MONASTERIO DE SANTA CATALINA Dirección: Calle Santa Catalina 301 Arequipa - Perú Email: [email protected]
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MONASTERIO DE SANTA CATALINA Dirección:
Calle Santa Catalina 301 Arequipa - Perú
Email:
[email protected]
Web:
www.santacatalina.org.pe
HORARIO DE VISITA Horario regular : Temporada alta : Martes y Jueves:
9:00 am. a 5:00 pm. 8:00 am. a 5:00 pm. 8:00 am. a 8:00 pm.
TARIFAS Entrada General:
S/. 35.00
UBICACIÓN El Monasterio de Santa Catalina se encuentra a una cuadra hacia el norte de la imponente Plaza de Armas de Arequipa. Urbanamente se distingue del resto del damero colonial ya que ocupa una manzana y media del mismo. A pesar de ello, hasta antes de 1970 los arequipeños no tenían idea de lo que acontecía tras sus callados y sólidos muros.
De hecho, es muy difícil encontrar fotografías antiguas del monasterio; inclusive guías turísticas de 1960 prescindían del conjunto monástico, que curiosamente es ahora el símbolo por excelencia de la arquitectura colonial arequipeña. Luego de 1970 el monasterio se dividió en dos partes, una antigua que se abrió al público y otra moderna, que es donde viven actualmente las monjas en clausura.
A ellos se suma la Iglesia de Santa Catalina, la que está lógicamente abierta al público, y a la que acceden las monjas desde un ámbito no visible. HISTORIA El virrey Francisco Toledo otorga la licencia necesaria para la fundación del tan deseado monasterio que solicitaba la ciudadanía. Doña María de Guzmán, viuda de Diego Hernández de Mendoza, decide recluirse en el monasterio en construcción cediendo para ello todos sus bienes. El 10 de septiembre de 1579 se realiza la memoria de la fundación del monasterio firmada por el Cabildo, regimiento de la ciudad y el obispado del Cusco, nombrando a María de Guzmán como la “Primera pobladora y priora de dicho Monasterio” El 2 de octubre de 1580 se realiza una misa mayor en la ciudad para que desde ese día comenzaran los hábitos. Las mujeres que ingresaron como monjas al monasterio fueron criollas, mestizas y hasta hijas de familias nobles. La historia cuenta del ingreso de las denominadas “monjas pobres” que sin tener hábitos, ni abrazar a vida religiosa, ingresaban a ejercitar sus virtudes y ser emperatrices de muchas otras. Se sabe que a mediados del siglo XVIII, la ciudadela contaba con más de 300 mujeres de hábito y doncellas de servicio.
TRAZADO URBANO La sucesión de plazas, patios y callejuelas, producto de las modificaciones impuestas a través de los siglos conforman un paisaje urbano coherente, pero complejo, por momentos laberíntico, muy rico en sensaciones visuales y espaciales. Patios de proporciones cuadradas definidos por claustros en la zona sur contrastan con una trama más irregular y orgánica en la zona norte, que es más antigua. Espacios concatenados a lo largo de una secuencia de calles y plazas que establecen un dominio paulatino y claro entre el espacio público y el privado. Calles amplias definidas por muros altos encuentran escala humana mediante arcos que las atraviesan. Callejuelas estrechas definidas por construcciones bajas de techo de teja nos apuran el paso y de pronto nos conducen a adorables placitas, o descubren generosos huertos. De hecho, los nombres de algunas de ellas (Granada, Córdoba, Sevilla) nos permiten transportarnos al paisaje urbano andaluz. Recorrer el monasterio expone al visitante a una experiencia fenomenológica estimulante y variada.
ESTILO En palabras del arquitecto Frederick Cooper, el Monasterio de Santa Catalina es: “un valioso documento que afirma y corrobora la existencia ininterrumpida de una cultura arquitectónica viva, permanente y segura, encarna la vigencia continua que tuvo un ordenamiento constructivo y formal a la cual se integraba y subordinaba la creación personal.” Efectivamente el estilo constructivo del monasterio, llevado a cabo hábilmente por alarifes, diestros en el tratamiento del sillar (piedra volcánica pusolánica de color blanco, predilecta en las construcciones arequipeñas antiguas) pero desprovistos de formación académica estilística, no difiere sustancialmente al resto de las construcciones de la Arequipa colonial. Sin embargo, la ciudad y el monasterio recorrerían caminos diferentes a partir del sismo de 1868, en que la primera se entrega a nuevos estilos foráneos, el higienismo, neoclasicismo y posteriormente el movimiento moderno, mientras que el último mantendría el estilo colonial austero del conjunto, sin mayores aspavientos ni cambios de estilo (que sí sufrieron otros templos, como la catedral, la iglesia de la Compañía, el templo de San Francisco, entre otros), haciendo primar el conjunto a la individualidad.