Hormonas Tiroideas

Hormonas metabólicas tiroideas Introducción La glándula tiroides, situada justo por debajo de la laringe y a ambos lados

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Hormonas metabólicas tiroideas Introducción La glándula tiroides, situada justo por debajo de la laringe y a ambos lados y por delante de la tráquea, es una de las glándulas endocrinas más grandes, con un peso que oscila entre 15 y 20 g en los adultos sanos. El tiroides secreta dos hormonas importantes, la tiroxina y la triyodotironina, conocidas a menudo como T 4 y T 3, respectivamente. Ambas inducen un notable aumento del metabolismo del organismo. La glándula tiroides no es esencial para la vida, pero su agenesia o hipofunción durante la vida fetal y la neonatal ocasiona retraso mental profundo y enanismo. En adultos, el hipotiroidismo se acompaña de lentificación de las funciones psíquicas y físicas, con escasa resistencia al frío. En el extremo opuesto, la secreción tiroidea excesiva ocasiona consunción corporal, nerviosismo, taquicardia y generación excesiva de calor. La secreción tiroidea está controlada por la tirotropina (TSH), secretada por la adenohipófisis. La glándula tiroides secreta, además, calcitonina, una hormona importante para el metabolismo del calcio Consideraciones Anatomicas La forma de la glándula tiroides recuerda un poco la de una mariposa, “a horcajadas” sobre la tráquea en la cara anterior del cuello. Se desarrolla a partir de una evaginación del suelo de la faringe; el conducto tirogloso, el cual define la trayectoria de la glándula desde la lengua hasta el cuello, a veces persiste en el adulto. Los dos lóbulos de la glándula en el ser humano están conectados por un puente hístico, el istmo del tiroides y de este último nace un lóbulo piramidal, por delante de la laringe. La glándula está muy vascularizada y tiene uno de los índices mayores de flujo sanguíneo por gramo de tejido, entre todos los órganos corporales. La porción de la glándula encargada de la producción de hormona tiroidea consiste en múltiples folículos o ácinos. Cada folículo esférico está rodeado de una sola capa de células epiteliales polarizadas llenas de un material proteináceo de color rosa llamado coloide. Dicho material está compuesto de manera predominante por la glucoproteína, tiroglobulina. Si la glándula está inactiva, el coloide abunda, los folículos son grandes y las células que los revisten en su interior se aplanan. En la glándula activa, los folículos son pequeños, las células son cúbicas o cilíndricas y se advierten las zonas de resorción activa del coloide al interior de los tirocitos en la forma de “lagunas de resorción”. Las microvellosidades sobresalen en el interior del coloide desde el vértice de las células tiroideas y, en su interior, se extienden los conductillos. El retículo endoplásmico se destaca, signo que es común a muchas células glandulares y se identifican los gránulos secretores que contienen tiroglobulina. Las células tiroideas individuales se hallan sobre una lámina basal que las separa de los capilares vecinos; estos últimos son fenestrados, con forma similar a la observada en otras glándulas endocrinas. Síntesis y secreción de las hormonas metabólicas tiroideas Aspectos Químicos La principal hormona secretada por la glándula tiroides es la tiroxina (T4) y, en cantidades mucho menores, la triyodotironina (T3). Esta última posee actividad biológica mucho mayor que la tiroxina y es generada de manera específica en su sitio de acción en tejidos periféricos, por desyodación de la tiroxina (véase adelante). Las dos hormonas son aminoácidos que contienen yodo (fig. 20-4). En la

sangre venosa que sale de la tiroides, se identifican también cantidades pequeñas de triyodotironina inversa (3,3',5'-triyodotironina [RT3]) y otros compuestos. Esta última no posee actividad biológica. Homeostasia del Yodo El yodo es un elemento esencial para la síntesis de hormona tiroidea. El que está presente en los alimentos es absorbido por los intestinos y llega a la circulación. Las vías ulteriores que sigue se resumen en la figura 20-5. La ingestión mínima diaria de dicho metaloide para conservar en límites normales la función del tiroides es de 150 µg en adultos. En casi todos los países desarrollados, la complementación a base de sal de mesa denota que el ingreso promedio de dicho elemento con los alimentos es de unos 500 µg/día, aproximadamente. Los principales órganos que captan