Imperialismo Aleman

El Imperialismo alemán, 1885-1914. Curso: Prof.: Alumno: Historia de Europa, siglo XX, Dr. León Bieber Jesús A. Cosamal

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El Imperialismo alemán, 1885-1914. Curso: Prof.: Alumno:

Historia de Europa, siglo XX, Dr. León Bieber Jesús A. Cosamalón Aguilar

Presentación. Este trabajo pretende ser una revisión de las características más importantes del Imperio Alemán desde el último cuarto del siglo XIX hasta 1914. Partiendo de la literatura dedicada al tema, nos interesa mostrar las diferentes causas que llevaron a la adquisición de colonias. Los trabajos más importantes han oscilado entre reconocer el factor económico como motor del imperialismo y otros insisten en relativizar su incidencia. Nuestro objetivo es poner a prueba estas afirmaciones en el caso concreto que proponemos; aunque el imperialismo alemán no fue el más extenso o llamativo en términos de las zonas que dominaron, su importancia estratégica no es de poca relevancia. Sin tradición previa de colonias y preocupados principalmente en su situación geopolítica europea durante el período de Bismarck, es uno de los mejores ejemplos de la relativa importancia del aspecto económico en el desarrollo del imperialismo. Este ensayo consta de tres partes. En la primera hacemos una reflexión general acerca de las causas generales del imperialismo, en busca de establecer una perspectiva que nos permita entender nuestro caso. En la segunda, buscamos establecer las coordenadas básicas de la política alemana frente a las colonias. En la última sección mostraremos de manera rápida los casos concretos de ocupación alemana en el Pacífico, el Africa y la China. 1. Una reflexión acerca de las causas 1. El fenómeno del imperialismo, a similitud de otros casos, no sólo ha motivado el análisis de historiadores contemporáneos. Desde el mismo momento en que ocurrían los acontecimientos los intelectuales se interesaron en comprender su especificidad y su diferencia con el “antiguo” colonialismo”. La experiencia de poseer colonias no era en lo absoluto nueva para varios de los países europeos; España, Inglaterra, Francia, Portugal y Holanda, principalmente, ya desde el siglo XVI expandían sus dominios allende en los mares. Una de las diferencias esenciales de los hechos acaecidos en la última parte del siglo XIX es la participación de un mayor número de naciones en la carrera colonial, el retiro de otras y -no menos importante- la participación de países novatos en el dominio de zonas del planeta. Para esta parte hemos consultado Conklin 1999, Fieldhouse 1978, Hobsbawn 1987, Mommsem 1971, Headrick 1981, Louis 1980 y Curtin 2000. 1

2 Rusia, Bélgica, Alemania, Japón y Estados Unidos, conjuntamente con su desarrollo industrial, se lanzaron, con éxito en buena parte de los casos, a competir con los antiguos imperios. Mientras algunos declinaban sin remedio, como España, otros iniciarían el siglo XX mostrando su poder y adelantando cómo sería la competencia entre naciones en el resto del siglo. Desde cualquier punto de vista un par de aspectos siempre resalta. En primer lugar, el crecimiento industrial de varias de las nuevas potencias, capaces de discutir con Gran Bretaña su predominio. En segundo lugar, el gran éxito de las empresas colonialistas en Asia, Oceanía y Africa, al punto de prácticamente mantener sólo algunos espacios independientes en esos continentes, la mayor parte de las veces conservados por conveniencia estratégica (Afganistán, Siam, etc.). El problema resulta complicado cuando se intenta relacionar estos dos aspectos evidentes. El caso de que se encuentren en el mismo espacio temporal no necesariamente muestra la conexión entre uno y otro; para explicar la relación causa-efecto entre ambos se necesita más que la sola contemporaneidad. Por otro lado, el imperialismo no se limitaba al control efectivo de extensas zonas del globo. También incluía la influencia, en mayor o menor grado, sobre los gobiernos de países independientes, pero sin la suficiente fuerza económica, militar o política de abstraerse de los intereses de las grandes potencias. Tal es el caso de Latinoamérica, donde la coacción diplomática, financiera y militar (ejercida por asesores) en no pocas oportunidades ejerció una dosis adicional de presión a las decisiones gubernamentales. Un rasgo adicional del imperialismo es su carácter de, podríamos decir, “fenómeno total”. En él se conjugan una serie de factores que no pasaron desapercibidos para los contemporáneos. La economía, la política, la ciencia, la religión, la cultura, etc., se dan cita en la experiencia colonial. El problema es establecer explicaciones unívocas, que señale a cualquiera de esos factores como el elemento central y condicionante de los demás. En cada caso en concreto cada una de las variables, más o menos, jugó su respectivo papel, aunque en la superficie alguno de los factores emergiera como fundamental. Entre 1815 y 1870 la expansión europea, aunque no se detuvo, tuvo un ritmo bastante menor a las décadas posteriores. Después de 1880 el colonialismo se acelera de manera inusitada, enfatizando en ese desarrollo el avance tecnológico, la eficacia administrativa y militar. Detalles aparentemente pequeños, como las medicinas que permitieron mantener vivos a los ejércitos en los trópicos o las mejoras en las comunicaciones, lograron que la

