Historia Urbana Localidad de Teusaquillo

HISTORIA URBANA DE LA LOCALIDAD DE TEUSAQUILLO AUTORES FABIO ZAMBRANO ANA MARÍA CARREIRA MAURICIO RIVERA BOGOTÁ D.C.

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HISTORIA URBANA DE LA LOCALIDAD DE TEUSAQUILLO

AUTORES

FABIO ZAMBRANO ANA MARÍA CARREIRA MAURICIO RIVERA

BOGOTÁ D.C.

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ÍNDICE

PÁGINA Capítulo 1. El sitio

1

1.1. La sabana de Bogotá. Características físicas

1

1.2 El clima de Bogotá

7

1.3 La oferta hídrica

9

1.4 La antropización del territorio

11

1.5 La ciudad colonial crece al Oriente

15

1.6 La ciudad republicana

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Capítulo 2. Evolución urbana de Bogotá 2.1 Los espacios públicos en el primer siglo republicano

25

2.2 La adición de nuevos espacios

35

2.3 Los espacios públicos en el siglo XX 2.3.1 Los primeros esfuerzos de regulación urbana

39

2.4 La modernización de la ciudad. 1938 –1954

50

2.5. La esperada metropolización.1955 – 1972

58

2.6. La consolidación de la metrópoli. 1972 – 2000

72

Capítulo 3. La urbanización de Teusaquillo 3.1 Hacienda El Salitre

76 78 2

3.2 Los ejidos de la ciudad

92

3.3 La conformación de los barrios

|

3.3.1 El barrio Quesada

95

3.3.2 El Barrio Acevedo Tejada

97

3.3.3 El Barrio Teusaquillo

99

3.3.4 El Barrio Santa Teresita

106

3.3.5 El Barrio de la Magdalena

111

3.3.6 El Barrio Palermo

119

3.3.7 El Barrio de La Soledad

122

3.3.8 Urbanización Banco Central Hipotecario

124

3.3.9 El Barrio La Esmeralda

126

3.3.10 Paulo VI

126

3.3.11 El Salitre

128

3.3.12 Centro Urbano Antonio Nariño

129

3.3.13 Otros Barrios

131

3.4

Centros de Servicio

3.4.1 La Universidad Nacional de Colombia

138

3.4.2 Centro Administrativo Nacional, CAN

144

3.4.3 Centro Administrativo Distrital, CAD.

149

3.4.4 Corferias

151

3.4.5 Ospinas y compañía limitada

153

3.4.6 Avenida Caracas

155

3.4.7 Estadio Nemesio Camacho, El Campín

158 3

3.4.8 Coliseo Cubierto El Campín

166

3.4.9 Biblioteca Pública Virgilio Barco

167

3.4.10 Parque Simón Bolívar

171

Capítulo 4. La zonificación de la ciudad 4.1 Nuevos sectores, nuevos barrios

175 178

Capítulo 5. Los estilos arquitectónicos 5.1 El racionalismo

192

5.2 La vivienda en serie

198

5.3 El Centro Urbano Antonio Nariño, CUAN.

202

5.4 Paulo VI, primera etapa

208

5.5 Estilo inglés

211

5.6 El ladrillo y la piedra bogotana

221

5.7 La Universidad Nacional de Colombia

226

5.8 Los planes del hoy y del futuro

243

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INTRODUCCIÓN

La Localidad de Teusaquillo ha tenido una urbanización bastante singular en el contexto de la historia urbana de Bogotá. En primer lugar, en razón a su tardío proceso de inclusión al espacio urbano, y en segundo por el tipo de urbanización que aquí se presentó. La urbanización por barrios, la mayoría de ellos construidos por empresas urbanizadoras que aplicaron proyectos arquitectónicos bastantes coherentes, conservando estilos y aplicando formas que expresan un mensaje de modernidad urbana, distinguen a esta Localidad como la de mayor homogeneidad en sus barrios residenciales, en medio de la heterogeneidad de estilos, los cuales fluctuaron entre los provenientes de la ciudad jardín inglesa y el modernismo, condiciones que nos permiten mostrar a este espacio urbano como singular en la capital.

La tardía integración del espacio que hoy ocupa esta Localidad está asociada al tipo de oferta ambiental de estas tierras, las cuales se caracterizaban por ser bastante anegadizas, al desarrollo lineal que presentó Bogotá hasta entrado el siglo XX, y a la estructura de la propiedad territorial imperante en la Sabana de Bogotá. Esta tardanza en la urbanización influyó en el desarrollo arquitectónico de la Localidad.

En efecto, el surgimiento de los barrios va a coincidir con las necesidades de la naciente burguesía por construir nuevos símbolos de distinción social en sus residencias, así como por la necesidad de abandonar el antiguo centro histórico de la ciudad, el cual se estaba convirtiendo en un centro prestador de servicios. Es por ello que en los años veintes, treintas y cuarentas vamos a

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encontrar el surgimiento de nuevos barrios, donde arquitectos nacionales y extranjeros empezaron a aplicar nuevas técnicas de construcción, aplicando nuevos conceptos urbanísticos que expresaban un mensaje de construcción de una nueva ciudad. Es por ello que la tipología arquitectónica de las residencias de barrios como Teusaquillo, La Soledad, La Magdalena, Palermo, entre otros, se convirtieron en expresión del nuevo discurso urbano de la ciudad moderna, mostrando cambios importantes que estaban señalando el camino que Bogotá debía tomar hacia el futuro: abandono del patio interior, espacios interiores más compactos, apertura de la vivienda hacia el exterior, y con ello se creó una nueva tipología de vivienda.

Igualmente se introdujeron novedades en el trazado de las calles. Con ello aparece el parque y las zonas verdes integradas al desarrollo de la urbanización y la traza aplicada generosa en las dimensiones de las calles. Es por ello que se pudo lograr cierta unidad en el conjunto de los barrios, el cual expresaba un mensaje de coherencia arquitectónica, marcando con ello una diferencia total con la ciudad construida hasta entonces, donde cada casa expresaba un lenguaje diferente.

Son numerosos los arquitectos que dejaron su impronta en estos barrios. Se destacan los chilenos Casanovas y Manneheim, cuyas placas adosadas a las fachadas de las casas que construyeron aun se encuentran; igualmente dejaron sus huellas Manuel de Bengoechea, Roberto Sicard, M. Gutterman, Otto Marmorek,P. Studer, H. Grunbaum, Rafael catelli, así como las firmas Rocha & Santander, Trujillo Gómez y Martínez, Montoya Valenzuela, Gustavo Maldonado, y por supuesto, la que dejó la huella más profunda, Ospinas y Compañía.

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Es así como la historia urbana de esta Localidad se encuentra asociada a la modernización que vivía nuestra ciudad en estas décadas. Nuevas clases sociales demandaban nuevas viviendas, pues así como la burguesía buscaba escenarios urbanos diferentes al centro histórico, la naciente clase media también buscaba nuevas viviendas. Igualmente, en estos años llegó a la ciudad una incipiente migración europea que encontró en estos barrios una oferta de vivienda que ofrecía comodidad y calidad urbanística. Al promediar el medio siglo, la consolidación de estos barrios ya era total, y a diferencia de lo que empezaba a suceder en otros barrios residenciales, como Chapinero, la mayoría de los barrios de la Localidad conservaron en gran medida su condición de residenciales.

Cabe destacar que la Localidad acoge a varias instituciones que ofrecen servicios de gran calidad y que se han constituido en referentes obligados para toda la ciudad. La Universidad Nacional, el CAN, Corferias, El Campín, la Gobernación de Cundinamarca, la Embajada Norteamericana, entre otros, generan dinámicas urbanas de fuerte impacto en la Localidad.

Es en este escenario urbano donde se ha aplicado una amplia política de conservación del patrimonio urbano y arquitectónico. En la Localidad se encuentra el número más grande de inmuebles de conservación, muestra de la calidad urbanística de sus barrios y del interés por mantener el paisaje arquitectónico como huella de la memoria urbana de la ciudad.

Queremos agradecer a las instituciones y personas que nos han prestado su colaboración para la realización de este trabajo. En primer lugar a la Alcaldía Local, y en especial al Alcalde Local, arquitecto Claudio Guillermo Hernández, al doctor Alberto López, quienes impulsaron la 7

realización de este trabajo; al Consejo Local de Cultura, en especial a la señora Elsy Hurtado por la valiosa colaboración. A la señora Alicia Vega, quien nos proporcionó buena parte de su historia vivencial y su conocimiento sobre el río Arzobispo. A Laura Jiménez, colaboradora en el trabajo fotográfico. A todos ellos nuestros agradecimientos.

Fabio Zambrano

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CAPÍTULO 1. EL SITIO 1. 1. LA SABANA DE BOGOTÁ. CARACTERÍSTICAS FÍSICAS El altiplano denominado Sabana de Bogotá, ubicado en la Cordillera Oriental de Colombia, está situado a una elevación de aproximadamente 2.550 - 2.600 metros sobre el nivel del mar (m.s.n.m.m) entre los 4 grados 30 minutos y 5 grados 15minutos de latitud N, y 73 grados 45 minutos y 74 grados 30minutos de longitud Oeste, posición que determina un clima ecuatorial de alta montaña. Con una superficie plana de unos 1.200 kilómetros cuadrados, de unos 25 kilómetros de ancho y 40 kilómetros de largo, tiene su origen en el fondo de un antiguo lago que se había formado en una cuenca intermontana, y por lo tanto su origen es el de sedimentación de agua dulce. Luego del levantamiento final de los Andes del norte, se inició la formación de la actual Sabana de Bogotá, hace unos 3,5 millones de años, cuando se inició el hundimiento de la placa tectónica, al tiempo que se produjo la acumulación de sedimentos, en una capa de unos 600 metros de sedimentos lacustre, durante el Plioceno Tardío y Pleistoceno. El altiplano se encuentra rodeado en su totalidad por montañas que alcanzan localmente altitudes de casi 4.000 m.s.n.m. Este espacio se encuentra drenado por el río Bogotá y sus tributarios, que cuenta con una única salida situada hacia el suroeste.

En la mayor parte del período Cretáceo, hace unos 60.000 a 115 millones de años, los altiplanos que se encuentran en la Cordillera Oriental, de los cuales la Sabana de Bogotá es uno de ellos, era el fondo del mar que cubría lo que hoy es esta Cordillera, situación que perduró durante todo el período Terciario. La Cordillera Oriental inició su formación al final del Cretáceo, y es hasta el principio de otro período, el Oligoceno superior, que el geoinclinal infirió varios movimientos fuertes de formación de montañas que se manifestó en una serie de levantamientos y 9

plegamientos de la corteza terrestre, que dieron origen a la formación de la que hoy conocemos como Cordillera Oriental. Así, al comenzar el siguiente período, el Plioceno, la Sabana de Bogotá era un valle sinclinal compuesto, ancho, profundo y cerrado.1

En ese entonces, junto al tronco andino original, hacia la vertiente oriental, se extendía un brazo del mar bastante profundo, lo que geológicamente se denomina un geosinclinal. Los ríos de ese momento que bajaban del Macizo primario de las Guayanas y del tronco andino primitivo, depositaban en aquel mar alargado, que se extendía en diagonal hasta el actual territorio venezolano, enormes cantidades de aluviones, que fueron conformando los esquistos y las margas, arcilla y areniscas, que junto con las calizas forman las estratificaciones de la Cordillera Oriental.

Un movimiento continental hacia Occidente, fenómeno que se ha denominado "los continentes a la deriva", hizo que el Macizo Guyanés ejerciera fuerte presión sobre el cordón preandino, que se hallaba bien consolidado por su origen primario. El resultado de esta presión guyanesa, así como de la resistencia del zócalo preandino, fue el levantamiento de los materiales acumulados en el fondo del geosinclinal, compactados y convertidos en potentes estratos que vinieron a constituir la Cordillera Oriental. Todas estas estratificaciones, muy realzadas, hasta el punto de que en algunos tramos donde el mar sería menos profundo, surgieron las rocas metamórficas ígneas del fondo, y en parte se adhirieron a esta Cordillera.

1

Van der Hammen, Thomas y González Enrique. Historia del clima y vegetación del pleistoceno superior y del holoceno de la Sabana de Bogotá. En: Boletín Geológico vol. XI, nùmero 1 –3. Bogotá, 1963, página 190.

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Este contacto de las actuales cordilleras Central y Oriental dificultó la circulación de las aguas entre una y otra, hasta el punto de formarse lagunas, especialmente entre Nare y Neiva. Pero la constante labor erosiva de las aguas produjo que éstas abrieran paso entre las dos formaciones cordilleranas con lo cual se dio origen al río Magdalena, el cual, con la ayuda de sus afluentes, labró el valle por donde corre y con ello separó la Cordillera Oriental de la Central desde el Páramo de las Papas. Luego, a los dos ramales orográficos del cordón andino primitivo se les unió un tercero, que vino a completar la orografía colombiana con sus tres cordilleras: Occidental, Central y Oriental.2

El origen de cada una de ellas nos explica las diferencias de composición rocosas de las mismas, pues mientras las dos primeras están formadas principalmente por rocas ígneas y metamórficas, la Oriental se halla constituida en gran parte por rocas sedimentarias, en especial en su tramo central. Estas diferencias en la composición pétrea ha influido en el paisaje, en el poblamiento, y en el desarrollo de las actividades humanas. Las tres cordilleras constituyen la trifurcación andina, división que caracteriza al territorio nacional y que lo hace diferente de los países con los cuales comparte este accidente geográfico, puesto que desde el Ecuador hacia el sur el mundo andino se encuentra unificado, y la proyección de estas montañas hacia Venezuela también presenta un panorama diferente al escenario montañoso colombiano, que a manera de una digitación marca el territorio con una gran diversidad de mundos andinos.

Los relieves de la Cordillera Oriental presenta un surco principal, rodeado por dos cordones orográficos con alturas que sobrepasan los 3.000 m.s.n.d.m. Menos alto el cordón occidental, el 2

Vila, Pablo. Nueva Geografía de Colombia. Bogotá, Librería Colombiana, 1945. página 34.

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cual presenta escasos páramos poco elevados, entre ellos se puede mencionar el de Guantiva cerca a Soatá, el del Rabanal sobre Guachetá y el de Guerrero sobre Pacho. El cordón orográfico oriental, presenta una altura media de unos 3.200 m.s.n.d.m., similar a lo que presenta la Cordillera Central. Esta es la altura del Boquerón de Chipaque, la del páramo de Guasca, mientras que la del páramo de Toquilla es un poco menor pues llega a 3.000 de altura y la del Almorzadero un poco superior, el cual alcanza 3.400 de altura.

En este cordón principal de la Cordillera Oriental, los páramos se presentan tan elevados como los de la Central, pues el de Mogorontoque llega a 3.790 metros de altura, el de Pisba 3.900 metros, el de Cruz Verde a 3.690 y el de Sumapaz a 4.000 m.s.n.d.m..Sin embargo, en algunos tramos la Cordillera presenta alturas mayores, como el Cerro el Nevado, ubicado al norte de Sumapaz, que alcanza los 4.285 metros de altura, y recibe su nombre por el blanqueamiento de nieve que mostraba la cumbre en algunos momentos en el pasado. En el norte de la Cordillera se destaca el nevado del Cocuy o de Güicán, donde los nevados alcanzan los 5.493 metros en el alto de Ritacuva.

En sus tramos meridional y septentrional, en gran parte de formaciones paleozoicas y prepaleozoicas de rocas metamórficas, la Cordillera Oriental forma una simple cumbrera a dos aguas. Allí la altitud media oscila alrededor de los 2.000 m.s.n.d.m.. En el tramo sur, en alguno lugares alcanza a superar esta media, mientras que en el norte no la alcanza. 3

3

Ibíd.. pág. 34

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En este proceso orogénico, los altiplanos de la Cordillera Oriental se fueron conformando simultáneamente a medida que la cadena montañosa iba tomando forma, y por ello presentan, de manera sorprendente, la misma altura sobre el nivel del mar y características similares. En la Sabana de Bogotá el pasado geomorfológico de la Cordillera Oriental aparece en la formación Tilatá, uno de los estratos más antiguos que llenan la Sabana, se han hallado frutas fósiles que indican haber registrado temperaturas más cálidas y altura mucha más baja. Así mismo, en el cordón más elevado que rodea la Sabana se ha encontrado flora de polen que registra un clima y una altura similar a la actual, datos que corroboran el proceso de fuerte levantamiento que ha experimentado la Cordillera Oriental.

En este lago inmenso que era la Sabana de Bogotá, el levantamiento de la Cordillera prensó los ríos y con ello los convirtió en lagos que poco a poco se extendieron sobre los valles laterales, dando formación a contornos poco regulares, como se evidencia en los bordes del Altiplano de Bogotá. Este lago desapareció por efectos del rellenado aluvional que sufrió y a los cambios climáticos que se han presentado desde el Pleistoceno, además del desagüe que sufrió, aunque esta última causa es secundaria. (Ernesto Guhl, 1975 : 78).

La vertiente occidental de la Cordillera Oriental, en su parte central presenta una serie de ramales cordilleranos dispuestos de manera longitudinal, paralelos a esta Cordillera, donde contiene largos valles tectónicos de climas locales que fluctúan de secos hasta semiárido en sus partes más bajas. La vecindad con el valle del río Magdalena, que en esta parte conforma una zona de transición entre una sección casi árida en el sur y otra húmeda y selvática en el norte, genera una influencia climática que se deja sentir con aportes de humedad a las vertientes más altas de las 13

dos cordilleras Oriental y Central. En contraste, la vertiente oriental de esta Cordillera es más corta y empinada, compuesta por profundos valles transversales de erosión, que conforman una arquitectura de este espacio que dificulta los asentamientos humanos. Ellos desembocan en el piedemonte llanero, que se encuentra siempre húmedo, llanuras orientales que cumplen una función de ser zona de transición entre la selva amazónica pluvial ecuatorial siempre húmeda, y los llanos del Orinoco, de humedades periódicas. Los valles transversales de esta vertiente oriental, resultantes de la erosión, presentan como características por fuertes contrastes climáticos, así como en su vegetación, que se expresan en diferentes pisos térmicos, resultantes de la fisiografía, la corrientes atmosféricas así como del ciclo diurno del clima ecuatorial. La Sabana de Bogotá limita en el sur son el Páramo de Sumapaz, que presenta una altitud media de 4.000 m.s.n.d.m.. Hacia el norte se ensambla, gracias a un pequeño ramal cordillerano, con la altiplanicie de Ubaté. Esta ubicación de la Sabana de Bogotá dentro de la Cordillera Oriental, y esta entre el valle del río Magdalena y los Llanos Orientales, son las causas que determinan esa ecología única que la caracteriza. (Guhl : 80). 1.2 EL CLIMA DE LA SABANA DE BOGOTÁ

Estas particularidades geomorfológicas de este Altiplano cordillerano constituye un buen ejemplo del mosaico climático. La Sabana abarca la parte alta de la cuenca del río Bogotá, la cual tiene un total de 4.250 kilómetros cuadrados, de los cuales 1.200 de ellos son completamente planos. En esta porción plana se presenta una temperatura promedio de 13,5 centígrados (C), con variantes en los promedios mensuales inferiores a 1 C, estabilidad que no sucede en los promedios diarios, donde se presentan variaciones que en la temporada seca pueden llegar hasta los 28, pues se suceden oscilaciones de 25 C hasta -3 C. Los vientos 14

son moderados en razón de la ubicación cercana al Ecuador climático, y la precipitación media anual es de alrededor de 900 mm, sin embargo presenta grandes variaciones a través de los años así como en el interior de la Sabana. El clima, clasificado como tropical en razón de la ubicación ecuatorial de estas montañas, y por lo tanto, en la Sabana, al igual que en el resto de regiones tropicales, las períodos estacionales no son térmicos sino hídricos, y se manifiestan en las precipitaciones como también en la humedad ambiental. Por lo tanto, los períodos son de lluvias y de sequedad, y su clima pertenece al grupo de climas tropicales lluviosos, modificado por la altura de las montañas donde está ubicada, con un período que se prolongo todos los 365 días del año. Así, en la Sabana como en sus alrededores, se presenta el típico régimen hídrico estacional, coexistiendo en simultánea con otra división hídrica vertical, que produce tres cinturones de nubes, fenómeno que es de gran importancia climatológica. Estos son el producto de la asociación de la temperatura a distintas alturas y de la diferente capacidad de la tensión del vapor producida por la correspondiente disminución de la presión. Este comportamiento climático se constante en la disminución de la cantidad de precipitación por encima de los 1.500 metros de altitud. En efecto, en las montañas tropicales húmedas se encuentra una distribución vertical de la precipitación, con una precipitación que muestra los máximos valores anuales de lluvias entre los 900 y 1.400 metros de altura, y desde allí hacia las tierras frías, de 2.500 a 3.00 metros, disminuye la cantidad anual de lluvia en variaciones en la altitud de cada cien metros (Guhl : 84). Esta comportamiento general que se encuentra en el clima de las montañas andinas presenta cierta distorsión en la Cordillera Oriental y en las cercanías a la Sabana de Bogotá. En efecto, en este altiplano se encuentra que entre los 2.600 y 3.000 metros se presenta un aumento notorio de la precipitación, en vez de la tendencia a la disminución como se corresponde con el comportamiento general de las tierras a estas altitudes. Otra distorsión climática la encontramos 15

en las cercanías a la Sabana, entre Villavicencio y Monterredondo, que se encuentra a 1.400 metros, la lluviosidad disminuye, cuando la tendencia general es a aumentar. La primera anomalía, la de la precipitación en tierra fría, se origina en el hecho de que la Sabana, de gran extensión y plana, constituye una gran superficie de evaporación de donde se originan fuertes corrientes caracterizadas como de convección, las cuales al ser lanzadas contra los bordes montañosos del interior de la Sabana, repite el fenómeno de los valles bajos y las llanuras de tierra caliente, con lo cual se provoca la alta precipitación característica de la Sabana. De esta manera la Sabana de Bogotá funciona como un espacio de calentamiento, y a causa de ello se forma un estrato libre de nubes entre la superficie del altiplano y la altura media del nivel de condensación y de formación de nubes de convección. A causa de este proceso la atmósfera se carga de humedad, origen de la precipitación en los bordes, provocando alta lluviosidad en estos lugares. Esta climatología se ve acentuada por los vientos ascendentes de origen periférico provenientes de los valles calientes próximos. La segunda anomalía, la presentada entre Villavicencio y Monterredondo, lugar de baja precipitación, se debe al efecto secante de un valle transversal de erosión.

1.3 LA OFERTA HÍDRICA

El suministro de agua en la Sabana presenta varias singularidades, donde la característica más notoria en las últimas décadas es el de la dificultad, lo cual es más notorio si tenemos en cuanta su ubicación en la parte alta de la montaña, condición que la hace dependiente exclusivamente de su pequeña hoya de captación, la cual resiente de la ausencia de bosques en sus vertientes, situación que en parte explica la mengua de los caudales de las quebradas que bajan de los 16

bordes. Además, no cuenta con ríos caudalosos en sus cercanías desde los cuales se pueda desviar aguas en su favor. Ante este escenario natural, y teniendo en cuenta la característica humana de su condición de ser un espacio densamente poblada desde hace diez siglos, y sobrepoblada en el último medio siglo, podemos encontrar que el aprovisionamiento de agua se ha convertido en un problema crucial para el desarrollo de la ocupación humana en la Sabana. Las curvas de lluvias en una media anual se ha valorado en un poco más de 900 milímetros de lluvias total para un año. De otra parte, el análisis de los registros continuos de los caudales de los ríos en un período de 30 años, arrojan el dato de que el total de lluvias que se registra en la estación pluviométrica de Alicachín, lugar donde el río Bogotá sale de la Sabana, en sólo 800 millones de metros cúbicos en un año normal, es decir, en el equivalente neto de sólo 200 milímetros, que es toda el agua propia con la cual cuenta y contará la Sabana. Entre 1950 y 1975 el rendimiento neto ha oscilado entre 1.363 y 433 millones de metros cúbicos de agua.

Esta oferta inelástica de agua se encuentra en total contraste con el incremento de la población en la Sabana, crecimiento que ha estado concentrado en Bogotá, con lo cual se ha disparado la necesidad de agua, tanto por el consumo humano como por la intensificación de la agricultura en la Sabana, la cual no se puede realizar sin el riego artificial, en especial los cultivos industriales como es el de las flores. Las tierras que requieren riego en años de lluvia media constituyen el 47% del total de la Sabana, de tal manera que la oferta natural de agua que tiene la Sabana no alcanza a cubrir sino una pequeña parte del total del consumo humano, industrial y agrícola. (Guhl : 88).

17

De otra parte, el volumen de la precipitación sobre la Sabana de Bogotá no ha disminuido en los últimos 100 años, pero en el mismo lapso la población ha pasado de un poco más de 100.000 habitantes a cerca de 7.000.000. Así, es evidente que el desarrollo de la ocupación humana ha tenido que resolver el abasto del agua por medio del desvío de fuentes que corren hacia la cuenca del Orinoco. El futuro de este espacio geográfico, en su proceso de antropización, depende de cómo resuelva el abasto de agua, que no puede ser otra cosa sino el trasvase de cuencas para poder mantener una oferta de agua que requiere la ciudad y el territorio aledaño.

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1.4 LA ANTROPIZACIÓN DEL TERRITORIO

Si se observa el conjunto del área andina, así como los contornos de las llanuras bajas, se encuentra con un una inmensa variedad de formas que dejan la sensación de que la diversidad es el común denominador de este espacio, y que ésta es su razón de ser. Suelos, subsuelos, microclimas, llanuras y cordilleras, mares de diverso tipo, en fin, el paisaje se presenta ante los ojos del observador como la comprobación total de que la variedad hacen posible un conjunto prodigioso.

Esta gigantesca diversidad ha estado por encima de cualquier intento de homogeneización que se ha buscado. La exhuberancia de las formas y de los espacios ha creado una multiplicidad de escenarios geográficos que facilita o dificulta su antropización. Nada ha podido uniformar, reducir a un solo universo, a esta multiplicidad de gentes con sus costumbres, sus derroteros, sus pasados. Inclusive, los intentos de formalizar la ocupación de estos diversos escenarios geográficos, muestran que, en mayor o menor medida, las divisiones político-administrativas, se corresponden con circunstancias históricas, con experiencias de uso de los espacios que provienen del pasado, Los poblados, las ciudades, las provincias y las regiones actuales coinciden en buena parte con las del pasado. Por ejemplo, los límites actuales de Cundinamarca y Boyacá se corresponden, con enorme exactitud, con las fronteras prehispánicas existentes entre los cacicazgos del Zipa y el Zaque, y que las dos capitales de estos departamentos continúan siendo los antiguos centros de poder, como también los territorios que controlan estas dos ciudades conservan, con pasmosa perseverancia, los correspondientes a los prehispánicos.

Cada territorio, conformado como provincia o como región, ha sido el resultado de una prodigiosa acumulación de experiencias históricas, como una especie de precipitado histórico de ocupación humana, de otorgarle significado al paisaje en un ejercicio de semantización del espacio que todavía está presente. En este sentido es que el padre de la geografía francesa, Vidal de la Blanche, tiene razón al pensar que:

"La historia de un pueblo es inseparable de la región que habita. Es necesario partir de esta idea: una región es un recipiente donde duermen energías, en el cual la naturaleza ha depositado el germen, pero cuyo empleo depende del Hombre" (P. Vidal de la Blanche, 1979 : 226).

A su vez, la observación desde la historia de la estructura geográfica americana destaca la importancia de entender la morfología del espacio para comprender el desarrollo de las sociedades que lo han habitado:

"Esta meridianidad de América domina las estructuras sucesivas del pasado americano. (Ella) ha pesado de una manera decisiva sobre el pasado precolombino. Ha contribuido con la inmensidad al encasillamiento, al aislamiento de civilizaciones que se han sucedido en su seno... El hombre americano se ha encontrado disperso sobre el archipiélago de América, al voleo sobre ese inmenso espacio. Las civilizaciones amerindias, en tanto unidades (vivieron) mucho tiempo sin comunicación entre ellas, por tanto, de experiencias fraccionadas, consecuencia de un continente extendido sobre la escala meridiana" (P. Chaunu, 1964 : 13)

Si utilizamos la propuesta que realiza Chaunu para comprender el espacio continental para comprender el Altiplano donde se encuentra la Sabana de Bogotá, para el período anterior a la llegada de los españoles este espacio puede describirse como un archipiélago que limitaba de una parte, por el norte con la llanura Caribe del Bajo Magdalena, y por el oeste con los valles del Alto Magdalena habitados por tribus Caribe. De la otra, al este y al sur, con las llanuras de la Orinoquia y la gran región selvática de la Amazonia, recorrida esta última por grupos humanos Arawaks, pueblos recolectores y nómadas que poseían técnicas agrícolas de cultivo extensivo, largas rotaciones y bajo rendimiento (J. P. Deler, 1987 : p. 22). Entre estos dos macroespacios, el mundo cultural andino era el resultado en cierto modo, del desarrollo meridiano de la cordillera, con civilizaciones aborígenes agrarias de densidades medias.

Esta utilización del territorio presentaba grandes ventajas. Dada la disposición meridiana de la cordillera, y de ésta en la zona tropical, los complementos ecológicos con sus respectivos intercambios económicos, sociales y culturales basados en la reciprocidad, tenían una distribución vertical, esquema que se repetía en las diferentes latitudes. Por ello es que la expresión de archipiélago utilizado para el mundo andino por John Murra, como también por Pierre Chaunu para el conjunto del continente, sea útil para crear una imagen de este altiplano cundiboyacense, región de clima frío ubicado en una meseta a 2.600 metros sobre el nivel del mar, rodeada de laderas de climas medios y valles interandinos de climas tropicales.

Esta imagen del archipiélago presentaba tres aspectos: el vertical, en el que las sociedades andinas buscaron controlar, a través de alianzas, los tres pisos ecológicos para aprovechar al máximo la complementariedad de los recursos y productos de cada estrato térmico. El horizontal, en donde se veía claramente la necesidad que tenían los indígenas de hacer funcionar los sistemas de distribución y de circulación de los productos en una escala local, así como entre los diversos asentamientos. Y uno estructural, que mostraba la división de la sociedad andina según los ritos, las creencias y la organización social. Las estructuras políticas de estas sociedades estaban permanentemente resolviendo las diferencias surgidas de la utilización de estas ventajas territoriales y sociales.

La Sabana de Bogotá, situada hacia el sur del altiplano cundíboyacense ha sido, desde la época prehispánica, uno de los territorios más atractivos para el asentamiento humano. Su extraordinaria fertilidad, así como la complementariedad climática de sus vertientes, ha facilitado su poblamiento, y constituye el escenario natural privilegiado donde se presenta el escenario andino más densamente poblado en el actual territorio de Colombia. Esta particularidad es una de las grandes continuidades que se encuentra, puesto que desde antes de la existencia de la ciudad de Bogotá, ya era el espacio más densamente poblado, así como el que presentaba la mayor población sedentaria y jerarquizada políticamente que hallaron los conquistadores, condiciones que fueron definitivas para que, una vez fundada Santafé de Bogotá de Bogotá, este centro se caracterizada como una de las ciudades más importantes en toda la historia. En otras palabras, el éxito que presenta Bogotá en el siglo XX, como el principal centro urbano, económico y cultural del país, en gran parte es el resultado de las bondades que el escenario geográfico brinda, cualidades que las podemos

resumir en: complementariedad climática, centralidad geográfica, centro de interconexión de diferentes espacios, y paso obligado de la Cordillera Oriental con el río Magdalena.

1.5 LA CIUDAD COLONIAL CRECE AL ORIENTE. Las ofertas ambientales, tema sobre el cual hemos insistido como el atributo fundamental para explicar la riqueza de la Sabana, desde la época prehispánica hasta el presente, no se muestra con generosidad en el espacio que hoy ocupa la Localidad de Teusaquillo, como sí sucede en otras partes de este altiplano, condición que, como veremos más adelante, incide en la tardía urbanización de este espacio. En efecto, las tierras ubicadas el Occidente de la ciudad de Santa Fe, fundada el 6 de agosto de 1538, se caracterizaban por ser anegadizas, al punto tal que en épocas de lluvia las aguas las cubrían varios meses. Precisamente, esta fue una de las razonas para que la fundación de la ciudad se realizara al pie de los cerros orientales, en el sitio que llevaba por nombre Teusaquillo, lugar de esparcimiento del Zipa, que se encontraba en un lugar prominente, provisto de vivienda, de aguas, con leña suficiente y tierras cercanas, además de una relativa altura, que lo hacía fácilmente defendible, y resguardado por las montañas al oriente.

Esta es una de las razones para que encontremos la historia de Santa Fe con un desarrollo urbano estructurado en sentido norte – sur, siguiendo el camino que en dirección a Tunja tomaba el nombre de Calle real del comercio, hoy carrera séptima, y que se dirigía al sur a los pueblos de indios de Usme y Tunjuelo, y el camino de Occidente, que le aseguraba el contacto con el puerto de Honda. Esta estructura en T es la dominante en la conformación del espacio urbano bogotano, al menos hasta las primeras décadas del siglo XX.

Es en este espacio oriental donde se define la traza reticular que caracteriza a la ciudad hispánica, y que le da la forma que hasta ahora conserva en su zona colonial. Es por ello que se describe a la ciudad colonial como una especie de parrilla adosada a los cerros orientales. Esta parrilla tiene su centralidad en la Plaza Mayor, equidistante de los dos ríos, San Francisco y San Agustín, se convierte en el espacio de representación del poder y en sus cercanías habitan los vecinos de mayor rango social. Así, en este pequeño espacio se construyó la ciudad colonial, la cual albergó durante muchos años lotes sin construir. Al oriente de este núcleo, donde hoy queda el Chorro de Quevedo, se encontraba el pueblo de indios llamado Pueblo viejo, y al Occidente, en el actual San Victorino, se ubicaba otra barriada de indígenas, Pueblo Nuevo.

Para abastecer de agua la ciudad, el Cabildo construyó un acueducto que tomaba el líquido en el río San Agustín y lo llevaba a la pila de la plaza Mayor. Este servicio solo se mejoró en 1757 cuando se construye el Acueducto de Agua Nueva, que traía agua de la parte alta del río San Francisco. El aseo de la ciudad era bastante precario, pues se dependía de las aguas lluvias para que limpiara las calles. Entonces, los vecinos lanzaban las basuras a las vías. En las pocas calles empedradas, las aguas servidas corrían por caño abierto en la mitad de la vía. El alumbrado público era bastante escaso y la ciudad no contó con iluminación de sus calles, sino en las contadas ocasiones de algunas fiestas. El servicio de salud estaba a cargo de órdenes religiosas como la de San Juan de Dios que administraba el hospital de ese nombre.

Durante el siglo XVI y XVII la economía de la ciudad dependió de la explotación de la mano de obra indígena. En los campos cercanos los encomenderos utilizaban a los

indígenas en el laboreo de la tierra y la cría de ganado lanar y vacuno. En la ciudad, fue el trabajo obligado de los indios lo que permitió la construcción de conventos, iglesias y demás edificaciones, así como el trabajo artesanal, que también era aprovechado por los españoles y luego sus descendientes, los criollos. La ciudad era el centro del comercio de la región central, y a ella llegaban los bienes de Castilla, productos traídos de España, así como el oro explotado en las minas cercanas, para ser amonedado en la Casa de la Moneda. Estas actividades animaban el comercio de Santa Fe y la volvieron uno de los centros de intercambio más animado del mundo colonial.

Al igual que todas las ciudades hispanoamericanas, Santa Fe era una ciudad rígidamente estratificada y los grupos sociales estaban definidos por criterios raciales. Blancos, mestizos e indios eran las categorías que definían las jerarquías sociales. La máxima posición de jerarquía social estaba ocupada por los blancos españoles, quienes desempeñaban los cargos burocráticos o militares, los criollos descendientes de los conquistadores, y los religiosos y tenían acceso a la educación, controlada por la Iglesia. Ellos se distinguían según prendas como la capa, la espada, el montar a caballo y el puesto que ocupaban en la misa. Los indios usaban mantas de algodón, hasta que a principios del siglo XVII la lana sustituyó el tejido autóctono, y luego, ya en el siglo XVIII, cuando los mestizos sustituyeron a los indios, la ruana uniformó el paisaje social urbano.

El Cabildo era el ente administrativo encargado de la administración de la ciudad. A él le correspondía la regulación del abasto alimenticio, el funcionamiento de los servicios públicos, la regulación de los precios y las medidas, el cobro de algunos tributos, y la administración de la mano de obra indígena. Una fuente de recursos importante para estos

servicios se derivaba del ramo de propios, recaudado del alquiler de las tierras comunales, los ejidos, que el Cabildo administraba. La insuficiente asignación de estos bienes ocasionó que los ingresos de la ciudad fueran deficientes y que solo hasta finales del siglo XVIII, cuando se vive una pequeña bonanza económica, la ciudad pudiera contar con un mínimo de esplendor urbano. Esto no fue obstáculo para que, en medio de la precariedad económica, la ciudad cumpliera con las normas de trazado urbano, regulación de su crecimiento y el seguimiento de las normas de control social.

Un elemento de gran importancia para nuestra historia es el tema de las tierras comunales, llamadas ejidos. En efecto, en el momento de la fundación de la ciudad no se le asignó ejidos, y se tuvo que esperar varias décadas para que esto sucediera. Es por ello que, en el momento de asignación de estos bienes, la ciudad se tuvo que resignar a recibir tierras bastante distantes de los límites urbanos. Además, estas tierras eran inundables, pues se hallaban ubicadas al occidente, aproximadamente desde el actual Puente Aranda hasta la punta del monte de Suba. Esta condición de las tierras administradas por la ciudad, va a ayudar a explicar las dinámicas urbanísticas del siglo XIX y parte del XX, en razón de que la ciudad se encontraba rodeada de propiedades privadas, haciendas, y no controlaba la oferta de tierras urbanizables.

1.6 LA CIUDAD REPUBLICANA

1. Nuevo plano de Bogotá, 1885. Ubicación Archivo General de la Nación Mapoteca 6, N. 147. Para este momento la ciudad se limitaba a las parroquias de lo que hoy es el centro La independencia de España, lograda en 1819, no significó un cambio radical en el paisaje urbano. La traza continuó siendo la característica fundamental del orden urbano, y la ciudad heredada de la colonia, que iba, en la actual nomenclatura, de la calle 6ª hasta la definitivamente calle 26 y de la carrera 1ª hasta la 13, continuó siendo el recipiente de contenedor de la vida urbana durante el primer siglo de vida republicana. En términos del área urbanizada, el crecimiento en éste período fue mínimo, pues la ciudad sólo expandió 0,6 veces su espacio, mientras que su población creció cinco veces, pues pasó de 20.000 a 100.000 en el mismo lapso. Esto sucedió como resultado de la subdivisión de las casas

coloniales, de la utilización de los patios interiores, y de la construcción de segundos pisos, todo lo cual habilitó en las casas pequeñas piezas para ser arrendadas.

Esta densificación, la más alta que ha tenido la ciudad en toda su historia, continuó acentuando la ubicación oriental de la ciudad, resultante de la ausencia de una proyección hacia el Occidente, a causa de la carencia de las tierras comunales, los ejidos. Estas tierras fueron rematadas en la década de los sesenta, y con ello pasaron a manos privadas. La ausencia del control sobre la oferta de las tierras urbanizables fue una de las razones para comprender que la ciudad continuara adosada a los cerros orientales y se demorara la expansión hacia occidente.

El fenómeno de la densificación estuvo acompañado de una resignificación de los símbolos urbanos. Las calles cambiaron de nombre, y la nomenclatura colonial se abandonó y se impuso el uso de nombre patrióticos. El mapa de la ciudad se convirtió en el mapa de la patria. La densificación cobró caro y pronto la ciudad empezó a ver el deterioro de las condiciones de vida, pues el crecimiento demográfico se realizó sin mejoras urbanísticas. De aquí se derivó la mayor crisis higiénica que ha tenido la ciudad en toda su historia y las tasas de mortalidad se dispararon y obligó a recurrir a un mayor número de migrantes para compensar la diferencia entre la baja natalidad y la alta mortalidad. Gracias a ellos la ciudad pudo crecer demográficamente.

La centralidad geográfica seguía beneficiando a Bogotá. La condición de convertirse en una especie de puerto de montaña que abastecía a los mercados de la cordillera Oriental mantuvo a la ciudad como el principal centro del comercio de manufacturas extranjeras y

nacionales. Esta ventaja contrasta con la desventaja de no contar con ningún producto de exportación que le permitiera vincularse a la economía internacional de manera activa. Solo hasta finales del siglo XIX los comerciantes bogotanos pudieron iniciar la expansión de haciendas cafeteras en las vertientes cercanas, actividad que les permitió asegurar una fuente de riqueza que, ya a comienzos del siglo XX, permitió comenzar el cambio en la ciudad. Con un significativo retardo frente a otras ciudades latinoamericanas, Bogotá ingresó tardíamente a la economía capitalista.

La densificación del espacio urbano, sumado al empobrecimiento que vivía la ciudad, produjo la pérdida de los elementos de jerarquización que se había heredado de la colonia. A esto se le agrega la ausencia de la diferenciación social en el espacio urbano, en razón de que pobres y ricos viven en los mismos lugares. Como resultado, la élite utiliza fronteras culturales para establecer una jerarquización social, y la cultura retórica, las buenas maneras, el protocolo en las costumbres, el color negro en el vestir, así como el uso de la moda europea, y sobre todo el buen hablar, se convierten en las nuevas fronteras que se utilizan para señalar los espacios virtuales de dominantes y dominados. Todo este acervo cultural fue recogido en el mito de la Atenas Suramericana, que sostenía la idea de Bogotá como la ciudad más culta del sub continente.

