estructura de la información, 1996 es a la vez información conocida y tema, mientras que el resto de la oración es a la vez información nueva y rema. La información conocida de la oración representa el tema discursivo superordinado (el año 1996, visto desde una perspectiva global), mientras que la información nueva

Resumen y lecturas recomendadas

235

presenta dos tópicos discursivos subordinados pero cen­ trales (prosperidad y paz). Todas estas elecciones se interrelacionan en modos que una presenta­ ción superficial no puede revelar. Considérense algunas conexiones sin entrar profundamente en sus bases. Hay una conexión clara entre la formalidad del estilo (véase 3.) y la naturaleza del tipo monologal de discurso (véase 8.); entre el uso de la escritura (véase 8.) y el uso de una variedad estándar de la lengua elegida (véase 2.); entre el tipo de enunciado (véase 5.), la estructura proposicional (véase 6.), y el ti­ po de acto de habla (véase 7.) y la estructura de la información (véase 9.); entre la intención global del discurso (véase 8.) y el tipo de acto, de habla (véase 7.); entre las elecciones de temas discursivos (véase 10.) y las elecciones léxicas (véase 4.); entre las ambiciones globales del autor (véase 8. y 10.) y la elección de la lengua inglesa como me­ dio de comunicación —incluso si se señala, que la publicación se dis­ tribuye en 12 lenguas (véase (42). En otras palabras, cada elección es en sí misma una constelación de elecciones interadaptables.

4.6 RESUMEN Y LECTURAS RECOMENDADAS

En este capítulo se han revisado los objetos estructurales de la adaptabilidad. Para resumir, el uso de la lengua implica el hacer elec­ ciones: • En los niveles estructurales de lenguas, códigos (variantes dis­ tinguibles de una lengua, que incluyen conjuntos de elecciones basadas geográfica, social, funcional o .situacionalmerite) y esti­ los (variantes de una lengua o código a lo largo de la dimensión de formalidad-informalidad). • Entre toda la gama de ingredientes de construcción de enuncia­ dos (de la estructura de los sonidos, morfemas y palabras, cláu­

236

Estructura sulas y oraciones a las estructuras proposicionales y unidades supraoracionales de varios tipos). • Entre toda la gama de tipos de enunciados y de grupos de enun­ ciados, * De acuerdo con los principios de construcción de enunciados tanto a nivel de la construcción de enunciados oracionales y su­ praoracionales como a nivel de los grupos de enunciados (guia­ dos básicamente por estrategias para establecer y mantener cohe­ rencia). El hacer elecciones a diferentes niveles de la estructura y basadas en diferentes principios es siempre interdependiente e interadaptable.

Sobre lenguas, códigos y estilos: Auer (ed.) (1998), Bourdieu (1991), Coupland (1995), Eastman (1995), Fasold (1984), Gal (1979), Giles y St. Clair (eds.) (1979), Gumperz (1982), Heller (1995), Meeuwis y Óstman (1995), Woolard (1989). Sobre ingredientes de la .construcción de enunciados desde un punto de vista pragmático: Bolinger (1986), Comrie (1981), Fretheim y Gundel (1996), Hoye (1997), Palmer (1986), Rosch (1977), Rudzka-Ostyn (1995), Versehueren (1980). Sobre principios de construcción de enunciados y tipos de enunciados: Bloor y Bloor (1995), Chafe (1994), Clark y Haviland (1977), Halliday (1985), Lambrecht (1981), Mann y Thompson (eds.) (1992), Prince (1981), Sgall (1995a, 1995b).

4.7 TEMA DE INVESTIGACIÓN

Describa la estructura del texto de la Ilustración 4.1,. extraído de la portada interior de HotLine: Revista gratuita para los pasajeros del tren Virgin (Otoño/Invierno de 1997).

Tema de investigación

D ear Virgin Traln» Traveller Thank you for traveiling w ith Virgin Traios. As í“m sure you‘re well aware. our traíns are far from perfecr righi now. We'rc a few monrhs inio running our two franchises. - the former ImerCiry West Coast and CrossCountry nerworks * and have buen facing the daily challenge o f undoíng the 30 yeirs o f neglect, demoralisation and struccural decline w e inherited. We didn't go into this wíth our eyes dosed. We knew that we wcre inherltíng inefFecctve air conditíoning/heating shabby inicrlors, disgraceful-taoVáng Im to ries and even, on occasion, m zlfaacüoning en tin es - ¿j! the resuh o í aiufquittd rolüng stock and many years o f imdermvestment. We knew that co-ordinarion befween stations was poor and that, at times, the way disabled passengers wcre dealt with was less than ideal. We also knew that staííing levels on the tekphones w e e inadequate.' The good news is chai w e also knew that we couki change all chis. We beíieved thac wichin s yeaf o f taking over we could s a n out many o f che shorMerm probiems and bégin to buüd the foundatiom for the revolurfosary plans we have for.Virgin Trains. We are co w about four m onths ¡ato this process, In the sh an term, all 100 of our existing traíns are being refurbíshed at a cost o f Cl rniliion each including replaring defeaíve atr condttionm g/heatíitf And (although not vgry comforting i f you re sfrtlng reading this on a detayed train) despíte the same loeomotfves thst British Rail used and the massíve works that are going on to upgrade the lines, punctuallty and performance have feeen improved, caacd ltiio n ; reduced. and w e aje nearíy up to full siaff on the Virgin Trainline (034S 222 333). In the longer term , w e have committed to invest £7S0 müíion in new rolting stock and with Railtrack, up to H bUhon on infrastrueture Improvements to cope with the new nlxtng crains on the West Coast Une thai wííl come into service from 2GGI.These wiil dramaticaÜy reduce the tíme o f your ¡oumey. We siso have &range o f inidatives desigaed to give people on-board our traim the producís and service they waitf with a fiúmbt o f quaíiry and valué for m oaey W hen we took over o u r franchises, we díd inherit somethlng w e‘re proud o f ■ a great team o f moüvated people -with good ideas w ho wmt te change the railway for the bettee. In the meandros, thank you for putting up w ith Virgin Tratos while we flx th e problems. Kind regards.

Richard Branson

Ilustración 4.1 Palabras de bienvenida de Hol Line

237

Estructura

238

sssJ^^ ir a ln s Querido viajero de los Trenes Virgin Gracias por viajar en los Trenes Virgin, Estoy seguro de que usted bien sabe que nuestros trenes no son perfectos en estos momentos. Hace algunos meses que empezamos a hacemos cargo de nuestras dos franquicias —las antiguas redes InterCity West Coast y CrossCountiy— y nos hemos enfrentado con el reto diario, de reparar los 30 años de negligencia, desmoralización y deterioro estructural que hemos heredado. No nos metimos en esto con los ojos cerrados. Sabíamos que he­ redábamos aires acondicionados y calefacciones inservibles, interio­ res pobres, baños de mal gusto e incluso, en ocasiones, motores en mal funcionamiento —todo como resultado de material rodante anti­ cuado y muchos años de falta de inversión. Sabíamos que la coordi­ nación entre las estaciones era mala y que a veces el trato que reci­ bían los pasajeros discapacítados era peor de lo deseado. También sabíamos que el número de empleados para atender los teléfonos era inadecuado. Lo bueno es que también sabíamos que podíamos cambiar todo esto. Pensábamos que después de un año de asumir el control podía­ mos solucionar muchos de los problemas a corto plazo y empezar a construir las bases para los planes revolucionarios que tenemos para los trenes Virgin. Estamos ahora en el cuarto mes de este proceso. A corto plazo, nuestros 100 trenes van a ser renovados a un coste de 1 millón de libras cada uno, y esto incluye la sustitución de los aires acondicionados y calefacciones defectuosos. Y (aunque no sea muy reconfortante leer esto mientras está sentado en un tren con re­ traso) a pesar de mantener las mismas locomotoras usadas por British Rail y la gran cantidad de obras que están en marcha para modernizar las líneas, la puntualidad y el funcionamiento se han mejorado, las cancelaciones se han reducido y casi se ha completado la contratación de nuevos empleados en Virgin TrainLine (0345 222 333).

Tema de investigación

239

A largo plazo, nos hemos comprometido a invertir 750 millones de libras en nuevo material rodante y, con Railtrack, hasta dos billo­ nes en mejoras de infraestructura para hacer frente a los nuevos trenes de alta velocidad en la línea West Coast, que estará en servicio desde el 2001, Esto reducirá dramáticamente la-duración de su viaje. Tam­ bién tenemos una serie de iniciativas diseñadas para dar a las perso­ nas a bordo del tren los productos y los servicios que deseen con una promesa de calidad y dinero bien gastado. Cuando nos hicimos cargo de nuestras franquicias, heredamos al­ go de lo que sí estamos orgullosos; un gran equipo de personas, moti­ vadas y con buenas ideas que quieren cambiar el ferrocarril para me­ jorEntretanto, gracias por apoyar a los Trenes Virgin mientras -solu­ cionamos los problemas. Saludos cordiales. Richard Branson

DINÁMICA

Los capítulos sobre los correlatos contextúales de la adaptabili­ dad (Capítulo 3) y los objetos estructurales de la adaptabilidad (Ca­ pítulo 4) nos han proporcionado las herramientas básicas necesarias para describir el locus de cualquier instancia o aspecto del funciona­ miento significativo del lenguaje en términos de sus coordenadas extralingüisticas y lingüísticas (uña distinción que no refleja completa­ mente la que hay entre correlatos contextúales y objetos estructurales, como debería quedar claro por la noción de contexto lingüístico). Como ya se ha demostrado (en la sección 2.4), sin embargo, es la ta­ rea central de las investigaciones pragmáticas específicas dar cuenta de la dinámica, de la adaptabilidad, o estudiar los procesos reales de (inter)adaptación, teniendo en cuenta toda la fuerza de la variabilidad y la negociabilidad. En este capítulo exploraremos cómo se puede ha­ cer esto usando las herramientas relacionadas con el contexto y con la estructura. ■ ■Conceptualmente éste es el capítulo central de este libro. Desdé una perspectiva diferente, el ámbito de los objetos estructurales es estudiado por los componentes tradicionales de una teoría lingüística. De igual modo, los correlatos contextúales constituyen también el tema de investigación, de la sociolingüística, la antropología lingüísti­ ca, la psicolingüística, etc. Lo que la pragmática añade es la perspec­

«Situación» de la dinámica de la comunicación

241

tiva específicamente dinámica a la interadaptabilidad del contexto y la estructura en el uso real del lenguaje. La generación, dinámica de significado (véase la Introducción, sección 0.4) es central al proceso de (inter)adaptación en el uso del lenguaje o al funcionamiento significativo del lenguaje. Esto sucede en el transcurso de las actividades y acontecimientos, que proporcio­ nan «marcos de significación» (que se discutirán en la sección 5.2) y con la ayuda de las estrategias (véase la sección 5.3). Tras introducir brevemente estos dos aspectos, se demostrará la dinámica de la gene­ ración de significado (interactivo) mediante unos ejemplos (en la sec­ ción 5.4). Primero veremos un poco más sobre el concepto mismo de dinámica, «situándolo» en relación tanto con los correlatos contex­ túales como con los objetos estructurales de la adaptabilidad; espe­ cialmente, pero no únicamente, se mostrará la relevancia de las di­ mensiones sociales y temporales de la comunicación (en la sección 5.1).

5.1 «SITUACIÓN» DE LA DINÁMICA DE LA COMUNICACIÓN

No es necesario decir que lo que le pasa al lenguaje o lo que pasa con el lenguaje, es decir, la dinámica de su uso, puede colocarse en relación con cualquier aspecto del contexto y de la estructura visto en capítulos pasados. Para que la noción de dinámica tenga sentido como tal, sin embargo, puede ser útil señalar algunos factores destacables, empezando por la materia prima de la dinámica, es decir, la dimen­ sión temporal del uso del lenguaje. 5.1.1 La dimensión temporal Sí hay algún universal lingüístico indiscutible es el simple hecho de que el uso del lenguaje tiene lugar a lo largo del tiempo. Aunque el espacio es un correlato contextual poderoso de la adaptabilidad (por­ que el discurso es incomprensible a larga distancia, porque la distan-

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Dinámica

cía espacial es influida-por aspectos de las relaciones sociales rele­ vantes para la naturaleza de la comunicación en cuestión, etc.; véase la sección 3.2.4), y aunque las relaciones espaciales subyacen a blo­ ques significativos de conceptualización reflejada lingüísticamente, el tiempo, como correlato contextual de la adaptabilidad, impone cla­ ramente más restricciones universales a la interacción verbal. Lo que el espacio es para el significado léxico y gramatical (un conjunto de relaciones observables que pueden transformarse y extenderse meta­ fóricamente para construir un amplio abanico de conceptos), lo puede ser el tiempo para la acción lingüística: el tiempo o la dimensión tem­ poral proporciona la materia prima para la dinámica comunicativa. Las restricciones impuestas por esta materia prima son visibles inmediatamente cuando se considera el procesamiento por el medio de adaptación, la mente en sociedad (a discutir más adelante, en el capítulo 6). A un micronivel, la,«memoria» de los interlocutores im­ pone restricciones de procesamiento relacionadas con el tiempo; y el procesamiento comunicativo por sí mismo supone una «planifica­ ción» (de nuevo relacionada con el tiempo); véanse las secciones 6.2.2 y 6.2.3. En un macronivel, las etapas anteriores del desarrollo de las lenguas y de las convenciones lingüísticas ya no son accesibles al usuario del lenguaje; no puede garantizarse el éxito comunicativo de cara a futuras generaciones, ni siquiera con el canal de escritura, y mucho menos a niveles .más triviales donde se encontrarían pequeños obstáculos en la interacción con los coetáneos. También al micronivel, pero considerando ahora procesos de coa­ daptación entre los correlatos contextúales de la adaptabilidad y las elecciones lingüísticas, es posible distinguir etapas de adaptación en la interacción lingüística. Pueden distinguirse tres tipos (pero hay más configuraciones posibles): (i) las elecciones lingüísticas pueden ha­ cerse después de que hayan aparecido ciertas circunstancias «del mundo» (como se vio con el enunciador E y el intérprete I); (ii) las elecciones lingüísticas pueden crear ciertas circunstancias; (iii) las elecciones pueden permanecer o volverse no efectivas cuando entran en juego ciertas condiciones posteriores.

«Situación» de la dinámica dé la comunicación

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El contraste entre (i) y (ii) es característico, por ejemplo, de la di­ ferencia entre las clases tradicionales de presuposición e implicatura conversacional. En el caso de las presuposiciones típicas, se supone que tanto el enunciador como el intérprete deben ser conscientes de la información de la que se está tratando (por ejemplo, que yo no fui a tu fiesta anoche), antes de que se cree el enunciado al que está unida la presuposición (por ejemplo, Siento no haber ido a tu fiesta anoche). En el caso de las típicas implicaturas conversacionales, por otro lado, un fragmento de información (como que la gasolinera de la esquina vende gasolina y está probablemente abierta) que ya es parte del co­ nocimiento del mundo de E antes, del enunciado Hay una gasolinera en la esquina (en respuesta a No tengo gasolina) se pretende que sea parte de las creencias o supuestos de I en virtud de su comprensión del enunciado, entrando así en el. ámbito del conocimiento común, de modo igual al de la presuposición, pero ejn un estado más avanzado del proceso de interacción. Hay otros tipos de supuestos (o, por la misma razón, otros estados mentales) que se relacionan con la dimen­ sión temporal de manera parecida. Por ejemplo, una condición- de sin­ ceridad específica de una ocasión (la creencia de E de que la tierra es redonda cuando dice La tierra es redonda, o la intención del E de ve­ nir cuando promete Vendré) es un supuesto o estado mental que se espera que pertenezca al mundo mental de E antes del enunciado, y que entra a formar parte de los supuestos de I como resultado de una comunicación satisfactoria. (Véase, p. ej., Versehueren, 1978a, 1981a.) Los fenómenos del siguiente tipo son ejemplos de (iii) (discutidos ampliamente por Kurzon, 1986): Lego todas mis posesiones a mi es­ posa (en un testamento) solamente será efectivo tras la muerte de E; Tomo a ... como esposa ... (en una boda católica) puede anularse des­ pués de un tiempo si el matrimonio no se ha consumado; una ley promulgada apropiadamente (por ejemplo en Estados Unidos) puede ser declarada inconstitucional por algún tribunal unos años más tarde. Hay que tener en cuenta que dichos ejemplos son engañosamente estáticos en un intento de hacer frente a los procesos dinámicos. Lo que describimos como presuposiciones «típicas» o implicaturas con-

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Dinámica

versacionales pueden ser abstracciones que se corresponden muy .po­ co, con el uso real del lenguaje. Más adelante (en la sección 5.4) espe­ ramos demostrar que esto es de hecho posible, dada la extremada di­ námica de los procesos de generación de significado que se pueden observar. Sin embargo, incluso como abstracciones pueden ser rele­ vantes hasta el punto de no vivir sólo en la mente del investigador si­ no también en la del usuario (un enunciado que debe entenderse per­ fectamente después de leer el capítulo 6). ■ Volviendo al macronivel una vez más, debería estar claro que los procesos de cambios del lenguaje, y por tanto las dinámicas perpetuas que subyacen a la variabilidad, deben localizarse teniendo .como fon- do la progresión temporal. Es en este dominio en el que la distinción entre lo macro y lo micro pierde parte de su significado (tal y como lo mostró Meeuwis,. .1991), Así, los préstamos léxicos, por poner un ejemplo, pueden empezar por un caso individual de intercambio de códigos (véase la sección 4.1) que luego se repiten, copian y generali­ zan, acabando, en una adopción total del término «foráneo» en la len­ gua y, en última instancia, en la completa incorporación, de modo que el origen foráneo ya no es transparente para el hablante de la lengua ■en cuestión. De igual modo, varias etapas de la adquisición de las lenguas se pueden tratar como adaptaciones progresivas al micronivel de la inte­ racción diaria del individuo o como una norma adulta más o menos establecida al nivel de una comunidad más amplia o de la sociedad. Al mismo tiempo, se debe tener cuidado con la unidireccionalídad del . proceso de adaptación que se filtra a través de esta formulación: no hay duda de que las normas «establecidas» cambian bajo presión a lo , largo de las sucesivas generaciones de estudiantes. 5.1.2 Dinámica y contexto El tiempo no es el único correlato de la adaptabilidad de impor' tancia a la hora de «situar» la noción de dinámica. Martín Rojo (1994), por ejemplo, propone que la dinámica de la interacción en la

«Situación» de la dinámica de la comunicación

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conversación puede explicarse sobre la base de las tendencias en con­ flicto hacia la preservación de la privacidad y la formación de alian­ zas. Esta sería una explicación hecha completamente en términos de relaciones sociales. Puesto que la comunicación tiene lugar entre humanos, este podría ser uno de los ángulos más prometedores para ver este proceso como un proceso. Así, las exigencias enfrentadas de privacidad y alianza determinan, entre otras cosas, el establecimiento y el cruce de fronteras entre identidades de grupo, el ritmo con el que se intercambia la información, los tipos de información que se inter­ cambian o no se revelan, el estatus que se concede a los diferentes ti-, pos de «presencias» en un acontecimiento comunicativo y la- interac­ ción entre la imagen positiva y la negativa y entre el poder y la solidaridad. Una correlación menos directa puede encontrarse entre las otras dos fuerzas que subyacen a la dinámica discursiva, es decir, la parti­ cipación versus la disociación, menos directas porque pueden depen­ der de características muy personales no determinadas por las rela­ ciones sociales, o de productos de la socialización apenas accesibles a la conciencia de los usuarios del lenguaje. Además, están también los estados mentales personales del enunciador y el intérprete. Puede demostrarse que los deseos (por ejemplo, el deseo de un interlocutor de que el otro haga algo) se «desarrollan» a lo largo -de una interac­ ción. Como ya se insinuó (en la sección 5.1.1), algunos de los com­ ponentes más dinámicos de los acontecimientos comunicativos son el conocimiento y las creencias, que están en constante movimiento. In­ cluso la intención de decir algo puede formarse retroactivamente o re­ formarse en el transcurso de la negociación de significado. Los diferentes canales lingüísticos, el oral frente al escrito, se re­ lacionan de modo diferente con la dimensión temporal de la comuni­ cación y muestran, por tanto, diferentes tipos de dinámicas. Los efectos se encuentran especialmente al nivel ,de la organización del discurso: restricciones en la coherencia y la cohesión,, disgresión, etc. Esto, por supuesto, nos lleva directamente a los aspectos estructurales de la dinámica.

Dinámica

246 5,1.3 Dinámica y estructura

Debemos recordar que el lenguaje por sí mismo tiene una propie­ dad relacionada con el tiempo; la linealidad. Es precisamente por la linealídad del lenguaje.por lo que la secuencia es tan importante para la comunicación, o la planificación del tiempo en los gestos o sonidos para mantener la comunicación [backchannel cues] en la conversa­ ción, el intercambio entre códigos, el sistema completo de cambio de tumos, de las reparaciones, etc. Al nivel de la estructura de la oración, la linealidad determina las restricciones en el orden de palabras, junto con las limitaciones en la memoria y en la planificación. En los nive­ les oracional y supraoracional, los aspectos de la estructura de la in­ formación (como el orden de la información dada y la información nueva) y la interacción progresiva entre el significado implícito y el explícito (sobre lo que se tratará más adelante en la sección 5.3) son algunos de los componentes más importantes de la dinámica comuni­ cativa. Aunque la linealídad es una restricción poderosa, no determina por completo la forma de la. dinámica del uso del lenguaje. El enun­ ciador y el intérprete pueden moverse alrededor de la dimensión bási­ camente lineal en cualquier etapa del proceso, de generación de signi­ ficado. Esta propiedad del funcionamiento significativo del lenguaje, que puede -movilizarse en cualquier fragmento de discurso, se hace manifiesta al nivel de un contexto lingüístico más amplio en forma de intertextualidad.

5.2

ACTIVIDADES, ACONTECIMIENTOS Y MARCOS DEL SIGNIFICADO

La generación del significado no se produce en el vacío. Por ¿so Bajtin (1986) propuso la noción de género de habla (véase también la sección 1.4) como un tipo relativamente estable de enunciado aso­ ciado con una esfera de la actividad humana. Es por esto por lo que

Actividades, acontecimientos y marcos del significado

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Wittgenstein (1958) pensó que era útil introducir la noción de juego de lenguaje para llamar la atención sobre lo inmersa que está el habla en las actividades humanas o formas de vida. Ambos conceptos de­ signan un amplio espectro de enunciados, desde el más simple (como un grito de enfado), pasando por los actos de habla, hasta el más complejo (como una narración larga), que derivan una parte signifi­ cativa de su significado de su estatus reconocible dentro de un con­ texto de acción. Tanto Bajtin como Wittgenstein enfatizan un grado de estabilidad y convencionalización razonable (que hace que los gé­ neros del habla y los juegos de lenguaje sean reconocibles e interpre­ tables) al mismo tiempo que se centran en la variabilidad infinita y el cambio. Así pues, Lo haré puede reconocerse como ejemplo de un género o un juego conectado con la esfera de la actividad que rodea el compromiso entre dos personas de hacer algo, con un grado de comparabilidad suficiente (describible, p. ej. en términos semejantes a los del acto de habla de prometer) a través de una gama de ocasiones de uso. Pero esas ocasiones de uso, fuera de las cuales el género o juego ni siquiera existe, crean una seria variabilidad entre las instancias in­ dividuales; compárese simplemente Lo haré como un acto voluntario de ofrecer un servicio y el mismo enunciado emitido por alguien que se rinde'ante una amenaza: los dos pueden contar como «promesas». Estos dos aspectos, la estabilidad (producto principal de los procesos de interpretación) y la variabilidad (una propiedad de la «realidad» en cuestión), están interactuando constantemente en la generación diná­ mica de significado. Uno se puede preguntar por qué no se discutieron antes los géne­ ros de habla o los juegos de lenguaje, excepto por una breve introduc­ ción en la sección 1.4, por ejemplo en relación con el contexto (puesto que esto está relacionado con las conexiones contextúales; véase el Capítulo 3), o en relación con la estructura (donde el género de habla o el juego de lenguaje, o ambos, podrían haberse presentado a la par con los actos de habla, como enunciados estudiados frecuen­ temente; véase la sección 4.3). La razón es que las nociones de Bajtin y Wittgenstein llegan precisamente a la esencia de lo que trata el uso

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Dinámica

del lenguaje, de modo que una aproximación en términos de proce­ sos, que recurre tanto al contexto como a la estructura, tiene sentido. ¿Cómo es posible conceptualizar esto? ' Teniendo en cuenta la discusión general de los correlatos1contex­ túales de la adaptabilidad, pero prestando atención a los procesos reales de uso del lenguaje, se puede ver que los valores de las dimen­ siones contextúales descritos en el capítulo 3 pueden combinarse en una variedad infinita de maneras. Cualquier combinación de ingre­ dientes desde cualquier conjunto de dimensiones contextúales puede definir una actividad (de habla) o un acontecimiento (de habla). Algunas veces estos términos se usan para enfatizar diferentes as­ pectos del uso del lenguaje: el término «acontecimiento de habla» se refiere simplemente a los fragmentos del discurso organizados secuencialmente (un dominio analítico), mientras que «actividad de ha­ bla» se refiere a la forma de comportamiento significativa que un in­ térprete tiene que imaginar para construir una interpretación. En este libro no se manejara' una distinción sistemática, aunque la selección entre estas dos alternativas puede depender a veces de si se quiere en­ fatizar la intervención creativa de los participantes en la construcción de la actividad o la naturaleza ya convencionalizada del aconteci­ miento, recordando que ambos aspectos juegan un papel Los ejem­ plos estándares de actividades o acontecimientos son la enseñanza en el aula, los interrogatorios de la policía, las entrevistas de trabajo, las charlas de sobremesa, las bodas, el contar historias, los encuentros relacionados con servicios, las lecturas de poesía, las sesiones de es­ critura de cartas de Amnistía Internacional, las reuniones de negocios, etc. Cada uno de ellos puede describirse en los siguientes términos: la constelación de enunciadores (con voces específicas) y de intérpretes (con roles específicos); las creencias, las intenciones, las emociones y otros aspectos del mundo mental; los parámetros sociales; las propie­ dades del mundo físico; los aspectos del canal lingüístico y del con■texto lingüístico. . , Es siempre arriesgado dar ejemplos del «tipo» de actividad de ha­ bla o de acontecimiento comunicativo, incluyendo una descripción de

Actividades, acontecimientos y marcos del significado

249

lo que se considerará el esquema «típico» de valores paramétricos que ese tipo representa. La razón es que esa descripción atribuye pro­ piedades estables a una realidad inestable, que puede, por otro lado, ser relevante para ciertos aspectos de la interpretación. Esta ambiva­ lencia es precisamente la misma que se encontró en los géneros de habla o los juegos de lenguaje (véase el ejemplo de la «promesa» más arriba). Para poner un ejemplo, se podría decir que un modelo típico de entrevista de trabajo contiene los siguientes tipos de ingredientes: • Los interlocutores son típicamente un entrevistado (que solicita el trabajo) y uno o más entrevistadores. Cuando el entrevistado es el enunciador, es normalmente la fuente directa de lo que dice pero, en un intento de anticipar preguntas y objeciones, se puede invocar a un enunciadorv en varias ocasiones. En cuanto al entrevistador, o entrevistadores, pueden'ser tanto la fuente directa o las fuentes directas de las preguntas o comentarios o pueden hablar en nombre de una fuente", p. ej. su inmediato superior o una entidad más impersonal de la empresa o institu­ ción, en cuyo caso un entrevistado iniciado considerará un destinatario11 potencial (las letras voladas se explicaron en la Sección 3.2.1.). ' • El entrevistado va a la entrevista con la intención de presentar­ se de un modo que amplíe al máximo sus oportunidades de convencer al entrevistador y/o a los entrevistadores y/o a los destinatarios de que es la persona adecuada para el trabajo. In­ tervienen un grado variable de esperanza y, más a menudo de lo que podía parecer, cierta certidumbre. El objetivo del entre­ vistador es obtener la información necesaria para tomar una decisión de contratación. Ambas partes están igualmente in­ volucradas en la interacción, pero desde puntos de vista clara­ mente diferentes. • El contexto social es completamente asimétrico, con una canti­ dad de poder (dependiendo de su precisa posición de autoridad en la empresa o institución) por parte del entrevistador o de los

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Dinámica entrevistadores, y una falta de control por parte del entrevista­ do. La constelación precisa depende mucho de los parámetros .institucionales involucrados, y también de asuntos personales que pueden interferir (como una posible conexión personal entre el entrevistado y el entrevistador o los entrevistadores). En un contexto interétnico, aspectos del bagaje cultural (que debe tratarse con el mayor cuidado en el análisis; véase la sec­ ción 3.2.3) pueden entrar también a formar parte del conjunto. También intervienen diferentes tipos de referencia temporal dependiendo del segmento temático de la entrevista; hay nor­ malmente un pequeño «historial», una exploración de las apti­ tudes y actitudes y una anticipación de las tareas a llevar a cabo. La posición de los interlocutores en el espacio físico es típica­ mente cara a cara; el entrevistado y el entrevistador o los en, trevistadores están en lados opuestos de un objeto como un es­ critorio o mesa. La apariencia física del entrevistado, los gestos y su compostura son vigilados muy de cerca. Las condiciones «materiales» del discurso son de la mayor im­ portancia en las entrevistas de trabajo. En primer lugar, en ellas se cristalizan las relaciones económicas. Además, las cir­ cunstancias económicas como la abundancia frente a la escasez de trabajos y .de candidatos para los trabajos pueden no sólo determinar el resultado de una entrevista, sino también el mo­ do en que ésta se lleva a cabo. El canal lingüístico para las entrevistas de trabajo es normal­ mente el lenguaje oral. En términos del contexto lingüístico, están intertextualmente conectadas con otras formas de discur­ so; un anuncio- de trabajo anterior, un informe de la entrevista y una carta posterior o llamada de teléfono notificando al soli­ citante su aceptación o rechazo.