3 empresa colonial se desarrolle a un ritmo no sospechado ni esperado anteriormente. Entre 1870 y 1900 la conquista de los trópicos fue posible sin enormes costos, al mismo tiempo que grandes regiones del Asia se encontraban prácticamente a merced de los estados colonialistas. Hobson fue el primero en llamar la atención acerca de la novedad de este proceso. Se evidencia en su planteamiento la influencia de la guerra de los Boers (1902), a partir de la preocupación por relacionar capital financiero y política colonialista. Claro que el caso de Sudáfrica no resulta, hoy lo sabemos, necesariamente representativo de lo que fue la era del Imperio. No todas las colonias poseían minas de oro y diamantes que atrajeran inversionistas y especuladores. Para Hobson, los grandes financistas convencieron al gobierno británico de proteger sus intereses, al mismo tiempo que aparecía la necesidad de encontrar mercados alternativos a los capitales. El problema es que la investigación moderna no ha confirmado ese vínculo. La presencia del capital financiero no resulta, de ninguna manera, fundamental en muchos de los casos, tales como Oceanía y buena parte del Africa. Además, la política abiertamente colonialista no comienza sino hasta 1885; durante la primera mitad del s.XIX, cuando también ocurrieron crisis, no se buscó la solución colonial. Lenin es autor de un texto de gran influencia en los posteriores estudios acerca del fenómeno imperialista. Para varios marxistas de finales del s.XIX y principios del s.XX, el hecho de que las conquistas coloniales fueran realizadas bajo la modalidad de las empresas por acciones en el Africa fue motivo de especial reflexión. Los casos concretos fueron la “Asociation Internationale du Congo” de Leopoldo II de Bélgica y la “British Souht Africa Company” de Cecil B. Rhodes; posteriormente se unirían otras compañías a la exploración y conquista del Africa. Esto llevó al político ruso a definir al Imperialismo de finales del s.XIX como un fenómeno radicalmente nuevo, una etapa diferente del desarrollo del capitalismo, señalando como características centrales factores económicos tales como la busca de mercados (también sostenida por Rosa Luxemburgo) y el rol de las finanzas. El problema es que la explicación de Lenin y otros no tiene en cuenta otros factores, o, en todo caso, los subordinan a los mecanismos económicos. Se plantea, para superar este análisis, la necesidad de contextualizar los casos concretos y establecer qué variables jugaron el papel primordial en la expansión imperialista. Además, otro punto de debate es discutir que tan “nuevo” resulta este período, en relación a la aplicación de métodos distintos o de problemas nuevos que aparecen en las metrópolis.

4 En ese sentido quienes representan los dos polos opuestos del problema son E.J, Hobsbawn y D.K. Fieldhouse. Para el primero de ellos, no hay duda de que el período abierto a partir de 1885 representa un nuevo imperialismo, distinto a la etapa dominada por el libre cambio y la competencia. En esta expansión colonialista los elementos económicos se unen a los intereses nacionalistas, creando una nueva fase del desarrollo del capitalismo. Los observadores contemporáneos coinciden, según él, en la novedad del fenómeno y, por lo tanto, esta visión debería primar en los análisis actuales. Considero que este argumento resulta ambiguo, pues creo que el historiador si bien debe tener en cuenta los análisis hechos en su momento, si no intenta explicaciones distintas desperdiciaría la perspectiva que le da el tiempo para poder comprender los acontecimientos. Para Fieldhouse, siguiendo los planteamientos de Robinson-Gallaher, el “nuevo” imperialismo no lo es tal. Las condicionantes económicas y los intereses de las políticas metropolitanas ya se encontraban a menudo en las zonas objeto de expansión antes de 1885; los estados nacionales no apoyaron fácilmente los proyectos coloniales, por razones administrativas o de política exterior y, por último, no hay una relación directa entre proteccionismo y expansión colonial. Es decir, la cancelación de la política librecambista en Europa no es la causa de la búsqueda de mercados cautivos. En varios casos europeos, el proteccionismo se aplica sin referencia a una agresiva política colonialista, tal es el caso de Alemania. Para Fieldhouse, la razón del imperialismo se encuentra, más que en los problemas metropolitanos, en las dificultades presentadas en las periferias. Donde se podía mantener el control de los negocios sin llegar al control político la opción casi siempre fue conservar la autonomía; por el contrario, cuando los delicados y diferentes problemas que aparecían en las zonas coloniales no podían ser controlados de otra manera se optaba por el dominio imperial. En ese sentido la diferencia es sensible: el imperialismo no es el resultado obligado de las condicionantes económicas o políticas, es la última opción tomada por las metrópolis. La relación entre la economía y el fenómeno imperialista resulta compleja en extremo. La creación de una economía a escala planetaria, favorecida por la revolución en las comunicaciones y la extensión del consumo, ocasionó el interés en zonas que se habían mantenido aisladas hasta ese momento. Este hecho resulta innegable, sea como puertos de abastecimiento, colonias productoras de materias primas, compradores de mercancías metropolitanas o, por último, en zonas de seguridad para evitar vecinos incómodos, las colonias se convirtieron a la larga en lugares de sumo interés. El punto básico es considerar al

5 crecimiento económico como la causa de ese interés o como un elemento adicional en el complejo contexto de la segunda mitad del siglo XIX. El móvil del beneficio económico, como reconoce Fieldhouse, está presente en toda la historia del imperialismo. Aceites vegetales, oro, diamantes, madera, préstamos, etc., son algunos de los más destacados representantes de estos móviles, pero la pregunta básica es acerca del modo en que estos actuaron en cada caso y establecer hasta qué punto el estado estaba en disposición de apoyarlos. Según esta postura, después de 1880 los estados occidentales estuvieron cada vez más dispuestos a resolver los problemas no económicos asumiendo la defensa de intereses nacionales; el colonialismo fue, insistimos, la respuesta del estado a las dificultades presentadas en la periferia 2. Esta opinión puede subestimar el rol “desintegrador” que tuvo la penetración europea en muchas de estas zonas; es decir, el papel que la llegada del capitalismo europeo produjo en cada una de esos lugares al margen del monto o importancia global. Pongamos a la inversa el problema. En términos globales se ha demostrado que el porcentaje de inversiones o comercio producido con las zonas coloniales no desarrolladas es relativamente poco importante, pero ¿qué significa para las pequeñas economías locales la llegada del capitalismo? Con 1-2% del comercio británico mundial tal vez baste para producir una inundación de productos en muchos países latinoamericanos. Por otro lado, en esto Hobsbawn tiene razón, es imposible separar la economía de la sociedad en muchas de las experiencias coloniales. Así que tenemos una especie de círculo vicioso: interferencia europea por intereses variados (incluye el económico), desestabilización en la periferia y solución colonial, que es una nueva intervención. ¿Depende dónde cortemos el círculo el resultado de nuestro análisis? Tal vez, pero pienso que el problema no reside únicamente en establecer las causas, sino en reconocer los diversos aspectos que entran en juego. El resultado no es una sino muchas formas de imperialismo que coinciden sólo en la apariencia. Cada una de las naciones llegó a la misma solución formal, a veces unas empujadas por las otras, pero el beneficio para la metrópoli difería en cada caso. El imperialismo británico no resulta modélico en todos los casos, hay diferentes soluciones coloniales y fórmulas de gobierno. De hecho la concentración de tal expansión después de 1880 llama la atención por la variedad de países implicados, la publicidad de las políticas y su importancia en las zonas periféricas, pero encontrar una explicación unívoca al fenómeno resulta muy difícil. Cada país respondió al reto de manera más o menos diferenciada, asumiendo que lo urgente y necesario era defender sus zonas de 2