el yodo circulante son la glándula tiroides que lo usa para sintetizar sus hormonas y, los riñones, los cuales lo excretan por la orina. A la tiroides se incorporan 120 µg/día, con los ritmos normales de síntesis y secreción de las hormonas tiroideas. La glándula secreta 80 µg/día, en la forma de triyodotironina y tiroxina, en tanto que regresan por difusión 40 µg/día al líquido extracelular (ECF). Estas dos hormonas circulantes son metabolizadas en hígado y otros tejidos, y retornan al líquido extracelular otros 60 µg/día. Algunos derivados de hormonas tiroideas son excretados por la bilis y parte del yodo en ellos es resorbido (circulación enterohepática), pero por las heces hay una pérdida neta de unos 20 µg de yodo al día. Por lo comentado, la cantidad total de yodo que se incorpora al líquido extracelular es de 500 + 40 + 60 = 600 µg/día; del yodo mencionado, 20% es captado por la tiroides, en tanto 80% es excretado por la orina. Transporte del Yodo Las membranas basolaterales de los tirocitos frente a los capilares contienen un cotransportador unidireccional de dos iones de sodio y uno de yodo que lleva a éstos al interior de la célula con cada ciclo, contra el gradiente electroquímico del yodo; dicho cotransportador es capaz de generar concentraciones de yodo intracelulares 20 a 40 veces mayores que las que prevalecen en el plasma. El proceso incluye un transporte activo secundario, y la energía la suministra la salida activa de sodio, desde los tirocitos, por acción de la ATPasa de sodio y potasio. El cotransportador unidireccional de iones de sodio y yodo es regulado por mecanismos transcripcionales, y por entrada y salida activos en la membrana basolateral del tirocito; en particular, la hormona estimulante de tiroides (TSH; véase adelante) induce la expresión de dicho cotransportador y su retención en la membrana basolateral, sitio donde media la captación sostenida de yodo. El yodo debe salir del tirocito por la membrana apical para llegar al coloide, en el cual se producirán las primeras etapas de la síntesis de hormonas tiroideas. Según expertos, esta fase de transporte es mediada, por lo menos en parte, por un cambiador de cloro/yodo conocido como pendrina. La proteína mencionada fue identificada originalmente como el producto del gen que ocasiona el síndrome de Pendred, y en él los pacientes manifiestan disfunción tiroidea y sordera. La pendrina (SLC26A4), es un miembro de la gran familia de cambiadores aniónicos SLC26. La relación que guarda la función tiroidea con el yodo es peculiar y característica. El yodo es esencial para la función normal de la glándula, pero su deficiencia o exceso inhiben la función de la tiroides. Las glándulas salivales, la mucosa gástrica, la placenta, el cuerpo ciliar del ojo, el plexo coroideo, las glándulas mamarias y algunos cánceres derivados de los tejidos comentados, también expresan el cotransportador unidireccional de iones de sodio y yodo, y transportan yodo contra el gradiente de concentración, pero el portador en tales tejidos no es modificado por la hormona estimulante de tiroides. No se conoce la importancia fisiológica de todos estos mecanismos que concentran yodo fuera de la tiroides, pero quizá sean una manera de lograr la radioablación con radioisótopos, de células cancerosas que expresen dicho cotransportador; la estrategia anterior también es útil para la destrucción de tumores tiroideos. Síntesis y Transporte de Hormonas Tiroideas

Oxidación del yodo | Una vez que está dentro de la célula tiroidea, el I – se oxida rápidamente a I + mediante la acción de la enzima tiroperoxidasa ubicada en la superficie luminal de la célula folicular. La conversión de I previene la difusión retrógrada de yodo a la circulación (atrapamiento de yodo). A pesar de su oxidación rápida, la concentración de I – dentro de la célula tiroidea permanece más elevada que su concentración plasmática. Yodación de tiroglobulina | I + se difunde hacia la luz del folículo tiroideo y se une a los residuos tirosil de tiroglobulina en presencia de tiroperoxidasa. La yodación de tiroglobulina resulta en la formación de monoyodotirosina (MIT) en diyodotirosina (DIT). Acomplamiento (condensación) de yodotirosinas | Dos moléculas de las yodotirosinas reaccionan en presencia de tiroperoxidasa para formar T 3 y T4 (yodotironinas). T4 se produce mediante el acoplamiento de dos moléculas DIT; T 3 se produce mediante el acoplamiento de MIT con DIT. Secreción | Las