Lo que se presenta aquí como típico puede no ser «representati­ vo» del conjunto de entrevistas de trabajo reales. Pensemos por ejem­ plo en el fontanero local buscando un ayudante. Clasificar un ejemplo

Actividades, acontecimientos y marcos del significado

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de uso del lenguaje como un tipo específico de actividad de habla puede hacerse de modo seguro sólo con la condición de que se tenga en cuenta la gama verdadera de variabilidad y negociabilidad en la descripción empírica, junto con abstracciones como las señaladas arriba, siempre que pueda demostrarse que contribuyen a ciertos as­ pectos de la interpretación. Nótese que los usos del lenguaje que enumeramos (en la sección 4.3), como tipos de discurso monologal (como los anuncios, las ins­ trucciones de uso, las bromas, las cartas, los discursos políticos, etc.) o discurso dialogal (como la narrativa conversacional, las conversa­ ciones entre niños y adultos, las sesiones de terapia, los debates, los programas de entrevistas y semejantes), se ajustan perfectamente a la descripción de los tipos de actividad de habla y de acontecimientos de habla. Por tanto, como se señaló (también en la sección 4.3), no de­ signan realmente estructuras sino complejas categorías estructurales y contextúales, es decir, actividades o acontecimientos. Esos tipos de actividades o acontecimientos son siempre signifi­ cativos en el sentido en que, como otras formas de acción social, son interpretados por los actores que participan; Las abstracciones que no encajan completamente con los (otros) «hechos» empíricos pueden entrar a formar parte en esta interpretación. Esas actividades o acon­ tecimientos interpretados, productos de los complejos procesos de socialización, proporcionan marcos de significación para los géne­ ros de habla o los juegos de lenguaje que los componen. Es por el marco de interpretación que proporciona la actividad o tipo de acon­ tecimiento de la entrevista de trabajo, que requiere la habilidad de pre­ sentarse a sí mismo del mejor modo posible, por el que el solicitante del trabajo puede determinar su futuro haciendo de la honestidad la directriz dominante de sus respuestas a las preguntas del entrevistador. Considérese el intercambio en (1) adaptado de Gumperz et al. (1979): (1)

Entrevistador: Entrevistado:

¿Por qué solicita un trabajo en esta Universidad en concreto? He rellenado 50 solicitudes. Esta es mi tercera entrevista. Solamente necesito un trabajo.

Dinámica

252

Al analizar esto en términos de pares adyacentes que consisten en, en términos de actos de habla, una pregunta para conseguir información seguida de una secuencia de tres enunciados, se perdería el objetivo de ver qué es lo que realmente está pasando, por muy exacto que sea a un cierto nivel de estructura y contenido. La pregunta del entrevis­ tador representa un género o juego específico según la actividad o acontecimiento. Dentro del contexto de la actividad o acontecifniento, es una pregunta formulaica que prueba lo que sabe el entrevistado dellugar. Es una invitación a presentar la relación entre la biografía del candidato y su posible nuevo trabajo, o a mostrar cómo cree el candi­ dato que encajaría en el trabajo. Puede también ser una manera de buscar cumplidos. El entrevistador puede querer oír algo de la univer­ sidad que lláme especialmente la atención del solicitante, que puede llevar a la conclusión de, que este último desarrollaría un alto grado de devoción por su nuevo empleo. Al no responder a la pregunta en ese sentido, el entrevistado, aunque honesto, muestra, a los ojos del en­ trevistador, falta de interés y pierde sus posibilidades de ser contrata­ do. La idea no es'"engañar al entrevistador con una respuesta poten­ cialmente hipócrita como la de (2). (2)

No puedo imaginarme un lugar mejor para trabajar. Tiene una gran reputación y es un lugar agradable en un entorno muy bo­ nito.

Esta respuesta habría estado, simplemente, entre, las líneas trazadas , por el marco de interpretación que da sentido a las entrevistas de tra­ bajo (dentro de un escenario particular o específico de cada cultura). Como mínimo podría haber sido un despliegue de aptitudes sociales y habría asegurado al entrevistador que el candidato disponía de las ar­ mas para subrayar la buena imagen de la universidad, tanto directa como indirectamente. La respuesta de (1) desafía este marco porque . comporta el marco de significado asociado con una esfera de activi­ dad diferente, la lucha social y los problemas que supone la búsqueda de empleo. Es curioso que las entrevistas de trabajo siempre estén dentro de esa amplia esfera, pero el tipo de referencia específico aso­

Estrategias de la generación de significado

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ciado a ella, como se ha ejemplificado en (2), es rechazado. El error más grave que un análisis pragmático podría cometer es ignorar que «lo que está sucediendo realmente» está incrustado dentro, en esos marcos de interpretación, tanto los que se esperan como los que no son permisibles en el contexto de uso.

5.3 ESTRATEGIAS DE LA GENERACIÓN DE SIGNIFICADO

Como se ha repetido una y otra vez, nada de lo dicho más arriba es completamente estable. Esa es la esencia de la negociabilidad y la adaptabilidad. En un contexto de escasez de empleo no queda duda de que surgen nuevos géneros o juegos que permiten la referencia a as­ pectos de la lucha social, modificando así el marco evidente de inter­ pretación de la actividad de una entrevista de trabajo, pero sin real-, mente cuestionarlo o romperlo. El entrevistador, por ejemplo, tiene el privilegio de poder referirse a la abundancia de solicitantes, tanto co­ mo una estrategia para suavizar un rechazo posterior como para re­ forzar el lazo posterior a la contratación (por'tanto reforzando la asi­ metría de la relación y creando una atmósfera de casi falta de control por parte de los contratantes). Este es sólo un modo, sin embargo, en que están involucradas las estrategias en.la generación dinámica de significado. Hay muchas estrategias que están altamente convencionalízadas, pero todo lo convencional puede usarse potencialmente con fines es­ tratégicos o de explotación. Por esto es por lo que casi no hay rela­ ciones de forma-fimción fijas en el lenguaje considerado desde una perspectiva pragmática. En general, las estrategias de uso del len­ guaje son formas de explotar ¡a interacción entre lo explícito y lo implícito en la generación de significado, al nivel de enunciados ora­ cionales y supraoracionales, al igual que al nivel de grupos de enun­ ciados, se haga o no conscientemente. Las manifestaciones de esto, algunas más convencionalízadas que otras, pueden encontrarse en.los

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Dinámica

fenómenos discutidos (en la sección 1.1.3) como ejemplos en que se evita estratégicamente. la explicitud: la implicatura conversacional, algunas ironías, la metáfora, la cortesía y el humor. Los fenómenos relevantes no están restringidos a esta lista. Van desde el uso de expresiones referenciales, pasando por las elecciones gramaticales, hasta llegar a los principios de construcción de enun­ ciados a nivel supraoracional. Se va a restringir la discusión a estos tres ejemplos. Considérese, en primer lugar, una expresión definida como mi ex, usada de modo estándar como combinación de un sujeto, información dada y tema, que conlleva la presuposición existeneial de que existe una persona con la que yo estaba casado y de la que estoy divorciado. La función superficial de esta expresión referencial es an­ clar información en un terreno común. Sin embargo, esas construc­ ciones que conllevan presuposiciones pueden ser usadas estratégica­ mente para transmitir información nueva en un contexto en que el enunciador sabe perfectamente bien que el «terreno común» no es tan común puesto que el intérprete no comparte el conocimiento presu­ puesto. Así, un enunciado puede comenzar con Mi ex.... simplemente para sacar el tema de que el enunciador estuvo casado, lo que puede ser pertinente para un destinatario (por ejemplo una posible pareja nueva) que no sabe nada de la historia sentimental del enunciador. Como ejemplo de elecciones gramaticales, se considera que las preguntas confirmatorias [question tags] disminuyen la asertividad de las afirmaciones y, en ese sentido se cita, a veces, su frecuencia de ocurrencia en el discurso de las mujeres como prueba de la sumisión femenina. No hay duda de que Puedo quedarme en tu casa, ¿no? es menos asertivo que Puedo quedarme en tu casa, siendo este último bastante grosero a no ser que se pueda interpretar como un ofreci­ miento. Al mismo tiempo esas preguntas confirmatorias pueden usar­ se estratégicamente para que el contenido de una aserción .se vuelva presuposición, haciendo así que-sea más difícil estar en desacuerdo y por tanto reforzando su poder' argumentativo o persuasivo. El enun­ ciador, al «presuponer» que puede quedarse en casa del destinatario, pone a éste en una posición tal que para negarse tiene que pasar por

La dinámica de la generación de significado interactivo

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dos controles morales: no sólo tiene que negar la hospitalidad sino también tiene que contradecir las expectativas declaradas por el enun­ ciador. A nivel de los principios de construcción de enunciados en el pla­ no supraoracional, el modo en que se presentan y se manejan los te­ mas del discurso para construir una estructura retórica es muy estra­ tégico, aunque algunos modelos son más neutrales que otros. Entre los procesos que intervienen están tanto evitar el tema como resaltar el tema, la argumentación, los usos de expresiones directas frente a expresiones indirectas, etc. Debería enfatizarse que siempre intervienen- estrategias en cual­ quier tipo de comunicación, y que no implican necesariamente inten­ tos de rechazo, manipulación, expresión de falta de solidaridad, esta­ blecimiento de situaciones competitivas, etc, A menudo, sin embargo, los tipos de uso de lenguaje más normales llevan gérmenes de esos objetivos y designios menos nobles, aunque no deberíamos dejar que el término «designio» conduzca al engaño y conceder así plena con­ ciencia al proceso de hacer elecciones (véase' el Capítulo 6).

5.4. LA DINÁMICA DE LA GENERACIÓN DE SIGNIFICADO INTERACTIVO

En esta sección revisaremos cuatro breves ejemplos de uso del lenguaje reales, de los que puede participar cualquiera, para ilustrar la dinámica de los procesos , que incorporan. Los dos primeros y el cuarto son ejemplos de interacción real, aunque simple. En el tercero no hay intercambio real. El análisis demostrará, sin embargo, que no se puede explicar lo que pasa a no ser que se suponga interacción de algún tipo. Se espera demostrar, por tanto, que la generación de sig­ nificado es siempre dinámica e interactiva. Al concluir la sección 1.3, dije que el movimiento teórico que lle­ va a cabo la pragmática al separar significado y forma lingüística in­ vocando la intencionalidad (el punto de referencia griceano), tiene

Dinámica

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que contrarrestarse por una re-unión del significado con hechos del lenguaje observables. Las siguientes secciones tienen el 'objetivo de ilustrar ese doble movimiento, . 5,4.1 La ópera de Budapest El siguiente intercambio tuvo lugar en la ópera de Budapest cuan­ do Hungría estaba todavía bajo el telón de acero. Fui con mi mujer, entramos tarde, todo el mundo había dejado ya de hablar, y nos sen­ tamos cerca de una pareja de mediana edad. Durante el intermedio mí mujer y yo empezamos a hablar en holandés. La mujer que estaba a mi lado se giró hacia mí y sé produjo el siguiente intercambio; (3)

1. Mujer: [Gesticulando] Pausa... pausa. [Señalando el reloj] ¿Cuánto tiempo? 2, JV: [Articulando lentamente] Diez minutos. [Con las manos hacia arriba y todos los dedos abier­ tos] Diez,

Mi vecina parecía satisfecha, se giró hacia su esposo y comenzó a ha­ blar en inglés, con un inconfundible acento de Tejas, lo que hizo que yo interviniera y dijese algo así como: ¡Ah, ustedes son americanos!. seguido de una conversación normal en inglés. El tipo de actividad representada en (3) está puramente centrada en la información, y consiste en dos enunciados adyacentes pertene­ cientes a los géneros de pedir y dar información. Aunque parezca que todo lo que se pueda decir de interés acerca de (3) será en términos de las categorías generales de los actos de habla de pedir información seguida de una respuesta, la naturaleza de los géneros en cuestión está determinada fuertemente por la.especificidad del tipo de actividad y' su inserción institucional. El contexto particular de las representaciones musicales organizadas y altamente institucionalizadas es tal que grandes cantidades de personas, desconocidas entre sí, pueden confi­ narse, en posiciones cercanas sin que se espere ningún tipo de interac­ ción entre ellas aparte de una sonrisa amistosa (no necesaria). Si in-

La dinámica de la generación de significado interactivo

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teractúan de algún modo (descartando alguna excepción ocasional), las conversaciones están restringidas a breves intercambios de infor­ mación o a comentarios también breves sobre la actuación. En otras palabras, las opciones están limitadas, tanto estructuralmente como en relación con el contenido. Los que -interactúan en situaciones de este tipo son completa­ mente extraños, pero hacen, sin embargo, hipótesis sobre los demás que ayudan a guiar el proceso de comunicación de modo dinámico tanto en su producción como en su interpretación. Al oír y ver (3)1., di por hecho que la persona sentada a mi lado era o húngara (con una baja probabilidad, porque de ser así habría tenido más recursos que pedir a un extranjero, en un inglés fragmentado, la información que necesitaba) o extranjera de otro tipo (pero no una hablante nativa de inglés, ya que el esfuerzo articulatorio fue tal que encubrió las pistas de lo que posteriormente resultaría ser un acento claramente recono­ cido). Yo supuse ingenuamente que las elecciones lingüísticas con gestos que había hecho reflejaban su nivel de conocimiento del in­ glés, lo que me hizo elegir, como código para mi respuesta, la lengua usada con los extranjeros [foreigner talk], que es la estrategia normal en tales circunstancias, incluso si uno mismo no es un hablante nativo de la lengua en cuestión. ' ■ Teniendo en cuenta el objetivo, el intercambio fue un fragmento de comunicación satisfactorio para todos: mi vecina de asiento obtuvo su respuesta y yo fui capaz de ayudarla. Cuando me convertí en es­ pectador circunstancial [bystander] y cuando ella se dirigió a su ma­ rido y oí el acento perfecto de Tejas de que disponía, tuve que revisar mi hipótesis. En un momento, su identidad cambió por completo y pasó de ser una hablante no nativa de inglés extranjera (aunque hún­ gara era la opción más remota) a ser una hablante nativa de inglés con un origen reconocible (y posiblemente una residencia). Ahora podría formular la hipótesis de que ella probablemente imaginó que nosotros éramos los hablantes de ese idioma ininteligible, el húngaro, y que, frustrada tras intentos anteriores de hacerse entender en inglés, había optado por expresiones de una naturaleza más simple. Esta interpretapra g m á tj ca , —

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ción de repente cambió el estatus de su enunciado, después del hecho y cuando ya un intercambio basado en una interpretación diferente había concluido satisfactoriamente, A lo que había sido previamente percibido como inglés fragmentado, ahora se le puede conceder el estatus de «lengua usada con los extranjeros» [foreigner talk], dejan­ do, por supuesto, intactas todas, las elecciones lingüísticas de (3)1. Esta anécdota, como muchas otras, muestra que dadas las circuns­ tancias adecuadas, es probable que la gente educada esté preparada para mutilar su idioma nativo con el fin de cumplir con tareas que pertenecen al marco de significado de la actividad que se tiene entre manos. Claramente, esto es un tipo de adaptabilidad. 5.4.2 El café de Berkeley Veamos ahora otro ejemplo de un encuentro extremadamente breve, con un intercambio esta vez un poco más elaborado, que ilustra las dinámicas de comunicación de modo, más claro que lo que puede parecer a primera vista. La esfera de actividad humana en la que se sitúa el ejemplo es la de comer y beber, donde los tipos de géneros o juegos de lenguaje a los que pertenecen los enunciados están fuerte­ mente definidos por los roles de los que interactúan, uno que espera un servicio y otro que lo proporciona (y usa las estrategias que sean necesarias para que se perciba su servicio como bueno). El ejemplo es el siguiente (y como en ejemplos anteriores la negrita indica énfasis); (4)

[Situación; un café en Berkeley, California, en 1981] 1. Cliente a la camarera ¿Es ésta la de no fumadores? [entrando]; 2. Camarera: Puede usarla como de no fuma­ dores, 3. Cliente [sentándose]; Gracias.

No hay manera de que esta conversación tenga sentido sin considerar el tiempo histórico y el lugar y la dinámica de las relaciones de grupo a un macronível. Cuando este intercambio tuvo lugar, los no fumado­

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res habían creado una fuerte identidad de grupo frente a los fumado­ res, y habían tenido éxito en la defensa de sus derechos y en sus pro­ puestas en algunas áreas de la vida social. Uno de los resultados fue que la mayoría de los restaurantes y cafés en la zona en cuestión ha­ bían creado zonas de no fumadores. Al preguntar ¿Es ésta la de no fumadores?, el cliente (una mujer en este ejemplo) se identifica como perteneciente al grupo de no fumadores y declara su intención de ha­ cer uso del privilegio establecido de no ser molestada por los fumado­ res. Aunque sería posible para un fumador hacer la misma pregunta con la intención de averiguar qué sección debe evitar, ésta sería cla­ ramente la opción marcada (en contraste con ¿Es ésta la de fumado­ res?, que es lo que se esperaría que preguntase un fumador), y es la razón por la que la camarera responde en base a la suposición de que la pregunta señala la autoidentificación de la cliente como no fuma­ dora. Puede suponerse' también que más de 'quince años después, cuando las secciones de fumadores se volvieron «marcadas» en Cali­ fornia, si no prohibidas, frente a las secciones de no fumadores (que aún se veían como una innovación y por tanto un caso marcado en 1981), los no fumadores supondrían que un lugar sería principalmente de no fumadores, de modo que la pregunta perdería su relevancia (mientras que ¿Es ésta la de fumadores? sería una pregunta más im­ portante). Este es un caso de cambio de marcación basado en las con­ diciones «materiales» producidas por el cambio social (análogo al ca­ so de cambio de marca como resultado de cambios en el mundo físico revisado en la sección 3,2,4.), Proporciona además una ilustración de por qué los contextos histórico y local son cruciales para una aproxi­ mación pragmática al significado. Volviendo al ejemplo que estamos analizando, aunque ¿Es ésta la de no fumadores? es básicamente una petición de información (con las implicaciones esbozadas con respecto a la identidad, de grupo y a la conciencia de los derechos de los grupos), no es repondida como una pregunta. Las dinámicas ilocutivas del intercambio consisten en el siguiente proceso: la pregunta original del cliente es transformada en una petición por la respuesta de la camarera y eso lleva al cliente

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a agradecer que se le otorgue algo que en realidad no había pedido. Los siguientes fenómenos son característicos del proceso esbozado en estos rudimentarios términos. Con referencia al contexto de interacción social, se observa un alto grado de cooperatividad por parte de la camarera (donde «coope­ ración» ha de interpretarse como una propiedad general de la interac­ ción humana que está tan normalmente ausente como presente, y no en los restringidos términos del principio de cooperación de Grice, que la presenta como un valor presente por defecto). La camarera po­ dría haber respondido simplemente en forma negativa como en (5), una respuesta que ahora- se da implícitamente. (5) No, no lo es. Esta-respuesta, que habría dado, a la pregunta el tratamiento que se merecía en su capacidad de pregunta, habría sido percibida por la cliente, como de mala educación (lo que la convierte en una opción que no es posible estratégicamente), porque, sin modificación poste-rior, no habría reconocido los derechos de los no fumadores implíci­ tamente reivindicados en la pregunta, hecha obviamente para com­ probar los hechos que determinarían dónde sentarse. Un grado en cierto modo más alto de cooperación habría dado lugar a una combi­ nación de la respuesta negativa con una disculpa por parte de los due­ ños por no haber institucionalizado todavía los derechos de los no fumadores, como en (6) o (7), siendo el segundo el más apologético de los dos. (6) (7)

Lo siento; todavía no tenemos una sección para no fumadores. Lo siento; aún no. hemos decidido dónde vamos a poner la sec­ ción de.no fumadores.

La camarera, sin embargo, va más allá. No solamente acepta la autoidentificacíón de la cliente como no fumadora, y no solamente acepta el reconocimiento de los derechos de los no fumadores (lo que está también implícito en (6) y (7)) sino que demuestra también su deseo de tomar medidas para, corregir su negligencia anterior.

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Al saltarse todos los pasos intermedios la camarera transforma inmediatamente la pregunta del cliente sobre la ubicación de la sec­ ción de no fumadores en una petición de protección de los derechos de los no fumadores. Esta transformación se consigue con una (suave) violación de las normas lingüísticas al nivel de la palabra subrayada por medios prosódicos. La «violación» consiste en un uso un poco aberrante del verbo usar, de hecho una forma de sobreextensíón se­ mántica, «Usar x como y» normalmente implica «acción» de cierto tipo, aunque en este ejemplo no está involucrado-ningún tipo de ac­ ción. De modo literal, Puede usarla como de no fumadores da al des­ tinatario el permiso de no fumar en la mesa en la que se quiere sentar. (Compárese con Puede usar este cuchillo para no cortar). Obvia­ mente, el enunciado no fue ni emitido con esa intención, ni interpre­ tado de ese modo porque no hay obligación de fumar incluso en una sección de fumadores, y el dar permiso para no fumar no tiene senti­ do. El uso aberrante del verbo usar se pone de relieve por el énfasis puesto en «usar» en el enunciado. Es este aspecto de la prosodia del tumo lo que hace que la oración tenga la información implícita de que el café aún no tiene establecida una distinción entre la sección de fu­ madores y la de no fumadores (lo. que responde a la pregunta hecha por la cliente en su primer tumo). Sin duda, podría haber intervenido un cierto grado de ironía o incluso un suave sarcasmo, pero sin rom­ per la cooperación. Una objeción potencial a este análisis podría ser que, en inglés, el adjetivo participial non smoking no es equivalente a «not smokeingl». Estructuralmente no lo es, puesto que uno no puede reemplazar al otro: una non smoking section no se puede definir como una sec­ ción que no fuma. El sentido de actividad inherente en la construc­ ción verbal inglesa no se elimina por completo. Forma parte del modo adjetival y puede parafrasearse como «designado para clientes que no 1El diálogo en inglés es; Cliente: Is this non-smoking? Camarera; You can use it as non-smoking. Cliente: Thank you. [Nota de las tt] .

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fuman (o al menos no lo hacen mientras estén en estas instalacio­ nes)»; por otra parte, puesto que un non-smoking customer significa un «cliente que no fuma», la inserción es necesaria solamente por la naturaleza de la «sección» (al igual que la naturaleza de una «zona» necesita la transferencia de la cualidad «no llevar la parte de arriba» para (algunas) chicas en un topless district («zona de topless»)). El sentido de actividad es» además, destacado por la combinación (enfa­ tizada) con «usar». El ejemplo demuestra claramente los usos estratégicos de las pre­ suposiciones. La presuposición sirve como un atajo para ahorrar tiem­ po; a la vez señala el grado de cooperación (es decir, la camarera omite el problema relacionado con la pregunta de la cliente y propone inmediatamente .una solución), mientras que puede evitar la crítica (que podría presentarse contra una afirmación explícita del hecho de que el café aún no ha institucionalizado la sección de no fumadores). El-resultado final del intercambio, señalado por Gracias es la aceptación de la cliente del enunciado de la camarera como un com­ promiso de mantener a los fumadores alejados de la cliente. La sec­ ción en la que se ha sentado la cliente ha sido así prácticamente decla­ rada como de no fumadores. Gracias, la expresión de agradecimiento de la cliente al serle concedida una petición que no fue hecha en un principio, también señala que la cliente tiene la expectativa de que la camarera mantendrá alejados a los fumadores. ' Este fragmento de interacción dinámica genera claramente signi­ ficados que no están directamente relacionados con las intenciones del hablante (véase la sección 1.3). Al igual que en todo tipo de inte­ racción humana, interviene por supuesto la intencionalidad (en parti­ cular la intención del cliente de asegurar espacio de no fumadores a su alrededor y la intención de la camarera de complacer a la cliente), pero no hay una conexión directa entre la intención ílocutiva original de la cliente y el significado que adquiere su enunciado como resulta­ do de las dinámicas sociales generadas por la respuesta de la camare­ ra, y que más tarde acepta como una reinterpretación apropiada.

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El ejemplo es muy diferente de las estructuras de preguntas con. significado directivo real o potencial (como estudian Ervin-Tripp, 1976, y Merritt, 1976, y según se presenta en el capítulo sobre la con­ versación en Levinson, 1983), muchas de las cuales dan por hecho el estado de pre-petición en la estructura de la conversación. Los pasos inferenciales que se necesitan para ir de ¿Tiene café para llevar? hasta la respuesta ¿Leche y azúcar? (que son los pasos implícitos en Sí, ¿quiere uno? seguido de Sí, por favor) no tienen que ir más allá de suponer intenciones de petición expresadas convencionalmente por la pregunta original del cliente. En otras palabras, en eSos ejemplos la pregunta es una petición en el momento del enunciado mientras que el mismo enunciado adquiere una forma que hace que sea posible cancelar la respuesta si no se satisface una condición contextual espe­ cífica (que la cafetería tenga café). En este caso se combina una ex­ plicación directa en términos de significado intencional con .aspectos de la dinámica conversacional. Por otro lado, ¿Es ésta la de no fum a­ dores? no es una petición para designar una sección de no fumadores, a no ser que uno suponga que el cliente es consciente, totalmente del hecho de que la respuesta es No, y que la precondición implícita de que ya se ha designado una .sección de no fumadores no ha sído satis­ fecha. Así, en todos los casos en que ese supuesto no es válido, la pe­ tición satisfecha por la camarera no es parte del significado intencio­ nal; es un elemento del significado «generado» efectivamente por la respuesta de la camarera y «aprobado» por la reacción de la cliente. Es por esto también por lo que no se puede hacer un análisis en tér­ minos de actos de habla indirectos. Este ejemplo también difiere de los aducidos p. ej. por Weiser (1974) en su acusación a la teoría de los actos de habla de ser-muy estática en su intento de tratar con la dinámica de la conversación. Weiser escribe sobre casos de ambigüedad deliberada en los que el estatus ilocutivo de un enunciado no queda determinado hasta una etapa posterior de la interacción, pero en eí cual las diferentes posibi­ lidades están calculadas por adelantado por el hablante y están por tanto directamente ligadas a las intenciones. Un ejemplo sería alguien

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diciendo ¡He encontrado unas flores hermosísimas delante de mi puerta! a alguien que puede.haber sido o no quien las ha puesto. Este enunciado tendrá el significado de una mera afirmación versus el de un acto de habla indirecto de agradecimiento, dependiendo de si el destinatario tuvo algo que ver o.no con las flores. De igual modo, el intento de Stroud (1992) de ampliar la crítica de los enfoques del sig­ nificado' y la comunicación basados en la intención al análisis del in­ tercambio de códigos se concentra principalmente en las formas (in­ tencionales) de ambigüedad, por lo que en realidad no abandona los análisis (como los de Gal, 1979, o Gumperz, 1982) a los que él mis­ mo se refiere como demasiado orientados hacia el significado y la intención, aunque coloca el énfasis debido en la dinámica colectiva de generación y negociación del significado. En resumen, (4) muestra que .la dinámica de la comunicación, in­ cluso en los encuentros más breves, crea significado basándose en los procesos; para los cuales las intenciones individuales no son más im­ portantes que otros ingredientes del acontecimiento de habla. Quizá se postuló un estricto enlace entre significado-intención para mante­ ner la tarea de la descripción del significado manejable tras el descu­ brimiento de que había más significado que el que se encontraba en la forma lingüística (véase el problema planteado en la sección 0.5). El situar al significado bajo la custodia del contexto ha podido parecer un poco arriesgado. En aproximaciones recientes al contexto y la contextualización (véase el capítulo 3), sin embargo, se ha demostra­ do qué éste es precisamente el prerrequisito para una metodología empírica en el estudio del funcionamiento significativo del lenguaje. El contexto no es manejable mientras se perciba como puramente extralingüístico. Lo que sucede en la interacción es la acumulación1gra­ dual de un contexto que es específico del discurso, la calibración entre la realidad «exterior» y las necesidades comunicativas del momento, y esto deja rastros lingüísticos (véase la sección 3.4 para la presenta­ ción de este tema hecha anteriormente). Un recuento cuidadoso de estos rastros, tal como espero que se haya demostrado con el ejemplo anterior, nos permite Ofrecer una explicación de «actos de significa­

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ción» reales. Nótese que esta explicación del contexto no debe, de ningún modo, ser malinterpretada y entenderse como la recomenda­ ción de prestar atención solamente a los detalles en un micronivel de organización del discurso. Por el contrario, los detalles lingüísticos al micronivel deben ser vistos como puntos de anclaje que proporcionan apoyo heurístico para una metodología empírica viable. Para su inter­ pretación, sin embargo, e incluso para la formulación de las cuestio­ nes de investigación, deben considerarse los fenómenos contextúales al macronivel. Considérese .simplemente la referencia que tuvimos que hacer a un tipo de dinámica de grupo para poner el ejemplo del no fumar en un marco social de acción interpretable. 5.4.3 De Bruselas a Fránckfort La dinámica del uso del lenguaje en la comunicación es tal que ni siquiera requiere un intercambio comunicativo para ver el cambio en el significado que surge alrededor de' un enunciado. Tomemos por ejemplo la oración (8) que fue enunciada por írn piloto alemán de Lufthansa tras disculparse por el retraso en una salida de Bruselas de­ bido a la intensa niebla en el aeropuerto de destino, Fránckfort, y tras anunciar que su vuelo había sido autorizado: (8)

Una vez en el aire, volaremos lo más rápido posible.