La supresión del régimen colonial introdujo la legislación francesa municipal y los principios republicanos el sistema de democracia representativa. Todo esto generó un profundo cambio en la administración de la ciudad y desde ahora el Concejo municipal se conformó con miembros elegidos. Este tránsito estuvo acompañado de una pérdida de autonomía de la ciudad. Hasta 1885, durante la mayor parte del tiempo que rigió la

Constitución federalista de 1863, el alcalde de Bogotá fue de elección del Cabildo, situación que se modificó con la Constitución de 1886, la cual regresó al gobernador de Cundinamarca el nombramiento del alcalde.

Para entonces, las discrepancias en las ofertas ambientales habían generado dinámicas bastante diferenciadas entre Bogotá y sus territorios circundantes. Así, el Norte, el pueblo de indios de Usaquén se había extinguido como tal y se había convertido en parroquia de blancos. En efecto, en 1776, ante el empobrecimiento de la población indígena habitante del resguardo de Usaquén,, se dio la orden del traslado de los indios a Soacha, hecho que se llevó a cabo el 20 de mayo de 1777. Este suceso nos muestra que la oferta ambiental del Norte no era propicia para que estas tierras sirvieran para la agricultura, cosa que sí sucedía en el Sur, en donde se encontraba un poblamiento más denso, y donde el fraccionamiento de la propiedad era mayor, en razón de la alta presencia de cultivadores de huertas de pan coger. Es decir, la oferta ambiental de las tierras circundantes a Bogotá se convirtió en una de las razones para que el Sur se poblara de indígenas, encargados de la producción de las huertas, y luego el Norte, donde proliferaron las haciendas, fuera un poblamiento de blancos.

Es por ello que en el siglo XIX Usaquén se fue convirtiendo en un lugar de haciendas ganaderas, a donde la élite bogotana se dirigía en búsqueda de esparcimiento y descanso. Es allí donde se dirigían las familias bogotanas acomodadas a pasar sus vacaciones de fin de año, tanto por las razones obvias del descanso, como también de ejercicio del prestigio social. De esto se fue derivando una construcción social de valoración del Norte, territorio

de haciendas, despoblado de indios, donde se podía vivir un ambiente bucólico idealizado en la pintura de la Escuela de la Sabana y en la literatura costumbrista.

En razón de la densificación de la ciudad y la pérdida de las mínimas condiciones higiénicas, hacia finales del siglo XIX se deja sentir el inicio del desplazamiento de algunos miembros de la élite bogotana hacia las periferias de la ciudad. Es interesante que éstas migraciones hacia los límites de la Bogotá decimonónica se haya producido en dirección norte y sur, en buena parte como resultado de la búsqueda de fuentes de agua limpia y de aires no contaminados. Epidemias, desaseo, contaminación del agua, es decir el deterioro de la ciudad señorial, va a provocar éste proceso.

Para algunos estudiosos del desarrollo de la urbanización de Bogotá, ésta migración hacia el Norte se produjo debido a que las condiciones de éstas tierras, por motivo de contar con una mayor humedad ambiental, consideradas como de mejor calidad que las del resto de las que rodeaban a Bogotá, fueran el motivo que el Norte de la ciudad ofreciera un paisaje urbano caracterizado por el verdor y la imagen de abundancia, en oposición a la imagen producida por el Sur y el Occidente, representada por tierras áridas y sin vegetación arbustiva. Esta visión de la polarización norte – sur que caracteriza a Bogotá, sirve para explicar la urbanización de Chapinero primero y de Usaquén después, de manera incipiente desde finales del siglo XIX, y luego con fuerza en el siglo XX.4

Esta apreciación contrasta con la imagen que se tenía desde antes. Tomás Rueda Vargas comentaba que era frecuente la argumentación que mientras el Norte estaba destinado para 4

Peter Amato. An análisis of the changing patters of elite residential areas in Bogotá, Colombia. Cornell University, 1968. Ph. D. Diss.

la gente, el Occidente sólo podía ser ocupado por los animales. Cabe aclarar que por “gente” se refería a las élites.5 Además, éstas tierras estaban despobladas y ocupadas por ganadería extensiva, es decir sin aparcero, agregados, de origen indígena, como sí estaban presentes al sur de la ciudad. Así, la utilización las tierras del Norte como haciendas ganaderas, en razón a su baja oferta de calidad del suelo, va a ayudar a consolidar la diferenciación social de las tierras que se estaban urbanizando.

De esta manera, mientras que el Norte va ganando prestigio social, gracias a su función de convertirse en sede de las vacaciones de verano, permite que la élite pueda ejercer la función de distinción social por medio de la jerarquización del espacio urbano. No sobra anotar que este proceso también se facilitó por la construcción de los ferrocarriles del Norte y del Nordeste, que funcionaron como trenes de cercanía, que conectaba las estaciones de Chapinero y de Usaquén con Bogotá. Igualmente insistimos en la ausencia de las tierras de Occidente como escenarios de estos nuevos procesos de inclusión de espacios a la urbanización.

Resulta interesante observar que en la idealización que se hacía de la Sabana de Bogotá, tanto en la pintura como en la literatura, no se haga referencia al Occidente inmediato a la ciudad, sino que se hace referencia al Norte, sea Chapinero y Usaquén, o al Sur lejano. Esto contrasta con las descripciones sobre el centro histórico de la ciudad, como peligroso, violento, antihigiénico y poco recomendable para vivir. De las haciendas que forman parte de esta idealización de la Sabana, no se incluye la hacienda El Salitre, propiedad que es de gran importancia para la conformación del actual territorio de la Localidad de Teusaquillo. 5

Ver: Fabio Zambrano et. Al. Comunidades y Territorios. Reconstrucción histórica de Usaquén. Bogotá, Alcaldía Local de Usaquén, 2000, página 203.

CAPÍTULO 2. EVOLUCIÓN URBANA DE BOGOTÁ

2.1 LOS ESPACIOS PÚBLICOS EN EL PRIMER SIGLO REPUBLICANO

Como ya lo señalamos, al iniciar el período republicano, la ciudad se inicia con profundos cambios. En primer lugar, el esquema que los españoles habían implantado desde la Conquista, como era el orden jerárquico basado en el principio de privilegio de ciudades, villas, parroquias y lugares. La ley de 25 de junio de 1824, que dispuso la división de Colombia en departamentos, provincias y cantones, abolió este sistema jerárquico de privilegios y promocionó automáticamente a muchas poblaciones al rango de municipios. En segundo lugar, los cambios en la administración de la ciudad durante el siglo XIX estuvieron estrechamente relacionados con las transformaciones políticas que se iniciaron con la municipalización de la ciudad, como también con los cambiantes ritmos que presentó la ciudad en sus dinámicas demográficas, las condiciones de vida, y la renta del suelo. Todos estos elementos presionaron para transformar las estructuras administrativas municipales.

La variable demográfica fue de una incidencia total para presionar y generar diversas transformaciones. Esto es más evidente si tenemos en cuenta que para 1912 la ciudad había multiplicado por cinco la población que tenía en 1801. Este crecimiento espectacular se concentró entre 1870 y 1912, pues la ciudad pasó de 21.394 habitantes en 1801 a 40.833 en 1870 y a 116.951 en 1912. Así mismo el área urbanizada creció 1.8 veces la superficie que tenía en 1800, menos del doble y mucho menos del guarismo del crecimiento demográfico. En relación con las viviendas, en la ciudad aumentó 8.25 veces, siendo la mayoría producto de la subdivisión de casas y la creación de tiendas y en menos proporción de la oferta de vivienda nueva.

Estas dinámicas específicas que se sucedieron en la Bogotá decimonónica provocaron transformaciones importantes. Las tradicionales, pero aún despobladas parroquias de Santa Bárbara y San Victorino se convirtieron en nuevos núcleos residenciales, lo cual se inició desde la primera mitad del siglo XIX. En la segunda mitad de esta centuria se integraron nuevos sectores, como el Egipto y Las Aguas en el oriente, y Las Cruces en el sur. Ya al finalizar este siglo, se inició la formación de nuevos suburbios, como Chapinero y San Diego en el norte, y San Cristóbal al sur de Las Cruces. Esta acción de expansión estuvo acompañada por la subdivisión de viviendas y la edificación de los interiores de las manzanas. En buena parte este tipo de desarrollo urbano fue el resultado de las dificultades en la oferta de tierras urbanizables, puesto que, como ya lo señalamos, las tierras que rodeaban la ciudad, no eran de propiedad de la misma, mientras que las tierras comunales, conocidas como ejidos y que se encontraban retiradas del casco urbano, estaban en proceso de privatización, como parte de una tendencia de fortalecimiento de la hacienda en la Sabana de Bogotá.

Plano de una parte de los ejidos del Distrito de Bogotá. Indalecio Liévano, 1862. Ubicación Archivo General de la Nación, Mapoteca 3 N. 1004. Se aprecia la cantidad de ejidos con que contaba la ciudad a finales del siglo XIX.

Plano de una parte de los ejidos del Distrito de Bogotá. Indalecio Liévano, 1862. Ubicación Archivo General de la Nación, Mapoteca 3 N. 1004. Detalle del texto.

Esta estructura de propiedad, junto con la profunda crisis económica por la que atravesaba la economía capitalina durantes este período, provocaron que la densificación de la ciudad haya sido el principal camino para solucionar la demanda de vivienda. Es por ello que la actividad constructora se dejara notar inicialmente en los abundantes lotes urbanos antes que en las tierras de la periferia, y en la subdivisión de viviendas. En cierta medida, cuando ya no fue posible continuar con esta subdivisión es que se pasó a la incorporación de nuevas tierras al perímetro urbano. Esta historia urbana es la que nos explica la tardía incorporación de las tierras del Occidente y el surgimiento de urbanizaciones como Teusaquillo.

Si comprendemos esta singularidad del crecimiento urbano, podemos comprender mejor los cambios en la administración de la ciudad. Al comenzar la república, la ciudad se dividía en 4 barrios y diez cuarteles, división que funcionaba de manera simultánea con la presencia de 4 parroquias. Si bien la legislación colonial introdujo el concepto de barrio para administrar la ciudad, los bogotanos continuaron utilizando el término de parroquia, lo cual muestra que los usos y las prácticas no habían sufrido mayores cambios desde el siglo XVIII. Es por ello que los sentimientos de pertenencia estaban generados por la parroquia, institución que generaba una zonificación que iba más allá de la religiosa y que influyó en la administración de la ciudad, la circunscripción electoral y la administración policial, las cuales se montaron sobre la organización eclesiástica de la ciudad.6

Solamente en las últimas décadas del siglo XIX se inició el desmonte de esta administración de las almas como base de la administración de los ciudadanos. Hasta 6

Germán Mejía, Fabio Zambrano. La zonificación decimonónica. Copia a máquina, p. 4

entonces La Catedral, Las Nieves, Santa Bárbara y San Victorino eran parroquias para los bogotanos y barrios para los administradores de la ciudad. El crecimiento desbordante que muestra la ciudad hace que a partir de 1880 haya más barrios que parroquias en Bogotá, situación que provocó el desborde de la administración religiosa como base de la zonificación de la ciudad. El crecimiento de la ciudad obligó a crear nuevos distritos para buscar una mayor eficiencia administrativa. Desde entonces, los barrios comenzaron a reemplazar a las parroquias en sus funciones administrativas y de policía. Se estaba reflejando en la administración pública la densificación de la ciudad colonial, lo cual obligó a subdividir las antiguas parroquias para lograr un mayor control social. Igualmente, la expansión de los suburbios presionó en este sentido, así como también lo hizo la incipiente urbanización y la construcción de los primeros barrios obreros. Como resultado de estas nuevas dinámicas, y con relativa tardanza, los barrios comenzaron a dejarse sentir en la ciudad y con ello la capital inició un ordenamiento de corte burgués, propio de la modernidad que se iniciaba en esta ciudad.

Esta permanencia del ordenamiento territorial de la ciudad con base en las parroquias hasta finalizar el siglo XIX también significó la continuidad de las plazas y plazuelas de iglesias como los centros de la vida urbana decimonónica. Así por ejemplo, La Catedral continuó siendo la parroquia principal, y su ubicación, al frente de la Plaza Mayor, le va a permitir continuar siendo el lugar de primacía urbana de la ciudad. Al congregar los edificios de gobierno y en sus cercanías varios de los conventos e iglesias, así como el comercio más importante, y la vivienda de la élite capitalina. Esta jerarquía urbanística estaba apuntalada con la realización del gran mercado semanal y todos los actos civiles y religiosos de mayor trascendencia en la vida republicana. A esto se le agrega el hecho de que esta parroquia era

la más extensa de la ciudad, pues, incluyendo sus extramuros, contenía a 74 manzanas, en unas 84 hectáreas, lo cual representaba el 38% del área de la ciudad.

La parroquia de Las Nieves, al norte de la ciudad, era la segunda en importancia. Limitaba por el norte con la recoleta de San Diego, tenía su centro en la iglesia que le daba el nombre a la parroquia, y cuya plazuela se había constituido en el centro de la vida social de este sector, habitado mayoritariamente por artesanos. Igualmente la Plazuela de San Francisco, donde se encontraba la Capilla del Humilladero, junto con la calle real de Las Nieves y la Plazuela de Las Nieves, al frente de la iglesia parroquial, formaban la oferta de espacio público que disponía esta parroquia. La importancia de este conjunto de espacios públicos se comprende mejor si tenemos en cuenta que el puente de San Francisco, actual carrera 7ª con avenida Jiménez, era el único medio que permitía superar la barrera que el río creaba entre Las Nieves y la parroquia de La Catedral. La superficie de esta parroquia alcanzaba las 57 hectáreas, que correspondía a 50 manzanas, y equivalía al 26% de la superficie de la ciudad.

La tercera parroquia en importancia era la de Santa Bárbara. Se hallaba al sur de la ciudad y de hecho constituía una prolongación de La Catedral. Se inició como un suburbio que se fue consolidando como parroquia. Incluía 39 manzanas, con un área de 44 hectáreas que representaban el 20% de la superficie bogotana. Si bien no contaba con una plazuela al frente de la naciente parroquia, en algo esta función la cumplía la de San Agustín, a la altura de la calle real. Era una explanada formada en las riberas del río del mismo nombre.

Por último, la parroquia de San Victorino ubicada al occidente de la ciudad, tenía un origen similar a la anterior, pues inicia su conformación como un suburbio de la parroquia de La Catedral. Poseía la Plazuela de San Victorino y el paseo de la Alameda Nueva, o calle del Prado, que constituían los ejes de esta parroquia. A estos se le agregaba una pequeña plazuela, la de La Capuchina, que se hallaba al frente del convento del mismo nombre y cuya iglesia se convirtió en parroquia al destruirse la antigua en los años veintes. San Victorino poseía 22 manzanas, con un área de 36 hectáreas, equivalentes al 16% de la superficie de la ciudad.

Estas proporciones, válidas para la primera mitad del siglo XIX, comenzaron a variar al iniciarse la segunda mitad de esta centuria. Todavía en 1858 la ciudad se conformaba con 195 manzanas, algo similar a lo que poseía al iniciar el siglo. En 1880 llegaba ya a 250 manzanas con 283 hectáreas. Estas proporciones nos muestran la compactación que sufrió la ciudad, fenómeno que llevó a incrementar la utilización de las plazas y plazuelas, todas ellas de origen colonial, con que contaba la ciudad.

El crecimiento que tiene la ciudad a fines del siglo XIX, fenómeno que ya referimos, conllevó la división de parroquias. En 1882 Egipto y Las Aguas fueron erigidas como parroquias. La primera de ellas recibió toda la zona recientemente urbanizada al oriente de La Catedral. Las Aguas se formó a partir de un sector de la parroquia de La Catedral y la parte oriental de Las Nieves. Estas dos nuevas parroquias aportaron pequeñas plazuelas adosadas a las iglesias respectivas. Pocos años después, en 1891, de nuevo se efectuó una subdivisión de La Catedral y Las Nieves, y se crearon las parroquias de San Pedro, con iglesia parroquial en la capilla del Sagrario y atendía al sector ubicado entre las carreras 4ª

y 11 y las calles 7ª. Y 12. La de San Pablo, con iglesia parroquial en La Veracruz, comprendió el sector de la calle 12 a la 17, entre las carreras 4ª y 12. Posteriormente, hacia 1890 Las Cruces y Chapinero fueron elevadas a vicarías.

Con estas acciones de reforma de la administración de las almas, Bogotá abandonó la centenaria división en cuatro parroquias y pasó a siete parroquias y dos vicarías, nueva estructura administrativa que reflejaba los cambios en la urbanización. Estos se resumen en la incorporación de los arrabales de oriente, como Las Aguas y Egipto, la subdivisión del corazón de la ciudad, por la densificación ya anotada, como San Pablo y San Pedro, así como la conversión en suburbios de los nuevos frentes de urbanización, como Las Cruces y Chapinero. Esta subdivisión de la ciudad también aportó nuevos espacios públicos, en razón de las nuevas plazuelas y parques que aportaban las nuevas parroquias, como son los casos de las iglesias, aún en construcción para entonces, de Chapinero y Las Cruces.

De manera paradójica, al mismo tiempo que esto sucedía, la administración de la ciudad inició el abandono de la administración parroquial como base del ordenamiento territorial. Inicialmente, el primer elemento utilizado para cambiar de una forma religiosa a una laica fue el de la creación de las inspecciones de policía. En 1854 se establecieron cuatro estaciones de policía que actuaban en los cuatro barrios que por entonces existían en Bogotá, que se correspondían con las cuatro parroquias originales. La preocupación de vigilancia y control se encontraba detrás de estas medidas, puesto que se iniciaba el crecimiento acelerado de la ciudad. Por lo tanto, la necesidad de lograr un mayor control policial fue presionando para establecer una zonificación por barrios y una administración civil de los mismos. Era evidente que el control moral, ejercido desde las parroquias, no era

suficiente par administrar la naciente ciudad moderna. Es por ello que con el crecimiento de la ciudad se fueron creando estaciones de policía en los sectores nuevos, que comenzaron a denominarse barrios. Para comprender la consolidación de esta tendencia, es necesario tener presente que en 1891 se creó la Policía Nacional, como dependencia del Ministerio de Gobierno.

2.2. LA ADICIÓN DE NUEVOS ESPACIOS

Al concluir el siglo XIX era evidente que la ciudad ya no cabía en sus límites coloniales y que estaba empezando a romper el molde heredado del siglo XVIII. En la última década del XIX Chapinero ya se consideraba un barrio más de la capital. Para ello fue definitivo la dinámica que se desprendió de la iglesia de Lourdes, cuya construcción se inició en 1875, como también la construcción en 1884 de una línea del tranvía, y en 1891 del Ferrocarril del Norte, así como las mejoras en los caminos, como el camino a Tunja, actual carrera 7ª. Este acercamiento, así como el culto mariano que floreció en Chapinero, dio pié al inicio de la urbanización de este nuevo sector. Algo similar sucedía en el sur, entre el río Fucha y Las Cruces comenzó a surgir un sector que se le comenzó a nombrar como San Cristóbal, a donde llegó el tranvía en 1905. A finales del siglo XIX también surgen el parque de los Mártires, en la antigua Huerta de Jaime y en 1902 la Plaza de Maderas, luego Parque España, lugar de venta de materiales y animales. Estos dos nuevos espacios públicos anunciaban el crecimiento que luego la ciudad iba a desarrollar hacia el Occidente, que, siguiendo el camino a Honda, se construye la Avenida Colón, la primera que fue trazada con un recorrido delimitado y con una disposición de un amoblamiento propio de una avenida, pues contaba con bancas, luminarias y arborización, y conectaba la Estación de la

Sabana y la Plaza de Nariño, antigua de San Victorino hasta 1910. esta es la primera expansión hacia el Occidente que presenta la ciudad.

De manera simultánea en los alrededores de San Diego se fue conformando un nuevo sector alrededor del Parque del Centenario, el Panóptico, de la Fábrica de Cerveza Bavaria con su plazuela de San Martín, equipamiento que contaba como eje articulador la Recoleta de San Diego y posteriormente, en 1910, el Parque de la Independencia, donde se encontraba un teatro, los pabellones Egipcio, de Bellas Artes y Central, edificados con motivo de la Exposición del Centenario, y que estaban dedicados a la exhibición de arte, historia y productos nacionales y extranjeros. A un costado del parque del Centenario se construyeron el Salón Olimpia y el Circo de San Diego, y en las cercanías el Anfiteatro, la estación Central del Tranvía y el oratorio Juan Bosco.

Con estos tres nuevos sectores urbanos, en 1910 la ciudad mostraba una fuerte tendencia a desplazarse siguiendo el sentido norte – sur, siendo el eje norte el que comenzaba a densificarse más rápidamente, y el que, además, presentaba los símbolos de progreso que la ciudad comenzaba a edificar: la Exposición Industrial, una fábrica moderna y las quintas en Chapinero. De esta manera, los nuevos parques, con nombres y símbolos patrios, con atracciones mecánicas, pabellones de exhibición industrial y manufacturera, muestras históricas, teatros, circo de toros, aportaban una completa batería de espacios modernos que anunciaban el camino a seguir en el proceso de modernización urbana para la Bogotá del siglo XX.

Sin embargo, estos cambios no sólo se limitaban a los extramuros de la ciudad tradicional. El núcleo central de la ciudad, si bien continuaba conteniendo el gran escenario urbano, la Plaza Mayor con los poderes políticos y religiosos a su alrededor, además de las residencias de prestigio y los almacenes importantes, desde 1870 inició una sutil pero importante transformación. Con la economía exportadora llegaron a la ciudad los bancos, las agencias de negocios, los restaurantes, los hoteles, las universidades y nuevos almacenes, toda una batería de nuevos servicios urbanos que escogió el centro tradicional como sede de estos símbolos del progreso capitalista.

Para 1893 una guía de la ciudad describía al centro de la ciudad como “...la parte central de la ciudad: las calles llamadas Real (carrera 7ª) y de Florián (carrera 8ª), desde la plaza de Bolívar hasta la de Santander, y las calles que las cruzan de Oriente a Occidente, desde la carrera 5ª, (la Casa de la Moneda), hasta las plazas de los Mártires (Huerta de Jaime) y de Nariño (San Victorino). En este perímetro queda comprendido todo lo más importante del comercio y de los industriales en general”7. Esta sucesiva reducción de la parroquia de La Catedral durante el siglo XIX, pues pasó de un sector con 74 manzanas en 1801 a unas 30 manzanas en 1912. Sin embargo, esta reducción en área se dio al tiempo con la especialización de este “centro” como un espacio de una alta densidad de servicios urbanos: de los 256 establecimientos públicos existentes en Bogotá a comienzos del siglo XX, 118, el 46%, estaban ubicados en las treinta manzanas del centro: todos los bancos, 7; todos los estudios fotográficos, 5; todos los pasajes comerciales, 4; todos los restaurantes, 9; y todos los teatros, 28.

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Citado por Germán Mejía y Fabio Zambrano, op. cit. p. 25 Ibíd..

Además, allí se encontraban la Academia Nacional de Música, el Capitolio Nacional, todas las oficinas del gobierno Nacional, Departamental y Municipal, el Círculo de Comercio, la Plaza de Mercado y la de Carnes, la Dirección Nacional de Policía, el edificio de las Galerías, la gallera, el Hospital de San Juan de Dios, el Museo, la Biblioteca, el Observatorio Astronómico, la oficina telegráfica y la administración de correos. Igualmente, allí funcionaban 2 de los 3 cafés de la ciudad, 5 de los 12 colegios, 7 establecimientos de educación superior, 14 de las 53 fábricas, 16 de los 21 hoteles, 11 iglesias, 6 de las 11 imprentas, 3 monasterios y 1 convento, un templo protestante y una tipografía, todo esto sin contar con los almacenes.

Las nuevas funciones urbanas que asumía Bogotá se fueron ubicando en el sector de mayor jerarquía urbanística de la ciudad. De esta manera, el centro tradicional no sólo continuó siendo el espacio simbólico del poder nacional, al haber transformado la Plaza Mayor en el altar de la patria con la erección de la estatua de Bolívar en 1846, sino que los cambios económicos asociados a la economía capitalista exportadora lo escogió como el eje de la vida económica, social y política de la incipiente modernización.

Sin embargo, esta modernización se trató de aplicar sin un acompañamiento de la modernidad política que le es compañera. Es por ello que en los espacios públicos predominó el encerramiento de los mismos antes que el mantenimiento de la apertura que los caracterizaba hasta el inicio de la ciudad republicana. En efecto, las plazuelas y plazas coloniales se caracterizaron por su libre acceso a ellas, lo cual significaba la posibilidad de servir de escenarios de reunión de los habitantes de la ciudad. En la república, las plazas como la de Bolívar y Santander, donde si bien se introduce el sentido del disfrute estético y

colectivo, se convierten en jardines con rejas y acceso controlado, condiciones que van a impedir que sirvan de escenarios de reunión del pueblo político. Este carácter sólo lo vuelven a adquirir estas plazas en la segunda mitad del siglo XX.

2.3 LOS ESPACIOS PÚBLICOS EN EL SIGLO XX

2.3.1 Los primeros esfuerzo de regulación urbana

Bogotá inicia el siglo XX viviendo dos hechos que fueron de gran significación: el fin de la guerra de los mil días, 1902 y la separación de Panamá, 1903. La última de las guerras civiles del siglo XIX, que afectó notoriamente la vida cotidiana de la ciudad, así como la pérdida de Panamá, dieron inicio a un largo período de crecimiento constante y a una progresiva inserción de la capital al mercado mundial. Gracias a la expansión económica derivada de la economía cafetera desde comienzos del siglo, la ciudad comienza a beneficiarse de esta nueva dinámica, caracterizada por un incremento de su capacidad de atraer nuevos migrantes, a la construcción de una infraestructura que se correspondía con las nuevas exigencias, la adecuación de las viviendas, la jerarquización del espacio urbano, entre otros elementos del cambio. En fin, en estas cuatro primeras décadas la ciudad inicia su consolidación como centro financiero, económico, político y demográfico de la Nación colombiana, y de la misma manera amplía los límites de la región económica que queda bajo su control. Sin embargo, es sólo hacia fines de los años treinta que la ciudad puede contar con un Estado que intervenga de manera más activa en su desarrollo. En efecto, la economía exportadora estuvo acompañada de una concepción de una mínima intervención

del Estado en la regulación de la vida urbana, y sólo a partir de 1934 esto empieza a cambiar, en razón de una nueva concepción de lo público, así como también por la coyuntura de los festejos del IV centenario de la fundación de la capital. Con motivo de las efemérides de 1938 se desarrolló un amplio plan de obras, gracias al cual la ciudad inicia una nueva etapa. Igualmente, en los años treinta la ciudad experimenta un cambio en su aparato productivo en razón de la consolidación del proceso de industrialización que resulta de la caída de las exportaciones como efecto de la crisis de 1930.

Como ya lo habíamos anotado, la ciudad capital inicia su tránsito en el siglo XX conservando la estructura y la forma urbana que la ciudad hispanoamericana había dejado en 1810, y en ello presentaba un claro desfase con lo que presentaban las otras capitales latinoamericanas. Así por ejemplo, mientras en Bogotá en la segunda década del siglo XX se sustituía el tranvía de mulas y rieles de madera por uno eléctrico, en esos mismos años, exactamente en 1914, Buenos Aires inauguraba la primera línea de metro, como parte de un gran proceso de renovación urbanística que vivía desde finales del XIX. El contraste no podía ser mayor: Bogotá no pasaba de ser la ciudad colonial compactada, que se extendía en 30 cuadras de la calle 1a. a la calle 26 y unas 18 cuadras entre el Paseo Bolívar y la Estación de la Sabana, que había reproducido sus principios morfológicos iniciales en todos sus ángulos: la manzana, como unidad habitacional, la retícula ortogonal en las vías, las plazas eran manzanas vacías, las vías jerarquizadas de acuerdo a la cercanía a las plazas, y una arquitectura baja de uno o dos pisos. El siglo republicano no logró transformar estos rasgos coloniales, y como fenómeno de transformación experimenta una fuerte compactación, densificación, sustitución de edificaciones, ampliación de algunas vías, y un muy pequeño crecimiento del núcleo inicial.

Con la construcción de algunos edificios públicos en Bogotá surge un esfuerzo por establecer nuevos símbolos urbanos en sustitución de la monumentalidad heredada de la colonia, en un claro esfuerzo por otorgarle un nuevo significado a los hitos urbanos, a pesar de que la forma urbana se mantenía. Este es el caso del Palacio Municipal, hoy conocido como Edificio Liévano, construido en 1902 en reemplazo de las Galerías Arrubla incendiadas en 1900. Con anterioridad se había construido el Teatro Municipal y el Colón, en 1890 y 1896 respectivamente, el edificio de la Policía de la calle 10. El Palacio Echeverry, concluido en 1909, símbolo de la nueva vivienda de lujo. Varios mercados públicos son construidos, como la Plaza de Las Nieves, la de Carnes, el matadero público. El Hospital San José de 1905, además de varios edificios bancarios. Todos estos edificios, públicos y privados se construyeron en el casco colonial, en los barrios San Jorge y El Príncipe y con ello, la estructura urbana colonial comienza, por fin, a presentar cambios sustanciales. Estos cambios son notorios en distintos niveles: la instalación de un alumbrado público permanente, las nuevas redes de acueducto domiciliario, la construcción de un sistema de desagüe subterráneo y el tranvía, elementos que en un principio tuvieron que incorporarse sobre una estructura vial colonial que no tenía la capacidad para soportar estos nuevos equipamientos. Esto se daba de manera simultánea a los inicios del ensanche del casco colonial, donde los cien mil habitantes, a pesar de la densificación vivida durante todo el siglo XIX, ya no cabían.

Plano topográfico acotado de la ciudad de Bogotá, 1906. Ubicación Archivo General de la Nación, Fondo Museo de Desarrollo Urbano S 919.303. Aparece el cementerio central, vecino de la actual localidad de Teusaquillo Cabe destacar la importancia que la actividad ferroviaria tiene en la determinación de la forma urbana que adquiere la ciudad en estas primeras décadas. El Ferrocarril de Cundinamarca, la línea de Occidente, tenía extensos terrenos en la periferia occidental de la ciudad. Allí se ubicaron actividades terciarias pesadas, como el comercio mayorista. la zona de bodegas, que luego se conectaron con el área industrial establecida en Puente Aranda. El Ferrocarril del Norte marcó definitivamente una frontera del Chapinero que se originó con un desarrollo urbanístico asociado a quintas, ubicado al oriente de la carrilera, y barrios de menores condiciones económicas al occidente de la vía. Al retirar los rieles posteriormente, la Avenida Caracas que los reemplazó, no hizo otra cosa sino continuar esta función de frontera. Este hecho va a ser de singular importancia para la urbanización hacia el Occidente y para la conformación de la Localidad de Teusaquillo.

Gracias a los cambios derivados de la economía exportadora durante estos años primeros años del siglo XX, la ciudad comienza a transformar de manera radical la forma urbana que había heredado de la Colonia. En efecto, en la periferia sur, a comienzos del siglo la ciudad se cerraba en el barrio de Las Cruces, habitado por artesanos y obreros y en sus cercanías se ubicaron los primeros asilos para indigentes, lo que dará posteriormente origen a la localización de la zona hospitalaria de la Hortúa, San Juan de Dios y la Misericordia. Así, por ejemplo, en el plano de 1913, en este sector se ubicaban el Asilo de San José, y otros asilos. De otra parte, las laderas del sur oriente, ricas en chircas, arbustos utilizados en la cocción de tejas y ladrillos, va a especializar a este sector en la localización de chircales, que dio origen a un tipo de urbanización muy específica, asociada al trabajo del barro en estas laderas.

Como ya lo señalamos, en la periferia norte se encontraban tierras que eran muy poco pobladas al final de la colonia. Al parecer, no eran tierras de vocación agrícola sino ganadera, lo cual generó el desarrollo de grandes haciendas como la de Chapinero, del Chicó, Contador, El Cedro, Santa Bárbara, entre otras. Es por ello que al norte, las haciendas coloniales perduraron hasta mediados del siglo XX. Al concluir el siglo XIX el borde norte de la ciudad estaba limitado por la recoleta de San Diego, de donde salía el camino hacia Engativá y Usaquén. A comienzos del siglo este borde comienza a ser ocupado, y se localiza al frente de esta iglesia la Escuela Militar, y más al norte se encontraba ya el Panóptico o cárcel departamental, el convento de María Auxiliadora y la fábrica Bavaria. En 1910, en este borde se ubica el parque de la Independencia, adosado al ya existente del Centenario. Hasta la década del treinta, y gracias al Tranvía y al Ferrocarril

del Norte, Chapinero tiene un crecimiento autónomo al desarrollo urbano de Bogotá.

Al Occidente de la línea del ferrocarril, entre calles 48 y 53 se presenta un crecimiento muy temprano en el que se llamó el Barrio Quesada, ocupado por artesanos y obreros, con una densidad predial alta en comparación con el vecino Chapinero y Marly. Otro desarrollo urbanístico importante es el del barrio Sucre, entre el río Arzobispo y la calle 45 y abajo de la carrera séptima. Contrasta con la forma tradicional como se urbanizó hasta ahora la ciudad. Urbanizado por un inmigrante, Salomón Gutt, es la primera que introduce una nueva forma de la producción del espacio urbano, ya que abandona el sistema del tradicional sistema patrimonial heredado sobre el que se va edificando, según las necesidades de crecimiento de la familia, sino que introduce el sistema de comercialización del capital inmobiliario.

Plano de la ciudad de Bogotá, 1911. Ubicación Instituto Geográfico Agustín Codazzi, cod. 16-33-4-003-A. Aparece el ferrocarril del norte, el hipódromo de la Magdalena y el barrio Quesada, el primero de la actual localidad, con el nombre de cada una de sus calles. A su vez, Chapinero es el primer barrio suburbano de la ciudad. A partir de 1875 se cuenta con un templo, centro de romerías bogotanas. En sus alrededores se construye el Parque de Lourdes y detrás de la iglesia una fuente de agua. A comienzos del siglo en sus inmediaciones se construye la estación del tranvía, el mercado público y la estación del Ferrocarril, (calle 63 con av. Caracas). Por la oferta de mejores aires y aguas limpias, se beneficia de un ensanche residencial hacia el cual comienzan a emigrar algunos miembros de las clases altas, donde la nueva forma de vida y los gustos modernos se inscribe en los nuevos tipos de vivienda, las llamadas quintas. Chapinero introduce cierta forma de modernidad: los nuevos barrios de la élite y los inicios de la actividad inmobiliaria dirigida a sectores medios y populares. En la periferia del Occidente, el desarrollo es muy distinto de las otras dos ya descritas. Los municipios de Suba, Engativá y Fontibón, se encontraban muy retirados. Además, los de la ciudad, y en especial los dos primeros no se encontraban sobre rutas importantes. Como ya lo señalamos, hacia el occidente se encontraban grandes humedales, o chucuas, que estaban ocupados por grandes haciendas, como la del Salitre, de propiedad de José Joaquín Vargas Escobar. Hay que esperar varias décadas para que la ciudad comience a integrar efectivamente este occidente a su crecimiento urbano.

De manera simbólica, en 1910 también se habían iniciado los cambios en la movilidad urbana. En ese año se inauguran las avenidas, que no eran más que las anteriores alamedas, y tramos de caminos interurbanos. Si bien la ciudad no tenía los recursos para sufragar una renovación urbana profunda y la aplicación efectiva de los principios urbanísticos que

demandaba la modernidad, se crea una imagen diferente y con ello, de manera simbólica, se quiere expresar la iniciación de un nuevo siglo. Realmente hay que esperar a 1925 para que se cuente con una avenida completa, que iba de la Plaza de San Victorino hasta la estación de la Sabana. Mientras tanto el tranvía era el símbolo máximo de desarrollo, y fue el responsable de generar un gran impacto urbanístico, en razón de la generación de una dinámica urbana hacia el norte: Chapinero, además de permitir una reducción sustancial en las densidades urbanas, como lo podemos constatar en el cuadro siguiente.

CRECIMIENTO DE LA CIUDAD 1797 – 1927

AÑO

SUPERFICIE (Hectáreas)

POBLACIÓN

1797

203

21.394

1905

320

100.000

1912

530

121.257

1927

1.160

200.000

Si en los 108 años la ciudad había crecido 0.57 veces, entre 1905 y 1912 creció 1,65 veces. Luego, entre 1912 y 1927 creció 2.18 veces. La densidad de la ciudad se redujo

sustancialmente, pues de 312 habitantes por hectárea, disminuyó a sólo 172 en 1927. Así, entre 1905 y 1927 la ciudad creció 3,6 veces. La reducción de la densidad muestra el paso a otra tipología de ciudad, y el abandono de la ciudad compacta. Esta ciudad lineal se construye como adición a la ciudad colonial, como una ciudad de barrios residenciales, donde la unidad ya no es la manzana o el solar, sino el barrio. La construcción de esta ciudad de barrios adopta la forma de urbanización tentacular a lo largo de las vías regionales más importantes. Con esta tendencia adquiere importancia los terrenos ubicados en los bordes de estos caminos, donde se va a producir la urbanización, a manera de franjas que bordean estas vías. Esto proceso se explica por el efecto de valorización de estas tierras que de uso rural pasan a uso urbano debido a la demanda por vivienda que presenta la ciudad. y a la ausencia de la acción del Estado que regule el crecimiento.

Plano de la Ciudad de Bogotá. Gregorio Hernández, 1913. Ubicación Archivo General de la Nación. Fondo Museo de Desarrollo Urbano. S.919.304. La calle 63 era entonces el Camino de la Maleza. La forma que adquiere la ciudad es la de una franja alargada, paralela a los cerros y a las

vías principales: carrera 7a, carrera 13 y línea del ferrocarril del Norte. Este principio de expansión por tentáculos lineales se usó en forma reiterada desde la segunda década de este siglo hasta los años setentas. Esta expansión de la ciudad no fue planeada bajo un modelo de ordenamiento físico. El ensanche de la ciudad se fue dando por adición de barrios residenciales construidos a lo largo de las vías tradicionales. Esta forma que va adquiriendo la ciudad fue dejando un gran vacío en el Noroccidente, espacio correspondiente a la gran hacienda de El Salitre.

En esta etapa de expansión urbana, desde muy temprano la ciudad va diferenciándose entre el Norte y el Sur. Es evidente que el Norte recibe mayor inversión en medios de transporte: primer tranvía, y primer tren de cercanías (Ferrocarril del Norte). Por ello es que el primer ensanche importante se encuentra en el Norte: los nuevos barrios se construyen paralelos a las tres vías regionales: la vía a Tunja o carrera 7a, la Alameda Vieja, o carrera 13, donde corre el tranvía a Chapinero, y la línea del ferrocarril, que corría por donde hoy se encuentra la avenida Caracas. Esta red vial definió la morfología de la ciudad lineal. En el Sur de la ciudad, se concentra el proceso de urbanización en los terrenos localizados entre el camino a Tunjuelo (por donde luego pasaría la avenida Caracas), y el camino a Bosa y Soacha, o carretera del Sur.

Por ello es que se puede afirmar que en la formación de la nueva ciudad no intervienen elementos estructurantes primarios, de tipo diferente a la vivienda, como podrían ser los grandes equipamientos urbanos, de origen industrial, comercial, de transportes, recreativos, institucionales, por ejemplo, o una red viaria y de servicios desde los cuales se agrupen las nuevas zonas de vivienda. Además, hay que tener presente que la nueva ciudad sigue

dependiendo de los equipamientos de escala urbana que continúa ofreciendo el casco colonial, donde se encuentran los servicios administrativos, comerciales, industrial, recreativo y cultural que posee entonces la ciudad. Así, nos encontramos que no se trata de una ciudad compacta que va creciendo por anillos expansivos alrededor del antiguo núcleo central, sino de una ciudad en cierto sentido desarticulada, que va dejando vacíos en su proceso expansivo, y cuyo hilo conductor es un sistema que a manera de venas van ramificando la estructura de expansión en sentido Norte - Sur. De ésta manera se va consolidando la visión morfológica de ciudad lineal donde su traza va resultando de seguir el sentido tentacular de la estructura tradicional de caminos y de los ejes secundarios que se van enlazando a éstos. Las diferencias entre el Norte y el Sur en la ciudad ya eran motivo de protestas en 19319.

9

Juan Carlos del Castillo. Bogotá: El Tránsito a la Ciudad Moderna. Inédito, página, 66

Bogotá Futuro, 1924. Ubicación Archivo General de la Nación, Fondo Museo Desarrollo Urbano S 919.307. En él se trata se vislumbrar el futuro que habría de tener la ciudad. 2.4

LA MODERNIZACIÓN DE LA CIUDAD: 1938 - 1954

Las actividades que se desarrollaron alrededor de las efemérides del IV Centenario de la fundación de Bogotá en 1938, permitieron el establecimiento de nuevos elementos que son definitivos en la ciudad moderna: el primer acueducto moderno con que cuenta la ciudad, y la introducción de la intervención del Estado en su administración. Además, ya se deja sentir en Bogotá los efectos de la industrialización que se consolida como resultado del cierre del sector externo como consecuencia de la crisis del treinta. Con ello la ciudad comienza a fortalecer varios sectores de producción, así como una mayor diferenciación de las clases sociales. Todo esto se incrementa durante la segunda guerra mundial, procesos que le permiten a la ciudad tener una mayor capacidad de fijar la mano de obra que ofrecen los migrantes, y de ésta manera pudo atraer mayores contingentes de migrantes que le aseguraron una mayor oferta de mano de obra barata para consolidar su crecimiento. Es por ello que a éste período lo caracteriza las migraciones que recibe la ciudad, tanto por que ellas aumentan su capacidad de atracción, como por el incremento de la expulsión de ciudades y pueblos vecinos. Las exigencias que de allí se derivan llevan al establecimiento del Distrito Especial, con lo cual se dota a la ciudad de una legislación especial para su administración, y se definió un nuevo perímetro que incluyó la anexión de varios municipios vecinos.

