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UNA BREVE INTRODUCCIÓN A LA FILOSOFÍA DE LA CIENCIA Dra. Nydia Lara Zavala Facultad de Ingeniería UNAM La filosofía de

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UNA BREVE INTRODUCCIÓN A LA FILOSOFÍA DE LA CIENCIA Dra. Nydia Lara Zavala Facultad de Ingeniería UNAM

La filosofía de la ciencia es una rama tardía de la epistemología

Surge hasta principios del siglo XX

La razón es que no fue hasta entonces que la ciencia se convirtió en el motor de las sociedades industrializadas y sus fundamentos y estructuras pudieron ser parte de la reflexión filosófica.

R.G. COLLINGWOOD DEFINE A LA FILOSOFÍA COMO UN PENSAMIENTO DE SEGUNDO GRADO ESTO ES, COMO UNA REFLEXIÓN SOBRE LO PENSADO

ESTA DEFINICIÓN PERMITE EXPLICAR POR QUÉ PODEMOS HABLAR DE: • • • • • • •

Filosofía Política Filosofía de la Religión Filosofía de la Mente Filosofía de la Historia Filosofía del Lenguaje Filosofía de la Ciencia Etc.

En esta plática nos vamos a concentrar en la revisión de ciertas cuestiones que directamente atañen al filósofo de la ciencia

De manera intuitiva todo el mundo sabe más o menos qué es la ciencia

Pero cuando el filósofo pregunta Qué es la ciencia? No basta una respuesta intuitiva

Lo que el filósofo quiere averiguar es qué distingue al pensamiento científico de otras clases de pensamientos o qué es lo que hace que una actividad humana pueda ser llamada ‘científica’ mientras que otras no

Normalmente se dice que la ciencia se distingue de otras disciplinas porque ella nos permite entender, explicar y predecir el mundo que nos rodea

El problema con esta respuesta es que hay otras disciplinas que tienen estas mismas características y que sin embargo no las catalogaríamos como científicas

La astrología es un buen ejemplo de esto. Tiene una cosmogonía que, sin duda, permite entender, explicar y predecir el mundo. Sin embargo, no creo que actualmente alguien la consideraría como una actividad científica

Hay quienes piensan que el método experimental es lo que distingue a la ciencia de otras actividades

El problema es que no todo lo que se cataloga como ciencia utiliza el método experimental.

La astronomía y las ciencias sociales son un buen ejemplo de esto. Ninguna de ellas puede hacer experimentos y no por eso se dejan de catalogar como ciencias.

Quizá una característica distintiva de todas las ciencias es que ellas no sólo recopilan datos observables o experimentales en un gran libro. Generalmente los científicos pretenden explicar esos resultados en términos de teorías generales.

El problema aquí es determinar si basta poder acomodar los datos en una teoría general para poder catalogar observaciones y datos experimentales como científicos.

Karl Popper (1902-1994), filósofo, matemático y físico de Viena, fue uno de los primeros en tratar de demarcar la diferencia entre una teoría científica y una pseudo-teoría

Lo que Popper sostuvo fue que la característica fundamental de una teoría científica es que ella puede ser falseable.

Decir que una teoría es falseable, no quiere decir que sea falsa, sino que las predicciones que hace la teoría puedan ser probadas a través de la experiencia.

Si las predicciones no se cumplen, la teoría esta equivocada y, por lo tanto, es falseable, esto es, no todos los eventos que la teoría predice pueden ser acomodados dentro de ella

Popper sostiene que hay teorías que no satisfacen esta condición y, al no satisfacerla, se deben de considerar pseudo-ciencias

El ejemplo favorito de Popper fue el psicoanálsis de Freud y el marxismo

Según él, el psicoanálisis es capaz de reconciliar cualquier dato que exprese un paciente con la teoría freudiana.

Si el paciente expresa, e.g., que siente un gran rechazo por su madre, el psicoanalista le dirá que es un Edipo reprimido

Si sostiene que ama a su madre, será un Edipo confeso.

Si en cualquiera de los dos casos el paciente le dice al psicoanalista que está equivocado, el psicoanalista encontrará una explicación que haga que esa negación se vuelva compatible con su teoría.