Aunque el enunciado se emitió con toda seriedad, causó algunas risi­ tas, entre los pasajeros. La intención del piloto era claramente la de asegurar a los pasajeros que iba a hacer todo lo posible para recuperar el tiempo perdido o para asegurarse de que llegaría a su destino antes, de que las condiciones climáticas cambiaran de nuevo. La parte del . significado basada en la intención era transparente, pero, sin embar­ go, el enunciado hizo pensar en algo gracioso como p. ej. en el piloto' de un avión haciendo carreras en el aire como los Mercedes o BMW en las autopistas alemanas (casi sin límite de velocidad). Este tipo de imagen (que representa sólo uno de los posibles tipos de reacción), no intencionada, fue, sin embargo, parte del significado de (8), al menos

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para algunos de los pasajeros que-sonreían, Pero, ¿cómo «surgió»? De modo muy simple, el enunciado pasó de un contexto de actividad (primariamente mental, aunque también físico), con su propio marco de interpretación, al siguiente. En el extremo de la producción, en la cabina, del piloto, la velocidad es algo con lo que el piloto tiene que tratar todo el tiempo (con límites tanto técnicos como regulatorios que definen el ámbito dé lo que es posible), mientras que el concepto de velocidad en el aire no está basado en la experiencia de ningún pa­ sajero (permitiendo así una lectura diferente de lo más rápido posi­ ble). De este modo, (8) puede enunciarse con total seriedad con un significado intencional completamente transparente mientras que cho­ ca, aunque de modo suave, con un marco conceptual en el extremo de la recepción, produciendo así un significado no intencional adicional con un efecto humorístico. La pregunta interesante aquí es: ¿Qué es lo que hace exactamente que el significado adicional (más allá dé lo que se intenta) surja en la interacción entre un enunciado y el contexto de interpretación? Nor­ malmente no hay nada, misterioso al respecto. Un test clásico de sus­ titución podría ayudar. Si el piloto hubiera elegido otra forma de ex­ presión como Una vez en el aire, trataremos de recuperar algo del tiempo perdido o Una vez en el aire, intentaremos llegar a nuestro destino lo antes posible, es posible que no hubiera habido reacciones de sotpresa, aunque están presentes las mismas implicaciones sobre la velocidad. Esto sugiere que el potencial de la imagen que surge no intencionadamente ya estaba ahí en el enunciado, de modo más espe­ cífico en el modo en que se usó el término volar en combinación con un agente humano y la descripción explícita (aunque potencialmente ambigua) del modo de volar. Pero aunque el potencial estaba ahí, sólo se podría haber actualizado en el proceso de recontextualización del extremo interpretativo. La conclusión podría ser que el piloto alemán era un usuario torpe del idioma inglés, pero entonces la torpeza se ha­ bría definido como la incapacidad de evitar formas de expresión que, en interacción con el contexto y los modelos de expectativa de la au­ diencia, permiten que suijan significados no intencionados. Dada esta

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definición, debería quedar claro también que la torpeza es probable­ mente la norma en la comunicación, más que la desviación, excepto en las formas de intercambio altamente estandarizadas (como el len­ guaje de los controladores aéreos, aunque Cushing, 1994, demostró de modo convincente que incluso ahí los «errores» son innumera­ bles). También se puede argumentar que las risitas de los pasajeros re­ asignan o reenmarcan el enunciado en el modo descrito por Goffman (1976), como cuando ¿Tiene hora2? Recibe respuestas como No, p e­ ro tengo el Newsweek o Sí, ¿y usted tiene ganas? Estas respuestas construyen de modo consciente un significado para la pregunta origi­ nal que claramente no. fue intencionado, pero'hay dos diferencias im­ portantes. La primera es que tales reinterpretaciones resultan del sig­ nificado intencional de la respuesta verbal del interlocutor. En el caso de (8) no hay tal respuesta, y la respuesta no verbal (las risitas) resulta, del significado adicional no intencional, en lugar de producirlo (ex­ cepto, quizá, para un posible grupo de pasajeros más lentos para los que el significado no intencional potencial no és activado hasta que oyen las risitas de los otros pasajeros). La segunda es que, hasta el extremo en que la reinterpretación interviene en las reacciones a (8), no es una cuestión de un marco relacionado con una actividad que sustituye &otro.' Más bien, el marco de actividad compartido de las comunicaciones entre pilotos y pasajeros en las circunstancias de retraso de un vuelo, que exige un breve mensaje para evitar preocu­ paciones, se conserva durante la interpretación. Pero las formas de expresión con las que se evoca este marco, en interacción con restric­ ciones contextúales específicas en la interpretación, dan lugar a que surja un enlace asociativo con un marco adicional discrepante.

2 En inglés la pregunta es Do you have the'time? Es literalmente ¿tiene el tiempo?, donde la palabra Time es también ei nombre de una popular revista, al igual que Newsweek, Aquí se está jugando con el doble significado de tíme. [Nota de las tt]

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5.4.4 De Bellagio a Linate El último ejemplo en este capítulo pretende demostrar que la di­ námica de la generación de significado en interacción no termina ne­ cesariamente cuando se ha completado un intercambio, aunque haya sido «satisfactoriamente». Un caso típico es el tipo de actividad in­ volucrada en dar y recibir indicaciones en la carretera. Un día tuve que conducir desde el Centro de estudios y conferencias de Bellagio al aeropuerto Linate de Milán (el que tiene vuelos nacionales e inter­ nacionales, no el gran aeropuerto internacional de Malpense). La se­ cretaria del centro había pedido al conductor del centro que le diera las mejores instrucciones, porque él estaba más familiarizado con las condiciones (normalmente cambiantes) de las carreteras. Ella había tomado algunas notas en un trozo de papel que usó para refrescar su propia memoria mientras me daba las indicaciones necesarias. Intenté seguir susrexplicaciones, tratando de interpretarlas en referencia a un mapa. Debería estar "claro ya que la comunicación, aunque nada ex­ traordinaria, era un poco compleja. La figura 5.l.es un intento de re­ presentación visual. El intercambio tuvo lugar como sigue; consulta: secretaria - conductor | (conductor = fuente1) notas indicaciones de la carretera . secretaria - JV .

.mapa

la realidad de las carreteras italianas de Bellagio a Linate JV siguiendo las indicaciones Figura 5.1 Indicaciones de carretera.

La dinámica de la generación de significado interactivo (9)

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1. Secretaria: De aquí va a Lecco. 2. JV: Hramm 3. Secretaria: No entre en Lecco, pero siga la SS36 a Milán... autopista 4. JV: [Mirando al mapa] ¿cómo la encuentro? 5. Secretaria: [Tras buscar en el mapa y señalar con el dedo] Tras el segundo túnel a la derecha. Primero es una carretera pequeña, pero después verá se­ ñales. • 6. JV: Muy bien, suena fácil. 7. Secretaria: Sabe, es Valmadera, Cincello Balsamo, Milán. 8. JV: [Buscando en el mapa, que no es lo suficiente­ mente detallado] Lo encontraré. 9. Secretaria: Siga por la Tangenziale Este. 10. JV: [Señalando en el mapa la autopista al norte de Milán] ¿Esta? 11.. Secretaria: Si, busca Forlaníni... ese es el nombre del lugar donde está el aeropuerto. 12. JV: Bien 13. Secretaria: La salida al aeropuerto está a su izquierda.

Además de los aspectos que normalmente se consideran, parte.,del contexto, la intertextualidad juega un papel especialmente importante en este ejemplo. Las interconexiones entre la consulta al conductor (que en la figura aparece como Fuente1), las notas de la secretaria, el intercambio real durante el que se dan las indicaciones de la carretera, el mapa (que se usa como punto de referencia pero que por sí mismo no es más que una representación de la realidad de las carreteras ita­ lianas), encaman una variedad de pasos interpretativos. Éstos pasos culminan en mi intento de seguir las instrucciones para llevar a cabo la tarea de conducir desde Bellagio a Linate en un espacio de tiempo razonable, y llegar a tiempo de tomar el avión que quería tomar. Quiero ilustrar el proceso de generación de significado involucrado concentrándome en el proceso interpretativo que seguí desde e í mo­ mento. en que empecé a conducir. En particular, demostraré cómo, aunque (9) fue, sin lugar a dudas, un intercambio completado (satis­

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factoriamente) para ese momento, la negociación del significado no se detuvo hasta que llegué a Milán, y algunos elementos son todavía hoy un misterio. La parte fácil fue seguir las indicaciones de la línea (9)1., en parte porque había tomado la carretera de Bellagio a Lecco antes, y en parte porque una vez seguidas las indicaciones iniciales, no hay más que seguir la carretera correcta; si no, uno se pierde en las montañas o acaba en el lago. Sin embargo, cuando traté de seguir las instruccio­ nes de (9)3. y (9)5. me perdí por unos instantes, fui por carreteras pe­ queñas y atravesé pueblecitos por más tiempo del necesario. Final­ mente vi señales que indicaban «Milán» y durante unos minutos se mantuvo la incertidumbre de si iba a acabar en la «autopista» SS36 o no, pero en última instancia lo hice. De todas formas, aunque mi mi­ sión hasta ese momento fue satisfactoria, estaba claro que no llevaba a cabo una tarea que consistía simplemente en unir indicaciones y ac­ ciones, sino que, en realidad, iba generando interpretaciones según avanzaba. Lo que no funcionó en la conexión entre (9)3. y (9)5., —e irónicamente, pero sin ironía, a lo que contesté suena fácil en (9)6.— y la realidad de la conducción, es algo que no seré capaz de decidir a no ser que tenga la oportunidad de hacer todo de nuevo. Ahora sólo hay preguntas y (marginalmente) hipótesis. ¿Fue (9)5. simplemente demasiado ambicioso o impreciso? ¿Debía haber girado inmediata­ mente tras el segundo túnel o quizá tras la primera gran intersección? ¿Me había equivocado aí contar ios túneles? ¿Había perdido alguna salida? ¿No había leído todas las señales? ¿Había surgido algún error o malentendido a lo largo de la consulta con la fuente 1 hasta las no­ tas de la secretaria, y la directa comunicación de las indicaciones que me dio ella? ¿Había perdido yo parte de las indicaciones? Una explo­ ración mental breve de algunas de las posibilidades, sin embargo, no llevó aúna renegociación del significado verdadera, por falta de datos nuevos. Había que concentrarse ahora en lo que venía. Ante (9)7., y pro­ bablemente por la experiencia de las dificultades de (9)3. a (9)5., es­ tuve dudando por un momento sobre el estatus de esa afirmación, una

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pregunta que no se presentó en la conversación original con la secre­ taria antes de irme. ¿Pertenecía a un género puramente descriptivo, que indicaba los diferentes lugares que iba a atravesar? ¿O era una instrucción en el sentido de que debía tener en mente Valmadrera y Cincello Balsamo para asegurarme de que iba por el camino correcto? Simplemente siguiendo la carretera supe que la primera interpretación era la correcta. Así, el estatus pragmático del enunciado no se hizo claro hasta mucho después del intercambio. Si algo parecía claro y no ambiguo fue (9)9., así que seguí busr cando señales que dijeran Tangenziale Este. Teniendo en cuenta que podía haber pasado de largo una, si es que había una, traté de cen­ trarme en algo que me llevara a Linate o, según la indicación (9)11., Forlanini. Ninguna de las dos apareció o las pasé sin verlas. Las úni­ cas señales que vi decían Malpense y Aeroporti. El plural «Aeroporti» me hizo dudar, pero puesto que señalaba hacia la misma dirección que la que indicaba «Malpense», que está bastante lejos de Milán y en dirección opuesta a Linate, desde donde yo estaba en ese momento, seguí avanzando. Pronto se hizo patente que había una mezcla inter­ textual entre las indicaciones y las señales de la carretera: me estaba dirigiendo hacia el centro de Milán, en el momento en que me di cuenta de que me había pasado la entrada de la Tangenziale Este y tuve que dar la vuelta. De nuevo en la carretera, era imposible pasarse las señales tanto para Tangenziale Este como para Linate. Una vez en la Tangenziale Este, Linate se indicaba sin ninguna ambigüedad du­ rante todo el trayecto. No fue, sin embargo, hasta que llegué al aero­ puerto cuando vi una señal hacia Forlanini. En ese momento se acla­ ró que (9)9. y (9)11. debían interpretarse secuencialmente, y que el Si en (9)11. no era seguido por ninguna clarificación posterior —hipóte­ sis a la que llegué mientras buscaba la entrada a la-Tangenziale Es­ te— , sino por una nueva indicación: primero entre en la autopista y después verá que está cerca del aeropuerto tan pronto como vea las señales pata Forlanini. Este hacer elecciones interpretativo terminó en el minuto justo, porque apenas tuve tiempo de moverme hacia la iz­ quierda para irme hacia la pequeña y difícil salida al aeropuerto.

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Mientras evitaba un accidente, (9)13. se ganó el estatus de adverten­ cia seria. Del mismo modo que en los otros ejemplos, no hay nada de ex­ cepcional en éste. La generación de significado es simplemente un proceso dinámico, lo más importante que hace la gente cuando usa el lenguaje. Es interactivo, además, aunque no haya interacción visible; y preserva ese estatus mucho después de que cese el intercambio de palabras. De igual modo que con las indicaciones de carretera, la ma­ yoría de las conversaciones se repiten mentalmente una y otra vez, incluso inconscientemente, para construir los significados múltiples que penetran en los discursos futuros. Esperamos haber demostrado también que las interpretaciones dan de verdad significado a los enunciados. En realidad, una vez emitido, un enunciado ya no está bajo el control del enunciador: comienza a llevar una vida propia en los mundos’mentales de otros (un fenómeno que ya se ha anticipado en la sección 3,2.2).' Aún hay más', lecciones que aprender de este ejercicio. Primero, no todo lo que pasa en y con la conversación se puede grabar, pero, sin embargo, todo es esencial para el entendimiento de cómo funcio­ na. Los datos no grabados como los de (9) de arriba (escritos a partir de la memoria inmediata tras el intercambio, lo que les otorga un és. tatus comparable a las «notas de trabajo de campo») pueden ser muy relevantes: el modo en que recordé la conversación fue probable­ mente más decisivo para su funcionamiento significativo que lo que «realmente» sucedió. Pero eso sólo cuenta si uno está interesado en el lenguaje como forma dé comportamiento y acción. Esto todavía nos deja con el problema metodológico no resuelto y nada trivial de la «precisión» de los datos no grabados. Segundo, el ejercicio trata los procesos que forman la esencia de toda la intertextualidad (véase la sección 3.3.2), Procesos similares a los descritos unen la consulta, las notas, el mapa y el intercambio en la figura 5.1. Para dar cuenta de esas conexiones, además, se deben tomar en serio las diferencias de idioma (italiano frente a inglés) en que. los tipos de actividad precedentes debieron tener lugar. Esto pue-

La dinámica de la generación de significado interactivo

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Ilustración 5,1 Posavasos (© Guinness Lim ited 1997. Todos los derechos reservados)

______273

Dinámica

274 [«NO ERA EL TIPO DE NIEVE CORRECTO»

Trenes británicos No todo lo que está en blanco y negro tiene sentido, g u in n e s s «ESTAMOS LLEGANDO»

Trenes británicos No todo lo que está en blanco y negro tiene sentido, g u in n e s s «SE DEBEN BEBER AL MENOS 3 PINTAS DE AGUA AL DÍA»

Dr. J. L. Husselby No todo lo que' está en blanco y negro tiene sentido, g u in n e s s ]

de revelar algunas características relacionadas con el lenguaje que son significativas para lo que pasa en (9). Ampliando el análisis a la di­ rección opuesta, dentro de una conversación tienen lugar procesos comparables, aunque hay menos diferencia de tiempo y más oportu­ nidad para comprobar y corregir. Se puede mirar los tumos de la con­ versación como «textos» y -considerar lo que ocurre al moverse por los tumos como la generación dinámica de conexiones intertextuales.

5.5 RESUMEN Y LECTURAS RECOMENDADAS

La tarea central del análisis pragmático es dar cuenta de la diná­ mica de la generación de significado. Esta dinámica puede «situarse» en relación con:' • La dimensión temporal del uso del lenguaje (proporcionando su material en bruto). - • Otras dimensiones contextúales, como las relaciones sociales. • Las propiedades estructurales deldiscurso.

Temas de investigación

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La dinámica incluye: •

El ámbito infinitamente variable de los géneros de habla o. los juegos de lenguaje que constituyen lo substancial de las activi­ dades «interpretadas», tanto las actividades del discurso como los acontecimientos del habla, que proporcionan marcos de significado para la negociación de las interpretaciones. • El empleo de estrategias de uso del lenguaje que explotan la interacción entre lo explicito y lo implícito en la generación de significado.

Se dieron cuatro ejemplos breves para ilustrar cómo puede describirse la generación dinámica de significado sin hacer concesiones sobre la gama de fenómenos que deben entrar en el análisis, siempre y cuando se mantenga empírico el análisis. En la dinámica del uso del lenguaje en general: Kurzon (1986), Marková y Foppa (eds.) (1990), Martín Rojo (1994), Verschueren (1981). Sobre la naturaleza colaboracionista de la generación de sig­ nificado: Schegloff (1990). Sobre las actividades, acontecimientos y marcos del significado: Bajtin (1981), Briggs y Bauman (1992), Goffman (1974), Gumperz (1982 y 1996), Hanks (1995), Hymes (1962), Levinson (1992b), Winch (1958), Wittgenstein (1958). Una interesante y exitosa presentación de un acontecimiento comunicati­ vo, en este caso de un tipo de fabricación de discursos políticos, pue­ de encontrarse en Duranti (1994).

5.6 TEMAS DE INVESTIGACIÓN

1. Para aprender más de la dinámica de la generación de signifi­ cado, es un ejercicio útil tomar al azar un análisis pragmático (por ejemplo un artículo del Journal o f Pragmatics) y pregun­ tarse sistemáticamente hasta qué punto el autor tiene éxito en

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Dinámica

presentar los procesos de la vida real en vez de un retrato abs­ tracto estático. 2. Grabar un extracto de una conversación ordinaria en un esce­ nario de su elección. Haga una simple transcripción (siguiendo sus propias intuiciones o consultando p, ej. a Gumperz y Berenz, 1993) y describa la dinámica de la generación de signifi­ cado que interviene. 3. Los posavasos con anuncios pueden parecer objetos estáticos. Describa la dinámica en los tres ejemplos de la Ilustración 5.1.

SALIENCIA

En este capítulo tenemos que definir el cuarto ángulo de investi­ gación que necesitamos, en combinación con los otros tres tratados en los capítulos 3, 4 y 5, para enfocar en forma coherente los aspectos del uso dé! lenguaje desde una perspectiva pragmática. Dicho sim­ plemente: si la discusión de los correlatos contextúales y objetos es­ tructurales nos dice qué es adaptable a qué, y el estudio de la dinámi­ ca muestra los procesos que intervienen, nos queda pendiente todavía la cuestión de cómo funciona realmente el procesamiento. Todos tos aspectos del uso del lenguaje ('dinámicos), que se pueden describir en términos de elecciones identijicables estructuralmente y propiedades e influencias contextúales, requieren un procesamiento en un medio de adaptabilidad, es decir, el medio en el que las personas usan el lenguaje de una manera variable, negociable y adaptable. El término general que usamos para designar el estatus de los procesos de gene­ ración de significado en relación con el medio de adaptabilidad, es decir, su estatus tal y como se determina por las características y los mecanismos del procesamiento, es saliencia (término originalmente inspirado por el uso de Errington en 1988, pero adaptado a nuestras necesidades). Esta expresión da a entender que no todo lo que ocurre en el comportamiento lingüístico ocupa el mismo lugar en la concien­ cia y al mismo tiempo índica que la conciencia también participa.

Saliendo

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Este capítulo se organiza de la siguiente manera. En primer lugar se caracteriza el medio de adaptabilidad que ya hemos denominado «mente en sociedad» (sección 6.1). Después (en la sección 6.2) se identificarán algunos de los fenómenos mentales más visibles en el funcionamiento significativo del lenguaje: percepción y representa­ ción, planificación y memoria. Posteriormente (en la sección 6.3) nos concentraremos en varios modos de procesamiento o grados de sa­ liendo; se estudiará el papel de diferentes niveles de conciencia. Fi­ nalmente (en la sección 6.4) nos concentraremos en un aspecto espe­ cífico de la saliencia: la conciencia metapragmática que conlleva cualquier forma de uso del lenguaje.

6.1 MENTE EN SOCIEDAD

Junto con Vigotsky, de cuyo trabajo en psicología evolutiva se toma prestada la algo torpe-expresión «mente en sociedad», estoy completamente convencido de que cualquier teoría pragmática seria debe rechazar una oposición rígida entre sociedad y cognición. Para ejemplificar esta ídea nos bastará una visión de conjunto, ya utilizada en este libro, de ninguna manera completa, de las nociones cognitivas o relacionadas con la cognición. • Incluso un fenómeno tradicional de la pragmática como la deíxis no se puede entender sin suponer que un aparato cognitivo identifica puntos de referencia al tratar de hacer 'frente a la «realidad» exterior (hasta cierto punto significativa en el senti­ do en que se «define socialmente», lo que ya implica una mul­ titud de operaciones mentales cuyo producto es compartido por un grupo de personas lo suficientemente numeroso como para convertirse en una de las bases para la interacción). * Los significados indirectos y explícitos no tendrían función al­ guna en la comunicación si no existieran para activarlos proce­ sos de inferencia (operaciones mentales) basados en normas

Mente en sociedad

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sociales compartidas (algunas veces de naturaleza institucio­ nal) para ser negociables, La organización de la preferencia en la conversación no es so­ lamente un «hecho» del comportamiento verbal; se basa en gran medida en modelos de expectación producidos tanto por la experiencia personal como socialmente, que están conecta­ dos a los tipos de desiderata afectivos que también guían lá ne­ cesidad de deferencia y cortesía (reforzando así la conexión generalmente aceptada entre emoción y cognición). La intencionalidad está obviamente basada en la cognición. El argumento contra el énfasis exclusivo en la intencionalidad in­ dividual se inspiró en gran medida en la observación que guía este capítulo, a saber, que los fenómenos cognitivos obtienen gran parte de su significado y poder operativo del nivel organi­ zativo de la sociedad, Hacer elecciones lingüísticas, nuestra identificación básica del tema de investigación de la pragmática, es por supuesto una operación mental, pero está situada necesariamente en un con­ texto, De igual modo, no tiene sentido hablar sobre variabili­ dad, negociabilidad y adaptabilidad (los conceptos que dan significado al hacer elecciones) sin suponer procesos cognitivos que pueden manejar de manera flexible principios y estra­ tegias aprobados socialmente. El mundo mental completo (con creencias, emociones, deseos’ e intenciones), inseparable de lo social y. lo físico, forma parte ■ de los posibles correlatos contextúales de la adaptabilidad.' Las voces del enunciador y los papeles del intérprete- se cons­ truyen mentalmente y se aprueban socialmente, Las sociedades mismas, especialmente cuando se las define culturalmente, y las instituciones se corresponden con las categorizaciones y las imponen. La existencia de lengua, códigos y estilos depende más de las percepciones de diferencia y coherencia que de sus propieda-

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Saliencia

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des «objetivas». Esas percepciones son guiadas significativa­ mente por normas sociales establecidas. El significado léxico está estructurado, tanto en términos de estructura semántica interna como en términos de relaciones semánticas entre palabras, sobre una base de principios cognitivos que interactúan con la «realidad» extralingüística. La gramática no tiene una vida independiente. Por un lado, se manifiesta sólo en la estructura de los enunciados socialmente «acordados», es decir, una estructura que no viola abierta­ mente las expectaciones de la mayoría de miembros de una comunidad de habla. Por otro lado, está llena de fenómenos gobernados por restricciones cognitivas. La estructura de los enunciados y. los grupos de enunciados (más allá de lo que es producto de la «gramática» en el significado estricto de la palabra) se inspira en gran medida en lo que los interlocutores imaginan sobre la representación mental del mundo del otro, Los tipos de actividades de habla y los tipos de acontecimien­ tos de habla se basan en el comportamiento y por lo tanto en la sociedad. Aún así, su importancia se halla en los marcos de significado que ofrecen para los géneros y juegos de lenguaje. Los marcos mismos, son meros productos de la organización de la experiencia cognitiva y conceptual (como sugiere el subtí­ tulo de Goffman, 1974). O, para citar a Vígotsky, la aparición de actividades del. habla, es decir, la convergencia de actividad de habla y actividad práctica, es «el momento más significati­ vo en el curso del desarrollo intelectual, del cual nacen las formas puramente humanas de inteligencia práctica y abstrac­ ta» (1978,24).

En resumen, sean cuales sean los correlatos sociales del lenguaje, siempre se procesan cognitivamente para tener alguna influencia en el comportamiento lingüístico. Más aún, esos factores sociales no. exis­ ten sin ser interpretados, o sea, cognitivamente procesados (algunas

Percepción y representación, planificación y memoria

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veces cognitivamente producidos). A la inversa, la cognición abs­ tracta sin ninguna fijación social no existe. En otras palabras, el me­ dio de adaptabilidad muestra una naturaleza dual no dicotómica. Su dualidad es presentada por los términos aproximados mente y socie­ dad. La expresión mente en sociedad hace destacar la no-dicotomía. Además de los fenómenos mencionados anteriormente, tanto la dualidad como la no dicotomía del medio de adaptabilidad son clara­ mente evidentes en la adquisición del lenguaje, la activación inte­ ractiva, y por tanto social, y la adquisición de las destrezas cognitivas necesarias para usar el lenguaje para la generación del significado. Lo mismo se aplica para la culturlzación y la socialización relacionadas con el lenguaje, la incorporación de normas y expectativas de com­ portamiento, lingüísticas y no lingüísticas, predominantes en una co­ munidad (una «comunidad», como se dijo antes, es también siempre el producto.de complejas formas de interacción entre prácticas socia­ les y procesos de categorización).

■ 6.2 PERCEPCIÓN Y REPRESENTACIÓN, PLANIFICACIÓN Y MEMORIA

El «trabajo» mental que interviene de modo más visible en el uso del lenguaje se puede tratar bajo tres etiquetas: percepción y repre­ sentación (sección 6.2.1), planificación (en 6.2.2) y memoria (sección 6.2.3). Antes de entrar en cada uno de estos temas se debe señalar que los procesos en cuestión (incluyendo la percepción y representación) operan tanto en el «objeto» de la comunicación verbal (a veces no lingüístico) como en el lenguaje y en el uso del lenguaje, a veces si­ multáneamente. Las implicaciones de este hecho quedarán claras con las siguientes breves explicaciones. 6.2.1 Percepción y representación La metáfora de las «líneas de visión» que se usó para describir el modo en que los elementos de los mundos sociales, mentales y físicos

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Saliendo

se activan en el lenguaje como correlatos contextúales de la adaptabi­ lidad (véase la sección 3.1) cubre la mayoría de aspectos a tratar so­ bre el papel de la percepción y representación. Para tener alguna cosa de la que hablar tenemos que percibir ciertas «realidades» (hacemos conscientes de ellas, ya sea a través de la percepción visual o de algu­ na otra forma). Sin embargo, es necesario que esas percepciones ten­ gan sentido; en otras palabras, es necesario representar lo que se percibe dg modo que sea interpretable y se pueda usar para objetivos comunicativos. Estas dos actividades mentales son inseparables. Consideremos el modo en que se percibe el lenguaje mismo. Los sonidos del habla no se oyen como la continua comente de aire que es su sustancia física, o en términos de sus propiedades acústicas o articulatorias, sino en términos de cómo el conocimiento lingüístico de los usuarios del len­ guaje representa el estímulo auditivo percibido en relación con un sistema funcional de contrastes. Esto -les permite identificar segmen­ tos fonéticos (véase la sección 0.1, donde esto se presenta como la base para la distinción entre fonética y fonología), morfemas, pala­ bras y finalmente oraciones y demás. Los mecanismos representacionales interfieren con la percepción «pura» de una manera tal, que, como han demostrado los experimentos, segmentos de sonido separa­ dos de un fragmento .de habla (incluso cuando se corresponden preci­ samente con una palabra, por ejemplo), son con frecuencia irrecono­ cibles de manera aislada pero perfectamente entendidos en contexto. No obstante, de la misma manera que los patrones de representación pueden ayudar a la percepción, pueden también producir malas inter­ pretaciones. En relación a, la realidad no verbal que participa en el contenido comunicativo ocurren fenómenos similares. Uno de los procesos representacionales básicos que interactúan con la percepción, a la cual ya se ha dedicado alguna atención en observaciones anteriores sobre significado léxico (véase la sección 4,2.2), es el'proceso de categorización. Éste produce contenidos semánticos organizados alrededor de prototipos y campos léxicos que están estructurados alrededor de un

Percepción y representación, planificación y memoria

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nivel cognitivamente básico. Ninguno de ellos es absolutamente fijo ni necesariamente idéntico para todos los usuarios de la misma lengua ni para los mismos usuarios en momentos diferentes y bajo diferentes circunstancias. Sin embargo, una vez las categorías están establecidas no llevan una vida inocente. No sólo pueden variar y cambiar, sino que, en la medida en que muestran alguna estabilidad, guían el input de lo que se percibe así como el output comunicativo, es decir, la ma­ yor parte de lo que interviene en la generación de significado. En lo que respecta al input de percepciones, cuando se visualiza un entorno, las categorías habituales que tenemos a nuestro alcance, influirán , fuertemente en lo que se ve o lo que se encuentra interesante (o lo su­ ficientemente interesante como para decir algo). Esto es válido tanto para los entornos sociales y mentales como para el entorno físico. Como consecuencia, será difícil (literalmente; en el sentido en que se necesitará más esfuerzo comunicativo) hacer un comentario sobre un tono de rojo que corresponde al color de un cierto tipo de pájaro a menos que tengamos un concepto lexicalizado que sea adecuado; aún así debemos recordar que hacer un comentario no es nunca imposible y que se pueden crear nuevas herramientas conceptuales cuando es necesario. De igual modo, describir una mezcla de enfado y tristeza. sería más fácil si se tuviera al alcance un término que incorporara el significado de ambos enfado y tristeza. O hablar sobre el espectro, político sería diferente si no se aplicaran habitualmente las nociones de derecha e izquierda. De hecho, en parte por la disponibilidad va­ riable de herramientas conceptuales habituales, las personas, difieren mucho en los grados de refinamiento en la percepción' de; lo que sienten o piensan .(y en cómo hablan de ello), en niveles de sofistica­ ción para Considerar lo que ocurre en el mundo político y social (y en cómo hablan de ello); y también en la precisión con la. que 'observan (y comentan) los alrededores físicos. En lo que respecta de manera más directa al output comunicativo y usando la última oración del párrafo anterior como ejemplo del te­ ma, los términos evaluadores («refinamiento», «sofisticación», «pre­ cisión») implican la asunción de una jerarquía entre los sistemas de