Fieldhouse 1978: 524

6 influencia de los otros o mantener sus intereses económicos, estratégicos o nacionalistas intactos en el nuevo concierto de naciones que se construyó desde el final del siglo XIX. Tal vez más que una nueva etapa del desarrollo del capitalismo se abría paso una nueva era de política mundial donde los intereses nacionales no se detenían en las fronteras del estadonación, sino se repartían en un tablero mundial. Las comunicaciones y la prensa jugaron, en ese sentido, un rol fundamental y trágico al mismo tiempo. Promovieron y atizaron conflictos que, a la larga costarían demasiado caro a la población europea y mundial. 2. Alemania y el imperialismo. 3 En cuanto al fenómeno imperialista el caso alemán no ha llamado poderosamente la atención. En primer lugar porque su extensión no resulta llamativa frente a los “gigantes” Gran Bretaña y Francia; en segundo lugar, las posesiones alemanas no tuvieron la trascendencia de la India o Sudáfrica; finalmente tampoco tenía una tradición imperialista. Sin embargo, en tres lugares importantes del planeta en que el dominio colonial se puso en discusión se encuentran colonias o intereses alemanes en disputa: China, el Pacífico y el Africa. A diferencia de Holanda, USA, Japón o Rusia, imperialistas de “segundo orden” a finales del s.XIX, la posición de Alemania en términos de política exterior resultó siempre de importancia fundamental y de influencia en la acción de las grandes potencias. En este capítulo intentaremos mostrar a grandes rasgos las características de esta política, para luego analizar rápidamente los casos concretos. No se puede hablar de una creación exclusiva del modelo colonial alemán. De hecho la “forma” se fue definiendo poco a poco, en una especie de creación colectiva a partir de experiencias previas propias y ajenas. Así, cuando mencionemos el caso chino, veremos que en él se conjugan, a modo de síntesis, una serie de elementos utilizados por diversas potencias desde la segunda mitad del s.XIX. El modelo de intervención colonial se fue construyendo a partir del interés de las potencias por el control del mediterráneo no europeo. Al inicio la piedra de toque la constituyó la intervención en resguardo de los intereses financieros; generalmente la imposibilidad de pagar los empréstitos motivó la formación de ejércitos multinacionales que exigían el pago. El resultado en muchos casos fue la pérdida de autonomía fiscal, controlada por uno o varios gobiernos protectores. El siguiente paso era establecer qué gobierno tenía la primacía de intereses, alejando a los demás competidores; así fue el caso de Túnez, Egipto,

Véanse los trabajos de Henderson 1962, Fieldhouse 1978, Chickering 1998, Eyck 1960, Gall 1990, Herwig 1991, Massot 1994, Mommsem 1991 y Weler 1980. 3

7 etc.4 Normalmente los financistas se contentaban con el primer paso que garantizaba el pago de las obligaciones, pero en muchos casos éste ya constituía una pérdida de autonomía, pues el estado sólo de manera nominal gobernaba ya que el control fiscal no estaba en sus manos. El control financiero resultaba el primer eslabón en la cadena de acontecimientos rumbo al dominio colonial, pero no excluyente respecto a otros factores. Mientras esto ocurría en el Africa hacia finales de la década de 1860, Alemania ejecutaba otros planes no menos importantes. Luego de siglos de fragmentación política, Bismarck logró unificarla tomando como base Prusia. Los planes de la Real Politik del Canciller de Hierro estaban claramente orientados a consolidar el poder continental alemán y su supremacía militar en Europa. El juego de alianzas y cálculos estratégicos para debilitar a unos y otros, tuvo en cuenta el problema colonial en función de los resultados que podría tener Alemania para conseguir oponer a Gran Bretaña con Francia o con Rusia. Mientras la política de Bismarck estuvo vigente, Alemania trató de no poner a Gran Bretaña en su contra, de manera que la obtención de colonias estuvo marcada por las coyunturas de negociación entre ambas potencias. Una vez que Bismarck dejó el gobierno, el rumbo de la política alemana se pierde; la actitud agresiva del Reich ocasionó no pocos problemas y contribuyó al alejamiento de Gran Bretaña. La expansión imperial estuvo apoyada en el espectacular crecimiento económico de Alemania a finales del siglo XIX . La participación alemana en la producción industrial mundial aumentó del 13% en 1870 a 16% en 1913; creció de 49 millones de habitantes (1880) a 65 millones (1910); multiplicó por siete su producción de carbón, por quince el acero y por seis el PBI, durante el mismo período. Si para 1870 el 50% de la población era rural, para 1913 sólo el 30% tenía la misma condición. Durante este lapso de tiempo los indicadores británicos no fueron tan positivos, incluso en la mayor parte de casos retrocedieron 5. Entre 1900 y 1925 un tercio de los premios nobel de física y química se entregaron a alemanes, así que la confianza del éxito del imperio en casi todo nivel era muy alta. En el campo ultramarino el éxito no fue arrollador como en los casos anteriores. Bismarck consideraba a las colonias un lujo que Alemania no podía poseer, aunque podía intervenir para provocar el alejamiento de Gran Bretaña de Francia. Así ocurrió en Egipto cuando en 1879 Bismarck protestó ante el Jedive, tratando de evitar una intervención francesa con apoyo ruso, lo que estaba en contra de su política europea. Fieldhouse 1978: 130-131. Para 1913 la producción británica de carbón era la misma de Alemania, mientras en acero y hierro la sobrepasó (Herwig 1991: 237). 4 5

