Iglesia y Monasterio de Santa Teresa

IGLESIA Y MONASTERIO DE SANTA TERESA El monasterio de Santa Teresa, está situado en la esquina de las calles Peral y Mel

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IGLESIA Y MONASTERIO DE SANTA TERESA El monasterio de Santa Teresa, está situado en la esquina de las calles Peral y Melgar. Fue construido en 1 700 con enormes contrafuertes que sostienen la iglesia en el lado de Peral. Múltiples reconstrucciones le han hecho perder ciertas características originales, pero el interior del monasterio se encuentra casi como en sus primeros tiempos. Luego de casi 300 años de fundación, por primera vez se abre a la admiración general, parte de este monumental conjunto arquitectónico, para mostrar los tesoros guardados a lo largo de sus tres siglos de existencia. Más de trescientas obras de arte son presentadas en sus doce salas de exhibición. Algunas salas muestran su ambientación original puesto que aún están en uso por parte de las religiosas a ciertas horas del día. Otras salas presentan una organización temática. Antes de visitar el monasterio una vuelta por la Sala de Interpretación nos pone en clave para la comprensión de las técnicas y materiales utilizada en el arte del período virreinal. Las colecciones son variadas: pintura de caballete, escultura, artes decorativas, pintura mural, orfebrería y objetos de uso cotidiano, todas ellas correspondientes a los siglos XVI, XVII y XVIII. Un paseo por los diversos espacios arquitectónicos es una experiencia realmente placentera: el claustro luminoso rodeado de arquería, único con sólidos contrafuertes interiores, los patios, la callecita de servicio, los jardines, la fuente, la escalera, el zaguán, etc. HISTORIA DEL MUSEO El 23 de junio del 2001, un fuerte terremoto sacudió Arequipa. El terremoto dañó seriamente la estructura de todo el monasterio, y su restauración demandaría la inversión de fuertes sumas de dinero. La Comunidad de religiosas decidió emprender la refacción del templo y postergar la restauración de numerosos ambientes internos que hasta hoy permanecen apuntalados y sin uso. El propósito de reunir fondos que permitiesen afrontar la restauración de todo el Monasterio y a la vez compartir la belleza de sus obras de arte con el mundo, hizo que las madres decidieran abrir parte de su monasterio como Museo de Arte Virreinal. Los trabajos de acondicionamiento de ambientes arquitectónicos e instalación de sistemas de seguridad e iluminación se iniciaron enseguida. Paralelamente se comenzó a trabajar en el inventario de las colecciones, la conservación de algunas obras y el diseño museográfico. Este trabajo demandó 4 años, hasta que finalmente el 16 de junio de 2005 abrió sus puertas el Museo de Arte Virreinal de Santa Teresa de Arequipa. ARTES DECORATIVAS Relojes de arena, máquinas para hacer hostias, moldes para hacer incienso, vistosas lámparas de cristal , un precioso reloj inglés del siglo XIX, numerosos cacharros de cocina propios de la época colonial, ruecas europeas y andinas, herramientas para hacer

encajes y bordados, un valiosísimo salterio más antiguo que el propio monasterio, escribanías portátiles, etc. Son sólo algunos de los más de 100 objetos de uso que se pueden ver en el Museo, y que las religiosas han conservado de antiguos usos monacales. ESCULTURA Prácticamente todos los estilos de la escultura pueden ser admirados en la rica colección de esculturas que ofrece el Museo. Allí están los fascinantes conjuntos escultóricos de la “Huida a Egipto” y de la “Sagrada Familia”. Las tiernas representaciones del Niño Manuelito en urnas y cunas de época. El impresionante Crucifijo de marfil, carey, ébano y plata cuya contemplación casi quita el aliento. Las numerosas esculturas de pequeño formato que constituyen todo un muestrario de aquella manufactura navideña generada en torno a la costumbre de armar el Nacimiento o Belén. En cuanto a materiales, están todos: madera, maguey, pasta , telas encoladas, plomo, alabastro, plata, marfil, etc., lo mismo que de técnicas: encontramos esculturas de vestir, corladas, estofadas etc. Dentro de esta colección, por supuesto es imposible no referirse al Baúl de la Natividad, con sus más de 120 esculturas, entre personajes y animales fabulosos. Las piezas miden alrededor de 15 cm, y se hallan organizadas en 11 escenas de la Historia Sagrada. Se han determinado hasta tres momentos en la realización de esta magnífica pieza, con figuras que se hicieron en Quito y otras de procedencia local, todas del siglo XVIII. El baúl que alberga las figuras mide casi dos metros y sirve de espectacular escenario con sus doradas columnas barrocas y sus montañas con cristales de cuarzo. ORFEBRERÍA Esta es definitivamente una colección que requiere ser vista para formarse una cabal idea de su belleza y valor, pues toda descripción resulta insuficiente. Baste decir que la colección contiene la más bella selección de piezas en oro, plata , perlas y piedras preciosas, que pueda admirarse en el sur del país , y que son el paradigma de la tradición orfebre en el Virreinato del Perú, cimentada en gran parte en la ancestral habilidad de los artistas prehispánicos. No todo es orfebrería colonial peruana, también se puede encontrar alguna pieza europea y asiática. PINTURA DE CABALLETE Visitando la colección de pintura sobre lienzo del museo uno puede tener una completa percepción de la diversidad de influencias que intervinieron en la conformación de la renombrada Escuela Cuzqueña de pintura. Hallaremos salas como el Coro Bajo, la Sala capitular y otras, cuyas paredes están cubiertas de lienzos de estilos, autores, temática y cromatismos diversos. La función eminentemente didáctica y proselitista de la pintura queda claramente explicada en las series de pinturas sobre un mismo tema y en los grandes lienzos de alegorías. La indiscutible calidad técnica de los artistas queda