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Saliencia

categorización. La rápida disponibilidad que tenemos de esos tres conceptos, que al mismo tiempo pueden mostrar una inclinación normativa subyacente (más o menos científica en el caso de «preci­ sión», intelectual y política en el caso de «sofisticación» e intelectual y ética en el caso de «refinamiento»), nos tienta a clasificar los siste­ mas de categorización. Sin embargo, escribiendo para un público con el que comparto presumiblemente una desconfianza por las categorizaciones absolutas, especialmente cuando son evaluadoras, y dispo­ niendo de acceso rápido al concepto de «evaluación», puedo hacer este metacomentario para relatívizar mi propia afirmación más radi­ cal Lo que sucede en este nivel abstracto es más fácil de ver con fe­ nómenos más tangibles (recuérdense los ejemplos de la sección 4.2.2). Entre.los mecanismos de categorización, la metaforizacíón es uno de los más influyentes. Este proceso consiste en ampliar lá posibili­ dad de aplicación de un término, usado en ciertos ámbitos de la expe­ riencia relativamente concretos,, para emplearlo en un ámbito dife­ rente. Ya se ha señalado el modo en que la referencia espacial establece las bases para metáforas estándares en numerosas áreas de experiencia (véase la sección 3.2.4): desde formas relativamente transparentes de transferencia de significado como en la cumbre, el final del túnel, a formas como las de uso político, derecha e izquier­ da, con una motivación menos clara. Otros ejemplos se encuentran en las variadas maneras én las que partes del cuerpo humano aparecen en campos como el de los fenómenos naturales sin ninguna relación con el cuerpo humano (brazo de mar, pie de la montaña, boca de un río), una variedad de artefactos (manillas de un reloj, cola de un avión, brazos de un sillón) e incluso posiciones sociales (el cabeza de fam i­ lia). Lo interesante es que estas no son elecciones al azar sino que forman parte de sistemas, algunas veces elaborados, que favorecen maneras específicas de ver ciertos aspectos de la realidad (aunque esos- mismos sistemas puedan ser producidos por estas maneras). Por esta razón el tiempo tiende a ser tratado como un artículo de consu­ mo, como queda claro en expresiones como ahorrar tiempo, perder

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tiempo, pasar tiempo y dar a alguien algunos minutos. De la misma forma atacar, defender, arruinar un argumento coloca la. argumenta­ ción en el cuadro de la guerra verbal. Ahora existe mucha literatura sobre estos fenómenos. Algunos mecanismos representacionales a la par con la' categori­ zación (aunque a veces intervengan en la categorización, a veces del tipo de la metaforización) merecen mención especial: procesos de asociación, abstracción, generalización y cosificación. Un proceso de asociación, el enlace conceptual de nociones que de otro modo son distantes, interviene en la construcción e interpretación de conceptos como arquitectura paisajística o instalación artística. Describir los movimientos aparentemente caprichosos de un jugador de fútbol co­ mo táctica requiere abstracción, es decir, la transformación de lo que es observable físicamente en una dimensión más alta de conceptuali­ zación.- Generalización (el acto mental de conceder validez general a hechos específicos), en combinación con. abstracción, es lo que hay cuando los acontecimientos en América en 1776, en Francia en 1789, en Rusia en 1917 y en Irán en 1978-9 son todos denominados revolu­ ciones. Y la cosifícación, o convertir algo abstracto en un. objeto, se consigue cuando se da la forma plural cultura? (o lenguajes) . . 'r Todos estos procesos no son sólo características -de la generación de significado al nivel léxico, sino que funcionan visiblemente en el discurso natural y no están restringidos al uso espontáneo cotidiano. Para demostrarlo, observemos el ejemplo (1). (1)

(a) ¿Arqueólogos que no excavan? (b) Seguramente es una he­ rejía, (c) Sin embargo, las encuestas son prácticas arqueológicas bien establecidas, (d) Los antropólogos americanos que trabajan en el sudoeste de los EE.UU. y Mesoamérica refínaron la técni­ ca en los años 60 y 70. (e) Posteriormente los arqueólogos bri­ tánicos adoptaron la costumbre del Nuevo Mundo, y la hicieron casar con teorías modernistas francesas de la historia de la vida «diaria» para referirse a problemas del Viejo Continente [The Sciences, mayo/junio de 1997, T2],

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Saliencia

Este texto refleja una representación de una realidad percibida de la práctica científica que. hace uso de todas las herramientas mentales mencionadas hasta ahora. En primer lugar, se identifica una categoría de investigadores, llamada arqueólogos, una de cuyas propiedades prototípicas (el hecho de que él o ella excave) se cuestiona en (l)a. Este cuestionamiento en sí mismo es conceptualizado reflexivamente de manera inmediata en términos de una categoría que establece una asociación entre los mundos de la investigación académica y la reli­ gión: herejía en (l)b. En lugar de identificar a los investigadores es­ pecíficos implicados, se manejan dos grupos de «arqueólogos» como categorías generales: antropólogos americanos en (l)d. (refiriéndose obviamente a una subcategoría de «antropólogos americanos», - los que llevan a cabo trabajo arqueológico) y antropólogos británicos en (l)e. El tema, un método arqueológico específico, se mueve a través del espacio de representación desde la forma relativamente concreta encuestas a la categorizacíón más. abstracta una práctica arqueológi­ ca bien establecida en (l)c., de vuelta a la más concreta técnica (sufi­ cientemente tangible como .para ser refinada) en (l)d. y hacia la más general y abstracta la costumbre del Nuevo Mundo en (l)e., la cual, sin embargo, es suficientemente eosifieada como para ser adoptada y hecha casar con las teorías modernistas francesas.' Además de los procesos ya nombrados, el ejemplo ,(1) muestra hasta qué punto la re­ presentación depende del establecimiento de contrastes: excavación versus encuestas; arqueólogos americanos versus británicos; Nuevo Mundo versus Viejo Continente; costumbres versus teorías’. Lo que se observa es la manifestación de un conflicto en curso sobre, la per­ cepción. y representación de un episodio de la vida académica. El ejemplo muestra que en el discurso real, incluso cuando no se trata claramente de .interacción directa, la representación emerge como ac­ tividad negociable on-line. En otras, palabras, todo uso del lenguaje activa proyecciones del espacio semántico. El output comunicativo, como en (1), implica ac­ tos de referencia (tratados anteriormente en la sección 4.2.4) y un grado importante de enfatización. Hasta ahora el énfasis ha aparecido

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sólo con el significado de prestar atención especial (véase la sección 3.3.2) o como realce temático (véase 4.4.1). Tales procesos no se pueden ignorar en este contexto. Pero hay un modo fundamental en el cual los procesos que pueden llamarse «enfatizadores» contribuyen a la naturaleza de la representación y, como consecuencia, también a la de la percepción. El proceso en cuestión tiene un papel en todas las categorizaciones e identificaciones. Tomando la comparación de Goodwin (1994), especialmente apropiada en relación con el ejemplo (1), es suficiente que un arqueólogo trace una línea alrededor de un trozo de barro que es de un color o una textura ligeramente diferentes para que otro arqueólogo lo considere los restos de un poste de made­ ra. De igual modo, la manera en que un fragmento de texto como (1) divide el campo de la arqueología podría hacer olvidar una amplia, gama de preguntas referentes al «campo perceptivo» en cuestión: ¿qué ocurre con los antropólogos americanos que no se consideran arqueólogos, si es que hay alguno? ¿qué pasa con los qué no están trabajando en el sudoeste de los Estados Unidos ni Mesoamérica? ¿Hubo consenso completo sobre las encuestas como práctica arqueo­ lógica? Si nó fiie así ¿cuáles fueron los aspectos conflictivos? ¿Qué hay de los arqueólogos europeos fuera de Gran Bretaña? O conside­ remos el efecto de describir el mismo acontecimiento histórico como la reunificación de Alemania en lugar de la unificación de las dós Alemanias. Incluso los actos más simples de referencia, por el énfasis que implican, hacen algo más que «copiar» lo que está «ahí afuera».. Debe quedar claro que.una mirada pragmática no comprometedo­ ra al modo en que funciona el lenguaje, tomando seriamente la «men­ te en sociedad» como medio-, de la adaptabilidad, pide, la adhesión a algún tipo de principio de relatividad lingüistica. Hay por supuesto una conexión entre los hábitos de hablar y los hábitos de pensar, aun­ que no se pueda mantener de ningún modo que uno determina com­ pletamente el otro. En comparación con la versión atribuida a Sapir y Whorf (pero con raíces en el. romanticismo alemán, el trabajo de Wilhelm von Humboldt y el estructuralismo saussuriano) un principio de relatividad lingüística inspirado pragmáticamente no se centra ex-

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Saliendo,

elusivamente en el papel de las categorías gramaticales y léxicas co­ mo' internalizadas por miembros individuales de una sociedad, sino también en el modo en que éstas funcionan en contextos reales de uso, en un micro nivel de interacción (véase el Capítulo 7) y también .en un macro-nivel social (véase el Capítulo 8). El hecho de que estas categorías «se pongan en funcionamiento» —y aquí un verdadero ,principio de relatividad lingüística contrasta netamente con versiones deterministas posteriores de lo que se denomina la hipótesis de Sapir y Whorf— significa que su papel es en sí mismo relativo porque es variable, negociable y adaptable. Pero esto hace el fenómeno mucho más interesante. Situando así la relatividad en el ámbito de una acti­ tud relativista, se elimina cualquier conflicto potencial entre la relati­ vidad y la existencia de un grado de universalidad en el lenguaje y en el uso del lenguaje (un conflicto que se deriva directamente de algu­ nas visiones completamente particularistas de la relatividad lingüísti­ ca) (véase también la sección 2.3). 6.2.2 Planificación ■ Un segundo tipo de actividad mental que interviene en el uso del lenguaje se puede poner bajo el rótulo de planificación. Se. puede' usar el término para referirse a cualquier influencia de cualquier tipo de «mirada hacia el futuro» en aspectos del comportamiento verbal. Entran enjuego multitud de fenómenos. En primer lugar, aunque parece existir una relación temporal entre las actividades de. planificación y su producto verbal (que hace de la planificación un factor que contribuye de manera importante a la di­ námica del uso del lenguaje; véase la sección 5.1.1), la planificación no está de ningún modo restringida a operaciones mentales que se llevan a cabo por adelantado. Consideremos las indicaciones de ca­ rretera que se comentaron en el capítulo anterior (sección 5.4.4). En ese caso la conversación estaba precedida por un cuidadoso estado de planificación: yo había informado a la secretaria de que tendría que encontrar el camino hacia Linate; ella había prometido preguntar al

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conductor; pidió indicaciones al conductor y durante esa conversa­ ción tomó notas que guiaron las indicaciones que me dio a mí, Pero imaginemos tener que dar indicaciones impromptu. En una situación como esa, la planificación y la ejecución de los planes se desarrollan virtualmente de manera simultánea. Sin embargo, todavía se puede hablar de «planificación». La razón es que la búsqueda improvisada de las estrategias más apropiadas para capacitar al destinatario a en­ contrar su camino basándose en'output verbal usa guiones, es decir, representaciones mentales (en el sentido considerado en 6.2.1) de ti­ pos de actividad o acontecimientos (como se vio en 5.2). En el ejem­ plo de las indicaciones de carretera, el guión que rodea la tarea de en­ contrar la ruta en un sistema de carreteras y ayudar a alguien a lograr esa tarea contiene puntos de salida y llegada, tipos de carretera, giros a la derecha y a la izquierda, señales de tráfico, señales a lo largo de la carretera, nombres de lugares, etc. En la mayoría de las formas de interacción espontánea, éste es el tipo de planificación que encontra­ mos, (que tiene como resultado falsos comienzos, pausas, vacilaciones y la necesidad de reparaciones; véase la sección 1.1.4) aunque los guiones a seguir no son siempre igualmente claros,. En segundo lugar, en k medida en que la planificación interviene en el comportamiento del enunciador, ésta se relaciona con la inten­ ción o el objetivo, aunque no siempre con el mismo, nivel de con­ ciencia. Pero de la misma manera en que se afirmó que el significado en general no puede reducirse a la intencionalidad (véase la sección 1.3), la planificación no sólo interviene en el comportamiento del enunciador que se relaciona con la intención; también la interpreta­ ción supone planificación. Los procesos de interpretación están guia­ dos en parte por expectaciones y la anticipación de planes de habla basados en un conocimiento de los guiones. Cuando se lee (1), por ejemplo, se espera una explicación de la «técnica arqueológica de.la encuesta», así como una justificación de los «problemas del Viejo Continente» a los que se aplica, con una indicación de cómo ambos se relacionan y los resultados que se espera obtener. Mí aprobación o desaprobación del artículo del cual fue extraído será en parte en funPR A O M Í.T IC A .---- 1 0

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ción de en qué medida se cumplen estas expectaciones relacionadas con guiones. En el curso de la interacción cara a cara, procesos simi­ lares permiten la posibilidad de continua retroalimentación, lo que conduce a ajustes de la planificación del lado del (otro) enunciador (en el caso de que se trate de un intercambio de información). En el caso de las conversaciones más habituales, el resultado es un com­ plejo cruce de los diferentes procesos de planificación y ajuste en la producción y en la interpretación, por parte de los interlocutores. 6.2.3 Memoria Hasta cierto punto, la memoria, aunque también interviene en la planificación (en' frases como Antes de que me olvide,...), es su opuesto: el concepto se usa para señalar la influencia de cualquier ti­ po de «mirada hacia el pasado», o representación retrospectiva del curso del comportamiento lingüístico. Hasta ahora el tema de la me­ moria se ha presentado de paso y sólo como una restricción al proce­ samiento. Por supuesto, la memoria es más un recurso que una res­ tricción, aunque pueda ser limitado. El uso del lenguaje es imposible sin la intervención constante de la memoria, que toma la forma de re­ conocimiento (la movilización espontánea de la memoria necesaria para entender el discurso en transcurso) o recuerdo (un esfuerzo ac­ tivo para recuperar algo de la memoria). La interacción cotidiana con­ fiará predominantemente en el reconocimiento, ayudado por la dispo­ nibilidad de esquemas de categorización (véase la sección 6.2.1) y guiones (véase 6.2.2) los cuales son a su vez productos (al menos parcialmente) del reconocimiento basado en la memoria. Cualquier cosa que se diga sobre el pasado, ya sea un acontecimiento no lin­ güístico o un acto de comunicación anterior, requiere un recuerdo ac­ tivo. Para la mayoría de los usuarios del lenguaje, sólo la memoria a corto plazo es capaz de retener la forma real de los enunciados. Nor­ malmente sólo se pueden recordar literalmente tumos cortos de con­ versación. La memoria a largo plazo se concentra más en el contení-

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do, entremezclado con fragmentos esporádicos de memoria literal. Esta manera de usar la memoria en el transcurso de la interacción se activa incluso dentro de los límites de una conversación más larga o al leer un texto de más. de unos pocos párrafos. Esto significa que la memoria es interpretativa (no sólo, obviamente, con respecto a com­ portamiento lingüístico sino también con respecto a cualquier estado de cosas extra-lingüístico). Tal observación tiene consecuencias me­ todológicas importantes para el estudio de la interacción hablada. Por un lado, los detalles minúsculos de lo que ocurre en la interacción ha­ blada sólo se pueden estudiar con la ayuda de grabaciones (razón por la cual los equipos de grabación han revolucionado el estudio de la conversación). Sin embargo, por otro lado, lo que hay en una cinta, (ya sea de audio o vídeo) no puede ser nunca suficiente: lo que ocurre en la interacción conversacional no está sólo formado por un contexto más amplio, también depende de representaciones retrospectivas (y también anticipatorias, recuérdese la sección 6.2.2) que están separa­ das de las'formas de expresión reales (susceptibles de ser. grabadas) y son en su mayor parte interpretativas y orientadas al contenido, una vez se han traspasado los límites de la memoria literal Desafortuna­ damente, los analistas de la conversación se olvidan a menudo de este punto. En la sección 5.4.4 hemos visto un ejemplo de la relevancia de datos no grabados (y no grabables) consistentes en interpretaciones y no en lo que podría posiblemente ser recordado con la cantidad de detalle que se puede encontrar en una cinta (sin quitar importancia metodológica a hacer grabaciones también, cuando es posible). Antes de continuar, permítaseme expresar la esperanza de que la anterior exposición (desde el principio de la sección 6.2 en adelante) haya mostrado que el lugar de la cognición es de hecho la «mente en sociedad». Ninguno de los procesos descritos, aunque tengan lugar en mentes individuales, tiene sentido sin una dimensión social. Las re-1 presentaciones (y la planificación y la memoria basados en parte en ellas y en parte produciéndolas) tienen que ser «establecidas» interpersonalmente para que fimcionen en el uso del lenguaje (pero nunca

Saliencia

292

de manera estática). Además, la planificación y la memoria están en parte guiadas por lo que es socialmente importante.

6.3 GRADOS DE SALIENCIA

La sección 6.2 pasó revista a algunos tipos de procesos que tienen - lugar en el medio de la adaptabilidad, la «mente en. sociedad» huma. na, y que contribuyen a la operación de hacer elecciones lingüísticas que lá pragmática intenta explicar. Todo esto, es decir, tanto él hacer , elecciones-en .general-como los procesos mentales, están sujetos a di­ ferentes modos de procesamiento. En particular, todos pueden tener lugar con diferentes grados de saliencia. Su operación puede ser com -. plenamente consciente o absolutamente inconsciente, con todos' los matices intermedios. Hay una relación clara entre saliencia y «cono­ cimiento» individual, como la exposición que sigue aclarará—al for­ mular mucho (demasiado) en términos individuales— . Pero al mismo tiempo no -se debe olvidar que existe la denominada saliencia social: las normas-sociales establecen patrones de lo que es «marcado» (p. ej. rechazar una oferta en lugar de aceptarla —recuérdese la «organiza. ción de la preferencia» en la sección 1.1.4). Esto será más «notable» y como consecuencia más consciente o saliente. ' Cuando se habla de grados de saliencia, es necesario distinguir entre lo que es realmente hacer elecciones lingüísticas y lo que se puede denominar los «procesos mentales que contribuyen a hacer elecciones». Respecto a lo segundo, algunos de los elementos en un modelo de categorización (como ejemplos prototípicos y términos de nivel básico) son cognitivamente más salientes que otros. De igual modo, se puede esperar que la planificación avanzada muestre un mayor grado de saliencia o conciencia que la planificación espontá­ nea. El recuerdo activo requiere obviamente más operaciones cons­ cientes que el reconocimiento espontáneo. Aunque hay una relación entre esto y los grados de conciencia con los cuales se hacen las elec-

Grados de saliencia

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dones, no existe una correspondencia automática. Por ejemplo, cuan­ to más saliente es un término en un esquema de categorización, más fácil o automáticamente será recuperado. De hecho, la facilidad de pro­ cesamiento ha sido usada por psicólogos cognitivos como primer indi­ cador de rudimentariedad conceptual o saliencia cognitiva. Igualmente, cuanto más cuidadosamente planeado sea un intercambio (p. ej. cuanto más se haya «practicado») menos esfuerzo de procesamiento cons­ ciente se requerirá para decir lo apropiado en el momento adecuado. Respecto a lo que realmente es hacer elecciones lingüísticas, se puede suponer que mucho —pero no todo— de lo que ocurre tiene lugar a un nivel subliminal. Comentemos otra vez, para ilustrar esto, el ejemplo de la cafetería (que se trató largamente en 5.4,2): (2) - [Situación: cafetería en'Berkeley, California, en 1981] . 1, Cliente a camarera (entrando): ¿Es ésta la de.nofumadores? 2. Camarera: Puede usarla como de no fumadores. 3. Cliente (sentándose): Gracias.

Con el anterior análisis como fondo, se pueden hacer las siguientes suposiciones con respecto a la saliencia de los procesos- de la genera­ ción de significado que tienen lugar .en el enunciador • Se puede suponer que la cliente está buscando consciente­ mente la información que necesita, es decir, si un área es de fumadores o no; la búsqueda «reaí» de la zona de no fumado­ res puede volverse una acción rutinaria comparable al modo en que un conductor experimentado cambia las marchas. Pero si la búsqueda rutinaria no tuvo éxito y por eso se necesita pre­ guntar, el nivel de conciencia se eleva drásticamente (como cuando el mismo conductor usa un coche diferente al que usa normalmente). • También debe ser consciente la cliente de la inevitable identi­ ficación (en términos de categorías definidas socialmente) que está implícita en su pregunta, pero no hay ninguna razón con­

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Saliencia vincente para creer que es consciente del hecho de que pre­ guntar puede entenderse como un intento de establecer a la fuerza los derechos del grupo al que pertenece. Sin embargo, este tipo de estrategia intencional puede intervenir si (i) la cliente sabía que la cafetería no tenía todavía una sección de no fumadores establecida y/o si (ii) pertenecía a un grupo de acti­ vistas anti-tabaco que se presenta en las cafeterías para presio­ nar sutilmente para que se establezcan secciones de no fuma­ dores; en el caso de (i) o (ii) la posibilidad de interpretar su pregunta como una mera rutina se cancelaría; en el caso (ii) intervendría la planificación consciente. * La camarera está tratando conscientemente de cumplir con los deseos- de la cliente lo mejor que puede, pero en su afán por cooperar toma algunos atajos ■ —posiblemente de manera sub­ consciente o al menos no intencionada (excepto si intervinie­ ran la ironía o el sarcasmo)— que conducen a violaciones de' normas lingüísticas, aunque sean ligeras. • Sin embargo, cuando termina el turnó de la camarera, la mayo­ ría de las implicaciones se han hecho lo suficientemente sa­ lientes como para servir de base a la continuación de la inte­ racción.

Este ejemplo1no es excepcional en absoluto. Es también típico en el sentido de que es imposible obtener respuestas definitivas a todas las preguntas que se pueden hacer sobre el estatus preciso, en términos de saliencia, de los procesos de producción de significado que. inter­ vienen. Es importante recordar que aunque los grados de saliencia se­ an realmente importantes (incluso en el sentido de que a menudo se convierten en el tema de disputa explícita), para el análisis lingüístico solamente son importantes en la medida en que son necesarios para explicar lo que sucede en el discurso (en el sentido más amplío). Si pueden usarse de manera convincente con objetivos explicativos, en la mayoría de los casos seremos capaces de responder las preguntas que suijan. Así, nuestra interpretación de (2)1, cambiaría seriamente

Grados de saliencia

295

si (2)3. no fuera /Gracias! sino /Eso no es suficiente! No se necesita­ ría especular mucho sobre el lugar que la búsqueda de una sección de no fumadores y los derechos de los no fumadores ocupan en la con­ ciencia del cliente. Tal como la saliencia de las elecciones lingüísticas reales se rela­ ciona con la de los procesos mentales participantes, pero no de uno a uno, también se relaciona con la distinción entre significado explícito e implícito (véase la sección 1.1.3). De nuevo, la relación no es me­ cánica ni invariable. Normalmente se; esperaría que los aspectos del significado implícito estuvieran más en un segundo plano. Pero la realidad del uso del lenguaje no es tan sencilla. En primer, lugar, co­ mo se señaló anteriormente (en la sección 5.3), la interacción entre la explicitud y la implicitud puede explotarse de manera estratégica. Esta es la razón principal por la que el estudio del uso del lenguaje, el ámbito de la pragmática, no puede definirse satisfactoriamente en términos de implicitud exclusivamente. Así, cuando una presuposi­ ción o una implicatura choca con los supuestos o expectaciones de un intérprete, asume súbitamente un grado de saliencia más alto que e l . de lo que se diga explícitamente. Volviendo a un ejemplo clásico, se puede esperar de hecho que el mensaje tranquilizador explícito en Mañana te seré fie l desaparecerá bajo la sombra del mensaje implí­ cito: el contenido proposicional de la promesa puede contrastar con una conducta pasada y no cuenta necesariamente para el futuro (o ni siquiera) mañana. En segundo lugar, puede intervenir un posicionamiento diferente de intérprete y enunciador en relación a lo que es explícito y lo que es • implícito, y esto lo puede tener en cuenta conscientemente el enun­ ciador, Esto es lo que ocurre en oraciones cargadas de infqrmación como (3). ■ (3)

Bajo cálidos y soleados cielos los votantes británicos salieron el jueves a la calle en gran número en lo que encuestas, chistes y políticos predijeron hasta el final que sería probablemente una elección de cambio crucial para el partido laborista; la elección termina 18 años de gobierno conservador y cede las llaves del

Saliencia

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número 10 de la calle Downing a Tony Blair (International Herald Trihum, 2 de mayo de 1997). *

El autor, con la tarea de dirigirse a una audiencia cuyos miembros no están igualmente informados, opta por el uso de formas de expresión que encierran muchas presuposiciones (p. ej. que había una elección en Gran Bretaña, que había sido gobernada por conservadores en los 18 años anteriores, que la elección iba a determinar el próximo primer ministro cuya residencia es el número 10 de la calle Downing, que Tony Blair era el' candidato del partido laborista, etc.) a un nivel su­ perficial, desde donde se extraen fácilmente, que permite a los lecto­ res informados usarlas como puntos de apoyo (para la información de que' mucha' gente fue á votar y de que todos habían avanzado la pre­ dicción de una victoria laborista) y al mismo tiempo capacita a lecto­ res menos-informados a reconstruir un estado general de las cosas. Del ,lado del autor las elecciones son relativamente conscientes, aun' que el estilo en cuestión y su adaptabilidad a un público mixto tam­ bién se vuelve rutinario. Del lado de la recepción, el procesamiento y los distintos grados de saliencia serán diferentes para diferentes cate­ gorías dé lectores. En tercer lugar, se filtran en el discurso de la gente modelos de supuestos ampliamente compartidos que tienden a eludir el euestionamiento consciente y, consecuentemente, la formulación explícita. Pue­ den presentarse principalmente como portadores de significado im plí­ cito que interactúan sutilmente con el contenido explícito aunque a veces resistan una formulación explícita completa. Tanto enunciador como intérprete participan sólo subliminalmente en el hacer eleccio­ nes. Este tema, que toca el área de las ideologías de la sociedad, se tratará en profundidad en el Capítulo 8. La saliencia no puede medirse. Es más, no es necesario determi­ nar grados de saliencia para todos los procesos en cada ejemplo dé uso' del lenguaje. Existe, no obstante, la necesidad de considerar la saliencia cuando sus huellas pueden mostrar su relevancia para- una comprensión de la generación de significado en los datos que se están

Conciencia metapragmática

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estudiando. En la siguiente sección, la atención se centra en un tema específico relacionado con la saliencia de hacer elecciones:, el área de la conciencia metapragmática. Este tema es de especial importancia en una teoría de la pragmática porque (i) deja muchas huellas obser­ vables y, más importante, (ii) llega al núcleo de lo que es la saliencia, la conciencia reflexiva del enunciador y el intérprete sobre las elec­ ciones que se hacen cuando se usa el lenguaje. Es necesario hacer una observación más para cerrar la presenta­ ción general. La necesidad de considerar aspectos de procesamiento en una aproximación pragmática al lenguaje implica que se debe reinterpretar la Figura 3.1 (en la sección 3,1). Primero, las «líneas de visión»" propuestas para- enunciador e intérprete no sólo abarcan fe­ nómenos mentales, sociales y físicos de los que son conscientes los interlocutores. Lo que se puede activar con propósitos comunicati­ vos, incluso al nivel subconsciente más profundo* se sitúa entre esas (porosas) «líneas». En segundo lugar, algunos aspectos del mundo social y mental fuera de las «líneas de visión» también entran en el uso del lenguaje, no como correlatos contextúales de la adaptabilidad sino como propiedades de la «mente en sociedad» en sí misma,, los 'mecanismos de procesamiento que caracterizan el medio de adapta­ bilidad.

6.4 CONCIENCIA METAPRAGMÁTICA

Volvamos a los ejemplos (1), (2) y (3). La oración (l)b. hace una observación sobre (l)a. describiéndola como una herejía, una caracte­ rización evaluadora con referencia a un mundo de expectaciones so­ bre la arqueología. Además, con seguramente califica su propio esta­ tus de aserción en una dimensión de certidumbre o evidencia. En (2)2., las elecciones prosódicas de la camarera, con mucho énfasis en usar, muestran alguna conciencia reflexiva del hecho de que su res­ puesta va más allá del patrón de lo esperado (y por lo tanto muestran

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Saliencia

también conciencia de las expectaciones normales del cliente) en un esfuerzo de ser cooperativa (ya sea elegido conscientemente o rutina­ riamente). El ejemplo (3) muestra una conciencia grande del estatus asertivo (predijeron hasta el final), del linaje comunicativo (encues­ tas, chistes y políticos —una manera de expresión que refleja además algún distanciamiento irónico consciente—), y del valor epistémico (sería probablemente) del resultado esperado de las elecciones. ¿Qué tienen en común estas observaciones? Definir el uso del lenguaje como el hacer elecciones lingüísticas, considerando1el rol mediador de las mentes del enunciador y del in­ térprete y atribuyendo un papel prominente a la conciencia, implica que los usuarios - saben más o menos lo que hacen cuando están usando el lenguaje, incluso cuando algunas elecciones son práctica­ mente automáticas en comparación con otras que pueden tener alta motivación. Este «conocimiento» se manifiesta verdaderamente en todas las elecciones que se hacen. Además, se manifiesta en la con­ ciencia reflexiva que los usuarios del lenguaje tienen de esas elec­ ciones, como elecciones hechas entre una serie de opciones, y por eso con un estatus conceptual o comunicativo específico: mientras todas las elecciones lingüísticas implican algún grado de conciencia, algu­ nas elecciones se reflejan abiertamente en sí mismas (como segura­ mente en (l)b. o el énfasis en (2)2.) o en otras elecciones (como he­ rejía en (l)b. y en la descripción de (3)). La conciencia reflexiva puede ser tan importante que se puede considerar como uno de los re­ quisitos previos evolutivos originales para el desarrollo del lenguaje. Es tan importante, además, que toda la comunicación verbal es autorreferencial hasta cierto grado. En otras palabras, no hay uso del len­ guaje sin-una calibración constante entre funcionamiento pragmático y metapragmático. El estudio sistemático del metanivel, donde se en­ cuentran los indicadores de conciencia reflexiva en el hacer eleccio­ nes real que constituye el uso del lenguaje, es.el ámbito propio de lo que se ha llamado metapragmática (otros usos de este término son confusos; para Mey, por ejemplo, la metapragmática «estudia las condiciones que sustentan las reglas pragmáticas, es decir, las reglas

Conciencia metapragmática

299

de los usuarios» (1993, 277) —un tema que es simplemente «prag­ mática» en el sentido en que se emplea en este libro). La conciencia metapragmática, como los otros procesos y fenó-, menos mentales que intervienen en el uso del lenguaje, puede mostrar diferentes grados de saliencia. Algunos de sus indicadores muestran una elección muy consciente (como herejía en (l)b.), mientras otros no son fácilmente accesibles (como el énfasis en use en (2)2.). El te­ ma es muy complejo a causa de dos fronteras dé definición borrosas: primero, no es fácil distinguir la conciencia reflexiva de otros aspec­ tos de la operación de la conciencia en el uso del lenguaje (y una dis­ tinción estricta podría no tener ningún sentido); segundo, no toda la conciencia reflexiva es saliente y accesible de la misma manera (hasta el punto en que se puede dudar de que el concepto sea pertinente). Por otra parte, mientras la conciencia reflexiva no implica necesaria­ mente un alto grado de elección consciente o saliencia, las. elecciones que son altamente conscientes tampoco implican necesariamente una forma importante de conciencia metapragmática. Veamos los ejem­ plos (4) y (5). (4) (5)

A fines de año, 31 nuevos tratamientos para el cáncer estarán en la fase final de pruebas clínicas. Alrededor de fin de.año, más de 30 tratamientos para el cáncer podrían estar en la fase final de pruebas clínicas.