8 Sin embargo, también la política del canciller podía responder a problemas internos. En 1881, frente a las elecciones que se acercaban, Bismarck ofreció apoyo al proyecto de poseer colonias ultramarinas, pero parece que esta era una estrategia destinada a ganarse el apoyo de la clase media especialmente en las ciudades portuarias como Hamburgo y Bremen 6. Otra clave de su política fue desprestigiar a los liberales, entre ellos Ludwig Bamberger, quienes apreciaban a Gladstone (primer ministro inglés). Cuando la competencia colonial futura obligue a la confrontación con Gran Bretaña entonces esto a su vez obligaría a los liberales a abjurar de su simpatía por el ministro; al mismo tiempo ellos eran poco favorables a la política colonial y su poco entusiasmo favorecía a Bismarck para acusarlos de falta de nacionalismo7. Entre 1876 y 1884 la política de Bismarck frente al tema colonial fue poco activa. Como reconoce Henderson, realmente no quería colonias y actuó en casos de necesidad o presionado por diversas circunstancias antes de corresponder a una política de expansión ultramarina; por ejemplo, en 1876 los comerciantes alemanes habían pedido anexión del Transvaal, pero Bismarck no quería enfrentarse directamente a los intereses británicos8. La campaña ultramarina se inició, en la práctica, con la confrontación en el Pacífico. Las misiones cristianas y los comerciantes alemanes se sentían disminuidos frente a la importancia que franceses, norteamericanos e ingleses tenían en la zona. Las pequeñas islas y sus debilitados gobiernos no resultaban garantía para las naciones en pugna, así que comenzó una pequeña ola de anexiones en prevención de la acción de otros. La presión de los comerciantes alemanes de la zona, quienes necesitaban bases de aprovisionamiento, coincidió con la necesidad de Bismarck de mantener el prestigio alemán en la zona. Entre 1853 y 1883 la lista de anexiones en el Pacífico es muy pequeña, pero lo suficiente para establecer bases sobre las cuales posteriormente se expandieron las potencias. Francia declara protectorado sobre Rapa en 1867; USA se anexiona las Midway en el mismo año; Gran Bretaña toma el archipiélago de las Fidji en 1874 y Alemania se anexiona parte de las islas Marshall en 1876 y 1878, como una manera de evitar perder su influencia en la zona. Esto no llevó de inmediato al reparto general, este se daría sólo años después. Los alemanes cada vez más se interesaron en Samoa, con el temor de que Gran Bretaña se adelante en la anexión, aunque Bismarck, como sabemos, era reacio a aceptar responsabilidades ultramarinas. Eyck 1960: 275 Ibídem. 8 1962: 4 6 7

9 La presión de los comerciantes alemanes no sólo se hacía sentir en el Pacífico. También en el Africa se quería obtener una franja costera comercial en el Camerún, zona de control británico. A partir de 1881 la situación se complicó con las actividades más agresivas de Francia y Gran Bretaña en el Africa. Ya exploradores alemanes habían visitado la zona central desde 1860, pero Alemania no parecía demasiado interesada en reforzar su política en el continente antes de 18809. La opinión pública alemana empezó a presionar a partir de 1881 y al año siguiente se funda la Kolonialverein como una forma de presión hacia el gobierno10. La intervención de Leopoldo II en el Congo, aceleró los acontecimientos motivando la declaración de los protectorados del Camerún y Togo en 1884; la acción decidida de Bismarck, se explica -al menos en parte- por los pactos que había firmado con el Imperio austro-húngaro y Rusia que le ofrecían una mejor base de apoyo para negociar con Gran Bretaña 11. Estos actos eran ya parte de una política integral de reclamaciones que incluían Guinea, Africa Oriental y el Pacífico; además, fueron realizados a un bajo costo dado que no incluyeron enfrentamientos militares con los nativos u otras potencias europeas. Fue un acto de cálculo diplomático de Bismarck, quien negoció con Gran Bretaña la nueva situación colonial alemana. El problema es establecer la relación entre estas acciones y las necesidades económicas del Reich. En definitiva la expansión imperial no tiene relación con cuestiones arancelarias, pues ya se había establecido el arancel proteccionista en 1879, tampoco los grandes inversionistas aparecieron muy atraídos por el proyecto. Parece ser, por el contrario, un plan en respuesta a las demandas generadas de los comerciantes alemanes establecidos en ultramar, especialmente los que tenían conexiones vía Hamburgo o Bremen. Por ejemplo, los comerciantes en el Africa solicitaron una base naval en Fernando Poo (Camerún) y un cónsul permanente, pero no solicitaban la anexión del Camerún. En el mismo contexto de estos acontecimientos ocurría que Alemania se disputaba con Gran Bretaña el dominio en las Fidji y ponía en discusión el tratado anglo-portugués sobre el Congo (que amenazaba con excluir a Alemania del reparto); estos hechos presionaban a Bismarck respecto a ejecutar una acción decidida en favor de los colonos y los derechos alemanes 12. En caso contrario, Francia y Gran Bretaña se aprovecharían de esa debilidad y aunque el viejo canciller no tenía intenciones de Henderson 1962: 2 Ibídem: 4 11 Ibídem, loc. cit. 12 Tema frecuente en el Reich. Los intereses alemanes en Venezuela fueron amenazados por el dictador Cipriano Castro y la orden era “proteger el prestigio del Reich en América Central y del Sur, preservar su dignidad y desmentir a la opinión pública de que estaba dispuesto a dejar a sus súbditos a la arbitrariedad de los extranjeros” (cit. por Hewig 1991: 114). 9

10

10 aumentar los costos del estado, la decisión fue crear esos protectorados. El resultado de esta política fue la obtención de cerca de un millón de millas cuadradas y de 15 millones de nativos13. La administración de las posesiones alemanas pasó por tres períodos 14. De 1884 a 1890 Bismarck decidió que sean las compañías de cada zona las encargadas de administrarlas, fue un gobierno a cargo de las empresas. El problema que esto trajo fue que las compañías estaban más interesadas en obtener ganancias rápidas y estaban poco dispuestas a enfrentar los gastos administrativos. Como resultado de ello varias de ellas quebraron y dejaron en difícil situación el gobierno de las colonias. Entre 1890 y 1906 el Reich asumió el control directo de los protectorados. La ausencia de eficaces administradores, dada la poca experiencia ultramarina de Alemania, ocasionó múltiples abusos. Se utilizó concesiones a compañías que controlaban extensos territorios15, mientras se producían demasiadas fricciones con los nativos causadas por los trabajos a que eran sometidos16. A pesar de estas dificultades, se realizaron inversiones