Plano de Bogotá futuro. SF. Plano indicativo. Ubicación Archivo General de la Nación. Fondo Museo de Desarrollo Urbano. S.919.316. Aparece el Hipódromo Alfonso López. En efecto, la intervención del Estado en la ciudad con las obras del IV Centenario de 1938 fue notable. Sin embargo, hay que tener presente que este ambicioso conjunto de intervención no logró introducir una cambio sustancial en el impulso que traía la ciudad de formarse como "ciudad de barrios", pero de todas maneras es destacable que como resultado de estos esfuerzos se incorporan numerosos equipamientos urbanos de gran significación para la ciudad. Cabe destacar que, como un punto central en el programa de modernización de la sociedad, se encontraba el tema de la democratización de la educación. En concordancia con ello, el gobierno inicia la construcción de la Ciudad Universitaria, cuyos efectos urbanísticos y culturales son de gran importancia en la ciudad. En cuanto a la urbanización, en contraste con lo que se había presentado en las décadas anteriores, cuando

los barrios fueron promovidos por especuladores inmobiliarios, en la segunda mitad de la década del treinta, al tiempo que la actividad privada se fortalece, ofreciendo urbanizaciones como Teusaquillo y La Magdalena, de alta calidad habitacional, se inicia un proceso de regulación por parte del Estado local, por medio de la intervención en el diseño de las urbanizaciones, gracias a la gestión del Departamento de Urbanismo10.

Ahora, a lo anterior se le agregan los esfuerzos del Estado por intervenir ofreciendo vivienda a través de la construcción de barrios. Se encuentran antecedentes cuando la administración municipal participa con la construcción del barrio Acevedo Tejada y para 1938 con el barrio Muequetá y el plan de erradicación del Paseo Bolívar. Posteriormente este tipo de intervención se va a incrementar de manera notoria. Pero la intervención del Estado se encuentra más por el lado de la construcción de vías y el ofrecimiento de equipamientos de gran calidad, como los servicios hospitalarios, estadios, parques, la Ciudad Universitaria, colegios, el primer acueducto moderno, entre otros adelantos.

Con posterioridad a este enorme esfuerzo, le sigue la consolidación de tres grandes formaciones lineales que orientan la expansión de la ciudad hacia el Occidente, ejes que se desprenden de la morfología original que va paralela a los cerros. Estos ejes viales son: al Noroccidente las calles 68 y la 80; en el centro la calle 13; en el Sur la carretera del Sur y la vía a Tunjuelito (continuación de la Avenida Caracas). Sobre estos ejes se van a organizar los nuevos barrios. De esta manera, en la década del cuarenta las ideas de modernización se concentran en los esfuerzos por adecuar los proyectos de viabilidad de la ciudad. Las propuestas más importantes están referidas al plan vial. Así por ejemplo en el centro se 10

Juan Carlos Del Castillo, op. cit. p. 75

plantea la construcción de la Carrera 10a. como la vía moderna más representativa, sobre la cual comienzan a construirse edificios de gran importancia, como el Edificio del Banco de Bogotá, construido con las técnicas modernas y materiales importados. Con motivo de la realización de la Conferencia Panamericana de 1948 se construyó la Avenida Parque de las Américas, que comunicaba el centro de la ciudad con el Aeropuerto de Techo. De ocho kilómetros de largo y 150 metros de ancho, abrió un nuevo frente para la transformación espacial de la ciudad y rápidamente se convirtió en un nuevo eje de la urbanización en los años cincuenta. Es en este período que la ciudad adquiere esa forma de arco extendida en sentido Norte Sur, con grandes áreas periféricas y alguna compactación sobre el arco urbano, es decir hacia los cerros. La compactación de la ciudad se realizó en las urbanizaciones residenciales, con excepción de las que se estaban construyendo en el Sur de la ciudad. En estas zonas, los barrios obreros fueron ocupando el espacio de manera dispersa, y con ello fueron dejando grandes espacios vacíos entre estos barrios.

Mientras tanto la expansión de la ciudad continuaba su avance incontrolable, y rápidamente el programa de mejoras iniciado en Bogotá en los años treinta fue rebasado. En octubre de 1951 se constituyó una sociedad con la empresa urbanizadora Ospinas y cia. con el fin de proyectar y llevar a cabo una moderna urbanización en las 150 fanegadas que comprendía la hacienda El Chicó. Así nació una urbanización de lujo en el Norte de la ciudad. De manera simultánea se emprendió la construcción del Centro Urbano Antonio Nariño, que fue el primer gran multifamiliar de clase media que tuvo la capital. En 1952 el ministerio de Obras Públicas inició la construcción de una de las obras de mayor trascendencia en la historia de la segunda mitad del siglo XX: la Autopista del Norte, hecho que coincidió con el inicio del loteo de las haciendas de El Contador y El Cedro en las calles 134 a la 147, al

Occidente de la Carrera 7a, dando origen a una urbanización de casas fincas. Cabe destacar la desaparición del tranvía en 1952. Realmente, desde 1940 este medio de transporte venía perdiendo la competencia con el bus, y desde 1941 había dejado de crecer la oferta de este servicio. La ciudad aprovechó la parcial destrucción que sufrió el tranvía en el 9 de abril, para acelerar su sustitución definitiva, y el bus consolidó su reinado, condición que es de gran importancia para comprender el proceso de urbanización ilegal, en razón de la versatilidad que presenta el bus para acompañar a los barrios clandestinos.

Como respuesta al fracaso parcial de las políticas trazadas en los treinta, cuyas limitaciones se evidencian en la incapacidad de regular el crecimiento de la ciudad, se formularon varias propuestas de planeación urbana. En ellas se denota una marcada tendencia a identificar la modernización como un asunto de vías. Con el propósito de buscar una solución integral a toda esta situación e indefinición de propuestas de control al crecimiento urbano, la Ley 88 de 1947 estableció, con carácter obligatorio, que las grandes ciudades debían elaborar un proyecto que ordenara su expansión física.. Paralelamente fue expedido el Acuerdo 88 de 1948, con el cual se creó la Oficina del Plan Regulador de Bogotá y se contrató a Charles Edouard Jeanneret, Le Corbusier, y luego a Wiener y Sert. Ninguno de los esfuerzos anteriores por planificar la ciudad habían dejado unos resultados aceptables, en buena parte porque las intervenciones planificadas estaban orientadas a sectores específicos de la ciudad. La propuesta de Le Corbusier, considerada como la primera de carácter moderno, no se ocupaba de fragmentos de la ciudad, o de algunos de sus elementos estructurales, como vías o equipamientos, sino que incorporaba por primera vez una idea integral de ciudad y un proyecto que contemplaba los aspectos regionales, metropolitanos y el urbano.

Cabe destacar que la presencia de Le Corbusier y su proyecto de modernización para Bogotá coincide con la presencia de Lauchlin Currie y su proyecto de modernización para la economía colombiana. En este contexto, en 1950 Le Corbusier hizo entrega al Municipio del Plan Piloto, el cual, mediante el Decreto 185 de 1951, fue erigido como norma así como anteproyecto que debía servir como base para la elaboración del Plan Regulador. En resumen, este Plan proponía la zonificación de la ciudad, la organización jerárquica de la ciudad, y frenar la expansión al occidente mediante anillos periféricos. Se identificaba la Avenida Cundinamarca, hoy Ciudad de Quito o carrera 30 y a la Avenida Primero de Mayo, como los elementos limitantes del crecimiento de la ciudad. En las proyecciones de este Plan, pensado para que tuviera una validez de cincuenta años, se proyectó una población de un millón quinientos mil habitantes para el año 2.000. Posteriormente Wiener y Sert hicieron entrega del proyecto final al alcalde militar que el gobierno de Rojas Pinilla había designado para estos efectos. Sin embargo, este Plan Regulador nunca se convirtió en legislación y el gobierno militar decidió realizar una serie de intervenciones en la ciudad al margen de las recomendaciones de los urbanistas.

Bogotá Metropolitain. Le Corbusier y otros. 1950. Ubicación Archivo General de la Nación. Fondo Museo de Desarrollo Urbano. S.9191.318. Uno de varios mapas hechos por el famoso arquitecto en desarrollo de su trabajo en la ciudad. Todos estos esfuerzos de modernización de la ciudad van a encontrar en el Bogotazo, un hecho que se constituye en una frontera de gran significancia. El asesinato de Jorge Eliécer Gaitán dio origen a la explosión de ira popular, el Bogotazo, que se ha constituido en la frontera en el imaginario de la ciudad, que sirve para delimitar un antes, lleno de cordialidad en una ciudad donde todo funcionaba bien, y un después donde todo se acabó y sólo se vive el desorden y la pérdida de valores. Además, se insiste en que con este hecho el centro de la ciudad fue destruido y los tranvías desaparecieron bajo las llamas. Realmente, el efecto directo de las llamas del Bogotazo se limitaron a 136 edificaciones –cifra que no es despreciable-, ubicadas entre las calles 10 y 22 y las carreras 2a. y 13. Los incendios

afectaron un poco menos de 30 manzanas, que en el conjunto de la ciudad de entonces no significó una gran destrucción. Realmente, este infausto acontecimiento fue aprovechado para iniciar una política sistemática de intervención privada especulativa en el centro de la ciudad.

Este hecho también sirve para explicar el acelerado crecimiento de la ciudad en razón de las migraciones que, supuestamente por la violencia en los campos, se dirigían a la capital. Esto también es parcialmente cierto, dado que las migraciones, como ya lo señalamos, se venían presentando desde principios de siglo, y lo que se presentaba era que la capacidad de atraer y fijar nuevos migrantes que tenía la ciudad había aumentado. Gracias a la mejora de los servicios públicos, mayores ofertas de trabajo, mejores condiciones de vivienda, hacían a la capital un destino atractivo para los migrantes de las poblaciones del centro del país. No solamente campesinos venía a la ciudad, sino también jóvenes atraídos por el estudio, empresarios medios que se afincaban en la ciudad, y otros pobladores de ciudades intermedias y pueblos pequeños. Gracias a esta gigantesca masa de migrantes es que la ciudad pudo contar con una oferta de mano de obra barata y compradores de los lotes sin servicios que los grandes hacendados estaban vendiendo. Todo esto redundó de manera directa en el derrumbe definitivo de las jerarquizaciones culturales que se habían heredado del siglo XIX. Si en algo el 9 de abril constituye una frontera, es en el tema del entierro definitivo del imaginario de la Atenas suramericana y la cultura retórica y formal que ésta implicaba

La crisis económica de los años treinta y la segunda guerra mundial se convirtieron en las coyunturas que exigieron la aplicación de políticas de industrialización basadas en la

sustitución de importaciones. Gracias a esta situación, la industria bogotana vivió uno de sus momentos de mayor prosperidad y estabilidad, situaciones que estaban acompañadas del mayor crecimiento demográfico que ha tenido la ciudad, así como de la expansión de su mercado regional. Gracias a esto, en la posguerra Bogotá presenta que su población vinculada al trabajo industrial era de cerca al 25%, muy similar a Medellín, la capital industrial colombiana, con una clara especialización de la capital hacia la producción de bienes de consumo durable y de capital, al tiempo que los sectores productores de bienes de consumo intermedio y ligero comenzaban a crecer, gracia a las facilidades de importación de materias primas. Hay que destacar que el crecimiento demográfico acelerado que vivía para entonces la ciudad, estuvo acompañado por un cambio radical en los hábitos de consumo. Es muy clara la relación entre el crecimiento de la ciudad y la diversificación del consumo. El aparato productivo de la ciudad deja de producir alimentos y bebidas para diversificarse con la inclusión de bienes intermedios como caucho, químicos, papel y metalmecánica. Gracias al establecimiento en Boyacá de las Acerías Paz del Río, la industria bogotana pudo proveerse de materias primas para estas nuevas ramas industriales. Este período concluye con la consolidación de una especialización de Bogotá en ciertas ramas industriales, que gracias a la mayor integración nacional, da inicio a la configuración del llamado “Triángulo de oro” : conformado por Bogotá, Cali y Medellín, ciudades que se fueron dividiendo sus industrias a nivel regional.

2.5 LA ESPERADA METROPOLIZACIÓN. 1955 - 1972

A partir del 1o. de enero de 1955 la capital cambió su estatus jurídico de Municipio por el Distrito Especial. La transformación de la metrópoli se cumplió en esa época con la

anexión de los municipios vecinos de Bosa, Usme, Fontibón, Engativá, Suba y Usaquén. Esta búsqueda de la independencia administrativa de la ciudad frente al Departamento de Cundinamarca, no evitó que las decisiones políticas fuesen supeditadas a la racionalidad planeadora. La dictadura militar de Rojas Pinilla continuó interviniendo en la ciudad de manera unilateral, contraviniendo las recomendaciones del Plan Piloto. La construcción de la autopista del Norte, así como la del Sur, y las obras del CAN, el aeropuerto de El Dorado, que rompen con la idea del Plan de controlar el crecimiento al Occidente, y con ello la forma de la ciudad comenzó a cambiar aceleradamente. Al concluir la dictadura, un nuevo equipo de profesionales entró a participar en la administración de la ciudad. Conocedores de las técnicas modernas de la planeación, como Jorge Gaitán y Virgilio Barco, alcaldes en los sesenta, buscaron conciliar la planeación con la intervención estatal. Sin embargo, la migración a la ciudad rápidamente dejó atrás cualquier intento de regulación y de un poco más de medio millón de habitantes en 1951 se llegó a 2.700.000 en 1973. Este crecimiento acelerado de la población acarreó una urbanización descontrolada, donde los barrios marginales accedían a su normalización urbanística gracias a la intermediación de los políticos. Esta urbanización acelerada, que ocasionó el mayor negocio de tierras y el origen de grandes fortunas en la ciudad, demandó la construcción de una gigantesca infraestructura de servicios públicos. Luego, con el propósito de satisfacer la demanda por vivienda, con un adecuado sistema financiero, en 1972 se creó la UPAC, cuya aplicación significó un cambio radical en la historia de la ciudad.

Las decisiones unilaterales que el Ministerio de Obras había tomado a principios de los cincuenta de construir las Autopistas del Norte y del Sur, dieron al traste con las intenciones del Plan Piloto de densificar la ciudad al limitar su expansión. En el mismo

sentido, el régimen militar de Rojas Pinilla continuó esta orientación al darle prioridad a la edificación de obras construidas con el propósito de demostrar el progreso. Este afán publicitario que buscaba crear la imagen de desarrollo iba en concordancia con lo que la misión extranjera dirigida por Currie proponía para todo el país. De estas nuevas políticas resulta la construcción del Aeropuerto de El Dorado, inaugurado en 1959, el Centro Administrativo Oficial, posteriormente CAN, 1955, el Centro Residencial Antonio Nariño, 1952, y la primera etapa de los que más tarde sería el Centro Internacional, 1960. De nuevo, el orden soñado por los urbanistas se estrellaba con los intereses especulativos y financieros que impusieron sus intereses por encima de la racionalidad planificadora.

Al mismo tiempo, el dinamismo demográfico de la ciudad estuvo acompañado de una avance en la prestación de sus servicios públicos, dinamismo que también se expresó en la modernización vial y en la renovación arquitectónica. En la década del cincuenta esto se reforzó extendiéndolo a diversos frentes. De este decenio en adelante la ciudad vivió el comienzo de un desarrollo explosivo. Si en 1950 se calculaba que la ciudad llegaría a su millón y medio de habitantes en el año 2.000, en realidad esta cifra la alcanzó sólo seis años después. Los demógrafos calculan que el 15 de enero de 1956 entraba o nacía en Bogotá el ciudadano número un millón. El auge demográfico significó la presencia de varias tendencias modernizantes. Para entonces, el automóvil ocupaba ya el lugar central en la ciudad y desde 1952 se había suprimido el tranvía. Comenzaba una era que la ciudad y sus gentes debían adaptarse a él, hasta el punto de ser calificada por la prensa como la era de la “fiebre de las avenidas”. El desarrollo vial se hizo presente introduciendo cánones norteamericanos. La construcción de la Avenida Caracas desde la década del cuarenta y de la Carrera Décima en los cincuenta, dos proyecto viales que afectaron a la ciudad y se

constituyeron en nuevos ejes de la malla urbana. El afán modernizante pasó por encima de las reliquias de la antigua Santa Fe, y joyas coloniales como Santa Inés y La Casona se demolieron para permitir la ampliación hacia el sur de la Carrera Décima. Se concebía que la modernización de la ciudad consistía en su acondicionamiento al automóvil. Claro ejemplo de ello fue la mutilación que sufrió el espacio público cuando, para construir la calle 26, se mutiló el Parque del Centenario.

El fenómeno más notorio de este período lo constituye el crecimiento demográfico. En efecto, el aumento de la natalidad y la reducción de la mortalidad, es decir el crecimiento vegetativo, continuó en la década del cuarenta y coincidió con la guerra civil no declarada que se inició entre 1944 y 1946 y concluyó en 1964. Este enfrentamiento desató una nueva avalancha migratoria hacia varias ciudades, de las cuales Bogotá estaba en mejores condiciones para recibir estas oleadas de migrantes. Las proporciones de la ciudad cambiaron desde entonces de manera dramática, puesto que la ciudad se extendió por buena parte de la Sabana y creó exigencias inmensas en todos los servicios públicos, en proporciones descomunales. De los 500.000 habitantes que tenía en 1946, pasó a un millón en 1956, a dos millones en 1966, a tres millones en 1974 y a más de cinco millones en 1993. Esta desproporción demográfica sobrepasó las capacidades de manejo de lo urbano y presentó retos ineludibles. Cabe destacar que el patrón de urbanización seguido por Colombia se apartó de lo que prevaleció en América Latina, donde el crecimiento de una sola ciudad ha sido la norma, mientras que en nuestro país la tendencia fue a la urbanización de varias ciudades. Si embargo, entre 1951 y 1973 el aumento absoluto de la población de Bogotá fue superior al totalizado por las otras tres ciudades que le seguían en tamaño, y por ello la distancia demográfica de la capital y las otras se fue acentuando:

Bogotá multiplicó por cuatro su población, Medellín por 3,2 veces y Cali y Barranquilla por 3, mientras que el índice del país apenas se duplicaba. Se hacía evidente que la capital se encontraba mejor capacitada para recibir migrantes que el resto de ciudades colombianas.

Este comportamiento demográfico ha estado acompañado de otros fenómenos. La reducción de las tasas de fecundidad y mortalidad ocasionó modificaciones en la distribución por sexos, efecto conocido como transición demográfica. Así mismo, se ha presentado una creciente participación de la mujer en las actividades productivas y en la demanda laboral, con notorio impacto en la estructura laboral. El efecto en las estructuras de edades es notorio, resultado del profundo cambio sucedido en la curva de mortalidad desde la década del sesenta, en buena parte debida a la aplicación del control de la natalidad. Esta transformación tornó la mayoría de la población de adulta a joven en la década de los sesenta. Hay que tener presente que entre los censos de 1938 y 1951 la tasa general de mortalidad descendió un 70% en Bogotá y la de mortalidad infantil un 80%, con el correspondiente impacto en la esperanza de vida al nacer, indicador que ganó trece años entre 1951 y 1981, aunque cálculos más optimistas ubican en dieciocho años este aumento, indicadores que son superiores en tres años a los de la media nacional.

La ciudad no pudo satisfacer este crecimiento poblacional con una adecuada oferta de vivienda. La autoconstrucción se impuso, método con el cual buena parte de la ciudad fue construida por el esfuerzo directo de los migrantes, a pesar de los grandes esfuerzos que el Estado emprendió para ofrecer vivienda en condiciones mejores que las urbanizaciones “piratas”. En el acceso a la tierra estuvo ausente la invasión, dada la escasa tierra que tenía

el estado en la ciudad, puesto que la que poseía la había vendido en el siglo XIX. Por ello es que se calcula que únicamente en 14 barrios el acceso a la tierra fue por invasión, de 32 intentos. En buena parte, a causa de esta condición, la urbanización masiva que presenta Bogotá se realizó bajo la modalidad de los barrios informales, o “piratas”, denominación originada en el hecho de carecer de la legalidad requerida. Esta urbanización la hacía un “empresario de tierras”, quien compraba una hacienda y la parcelaba, para venderla por lotes, cuyas dimensiones normales no pasaban de 6 metros de frente por 12 de fondo, los cuales eran comprados, a plazos, por estos migrantes, quienes normalmente habían llegado a vivir en pequeñas piezas, y luego de haber acumulado algunos ahorros, emprendían la etapa de acceder a una casa propia. Más de la mitad de la vivienda construida durante este período se levantó bajo esta modalidad, lo cual produjo cerca del 40% del área construida. Paradójicamente esta urbanización se realizó en el momento de mayor auge de la planeación.

Es interesante destacar que en las zonas donde se dio esta urbanización, como era el Sur de Bogotá, predominó el barrio como la unidad urbana por excelencia, mientras que en el resto de la ciudad el barrio comienza a dejar de ser importante, y aparecen las unidades residenciales articuladas alrededor de ejes comerciales, como Chapinero y Sears, por ejemplo. Otro caso es el de Ciudad Kennedy, programa de vivienda apoyado por el gobierno norteamericano como parte de la campaña de la Alianza para el Progreso, y orientado a satisfacer la demanda por vivienda de los migrantes. Este plan utilizó los campos de aviación que el Aeropuerto de Techo dejó al ser sustituido por El Dorado. Ubicado en el extremo Occidental de la ciudad, exigió la construcción de redes de servicios públicos que valorizaron las tierras que se encontraban entre Bogotá y este distante sector,

lo cual generó una fuerte tendencia de urbanización hacia esa parte. El 17 de diciembre de 1961, el presidente Kennedy se hizo presente para entregar la primera vivienda del programa de Ciudad Techo, como inicialmente se llamaba.

El período se caracteriza por una fuerte paradoja que nos muestra cómo, mientras el Estado hacía sus mayores esfuerzos por pensar la ciudad, ésta había encontrado una modalidad práctica de resolver la escasez de vivienda, como era la autoconstrucción. Al margen de las normas y sin cumplir con las exigencias de cesión de espacio público, de tamaño de las calles, sin mobiliario urbano ni espacio para servicios educativos, y lo más importante, sin servicios públicos, estos barrios tuvieron que recurrir a los intermediarios políticos para acceder a la presencia del Estado, en un claro proceso de privatización de la acción urbanizadora. La lucha de los pobladores se centró en el acceso al servicio de acueducto, luego del transporte, la energía y posteriormente los demás servicios. El avance en el cubrimiento de los servicios era grande, si se tiene en cuenta el déficit que había: mientras que en los años veinte y treinta, entre un 20% y un 30% de la vivienda tenía acceso a luz y agua, para 1951 el censo muestra un panorama diferente, pues el 50% de la población bogotana cuenta con el servicio de energía eléctrica. El acueducto logró una mejoría sustancial con la puesta en servicio en 1958 del Acueducto de Tibitó.

Todo ello nos muestra cómo la ciudad fluctuaba entre el establecimiento de una fuerte política de intervención y la delegación absoluta al sector privado de la gestión urbana. Así, mientras que en 1951, mediante el decreto 185 se oficializa el Plan Regulador que proponía delimitar la ciudad por el Occidente en la carrera 30, al finalizar la década el mismo Estado iniciaba la construcción de Ciudad Techo, en el extremo Occidental de los límites

distritales, luego de varios años de estar actuando en contra de lo propuesto por el Plan Regulador. De manera simultánea, el Decreto Legislativo 3640 de 1954, orgánico del Distrito Especial de Bogotá, significó para la ciudad el inicio de su independencia administrativa. En este sentido, y como resultado de las nuevas exigencias, por medio del Acuerdo 53 de 1956, se reorganizó la Oficina del Plan Regulador, la cual recibió el nombre de Oficina de Planeación Distrital de Bogotá, y se le encomendó la planificación del desarrollo de la ciudad, realizar la coordinación con entidades similares departamentales y nacionales, coordinar los programas de inversión del Distrito, establecer normas para regular la expansión de las áreas residencial, comercial e industrial y elaborar la legislación necesaria para reglamentar la parcelación de tierras y la construcción de edificios.

Con la conclusión de la dictadura en 1957, un nuevo grupo de profesionales entró a participar en la administración Distrital. Desde entonces y hasta 1966, la figura de Jorge Gaitán Cortés, primero como concejal y luego como alcalde entre 1961 y 1966, se erigió como la del planificador por excelencia, y en estos años se logró mantener una continuidad tanto en la planeación como en la instrumentación. En efecto, el Plan fue entendido como una herramienta capaz de ser acondicionada a las variaciones del entorno urbano y gracias a ello los esfuerzos se concentraron en convertir a los postulados en programas concretos para facilitar la acción administrativa. Para efectos de coordinar la flexibilidad del Plan, se conformó una Junta de Zonificación, encargada de formular soluciones que se basaran en criterios de aplicación general, y en la sectorización se diferenció la sectorización de las zonas residenciales, comerciales, mixtas e industriales. Aunque esta propuesta de zonificación presentada en 1964, no fue aprobada, se aceptó el surgimiento de zonas de actividad terciaria en áreas por fuera del centro tradicional, y es así que sectores como

Chapinero, Siete de Agosto y Restrepo se los definió como espacios comerciales.

La preocupación más recurrente fue la de institucionalizar los procesos derivados de la toma de decisiones en materia de planificación física, y en razón de ello se hizo énfasis en la necesidad de poblar las zonas vacías y configurar una urbanización homogénea. En este sentido se aprobó en 1961 el Plan Vial Piloto, con el objetivo de fomentar la progresiva compactación de la capital mediante la delimitación de un sistema combinado de cuadrícula ortogonal con anillos periféricos. Resultante de esto surgen las avenidas 68 y Boyacá, la Avenida Longitudinal de carácter regional para tráfico pesado, combinaban con los ejes radiales: carrera Séptima, la calle 80, calle 26 y la Avenida de las Américas, y con ello se conformó el sistema vial radial anillar de la ciudad que aseguraba la comunicación tanto en el sentido Sur - Norte, como Oriente - Occidente. A partir de este proyecto las vías pasaron a ser programas reales dotados de presupuesto, especificaciones, etc. De esta manera, en estos años se logró un significativo avance en el desarrollo urbano formal, puesto que se retomó la práctica planificadora que había sido desechada durante la dictadura, sino que además se logró un plan completo para la ciudad, a partir del cual se definieron una serie de mecanismos de acción que comenzaron a ejecutarse con prontitud. Sin embargo, no hay que olvidar que la ciudad estaba padeciendo sus más altos índices de crecimiento y la urbanización informal era responsable de buena parte de la expansión urbanística.

Durante la alcaldía de Virgilio Barco, 1966 - 1969, se continuó con el impulso planificador que se traía, y hubo una gran continuidad en las obras iniciadas en la anterior administración, y agregó la dimensión del desarrollo económico y social. Barco se propuso la integración de los elementos básicos de la ciudad, como son: los atributos (vivienda,

espacio público, equipamientos, transporte), dimensiones (social, económica, cultural, ambiental) e instancias reguladoras. Las preocupaciones fundamentales de esta administración fueron la planificación, la renovación urbana, la construcción de varios parques metropolitanos, la provisión de servicios públicos, la integración vial, la construcción de viviendas, además de la reorganización administrativa, la terminación de las obras inconclusas, la ampliación del acueducto, y el plan maestro de alcantarillado. La visita del Papa en 1968 fue un compromiso que aceleró la ejecución de numerosas obras para aprestar a la ciudad a este evento.

Es importante resaltar el cambio de enfoques que se estaba presentando a finales de la década del sesenta en lo referente a la construcción del proyecto de ciudad, por la inclusión de la variable económica en el desarrollo urbano. La influencia del economista norteamericano Lauchlin Currie fue definitiva para el desarrollo de Bogotá. La ciudad es vista como un problema nacional y de allí se deriva la necesidad de que el Estado entre a resolverlos, en razón de ser la ciudad más importante del país. Currie y Barco conformaron un equipo de donde salieron varias estrategias definitivas en el proceso de urbanización que vivió la capital y el país en las décadas siguientes.

Al iniciarse la industrialización de la posguerra, el potencial industrial de Medellín sobrepasaba al de Bogotá, pero desde 1950 en adelante en la capital se dejó sentir la ventaja de controlar un mayor mercado interno, condición que le permitió un mayor crecimiento de su industria y por ello es que se puede afirmar que el despegue económico de Bogotá se presentó tardíamente, con respecto inclusive a otras ciudades colombianas, y las décadas de los años cincuenta y sesenta muestra esto. Los cambios institucionales, como la creación

del Distrito Especial, así como la aplicación de la planeación económica en el nivel nacional, beneficiaron este crecimiento. Además, la modernización de la agricultura regional, jalonada por el crecimiento urbano de la ciudad, permitió que Bogotá fuese el centro de una de las regiones agrícolas del país. La industrialización comenzó por la vía de la sustitución de importaciones y luego dio paso a las ramas productoras de bienes intermedios y de capital, así como el fortalecimiento del sector de servicios, con lo cual la ciudad aseguró una estructura productiva bastante diversificada, característica que le ha permitido salir mejor librada que otras ciudades en los momentos de crisis

Este proceso se presenta de manera simultánea al surgimiento de una paradoja: la del desfase entre la concentración demográfica y la concentración industrial en Bogotá. Es notorio que la segunda ocurrió antes de los años sesenta, cuando la primacía de Bogotá aún no era perceptible, pero posteriormente, la importancia de Bogotá en la industria nacional se estabilizó, mostrando un ligero crecimiento, mientras que la mayoría de los indicadores demográficos y económicos (no industriales) revelaban un centralismo bogotano cada vez más notorio. Así, nos encontramos ante el hecho de que la industria se concentró en Bogotá antes que la población, lo cual explica que se haya constituido en un elemento atractivo para las migraciones que arribaron a la ciudad.

Además, diversos indicadores muestran cómo a partir de 1966 se inició un leve proceso de desconcentración de la industria de las ciudades industrializadas, con excepción de Bogotá. Así, por ejemplo, si en 1966 el 36% del valor agregado industrial de las cuatro ciudades mayores se generaba en Bogotá; en 1991 ésta proporción aumentó al 39,22%. En 1966 el 36% del empleo industrial de las cuatro ciudades más grandes se generaba en Bogotá; en

1991 ésta proporción aumentó al 46%, lo cual muestra la progresiva consolidación económica de Bogotá. Sin embargo, a medida que crecía el entable industrial, la economía informal mantenía una alta participación.

Las décadas del cincuenta y sesenta constituyeron un momento cuando la ciudad vivió una profunda transformación social que silenciosamente transformó radicalmente el paisaje social urbano que mostraba la capital. En efecto, la modernización de la infraestructura de servicios públicos permitió el creciente acceso de la mayoría de la población a éstos, generó una serie de cambios en la cultura material en el interior de los hogares. Este es el caso de los cambios que provoca la ampliación del servicio domiciliario de agua en los barrios marginales, que reduce los tiempos dedicados a la consecución del líquido en pilas públicas y que permite un sustancial mejoramiento de las condiciones de vida por el mejoramiento de la higiene en el hogar. Así mismo, el progresivo avance del servicio de la energía eléctrica permitió el cambio de las estufas de leña y de carbón, que imperaron en Bogotá hasta los años cincuenta en los barrios marginales, por la preparación de alimentos con energía eléctrica y gas. La reducción del tiempo dedicado a los oficios domésticos ocasionó profundas transformaciones en los hogares, pues liberó a la familia mayor tiempo que se dedicó al ocio, la educación y el trabajo fuera de casa.

De manera simultánea, la ciudad comenzó a demandar mano de obra más capacitada para la expansión industrial y la modernización del sector servicios. Esta situación provocó el acceso de la mujer al mercado laboral, así como a la educación superior y con ello empezaron a cambiar las relaciones familiares. De esta manera, la ciudad comenzó a presenciar una mayor participación de la mujer en las actividades laborales, industriales y

de servicios, con notorio cambio en relación con el paisaje social que mostraba la ciudad décadas antes. En efecto, hasta las primeras décadas del siglo XX, la participación de la mujer en el mundo del trabajo estaba limitada a actividades de baja productividad como planchadoras, sombrereras, aguateras y servicio doméstico. Ahora, la calificación educativa de la mujer le permitía adquirir una mayor posibilidad de participar en todos los órdenes de la vida urbana. Por supuesto que uno de los efectos de este nuevo panorama fue la reducción del tamaño de la familia. Estos cambios materiales y laborales estuvieron acompañados de profundas transformaciones en el orden de la cultura. La radio se popularizó, así como luego la televisión, además de otros adelantos en la comunicación, que fueron transformando las relaciones entre los habitantes y su percepción del mundo fue cambiando. Igualmente fue sensible el ascenso y consolidación de la clase media, con toda su lógica secuela de nuevos usos y costumbres. Cabe mencionar la mayor presencia de la juventud en todos los campos de la vida social.

El desarrollo de la cultura presentó serios cambios, aunque se veía afectado por el clima político además de la fuerte censura que aun imperaba. Además, resulta contrastante que en el año en que se inauguraba la Biblioteca Luis Angel Arango, 1957, el Arzobispo de Bogotá anunciara excomuniones a los estudiantes que se matricularan en el Colegio Americano. Al mismo tiempo, el gobierno cerraba la Escuela Normal Superior por considerarlo un centro de ateísmo, y la Iglesia católica realizaba grandes manifestaciones para impulsar el rezo del rosario en familia. Todo esto no hacía sino suprimir los elementos de jerarquización social que existían en la ciudad, a su vez que iban siendo sustituidos por otros más sutiles y no menos importantes.

La consolidación económica y demográfica de Bogotá tiene una relación directa con el mejoramiento de los medios de transporte, lo cual le permitió consolidar el control de la región económica más grande del país, la que presenta una amplia urbanización y la que disfruta de la mejor y más variada oferta ambiental territorial. Gracias a ello, Bogotá ha dispuesto de un territorio de donde se ha proveído de grandes contingentes de migrantes, lo cual ha sido definitivo para contar con mano de obra barata, así como de compradores de las haciendas que se lotearon como barrios marginales. Igualmente este mercado regional constituye una salida para las industrias de bienes de consumo, y los servicios de la metrópoli, tales como los bancarios, educativos, salud, educación superior, comunicaciones y comercio mayorista. El crecimiento de esta región se logró gracias a la consolidación del sistema férreo, que en 1961 llegó a su ápice con la inauguración del Ferrocarril del Atlántico, que conectó a Bogotá con Santa Marta y el sustancial mejoramiento del transporte aéreo con la puesta en funcionamiento en 1958 del Aeropuerto de EL Dorado. Gracias, entre otros, a estas mejoras, Bogotá pasó a controlar la región más rica del país.

Bogotá, D. E. 1965. Ubicación Archivo General de la Nación, Mapoteca 2, 1271. Aparecen la mayoría de los barrios de entre la Caracas y la avenida 30 con su fisonomía actual. 2.6 LA CONSOLIDACIÓN DE LA METRÓPOLI. 1972 -2000

La consolidación de Bogotá de manera efectiva como capital nacional, en los ordenes económicos, demográficos, culturales y políticos, demandó la intervención cada vez mayor de la planeación macroeconómica originada en el Estado central. El Plan de Desarrollo Nacional de las Cuatro Estrategias, elaborado a comienzos de los años setenta bajo la dirección de Lauchlin Currie diseñó una serie de intervenciones en la economía para incentivar la urbanización de las ciudades, así como la escogencia de la construcción como motor de la generación de empleo y por lo tanto dinamizadora de la economía. Resultado de esta estrategia nació en 1972 la Unidad de Poder Adquisitivo Constante, UPAC, sistema

de financiación de vivienda que transformó de manera radical el proceso de urbanización de las ciudades colombianas. Así mismo, a comienzos de esta década se realizaron varios estudios donde se trazaron varias estrategias para Bogotá, las cuales quedaron consignadas en el estudio Ciudades dentro de la Ciudad y el Estudio de Desarrollo Urbano de Bogotá, Fase II, de 1972. Con estos elementos la ciudad inició una etapa de consolidación urbana que le ha permitido afrontar los retos de fin de siglo en mejores condiciones que las otras grandes ciudades colombianas, como ha sido una mayor inserción de los pobladores marginales a la ciudad formal, una mejor prestación de servicios domiciliarios, mayor cubrimiento de servicios educativos y hospitalarios, mayor participación ciudadana en los asuntos públicos y la economía más sólida del país.

Debido a profundos cambios que realiza el Estado en las políticas urbanas, la propiedad territorial urbana presenta profundas modificaciones durante este período, en razón del aparecimiento de nuevos agentes que en ella intervienen, condiciones que provocan transformaciones profundas en la estructura socioespacial de Bogotá. Los cambios en la concepción de la política urbana estatal son notorios, puesto que se presenta un abandono de las políticas que hasta los años sesenta habían imperando, como era la edificación de vivienda como lucha contra el déficit habitacional, mientras que ahora el Estado se concentra en escoger el sector de la construcción como el motor de la economía, y para ello diseña una estrategia financiera a través de la UPAC, creada en 1972. Este sistema de financiamiento de la vivienda canaliza el gigantesco ahorro captado a través de las Corporaciones de Ahorro y Vivienda, CAV, recursos que son facilitados bajo la modalidad de préstamos hipotecarios a largo plazo a quienes necesitaban de crédito para la adquisición de vivienda nueva.

Con esta política se resolvió el problema de la oferta de vivienda para estratos medios y altos, sectores sociales que comenzaron a recibir una sobreoferta de vivienda construida preferentemente en el Norte de la ciudad y en segunda instancia en el Occidente. Sin embargo, a pesar del volumen de los recursos dirigidos a financiar esta nueva oferta de vivienda, desde un comienzo se nota que no satisfacía las necesidades de las familias de menores ingresos. Por ello la autoconstrucción continuó, de la misma manera como éste sistema había sido el único camino que los migrantes habían tenido para resolver sus necesidades de hábitat. Así, en los años de mayor auge de la construcción bajo la modalidad del UPAC, entre 1973 y 1985, la autoconstrucción fue la responsable de la producción del 33.75% del total de la vivienda producida por la ciudad. Esta urbanización se realizó sin presencia del Estado, bajo precarias condiciones sociales y altos índices de violencia, sin servicios públicos, situación que obligaba a sus habitantes a recurrir a la intermediación de algunos políticos que intercambiaban votos por el acceso a los servicios domiciliarios. Esta forma perversa de construir la ciudad comenzó a cambiar desde fines de los años ochenta, en razón de la escasez y el precio creciente de los terrenos, aunado a algunas políticas del Estado que empezó a regular estas urbanizaciones, así como al desarrollo de un mayor nivel de organización comunitaria.

Plano de la ciudad de Bogotá 1970. Ubicación Instituto Geográfico Agustín Codazzi, 16-33.4.012. Se puede apreciar la aparición del parque distrital El Salitre y las urbanizaciones Pablo VI, La Esmeralda y Salitre el Greco.

CAPÍTULO 3. LA URBANIZACIÓN DE TEUSAQUILLO

El desarrollo urbano de Bogotá, que se consolidó en la primera mitad del siglo XX, fue produciendo una morfología bastante particular, la cual se puede resumir en la figura del arco extendido. La ciudad se demoró notoriamente en ocupar sus tierras occidentales, por las razones que ya hemos expuesto en los capítulos anteriores. El crecimiento de Bogotá en las primeras décadas del siglo XX se identifican con la expansión lineal, en dirección al Norte y al Sur. Este crecimiento no se dio por la agregación de piezas urbanas continuas que siguieran un plan urbano, sino por pequeños fragmentos de suelo urbanizado adosado a las vías regionales, adiciones destinadas a vivienda. El crecimiento hacia Occidente estuvo asociado al establecimiento de la Estación de la Sabana, ubicada a su vez sobre la vera de uno de los caminos coloniales.11

La idea de la ciudad lineal que caracteriza a esta ciudad de la primera mitad del siglo XX, hace referencia a que la trama urbana se va organizando gracias a que las agregaciones se van haciendo por medio del seguimiento del trazo tentacular de la estructura original de los caminos heredados de la colonia. Es por ello que se identifica a esta ciudad no como una que crece por anillos expansivos alrededor del casco urbano colonial, sino a una ciudad en cierta medida desarticulada, que va dejando vacíos en su crecimiento, y cuyo tejido articulador es un sistema de venas que van ramificando la expansión en sentido norte – sur.12 11 12

Juan Carlos Del Castillo, op. cit. p. 66. Ibíd.

La franja alargada va a ser la forma que resulta de este tipo de crecimiento, en razón a que la ciudad va siguiendo los cerros, y aprovechando las vías principales: carrera séptima, carrera 13 y la vía del Ferrocarril del Norte. Precisamente esta última vía se va a constituir en una determinante de la morfología urbana de la Localidad de Teusaquillo. Una vez se supera esta etapa del crecimiento tentacular, la ciudad iniciará su compactación cuando inicia su tránsito hacia la forma semicircular.