No hay razón para suponer que hay una diferencia significativa en la saliencia de las elecciones que subyacen a estas dos oraciones. Inclu­ so podría ocurrir que (4) fuera el producto de un esfuerzo muy cons­ ciente de dar información precisa, es decir, de conseguir un empare­ jamiento perfecto entre el mensaje y el estado de cosas anticipado. No obstante, (5) puede estar más arriba en la escala de conciencia metapragmática; contiene más elementos que muestran la conciencia del enunciador del estatus del enunciado como predicción, con toda la incertidumbre que eso implica en relación con el momento preciso en el cual se espera que se materialice un estado de cosas (por eso alrede-

300

Saliencia

dor en lugar de a), detalles de ese estado de cosas (más de 30 versus 31) y el grado de certidumbre mismo (podrían estar versus estarán). Esta complejidad se refleja en un tratamiento insuficientemente . coherente de los fenómenos correspondientes en la literatura pragmá­ tica. Se han propuesto muchos conceptos para tratar el tema, que siempre se ha considerado intuitivamente importante, Pero todas las propuestas hasta ahora han seleccionado, o se han concentrado prin­ cipalmente,. en subconjuntos de la serie de indicadores, perdiendo así la amplia perspectiva que los coloca en el núcleo de lo que ocurre cuando las personas usan el lenguaje, 6.4.1 Indicadores de conciencia metapragmática Presentemos de manera concisa una visión general de algunos de los fenómenos, que se tendrán que situar en diferentes niveles es­ tructurales-de adaptabilidad, que han centrado la atención de los lin­ güistas y-que- son candidatos a ser incluidos bajo el rótulo de «indicado­ res de conciencia metapragmática». Debemos señalar primero algunos de los conceptos que se han usado o todavía se usan y que pertenecen al tema de la reflexividad del lenguaje. Primero, la categoría de lo . que Jakobsón (1971) —y Silverstein (1976)— llamó conmutadores ■[shifters]. Los «conmutadores» son símbolos indicadores, como pro­ nombres personales y otras expresiones deícticas (véanse las seccio­ nes 1.1.1, 3.2.3, 3.2.4), aspecto (véase 4.2.4), tiempo (véanse 1.1.1, =3.2.4), modo (véase 4.2.4), modalidad y evidencíales (véase también la sección 4.2.4), que «cambian» necesariamente en relación con los cambios en el contexto de uso y que requieren conciencia reflexiva del proceso de emparejar propiedades estructurales a propiedades contextúales, excepto cuando se hace una elección por defecto o no marcada del sistema estructural de opciones disponibles. Segundo, una amplia gama de indicadores de conciencia metapragmática se en­ cuentra bajo los rótulos variables y a veces solapados de marcadores del discurso, marcadores pragmáticos, partículas del discurso o partículas pragmáticas. Frecuentemente, estas nociones se usan para

Conciencia metapragmática

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tratar indicaciones léxicas — a menudo adverbios oracionales (véase la sección 4.2.4) o marcadores de cohesión y coherencia (véanse las secciones 3.3.2 y 4.4)— o cómo un enunciado se corresponde con el discurso,que lo rodea (de cualquier modo, sin embargo, actualmente, por ''el contrario, etc.) o tratan del estatus epistémicú y/o ilocutivo del contenido proposicional (como seguro, sin duda, francamente, creo, etc.), o de compromiso del intérprete (como en ¿sabes?). Tercero, el funcionamiento de las claves de contextualizaeión (véanse las sec­ ciones 3.4.3 y 4.2.1), ya sea en forma de marcadores prosódicos, . cambios de código o de gestos o sonidos para mantener la comunica­ ción [backchannel cues], que aunque sean «raramente apreciadas conscientemente y'casi nunca discutidas directamente» (Gumperz, 1982, pág. 131), muestran una conciencia de «expectaciones coocurrentes entre contenido y estilo superficial» (Gumperz, 1982, pág. 131) ya que son identificables como bases de interpretaciones de contextualización. Una observación más sistemática e integrada de estos fenómenos sería muy deseable. En' este libro, sólo podemos empezar a tratarlos superficialmente. Simplemente ejemplificaremos o llamaremos la aten­ ción sobre un número de indicadores metapragmáticos que hacen; re­ ferencia a aspectos del contexto lingüístico (véase la sección 3.3.2) y a los objetos estructurales de la adaptabilidad que se .distinguieron en el Capítulo 4. Para un análisis serio, tendremos que usar lo que se ha aprendido hasta ahora en los capítulos 3, 4, 5 y 6; se presentará un estudio de caso, con referencia a un problema específico acerca de la reflexividad del lenguaje, en el Capítulo 7 (sección 7.1.2).. En este capítulo quedará claro que mucho de lo que se ha dicho sobre lenguas, códigos y estilos (en la sección 4.1) está relacionado con elecciones que muestran un cierto grado, de conciencia metapragmática, concretamente los ejemplos que se dieron de cambio dé código (aunque esto no implique necesariamente que todos los tipos de cambio de código sirvan como indicadores de conciencia metapragmática). Otro ejemplo será útil

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Saliencia (6) ' (De Gumperz, 1982, pág. 30) [Después de un seminario para estudiantes avanzados, un estu­ diante negro se acerca al profesor blanco. Este está a punto de marcharse acompañado por varios estudiantes blancos y ne­ gros.] 1. Estudiante negro: ¿Podría hablar con usted un minuto? Voy a solicitar una beca y querría saber sí me podría escribir una carta de reco­ mendación. 2. Profesor: De acuerdo. Ven conmigo a la oficina y dimg qué quieres hacer. 3. Estudiante negro [volviendo la cabeza ligeramente hacía los otros estudiantes, mientras todos salen de la clase]: Áhma git •• me a gig! [Trad. aproximada: «Voy a hacerme con una ayudita»].

Este ejemplo, (6)3. muestra una doble- forma de reflexividad. Por un la­ do, el cambio de código es simbólico en el sentido de que representa una elección que señala explícitamente solidaridad con el grupo, en este caso los estudiantes negros, cuyo código se adopta. Probablemente los blancos del grupo ni siquiera entienden el enunciado. El estudiante negro, tras haber demostrado abiertamente que depende de un profesor blanco, para conseguir una carta de recomendación, reafirma su identi­ dad negra y su pertenencia a la comunidad negra. Por otro lado, (6)3. es también un metaeomentario explícito del discurso precedente. Por lo que se refiere .a los ingredientes de construcción de enun­ ciados, la estructura del sonido es un buen recurso para las claves de contextualización, las cuales, a un bajo nivel de saliencia, indican va­ rios grados de conciencia metapragmática (véase la sección 4,2,1). Así, el intérprete británico de la mujer asiática que dice ¡Salsa! con una entonación descendente cuando quiere saber sí una persona a la que está sirviendo quiere salsa o no, podrá decimos que no habría considerado descortés que ella hubiera dicho ¿Salsa? con una entona­ ción ascendente, que es la típica de una pregunta o un ofrecimiento en inglés. (Véase Gumperz, 1982.)

Conciencia metapragmática.

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En el nivel de las palabras encontramos algunos de los indicado­ res más explícitos de conciencia metapragmática. En concreto,.todas ' las lenguas naturales contienen una amplia gama de verbos y expre­ siones verbales para describir formas de uso del lenguaje. Llamemos ' a los miembros de este campo léxico, como se ha hecho en la literatu­ ra pragmática, verba dicendi, «verbos de decir». O, recordando (i) que el uso del lenguaje es más de lo que se puede llamar literalmente. «hablar» (no sólo en el sentido, de que no hay solamente discurso no hablado sino también en el sentido de que la interpretación es también una forma de acción lingüística) y (ii) que no sólo intervienen verbos sino expresiones similares a verbos, podemos atrevemos a usar el término verbiales (verb(ial)ls) de acciones lingüísticas. De aquí en adelante, los dos términos se usarán de manera indistinta. Algunos de los ítemes léxicos en cuestión pertenecen al grupo de los verbos de actos, de habla (prometer, afirmar, amenazar, preguntar, ordenar, etc.;-véase la sección 1.1.2), algunos de los cuáles se pueden usar como performativos explícitos (prometer, ordenar, etc.; véase-la sec­ ción 1,1.2); otros describen aspectos del comportamiento verbal dife­ rentes de la fuerza ilocutiva (discutir, persuadir, continuar); y ade­ más de los verbos hay por supuesto muchas expresiones verbales (dar carta blanca, imponer la ley, ir a la caza de, plantear una pregunta, escaparse [de una situación difícil], solicitar el placer de la compa­ ñía de alguien, presentar reclamaciones). Su relevancia se discutirá más adelante en la sección 6.4.2. También se volverá al problema de la performatividad en el Capítulo 7 (sección 7.1.2). En relación a los verba dicendi, debemos señalar un fenómeno que los lingüistas (predominantemente los franceses) han llamado deloeutividad: la reflexividad de algunos verba dicendi aparece ya por ser derivados de «locuciones». Así, el latín salutare, «saludar»; se deriva .del saludo salve o sálvete (en plural). De manera similar, en inglés, la locución OK ha dado lugar al verbo delocutivo to okey. Además de tales verbos, así como nombres y expresiones nomi­ nales relacionadas, encontramos a nivel léxico muchos de los marca­ dores del discurso, marcadores pragmáticos, partículas discursivas y

Saliencia

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partículas pragmáticas que se discuten en la literatura. Aquí, presen­ tamos algunos ejemplos. (7)

a. Según todos reconocen, John es un mal conductor. b. Lamentablemente/Desgraciadamente, John es un mal con­ ductor. c. Francamente/Honestamente /Verdaderamente, John es un mal conductor. (8) a. Probablemente/Posiblemente, la humanidad está planeando_su propia extinción, b. Ciertamente/Indudablemente, los humanos sori un peligro ■ para ellos mismos. (9) Según se dice/Supuestamente, la familia real va a dar lu­ gar a más escándalos, (10) Siempre he tenido como - muchas pesadillas. I’ve always had like - lots of nightmares. (11) ' Está, está simplemente loco, el capitán. He’s just - he’s just erazy, the captain.

Todos los adverbios oracionales en (7), (8) y (9) especifican el estatus del siguiente contenido proposicional: (7) en términos de marcadores de actitud, (8) en términos de propiedades epistémicas y (9) indicando ; una (vaga) fuente de información (un fenómeno al que se denomina «evidencialidad»). Tanto (10) como (11) indican, por medio de like y just, reflexión en el proceso de usar las palabras. Algunas elecciones al nivel de las palabras sirven como marcadores claros de conexiones supraoracionales a elementos circundantes del contexto lingüístico (véase la sección 3.3.2): Ya era tarde. Así que/Por consiguiente, nos fiiimos a casa. a. Ya era tarde. Pero nos quedamos b. Ya era tarde. Sin embargo, no tuvimos el valor de mar­ chamos. (14) Fuimos los primeros en marchar. De todas formas, ya era tar­ de. (15) Nos debíamos haber,marchado. En cambio, nos quedamos to; da la noche.

1 (12) (13)

Conciencia metapragmática (16) (17)

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1. ¿Quieres marcharte ya? 2. Bueno, va a oscurecer pronto, Por cierto IYa propósito, John es un mal conductor.

Ciertos grupos de palabras sirven como mecanismos indicadores de fuerza ilocutiva de modo que se muestra una explicación anterior o una referencia del tema que se trata, como en (18) y (19). Una refle­ xión similar está implicada en (20) y (21); en estos dos ejemplos, los grupos de palabras en cursiva no definen fuerza ilocutiva, sólo añaden énfasis. Finalmente, (22) califica el contenido proposicional de forma parecida a los adverbios oracionales de (7). (18) (19) (20)

(21) (22)

¿Qué te parece quedarse a pasar la noche? How about staying for the night? ¿Por qué no quedarse a pasar la noche? Why noi stay for the night? Por amor de Dios, ¿por qué no os quedáis? For Pete’s sake, why don’t you stay? \Por supuesto que os quedáis! B y all means, stay! Como amigo, te tengo que decir que deberías ser más flexible. As afiiend, I have to wam you that you should be more flexible.

Además, la conciencia metapragmática se- indica con una gran varie­ dad de tipos de cláusulas, como en los ejemplos siguientes: (23) (24) (25) (26) (27) (28) (29) (30)

a. Este doctor Hammer está loco, ya sabes, b. Ya sabes, este doctor Hammer está loco. Este doctor Hammer está loco, creo yo. Quiero decir, debe estar loco. Yo creo que el calor daña el cerebro. . Pienso que toca muy bien el piano. No ha recibido ningún entrenamiento como piloto, ¿ves? No ha recibido ningún entrenamiento como piloto, ¿no? He didn’t get any pilot training, did he? Recibió entrenamiento como piloto, ¿no? ■ He was trained as a pilot, wasn ’t he?

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Saliencia (31) Es sólo que no me gusta. It'sjust that I don’t like him. (32) Mejor que os quedéis a pasar la noche. (33) ¿Sabes qué? Debbie se casa. (34) Lee mis labios, ¡no más Impuestos! (35) Por si no lo sabes, Debbie se casa. (36) Soy un buen corredor, aunque lo digayo mismo. (37) Se rumorea que se están acumulando muchas nubes oscuras sobre la Casa Blanca. (38) Hablo sólo por mi cuando digo que tu propuesta es de lo más acertada. (39) Se'puede argumentar convincentemente que la lingüística es una rama de la psicología. (40) Perdona pero no puedo aceptar de ninguna manera. (41) No soy codicioso pero me niego a trabajar sin cobrar.

Todas las oraciones de (23) a (28) contienen verbos de estados men­ tales, describiendo explícitamente la relación entre un contenido pre­ posicional y su relación con estados y procesos mentales. Este es el caso en las oraciones de (24) a (27) con Yo como sujeto, ya que la primera persona es la única sobre cuyo estado mental un enunciador puede decir algo con autoridad. La relación es mucho más débil en (23) y (28), con un sujeto en segunda persona. En (23)b., ¿sabes? funciona básicamente como bueno en (16). Tanto ya sabes en (23)a. como ¿ves? en (28) llaman”la atención del destinatario de una manera comparable a las preguntas confirmatorias en (29) y (30). Todas las cláusulas en bastardilla en los ejemplos (31) a (39) ofrecen reflexio­ nes contextualizadoras para los mensajes dentro de su alcance. Los «pero» que controlan la respuesta en (40) y (41) anticipan y reac­ cionan ante- posibles interpretaciones de lo que el enunciador está a punto de decir. Los atenuantes en (42) y (43) llevan a cabo modificaciones di­ rectas del contenido preposicional, sin el rodeo de comentar su estado en términos de actitud, epistémicos o evidencíales, pero igualmente indicativas de conciencia metapragmática.

Conciencia metapragmática (42) (43)

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Está como / algo loco. En cierto modo, las universidades son sólo fábricas.

Palabras, así como oraciones enteras con contenido proposicional • completo, pueden entrar en un proceso de distanciamiento metaprag- ■ mático que ha sido denominado comúnmente mención (versus uso). Veamos (44), (45) y (46). (44) (45) (46).

Deletréame shibboleth. 1. Estaba un poco aturdido. 2. ¿Un poco aturdido? Absolutamente aterrorizado estaba. (Suena el teléfono, Eve contesta, se vuelvfe hacia Sqphie que está sentada en la misma habitación). 1.Eve: Es Jack2. Sophie: No estoy.

En (44), shibboleth es «mencionado», no usado; es una referencia a la palabra misma como palabra de la lengua inglesa; concretamente, es una cuestión de ortografía; como su significado es completamente irrelevante en el contexto de esta oración, no puede ser «usado» en ningún sentido normal de esa palabra. El 'ejemplo de (45)2. se centra en el significado de un poco aturdido, que no es en absoluto irrele­ vante; pero mientras la frase es «usada» en (45)1., en (45)2. el hecho de que haya sido elegida para describir un estado concreto de cosas está en cuestión: es «mencionado» como inapropiado. Finalmente, es difícil imaginar que No estoy es simplemente «usado» en (46)2., ya que es evidentemente falso en el contexto, mientras que la misma oración seria perfectamente aceptable e interpretable literalmente co­ mo parte de un mensaje de un contestador automático. Se puede decir que No estoy es «mención» y no uso porque funciona principalmente como un mecanismo para ofrecer al destinatario, Eve, la forma de ex­ presión que ella puede usar, con adaptaciones deícticas menores, para , formular un mensaje —con un juego lingüístico-de fingimiento— pa­ ra Jack: Sophie no está.

Saliencia

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. En fragmentos de discurso más largos, y muchas veces a un nivel intértextual, se encuentran comentarios explícitos sobre el estatus del contexto lingüístico circundante o enunciados o grupos de enunciados relacionados. Veamos (47) y (48). (47) (48)

Como se sostuvo antes/Como se mostrará posteriormente, la lingüística es una rama de la psicología. Estas son algunas de las tendencias e ideas que encontrará en El mundo en 1996, que aparecerá en 80 países y en 12 len­ guas. Este es nuestro décimo año de publicación. Si juntamos todas-nuestras predicciones erróneas probablemente podría­ mos sacar otra edición. Pero en este tiempo también ha habido muchos aciertos y espero que la mayoría del contenido haya sido también interesante.

El ejemplo (47) sitúa una oración en relación a otras partes de la misma oración. El ejemplo (48), que ya vimos anteriormente (véase la sección 4.4:2), conecta el contexto lingüístico precedente a una descripción del estatus del grupo de enunciados inmediatamente ad­ yacente (los artículos en la publicación en cuestión) en relación a una evaluación intertextual de una serie a la cual pertenece ese grupo de enunciados. Este tipo de fenómeno pragmático está directamente re­ lacionado con la amplia gama de datos producida por prácticas de ci­ ta directa y discurso indirecto, en las cuales se usan verbos de ac­ ción lingüística para 'enmarcar el estatus comunicativo de un uso del lenguaje anterior. Algunas veces, como con la cita directa y el discur­ so indirecto en las noticias, tal encuadre es bastante poco imaginativo, como en (49) y (50). En otros casos, cuando se toma más libertad in­ terpretativa, las descripciones pueden ser bastante vivaces, como en (51). ]

(49) «Si los soviéticos identificaran el U-2 como' el avión que derríbaron, dejaríamos de' buscarlo», dijo el señor Boimey. (50) El informe apuntó que no hubo más comunicación con el pi­ loto.

Conciencia metapragmática (51)

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El señor Khrushchev hizo de su versión una historia dramática con tejemanejes rastreros mezclados con comentarios sarcás­ ticos cortantes sobre la declaración de Washington de que el piloto estaba en una misión de reconocimiento del tiempo y que probablemente se había perdido durante un desmayo de­ bido a un fallo en su equipo de oxígeno.

Volveremos a estos ejemplos en el Capítulo 8. Se puede decir que todos estos mecanismos entextualizan el dis­ curso, es decir, dan al discurso un estatus textual, un cuadro interpre­ tativo de referencia, por medio de una contextualización metaprag­ mática. (Este uso de «entextualización» extiende la referencia común del término, la transformación del discurso en un artefacto textual —como cuando un antropólogo escribe una historia coijiunicada oralmente—, a un aspecto inevitable de todo uso del lenguaje; ade­ más, ignora la distinción que a veces se deriva entre la entextualiza­ ción como un problema de producción y la contextualización como una reconstrucción interpretativa; véase Silverstein y Urban (eds.), 1996). Se encuentran ejemplos extremos de este proceso en tipos de actividad lingüística que requieren literalmente una fabricación de ¡os textos. Un ejemplo que viene al caso (tratado ampliamente por Ja­ cobs, 1997) es la producción de comunicados de prensa, escritos de tal manera que muestran todas las propiedades de las noticias norma­ les de periódico, con citas directas de enunciados producidos por re­ presentantes de la empresa o grupo que los emiten (normalmente in­ ventadas, sin duda). Estos modos de uso del lenguaje requieren un cambio completo de punto de vista; se separa del enunciador y se di­ rige al destinatario directo (agencias de prensa o periodistas), para que éste último pueda simplemente usar el texto preformuládo en su comunicación con su propia audiencia. Se podría llegar tan lejos co­ mo a afirmar que los comunicados de prensa preformulados pueden considerarse ejemplos de «mención» en lugar de «uso», comparables al ejemplo (46)2.

Saliencia

310 i

6,4,2 La metapragmática y la naturaleza de la acción lingüística En la introducción a esta sección sobre conciencia metapragmáti­ ca se dijo que toda comunicación verbal es autorreferencial hasta cierto punto, que todo uso del lenguaje implica una interacción cons­ tante entre funcionamiento pragmático y metapragmátieo y que la conciencia reflexiva está en el núcleo de lo que ocurre cuando las personas usan el lenguaje. Los ejemplos de la sección 6,4,1 deben ha­ ber mostrado que la conciencia metapragmática es de hecho omnipre­ sente, hasta el punto de que se pueden encontrar huellas lingüísticas en todos los niveles de la estructura lingüística. Un análisis adicional, del cual se pueden insinuar sólo pequeños fragmentos, habría mostra­ do que esta conciencia tiene que ver con todos los aspectos o dimen­ siones del uso del lenguaje, desde cualquier parámetro contextual, pa­ sando por detalles insignificantes.de la-estructura y de elementos de contenido semántico, hasta principios globales de generación de sig­ nificado, La razón se encuentra en la naturaleza de la acción lingüísti­ ca. Conceptos, prácticas e ideologías lingüísticas El comportamiento lingüístico comparte con otros tipos de com­ portamiento social, como Winch demostró de manera convincente ya en 1958, la propiedad de que es siempre «significativo», en el sentido en que es interpretado por los actores que participan en él (véase tam­ bién la discusión de actividades y acontecimientos en 5,2, anticipada en las observaciones sobre la teoría de los actos de habla en la sección 4.3). En otras palabras, las conceptualizaciones y las prácticas son in­ separables de la vida social. Como_ consecuencia, no hay modo de entender formas de comportamiento social sin comprender la manera en que los mismos actores sociales conceptualizan habitualmente lo que están haciendo. Los marcos teóricos preconcebidos no son sufi­ cientes. Si un sociólogo va a la India a estudiar el sistema de castas, con sus conceptos de «clase» y «movilidad», puede volver satisfecho

Conciencia metapragmática

311

con una definición de casta como «la clase sin movilidad». Pero esto no le permitirá entender la estructura social y la dinámica de las pro­ piedades y procesos de las castas en la sociedad india, pues para en­ tender esto se requeriría también una comprensión de los principios ■ de las posiciones jerárquicas en relación con criterios religiosos de pureza cuyas manifestaciones evidentes son la jerarquía misma, la se­ paración estricta y la división del trabajo. No hay-razones para creer que se tenga que decir algo diferente sobre las aproximaciones cientí­ ficas a las formas de acción lingüística. Una manera de entrar en los «conceptos populares» del compor­ tamiento verbal que son ingredientes del funcionamiento significativo del lenguaje sería observar los términos metapragmáticos en las len­ guas naturales. Está de más decir que el nivel superficial de lexicalización no es base suficiente para conclusiones de amplio alcance so­ bre las maneras específicas que tiene el lenguaje de conceptualizar y experimentar el uso del lenguaje. Sin embargo, con el apoyo de datos etnográficos de uso del lenguaje real, es posible obtener revelaciones significativas. Así, la ausencia de una noción clara (lexicalizada) de prometer en ñongoto, una lengua de Filipinas, es significativa cuando la investigación antropológica revela que la actividad de compromiso verbal a una acción futura no es una forma de comportamiento sa­ liente eñ las comunidades donde se habla ilongot (véase Rosal do, 1982). De igual modo, la observación de que muchas lenguas poline­ sias tienen como verbos de acción lingüística términos más básicos que combinan el significado de «decir» con el sentido más general o un amplio abanico de sentidos de «hacer» (cf. maori mea «hacer, tra­ tar con, causar, hacer, decir, intentar, desear, pensar»; kapingamarangi hai «hacer» versus hai bolo «decir que», donde bolo es ,una con­ junción equivalente a «según, que»; rennellese hai «tener, ser dueño, obtener, actuar como, decir»; etc.), puede llevar a hipótesis razona­ bles sobre la centralidad de «acción» en las eonceptualizaciones poli­ nesias de «habla» (en contraste, por ejemplo, a la visión intencional que se da por supuesta en la teoría de actos de habla), si está apoyada por investigación etnográfica que revele que en algunas sociedades

312

Saliencia

polinesias los efectos de actos verbales se consideran más importantes' que las intenciones de un enunciador (véase Duranti, 1988). Veamos un ejemplo más cercano, Reddy (1979): el descubrimiento de la «me­ táfora del conducto» en maneras de hablar sobre el uso del lenguaje, que ven el lenguaje como un contenedor para almacenar, transferir y extraer significado, como en (52), (53).y (54). (52) a. b. c. (53) a. b, c. (54) a. b. -- c.

Intentar meter más pensamientos en menos palabras, El discurso estaba lleno de emoción. Mete esas ideas en algún otro lugar del párrafo. Intenta hacer que se entiendan tus ideas. [Literalmente: hacer que las ideas lleguen al otro lado.] Try to, get your thoughts across. Ninguno de sus sentimientos me llegó. None ofherfeelíngs came through to me. Dame solamente una idea de lo que quieres decir. ¿Encontraste alguna buena idea en el libro? ¿Puedes extraer una visión coherente de este ensayo? Esá observación es completamente impenetrable. >

Tales observaciones son relevantes cuando se ve qué esta visión del lenguaje codificada metafóricamente se equipara con regularidad a las bases de las teorías de la comunicación y uso del lenguaje, a ex­ pensas de visiones alternativas. Veamos las dos siguientes definicio­ nes de comunicación. Para expresarlo de manera sencilla, el proceso de comunicación empieza cuando un mensaje es concebido por u n emisor. Entonces es ‘ CODIFICADO '—traducido a una señal o una secuencia de señales— y transmitido via u n m e d io o c a n a l a un receptor que lo decodiflca e interpreta y envía de alguna manera una señal de retomo que indica si ,el mensaje ha sido entendido o no (Watson y Hill, 1997, 41). se puede definir la comunicación como una actividad en la cual el contenido simbólico no es meramente transmitido de una fuente a otra sino intercambiado entre agentes humanos que interactúan en un contexto situacional y/o discursivo compartido (Price, 1996,5).

Conciencia metapragmática

313

La presentación lineal en la primera definición se corresponde con la metáfora del conducto completamente. La segunda añade un ele­ mento de doble dirección, enfatizando también el contexto, pero sin cuestionar realmente la naturaleza de tal proceso; el «intercambio» es simplemente una transmisión en dos direcciones. El modo de expre­ sión muestra que incluso este cambio menor de perspectiva causa problemas de formulación, en particular la elipsis lógicamente pro­ blemática en «transmitido de una fuente a otra (fuente)». Con el ver­ bo transmitir se esperaría «de una fuente a un objetivo», pero eso se­ ría difícilmente compatible con la perspectiva bidireccional. Aunque los ingredientes subrayados del acontecimiento de habla son similares a los que hemos tratado en este libro, mucho de lo que hemos dicho sobre el uso del lenguaje (por ejemplo en términos de su dinámica, elecciones interpretativas y negociabilidad) queda fuera tanto de la metáfora del conducto como de estas definiciones. La relación entre conceptualizaciones y prácticas de la acción lin­ güística, a pesar de que algunas de sus propiedades se reflejen super­ ficialmente en patrones de lexicalización, se sitúa al nivel más subliminal de la conciencia metapragmática. Constituye la base de las ideologías lingüísticas, es decir, maneras habituales de pensar y ha­ blar sobre el lenguaje y el uso del lenguaje que son raramente cues­ tionadas en una comunidad. No obstante, el hecho -de que no sean cuestionadas no significa que se correspondan con prácticas reales. Si lo hicieran, no habría razón para criticar las definiciones de comuni­ cación de un manual. Esto quiere decir que la referencia a datos exó­ ticos en párrafos anteriores tiene el objetivo de explicar un tema, más que establecer contrastes absolutos — observación’ que debe re­ cordar la advertencia de que la aproximación a la misma relatividad lingüística debe ser relativa (véase el final de la sección 6.2.1). Inclu­ so así, la conexión entre conceptos y prácticas no se debe ignorar nunca y se mostrará posteriormente (especialmente en la sección 8.2.1) cómo las ideologías lingüísticas pueden influir en la práctica comunicativa.

Saliencia

314

Áutorrevisión En el extremo más saliente de la escala de la conciencia metapragmática se encuentra la verdadera áutorrevisión. Los usuarios del lenguaje siempre supervisan los modos en que producen e interpretan enunciados, ya.que son conscientes de la necesidad constante de ne­ gociar significado y de los obstáculos que existen en el camino de esa negociación. Vacilaciones y reparaciones (véase la sección 1.1.4) son sólo algunas de las más visibles manifestaciones de este proceso. Sin embargo, debe quedar claro después de lo que se ha dicho hasta ahora sobre saliencia, que. los enunciadores e intérpretes no pueden nunca supervisar todos los niveles de elecciones simultáneamente y con la misma intensidad. Esta observación conduce posteriormente a im­ portantes recomendaciones metodológicas (en la sección 8.2.3), espe­ cialmente en relación con el estudio del discurso como manifestación de una ideología.

6.5 RESUMEN Y LECTURAS RECOMENDADAS

- En. este capítulo se ha tratado el tema del «trabajo» mental que interviene en los procesos 'de generación de significado en el uso del lenguaje. Este trabajo tiene lugar en un medio de adaptabilidad, la «mente en sociedad». Se identificaron y discutieron tres tipos de pro­ cesos mentales que contribuyen a hacer elecciones lingüísticas: * Percepción y representación, en el que intervienen procesos de categorización, asociación, abstracción, generalización y cosificación. Todos ellos contribuyen al trazado del espacio se­ mántico. *- Planificación, una actividad relacionada con la intención y el objetivo dirigida por guiones y que interviene tanto en la inter­ pretación como en la enunciación.