en escuelas,

misiones, investigaciones médicas, etc. Entre 1906-1914 se decidió la creación de un Ministerio Colonial a cargo del Dr. Dernburg. Este funcionario viajó a Londres y el Africa a informarse como administraba sus colonias la Gran Bretaña; al mismo tiempo se creó un instituto colonial para formar profesionales eficaces. La preocupación por los nativos y las obras públicas fue mayor, los resultados pronto aparecieron. Incluso las investigaciones médicas produjeron excelentes frutos, como los descubrimientos del Dr. Koch y la cura de la enfermedad del sueño. A pesar de todo esto, el beneficio económico que las colonias llevaron a Alemania fue escaso. La presencia de súbditos del Reich en las posesiones alemanas nunca fue demasiado numerosa. Hacia 1913 existían cerca de 23,000 alemanes residiendo en el Africa, el Pacífico y la China; el clima tropical, que imperaba en la mayoría de las colonias, era un poderoso obstáculo para la presencia germana, ciertamente la mortalidad en esas zonas no era fenómeno de poca importancia 17. Más importante que esto fue la nueva actitud asumida por Alemania en este período. Guillermo II estaba decidido a conseguirle el lugar bajo el sol al Reich, así que perdió la pista de la política calculadora de Bismarck. Se enfrentó a Gran Bretaña por su afán expansionista Henderson 1962: 5 Ibídem: 7 15 Casi la mitad de Tanganika estaba controlada por 9 compañías (Ibídem, loc. cit.). 16 Se denunció trabajos forzados por el gobernador Von Puttkamer en el Camerún (Ibídem: 8). 17 Ibídem: 35. 13 14

11 y por lo tanto Alemania se veía cada vez más implicada en las nuevas reglas de juego mundiales. Para explicar el Imperio Alemán el argumento de un estado respondiendo completamente a los intereses de los grupos económicos y financieros resulta poco creíble en razón de la separación de estos intereses y de los políticos en el caso del Reich. Las colonias claramente se veían como innecesarias para el progreso económico de la nación, así que la mejor solución sería dejar que los propios colonos se encarguen de resolver sus problemas. Sólo cuando estas dificultades pongan en amenaza al prestigio de Alemania o la coloque en situación claramente inferior a Gran Bretaña y especialmente Francia, el estado alemán actuó creando protectorados fáciles de renunciar en caso de urgencia. Bismarck prefería entregar las colonias a empresarios, para ahorrar costos al estado, tenía mayor simpatía por el imperio informal. Pensaba que los intereses económicos irían primero y que en caso de emergencia los seguiría el estado 18. Además era consciente de la fragilidad de las posesiones ultramarinas alemanas. Al no producirse expansión a partir de núcleos primarios, como fue el caso francés, las posesiones alemanas estaban fragmentadas y resultaban difíciles de defender. Sin embargo no se puede descartar otros factores. 1882 fue un año de crisis económica en Alemania 19, que motivó la discusión acerca de encontrar nuevos mercados. Podemos analizar rápidamente el caso de Venezuela, que aunque no se convirtió en protectorado alemán, representaba parte de los intereses económicos del Reich. En este caso, antiguo sueño alemán, los intereses económicos (café, cacao, ferrocarriles, etc.) son de importancia fundamental, no llevaron a la anexión del país llanero pero pusieron a Alemania en un rol preponderante. La exportación de acero fue de importancia fundamental para la economía alemana entre 1873 y 1894, obligando a la búsqueda de nuevos mercados, los comerciantes veían en el comercio exterior la solución a sus dificultades. El ferrocarril de Venezuela fue financiado, construido y abastecido por alemanes, convirtiéndose en ejemplo de la Kultur del Reich20. El problema es que esta actitud llevó a la inevitable confrontación con Gran Bretaña. Hasta 1890 la política germana era admitida por los británicos como necesaria en el juego de poderes continentales. El predominio prusiano-germano se oponía al dominio ruso o francés y entre ellos se autolimitaban. Mientras no aumentara sus pretensiones en Europa y sus posesiones coloniales no amenazaran al imperio británico, era considerada una política Ibídem: 11 Wehler 1980: 43 20 Ibídem: 44-45. 18 19

12 aceptable. Además, el tráfico comercial alemán y el financiamiento de muchas de sus empresas se apoyaba en sus homólogos británicos. Pero, como hemos visto, en 1890 cambió el panorama; el nuevo Kaiser Guillermo II no se resignó a mantener ese papel. El explosivo crecimiento industrial y -especialmente- el desarrollo de la marina, comenzaron a minar las relaciones. El nuevo canciller Bernhard von Bülow trató de unir a la nación tras la anglofobia, tratando de lograr una nueva alianza con Rusia; así el acercamiento con Inglaterra se diluyó cada vez más, al mismo tiempo que se consolidó el imperio colonial alemán. A la larga este enfrentamiento resultó crucial para la política alemana. El alejamiento de Bismarck significó la pérdida de orientación de la diplomacia del Reich; el Canciller de Hierro había diseñado su política colonial de manera que no afectara de manera frontal los intereses británicos, pero su salida del Reich dejó sin brújula la política exterior. La actitud más agresiva de Guillermo II lo llevó a enfrentarse con Gran Bretaña por la posesión de espacios coloniales, la mayoría de las veces de dudoso valor. Así que, de cara a los acontecimientos posteriores, el camino por el que optó el Kaiser a principios del siglo XX resultó peligroso para Alemania. 3. Una revisión de casos concretos 21. Nos interesa en esta parte reflexionar de manera sintética los casos concretos en que Alemania intervino activamente, estos son Samoa, Marruecos, Africa Occidental y la China. a. El Pacífico. Como ya hemos visto la acción alemana en el Pacífico resulta trascendental para entender la marcha del colonialismo alemán. En 1860 prácticamente todas las naciones que se la repartieron en 1890 se encontraban presentes; el reparto no fue, por lo tanto, inmediato a la llegada de los europeos, fue bastante tiempo después. El comercio del aceite de coco, que lo compraban a los isleños, fue uno de los principales alicientes para la llegada de extranjeros. Así se comenzó con la demanda por un producto derivado de la revolución industrial: aceite fino para máquinas y jabones. Los misioneros llegan después, provocando fricciones entre las diversas nacionalidades de los religiosos. En la década de 1860 las islas se vuelven más importantes por la subida de precios del aceite y del algodón, motivando que los europeos se dediquen directamente a producir los insumos. Los primeros en establecer plantaciones fueron los alemanes, la firma J.C. Godeffroy de Hamburgo se estableció en Samoa en 1857 y poco después Theodor Weber estableció plantaciones de cocos, los Hernsheim siguieron el ejemplo en las Marshall en 1874. Esta iniciativa alemana fue continuada por otros extranjeros en el Véanse Fieldhouse 1978, Conklin 1999, Headrick 1981, Mommsem 1971, Fairbank 1986, Gernet 1991 y Evans 1986. 21