moléculas de tiroglobulina, junto con las moléculas de T 3 y T4 a las que están unidas son endocitadas por la célula tiroidea. Las vesículas endocitósicas que contienen gotas de coloides se fusionan con los lisosomas y migran a la base de la célula Liberación | Las proteasas lisosómicas digieren la tiroglobulina y liberan las yodotirosinas (MIT, DIT) y yodotironinas (T3, T4). Sólo T3 y T4 se difunden hacia la circulación. MIT y DIT son liberados de sus residuos de yodo por la acción de una enzima intracelular llamada yodotirosina desyodinasa. El yodo liberado excede al yodo captado de la circulación y se utiliza para la síntesis de nuevas hormonas. Transporte, metabolismo y excreción La mayor parte de la TH circulante está unida a proteína, dejando sólo 0.02% de T 4 y ~0.2% de T3 sin unir o libre. Existen tres proteínas plasmáticas de unión a TH: globulina de unión a tiroxina (TBG), prealbúmina de unión a tiroxina (TBPA) y albúmina de unión a tiroxina (TBA). Siempre que la concentración de TH sin unir cae, es restaurada de forma parcial por la disociación de la TH unida a proteína. Lo inverso ocurre cuando las concentraciones de hormona libre aumentan. Así, las proteínas de unión a hormona amortiguan las fluctuaciones en las concentraciones de hormonas plasmáticas. Los cambios en la concentración de proteínas plasmáticas no producen normalmente cambios sostenidos en la concentración de hormonas libres. Cuando la concentración de proteínas plasmáticas aumenta, como en el embarazo, hay una caída en temporal en la concentración de TH libre (a medida que más de ella se une a las proteínas plasmáticas); esto resulta en secreción de hormona estimulante de la tiroides (TSH) de la hipófisis. La TSH estimula una mayor secreción de TH de la tiroides y por lo tanto restaura la concentración plasmática de TH hacia valores normales. La TH se metaboliza en el hígado por desyodación, desaminación y, por último, conjugación con ácido glucurónico. El conjugado glucurónido es secretado a través del conducto biliar hacia el intestino y excretado a las heces. Regulacion de la Secrecion Tiroidea La función tiroidea es regulada de modo predominante por variaciones en el valor de hormona estimulante de tiroides hipofisaria en la circulación. La secreción de dicha hormona se intensifica por la acción de la hormona liberadora de tirotropina hipotalámica, y es inhibida por un mecanismo de retroalimentación negativa por las concentraciones circulantes de las formas libres de tiroxina y triyodotironina. El efecto de la tiroxina es intensificado por la producción de triyodotironina en el citoplasma de las células hipofisarias, gracias a la 5'-D 2 que contienen. El estrés también impide la secreción de hormona estimulante de tiroides y, en animales de experimentación, intensifica el frío y disminuye el calor.

Efectos Fisiológicos de las Hormonas Tiroideas La hormona tiroidea actúa básicamente sobre todas las células y tejidos, y los trastornos de la función tiroidea constituyen una de las enfermedades endocrinas más frecuentes. La hormona tiroidea tiene muchas acciones directas, pero también actúa de forma más sutil para optimizar las acciones de varias hormonas y neurotransmisores más. Efectos cardiovasculares: Las acciones clínicamente más importantes de la hormona tiroidea son las que afectan a la fisiología cardiovascular. La T 3 aumenta el gasto cardíaco, lo que asegura una llegada suficiente de oxígeno a los tejidos. Aumenta la frecuencia cardíaca en reposo y el volumen sistólico. La velocidad y la potencia de las contracciones miocárdicas también aumentan (efectos crono e inotrópico positivos, respectivamente) y se acorta el tiempo de relajación diastólica (efecto lusitrópico positivo). La presión arterial sistólica aumenta ligeramente, y la diastólica disminuye. El aumento conseguido de la presión diferencia refleja los efectos combinados del aumento del volumen sistólico y la reducción de las resistencias vasculares periféricas totales, por la dilatación de los vasos cutáneos, musculares y cardíacos. Estos efectos se deben, en parte, al aumento de la producción tisular de calor y CO 2 que induce la hormona tiroidea. Además, la hormona tiroidea reduce la resistencia vascular al dilatar las arteriolas de resistencia de la circulación periférica. El volumen total de sangre aumenta por la activación del eje renina-angiotensina-aldosterona y el consiguiente aumento de la reabsorción de sodio a nivel tubular