Temas de investigación

315

• Memoria, que interactúa con los esquemas de categorización y los guiones y se manifiesta en procesos de reconocimiento y recuerdo. Estos tipos de procesos tienen lugar con diferentes grados de saliencia o diferentes grados de conciencia que los dota de diferentes estatus en. relación con el medio de la adaptabilidad. Tiene especial importancia a este respecto el ámbito de la conciencia metapragmática, la con­ ciencia reflexiva del proceso de hacer elecciones lingüísticas. En el medio de la adaptabilidad, el aparato cognitivo humano en relación con el lenguaje: Chafe (1996), Coulson (1995), Edwards (1997), Nuyts (1992), Vygotsky (1978). Sobre percepción y represen­ tación: Gumperz y Levinson (eds.) (1996), Lakoff y Johnson (1980), Lucy (1992 a, 1992b), Miller y Johnson-Laird (1976), Ungerer y Schxnid (1996). Sobre planificación: Linde y Labov (1975), Schank y Abelson (1977). Sobre memoria:. Chafe (ed.) (1980), Schank (1982). Sobre (indicadores de) conciencia metapragmática: Abraham (ed.) (1991), Benveniste (1966), Foolen (1996), Fraser (1996), Jakobson (1971), Janssen y van der Wurff (eds.) (1996), Kiefer y Versehueren (eds.) (1988), Lucy (ed.) (1993), Óstman (1981), Schifftin (1988), Silverstein (1976, 1993), Silverstein y Urban (eds.) (1996), Verschueren, (1995c). Sobre universales metapragmáticos (formulados tenta­ tivamente sobre la base de investigación léxica comparativa): Verschueren (1989b).

6.6 TEMAS DE INVESTIGACIÓN

A continuación véase un fragmento de un informe sobre un co­ municado de prensa del Departamento de los Estados Unidos, .fechado • el 26 de marzo de 1998 y distribuido por el Servicio de Información de los Estados Unidos. Describa su funcionamiento metapragmático:

Saliencia

316

TRANSCRIPCIÓN: COMUNICADO DE PRENSA DEL DEPARTAMENTO DE ESTADO, 26 DE MARZO DE 1998

(Kosovo, Israel, Irán) Informó el portavoz J^mes Rubin. k o s o v o - El embajador Robert Gelbard se ha reunido con el presidente Milutinovic en Belgrado y el líder albano-kosovar Rugova y un grupo de estudiantes en Prístina, dijo Rubin, En estos encuentros, dijo Rubin, Gelbard ha subrayado la importancia del diálogo entre los dos lados y ha dejado claro a los serbios que la presión internacional va a continuar «a menos y hasta que ellos entiendan el mensaje y empiecen a concentrarse en el diálogo en lugar de en actos violentos como medio de resolver este problema»,

Gelbard informó que Kosovo estaba tranquilo pero dijo que la policía especial se está haciendo fuerte en lugar de retirarse, situación que Rubin ca­ racterizó como amenazadora. Advirtió que la comunidad internacional «pro­ cederá a tomar medidas incluso más duras si las autoridades serbias rió en­ tienden el mensaje». En respuesta a una: pregunta sobre un supuesto acuerdo de armas pen­ diente entre Rusia y Belgrado, Rubin dijo que el ministro ruso de Asuntos Exteriores Yevegny Primakov ha dicho a la Secretaria de Estado Albright que Rusia apoyará la decisión del Grupo de Contacto de imponer un embar­ go de armas contra la «República Federal de Yugoslavia» («RFY»), También informó sobre negociaciones constructivas en la preparación de una resolu-' ción de la O.N.U., con vigencia desde el 31 de marzo, que aplicará el embar­ go. Rubin dijo que el Grupo de Contacto recomienda que el embargo sea in; condicional e ilimitado, y que sea levantado sólo cuando Belgrado cumpla con los requisitos del Grupo de Contacto, «No tenemos ninguna razón para creer que Rusia no entiende que un , embargo de armas es un embargo de armas», dijo Rubin, «y esto significa que no habrá entregas de equipamiento militar (a la «RFY») si se establece el embargo».

Parte

III

TEMAS Y TENDENCIAS

INTRODUCCIÓN

La Parte II era literalmente un intento de presentar «aspectos del funcionamiento significativo del lenguaje». Cada uno de los cuatro capítulos pone de relieve uno de los cuatro ángulos necesarios desde los que se debe enfocar el estudio del lenguaje en cualquier lingüísti­ ca seria del uso del lenguaje. Estos ángulos son dependientes'unos de otros y se pueden separar sólo por razones heurísticas. Nuestra hipó­ tesis de trabajo es que una perspectiva pragmática sobre cualquier fe­ nómeno lingüístico, propiedad, estructura o proceso requiere una in­ vestigación basada en su locus contextual y estructural (Capítulos 3 y 4), los procesos dinámicos del uso del lenguaje (Capítulo 5) y su es­ tatus en relación con una «mente en sociedad» humana (Capítulo 6). Esto significa que ahora podemos tomar cualquier fenómeno, cual­ quier ejemplo de los capítulos anteriores y reexaminarlo bajo este marco, mientras nuestra referencia anterior ilustraba sólo algún «as­ pecto» subrayado. Las limitaciones de espacio, sin embargo, no nos permitirán hacerlo sistemáticamente. Todo lo que podremos ofrecer en la Parte III es una aplicación de este marco de investigación a al­ gunos ejemplos seleccionados (Capítulos 7 y 8) que muestran cómo se puede manejar la teoría en la práctica para responder a preguntas de investigación lingüística. En el Capítulo 9 se presenta una vasta vi­ sión panorámica del origen de la pragmática y lo que se conoce hoy con ese nombre (en la medida en que esto último no se trató en el Ca­ pítulo 1).

320

Temas y tendencias

Para la división temática del trabajo entre los Capítulos 7 y 8,' distinguimos entre microprocesos, que tienen lugar en el contexto de la comunicación diaria entre individuos o grupos pequeños, y macroprocesos, que transcienden esos contextos (aunque se reflejen tam­ bién en ellos). Sería posible también otra distinción entre procesos al nivel del uso adulto, procesos del desarrollo, procesos sincrónicos y diacrónicos. No obstante, en los límites de este libro sólo hay espacio para tratar temas que son básicamente sincrónicos y al nivel del uso adulto aunque no debemos olvidar que los procesos evolutivos y dia­ crónicos también pueden distinguirse y separarse para la, investiga' • ción pragmática.

7 CUESTIONES MICROPRAGMÁTICAS

En este capítulo usamos la denominación «cuestiones micropragmáticas» para cubrir dos tipos distintos de temas. En primer lugar, hay propiedades sistemáticas del lenguaje que la lingüística de los re­ cursos del lenguaje (véase la sección 0.1) no puede tratar porque es necesario recurrir a patrones de uso real del lenguaje para su descrip­ ción o explicación, o entran enjuego consideraciones que constituyen inevitablemente una perspectiva pragmática. Vamos a limitar nuestra discusión a dos ejemplos, el caso de la ordenación délas partículas en una lengua rica en ellas como el holandés (sección 7.1.1), y el pro­ blema de la performatividad (explícita) que ha obsesionado e inspira­ do a la pragmática desde el principio (en la sección 7.1.2). En segun­ do lugar, se discutirán ejemplos de comportamiento verbal real, al micronivel de interacción a pequeña escala (o cara a cara), en un caso en una situación informal (en la sección 7.2.1), y en otro en un típico contexto institucional y profesional (en la sección 7.2.2), ,

7.1 LOS RECURSOS DEL LENGUAJE NECESITAN UNA PERSPECTIVA PRAGMÁTICA

Implícita en- la tesis de este libro de que la pragmática es real­ mente una perspectiva y no un componente de una teoría lingüística PRAGMÁTICA, — 11

322

Cuestiones micropragmáticas

está la convicción de que virtualmente todos los fenómenos lingüísti­ cos se pueden investigar pragmáticamente. En él límite entre la lin­ güística de los recursos del lenguaje y la lingüística del uso del len­ guaje, sin embargo, hay algunos recursos del lenguaje que no se pueden tratar razonablemente a menos que se tome una perspectiva pragmática. Nos limitamos a dos claros ejemplos. 7.1.1 La ordenación de partículas El orden de palabras es un tema típico de la sintaxis pero tiene reconocibles y generalmente reconocidas implicaciones pragmáticas. Si se cambia el orden de sujeto y verbo en una oración en inglés co­ mo This house is too big [Esta casa es demasiado grande] no sólo se transforma una oración declarativa en una interrogativa sino que en la mayoría de los casos se reemplazará una simple afirmación por la pregunta Is this house too big? [¿Es esta casa demasiado grande?] Sí llevamos a cabo una operación sintáctica algo más drástica que re­ sulte en This house, it ’s too big [Esta casa, es demasiado grande] o I t ’s too big, this house [Es demasiado grande, esta casa] obtendre­ mos enunciados con estructura de la información y condiciones de uso marcadamente diferentes. ¿Qué ocurre con los elementos lingüís­ ticos para los que la sintaxis no específica reglas de ordenación? Un caso así se encuentra en las partículas. Sin entrar en distinciones más sutiles, las partículas son (normalmente) formas monosilábicas y no flexivas, morfológicamente intermedias entre palabras completas y afijos. No contribuyen directamente a un contenido proposicional fá­ cilmente identiflcable pero realizan una amplia gama de funciones, desde modificar la fuerza ilocutiva o indicar el principio, la continua­ ción y el fin de un tumo en la conversación, hasta señalar una ruptura en la coherencia o el estatus de la información de un .fragmento del discurso como fondo o como primer plano. En lenguas ricas en partí­ culas éstas pueden aparecer en grupos. Cuando esto ocurre su orden no es casual Observemos la oración en holandés (1), con ocho partí­ culas entre dos ítemes enteramente léxicos, ga (imperativo de gaan «ir») y zitten (infinitivo, «sentar») que juntos significan sentarse.

Los recursos del lenguaje necesitan una perspectiva pragmática 323 (1)

toch ook Ga dan [Ir enton­ aún también ces 2 1 3

nog maar eens toda­ pero una vía vez 4 5 6

even un rato .7

wat zitten sentar] un poco 8

Aunque es posible combinar las partículas de (1) de varias mane­ ras, el grupo contiene numerosas agrupaciones a pequeña escala ex­ tremadamente comunes (de las cuales sólo tres se indican arriba: 1-2, 3-4 y 6-7-8); una vez están todas en su lugar, permiten poca o ningu­ na permutación. Para empezar a preguntar por qué es necesario un entendimiento completo de la pragmática de una estructura como és­ ta. En lo que se refiere al contexto, (1) es enunciado por un profesor universitario al final del siguiente intercambio con un estudiante que entra en su oficina cuando él está a punto de salir, después de tina conversación con otro estudiante que está todavía en lá misma habita­ ción. (2)

1, Estudiante: Zou ik u even kunnen spreken? ¿Podría hablar con usted un minuto? 2. Profesor: ‘k Wou net vertrekken. Kun je morgen terugkomen? Estaba a punto de irme. ¿Puedes volver maña­ na? 3. Estudiante; ‘t Gaat over de paper, en die moet morgen af zijn. Es sobre el trabajo que hay que entregar maña­ na. 4. Profesor: Ga dan toch ook nog maar eens even wat zitten. Aproximadamente: Está bien, siéntate enton­ ces.

El intercambio mismo podría comentarse extensamente pero va­ mos a limitamos a aspectos que son directamente relevantes a la for­ mulación de (2)4., es decir, (1). El marco de participación esta forma­

324

Cuestiones micropragmáticas

do por dos enunciadores-intérpretes en una interacción cara a cara, que funcionan como fuente de lo que dicen (excepto en [...] en die moet morgen a f zijn en (2)3., donde se invoca una fuente1, que, inci­ dentalmente, coincide con el destinatario: es el profesor quien pidió el trabajo para mañana), y que se tratan el uno al otro como destinatarios directos, pero con la presencia de un espectador circunstancial (bystanderj, alguien que no participa, cuya existencia se reconoce con el ook en (1). Por parte del enunciador, (1) expresa un estado mental; existe al menos un cierto grado de irritación por estar obligado a que­ darse (cuya naturaleza objetable se señala con dan toch, donde toch invoca un contraste con un estado de cosas deseable y la «tardanza» se indica con nog), posiblemente combinado con una crítica, sugi­ riendo que el estudiante debería haber ido antes. En todo caso, el gru­ po de partículas eens even wat indica la intención del profesor de mantener la conversación tan breve como sea posible. El contexto so­ cial es institucional, con una jerarquía clara (y los marcadores de deíxis de actitud, u en (2)1. y je en (2)2. se corresponden con las formas usted y tú respectivamente), que permite expresar irritación al enun­ ciador en (1), mostrar control sobre las limitaciones de tiempo im­ puestas en la siguiente actividad de habla y emitir una directiva como siéntate. Los parámetros temporales y espaciales, como ya se descri­ bieron anteriormente, son simples pero necesarios para una compren­ sión correcta de lo que ocurre. Obviamente, (1) requiere una referencia al contexto lingüístico del intercambio. No podría ser enunciada aisladamente. La objeción que lleva implícita dan toch se refiere al'reparo real expresado en (2)2. Igualmente, aceptar la petición a pesar de la objeción se puede comprender gracias al argumento del estudiante en (2)3., que1en sí mismo depende de una conexión intertextual con las directivas ante­ riores del profesor. Después de dar una función a todas las partículas en el anclaje contextual de (1), maar se queda colgado en el medio. Aunque su funcionamiento está oscurecido por las partículas circundantes, pro­ bablemente no es muy diferente del papel que tendría aisladamente.

Los recursos del lenguaje necesitan una perspectiva pragmática 325 Mientras las otras partículas, además de su papel contextualizador, contribuyen también directamente a la modificación del contenido proposicional (dan focA modifica la forma imperativa ga y eens even wat modifica el «sentarse» que resulta del directivo, mientras que ook nog puede modificar al directivo, al «sentarse» o a ambos), la partí­ cula maar codetermina la fuerza ilocutiva. El añadir maar a Ga zi­ tten! («¡Siéntate!») para formar Ga maar zitten! normalmente con­ vierte un mandato en una autorización (aproximadamente: «Está bien, ¡siéntate!»). La autorización (a sentarse para una conversación), en el contexto del tipo de actividad de una consulta académica, parece ser el género al que (1) pertenece como parte de la secuencia de apertura dinámica y negociada de tal actividad. Como ya se ha indicado brevemente, el grupo de partículas contribuye significativamente al marco de signifi­ cación del episodio interaccional. En cuanto a la saliencia, no todas las elecciones de (1) se hacen con igual conciencia. En particular, hay pocas dudas de que el orde­ namiento real de las partículas elude las elecciones conscientes del enunciador tanto como elude al sintacticista. No obstante, el lugar más prometedor para empezar a buscar una explicación de lo que pa­ rece ser un orden relativamente fijo, es el medio de- 3a adaptabilidad, las maniobras de la «mente en sociedad». Dividamos Ja pregunta so­ bre el ordenamiento en dos: primera, ¿por qué las series dan toch, ook nog y eens even wat ocupan sus respectivas posiciones? y segunda, ¿cómo se puede explicar su estructura interna? . La respuesta a la primera pregunta es la más fácil. Hay una ten­ dencia general, que se deriva de las capacidades humanas para proce­ sar información, a que los ítemes lingüísticos que conceptualmente . están unidos también aparezcan próximos en la estructura lingüística (excepto cuando hay una clara marca morfológica de relación). Por consiguiente, la colocación de dan toch siguiendo inmediatamente a ga, de eens even wat precediendo a zitten y de ook nog en el medio se puede explicar en base a sus contribuciones respectivas ál contenido proposicional (dan toch modifica el aspecto de autorización que fe-

326

Cuestiones micropragmáticas

presenta ga, especialmente la desgana implicada, mientras eens even wat cualifica la naturaleza misma del sentarse, especialmente su du­ ración, y ooknog pertenece a.ambos aspectos igualmente y enlaza el' enunciado con el discurso precedente). No se puede formular una hi­ pótesis igualmente satisfactoria para la segunda pregunta. La estructu­ ra interna de las tres subseries identificables del grupo puede ser sim­ plemente una cuestión de colocación, aunque para dan toch y eens even wat podemos observar un grado creciente de vaguedad en la di­ rección opuesta al elemento proposicional que modifican: dan se usa con frecuencia como temporal, refiriéndose a un momento específico; en su sentido como partícula se refiere todavía de una manera relati­ vamente concreta a «en ese caso», mientras que toch es más vaga­ mente concesivo; de igual modo, aunque en orden inverso, wat se re­ fiere a una cantidad concreta aunque no especificada, mientras que even indica duración relativa y eens señala muy vagamente «algún momento». Usando el vocabulario de una teoría general de pragmática, se puede llegar muy lejos en los intentos de describir y explicar fenóme­ nos lingüísticos evasivos (con muchas reservas porque no se ha lleva­ do a cabo más investigación sistemática). 1.1.2 El problema de la performatividad En esta sección intentaremos demostrar cómo, tomando en consi­ deración los ingredientes básicos de una teoría pragmática, uno de los «problemas» pragmáticos más arraigados puede encontrar una solu­ ción fácil. El problema en cuestión es el siguiente: cómo se puede ex­ plicar que algunos verbos de actos de habla, pero no todos, se puedan usar en una fórmula performativa explícita (véase la sección 1.1.2). Generalmente se le atribuye a Austin (1962) el «descubrimiento» de una clase de enunciados, variablemente llamados performativos ex­ plícitos o performativos. Estos enunciados contienen un verbo que nombra el tipo de acto de habla que el enunciado realiza. Los lin­ güistas debatieron ya los enunciados performativos hace un siglo

Los recursos del lenguaje necesitan una perspectiva pragmática 327 aproximadamente. Skrabec (1903, pág. 555) identifica un Praesens effectivum «que no sólo nombra la acción sino también la realiza si­ multáneamente a la enunciación del verbo en cuestión». Observemos en primer lugar el fenómeno, cómo se ha formulado el «problema», y, finalmente, propondremos una solución. La forma ortodoxa de un «performativo explícito», tal y como fue presentada por Austin (1962) es la siguiente: (3) Yo (por la presente) V [si“* "

'""“ « " " i...

Algunos ejemplos típicos: (4)

I (hereby) abdícate Yo por la presente abdico ' (5) I apologize for stepping on your toes Me disculpo por meterme en lo que no me incumbe . (6) I promise to come on Wednesday Prometo venir el miércoles (7) I order you to leave the room' Te ordeno salir de la habitación

Se puede observar que la forma del presente simple del verbo en'estos ejemplos debe referirse al momento de hablar y no a una verdad ge­ neral o habitual, como hace en otros casos. Esta forma ortodoxa está sujeta a una cierta serie de variaciones en diferentes lenguas, dependiendo de sus características específicas. El húngaro, por ejemplo, no sólo ofrece un ejemplo análogo .exacto: (8)

Kér-em a segít-ség-ed-et [Pregunto-yo la ayuda(V)-Nominalizador-tu-Acusativo] [Pido tu ayuda/Te pido que me ayudes]

sino también: (9)

Kér-lek, segít-s [Pregunto-yo(Suj eto)tu(Objeto), ayuda-imperativo]

Cuestiones micropragmáticas

328

Esta última forma de expresión sólo es posible por la existencia de un sufijo verbal que combina la primera persona singular como sujeto con la segunda persona singular como objeto (véase también' la sec­ ción 3.2.1). Puede que no haya ninguna razón en absoluto para considerar (9) menos «ortodoxa» que (8) en húngaro. Sin embargo, la mayoría de lenguas tienen también formas de expresión que son ñmcionalmente bastante cercanas a ejemplos como (4), (5), (6) y (7) aunque difieran del esquema de (3) a lo largo de uno o más parámetros significativos. Los siguientes ejemplos representan algunos de los tipos comentados en la literatura. Un primer tipo de. casos no centrales de performativos en inglés y francés, que se pueden llamar semi-performativos, usan diferentes formas verbales. En (10) se usa el presente continuo, en (11) la primera persona del plural, la tercera persona del singular en (12) y la pasiva en (13), (14) y (15): (10)

(11)

(12) (13)

(14) (15)

Te estoy pidiendo que hagas esto por mí Hemy, te estoy pi­ diendo que hagas esto por mí, Cynthia y los niños. I am asking you to do this for me Henry, I am asking you to do it for me and Cynthia and the chíldren. (Searle, 1989) Ofrecemos nuestras vidas, nuestras fortunas y nuestro sagrado honor. We pledge our lives, our fortunes and our sacred honour, (Searle, 1989) El portador (de esta entrada) declara que es mayor de edad. Le porteur declare etre majeur. (Comulier, 1980) Por la presente se comunica que todos los vuelos a Phoenix han sido cancelados. Passengers are hereby advised that all flights to Phoenix have been cancelled, (Searle, 1989) Se advierte a los pasajeros que no se asomen a las ventanas. Passengers are wamed not to lean out of the window. Está absuelto/Es absuelto. You are dismissed.

Los recursos del lenguaje necesitan una perspectiva pragmática 329 De estos ejemplos (10) es el caso más discutible de performativo: ni siquiera contiene el contenido de la petición a la que Se refiere con «pidiendo», lo que indica que el acto es una descripción de la petición después de que ésta'se ha hecho por otros medios (lingüísticos) y no la petición en sí misma. Esto no significa que el presente continuo no pueda tener un significado performativo; pero si lo tiene, al menos parece intervenir la repetición de un acto precedente. Así (16): (16)

¡Te ordeno que salgas!

Es más probable que aparezca después de que el. performativo «pri­ mario» ¡Sal! no haya tenido efecto. Una segunda clase de casos de performativos no centrales contiene modificadores verbales de dife­ rentes tipos: (17) (18) (19) (20) (21) (22) (23) (24) (25) (26)

Creo que habría unos 20. I ’d guess there were 20 of them. Yo diría que esto es completamente incorrecto. I would say that this is completely wrong. (McCawley, 1977) Estimaría /replicaría que... I would estimate/reply/etc. that... (McCawley, 1977) Te ofreceré la siguiente alternativa... I will offer you the followíng altemative... (McCawley, 1977) Te responderé (simplemente) que... I will (simply) answer you that... (McCawley, 1977) Me gustaría pedirte que cambiaras tus planes. I ’d like to ask you to change your plans. Me gustaría anunciar el compromiso de... I ’d like to announce the engagemcnt of... (McCawley, 1977) Deja que te pregunte qué te pasa. Let me ask you what bothers you. (McCawley, 1977) Deja que concluya /responda /etc. que... Let me conclude/respond/etc, that... (McCawley, 1977) Digamos que son performativos semi-expHoitos. Let us say that these are semi-explicit performatives. (Comulier, 1980)

330

Cuestiones micropragmáticas (27)

Permíteme llamarte canalla. Allow me to cali you a bastard. (Comulier, 1980)

Aunque esos modificadores verbales ya se añaden a la compleji­ dad semántica y pragmática de los performativos, hay un tercer caso de casos no centrales que, a falta de una mejor descripción, contiene diversas «construcciones complejas»; (28) (29) (30) (31) (32) (33)

Esto es una ardilla, podemos decir. That’s a squirrel, shall we say (Comulier, 1980) Esto es para agradecerte que... This is to thank you for... (Comulier, 1980) Esto es para informarte de que... This is to inform you that... (Comulier, 1980) (Esto es) sólo para saludarte (p. ej. en una postal). (This is)just to say helio [e.g. one posteará]. (Comulier, 1980) Te escribo/llamo para decirte (que)... I am writing/calling to tell you that... (Comulier, 1980) Si me atrevo a hablar aquí, es para expresar mi agradeci­ miento más profundo... If I daré speak here, it is to express my profoundest gratitude... (Comulier, 1980)

Finalmente, se han propuesto incluso construcciones con nombres y no verbos como (semi) performativas: (34)

(35) (36)

Vendré a verte la semana que viene, es una promesa. Til come and see you next week, and that’s a promise. .(Searle, 1989) Mi pregunta es, ¿qué quieres decir con... My question is, what do you mean by... (Comulier, 1980) Encontrarás en esta carta mis mejores deseos para el Nuevo Año. You willfind in this letter my best wishes for the New Year. (Comulier, 1980)

El ejemplo menos discutible de éstos puede ser el más complejo, (36), que es en sí mismo un deseo para el Nuevo Año, aunque literalmente

Los recursos del lenguaje necesitan una perspectiva pragniatica 331 se refiere a un deseo que se encuentra en algún otro lugar de la carta (o puede no encontrarse). Los comentarios a (10) sirven para (34) y (35); en ambos ca'sos se puede argumentar que los nombres describen antes que realizar actos que preceden (como en (34)) o siguen (como en (35)). . La formulación original pre-austiniana del «problema de la performatividad» era lógico-gramatical, un intento de emparejar com­ portamiento gramatical con propiedades funcionales y lógicas. Skrabec (1903) y Koschmieder (1935) están perplejos por el hecho de que en las lenguas eslavas se usan principalmente los verbos imperfecti­ vos para lo que ahora denominamos uso performativo, aunque la na­ turaleza momentánea de los actos dictaría lógicamente usar formas perfectivas. Searle (1989) ofrece'una definición completamente diferente del problema de la performatividad. Para Searle el problema básico a ex­ plicar es que yo puedo prometer venir a visitarte diciendo Prometo venir a visitarte, mientras que no se puede freír un huevo diciendo Frío un huevo. En términos más filosóficos: ¿cómo explicamos la existencia de una clase de oraciones cuyo significado puede ser usado para realizar el acto que nombra el verbo principal simplemente enunciando la oración (que literalmente dice que estamos realizando el acto en cuestión)? ¿Cómo explicamos la existencia de una clase de verbos que se presta a tales usos? ¿Cómo explicamos que muchos otros verbos que parecen semánticamente similares no puedan usarse de la misma'manera (p. ej. no puedo jactarme diciendo Yo presumo de que... o insinuar diciendo Insinúo que.,.)! ¿Hay algo en el signifi­ cado de esos verbos que los diferencia? En nuestras propias palabras: ¿los hechos observados están de­ terminados meramente por convención o hay algunas restricciones pragmáticas más profundas? Omitiendo los detalles de la explicación de Searle (para cuya discusión remitimos a Verschueren, 1995d), lo que necesita una explicación es el comportamiento de un tipo especí­ fico de verbos de acción lingüística (VAL) que permite una maximización de refiexividad en el lenguaje. El problema de la performativi-

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Cuestiones micropragmáticas

dad se convierte en el problema de cómo definir la autorreferencia completa de los VAL. Un modelo descriptivo general y coherente para el análisis de términos metapragmáticos debe ayudar a resolverlo. Tal modelo es relativamente fácil de formular sobre la base de la teoría de la pragmática esbozada en este libro, considerando sus implicaciones para el estudio del significado léxico (véase la sección 4.2.2) y la po­ sición a la que conduce en relación a los indicadores de conciencia metapragmática (véase la sección 6.4). Una descripción no circular del significado de los VAL (en la cu­ al el «significado» se construye en el sentido pragmático de su contri­ bución a la generación del significado en el uso del lenguaje) debe especificar las condiciones prototípicas bajo las cuales un verbo V se puede usar en una descripción D (que es también en sí misma una ac­ ción lingüistica) de una acción lingüística A. Estas condiciones ( C ) se pueden formular como condiciones o propiedades del acto a des­ cribir (condiciones-A; abreviado'como C) y a veces en términos de condiciones, o propiedades del acto de describir (condiciónes-D; abreviado Cd). Puesto que tanto, A como D implican todos los ingre­ dientes de un acontecimiento de habla completo, las condiciones o propiedades pueden estar unidas a los enunciadores (Ea y Ed) y a los intérpretes (la y Id), sus mundos mentales de creencias, deseos, inten­ ciones, y también a .aspectos de los mundos físicos y sociales, espe­ cialmente las relaciones sociales. Lo que necesita explicarse es la elección en D en el nivel léxico, más específicamente un verbo V (un VAL) que describe A como forma de comportamiento verbal, en re­ lación con los ingredientes relevantes de A y D. En la figura 7.1 se ofrece una presentación esquemática. .

-

{Acto a describir)-C —:------------------------------------------------------------------, Cd-------{Acto de describir)

‘ ■£2

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r0t

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m £ £ *o

1 tí *o w O J3 w ü

334

Cuestiones micropragmáticas

Aunque las descripciones de todos los VAL requieren condicio­ nes D, la mayoría se refieren a creencias o supuestos que tienen el enunciador de D (p. ej. Ed) que simplemente reflejan condiciones o propiedades de A. Por ejemplo, si la elección de prometer en una descripción de A está regida normalmente por la condición de que Ea intenta llevar a cabo la acción especificada en el contenido proposicional de su enunciado, entonces el uso de prometer en la descripción D es también normalmente regido por la condición D de que Ed debe creer que Ea tenía esta intención cuando realizó el acto A. Pero ade­ más de tales «reflejos» de eondiciones-A, algunos VAL requieren también para su uso prototípico la satisfacción de condiciones que pueden formularse sólo con referencia a D. Tomemos mentir como ejemplo. El uso apropiado dél verbo (en su sentido prototípico; véase Coleman y Kay, 1981)'supone al menos las siguientes condiciones-A: • el contenido preposicional de A se desvía de alguna manera de «la verdad» • hay una discrepancia entre las creencias de Ea y el contenido prototípico del enunciado • Ea tiene alguna intención de engañar a la. Todas estas condiciones se «reflejan» en D .(enJa forma de creencia por parte de Ed de que estas condiciones-A se satisfacen), pero ade­ más existen las siguientes condiciones-D (es decir, condiciones que sólo se pueden formular haciendo referencia explícita a algo que se sitúa en el lado-D): • El juicio de valor negativo de Ed sobre A (un juicio de valor negativo se asocia siempre con el uso del verbo mentir, como resulta del hecho que cuando hay circunstancias atenuantes en la mente de Ed, el uso del verbo se evita tanto como es posi­ ble)^ • El juicio de Ed sobre el valor de verdad de la proposición en A (que crea una distancia interpretativa en el sentido que se ex­ plica más adelante).