De esta manera, el desarrollo histórico de la localidad de Teusaquillo está asociado al proceso de urbanización de Bogotá, donde se dio predominantemente el surgimiento de una ciudad de barrios residenciales adosados a las vías de comunicación tradicionales. Para comprender mejor esta urbanización, es importante tener presente el tipo de propiedad agraria predominante en el Occidente de Bogotá. Según el estudio pionero de Juan Carrasquilla Botero13, la estructura predominante es el de la gran concentración de la propiedad rural, y es por ello que el paisaje social de la Sabana estaba asociado a la hacienda, la que se termina de consolidar en el siglo XIX. De tal manera que al iniciarse la parcelación para su urbanización, la gran concentración de la propiedad va a incidir profundamente en la forma como se urbaniza el campo.

13

Juan Carrasquilla Botero, Quintas y estancias de Santafé de Bogotá. Bogotá, Fondo de Promoción de la Cultura, banco Popular, 1989

Estos son los casos de las haciendas El Salitre, Chapinero, La Soledad, la Merced, La Magdalena, entre otras, las cuales no sólo aportan a la ciudad la toponimia, sino, fundamentalmente, la forma como se urbanizan estas tierras, como lo veremos a continuación.

Primer plano de Bogotá litografiado. Oswaldo R. Buckle, 1933. Ubicación Biblioteca Luis Angel Arango. Mapoteca, número PC3-8. Se destacan la actual Avenida 28, denominada Camino al Salitre y la urbanización El hipódromo. 3.1 HACIENDA EL SALITRE

La tarde de invierno del 27 de febrero de 1868, cuando José Joaquín Vargas Escobar nació en el número 11 de la Rue Montaigne de París ni sus padres ni desde luego él imaginaban el papel que sin buscarlo habría de jugar este niño, en el desarrollo urbano, la organización, la fisonomía y en fin el futuro de Bogotá, la ciudad de donde procedían don León Vargas

Calvo y doña María Josefa Escobar Auza y a la que habrían de volver poco tiempo después14.

Los esposos Vargas Escobar era un matrimonio joven, procedente de familias acomodadas de terratenientes que estaba pasando una temporada en París cuando llegó su primer hijo, que a la postre habría de ser el único. Es posible que sintieran admiración por el que fue el jefe del partido liberal de Boyacá y aprovechando que el padre poseía el mismo apellido que aquel decidieron ponerle a su primogénito el mismo nombre. Sin embargo la suerte de ese otro José Joaquín Vargas fue muy distinta, murió en total soledad y pobreza en 1899, luego de soportar, a la manera de otro de los tantos coroneles Buendía la derrota de todas las guerras que emprendió por su partido15.

La razón por la cual habría el niño José Joaquín Vargas Escobar de ser tan importante para esta ciudad y de manera muy especial para lo que hoy es la Localidad de Teusaquillo se origina mucho tiempo antes de que incluso sus padres hubieran nacido y termina en 1936 cuando él muere a los 68 años en Bogotá, sin hijos ni herederos y habiendo decido, catorce años antes, que sería su ciudad, a través de la beneficencia de Cundinamarca, la que heredaría prácticamente la totalidad de sus propiedades.

La razón por la que “J. Vargas”, que es como más se le conoce, llegó a ser tan importante para el desarrollo urbano y arquitectónico de la Ciudad se debe a que por esas cosas del azar o quizá del destino, aún antes de nacer su vida estuvo ligada a otra historia que podría 14

Según el certificado de nacimiento expedido por el viceconsulado de los Estados Unidos de Colombia en París, el 27 de octubre de 1868, que se conserva dentro de la escritura 1522 del 26 de agosto de 1876 la notaria sexta, en el Archivo General de la Nación 15 Revista Ilustrada. Vol 1 No. 15, Agosto de 1899. Pag 177-178.

calificarse como de novela con giros inesperados, terratenientes, intereses personales, grandes fortunas e incluso una posible venta ilegal y un asesinato; se trata de la historia de la Hacienda El Salitre, donde se encuentran hoy entre otras muchas entidades la Universidad Nacional de Colombia, El Centro Administrativo Nacional y el parque El Salitre, donde se erigió el Templete Eucarístico para recibir al Papa Pablo VI, se encuentran numerosas entidades oficiales y de investigación y se desarrollaron numerosas urbanizaciones. Es que en ocasiones la historia de los inmuebles y de las cosas bien pueden reflejar la historia de los pueblos o las personas, no es casual, por ejemplo, que Gabriel García Márquez durante mucho tiempo hubiera considerado dar a su gran novela el título de “La Casa” pues la historia de ésta era la historia misma de los Buendia y de Macondo.

La fecha más remota asociada a esta hacienda es el 4 de marzo de 1661 cuando en su cama mortuoria doña Juana García, gran terrateniente y poseedora de numerosas propiedades en la capital del Nuevo Reino, dicta su testamento especificando que “de lo mejor de sus bienes” se saquen 2.200 pesos destinados a la fundación de una capellanía de misas “para que recen cuarenta misas al año por mi alma”16.

Capellanía fue el nombre dado, generalmente con impropiedad, a las memorias de misas y era la fundación hecha por alguna persona con la carga u obligación de celebrar o hacer celebrar anualmente cierto número de misas, en cierta iglesia, capellanía o altar. La fundación de Capellanías era considerada un remedio para espiar las culpas, aplacar la ira del cielo, un medio para purgar eternamente las faltas, al hacer la fundación piadosa o

16

Sentencias sobre la propiedad de la hacienda El Salitre. León c. Vargas. Imprenta de Gaitán, Bogotá 1873. Se encuentra en la BLAA, Libros Raros y Manuscritos. Miscelánea 12780

imponiendo obligación perpetua a favor de sus almas. “Fue el espíritu religioso fanatizado, fue el interés moral de los individuos, lo que originó (las capellanías)”17

Existían varios tipos de capellanía siendo la mercenaria o laica, en la que no había intervención de ninguna autoridad eclesiástica, la más común y que podía fundarse como disposición de última voluntad, pasando a regirse con las leyes relativas a los mayorazgos. De la fundación se deriva designar el patronazgo y quién lo posee debe celebrar o hacer celebrar las misas y cuenta con el derecho de administrar los bienes y gozar del producto. El derecho al patronazgo era real y estaba vinculado a la familia a perpetuidad18.

En la capellanía de misas (llamada también laica, de legados píos, patronato de legos o capellanía de memorias) la propiedad no pasaba a manos de nadie, la propiedad raíz pertenece a la institución, a la fundación, el testador no da a nadie la propiedad solamente la posesión y el usufructo era inenagenable como condición implícita. Si por alguna razón el bien raíz se llegaba a espiritualizar sería de propiedad de la iglesia y ella podría hacer con aquel lo que le permitieran los cánones19.

Generalmente se encargaba la manda de misas al pariente de más confianza, a un religioso o a una comunidad, poniendo los medios para cumplirla, ahí se originaba el patronato y el gravamen perpetuo impuesto a una propiedad raíz para atender la manda20. 17

Capellanías. José V. Zapata, Buenos Aires, Imprenta americana, 1874. Se encuentra en Libros Raros y Manuscritos, BLAA, Miscelánea 718) 18

Capellanías. José V. Zapata, Buenos Aires, Imprenta americana, 1874. Se encuentra en Libros Raros y Manuscritos, BLAA, Miscelánea 718) 19 Op. Cit. 20 Op. Cit.

Dado que doña Juana no tenía hijos deja a su sobrino, el bachiller Juan García Duque, la persona de su mayor confianza, la tarea de cumplir con su deseo, por lo que lo designa como primer y único patrón de la fundación además de albacea de sus bienes, junto con el señor Onofre Samudio, y pide que sea el cura de las Nieves, su antiguo confesor, quién diga las misas.

Dos años más tarde la Hacienda El Salitre, que ya existía, fue rematada y Onofre Samudio la compra para dicha fundación. Los límites en ese entonces eran las tierras de la comunidad de los indígenas de Fontibón, el río San Francisco y la estancia de Don Diego Rei. El valor pagado fue de $1630 y se remató a favor del bachiller Juan García quién fue “el que hubo los dineros”21 y que decide dejar la Hacienda en arrendamiento a Samudio por un 5% anual del valor pagado y en el futuro siguió cobrando los arrendamientos al hacer válidos sus derechos en calidad de patrón22.

A la muerte del Bachiller la familia de Onofre Samudio continúa con el manejo de la propiedad como arrendatarios hasta que el 4 de marzo de 1778 Diego Samudio (nieto de Onofre) a pesar de ser solo el arrendatario otorga escritura de donación a su yerno el Sr. José Campos por valor de $500 que este debía pagar a favor de Rafael Duque, sucesor directo en el patronato de Juan García Duque.

21

Sentencias sobre la propiedad de la hacienda El Salitre. Manuscritos. Miscelánea 12780 22 Op. Cit.

Se encuentra el la BLAA, Libros Raros y

Al mes siguiente, el 3 de abril, José Campos se presenta con la escritura ante la curia pidiendo al juez eclesiástico se le admita la redención por los $500 a cuya pretensión se opone Rafael Duque e interpone juicio.

Al año siguiente, el 19 de mayo de 1779, se pone término a dicho juicio mediante la sentencia dictada por el Provisor según la cual no hay lugar a la redención pues el Sr. Onofre Samudio tenía la hacienda no como dueño sino como simple arrendatario, se determina que Rafael Duque heredero del patronato debe seguir recibiendo los réditos y que la hacienda es de la fundación y para evitar futuros problemas decide convertirla en bien espiritual, con lo cual pasa a ser un bien inenagenable.

Casi un siglo más tarde, en 1872, los señores Cenón Barriga.e Ignacio Forero en representación del Ministerio Público entablan juicio contra las señoras María Josefa y Teresa Escobar, poseedoras en ese entonces de la Hacienda, reclamando el derecho de la nación sobre ese bien y el pago de $1.000 mensuales desde septiembre de 1861.

En representación de las demandadas asiste el esposo de la primera, León Vargas Calvo que actúa en calidad de apoderado designado por ella. En ese momento el patrono era el señor Alberto Duque García (descendiente de Juan García) de acuerdo al titulo expedido en 1860.

El señor Vargas afirmaba que en el libro de los bienes desamortizados no se inscribió la Hacienda sino la principal de $2.200 que afirma fueron redimidos por él el 1 de agosto de

1865, adicionalmente contradice que el Salitre haya pertenecido a la Capellanía y niega el derecho que se pretende reivindicar a favor de la nación.

El fallo del juez de primera instancia concluye que el Salitre no pertenece al ramo de los bienes desamortizados, reconoce la legalidad en la comercialización de esas tierras y reivindica los derechos de las hermanas Escobar.

Ante esto el Ministerio Público apela a un juez de segunda instancia para lo cual la parte demandada aporta una escritura del 13 de mayo de 1793 en la que Francisco Javier de Eguino, tesorero de la iglesia Catedral Metropolitana, que poseía la Hacienda pues había sido declarada bien espiritual, la vende a Matías Abondano por valor de $6.500 de los cuales $2.000 serían destinados a la capellanía es decir al cumplimiento de la manda de la señora Juana García para que se celebrasen las 40 misas.

Eguino afirma en la escritura haber comprado El Salitre al capellán Maestro Rafael Duque, con licencia del ordinario eclesiástico, que como se dijo tenía el manejo (se pidió que dicha licencia fuera aportado como prueba judicial pero nunca apareció) Para el pago de los $6.500 Abondano hipotecó, el mismo año de la compra, la Hacienda a favor de la Junta de Diezmos y en diciembre del mismo años hace una segunda hipoteca a favor de Pantaleón Gutiérrez de Quijano por valor de $2.000.

En el año 1821 la Hacienda es embargada y rematada con anuencia de todos los interesados, incluyendo a Sebastián Herrera, quien en ese entonces era el capellán. Cuatro

años más tarde, en 1825, se cancela la escritura de Abondano a favor de Sebastián Herrera23.

El señor Herrera conforma entonces una “nueva” hacienda al agregar dos grandes porciones de tierra, la primera de ellas, conocida también como El Salitre24 había pertenecido a don Miguel de Rivas, quien la compró en 1780 a doña María de la Puente, viuda de Diego de los Reyes. María Teresa y José María Rivas, poseyeron por un tiempo estas tierras hasta que en 1821 las compró Sebastián Herrera por valor de $9.000; la otra porción era la originada por la capellanía y que además de su nombre legal era denominada popularmente como “el pantano”.

Tan solo 25 años duró la “nueva” hacienda El Salitre en poder de Herrera, pues el 1 de julio de 1850 Narciso Gómez le clavó un puñal en el vientre de tal manera que la herida mortal solo le permitió llegar a su casa en la carrera 8 No. 18-8 en el centro de la ciudad y dictar su testamento, luego murió contando entonces con 80 años25.

Al año siguiente, al hacer lectura del testamento de Sebastián Herrera la Hacienda es adjudicada a María Josefa y Teresa Escobar Auza sobrinas políticas de Herrera quien estaba casado con doña María Josefa Auza con quien no había podido tener descendencia, y que era hermana de la madre de las señoritas Escobar (Por su parte las hermanas Auza eran hijas de don Andrés Auza, quien fue dueño de la Hacienda Santa Barbara, en Usaquén donde hoy funciona un moderno centro comercial)26 23

Op. cit Quintas y Estancias. Juan Carrasquilla Botero. Banco Popular, 1989. Pp 202-203 25 Op. Cit. 26 Op. Cit. 24

El señor Joaquín Escobar, padre de María Josefa y Teresa, se desempeñó como administrador de la Hacienda durante 21 años pues según la sucesión el albacea de las niñas sería su padre. En 1872 con la muerte de Joaquín Escobar se adjudica directamente la Hacienda a las hermanas Escobar. María Josefa compra su parte a Teresa (esposa del Barón Goury de Rosland que fue dueño de la quinta de Sanfasón) para pasar a ser la única dueña de tan gran hacienda27.

El juez de segunda instancia reconoce la propiedad de la Sra. Escobar aduciendo que no hay prueba directa de la fundación de la capellanía pues este hecho nunca fue inscrito ante ninguna autoridad eclesiástica, ni de la adquisición de la hacienda El Salitre con ese fin y que ni siquiera ésta fue dada en ningún momento a titulo de enfiteusis (que es la cesión de un predio rural o urbano mediante una renta que se paga al cedante, quien conserva el dominio directo) y cita para su decisión la ley 29 de mayo de 1864 que en su artículo 3 dice que ninguna finca raíz debe ser ocupada a nombre de la nación como propiedad de manos muertas si ha sido poseído legalmente por el que aparece ser propietario28.

Pareciera que el poseer esta Hacienda trajera consigo destinos repetidos a sus dueños: la ausencia de hijos a quien dejar como herederos, la muerte prematura o la quiebra. Tan solo cuatro años duró esta propiedad en manos de doña María Teresa pues el 26 de Agosto de 1876 en su cama mortuoria la lega a su único hijo, de ocho años de edad: José Joaquín Vargas Escobar. 27

Sentencias sobre la propiedad de la hacienda El Salitre. Manuscritos. Miscelánea 12780 28 Op. Cit.

Se encuentra el la BLAA, Libros Raros y

Con la prematura muerte de su madre es su padre quien se encarga de la administración y manejo de la hacienda sobre la cual ya no existe discusión respecto a la legalidad o no de la posesión gracias a los fallos de primera y segunda instancia. La herencia a favor del niño es protocolizada con la escritura 1522 del 26 de agosto de 1876 de la notaría sexta del circuito de Bogotá.

La verdad es que a la muerte de su madre José Joaquín Vargas esta muy pequeño para manejar las dos mil doscientos fanegadas que tenía su hacienda en ese momento, bordeaba por el occidente la ciudad, seguía el curso del río del Arzobispo poco antes de donde se convierte en el río Salitre, comenzaba por el sur en el río San Francisco con las haciendas de Aranda y Franco de por medio y llegaba hasta el norte al camino de suba y la hacienda de Chapinero, cerrando al occidente con el camino de Engativa y las fincas de La Esperanza, Santa Ana (hoy Normandia) y el Ejido29

Ya siendo adulto y con el control de la hacienda la conservó prácticamente integra hasta su muerte exceptuando unos pequeños terrenos que vendió: algunas zonas para el ferrocarril de la Sabana, un potrero al señor Gustavo Zapata en 1924 y en donde desde los años treinta está el barrio San Fernando, un lote a la señorita María Virginia Uricoechea que daría paso al barrio La Virginia, otro al doctor Miguel Jiménez López y que originó el barrio San Miguel y una fracción a don José María Gómez Campuzano para redondear el lote que ocupó el hipódromo de la calle 54, todo lo cual redujo la hacienda solamente 240 fanegadas30. 29 30

Quintas y Estancias. Juan Carrasquilla Botero. Banco Popular, 1989. Pp 202-203 Op. Cit.

En la nota necrológica que escribió Tomas Rueda al día siguiente de la muerte de José Joaquín Vargas ocurrida el 2 de marzo de 1936, lo califica como “el rico generoso”. En 1922 a sus 54 años, aún soltero, sin hermanos y sin descendencia, había decidido cerrar su testamento que fue protocolizado, luego de su muerte, mediante la escritura 1055 del 25 de junio de 1937de la notaria tercera de Bogotá.

Aparte de la cantidad de $65.000 que dejó a varias personas, ordenó que todos sus demás bienes fueran divididos en 100 unidades con el fin de dejar al Hospital San Juan de Dios 30 unidades, al Asilo San José para Niños Desamparados 20 unidades, Hospicio de Bogotá 20 unidades, a la Sociedad San Vicente de Paul 20 unidades y al Asilo de indígenas hombres y mujeres 10 unidades.

Los bienes de J. Vargas ascendían a $1’590.750.88 entre casas, haciendas, cabezas de ganado y diversas cosas: la hacienda El Salitre avaluada en $870.000, la hacienda El ejido, ubicada en lo que hoy es la localidad de Santa Fe y en donde existe un barrio con ese nombre, avaluada en $79.000 un globo de terreno llamado La Pepita de $395.768. Luego del pago de los $65.000 a herederos y de algunas cuentas (impuestos, el levantamiento del plano por parte del Sr. Julio Carvajal, etc.) el monto de la herencia llegaba a $1’506.300, que fue la suma que finalmente heredó el municipio31.

Luego de los esfuerzos hechos en el siglo anterior, con los juicios de 1872,

por el

ministerio público para tener la posesión de la hacienda, luego de numerosos capellanes, 31

Escritura Pública No. 1055 de la notaria 3 de Bogotá, 25 de junio de 1937.

arrendatarios, compradores, vendedores y herederos, luego de quitar y agregar porciones de tierra, algunas de ellas pertenecientes a los antiguos ejidos, luego de que la misma tierra fuera testigo de dichas e infortunios de las personas que tuvieron alguna vez que decidir sobre su destino y una vez presentados los certificados de paz y salvo de la oficina de impuestos y los planos actualizados, la Hacienda El Salitre fue entregada por el juez sexto civil del circuito al señor Manuel Casablanca delegado de la Beneficencia de Cundinamarca32.

La beneficencia de Cundinamarca había sido fundada el 15 de agosto de 1869 con el objetivo de llevar asistencia social en diversas áreas a todas las personas que la requiriera: su fundación vino acompañada de un cambio en la antigua visión de regalar caridad a los pobres por la de brindarles un servicio, en cumplimiento de uno más de los deberes del gobierno. Desde ese momento todos los establecimientos de “caridad” del Estado quedarían bajo su jurisdicción.33

En el momento en que la Beneficencia de Cundinamarca la recibe, la Hacienda el Salitre tenía una superficie de 2.200 fanegadas y entre sus linderos estaba la finca “El Campín” o “San Luis” (que para esa fecha ya había sido cedida para la construcción del Estado Nacional), la finca llamada antiguamente “La Quinta” de Demetrio Paredes y que en ese entonces era llamada “El Recuerdo” (en lo que hoy son los barrios Quinta Paredes y El Recuerdo)34 Otros de sus linderos son difíciles de identificar hoy en día pues eran otras

32

Escritura Pública No. 1055 de la notaria 3 de Bogotá, 25 de junio de 1937. Revista Diana, vol. 1, No. 7, Agosto de 1954. Pg. 32. 34 Expediente del juicio de sucesión del juzgado 6 civil del circuito, que hace parte de la Escritura Pública No. 1055 de la notaria 3 de Bogotá, 25 de junio de 1937. 33

fincas o terrenos cuando no “la tapia, el enrejado con alambre, la zanja”, que desde luego han desaparecido.

Existe sin embargo un mapa del plano de la hacienda el salitre, el cual fue levantado en el año 1904 por el ingeniero Enrique Morales y completado y referido a las coordenadas del plano de Bogotá por el Ingeniero Julio Carvajal León en 1936. En el plano la hacienda aparece dividida en 25 potreros numerados y con datos de hectáreas y fanegadas de cada uno.

Los terrenos de la Hacienda no podían llegar en mejor momento. La ciudad vivía unos años de plena expansión, el antiguo núcleo urbano se estaba ampliando en todas las direcciones, rápidamente se iban creando barrios nuevos, “modernos e higiénicos”, Santa Teresita, Teusaquillo, Palermo, La Magdalena, fueron algunos de ellos, que trajeron a la población rica a las antiguas quintas que se ubicaban en las inmediaciones del Salitre.

El gobierno nacional planeaba en esos años la construcción de la Ciudad Universitaria, en el sitio donde finalmente se hizo, por lo que preparaba negociaciones con el dueño de la Hacienda y preparaba incluso las medidas para expropiar esa parte. La muerte de J. Vargas y por ende la posterior herencia permitió agilizar y dar piso firme al proyecto.35

La presencia de la Hacienda tuvo gran efecto en el desarrollo urbano de la ciudad y su fisonomía actual. Para 1936, año de la donación, la ciudad ya se extendía al sur de El 35

Alfonso López Pumarejo y la Universidad Nacional de Colombia. Edit Universidad Nacional de Colombia, Bogotá D.C. 2000.

Salitre hasta la carrera 31, donde estaba el Matadero Municipal y por el norte hasta la carrera 37 en el barrio San Fernando, dejando un gran “vacío” en medio que se fue llenando rápidamente y en gran parte forma lo que hoy es la localidad de Teusaquillo.

Desde que la Beneficencia posee la Hacienda ha ido vendiendo algunas porciones a entidades oficiales de todos los niveles Distrital, departamental y nacional que han establecido en esta importante zona de la ciudad sus sedes (Universidad Nacional de Colombia, Ingeominas, INAS, Icontec, IGAC, CAN, Gobernación de Cundinamarca, Fiscalía General de la Nación, etc.)

En otra parte de los terrenos la beneficencia ha urbanizado algunos de los barrios como Belalcazar sur y norte, Federmán, El Salitre36 o ha establecido fiducias para tal fin como en los barrios Salitre suroriental y Salitre Nororiental la cual se realizó con el Banco Central Hipotecario, los cuales hacen parte del plan Ciudadela El Salitre que comprende otros sectores que si bien no pertenecen a la actual Localidad de Teusaquillo si se encuentran dentro de los terrenos de la que fuera la gran Hacienda El Salitre.

3.2 LOS EJIDOS DE LA CIUDAD37

36

Revista Proa Nos. 135 de mayo de 1960, No. 161 de septiembre de 1963, avisos de publicidad. Para este aparte se ha usado como fuente los documentos que se encuentran en el Fondo de Ejidos que reposan en el Archivo General de la Nación. AGN. 37

Los ejidos, cuyo origen como institución es típica del régimen feudal europeo, y que como tal funcionaron en España desde principios del medioevo. Consistían en tierras que pertenecían a la comunidad de vecinos de una población para su beneficio común y estaban por lo general alrededor de las ciudades, aunque, raramente, también podían estar alejados. Eran administrados por los cabildos municipales que tenían a su cargo la jurisdicción y salvaguarda de este bien público.

Desde el comienzo de la colonización la corona española dispuso, mediante la Cédula Real del 26 de mayo de 1525 dictada por Carlos I, que al momento de crear una nueva fundación de una ciudad, se debía dejar tierra suficiente para satisfacer las necesidades de la población. Sin embargo, el problema de la población no propietaria se agudizó a medida que los terratenientes fueron acaparando y agrandando sus latifundios a costa de las valorizadas tierras comunales, lo que daría origen a una serie de conflictos, en contra de lo dispuesto por la legislación española. Los ejidos fueron prácticamente suprimidos en el siglo XIX, como resultado de la aplicación a ultranza de los principios liberales de libertades individuales y de supresión de las instituciones coloniales. Por supuesto que, además de estos principios, estaba el hecho de que la cercanía de los ejidos a las ciudades habían provocado su valorización y por lo tanto la dinámica de concentración de la propiedad agraria echó mano de estas tierras comunales.

El municipio era el administrador de los ejidos pero podía entregarlos completos o fracciones, a título de arrendamiento, a particulares mediante la Junta de Propios llamada así porque era la encargada de administrar los bienes “propios” de la ciudad. En el caso de Santa Fé, en el momento de su fundación, “El fundador o el Cabildo lo olvidaron (dotación

de propios) Ocurrió que los primeros pobladores, con el ansia de adueñarse de las mejores tierras con sus fuentes de agua y posibles caminos, pidieron sin mesura y se les concedió sin tino. Fue la nuestra, una ciudad que nació pobre y con pobreza hubo de sostener su categoría de ciudad rectora” 38

Es decir, en el momento de fundación de la ciudad no se realizó el procedimiento de asignación de estas tierras comunales, razón por la cual tan sólo hasta 1571, treinta años después de la primera sesión del Cabildo, se definieron las tierras de los ejidos, de donde derivaba la ciudad los bienes de propios. En esta fecha. Por iniciativa del Procurador General, se hizo petición sobre propios, tierra que “tenga como suya para ahora e para siempre jamás”. Para dehesas se asignaron, con la indefinición de costumbre:

“Toda la tierra que hay yendo por el Camino Real que va de esta ciudad hacia Fontibón hasta la Puentezuela y de allí corriendo la vía de Ingativá y de allí revolver la vía de Suba hasta volver a las estancias que están camino de Tunja, quedando entre las dichas estancias y la dicha dehesa otra hilera o largo de estancias que para poder proveer de largo a largo por los pies de las estancias que están camino de Tunja...”... “ E por ejido se pida la tierra que hay corriendo el camino arroyo que está pasado Nuestra Señora de Las Nieves, camino de Tunja hasta donde entra el mismo arroyo en el río de la Pontezuela que está dicho, o más acá hasta donde entra el mismo arroyo en el camino de Fontibón”.39

38

Carlos Martínez. Reseña urbanística sobre la fundación de Santafé en el Nuevo Reino de Granada: Bogotá, Litografía Arco, 1973, p. 76. 39 Citado en: Historia de Bogotá, Tomo I, página 145. Bogotá, Fundación Misión Colombia, 1988.

Cuando la ciudad fue a hacer valedera la legislación para proveerse de las tierras comunales a las que tenía derecho, se encontró que las que rodeaban a la ciudad ya estaban apropiadas, razón por la cual tuvo que recibir tierras distantes, sin mayor valor, inundables. Por esta razón la ciudad no tuvo rentas propias suficientes para soportar los gastos derivados de las necesidades de su crecimiento. Así, cuando la ciudad comenzó a crecer, no tuvo acceso a tierras propias, estando ella misma rodeada de haciendas privadas que le impidieron su crecimiento hasta comienzos del siglo XX. Sin embargo, paradójicamente, como parte de los ejidos terminaron englobados en la hacienda de El Salitre, éstas terminaron en manos de la ciudad, por la vía de la donación de José Joaquín Vargas a la Beneficencia de Cundinamarca, y de ésta al Distrito Especial de Bogotá.

3.3. LA CONFORMACIÓN DE LOS BARRIOS

Plano del estado de la ciudad en enero de 1923. Ubicación Archivo General de la Nación, Mapoteca 6 N. 148. Ya hay algunas construcciones en la actual 63 con Caracas y figuran los barrios Quesada y La Constructora, actual Alfonso López. 3.3.1 EL BARRIO QUESADA

Este barrio, que lleva el apellido del fundador de la ciudad, es realmente poco conocido, podríamos decir que no es de los barrios de mayor reconocimiento de la localidad. Ubicado entre las calles 48 y 53, de la avenida Caracas hasta la carrera 17, fue el primer barrio que apareció en el territorio de la actual localidad de Teusaquillo.

Hacia 1910, y en unas pocas cuadras, se desarrolló este barrio residencial gracias a la gestión de particulares que escogen un lote en la antigua hacienda Chapinero Carbonell para llevar a cabo el proceso de parcelación y loteo. El proceso de dotación de servicios públicos domiciliarios y de edificación corre a cargo de los propietarios de los lotes. Es decir, se trataba de una urbanización sin servicios públicos.

Aunque estaba muy cerca del creciente barrio de Chapinero, que era el lugar “de moda” escogido por muchos bogotanos para salir del núcleo urbano hacia sectores más salubres y con mayor posibilidad de espacio en las casas, el barrio funcionó desde sus orígenes de manera más o menos autónoma, quizá por que estaba separado de Chapinero por la vía del tren, además de las diferencias sociales que había con aquel barrio de quintas.

Dentro de las ventajas que ofrecía estaba la cercanía tanto del tranvía como del ferrocarril del Norte, que contaba con una estación, la de Chapinero, que se hallaba ubicada a la altura de la actual calle 60, además de que los lotes eran de gran tamaño, con un frente de entre 6 y 8 metros y bastante profundos.

La arquitectura de las casas que se construyeron conservan aún vestigios del estilo colonial, contaban estas con un frontón levantado al pie de la calle, sin ningún antejardín; interiormente había un zaguán y un largo corredor y habitaciones y patios distribuidos a cada uno de sus lados.

Aún se observa en la estructura urbana el clásico cuadriculado de las fundaciones españolas con ausencia total de zonas verdes o parques. En la actualidad se conservan algunas pocas casas originales.

Sencillo edificio estilo neocolonial, con interesante portal de acceso en la esquina, cubierta de leve pendiente de tejas coloniales y muros revocados blancos. Se halla

afectado por el actual uso y el área que lo rodea de intensa actividad comercial. Calle 51 14-95. Barrio Quesada. 3.3.2 EL BARRIO ACEVEDO TEJADA

En el año de 1930, al tiempo con la aparición, dentro de la actual Localidad de Teusaquillo, de barrios elegantes destinados a la elite bogotana como lo fue Teusaquillo, se creó este barrio construido por esfuerzo municipal gracias al Instituto de Acción Social, que fue la entidad encargada de adelantar el todo el proceso para la construcción del barrio, desde la parcelación, el loteo, la urbanización y la edificación de las casas destinadas a un sector de la población más popular.

Para su construcción se compró al señor José Joaquín Vargas un lote ubicado en el extremo oriental de la Hacienda El Salitre, frente a la Quinta de Demetrio Paredes con el camino a Engativá, futura Avenida el Dorado, de por medio.

La forma urbana que se le dio es simple y coherente y tiene, de acuerdo a los nuevos conceptos urbanísticos, un parque central grande. Aunque en la actualidad casi todo el barrio se encuentra bastante intervenido, aún existen algunas casas originales en las que se puede ver la racionalización de los recursos, las fachadas en ladrillo recosido sin pañetar, trabajos de carpintería y tejas de Zinc. Las casas se organizaban pareadamente compartiendo el frontón.40

40

Los datos de éste barrio fueron tomados de la exposición permanente del SINDU, Facultada de artes Universidad Nacional.

Grupo de casas realizadas por el la Caja de Vivienda Popular (1946). Acertado planteo urbanístico de vivienda en serie y de buena arquitectura; construyéndose 36 unidades unifamiliares para empleados. Se destaca la sencillez de la fachada simétrica con ladrillo a la vista, y el remate del muro en el centro con cierto aire colonial. Es interesante la división de las unidades que se observa en algunos casos en la diferenciación que hacen sus habitantes. Calle 30 35-45/61. Barrio Acevedo Tejada.

3.3.3 EL BARRIO DE TEUSAQUILLO

Barrio Teusaquillo. 2002. Fuente: Sistema de Información Geográfica de la Oficina de Planeación, Alcaldía Local de Teusaquillo. La importancia del barrio permitió que la localidad tomara su nombre. El nombre Teusaquillo se origina mucho antes de la llegada de los españoles a la sabana, pues era así como se denominaba al sitio de recreo del Zipa de Hunza, donde tenía su residencia “de verano”, razón por la cual allí se levantaba un poblado indígena, bien provisto de agua y leña. Se encontraba en las estribaciones de la cordillera oriental, en las inmediaciones de lo que hoy se conoce como el Chorro de Quevedo.

Allí tuvo lugar la primera fundación de Santa Fe que, como muchas otras ciudades y poblaciones fundadas por los españoles en lo que se les convirtió en costumbre para

corregir los errores iniciales al escoger un lugar que no era el más adecuado, fue refundada más tarde en la actual Plaza de Bolívar. El antiguo poblado indígena fue rebautizado como Pueblo Viejo y fue destinado a ser lugar de vivienda indígena. El nombre Teusaquillo entró en desuso.

La llegada del ferrocarril permitió el comienzo de la modernización y expansión de la ciudad. Hacia mediados de los años treintas aparecen barrios dirigidos a los ricos de la ciudad en los que el principal motivo de atracción que se les ofrece es ser barios “higiénicos”, muy diferentes de los del centro en donde la falta de alcantarillado hacía que las aguas negras corrieran por el centro de las calles.

Iglesia Santa Ana. En una manzana irregular se da una adecuada respuesta a la esquina, a través de la única torre, de líneas esbeltas. logrando dominar el entorno. Av. 33 16-57/61/67/71. Barrio Teusaquillo. El barrio Teusaquillo, junto con el de Santa Teresita, fue uno de dichos barios. Ofrecía lotes amplios y regulares, perfectos para casa quintas, con servicios públicos individuales, para construir casas modernas, de estilos inglés, francés o español, con todas las comodidades

que se podía pensar entonces: acueducto, alcantarillado y alumbrado eléctrico en casas de dos pisos con baños en su interior, cocinas con innovaciones tecnológicas y garajes.

Hacia 1927 el barrio inicia su crecimiento en parte de la hacienda Las Quintas, y estaba destinado a ser un barrio de la clase dirigente de la ciudad. Nuevos conceptos arquitectónicos y en general un nuevo concepto de vida, son aplicados en el diseño y urbanización: unidad conceptual, espacios abiertos, avenidas amplias y arborizadas, casas con jardín en su frente y en la parte posterior, es decir, ruptura total del esquema arquitectónico y urbanístico de la colonia, que incluso se tendía a conservar en el barrio Chapinero.

Casa estilo neoclásico. Interesante la resolución de la esquina, muro curvo con balcón que vuela sobre la esquina y en los muros laterales pórtico con terminación colonial. Car. 15 33- 33 esq. Car. 15 33- 33 esq.. Barrio Teusaquillo.

El proceso de parcelación, loteo y urbanización se llevó a cabo por gestión de particulares y la edificación por iniciativa de los propietarios o encargo a los pocos arquitectos que existían en la época, destacándose la labor de los chilenos Julio Cassanova y Raúl Manhein, que dejaron, mediante placas, su firma en una buena cantidad de inmuebles que aún subsisten.

Casa estilo inglés, volumen sencillo donde sobresale el ladrillo y los desagües a la vista. Diseño arquitectos Casanovas & Mannheim. Calle 36 16-32. Barrio Teusaquillo. El diseño urbano no es diferente del cuadriculado español pero con dimensiones mucho más amplias y la inclusión en el centro de un parque, este sí, bien diferenciado de la plaza española.

Es curioso como el barrio más moderno y exclusivo de esa época, destinado a ser habitado por la burguesía local, con construcciones hechas en su mayoría por arquitectos extranjeros que tomaron modelos de casas de estilos foráneos, haya usado y rescatado un nombre indígena que estuvo en desuso por cerca de cuatro siglos.

Sobrio edificio de estilo neoclásico, con basamento cubierto con piedras irregulares en el primer nivel y las dos importantes entradas, le sigue el desarrollo de la fachada con ventanas simples rectangulares y el remate con una sencilla cornisa, y un cuarto nivel retirado. La estructura son dos bloques de apartamentos separados por un patio interior desde donde se accede a los diferentes niveles. Car. 15 36-16 y 36-40. Barrio Teusaquillo.

Edificio de perímetro libre estilo clásico, un volumen donde se destacan dos imponentes frontis y el manejo de la “marmolina” o piedra bogotana. Esquina calle 37 con Av. Caracas. Barrio Teusaquillo.

Edificio de perímetro libre estilo inglés, que combina el uso de la piedra en los bow window y el acceso principal lateral y el uso del ladrillo en los muros y chimeneas. Av. Caracas 36-41. Barrio Teusaquillo. 3.3.4 EL BARRIO DE SANTA TERESITA

Iglesia Nuestra Señora del Carmen. Estilo neogótico, que se destaca en la torre y en las aberturas con arcos ojivales y en especial en las proporciones que enfatizan la verticalidad y la destacan del entorno. Car. 18 A 43-81/91 esq. Calle 44 18 A – 10/20. Barrio Santa Teresita.

Los terrenos en donde se construyó este barrio hacían parte de la hacienda La Merced perteneciente a la Compañía de Jesús. Esta hacienda se extendía hacia el oriente hasta donde hoy se encuentra el parque Nacional Olaya Herrera, entre las tierras de la Quinta de La Magdalena y la Hacienda Chapinero Carbonell. En otras partes de ellas se construyó el barrio La Merced y el Colegio San Bartolomé La Merced. El nombre del barrio fue impuesto como condición para la venta de la propiedad.

La sociedad urbanizadora Moderna fue la encargada de desarrollar este barrio residencial hasta los procesos de parcelación, loteo y urbanización. Dada la forma como se adelantaron estos procesos y el contraste con las condiciones de vida en el núcleo de la ciudad, se vendieron los lotes con el atractivo de ser una “urbanización sanitaria”.

La edificación de las casas se llevó a cabo por iniciativa de los propietarios de los lotes urbanizados, en algunos casos en forma individual y la simple contratación de albañiles y en otros por encargo a algún arquitecto. En cualquier caso se seguía la moda en la construcción por lo que inicialmente las casas correspondían a formas republicanas pero más adelante se transformó la tendencia hacia las casas quinta, con zonas libres y zonas verdes amplias, con un estilo propio pero a la usanza del estilo inglés, español o árabe. Hacia 1930 el barrio ya estaba habitado.

Edificio estilo clásico, volumen cúbico de perímetro libre, con importante pórtico de acceso donde se destacan las columnas dóricas que atraviesan los dos niveles. El remate es una cubierta plana con balaustres. Combina el muro revocado pintado con la piedra bogotana en esquineros, columnas y recuadros de aberturas. Av. Caracas 44-19/21/23. Barrio Santa Teresita.

Volumen cúbico que se dinamiza a través de elementos como balcones y paneles que avanzan y retroceden. Estilo art deco en sus elementos decorativos. Combina el revoque pintado con el ladrillo en algunos paños. Se destaca la resolución de las ventanas en la esquina. Car. 17 A 42-75. Barrio Santa Teresita. Al momento de la urbanización el acueducto de Bogotá no estaba en capacidad de extender sus redes hasta allí, por lo cual se construyó un acueducto propio para el barrio, ubicado en el predio de la calle 43 No. 15-38. Posteriormente, una vez que el acueducto municipal amplió sus redes a esta zona, el acueducto del barrio entró en desuso, por lo que años más tarde, el 16 de dic de 1946, se aprobó, por parte de la Oficina de Planeación municipal, la demarcación del lote para que pudiera construirse en él.

3.3.5 EL BARRIO DE LA MAGDALENA

El actual barrio de la Magdalena tiene su origen, como la mayoría de los de la localidad, si no es que todos, en una quinta con su propia y larga historia de sucesiones y particiones, que fueron las que les dieron el nombre, en este caso La Quinta de la Magdalena que estaba ubicada esta quinta al sur del río del Arzobispo y al occidente del camino a Tunja, camino del norte, carretera central del norte o la actual carrera 7.

La Magdalena ocupaba originalmente una extensión de tierra mucho mayor de la que hoy tiene el barrio. Llegaba por el norte hasta la carretera central del norte, hoy carrera 7, por el norte su limite era el cause del río del Arzobispo, por el occidente los terrenos del Señor Malo O’Leary y por el sur el cause de la quebrada Tequeneusa, aproximadamente la actual calle 36.

La primera construcción que existió en la quinta de La Magdalena data de antes de 1806, cuando la compró doña Petronila Castro. En 1837 los terrenos del actual barrio más otros situados al oriente de lo que hoy es la Avenida Caracas pertenecían al señor José Luis Carbonell, y en ese año son comprados por Manuel Peña. La familia Peña los tuvo hasta 1874 año en que venden a Honorato Espinosa y Escallón.

En 1907 fue llevada a cabo una partición en cuatro terrenos: El Chircal en la zona comprendida entre la carrera 7 y la carrera 13 por donde pasaba el tranvía; El Polo, donde se levantaba el club de Polo, entre ésta y la línea del ferrocarril o actual avenida Caracas,

La Alberca en el extremo sur y debajo de la línea del ferrocarril y al norte de este El Hipódromo hasta el río del Arzobispo.

Esta última porción recibió ese nombre debido a que allí la ciudad vio llegar en 1899 uno de los símbolos de progreso más anhelados desde hacia tiempo: la construcción de un hipódromo. Desde que los habitantes comenzaron a sentir su afición hacia las carreras de caballos se establecieron lugares provisionales donde poder llevarlas a cabo. El primer sitio fue en la Calle de La Carrera, es decir en la actual carrera 7 entre las calles 7 y 1041, en el barrio la Candelaria, pero allí los caballos solamente hacían un recorrido lineal y muy corto.