13 Pacífico. En este caso podemos ver de manera clara que lo fundamental es el interés económico que generó la revolución industrial por un producto específico, que trastoca las formas tradicionales de producirlo. Los súbditos alemanes eran bastante sensibles a los problemas con ingleses y franceses, lo cuales ya eran viejos conocidos en la zona. Desde Nueva Zelanda existía la intención de expandir el dominio británico; Samoa estaba atravesada por varios intereses: norteamericanos, australianos y alemanes se peleaban la supremacía. El gobierno local no garantizaba ya un equitativo reparto de beneficios, así que el primer acuerdo tripartito (Gran Bretaña, USA y Alemania) estableció en 1879 un puerto franco para todos (Apia), administrado por europeos, mientras se mantenía al gobierno local. Los intereses alemanes fueron creciendo rápidamente, consideraban cada vez más a Samoa objeto de interés fundamental, hasta que en 1883 Nueva Zelanda pidió a Londres la anexión de las islas. Esto agravó la rivalidad anglo-germana en la zona. Nueva Guinea, por su parte, era considerada fuente de mano de obra para las plantaciones samoanas, así que los intereses alemanes no eran de poca importancia en la zona22. En 1884 el Reich decidió dar protección a todos los súbditos alemanes en el exterior, mientras que Gran Bretaña anexó Nueva Guinea el 6 de Agosto de 1884, en previsión a una acción similar alemana. Rápidamente negociaron juntos y se llegó a un acuerdo de reparto de las islas del Pacífico en 1885, a este mapa Alemania agregaría la compra de los derechos españoles en 1898. Alemania era el principal mercado de productos samoanos, el 90% de las exportaciones estaba dirigida hacia ella, se había convertido en el símbolo del imperialismo alemán. Hasta 1899 se respetó el status internacional de Samoa y el predominio Alemán en la isla, la guerra Hispano-Americana de 1898 motivó que se llevara adelante el reparto de la isla entre norteamericanos y alemanes. La necesidad de evitar el apoyo germano en el Transvaal facilitó la anuencia británica al reparto. Además, la nueva flota alemana necesitaba de bases navales para sus viajes a la China, así que los viejos anhelos colonialistas y nacionalistas se daban la mano con intereses estatales para el reparto final de las islas. Esto puede dar la impresión de un final marcado más que por intereses económicos por motivos políticos, estratégicos o sentimentales. Pero no es el final de la historia. Para que lleguemos a él se necesitaron humildes comienzos interesados en productos primarios; es una espiral que se inició con empresas, apoyo estatal y finalmente cuestiones estratégicas. Si 22

Para las empresas véase Henderson 1962: 21-25.

14 consideramos que el imperialismo comienza cuando se declaró el protectorado, entonces las explicaciones pueden ser estratégicas; pero si vemos como los intereses económicos generados en la periferia actuaron en las preocupaciones de la metrópoli llegaremos a la conclusión de la acción de diversos factores para el resultado imperialista. Interés económico, rivalidad nacionalista y la coyuntura específica en que se toma la decisión son algunos de los elementos básicos de este caso. b. Africa. Al igual que el caso anterior Marruecos era de mucha importancia en los intereses económicos alemanes. Como no tenía posesiones en esa zona, necesitaba que se mantuviera abierta la puerta al comercio para mantener vivos sus intereses, no podía permitir que Francia o Gran Bretaña le cerraran las oportunidades. Los primeros interesados en el caso marroquí fueron científicos y naturalistas 23, pero desde 1878 los Krupp estuvieron tras mercados para sus armas y adquisición de minerales; de esa manera poco a poco aumentó el comercio. La firma Woermann de Hamburgo estableció una línea de vapores directos, pronto seguida por otras; así la participación alemana en el comercio marroquí pasó del 2% (1888) al 4,6% (1890), 7,5% (1893), 10% (1895) y 14,3 (1904). Pero la importancia mayor la tenía Marruecos como fuente de materias primas. Alemania era el mercado más importante para la lana marroquí (58%), así que consideraban de sumo interés mantener abierto Marruecos. Ni los comerciantes ni industriales pidieron el protectorado al gobierno alemán; fueron los intelectuales quienes comenzaron a pedirlo, logrando la adhesión de la liga Pan-Alemana en 1900. Los grupos económicos pedían defender la independencia marroquí en 1903, dado que el reparto probablemente excluiría a Alemania; a tal punto que negaron préstamos al gobierno de Marruecos esperando que Francia arreglara el problema y no se implique al Reich en más dificultades. Entre 1904-1906 el predominio francés se esperaba fuera contrarrestado por la petición alemana de mantener las puertas abiertas, pero la crisis se agravó por la llegada del Káiser a Tánger en 1905, quien esperaba -más que proteger al débil gobierno marroquíconvertirse en árbitro de la disputa entre Francia, España e Inglaterra por el control de la zona; este problema acabó con el tratado de Algeciras de 1906 que no trajo ningún beneficio para Alemania. En 1911 la situación se agravó, aprovechando desórdenes internos marroquíes, Francia y España tomaron más territorio del permitido; esto motivó a que Alemania envíe a la cañonera Panther a proteger los intereses de los súbditos germanos. Las negociaciones entre

23

Véase Fieldhouse 1978: 324-331 y 342-350.