Los recursos del lenguaje necesitan una perspectiva pragmática 335 Nuestra hipótesis es la siguiente: la autorreferencia completa en los verbos de actos de habla (un tipo de VAL) requiere la posibilidad de hacer que A y D. coincidan al máximo. En otras palabras, los ver­ bos de los actos de habla que no requieren condiciones-D (más allá de los de tipo «reflexivo») para una descripción adecuada de sus sig­ nificados, pueden, en principio, usarse de forma performativo. Tan pronto como se requieren condiciones-D explícitas, hay una distancia conceptual entre A y D que hace imposible interpretar un enunciado (es decir, procesarlo cognitivamente) en el cual V sea autorreferencial. Los casos más simples en los que es posible la coincidencia com­ pleta entre A y D son esos en los que todas las C se definen por el contexto institucional al que pertenece A: no es casualidad que los ejemplos más típicos de Austin de performativos explícitos sean actos como bautizar y suspender. La siguiente categoría, que incluye el ejemplo prototípico de Searle de un acto de habla, una promesa, im­ plica actos que son gobernados por normas sociales relativamente cla­ ras (aunque de gran manera específicas a cada cultura) para que su estatus no sea normalmente ambiguo (o al menos se preste a ser trata­ do como no ambiguo). Preguntar, ordenar, declarar, advertir, anun­ ciar, disculparse, agradecer y muchos otros tampoco requieren dis­ tancia entre A y D, En otras palabras, los verbos correspondientes en inglés [y en español] tienen la capacidad de funcionar como indicado­ res reflexivos (con un alto grado de saliencia) de conciencia metapragmática. Sin embargo, para verbos de acto de habla que no se pueden usar de manera performativa, se puede mostrar que necesitan varios tipos de distancia conceptual que bloquean el uso completamente reflexivo. Presentemos una breve visión general de los ejemplos m is citados (que dividimos en cuatro grupos, que no representan una taxonomía, porque en los mismos verbos pueden funcionar aspectos diferentes del análisis). ■ Sugerir, insinuar, dar a entender, aludir requieren una- distancia interpretativa entre. A y D. La razón es que el «modo de entrega» en.

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Cuestiones micropragmáticas

A, como lo describe el verbo, es la implicitud; por lo tanto el signifi­ cado que es sugerido, insinuado, dado a entender o aludido es funda­ mentalmente «construido» por Ed. La condición-D que se supone es la intervención interpretativa de Ed que lo/la conduce a creer que A significa algo más de lo dicho realmente. Esto no niega que la inter­ pretación es en otros casos un proceso activo también. Pero este pro­ ceso es colocado en primer plano completamente describiendo A co­ mo un ejemplo de sugerencia o insinuación, por lo que tal descripción no es posible sin. separar A y D. Como consecuencia, A y D no pue­ den coincidir y los verbos correspondientes no se pueden usar de ma­ nera performativa. Mentir, alegar, perjurar, bromear, jactarse o fanfarronear tam­ bién requieren distancia interpretativa, pero de un tipo ligeramente más especifico. La rizón es que actos como mentir, perjurar, etc. tie­ nen un «estatus» que no tiene la .intención de ser reconocido por la (al menos temporalmente); por lo tanto, para poder ser descritos con re­ ferencia a tal estatus,T.es necesaria una intervención interpretativa de Ed que cree una distancia conceptual inevitable entre A y D. La con­ dición-D más específica (como ya se mencionó antes en referencia a mentir) es la siguiente: el juicio de Ed sobre el valor de verdad de la proposición en Á. Amenazar, quejarse (como opuesto a protestar), blasfemar o mal­ decir, encubrir (como opuesto a disculpar), difamar (como opuesto a acusar) pero también mentir y jactarse o fanfarronear, todos requie­ ren una distancia evaluativa entre A y D. Razón; como ya sé antici­ pó en-relación con mentir, la aceptabilidad social de los actos descri­ tos es baja, por lo que los juicios de valor negativos de Ed se asocian ■con la misma elección de los VAL de la lista. Condición-D: juicio de valor negativo del Ed. Esta condición-D hace imposible que el ha­ blante describa su propio acto como amenazar,, difamar, mentir o alardear sin juzgarlo y de ese modo socavar el acto mientras lo reali­ za..Este es el ejemplo clásico de lo que Vendler (1976) llamó «suici­ dio ilocutivo» en un artículo que contema ya muchos de los ingre­ dientes necesarios para el tipo de explicación que intento formular

Los recursos del lenguaje necesitan una perspectiva pragmática 337 para el fenómeno de la performatividad. Podemos aclarar mejor que esto es exactamente lo que ocurre refiriéndonos a formas de uso en las que se cancela el juicio de valor negativo. Observemos (37) y (38): (37) (3 8)

Me jacto de ser un'patriota. I boast myself a patríot Prometo que te mataré.

La oración (37) se tomó de un diccionario británico; como el patrio­ tismo se suele evaluar de manera -positiva, el contenido de la oración cancela cualquier asociación negativa que el verbo jactarse tiene normalmente. Por consiguiente la condición-D se anula y jactarse puede usarse performativamente. (El hecho de que esta oración se en­ contrara en un diccionario no la hace necesariamente aceptable para todos los hablantes de inglés. De hecho, un uso autorreflexivo de jactarse es sin duda extremadamente excepcional —lo que recalca lo que hemos señalado sobre este verbo.) El comportamiento de prome­ ter en (38) es similar, no implica las connotaciones negativas con las que carga amenazar, por lo' que si prometer se usa como eufemismo con idéntica razón también se puede amenazar performativamente. Finalmente, convencer, irritar, persuadir, divertir requieren una distancia temporal entre A y D. Razón: el efecto comunicativo de A debe haber tenido lugar antes de que A pueda ser descrito como haber convencido, irritado, persuadido o divertido a alguien. CondicionesD: la evaluación de Ed del efecto comunicativo de A. Ni que decir tiene que A y D no pueden coincidir si deben ser consecutivos. En resumen, nuestra hipótesis sobre las condiciones bajo las cua­ les un verbo de acción lingüística tiene un potencial performativo, es decir, las condiciones bajo las cuales se puede usar de una manera autorreferencial completamente o como un indicador reflexivo máxi­ mo de conciencia metapragmática, parece confirmarse completa­ mente por los ejemplos que se encuentran en la literatura sobre actos de habla para ilustrar el «problema» de la performatividad. Si las ex­ plicaciones aducidas hasta aquí son suficientemente convincentes pa­ ra justificar nuestra hipótesis en conexión con los ejemplos que en­

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contramos en la literatura sobre actos de habla, todavía queda pen­ diente el problema de la performatividad tal y como lo formularon Skrabec (1903) y Koschmieder (1935). ¿Cómo puede ayudamos nues­ tro marco descriptivo a explicar el dominio de formas imperfectivas en un uso performativo explícito? Si reemplazamos la anterior for­ mulación lógico-gramatical del problema por un enfoque directo en términos del marco descriptivo que hemos bosquejado, la explicación es relativamente transparente. La elección entre «aspectos» alternati­ vos (en este caso perfectivo versus imperfectivo) es algo que necesa­ riamente tiene lugar en el lado D de nuestro modelo: Ed tiene que hacer una elección sobre la base de su juicio respecto ai estatus tempo­ ral/aspectual del'acto realizado. Esta inevitable intervención inter­ pretativa crea .una diferencia conceptual entre A y D. Pero el papel de Bd es explícitamente más central cuando se usa el perfectivo porque el perfectivo es el caso marcado (véase la sección 2.1) en el contraste entre verbos perfectivos e imperfectivos en las lenguas eslavas. Como consecuencia se puede predecir que el perfectivo se usará menos —si se usa alguna vez— en un enunciado performativo, ya que pone aten­ ción más fuertemente en una distancia interpretativa entre A y D. Contrariamente a otras afirmaciones (como en Searle, 1989) de que la ocurrencia performativa de ciertos verbos de actos de habla es más o menos accidental y no tiene nada que ver con el significado de esos verbos, creemos haber demostrado cómo un modelo coherente para la descripción del significado de los verbos de los actos de habla (o VAL, o incluso términos metapragmáticos en general) hace prede­ cible, en terrenos semánticos y conceptuales (tal y como estos se en­ tienden en el contexto de una perspectiva del lenguaje cognitiva, so­ cial y cultural, es decir, pragmática), si un verbo es apropiado para un uso performativo o no. Los hechos de la naturaleza no tienen nada que ver con esto. El fenómeno, se puede formular enteramente en tér­ minos de procesabilidad, como actos y descripciones coincidentes, de enunciados que contienen verbos para hacer esos enunciados autorreferenciales. Lo que no es predecible, sin embargo, es si un verbo dado se usará performativamente en una lengua dada. A nivel de la ocu-

La pragmática de la interacción a pequeña escala

*s

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rrencia factual funcionan convenciones específicas a cada lengua. De este modo, nada puede impedir el uso inglés de to ask (preguntar, pe­ dir), p .ej.en su sentido de petición, en una fórmula explícita performativa. En el uso del inglés esto se hace raramente, mientras que su equivalente húngaro kér (como en el ejemplo (8)) se usa en la mayo­ ría de las peticiones diarias. Además, hay una gran variación entre' lenguas sobre si la forma ortodoxa del performativo (ejemplos (3) a (9)) se usará con -un Verbo específico o si se preferirá alguna expre­ sión performativa no central (como en los ejemplos (10) a (36)). Aunque el principio básico pragmático parece bastante claro, la sus­ ceptibilidad del uso performativo puede ser en sí misma un fenómeno gradual (como ya se sugirió anteriormente en la formulación de una explicación para la elección del aspecto en las lenguas eslavas, y co­ mo debe quedar claro por la observación de que puede haber una frontera borrosa entre las condíciones-D que son «reflexivas» y las que no lo son). Esta gradación, a su vez, puede tener alguna relación con la preferencia por una forma específica de expresión. Pero se re­ quiere una investigación pragmática mucho más detallada para hacer estos temas tangibles. En particular, se tendrán que examinar modelos reales de uso, en los que interviene el poder completo de la negocia­ bilidad. Haremos referencia a un estudio empírico relevante al tema en el siguiente capítulo (sección 8.2.1).

7,2 LA PRAGMÁTICA DE LA INTERACCIÓN A PEQUEÑA ESCALA

Los casos de uso del lenguaje — de la misma manera que los re­ cursos lingüísticos— se pueden observar, en principio, desde* un pun­ tó de vista no pragmático. De hecho, es necesario hacerlo para inves­ tigar- propiedades estructurales de los mismos recursos usados.- Se puede investigar un.gran corpus de textos para estudiar la distribución de construcciones de genitivo entre tipos de oraciones, o para investí-' gar la frecuencia relativa de ítemes léxicos como plañe,. airplane y

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Cuestiones micropragmáticas

aeroplane .{mión, en inglés). De igual modo, todos los ejemplos de uso del lenguaje muestran propiedades formales «objetivas» que se pueden investigar en sí mismas (desde, fenómenos cuantificables co­ mo el tamaño medio de una oración a la pauta de uso de conectores , en un texto). Sin embargo, las preguntas más interesantes sobre ejem­ plos de uso del lenguaje necesitarán invariablemente una perspectiva pragmática. Una consecuencia es que los datos nunca hablan «por sí mismos». En su calidad de formas de comportamiento que generan significado, no pueden separarse de la compleja realidad del funcio­ namiento humano. En el resto de este capítulo se ilustrará esto, prime­ ro con un intercambio muy simple e informal y en segundo lugar con un tipo de discurso institucional. 7.2.1 Un intercambio informal Observemos el ejemplo (39). . -(39)

1. Hija: 2. Padre: 3. Hija: 4. Padre: ' 5. Hija:

¿Sabes qué hora es? Sí. ¿Tú no lo sabes? ¿Sí? ¿Entonces por qué llamas? ¡Papá!

Como debe estar claro a estas alturas, la tarea central de una in­ vestigación pragmática de este fragmento de discurso es rastrear el modo en que el significado se genera interactivamente tanto en térmi­ nos de dinámica (como se describe en el Capítulo 5) como en térmi­ nos de la saliencia de los procesos que integran esa dinámica (Capi­ tulo 6). A menos que se permita la mera especulación, -no hay ninguna manera de llevarlo a cabo, sin embargo, sin definir su locus, tanto en términos extralingüístieos como lingüísticos (véanse los ca­ pítulos 3 y 4 respectivamente). En lo que se refiere a sus coordenadas contextúales, (39) es un fragmento de una conversación entre una chica de 13 años y su padre. Están hablando por teléfono. La chica está en casa y llama a sus pa­

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dres a un restaurante cercano donde fueron a cenar con una pareja de amigos. Son alrededor de las once de la noche, aunque los padres ha­ bían prometido volver alrededor de las diez. Esta breve información sobre el canal de comunicación, el contexto de la actividad general y la relación social entre los dos enunciadores e intérpretes implica que el fragmento (39) está conectado intertexfualmente con varios círcu­ los de comunicación más amplios. Para empezar, una conversación telefónica empieza normalmente con una señal mutua.de que se h a establecido contacto, a veces combinada con indicaciones explícitas de reconocimiento mutuo. Además, es poco probable que la conver­ sación termine abruptamente después de (39)5. El cuerpo principal de la conversación estará posiblemente en la continuación, p.ej. en forma de una petición de la hija de que el padre se comprometa a volver pronto a casa. La conversación en sí misma está funcionalmente co­ nectada a dos tipos de discurso precedente. En primer lugar, a menos que el padre tenga un teléfono móvil, ha debido haber dos conversa­ ciones precedentes con el único propósito de establecer el contacto para que la conversación sea posible: una entre la chica y el dueño del restaurante (o un camarero) que contesta el teléfono y otra entre el dueño del restaurante (o un camarero) y los padres en la mesa. Seria un grave error pensar que esta conexión intertextual es insignificante e irrelevante. Lo que la chica dice al dueño puede influir en el modo en que su llamada es comunicada a sus padres, quienes, a su vez, pueden establecer el tono de la conversación de la cual (39) es una parte. En segundo lugar, el contenido de la conversación está íntima­ mente conectado a lo que fuera que se dijeron la hija y los padres an­ tes de que éstos salieran hacia el restaurante (ya sea inmediatamente antes o en alguna Ocasión anterior). En términos estructurales, (39) es un grupo de enunciados con un estilo bastante informal. Los enunciados individuales en sí mismos son estructuralmente muy simples: todos menos uno contienen una única oración corta y dos de ellos son solamente una palabra. Los enunciados de (39)1. a (39)4; terminan con una entonación ascen­ dente característica de las estructuras interrogativas en inglés. Esta

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puede ser una de las propiedades a explicar porque la expectación normal sería encontrar pares adyacentes de pregunta-respuesta. La pregunta crucial es: ¿qué ocurre con el «significado» en (39)? El marco de significado en términos del cual tienen que interpretarse los procesos de negociación viene dado por el tipo de actividad o acontecimiento definido por los ingredientes señalados anteriormente: una conversación telefónica informal entre dos parientes cercanos en la cual la persona que llama está de algún modo «controlando» a la persona llamada. En este contexto, el enunciado de la hija (39)1. es difícilmente interpretable como una pregunta sobre la hora (ya sea vista como «literal» por la conveneíonalidad de la forma o como «in­ directa» por ser literalmente una pregunta sobre el conocimiento del destinatario más que directamente sobre la hora). Recurriendo al co­ nocimiento compartido sobre un compromiso anterior (o al menos una afirmación predictíva) por parte de los padres en relación a la ho­ ra de su regreso a casa, la pregunta d é la hija se convierte en un re­ proche (si es serio o no sólo se puede deducir por aspectos de proso­ dia). Esta interpretación, que se puede suponer que es completamente accesible para el padre, es rechazada por éste jugando: en (39)2. rea­ signa el género de pregunta al enunciado de la hija (de nuevo, ya sea «literal» o «indirecta») añadiendo una oración que cuestiona (y de ese modo expresa sorpresa) una de las implicaciones que normalmente tienen las preguntas, es decir, que el que pregunta no sabe la res­ puesta. Sorprendida, la hija responde Si a la pregunta dej padre en (39)3., pero indica — con una entonación, ascendente— que está per­ pleja y espera que haya una continuación. Como eso no cuestiona el •rechazo del padre a reaccionar «apropiadamente» a la pregunta inicial (teniendo en cuenta su significado implícito), el padre puede' conti­ nuar su propio juego estratégico preguntando (39)4., que, en la super­ ficie, es un intento de obtener una afirmación explícita sobre un obje­ tivo oculto que todavía finge no entender. La hija de pronto se da cuenta de lo que ocurre y enuncia un vocativo con irritación en (39)5. Muy poco de lo que realmente ocurre en este intercambio se hace explícito. Aún así está claro que el significado implícito de (39)1. está

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presente de manera saliente tanto para E como para I, y que el padre juega conscientemente con la distinción entre lo implícito y lo explíci­ to. La hija, en principio, está «engañada», por el juego del padre, pero lo entiende rápido y da voz a su irritación (inspirada al menos en parte por la conciencia súbita de que su padre se estaba burlando de ella). Un fragmento aislado como (39) siempre presenta más preguntas de las que se pueden responder sin más investigación. El objetivo de presentarlo es doble. Hay, en primer lugar, una intención de demos­ trar brevemente cómo se puede formular una explicación coherente en términos de las cuatro tareas a realizar en el curso de un análisis pragmático. En segundo lugar, este ejemplo ilustra los tipos de pre­ guntas que se pueden plantear desde un punto de vista pragmático. Hagamos una lista de algunas de ellas. • ¿Cuál es el estatus de este fragmento en reiación con el resto de la conversación? o ¿Cómo es posible considerarlo como una unidad o episodio separable que se abre con la pregunta de (39)1. y se cierra con la exclamación de (39)5.? • ¿Cómo se conecta esta conversación con el discurso prece­ dente? ¿Cuál es, por ejemplo, la influencia de la manera de ex­ presarse usada por él propietario del restaurante (que variará en relación con los lazos entre el propietario y los clientes) en el género o la aproximación que adopta el padre? • ¿Cuál es el papel de los factores de personalidad? • ¿Cuál es la correlación, exactamente, entre, por un lado, el es­ tilo usado y, por otro, el canal de comunicación y ePtipo de relación social? ,* ¿Cómo podemos estar seguros de la comprensión del signifi- , cado implícito? O, por la misma razón, del significado explí­ cito también. • ¿Qué sistematicidad caracteriza la función contextualizadora de los marcadores prosódicos? • ¿Cómo se explica que parezca más fácil ignorar aspectos de significado implícito que cuestionarlos?

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Cuestiones micropragmáticas

El ejemplo es el análisis de Goodwin (1994) de los juicios de Rodney King en Los Ángeles. Después de detener su vehículo por una infracción de' tráfico el 3 de marzo de 1991, King, un afroamericano, fue violentamente golpeado por un grupo de cuatro policías. Cuando se mostró la cinta de este hecho, grabada por un cámara amateur, el escándalo público llevó a los policías ajuicio por abuso de la fuerza. Los procesos judiciales, como cualquier otro acontecimiento co­ municativo, sólo se pueden entender apropiadamente en función del cuadro significativo impuesto por el tipo de actividad, que es en este caso predominantemente institucional. Decimos «predominantemente institucional» porque el suceso, que es en principio autónomo y debe­ ría seguir sólo las reglas relativamente estrictas de interacción im­ puestas por las instituciones establecidas para administrar justicia, forma parte de un contexto de comunicación mucho más amplio. Para dar un ejemplo, es posible que no hubiera tenido lugar un juicio .sin el escándalo público que generaron el vídeo y los comentarios sobre el vídeo. Como resultado, desde el principio el juicio fue parte de un debate general público y político, con intervención real de mucha gente (lo que.se volvió trágicamente claro cuando el veredicto de ino­ cente para los policías en el primer juicio disparó las revueltas en Los Ángeles, sin las cuales posiblemente no hubiera tenido lugar el se­ gundo juicio, federal un año más tarde, en el que dos de los cuatro po­ licías fueron condenados por violar los derechos civiles de King). Además, el suceso tuvo una gran publicidad en los medios de comu­ nicación. Sería un error ignorar la posible, incluso probable, influen­ cia de esta capa circundante de comunicación y conflicto social Ob­ viamente, lo que .se diga durante el juicio será adaptado, tanto en contenido como estilo., para una serie de destinatarios1'2 , en particu­ lar periodistas, audiencia de los medios de comunicación y grupos de presión políticos. En la medida en que el suceso puede considerarse autónomo, aún representa un tipo de actividad altamente complejo. Los siguientes comentarios se refieren al tipo concreto de juicio con jurado que es común en los Estados Unidos. Estructuralmente, el juicio consiste en

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una constelación de diferentes tipos de enunciados y grupos de enun­ ciados: una variedad de enunciados monologales (el juez dando instrucciones, la recapitulación del jurado) y grupos de enunciados dialogales (interrogatorios a los testigos), todos conectados intertextualmente (como en secuencias de interrogatorios, la recapitulación del jurado resumiendo lo que ha precedido, etc.). Contextualmente, los papeles de los participantes están bien definidos (el acusado, el juez, el fiscal, los abogados de la defensa, jurados, testigos, peritos). Esos papeles institucionales se definen en términos de asignación previa de tumos o tipos de tumo (o tipos de géneros verbales) que usarán cada uno de ellos: los jueces dan instrucciones, los abogados preguntan (de un modo institucionalmente permisible) y objetan a las preguntas de los otros, los testigos responden, los jurados escuchan (actuando como participantes marginales a lo largo de la mayor parte del proceso, como destinatarios directos principalmente durante la re­ capitulación y como un enunciador colectivo al término del. proceso). La dinámica de la interacción en conjunto se determina por esas es­ tructuras y roles, de los cuales los participantes son bastantes cons­ cientes, en combinación con una tarea a realizar: decidir la culpabili­ dad o inocencia del acusado. El proceso resultante toma la forma de un concurso entre la fiscalía y la defensa, en el cual el objetivo de la fiscalía es probar la culpabilidad y es suficiente para la defensa si puede suscitar duda razonable sobre la culpabilidad del acusado. Da­ da la naturaleza competitiva del acontecimiento, los participantes también saben que no es la principal preocupación ni de la fiscalía ni de la defensa la búsqueda de «la verdad», sino la búsqueda de estrate­ gias para ganar. En este proceso el lenguaje es la herramienta más poderosa para construir los significados deseados. En el primer juicio de Rodney King la fiscalía empezó aparente­ mente desde el supuesto de que tenían un caso sólido,-con una prueba incontestable e inequívoca en forma de cinta de vídeo. Como Goodwin (1994) muestra, sin embargo, fue suficiente para la defensa im­ poner lo que él denomina «visión profesional» en lo que se podía ver en la cinta para crear un cuadro de interpretación que conduciría co-

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Cuestiones micropragmáticas * ¿Cómo se caracteriza el tipo de cooperación que se encuentra en un intercambio como (39)? O, ¿dónde entran los elementos conflictivos que son parte de la interacción diaria tanto como la cooperación?

Una vez que tenemos preguntas interesantes de este tipo, el problema es qué es Jo que consideramos datos probatorios en la búsqueda de respuestas. Debe quedar claro que la naturaleza de los datos reunidos y las metodologías a adoptar sólo pueden decidirse en función a la pre­ gunta específica que se plantee. La única regla general es que la com­ paración entre ejemplos de habla real, que ocurren naturalmente (se­ leccionados entre dimensiones de variación pertinente a la pregunta planteada) es siempre un buen punto de partida. Para estudiar la pre­ gunta final que formulamos, por ejemplo, es útil contrastar (39) con casos como (40) (los paréntesis cuadrados alineados verticalmente indican habla solapada). (40)

(De Schiffrin, 1994, pág. 434) 1.Debby: [Sí, es la clase 2. Irene: [es verdad 3. Heniy: Es la clase media... 4. Irene: Es la clase media [que da a los niños todo 5. Debby: [Sí

En contraste con la no cooperación estratégica que encontramos en (39), el ejemplo (40) ofrece un caso de cooperación conversacional espontánea perfecta: tres personas formulan, de manera colaboratíva una opinión compartida! No obstante, los elementos de conflicto que se ocultan en (39) están bastante atenuados, mientras que en la con­ versación de la cual se tomó (40) los desacuerdos explícitos salen a la superficie por todas partes y los participantes normalmente están pe­ leando para tomar la palabra. Además de datos reales, también pueden ser útiles para ciertos ti­ pos de preguntas los datos obtenidos experimentalmente. Para estu­ diar la comprensión del significado implícito, por ejemplo, la primera

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regla sigue siendo seguir el rastro de lo que pasa realmente con los aspectos de significado en cuestión, qué es lo que se hace realmente con ellos, en el curso de la interacción de la vida real. No obstante, se pueden concebir experimentos para suplementar los resultados. Con­ trolar todas las variantes relevantes, sin embargo, es casi imposible en el área de la pragmática (un factor que hace el uso de entrevistas y cuestionarios no fiable en absoluto). La introspección puede tener un papel, como se dijo antes, cuando sea relevante preguntar qué podría haber ocurrido en lugar de lo que se ha observado, o por qué una op­ ción disponible no es elegida. En otras palabras, en principio nada se excluye pero hay una clara clasificación de preferencias .de los tipos de datos probatorios disponibles. Además de los tipos de preguntas de la lista anterior, la investiga­ ción puede por supuesto concentrarse en procesos característicos de grupos específicos de hablantes. De este modo, se puede centrar en fenómenos de adquisición o de deficiencia comunicativa. No' es nece­ sario decir que en este libro, donde se tiene que cubrir la mayoría de metodologías específicas a un tema, no podemos .entrar en esas áreas de investigación seriamente. 7.2.2 Un acontecimiento institucional La definición que se ofreció (en la introducción a la Parte III) para distinguir entre microprocesos y macroprocesos (los primeros tienen lugar en un contexto de comunicación diaria entre individuos o pe­ queños grupos de individuos y los segundos transcienden esos con­ textos, aunque todavía se reflejen en ellos) ya implicaba que la distin­ ción es artificial. Incluso una conversación telefónica entre un padre y su hija forma parte de un contexto mucho más amplio que implica actividades socialmente definidas y productos normativos de procesos de socialización. El segundo ejemplo de interacción a pequeña escala, que muestra cómo se puede generar el significado en el contexto ins­ titucional de un proceso judicial, demostrará este hecho de manera más contundente.

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Cuestiones micropragmáticas

mo mínimo a «duda razonable». Con este objetivo la defensa llamó a los peritos, cuya primera tarea fue descomponer lo que parecía una paliza masiva y etiquetar y categorizar los fragmentos, como en (41) (los números entre paréntesis indican pausas en segundos). . (41)

(De Goodwin, 1994,617) Perito: Hubo diez usos distintos (1.0) de fuerza En cada uno de esos usos de fuerza hubo una escalada y un descenso, (0.8) un período de evaluación, (1.5) y entonces una escalada y un descenso otra vez.. (0.7) Y otro periodo de evaluación.

La categorización se .introduce de manera muy consciente para ofre­ cer un nuevo significado a lo que se puede ver. En un contexto donde la práctica profesional permite el uso de fuerza cuando es necesario, especialmente el término evaluación sitúa el suceso en un cuadro en el que interviene, un comportamiento racional y completamente res­ ponsable por parte de los agentes de la policía. En la misma línea, en otro fragmento, se define patadas como herramienta del trabajo poli­ cial, al mismo nivel que la porra, una estrategia de categorización que elimina el enlace asociativo entre patadas y furia o malevolencia. La impresión de que los agentes de policía estaban haciendo- su tra­ bajo se refuerza todavía más al despersonalizar sus acciones. Obser­ vemos (42) (dondeios signos de igual al final de una línea y al prin­ cipio de la siguiente indican que los fragmentos se siguen sin ninguna pausa; un guión al final de una palabra indica vacilación). (42)

(De Goodwin, 1994, 617) 1. Defensa: Cuatro, ooo... cinco, ooo... uno. Vemos que se lanza un puñetazo. =*' =¿Correcto? 2. Perito; Correcto. La- fuerza se ha intensificado otra vez (0.3)

La pragmática de la interacción a pequeña escala

349

al nivel que lo había hecho previamente, (0.4) y el descenso ha cesado.

Elegir la forma completamente pasivizada Vemos que se lanza un pur ñetazo en (42)1. en lugar de la alternativa obvia «Vemos al agente X golpeando a Rodney King», o decir el descenso ha cesado en lugar de «han empezado a pegar otra vez» es una estrategia estándar para qui­ tar la atención que está puesta sobre el agente. En otra.s palabras, se hace responsables a los agentes no por el desagradable curso de las acciones; simplemente hacen, de modo bastante responsable, lo que cualquier otro policía ha sido entrenado para hacer, en circunstancias comparables. Para hacer completamente aceptable esta interpretación, la defensa tiene que demostrar que el comportamiento de Rodney King da buenas razones para que los policías consideraran necesario el uso de la fuerza. Con este fin, la defensa llama al Sargento Duke del Departamento de Policía de Los Ángeles y lo presenta como pe­ rito en el uso de la fuerza. En el fragmento (43) (donde dos puntos in­ dican el alargamiento de la vocal), el fiscal cuestiona su testimonio haciendo notar que King parece estar moviéndose a la posición para ser esposado. • (43)

(De Goodwin, 1994, 619) 1. Fiscal; Entonces, ¿usted consideraría otra vez que esto e:s un movimiento no agresivo del señor King? 2. Duke; En este momento no, no lo consideraría (1.1) 3. Fiscal: Es agresivo, 4. Duke: Sí, lo empieza a ser, (0.9) Este pie, está plano en el suelo. (0,8) Empieza a haber una corva en eeh (0.6) esta pierna (0.4) en su trasero. (0.4) . El áxea de las nalgas ha empezado a levantase, (0.7) lo que nos pondría, en el principio de nuestro espectro otra vez.

Cuestiones micropragmáticas

350

En otras palabras, lo que el fiscal interpretó como cooperativo es reinterpretado por el sargento Duke como agresivo. El uso de descrip­ ciones vagas como empieza a (dos veces) y ha empezado a en (43)4. muestra cuánto depende el marco del deseo de imponer una interpre­ tación. En consecuencia, el fiscal aún puede desafiar la habilidad del perito para entrar en los procesos de evaluación que se dice que los policías llevan a cabo. (44)

(De Goodwjn, 1994, 625) ' 1. Fiscal: ¿Puede leer sus mentes eeh, (1.4) sargento Duke? CL3) 2. Duke: Puedo, (0.4) formar una opinión basada en. mi en­ trenamiento y en haber entrenado a otros, lo que puedo percibir que ellos perciben. (0.6) 3. Fiscal; Bien ¿cuáles son las percepciones del señor King en este momento? (0.6) 4. Duke: Nunca-he sido un sospechoso. No sé.