Fue solo hasta 1845 cuando se iniciaron las carrera como hoy la conocemos, con el patrocinio de la colonia inglesa y en un potrero del Fucha se estableció el primer circo provisional a donde acudían los aficionados llevando consigo todo lo necesario para un paseo de olla, tiple y guitarra, pero debían llegar a pie por cuanto no había vía para los carruajes.

Más tarde fue en el sector de Puente Aranda, en donde la novedad fue la aparición de los “chinos habilitados de jockey”42 pues hasta entonces los caballos los corrían los mismos dueños, desde ese momento solo las carreras de honor eran corridas por jóvenes de la clase alta. De allí pasaron las carreras a los lados de Chapinero debajo de la estación del Ferrocarril del Norte, es decir de las actuales calle 60 con Avenida Caracas, por tanto dentro de los límites actuales de Teusaquillo, “pero esto así no se compadecía con nuestras 41

Moisés de La Rosa. Las calles de Bogotá. Bogotá, Academia de Historia de Bogotá, Tercer Mundo Editores, 1990, pág. 88. 42 LAS CARRERAS DE CABALLOS EN BOGOTA, historia de este deporte desde el año de 1845 hasta hoy, en Mundo Al Día, No. 1067, Agosto de 1927.

aspiraciones de gran ciudad, y entonces el municipio provocó una licitación para construir en firme un Hipódromo con todos sus accesorios”43

La obra fue adjudicada a los señores Carlos José Espinosa y Rafael Espinosa Guzmán y era considerada por los habitantes como el Hipódromo más bello del mundo por su ubicación pintoresca y la hermosura del paisaje rodeado “a manera de grandioso circo cercado por la caprichosas cadena de montañas andinas...Hoy lo que fuera parte de Teusaquillo y Bacatá puede considerarse como el Longchamps de la capital de Colombia”44 en donde como siempre y por muchos años se llevó a cabo la temporada en julio para la celebración de las fiestas patrias.

El recuerdo de la quinta está unido a la familia Espinosa, aficionada a los caballos y a los deportes ecuestres, que con su Club de Polo y el Hipódromo fueron, tanto la quinta como sus dueños, protagonistas de numerosas crónicas y fotografías de reuniones, carreras y competencias de polo, testigos de la era victoriana “criolla” que vivió la ciudad a finales del siglo XIX y comienzos del XX “con sus coches, caballos, cubiletes y grandes sombreros femeninos”45

La presión de la ciudad en crecimiento hizo que más tarde se pensara en trasladar el hipódromo a un sector “más alejado” de la ciudad, para permitir en estos terrenos la urbanización de barrios nuevos, modernos y más higiénicos que los que existían en el centro de la ciudad. 43

Revista Ilustrada. Vol. 1, No. 15, agosto de 1899, pag. 238 Revista Ilustrada. Vol. 1, No. 15, agosto de 1899, pag. 238 45 Quintas y estancias. Pag. 144 44

Edificio estilo neoclásico. Un volumen cúbico, que combina revoque pintado en blanco con piedra que enfatiza el sobrio acceso horadado. Marcada horizontalidad a través de los aventanamientos. Carr. 15 esquina 37. Barrio La Magdalena.

Grupo de casas estilo inglés, con ladrillo a la vista, hoy sede de una institución universitaria. Se destaca la armonia del conjunto de escala residencial, la implantación frente a la quebrada y los elementos que caracterizan al estilo; bow window, chimeneas, vidrios repartidos en los aventanamientos. Avenida 40 15-59/61/63/65. Barrio La Magdalena.

Edificio estilo neoclásico, hoy sede del Club de Ingenieros. Volumen cúbico, simétrico con pórtico central de acceso con balcón superior con rejas y frontis. Se destaca el ritmo de las ventanas y el remate con balaustrada. Calle 39 15-37. Barrio La Magdalena..

Capilla del colegio Champagnat, con reminiscencias medievales en la torre y las ventanas y arcos ojivales, es un volumen pesado, a escala del barrio en sus proporciones. Muros de ladrillo a la vista y acceso en piedra y con pórtico de revoque blanco con columnas de piedra. Car. 17 39 A-65 esq. Calle 39 B 17-17/21. Barrio La Magdalena.

Edificio estilo colonial, volumen cúbico, muros blancos, cubierta de tejas coloniales de leve pendiente y balcones en madera. Se enfatiza el acceso con portal en piedra bogotana. Car. 18 39-09 esq. calle 39 18-22/24. Barrio La Magdalena.

3.3.6 EL BARRIO PALERMO

Barrio Palermo. 2002. Fuente: Sistema de Información Geográfica de la Oficina de Planeación, Alcaldía Local de Teusaquillo. Barrio diseñado por Karl Brunner. El barrio Palermo es otro más de los barrios residenciales de la localidad que se llegaron a realizar mediante gestión de particulares. Utilizando la ultima parcela de la hacienda Chapinero Carbonell, en el año de 1934 comenzó el proceso de parcelación, loteo, urbanización e instalación de servicios por parte de la urbanizadora Ospinas y Cia., que en sus comienzos llevaba la razón social de Tulio Ospina y Cia.

El diseño del barrio fue hecho por el arquitecto austriaco Karl Brunner y rompe con el esquema tradicional cuadriculado para darle forma abanicada con calles que dejan de ser

rectas para convertirse en curvas, que permiten empatar el trazado de los barrios Quesada y Santa Teresita, con los que limita por el norte y el sur respectivamente.

En 1938 se realiza sobre el barrio ya trazado la exposición que en conmemoración del Cuarto centenario de la fundación de Bogotá se realizó ese año.

El desarrollo urbano del barrio se realiza a través del eje central, organizado a partir del parque Palermo. Las edificaciones se construyen por acción individual por encargo y cuentan con espacios de transición como antejardines y accesos laterales, además de jardines interiores, de moda en los años 40. Hacia 1943 la mayoría de las magnificas casas se encuentran terminadas y habitadas.

Edificio estilo neoclásico. Volumen sólido de muros blancos, con un cuerpo central que avanza y donde se destaca la logia en el nivel superior y el pórtico de

acceso. Cubierta de tejas españolas, con leve pendiente. Car. 15 A 45-55/65 esq. Av. 46 15 A-07. Barrio Palermo.

Grupo de casas estilo inglés, ladrillo a la vista con detalles en revoque blanco, y las bow window y el uso del vidrio repartido en las ventanas. Se destaca la homogeneidad del conjunto, y el ritmo que brindan las pendientes de as cubiertas. Diag. 46 19-23. Barrio Palermo.

3.3.7 EL BARRIO DE LA SOLEDAD

Barrio La Soledad. 2002. Fuente: Sistema de Información Geográfica de la Oficina de Planeación, Alcaldía Local de Teusaquillo. Se destaca el Park Way. El barrio La soledad tiene sus orígenes en la quinta del mismo nombre. En 1859 José María Malo Blanco, el entonces gobernador de Cundinamarca, es asesinado en el atrio de la catedral, por su hermano Jesús Malo Blanco, quien es condenado a muerte pero tras el alegato de su abogado de demencia es condenado a presidio, luego este escapa y se expatria.

En 1863 se hace el inventario y avalúo de las propiedades de don José María que había sido el esposo de Soledad O’Leary. Dentro de sus muchas propiedades representadas en

terrenos, inmuebles y mobiliario se destacan las quintas de La Merced y Los Rosales en “la aldea de Chapinero”.

La Merced que había sido adquirida por Don José María por herencia de sus padres, abarcaba unas 265 fanegadas y sus linderos eran “Por el oriente, el camino público que va a Chapinero; por el norte, con tierras de El Salitre, y por el sur, con el camino público que va al cementerio”.46

Estos linderos traducidos a referencias actuales va desde la calle 26 hasta la calle 47 o 48 y desde la carrera 13 hasta la carrera 30. Este gran lote es dividido en seis porciones para ser repartidos entre los hijos de Don José María Malo. Antonio, uno de sus hijos compra parte de los terrenos de algunos de sus hermanos y hermanas. Luego de su muerte estas tierras son heredadas por su esposa doña Julia Carrizosa de Malo.

En el testamento de Antonio Malo ya figura La Soledad, nombre que este dio a su quinta tomado del de su madre, y sus linderos eran mucho más que el actual barrio que lleva ese nombre pues en ese latifundio se levantó no solo el barrio La Soledad sino algunos de los que lo rodean.

Se urbanizó este barrio en el año 1945 por parte de la firma urbanizadora Ospinas y Cía. y se encuentra ubicado entre las carreras 19 y 28 desde la calle 39 a la 33.

46

Juan Carrasquilla..Quintas y estancias, op.cit. pág 147

Grupo de casas, sencillas, estilo moderno, que se destacan por la homogeneidad y ritmo del conjunto. Cada vivienda es un cubo de tres niveles, subsuelo, fachada plana donde se destaca el acceso con la escalera frontal o paralela a la fachada y piso superior con ventanas corridas. Car. 24 40-77/79/81 y 71-73. Barrio La Soledad. 3.3.8 URBANIZACIÓN BANCO CENTRAL HIPOTECARIO

A finales de los años 30 el Banco Central Hipotecario puso en marcha en la ciudad una política de provisión de vivienda dirigida a la clase media, variando un poco sus tradicionales usuarios de clases populares.

Para tal fin el Banco adquirió en el norte de la ciudad lotes próximos a donde se ubicaban tanto el nuevo Estadio Nemesio Camacho, como el Hipódromo Alfonso López que había reemplazado al de la Magdalena, los cuales habían sido terminados entre 1935 y 1938.

El lote escogido por el Banco se ubicaba en las nuevas zonas urbanizables de la ciudad y contaba con las nuevas facilidades de transporte colectivo (tranvía eléctrico, líneas de buses), se encontraba entre las calles 51 y 55 y las carreras 17 y 21. Todo el sector recibió el nombre genérico de Banco Central Hipotecario. El trazado de las calles así como el diseño de algunas de las edificaciones le fue encargado a la firma constructora Cuellar, Serrano, Gómez.

Esta empresa desarrolla la parte urbana y de ingeniería y hacia fines de 1936 ejecuta la parte arquitectónica proponiendo viviendas de clase media en un loteo que fue el resultado de consideraciones meramente pragmáticas. Los proyectos resultantes se ejecutaron entre los años 37 y 38 y a comienzos de 1939 son entregadas las primeras casas.

Los lotes, bastante generosos para las consideraciones actuales contaban en promedio 225 m2 y el área construida estaba entre los 175 y 200 m2, en casas pareadas por uno de sus costados con los otros tres libres y con terminaciones simples y prácticas47.

47

CUELLAR, SERRANO, GOMEZ, Arquitectura 1933 – 1983. Tellez, Germán. Fondo Editorial Escala. Bogotá 1988. Pags. 56-57.

3.3.9 EL BARRIO LA ESMERALDA.

Barrio La Esmeralda 2002. Fuente: Sistema de Información Geográfica de la Oficina de Planeación, Alcaldía Local de Teusaquillo. Se destaca el diseño del Barrio Su construcción estuvo a cargo del Instituto de Crédito Territorial, ICT, y se inició en 1967. Su destino inicial estuvo orientado a la oferta de vivienda de jóvenes profesionales que iniciaban la constitución de su hogar. Posteriormente, su cercanía al CAN genero una distorsión de éste propósito en razón a que numerosas viviendas fueron destinadas a actividades de servicios, y sus calles convertidas en parqueaderos para los usuarios del CAN.

3.3.10 PABLO VI Se construyó este conjunto en 1967 con diseño de los arquitectos Eduardo Londoño, Gabriel Pardo y Fernando Jiménez, por parte del ICT, con el propósito de contribuir al

alojamiento de los peregrinos que visitarían a Bogotá con motivo de la celebración del Congreso Eucarístico y el viaje del Papa Pablo VI en el año 1968.

Paulo VI, primera etapa, 1967-1968. Plan llevado a cabo por el ICT para estratos sociales bajos y medios. Diseñado por Fernando Jiménez, Eduardo Londoño y Gabriel Pardo. El planteo urbanístico recrea la calle y la plaza como aglutinadores del conjunto, con usos comerciales en los primeros pisos y amplias zonas de recreo en las partes posteriores

3.3.11 EL SALITRE

Plano de la ciudad de Bogotá. 1944. Ubicación Archivo General de la Nación, Mapoteca 6, N. 149. Está lo que es la actual avenida 68 como límite con el municipio de Engativa, la futura Av. De las Américas y algunos barrios de la localidad con otros nombres. Este barrio, situado entre el Centro Administrativo Nacional y la Carrera 68 y entre la calle 53 y la Avenida El Dorado fue urbanizado por la Beneficencia de Cundinamarca, dueña de los terrenos que hacían parte de la antigua hacienda El Salitre.

El planteamiento técnico fue hecho por el Arquitecto Alvaro Escobar Jara y dentro de la reglamentación para el sector se limitaban las construcciones a dos pisos y el uso primordialmente era habitacional.

3.3.12 CENTRO URBANO ANTONIO NARIÑO

CUAN Centro Urbano Antonio Nariño 1960. Fuente: Plinio Mendoza Neira, Colombia País de Ciudades 1960. Tomado de Bogotá CD Museo de Desarrollo Urbano IDCT 1998. La construcción de este conjunto multifamiliar, en 1953, es toda una novedad en la ciudad e implica nuevos conceptos urbanísticos. Fue el primer conjunto residencial construido en la ciudad, sobre todo de carácter experimental, ante la vigencia de los movimientos modernos y el CIAM. La arquitectura del conjunto sigue los preceptos del arquitecto Le Corbusier, en donde las construcciones ocupan el menor porcentaje del terreno en beneficio de zonas verdes, parqueaderos y servicios comunales y el primer piso es dejado como área libre para la circulación de las personas.

La gestión de este proyecto fue estatal, mediante el Ministerio de Obras públicas que se encargó de la urbanización y la construcción de los

960 apartamentos, mientras la

parcelación, loteo y diseño son hechos por los arquitectos Rafael Esguerra, Néstor Gutiérrez, Juan Méndez y Otros.

Se escogió un lote de grandes dimensiones, aproximadamente 151 hectáreas, perteneciente a la Beneficencia de Cundinamarca y que hacía parte de la antigua hacienda El Salitre, sobre la avenida de Las Américas, construida hacía poco tiempo antes de iniciarse esta urbanización.

Corferias y Centro Urbano Antonio Nariño. 2002. Fuente: Sistema de Información Geográfica de la Oficina de Planeación, Alcaldía Local de Teusaquillo. Dos importantes hitos arquitectónicos y de desarrollo que también se encuentran en la localidad

3.3.13 OTROS BARRIOS

Alfonso López. Año de la urbanización 1934, realizada por la empresa Ospinas y Cia. Se encuentra ubicado entre las carreras 19 a 27 y las calles 47 a 52.

El Recuerdo. Se construyó en parte de los terrenos de la Quinta de Demetrio Paredes que tenía este nombre, el año de urbanización fue 1936, por parte de Ospinas y Cia. Sus límites están de las carreras 36 a 38 y las calles 26 a 30.

Urbanización Armenia. En el año 1937 Ospinas y Cia inició esta urbanización, la cual va de las Calles 26 a 30 desde la avenida Caracas a la carrera 17.

En este edificio se destaca su implantación sobre tres calles y su ubicación frente a un parque. La composición simétrica es abierta en su fachada principal, son las dos torres, junto a los balcones que enfatizan el acceso en forma de arco. Elementos que responden al estilo neoclásico. Car. 15 32-02/04/08 esq. Calle 32 15-08/10. Barrio Armenia.

San Luis

Barrio San Luis. 2002. Fuente: Sistema de Información Geográfica de la Oficina de Planeación, Alcaldía Local de Teusaquillo. Importante por el conjunto arquitectónico de sus casas. Su urbanización estuvo asociada a la integración del espacio urbano por parte de Nemesio Camacho y fue construido por Ospinas y Cia.

Panorámica barrio San Luis y Estadio El Campín. Fuente: Germán Téllez. Cuellar Serrano Gómez Arquitectura 1933 1983. Bogotá 1988. Tomado de Bogotá CD Museo de Desarrollo Urbano IDCT Bogotá 1998. El Campín. Al igual que el barrio San Luis, éste barrio también fue urbanizados por Ospinas y Cia., cuya construcción comenzó en 1946; va de la Diagonal 54 a 63 y de la transversal 19 a la carrera 26.

El Recuerdo II. Se urbanizó en el año 1948 por parte de Ospinas y cia. Va de la calle 25 a 22 y de la carrera 36 a 40.

Las Américas La Urbanización residencial Las Américas se desarrolló bajó la gestión privada llevada a cabo por Ospinas y Cia., en el año de 1954. La primera fase de parcelación, loteo y urbanización es realizada por esta firma, pero la edificación, adelantada en un segundo momento por encargo o en algunos sectores en serie, es realizada por diversas compañías constructoras. El terreno sobre el cual se adelanta este proyecto era parte de la hacienda Las Quintas, en una porción al occidente del barrio la soledad y colindante con la avenida 26. La forma de terreno es triangular y cuenta con un parque en la zona central. Se destaca en la arquitectura de ésta urbanización la amplitud espacial, los antejardines, garajes y el uso de materiales como piedras, lajas, granitos y forjados metálicos.

Casa Antiguo Consejo de Bogotá. Estilo colonial, muros blancos con ventanas recortadas y cubierta de tejas españolas. Interesante conjunto arquitectónico, en la fachada principal se destaca el cuerpo que avanza y enfatiza el acceso a través de una sucesión de arcos. Calle 34 27-36. Barrio Américas.

Casa en esquina, estilo racional, cubierta plana en un volumen revestido en piedra irregular y que en su parte superior recorta un paño revocado que aliviana el conjunto. Se destaca la puerta de acceso rodeada de un trabajo en piedra. Calle 35 A 27-10. Barrio Américas. Gran América Año de urbanización 1957 por parte de Ospinas y Cia. Va de la carrera 30 a 34 entre calles 25 y avenida de las Américas.

Belalcázar norte y sur. Se reglamenta la urbanización de estos barrios mediante el decreto 723 de 1960, el cual a su vez es desarrollo del decreto 185 de 1951 con el cual se reglamenta el plan piloto de la ciudad. Los linderos son la calle 54 al norte, las urbanizaciones Antiguo Hipódromo y Alfonso López por el oriente y la avenida ciudad de Quito por el occidente y el canal del río salitre por el sur, para Belalcázar norte y la calle 42 para Belalcázar sur.

Hipódromo Alfonso López. 1938 Fuente: Sociedad de Mejoras de Ornato de Bogotá, Álbum de 1938. Tomado de Bogotá CD. Museo de Desarrollo Urbano IDCT. Bogotá 1998. Se encontraba ubicado en la calle 53 con carrera 24.

3.4 CENTROS DE SERVICIOS

3.4.1 LA UNIVERSIDAD NACIONAL DE COLOMBIA

Plan proyecto inicial 1937-1938. Fuente: Alfonso López Pumarejo y la Universidad Nacional de Colombia. Edit Universidad Nacional de Colombia, Bogotá D.C. 2000.

“Con la Ley 68 de 1935, la Universidad Nacional queda constituida como un organismo autónomo con personería jurídica, fuerza decisoria y plenos poderes para darse a sí misma una organización interna capaz de permitir su normal desarrollo...”48

48

Universidad Nacional de Colombia. Bogotá. Evolución histórica de su planta física, 1934-1964. Amorocho Luz. Revista PROA, No.

Por esa misma época el gobierno nacional del liberal Alfonso López Pumarejo, recién llegado al poder, busca quebrantar las estructuras tradicionales aun persistentes en el país, mediante leyes agrarias y laborales. La restitución de la Universidad se enmarca dentro de ese espíritu de renovación anunciando la apertura de la educación a sectores más amplios de la sociedad. Cabe señalar que en ese momento, la Universidad, que había sido fundada en 1867, se encontraba dispersa en la ciudad y ocupaba viajes edificaciones que ya resultaban inadecuadas para las nuevas necesidades que buscaba asignarle el Estado liberal reformador.

El experto en materias educativas, Fritz Karsen realiza un estudio de los recursos con que cuenta la Universidad y plantea la idea conductora que a trazar los lineamientos para una concepción global de Universidad según criterios modernos y aplicados en otros países en donde los cuerpos docentes, organizados en departamentos integrados en cinco grandes grupos, funcionan unidos para dar enseñanza diversificada y con ahorro de medios. Esto apoyado en una organización administrativa y en un conjunto de servicios generales de carácter docente y de bienestar estudiantil.

Para que eso sea posible también se requiere dotar a la Universidad de unidad espacial, dado que hasta el momento ésta funcionaba en edificios repartidos en diferentes lugares de la ciudad, de tal manera que su unificación permitiera la interrelación entre los diferentes organismos que la van a constituir a medida que se vaya perfeccionando e implementando el plan.

Como complemento al plan de reorganización de la Universidad, se hacía necesario un buen diseño de la planta física, el cual fue encargado al arquitecto Leopoldo Rother quien contó para ello con la colaboración del mismo Karsen. Finalmente se trataría de dar una localización radial a las cinco zonas correspondientes a la estructura académica propuesta en el plan de Karsen: Ciencias Naturales, Ciencias Químicas, Ingenierías, Artes y Ciencias Aplicadas, Ciencias Sociales y Políticas. En un eje central van los servicios generales (administrativos, de bienestar estudiantil, zona deportiva y residencial) y todo se complementa con una vía circular que liga el conjunto y permite el acceso vehicular y paralelamente una vía peatonal ramificada a todas las edificaciones.

El plano inicial es modificado por el director de Edificios Nacionales, arquitecto Alberto Wills Ferro, para dar como resultado el aspecto actual de la Universidad con dos anillos paralelos de circulación vehicular y con los edificios orientados en forma diferente al plan de Rother que había planteado edificios como barras colocadas a 45° con respecto a la norte – sur. La zonificación por sectores no tuvo modificación.

Las obras para la construcción de la ciudad universitaria se iniciaron en junio de 1936. Se escogió para ello un lote ubicado en la periferia occidental de la ciudad, sobre la carrilera del Ferrocarril del Nordeste, hoy carrera 30 partiendo del lindero que compartían la hacienda El Salitre con el barrio Acevedo Tejada.

Con un frente de 1000 metros y un fondo aproximado de 1500 el lote contaba con una gran área para poder dar cabida a la cantidad de edificios docentes y para los demás organismos

que se pensaba construir, además de proveer reservas de terreno que le aseguraran en el futuro rentas propias mediante la construcción de urbanizaciones o granjas.

Su ubicación, que aún hoy sigue siendo estratégica para el ofrecimiento de los servicios educativos, se veía favorecida por la facilidad de acceso pues se contaba ya con la calle 26, que llegaba un poco más abajo de la carrera 32 y por esa época se estaba terminando de construir la calle 53 sobre “el antiguo” cause del río Arzobispo. Adicionalmente se proyectaba en ese momento la construcción de la avenida 28 aprovechando el antiguo camino a El Salitre.

El estudio de la posible localización del Universidad se había iniciado el año anterior y entre las consideraciones que se tuvieron en cuenta estaba el que ella valorizaría los terrenos colindantes y que su presencia permitiría corregir el irregular desarrollo de la ciudad que tenía un gran terreno baldío en el centro de la misma.

Cuando finalmente se pensó que el mejor lugar para este proyecto era en la mencionada “esquina” de la hacienda El Salitre, se empezó a negociar con el dueño, el señor José Joaquín Vargas, pero dado que no se llegaba a ningún acuerdo sobre el precio el gobierno dictó las medidas legales para su expropiación, sin embargo, dado que en ese año murió el señor Vargas y que en su testamento dejaba a la Beneficencia de Cundinamarca la propiedad, se pudo reanudar las negociaciones con el nuevo dueño, luego del dictamen de los evaluadores hasta que se llegó a un acuerdo.49 49

En la gran ciudad universitaria vivirán más de 10.000 personas. El Tiempo, miércoles 13 de mayo de 1936. Págs. 1 y 15. Citado en Alfonso López Pumarejo y la Universidad Nacional de Colombia. Edit Universidad Nacional de Colombia, Bogotá D.C. 2000.

Estos hechos permitieron comenzar a unificar la ubicación de las distintas dependencias sin embargo en los primeros años “solo el Instituto Botánico, fundador del Campo Universitario, la Escuela de Veterinaria y las facultades de Derecho y Arquitectura, encuentran allí su nueva ubicación”50 y otras edificaciones de servicios complementarios como las residencias estudiantiles y de profesores, el Estadio Alfonso López, algunas canchas de tenis y la de Baloncesto.

Las Facultades de Ingeniería y Medicina, las Escuelas de Farmacia, Odontología y Bellas Artes, el Conservatorio de Música y otros organismos adscritos como el Instituto Nacional de Radium, el Museo Nacional y el Observatorio Astronómico permanecerían aún un tiempo en diferentes lugares de la ciudad.

Recorrer la Universidad hoy en día es transitar por diferentes épocas y tendencias de la arquitectura colombiana, que durante mucho tiempo, antes de lograr características propias se movió bajo el influjo de la que se hacía fuera del país, en especial en Europa.

Algunas edificaciones de las primera épocas denotan la influencia de una arquitectura con reminiscencias neoclásicas, en boga en la Alemania e Italia de esos tiempos, que pretendía ser imponente y grandiosa; otras, con su blanca geometría, reflejan las tendencias de la Escuela Bauhaus, la mayoría, a pesar de reformas y adiciones conservan sus características.

50

Universidad Nacional de Colombia. Bogotá. Evolución histórica de su planta física, 1934-1964. Amorocho Luz. Revista PROA, No

En 1973 el primer premio nacional de Arquitectura es otorgado al Auditorio León De Greiff, de la Universidad Nacional51.

Cabe destacar que en 1963 se había aprobado un plan de modernización y ensanche que contemplaba la adaptación de programas con docencias y actividades culturales, recreativas y comunitarias, que iban a complementar la muy especializada formación profesional que se venía impartiendo. Para contribuir con este objetivo las oficinas de planeación y ejecutiva de empréstitos y construcciones de la Universidad levantaron este auditorio para estimular la sensibilidad y la creatividad dramática, la autoexpresión y los vínculos entre la población universitaria y la comunidad.

El diseño de este edificio, realizado por la arquitecta Eugenia de Cardoso, incluye un amplio corredor exterior que facilita el acceso, una sala con capacidad de 1630 personas asistentes, el foro que puede contener a 100 músicos o 300 cantantes, dependencias para los artistas, una zona de conferencias, biblioteca y áreas de servicios. El escenario se integra a la sala permitiendo muy buena comunicación entre actores y espectadores, la gradería se dispone de manera radial para aunar la presencia de la audiencia. Para la acústica se contó con la asesoría del ingeniero Manuel Drezner, dando como resultado un logro excelente al utilizar los materiales apropiados y la disposición del escenario en forma de concha acústica.

51

Revista PROA, No. 247, abril de 1975. Pp 14-17

Ciudad Universitaria. 2002. Fuente: Sistema de Información Geográfica de la Oficina de Planeación, Alcaldía Local de Teusaquillo. La Universidad más importante del país también tiene su sede en la localidad.

3.4.2 CENTRO ADMINISTRATIVO NACIONAL, CAN.

Centro Administrativo Nacional. Ubicación Biblioteca Luis Ángel Arango, número PC7, Mapoteca. En este centro funcionan gran cantidad de entidades de importancia nacional.

El tradicional ingenio Bogotano, en conjunción con el nombre original de éste centro y la deficiente planeación con que se vio aparecer en los años cincuenta al grupo de edificios que lo conforman, hicieron que inicialmente se le conociera como el CAOS. Originalmente se le denomino Centro Administrativo Oficial y la S, agregada como un chascarrillo popular en parte por su ubicación, en lo que fue parte de la hacienda El Salitre, en parte por las críticas a la planeación del mismo.

Durante mucho tiempo el gobierno central pensó en construir un gran centro que contuviera todas las entidades oficiales, principalmente de gobierno. En el plan maestro para el centro de la ciudad Le Courbusier planteaba demoler prácticamente todas las edificaciones alrededor del capitolio para construir en ese sector el CAO.

Solo hasta la administración del General Rojas Pinilla se concreta este antiguo plan pero ubicado donde se encuentra actualmente. En el proyecto inicial se planeaba trasladar allí el palacio presidencial, el batallón guardia presidencial, los 11 ministerios que existían entonces, el Centro de Radio y Televisión – INRAVISION -

creado por el mismo

presidente, el diario oficial, la Academia Nacional y un centro comercial.

Descartado el plan inicial de hacer el Centro en la parte antigua de Bogotá se eligió un lote en la antigua hacienda el Salitre. El gobierno nacional compró a la Beneficencia de Cundinamarca, dueña de la Hacienda gracias a la donación de José Joaquín Vargas, un lote de unos 650.000 metros cuadrados, cuyos límites, hoy claros, en ese momento apenas se comenzaban a trazar.

Por el sur estaría la carretera que uniría al centro con el nuevo Aeropuerto Internacional, que en ese momento se hallaba en construcción, la avenida 26 que durante mucho tiempo solamente llegaba hasta la Ciudad Universitaria. Por el oriente sus límites serían los confines de la Universidad Nacional y por el occidente una prolongación de la carrera 50.52

El diseño original de la obra, muy distinto a lo que finalmente se construyó, fue encargado a la firma norteamericana de arquitectos Skidmore, Owings y Merril y en él se preveían acceso a todos los edificios por una carretera circunvalar, con el interior libre del tráfico de autos, embellecido con lagunas, fuentes y plantas, el Palacio Presidencial, que sería el punto focal, contaría con dos anchas plazas, al este y al oeste y a su alrededor estarían agrupados los edificios de cuatro pisos que alojarían a los Ministerios.

52

CENTRO ADMINISTRATIVO NACIONAL PARA LA REPUBLICA DE COLOMBIA. En Revista PROA, No. 110, julio de 1957.

Maqueta del proyecto original elaborado por Skidmore, Owens y Merril. Fuente: Germán Téllez. Cuellar Serrano Gómez Arquitectura 1933 1983. Bogotá 1988. Tomado de Bogotá CD. Museo de Desarrollo Urbano IDCT. Bogotá 1998. El concepto del diseño revivía los trazados monumentales de los centro cívicos europeos de los siglos XVIII y XIX. Se aseguraba sobre el CAO que “La grandeza y dignidad que caracterizan los jardines de Versalles, el diseño de la parte central de París y de la ciudad de Washington, reaparecen en este nuevo Centro que constituirá un monumento a la antigua grandeza, a la industria actual, y al brillante porvenir de Colombia... El proyecto entero suministra jardines públicos de tal escala que rivalizan con los más hermosos de Europa.” 53 En fin, un sinnúmero de maravillosas zonas, parqueaderos, plazas y salones, que nunca fueron llevados a cabo. El proyecto que finalmente fue construido se encuentra a medio

53

Ibidem.

camino entre lo proyectado y lo que se pudo hacer. En parte, su origen, como proyecto de un gobierno militar de facto, y las exigencias económicas que esto implicaba, llevaron a su ejecución parcial.

3.4.3 CENTRO ADMINISTRATIVO DISTRITAL.

Centro Administrativo Distrital (1968-1972), proyectado por la firma Cuellar Serrano Gómez. Se aprecia uno de los bloques, la torre de 14 pisos. Plasticidad en su forma, son planos simples y contundentes en combinación con el reticulado, llenos y vacíos, que transmiten liviandad y al mismo tiempo solidez. Mención de Honor en la IV Bienal de arquitectura del año 1970. Carr 30 24- 40/90. Barrio La Florida. Sobre un terreno triangular perteneciente a la administración distrital y enmarcado por tres importantes vías de la ciudad: la carrera 30, la calle 26 y la avenida de Las Américas, se construyó el CAD de acuerdo con el proyecto presentado por Cuellar Serrano Gómez, 54 firma a la cual también se adjudicó la construcción.

Con esta obra, iniciada en 1968, se buscaba prestar un servicio más eficiente y cómodo tanto para empleados como para los usuarios. El rápido crecimiento demográfico de la ciudad, así como la ampliación de las dependencias distritales, trajo inesperadamente grandes congestiones en las oficinas, llenas de ciudadanos que demandaban más y mejores servicios, que hasta entonces prestaban oficinas dispersas y mal acondicionadas. La alcaldía distrital requería esta obra para trasladar y centralizar allí las oficinas de la Tesorería, Catastro, Planeación Distrital, Secretaría de Obras Públicas, Valorización, el Acueducto Municipal, Energía Eléctrica, Teléfonos, entre otras. Las vías de acceso y el amplio parqueadero permitirían un fácil y masivo acceso de los usuarios de estas oficinas.

Los dos bloques que conforman el Centro fueron pensados de acuerdo a su función; el bloque bajo, que se terminó y entro a funcionar primero, cuenta con gran amplitud, un hall público de entrada y cajeros de los despachos de mayor contacto con el público, mientras el

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Revista PROA. No. 193, Abril de 1968

bloque alto, o torre, con sus 14 pisos y terminado en 1972, contiene oficinas de menor afluencia. Hoy en día este es uno de los edificios emblemáticos de la ciudad.

3.4.4. CORFERIAS

Corporación de Feria de Exposiciones: Es uno de los espacios más representativo de Bogotá, el arco ubicado en la plaza de acceso es un elemento liviano que le confiere plasticidad al espacio.

La Corporación de Ferias y Exposiciones fue creada el 8 de junio de 1954 y abrió sus puertas el 29 de octubre del mismo año, cuando se inició la primera Feria Exposición Internacional, la cual más tarde se convertiría en la Feria Internacional de Bogotá. Ubicada en uno de los costados del Centro Urbano Antonio Nariño, de reciente construcción para ese entonces, este lugar se abría como un espacio que se estaba integrando a la ciudad y ofreciendo un servicio urbano hasta entonces desconocido en Bogotá, como era la convocatoria de 315 expositores y un área de exhibición de 25.000 metros cuadrados de espacio útil.

La iniciativa que dio origen a Corferias la tuvo la Asociación Colombiana Popular de Industriales ACOPI, y el Banco Popular, más tarde el IFI entró a formar parte de la sociedad hasta cuando fue privatizada en 1989 cuando la Cámara de Comercio de Bogotá se convirtió en su mayor accionista. La realización sin interrupciones de la Feria Internacional de Bogotá, así como otros numerosos eventos, ha convertido a Corferias como uno de los lugares de mayor referencia urbana de la ciudad. Posteriormente, en 1989 se convirtió en una empresa privada bajo la modalidad de sociedad anónima, cuyo principal accionista es la Cámara de Comercio de Bogotá. A partir de este momento pasa de realizar una feria al año, a realizar hasta 27 ferias al año, al igual que múltiples eventos.

3.4.5 OSPINAS Y COMPAÑÍA LIMITADA

La historia de la urbanización de la Localidad de Teusaquillo se encuentra asociada a la historia de esta empresa urbanizadora y en razón de ello incluimos el recuento histórico de esta empresa constructora. Ospinas y Compañía se constituyó a comienzos de los años treinta, cuando la ciudad comienza a vivir un período de rápido crecimiento que empieza a desbordar los límites heredados del siglo XIX. En 1932 se conforma la sociedad Tulio Ospina y Cia de Medellín, con sede inicial en esa ciudad.

Son los hijos de Tulio Ospina Vásquez, político, ingeniero e intelectual de renombre: Tulio, Mariano y Francisco Ospina Pérez quienes dan comienzo a la compañía, quienes son sobrinos y nietos de presidentes de Colombia (el mismo Mariano lo sería años más tarde), puesto que en la década anterior a la fundación, entre los años 1922 y 1926 lo fue su tío Pedro Nel Ospina Vásquez y el siglo anterior, entre 1856 y 1860 lo había sido su abuelo Mariano Ospina Rodríguez.

Dos años más tarde y mediante la escritura pública No. 105 del 19 de enero de 1934, en la Notaría Primera de Medellín se constituye la sociedad colectiva Tulio Ospina y Cia. de Bogotá, de la cual se hicieron cargo Mariano Ospina Pérez y Lucio Zuleta Ferrer, quien también era socio.

A la luz del recién formulado Plan Regulador de Bogotá, del ingeniero urbanista austriaco Karl H. Brunner que había sido contratado bajo la administración de Enrique Olaya Herrera para que se organizara el Departamento de Urbanismo de la ciudad, la empresa Tulio

Ospina y Cia de Bogotá inicia sus labores en la capital y rápidamente inicia obras en la actual Localidad de Teusaquillo. Establece las sociedades Urbanización Palermo S.A. en 1934 y Urbanización El Recuerdo S.A. en 1935. En ambas es socio mayoritario y ejecutor de la totalidad de las obras de urbanización y es socio minoritario en la urbanización del barrio Alfonso y ejecutor solo de una parte de la misma.

El 16 de febrero de 1939 se constituye la sociedad Ospinas y Cia S.A. que se hace cargo de las obligaciones y adquiere los derechos de la disuelta Tulio Ospina y Cia., pero es solo hasta el 23 de diciembre del año siguiente con nuevos estatutos traslada su sede a Bogotá y fija su duración en ocho años. Para ese entonces su objeto es “la realización de negocios de urbanización de terrenos y venta de lotes, la construcción de edificios, casas y en general toda clase de obras de ingeniería...”

Aparte de adelantar acciones en diferentes partes de la ciudad, en 1941 Ospinas comienza las obras para la urbanización Armenia en donde era el socio mayoritario. Durante los primeros cinco años de la década del cuarenta la empresa participa en más de veinte urbanizaciones, entre las cuales se destaca La Soledad, iniciada en el año 45.

El que fuera gerente durante ese período, Mariano Ospina Pérez, fue elegido Presidente de la República para el cuatrienio de 1946 a 1950, venciendo a los dos candidatos liberales Jorge Eliécer Gaitán y Gabriel Turbay. Esta situación obligó a Ospina a renunciar a su cargo en la empresa privada y a su puesto de miembro principal en la junta directiva, la cual accedió adicionalmente a aprobar la directriz según la cual Ospinas se limitaría a continuar

sus compromisos ya adquiridos sin emprender nuevos negocios mientras el exgerente ocupara la presidencia.

Durante ese periodo Ospinas y Cia. urbanizó el barrio El Campín, pues había establecido con los hermanos Puyana la sociedad Urbanizadora El Campín, el 27 de marzo antes de la elección de Mariano Ospina.

Una vez finalizado el mandato del presidente Ospina Pérez la empresa retoma con fuerza su actividad urbanizadora y, aparte de las acciones en sectores como El Chicó, La Cabrera, Santa Isabel y otras zonas de la ciudad, el 24 de marzo de 1950 adquiere acciones en la Urbanización Gran América y el 3 de mayo de 1953 compra un lote de 44.955 varas para dar inicio a la Urbanización Las Américas.

Tres años más tarde, en febrero de 1956 Ospinas crea la sociedad Centro Urbano Ltda. Dada su gran participación en la construcción de una ciudad moderna, muy lejana y distinta de la de principios de siglo la sociedad siente con orgullo su aporte en este cambio. Ese mismo año Ospinas y Cia S.A. pasa a ser Ospinas y Cia Ltda.

3.4.6 AVENIDA CARACAS.

Al finalizar la Colonia, la administración española encomendó al sacerdote Domingo Esquiaqui la construcción de un camino que comunicara la ciudad de Santa Fe con el Puente del Común. Con esta obra se buscaba mejorar el camino que ya existía y que iba bordeando los cerros orientales. Para ello, Esquiaqui construyó un camino que al atravesar

varios humedales del Norte, se hizo bajo la modalidad de camellón, es decir un camino más elevado del nivel del suelo, para lo cual se hicieron varios rellenos. Esta obra, que no siguió ningún camino anterior, sino que se constituyó en un nuevo trazado, se hizo en línea recta, lo cual va a incidir directamente en las diferentes utilizaciones que ha tenido esta vía posteriormente.

En efecto, en los años ochenta del siglo XIX, cuando se inició la construcción del Ferrocarril del Norte, se utilizó esta vía, conservando su trazado rectilíneo. Este Ferrocarril utilizó el Camellón del Norte, como se le llamaba a ese camino, entrando a la ciudad en sentido Norte – Sur hasta la altura de la calle 17, por donde bajaba al Occidente. Más tarde, en 1917, cuando se construye la Estación de la Sabana, se completa esta oferta de servicios de transporte. Posteriormente, al iniciarse los años treinta del siglo XX, el urbanista Karl Brunner va a proponer retirar este Ferrocarril de esta vía, y trasladar los rieles al corredor férreo que ocupa hoy en día. Las consideraciones que lleva a este urbanista a proponer esta modificación partía del hecho de la intensa urbanización que se estaba produciendo a lado y lado de la vía férrea, y a la condición de frontera urbana que ésta tenía. Para solucionar ese problema, se propone la sustitución del corredor férreo por una avenida amplia, rodeada de árboles, y que compatibilizara con el nuevo urbanismo que estaba surgiendo en este sector de la ciudad.

Es por ello que el 9 de diciembre de 1932, con motivo de un aniversario más de la batalla de Ayacucho, que en 1824 bajo el mando del Mariscal Antonio José de Sucre los ejércitos de la Gran Colombia ganaron para sellar definitivamente la independencia de Perú, se inauguró la que fue desde el principio una de las vías más importantes de la ciudad.