Para ponerlo en pocas palabras, la teoría del psicoanálisis no puede ser falseable nunca. Todos los datos pueden ser acomodados a su conveniencia para que siempre sea correcta.

Popper ilustra otro caso de pseudo-ciencia utilizando la teoría marxista de la historia.

Marx supuso que las sociedades industrializadas del mundo poco a poco pasarían del sistema capitalista al socialista y finalmente darían entrada al comunismo

Cuando esto no aconteció, los marxistas, en lugar de aceptar que la teoría estaba equivocada, construyeron una explicación ad hoc para dar cuenta de ese hecho de manera tal que fuera completamente coherente con la teoría.

Al igual que la teoría freudiana, la de Marx podía hacer compatible cualquier suceso justificando, en este caso, e.g., que la riqueza de las naciones capitalistas habían aplazado temporalmente el movimiento del proletariado debilitando la semilla revolucionaria.

Popper contrasta a Freud y a Marx con la teoría general de la relatividad de Einstein con la intención de reconocer la diferencia entre una teoría científica y una pseudo-teoría o pseudo-ciencia.

La teoría de Einstein predijo que los rayos de luz de una estrella lejana serían desviados por el campo gravitacional del Sol.

Este fenómeno no es observable a simple vista. Se requería de un eclipse solar para confirmar o refutar la predicción.

En 1919 Sir Arthur Eddington organizó dos expediciones para observar un eclipse solar, una en Brasil y otra en la isla Príncipe de las costas del Atlántico de África.

Las dos expediciones confirmaron que efectivamente la luz estelar era desviada por el Sol casi en la misma proporción que lo había predicho Einstein.

Einstein hizo una predicción precisa y ésta fue confirmada por la observación.

Si se hubiese dado el caso de que la luz estelar no fuera desviada por el Sol, se habría demostrado que la teoría de Einstein estaba mal y lo lógico hubiera sido abandonarla.

Popper concluye de aquí que la teoría de Einstein satisface los criterios de falseabilidad y, por lo tanto, es una teoría científica.

Intuitivamente la demarcación que hace Popper entre ciencia y pseudo-ciencia parece correcta.

Pero para muchos filósofos de la ciencia el criterio que nos ofrece Popper es demasiado simplista.

Popper critica las teorías de Freud y Marx porque pueden acomodar cualquier dato que entra en conflicto con la teoría, en lugar de asumir que la teoría quedó refutada y abandonarla.

Sin embargo, la historia de la ciencia nos muestra que acomodar datos conflictivos con una teoría dada no sólo es bastante común en la práctica, sino que el hacerlo nos ha llevado a importantes descubrimientos científicos.

Un ejemplo clásico de acomodación de datos lo podemos encontrar en la teoría de la gravitación de Newton.

Newton había hecho predicciones muy precisa en torno al patrón de los movimientos de las órbitas de los planetas alrededor del Sol.

Sin embargo, la observación de la órbita de Urano constantemente contradecía las predicciones newtonianas.

En 1846 Adams en Inglaterra y Leverrier en Francia, de manera independiente, sugirieron que muy posiblemente las anomalías en la órbita de Urano se debían a la existencia de otro planeta, aún no descubierto.

Por la desviación de la órbita de Urano Adams y Leverrier fueron capaces de calcular la masa y la posición del planeta desconocido que supusieron responsable del extraño comportamiento de Urano.

Poco después fue descubierto Neptuno.

Aunque nadie pensaría que la actitud de Adams y Leverrier fue anticientífica, el hecho es que ellos hicieron exactamente lo mismo que Popper le critica a Marx.

Ellos partieron de la teoría gravitacional de Newton que hacía una predicción incorrecta con respecto a la órbita de Urano

Pero en lugar de asumir que la teoría estaba equivocada, buscaron una manera de justificarla planteando la existencia de un planeta no observado hasta entonces.

De manera semejante, los marxistas al ver que el capitalismo no daba señales para dar lugar al comunismo, ellos no abandonaron la teoría marxista, sino que buscaron una explicación de la anomalía que fuera coherente con la teoría.