también demostrada en su habilidad en el tratamiento de las formas, el manejo del color y en la aplicación de brocateados de gran finura. PINTURA MURAL Las variaciones en la moda arquitectónica, los terremotos y las decisiones erráticas, son algunas de las razones que hicieron que la mayor parte de la pintura mural que antaño decoraba el interior de la mayoría de casas y edificios públicos de Arequipa se perdiera o modificara. Afortunadamente para todos, la clausura a que estuvo sometido el monasterio de Santa Teresa a lo largo de sus trescientos años de existencia, logró preservar su pintura mural de tales arrebatos modernistas. Es así que los ambientes policromados del monasterio se convierten en los últimos testimonios originales de este tipo de arte en toda la ciudad. Dentro de ellos, la Sala Capitular que se puede visitar como parte del recorrido del Museo, ostenta todo el colorido y la riqueza decorativa del Rococó, con insólitas escenas profanas. El estado de conservación de estos ambientes es admirable, ni los sismos ni el arcaico sistema de riego utilizado antes en los jardines ha conseguido mermar su belleza. PORCELANA Valiosos ejemplares de porcelana fina han sido conservados a través del tiempo por las madres carmelitas. En gran medida estos juegos completos de vajilla provenían de las ricas dotes que en otros tiempos debían entregar las religiosas al ingresar al monasterio. La colección es variadísima y en el Museo ha sido expuesta una selección de lo mejor de ella. Destacan por su antigüedad, riqueza estética y originalidad los dos platones Wan Li , de fines del siglo XVI, con decoración de motivos esotéricos en azul sobre blanco, el platón colonial de cerámica vidriada decorada con una escena de cacería de encantadora ingenuidad. Las soperas y platones de porcelana inglesa, los platos y fuentecillas francesas pintadas a mano con flores que no se repiten en ninguna de las piezas del conjunto, son también dignas de verse. EL CALLEJÓN DE LAS FLORES Anteriormente fue el callejón en donde se encontraban las habitaciones de servicio. Por esta estrecha callecita circulaba también la yunta de bueyes que contrataban las religiosas al inicio de la época de siembra para arar el huerto fértil que se encuentra aún al fondo de la propiedad. Es un encantador espacio en donde el deslumbrante brillo del sol arequipeño se ve intermitentemente interrumpido por la sombra proyectada por sus singulares arbotantes. EL CLAUSTRO DE LAS OFICINAS