renal Efectos sobre el metabolismo basal: Las hormonas tiroideas aumentan el consumo basal de oxígeno y la producción de calor (es decir, el metabolismo basal). Las hormonas tiroideas aumentan la expresión de las proteínas de desacoplamiento mitocondriales (UCP). Esta acción se demuestra en todos los tejidos, salvo en el encéfalo, las gónadas y el bazo. La captación y la oxidación de la glucosa y los ácidos grasos aumentan de forma global, igual que el reciclado de lactato-glucosa y de los ácidos grasos-triglicéridos. La hormona tiroidea no aumenta la utilización de oxígeno inducida por la dieta, y puede no modificar la eficiencia del consumo de energía durante el ejercicio. La termogénesis también debe aumentar de forma simultánea cuando se consume oxígeno. Por tanto, los cambios de la temperatura corporal son paralelos a las fluctuaciones de la disponibilidad de hormona tiroidea. Sin embargo, el posible incremento de la temperatura corporal se modera mediante un aumento compensador de la pérdida de calor gracias al aumento correspondiente y mediado por las hormonas tiroideas del flujo sanguíneo, la sudoración y la ventilación. El hipertiroidismo se asocia con intolerancia al calor, mientras que el hipotiroidismo lo hace con la intolerancia al frío. El aumento del consumo de oxígeno depende del aumento del aporte de sustratos para la oxidación. La T 3 aumenta la absorción de glucosa en el tubo digestivo, y también el recambio de glucosa (captación, oxidación y síntesis de glucosa). Efectos respiratorios: La hormona tiroidea estimula la utilización del oxígeno y también su aporte. En consecuencia, la T3 aumenta la frecuencia respiratoria en reposo, la ventilación minuto y la respuesta ventilatoria frente a la hipercapnia y la hipoxia. Estas acciones mantienen una P O2 arterial normal cuando aumenta el consumo de oxígeno, y una P CO2 normal cuando aumenta la producción de CO2 Además, el hematocrito aumenta ligeramente, y también induce la capacidad de transporte de oxígeno. Este aumento de la masa de eritrocitos se debe a la estimulación de la producción renal de eritropoyetina. Efectos sobre el músculo esquelético: La función normal del músculo esquelético también requiere cantidades óptimas de hormona tiroidea. Estos requisitos pueden guardar relación con la regulación de la producción y el almacenamiento de energía. El exceso de T 3 y T4 aumenta la glucólisis y la glucogenólisis, al tiempo que reduce el glucógeno y la creatina fosfato. La incapacidad del músculo para captar y fosforilar la creatina provoca un aumento en la excreción urinaria de esta molécula.

Efectos sobre el sistema nervioso autónomo y la acción de las catecolaminas Existe un sinergismo entre las catecolaminas y las hormonas tiroideas. Las hormonas tiroideas realizan una acción sinérgica con las catecolaminas para aumentar el metabolismo, la producción de calor, la frecuencia cardíaca, la actividad motora y la excitación del sistema nervioso central. La T 3 puede potenciar la actividad del sistema nervioso simpático aumentando el número de receptores badrenérgicos en el músculo cardíaco y la generación de segundos mensajeros intracelulares, como AMPc. Efectos sobre el crecimiento y la maduración Otro efecto fundamental de las hormonas tiroideas es inducir el crecimiento y la maduración. Una pequeña, pero crucial, cantidad de hormona tiroidea atraviesa la placenta, y el eje tiroideo fetal empieza a ser funcionante a mediados del embarazo. La hormona tiroidea tiene una importancia extrema en el desarrollo neurológico normal y la formación adecuada de hueso en el feto. En los lactantes, la insuficiencia de hormona tiroidea produce el cretinismo, que se caracteriza por un retraso mental irreversible con talla baja. Efectos sobre el hueso, los tejidos duros y la dermis: La hormona tiroidea estimula la osificación endocondral, el crecimiento lineal del hueso y la maduración de los centros epifisarios del hueso. La T3 induce la maduración y actividad de los condrocitos en la lámina de crecimiento cartilaginosa, en parte mediante un aumento de la producción y acción de los factores de crecimiento locales. Aunque no se necesita hormona tiroidea para el crecimiento lineal hasta después del nacimiento, es fundamental para que los centros de crecimiento maduren bien en los huesos del feto en desarrollo. La T 3 también estimula la remodelación ósea en los adultos. La progresión del desarrollo y la erupción de los dientes dependen