El ayuntamiento de Bogotá acordó, como un homenaje a la ciudad donde vio la luz Simón Bolívar, darle el nombre de Caracas a una de las vías de porvenir más halagüeño en el desarrollo urbano de la capital. Para tal fin expidió el Acuerdo 53 del 18 de noviembre de 1932 “Por el cual se denomina Avenida Caracas a una vía de la ciudad” que dice, en su artículo único, que la carrera 14 desde la calle 26 en su prolongación hacia el norte, la cual estaba siendo construida en esos momentos, se denominará Avenida Caracas. Allí mismo define como fecha de inauguración el 9 de diciembre. La magnificencia urbanística de esta avenida, derivada de sus dimensiones y el ornato que la acompañaba, hicieron de ella uno de los hitos urbanos más importantes de la ciudad. Con ello se solucionó la condición de frontera urbana que significaba la vía férrea y se integró al desarrollo urbano de la ciudad los nuevos barrios que se estaban construyendo al Occidente.

3.4.7 ESTADO NEMESIO CAMACHO “EL CAMPÍN”

Plano de Bogotá, 1938. Ubicación Biblioteca Luis Angel Arango número PC3. Se aprecian el cause original del río Arzobispo, el Estadio, el hipódromo y varios de los actuales barrios. En varios puntos la historia de la Localidad de Teusaquillo ha estado tocada por el respeto y la veneración que aún conserva nuestro país por la figura del libertador Simón Bolívar; la avenida Caracas, protagonista indiscutible en el desarrollo de los barrios ubicados en sus costados, lleva ese nombre en homenaje la ciudad en que aquel nació; el parque metropolitano más importante de la ciudad y que está en esta localidad, lleva su nombre y el origen del estadio de la ciudad se da como la concreción de un plan para la realización de los primeros juegos Bolivarianos.

Como el azar, y las circunstancias todo lo envuelven, el viaje a Berlín, Alemania, de Alberto Nariño Cheyne, no solo fue para acompañar a la pequeña delegación del Comité Olímpico Colombiano, conformado solo tres días antes con el fin de poder hacer presencia en los juegos Olímpicos de 1936, sino también para poner, sin saberlo, la semilla del Estadio y de paso dar un nuevo rumbo al desarrollo urbano de la ciudad y del sector donde se encuentra.

Nariño iba con la idea de presentar al Comité Olímpico Internacional el plan de realizar unos juegos que se denominarían “Juegos Bolivarianos” en donde participarían los países liberados por Bolívar (incluyendo a la joven Panamá por haber sido parte de Colombia). Tan rápido como se armó el Comité, el viaje y la participación de Colombia, sin representación del fútbol; fue la respuesta del Comité: “Aprobados señor Nariño, pero hágalos en Bogotá”55

A su regreso a Bogotá, Alberto Nariño cayó en cuenta que ni la ciudad ni el país contaban con un escenario deportivo para la realización de los juegos aún cuando los participantes posible provenían de sólo seis naciones. No se podía echar para atrás, ya se había aprobado la idea, había que ejecutarla.

La noticia se difundió rápidamente, de manera tal que de forma espontánea unos 2000 estudiantes que participaban, el 12 de octubre de ese año, en una marcha entre el parque Nacional y la plaza de Bolívar (pues desde entonces ya se hacía ese recorrido en las marchas de la ciudad) una vez llegados frente a la Alcaldía Mayor, comenzaron a pedir a 55

EL COLOSO DEL FÚTBOL, Op. cit

gritos un estadio. El compromiso adquirido ante el Comité Olímpico Internacional y la presión popular hicieron que el alcalde, Dr. Jorge Eliécer Gaitán, designara al ingeniero Luis Eduardo Mora para la elaboración del anteproyecto y que destinara la suma de $250.000 para la realización de dicho evento. Con esta suma se debía construir un estadio, comprar implementos y en fin organizar los juegos. Cabe señalar que la ciudad se encontraban empeñada en organizar las festividades del cuarto centenario de su fundación, a cumplirse en 1938, y que estaban programando numerosas obraras para hacer de esta conmemoración un evento de gran significancia.

La ciudad en ese entonces era aún pequeña a pesar del auge en la construcción de barrios nuevos tanto en zonas de la actual localidad como en otros sectores, así que existía una gran cantidad de lotes donde se habría podido construir el futuro estadio, siendo uno de ellos un terreno ubicado entre las actuales calles 53 y 63, que pertenecía a Luis Camacho Matiz, sin embargo el valor que pedía su propietario era exactamente la suma que el alcalde había asignado para los juegos, $250.000, así que “Nariño hizo entonces una insólita propuesta: “Ala Luis, ¿Por qué no le regalas ese terrenito a Bogotá?”56

La respuesta afirmativa llegó dos días después y acompañada de dos condiciones, solamente podía ser usado para la construcción de un estadio deportivo y éste debía llevar el nombre Nemesio Camacho en honor al padre del propietario del lote. Por supuesto que también existía la situación de que esta familia se encontraba adelantando la urbanización de sus terrenos, y que la inclusión en el área urbana de estas fincas exigían la entrega de

56

SESENTA AÑOS DE EL CAMPIN, EL COLOSO DEL FUTBOL Alcaldía Mayor de Santa Fe de Bogotá, Ediciones Libros y Letras.

terrenos para la construcción de espacios públicos, además de que la construcción del estadio valorizaba estas tierras, por entonces en los límites de la ciudad.

Ya con las condiciones dadas se dio inicio a la gran obra con que el alcalde pensaba celebrar los 400 años de la ciudad, el 6 de agosto de 1938, a pesar de las críticas de algunas personas que la consideraban un despilfarro y de la oposición del mismo presidente Alfonso López Pumarejo quien afirmaba que era más barato construir el estadio en la Ciudad Universitaria. Finalmente al cabo del tiempo resultó que las dos obras fueron hechas pero Gaitán no llegó a inaugurar el estadio pues antes de que este fuera terminado renunció a la Alcaldía.

Tampoco se llegó a inaugurar la obra en la fecha prevista sino nueve días después, el 15 de agosto de 1938. A las diez de la mañana y con presencia del presidente Eduardo Santos, posesionado 8 días antes, 17.000 personas asistieron al programa preparado para dar comienzo a los primeros juegos Bolivarianos, en donde no faltaron los desfiles, los himnos, la izada de banderas, los discursos y la llama olímpica. Los juegos durarían siete días y su clausura, el 22 de ese mismo mes, trajo de nuevo honores y discursos y el apagar la llama olímpica arrojándole tierra traída de los seis países participantes.

Para la mayoría de quienes hoy vemos y disfrutamos de este escenario lo más lógico es pensar que siempre ha sido esencialmente tal cual se nos presenta, excepción hecha de algunas remodelaciones más o menos recientes, sin embargo el estadio ha tenido grandes transformaciones desde su inauguración, en especial las de los años de 1951 y 1965.

Estadio EL Campín. 1939 Fuente: Mosca Juan. Bogotá ayer hoy y mañana. Bogotá 1987. Tomado de Bogotá CD. Museo de Desarrollo Urbano IDCT. Bogotá 1998. El aforo dado en el diseño inicial del ingeniero encargado por Gaitán era de 23.500 asistentes, distribuidos en nueve tribunas en los cuatro costados. En la parte oriental había una sola tribuna de 90 metros de largo y capacidad de 7.000 personas; en el costado occidental había dos tribunas, una alta y otra baja y recibía a 12.000 espectadores; por su parte los costados norte y sur sumaban 4.500 plazas y tenían cada uno tres tribunas: norte y sur oriental, norte y sur occidental y norte y sur. Las tribunas oriental y occidental se elevaban sobre bases pero norte y sur estaban al nivel del suelo y en la tribuna norte se ubicó, como solía hacerse, la puerta de maratón, en forma de arco de triunfo.

Para los deportes el estadio contaba con una pista atlética de seis carriles, la grama, fosos e infraestructura para saltos y lanzamientos y aunque su finalidad inicial era el atletismo, también sirvió como velódromo de la ciudad antes de que fuera construido uno con las especificaciones requeridas en el ciclismo.

La capacidad inicial de 23.500 asistentes era suficiente en el año de 1938, pero ya no a mediados del siglo, así que en 1951 se hizo la primera reforma del estadio. En esa ocasión las tribunas norte y sur fueron levantadas del nivel del piso utilizando estructuras de concreto y se demolió el arco del triunfo para cerrar del todo el ovalo y elevar la capacidad del estadio a 45.000 espectadores. Se vivía en esos años la pasión que despertaba el equipo de los Millonarios en los días de El Dorado, cuando Di Stéfano y Pedernera y otros jugadores, provenientes de ocho naciones diferentes; la fama del “Ballet Azul” atrajo a gran cantidad de aficionados, incluso el equipo fue visto por el Ché Guevara, cuando en 1952 su compatriota Di Stéfano lo invitó al estadio.

El estadio fue reinaugurado el día 20 de julio de 1951 con dos partidos internacionales amistosos. Uno de ellos, Colombia – Uruguay, en donde el saque de honor lo hizo el alcalde Santiago Trujillo, permitió estrenar el marcador electrónico que desde entonces se ubicó en la tribuna norte, de donde no ha sido movido. Con el auge del fútbol tanto en el país como fuera de él y los cada vez más frecuentes compromisos internacionales en los años 60, se evidenció la necesidad de ampliar aún más el estadio que alcanzó el tamaño que hoy tiene con la segunda reforma.

Durante la primera reforma se vio que las deferentes tribunas en que estaba dividido el estadio no coincidían en sus capacidades, así que en esta segunda intervención se hizo un cerramiento para mejorar la estética y aumentar la capacidad, que llegó de 55.000 personas. Iniciadas en 1965 las obras concluyeron en 1969, durante la administración Distrital de Virgilio Barco, quién el 20 de febrero de ese año entregó la última parte de esta remodelación, consistente en las cabinas de prensa, dotadas con teléfono, que permitía y la posibilidad de hacer transmisiones.

Ese mismo día se entregaron otras obras complementarias: puestos de policía, parqueaderos y el estadio “El Campincito” que, destinado al deporte aficionado, podía recibir 9.000 espectadores. La tercera inauguración del Estadio se hizo con un amistoso Colombia – URSS, tomado como el desempate 4-4 en el mundial del 62 en Chile; al final el equipo visitante se impuso 3 a 1.

Podría aplicársele al Estadio, lo mismo que a todas las estructuras de la ciudad, aquella frase de “sí sus paredes hablaran...”, pues seguro que nos contarían infinidad de historias y anécdotas, los dramas y triunfos de los deportistas, la vida difícil de los vendedores de chicharrón y papas fritas, las pasiones de los aficionados, las apuestas perdidas, las tardes de lluvia ligera y ningún gol, las frustraciones del país.

Si las paredes hablaran muchas edificaciones nos podrían contar historias pero ninguna las que nos narraría aquella que está hecha para reunir multitudes en torno a un mismo deseo: juntarse a cantar un gol, aplaudir a Pelé, disfrutar una velada de boxeo, esperar el fin de la vuelta a Colombia en bicicleta, rezar por la clasificación al mundial o hacer una misa de

sanación masiva, cantar con los tres tenores, esperar a Eros Ramazzotti, tararear las letras de Pet Shop Boys o consagrar a Shakira, como lo ha sido el Estadio Nemesio Camacho El Campín. Todos los servicios que ha prestado este escenario le han permitido ganar la merecida fama de ser uno de los lugares de convocatoria urbana más importantes que tiene la ciudad y convertirse en uno de los emblemas urbanos de mayor significancia para Bogotá.

Complejo deportivo, Estadio, Coliseo, Campincito y Escuela de Tenis. 2002. Fuente: Sistema de Información Geográfica de la Oficina de Planeación, Alcaldía Local de Teusaquillo. El estadio de la ciudad y otras instalaciones deportivas se encuentran dentro de la localidad.

3.4.8 COLISEO CUBIERTO EL CAMPÍN

Estadio Nemesio Camacho, conocido como El Campín, inaugurado el 15 de agosto de 1938, detrás Coliseo cubierto de la década del 70. Ambos son parte de un proyecto integral que no llegó a conformarse, una ciudadela olímpica consagrada para la realización de actividades deportivas y culturales. Las obras para la construcción del Coliseo cubierto se inician en el año de 1970 57 en un terreno adyacente al Estadio El Campín perteneciente al Distrito. El proyecto inicial era hacer de esta zona, mediante la construcción de otros edificios, una ciudadela olímpica destinada a la realización de actividades deportivas y culturales. Con ello se buscaba ampliar la oferta de servicios que prestaba el Estadio Nemesio Camacho.

La capacidad del coliseo es de 20.000 espectadores, y su uso ha estado asociado a la realización de eventos como balón cesto, tenis, lucha, esgrima, boxeo, tenis de mesa,

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Revista PROA, No. 213, Septiembre de 1970.

patinaje, gimnasia, concursos folclóricos y de belleza, eventos políticos, conciertos, es decir, ha prestado un servicio de gran importancia para espectáculos masivos de todo tipo, precisamente aquellos que exigen contar con un escenario cubierto.

El coliseo presenta en su planta baja una forma elíptica provista de una galería de circulación perimetral que facilita el acceso y la adquisición de las boletas en numerosas taquillas. Cuenta con seis escaleras principales distribuidas adecuadamente para dar acceso a los pasillos que llevan a las graderías. El diseño de esta obra fue de los arquitectos Julio Casas y Ramiro Panesso.

3.4.9 BIBLIOTECA PÚBLICA VIRGILIO BARCO

Dentro de su política de aumentar y mejorar la red de bibliotecas públicas de la ciudad, en 1999 la administración Distrital propone la construcción de tres grandes bibliotecas denominadas “megabibliotecas”, dado su tamaño y el número de usurarios que debía recibir, esperando tanto descongestionar un poco la principal biblioteca de la ciudad, la Luis Angel Arango, que en el momento de su inauguración en febrero de 1958 era suficiente para la población, como acercar el acceso de los ciudadanos a los libros.

Una de las bibliotecas se construye en un antiguo depósito de basuras, en el barrio El Tintal, al sur occidente de la ciudad, las otras dos en las inmediaciones de dos parques metropolitanos. El Tunal, con la biblioteca del mismo nombre, y El Salitre, con la biblioteca Virgilio Barco, de esta manera recreación y cultura estarían juntas.

Tanto El Tintal como El Tunal son diseñadas por Daniel Bermúdez, mientras el diseño de la biblioteca Virgilio Barco es encargado al arquitecto Rogelio Salmona. El nombre escogido para esta biblioteca es un homenaje al que en los años 60 fue alcalde de la ciudad y uno de los más interesados que esta haya tenido en la planeación del desarrollo ordenado y coherente de la misma, el terreno destinado fue la última porción no urbanizada dentro de los límites de la localidad, de lo que fueran la hacienda el Salitre. Un triángulo formado por la calle 63, la transversal 47 y la carrera 50, perteneciente al proyecto del parque Simón Bolívar, espacio que no tenía ninguna utilización hasta ese momento.

La construcción se inicia en el año 2000 y es inaugurada el 20 de diciembre de 2001. El área funcional construida es de 10.000 metros cuadrados distribuidos entre una sala infantil y otra para la demás población, cuenta la primera con sala de lectura, una ludoteca, salones de Internet y multimedia, taller creativo, sala de circulación y préstamo, casilleros y vestíbulo. En la otra parte se pueden encontrar las salas de lectura, referencia, circulación y préstamo, catálogo, Internet y multimedia, hemeroteca, videoteca y fonoteca, reprografía, sala de tesis, sala de música, auditorio, sala múltiple, sala de exposiciones, vestíbulo, casilleros y cafetería, además de un auditorio al aire libre en el techo de la biblioteca. Sus características arquitectónicas, así como por los servicios que presta, han hecho de este edificio un nuevo símbolo de la ciudad, que representa los cambios que está viviendo y las transformaciones que presenta en oferta de espacios públicos de alta calidad urbanística y de servicios.

Biblioteca Virgilio Barco. Diseñado por Rogelio Salmona (2000). Varios volúmenes de formas contundentes que se conjugan y se van integrando a través del recorrido, donde se amalgaman espacios abiertos, semicubiertos e interiores, donde el agua y la luz serán los elementos integradores de los diferentes espacios.

Biblioteca Virgilio Barco. Ubicada en un triangulo del Parque Simón Bolívar, se destaca en esta obra los juegos de planos y la serie de espacios que se generan y combinan con grandes masas de agua ubicadas, en diferentes niveles, que circulan con un silencioso movimiento.

3.4.10 PARQUE SIMÓN BOLÍVAR

Parque Simón Bolívar. 2002. Fuente: Sistema de Información Geográfica de la Oficina de Planeación, Alcaldía Local de Teusaquillo. Es el parque metropolitano más importante de la ciudad. El Parque Central Simón Bolívar, constituye la principal oferta para el esparcimiento y la recreación en Bogotá, posee una de las áreas de mayor importancia y congregación de usuarios en eventos tales como conciertos, eventos teatrales al aire libre, la práctica de diferentes deportes y en general la lúdica. La plaza ceremonial representa uno de los espacios públicos de congregación de mayor importancia en la ciudad, tanto por su capacidad como por su significado de lugar de convergencia ciudadana. Por sus características de localización, calidad de la oferta espacial, se ha convertido en un lugar de referencia para los habitantes de la ciudad. El trazado sinuoso de los senderos de este sector, la arborización diversa, el manejo de la topografía y el gran espejo de agua

constituyen una imagen de parque que hace referencia a los parques ingleses, combinado con las adaptaciones realizadas por los arquitectos proyectistas colombianos.

El parque se encuentra dividido en varios sectores, los cuales están delimitados y conformados por las vías vehiculares que lo atraviesan. Entre las principales vías se encuentran: La Avenida General Rojas Pinilla (avenida de La Constitución) que es el limite del parque el occidente sobre el Jardín Botánico. La Avenida Carrera 48 o Avenida de la Esmeralda, que conecta la calle 26 con la calle 68 y tiene un separador bastante amplio con un alto potencial paisajístico, la línea del Ferrocarril del Norte sobre la que se proyecta una avenida; la Avenida Calle 53 o avenida Pablo IV. La Avenida calle 26 que limita el sur del parque sobre el Centro Bolivariano. La futura calle 64 que aun se encuentra sin construir pero que coincide con el limite norte del parque. La Avenida calle 63 la cual es la más importante del parque ya que lo estructura uniendo el parque central con el Parque el Salitre, el Club de Empleados Oficiales y el Parque de los Novios. El plan maestro original del parque propuesto por el Arquitecto Arturo Robledo, proponía modificar el trazado de esta avenida permitiendo una mayor continuidad espacial sobre todo el parque, sin embargo se mantuvo el trazado original. (Ver plano de desarrollo histórico del parque). La Avenida 68 es una de las principales vías de acceso al parque, puesto que permite la llegada desde el norte y el sur de la ciudad.

Templete Eucarístico, 1968, obra asociada al nacimiento y vida del parque Simón Bolívar. Construido para recibir al Papa Pablo VI en su visita a Colombia, se ubica frente al gran lago que estructura el parque.

Fuente Instituto Distrital de Recreación y Deporte.

CAPÍTULO 4. LA ZONIFICACIÓN DE LA CIUDAD

Desde su fundación, Bogotá ha experimentado distintas formas de ordenamiento territorial, las cuales se han implementado con el propósito de buscar equilibrios entre la administración de su territorio y la administración de sus habitantes. No ha sido otra cosa sino el constante y permanente juego de los recipientes, de buscar la escala adecuada del tamaño de las unidades menores, de cuya suma resulta el municipio. La historia de esta zonificación ha sido la expresión de la forma como la sociedad se ha ordenado políticamente. Así, cuando la sociedad se ha organizado bajo los principios teocráticos que rigieron la colonia, la administración de las almas era uno de los propósitos de la administración pública, y en razón de ello se organizan las cuatro parroquias en que se dividía la ciudad. Luego, a medida que la modernidad deja sentir sus efectos, y la representación política se empieza a imponer encontramos que la administración de la ciudad tiene que ver con la presencia del ciudadano y es por ello que las escalas intermedias se van creando en función de acercar la administración a este nuevo habitante de la ciudad. En otros términos, la ciudad nace descentralizada, y lo que encontramos es una evolución histórica de este proceso, el cual se corresponde con la evolución política de la sociedad.

Los cambios que se suceden en estas unidades intermedias que tiene Santa Fe y Bogotá siguieron las transformaciones que le imprimían a la ciudad las fuerzas demográficas, las modificaciones en las condiciones de vida y los cambios en la renta del suelo. En el siglo XIX esto se dejó sentir en especial en coyunturas muy específicas que afectaron la zonificación de la ciudad. Al comenzar la república, la ciudad contaba con 4 barrios y diez cuarteles, definición espacial que se estableció en 1774, pero que no borró la costumbre de

nombrar los espacios urbanos como parroquias. Aún no había una práctica urbana que permitiera la imposición del concepto de barrio, pues el sentido de pertenencia se derivaba de la vida parroquial, la cual era muy dinámica, más que cualquier elemento de la vida civil. La iglesia parroquial era el lugar por excelencia de la sociabilidad urbana, y es por ello que el concepto de parroquia imperaba como unidad urbana, a tal punto que las distintas actividades urbanas, tales como las electorales, las de policía, por ejemplo, coincidían con los límites parroquiales. 58

El imperio de la parroquia como unidad de administración del espacio urbano comenzó a llegar a su fin al concluir el siglo XIX. Desde los años ochenta los barrios comenzaron a ser más que las parroquias, y con ello se dejaba sentir el efecto del crecimiento demográfico de la ciudad, de lo cual se derivaba que la nueva ciudad desbordaba los límites parroquiales. Es en este momento en que los barrios sustituyen a las parroquias en las funciones administrativas y de policía, en un momento en que la densificación del casco antiguo de la ciudad vivía una profunda densificación, lo cual obligó a subdividir la antiguas parroquias para lograr un mayor control de los habitantes urbanos. A esto se le agrega la expansión física de la ciudad, como es lo que sucede al Norte con Chapinero, y al Sur con las Cruces y San Cristóbal. A esto se le agrega el surgimiento de los barrios obreros, urbanizaciones que empiezan a aparecer desde comienzos del siglo XX, que intensificaron la ampliación territorial de la ciudad e incrementaron la necesidad de una nueva unidad espacial administrativa.

58

Germán Mejía, Fabio Zambrano. La Zonificación decimonónica. Bogotá, 2000, sin imprenta, p. 4.

Por supuesto que las parroquias no cubrían todas las funciones de administración territorial. Desde 1854 existían cuatro inspecciones de policía, bajo el supuesto de que había uno por cada barrio de la ciudad, de tal manera que los inspectores de policía sustituyeron a los alcaldes de barrio que existían en la colonia. Así, por ejemplo, en 1870 se “nombran inspectores de policía de los barrios de la ciudad de Bogotá”, y se dispuso que “los nombramiento de la gendarmería correspondientes a cada barrio... se harán por los respectivos inspectores previa aprobación del Jefe superior de policía del Distrito”59

Con posterioridad a esta decisión, a medida que iba creciendo la ciudad se iban adicionando nuevas inspecciones de policía, pues las necesidades de controlar la creciente presencia de migrantes lo hacía urgente. En 1881 se creó la sexta inspección de policía, ubicada en La Aguas y Egipto, y en 1885 dos nuevas. A medida que se creaban nuevas inspecciones, el espacio de su jurisdicción recibía el nombre de barrio. Este es el caso de Chapinero, que al establecerse la correspondiente inspección de policía, el nombre que recibió fue el que ya tenía como barrio. Así, para 1886, la administración política de la ciudad contaba con nueve inspecciones de policía: La Catedral, Chapinero, San Diego, Las Nieves, Egipto, Santa Bárbara, Las Cruces y San Victorino. En ese momento el divorcio con la administración de las almas ya era evidente, pues la Iglesia mantenía las parroquias de la Catedral, Las Nieves, Santa Bárbara, San Victorino, Las Aguas y Egipto. Nueve inspecciones y siete parroquias administraban a los ciudadanos y a las almas de la capital.

Con la fundación de la Policía Nacional en 1891, las inspecciones de policía perdieron el manejo directo de la gendarmería y con ello las funciones de vigilancia. La nueva 59

Decreto en que se nombran Inspectores de policía de los barrios de la ciudad de Bogotá, Diario de Cundinamarca, N, 112, 5 de marzo, 1870. Citado en: Germán Mejía, Fabio Zambrano, op. cit. p. 17

institución policial dividió la ciudad en distritos, los cuales no necesariamente coincidieron con los límites de las inspecciones.

De tal manera que la ciudad concluye el siglo con tres divisiones administraciones: las inspecciones de policía, las parroquias y los distritos de policía. Sólo los barrios coincidían con las inspecciones. Fue necesario que en la ciudad se dejara sentir las influencias de la modernidad para que el barrio se desprendiera del cascarón que lo contuvo como fueron las inspecciones de policía y se convirtieran en lo que hoy son.60

4.1 NUEVOS SECTORES, NUEVOS BARRIOS

El siglo XX se inicia con una Bogotá que comienza su expansión, siguiendo sus caminos coloniales bajo la forma de “ciudad lineal”61. Las mejoras en la comunicación que tuvo Chapinero, representadas en el Ferrocarril del Norte, que empleaba la actual Avenida Caracas como corredor férreo, cuya estación, a la altura de la actual calle 60 con esta Avenida, junto con el tranvía, significaron avances en la movilidad de este barrio y la ciudad. Luego surgió el barrio Quesada, en la actual Localidad de Teusaquillo, así como en los alrededores de San Diego se fue conformando un núcleo de construcciones que anunciaban la expansión de la ciudad hacia el Norte.

60

Ibíd. p. 20 Esta figura, que permite resumir la forma que asume el crecimiento de Bogotá en la primera mitad del siglo XX es formulada por Juan Carlos Del Castillo, op cit. p . 66. 61

El Decreto No. 10 del 29 de enero de 1910 estableció nuevos límites para las inspecciones de policía, al tiempo que las reglamentó. Las inspecciones 7, San Diego, y 8, Chapinero, fueron las encargadas de administrar los barrios que estaban surgiendo al Occidente de la línea del Ferrocarril. Empezaba entonces la suburbanización, es decir la expansión de las zonas residenciales de la ciudad en la periferia. Las élites comienzan a abandonar el centro tradicional, el cual incrementó su función de servicios comerciales, al tiempo que la incipiente industrialización iniciaba su desarrollo en el Occidente de la ciudad, en los alrededores de la Estación de la Sabana, y aparecía la segregación social del espacio urbano al definirse el Sur como el lugar de la urbanización popular.62

Con este proceso, surge el barrio con una gran identidad física y semántica. Esta unidad de administración del espacio urbano aparece ahora estructurado alrededor de una plaza o un parque, donde se ubican los servicios locales, tales como la tienda, la escuela y en algunos casos la iglesia, con bordes nítidos, que le permiten diferenciarse de los barrios vecinos, en especial porque presenta alguna homogeneidad en el estilo arquitectónico empleado63.

Esto está sucediendo en el período comprendido entre los años veinte y mediados del siglo pasado, cuando se sucede la definitiva transición de la ciudad colonial a la ciudad metropolitana, organizada alrededor del urbanismo moderno. El crecimiento urbano, resultante del cambio de escala de la ciudad, que pasó de 143.994 habitantes en 1918 a

62

Ver: Historia de Bogotá, Tomo III, capítulo I, Desarrollo Urbano. Fundación Misión Colombia, Bogotá, Villegas Editores, 1988. 63 Sobre este tema ver el trabajo de Luis Mauricio Cuervo. Génesis histórica y constitución de Bogotá como ciudad moderna. Bogotá, Corporación S.O.S Colombia – Viva la Ciudadanía, 1995, pp. 36 – 36

715.250 en 1951, de los cuales la mayoría eran inmigrantes, pues en 1922 solamente uno de cada tres habitantes de la capital había nacido en ella.

Es este momento en que el barrio se constituye en el elemento generador de la identidad urbana, es entonces cuando los habitantes de Bogotá se identifican con su entorno inmediato y luego con la ciudad. Más que una fracción o división física o administrativa de las ciudades, constituyen una formación histórica y cultural, es un espacio social que trasciende la condición de hábitat para convertirse en un escenario de sociabilidad y de experiencias asociativas que generan identidad y pertenencia.64 La ciudad moderna tuvo en el barrio el factor de integración de los nuevos pobladores urbanos.

Así, el modelo de crecimiento de la ciudad es por agregación de barrios. Barrio a barrio se va construyendo la ciudad moderna, unos más consolidados que otros, puesto que en algunos la autosuficiencia urbana los acompaña desde el inicio de su construcción, como fue el caso de los que surgen en la Localidad de Teusaquillo, que nacen ya consolidados. En el resto de la ciudad, la consolidación va a ser un proceso lento, acompañado de dinámicas políticas bastante complejas.

Estas nuevas características de la ciudad llevaron a la administración municipal a crear, por medio del Acuerdo No. 28 de 1933, el Departamento de Urbanismo, como parte de la Secretaria de Obras Públicas, con el propósito de constituirse en la dependencia encargada del planeamiento urbano, del estudio de la legislación que reglamente las urbanizaciones, y

64

Alfonso Tórres. Identidades barriales y subjetividad colectiva. Bogotá, Revista Folios, Universidad Pedagógica Nacional, No. 10, 1999, p. 3.

en general de todas las exigencias derivadas del crecimiento urbano de Bogotá.65 Con esta nueva instancia municipal se dio inicio a las propuestas, coordinadas por el urbanista Karl Brunner, relativas al manejo que debía dársele a los ensanches de la ciudad. Este urbanista afirmaba que:

“El fenómeno de la preferencia, que gran parte de la ciudadanía de Bogotá atribuye a los sectores del Norte, y el poco interés que los mismos propietarios al Sur y al Occidente demuestran en el desarrollo de urbanizaciones, obliga a las autoridades municipales a prestar tanto más atención al desenvolvimiento de estos sectores más cercanos al centro y por tanto de gran importancia para el ensanche económico de su área poblada.

“Teniendo en cuenta esas circunstancias, se elaboraron el año pasado (1934) varios estudios referentes a la futura urbanización de los terrenos al Sur y Occidente del centro, estudios que se complementaron hace poco con respecto al proyectado traslado de las estaciones ferroviarias más al occidente, donde se les ofrecen amplios terrenos para su instalación moderna y adecuada”66

En este esfuerzo por buscar una mejor definición de la administración del espacio urbano de Bogotá, en 1935 se expidió el Decreto No. 179, de junio 11, por medio del cual se fijaron nuevos límites a las once Inspecciones municipales que tenía la ciudad, con el propósito de adaptarlas a los nuevos espacios urbanos que estaban surgiendo. Buena parte del espacio de la actual Localidad de Teusaquillo se encontraba dentro de la Inspección 9ª. 65

Departamento Administrativo de Planeación Distrital. Bogotá, D. E. Política Urbana, Bogotá, DAPD, s. p . i., 1968. 66 Karl Brunner. “El desarrollo urbano de Bogotá”. En: Registro Municipal, Tomo V., 1935, p. 474

Municipal cuyos límites eran todavía imprecisos en razón a la parcial urbanización del Occidente de la ciudad:

“...La carrera 14, esta carrera en dirección sur, hasta la calle 26; la calle 26 al occidente, hasta encontrar el camino de El Salitre; este camino hasta su terminación y luego su prolongación imaginaria hasta encontrar la línea del ferrocarril del Nordeste; dicha línea hasta que la corta el río Arzobispo, y este río hasta el limite occidental del Municipio, limite que sigue hasta que lo corta la prolongación imaginaria de la calle 54; esta prolongación imaginaria al oriente, hasta encontrar el costado norte del Hipódromo; y este costado hasta la misma calle 54...”67.

En el año de 1938 la ciudad fue dividida en 11 zonas, con el fin de poder lleva a cabo el censo civil68. Cabe señalar que para entonces la ciudad contaba con un solo alcalde, denominado Alcalde Mayor. La ciudad, a pesar de que se hallaba en expansión, aún no era lo suficientemente grande como para tener alcaldes menores. Con la reforma constitucional de 1945 ya se habla de elevar a la ciudad a la categoría de Distrito Especial, sin sujeción al régimen municipal ordinario. Todavía los inspectores municipales tenía obligaciones como las de asistir a las Juntas de Mejoras de los barrios, promoverlas donde no las hay; igualmente deberán ponerse en permanente comunicación con los vecinos para oír las insinuaciones de estos en lo que respecta a las mejoras del barrio y gestionar ante la administración municipal la adopción de medidas para el progreso de la inspección correspondiente.69 67

Ordenanza 31 del 23 de julio de 1935. Citado en: Germán Mejía, Fabio Zambrano, op. cit. p. 9. Carlos Jiménez. Monografía del Municipio. Bogotá, Editorial Librería Stella, 1950. 69 Ordenanza 31 del 23 de julio de 1935, op. cit. 68

Posteriormente, en la década de los cuarenta, la ciudad ya daba muestras de una clara estratificación de su especio urbano, razón por la cual se aprobó una zonificación del municipio según actividades económicas y civiles, y se crearon las siguientes variables de clasificación:

-

Zona cívico comercial

-

Zonas residenciales centrales

-

Zonas estrictamente residenciales

-

Zonas industriales

-

Zonas mixtas

-

Zonas de barrios obreros

En la llamada zona estrictamente residenciales se encontraban los siguientes barrios: San Diego, Teusaquillo, La Magdalena, Las Mercedes, La Soledad, Sucre, Santa Teresita, Palermo, Marly, Barro Colorado, El Polígono, Calderón Tejada, San Rafael, Chapinero, La Esperanza, Camacho, Los Alcázares, Granada, Gratamira, Bellavista, Rosales, El Refugio, La Cabrera, El Retiro, El Nogal, San Antonio, Avenida de Chile y Country Club. Para entonces era evidente la condición residencial de los barrios que había surgido al Occidente de la Avenida Caracas y su condición de alta jerarquía de sus habitantes.70

70

Acuerdo Municipal No. 21 de 1944.

Plano de Bogotá. 1947. Ubicación Archivo General de la Nación, Mapoteca 2, n. 1242. Se ven el segundo hipódromo que tuvo la localidad, el Alfonso López, la avenida Nicolás de Federmán y la avenida J. Vargas. En 1950 lo que es hoy la localidad de Teusaquillo no estaba entonces unificado en una sola zona sino que se repartía principalmente en dos, la VII y la IX que además comprendían otros barrio que hoy no hacen parte de la localidad.

La zona VII estaba constituida por los barrios Acevedo Tejada, Ciudad Universitaria, El Recuerdo, Cundinamarca, La Favorita, La Floresta, La Huerfanita, Samper Mendoza y Santa Fe. La zona IX estaba conformada por 14 barrios: Alfonso López, Banco Central Hipotecario, El Hipódromo, La Magdalena, Marly, Palermo, Quesada, Santa Teresita, Teusaquillo, Saenz, Barrocolorado, La Merced, Las Mercedes, Sucre. Los Barrios San Luis, Chapinero Occidental, El Campin y El Hipódromo se encontraban en la zona 11.

Zonificación de Bogotá Para el censo de 1938. Fuente: Carlos Jiménez. Monografía del Municipio. Bogotá, Editorial Librería Stella, 1950. Para 1954 el Decreto Legislativo 3640 del 17 de diciembre, que desarrolla el Artículo 199 de la Constitución del 86, define a Bogotá como Distrito Especial en donde las mayores novedades son el acrecentamiento del territorio con la anexión de algunos municipios vecinos y la separación de la competencia sobre el distrito de la Asamblea de Cundinamarca. El alcalde era nombrado directamente por el presidente.

De acuerdo a este decreto el Alcalde de la ciudad era el Alcalde Mayor y podía designar alcaldes menores en las zonas del territorio distrital que considerara convenientes. Con apoyo en ese decreto el Consejo Administrativo, órgano precursor del Consejo Distrital, expide el Acuerdo 11 de 1954 en el que se dispone que se nombren las primeras seis

Alcaldías Menores, dependientes del Alcalde Mayor, en los municipios anexos de Suba, Usaquén, Fontibón, Engativá, Bosa y Usme, para conformar el área del Distrito Especial, las cuales conservarán su nombre y serán dependientes del alcalde mayor.

Bogotá y sus alrededores. 1953. Ubicación Instituto Geográfico Agustín Codazzi, 16-33-4-007. Para destacar la figuración del Centro Urbano Antonio Nariño. Dos años después mediante el Acuerdo 32 de 1956 se señala que el Distrito se debe subdivir en zonas administrativas

menores y para ellas de debe contar con alcaldes

menores, sin embargo el acuerdo en sí no nombra ninguna alcaldía menor. En ese momento solamente se creó la alcaldía menor del complejo urbano de Techo, gran parte de lo que hoy es Kennedy.

En el año de 1972, el alcalde, Carlos Albán Holguín, nombra una comisión de cuatro concejales para llevar a cabo un estudio para la desconcentración administrativa de la

ciudad71, resultado del cual se plantea la división en 16 alcaldías menores teniendo en cuenta cuatro criterios:

-

El número de habitantes previsibles no debía pasar de 300.000.

-

Se debía respetar el límite de los barrios existentes en ese momento (580).

-

Se debía tener en cuenta el plan vial para definir los límites.

-

Se debía tener en cuenta la imagen e importancia histórica de algunos sectores.

En el proyecto la localidad de Teusaquillo recibía el nombre de Campín y contaba con 175.003 habitantes y, curiosamente, la actual localidad de Barrios Unidos era llamada El Salitre. Desde entonces Teusaquillo o Campín, estaba conformado por los barrios La Soledad, Santa Teresita, La Magdalena, Teusaquillo, Armenia, La Estrella, Las Américas, Campín, San Luis, Chapinero Sur-Occidental, Quesada, Palermo, Belalcázar, Sears, BCH, Alfonso López, Campín Occidental, Federmán, Ciudad Universitaria, Pablo VI, La Esmeralda, El Salitre, CAN, Acevedo Tejada, Gran América, El Recuerdo, CUAN, Quinta Paredes y Cama Vieja. ( Actual La Luicita.)g

71

DESCONCENTRACION ADMINSTRATIVA. ALCALDIAS MENORES. Departamento Administrativo de Planeación Distrital. Bogotá, D. E. , 1972.

Bogotá, D. E. 1958. Ubicación Instituto Geográfico Agustín Codazzi, 16-33-4-003. Aparece un segundo barrio La Soledad y se comienza a ver el trazado de la calle 63. El Acuerdo 26 del 9 de diciembre de 1972 “Por el cual se crean unas alcaldías menores, se reglamenta su funcionamiento y se autoriza al alcalde mayor para delegar unas funciones” dispone que a partir del primero de enero de 1973 el Distrito Especial estará dividido en 16 circuitos que recibirán la denominación de alcaldías menores y fija sus límites, así que a las 7 ya existentes se suman las de Chapinero, Santa Fe, San Cristóbal, Tunjuelito, Barrios Unidos, Teusaquillo, Los Mártires, Antonio Nariño y Puente Aranda. La alcaldía menor número 13 es la de Teusaquillo y desde esa fecha sus límites son los mismos que tiene actualmente.

Dentro de las funciones de los alcaldes menores están las de policía, educación, acción comunal, salud pública, bienestar social, transporte y tránsito, obras y desarrollo urbano y algunas de hacienda relacionadas con las rentas de tributación.

La ponencia de ese acuerdo justifica la división de la ciudad en 16 alcaldías menores por el crecimiento acelerado del espacio urbano, el aumento demográfico, el desarrollo desordenado de la ciudad, la incapacidad de la administración para atender con éxito la multitud de problemas y la organización rígida con excesiva concentración de atribuciones además de buscar acercar el gobierno a la población. En esa misma ponencia se cambia el nombre de la alcaldía menor de El Salitre por Barrios Unidos y el de Tunal por Tunjuelito y habla de la localidad de La Candelaria afirmando que debería cambiarse por el nombre de Jiménez de Quesada, sin embargo en este acuerdo no se creó la alcaldía de la Candelaria sino hasta cinco años después y con el nombre original.

El acuerdo establece que a las alcaldías menores se les asignará el 15% del impuesto de industria y comercio de la ciudad y que se distribuirá 30% de este dinero por partes iguales a la 16 alcaldías, 40 % según la población y el 39% restante priorizando según el nivel de atraso de cada una.

Esta división administrativa y los límites de las localidades son ratificados mediante el acuerdo 8 del 15 de diciembre de 1977 “por el cual se modifica el acuerdo 26 de 1972, se reorganizan las alcaldías menores, se reglamenta su funcionamiento y se faculta al alcalde mayor para delegar una funciones”, además de que se crean las localidades 17, La Candelaria y 18 Rafael Uribe Uribe.

La localidad de Teusaquillo es delimitada por la avenida Caracas desde la Calle 26 y siguiendo hacia el norte hasta la Calle 63, por esta calle tomando rumbo hacia el occidente hasta llegar a la carrera 68 por donde se torna hacia el sur hasta la diagonal 22, de allí y tomando dirección oriente hasta la Avenida de las Américas, se sigue por esta vía hasta la intersección con la Avenida El Dorado o calle 26 hasta donde se cruza con la Caracas para llegar nuevamente al punto de partida.

Posteriormente se crearían las alcaldías menores de Ciudad Bolívar (Acuerdo 14 de 1983) y de Sumapaz (Acuerdo 9 de 1986) para completar las 20 que tenía, y tiene, la ciudad al llegar la Constitución de 1991.

En desarrollo de la Constitución de 1991, que le da a la ciudad el carácter de Distrito Capital y establece la descentralización como uno de sus principios, las alcaldías menores pasan a ser alcaldía locales mediante el acuerdo 2 del 29 de enero de 1992, “por el cual se crean las alcaldías locales del Distrito Capital de Santa Fe de Bogotá y se determina la integración de las Juntas Administradoras Locales”. Este acuerdo establece que en cada una de las 20 localidades funcionará una JAL que será elegida por voto popular y fija para cada una de ellas el número de ediles entre 7 y 11, correspondiéndole a Teusaquillo conformar su JAL con nueve. Allí también se afirma que las JAL cumplirán sus funciones de acuerdo a lo establecido en la ley 1 de 1992.