Es el primero de los cuatro claustros que tiene el monasterio. Ahora funciona allí el Museo. El nombre se lo dieron las monjas porque en las habitaciones que hay en torno al claustro se cumplían muchos de los oficios que ellas tienen: La administración del monasterio, la portería, la costura, la enfermería, etc. La verdad es que penetrar en el claustro lo traslada a uno de forma inmediata a otra época. Atrás queda el bullicioso trajín del centro de Arequipa con su incesante peregrinar de gente y motores; nos encontramos de pronto en el medio de un apacible jardín rodeado de arquería de sillar reforzada con recios e inusuales contrafuertes. El silencio y la paz que se respiran allí son apenas interrumpidos por el sonido del agua de la fuente de alabastro y el aleteo vertiginoso de los colibríes que habitualmente anidan entre las matas de flores y los árboles de olivo, chirimoya y palta. Las habitaciones son ahora las salas del Museo, algunas de ellas tienen un tema central, en torno al cual se articula la exhibición de los objetos: La Natividad, la Vida Cotidiana, la Orfebrería, etc. Otras salas mantienen su uso y denominación originales: la Sala Capitular, los Coros, el Cuarto de las Campanas, etc. EL PATIO DE ENTRADA No bien hemos terminado de cruzar el umbral que nos separa de la calle Melgar, cuando nos sentimos inmediatamente acogidos por los bellos muros de sillar del patio de la portería. Al adentrarnos un poco hallamos a la derecha el espacio cobijado que se abre en una doble arquería, un poco más adentro el torno y la puerta de ingreso, en la que el “Bienvenidos al Museo” ha sustituido al “Ave María Purísima”, “Sin Pecado Concebida” de la antigua salutación. Hasta pocos días antes de la apertura del museo este fue el paso obligado para todo aquel que necesitara comprar escapularios hechos por las madres, o sus legendarios jabones de rosas y galletitas de mantequilla o quisiera solicitar sus rezos. Nada de eso se ha perdido, sin embargo. La antigua portería y torno del monasterio son ahora el ingreso a las maravillas del museo, pero en el número 303B de la calle Melgar, dos puertas más allá, la portería del monasterio atiende como antaño. Incluso los menesterosos que desde siempre se han beneficiado de la caridad de las madres, continúan recibiendo su ración al mediodía en la nueva portería. Quienes ya estaban al tanto de la excelencia de los productos manufacturados por las religiosas (galletitas, pasteles, jabones de rosas, escapularios, etc.) tienen ahora la facilidad de poderlos hallar también en la Tienda- Dulcería del Museo. EL PATIO DE LA PORTERIA Junto a la portería, este luminoso ambiente permitía el ingreso del personal de servicio al interior del monasterio. Por este patio se accedía también al Callejón de Servicio; a la Cerería (depósito de velas en donde hoy funcionan los servicios higiénicos); al Depósito de la Portería (donde está hoy la Sala de Exposiciones Temporales), y al Galpón, amplio ambiente que servía para depositar las andas y otros muebles de gran tamaño. Hoy el Galpón permanece apuntalado y cerrado, en espera de su restauración. En este patio está

la pequeña espadaña con la campana para llamar a la mandadera, persona que vivía enfrente del monasterio y se encargaba de encargos externos. LA IGLESIA Cuando en el año 2004, se reabrieron las puertas de la iglesia, luego de la restauración a que fue sometida después de que su bóveda colapsara en el terremoto del 2001, la admiración del público asistente a la ceremonia fue enorme, y es que muchos habían olvidado la belleza de este templo, el cual por la época de su ejecución corresponde aún al influjo del Barroco Andino. A pesar de que, al ser un espacio abierto al público, ha sido vulnerable a los avatares de la moda (prueba de ello son sus retablos neoclásicos) allí están aún, como testimonio de su primigenio estilo, el magnífico púlpito dorado, tallado en madera por un ensamblador de primer nivel. También toda la riqueza de la talla en piedra que se prodiga en las enjutas del arco del sotocoro. Como si no bastara con la belleza arquitectónica y con la de las obras de arte que contiene, la iglesia tiene una peculiaridad interesantísima: es un raro ejemplar de templo con tres coros: el Coro Bajo , anexo al presbiterio, desde donde las religiosas asisten a la misa diaria. El Coro Alto, sobre los pies de la iglesia, desde donde las monjas acompañan con sus cantos la misa dominical, y el Coro Intermedio, concebido para albergar a los músicos externos, quienes por norma no deben compartir el espacio con las religiosas. Entre las numerosas piezas de arte contenidas en la iglesia destaca la diminuta figura del Niño Terremotito , bellísima imagen escultórica, cuyas míticas travesuras (ver Curiosidades) han dado lugar al nacimiento de una fiesta de la infancia que se celebra cada año, en junio, y donde la imagen del Terremotito es sacada en procesión con gran entusiasmo por los niños de vecindario. MUSEO VIVO Santa Teresa es un Museo Vivo, en el que muchos de los objetos y ambientes exhibidos no están congelados para su exhibición, sino que permanecen en el uso y funciones para los que fueron diseñados, manteniéndose vivos y frescos en el tiempo. El relicario de Santos Carmelitas sale cada 15 de octubre a la iglesia para ser venerado por los fieles en la fiesta de Santa Teresa de Jesús; la Escribanía y el Brasero de plata que fueran mandados a hacer explícitamente para la elección de la Madre Priora, se usan cada 3 años en ocasión de las elecciones. Igualmente la Sala Capitular, centro de toma de decisiones importantes para la Comunidad, es temporalmente cerrada al público cuando las religiosas necesitan reunirse en este espacio para, por ejemplo, elegir a la nueva Priora. Un caso especial es el del Cuarto de las Campanas, que todos los días, a las 12 p.m. se cierra para que la Hermana Tañedora toque, mediante un interesante sistema de poleas que van hasta el campanario, las 3 campanadas que anuncian la hora del Ángelus; luego del toque de campanas, el visitante puede oír, puerta de por medio, las voces de las religiosas cantando la Hora Sexta en el Coro Bajo, pasados unos minutos, la visita se reanuda por estos ambientes que quedan cargados de la mística religiosidad impuesta por el uso cotidiano.