Lo que es importante tener en mente es que prácticamente todas las teorías científicas tienen conflictos con los datos observados.

De hecho, lo extraordinario es encontrar una teoría que se ajuste completamente a los datos observados.

Claro que si reiteradamente los datos entran en conflicto con lo que dice la teoría y no hay manera de reconciliarlos, finalmente se acaba por abandonar dicha teoría.

Pero no habría mucho progreso en la ciencia si al primer desajuste de los datos los científicos simplemente rechazaran sus teorías.

El fracaso de Popper para trazar una línea divisoria entre ciencia y pseudo-ciencia, deja abierta una interesante pregunta: es factible encontrar características distintivas de aquello que llamamos ‘ciencia’ que la distinga de otras actividades humanas?

Algunos, siguiendo a Popper, dicen que si. Otros dicen que no.

Lo cierto es que la ciencia es un conjunto heterogéneo de disciplinas, teorías y actividades.

Tratar de encontrar en todas ellas rasgos comunes es, como diría Ludwig Wittgenstein, tratar de encontrar rasgos comunes en todo aquello que llamamos ‘juego’. Algunos juegos comparten ciertas características que otros no comparten y no por eso dejan de ser juegos.

Lo mismo es el caso para lo que llamamos ‘ciencia’, por lo que no parece fácil dar un solo criterio para demarcar la línea divisoria entre lo que es y lo que no es ciencia.

Esto, por supuesto, no significa que podamos llamar a cualquier cosa ‘ciencia’ como no a todo lo podemos llamar ‘un juego’.

Lo único que estoy tratando de decir es que los criterios de lo que es científico no están tan nítidamente marcados como pensaba Popper.

Siguiendo nuevamente a Wittgenstein, lo que podemos decir es que hay algo así como una semejanza de familia que nos permite decidir si cierta actividad pertenece o no a eso que llamamos ‘ciencia’

Pero la línea divisoria no es y parece que no puede ser nítidamente trazable, por lo que no podemos descartar el casos donde, dadas ciertas semejanzas de familia, llamemos a algo ‘científico’ y no lo sea.

Históricamente hablando, podemos mencionar dos ejemplos de pseudociencia, que en su momento se catalogaron como científicas • La teoría del flogisto de J. J. Becher y G. E. Stahl donde se propueso que en todos los materiales flamables existía una sustancia que era la causa de la combustión • La frenología del fisiólogo alemán Franz Joseph Gall

EL RAZONAMIENTO CIENTÍFICO

Los lógicos nos heredan una importante distinción entre lo que es el razonamiento deductivo y el inductivo

Un ejemplo del razonamiento deductivo es el siguiente: Todos los ingenieros saben matemáticas Juan es ingeniero ________________ Juan sabe matemáticas

A los dos primeros enunciados se les denomina ‘las premisas’ de la deducción, mientras que al último se le denomina ‘conclusión’.

Una inferencia deductiva tiene las siguientes propiedades: Si las premisas son verdaderas, la conclusión tiene que ser verdadera.

Por eso también se dice que las premisas de la inferencia deductiva implican la conclusión, esto es, la conclusión está contenida en las premisas.

Pero no todo razonamiento es deductivo.

Consideremos el siguiente ejemplo: Tres botellas de vino de una misma caja de seis salieron malas Las seis botellas pertenecen a la misma cosecha ____________________ Las seis botellas contenidas en la caja deben de estar malas

Éste es un buen razonamiento, pero no es deductivo porque las premisas no implican la conclusión

Aunque las tres primeras botellas efectivamente estén muy malas y aunque todas pertenezcan a la misma cosecha, no es garantía de que las otras tres botellas también salgan malas.

Es perfectamente concebible que las otras tres botellas estén buenas.

Para ponerlo en otros términos, es lógicamente posible que las premisas de la inferencia sean verdaderas y la conclusión sea falsa. Por eso no estamos hablando aquí de una inferencia deductiva, sino inductiva.

En lo que se denomina ‘inferencia inductiva’ o ‘razonamiento inductivo’ nosotros nos movemos de premisas acerca de objetos que hemos examinado a conclusiones acerca de objetos que no hemos examinado.