de la hormona tiroidea, igual que el ciclo de crecimiento y la maduración normal de la epidermis, sus folículos pilosos y las uñas. Los procesos de degradación normales de estos tejidos estructurales y tegumentarios también se estimulan por las hormonas tiroideas. Por tanto, un exceso o deficiencia de la hormona tiroidea pueden causar la pérdida del cabello y alteraciones en la formación de las uñas. Las hormonas tiroideas alteran la estructura del tejido subcutáneo mediante la inhibición de la síntesis y el aumento de la degradación de los mucopolisacáridos (glucosaminglucanos) y la fibronectina en el tejido conjuntivo extracelular. Efectos sobre el sistema nervioso La hormona tiroidea regula el momento y la velocidad de desarrollo del SNC. La deficiencia de hormona tiroidea intrauterina o durante la primera infancia reduce el crecimiento de la corteza cerebral y cerebelosa, la proliferación de los axones y la ramificación de las dendritas, la sinaptogénesis, la mielinización y la emigración celular. Se producen lesiones cerebrales irreversibles cuando no se reconoce una deficiencia de hormonas tiroideas y se trata de forma rápida al nacer. La reducción de las concentraciones de hormona tiroidea reduce el tamaño celular, el contenido de ARN y proteínas, las proteínas asociadas a los microtúbulos y la tubulina, el contenido de proteínas y lípidos de la mielina, la producción local de los factores de crecimiento fundamentales y la velocidad de la síntesis de proteínas. La hormona tiroidea también aumenta la alerta, la vigilia, la respuesta a diversos estímulos, la capacidad auditiva, la sensación de hambre, la memoria y la capacidad de aprendizaje. Además, el tono emocional normal depende de la disponibilidad adecuada de hormona tiroidea. La velocidad y la amplitud de los reflejos nerviosos periféricos aumentan por las hormonas tiroideas, igual que la motilidad del tubo digestivo. Efectos sobre los órganos reproductores y las glándulas endocrinas Tanto en las mujeres como en los hombres, la hormona tiroidea influye de forma importante en la regulación de la función reproductora, con un papel permisivo. El ciclo ovárico normal de desarrollo folicular, maduración y ovulación, el proceso homólogo a nivel testicular de la espermatogénesis, y el mantenimiento de la salud durante el embarazo se alteran cuando las concentraciones de hormonas tiroideas se distancian de forma significativa de la normalidad. En parte, estos efectos negativos se pueden deber a alteraciones en el metabolismo o disponibilidad de las hormonas esteroideas. Por ejemplo, la

hormona tiroidea estimula la síntesis hepática y la liberación de la globulina transportadora de los esteroides sexuales. La hormona tiroidea también influye de forma significativa en otras regiones del sistema endocrino. La producción hipofisaria de hormona del crecimiento aumenta por la hormona tiroidea, mientras que disminuye la producción de prolactina. La secreción de cortisol en la corteza suprarrenal y la eliminación metabólica de esta hormona se estimulan, pero las concentraciones de cortisol plasmático libres se mantienen normales. El cociente entre los estrógenos y los andrógenos aumenta en los hombres (en el hipertiroidismo pueden mostrar hipertrofia mamaria). La disminución de la producción de hormona paratiroidea y 1,25-(OH) 2 vitamina D son consecuencias compensadoras de la acción de la hormona tiroidea sobre la reabsorción del hueso La hormona tiroidea también aumenta el tamaño renal, el flujo plasmático renal, el filtrado glomerular y la velocidad de transporte de una serie de sustancias. Fisiopatología de las Hormonas Tiroideas Las alteraciones endocrinas más comunes son los trastornos de las hormonas tiroideas. La constelación de signos y síntomas producidos por el exceso o la deficiencia de hormonas tiroideas son predecibles, a tenor de las acciones fisiológicas hormonales. Así, los trastornos de las hormonas tiroideas afectan al crecimiento, la función del SNC, el metabolismo basal y la producción de calor, el metabolismo de nutrientes y el sistema cardiovascular Hipertiroidismo La forma más común del hipertiroidismo es la enfermedad de Graves, un trastorno autoinmunitario caracterizado por el aumento en las concentraciones en sangre de las inmunoglobulinas estimulantes del tiroides. Estas inmunoglobulinas son anticuerpos contra los receptores de TSH en las células foliculares tiroideas. Cuando están presentes, los anticuerpos