De esta manera, poco a poco, la ciudad va definiendo sus unidades intermedias de administración espacial. De parroquias a barrios, luego las inspecciones de policía, luego

las inspecciones barriales, posteriormente las alcaldías menores y por último las alcaldías locales. Evolución que, cabe destacar, nunca abandonó el principio de la ciudad hispanoamericana, como fue el de la descentralización en el interior de sí misma, para buscar mayor eficiencia administrativa, mayor identidad local y generar así pertenencia a estos recipientes territoriales intermedios. La novedad contemporánea es la presencia de la representación política, que, aunque parcial pues sólo está limitada a la elección de los ediles miembros de las JAL, se trata de la aplicación de los principios derivados de la democracia representativa que introdujo la Constitución de 1991. Con seguridad que, en los próximos años, seguiremos viendo la evolución de estas unidades intermedias de la administración urbana, y cada vez más en sentido de profundizar la democracia representativa.

CAPÍTULO 5. LOS ESTILOS ARQUITECTÓNICOS

5.1 EL RACIONALISMO

El movimiento arquitectónico, conocido como racionalismo o funcionalismo, cuya influencia más destacada proviene del arquitecto franco-suizo Le Corbusier72, hace su aparición en Bogotá en la década del 40. El enfoque del estilo era universal, sin embargo su homogeneidad era aparente, ya que su forma plana era sutilmente alterada para responder a diferentes climas y culturas.73

Se introduce en Bogotá a través de las revistas y de las nuevas escuelas de arquitectura, adquiriendo en un primer momento un carácter ecléctico y de poca consistencia teóricoconceptual. Al principio, el estilo “moderno” será un estilo más junto al neocolonial e inglés. Sin embargo, todo esto implicó un cambio, no sólo en el gusto (en lo que a elección de formas se refiere), sino en cuanto a las modalidades de apropiación del espacio.

Sus rasgos más notorios son la geometrizacíon de las formas, los revoques lisos con ausencia de ornamentos, los aventanamientos continuos y los volúmenes netos y aristas vivas. Hay un efecto de volumen, y sobre esto dice Russell Hitchcock y Johnson “..para 72

De acuerdo con Téllez “...los orígenes ideológicos de la arquitectura contemporánea en Colombia se pueden describir así: el diseño arquitectónico nacional le debe gran parte de su carácter a los movimientos racionalistas europeos de las dos primeras décadas del siglo actual, vale decir, la labor de Le Corbusier, del movimiento “De Stijil” en los Países bajos, Walter Gropius y sus seguidores en la agrupación interdisciplinaria de la Bauhaus en Alemania, de los racionalistas italianos encabezados por Giuseppe Terragni...”. En: Manual de historia de Colombia. Instituto Colombiano de Cultura, Bogotá, 1ª. Edición 1978-1980. Vol. II, pág. 350 73 Frampton, Kenneth. Historia critica de la arquitectura moderna. Editorial Gustavo Gili, Barcelona, 1ª edición 1981, 7ª edición 1994.

ser más exactos, de planos de superficie que limitan un volumen. El principal símbolo arquitectónico ya no es el denso ladrillo, sino la caja abierta..”. 74

Casa estilo moderno. Marcada horizontalidad, planos geométricos translucidos y juego de colores y materiales en los paños. El piso inferior se retira para enfatizar el acceso, permitiendo sobresalir una columna circular exenta. Car. 20 39 A-36. La Soledad.

La aparición de nuevos materiales posibilitó un cambio en la manera de expresarse en la arquitectura. Lo universal del movimiento estará presente en el uso de materiales sintéticos modernos, la modulación de las partes y la estandarizacíon de los elementos. Los aspectos constructivos se vieron enriquecidos por aportes tecnológicos difundidos rápidamente. Así

74

Henry Russell Hitchcock y Philip Jhnson. “The international Style”. Catálogo de la exposición, Museum of Modern Art, Nueva York, 1932.

sucedió con el concreto reforzado75, las carpinterías metálicas con nuevos tipos de perfilería y nuevas soluciones de cerramiento. Todo esto permite el diseño de espacios amplios y abiertos.

No toda esta arquitectura es ecléctica, y en Teusaquillo se evidencia a través de algunos ejemplos que demuestran que hay una apropiación de la filosofía del movimiento moderno. En los 50 la arquitectura doméstica, tanto la individual como en serie, responderá a las ideas del racionalismo en su lenguaje y expresión. Se manifiesta un proceso de compactación y zonificación de la planta, reduciendo el tamaño de los locales, designados para funciones específicas, de modo que la planta se resuelve con un criterio funcionalista.

En lo individual; composiciones asimétricas de resoluciones audaces y al mismo tiempo sobrias, coherentes y funcionales, una volumetría muy compleja de planos ciegos y aberturas de distintas formas y tamaños, y una construcción a base de armazón, en lugar de la obra de ladrillo, que permite obtener una planta libre. Otros ejemplos son edificios de apartamentos en altura, que sintetizan los aportes arquitectónicos y tecnológicos del momento, respondiendo a las crecientes necesidades de la concentración urbana y la utilización máxima del terreno.

75

El concreto con refuerzo metálico es una innovación de finales del siglo XVIII, y desde entonces con un uso industrial extensivo en toda Europa. Los hermanos Samper lo traen a Bogotá en 1910. (Téllez, Op cit, pág. 509)

Edificio estilo racional, fachada plana con paños que combinan diferentes materiales, en transparencias y opacidades marcando una dirección horizontal. Esta direccionalidad se desvanece por la importante escalera que atraviesa la fachada avanzando hacia la calle y el piso superior con muros curvos que retroceden. Estos dos elementos le dan un fuerte dinamismo al edificio. Conocida originalmente como Residencia Antonio Sefair, construido por le estudio Noguera, Santander y cía., área construida 1.031,50 m2. Av. 22 41-61/65/69/89. Barrio La Soledad. También se encuentran algunos ejemplos aislados vinculados al expresionismo76, claro que despojados de sus orígenes. Volúmenes contundentes curvos que combinan balcones y fajas tensionadas horizontalmente, contrastando abruptamente volúmenes llenos y espacios vacíos. Esto ayuda a suavizar la dureza de las líneas rectas y a crear un juego de formas en la fachada con un propósito compositivo, logrando una expresión dinámica en la obra.

76

Influencia de las primeras obras del arquitecto alemán Eric Mendelsohn.

Teusaquillo encierra una notable unidad en el lenguaje racionalista; fachadas de muros blancos acompañadas de paños ciegos de ladrillo visto o marmolina, los cuales dentro de un reticulado de concreto reforzado dan lugar a los aventanamientos. En algunos casos grandes paños vidriados curvos asociados de fuertes cornisas, acompañan la curva de la calle o se integran al espacio abierto de un parquecito y una continuidad del perfil construido que genera conjuntos homogéneos y un aire “moderno” a las diferentes calles y barrios.

Edificio racionalista, ubicado en diagonal a un parque y sobre una calle sin salida. Sobresale los tres niveles de grandes ventanales que vuelan sobre el primer piso y transparentan los interiores. Interesante la inclinación del último piso, las columnas exentas y el tipo y la forma de uso de los materiales. Diag. 27 16 A-19. Barrio Armenia.

Casa conocida como Rojas Pinilla. Estilo racional, la fachada plana, revestida en piedra bogotana y con grandes paneles vidriados, se destaca por el movimiento de curvas que avanzan y retroceden y la imponente escalera de acceso. Car. 15 37-36/38. Barrio La Magdalena.

Edificio de cuatro pisos, de estilo racional, con cubierta plana y faclada revestida en piedra bogotana que enfatiza la horizontalidad. Interesante volumen con movimiento que sigue la curva de la calle y el parque que se encuentra enfrente. La pesadez del volumen se diluye por los grades paños transparentes. Calle 59 18-46 esq. car. 19 59-24. Barrio San Luis. 5.2 LA VIVIENDA EN SERIE

Las ideas en torno a la vivienda social y el racionalismo se han desarrollado juntas, por lo que coincidiendo con Saldarriaga “la ideología del “servicio social” que respaldó esa formación y desarrollo se convirtió prácticamente en la consigna fundamental de la arquitectura moderna”.

77

La vivienda en serie es por lo tanto uno de los componentes

esenciales de las propuestas de ciudad moderna, a la vez que materializa el desarrollo de grandes porciones de tejido urbano. Se expresa de dos formas: las casas unifamiliares, donde predomina el lote de perímetro rectangular, con variación de medidas y los edificios de apartamentos, que salvo excepciones, su incursión en la ciudad es relativamente tardía.

En Teusaquillo la vivienda en serie aparece a partir de los 50, en conjuntos de casas que son una respuesta a la necesidad de viviendas con limitados presupuestos. Aquí se evidencia el propósito de la arquitectura funcional, es decir, la importancia de la función a realizar y su respuesta económica.78

Son composiciones simples, que responden a un mismo módulo estructural y cuyo lenguaje formal cada vez más ajustado a la función, coincide con una mayor rigurosidad técnico 77

Corporación Colegio de Villa de Leyva. CEHAP, Medellín y CITCE, Cali. Estado ciudad y vivienda. Urbanismo y arquitectura de la vivienda estatal en Colombia, 1918-1990. Bogotá, 1996. Dirección y textos generales: Alberto Saldarriaga Roa, pág. 26. 78 Boix, José. La arquitectura actual. Ediciones CEAC, Barcelona, 1972, pág. 37.

constructiva. En cuanto a los accesos, surgen algunos voladizos limpios que se adhieren al compacto volumen y lo determina, integrándose, en algunos casos, una escalera de frente o paralela al plano de la fachada.

En estas casas el módulo prefabricado se hace explícito y los amplios aventanamientos expresan la transparencia buscada en el diseño. Se ubican en lotes estrechos, y su encanto se halla en el conjunto y en los acotados cambios en los detalles, el color, las texturas y los recubrimientos, que disuelve la imagen fría que manifiesta el esquema estructural.

La vivienda social en Bogotá, entre los años 1943 a 1965, fue llevada a cabo por organismos estatales. Instituciones como el Banco Central Hipotecario (BCH), la Caja de Crédito Agrario, Industrial y Minero, el Instituto de Crédito Territorial (ICT), la Caja de la Vivienda Militar y la Caja de la Vivienda Popular. Esta última fundada para dar cumplimiento a la legislación sobre vivienda municipal en Bogotá inicia sus actividades de construcción de viviendas en 1942, orientando su acción principalmente a las familias de menores ingresos.

Entre las obras ejecutadas por la Caja de Vivienda Popular se encuentran en el barrio Acevedo Tejada del año 1946, con un acertado planteo urbanístico de vivienda en serie y de buena arquitectura; se construyen 36 unidades unifamiliares. Hay una etapa posterior, en 1961, con 21 unidades.

La sección de Vivienda Urbana del ICT se constituye en 1942. Su primera incursión en la ciudad son los proyectos para las “casas para empleados” en el barrio Los Alcázares,

presentados a través de un concurso público. Se construyen de este modo entre los años 1949 a 1957, 342 viviendas unifamiliares. En Teusaquillo es significativa la intervención del ICT, en algunos casos como El Centro Urbano Nariño y Paulo VI con importantes aportes urbanísticos. Otras acciones son puntuales, como las 100 viviendas en El Campín en 1958, las 1268 viviendas en La Esmeralda entre los años 1967 a 1968, y un año después las 88 viviendas en Las Américas.

En relación al BCH, en un comienzo sólo entregaba créditos hipotecarios para compra de vivienda, pero luego inició la construcción de sus propios conjuntos de viviendas para ser vendidos a empleados y profesionales, con la particularidad de convocar a arquitectos urbanistas para su realización, logrando interesantes respuestas en cuanto a lo arquitectónico y urbano.

En Teusaquillo se localiza como una de las primeras experiencias de vivienda en serie, el Banco Central, 242 viviendas unifamiliares que alcanzan una unidad a través de su lenguaje, el mismo representa una transición hacia lo moderno, guardando ciertas proporciones clásicas. Los materiales y los sistemas constructivos son tradicionales. Son volúmenes cúbicos en generosos terrenos, de dos plantas con techo a cuatro aguas, con el acceso a través de uno de los laterales.

Más adelante en 1953 se construyen a través del BCH, 141 viviendas unifamiliares en La Soledad. Existen tres tipos de unidades, las dos primeras son un volumen dividido en tres niveles, el del medio, en un caso, avanza hacia la calle. En el primer piso se ubica el garage y las dependencias de servicio, en el segundo nivel el área social y la cocina y el tercer piso

las alcobas. Otro tipo es de dos niveles, se elimina el piso para garage y las dependencias de servicio. En El Campín habrá dos momentos, en 1957 con 89 unidades y en 1976 con 48 viviendas unifamiliares.

En menor escala ha sido la intervención en Bogotá de la Caja de Vivienda Militar, que dirige su accionar a sectores de bajos ingresos. En Teusaquillo identificamos en el año 1958, la Urbanización El Campín con 79 viviendas y en 1966, 220 unidades en la Glorieta de Las Américas, ambas soluciones unifamiliares. Entre 1985 y 1990, tres etapas de la Urbanización Rafael Núñez, del arquitecto Oscar Gutiérrez Peñuela. La primera etapa con 176 unidades, la segunda con 352 y la tercera 224 con viviendas multifamiliares. Hay una urbanización en El Salitre pero no se han conseguido datos de la misma.79

Respecto al Fondo Nacional de Ahorro, su accionar se focaliza en financiar la compra de vivienda en proyectos registrados en su listado de ofertas. Sólo se presentan dos proyectos de vivienda de construcción directa del Fondo en años recientes; localizados

en la

Ciudadela El Salitre. Uno de ellos es Adarves del Salitre, realizado en 1993, con 332 unidades mixtas (uni y multifamiliares) y un año después, la destacada urbanización Carlos Lleras Restrepo, con 2.894 unidades multifamiliares. El Fondo ha orientado sus proyectos al sector de los empleados del Estado, beneficiando a los de menores ingresos.80

5.3 EL CENTRO URBANO ANTONIO NARIÑO, CUAN. 79 80

Corporación Colegio de Villa de Leyva. CEHAP, Medellín y CITCE, Cali, Op cit, 1996, pág. 169. Corporación Colegio de Villa de Leyva. CEHAP, Medellín y CITCE, Cali, Op cit, 1996, pág. 178.

Centro Urbano Antonio Nariño, 1951-1953. Diseñado por el equipo conformado por Rafael Esguerra, Enrique García Merlano, Juan Menéndez, Daniel Suárez y Néstor C. Gutiérrez. Los bloques de doce pisos están sostenidos sobre pilotis, lo que determina el primer piso libre y la transparencia propia de los principios de la “nueva arquitectura” de Le Corbusier.

El impacto del movimiento moderno se hace sentir fuertemente a partir de la influencia de los encuentros de los Congresos Internacionales de Arquitectura Moderna (CIAM), que promueven modelos de planeamiento y diseño de la vivienda económica. La imagen de las ciudades en Europa cambia después del 45, cuando los grandes conjuntos habitacionales irrumpen en ellas, en respuesta a las grandes demandas de vivienda originada por la devastación de la guerra.

En Colombia, para la década del 50 son dos los conjuntos que reflejarán esta influencia, la unidad residencial “República de Venezuela” donada por el gobierno venezolano a la ciudad de Cali, en 1956 81 y el Centro Urbano Antonio Nariño (CUAN) en Bogotá. Además de ser un manifiesto de la modernidad, el CUAN también expresa la incorporación tardía de las teorías higienistas europeas y es la primera solución de las entidades del Estado para responder a la creciente demanda de viviendas, ante el incremento de la población en las principales ciudades del país.

En 1951 el Gobierno Nacional decide emprender la construcción de una gran unidad habitacional de carácter “moderno”. Se comisiona al arquitecto Néstor C. Gutiérrez para realizar una indagación sobre proyectos de tal envergadura, con este fin viaja a Venezuela, Panamá, varias ciudades de Estados Unidos y México. Como resultado del informe presentado, el gobierno le encarga a un grupo de arquitectos la realización del proyecto. El

81

El emprendimiento es en respuesta al gran estallido de pólvora de 1956 en Cali. La unidad residencial “República de Venezuela”, está formada por un edificio de 15 pisos con 140 apartamentos, locales comerciales, jardín infantil, campo deportivo e iglesia.

equipo estará formado por Rafael Esguerra, Enrique García Merlano, Juan Menéndez, Daniel Suárez y el mismo Gutiérrez.82

Los estudios técnicos fueron terminados en un lapso de sólo tres meses. La propuesta fue una unidad habitacional autosuficiente, respondiendo a las pautas del urbanismo moderno; la disolución de la manzana tradicional por la supermanzana, la implantación del edificio en bloque y aislado en medio de amplias zonas verdes y una red peatonal. La propuesta implicó un nuevo concepto de vida en comunidad y la introducción del concepto de propiedad horizontal.83 Para llevarlo a cabo se ubicó un predio en el centro occidente de Bogotá, en Avenida de las Américas con carrera 36.

El área residencial del Centro Nariño se conforma por seis edificios de cuatro plantas y nueve de doce plantas,84 cada uno con un núcleo de ascensores y escaleras. En las plantas bajas de los grandes edificios, se prestaban servicios de restaurante, lavandería, gimnasio, biblioteca, almacenes, correos, telégrafos, unidad de policía y unidad sanitaria. El diseño de los apartamentos difiere según el tipo de edificio, hay de una alcoba hasta cuatro. En los edificios de doce pisos, los apartamentos, de dos tipos, son servidos por corredores

82

“Le presenté el informe y me dijo: “mire una cosa, esto es para hacerlo inmediatamente, no voy a hacer una licitación (...) consígame un equipo de arquitectos de diferentes compañías y entre ustedes hacen ese proyecto y comienzan ya”. Juan Carlos Aguilera. “Un diálogo sobre la serie: el ICT como laboratorio de arquitectura 1948-1953”., entrevista al arquitecto Néstor C. Gutiérrez. Universidad Nacional de Colombia, Maestría en historia y teoría del arte y la arquitectura, 1998, pág. 160. 83 “En ese momento ya había estado Le Corbusier aquí y habíamos hablado con él y todas esas cosas influían y toda la arquitectura de uno veía en todas partes del mundo, y uno sacaba cuela era la mejor conclusión para todas, y por eso sacamos de un piso, dos pisos y las mejores de cada cosa”. En: Aguilera, Op cit, 1998, pág. 162. 84 “Su altura de doce pisos corresponde exactamente con la propuesta de Walter Gropius en 1931 como modelo ideal para la vivienda multifamiliar en serie”. En: Corporación Colegio de Villa de Leyva. CEHAP, Medellín y CITCE, Cali. Op cit, 1996, pág. 345.

dispuestos cada dos pisos. Además el centro incluye un edificio de administración, dos para escuelas, dos para jardines infantiles, teatro, iglesia y mercado, todo a escala del lugar.

El CUAN se termina de construir en 1953. Néstor Gutiérrez comenta que inicialmente la unidad habitacional se planteó para arrendarse, teniendo el arrendatario la opción a compra del apartamento, previa aprobación de la asamblea de vecinos. Pero ante las dificultades de venta y como forma de recuperar la inversión, en 1955 el Gobierno del General Rojas Pinilla vende al Banco Popular el terreno y los edificios, con el fin de colocarlo en el mercado inmobiliario. El Banco decide transformar la torre oriental en un Hotel de carácter internacional, para esto demuele las divisiones internas de la torre y comienza a adelantar el proceso de venta de las demás edificaciones.

Sin embargo, este proceso se interrumpe en 1957 con la caída del gobierno de Rojas Pinilla, ya que el nuevo Gobierno entrega el CUAN al Instituto de Crédito Territorial. 85 Será la primera vez que se realice, en el campo de la vivienda estatal en la ciudad, ventas por propiedad horizontal. El Centro Nariño destinado a una población de clase media, se inaugura en 1958 con 768 apartamentos, 192 menos que el original, ya que la torre que el Banco Popular había separado como hotel, nunca llega a terminarse y en esta etapa se destina para alojar residencias estudiantiles86.

85

El Instituto de Crédito Territorial se fusiona en 1954 con la Corporación de Servicios Públicos cuando se establece el subsidio familiar de vivienda. El ICT reaparece en 1957 después del derrocamiento del Gral. Rojas Pinilla. En: Corporación Colegio de Villa de Leyva. CEHAP, Medellín y CITCE, Cali. Op cit, 1996, pág. 38. 86 La Universidad Nacional adquirió los derechos de uso de este bloque, llamado “Residencias 10 de Mayo”, donde se alojan familias de estudiantes casados y funciona el CAIP (Guardería) para los hijos de estudiantes y empleados de la Universidad.

El CUAN fue el primer ensayo de vivienda multifamiliar propuesto por el Estado, con una estética nueva, tanto urbana como arquitectónica, con innovaciones tecnológicas apoyadas en algunos sectores de la industria de la construcción. Respecto a esto, el arquitecto Gutiérrez dice:

“la industria nacional no estaba preparada para asumir las necesidades habitacionales que demandaba la época moderna, teniendo que optar por importar lo necesario subiendo altamente los costos de lo cual eran muy conscientes los arquitectos (...). Primera vez que se usó aquí en este Centro la estufa eléctrica y los calentadores eléctricos que no se conocían en Bogotá (...). Los cielo rasos eran sonocor, baldosines de porcelana (...) la pintura también era nacional, se hizo licitación para cubrimiento y calidad escogiendo lo mejor dentro del mejor precio” 87

Desde el punto de vista urbano, el Centro Nariño no respondió a un plan de ordenamiento de la ciudad y su implantación no repercutió en la traza urbana. Se lo concibió como un sector aislado. En este orden de cosas, Aguilera le pregunta a Gutiérrez : “¿Y tenía reja desde un comienzo?(...) eso se le puso desde el comienzo, tenía sus puertas y adentro sus parqueaderos”88, lo que confirma la propuesta desde un principio de no generar espacios comunes con el resto de la ciudad, ni integrarse a los demás barrios que lo rodean.

El esquema urbanístico del Centro Urbano Antonio Nariño, abandona el sistema tradicional de loteo y el orden colonial. El conjunto se implanta en un amplio terreno en la búsqueda de 87 88

Aguilera, Op cit, 1998, pág. 161. Aguilera, Op cit, 1998, pág. 163.

“ruralizar la ciudad”89 . Se estructura a través de generosas zonas verdes que limitan la circulación interna de automóviles y donde se ubican los grandes bloques de cuatro y doce pisos, ubicados en la periferia de la manzana para liberar el interior destinado a espacios y servicios comunes.

Los bloques son simples volúmenes, con una estructura reticular celulada en concreto reforzado. Las fachadas están tratadas con ladrillo prensado a la vista, y sólo en los edificios de doce pisos los antepechos y las culatas se revisten en un enchapado en piedra. Los bloques están sostenidos sobre pilotis, lo que determina el primer piso libre y la transparencia propia de los principios de la “nueva arquitectura” de Le Corbusier, aunque con el tiempo estos espacios comenzaron a ocuparse para servicios comunes. La organización espacial de los volúmenes es rígida y las fachadas son simples planos que resultan monótonos. Es en el marco del espacio abierto, generoso en su amplitud, con jardines, donde aparece cierta plasticidad y dinámica en la propuesta urbana.

Su valor radica en marcar un hito en la ciudad en cuanto a ser el primer ensayo llevado a cabo por el Estado de vivienda multifamiliar construida en Bogotá. El Estado fue el impulsor de la arquitectura y urbanismo moderno que representó para la época, la imagen de progreso. La obra se realiza a través del Ministerio de Obras Publicas, institución que introduce el nuevo lenguaje a partir de 1936 con la Facultad de Arquitectura de la Universidad Nacional.

89

Boix, José. La arquitectura actual. Ediciones CEAC, Barcelona, 1972, pág. 50.

Centro Urbano Antonio Nariño, se disuelve la manzana tradicional por la supermanzana, la implantación del edificio en bloque y aislado en medio de amplias zonas verdes y una red peatonal, limitando la circulación interna de automóviles. Aquí se observan los bloques de cuatro pisos. Los bloque se ubican ubicados en la periferia de la manzana para liberar el interior destinado a espacios y servicios comunes. 5.4 PAULO VI, PRIMERA ETAPA

En el período 1966-1969, el ICT y el BCH emprendieron importantes planes de construcción de viviendas con casi setenta mil soluciones para estratos sociales bajos y medios. Entre ellos se encuentra Paulo VI, llevado a cabo por el ICT, que luego de unos años de ausencia, entre 1967 y 1968, en un corto plazo, construye este centro urbano.

En primera instancia fue el lugar destinado para albergar a los peregrinos que llegaron a Bogotá para estar presentes en la visita a esta ciudad del papa Paulo VI, quien lo inaugurará

y le dará su nombre. El destinatario final de las viviendas serán familias de ingresos medios.

El proyecto es diseñado por un equipo de arquitectos al servicio de ICT; Fernando Jiménez, Eduardo Londoño y Gabriel Pardo. En el predio localizado entre la calle 53 y la carrera 50 se concretan los principios urbanísticos del racionalismo para este tipo de conjuntos; las supermanzanas y la red vial incompleta. La innovación en relación a otros centros urbanos es “la revitalización de los conceptos de calle principal bordeada de comercio y de plaza central, aportes que han probado ser efectivos y definitivos del carácter urbano de la unidad” 90. Es decir, en Paulo VI se recrea la calle y la plaza como aglutinadores del conjunto, con usos comerciales en los primeros pisos y amplias zonas de recreo en las partes posteriores. Son elementos característicos de la ciudad colonial y están arraigados en los habitantes a partir de la experiencia urbana.

El área residencial se compone de 80 bloques de cuatro pisos, con un total de 1.119 unidades. Todas poseen cuatro alcobas y se han diseñado siete tipos diferentes de apartamentos. Cada bloque se estructura a través de un sistema de corredores en el primero y en el tercer piso, que dan acceso a apartamentos dúplex; contando el de arriba con un altillo que incrementa el área útil de la vivienda. En parte del primer piso se ubican los garajes, brindando protección a los vehículos y facilitando el acceso vehicular a las viviendas.

90

Corporación Colegio de Villa de Leyva. CEHAP, Medellín y CITCE, Cali. OP cit, 1990, pág. 137.

Es uno de los conjuntos con mejores resultados en cuanto al planteo urbanístico y a la propuesta arquitectónica. Entre 1972 y 1980 el ICT llevará a cabo la segunda etapa de Paulo VI. Lindante hacia el occidente con la primera, se localizará en la calle 53 y carrera 48. El esquema urbanístico es similar, aunque los espacios abiertos entre los bloques son más acotados. Los bloques son de seis pisos, rematando con una cubierta a dos aguas. Los apartamentos, también de cuatro alcobas como en la etapa I, se organizan en un sólo nivel, sumando en total 2.414 viviendas.

“la vivienda se vuelve un tema y va sufriendo un continuo proceso de abstracción en el diseño, paralelo a la industrialización de la rama de la construcción, hasta reducirse a su más mínima expresión: la “unidad habitacional”, receptáculo de las necesidades básicas”.91

91

Silvia Arango, op cit, pág. 54.

Paulo VI, primera etapa. El área residencial se compone de bloques de cuatro pisos. Cada bloque se estructura a través de un sistema de corredores en el primero y en el tercer piso, que dan acceso a apartamentos dúplex; contando el de arriba con un altillo que incrementa el área útil de la vivienda. En parte del primer piso se ubican los garages, brindando protección a los vehículos y facilitando el acceso vehicular a las viviendas. 5.5. ESTILO INGLÉS

La influencia de la arquitectura inglesa en Bogotá llegará en los años veinte de la mano del denominado “cottage”, aunque no de manera literal y no siendo el único lenguaje que intervendrá en la arquitectura bogotana, en el cottage se pueden identificar las características principales de la misma.

El “cottage” es de origen medieval, gótico en la forma, pero alterado y adaptado para el uso doméstico rural. Tiene su origen en el siglo doce y se irá modificando e incorporará otros elementos y técnicas constructivas hasta el siglo dieciocho. Es la vivienda tradicional del campesino inglés independiente, cultivador de su tierra y cuya existencia se centra alrededor de la villa.92

El rasgo principal de esta vivienda es la informalidad, el uso de materiales locales y la explotación de sus particularidades -propio del gótico- y su integración con el paisaje. Los “cottages” son, en su mayoría, edificios pequeños, usualmente de dos pisos de altura. En el primer piso se encuentra la sala de estar, a la que se entra directamente desde el exterior, y el baño y la cocina. En el segundo piso se ubican las habitaciones, parcialmente en el espacio de la cubierta. 92

Hasta la revolución industrial, Inglaterra es un país agricultor principalmente popularizado por los trabajadores rurales.

Estructuralmente existen dos tipos, aquellos en los que tanto el peso de la cubierta como el segundo piso se sostienen por una pared sólida, y los construidos con una estructura de madera. Los techos son de pendiente acusada para que el agua de lluvia escurra rápidamente, y son cubiertos con pizarra, tejas, piedra o paja. Las ventanas son pequeñas, ya que el vidrio era un material costoso para la época, y las de los dormitorios insertas en la cubiertas, son las conocidas buhardillas.

Además de los cottages, otra influencia esencial a tomar en cuenta para comprender el “estilo inglés” que surgirá en Bogotá, son las mansiones del siglo dieciséis de la aristocracia inglesa;93 el conocido estilo Tudor, es el gótico que continuó practicándose hasta el año 1550. En esta arquitectura se originarán innovaciones en el diseño; se agregan habitaciones, la chimenea se vuelve importante del mismo modo que todo lo concerniente al confort en el interior; los cielorrasos comienzan a realizarse en yeso y a pintarse, y las paredes pasan a ser artesonadas con madera o sostenidas con tapices.

Por otra parte, los muros portantes de piedra o ladrillo comienzan a ser interrumpidos por grandes ventanales, enmarcados en piedra y conformando bahías y las aberturas se construyen en hierro y se articulan a los lados. Estos pequeños rectángulos se ubican lado a lado y uno encima de otro y forman el “bow window” o ventana de piso, un rasgo de la arquitectura inglesa del siglo dieciséis que será un elemento significativo en las casas 93

La separación con la iglesia de Roma, trae la disolución de los monasterios y da por terminada la construcción de iglesias. Cortado el vínculo directo, la barrera geográfica del canal de La Mancha y la tradicional insularidad de los ingleses, provoca el retraso hasta principios del siglo XVII de la aparición de la arquitectura renacentista pura. Enrique VIII y sus favoritos emplearán su riqueza en la construcción de palacios y mansiones.

bogotanas. Es una época en la cual el estilo “enmaderado” se perfecciona y la estructura de elementos de madera se usa para lograr modelos decorativos, ornamentación que también aparecerá en la arquitectura en Bogotá.

A partir del siglo diecisiete un rasgo que comienza a destacarse son los aventanamientos con vidrio en pequeños cuadros o “vidrio repartido”. En un principio con separaciones en varillas de plomo y en el dieciocho, cuando se perfecciona la fabricación del vidrio y se mejora la producción tanto en calidad como en el tamaño de la hoja, se comienza a emplear la madera pintada para dividir los rectángulos que toman el vidrio y en los marcos de las ventanas. También se puede observar el manejo de la panelería en las puertas del siglo diecisiete y dieciocho; diseñadas para corregir la tendencia de grandes piezas de madera. Estos paneles se enfatizarán por molduras del bastidor, así la decoración se realza desde el sistema estructural.

La arquitectura inglesa de la segunda mitad del siglo dieciocho y la primera del diecinueve, se conoce a través de los estilos Georgian y Regency respectivamente, nacionalistas en su carácter, aportarán algunos de los elementos que se pueden reconocer en las viviendas “estilo inglés” en Bogotá.

El estilo Georgian, va a manejar las proporciones clásicas, alejándose del neogótico, y consistirá en el diseño de plantas simples, posibilitadas por el uso de muros portantes de ladrillo, y pisos y cubiertas de madera. Las fachadas serán muros de ladrillo plano “vestidos” de piedra o ladrillo, calados por los marcos de las ventanas. El detalle sobresaliente de está arquitectura, de rasgos simples, se concentra en la puerta de entrada y

un refinado trabajo con el hierro forjado. Al principio el área del muro excede al de la ventana, pero con la mejora de la técnica constructiva, las ventanas se vuelven tan amplias como es estructuralmente posible en una pared portante.

Por otra parte el rasgo principal del estilo Regency será la terminación con estuco pintado en todos los exteriores del edificio. Aunque los rasgos clásicos usuales están aún en uso, los edificios tienen una apariencia más simple que los del siglo anterior, debido a las superficies planas pintadas y al uso de refinado ornamento griego. Las “bow window” se vuelven populares, así como las puertas ventanas. En las casas pequeñas para formar un fuerte contraste con los muros planos, se diseñan aleros que se proyectarán con profundidad. Los balcones sostenidos por ménsulas o delgadas columnas de hierro o piedra, también serán un nuevo rasgo en el diseño doméstico inglés.

Y por último, estos antecedentes citados, las viviendas de campo y los elementos del estilo Tudor, se conjugan en el movimiento originado en Inglaterra en 1861 de las “Artes y Oficios” creado por William Morris94. Este movimiento influirá en la arquitectura inglesa tanto por sus teorías, como en el diseño de viviendas elegantes y confortables.95

Todo este vocabulario arquitectónico; el cottage y la mansión del dieciséis y diecisiete, así como los estilos clásicos urbanos del dieciocho y diecinueve de la Gran Bretaña y el 94

Ruskin y Morris realizaron una vehemente campaña oponiéndose al maquinismo y a los avances constructivos, volviendo el arte a los conceptos medievales, góticos en concreto. Sin embargo, el movimiento “Arts and Grafts”, asumió una construcción racional y orgánica (aunque gótica) y señaló las bases del problema de los bloques de vivienda visto desde lo sociológico. En: Boix, José. La arquitectura actual. Ediciones CEAC, Barcelona, 1972. 95 Mendoza Mendoza, Leonardo. Arquitectura en Colombia. Una aproximación a su desarrollo histórico. Universidad Gran Colombia y ediciones grancolombianas, Colombia. 2ª edición corregida 2001, pág. 195.

movimiento de las “Artes y oficios”, harán su aparición en Bogotá a partir de la segunda década del siglo veinte, integrados en lo que se conoce como “estilo inglés”. Coincidiendo con Germán Téllez: “un historicismo confuso, que acumulaba todos los residuos de seis o más siglos pasados de arquitectura, masificado mediante los procesos industriales de producción repetitiva era lo que se ofrecía para la exportación a países latinoamericanos empobrecidos por las luchas internas e incapaces, por razones culturales, de crear su propio lenguaje arquitectónico...”.96

La aristocracia y la incipiente burguesía bogotana reafirmarán en el estilo “inglés” su estatus social, que será el símbolo de una clase que necesita demostrar su posición económica. La clase acomodada abandona la otra ciudad y se la deja a los “extraños”, como dice Romero:

“se veía que la ciudad se inundaba, y el número de los recién llegados, de los ajenos a la ciudad, siguió creciendo a una velocidad mayor que la que desarrollaron para alcanzar los primeros grados de la integración...” 97

El cottage permitirá imaginar que se vive en una residencia campestre y contribuirá a generar un hábitat apacible, de escala residencial, donde se conjugan los ante jardines, los grandes ventanales y los parques para brindar un espacio abierto y generoso a los vecinos,

96

Manual de historia de Colombia. Instituto Colombiano de Cultura, Bogotá, 1ª. Edición 1978-1980. Vol. II, pág. 489. 97 Romero, José Luis. Latinoamérica: las ciudades y las ideas. Siglo XXI editores, Buenos Aires, 1976, pág. 323.

articulando fluidamente el espacio interior con el entorno y brindando una discreta exaltación de lo público.

Los primeros arquitectos en reelaborar este estilo serán los chilenos Julio Casanovas y Raúl Mannheim98, en la edificación de residencias de lujo en los barrios de La Merced y Teusaquillo. Su uso se extenderá en los años treinta y cuarenta por los barrios del norte de la ciudad: La Magdalena, Palermo, Quinta Camacho, San Luis, Granada, El Nogal y El Retiro, con un carácter eminentemente residencial y elegante. 99

Las viviendas “estilo inglés” aparecen en conjuntos homogéneos y compactos. A veces apareadas y otras con cierta independencia una de otra, siempre logrando unidad y continuidad en el perfil construido. En las más sencillas una fachada plana apenas retirada de la línea municipal, en otras son frecuentes los ante jardines, que van a reemplazar al patio colonial, constituyendo un volumen sólido, en planteos quebrados o en “L”, o simplemente cúbicos.

El movimiento del volumen, de dos niveles, está dado por el techo donde juegan varias cubiertas de pendientes pronunciadas, terminadas con tejas normandas o francesas y en pocos casos coloniales, éstas articulan e integran los diferentes locales. Los muros son de ladrillo a la vista, dando textura al conjunto y en algunos casos con trabajos en la trama. También es frecuente la terminación con estuco pintado de blanco de los muros exteriores, o la combinación de estuco y ladrillo y el uso de la piedra en los ángulos de los muros y en 98

Al no existir facultades de arquitectura en el país, los arquitectos eran extranjeros o habían sido formados en otros países. En Chile las escuelas datan del siglo XIX. 99 Saldarriaga Roa, Alberto. Bogotá siglo XX Urbanismo, arquitectura y vida urbana. Departamento Administrativo de Planeación Distrital, Bogotá, 2000, pág 175.

los bordes de las aberturas; ventanas y portones. Respecto a esto último, en los últimos tiempos se ha enfatizado el recurso de bordear los vanos, empleando para ello el estuco pintado de blanco, y esto ha alterado la elegancia y sobriedad de estas construcciones.

Los recursos empleados en la fachada brindarán vivacidad y gracia, siendo la bow window el más destacado, a veces con lados rectos, otros curvo, es el elemento que da cierta levedad al volumen compacto a través de su transparencia y su color, apareciendo en un sólo nivel o atravesando los dos niveles e imprimiendo una cierta verticalidad al conjunto.

Los aventanamientos se conforman con paños de vidrio repartido y perfilaría de hierro pintada en blanco, que resaltan por sobre los muros de ladrillos, del mismo modo que los portones con marco de piedra tallada. Otro elemento que juega en el conjunto son las buhardillas, que en algunos casos ayuda a enfatizar el volumen principal. Y un elemento en particular que sobresale es la chimenea, las mismas rematan con interesantes trabajos en los buitrones y van a elevarse elegantemente por sobre el volumen construido.

Pero no sólo en el exterior se generan los cambios, estas viviendas incorporan nuevos espacios; el baño, el garaje y el jardín e ingresan a formar parte los closets en los dormitorios y la chimenea en el área social; en cuanto a los materiales se comienzan a usar el parquet en los pisos, los azulejos en los baños y el ya mencionado perfil de hierro en la ventanería.100

100

Mendoza. Op. cit, pág. 195

A pesar de ser un repertorio de estilos, espacios y elementos vernáculos trasplantados y ajenos al lugar y a la realidad bogotana, el resultado no será infortunado. A través de la contribución que el tiempo ha aportado y a una ingeniosa recreación en el diseño, las técnicas constructivas y los materiales, se ha logrado un lenguaje integrado y coherente con el paisaje de la sabana, donde juegan la vidrierías, el ladrillo y los marcos de piedra. El “estilo inglés” bogotano ha generado rincones urbanos que aún conservan su atmósfera tranquila y distinguida y se han constituido en parte de la identidad de la ciudad.

Existen en la localidad varios conjuntos de este tipo, que generan un tranquilo espacio común, una calle interna sin salida que se integra al barrio y la misma se conforma de casas estilo inglés. Recrea el estilo inglés, en este caso destacándose las vigas decorativas sobre el muro blanco en el piso superior de las viviendas y la parte inferior de ladrillo con acceso con simpático pórtico. Calle 32 Bis 17-05 esq. Car. 17 32-19. Barrio Teusaquillo.

Interesante conjunto de casas frente al parque, estilo cercano al inglés en elementos tales como las chimeneas, el juego de pendientes y el trabajo en ladrillo. Carr 17 34-57. Barrio Teusaquillo.

Grupo de edificios, estilo inglés, se destacan por la unidad y calidad del conjunto. Sobresalen el acceso en piedra bogotana, las bow window y buhardillas. Calle 37 14-38/46. Barrio La Magdalena.

Edificio estilo inglés, que se manifiesta en el uso del ladrillo, bow window y buhardillas. Los detalles en blanco han perturbado la lectura y enfatizan la dirección horizontal. Sobresale el volumen en la esquina, cuerpo curvo con torre que termina en cubierta en forma de pináculo con teja francesa. Se rescata que el mismo forma parte de un conjunto homogéneo. . Calle 45 14-76 esq. Barrio Palermo.

La chimenea es un elemento característico del estilo inglés. En este caso el ejemplo permite apreciar el trabajo del ladrillo y la variedad de diseños que se pueden encontrar en la localidad. Diag. 46 17-37. Barrio Palermo.