El sargento Duke-exige el derecho a hablar como un profesional ex­ perto capaz de penetrar en los procesos mentales que tienen lugar en las mentes de los agentes de policía. La imagen resultante es por definición discursivamente construida. Aunque no pudiera convencer a los miem­ bros del jurado de la validez del juicio del abogado de la defensa de que «sólo Rodney King tenía el control de la situación» mientras estaba tendido en el suelo boca abajo y rodeado por cinco hombres armados, su declaración fue suficiente para inspirar «duda razonable». La medida en que el resultado de acontecimientos institucionales de este tipo es el producto de procesos verbales de generación de sig­ nificado (en este caso incluso construcción activa) queda también cla­ ra por el segundo juicio. En esa ocasión el fiscal ya no confió en las pruebas visuales sin interpretación sino que ofreció un cuadro alter­ nativo: se introdujo un nuevo motivo (dar una lección a alguien que no ha sido respetuoso), los movimientos del cuerpo de King se expli-

Resumen y lecturas recomendadas

~

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carón como espasmos naturales de los músculos en respuesta a la pa­ liza y se destacaron diferentes partes de la cinta (como la postura físi­ ca dé los dos agentes que no estaban golpeando, sólo estaban de pie y mirando y no preparados para controlar a un criminal peligroso). Co­ mo vemos, se puede dotar a las mismas pruebas de significados com­ pletamente diferentes. Es, sin duda, el poder del lenguaje.

7.3 RESUMEN Y LECTURAS RECOMENDADAS

En este capítulo se han ofrecido algunos ejemplos seleccionados para ilustrar cómo una teoría de la pragmática, como se define en este libro, puede ser usada para ofrecer un análisis pragmático de fenóme­ nos lingüísticos de pequeña escala y de ejemplos de uso del l&iguaje. al micro nivel de la interacción'cara a cara. Primero se mostró cómo la pragmática puede explicar hechos del lenguaje que parecen arbitra­ rios, como la ordenación de las partículas y las capacidades perfor-. mativas de ciertos verbos de actos de habla. Después se comentaron dos ejemplos de interacción lingüística, uno en una situación informal y otro en un contexto institucional. Otras lecturas sobre partículas: Abraham (ed.) (1991), Foolen . (1996). Sobre performatividad: Récanati (1981), Searle (1989), Ver­ schueren (1995d). Sobre conversación cara a cara: Atkinson y Heritage (eds.)(1984), Kerbrat-Orecchiono (1990/92/94), Sacks (1992), Schifírin (1994). Sobre discurso institucional: Atkinson y Drew (1979), Walter (1988), Drew y Heritage (eds.) (1992), Goodwin (1994), Sarangi y Slembrouck (1996), Gunnarsson et al. (eds.) (1997).

7.4 TEMA DE INVESTIGACIÓN

El tema de investigación presentado en la sección 6.6 contenía un fragmento de un informe del Departamento de Estado de los Estados

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Cuestiones micropragmáticas

Unidos, en la sesión informativa del mediodía del 26 de marzo de 1998, tal y como fue distribuido por el Servicio de Información de los Estados Unidos (SIEU). El fragmento que se presenta aquí fue escrito como un informe normal, aunque el encabezamiento del mensaje del SIEU decía «Trancripción...». De hecho, el mismo mensaje del SIEU también contenía la transcripción oficial literal de la sesión informati­ va en cuestión. El fragmento correspondiente al «informe» de la sec­ ción 6.6 se incluye a continuación. Estudie' la generación del signifi­ cado en la interacción de esta versión transcrita. DEPARTAMENTO DE ESTADO DE LOS ESTADOS UNIDOS

SESIÓN INFORMATIVA DIARIA DPB#37 .. JUEVES 26 DE MARZO, 1998,12:40 PM

(INFORMACIÓN ÍÚBLICA A MENOS QUE SE INDIQUE LO CONTRARIO) R u b í n : Bienvenidos a la sesión informativa del Departamento d e Estado.fEs bueno ver que al menos algunos de los que viajaron con el Secretario han logrado estar aquí hoy —al menos algunos de ustedes lo hicieron. ^

Tenemos una declaración sobre Laos, sobre el tema de la libertad de credo, que se hará pública después de la sesión. Los dos periodis­ tas de Associated Press deben decidir cuál de ellos va a preguntar en primer lugar. P: Bien, ¿puede volver a algo que se dejó ayer pendiente? Había alguna duda sobre sí Gelbard seria capaz de entrar en Belgrado. ¿Tie­ ne alguna novedad? R ubín: Sí, hablé con el embajador Gelbard hace más o menos una hora. Le dieron autorización para volar en el último momento. Se encontró con Milutinovic en Belgrado. También se reunió con Ibrahim Rugova en Prístina y con un grupo de líderes estudiantiles. Está subrayando la importancia del diálogo y que en el lado serbio, cum­ plan con las cuatro condiciones del Grupo de Contacto; que entiendan que el mensaje que salió de Bonn era un mensaje que indica que la presión sobre Serbia-Montenegro va a continuar a menos que, o hasta

Tema de investigación

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que entiendan el mensaje y empiecen a centrarse en el diálogo y no en las medidas represivas como medio de resolver este problema. La situación.en Kosovo, según la opinión del embajador Gelbard, es de tranquilidad. Sin embargo, creemos que la policía especial se está haciendo fuerte; que no hay ninguna indicación de que vayan a abandonar, y que sus actividades son por lo tanto amenazadoras. Lo que vamos a encontramos si ellos no entienden el mensaje que el Grupo de Contacto intentó enviarles es una situación en la que va a aumentar la violencia y en la que el Grupo de Contacto y la comuni­ dad internacional procederá a medidas más duras si las autoridades serbias no entienden el mensaje. P: ¿Piensa que el acuerdo con Rusia sobre el embargo de armas bloqueará este presunto acuerdo de armas ruso con Belgrado del que se ha hablado? R u b í n : Bien, la Secretaria Albright recibió garantías del Ministro de Exteriores Primakov, como indicó la declaración del Grupo de Contacto. El Ministro de Exteriores Primakov dijo a la Secretaria que ellos van a seguir adelante y van a ímplementar las decisiones de im­ poner un embargo de armas. Se fijó la fecha del 31 de marzo —un objetivo, más bien— para aprobar la resolución. Las discusiones siguen teniendo lugar en Nue­ va York y nuestros diplomáticos allí nos informan de que son cons­ tructivas. Tenemos buenas razones para pensar que se impondrá un embargo de armas a tiempo. Y si no es así, eso causará problemas. Pero suponiendo que tendrá lugar, normalmente un embargo de armas prohibiría-la entrega de equipos militares desde el momento en que el embargo de armas entre en vigor. Hubo alguna sugerencia de que quizás este embargo de armas debería tener un tiempo limitado. Esto fue rechazado por el Grupo de Contacto; va a ser un embargo de armas incondicional e ilimitado que sólo será levantado cuando Bel­ grado cumpla con los requisitos del Grupo de Contacto. Todas las re­ soluciones de embargo de armas que he visto —y no he mirado real­ mente este texto— prohíben, desde el momento de su decreto, la entrega de armamento. De acuerdo con lo que sabemos y no sabemos sobre lo que estará pasando, todo lo que puedo decir es que somos conscientes de la poPR AGM Á TIC A.----

i2

354

Cuestiones micropragmáticas sibilidad de cooperación de los ejércitos entre Rusia y Belgrado. Este es un asunto que,.desde nuestro punto de vista, si incluyera equipa­ miento militar, quedaría prohibido por una resolución de embargo de armas. Esta es precisamente ia razón por la que esta resolución será importante. P: ¿Discutió este particular trato o tema en Bonn con los rusos? R u b ín : Bien, no estoy en condiciones de describir cada aspecto de las discusiones entre los dos ministros; sólo puedo decir que no te­ nemos razones para creer que Rusia no entiende que un embargo de armas es un embargo de armas —y esto significa que no habrá trans­ ferencias de equipo militar si se decreta el embargo. P: Sí eso está tan claro ¿sobre qué son las discusiones en Nueva York? ' R u b ín : Bien, como ya he indicado a muchos de ustedes en mu­ chas ocasiones, cuando ustedes escriben la frase «embargo de armas» en sus reportajes, parece que todo se ha terminado. Ustedes dijeron , que se va a imponer un embargo de armas. Pero cuando los diplomá­ ticos que realmente tienen que hacer el trabajo preparan una resolu­ ción —como saben aquellos de ustedes que hayan trabajado en Nueva York o hayan leído resoluciones, que son textos tan elaborados...— estos documentos hay que diseñarlos cuidadosamente y requieren una preparación muy minuciosa antes de que se pueda promulgar una re­ solución que va a imponer una sanción tan severa.

Así qué ahora están trabajando en el texto de una resolución y eso lleva muchos dias; y es perfectamente normal que ese proceso lleve tiempo, de modo que cuando la sanción sea aprobada e impues­ ta, si lo es, no se suspenda hasta que Serbia la obedezca, y para eso todas las íes deben tener sus puntos y todas las tes sus rayitas antes de que la resolución se apruebe, no después. r

CUESTIONES MACROPRAGMÁTICAS

Este capítulo trata de cuestiones relacionadas con las implicacio­ nes que, de modo inevitable, van más allá del aquí y ahora de la inte­ racción lingüística a pequeña escala. Como se indicó (al principio de la sección, 7.2,2), la distinción con el capítulo.7 es artificial, porque todas las formas de comunicación, aunque limitadas estrictamente a un contexto cara a cara, están insertadas en una área social más am- plia, a cuya influencia se puede seguir el rastro. De modo inverso, los macroprocesos que transcienden la interacción a pequeña escala no pueden .ser estudiados sin investigar detalles a un micronivel; esta cuestión no tiene sólo relevancia metodológica sino también teórica. Si queremos que la distinción' tenga sentido, debería interpretarse co­ mo algo de gran importancia. A un nivel macro, por ejemplo, el pa­ rámetro relevante «tiempo» es más normal que haga referencia a «tiempo histórico» que a «tiempo del enunciado» o a «tiempo dispo­ nible». De modo similar, aunque las normas sociales son siempre re­ levantes, tendrán un papel diferente en la interacción personal infor­ mal (como en la sección 7.2.1) que en un contexto institucional que ha de situarse más adelante hacía el extremo macro de la escala (co­ mo en la sección 7.2.2). También, los rasgos de la personalidad y los estados mentales perderán fuerza como factores relevantes a conside­ rar cuanto más nos movamos hacia cuestiones que trasciendan la inte-

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Cuestiones macropragmáticas

racción interpersonal directa. Las cuestiones de metodología se debe­ rán adaptar en consecuencia (como intentaremos demostrar en la sec­ ción 8.2.3). Primero, nos concentraremos brevemente en lo que llamamos pers­ pectiva pragmática de los recursos del lenguaje a un macronivel (sec­ ción 8.1). Después revisaremos unos ejemplos de investigación prag­ mática que están claramente situados cerca del extremo macro en la escala micro-macro. Esto incluirá problemas de comunicación inter• cultural e internacional (en la sección 8.2.1), el estudio de la ideología basado en el discurso (en 8.2.2) y la pragmática de los grandes deba­ tes sociales (en 8.2.3)

8.1 UNA PERSPECTIVA PRAGMÁTICA EN LOS RECURSOS DE LA LENGUA A UN MACRONIVEL

En él capítulo 7 dimos dos ejemplos diferentes de la perspectiva pragmática (es decir, una aproximación orientada hacia el uso) de ciertos recursos del lenguaje. Era necesario hacerlo porque los que hemos denominado recursos del lenguaje, ciertamente a un nivel mi­ cro, son fáciles de tratar para un enfoque formalista o estructuralista. A un nivel macro, en cambio, una perspectiva pragmática se presenta como algo inevitable, aunque siguen siendo posibles limitadas formas de investigación no pragmática '(como los estudios de formas varia­ bles de distribución o una representación del desarrollo diacrónico de una forma lingüística específica). Por tanto, podemos ser extremada­ mente breves en esta sección, refiriéndonos principalmente a la lite­ ratura disponible en sociolingüística. Los recursos de la lengua a nivel macro son básicamente los que hemos definido como lenguas, códi­ gos y estilos (en la sección 4.1) teniendo en cuenta, como cualquier perspectiva pragmática debería hacer, que estos siempre muestran una variación significativa y siempre son susceptibles de cambio. Nunca se insistirá excesivamente en esta característica. El adoptar una pers­

Macroprocesos en el uso del lenguaje

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pectiva pragmática radical (es decir, realista) podría haber ahorrado la energía que mucha gente gastó en ingeniería lingüística, desde «el que espera» del doctor Esperanto, hasta la propuesta de Quirk (1981) de construir un «inglés nuclear». Desde un punto de vista pragmático, un «lenguaje universal» es un concepto paradójico. Cuanto más uni­ versal es el lenguaje (es decir, cuanto más hablado es), menos univer­ sal se volverá (es decir, se diversificará más). El lenguaje puede ser el único bien de consumo que es ciertamente propiedad de todos (quizá por eso el control sobre el lenguaje sea una meta tan deseable para los regímenes totalitarios). Todos usamos el lenguaje, no hay fin a la variabilidad de las condiciones de uso, y el lenguaje es modelado esencialmente al usarse, Como consecuencia, ni las herramientas más modernas para facilitar la estandarización pueden evitar la diversifi­ cación.

8,2 MACROPROCESOS EN EL USO DEL LENGUAJE

Las siguientes secciones apenas cubren una selección al azar de temas, seleccionados en base a mis recientes intereses de investiga­ ción. No habrá ningún intento de definir por completo campos enteros de la investigación pragmática, solamente se ilustrará el enfoque pragmático en ciertas áreas (en las secciones 8.2,1 y 8.2,2) y se pre­ sentarán algunas consideraciones metodológicas que siguen y retroalimentan la perspectiva pragmática en conjunto (principalmente la sección 8.2.3). : 8.2.1 Comunicación íntercultural e internacional Al usar la perspectiva pragmática presentada en este libro, la principal directriz no es observar fenómenos como la comunicación intercultural e internacional como algo especial, sino' simplemente como una instancia más del comportamiento lingüístico, sujeto a los mismos tipos de influencias y restricciones (aunque posiblemente con

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Cuestiones macropragmáticas

cambios de foco), formado por los mismos tipos de modelos estructu­ rales, exponente de procesos dinámicos semejantes de generación de significado, que tienen lugar con grados variados de saliencia. En la medida en que las cosas «salen mal» en la comunicación intercultural e internacional (del mismo modo que las cosas «salen mal» en otro tipo de acontecimiento comunicativo), y hasta el punto en que lo que sale mal no es simplemente una consecuencia de conflictos de interés o de lucha por el poder (como en muchos casos de interacción intracultural), el problema a menudo puede reducirse a la falta de atención hacia una premisa pragmática básica (presentada primero en la sec­ ción 2.2, y reciéntemente presentada en la sección 8,1 más arriba): la influencia de la variabilidad. Daremos dos-ejemplos de comunicación intercultural/internacional, centrados en el modo en que el marco meírapragmático del comportamiento lingüístico del Otro revela la falta de entendimiento de la diversidad comunicativa o el respeto ha­ cia ella. Las piedras que están en el suelo1 (Rocks-just layin ’around) En enero de 1984, la radio y la televisión belga retransmitieron un noticiero sueco (en el programa «Panorama») que estaba dedicado a la campaña electoral del candidato demócrata a presidente norteame­ ricano Jesse Jackson durante las elecciones primarias. Durante 40 mi­ nutos, la audiencia flamenca pudo seguir su campaña de ciudad a ciu­ dad, de estado a estado. De modo alternado se ofrecían fragmentos de las entrevistas, las ruedas de,prensa y los discursos políticos y los mí­ tines. Como siempre en Holanda y en la parte flamenca de Bélgica, el sonido' original, que no contenía las opiniones del comentarista, sino sólo datos documéntales del tipo de los mencionados, se mantuvo in­ tacto, y el inglés iba acompañado de subtítulos en holandés.

1Lo que quiere decir Jesse Jackson es que las piedras que están en el suelo son inútiles si no se tiran o se lanzan a personas, pájaros, cosas, etc., con un tirachinas, por ejemplo. [Nota de las ti]

Macroprocesos en el uso del lenguaje

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Las múltiples capas del comportamiento lingüístico involucrado deberían ser muy transparentes desde el principio. Lo que tenemos es que (i) Jackson se dirige a la audiencia de Estados Unidos en vivo,, (ii) Jackson se dirige a una audiencia estadounidense más amplía a través de la mediatización de sus presentaciones públicas, (iii) unos periodistas suecos seleccionan partes de los discursos de Jackson, con o sin agencias intermediarias, para informar a los telespectadores del papel de Jackson en las elecciones primarias, y (iv) se incorporan materiales seleccionados por los periodistas suecos dentro de un pro­ grama de información sobre el papel de Jackson en las elecciones primarias dirigido a la audiencia flamenca. Nos concentraremos en el modo en que la introducción al (iv), que es seguida básicamente por una copia exacta del contenido documental de (iii), enmarca Jo s acontecimientos en (i); el nivel (ii) es completamente ignorado y el. nivel (iii) se menciona como fuente. En esta presentación del programa, se describe a Jackson, ya en: e l. título (que se muestra en letras grandes como fondo, detrás del perio­ dista que está hablando), como een kleurrijk kandidaat, cmn candidato pintoresco» (la lectura es; ciertamente fascinante, pero está un poco fuera de lugar) con una considerable dosis de talento para la oratoria. Parte de la descripción está en la oración de (1). (1)

Jackson web met de media om te gaan. Jackson sabe cómo manejar los medios de comunicación.

Este comentario sigue inmediatamente a la observación del comenta­ rista de que Jackson era apenas conocido hasta que fue a Siria y vol­ vió con un piloto americano que había sido hecho prisionero. No está lejos de un juicio de demagogia. Después tenemos un comentario metapragmático muy explícito sobre las apariciones públicas de Jack­ son: (2)

Met typish Amerikaanse predikantentruuks web hij zijn volgelingen in vervoering te brengen. (Con los típicos traeos de los evangelistas americanos se las apaña para llevar a sus seguidores a un estado de éxtasis.)

360

Cuestiones macropragmáticas

Este comentario alude a una forma de histeria masiva que se provoca mediante los trucos demagógicos que recuerdan el estilo retórico de los líderes de las sectas religiosas. Se supone que esto describe los fragmentos de la campaña que podrán entrever los telespectadores. Deberíamos preguntamos inmediatamente hasta qué punto esto repre­ senta las características reales de (i) es decir, la aparición en directo de Jackson frente a una audiencia en Estados Unidos. La pregunta tiene tres partes. Primero, ¿estamos frente a algo típicamente ameri­ cano? Segundo- ¿qué hay de evangelista en los acontecimientos de habla retransmitidos? Tercero, ¿en qué sentido somos testigos del uso de trucos! . ■. Incluso un análisis superficial nos permite ver que lo que obtene­ mos no es «típicamente americano» en ningún sentido general. Si , consideramos la variedad de- inglés hablada por Jackson, percibimos que a veces usa úna versión del inglés americano estándar, y otras ve­ ces una forma típica de inglés negro. En algunos -fragmentos ¿hay una clara ruptaía entre las dos variedades, como cuando en (3) presenta un gran episodio retórico en inglés negro. (3) Well, I done a lil’l observing now2, Este ejemplo de intercambio d& códigos (al que ya nos hemos referido en la sección 4.1; véase también la sección 6.4,1) es un ejemplo de manual de cómo el uso alternativo de ciertos códigos puede servir una función claramente simbólica para reforzar la identificación y la soli­ daridad con la comunidad afroamericana (de la cual proviene la ma­ yoría de su audiencia), Al probar las reacciones de los estudiantes flamencos un año después de la retransmisión, por otra parte, perci­ bimos que precisamente los pasajes que llevaban a la percepción de la demagogia mostraban también las peculiaridades del inglés negro. Debido a esto es difícil evitar la pregunta de que si esas visiones eran producidas por la falta de familiaridad con las propiedades estilístí1 La versión del inglés estándar es: Well I have been observing fo r a while, «Bue­ no, he estado observando un poco». [Nota de las tt.]

Macroprocesos en el uso del lenguaje

361

cas, si no las lingüísticas, del uso común del inglés entre los afroame­ ricanos. Esta impresión se refuerza posteriormente por la observación de que en años recientes los estudiantes flamencos parecen tener me­ nos problemas con el estilo de Jackson de 1984 que los que tuvieron sus colegas en 1985, probablemente como resultado de su mayor ex­ posición a él a través de la música, las películas y la televisión. Ha­ blar de prácticas retóricas típicamente americanas, por tanto, puede llevar la interpretación por direcciones no deseadas. El supuesto estilo «evangelista» de Jackson, además, puede sim­ plemente ser un estilo étnico, si es que se lo puede denominar así. Como ha demostrado Kochman (1981) y Gumperz (1982) y muchos otros investigadores, un sistema de normas y convenciones determi­ nadas socioeulturalmente separan el uso afroamericano del lenguaje (en sus manifestaciones más claras) del de la mayoría blanca (aunque, estrictamente hablando, se comunican en la misma lengua y muchos pueden cambiar fácilmente de una variedad a otra). El lenguaje de los predicadores negros en su forma más típica es sólo un ejemplo del estilo comunicativo negro, que también caracteriza la retórica políti­ ca, sea o no el político un líder religioso. Una de las característica bá­ sicas del «sermón» afroamericano es el «intercambio dramático entre el hablante y la audiencia» (Gumperz, 1982,189). Al modular sistemáticamente su representación, a veces cantando y hablando, o, con más frecuencia, cambiando de estilo, el ministro habla alternadamente con su propia voz, la del Señor y la de la con­ gregación (Gumperz, 1982, 189-90)

La participación activa de la audiencia en-esta representación es de la máxima importancia y «puede afectar materialmente al transcurso del servicio» (Gumperz, 1982,190). El aspecto más viable de la modulación del discurso de la oratoria negra es el cambio simbólico entre estilos, pasando del inglés ameri­ cano estándar al «estilo populan» del inglés negro (fonológica, léxica, gramatical y prosódicamente distintos). En parte porque la retransmi­ sión de la campaña de Jesse Jackson no mostró ningún discurso com­

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Cuestiones macropragmáticas

píelo, en parte porque el énfasis estaba en los pasajes más típicos de un «estilo populan), el valor simbólico del cambio de estilo no pudo ser apreciado por el televidente medio. Como resultado, el carácter étnico (o específico de su grupo) del estilo de Jackson se hizo incluso menos conspicuo de lo que ya lo habría sido para una audiencia insu­ ficientemente familiarizada con él. Es bastante comprensible por qué una audiencia europea, sin razones para considerar qué el estilo de Jesse Jackson sea algo más que retórica 'típicamente americana, juz­ gara sus actuaciones en términos de los valores prevalecientes en las principales sociedades europeas. Al interpretar su estilo de actuación a la luz de las observaciones anteriores, sin embargo, debemos con­ cluir que apenas puede considerarse «típicamente americano» y que no se hace justicia a la base étnica y a la tradición a la que pertenece al referirse a ellas como estilo «evangelista». Nos quedamos con la pregunta de si podemos hablar sin restric­ ciones de «artimañas» y de medios demagógicos. No debemos ser in­ genuos y podemos admitir simplemente que toda la retórica pública está llena de estrategias y trucos para alcanzar objetivos específicos,. Más allá de esta observación general, sin embargo, hay algunos as­ pectos del estilo comunicativo en cuestión que plantean dudas sobre la adecuación de ésta descripción. Está la ya mencionada naturaleza interactiva de las representaciones públicas religiosas y las políticas (relacionadas estrechamente). La audiencia participa en el aconteci­ miento. La participación raramente toma la forma de repetición me­ cánica, excepto en el caso de un slogan claro y significativo (p. ej. Soy alguien, queriendo decir «podré venir del ghetto, pero también soy un ser humano tan meritorio como cualquiera») o por el efecto humorístico, como cuando Jackson pide a los que están registrados para votar que levanten la mano derecha y repitan (4) (donde los puntos indican el tiempo dejado.para la repetición): . (4)

Yo... (diga su nombre) ... juro... que estoy... registrado para vo­ tar... Si... estoy mintiendo... espero... que mi brazo derecho... nunca baje.

Macroprocesos en el uso del lenguaje

363

Los comentarios espontáneos de la audiencia son muy frecuentes. Aunque las grabaciones no estaban pensadas para registrar esas inter­ venciones, se oían constantemente. En (5) se presenta una muestra. (5)

1. ¡Está bien! (That’s allright!) 2. ¿Lo hiciste realmente? (Now, dtd you, reaüy?) 3. '(Imagínatelo! (Think of that!) 4. ¡Vaya cosa! , (Big thing!)

Siempre que las intervenciones tengan que expresar acuerdo, la natu­ raleza interactiva de las actuaciones públicas no es una garantía con­ tra la manipulación. Tal y como aparece en (5), sin embargo, al me­ nos se puede hacer oír abiertamente un sano escepticismo en las intervenciones de fondo. En los discursos que se presentan a una au­ diencia diferente aparece de. manera más clara que reacciones como ésas son esenciales para el tipo de acontecimiento. Por ejemplo en el mismo programa-puede verse cómo la retórica de Jackson pierde , fuerza frente a una audiencia mayoritaríamente formada por indios . norteamericanos que responden con silencios y aplausos ocasionales. En uno de los discursos más apasionantes de la campaña en Bakersfield, California, Jackson se refiere a Ronald Reagan como el «Goliat de hoy en día». Continúa: (6)

...[él] gañó Illinois en 1980 por 300.000 votos ... había B00.000 negros no registrados ... como las piedras que están en el suelo (rocks, just layin ‘around).

Tras una enumeración dé factores semejantes, que siempre terminan con las mismas palabras, y construyendo un clímax al aumentar la velocidad al igual que el volumen, con las sibilantes alargadas, y efectos similares, concluye:'

Cuestiones macropragmáticas

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Levanta ,1a cabeza, Bakersfield. Recoge los tírachinas ... usa las piedras ... lancémoselas ... las piedras, las piedras, las piedras, ■ que están en el suelo ...

'Seria difícil no apreciar las cualidades estéticas de la metáfora. Los televidentes flamencos, sin embargo, cuyas reacciones podemos su­ poner que están representadas, al menos parcialmente, en las palabras del comentarista y en los juicios de los estudiantes universitarios (que tendieron a evaluar a Jackson de modo positivo en cuestiones de per­ sonalidad pero bastante negativamente como posible candidato), no parecían listos para llevar a cabo la tarea de evaluar un aconteci­ miento comunicativo político que tiene lugar en una comunidad espe­ cífica de habla inglesa, a pesar de su buen, en algunos casos excelen"te, conocimiento del idioma inglés. El conocimiento del idioma usado ■puede crear un falso sentido de inteligibilidad, llevando a opciones ño reflexivas, habituales, de interpretación, que están basadas completa­ mente en normas dé comportamiento comunicativo que dependen de . un grupo, y que son tratadas como si fueran universales, en vez de in, finitamente variadas. En este ejemplo, el inglés se convierte en un objeto de malenten­ dido. Vamos a examinar un caso en que el inglés, de nuevo a través de un marco metapragmático, sirve de medio para un malentendido en un contexto intercultural/intemacional. ¿Quién hizo estallar la mina en la conferencia? El suceso en cuestión fue un incidente político que siguió al de­ rribo de un avión espía americano U-2 en terreno soviético el 1 de mayo de 1960. El estudio que exponemos aquí (presentado con más detalle- en Versehueren, 1985c) analiza todos los reportajes de The New York. Times relacionados con este acontecimiento desde el 6 de mayo (cuando apareció el primer reportaje, el día después del anuncio público de Khrushchev de lo que había ocurrido) hasta el 20 de mayo (unos días después de la cumbre frustrada de los cuatro en París). El centro' de atención es el conjunto de términos y expresiones meta-

Macroprocesos en el uso del lenguaje

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pragmáticos (y especialmente aquellos de tipo metafórico) que se usan para describir el lenguaje usado por los oficiales de los gobier­ nos soviético y americano, incluidos Nikita Khrushchev y Dwight Eisenhower, en su representación verbal del incidente, Brevemente re­ sumido, el marco del incidente como un acontecimiento comunicativo político es el siguiente. El día después del anuncio de Khrushchev de que un avión ameri­ cano había sido derribado en territorio soviético, el marco metapragmático de los acontecimientos tiende a señalar que The New York Times otorga menos credibilidad a los detalles del anuncio de Khrushchev (según el cual el avión había violado el espacio aéreo soviético por razones de espionaje) que a las explicaciones norteamericanas de que un avión del tipo de los U-2 que observaba el tiempo para la NASA podía haberse perdido cerca de la frontera turco soviética, tras haber tenido problemas con el equipo de oxígeno. Este grado menor de cre­ dibilidad está parcialmente establecido por los reportajes factuales (centrados en el contenido) y los reportajes detallados de la versión oficial americana (en la que figuran de modo prominente verbos neu­ trales de acción verbal como decir, negar/observar, explicar, etc.), y parcialmente por la elección de verbos de acción lingüística centrados en lo emocional, lo hostil y en los malos modales al narrar las reac­ ciones de Khrushchev, Así, hay una tendencia a ponerse del lado de la opinión citada del senador EL Bartlett de que las palabras de Khrushchev eran desatinadas, groseras, y provocativas, Al enfrentar­ se a esta actitud, se dijo que Estados Unidos había reaccionado con compostura, implicando así que no les faltaron razones para una res­ puesta con rabia y falta de compostura. El segundo día de la cobertura se presentó un nuevo elemento. Las descripciones orientadas hacia las emociones de los enunciados de Khrushchev están enmarcadas de moda que .sugieren cálculos de­ magógicos, más que valor expresivo. El reportero de un artículo no sólo menciona explícitamente, como en (8), que «Moscú animó a los soviéticos [....] a expresar su “ira”», sino que dio el tono público en (9) ofrece la misma información de mod