15 Francia y Alemania terminan aceptando la supremacía francesa en Marruecos a cambio de una franja del Congo. En este caso los intereses económicos funcionaron en dirección distinta: a preservar el libre comercio. No se buscaba la anexión, salvo por intelectuales, en razón de los complejos intereses políticos que Marruecos vivía. Evidentemente este lugar fue usado como escudo político por todos, como seguro de negociación, del cual hasta Alemania, que poco podía hacer realmente en el asunto, sacó alguna ventaja de ello. En el Africa Oriental el problema fue distinto. El interés alemán por la zona comienza con Carl Peters, quien intentó llevar adelante una empresa, pero que tuvo que revertir sus derechos en favor del estado en 189024. Zanzíbar era de importancia comercial para Alemania y Gran Bretaña. Esta última, además, la utilizaba como puesto de vigilancia en su lucha contra el comercio de esclavos. En 1884 Carl Peters viajó por la zona estableciendo tratados con los gobernantes africanos, que -si se aceptaban internacionalmente- dejaba en manos de Alemania el territorio. El no representaba a ningún grupo financiero o industrial, era una empresa personal que logró captar la atención de Karl von der Heydt, miembro de la Liga Pan Alemana. Este personaje apoyó el proyecto y consiguió el apoyo de otros importantes financistas. Peters perdió el control de la empresa, al mismo tiempo Bismarck decidió apoyar las reclamaciones de los súbditos alemanes y el 3 de Marzo -al día siguiente del fin de la Conferencia de Berlín- se publicó la declaración de protectorado alemán en el Africa Oriental. Un interés personal se tornó súbitamente importante, se convirtió en problema de estado. No se encuentran, en este caso, motivos económicos en la primera línea, pero es clara la búsqueda de predominio comercial en esa zona de parte de los alemanes. Coincide el interés con el dominio de los grandes financistas en la empresa fundada por Peters, pero ninguno de ellos pidió la anexión como medida necesaria. Fue Bismarck, en el marco de una política global de reclamaciones, que tomó en cuenta los intereses germanos en la zona. c. La China. El caso chino muestra, tal vez como ningún otro, la complejidad de fuerzas que conformaron el imperialismo. Un país que durante siglos se había mantenido con ningún o escaso contacto con el mundo occidental, considerado poderoso por el resto del mundo y poseedor de una enorme población, capaz de infundir las mayores ilusiones a los capitalistas. Sin embargo, no existía hasta el siglo XIX otra forma de pagar las compras de mercaderías chinas sino era con plata u oro. El modo de vida tradicional, el aislamiento y el control de 24

Henderson 1962: 12-20

16 parte de las autoridades hacían que muy pocos productos occidentales interesasen a la enorme población china. Además, tradicionalmente los extranjeros fueron considerados bárbaros y por lo mismo despreciados culturalmente. El problema era que no existía forma de presionar a la dinastía Qing de cambiar las cosas. El mito de la grandeza china no se caería sino hasta finales del siglo XIX, mientras tanto el temor y la desconfianza eran los elementos comunes frente a los chinos. Las cosas cambiaron cuando los ingleses introdujeron el comercio de opio con la China. Hasta ese momento la plata era el medio de intercambio, pero con la llegada del narcótico y la difusión extraordinaria de su consumo los británicos encontraron la llave que les permitía llegar a los tesoros chinos. El 57% de las importaciones chinas eran opio, el 80% de la población urbana y el 60% de la rural eran consumidores, así que esto motivó una secuela de contrabando y corrupción que benefició a los británicos que producían el opio en la India. En 1839 el gobierno prohibió el comercio de opio, se quemaron cajas de opio y se afectó a los comerciantes ingleses establecidos. La consecuencia no se hizo esperar y la guerra trajo al primer símbolo del imperialismo: la cañonera. China es un país cuyo poder es continental, la única manera de derrotarla era introduciéndose en el interior por los ríos navegables, pero esto era, hasta 1839, un suicidio. La cañonera Némesis llegó en 1841 y resolvió el problema; se introdujo en la China continental y deshizo las defensas. En 1842 se firmó el tratado de Nanking que inauguró la era de privilegios británicos, ellos recibieron Hong Kong y se permitió la operación en cinco puertos. En 1856 una segunda escaramuza respecto a derechos de los residentes extranjeros llevó a la toma de Pekín. Se logró mayor cantidad de puertos, vías libres de comunicación al interior, representaciones diplomáticas y la abolición final del comercio del opio. Ya no era necesario, pues había servido de punta de lanza del capitalismo inglés. Al mismo tiempo de estos problemas china atravesó una etapa de rebeliones internas, provocadas por el rechazo a la llegada de extranjeros que venían a quedarse. La más importante de ellas fue la Taiping de 1852-1864, esta buscaba establecer una especie de hermandad; el efecto de las rebeliones fue ampliar el deterioro del gobierno chino. Durante 1860 los chinos trataron de abrirse hacia occidente, ya los extranjeros controlaban algunas aduanas y se comenzó a modernizar la industria. El problema es que esto coincidió con una serie de catástrofes naturales y hambrunas que causaron al menos 10 millones de muertos. Los misioneros cristianos fueron las víctimas del rechazo y en 1871 la

17 masacre de Tianjin, que ocasionó la muerte de monjas, marca el fin del acercamiento a occidente. Hacia 1880 China se encontraba sin deuda pública, sin ferrocarriles y sin servicios modernizados. Incluso el tradicionalismo chino llevó a destruir la línea del ferrocarril pues este atravesaba territorios considerados sagrados, pero no había forma de ir más allá de las ya numerosas concesiones otorgadas a los extranjeros. El cambio lo ocasiona la victoria japonesa en la guerra de Corea (1895), mientras China fracasaba en su intento modernizador, Japón por el contrario se acercaba rápidamente a occidente. La inesperada victoria japonesa obligó a los occidentales a construir un bloque común para evitar la supremacía japonesa en la China; el gobierno imperial ya no podía defenderse y necesitaba, por primera vez, préstamos urgentes para pagar las indemnizaciones de guerra. Por otro lado Rusia había llevado entre 1884-1894 una política destinada a asegurar la frontera con la China. En 1886 el proyecto del ferrocarril transiberiano se consideró de vital importancia para conectar Vladivostok con el corazón del imperio zarista. Esto llevó a Rusia a interesarse por Manchuria, que debería ser atravesada por el ferrocarril para llegar en menos tiempo al puerto ruso. Entonces, como había planteado Sergius de Witt, era necesaria la sobrevivencia de China para que Rusia cumpla sus planes. Al menos mientras no se termine el ferrocarril y sus ramales el gobierno ruso no alentaría ningún plan para repartirse la China. Incluso el gobierno zarista sirvió de enlace a los chinos para obtener préstamos vía París, creando el banco chino-ruso para financiar el ferrocarril a Manchuria y firmó en 1896 un tratado defensivo. El modelo ruso fue seguido por todos: control de ferrocarriles y de las finanzas chinas, sin anexión territorial. Este patrón muestra el más evolucionado de los modelos coloniales, que hace balance entre los costos y beneficios de ejercer el control directo del territorio. El desbalance lo causó la política alemana. En 1898, utilizando como pretexto maltratos a misioneros, tomaron Kiautschou y obligaron a los demás a solicitar concesiones territoriales. Esta política se explica por la nueva orientación de Guillermo II, decidido a lograr un lugar preponderante entre las grandes potencias. Rusia ocupó Liaotung (Port Arthur) en 1899, Francia obtiene Kuangchou y USA obtiene derecho a ferrocarriles. Gran Bretaña, que se contentaba con su predominio comercial (70% del total de comercio chino), estaba poco interesada en un reparto que no mejoraría estas condiciones, sólo se limitaron a arrendar Wei Hai Wei para mantener la influencia sobre Pekín, pero