Sin duda el razonamiento deductivo es mucho más seguro que el inductivo

Cuando razonamos deductivamente sabemos que si las premisas son verdaderas, nuestras conclusiones también lo serán.

Pero este no es el caso de la inferencia inductiva.

En el razonamiento inductivo podemos partir de premisas verdaderas y llegar a una conclusión falsa.

Pese a este defecto, tanto en la vida cotidiana como en la ciencia constantemente se recurre al razonamiento inductivo.

EL PROBLEMA DE HUME

El filósofo escocés David Hume (1711-1776) viendo el importante papel de la inferencia inductiva en la formación de la gran mayoría de nuestras creencias, hizo la siguiente pregunta: Es factible dar una justificación racional de nuestras conclusiones inductivas?

Su respuesta fue un rotundo NO La inferencia inductiva, según él, sólo está apoyada en un bruto hábito animal.

La conclusión humeana nunca le ha gustado a nadie. Sin embargo, hasta la fecha, no se ha podido refutar su argumentación. Por eso al problema que nos plantea Hume también se le llama ‘la vergüenza de la filosofía’

Hume se da cuenta de que cada vez que hacemos una inferencia inductiva, asumimos lo que él denomina ‘la uniformidad de la naturaleza’

Para entender qué significa ‘la uniformidad de la naturaleza’ vale la pena revisar un ejemplo extraído de la ciencia.

Los genetistas nos dicen, e.g., que el síndrome de Down es causado por un cromosoma adicional, esto es, que los que lo sufren tienen 47 cromosomas en lugar de 46 como tiene la gente normal

Para poder afirmar esto, los científicos han hecho pruebas con un número considerable de pacientes con síndrome de Down y siempre han encontrado que tienen 47 cromosomas

Con esos datos ellos razonan inductivamente y concluyen que todos los individuos que sufren este síndrome, incluso aquellos que no han sido examinados, tienen 47 cromosomas

Esta generalización de casos conocidos a casos desconocidos se fundamenta en la creencia de que los individuos que no se han examinado son semejantes a los que ya se examinaron. Esa creencia es lo que para Hume significa la uniformidad de la naturaleza

Pero cómo sabemos que efectivamente la naturaleza es uniforme? Podemos probar (en el sentido estricto de prueba) que la naturaleza es uniforme? Hume dice que no podemos.

El hecho de que en la muestra de los pacientes que sufren el síndrome de Down aparezcan 47cromosomas, no es prueba de que todos los pacientes con ese síndrome tengan 47 cromosomas.

Siempre es factible suponer que los resultados extraídos de esos pacientes no es representativa.

La razón es que es factible imaginar un universo donde la naturaleza no sea tan uniforme como lo suponemos, por lo que no hay ninguna garantía de que lo que una y otra vez acontezca de cierta forma seguirá aconteciendo de la misma forma siempre

Se le puede argüir a Hume que, aunque no hay razones lógicas para suponer la uniformidad de la naturaleza, la experiencia nos ha demostrado una y otra vez que así es.

Pero esto, para Hume, es una respuesta espuria, ya que lo que estamos haciendo es justamente una inducción y su fundamento depende de la creencia en la uniformidad de la naturaleza que es lo que está en cuestión.

El punto de Hume es, pues, que no tenemos razones lógicas para creer en la uniformidad de la naturaleza, por lo que su fundamento no puede ser racional

El problema con esta afirmación es que la gran mayoría de las afirmaciones científicas se fundamentan en inducciones y lo que Hume está cuestionando es la racionalidad de esas inducciones

Si no podemos demostrar que nuestras inducciones son racionales, tampoco podemos demostrar que muchos de los enunciados de la ciencia lo sean

Esto nos deja en una situación muy complicada, porque lo que Hume está haciendo es cuestionar la racionalidad de la ciencia! y eso no satisface a nadie

Pero, hasta la fecha, y pese a la enorme literatura que se ha producido al respecto, nadie ha sido capaz de dar un argumento convincente para desarmar la tesis humeana, por lo que sigue siendo una “papa caliente” en las reflexiones de los filósofos de la ciencia.