estimulan intensamente la glándula tiroides, lo que causa el aumento de la secreción de hormonas tiroideas y de hipertrofia de la glándula. Otras causas de hipertiroidismo son la neoplasia tiroidea, la secreción excesiva de TRH o TSH y la administración de cantidades excesivas de hormonas tiroideas exógenas. El diagnóstico del hipertiroidismo se basa en los síntomas y en la determinación de un aumento de las concentraciones de T3 y T4. Las concentraciones de TSH pueden estar aumentadas o disminuidas, según sea la causa del hipertiroidismo. Si la causa del hipertiroidismo es la enfermedad de Graves, la neoplasia tiroidea (es decir, el trastorno se halla en la glándula tiroides) o la administración exógena de hormonas tiroideas (hipertiroidismo simulado), las concentraciones de TSH estarán disminuidas por retroalimentación negativa de las concentraciones elevadas de T 3 en la adenohipófisis. Sin embargo, si la causa del hipertiroidismo es un aumento de la secreción de TRH o TSH (es decir, el trastorno se localiza en el hipotálamo o en la adenohipófisis), las concentraciones de TSH estarán aumentadas. Los síntomas del hipertiroidismo son espectaculares e incluyen pérdida de peso acompañada del aumento del metabolismo basal; excesiva producción de calor y sudoración secundaria al aumento del consumo de oxígeno; taquicardia debido a aumento por regulación de los β1 receptores en el corazón; disnea de esfuerzo y temblor, nerviosismo y debilidad por los efectos de las hormonas tiroideas sobre el SNC. El aumento en la actividad de la glándula tiroides produce un aumento de su tamaño denominado bocio, que puede comprimir el esófago y causar dificultades en la deglución. El tratamiento del hipertiroidismo incluye la administración de fármacos como el propiltiouracilo, que inhiben la síntesis de las hormonas tiroideas; la extirpación quirúrgica de la glándula o la ablación radiactiva de la glándula tiroides con 131 I Hipotiroidismo La causa más común de hipotiroidismo es la destrucción autoinmunitaria de la glándula tiroides (tiroiditis), en la que los anticuerpos pueden destruir totalmente la glándula o bloquear la síntesis de hormonas tiroideas. Otras causas de hipotiroidismo son la extirpación quirúrgica del tiroides como

tratamiento del hipertiroidismo, la insuficiencia hipotalámica o hipofisaria y la deficiencia de I. Rara vez el hipotiroidismo es consecuencia de resistencia del tejido diana debida a regulación por disminución de los receptores de las hormonas tiroideas. El diagnóstico del hipotiroidismo se basa en los síntomas y en el hallazgo de una disminución de las concentraciones de T 3 y T4. Según sea la causa del hipotiroidismo, las concentraciones de TSH pueden estar aumentadas o disminuidas. Si el defecto está en la glándula tiroides (p. ej., tiroiditis), las concentraciones de TSH estarán aumentadas por retroalimentación negativa; las concentraciones bajas de T 3 en sangre estimulan la secreción de TSH. Si el defecto radica en el hipotálamo o en la hipófisis, las concentraciones de TSH estarán disminuidas. Los síntomas del hipotiroidismo son opuestos a los vistos en el hipertiroidismo e incluyen una disminución del metabolismo basal y aumento de peso sin aumento en la ingesta de alimentos; disminución de la producción de calor e intolerancia al frío; disminución de la frecuencia cardíaca; enlentecimiento de los movimientos, dificultad en el habla, ralentización de la actividad mental, letargo, y somnolencia; hinchazón periorbitaria; estreñimiento; pérdida de pelo, y disfunción menstrual. En algunos casos se desarrolla mixedema, en el que hay un aumento de la filtración de líquidos hacia el exterior de los capilares y edema debido a la acumulación de mucopolisacáridos osmóticamente activos en el líquido intersticial. Cuando la causa del hipotiroidismo es un defecto en el tiroides, se desarrolla un bocio dada la constante estimulación de la glándula tiroides por las elevadas concentraciones en sangre de TSH. Por último, y de importancia fundamental, si se produce hipotiroidismo en el período perinatal y no se trata, da lugar a una forma irreversible de retraso mental y del crecimiento denominada cretinismo. El tratamiento del hipotiroidismo comporta el tratamiento de reposición con hormona tiroidea, por lo general T 4. Al igual que la hormona endógena, la T4 exógena es convertida a su forma activa (T3) en los tejidos diana.

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