5.6 EL LADRILLO Y LA PIEDRA BOGOTANA

El material más ligado a la tradición inglesa es el ladrillo, es con Enrique VIII y su corte en el siglo dieciséis, cuando se lo adopta para la construcción de sus mansiones; pasando a ser identificado como elemento esencial de la arquitectura inglesa.101

El ladrillo ha sido el primer material constructivo estandarizado; su medida, forma, y peso permiten que se sostenga con una mano, siempre ha sido un material barato, y además tiene la propiedad de ser duradero, de fácil conservación y no requerir recubrimientos. Aunque la 101

Aunque su rastro más antiguo se localiza en Oriente, luego rodeará el Mediterráneo y culminará e irradiará a todo Occidente. Así se encuentra su uso desde los tiempos de las construcciones griegas y romanas.

madera y la piedra eran aún los principales materiales de construcción en el siglo dieciséis, el ladrillo se vuelve de moda en Inglaterra y es explotado con gran virtuosidad.

Más tarde, en la segunda mitad del siglo dieciocho con la revolución industrial, las nuevas invenciones comienzan a producir diferentes formas de construir que se materializarán en lo que se denomina “arquitectura industrial”, donde el ladrillo jugará un papel preponderante en la expresividad de las construcciones. Estas mejoras en la construcción y el uso casi universal del ladrillo, permite que los muros sean más delgados y se comiencen a emplear los de color más oscuro para enfatizar la ventana, en lugar del más elaborado arquitrabe y cornisa.

Sergio Trujillo describe tres aspectos del ladrillo que tocan la esencia de la arquitectura y que explican su permanencia:

“...posibilita nuevas técnicas constructivas a partir de sistemas murarios de continuidad estructural como los arcos, las bóvedas y las cúpulas. Su uso... implica un ordenamiento sistemático de ejes que suponen una abstracción espacial y geométrica relativamente refinada; el ladrillo posibilita también el recurso del ordenamiento, a partir de la posible combinación de colores, calados o diferentes aparejos...”102.

102

Trujillo Jaramillo, Sergio. “La arquitectura del ladrillo en Colombia”, pág 199. En: Angulo Flores, Eduardo. Cincuenta años de arquitectura. 1936-1986 Universidad Nacional Bogotá. Edición Asociación de Arquitectos de la Universidad Nacional de Colombia, Bogotá, diciembre 1987.

En la arquitectura de Bogotá su uso data desde la época colonial, va a decaer durante el auge de la arquitectura republicana, para renovar su uso con la entrada del estilo inglés por los años 30. En los cincuenta con la influencia del movimiento moderno el ladrillo será asociado “con lo artesanal, con el pasado, lo vernáculo con los mundos que no pueden renovarse..”103, pero permanecerá latente para renovar su aplicación con más intensidad y profundidad.

La optimización de su resistencia, su fabricación industrial y consecuentemente la variedad de los modelos, se relaciona con la importación en Colombia de procesos industriales entre 1855 y 1880, que va a implicar la entrada de máquinas para fabricación de puntillas y tornillos, para cortar marcos y molduras ornamentales en madera y para prensar ladrillo y teja, esto provocará que se dejen las técnicas tradicionales y se adopten nuevas. Otro factor es la excepcional calidad de las arcillas tanto para la fabricación de ladrillos como de tejas y por último el mejoramiento a través del tiempo de la labor de los obreros para trabajar la piedra, la madera y sobre todo la mampostería.

Los primeros proyectos que surgirán en los 30s son de vivienda económica y especialmente en los barrios residenciales de Bogotá, como La Merced y Teusaquillo, otorgando a los espacios urbanos del área, unidad e identidad hasta el día de hoy.

Todo esto ha generado un cambio trascendental en la estética que marcará el comienzo en Bogotá de una tradición en la ejecución de mampostería en ladrillo de resultados admirables104, sus tramas, texturas y los matices cambiantes de su superficie logran 103 104

Trujillo, Ibidem, pág. 201. Manual de historia de Colombia. Op cit, vol. 1, págs. 506 y 507

potenciarse con la luz de la sabana. Y a través de las décadas se ha ido constituyendo en uno de los materiales de construcción más notables en la ciudad. Coincidiendo con Sergio Trujillo, es “el material local que ha tenido el más evidente y continuado impacto, hasta constituir una significativa tradición dentro de nuestra propia evolución arquitectónica”.105

Casa estilo inglés, sencilla fachada plana con ladrillo trabajado. Simpático el juego de las aberturas y la sobriedad de los detalles. Se destaca el conjunto de la cuadra por su armonía y unidad. Carr. 18 39-31/39. Barrio La Magdalena.

105

Trujillo, Op cit, 1987, pág. 202.

Al ladrillo se agrega otro material que es propio de la Sabana de Bogotá, es una piedra clara amarilla-gris, conocida como “marmolina” o “piedra bogotana”, que siendo dura, es fácil de trabajar. Las hay con variedad de vetas, en tonos claros, crema y oscuro, y pulidas o rústicas. En Teusaquillo se encuentran muchos edificios con muros revestidos con está piedra en la forma de lajas cortadas y pulidas, o bordeando los vanos y esquinas de los muros, con la intención de lograr el aspecto del mármol.

Son estos dos materiales los que acompañan el “estilo inglés”, sin embargo no se reducen al mismo y lo traspasan, así los apreciamos en la arquitectura racionalista e integrándose en la variedad de estilos eclécticos; combinándose con el concreto armado, con materiales sintéticos o el tradicional revoque pintado. El ladrillo y la piedra son una piel que envuelve el espacio urbano bogotano y son un factor esencial en la generación de homogeneidad en la ciudad.

Edificio estilo racional. Revestido en piedra bogotana, uno de sus lados enfatiza la horizontalidad los ventanales corridos y en el otro se acusa la verticalidad, a través de un muro con pocas aberturas. Car. 20 39 A-36. Barrio La Soledad. 5.7 LA UNIVERSIDAD NACIONAL DE COLOMBIA

Lo pedagógico

Dos factores originaron el cambio en la orientación pedagógica en Colombia; en 1927 arriba al país la Misión Alemana, recomendando establecer la autonomía universitaria y buscar la integración institucional como fundamento para su correcta organización. A partir de esto el presidente Alfonso López Pumarejo, a través de la ley 68 de 1935, determina la autonomía administrativa y académica y ordena la construcción de la Ciudad Universitaria.

Por otro lado, en 1930 visita el país José Vasconcelos, trae el espíritu de la revolución cultural mexicana y con ella las nuevas experiencias en el campo de las construcciones escolares. De esto surge la adopción de modelos pedagógicos externos que dinamicen las propuestas transformadoras de los edificios educativos.

En 1934, el presidente López Pumarejo nombra a Luis López de Mesa como Ministro de Educación Nacional, el proyecto arquitectónico que va a caracterizar el espacio educativo de “La revolución en marcha”, consigna planteada por el gobierno, corresponde al diseño urbano y la construcción del grupo de edificaciones básicas del campus de la Universidad Nacional.

El pedagogo alemán Fritz Karsen, asesor del Ministerio de Educación Nacional, será el encargado de trazar los nuevos principios de organización pedagógica que integren todas las instituciones universitarias dispersas en la ciudad: su propuesta es una esquematización funcional por departamentos (ciencias naturales, ciencias químicas, ingenierías, artes y ciencias sociales y políticas), que se materializará en un esquema físico-circular y la localización de los edificios en el campus a través de una sectorización pedagógicofuncional. 106

Proyecto campus universitario

Así como en lo pedagógico, en el urbanismo también se van a dar fuertes cambios, se densifica el uso del suelo urbano y se implantan nuevas formas de espacio público e institucional. Entre 1934 y 1936 , surgirán obras como el edificio de los Ministerios y se reservarán dos grandes áreas libres en Bogotá. Una se convertirá en el llamado “Parque Nacional”107, y la otra en la nueva sede de la Universidad Nacional.

El propio presidente López junto a sus asesores recorre el sitio apropiado para la construcción. Los criterios que guían la elección del predio van a ser que cuente con las dimensiones adecuadas para un proyecto de tal magnitud, el costo del terreno y que

106

Ramírez Nieto, Jorge. “Pensamiento e ideologías en la arquitectura colombiana. Una reflexión sobre las influencias en la práctica profesional. En: Jaramillo, Jorge Alberto (comp..). Cien años de arquitectura en Colombia. XVII Bienal de arquitectura 2000. Sociedad Colombiana de Arquitectos, Bogotá, nov. 2000, cap. 3, pág 146. 107 La versión local del Central Park de Nueva York o del Bosque de Bolonia en París.

favorezca el desarrollo urbano de la ciudad a través de generar un nuevo polo de expansión hacia el occidente.

Para este propósito el gobierno compra un predio de 130 hectáreas ubicado en la periferia urbana de Bogotá, en el sector occidental, cerca del barrio Teusaquillo y contiguo a la línea del Ferrocarril del Norte. El mismo permite contener las áreas presupuestadas y contar con áreas de reserva para crecimientos futuros, como el proyecto de granjas que generen rentas para el manejo de la Universidad.

En 1936 el arquitecto mexicano Luis Pietro Souza elaborará el primer anteproyecto de diseño urbano para la Universidad. La propuesta será academicista, según Ramírez Nieto “se evidenciaba la intención de crear elementos simbólicos de expresión nacional”108, sin embargo, el gobierno lo desecha y contrata para tal efecto a los arquitectos alemanes Leopoldo Rother109 y Erich Lange, quienes darán forma física a los planteamientos educacionales formulados por el pedagogo Fritz Karsen.

El arquitecto Lange trabajará poco tiempo en el proyecto, por lo que correspondió a Leopoldo Rother formular los esquemas de organización urbanística del campus universitario y proyectar algunos de los primeros edificios de la misma. Su lenguaje marcará el arribo de las nuevas tendencias del movimiento racionalista al país.

108

Ramírez Nieto, 2000, cap. 3, pág 150 El arq. Leopoldo Rother (1894-1978) llega a Colombia en el año 1935 y se vincula al Ministerio de Obras Públicas, permaneciendo allí hasta 1961. 109

El diseño urbano se estructuró a partir de una composición que gira en torno a un eje diagonal longitudinal sobre el cual se trazan franjas elípticas, logrando un acertado equilibrio entre las áreas libres y los edificios. Se determinaron cinco zonas básicas: académica, servicios comunes y administración, deportiva, vivienda y espacio central abierto como pulmón de todo el sistema.110 Ramírez Nieto así lo describe:

“El centro era un espacio de forma elipsoidal vacío. Uno de los focos geométricos internos de las elipsis sería ocupado por el conjunto de edificios de rectorado y administración. El segundo foco interno correspondió al grupo de edificios para bienestar estudiantil y actividades deportivas. No existió una intención de generar un centro significativo correspondiente al centro geométrico. El centro de gravedad del proyecto geométrico no correspondía a los focos de actividad académica. Era un sistema de órdenes diferenciados, donde al orden general se articulaban órdenes menores, autónomos, definidos en términos pedagógicos.” 111

Lo sugestivo y novedoso de este diseño es la disolución del centro de significación a través de un espacio vacío y la generación de componentes con identidad propia.

Como se desprende esta estructura espacial urbano-arquitectónica respondió a principios pedagógicos y fue esto un factor que la hizo vulnerable, ya que al producirse cambios en este aspecto, se sucedieron deformaciones. El sistema propuesto por Fritz Karsen subsistió corto tiempo; durante la rectoría de Agustín Nieto Caballero en 1938 se retornó a la idea de 110

Angulo Flores, Eduardo. Cincuenta años de arquitectura. 1936-1986 Universidad Nacional Bogotá. Edición Asociación de Arquitectos de la Universidad nacional de Colombia, Bogotá, diciembre 1987, pág. 30. 111 Ramírez Nieto, 2000, cap. 3, pág 150

la división por facultades. Se agrega el crecimiento desmesurado en décadas posteriores, que también llevará a la distorsión del diseño original. Así se han ido ocupando áreas libres con edificios poco coherentes entre sí y no siempre de atinada arquitectura. Coincidiendo con Germán Téllez “la bondad estética y ambiental de la sede universitaria se ha perdido”. 112

Entre 1965 y 1967 el grupo de Planeación Física lleva a cabo una serie de reformas a partir de la integración académica en seis facultades: Artes, Ciencias, Ciencias Humanas, Ciencias médicas, Ingeniería y Ciencias Agropecuarias.

El esquema se estructura a partir del Núcleo central, vacío en la propuesta de Rother. Los edificios más importantes se agrupan alrededor de la plaza Gral. Santander (plaza Che Guevara): Centro de Documentación (Biblioteca General), Centro Estudiantil, Edificio de administración y Auditorio León de Greif. Desde allí parten una serie de anillos concéntricos que se desplazan a la periferia, de acuerdo a la intensidad en el uso.

La plaza cívica tiene un área total de 4.200 m2. y es el lugar de encuentro de estudiantes, profesores, directivos y empleados de la universidad. Es el centro del esquema y donde convergen los dos ejes de circulación que comunican la ciudad con la universidad: Calle 45 y la calle 26 y el eje central peatonal. Los accesos a la universidad se enfatizan mediante dos puentes peatonales; el de la calle 26 y el de la calle 45 con carrera 30. 113

112

Téllez, Germán. “La arquitectura y el urbanismo en la poca actual (1935-1979)”. En: Manual de historia de Colombia. Instituto Colombiano de Cultura, Bogotá, 1ª. Edición 1978-1980. Vol. III, pág. 358. 113 Angulo Flores, Op cit, 1987, pág. 32

La circulación interna se organiza a través de una red peatonal, y un circuito vehicular que conduce a puntos de concentración de los automotores, equidistantes de las diferentes facultades y dependencias y con poca interferencia con la peatonal.

El Plan intenta convertir a la Ciudad Universitaria en un gran parque, de modo que la vegetación es un elemento fundamental de la misma, y además forma parte de un sistema integral de parques junto a los cercanos; “Simón Bolívar” y El Salitre”.

Arquitectura en el campus

Los artífices de los primeros edificios114 son Leopoldo Rother y un equipo formado por los colombianos Alberto Wills, Eusebio Santamaría, José María Cifuentes, Carlos Cristancho y Julio Bonilla Plata. Germán Téllez, en referencia al diseño de los mismos, dice:

“evocan alternativamente las primeras obras de “cubismo purista” de Le Corbusier o el celebrado proyecto para una “ciudad industrial” del francés Tony Garnier (elaborado a comienzos de este siglo) y, más lejanamente, algunos rasgos de la sede de la Bauhaus en Dessau (Alemania), de Walter Gropius. 115

De modo que la expresión arquitectónica adoptada para todo el conjunto de edificios de la Ciudad Universitaria fue la racionalista, de un modo purista y ortodoxo. La homogeneidad 114

Los edificios son: rectoría, ingeniería civil, derecho y ciencias políticas, química, arquitectura, veterinaria, laboratorios de hidráulica y resistencia de materiales, residencias estudiantiles e instituto de ciencias naturales. 115 Téllez, Op cit, 1978-1980, Vol. III, pág. 359

en el estilo junto al único color empleado; el blanco, propiciaron el surgimiento del apelativo de Ciudad Blanca con la que fue conocida.

El repertorio racionalista se manifiesta en la modalidad cubista, los planos limitando el volumen, la falta de toda ornamentación estilística, y la elegancia de las soluciones técnicas. La planta será resuelta con un criterio puramente “funcionalista”, por lo que la forma será determinada por la actividad asignada al edificio. De modo que a una imagen homogénea del conjunto se le opone, en estos primeros edificios, una estética propia, que enfatiza la tarea para la cual ha sido concebido.116

De acuerdo con Ramírez Nieto, el conjunto del área deportiva introdujo un tema nuevo y por lo tanto un lenguaje inédito, al no existir en Bogotá la imagen de un conjunto deportivo, ni un estadio.117

Los edificios para la Escuela de Veterinaria fueron diseñados por Erich Lange con la colaboración de Ernest Blumenthal. El carácter agrario se imprimió a partir de edificios bajos dispuestos alrededor de patios y espacios abiertos, que son los que le dan la identidad al conjunto.

La Facultad de Arquitectura fue el primer edificio construido, 1937-1940, fue diseñado por Erich Lange118, mientras que los dos rectángulos simétricos que salen hacia el norte fueron posteriormente corresponden a Ernst Blumenthal. El cuerpo central contiene un amplio hall 116

Ramírez Nieto, Op cit, 2000, cap. 3, pág. 151 Ramírez Nieto, Op cit, 2000, cap. 3, pág. 151. 118 El edificio de la facultad de Arquitectura a veces es atribuido, equivocadamente, al arquitecto Leopoldo Rother. 117

que articula las circulaciones del edificio y cada ala del mismo repite este esquema; una circulación central reparte salones de lado a lado, rematando en la entrada con una luminosa sala de forma semicilíndrica. Ramírez Nieto en relación con el exterior acota que el mismo “sugiere un interior contundente; no obstante, el interior sólo está resuelto –en el aspecto de las relaciones espaciales- de manera esquemática. Hay allí un sentido de simulación estética interesante”.119

Ciudad Universitaria: Facultad de Arquitectura, diseño de Erich Lange 1937-1940. Los dos rectángulos simétricos que salen hacia el norte corresponden a una intervención posterior de Ernst Blumenthal. Volumen sólido con acusado ritmo en las ventanas de los laterales que imprimen una direccionalidad horizontal que se combina con el cuerpo central de marcada verticalidad.

119

Ramírez Nieto, Op cit, 2000, cap. 3, pág. 151

En los 60s se planea aumentar el área de la facultad de Arquitectura, estos intentos no se concretan, y lo que va a llevarse a cabo es la ampliación de los talleres en parte del edificio que hoy ocupa el “Colegio Ramírez Montufar”. Ángulo Flores dice al respecto de este edificio que es “de múltiples usos, donde además de su función docente se llevaban a cabo numerosas fiestas estudiantiles era llamado por los estudiantes ‘ Gorgona’”.120 Será en 1961 cuando la Universidad llame a un concurso arquitectónico para cubrir la necesidad de espacio. El diseño presentado por el arquitecto Hernán Herrera Mendoza con la colaboración del arquitecto Fernando Medina es el ganador. En su etapa inicial el edificio abarca 8.500 m2., pero tendrá una ampliación de 4.000 m2. al fusionar Arquitectura con la escuela de Bellas Artes y el Conservatorio y conformar la Facultad de Artes en 1966.121 En este edificio sobresale el empleo del asbesto-cemento , el mismo forma por sí mismo un lenguaje arquitectónico de claro vigor y acorde al medio bogotano.122

Frente al edificio de Arquitectura y sobre el mismo eje, se construye en el de la Facultad de Derecho, el primer proyecto es del arquitecto Lange en 1937. Luego se reemplaza por el diseñado por el arquitecto Alberto Wills Ferro. Ese par de edificios marcaban el eje transversal del campo universitario. Ambos edificios, los de las facultades de derecho y arquitectura, expresan la síntesis estética del gran proyecto. Su composición obedece a la localización simétrica en la estructura del campus y su lenguaje el racionalismo adoptado.

La Facultad de Ingeniería es diseñada en 1940 por el arquitecto italiano Bruno Violi, aunque la idea inicial correspondió al arquitecto Alberto Wills Ferro, habiendo colaborado 120

Angulo Flores, Op cit, 1987, pág. 41 Angulo Flores, Op cit, 1987, pág. 41 122 Téllez, Op cit, 1978-1980, Vol. III, pág. 397 121

el arquitecto Leopoldo Rother. Dice Ramírez Nieto sobre el mismo; “la historiografía arquitectónica lo ha descrito como la superposición creativa de diferentes corrientes contemporáneas”.

123

Así el cuerpo central y las escaleras son planos transparentes que

contrastan con el plano donde se ubica el acceso principal, cerrado y con reducidos vanos horadados en la superficie. La fachada posterior se compone de volúmenes con grandes aventanamientos que avanzan y se integran con las zonas verdes inmediatas. Agrega Ramírez Nieto:

“es un refinado homenaje a Walter Gropius (en el caso de los edificios para la Bauhaus) por su cara norte, y otro homenaje a la obra de Giuseppe Terragni por su costado sur. La síntesis de tan disímiles influencias está lograda de un modo hábil (...) por la síntesis cultural que supone y la tensa elegancia de su lingüística forma”.124

123 124

Ramírez Nieto, Op cit, 2000, cap. 3, pág. 151 Téllez, Op cit, 1978-1980, Vol III, pág. 351

Ciudad Universitaria: Facultad de Ingeniería diseño de Bruno Violi, 1940-1944. Composición simétrica, con un cuerpo central, laterales con reducidos vanos horadados en la superficie y a cada extremo un volumen de circulación con escaleras que comunican con los cuatro bloques de aulas. Contrasta planos transparentes contrastantes con ciegos. El actual Museo de Arquitectura, fue destinado en un principio para la Imprenta de la Universidad. Fue diseñado por Leopoldo Rother en 1946. En ese proyecto se alcanza la independencia entre la función y el lenguaje por columnas de sección elíptica exentas al muro. El edificio envuelve con liviandad estilístico. Es de destacar la tecnología empleada, cáscaras de concreto en la cubierta, sostenidas y transparencia el interior, que se organiza a partir de una rampa-escalera de ascenso que permite a través del recorrido continuo la integración de los ambientes, internos y externos.

Ramírez Nieto afirma; “no hay

transparencias en el sentido literal sino fusión intencionada del espacio”.125 125

Ramírez Nieto, Op cit, 2000, Op cit, cap. 3, pág. 151

Ciudad Universitaria: Museo de Arquitectura, en un principio Imprenta de la Universidad. Diseñado por Leopoldo Rother, 1946-1949. Gran imaginación espacial, cáscaras curvas de concreto en la cubierta, sostenidas por columnas de sección elíptica exentas al muro que brindan un carácter dinámico a la obra. Por último el edificio de Posgrados en Ciencias Humanas, diseñado por Rogelio Salmona (1997-2000), Premio Nacional en la Bienal de Arquitectura de Colombia en 1998. La Ciudad Universitaria alberga hoy otros lenguajes, son casi 60 años que separan el nacimiento de los primeros edificios y esta obra, de expresión diferente y distanciada de la arquitectura blanca de la primer época.

El edificio es resultado de una serie realizada por Salmona a lo largo de su vida profesional. En su obra se destaca el manejo del ladrillo y el juego logrado entre los espacios abiertos y las masas contrastadas; así el tratamiento de la composición logra efectos de masa y solidez

que se disuelven en el espacio abierto. El mismo Salmona habla de las influencias del islam español; las distintas escuelas del románico, el Renacimiento italiano, el español o el francés y más cercano el legado prehispánico.

La organización es claustral, como describe Ramírez Nieto; “agua, como traza y huella de memorias antiguas; recorridos periféricos. El patio aparece como síntesis, reiteración y serie. La traza del agua como direccionador del ambiente. Patio con bordes que, sin ser ambiguos, se disuelven, se proponen, se manifiestan, se insinúan”. 126

126

Ramírez Nieto, Op cit, 2000, cap. 3, pág. 155

Ciudad Universitaria: Edificio de Posgrados en Ciencias Humanas Universidad Nacional; área de acceso a la biblioteca, un espejo de agua, un espacio intermedio entre el adentro y el afuera, la curva del y enriquece los espacio por donde se circula y los transforma en espacios para estar y contemplar.

Es una composición orgánica, donde se van sucediendo una serie de espacios cubiertos, semicubiertos y abiertos, donde la luz va jugando un rol fundamental en el carácter de los mismos. Las cubiertas se recorren, pero no son lugares de paso sino que invitan a la contemplación. Salmona provoca la consagración del evento, del encuentro, de la meditacion, dice al respecto:

“(...) tendría que ser un edificio abierto, un edificio que se fuera descubriendo, que permitiera toda clase de sensaciones, que diera la libertad de recorrerlo por debajo, por encima, por el tejado, por los lados, que fuera transparente y que se viera lo que estaba pasando y que al mismo tiempo permitiera el aislamiento; un edificio donde todos los espacios fueran naturalmente diversificados por los usos, porque la forma era diversa sin que se tratara de una búsqueda formalista; que cada espacio tuviera un atributo por el tamaño, por la intensidad de la luz, por la penetración de esa misma luz, por la penumbra, por su localización dentro del proyecto, por su relación con el exterior”.127

El edificio emociona y sorprende y es el objetivo del arquitecto, para quien el destinatario es clave, en el artículo citado dice más adelante;

“Hacer un posgrado (...) significa un paso cualitativo, de manera que el edificio está obligado a permitir que eso suceda, debe proponer una nueva exploración de la vivencia del espacio donde las percepciones se enriquezcan y permitan mayor

127

Artículo: Entrevista a Rogelio Salmona: “Para el entendimiento y la emoción”. En: U. N. Periódico. No. 7, febrero 13 de 2000, págs. 14 y 15, Universidad Nacional de Colombia, Bogotá.

conciencia al caminar, al recorrer cada lugar; conciencia del propio cuerpo y de la propia energía (...).tiene que provocar estímulos, sorpresas, zonas de misterio porque el misterio hace pensar. Recomponer y refamiliarizarse con el espacio que se está viviendo”.128

Ciudad Universitaria: Edificio de Posgrados en Ciencias Humanas Universidad Nacional, diseñado por Rogelio Salmona (1997-2000). Premio Nacional en la Bienal de Arquitectura de Colombia, año 1998. Se destaca el manejo del ladrillo y el juego logrado entre los espacios abiertos y las masas sólidas, donde la luz es fundamental en el carácter de los mismos. En síntesis, la Universidad Nacional es el testimonio de un manifiesto construido a fines de los 30s hacia el futuro. La Ciudad Blanca definió una imagen propia, no neutra, que expresa las fuerzas sociales y técnicas en juego en la época; navega entre la coherencia del conjunto y la respuesta individual que cada edificio conlleva. 128

Artículo, ibidem, febrero 13 de 2000.

La idea rectora de su plan original es contundente, lo más sólido, expresivo y plástico de la propuesta. El mismo ha sido alterado por los cambios en la orientación pedagógica y por ciertos despropósitos que hicieron surgir edificios, en el mejor de los casos con fuerza propia, y en otros, insignificantes.

En sus edificios se privilegió el formalismo más que la tecnología y la expresividad intrínseca de sus materiales Son volúmenes netos, superficies planas ciegas y aberturas de distintas formas y tamaños, no hay exuberancias. Está ausente el lenguaje y la impronta local.

Hoy apenas se puede descubrir en algunos rincones y momentos espaciales el manifiesto inaugural. El tiempo y ajenos a la filosofía intrínseca del conjunto han hecho surgir elementos perturbadores que lo impiden. Sin embargo, permanece el espíritu “moderno” de sus precursores. El “centro” vacío de volúmenes construidos que significaba la presencia y alianza de los habitantes de la “ciudad” original, hoy ha estallado en muchos otros espacios que mantienen el carácter origina, y así fluyen los espacios nobles, que invitan al encuentro.

5.8 LOS PLANES DEL HOY Y DEL FUTURO

EL Plan de Ordenamiento Territorial 129

El Plan de ordenamiento territorial que se deriva de la Ley 388 de 1997, es el instrumento de planeación que permite a Bogotá formular un modelo integral de desarrollo. El POT del distrito capital, orienta el conjunto de actuaciones sobre el territorio, en función de adecuar el medio físico a las expectativas de crecimiento y de búsqueda de calidad de vida de los ciudadanos.

En el plazo de diez años, a partir de su formulación (2000), considerando factores sociales, económicos y ambientales, y a través de las directrices y los mecanismos necesarios, el POT se dirige a alcanzar una ciudad más sostenible, equitativa y competitiva, para concretar una imagen y visión de la ciudad y su entorno deseable por todos sus habitantes.

El Plan se enmarca en cuatro tendencias identificadas en el desarrollo de la ciudad; la primacía de Bogotá en el orden Nacional, la persistencia de una débil integración del espacio regional, un frágil soporte ambiental y el crecimiento poblacional.

129

Este apartado se apoya en los textos de: Alcaldía Mayor de Bogotá. Departamento Administrativo de Planeación Distrital. Plan de Ordenamiento Territorial. POT. Dirección Carolina Barco de Botero. Bogotá, 2000.

El modelo territorial ordena las áreas urbanas y rurales. Respecto al área urbana el POT propone que se constituya en una estructura continua, compacta y densa, compuesta por piezas urbanas y sistemas generales jerarquizados desde la escala metropolitana a la local.

Se define a las piezas urbanas, como aquellas áreas de la ciudad en las cuales se pueden consolidar funciones urbanas especiales, formas de ordenamiento acorde con esas funciones, equilibrio entre la capacidad de los sistemas generales, las funciones y el tipo de ordenamiento adoptado. La estructura de piezas urbanas que el modelo propone consolidar son tres; un centro metropolitano, los tejidos residenciales en el norte y sur del centro metropolitano y las periferias en desarrollo. Estas se relacionan con los proyectos de construcción de los sistemas generales; espacios públicos peatonales y parques, vial y de transporte, servicios públicos y equipamiento.

Teusaquillo

El denominado Centro Metropolitano es una de las piezas urbanas, y la localidad de Teusaquillo hace parte de la misma. En ella se ubican las grandes funciones regionales y urbanas que se derivan de la condición de Capital de la República. Comprende el Centro Tradicional (casco histórico) y su expansión al norte (calle 26 a 100) que se denomina ciudad central; el Eje Occidental (CAN, Salitre, Modelia, Zona Franca y Aeropuerto); y el núcleo de Equipamientos Metropolitanos (Ciudad Universitaria, Parque Simón Bolívar, Polideportivos).

El POT tiene como objetivo consolidar el Centro Metropolitano, y para esto se propone: a) estructurar el uso múltiple y la alta densidad del centro, mejorando su funcionalidad, b) limitar su expansión hacia el norte, reorientando el crecimiento del centro metropolitano, fortaleciendo el desarrollo del eje occidental y estableciendo un vínculo con la región, c) reforzar el nodo de equipamiento metropolitanos, d) redefinir el concepto de Actividad Múltiple sobre el sistema vial principal, para lograr una mayor fluidez del trafico, e) potenciar la competitividad de la ciudad, f) mejorar la calidad de vida a los usuarios y habitantes del Centro Metropolitano, g) recuperar el patrimonio cultural y h) renovar los sectores más deteriorados.

En lo que respecta a Teusaquillo los elementos principales del Centro Metropolitano son el Eje Occidente, y el núcleo de Equipamientos Metropolitanos, que son los que generan una transformación directa en la localidad.

En cuanto al Eje Occidente, es la franja que se estructura por los corredores de la Av. Jorge Eliécer Gaitán (Av. Eldorado) y la Av. Colon /Centenario (Calle 13), sobre los cuales se desarrollan áreas y polos de actividad empresarial, productiva e institucional. El Corredor Férreo de Occidente constituye un potencial estructurador y articulador con el eje con el Centro Tradicional.

El eje está atravesado por todas las avenidas anillares de la ciudad: carrera 30 y 50 y las avenidas Boyacá, Constitución, Cali y ALO, que permiten su conexión en sentido norte-sur con la ciudad. La continuidad de la malla intermedia como la Av. Batallón Caldas, La Esmeralda y la Constitución beneficiará su conectividad cercana, así como lo haría la Av.

Industrial en sentido oriente-occidente. A pesar de ser una franja central de intensa actividad, sus conexiones con la Longitudinal de Occidente van a posibilitar minimizar el impacto de sus flujos hacia la región sobre otras actividades urbanas.

Este sector representa el más dinámico para el crecimiento y consolidación del Centro Metropolitano, a partir de la localización de nuevas actividades terciarias jerárquicas, productivas, científicas, tecnológicas y de servicios logísticos, en condiciones ambientales y funcionales que dinamicen los sectores productivos y potencien la competitividad de la ciudad.

Su rol es el de integración, ya que es un espacio central de actividades económicas y de jerarquía conectado con el Centro Tradicional y el Aeropuerto, con fácil accesibilidad de todas las zonas residenciales y con la región. Se configura también como un sector de oportunidad para desarrollar actividades de servicios, comerciales y productivas con mayor demanda de suelo y mano de obra. Esto contribuye a equilibrar la fuerte atracción del resto del centro.

El ordenamiento del Eje Occidente consolida las zonas de actividad terciaria y productivas existentes y promueve el desarrollo de nuevos polos de actividad productiva especializada y en los espacios intersticiales, a través de actuaciones urbanas integrales, se pretende incorporar el uso residencial y los servicios.

Otro elemento principal del Centro Metropolitano es el núcleo de equipamientos, una estructura compacta, que se vincula óptimamente con el Centro Metropolitano y las demás

Piezas Urbanas a través de la malla arterial principal: Avenida Congreso Eucarístico (carrera 68), Jorge Eliécer Gaitán (Av. Eldorado), José Celestino Mutis (Calle 63), Av. Ciudad de Quito (Car. 30) e igualmente conectado a la malla intermedia (Av. La Esmeralda, Av. Pablo VI y Av. Batallón Caldas). El complejo deportivo de El Campín forma parte de esta Pieza.

La misma es un área central y equidistante de las diferentes zonas residenciales de la ciudad, con favorable ubicación para la accesibilidad y sectores que brindan la oportunidad para construir equipamientos de escala metropolitana. Esta pieza es adecuada para localizar nuevos complejos urbanos donde se desarrollen actividades singulares relacionadas con la cultura, la educación, el esparcimiento, los espectáculos y la recreación masiva.

Su rol es también de espacio de integración metropolitano, pues allí se localizan las dotaciones de mayor jerarquía de la ciudad, condición que debe ser fortalecida para continuar siendo un polo receptor de la ciudad y la región.

En función de las centralidades del eje occidente y el núcleo de equipamiento, se contemplan los siguientes proyectos para la localidad: 1. Preservación estructura ecológica principal del Parque canal del Arzobispo 2. Protección del patrimonio, de los barrios Armenia, Teusaquillo, La Magdalena, Santa Teresita, Palermo, San Luis Baquero, Muequetá, Banco Central Hipotecario, Pablo VI, La Soledad y Centro Urbano Nariño. 3. Parques por construir o mejorar: Nicolás de Federmán, Canal San Francisco y Canal del Arzobispo.

4. Generación y recuperación del espacio público: Quesada, eje calle 53, Av. 68, Av. Batallón Caldas, Av. Mariscal Sucre, Av. Jorge Gaitán, Sector Palermo (Av. Fco. Miranda, Diag. 42), Sector Teusaquillo (Av. Del Uruguay, Av. 28, Av. Teusaquillo, Calles 32 y 34), Sector Campín (Diag. 57, Calle 53 B, Cra. 21) 5. Espacios adyacentes a edificios públicos: U. Nacional, CAN, Corferias, Estadio El Campín, Centro Administrativo Nacional. 6. Vías por construir: Av. Esmeralda, Av. de las Américas, Av. José Celestino Mutis. 7. Dotaciones: reserva de tierra para equipamientos, construcción Biblioteca Virgilio Barco. 8. Troncales Transmilenio: Av. Caracas 9. Ciclorutas: Av. Ciudad de Quito, Calle 63, Av. 68 y Calle 53.

Sistema de espacio públicos construido

Se abordan a continuación aquellos aspectos considerados de interés especial para la localidad. El modelo de ordenamiento territorial se integra a partir de sistemas generales, entre los que se encuentra el espacio público construido.

El diagnóstico que presenta el POT señala el deterioro el debilitamiento en la oferta de bienes públicos y la incapacidad de defender y construir el espacio público, tanto por lo inadecuado y abusivo de su ocupación, como por la ausencia de planificación y por las intervenciones poco apropiadas que se han llevado a cabo.

En lo que se refiere a Teusaquillo se pueden identificar las antiguas zonas de vivienda que se han transformado a usos y actividades comerciales o institucionales. Esta incorporación ha afectado su conservación y ocasionado deterioro físico, social y ambiental del contexto, presentando deficiencias notorias en la respuesta a las necesidades de los peatones y los vehículos.

Es importante destacar que Teusaquillo alberga sectores de interés patrimonial urbano y arquitectónico que representa un acervo público para toda la ciudad. Son áreas o edificaciones singulares que han mostrado tener y fijar una impronta histórica en la forma de crecimiento de la ciudad. Siendo éste un componente frágil por la presión que ejerce el mercado y el desconocimiento del valor existente, se está llevando a cabo en el marco del POT un programa para la identificación y registro, protección y tratamiento de los barrios de interés patrimonial que se localizan en la localidad.

Se realiza a través de la aplicación de la normativa existente, el estímulo y compensación a la iniciativa privada y la injerencia de entidades estatales en programas de recuperación de los espacios públicos de los sectores con valor patrimonial, a través de colocar equipamientos urbanos e infraestructuras acordes con las necesidades actuales.

En relación a esto uno de los aspectos determinantes del POT es la recuperación del espacio público peatonal, se enfatiza el interés por devolverle la ciudad al peatón. Para esto se ha comenzado a incrementar la relación de área libre por habitante, la recuperación de andenes en zonas de comercio y de servicios, y separadores y andenes de las grandes vías urbanas.

La adecuación de estos espacios se hace en función de las necesidades no sólo del peatón, sino del comercio, los servicios localizados en el área, y los vehículos, en particular en aquellos sectores que han sido originalmente de carácter residencial y hoy son de servicios. Se combina esto con el diseño integral de las vías, especializadas de acuerdo a la función que tienen en la ciudad. Esto implica diferentes perfiles, mobiliario y condiciones especiales adecuadas.

En este marco del espacio público construido, el POT propone una red jerarquizada de parques. Esta red se compone de; 1) los de escala regional, que son espacios naturales de gran dimensión, ubicados total o parcialmente fuera del perímetro de la ciudad, 2) los parques de escala metropolitana y urbana, áreas libres de más de 10 hectáreas. Su área de influencia abarca todo el conjunto de la ciudad. Entre estos se encuentra el Parque Simón Bolívar localizado en la localidad de Teusaquillo, destinado para actividades recreativas. Para la generación de valores paisajísticos y ambientales y a escala urbana se han identificado el Parque canal del Arzobispo y el Parque Calle 26. Y 3) los parques de escala zonal, que son áreas libres con una dimensión variable que satisfacen las necesidades de recreación de una zona, entre lo que se encuentran, el parque Nicolás de Federmán II. Sistema vial y de transporte

Otro de los sistemas generales que integran el modelo, es el vial y de transporte. El POT ha encarado la reestructuración del sistema vial, la puesta en marcha del Sistema de Transporte Masivo y la conformación de una red metropolitana de ciclorutas.

El POT define un sistema vial compuesto por tres subsistemas; 1) el de la ciudad central, 2) el metropolitano y 3) el de integración ciudad-región. El primer subsistema tiene como objetivo mejorar la movilidad y fluidez de la ciudad central y categorizar, especializar y controlar el transporte público privado. Entre las vías periféricas que pasan por la localidad y conforman este subsistema se encuentran; la Av. Ciudad de Quito (carrera 30) que actúa como gran vía perimetral de altas especificaciones. Las avenidas longitudinales, Caracas (carrera 14), Mariscal Sucre (carrera 18 y 19) y General Santander (carrera 27) y entre las vías principales transversales las avenidas: Teusaquillo (calle 34), Francisco Miranda (calle 45), Paulo VI (calle 53).

El segundo sistema, el metropolitano, garantiza la conexión del centro metropolitano con las áreas de vivienda en suelo urbano y de expansión, y la accesibilidad y conexión directa entre las centralidades urbanas definidas por el modelo de ordenamiento. Son vías consideradas como básicas de la estructura de espacios públicos de la ciudad; entre las transversales que atraviesan la localidad se encuentran la Av. Caracas (Car. 14), la Av. Ciudad de Quito (Car. 30) y Av. del Congreso Eucarístico (car. 68). Las vías radiales; Av. de las Américas, Av. Jorge Eliécer Gaitán (calle 26) y Av. José Celestino Mutis (calle 63). Esta última también integra el subsistema de integración ciudad-región, que garantiza el acceso a zonas industriales y a las centrales de Abastos mayoritarias, así como el Aeropuerto internacional Eldorado.

Los sistemas vial y de transporte están diseñados en estrecha relación. En relación al transporte, al ser Teusaquillo un área de concentración de actividad económica e institucional se integra a la ciudad a través de la puesta en práctica de transporte masivo

multimodal, el Sistema Transmilenio de buses troncales con carriles preferenciales, complementario al Metro que atraviesa otras localidades. El Transmilenio cuenta con sus respectivas rutas alimentadoras y el sistema alternativo de ciclorutas.

El Plan Maestro de ciclorutas de acuerdo al POT, es una estrategia para incrementar y mejorar la movilidad urbana, mejorar la accesibilidad a algunos sectores de la ciudad, complementar los diferentes modos de transporte masivo y reducir la contaminación y la congestión en la ciudad.

La red principal de ciclorutas incluye, entre otras, la Av. Jorge Eliécer Gaitán (calle 26) que comunica el Aeropuerto Eldorado con el Centro tradicional y la Universidad de los Andes, la Av. José Celestino Mutis (calle 63) que comunica el Parque La Florida, centro de Engativá, con el centro Metropolitano, la Av. de las Américas que comunica las zonas residenciales de Kennedy con el centro Metropolitano. La ruta periférica, Norte-Quito-Sur que recorre la ciudad norte-sur lindante al centro metropolitano hasta Bosa.

Luego sigue la ruta secundaria, que se estructura como apoyo a la red principal, aquí se encuentra la Av. Batallón Caldas (Car. 50). Y por último la red ambiental y recreativa que incluye al Parque Salitre (Av. de La Esmeralda).

En cuanto al sistema de estacionamientos, se prevé una red masiva en edificaciones apropiadas para tal fin, localizadas en los puntos de mayor demanda, promovido por un gran desplazamiento y concentración de vehículos. Estos estacionamientos tendrán la condición de equipamiento metropolitanos, y entre las localizaciones se encuentra una en el

Centro Administrativo Distrital (CAD), otro en el estadio El Campín, y en los Parques de escala metropolitana.

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