Las reflexiones filosóficas sobre el problema de la inducción, si bien es posible que nunca se resuelva, nos ha obligado a tratar de responder otras cuestiones importantes, como son: la estructura de la ciencia, la naturaleza de su racionalidad, el grado apropiado de su certeza, la confiabilidad del uso de la probabilidad, etc.

Como la mayoría de las preguntas filosóficas, quizá ninguna admita una respuesta contundente.

Sin embargo, reflexionar sobre ellas nos ayuda mucho a entender la naturaleza y los límites de eso que llamamos ‘conocimiento científico’.

Pese a que el problema de Hume se plantea en el siglo XVIII, fue el siglo XX el que vio el surgimiento de la filosofía de la ciencia

El nacimiento de la filosofía de la ciencia surge de un grupo de filósofos y científicos que se reunía en Viena durante los años 1920 y 1930 que se autodenominó ‘El Círculo de Viena’

El “círculo” empieza a funcionar cuando a Moritz Shlick se le da en Viena la cátedra de “Filosofía de las Ciencias Inducrivas” en 1922.

Al “círculo” asistían de manera más o menos sistemática las siguientes personalidades: • Moritz Shlick (físico) • Rudolf Carnap (físico) • Otto Neurath (economista, sociólogo y lingüista) • Hans Hahn (matemático) • Frederich Waissmann (filósofo)

Los participantes ocasionales o irregulares eran:

• • • • •

Herbert Feigl Victor Kraft Philipp Frank Kurt Göedel Gustav Bergmann

La filosofía generada por ese “círculo” se caracteriza por estar identificada con el progreso de los avances científicos

En más de un sentido se puede decir que son seguidores de Hume, aunque integran a su pensamiento ideas de Bertand Russell, Zermelo, Tarski y del Wittgenstein del Tractatrus

Su herencia es lo que se conoce con el nombre de ‘positivismo lógico’, movimiento que floreció en Viena, pero que a partir de la persecución Nazi se asentó fundamentalmente en los Estados Unidos hasta más o menos 1960.

Los positivistas lógicos centraron sus discusiones en los fundamentos de la ciencia, las matemáticas y la lógica

Impresionados por los logros técnicos de la ciencia uno de sus objetivos fue hacer a la filosofía más ‘científica’ con la esperanza de que se vieran en ella avances similares

Pero a pesar de que los positivistas consideraron a la ciencia como el modelo a imitar, extrañamente le pusieron muy poca atención a su historia

Esto se debió fundamentalmente a la distinción que hicieron entre lo que ellos llamaron ‘el contexto del descubrimiento’ y ‘el contexto de la justificación’

El contexto del descubrimiento refiere al proceso histórico a través del cual los científicos llegan a una determinada teoría

El contexto de justificación refiere a la manera como un científico justifica su teoría una vez que la tiene, lo cual incluye probar la teoría, buscar la evidencia relevante, generar resultados, etc.

Los positivistas creyeron que el primero era una cuestión subjetiva. Un proceso de carácter psicológico que no estaba gobernado por reglas precisas

En cambio el segundo lo concibieron como objetivo y lógico. Por ello decidieron que los filósofos de la ciencia tenían que concentrase en el estudio del contexto de justificación.

Pero esta visión a-histórica de la filosofía de la ciencia se hizo pedazos en 1963 con la publicación del libro La Estructura de las Revoluciones Científicas de Thomas Kuhn

Para Kuhn era claro que la total indiferencia que los positivistas lógicos habían tenido de la historia de la ciencia los había llevado a una visión muy ingenua de ella.

Como bien lo expresa el título de su libro, Kuhn tenía un particular interés en las revoluciones científicas

Esto es, etapas de grandes cambios conceptuales donde ideas científicas aceptadas se reemplazan por otras radicalmente nuevas.

Ejemplo de ello son: • La revolución copernicana • La mecánica de Newton • La introducción de los campos electromagnéticos de Maxwell • La teoría de la relatividad de Einstein • La teoría de la evolución de Darwin

Evidentemente, las revoluciones científicas no son muy frecuentes, por lo que se puede decir que la mayor parte del tiempo la ciencia no se encuentra en un estado revolucionario.

