Historia Del Monasterio de Santa Catalina

HISTORIA DEL MONASTERIO DE SANTA CATALINA Cuando llegan los españoles al valle de Arequipa, por primera vez (1537) éste

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HISTORIA DEL MONASTERIO DE SANTA CATALINA Cuando llegan los españoles al valle de Arequipa, por primera vez (1537) éste ya estaba ocupado por diferentes etnias venidas de las zonas alto-andinas, el lugar ya estaba con andenes y con producción agrícola. Tres años más tarde se estaría fundando la ciudad (1540). Acompañaba al grupo de españoles, la única orden religiosa que llegó al Perú desde los inicios de la conquista, la Orden Dominica y con ellos la evangelización; dentro de la ciudad, hace la necesidad de fundar un convento para religiosas, bajo peticiones de las mismas autoridades, los intentos vienen pocos años después de la fundación de la ciudad, hasta que se llegó a concretar bajo acuerdo en reunión de Cabildo de 1568; que fue ratificado por el virrey Francisco de Toledo en 1574 y autorizado por el obispo del Cuzco Sebastián de Lartaún para el 10 de setiembre de 1579. El Valle de Arequipa, a fines del siglo XVI mostraba un bello oasis, donde el maíz, la alfalfa, la papa y el trigo le daban un matiz suigeneris a la ciudad. Rodeada por tres colosales volcanes nevados, destacando la imponencia del Misti, a los pies de éste, tenemos la gran cantera de Chilina lugar donde se encuentra el sillar que es el nombre local que le dieron los maestros canteros de la época, la piedra más firme que la arcilla, todo señorial y luminoso, él ha sido testigo silencioso de nuestra historia. Nuestro pionero Monasterio de Santa Catalina se construyó sobre 4 solares, único con ciudadela en América, este incluía una iglesia, claustros, celdas, calles, huertas, cementerio propio. Su Arquitectura es imponente, destacando sus contramuros y contrafuertes. Claramente se ve como en las tardes: la sombra, el sillar y el cielo azul contrastan convirtiéndola en una Fortaleza mística, tal como lo aseveraba Víctor Andrés Belaunde. Pero lo más importante en él es la comunidad de monjas que de generación en generación ha ido entregando su vida a Dios haciendo de este lugar un santuario verdadero. LA FUNDADORA Fue María de Guzmán la fundadora de Convento. Ella debió nacer en Arequipa en 1543. Cuando apenas tuvo 18 años, su padre Álvaro Carmona, la comprometió a casarse con Diego Hernández de Mendoza; por tal razón, el padre de María de Guzmán entregándole el 10% de su fortuna por honra de virginidad y persona. Nuestra Fundadora enviudó a los 30 años sin descendencia, motivo por el cual, tomó la decisión de recogerse a una vida más devota donando su casa y las de otras vecinas suyas para fundar el Monasterio que se encontraba no lejos de la plaza de armas y quiso ponerlo bajo el patrocinio de Santa Catalina de Sena a quien había tomado por modelo de vida, María Guzmán junto con sus seguidoras tomó los hábitos a los 33 años de edad. Según aquellos tiempos prometer clausura era renunciar al mundo exterior para entregarse a Dios en el convento hasta su muerte. Podían mantener comunicación con sus familiares en los locutorios, donde había doble enrejado y a través de los cuales las religiosas conversaban con ellos. En el Claustro ya desde postulantes, las hermanas aprendían la doctrina cristiana que comprendía las Reglas de San Agustín y las Constituciones de Santo Domingo, además aprendían las ceremonias que debían saber para celebrar la liturgia de las Horas que era en latín. La formación estaba a cargo de la Madre maestra de novicias y duraba mínimamente un año. Para iniciar la vida religiosa, las novicias traían consigo sus hábitos, un ajuar de 25 artículos pagaban 100 pesos de plata corriente para su alimentación y también debían señalar el depositario de la dote, el mismo que era aprobado por el cabildo (hoy municipio) Este pagaba la dote cuando la novicia tomaba votos. Profesar convertía a la novicia en religiosa de velo negro y luego con la Profesión Solemne se le daba la participación activa en las decisiones del monasterio. En La segunda mitad del siglo XVII, se llevaron a cabo los primeros esfuerzos para tratar de enmendar algunas costumbres en el interior del convento; por ejemplo, lo referente al número de mujeres que dedicadas al servicio o el número de visitas de las personas externas a las hermanas entre otras irregularidades. La Reforma se efectúa a partir de 1871. Este cambio consistía en abrazar una vida según la Regla de San Agustín y un volver a las fuentes de vida evangélica. La Oración era comunitaria por lo que las religiosas se reunían en el Coro, así mismo el comedor, el refectorio y el dormitorio eran lugares para compartir donde se desenvolvía la vida comunitaria.