18 prefería claramente una política de puertas abiertas. Así que existía consenso en considerar poco útil la partición, al estilo africano, de la China. Alemania actuó hasta 1897 de la misma manera que el resto, pero en 1898 obtuvo en arriendo por 99 años el puerto de Qingdao, obteniendo base naval para sus operaciones en el Pacífico y recibiendo la primera concesión territorial desde Hong Kong. La explicación de la influencia alemana está en las finanzas. Como se puede ver en el siguiente cuadro, los intereses alemanes eran más importantes en la tenencia de los bonos de la deuda externa china, donde sólo estaban detrás de Inglaterra, incluso encima de Francia y Rusia. Negocios en China Deuda Inversiones externa (%) en China (%) Inglaterra 39,4 29,8 Japón 0,2 Rusia 9,4 43,7 Estados Unidos 0,8 3,5 Francia 22 5,9 Alemania 28,4 16,9 Total 100 100 Fuente: Fieldhouse 1978: 491-492

El asunto de la sobrevivencia China, como entidad nominalmente autónoma, no dependió de sus posibilidades de defensa. Estaba en 1900 a merced de las potencias occidentales y del Japón, pero la enorme cantidad de interesados, caso único, hacía imposible cualquier arreglo que dejara satisfechos a todos. Por otro lado, el enorme costo que supondría un ejército de ocupación no era ignorado por nadie; por ejemplo, la rebelión de los boxers en 1900 mostró que la xenofobia de la enorme población china era un obstáculo muy difícil de superar. Por último el gran interesado en territorios chinos fue derrotado en 1904-1905 por el Japón, con Rusia fuera de combate y con un bloque occidental dispuesto a evitar el crecimiento del imperio del sol naciente, el reparto se hacía cada vez más difícil. Así, China sobrevivió por no ser conveniente su reparto antes que por mantener un gobierno eficaz o fuerte. ----------------------------Como podemos ver, la acción alemana como potencia imperial resulta muy variada. Es evidente que su acción resulta similar a la política británica o francesa. En estos últimos casos también existe una variada acción imperialista, que no se ajusta a un sólo motivo, sino que en cada caso se puede encontrar razones particulares para llegar a la solución colonial. El caso de Alemania es similar, también en cada posesión estuvieron en juego problemas distintos.

19 En el Pacífico, el interés comercial apareció tempranamente, pero hubo que esperar algunos años para que el gobierno se decidiera a declarar los protectorados. La llegada de empresas extranjeras, entre ellas las alemanas, generó una serie de cambios en la zona que desestabilizaron las antiguas formas de gobierno. Este desorden era a su vez promovido por los distintos intereses nacionales en juego, quienes obtenían por intermedio de gestiones diplomáticas o presiones, tratados que los ponían en ventaja frente a los demás. En una zona donde las colonias se podían medir por metros, cada ventaja podía ser importante y nadie estaba dispuesto a ceder frente a los demás. En el caso de Samoa el interés económico es importante, al mismo tiempo que la necesidad de defender ese espacio de la intervención de otras potencias imperiales. Se convirtió por ello en el símbolo del imperialismo alemán. Hay beneficios económicos detrás, pero también hay la coincidencia de estos con la necesidad mayor del estado alemán de ejercer presión a sus homólogos europeos. En el Africa el caso es similar, aunque con algunas variantes. En Camerún y Togo la actividad alemana se orientó mantener y ampliar los privilegios de los comerciantes alemanes, negociando con Gran Bretaña su situación en la zona en vista a las dificultades en el Congo y Egipto. De igual manera en el Africa Oriental Bismarck actuó como parte de una política general de reclamaciones, no cediendo terreno frente a los ingleses en Zanzíbar. La política de protectorados muestra, al mismo tiempo, la poca disposición para asumir totalmente el gobierno de la zona. El protectorado permitía, en caso de ser necesario, la renuncia de los derechos en favor de terceros, en parte esto puede tipificar el tipo de política imperial alemana. El Canciller de Hierro estaba siempre preocupado por el costo de estas operaciones, así que prefería que las empresas se las arreglasen con los cónsules encargados, salvo que la presión de otros gobiernos pretenda excluir o afectar los intereses germanos. En el caso de Marruecos se puede notar esta perspectiva, con la ventaja de ver la evolución hacia una política más agresiva tras la llegada de Guillermo II. Pasamos a una etapa más activa, en que la política colonial tendió a ser más incisiva y peligrosa para las relaciones germanobritánicas. En Marruecos se intentó mantener abiertas las oportunidades para Alemania y el Káiser buscó influir sobre el gobierno africano; el punto es que no lograron obtener concesiones territoriales por la fuerte posición francesa. En China la situación fue más agresiva, es Alemania la que cambia el rumbo de los acontecimientos al obtener un arriendo por 99 años. El cambio muestra a un Reich más

20 decidido a conseguir bases navales y preocupado por amenazar el predominio marítimo británico. Aquí la llave parece ser, más que el comercio, las finanzas manejadas por Alemania. Así que podemos ver como el Imperio alemán resulta, como totalidad, representativo de las distintas fuerzas que construyeron el imperialismo de finales del siglo XIX. Nacionalismo, política exterior en función del equilibrio de fuerzas, empresas y finanzas conectadas con los gobiernos ultramarinos y poder militar creciente son algunos de los elementos comunes en juego. Como dijimos antes, resulta imposible resumir esta complejidad en un sólo parámetro, ya sea este económico o político.

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