Kuhn acuña el término ‘ciencia normal’ para referirse al trabajo cotidiano de los científicos cuando su disciplina no está en un estado revolucionario

Ligado a la ciencia normal Khun introduce el concepto de

paradigma

Kuhn utiliza el término ‘paradigma’ cuando menos de tres maneras

Una de ellas refiere al conjunto de asunciones teóricas que todos los miembros de una comunidad científica acepta sin cuestionar

Otra refiere al conjunto de ejemplos o problemas científicos que se han resuelto a través de las asunciones propuestas por la teoría aceptada y que normalmente aparecen en los libros de texto de la disciplina en cuestión.

Por último, cuando los científicos comparten un paradigma lo que Kuhn quiere decir es que no sólo hay un acuerdo en torno a ciertas proposiciones científicas

sino que también lo hay en torno a: • cómo debe hacerse la investigación presente y futura • cuáles son los problemas relevantes que se deben de atacar • cómo tendría que plantearse una solución aceptable • qué instrumentación se debe de utilizar • qué metodología se debe emplear • etc.

En resumen: un paradigma es la visión científica global, que conlleva la constelación de las asunciones, creencias y valores compartidos que une a la comunidad científica y permite que la ciencia normal tenga lugar.

Kuhn menciona que en la ciencia normal, el científico no busca hechos o teorías novedosos y, por lo mismo, sus resultados tampoco lo son.

La razón es que ellos aceptan el paradigma de manera incuestionable y su trabajo se mueve completamente dentro de sus límites.

Es más, cuando un experimento u observación arroja resultados inesperados, pase Popper, la ciencia normal no cuestiona el paradigma, sino que lo que se cuestiona es el experimento, la forma o la técnica que se empleó

Pero el paradigma normalmente, en sí mismo, no es negociable.

Sólo cuando se empiezan a acumular serias anomalías y discrepancias entre los datos y la teoría se debilita la confianza en el paradigma y el proceso de la ciencia normal se detiene

Esto es lo que marca el inicio de una revolución científica

Durante el proceso, nuevas ideas surgen y se proponen varias alternativas para sustituir al viejo paradigma hasta que, finalmente, un nuevo paradigma queda establecido.

Generalmente, una o dos generaciones tienen que pasar para que todos los miembros de la comunidad científica asimilen el nuevo paradigma

Este evento marca el inicio de un nuevo período de ciencia normal y la revolución científica llega a su fin

Pero cómo se elige un nuevo paradigma cuando hay en la mesa una gama de nuevas propuestas?

La respuesta de Kuhn es más que sorprendente, pues el no acepta que los criterios de la elección sean objetivos

El nuevo paradigma se impone por presión de los científicos que tienen más poder o reconocimiento previo y por lo tanto involucra un acto de fe de los otros científicos que lo aceptan

Esta idea, por supuesto, vuelve a poner en tela de juicio la racionalidad de la ciencia

La ciencia, bajo el prisma de Kuhn, es básicamente una actividad social, con sus políticas y presiones económicas y sociales

La existencia de una comunidad científica aglutinada alrededor de un paradigma es lo único que permite la ciencia normal

Esa comunidad científica es la que determina cómo se debe de enseñar la ciencia en las escuelas, cómo se entrenan a los jóvenes para que puedan formar parte de esa comunidad, qué resultados pueden ser publicados, qué equipos deben ser comprados, etc.

Lo que nos mostró Kuhn puede molestar a muchos, fundamentalmente porque desmitifica el aura de objetividad de la ciencia

Pero hay que aclarar que el deseo de Kuhn no fue nunca atacar a la ciencia. Su trabajo, al igual que el trabajo que realiza cualquier filósofo de la ciencia, no consiste en atacarla, sino esclarecerla para que la podamos ver tal cual es.

Al hacerlo, día con día se nos abre un panorama que a la larga, sin duda, nos va a permitir entender mucho mejor ese imponente e impresionante fenómeno de nuestra cultura que llamamos ‘ciencia’.